Hoshi no tama

Re: Hoshi no tama

ahora si es cierto que me van a matar!!! no voy a poder publicar capitulo esta semana, me dejaron una montaña de trabajo que da miedo!!!! perdon, la proxima semana, o cuando me desocupe vuelvo a publicar, perdonenme!!!

 

Re: Hoshi no tama

wiii sigo viva!!! sobrevivi a la semana de filosofia!!! (mi moral no paso esa dura prueba tsk pero que se le hace, no???)

jeje, y como ya casi estoy sin nada que hacer XP voy a publicar un nuevo capitulo, no sin antes los respectivos agradecimientos...

My_lady: gracias por la eterna comprensión, ahora si, no pensabe hacerle nada a las gemelas, pero te aseguro que algo malo (no tanto, eso si) les va a pasar...
Florentina: entiendo lo de la escuela, yo estaba en las mismas, y gracias por los animos!!!
Alex: jeje, si, pense que sería buena idea que sufriera tantito, pero eso no es naaada, muajajaja...

ahora si, el capi!!!!!!

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Me quedé con la oreja pegada a la puerta durante toda la noche esperando algo que me dijera que la tormenta había pasado, y que podía hacer algo más que quedarme esperando.

Para cuando empezó a amanecer me inquieté cada vez más. No había ni un solo ruido en la enorme casa.

Esperé impaciente a que mis padres de despertaran, desayunaran, y que se fueran a trabajar. Tenía que hablar con urgencia con mis hermanas.

Estaba a punto de darme golpes contra la pared cuando escuché a mis padres despedirse de las gemelas, y salté hacia el corredor apenas oí a la puerta principal cerrarse.

Corrí en dirección de la cocina y me detuve justo a tiempo en la puerta para escuchar la suave voz de Shinobu dirigiéndose a alguna de mis hermanas.

- Ah claro – podía imaginarla con el semblante pensativo - ¿y de quién fue la idea?

- De Katsuo – lo dijeron a la vez después de meditarlo un rato, por el tono de complicidad que usaron pude adivinar el tema del que estaban hablando, y también, que habían ensayado la respuesta a esa pregunta durante mucho tiempo.

- Eso no es cierto – entré echando chispas, y alcancé a vislumbrar la sorpresa de mis hermanas, pero había algo más que sorpresa en sus ojos.

- Claro – respondió Atsuko con desgana. Ninguna de las dos parecía querer mantener contacto visual conmigo, y no pude pasar por alto el que no siguieran buscándome pelea.

- Buenos días – Shinobu estaba sentada tranquilamente en la mesa, tenía cara de estar muy cansada, y una jarra de agua estaba frente a ella.

- Buenos días – al fin podía respirar tranquilo - ¿Cómo te sientes?

- Tengo un poco de dolor de cabeza, pero estoy bien – murmuró. Al parecer estábamos muy bien sincronizados porque recordamos al mismo tiempo lo ocurrido la noche anterior, nos sonrojamos, y apartamos la mirada. Debía cambiar de tema rápido – Esto… ¿ustedes no deberían estar en la escuela? - dije señalando a las gemelas: sabía de la larga lista de clases que ambas tenían.

- Hemos decidido que hoy no vamos a ir – Kouki se cruzó de brazos y me miró lo más desafiante que podía, lo que no era mucho ya que todavía me miraban con una expresión que no lograba comprender del todo; era más o menos parecida al respeto con el que miraban a sus maestros, y, para ser sincero, eso me asustaba.

- ¿Están bien? – ahora no sólo eran sus expresiones las que me asustaban.

- Si

- Sólo no confiamos en ti – hasta allí llegó la anormalidad de mis hermanas.

- ¿Y que diablos creen que voy a hacer? – mi exasperación estaba empezando a fluir.

- Que descaro… - Atsuko buscó la mirada de Kouki, y ambas empezaron un mudo intercambio de ideas que usarían para molestarme.

