Long-fic de Inuyasha - Tiempos De Guerra [SanxMir]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Stefy Mustang, 18 Octubre 2008.

?

¿Que tal te pareció mi fic?

Poll closed 19 Noviembre 2008.
  1. Waz!!! Buenísimo

    8 voto(s)
    88.9%
  2. Está bien, está bien

    1 voto(s)
    11.1%
  3. He visto mejores fanfics

    0 voto(s)
    0.0%
  1.  
    Antonio Corazoncito

    Antonio Corazoncito Usuario popular

    Cáncer
    Miembro desde:
    2 Diciembre 2006
    Mensajes:
    728
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Ohm.. ya me lo imaginaba.
    ¡¡Sango atontada!! ¿Por que lo hiciste? .TT.
    Pero ya esparaba que saliera Kagome.
     
  2.  
    Maga_oscura

    Maga_oscura Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    7 Julio 2005
    Mensajes:
    34
    Pluma de
    Escritor
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    :eek:!!!!! malditoooooooooo!! >.<
    Naraku tenia que ser ¬¬ que sucio! llevar a Sango a un prostibulo >.<
    Pobrecita, yo crei que se encontraria de nuevo con Miroku T.T
    continualo lo mas pronto posible! >.<
    bye!
     
  3.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

    Libra
    Miembro desde:
    18 Octubre 2003
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Tiempos De Guerra [SanxMir]
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2804
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Hola de nuevo!!
    Saludo a sanguitolove y a Xochilita !!! [Y a las demás también] Bueno queiro decirles que al final de esta conti se van a encontrar con unos versos. Quiero aclarar que esos versos pertencen al poema "Resurreciones" de Julio Flórez y los puse porq me parecieron el complemento perfecto para las historias de Miroku, Sango y Aome. P.D= Preparénse porque cuando termine esta historia voy a publicar otra... Les dejo el título = Psicosis [San x Mir] ¡¡ESPERO QUE DISFRUTEN LA CONTI!!

    TIEMPOS DE GUERRA
    CUARTO CAPÍTULO
    ** EL DOLOR DE PERDER LO MÁS PRECIADO **


    AGOSTO DE 1945

    [MIROKU]

    Sapporo, isla de Hokkaido, norte de Japón.

    Miroku Tachibana quedó atónito al terminar de leer la carta que había recibido esa misma mañana. No podía creer lo que allí estaba escrito.

    Durante su estadía en Hiroshima había conocido a Inuyasha Hanayagi, un muchacho de su misma edad. Era alguien muy inquieto y constantemente ambos se metían en problemas por su culpa. Se habían convertido en los mejores amigos. Inuyasha era el hijo de un general muy importante, y gracias a él, ni Inuyasha ni Miroku fueron reclutados para combatir en Iwo Jima, una de las batallas más sangrientas en las que murieron aproximadamente 20.000 japoneses y 6.000 americanos, ni en ninguna otra contienda. Al término de esa campaña, en marzo de 1945, el General InuTaisho Hanayagi mandó a llamar a su hijo y al mejor amigo de éste a su despacho.

    - ¿Nos necesitabas, padre? – preguntó Inuyasha cautelosamente mientras cerraba la puerta tras de sí.

    - Siéntense, muchachos. – dijo éste señalando el suelo. Ellos obedecieron. – Necesito que empaquen sus cosas, mañana mismo nos vamos a la isla de Hokkaido.

    - ¡¿Hokkaido?! – preguntaron los chicos al mismo tiempo, sorprendidos.

    - La guerra con los americanos cada vez es peor. Poco a poco esos desgraciados se acercan a nuestro país. El fin llegará y estoy seguro de que Hiroshima será el próximo blanco.

    Antes de partir para Sapporo decidió mandar una carta a Sango. Habían pasado cuatro meses desde que había recibido una carta de ella. Se le hacía muy extraño que no le hubiera vuelto a escribir.

    Por caprichos del destino, solo hasta agosto le entregaron la carta de respuesta. La había escrito el padre de Sango.

    Miroku:

    Lamento informarte que mi hija ya no está aquí en Takamiya. Hace varios meses ella partió a Hiroshima a buscarte. Me parece extraño que aún no se hayan encontrado. No pude evitar leer la carta que le enviaste. Me preocupa mucho que te tengas que ir a Sapporo. Busca a Sango cuanto antes y llévatela. Que Buda derrame bendiciones sobre ti.

    Atentamente,

    Yoshimaru Araki.

    Miroku leyó la breve carta una y otra vez. Revisó la fecha: principios de marzo de 1945. Estaba realmente desesperado. Tan sólo cinco días antes de recibirla, el 6 de agosto de 1945, los estadounidenses habían lanzado una bomba atómica sobre Hiroshima. Gritó, un grito lleno de dolor. Inuyasha, que estaba a su lado, se sorprendió.

    - ¿Qué rayos te pasa Miroku? – preguntó preocupado.

    - ¡Está muerta, Inuyasha! ¡¡¡ESTÁ MUERTA!!!

    - ¿De quién hablas? – preguntó el chico de nuevo.

    - Sango... – dijo Miroku sollozando. - ... estaba en Hiroshima.

    - No sabes cuánto lo lamento. – dijo Inuyasha bajando su mirada. Luego se retiró, alegando que tenía que hacer algo importante, una excusa para dejarlo solo. Desesperado, Miroku revisó la habitación en la que se encontraba. Halló lo que quería: un enorme y filudo cuchillo. Recordó las lecciones de honor que en una ocasión le habían enseñado en Hiroshima: el harakiri. Estaba a punto de insertarlo en su vientre, pero Inuyasha llegó a tiempo para detenerlo.

    - ¡No cometas esa estupidez, Miroku! – dijo lanzándose sobre él y arrebatándole el objeto cortopunzante. - ¿En qué estabas pensando?

    - Sin Sango mi vida ya no tiene sentido... – dijo, triste. Su mirada volvió a ser opaca.


    [SANGO]

    Tokio, Japón.

    Un cliente salía de la casa Mitsuda con una sonrisa de satisfacción. Por esa época no muchos frecuentaban el lugar pero de todos modos las chicas tenían que trabajar. Aome suspiró exhausta mientras se arreglaba el kimono.

    - ¡Oh, Aome! ¡Lo siento! – se excusó Sango.

    - No te preocupes, Sango. No voy a permitir que te pongan una mano encima. Tu novio te mataría...

    - Eres muy buena conmigo, Aome. Gracias. – dijo ella abrazándola. Entonces vio un periódico tirado en el suelo. Lo alzó para echar un vistazo.

    - Me lo encontré esta mañana en el mercado, pero no tuve tiempo para ojearlo... ¿qué dice? – preguntó Aome. Una de las estrictas reglas de Naraku era que no podían enviar o recibir correspondencia, así que las chicas sólo podían enterarse de lo que pasaba en el país, más no lo que pasaba en sus hogares. En primera plana estaban escritas en grande las palabras:

    BOMBAS ATÓMICAS ARRASAN HIROSHIMA Y NAGASAKI

    Sango arrojó el diario y se puso a llorar. Aome leyó y en seguida comprendió. Rápidamente abrazó a Sango y trató de consolarla.

    - ¡Esto no puede ser posible! ¡Miroku....!

    - Tranquila, Sango. – dijo apretándola más fuerte.

    - Pero es que... sin Miroku mi vida ya no tiene sentido... – dijo zafándose del abrazo de su amiga y agachando su cabeza. - ¿Qué voy a hacer ahora que lo perdí para siempre?

    - Sobrevivir, Sango. – dijo Aome, llamando la atención de la chica- Piensa que ahora está en un lugar mejor, un lugar en el que las guerras no existen, un lugar en donde podrá vigilarte, allá arriba.

    “No llores, cielo. No me gustaría verte triste en un día como este.” Le había dicho él aquella tarde. “Es verdad. Aunque esté muerto mi alma seguirá perteneciéndole.” Pensó ella. Pero ahora había algo que la tenía intrigada...

    - ¿Alguna vez te has enamorado? – le preguntó a Aome. Su amiga sonrió. Sin embargo ni la alegría ni la diversión se reflejaban en su semblante. Simplemente torció la boca en un falso intento de sonrisa.

    - Supongo que sí... pero eso fue cuando tenía unos doce años...

    - Aome, soy tu amiga. Puedes contarme lo que quieras. – dijo Sango al ver que la pelinegra volvía a poner esa expresión distante, la misma que puso el día en que se conocieron.

    - ¡Oh, no sabes cuanto necesitaba oír eso, Sango! – dijo Aome echándose a llorar. – Verás... Yo vivía en Nara con mi madre y mi hermano, todo era perfecto. Pero hace algunos años mi madre me vendió a Naraku...

    - ¡Eso es absurdo! ¿Cómo se le ocurre venderte a ese ser tan despiadado? – preguntó Sango horrorizada.

    - Con el paso de los años aprendí a perdonarla. Sé qué ella no lo quería hacer. Supongo que estábamos viviendo una mala situación económica. – dijo Aome sonriendo y secándose el rostro humedecido por las lágrimas.

    - Me entristece mucho saber por todo lo que pasaste, amiga...

    - ¿Y sabes qué es lo peor? – Sango negó con la cabeza. – Lo peor... es que llegué a enamorarme de Naraku...

    - ¡¿DE NARAKU?! – exclamó Sango, cubriéndose su boca con ambas manos como si estuviera ahogando un grito.

    - Naraku me trataba muy bien, no permitía que nadie me hiciera daño. Eso cautivó por completo mi corazón de niña de doce años, pero...

    - ¿Pero...? – preguntó Sango, completamente sumergida en el relato.

    - Pero todo cambió cuando cumplí catorce... – dijo Aome cruzando sus brazos cerca de sus piernas. – Desde hace cinco años estoy en el negocio. Mi amor por Naraku murió, pero se llevó consigo mi inocencia y mis esperanzas. No creo poder volver a enamorarme...

