Long-fic Los Ricos y Populares de New York (SanxMir) (InuxKag)

Re: Los Ricos y Populares de New York (SanxMir) (InuxKag)

“Quien mal anda, mal acaba…”
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Los Ricos y Populares de New York.
Cap. 17: Karma.​

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“¡Oh, no! Parece que una de nuestras porristas estrellas no presto mucha a “esa” clase de Biología… y es que la pelirroja esta… esperando, si esperando, ya ustedes sabrán que. Al parecer la chica si es tan tonta como todos creíamos y ahora la pregunta es, ¿la dejaran lucir ese trajecito de animadora, así tenga pancita que no le combine para nada? Ya lo veremos…”​

Koharu se quedó boquiabierta ante el mensaje, no tanto por su contenido, a decir verdad, su mayor interrogante en ese momento era como, o más bien quién había sido el responsable de hacer saber “la buena nueva” de esa manera. Miró a su alrededor y todos tenían sus caras tipo: ¡Oh my God!. Sin duda esto sería un duro golpe para Ayame.

***​

No sabía por que todos la miraban así de extraños, si bien estaban en clase, todos parecían estar concentrados mas en sus teléfonos celulares. Las chicas a su alrededor la miraban de arriba abajo y después murmuraban cosas, otras se reían a su espalda, toda la situación estaba haciendo sentir un tanto mal a Ayame. Paradójicamente, ese día su teléfono lo había dejado en casa.

Todo empeoró al salir de aula. En el pasillo por donde caminaba se percibía total silencio, todos mirando a la pelirroja. No sabia absolutamente nada de lo que pasaba, hasta que Shima “y compañía” le despejaron la duda.

— Ya decía yo – le dijo Shima, acercándose mucho a ella, así como una gran parte del alumnado, crearon un especie de circulo alrededor de Ayame- que algo andaba mal contigo.

— ¿De que hablas? – le exigió Ayame, su rostro en aquél momento solo expresaba angustia-

— ¿Qué no sabes? ¿Ayame que acaso tus papis nunca te hablaron de eso? – se burló Shima, así como los demás a su alrededor-.

Para ese momento, Ayame ya sabia a que se refería. Sus ojos se aguaron, “Pero no voy a darles el gusto” – pensó-. Su único impulso fue salir corriendo de allí, apartando a la multitud que había a su alrededor. Al llegar al jardín trasero todo se le complicó aun más, pues, se tropezó con la última persona que hubiera querido ver en el mundo.

—¡Ayame! - exclamó Rio, sorprendido al verla allí- ¿No se suponía que debías estar en Chicago?.

—Pues ya ves que no - le respondió tajantemente ¬– supongo que habrás oído algo de mí…

—Si –confirmó Rio, Ayame notó cierta preocupación en su tono de voz- y para serte sincero, estoy algo intrigado con todo esto, Ayame tu y yo… estuvimos juntos hace un mes y es bastante claro que no tiene mucho tiempo…

—Ya se a que te refieres– cortó- y la verdad aquí es que… - Ayame hizo una pausa en ese momento, dudando por un momento en si decirle la verdad era lo mejor, pero llego a la conclusión de que si lo era- tu eres el padre.

Rio sintió aquello como si un balde de agua fría le hubiera caído encima. No sabia que decir, ni que hacer, estaba completamente aturdido. Abrió la boca para decir algo, pero Ayame lo interrumpió:

— Pero quiero que te olvides de todo esto, ni tampoco quiero que se lo digas a nadie –le exigió la pelirroja.

—¿¡Que me olvide?! – exclamó Rio, un tanto ofendido- ¿Cómo me pides que me olvide todo esto? Estas esperando un hijo mío.

—¡Cállate! – le gritó la chica- al menos de que quieras que Kagome sepa de todo esto, mas vale quedarte callado.

—Pero…. - Rio no sabia que decir, muchas cosas divagaban en ese momento por su mente-, ¿me puedes decir al menos que piensas hacer?

El semblante de la joven cambió por completo. Y la verdad era que no sabia con exactitud lo que debía hacer, o si lo que ella deseaba, era lo correcto. Comenzó a tambalearse, Rio captó al momento que se sentía mareada. La tomó de la cintura y la sentó en uno de los bancos y el, tal vez en muestra de apoyo, se sentó a su lado y tomó su mano. La situación se había tornado un tanto “agradable” para ambos.

