Sangre de vampiro

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Poison Kiss, 28 Enero 2009.

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    Poison Kiss

    Poison Kiss Entusiasta

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    Re: Sangre de vampiro

    Gracias a jesulib por leer siempre mi fic XD
    & a yuki sama por tu comentario, enserio que me alentó para seguir =D! No sabía que llegaría a ser una fuente de inspiracion*
    Gracias n________n

    Capítulo VII: Invasión

    *Matthew
    Nos levantamos en la madrugada por un olor a sangre. Eso no podía significar otra cosa. Había otro vampiro. El olor era intenso, y provenía de algunos 20 kilómetros lejos de aquí.
    Adam ya se encontraba vistiéndose y Annette leyendo, me estaban esperando.
    Salimos a una gran velocidad, llegando al lugar en de tres minutos. En la escena había un par de mujeres jóvenes tiradas en el suelo, bañadas en sangre. Pudimos reconocer por su vestimenta que eran prostitutas. Adam nos prohibió acercarnos y examinó los cuerpos.
    En el cuello de cada una había dos marcas, eran las marcas de colmillos. Algún vampiro estaba cazando en nuestro territorio aunque sabía de lleno que estaba invadiendo.
    Mi padre se acercó al cuello de una de las víctimas.
    -todavía está impregnado el olor del vampiro.

    Me acerqué y así era, después Annette me imitó. Pero algo la alteró, después de oler, parecía haber reconocido el aroma del vampiro. Se comenzó a convertir de nuevo en la misma bestia de hace cien años. Sus ojos eran rojos, y de sus colmillos salía el veneno que parecía saliva. Mi padre se acercó lentamente y la calmó, ella estaba agitada. No me daba una buena impresión.
    -¿Qué es lo que haz olido?-pregunté.
    -Nícolas estuvo aquí, seguramente Elliot se alimentó del otro cuerpo.-decía con un tono de ira.
    El olor de desvanecía en el aire así que no pudimos seguirle. Esto afectaba realmente a Annette.
    -¿y si sigue en la ciudad?-se preguntó.
    -no te lastimes, hija, ese infeliz solo ha venido a alimentarse.
    -¿Qué no ves? ¡Puede ser mi oportunidad de vengarme! Ni siquiera sabe que estoy viva.
    -aún así el es mucho mayor que tu, no podrías ganarle. No estoy seguro si yo podría.
    Nícolas tenía 365 años, Annette los contaba. Ambos la tranquilizamos y regresamos a casa, sin duda, esa sorpresa nos había llegado de golpe.

    No pudimos dormir, ella seguía pensando en su venganza, nosotros la mirábamos. Ella era la devastada, y nosotros no teníamos derecho a sentirnos víctimas.
    -iré a dormir.-dijo, caminando a su habitación.
    Jamás pensé que esa sería su actitud al estar cerca de Nícolas. Nos extrañábamos de lo tranquila que estaba, exceptuando su transformación al principio. Lo estaba tomando tranquilamente. Quería pensar que tal vez se debía a que aún lo amaba. O tal vez por que pensaba que jamás lo encontraría. No quería molestarla mientras dormía, aunque dudaba que lo hiciera, más bien creía que estaba pensando.


    *Annette
    Caminé hasta mi habitación pensando en lo que podría suceder. Es decir, Elliot jamás le habría dicho a Nícolas que lo había traicionado y me había transformado ¿cierto? Era un punto a mi favor, para el estaba muerta y no se esperaba una venganza.
    Me recosté pero me sentía tan sola, ya no quería pensar en eso. Salí por la ventana, brincando de casa en casa hasta llegar a la de Demian. Me recargué sobre el marco de la ventana, el estaba dormido, pero sintió mi presencia y de inmediato se despertó. Encendió la lámpara.
    -¿Annette… qué haces aquí?
    Me quedé mirándolo, estaba segura de que mi amor por Demian era diferente, no tan infantil. Ya no era niña tonta que creía en el primer te amo. Quiero decir, sería una niña eternamente, pero ya no era inmadura…
    Demian me invitó a pasar. Accedí y se senté junto a el, aferrándome a su camisa pegada y llorando en su pecho. Me miraba sin comprender.
    -Nícolas está aquí… y no se que debo hacer.- le dije, notó mis lágrimas.
    Me abrazó, no sabía que decirme.

    Nos miramos, se veía tan hermoso. Me limpió las lágrimas con su pulgar y desacomodó mi cabello, acercó su rostro al mío y me besó de una manera tan tierna que accedí. No temía en morderlo, esta vez el amor me guiaba, y no quería hacerle daño. Sentía su respiración en mi piel. El beso, afortunadamente, no llegó a más. El se recostó y yo me acurruqué con el, abrazando su pecho, quería tenerlo cerca en estos momentos. Apagó la lámpara y con su brazo me rodeo y me apretó a el. Suspiraba de vez en cuando. Veía como no podía dormir y peinaba su cabello negro con su otra mano. Temía que se arrepintiera de lo que acababa de hacer. Me dio un beso en la frente y cerró los ojos. Ya no se movía. Me levanté pero me detuvo.
    -no te vayas, quédate, por favor.-me pidió. Regresé a como estaba antes. Con su pulgar acariciaba mi hombro. Sentía un cosquilleo pero me agradaba. Lo miraba, tenía los ojos cerrados como si durmiera, pero el movimiento en su dedo seguía y la fuerza con la que me apretaba, muy pequeña, permanecía presente.
    -¿Qué piensas?- me preguntó.
    -por ahora solo en ti…-. Sonrió ligeramente, aún con los ojos cerrados.
    -no lo hagas- rompió el silenció que se había apoderado de nosotros. ¿Qué quería decir? Me respondió inmediatamente. –no quiero que sufras cuando tenga que irme.

    Sabía a lo que se refería, el seguía negándose a ser un vampiro.
    Nos quedamos dormidos, para entonces ya no recordaba lo sucedido. Un leve golpe en el brazo con el que abrazaba a Demian me inquieto, pero no presté atención. Entonces fue más fuerte, como si me golpearan con una almohada. Solo apreté los ojos, la luz me molestaba. Los golpes se fueron haciendo más presentes hasta que no paraban. Me desperté y vi que una tía de Demian nos golpeaba, el me imitó.
    -¡Tía Sally! ¿Qué haces?- preguntó el, tratando de pararla, solo me golpeaba a mi.
    -¿¡Haz dormido con una chica!?-gritaba, me golpeaba hasta que me levanté, pero aún así seguía golpeándome con la almohada hasta que retrocedí, saliendo de la habitación.
    -¡No, tía Sally, no es lo que se imagina!-le gritaba. A ella se unieron sus hermanas, Sthepenie y Jennifer. Sus golpes eran leves, sin embargo hacían retroceder. Demian trataba de calmarlas hasta que se puso en mi lugar. En cuanto vieron que lo golpearían a el se detuvieron.
    -No es lo que creen, Annette vino a muy tempranas horas por que olvidó su abrigo aquí, pero la invité a quedarse pues era peligroso que saliera.
    -¿por qué vino a esas horas solo por un abrigo?-preguntó Sthepenie sin creer la tonta excusa que le había dado Demian.
    -tenía frío-respondió, sonriendo. Es sonrisa mataba a sus tías que corrieron a abrazarnos.
    -¡Mi pequeño Demian!-lloraban, aliviadas de saber que no habíamos tenido nada que ver.

    Me abrazaban y me pedían disculpas una y otra vez, yo solo sonreía mirando a Demian.
    Se fueron, y entramos de nuevo a la habitación. Me acarició la cabeza y sonrió mientras me miraba fijamente sin expresión.
    -Creo que debo irme.-dije sin mirarlo.
    -siento mucho lo que pasó.
    -no te preocupes, creo que te han creído.
    Sonreí, y para evitar más habladurías, salí por la ventana, brincando a gran velocidad por las casas para que nadie pudiera verme.
    Llegué a casa y bajé para ver que había sucedido en mi.


    *Matthew
    -¿Dónde haz estado toda la noche?-le pregunté aliviado. – ¡pensé que habías cometido una estupidez!
    -no le hables de tal forma a tu hermana… Matthew. Ella sabe perfectamente lo que hace, pero ha de recordar que no solo la afectará a ella, si no también a su familia.-decía pacíficamente mi padre sentado en el sofá con una copa de vino. El vino era la única bebida que no causaba ningún efecto en nosotros.
    -Lo tengo siempre presente padre, pero no he ido a buscar a Nícolas, no creo que sea tiempo aún.
    -Que bien que lo dices hermana, pues ha venido a muy tempranas horas del día.
    -¿¡Qué!?-preguntó.
    Mi padre me miró, el debía contárselo.
    -No el, sino su amigo… Elliot. Ha venido a disculparse, y pedir nuestra autorización para quedarse unos meses en la ciudad. Por supuesto dijimos que si, pensamos que sería lo que dirías… ha preguntado por ti.

    Volví a recordar lo que había sucedido. Aún estábamos en la sala pensando en que hacer. Alguien tocó a la puerta. Mi padre abrió y lo identificó inmediatamente por su cabellera pelirroja.
    -Buenas noches, mi nombre es Elliot, he venido a disculparme en nombre de mi amo, sabemos que estamos invadiendo su territorio, pero necesitamos quedarnos algunos meses en la ciudad… ¿podría permitírnoslo?
    -¡Oh! Por supuesto, apenas íbamos en su búsqueda…y ya que nos ha pedido permiso, adelante, los meses que gusten.
    -muchas gracias… disculpe… ¿se encuentra Annette?
    Inmediatamente me levanté y le interrumpí. La había localizado por el olor de su sangre combinado con su veneno. Había llegado a nuestra casa por el olor de nuestra sangre, que huele totalmente diferente a la de un humano.
    -solo dile Nícolas que tiene nuestro permiso… pero no te atrevas a preguntar por Annette.
    Cuando un vampiro convierte a un humano, es su responsabilidad quedarse con el para ayudarle pero en su lugar Elliot la había abandonado. Me llenaba de rabia que aún tuviese el descaro de preguntar por ella.

    Mis recuerdos fueron interrumpidos cuando Annette me dio una cachetada. La primera que había recibido en toda mi vida.
    -¿cómo te atreviste a tratarlo así?
    Me quedé impactado.
    -Annette, el te abandono…-dije tocándome la mejilla, de verdad me había dolido.
    -pero me salvó, tu no tienes derecho a meterte en mis asuntos.
    -no te preocupes, hija, le dije a Elliot que podía venir a verte cuando quisiera, siempre y cuando guardara el secreto.
    Me molesté muchísimo, más de lo que estaba. Mi familia estaba en mi contra, me hacía quedar mal para mí mismo.
    Azoté la puerta y salí de la casa. Me topé con una chica, pero estaba tan furioso que ni siquiera me molesté en mirarla.
    -Matthew…-dijo una voz atrás de mí. Me volteé y la chica anterior era Diane. Creo que se molestó pues no la saludé.
    -Diane, disculpa, estaba distraído. ¿A dónde vas?
    -al hospital, me sacaré una prueba de sangre, la escuela me lo pide.
    El hospital, el lugar que más detestaba. La combinación de sangre enfermiza con distintos tipos de ella. Me daba náuseas, además, podía descontrolarme. Al fin y al cabo era sangre.
    -¿quieres acompañarme?-preguntó con un hermosa sonrisa.
    -no te dejaré sola, pero te esperé afuera.

    Comenzamos a caminar hacia donde ella iba.
    -¿estás bien Matthew?
    -¿por qué la pregunta?
    -cuando me pasaste, la forma en que me miraste…
    -disculpa, es que tengo varios problemas…
    -¿serios?-preguntó. No contesté, no quería preocuparla.
    -lo siento, no es de mi incumbencia.-aceleró el paso dejándome atrás. La alcancé.
    -¡no es eso! Lo siento, no, no son serios.-sonreí, correspondió.
    Finalmente llegamos, pero debido a que estaba concentrado en mirarla me excedí y entré al hospital. Intenté salir, pero apareció el doctor Greenwood.
    -hola, ¿Matthew?-dijo, mirando a Diane para confirmar que ese fuera mi nombre.
    Asentí con la cabeza mientras me tapaba la nariz y boca. No quería que ese olor llegara a mí, el olor a sangre.
    -¿estás bien?-me preguntó. Yo sonreí y me contuve.
    -disculpen, pero tengo algunos asuntos que atender. En cuanto me perdieron de vista corrí hacia la salida. Respiré, tome aire. ¿Cómo es que fui tan tonto para entrar a ese lugar? Espero no haber enfadado a Diane y a su padre.

    Caminé a casa, pero me desvié, tal vez por que aún seguía enojado con mi familia. El único lugar que me llamó la atención fue la biblioteca. Entré en ella y comencé por la categoría de ficción. No había libro que no hubiese leído ya. Es que ya nada en mi existencia tenía sentido. Cada día se volvía más aburrida, ya todo lo había hecho en el pasado. Todo menos amar, amar a alguien con locura como yo lo hacía ahora. Diane era mi máxima prioridad ahora y debía protegerla. Quería pasar el mayor tiempo posible con ella antes de dejarla ir. Como era nuestra costumbre, nos mudábamos cada diez años para que las personas no sospecharan de nosotros por nuestra apariencia. Apenas llevábamos dos. Toqué mi mejilla, la cachetada de Annette me hizo despertar. ¿Qué tonterías decía? No podía dejar a Diane irse, ella era la primera persona a la que amaba… y con ella me sentía humano.


    *Diane
    Lo vi alejarse, pero mi padre me distrajo de verlo. Me llevó a una habitación donde realizaban los estudios que necesitaba, los mismos que necesitaba realizarme cada mes.
    Después de haberme sacado sangre, mi padre me llevó a una sala en especial. Me realizó varios ecocardiogramas, se alivió al ver los resultados. Mi corazón no presentaba ningún problema diferente al que tenía.
    Metió los resultados en mi historial y me dio un frasco con medicamentos. Sabía que iba a morir pronto, aunque me sintiera de maravilla. Mi padre se rehusaba a perderme como lo había hecho con mi madre.
    Salí del hospital, ¿por qué me sucedía esto a mí? Es decir, nunca hemos hecho algo malo, he mentido algunas veces, pero no me merezco el castigo que estoy pagando. Mi madre ya no estaba, y sabía que iba a tener el mismo desenlace que ella. Lo que más me preocupaba era dejar a mi padre solo. Recordé mientras me recargué sobre la pared, en los jardines de la clínica.