    - ¡Cómo puedes decir eso! Estar enamorado es lo más lindo que hay en el mundo, es como estar lleno de vida... – suspiró Sango al recordar todos aquellos momentos con Miroku. Esa felicidad se la habían arrebatado.

    - Enamorarse... eso no es para mí... – repitió Aome, como queriendo poner fin al asunto.

    El momento fue interrumpido por un murmullo que provenía del pequeño radio que tenían encendido, el único que había en la casa. El emperador Hiro-Hito se estaba dirigiendo a su pueblo, anunciando la rendición del país. Era la primera vez que un soberano nipón lo hacía. El 2 de septiembre esa rendición se haría efectiva a bordo del acorazado estadounidense Missouri. El final de la Era de la Brillante Armonía había comenzado. Aunque para Miroku Tachibana y Sango Araki, el fin ya había llegado. “Sin amor, no hay vida”, se decían a sí mismos cada mañana.

    Algo se muere en mí todos los días;
    Del tiempo en la insonora catarata,
    La hora que se aleja me arrebata
    Salud, amor, ensueños y alegrías
    Al evocar las ilusiones mías,
    Pienso: ¡yo no soy yo! ¿Por qué, insensata,
    La misma vida con su soplo mata
    Mi antiguo ser, tras lentas agonías?
    Soy un extraño ante mis propios ojos,
    Un nuevo soñador, un peregrino
    Que ayer pisaba flores y hoy abrojos.
     
  4.  
    Dark Hime

    Dark Hime Entusiasta

    Cáncer
    Miembro desde:
    9 Octubre 2008
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    que triste amiga!!! ToT ToT
    Que mal, pensé que Miroku se mataría!! Menos mal que llegó Inuyasha a tiempo... espero qeu Sango no haga ninguna locura ToT
    Ojalá se encuentren o sepan el uno del otro prontito.

    Un saludo:

    [*\_DaRk HiMe_/*]
     
  5.  
    Maga_oscura

    Maga_oscura Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    7 Julio 2005
    Mensajes:
    34
    Pluma de
    Escritor
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    por que haces eso?? estan sufriendo! T^T
    y lo peor es que no saben que el otro vive! >.<
    continualo pronto T.T esta historia esta muy cautivadora
     
  6.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

    Libra
    Miembro desde:
    18 Octubre 2003
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Tiempos De Guerra [SanxMir]
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    3554
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Me canse de esperar mas comentarios, por lo que decidi publicar YA! Una mala noticia: Solo quedan tres capítulos :( ¿La Buena? R/: En el prox. capítulo hay lemon xD (Aunque no soy muy buen escribiendo esa clase de cosas... en relidad me quedó "casual")

    TIEMPOS DE GUERRA
    QUINTO CAPÍTULO
    ** EL RECUERDO DE TU VOZ **


    ENERO DE 1946

    Tokio, Japón.

    Un nuevo año empezaba. InuTaisho Hanayagi decidió irse de Sapporo, pues ya la guerra había terminado. Pensó establecerse en Tokio con su hijo y el mejor amigo de éste, a quien le había cogido mucho cariño. De algún modo sospechaba que el ir a esa ciudad les haría bien a Inuyasha y a Miroku. Tenía un buen presentimiento.

    La mayoría de la gente en Japón estaba deprimida. Habían sido derrotados, destruidos y humillados. Ahora los estadounidenses ocupaban su país. Algunas personas eran optimistas, pensaban que Japón se recuperaría, otros no lo veían así. En cuanto a Miroku, la supuesta muerte de su prometida le había dado tan duro que pronto recurrió al sake, al tabaco e incluso al opio. Por suerte Inuyasha siempre estuvo a su lado para hacerlo reaccionar. Por su parte, Sango no volvió a sonreír. “¿Para qué?” se decía. A Aome esto la preocupaba bastante e intentaba ayudarla en lo que podía.

    Las calles de Tokio estaban infestadas de norteamericanos. Todos vestían uniforme militar. Los adultos los miraban con respeto y los niños con miedo. Sin embargo aquella gente no era tan mala. Eran simples prejuicios que el gobierno militar había implantado a la población. Inuyasha estaba durmiendo profundamente, mientras que Miroku terminaba su quinta copa de sake a escondidas. Llevaban ya una semana en la ciudad. De repente, el chico de pelo plateado y ojos dorados despertó y se molestó bastante al encontrar a su amigo en ese estado tan lamentable.

    - ¡Deja ya eso, borracho! – le gritó al tiempo que estrellaba la copa contra el suelo, haciendo que se rompiera en mil pedazos. - ¡Eres un maldito vicioso!

    - Es la única manera de escapar a la realidad... – dijo Miroku riendo, totalmente bajo los efectos del alcohol.

    - ¡Ya es de noche! – exclamó Inuyasha. – Quédate aquí... y no se te ocurra decirle algo de esto a mi padre.

    - Ay, como sea, Inuyasha. – respondió Miroku, entre risitas.

    Últimamente Inuyasha salía todas las noches, sin decir para dónde iba. A pesar de estar borracho, a Miroku se le hacía raro todo este asunto. Pero decidió no prestarle atención. Se disponía a buscar otra copa pero entonces recapacitó y se echó a dormir. En sus sueños una chica de pelo y ojos castaños le sonreía y lo besaba. A su lado estaba su padre jugando con dos niños pequeños. La felicidad inundaba el ambiente, pero entonces un fuerte estallido envolvió el lugar y todas aquellas personas se esfumaron. Despertó muy agitado, sólo para descubrir que había sido una pesadilla. Se quedó mirando los vidrios que estaban regados en el piso.

    - ¿Qué clase de porquería es esta? – dijo con desprecio. – De veras que estoy arruinando mi vida.

    Había bebido tanto, que casi no pudo recuperarse de la resaca tan fuerte que le dio. Inuyasha no hacía más que fastidiarlo repitiéndole varias veces “eso te pasa por ser adicto a la bebida”. Tomó la decisión de dejar el alcohol, de nuevo. Sin embargo, la sombría depresión que lo agobiaba no tardó en reaparecer. Dormía poco, pues le daba mucho miedo volver a tener aquella pesadilla tan horrible. Intentaba no pensar en Sango, pero le fue imposible. Nada lo reconfortaba y entristecía más que recordar su rostro, pero más que todo, recordar su dulce sonrisa. Cuando era un niño, fue ella quien le enseñó a sonreír. Esa sonrisa se había borrado, siendo reemplazada por una expresión apagada, sin ningún rastro de la felicidad que alguna vez sintió.

    Una noche estaba fuera de la casa en donde vivían, desafiando al sueño. De un momento a otro apareció Inuyasha.

    - Sígueme. – fue lo único que le dijo. Miroku obedeció e inundó a Inuyasha de preguntas.

    - Ya lo verás... – respondió Inuyasha, sembrando la intriga.

    Lo llevó hasta una casa de un barrio de clase media baja que exhibía en la entrada un letrero en madera, en el cual escrita en pintura negra estaba la palabra “MITSUDA”. Entraron en la dichosa casa en donde además de ellos dos, había por lo menos cuatro hombres más, todos estadounidenses, acompañados de un intérprete. Sólo había iluminación en una de las paredes de aquel sitio y esto le pareció muy extraño a Miroku. Un hombre los recibió en un tono amable. Al parecer era el anfitrión.

    - Bienvenidos, mis buenos amigos. Mi nombre es Naraku, el dueño de Mitsuda. No se preocupen, las chicas saldrán pronto.

    - Inuyasha... ¿me trajiste a un prostíbulo? – preguntó Miroku, indignado.

    - Tenías que descargar tus penas. – dijo el chico encogiéndose de hombros.

    - Pero tú sabes que yo no puedo serle infiel a...

    - ¡Ese es tu problema! ¿No entiendes que ella ya no está aquí? – interrumpió Inuyasha. – Tendrás que escoger una.

    - Pero, yo...

    Aome y Sango estaban esperando junto con las demás. Era imposible para Sango seguir conservando su virginidad esa noche, ya que Naraku, quien solía estar fuera de la ciudad, estaba presente. La angustia se notaba en su rostro.

    - Lo único que puedes hacer es impedir que te vean, para que así no te lleven a uno de los cuartos. – le aconsejó Aome. Salieron y se recostaron contra la pared iluminada. Era como si fuesen piezas de exhibición, listas para que cualquiera las apreciara y luego las tomara.

    - Yo me pido a aquella de pelo negro. – dijo Inuyasha automáticamente y señalando a Aome, quien lucía un sencillo pero hermoso kimono color verde. Esa era la chica por la cual frecuentaba tanto la Casa Mitsuda.

    Miroku se quedó viendo a cada una de ellas pero le llamó la atención la que estaba al lado de la chica de Inuyasha. Era un poco más baja que él y se cubría el rostro con una de las mangas del kimono, dejando ver sólo sus ojos. Unas ojeras resaltaban más lo pálida que estaba su piel en ese instante y también la tristeza que probablemente tenía que soportar días tras día. “Cuánto sufrimiento debe haber allí”, pensó Miroku. No podía evitar mirarla, pues le recordaba mucho a Sango. “Ella está muerta. Además la mirada de esta chica es diferente a la que tenía mi Sango.” Se dijo a sí mismo, tratando de quitarse esa idea de la cabeza. La voz de Naraku hizo que volviera a la realidad.

    - ¿Y bien, joven? Aún no ha escogido...

    - Para mi amigo la del kimono rosa. – dijo Inuyasha, quien se había dado cuenta de la dirección en la que miraban los ojos de Miroku.

    - ¡Ustedes dos! ¡Tienen trabajo! – les gritó Naraku a Aome y a Sango. Ellas quedaron atónitas.

    - ¡Maldición! – exclamó Aome en voz baja. – Sango, nuestro plan no dio resultado... lo siento.

