de Inuyasha - Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Asurama, 13 Noviembre 2008.

  1.  
    \Tsuyuka/

    \Tsuyuka/ Entusiasta

    Leo
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    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    O-nee-san!!!

    Espero que te mejores, te haré porras si es necesario...
    Ya me parecía rera que este capítulo fuera corto, pero no importa, porque al menos está.

    Los horarios son jodidos, es cierto, a mí me pasa, por eso aún no escribo la s continuaciones; por más que quiera avanzo unos renglones por día, alguien siempre me interrumpe, en general para cuidar a Emiliano, mi hermanito de 8 meses...

    Yo sé que ni en los Fics competimos, simplemente escribimos porque nos gusta, y, muchas veces, representa una distracción -al menos para mi- cuando tenemos problemas. Nos "beteamos" entre nosotras -aún espero la decisión de Pami con respecto a mi solicitud- y tratamos de mejorar.
    Parecemos hermanas lejanas, aunque unas verdaderas hermanas no se llevarían bien, y se harían la contra una a la otra. Y es cierto, porque los hermanos de sangre -y que vivimos en la misma casa- nos envidiamos porque al otro le salga algo bien (yo no porque hago todo lo que ellos hacen y mucho más)...

    Dije lo del concurso porque es cierto, aunque ahora me queda la duda de en qué concurso estamos ambas (eso me pasa por estar en 5 a la vez), pero creo que es "Relata una tragedia a partir de una situación concreta" y no "Relatos Fóbicos" como yo dije (aunque ahora dudo de haber si estás en ambos), jajajaja!!!

    Espero conti prontito -aunque se que puede tardar-, y que te emjores. Cualquier cosa que presises (desde ideas, ayuda con el FF -aunque lo dudo- apoyo sentimental, o simplemente hablar para sacar las cosas...) sabé que podés contar conmigo.

    Matta ne, O-nee-san...
    Atte.
    Tsuyuka, el 5to Dios.

    PD: Leo... Te vigilo!!!
     
  2.  
    Asurama

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    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    Akai Tsuki no Ai
    Corría incesante a toda velocidad rozando los árboles que eran diminutos comparados a su tamaño, apenas tocaba en suelo casi como si volara, como el fantasma que era. Resplandecía de blanco brillante como si se tratara de un cometa que atravesaba bosque, lagos y valles a toda velocidad, arrasando a su paso con todo aquello que tocaba.

    WTF
    Vayan a mi blog!!!
     
  3.  
    olga

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    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    o.o lo escribio cuando tenia 13 años
    por dioss!
    luchy nee-san enserio ke me dejas ke pensar de sessho eeehh jajaja cada ves me gusta mas en tu fic!!!
    bueno te he kerido comentar algo deun mensaje ke me mandaste a mi msn sobre personas famosas ke no creian en dios y que supuestamente al poco tiempo morian...
    pues dejame decirte que despues ke lei lo tuyo pienso que estas en toda la razon y te apoyo en ese pensamiento amiga!
    sin mas cuidate mucho y asi ok
    te quiere tu nee-san!
     
  4.  
    Asurama

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    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    ¡¡¡He regresado después de Siglos!!!

    Capítulo 24

    Se arrojó de espaldas en la cama, cerrando fuertemente los ojos mientras intentaba convencerse: “no pasa nada”, “no pasa nada”. Inspiraba profundamente, introduciendo en sus pulmones el aire entrecortado que entraba difícilmente por sus orificios nasales y salía como un suspiro de hielo por su boca.
    Jamás creyó que le tendría fobia a una situación como esa, jamás pensó en tomarlo como un miedo psicológico… Un miedo bastante fuerte.
    Si el hecho hubiera sido contado unos meses antes o en otra circunstancia, distinta sería la historia, pero esto era así: su mejor amiga había sido lastimada y ella había visto de cerca y con sus propios ojos las atrocidades que le habían hecho de modo indiscriminado, tanto en su cuerpo como en su mente. Peor aún, había perdido el contacto con ella y no tenía modo de saber cómo se encontraba, tampoco podría pedirle un consejo para tranquilizarse, ni siquiera si pudiera contactar con ella.
    Genial, estaba sola en esto
    Acompañada, pero sola
    ¿Cómo enfrentarlo?
    Lo sabía. En el momento preciso, se levantaría y echaría a correr… ¡No, eso no! ¡No debía actuar como cobarde! Pero al fin y al cabo, eso era: cobarde. Tenía inteligencia y avidez en todo, tenía agallas para casi todo, pero cuando pensaba en los últimos acontecimientos, se le ponían los pelos de puntas.

    Se sentó frente al espejo de un salto y se desenredó el cabello con el primer cepillo que encontró: uno negro y de cerdas muy gastadas. Se dio cuenta de que le temblaba la mano.
    —Anda, no puedes ser tan inútil y cobarde —se regañaba a sí misma— ¿Cuántas personas han pasado ya por esto y sobrevivieron? —de inmediato, vino a su mente la imagen de Rin en un cuarto de hospital— ¡Me gustaría que me dijeras cómo lo superaste! —se quejó canturreando un lloriqueo. Quería salir corriendo, pero no estaba segura de que sus piernas respondieran.

    Caminó como un animal enjaulado de un lado a otro de la habitación, mordiendo insistentemente una lapicera, se sentaba en una silla, iba y se sentaba en otra, de la cama al escritorio, del escritorio a la mesilla… las horas parecían no querer correr y el tic-tac del reloj la estaba enloqueciendo. Buscó en su cartera que estaba sobre la cama y sacó una tableta de pastillas tranquilizantes. Literalmente, tragó dos.
    Intentó no pensar, dispersar su mente como lo hacía cuando era una niña pequeña. Pensó en los noventa y cinco puntos que había sacado en un examen una semana atrás, en las salidas con su novio, en cosas chistosas, pero de nuevo le volvían los nervios, no importaba que hiciera veinte ejercicios de respiración consecutivos, esta situación superaba por mucho el miedo a un examen… este sería un examen en extremo difícil. Sintió que el estómago le daba un vuelco y que su mundo se tambaleaba.
    Cuando él subió, casi le entró risa. Ella estaba sentada en una esquina de la cama, con la cartera en el regazo, pálida y con la mirada vidriosa en un punto lejano mientras repetía en voz muy baja: —no puedo —no puedo…
    —¿No puedes qué? —preguntó mientras dejaba un vaso de cerveza en la mesilla
    —No puedo hacer esto
    Se sentó en la cama como a un metro y medio de distancia de ella, intentando descubrir en la lejanía qué era lo que ella miraba a través de la ventana.
    —¿En verdad no puedes?
    Era una escena digna de una película de miedo, sólo faltaba que la chica vomitara.
    Y ahí estuvo. Vomitó muy cerca del pie de la cama de fina madera
    Se tragó un suspiro, se levantó, fue hasta la cocina a buscar algo con lo que limpiar y volvió a subir, mientras ella seguía ahí petrificada. No quería ni parársele cerca por miedo a que colapsara.
    De algún modo, ella sintió que estaba haciendo el ridículo
    —No quería que me vieras en mi peor momento. —Él se puso en cuclillas y limpió el desastre, pero la estaba oyendo—. En verdad no estoy lista.
    —¿Parezco un torturador? —preguntó aguantándose la risa
    —No es eso —contestó ella en extremo avergonzada
    —¿Es por lo que pasó hace unos meses?
    Ella guardó silencio
    —Concuerdo en que fue terrible, pero supongo que no siempre tiene que ser así —comentó él como si ella le hubiera contestado
    —No puedo pensar
    —No pienses, entonces. Eso puede resultar relajante a menudo
    —Lo sabes porque nunca piensas —dijo intentando aplacar el miedo con un humor ácido atípico en ella.
    —Oye, tengo mis momentos —se quejó él—. No tendré tu intelecto súper dotado, pero al menos funciona —sí, ella temblaba. Si le pedía que le bajara una estrella, buscaría la forma de ir hasta una central espacial para subir allá arriba y traérsela de regalo, pero… miedo a un encuentro… ¿no era un poco exagerado? Era la primera vez que sabía de alguien que había vomitado de nervios. Salió llevando los artículos de limpieza y subió por tercera vez para sentarse cuidadosamente un poco más cerca.
    —No tienes por qué ponerte así —intentó animarla
    —A ver cómo lo solucionas, genio.
    Él sabía que la hostilidad era dirigida a intentar ocultar —o calmar— el miedo que amenazaba con brotar como un geiser desde el corazón de la pobre chica. Sí, no se equivocaba, ella estaba temblando y además estaba fría. Respiró profundamente y buscó responder algo que no la hiciera salir corriendo.
    Le dedicó una mirada lasciva
    —Qué escribe el maldito de Ai
    —¡Oye! Escribe bien —se quejó ella
    ¡Por fin lo miraba a la cara!
    Él sonrió abiertamente, luego rió a carcajadas
    Ella se puso de pie enfadada
    —¿De qué te ríes? —le dijo mientras le arrojaba una almohada
    Él se rió más
    —No me río de ti… —antes de acusar recibos, otra almohada aterrizó en su rostro—. Ahora vas a ver —amenazó poniéndose de pie, mientras apoyaba una rodilla en la cama y la echaba al piso de un almohadazo.
    Ella cayó sorprendida, pero se puso de pie y le saltó encima, volviendo a golpearlo con la almohada y haciendo que perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás. Ella también perdió el equilibrio y cayó sobre él. Su cartera y las almohadas aterrizaron en el suelo. Él entrecerró los bellísimos ojos dorados y le sonreía, parecía un ángel como siempre; sus rostros estaban a tan sólo unos centímetros de distancia, ellos, muy cerca. Ella le sonrió pero quiso apartarse rápido, sin embargo, se dio cuenta de que él la sujetaba por los brazos, impidiendo que se moviera. Forcejeó hacia atrás, una, dos veces, pero no consiguió soltarse.
    —Suéltame —le pidió
    Él negó con un leve movimiento de la cabeza. Ella volvió a tirar, pero no hubo caso, él tenía más fuerza. Se rindió y se quedó allí, permanecieron mirándose fijo por tiempo indefinido ¿Acaso su novio pretendía tomarle el pelo?
    O… ¿Tomarle otra cosa?
    —No te pasará nada —dijo risueño, y la atrajo más hacia sí para plantarle un profundo beso. Con una mano, la sujetó por la cintura y con la otra, le abrió la cremallera del abrigo azul marino.
    Con un suspiro largo, se dio por vencida y ya no lo empujó más. Que fuera como fuese. Sus ojos estaban llenos de vida y su boca sabía dulce como la miel ¿Qué importaba lo demás? Lo que parecía una pesadilla, de pronto se estaba convirtiendo en un pesado, cálido y agradable ensueño.
    Como en un trance, lo besó motu propio y siguió. Él la abrazó y le acarició los hombros, la espalda y el sedoso cabello, acercándola tanto como podía, intentando grabársela en su memoria. Dardos de fuego inundaban su sangre. Poco a poco, se incorporó y se sentó junto a ella, luego, se puso de pie y se quitó la camiseta blanca que llevaba puesta, diciéndole
    —¿Sigues jugando?
    Ella abrió mucho los ojos y se puso de pie para salir. Él le rodeó la cintura por detrás y la volcó de espaldas en la cama, sentándose en el borde y muy cerca de ella. Su hábil mano se deslizó por su espalda, debajo de la camiseta blanca y se la levantó, quitándosela por la cabeza. Luego, intentó soltarle el brassier. Ella lo sujetó por los brazos, intentando detenerlo.
    —Inuyasha, esto no
    Él sonrió tiernamente
    —Está bien —bajó las manos
    Ella fue aflojando las manos hasta que lo soltó. Acto seguido, se cubrió el pecho con ambas manos, con el rostro rojo de furia y de vergüenza
    —Debí haber sabido que no ibas a hacerme caso —quejarse no le servía de mucho, él le quitó la ropa interior de todas formas y la miraba con picardía mientras se aguantaba la risa.
    Aún lo miraba enfadada y confundida. Ella fue retrocediendo hasta que su espalda tomó contacto con la fría puerta de madera asegurada con llave. Inuyasha caminó hasta ella, la separó de la puerta y la abrazó, provocando que ella se descubriera. Sus cuerpos estuvieron en contacto.
    —No es nada —le dijo en el mismo tono calmo y tierno que había tenido durante toda la tarde, mientras sonreía con los labios sobre su sedoso cabello oscuro y sus ojos perdidos en un punto inexistente, imaginando cosas ávidas.
    Volvió a acariciarle el cabello, la espalda, el rostro, volvió a besarla hasta que ella sintió que se perdió, era un trance fuerte, un amor completamente embriagante para el que no había cura. Se sujetó a su cuello y se dejó abrazar, nadie nunca la trataría de esa forma, ni le daría la seguridad que le daba él. Una seguridad diferente que podía apartar todas las dificultades.
    Le pasó las manos por la espalda, casi hasta llegar a sus glúteos firmes, por su cintura y por el pecho y el escote. Notó todas sus formas y texturas, su cuerpo entumido, bien marcado y proporcionado. Dios, no quería perderse eso, se veía tan bien, olía tan bien… sabía tan bien. Y seguía aferrándola a ella, Kagome empezó a desear que él se acercara más si fuera posible.

    Y el miedo, no recordó en dónde lo había dejado.

    Siguió acariciándolo hacia abajo y, con un movimiento suave, tiró de sus pantalones hasta dejar libre su miembro. Aunque estaba tibio, no estaba duro como ella hubiera imaginado. “Ok, no me quieres”, intentó enfadarse pero simplemente no podía. Se arrodilló entre sus piernas y lo besó. Él casi perdió el equilibrio y apenas logró sentarse en la cama. Puso la mano sobre la cabeza de ella y la acercó hacia él.
    —Hazme lo que quieras hacerme —jadeó Inuyasha, cerró los ojos y se echó lentamente hacia atrás—. Aprovecha que en casa no hay nadie, ya no habrá segundas oportunidades para tamaña situación…
    ___________________________________________________________
    Tocaron a la puerta una, dos veces. Él corrió a medio vestir escaleras abajo mientras se colocaba una remera negra con inscripciones blancas en formato Book Antiqua, mientras Rin reía a carcajadas por la simpática escena, sentada a la mesa con uno de sus libros abierto en sus manos. Él rió un poco antes de llegar al último escalón, pero calló de inmediato y metió en el bolsillo trasero de su pantalón el cuchillo de doble filo.
    Al abrir la puerta, se encontró con una extraña sorpresa. Un muchacho vestido con el uniforme del correo le llevó una entrega: un sobre blanco pequeño. Ya no eran comunes en esta época el envío de ese tipo de cartas. Firmó el parte rápidamente, vio la ausencia de remitente y despidió al joven cartero, que se colocó su sombrero y sus lentes oscuros para salir a toda prisa en la motocicleta negra y azul que conducía.
    Cerró la puerta y luego miró el sobre cerrado de un lado y del otro. Entonces abrió lo, encontrando en el lado interno de la solapa la extraña inscripción:

    “Absoluta reserva”

    —¿Sucede algo? —preguntó Rin extrañada, mientras cerraba su libro y se inclinaba hacia delante, pues él se había quedado serio y en silencio por un buen rato.
    —No es nada. Sube al cuarto, iré en seguida
    —Dime de qué se trata
    —Anda, sube —dijo concentrado en el sobre
    —En seguida, pero dime…
    —Sube —dijo indicando la habitación, mientras se fijaba sólo en la inscripción, intrigado por el pequeño papel
    —Pero…
    —Sube
    —Pe…
    —Sube
    Entre risa y fastidio, puso el libro bajo el brazo y subió corriendo las escaleras para entrar al cuarto, cerrando la puerta tras de sí.
    Parado solo en medio de la sala, Sesshoumaru metió la mano en el sobre y extrajo otro sobre, dorado con hermosas letras negras, pero le faltaba remitente también. Tomó aire y leyó en silencio, había una invitación que decía

    “Como cada año, celebrando el aniversario de la Universidad Imperial de Tokio, la próxima apertura de un nuevo ciclo y la elección de vicerrector, nos complace invitarlo al acto académico y a la fiesta de apertura”

    Con la invitación formal, venía una invitación a la fiesta privada y un papel de admisión que decía “dos personas”. Miró hacia arriba, en el cuarto donde estaba Rin y luego la tarjeta.
    Estaba bastante confundido. A veces, recibía invitaciones como ésta o las recibía su representante, pero eran virtuales y decían siempre “AkaiTsukino Ai”. Él jamás contestaba ni tampoco asistía, pero era la primera vez que le hacían una invitación personal de la Universidad con su propio nombre.
    Todos los insumos siempre eran pagados por el Ministerio de Educación, principal organizador junto con la autoridad de la Universidad, la gente que asistía prácticamente nadaba en dinero. Él no.
    Se quedó pensativo por un buen rato y luego guardó las tarjetitas dentro de un libro.
    Fue hasta la cocina y preparó un café fuerte que bebió solo, sentado en la sala, mientras pensaba en lo irónico de la vida.
    —Así que me quieres ver en la fiesta como nunca —murmuró en voz baja mientras bebía.

    Tirada sobre la cama, mirando las páginas del grueso libro, Rin no conseguía concentrarse, pensando en el curioso sobre y en la actitud extraña y un tanto misteriosa que había tenido Sesshoumaru. Era muy raro que la hubiese enviado al cuarto así como así, sin darle ningún tipo de explicación, sin siquiera mirarla.
    —Como si fuera mi padre —bufó con un pesado suspiro
    Era divertida aquella reacción y él le debía unas cuantas explicaciones. Sería su tutor, pero también era su novio y debía recordar que estaban en igualdad de condiciones. De repente, tuvo miedo de que él le ocultara alguna faceta autoritaria y violenta, pero también pensó en lo dulce que podía ser.
    —Por favor, Rin, ¿en qué estás pensando? —se regañó a sí misma mientras movía su cabeza de un lado al otro, como tratando de sacar de allí los pensamientos morbosos—. Byakuya y esos malditos insectos. Ya sabía yo que me dejarían una secuela grave. Que le haya disparado en el cuello fue bastante suave. Se hubiera merecido que le diera un disparo en…
    Su teléfono celular sonó, pero ella tenía prohibido contestar, llamase quien llamase. Quizás Sesshoumaru estaba siendo un poco extremista, pero ella era consciente de que sólo estaba asustado y preocupado por ella. Entre suspiros de desgano, se tragó su incertidumbre, su miedo, su orgullo, sus preguntas y sus ganas de contestar. Cerró su libro y lo puso junto a la cama, recostándose luego de espaldas, mientras fijaba la vista en el techo y pensaba en forma divertida qué tipo de carta podría afectar tanto a su novio. Ella sabía que él no contestaría, pero tampoco le diría qué era eso.
    —Bueno, hasta entre novios deberíamos tener lugar para la privacidad, así que un día deberás dejarme atender mis llamadas telefónicas aunque se trate de una amenaza de dejar caer la Torre de Tokio.

    Tocaron a su puerta casi sobre el medio día. Ya que no se había anunciado, dio por sentado que el visitante era la misma persona que, como introducción, le había enviado una tarjeta de invitación con un día de antelación.
    —Buenos días —saludó secamente al abrir la puerta, e hizo un gesto con la mano de invitar a pasar.
    Él se le quedó mirando un buen rato, no se sorprendía de esa frialdad de trato tan característica en él. No podía creer que hacía tan sólo dos meses le había dado un gran susto, y ahora seguía igual que siempre, como si nada hubiera pasado.
    Entró con paso lento y se sentó cómodamente en una silla de la sala
    —¿Cómo han estado? —preguntó por él y por Rin
    —Perfectamente bien
    —Me han dicho que apenas sí pueden intercambiar unas palabras contigo y que no dejas a esos jóvenes hablar con Houko-san —lanzó el hombre tan parecido a él
    —No lo necesita
    —Están desesperados
    —¿Inuyasha también está desesperado? —preguntó Sesshoumaru cínicamente
    —Debes entender que hace meses desde que no tienen contacto.
    —Debo entender que cualquier tipo de contacto en una situación tan incierta es tanto peligroso para nosotros como para esos mocosos
    —Ese mocoso es tu hermano
    —Ya lo sé
    Se llevó una mano al mentón
    —Así que te preocupa después de todo
    Sesshoumaru lo miró de reojo. Claro que le preocupaba. Bajó la vista. Ellos eran su familia y los reconocía como tal aunque la situación no le agradara. Le preocupaban más personas de las que le gustaría reconocer, su corazón no era tan cerrado como su trato, sólo que no lo supo hasta que se quitó las máscaras de Ai y hasta que encontró a quienes amaba en una situación peor a la de él. Tenía el corazón abierto y podía recibirlos, incluso a su padre, a quien tenía en frente.
    —Son ellos los que se preocupan
    —Tú me preocupas, Sesshoumaru
    Él levantó la vista
    —Cuando te vi herido hace unos meses creí que no te levantarías. Ellos también se asustaron y se preocuparon por ti, no puedes actuar como si fueras del todo indiferente —soltó un suspiro—. Averigüé el nombre los integrantes de tu Asistencia. Los tratamientos que te dieron fueron pagados con mis fondos, no se utilizó un solo centavo de tu dinero o el de tus empleados —bajó la vista—. Inuyasha quería verte y no se lo permití.
    —¿Estás tratando de redimirte de tus culpas?
    —No —sonrió levemente
    —¿A qué se debe tu visita?
    —A confirmar tu respuesta a la invitación ¿Asistirán tú y Rin? Me he preocupado de la seguridad de ambos durante este tiempo. He gestionado toda la reunión, el protocolo del acto y la organización de la fiesta. Estuve fuera de casa todo el día de ayer, mientras hablaba con las autoridades.—se inclinó hacia delante—, además, personas de estas esferas han contribuido también en cubrir otros gastos que tú incluso ignoras.
    Sesshoumaru reaccionó y pensó en la admisión de Rin a la Universidad de Hosei y otros trámites ¿Su padre también había estado cooperando en eso sin que él supiera?
    —¿De modo que no puedo decir “no”?
    —Es tu decisión
    Sesshoumaru le tendió la mano a su padre
    —Desde el momento en que me pusieron una gota de tu sangre dejé de tener decisión —bromeó.
    Él lo estaba aceptando…
    …como si fuera parte de su familia
    ____________________________________________________________________________________
    Rin se preocupó en tomar sus clases del día y prestar la mayor atención posible, pero le costaba mientras pensaba en qué podía contener el sobre que había recibido Sesshoumaru. A pesar de que lo había gastado toda la tarde, él nunca le dijo de qué se trataba. Si era una carta cadena, no contestaría ni la seguiría. De todos modos, mientras no tuviera remitente y, considerando los sustos que se habían llevado y su cerrada actitud, no contestaría fuera el tipo de carta que fuera.
    Como de costumbre, su teléfono había sonado dos o tres veces, pero no era Sesshoumaru y sabía que no debía contestar ¿Y si por una vez desobedecía? Todavía tenía miedo de lo que esos sujetos podían hacer, del daño que le habían causado a ella y a Sesshoumaru ¿Por qué temía contestar las llamadas? Suspiraba y no atendió.
    —Hola —la saludó una simpática chica llamada Yukiyo— ¿Te hablan tus tutores? —comentó cuando ella miraba el número
    —No, no es eso —contestó Rin amablemente. Recordó que tenía indicaciones de no comentar datos privados a nadie, fuera quien fuere
    —Ya, di la verdad ¿El muchacho es tu novio?
    Rin se quedó mirando a la joven en silencio. Desvió la mirada.
    —Es un conocido de mi familia
    —No conozco ningún Houko aquí ¿Quiénes son tus parientes en Tokio?
    Tantas preguntas la incomodaban y ser de clase notablemente baja no la ayudaba en este ambiente. El no contestar le había valido el título de “apática” y de “egoísta” entre un buen porcentaje del cupo estudiantil.
    —Eh… —no sabía cómo salir del aprieto—, lo siento, tengo una clase en diez minutos, cielos, casi lo olvido, voy a llegar tarde —corrió tanto como pudo hasta llegar a salón de clases vacío. Durante las primeras semanas, fue el centro de atención, ahora era sólo una persona más, pero aún así era blanco de unas cuantas murmuraciones. La idea de la farsa del Rectorado de la Universidad de Tokio era una de ellas…
    Suspirando, tomó su última clase y salió agotada hasta llegar a la galería, donde, como siempre, Sesshoumaru estaba esperando en la puerta.
    Él no entendía cómo la mayoría de las estudiantes se paraban en camino para poder verlo, y para ver cómo Rin iba hacia él antes de salir ambos del edificio. Menos mal que no sabían quién era él.

