El destino de Rin

Re: El destino de Rin

Bueno, queridas mías, las redes comenzaron a entretejerse... El youkai que protegió a Rin aún sin saber quién era, aún sin saber que estaba en peligro, aún sin saber que estaba ahí...
Pronto Rin se levantará de la muerte!!!!!!

(perdonen mis tardanzas, la Universidad me tiene los nervios de puntas)

Olga: Gracias por alentar este fanfic
Lily, Grace, Nirvana: Ojalá sigan pasanpo por aquí, me encantan sus comentarios, denme direcciones de sus trabajos, si los tienen
Pan-chan: me alegra tu comentario sobre mi forma de llevar las tramas, también me alegra haber recibido visitas de alguien con bastante más antigüedad en el foro, je.
Izayoimywill: bienvenida al foro... y bienvenida a mi historia!!! Me alegra que te haya gustado, gracias por decir que está buenísimo.

Gracias por acompañarme...
Bueno, "CREO" que he llegado al fin de este fanfic (ustedes dirán, jeje).
La vida es inconstante, cambia siempre. Vamos a darle a la misteriosa-trágica historia de Rin-chan un giro de 180º.
Vamos a amarrar finalmente estos hilos sueltos...

Capítulo 7: cuando mi destino se unió al de Sesshoumaru-sama
En sus pesadillas, las imágenes de sangre y muerte regresaban a ella una y otra vez, no la dejaban en paz, despertaba en medio de la noche y descubría que su cuerpo herido no podía moverse aún, y su alma también estaba muy, muy herida. Algunas de las mujeres de la aldea fueron voluntariamente junto a ella, la acompañaron, le dieron de comer y la cuidaron, pero en las sombras de la noche, en el sueño, nadie podía acompañarla, nadie podía darle unas palabras de aliento, nadie podía ir a rescatarla de su sufrimiento, cuidarla, nadie podía destruir sus miedos. Desconfiaba de todas y cada una de las personas que estaban a su alrededor, en cierta forma, ellos eran como aquellos que habían acabado con lo que más amaba, aquellos que a habían dejado herida y vacía, ningen. Humanos, igual que ella “¿Por qué?”. De repente pensó que ser quien era le resultaba una maldición, una terrible maldición, estaba sola, desamparada y asustada. Y era humana. ¿Qué sería de ella? Tan pronto como las heridas de su cuerpo sanaron y pudo ponerse de pie, ya nadie regresó a la humilde choza en la que la habían dejado por todo hogar. Nadie más vino a hablarle o alimentarla, se movía como un fantasma por la aldea sin que nadie siquiera volteara a mirarla.
“Mira, es la niña huérfana”
“sus padres murieron aquella vez”
“mira esos harapos que lleva”
“oye, es verdad que perdió la voz”.
Sólo oía comentarios de burla y palabras de lástima, era despreciada y ya nadie estaba para mostrarle su amor. Cada palabra que salía de la boca de esas personas la hería, parecía que su alma no se curaría nunca. Su madre le había dicho “Juntas siempre”, pero ahora cumplir esa promesa era algo ciertamente imposible, lo sabía, sólo lloraba, y con cada una de sus lágrimas silenciosas, lo único que conseguía era aumentar las burlas hacia ella, esas odiosas miradas de lástima. Ya no la trataban como a una de ellos, sino sólo como un animal.
Mendigaba en la aldea y conseguía que le dieran unos pocos alimentos que no paliaban su hambre, pero no tenía más remedio que conformarse: no le permitían sacar frutas de los árboles o vegetales de los campos de cultivo y mucho menos ir a la presa del río a sacar peces. A veces, si la necesidad la empujaba, lo hacía y se llevaba unas tremendas palizas. Rezaba para que el tormento terminara pronto, pero al no tener voz no podía quejarse y la gente la dejaba, no podían sacar ningún placer de su sufrimiento. Sólo eso querían de ella, igual que los bandidos, esa era su raza, el ningen. Otras veces tenía que ir hasta el valle o el bosque para poder conseguir algo que pudiera comer, lo que fuera, incluso un insecto sería bienvenido en su plato de almuerzo, y entonces regresaba en la tarde a su choza, esa pequeña casa construida con los restos de la cabaña de sus padres. Y entonces la soledad la atacaba. No podía reír o cantar como le había dicho su madre, no tenía armas contra la soledad. A veces se cansaba de tanto llorar y se dormía, a veces intentaba jugar con su imaginación e irse lejos, a un mundo donde el dolor no existía, a un mundo donde había muchas personas que la amaban. Y su corazón se sobrecogía con el calor y la tranquilidad.
Calor, fuego. Al fuego también le temía, pero necesitaba cocinar, tuvo que aprender a superar su ridículo miedo al fuego. Aprendió a jugar con los pequeños animales que había en el bosque y ellos ya la conocían bien, incluso la ayudaban a buscar sus alimentos cuando los aldeanos no habían podido darle nada para calmar las constantes protestas de su estómago, jugaba con las pequeñas flores silvestres, con sus hojas, con sus aves, con sus mariposas. Se bañaba en el río, lo más alejada que podía de la aldea para que nadie la viera o intentara hacerle algo. Se procuraba agua y alimentos, ayudaba en los establos y finalmente volvía a casa. Entonces regresaban los recuerdos en sus sueños… el círculo parecía nunca tener fin. “Y por desgracia sobreviviste”. El círculo de la resurrección, otro día amanecía, otra vez despertaba con la aves y la vida, otro sol se levantaba por el este, detrás de las casas y se dirigía hacia el mar, hacia el Oeste, como decía su madre.
“Un día iré allá”, le había dicho Rin-chan a su madre, quizás allí encontraría algo que la haría olvidar todo el calvario por el que estaba pasando… Y recomenzarlo todo…