    - Algún día tenía que pasar. No te preocupes, amiga. – dijo Sango al tiempo que intentaba ver quién la había escogido. La oscuridad se lo impedía. - ¿Algún otro consejo?

    - Si te pregunta tu nombre, no sé lo des. Y si tienes mucho miedo, puedes cerrar los ojos. – dicho esto, Aome se fue junto con Inuyasha al cuarto de siempre. Se conocían bastante.

    Sin retirar la manga de su rostro, Sango se dirigió a uno de los cuartos. Constantemente miraba hacia atrás para comprobar que aquel hombre la estaba siguiendo. Como todo el lugar, el cuarto estaba completamente oscuro.

    La chica empezó a aflojarse el kimono poco a poco, mientras sollozaba. Miroku sintió compasión por ella.

    - Si no quieres, no tienes que hacerlo. – le dijo con voz suave y amable. La chica quedó en shock. Esa voz era parecida a la de su prometido. “Debo estar volviéndome loca”, pensó. “Él murió en Hiroshima... es imposible que siga vivo”.

    - Yo ni siquiera tenía pensado en venir aquí. – continuó él. – Estaba bastante deprimido y mi amigo pensó que este lugar podría animarme.

    - ¿Qué clase de pena está afrontando, mi señor? – dijo ella por fin. La reacción de Miroku fue la misma de Sango: pensó que estaba perdiendo la cordura. Ahora no sólo la veía por todas partes, sino que también escuchaba su voz.

    - Perdí a un ser querido hace poco. Me ha dado muy duro. – respondió con tristeza. Al oír esto, Sango también sintió compasión por él. Después de todo, habían pasado por la misma situación.

    - Sé cómo se siente eso. – suspiró ella.

    - ¿Y qué se supone que debamos hacer ahora? – preguntó él al no encontrar un motivo más por el cual permanecer en esa habitación.

    - Supuestamente deberíamos estar... juntos, ¿no?

    - ¿Y tú quieres hacerlo? – preguntó de nuevo.

    - ¡Claro que no! – pero luego se acordó de la posición en la que estaba. – Es, decir, yo...

    - Yo tampoco – dijo él. Estas palabras sorprendieron mucho a Sango. - ¿Cómo te llamas, muchacha?

    - Mi nombre es... – pero se detuvo al recordar las palabras de su amiga. “Si te pregunta tu nombre, no sé lo des” – Mi nombre es Umiyo.

    - Umiyo, un placer conocerte. Mi nombre es... – Miroku fue interrumpido por Inuyasha.

    - ¡¿Ya terminaron?!

    - ¡Ya voy! – le respondió Miroku. Luego se dirigió a “Umiyo”. – Me tengo que ir. Aquí tienes lo tuyo.

    Sango se quedó ahí mirando cómo se iba y apretando en su mano las monedas que él le había dado. Corrió a encontrarse con Aome para contarle lo sucedido.

    - ¿Es en serio? – exclamó Aome completamente asombrada. – Creo que tienes una muy buena suerte.

    - ¿Te parece buena suerte trabajar en un prostíbulo a kilómetros de mi hogar? – preguntó la chica de pelo castaño, molesta.

    - Es tu prometido que está cuidando desde allá arriba – dijo la pelinegra señalando hacia el cielo.

    - Quizás – se limitó a decir Sango mientras pasaba una de sus manos por el lugar en donde se encontraba su corazón. Cuando le mencionaban a Miroku empezaba a latir con fuerza y no sabía si esto se debía a la alegría o a la tristeza.

    En la posada en la que se hospedaban Inuyasha y Miroku, éstos conversaban acerca de su salida. El sol estaba empezando a aparecer en el horizonte.

    - ¿Y qué tal estuvo? – inquirió Inuyasha.

    - No hicimos nada – dijo Miroku, cortante.

    Esta repuesta le hizo pensar a Inuyasha que Miroku no quería saber más sobre ese lugar. Le sorprendió bastante que esa noche su amigo lo estuviera esperando en la puerta.

    - Pensé que no querías venir conmigo – comentó Inuyasha.

    - Digamos que tengo una conversación pendiente...

    - ¿Conversación pendiente? ¿De qué demo...?

    - ¿Nos vamos? – interrumpió Miroku. Inuyasha lo obedeció, totalmente desconcertado.

    Inuyasha volvió a escoger a Aome. Miroku volvió a escoger a Sango, aunque no sabía que se trataba de ella, porque la muchacha seguía ocultando su rostro, como medida de prevención contra otros posibles e indeseados clientes. Sango pensó que su mala suerte había terminado con la aparición de ese extraño y misterioso hombre. Sentía una enorme fascinación por él, debido a la suavidad de su voz, curiosamente parecida a la del que fuera el amor de su vida.

    Entraron al mismo cuarto de la noche anterior. Estaban hablando tranquilamente cuando de un momento a otro, Miroku empezó a acercársele y a tratar de desvestirla. Sango retrocedió, alejándose de él.

    - ¡Perdóname, yo no quería! – se disculpó Miroku. “¿En qué diablos estaba pensando?”, resonó en su mente.

    - Mi señor, yo sólo soy una... servidora suya. Puede hacer conmigo lo que quiera. – dijo ella. Detestaba tener que decir esas palabras, pues a pesar de que confiaba en él, aún sentía que estaba traicionando a su amado. “Traicionando a un muerto”, pensó con tristeza. Estaba preparada para la peor...

    - Aquí tienes lo tuyo. – le volvió a decir Miroku, entregándole más monedas y levantándose, dispuesto a abandonar ese sitio. – Que tengas buena noche. Nos vemos mañana.

    Así comenzó lo que se convertiría en una costumbre para los dos: todas las noches en el mismo cuarto oscuro, conversar hasta las primeras luces del amanecer. Había poco contacto, aunque en algunas noches, cuando la soledad se hacía más nítida en ellos, se abrazaban. Sentían la presencia de ese ser que llegaron a amar más que a la vida misma, sin reconocer que lo tenían justo enfrente. Pasaron de ser Miroku Tachibana y Sango Araki a ser el Hombre Misterioso y Umiyo la prostituta.


    sTeFy :sang:
     
  7.  
    Dark Hime

    Dark Hime Entusiasta

    Cáncer
    Miembro desde:
    9 Octubre 2008
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Amiga!!
    El capítulo está... muy lindo ToT. Por fin se encontraron jejejeje, eso me hace muy feliz, lo malo es que no se conocieron ToT ToT.
    Bueno, confío en que algo pasará pronto, algo bueno espero.
    Mucha suerte y síguelo pronto ^^

    Atte: [*\_DaRk HiMe_/*]
     
  8.  
    sanguitolove

    sanguitolove Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    25 Diciembre 2007
    Mensajes:
    198
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Stefy me has dejado facinada... realmente es muy romantico todo esto que esta ocurriendo... no olvidar y cumplirle la promesa a la persona amada a pesar de que esa persoma no se encuentre a tu lado... ¿Puede haber algo mas lindo que el amor verdadero? Tambien te quiero agradecer por todo tu apoyo... eres una gran amiga.
     
  9.  
    Blair

    Blair Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    26 Noviembre 2007
    Mensajes:
    85
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    ayy no! ¿por que haces eso? me parece injusto que se hayan encontrado pero aun asi no lo sepan, pero es tu fic, y muy bueno por cierto! solo espero que esta historia tenga su final feliz
     
  10.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

    Libra
    Miembro desde:
    18 Octubre 2003
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Tiempos De Guerra [SanxMir]
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2976
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Holas de nuevo!!
    Bien... este cápítulo es algo corto... pero igual espero que lo disfruten.
    Les dejo un aviso: Demoraré en publicar los últimos dos capítulos porque estoy muy ocupada en mis vacaciones con mi familia de la capital u.u ... Además no tengo un PC disponible para escribir ._. Pero no se preocupen ya tengo la trama.. incluso un primo mío me está ayudando.
    OJO: Cuando vean los guiones "------" quiere decir que ahí está el lemon (que no es mucho, ni tampoco muy descriptivo). Para ver el lemon vayan a mi blog

    TIEMPOS DE GUERRA
    SEXTO CAPÍTULO
    ** PROMESAS **
    ABRIL DE 1946

    Encabezados por Douglas MacArthur, comandante de las tropas aliadas durante las Campañas del Pacífico, los Estados Unidos lograron modernizar a la recién derrotada nación japonesa. Para esto, tuvieron que crear numerosas reformas sociales, económicas y políticas. Debido a estas reformas los grandes trusts de las industrias y la banca sufrieron enormes pérdidas, ya que los americanos habían embargado sus fondos. Otro logro fue el de democratizar al país. Precisamente las primeras elecciones después de la guerra se llevaron a cabo durante aquel abril. Las mujeres también tenían derecho a votar, y 38 de ellas fueron elegidas para la Dieta.

    Inuyasha y Miroku seguían rondando la Casa Mitsuda, aunque quien más disfrutaba era sin duda el primero. Había encontrado a la chica de sus sueños. Pelo negro y largo, ojos castaños, cuerpo armonioso. “¡Una belleza!”, se decía a sí mismo cada vez que la veía. Sin saberlo los dos se estaban enamorando.

    - Aome, no sé por qué pero últimamente te veo diferente... – comentó Sango minutos antes de comenzar la noche.

    - ¿Diferente? ¿En qué? – dijo la chica, sorprendida.

    - Te veo... – hizo una pausa para buscar la palabra. –... feliz. ¿Es por ese hombre que viene a verte todas las noches?

    - ¡Tú y tus ideas disparatadas, Sango! – negó Aome con una risa nerviosa.

    - Lo amas ¿verdad?

    - ¡Pero por supuesto que no...! – Sango la seguía mirando de reojo. – Ya te dije que yo no creo en el amor... simplemente me atrae.

