Sangre de vampiro

Re: Sangre de vampiro

Disculpen, pero he tenido una semana un poco agitada, ya saben, regreso a clases, tareas, etc.
Pero no puedo publicar todos los días, así que espero que me comprendan n_____________________n
Tal vez en vacaciones si lo hacía, pues ¡eran vacaciones! pero ahora vamos a comenzar evaluaciones y de verdad necesito ponerme a estudiar xD de todos modos tengo algunos capítulos adelantados, pero recalco, no podré publicarlos diariamente pues tendré poco tiempo.
Bueno, aquí va la continuación.
En este capítulo solo hay tres narraciones, pues la de un personaje me fué imposible de escribir. Aclaro al final.

Capítulo XII: Comienza una nueva vida​

​

*Annette
Llegó el padre de Diane, el doctor Chase, Demian estaba enfermo, ¿cómo podía ser posible? Apenas la noche anterior estaba bien.
El doctor pidió que saliéramos, obedecimos a regañadientes. Esperamos cerca de veinte minutos antes de que finalmente saliera. Comencé a preocuparme.
-¿Qué es lo que le sucede?-pregunté ansiosa de saberlo.
-solo es una pequeña fiebre, nada de que preocuparse.
-¿podemos pasar a verlo?-preguntó Sally. El asintió con la cabeza.
Entraron incluso antes de que el doctor Chase se los permitiera. Nos sentamos en el sofá sin hablar.
-creo que me iré, será mejor que Demian descanse.
-claro-confirmó. Me levanté y le di la mano. Notó algo raro en mí, pues no la soltaba y estaba pensativo.
-estas helada…-me dijo, me solté rápidamente, me parecía extraño que me dijera eso.
-¡debo irme!
Salí de prisa, me había asustado su comportamiento. Aceleré mi paso. Me sentía mal por dejar a Demian, quería saber más de su salud. Si algo llegaba a pasarle ya no sé que razón tendría para vivir. Por el ahora me alegraba de mi inmortalidad. Lo amaba más de lo que he amado en la vida y quería pasar con él el resto de la eternidad, aun sabiendo que ese era mi sueño, mi ilusión. Pero recordé, Demian me lo había pedido antes, y me lo había asegurado. Quería estar conmigo siempre. ¿Tan importante era para el? Debía serlo, me había regalado los momentos más maravillosos a su lado. Había estado conmigo de la manera más hermosa y me había demostrado su amor. Me amaba, lo que hace poco deseaba que fuese realidad hoy lo era y yo estaba más que feliz.
Llegué y mi padre y Matthew me esperaba en el comedor. Simplemente me veían desde el extremo de la larga mesa de madera sin expresión en sus rostros. Llegaron a darme miedo. Seguí a mi habitación, y caí sobre mi cama, caí como nunca, demasiado cansada, la preocupación se recargaba en mi cuerpo y me debilitaba. Me quedé dormida.
Me despertó una respiración sobre mí a las tres de la madrugada. Grité, pero me tapó la boca antes de que se escuchara en las otras habitaciones. En la oscuridad, sentí su cabello. Reconocí su olor.
-Demian…-me levanté y prendí una lámpara a mi lado. Me sonrió, aún estaba sudando y su rostro se notaba débil-¡debes estar en tu casa! ¿Qué haces aquí?
-es que hoy no pude estar contigo como quería.
Se fue acercando a mí lentamente y me besó, pero no era el momento para seguir. El debía guardar reposo. Lo empuje frágilmente al otro lado de la cama, sin embargo el me cargó y me puso encima de el. Acercó mi cabeza con su mano a su cuello.
-por favor-me pidió. Sabía a lo que se refería. Negué con la cabeza, ¿por qué? Si era lo que más ansiaba.
¿Debía convertirlo? ¿Esa noche? ¿Y si tal vez se arrepentía después? ¿O yo?
Finalmente me decidí. Las lágrimas recorrieron mis mejillas y caían en su cuello. Me acerqué a éste y lo besé. Le recordé cuanto lo amaba, pero el no contestaba, simplemente esperaba ese inmenso dolor. Al parecer también lloraba.
Preparé mis colmillos y lo pensé una vez más. Pero antes de que pudiese tomar otra decisión, Demian empujó mi cabeza y, accidentalmente para mí, se clavaron en su cuello. Me quedé sorprendida, ahora debía tomar toda su sangre o el moriría.
Comencé, tenía demasiada sed. Solo pude ver como el sufría, gritaba, pero nunca intentaba alejarme, simplemente se tomaba de las almohadas con fuerza.
Me separé de su cuello cuando finalicé de tomar. Levanté la cabeza y lo miré muerto. Comencé a llorar, era lo más horrible que mis ojos pudiesen ver. Rápidamente le inyecté un poco de mi veneno.
Sus ojos, que antes eran de un color negro hermoso ahora eran totalmente blancos. ¿Qué había hecho? Demian ahora era un monstruo. Supe que estaba “vivo” de nuevo.
Era como si estuviese poseído, gritaba, su voz no era la misma, sus ojos, sus dientes. Gemía como si estuviese cansado, pero no se movía. Lo abracé, aun arriba de el. Pero parece que el control de esfumó de mis manos. Mi padre y Matthew llegaron rápidamente al escuchar sus gritos. Me miraron aterrorizados.
Las lágrimas no paraban de salir de mí. Un simple ¡qué demonios haz hecho! de mi padre desató el terror y angustia que pronto viviríamos.
Demian me empujó y yo terminé en la pared, haciendo un gran orificio en ésta. Terminaron de caerme algunos escombros en el cabello, me había dolido solo un poco.
Matthew me ayudó a levantarme y por primera vez, miramos algo intimidados a la nueva bestia, al nuevo Demian. Sin ninguna expresión en su rostro salió a una velocidad impresionante por la ventana y sin aliento lo seguimos.
La dirección a donde se dirigía me parecía familiar, pero estaba demasiado asustada como para recordar.



