Drogodependiente [Inuyasha & Kagome]

Re: Drogodependiente [Inuyasha & Kagome]

Cada persona postea como quiere o como puede, veo bien quitar los post que hagan spam y los que solo ponen: conty, conty. Pero que escriban abreviado a mí no me molesta, mientras se entienda.

Lo de la borracha ya se verá, no quieras correr tantoxD Y Inuyasha no se va aprovechar de Kagome. ¿Me gustaría saber de donde sacas esas ideas?xD

Chao.

Besos:besito:

Muchas Gracias a todas por leeros las contys:);):besito:

 

Re: Drogodependiente [Inuyasha & Kagome]

Bienvenida Ksenia, me alegro mucho que te guste mi fic.:saltarin:

Si tú tranquila que lo sigo. No soy de las que dejo los fics a medias;)

Lo de la familia de Kag y su hermano, se verá más adelante:o

Y la conty, la pondré cuando mi beta la tenga; no queraís correr que Roma no se hizo en dos díasxD

Chao.

Besos:besito:

 

Re: Drogodependiente [Inuyasha & Kagome]

Inukax: Tranquila que no estoy muerta;)xD Solo que la conty tardó mas de lo que me esperaba.:P

Sus: Te dejo un archivo adjunto explicando lo que es el síndrome de abstinencia, espero que lo entiendas.

Bueno os dejo la conty, siento el retraso. Y espero que os guste.

Gracias a Sandritah por betearla. Gracias hemanita peque ¿que haría sin tí?;)xD

Chao

Besos:besito:

Capítulo 13: Superándolo

Miroku corrió todo lo que pudo hasta llegar al hospital, donde paró dos segundos para coger aire. Luego se dirigió rápidamente a la farmacia. Cogió lo que Inuyasha le había pedido y salió pitando otra vez de allí, con la cara desconcertada de la recepcionista a sus espaldas.

Volvió al apartamento de Inuyasha y llamó al timbre, entró y subió por el ascensor. Llegó hasta el rellano y accedió al piso de su amigo, dado que la puerta estaba abierta.

Cuando llegó vio que la chica ya estaba medio despierta e Inuyasha la estaba examinando.

—Inuyasha aquí,lo tienes —dijo Miroku, dándole la bolsa con los medicamentos que le había pedido.
—¿Dónde estoy? —preguntó la chica mirando en todas direcciones.

Inuyasha le iba a contestar cuando fue interrumpido por la voz de ella.

—¡Queréis decirme dónde estoy! —gritó alterada.

Miroku se acercó y le mirólas pupilas.

—Las tiene dilatadas.
—Sí, lo sé. —Le puso un termómetro y esperó el tiempo indicado.Oyendo las protestas y gritos de ella. Luego se lo sacó y vio que tenía fiebre, en concreto 38,5Cº
—¿Miroku, puedes traerme unos guantes, alcohol y algodón del armario del baño? Estádonde siempre, en el segundo estante.
—Claro, vuelvo enseguida.

Mientras el joven se fue al baño a Kagome le entraron unas fuertes convulsiones debido a las drogas.

Miroku volvió corriendo del baño con todo en las manos y lo dejó sobre la mesita del comedor.

—Oye, ayúdame a sujetarla mientras me preparo y la pincho.
—Claro. —Entonces ocupó el lugar de Inuyasha, sujetándole la cabeza a la chica.

Se puso los guantes y colocó una pequeña cantidad de alcohol en el algodón. Luego se lo frotó en el brazo preparando la zona para pincharla.

Cogió la jeringuilla que tenía encima de la mesilla, le quito el protector a la aguja y la clavó en la botellita del medicamento. Aspiró el líquido con la jeringuilla y la sacó de la botella. Luego se la inyectó a la chica. Como resultado la aguja se partió. Se lo esperaba, aunque no con una chica tan joven.

Tenía las venas de los brazos callosas, seguramente por las innumerables veces que ella se habría pinchado, así que le quitó el zapato y calcetín que tenía raído.

Volvió al baño a por un par de jeringas y a continuación esterilizó la zona con otro algodón con alcohol y la pinchó entre medio del dedo pulgar e índice.

Bien, ahora tenía que bajarle la fiebre. Fue al baño y cogió *Butamic, un antipirético —medicamento para bajar la fiebre—. Usó otra jeringuilla que había traído, la llenó del líquido y la pinchó de nuevo entre los dedos.

Al rato vio cómo la chica dejaba de tener convulsiones y poco a poco le iba bajando la fiebre.

—¿Crees que se recuperará?—le preguntó Miroku ha Inuyasha.
—Sí. Mira, yano tiene convulsiones y le está bajando la fiebre.

Miroku puso mala cara y lo miró.

—Sabes perfectamente que no te hablo de eso.
—¿Entonces a qué te referías?
—Bien lo sabes —suspiró pero bueno. Te preguntaba si crees que tiene posibilidades para dejar de drogarse. —Le contestó.
—No lo sé. Eso depende de la fuerza de voluntad que ella tenga, y que desee hacerlo.

