Porque Me Abandonaste (ryosaku)

Re: Porque Me Abandonaste (ryosaku)

GRACIAS OKITA, ESO HARÉ =)
¡¡¡HOLA CHICAS!!! WOW 3 MESES, CREO QUE ME PASE, FUE MUXO TIEMPO SIN PUBLICAR, ME DISCULPO CON TODAS LAS QUE AÚN SIGUEN MI FIC, EN VERDAD MUCHAS GRACIAS POR ESPERAR X3
FUERON MUCHAS COSAS LAS QUE ME INPIDIERON PUBLICAR, ESPERO ME COMPRENDAN, TAMBIÉN ESPERO LES GUSTE ESTE CAPÍTULO, ME INTERESA BASTANTE SU OPINIÓN, ASÍ QUE YA QUIERO LEER SUS COMENTARIOS.
CREO QUE SÓLO FALTAN DOS CAPÍTULOS MÁS PARA QUE ESTA HISTORIA LLEGUE A SU FÍN, VEREMOS QUE PASA…

Capítulo 28

De pronto la puerta por fin se abrió, era el portero del edificio, que se sorprendió al encontrarlos ahí. Sakuno contó lo sucedido y luego salió hacia su oficina, al lado de ella iba Ryoma, que la tomo de la mano, haciendo que Sakuno volteara sorprendida.

Lo miró y le lanzó una sonrisa.

— Entra —dijo abriendo la puerta de su oficina.

Él entró tras ella, y se sentó en el sofá; miraba atento a Sakuno, mientras ella marcaba el número de teléfono de su casa.
Enma contestó y Sakuno empezó a inventarle una mentira, explicándole por qué no había dormido en casa.

— Explícale a Kyo, y discúlpame por haberte preocupado… yo iré dentro de un rato… adiós… —dijo suspirando y a la ves mirando a Ryoma, por la mentira que acababa de decir.

— ¿Me llevas a casa?... —dijo la castaña acercándose a él, claramente cansada.

— Claro —contestó mientras se levantaba.

— ¿Te pasa algo? —pregunto Ryoma, al verla algo preocupada, luego de hablar por teléfono.

— ¡No!... nada —negó la castaña, aunque en realidad, algo comenzaba a preocuparla, temía haberse equivocado nuevamente, las dudas inundaban su cabeza.

— ¿Segura? —cuestionó Ryoma levantando una ceja, ya que el rostro de la castaña reflejaba otra cosa.

— Sí, segura… —dijo forzándose a sonreír, para que Ryoma le creyese.

El ambarino la miró preocupado, pero no volvió a preguntarle nada.

— ¿Vamos?... —dijo la castaña, caminando hacia la salida, dejando a Ryoma parado tras ella.

La alcanzo y ambos subieron al ascensor.
Ninguno de los dos habló en el trayecto; Sakuno por su lado seguía pensativa y su rostro reflejaba preocupación, por otro lado, Ryoma no dejaba de mirarla, comenzaba a molestarlo la actitud de la castaña.

Ya en el auto, el silencio continuó. Ryoma manejaba y de vez en cuando miraba de reojo a la castaña que no dejaba de mostrar en el rostro algo de preocupación.

El celular de Sakuno comenzó a sonar, Ryoma se giró a verla, y esta sacó el aparato de su bolso, vio quien llamaba, hizo un gesto de incomodidad y contesto sin mirar a Ryoma.

— Hola Eiji —dijo con tono cansado.

— Hola… ¿Estas bien? Ayer no viniste a mi casa… —dijo tranquilo el muchacho.

— Eiji… ¿Puedes venir a mi casa en la tarde? —preguntó la castaña.

— Ok iré, pero… ¿Te ocurre algo? —pregunto al notarla extraña.

— En la tarde conversamos… adiós —dijo para luego colgar.

Ryoma estacionó el auto, ya habían llegado a la casa de la castaña.
Ella se disponía a bajar del auto, pero, Ryoma la tomo del brazo, impidiéndoselo.

— ¡Diablos Sakuno! ¿Me dirás que es lo que te pasa? —preguntó el ambarino molesto.

— Lo siento… lo siento… —repitió dos veces Sakuno, sin mirarlo.

Ryoma la soltó y regresó a su asiento, mientras la castaña soltaba la manecilla del auto.

— Ryoma… yo te quiero… pero esto no es tan simple como tú crees, no puedo estar contigo de un día para otro, tengo que pensar un poco las cosas, esto es muy difícil para mí…—dijo la castaña, quien no pudo continuar al ser interrumpida por Ryoma.

