de Inuyasha - Siete días para conquistarte

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Tania, 28 Julio 2008.

  1.  
    Tania

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    Siete días para conquistarte
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    Siete días para conquistarte

    Todos los días desde la cafetería, Inuyasha observaba a Kagome desde su mesa habitual, no la conocía, no sabía siquiera su nombre, pero le gustaba. Ahora él se había propuesto conquistarla, el reto es hacerlo en siete días. ¿Qué es lo que tendrá que hacer para lograrlo?

    .

    Día uno:

    ¿Cuanto tiempo había transcurrido desde que la conocí?, recuerdo haberla visto por primera vez pasar por el pequeño parquecillo del centro. Con sus ojos marrón y su cabello azabache con pequeñas puntas onduladas en los extremos, su esbelta figura torneada, me pareció bonita, sin embargo, nada especial. Después, casualmente, me la encontraba continuamente cuando salía a comer, de esa forma descubrí que estudiaba en la universidad de Tokio. Siempre estaba con sus amigas y, sin darme cuenta, comencé a fijarme en todo lo que hacía, sus movimientos delicados pero expresivos. Todos los gestos en su rostro, la alegría por cosas simples, el estrés de sus exámenes, la sorpresa, el fastidio, el enojo y un día la vi llorar, fue una imagen impactante para mis ojos, ver sus lágrimas bajar por sus mejillas y tocar su pecho, no supe porque, no supe y me maldije mentalmente por no poder hacer nada por consolarla. No sabía nada de ella, ni siquiera sabía su nombre, pero sentía que la conocía mejor que nadie en el mundo.

    ¿Debía acercármele? me preguntaba constantemente cuando estaba sentado en el lugar de siempre en la cafetería frente al McDonald's donde ella siempre iba a comer. Un día más estaba esperando en ese lugar, a veces hasta olvidaba tomar mi café cuando me quedaba embelezado observándola, sin embargo no llegó en esa ocasión. Ella nunca había faltado a esa cita secreta de la que solo yo era conciente, y ahora sentía como si me hubiera plantado, dejándome esperándola... ¡que tontería! cuando éramos absolutamente nada el uno del otro. La simple idea de la verdad fue como una cachetada con guante blanco asestada en mi mejilla hiriendo mi orgullo. Y es que ¡me había convertido en un voyeur! observando a una muchachita desde mi escondite, tal como los leones cazan a los ciervos: ella era el ciervo. Solo observándola, casi acechándola, sin atacar, ¿cuándo iba yo a atacar?. Era un verdadero cobarde, me acusé, cuando me vi desprovisto del valor para abordarla.

    Al día siguiente, asistí a mi cita diaria, la verdad es que estaba temeroso de que ella no volviera a ir, de no volver a verla ¿y si me había descubierto?, pensaría que soy un depravado, un acosador. La idea se me antojó demasiado risible y desagradable a la vez, ella mirándome de esa forma ¡por todos los cielos! debía terminar con esto inmediatamente. Entonces llegó una vez más, brindándome paz con su sola presencia e imagen, pero pronto mi mundo se vino abajo cuando ella estaba acompañada no precisamente por sus amigas de siempre. Escuché un crujido, eran mis dientes que chocaron cuando tensé la mandíbula, y mis uñas se enterraron en mi palma casi atravesándomela, pero yo no sentí dolor por esa acción, ni tampoco cuando pasé un sorbo del café hirviendo que humeaba en mi taza. Yo estaba totalmente desencajado, ¿y cómo no? ella estaba acompañada de un muchacho, no podría decir que es atractivo cuando lo consideré mi rival inmediatamente. Era mucho más alto que ella, pero no más alto que yo. Un cabello castaño claro casi rojizo recogido en una coleta alta con esos ojos azules enmarcando su fea cara. Sentí unas ganas incontrolables de golpearlo, y si esa pared de cristal no hubiera estado interpuesta, seguramente lo habría hecho. En ese momento decidí que yo debía hacer algo, no quería ser más un espectador en la vida de aquella chica.

    Esa noche no pude pegar un ojo, pensando en el rechazo que podría recibir ¿y si me veía como un viejo? digo, no es que lo fuera, apenas tenía treinta, pero seguramente yo le llevaba por lo menos unos ocho o nueve años, era una diferencia notable. Yo ya sabía andar en bicicleta cuando a ella apenas le cambiaban los pañales. De pronto me sentí como un adolescente inexperto: temeroso e inseguro. ¡Vaya idiotez! era yo Inuyasha Taisho, las mujeres van tras de mi y no viceversa, era a mi a quien rogaban, al que buscaban, ¿por qué ahora esa actitud tan perdedora?. De pronto, con esos pensamientos altaneros con respecto a las mujeres, me sentí como mi viejo amigo Miroku, todo un casanova, solo que a él no le importaba ir por cualquiera a la que le hubiera echado el ojo. Suspiré. Estaba haciendo un lío de todo esto, cuando lo único en lo que debía concentrarme era en una cosa: conquistar a la chica de cabello azabache.

    Estaba nublado, llovería, según el informe climático en el noticiero. Fui preparado con mi paraguas esperando y rogando que ella no llevara uno. El primer paso era tener un encuentro cercano y encontrar la oportunidad para hablarle; así que cuando salí del trabajo me dirigí automáticamente al lugar donde acudía a almorzar su no tan nutritiva comida después de la escuela. Recordé su compañía del día anterior y esperaba que esta vez fuera con sus habituales amigas, por lo menos, o me vería sumamente idiota al tratar de cortejarla con su amiguito ese junto a ella. Esperé unos diez minutos quizás, cuando entonces apareció y una sonrisa surcó mis labios, parecía como si el destino estuviese de mi lado, porque esta vez no solo no iba con aquel fulano, si no que venía totalmente sola, como si viniera a encontrarse conmigo. Perfecto. Me levanté prontamente de mi lugar y me dirigí hacia la caja justo tras ella, escuché su orden y pedí lo mismo: una hamburguesa sencilla y un refresco grande de cola.

