~La joven abogada~

Re: ~La joven abogada~

Höl@!!

Bueno, aquí otro capitulo. Espero que lo disfruten.

Cápitulo 4:
Eran las ocho de la mañana y como todos los días sonaba la melodía del despertador de la habitación de Kagome por segunda vez lo que le indicaba a su compañera que ya le era hora de levantarse. Escogió un traje en su armario y se dispuso a darse una ducha antes de cambiarse. Al salir del baño se dirigió al cuarto de su compañera para poder despertarla, una vez conseguida la hazaña se dirigió hacia la cocina y se preparó un desayuno ligero pues no iba muy bien de tiempo y se fue a trabajar.
Al llegar a la oficina se encontró con una escena un tanto peculiar. Los tres chicos del otro día, el peliplateado, el moreno de ojos celeste y el que parecía que sería su jefe, estaban delante del escritorio de Ayame discutiendo sobre algún tema importante mientras que su nueva compañera se dedicaba a "hacer desaparecer" los donuts que su compañero Kouga tan amablemente sostenía entre las manos. Ninguno parecía darse cuenta de las intenciones de la chica.

-Mira Inuyasha, te digo que no puede ser así- dijo Miroku
-¿Porqué no?- preguntó el del pelo plateado
-¿Qué culpa podría tener una chica tan bonita?
-Definitivamente Miroku, haces de un caso serio una comedia.- dijo Kouga interviniendo en la conversación
-Vamos Kouga, soy un hombre, me atraen las mujeres. ¿A tí no?- preguntó Miroku como buscando así su escusa.
-Claro que sí, amigo mío. Pero creo que no sería muy conveniente flirtear con una mujer que se quiere divorciar por, según dice, malos tratos.- argumentó el joven de la coleta
-¡Mentira podrida!-dijo la chica pelirroja mientras alargaba la mano para coger otro donuts- se nota a leguas que él se muere por ella.
-¡Eso digo yo!-exclamó Inuyasha- no existen esos maltratos, debe querer separarse por otra razón. Él és inoncente.
-Oye Miroku, acércame tu taza de chocolate-dijo la chica con uno de los dos donuts que quedaban en la mano.
-Claro, toma-le tendió la taza sin prestar mucha atención mientras ella introducía el bollo en el chocolate.
-Gracias-le agradeció mientras retiraba el bollo embadurnado.
-¿Qué razón va a ser?-alegó Kouga lleno de razón-¡Ese tío está podrido de pasta! ¡Está claro que quiere el dinero!
-Si quisiera el dinero solo lo habría denunciado.
-Eres muy inocente Miroku- alegó Kouga -este tipo de casos son muy frecuentes.
-¡Mentira podrida!-repitió Ayame.
-Bueno-intentó explicarse Kouga-me refiero a que las mujeres solo buscan eso en un tío. Que estea forrado.
-¿Cómo debería tomarme yo eso, imbécil?- preguntó Ayame con el orgullo falsamente herido
-¿Imbécil?- preguntó Kouga indignado
-Claro, es que "inteligente" no eres.
-Vamos Ayame, no iba por ti, ya lo sabes. No te enfades conmigo.
-Mmm...
-Venga... porfa.
-De acuerdo.
-¿Sin rencores?
-¡Claro! ¿Un donuts?-preguntó tendiéndole el último.
-¿Porqué no?-dijo mientras lo aceptaba.
-Bueno, yo me vuelvo al trabajo- dijo Ayame colocándose del otro lado del escritorio y sentándose frente al ordenador
-¿Será verdad?-preguntó divertido Inuyasha.
-Ja ja ja, me parto y me mondo. Ala ala, que corra el aire que huele mucho a humanidad- dijo la pelirroja mientras los tres chicos se marchaban de allí con la caja de donuts
-Cierto-dijo Miroku-ya discutiremos este tema más tarde. Me muero de hambre - decía mientras alargaba la mano hacia la caja de donuts que Kouga sostenía -¿Eh? ¿Cómo es posible que ya no queden donuts?
Miroku echó una mirada hacia Kouga, el cual acababa de terminarse el bollo.
-Tú-dijo Miroku mientras le lanzaba una mirada asesina a Kouga-¡Serás gorrón!
-¿Qué?-preguntó Kouga que todavía no se había dado cuenta de lo que pasaba.
Desde su escritorio, Ayame reía por lo bajo
-Sin rencores Kouga-dijo en voz baja-sin rencores.

