x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Viiolet, 28 Junio 2008.

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  1.  
    Viiolet

    Viiolet Guest

    Título:
    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    400
    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Buenas, he decidido publicar ésta historia porque las tres personas que ya lo han leído me han dicho que les gustaba, pero ya sabéis "el amor es ciego" así que segurmante vosotras seréis más críticas ya que no me conocéis xD espero que os agrade mi historia, aquí os dejó un breve resumen de la temática que sigo en esta historia:




    Una joven reportera hace un viaje a la villa "sparkle Night" ya que corren rumores que está maldita porque habitan unos inmortales allí. Violet, indignada, acude allí con un ayudante estudioso de los sucesos paranormales llamado Math. Pronto los jóvenes se ven envueltos en una lucha de mas de setecientos años entre dos inmortales, de la cual, saben, que no saldrán con vida. La cosa se les presenta difícil ya que según la leyenda, Edward es el gemelo malvado, y Mathew el gemelo bueno, pero pronto descubrirán que no hay que hacer caso a las leyendas... o que, por lo menos, las leyendas no cuentan las cosas tal cual son.
    ¿Qué sucederá entre Edward, Math y Violet, cuando tengan que vivir juntos en la mansión del inmortal antes nombrado?


    Y aunque una persona se empecina en decir que le recuerda mucho a la obra "Twilight" (o Crepúsculo) de Stephenie Meyer, quiero dejar bien en claro que esta obra, y los personajes que salen en ella, no tienen nada que ver con la historia de Stephenie.


    Oscila entre el misterio, la fantasía y el amor.. aunque más adelante tendrá pinceladas de terror.



    Ésta historia es la misma que publiqué también bajo el nombre de "No hay culpa sin sangre" solo que no me gustó el comienzo que le di, mil disculpas, empiezo otra vez y espero que os guste.

    Gracias por dedicar vuestro tiempo a leer mi comentario.


    Atenatemente:


    Viiolet
     
  2.  
    shirinuyasha

    shirinuyasha Guest

    Título:
    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    54
    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Holaa! acabo de leer tu fanfic y me encanta de veras, tengo ganas de ver cómo´vas a escribir (aunk ya lo he visto en el anterior xD) y bueno, solo quiero que sepas que cuantas con mi apoyo y que sigas adelante.

    Bienvenidaaa!!
     
  3.  
    X_mlvn_X

    X_mlvn_X Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    25 Febrero 2008
    Mensajes:
    68
    Pluma de
    Escritor
    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    hola... ya lo lei, espero que lo continues para saber que pasa con ellos :D ... bueno, te deseo toda la suerte paa cuando sigas la historia
     
  4.  
    Viiolet

    Viiolet Guest

    Título:
    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    13191
    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    - ¿Encantada?
    - Sí, concretamente en la Villa Sparklenight.

    - ¿Y qué pinto allí, exactamente?
    - Eres reportera, ¿no?, pues bien, ya conoces la leyenda de ese pueblo.
    - Y una mierda me voy yo a ese lugar maldito. Por Dios, ¡hace 7 siglos que los habitantes huyeron despavoridos!
    - … ¿No me dirás que crees esa leyenda?
    - Sabes que yo no creo en fuerzas sobre naturales… pero por si las moscas ni opino ni dejo de opinar. Mira, no sé si hay una vida después de ésta y, por lo tanto, quiero vivir ésta con “paz y amor”.
    - Puta pacifista.

    Hubo un silencio, cada cual planeando la manera de convencer a su interlocutor según su conveniencia.

    - Te pagaremos el doble.

    Oh, pero eso era jugar sucio. Marlenne sabía perfectamente que a Violet le podía el dinero. Y no es que ella fuera avariciosa, simplemente que, aparte de ser reportera, trabajaba ayudando a varias ONG’s para la protección de animales… Eso era jugar sucio…
    Marlenne escuchó un suspiró a través del teléfono y sonrió triunfante.

    - Maldita chantajista…
    - Bueno, bueno. Entonces qué, ¿cuándo vas para allá?
    - En cuanto termine un artículo sobre las especies coexistentes en el lago Titicaca.
    - Oh, bueno. Genial. Llámame cuando estés lista.
    - Vale, vale.

    Violet suspiró una vez más. No le apetecía quedarse en esa vieja y hosca mansión. La mansión de los Masonreed.
    Otro suspiro. Incluso el apellido le daba repelús. Evocó a su mente la poca información de la que disponía: hubo un enredo amoroso y la cosa se lió de tal modo que la gente tuvo mucho miedo a “una fuerza oscura” y huyó de la Villa.


    Izo una mueca con los labios. No, eso no era información; eso era ignorancia.
    Cogió el portátil de la mesa y lo depositó en sus piernas. Tras encender el aparato buscó en el “google” información sobre ese misterioso suceso. Había bastantes páginas por ver… Miró el reloj de cu-cut que colgaba de la nívea pared: las diez y media de la madrugada. Tenía tiempo para verlas.
    Pinchó encima de la primera página y sus ojos sobrevolaron cada línea del escrito.
    Torció el gesto. No, eso no era lo que buscaba. Y lo peor de todo: era una traducción traducida como el culo.
    Salió de la página y leyó por encima las introducciones. Le llevó más o menos quince minutos encontrar una que, a simple vista, parecía seria e interesante. Pinchó encima de la web y una página de fondo negro se abrió ante ella. Las letras, de un Monotype Corsiva perfecto, adornaban el fondo. Cada una de las palabras parecía ser una herida en el fondo negro, palabras talladas con un bisturí de caligrafía exquisita, inmaculada de errores. Un texto bañado en sangre.
    “Negro y rojo”, pensó, eso significaba mala energía. Bueno, al menos el ambiente era mejor que el de otras webs.

    “Cuenta la leyenda, que en el año 1414, existió una villa próspera y liberal llamada “Sparkle”. Los habitantes se dedicaban a la cría de animales. Las exquisitas condiciones de los pastos, la perfección del clima, y la pureza de sus ríos y manantiales; además de un paisaje paradisíaco, contribuyeron al desarrollo de unos animales fuertes y de carne exquisita, que además gozaban de una rapidez reproductiva asombrosa.
    Desgraciadamente, muy lejos de perdurar esa paz, pronto se vio afectada por un turbio acontecimiento…
    La familia Masonreed, de prestigioso linaje, tuvo por herederos a dos hijos mellizos el año 1416. El primero nació con una malformación en el ojo izquierdo; el segundo, un niño cuya hermosura era comparada a la de un ángel.
    Aún naciendo el mismo día y con la diferencia de unos minutos, los dos hermanos dejaban rasgos bastante distintivos. Por ejemplo: el primer niño, llamado Mathew, tenía piel blanca y de aspecto débil, una cabellera abundante y cobriza, y, en contraste con la malformación de su ojo izquierdo, unos orbes dorados contrarrestando con unas pestañas negras y gruesas.
    El segundo, llamado Edward, era también de piel nívea, una cabellera castaña, y unos hermosos ojos dorados, decorados por unas enormes y gruesas pestañas azabaches.
    Los dos niños mostraron una inteligencia vivaz y sumamente desarrollada. Se rumoreó también que cada uno tenía como don una habilidad que todos desconocían.
    Durante muchos años fueron el centro de atención en la villa. Mas no fue 20 años más tarde, que sucedió la catástrofe.
    Edward contrajo matrimonio con Evangeline a los 19 años. Vivieron un año en paz y armonía, según se comentaba…
    Hasta que, al segundo años de casados (1437), corrieron rumores que Evangeline tenía lazos amorosos con el hermano mayor de Edward. Por supuesto, la familia no tardó en acallarlos…
    El año 1437, Edward volvió pronto de los cultivos… encontrando a Evangeline y Mathew en una situación indebida.
    Edward, cegado por la rabia, asesinó brutalmente a Evangeline, sacándola de la cama por los pelos y arrastrándola hasta la montaña. Una vez alejados de la zona, degolló a la chica y la dejó desangrarse. Una vez el cuerpo estuvo inerte, la decapitó, llevando la cabeza hasta la casa de su familia y dejándola en la habitación de Mathew.
    Mathew imploró, pero Edward otorgó a su hermano un fin peor: la inmortalidad.
    Lo condenó a vivir eternamente joven, sin poder salir de su cárcel: la putrefacta tierra donde lo enterró junto con la cabeza de su mujer Evangeline.
    Dicen que el cuerpo de Mathew resurgió de su prisión, cual espectro llegado de los infiernos con sed de venganza al cabo de cuatro años.
    Ofreció el mismo fin a su hermano Edward, le dio la inmortalidad eterna. Mathew fue eterno a los 22 años, y Edward fue eterno a los 26 años.
    Desde entonces, los dos hermanos inmortales luchan en el pueblo ferozmente, buscando vehementemente la manera de descansar en paz.
    Muchas veces necesitaban energía vital para recuperar su desgaste propio… y hallaron una rica y rebosante fuente en los animales… y más tarde en los habitantes.

    Actualmente se han intentado llevar a cabo varias reformas en esas tierras, pero en cuanto las máquinas entraban en el territorio de la villa, quedaban incapacitadas, les caía un árbol encima, o un rayo… El gobierno decidió entonces quemar la zona, pero unas ráfagas de viento húmedo y putrefacto no daban paso a un incendio.
    En vista de los problemas paranormales, el área quedó restringida y aislada del mundo.
    […]”.


    Una descarga eléctrica recorrió la espina dorsal de Violet. La historia era terriblemente impactante, pero…
    Rió burlonamente cuando recordó que, según la leyenda, esos dos hermanos eran inmortales, espectros… Volvió a reír. Se lo hubiera tragado todo, si no hubiera sido por ese pequeño detalle.
    Podía creer en los fantasmas, o en las voces esas que se escuchan en el viento, incluso que una carretera estaba maldita y muchas personas morían en ella. Pero en la inmortalidad…
    No creía que el ser humano fuera tan hábil como para manipular la inmortalidad a su regalado gusto.
    Cerró la tapa del portátil y estiró sus largas, perfectas piernas.
    Una sonrisa burlona surcó sus labios. Estaba decidida a desvelar tanto misterio… tanta mentira. Daría al mundo una razón lógica a esos fenómenos “paranormales” y el mundo se dejaría de tanta tontería.
    Frunció el entrecejo molesta, no le agradaba pensar que la humanidad había alcanzado semejante grado de estupidez.
    Observó nuevamente el reloj de cu-cut: la una de la madrugada.
    Un gemido de reproche salió de su garganta. ¡Se había emocionado tanto con la historia que la había leído una y otra vez!... y no se dio cuenta de la hora.
    Negó con la cabeza, pues no tenía remedio: el trabajo del lago Titicaca podía esperar. Además… ahora estaba completamente excitada por resolver aquella gran estafa.




    Abrió los ojos abruptamente ante el sonido estridente de su despertador a las 5 de la madrugada. Deslizó su mano por debajo de las mantas y apagó el cacharro. Salió de la cama y se encerró en el lavabo para, seguidamente, ir a desayunar.
    Mientras desayunaba observó el teléfono encima de la mesa. Dejó la comida para levantarse de la silla y entrar en la sala. Tomó el teléfono entre sus manos y marcó un número de teléfono.

    - Dime.
    - Me marcho mañana.
    - ¡¿Mañana!?
    - He decidido que es interesante lo que se cuenta de esa villa…
    - ¡No sabes lo feliz que me haces!

    Hubo un silencio antes que la voz de Marlenne volviera a sonar, pero ésta vez con tono de preocupación.

    - Ve con cuidado, llámame por las mañanas y por las noches, antes de irte a dormir.
    - Por Dios, no se me va a comer el lobo, Marlenne.
    - Tú prométemelo.
    - … Está bien, te lo prometo.
    - ¿Te paso a recoger?
    - Sí, de ese modo te quedarás más tranquila.
    - Tú lo has dicho… En fin, hasta mañana.
    - Hasta mañana.