— Me gusta ser porrista – expresó Ayame, mucho mas calmada- ir de compras, salir a bailar los fines de semana… - suspiró, y sonrió levemente- tengo muchas cosas en mi vida que me gustan y ya me abruman, no puedo ni ser una buena amiga, ¿cómo pretender ser una buena madre?.

— No se a que te refieras con eso – le respondió el pelinegro- ni tampoco se que pensarás hacer… estoy dispuesto a apoyarte.


— No se que voy a hacer – lagrimas se asomaron por el rostro de la chica, su voz se tornó quebradiza- tengo miedo.

Rio no supo porqué, al verla así no hizo nada mas que abrazarla. Ayame se sorprendió por el gesto, pero lejos de apartarlo, se abrazó mas a el. Ambos estaban conformes con el hecho de estar juntos de esa manera, y las “mariposas estomacales” comenzaron a surgir súbitamente.


—¿Ayame? – preguntó Kouga de improvisto, calmadamente, pero ciertamente enojado-

Le pelirroja se separó bruscamente de Rio, quién ni siquiera sabía de la existencia de Kouga o que relación tendría con Ayame.


— ¿No los he presentado, cierto? ¡Cierto! - Ayame buscaba alguna excusa para darle a Kouga, hasta que se halló con una-, el es mi primo lejano, Rio Li.

— ¿Qué…? – iba a decir Rio, que estaba un tanto aturdido por el comentario de la chica, y hasta incluso se intimidó un poco al sentir la mirada de Kouga, observándolo con cara de pocos amigos.

— ¿Cierto? –la joven miraba con los ojos muy abiertos al pelinegro, como tratando de decirle con la mirada que le siguiera la corriente.

— Si, claro – replicó Rio-

— El es Kouga Geller – dijo Ayame- es un…

— Su novio – esta interrumpió Kouga, esta “declaración” dejo aturdidos tanto a Ayame como a Rio, esta ultima por que hasta la fecha, Kouga no la había reconocido como su “novia”.

— Muy bien –dijo Rio- yo… mejor me voy.

El joven se marchó de allí sin mas ni menos, se podría decir que estaba sacado de onda.

— ¿Por qué me llamaste tu novia? – pregunto ella, sorprendida.

— Por que creo que debería ser así – le preguntó Kouga, afectuosamente- dime, ¿lo que dice el mensaje es cierto?.

— Así es –murmuró, tratando de ocultar, tal vez, su voz quebradiza.

— No lo comprendo; - dijo Kouga, con cierto desasosiego- nos hemos protegido siempre.

— Supongo que fui inconsciente mas de una vez -admitió ella-

Kouga no respondió. Solo se quedaron silencioso, uno muy cerca del otro. La tensión entre ambos era muy fuerte hasta que el joven esbozó una sonrisa y la abrazó entrañablemente.

— Te amo – musitó el chico, haciendo que Ayame rompiera en llanto una vez más.

Sus sentimientos de culpa la carcomían. ¿Cómo decirle que también lo amaba, cuando estaba engañándolo de la peor manera? Mucho peor se sintió al no darle respuesta alguna a Kouga. Ni siquiera podía preguntarse “¿Qué he hecho para merecerme esto?”, pues tal vez la vida le estaba pasando cuenta. Aquella era su triste realidad, y ella bien lo sabía.

***​

— Todo lo que haces, siempre volverá a ti….

Continuaba oyendo aquella escalofriante voz. Tal era su angustia que ni siquiera se dignó a entrar al salón de clases, Koharu simplemente se recostó en el marco de la puerta principal del colegio, mirando desesperadamente alrededor, pensaba que tal vez así ella desaparecería, pero no fue así.

— No eres tan mala como piensan, ¿cierto? – comentó la chica que estaba frente a Koharu- Yo lo se muy bien.


— ¿Qué quieres hacer? ¿Volverme loca? – exclamó Koharu, a aquella persona que solo ella podía ver- si es así, lo estas haciendo muy bien.

— ¿Y crees que no te lo mereces?.


— ¡Desaparece!¡Déjame tranquila! – gritó la joven, sin embargo su tono de voz no era de enfado, mas bien aparentaba desesperación.

— ¿Hablando sola? – Kanna estaba por los alrededores y oyó el exalto de Koharu- ¿Qué te pasa?.