Ayame giró su vista hacia el ascensor y se encontró con una sorprendida Sango que no cabía en su expectación ante lo que acababa de presenciar

-¡¡Hola Sango!!- gritó Ayame desde su despacho mientras saludaba enérgicamente con la mano -que bien que ya llegaste
Ante ese grito Miroku se giró en seco y se dirigió corriendo a donde la chica se encontraba dándole un efusivo abrazo
-¡¡¡Sanguito!!! no sabes cuanto te eché de menos, ¿me extrañaste tú a mi?
-no- dijo la susodicha secamente
-eres mala conmigo, muy mala. Yo que pienso en ti todas las noches, justo despues de acabar de ver esas películas tan interesantes que hechan en la televisión a partir de la una de la madrugada, y te imagino con ese camisón de seda transparente acercándote a mi muy despacio, dejando a la vista esa lencería rojo fuego que te compré ayer en la tienda para mujeres que hay en la segunda calle girando hacia la derecha y te escucho susurrar mi nombre "Miroku, Miroku por favor hazme tuya, no soporto más esto, no seas malo Miroku"

Todos quedaron de piedra al escuchar las palabras con las que Miroku ejemplificaba la voz de Sango a la vez que le mandaban miradas reprobatorias. Sango se lo despegó con un fuerte golpe de puño en su cara.

-¡Serás guarro!- gritaba Sango enfadada por lo que había escuchado
-¡Viva!, Sango uno, Miroku cero- dijo Ayame como anunciando un asalto en el ring.

En ese momento llegó el director del buffet, el Sr. Takeda, el cual se quedó paralizado cuando vió "volar" a su hijo literalmente ante sus narices.

-Me extrañaba no encontrarlo así antes, bien hecho Ayame- alabó el Sr. Takeda a su secretaria
-No he sido yo señor, ha sido la nueva- dijo con una sonrisa en la cara
-¿de verdad?- preguntó asombrado
-de verdad de la buena, se lo aseguro- dijo Ayame como jurando sobre el libro sagrado -es buena.
-te creo. Bueno, creo que va siendo hora de que nos pongamos a trabajar, ¿no es así Sr. Taisho?
-si señor- asintió el peliplateado
-¿ya le han otorgado un puesto a esta joven muchacha?- preguntó el director mientras observaba a Sango
-Miroku se encarga de eso- dijo Kouga
-es verdad, yo me encargo, y por eso digo que serás mi nueva secretaria personal, tu ya me entiendes- dijo mientras le guiñaba un ojo a la joven morena -estaba necesitando ya una secretaria que me llevara el papeleo de los casos y pues de algo más- insinuó el joven mientras posaba su inquieta mano derecha en la retaguardia de su compañera.
Un sonido ensordecedor se escuchó en el lugar
-uy, ¡no te soporto pervertido!- gritó Sango sin percatarse de lo que decía. Justo al momento se paró y observó directa a los ojos del director del buffet, buscando en ellos algo que le indicara que ya no tendría un puesto de trabajo en ese prestigioso buffet, pero lo que vió la dejó sin palabras
-empieza cuanto antes. Hacía falta aquí una mujer con carácter para que mantuviera a raya a Miroku, seguro que tu perdurarás en el puesto- dicho esto se encaminó hacia su despacho -Ayame, que no me molesten
-lo que usted diga señor- dijo la pelirroja mientras el Sr. Takeda cerraba la puerta.

Continuará...

 

Re: ~La joven abogada~

Bueno, la verdad es que no soy capáz de hacer un fic que no contenga comedia... Me alegra qeu te guste y te entretenga.

El próximo capítulo lo subiré entre el jueves y el viernes de esta semana.