    –¿Algo más, señor? –preguntó afable la empleada a lo que negué sin mucha atención.

    Estaba aún planeando la manera de hablarle cuando encontré mi oportunidad en el momento en que se le cayó su cambio. De inmediato me agaché, lo recogí y me topé con sus ojos achocolatados clavados en mi, más cerca de lo que jamás los había visto antes, unas lagunas más hermosas de lo que pensaba y de pronto, por un momento, estuve a punto de sucumbir ante la divagación de la bobería si es que ella no hubiera musitado un tenue “gracias”
    –No hay de que...
    –Kagome, Kagome Higurashi –se presentó, y yo me encargué de grabar su nombre meticulosamente en mi memoria.
    –No hay de que, Kagome
    La vi fruncir un instante y de pronto golpeó con su puño ligeramente la palma de su mano como cayendo en cuenta de algo.
    –¿No nos conocemos de algún sitio?
    Tragué saliva apenas ante su acertada deducción, bueno, quizá ella no estaba tan pendiente de mi como yo de ella, no era del todo mentira eso de que nos conocíamos de otro lado.
    –No lo creo, quizás nos hayamos topado ya por otro sitio...
    –En serio...–meditó un instante –¡ah! tu eres aquel hombre que siempre está en la cafetería de enfrente.
    Me sorprendió en ese instante, también se había percatado de mi presencia, obviamente no como yo de la suya, pero me reconocía y se había tomado la molestia de fijarse en mí y recordarme, eso me daba gran confianza para abordarla y me sentí más relajado entonces.
    –¡Pero que pequeño es el mundo! –exclamé –, es verdad, yo siempre tomo mi café aquí enfrente, pero es curioso que no te haya visto antes, cuando yo permanezco allí casi todas las tardes –mentí descaradamente –¿acaso es la primer vez que vienes a comer aquí?
    La vi mover su cabeza en una negación con una curva en sus labios en una sonrisa, se me antojó algo risueña en ese instante y me imaginé a mi mismo babeando. Esperaba que no fuese así.
    –No, yo también vengo aquí todo el tiempo con mis amigas
    –¡Oh! ¿y donde están ellas ahora?
    –Han quedado para hacer otras cosas, pero no tuve ganas de acompañarlas –informó.

    En ese momento nos dieron las charolas con nuestra comida y ella comenzó su camino y yo la seguí sentándome en su mesa como si fuera natural. Como si fuéramos conocidos, como en una cita. De pronto me sentí realizado al haber logrado sentarme con ella, iba por buen camino.

    –Ya veo –aventuré retomando la charla –. A todo esto, no me he presentado, mi nombre es Inuyasha Taisho, un gusto.
    Estiré mi brazo por sobre la mesa anhelando el contacto de un saludo. Y cuando sentí la tersa piel que envolvía su mano quise guardar la sensación de tocar terciopelo en mi mente, para recordarla y moldearla a mis pensamientos para cuando no estuviéramos juntos de nuevo. Me pregunté si así se sentiría la piel de su cara, su cuello y su demás cuerpo, debía ser exquisita. El saludo terminó y el tacto se desvaneció dejándome una sensación de vacío, necesitaba tener más de ella, y por eso me propuse hacer más por conquistarla.
    –¿Vas en la universidad, no? –indagué –, ¿que estas estudiando?
    –Si, si, acertaste –expresó con diversión ingenua –, estudio enfermería
    –¡Oh! enfermería, ¿y por qué no medicina?
    –Todos me dicen eso –sonrió, ¡que hermosa era su sonrisa! –, es verdad que como enfermera no voy a encontrar la cura para el sida ni a hacer transplantes de órganos, pero me gusta cuidar a las personas, y mi trabajo será hacerles su agonía menos amarga. Cuando mi madre murió hace algunos años, la enfermera a su cargo cuidó de mí amablemente cuando yo permanecía en el hospital, era casi como una nana y jamás descuido a mi mamá. De no haber sido por aquella mujer, seguramente mi madre hubiera muerto rápidamente sin los cuidados necesarios y seguramente antes de eso tanto ella como yo habríamos sufrido demasiado.
    Fascinante, toda ella era mucho mejor en persona, su forma de hablar, su dulce voz, me sentí casi como hechizado cuando me narró todo aquello, a la vez de sentirme halagado por el hecho de que depositara su confianza en mi, casi un extraño, al contarme un poco de su historia.
    –Lo siento, creo te aburrió mi charla
    –Para nada –intervine con velocidad –, es solo que nunca lo había visto desde ese punto de vista. Debes decirme en que clínica laboras para ir a internarme rápidamente allí cuando enferme.
    –Ojala nunca tengas que enfermar a tal grado
    La verdad es que con una enfermera como Kagome, no me importaría pasar el resto de mis días internado, sin embargo decidí no exteriorizar ese pensamiento tan personal casi enfermo.
    Y de esa forma el tiempo transcurrió ameno con una platica fluida, la mayor parte de lo que se habló era sobre ella, yo no dejaba de hacer preguntas. Descubrí que tenía veintiún años, que vivía en un templo shinto con su hermano menor, que trabajaba medio tiempo ayudando a un viejo doctor, que su comida favorita eran las tortillas japonesas, que le gustaba montar en bicicleta, que tenía una gato por mascota y que me gustaba más de lo que pensaba. Muchos descubrimientos para un mismo día. Intenté comer despacio, para seguir su ritmo, ¡vaya que comía lento!, pero no pude lograrlo, y tuve que pedir otra hamburguesa mientras ella apenas se terminó la suya. Al terminar la charla continuó unos minutos más, mejor hubiera sido que jamás acabara pero yo no podía impedir que ella se fuera a realizar sus actividades varias.