— No entiendo que es lo difícil Sakuno, tú me quieres y yo te quiero, y tenemos un hijo. Es claro que Eiji esta sobrando —dijo mientras fruncía el ceño— vamos pequeña —tomándole la mano— no compliques esto, no puedo vivir sin ti… — dijo mirándola tiernamente.

— Tengo que pensarlo… Por favor. En la noche hablamos de esto ok — dijo tomándole más fuerte la mano, y estirándose para darle un corto pero tierno beso, que tranquilizó a Ryoma.

— Esta bien… —contestó el ambarino, mirándola sorprendido por el efecto que causaba ella en él.

Cuando la castaña se disponía a bajar del auto, Ryoma preguntó: — ¿Puedo ir a ver Kyo?

La castaña dudo un poco, pero luego recordó que Kyo aún debía estar durmiendo, así que accedió al pedido del ambarino.

— Claro, vamos… — dijo con una leve sonrisa.

Una vez dentro de la casa, Enma salió de la cocina para recibirla.

— Hola Enma… él es Ryoma — dijo la castaña, al ver la mirada de sorpresa que puso esta al verlo.

— Buenos días joven — saludó con una sonrisa nerviosa.

— Buenos días… —contestó el ambarino, secamente.

— Kyo aún duerme ¿no? —preguntó Sakuno.

— Sí, ya sabes lo dormilón que es —afirmó Enma.

— Sí… —dijo Sakuno sonriendo— Vamos Ryoma —dijo empezando a subir.

Enma los veía subir, y pensaba en el gran parecido de Kyo con Ryoma.

Sakuno abrió suavemente la puerta para no despertar a Kyo, entró, pero se dio cuenta que Ryoma aún estaba afuera.

— ¿Qué pasa Ryoma? — preguntó la castaña saliendo de la habitación, respondiéndose ella misma al ver el rostro nervioso de Ryoma, que la miraba con algo de inseguridad.

— Vamos… No me digas que le tienes miedo a tu hijo —dijo la castaña soltando una pequeña sonrisita y tomándolo de la mano.

— Esto… es nuevo para mí — contestó mientras entraba dudoso.

— Esta dormido, no te hará nada —mencionó la castaña soltando otra risita.

Ver a Ryoma con el rostro asustado sólo por un niño de cuatro años en verdad sorprendió a Sakuno, que estaba acostumbrada al carácter frío de Ryoma, por lo que encontraba tierna tal situación.

—Qué graciosa… —contestó mientras fruncía el ceño.

Sakuno lo miró con una sonrisa tierna, luego soltó la mano de Ryoma, y camino hacia la cama.
Vio a su hijo durmiendo de costado, esbozó otra sonrisa, y se arrodilló al lado de la cama, recostando su rostro y quedando frente a frente con su hijo; permaneció en esa posición por unos segundos, siendo vista atentamente por Ryoma, que no dejaba de ver esa nueva escena en su vida.

— Ven… Acércate… — dijo la castaña, estirando la mano en dirección a Ryoma.

Ryoma caminó lentamente, tomó la mano de Sakuno, y con nerviosismo se arrodilló a su lado.
Sakuno le sonrió, y luego volvió su mirada a Kyo, que dormía placidamente.

— Se parece mucho a ti… —dijo mirando con ternura a su hijo.

— ¿A mí…? — contestó Ryoma sorprendido.

— En eso también se parece a ti…—dijo la castaña con una sonrisa.

— ¿En eso? ¿A que te refieres? —preguntó intrigado.

— Kyo es tan despistado como tú, tontito… —contestó sonriéndole.

— No soy despistado — dijo frunciendo el ceño.

— Lo mismo me dice Kyo —dijo sonriendo y acariciando el rostro de Ryoma.

— Vamos, no pongas esa cara — dijo la castaña al verlo con el ceño fruncido.

— Soy su papá, es normal que se me parezca — dijo Ryoma, mirando a Kyo.

Sakuno no podía creer lo que estaba pasando, no pensó que esto algún día pudiera suceder, se sentía feliz de estar con Ryoma y Kyo.

— Tiene tu cabello — mencionó el ambarino, despertando de sus pensamientos a la castaña.

—…sí, aunque lo tiene despeinado y alborotado como el tuyo — dijo acariciando el cabello de su hijo delicadamente.

— ¿Puedo quedarme hoy con ustedes? — preguntó Ryoma, dejando fría a Sakuno.