    Mi padre y mi madre se habían conocido en la universidad, el estudiaba neurología. Mi madre literatura. Quedaron enamorados la primera vez que se vieron. Al contarle que padecía esa enfermedad, mi padre cambió inmediatamente sus estudios y comenzó cardiología para poder salvar a mi madre. Se casaron. El hacía investigaciones diarios para poder encontrar alguna cura. Nunca la hubo. No existe. Entonces nací yo, mi madre aún se encontraba estable. Durante nueve años tuve que ver a mi padre desgastarse para salvar a mi madre. Cuando cumplí nueve años, se me diagnosticó la misma enfermedad, la había heredado. Aunque la mía se presentaba con menos intensidad. Al cumplir quince años, mamá murió. Papá estaba devastado. Lo abracé, y me juró que haría hasta lo imposible por salvarme, y que ni siquiera se me ocurriera en abandonarlo. Ahora unos simples medicamentos me mantenían con vida.

    En cualquier momento mi corazón podría sufrir un desgarre. Por eso quería que Matthew me correspondiera de la misma forma que yo a el, lo amaba, más que a mi propia vida. El era diferente, y a su lado sentía que aún podía vivir. A la vez, contradiciéndome, quería que se alejara. No quería que sufriera cuando yo muriera. Era lo que menos deseaba.
    Comencé a alterarme, tal parece que estaba empeorando. Tomé una de mis pastillas y me senté en una banca para respirar. Estaba sufriendo, me costaba respirar. Me tranquilicé, tomé aire profundamente y seguí mi camino a casa. No quería decirle eso a mi padre, que estaba empeorando, no quería que se convirtiera de nuevo en un ser obsesivo y que pasara todo el día en el laboratorio mientras yo moría lentamente.
    Me encontré con Annette de frente. Ella me miraba como siempre, sin embargo esta vez le ignoré, estaba cansada de que me intimidara a pesar de ser un ser hermoso.
    La pasé y escuché que me llamó. Me detuve pero no la miré.
    -¡Oye!-escuché. -tu conoces bien a Demian, ¿cierto?
    Me volví a alterar, ella me hablaba por primera vez, en un tono no tan agresivo y yo lo arruinaría por uno de mis estúpidos desmayos. No pude contestar, apenas si podía respirar. La pastilla aún no surtía efecto.
    -¿estás bien?-me preguntó. Caí, no pude resistir más.

    Desperté y mire el techo de una casa. Enseguida me levanté. Me sentía mucho mejor, ya respiraba bien. Miré a mí alrededor y allí estaba Annette buscando algún libro que leer en un gran librero en la sala de estar. Era su casa. Volteó hacia mí y sonrió. ¿Me sonrió?
    -ya estás mejor, ¿Qué te ha ocurrido?
    -¿cuánto tiempo ha pasado?
    -como dos horas, ¡vaya que me haz echado un buen susto! He llamado a Matthew, no tarda en llegar.
    Me levanté rápido pero me arrepentí, sentí un gran dolor en mi pecho y volví a caer.
    -¿estás enferma? Toma tus pastillas.
    Las tomé y metí una a mi boca.
    -así que sufres del corazón ¿ah?

    Me quedé paralizada, ¿cómo lo sabía? Seguramente había preguntado a mi padre. Volteé la mirada, sentado en un sofá estaba el padre de ella, Adam Deadmond, mirándome con una apenas visible sonrisa en los ojos. No sabía si era un “hola” o se alegraba por mi enfermedad.
    -¿cómo…?
    -tus medicinas, son exclusivamente para normalizar el ritmo cardiaco, haz sufrido una taquicardia, afortunadamente leve… ¿te puse nerviosa de verme? –dijo bromeando. Acertó.
    -¿cómo sabes todo eso?-dije, aún me sentía débil.
    -¡por tus síntomas!-respondió con un tono arrogante.
    -Annette, deja de presumir tus conocimientos médicos, la alterarás.
    Ella obedeció.
    -querida- me dijo.- ¿Qué es lo que ocurre?
    No quería responder, Matthew llegaría pronto.
    -¡No quiero hablar de eso!-grité y salí de ese lugar. Finalmente las pastillas surtían efecto, y pronto estaría como antes, viviendo una vida supuestamente saludable.

    Matthew apareció de la nada a mi lado, ¿cómo podía ser? Comenzaba a volverme loca, tal vez era el efecto de las medicinas.
    -Annette me llamó, ¿estás bien?
    -no se por que lo hizo, no tienes que estar cada vez que me suceda algo.
    -no es su culpa, ¿cómo te sientes?
    -bien…-aunque mi tono se escuchaba débil.
    -no te creo.
    Enseguida me cargó. En cuanto sentí sus frías manos tocándome me sonrojé, no me encontraba tan mal como para que hiciera tal cosa. La gente nos miraba pero a el no le importaba. Me miraba sonriendo, temía que tropezara al no ver su camino. Me distraje al verlo tan cerca, ya no me importaba lo que la gente pensaba, estaba en sus brazos y esa era mi mayor felicidad.
    Llegamos a casa, por desgracia, y me bajó para que pudiera abrir la puerta. Se quedó afuera, le miré sonriendo pero no entraba.
    -por favor Matthew, entra.- Me obedeció.
    -gracias, quieres decirme… ¿esos exámenes no eran para la escuela, cierto?

    Me quedé callada, no podía responderle. Bajé la mirada, el encontró la respuesta en mi reacción.
    -no es nada- mentí –son los exámenes que me hago cada mes, solo para confirmar que tengo buena salud.-sonreí.
    -¿buena salud? Diane, te desmayaste.
    -estoy cansada, he tenido un día atareado, ¿nos vemos mañana?-le cambié el tema.
    -de acuerdo, pero te llevaré a tu habitación.
    Intenté convencerlo de que podía subir yo sola, pero se negó a dejarme. Me cargó de nuevo y me dejó en mi habitación, me recostó sobre la cama.
    -nos vemos mañana-me sonrió.
    Antes de que se levantara lo jalé del brazo y le di un beso en la mejilla. Me sonrió, pero creo que perdí el control. Tomé su rostro entre mis manos y la jalé hacia mí, comencé a besarlo, por un momento el se dejó llevar pero se separó y salió casi corriendo. Una vez más huía, creía que era por que no correspondía.
     
  2.  
    yuki sama

    yuki sama Guest

    Re: Sangre de vampiro

    oye cada vez me sorprendes mas...
    cuando crei que no podia ser mejor....
    lo iciste eres lo max...
    me dio pesar con diane penso que no le correspondian...
    espero la conti mui pronto.
     
  3.  
    jesulib

    jesulib Iniciado

    Cáncer
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    Re: Sangre de vampiro

    hola me encanto e capi ^^`....

    pobre diane no quiero que muera, pero la verdad no creo que matthew la deja morir u.u despues de todo el es un vampiro

    y tambien que problemas iran a causar nicolas y elliot o.o?

    bien en cuantos puedas siguelo que me gusta mucho n.n

    :)
     
  4.  
    Poison Kiss

    Poison Kiss Entusiasta

    Virgo
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    Re: Sangre de vampiro

    Capítulo VIII : Encuentros



    *Matthew
    No pude, arruine el momento más bello de mi vida por el deseo de asesinarla en ese momento para beber de su sangre. Era irresistible. Cuando nuestros labios se juntaron algo dentro de mi no podía resistirse a morderla. Por eso salí del lugar sin darle alguna explicación. Espero que no se haya molestado conmigo, lo cual era muy probable.
    Me arregle para ir a la escuela, de nuevo, ya me estaba cansado, pero ahora mas que nunca deseaba ir para verla. Annette se bufó de mí una vez más, le había contado lo sucedido. Para ella esta situación era muy graciosa. Todas las chicas estaban locas por mí, podía tener a cualquier mujer que deseara y la única en que realmente estaba interesado tal vez dejara de hablarme ahora. Me sentía tan culpable.
    Subimos al auto negro, ella no paraba de halar, pero un tema en especial me llamó la atención.
    -¿su corazón?- pregunté, era la primera vez que hablaba en toda la mañana.
    -así es, llevaba unas pastillas para normalizar su ritmo cardiaco, ese es su problema, ayer sufrió una taquicardia justo frente a mi, tuve que cargarla hasta casa.
    Annette sabía mucho de medicina, incluso más que un doctor.
    -entonces es grave…
    -así es, hermano, sabes de lleno que esa chica no me agrada… pero te doy mi aprobación para que la transformes.- hablaba en serio.
    -por supuesto que no, Diane se curará.
    Bajamos, de nuevo nuestra entrada dejó perplejos a todos los estudiantes. Como era nuestra costumbre llegábamos a la hora del almuerzo.
    Busqué con la mirada a Diane, se encontraba sentada con Demian riendo, en cuanto me vio su rostro mostró resentimiento y a la vez tristeza. Me ignoró y volvió a su asunto.
    Me destrocé por dentro, no solo estaba enojada, si no que no quería hablar sobre ello.
    Caminé hasta la mesa que siempre estaba desocupada, los demás nos respetaban.
    De nuevo la miré pero ella seguía ignorándome. La chica que más amaba estaba enferma y me ignoraba. No quería transformarla, pero si ella llegaba a empeorar debía hacerlo, no quería perderla tan pronto. Annette se ofreció a probar su deliciosa sangre pero me negué, eso me correspondía.
    Timbraron pronto. Entré y aparté el lugar de mi lado, el único disponible. Diane llegó tarde y¿ no tuvo más remedio que sentarse a mi lado. La miraba de reojo, quería estar al pendiente de todo lo que hacía. La señorita Luppus comenzó a hablar.
    -Comenzaremos con mi tema favorito… vampiros ¿Alguien quiere participar?
    Una chica levantó la mano.
    -los vampiros son seres mitológicos que se alimentan de sangre humana.
    Luppus asintió con la cabeza. Reí por dentro… ¿mitológicos? Un chico se ofreció a participar.
    -En la cultura europea y occidental, siendo este el arquetipo que más a calado hasta nuestros días, el vampiro es un ser humano convertido después de morir en un engendro depredador chupasangre.
    -¿por qué la palabra “engendro”?-pregunté, levantándome. La maestra sonrió, le gustaba mi actitud desafiante-es decir, nosotros los humanos necesitamos algo para poder sobrevivir, al igual que todos los seres. Se dice que los vampiros necesitan de la sangre humana para mantener control sobre si mismos y no convertirse en bestias devora-humanos.
    -¿y no es cruel asesinar a una persona inocente?-escuché a mi lado. Era Diane, quien quería debatir en contra de los vampiros. Suspiré.
    -¿a una sola en lugar de a miles?
    Todos se quedaron impresionados. Luppus no me quitaba la mirada de encima.
    -quiero decir… he leído que los vampiros sedientos sin control pueden asesinar un pueblo entero, no solo para beber su sangre, si no porque están convertidos en bestias, llenos de rencor.
    -Por eso mismo, en la literatura, los vampiros deben ser asesinados con plata.
    Reí, me miraba furiosa. La plata no causaba ningún efecto en nosotros.
    -¿plata?- dije, seguía riéndome -además, ¿cómo podrías identificar a un vampiro? Tienen apariencia humana, actúan normalmente, creo que estarías indecisa el incrustarle esa espada de plata, pensando en si sería un vampiro o tal vez alguien inocente.
    -piel pálida, fría, increíblemente fuertes y veloces, además de dos singulares perforaciones en su cuello y esos colmillos.
    -¿te ha gustado el tema de vampiros, eh?- pregunté sonriéndole, había nombrado todas mis características y no se daba cuenta que estaba discutiendo con uno propio.
    -Bueno chicos, antes de terminen furiosos de verdad tomen asiento.- nos dijo Luppus, obedecimos, yo seguía sonriendo, ella me miraba indiferente.