    Cuando salimos del lugar el cielo estaba encapotado con nubarrones obscuros, yo había ofrecido llevarla hasta su casa, pero ella encontró la manera más amable de rechazar mi oferta. Resignado, no tuve más opción que pedirle que me dejara al menos acompañarla hasta la parada del autobús a lo que definitivamente no pudo negarse. Antes de que llegásemos hasta el paradero, gruesas gotas de agua comenzaron a descender en un torrente, ¿el paraguas?, pues bien, estaba yo tan encantado con estar a su lado que lo dejé olvidado en el lugar donde almorzamos. Intenté protegerla del agua con mi saco al colocarlo sobre su cabeza, y sirvió por un instante, pero de cualquier forma terminamos empapados. Corríamos de los carros cuando pasaban por la calle para evitar que nos mojaran más, y nos escabullíamos bajo algún árbol o techo cercano. Me divertí como un chiquillo, la vi reír y reí con ella. Cuando partió en el autobús se despidió con un “hasta pronto” y yo fui feliz de pensar que ese pronto sería mañana.


    Continuara...



    ____________________





    ¡Cursi, cursi, cursi, asquerosamente cursi! Una historia Light y sencilla narrada en primera persona, que espero sea de su agrado.



    Como el titulo informa: "siete días", un capitulo por día, en cada día una conquista ¿qué tendrá Inuyasha para contarnos? descúbranlo en el siguiente capitulo.
     
  2.  
    aruma_chan

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    Re: Siete días para conquistarte

    wai muy bonito, jamas pensé que seria la primera en opinar.
    bueno me has dejado realmente picada con la historia, seguro aqui me tendras cada dia leyendo el nuevo capitulo... echale ganas que me a interesado mucho..

    Salud y Libertad...!!!
     
  3.  
    Taori_3322

    Taori_3322 Usuario común

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    Re: Siete días para conquistarte

    Hola!! Hello

    Que bueno esta el primer capitulo
    me llamo la atencion el nombre
    lei la explicacion y tenia que leer mas
    y no me arrepiento
    ME ENCANTO!!!!!! podras decir que es cursi
    pero esta espectcular noxq
    nunca lei algo parecido
    y sinceramente espero el proximo cap
    muy pronto para ver el segundo dia

    Estare pendiente
    y lo leere hasta el fin

    Besos
    Sayounara
     
  4.  
    KagoRinneSama

    KagoRinneSama Usuario popular

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    Re: Siete días para conquistarte

    :hola soy nueva en tu fic
    me encanta esta muy original
    que bueno que inuyasha se animo a hablarle a kagome
    me facina tu fic
    espero tu poroxima conty
    :bye:
     
  5.  
    Andu Chan

    Andu Chan Entusiasta

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    Re: Siete días para conquistarte

    OmG!! >_________<
    Que genial estubo este primer capitulo =0
    No te imaginas cuanto me encanto!
    La narración? Fantastica! Creativa! Me gusto mucho... Todo lo que pasaba por la mente de Inuyasha y la manera en la que lo narrabas =0
    Me ha gustado muchisimo!... Kagome es realmente encantadora! Très Jolie <3
    No sabes cuantO esperO para la continuación!
    Beso!
    Ciao
     
  6.  
    hanyouxinu

    hanyouxinu Guest

    Re: Siete días para conquistarte

    holaaa !!!* acaboo de leer tu fic estaa bueniiisimoo
    jejeje cuando dijo ke tenia 30 pense ke era sesshomaru =P
    jijij pero ke genial un fic colocando los pensamientos de un hombre
    ke kawaii !!!

    kuiidate

    bye bye***
     
  7.  
    JigokuShoujo

    JigokuShoujo Iniciado

    Leo
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    Re: Siete días para conquistarte

    me encanta tu fic :) y aun que lo leo en la pag que originalmente lo empezaste a publicar me encanta reeler los cap aqui

    como 100pre felicidades por el cap

    espero el dia dos pronto xD
     
  8.  
    MasheliTAT

    MasheliTAT Entusiasta

    Leo
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    Re: Siete días para conquistarte

    Hola! Que tal?

    Me encanto enserio me parece muy original tu historia y sobre todo la forma como se ve inuyasha a si mismo jeje lo encuentro muy divertido.
    Me gusta mucho también tu forma de narrar hace que me meta en la historia y que lo vea como una pelicula me encanta cuando una historia logra eso me aleja de la realidad por un rato.
    Bueno te dejo no sin antes felicitarte y decirte que lo continues pronto y yo estare pendiente.

    Cuidate Mucho!
     
  9.  
    ~Sunzure Russo~

    ~Sunzure Russo~ Fanático

    Capricornio
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    Re: Siete días para conquistarte

    ohhhhhh.....O.O
    estoy impresionada...O.O
    jejejejej....por fin.lo logro!!!...
    hablo con ella!!! jajajajaja
    espero mas noticias de mi cosito bonito^^
    espero la conty!!!!!
    besitossssss
     
  10.  
    Tania

    Tania

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    Siete días para conquistarte
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    Re: Siete días para conquistarte

    Día dos:

    Después de aquel primer día, fue algo inmediato, casi involuntario, lo que comencé a sentir por ella. En cuanto partió en ese autobús mi corazón comenzó a latir tan rápidamente que sentía que iba a salírseme de las costillas. Por supuesto esto solo tenía que saberlo yo y nadie más. Sería estúpido contarle a alguien que una chiquilla estaba haciendo estragos en mí persona por solo un día de conocerla, cualquiera creería que exagero o que estoy loco, hasta yo mismo lo pienso; ¿qué demonios pasa contigo Inuyasha?, me reprendí con cierta sorna al ver en lo que me estaba convirtiendo: un adolescente.