*Matthew
Entonces llegó Annette, mientras platicaba con mi padre en la mesa de madera. La miramos de manera fría mientras huía a su habitación. Era lo mejor. Mientras dormí por la tarde tuve un curioso sueño. Annette convertía a Demian. Aunque no sabía cuando, ni si sería verdad. Se lo conté a mi padre, a detalle, como siempre.
Fue cuando comenzó con su seriedad. Era algo que no se debía hacer, convertir a un vampiro de una manera estúpida, sin saber las consecuencias.
Fuimos a dormir, en el camino a mi habitación me encontré de nuevo con Sophie. Me sonrió y correspondí, no se merecía tanto sufrimiento.
Me sentía miserable a su lado, un completo patán, un hombre sin escrúpulos.
Sophie era tan buena, tan amable, tan cariñosa, y nadie correspondía como ella deseaba.
Seguimos nuestros caminos, y recordé el último beso de Diane, tan delicado.
Tomé una ducha, me cambié y me recosté, mirando la luna desde la ventana que estaba a un extremo de mi cama.
¿Por qué siempre que miraba la luna, el rostro de Diane, tan sonriente, aparecía mientras brillaba con toda su intensidad?
Me cobijé y dormí, de nuevo, no tenía problemas para hacerlo, puesto que estaba sediento y eso me debilitaba.
Unos gritos horribles me despertaron a las tres de la madrugada.
Me levanté, con sueño, mis ojos se cerraban, aunque en esos momentos la curiosidad me ganaba.
Los gritos comenzaron a hacerse más intensos, y fui apresurando el paso conforme lo hacían. Mi padre me alcanzó, también estaba extrañado. Provenían de la habitación de Annette.
Corrimos y abrimos la puerta. Demian estaba debajo de ella, y lo abrazaba. Nos miró llorando, mi padre le gritó algo que tal vez alteró al nuevo ser. Pues en definitiva, no era Demian. La lanzó a la pared y se esfumó en la ventana.
Se levantó rápidamente con mi ayuda, y pude ver que hacía gestos de dolor. Lo seguimos, por supuesto, nadie podía vernos, pues además de ir a una velocidad impresionante, era de madrugada.
Algo dentro de mí se quedó helado, una gran angustia se apoderaba de mí. El demonio había entrado a la casa de Diane. ¿Por qué con ella? Recordé rápidamente, cualquier aceleración podía matarla. Y por supuesto, ver al ser que la asesinaría para beber su sangre la provocaría al instante.
Estaba dispuesto a entrar, pero mi padre me detuvo. Me miró.
-es la hora de la verdad, de esto dependerá la realidad de tu sueño. Del sueño que tuviste al conocer a Diane.
Ella me amaba, de eso no tenía duda. Pero, ¿y si me traicionaba? Lo pensé tres segundos, ¿cómo podía dudar de ella? ¿De su amor?
Le sonreí, y entré con Annette. Vi como la figura de mi padre se hacía más pequeña mientras corríamos hacia la casa.
Ya había acción cuando entramos. Diane estaba de pie al lado de su cama, pálida, helada de miedo, de temor, mientras miraba a Demian, quien la saboreaba con la mirada. Chase estaba en el suelo con un bate de metal. Ambos lo sabían, ya lo sabían.
Mi querida rompió en llanto al verme en la puerta. Aparecí a su lado en un instante, y me puse delante de ella para protegerla. Demian gruñó con sus afilados dientes de cazador para alejarme, pero no lo haría. Annette lo detuvo y lo sujetó. Hizo algo en su cuello que lo dejó inconsciente. Sonrió al verlo de nuevo tranquilo, aunque debía llevarlo a casa rápido, al sótano, donde permanecería el tiempo necesario para poder controlarse, con ayuda de Annette por supuesto, después de todo, era su creadora.
Lo cargó, le sonrió a Diane con unos ojos llenos de culpa y brincó por la ventana. Me miró, estábamos solos. Aún lloraba.
-pensé que ocurriría algo peor.
Corrió hacia su padre, y levantó su cabeza. Tenía un leve golpe del cual salía sangre, nada grave.
Lo cargué y lo llevé a su habitación. Lo dejé en la cama y limpié su herida. Me volteé hacia Diane, aunque me desilusioné un poco. Me miraba con temor, más bien con horror, claro, ya lo sabía.
-vete antes de que papá despierte.
-¿qué?
-¡que te vayas, no quiero verte!
-¿puedo venir mañana?
Negó con la cabeza y unos ojos llenos en lágrimas.
Salí por la ventana y me pregunté… ¿cómo es que pude entrar a su casa sin permiso? Otro mito más, entrar a las casas no te asesinaba. Pero eso no me importaba en lo más mínimo. Diane no quería verme y eso me dolía demasiado.



