de Inuyasha - Disfraz de Novio [In/Ka]

Re: Disfraz de Novio [In/Ka]

​

FINAL​

​

Capitulo Veinte
Al caño.


—¡Esa es mi pequeñita! Siempre supe que lo harías bien…

¡Oh, mentira!

Miroku me despeinó una vez que me hube tirado en el sofá, bajo el viento que tiraba el ventilador de su living. Desde hacía tres horas me había instalado en su casa, y ahora, casi las nueve de la noche, estábamos esperando a Sango.

Mi primera semana, particularmente atada a un lindo muchachito, había transcurrido con normalidad, exceptuando el hecho de haberle sanado los celos a mi pequeño bebé de catorce años el día en el que le conté mi relación con Inuyasha. De más estaba decir que mi madre se había puesto mucho más que contenta ¡Estaba feliz! Y Souta no pudo evitar trabar amistad con Inuyasha, luego de hablar sobre deportes, chicas y juegos para la Play.

Pero sin duda lo mejor—o ciertamente lo peor— había sido el día jueves, cuando rendí el último examen de física con un espectacular ocho. Inuyasha me había felicitado por ello, comprándome montones de cajas de chocolate y dándome muchos besos.

La cuestión del día de hoy, era que por fin mi lindo chico iba a asumir su cargo en el taller, y junto a él, la vicepresidencia de Kouga. Así que en al tarde había ido a visitar a mi mejor amigo para pasar el tiempo con él y luego esperar a Sango quien me maquillaría y vestiría.

—¡Me dijiste que iba a rendir Física todos los años de mi carrera y que no me recibiría por ello!—le recordé tirándole un almohadón.

—¿Ah si? ¿Qué me importa? Igual tengo tú premio.

Salté del sillón con ojos expectantes y me lancé sobre Miroku.

—¿Y que es?

—¿Y a ti que te parece? Lo que me has pedido desde hace semanas…

Ahogué un grito y lo abracé tan fuertemente que ambos caímos al suelo, él golpeando su cabeza con el pié de una lámpara.

—¡AHOME!

—¡Te quiero, te quiero, te quiero…! Dámela ahora—ordené sonriente ignorando la expresión de dolor que adornaba su rostro— ¡Ni que te hubieras golpeado tan fuerte, llorón!

—Cállate, y tómala.

Sacó el regalito del bolsillo de su pantalón y yo enseguida me levanté del suelo, dejándolo a él aforrándose la cabeza con ambas manos, sentado en el suelo.

Observé el reemplazo de mi anterior pulserita verde, esta vez de color púrpura que, al igual que la anterior, seguía meticulosamente cada tonalidad de las piedras para lograr un efecto difuminado.

—Oh, que tierno…Te quiero mucho.

—Yo todavía estoy dudando sobre mi amor por ti. A veces tienes reacciones de esquizofrénica—dijo una vez parado.

Yo me acerqué al suelo solo para probar lo que había aprendido de Inuyasha en esa semana y, sin avisarle la Miroku, lo tacleé.


Sango apareció horrorizada por la puerta, usando su juego de llaves, cuando vio a su novio tirado en el suelo y a mí riéndome a su lado.
No tuve que explicarle nada, ella no se preocupó por él.
Alzó con su mano derecha una gran bolsa azul con cierre, que se ajustaba a la prenda que debería llevar en su interior, y me señaló para que la siguiera hasta el fantástico baño de la casa de Miroku.

Ella me mostró un vestido negro que se ataba en mis hombros y que terminaba varios centímetros por encima de mi rodilla. Este era mas ajustado que el verde que había usado en la última cena y, según Sango, iba a enloquecer a Inuyasha.

No dije mas, simplemente me entregué a ella para que me maquillara y peinara.

Y debía reconocer que las sombras oscuras en mis párpados quedaban bastante bien, a pesar de que yo no solía llevar maquillaje. Sin duda Sango era un genio.