    Esa noche soñé con ella, entraba por la puerta de mi habitación en un pijama aterradoramente sexy y se acercaba a mí con esa carita de pura inocencia. Tenía su dedo índice dentro de la boca, como coqueteando, incitándome a sus labios; hacía gestos graciosos y se acercaba dispuesta a todo. Mis manos ansiaban el contacto con el terciopelo de su piel nívea y pase la saliva acumulada que se me hacía tan solo de imaginar el néctar de su sabor. Pronunciaba mi nombre… ¡ah! que maravilloso sonaba con la entonación de su voz, iba a hacerla gritármelo mil veces sin parar. Estaba deseoso de poseerla y hacerla mía, tenía que ser mía, mi cuerpo lo pedía a gritos, y cuando por fin toco la superficie de mi cama para sentarse, me miro cómplice, sonriendo y desapareció y yo desperté en el momento. Vaya pesadilla, mofé con mi frente empapada en sudor y cierta parte de mi anatomía demasiado animada. Me sentí totalmente tonto, como un chiquillo que nunca a tocado a una mujer y que se emociona con revistas para caballeros. Me levante rápidamente y me duché con agua fría, necesitaba estabilizarme.

    Aún eran las cinco de la madrugada, pero estaba seguro que no podría volver a conciliar el sueño, así que me decidí a salir a correr y despejar mi mente con ejercicio matutino. Tomé mi cronometro y me puse mis pants deportivos y los tenis, eché mi cartera en el bolsillo y salí de mi casa. Mientras trotaba deliberadamente por la acera, sentía el aire fresco de la mañana chocar contra mi rostro, desperezándome, despertándome por completo. Mis pulmones se llenaban de oxigeno constante dándome la lucidez necesaria para sentirme una vez más dueño de mis propios pensamientos. ¿Qué es lo que iba a hacer hoy? la vocecita que representaba a mis instintos hablaba sin vergüenza: “síguela, espíala y estudia todo lo que hace”, pero el hombre orgulloso buscó una solución más civilizada, más sutil, menos denigrante. Todo comenzaría una vez más a la hora del almuerzo, cuando la encontrara “casualmente” en McDonald's. Sonreí, el foco de una idea se prendió sobre mi cabeza, esto de ejercer leyes me daba ciertas influencias…

    Así fue como se me pasó la mañana en la oficina, haciendo llamadas a mis conocidos. Era una suerte no tener casos pendientes por atender, el más reciente lo había resuelto apenas dos días antes de mi encuentro con Kagome… Kagome, que hermoso nombre. Terminando mi jornada laboral salí disparado del edificio, tenía que llegar al McDonald's antes para esperarla y aparecer en el justo momento después que ella, tenía que parecer casualidad, como si fuese el destino y no yo quien provocase nuestro encuentro. Tal como lo planeado, esperé al menos unos diez minutos, no se de donde saque la paciencia necesaria, pero allí estaba yo, aguardando. Cuando por fin apareció, iba acompañada por sus amigas, era obvio que fuera con ellas y no se por que rayos tenía la esperanza de que fuera sola otra vez, sin embargo eso no iba a detenerme en lo más mínimo, después de todo, solo sería una coincidencia.
    –¡Que mala suerte! –renegó una
    –¿Quién iba a saber que iba a estar cerrado por fumigación? –preguntó la otra
    –¿Que hacemos ahora? –cuestiono la tercera
    Las tres chicas me parecieron de inmediato unas parlanchinas, nada que ver con Kagome, que observaba con decepción las puertas cerradas del local sin decir palabra alguna.
    –¿Cerrado por fumigación? –fingí sorpresa al leer el letrero gigante en la entrada del lugar
    De inmediato sentí todas las miradas sobre mí, algo bastante incomodo a decir verdad; a excepción de Kagome, quien me derretía con sus ojos chocolate con tan solo fijarlos un momento en mi dirección.
    –¡Hola! –saludé con animosa cordialidad –, ¿llegaste bien a tu casa ayer?
    –Hola, si, si, empapada pero bien, gracias –sonrió
    Estaba preguntándome ¿cómo podía hacer yo para provocarle cientos de esas sonrisas?, quería verle una en sus labios todo el tiempo, dedicándomela a mí, con esa coquetería natural y ese carisma indiscriminado del cual, estoy seguro, no era conciente.
    –Me alegro –dije entre una carcajada –; ahora que venía a recoger mi paraguas me encuentro con que esta cerrado –justifiqué.
    Escuché de pronto como aquellas muchachas carraspeaban casi al unísono como diciendo “seguimos aquí”, y yo lamentaba que fuera así, ¿por qué no se iban ya?.
    –¿No vas a presentarnos a tu amigo Kagome? –dijo una de ellas con mirada cómplice a las otras
    –¡Ah!, si, si, claro. Yuka, Eri, Ayumi, él es Inuyasha Taisho, lo conocí ayer durante el almuerzo; Inuyasha, ellas son mis amigas, de las que te hablé: Yuka
    –Mucho gusto –mencionó, supongo, la dueña de dicho nombre
    –Eri
    –Un placer –comentó la aludida
    –Y ella es Ayumi –señaló
    –Hola –me saludó entonces la última en ser presentada
    Para evitarme saludar a una por una, levante mi mano en un gesto medio despreocupado y saludé a las tres de una sola vez intentando parecer casual. De pronto dieron un grito agudo que casi rompe mis tímpanos, se abrazaron formando una especie de bola y las escuché cuchichear algo inteligible para pronto pararse derechas y en posición de firmes, como soldados.
    –Bueno, creo que debemos irnos –comentó una, creo que era Yuka… ¿o era Ayumi? porque estaba seguro que Eri era la de la izquierda… ¿o era la de la derecha?
    –¿Ya tan rápido? –preguntó incrédula Kagome
    –No, no, tú quédate, nosotras tenemos otros planes
    –¿Qué planes?
    –Planes en los que no estas tú Kagome –inquirió otra de ellas
    Pronto comprendí sus negras intenciones: pretendían dejar a Kagome sola conmigo; vaya, no eran tan tontas después de todo y claro que por mí: encantado de la vida.
    –Bueno, nos vemos Kagome –se despidió la del cabello corto
    –Nos cuentas después –le gritó otra de ellas ya a lo lejos
    Mira que si eran rápidas esas muchachas. Vi entonces a Kagome sonreír torpemente mientras una gota de sudor escurría graciosamente por su sien.
    –No les hagas caso –me dijo –están un poco locas, pero son buenas personas
    –No lo dudo –comenté con despreocupación –¿no te gustaría ir a comer a otro sitio?
    Era mi turno una vez más, ahora que sus amigas locas me habían dado la oportunidad de tenerla sola para mi, no podía desaprovecharla. Ella pareció no muy convencida de aceptar mi invitación así que antes de que pensará en darme una negativa la incité a caminar sin esperar su respuesta
    –Vamos –le dije mientras ponía mi mano sobre su espalda para animarla a caminar.

