Y para enamorarse, hay pay de queso

Tema en 'CLAMP' iniciado por Fanny Hilfiger, 3 Octubre 2007.

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  1.  
    winny

    winny Iniciado

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    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    bueno.... si... somos fieles seguidores de tu fic ^___^, y seguiremos esperando la continuación..... pero no crees que ya paso mucho tiempo???
    bueno.... mientras mantengas tu estilo de escribir, y la continuación sea tan buena como las anteriores seguire esperando ^__^
     
  2.  
    Fanny Hilfiger

    Fanny Hilfiger Entusiasta

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    Y para enamorarse, hay pay de queso
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    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Ni voy a pedir más disculpas, porque no merezco perdón; ni voy a poner mi perorata porque lo que importa es la continuación y aquí está.

    Se admiten hogueras y/o latigazos :rezAr:




    Y para enamorarse, hay pay de queso




    Capítulo 11

    Refresco [parte 2]



    ¿Y LO QUE ESTÁS TRATANDO DE INSINUAR QUE SYAORAN ES IGUAL DE TORPE COMO TÚ?

    Eso es exagerar.

    NO HACE FALTA QUE LO DIGAS.

    -Kinomoto, ¿tienes algo qué hacer esta noche?

    La pregunta de Syaoran llega a mí como el golpe de un bate de beisbol y me interrumpe abruptamente de la discusión que mantenía con mi consciencia.
    Giro mi rostro y observo sus dos ojos color chocolate, con los que me quisiera fundir en ese preciso momento.

    SAKURA, PERVERTIDA.

    ¡Hey! ¡Yo no lo pensé de esa forma...! ¿O sí...?

    -Esto... no, no tengo nada qué hacer –respondí, percibiendo cómo mis orejas poco a poco iban adquiriendo un calor molesto-. Tengo lista mi tarea desde el viernes, así que lo quepensabahacerahoraeradescansar...

    Lo siento, no aguanté. Tenía que soltar todo antes de que mi lengua comenzara a trabarse y me hiciera tartamudear como en muchas ocasiones pasadas. Y para colmo, ese calor molesto que había invadido mis orejas, se expande a mis mejillas.

    -¿Cómo? –pregunta Syaoran, confundido-. Es que hablaste muy bajo y rápido al final.
    -Este... que iba a descargar... digo, descansar...

    Imaginé por un momento cómo sería ver a través de los ojos de Syaoran. ¿Qué es lo que miraría?

    QUIZÁ A UNA TIPA FLACA CON LA CABEZA COLORADA COMO UN TOMATE.

    Probablemente.

    -Kinomoto... ¿tendrías un inconveniente si... te invitara a cenar conmigo esta noche?
    -¡¿Cenar! –pregunto de manera tan abrupta que hasta yo me sobresalté.

    Syaoran desvía la mirada, evidentemente abochornado. Quizá, por la forma como pregunté, creyó que me había parecido mal la invitación. Hago esfuerzos por luchar contra mi sonrojo y mis nervios para calmarlo a él, acción que me parece tan difícil como caminar sin piernas.

    SAKURA SIN PIERNAS.

    ¡No tiene nada de gracia!

    -Este... –comienzo, luchando con mi lengua adormecida-. Syaoran... eh.... ¿cenar? Esto, sí me parece bien... digo, no tengo nada qué hacer...
    -No, no te preocupes, Kinomoto. Si no tienes ganas no tengo por qué obligarte –Es la respuesta amable que me ofrece Syaoran, lejos de sonar en tono de reproche.
    -No, no me molesta... vamos.
    -No te apures, Kinomoto –sigue insistiendo Syaoran con amabilidad-. Puede ser en otra ocasión.
    -Pero...
    -Déjalo, así está bien.
    -¡¡Pero sí quiero ir contigo, Syaoran!!

    Los dulces ojos de mi príncipe se abren como platos al escuchar mi exclamación, emitida con fuerza. Y yo siento como si acabase de tragarme un fuego artificial y éste hubiera explotado dentro de mi cabeza dejando escapar el humo por mis orificios corporales.

    SAKURA, ¡QUÉ SUCIA!

    ¡No eran esa clase de orificios!

    Miro a Syaoran y me doy cuenta que sus ojos sonríen para mí.

    Sintiendo aún los efectos de aquel sonrojo explosivo, mi mirada busca algún sitio interesante dónde posarse, cual colibrí buscando la flor perfecta para absorber su néctar, y encuentro un lugar brillante a lo lejos del camino.

    Y mi mente recuerda: aquella luz pertenece a un café al que hace tiempo deseaba ir.

    -Podemos ir allí –digo, en un intento de distraer la atención que los dulces ojos de Syaoran me prestaban.

    Syaoran gira el rostro hacia el lugar donde yo estoy apuntando y, al instante, acelera el motor del coche y lo guía hacia esa dirección.

    Debido a la inercia del arranque, mi cuerpo es empujado hacia atrás y mi espalda topa con respaldo del asiento. Miro a Syaoran, y noto en su mirada un resplandor nuevo que, para ser sincera, no había visto en él desde que nos conocimos. Sin embargo, me obligo a mirar hacia otro lado porque mis ojos comenzaban a admirar, embelesados, cada detalle de su rostro.

    En unos minutos, llegamos al lugar que hace unos instantes sólo era un punto de luz. Frente a nosotros se alza un establecimiento de estilo rústico, cuya entrada consiste en un arco enorme de madera adornado hermosamente con una enredadera llena de flores.