Le dio a mis labios una tonalidad mas furiosa y dio por terminada la transformación.

A veces me gustaba verme así de mujercita, y cuando volvimos al living, Miroku no reprimió el silbido.

—Oh, gracias—dije.

—Lo hice por Sango, de todos modos—mintió y a mi lado, su novia soltó sus contagiosas risitas.

—¡Mentiroso!

—En serio. ¿Quieres pelear?—preguntó cambiando de tema.

No tuve tiempo de darle su rutinaria paliza porque el timbre sonó y él disparó sus pasos hacia la puerta. Tampoco me vi obligada esperar a verlo cruzar el umbral de la puerta para saber de quien se trataba. Incluso si no hubiera oído el chocar de dos manos y puños acompañados por una serie amistosa de golpes habría sabido que Inuyasha estaba ingresando en la casa de Miroku, y es que la hora y el día lo demandaban.

—Llegas justo a tiempo para librarme de eso—dijo Miroku y me señaló.

—Voy a hacer de cuenta que no oí el tonito de burla que hubo en tus palabras. Sango—me giré hacia ella y la miré, radiante como siempre— ¿Ustedes van a salir? Esta noche—aclaré.

—Si, vamos a tomar—respondió ella a secas, pero dedicándome una sonrisa.

Yo asentí lentamente y rodeé a Inuyasha en silencio, manteniendo mi vista en Miroku. Sus ojos me acusaban y me tiraban un mensaje que tardé en comprender: él quería estar a solas con Sango. Y por supuesto que aquí Inuyasha y yo estábamos de sobra. Sango me sonrió cuando posé mi mirada en ella en un rato largo y al mirar a Inuyasha, lo vi mandándose señas extrañas con Miroku, pero claramente lujuriosas, refiriéndose a algo.

—¿Nos vamos ya?—me preguntó cuando se percató de mi mirada. Yo asentí y me despedí de mis amigos.

El viaje en auto no fue para nada silencioso. Inuyasha dejó de fondo varias canciones de Pearl Jam—para variar— mientras ambos nos sumergíamos en nuestras conversaciones, él muy atento, también, a la ruta—aunque manejando fuera un espectáculo—.
El lugar de la cena era el mismo que la de la vez anterior, por ende ya sabía la ubicación de los baños, la pista de baile y a que mesa no debería acercarme si quería conservar mi dignidad y mis diez dedos.

Esta vez, Inuyasha me había invitado a dormir a su casa.

Llegamos e Inuyasha buscó un lugar donde aparcar el auto dentro del estacionamiento. A pesar que esta vez no estaríamos simulando, no podía evitar sentirme nerviosa al pensar en la mirada calculadora de su padre.
Al entrar en el recinto, Inuyasha me tomó de la mano y me condujo a una de las tantas mesas. El ambiente era el mismo que la anterior vez, gente charlando modestamente, unos pocos bailando y todos con una copa en la mano.

—Estas muy linda—dijo Inuyasha antes de sentarnos—aunque…

—¿Qué pasa?—pregunté—¿No te gusta el vestido? ¡Oh, Sango me maquilló demasiado!—puse mis manos sobre mis ojos, aun así, sin tocar el maquillaje. Escuché la risa de él.

—Estas bien maquillada, pero el vestido…

—¿Qué?

—Se te ve tan sexy…—se mordió el labio y evaluó mi figura— aun así no me gusta.

—¿Por qué?—me crucé de brazos y lo miré ofendida. No me gustó nada su comentario y no tenía intención de ocultar mi malestar.

Él se colocó detrás de mí y continuó con su escrutinio.

—¿Cómo se supone que voy a quitártelo? ¡No tiene cierres ni nada! Jamás vi algo similar…—confesó con frustración.

Mi sonrojo llegó hasta las orejas y como consecuencia, mis ojos se volvieron mas brillosos.

—De todas formas iba a quitármelo yo, antes de ponerme un pijama o algo por el estilo—aclaré con poca simpatía, aunque la idea se volviera tentadora.