    En el camino de regreso a casa, se tragó sus opiniones y escuchó cómo la atacaban la jóvenes de clase alta, cómo todos querían saber de dónde había salido ella y de dónde salía él, cómo los profesores daban clases extra a los alumnos que podían pagarlas, la manera distinta en que explicaban temas y aplicaban técnicas y cuáles eran las acentuadas diferencias entre las enseñanzas de las diferentes Universidades.
    —Pronto no te dirán nada, espera a que pase la novedad
    —Ah! Y hablando de “pasar” y de “pronto”, tengo que decirte
    —¿Qué?
    —Eres un tremendo dictador en lo que se refiere a controlar mi vida por todos lados, y lo que sucedió antes no es ninguna excusa para que no me permitas ver o hablar con mis amigos, los extraño y ellos deben sentir lo mismo.
    —Por el momento no puedes…
    —“…no puedes”, nada —le retrucó—. Escúchame, he vivido en la ciudad por casi un año, se cuidarme bien sola, no me pasará nada por reunirme con ellos. Me asfixias, necesito mi espacio, al menos para hablar con ellos, no puedes encerrarme en una caja y aislarme
    La miró por un momento en silencio y paró frente a la casa el sol estaba a punto de ocultarse
    —Tu seguridad es lo primero.
    De repente, al oír sus palabras, Rin sintió como si estuviera atrapada en alguna página de Dark Magic, con la reencarnación del sanador Daratrazanoff.
    —Sé que mi seguridad es lo primero, sé que tengo vigilancia todo el tiempo, sé que me lo prometiste y que lo vas a cumplir —tomó aire—, pero tengo derecho a tener una vida con libertad y no llena de miedos. No podías evitar que sucediera aquello, hacer esto no cambiará las cosas que fueron.
    Él tomó aire
    —¿Sabes? Tienes razón, pero no puedo evitar actuar de este modo, es más instintivo que razonado, dame un tiempo para recuperarme del temor a perderte y luego te dejaré verlos
    Ella sonrió
    —¿En verdad?
    Él asintió
    —¿Puedo llamarlos?
    Él negó con la cabeza.
    —Aún no sabemos a ciencia cierta qué fue lo que pasó con esos sujetos. Si tu línea está tomada, será un peligro. Tienen que hablarse personalmente, de modo que deben acordar verse en algún lugar
    —Oh, sí ¿Cómo, entonces, pretendes que acordemos un sitio de reunión?
    —Yo puedo arreglar eso
    —¿En verdad lo harías, Ai?
    —Pero claro que lo haría —le contestó él con una sonrisa, bajó del auto fue a abrirle la puerta para ayudarla a bajar.
    Entraron y Rin pudo ver en su sitio de la mesa la comida ya preparada. Como siempre, le había cocinado demasiado
    —Te estoy diciendo que voy a subir de peso
    —Mejor
    —Un médico desaprobaría esto
    —Quizás aún estoy algo traumatizado, pero te recuerdo que antes de venir a casa te mantenías a pan y agua, ibas a morir de inanición.
    —Ahora voy a morir de tanto comer.
    Sin esperarlo, ella le arrancó una risa. Se sentó frente a la bandeja repleta.
    Sesshoumaru le dedicaba una mirada dulce, esa mirada de amor devoto que ella tenía tanto al principio
    —Acompáñame —le dijo— quiero mostrarte algo.
    Ella saltó del lugar en donde se había sentado y se paró a su lado. Él volteó a verla y, para su sorpresa, nuevamente su rostro era inexpresivo e ininteligible.
    —Pero cierra los ojos —agregó.
    Ella, con una dulce sonrisa en los labios, cerró los ojos lentamente y levantó la cabeza. Él le colocó las manos sobre los hombros y así la ayudó a llegar a la habitación. Abrió la puerta, encendió las luces y cerró la puerta tras sus pasos, luego, la hizo caminar hasta el otro extremo. Ella sonreía con los ojos cerrados.
    —Hacia dónde estás llevándome
    Él se inclinó hasta alcanzar su oído.
    —Hacia donde no lo imaginas —dijo sin variar el tono de voz y mordisqueó en su oreja
    Ella rió más
    —¿Y si me lo imagino?
    Se quedó parada junto a la cama, mirando hacia la puerta. Escuchó cómo él se retiraba unos pasos
    —Ahora abre los ojos —ella los abrió lentamente, y luego de golpe. Se quedó boquiabierta y luego llevó ambas manos hacia el rostro, como si quisiera retener allí el aliento que se le había escapado…
    —¿Y esto? —luego sus ojos brillaron y sonrió ampliamente— ¡es maravilloso!
    En la puerta, colgaba un vestido de satén sencillo, al estilo griego, de color azul claro con jirones de tela de encaje y raso desde la cintura, justo a la talla de Rin.
    —Es un regalo para ti
    Ella pegó un gritito
    Él parpadeó y la miró
    —Un amigo de mi padre organizó una fiesta y quiere que asista. He aceptado, sé que hubo gente que ayudó cuando ni tú ni yo podíamos hacer nada debido a la desgracia que nos aconteció. Es una forma de agasajar a la familia y me envió una invitación formal. Los amigos de la familia quieren conocerte, irás luciendo así —volvió a mirar la fina y sencilla prenda
    Ella sonrió complacida y llevó las manos juntas hacia abajo
    —Es raro que hayas aceptado
    —Es motivo de fuerte castigo rechazar una invitación
    Ella lo sabía, pero aún con castigo él podría haber dicho que no, así era él, completamente impredecible a veces.
    —La amenaza no parece ser algo que te asuste —le dijo amablemente
    —Es verdad —afirmó él—. Podemos decir que he vuelto a ser parte de la familia
    —¿Por iniciativa propia?
    —Porque la vida es muy incierta —la miró a los ojos— y porque la paradoja existe —se acercó y le pasó la mano por la mejilla y el borde del rostro— existe a veces en circunstancias muy extrañas
    Ella hizo una dulce expresión que le dejó la apariencia de una niña pequeña y muy hermosa
    —Yo te lo había dicho
    —Muchas veces las hadas tienen razón, pero en este mundo tan agitado, sus pequeñas y dulces voces como murmullos casi no se escuchan —le acomodó un mechón de cabello—. Parece que a veces deben gritar.
    —Yo sé que tú me oyes, no tengo que gritar
    —Yo no te hablo y hasta a veces te susurraría —acercó su rostro al de ella y entrecerró los ojos en una expresión dulce, tierna, pacífica, esa mirada de absoluta devoción—, porque nuestros corazones se escuchan… porque están muy cerca el uno del otro —susurró y se acercó más hasta que sus labios estuvieron sólo a centímetros de los de ella. Sus labios tibios tocaron la suavidad de los de ella y se fundieron en un beso tierno. Sujetó el fino rostro de ella y continuó… La besó con la idea de estar probando una fruta exquisitamente dulce y sabrosa, como jamás antes hubiera probado, quería comérsela: estaba probando el corazón de Rin… una vez más.
    Bajó una mano hasta apoyarla a la altura del corazón de Rin, luego deslizó el dorso hacia abajo con un movimiento delicado, pasando sobre su abdomen para luego mover ambas manos hacia atrás y sujetarla con suavidad por la cintura. Ella suspiró y se colgó de su cuello. Continuaron besándose y se abrazaron con más fuerza, como si temieran separarse. Rin escondió la cara en el hombro de él. Tenía errores, pero tenía muchos más aciertos. Agradecía a esos aciertos sin máscaras de perfección, que reflejaban cosas que nadie más veía
    —Gracias por cuidarme desde tan cerca —murmuró—, gracias por ayudarme a salir del cascarón
    —Te debía el favor
    Se aferró a su espalda y siguió recostada en él, mientras él la sujetaba por la cintura
    —No me debías nada —suspiró de modo casi imperceptible—, era un tiempo diferente —arrastraba las palabras—, el tiempo era tuyo
    Él sonrió levemente, cerrando los ojos para concentrarse en la dulce esencia de Rin
    —Quizás esté llegando un tiempo para ambos.
    Ella rió
    —Quizás sí —se separó súbitamente de él y apoyó las palmas de las manos sobre su pecho— ¿Habrá un baile allí?
    Él inclinó la cabeza
    —Tal vez —parpadeó—, ni idea. Es posible que sí
    —Porque no sabré bailar —se rió de sí misma.
    —No es difícil cuando le tomas práctica —con movimiento parsimonioso, le sujetó una mano y le rodeó la cintura, dando algunos pasos hacia atrás y, luego, comenzó a marcarle compases de vals.
    Ella reía con ganas, al principio se confundía mucho, hasta que logró cogerle el ritmo. Él le dio un par de vueltas y bailó con ella por toda la habitación
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    Se quedó mirando el horario del acto formal al que no pensaba asistir. Lo aburría el protocolo y la larga espera de toda autoridad por muy importante que fuera, siempre le dejaba eso encargado a sus representantes. Pero esta vez sus representantes no podían ayudarlo, así que tenía que arreglárselas solo, como mejor le saliera. Ai tampoco lo ayudaría, tenía que actuar, no como el escritor, sino como él mismo. Por eso odiaba estar entre tanta gente, sin embargo, se lo había prometido a su padre y faltar a las promesas no era algo normal en él.
    Suspiró mirando el horario, iría directamente a la fiesta que se había organizado en la enorme residencia de la máxima autoridad.
    Después de tomar una buena merienda, Rin subió al cuarto de baño, después de unos minutos, entró al cuarto y se colocó el vestido que le había conseguido él. Era hermoso, jamás había visto una prenda tan sencilla pero tan fina. Se paró frente al espejo y volteó sobre sí misma un par de veces, admirando la pieza. El muchacho tenía buen gusto. Sentía que tenía puesto un pedazo de cielo, y no sólo por el color, sino que la prenda era muy suave, brillante y ligera también. Por un momento, se sintió como si fuera la princesa de alguna de sus historias favoritas, como si aquél regalo único y especial le hubiera aportado un brillo mágico que ocultaba cualquier mella que hubiera podido quedar en su corazón.
    Él se había alistado ya un par de horas antes que ella, jamás pensó que pudiera llevar tal traje, sí que parecía un príncipe.
    —Bueno, Ai Akaitsukino no puede ser tan sólo una máscara, luego de haberlo usado por años, debe haber adoptado alguna parte de su personalidad también —sonreía pícaramente, él se veía muy atractivo, más aún con traje, ¡y eso que sólo lo había visto de reojo! Le gustaba tanto. Sentía tanto amor por él.
    Se sentó en la cama por un momento y miró uno de los libros que él había escrito y tenía guardado, no el de la editorial, sino el verdadero, el manuscrito que siempre guardaba de cualquiera de sus libros. Dio vuelta unas cuantas páginas y tocó las letras como si lo acariciara a él.
    De repente, una idea llegó a su mente.
    Él le estaba escribiendo un libro.
    Pero también había escrito un libro para Kagura —La historia de una canción—.
    Kagura había sido su novia también.
    Y él tenía escritos diez libros…
    ¡¿Había tenido diez novias?!
    No, mejor ni se lo preguntaba. A lo mejor hasta se le había olvidado ya. Más le valía haberse olvidado.
    Pero no estaba enojada con él, no tenía ninguna clase de sentido, él no sería capaz de cambiarla por nada… ¿o sí? Después de todo lo que él había hecho por ella, no creía posible que se le ocurriera tal cosa. Por millonésima vez maldijo a los idiotas que le habían causado tal trastorno en su pequeño cerebro ¿Cómo pudieron causar que desconfiara así hasta de los que más la amaban?
    —Los odio —murmuró por enésima vez.
    Miró el cuaderno que guardaba el manuscrito de una de las tantas obras. Entrecerró los ojos. Tal como Sesshoumaru predijo, ahora ella tenía la misma mirada que solía tener él, lo sabía.
    —Te amo —decirlo no tenía sentido, ambos ya lo sabían. Cerró el cuaderno, y se levantó para abrir la puerta.

    Él estaba guardando la tarjeta cuando la oyó salir. Levantó la vista hacia el pasamano para mirarla. Soltó un suspiro corto y rápido, le sonrió. Ella le sonreía también.
    —A eso es lo que yo llamo una verdadera hada de agua.
    —Tú me convertiste en un hada de agua en las páginas de un libro —bajó la escalera
    —Tú ya eras un hada de agua mucho antes de aparecer en un libro —le tendió la mano para ayudarla a bajar los últimos escalones—, sólo que no te habías dado cuenta —mantenía la mirada fija en los ojos pardos de ella.
    —Sigo prefiriendo compararme con el rubí mellado
    —Hasta el rubí mellado es capaz de brillar si se pule —la jaló hacia él—. No puedo permitir que alguien cercano a mí se menosprecie, eres nada menos que la persona que he elegido para tener junto a mí siempre —acercó lentamente el rostro al de ella y la besó. Poco a poco, fue soltándole la mano, ella le puso ambas sobre las mejillas y lo acarició levemente.
    —Yo también quiero estar aquí siempre, sin importar cómo me sienta —sonrió tímidamente—, pero tú no solías hablar de “siempre”
    —Aunque sea algo imposible y parte de la paradoja —se rió de sí mismo—. Tú me hacer creer que puedo hacer cosas completamente imposibles. En este corto tiempo tuve que aprender a hacer magia para solucionar situaciones que jamás se me presentaron —le puso la mano en el rostro—, lo logré gracias a ti.
    —Pero si yo no hice nada
    —Estuviste en mi mente, durante todo este tiempo
    —¿Que hiciste magia en la cual posiblemente no crees?
    —Jamás dije que no creyera. La magia existe, pero debes creer en ella para que sea real
    —¿También puede borrar lo que pasó?
    —Lo ignoro, pero podría ser posible…

    Esperaba, rogaba que la gente no le cayera como una tromba luego de haberse desaparecido por años. Entre esas personas no había nadie de su círculo personal que supiera que era Ai Akaitsukino, salvo su padre, claro. Esperaba que no le hicieran preguntas engorrosas y que no los juzgaran por nada, ni siquiera por lo que sucedió. Esperaba poder evadir habladurías que de seguro habría, pero no por él, sino para que no afectaran la delicada estabilidad emocional que Rin tenía ahora. Esperaba que hablaran lo justo y se callaran en el momento justo.
    Esperaba que no hubiera peligros ¿Y qué era lo más peligroso?

    —Es una mansión enorme —comentó Rin en voz baja cuando llegaron a la residencia del organizador
    —Lo es —fue todo lo que él respondió mientras miraba los vehículos, unos cincuenta estacionados. Aparcó el coche gris en un espacio vacío
    —¿Estas autoridades realmente son conocidos de la familia?
    —Exacto.
    Rin miró los vehículos mientras especulaba la enorme cantidad de gente que debía estar asistiendo y descubrió su nuevo temor: fobia a las multitudes. Algo le decía que esa no sería una noche muy cómoda. Se tragó la protesta —su novio seguramente debía estar haciendo lo mismo— y se preparó para bajar.
    De pronto, vio un coche gris más oscuro que el de ellos. Lo conocía.
    —Sesshoumaru, ese coche… —era el que solía usar Inuyasha
    —Es mi padre —dijo él, mirando el vehículo—. Debe haber llegado aquí desde muy temprano. También estaba encargado de la organización del evento —Inuyasha usaba el coche de su padre, que no tenía ningún problema en prestarlo...
    Bajó, le abrió la puerta a Rin y la ayudó a salir. Bajo la luz de las estrellas se veía mucho más hermosa, casi etérea.
    Caminaron hasta la entrada donde había cinco personas encargadas del recibimiento de invitados. Presentó la tarjeta de invitación que le había dado su padre y confirmó su nombre y el de Rin. Una persona acompañó a ambos hasta la sala en donde todos estaban reunidos.
    Como Rin había pensado, esa gigantesca sala estaba repleta de gente, la mayoría eran de clase alta. A pesar de estar acostumbrada al cuadro, sintió una pequeña incomodidad, pero se tragó la protesta y caminó hacia el lugar que le asignaron en una larga mesa, tomada de la mano de Sesshoumaru
    —Este lugar está atestado de gente —murmuró
    —Ya lo sé
    —Pero ¿no te molesta?
    —¿Por qué crees que hago las convenciones en núcleos pequeños y cerrados? —eso respondía una pregunta.
    —Quiero salir de aquí
    —No te preocupes, es para hacer una buena letra —suspiró—, no nos quedaremos por mucho tiempo. —Supo que mentía. Porque su padre los vio y fue hasta donde estaban ellos, nada menos.
    —Vaya, Sesshoumaru, pensé que ya no vendrías
    —Qué poca confianza
    —Tengo algunas razones
    —Echa las razones al bote de basura, este mundo se ha enloquecido tanto que usar la lógica no sirve de mucho
    —Tienes razón —contestó su padre. Volteó hacia la gente reunida—. Quieren conocerte, la mayoría siente una gran curiosidad por ti y por Houko-san
    Rin no sabía en donde meterse, sintió mucha vergüenza.
    —A propósito, te ves muy bella —le dijo
    —Mu- muchas gracias —comentó tartamudeando, pero trató de recomponerse pronto
    —No sabes cuánto me alegra saber que estás bien
    —Lamento haberlo preocupado, señor Taishou
    —No debes lamentar nada, la buena voluntad nace de todos
    Indicó con la mano
    —Vengan conmigo
    Ellos se miraron entre sí y lo acompañaron. En menos de unos segundos, unas cuantas personas se nuclearon alrededor de los tres
    —Les presento a mi hijo, Sesshoumaru —les dijo— y a Houko Rin, la señorita es su novia.
    La gente —la mayoría, de la edad de su padre— lo miró con ansias y entusiasmo
    —Vaya, cómo has crecido…
    —Cuánto has cambiado…
    —No te recuerdo así…
    —Estás muy distinto…
    —¿A qué te dedicas…
    Le preguntaron muchas cosas. Él sin darse cuenta, contestó de la forma amable y melosa en la que hablaban los personajes de sus libros. De nuevo, máscaras de Ai.
    También hablaron con Rin, preguntaron su edad, su carrera y sobre la institución educativa a la que asistía. Todos se enorgullecieron de saber que estaba, como lo merecía, en una universidad privada prestigiosa, algunos ya lo sabían porque habían colaborado con la transferencia y la paga de beca. Sesshoumaru aún no se hacía a la idea de que una de sus mejores mentiras se hubiera convertido en realidad. A Rin, aquello le daba más esperanzas, podía burlarse de los pequeños grupos que, entre su comisión, hablaban mal de ella.
    Pronto, una hermosa mujer se unió al grupo
    —¿Cómo estás, hijo mío? —saludó a Sesshoumaru
    —Muy bien, gracias
    —¿Cómo estás pasando la fiesta?
    No podía negar que le agradaba el ambiente, por muy asfixiante que fuera
    —Excelente. Es una gran reunión y no sólo por atraer tal alto círculo, todos han sido muy amables
    Se oyeron murmullos de los invitados. Se acercaron algunos de la misma edad de él.
    Rin se sentía feliz, no podía creer que el muchacho realmente estuviera hablando sin prejuicios con su madrastra. El cambio se había dado. Por un momento, miró hacia un lado y vio a unas chicas como de su edad con caras bastante largas. Pudo reconocerlas, eran sus compañeras en la Privada y ellas también la habían visto. Cuando sus miradas se cruzaron, las chicas no dudaron y se acercaron al grupo de gente mayor, donde también estaba el padre de una de ellas. No se trataba precisamente del grupo más afecto a Rin, por el contrario, era uno de los que más divulgaban la historia de la falsa beca, de la farsa de Sesshoumaru.
    —Hola, Houko-san ¿Qué hace alguien como tú en un lugar tan refinado y exclusivo como este? —la sorna fue insidiosa.
    —Es mi invitada —les contestó Sesshoumaru
    —Es invitada de honor, como él —agregó su padre
    Las chicas lo miraron, y luego a su esposa
    —¿Es usted el Rector asignado a la Universidad Imperial?
    Él asintió
    —Y este muchacho es mi hijo, se los presento. Sesshoumaru Taishou, graduado en la Academia de Letras de Tokyo
    Las muchachas se retorcieron ¿Él era hijo del Rector? ¿Se había graduado en una academia? ¿Ella era novia de alguien así? Sus egos se empequeñecieron, esa ya no era su área.
    —No creo que se moleste —lo miró y luego al grupo— si digo que es Akaitsukino Ai
    Una de las chicas, que estaba bebiendo de una copa, se atragantó, la otra se quedó sin aire y completamente pálida ¡¿Ese era Ai?! Sus egos se empequeñecieron más aún. Ya no eran nada. Esa ya ni siquiera era el área de sus padres. ¡Y esa desgraciada se paseaba por ahí presumiendo de ser su novia! ¡Querían matarla!
    Una se le adelantó
    —Tú… ¿tú eres Akaitsukino Ai? Encantada de conocer… —quiso estrecharle la mano— …te —pero él no se dejó.
    —Señoritas —dijo en un tono inexpresivo—, esto es una fiesta decente y yo estoy en frente de mi padre, mi madre y mi novia —miró hacia un costado— … y de mi hermano, desgraciadamente.
    —¿Qué? —preguntó Rin confundida, mirando en la misma dirección que él.
    —¡Rin-chan! —Una joven de cabello oscuro se abrazó con fuerza a ella
    —Ah… ¿Kagome? —la miró incrédula— ¿Pero qué haces tú aquí? —estaba más que feliz
    —¿Cómo que qué hago? —hasta los ojos de la chica brillaban de felicidad— ¿Y tú qué haces aquí?
    Miró al muchacho a su lado
    —¿Ai? ¡Eres tú! —le sonreía, le sonreía con los ojos brillantes y una sonrisa de oreja a oreja— ¿por qué no nos contestabas, tu hermano estaba nervios…
    Inuyasha llegó de atrás y le cubrió la boca
    —Oye, cómo estás, aparecieron los perdidos, ya estábamos pensando que fueron raptados o algo
    Su hermano mayor lo miró con burla
    —No podrían hacerme algo ni aunque quisieran
    —Es verdad, es más peligroso de lo que aparenta —dijo Rin en broma
    Inuyasha la miró con picardía
    —Ya lo imagino —se acercó a verla—, oye, te hemos extrañado mucho, no es necesario que te disculpes, desde el principio dimos por sentado que éste no te dejaba contestar —dijo señalando a Sesshoumaru con un movimiento de cabeza.
    —¿Cómo han estado ustedes?
    —Hemos estado muy bien —le contestó Kagome— ¿Y tú?
    —He estado excelente, en verdad me siento muy bien, pero los he extrañado mucho también, ya tenía deseos de verlos y contarles todo lo que he estado haciendo.
    —Oh, sí, nosotros también tenemos mucho que contarte —le dijo Inuyasha—, no tienes idea de cómo han cambiado las cosas desde que te fuiste.
    —He estado un poco desconectada
    —¿Un poco? —miró a Sesshoumaru—, creímos que estarías encerrada en una caja blindada, o algo así.
    —No es mala idea —contestó Sesshoumaru
    —Ay no, por favor —le dijo Rin a Inuyasha—, no lo incites, que es capaz.
    —No me imagino de qué será capaz este animal
    —Animal serás tú —le contestó Sesshoumaru
    —Muchachos —les llamó la atención su padre—. Paz y armonía, que esto es una fiesta, no una arena de combate.
    —Como quieras, le contestó Sesshoumaru.
    En unos minutos, el grupo de invitados del padre de los muchachos se fue acompañado de ésta hacia una mesa y las odiosas compañeras de Rin prácticamente se hicieron humo. Ella sí que tenía una familia reconocida, tendrían que vivir con la idea de que esa muchacha sencilla estuviera a la altura de ellas… o incluso más, para su pesar.
    Rin miró a Inuyasha y a Kagome. Ella llevaba un vestido strapless rosa pálido muy sencillo, que tenía una rosa de tela a la altura de la cintura, Inuyasha vestía un traje negro que lo hacía verse muy bien. En su mente, sintió la tentación de preguntar si estaban asistiendo a su propia boda. Intercambió miradas con Sesshoumaru, esos ojos ávidos decían más que mil palabras.