    - ¿Alguna vez lo has visto? – quiso saber su amiga.

    - Tiene unos hermosos ojos dorados y aunque no me lo creas... ¡su cabello es plateado!

    - Aparte de eso, ¿no sabes nada más de él?

    - Sólo sé que se llama Inuyasha, pero nada más...

    - ¿Inuyasha? – preguntó Sango. – Ese nombre se me hace conocido...

    Pero entonces las llamaron a que salieran a trabajar. En el rostro de Aome surgió una sonrisa cuando escuchó la tan conocida y anhelada voz. Dejó que la siguiera y se encerraron en una de las habitaciones.

    - Hoy no vamos a hacer nada, ¿entendido? – dijo Inuyasha en tono cortante. – Vamos a hablar...

    - ¿Hablar?

    - ¿Te gustaría salir de este horripilante lugar? – preguntó Inuyasha.

    - Sí, sí. Pero ¿por qué preguntas eso?

    - Eres una... persona muy especial para mí y quiero protegerte. No creo que la vida de prostituta te guste de a mucho ¿o sí?

    Aome le dijo que no. En realidad a nadie le gustaba esa vida. Lo único que no podía comprender la chica era el porqué de ese interrogatorio.

    - Generalmente Naraku no está aquí. Recorre todo el país en busca de nuevas jóvenes para ampliar su negocio. No es el único prostíbulo que tiene en la ciudad. – dijo Aome respondiendo a una de las miles de preguntas que le lanzó Inuyasha.

    - Una última pregunta... – la chica tragó saliva. - ¿Puedo saber cuál es tu nombre? Es que en todo este tiempo nunca me lo dijiste...

    - Aome... – contestó ella todavía dudando. ¿Podía confiar en él? – ¿Se puede saber qué es lo que estás tramando?

    - Ya lo verás Aome, ya lo verás. – dijo el chico riendo. Tomó la mano de la joven y plantó en ella un beso. Ya que el lugar estaba escasamente iluminado, él no pudo darse cuenta de lo sonrojadas que estaban las mejillas de Aome.

    En la otra habitación todo parecía normal. Sango y Miroku conversaban tranquilamente. Era una escena fuera de lugar, si se tenía en cuenta el oficio de la chica.

    - Gracias por todo, mi señor. – reverenció Sango.

    - Gracias a ti, Umiyo, por ofrecerme tu agradable compañía. – dijo él mientras esbozaba una sonrisa apenas visible.

    De pronto se sintieron atraídos. Se estaban abrazando, como ocurría algunas veces. Pero en esta ocasión la chica no quiso zafarse de él. Lo apretaba con más fuerza. La mente de Miroku no pudo más. La besó con ímpetu, como si ese beso fuera vital para él. Si hubiera sido otro, Sango lo habría apartado de una bofetada, pero como confiaba mucho en el “Hombre Misterioso”, decidió seguir sintiendo sus labios adueñarse de los de ella.

    Ambos sentían como la locura se apoderaba de ellos, haciéndolos pensar que estaban con esa persona que se había ido. Era algo que siempre les sucedía, pero que esta vez estaba yendo más allá.

    ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Todavía bañados en la oscuridad, Sango y Miroku empezaron a sentir que habían roto la promesa que a pesar de lo ocurrido aún seguía vigente para ellos. “No estarás con ningún hombre que no sea yo al igual que yo no estaré con ninguna mujer que no seas tú”. Miroku terminó de ponerse su ropa y se fue sin decir palabra alguna.

    Cuando terminó de acomodarse el kimono, se sintió sucia. Se había acostado con un hombre sólo porque su voz le recordaba a Miroku... y lo peor era que le había gustado hacerlo. Lloró desconsoladamente toda la noche, haciendo que Aome se preocupara una vez más.

    - ¿Qué pasa ahora? – quiso saber.

    - Aome... traicioné a Miroku... rompí nuestra promesa... después de todo soy una mala mujer... ¡UNA PROSTITUTA!

    - ¡No digas eso! Tú eres Sango Araki, una chica que nunca dejó de soñar... una chica que me enseñó que el amor es importante... – intentó consolarla.

    - ¡Soy una mala mujer! – repitió ella. - ¡Sentí placer en brazos de ese hombre!

    - ¿De tu “hombre misterioso”? – se sorprendió. – Bueno, Sango... tú dijiste que confiabas en él... fue tu decisión...

    - ¡Pero me siento terrible por hacerlo! – sollozó. – No quiero seguir viviendo... no de esta forma...

    Aome su puso a pensar sobre lo que Sango había dicho. Se acordó la pregunta que Inuyasha le había hecho. “No creo que la vida de prostituta te guste de a mucho ¿o sí?”.

    - Y yo tampoco... – dijo en voz alta. Sango se la quedó mirando, sin comprender. – Me refiero a esta vida que estamos llevando. ¡Estamos permitiendo que nos quiten nuestras ilusiones!

    Y entonces recordó la promesa que Inuyasha le había hecho antes de marcharse: “Yo vendré por ti.... te sacaré de este lugar... no tendrás que volver a ser algo que detestas”.

    - No te preocupes, Sango. Pronto todo esto acabará. – le aseguró.

    Miroku se sentía igual de mal que Sango. ¿Cómo podía divertirse a costa de algo tan sagrado como una promesa? ¿Qué importaba todo el tiempo que había pasado? Él aún seguía amando a su prometida... ni siquiera la muerte pudo quitarle estos sentimientos. “Es verdad que su ausencia me deprime... pero no era necesario buscar alivio en otra mujer. ¡Eso jamás me lo perdonaré!”.

    - ¿No vas a venir conmigo? – preguntó Inuyasha sorprendido la noche siguiente.

    - No iré nunca más... – dijo con determinación.

    Él pensó que con eso podría enmendar aquel error que había cometido. Nunca llegó a imaginarse que aquel efímero encuentro produciría algo más que el incumplimiento de una promesa.

    ***************************************************************

    MAYO DE 1946

    Como dijo, Miroku no volvió a ir a la Casa Mitsuda. Llevaba casi un mes sin volver a ver a “Umiyo”. La había abandonado. Ella sintió rabia con él, pero más que todo, con ella misma. Todos esos sentimientos la tenían fatigada. Muchas veces se quedaba dormida.

    - ¡¡¡SANGO, DESPIERTA!!! – le gritó Aome. La chica abrió los ojos de pronto.

    - ¡¿Volví a quedarme dormida?! – se quejó ella.

    - Sí, de nuevo. Últimamente has estado así... ¿será alguna enfermedad?

    No podía negarlo, el cansancio era abrumador. Pero iba más allá de una simple enfermedad, era como si...

    - ¡No puede ser! – chilló Sango. Empezó a contar nuevamente. El resultado era obvio: cuatro semanas. “¡Tiene que ser mentira!”.

    - ¿Y ahora qué? – le preguntó Aome. Se estaba empezando a asustar. Sango bajó su mirada. Unas pequeñas lágrimas cayeron al suelo.

    - Aome... yo... – tomó aire para poder decirlo. – Creo que estoy embarazada...

    La pelinegra no pudo evitar ahogar un grito. Abrazó a su amiga, para darle ánimos.

    - Serás una buena madre, de eso estoy muy segura...

    - ¡Pero si Naraku lo descubre me va a obligar a abortar! – se quejó Sango. – Además mi hijo crecería sin un padre. ¡Y eso es muy injusto!

    - ¿Acaso ese desgraciado ha regresado? ¡No! ¡Es un cobarde! – masculló Aome. – Por lo de Naraku no hay problema... todavía tenemos esperanzas.

    Sango dejó contagiarse por el optimismo de Aome. Acarició el vientre en donde crecería su bebé. Una cálida sonrisa se asomó en su rostro. Miró hacia el cielo. Tal vez era así como el destino compensaba la muerte. Con una nueva vida.

    “No hay nada que no se resuelva, por lo menos momentáneamente, en la locura de un beso, un beso intercambiado con la mujer que ama y con esa única mujer”
    - ANDRÉ BRETON


    Stefy Mustang :sang:
     
  11.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

    Libra
    Miembro desde:
    18 Octubre 2003
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Tiempos De Guerra [SanxMir]
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2976
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Holas de nuevo!!
    Bien... este cápítulo es algo corto... pero igual espero que lo disfruten.
    Les dejo un aviso: Demoraré en publicar los últimos dos capítulos porque estoy muy ocupada en mis vacaciones con mi familia de la capital u.u ... Además no tengo un PC disponible para escribir ._. Pero no se preocupen ya tengo la trama.. incluso un primo mío me está ayudando.
    OJO: Cuando vean los guiones "------" quiere decir que ahí está el lemon (que no es mucho, ni tampoco muy descriptivo). Para ver el lemon vayan a mi blog

    TIEMPOS DE GUERRA
    SEXTO CAPÍTULO
    ** PROMESAS **
    ABRIL DE 1946

    Encabezados por Douglas MacArthur, comandante de las tropas aliadas durante las Campañas del Pacífico, los Estados Unidos lograron modernizar a la recién derrotada nación japonesa. Para esto, tuvieron que crear numerosas reformas sociales, económicas y políticas. Debido a estas reformas los grandes trusts de las industrias y la banca sufrieron enormes pérdidas, ya que los americanos habían embargado sus fondos. Otro logro fue el de democratizar al país. Precisamente las primeras elecciones después de la guerra se llevaron a cabo durante aquel abril. Las mujeres también tenían derecho a votar, y 38 de ellas fueron elegidas para la Dieta.

    Inuyasha y Miroku seguían rondando la Casa Mitsuda, aunque quien más disfrutaba era sin duda el primero. Había encontrado a la chica de sus sueños. Pelo negro y largo, ojos castaños, cuerpo armonioso. “¡Una belleza!”, se decía a sí mismo cada vez que la veía. Sin saberlo los dos se estaban enamorando.