—¿Qué?—increpó él— Estas muy equivocada si crees que te dejaré pasar como si nada—contraatacó.

—Entonces no te diré como se quita esto—levanté el mentón y di unos pasos hacia delante para poner distancia. En su perfecta cara se formó una sonrisa que podría servirme de advertencia—¿Qué?—levanté una ceja— ¿El gran Inuyasha no sabe quitarle el vestido a una chica?

—¡Ja! Claro que sí se, pero sería mucho mas fácil si te pusieras algo mas común—me tomó de nuevo de la mano cuando pasó por mi lado y nos acercamos a una mesa, en donde reconocí a varios accionistas e ingenieros del taller que había conocido anteriormente— Y vas a arrepentirte por ello.

—¡Inuyasha!—llamó alegre un viejo ingeniero.

Inuyasha fue enseguida a su encuentro para darse un amistoso, pero formal abrazo. Enseguida tomamos asiento en la mesa principal, donde nos acompañaban mas de veinte personas. Tomamos asiento en los últimos lugares disponibles, uno frente al otro. Él se sentó junto al viejo ingeniero y yo frente a él, junto a una elegante y hermosa Kikyo.

No se, pero no pude evitar sonreírle.

—¿Cómo estás, Ahome?—inició ella distraídamente nuestra charla mientras le daba un sorbo a su copa de vino. No sonrió ni me miró, pero se mostró amable.

—Bien…bien. ¿Y tú?

—Realmente aburrida. Hace una hora estoy aquí escuchando las mismas charlas—contestó con su típica tonada fría.

—Oh, bueno…entonces próximamente seremos dos—a propósito hice un gesto bastante gracioso y humillante con mi cara para ver si lograba ver una pequeña curvatura en sus labios. Y lo conseguí, aunque solo duró medio segundo.

—Así que…estás con Inuyasha—comentó y volvió a tomar de su copa.

—Sip.

—Ya me lo suponía. Por lo general él se acuesta con cada chica que conoce—me contó— y no da rodeos, simplemente te pregunta: “¿Quieres sexo?”—roló sus ojos a diferencia mía que los abrí como platos y miré en la dirección del chico en cuestión para fulminarlo con la mirada. Él carraspeó, abandonando su charla con otros dos hombres, y me sonrió con nerviosismo— pero contigo—continuó la linda muchacha de mi lado— no fue directo al grano. Se veía nervioso, inseguro, uh…¿Enamorado?—rió ante el comentario y por fin clavó su vista en mí.

—No me di cuenta de ello. Siempre lo vi lo suficientemente altanero…—medité.

—Oh, en fin. Me alegro por ambos.

Terminó la extraña e innecesaria charla entre nosotras con su gélido tono y no volvimos a conversar. A cambio de eso me quedé en silencio durante un buen rato, por lo que me dediqué a mirar a las personas de la mesa, pasando por Kurenn, Kouga, desconocidos ingenieros con sus respectivas esposas y principalmente mirando a Inuyasha, quien mantenía corteses charlas con la gente a su alrededor. Cada tanto me miraba para ver si necesitaba algo o simplemente para regalarme sonrisas, era el único contacto que tenía en esa noche.

Así que me quité los zapatos por debajo de la mesa, ayudada por mis pies y estiré las piernas para chocar con las rodillas de Inuyasha. Enseguida noté la distracción en su conversación con un hombre sentado a mi lado, y ensanché mi sonrisa. Me dirigió una mirada furtiva y rápida y tomó mis pies descalzos cuando yo pretendía sacarlos de sus rodillas. Entonces dejé de sonreír al instante.
Lo miré seriamente cuando adiviné sus pensamientos y levanté mi dedo índice para pasarlo por mi cuello, en una clara señal de muerte.
Cuando acabó su conversación, me dedicó toda su atención y con una enorme sonrisa, asintió con su cabeza. Yo negué enseguida, y así estuvimos un minuto antes de que él concretara sus pensamientos.