    Inuyasha hizo servir dos copas de vino, se las pasó a su hermano y a Kagome e hizo servirse otra
    —¿Qué tanto has hecho en todo este tiempo? Localizarte parece imposible —sonrió ávidamente—, al menos en esta fiesta no tendrás posibilidad de evadirnos —Kagome se agarró de su brazo—, o de que nos agarremos a golpes como cierta vez
    —Ni me lo recuerdes —dijo Sesshoumaru, enojado, mientras, a Kagome y a Rin se le ponían los pelos de puntas.
    —No contestaste a mi pregunta
    —He estado haciendo trámites —bebió un sorbo de la copa que le había dado Inuyasha
    —¿Rin seguirá estudiando? —preguntó Kagome
    —Fue transferida mediante una beca de la facultad a la Universidad Privada de Hosei —miró un momento a Rin— pero ha sido de modo confidencial, así que te pediré discreción —dijo en tono bajo para que sólo el grupo oyera.
    —No hay problema ¿El plan de estudios es el mismo?
    —Es mejor, aunque creo que no puede decir lo mismo de sus compañeros de clase —miró a Rin— ¿verdad?
    —Han sido un lastre durante toda la cursada —se quejó Rin
    —Pero qué pedazo de…
    —Inuyasha, no toda le gente es igual —le dijo Sesshoumaru—. Las hay más discretas y más lenguas largas —dijo en tono despectivo antes de volver a beber.
    Inuyasha bebió y miró con algo de pena a Rin. Si ellos fueran sus compañeros de clase nadie la molestaría
    —Creo que le pediré a papá que me transfiera
    —¿Crees que le agradará la idea? —dijo Sesshoumaru de manera sardónica, recordando que su padre era Rector de la Universidad de Tokyo.
    —Si le digo el motivo, no creo que se moleste
    —Perderás más tiempo que si sigues estudiando
    —Al menos Rin no enfrentaría con tanta dificultad los problemas en los que la metiste
    —No es grave —se defendió Rin—, no me importa lo que digan, además son la minoría.
    —¿Saben sobre la verdadera relación entre ustedes dos? —le preguntó Kagome
    —No saben —Sesshoumaru miró a Rin—. Especulan.
    —Querían saber a toda costa quién eras, ahora se correrá el rumor —se quejó Rin
    —Rin, rumor es rumor solamente
    —Al menos no podrán encontrar la forma de demostrar que la beca es falsa —se alivió ella con un suspiro
    —Quién dijo que querían sacarla del sistema
    Kagome se tapó la boca.
    —No pueden, Kagome —dijo Sesshoumaru relajadamente—. ¿Crees que un grupo de mocosos creídos de alta sociedad, con sólo un rumor pueden desestabilizar el estricto sistema de una institución súper organizada que lleva décadas trabajando con prestigio? —dijo refiriéndose al trabajo de su padre
    —¿La beca es real o no? —preguntó Kagome
    —Es real y la solventa la Universidad de Tokyo. Al principio fue una mentira, porque no querían admitirla en el sistema, pero las autoridades colaboraron y crearon esa beca de modo especial. Nadie lo sabe, como te lo imaginarás
    —Las ventajas que tiene ser el hijo del Rector —comentó Inuyasha
    —Ni lo intentes —le aclaró su hermano—. No te confíes. Aunque sea familiar, sigue siendo la autoridad.
    —Malditas políticas —comentó Inuyasha
    —Bienvenido al mundo de los adultos, donde hay que romperse la cabeza a pedazos para ocupar un lugar.
    —Tú lo hiciste con mentiras —le aclaró Inuyasha.
    —En mi campo se llama “arte” —dejó la copa en una mesa, junto a la de Kagome—, y se hace creando obras.
    —Sí que sabes vender
    —Necesitaba sobrevivir, pide mi currícula en la Universidad y verás que no me fue tan sencillo
    —Descuida —le dijo Kagome—. Ya Rin nos contó que tienes toda una colección de “Diez” en seis carreras, eso sin contar la Academia
    —Mi título no me vende, eso sólo lo hace mi trabajo. No obstante, un documento legal hoy en día te sostiene más que cualquier palabra o acto.
    —Se sostiene de más formas que con sólo su trabajo —comentó Rin
    —Eres muy amable
    —Lo digo en serio, Ai, no estoy adulándote
    —Rin-chan tiene razón —la apoyó Inuyasha—, es increíble lo resistente que puedes ser, gracias al cielo.
    —Supe que todos estuvieron asustados
    —Pues qué esperabas —se quejó Kagome—, creímos que perdíamos a ambos.
    —Eso no va a pasar.
    Se pasaron un buen rato hablando. Desde lejos, reunidos con otras autoridades, sus padres hablaban
    —Cariño, ha regresado a la familia
    —Perdonó eso después de todo —dijo Inu no Taishou soltando un suspiro
    —Cualquiera comete errores —lo miró—, hasta tú o yo a veces
    —Inuyasha siempre me ha reclamado esto —vio cómo los cuatro hablaban, reían de vez en cuando, bebía un poco, le sonreían a Rin.
    —Ahora que todo está mejor, ya se le pasará, ya lo verás.
    —Me alegra que todo vuelva al sitio donde siempre debió estar.

    El grupo fue a caminar un poco, se distrajeron hablando con otros invitados, Rin se sentía encantada de conocer tanta gente, no era tan malo como lo había pensado, menos ahora que había vuelto a hablar con sus amigos. Conoció también a gente de su edad. Eran pocos pero buenos, exceptuando esas jóvenes que había visto al principio.
    Cada tanto, alguien los paraba en el camino mientras ellos miraban hacia arriba con fastidio y contestaban amablemente las preguntas. Se nucleaban alrededor de Sesshoumaru y le preguntaban siempre las mismas cosas. Él contestaba amablemente, sin dar muchos detalles, también algo cansado de la situación.
    De pronto, dos de las autoridades se pusieron de pie y los cuatro fueron hasta las mesas para no perderse las palabras.
    —Esta noche estamos celebrando nuestros logros obtenidos y aquellos que vendrán a futuro —levantaron las copas y brindaron. Estar así, juntos, a su modo, también era un logro para ellos. Inu no Taishou miró a Sesshoumaru y levantó la copa hacia él. Él le contestó el gesto, luego volteó hacia su hermano.

    Terminada la cena, un muchacho que tenía más o menos la edad de Sesshoumaru invitó a música.
    —Ups, ¿hay baile aquí? —preguntó Kagome sonrojándose
    —No tiene nada de malo —dijo Inuyasha
    —Es que yo no sé bailar —se quejó la muchacha
    —No te preocupes, tampoco sé demasiado —dijo volteando el rostro para otro lado
    Sesshoumaru la miró de costado
    —Te miente, Inuyasha, baila mejor que tú —dijo mirando a su hermano
    —No me recuerdes lo que pasó aquella vez —dijo Inuyasha algo ofuscado. Todavía recordaba el beso que él le había dado a Kagome y la soberbia paliza que le dio después cuando el muchachito intentó defenderla.
    Antes de que siguieran los comentarios, Kagome tomó a Inuyasha de la mano y se lo llevó en dirección al salón de baile donde iban unos cuantos jóvenes de su edad. Esa noche, prefería pasar vergüenza ante toda esa gente que escuchar la sorna de su… cuñado.
    Sesshoumaru volteó hacia Rin
    Ella negaba con la cabeza
    —No, no voy a bailar con toda esa gente alrededor
    —ellos se fueron
    —Les dijiste esas cosas a propósito para que se fueran
    —Me encantan las mujeres observadoras —comentó de modo insinuante
    Ella frunció el ceño
    —¿Estás pensando en ganar esta batalla? —una linda sonrisa se le fue dibujando—, porque lo está logrando.
    Lentamente, tomó su mano, se inclinó para besársela y la fue llevando hasta el salón, con los otros. Por alguna extraña razón, ella ya no veía —ni le importaba— otra cosa que no fuera él.

    Toma mi mano, respira profundo
    Acércame a ti y da un paso
    No apartes tus ojos de los míos
    Y deja que la música nos guíe

    ¿Me prometes…?
    ¿Me prometes que jamás olvidarás?
    ¿Qué seguiremos bailando donde quiera que vayamos?
    ¿Dónde quiera que el camino nos lleve ahora?

    Es como atrapar un relámpago,
    Así de raro es hallar a alguien como tú
    Es una en un millón la posibilidad de sentir
    Lo que sentimos tú y yo
    Y con cada paso juntos todo sale cada vez mejor
    ¿Me concedes esta pieza?

    Ni los vastos océanos ni las altas montañas,
    Si estamos juntos o no, no detendrán nuestra danza
    Que llueva, que diluvie… vale la pena luchar por lo que tenemos
    Sabes, yo creo que nacimos para estar juntos

    Es como atrapar un relámpago,
    Así de raro es hallar a alguien como tú
    Es una en un millón la posibilidad de sentir
    Lo que sentimos tu y yo
    Y con cada paso juntos todo sale cada vez mejor
    ¿Me concedes esta pieza?

    Toma mi mano, yo te guío
    Y en cada curva estarás a salvo conmigo
    No tengas miedo de caerte
    Sabes que te atraparé a pesar de todo

    No podrán separarnos ni mil kilómetros
    Ni la gente podrá separarnos
    Porque mi corazón está
    Donde quiera que estés

    Es como atrapar un relámpago,
    Así de raro es hallar a alguien como tú
    Es una en un millón la posibilidad de sentir
    Lo que sentimos tú y yo
    Y con cada paso juntos todo sale cada vez mejor
    ¿Me concedes esta pieza?...

    …¿Me concedes esta pieza?...

    Era un ensueño el baile suave, de música lenta y de paso armonioso que sonaba para ellos… y para los que estaban como ellos.
    En lo que restó de la noche, siguieron bailando unidos, igual a como habían empezado.

    Eran casi las dos cuando salieron riendo del salón y fueron hasta el patio, que era tan grande como la misma casa, frente a ellos, había una enorme fuente rectangular tan grande como una piscina. Parecía de plata. Ella apoyó las manos en una baranda y miró en el agua. Aparecía el reflejo de ambos. Él se paró muy cerca de ella y puso las manos sobre el pasamano, junto a las delicadas manos de Rin.
    —Es muy bello este lugar, ¿verdad?
    Ella le sonrió
    —Ya quisieras tener una casa así
    —No quiero nada, te tengo a ti —la miró—, no necesito nada. Lo otro está de más
    —No eras así
    —Ya te había dicho que las hadas hacen magia, que habías hechizado mi mundo y lo pusiste del revés —ella lo miró en silencio—. Te lo agradezco.
    —Yo debería estar agradecida
    —Yo más —le dijo él
    —No, yo más
    —No, yo —reían
    —Qué magnífica esta fiesta
    Él le sonrió
    —¿Seguiremos bailando?
    —Lo que tú quieras
    —Ya te había dicho que no es como yo quiera —la abrazó con un brazo—. Es como quieras tú
    —Si quiero… —parecía arrastrar las palabras.
    Él se apartó de ella y abrió una de las solapas de la chaqueta que llevaba. Ante la sorpresa de Rin, sacó una rosa brillante y a medio abrir que había guardado… y la puso entre sus manos con suavidad.
    —Es muy hermosa
    —Tú eres hermosa, lo eres todo para mí. Si no estuvieras hubiera perdido mucho.
    Todas las dudas de su mente se disiparon y se fueron lejos hasta desaparecer por completo, eligió quedarse tan cerca de él como pudiera, tanto tiempo como fuera posible y en todas las formas que fuera.
    Se dejó abrazar por la esencia de él.
    ____________________________________________________________________________________
    La primera escena es fue la experiencia —o el inicio de la experiencia— de alguien, pero ese “alguien” me amenazó, por eso no me explayo. Ergo, el capítulo se acortó una página y media

    Aquí están los nombres finales para los personajes de
    “Un cuento contigo, bajo la lluvia”
    Espero que les guste!

    Kagome: Aru Hitomi
    Sango: Kasumi Shihaku
    Kohaku: Aki shihaku
    Ai : Ai Akaitsukino (Sin cambio)
    Rin: Natsumi Houko
    Sesshoumaru: Yaetchiyo Hito
    Inuyasha: Akari Hito
    Inutaisho: Amano Hito
    Izayoi: Isako Hito
    Miroku: Shinichiro Azusa
    Byakuya: Yurei
    Naraku: Fujio
    Kagura: Emina Akamatsu
    Kouga: Isamu Eitan
    Yura: Mamiko
     
  5.  
    \Tsuyuka/

    \Tsuyuka/ Entusiasta

    Leo
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    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]



    Bueno, nee-san, tampoco fue tanto, y menos si consideramos que me tardé una hora entera en leer todo el capi.
    Realemnte muy bueno, y lindo... También largo, pero lo compensa su contenido. Me reí y lloré de risa.
    También tuge que pensar en cosas que se dijeron, y tratar de no confundirme en los diálogos *mi no dormir mucho y lentes no tener más*


    En realidad hubiera citado más, pero sería hacerlo todo, y no daba... Esto me hace acordar a un concurso, el cuál no diré el nombre --Relatos, cof, cof, Fóbicos... Cof, cof--.
    Y aún más en la fobia que elegí, una que no se da mucho en la juventud de hoy en día (hablo entre 12 y 17 años, bastante joven), la "Erotofobia". ¿Te inspiraste en que la elejí?

    O sería mejor decir, acompañada de quien no quiere en un momento como ese... Cualquier otra persona le hubiera caído mejor, ¿Verdad?
    ¿Naraku le hubiera caído bien?... (?)

    Yo creo que la experiencia de Rin la afectó demaciado. Aunque no le encuentro razón de porqué desencadenó una "rápida" erotofobia (porque como aparece en el capítulo, se va), y más ante Inuyasha. Podría haber sido fobia a la gente, o fobia a salir de la casa..
    .
    ¿Tiene tranquilizantes? Debe ser de esas personas que se ponen nerviosas/ansiosas de la nada, y presisan medicamentos. O los compró sabiendo que se venía.
    En esa situación no creo que sirva pensar en nada, siquiera debería pensar, como dijo Inu.

    Realemnte una de las escenas que me mató de la risa, y hubiera estallado gritando de la misma, de no ser porque son las 9:28 a.m. Y es domingo...
    Inuyasha parece insistirle desesperadamente, aunque paresca querer ayudar... ¿Está tan...?
    "¿Paresco un torturador?" Emmm... ¿Tengo que responder eso?
    Nah, Inu, no pareces nada más que un poquito...
    "No siempre tiene que ser así", pues no siempre tiene que ser Inu.


    Esto también me hizo reime mucho. ¿Quién pensaría que iba a contestar así? Auqnue en ciertas situacones uno no sabe que puede llegar a decicr. A mí me pasa.
    Muy buena la manera de sacarle el miendo que tuvo el oji-dorado, ¡Guerra de almohadas!
    Y como aprovecha las oportunidades. Me has hecho imaginar a Inu con cara tiernita, se me cayó la cuchara al piso (mentira, realemnte se me cae la cuchara con la que estoy comiendo torta más adelante)

    Esa respuesta yo no la doy. Si por mi cabeza pasar algo así yo no buscaría la respuesta.
    Me mata cuando se para, se saca la camiseta y le dice "¿Sigues jugando?", es para matarlo, o para tirarte encima, auqnue no soy muy "Inu-fan", apoyo más a su hermanastro.
    La parte que se acerca más al final es como para colgarla en el blog, pero como no llegó a tanto, no importa.


    WTF???!!!
    ¿No se supone que es ella la que tiene que decir eso?
    Me dejó algo de cabeza esa escena, sabiendo que mi imaginación es amplia...

    ¿A quién va a matar? ¿Prevención verdad?

    No me gustó que echara así a Rin, pero conociéndolo, también tiene sus "ataques". Me intrigó mucho saber que iba a hacer con respecto a la invitación. Algo me decía que pensaba asisitii, llámalo corazonada.
    Da mucha gracia imaginar a Sesshouamru parado en medio de la sala con una confución tremenda.
    Al final parece darse cuenta de quién es el remitente. ¿O lo hace al leer "Absoluta Reserva"?

    Me encanta Rin pensado, más cuando se le pasa por la cabeza el que Sesshy pueda tener un lado torturador (que no creo que no tenga) y que lo aplique en ella más adelante. No sería capaz, tanto en el manga real, como en este FF.
    Y creo que una persona no debe estar incomunicada, hablar con una persona no es muy lindo. Hay temas solo de chicas ¿Los hablarías con tu novio? (con tal de dejarlo mal parado y reir un rato...) xD


    Y luego al fin aparece el padre.
    Aunque alguien ya sabía que vendría, y no es de esperarse quien. Me agrada que comiencen a llevarse mejor, es bueno tener una familia a la que apresiar (aunque todavía no se apresien... Todavía)

    "¿Estás tratando de extorcionarme para que vaya a la fiesta?"
    "Él lo estaba aceptando…
    …como si fuera parte de su familia"
    Esta parte es una de las mejores... *Emo_mode_on*

    Pobre Rin, sigue incomunicada y encima esas perras de la Universidad que la interrogan...
    Yo le diría "Sí, es mi novio ¿Y qué?" "Me importa un comino si no conocés ni un Houko"
    Y luego de unas horas aterradoras, llega el fin del día de clases. Y a la salida está él esperándola.

    ¿No?, ¿No entiende por qué rayos se paran a verlo, aún sabiendo que desconocen hasta su nombre?
    Este chico está mal...
    Y de estar super contenta por acabar con todo, y caminar junto a su novio/tutor, además de recibir los insultos de esas pendej*s, pasa a hablar sobre lo dictador que es.
    Y luego, terminan conversando de que él va a arreglar para que ella se pueda ver con Inu y Kag.
    Y mejora cuando luego de llegar a casa y ver una super bandeja repleta de sabrosa comida, cocinada por nada más ni nada emnos que Sesshouamru, a hablar de que ella va a engordar si sigue comiendo...

    Oh dios, esto es tan gracioso. Imaginarme los gestos y los tonos de vos... Resulta ser algo muy divertido.