    Tras colgar, dejó el teléfono encima del sofá y volvió a la cocina, por su cuenco de cereales.
    Le llevó todo el día preparar los boletos del avión y su maleta, sabiendo que en ese lugar haría un frío de los mil demonios. Sí, solo un día…
    Terminó durmiendo a las doce pasadas, presa de la emoción.
    A la mañana siguiente tomaba un taxi que la llevaría hasta el aeropuerto. Serían 13 horas y media de viaje, tal vez más. Así que tomó su portátil y su iPod, más que nada para distraerse.
    Una vez dentro del avión, subió el cuello de su abrigo para arropar la nariz, ya que la tenía congelada.
    Oh, pero no iba a ser tan fácil llegar hasta esa villa, no solo porque estaba alejada del mundo, sino también porque no había ningún buen samaritano en el mundo que la quisiera llevar. De echo, les costó horrores convencer a la policía que iban allí para dar a conocer la verdad del asunto y…
    Pues allí la teníamos, con un joven estudioso de sucesos paranormales durmiendo en el asiento de al lado.
    Observó con aburrimiento al chico que se encontraba a su lado. Por Dios, ¡Sólo tenía diecinueve años!... Hubiera preferido no tener que haberse ocupado de un crío.
    Bufó irritada al ver su futuro negro; el niño empeoraría las cosas. Eso era, más que una suposición, un hecho.
    El joven abrió sus ojos oscuros. Las pestañas del chico hicieron sombra en sus pómulos, mientras el brillo de la juventud recorría sus adormilados ojos.
    ¡Oh, no! ¿Es que se iba a volver una pederasta?, no se había dado cuenta de lo terriblemente atractivo que era el chico, justo como en las películas: un chico inteligente, vivaz, joven, e insoportablemente atractivo…
    Lo dicho: ese crío le traería muchos dolores de cabeza.

    - Buenos días.
    - Buenos días, ¿qué tal has dormido?

    El joven bajó la mirada, avergonzado por haberse quedado dormido nada más empezar el viaje.

    - No te preocupes, no es malo prepararse para la batalla.
    - Gracias… ¿Qué escuchas?
    - ¿Eh? Pues… Tokio Hotel…
    - ¿Tokio Hotel?

    El joven sonrió y la miró con burla. Violet se sintió una vieja, ya que Tokio Hotel hacía 78 años que se había disuelto.

    - Oye, que como Tokio Hotel, entre otros, no se encuentran hoy en día.
    - Pero no tienes tanta edad como para haberlos conocido… ¿cómo es que lo escuchas?
    - Mi madre lo escuchaba… y pues, hay dos temazos que a mí me encantan: Rette Mich y Throught the monsoon.

    Violet acercó sus cascos a la oreja de Math y lo insertó en su oreja. El joven escuchó la canción… y no se quitó el casco. A la joven reportera tampoco le importaba mucho las confianzas que se estaban tomando, pues eran compañeros de equipo y, según parecía, el crío era agradable y educado.

    - ¿Sabes, Math? Tu nombre es el diminutivo de un personaje de la historia.
    - Lo sé, me he documentado. ¿O creías que actuaría como un crío?

    La sonrisa pícara de Math avergonzó a Violet, quien realmente no había tenido intención de lanzarle una indirecta. La joven sonrió tímidamente y volteó la cabeza hacia la ventanilla, observando la negrura de la noche.

    - Buenas noches, Math.

    El joven volteó a mirarla asombrado, mientras en la cara de Violet se dibujó una ligera sonrisa. El joven observó la noche a través de la ventanilla. ¡Había dormido durante todo un día! Y es que, con los nervios de trabajar con la famosísima Violet, no existía humano sobre la tierra que hubiera podido pegar ojo.
    Math sonrió, observando vagamente como Violet había cerrado los ojos y su respiración se había vuelto lenta y acompasada.

    - Buenas noches, Violet.

    Se acomodó en su sillín y ajustó el casco a su oído, descubriendo su primer punto en común con su fémina acompañante: la música.



    Abrió sus extraños ojos lentamente, tratando de acostumbrar su vista a la claridad de la luz.

    - Buenos días
    - ¿Qué tal? He dormido de maravilla.
    - Durmamos un poco más, aún quedan tres horas de viaje.
    - Ni hablar Math, quiero buscar más información y seguramente Marlenne estará como loca hasta que le mande un mensaje.
    - Vale, vale, lo que tú digas.

    Math utilizó los auriculares del avión y Violet encendió el portátil. Con una destreza asombrosa, los dedos de Violet bailaron sobre las teclas del negro portátil, casi incluso con elegancia.

    “Marlenne;

    Aún sigo en el avión, Math te manda saludos y asegura que aún quedan tres horas de viaje. No te preocupes por nada, en cuanto llegue a la mansión te llamaré.
    Ahora que lo pienso… quizá no haya línea telefónica ni nada por el estilo. Quizá estemos incomunicadas…
    Bueno si eso te enviaré cartas, las cuales tardarán en llegar, ¿ok?
    Besos y cuídate.

    Violet ^.- “



    Un suspiró caló en la atmósfera del avión, llevando consigo la tranquilidad de haber cumplido con su amiga.
    Math no despegó la vista del libro en que su vista y sus pensamientos estaban inmersos: Stephen King.
    Violet hizo una mueca, no le agradaban las historias de terror. No le agradaba que Math fuera un maníaco de las fuerzas paranormales. No le gustaba nada de lo que estaba haciendo. Independientemente de la misteriosa historia, había actuado insensatamente. ¡Una mansión encantada!, ¿Dónde se había visto algo semejante? ¿Desde cuándo se dejaba arrastrar hasta lugares normales y corrientes deformados por la paranoia humana?
    Bufó enfadada consigo misma y cruzó sus brazos sobre su pecho, al mismo tiempo que cruzaba sus piernas en el reducido espacio entre asientos.
    Observó por el rabillo del ojo a su acompañante, tan inmerso en otro mundo, tan entregado, tan… ignorante.
    ¿De qué le servían tantos conocimientos si los desperdiciaba en cosas sin fundamentos? Su entrecejo se arrugó, mostrando su cada vez más acentuado enfado.
    Debía dejar esa tontería, debía volver a explorar las especies que convivían en el lago Titicaca…
    Pero… ¿y si en vez de tomárselo como una obligación… se tomaba unas vacaciones? Lo cierto era que desde la muerte de su madre, no había dejado de trabajar… eso hace ya más de dos años…
    Estaba decidido, el tiempo que estuviera en esa mansión lo tomaría como unas vacaciones bien merecidas, independientemente de lo que Math opinara.
    Cerró los ojos y apoyó la cabeza en la ventanilla, sintiéndose de pronto infeliz, enjaulada, utilizada… esclava de la vida.
    Abrió los ojos lentamente y observó la tela que cubría el exterior que había tras la ventanilla. Dirigió los dedos lentamente hasta la tela y la apartó, observando un cielo naciente, teñido por nubes naranjas, rosas y azul pastel.
    ¿Qué ocurría? Por qué de repente se sentía tan vacía… tan incompleta… tan sola…
    Sus ojos, de un color violeta brillante, brillaron con incertidumbre y tristeza. No entendiendo el por qué de su cambio de humor…
    Feliz, excitada; luego enfadada; y finalmente… deprimida.
    Suspiró agotada y cerró sus ojos, dejando que un sueño innecesario la protegiera de aquél sentimiento tan desolador.


    La aspereza de la mano de Math en su mejilla la incitó a abrir los ojos. Ya era hora. Habían llegado a Sparklenight.
    Con el cuerpo entumecido por las horas en el asiento, Violet recogió las maletas de mano y salieron del avión. Por la puerta de embargue consultó su reloj: las 10.00 de la mañana.
    Decidieron desayunar algo decente en una cafetería de la estación.

    - Antes de hacer nada, debemos pasarnos por el pueblo de al lado. Tengo que comprar unos adaptadores.
    - Ve tú solo, yo me quedaré en la mansión para ir memorizando el lugar.
    - ¿Te vas a quedar en la mansión? Eso ni hablar.
    - Ante todo soy una profesional y no creo en sucesos paranormales, así que dudo mucho que mi amigo Casper me haga una visita a medianoche.
    - No digo que sea Casper, no te burles. Por lo que veo estás muy segura pero, entonces, ¿cómo explicas el mal funcionamiento de máquinas excavadoras? ¿Y las tormentas eléctricas que suceden allí?
    - Eso es lo que tú me vas a ayudar a descubrir. Todo tiene una respuesta lógica Math, ya lo entenderás con el tiempo.
    - No me trates como un crío Violet, no te equivoques.

    Genial, primera discusión en equipo. En los ojos de cada uno relucía la astucia y el reto, cada cual dispuesto a sacar las garras en cualquier momento. Y es que, ¿Cómo podrían convivir una mujer de razón y un hombre de creencias en el más allá?
    Violet suspiró y cerró los ojos. No podía actuar como una chiquilla y, tal como había dicho Math, no debía subestimar a su acompañante.

    - Mis disculpas, Math. No es mi verdadera intención tomarte por un crío inculto.
    - Descuida.

    Sin mediar más palabras los dos se levantaron y se dirigieron hacia la salida. Con las maletas en la mano tomaron un taxi, el cual se negó a llevarlos hasta la mansión de los Masonreed, así que los dejó a unos dos kilómetros.
    Caminaron alrededor de tres horas ya que, entre lo largo que era el trayecto, y lo pesado que era el equipaje de ambos, les fue bastante difícil avanzar.

    Levantaron la cabeza al mismo tiempo para observar la enorme y enredada verja que rodeaba la entrada, precedida a sus laterales por unas inmensas murallas rocosas.
    En la valla estaba labrado y, por increíble que pareciera, inmaculado, el emblema de la familia Masonreed.

    - ¿Cómo es posible que todo permanezca en perfecto estado después de más de cuatrocientos siglos?
    - Eso mismo me pregunto yo. Nadie me dijo que tenían asistenta.

    El tono irónico de Math no izo mucha gracia a Violet, quien tan solo dibujó una mueca en sus labios en señal de disgusto.

    - ¿Dónde están las llaves?
    - Pues…

    Math buscó en los bolsillos de su abrigo, pero no encontró las llaves que abrían la verja. Observó asustado la expresión en la cara de Violet, pero no encontró atisbo de nada, absolutamente de nada: Violet había puesto cara de pócker.

    - Se te cayeron en la puerta de embargue, así que las recogí. Te lo iba a decir, pero ibas con tanta prisa y me dejaste atrás…
    - Lo siento.

    Violet entregó las llaves a su acompañante con una sonrisa victoriosa. Abrieron los tres candados que mantenían unidas unas cadenas de hierro que, a su vez, sujetaban los dos extremos de la verja, inmovilizando las puertas firmemente. Los dos hicieron una mueca ante tanta seguridad, ya que, estando “deshabitada” no creían necesario tener tres candados, ni mucho menos inmensas cadenas que sujetasen una verja de hierro pesado; como quien pretende encerrar a una bestia.
    Pasearon por el camino entre la maleza muerta, seca, calva, hasta llegar a la entrada de la casa, donde, entre la niebla, se distinguía perfectamente cómo una estructura de piedra se alzaba inmune al paso de los años, inmensa como un gigante en cuyo interior alberga un poderoso secreto; llena de inmensos ventanales cubiertos por cortinas negras y rojas, según daba a sobrentender.
    Alzaron la cabeza asombrados por el palacio que tenían delante, sin poder creer que semejante monumento estuviera en tan tétricas condiciones, a la vez que perfectamente conservado.
    Observaron la puerta, talada en un roble pesado y tatuado con un inmenso paisaje en el cual, coronando la cumbre de las montañas, la luna llena se alzaba majestuosamente.
    Casi con temor, Math introdujo una de las llaves en la cerradura y empujó el portón.
    Una corriente de aire frío, húmedo, y de extraño olor semejante al de un prado tras una llovizna azotó sus rostros.
    Violet y Math se quedaron en la entrada de la puerta, no atreviéndose a dar un dolo paso más. Math adentró un pie en el interior de la mansión y asentó la planta del zapato en el suelo, como quien pretendiese dar a entender una determinación. Violet le siguió desde cerca, a su espalda, sintiendo de repente una extraña adrenalina fluir por sus venas. Los dos palparon las paredes en busca de un interruptor para la luz.