    *Diane
    No se cómo pero seguía pareciéndome tan hermoso a pesar de que me estaba haciendo quedar mal frente a todo el grupo. Parecía conocer mucho el tema, se veía tan seguro y se mostraba firme al hablar, algo que yo no podía.
    Luppus se despidió y salió del salón. De nuevo, la de química seguía sin presentarse. Todos comenzaron a salir, estaba por hacerlo pero me jalaron del brazo, era Matthew.
    -¿cómo haz amanecido?-me preguntó.
    -bien, ya te he dicho que no me sucede nada.
    -¿han desaparecido los desmayos?
    Se preocupaba tanto por mí, no quería que lo hiciera. Cambié el tema que había inundado mi mente desde ayer.
    -¿Por qué te fuiste ayer?
    Su sonrisa se borró de inmediato, suspiró y me miró.
    -¿de verdad quieres hablar de eso?
    -por supuesto, me haz dejado ayer dándote un beso sin darme una explicación, como… huyendo de mi.
    -no estaba huyendo, bueno, tal vez, pero es algo muy distinto a lo que crees, claro que me gustas, Diane, pero creo que… vamos demasiado rápido. Quiero saber más de ti.
    ¿Es lo único que se le había ocurrido? Era algo creíble, pero presentía que no era sincero.
    -de acuerdo, ¿qué quieres saber de mi?
    -¿tu problema de corazón es serio?-preguntó de repente.
    Annette era la responsable, seguramente le había contado sobre la taquicardia de ayer. Me negaba a contarle, no quería que se portara como los demás, no quería darle lástima.
    -no, claro que no, es solo un detalle, pronto curaré.-sonreí.
    -no te creo ni una palabra.
    Me quedé sorprendida. Me rendí.
    -voy a morir ¿de acuerdo?
    Se quedó impresionado, sin movilidad. Había dicho eso frente a varios chicos que me habían escuchado, y seguramente lo contarían. Las lágrimas brotaron y salí corriendo. No sentía que me siguieran lo cual me alivió, no quería ver a Matthew de nuevo.
    Nadie impidió mi paso al salir del colegio. Corría sin parar hasta mi casa, quería recostarme. Las pastillas me hacían sentirme genial, pero aun corría el riesgo de tener otra taquicardia o que mi corazón se desgarrara por completo.
    Desaceleré el paso, ya caminaba, pero seguía teniendo los mismos sentimientos encontrados dentro de mí. Me recargué sobre la pared para respirar, se me dificultaba hacerlo. Un chico alto, cabello negro, delgado y tez pálida se puso frente a mí y me tocó el hombro.
    -¿estás bien?- me preguntó.
    -si, ya lo estoy, muchas gracias.
    -¿quieres que te lleve a un hospital? Estás pálida.
    -no, me tomaré el medicamento.
    -te traeré agua.-dijo. Enseguida se alejó a un puesto y compró una botella de agua. Me la trajo y tomé mis pastillas.
    -mi nombre es Nícolas Maclean, mucho gusto- sonreía.
    -Diane Greenwood.
    -¿te sientes mejor?- me preguntó, se veía preocupado. Era extraño, pues no lo conocía, ni lo recordaba de antes.
    -si, estoy mejor. Gracias, creo que continuaré a casa.
    -¡Te llevó!- se ofreció.
    -no es necesario, puedo sola, está solo a unas cuadras.
    Sentía desconfianza, ¿y si se trataba de algún ladrón o secuestrador? Su vestimenta me hacía dudarlo, vestía un traje que parecía caro. Accedí a que me acompañara. Caminamos hasta casa, el solo me platicaba que había venido de Venecia por algunos meses.
    Su belleza me impresionaba, su perfecto cabello negro liso que se movía con el resplandor del viento. Sus ojos negros brillaban, aunque permanecían siendo igual de intensos a pesar de que la luz del sol se reflejaba en ellos.
    Llegamos a casa, me despedí y cerré la puerta principal. Tenía un poco de miedo de que nos pasara algo por mi estupidez de mostrarle donde vivía.
    Tocaron la puerta, pensé que era Nícolas, abrí pero frente a mi estaba Matthew. ¿Cómo es que había llegado tan rápido? Lo más seguro es que me había seguido.
    -que quieres.- dije secante, no quería que me viera sentimental.
    -estaré a tu lado…
    No entendía lo que quería decir.
    -estaré a tu lado-continuó –siempre.
    Enseguida me jaló hacia el y me abrazo con una fuerza indescriptible. No me dolía, solo que no se como explicar como es que de un cuerpo como el de Matthew, delgado, visiblemente débil, pudiese salir esa fuerza que me calentaba y me hacía tener una mínima esperanza de vida que crecía más y más.
    Lo invité a pasar, como siempre. Se sentó en el sofá junto a mí y me miró mientras comenzaba a contarle sobre mi enfermedad.
    -¿síndrome de marfan?- preguntó.
    -mi madre lo sufría, yo lo heredé. La mayoría de las personas que tenemos el síndrome de Marfan tienen problemas del corazón y con los vasos sanguíneos, la aorta se puede desgarrar o romper, o las válvulas del corazón sufren goteras. Mi madre murió de esa forma, y es mi destino pasar lo mismo que ella.
    -por supuesto que no, no dejaré que mueras Diane, ¿comprendes?
    -las medicinas no surten el mismo efecto que antes, cada vez sufro mas taquicardias, los mareos son más seguidos… aceptémoslo Matthew…
    -no aceptaré nada- me interrumpió antes de que dijera algo que nos lastimara a los dos, me abrazó, correspondí esta vez. Al fin sabía la verdad y estaba dispuesto a seguir conmigo.
    ¿No era algo extraño para conocernos solo por cuatro días? Para mi no, lo amaba y era más que suficiente, de lleno sabía que el me correspondía de la misma manera.
    En ese momento llego mi padre, ¿por qué tenía que llegar en el momento menos deseado? Nos miró de nuevo, Matthew se levantó, esta vez me ofreció su mano para ayudarme. Nos acercamos a el. Mi padre saludó a Matt, con la misma mirada asesina, de mano.
    -Padre le he contado.
    Ambos me miraron, mi papá sorprendido y Matthew sonriendo. Su ánimo me ayudaba mucho.
    -¿por qué no te quedas a comer?- le ofreció, guiándolo al comedor.
    Matthew no se apresuró y me dejó caminar primero. Espero que mi papá haya notado lo caballeroso que era.
    Se sentó en la cabecera del comedor de madera, Matthew a mano y derecha y yo a mano izquierda.
    -mi hija no va a morir- dijo aclarándole.
    -lo se, doctor Greenwood, de eso no tengo duda.- me sonrió.-si hay algo en lo que pueda ayudar por favor no dude en pedírmelo.
    -mi esposa, Helen Greenwood, sufrió una taquicardia. Su corazón prácticamente explotó, pensé que podría salvarla pero murió en cirugía.
    Tomé su mano.
    -estoy seguro que podemos conseguir un corazón para un trasplante.
    -no es tan fácil, hay personas mucho más graves por arriba de Diane en la lista.
    Me retiré por unos momentos, iba a traer la comida, pero aún seguía escuchando como mi padre le decía algunas cosas a mis espaldas.
    -por favor, si estarás saliendo con Diane, te pido que no la hagas sufrir, mantenla lo más calmada que sea posible. Cualquier alteración puede provocarle un ataque.
    -no se preocupe, doctor Greenwood, a mi lado Diane estará bien.
    Al entrar nuevamente al comedor vi como ambos se sonreían, estaba apenada, mi padre me sobreprotegía y Matthew lo haría pronto. Aunque no con la misma confianza que con Demian, mi padre comenzaba a llevarse de maravilla con Matt.




    *Annette
    Ahora la vida de Matthew giraba en torno a Diane y eso me molestaba. Pero la mía era solo de Demian, quien, al juntarme con él en el segundo descanso noté como me trataba de nuevo con indiferencia.
    -¿estás bien?- le pregunté.
    -no creo que lo que hice fue correcto…
    -¿Qué hiciste?
    -besarte, creo que te estoy ilusionando, lo mejor es que ya no nos veamos.
    -pero es que… no creo que pueda.
    -¿por qué no? Ya encontrarás a alguien más- me sonrió.-no creo ser el indicado, además, ¿recuerdas que no quiero ser transformado?
    -¿y lo que sentimos?
    -por ti solo siento un pequeño cariño- me dijo, me quebré. Estaba casi segura que Demian aceptaría estar conmigo, pero por lo contrario se negó.
    Me levanté y caminé hasta la salida, el timbre sonó justamente.
    Me dirigí a casa cabizbaja, no quería llorar, debía ser fuerte, tal vez Demian tenía razón… podría encontrar a alguien más.
    Choqué con alguien, le miré apenada y me sorprendí.
    -¿Elliot?- dije, aún podía reconocerlo después de tantos años.
    -¡Annette!- se alegró al verme. Lo abracé.
    Recordé que mientras estaba con Nícolas, Elliot se mostraba muy amable conmigo. El me había salvado.
    -veo que te haz mejorado…de verdad lamento el no haberme quedado contigo, pero, si lo hacía…
    -no debes preocuparte- le interrumpí- lo importante es que estoy bien y que estás aquí… ¿cómo está…?
    -se a quien te refieres, está como siempre, jugando con mujeres, parece que no se aburre de la misma vida.
    -por supuesto que no, le agrada jugar con las mujeres, asesinarlas…
    -no hablemos de él, parece que no haz olvidado.
    -¿cómo olvidar? Te debo la vida, y no descansaré hasta quitársela a el para que puedas ser libre.
    Sonrió bajando la mirada, al parecer se había deshecho de la idea de que sería libre de Nícolas.
    -¿te acompaño a tu casa?
    -por favor- sonreí.
    Comenzamos a caminar. Elliot no había cambiado, seguía siendo un buen amigo para mí.
    -tu hermano si que me odia ¿eh?
    -No, Matthew no es así, para él, el ser vampiro es un castigo eterno. El te odia por no hacerte cargo de mí, pero ya se le pasará.-sonreí para tranquilizarlo.
    -Adam, sin embargo, parece que sabe muy bien tu historia, me ha tratado con amabilidad.
    -siempre lo hace, dice que no esta bien juzgar a las personas sin conocerlas. ¿Qué haz hecho durante este tiempo?
    Suspiró.
    -viajar, como siempre, aún sigo manteniendo una dieta, una persona por semana, pero a Nícolas no le basta.
    -¿ha hablado sobre mí?- pregunté cabizbaja, triste.
    -solo en lo arrepentido que esta al no probarte.
    Un silencio incómodo nos invadió. Llegamos a la puerta de mi casa, por suerte el tenía prisa, no quería hablar más, pues siempre volvíamos al mismo tema… Nícolas.
    Se despidió de mí con un suave beso en mi mejilla y se fue.
    Matthew se cruzó con el, intercambiaron un par de miradas amenazantes y siguieron su camino.
    -¿cómo ha estado tu día?- me preguntó abriendo la puerta para mi.
    -pésimo, Demian ha decidido alejarse de mi pero mantener el secreto, ¿y el tuyo?
    -agradable.
    Adam nos interrumpió como siempre con una gran sonrisa.
    -¡He recibido excelentes noticias! ¿Recuerdan a la familia Clermont, a quienes conocimos en 1954 en Francia?
    -¿Madame Catherine y Anne Sophie Clermont?- preguntó mi hermano.
    -así es, me han pedido autorización para visitarnos, Matthew, Sophie quiere verte.
    El se sonrojó, hace tanto que no la veía. Sabíamos de lleno que Sophie amaba con toda el alma a Matthew, pero el nunca había correspondido para no lastimarla después.
    -¿Cuándo vienen?- pregunté entusiasmada. Estaba enterada que mi padre y Catherine tenían una relación un poco más que amistad.
    -en un par de días.
    Sophie era un caso muy especial. Era un híbrido, una mezcla de ambos seres. De vampiro solo conservaba la eterna belleza y juventud, sin embargo era capaz de pescar cualquier enfermedad, pues su sangre no era veneno puro, era débil.
    No era igual de ágil, era como un humano. Fuera de eso era muy agradable, cariñosa, y estaba completamente enamorada de Matthew y estaba dispuesta a esperarlo el tiempo que fuese necesario.
    -Hoy hablé con el doctor Greenwood.- comentó Matt cambiando de tema.- me ha contado sobre la situación de Diane, es mucho más grave de lo que pensé.
    -¿Por qué no simplemente la transformas?
    -no quiero hacerlo a menos de que fuese muy necesario, Annette, no solo quiero pensar en mi, sino en cómo sería su vida.
    -sería mucho mejor, estaría viva.
    Me miró serio y luego se dirigió a Adam.
    -¿crees que pueda traerla a cenar de vez en cuando?
    Reí a carcajadas.
    -¿Qué le darás de cenar?
    -por supuesto hijo- respondió, dejándome de lado.- yo mismo me encargaré de contratar a un nuevo chef, pero por ahora, nuestra prioridad son las señoritas Clermont, debemos preparar todo, las habitaciones de huéspedes, una deliciosa cena.
    Se le notaba tan entusiasmado, aunque debo admitir que yo también lo estaba, Sophie me agradaba mucho, y me gustaba para prometida de Matthew.
    Me dirigí a mi habitación, dormí hasta que dieron las seis de la tarde, el sol se ocultaba, miraba el reloj sonando impacientemente, me molestaba. Recordé esa mañana, Demian…




    *Demian
    Leía, trataba de alejar mis pensamientos de cosas que no tenían sentido.
    Mi vida había dado un giro de trescientos sesenta al conocer a Annette. Reconoceré que me daba pena alejarme de ella, pero era lo mejor, pues me hacía dudar en vivir eternamente o seguir con mi vida. Definitivamente estaba loco al tan solo considerarlo.
    Por supuesto que no, mi vida debía ser normal.
    A punto de apagar la lámpara para fundirme en un plácido sueño, vi una figura en mi ventana.
    -¿Qué haces aquí Annette? pensé que te había dejado muy claro las cosas
    -¿lo decías en serio?- rió, ¿qué le causaba tanta gracia?
    -Siempre lo hago, y lo sabes muy bien, saliste huyendo.
    -es que no quería escucharte decir más estupideces- me sonrió, ¿que le sucedía?- ¿puedo pasar?- asentí con la cabeza. Brincó y comenzó a curiosear.
    -¿sabes? Esto comienza a incomodarme, el que llegues de esta manera.
    -mm, puedo llegar por la puerta principal, así saludaría a tus tías, aunque comenzarían a hacerte otro cuestionario y- le interrumpí, era demasiado.
    -está bien.
    -¿Qué haz hecho esta tarde?- me preguntó.
    -¿Qué es lo que realmente quieres?
    Me miró, tomó aire, como si se preparara para algo.
    -quiero que salgas conmigo…
    Me quedé sorprendido, miré hacia la ventana para ordenar mis pensamientos.
    -¿Por qué lo haces más difícil Annette?
    -Si no quieres ser alguien como yo, por lo menos deja tenerte una parte de tu vida, tener siempre presente estos momentos.
    -de acuerdo- suspiré. Me parecía justo, tal vez podría salir con ella un mes y a cambio hacerla olvidar esa tonta idea de transformarme.
    -¿mañana saliendo de clase?
    -¿tan pronto?
    Me miró entre cerradamente, supuse que quería que saliéramos de inmediato.
    -mañana saliendo de clase- la imité.
    Se abalanzó sobre mí, era penoso. Por un momento pensé que perdería el control pues quería abrazarla. Ella estaba helada, me resistí hasta que se separó, me guiñó el ojo y se fue velozmente.
    Mañana empezaría mi tortura, soportar a Annette todo el día, quien sabe por cuánto tiempo.
    Ya no pude dormir, apenas sería martes y por primera vez no quería asistir al colegio. Me recosté contemplando la luna por la ventana.
    Ya era la una de la madrugada y no podía conciliar el sueño, seguramente estaría exhausto más tarde. Me levanté para ir por un vaso con agua, y en el camino me encontré a mi madre, apenas si caminaba y estaba sudando. Cayó en mis brazos, y como pude, la llevé rápidamente a su habitación. Marqué al doctor Greenwood, tardó cerca de quince minutos en llegar con Diane. La miré sonriendo, pero ella notó que estaba angustiado, demasiado. Me tomó del hombro y se sentó a mi lado.
    -No se cuánto tiempo tenga que pasar por esto.
    -no te preocupes Demian, tu mamá se recuperará.
    -no lo sé, lleva ya varios meses con la misma enfermedad, muchos doctores que la han atendido y ninguna mejoría, ¿qué más puedo esperar?
    -he llegado a pensar que sería mejor que descansara por siempre para que no sufriera, pero me devastaría.
    -no nos corresponde tomar esa decisión, Demian.
    -lo sé.
    Sentía un gran apoyo por parte de Diane, ella me abrazó, mis tías nos miraban de una manera extraña, ellas pensaban que salía con dos chicas a la vez.
    Por Diane sentía una enorme amistad, pero mis sentimientos hacia Annette eran diferentes, ¿Qué diablos me sucedía? ¡Estaba demasiado confundido!
    El doctor Greenwood salió con una cara que me alarmó. Escuché con atención su explicación… mi madre estaba tan enferma que no reconocía a nadie, alucinaba. Debía atacarse rápido el virus o podría… no quiero ni decirlo.
    Me dio una receta con unas pastillas para que las comprara de inmediato. Se fueron y enseguida me dirigí a una farmacia.
    Cuando las compré tuve que pasar por un callejón iluminado apenas por unos faros. No tenía miedo, pero si desconfiaba un poco. Sentía la presencia de alguien tras de mi, suspiré y me volteé. A unos quince metros se encontraba una ser en las sombras. Pensaba que en cualquier momento podría lanzarse sobre mí y asesinarme.





    bueno;D les dejo este cap. porque saldre de la ciudad y no quiero dejarlos en suspenso :O
    jaja regresare el domingo :/ bien pronto pero espero que disfruten el cap. :D
    Ahora comienza lo bueno ;D
    Gracias a jesulib&yuki sama
     
  5.  
    jesulib

    jesulib Iniciado

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    Re: Sangre de vampiro

    hola :D el capi estubo super, mmmm que querra nicolas con diane O.o espero que lo le haga daño...
    bien nos leemos pronto n.n


    que tengas feliz viaje

    :)
     
  6.  
    vanezhita

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    Re: Sangre de vampiro

    OliiissS!
    pues me ha gustado
    muxio tu fic ayer lo descubrí ^^,
    al principio si pense q se parecia demasiado
    a twilight pero ya no, esq como q le daba
    aire de eso, pero creo q nadamas era porq
    la historia es de vampiros, además me encanta
    la forma en que pones los puntos de vista de
    cada personaje, asi le entiendes mucho mejor, y
    comprendes un poco mas lo q podía suceder ^^
    creo q ya c fue mui largo esto ^^U, pero sigue asi
    y espero q llegues pronto de tu viaje!!!
     