— No, nada – respondió, confundida y a la vez aliviada al ver que ella Abi había desaparecido nuevamente.

— ¿No fue genial? – comentó la rubia, muy sonriente.

— ¿De que hablas?.

— Lo de Ayame, sabrá quién donde estará escondida ahora la muy tonta.

A Koharu le tomó unos segundos para captar lo que decía Kanna. Hasta que al fin lo comprendió, y seguidamente exclamó:

— ¿¡Tú lo hiciste?!.

Kanna dio cabezaditas, afirmando que en efecto, había sido ella la que se encargó de enviar el mensaje a todos en el colegio, y Koharu no podía creerlo. ¡No lo creía! Si existía una persona que era capaz de ser igual de vil que ella y Ayame unidas, incluso peor. “Pobre Ayame” – llegó a pensar Koharu por un momento, después se sacó aquella idea, al recordar la crueldad con la que la que la pelirroja la habría tratado- “¿¡Que cosas digo!?.

— ¿Te digo algo? – reflexionó Koharu- el hacer de esa manera no te llevara a ningún lado, solo harás que todos te odien.

— Ay Koharu, no seas tan…

— ¿Estúpida? – cortó, con cierto deje de enojo- no quisiera admitir esto, pero si he sido una estúpida todo este tiempo… - la joven tomó aire, tratando de no exaltarse, y añadió:- lo único que he hecho aquí es hacerle la vida imposible a todos, ¿y que es lo único que he logrado? ¡Ser una marginada en este maldito colegio!.

A Kanna ciertamente le llegaron aquellas palabras. Pero era el tipo de chica que no caía en razonamientos, solo hacia lo que deseaba, sin importar las consecuencias de sus actos. Con la pelirroja fuera de escena, con el tiempo Kanna se convertiría en “la nueva Ayame” y, para infortunio de muchos, pronto seria la pesadilla de todos en el Pride High School. Y aquello solo era cuestión de tiempo.

***​

Unas horas después, en la Mansión Taisho.

— Mis padres se divorciaron un mes febrero, no me gustaría hacer la boda por esos días –le decía Eri, a su futuro esposo.

— Es bueno saber que eres supersticiosa – le respondió Inu no.
Estaban los tres reunidos en la sala de estar de la Mansión, pasando un rato ameno. Los tres, ya que Kagome estaba presente en ese momento, viendo y escuchando con cierto empalago las conversaciones “cariñosas” de sus futuros padres. Pero su atención estaba desviada hacia otro lado, pues, no perdía la vista de la escalera, esperando que “el” bajara en cualquier momento. “¡Como soy de patética” – pensaba constantemente.

— Voy un momento al baño – se excusó Kagome, su intención realmente era otra- Disculpen.

Llegó al segundo piso, y justo cuando su mano estaba en la manija de la puerta del baño, aquella voz en armonía, en compañía de una guitarra acústica, la detuvo.

Te abrazaré
Te haré olvidar
Lo que te hizo sufrir No vas a caer
Mientras que estés junto a mí
​

La puerta del cuarto de Inuyasha estaba muy cerca de allí, llegó hasta ella y casi inconscientemente se recostó sobre ella, a recordar, se sentía en una nube en aquel momento. “Había olvidado lo lindo de cantaba” – pensaba-. Recordaba los viajes por las cercanías en el deportivo de Inuyasha, sus conversaciones, pero sobre todo, aquel romance entrañable que pensó duraría toda la eternidad, pero el destino, aparentemente, quiso que no fuera así.

Si siente un frio, tu corazón

Seré tu abrigo, tu ilusión

Y hasta ya no respirar…​

Aquella canción de NSync era la favorita de Kagome. Varias veces se lo recalcó a él. “Debe estar pensando en mi entonces” – lo mejor era que no fuera así, pero le alegraba aquello.

— “Yo te voy a amar…” – cantaron la ultima estrofa ambos al unisonó, Kagome se asomó en la puerta del cuarto del chico, mirándolo graciosamente, ella bien sabia que las canciones cursis no eran muy agradables para Inuyasha, pero aun así estaba cantando una en ese preciso momento. El soltó su guitarra enseguida

— Kagome - la saludó amablemente, tratando de obviar lo que acaba de pasar- ¿Qué haces por aquí?.