Atte: [*\_DaRk HiMe_/*]

 

Re: ~La joven abogada~

-vaya Sango, parece que ya tienes trabajo- dijo la pelirroja mientras cogía de las manos a la nombrada -me alegro mucho por ti
-es verdad- añadió Kouga -espero que lo soportes
-bueno bueno, va siendo hora de que nos pongamos a trabajar en el caso ¿no?- dijo Inuyasha
-si, Sanguito, tu puesto de trabajo será al lado...
-¿porqué no te instalas en el escritorio que hay en frente del mío?- preguntó rápidamente Ayame sin dejar a Miroku terminar de decir su frase.
-por mi está bien- contestó la morena -así me vas enseñando todo lo que tengo que hacer.
-Kinomotto, si lo que quieres es aprender entonces no deberías sentarte cerca de Ayame- dijo el chico de la larga coleta -digamos que aún no sabemos cual es el papel de Ayame en este buffet. Creo que debería trasladarse al del edificio de enfrente.
-¿y que hay en el edificio de enfrente?- preguntó curiosa Sango
-está el departamento de periodismo del periódico Tokio News- dijo Inuyasha como respuesta a la pregunta de Sango.
-¡ni loca trabajo yo ahí!- exclama la pelirroja señalando el edificio que se apreciaba al otro lado de la ventana del fondo -¡¿acaso no sabes quién trabaja ahí?!
-si, Kikyo Ashikaga, la novia de Inuyasha- dice Kouga
-¡exacto! Yo con esa no me llevo.
-Ayame, no te metas con ella, no te ha hecho nada.
-¡¿nada?!- pregunta Ayame exaltada -¿llamas nada al reportaje que hizo de este buffet hace cinco meses? Me llamó lagarta.
-eso fue porque tú la llamaste cadaver.
-no es mi culpa que sea tan blanca de piel y que en ese momento se encontrara sentada en tu asiento de esa forma.
-solo estaba descansando- dijo Inuyasha en la defensa de su novia.
-¿qué pasó entre Ayame y Kikyo?.
-buena pregunta Sango- dice Miroku -lo que pasó fue que Inuyasha trajo a su novia a este buffet porque quería hacer un reportaje de un caso y lo acabó haciendo de este buffet. Kikyo se encontraba un poco cansada así que Inuyasha le dijo que se tumbara un poco y ella accedió. Ayame le llevó un recado a Inuyasha pero cuando llegó a su despacho y entró se encontró con Kikyo dormida en su sillón y salío de allí gritando << ¡Inuyasha!, ¡hay un cadaver en tu sillón! alguién te ha colgado a ti el muerto>>.
-¿de verdad hiciste eso Aya?.
-bueno, ¿y que querías que hiciera?¿qué la dejara ahí?.

En ese momento una llamada telefónica interrumpió la conversación. Ayame fue la que atendió el teléfono y apuntó el recado.

-chicos, tenemos un nuevo caso. Es una demanda de fraude de... a que no lo adivinan.
-dilo ya Ayame, no nos hagas estar así- se quejó Kouga.
-del mayor empresario de la industria textil- anunció Ayame toda emocionada pero un gran silencio se hizo en el lugar -no me digaís que no sabéis de quien se trata- otro silencio -del empresario Higurashi.
-¡¿Higurashi?!- preguntó Sango sorprendida.
-si, ¿ahora sabes quien es?.
-bu...bueno yo- dijo entrecortada - Higurashi es el apellido de Kagome.
-¿pasa algo Sango?- pregunta Ayame al ver como su compañera se queda callada.
-no, nada jejejeje.
-bueno, pues en ese caso a trabajar- dijo Inuyasha mientras se alejaba del lugar poniendo rumbo a su despacho.

Todos se alejaron del lugar; Ayame ayudó a Sango a situarse en el escritorio que había del otro lado del lugar en el que se encontraban, justo haciendo un pequeño pasillo de recepción a todo aquél que quisiera pasar al despacho del Sr. Takeda.
Los minutos fueron pasando y estos se convirtieron en horas. Sango no paraba de trabajar, se encargaba de archivar un montón de casos en el ordenador. Se sorprendió de encontrarse con casos que había utilizado de ejemplos en la facultad de derecho para hacer sus exposiciones como prácticas para un caso real.
Toda la mañana pasó entre informes y papeleos. Paró para comer algo con Ayame ya que fue ella misma la que se ofreció a invitarla a un restaurante que no quedaba lejos del lugar en el que decía solía comer a menudo, cosa que pudo comprobar cuando se marcharon sin pagar la cuenta y Ayame solo dijo que se lo apuntaran a Miroku, como siempre, que él se pasaría luego y pagaría todo.
Volvió a sentarse frente al ordenador que ahora ocupaba y prosiguió con su tarea; estaba tan ilusionada que no se daba cuenta en la forma tan rara que Ayame tenía de mirarla y es que no se podía creer que Sango estuviera trabajando de esa manera, ella archivaba dos casos por hora, esa era una de las razones por las que había tantos papeles rosas encima de la mesa que tuvieron que añadir al escritorio de Ayame pero parecía que no le molestaba, sin enbargo, Sango archivaba una media de cinco casos por hora de manera que, al llegar las cinco de la tarde, ya tenía todo archivado y se disponía a abandonar el edificio, pués su jornada había terminado.