Así pasaron dos, tres años y una tarde fue hasta un extremo del río para buscar un poco de agua cuando un ruido le hizo levantar la vista. Una bandada de aves de distintas especies se levantó desde el claro del bosque, como si hubieran huido de algo y un resplandor entre negro y azul apareció allí, algo le decía que no era nada parecido a un trueno ¿Qué era? Llena de curiosidad, terminó de llenar su pequeño estuche de bambú, lo sujetó a su obi y corrió hacia el claro del bosque pasando árboles, raíces, rocas y arbustos. Finalmente pudo llegar cerca de donde creía que había salido ese extraño resplandor… Y vio lo que creía una persona, que llevaba una armadura rota, estaba gravemente herida, en un charco de sangre, quizás muerta, no lo sabía. Esa imagen le trajo una vez más aquellos terribles recuerdos. Ningen, humana, su raza, la raza maldita que había borrado a su familia.
Pero el joven blanco con el que se había encontrado en el claro del bosque se levantó de la muerte ¡seguía con vida! Esos ojos, ese rostro, esa forma. Esa… no era una persona, era diferente, era… …youkai…

Sólo era una pequeña humana. Esa niña… ya la había visto antes… en algún momento ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Y qué quería?

Ese rostro ¿Dónde lo había visto antes si nunca salió de la aldea de sus padres?… tuvo la sensación de que no era la primera vez que miraba a ese hermoso youkai

¯–˜šœ›™—¯​

…Y él sólo dijo “¿Qué le pasó a tu cara?”​

Y yo no pude decir nada, sólo sonreí​

Creo que finalmente pondré un cierre chistoso luego de una historia tan dramástica. Con esto termino, pero, como dije antes, ustedes dirán...

 

Re: El destino de Rin

La vida es inconstante, cambia siempre.

 

Re: El destino de Rin

Gracias a todos por sus comentarios, me alegra saber que me acompañan y que les agrada mi historia y mi forma de escribir (cuando publiqué en otro lugar, mi “otro” público dijo que yo estaba endemoniada y estupideces como esas, fíjense).