- ¿Después de ayer…

- … te extraña que no queramos dejarte solo con Shinobu-san? – ahora si que las estaba odiando.

Pero, para mi desgracia, no pude expresar todo el odio que sentía en ese momento. Shinobu y yo tomamos el mismo color rojo y agachamos al mismo tiempo la cabeza, la vergüenza en ese momento no podía ser peor.

- mmm… ¿Por qué no mejor vamos al templo? – propuso Shinobu con algo de temor, casi como si la pregunta fuera para la jarra que tenía en frente – Debo ir a… mmm… dar… esto… una… ofrenda a Inari-sama – era una propuesta lo más de improvisada y que en otras circunstancias no me atraería mucho, pero, en ese momento, si me propusieran tirarme de un edificio, lo haría con gusto.

- Claro – acepté sin chistar – Ustedes dos – señalé amenazadoramente a mis hermanas, y, aunque era sólo una broma, ellas dos se pusieron rígidas – ¿ya le dijeron a mamá que hoy no irán a clases?

Ambas se pusieron muy pálidas y me dejaron saborear por un momento la victoria de haberlas pillado sin una respuesta.

- No te preocupes – Le dijo Atsuko a Kouki – Yo la convenzo.

Kouki asintió rápidamente y yo estaba deseando que en algún momento mis padres se hubieran enterado de la existencia de algún internado o una escuela donde ellas pudieran estar, o que simplemente ellos no hubieran decidido darme hace doce años un hermanito en lugar de un perro.

- ¿Una hora? – me preguntó Shinobu con tranquilidad.

- Si, creo que será más que suficiente – salí de la cocina aún con ganas de matar a alguien, e intenté no regresarme a pegar a mis hermanas cuando ellas volvieron a interrogar a Shinobu.

Por lo menos esta vez Shinobu no tendría que dejar a su peludo reemplazo para poder salir.

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Espero que les guste
bye

 

Re: Hoshi no tama

:hi:
jeje, olvide responder algunas cosas...

lo de que dijo Shinobu, eso me toca dejarlo como incognita...

y emmm... lo de si ella besó a Katsuo sólo por los efectos del alcohol... bueno, les recuerdo a tooooodos los que leen este fic que el alcohol finciona como deshinibidor (saquen sus propias conclusiones al respecto):XP:

siendo eso todo, fuyuhime se despide!!!
:bye:
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Re: Hoshi no tama

brrrr... nadie me respondeeee... buaaaaaaaaaaaa!!!!!!!

gracias a My_Lady, me subiste la moral... y eso que me demore bastante en publicar T.T

creo que me lo merezco... pero no habia podido publicar antes!!!!

espero que a este capitulo si le hagan caso...

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Nunca he sido muy religioso, y he de reconocer por demás que no me ha agradado nunca mucho la idea de quedarme dentro de un templo por más de media hora: siempre pasaba algo que hacía que esa idea no me pareciera del todo buena.

También puede ser que nunca recibí una instrucción correcta de mi religión: para ser alguien shintoísta, el haber estudiado en un colegio católico en medio de la campiña inglesa, no pudo haber aportado nada bueno a mi idea de espiritualidad, o a mis creencias que, por cierto, siempre han estado un poco desorientadas, o eso decían mi madre y mi abuela.

En realidad, ellas dos opinaban que yo era ateo.

Pero bueno, dejando de lado todas las concepciones que tenía sobre como era un templo, y de cuan distorsionada estaban mis creencias, me llevé una sorpresa al ver, por vez primera, un templo de shinto.

Resultó ser otro de tantos lugares que estaba atrapado en el tiempo en medio de la moderna ciudad, pero este, a diferencia de mi casa y el parque, no tenía la vista de edificios detrás, sólo una arboleda que incluso parecía repeler los sonidos de la calle.

El templo tenía una fachada antigua que me recordó un poco a los set que normalmente se ponen en las películas de oriente, y era grande, no tanto como imaginaba por las fotos que había visto del Fushimi Inari Taisha, que quedaba en Kyoto, pero era de un tamaño considerable, y tenía un camino empedrado que estaba flanqueado de lado y lado por estatuas de unos seres que parecían zorros.