*Diane
Esperaba a que mi padre despertara, pero era mejor que pensara que todo había sido un sueño. Una pesadilla.
Lo cobijé, y le di un beso en la frente. Aún estaba en shock.
¿Qué cosa eran? ¿Qué sucedía con Demian? ¿Acaso era…el demonio? Eso parecía. O más bien, ¿estaba poseído? Y Matthew… gruñía como si fuese una bestia con Annette.
Deseaba que esto fuese una pesadilla mientras me acurrucaba en mi cama y lloraba. Recuerdo la sensación de alivio al ver a Matt entrando por la puerta. Debí imaginarlo, un ser tan perfecto no sería un humano. ¿Entonces que era?
Amaneció pronto, ¡cómo volaba en tiempo mientras mi cabeza daba vuelta en los pensamientos!
Y me di cuenta entonces, que ya lo sabía, aunque no estaba consiente de ello. Mi sueño me lo había advertido.
Aunque en verdad no sabía que era, y lo que estaba en mi mente… simplemente quería negármelo.
Quería engañarme para estar bien, para no parecer una loca que creía en fantasías.
¿Pero, qué importaba si Matthew era un ser diferente? Recordé todas las cosas que habíamos pasado juntos, la fiesta, en el salón de clase, algunos paseos… lo amaba y era lo más importante. Decidí ir a enfrentarlo, hablar con él, si es que no me asesinaba en el intento.
Tal vez no lo tome como debería, que debería estar muerta de terror, hacer mis maletas y regresar para alejarme de estas personas demoniacas. Tal vez debería pegar gritos, llorar sin cesar en mi habitación… tal vez no lo tome como todos, tal vez no soy como los demás. Tal vez estaba loca por hacer lo que iba a hacer.
Me cambié, me puse un vestido blanco sencillo, y solté mi cabello, decidida. Antes de salir, revisé a mi padre, quien al parecer, ya dormía plácidamente.
Me dirigí al nuevo lugar que me daba cierto temor. Toqué la puerta y abrió Adam. Sin ninguna expresión entré, tal vez parecía grosera, pero no quería mostrarme débil, ni mucho menos, al contario, quería que me viera como amenaza.
Matthew estaba en el sofá con Annette. Hizo alguna acrobacia sobre éste y en un instante ya estaba frente a mí. Me abrazó pero simplemente no correspondí, dejó de hacerlo cuando lo notó.
-¿qué eres?-pregunte, todos me miraron confundidos.- ¿un ángel?
Annette rió, yo no veía la gracia.
-escucha Diane, creo que esto debemos hablarlo solos.
Nos dirigíamos a su habitación, pero la puerta fue abierta y azotó contra la pared, lo cual nos detuvo a todos.
Mi padre entró y me jaló hacia el. Los miraba con rabia. Íbamos a salir, pero se detuvo en la puerta.
-¡no quiero se te acerques a mi hija de nuevo, nunca más!
-por favor, señor, debe escucharme…
-¡eres una bestia, un ser que no debería existir, y si no quieres que lo diga al mundo será mejor que te alejes de Diane!
Bajó la mirada, Matthew no podía hacer nada, y simplemente me perdería. Se resignaría a perder.
Nos fuimos, en silencio, nadie quería hablar, ciertamente era algo de lo que no se podía comentar. Nadie en el mundo se imaginaría vivir lo que ahora era mi realidad. Era como una novela, algo que jamás ocurriría ni en mis más locos sueños.
Me solté del brazo de mi papá que me lastimaba, sin saberlo las lágrimas ya estaban en mí rostro.
Me volvió a tomar, jamás lo había visto tan molesto.
-¡te prohíbo que lo vuelvas a ver!
-¿cómo sabes…?-no terminé de preguntar. Era algo que no me podía responder a mí misma, ¿cómo sabía que Matthew estaba involucrado si estaba inconsciente antes de que llegara?
-no estaba inconsciente… del todo, pero eso no tiene importancia, ahora debes alejarte de todos ellos, Matthew, Demian y Annette.
Me rehusaba, si el no hacía algo para estar juntos, yo si. No quería perder lo único bueno que me había sucedido.
-por ahora solo…-dijo, interrumpiendo mis pensamientos-te cambiaré de instituto.
Me sorprendí, el único lugar donde lo vería… comencé a llorar aún más. Las personas me miraban como si fuese una loca, pero me importaba muy poco.
-he ganado aún más dinero, el suficiente para que estudies es un buen colegio.
-no quiero-respondí seca.
-entonces no me queda más opción que regresar a Chicago.
-entonces regresemos.
Todo quedaba claro, si no estaría cerca de Matthew, y el obedecía las ordenes de mi padre de alejarse de mí, entonces, ¿qué hacía aquí?
Al parecer se molestó aún más, pero no quise poner más leña al fuego. Me tranquilicé.
-comienza a empacar-fue lo último que dijo antes de entrar a casa y que yo estuviese el resto del día encerrada en mi cuarto.
Por la noche, finalmente cuando el sueño comenzaba a inundarme, una figura en la ventana apareció y desapareció. Me estremecí, pues el viento helado entraba y yo solo vestía un pijama. Me levanté a cerrar la ventana. No había bajado a cenar, no quería ver a mi padre, sabía que lo hacía por mi bien, siempre por mi bien, pero no me gustaba que fuese sobre protector.
Volví hacia mi cama, pero algo me tomó de la cintura y me atrajo en dirección contraria. De pronto me encontraba en los brazos de Matthew, en sus fríos brazos, pero cálidos abrazos. Me llené de sentimiento, ¿cómo pude pensar que podía dejarme, si nuestro amor era tan real, a pesar de lo que ahora sucedía y aún no comprendía?
No pude evitarlo y comencé a llorar, mi llanto se acurrucaba en el pecho de Matt y no provocaba el más mínimo sollozo. Mi padre me escucharía.
Me dio un beso en la frente, secó mis lágrimas y me miró seriamente.
-¿quieres que me aleje de tu lado?
-no, por supuesto que no.
Me abrazó aún más fuerte, supuse que estaba feliz de escuchar mi respuesta.






Bueno, ahora si, cuando una persona es convertida en vampiro, no tiene ni razón, y sus pensamientos solo se basan en sangre, pierden cualquier tipo de sentimientos debido a la sed, que después por supuesto recuperan.
(: Así que, pues Demian en estos momentos está indispuesto de hacer una narración ;D
ya que pues si la hace, solo diría: sangre, "sangre, sangre, sangre, sangre,"

 

Re: Sangre de vampiro

Bueno, pues de nuevo de vacaciones =D!
OK no, espero que esto de la influenza se resuelva rápido u____________________________u
prefiero ir a la escuela incluso sabados y domingos que estar en mi casa temiendo contagiarme.

En fin ESTE CAPITULO LO TENDRE QUE DIVIDIR EN DOS PUES ES MAS LARGO QUE LOS OTROS.
ESPERO QUE LO DISFRUTEN.

