Nunca Serás Mi Pasado... Ziempre Serás Mi Presente!

Nunca Serás Mi Pasado... Ziempre Serás Mi Presente!

HOLA! :bye: DISCULPEN LA DEMORA... QUIERO AGRADECER SUS COMENTARIOS Y LOS CONSEJOS QUE ALGUNAS ME HAN DADO... ESPERO SEGUIR MEJORANDO PARA NO DECEPCIONAR... :alucinando:... HASTA LA PROXIMA!

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CAPITULO Nº 4: “ÉL… ELLA… Y YO!”​

Aquella mujer de ojos carmín, aquella mujer de sonrisa alegre y radiante de vida ya no era la misma. De un día para otro su semblante era otro, seguía siendo la misma Sakuno Ryuzaki, la gentil, la hermosa e inteligente chica de la prestigiosa escuela del Seigaku; pero su alegría se había esfumado como burbuja en el aire. Sin embargo nadie lo había notado. Ni su mejor amiga, con quien llevaba una amistad de años.

Llevaba una semana completa ignorando a su gran amor y al “gran amor” de él. Quien le hubiera dicho a la chica de trenzas que su amor se convertiría en su propio camino al sufrimiento, no lo hubiera creído. Ese dolor que sentía cada vez que veía sus rostros felices, disfrutando de ese amor que se profesaban el uno al otro; realmente era insoportable. ¡Era de carne y hueso por Dios!

Ella sabía que nadie puede decidir sobre a quien querer y a quien no. Si ese fuera el caso hubiera deseado enamorarse de alguien que le correspondiese, y era demás, por decir, que Echizen no era esa persona. ¿Cuándo dejaría de sufrir por él? Cuando estaba lejos no lloraba tanto como ahora, por lo menos se le permitía llorar. En cambio ahora, en vez de desahogarse tenía que reírse, sonreír, bromear, jugar; aunque por dentro cada gesto o palabra de Ryoma hacia Rachell la lastimara.

A solas, en una habitación a oscuras, cada lágrima que resbalaba por sus mejillas era un recordatorio de todo el amor del ambarino a la chica de cabellos dorados y ojos azules: Rachell. Bajo de la cama donde se encontraba. Se dirigió hacia un gran espejo que le había regalado su madre el día de su cumpleaños. Fijo su mirada en su anatomía pero más en sus trenzas.

- Ya no tiene caso!

Tomo entre sus manos su cabello y empezó a deshacerse las trenzas. Mientras lo hacía recordaba cada momento de su niñez que paso a lado de Ryoma.

- Es mejor así… ¿verdad?

Sonrío triste frente al espejo con su cabello suelto. Él no vería nunca más aquellas trenzas, había tomado la decisión de alejarse de Ryoma. No importaba cuanto tendría que costarle, lo que si era predecible es que ni una sola lágrima más por ese amor que sentía. Cogió nuevamente su cabello y empezó a hacer una sola trenza, esa sería su promesa consigo misma.

- Si no me alejo completamente de ti… cortare mi preciado cabello… dos meses… solo dos meses es el trato… solo necesito ese tiempo para comprobar de que soy capaz!

Habiéndose retado, se dirigió a descansar. Fue una semana dura, las personas cuando se nos presenta dificultades solo tenemos dos opciones: rendirnos o dar lo mejor de nosotros para superarlos. Supongo que algunas personas nos casamos de lamentarnos y es cuando decidimos hacer algo al respecto. Otras en cambio preferimos no levantarnos después de caer y esperar a que suceda un milagro. Para todas las personas es difícil sonreír cuando nos golpean donde más nos duele, pero la decisión es solo nuestra y Sakuno Ryuzaki ya tomo su decisión.

Al día siguiente un cuerpo femenino daba vueltas en su cama, le costaba levantarse; suspiro y se dispuso a colocarse el uniforme. Sus ojos se fijaron en el reloj, era tardísimo. Corrió con todas sus fuerzas para alcanzar el tren, cuando estuvo dentro se veía realmente agitada. Cuando llego a la escuela, la clase ya había empezado. De todas maneras toco la puerta, tal vez si tenía suerte el profesor la dejaría entrar.