Había un muchacho vestido con un hakama de color azul oscuro y que barría con una paciencia infinita el camino, y pensé por un momento que él probablemente había estado ahí desde hace muchos siglos cumpliendo con su labor, hasta que, cuando Shinobu, casi arrastrada por mis hermanas puso un pie del otro lado del torii rojo que estaba a la entrada de la capilla, el chico levantó su cabeza y nos miró detenidamente, quitándose con parsimonia los audífonos que reconocí como propios de un ipod.

El chico seguía mirándonos, con la curiosidad reflejada en sus oscuros ojos, más a mí y a Shinobu que a las gemelas, cuando apareció un anciano vestido con un hakama parecido al del muchacho con una bandeja llena de ofrendas para el altar.

- ¡Ohayo Shinobu-san! – El viejo saludaba con emoción mientras se nos acercaba – hace tiempo que no venías.

- Lo siento, Takako-san, pero he tenido muchas cosas que hacer en los últimos días – se excusó ella con una pequeña reverencia.

- ¡Oh, claro! – dijo el anciano mirándome como si lo que ella le dijo le hubiera dado a entender algo sumamente importante, y que yo no pude comprender.

- Y me temo que también acabo de hacer algo que enojó a Inari-sama – dijo ella con tranquilidad y se le acercó más para decirle casi en un susurro – Verá, creo que tomé un sake que no era precisamente un sake.

- Oh – el viejo puso cara de alarma ante aquella revelación.

- Si – afirmó Shinobu con gravedad – Comprenderá entonces que necesito pedirle perdón a Inari-sama…

- Claro, claro… - el anciano todavía tenía la mirada perdida en un punto fijo indeterminado, pero se despabiló en un instante – Pero antes, quiero presentarte a mi nuevo aprendiz – se volteó con tranquilidad y buscó al joven que estaba intentando volver a su trabajo - ¡Ryuto, ven!

El chico nos miró directamente y pude fijarme mejor en su rostro, y terminé con una extraña sensación de verme reflejado en un espejo, no éramos del todo iguales, pero teníamos facciones similares y el mismo color negro en los ojos y en el pelo.

Shinobu se tensó a mi lado, como si no esperara que hubiera una persona como él en medio de la capilla que tanto conocía.

Yo, por mi parte, seguía sin entender que sucedía, y me pareció que el anciano y mis superdotadas hermanas tenían el mismo problema.

- No me extraña que no lo conozcas Shinobu-san – agregó el viejo mientras veía la reacción de Shinobu, e intentaba relacionarla con su aprendiz que se nos acercaba – Es nuevo; llegó aquí hace apenas una semana.

- Si, me lo suponía – respondió ella intentando aparentar tranquilidad – Nunca antes lo había visto.

El chico había llegado hasta nosotros he hizo una respetuosa reverencia ante Shinobu y cuando se hubo levantado por completo, me quedó mirando tal como si yo fuera un bicho raro que no debiera estar ahí.

- Taira Ryuto – se presentó él – encantado de conocerlos.

- Encantada también de conocerte Ryuto-san – respondió Shinobu volviendo a su habitual alegría – Yo soy Yamamoto Shinobu, él, – agregó señalándome – él es Minamoto Katsuo, y ellas son sus hermanas: Atsuko y Kouki.

No sé porqué, pero el que ella hubiera dicho mi nombre con confianza pareció llenarle de una renovada rabia contra mí, y se la pasó mirándome de reojo y con enojo cada vez que podía.

Fue realmente un alivio que Shinobu le dijera al viejo Takako que estaba ansiosa por mostrarnos el templo; a mi me faltaba poco para salir corriendo ante la seria y enojada mirada del tal Ryuto.