-¿ya te vas Sango?
-si Aya, ya me voy. ¿Tú te tienes que quedar no?
-no, me voy contigo.
-pero... todavía tienes casos que archivar
-y los tendré, pero son las cinco, hora de marcharse- dijo la pelirroja mostrándole el reloj que llevaba en la muñeca -chica, no se como lo haces para trabajar tanto en tan poco tiempo. Yo no sería capáz
-Tú no eres capáz... porque no quieres- le respodió la morena con una mirada recriminante.
-Vaya Sango, has acertado
-anda vámonos- dijo Sango mientra se dirigía hacia el ascensor -no quiero llegar tarde a casa.
-¿porqué?¿te espera el novio?- preguntó Ayame pícaramente.
-no, me espera mi ruina- dijo Sango al recordar que Kagome podría haber intentado cocinar algo, lo cual significaría cambiar la cocina.

Las dos chicas bajaron hasta la calle donde se despidieron con un abrazo y un hasta mañana. Sango se encaminó hacia su apartamento, donde presentía estaba pasando una catástrofe.
Entró por la puerta y una persona más pequeña que ella la derrivó al instante.

-Sango, te eché de menos- dijo la pequeña persona que la estaba abrazando posesivamente.
-Yo también te eché de menos Kagome
-Sango, ¿te importaría preparar la cena?, esque yo estoy muy cansada
-¿tu?¿y que has hecho?
-uf, si yo te contara...

Las dos chicas se encaminaban hacia la cocina mientras se contaban todo lo que habían vivido durante ese día.

 

Re: ~La joven abogada~

Hola!!

Gracias por sus comentarios. La conexión con internet no me va muy bien, subiré hoy. Aquí les dejo una parte. Espero me disculpen ToT

Capítulo 5

Como todos los días, Sango se levantó de la cama en cuanto escuchó sonar el despertador por segunda vez de su compañera. Se metió a duchar y fue a la cocina a preparar el desayuno, aún le quedaba dos días de trabajo para llegar al fin de semana y ya estaba harta de sus compañeros, no es que no se divirtiera, en absoluto. Su compañera de trabajo, Ayame, era muy divertida y hacía muchas gracias a uno de los abogados llamado Kouga, su personalidad le recordaba mucho a la de su compañera de piso. Kouga era un chico agradable, un poco prepotente y no aguantaba a Ayame, estaba claro que entre ellos había algo aunque lo negaran, tanto odio solo lleba a una cosa... amor. Inuyasha, uno de sus superiores era un tipo trabajador, o por lo menos no perdía el tiempo de la misma forma en que lo hacían los dos anteriores con sus discusiones absurdas, él era más serio, podía ser porque tenía una relación estable. A la persona que menos aguantaba era a Takeda, Miroku Takeda. Él era una persona prepotente, narcisista, pervertida y sobre todo cargante. Sí, era su jefe, pero eso no impedía que pensara así de él.
Salió del apartamento y se dirigió a las oficinas. A la entrada del edificio se encontró con Ayame.

-Buenos días Sango- saludó la pelirroja -sí que vienes tamprano.
-Es la costumbre de las clases- dijo la nombrada como justificante.
-¿Qué te parece si vamos a tomar un café para desayunar?.
-Claro pero, ¿No empezamos a las nueve?.
-Si, ¿y?.
-Pues... que son menos cuarto.
-Si, ¿y?- volvió a preguntar su compañera como no entendiendo a dónde quería llegar la morena.
-Que si vamos a tomar un café llegaremos tarde. Se supone que nosotras somos las que tenemos que abrir las oficinas, de modo que si nosotras llegamos tarde no podrán entrar y quedarán fuera esperando.
-De eso se trata- Ayame veía a Sango como si lo que estuviera diciendo fuera lógica pura -¿Acaso no te das cuenta que yo desayuno lo que sale del bolsillo de los jefes? Los donuts no desaparecen solos sabes.