    ¡¡¡Yo quiero un vestido como el de ella!!!

    Y es el único comentario que tengo de esa escena.

    Y vuelven las conversaciones de lo que es raro, y Sesshy le vuelve a salir con lo de las hadas.

    :¡¿QUÉ?!:
    ¡¡¡Estube esperando tanto para leer esto!!!
    Creo que (Leer cartel rojo para terminar oración) :I'm-dead?:

    Me encanta cuando la comapara con las hadas y dice lo magníficas que son. >Tambien cuando habla de su magia, es tan poético... Creo que escribió tanto que ya le sale del alma ser así.
    *no coment*

    Me gusta la aprte que ella le dice que no sabe bailar y él comienza a enseñarle.

    Y ahora resulta que va a asistir a lo que quiere y no asiste a lo que no quiere, yo quiero tener ese tipo de libertad de elección.
    Si pudiera, en mi opinión, haría un sistema de educación con tutores que vayan a la casa de los estudiantes... Uno se ahorra el biático, el frío de la mañana, el caragr camperas al mediodía, el verle la cara a compañeros que detestás, a pesar que tratás de ignorarlos. Esto es fuera del FF, pero tenía que quitármelo de encima.

    Volviendo al Fic, es obvio que los hombres están listos, o se alistan, muccho antes que las mujeres. Nos gusta hacerlos esperar, aunque algunas se quedan 16 horas en el espejo arreglándose el cabello de los nervios (tengo una amiga así).
    No es lógico, que si Ai escribió un libro para cada una de sus novias, si tiene diez libro escrtos, quiere decir que tubo diez novias. Pero es mejor guardarse las dudas: "La curiosisdad mató al gato"
    Y otra vez vuelven las hadas del agua, ah *suspira* que hermoso y poeta.

    Y de eso se van a la fiestita.
    Bastante linda y animada, muy concurrida, para mi gusto.
    Y cuando pienso eso, él y ella hablan de ese tema.

    Qué poca confianza, si hizo una promesa.
    Tal vez lo dijo porque no lo vio en el evento anterior a la fiesta.

    Opino que esto e puede aplicar a la realidad, hoy en día todo está de cabeza.
    No me gusta cuando uno es el centro de atención y todos comienzan a decri cosas de cómo esta´s ahora a comparación de la última vez que te vieron. Me pas cada tanto, por ver poco a mis familiares, no es que los odie, pero soy reservada.

    "De nuevo, máscaras de Ai.
    " No me gusta como suena eso. Por suerte es solo para ea gente. Hablando de mñascaras, sigo pensando que me gustaría haber podido leer a Rin con las máscaras de Sesshy, o al menos que lo imitara, como hizo, creo, en más de un capítulo...
    Y así también parlotean de ella, hacen el cuestionario y se esfuman... Ojalá se esfuamran.

    Me gusta esta parte, yo también me pondría feliz, aunque podría pensar que son máscaras, pero aún cuando las usaba no tenía trato con ella, siuqiera con su padre.
    Pero todo buen momento casi siempre es arruinado por alguien. En este caso las perras de la Universidad, que se creen mejores.


    ¡¡¡Jajajajajajajajajajajaja!!!
    Me encanta iamginarme sus rostros, y a la que se atraganta, me da tanta risa. Y cuando Inu no Taishou le dice que suh ijo es Ai, se quedan tan perplejas...
    ¿Rin andaba presumiendo por ahí de ser su novia?
    Y encima Sesshy las rechaza... Jajaja, se lo tienen merecido.


    Y ahora viene una de las mejores partes del capítulo, el reencuentro luego de tanto tiempo, me pone feliz *Emo*
    Y también llega Inu, tapándole la boca a Rin antes de que diga cosas que no debe, o que él no quiere que diga.

    Jujuju, no me agradaría que Sesshoumaru meteriera a Rin en una caja blindada, ¡Pobre chica!
    Da mucha risa el comentario/súplica de Rin
    "Paz y armonía" Y se pone el padre de mediador, una escena muy graciosa a mi manera de ver.

    Je... ¿Acaso planeaban pelearse otra vez? ¿En un lugar como ese? Estan bien loquitos, aplausos para Kagome que se aferró al brazo de su novio por si acaso quisiera lanzarse conrta si medio-hermano.
    Y empieza a amena charla n la que cuentan todo de todo y sobre todo.
    Y cuando Inu quiere insulta a esas, ¿Por qué Sesshy lo detiene? ¿Estaba por gritar? Conociéndolo, es posible...
    E Inu sale con que se quiere cambiar a la Universidad que va la novia de Ai. Su padre no creo que aprueve eso. Si fuera Kag tal vez si; lo digo por sus buenas notas.

    ¿Estás palneando el siguiente capítulo nee-san?

    Pero es cierto.En ese ámbito es arte, y en los demás también. Solo hay que fijarse el tipo de política que tenemos.
    La demencia o locura también esá en los artistas. De ahí sale la mentira.

    Jejeje, otro punto a favor tuyo Lube-san, está muy chistosa esta escena. Es raro reirme mientras leo algo, porque algunas personas no les da bien el ser chistoso escribiendo; pero tú, a ti si te sale, y muy bien.

    Otra vez Kag have el acto "Mejor prevenir que lamentar", y se "sacrifica" por la arminía de esa noche.

    La canción esta muy bonita...

    Ahhhhhhhhh *Suspiro*
    ____________________________________________________________________________________
    Yo quiero saber quien es ese alguien. Por supuesto sé que esta ez yo no estoy metida. Igual te andabas quejando que no te salía el Lemon Inu/Kag, deberías alegrarte, ¿O es que al final lo escribiste y no lo publicaste a causa de ese "alguien"?

    Están lindos. Ahora solo quisiera saber qué significan, porque suponco que tienen un significado oculto, como sus verdaderos nombres.

    Bueno, esta vez me exedí citando y comentado casi párrafo por párrafo, pero creo que era necesario para que... Umm, bueno, no sépara qué!!
    Más allás de que me encantó, mirando con mi ojito en proceso de convertirse en ácido, hubo algunas faltas ortográficas. Una de ellas está al final:"[...] tato tiempo como fuera posible [...]"
    Pero son errores de tipeo no más.

    La redacción está perfecta y coherente, como debe ser. Y es bastante largo, fijate que me tomó una hora leerlo, y encima sin mis lentes, que me reduce la vista en un 25%, muy difícil de leer... Tube que usar unos anteriores de menor aumento, pero valió la pena.
    Ya estaba muy ansiosa desde ayer a la tarde cuando me enviaste un mensaje de texto diciendo "Hay un nuevo capi de "Una cuento..."", tenía ganas de gritar "Denme la PC" y sentarme a leer tranquila, algo imposible en mi casa teniendo cinco hermanos...
    :emo:
    La verdad, que te agradesco que me hayas hecho reir un rato, lo presisaba luego de tanto tiempo sin humor (unas horas no más). Pasa que últimamente me deprimo muy rápido, detesto eso, pero ya se me va a pasar, tengo mis épocas... Es como las estaciones, viene siempre, porque terminan llegando,, es ienvitable, pero se van luego de un tiempo.

    Espero la continuación pronto, ansiosa y mucho, pero muy paciente y más sabiendo que pude tocar un capítulo como este.
    Te quiere mucho, tu Onii-chan.

    Atte.
    Tsuyuka, el 5to Dios.

    PD: Creo que no olvido nada, ahora paso por los demás FFs por si acaso, pero no creo se me haya pasado algo.
    Últimamente los estudios me tienen mal...
    :trabajo-muy-duro:​
     
  6.  
    AkoNomura

    AkoNomura Guest

    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    hola!

    este capitulo lo encontré mas meloso que los anteriores, no sé por que, supongo que es mi impresión, de todos modos me gustó, veo que las cosas van mejorando considerablemente, por lo menos Rin pudo ver a sus amigos.

    aún me pregunto sobre Kagura y Naraku, no has saldado esa cuenta.

    nos leemos!

    ETO TI!
     
  7.  
    Asurama

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    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    Capítulo 25

    El cielo se caía a pedazos. Había nubes altas, espesas y oscuras. Llovía a cántaros y el agua fría golpeaba el asfalto, el viento, igualmente frío hacía fuertes sonidos. De vez en cuando, se oía el rugido de un trueno y a la distancia se divisaba algún relámpago. Junto a un local, un automóvil gris estaba esperando bajo la tormenta. Eran las ocho de la mañana de un descolorido día sábado.
    Se encontraban en un café. Les agradaba más el que se encontraba a unas calles de la universidad, pero éste no sólo quedaba lejos, sino que también era peligroso puesto que Rin siempre frecuentaba el sitio antes de que aconteciera la desgracia. Estaban en una zona céntrica, muy cerca de Ginza, pero el movimiento era muy poco debido a la jornada de descanso, la hora de tiempo libre. La tormenta era muy fuerte y, una vez que entraron, ya no pudieron salir.
    La luz tenue de las lámparas daba una apariencia serena y agradable al cálido recinto, haciéndolos olvidar la inclemencia climática. Se percibía en el aire el olor a pan recién horneado, el café y el té fuerte. El pequeño bote estaba lleno de servilletas de papel y en medio de la mesa había un par de emparedados simples a medio terminar. Kagome e Inuyasha estaban sentados juntos, de un lado de la mesa blanca rectangular. Sesshoumaru acompañaba a Rin, precisamente del otro lado.

    —¿Entonces dices que Kagura se negó a seguir hablando con Kohaku? —preguntó Rin extrañada
    Sesshoumaru hacía todo lo posible por aguantar la risa, realmente era extraño imaginar a Kohaku con Kagura ¡ese jovencito realmente debió estar muy, muy ebrio!... pero qué importaba.

    —Por lo que nos contó Sango, cuando estuviste internada en el hospital, Kagura los llevó a ella y a Kohaku a visitarte, pero no les permitieron la entrada, esa fue la última vez que se vieron, luego, ellos hablaron vía telefónica y ella le pidió que no volvieran a hablar —Kagome paró un momento y miró a Inuyasha—. Eso debido a que Sango sacó las mismas conclusiones que nosotros

    Rin no comprendía nada

    —¿Conclusiones?

    —Verás, Kagura fue la primera en encontrarte y avisar lo que había ocurrido

    —Además piensa —agregó Inuyasha inoportunamente—, Sesshoumaru la dejó para estar contigo
    Rin se volteó hacia él.

    Él la miró y no dijo nada.

    —¿Sugieres que me detesta tanto que mandó semejante atrocidad? —preguntó ella

    —Fue a la primera persona a la que acusé luego del incidente, no me gustaría afirmar que la hipótesis de Inuyasha es lógica —dijo tragándose el orgullo—, pero ella afirma por todos los medios que no fue culpable. He mandado investigarla y no le han encontrado antecedentes de nada, sin embargo, se desapareció como si se la tragara la tierra, hasta el día no tienen idea de donde está, lo mismo que esos insectos bastardos que cometieron esta locura.

    —¿Tienes idea de por qué desapareció? —preguntó Inuyasha

    —Por la presión que constituían nuestras acusaciones —Sesshoumaru se dio cuenta de que la parejita no creía…—, dijo que me ayudaría en lo que pudiera, pero que para eso no permitiría que la encontraran —levantó la mano y pidió un vaso de agua mineral—. Obviamente eso lo ignoré.

    —¿Se comunicó contigo mediante la red? —preguntó Kagome

    —Exacto

    —¿Y volviste a tener noticias de ella?

    —No desde entonces

    —¿Cómo puede burlar a la policía? —preguntó Inuyasha sorprendido

    —La policía es idiota —dijo Sesshoumaru en forma seca y despectiva mientas sujetaba el vaso que le traían y bebía.

    Inuyasha y Kagome abrieron mucho los ojos

    —Vamos, piénsenlo: Byakuya entró y salió del hospital frente a sus narices ¡y no hicieron nada! Te apuesto a que también tenían a Kagura en sus narices y la dejaron que se fuera. No sería el primer error policial…

    Inuyasha, Kagome y Rin se miraron entre sí. Era cierto.

    —Pero hay algo que no cuadra —dijo Rin entrelazando las manos frente a su boca— ¿Por qué atacaron a Sango?

    Hubo un largo silencio

    —Sango acusó a Kagura al igual que nosotros—lanzó Inuyasha—, podría ser por venganza a eso

    —Si lo que dices fuera verdad, Inuyasha—dijo Sesshoumaru de modo frío—, entonces tú y tu novia se encuentran caminando al borde de una navaja muy afilada.

    Un escalofrío subió y bajó por la espalda de Kagome, el estómago de Rin se encogió y estuvo a punto de vomitar el emparedado. Kagome intentó tranquilizarse y pensar en silencio.

    —Dime, Sesshoumaru ¿Tú alguna vez intentaste acercarte a Sango?

    —Sí, por motivos laborales hace años, pero digamos que la economía de Shihaku-san es muy apretada

    Inuyasha levantó una ceja, incrédulo

    —¿Me dices que ella declinó una oferta laboral?

    —No insinúes cosas —se defendió su hermano mayor

    —Nos enteramos por Kohaku lo que le sucedió a Sango —comentó Kagome—, el pobre muchacho se asustó muchísimo, no sabía qué hacer o a quién culpar. Cuando Sango se recuperó fuimos a verla y nos contó lo que hiciste

    —Fue muy valiente de tu parte haber actuado de ese modo —lo halagó Inuyasha

    —No pensé, sólo reaccioné, también me asusté bastante.

    —Si no hubiera sido por ti, quien sabe lo que le hubiera podido ocurrir a Sango —agradeció Kagome—. Pero fue un milagro que no pasara a mayores. Con el paso de los días tuvimos noticias sobre la magnitud del accidente —resopló—, si es que a eso se le puede llamar accidente. Sango dijo que el automóvil se les interpuso adrede

    —Así fue

    —¿Cómo hiciste para salir del aprieto? —preguntó Inuyasha

    Sesshoumaru negó con la cabeza

    —No tengo la menor idea. Cuándo uno está en una situación apremiante, descubre que puede hacer cosas que en circunstancias normales no hubiera logrado. En ese instante, lo único que sabía era que tenía que salvarme y salvar a Sango, además ellos amenazaron con lastimar a Rin nuevamente —la miró

    Rin le devolvió una mirada brillante con ojos muy abiertos. Desconocía esa parte de la historia

    —Todos pudimos haber muerto —murmuró Sesshoumaru—, fue un milagro.

    —Desde aquél susto, Sango sale siempre acompañada de su novio y de su hermano, no se alejan de ella para nada —comentó Kagome, consciente de que era lo mismo que Sesshoumaru hacía con Rin en esos momentos, lo mismo que los padres de Inuyasha hacían por ambos.

    —Supe que mataste a uno de esos tipos —comentó Inuyasha

    —Venganza, dulce venganza —Sesshoumaru bebió un poco del agua—. Era Byakuya, el mismo que se llevó a Rin

    —Pero, en definitiva ¿Acusas completamente a Kagura?

    —Toda persona es inocente hasta que sea declarada culpable, pero el no tener antecedentes no significa que no pueda crearse uno —una parte de él quería culparla—. sin embargo, fue ella quien aconsejó el traslado de Rin a una institución privada

    —¿Crees que es para buscarla entre las Privadas? —preguntó Inuyasha

    Sesshoumaru negó

    —Lo dudo, tienes que hacer magia para pasar la seguridad estudiantil proporcionada por esa universidad

    —¿Entonces, qué crees que ocurrió?

    —Ni idea.
    ___________________________________________________________________________________
    La tormenta no cesaba, el cielo parecía estar realmente furioso. En vez de aclararse, cada vez oscurecía más. Era una noche oscura en plena mañana, donde todas las luce3s estaban encendidas para que los habitantes no se perdieran. Era imposible que lloviera tanto, parecía como si se tratara del diluvio universal.
    Un muchacho de cabello blanco y ojos azules vestido de azul y abrigado hasta el cuello, caminaba debajo del techo de un negocio. El techo se desdobló por el peso de la lluvia y una gran cantidad de agua le cayó encima como un cubetazo. Venía enojado, y esto sólo empeoró más las cosas. Estaba enojado con toda la maldita ciudad y con las mujeres que tanto mal le hacían al mundo por el sólo hecho de haber nacido y llenado la maldita ciudad…
    Un automóvil blanco con luces azules paró en la esquina siguiente. Él levantó la mirada y caminó tranquilamente por la acera. El conductor le hizo señas. Sin molestarse mucho, subió y se dirigieron a las afueras de la ciudad.
    Pasando la avenida Kannana y muy cerca de la bahía, una Trafic blanca había aparcado junto a un edificio aparentemente abandonado de tres plantas. El coche blanco paró en un lugar estratégico, ocultándose detrás de la Trafic. Las tres personas del coche bajaron velozmente y entraron por una puerta que se encontraba en la pared izquierda del edificio, ocultos gracias a la feroz tormenta.
    En el segundo piso, un grupo de personas sentadas alrededor de una vieja mesa rectangular esperaban en silencio, mientras escuchaban la tormenta y los pasos presurosos que subía la escalera.

    —Llegan tarde —regañó duramente el jefe a los tres mojados.

    —Lo lamentamos mucho, señor…

    —Lo lamentarán después de haber oído esto —dijo el sujeto de mayor edad, de cabello negro y ojos rojizos, notablemente enfadado.

    Los tres muchachos de cabello blanco apresuraron el paso entrando a la enorme habitación y se sentaron alrededor de la mesa junto a los demás.

    —¡Ese maldito escritor, lo hubieran matado en cuanto lo tuvieron en la mira! —regañó al grupo— ese maldito de Muso los dejó escapar a él y a la cantante —miró a los dos gemelos de cabello blanco, fulminándolos—, miren lo que provocaron, no tienen idea de la cantidad que debí invertir en la liberación de nuestros miembros, y para convencer a la policía de que no había cargos en su contra. Ahora todo el cuerpo de policía y el Servicio de Inteligencia está detrás de nosotros ¡Ese maldito escritor por poco nos deja en la calle! —golpeó la mesa y dos chicas saltaron hacia atrás del susto.

    Una de ellas, de cabello negro y ojos rojos lo miró fijamente por un rato.

    —No quiero echar por tierra tus mejores ideas, Naraku, pero debes admitir que no es algo fácil de lograr, ese muchacho sabe defenderse y tiene fama de saber ocultarse bien.

    Naraku la miró duramente

    —No hay escondite que no podamos descubrir

    Ella se puso de pie y lo enfrentó

    —No sé por qué estás tan obsesionado con el escritor y con la mocosa que él tutela —le lanzó en la cara.

    Naraku bajó la mirada por milésimas de segundo mientras pensaba en cortarle la lengua a la maldita… No sabía cómo ocultar sus perversas intenciones.

    —Cierra la boca, Abi —se limitó a decirle.

    —No pienso cerrar la bo… —no terminó de hablar, puesto que Naraku le clavó una lapicera en el cuello, matándola al instante. La muchacha cayó de cara al suelo y la lapicera terminó de clavársele a fondo.

    —¿Alguien más tiene algo que cuestionar? —Inquirió Naraku. Todos negaron con silenciosos y rotundos movimientos de cabeza—. El escritor vale mucho dinero, vale tanto como me hizo perder, así que si le sacan a la mocosa probablemente pague por ella. Exijo que alguien se encargue de instigarlo.

    Todos se miraron entre sí. No sería difícil atacar al muchacho si así disponía la situación. Lo difícil sería sobrepasar la barrera que constituía la policía del estado y todo el cuerpo del servicio de inteligencia. Preferían suicidarse a la antigua usanza que terminar encerrados o asesinados en prisión. Naraku lo sabía, pero estaba tan enojado con todos ellos que no les importaba arriesgarlos como a simples marionetas, ellos lo sabían pero no tenían muchas opciones: Hacer algo y morir en el intento, o terminar como Byakuya o como Abi. Maldita sea, de todas formas lo más seguro era que terminarían muertos si algo salía mal ¿Qué tenía de malo divertirse por última vez?
    Uno de los gemelos de cabello blanco se puso de pie

    —Dame una segunda oportunidad, yo y mi hermano nos encargaremos de estos insectos sin ningún tipo de problema.

    Naraku, sin contemplaciones, sacó un arma y le apuntó a la cabeza a la vez que se oía un feroz trueno.

    —Será la última oportunidad, Kageromaru, en primer lugar, porque si tengo más pérdidas yo mismo los aniquilaré, y en segundo lugar ustedes pensaban traicionarme, así que será su último servicio antes de salir del grupo y desaparecer de mi área si quieren seguir vivos.

    Ambos se enojaron, habían sido descubiertos. Pensaban formar una “fraternidad” con Naraku, que tenía mucho más poder del que aparentaba, pero al darse cuenta de lo inescrupuloso que era, cada miembro pensaba, por su parte, matarlo y tomar su lugar. Se vigilaban las espaldas unos a otros, ningún miembro confiaba en otro y eran capaces de matarse entre ellos si la supervivencia exigía. Era una mafia bastante grande y en extremo peligrosa.

    —Confía en nosotros, terminaremos quedándonos entre tu familia —admitió descaradamente Kageromaru. Si no se valía de su rapidez y de su astucia, sabía que moriría allí mismo, pero Naraku no le importaba ni le atemorizaba. Era más, le repugnaba en extremo. Además… él y su hermano querían de regreso a Rin. Una parte interna de su conciencia reía a carcajadas mientras se relamía en las sombras…
    ____________________________________________________________________________________
    —Esto es un diluvio —comentó exasperado mientras conducía bajo la tormenta que parecía jamás acabar

    —Es buena para escribir algún capítulo de tu libro —bromeó ella

    —Tengo uno guardado en mi cuarto, que disfrutaría escribir contigo —le insinuó él, con atípico humor

    Ella rió divertida
    —Sí, ya quisiera saber de qué se trata —afirmó con muy buenos sentimientos. La lluvia comenzaba a gustarle de nuevo y las sombras se disipaban rápido gracias a todo el amor en el que se envolvía a diario. Ella lo consideraba un milagro. Él… él también.
    A la meda hora, llegaron a la casa

    —¡Hogar dulce hogar! —comentó ella. Estaba cansada y muerta de frío, quería sentarse frente al calor de la estufa, envolverse en el grueso edredón de la cama o lo que fuera, pero que fuera con él. Se quedó parada a un lado de la puerta, mirándolo entrar y ponerle cerrojo y llave a la puerta. Recordaba cómo Byakuya había entrado y salido sin problemas de su habitación en el hospital. Todavía no podía creer que eso hubiera quedado atrás.