Movió sus dedos frenéticamente sobre las plantas de mis pies y yo, en un intento de librarme de aquella tortura, moví mis piernas por debajo de la mesa, logrando únicamente moverla estrepitosamente y, con ella, las bebidas y platos.
Sentí las miradas de los comensales en mí cuando estallé en carcajadas, para nada disimuladas. Ahora me dolían las rodillas por haber golpeado la mesa, e Inuyasha que era implacable.
Kikyo se llevó una mano a la frente y negó lentamente con su cabeza.

—¡Basta!—chillé. Inuyasha seguía mofándose frente a mí mientras seguía con su tortura— ¡Por favor! ¡INUYASHA!—grité sin reparar en las miradas confusas de los demás.

Entonces el se detuvo y yo suspiré aliviada…

Lo cual duró solo unos segundos, antes de que mi rostro se volviera completamente rojo y el calor me golpeara.

La cena se volvió tan aburrida como la anterior, exceptuando la parte en la que comenzó el festejo por las nuevas manos en las que recaía el taller y los nombres de Kouga e Inuyasha estaban en la boca de todos.
De un momento a otro, los vi a ambos situados sobre un pequeño, pero lindo escenario, detrás de una tarima con dos micrófonos. Se notaba a la legua la tensión que emanaba entre ambos. Inuyasha se movió con sus andares arrogantes y masculinos, y Kouga hizo otro tanto.

Las palabras que dijeron ambos fueron cortas pero concisas y yo no les presté demasiada atención porque el taller no era algo que me importara o se me hiciera fácil de entender.

Me acerqué a Inuyasha una vez que hubo bajado del escenario pero Kouga me interceptó y me cegó con su sonrisa radiante.

—Hey…¿Cómo estás?—me preguntó. Yo miré por encima de su hombro donde Inuyasha ponía los ojos en blanco y daba los dos pasos que lo separaban de nosotros.

—Bien…¿Tú?

—Un escalón debajo de mí—terció Inuyasha con arrogancia— Como siempre…

Kouga rió ante el comentario, aunque yo no estaba segura si su risa había sido verdadera o una simple simulación por mantenerse digno.

—Perfecto. ¿Quieres bailar? Te veo tan aburrida…—Miró a su costado donde Inuyasha miraba las luces del techo, cómodamente con sus manos en los bolsillos.

—Kouga de verdad…—comenzó Inuyasha, pero Kouga interrumpió.

—Vamos Inuyasha, deja que ella me lo diga. Además mira su rostro, se nota desde lejos que está mucho mas que aburrida ¿Qué pasa, aun sigues sin divertir a tus novias? Luego no te quejes si se alejan buscando algo mas…—insinuó.

Ugh…¡Error!

Quizás se refería a Lime, o quizás yo estaba demasiado perseguida con ese tema. Pero lo que sea a lo que se haya referido Kouga, hizo que Inuyasha perdiera los estribos— y la poca importancia que le daba a las miradas de la gente sobre ellos— y se lanzara sobre Kouga en una absurda pelea.

Yo por instinto me hice atrás. Era eso o dejar que mi cara se hundiera como la de un perro Pequinés si seguía metida en el campo de batalla que habían armado.
La gente no tardó en soltar gritos de asombro y acercarse con mucha cautela para observar a los dos jóvenes tirándose patadas y piñas entre ellos. Una mujer gritó horrorizada aunque en realidad estuviera exagerando. Ellos no iban a hacerse daño, de eso estaba segura.
Pero mi humor había cambiado drásticamente y solo fui capaz de desear una bomba entre mis manos y volar el lugar.

¿Así que yo tenía cara de aburrida? ¡Ja! ¡E Inuyasha que mandaba todo al diablo con su comportamiento infantil de niño celoso!