También me alegra saber que hice “revivir” el deseo de ver a nuestros amados personajes y que los hice extrañarlos.

Con respecto a la historia original, la verdad no estoy muy conforme sobre la manera en que acabó, me parece que Rumiko sensei dejó varios (mejor dicho, muchos) cabos sueltos. Kagome e Inuyasha al final vuelven a verse y hasta se casan pero yo esperaba que por lo menos se besaran o algo (el desgraciado besó más de una vez a Kikyou, pero la verdad nunca vi que besara a Kagome, salvo en las películas). Después Kohaku. Con lo poco que escribió, Rumiko dio a entender que después de tres años, el chico sigue huyendo de su hermana (con Naraku, Hakudoushi, Kikyou, Sesshoumaru, etc.) esta vez con la excusa de cazar youkais.

Finalmente, Sesshoumaru. Rumiko les hizo algo “feo” a todos los personajes, pero sin dudas hizo sufrir muchísimo a Sesshoumaru (desde el incidente de Kagura en adelante…), y cuando parecía que todo estaba mejorando para él, Kaede lo separa de Rin (sinceramente, yo, al igual que Kagome, esperaba que él se llevara a Rin, ya sé que tiene un terror extraordinario de que algo le suceda, pero se supone que ahora él es muy fuerte, de todas formas las aldeas también son atacadas; además de eso, si siempre la visita con la excusa de llevarle regalos para que lo elija a ÉL ¿Por qué mejor no le regala su compañía?). Y Rin-chan parece volverse algo fría con respecto a su maestro, un terrible golpe duro (otro más…).

En conclusión, el final del manga me pareció algo… estúpido, para remediar eso escribí un fanfic (el mencionado más arriba en el 1º párrafo) que ponga un final un poco más convincente y aceptable a esta historia que fue magnífica siempre, creo que lo publicaré aquí pronto ¿Qué opinan?

Ahora, a pedido de mis amadas lectoras, aquí, un capítulo más!!!!!!!!!!!!

Capítulo 8: La decisión que tomé aquel día
“¡Sesshoumaru-sama, Sesshoumaru-sama! Por fin lo encontré ¡Pero en qué terrible estado se encuentra! ¡Por favor no se esfuerce!” Ese sapo ojón, maldita sea. Cuando creía que ya se había librado de él volvió a aparecer, y además haciendo un escándalo. No tenía por qué recordarle la forma estúpida en la que volvió a perder una batalla.
“Jaken, voy a regresar…”. Estaba harto, completamente harto de Inuyasha, ese hanyou idiota, harto de esa estúpida espada que reaccionaba cuando él menos lo esperaba, harto de ser la burla de esos malditos humanos… …humanos… humana. Esa chica humana… a él había llegado una chica humana, esa despreciable raza… pero ella no era así, esa humana no parecía ser como el resto…
Cualquier ser humano, al ver su verdadera forma youkai, hubiera huido sin pensarlo mucho, ella sin embargo, se acercó a él sin miedo lavó y curó sus heridas y luego comenzó a llevarle alimentos día tras día. Él hacía todo lo posible por alejarla, no necesitaba de la ayuda de un ser inferior, no necesitaba de su compañía, no quería su apoyo, no quería su sacrificio. Hasta tal punto había llegado que, al no conseguir alimentos, cazó animalitos salvajes para él, qué pérdida de tiempo… y parece que había pagado un buen precio: se sorprendió al ver ese hermoso rostro lleno de golpes, magulladuras y cortes, esos no eran los golpes de una simple caída, el rastro de la esencia humana de las marcas, definitivamente se lo habían hecho ellos, los de su raza ¿Lo habrían descubierto ya? Quizás el castigo era por haber encontrado a un youkai, y aún así ella volvía por él. Esa humana definitivamente no era como el resto, ningún otro humano hubiera hecho algo así por él, ni por nadie de su propia raza. No había hablado (era discapacitada, él estaba consciente de eso) y sólo había sonreído como nadie hubiera osado hacer. Hasta su olor era distinto, olor de ser humano, pero había algo diferente, como si esa esencia no perteneciera a este mundo. Era completamente diferente… pero eso no le importaba. Aún con esas heridas, lo único que sabía era que iría a descuartizar a Inuyasha tan pronto como lo viera, aunque su olfato le estaba fallando, pues Inuyasha estaba mucho más cerca de lo que él creía.
“Sesshoumaru-sama”, él ignoró toda palabra de su inútil sirviente y se fue alejando del claro del bosque donde apareció la luz más brillante que él jamás hubiera visto antes… la luz del amor de alguien. Necesitaba quitarse de encima esa carga del odio por Inuyasha y otras cosas parecidas.