    - ¿Dónde está el maldito interruptor?
    - Debe estar más a tu derecha, hacia arriba.
    - ¿Cómo sabes eso?
    - Miré un plano de la mansión. Normas básicas a seguir.

    Math encontró el interruptor justo donde le había indicado Violet, asombrándose de la eficacia de la joven.
    La luz reveló una inmensa estructura alfombrada de color granate, como si de un rastro de sangre se tratase, como si cientos de lenguas susurrasen monosílabos sin sentido. Sintieron el crujir del tejado retumbar entre las paredes, el viento azotar las ventanas, el frío calar tras el portón que habían dejado abierto…
    Un estremecimiento recorrió la espalda de ambos, sintiendo de repente que habían penetrado en territorio habitado… y ajeno.
    Violet adelantó a Math hasta llegar al salón, sabedora de cada rincón de la mansión. Imponente e inmaculado, se hallaba, al lado del inmenso ventanal, un precioso piano de cola que, a su lado e inseparable, tenía un taburete tallado también en madera y con asiento acolchado de color dorado. Con pasos lentos, la joven periodista avanzó hacia el instrumento, se paró delante de él, y con sus fríos y congelados ledos acarició las teclas del piano. Por sus ojos un brillo fugaz mostró un extraño sentimiento de dolor y añoranza.
    Math acudió a su lado y acarició la mano de Violet que descansaba sobre las teclas. Violet parpadeó como si hubiera vuelto a la realidad de repente. Apartó con delicadeza su mano de debajo de la de Math y profirió una dulce sonrisa al chico, quien la observó fijamente, obligando a la joven apartar la mirada y subir las inmensas escaleras que encaraban la entrada. Una vez en el primer piso, observó el ala este y luego, el ala oeste, llenas de habitaciones, deducieron, para los invitados que allí pudieron pasar algunas noches de festejo.
    Siguieron las escaleras del ala este hacia el tercer piso, donde se hallaban tres habitaciones de espacio inmenso, más o menos veinticinco o treinta metros cuadrados cada una. Al fondo del todo, donde Violet quería llegar, se encontraba una inmensa librería. El recinto en sí era de forma hemisférica, con suelo de parket limpio y reluciente. Las estanterías adornaban completamente las paredes, dejando virgen únicamente el techo, donde una inmensa cúpula de cristal, como una telaraña, dejaba ver la negra y, de repente, lluviosa noche. Violet dio vueltas sobre sí misma mientras observaba el inmenso lugar, sintiéndose dichosa entre tantos libros, tanta historia, tanto misterio, tanta belleza…
    Math suspiró y se apoyó en el marco de la puerta, observando con recelo cada movimiento de su compañera, queriendo memorizarla toda a ella.

    - No es por nada Bella, pero es hora de desempaquetar y alistarnos para mañana, que será un largo día.
    - ¿Bella?
    - Así se llama la chica del cuento, ¿no?: la Bella y la Bestia.
    - Qué chispa Math.

    Math sonrió con arrogancia y siguió a Violet por los pasillos, quien iba a paso ligero. Una vez en la entrada, Math tomó las maletas e izo hincapié de salir.

    - ¿A dónde crees que vas con mis maletas, Math?
    - A un hotel.
    - El hotel está a más de tres kilómetros.
    - No pienso pasar aquí la noche.
    - ¿Te da miedo?
    - Para nada.

    Se observaron fieramente, uno queriendo salir de la mansión, y la otra queriendo permanecer en ella toda la noche. Finalmente, Math relajó los hombros, suspiró, y dejó las maletas en el suelo. Violet sonrió alegre y besó la mejilla de Math, como quien le daba un premio de consolación. Math sonrió y volvió a suspirar, prefiriendo antes ganarse un beso de Violet, que mantener en pie su orgullo.

    - Ya no se encuentran hombres como tú, Math. Sé que nos vamos a llevar bien.

    Violet tomó sus maletas y subió las inmensas escaleras que conducían al segundo piso, siendo seguida por Math. Por cada rincón de la casa resonaban los tenues golpes de la llovizna y los ecos de los zapatos en el suelo. El olor inicial tan desconocido, ajeno, era ya parte de ellos, se habían habituado a la humedad, el frío, y el olor a bosque llovido.
    Llegaron hasta el tercer piso donde cada cual escogió una habitación en la que dormir. Math escogió la que estaba más cerca de las escaleras que llevaban al segundo piso. Violet escogió la contigua a la que Math había escogido. Una inmensa habitación cuadrada, con un armario de madera de roble, de grabados de ángeles y una pradera con lago y luna en las puertas del armario. Una cama de tres plazas, con cabezal y mesitas de noche a cada lado.
    Supuso, por la cama, que esa debía ser la habitación de los padres Masonreed. Pero lo cierto era que iba desencaminada. Esa habitación perteneció al hijo menor: Edward Masonreed.
    Solo tuvo fuerzas para sacar el pijama de una de sus maletas y lanzarse sobre la cama que, misteriosamente, era la única que no estaba tendida, con las mantas bien puestas y sin ninguna arruga, como la habitación de Math y la que estaba al lado de la librería.
    Con todo el esfuerzo del mundo, tendió la cama con unas sábanas que había llevado consigo.
    Observó la inmensa mampara al final de la habitación, desde la cual solo podía apreciarse maleza destruida y azotada por el fuerte viento y la lluvia.
    Frotó sus brazos con sus manos y su mandíbula titiritó de frío. Dio media vuelta y observó la inmensa cama matrimonial y se preguntó de quién pudo ser aquella inmensa habitación.
    Abrió las sábanas y se tumbó en la cama, hasta deslizar las mantas por su cuerpo hasta su nariz. Cerró los ojos y sintió como todo el cansancio palpitaba en cada uno de sus músculos. Sintió de repente su cuerpo pesado, cada vez más pesado… hasta que ya no sintió nada más y quedó presa del sueño.

    Una sombra se dibujó delante de la mampara, proyectando focos de luz provenientes de la Luna, que descansaba en medio de la tormenta. Una inmensa capa negra cubría el cuerpo de aquel ser que de lentamente iba tomando forma humana. Con unos finos dedos apartó la inmensa capucha que cubría su rostro, revelando una tez pálida y fina, unos labios rojos con una mueca recta, y un pelo castaño alborotado. Con una mano corrió hacia un lado su flequillo al mismo tiempo que abría los ojos, revelando así unos hermosos ojos dorados que contrastaban con los destellos plateados provenientes de la Luna.
    La figura masculina se acercó hasta el pie de la cama y se detuvo a observar la figura que dormía dentro de las mantas durante unos instantes.

    Un perfume dulce y frío recorrió sus fosas nasales, y sintió despertar de un hechizo, ya que sentía como el dulce y suave aroma que recibía la embriagaba lentamente.
    Abrió los ojos con lentitud, tratando de asociar aquél maravilloso olor con cualquier cosa, no sabía con cuál, pero necesitaba hallar propietario a semejante olor. Se incorporó aún somnolienta y frotó sus ojos, corrió su flequillo hacia un lado y bostezó. Solo entonces, cuando recuperó completamente el sentido, cayó en la cuenta: frente a ella se hallaba un joven, de cabellos color castaño y unos ojos dorados clavados en los violetas de ella.
    Su corazón latió con fuerza una vez y su respiración se cortó.

    Observó cómo la joven se volvía pálida de repente, sus cejas hicieron un gesto de incertidumbre ante el gesto de la joven e izo un amago de acercarse a ella.

    Violet reaccionó ante la cada vez más estrecha distancia que la separaba de aquel tipo.

    - Es propiedad privada, no debería estar aquí.

    El joven se sorprendió ante la mirada seria de la joven, y ante el timbre de su voz, un timbre suave y bajo, como el de una cantante que el conocía, una voz que se asemejaba a la de Amy Lee.

    - Eso mismo le podría decir yo a usted.
    - Tengo permiso, estoy en toda ley, además, estoy trabajando.
    - ¿Trabajando en qué?
    - En la manera de demostrar al mundo que las fábulas no existen.
    - ¿Crees que vas a encontrar fábulas aquí?
    - ¿No conoce la historia de esta villa?

    El joven negó con la cabeza y puso cara de no entender. Violet lo observó con desconfianza, pero por una razón que no alcanzó a entender, no pudo evitar seguir el juego del joven.

    - Se dice que en esta villa se llevaron a cabo unas matanzas, producto de amor pasional, traición y venganza. Llevando a dos hermanos a la inmortalidad y, por ende, a la oscuridad.

    Por primera vez el joven dejó de observarla y deslizó su mirada hasta el pie de la cama, donde quedó sumido en silencio, inmóvil como una estatua. Violet trató de serenarse y respiró hondo disimuladamente.

    - Ahora, si no le importa, le agradecería que se marchase.
    - El problema está en que si me marcho, no tendré otro lugar dónde ir, y si el sabe eso, me buscará para empezar de nuevo con la batalla.
    - Eso no es asunto mío.

    El joven levantó la vista y observó a Violet, quien lo observaba enfadada y con los brazos cruzados en el pecho. Sonrió ante el gesto de Violet, y la pose de la joven se descompuso al notar que el sujeto se burlaba de ella, de la cara que había puesto.

    - ¡Nunca en mi vida me habían echado de mi propia casa! ¡Y mucho menos una mujer que está de ocupa!

    Las palabras que el joven pronunció entre risas confundieron a Violet al principio, pero luego el enfadó la dominó.

    - Ya es suficiente, váyase, por favor.

    Aunque notó el enfado en la voz, que parecía serena al igual que las facciones de su cara, el joven no se inmutó ante el tono de aviso.

    - No puedo irme de mi casa, Violet.

    La respiración de Violet se cortó y el color desapareció de su cara. ¿Cómo podía él saber su nombre? ¿Los había estado espiando? ¿Quién…?

    - ¿Quién eres?

    El temor se reflejo en la voz incrédula de Violet, y el sujeto sonrió maliciosamente, mostrando unos perfectos y blancos dientes, coronados por unos colmillos más notorios que los de cualquier otra persona.
    Violet abrió los ojos con espanto y salió de las sabanas, corriendo hacia la puerta. Tomó el pomo con fuerza y nerviosismo, notando como el pulso, acelerado, hacia que su mano temblara más de lo deseado. Antes de girar el pomo redondo una mano se encerró sobre la suya. Ante el roce cálido de la mano despegó los labios preparada para gritar con todas sus fuerzas, esperando que al menos Math pudiera oírla y fuera en su ayuda…
    Pero con una velocidad increíble, la mano que anteriormente encerraba la de Violet tapó la boca de la chica, y un brazo rodeó su cintura, llevándola hasta el centro de la inmensa habitación.
    Aún con su corazón acelerado, demasiados pensamientos cruzando por su mente, y el miedo a flor de piel, pensó en Math, en la habitación de al lado, durmiendo, inocente… Y se alegró de no haber podido gritar, porque de haberlo hecho, lo hubiera puesto a él también en peligro. Lo que debía hacer era escapar de ese tipo raro y avisar a Math para que al menos él pudiera salvarse.
    Un escalofrío recorrió la columna de Violet cuando el sujeto suspiró sobre su cuello.