— Hablemos afuera de esto… ¿Sí? —contestó Sakuno.

Ryoma asintió con la cabeza y se puso de pie. La castaña hizo lo mismo y ambos salieron al pasadizo.

— No creo que sea buena idea Ryoma —dijo la castaña.

— ¿Cuándo le dirás que soy su papá? —preguntó el ambarino.

— Aún no lo sé… tengo miedo de su reacción. Kyo, tiene un carácter muy especial; con Eiji nunca pudo llevarse bien, a pesar de que Eiji lo conoce desde que era un bebe —contó algo preocupada.

— ¿Quién puede llevarse bien con ese?... —dijo algo fastidiado el ambarino.

Sakuno miró a Ryoma, algo enojada por su comentario.

— Sakuno, ¡vamos! déjame quedarme; además Kyo sabe que estudiamos juntos, yo hablé con él —contó Ryoma, para sorpresa de Sakuno, que no sabía nada de ese encuentro entre ellos dos.

— ¿Cuándo fue eso Ryoma? —preguntó intrigada la castaña.

—Él fue al partido que jugué aquí. Después del partido hablé con él —comenzando a reírse— me contó que aún le tienes miedo a los aviones, y que sigues sin poder jugar tenis — dijo mientras la castaña se ponía un poco roja de vergüenza por las cosas que había dicho Kyo.

— Sigues siendo una pequeña torpe… —dijo Ryoma mientras le tocaba la frente con un dedo.

— No hagas eso… — dijo la castaña mientras se alejaba de Ryoma.
— ¿No quieres que te toque? — preguntó algo sorprendido Ryoma.

— Me recuerda al tiempo que vivimos juntos, tenías esa manía de tocarme la frente con el dedo — dijo la castaña con nostalgia.

— Lo siento… siempre que te hacía eso, me mirabas de una forma muy graciosa que me gustaba… sólo quería volver a ver esa mirada —dijo Ryoma mientras Sakuno lo miraba sorprendida por lo que escuchaba.

— ¿Enserio? —preguntó Sakuno con un ligero brillo en sus ojos.

— Enserio… —le contestó tocándole nuevamente la frente.

Ryoma le sonrió, y Sakuno se avergonzó un poco; le resultaba increíble el no haberse dado cuenta de esto antes, cuántas veces Ryoma no la había tocado de esa manera, ahora entendía la sonrisa a medias que él siempre ponía luego de tocarla.

De repente la puerta de la habitación de Kyo se abrió; este salió aún algo adormilado y con pijama.
Miró a Ryoma sorprendido y luego miró a su mamá tratando de buscar una respuesta.

— Hola amor, ya te despertaste… ven para acá —dijo la castaña poniéndolo a su lado y tomándolo de la mano, tratando de pensar que le diría ahora.

Kyo con su serio rostro habitual camino hacia su mamá, sin dejar de mirar a Ryoma.

— Hola —saludó el pelirrojo.

— Hola Kyo —contestó Ryoma poniéndose de cuclillas para estar a la misma altura del pequeño.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó el pequeño muy extrañado de encontrarlo frente a su cuarto.

Sakuno no sabía que decirle a su hijo, no sabía como explicar por que Ryoma estaba ahí, cuando de repente el ambarino habló.

— Te acuerdas que te conté que tu mamá y yo estudiamos juntos, pues vine a verla, pero, especialmente vine a verte a ti —dijo Ryoma mostrando una sonrisa, y luego mirando a Sakuno, que le hacia muecas mostrando su inconformidad con lo que había dicho.

— ¿A mí? ¿Por qué? —preguntó el pelirrojo muy sorprendido.

— Sí, a ti… quisiera que juguemos un partido de tenis… ¿Qué te parece? —dijo Ryoma, emocionado, pensando, en lo mucho que le alegraba saber que Kyo era su hijo, y en las tantos cosas que quería enseñarle del tenis.

— Genial… —dijo Kyo mostrándole una sonrisa a Ryoma, y sorprendiendo a Sakuno que nunca espero una reacción así de parte de Kyo, él nunca sonreía tan fácilmente con otras personas.

— He estado practicando un nuevo saque… quiero que lo veas —dijo el pelirrojo —soltando la mano de su mamá.

— Claro —contestó Ryoma.

—Ok, iré a bañarme —dijo el pequeño corriendo apurado hacia el baño.

Una vez que Kyo cerrará la puerta del baño, Sakuno comenzó a hablar sorprendida por lo que acababa de presenciar.

