::: Cruce de caminos ::: (plagio)

Re: ::: Cruce de caminos :::

Hola, muchas gracias por los posts que me dejaron. Siento horrible no haber podido poner la continuación el domingo, pero caí enferma y pues todavia estoy un poco mal. Pero bueno, ya les traje la conti. Espero que les guste.



Cuando terminaron de comer, Inutaisho fue a su habitación a dormir la siesta inuyasha salió al patio. De pie ante el fregadero, kagome vio como se quitaba la camisa y volvía a subir al tejado. En ese momento habría desafiado a cualquier mujer menor de noventa años a que lo mirara y no se sintiera impactada.

Kagome terminó de lavar los platos y, demasiado inquieta para trabajar dentro de la casa, salió al porche con el ordenador portátil.

Sentada en la mecedora, intentó concentrarse en lo que estaba escribiendo. Pero no era la historia lo que atraía su atención. Era Inuyasha Taisho. Kagome renunció a su tarea y se reclinó en la mecedora en un estado de laxitud.

Sin darse cuenta del paso del tiempo, se balanceaba lentamente mientras lo miraba trabajar. Intentó aclarar consigo misma que era lo que le fascinaba de él, además de ser tan apuesto. ¿Qué tenía ese hombre para cautivar su corazón de esa manera? ¿Y por qué tenía que ser tan obstinado? Bueno, ella también podía serlo. No le haría daño posar para una portada. Tal vez sus amigos se burlarían un poco, pero no tenía mayor importancia.

De una u otra manera conseguiría que posara para su próximo libro. Tenía que haber un modo de convencerlo. El dinero no era un incentivo. Los modelos no ganaban mucho, al menos los desconocidos. A él no le interesaba la fama. ¿Qué más podría ofrecerle?. Al instante rechazó la respuesta obvia.

Cerró los ojos y lo imaginó en la portada de su libro. Naturalmente estaría sin camisa, los largos cabellos plateados flotando al viento y las montañas nevadas como paisaje de fondo. O podría estar montado en un semental tan salvaje y brioso como él. Kagome sonrió mientras la imagen tomaba forma en su mente.

-Oye, kagome. ¿En qué estás soñando?- preguntó inuyasha. Kagome abrió los ojos al escuchar su voz. Estaba inclinado junto a la mecedora, con la camisa sobre un hombro –Por tu sonrisa tiene que haber sido un buen sueño ¿Aparecía yo en el?-

-¡Desde luego que no!-

-¿No?- preguntó al tiempo que cubría la boca de la joven con sus labios -¿Estas segura de que no soñabas conmigo? Tal vez te besaba aquí- dijo besándola detrás de la oreja –O aquí- murmuró, mientras su boca recorría lentamente el cuello.

Kagome sintió escalofríos de placer antes de que los labios de inuyasha volvieran a posesionarse de los suyos.

Todo pensamiento desapareció de la mente de kagome cuando el la acomodó en su regazo. Ella lo abrazó, rendida contra su cuerpo, mientras las manos masculinas se deslizaban por la espalda.

En un momento dado, quedaron casi tendidos en el porche, el cuerpo de inuyasha sobre el de ella mientras su lengua jugaba con los labios de la joven.

Kagome lo miró fijamente sin aliento.

-¿Qué haces?-

-Aprendo el camino- susurró al tiempo que le besaba la punta de la nariz –Nunca voy a ninguna parte sin antes de aprender la ruta- murmuró mientras su mano recorría el muslo femenino -¿Cuál es el mejor camino seguir?- la mano de inuyasha rozó ligeramente el pecho de la joven -¿El camino de las montañas o de los valles?-

Volvió a besarla y su cuerpo la cubrió por completo, en un contacto muy íntimo.

De pronto, kagome dejó escapar un quejido. Inuyasha se alzó sobre un codo y, con las cejas enarcadas, la miró con oscuros ojos hambrientos.

Ella se movió bajo su cuerpo, sin aliento y un poco avergonzada.

-Algo me está pinchando-

Inuyasha alzó una ceja.

-No eres tú- dijo, con las mejillas rojas de rubor.

Inuyasha se puso de pie y le ofreció la mano para alzarla del suelo. Kagome se llevó la mano atrás y extrajo la larga astilla que se le había clavado en la espalda.

Inuyasha frunció el ceño.

-Vamos, será mejor ponerte desinfectante- dijo mientras examinaba la punta.

Llevándola de la mano, subió las escaleras hasta el cuarto de baño y le aplicó el ungüento y un tirita.