Capítulo XIII: Tiempo
PRIMERA PARTE​

*Annette
Dicen que el tiempo cura todas las heridas, deja atrás lo malo de nuestra vida para comenzar de nuevo, desde cero.
Y así fue para mí. Estos últimos tres meses han sido difíciles, si, pero Demian debía salir de esa prisión subterránea en mi casa, donde lo sometía a una rigurosa dieta. Comía cada tres días, una tortura para un nuevo.
Ya me reconocía, lo cual me alegraba demasiado. Pero no podía besarme, la última vez, todo se salió de control y por poco creí que me destrozaría el labio.
Pero lo que más me preocupaba era la “reaparición” de Demian. Es decir, sus tías no lo habían visto por tres meses. Todos pensaban que estaba secuestrado o peor aún.
Era martes cuando finalmente salió, para mi criterio, estaba bien y consiente de lo que podía suceder si cometía un error. Le ayudé a caminar, no podía después de estar encadenado ese último tiempo.
Mi padre lo recibió, le dio un fuerte abrazo y una copa, la cual la rechazó. Al parecer lo único que le apetecía era sangre.
Por su seguridad, le habíamos prohibido a Diane estar presente este día. Aún no sabíamos que tan confiable sería el control de Demian.
¿Qué había sido de Diane? Bueno, le habían practicado la cirugía, la cual no había salido como esperábamos. Matthew había estado destrozado, pero aseguraron que podría practicarse otra intervención.
Ayudamos a Demian a sentarse en el sofá. Sus piernas apenas podían estar de pie. Su olor había cambiado, su tan delicioso olor el cual adoraba. Ahora simplemente olía a otro más de nosotros. A una combinación de sangre y ponzoña. No era desagradable, pero simplemente no era lo mismo. Igual, mi amor por el nunca cambiaría.
Lo abracé, pero se quejó. Me alejé, ¿cuánto duraría esto? Recordé que tenía moretones en todo su cuerpo, en su perfecto cuerpo a causa de luchar para desatarse, quemaduras y una sed inmensa.
-¿cómo te sientes?-preguntó Matthew.
No contestó, tampoco podía hablar bien.
-está bien, feliz por haber salido de ese lugar-respondió Sophie, quien podía percibir los sentimientos de los demás.
-¿quieres regresar con tus tías?-preguntó Adam. Inmediatamente negó con la cabeza.
-no quiero ponerlas en peligro.
Nos quedamos en silencio. Ahora me sentía culpable por el inmenso dolor que su familia sentía. Y sentía que Demian estaba molesto conmigo.
Me levanté para ir a la cocina a tomar algo, y Matt me siguió.
Recargó sus codos en la barra y su cabeza en sus manos, como si estuviese aburrido.
-¿Qué don crees que tenga?-preguntó.
-no lo sé- respondí, no estaba de ánimos.
-Diane tenía muchas ganas de venir.
-si, también me lo comentó. ¿Cómo es que su padre no sabe que viene de vez en cuando?
-hace doble turno para pagar la escuela. Llega cerca de las once de la noche.
Ciertamente, hace tres meses, y justo después de descubrirnos, el doctor Chase había cambiado a Diane de instituto, a uno especial para mujeres. Ahora usaba uniforme, e incluso de vez en cuando se quedaba en ese instituto, mucho más caro, a dormir pues tenía recámaras, pero ese solo era un pretexto para venir durante las noches a visitar a Matthew.
-¿y no te ha comentado nada sobre… transformarla?
-no, afortunadamente.
Entró Demian, serio, sin expresión.
-¡Demian! ¿Quieres que te sirva algo?
Negó con la cabeza.
¿Por qué era frío? Su comportamiento me asustaba, ahora más que nunca, que si se lo proponía podía lastimarme.
-¿nos dejas solos?-le pidió a mi hermano y enseguida éste se fue.
Se acercó de manera que hacía que me estremeciera de miedo.
-no te culpes, por favor- me dijo.
Me abrazó, delicadamente, no precisamente para no lastimarme, si no para no lastimarse el. Supongo que aún no sabía lo que podía provocar un fuerte abrazo. Me sorprendí.
¿Qué no me culpara? ¿Cómo podía no hacerlo?
-fui yo quien te lo pidió-agregó-y no me arrepiento, por que tu estas a mi lado apoyándome.
Sonrió muy apenas, le dolía su rostro. Acaricié su cabello y correspondí el abrazo. Los extrañaba tanto, sus brazos rodeándome y diciéndome cuánto me querían, y provocaban un cosquilleo en mi estómago, ese cosquilleo que me gustaba tanto. Sonreí.