Nos pasamos el resto de la mañana rezándole a Inari, cumpliendo rituales que yo jamás había realizado, e incluso Shinobu me mostró las estatuas de zorro dedicadas a sus padres; un par de estatuas, que se suponía eran de zorros, situadas una frente a la otra sentadas muy rectas sobre sus colas y ambas con pergaminos entre las garras.

Antes de irnos, dejamos ofrendas de arroz y sake en el altar, le agradecimos al viejo Takako y a Ryuto, que seguía mirándome como si lo hubiera insultado en algún momento, y salimos atravesando el torii, entrando, de nuevo, al mundo profano.

Fuera del alcance de la mirada furiosa de aquel chico, el mundo profano nunca se me había antojado tan acogedor.

Me empezó a parecer que la idea de ir a un templo, en la religión que fuera, y sobretodo en mi caso, no iba a ser nunca una buena idea.

 

Re: Hoshi no tama

que puedo decir...
ah si, primero gracias a Selene Fowl por postear (gracias por el post me hiciste muuuy feliz) segundo, tengo examenes para la u la proxima semana asi que no voy a estar y no voy a poder publicar... y tercero, si alguien me quiere, por favor posteen!!!!!!

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Nunca le he temido a la oscuridad, no hay razones para hacerlo, o eso creía.

El que me encontrara a oscuras, en un lugar que no conocía, y con el cuerpo totalmente entumecido no era para nada bueno.

Me forcé a recordar que había echo durante el día, y mi recuerdo más claro era el del templo, pero no concordaba, después del templo sabía que habíamos ido a casa, y de ahí mis memorias se me hacían un tanto borrosas.

Estaba seguro de que estaba tumbado en un lugar cerrado, tal vez un sótano; podía sentir el piso de tierra en mi mejilla, y había un extraño olor a viejo que lo rodeaba todo.

Sentía también un extraño nudo en el estomago, de esos que se forman cuando uno está aguantándose las ganas de llorar, pero no tenía ni idea de que era lo que lo producía.

Pero me pareció aún más raro el que sintiera que mis pensamientos, los que tenía en ese momento, no tuvieran ninguna validez en las acciones que realizaba, tal y como si no fuera yo quien realmente estuviera manejando mi cuerpo.

Fue allí cuando comprendí que estaba teniendo un sueño.

En ese pequeño instante, la escena cambió por completo.

Tenía en mis manos la hoshi no tama de Shinobu, pero había perdido todo su calor y, de repente, empezó a romperse y a caerse en pedazos.

Alcé la mirada completamente asustado y me encontré con los oscuros ojos de Ryuto, que me observaba con una sonrisa burlona y prepotente.

- Nunca te diste cuenta, ¿verdad Katsuo? – decía con una rabia disfrazada de tranquilidad

Me desperté muy agitado, algo me decía que ese no era un sueño normal: ¿Qué significaba ese sueño?

Si es que lo era, claro.

Por lo general, cuando me daba cuenta de que era todo un sueño me despertaba al instante y la somnolencia volvía a caerme encima después de sólo un rato.

En esta ocasión, el descubrimiento me había llevado a otra parte del mismo sueño y las ganas de dormir de nuevo habían desaparecido por completo, es más, tenía ganas de hacer algo para quitarme esa última imagen.

No había nada que ver entre Ryuto y la hoshi no tama, de eso estaba seguro, o casi, porque Shinobu no había querido decirme nada sobre lo que pensó de él cuando lo vio, bueno, sólo había dicho que no era nada importante, y por mucho que yo insistí, no quiso decirme nada más.

Tal vez ella debería estar muy agradecida con mis hermanas, que no la dejaban ni de día ni de noche, y que, con su sobre protectora actitud hacia ella, evitaban cualquier conversación que durara más de cinco minutos, o en la que cualquiera de los dos pudiera hablar con tranquilidad.

Además, ahí el único que tenía posibilidad de preocuparme era el viejo Takako, que había resultado ser el sobrino del antiguo dueño de la casa y uno de los pocos que sabíamos de la existencia de Shinobu, pero, por una u otra circunstancia, no había heredado la capacidad de su tío de tocar la hoshi no tama, por lo que él, de momento, quedaba descartado.