    No podía llevarla a un restaurante ostentoso y elegante, sería demasiado, ella sospecharía de mi y podría salir huyendo, lo mejor era algo más cotidiano que pareciera especial y no tuve un mejor lugar en mente que Kichijoji. Con ese pensamiento previo, tenía perfectamente calculado el lugar a donde la llevaría estando allí. Estaba a cierta distancia de donde nos encontrábamos y por fin aceptó subirse a mi auto, un sedan semi nuevo en perfectas condiciones, me sentí nuevamente realizado cuando se sentó en el asiento del copiloto, en mí imaginación jugué con la idea de que parecíamos algo más.

    Para cuando llegamos al pequeño parque se bajó tímidamente del auto para después correr hacia el lago del centro, había puestos de comida ambulantes y lanchas de remos para subirse y disfrutar un momento de paz.
    –No es precisamente un restaurante… –indague para comprobar que le había gustado
    –Oh no, no, me fascina, de verdad.
    –Espero que te guste el takoyaki que prepara el señor Mioga
    Dios, ¡lo que hubiera dado por inmortalizar ese rostro feliz en un cuadro! con esos ojos brillantes de ilusión y esa sonrisa radiante enseñando parte de su perfecta dentadura.
    Me acerqué a uno de los puestos de carrito, con Kagome a mi lado, acomodé un banco para ella e inmediatamente me senté yo también.
    –Hola Mioga – saludé al anciano que asaba algunos trozos de pulpo en una parrilla previamente calentada
    –Inuyasha, muchacho, cuanto tiempo sin verte ¿que te trae por aquí?
    Sus ojos se desviaron a Kagome quien miraba con antojo las pequeñas bolitas de harina con pulpo asado.
    –Oh ya veo, andas de conquis…
    Maldito anciano, abriendo demás su boca, tuve que dirigirle “la mirada” casi atravesándolo con el más perverso de mis gestos para que no dijera nada más relacionado al tema. Por suerte Kagome parecía demasiado entretenida mirando los trozos de pulpo en el asador.
    –¿Se te antoja? –pregunté
    –Si
    –Mioga, dale a la señorita una orden de Takoyaki
    –¡A la orden!
    –Oye Inuyasha –llamó ella, y yo aún me sentía entre nubes cuando pronunciaba mi nombre
    –¿Dime?
    –¿Vienes a menudo por aquí?
    –Cuando era chico, venía con mi madre y padre, después cuando crecí y ellos no estuvieron más, venía de vez en cuando, pero hace cuatro años más o menos que no sabía de este lugar. Mioga es como el abuelo molesto que nunca tuve y por eso lo conozco.
    –Más respeto para tus mayores, Inuyasha –farfulló el anciano agitando la espátula en su mano.
    Kagome soltó una carcajada divertida ante la reacción del anciano cocinero, y él, cohibido, continuó su labor de asar el pulpo.
    –¿Qué tal?
    Le pregunté cuando probó la primera bolita de takoyaki, y por respuesta obtuve una afirmación con su cabeza y un sonido que salió de su garganta con sus labios cerrados al masticar, como un gemido. Tan tierna, pensé en ese instante.

    De esa forma volvió a volar el tiempo, comiendo, riendo, platicando y disfrutando del paisaje y de ese ambiente pacifico y familiar. No quería que terminara, estar a su lado escuchar su voz, adivinar que gesto usaría a continuación, sus sonrojos, toda ella, me daba la impresión de que había permanecido mucho tiempo a su lado, como si la conociera desde siempre. Quería saber más y más sobre ella, específicamente: todo. Sería posible, ¿sería posible que no solo me gustara? ¿sería posible que me estuviera enamorando?. Y mientras cavilaba en mi mente en unos escasos segundos, ella volvió con dos helados en mano, entregándome el de limón quedándose con el de fresa.
    –¿Cómo supiste que de limón? –le cuestioné
    –¿Te gusta ese en realidad? –me miró incrédula –lo escogí al azar, pensando en que tal vez ese te agradaría
    –Mi favorito –me limité a responder.

    Ese fue el helado más delicioso que probé en mi vida, no es que fuera el sabor más exquisito en la faz del planeta, si no que era propiciado por la compañía con la que me encontraba. Esas molestas mariposas en el estomago, parecía más bien cucarachas o quizás moscas haciendo una fiesta salvaje dentro de mi flora intestinal, haciéndome sentir ese cosquilleo molesto. Odiaba sentirme así, pero no podía evitar querer experimentarlo más a menudo continuamente, todo al lado de Kagome.

    Desafortunadamente llegó la hora de lo inevitable y ella se disculpó para retirarse, insistí nuevamente en llevarla hasta su casa, pero igual se negó de la forma más amable, explicándome que cerca de aquí pasaba el bus que necesitaba abordar. Con pesar me despedí con la sonrisa más fingida que pudiese realizar, el peso de la soledad recaía sobre mis hombros. “Nunca sabes lo que necesitas hasta que lo encuentras” me dijo Mioga al escucharme suspirar, y yo solo le dirigí “la mirada” y me retire en mí sedan hacia la casa en la que llevaba viviendo poco más de dos años.
    Ya no era cuestión de gusto, tampoco de capricho, esa mujer no solo me gustaba, la amaba ¿en tan poco tiempo?, pues no, no exactamente, tenía mucho más observándola y manteniendo el gusto, ahora que la conocía me había flechado y quería, no, necesitaba estar a su lado…

    ______________________________

    Bueno, segundo capitulo, segundo día de conquista y una entrega más de cursilería. Espero lo hayan disfrutado y no se alarmen o emocionen, no contiene lemon. Agradezco en gran medida sus comentarios para el fic, de verdad.