¯–˜šœ›™—¯​

Estaba completamente feliz, no recordaba cuándo fue la última vez que alguien le había dirigido unas palabras amables, sólo recordaba los gritos, los golpes, los insultos, las burlas de esos bandidos y luego de los propios aldeanos, pero hoy las cosas se había vuelto diferentes: él había preguntado por ella, por su apariencia, no le dirigió una mirada de lástima como hacían los aldeanos, no la miró en sentido de superioridad (aunque podía notarse que era una persona muy distinguida), es más, su mirada fue inexpresiva, pero la miró, finalmente luego de días, le prestó atención y le habló, recordó que hubo un tiempo en que ella estuvo rodeada de gente que se preocupaba por ella, y ahora parecía que todo estaba volviendo.
Ella no pudo hablarle… por culpa de esos bandidos, así era su vida, pero buscó la manera de demostrar que entendía la pregunta, que le agradaba ser comprendida, que estaba agradecida y feliz… y algo en su interior, una voz extraña, le dijo que él entendería perfectamente esa sonrisa. “Gracias”, pensó mientras miraba al cielo antes de echar a correr bosque afuera para volver a las orillas de la aldea. Algo en su interior le decía que aquél ser no había terminado en ese bosque por casualidad, ella creía fervientemente que, después de rezar por años, “alguien” ahí arriba había escuchado sus súplicas y le había enviado a un ángel (uno disfrazado de youkai, pero un ángel al fin). Mientras tanto, ese “alguien”, la seguía como una sombra silenciosa y protectora.
La aldea no estaba muy lejos, nadie se fijaba en ella así que no le importaba llegar a cualquier hora, incluso salir en las noches, sólo se preocupaba de salir a escondidas para que ninguno de los aldeanos pensara que estaba robando o haciendo algo indebido. “Vuelve a hacerlo y te mataremos”, le dijeron luego de que fuera al río a pescar tan sólo un pez ¡Ni siquiera era para ella! Aún así algo en su interior le decía que debía actuar como si nada estuviera pasando, podía sentir claramente las dulces manos de su madre acariciándole la mejilla del mismo modo en que lo hacía cuando quería que callara algo, que guardara un secreto. Ella no podía hablar, pero entendía a qué se refería su madre: no debía delatar al joven herido del bosque, no debía dejar que los aldeanos la vieran yendo siempre allí, mucho menos que la siguieran. Entendía por qué su mamá hacía eso: a los aldeanos no les gustaban los youkai, si lo veían sólo Dios sabía qué podían hacerle, no quería volver a ver sufrir a alguien, no quería ver que torturaran a alguien, menos a ese youkai que era su nuevo amigo. No quería volver a perder a alguien a quien amaba, tenía que protegerlo como fuera, no sabía qué haría exactamente, pero lo protegería. Ahora sabía lo que su hermano mayor había querido hacer en sus últimos momentos...