    - Aome, no sé por qué pero últimamente te veo diferente... – comentó Sango minutos antes de comenzar la noche.

    - ¿Diferente? ¿En qué? – dijo la chica, sorprendida.

    - Te veo... – hizo una pausa para buscar la palabra. –... feliz. ¿Es por ese hombre que viene a verte todas las noches?

    - ¡Tú y tus ideas disparatadas, Sango! – negó Aome con una risa nerviosa.

    - Lo amas ¿verdad?

    - ¡Pero por supuesto que no...! – Sango la seguía mirando de reojo. – Ya te dije que yo no creo en el amor... simplemente me atrae.

    - ¿Alguna vez lo has visto? – quiso saber su amiga.

    - Tiene unos hermosos ojos dorados y aunque no me lo creas... ¡su cabello es plateado!

    - Aparte de eso, ¿no sabes nada más de él?

    - Sólo sé que se llama Inuyasha, pero nada más...

    - ¿Inuyasha? – preguntó Sango. – Ese nombre se me hace conocido...

    Pero entonces las llamaron a que salieran a trabajar. En el rostro de Aome surgió una sonrisa cuando escuchó la tan conocida y anhelada voz. Dejó que la siguiera y se encerraron en una de las habitaciones.

    - Hoy no vamos a hacer nada, ¿entendido? – dijo Inuyasha en tono cortante. – Vamos a hablar...

    - ¿Hablar?

    - ¿Te gustaría salir de este horripilante lugar? – preguntó Inuyasha.

    - Sí, sí. Pero ¿por qué preguntas eso?

    - Eres una... persona muy especial para mí y quiero protegerte. No creo que la vida de prostituta te guste de a mucho ¿o sí?

    Aome le dijo que no. En realidad a nadie le gustaba esa vida. Lo único que no podía comprender la chica era el porqué de ese interrogatorio.

    - Generalmente Naraku no está aquí. Recorre todo el país en busca de nuevas jóvenes para ampliar su negocio. No es el único prostíbulo que tiene en la ciudad. – dijo Aome respondiendo a una de las miles de preguntas que le lanzó Inuyasha.

    - Una última pregunta... – la chica tragó saliva. - ¿Puedo saber cuál es tu nombre? Es que en todo este tiempo nunca me lo dijiste...

    - Aome... – contestó ella todavía dudando. ¿Podía confiar en él? – ¿Se puede saber qué es lo que estás tramando?

    - Ya lo verás Aome, ya lo verás. – dijo el chico riendo. Tomó la mano de la joven y plantó en ella un beso. Ya que el lugar estaba escasamente iluminado, él no pudo darse cuenta de lo sonrojadas que estaban las mejillas de Aome.

    En la otra habitación todo parecía normal. Sango y Miroku conversaban tranquilamente. Era una escena fuera de lugar, si se tenía en cuenta el oficio de la chica.

    - Gracias por todo, mi señor. – reverenció Sango.

    - Gracias a ti, Umiyo, por ofrecerme tu agradable compañía. – dijo él mientras esbozaba una sonrisa apenas visible.

    De pronto se sintieron atraídos. Se estaban abrazando, como ocurría algunas veces. Pero en esta ocasión la chica no quiso zafarse de él. Lo apretaba con más fuerza. La mente de Miroku no pudo más. La besó con ímpetu, como si ese beso fuera vital para él. Si hubiera sido otro, Sango lo habría apartado de una bofetada, pero como confiaba mucho en el “Hombre Misterioso”, decidió seguir sintiendo sus labios adueñarse de los de ella.

    Ambos sentían como la locura se apoderaba de ellos, haciéndolos pensar que estaban con esa persona que se había ido. Era algo que siempre les sucedía, pero que esta vez estaba yendo más allá.

    ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Todavía bañados en la oscuridad, Sango y Miroku empezaron a sentir que habían roto la promesa que a pesar de lo ocurrido aún seguía vigente para ellos. “No estarás con ningún hombre que no sea yo al igual que yo no estaré con ninguna mujer que no seas tú”. Miroku terminó de ponerse su ropa y se fue sin decir palabra alguna.

    Cuando terminó de acomodarse el kimono, se sintió sucia. Se había acostado con un hombre sólo porque su voz le recordaba a Miroku... y lo peor era que le había gustado hacerlo. Lloró desconsoladamente toda la noche, haciendo que Aome se preocupara una vez más.

    - ¿Qué pasa ahora? – quiso saber.

    - Aome... traicioné a Miroku... rompí nuestra promesa... después de todo soy una mala mujer... ¡UNA PROSTITUTA!

    - ¡No digas eso! Tú eres Sango Araki, una chica que nunca dejó de soñar... una chica que me enseñó que el amor es importante... – intentó consolarla.

    - ¡Soy una mala mujer! – repitió ella. - ¡Sentí placer en brazos de ese hombre!

    - ¿De tu “hombre misterioso”? – se sorprendió. – Bueno, Sango... tú dijiste que confiabas en él... fue tu decisión...

    - ¡Pero me siento terrible por hacerlo! – sollozó. – No quiero seguir viviendo... no de esta forma...

    Aome su puso a pensar sobre lo que Sango había dicho. Se acordó la pregunta que Inuyasha le había hecho. “No creo que la vida de prostituta te guste de a mucho ¿o sí?”.

    - Y yo tampoco... – dijo en voz alta. Sango se la quedó mirando, sin comprender. – Me refiero a esta vida que estamos llevando. ¡Estamos permitiendo que nos quiten nuestras ilusiones!

    Y entonces recordó la promesa que Inuyasha le había hecho antes de marcharse: “Yo vendré por ti.... te sacaré de este lugar... no tendrás que volver a ser algo que detestas”.

    - No te preocupes, Sango. Pronto todo esto acabará. – le aseguró.

    Miroku se sentía igual de mal que Sango. ¿Cómo podía divertirse a costa de algo tan sagrado como una promesa? ¿Qué importaba todo el tiempo que había pasado? Él aún seguía amando a su prometida... ni siquiera la muerte pudo quitarle estos sentimientos. “Es verdad que su ausencia me deprime... pero no era necesario buscar alivio en otra mujer. ¡Eso jamás me lo perdonaré!”.

    - ¿No vas a venir conmigo? – preguntó Inuyasha sorprendido la noche siguiente.

    - No iré nunca más... – dijo con determinación.

    Él pensó que con eso podría enmendar aquel error que había cometido. Nunca llegó a imaginarse que aquel efímero encuentro produciría algo más que el incumplimiento de una promesa.

    ***************************************************************

    MAYO DE 1946

    Como dijo, Miroku no volvió a ir a la Casa Mitsuda. Llevaba casi un mes sin volver a ver a “Umiyo”. La había abandonado. Ella sintió rabia con él, pero más que todo, con ella misma. Todos esos sentimientos la tenían fatigada. Muchas veces se quedaba dormida.

    - ¡¡¡SANGO, DESPIERTA!!! – le gritó Aome. La chica abrió los ojos de pronto.

    - ¡¿Volví a quedarme dormida?! – se quejó ella.

    - Sí, de nuevo. Últimamente has estado así... ¿será alguna enfermedad?

    No podía negarlo, el cansancio era abrumador. Pero iba más allá de una simple enfermedad, era como si...

    - ¡No puede ser! – chilló Sango. Empezó a contar nuevamente. El resultado era obvio: cuatro semanas. “¡Tiene que ser mentira!”.

    - ¿Y ahora qué? – le preguntó Aome. Se estaba empezando a asustar. Sango bajó su mirada. Unas pequeñas lágrimas cayeron al suelo.

    - Aome... yo... – tomó aire para poder decirlo. – Creo que estoy embarazada...

    La pelinegra no pudo evitar ahogar un grito. Abrazó a su amiga, para darle ánimos.

    - Serás una buena madre, de eso estoy muy segura...

    - ¡Pero si Naraku lo descubre me va a obligar a abortar! – se quejó Sango. – Además mi hijo crecería sin un padre. ¡Y eso es muy injusto!

    - ¿Acaso ese desgraciado ha regresado? ¡No! ¡Es un cobarde! – masculló Aome. – Por lo de Naraku no hay problema... todavía tenemos esperanzas.

    Sango dejó contagiarse por el optimismo de Aome. Acarició el vientre en donde crecería su bebé. Una cálida sonrisa se asomó en su rostro. Miró hacia el cielo. Tal vez era así como el destino compensaba la muerte. Con una nueva vida.

    “No hay nada que no se resuelva, por lo menos momentáneamente, en la locura de un beso, un beso intercambiado con la mujer que ama y con esa única mujer”
    - ANDRÉ BRETON


    Stefy Mustang :sang:
     
  12.  
    Blair

    Blair Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    26 Noviembre 2007
    Mensajes:
    85
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    ¿¿que?? ¿Sango esta embarazada? buneo, lo mejor de todo es que es de Miroku y no de otro, aunque todavia estoy esperando a que sepan la verdad.

    Espero la continuacion!!
     
  13.  
    yasashisa

    yasashisa Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    23 Junio 2008
    Mensajes:
    62
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    hola!!
    acá estoy ToT lo siento, estuve muhco tiemo ausente en el fic .__., en fin a lo que vine.. xD
    ¿sango embarazada? WOW!!, es muy lindo ya que el hijo es de miroku, que lindo *0*, pero lo triste es que sango no sabe que es miroku, el mismo caso pasa con miro, espero que pronto se sepa la verdad..
    en cuanto a kag e inu, espero que se den cuenta que se están enamorando, y que inuyasha ayude a escarpar a kagome, y si puede también a sango n.n'.
    me gusta el fic, porque trata además de la historia de amor de sanxmir e inuxkag, tambien tratd e los tiempo de guerra. xD. todo lo que alguna vez sufrieron en la vida real las personas.

    xao!!!, cuidate!!
     