Pensándolo bien, y estando ya más conciente, me pareció un tanto ridículo mi primer pensamiento; era simplemente un sueño, nada más.

Los sueños nunca pasan de ser eso… ¿cierto?

Si, era completamente absurdo que mi sueño se convirtiera en realidad; si alguno de mis raros sueños alguna vez se hubiera convertido en realidad, hace bastantes años que se hubiera incendiado mi antigua escuela, o que mi profesor de filosofía hubiera caído por un barranco.

Además, ¿Cómo podría saber Ryuto que ser era Shinobu? Para cualquiera, ella no parecía ser más que una adolescente, nadie podría saber con tanta facilidad que ella era un ser mágico, no con el tipo de transformación que ella utilizaba.

No tenía porque preocuparme.

Ella estaría bien…

Había estado siglos así…

¿Siglos?

Por lo que ella me había dicho, tenía siglos de existencia, y aún así, parecía tener unos dieciocho recién cumplidos, y quien sabe cuanto tiempo más podría seguir aparentando tener la misma edad.

Pude imaginarme por un instante ya viejo y cansado, con ella a mi lado, todavía pareciendo ser una adolescente, mirándome morir con lástima y sin poder hacer nada.

Podría llegar a pasar.

De una manera u otra, ella era una yokai, y yo no era más que un simple humano, tarde o temprano iba a morir, y terminaría siendo uno de sus tristes recuerdos, tal y como había pasado con el antiguo dueño de la casa donde ahora vivía.

¿Estaba acaso destinado a repetir su destino?

No me extrañaría, por como iban las cosas, podía deducir que todo iría a terminar así.

A veces, las historias se repiten, y me pareció que esta era una de esas historias.

Me gustaría poder creer que en algún momento podría llegar a ser como ella, que podría, sino ser un yokai, ser inmortal, y poder estar con ella por siempre.

Al parecer, si no eran mis hermanas o el tal Ryuto quienes nos separarían, habría algo que si lo haría, y lo haría de una manera definitiva: la muerte.

 

Re: Hoshi no tama

Hiiiiiii!!!!!!!!!!!! como las ha tratado la vida????

Me he desanimado un poco por la falta de apoyo, bueno, no de todas, mil gracias a Selene-chan y a my_lady a la primera por haber insistido por nuevo capi, y a la segunda por la comprension por lo de los examenes...

igual me desanimé, esperaba encontrar mas post, digo no????

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​

Como lo había imaginado, mis preocupados pensamientos me mantuvieron sin ganas de dormir y, por eso, tenía unas profundas ojeras que resaltaban demasiado sobre mi pálida piel.

Por suerte, había logrado hablar con Shinobu antes de irme a la escuela, y cuando me armé del valor suficiente le pregunté por lo que pasaría con nosotros dos, pero sólo me abrazó pidiéndome que no me preocupara y estuvimos un buen rato así, hasta que mi madre amenazó desde su cuarto el ir a sacarme si no me afanaba.

Pensé que se despediría con un simple “hasta luego”, pero se puso de puntillas para rozar sus labios contra los míos, y me susurró al oído un suave “tenemos que hablar”

No se, ni tampoco me interesa saber como fue que salí de mi casa y llegué a la escuela en el estado ensoñador en el que me había dejado, pero definitivamente ya no estaba preocupado.

- Katsuo, despierta – una mano se agitaba con frenesí delante de mi cara intentando, no en vano, sacarme de mis pensamientos - ¿estás ahí?, tenemos que hacer un trabajo en grupo, ¿Qué vamos a hacer?

- ¿eh?, ¿un trabajo? ¿de qué? – dije volviendo de repente a la realidad y dándome cuenta de que el salón era un hervidero de emoción por la posibilidad de hacer grupos para realizar el trabajo.