Cuando lo vio así herido no pudo hacer más que recordar el terrible destino de su familia y que ella había sobrevivido a ese destino. Recordó que ella se quedó paralizada y nada podía hacer mientras todos los vitrales se rompían en su interior, recordó el dolor que reflejaban las expresiones de sus seres queridos. No quería que alguien volviera a pasar por algo como eso. Aunque fuera con una simple cantimplora con agua, unas lagartijas y unos retazos de telas para vendaje, aunque fuera con esas manos sucias y lastimadas, aunque no tuviera más que dar, aunque sólo fuera una indefensa niña humana, tenía que hacer lo que estuviera a su alcance para ayudarlo, le daría todo.
Se sentía feliz y finalmente el calor había vuelto dentro de ella, desde el primer momento en que se vieron a los ojos sintió como si algo se resquebrajara y luego pudo sentir claramente como si una flor abriera sus pétalos en forma lente y calmada, en forma dulce, una flor se abría dentro de su corazón, sí, eso sentía. Quizás había sentido eso antes y lo había olvidado, pero ahora lo recordaba con claridad, eso era afecto, lo que nadie más le había dado, ahora se lo ofrecía alguien completamente diferente a ella, alguien que no pertenecía a su raza, un desconocido que nada tenía que ver con ella, un ser al que todos temerían, menos ella. Ese ser la había devuelto a la vida.
Se sentía tan bien que ningún otro pensamiento ocupaba su mente, hasta que llegó a su casa y se encontró con un extraño. Lo sabía, era un youkai, pero nada tenía que ver con su amigo del bosque. Éste se había metido en su casa así como así, era aterrador, sombrío, le daba mala espina. Cuando vio una violenta pelea entre lobos y luego escuchó la orden de “Pueden matar a todos los humanos”, recordó finalmente lo que era temerle a un youkai. Otra vez oía gritos desesperados, veía correr sangre, veía dolor y miedo, de nuevo estaba paralizada. Otra vez la horrorosa muerte estaba ahí para amenazarla… Algo en su interior le dijo “huye lejos”, alguien dentro de su mente le dijo: “Ve a buscarlo”, tenía que salir de ahí como fuera…
Pero ya era demasiado tarde, su amigo del bosque ya no estaba ahí, ahora sí sabía lo que había sentido su familia, con una mordida en el cuello, esas bestias salvajes le mostraron la cara de la muerte, quien quería llevarla a reunirse con Shinichiro…
Él lo tenía todo controlado, se suponía que esa chica no debía morir, que debía permanecer viva para seguir al príncipe. Lo calculó mal y la situación estaba fuera de su control, ahora las cosas cambiaban drásticamente, no debía haber ocurrido así. Cuando Rin fue atacada por los lobos, él supo que las pruebas que había preparado se convertirían en el infierno vivo de Sesshoumaru, pero ya no había marcha atrás. No, aún no se rendiría, había una opción más: Tenseiga, la espada sanadora. Se convirtió en el viento y voló cerca de su hijo mayor, para así llevarle, olores… la noticia de la muerte de Rin.