— Te voy a demandar, Inuyasha – le comentó mientras se sentaba a su lado, en un mueble que se encontraba allí mismo- te robaste mi canción favorita. Además, ¿ya se te olvida que solíamos cantar juntos?

— Es verdad – admitió con cierta extrañez- te juro que no lo recordaba, ah y – se excusó- todo el asunto de la canción… solo estaba aburrido, ¿si me entiendes?.

— Si, si claro – se rió Kagome- ¿Te puedo preguntar algo? – cambió de tema.

Él asintió.

— ¿Por qué el ambiente ha cambiando tanto entre nosotros?.

— Pues… - divagó- ese niño nuevo no me gusta para nada – Inuyasha miro a otro lado, ocultando un tanto su cara de enojo- es solo que… no me parece indicado para ti.

— ¿Y tú? – en aquél momento parecía estar del mismo humor que Inuyasha- ¿crees que no te he visto con esa… sobre maquillada de Shima? Si Rio no te parece un buen prospecto, ella mucho menos lo es.

— Los celos… - admitió el-

— Si… – replicó Kagome.

Kagome, ya fuera por cansancio o por nostalgia, apoyó su cabeza en el hombro masculino.

Inuyasha pensaba que de buena manera la tomaría en sus brazos y la besaría. Pero procuró ser respetuoso y no complicar mas las cosas. Además, estaba loco por ella, y cuando se ama de esa manera, nunca se ofende a la persona amada.

La chica al levantar su cabeza, noto la cercanía de ambos rostros, sus labios estaban separados por cortos centímetros de distancia y fue cuestión de segundos antes de que ambos se acercaran cada vez una mas al otro. Sin embargo Kagome tomó conciencia y se paró enseguida.

Le hizo una seña a Inuyasha, pidiéndole que el se parara de su lugar también.

— Empecemos de nuevo – propuso la pelinegra – antes de lo tuyo con Kikyo, conmigo…. Ya sabes, comenzar todo de nuevo, como hermanos – decía, mientras que en su cara se dibujaba una falsa sonrisa.

Inuyasha asintió, no le gustaba la idea, pero aquello era lo que ella deseaba.

— Soy Kagome Higurashi – le dijo mientras extendía su mano- Mucho gusto.

— Inuyasha Taisho, igualmente - el chico le siguió la corriente- no lo creerás, pero eres idéntica una ex novia que tuve.

— Seguro que si – se rió Kagome- bueno, es mejor que me vaya ahora.

Y levantándose sobre la punta de sus zapatillas, lo besó en la mejilla.

Inuyasha se despidió igualmente y pasó su mano por el rostro. ¿Cómo decirle que la amaba, que la deseaba como un bárbaro, y que era incapaz de poder querer a otra, por que ella era la única en su vida? No, no soportaría ponerla en aquella situación incomoda de nuevo, por eso callaba y desfiguraba el amor con aquella falsa promesa de verla únicamente como su hermana…

A Kagome le dolía mucho aquella situación. Si se diera gusto a si misma, comenzaría a llorar a gritos. Una hora, dos horas… todo el día, pero lo haría a gritos. El dolor era profundo y de seguro hubiera sido menor si soltara algunas lágrimas, pero recordaba la palabras sabias de su padre.

“Nunca llores por cosas que se van. Las que se van, Kagome, nunca vuelven, y llorar es perder tiempo y ahondar en una pena que casi nunca vale la pena….”​

Y aquello siempre procuraba cumplirlo al pie de la letra.

"La felicidad y la tristeza van de la mano… suena terrible al principio, pero no si comprendes el mensaje…lo importante es, que cuando llegue una dificultad, aferrarse a las seguridades y fortalezas de uno mismo y a las de las personas que siempre están a nuestro lado de esa forma… Eso nos hace fuertes, y los hace insignificantes a lado de los felices…

Es como una guerra en donde la primera batalla no importa, si no la final… y por cada una que has perdido antes te da más felicidad… Si tienes presente esto, no hay nada de que tener miedo… Ya nunca lo habrá…"​

***
Mansión VanderBilt:

Miroku era así frecuentemente, no le gustaba admitir que estaba dolido, en ese sentido era muy orgulloso. Le dolía en lo más profundo que Sango haya jugado con el de esa manera, pero no hacia nada al respecto. ¿Y como descargaba su ira? Jugando videojuegos, en la mayoría de los casos, y eso era lo que hacia en esa tarde, en la sala de estar. Se encontraba solo en la Mansión, pues, sus padres estaban de viaje.