- ¿Cómo así que de que? – Tanaka Koichi, mi mejor amigo desde mí llegada al Japón, me miraba extrañado, intentando descifrar lo que me tenía tan distraído – Tenemos que investigar sobre… - se volteó para revisar el tablero a su espalda – Mi… cha… el de… algo – dijo tras su “intento” de leer el nombre del filósofo.

- Michael de Focault – le corregí yo – Y sea lo que sea ya lo tengo – ya había tenido que sufrir bastante con mi anterior profesor, y lo único que había logrado aprender de él, además de que la filosofía no era lo mío, era el pensamiento de este filosofo en particular.

- Está bien – dijo con gesto esperanzado; además de su mejor amigo, yo había sido la solución a casi todos sus problemas académicos, en lo que no le podía ayudar era en los exámenes – Voy a tu casa – ni siquiera preguntó, y no alcancé a decir nada, pues salió corriendo a todo lo que sus piernas le permitían, y fue esa velocidad asombrosa la que me advirtió que ya se habían acabado las clases; él sólo corría de esa manera cuando su estómago le advertía que ya era mediodía.

Tenía la pequeña, pero remota esperanza de poder almorzar, rápido para no intrigar a mis padres ni a mis hermanas, y poderme ir a hablar un rato con Shinobu, aunque no me consideraba capaz de mirarla y no sonrojarme después de lo que había sucedido esa mañana.

Y si que había sido muy remota mi esperanza, porque no iba ni en la mitad del plato cuando sonó la campana.

Koichi saludó educadamente a mi familia y me jaló en dirección a mi cuarto apenas le abrí la puerta de la casa.

- Bien, ¿Qué te pasa?, has estado distraído toda la mañana – aunque intentaba parecer serio, cosa rara en él, la mirada que me dirigía me provocó un ataque de risa.

- ¿a que te refieres? – le dije con tranquilidad, pero estaba rogando porque nadie apareciera en ese momento – No me pasa nada.

- Estás raro – aseguró entrecerrando los ojos – Bueno, estás más raro de lo normal.

Me iba a parar para poder darle un puntapié, pero una sombra negra salto desde mi ventana y se posó con suavidad en el escritorio. Shinobu nos miraba asustada y yo, que sentía que no iba a poder con tanta tensión, me volteé lentamente para poder ver mejor a Koichi.

- emmm… - Koichi la miraba ladeando la cabeza de un lado a otro.

- esto… verás… - intentaba encontrar las palabras correctas para explicarle la presencia del zorro en mi casa.

- ¡Es tan bonito! – casi me voy de espalda al oír el tono y la mirada que le dirigió a Shinobu al verla; había olvidado por completo sus ambiciones de ser biólogo, y lo mucho que le gustaban los animales silvestres - ¿Desde hace cuanto lo tienes? ¿Por qué no me lo habías mostrado? – me miraba con algo de enojo, y parecía algo indeciso entre acercarse más al zorro o quedarse allí donde estaba.

- Primero, es hembra – le corregí – Segundo, ya estaba aquí antes de que nosotros llegáramos, y tercero, no te la había mostrado porque nos acabábamos de darnos cuenta de su presencia hace algunas semanas, y no quería que le rompieras las costillas.

Shinobu pareció tomarse muy enserio mis palabras, pues saltó desde el escritorio directamente a mis brazos, y se quedó mirando a Koichi con precaución.

Yo me puse rojo a más no poder, y Koichi aprovechó la situación para reírse de mi tonta actitud, claro, el no sabía lo que estaba pasando, y yo tampoco tenía planeado explicárselo.

Logré, no se como, volver a la normalidad para poder decirle a mi amigo que no me sucedía nada y empezar el trabajo que tuvimos listo en menos tiempo de lo que yo pensé, o quería.

- Bien – dijo Koichi muy animado - ¿ya me vas a decir que es lo que te pasa?

- Que no me pasa nada – repliqué yo por enésima vez.