 

Re: El destino de Rin

Disculpen mi tardanza. Es que los exámenes me estaban asesinando y después tuve que ir a hacerme una terapia intensiva

les paso esta invitación
http://foro.cemzoo.com/f85-fanfics-sobre-rumiko-takahashi/182933-diez-fantasmas-de-pergamino.html

Es un fanfic hecho especialmente para la celebración que se acerca... Halloween!!!!!!!

Y ahora sí, a lo que nos interesa, el siguiente capi de "El destino de Rin". Y veamos qué contrariedades conlleva al destino de Sesshoumaru de aquí en mas...

Capítulo 9: la decisión que tomé aquel día
… Y el viento llegó hasta él…
¡Olor a sangre! El atardecer tenía el color rojo sangre, alguien importante… ¿acababa de morir? podía sentirlo claramente en el viento, olor de sangre y lobos, luego pensó en la pequeña humana, ella siempre se iba en esa dirección. No sabía por qué se sorprendía, no debía importarle pero, en ese lugar… ¡¿Una aldea humana había sido atacada?! Ya estaba demasiado lejos de ahí, pero tenía que volver.
No sabía de qué se trataba, algo más fuerte que la curiosidad lo empujaba a volver, sería… ¿preocupación? Sandeces, ¿de qué o de quién debía preocuparse? Cuando volvió a entrar al bosque, tomó el camino del claro y allí encontró a un grupo de lobos alimentándose de un cadáver, los lobos levantaron la mirada y sus penetrantes ojos se clavaron en él. Ridículo ¿Querían atacarlo? Comparados con él, esos eran unos simples cachorritos; esos animales salvajes no iban a burlarse de él, con sólo una mirada, ahuyentó a los lobos, la presión para ellos había sido demasiada y no se hubiera extrañado que alguno cayera muerto. Entonces él y su incompeten... digo, fiel sirviente, se acercaron a ver de qué se trataba aquello. Entonces Sesshoumaru notó que el cadáver que los lobos devoraban era el cuerpo de esa pequeña niña humana que lo había acompañado en el bosque durante días. Qué cruel era la vida, ¿verdad? No quería darle importancia a aquello, pero no pudo evitar entrar en shock, sintió pena por ella, entrecerró los ojos y se quedó mirando el pequeño cuerpo como si todo se hubiera detenido. La muerte no debería afectarle, él era un youkai, ¿entonces por qué? Su corazón le estaba jugando una mala pasada, debía cerrarlo antes de que aquél sentimiento de… tristeza se volviera nocivo. Así fue, desoyó a su corazón.
“Ah, Sesshoumaru-sama, esta niña ya está. Fue asesinada de una sola mordida”, Jaken tuvo una pequeña corazonada, y la verdad no le agradaba nada. El amo había dado la media vuelta como si nada, sólo para encontrar ese cadáver humano en un charco de sangre en medio del bosque, volteó “Amo, ¿usted quiere algo con esta chica humana?”
“No”, dijo el joven youkai por toda respuesta, volteando sin titubeos, sin darle la más mínima importancia al asunto, alejándose tranquilamente, encontrar al idiota de su hermano era todo en sus pensamientos.

De acuerdo, ahora sí estaba enojado. Este tonto de Sesshoumaru, por mucho tiempo fue su consentido y aún así lograba sacarlo de sus casillas. Estaba seguro de que al menos su corazón reaccionaría ante la pérdida de la única persona que lo había tratado amablemente, sin miedos y sin prejuicios. Pero no. Definitivamente en su otra vida había engendrado a un par de hijos torpes. Si pudiera volver el tiempo atrás… (Cosa que era imposible hacer).​

Si había de encontrar una forma de salvarlo, era ahora o nunca, no podía permitirle irse así como así. Se puso delante de él y le colocó una mano en la cabeza. No creyó que él pudiera verlo, pero seguramente sí sentiría su toque… y en efecto, así fue.​