-¿Mejor?-

-Sí, gracias-

La mirada de inuyasha se deslizó sobre ella, todavía ardiente y hambrienta.

-Podríamos terminar lo que estábamos haciendo en un lugar más cómodo-

Era tentador, muy tentador.

-No, no puedo. Yo... tengo que trabajar-

-De acuerdo, de acuerdo. No quisiera ser un impedimento para tu próximo éxito de ventas- comentó, con una sonrisa irónica.

Kagome salió apresuradamente del cuarto de baño. A todas luces el ordenador sería un mal sustituto de los brazos de Inuyasha Taisho.



Kagome se encerró en su cuarto aún sin aliento. Lo que había pasado con Inuyasha en el porche aun la tenía desconcertada. No lograba descubrir que era lo que le atraía de él. ¿Sería su sonrisa? ¿Su impactante cuerpo? ¿La manera en la que la miraba? Si volvía a suceder algo como lo que había pasado hace unos minutos en el porche, estaba totalmente segura que no podría resistirse.

Era ese algo que tenía Inuyasha, lo que la hacía temblar cuando lo tenía cerca. Debía de tener cuidado, mucho cuidado, en no entregarle su corazón a un hombre que no creía en los compromisos. Pero temía que fuera ya, demasiado tarde.


Inuyasha se dirigía a su cuarto, cuando al pasar por el cuarto en el que se quedaba Kagome, vio todavía las luces encendidas.

Kagome. Suspiró. Esa chica lo iba a volver loco de deseo. Inuyasha sabía que Kagome no era como las demás mujeres que había conocido. Él sabía que el tener algún tipo de relación con Kagome, lo ataría al compromiso. Y él aún no estaba listo para ello. Por mucho que Kagome le fascinara y deseara, no podía permitirse el quedar atrapado en esa red que algún día los destrozaría a ambos.



El sábado por fin llegó. El día que en el pueblo se celebraría el tan esperado baile. Toda la mañana transcurrió con aparente calma, puesto que Inuyasha no se presentó hasta la hora de la comida. Kagome se había sentido un poco mejor de lo que había pasado el día anterior en el porche, pero viendo a Inuyasha de nuevo, le surgieron esas ansias incontrolables de que la besara de nuevo y la llevara a descubrir nuevos placeres.

Inutaisho comenzó a mostrarse un poco mejor de salud, y cuando a bajó a comer Kagome dio un brinco de alegría por verlo nuevamente tan feliz y saludable.

-Hola, Kagome, ¿sabes donde está mi nieto?-

-Si- mirando a Inutaisho cariñosamente –Salió al pueblo a conseguir unas cosas que nos hacía falta-

Inutaisho la miró cariñosamente. Sonriendo por la felicidad que le traía el conocer que Kagome ya se consideraba parte de la familia, de la pequeña familia.

-¿Te sientes mejor, Inutaisho?-

-Si, mucho mejor, gracias- Mirando por la cocina –Me puedes dar algo de comer, estoy hambriento-

-Claro- dijo Kagome sonriendo.

Kagome puso los platos sobre la mesa y sirvió a Inutaisho una buena ración.

-Que lo disfrutes-

-Gracias, Kagome- hundiendo la cuchara para tomar un poco de la sopa –Por cierto, hoy es la fiesta del pueblo, ¿no es así?-

-Sí- dijo ella incómoda.

-Entonces, ¿Por qué Inuyasha no llega? Ya son las 4 de la tarde. La fiesta es a las 7-

-No te preocupes, Inutaisho. Va a venir pronto-

-Va a venir pronto- Se dijo Kagome mentalmente. Miró de nuevo el reloj. Las 6:30.

La tarde había transcurrido tranquilamente, Inutaisho se había ido a acostar inmediatamente que terminó su almuerzo. Kagome se había quedado esperando a Inuyasha, pero como el no apareció en la siguiente hora, decidió subir a escribir un poco.

Hizo un avance considerable en la novela que estaba escribiendo, todas las historias que le había contado Inutaisho acerca de la reserva le estaban sirviendo muy bien. Se felicitó a si misma por el trabajo conseguido y se metió a la ducha.
Disfrutó del agua caliente mientras estuvo ahí, olvidándose de la atracción que ejercía Inuyasha sobre ella.

Cuando finalmente salió de la ducha, comenzó a arreglarse para la fiesta. Puede que Inuyasha aún no llegara, por que sus sentidos habían estado alerta todo el tiempo, pero sabía que él era un hombre de palabra y si le había dicho que irían a la fiesta, era por que iban a ir.