*Matthew
Una llamada a mi móvil me alarmó. Era Susan, la prometida del padre de Diane, que me avisaba que se había puesto mal. Estaban en el hospital, llamándome a escondidas de Chase. Cierto, aún no podía verme ni en pintura, por lo cual, le había pedido a Susan, mi amiga de hace varios años que saliera con el para cuidar a Diane, pero terminaron enamorándose, un punto a mi favor, pues viviría en su casa y estaría más cerca de ella. Me mantendría al tanto de lo que pasara, de su salud. Ni ella ni su padre lo sabían.
Me alarmé entonces, nunca antes la habían hospitalizado. Iba hacia la puerta pero mi padre me detuvo.
-será mejor que no lo hagas.
-¿por qué? Me necesita, y me importa muy poco si su padre se molesta con mi presencia.
Entonces me solté de su brazo y salí corriendo hacia el hospital, el cual no estaba muy lejos. Otra llamada llegó. Contesté sin dejar de correr.
-¿Susan?
-Llevarán a Diane al quirófano, debes llegar rápido, Chase aún esta firmando algunos papeles.
-¿tan grave está?
-si, si no la operan ahora me temo que…
-no lo digas por favor, llegaré en unos minutos.
Colgué, el mundo se me vino encima. Llegué al hospital y me armé de valor para entrar. No por el insoportable olor de el, sino por ver a Diane en esas situaciones.
Ya no me afectaba esa esencia de enfermedad, ese olor a sangre enferma, pues ahora mi cuerpo sentía una angustia por mi amada.
Corrí de nuevo a la sala de espera, donde ya estaba Susan sentada esperando noticias.
-¿Dónde está?-pregunté. Se levantó con algunas lágrimas en sus ojos. Volví a preguntárselo.
-en quirófano. Empeoró, así que decidieron operarla enseguida.
-¿y Chase?
-es el encargado. Puedes escabullirte, aún no ha entrado.
-de acuerdo.
Desaparecí, corriendo rápidamente hacia la zona de salas de cirugía. Seguí su olor, su tan hermoso olor que la distinguía.
Estaba acostada en la camilla, con una bata azul, y una gorra del mismo color, varios tubos salían por su boca y fosas nasales. Me dolió tanto verla así.
Le di un beso en la frente, y unas lágrimas salieron de mí. Le dije que la amaba, y que pasara lo que pasara, siempre sería la única para mí, por que así sería. Pero no quería hablarle de muerte, porque eso definitivamente no ocurriría, no si yo lo impedía. Le contaba lo felices que seríamos juntos, y que de ser necesario me enfrentaría a su padre para lograrlo. A quien fuese. Aunque no podía escucharme, quería creer que si.
El doctor Greenwood se acercaba, podía olerlo. La besé de nuevo y me esfumé, para aparecer en la sala de espera, acompañando a Susan.
-¿cómo comenzó?-pregunté.
-estábamos desayunando, bajó alegre como siempre, entonces se quedó pálida, y cayó al piso. Subimos al carro rápidamente y la trajimos. Al parecer, y por lo que dicen, Diane no tiene muchas probabilidades de… sobrevivir.
Comenzó a llorar, en verdad le afectaba, claro, ahora era como su hija. Al escucharlo me quebré en mil pedazos, y solo viéndola respirar después de la operación podría recuperarme.
Me quedé dormido, soñando con ella. Viéndonos felices por siempre. Desafortunadamente fui despertado por Susan, con un vaso de café. Su olor no era tan repugnante, pues estaba muy cargado
-te mantiene despierto-me sonrió.
Le agradecí, y lo tomé. Pude soportar su sabor pasando por mi garganta, hirviendo mi sangre. Hice un gesto de desagrado y miré el reloj enorme de esa sala. Habían pasado dos horas. Susan me tomó del hombro.
-estará bien.
Escuchamos una voz a nuestras espaldas, inmediatamente Susan acudió a ella, y yo la reconocí después de tres meses de no escucharla.
Era Chase, quien al parecer estaba exhausto. La abrazó y después me miró molesto.
-por favor doctor Greenwood, solo quiero que me diga como está. Me mantendré alejado si es lo que quiere-le mentía, ¿cómo me iría del hospital?
-la cirugía ha ido bien-con tono serio.
-¿qué sucedió?-seguí preguntando.
-una de sus arterias explotó, al parecer por un fuerte sentimiento o impacto. Afortunadamente llegamos a tiempo para operarla, y logró ganar el corazón donado. Ahora regresaré, solo quería mantenerte informada, cariño-le dijo a Susan, quien le abrazó de nuevo. Cuando iba a entrar a esa zona donde no se nos permite entrar, escuché claramente que me dijo: “quédate, estoy seguro que le alegrará verte” y desapareció en la puerta corrediza.
No necesitaba de su aprobación, me quedaría con o sin ella.
Me volví a sentar. Cada minuto que pasaba parecía cada año que había vivido. Una tortura, una eternidad que pensaba nunca terminaría. Mi padre llegó, y se sorprendió de ver a Susan. No le había contado a nadie nuestro secreto, pues entonces ya no lo sería.
-¿Susan Montgomery?-preguntó para asegurarse de que era ella, aún no lo creía.
-¡Adam!-exclamó de forma prudente-que gusto verte.
-después hablaremos de esto Matthew-dijo mi padre, ya sabía que yo tenía que ver sobre la presencia de Susan aquí- ¿cómo está Diane?
-sigue en cirugía, su padre acaba de salir, parece que va bien-contesté.
Estuvimos dos horas esperando noticias, las dos horas más largas de mi vida. No podía explicarme cómo estos sentimientos salían de de mí… un inmenso amor hacia un indefenso y frágil ser, una infinita tristeza por una situación de la cual tenía pensado ya me había preparado, y una terrorífico temor por lo que me negaba a pensar, pero no podía evitarlo. Debía considerar la muerte, pero en ese caso ambos moriríamos, pues me rehusaba a vivir sin ella.
Greenwood salió de nuevo. Ahora venía de un humor diferente. Algo dentro de mí me decía que no estaba bien, que la situación no había mejorado. ¿Por qué no había tenido un sueño, un maldito sueño sobre esto para poder evitarlo? Ahora no sabía que sucedía con Diane, y de haber pasado lo que me imaginaba, solo tenía menos de diez minutos para cambiar el destino.
-¿cómo ha salido todo, cariño?-preguntó Susan ansiosa, preparada para llorar, sinceramente.
-la cirugía fue todo un éxito.
Suspiré en mis adentros, aliviado, estaba seguro que nuestro amor la había impulsado a seguir con vida, y que ahora esperaba despertar para poder vernos.
-¿puedo entrar a verla?
Frunció el seño. Al parecer no quería, pero finalmente asintió.

 