Sonó en timbre, y al abrir la puerta de llevo una grata sorpresa. Allí estaba ella, sonriendo.

Desfiguro su alegría de verla allí con una cara que parecía decir: “Ah, eres tu”.

— Hola –era el saludo de Sango, siempre lo hacia así.

— Hola – replicó Miroku.

La chica recogió una pequeña cesta de picnic que se encontraba al lado de ella, Miroku se le viendo interrogante:

— Este es lo que yo llamo mi pastel de disculpas – explicó Sango, graciosamente- es una de las pocas cosas que se cocinar bien y cada vez que le hago daño a alguien se lo doy, y funciona, al menos eso me ha dicho Ayame.

— Ya veremos – le respondió- ¿Quieres entrar?.

La castaña asintió, mientras caminaban hacia la sala, Miroku sacudía suavemente su cabeza, como tratando de eliminar los fantasmas del pasado. Solo quería estar con ella, y dejar el pasado… en el pasado.

Al sentarse en el sofá, ambos quedaron en silencio. Los hermosos y misteriosos ojos del apuesto joven hacían que ella se estremeciera, tenia una mirada poderosa. Muy pesada, penetrante y no sabia por que eso la ponía tan nerviosa. El no se daba cuenta del enorme trabajo que le costaba a ella dejar de mirarlo.


— Miroku, yo… intentaba decir- lo siento mucho, soy una total inconsciente.

— Sango no tienes que... – calló, pues, pensándolo bien, tal vez ella si le debía una disculpa- no importa, deja todo así.

— ¿No quieres saber nada de mi ahora, cierto?.

Por orgullo o por lo que fuera, Miroku no respondió. Era duro, muy duro, pero el haber conocido a Sango era una suerte, un regalo y además una deliciosa aventura. El solo hecho de poder tenerla cerca, oler su perfume y besarla, era como nacer de nuevo.

— No es así, es más…

Sango estaba un tanto inclinada, y a al ser mas baja que él, su escote lo podía ver Miroku totalmente. Juraba que estaba sudando frio, y hacia un considerable esfuerzo para mantener su vista el rostro de la joven y no es sus… atributos. Pero era un hombre, y la testosterona los traiciona de vez en cuando.

“No Miroku, no caigas en la perversión de nuevo” – pensaba constantemente el pelinegro. Y es que “en tiempos lejanos”, si lo era.

— ¿Te pasa algo? – le preguntó la joven, intrigada.

— No, no, para nada, y Sango –él no supo el por qué, pero comenzó a inquietarse y seguidamente a decir pistoladas- es mas, quiero que lo hagamos juntos.

¿!Qué lo hagamos juntos?¡ - Pensó enseguida Miroku- eso si sonó feo….”. Sango estaba tan distraída que no notó el “doble sentido” de lo que acababa de decir.

— Que estemos juntos – corrigió él- ya sabes, juntos, no de “esa manera”, ósea, juntos los dos como pareja. ¿Si me entiendes?.

Eres un tarado – se decía así mismo.

— Completamente – sonrió.

Ella se acercó mucho mas a Miroku, y él, al ver su cercanía la abrazó y la aprisionó sobre su pecho, la joven subió su mirada encontrándose con los ojos azulados de su compañero, ambos sintieron un temblor por sus adentros. La acercó a él hasta besarla de una manera tan tierna como pensó podía hacerlo, ella luego envolvió su cuello sumergiéndose en una sensación que ni siquiera Sesshomaru puedo alguna vez provocarle.

Lentamente se fueron recostando sobre el sofá, quedando Sango encima de el. Y Miroku, casi inconscientemente, comenzó a recorrer el cuerpo de la joven con sus manos, por encima de su vestido, claro está. Sango comenzó a percibir como su calor corporal bajaba rápidamente.

“Tiene que ser una broma”- Pensó Miroku-. Al sentir “cierta” presión bajo su cintura. Aquel era el momento perfecto, pero tuvo que separarla rápidamente para que no se diera cuenta de su “estado”. No quería que Sango que pensara que era un libidinoso, pero tuvo que haberse dado de cuenta.

— Miroku… - decía castaña, sorprendida y estremecida a la vez- ¿acaso estas…?

El pelinegro se paró rápidamente del sofá, sonrojado a más no poder.