    - Te voy a soltar, pero bajo la condición que no gritarás, ni pegarás patadas. ¿Entendido?

    Violet asintió con la cabeza, y segundos después notó como la mano liberaba su boca y ligeramente su cintura.

    - Te agradecería que me soltases.
    - Solo espero que no trates de huir… y mucho menos tirarte por el balcón.

    Con una sonrisa burlona el joven soltó la cintura de Violet y se apartó unos centímetros, dando tiempo a Violet para que ella misma se diera la vuelta y le mirase. Violet se dirigió hasta la cama y tapó sus piernas con delicadeza mientras, disimuladamente y bajo la atenta mirada del individuo, sacaba el móvil de debajo de la almohada, llevándolo hasta sus piernas y marcando lentamente el número de móvil de Math. Una sonrisa complacida se denotó en el rostro de aquél hombre cuando por fin Violet le miró.

    - Mi nombre es Edward, y llevo viviendo aquí unos… 7 siglos.
    - Eso es imposible a menos que seas… un vampiro.

    Una carcajada suave resonó en la habitación y las manos de Violet se encerraron en el móvil debajo de las sábanas.

    - Sería posible si fuera un vampiro… o un inmortal…
    - Solo los vampiros tienen colmillos… y no existen las criaturas inmortales ni los vampiros, son personajes de fábulas. Lo único que eres es un estafador.

    Dirigió el dedo pulgar hacia la tecla de llamada mientras continuaba observando al joven, tratando de ganar tiempo para que él no sospechase de sus intenciones.

    - ¿Cómo probarte que soy quien afirmo ser…?

    Dijo el sujeto mientras llevaba una mano hasta su barbilla y la frotaba, frunciendo el ceño y observando el paisaje a través de la mampara. Ésa era la señal, Violet presionó el botón de llamada, pero antes de que pudiera darse cuenta, el hombre destapó las sábanas, le arrebató el móvil y con ágiles movimientos quitó la tapa y, seguidamente, la batería del aparato, dejándolo sobre las piernas de ella.
    Las manos de Violet temblaron sobre el aparato, y su mirada se clavó en las sábanas, temerosa de observar el rostro de su “acompañante”. Había sido descubierta… nuevamente.

    - Violet… has irrumpido en mi casa… has irrumpido en mi habitación… me has querido echar de mi casa: no eres una invitada muy cordial.

    Dijo Edward con tono satírico. Un escalofrío recorrió la columna de Violet cuando escuchó suspirar al sujeto.

    - Dices que estás aquí por trabajo, pero eso no justifica que irrumpas en mi casa, me insultes, y expongas tu vida de mortal… y me expongas.

    El hombre se levantó de la cama en la que se había sentado a los pies de Violet y se acercó hacia la chica, tomándola en brazos.

    - ¡No!

    Violet se retorció en los brazos del hombre, a lo cual él sacó un pañuelo de su capa y la amordazó.

    - Tu y Math vais a iros de aquí por vuestro propio bien, te guste o no. Y un consejo: si no crees en las fábulas, no vuelvas a meterte en uno de sus mundos.

    El tono empleado por el joven era seco y profundo esta vez, dejando fría a Violet, quién empezó a llorar cuando él la hubo dejado en el suelo.
    Al otro lado, él deshacía las sábanas y las doblaba, para seguidamente meter todos los objetos personales de la joven en las maletas… hasta que oyó los sollozos de la joven.
    Su rostro molesto se disolvió, denotando la preocupación. Se giró lentamente y la observó a oscuras, en la otra punta de la habitación, abrazando sus rodillas y la cabeza escondida entre sus rodillas.
    Se levantó lentamente y fue hacia Violet, la desamordazó y la observó, pero Violet volvió a ocultar su rostro.

    - Lo siento… no era mi intención tratarte mal… pero debes entender que son siete siglos en la soledad y… he perdido un poco las formas… y…

    El joven levantó la cabeza abruptamente y observó por la mampara, pareció olisquear el aire y se levantó ágilmente.

    - Quédate aquí.

    Abrió las mamparas y de un salto desapreció por el balcón, hacia el bosque. Violet se quedó quieta, tratando de pensar con claridad y convencerse a sí misma que eso no podía estar ocurriendo. Pero era cierto, y ella lo sabía. Aprovechó la ausencia del hombre para pensar en el artículo que había leído en Internet:
    “El segundo, llamado Edward, era también de piel nívea, una cabellera castaña, y unos hermosos ojos dorados, decorados por unas enormes y gruesas pestañas azabaches…”
    Trató de hacer encajar la descripción del artículo con la persona que había conocido, y sintió un horror enorme invadirla cuando se dio cuenta que el Edward de la leyenda y el Edward que había estado con ella hacía unos instantes… eran la misma persona.
    Recordó a su joven compañero Math y aprovechó para salir corriendo hasta la habitación del chico.
    Pero su sorpresa fue desesperante al encontrar su habitación vacía. Pensó rápidamente que quizá Edward lo había asesinado antes de ir a verla… o que iba a matarlo cuando salió por el balcón…
    Aún en pijama corrió hacia las escaleras del segundo piso, y hasta las del primero, continuó corriendo cuando salió de la mansión, manchándose y congelándose los pies descalzos en la hierba húmeda tras la tormenta. El calor de su respiración calaba en el aire frío creando el vapor que se impregnaba en su rostro, preso del pánico, el sueño, y el cansancio. Corrió sin rumbo con todas sus fuerzas, rogando poder encontrar a su compañero… con vida.

    - ¿¡Dónde está?!

    Se detuvo en seco y su respiración se cortó. Buscó desesperadamente la dirección de la que provenía la voz de Math. Fiándose de su instinto, Violet emprendió de nuevo la carrera hasta que logró verle, Math estaba vivo… y en medio de dos figuras oscuras…
    Se detuvo por momentos, vacilando si continuar o no, pero, sin darse tiempo a pensarlo de nuevo, volvió a correr.

    - ¡Math!

    Dos de los sujetos se giraron a observarla y ella se detuvo, asustada. Observó al hombre que estaba más distanciado de Math, vestido con traje ingles de chaqueta roja y pantalones azul marino, dejaba ver su tez pálida, su pelo cobrizo y desmelenado y una mirada ámbar, la observaba de reojo, sin dejar de dar cara a Math.
    El segundo sujeto y que estaba más cerca de Math lo reconoció al instante: Edward.
    Por último, fijó su mirar en Math, quien levantó un brazo hacia Violet, queriendo llegar hasta donde ella se encontraba. Ese gesto izo reaccionar a Violet, quien corrió al lado de Math, no sin que dejara pasar de inadvertida la mirada llena de ira que Edward le dedicó cuando llegó a los brazos de Math.

    - ¿¡Estás bien?! ¡¿Qué haces aquí?!
    - Sólo quería recoger sonidos del bosque, ya sabes, por si había espíritus.

    Violet se quedó con la boca abierta cuando Math le enseñó el amplificador de sonidos. Tuvo unas ganas inmensas de abofetearle.

    - Y ese hombre se me apareció de repente.

    La voz de Math, tan típicamente risueña y despreocupada, fue remplazada por una seria y dura, mientras observaba al sujeto nombrado, que observaba la escena con cara de póquer.
    Violet giró el rostro hacia la dirección que marcaban los ojos de Math… y se ensancharon al reconocer la figura que los observaba como un devorador a su presa: con una fiereza temible, y una calma desesperante.
    En los ojos dorados del hombre relucía un fulgor oscuro… fue entonces cuando Violet cayó en la cuenta y reconoció al hombre misterioso: Mathew…
    “el primer niño, llamado Mathew, tenía piel blanca y de aspecto débil, una cabellera abundante y cobriza, y, en contraste con la malformación de su ojo izquierdo, unos orbes dorados contrarrestando con unas pestañas negras y gruesas”.
    Las palabras que había leído resonaban en su mente, mientras sentía estar presa de una pesadilla macabra.
    El ojo izquierdo de Mathew, preso de la malformación, deformaba la belleza de su periferia izquierda, mientras que la derecha, lucía con una belleza inhumana y aterrorizante.

    - Violet…

    Mathew levantó su mano hacia Violet, llamándola con una voz aterciopelada y dulce. Violet tembló en los brazos de Math, aterrorizada ante la belleza descomunal de aquél ser oscuro.
    Sentía como si el peor de los monstruos la estuviera invitando a ser su cena y, en vez de huir, la belleza de aquél ser la hechizaba a ir hacia él.

    - Te equivocas de bando, Violet. ¿Sabes quién soy?

    Una sonrisa cordial se posó en los labios de Mathew. Violet respiró hondo y rogó para poder controlar su voz.

    - … Ma… Mathew…
    - Magnífico, Violet… Ven conmigo, Edward ha perdido toda norma de cortesía, y lo ha demostrado hace unos momentos, ¿cierto?
    - ¿Mathew? ¿El de la leyenda?

    Se formó un silencio ante la pregunta de Math, a lo cual Violet solo pudo asentir. Mathew sonrió y cubrió su lado izquierdo con la capucha de su capa roja.

    - Dime, Math: ¿Qué cuenta la leyenda?
    - Yo no sé mucho, pero… los Masonreed tuvieron dos hijos que, al crecer, se enamoraron de la misma mujer, y cuando uno de ellos le robó la mujer al otro… bueno…
    - Sí… Edward fue el culpable de todo… el me quitó a mi querida Evangeline…

    Al oír el nombre, Violet, quien tenía el rostro escondido entre el pecho y los brazos de Math, giró el rostro hacia Edward y lo observó. Edward observaba con una furia felina a Mathew, y uno de sus puños estaba cerrado herméticamente en un puño.
    Recordó que era cierto, fue Edward quien asesinó a Evangeline y Mathew… fue él quien dio aquél fin a…

    - Violet, tú conoces toda la historia, ¿no es así? Si te quedas con él… te matará. Ven conmigo, yo te protegeré
    - ¡Cállate! ¡No dejaré que te lleves a Violet! ¡Déjala en paz!

    Se formó otro silencio ante los gritos de Math, Violet tembló al oír las palabras de Mathew y apartó la mirada cuando los ojos de Edward se posaron en los suyos. Su cabeza daba vueltas, tratando de encontrar una explicación a la última mirada de Edward, que le había parecido una mirada de temor.
    No se fiaba de Edward, ni mucho menos… pero algo en la mirada asesina de Mathew tampoco la reconfortaba.
    Math la estrechó más contra su pecho, encaró a Mathew, y se echó hacia atrás, mientras Edward avanzaba un pie y tensaba los músculos de su cuerpo, dispuesto a abalanzarse contra Mathew en cualquier momento.

    - Violet posee una fuerza misteriosa que me cautiva. No sé qué fuerza es… y quisiera descubrirla. Además, es hermosa… por eso la quiero para mí.

    El pie que había adelantado vaciló unos instantes, hasta que definitivamente retrocedió dos pasos y sus músculos se destensaron. Había intentado salvar a esos mortales, estuvo dispuesto a salvarles la vida… pero arrebatarle la presa a Mathew, hubiera supuesto una nueva lucha… y una lucha entre inmortales era estúpida.

    - Ven Violet…
    - No vayas…

    Mathew separó a Math y Violet de un rápido movimiento, arrojando a Math varios metros atrás. Tomó a Violet por el brazo y con su mano izquierda sujetó la cabeza de ella. Violet gritó y luchó por alejarse, pero no le sirvió de nada. Mathew deslizó la mano que tenia en el brazo de Violet hacia la capucha roja y la echó hacia atrás. Con el ojo izquierdo observó la frente de Violet.
    Violet gritó y se retorció de dolor cuando notó como algo recorría sus recuerdos, y a cada paso que ese algo recorría su mente, notaba que el aire se le escapaba. Mathew estaba entrando en la mente de Violet, buscaba algo… algo…

    - ¡Math!