—No puedo creerlo… —sonriendo— le caes bien… —mencionó la castaña volviendo a sonreír.

— En verdad me encanta esto, no puedo creerlo, él es mi hijo… hay tantas cosas que quiero enseñarle… — dijo Ryoma mirándola y también sonriéndole.

— ¿Cuándo le diremos la verdad Sakuno? —preguntó Ryoma.

— Creo que muy pronto… — tomando la mano de Ryoma — Ven… aquí podrás bañarte hasta que Kyo se aliste —dijo la castaña, llevándolo al cuarto de huéspedes.

— Gracias pequeña… —dijo Ryoma una vez dentro de la habitación.

— ¿Gracias por qué? — preguntó la castaña acercándosele.

— Por contarme acerca de Kyo, sé que te hice mucho daño, pero ahora en verdad, no sabes lo feliz que soy al saber que es mi hijo — dijo con voz dulce Ryoma mientras abrazaba a Sakuno.

La castaña sonrió dulcemente al escuchar sus palabras, y también correspondió al abrazo.

— Espero que aceptes vivir conmigo Sakuno… —dijo el ambarino con la voz un tanto más seria.

— Ryoma… ya te dije… —dijo la castaña, que no pudo continuar hablando, ya que Ryoma no se lo permitió.

— No digas nada —tapándole la boca con un dedo— esperaré hasta la noche para escuchar tu decisión —dijo esto último soltándola y dirigiéndose hacia la puerta del baño sin dejar de mirarla.

Sakuno lo miró con el rostro preocupado, aunque lo amara, le preocupaba mucho Eiji.

— Yo también me iré a bañar —dijo la castaña caminando hacia la puerta— Tratando de disimular lo que sentía en ese momento.

— Ok —dijo Ryoma volteándose.

— ¡Te amo! —dijo la castaña antes de cerrar la puerta.

Ryoma sonrió y contestó y contestó para él— yo también pequeña… —dijo en su mente mientras escuchaba el golpe de la puerta al cerrarse.

Ryoma aún sin abrir la puerta del baño, no podía dejar de pensar en que aunque amara a Sakuno, le había hecho mucho daño, le preocupaba el hecho de que ella escogiera a Eiji.

Se revoloteo el cabello y poniendo un gesto incomodo abrió la puerta.

Por otro lado la castaña iba desvistiéndose en su habitación, dejando tirada la ropa por todo el suelo, estaba nerviosa y muy preocupada, no podía dejar de pensar en que es lo que haría.

Luego de bañarse, Ryoma bajo y se encontró con Enma en el comedor, que estaba arreglando todo para el desayuno, esta se asusto al sentir la presencia del ambarino.

— Lo siento… —se disculpo Ryoma.

— No te preocupes —dijo Enma con una sonrisa algo nerviosa, la mirada fija del ambarino la incomodaba un poco.

— ¿Aún no baja Sakuno? —preguntó Ryoma acercándose un poco más al lugar donde se encontraba Enma.

— No, todavía joven, pero Kyo se encuentra en la sala — dijo mientras colocaba las tazas en la mesa.

Ryoma sonrió levemente y miró a Enma — Iré con él — dijo mientras Enma se sonrojaba un poco al verlo.

— Que guapo que es este joven, definitivamente, es el padre de Kyo, pero… ¿Qué hará acá? ¿El joven Eiji sabrá algo de esto? — pensaba Enma, mientras se tocaba las mejillas.

En la sala, Kyo se encontraba viendo un partido de tenis, miraba con mucha atención, tenía la mirada fija y seria.

Ryoma recordó las palabras de Sakuno…

— Se parece mucho a ti… —dijo mirando con ternura a su hijo.

— Se parece a mí… — pensó mientras se acercaba al pequeño.

— ¿Dónde estabas? —preguntó Kyo dejando de prestar atención al partido.

Ryoma se sentó a su lado y contestó —decidí darme un duchazo también, pero… ¿Quiénes están jugando? —preguntó tratando de cambiar el tema y girando su vista al televisor.

Kyo le dio el nombre de los dos jugadores, y le preguntó si los conocía.

— Sí, los he visto una que otra vez en torneos, y he jugado con los dos — contó mientras veía la mirada atenta de su hijo, al escuchar todo lo que decía.

—Supongo que les ganaste —dijo el pequeño con una sonrisa.

—Sí… —afirmó con otra sonrisa, Ryoma.

— ¿Hay alguien al que no hayas podido ganarle? —preguntó Kyo con mucho interés.