La niña. Ella estaba en el bosque, lejos de la aldea… ¿Eso significaba que había entrado allí a buscarlo? ¿Acaso había intentado acudir a su poder? ¿Cómo una niña podía tener la intuición de saber sobre el poder de un youkai? Tonterías, una niña no podía saber eso, sólo eran vanas ilusiones suyas. Se alejó más.
“Maldita sea, reacciona, Sesshoumaru”
Con cada paso que daba para salir del bosque, su mente comenzó a jugarle mal otra vez. La imagen de ese cadáver lo perseguía, la sensación era mucho peor que si él mismo la hubiera matado… ¿Qué era ese dolor y esa culpa que sentía? ¿Quién demonios le hacía sentir eso tan ajeno a su naturaleza? Basta.
“No es posible que seas tan terco, ¡reacciona por una vez en tu vida, mocoso insolente! ¡Que ayudes a esa niña es de vida o muerte!”
Seguía alejándose
“¡Te estoy diciendo que vuelvas, Sesshoumaru!”. En ese momento, aparecieron otros espíritus humanos, ellos eran… ¿la familia de la chica? Sesshoumaru aún no estaba listo para ver a esos fantasmas ¿O sí?
Otra imagen vino a su mente, malditos recuerdos, maldita conciencia, malditos sentimientos ¿por qué habría de aceptar algo ajeno a él? La imagen era de la dulce sonrisa de la pequeña. No, por qué tenía que recordar eso. Ella le sonreía en su mente… y ahora estaba tirada en medio del bosque en un charco de sangre, desgarrada por los lobos… era su culpa, él salió del bosque. No ¿por qué se culpaba? Él no tuvo nada que ver. Pero él podía hacer algo ahora y sin embargo quería irse, eso era lo que lo torturaba ¿por qué quería ayudarla? ¿Por qué se sentía mal? ¿Por qué se sentía presionado? Es más, ¿Desde cuándo sentía todas esas cosas? Desde que la vi. No, eso es mentira… y su dulce humana seguía sonriendo… un momento, ¿SUYA? ¿De dónde salió ese pensamiento?
“Ya, Sesshoumaru, déjalo ir de una vez”, dijo intentando curarlo con palabras, tal pareciera que el joven escuchó su voz…
Sesshoumaru hizo lo que más lo asustaba: abrió su corazón y dejó que todo ese peso se fuera y volara lejos de él, ahora su mente era más clara: ella había intentado ayudarlo sin poder hacer nada, ella había vuelto a pesar de sus maldades, lo había acompañado, le había sonreído, ella le había dado algo muy importante… todavía no estaba preparado para aceptar qué era “eso último” que le había dado, pero sabía que le debía mucho. Y esos sentimientos pesados se debían a que él sentía… compasión, al menos por el momento no deseaba creer nada más que eso. Tenía que regresar. Y regresó.
Su espada Tenseiga reaccionó al cambio en su corazón y le enseñó a resucitar vidas, Tenseiga le devolvió la vida de la humana. Todavía no entendía por qué quería ver “esa vida” como si le perteneciera a él, no era justo. Por primera vez se juzgaba a sí mismo, y también juzgaba al maldito que le había hecho eso, pero no le importó, ella estaba viva y eso ya había pasado, eso era… perdón. ¡Estaba perdonando a un enemigo! Perdonar. No mató a Inuyasha en las mil oportunidades que tuvo, lo había compadecido, lo había perdonado… curiosamente no se sentía débil, por el contrario.
Se levantó y caminó lejos del bosque, de los lobos, de su hermano. Quería parecer enojado con todos, con esa espada que lo había “obligado” a revivir a alguien, con Inuyasha que lo había enviado al lugar donde “encontró la luz”, a los humanos por traerle a esa niña, incluso quiso enojarse con ella por haber decidido ayudarlo en esos momentos. Pero no conseguía enojarse, por el contrario, era la primera vez en su vida que se sentía realizado… quién sabría por qué…
De lo que estaba seguro, era que esa niña humana le estaba haciendo algo raro a su vida…

Y la niña se levantó y se fue, se fue con él. Y caminó lejos del bosque, de los lobos, de los fríos aldeanos, de los crueles bandidos, del dolor de su familia, del miedo a vivir y de las pesadillas sin nombre. Ahora tenía a quien acudir si volvía a tener pesadillas, y cuando despertara sabría que no estaría sola.

Al príncipe no le importó que la humana lo siguiera, curiosamente, le gustaba ser seguido por alguien que no fuera…
Jamás olvidaría sus ojos, su dulce expresión cuando volvió de la muerte, la extraña conexión que sintió por un momento cuando ambos se miraron, como si una parte de su alma quisiera mostrarse ante él. La sorpresa y el alivio que lo llenaron al verla despertar en sus brazos… ¿por qué la levantó en brazos? De todas formas podría haber despertado en el suelo. Pero eso hubiera sido muy cruel. Siempre recordaría esa dulce sensación de… No, jamás nombraría ese sentimiento, ni siquiera en el lugar más recóndito de su mente… o al menos por ahora. Ella realmente era diferente de todo lo que hubiera conocido y de todos los humanos que había visto. Dejaría que lo siguiera sólo para ver qué tan lejos llegaba, qué tanta determinación tendría… Y sería muy fuerte… Criaría a una humana más fuerte que cualquiera…