    Aclaraciones:

    Takoyaki: son bolitas de harina con un trozo de pulpo frito en el centro, típicos de la región de kansai en Japón. Como comentario personal debo decir que son deliciosos, y como una referencia más sólida, son esas bolitas que come Kerberos en Sakura card captors.

    Kichijoji: es un parque situado en el corazón de la metrópolis (Tokyo, Japón) es admirable por su flora y fauna, además de contener un lago justo en el centro. Kichijoji destaca sobre todo por su bohemia. Las calles comerciales llenas de tenderetes donde se vende de todo. Los artistas pintando el paisaje, con un ambiente romántico-familiar.

    Como verán la historia tiene una cantidad de datos verídicos, situada en un tiempo-espacio real en el moderno Japón. Solo para agregarle cierto nivel de realismo.

    Gracias una vez más, y ¡acompáñenme en el tercer día de conquista de Inuyasha!
     
  11.  
    ~Sunzure Russo~

    ~Sunzure Russo~ Fanático

    Capricornio
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    Re: Siete días para conquistarte

    inu!!!! el conquistador!!!!!!
    desde hace rato me conquisto^^
    ahhhh...-suspirando-
    jajajajajaja.........
    inu es cierto mas respeto a tu mayores!!!!¬¬....
    jajajajajaja
     
  12.  
    Princess Alexandra

    Princess Alexandra LexSnape

    Leo
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    Re: Siete días para conquistarte

    HOLA!
    soy nueva en tu fic
    aaahh(suspiro)
    que lindo que lindo
    que lindo que lindo
    y las amigas de kag
    no son nada tontas eeh
    inuyasha...aaaah(suspiro)
    weno espero conty muy pronto
    adios
     
  13.  
    MasheliTAT

    MasheliTAT Entusiasta

    Leo
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    Re: Siete días para conquistarte

    Hola que tal? Me contenta ver que ya colocaste conti :D
    Vaya que continuación más interesante cada vez me sorprende mas la actuación de inuyasha nunca imagine verlo así jajaja, el ver como se dio cuenta que las amigas de Kagome se daban a la fuga para darles un tiempo a solas se nota que hay cosas que nunca cambian xD. Bueno me encanto la conti de verdad que es un fic muy "light" como lo llamas tu sin complicaciones y muy adecuado para pasar el rato!
    Bueno te dejo y espero que nos veamos mañana con tu conti.
    Cuidate mucho!
     
  14.  
    Taori_3322

    Taori_3322 Usuario común

    Capricornio
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    Re: Siete días para conquistarte

    Hola!!!! Hello

    Me fascino la conti!!!!!!!!
    mientras mas leo mas me gusta
    esta muy espectacular
    espero que pongas el proximo
    cap lo mas pronto posible
    y vemos como le va en el tercer dia
    y ya dijo que la ama
    aaaaaaaaa que hermoso lindo
    pero yo digo
    que pensara Kagome con todo esto??
    pero bueno siguela como ya dije
    esta ESPECTAULAR!!!!!!!!!

    Besos
    Sayounara
     
  15.  
    Michelle

    Michelle Entusiasta

    Leo
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    Escritor
    Re: Siete días para conquistarte

    Me encantoooooooooooooooooooooooooo!!!!!*0*
    Que lindo que la haya invitado a comer (Otra vez xD)
    jeje
    Me encanta como haces la redaccion.
    Por alguna razon mi post se borró ¬¬
    Bueno, en fin, tu fik es el mejor, me encanto, hoy es el prox capitulo, !!! :3
    Ya no puedo esperar mas x3
    Saludos!!! :D
     
  16.  
    Andu Chan

    Andu Chan Entusiasta

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    Re: Siete días para conquistarte

    pff v.v...
    y yo que pensaba que no podria ser mejor =0!
    Las amigas de Kagome xD!... hahahaha Que vergonzoso para ella verse
    en ese tipo de situación!!... Pero bueno!
    Para Inuyasha estubo más que bien o no?=)... Awww :)
    Ya quiero que se encuentren de nuevo =0
    Pero hubo un momento en el que no senti muy convencida a Kagome=0
    Sabemos todo lo que piensa Inuyasha=0... Pero siento una gran curiosidad
    por lo que pasa por la cabeza de Kagome o.o!
    Bueno... Seguire leyendo y esperando con todas mis ansias la continuación ok?=)
    Hermosa continuación!... No fue cursi! jiji n_ò
    CiiaO!
    x.Andu
     
  17.  
    Tania

    Tania

    Cáncer
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    Siete días para conquistarte
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    Re: Siete días para conquistarte

    Día tres:

    En serio, esa mujer iba a volverme loco, totalmente. Soñarla ya era lo suficientemente malo, y no precisamente por el hecho de soñarla, si no porque al despertar, darme cuenta de que era eso: un sueño; era demasiado frustrante. Cuando fuimos a almorzar al lago logré tomar una fotografía clandestina sin su consentimiento, en donde capté al menos su perfil, y, eso, es lo único que me consolaba en esos instantes. No dejaba de ver su imagen en la pantalla de mi celular, imaginando que ella venía hacía mí, que me llamaba, que la escuchaba… ¡La estaba delirando!

    No sabes lo que necesitas hasta que lo encuentras

    Recordé las palabras de Mioga del día anterior, no era la primer vez que me lo mencionada, pero si fue la primer vez que advertí su verdadero significado: yo necesitaba a Kagome. Había una lista de buenas razones que me lo anunciaban, como que me distraía de la pesadez de la realidad y el estrés del trabajo o que estaba siempre presente a cada instante dentro de mi mente, por ejemplo. No supe en que momento pasó, pero estaba conciente de que ella había subido de peldaños entre mis prioridades cotidianas, a futuro a corto y largo plazo. Estaba meditabundo sentado en mi cómodo sofá de grandes aletas a un respaldo que sobrepasaba mi cabeza. Me sentía como un viejo señorón y si tuviera una pipa para fumar, podría completar perfectamente el cuadro. ¿Qué haría al siguiente día para ella? me pregunté mientras rascaba mi cabeza como intentando buscar en eso las ideas.