  7.  
    Poison Kiss

    Poison Kiss Entusiasta

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    Sangre de vampiro
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    Re: Sangre de vampiro

    Hola de nuevo, he regresado :D
    :O se ha unido una nueva lectora, me alegro ^^ Bienvenida, espero que disfrutes de mi fic casi concluído, jaja.
    Bueno, e aquí el capítulo nueve n____________________n

    Capítulo IX: Visitas


    *Demian.
    No podía reconocerle, se encontraba alejado de los faroles, guardaba sus manos en sus bolsillos. Se fue aproximando. Lo único que podía claramente era su caminar hacia mí. Me estremecí. Caminaba cabizbajo.
    -Buenas noches Demian- levantó la cabeza, mostrándome su rostro y con el una enorme sonrisa.
    -Matthew- exhalé aliviado
    -¿Qué haces en la calle a estas horas?
    -no creo que te incumba- dije retomando mi dirección, el ya estaba a mi lado y me arrebató las medicinas, las miraba con curiosidad. No quise forcejar.
    -Ya veo…-dijo, entregándomelas.
    -¿Y tú?
    -He salido a cenar, creo que he roto una regla de mi familia, pero es que la sed era insoportable- puso su índice en sus labios- por favor no le digas a mi padre.
    -Ya veo- le imité -descuida.
    -¿Cómo te ha ido con Annette?
    Esa pregunta me hizo ponerme nervioso, tartamudear, temblar. Mas bien no era la pregunta, si a la persona que había utilizado en ella.
    La imaginé, sonriéndome, ¿Qué demonios me sucedía? Meneé la cabeza intentando borrarla, Matthew me miró confundido.
    -Hemos quedado en salir, pero solo por algunas semanas, después seguiremos con nuestras vidas.
    -Ah- dijo pensando en algo que me intrigaba por sus gestos. -¿Y si en esas semanas llegas a enamorarte de ella?
    Me detuve inconscientemente. Mi mente solo daba vueltas en torno a esa nueva pregunta que no podía ocuparse de mis movimientos torpes.
    Pensé de nuevo, tal vez Matthew tenía razón. Annette era tan interesante, que incluso ya se me hacía difícil dejarla. Además, era una chica hermosa, aunque eso para mí no tenía importancia, no demasiada. Ya le agradaba a mis tías, y no se por qué, pero el día que durmió conmigo… el solo tocarla provocaba tanta ternura en mí. Y cuando la besé… sentí algo que jamás había sentido. ¿Estaba enamorándome? No, no quiero ni pensarlo, debía enfocarme únicamente en mis deberes.
    -por supuesto que no, sabré controlarme.
    -¿sabes? Annette puede ser muy provocativa.
    ¿Qué pretendía con esto?
    -No utilizará sus provocaciones conmigo.
    Rió, burlándose de mi inocencia.
    -que tengas buenas noches Demian- dijo aún riéndose y desapareció de mi lado.
    Regresé a casa y le di los medicamentos a mi madre, enseguida me recosté sobre la cama, hacía frío. Me cobijé, pero aún así mis huesos se helaban. Al despertar me sorprendí. Estaba nublado y hacía un frío enorme que incluso llegué a considerar el faltar a clases.
    Me puse una chamarra café, como siempre, mi ropa era de ese color. Bajé rápidamente, este tipo de clima me hacía moverme lentamente, y para entonces ya llevaba prisa.
    Le di un beso a cada una de mis tías y salí corriendo.
    Se me hacía tarde por primera vez. Casi resbalo en la acera que estaba mojada. Había llovido. Odiaba este clima. Pensé en la cita de hoy, seguramente Annette ya había planeado todo.
    Tal vez ir al parque de diversiones, al cine, a la plaza, un helado y era todo. Todas las chicas eran así, y Annette, siguiendo los modismos, haría lo mismo.
    Pensé en las películas en cartelera rápidamente, me alivie al no recordar alguna romántica. Resbalé, caí sentado, me levanté como pude y esta vez caminé concentrado en que mis pies no pisaran mal.
    Llegué al instituto dos minutos antes.
    Mi primera clase: Leyes. Vería a Annette y seguramente ella comenzaría a platicar sobre lo que haríamos, el cuánto nos divertiríamos.
    Se sentó a mi lado y me sonrió.
    -Buenos días Demian.
    -Buenos días Annette.




    *Annette
    Estos días me agradaban, la sangre estaba fría, no provocaba un olor exagerado como en los días soleados. Me había arrepentido de lo de anoche… no quería obligar a Demian a nada, y menos si el no sentía algo por mi.
    Tal vez podríamos ser amigos… que tontería, Demian era mi vida y no podría soportar verlo salir con otras chicas.
    Lo recordé. Había tomado uno de mis antiguos trabajos y se lo arrojé en su pupitre. Lo examinó.
    -te dije que había hecho el trabajo cientos de veces, ese en especial me ha gustado mucho. Lo hice en 1973, en Italia.
    -¿viejos tiempos ah?
    -disculpa lo de anoche, no quise obligarte a que salieras conmigo.
    -no tienes por que disculparte, ni mucho menos pensar que me haz obligado, simplemente no estoy listo ¿puedes entenderlo?
    -por supuesto.
    -¿Qué te parece si saliendo vas a visitar a mis tías? Dicen que desean pasar un rato platicando.
    -¿de verdad?
    -claro, al fin…-se encogió de hombros- eres mi prometida ante ellas, ¿no?
    Me sonrojé, el me tomó el hombro y me sonrió. Guardó el trabajo en su portafolio negro y volteó hacia mí.
    -me he encontrado a tu hermano anoche.
    -¿ah si?
    Matthew era un hermano celoso, temía que le dijera algo que podía molestarlo solo para alejarlo un poco de mí.
    -¿y que te ha dicho?
    -nada importante, solo me lleve un buen susto.
    -lo siento, pero descuida, creo que llegarás a agradarle.
    Nos quedamos en silencio. La profesora entró y comenzó con su clase. Me moría de aburrimiento, siempre era igual… la misma rutina, las mismas personas, la misma dieta, estaba cansándome de esta vida tan aburrida y sería así siempre.
    Ahora sé por que Matthew le encuentra un castigo. A veces deseaba tener una vida como la de Nícolas, viajar por el mundo, a pesar de que yo ya lo había hecho, beber sangre sin ningún temor, divertirme. Pero no quería ser como el, un monstruo. Para mí era mejor ser como un humano, vivir una vida lo más normal posible, aunque una cosa teníamos segura: la muerte nunca nos llegaría.
    Las personas desean ser eternos, vivir la vida sin el temor de morir en cualquier instante. No se imaginan ni lo poco de pesado que es. Y yo apenas tenía cien años viviendo de esta manera. Apenas era el comienzo.
    Había asistido a cientos de bailes en épocas donde los hermosos vestidos aún eran usados, donde una velada se trataba de bailar una pieza romántica rodeados de velas, comida de rey y personas de alta clase social.
    Había asistido a cientos de funerales, donde en todos y cada uno de ellos, deseaba estar en el ataúd y poder descansar. Que envidia tenía a los muertos.
    Las clases pasaron demasiado rápido. Extrañaba con toda el alma a Demian, aunque lo vería en la salida. Solo tres clases me hacían añorarlo cada vez más. No me imaginaba como sería una vida sin el, me encantaba que se hiciera el difícil, pues significaba un mayor reto para mi. Me encantaba su forma de ser, serio, responsable, caballeroso… me encantaba todo el. Su cabello, sus ojos, su cuerpo.
    Interrumpió mis pensamientos, ya era hora de salir. Caminamos hasta la puerta y nos dirigimos a su casa. Fui recibida de nuevo con abrazos y elogios. Me sentía tan bien, me invitaron a pasar y sentarme con ellas en el comedor. Sirvieron té. No me gustaba, pero no quería ser grosera, así que lo tomé aunque me sabía repulsivo. Demian lo notó.
    -¿cómo les ha ido en el colegió?-preguntó la tía Sally.
    -de maravilla- contesté sonriendo.
    -Annette, ¡que bueno que haz llegado a la vida de nuestro querido Demian! El no para de hablar de ti, parece que lo haz vuelto loco.
    Sonreí, el se sonrojó. El olor de a sangre caliente en sus mejillas me mareaba, pero pude controlarme.
    ¿Qué? ¿Demian hablaba de mí? Ese comentario me emocionó demasiado, seguramente eran cosas pequeñas, conociendo a Demian. Pero el hecho era que me recordaba cuando no estaba a su lado, y eso me emocionaba.
    -¿ah si? ¿Qué dice?- pregunté mirándole de reojo.
    El se levantó y me sirvió más té. Era seguramente un castigo por haber hecho esa pregunta. Un pequeño pero molesto castigo volver a saborear ese horroroso té. Tal vez estaba delicioso, pero mi lengua no disfrutaba de otro sabor que no fuese sangre.
    Le miré sonriente, todas esperaban a que bebiera. Tomé la taza y la acerqué a mi boca lentamente. Comencé a beber.
    Demian me sonrió cuando lo terminé.
    -No es de importancia, Annette- respondió a mi pregunta- ¿Quieres un poco más de té?
    Negué con la cabeza.
    -Nos alegra demasiado que hayas venido, pensamos que ya no lo harías por el incidente del otro día.
    -Por supuesto que no, les comprendo, si viera a una chica en la cama de mi hijo también reaccionaría igual.
    Todas me sonrieron. Demian era como un hijo para cada una. Aunque a su verdadera madre aún no la conocía. Solamente sabía que estaba enferma, Matthew me lo comentó anoche. Seguramente esa era la razón por la que no quería tener una relación ahora, tal vez quería pasar más tiempo con su madre. ¿Y si le comentaba sobre convertirla? Tal vez, por verla sana, podría considerarlo. Aunque sus reacciones eran muy pacifistas, sus palabras eras concretas y estaba claro que sabía que la vida debía terminar algún día.



    *Matthew
    Invité a Diane a mi casa, mi padre disfrutaba de las visitas. Fuimos a su casa a pedir permiso a su padre, que me hizo todo un interrogatorio. Prometí regresar con ella a las cinco en punto. Ni un minuto más me aclaró. Afirmé y no fuimos a casa. Fue bien recibida por Adam, Diane de inmediato se disculpó por su conducta, aunque yo no sabía de que hablaba.
    -no te preocupes, hija, entiendo que es un tema incómodo.
    No quería comer, tal vez por que en el descanso la había “obligado” (palabras de ella) a almorzar algo, pero lo hacía por que me preocupaba.
    -puedes venir cuando gustes, no te preocupes en avisar.- dijo mi padre sonriendo como siempre.
    -muchas gracias señor.
    -por favor, llámame Adam.
    Sonrió, de inmediato supe que no lo haría, era demasiado tímida como para llamarle a mi padre por su nombre. Ni siquiera le conocía bien.
    Mi padre fue a traer un vaso con agua, pues ella necesitaba tomar sus pastillas.
    -¿te sientes mal?
    -no, estoy bien. Tu padre es muy amable.
    -le agradas.
    Me sonrió de una manera distinta, con nadie más sonreía así, ni siquiera con su padre.
    Mis latidos se aceleraron, ahora yo estaba en peligro de que mi corazón explotara. Me decidí. Acaricié su rostro con mi mano y me acerqué a ella lentamente. Ella cerraba los ojos de igual manera, esperando finalmente lo que había querido tanto. Traje su cabeza hacia mí con mis dos manos. Rosé sus labios, y cuando los sentí, calientes, me separé por un momento. Necesitaba respirar, era la primera vez que besaba sin intenciones de cenármela y no quería descontrolarme. Pegué mi frente con la de ella, y cerré los ojos. Respiré profundamente.
    -está bien- me dijo. Entrelazó su mano con mi cabello y me acarició.
    Se separó de mí. No podía ser, había arruinado el momento de nuevo. Estaba seguro que Diane se había decepcionado.
    -lo siento- la miré apenado. Me sonrió, pero no como antes, ahora una tristeza se hacía notar.
    Enseguida llegó mi padre con el vaso. Ella le agradeció, metió una pastilla a su boca y tragó.
    -¿podrías dejarnos solos?- le pedí, quería hablar con ella, que supiera lo que me ocurría. Que quería besarla como ella deseaba pero no podía… aunque no podía explicarle el por qué. Se levantó y tomó su bolsa. Me dio un beso en la frente y caminó hacia la puerta. Me levanté sorprendido, la tomé del brazo. Vi que su rostro cambió a uno de dolor.
    -Lo siento…- le dije. Me miró fijamente. –en realidad Diane, no es mi intención dejarte de esta manera, pero no puedo…no quiero lastimarte… o descontrolarme.
    -¿descontrolarte? ¿De qué hablas?
    En ese momento tocaron la puerta. Mi padre pidió permiso para interrumpir y abrió.
    -¡Catherine!- gritó lleno de gusto.
    ¿Qué no llegarían mañana? Las invitó a pasar. Como siempre, su ropa era antigua, vestidos que colgaban con colores pasteles. Anticuados para la época.
    -¡Oh Matthew! ¡No haz cambiado nada!- me dijo abrazándome. Llevaba un vestido rojo con un gran sombrero del mismo color.
    -gracias, madame Catherine. Debo decirle que sigue igual de joven desde que la vi por última vez.
    Rió por mi comentario. Era un juego de palabras, ella también era como yo. Miró a Diane y le extendió la mano, supo que era una humana y para ella no eran muy agradables, aunque podía llegar a llevarse bien con algunos.
    -ella es mi amiga Diane Greenwood. Diane, ella es madame Catherine Clermont.
    -mucho gusto- le sonrió, Catherine correspondió.
    -¡Y la pequeña Sophie!- escuché decir a mi padre desde la puerta.
    Me alteré un poco, ¿cómo reaccionaría Sophie al verme con compañía?
    -buenos días Adam- sonrió Sophie como siempre, quitándose el sombrero rosa pastel que usaba. Lo abrazó por un momento.
    Luego se acercó a nosotros. Me miró con sus ojos brillantes, tan hermosos.
    -¡Matthew!- corrió a abrazarme. Sus brazos eran frágiles, y sus abrazos débiles, aunque podía sentirse su cariño. La abracé de igual manera. De verdad la extrañaba, más de lo que pensaba. Siempre había sido buena conmigo, cariñosa, amable, comprensiva. Me había expresado sus sentimientos tiempo atrás, pero no podía corresponderle. Estaba seguro que Sophie encontraría a alguien que la amara de verdad.
    Miré a Diane que miraba la escena seria. Parecía estar incómoda. Después de separarnos miró a Diane, y como era su costumbre la abrazó como saludo. Ella era así, aún si pensaba que era mi prometida, la abrazaba sin rencores. Sophie era así.
    Diane correspondió sorprendida y sonrió.
    -mucho gusto- le dijo- mi nombre es Anne-Sophie Clermont.
    -Diane Greenwood, el gusto es mío.
    Mientras servían copas para dar la bienvenida, Diane me dijo que se iría.
    -es un momento familiar- dijo en voz baja. No pude convencerla de que se quedara. Se despidió de todos y caminamos hasta su casa en silencio.
    Se detuvo en la puerta de su casa y volteó hacia mí.
    -no te entretengo más, debes volver- me dijo con tono distante.
    Pasé mi mano a su cabeza y la entrelacé con su cabello, tratando de no lastimarla. Me acerqué y bese fuertemente su frente. Me quedé así varios segundos. Mi respiración era intensa, me apreté a ella. Finalmente la solté y me fui antes de que comenzara a interrogarme sobre lo que le había dicho… un grandísimo error.