Uno… dos… dos y cuarto…dos y medio…

Conté mentalmente con los ojos cerrados antes de decidirme a lanzar un grito o agitar una botella de champagne. Miré el puño de Kouga incrustado en la mejilla de Inuyasha cuando abrí uno de mis ojos y al abrir el otro, la patada de Inuyasha que había lanzado a Kouga al suelo.

Genial. Ahora se revolcaban en el suelo como dos perros…

¿Y toda mi furia por qué?

Bien. Primero Kouga había dicho que tenía cara de aburrida—que era cierto si me miraban minutos antes a que mi rostro se hubiera transformado en la mejor imitación de Jack Nicholson en El Resplandor— cuando en realidad, si me lo proponía, podía ser el alma de la fiesta.

¡Pero Inuyasha había arruinado todo su estúpido plan de engañar a su padre con una imagen madura y responsable! ¡TONTO! Y yo por semanas, y semanas consternada por presentarme en estas cenas y por armar aquél maquiavélico plan que lo llevaría a la presidencia. Estresada, humillada, transformada y enamorada. ¡Todo para que él pisara sobre ello en un repentino ataque de celos!

Jamás…

en mi vida…

me sentí…

TAN…

IDIOTA.


Lo habíamos planeado todo. Yo me haría pasar por su novia y él me haría aprobar física. Tanto tiempo perdido, tanta imagen regalada sin sentido alguno. Mis nervios a flor de piel por no saber mentir.

Todo en un segundo se había ido al caño.

E Inuyasha contaba con pocos segundos de vida. Si Kouga no acababa con él, lo haría su padre y en el caso de que éste último fallara, la responsabilidad pasaría a mis manos.

Y rogará no haber nacido. Bien, a lo mejor no tanto.


Deslicé mi mano sobre la mesa, aún manteniendo la vista en las dos personas que luchaban a escasos metros de mí, y tanteé por algo sólido y que al ser lanzado doliera y lastimara.

Honestamente, pero con una botella me conformaba.

De vidrio.

¡Tres!

—¡¡INUYASHA TAISHO!!

Alguien gritó.

Muy, muy fuerte.

Solté la botella que chocó contra el suelo haciendo un ruido que nadie pareció molestarse en escuchar, y el liquido espumoso salió y se metió entre mis pies. ¡Por supuesto que me había asustado al escuchar la voz poseída del padre de Inuyasha! Era como si el mismo Diablo hubiera gritado a través del cuerpo del empresario Kurenn. Me quedé temblando, como si la exclamación hubiera sido por mí, y por un momento—uno muy corto— sopesé la opción de refugiarme bajo la mesa.
Oh, que rápido me olvidaba del enojo… Ahora tendría la cabeza de Inuyasha rodando por allí. ¡Sin habernos casado aún!

¡¡Sin luna de miel, sin hijos…!!

—¡¡KOUGA!!

Me sobresalté de la manera mas estúpida ante el segundo grito a mis espaldas. Por mi lado pasó un hombre de rasgos similares de los de Kouga. Obviamente, debería ser su padre.

Los dos niños pararon su pelea y miraron horrorizados a sus padres. Por mi cuenta, me sostuve a la mesa y miré a Inuyasha, que ahora había clavado su vista en mí. Movió sus labios articulando palabras. Claramente pude leerlas. ‘VEN AQUÍ’. Posé mi mirada en su padre y luego en Inuyasha, en su padre y finalmente en Inuyasha. Negué con la cabeza pero Inuyasha volvió a ordenarme que vaya hasta donde él estaba.
Atravesé el salón lo mas rápido que pude hasta colocarme detrás de mi chico y me mordí el labio inferior.

—Idiota…—susurré solo para Inuyasha.

Kurenn estaba por hablar.

—¿Te gustaría,Inuyasha, contarme por qué haces una escena como esta?—Esa amabilidad era una farsa. Yo lo digo.

—¡Kouga mira a Kagome!—arrastró sus palabras disgustado y antes de que Kouga se defendiera, él continuó— ¡No digas que no! Vi como la mirabas durante la noche ¿Piensas que soy tonto?