    Una sonrisa macabra se formó en los labios de Mathew cuando notó que la vida de Violet se extinguía, y su amigo Math había quedado inconsciente al golpearse contra el suelo.
    La mano de Violet que se aferraba al brazo de Mathew dejó de forcejear, y lentamente se relajó, hasta caer al costado. Su respiración se volvió entrecortada y apenas audible… pero aún conservaba el conocimiento, presa en el ojo izquierdo que penetraba en su mente y la observaba con regocijo macabro.
    Cuando sintió el mareo por la falta de aire, recordó la historia que había leído, la historia de los Masonreed… había algo que… no encajaba… algo…
    Pero… ¿Qué era?...
    La imagen de Mathew se volvió borrosa, sentía sus pulmones arder por la falta de oxígeno, y pronto notó como su visión se oscurecía lentamente…

    - E… Ed…ward…

    Al escuchar su nombre, algo en Edward reaccionó, y se abalanzó velozmente contra Mathew. En milésimas de segundo, había arrancado a Mathew el brazo con el que sujetaba la cabeza de Violet, había sujetado a la joven antes de que cayera al suelo, y se había alejado unos ocho metros de Mathew. La cara de Mathew se deformó presa de la rabia y el descontento.

    - ¡Entrégamela Edward!

    Como respuesta, Edward aferró a Violet contra sí, y cerró los ojos mientras besaba la frente de la joven. Violet respiró con fuerza cuando los labios de edward se separaron de su frente… recuperó el aliento que Mathew le había arrebatado.
    Edward sonrió aliviado al ver que no había muerto y la observó dulcemente. Un bramido desgarró el pecho de Mathew y Edward encaró a su hermano mayor mostrándole los colmillos, mientras sus cejas denotaban ira, y un brillo metálico recorriendo sus ojos.

    - Sabes lo que significará si no me la devuelves.

    Mathew amenazó escupiendo las palabras entre dientes por su apretada mandíbula.

    - Que así sea.
    - Vamos, Edward… una lucha entre inmortales es estúpida.

    El tono de Mathew se había vuelto suave, su mirada era carente de sentimientos, y en su rostro la ira había sido reemplazada por la cordialidad.

    - Es estúpido que todas las guerras que comienzas… sean por una mujer. ¿Cuándo aprenderás la lección?

    Ésta vez fue Edward quien lanzó un gruñido de advertencia a Mathew, y se situó delante de Math cuando la mirada de Mathew se dirigió al joven inconsciente.

    - ¿Por qué sacrificarte por unos mortales? ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?

    La pregunta burlona de Mathew no obtuvo respuesta, y éste se retiró con una sonrisa, y no sin antes mirar a Violet, aún cuando ésta era cobijada en los brazos de Edward.
    Las finas gotas que anunciaban una nueva tormenta cayeron sobre la capa y el rostro de Math, Edward y Violet. Edward continuaba parado, mirando en la dirección por la que Mathew había desaparecido segundos antes, sin notar siquiera las gotas cristalinas que acariciaban su pelo, rostro, mejilla y que resbalaban por su barbilla, impactando en el pelo de Violet, que estaba cobijada en su pecho. El halo de un suspiro caló en el aire y Edward levantó la cabeza y cerró los ojos… algo estaba cambiando en su interior, provocándole contrariedad en sus instintos. Por un lado, sentía paz ante aquel calor que emanaba el delicado cuerpo de la joven que reposaba en su pecho; por otro, sentía miedo al no saber los problemas que ocasionaría mantener a esos delicados mortales con vida.
    ¿Qué poseía Violet… que le impedía ver cualquier futuro en el que ella estuviera?



    Muchas gracias Shirinuyasha y X_mlvn_X por comentarme y además responder la encuesta. Enseguida subo un poco del segundo capítulo (que cada capítulo mirad todo lo que ocupa xD a la gente ver todo esto de golpe debe abrumarle). De verdad mil gracias y espero que os guste mi historia!


    Atte: Viiolet
     
  5.  
    Viiolet

    Viiolet Guest

    Título:
    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    9
    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    .
     
  6.  
    Viiolet

    Viiolet Guest

    Título:
    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    2762
    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Capítulo 2.


    Tras el cristal de la mampara se podía observar la tormenta que se había desatado hacía pocos minutos. Edward miró por última vez a Math descansando en la cama de su hermano mayor. Observó la habitación, fría y oscura, iluminada intermitentemente por los rayos que caían afuera. Se alejó de la mampara, encaminándose hacia la puerta, tomó el pomo, y salió. Cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella. Un halo tiñó el aire frío del pasillo, cerró los ojos con fuerza y sus dedos se cerraron en un puño herméticamente. Suspiró una vez más y se incorporó, dirigiéndose hacia la habitación contigua: su habitación. Sus dedos parecían acariciar el pomo de la puerta mientras la abría lentamente. Se quedó parado y observó el bulto que ocupaba su cama, recordando los momentos en que ese delicado ser estuvo en manos de Mathew, a punto de morir. Mordió su labio inferior y apretó los dedos en puños, mientras un brillo metálico recorrió sus ojos color ámbar. No estaba dispuesto a dejarla en manos de su hermano mayor nunca más…
    Violet se volteó, quedando de cara a él, y Edward recordó la última mirada que Violet le dirigió: una mirada llena de horror ante el pensamiento que él podía matarla igual que izo con Evangeline…
    Jamás pensó que una mirada pudiera calar tan dolorosamente en su interior.

    - Maldito manipulador…

    Escupió en un susurro apenas audible, mientras agachaba su cabeza y su flequillo cubría su mirar. En su mente se sucedía una y otra vez cada una de las miradas horrorizadas de Violet… una y otra vez… y sentía una ira arder en su fuero interno, frustrado ante la perspectiva que la joven tenía de él.
    Levantó la cabeza y observó más allá del cristal, más allá de la tormenta y más allá de las copas de los árboles, perdiéndose en una nube de pensamientos.
    Finalmente, salió con la misma delicadeza con la que había entrado y fue hacia la biblioteca. Allí, utilizó las escaleras corredizas para deslizarse entre las inmensas estanterías que adornaban el recinto circular, hasta detenerse en el ala oeste, buscar con el dedo índice un título en especial, hasta detenerse en uno de lomo ancho y cubierto de piel negra. Acarició la portada con sus finos y níveos dedos, y un brillo fugaz iluminó sus ojos, mientras una sonrisa melancólica adornaba sus labios.
    Guardó el libro tras su capa y descendió desde lo alto de las escaleras hasta aterrizar en el suelo, corrió el flequillo de sus ojos hacia un lado y ondeó la capa; seguidamente, salió de la biblioteca hacia su habitación, donde cuidaría de la salud de Violet mientras leía su libro predilecto.
    Dicho así, cogió una silla de la habitación de los padres Masonreed y la llevó hasta su habitación, la colocó al lado del ventanal, se sentó, echó un último vistazo a Violet, y empezó a leer el libro desde el principio.


    Observó el reloj de pared que había colgado encima de la puerta: las cinco de la madrugada…
    Edward se levantó, guardó el libro dentro de su capa y cogió la silla mientras se encaminaba hacia la puerta, la cual cerró después de salir de la habitación, y se dirigió hasta la habitación de sus padres, donde colocó la silla en su lugar. Observó la noche tras el cristal, continuaba lloviendo. Rotó los ojos cansado de ese continuo tintineo de la lluvia, y volvió a la biblioteca.

    Abrió los ojos sintiendo aún todo su cuerpo entumecido, llevó una mano hasta su cabeza y la palpó, dolía como si dentro de sus sesos le estuvieran clavando millones de agujas, y, lentamente, llegaron a su mente una serie de imágenes… Edward, Mathew, Math y ella, los cuatro en medio de la fría noche… recordó todo lo acontecido.
    Se incorporó abruptamente y observó su alrededor asustada. No oía nada más que el tintineo de la lluvia en el cristal y el “tic-tac” del reloj de pared. Salió de la cama y corrió hacia la habitación de Math, después de desmayarse en brazos de Mathew no recordaba cómo había llegado hasta la mansión de los Masonreed. Se detuvo delante de la puerta y dudó. ¿Y si Math…?
    Negó con la cabeza y tomó el pomo redondo con fuerza, abriendo lentamente la puerta.
    La tranquilidad y satisfacción que sintió cuando vio el bulto en la cama no podía ser mayor. Cerró la puerta con cuidado de no despertarlo y bajó las escaleras. La casa estaba como al principio: la misma oscuridad, el mismo frío, el mismo aroma… todo era idéntico.
    Entonces… ¿Todas esas imágenes de los hermanos Masonreed… qué fueron?
    Quizá solo lo soñó… Sí, seguramente todo fue producto de su nerviosismo por estar en esa casa supuestamente maldita.
    Llegó hasta el primer piso y entró en la inmensa sala donde estaba el piano. Levantó la tapa y acarició las teclas con sus finos dedos.
    Tocó una de las teclas y sonrió al comprobar que el sonido producido era suave… tan suave que parecía flotar en el aire y acariciar sus tímpanos. Cerró los ojos y volvió a tocar otra tecla, mientras respiraba, su corazón letanía de gozo, y la paz inundaba todo su ser. Un rayo iluminó la sala, y tras de Violet, unos círculos dorados brillaron con fulgor tras ser descubiertos por la luz procedente del rayo.

    Edward observó a Violet, como tocaba las teclas y después hacía sonar la melodía. Observó como ella se sentaba en la silla y sus brazos y manos comenzaban a flotar sobre cada una de las teclas del piano, hasta que se escuchó una bella melodía.
    Edward cerró los ojos, sintiendo de repente una paz que creía haber perdido… él sabía interpretar Mozart, Bach, Verdi… pero la música que las manos de Violet producía superaba cualquiera de las creaciones de aquellos hombres.
    Sin quererlo, o si quiera ser consciente, suspiró, recordando vagamente cómo de pequeño observaba a su madre tocar el piano con la misma elegancia y delicadeza que Violet.

    Detuvo sus dedos y observó a través del inmenso ventanal. La lluvia se había convertido en un leve sirimiri. Izo una mueca con los labios, el tiempo en esa villa era realmente extraño, fugaz. Se levantó de la silla en la que se encontraba con pasos pesados y se dio la vuelta, encontrándose con la mirada escrutadora de Edward.
    Parpadeó varias veces y entrecerró sus ojos tratando de cerciorarse de que lo que veía era real, y no un producto de su imaginación.
    Era real, tan real como el escalofrío que recorrió su columna vertebral al ser observada por ese ser. Si él estaba realmente allí significaba que lo que había creído soñar cuando despertó, no había sido un sueño, había sido real, había sido el peor de sus recuerdos. Retrocedió varios pasos, hasta chocar contra el taburete donde había estado sentada, provocando este con las patas un sonido agudo y desagradable.
    Edward salió de la oscuridad que había debajo del marco de la puerta y sus dorados ojos brillaron fugazmente.
    Recordó de repente el bulto que había visto en la habitación de Math, preguntándose realmente si aquél bulto era o no el cuerpo de su joven compañero.

    - ¿Qué has hecho con Math?

    Más que una pregunta pareció una acusación. Edward la observó cauteloso.

    - He dejado a tu novio reposando en su cama.

    Violet quería ir para verlo con sus propios ojos, pero estando Edward aún cerca de la puerta no se veía capaz. ¿Novio?, Math no era su novio, pero le daba igual.
    Violet y Edward se observaron mutuamente, cada uno escrutando el rostro de otro, tratando de hallar alguna emoción en él, pero los dos habían puesto su mejor cara de pócker. Finalmente, Edward suspiró y se hizo a un lado de la puerta, Violet pasó por su lado con calma y subió las escaleras del primer piso, pero en cuanto perdió de vista a Edward comenzó a correr hasta el tercer piso.