  14.  
    danielitaaxi

    danielitaaxi Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    26 Julio 2008
    Mensajes:
    198
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    hACE MUUUCHO QUE NO COMENTABA PERO YA ESTOY AL CORRIENTE.
    TE ETA QUEDANDO MUY LINDO.
    SANGO EMBARAZADA???????????
    WOOE ESO NO ME LO ESPERABA, POBRE DEBE SENTIRSE DESTROSADA.
    TU SABES QUE TENGO UNA DUDA QUE NO ME QUIERES RESPONDER PERO ES QUE SON MIS SUEÑOS DE NIÑA "INOCENTE",
    ESPERO QUE YA NO SIGAS DE CAPRICHOSA Y COLOQUES LA CONTI.
    TU SABES QUE TIENES MI APOYO POR SIEMPRE Y QUE SE ME HACE MUY BONITO TU FIC.
    SUERTE Y HASTA PRONTO.
     
  15.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

    Libra
    Miembro desde:
    18 Octubre 2003
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Tiempos De Guerra [SanxMir]
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2456
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Hola chicas.... les cuento que ya sólo me falta escribir el último capítulo. Por lo pronto les dejo el capítulo siete, que está dividido en tres partes. Aquí les va la primera.
    P.D : Creo que ya no habrá más marcos históricos, porque no encuentro sucesos importantes ._.

    TIEMPOS DE GUERRA
    SÉPTIMO CAPÍTULO
    ** RECUPERANDO LA VIDA QUE PERDÍ **
    (PRIMERA PARTE)


    JULIO DE 1946

    Para Sango Araki estos últimos dos meses habían sido muy difíciles. Logró ocultar su estado a Naraku, algo que tanto ella como Aome creyeron que resultaría imposible. Ese bebé le estaba trayendo esperanza a Sango. Inexplicablemente sentía la presencia de Miroku dentro de ella.

    Aome seguía pensando en la promesa de Inuyasha. Creía en sus palabras. “Por lo menos no es como el cobarde de su amigo. Si tan sólo ese sujeto supiera lo de Sango...”, pensaba. Una cálida noche de junio planeó con Inuyasha lo que sería su libertad.

    - Naraku suele durar un mes fuera de Tokio. Vuelve en tres semanas. – le contó a Inuyasha.

    - ¡Perfecto! Tenemos todo este tiempo para que te escapes... – exclamó Inuyasha emocionado.

    - ¿Inuyasha? – él acercó su rostro para saber qué quería. - ¿Por qué haces esto?

    - Pues porque... yo... – tragó saliva. – Te amo, Aome.

    La muchacha quedó perpleja ante esta confesión. Sentía lo mismo por él, aunque no esperaba esto. ¡Por fin el amor volvía a su vida! “Esta vez sí será maravilloso”, pensó.

    - Y por eso... no permitiré que nada malo te pase ¿te quedó claro? – concluyó él.

    Aome asintió con una sonrisa. De seguro a su lado nada malo podría pasarle. Pensó que jamás volvería a enamorarse después de su experiencia con Naraku. Pero ahora llegaba Inuyasha para devolverle toda la alegría que no había tenido durante todos esos años. Sin embargo, sintió que estaba siendo egoísta. Esa libertad que le ofrecía el muchacho también se la merecía su mejor amiga Sango.

    - Inuyasha… - dudó unos segundos. - ¿Podrías ayudar también a una amiga mía?

    - Pues… eso complicaría mucho nuestros planes…- vio la expresión de Aome y enseguida dijo:- Pero si así lo quieres…

    - ¡Gracias! – se le abalanzó y lo tumbó de lo contenta que estaba.

    “Lo que uno hace por amor”, pensó Inuyasha meneando la cabeza.

    - Hay un pequeño problema con mi amiga… - dijo Aome, de repente. Miró a Inuyasha con expectativa. – Ella está embarazada.

    - ¡¿Embarazada?! – exclamó él.

    - Tienes que saber que en este trabajo existen esa clase de riesgos. – respondió Aome defendiendo a su amiga. – ¡Y no pienso abandonarla!

    Inuyasha quedó estupefacto. El incluir una mujer embarazada en la huida era algo arriesgado. Pero al ver que Aome la apreciaba mucho, decidió aceptar. Además, no podía permitir que ese tal Naraku hiciera daño a más personas.

    Se despidieron con un beso. Inuyasha regresó a la posada. Allí estaba Miroku, que aún no podía conciliar el sueño. Como todas las noches, pensaba en Sango, en la promesa que había incumplido.

    - Oye, Miroku, tienes que superarlo ya. – lo regañó.

    Pero él seguía sin responder. Estaba sumido en su tortura diaria. A su lado, había una copa llena de sake.

    - ¿Cuántas veces te dije que dejaras la bebida?

    - Muchas… - se limitó a responder él. – Pero es que no puedo dejarlo...

    Inuyasha puso sus ojos en blanco. ¿Cuándo sería el día en que Miroku volviera a ser el mismo de antes? No soportaba ni un segundo más la depresión de su amigo.

    - ¿Y qué ha pasado con tu chica, la de Mitsuda? – preguntó Miroku, como para cambiar el tema.

    - Pues parece que todo va bien. – dijo Inuyasha con una sonrisa en su rostro. Miroku se lo quedó mirando. ¿Qué tendría pensado hacer Inuyasha? Porque él sólo ponía esa cara cuando se le ocurría una gran idea. Prefirió no preguntarle.

    Cada uno se fue a dormir. Por supuesto, Miroku siguió despierto. Se le venían a la cabeza varias imágenes: Sango sonriendo, Sango aceptando su propuesta de matrimonio, Sango llorando por su partida, Umiyo recostada contra la pared iluminada, Umiyo exhibiendo aquella mirada llena de tristeza, Umiyo entregándosele... No podía creer que había llegado a confundir a ambas mujeres. Eran totalmente diferentes. Sólo había un leve parecido físico entre ellas. Nada más. Umiyo no era Sango. Nada podría devolverle a su amada. Pero tampoco podía permitirse tener una relación con Umiyo. No cuando Sango seguía viva en sus pensamientos. Y parecía que nunca saldría de ellos.

    Fue una noche difícil. Pero no sólo para él. Sango tampoco conseguía dormir tranquilamente. Se alegró mucho cuando Aome le contó acerca de los planes de Inuyasha y que ella también estaba incluida. Ahora un sinnúmero de preocupaciones la invadían: ¿Y si Naraku regresaba antes de tiempo? ¿Y si su embarazo resultaba ser un verdadero problema para escaparse? Su vientre estaba empezando a hincharse cada vez más, haciendo notar el estado en el que se encontraba. Si Naraku se llegaba a enterar, la obligaría a no tener a su bebé. Y no quería que la muerte la apartara de otra persona que amaba. Porque ese bebé que se estaba formando era una persona.

    También se puso a pensar en Miroku, en cómo lo conoció. Ese día se le había ocurrido la idea de ir a de paseo por el Río Gono. Le llamó mucho la atención aquel niño desconocido. Era una chica muy traviesa y tímida, por lo que pensó que arrojándole una piedra, se harían amigos. Luego se dio cuenta de que era desdichado, que necesitaba compañía. Lo pudo notar en sus ojos. “Miroku… no sabes cuánto te echo de menos. Cuánto no daría por que estuvieras vivo”.

    Los días pasaban y la huida se acercaba poco a poco. Inuyasha, Aome y Sango estaban preparados. El plan consistía en lo siguiente: Inuyasha entraría a la Casa Mitsuda y haría como si hubiera bebido bastante sake –imitación que sabía hacer muy bien porque había reparado muchas veces en el comportamiento de Miroku- y formaría alboroto. Las chicas aprovecharían esto para escapar hacia la posada en la que vivía Inuyasha. Se quedarían a vivir allí hasta que el chico lograra convencer a su padre de mudarse de Tokio.

    - ¿No crees que soy una carga? – preguntó Sango dos días antes de la huida. Aome, que estaba empezando a adormilarse, abrió los ojos de golpe.

    - ¿Cómo se te ocurre pensar eso? – exclamó. – Tú eres la única amiga que pude conseguir en este lugar. Estuviste conmigo estos dos años y me diste ánimos cuando estuve deprimida. Y yo también hice lo mismo contigo.

    - Gracias, amiga. Gracias por todo. – dijo Sango con lágrimas en los ojos. Aome tenía razón. Pero una nueva duda la invadió. - ¿Y que harás con tu vida?

    La pelinegra empezó a jugar con algunos mechones de su cabello mientras pensaba. Al cabo de unos minutos de silencio, respondió:

    - No sé que habrá pasado con mi mamá y mi hermano. Y la verdad no tengo muchas ganas de regresar a Nara. Ahora mi presente y mi futuro es Inuyasha. Sé muy bien que él siente lo mismo por mí. ¿Y tú?

    - Todavía conservo las monedas que el padre de mi hijo me dio. Creo que me alcanza para poder regresar a Takamiya. – pero de un momento a otro el llanto se volvió a apoderar de ella. ¿Cómo podría regresar a casa y fingir que nada había pasado? Había sido prostituta y el hijo que llevaba en su vientre era producto de su “trabajo”. Por otra parte, tendría que enfrentarse a Kenzaburo Tachibana. Decirle que su único hijo había muerto. De seguro le echaría la culpa, cuando en realidad nadie la tenía.

    - Cuando llegues a tu pueblo, hazlo con la frente en alta. Debes estar orgullosa de tu embarazo. Prométeme que vas a ser la mejor madre para ese niño. Pero más que todo, prométeme que vas a ser feliz. – Sango asintió. ¿Cómo hacía Aome para ser tan optimista?

    Las dos noches que faltaban pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Faltaba apenas una hora. Aome y Sango se mostraban nerviosas. Salieron a recostarse contra la pared iluminada, como todas las noches.