    —Así no entrarán tontos criminales —murmuró ella fingiendo fastidio, con una voz divertida, como de niña pequeña

    Él volteó a mirarla con una chispa en sus ojos claros
    —No. Es para evitar que te me escapes.

    Ella rió a carcajadas, nunca hubiera esperado esa respuesta. Sabía que él seguía sintiéndose inseguro y que ese humor tierno apuntaba a disipar los oscuros nubarrones.
    Él subió las escaleras con paso rápido y bajó trayendo un par de toallas. Le extendió una

    —Toma, sécate el cabello, no me gustaría que enfermaras. El servicio social y la atención médica están bastante caros.

    Ella sonrió mientras se secaba el largo cabello azabache, sentada junto a la fina mesa de caoba.
    —No parece importarte mucho el valor del dinero

    Él rió con cinismo y enfiló hacia la cocina, secándose su propio cabello
    —Díselo a mi representante, es capaz de arrojarte una silla —sacó un paquete y puso a calentar unos panecillos de la noche anterior, algo duros debido al frío

    Ella abrió mucho los ojos
    —¿Tanto da? No debería ser tan mezquino

    Él puso a preparar dos tazas de té verde, volteó la cabeza hacia el lugar en donde debía estar ella
    —No es que sea tan mezquino, pero el coste de todos los trámites referentes a ti es más de lo que puede cubrir su salario —se le dibujó una sonrisa—. Si pudiera cotizarte, es seguro que te pondría el precio comercial de toda la producción de mis últimas obras para recuperar todo lo que ha perdido.

    —¿Cuánto crees que valgo? —preguntó ella pensando en todas las dificultades que seguramente debió atravesar el grupo de trabajo de Sesshoumaru.

    Él caminó hacia la mesa con una bandeja que sostenía dos tazas y los panecillos ya tibios
    —No hay número ni moneda que pueda tasar todo el valor que tienes para mí —Dejó la bandeja sobre la mesa, se acercó a ella y le acarició los cabellos—. Si te hubiera perdido, ninguna cantidad hubiera sido suficiente para colmar el enorme vacío existencial que me hubieras dejado.

    —No me gustaría que dependieras de mí —comentó ella bajando la vista, mientras doblaba la toalla sobre su regazo.

    —Ya te has vuelto parte de mí, no puedes pedirme que pretenda apartarte así de repente. Esto no debería ser así, pero dolería. No dependo de ti, pero no he encontrado antes que tú algo que me llenara realmente

    —Eso fue porque no le diste a nadie la oportunidad

    —Lo sé, sé que tienes razón. Sé que ahora puedo tener más de lo que nunca tuve y que me abro a más personas. Pero cada persona es única e irremplazable, así eres tú. Aunque tenga más cosas y más personas, ninguno nunca sería tú.

    —Serías infeliz para siempre

    —Te recordaría siempre —se sentó en su lugar—. Pero una cosa es que te vayas porque el tiempo y el destino así lo decida —tomó aire—, y otra muy distinta es que nos separen por la fuerza, sin darnos tiempo.

    Ella estaba tan feliz de verlo tan diferente de las primeras veces que no quería mostrar debilidad, pero algo en su interior le decía que también dolería si algo, de pronto, la obligara a alejarse de él sin darle tiempo. Si así tenía que ser, por supuesto que lo superaría, pero sería mucho más difícil y doloroso. Cuántas historias había oído de gente que jamás superaba esa transición, cuántos muertos de amor, cuántas pérdidas… ella no quería que los fuertes sentimientos que surgían entre ambos se convirtieran en algo negativo que se rebelara contra ellos y los destruyera… juntos eran fuertes y estaban bien. Él le sujetó de la mano… de seguro pensaba lo mismo. Había aprendido que el amor se basaba en respeto, en libertad, en aceptación. Había aprendido que se trataba de mirar en la misma dirección del otro. Tanto era así que, a veces, parecía como si pensaran y sintieran cosas idénticas. Era maravilloso, como verdadera magia. Como si allí hubiera hadas.
    Afuera, los truenos y el golpear de la lluvia les recordó que el agua traía hadas. Compartieron una comida muy tranquila mientras escuchaban el constante caer del agua y hablaban del otro lado de su familia ¡Tenían una familia cada vez más y más grande! ¡Qué alegría!
    ____________________________________________________________________________________
    Frío, lluvioso y húmedo, era uno de esos días perfectos para quedarse encerrado y durmiendo bajo un edredón tibio. Encendió dos de las hornallas de la estufa eléctrica y se dispuso a calentar agua para preparar té, mientras, sobre la mesa, su hermana batía una mezcla para preparar un pastel. Era la típica agradable rutina de un día lluvioso. Sentarse a comer juntos.
    Durante algún tiempo no pudieron hacerlo, puesto que él le ponía unas terribles barreras mentales a su hermana, encerrado en su propio egoísta sufrimiento. Descubrió en sí mismo a un mocoso inmaduro al que aún le faltaban mucha cosas por aprender y decidió cambiar su modo de actuar.
    Justo cuando estaba redescubriendo posibilidades luego del incidente de Rin, resultaba ser que unos malditos criminales habían atacado a su hermana. A pesar de que ella había pasado solamente una noche en el hospital, esas horas fueron un infierno para él, no entendía nada, no sabía qué hacer, no sabía a quién acudir… dejó las clases por un tiempo hasta que el temor pasó.
    Qué cosa tan contradictoria. Sango le había contado que quien la salvó fue Sesshoumaru y que él si se encontraba en un estado grave, con múltiples heridas.
    No supo nada más de él, así como tampoco pudo saber nada más de Kagura, ni tampoco de Rin. Fue como si se los tragara la tierra y terminó por creer que era lo mejor. El corazón le pesaba de miedo, de saber que estuvo a punto de perder a su hermana y con la incertidumbre de no saber por qué la habían atacado o si podrían volver a hacerlo. Ella también le contó que Sesshoumaru había matado a uno de sus atacantes y que, al parecer, no le importaron las consecuencias. Qué valiente, si no fuera por eso, quizás ahora estaría solo en el mundo. Se lo debía.
    —Estás muy callado —comentó Sango, mientras terminaba de batir la mezcla y la colaba a un molde para cocinarla.
    —Sólo estaba pensando en todo lo que ha sucedido —sirvió el té en una taza para cada uno y las puso en una bandeja.
    —Ya no pienses en eso, piensa que sólo fue una pesadilla de la cual pudimos despertar. Lo importante es que estamos juntos y estamos bien —calentó unos panecillos que habían sobrado y los puso en la bandeja, para llevar todo a la mesa.
    —Sí —Kohaku asintió sin ganas. Se sentó frente a su hermana, como hacía siempre. Estiró la mano para toar un panecillo—. Siempre estaremos juntos ¿verdad?
    Sango estiró la mano hasta alcanzar la de él
    —Aunque estemos separados, siempre estaremos unidos —cerró su mano sobre los fríos dedos de él—. Siempre.
    Lo soltó lentamente, mirándolo a los ojos. Jamás volvería a arriesgarse de aquel modo, no se alejaría de él sin despedirse antes, se lo había prometido a sí misma.
    —Prométeme que buscarás el modo de estar bien aunque la vida te sorprenda alguna vez
    Él bebió un pequeño sorbo del té y le sonrió ampliamente
    —Te lo prometo, nee-san.
    Al rato, ya se sentía el olor del pastel horneándose
    —Siempre cocinaste delicioso —le dijo—, dudo poder sobrevivir si me separo de ti. La última vez que cociné, casi me intoxico.
    Ambos rompieron a reír, pero fueron interrumpidos por el sonido del portero eléctrico.
    —Yo voy —dijo Kohaku y se levantó para atender— ¿Quién es? —preguntó. Luego de escuchar en silencio, volteó hacia su hermana y le guiñó un ojo, con una pícara sonrisa.
    Ella se llevó el dorso de la mano a la frente y reí para sí, mientras su hermano salía para abrir la puerta.

    Negaba con la cabeza
    —Estás bastante loco, con este clima animarse a venir —comentó Kohaku, mientras le ayudaba a cargar un par de bolsas que traía: verduras, golosinas y alguna otra cosa.
    —Creo que es un buen día para reunirse, a pesar del clima —dijo mientras se resguardaba bajo el techo y cerraba el paraguas que escurría agua
    —En eso tienes razón —levantó la vista y le sonrió—, mi hermana estará feliz de verte —un trueno sonoro y un relámpago los hicieron entrar de prisa, subiendo las escaleras hasta el departamento.
    —Buenos días —saludó con ganas—, espero que no te moleste la visita —le dijo a Sango mientras ella se acercaba y lo llevaba de la mano para sentarlo a la mesa donde compartía la comida con su hermano
    —Serán muy buenos días a pesar del clima —contestó antes de darle un beso. Afuera se oyó un trueno.
    Kohaku dejó las bolsas en un rincón y corrió a su cuarto para alcanzarle una toalla, ya que el muchacho estaba completamente empapado. Desde la puerta, arrojó la toalla, para que Miroku la atrapara en el aire
    —¿Cómo se sienten los hermanos en un día tan “bonito”? —les preguntó en broma, mientras se secaba las manos y el cabello
    —¡De maravilla! —contestaron, riendo, los dos a la vez.
    El muchacho de ojos azules levantó la cabeza e inspiró profundamente
    —¿Pero qué huelo? ¿Un pastel?
    Todos rieron
    —Es nuestra costumbre en los días de lluvia —comentó Kohaku, mientras abría las bolsas y sacaba las cosas que había traído Miroku—. Mi hermana siempre cocina pastel y lo acompañamos con té y pan.
    Sango, sonriendo, fue a servirle una taza de té y le alcanzó unos panecillos de la bandeja. Levantó la cabeza y vio toda la comida que su hermano sacó.
    —Al parecer no pensaban venir con las manos vacías
    —Lo hizo porque vino siguiendo el aroma del pastel —bromeó Kohaku, mientras tomaba un poco de comida seca y la ponía a hervir para acompañar la comida
    Miroku miró a su novia con los ojos brillantes
    —La verdad que algo tan delicioso como eso se huele a kilómetros
    —¿Ves, nee-san? El opina igual que yo
    —¿De qué me perdí? —preguntó Miroku, sorprendido
    —Le dije que si yo cocino, soy capaz de intoxicar a algún invitado. Mi hermana todavía no me ha dado clases.
    Reían, bromeaban y compartían el pequeño almuerzo. Ahora que Sango no salía con frecuencia, era él quien traía las novedades, aunque sólo fuera mediante un simple mensaje de texto en el teléfono móvil. La presencia de Miroku siempre traía algo armónico al ambiente, un poco de diversión.
    Ahora, después del incidente de Sango, su novio y su hermano se abocaban a acompañarla durante sus pequeñas actuaciones para que nada volviera a suceder.
    Miroku estaba infinitamente agradecido con Sesshoumaru al igual que Kohaku. Si no fuera por él, quién sabe qué podría haberle acontecido a su novia. Él también había sabido la historia por boca de Sango y se admiraba de la valentía que tuvo el muchacho para salir del aprieto. Fue un milagro, no había otra explicación.
    —Oigan, tengo un contrato para presentarme en una actuación dentro de dos semanas. Quería que ambos se enteraran —Sango miró ansiosa a los dos muchachos
    Ambos reaccionaron con mucha alegría
    —Eso es algo muy bueno —la alentó Miroku
    —Cuéntanos de qué se trata —inquirió su hermano
    —Bien, Sesshoumaru habló conmigo ayer por la noche y dijo que estaban reuniéndose para una fiesta importante. Llamó para hacerme una pequeña oferta: que esta semana iba a reunirse en privado con colegas y con algunos profesionales en diferentes campos, incluso de esferas artísticas—sus ojos brillaban de ilusión—. Dijo que pensaba promover mi trabajo como cantante
    —¿En verdad? —preguntó su hermano
    —Dijo que también había hablado con el jefe de una de las empresas. Le dijo que consiguiera patrocinar un espectáculo en el que yo pueda presentarme, él asistirá y evaluará mi capacidad —estaba tan feliz que casi flotaba en el aire—. Si todo resulta bien, no volveremos a tener necesidades ¡podré trabajar para alguna gran empresa!
    Su hermano y su novio no se cansaron de felicitarla. Era una excelente noticia.

    Miroku se quedó con ellos casi hasta el anochecer, luego debió marcharse y se despidió amablemente
    —No olviden darme la fecha y horario del gran evento —les dijo
    —Descuida, estarás enterado
    Sango y Kohaku se dispusieron a limpiar la casa luego de la pequeña fiesta. Estaban inexplicablemente felices
    —Cuéntame cómo a Sesshoumaru se le ocurrió esa idea —preguntó él con curiosidad
    —Por lo que supe, estuvo manejando muchos trámites complicados en este último tiempo debido a todas las cosas que sucedieron. Como recibió ayuda de personas muy importantes, alguien consiguió concertar una reunión para que pudieran hablar. Ayer en la noche se realizó una enorme fiesta en conmemoración de la Universidad
    —Supe que los que asisten son profesionales selectos
    —Así es, hermanito. Allí surgió la idea de concertar esa reunión privada para tratar no sólo temas de su último trabajo, sino también la promoción de nuevos artistas de todas las ramas —suspiró—, creo que quería algo así como promover a Rin para que trabajara entre los miembros de su equipo
    —¡Wow!
    —Sí, es grandiosa la oportunidad para muchos apadrinados en este medio
    —Yo también quiero participar
    —¿Qué habilidades tienes? —preguntó ella, sorprendida
    —Sólo lo decía de broma, no me reconozco con ninguna capacidad en especial. Ahora, tu voz es privilegiada y merecer tener anuncios y carteles por todo el país.
    —No creo que sea para tanto
    —Por el contrario, nee-san, yo creo que es para más
    —Te lo agradezco, Kohaku
    —No tienes que agradecerme nada —estaba enormemente feliz por la gran oportunidad que tenía su hermana—. Espero poder comprar con mi mesada un par de boletos. Cuando se anuncie el día de tu presentación, yo estaré allí en primera fila, alentándote.
    —No necesitaran gastar en boletos. Yo se los obsequiaré a todos: a Kagome, a Inuyasha, a Rin, a Miroku… todos estarán

    En la noche, su hermana fue a dormir, pero él se quedó despierto por algún tiempo más, terminando algunas tareas para la semana entrante. Su teléfono móvil, activado en modo silencioso, dio alerta de un mensaje privado. Al abrirlo, se encontró con una serie de caracteres inconexos. Sin pensarlo mucho, los borró. Poco después, recibió otro mensaje de las mismas características. Así unas cinco veces. Pasadas las once de la noche, su teléfono alertó una llamada de un número privado.
    Ya harto de la situación, atendió dispuesto a quejarse con la persona, pero del otro lado hubo silencio, luego de lo que la llamada se cortó. No volvió a dejar el teléfono en la mesa e inmediatamente recibió otra llamada.
    —Shihaku Kohaku —dijo una voz que desconocía
    Él frunció el ceño
    —¿Quién habla?
    —El amigo de un conocido tuyo. Me mandaron a decirte dos cosas: Primero, las líneas telefónicas de tu familia están tomadas. Tenemos total acceso a la información que manejen vía telefónica o vía Internet. Y, segundo, o cumples tu promesa o le haremos a tu hermanita lo mismo que le hicimos a Houko-san —el muchacho se quedó sin habla, incapaz de cortar, mientras escuchaba la amenaza— ya te dimos una muestra anteriormente. Eso a menos que te hayas arrepentido de habernos hablado de Ai —la persona del otro lado dijo “Ai” de un modo totalmente despectivo—.
    —Déjenme en paz
    —No necesito recordarte que tú empezaste esto —dijo cínicamente la voz del otro lado
    —Yo no les dije que lastimaran a Rin
    —El precio por abrir tu bocota y por lo que perdimos al no haber podido matar a ese insecto de Ai.
    —Antes de que hagan nada soltaré el nombre de todos. Los voy a matar
    —Oh, no, mocoso. Nosotros somos los que te mataremos a ti —la llamada se cortó.
    Kohaku dejó caer el teléfono ¿por qué les habló una vez a esas personas? ¿por qué no midió eso antes? ¿Por qué los metió a todos en esa situación? ¿Y ahora qué haría?...
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    El domingo en la tarde, Sesshoumaru se sentó con el teléfono móvil en la mesa y llamó a su representante, pues tenían que acordar una audición especial para el lunes. Mientras esperaba a que le atendieran, fijó la vista en el paisaje lluvioso que ofrecía la puerta entreabierta del patio. Al igual que el día anterior, aquella tarde había diluviado.
    El tono sonaba y sonaba, pero nadie contestaba del otro lado. Llamó al número fijo y tampoco recibió respuesta. Era extraño, pues su representante nunca tardaba en contestarle. Llamó otra vez y, como no respondía, dejó un mensaje en la casilla del contestador. Espero diez, veinte minutos y volvió a llamar. No hubo caso
    A la hora, su teléfono sonó. Sesshoumaru se apuró en contestar.
    —Por qué tardaste tanto en…
    Una voz del otro lado lo interrumpió
    —¿Hablo con Taishou-san? ¿Es usted el jefe de Kouji-san? —ese era el apellido de su representante
    La voz no le sonaba conocida. La llamada era realizada desde alguna línea privada
    —Sí… —contestó, pero la persona del otro lado —quienquiera que fuera— no le dejó preguntar.
    —Necesitamos con urgencia su presencia en la vivienda de esta persona
    —¿El motivo? —preguntó extrañado
    —Se lo diremos cuando llegue al lugar —la persona cortó la llamada y que le mencionara “urgente” no le gustó.
    Escuchó que la lluvia afuera finalmente estaba terminando. En el piso de arriba, Rin se encontraba tomando una siesta. Él subió a buscarla
    —Rin-chan, despierta —dijo suavemente, sin encender la luz, mientras se ponía una chaqueta que estaba colgada sobre una silla
    —¿Qué pasa? —preguntó ella adormilada, intentando dibujar su figura en la penumbra.
    —Recibí una llamada y tengo que salir de inmediato —se acomodó la chaqueta en los hombros—. Quédate despierta, no le abras a nadie. Hay un teléfono de emergencia detrás del anaquel, la pistola está en la gaveta de mi escritorio, no hagas ninguna llamada, yo te llamaré si necesito algo.
    Ella se levantó y se puso un abrigo rápidamente. Ambos bajaron
    —Regresaré tan pronto como pueda —le dijo antes de salir.
    Ella le puso llave y cerrojo a la puerta, y al rato escuchó cómo el automóvil arrancaba y se alejaba. Ella no entendía nada, pero le parecía suficiente la explicación de que algo grave había pasado. Miró por la ventana y vio un rayo. Veloces como el rayo, sus pensamientos acomodaron lugar.
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    El automóvil gris aparcó a media calle de distancia de la casa del hombre. Se acomodó el cabello y, bajo la llovizna, fue acercándose al lugar. Tuvo la sensación de déjà vue al ver delante de la casa unos cinco vehículos de la policía. El jefe de la patrulla caminó hacia él.
    —¿Taishou-san? —inquirió.

    Asintió con la cabeza, sin decir nada. Estaba confundido ¿Esta era la persona que le había llamado minutos antes? Sintió que “grave” era una palabra poco apropiada para la situación.

    —Notamos que usted realizó varias llamadas al número particular de esta persona en las últimas horas.

    De un porta documentos, Sesshoumaru extrajo un papel doblado, una tarjeta y una licencia. Se lo alcanzó al agente
    —Soy Akaitsukino Ai, por seudónimo. Kouji es mi representante y debía ponerme en contacto con él para organizar una reunión la semana entrante —inclinó la cabeza— ¿puedo hablar con él?

    El policía le hizo señas de que lo acompañara, habló algo en voz baja a otros dos agentes y entró en la casa, que estaba rodeada de cintas y balizas. Sesshoumaru entró detrás de él y se sorprendió de ver todas las cosas revueltas y fuera de lugar, como si alguien hubiera revisado entre las cosas del hombre. Cerca de una habitación vio aquello que rogaba no encontrar. Apretó los ojos y tomó aire.
    Él se encontraba revuelto en el piso, con una herida en la cabeza y en un charco de sangre. Jamás había enfrentado a la muerte, salvo, quizás, en alguna historia. No, tenía que ser una pesadilla…
    …pero al abrir los ojos, el cadáver de su socio seguía allí. Lentamente volteó a mirar a los tres agentes que habían entrado con él, como pidiendo una explicación.
    —Hace menos de una hora recibimos la llamada de uno de los vecinos de Kouji-san, informándonos que habían escuchado ruidos de arma y de objetos rotos. No estamos seguros de si hubo sustracción de dinero o documentos privados, pero es notorio que hubo intrusión y que la persona culpable estuvo rondando al menos unos diez minutos —lo repensó—, mas bien, el caso tiene la apariencia de haber implicado a más de dos personas. Taishou-san, su número figuraba entre las llamadas del teléfono del hombre.
    —También hice llamadas a su teléfono móvil
    —No encontramos su teléfono móvil. El culpable debe habérselo llevado

    —¿Está familiarizado con mi caso, agente?

    El policía asintió.

    —Ha sido agraviado en al menos tres ocasiones tanto directa como indirectamente ¿No es así? Tenemos informes de destrucción de bienes, injurias, secuestro extorsivo y ataque a mano armada. Usted también tiene un antecedente de homicidio calificado, en defensa propia. Hemos enviado a revisar todo el caso y, al parecer, nuevamente es algo relacionado con usted —Miró a otro agente, que le alcanzó una libreta—. ¿Esta persona, como su representante, tenía información privada acerca de usted?

    —Se encargaba de manejar hasta los asuntos más nimios no sólo de mi trabajo, sino también de mi vida privada

    —¿Poseía documentos personales de usted?

    —Tenía varias copias de mis documentos, mis números de teléfono y el de mi cuenta bancaria.