    *Diane
    ¿Por qué me besaba de esta manera? Apretaba sus labios a mi frente. Parecía como si nunca mas fuese a verle. Se fue, caminando de prisa. Sabía que quería evitar mis preguntas, las cuales seguro que le iba a hacer.
    Le miré alejarse y entré a la casa. Mi padre se sorprendió de verme a las tres de la tarde en casa.
    -creí que regresarías a las cinco- me dijo.
    -Matthew tuvo visitas, me invitó a quedarme pero no acepté.
    -¡¿Y haz regresado sola?!- me preguntó asustado, como si fuese una niña de cinco años que no debiera estar sola en la calle por que podrían robarme.
    -no papá, el me ha venido a dejar.
    En el transcurso de tomar y servir un vaso de agua mi padre se quejaba infinidades de veces de Matthew, lo cual me molestaba, pero le dejaba para evitarme problemas.
    Traté de ignorarle por completo y subí a mi habitación dejándole solo con sus quejas.
    Tomé el jugo y enseguida me metí a bañar. No podía dejar en la sensación que sentí cuando nuestros labios se rosaron por un segundo. Después se separó. ¿Qué le ocurría? Era la segunda vez que hacía lo mismo. Lo que más deseaba era un beso de mi amado, y aunque ya lo había obtenido días antes, sucedió lo mismo.
    ¿A qué se refería con que no quería lastimarme? Lo más que haría sería volverme muy feliz, sería la chica más feliz, lo amaría más que nunca, más que ahora, más que siempre.
    ¿Descontrolarse? Lo amaba demasiado, y estaba dispuesta a entregarme a el si es lo que quería, lo dejaría todo por el… por estar a su lado siempre.
    De pronto recordé cuando Sophie abrazó a Matthew. Se veían tan felices… me dieron celos, lo acepto. Siempre había presumido de ser alguien que no sentía rencor, celos, envidia. Por primera vez uno de esos sentimientos me había visitado. Sentía el calor en mi cuerpo, recordar ese momento era desagradable. Había visto las maletas en la entrada. Me preocupaba el hecho de que ellos vivieran juntos. Estaba segura de que Sophie amaba a Matthew, aunque me agradaba saber que no competiría con una chica arrogante, presumida, como en las historias de televisión. ¿Y si yo era ese personaje, el ambicioso, rencoroso, capaz de hacer todo por separar a los protagonistas enamorados?
    No, por supuesto que no, lo que más anhelaba era estar con Matthew, pero si el era feliz al lado de alguien más, no me importaría dejarlo y sufrir a cambio de su felicidad.
    Salí enrollada en una toalla blanca y me cambié. Hice mis deberes escolares. Recordé que por algunos compromisos, el colegio cerraría una semana. Me aliviaba el solo recordarlo pues apenas era martes. Cerré el cuaderno en donde trabajaba y me recosté. Quería dormir, esa pastilla me cansaba demasiado, pero el recuerdo del último beso de Matthew en mi frente me lo impedía. Sus labios fríos me apretaban con fuerza. Esperaba que no creyera me molesté por no besarme, pues no era eso. Simplemente estaba triste, desilusionada.
    ¡Lo amaba tanto! Extrañaba Chicago con toda el alma, pero preferiría mil veces estar en el mismísimo infierno con Matt antes que regresar.
    Desperté al día siguiente pues el teléfono no paraba de sonar y mi padre no estaba, miércoles por la mañana. Malditas pastillas, me había perdido otra tarde.
    -Familia Greenwood, ¿buenos días?
    -que linda sensación es escuchar tu voz por la mañana.
    Me sonrojé. Era la persona que había pensado por última vez antes de quedarme sedada y parecía estar mejor que ayer.
    -¿Matthew?- pregunté inconscientemente, que tonta, ya sabía que era el.
    -¿Qué acaso alguien más te corteja?- preguntó con tono divertido.
    -no, lo siento.
    -Descuida, estoy bromeando. Sophie quiere verte de nuevo, y hoy prepararemos una cena para darles la bienvenida. Le gustaría que asistieras.
    ¿Sophie? ¿Ahora se dedicaba a cumplirle los deseos a Sophie?
    -no me parece buena idea, ¿sabes? Sophie se nota mucho más alegre solo contigo. Espero y disfruten la cena.- colgué.
    Me quedé paralizada. No podía creer que lo había rechazado, pero es que me molestaba que hablara solo para satisfacer a ella, y a la vez me angustiaba, no, me aterraba que estuvieran juntos. No eran familia, en definitiva, el me había comentado en clase sobre ellas.
    Me quedé en pijamas, no quería salir ahora, y sinceramente no tenía ganas de cambiarme. Bajé por las escaleras hacia la cocina y me dispuse a lavar los platos y vasos.
    Alguien tocó la puerta. Fui a responder, tal vez era alguno de los vecinos. Me llevé la sorpresa al ver a Matt serio. Me llenaba de vergüenza. Noté algo extraño, camino a su casa eran quince minutos caminando, y cinco corriendo. Hace tres le había colgado y el no se notaba para nada agitado.
    -adelante.- le dije cortante.
    Palabra equivocada. Sentí que me empujaba y golpee contra la pared, no me había dolido pero si me había asustado. Me había encerrado en sus brazos y me miraba de una forma que me aterraba. Sonriendo, pero no como el lo hacía, mas bien había algo de malicia en sus ojos.
    Vi un colmillo pequeño que brillaba. Intenté empujarlo pero estaba duro como piedra. Me aterré. ¿Cómo podía ser? Me agaché y bajé por uno de sus brazos. Corrí hacia las escaleras lo más pronto que pude y me encerré en mi habitación. Pero el ya se encontraba ahí, mirándome desde una esquina. Me empujó hacia la cama, sujetándome de las muñecas. No podía moverme. Me mordió, sentí un dolor intenso, sentía como mi sangre era succionada y me iba quedando sin respiración. Cerré los ojos lentamente, todo era borroso. Caí en un profundo sueño del que ya no pude despertar jamás.
     
  8.  
    yuki sama

    yuki sama Guest

    es lo mejor que e leido en toda mi vida...
    fue tan intenso y apasionado...


    PD:no puedo creer que matt aya echo eso, y sin el consentimiento de diane.
    la mordio no me lo puedo creer.

    sera que matt lo hizo por rabia?
    o por que seria?
    tengo la duda me muero por saber lo que pasara.
     
  9.  
    jesulib

    jesulib Iniciado

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    Re: Sangre de vampiro

    hola¡¡

    que¡ la mordio no lo creo o.O x.x.... mmm ¿tal vez es un sueño o no?

    ya quiero saber por fis¡¡ continuala en cuanto puedas ^^

    :)
     
  10.  
    Poison Kiss

    Poison Kiss Entusiasta

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    Sangre de vampiro
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    28
     
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    Re: Sangre de vampiro

    Este capítulo va dedicado para mis lectoras jesulib&yuki sama que siempre los leen! muchas gracias!

    Capítulo X: Despertar​

    *Diane
    Desperté gritando, que horrible pesadilla había tenido. Mi corazón estaba agitándose, así que respiré hondo. Parte de mi sueño había sido verdad, era miércoles por la mañana.
    Me levanté y pude alcanzar a despedir a mi padre.
    Me dio un beso en la frente mientras se ponía su bata blanca y se fue. Me senté en el sofá, prendí el gran televisor y cambié de canal. Buscaba alguno que me atrajera, pero ninguno logró despertar mi interés. Me distraje por un momento. ¿Por qué había soñado que Matthew era un vampiro? Y lo que más me aterraba… ¿por qué me mataba si se supone que… le gusto?
    El teléfono timbró. Me despertó de mis pensamientos y contesté.
    -Familia Greenwood, ¿buenos días?
    -que linda sensación es escuchar tu voz por la mañana.
    No podía creerlo, me paralicé… dejé caer el teléfono. Estaba pálida, mi piel fría… era mi pesadilla. Podía escuchar como el me nombrara, su tono parecía preocupado. No pude reaccionar y el colgó. Lo más seguro es que vendría… y tal vez ocurriría el final de mi sueño.
    Me encerré en mi habitación. Escuché como la puerta principal se azotó y varios pasos corriendo por las escaleras.
    Entró Annette, le miré sorprendida, estaba en el piso sentada, ella me miró furiosa.
    -¡Aquí está!- gritó. ¿Qué hacía aquí Annette? Después entró Demian corriendo y se alivió al verme bien, aunque aterrada y confundida.
    -Diane, nos has pegado un buen susto.- dijo exhausto.
    Finalmente entró Matthew y sonrió. Sus ojos me tranquilizaron…eran los mismos ojos llenos de pacifismo y ternura.
    Se hincó ante mí para quedar a mi altura. Me miró preocupado. No pude evitarlo, estaba contenta de que fuera Matthew, mi Matthew. Lo abracé fuertemente y pude notar como se sorprendió pero luego me abrazó.
    -¿Qué ha sucedido?
    -perdón por haberte preocupado… haberlos- resalté la última palabra mirando a Annette y Demian. El me sonrió, sin embargo ella parecía molesta.- ya no tiene importancia.
    Me separé de Matt para ver su hermoso rostro, tan distinto al de mi pesadilla, reflejaba ternura, amabilidad…
    -¿te haz tomado ya tus medicamentos?- me preguntó.
    -no, aún no.
    -Annette ¿podrías traer un vaso con agua?
    -claro- jaló del brazo a Demian para que lo acompañara, dejándonos solos.
    -Me haz asustado tanto, ¿podrías contarme?
    -te digo que ya no tiene importancia… ¿Por qué habías hablado?
    -quería invitarte a cenar en casa… hemos preparado una bienvenida, pensé que podrías divertirte un rato. Hablaré con tu padre después.
    Pensé en mi sueño, y esta vez no me importaba si era idea de Sophie o no, quería estar con él el mayor tiempo posible.
    -claro- sonreí.
    Annette llegó con el vaso y me lo dio. Le agradecí y una pequeña sonrisa apenas visible se dibujó en su rostro. Sabía que era sincera. Tomé las pastillas. Suspiré y Matt me cargó. Me estremecí. Todos nos dirigimos hacia la sala de estar y cerraron la puerta.
    De verdad no eran necesarias tantas atenciones. Incluso de Annette, quien me miraba con los brazos cruzados.
    Tuvieron que irse, pero Matt no quiso dejarme sola, me aceleraba el pulso el solo considerar que me protegía, que se preocupaba por mi.
    Nos quedamos sentados en la sala mirándonos de frente. Yo acariciaba su cabello con mi mano, contemplándolo, agradeciendo cada segundo tenerle a mi lado, que fuese una buena persona. El me miraba cerrando los ojos con cada caricia que le daba. Me percate de que se iba acercando a mí cada vez más…
    -está bien, no tienes por qué…-
    -solo dame tiempo…- me interrumpió. Se acercó cada vez más, sus labios tocaron los míos. No hice ningún movimiento. Nuestros labios jugaron un momento, hasta que me besó tierna y lentamente. Me dejé llevar. Me volvía loca, sentía que volaba, tomó mi cabeza y la apretó a el. Me recosté rápidamente en el sofá, sin dejar de besarlo, y el me imitó. Nuestro beso seguía siendo suave, me tomó de la cintura. Comencé a quitarle el chaleco que vestía pero se levantó. Esta vez era necesario separarnos…
    -No hay que dejarnos llevar, no es el lugar ni el momento.
    -lo siento.
    Quedamos en silencio unos segundos. Lo miraba de reojo y el suspiraba despeinando su cabello. ¿Lo había considerado como un error? Para mí era lo mejor que había sucedido desde mi llegada, aunque tenía razón, ¿y si mi padre llegaba?
    -no quiero- interrumpió mi pensar- que después te arrepientas.
    -¿arrepentirme? Matthew, lo que haga contigo, lo que sea, jamás será algo de lo que deba arrepentirme… siempre te tendré en mi corazón.
    Me miró, mis palabras eran sinceras y lo sabía. Tomó mis manos y las apretó.
    -te amo.
    Las dos palabras que siempre había querido escuchar al fin salían de sus labios. De los labios que momentos atrás había probado y me encantaban. Ahora por fin sabía con seguridad que me correspondía, que me amaba de igual manera que yo a el, que quería estar siempre con el, aunque eso no era posible.
    -te amaré hasta el día de mi muerte.
    Comencé a llorar sin borrar la sonrisa que sostenía sin esfuerzo.
    Me tomó el rostro y secó las lágrimas que había derramado. Me miró furioso.
    -¡Escúchame Diane! ¡Eso no va a suceder, no conmigo a tu lado! ¿Entiendes? ¡Y ahora que nos amamos no podemos dejarnos el uno al otro! Tú no vas a morir, de eso me encargo yo…
    -es mi destino, ¿Por qué no aceptas la realidad? ¿El futuro?
    -por que ahora me haz atado a ti, si tu mueres yo moriré contigo.