- Adelante! – se escucho decir desde adentro del aula.
- Buenos días, profesor, disculpe la tardanza pero me podría dejar entrar a clase?

Ella se encontraba con la mirada en el piso, ni si quiera miro al profesor cuando entro ni a sus compañeros.

- Disculpe alumna, pero se ha confundido de clase.
- “¿Confundido?” – pensó.

Era torpe y despistada, lo sabía perfectamente, pero al grado de confundirse de salón, ya era demasiado. Rápidamente levanto la cabeza para corroborar lo que decía aquel sujeto. Miro a su alrededor y suspiro tranquilamente.
- No profesor… no me he confundido… este es mi salón!
- Pues… no te reconozco… acaso eres nueva en el Seigaku?

¿Que era todo esto? Como que no la reconocía. Miro los rostros de sus compañeros y todos murmuraban.

- ¿Enserio… profesor… no me reconoce?
- No
- Pero si soy Sakuno Ryuzaki! – respondió desesperada.
- ¡¡¡Que!!! – dijo el salón entero.

¿Es que de verdad no la habían reconocido? Que había cambiado en ella para que simplemente la tomen por una desconocida que invade un salón.

- ¿De verdad eres tú… Sakuno? – su mejor amiga tenía la cara de “aún no me lo creo que seas tú”.
- Sí… Tomoka!
- Pero si te ves bellísima… cambiarte las dos trenzas por una sola... te favoreció! – la chica del lunar le guiño un ojo.

¿Era solo eso? Su peinado. Todo el escándalo solo porque ya no llevaba sus usuales trenzas. Si que era el colmo. El profesor dio la orden que pasara a su lugar y fue ahí que se dio cuenta que solamente Rachell se encontraba en clase. ¿Y Ryoma? Gran pregunta. ¿Dónde estaba? Movió su cabeza de un lado a otro. Eso a ella no le importaba. Definitivamente, no.

Cuando por fin pudo concentrarse en la clase, entra por la puerta su adorado tormento. Ella tan solo se limito a fingir que estaba muy ocupada resolviendo los ejercicios de matemáticas. El ambarino no dijo ni una sola palabra cuando paso por su lado. Transcurrió las clases y ella subió a la azotea a comer algo. Estaba comiendo de lo más tranquila, sin nada que le pueda arruinar su momento de paz o eso pensaba ella.

- ¿Por qué?
- ¿Qué cosa? – mientras tomaba su Ponta.
- Tus trenzas!
- Ah… eso… - dejo la lata a su costado – ¿que tiene?
- ¿Por qué no te las hiciste?
- Un cambio de look no viene nada mal o ¿si?
- No… pero mañana mismo quiero ver tus mismas trenzas.
- Sí tantas ganas tienes de ver esas dos trenzas ¿por qué no se lo pides a Rachell? – recogió sus cosas y empezó a caminar a hacia la puerta.
- Espera!
- ¿Ahora qué?
- ¿Por qué me hablas de esa manera? Tú no eres así.
- Lo siento, Ryoma. La gente cambia y si no te gusta… tienes solos dos opciones: aceptarme como soy o… resignarte!

Decir todo aquello le dolía. Ser la niña dulce con Ryoma no lo alejaría. Busco a su abuela en las canchas de tenis, pero no la encontró. Estaba pensando en lo sucedido con el chico de ojos dorados.