Re: Sangre de vampiro

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Capítulo XIII: Tiempo​

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​

SEGUNDA PARTE​

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Greenwood salió de nuevo. Ahora venía de un humor diferente. Algo dentro de mí me decía que no estaba bien, que la situación no había mejorado. ¿Por qué no había tenido un sueño, un maldito sueño sobre esto para poder evitarlo? Ahora no sabía que sucedía con Diane, y de haber pasado lo que me imaginaba, solo tenía menos de diez minutos para cambiar el destino.
-¿cómo ha salido todo, cariño?-preguntó Susan ansiosa, preparada para llorar, sinceramente.
-la cirugía fue todo un éxito.
Suspiré en mis adentros, aliviado, estaba seguro que nuestro amor la había impulsado a seguir con vida, y que ahora esperaba despertar para poder vernos.
-¿puedo entrar a verla?
Frunció el seño. Al parecer no quería, pero finalmente asintió.
-no te dejarán entrar por allí-me aclaró cuando me dirigía por la puerta principal-te llevaré por la puerta trasera.
Asentí agradecido. Caminamos por un pasillo al que nadie le prestaba atención. Olía realmente mal.
-por este pasillo sacan a los fallecidos.
Supe entonces que quería molestarme, pues tal vez había descubierto el desagradable olor de la sangre muerta. Me tapaba la boca y la nariz con una mano, necesitaba vomitar enseguida. Comenzó a dolerme la cabeza.
-¿necesitas un tapabocas?-preguntó sin siquiera mirarme.
-no servirá de nada, ¿podemos acelerar el paso?
Asintió, y mi tortura fue disminuyendo al oler nuevamente a mi amada Diane. Su sangre me tranquilizaba, seguía teniendo ese olor vivo.
La miré, con un gran tuvo proveniente de su boca, en fin, en un estado que destrozaría a cualquiera, pero no a mí, pues el solo hecho de verla con vida, respirando, me animaba, me emocionada.
Cuando volví de mis pensamientos, Chase estaba afuera esperándome. Nos había dejado solos.
Me acerqué y quité los cabellos que estaban en su frente para darle un beso suave. Dije palabras que me llegaban del corazón, el que ahora seríamos felices sin importarnos nada. Que la amaba con todo mi corazón, que me hacía sentir vivo, como si lo estuviese, me hacía sentir humano, porque a su lado simplemente lo era, y que no quería perder esa sensación. Le prohibía hacerme sufrir. Una lágrima salió de su ojo. Confirmé entonces que podía escucharme y seguramente me respondía en su interior. Estaré afuera esperándote fue lo último que pude decirle antes de que su padre me sacara.
Enseguida entraron demás doctores para examinarla.
Salimos y nos encontramos con Susan y mi padre. Y allí estuvimos hasta la noche, cuando el doctor Greenwood salió de nuevo para darnos noticias, con su portafolio y su bata.
-seguirá siendo vigilada, esta estable, pero cualquier complicación puede ocurrir. Me llamarán si sucede algo. Hasta mañana-le dio la mano a mi padre y salió con Susan.
¿Cómo podía ir a dormir tan tranquilamente? Por lo menos yo no podía.
-ve a dormir, papá, yo me quedaré.
-¿de verdad? Parece que te haz acostumbrado al olor.
-créeme, sigue siendo insoportable.
-esta bien, regresaré mañana.
-no te preocupes.
Se fue, desacomodándome el cabello antes. Durante toda la noche tomé café para mantenerme despierto, pero finalmente, a las siete de la mañana, me quedé dormido en las sillas. Soñé con Diane, pero nada en especial, nada que significase algo. Solamente estaba parada con un hermoso vestido blanco sonriéndome en la neblina.
Desperté cuando sentí una presencia fuerte frente a mí. Estaba Chase y Susan, por supuesto, la presencia provenía de ella.
-¿te haz quedado toda la noche?-preguntó.
-¿qué hora es?
-las ocho de la mañana, ¿cuánto haz dormido?
-una hora-me enderecé.
-ve a tu casa y descansa, debes estar agotado.
-solo iré a tomar una ducha y regresaré.
Dispuesto a irme, Chase me tomó del hombro y sonrió discretamente.
-gracias por quedarte.
No correspondí, no me cabía en la cabeza como es que podía dormir tan tranquilamente si Diane seguía delicada. Salí corriendo, el olor me tenía mareado.
Llegué a casa rápidamente y tomé una ducha. Me puse mi típico chaleco negro, una camisa blanca y pantalón negro.
Apenas si probé algo de alcohol. Mi cabello seguía húmedo, pero al salir lo desacomodaba constantemente para que dejara de gotear.



*Diane
Sabía que me habían operado, y mientras terminaba de soñar por efecto de la anestesia, escuché una voz que me tranquilizó, que me sacó totalmente de mis sueños y pensamientos.
Era Matthew, ¿en verdad estaba a mi lado o simplemente era producto de mi imaginación? No podía abrir los ojos por la cinta que impedía tal acción, además que era incapaz de hacerlo por la situación en que me encontraba.
El sedante comenzaba a pasarse lentamente. Seguí escuchando lo que me decía, palabras tan hermosas, que incluso dudé que fuese el pues eras cosas que solamente yo deseaba que me dijera.
Confirmé su presencia al sentir su suave beso en mi frente.
Enseguida se fue.
Pude despertar en la mañana, totalmente, y quité la cinta de mis ojos.
La luz me calaba, y me dolía un poco el pecho.
Una enfermera corrió hacia mí y me inyectó algo al verme quejándome.
-¿Dónde está mi padre?-pregunté.
-el doctor Greenwood acaba de llegar, avisaré que ha despertado.
Esperé unos minutos y llegó corriendo. Sonrió al verme, parecía que todo había acabado.
-¿cómo te sientes?-me preguntó emocionado.
-¿donde está Matthew?
Volteó los ojos, la parecer le molestaba que preguntara por el.
-afuera.
-quiero que entre-dije, apenas si podía hablar, mi boca estaba reseca.
-por ahora no, hija, debes descansar. Ordenaré que te traigan algo de beber.
No me agradó su respuesta, y a el tampoco mi forma de agradecerle tan fría.
Una enfermera llegó y traía consigo un líquido que me dio asco. Tuve que tomarlo, contenía medicamento.
-Susan está ansiosa por verte, pediré que la guíen hasta aquí-dijo mi padre.
Por lo menos alguien pasaría a verme. Varios minutos después entró Susan con una cantidad grande de globos. Me parecía algo innecesario, pero ella era muy detallista y no quería ser grosera con ellos.
Le agradecí y sonreí. Ella se acercó a mí y quitó mi cabello de la frente, sus manos estaban heladas. Por supuesto que sabía que era una de ellos, un vampiro, Matthew me había lo contado. No me agradaba la idea, desde un principio pensaba que mi padre solo era un instrumento, pero se enamoraron, y no había nada que pudiese hacer. Además, ella era muy agradable y me trataba como si fuese su hija.
Abrió unas cortinas, parecía ya me encontraba en una habitación fuera del área intensiva. Me extrañé, ¿tan pronto había mejorado? La luz me calaba en los ojos, demasiado. Le pedí que las cerrara y obedeció.
-ni una vez han abierto estas cortinas en todo este tiempo.
Me estremecí, ¿en todo ese tiempo? ¿A qué se refería?
-¿qué quieres decir?-pregunté, me levanté asustada, nerviosa al idearme otra pregunta-¿cuánto ha pasado?
-querida, no debes preocuparte, ha pasado un mes, pero debes controlarte, podría hacerte daño.
¿Un mes? ¿Había estado en coma acaso? ¿Qué había sucedido conmigo después de la operación?
Mi padre se sentó a mi lado para explicarme, debía hacerlo. Lo necesitaba.
-tuvimos varias complicaciones después, requeriste de más intervenciones delicadas, por lo cual haz estado sedada todo este tiempo. No te preocupes hija, todo ha acabado.
Las lágrimas brotaron de mí.
-quiero ver a Matthew.
-debe haber ido a su casa a descansar-dijo mi padre.
-no se ha despegado de aquí-comentó Susan para ablandar la situación-sigue en sala de espera, pediré que lo traigan.
Se fue, dejándonos solos. La habitación se inundó con un profundo e incómodo silencio. No nos atrevíamos a mirarnos. Se levantó y salió de la habitación tras ser llamado por Susan. Llegó Matthew entonces.
Me llené de emoción al verlo, al ver su bello rostro y volver a admirarlo, y aunque no lo había sentido pasar, extrañaba abrazarlo y besarlo. Un mes sin el era demasiado.
Traía un enorme ramo de rosas rojas, y las puso en una mesa.
Se acercó hacia mí y me besó tiernamente, mi corazón palpitaba fuertemente y era hermoso sentirlo sin preocuparme de morir.
-haz estado aquí en la mañana-le susurré.
Se alejó de mí y sonrió.
-cada día.
Sabía que lo hacía a escondidas, pues no eran horas de visita. Me parecía algo tan lindo, que no pude resistirme y le besé de nuevo.
-extrañaba tu sonrisa-me dijo.
Sonreí en sus brazos.