    Violet se detuvo delante de la puerta de Math casi sin aliento y tomó el pomo con fuerza. Abrió el pomo y observó el bulto entre las sábanas. Se acercó lentamente hasta llegar y destapó el cuerpo, reconociendo el pelo y la cabeza de Math, que, o dormía profundamente, o estaba inconsciente. Antes de poder asegurarse, Edward irrumpió sus pensamientos.

    - Está inconsciente. El golpe que se dio cuando Mathew lo lanzó al aire casi lo mata: cayó sobre sus costillas.
    - ¿Se pondrá bien?
    - Sí, ha tenido suerte que haya llovido, de lo contrario el suelo estaría tan duro que le hubiera roto las costillas y le hubiera perforado el pulmón.

    Violet estaba arrodillada delante de Math y su mano se convirtió en un puño. Se giró y encaró a Edward.

    - Qué queréis de nosotros.
    - Nosotros no queríamos nada de ti, Violet. Fuisteis vosotros quienes vinisteis a Villa Sparklenight.
    - Vinimos para dar un sentido lógico a los acontecimientos que ocurren aquí: las tormentas eléctricas, los terremotos…
    - Eso lo provocamos yo y Mathew. Aunque claro, a veces Mathew aprovecha para darse un festín.

    Violet lo miró con fijeza unos instantes y después apartó laminada. La credulidad de Edward en sus ojos parecía cierta, pero la leyenda se repetía una y mil veces en su cabeza, como si hubiera quedado marcada en sangre.

    - Déjanos marchar.
    - Eso no va a ser posible.
    - ¡Quiero salir de aquí! Y llevarme a Math conmigo…

    Observó por un segundo a Edward, el cual no respondió a su exigencia, Edward no se movió ni un milímetro.

    - Por favor…

    Violet miró a Edward implorante, y esté solo dejó caer la cabeza y suspiró, destensando los hombros y ocultando sus manos dentro de la capa.

    - No puedes irte. Si sales de esta casa, si traspasas la valla, Mathew te dará caza.
    - ¡Mientes!
    - No te miento, has podido comprobar por ti misma cómo Mathew te arrebataba la vida.

    El calor en las mejillas de Violet desapareció, y observó como en los labios de Edward se formaba una sonrisa desganada.

    - Bueno, mejor dicho: como te arrebataba el alma.

    Violet llevó sus manos a su cabeza, temiendo desplomarse de repente por las fuertes punzadas que martilleaban en su cerebro. No podía creer lo que le estaba pasando, se negaba a creer que eso pudiera ser cierto.

    - ¿Y qué esperas que hagamos?
    - Que os quedéis aquí.
    - ¿Para que puedas matarnos tú?

    Preguntó Violet, observando a Edward con los ojos cansados y humedecidos y una sonrisa torcida en sus labios. El pinchazo que caló en el pecho de Edward deformó su rostro de pócker, denotando dolor por las palabras de Violet. Observó la actitud de la chica, que de pronto se había tornado derrotista, como si no lograra entender hasta qué punto su vida corría peligro.
    Violet notó esa mirada otra vez, nuevamente Edward había mostrado esa mirada y ese rostro llenos de dolor. Violet respiró con rapidez y pesadamente, notando como su garganta le ardía y le costaba respirar: iba a llorar.
    Su enfado con ella misma había crecido cuando durante unos instantes, se había sentido culpable al haber provocado ese dolor en las facciones de Edward.

    - Violet…

    Violet separó la cabeza de sus manos y observó el rostro dormido de Math. Bufó y luchó contra las lágrimas, intentando poder mirar a Edward con serenidad, que él no pudiera ver hasta qué punto estaba asustada.

    - ¿Cuánto tiempo deberíamos quedarnos?
    - Toda la eternidad. Me temo que moriréis aquí.

    Un gemido desesperado salió de la garganta de Violet y las lágrimas cayeron solas.

    - ¡Maldito! ¡Deja de jugar con nosotros!

    El grito que Violet profirió a Edward izo despertar a Math abruptamente.

    - ¿Violet? ¿Qué ocurre?

    Violet no tuvo fuerzas para responder, no solo por las lágrimas y su hiperventilación, sino porque el móvil de Math comenzó a sonar.

    - ¿Sí?... Hola Marlenne, ¿cómo estás?... ¿Violet? Aquí, conmigo…

    Violet abrió los ojos. ¡Era su salvación!






    Bueno, haré un aclaración. Éste capítulo tiene quince páginas, por lo cual, he decidido dividirlo en tres partes. El inicio de cada capítulo estará marcado com ahora este, así que hasta que no ponga "capítulo 3, 4..." seguirá siendo el mismo, solo que fragmentado.
    Espero que os haya gustado y cualquier crítica (ya sea positiva o negativa), pregunta, ... sea lo que sea, por favor no os cortéis ni un pelo, que yo me lo tomo todo a bien xD y valoro mucho vuestra sinceridad.


    Mercii!!!

    PD: Personalmente, adoro a Edward xD



    Atte: Viiolet
     
  7.  
    Orielly

    Orielly Entusiasta

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    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    muy buena tu historia me encanto y mucho mas los nombres son perfectos!!!! ademas no solo por que esten los nombres significa que se paresca a crepusculo pero muy buena tienes inmaginacion!!!! hahahaah pero sabes deberias ponerle a los dialogos el nombre de la persona que habla : asi dijo tal persona algo asi hahahah!!! pero el resto me gusto muchop!!! ^^
     
  8.  
    StarAcua

    StarAcua Usuario común

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    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Wuao!!!!!!!!!!!!......este ff esta realmente bueno!!!!!!!.....te felicito de verdad, espero pongas la conti muy pronto ya que estoy anciosa jijijiji;-).....te deseo mucha suerte y animo!..ah...si por ahi te interesa puedes leer mis ff sesshomaru y aome una historia de amor y aventura o este que trata de vampiros: http://foro.cemzoo.com/f413-originales/175588-los-6-condes-legendarios.html
     
  9.  
    Viiolet

    Viiolet Guest

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    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Hmmmmm... ¿aguien ha dicho... vampiros??.....** Uo! pero que fashion! me encantan las historias vampiricas pero de amor xD y tanto si me voy a pasar StarAcua!! merci!!!
     
  10.  
    Viiolet

    Viiolet Guest

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    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x
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    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Violet abrió los ojos. ¡Era su salvación!, quitó el móvil de las manos de Math y quiso hablar, pero se hizo un nudo en su garganta. Trató de tragar saliva para poder gritar, pedir ayuda a su amiga, pero antes de que algún sonido pudiera salir por su garganta, Edward le quitó el móvil y colgó la llamada.
    Violet y Math se quedaron estupefactos. Violet por la intromisión y obstinación de Edward, Math porque nunca se dio cuenta de la presencia de él hasta ese momento.

    - ¿Vas a ponerla en peligro a ella también? Si la llamas pidiendo ayuda, la matará.
    - Querrás decir que la mataréis.

    En el rostro de Edward se deformó una sonrisa desganada que no llegó hasta sus ojos. Math no salía de su asombro, jamás pensó que los recuerdos bajo la lluvia fueran reales. Violet sujetaba su cabeza con fuerza y mantenía sus ojos cerrados, deseando por un momento que todo desapareciera.

    - Violet…
    - Vamos a morir Math…

    Math abrazó a Violet y la cobijó bajo las sábanas. Edward apartó la mirada y observó el paisaje que se veía a través del cristal.

    - Eh, tú. Déjanos marchar.
    - Ya os he dicho, que si salís de esta mansión, Mathew os matará.
    - No creo nada de lo que dices. Es ilógico.
    - ¿Lo dices tú, un crío aficionado a los sucesos paranormales?
    - No soy un crío. Y creo en los fantasmas y los espíritus…
    - Pero no crees en la inmortalidad. Es una lástima que teniendo una mente tan abierta no llegues a entender la inmortalidad. Bueno, supongo que te había sobrevalorado.
    - Creo que toda esta historia de Sparklenight es un manejo que se ha montado el gobierno para no tener que vender estas tierras y poder quedárselas. Se están vendiendo por más de cincuenta millones de dólares.

    Edward bufó con pesadez y se encogió de hombros. Levanto los brazos y su capa danzó sobre su cuerpo.

    - ¿Cómo explicas lo que ha ocurrido en el bosque?

    Math calló. Recordaba la mirada de ese ser, parecía no tener nada de humano, ni nada de ángel. Su mirada era calculadora, fría, metálica… Un escalofrío recorrió las espaldas de Math y Violet a recordar al hermano mayor de Edward, Mathew.

    - Vale, entonces: ¿Qué quiere Mathew de nosotros?
    - De ti no quiere nada. A quien quiere es a Violet.

    El corazón de Violet latió con fuerza cuando Edward pronunció su nombre y sintió sus ojos dorados clavados en ella. La voz de Edward podía ser asquerosamente burlona, o temiblemente gruesa. Ninguno de los dos tonos le agradaba, aunque si tuviera que elegir, hubiera elegido la burlona.
    Violet negó con la cabeza y se reprochó por pensar en esas tonterías.

    - ¿Qué quiere de Violet?

    Pronunció Math masticando las palabras. Edward se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.

    - Su alma, es lo más probable. Y seguramente, te cogerá a ti como paquete, Math. Por eso tú tampoco puedes irte.
    - ¿Por qué quiere nuestra alma?
    - La tuya no le interesa, pero te la arrebatará o te utilizará para conseguir la de Violet.

    El color en la cara de Math y Violet parecía haberse extinguido.

    - Vale, entonces: ¿Por qué tiene ese afán por conseguir el alma de Violet?
    - El alma puede ser materia, pero solo puede llegar a ese estado utilizando magia prohibida. Hace más de nueve siglos se exterminó a todos los practicantes de esa magia y también los libros. Pero Mathew descubrió un libro en la biblioteca y comenzó a estudiarlo a hurtadillas. La inteligencia que teníamos yo y mi hermano era de un treinta por ciento, nos era fácil aprender...
    >>Mathew es capaz de absorber las almas, y de esa manera sobrevive al largo de los siglos.
    - Entonces tú también absorbes almas. Tu eres listo y sabes que vayamos a donde vayamos vamos a morir. ¿O crees que no sabemos que tú también quieres el alma de Violet?

    Edward tragó saliva y desvió la mirada, que hasta el momento la había tenido fija en los ojos oscuros de Math.

    - Lo sabía…
    - … Yo…

    Edward calló, era cierto lo que Math decía… pero…
    Antes de que se diera cuenta, Math estaba llamando a Marlenne nuevamente, pero unos dedos fríos y níveos le quitaron el móvil de las manos.

    - ¿Marlenne? Soy Violet… estamos bien, sí, ya sabes, Math está ilusionado buscando no se qué energía extraña… cuídate…

    Math la observó con los ojos desorbitados y cuando arrancó el teléfono de las manos de Violet, Marlenne ya había cortado la comunicación.

    - ¡¿Estás loca?!
    - No… pero vamos a morir… vas a morir por mi culpa y no quiero que nadie más sufra las consecuencias. Almenos querría que tú te salvaras…

    Se izo un silencio sepulcral, Edward vio la derrota en los ojos de Violet, por eso no intervino, pero igualmente, le pareció un gesto muy noble. Recordó cómo algunas presas preferían arrojar a los brazos de Mathew su acompañante solo para sobrevivir tres segundos más.

    - Aún no me has respondido: ¿Por qué tanta obstinación en el alma de Violet?

    Edward no contestó, simplemente salió de la habitación cerrando la puerta tras de si. Bajó hasta el primer piso y salió de la casa, para sentarse sobre las escaleras de la entrada.

    - ¿Qué por qué?

    Edward sonrió con pesadumbre y sujetó su cabeza en una mano y cerró los ojos.


    En la habitación de Mathew, Math y Violet continuaban bajo las sábanas, pensando cuánto tiempo les podría quedar de vida.