    Así llegó la siguiente mañana, sin nada en mente que utilizar. Decidí dejarlo por primera vez a la suerte, iría al lugar de siempre, y esperaría allí, y que fuera lo que tuviera que pasar. Con ese vano pensamiento salí del despacho y me encaminé hacia el punto de encuentro involuntario de comida rápida, estaba seguro que hoy la vería, y esperaba no equivocarme. Pedí por mientras un refresco de cola para amedrentar el hambre que sentía, no quería comer si no hasta que ella llegara para acompañarla. Cinco minutos, diez minutos, veinte y yo no dejaba de mirar el reloj. Alguna seguridad extraída de quien sabe donde me insistía que llegaría y que yo debía quedarme a esperarla, pero el sentido común apelaba a lo más obvio: que no. Aposté entonces por el sentido común que creía perdido, me levanté para proceder a retirarme y en ese justo momento la vi entrar tras abrirse la puerta de cristal. Mis ojos saltaron de la alegría y la excitación, quedé boquiabierto cuando exploré su indumentaria. Vestida con ese uniforme blanco de enfermera, son su silueta dibujándose a contraluz en la tela a la par de sus movimientos delicados al caminar. Sentía que se me iba a salir el corazón y que estaba salivando como perro al cual le ponen un trozo de carne sin que lo pueda alcanzar.
    –Buenas tardes –me saludó sin mucho afán.
    Entonces, al escuchar su tono deprimido y casi fúnebre reconocí el desánimo en él. Caminó como por inercia a pedir su charola con su hamburguesa y su refresco de cola, la seguí, imitándola en un silencio que percibí incomodo, más para mí que para ella. Rápidamente fue a su habitual mesa y se desplomó sobre el asiento sin mencionar palabra alguna.
    –¿Pasó algo? –aventuré.
    Sabía que lo más seguro era que ella me tomara por entrometido, si se cuenta el escaso tiempo que hubiéramos, hasta entonces, convivido. Pero una curiosidad impetuosa se removía por dentro esperando a ser satisfecha.
    –Mal día –se limitó a responder.
    Con esa respuesta me había especificado que no estaba dispuesta a abrirse más que eso conmigo, pero aún así quise saber más, y no me rendí ante su sutil negativa.
    –¿De los malos días que se olvidan con un helado y una puesta de sol o de los malos días que perduran haciendo heridas? –indagué
    –De los malos días que no se le cuentan a nadie –contestó fastidiada
    –Yo no soy nadie, Kagome
    La escuché suspirar tras mi aclaración e hizo a un lado la charola de aluminio con comida, recargó sus codos y brazos cruzándolos sobre la mesa y apoyó su cabeza sobre ellos haciendo que su cabello se desparramara por su espalda y hombros, ocultando su rostro y ahogando lo que percibí quizás como llanto.
    –¿Kagome?
    La escuché suspirar profundamente ante mi insistencia.
    –No se me pasará con un helado ni con una puesta de sol.
    –¿Quizás con un dote del delicioso Takoyaki milagroso que prepara el anciano Mioga?
    –Sería bueno, pero no lo creo.
    –Con que sea bueno basta, aunque sea un poco.
    Entonces me levante, la tomé por el brazo halándola hacía arriba y me dirigí a la salida con ella prácticamente arrastras.
    –¿A dónde me llevas? –preguntó exigente y forcejeando.
    –A algo que será bueno.
    Se dejó hacer y la llevé conmigo hasta donde se encontraba mi sedan aparcado, le abrí la puerta como buen caballero y esperé a que se introdujera para cerrarla igualmente. Le di la vuelta al auto y me acomodé en el asiento del conductor. Puse el carro en marcha haciendo ronronear el motor y arranqué por el mismo camino que recorriese el día anterior: al lago del parque en Kichijoji donde yacía el puesto ambulante de Mioga y su legendario takoyaki.
    –¿Inuyasha? –llamó ella observando por la ventanilla del copiloto.
    No le respondí y salí del auto para abrirle la puerta ayudándola a salir. Se quedó un instante estática observando el paisaje hasta que suspiró entre resignada y aliviada.
    Sin decir más llegamos hasta el carrito donde ya se percibía el aroma del pulpo cociéndose en el asador.
    –¡Muchacho, Kagome! –saludó el anciano al percatarse de nuestra presencia –¿qué los trae por aquí de nuevo?
    –El legendario sabor de tu takoyaki –atiné a decir
    El viejo hombre infló su pecho orgulloso por el halago, soltando un discurso de su niñez y la forma en como aprendió a preparar el dichoso alimento típico de su pueblo natal en la región de Kansai.
    –…Y así fue como mi sensei, un experto culinario, me transmitió el arte de preparar takoyaki –concluyó al fin el anciano.
    No supe en que momento fue que Kagome comenzó a sonreír nuevamente, divertida del relato del viejo cocinero, contagiándome con esa luz que solo de ella podía emanar.
    –Te dije que era milagroso –le exclamé muy cerca del oído.
    Sentí su mirada clavada en mí, como la de una adulto que reprende gentilmente a un niño por alguna travesura inofensiva, me encogí de hombros fingiendo inocencia y entonces la escuche suspirar de nuevo.
    –Gracias –murmuró muy bajo mientras metía una de las bolitas de takoyaki en su boca.
    Me faltan palabras para describir lo que sentí en ese momento, hubiera querido que se lanzara a mis brazos cual pequeña niña precoz e impulsiva, pero ella era una mujer, más joven que yo, pero al fin una.
    Terminando de comer las bolitas de takoyaki entregué a Mioga tres monedas de 100 yenes y procedí a seguir a Kagome que se estaba alejando hacia la orilla del lago.
    –¿Podemos subir a una?
    Dirigí la mirada en dirección a donde señalaba con su dedo: los botes de remos. Una sensación de emoción me embargó en contra de mi voluntad y le respondí intentando parecer sereno.
    –Claro
    Pagué al hombre responsable de los botes con una moneda y tomé la mano de mi acompañante para ayudarla a subir a la pequeña embarcación, tambaleante sobre el agua, y yo tras de ella.
    –Siempre quise subirme a una de estas –confesó.
    –¿Me dirás que te pasó? –escruté sin tapujos mientras remaba con lentitud hasta el centro del lago
    –Hay esta persona que, pues bueno, le gusto y me quiere, pero yo no la quiero así, y una amiga le ama además; esa personas ha sido muy buena conmigo desde que entré a la facultad. Hoy se fue al extranjero por estudios, no sin antes decirme algunas cosas… hirientes, dejando a esta amiga dolida y enfadada conmigo de paso.
    Era algo, resumía todo y la falta de individuos con nombres no era tan de mi incumbencia especialmente porque no conocía a los involucrados.
    –¿Quieres a otra persona y por eso no correspondes sus sentimientos? –indagué comprensivo, sin querer resignarme.
    –¡No!, bueno, no, no lo se –balbuceó tímida con un sonrojo fulgurante en sus mejillas.
    –Las cosas van a solucionarse, estaré contigo –acoté sin nada más en mente pero con la más conciliatoria de mis sonrisas –. Ahora si, el helado podría hacerte olvidar –invité suspicazmente a lo que ella asintió.