—Sí —contestó Ryoma, pensando en su padre — nunca le he podido ganar a mi papá —dijo, dejando muy pensativo al pequeño, que giró su vista a un lado.

— A tu papá... —dijo en voz baja y algo triste— yo no conozco a mi papá, pero sé que heredé mi gusto por el tenis de él — simulando una sonrisa— ya sabes, es imposible que haya heredado esto de parte de mi mamá.

Ryoma giró su vista, se sentía impotente, tenía ganas de decirle todo, se sentía culpable de no haber estado todos estos años con él.

— Ah! Verdad —dijo el pequeño— tú eres el único que me ha ganado, ya verás te ganaré pronto —dijo con determinación en el rostro.

— No dejaré que eso pase —contestó Ryoma, al sentir que inconcientemente Kyo tenía el mismo deseo de él de ganarle a su padre.

La castaña bajó y se encontró con Enma, preguntó por Kyo y Ryoma, y esta le dijo donde se encontraban.

Sakuno entró a la sala, y al verlos junto sonrió emocionada, siendo descubierta por Kyo y Ryoma que voltearon al sentir aquella sonrisa, que ambos conocían ala perfección.

— Hola… —dijo la castaña sonriente, al sentir la mirada fija de ambos.

Automáticamente ambos le devolvieron la sonrisa.

Enma que los observaba desde el otro extremo, pensaba en la reacción de Kyo Y Ryoma ante la presencia de Sakuno, el brillo en los ojos ámbar de ambos, demostraba la debilidad que sentían por ella.

— Vamos a desayunar... —les dijo, acercándose un poco más a ellos.

—Sí… —contestó el pequeño apagando la televisión y caminando hacia su mamá.
Ryoma se levantó y caminó al lado de Kyo, una vez estuvieron delante de Sakuno, esta comenzó a mirarlos y dijo.

— Leche para ambos… ok— y sonrió.

Ambos pusieron la mirada molesta, pero ninguno protestó ni dijo una sola palabra.

—No pongan esa cara… Kyo ya sabes que es muy importante que tomes leche, aunque no te guste —dijo la castaña al ver pasar a su hijo.

— Cuando vivíamos juntos también me obligabas a tomar leche pequeña — recordó Ryoma, acercándose a ella y tomándola de la cintura para darle un tierno beso.

— Ryoma nos van a ver —dijo la castaña alejándose de él y caminando hacia el comedor

— Ven —lo llamo Sakuno, y el camino detrás de ella.

Luego de tomar el desayuno, Kyo, Ryoma y Sakuno salieron hacia la cancha de tenis que tenían en su patio.
Kyo y Ryoma jugaron varias horas, Sakuno los observaba mientras tomaba una limonada, he iba pensando en la decisión que tomaría.
Finalmente terminaron de jugar y Ryoma y Kyo se acercaron a Sakuno.

—Iré por unas pontas — dijo Kyo con un tono muy serio.

— ¿Qué paso? —preguntó Sakuno mirando a Ryoma.

—Nada, sólo le gané el partido… es normal, yo siempre me pongo así cuando mi papá me gana — contestó el ambarino mientras se secaba con la toalla.

— Entiendo… —sonrió la castaña desviando la mirada.

—Ya tengo que irme Sakuno, te llamaré en la noche, ¿esta bien…? —dijo el ambarino mirándola.

De repente se escucho la voz de Enma que decía…

— Espere joven… — dijo pero ya era muy tarde, Ryoma y Eiji se encontraban frente a frente.

— ¿Qué hace él acá Sakuno? —dijo girando su mirada con ira hacia ella.

La castaña no sabía que decir, sólo atinó a responder.

— Cálmate Eiji, hablaremos de esto en otro lugar… — dijo muy nerviosa.

—Te llamo luego Sakuno —dijo el ambarino, soltando la toalla y comenzando a caminar hacia Eiji.

— ¿Te llamo luego? ¿Qué pasa Sakuno? ¿Ya le contaste que es el padre de Kyo…? —dijo esto último, sin darse cuenta de que el pequeño se encontraba detrás de él, sólo se escucharon el sonido de las pontas al chocar contra el suelo.

— Kyo, mi amor… — gritó Sakuno al ver al pequeño salir corriendo, para luego ir tras él.

— Eres un idiota Eiji —dijo Ryoma furioso, agarrándolo del cuello de la camisa y empujándolo contra la pared.

ESPERO LES HAYA GUSTADO EL CAPI…
XAUSITO, SE ME CUIDAN MUCHO XD