    - ¿Ves a Inuyasha? – Aome se inclinaba para comprobar si esto era cierto. Pero no había señales del chico de mirada dorada.

    Entonces sucedió algo que ninguna de las dos había esperado. Alguien había llegado a la Casa Mitsuda. Pero no era Inuyasha Hanayagi. Se trataba de nada más y nada menos que de Naraku Mitsuda. El mismo que las había sacado de sus hogares para vivir en ese infierno.

    - ¿Y ahora que haremos? – chilló Sango. Aome volvió a acomodarse su melena azabache. ¿Por qué demonios ese estaba ahí? ¿No se suponía que iba a llegar en una o dos semanas?

    - ¡Maldición! – soltó en voz baja. – Tenemos que seguir adelante... tenemos que confiar en Inuyasha. Es ahora o nunca, Sango.
     
  16.  
    Dark Hime

    Dark Hime Entusiasta

    Cáncer
    Miembro desde:
    9 Octubre 2008
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    No me puedo creer que me perdiera tantas contis ToT.
    El fic está padre Onee-chan!! Espero que lo sigas. Me da mucha pena que aún los dos no se hayan reconocido, pero que bueno que Sango tenga un hijo de Miroku ^^. Espero que el plan de huída se realice según lo previsto aúnque Naraku halla aparecido de improvisto.

    Espero con ganas la conti^^, no dudes en seguirlo Onee-chan^^

    Un saludo
     
  17.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

    Libra
    Miembro desde:
    18 Octubre 2003
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Tiempos De Guerra [SanxMir]
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2011
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Hola!

    Amigas, què paso????? No hay comments! :llorar:
    Aqi dejo la 2DA Parte, disfruenla... el fin se acerca...... mUAHAHAHAAHA

    TIEMPOS DE GUERRA

    SÉPTIMO CAPÍTULO
    ** RECUPERANDO LA VIDA QUE PERDÍ **
    (SEGUNDA PARTE)


    JULIO DE 1946


    Justo en ese momento, apareció lo que para ambas significaba esperanza. El muchacho de cabellera plateada y ojos dorados avanzó con una botella de abundante sake en sus manos por entre la oscuridad. Una brillante sonrisa se asomó en sus labios cuando distinguió las figuras de su amada y de la amiga de ésta. Pero cuando su mirada se cruzó con la del dueño del lugar, aquella muestra de astucia se convirtió en una mueca de rabia y frustración.

    - Joven Inuyasha... ¿o me equivoco? – saludó Naraku con toda la amabilidad con la que solía tratar a sus clientes, habituales y no habituales.

    - ¡Señor Mitsuda! ¡Hace mucho que no lo veía por aquí! – contestó Inuyasha con fingido asombro.

    - Negocios, muchacho, todo es cuestión de negocios. – se detuvo a observar la botella que traía Inuyasha. - ¿Sake? Supongo que debe estar de celebración... por cierto ¿dónde está su amigo, el tímido?

    - Creo que no le van esta clase de sitios... es una lástima porque la Casa Mitsuda tiene las mejores chicas de Tokio. – alabó Inuyasha. Ya se le había ocurrido algo: charlaría con Naraku, para distraerlo, y tras de eso le ofrecería unas cuantos tragos de sake...

    - Sí, es una lástima... parece que nuestra Sango le agradaba bastante. – Inuyasha abrió más los ojos al escuchar ese nombre. “¿Sango? No será la misma ¿o sí? No, no, no. Esa chica murió en Hiroshima”. Echó un vistazo a la embarazada pero no la reconoció, ya que no tenía ni idea de cómo era la prometida de su amigo. – Es un gusto verlo, Joven Inuyasha, pero tengo que atender a los otros clientes. ¡Diviértase mucho!

    Sin más, Naraku se retiró a conversar con otros hombres. Inuyasha tragó algo de saliva. “¡Ese desgraciado lo arruinó todo!”, pensó con amargura. Sigilosamente se acercó a Aome para poder darle instrucciones.

    - ¿Cuándo apareció ese imbécil? – le preguntó.

    - Hace unos minutos... – soltó un suspiro. - ¿Qué hacemos?

    - Emborracharé a Naraku y mientras tanto ustedes saldrán sin que nadie se dé cuenta. Irán a donde habíamos acordado y luego ¡por fin estarán libres! – respondió. – Sólo estén pendientes de la señal...

    Se fue y aparentó que examinaba chicas. Esperó unos minutos a que Naraku se desocupara y se arrimó a él.

    - ¿No le gustaría compartir unas copas? – lo invitó. Naraku fue en busca de unos vasos en donde servirse y aceptó gustoso. Se tomaron la bebida de un solo sorbo y repitieron dos veces más.

    - Hum, este sake no está tan mal... – exclamó Naraku. Fue ese el momento apropiado. Inuyasha hizo la señal y Aome y Sango fueron aproximándose poco a poco a la puerta. Nadie parecía percatarse de su intento de huida.

    Ya estaban a punto de cruzar el umbral, cuando un grito las detuvo...

    - ¡Oigan, ustedes! ¿Qué diablos están haciendo? – Naraku parecía estar realmente molesto. Miró detenidamente el vaso de madera lleno de ese embriagador líquido, luego a su cliente y de nuevo a las chicas. Comprendió todo enseguida. Se dirigió a Inuyasha: - ¿Joven Inuyasha por qué no ha escogido a una chica? Usted debería estar en una de las habitaciones y no aquí... Porque si no... ¿A qué vino?

    - Oh, yo sólo quería compartir con un amigo. ¿Acaso eso está mal? – preguntó Inuyasha inocentemente.

    Naraku entrecerró sus extraños ojos color vinotinto. A su lado estaba un oficial americano. Profirió un “permítame” en inglés y le arrebató su arma. Comprobó que estuviera cargada y luego clavó su mirada en la de Inuyasha.

    - No, no está mal. Pero yo no soy tan tonto, Inuyasha... – era la primera vez que se dirigía a él sin el título de “joven”. Y sin embargo lo había hecho con desprecio. Apuntó a la cabeza Inuyasha. – Debió ser más precavido.

    - ¡Salgan de aquí! – gritó Inuyasha en dirección a donde una atemorizada Aome observaba, sin dar crédito a lo que sus ojos le mostraban. En dos segundos su mente captó e interpretó las palabras. Asintió y jaló de la manga del kimono de Sango. Ambas salieron corriendo lo más que sus piernas podían permitirle.

    - Pagará por esto, Inuyasha. ¡A Naraku Mitsuda no lo engaña nadie! – rugió mientras jugueteaba con el gatillo.

    - ¡Si vamos a pelear entonces que sea afuera! No querrá espantar a su anhelada clientela ¿verdad? – lo retó Inuyasha. Sabía que era injusto luchar cuando su oponente tenía un arma en las manos, pero eso les daría más tiempo a las chicas para llegar a la posada.

    Mientras tanto las chicas seguían avanzando por entre las poco iluminadas calles. De vez en cuando, Aome volvía la vista en dirección a la Casa Mitsuda, que se iba haciendo más y más lejana. Sabía que era inútil, pero se sentía mejor así. Fue entonces cuando escuchó un disparo. El sonido era distante, pero de todos modos la hizo estremecer. “¡Algo malo le pasó a Inuyasha!”, pensó con desesperación.

    Aome conocía muy bien el sector en donde se encontraba la posada, por lo que no tardaron en llegar. Alguien estaba fuera, contemplando las estrellas. Una figura masculina. Parecía estar lamentándose. Por lo menos eso era lo que reflejaban sus ojos azules. Sango también se fijó en él. No tardó en reconocerlo. Era el mismo rostro, los mismos ojos.

    - ¿Miroku? – titubeó. El ya conocido hombre se volteó para observarla. Su voz le había llamado la atención. - ¿Miroku, eres tú?

    - ¿Sa-Sango? – fue lo único que pudo decir. Efectivamente. Se trataba de su hermosa y querida Sango. – No... puedo... creerlo...

    Aome los miraba confundida. ¿Éste era Miroku? ¿No estaba muerto acaso? “Bueno, por lo menos mi amiga no volverá a estar triste”, se dijo a sí misma. Pero había algo más importante para ella en esos momentos...

    - Ya tendrán tiempo para el reencuentro... ¡Hay que ayudar a Inuyasha ahora!

    - ¿Inuyasha? ¿Qué le pasó a Inuyasha? – preguntó Miroku, preocupado.

    - Está en problemas. Con Naraku y todo porque... – decía Aome a toda velocidad y casi gritando.

    - ¡Sabía que algo estaba tramando! – interrumpió Miroku. “Así que quería sacar a su novia de Mitsuda”, pensó Miroku meneando la cabeza. – Chicas, quédense aquí.

    Se fue a la Casa Mitsuda, para ayudar a Inuyasha. El tonto ese... se las había dado de salvador y ahora él tenía que salvarle el pellejo. Cuando llegó, encontró una escena no muy alentadora: Inuyasha estaba tendido en el suelo, su cuerpo estaba cubierto de sangre. Al parecer le habían disparado, no como para matarlo, pero sí para que no pudiera luchar.

    - Ahora sí... ¡MUERE! – exclamó Naraku, que todavía no se había dado cuenta de la presencia de Miroku. Jugueteó de nuevo con el gatillo. – Fue un error haberme enfrentado. Nos veremos algún día en el infierno, Inuyasha.

    - Eso... jamás... imbécil... – dijo Inuyasha con un hilo de voz.

    Miroku seguía observando, sin saber qué hacer. Que Naraku tuviera un arma de fuego le hacía las cosas más difíciles. Tendría que quedarse a ver cómo asesinaban a su mejor amigo. “Si pudiera hacer algo... ¿pero qué?”.

    Pasos que se acercaban sonaban detrás de él. Miró hacia atrás, para tratar de adivinar quién era.
     