    - Lo siento mucho, Math.
    - No te disculpes, no es culpa tuya.
    - Pero si yo no hubiera aceptado el trabajo nada de esto hubiera sucedido.
    - Ni tu ni yo podíamos imaginar que dos vehementes viven aquí… ¿Crees que de verdad son…?
    - No lo sé Math… pero, dejando a un lado la lógica… es obvio que esos tipos son reales.

    Estuvieron callados largos minutos, hasta que Violet se levantó de la cama.

    - ¿A dónde vas?
    - A trabajar. Descansa Math, aún estás convaleciente.
    - Pero quiero ayudarte.
    - Ayúdame quedándote aquí almenos hoy, ¿vale?

    Salió de la habitación de Math y volvió a su habitación. Vaya, lo cierto es que era la de Edward… qué más daba. Observó la habitación. Todo estaba tal y como lo había dejado ella: las mantas en la cama, los objetos… todo estaba allí. Edward debió volver a colocarlos. Ahora la pregunta era: ¿Había cuidado de ella porque no era un asesino… o simplemente para ganarse su confianza? Claro está que Edward había tenido la oportunidad para matarlos a los dos, pero él había cuidado de ellos… y en el caso que tuviera la intención de ganarse su confianza para luego matarlos… era malo, porque entonces se trataría de un maldito psicópata. Entonces, si él quisiera matarlos, ¿Mathew se lo hubiera permitido? ¿Se hubiera dejado quitar sus presas tan fácilmente? ¿O es que Edward era como decía realmente la historia, y había matado a su hermano mayor? Si eso fuera así, el único peligro para ellos era Edward, quizá se dejó llevar por las apariencias y Mathew era el bueno, aún y con su apariencia.
    No, Mathew no podía ser bueno, vio en sus ojos la maldad y la diversión mientras le hacía aquello. Disfrutó viéndola desfallecer.
    Mathew, claramente, era el más peligroso.
    Entonces solo había una pieza que no encajaba: Edward.
    Según la historia, leyenda, o lo que eso fuera, Edward era un asesino psicópata que vendió su alma al diablo para obtener la inmortalidad.
    La inmortalidad…
    En ese caso, según Edward, Mathew fue el que dominaba el arte de la magia prohibida, por lo tanto era él el único capaz de materializar el alma… el alma que Edward le arrebató y no se sabe dónde la escondió, o si la rompió.
    ¿Qué era lo que ocurría? ¿Qué era verdad, y qué era cierto?
    Se mirase por donde se mirase, Edward era el bueno, y Mathew el malo.
    También podría ser que los dos fueran malos y estuvieran confabulados para llevarse cada uno su parte del motín.

    - Claro…

    Mathew era malo, o se volvió malo… y Edward, desde el principio fue el malo de la historia. Ahora ellos dos estaban confabulados y actuando, representando el papel en aquella obra macabra. Y ellos eran los títeres, que habían podido manipular. Entonces, salieran o no de esa mansión, morirían.
    Se tumbó en la cama y observó el techo durante un par de horas, después salió y fue hacia la biblioteca. Observó las inmensas estanterías.

    - Es como…

    Estar dentro de una jaula de oro, al lado de una ventana con vistas al cielo. Estaba rodeada de belleza y tranquilidad, el día se había despejado y con la luz del sol, los rayos entraban por la bóveda de cristal que adornaba el techo, creando destellos dorados que rebotaban en el suelo reflectante de parquet.
    Subió por las escaleras, sin saber que estas habían quedado tal y como Edward las había dejado tras sacar aquél extraño libro. Violet subió por ellas y leyó los lomos, buscando algún título interesante. Tomó uno por las letras y el título: Muerte y pasión: moneda de dos caras. Leyó la contraportada, según decía ir de un amor pasional que terminó con una mujer asesinando a su marido para irse con el amante, y finalmente el amante, de apariencia dócil y dulce, terminó matando a la mujer y quedándose con todo el dinero.
    Leyó la última página, único trozo en cursiva: “Hubiera preferido morir en manos del marido de ojos amenazantes, antes que morir en las garras del ángel”.


    Edward observó a los lejos, sus músculos se tensaron. Mathew estaba merodeando la casa, eso era malo, pero por alguna razón que él no alcanzaba a entender, Mathew jamás traspasaba la distancia de treinta metros de la casa. Observó con agudeza felina cada movimiento en las hojas, cada sonido, cada respiración ansiosa de su hermano, como si estuviera esperando a algo. Edward se levantó y flexionó las piernas, preparado para lanzarse en la dirección donde estaba su hermano a la mínima de cambio.


    Violet entró en la habitación de Math.

    - Math, nos vamos.
    - ¿Cómo que nos vamos?
    - He estado pensando… y creo que todo esto es una confabulación entre Edward y su hermano Mathew: Edward es el malo desde siempre, pero creo que Mathew también se ha vuelto malo, eso era obvio en su mirada. Ahora Edward se da de bueno, quiere ganarse nuestra confianza, y cuando la tenga, se repartirán el botín. Nos matarán entre los dos.

    Math tuvo que poner mucha atención al fluido de palabras que Violet había comenzado a relatar.

    - Vale, pero… ¿Para qué ganarse nuestra confianza si luego iba a matarnos?
    - Un psicópata.
    -… en ese caso… ¿Por qué llevar un paquete a medias, cuando nos pudiera haber matado?

    Violet lo pensó, era cierto, podría haberse quedado el solo con el botín… ¡demonios! No entendía nada.

    - Porque los dos son unos psicópatas… ¡yo que sé! Lo único que se es que si tenemos que morir, prefiero morir en manos de Mathew que en las de Edward.
    - ¿Por qué?
    - Me aterra más la actitud de Edward que la de Mathew…
    - Y por eso quieres salir de aquí.

    Violet asintió con la cabeza. Math meditó durante un tiempo.

    - Pero Edward no parece mala persona…
    - ¡Porque es el hermano dominante! Piénsalo, según la historia Edward era el niño guapo sin ninguna malformación y querido por todos, y Mathew era el niño afeado por su malformación en el ojo izquierdo. ¡Era el marginado! Edward debía ser el controlador, manipulador… no se… pero Edward debía ser el dominante, y Mathew el pobre niño sin personalidad que hacía todo cuanto le decían.
    - Pero ¿cómo un dominado pasa a tener esa mirada?
    - Joder, si te quitan la mujer, te condenan a la inmortalidad, te marginan, te maltratan… ¿cómo acabarías?

    Se quedaron callados, hasta que Math se levantó de la cama y salieron los dos de la habitación. Avanzaron hasta las escaleras que llevaban al segundo piso, pero antes de bajar por ellas, Math se detuvo.



    Notó una gota de sudor frío desplazarse desde su cabeza y caer desde su barbilla hasta el suelo. Mathew continuaba rondando la mansión, como siempre, a una distancia jamás menor a treinta metros. Rondando de un lado a otro, no estaba quieto ni un segundo. Edward se estaba poniendo de los nervios.



    Mathew observaba el tercer nivel de la casa. Lo había visto, había visto como aquellos humanos salían de la mansión. Aunque Math fuera listo, Violet era la dominante, y saldrían de la casa directamente hacia él. Edward no podría evitarlo y entonces… por fin lo conseguiría, lograría ser un inmortal de pies a cabeza, no un espectro.
    Una sonrisa dejó ver sus colmillos blancos y afilados, más grandes que los de Edward, sus ojos se entrecerraron y pasó su lengua por sus labios, empezaba a hacérsele agua la boca.






    Buenas, ¡sólo queda una última parte para que termine el primer capítulo de No hay culpa sin sangre! PLis espero que os haya agradado y, como es obvio, os haya dejado con bastantes incógnitas XD ¿Será realmente malo Edward?
    Si queréis averiguar si este hermoso (y en apariencia bueno) inmortal realmente es como Violet cree, ¡seguid leyendo el próximo capítulo!


    Atte: Viiolet

     
  11.  
    NYcalling

    NYcalling Guest

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    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Bueeenas!

    Pues la verdad es que me ha encantado. Espero que sigas publicando esta historia por que tanto tu como yo sabemos que vale mucho la pena. Ah! Y a ver si no nos dejas con las ganas... Ejem Ejem...

    besitos!!!
     
  12.  
    Dehianira

    Dehianira Entusiasta

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    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    la historIA es muy interesante me la e leido todo de un tiron y me parece k esta genial eres una gran escritora no me estrañaria k publicasen un libro escrito por ti te lo aseguro bueno espero k sigas pronto con la historia cuidate wapa
     
  13.  
    Viiolet

    Viiolet Guest

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    Re: x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Muchas gracias a todas la que habeis leido No Hay culpa sin sangre, seguiré adelante. Espero no defraudaros.
     
  14.  
    Viiolet

    Viiolet Guest

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    x_No Hay Culpa Sin Sangre_x

    Mathew observaba el tercer nivel de la casa. Lo había visto, había visto como aquellos humanos salían de la casa. Aunque Math fuera listo, Violet era la dominante, y saldrían de la casa directamente hacia él. Edward no podría evitarlo y entonces… por fin lo conseguiría, lograría ser un inmortal de pies a cabeza, no un espectro.
    Una sonrisa dejó ver sus colmillos blancos y afilados, más grandes que los de Edward, sus ojos se entrecerraron y pasó su lengua por sus labios, empezaba a hacérsele agua la boca.


    - ¿Qué ocurre, Math?
    - Violet… no creo que sea lo correcto. Aunque nos quieran matar, al ser inmortales, para ellos el tiempo puede que no tiene el mismo significado que para nosotros… lo que quiero decir es que… quizá se cansen de nosotros dentro de cinco o diez años, o más. ¡Son inmortales!
    - ¿Y piensas estar cinco o diez o toda tu vida aquí, esperando a que te maten?
    - Por lo menos estaré vivo… y no estaré solo.

    Violet observó a Math. La voz de Math era quebradiza, pero en su mirada veía toda la convicción del mundo. Miró el final de las escaleras y gimió con desesperación. Quería salir de esa casa y no tener que ver a Edward… le ponía los pelos de punta.

    - Está bien… pero antes de que el menor nos mate, prefiero tirarme a las fauces del mayor.
    - Cuando llegue ese momento iré contigo.
    - Que Dios nos ayude…

    Se abrazaron con fuerza y cada cual volvió a su habitación respectiva. Una vez que Math y Violet se quedaron de pie y en la habitación oyeron un bramido, peor que el de una bestia.


    Estaba furioso, ¡no cabía dentro de su descontento! ¡Aquella maldita mujer había cambiado de opinión en el último segundo y todo se había ido a la mierda! Mathew continuó bramando con furia y a moverse de un lado a otro con vehemencia. Finalmente, dio un puñetazo a un árbol, arrancándolo del suelo, y se adentró en el bosque, desapareciendo.


    Destensó los músculos y se incorporó. Fuera lo que fuera lo que Mathew estuvo buscando… no logró llevárselo. Se metió dentro de la casa, sabiendo que su hermano mayor no volvería en una buena temporada. Observó el piano de la sala y añoró escuchar la melodía que Violet había estado tocando en la mañana. Se acercó al piano y tocó una tecla. Cerró los ojos y empezó a recordar la melodía que había quedado marcada en su mente.


    Tenía que encontrar una manera de salir, ¡cualquiera! A ver… esa mansión tenía siete siglos, por lo tanto, la casa se construyó en los alrededores de los años 1400, siglo quince. Si partía de esa raíz, podría entender el comportamiento y las costumbres de esos hermanos. O eso esperaba… pero, ¿dónde encontraría pistas que le indicaran qué buscar, o cómo vencerlos? Si era cierto que Mathew sabía materializar las almas… ¡claro! Por eso Edward no los había matado, porque Edward dependía del hermano mayor para cazar almas, era Mathew el único que conocía esa magia, y si mataba a su hermano, el no tendría de qué alimentarse.
    Ahora lo comprendía todo. Pero entonces quedaba una duda: Sabiendo Mathew que el tiene como apoyo saber materializar las almas… ¿Para qué necesita a Edward? ¿Por qué no lo ha matado?...
    Negó con la cabeza y se tumbó en la cama. La cabeza le dolía demasiado. Observó el portátil y decidió escribir otro mail a Marlenne.