    Hicieron algunas otras preguntas, como la cantidad de tiempo que ambos llevaban trabajando juntos, la última vez que se vieron y se contactaron, el nombre de posibles sospechosos, algunos datos personales… A la policía, la declaración no le agradó para nada. Los documentos a los que Sesshoumaru hacía mención no estaban en ninguna parte de la casa, todos habían sido robados y, para encontrar pistas y solucionar la situación, sus horas estaban contadas…
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    Casi a las once de la noche, regresó a casa. Para Rin, las horas se le hicieron un horrible e interminable infierno, escuchando cómo el reloj tardaba siglos en dar los segundos.
    —Tardaste demasiado ¿Qué sucedió?
    Él se mordió el labio inferior, tras diez segundos de silencio, pasó a sentarse en la mesa junto a ella. Estaba completamente húmedo y frío debido a la llovizna, su rostro lucía bastante mal.
    —Malas noticias —por segundos, bajó la vista—, muy malas
    Rin miró hacia la puerta del jardín entreabierta, el suelo, la mesa roja que reflejaba las figuras de ambos cual espejo. No quería preguntar, no ahora que las cosas parecían querer mejorar. Justo ahora tenía que suceder algo malo y su intuición le hacía bromas pesadas ¿Por qué a ellos? ¿Qué habían hecho de malo, como para merecer algún castigo?
    —¿Qué sucedió? —apeló a su valor para poder escuchar la historia de su novio
    —Llamé varias veces a mi representante esta tarde mientras dormías. No me contestó —trató de evaluar el estado emocional de Rin antes de poner las manos en el fuego—. Horas después recibí una llamada y tuve que acercarme a su domicilio. Una patrulla rodeaba la casa
    —¿Está él bien? —no le gustó el silencio que recibió como respuesta, eso sólo la angustiaba más
    —Fue asesinado en su casa con un disparo en la cabeza, tuve que prestar declaración y la entrevista fue larga —omitió que los datos de ambos estaban en manos de quienquiera que hubiera cometido semejante atrocidad. Internamente, intuía que no se había librado de los animales que habían lastimado a Rin.
    —¿Sucedió algo más? —preguntó ella, segura de que él le ocultaba algo
    —No. Gracias al cielo no —tenía que hacer algo rápido. Pero por el momento no quería levantar el avispero diciendo que, de nuevo, estaban en riesgo. Eso, en vez de solucionar el problema, sólo contribuiría a desestabilizar nuevamente a Rin.
    También pensó en su familia, que le había asegurado que podía contar con ellos en cualquier momento, pero no quería inmiscuirlos en nada riesgoso. No salía de su mente la imagen del muchacho muerto. Sabía que jamás se perdonaría si alguien de su familia sufría tal suerte.
    Su mente trabajaba tan rápido como podía, con la misma velocidad que le permitía escribir un libro en una sola noche, encontraría una solución y todo este lío sería historia.
    Esa noche durmió sueños cortos y se despertó varias veces. Debajo de su almohada, descansaba la pistola que había matado a Byakuya. Sabía que, con tal de salvar a Rin, no le temblaría la mano y no le importaría morir.

    Despertó a las seis de la mañana y preparó agua caliente para tomarla por todo desayuno. Rin, después de unas cuantas pesadillas, se levantó detrás de él y lo sorprendió apareciendo a dos metros de distancia
    —¿Que no estabas dormida?
    Ella ladeó la cabeza con pena
    —No me dirás que tú sí pudiste dormir.
    Él desvió la mirada
    —Apenas sí pude —sacó alguna fruta de la frutera y dio una probada. Tenía el estómago y la garganta cerrada y unas terribles ganas de vomitar, no podía comer ni aunque quisiera. Sentía una terrible presión en la cabeza y veía difuso.
    Él la miró en silencio: su rostro estaba marcado.
    El vaso de agua quedó a medio terminar.
    Ambos iban a sentarse a la mesa cuando el teléfono móvil de él sonó. Era la llamada de un número privado.

    Taishou-san, eres el escritor Akaitsukino Ai —era una voz aparentemente amable—. No cortes esta llamada, nosotros atacamos a tu novia, intentamos asesinar a Sango, matamos a tu representante y tenemos secuestrados todos tus datos y los datos de tu familia —y lo decían con total descaro—. Sabemos perfectamente cuáles son sus movimientos y sus horarios, tenemos conciencia de los lugares que frecuentan y del lugar en donde viven

    Sesshoumaru le hizo una seña a Rin para que le pasara una libreta. Escribió:

    “no hables. Abrígate, guarda tu teléfono. Tira dentro de la estufa eléctrica todas mis carpetas. No me cuestiones”.

    Ella, con el corazón en un puño, hizo lo que le pedía. Él, mientras escuchaba del otro lado de la línea, encendió el ordenador portátil, transfirió y borró todos los datos que tenía y fue a esconderlo en una caja fuerte en su cuarto. La libreta de la novela para Rin quedó escondida dentro de la chaqueta que se puso, junto a las dos armas que nunca se quitaba de encima. Cuando se cortó la llamada del otro lado, cargó un teléfono que rin jamás había visto, cogió a Rin de la mano y salió a la cochera tan rápido como podía, prácticamente la arrojó en el asiento de atrás subió y se fue… rumbo a la universidad de Tokio.
    Aparcó frente al gigantesco edificio, bajó y le abrió la puerta a Rin.
    —Rápido, ven conmigo —le dijo.
    Dentro de varios salones, algunas clases ya estaban siendo dictadas.
    —¿Qué hacemos? —le preguntó Rin en voz baja mientras ambos caminaban rápido por los pasillos
    —No hay tiempo de explicar —respondió él, antes de irrumpir en uno de los salones.

    Frente a la clase, un doctor dictaba cátedra justo cuando él entró. Sin darle tiempo al profesor de decir nada, le explicó rápidamente algo. La clase entera miraba anonadada aquella situación. El profesor miró hacia arriba, hacia los escalones.
    —Taishou, Higurashi, hagan el favor de retirarse de la clase de inmediato —ordenó.
    Inuyasha y Kagome se miraron confundidos, sin entender nada de lo que sucedía, sorprendidos de ver a Sesshoumaru y Rin. Recogieron sus cosas y bajaron a toda prisa, yendo hacia donde estaba Sesshoumaru. Él los sujetó y sacó a ambos del salón.
    —¿Qué haces? —le preguntó Inuyasha de modo brusco.
    —Después les explicaré, ahora tienen que venir conmigo, rápido
    Prácticamente salieron corriendo. Inuyasha, Kagome y Rin se miraron. Al salir, los cuatro fueron hasta el automóvil subieron y marcharon rumbo a…

    …con rumbo indefinido.
    —Rin, pásame el teléfono que te di —pidió bruscamente. Ella buscó en la guantera y le pasó el aparato
    —No puedes hablar mientras conduces —le dijo Kagome—, te multarán.
    —Me importa un bledo —llamó al número que había marcado.
    Del otro lado, la persona contestó excitada
    —¿Quién es?
    —Soy Sesshoumaru
    —Ah, gracias al cielo eres tú ¿por qué no contestabas a mis llamadas?
    —Mi línea está tomada, graban mis conversaciones.
    —Me llamaron de un número desconocido y amenazaron. Inuyasha está…
    —…conmigo, está conmigo —miró a su hermano en el asiento de atrás—. Los saqué a él y a Higurashi-san de la Universidad luego de haber recibido una amenaza telefónica. Borré todos mis datos y los de Rin. Los cuatro estamos… —miró el asfalto— a punto de salir de Tokio, ellos estarán bien.

    Al escuchar eso, Rin, Kagome e Inuyasha abrieron mucho los ojos

    —¿A dónde piensan ir? —preguntó el padre
    —Saldré de la prefectura. Iremos a Chiba

    Sus tres acompañantes se inclinaron hacia él con ojos de plato
    —¡¡¿A Chiba?!!
     
  9.  
    fabrianny

    fabrianny Entusiasta

    Cáncer
    Miembro desde:
    23 Diciembre 2008
    Mensajes:
    196
    Pluma de
    Escritora
    ¿qué Kohaku hizo qué?
    ¿para dañar a Ai?
    Ese niño es un tonto te debía un post por la otra conti que no comenté es sorprendente un capi romántico y en este nos sueltas semejante bomba eres genial nunca me cansare de decírtelo ahora sí estoy un poco asustada ¿qué pasará?
    Ah ya no recordaba a Kageromaru pero sí se parece a como era en Inuyasha será bastante cruel y que hermano que me imagino sí es grande jaja es peor me dejó fría como Naraku mató a esa chica y sigo sin entender porqué le tiene tanta rabia a Sesshomaru pero ni modo esperare pacientemente a ver con que bomba vienes mucha suerte y cuídate mucho mi querida lube.
     
  10.  
    AkoNomura

    AkoNomura Guest

    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    hola!
    ARGH! YO ME CARGO A ESE NIÑATO!! ¡¿que hizo Kohaku?! no comprendo ¿fue por celos? todo pareció tan bonito de los dos hermanos compartiendo con Miroku una amena comida, una escena tan bonita manchada con esos mensajes y llamadas telefónicas ¡tenía que estar Kohaku metido en algo turbio!
    Naraku me dio miedo, que horrible, pero no comprendo por que quiere hacerle tanto daño a Sesshoumaru y su alrededor ¿en que esta metido? todo esto me da mala espina
    como lo he dicho varias veces espero que todo esto termine bien, aun espero la sorpresa jejeje

    nos leemos!

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    Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]
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    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    Capítulo 26
    Yuuroumaru, Kageromaru y los dos guardias de Naraku que los acompañaban estaban histéricos. Era prácticamente imposible que en media hora hubieran borrado rastros físicos. Revolvieron toda la casa del bien llamado “escritor escurridizo”. No había datos de ordenador, no había datos en papel ni trabajos de Ai —todos estaban quemados—. No había números telefónicos, agendas, teléfonos, nada.
    —Malditos insectos. Con sólo darles unos minutos se desaparecieron —rió a todo pulmón— se nota que están desesperados —miró a los guardias—. Esto no le agradará a Naraku, alerten a todos los miembros de la ciudad. Busquen rápido.
    Naraku estaba a punto de reventar. No solamente había sido engañado por dos mocosos de la universidad, sino que el muchacho, Kohaku, al proponer la cacería de Akaitsukino Ai le había generado una enorme pérdida difícil de sobrellevar. Por supuesto que al poco tiempo descubrió que esos dos no eran capaces de pagarle. La mala noticia de Kageromaru sólo lo haría empeorar. Después de Ai, seguirían Sango y Kohaku. Cada miembro en la ciudad ya estaba avisado.
    __________________________________________________________________________________________
    —¿Cómo que a Chiba? No puedes decidir por nosotros, ¿sabes? —protestaba su hermano
    —No puedo salir de la ciudad, tengo que avisar a mi familia
    —Escucha, yo vivía allá y…
    Haciendo caso omiso de los millones de críticas que le llovieron de parte de sus compañeros de viaje, prácticamente saltó a la carretera que se dirigía a la prefectura de Chiba. Ésta se encontraba del otro lado de la bahía y debía bordear hasta el otro extremo
    —No se preocupen, no estaremos allí por mucho tiempo. Iremos hacia el norte —corría por la carretera como si su vida dependiera de ello. De hecho, su seguridad y la de los tres que iban con él ahora realmente dependían totalmente de sus actos.
    —¡¡¿Qué?!! —estaban completamente alarmados
    —¿Estás loco, lo sabías? —le dijo su hermano
    Sesshoumaru lo miró por sobre el hombro unos segundos
    —Es una suerte que así sea. Mi locura ha salvado vidas en los últimos meses.
    Kagome sacó su teléfono móvil.
    —Llamaré a mi madre
    —Apaga ese teléfono —le dijo Sesshoumaru bruscamente
    —Pero, escucha…
    —Apágalo y escúchame a mí. Mi línea, la de Inuyasha y la de Rin están tomadas. Pueden escuchar nuestras conversaciones y también rastrearnos sin que nosotros lo sepamos. No puedo saber si también tomaron tu línea. Es peligroso —se dio cuenta de que la chica lo escuchaba—. Nadie encienda o utilice otro teléfono que no sea este —indicó con la cabeza el que había usado para llamar y que ninguno había visto anteriormente.
    —¿Este no tiene tomada la línea también? —preguntó Inuyasha
    —Nadie lo conoce y lo compré con documentación falsa
    —Criminal
    —Mi acción criminal puede salvarnos la vida, Inuyasha
    —¿Por qué demonios nos sacas de la prefectura?
    —Ayer en la tarde recibí una llamada de la policía. Me citaron en el domicilio de mi representante, a quien no había podido ubicar hasta ese momento. Fue asesinado
    —¿Qué? —preguntaron Kagome e Inuyasha
    —Fue asesinado en su casa, la policía está segura de que se trataba de más de dos personas responsables. Revolvieron toda la casa y robaron copias de mis documentaciones, incluidas las direcciones y los números telefónicos importantes. Los culpables fueron los mismos que nos atacaron a Rin y a mí, lo supe porque esta mañana recibí una amenaza telefónica. Saben todo sobre nosotros, Inuyasha, no podemos quedaros en la prefectura
    Kagome miró a Rin
    —¿No era acaso que Rin nació en Chiba?
    Era verdad, pero en su desesperación no supo qué hacer, tan sólo reaccionó ante la instintiva y natural idea de que tenía que salvar a los jóvenes y sacarlos de la ciudad, no importaba cómo o hacia donde
    —Iremos hacia Ibaraki, iremos por la zona costera tan al norte como sea posible, viajaremos toda la noche si es necesario, así confundiremos a esas ratas hasta que la policía dé con ellos —No estaba seguro de qué tan extendido estuviera el poder de esos malditos, pero una fuerte corazonada le decía que incluso Chiba podía ser peligrosa si permanecían allí por mucho tiempo aunque encontrar a un grupo determinado de personas fuera como la hazaña de hallar una aguja en un pajar.
    —¿No es más fácil encontrarlos? —preguntó Inuyasha ingenuamente
    —Soy escritor, no investigador privado y no arriesgaré la vida de ninguno. Tokio ya no es seguro y sabiendo todos nuestros movimientos, por muy grande que sea, no tardarían en encontrarnos y ya está visto por las llamadas de amenaza que han hecho.
    Kagome no deba crédito y el corazón iba a salírsele. Sus padres…
    —¿Tienen vigilada toda la ciudad? ¿Estamos en un pleito con la mafia? ¿Son yakuzas?
    Inuyasha escuchó las preguntas y el plan en silencio. Algo había que no le gustaba nada.
    —¿Papá estará bien?
    Sesshoumaru inclinó la cabeza hacia delante
    —Roguemos que así sea
    _________________________________________________________________________________________________
    Después de un viaje largo y realmente frenético, finalmente el automóvil ingresó poco a poco en la ciudad de Narita
    —Casi morí de un infarto —dijo Inuyasha con los cabellos erizados y respirando profundamente, mientras se sujetaba fuertemente al cinturón de seguridad
    Rin volteó a mirarlo
    —No te preocupes, a mí también me sucedió la primera vez
    Inuyasha levantó una ceja
    —¿Primera vez?
    —En su tiempo libre, corre en competencias de fórmula uno —le aclaró Rin al atolondrado chico—. Se supone que fue así como intentó escapar con Sango en esa oportunidad
    Inuyasha miró a su hermano
    —Con razón tu auto se hizo papilla
    —Ese fue un pormenor —contestó él, quitándole importancia
    —Sí, un pormenor que casi te mata —respondió Inuyasha cínicamente
    Paró en una esquina y volteó exasperado
    —Lo importante es que estás vivo ¿Bien?
    Inuyasha se pegó al asiento trasero y abrió desmesuradamente los ojos. Jamás en su vida su hermano lo había regañado. Miró hacia las nubes buscando lluvia, el cielo se caería por el acontecimiento tan raro. Iban lentamente por las calles de la ciudad.
    Ninguno podía proferir quejas de ningún tipo, puesto que estaban lejos de sus hogares, incomunicados, en un lugar extraño y bajo la total responsabilidad de Sesshoumaru. Incluso Rin se sentía fuera de lugar, estaban en una pequeña ciudad alejada de su propio distrito.
    —¿Qué vamos a hacer si no tenemos dinero? —preguntó Kagome
    —Prepárense a gastar lo que tengan en metálico, puesto que las transferencias de caja de ahorro también son muy fáciles de rastrear en estos casos
    —¿Qué? —volvió a quejarse su hermano
    —Ahórrate las quejas, estoy tratando de sobrevivir, ¿sabes? —tenía tres mil dólares y ochocientos mil yenes que deberían sobrevivir durante lo que llevara el viaje.
    __________________________________________________________________________________________
    A unos kilómetros de la bahía, desde una furgoneta blanca, tres personas realizaban una llamada telefónica.
    —Naraku, esto te interesará. Hace algunas horas un coche gris con una de las cuatro matrículas que nos mencionaste cruzó la bahía.
    Una risa macabra se escuchó del otro lado
    —¿Así que está en Chiba? Alerten a todos los miembros de la zona. Nuestra pérdida económica la pagará con su muerte. La mocosa es mía.
    En un radar adosado al vehículo bien equipado, varios puntos que indicaban la presencia de sus miembros a lo largo y ancho del mapa de la zona comenzaron a activarse en el momento en que Naraku cortaba la llamada…
    ____________________________________________________________________________________
    Paró en una gasolinera para cargar combustible al coche. Miró hacia la tienda que estaba junto a la estación. Debía cargar al menos los víveres necesarios para un viaje y darles de comer a los jóvenes lo que, probablemente, debería mantenerlos durante todo el día.
    —Compararemos algunas cosas. Ninguno se quede aquí dentro, bajen todos conmigo —miró al encargado que llenaba el tanque, y susurró—. Kagome, Inuyasha, preparen bisturí, pinza, estilete y aguja y salgan con ellos en el bolsillo —los chicos traían el instrumental sin utilizar dentro de sus mochilas para las horas de clases prácticas, antes de que Sesshoumaru aparecerá y los sacara.
    Inuyasha frunció el ceño
    —No me dirás que esos animales se encuentran en esta ciudad también
    —No puedo saberlo, pero es mejor prevenir que lamentar
    Hicieron lo que él les pedía. Fueron hasta la tienda y se paro en la puerta, mirando a los tres
    —Inuyasha, busca cobertores y toallas, por si debemos quedarnos a un lado de la carretera, trae también la cuerda más larga que encuentres y pirotecnia para quitarle la pólvora. Kagome, busca comida como para dos días, agua mineral, el recipiente más grande que encuentres y cubiertos de metal, Rin, busca con qué llenar el botiquín, también trae hipoclorito de sodio, detergente y veneno para ratas. Yo iré a comprar un poco de combustible y equipamiento para emergencias.
    Se dividieron, pero Rin lo siguió
    —¿Para qué quieres hipoclorito de sodio, pólvora y veneno? ¿Vas a matar a alguien o qué?
    —No, sólo es por si aparece alguna Rata en nuestro camino —la miró por encima del hombro— y por si mi arma queda sin balas.
    Rin lo pensó un poco. La mayoría de las cosas que cabían en un botiquín y en una caja de limpieza, con mal uso podían servir para envenenar a alguien, provocar una explosión, heridas graves o un incendio. ¿Así que estaba dispuesto a matar con tal de protegerlos?
    Sin preguntar nada, compraron todo lo que él pedía, lo cargaron en bolsas y corrieron a ponerlo dentro del coche. Luego, subieron y fueron hasta otro lugar bastante más alejado, en una calle poco transitada. Sesshoumaru bajó y abrió el baúl. Rompió uno de los paquetes con seis botellas de agua mineral, abrió tres y las descargó, aprovechando para llenar el radiador.
    —Inuyasha, ven acá usando barbijo. El hipoclorito de sodio junto con el agua oxigenada y el detergente
    —Eso es extremadamente tóxico.
    —Esa es la idea —comenzaron a cargar rápidamente las botellas—. Tendremos este veneno a mano y si tenemos problemas, les reventaremos las botellas. Lo mismo con el combustible extra que compré, pienso hacer bombas molotov en caso de que no sirvan mis armas. Asimismo no se quiten el instrumental de encima, si alguien se les acerca con actitudes sospechosas, no duden en clavarles una hoja. No nos tomarán desprevenidos.
    —Ya veo por qué estos tipos no tienen suerte contigo. Nos encontrarán armados hasta los dientes.
    Al rato, comenzaron a preparar el coctel molotov al que su hermano había hecho mención con un pack de botellas de quinientos mililitros, combustible, la pólvora y un metal inflamable al contacto con el aire. Definitivamente, si alguien los “sorprendía”, volaría por los aires. Después de eso, quedó un paquete de ocho botellas de un litro y medio con agua mineral para consumir. Entre los cuatro, tardaron sólo media hora, pero habían perdido una hora y media en la ciudad.
    —Las botellas personales y el instrumental irán debajo de sus abrigos, las de veneno irán debajo de sus asientos, así que ciérrenlas bien. Quítense las chaquetas de laboratorio —Inuyasha y Kagome lo hicieron rápidamente, quedaron vestidos de civil y probablemente sería difícil dar con ellos. Pensaban ir hasta unas tiendas cercanas para comprar algunas cosas faltantes, así que “se armaron”, aseguraron el coche y caminaron unas calles, de repente, se encontraron con alguien conocido frente a ellos
    —¿Kagura? —preguntaron todos al verla. Eso explicaba por qué no la encontraban. Huía como ellos ¿O acaso…?
    —¿Qué haces aquí? —preguntó Sesshoumaru frunciendo el ceño
    —Eso debería preguntarlo yo —dijo Kagura mientras llevaba una mano al bolsillo de su abrigo.
    Sesshoumaru, con un movimiento rápido, la estiró hacia ellos, de espaldas, sujetándola de la muñeca y sacó de su bolsillo una pistola idéntica a la de él.
    —¿Qué significa esto? —preguntó por el objeto, mientras le apuntaba.
    Ella lo empujó, liberándose, metió la mano en el bolsillo de él y le robó la pistola, apuntándole directo al cuello
    —¿Y esto qué significa? —preguntó por el arma de Sesshoumaru. Ambos quedaron apuntándose a matar y los tres jóvenes corrieron a esconderse en el callejón más cercano tan rápido como les permitían sus pies, mientras miraban a Kagura y Sesshoumaru dispuestos a dispararse en la calle desierta.
    —Esto explica por qué no podían encontrarte. Te has estado escondiendo aquí ¿Y luego qué? ¿Te dieron órdenes de atacarme?
    —Cállate —le gritó ella, sudando frío—. Por tu culpa anoche me amenazaron de muerte en mi número privado ¿Tan lejos llegaste? ¿Contrataste a alguien para matarme, entonces?