- Lo hecho… hecho esta! – cuando de pronto chocó con alguien – discúlpeme!
- Torpe! – solo había una persona que la llamaba así: Echizen.
- Lastima que no sea la señorita perfección! – lo empujo hacia un lado para poder pasar.
- Si… es verdad… es una lastima… sino serías la persona ideal para mí! – ese tono seductor le hizo perder la paciencia pero debía controlarse.
- Tal vez… pero quien me asegura que tú lo serías para mí! – en el mismo tono seductor que utilizo el ambarino. Ella ya no se dejaría intimidar por él. Toco con su mano la mejilla de este y con la otra acarició sus cabellos mientras pronunciaba cada palabra.
- Ryoma… Sakuno… - una chica de ojos azules, estaba sorprendida por la escena que acaba de presenciar.
- Que cara Rachell… ni que hubieras visto un fantasma.... – bromeo la chica de la trenza color rojiza.
- ¿Por… qué… estaban tan… juntos, Ryoma? – El chico de cabellos verdosos iba a responder pero cuando Sakuno se coloco sus brazos alrededor de su cintura no sabía que decir.
- Que malo eres Ryoma-kun – lo regaño infantilmente – Por lo que me doy cuenta no le dijiste a Rachell que siempre somos así…
- ¿así? – La chica de ojos azules miraba a Echizen confundida.
- Mejor los dejo solos – saco las manos de su cintura bruscamente y se alejo de él – ya se me hizo tarde – paso por el lado de Rachell pero esta la sujeto por el brazo y la miro con furia y alzo su mano proponiéndose tirarle una cachetada a Ryuzaki.
- Ni te atrevas – llego a defenderse del ataque sosteniéndola de la muñeca – nunca… solo lo voy a repetir una sola vez… nunca en tu vida trates de ponerme una mano encima… tú menos que nadie… te quedo claro! – la soltó y se fue del lugar.

Rachell no pronuncio palabra alguna al igual que el tenista. Apenas cruzo la puerta principal del colegio tomo un taxi, lo que más deseaba en ese momento era darse un baño y dormir.

- Con esto de seguro que Rachell le prohíbe hablar conmigo – sonrió para si misma.
- Dijo algo señorita – pregunto el conductor.
- No… nada!

Llego a su casa e hizo lo que tenía pensado. Se baño y durmió. Mañana sería otro día.

 

Nunca Serás Mi Pasado... Ziempre Serás Mi Presente!

CAPITULO Nº 5 : "CELOS"​

- Buenos días alumnos!
- Buenos días profesora!
- Antes de comenzar la clase realizare el sorteo de parejas para la excursión que tendremos el próximo sábado!


Los alumnos no entendían nada de lo que había dicho. Murmuraban entre sí, se preguntaban unos a otros de que “excursión” hablaba.


- Al parecer se han olvidado de lo que dije hace dos meses… el primer día de clases – los alumnos se miraban, más no decían nada – al ver sus caras incrédulas… no me queda más que explicarles por segunda vez – suspiro – el sábado que se realizara la excursión anotarán todo lo importante… iremos al museo de historia y quiero un informe completo… de ello dependerá si aprueban o no… lo entregaran el día miércoles a más tardar!
- Pero profesora… no nos podría dar más tiempo… tenemos que realizar los preparativos para el evento de fin de mes…
- No puedo darles más tiempo… es por eso que realizaremos el sorteo mencionado al inicio de la clase… veo que ustedes no me prestan la atención debida cuando hablo… como su numero de chicas y chicos son iguales no habrá problema de hacerlo en parejas…
- Yo puedo hacer los papelitos con los nombres de todos…
- Separa lo nombres de las chicas y de los chicos de acuerdo – después de unos minutos – silencio… aviso que no habrá ningún cambio en las parejas… las primeras parejas son...



Así empezó a nombrar a cada una de las parejas. Estaba tan concentrada leyendo un libro que no escucho nada. Siempre hacía lo mismo. Mostraba bastante desinterés por la mayor parte de las clases pero era la mejor al igual que Echizen. Los mejores del prestigioso Seigaku. Es por esa razón que no tenían problemas con ninguno de los profesores. Eran inteligentes, guapos, buenos deportistas, eran los mejores en todo lo que hacían. Sumándole a eso, sus familias eran millonarias, tenían muchos negocios en Japón; pero siempre estaban de viaje y eso le dolía a Sakuno. Deseaba cambiar esa parte de su vida. Vivía con su abuela porque ella le daba todo el amor que sus padres no le podían dar.


- Ryuzaki… señorita Ryuzaki…
- Lo siento… - respondió sin darle mayor importancia.
- Olvídelo… usted será la pareja de Echizen!
- Pero…
- Dije que no había cambios de parejas!



Ryoma ni siquiera la miró. Solo fijaba su mirada en las hojas de un cuaderno. Sintió algo extraño en pecho. Dolor, decepción. Daba la impresión de que le daba igual con quien le tocará. Todos esos meses seguía siendo le mismo. Con Rachell, el caballero. Con los demás, frío y arrogante. Con ella, como si su presencia fuera irrelevante.