Decidió no maquillarse en exceso, solo resaltaría sus rasgos. Como era una fiesta de pueblo, pensó que no sería bueno ir tan maquillada. Su atuendo estaba sobre la cama, y lo contempló unos minutos.

Estaba orgullosa de las prendas que había escogido, seguramente le gustarían a Inuyasha. Las blusa blanca tenía un escote poco profundo, pero sensual. La falda india tenía un diseño precioso con acabados bancos y las botas blancas eran precisamente las adecuadas para el conjunto.

-¿Por qué no llega aún?- se preguntó Kagome mirando el reloj del ordenador.
Cada vez que miraba el reloj, sentí que el tiempo transcurría más lento pero desafortunadamente no podía hacer nada, más que esperar pacientemente.

Miró el reloj de nuevo las 6:45. Sorpresivamente escuchó el motor del vehiculo que se aproximaba a la casa. Vio de nuevo el conjunto sobre la cama y decidió cambiarse.




Inuyasha se encontraba hecho una furia. Había sido un error ir al pueblo a esa hora de la tarde. Solo le había servido para recordar como había entregado su corazón a una mujer mientras ésta se lo devolvía hecho pedazos. Kikyo.

La había visto paseando de la mano de su esposo, un rico empresario, por las calles del pueblo, cuando en ese preciso momento, Kikyo había volteado, lo había visto y le había sonreído. Inuyasha se paralizó. Kikyo le dijo algo a su esposo al oído y ella fuera directamente hacía Inuyasha.

Kikyo le dio un beso en la mejilla, muy cerca de los labios.

-Hola, cuanto tiempo sin verte- esbozando una de las sonrisas que habían vuelto loco a Inuyasha mucho tiempo atrás.

-¿Qué haces aquí, Kikyo?-

-Mi esposo quería conocer el lugar donde nací y hasta ahora está fascinado- dijo mientras volteaba a ver al hombre que era su esposo, entrar a una tienda de artesanías.

Inuyasha la vio fijamente, recordando todos los momentos que habían pasado juntos en la juventud, cuando de pronto, recordó el día en que le había propuesto matrimonio a Kikyo, y cuando le dijo que el no era el hombre adecuado para casarse con ella.

-Kikyo…-

-Por cierto, he oído rumores de que tienes un romance con una escritora-

-Eso no es verdad, ella tuvo un accidente y la ayudé eso es todo- ¿Por qué le explicaba eso a ella?

-¿Es guapa?-

-Sí-

-Ya veo- dijo pensativa.

-No, Kikyo, no ves nada. Lo de nosotros es cosa del pasado-

-No, Inuyasha. Yo anhelaba casarme contigo, fue mi madre quien me obligó a casarme con Bancotsu, ella decía que era mejor partido que tú. Tu siempre tendrás un lugar muy especial en mi corazón- dijo esto último mientras le acariciaba la mejilla cariñosamente.

Inuyasha sintió mil cosas en su interior. Incredulidad, alegría, enojo, ¿amor?
No podía creerlo, eso cambiaba las cosas. La imagen que se había hecho de Kikyo, la interesada y egoísta de pronto había cambiado a la de un ser indefenso que había tenido que seguir las órdenes de su madre. Por que su madre era una arpía. Muchas veces se preguntó, como podía ser que alguien con el espíritu de Kikyo tuviera como madre a semejante buitre.

-¿Lista Kikyo?- preguntó Bancotsu, quien se había acercado hacia ellos repentinamente.

-Claro, Ban. Te presento a Inuyasha Taisho, mi exnovio. Inuyasha, te presento a mi esposo Bancotsu Kunimoto-

-Hola, mucho gusto Inuyasha- estirando el brazo.

-Igualmente- estrechándole la mano.

-Kikyo debemos irnos, nos quedan muchos lugares por visitar y aún no conocemos bien el camino-

-Inuyasha, ¿podrías ayudarnos?-

Inuyasha intuyó problemas. Miró su reloj. Eran las 4:30. La fiesta no comenzaría hasta las 7.

-Claro- dijo mientras rezaba por que no tuviera problemas con Kagome.

 

Re: ::: Cruce de caminos :::

Hola..
Debo pedir disculpas primero por la tardanza, y se que agunas querrán matarme por no haber puesto el siguiente capitulo.
Pero la continuación aún no la tengo. He estado muy ocupada con mi escuela. Mis clases terminan el 28 de Noviembre y pues ahorita estoy llena de trabajos, expocisiones, y exámenes en la universidad. Les pido que me esperen, puesto que ya estoy trabajado en la continuación, solo que está muy corta y he decidido hacerla un poco más larga. Me disculpo de nuevo pero les prometo que la continuación estará en esta semana.
Cuidense mucho.

Chao

 

Re: ::: Cruce de caminos :::

-Hola, Inuyasha- dijo Kagome mientras bajaba las escaleras con su nuevo atuendo.

-Hola, disculpa mi retraso. En seguida nos vamos.

Y sin añadir nada subió las escaleras de dos en dos procurando darse prisa.

Kagome se quedó petrificada. ¿Qué pasaba con Inuyasha? El no era así de cortante cuando hablaba, o no conocía esa faceta en él. Pero aún así, le resultó muy extraño su comportamiento. Algo debió haber pasado. ¿Pero que era? Decidió esperarlo sentada en una silla de la cocina.


-¡Maldición!- dijo Inuyasha entre dientes mientras se cambiaba su ropa.
Kagome se veía preciosa con ese atuendo que le daban ganas de no ir a la fiesta y quedarse en casa, disfrutando sólo de su vista. Pero aunque se viera fenomenal, no podía negar el impacto que le había causado volver a ver a Kikyo.

Decidió darse una ducha, y así intentaría despejarse de lo sucedido en el pueblo hace un rato. Kikyo había sido toda sonrisas con él, mientras que a su esposo no le importaba o pretendía no darse cuenta.

Inuyasha no sabía que pensar, estaba muy confundido. El había creído prácticamente, desde que Kikyo rechazó su propuesta de matrimonio, que era ella la que no lo había querido. Pero de pronto se enteraba que era la madre de Kikyo la que la había manipulado de tal forma, que la había obligado a rechazar su propuesta de matrimonio y a casarse con el empresario.

Decidiendo que buscaría las respuestas a sus preguntas esta noche. Se puso nervioso, pensando que vería a Kikyo esta noche, en el baile.

-Inuyasha- habló Inutaisho, sorprendiendo a Inuyasha que acababa de salir de la ducha.

-Dime, abuelo- dijo mientras dejaba la toalla sobre un perchero, para comenzar a cambiarse.

-¿Dónde estabas? Kagome se preocupo mucho por ti.

-¿Solo Kagome?- respondió Inuyasha con una sonrisa irónica.

-Pues deberías hablarle claro, puesto que es ella la que está interesada en ti. No se merece que la dejes esperando mientras tú estás acompañando a Kikyo en un tour por el pueblo.

-¿Qué?- se giró Inuyasha sorprendido -¿Dónde supiste eso?

-Pues Kagome me dio un poco de pena, casi rompe el suelo por las vueltas que daba conforme el tiempo pasaba y tu no llegabas. Entonces decidí llamar a Eleonora para saber si no te había visto, y mi sorpresa fue que me dijo que Kikyo había regresado y que tú estabas muy contento haciendo de su guía.

Inuyasha no mostró ningún signo de sorpresa.

-Kikyo está casada.

-¿Y por eso estás de este humor? Cuando Kagome bajó a recibirte, ni siquiera le dijiste nada acerca de su vestuario. Se veía preciosa, y lo sabes.

-Claro que lo se, pero tenía cosas más importantes en que pensar en ese momento- Suspiró –La madre de Kikyo fue la que no la dejó casarse conmigo.

-Inuyasha, no eres ningún tonto, pero en cuestiones de Kikyo siempre lo has sido. ¿Qué no te das cuenta de que puede decirte que los elefantes vuelan y tu le creerías?

-Déjame en paz.

-Solamente te voy a decir una última cosa- dirigiéndose a la puerta –Por lo poco que conozco a Kagome, se que le va a herir el hecho del regreso de Kikyo, por que te tiene a ti atrapado en una burbuja de irrealidad, pero es tu decisión. Quedarte con el sueño de Kikyo, o con el amor de Kagome.

Inutaisho salió tan silenciosamente de la habitación como había entrado.

-¿El amor de Kagome?- Se preguntó Inuyasha. Lo único que sentía Kagome por el era cariño, no amor. No podía ser cierto que lo amara. ¿De donde había sacado su abuelo esa idea? El no podía amar a nadie. Por que pensaba que el amor era una ilusión romántica, claro, Kagome era escritora. De ahí su idea del amor. Tendría que poner las cosas claras con ella. Pero primero hablaría con Kikyo, y le exigiría todas las respuestas a sus dudas.




-Hola, Kagome- dijo Inutaisho entrando a la cocina.

-Hola, Inutaisho, ¿gustas un café?

-Sí, claro.

Era tonto su nieto, si perdía a Kagome. No había conocido a una muchacha que se le igualara tanto en belleza, como en persona. Era una muchacha cariñosa, que se preocupaba por los demás y tenía un corazón de oro. Sin duda, Inuyasha no sabía lo que tenía. Esperaba que se diera cuenta antes de que la perdiera por las ideas erróneas que se había hecho respecto al amor y al matrimonio por culpa de Kikyo.

-Kagome, debo advertirte.

Kagome, que estaba preparando e café, se giro interrogante.

-¿Por qué dices eso, Inutaisho?

-Cuando Inuyasha era un joven, se enamoro perdidamente de una joven del pueblo, llamada Kikyo. Cuando los dos fueron los suficientemente mayores, Inuyasha le propuso matrimonio, y ella no aceptó. Se casó con un empresario poco tiempo después. Eso a Inuyasha lo hirió mucho. Por eso es que tiene esas tontas ideas acerca de amor y el matrimonio.

Kagome se sorprendió con la confesión.

-Se que Inuyasha tiene esas ideas, ¿pero por que me lo dices a mí?

-No soy tonto, se que lo quieres. Pero por las ideas que él tiene acerca del matrimonio te mantienes alejada lo suficiente.

-Yo…- ¿era cierto eso?

-Kikyo ha vuelto.

-¿Qué?- dijo sin creerlo.

-Por eso Inuyasha llegó tarde hoy, Kikyo ha vuelto con su esposo. Pero al parecer le ha dicho algunas cosas a Inuyasha que lo han intrigado al punto de pensar solo en ella-

Kagome sintió que algo se quebraba en su interior. Pero aún así sonrió a Inutaisho, con mucho esfuerzo.

-Inuyasha y yo solo somos amigos- dijo sin mucho convencimiento.

-Puedes engañarte a ti misma, pero a mí no puedes. Y si no haces algo ahora, puede que más adelante sea muy tarde.

Kagome dejó la taza de café frente a Inutaisho y salió al porche.

¿Sería cierto lo que le había dicho Inutaisho? Ella no estaba enamorada de Inuyasha. No podía. No podía estar enamorada de un hombre al que tenía una idea tan equivocada del matrimonio y del amor. Era imposible. Pero ahora que lo recordaba. Siempre que veía a Inuyasha sentía esa extraña sensación en el estomago que la mareaba. Era escritora, por dios. El amor era lo más preciado para ella, pero Inutaisho le había abierto los ojos. Era cierto, se estaba enamorando de él e intuía que si no se cuidaba terminaría con el corazón destrozado. Y en todo caso, no tenía ninguna posibilidad de ganarse el cariño de Inuyasha, ahora que Kikyo, el antiguo amor de Inuyasha, había regresado.

-¿Lista Kagome?- dijo sorpresivamente Inuyasha a su lado. Al escuchar su voz, comprendió que había sido demasiado tarde. Ya estaba enamorada de él.





-¿En dónde es el baile?- preguntó Kagome rompiendo el silencio en el que viajaban.

-Es en un rancho cerca de aquí. Nos tomará 20 minutos llegar.

Kagome miró el semblante de Inuyasha. Se encontraba perdido en sus pensamientos, esa tal Kikyo lo había dejado lamentablemente irreconocible. Desde que había conocido a Inuyasha nunca lo había visto con esa cara de preocupación, como si de algo dependiera su felicidad. Los celos invadieron a Kagome, y ella se alegro de no haber visto a Kikyo. No sabía que esperarse, de seguro, era toda una belleza rubia, con excelentes curvas. Tal y como le gustaban a Inuyasha. Y ella no podía describirse así. Espero no ver a la tal Kikyo en toda su existencia. Aunque tenía un mal presentimiento.















Muchas gracias por los posts. Lamento mucho el retraso, quise hacer la continuación más larga pero tengo algunas lagunas respecto a algunas escenas. Gracias de nuevo a las personas que siempre me están apoyando y alentando para que continue el fanfic. Aunque el final ya se está acercando. Me alegra todo su apoyo y me dan animos para continuar. En fin, espero que les guste el capitulo y pues si no, espero las críticas o los comentarios. Nos vemos pronto.
Cuidense mucho.

Chaou.