    *Matthew
    Mo molestaba que dijera esas cosas, ¿morir? Si ella estuviese a punto de morir yo debía hacer lo imposible por evitarlo. Lo haría con tal de no verla sufrir. No quería verla así.
    Ella era mi vida, con ella era un humano… un simple humano capaz de poder amar eternamente, con ella me olvidaba de lo malo que era ser alguien como yo.
    Debía protegerla, tal vez ahora era más sobre protector que su propio padre. El quería encontrar una cura y yo quería mantenerla con vida el mayor tiempo posible y disfrutar a su lado. Nos precipitamos, es verdad, pero si algo hubiese ocurrido lo haríamos por amor, no por diversión o impulso.
    Llegó el doctor Chase. Me levanté enseguida y el me saludó serio, como anteriormente.
    -buenos días, doctor Greenwood.
    -Matthew.
    -quisiera pedirle autorización para llevar a Diane a una fiesta.
    -¿fiesta? ¿Dónde? ¿Qué música bailan?
    Reí discretamente por el tipo de preguntas tan antiguas que hacía.
    -no se preocupe, será en mi casa, es para recibir a unas visitas, y la música será clásica, vals, instrumental.
    -¿vals eh? Un baile romántico donde los cuerpos se juntan.
    Diane estaña apenada, le mire sonriendo en señal de que los comentarios de su padre no tenían importancia.
    -¿a que hora la traerás?
    -cerca de las once de la noche, no se preocupe, regresaremos en un auto, es peligroso andar por la calle a esa hora.
    Lo pensó un poco.
    -de acuerdo…
    -muchas gracias, doctor Greenwood.
    Salimos, aún debía hacer muchas cosas relacionadas a esa noche.
    Diane se detuvo en la puerta antes de bajar los cinco pequeños escalones para dar a la acera. Me acerqué a ella y la abracé. Al fin nuestros sentimientos habían sido aclarados y para mi alivio ella me correspondía. Me aseguré de que su padre no estuviese vigilándonos y la besé suavemente.
    Nos separamos cuando el doctor Chase nos interrumpió accidentalmente, me miró serio.
    -con permiso.- fue lo último que pude decir antes de irme.
    Caminé hasta casa, ese beso… era el más hermoso que había dado en toda mi vida. Recogí mi traje negro de la tintorería. Al llegar a casa mi padre ya se encontraba decorando toda la casa con velas. Quería hacer sentir a las invitadas como en la época en que nos habíamos conocido. Toda la casa, las habitaciones estaban cubiertas de velas. En mi habitación estaba Sophie, esperándome.
    -¿Diane se encuentra bien?
    -si, afortunadamente no era nada.
    -me alegro, me angustié al verte saliendo corriendo tan preocupado, tu no eres así. De verdad quieres a esa chica.
    No quería hablar del tema con ella, seguramente la incomodaría, ¿y cómo no? Si sabía que estaba enamorada de mí. Sophie era muy tierna y comprensiva.
    -siento haberte preocupado, de verdad, ¿Qué te parece la decoración?
    -¡me ha encantado! De verdad, una simple cena y una copa estaban bien. No era necesario todo esto.
    -por supuesto que sí, hace más de cincuenta años que no nos vemos.
    Me sonrió, Sophie también era una debilidad para mí, aunque de forma distinta. También sentía la necesidad de protegerla pero no la amaba, solo sentía un gran cariño por ella.
    Diane era la persona por quien había esperado tantos años, y al fin que había llegado no la dejaría irse tan pronto.
    -¿sabes? te he echado mucho de menos.
    -yo también Sophie.
    -pero no como yo quisiera, ¿cierto?
    Me quedé mudo, ella había dado en el punto. Se levantó de la silla donde se encontraba y se acercó a mí. Sacudió mi chaleco, parecía estar sucio.
    -me alegro que hayas encontrado a quien amar, espero yo encontrarlo algún día.
    Sonrió y se fue. Parecía sincera, lo era. Sophie nunca mentiría.
    Me metía a la ducha, el agua caliente que recorría mi cuerpo me tranquilizaba, me relajaba. Caía de mi cabello suavemente. Recordé el beso de esa mañana, había sentido una sensación indescriptible… era hermoso. Salí y me cambié, me puse un elegante traje negro, una camisa blanca y una corbata azul.
    Salí de la habitación para hablar con Annette, esa noche era especial y no quería que la arruinara con sus comentarios. Caminé hasta el final del pasillo y abrí sin tocar. Ella se encontraba mirándose al espejo, aunque de nada servía pues no se reflejaba. Llevaba un vestido negro, mangas que cubrían sus hombros completamente hasta la rodilla, en encaje que terminaba esponjándose levemente al final. Con ese color, resaltaba muy bien su cabello rosa que caía ondulado sobre su espalda. Mi hermana se veía hermosa pero como siempre, su mal carácter arruinó el momento.
    -Malditos espejos, no puedo ni verme… ¿cómo luzco?
    -hermosa…
    -gracias, tu también luces muy elegante.
    -no vengo a hablar contigo sobre mi apariencia…
    -ya lo sé, Matt, me portaré bien con Diane, te lo prometo.
    Me sorprendió, parecía sincera. Tal vez había aceptado que estaría con Diane.
    -¿he cambiado?- me preguntó sacándome de mi pensar. La miré confundida.
    -¿disculpa?
    -¿mi rostro es diferente a cuando me viste por primera vez? ¿Mi cabello ha cambiado? Es que, maldita sea, extraño mi reflejo…
    Se veía triste, la abracé, sinceramente yo también odiaba no tener un reflejo, una sombra.
    -¿no te sientes… humano, al lado de la persona que más amas?
    Rio discretamente, no quería lastimarme con su respuesta.
    -no lo somos hermano, pero si quieres una respuesta sincera… si, al lado de Demian olvido la pesadilla de vida que he tenido. Por favor, te pido que te comportes bien con el.
    -claro- sonreí. Después salí de la habitación para encontrarme con Sophie de nuevo. ¿De verdad la fiesta será tan elegante? Llevaba un vestido como los que usaba siempre color rosa. Su cabello ondulado ahora era lacio y era decorado con un hermoso broche plateado de mariposa.
    -te ves muy guapo, Matthew.- me dijo tímida, sonrojada. Le miré sonriente.
    -tu te ves realmente hermosa.
    Se sonrojó aún más, parecía querer decirme algo pero no se atrevía. Esperé, estaba un poco retrasado, aún debía hacer demás cosas, como ayudarle a mi padre pero esperé, no quería ser grosero.
    -espero…-continuó.- espero que bailes conmigo, por lo menos una pieza.-sonrió finalmente. Le correspondí, ¿cómo resistirse a su ternura?
    -por supuesto.
    Se acercó y me abrazó fuertemente. La imité, aunque no quería hacerlo, pero no quería lastimarla. Le acaricié levemente el rostro y me fui en cuanto pude.
    Me odiaba a mí mismo por rechazarla de esa manera, pero no tenía otra alternativa.
    Bajé y mi padre ya había arreglado todo.
    -mejor apresúrate a pasar por Diane- me avisó. Tenía razón, había quedado de pasar por ella y se me hacía tarde, no quería hacerla esperar.
    Subí rápidamente al auto negro que me llevaría a su casa. Al llegar, salí y toqué la puerta, nervioso. Me abrió el doctor Greenwood, y vi como me miró de arriba abajo, no me importó mucho, me pidió que pasara de una manera seca.
    Nos sentamos en la sala esperando a Diane. El veía el baloncesto y yo le acompañaba, apoyábamos al mismo equipo, aunque de verdad no pensaba en eso, si no en lo ansioso que estaba al verla. Por fin escuché el sonido de sus zapatillas bajando por la escalera.
    Me levanté y Greenwood me siguió. La miré desde la escalera. Llevaba un vestido dorado, su cabello negro era ondulado y de su cuello colgaba un diamante, sus zapatillas eran doradas.
    -disculpa la tardanza- me sonrió apenada.
    -no te preocupes, estás preciosa…
    Su padre aclaró la garganta, claro, seguía allí. Estar arriba de mi por un escalón tomé su mano y la besé, se sonrojó.
    -debemos irnos- dijo. Me adelanté para abrir la puerta, su padre le dio un beso en la frente y la admiró.
    Salimos, abrí la puerta del auto y nos sentamos dentro de el. No podía dejar de mirarla.



    *Annette
    Seguía mirando el espejo sin buscarme dentro de el, era imposible. Extrañaba verme, deseaba saber si seguía siendo la misma. Suspiré profundamente. Escuché la música clásica proveniente de la primera planta. Miré asombrada por la ventana hacia el exterior, ¡ya había anochecido! No podía creerlo. Bajé y me llené de alegría al ver a Demian entrando. Esperé a que mi padre lo recibiera, yo me ocultaba en las escaleras vigilando cada movimiento que hacía. Adam le sirvió una copa de vino, el la acepto. Sonreían por algún comentario de mi padre, miré alrededor… Catherine y Anne-Sophie ya estaban presentes. Bajé, no pude resistir la curiosidad de ver la reacción de Demian al verme.
    Intenté la manera de que me mirara, que se diera cuenta de mi presencia pero nada lo hizo. Seguía muy atento a la plática de mi padre.
    Saludé desanimada a las chicas quienes me elogiaron como nunca. De verdad amaba el vestido que usaba y Demian ni me miraba. Me quedé platicando con ellas unos minutos, hasta que el se acercó a mi con la copa en su mano.
    -Annette… te ves muy linda.
    ¿Linda? ¡Matthew había usado una mejor palabra para describirme! El usaba un traje negro, una camisa blanca y corbata roja. Tan irresistible.
    -te queda bien el traje- fue lo único que pude decirle para igualar la forma en que me había hablado.
    Adam se acercó a nosotros, agradecí el haberlo hecho.
    -Catherine, Sophie, el es Demian… el prometido de mi hija.
    Nos sonrojamos y miramos mutuamente.
    -Annette, creo que olvidaste contarme que tenías prometido…
    -No es mi…- fui interrumpida por Demian, quien se acercó a besarles la mano.
    -mucho gusto, Demian Hesse.
    ¿Me había interrumpido sin querer o… había sido intencionalmente? Volví a la realidad, Catherine me había hecho una pregunta y no sabía que responder pues no le había escuchado. Me miraron extrañados. Mi padre intervino, salvándome.
    -Demian esta enterado de la situación Catherine, así que no te preocupes de hablar con juegos de palabras, con quien debes tener cuidado es con Diane, la chica de ayer, Matthew aún no le cuenta.
    -de acuerdo, siéntate Demian.
    Lo hizo, pero no a mi lado, se sentó en el sofá de uno y escuchó atento sin siquiera preguntarme el cómo estaba. La pelea que tuvimos en la mañana había sido dura, cuando sugerí convertir a su madre. Se había puesto histérico. Aún seguía molesto por lo que me daba cuenta.
    -Pues verás- dijo Catherine- nos conocimos durante una visita que ellos realizaron a Francia hace cincuenta y cuatro años.
    -¿cincuenta y cuatro años?- preguntó asombrado.
    -así es- comenzó a platicarle cada detalle de nuestro encuentro. Me levanté, no me sentía bien, estaba triste, pensé que la fiesta sería mejor. Comenzaron a llegar más invitados, aproximadamente diez parejas. Todos ellos vampiros. Conocía a dos o tres personas, los demás eran amigos de mi padre, de su época. Preguntaban por Matthew.
    -Ella es mi hermosa hija Annette.- me presentaba, pues no me separaba de su lado para evitar estar sola, Demian seguía sin acercárseme.
    Nuestra casa era pequeña para una pista de baile. Adam había retirado algunos muebles para hacer espacio, el lugar estaba decorado con cientos de velas encendidas, tenía buen gusto. Entonces llegó el más aclamado, Matt. Todos le sonrieron, lo conocían. Claro, era amigos de mi padre, y por supuesto debían conocer a su hijo. Vi a Diane que se mostraba tímida, sin soltar del brazo a Matthew.
    Saludaron a todos los invitados. Catherine seguía mostrando un rostro nada agradable hacia ella. Sophie la abrazó. Caminaron hacia mí.
    -hola Annette- me dijo Diane con una sonrisa.
    -hola- dije secante. Matt me miró serio. Dijo que traería algo de tomar y nos dejó solas. Ninguna se atrevía a hablar. Mirábamos el ambiente, notó que Demian estaba platicando con los invitados.
    -te ves muy bien, Annette, tu vestido es hermoso- dijo, aunque no nos conocíamos bien, ella me había alagado mejor que Demian. Le sonreí.
    -gracias, tu también.
    Comenzamos a platicar sobre la decoración, los invitados, cada detalle. Reíamos juntas, Diane no era una mala chica, comenzaba a caerme bien. Tal vez la había juzgado mal desde un principio. Era sencilla y amable, siempre con una sonrisa en su rostro.
    Matthew regresó con dos copas y un jugo de naranja, le entregó el último a ella, y me dio a mí una copa.
    -¿no tomas?- pregunté mirando su vaso.
    -Temo que pueda hacerle daño- respondió Matt inmediatamente. Ella le sonrió.
    Miraban a las parejas bailando alegremente la música clásica.
    -adelante, vayan a bailar.- dije, me miraron de forma insegura, no querían dejarme sola.
    Después se fueron, comenzaron a bailar de una forma tan romántica que tenía envidia.



    *Demian
    Me sentía tan mal, tal vez la indiferencia no era el mejor castigo para Annette. No soportaba verla triste, sola. Madame Catherine se había ido minutos antes para bailar con algún invitado, el cual no recuerdo su nombre. Gustosa aceptó dejándonos solos a Sophie y a mí. Sonreíamos, pero de vez en cuando veía a Annette que platicaba con Diane.
    ¿Ya eran amigas?
    Esa mañana me había molestado mucho con ella. Cuando salimos de casa de Diane, ella me sugirió convertir a mi madre para evitarle sufrimiento.
    Me llené de furia, ¿cómo podía decirme eso a mí? Era mi madre, y por supuesto, sería un peor sufrimiento descubrir que tendrá que asesinar personas por que yo no quería que muriera.
    Vi que Annette se quedó sola, Sophie lo notó y me sonrió.
    -Sea lo que sea, no debe ser impedimento para que vayas y arregles las cosas.
    La miré confundido. ¿Acaso sabía que teníamos problemas?
    -tengo el don de percibir los sentimientos de los demás… y tu desatas una inmensa tristeza, pero más que nada amor… demasiado amor.
    -¿Amor?
    -tal vez aún no te das cuenta, pero estás enamorado de ella, Demian, muy enamorado.
    Me di cuenta entonces, las palabras de Sophie eran ciertas, pensaba en Annette todo el día, y cuando no estaba con ella pensaba en lo que podríamos hacer juntos, en lo que ella podría decirme. Lo veía como una molestia, pero ahora me daba cuenta que era una necesidad.
    -ve, ahora.- me pidió. Sonreí, dándole las gracias. Correspondió. Me levanté rápidamente. Ella iba en dirección al comedor, tal vez alejarse de todos. Cuando pasó justo en medio de las parejas bailando la tomé por sorpresa de la cintura, la volteé hacia mí, tomé su mano y la levanté. Comencé a valsar, ella estaba sorprendida pero me seguía.
    Le sonreí mientras la admiraba. Qué estúpido me sentí al recordar cuando le dije que estaba solamente linda. Parecía un ángel, su cabello rosado era hermoso, se veía hermosa con ese vestido, su piel pálida y sus ojos me encantaban.
    -estás hermosa…
    -gracias- se sonrojó mirando a otro lado.
    Bailábamos sin hablar, solamente admirándonos. No paraba de sonreírle.
    -pensé que te irías-dijo.
    -no me iría sin despedirme de ti. Además, ahora en tu familia todos creen que somos prometidos, ¿se vería mal no?
    Recargó su cabeza en mi pecho y cerró los ojos. Sentí un leve cosquilleo en mi estómago, veía como los demás nos miraban pero no me importó, a su lado era feliz y me importaba nada lo que los demás dijesen.
    No paramos de bailar hasta que Diane nos interrumpió.
    -debo irme, la fiesta ha estado divina, muchas gracias.
    -de nada Diane, que bien que hayas disfrutado.
    Nos sonrió y Matt la acompañó. Desaparecieron en la puerta.
     