- Te ha tocado con Ryoma! – su amiga estaba emocionada.
- ¿Y? – para ella era el peor día.
- Tú si que no sabes valorar tu suerte – dijo disgustada.
- Para ya, Tomoka! – estaba fastidiada por el comentario – Ryoma es solo un estudiante más!
- Si ser el chico más popular… ser el más codiciado por las chicas… ser el alumno modelo… ser el único heredero de las Empresas Echizen… Ser reconocido a nivel mundial como el mejor tenista a su edad… si eso es ser un estudiante más… no me quiero imaginar que será un alumno sobresaliente!
- Esta bien… esta bien… retiro lo dicho! – la próxima vez se quedaba callada.
- Hola chicas… ¿qué hacen? – saludo cordial el chico de ojos azules.
- Hablando de…
- Hablando del chico perfecto! – dijo en tono de mofa.
- ¿Perfecto?
- Pues sí… es perfecto…. Aunque te moleste, Sakuno! Aunque pensándolo… no sé porque te molesta tanto que hablemos de él… siempre pones tus caras cada vez que hablamos de él!
- Y si sabes que me irrita no entiendo como sigues hablándome de él!



La conversación la había exasperado. Fuji tan solo la miraba alejarse desconcertado. Necesitaba desquitarse con algo, desaparecer la rabia que tenía. Fue a jugar tenis un rato.



- Porque tiene que mencionarlo a cada segundo – la pelota iba y venía – si tan solo… si tan solo… - **todo lo que siento desapareciera… todo estaría bien!**



Eso era lo que pensaba. Todo lo referente a él lo quería borrar. Quería cavar un gran agujero y enterrar cuanto recuerdo, sentimiento, absolutamente todo lo que tuviera que ver con él, sea enterrado para siempre. Dejo caer la pelota y la raqueta al suelo. No estaba exhausta, su cuerpo podía seguir jugando. Su corazón era el que estaba cansado. Cansado de tanto dolor.


Era cierto que se había acostumbrado a la rutina. Verlo con Rachell, ya no le afectaba. Sin embargo no podía ignorar lo que sentía. Nunca la amaría, lo entendía. Pero como haces entender al corazón que es así es el amor.



- Tiempo al tiempo… Sakuno! – se dijo a sí misma parta reconfortarse.



Recogió lo tirado y fue a tomar un baño para cambiarse e irse a casa. Al doblar la esquina pudo divisar una figura conocida pero no pudo saber de quien se trataba hasta estar cerca de la puerta.



- Por fin llegas… ya me estaba cansando de esperar!
- Nadie te lo pidió!
- Que modales!
- Di rápido a lo que veniste!
- Esta bien… Es referente a lo de la excursión!
- ¿Que tiene?
- Sabes que tenemos que hacerlo juntos!
- Lo sé – abre la puerta – Ryoma! – la había empujado.
- ¿Qué? - ni se volteo a mirarla.
- Yo no te invite a pasar!
- Lo ibas a hacer?
- Pues no!
- Lo ves… es por eso que me invite solo! – sonrió despreocupado.



Aquella sensación no podía invadirla una vez más. Ese latido apresurado. Su cuerpo frío por el nerviosismo. No pudo evitar mirar aquellos ojos dorados y sin pensarlo sus ojos se posaron en los labios del joven. Le paso por la mente besarle en aquel momento pero debía autocontrolarse. Esos besos le pertenecían a su novia no a ella. Bajo la mirada.



- Quieres tomar algo? – pregunto mientras se dirigía a la cocina.
- Una Ponta.
- No tengo!


La melancolía la invadió. Era su bebida favorita pero ya no la compraba. No la volvió a probar durante ese tiempo lejos de Ryoma.


- Un jugo de naranja – dijo desde la sala.


Cogió el vaso y vertió el zumo en él. Fue a la sala y ya no estaba. Camino y miro para todos lados buscándolo pero nada.


- Ni siquiera tuo la amabilidad de avisar que se iba!