    Una vez más, el día había sido fructífero o al menos eso yo quería creer. Sentía que tenía algo de su confianza y me alegraba no ver la tristeza reflejada en ese par de ojos color chocolate que inmaculaban su rostro angelical. Estaba tan seguro ahora de mi mismo que aquel muro de miedo que forjé al tratar con ella, que hacía que cuidara cada uno de mis actos y palabras en su presencia; se esfumó. Me sentía en libertad, como un halcón que es soltado para extender sus alas el resto de su vida, me sentí libre de ser quien soy. Cuando el sol por fin se ponía en el horizonte, se despidió de mí sin mirarme realmente a los ojos, apenada y agradecida me tomó desprevenido al posar sus delicados labios sobre mi mejilla espetando un tenue “gracias” mientras se alejaba; tanto fue mi embobamiento que olvide ofrecerle llevarla como era costumbre, esperando que esta vez si aceptara; pero pensé entusiasmado que ya tendría un mañana, un mañana en el que quería sonreír a su lado y en el que habría otra oportunidad para conquistarla.

    Mientras paseaba sin cesar la punta de los dedos por la superficie de mi mejilla, simulando la forma de sus labios y rememorando el contacto con mi piel; recordé de nuevo las palabras de Mioga, ese viejo decrepito; tenía tanta razón. Por supuesto nunca iba a admitirlo en su presencia ¿y levantarle su ya excesivo ego?, para nada. Sin embargo entonces creí en esa teoría de que la sabiduría llega con los años, sin contar las arrugas, las canas y los problemas de los huesos, pero preferí no pensar en los demás anexos.

    Esta vez no tenía miedo de lo que ella pudiera pensar de mi, tampoco de que pudiera ahuyentarse, estaba tan seguro… Ya tenía mejores planes para el día siguiente y quería que ese beso en mi mejilla prevaleciera hasta el momento en que pudiera probar el contacto de sus labios con los míos.


    --------

    Hecho. Una entrega más de cursilería injustificada y desmedida. Yo y mi necesidad de melosidades.

    En fin, tercer día, nada del otro mundo, como había dicho con anterioridad, es una historia ligera, sin más complicaciones. Espero la continúen disfrutando, y agradezco encarecidamente sus comentarios y el tiempo que dedican a este fic.

    Y sin nada más que agregar, ¡nos estaremos leyendo en el cuarto día de la conquista de Inuyasha!
     
  18.  
    Princess Alexandra

    Princess Alexandra LexSnape

    Leo
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Siete días para conquistarte

    ME ENCANTO!!!!
    que :lindooo: inu!!!
    esta en las nubes despues de
    ese :besou:
    weno esta muy bien
    asi que espero la conty prontito
    :adios:
     
  19.  
    ~Sunzure Russo~

    ~Sunzure Russo~ Fanático

    Capricornio
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    Escritora
    Re: Siete días para conquistarte

    ah!!!!!!!!:lindo:
    tan lindo!!!...inu!!!......-vuelvo a suspirar-
    pobre kag........peleada con su amiga
    nada mas ni nada menos que por un
    ........chico.....
    ashhhh.......
    beuno espero la conty
    ^^
     
  20.  
    Ghosty Autumn

    Ghosty Autumn Entusiasta

    Aries
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Siete días para conquistarte

    ¡Konnichiwa!

    Uff, tenía tanto tiempo de no pasarme por este foro de fics desde que se invadió de SeshhXKag x___x
    Y ahora me encuentro con este fic que había estado siguiendolo en Fanfiction =D.
    Este fic en verdad me encanta, tu modo de escribir es tan claro que se me hace más fácil la comprensión sin tantos rodes.

    Bueno, una historia cursi hahaha XD pero encantadora. Es dulce, pero no le veo tanta miel como eso de besos, abrazos, palabras románticas, blablabla. Tu fic esta como dices ligero y por eso es encantador :3

    Ahora solo esperaré que llege hasta el capítulo en donde me quede xD y mientras comentaré lo que pensaba acerca de cada capítulo, como en estos:
    Simplemente cuando te ves interesado en alguien por primera vez no dudas en seguir y seguir viéndola aunque sea a escondidas (Am ni siquiera le encuentro sentido a esto xD)

    Sigue adelante! Estaré esperandolos impacientemente =)

    Sayonara...
     

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