    ¿No estaba Kagura relacionada con los asesinos de su representante?
    ¿No estaba Sesshoumaru tan desesperado como para enviar un servicio de inteligencia detrás de ella?

    Ambos estaban sorprendidos de las palabras del otro. Confundidos, bajaron las armas.
    Rin, Inuyasha y Kagome asomaron confundidos desde el callejón, llevando las manos hacia los bolsillos de los abrigos, dispuestos a lanzarle a la mujer lo que fuera que agarraran primero.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó Kagura
    —Anoche el grupo que atacó a Rin asesinó a mi representante, robó mis datos y amenazó a mi familia. Nos estamos escondiendo de ellos.
    —Anoche recibí una amenaza telefónica y te culpaban a ti —contestó ella— saquearon mi cuarto de hotel. He estado haciendo transferencias a tu cuenta con una identidad falsa, supongo que lo habías notado, pero no lo hice después de la llamada
    Todos se miraron confundidos ¿Entonces ninguno de los presentes tenía relación con las amenazas múltiples y los ataques?
    Kagura miró a Rin, Inuyasha y Kagome. Se hallaban bien.
    Sesshoumaru miró a sus acompañantes y luego a Kagura
    —Hablemos de esto.

    En un café no muy lejos de ahí, Kagura comentó algunos trámites que había estado llevando a cabo solapadamente para dar con las personas que habían lastimado a Rin, sin embargo no podía dar con quien mandó el ataque contratado. Luego recibió esas llamadas en las que la amenazaban de muerte y culpaban a Ai. Entonces se dio cuenta de que algo no cuadraba y comenzó a salir armada a la calle. Se dio cuenta de que sus interlocutores estaban armados también. El centro industrial acababa de convertirse en una peligrosa área de cacería donde cualquiera que conociera personalmente a Ai estaría en peligro de muerte o bajo amenaza. Escapa no serviría de mucho.
    El grupo se asustó de saber que también había miembros de esa “sociedad” en Chiba y se alegraron de que Sesshoumaru fuera tan precavido. Pero eso no era garantía de seguridad y cualquier cosa podía acontecer. Tenían que pensar rápido. Estaban en medio de la charla cuando, de repente, el teléfono de Kagura sonó. Era un número privado.
    El teléfono sonaba y sonaba, pero ella no atendió. Todos miraban con horror el pequeño aparato. Al rato, volvió a sonar. A la tercera vez no sabían qué hacer
    —No contestes —dijo Sesshoumaru en voz baja
    Kagura contestó. Y se quedó rígida y en silencio mientras escuchaba del otro lado. Todos se inclinaron hacia ella en completo estado de alerta, sin aire en sus pulmones. Activó el altavoz y cubrió la bocina para que todos escucharan.

    Kagura, soy Kohaku. Tengo que decirte algo. Hace meses durante una cita contigo, me encontré con uno de los miembros de la agrupación a la que tanto temías, los engañé y les di Datos de Ai. Anoche recibí una amenaza de muerte, mi hermana y yo estamos sitiados, vigilados y no podemos hacer nada. Haz algo…

    Ella frunció el ceño y cortó la llamada. Todos la miraban confundidos
    Sesshoumaru miró su auto.
    —Ese mocoso. Lo voy a despellejar vivo
    Kagura le puso una mano en el hombro.
    —No te preocupes, ese grupo mafioso con el que tranzó acuerdo se encargará de hacer eso. Lo que tenemos que ver es qué haremos nosotros
    —¿Tú conocías a esos tipos? —preguntó Inuyasha
    —Sólo por comentarios aislados —respondió ella—. Kohaku no parece el tipo de persona que haría eso, si lo hizo sin pensar, ahora está bajo la mirada de esta gente, al igual que nosotros
    —Tenemos que regresar —pidió Rin
    —Regresar es peligroso —le dijo Sesshoumaru
    —Pero van a lastimar a Sango y a Kohaku
    Sesshoumaru la miró furioso
    —Yo ya hice lo que pude y casi morí en el intento. Si ese mocoso está en problemas, se lo buscó él solo, pero nos metió a nosotros en esto. Entiende.
    Rin bajó la mirada.
    —No me gustaría decirlo, pero Sesshoumaru tiene razón —dijo Kagome muy apenada.
    Al rato, el teléfono de Kagura sonó de nuevo
    —¿Y ahora qué quieres? —preguntó furiosa y nerviosa

    Quiero comentarte que sé en donde estás y con “quienes”. El jueguito termina aquí y los Taishou vienen con nosotros —el tipo del otro lado de la línea cortó la llamada.

    Sesshoumaru miró a todos.
    —Kagura, ven con nosotros: nos largamos de Narita. Ya.
    Todos corrieron hacia el coche como si el diablo les pisara los talones, subieron, se abrocharon los cinturones y el auto salió a toda prisa. Minutos más tarde, dejaban la ciudad atrás.

    Kagome llevaba la cara entre las manos mientras Inuyasha la abrazaba. No sabía qué hacer. Sus amigos estaban en riesgo, sus padres estaban en riesgo, los padres de su novio, ella misma. Todo por la culpa de los tontos celos de un mocoso inmaduro que intentó creerse dueño de las lastras de la ciudad.
    —¿Qué hacemos? —preguntó Inuyasha
    —Llamen a alguien —propuso Kagura
    —Rin, la línea —pidió Sesshoumaru, sin quitar la vista del camino que conducía finalmente hacia una carretera en el norte.
    La chica encendió el único teléfono móvil que podía utilizarse y se lo pasó a Kagome
    —Llamemos a la policía —pidió Kagome
    —Llamar a la policía no servirá de nada —le dijo Kagura—, estos tipos son escurridizos y están por todas partes, además de poseer una fuerte economía y un servicio de inteligencia monstruoso.
    —Al menos debemos intentarlo —dijo Kagome
    —Denle la línea a Kagura —sugirió Rin—, ella es quien los ha estado investigando
    —¿Esta línea no está tomada también? —preguntó la mujer
    —Esa línea está asegurada con documentación falsa y nadie de mis contactos la conoce —le dijo Sesshoumaru—. Llama como número anónimo a la central de policía de Chiba y también a la de Tokio, diles lo que hayas investigado sobre estos tipos. Al menos conseguirán rastrearlos.
    Kagura hizo las llamadas.
    —Akamatsu Naraku es el dueño de una empresa automotriz en Yokohama, pero reside a las afueras de Tokio periódicamente …Es intermitente y no tiene residencia fija. Realiza actividades ilegales a las afueras de las ciudades y tiene una enorme red de contactos que forman una sociedad de bastante poder y muy peligrosa que se dedican a provocar secuestros, robos y asesinatos, entre otras actividades, cobrando altísimas tarifas... Estamos siendo rastreados desde la salida de Narita, Chiba …sí… Fuuno Kagura, Taishou Sesshoumaru, Houko Rin, Higurashi Kagome.

    Dio datos sobre Naraku y algunos datos propios, llamó a ambas centrales de policía y tuvo que aclarar que no era ninguna clase de criminal debido a la injusta pericia que la investigaba, iniciada por las exposiciones de Sesshoumaru.
    Finalmente cortó
    —¿Y ahora qué? —le preguntó a Sesshoumaru— ¿nos quedamos tranquilamente en la ruta mientras esperamos a que los inútiles agentes de policía den con estos animales?
    —Mientras esperamos en la ruta, estos animales ya saben que salimos de Narita —estoy seguro— y deben estar esperando a que pasemos por algún centro urbano
    —Eso significa que no podemos detenernos —concluyó Rin
    Todos se miraron entre sí. En ese momento, volvió a sonar el teléfono de Kagura
    —No contestes, puede rastrearnos —le dijo Sesshoumaru—. Apágalo
    Ella atendió
    —¡Kagura! —le reclamó parando bruscamente a un lado de la carretera, justo cuando pasaba un camión—. Te dije que no contestaras.
    —…Kagura, te pedí ayuda… —se quejó Kohaku del otro lado, nuevamente.
    Inuyasha le quitó el teléfono a la mujer y la llamada se interrumpió bruscamente. Sesshoumaru reanudó la frenética marcha por la carretera y llamaron desde la línea protegida con un número privado, activando el altavoz. Antes de que le dijeran nada, Kagura le dijo
    —Escucha, mocoso, tú te metiste en esto solo, por una estupidez y por propio gusto. Ahora, por tu causa estoy huyendo de la policía y de un grupo mafioso que amenazó con matarme. Y todo porque no fuiste capaz de decir la verdad.

    —Escucha, Kohaku —le gritó Kagome—. Estamos huyendo todos por tu culpa y no podemos hacer nada por ti. Estamos en la misma situación que tú y estamos demasiado lejos de ti y de tu hermana. Toda mi familia y la de mi novio están en riesgo. Lo único que podíamos hacer ya lo hicimos, así que solamente ponte a rezar.

    —Escúchame, mocoso del demonio —le gritó Sesshoumaru sin apartar la atención del camino—. Casi perdí la vida por salvar a tu hermana, quebranté varias leyes intentando ayudar a todo el mundo, recibí una amenaza de muerte, puse en riesgo a toda mi familia, perdí los trabajos más importantes que hice a lo largo de toda mi vida y fui espectador de la muerte de mi representante. No pidas ayuda porque no te la mereces, no volveré a hacer jamás nada por ustedes ¿Lo oíste? Jamás. Y lo lamento mucho por tu hermana, ojalá te perdone en el otro mundo.

    —Escucha, idiota —le gritó Inuyasha completamente fuera de sí—, si ahora pudiéramos ir hacia ti lo haríamos para despellejarte vivos ¿oíste? Todos estamos en un enorme riesgo por una estupidez que cometiste. ¿Realmente creíste que ibas a salir vivo? Lo has confesado demasiado tarde y ahora o podemos hacer nada ni siquiera por nosotros. Por tu culpa toda mi familia quedó con enormes secuelas, atravesamos por muchos peligros y estamos muertos de miedo. No tienes derecho a hacerte el chivo expiatorio. Ni siquiera mereces que perdamos el tiempo discutiendo contigo. No deberíamos decirte todo esto puesto que ya lo sabes. Y llévate tu culpa al infierno.
    Rin y Kagome lloraban desesperadamente. Del otro lado de la línea, el muchacho lloraba por el terrible error que había cometido y jamás podría solucionar.
    —Jamás pensé que harías algo así —le gritó Rin entre sollozos—, lo siento mucho por Sango. Jamás te perdonaré lo que nos hiciste a todos —Kagura cortó la llamada y todos se quedaron adoloridos. Era lo peor.
    ____________________________________________________________________________________
    Kohaku no sabía qué hacer y se inventó mil excusas para evitar que Sango y Miroku salieran del establecimiento.
    —Basta, Kohaku, dinos ya qué pasa —dijo Sango, viéndolo notablemente angustiado
    —No es nada hermana, sólo que…
    —No me mientas, has estado así desde la mañana
    Él no sabía qué hacer o en donde meterse. Al menos debería decirlo, puso la vida de su hermana en riesgo y ahora tenía que ayudarla.
    —No vas a creerme lo que voy a decirte —dijo pálido, nervioso, tembloroso y con un hilo de voz—. Una vez, Kagura me habló que un familiar lejano suyo poseía… posee una gran red de personas que se encargan de cometer acciones ilegales por dinero en tarifas altas. Yo les hablé y les pedí que atacaran a Ai, pero ellos buscaron a Rin.
    Sango y Miroku quedaron rígidos
    —¡¿Qué?!
    —Sí, eso fue lo que pasó, pero no podía decírselo a nadie
    Yo les mentía por la paga y una vez me extorsionaron, amenazando con hacerte daño. Como los ignoré, te atacaron una vez en el centro de la ciudad ¿Lo recuerdas? —ya lloraba incontroladamente.
    Un río de lágrimas caía por la cara de su hermana y le dio una tremenda bofetada que le dejó marcado el rostro
    —No, tú no le hiciste eso a esas personas tan buenas —negaba con la cabeza y se había puesto tan pálida que estaba gris— ¡cómo pudiste! —le dio otra bofetada.
    —Sango, cálmate —le pidió Miroku.
    —¡No! —gritó Kohaku y ambos lo miraron—. Anoche me molestaron y recibí una amenaza telefónica. Tienen tomadas todas nuestras líneas, pueden rastrearnos, saber dónde estamos y escuchar nuestras conversaciones. Dijeron que iban a matarnos —cayó al suelo—. Vamos a morir, no podemos salir de aquí. No podemos llamar a nadie —miró con azorados y vidriosos ojos a su hermana—. Han atacado y amenazado a Sesshoumaru, a Rin, a Kagura. Los rastrean a todos y los persiguen, van a matarlos —Ya no lo soportaba más.
    Kohaku se puso de pie no lo soporto más, se levantó y salió corriendo hacia fuera de la Universidad…
    __________________________________________________________________________________
    —Maldita sea, ¿cuánto pueden tardar en agarrar a un tonto idiota? —se quejó Goshinki, uno de los ayudantes de Naraku
    Tranquilo —comentó Naraku, cómodamente sentado en el sillón de una de sus casas—. Están gastando sus opciones. Además, no podrán ir muy lejos. Nuestros hombres ya los han detectado en Narita —dijo mirando un enorme mapa en la pared—. Es posible que quieran salir de la ciudad y salgan por la carretera más próxima. Todos en la zona están alertados —un juguete móvil rodaba por el borde de un escritorio como si fuera un coche de cuerda—. El siguiente punto es Akaogi y los están esperando. Y antes de que lleguen a la ciudad… —Naraku desenfundó un revólver y sacó el juguete de su curso con un disparo que lo partió a la mitad. Su macabra risa sonó por toda la residencia.
    Alguien llamó al teléfono y Goshinki atendió.
    —Encontramos a Sango y Kohaku Shihaku. Ambos están en la universidad imperial de Tokio y no han salido en todo el día. Tenemos a cuatro en los alrededores del predio de la Universidad.
    —Perfecto —contestó Goshinki—, no hay nadie que los defienda, el maestro ordena que los maten a quemarropa, y a un tercero llamado Miroku que está con ellos.
    _________________________________________________________________________________
    Miroku y Sango no reaccionaron a tiempo. Cuando tomaron consciencia de la situación, salieron detrás de Kohaku para evitar que escapara del predio, pero no lo alcanzaron a tiempo y vieron cómo era baleado en la entrada por cuatro hombres que también les apuntaban a ellos.
    A Sango no le importó y corrió a buscar el cuerpo inerte de su hermano que estaba en la puerta. Miroku la cubrió y recibió los disparos destinados a matar a Sango.
    Sin que los merodeadores lo supieran, los alrededores estaban cercados de patrullas de policía debido a todos los avisos urgentes que recibieron desde varias líneas y atraparon pronto a los criminales al oír los disparos. No importaba, el trabajo estaba hecho. Desde la Secretaría y otras áreas, varias personas salieron a socorrer a los jóvenes agonizantes y llamaron a Emergencias.
    __________________________________________________________________________________
    En su casa, Naraku desconocía que el plan A había funcionado “a medias”. Otro teléfono sonó y el ayudante atendió
    —Luna roja en tres kilómetros —habló un muchacho mientras subía a un gran vehículo en la carretera.
    —Olvídense de la captura. El amo ordena que hagan polvo al automóvil.


    El microbús con siete adentro, salió de la gasolinera a toda velocidad. Tres de los ocupantes reían como locos cargando armas, cerca del coche gris
    —Vamos a cerrarle un libro a Ai —les apuntaron a matar.
    Corrieron al auto a veinte metros de distancia con la idea de tirarlos a la banquina de un solo tope.
    Kagura miró por el cristal con ojos muy abiertos
    —¡Esos son!
    Él pisó el acelerador a fondo, intentando evadirlos, aunque a esa distancia salieron rodando hacia delante en la carretera, dando cuatro vueltas de tirabuzón debido al tope. Inuyasha, sin pensarlo, rompió uno de los cristales y lanzó su chaqueta y la de Kagome, que tenían dentro las bombas molotov. Las cuatro explotaron sorpresivamente debajo de las ruedas delanteras del microbús, rompiendo la parte delantera y sacándolos de la carretera de una forma violenta. Pero el vehículo topó al auto. Debido a la velocidad que llevaban ambos vehículos, estos siguieron volando entre la banquina y la carretera por lo menos a doscientos metros.
    Cuando la colisión acabó, todos abrieron las puertas y salieron terriblemente golpeados. Rin tenía una herida en la frente debido a un corte de los cristales que volaron.
    Debido a la inestabilidad en el otro vehículo, dos murieron y uno resultó gravemente herido, pero los cuatro sobrevivientes salieron de debajo y les apuntaron al grupo. Sin pensarlo, Sesshoumaru e Inuyasha arrojaron las dos botellas que quedaban y estas provocaron un incendio que separó a ambos grupos, sin embargo, unos disparos cruzaron la barrera.
    Instintivamente, todos se arrojaron al suelo y las municiones pasaron de largo sin tocarlos. El fuego se extendió hacia ellos, así que corrieron tan lejos como podían antes de caer inconscientes a un lado de la carretera. Los que intentaron matarlos cayeron inconscientes también y no pudieron escapar del incendio.

    Dos horas después, se dirigía hacia Narita una larga caravana de ambulancias llamadas por algún conductor que presenció la extraña escena. Debido a la terrible explosión y a la velocidad, el microbús se hizo pedazos. Los sobrevivientes del gran vehículo estaban completamente quemados. Castigo divino.
    Ai y los demás estaban inconscientes, pero estaban bien.
    En un hospital de alta complejidad en Tokio, había dos personas heridas de bala. Ambos estaban en riesgo de muerte, pero tenían posibilidades de sobrevivir y una chica de cabello castaño no se apartaba de ellos ni por un momento. Pero Kohaku… ¿tendría esperanzas de sobrevivir?