  11.  
    yuki sama

    yuki sama Guest

    Re: Sangre de vampiro

    oye estubo mui lindo.,me alegro que solo haya sido una horrible pesadilla...
    y ya sabes tu fiel lectora yuki sama.



    L.C.T.R
     
  12.  
    jesulib

    jesulib Iniciado

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    Re: Sangre de vampiro

    hola gracias por dedicarnos este capi n.n

    sabia que era un sueño, ^^ es que matt no actua de esa manera o.O...... me pregunto cuando diane se dara cuenta de la verdad x.x
    el capi estubo bueno^.^ ...continualo
    saludos

    :)
     
  13.  
    Hibary

    Hibary Entusiasta

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    Re: Sangre de vampiro

    Hola!! soy nueva en esta parte del foro pero déjame decirte que eres genial, me encanta tu forma de escribir !es súper! realmente me he enganchado a tu historia. Tengo muy poco tiempo leyéndola pero te escribo para que sepas que la seguiré y que me encanta!!
     
  14.  
    Hibary

    Hibary Entusiasta

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    Re: Sangre de vampiro

    Acabo de terminar de leer tu fic, me gustó mucho aunque hay cosas que me recuerdan mucho al los libros de Stephanie Meyer. Por ejemplo el padre de Diane es igualito a Charlie y pues algunas cosas de Matthew es como la personalidad de Edward y Diane tiene una personalidad similar a Bella, además Annette es Rosalie.
    Fuera de eso hay cosas totalmente nuevas realmente es una pena que Annette siendo tan hermosa no pueda verse en el espejo debe ser frustrante, además no comprendí si Diane tiene una enfermedad terminal o algo...

    Lo que te comenté antes no es con ninguna intención de desanimarte es sólo que me fascina la historia y sería genial que le dieras un enfoque diferente, pero si no no importa igualmente espero deseosa que la continúes ya deseo leer más y tengo que decirte me fascina la forma en como narras la história me mantuviste pegada hasta terminar... Eres muy buena en esto...
     
  15.  
    Poison Kiss

    Poison Kiss Entusiasta

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    Re: Sangre de vampiro


    Es muy válido tu punto de opinión, y la verdad te lo agradezco por que me hacen crecer como escritora (:
    Pues, debo confesar mi querida Hibary, que Crepúsculo (no su historia, si no el ser mitológico en que se basa) me inspiró para escribir este fic.
    Ciertamente, nunca había pensado escribir un historia sobre vampiros, no tenía muchos conocimientos sobre ellos. Pero después de ver la película, y terminar el libro (que por cierto me tomó siglos) comencé a informarme sobre ellos, e incluso creé algunas normas sobre lo que pueden y no hacer los vampiros, sobre sus poderes y habilidades y sobre sus debilidades, tomando claro, algunas de las ya creadas por diversos autores.

    Sobre tu comentario acerca de los personajes, pues la verdad no lo había notado.
    Por supuesto lo respeto, pero debo decirte que mis personajes son cien porciento originales (:
    No quiero basarme en otro para crear uno propio.
    Aunque, te diré, que pues me baso en personas de mi alrededor para mis historias.
    Por ejemplo Annette está basada en una amiga, tal vez altero solo un poco su personalidad, pero siempre hago sus diálogos pensando en ella, en como la conozco, etc.

    Aunque concuerdo contigo, acabo de releer algunos capítulos de mi fic y hay pequeños espacios en donde los pensamientos de Matthew y Edward son algo similares.
    Pero, para mí, solo son pequeños detalles.
    Matthew es más anticuado, hablando de épocas y tiempo, pues tiene modales de caballero, como si viviera en una época donde las mujeres usaran vestidos esponjados y las carretas jaladas por caballos eran los medios de transporte. Una época romántica.

    También quiero que la trama quede completamente clara, pues debo sincerarme y decir que a veces tengo dificultades, como todos.

    No, Diane no tiene una enfermedad terminal.
    Sufre del corazón, pero su problema puede ser tratado, y debo adelantar un poco… lo será.
    Pero esa solución es complicada y muy difícil de conseguir, así que ella ya se ha hecho a la idea de morir, es un poco pesimista respecto a esa situación, tal vez demasiado :S


    Si tienen más dudas por favor no duden en preguntarme :D

    Hibary, una vez más te agradezco tu comentario y por supuesto no me haz desanimado (: al contrario, me haz ayudado mucho.
    Agradezco el que me consideres buena en esto, y creo que mi propósito está siendo logrado, pues querría… quiero que mis lector@s no puedan dejar de leer.


    Mañana publicaré la continuación, el capítulo once.

    Gracias (:

    Por cierto, bienvenida n_____________________n
     
  16.  
    Poison Kiss

    Poison Kiss Entusiasta

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    Sangre de vampiro
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    Re: Sangre de vampiro

    ¡Atención: Este capítulo contiene LEVE LIME!

    Capítulo XI: Debilidad

    *Demian
    Desapareció por un momento, tal vez ya estaba demasiado cansada, la velada había sido hermosa pero agotadora. Era aproximadamente la una de la madrugada y aún había invitados, la mayoría de ellos bailando.
    Me prometió volver, iría a retocarse aunque no sabía por que lo hacía, si seguía viéndose hermosa con o sin maquillaje.
    Decidí sorprenderla y confesarle mis sentimientos, era tiempo de que lo supiera, sabía que ella correspondía. Subí para buscarla, recordé cual era su habitación. Me daba cierto temor entrar, pues había sido el lugar donde había conocido realmente la identidad de mi ahora amada, el lugar donde ella iba a asesinarme. Me armé de valor para girar la perilla.
    La habitación estaba sola, me quedé sorprendido, ¿Dónde estaba? ¿Me había equivocado de habitación? No, estaba en la correcta, en su escritorio había una fotografía donde estaba Annette sonriendo al lado de una mujer, su madre. Recorrí e inspeccioné con curiosidad su cuarto. Cada fotografía tenía su fecha. Posaba en diferentes lugares: Venecia, Francia, Italia, Roma, México, en fin, siempre al lado de su hermano y padre. Algo me empujó bruscamente a la cama, quedé bocarriba. Annette estaba arriba de mí, tal vez solo quería asustarme. Dentro de mí me llené de pasión, al verla tan hermosa riendo.
    -¿qué haces husmeando en mi habitación?
    -te buscaba…
    No se cómo, ni de donde, pero recolecté las fuerzas necesarias para quitar a un vampiro fuerte de mi encima y cambié papeles. Ahora ella estaba sometida por mi, yo estaba arriba de ella y le sujetaba las muñecas para evitar que se moviera. La miré, sonreía, parecía divertirse, pensaba que estaba jugando. La besé, mi cabello caía y tocaba sus mejillas. Correspondió. Intentó levantarse pero no la dejé. Estaba decidido a hacerla mía, por supuesto, con su consentimiento.
    -Annette…
    Me atrajo hacia ella, me besó y acarició mi cabello. Era un sí, un muy esperado sí, la respuesta que más deseaba en ese momento.
    Mientras nuestros labios jugaban dulcemente, me quité el saco, ella me ayudaba. Traté de no ser muy brusco mientras la llevaba al centro de la cama, después de todo, era una chica, y a mi lado la sentía frágil. Temía que con cualquier movimiento se quebrara en mil pedazos y despertara en mi habitación, como si todo desde un principio fuese un sueño.
    Me quité la corbata, me estorbaba. La seguía besando, la atraía hacia mí con fuerza, pero a la vez con cuidado. Me desabrochó la camisa y la quitó rápidamente mientras acariciaba mi espalda. Noté que actuaba con delicadeza, temía lastimarme.
    No presté mucha atención, acariciaba su cintura y la pasaba hacia su espalda descubierta quitando su cabello.
    Mis manos se dirigieron hacia sus piernas, tocándolas cada vez más, apretándolas con mis dedos. Desaceleramos el ritmo, queríamos hacerlo por amor, no por diversión.
    Sentía su agitado respirar en mi cuello, estaba nerviosa al igual que yo. Le pregunté si es lo que realmente deseaba y me respondió con un sincero sí.
    Ella era mi debilidad, su piel fría, sus ojos, su cuerpo, toda ella. Comencé a desabrocharle el vestido. Hacía un frío intenso, no quería que sufriera frío, no, al contrario, quería que en mis brazos se sintiera protegida, caliente. Nuestros cuerpos se juntaron, nuestras respiraciones cansadas chocaban para darle un tierno beso, le recordaba que la amaba y ella a mi. Solo una sábana blanca nos cubría pero no era impedimento para que recorriera su piel con mis manos, con mi boca. Me sonreía cuando estaba exhausta, al igual que yo. Las llamas de las velas eran lo único que nos iluminaba, aunque el verdadero calor se encontraba en nuestros corazones. Me quedé inmóvil por unos segundos, ella me besaba el cuello. Conviérteme fueron las palabras que pronuncié en voz baja ya que estaba muy cerca de mí. Sentí un leve cosquilleo en mi cuello, después sus besos rozaron nuevamente los míos, me dejé llevar. –No- me dijo firmemente, pensé con temor que había arruinado el momento, pero afortunadamente no era así, seguía acariciándome.
    Aún estaba oscuro, caímos exhaustos, ella se cubrió con la sábana y se acercó a mí, la rodeé con un brazo. Había sido tan hermoso. No hablábamos, simplemente nos mirábamos. Le acariciaba su hombro desnudo y ella recargaba su cabeza en mi pecho.
    Escuchamos la música que provenía de la primera planta, en verdad, cuando estás concentrado en algo no pones atención a tu alrededor. La fiesta seguía, y por supuesto, se sospecharía de nuestra ausencia. Me levanté y comencé a ponerme el pantalón, Annette, por su rapidez, ya tenía puesto el vestido y ahora se acomodaba el cabello. Se miraba en el espejo, aunque no había nada en el. Me acerqué para darle un tierno beso en el cuello, cuando tocaron la puerta. Nos alarmamos, tomé mi camisa, corbata, saco y zapatos y Annette me empujó hacia el baño, caí sentado. Cerró la puerta y se dispuso a abrir. Escuché la voz de Matthew.

    *Annette
    Me estremecí al ver a Matthew entrando en mi habitación, como si buscara algo. Miró la cama fijamente, estaba desarreglada. Temía que entrara al baño, Demian se estaba escondiendo allí, vistiéndose.
    -¿Demian ya se ha ido?- me preguntó.
    -no, lo dejé por un momento en la fiesta solo, vine a retocarme.
    -es que no lo encuentro, me pareció raro que ambos desaparecieran.
    Sabía que sospechaba, lo sabía, y no quería imaginarme su reacción al descubrirlo. En cuanto se fue entré al baño, Demian ya estaba vestido, por un momento pensé que solo había sido un sueño, pero miré la cama nuevamente. Me había entregado a el hace unos minutos, había estado cuerpo a cuerpo a su lado y no me arrepentía. Para el había sido la primera vez, para mí lamentablemente no. No me importaba, lo que me intranquilizaba era que Demian tal vez me lo reprochara después. Me sacó de mis pensamientos, tomó mi barbilla y la levantó para que lo mirara.
    -Gracias- me dijo, sentí un gran cosquilleo en mi estómago, estaba feliz, lo amaba tanto.
    Se fue, debía hacerlo, sospecharían si salíamos juntos. Me reuní en la sala de estar con los demás, lo busqué con la mirada. Matt platicaba con el.
    -creo que es hora de irme…-dijo cuando llegué a interrumpirlos.
    -¿por qué?- pregunté desilusionada. Deseaba pasar más tiempo con el, mas del que ya habíamos pasado a solas.
    -prometí que volvería a las tres, y ya son las cuatro-me sonrió-mi familia debe estar preocupada, ya sabes como son mis tías.
    No me di cuenta de que el tiempo se había pasado volando, estaba sorprendida. Lo acompañé hasta la puerta, pero se desvió para despedirse de mi padre que platicaba con Catherine. Ella y Sophie lo abrazaron, mientras que mi padre le extendió la mano.
    Salimos, se volteó hacia mí y me rodeo con sus brazos, el clima aun era frío. Yo me aferraba a su saco, no quería que se fuera.
    -siento dejarte, me encantaría quedarme contigo toda la mañana pero no puedo.
    -entiendo… gracias por todo, Demian, te amo.
    -yo mas… que a mi vida.
    Antes de que se fuera logré sujetarlo de su manga, me miró de nuevo. Regresó a mi y lo solté, lo abracé una vez más. Correspondió. Volví a recordar la escena, cuando el me pidió que lo mordiera y me negué.
    -¿por qué me pediste que… te convirtiera?
    Bajó la mirada, aclaró su garganta y volvió a mirarme pero esta vez demasiado serio.
    -me he decidido… quiero pasar el resto de mi vida contigo, el resto de la eternidad.
    Una lágrima recorrió mi mejilla, sonreí y le besé. Mi sueño, lo que tanto deseaba al fin se cumplía. La secó con su pulgar y esta vez si se fue. Regresé a la fiesta, tan emocionada.
    Los invitados comenzaron a irse, dejando la casa sola.
    -Catherine, ¿Dónde está Sophie?
    -se ha ido a dormir, cariño, ya conoces a Sophie, después de bailar dos piezas se cansa.
    -tienes razón, creo que también me iré a la cama, estoy agotada.
    Subí las escaleras lentamente, cuando llegué a mi habitación me recosté sobre la cama que minutos antes había compartido.
    Me recosté abrazándome a las sábanas, las sábanas que habían tocado cada parte de su cuerpo, de nuestros cuerpos.
    Amaneció, tenía un poco de sed, puesto que ya era jueves. Me metí a la ducha, no quería borrar las caricias de Demian de mi cuerpo, pero era necesario. El agua helada, como me gustaba, quitaba la sensación de las manos de mi amado, lo cual me entristecía. Necesitaba verle, quería abrazarlo como la noche anterior. Salí de la ducha, puse una toalla blanca a mí alrededor, peiné mi cabello rosa un par de veces, estaba demasiado suave, pero de todos modos me gustaba hacerlo. Me puse la ropa que usaba comúnmente y me dirigí hacia la sala de estar donde estaban todos menos Matt.
    -Buenos días querida- me dijo feliz mi padre.
    -¡Oh, Annette! Que bien que haz despertado, ¿vas a salir?- preguntó Sophie.
    -si, iré a casa de Demian.
    -que lástima, pensé que podríamos ir a comer un helado o algo.
    -será en otra ocasión, Sophie.
    Le di un beso a mi padre y me fui. Llegué rápidamente a casa de Demian, decidí entrar como gente civilizada por la puerta principal. Me recibió Sthepenie, quien me abrazó. Las demás no estaban, me explicó.
    -Demian está dormido, cayó exhausto anoche en la cama, parece que la fiesta estuvo genial.- me dijo sonriendo.
    -ni se imagina- reí por dentro.
    -puedes ir a despertarlo, ya es hora… lo haría yo, pero no le gusta el agua helada en su cara al amanecer. Se alegrará verte.
    -de acuerdo.
    No necesitó guiarme a su habitación, subí por las escaleras y caminé unos cuantos pasos, su habitación era la primera.
    Abrí la puerta sigilosamente, caminé hacia el y lo vi dormir con una camisa sin mangas gris y una pijama del mismo color. Se veía tan hermoso, le admiré por unos minutos, su cabello cubría su frente y caía hacia la almohada. Me recosté a su lado suavemente, pareció alegrarse de mi presencia, me rodeo la cintura con sus brazos y me apretó hacia el, estaba sonriendo con los ojos cerrados, aún tenía sueño.
    -buenos días- le susurré al oído seductoramente. El rió un poco, le había provocado cosquillas. Me cobijé con el, hacía frío.
    -estás helada- me dijo, abrazándome aún más, tratando de calentarme frotando sus manos en mis brazos. Lo besé, pero no abría sus ojos. Toqué su frente, tal vez estaba enfermo. Efectivamente, tenía mucha fiebre.
    -¡Demian, estás ardiendo!
    Sonrió, me levanté de un brinco, me asustaba el solo hecho que pudiera enfermarse. Corrí a avisarle a su tía, quien inmediatamente acudió.
    -Querido Demian, ¡estás enfermo!
    -no es nada tía, déjame solo con Annette.
    -de acuerdo, ¿podrías cuidarlo mientras traigo algún medicamento?
    -por supuesto- sonreí, aunque mi preocupación era evidente.