—¡Oh, ahora soy la culpable de todo!—gimoteé pero nadie me escuchó.

—¿Y qué? La miro porque me parece linda. ¡Pero tú…!—acusó poniendo su dedo índice a centímetros de la nariz de Inuyasha— ¡Tú te pusiste frenético cuando la invité a bailar! ¡Como si pudiera hacerle algo mientras bailamos!

—¡Cállate, mejor consíguete una novia!

—Inuyasha esto es…tan frustrante. Pareciera que no mereces ocupar mi puesto—dijo su padre tranquilamente— ¿Este es el comienzo de tus ataques de ira infantil? Hasta hace una semana eras todo un hombre.

—¡Oh, oh!—intervine saliendo de atrás de Inuyasha— ¡Pero sí que es un hombre!—Bien, eso sonó algo mal y fue peor cuando Kurenn juntó sus cejas un poco contrariado— Lo que quiero decir es que no debe preocuparse porque el mismo Inuyasha que hasta hace una semana le había mostrado madurez y responsabilidad, es el mismo que hace semanas atrás planeó seducirme para hacerme pasar por su novia. Solo para poder tomar el cargo de…—callé.

Inuyasha rugió detrás de mí cuando su padre abrió sus ojos y su boca como si le hubieran dado una patada.

Bien, había hablado de más en mi intento por defenderlo.

Pero Inuyasha siempre sería el mas tonto.

—Adiós—dije y tomé la mano de Inuyasha para salir corriendo del recinto.

Las cosas ya estaban hechas. Inuyasha era presidente y ya nada podía bajarlo del cargo, y yo estaba segura que su padre en verdad confiaba ciegamente en él.

Aunque no tanto como yo.

Inuyasha me pasó gracias a su velocidad y con su mano entrelazada con la mía me introdujo en el auto. Nadie nos seguía, así que nos miramos por un rato largo en el que no hicimos más que insultarnos y amarnos con la mirada. Luego, las risas no tardaron en aparecer.

—¿Por qué… eres tan… tonta?—preguntó entre risas Inuyasha, reposando su cabeza sobre el respaldo de su asiento.

—¿Yo?—reí también— ¡Tú mandaste… al diablo todo con… esa pelea!

No se cuanto tiempo estuvimos riéndonos, pero todo eso me recordó a la vez en la que corrimos del hombre al cual él le había roto el parabrisas del auto cuando yo trataba de matarlo por insinuarme cosas sobre Andrés.


No. No podría asesinarlo jamás. Inuyasha era todo para mí y no necesitaba nada ni a nadie, solo él. Podría estar parada en medio de la nada, pero Inuyasha era mi cable a tierra y ya no podía imaginarme mas feliz y con alguien mas.

Entonces él dejó de reír y me miró larga y profundamente, apoyando su mejilla en el respaldo. Levantó su mano y rozó la mía, que se hallaba sonrojada por tanto agite.

—Y al final…¿Vas a decirme como puedo quitarte ese vestido?

Lo besé con fervor antes de darle cátedra sobre como quitar vestidos y las señales que presentaban éstos cuando no se les veía ningún cierre o botón.


Sin duda, Inuyasha era un tonto y no iba a cambiar nunca. Aunque ¿De que me quejaba? Esto solo es el comienzo.

Fin.

!!!♥♥!!!

Eh..¡Por fin! x) Me di cuenta recién que les di a Inuyasha y Kagome poco tiempo de noviazgo.. XD y we...

La cosa es asi: GRACIAS, por sus mensajitoss =) por los consejos, sobretodo las que me marcaron el problemita con los signos de puntuacion XD. ( busqué algo sobre eso pero igual...no se, soy re logi)
Ojala las encuentre de nuevo en algun futuro fanfic xP. Tengo uno en mente...
Así que nos vemos!

Adieuuu!