    La gran historia de la captura de una peligrosa red fue noticia por dos meses


    **********
    **********

    El grupo llegó intrigado. En la entrada, de un coche gris oscuro, bajó un muchacho de cabello blanco y ojos claros, vestido prolijamente de negro. Con él, bajó una muchacha muy bella, de cabello oscuro y hermosos ojos marrones, que llevaba un vestido púrpura de estación fría y botas del mismo color: una princesa en el invierno.
    Detrás del coche gris oscuro, estacionó otro, gris claro. El muchacho que bajó, con apariencia similar pero un tanto mayor que el otro, caminó hasta la pareja y los saludó.
    —Vaya, ya creí que te arrepentiste y que no vendrías —bromeó el joven con el recién llegado
    —No me perdería un evento como éste —dijo en tono calmo, sin cambiar de expresión. Estaba muy tranquilo. Volvió hasta el coche y ayudó a bajar a su pareja.
    Rin se veía realmente hermosa, llevaba un vestido matizado, con un estampado de suaves colores pasteles: rosa y celeste, en una tela brillante y llena de apliques, como si estuviera vestida de nubes y estrellas. Llevaba además un abrigo blanco y botas blancas.
    Su maquillaje era sencillo, el mismo que había llevado en la fiesta
    —Son amigas tan unidas que hasta visten similar —bromeó Inuyasha, viendo consecutivamente a su novia y a su “cuñada”.
    Kagome le dio un golpecito en el brazo
    —No digas eso que me apena —le sonrió—, tú no tienes suficiente dinero como para comprarme un vestido de diseñador como ese.
    —¿Me acusas por mi condición económica? —se quejó en broma
    —No puedo quejarme de ti —lo besó—. Además no puedo comparar tu mesada con la cuenta bancaria de Ai
    —¡Oye! —se quejó más
    Sesshoumaru rió suavemente por la ocurrencia de la chica, y Rin le siguió.
    —Lo que hace que la ropa se vea bien es la persona que la lleva puesta
    —Gracias por el cumplido —dijo Kagome, sonrojándose
    —No lo decía por ti, lo decía por Rin
    Rin, que estaba a su lado, inclinó un poco la cabeza y se sonrojó, Kagome, que ya estaba sonrojada, se ruborizó más aún
    —Siempre fue así desde que tengo memoria —lo molestó Inuyasha
    —Cállate o te pego, es temprano para estar peleando
    —Cambiando de tema —dijo Rin, con ansias de calmar los ánimos—, creo que es hora de que entremos.
    El cielo comenzaba a nublarse y a ponerse cargado…
    …Iba a llover de nuevo, y eso sólo significaba una cosa…
    Un viento sopló e hizo flotar su cabello, dejándole la forma etérea de un ángel. Hasta Inuyasha quedó tan anonadado que Kagome tuvo que darle un empujón para que despertase.
    —Tú también eres muy hermosa —dijo en broma
    —No estoy diciendo que no mires a Rin, pero te estás tardando en entrar —dijo con un poco de fastidio, sudando frío y con un tic en el ojo
    —Bueno, bueno, no hace falta que te enfades —dijo y se volvió hacia atrás, cerrando los ojos para adoptar una imagen que, en vez de sublime, quedó chistosa y le pasó el brazo por el hombro, acercándola a él. Ambos entraron detrás de la otra pareja, que ya se había adelantado como cinco metros, caminando tranquilamente de la misma forma en que lo hacían ellos.
    El local recién se abría y estaban acomodando y limpiando las cosas, preparando todo para la hora del evento. Había lugar para unas seis mil personas aunque ninguno de ellos estaba seguro de que se llenara con esa cantidad. De los asientos vacíos, eligieron un lugar neutro, en las filas de en medio, en un costado.
    —¿Crees que ella ya esté por aquí? —preguntó Inuyasha
    Su hermano lo miró
    —Debe estar arreglándose y ensayando en algún lugar por aquí detrás
    Kagome se puso de pie
    —Entonces vayamos a verla
    —Lo mejor es que nos encontremos después del espectáculo, no debemos desconcentrarla, por el momento, debe preocuparle solamente el espectáculo
    —Pero… —iba a quejarse Rin
    —Nada de peros —la interrumpió su novio—, he estado en más de cien convenciones, cuando tu atención es para la gente, no puedes perderla con nadie más. Una vez que te quitas el problema de encima, el tiempo es todo tuyo y de las personas que están contigo. Así que nos veremos detrás del escenario cuando el espectáculo termine.
    —¿Crees que su novio vendrá pronto? —preguntó Rin
    —Quizás esté por allí dando vueltas, pronto lo veremos aparecer por algún sitio, no creo que, con toda la gente que habrá aquí, le interese dejarla sola
    Las chicas asintieron.
    En ese momento, pudo oírse claramente cómo un automóvil se detenía frente al predio y luego volvía a salir. Entró una hermosa mujer vestida de violeta, con una cartera al hombro, con el oscuro cabello ondulado suelto sobre los hombros y un maquillaje delicado.
    —Hola, cariño —saludó a Sesshoumaru—, hola, Rin-chan —dijo a la joven que le respondió con una pequeña inclinación de cabeza. Luego, miró a Inuyasha y a Kagome—, hola mocosos ¿Siguen metiéndose en problemas?
    Ellos se quejaron e iban a discutirle cuando Sesshoumaru levantó la mano.
    —Tranquilos, este es un lugar de diversión, no una arena de artes marciales
    La parejita suspiró y se sentaron, luego, Kagura caminó hacia las filas, pero se sentó junto a Sesshoumaru, del lado opuesto a sus “oponentes”. Sesshoumaru se volteó a verla.
    —No entiendo por qué te enojas
    —Sabes que no los soporto
    —Son mi familia
    —Casi no me lo creo, Inuyasha no se parece en absoluto a ti
    —Eso es porque de este otro lado nacieron de un repollo en mal estado
    —Oye —se quejó Inuyasha
    —Cállate, Inuyasha —dijo él sin mirarlo y con los ojos cerrados—, yo tampoco lo soporto, pero los familiares no se eligen: vienen solos.
    Kagura apoyó la cara entre las manos
    —Qué pena
    Con el paso del tiempo, el recinto se fue llenando. Personas de todas las edades, en su mayoría jóvenes, entraban y ocupaban las primeras filas, nadie tenía muchas esperanzas de que esto realmente funcionara, pero los representantes de Ai habían trabajado duro, intentando reunir la mayor cantidad de gente posible, poniendo todo su empeño y experiencia en hacer algo atrayente la presentación de un nuevo artista. Habían negociado el lugar, los horarios, las invitaciones y los anuncios. Para ayudar, pusieron a Ai como auspiciante, aún si no dio la cara, como era costumbre en el escurridizo escritor que, sin embargo, todo el mundo soñaba con ver, en especial un grupo de fanáticas admiradoras, que siempre llenaban todos los auditorios en los que se presentaban nuevas obras. Él estaba seguro de que la mayoría de los presentes debían ser los mismos que hacían eso y llenaban sus bolsillos con una considerable cantidad de dinero, teniendo en cuenta de que vendía obras en muchos idiomas pero, especialmente, en el idioma universal del corazón.
    Ante la sorpresa del grupo, el auditorio se abarrotó de gente.
    Rin lo miró sorprendida
    —No estoy muy segura de si vienen por la actuación de ella o por tu promoción, esto más bien parece una presentación de tus obras, pero sin libros.
    Él le devolvió la mirada
    —¿Sientes celos?
    Ella abrió los ojos
    —No, para nada ¿por qué habría de sentir tal cosa?
    —No tendrías de qué preocuparte —apoyó la cabeza sobre la de ella y miró a lo lejos, fingiendo estar distraído—. Ya me patentaron como “propiedad de Rin-san”.
    Todos rieron con la simpática escena.
    Algo sorprendente, era que muchos presentes que se habían sentado cerca eran compañeros de clases de la Universidad.
    Sesshoumaru estaba seguro de que nadie allí más que el grupo sabía que, sentado entre ellos, se encontraba el tan aclamado Akaitsukino Ai que, sin embargo, se escabullía…
    Finalmente, cuando todo ya se llenaba de insoportable expectación, ella entró a escena acompañada por aplausos y por un excelente juego de luces, vestida con uniforme: cabello recogido, camisa blanca, saco y falda recta grises.
    —En esta noche les doy la bienvenida a mi primera presentación —dijo mediante el micrófono que le habían dado. Todos saludaron con un animado murmullo—. Es probable que la mayoría de los que están aquí no me conozca. Así que me presentaré: me llamo Sango —unas cuantas personas la saludaron— y espero que lo disfruten.
    Rin se llevó una increíble sorpresa cuando ella abrió el espectáculo cantando “No puedo dejarte volar”. Sesshoumaru tenía una leve sonrisa y sólo miraba hacia delante. Todos conocían la canción debido a que se popularizó en los labios de una famosa joven cantante, todos la acompañaban y a todos les agradó la similitud del equipo de sonido y la destreza de los músicos que le hacían acompañamiento. Rin apoyó la cara en el brazo de su novio. La oscuridad debida a los efectos de luces no permitía verlo, pero estaba muy, muy sonrojada.
    —¿Cantan conmigo un coro? —propuso la divertida y espontanea muchacha. A todos les gustaba el juego, gritaron con ganas, ella sabía lo que era animar

    “Entonces veo la realidad
    Que los ángeles pueblan mi mundo de magia
    pero es tu amor el que me hechiza…

    Sesshoumaru miró a Rin a los ojos, sus propios ojos sonreían
    —Me doy cuenta de que no puedo dejarte volar.

    Siguieron el juego de coro y canto hasta que se cansaron.
    Al comenzar el segundo tema, ella comenzó a cantar, pero mientras tanto sujetó su ropa con fuerza y ésta se desprendió sin dificultad. Debajo del “uniforme” llevaba un vestido corto rojo y muy brillante, lleno de apliques y lentejuelas, prendido a un hombro. También se soltó su hermoso cabello castaño.
    Se oyó un grito general de hombres, aplausos ruidosos, halagos, silbidos y hasta algunas cosas subidas de tono. Se sonrojó, pero siguió cantando con ganas, nunca había estado frente a tanta gente.
    Con esa ropa, siguió cantando y recorriendo todo el escenario. Las luces que le habían puesto no la abandonaban. Cantó temas propios, poco conocidos y algunos de autores famosos. Para el sexto tema, sus músicos comenzaron a tocar arpegios y ella miró a todos, llamando su atención.
    —Quiero agradecer la presencia de todos esta noche, aunque sé que muchos habrán venido más por la promoción —se oyeron gritos de admiradoras. Ella sonrió—. Quiero contarles que aquí, en medio del público, está presente un grupo de personas muy especiales, pero quiero saludar a uno exactamente —todos guardaron silencio, ella subió la voz—. Hay aquí un amigo, alguien que me salvó la vida en una ocasión —miró hacia el público, extendiendo la mano—. Quiero invitarlo a subir y que todos lo conozcan.
    Él se sorprendió por eso, pero los que estaban a su alrededor parecían saberlo todo desde un principio, incluso Kagura. Él miró a la chica sobre el escenario y a su gente a su alrededor. Ellos le dedicaban miradas que asentían y sonrisas de consentimiento, incitando a subir con Sango
    —Anda, sube —dijo Kagome
    —Todos te están esperando —dijo su hermano
    —No hagas esperar a Sango —le murmuró Rin
    Estaba nervioso porque sencillamente jamás había estado entre tanta gente. Recorrió con una veloz mirada todo el predio ¿Qué tenía que perder? Se armó de valor, tomó aire y fue hasta el escenario a subir junto a Sango.
    Todos guardaron silencio al ver a ese hermoso —pero desconocido— muchacho que había subido. Él puso una mano a la altura del corazón y les dedicó un saludo formal, fue tranquilamente hacia uno de los músicos y ocupó su asiento, micrófono y guitarra. La afinó, la acomodó y, luego de dedicar una extraña mirada a la cantante, se dirigió al público.
    —Buenas noches a todos —hubo silencio total—. Es probable que ustedes me conozcan más por mis libros que por mis canciones. Déjenme presentarme: me llamo Akaitsukino Ai… —hubo un grito general en el público, no podían creer a quién estaban viendo, algunos se pellizcaban para ver si no era sueño.
    —Sango me ha invitado a subir y espero que me sigan todavía mis admiradoras cuando les diga que me gustaría dedicarle unas letras a mi novia —sonrió.
    Se oyeron gritos de admiración, algunos de sorpresa y otros de decepción, mezclados con llantos histéricos ¡Tenía novia y nadie lo sabía!
    —Todos saben que me gusta soñar con el romance, pero muy pocos saben que también me atrae la fantasía, la magia, pero… ¿A qué llamamos magia?
    Hay personas que viven rezando en los templos a diario,
    Están los que unen sus mentes a una sola causa de amor y se adhieren a poderosas filosofías
    Y están los que simplemente viven sus vidas, preocupándose por sus cosas
    Como si este respiro de vida milagrosa fuera tan solo otro día más…

    Comenzó a tocar una melodía lenta y dulce y, ante la sorpresa de todos, comenzó a cantarla

    ¿Has visto la luz del brillo del sol en las mañanas,
    Lo etéreo de las primeras estrellas del atardecer,
    El murmullo del viento rozando en tu ventana
    Cuando los árboles silban con las aves un saber?

    El porqué de la vida alivianándose con tus pasos hacia mí
    El porqué de la fuerza de los mares que te siguen a ti
    El porqué de las cosas que, a pesar del tiempo, jamás comprendí
    El porqué del mundo girando desde aquel día
    ¿Lo conoces tú?

    ¿A qué le llamas magia?
    ¿Cuándo el mundo brilla para ti?
    ¿Cómo es que nos llamamos brujos?
    ¿Sino qué nombre le pondrías al amor?
    ¿A qué le llamas magia?
    ¿De dónde sale el brillo que hay en ti?
    ¿Cómo obtener poder sin fuerza?
    ¿Sino qué nombre le pondrías al amor?
    Magia es lo que hay en tu interior

    ¿Has visto la luz de vida que hay en las miradas?
    El amor es la magia de la vida simple en todo ser
    La armonía del sonido, la vista, las emociones
    Que se mezclan en las mentes y dan conciencia del ser

    El porqué de las cosas sin respuestas mientras queremos vivir
    la vida que hace milagros para hacerse existir
    El porqué de la suerte, el destino, la causalidad y el en
    El porqué del karma que ató mi vida sin remedio a ti
    ¿Lo conoces tú?

    ¿A qué le llamas magia?
    ¿Cuándo el mundo brilla para ti?
    ¿Cómo es que nos llamamos brujos?
    ¿Sino qué nombre le pondrías al amor?
    ¿A qué le llamas magia?
    ¿De dónde sale el brillo que hay en ti?
    ¿Cómo obtener poder sin fuerza?
    ¿Sino qué nombre le pondrías al amor?
    Magia es lo que hay en tu interior

    Cuando no veas luces en el camino
    Recuerda que esa magia viene de tu interior

    ¿A qué le llamas magia?
    ¿Cuándo el mundo brilla para ti?
    ¿Cómo es que nos llamamos brujos?
    ¿Sino qué nombre le pondrías al amor?
    ¿A qué le llamas magia?
    ¿De dónde sale el brillo que hay en ti?
    ¿Cómo obtener poder sin fuerza?
    ¿Sino qué nombre le pondrías al amor?
    Magia es lo que hay en tu interior

    Rin estaba llorando. Lo aplaudieron de pie, se oyeron gritos y “te amo” de admiradoras que querían matarse.
    Él se puso de pie
    —Hablen ahora o callen para siempre —todos esperaron sus palabras—, porque si no, esta noche me espera una paliza en casa —se oyeron risas—. Sí ¿o acaso creen que mi novia no se enfadará?
    Sango tomó su propio micrófono
    —Ai, todos aquí sabemos que tu novia es un ángel
    Él se acercó hasta ella, con la guitarra colgando de su hombro por la correa y el micrófono en mano.
    —¿En serio, Sango? —algunos callaron, habían creído que Sango era su novia—, no creo que nadie sepa eso —miró al público—, lo más probable es que sepan que es un hada, un hada de lluvia —muchas gritaron.
    —Sí, ¿verdad? —tocó unas notas en la guitarra— “Que las hadas pueblan mi mudo de magia…” —se oyeron murmullos entusiasmados— “…pero es tu amor el que me hechiza…” Sí, esa sí se la saben —el público afirmó.
    Todos empezaron a gritar “que cante, que cante”
    Él les sonrió por unos momentos
    —Espero que no se les haga costumbre, no acostumbro hablar mucho, ni aparecer demasiado —retrocedió unos pasos—. ¡Sube!

    Ella se puso muy roja y casi le dio un síncope ¡le estaba pidiendo que fuera al escenario también! Rin negaba con la cabeza, oculta en algún lugar, sentada con el resto del grupo.

    Él indicó con la cabeza hacia un lado
    —Sí, sube aquí

    —Anda, sube —le dijo Kagura a la muchacha— a mí jamás me hubiera presentado en un escenario ni aunque tuviera la oportunidad —bromeó
    —Tengo miedo —murmuró Rin
    —Matará al que te haga algo, a todos nos consta —afirmó la bella mujer.

    Ella, muerta de vergüenza y llena de timidez, corrió hasta el escenario. Bajo las luces, se veía tan bella que muchos le silbaron y le dijeron cosas. Ai los miró.
    —Mejor tranquilícense: sigo aquí, por si no lo notaron —todos los hombres presentes lo abuchearon—. Sí, sé que no soy el preferido de los muchachos, pero no pienso robarle una novia a nadie, ya tengo —la miró— y sí que es un hada ¿no?
    Alguien tiró un muñeco de felpa, él lo levantó y se lo extendió a Sango
    —Esto es para la estrella
    —¡No! —gritó una chica del público
    Él se volteó
    —¿A no? ¿Es para mí? —lo puso contra su pecho y luego se lo extendió a Rin de forma brusca, ladeando el rostro hacia el otro lado en actitud altanera, antipática y remilgada—. Pobre, vas a tener pesadillas esta noche —le dijo a Rin—. No soy tan bueno como aparento si alguien esperaba el “domo arigatou…” y la reverencia con ambas manos —todos se rieron—. Sí señoritas, entre el público hay una admiradora… que sabe lo antipático que puedo ser ¿verdad?

    Kagome no sabía en donde meterse. Inuyasha se rió y ella lo empujó
    —No te rías, animal, no quiero siquiera recordarlo —dijo rememorando la serie de “pleitos familiares”
    —Reconozcamos que Sesshoumaru tiene su lado encantador —dijo su novio
    —¿Desde cuándo te pones de parte de tu hermano?
    —Desde que me gritas y me pegas. Ya veo por qué era tan antipático
    Ella volvió a empujarlo.

    Todo el mundo comenzó a gritarle cosas bonitas y no tan bonitas
    —Mejor tranquilos, que nadie esperaba que yo estuviera entre sus filas —se oyó un murmullo— ¿Ya ven por qué no aparezco en público? Me meterán en problemas con mi novia —la miró. Ella reía divertida, abrazando el regalo—. Hagamos que me perdone.

    ¿Puedes mirar detrás de mi mirada?
    ¿Mi corazón puedes acelerar?
    ¿Puedes intentar regalarme la vida
    y ver más allá de la falsedad?

    ¿Podrías leer mis pensamientos
    Y hasta mis deseos intentar cumplir?
    ¿Podrías regalarme tus sentimientos
    Y a mi corazón dejar salir?

    Y es entonces cuando lo descubres
    Que mi alma te esperaba a ti
    Y ahora que lo sabes quieres
    Revelar la chispa dentro de mí
    Entonces ves la realidad
    Que las hadas nos rodean de magia
    Pero es tu amor el que me hechiza
    Me doy cuenta que no puedo dejarte volar

    —¿Y? —Abrió los brazos. Ella estaba muy, muy sonrojada, quería esconderse detrás del escenario. Él volteó hacia ellos— ¿Ya ven?, ahora no me contestará
    Todos volvieron a reírse
    —Silencio, no se rían de ella, es tímida —se puso una mano sobre el pecho—. De mí no se rían porque se arrepentirán —Se oyeron más risas— lo digo en serio, dejaré de escribir, ya verán.
    —¡¡¡No!!! —gritó todo mundo
    —¡Ah! —dijo con sarcasmo— ¿Habéis visto que no os gusta? —miró a Sango—, te dejo el escenario, súper-estrella, te dejo las canciones, también. Pero me bajo con mi hada antes de que pase a mayores —le dejó la guitarra y el micrófono al músico de turno y bajó por detrás, seguido por las miradas de todos.
    —Bueno —dijo Sango muy contenta— creo que les cumplí una fantasía a muchas admiradoras de Ai —ellas gritaron—. Ya que me dejó sus canciones, veamos qué tan bien las interpreto, aunque sé que después me cobrará el servicio —el público rió—. Sí, estos escritores corren detrás del dinero cuando lo ven —todos rieron más.
    Sesshoumaru sólo se limitó a mirarlos.
    —Si sabía que vendría toda esta gente, lo hubiera invitado antes —comentó Sango. Todos le celebraron—. Prometo volver a invitarlo.
    —¡¡¡Sííí!!!! —dijeron todos

    —Nooo… —murmuró Rin… y su novio también

    —La razón de este espectáculo es un acto de beneficencia. Alguien está pasando por momentos muy difíciles y necesita toda la ayuda posible —los ojos se le llenaron de lágrimas—, así que pongamos todo el entusiasmo en terminar esta fiesta como si fuera de las grandes —alzó la voz— Permíteme una canción, Ai: “Permanece”
    El público gritó mientras ella comenzaba a cantar. La fiesta duró toda la noche, incluso en la madrugada. Todos festejaron y se divirtieron con la gracia de Sango, con la fuerza que transmitía.

    Sesshoumaru asintió
    —Pocos artistas tienen ese brillo
    —Tú eres uno de ellos —dijo Rin tomándolo por el brazo
    —Aishiteru
    —Daisuki desu

    Pasó por todos los géneros, desde las baladas hasta el pop e incluso el rock, a todos les gustaban las melodías: las sacadas de Ai, las escritas por ella, las de autores varios… quizás no hubiera impartido la misma gracia que el muchacho, pero era increíble, toda una actriz. Al ser las cuatro e incluso las cinco de la madrugada, el espectáculo dio fin. Fue todo un éxito, en dos semanas volvería a tener una actuación y muchos cazatalentos pensaron en contratarla después de haberla visto.
    Ella terminó extendiendo los brazos
    —Por último, hay que agradecer al que lo hizo posible… —estaba agotada y radiante, extrañamente feliz.
    Todo el mundo comenzó a dar loas incluyendo “…Ai…”

    —Sí que tienes fama —comentó Inuyasha
    —Aún así no la necesito —Sesshoumaru tomó aire—, ustedes saben por dónde podría pasarme la fama
    Todo el grupo rió
    —Nunca cambiarás ¿verdad? —dijo Kagura
    —Será lo mejor que podría pasarme
    —Pobre de Rin —murmuró
    —No. Ella entiende —afirmó Sesshoumaru, convencido
    —No nos cabe duda —coreó todo el grupo. Había vuelto a ser Sesshoumaru, lo que todo el mundo había visto sobre el escenario era lo habitual: una útil máscara de Ai.
    Cuando finalmente salieron, estaba lloviendo
    Todos subieron a los vehículos. Rin se aferró fuertemente al brazo de su novio
    —Ahora todo el mundo te ha visto
    —No me han visto, sólo han visto a Ai —la miró—. Dije que sólo a ti te daría la oportunidad de saber qué había detrás de estas máscaras, no quiero ni necesito eso de nadie más, es todo lo que puedo decir
    —¿Te ocultarás por siempre? —la lluvia los mojaba
    —Jamás de ti
    —¿Cómo lo sé? —dijo ella en broma
    Él se volteó a mirarla en silencio. Su corazón finalmente estaba en silencio, sin temores ni fantasmas. Tomó su rostro entre ambas manos y la besó, poniendo allí todo lo que sentía y pensaba, toda la fuerza que su alma tenía.
    De su bolsillo, cayó una pequeña libreta que se mojó en el agua de la calle, abierta en un largo capítulo que decía
    Un cuento contigo, bajo la lluvia


    FIN
     
  12.  
    AkoNomura

    AkoNomura Guest

    Re: Un cuento contigo, bajo la lluvia [SessXRin]

    hola!!!
    KYAAAAAAAA TERMINOOOOOOOOOO!!!! AKO GRITA DE LA EMOCIÓN!!

    estaba haciendo un trabajo para la universidad cuando me dio unos deseos inmensos de entrar al foro, así que lo dejé a medias y entré, al ver la sección de fanfics me fijé que este fic estaba en la primera pagina, así que la abrí y me dí cuenta que era un capitulo mas y por mi mala costumbre de leer la última palabra antes de comenzar a leer el capitulo leí: "FIN" Y GRITÉ!! así que me dispuse a leerlo con mi corazon en la manito.

    me gustó la primera parte, me gustan los fics con acción, aunque encontré algo exagerada la forma de actuar de Sesshoumaru aunque al final igual le sirvió un poco, no sé, lo encontré muy cortito esta parte, era como para más, un capitulo más tal vez, yo creía que la persecución duraría unos 2 o 3 capitulos. Realmente quería golpear a Kohaku, no me pude imaginar que al final todo fuera culpa de él, supongo que por tontos celos, que horrible, provocar tanto... lo bueno es que Kagura 'limpio' su nombre, a ella yo la había condenado, pobre, creo que le debo un disculpa, lo que no me gustó es que se atraparan tan rápido a los malos, todo fue demaciado rápido.

    la segunda parte fue mágica (como la canción jejeje) al principio me imaginé que era la presentación del libro y al ver que era un concierto me desilucioné un poco, pero al leerlo completo me gustó, me reí con las ocurrencias en el escenario, fue muy lindo, creo que si fuese una del público estaría gritando como una fan, algo que me encantó es que Sesshoumaru conservara las máscaras de Ai, eso quiere decir (me imagino) que a pesar de todo él sigue siendo el mismo, sigue siendo Sesshoumaru, conservó su esencia, esa que sólo Rin conoce realmente ¡me encantó!

    lo que me quedó con la duda es que si Kohaku sobrevivió.

    estaré pendiente de tus nuevos proyectos, eso ya lo sabes, no tengo para que decirtelo.

    nos leemos!

    ETO TI!
     
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