— Yo… ¿lo siento? – comentó confundido, no sabia que decir precisamente.

— No, no importa yo…. – ella al igual que su “novio” se levantó del sofá, estaba un tanto disturbada- lo entiendo, creo. Creo que debería irme.

— Supongo, nos vemos mañana será – fue lo único que se le ocurrió decir ante la incomoda situación-

***​

Era de noche. Ayame estaba sola en aquel consultorio y aunque aquel lugar no era atemorizante en absoluto, jamás en su vida había estado tan asustada. Vestía una bata color azul celeste, y sus manos, desde que llegó allí, reposaban en su vientre. No le gustaba para nada lo que iba a pasar en pocos minutos, y mucho peor, no quería que eso pasara. No era desalmada del todo y, muy dentro de ella, bajo ese corazón que ella procuraba desfigurar con malevolencia, deseaba mantener a su hijo con vida y algún día, poder tenerlo en sus brazos.

Les había dado la noticia de su embarazo a sus progenitores dos días antes, y ellos, lejos de “ser padres” y ayudarla, solo la habían estado forzando a hacerse un aborto. La Familia Wood tenía mucho prestigio en círculo social del Upper East Side, y un embarazo adolescente, seria un bache en la pulcra imagen que habían mantenido hasta el momento. Ayame pensó en los viajes, las tarjetas de créditos, los regalos costosos… e incluso el prerrogativa de vivir en aquella lujosa mansión. Sus padres le habían recalcado que de seguir su embarazo, todos aquellos privilegios desparecerían y terminó por ceder finalmente.

Para aquello, le encomendaron “el favor” a una cirujana cercana a la familia, la Doctora Alyson Reid, quien en tiempos pasados ya había realizado aquello en repetidas veces, aunque secretamente.

Esa noche lo haría, mientras sus padres la esperaban fuera del consultorio. Al entrar la Doctora, esta le brindó una sonrisa que se podía decir era comprensiva.

— Ya le expliqué a tus padres como seria todo, y estuvieron de acuerdo – le decía Alyson- lo que hare primeramente es usar el epidural para abrir la cérvix unos cuantos centímetros, esto podría durar unos cuantos minutos…

Toda aquella explicación causaba escalofríos en Ayame, ahora estaba aun mas asustada, tanto así que no prestó mucha atención a lo que le indicaba la Doctora.

— …. Probablemente tendrás que reposar una media hora – terminó de decir- ¿tienes alguna pregunta?.

Ayame permanecía en silencio. Pero Alyson era sabia y dedujo enseguida que no estaba segura del todo. Fue mucho más claro cuando la joven comenzó a frotar sus manos contra sus ojos, como tratando de retener el llanto.

— Vamos, dime – le dijo, casi maternalmente-

— Mi madre siempre me ha dicho que el aborto es un asesinato – decía Ayame- y que desde el momento de su concepción, es un ser humano, con vida propia. Sé que no estoy lista para ser madre, pero no creo que esto sea correcto, ¿usted que cree?.

— Creo… que cuando se tiene un mes apenas, no es mas que un feto que no es capaz de sentir o percibir, pero esto es sobre ti, lo que tu creas, ¿crees que esto es lo mejor?.

— No lo se… no se que hacer, esta por mas la decisión mas difícil que haya tomado en mi vida.

— Bueno – le comentó comprensivamente Alyson- te hablare como una amiga, no como una doctora, al decirte que primeramente no debiste tener relaciones tan tempranamente. Hiciste algo de adultos y ahora debes tomar una decisión de adultos.

La pelirroja escuchaba atentamente las palabras de la doctora.

— Toda la vida se rige en decisiones – continuó- algunas son ilógicas, otras crueles, y otras importantes que podrían cambiarnos o no la vida, como esta. Ayame, aquí la realidad es que es tu cuerpo, tu hijo y solo tú puedes decidir que es lo mejor, seguramente ahora mismo en tu corazón, sabes cual es la respuesta, lo se con solo ver tu mirada. Ahora te pregunto, ¿quieres que siga el procedimiento, o no?.

Pasaron varios minutos antes que Ayame diera la respuesta. Aquello tal vez podría ser lo peor, o lo mejor que pudo haber hecho.

Continuará​

PD: La canción (la de la Inuyasha y Kagome) era "Yo te voy a amar" de NSync. De seguro les gustará.