Sango se quedó de piedra ante lo que su compañera decía, no lograba entender su forma de actuar. Llegó un momento en el que pensó si era ella la rara, la que no veía la lógica en sus acciones pero pronto desistió de esa idea debido a que eso sí era ilógico.

-Entonces que... ¿vamos?.
-Vale.

Las dos se dirigieron hacia una cafetería situada en la calle siguiente. Media hora después volvieron al edificio y se encontraron con Inuyasha despidiéndose de su novia. Ayame miraba a esa chica con verdadero rencor, pero el sentimiento era mutuo. Sango se fijó en la joven, a su parecer, esa tal Kikyo era una chica seria y concentrada en su trabajo; era hermosa, eso era innegable, pero tenía una belleza fria y una mirada especial para Aya, podría decirse que se encontraba entre el odio y el desprecio, pero se declinaba más hacia el rencor.

-Esa tía me da escalofríos- susurró Ayame sin perder el contacto visual con Kikyo.
-Buenos días chicas- saludó Inuyasha en cuanto las vió.
-Buenos días Taisho- devolvió Sango el saludo -¿Esa era su novia? Es guapa, pero parece un poco fria.
-Si, es hermosa- dijo el aludido con voz soñadora -y fría, aunque también tiene que serlo debido a su trabajo.
-Ya claro, tú defiéndela.
-No te ofusques Ayame- dijo el peliplata entre risas -pareciera que le tienes envidia.
-¿Envidia?¿yo?¿a ESA?- preguntó Ayame en tono ofendido -ni en sus mejores sueños.
-Vamos, no te pongas así, tú sabes que eres importante para mi. De no ser por ti me congelaría por las mañanas a la puerta de la oficina.
-Eso me recuerda...- interrumpió Sango.
-¿Qué hora es?- preguntó la pelirroja.
-Las nueve y media, ¿por?.
-Inuyasha... ¿tú crees que habrá llegado alguien ya?- dijo Ayame un poco nerviosa.
-Pués supongo que Miroku ya habrá llegado; me había comentado que quería llegar pronto para ver a su flor de otoño- dijo entre risas fijando su vista en la morena -y sabes que Kouga siempre llega puntual.- terminó de responder a la pregunta de la secretaria del buffet -Ayame, si vostras estáis aquí, ¿quíen...?.
-Será mejor darnos prisa- sentenció Ayame mientar se apuraba a subir las escaleras -no os paréis.
-Es un caso.

La visión era desoladora. En el pasillo se encontraban dos figuras masculinas. Una de ellas apollada en la ventana, mirando pasar los coches y esperando que el reloj marcara las diez menos cuarto, hora en que se había acostumbrado a empezar a trabajar, debido a que la encargada responsable de las llaves era "muy eficiente". La otra estaba entada en el suelo respaladada contra la parez de al lado de la puerta con una nube negra sobre la cabeza.

-Buenos días chicos- saludó Inuyasha.

La figura de la ventana se sobresaltó y la que se encontraba sentada en el suelo ladeó el rostro levemente pero, en cuanto centró su vista en el grupo de personas que allí se encontraban fue como si las fuerzas volvieran a él y se levantó en el acto.

-Vaya, esto si que es una sorpresa- dijo el joven de ojos azules -aún no son las diez menos cuarto Ayame, ¿qué te ha pasado hoy?
-No preguntes- dijo cortante
-Nos encontramos con la novia de Taisho- dijo Sango
-jejejeje, de verdad os encontrasteis con Kikyo- preguntó Kouga -entonces ya sé lo que le pasa.
-Cállate.

Los dos entraron en el departamento y se dirigieron al escritorio de la pelirroja para empezar a desayunar los donuts que Kouga traía todas las semanas. Inuyasha entró detrás de ellos, dirigiéndose primero a su despacho a dejar su maletín y el abrigo. Sango quedó en el pasillo dando un último vistazo a través de las ventanas cuando...

-¡¡Sanguitooooooooooo!!

Una sombra se avalanzó sobre la joven muchacha. No se lo había esperado y los dos acabaron en el suelo.

-Sango, ahora entiendo porqué me habías dicho que no podía venir a tu trabajo.- dijo una figura que recién hacía acto de presencia en el lugar -que calladito lo tenías.