*Demian
Justamente hace un mes comencé una nueva vida, una vida conviviendo con personas a las que sentía la necesidad de matarlos. Jamás había experimentado algo así, y aunque solo lo aceptaba para mí, era desgastante. La tentación inmensa, el deseo.
Mis tías seguían sin saber de mí, y cada vez me preocupaba más la salud de mi madre. Cierto, de vez en cuando me escapaba para verla desde la ventana. Annette no estaba enterada. ¿Mi don? Aún no lo sabía, y no tenía la menor idea de cómo averiguarlo.
No me apresuraba saberlo. Ahora tenía mucha sed, y Annette se había ido al hospital. La necesitaba, su sola presencia me reconfortaba y me hacía recordar que debía controlarme. Tomé la correspondencia que había llegado hace un par de horas. Miré de nuevo la invitación que había llegado a Annette. Había otra para Adam y para Matthew. Parecían elegantes.
Entonces llegó, el suave olor de su cabello rosado me alivió. Sus pasos delicados se acercaron hacia mí y me dio un beso en la nuca. Se sentó rápidamente a mi lado en el sofá.
-¿cómo esta Diane?-pregunté.
-mucho mejor… ¿qué es eso?
Me arrebató la invitación que era para ella. Comenzó a abrirla para luego leerla. Se emocionó mucho. No quise preguntar, no era de mi incumbencia, aunque me llenaba de curiosidad.
Me miró con ojos ilusionados.
-nos invitan a un baile.
-¿un baile?
-en Venecia, cada año acuden los vampiros de mejor clase. Por supuesto siempre asistimos, aunque este año-se abrazó de mi brazo-no iré sola. Es un baile muy elegante, el más importante entre nosotros.
-y por supuesto quieres que te acompañe…
-¡claro! Encantarás entre todos, no todos tienen tu belleza.
-¿cuándo será?-seguí preguntando.
-dentro de dos semanas.
-está bien…
Sophie salía muy arreglada, a escondidas, escuchamos sus silenciosos pasos. Annette volteó hacia ella, ya que le dábamos la espalda a la puerta.
-¿A dónde vas Sophie?
-saldré de compras-sonrió, parecía nerviosa.
Era mentira, estaba completamente seguro que lo era. Salió, Annette parecía conformarse con su respuesta.
-mintió-dije, sentía esa incertidumbre. No cabía duda que mentía, yo sabía perfectamente que no saldría de compras.
-¿qué?-preguntó curiosa.
-está mintiendo, no va de compras.
-¿cómo lo sabes?
-la verdad no estoy seguro de eso, pero no tengo duda de que miente.
Sonrió. ¿Qué le causaba tanta gracia? Al parecer no me creía. Volvió al tema del baile, y traté de hacerlo también, pero esa incertidumbre no me dejaba tranquilo.
-te verás muy bien con un traje negro y una corbata roja ¿no lo crees?
-tal vez-contesté secante. Lo notó, para mi fortuna.
-¿aún sigues con eso?-preguntó molesta.
Me levanté, tomé mi saco y me dirigí a la puerta.
-la seguiré.
Con un ágil movimiento, Annette se interponía entre la puerta y yo.
-¿cómo que la seguirás? ¡Estás loco, no puedes salir!
Tenía razón, no podía confiar en mis instintos, aún no. Me tranquilicé, después de todo, no era de mi incumbencia. Volví a mi lugar, pero ella no. No confiaba en mí y eso me molestaba. La miré decepcionado.
-lo siento…-dijo-pero te conozco, y se que en cuanto me aleje de la puerta saldrás, como lo haz hecho estos meses por la noche.
-¿a qué te…?-lo supe enseguida. Mis salidas por la noche para ver a mi madre no eran secretas, nunca lo fueron. Annette era demasiado inteligente, y me conocía perfectamente, un punto en mi contra.
-así que por favor… no seas tu el desilusionado, ese papel no es para ti.
Terminando sus palabras, una enorme lágrima corrió por su mejilla y se dirigió a nuestra habitación.

 

Re: Sangre de vampiro

MM, efectivamente, fué corto pues es el complemento del capítulo XIII
Como verás, ambos son capítulo trece, pero tuve que dividirlo pues era
un poco más largo que los demás.
Aclararé tus dudas :D
Con Diane, tendrás que esperar para descubrirlo ;D
Sophie si esconde algo, pero no es malo (: ACLARO ESTO PORQUE no haré mucho enfoque en ese secreto. Más tarde diré de que se trata, pero solo lo usé de pretexto para sacar a flote el don de Demian.
El don de Demian NO ES LEER LAS MENTES n______________________n

Mañana mismo publico el próximo capítulo, jesulib que bueno que haz vuelto TT comencé a extrañarme pues ya no habías publicado un comentario.
Vanezhita, igualmente, que bien que haz vuelto, espero que sigan aquí :D

¡Hasta mañana!