- mmm… - murmuró él con gesto cansado, y se dirigió a Shinobu que estaba sobre uno de mis libros – Es muy terco ¿verdad? – ella soltó una risita que más parecía un ronroneo – no sé como lo soportas, en serio.

- Mejor cállate – le amenacé con más ganas de las que quería; Shinobu había saltado desde mis libros hasta mi cama, donde estábamos sentados, y dejó que Koichi acariciara una de sus negras orejas.

- Ya cálmate, no es para tanto.

Como me gustaría poder decir que pude replicarle algo, pero su celular sonó anunciando un mensaje de texto que él leyó con absoluta calma, hasta que le dejo con la misma calma encima de la colcha.

- ¡Mira! – me puso el celular justo enfrente de la nariz, y he ahí que estalló toda su emoción - ¡Mitzuki acaba de responderme! ¡Quiere que salgamos hoy!

- Felicidades, supongo – había estado invitando a esa chica desde el comienzo del año, así que podría considerarse un gran logro para él, pero no sabía que pensar sobre la pobre muchacha.

- Ha, sabía que podría hacerlo – se paró como si fuera un gran general tras haber ganado una importante batalla – Te lo digo Katsuo, voy a conseguir novia antes que tú.

- Claro, lo que quieras – me aguanté las ganas de reír que me atacaron en ese momento.

- ¡Oh! – dijo con gesto trágico – sabía que había pasado algo – me miró como si tuviera algo raro en el rostro – ha llegado ese día: ¡has conseguido novia!

- Serás idiota – me ruboricé, no lo suficiente como para huir a su mirada, pero decidí que él ya estaba tocando terrenos peligrosos – y, entonces… ¿a que hora dijiste que te ibas a encontrar con Mitzuki?

Miró su reloj y frunció el ceño.

- Me debes una explicación.

Se levantó y se fue con aire ofendido, murmurando cosas como: “que mal amigo” o “y yo que confiaba en ti”

Sabía que el interrogatorio continuaría al día siguiente, así que sólo me quedó el consuelo de que podría al fin hablar con Shinobu con tranquilidad.

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mmmm... espero que este capitulo si guste, ejem, bueno, no estoy acostumbrada a eso de las amenazas y chantajes, pero, bueno, si la cosa sigue asi, no voy a seguir publicando, por lo menos no en este sitio

 

Re: Hoshi no tama

weno, weno, he de decir que he tomado una decisión: no voy a volver a publicar (insisto en que por lo menos aquí no) no lo digo por My_lady, ella ha mantenido su apoyo siempre, pero, no se...

gracias a todos los que leyeron este fic, y a los que quieran sequirlo leyendo, está en fanfic.es, y que más puedo decir, este es el último capitulo que publico...

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Estaba, porque no decirlo, furioso, sobretodo porque no podía, bueno, no debía decir absolutamente nada a mi amigo sobre la verdadera identidad del zorro al que tan cariñosamente le había acariciado las orejas.

Malditos celos.

Intenté calmarme, y he de confesar que me costó bastante volver a la normalidad, pero lo logré cuando me encontré frente a la mirada grisácea de la pelinegra en mi cuarto.

- ¿Qué quieres saber? – preguntó Shinobu con tranquilidad sentada sobre el filo de mi cama.

La verdad, y siendo totalmente sincero, no había pensado que era claramente lo que quería preguntarle, pero si tenía una duda que había rondado mi mente desde hacía algunos días.

- ¿Qué pasa con ese Ryuto?

- Verás – por un momento pensé que había vuelto la inseguridad con la que me había hablado el primer día que nos vimos, pero esa ilusión duró sólo unos segundos; me miró con una tierna sonrisa y continuó hablando – Hay, entre los humanos, algunos que nacen con la capacidad de tocar la Hoshi no tama, pero, entre ellos, hay quienes nacen con el don de manipularlas.

- Bien, ¿pero que pasa con él?