  18.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

    Libra
    Miembro desde:
    18 Octubre 2003
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Tiempos De Guerra [SanxMir]
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2345
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Hola... vaya es una lástima que no hayan muchos comentarios.. y más cuando ya voy a terminar esta historia.... ._. En fin... aquí dejo la tercera parte del séptimo cap. El próximo es el final. Tal vez lo divida en dos: octavo capítulo y breve epílogo. Saludos!

    TIEMPOS DE GUERRA
    SÉPTIMO CAPÍTULO
    ** RECUPERANDO LA VIDA QUE PERDÍ **
    (TERCERA PARTE)


    - ¡General Hanayagi! –exclamó sorprendido, manteniendo el tono de su voz bajo. - ¿Qué hace usted aquí?

    - Tú cuida de mi hijo, yo me encargaré del resto. – dijo secamente. Su mirada se mostraba seria.

    - De acuerdo... – asintió Miroku. Levantó a Inuyasha y como pudo lo cargó. De uno de los brazos de Inuyasha manaba sangre. Sangre a montones. Parecía no detenerse. Miroku jadeaba por el esfuerzo, pero no podía detenerse. Si llegaba a hacerlo, probablemente le dispararían a él también. Naraku estaba muy alterado. Se portaba como un desquiciado. Sólo esperaba que al General Hanayagi no le ocurriera nada.

    En la posada, Aome y Sango esperaban, cada una angustiada por el chico al que amaban. Pero sin duda, quien más preocupada estaba era Aome. El disparo retumbaba en su cabeza. ¿Inuyasha estaría muriendo? No. Imposible. Él... ¿muerto?

    Un golpe se escuchó en la entrada principal. Ambas se irguieron para ver. Miroku había dejado a Inuyasha postrado, allí, en el frío piso de madera. Tanto Aome como Sango se llevaron una mano a la boca, horrorizadas por el estado del muchacho.

    - Estará bien... – dijo Miroku suspirando. – La herida no es tan grave.

    - ¡¿Cómo que no es tan grave?! – gritó Aome, alterada. Pequeñas lágrimas salían de sus ojos castaños. Sango la abrazó, como ella había hecho cuando vio en aquel diario lo de la destrucción de Hiroshima.

    - Tranquila, Aome. – dijo apretándola más fuerte. Ella se zafó y se abalanzó sobre un Inuyasha inconsciente. Le acariciaba la frente, le besaba las mejillas, mientras más lágrimas brotaban. Profirió un “ya vengo” y se alejó corriendo en busca de un médico.

    - Sango... yo... pensé que... – la voz de Miroku sonaba nerviosa. Ella estaba ahí. Estaba viva. Pero ¿qué hacía en Tokio?

    - Miroku, Aome tiene razón. Este no es el momento para reencontrarnos. No, con Inuyasha enfrente de nosotros con una herida de bala. – dijo Sango, dándole la espalda. Tenía miedo de que él se diera cuenta de su estado de gravidez. Miroku cruzó los brazos al tiempo que soltaba un largo suspiro.

    La llegada de alguien más hizo que se sobresaltaran. “Aome”, pensaron al mismo tiempo. Pero no era la chica. Era alguien más alto, casi como del alto de Naraku Mitsuda. Se miraron. Seguramente por esa puerta entraría él, para cobrar venganza.

    - Ya todo terminó... – resonó la voz grave y autoritaria del General Inutaisho Hanayagi. – Las crueldades de Naraku Mitsuda han llegado a su fin.

    Seguían mirando, sin comprender. Pero una sonrisa se logró apoderar de sus labios al saber la noticia.

    - ¿Cómo...? – preguntó Miroku a medias. El General le mostró un fino revólver que llevaba escondido entre su ropa. El joven hizo una reverencia, como para demostrarle todo el respeto que le tenía.

    - ¿E Inuyasha? – el General echó un vistazo a su hijo.

    - Aome fue a buscar ayuda... creemos que se podrá recuperar fácilmente. – dijo Sango. – Es un chico muy valiente. No me caben dudas de eso.

    - Ah, tú eres la chica que lo trae loco ¿no es así?

    - No, señor. Se equivoca.

    - Entonces se trata de la tal Aome... – concluyó el General. – Yo sabía que mi muchacho encontraría el amor en esta ciudad.

    - No sólo él, General. – Miroku esbozó una ancha sonrisa. – Ella es Sango, mi prometida.

    Inutaisho se inclinó para ver mejor a la muchacha. Le dedicó una amable sonrisa y dijo:

    - ¡Pero qué muchacha más linda, Miroku! – soltó una carcajada. – Tokio trajo buenas cosas para todos. ¡Ya quiero estar en la boda!

    Boda. Esa sola palabra lograba que Sango se alegrara y a la vez se entristeciera. Casarse con Miroku había sido su sueño desde el mismo día en que él se lo propuso. Pero ahora ¿cómo irían a hacerlo si ella estaba esperando la criatura de otro?

    Poco después llegó Aome. Con ella venía un doctor, que tras una hora de intentos, pudo extraer la bala.

    - Este joven tuvo bastante suerte. La herida no fue tan grave... – dictaminó el médico. – Por ahora tendrá que quedarse en cama hasta que se recupere.

    Había esperanzas para Aome... pero... ¿las tendría Sango? Eso se sabría al día siguiente.

    El tiempo transcurrido entre la medianoche y el alba fue realmente corto. Los temores de Sango se estaban acercando poco a poco cuando se despertó. Justo cuando estaba desayunando, sintió que la abrazaban por detrás.

    - Buenos días, mi vida... – saludó Miroku mientras la estrechaba más. Pero se apartó de ella cuando sus manos palparon un pequeño bulto en su estómago. - ¿Qué es eso?

    De los ojos de la chica brotó un mar de lágrimas. Ya estaba. Ya la habían descubierto. Y no podía perdonarse el tener que soportar el rostro de él lleno de confusión y escepticismo.

    - Estoy embarazada... – dijo, bajando su mirada. – Perdóname, Miroku. Te incumplí... si no quieres casarte conmigo, lo entenderé. Fue un placer haberte conocido. Te agradezco por todos aquellos momentos. No sé que hubiera sido de mi vida sin ti...

    - No digas eso. – Miroku volvió a abrazarla, como si nunca se hubiera dado cuenta de nada. Acarició el vientre que estaba ocupando la criatura de alguien más. – Te quiero más que a mi propia vida y por eso... ¡qué más da si estás embarazada y ese hijo no es mío!

    Sango se quedó perpleja. ¿Estaba Miroku siendo sincero? ¿O tan sólo estaba fingiendo para no hacerla sentir mal? Tímidamente buscó con la mirada aquellos ojos azules que la habían cautivado hacía tantos años.

    - ¿No estás enfadado? Es decir... ¿me perdonas tan fácilmente? ¿Por qué?

    - Yo también incumplí la promesa. Pensé que estabas muerta así que... tuve algunos encuentros con cierta mujer... una prostituta. Yo... me siento culpable. Ese es el motivo por el cual te perdono.

    - ¿Una prostituta?

    - No creo que sea lo mismo que estar contigo, aunque claro, ya otro se me adelantó... – Miroku soltó una risa nerviosa. ¿Ahora ella estaría enfadada?

    - ¿Cuál...? – Sango interrumpió su pregunta por miedo. - ¿Cuál era su nombre?

    - No creo que sea buena idea decírtelo... además ¿para qué?

    - ¿Cuál era su nombre? – repitió Sango con más fuerza. El joven, asustado, respondió en un susurro:

    - Su nombre era Umiyo...

    Umiyo. El mismo nombre que ella le había dado al Hombre Misterioso. Se trataba de Miroku. Nunca se había enloquecido. Creyó escuchar la voz de Miroku... y estaba en lo cierto porque él era Miroku. Ese hijo sí era suyo. Siempre lo había sido. Más lágrimas. Pero esta vez, eran de felicidad.

    - ¿Sango, estás bien? – “¡Maldición! La hice llorar...”

    - Por supuesto que estoy bien... ahora que sé la verdad. – respondió ella con una sonrisa. – Tú eres el Hombre Misterioso y yo... yo soy Umiyo.

    - ¡No! – fue lo único que pudo decir. ¿Ella era Umiyo? “Entonces ese niño... es mío”, pensó. – Sango... perdóname por haberte abandonado. No sabía que eras tú y mucho menos que estuvieras embarazada.

    - ¡Deja de disculparte! – reclamó la chica acariciándole el rostro. – Ahora somos libres. Libres de poder amarnos. Esta vez nada nos volverá a separar. Nada ni nadie...

    Miroku clavó su mirada en su amada. La felicidad retornaba a ellos. Esa misma felicidad que el destino quiso opacar, pero que finalmente reapareció. Una nueva vida venía en camino. Una nueva vida que unía más la de ambos.

    - Es hora de regresar a Takamiya. – anunció Miroku al caer la tarde. Apretaba firmemente la mano de su futura esposa mientras ésta se sonrojaba.
     
  19.  
    Blair

    Blair Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    26 Noviembre 2007
    Mensajes:
    85
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Hooola:) que buena continuacion! Me encanta que Sango y Miroku se hayan encontrado de nuevo, aunque... no se, tengo la impresion de que va a pasar algo, pero ya vere.. en fin, espero impaciente la continuacion:).

    Atte: Miley_jb:rosa:
     
  20.  
    sanguitolove

    sanguitolove Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    25 Diciembre 2007
    Mensajes:
    198
    Pluma de
    Escritora
    Re: Tiempos De Guerra [SanxMir]

    Ñaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    pero que capitulo tan emocionante, lleno de verdades que hacen felices a tantas personas, espero que Inu se recupere pronto!!!!
    Ñaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    Sango y Miroku se casan!!!!
    Espero leer con muchas, muchas ansias el proximo capitulo ^^
    Te quiero mucho Stefy!!! Sigue asi!!!
     
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso