Las lágrimas de una noche mágica (Inu&Kag)

Re: Las lágrimas de una noche mágica (Inu&Kag)

Estaba tumbada y encogida sobre mí misma. El dolor, bueno las contracciones que me causaban el dolor que estaba sintiéndo desde hace varias horas, había aumentado muchísimo; pero ahora el dolor me parecía insoportable.
Inuyasha intentaba arrancar el coche para irnos del bosque, pero no arrancaba.
Cabreado, Inuyasha golpeó flojamente el volante del taxi. Alcé un poco mi mirada y pude ver su rostro en el espejo del retrovisor. Parecía muy frustrado, y maldecía cosas por lo bajo.
-Siempre nos pasan las cosas en los mejores momentos...- murmuró con un eje de sarcásmo y nostálgía. Su voz sonó algo lejana. Parecía que se lo estaba diciéndo para él mismo.
Un sollozo se escapó de mis labios al sentir otra contracción. Con mi visión algo húmeda, pude ver como se pasaba ambas manos sobre su pelo. Estaba desesperado, y cada vez que pasaba el tiempo, la desesperación que él sentía, parecía que iba aumentando.
-Llevamos más de diez horas y media aquí- dijo con el mismo tono nostálgico que antes.- Y encima que no sabemos en que bosque ni cómo hemos llegado a él, no nos podemos mover con el coche...
Diez horas y media ahí, en el coche y en medio de un lugar desconocido, que para colmo, aunque eran las 14:15 pm y debía de estar todo iluminado, la luz no llegaba a este paralelo.
Escuché la puerta del piloto abrirse, y una de las típicas suaves y frías brisas de invierno entró al interior del coche. Luego, se cerró y se abrió la puerta que estaba a la derecha de los asientos donde yo me encontraba tumbada
-Kagome, yo... yo no puedo continuar así- dijo Inuyasha mientras entraba y se ponía en cuclillas a mi lado.- No puedo verte así. Yo he de pedir ayuda... a quien sea, pero no puedo dejaros así.
-P...pero...-balbuceé entre sollozos. No quería estar sola, y mucho menos en tal situación.
-Cariño, -dijo mientras me cogía mi mano más cercana a él, y la mantenía agarrada.- te prometo que no tardaré mucho.
Asentí con la cabeza porque tuve que apretar los dientes con todas mis fuerzas, para evitar dejar escapar otro grito. Supe que Inuyasha se había percatado de eso, porque me miró preocupado. Después, se marchó y cerró la puerta.
Plenamente, no sé con exactitud cuanto rato me quedé sola; si fueron sólo algunos minutos, o tal vez horas. Pero para mí, esa soledad, se me hizo interminable y dolorosa.
Escuché como escampaba un poco, porque hace un lapso de tiempo empezó a llover, y al rato la puerta que estaba al lado de mis piernas, se abrió, y pode ver los ojos dorados de Inuyasha, junto a unos ojos de color negro y unos ojos de color plata, que me resultaron bastante familiares.
-¿Cuántas horas has dicho?- preguntó la persona de ojos negros.
-Como unas doce horas como mínimo, Kouzla.-le respondió Inuyasha mientras se acercaba a mi lado. Cuando llegó a mí lado me cogió la mano. Su mano estaba fría, pero aún así, estaba algo más caliente que la mia.-¿Cómo estás?¿Te duele mucho?
-Inuyasha, vamos antes de que el dolor sea ya más insoportable para ella.-dijo Kouzla mientras se adentraba en el coche para ayudar a Inuyasha a levantarme. Un leve hipo se me escapó porque aún estaba llorando, y tenía la sensación, de que si la cosa continuaba así, me ahogaría porque me costaba respirar con el dolor y con los nervios.
Inuyasha me levantó hasta sentarme sobre los asientos, y después de preguntarle a Kouzla cómo me iban a mover de ahí, pasó uno de mis brazos detrás de sus hombros y me levantó. Me guió- bueno más bien, me arrastró porque el cargaba todo mi peso y apenas sentía como mis pies pisaban el suelo- hasta la puerta, y allí. Kouzla cogió mi otro brazo e hizo como Inuyasha.
-Kagome, vamos a andar un poco,- me dijo Kouzla.-No cargues tu peso sobre los pies, deja que Inuyasha y yo te llevemos.
En esos momentos, me daba igual si iba a andar o si me iban a llevar ellos. Fuimos andando, a un paso lento pero para nada tranquilo, por el bosque. Cada vez me sentía peor porque me dolía cada vez más, al igual que me sentía agotada y débil.
-Kouzla...- le llamó Måne, la cual iba unos pasos más adelante que nosotros.
-Si, la dejaremos descansar en la cabaña mientras viene una ambulancia.-sentenció Kouzla mientras continuabamos andando.

 

Re: Las lágrimas de una noche mágica (Inu&Kag)

hola!!
perdon por la tardanza, lo siento mucho
bueno os dejo la conti
Felices Fiestas!!!


Cuando llegamos a una parte del bosque, tuve la sensación de que algo cálido y embriagante nos envolvía; pero al instante, la embriagante sensación, desapareció.
Luego, llegamos a la cabaña, y Måne abrió la puerta para que Inuyasha y Kouzla me llevaban al interior, y luego de llevarme a una habitación, me tumbaron en una cama que había. Kouzla salió de ha habitación y yo me quedé a solas en la habitación con Inuyasha.
-Tranquila...-dijo Inuyasha mientras me cogía una de mis tensas manos, y depositaba un beso sobre la palma de esta.-Pronto vendrá la ambulancia.
Deseé con toda mi alma que Inuyasha estubiese en lo cierto, y que la ambulancia viniese pronto la ambulancia. No sé con certeza, cuanto tiempo estuvimos esperando a que viniese la ambulancia, pero el caso era que no venía...
Al rato Måne, entró a la habitación. Los pasos deMåne eran cautelosos, y parecía algo asustada.
-Kouzla dice que debemos irnos...-dijoMåne.
-Pero,...¿y la ambulancia?- preguntó Inuyasha confuso, el cual se encontraba sentado a lado.
-No va a venir...-declaró Kouzla, el cual apareció apoyado en el marco de la puerta.-El portal ya está abierto en el salón, y debemos de irnos ya.
Inuyasha apretó un poco más fuerte mi tensa mano; y asintió con su cabeza, y luego se puso a ayudarme a sentarme sobre la cama. Mientras Inuyasha me ayudaba a sentarme, yo puse toda mi fuerza y mi concentración, en no emitir ni un grito, ni quejido, ni ninguna otra señal que mostrase el dolor que estaba sintiendo.
Inuyasha volvió a cargar otra vez todo mi peso sobre él, para dirigirnos andando hasta el salón de la cabaña. Cuando llegamos a salón, una tenue luz, cuyos colores eran de color plata y morado, nos impactó. Inuyasha y yo miramos algo asustado al punto donde salía esa luz.
-Es el portal...-nos avisó Kouzla al ver que nos habíamos parado en la puerta del salón.-Ésa luz, nos llevará al hospital en menos de cinco segundos.
Inuyasha me guió hacia la luz. A nuestro lado se encontrabaMåne y Kouzla. Giré, con gesto cansado, mis rostro hacia ellos. Cuando ví los ojos de color negro con sus raros reflejos de color morado, me miraban fijamente, no pude evitar agachar mi mirada avergonzada. Habíamos desconfiado de unos conocidos...
-Todo irá bien.-sentenció Kouzla.
Los cuatro dimos un paso hacia delante, mientras la luz nos envolvió completamente.
El sonido que hacían los coches que pasaban por la carretera, me hizo caer en al realidad. Estabamos en la ciudad, y justo enfrente de la puerta del hosptal.
Las puertas corredizas de cristal se abrieron cuando dimos un paso. Entonces una enfermera se dió cuenta de la situación en la que estabamos, y se acercó a nosostros. La enfermera, junto a otros compañeros de ella, me llevó a una sala de paredes blancas, a la cual denomió como "sala pre parto". Dejaron que Kouzla y que Inuyasha me acompañaran hacia esa sala, al ver que estaba demasiado asustada. En la sala pre parto, una matrona nos miró, y luego se acercó a nosotros y me ayudó a tumbarme en la camilla. Después de que me revisara el doctor, dijo una cosa que no entendí muy bien, y que me puse a llorar más por culpa de los nervios. Ví como Kouzla posaba su mirada en mí, y luego, se acercó rápidamente al doctor, y le avisó sobre algo en el oído.
-Kagome, solo te van a poner una intravenosa para que te ayude a dilatar.- me avisó Kouzla.-Te ayudará.
Asentí y dejé que me pusiesen la intravenosa con oxitocina en el brazo izquierdo, después de que me contasen de que aparte de que iba a ser mejor para los dos, si no dilataba los centimetros que me faltaban, me hician una cesárea...
Me llevaron a una sala, y ahí me dejaron durante media hora más ya que fue el tiempo que tardé en dilatar completamente.
Después me llevaron a una sala de partos. Cuando estuve dentro, empecé a sudar sin parar porque me puse más nerviosa...
Yo empecé a empujar tal como me iba indicando la comadrona y el médico, pero no notaba nada. No sentía que el bebé iba saliendo.
-¿Y si algo va mal?...-resonó una voz en mi cabeza, como si tratase del eco.
Ante eso me derrumbé y me puse a llorar descontroladamente. Inuyasha se tensó al verme negar con la cabeza, mientras lloraba.
-¿Q-qué sucede,...?¿Kagome?
-No,... y-yo... yo no p-puedo...-dije como pude.
-Claro que puedes.-dijo el médico.-Empuja.
-¡NO!-grité.-N-no le s-siento,... no pue-edo...
Vi que el médico iba a decir algo, pero la comadrona le calló.
-Déjame que le hable para tranquilizarla.- dijo la comadrona.
-Pero...-empezó a decir el médico.
-Pero nada.-sentenció la comadrona tenazmente.-Está asustada, es sólo una niña.
El médico asintió. Entonces ví como la comadrona, se acercaba a mí, por el otro lado de la camilla.
-Kagome,-me llamó la comadrona, en un tono amigable, para que tuviese más confianza.- ¿qué sucede?
-Yo... yo n-no... pue-edo...
-Claro que puedes.-afirmó la comadrona.
-¡No, no le sient-to!
-Kagome, ¿tú quieres tener a tu hijo entre tus brazos, verdad?-me preguntó el doctor. Pensé que la pregunta que me hizo era algo absurda, pero asentí.
-Si no empujas, tu hijo no nacería.-me confesó la comadrona algo triste.
-...Si no...o más probable es que se moriría...-susurró el doctor.
A pesar de quue lo había dicho en un susurro, lo oí, y metí un grito. No quería que mi hijo se muriese,... y mucho menos por mi culpa...
Me puse más nerviosa mientras mi llanto aumentaba. La comadrona miró envenenadamente y horrorizada al doctor.
-Menos mal que intentabamos calmarla que si no....-dijo con ironía la comadrona, mientras le miraba envenenadamente.
-No cariño, eso no va a pasar...-dijo Inuyasha mientras aferraba con cuidado mi mano.-Todo va a salir bien, nuestro hijo estará bien...
-Él tiene razón.-sentenció la comadrona.-No debes de hacerle caso a este doctor... aunque debes de empujar, ¿vale?

Cuando superé ese "pequeño miedo", empecé a empujar. Cada vez me sentía más exhausta y débil, y ya no podía más. Ya apenas me quedaban fuerzas...
-Venga, solo un último empujón.- avisó derrepente el médico.
Con las escasas fuerza que me quedaban, y di un último empujón, tal como me pidieron... Entonces, en la sala se escuchó el llanto de un bebé. El alivio y la tranquilidad que sentí al escuchar aquel llanto, me hizo olvidar completamente el dolor que había experimentado.
Yo estaba respirando irregularmente y rápidamente, dando grandes bocanadas para conseguir grandes cantidades de oxígeno; mientras veía como la comadrona tapaba y cobijaba con sumo cuidado a un pequeño bulto, que estaba llorando en sus brazos.
A pesar de las protestas qeu estaba diciéndo el médico, la comadrona se acercó a mi con el pequeño bulto que lloraba; entonces lo posó con cuidado entre mis brazos.
Bajé un poco mi mirada, y ví a mi hijo que lloraba entre mis brazos, pero poco a poco, mis ojos se fueron cerrando lentamente; dejando mi cuerpo vencer al cansancio.