- A eso voy – miró hacia la ventana, sumida en sus pensamientos antes de continuar – Tú eres una de esas personas con la capacidad de manipular mi Hoshi no tama, si quisieras, podrías transferirte todos mis poderes y ser tan poderoso como yo, pero has decidido estar conmigo, y por eso eres mi guardián, o el de mi alma, como quieras verlo. Taira Ryuto tiene la capacidad de tocar la Hoshi no tama, no sé si también de manipularla, y tampoco si sea alguien de fiar.

- ¿Tu guardián? ¿Yo? – Ni siquiera me lo había imaginado - ¿Por qué no me lo dijiste?

- ¡Claro que te lo dije! – dijo ella ofendida – No directamente, pero si te lo dije.

Había atravesado esa línea casi invisible que indicaba cuando estaba confundido, y creo que se me notaba en la expresión de mi rostro porque Shinobu sonrió de forma traviesa.

- ¿Recuerdas que cuando nos conocimos te dije que quería que te fueras porque representabas un gran peligro para mi? - Claro que lo recordaba, pero, sobretodo, recordaba que casi me había dado un infarto cuando ella se transformó - ¿Por qué dices entonces que no te lo dije?

- No me lo dijiste directamente – reclamé – Sabes que soy un poco lento con todas esas cosas de la magia.

- Para ser sincera, contaba con eso – dijo ella ensanchando su sonrisa y, de paso, aplastando mí ego – las que si le atinaron fueron tus hermanas, no pasó ni medio segundo después de que yo les contara lo que sucedía para que ellas ya hubieran sacado una conclusión al respecto. Son muy inteligentes…

- Si, inteligentes, claro… - murmuré enfadado – ¡Debiste habérmelo dicho!

- Lo siento – se excusó ella con la mirada baja y la voz apagada – Pensé que si te lo decía lo ibas a tomar como una obligación.

- ¿Y porqué habría de hacerlo? – No encontraba ninguna explicación lógica para que ella tuviera ese tonto pensamiento – Para mí, ser tu guardián no tiene nada de malo.

- No lo entiendes – susurró – no sabes lo que encierra, no quiero que pases por eso.

- ¿Qué pasaría?

Me miró al rostro con los ojos llenos de tristeza, y por primera vez noté el peso de los años que en realidad tenía.

- Serías mi guardián, y vivirías tanto tiempo como yo – siguió mirándome con tristeza en busca de mi reacción.

- ¿Cuál es el gran problema?

- ¡¿Y preguntas?! – Su voz se tiñó de pánico y se paró sobresaltada, yo también me paré en un intento de calmarla - ¡¿No te has puesto a pensar en lo duro que es ver morir a todos los que quieres?! ¡¿en que diablos estás pensando?! ¡No puedo hacerte eso!

No me había puesto a pensar en eso; yo quería estar con Shinobu, pero había pasado por alto a mi familia, y a todos a quienes conocía. ¿De verdad soportaría verlos morir?

- Créeme – Shinobu me miró de manera maternal, y arropó una de mis manos con las suyas – Ver envejecer a alguien, verlo morir, no es nada agradable.

No sabía que decir, ella tenía toda la razón.

- Sería mejor… – Balbuceó ella – Que no siguiéramos con esto... no quiero que sufras.

Iba a decirle que no me importaba, que podría soportarlo, que quería estar con ella, pero la determinación en su rostro y el nudo en mi garganta no me dejaron emitir ningún sonido.

La tomé por la cintura y la acerqué a mí. Si era una despedida, no quería sólo el recuerdo del dolor en mi pecho.

- No lo hagas – susurró ella intentando soltarse.

- Por favor – le supliqué con voz temblorosa.

Hundí mis manos en su oscuro cabello, acerqué mi rostro al suyo, pero fue ella quien terminó de acortar los pocos centímetros que nos separaban.

Quise creer que se había arrepentido de sus anteriores palabras, sobretodo cuando tomé su rostro y sentí sus húmedas lágrimas, aunque ni siquiera pude saber si era verdad, porque ella se soltó bruscamente y salió de mi habitación.