    *Diane
    La noche anterior había sido maravillosa, agradecía los cuidados de Matthew al igual que mi padre que lo invitó a desayunar.
    Me levanté muy temprano, me metí a bañar y me puse un vestido blanco de tirantes. Me dirigí a la cocina con emoción, pero mi padre ya se encontraba cocinando muy alegre. ¿Acaso ya estaba aceptando a Matthew, y por eso preparaba el desayuno para el? Sonreí, el solo pensarlo me llenaba de alegría. Estaba batido de cremas, especias, la cocina estaba demasiado sucia. Me dispuse a ayudarle, pero entonces tocaron la puerta. Era él, corrí a abrirle, no sin antes escuchar un “cuidado” de mi padre. Le invité a pasar, y lo hizo sonriendo. Me dio un beso en la mejilla y se quitó el saco que llevaba, debía costar mucho, supuse, pues era muy elegante.
    -mi padre está en la cocina, le ayudaré a preparar el desayuno.
    -no, quédate aquí, el desayuno será para ti, así que yo le ayudare- me dijo sentándome en el sofá.
    Después se fue. Escuchaba risas en la cocina, quería ir a verles, pero Matthew me descubría y hacía que volviera a sentarme con una hermosa sonrisa.
    Llegaron como dos horas después con apenas un plato de pasta, ensalada, jugo de naranja y para ellos vino.
    Me sorprendió más su suciedad, tenían salsa de tomate en sus mejillas, en la camisa y pantalones. Sonreí al ver el esfuerzo enorme solo para prepararme la comida.
    Nos sentamos a comer en la sala, algo inusual. Reíamos por las historias de mi padre, las anécdotas de Matthew. Se llevaban bien y eso me emocionaba mucho.
    -¿te haz tomado ya tu medicamento?- me preguntó Matt. Mi padre se sorprendió.
    -si, ya lo he hecho- respondí.
    -parece que cuidas muy bien de mi hija-dijo sonriendo-la traes puntualmente, preguntas sobre su salud, la cuidas.
    -es mi deber señor-dijo mirándome lleno de ternura.
    -anda, ve a lavarte… no creo que quieras ensuciar tu saco.
    -la verdad, señor Greenwood, me da igual, con tal de ver feliz a su hija.
    Sonrió. Después me miró.
    -Diane, acompáñalo, limpiaré la cocina.
    Subimos las escaleras, en cuanto desaparecimos del campo de observación de mi padre me dio un tierno beso en mis labios.
    -tu padre nos vigilaba.
    Sonreí, sabía a lo que se refería, el beso de su llegada, tuvo que reemplazarlo por uno en la mejilla. Correspondí. Se alejó de mí para evitar mancharme de salsa. Reímos.
    Se quitó la camisa para lavarla, lo cual tampoco me permitió. Me sentía inútil a su lado, pero lo hacía por que sabía que me quería y se preocupaba por lo que me pasara.
    Lo miré, su cuerpo perfecto me sacaba de mis pensamientos. No quería mirarle, pero no podía mirar a otro lado, simplemente mis ojos gozaban el verlo.
    Se acercó a mí tallando las manchas rojas, no se había dado cuenta, al fin despegué la mirada para ayudarle, como siempre, los hombres no estaba hechos para esto. Con un poco de dificultad pude desprender la suciedad. Esperamos a que la camisa se secara un poco, mientras tanto el veía mi habitación, nunca lo había hecho con tiempo. Siempre entraba debido a mi enfermedad.
    Le ayudé a ponerse la camisa y bajamos, mi padre nos esperaba con una taza de té.
    -¡tengo buenas noticias!- gritó. Al parecer celebrábamos, pues el servía vino, el te era para mi.
    -¿ah si?
    -así es hija, por favor, siéntense.
    Le obedecimos, Matthew no paraba de sonreír, mientras yo me llenaba de curiosidad, mi padre no se llenaba de alegría, le dio una copa a Matt quien la aceptó con gusto.
    -¿Qué noticias son, señor Greenwood?
    -¡he conseguido que mi hija sea la primera de la lista, y su cirugía ya esta programada!
    Me helé por dentro… el solo hecho que me abrieran y cambiaran mi corazón me horrorizaba, nunca había pensado en una cirugía.
    Matt se levantó lleno de gusto y lo abrazó dándole fuertes palmadas en la espalda. Yo no podía dar crédito a lo que sentía. Estaba resignada a morir, nunca pasó por mi cabeza que me operaría. Me levanté y me encerré en mi habitación, dejándolos preocupados.



    *Matthew
    La ví subir las escaleras triste, tal vez aún la noticia no le caía bien. Aunque era de esperarse, era una operación riesgosa.
    A mi tampoco me agradaría ser sorprendido así, su padre no lo había pensado. Me despedí de el, me puse mi saco y salí preocupado, aunque sabía que ella estaba bien.
    Me dirigí a casa, Sophie iba de salida sola. Me extrañó que lo hiciera, pues ella amaba estar en compañía.
    -¿A dónde vas?-pregunté.
    -iré a tomar un helado, me muero por uno.
    -espera, te acompaño-sonrió cuando lo dije-iré a cambiarme.
    -de acuerdo.
    Corrí a mi habitación, me puse mi ropa común, una camisa de manga larga blanca, un chaleco gris y un pantalón negro. Regresé en menos de dos minutos.
    Caminamos hacia la heladería mas cerca y nos sentamos en una mesa para dos.
    No podía dejar de pensar en Diane, lo cual lo notó.
    -¿ha sucedido algo con Diane?
    -No, estamos bien.
    -¿por qué eres tan serio conmigo? No debes incomodarte, prometí esperarte, no te presionaré.
    -Sophie…
    Llegó la mesera con un helado de vainilla y lo puso frente a ella. Me ofreció pero me negué, la comida me daba repulsión.
    -Sophie-dije en voz baja-lo que hicimos hace cincuenta años ha sido un gran error…
    -lo que hicimos fue hermoso, me entregué a ti por que te amo, y sigo haciéndolo.
    -lo siento Sophie, pero no te amo, en ese entonces era otra persona, pensé que sentía algo más, pero era solo cariño.
    -no debemos preocuparnos por lo que ha sucedido en el pasado, Matthew, para ti tal vez haya sido un error, para mi lo mejor que me ha pasado en la vida, por favor, no ensucies ese hermoso recuerdo- me tomó de la mano pero la alejé-. Creo que el verdadero error fue que me acompañaras- dijo levantándose triste. Atraía la mirada de todos los jóvenes, lo cual me causaba algo de celos. Les rompería la cara si se tratase de Diane.
    En este momento no sabía que hacer. Diane necesitaba estar sola, y había arruinado el paseo con Sophie. Pasé mis manos por mi rostro, estaba cansado, fastidiado.
    Me dirigí a casa, sentí la mirada resentida de Sophie al llegar. Fui a la cocina donde estaba mi padre.
    -¿Dónde esta Annette?
    -ha salido a casa de Demian.
    -qué lastima, quería pedirle que fuéramos a cenar mañana.
    -llegará mas tarde, habló por teléfono hace unas horas, el muchacho se ha enfermado y se quedará un rato más allá.
    -parece que este no ha sido un buen día para todos…-comenté.
    -¿por qué lo dices?-me miró por primera vez, estaba limpiando la cocina.
    -van a operar a Diane…
    -¿y no debería ser esa una buena noticia?
    -su vida correrá peligro, papá, ¿Qué tal si muere en el quirófano?
    -Hijo-dijo guiándome al pequeño comedor que se encontraba allí-si eso llega a pasar, ya sabrás que hacer, que es lo correcto, pero si en verdad amas a Diane, harás lo imposible para no dejarla ir.
    -¿y condenarla?
    -¿a una vida contigo? Matthew, su vida será muy diferente a la de nosotros, tendrá a una persona que amar, a alguien que la apoye y ayude. Una razón para ser lo que será.
    Entonces me di cuenta, tenía razón. Pero por ahora no quería hacerlo, ella ni siquiera sabía de mi verdadera identidad. Lo haría solamente si algo malo sucedía.
    Me debatía en quedarme en casa o ir a la suya para verla, pero no quería que se sintiera presionada ni mucho menos, así que me quedé en mi habitación todo el día. Caí en un profundo sueño, menos mal, no quería seguir pensando en eso. Me despertó mi padre.
    -Matthew…
    -¿Qué sucede?
    -tienes visita…
    Me levanté sin ánimos. Bajé por las escaleras sin siquiera pensar en quien sería. Corrí cuando escuché a Diane saludando a Sophie. Tenía miedo de que hablara con ella, no me agradaba nada que se tuvieran confianza, aunque de verdad no la había aún entre ellas.
    -¡Diane! ¿Qué haces aquí?- pregunté interrumpiendo, estaba feliz de verla, de todos modos ella me alegraba el día.
    -perdon por irme de esa manera, no quería dejarte solo, es que…
    -no te preocupes, lo entiendo, ¿quieres que salgamos?
    -claro.-sonrió, mi corazón se aceleró.
    Ella les dedicó una sonrisa a todos. No pude evitar no mirar a Sophie, quien estaba seria, la había lastimado demasiado en un día.
    Salimos, intentaba apresurarla, me resultaba incómodo estar en ese lugar con esas miradas hacia nosotros.
    Caminamos sin rumbo y en silencio mientras atardecía.
    -estoy nerviosa, mas bien muerta de terror…-rompió el silencio. La miré impresionado.
    -no debes, todo saldrá bien.
    -es que, pensar que será en tan solo tres semanas, tal vez las últimas.
    -por favor, no seas pesimista, debes estar segura de que vivirás, de una otra forma.
    Cometí un grave error. Lo dije sin pensarlo, solo quería darle ánimos.
    -¿una u otra forma? ¿A qué te refieres?
    La abracé fuertemente para que sus pensamientos se fueran, para que la duda huyera, necesitaba abrazarla, hace tiempo que no lo hacía y necesitaba sentirla en mis brazos, su calor, cobijarme con el calor de su cuerpo. Tal vez le molestaba mi cuerpo frío, pero me aceptaba. Me separé de ella lentamente y seguimos caminando.
    -¿cómo lo ha tomado tu padre después de ver tu reacción?-pregunté.
    -ha evitado el tema, pero se que está demasiado emocionado.
    -yo también lo estoy.
     
  17.  
    yuki sama

    yuki sama Guest

    Re: Sangre de vampiro

    oye me encanto estubo genial...
    me encanto lo que paso entre demian y anette...
    pero ni me imaginaba lo de matt y sophie eso me hizo ponerme triste.
    de todas formas me gusto mucho.




    ATT:L.C.T.V.
     
  18.  
    Poison Kiss

    Poison Kiss Entusiasta

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    19
    Re: Sangre de vampiro

    Aclaro, ya que Sophie es híbrida, si puede comer y saborear cualquier alimento. (:
     
  19.  
    jesulib

    jesulib Iniciado

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    Re: Sangre de vampiro

    hola ^^ wuuaao lime ,no me lo esperaba n.n
    que bien ya se declararon su amor( y de que manera=]...)jeje

    lo de sophie si es triste , en verdad lo quiere........:(

    diane se va a operar x.x ya quiero saber que sudcedera.... tendra matt que convertirla? descubrira la verdadera identidad de matt? mmm o.O

    ya quiero leer el proximo capi¡¡.... saludos

    :)
     
  20.  
    vanezhita

    vanezhita Entusiasta

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    16 Junio 2008
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Sangre de vampiro


    aaa q padreee estuvo el capii
    me encantó!!
    aaa me alegra d q demian se
    haya dado cuenta d q estaba enamorado
    d annette, (ya c habia tardado vdd??!),
    jeje pero estoy feliz d q matthew al
    fin haya podido besar a daine *-*,
    jeje pss ahora si no c q es lo q
    puede seguir , asi q esperaré a q me
    sorprendas!!!! ^^
     

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