 

Re: Sangre de vampiro

Siento mucho no haber publicado el capítulo antes, pero e tendio muchos problemas :S
poca inspiración y mucho trabajo. :/Las evaluaciones han comenzado y pues no quiero comprometerme a decir que publicaré un capítulo equis día si tal vez no lo haré (como ha ocurrido anteriormente) pero no se preocupen, habrá fic hasta el final :D
Bueno, a falta de escases de inspiración e imaginación, solo dejo dos narraciones.​

Capítulo XIV: Recuperación
Primera parte​

*Annette
Corrí a mi habitación y me tiré en la cama, no sabía que ese detalle me dolería tanto. El que saliera sin que tuviera la confianza para contármelo. Estaba bien, le comprendía, necesitaba ver a su madre, pero ahora los dos estábamos comprometidos, y me resultaba decepcionante que se lo guardara. Y aún mas doloroso, pensar que yo era razón de ese sentimiento solo por protegerlo.
Todo lo que hacía, lo que pensaba, tocaba, miraba, todo lo hacía siempre por los dos.
Así es, estábamos comprometidos. Habíamos llegado a un acuerdo con mi padre,
Entró a la habitación sigilosamente. Le escuché, aunque lo trataba, era demasiado brusco para provocar pasos silenciosos. Fingí no haberlo descubierto. Me quedé inmóvil y cerré los ojos. Sentí su cuerpo sobre mí, su cuerpo ahora frío. Su mano me acarició la mejilla.
-lo siento Annette, pero también te conozco… lo suficiente como para saber que aunque te lo pidiera, no me dejarías salir.
Le miré, tenía razón, me conocía.
Pero no quise reconocerlo, tenía mi carácter y era sumamente orgullosa.
-ya no quiero hablar del tema, déjame sola.
Bajó la mirada, suspiró y se fue.
Pensé lo que había sucedido. Comprendía que Demian estaba harto, enfermo de vivir en el mismo lugar. Pero ahora ese sería su destino, y todo por mi maldita culpa.
Se negaba a tocarme, y se limitaba a abrazarme por las noches, como forma de protección.
No me molestaba, pero no era el mismo. Ahora era mucho más serio, estaba tenso siempre y cualquier cosa le ponía de mal humor.
Me abracé a la almohada, y me quedé dormida, aún con mucho sentimiento.
Me puse a leer, pero seguía desconcertada, triste, decepcionada.
De pronto lo volví a sentir. Ya era de noche, así que supuse que venía a dormir. Me abrazó pero me negué, no estaba de humor.
-¿qué es lo que quieres, Annette?
¿A qué se refería? No respondí para darle oportunidad de contestarse a si mismo.
-quieres pasar el resto de la vida conmigo, pero no puedo ni mantener una conversación seria pues siempre tratas de encontrar un lado malo...
Comenzó murmullando y terminó con un tono fuerte, me levanté para verle.
Se estaba descontrolando, le di una bofetada y simplemente guardó silencio.
-siempre hay un lado malo en ti… y de haberlo sabido antes… no me hubiese condenado para toda la eternidad.
Siempre era muy profunda con el, pero no lo decía enserio, pues estar a su lado no era una condena, sino una bendición.
El tomó su almohada y me miró serio.
Me dio un beso en la frente y salió de la habitación.


*Demian
Annette no hablaba en serio, solo se descargaba con palabras sin sentido. La conocía muy bien.
Bajé las escaleras con mi almohada, encontrándome con Matthew en la sala principal. Llegó tomando una copa y sirviéndose vino. Venía del hospital.
-¿cómo está Diane?-pregunte.
-mucho mejor.
Tiré la almohada en el sofá, el me miraba sonriendo, como burla.
-¿haz peleado con Annette?
-así es-me acosté.
-suerte con eso, estará molesta varios días.
-espero que no, este sofá es muy incómodo.
-hay un cuarto de huéspedes, por si no lo sabías-tomó un trago.
-prefiero dormir aquí, si no es mucha molestia.
-como quieras… ¡Buenas noches!-dijo mientras subía las escaleras, como si algo le pesara en las piernas. Éstas rechinaron como si se tratara de un hombre corpulento.
No había televisión, Adam las desaprobaba, prefería leer, y yo quería ver un juego después de tanto tiempo.
También me serví un trago.
Y pensé… tal vez Annette tenía razón.
Tal vez el papel de víctima no se me ajustaba.
No pude dormir pensando en ella, en el daño que le estaba ocasionando. Me levanté muy temprano en la mañana. Tomé un baño, y Matthew ya se encontraba en la sala leyendo.
-¿no irás a ver a Diane?-pregunté.
-aún es muy temprano, no es hora de visita… ¿saldrás?
-¿me dejarás?
-me he enterado que haz salido sin autorización, te deje o no lo harás de todos modos-estaba en lo correcto-así que es tu decisión.
Sin pensarlo lo dejé atrás y caminé por las calles ya iluminadas por el sol. Me calaba los ojos, hace tiempo no lo veía directamente, pero aunque no era una buena sensación la disfrutaba.
Caminé hasta el centro de la ciudad, ahora con un nuevo aspecto… era pálido y con dos pequeños colmillos.
Pero ante todos era común y corriente, solo otro chico entre la multitud.
Lo mismo seguía como antes, las chicas me miraban mientras caminaba, otras susurraban a mi espalda sonrojadas.
Pero sabía que se debía a mi físico.
Iba pensando en lo que exactamente buscaba para que Annette no siguiera molesta conmigo, aunque de lleno sabía que lo material no valía.
Me apresuré a llegar a esa tienda, pues el olor a sangre era más notorio cada segundo.
Gracias a la estricta dieta de Annette podía controlarme más que cualquier otro vampiro a mi edad. En el camino me encontré con Luppus quien, al verla, intenté escapar, pero me sujetó del brazo sorprendida.
-¡Demian! ¡¿Dónde haz estado todo este tiempo?! ¡Todos están buscándote como locos!

 

Re: Sangre de vampiro

muchas gracias! (:
así es XD mi imaginacion sigue de vacaciones
:/ supongo que siempre pasa, si no, creo que tengo problemas XD
Luppus es la profesora de Diane y Matthew, y reconoce a Demian pues, claro, todos en la escuela hablan sobre él y su desaparición.
¡Regreso luego!