Suspiro y regreso a la cocina. Vació el líquido en el lavadero y ahí dejo el vaso. Subió por las escaleras. Mientras subía se iba sacando cada prenda del uniforme. Se quedo en prendas menores. Mientras recorría el pasillo, su trenza fue desecha. Sus cabellos llegaban hasta su delgada cintura. Cuando abrió la puerta, Echizen tenía en sus manos un retrato y la estaba mirando. Parecía como perdido. Como si sus ojos se hubieran perdido en su cuerpo. Después de unos segundos reacciono y se dio media vuelta.


- No deberías aparecer así! – le tiro la sábana de la cama para que se cubriera.
- Lo siento… pensé que te habías marchado!


Se sentó en la cama, sin poder comprender sus lágrimas recorrían sus mejillas. Estaba tan molesta consigo misma. Que pensaría Ryoma ahora de ella. Seguro que quería provocarlo. Todo se trataba de una confusión.


- No llores… nunca me ha gustado verte llorar.


Limpio sus lágrimas con un pañuelo que había junto a la lámpara. Se arrodillo y coloco su cabeza sobre las piernas de ella.


- Extrañe tanto estar así contigo.


Vio como sus ojos se cerraban. Dudosa de acariciarle sus cabellos negroverdosos, él sujeto su mano y la colocó sobre ellos. Sakuno solo hizo lo que le pidió en silencio.

- Ryoma… este…
- Mmm…
- Es mejor que te vayas!


El ambarino se levanto rápidamente. Camino de un lado al otro, se notaba enfadado. Cuando la miro, su mirada estaba llena de enojo. La chica de ojos rubí estaba asustada.


- Si se tratara de Fuji… si lo dejarías estar el tiempo que quiera verdad! - un dejo de molestia se dejo percibir.
- Yo… yo… - no sabía que decir.
- Aún no olvido la noche que se quedo a dormir aquí en tu casa!


Ella miraba el piso. Ryoma sabía de la noche que el prodigio se quedo a dormir en su casa. Pero ¿Cómo? ¿Quién se lo dijo? ¿Cómo se entero? Tantas preguntas que solo él las podía responder.


- ¿Te sorprende? – dijo en un tono mal calmado.
- Pues sí… cualquiera pensaría que me vigilas! – le costaba hablar con normalidad.
- Vine a buscarte en la noche… entre sin que te dieras cuenta… vi las luces prendidas de la sala… me acerque para poder hablar contigo… pero al verte dormida sobre los brazos de él… me fui!



Eso sucedió hace más de un mes. Aquella noche Fuji vino para recoger los papeles que su abuela había firmado. Pero su abuela no estaba así que se los entregó ella. Hablaron de muchas cosas y tocaron el tema de sus padres.


Ella empezó a llorar por la época triste que paso lejos de sus padres cuando tenía sietes años de edad. La internaron en un colegio a su corta edad. El prodigio la consoló, ni siquiera se dio cuenta cuando se quedo dormida.


Para cuando despertó ella estaba en su cama, vestida tal cual estaba en la noche. Fuji estaba dormido en el sofá de la sala. Eso fue todo. Sin embargo Ryoma tenía una versión distinta. Pero que más daba lo que pensará, el tenía a Rachell. A pesar de que hubiera sucedido algo entre ellos, no podía reclamarle nada.



- ¿Por qué te molesta tanto? No lo entiendo. Tú tienes novia. Y yo no tengo a nadie. Puedo hacer de mi vida lo que me la gana. Total tú y yo no somos nada!
- No somos nada!



Repitió lo dicho por Ryuzaki, abrió la puerta y el cerro con un portazo. Toda la situación era confusa. Si no existiera Brant pensaría que estuviera celoso del prodigio.


Movió la cabeza de un lado a otro, tratando de desaparecer aquellas ideas que podían hacer aflorar ilusiones que al final tan solo la hundiría en una depresión nuevamente. La que tuvo que superar con ayuda de antidepresivos, su abuela pensó que se debía a sus padres y se aprovecho de ello.


Después de aquello ellos no volvieron a hablar más. Le intrigaba que podía haber motivado a Echizen ir a su casa aquella noche, al igual que la noche en que lo había visto llorar; todos esos sucesos despertaban una gran curiosidad. Solo le quedaba esperar a que llegara el día de la excursión para así disipar todas sus inquietudes.