    “Buenas Marlenne, ¿cómo estás? Math y yo estamos encantados en esta mansión, aunque no tiene ni luz, ni agua corriente, y el pueblo más cercano está a más de tres quilómetros de distancia. Por eso se me va a hacer difícil escribirte cada día.
    No olvides que eres mi mejor amiga… y que te quiero mucho. Cuídate y no bebas whiski, que luego te sienta como el culo.
    Hasta siempre:

    Violet -.^ “


    Envió el mensaje y empezó a llorar. Había analizado, dentro de lo que pudo, el posible comportamiento de los dos hermanos: Edward el dominante, y Mathew el pasivo. Si las cosas eran así, Mathew podría haber aprovechado que era el único conocedor de la magia prohibida y haber acabado con Edward, pero después de siete siglos continuaban sobreviviendo y soportándose. Ese punto era el que no entendía.
    Violet suspiró y masajeó sus sienes, reposando su cabeza sobre la almohada y quedando dormida.


    ¿Qué era lo que no encajaba?... Cogió el portátil y entró en Internet. Debía encontrar alguna información sobre la magia prohibida. Así que buscó en una y mil páginas, llegando a la misma conclusión: “la magia prohibida es aquella cuyo poder de destrucción es tan enorme que no quedaría un atisbo de vida, es aquella que manipula y contorsiona la realidad, es incluso peor que la magia negra o oscura. La magia prohibida es también un arma de doble filo, ya que cada hechizo hecho repercute en el mago doblemente. La magia prohibida es una magia que actúa por sí misma, ningún brujo, mago o sabio puede dominarla. Por ello, en los alrededores del año 1200 más o menos, se quemaron a todos los brujos e hijos de brujos, así como los libros de magia prohibida, para evitar que llegara el día en que un humano no sólo vendiera su alma, sino también la de todos los seres vivos”.
    Tragó saliva, eso sonaba fatal. Buscó entonces todo lo que tuviera que ver con la inmortalidad, pero había demasiada información y diversa, así que probó a reducir la búsqueda: Magia prohibida, inmortalidad.
    Los resultados eran tres. No tenía mucho que buscar, pero ya era bastante teniendo en cuenta que se hizo desaparecer de la faz de la tierra cualquier conocimiento sobre esa magia.
    Terminó de leer y pudo sacar en claro: “Para lograr la inmortalidad se debe materializar el alma de esa persona y ofrecérsela al Dios infinito, desterrado por nuestro Señor desde antes que el mundo existiera. El Dios infinito RagsZanh puede o no aceptar el alma. Si la acepta, ofrecerá la inmortalidad al mortal, a cambio de un alto precio. El alma será encerrada en algún lugar sagrado al que el mortal no se deberá acercar jamás, y el mortal obtendrá la inmortalidad… cuando éste haya conseguido absorber el alma de una Diosa con un plazo de diez siglos, de lo contrario, vagará como espectro el resto de sus días, siendo condenado junto a su creador RagsZanh”.

    - A ver… según esto…

    Edward y Mathew tenían un plazo de diez siglos para hallar la diosa. Pero Edward no era el que controlaba la magia prohibida…
    A menos que… Edward hubiera mentido también en eso. Quizá Violet se había equivocado al pensar que sólo Mathew lo conocía, quizá Edward, como dominante, era el que torturaba a su hermano con la inmortalidad y lo sometía a su voluntad.

    - ¡Eso es!

    Estaban en la casa del verdadero peligro, el cabecilla, el maníaco, el psicópata, el perturbado mental y Dios sabía qué más cosas. Ahora la pregunta era cómo podían salir de esa mansión. Prefirió dejar de pensar y dejarle esa parte a Violet, así que salió de su habitación a hurtadillas y entró en la de Violet.

    - Pst, ¡Violet!

    Gritó en voz baja, pero Violet no se levantaba. Se acercó hasta el pie de la cama y la rodeó, encontrando el rostro dormido de Violet. Math sonrió y trató de cubrir a Violet, pero al mover las mantas Violet despertó.

    - ¿Math? ¿Qué haces aquí?
    - He hecho unos descubrimientos, y creo que te interesará mi conclusión.
    - Soy toda oídos.
    - Bien, nosotros pensábamos que los dos hermanos están confabulados, ¿cierto?

    Espetó Math emocionado.

    - Sí, pero hay una cosa que no encaja: si Mathew es el único que puede materializar las almas, ¿para qué mantiene con vida al hombre que destrozó la suya?
    - A eso voy. ¿Qué pensarías si te dijera… que Edward nos ha mentido?
    - Explícate.
    - Verás, Edward nos dijo que Mathew había hallado un libro de magia prohibida, la cual hace nueve siglos que se extinguió gracias a que se mataron a hechiceros, magos, sabios y los hijos de éstos, además de los libros que se quemaron. Ésta magia es completamente perjudicial y autómata, por así llamarla. A lo que iba: ¿Y si Edward fuera el que leyó el libro, y no Mathew?
    - Pero entonces, ¿por qué mantiene con vida a Mathew?
    - Para torturarlo, supongo. Debe ser un maníaco, un psicópata… no lo sé.
    - En ese caso, el libro debe estar con Edward, o dentro de la casa… Pero eso no explica una cosa: aparte de la coexistencia entre los hermanos, ¿Cómo logró la inmortalidad y la puede controlar, si la magia prohibida es un arma de doble filo?
    - Allí está el quid de la cuestión. La inmortalidad la obtiene cuando entrega su alma al Dios RagsZanh, el cual, si acepta el alma, la encierra en un lugar sagrado al cual el mortal no puede acercarse jamás, supongo que si se acercara, perdería la inmortalidad o yo qué sé.
    - Entonces… el alma de Edward no está aquí…
    - Exacto. Por lo tanto, ahora que lo pienso…
    - Quizá Mathew descubrió dónde estaba el alma de Edward y así puede manipular al hermano.
    - Y en vez de matarlo decide torturarlo como Edward lo ha torturado a él.
    - Madre mía… Esto es de locos.

    Se quedaron en silencio, visto desde ese punto de vista todas las piezas del rompecabezas encajaban a la perfección, no había ninguna duda de lo que ocurría… Edward era el pequeño malvado, y Mathew el mayor que se había vuelto codicioso y había quedado cegado por la venganza. Aún así, los dos colaboraban para lograr obtener almas…
    Los dos… eso significaba que…

    - Aún queda una cuestión, Math: ¿Dónde está el alma de Mathew?
    - Aquí no puede estar, de lo contrario, Edward hubiera matado al mayor.
    . Entonces, Mathew tiene el alma de Edward, pero Edward no tiene el alma de Mathew.
    - Allí tenemos una oportunidad. Debemos hacernos, por lo menos con el alma de Edward. Si se la quitamos a Mathew, manipularemos a Edward para que nos proteja y luche contra Mathew, una vez Edward haya matado a Mathew, matamos a edward destapando su alma y… pues ya veremos qué pasa.
    - ¿Crees que sea tan fácil, Math?
    - Eso espero.
    - Bien, pero no sabemos ni dónde está Mathew, ni dónde ha escondido el alma de Edward…
    - Bufff… ¡me va a estallar la cabeza!

    Resopló Math llevándose las manos a la cabeza. Violet sonrió y miró el techo. Tenían una posibilidad para sobrevivir, todo estaba claro ya.

    - Entonces a partir de ahora, uña y carne con Edward, ¿vale?
    - No vale, como mucho no saldremos de aquí.
    - Bueno, pues nos quedaremos aquí hasta que encontremos la guarida de Mathew.
    - ¡Pero no sabemos dónde está la guarida de Mathew!
    - ¡Eh, hacemos muy buen equipo, ya se nos ocurrirá algo!

    Dijo alegremente Math, con los ojos insuflados de energía y esa sonrisa tan característica suya. Violet sonrió y afirmó con la cabeza, feliz de ver a su compañero sonreír de nuevo.


    Se decidió completamente, después de dudar durante minutos, a hacerlo. Se sentó en el taburete en el que horas antes estuvo Violet y alzó sus dedos sobre el piano. Tal y como lo recordaba, con las mismas pausas y las mismas notas sostenidas. Era increíble, hermoso… esa música era maravillosa. Pero debía reconocer que aún le agradaba más cuando era Violet quien la tocaba.
    Edward reproducía con total perfección la melodía que Violet había tocado.



    - ¿Dónde podemos encontrar información sobre dónde están las almas de Edward y Mathew?
    - Déjalo ya por favor Violet…

    Dijo Math mientras se desplomaba sobre el suelo. Violet rió ante la acción del chico. Era muy inteligente y las captaba todas al vuelo. No sabía qué hubiera sido de ella si Math no la hubiera acompañado. Math parecía… su ángel de la guarda.
    Miró al techo y decidió acabar con esos psicópatas costara lo que costara, le llevara el tiempo que le llevara.

    - Oye Ma…

    Calló de golpe al escuchar los leves ronquidos de su amigo. Se levantó y lo observó: seguramente al caer, el pasó remolcó sobre las costillas que tenía tocadas… y se había desmayado. Violet sonrió y trató de levantarlo, pero pese a la apariencia delgaducha de Math, pesaba como…

    - Jolín Math, pesas como un muerto.

    Bufó Violet mientras hacía el esfuerzo de levantarlo. Una vez lo tumbó en su cama y lo tapó con las sábanas, observó por primera vez con sumo detenimiento la habitación. Le pareció ver algo blanco que sobresalía por detrás del tocador que había en la habitación. Se acercó y palpó aquello blanco, dándose cuenta que parecía una tela, retiró las telas y quedó asombrada de lo que veía: unos retratos al óleo de dos padres y dos hijos mellizos. En el primero, Edward miraba al pintor sonriente, y Mathew… miraba con odio a su hermano menor. En el segundo retrato, se podía apreciar la misma familia, pero era de un año después, de 1419. Edward y sus padres miraban al pintor con una sonrisa, pero Mathew miraba a sus padres con odio. En el tercero se podía apreciar a unos niños de ocho años de edad más o menos, los padres lucían igual de jóvenes y bellos como sus hijos, y los hijos… como siempre, solo que esta vez Mathew no miraba la cámara. En la cuarta se apreciaba la familia, pero ésta tenía algo en particular: los padres igual de hermosos, cómo no, pero los hermanos… Los dos adolescentes miraban en el mismo punto y los dos sonreían. Era la primera vez que veía sonreír a Mathew, y parecía realmente feliz…
    La última congeló su cuerpo. Los padres parecían haber envejecido diez años, Edward ya no sonreía, estaba serio y triste… y Mathew… él sonreía… pero su sonrisa no era como la de la foto anterior, era fría y maquiavélica. Miró la fecha de la foto y se le heló la sangre: Noviembre de 1435.

    - 1435…

    Repitió Violet, tratando de recordar algo sin saber qué era. Algo estaba aflorando a su mente, algo de extrema importancia… pero…

    - … 1435… ¿Por qué me suena tanto...?







    Buenas, ¡¡esta era la útlima parte del segundo cápítulo!! ¿QUé os ha parecido? ¿Qué oculatará esa fecha... 1435? Los cuadros que Violet a encontrado traerán nuevosmisterios pero también alguna que otra respuesta a cerca de esos hermanos gemelos. ¿Será realmente Edward malvado? ¿Y Mathew?
    Gracias por leer y espero que os haya agradado. ¡Cuidaros!


    Atte: Viiolet
     

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