Entonces Inuyasha se la quedó mirando. No sabía si ella quería dejar de llevar la vida que llevaba. Y suspiró... ojalá fuera así.

Ojalá ella dejara que él la ayudara.

Quería besar esos labios de nuevo, ¡y ni siquiera la conocía!
Realmente ella tenía un poder especial sobre él, y sólo esperaba que la chica se dejara ayudar para salir de ese mundo cruel.

 

Re: Drogodependiente [Inuyasha & Kagome]

Bueno chicas venía a deciros que la conty está en manos de mí beta, cuando me la corrija la pondre. Tened un poquito de paciencia que ahora es época de exámenesxD

Chao.

Besos:besito:

 

Re: Drogodependiente [Inuyasha & Kagome]

Hola chicas:Ojitos:


Siento la tardanza, pero ya está aquí la conty. Espero que os guste;)


Inukax: Tranquila no me raptó ningún extraterrestrexD


Chao.


Besos a todas:besito:


P.D: Gracias a Sandritah por el beteo;) Gracias manita:Ojitos:

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Capítulo 14: Tentación

Cuanto más la miraba más ganas tenía de besarla. ¿Cómo podía ser alguien tan tentador estando inconsciente?

Le volvió a mirar la fiebre, peropor suerte ya casi había desaparecido. Lo malo iba a ser que, si despertaba con ansiedad, no sabía si podría detenerla.

Miroku se había ido hacía unas horas a su casa para descansar, así que estaba solo con ella. Y eso podía volverse un gran problema.

Se levantó y fue a la cocina para prepararse algo de comer —todo el follón aún no había comido nada—, sacó un plato de macarrones de la nevera y lo puso al microondas; abrió el primer cajón y cogió unos cubiertos, luego del estante de arriba alcanzó un vaso.

Miró hacia el comedor y vio que ella seguía igual. Abrió la tapa del microondas, recogió el plato de comida y lo llevó al comedor.

Dejó la comida sobre la mesa y se pusoa comer al lado de ella por si despertaba.

Además… no podía dejar de mirarla. ¿Por qué tenía que tentarle tanto?

Debía dejar de pensar en eso. Era médico y ella era su paciente, punto final. Siguió comiendo intentando quitarse esa idea de la cabeza. Cuando acabó metió el plato, los cubiertos y el vaso en el lavavajillas, luego fue al baño y se lavó los dientes.

Fue al comedor de nuevo y se sentó al lado de la chica, que parecía que estaba soñando algo.

Ella despertó, gritó y lo miró.

—¿Estás bien?

Lo miró con los ojos abiertos como platos.

—¡Tú! ¡Eres el del hospital! —gritó.
—Sí, soy yo. Tranquila —dijo aguantándose la risa.

Ella lo miró sin saber de qué se reía.

—¿De qué te ríes? —cuestionó mirándole mal.
—De tu reacción, parece que has visto un fantasma.

La chica le echó una mirada de hielo.

—Perdona, no estoy acostumbrada a ver fantasmas —dijo con ironía.
—Yo creía que era un médico y no un fantasma, pero bueno —le contestó riéndose.
—¿Qué hago aquí?
—Un amigo mío te encontró y te trajo aquí.
—Bueno, debo irme.
—No puedes irte —dijo intentando detenerla.
—Quiero irme —protestó fríamente.
—Pero no puedes. ¿No ves que estás enferma?
—¡Yo no estoy enferma!
—Vale, no estás enferma —aceptó él intentando persuadirla. — intentando persuadirla—. Pero... podrías quedarte un rato y hacerme compañía.
—¿Por qué debería hacer eso? Yono te conozco.
—Precisamente. Así nos conocemos —le dijo mostrando una sonrisa.
—No me convence demasiado esa idea.
—Por favor… quédate —suplicó Inuyasha poniendo ojitos de cordero.

Kagome se le quedó mirando unos minutos hasta que al final se dio por vencida y acabó aceptando.

—Está bien, me quedaré —suspiró

Inuyasha sonrió satisfecho. Ahora podría saber más cosas de ella…

—Voy a ponerte el termómetro para asegurarme de que no tienes fiebre.
—No me pondrás ningún termómetro—le retó Kagome mirándole mal.
—Pero debo ponértelo.
—Si me lo pones, me voy.
—Venga, no seas así. Sólo es un momento.
—Está bien—volvió a suspirar.

Él joven médico cogió el termómetro y se lo dio a ella para que se lo pusiera. Kagome se lo puso, al rato pitó y se lo quitó comprobando que no tenía fiebre. Comprobando que no tenía fiebre.

—Ves, te dije que no tenía fiebre —dijo arrogante mientras le sacaba la lengua.
—Tenías razón —le contestó mientras se acercaba hacia ella.
—¿Qué haces?
—Yo no hago nada —declaró mientras se acercaba más.
—Pues deja de acercarte.
—¿Por qué? ¿Acaso me tienes miedo?
—Claro que no te tengo miedo.
—¿Segura?—preguntó a unos centímetros de los labios de ella.
—Muy segura.