    Realmente, no me imaginaba que fuera tan romántico.

    Y otra vez regresa el calor en las mejillas.

    Busco la expresión de Syaoran, pero para mi sorpresa, él ya no está en el auto. Miro a través del vidrio delantero, y observo su delgada y alta figura rodear el auto para dirigirse hacia mi puerta. La abre con tal amabilidad y, a la vez, con sencillez, que hace que me comiencen a temblar las piernas.

    -Llegamos, señorita –anuncia Syaoran con cortesía bromista.

    Suelto una risa nerviosa al oír esta expresión.

    UNA RISA DE HIENA, MÁS BIEN.

    Y por supuesto que no podía esperar más apoyo de la voz de mi consciencia.

    PARA SERVIRTE, AMA.

    Ja ja.

    -Buenas noches, bienvenidos. ¿Mesa para dos? –pregunta un empleado, que salió a nuestro encuentro.
    -Claro –responde Syaoran con simpleza.
    -Pasen por aquí, por favor.

    El empleado nos guía a través de unas mesas repletas de gente que charla y ríe sonoramente, lo cual encuentro perfectamente normal, ya que es la mismísima hora de la cena.

    Finalmente, después de caminar a través del local, el empleado nos destina una mesa junto a una barda de arbustos. Syaoran espera a que yo tome asiento antes de hacerlo él. El empleado se retira diciendo que en unos momentos más nos atenderá un mesero.

    -Qué lindo lugar ¿verdad? –comento, sintiendo el habitual bochorno en mis mejillas.
    -Sí, es bastante lindo... pero no creo que tanto como...

    Justo en ese instante aparece el mesero, impidiéndole a Syaoran terminar su frase. Puedo notar que una mueca aparece en el rostro de mi príncipe pero no tengo tiempo de observarlo detenidamente porque el camarero nos entrega las cartas.

    -¿Algo de beber o un aperitivo para comenzar? –pregunta el mesero dirigiéndome una sonrisa coqueta con sus amarillos dientes.
    -Esto... una limonada, por favor –pido, después de leer velozmente la sección de bebidas en la carta.
    -Lo mismo que la señorita, por favor –dice Syaoran al mesero y este se retira al momento.

    Dicen que el hecho de poseer nuestras manos es una fortuna y que gracias a eso somos capaces de realizar muchas actividades que otros seres no pueden llevar a cabo. Yo también me siento afortunada de tener mis manos, sin embargo, en aquellos instantes que paso frente a Syaoran, en aquel restaurante rústico, en aquella noche... ¡Definitivamente ya no sé qué hacer con ellas!

    -¿Estás bien, Kinomoto? –pregunta Syaoran que posiblemente había visto mi expresión de agonía.
    -Esto... sí, lo que pasa es que estaba pensando...
    -¿Que no era una buena idea haber venido conmigo a cenar? –cuestionó Syaoran, con una sonrisa desanimada.
    -No, no es eso –Y lanzo una carcajada, que alivia parte de mi nerviosismo.

    Syaoran sonríe con la mirada. Otra vez siento calor en los cachetes.

    ME PREGUNTO HASTA CUANDO SE TE QUITARÁN LOS CACHETES DE TOMATE.

    Eso también me pregunto yo.

    -Me preguntaba... –comencé, haciendo caso omiso a mi sonrojo-. ¿Qué es lo que te trajo a Japón? ¿Por qué si eras famoso en Hong Kong, viniste aquí?

    Ahora le tocaba el turno a Syaoran de reírse. Alzo las cejas con sorpresa.

    -Oh, lo siento, Kinomoto –responde Syaoran-. Por eso mismo vine a Japón, porque nadie me conoce aquí.

    Observo sus ojos chocolates por un segundo. Aquella respuesta puede tener doble significado.

    -¿Quieres hacerte famoso en Japón?
    -Para nada.
    -¿Entonces? –sigo preguntando con los ojos como platos.
    -No sabía que hacías tantas preguntas, Kinomoto.

    Para rematar, ahora sí estoy completamente roja, no sólo de las mejillas.

    Jiji, SAKURA “LA PREGUNTONA” LE HAN DE LLAMAR.

    -La verdad es que me siento muy tranquilo viviendo en Japón –continúa Syaoran, meditativo-. En Hong Kong, el teléfono todo el día está sonando, y la gente sólo me llama para pedirme entrevistas o que aparezca en algún programa. Es un fastidio. –resopla, enfadado-. No puedo salir a pasear con mis hermanas porque los paparazzi siempre están siguiéndonos en cualquier lugar. No me quejo de los fans, son gente amable, sin embargo, siempre hay una que otra chica loca que me sigue a dónde voy.

    ¡¡SAKURA, LA PAPARAZZO(1)!! ¡JAJAJAJAJA!

    Es hora de que te calles de una vez, estúpida consciencia.

    -Es por eso que vine aquí, estaba harto de todo ese ambiente. Mi madre se molestó pero al final comprendió mi decisión y me permitió partir. Mis hermanas le lloraron, pero ella ya no dijo nada.
    -¿Cómo se llama tu madre? –pregunto, curiosa.
    -Ieran Li.
    -¡Qué lindo nombre tiene! –exclamo.

    Syaoran me observa con una expresión de intensa incredulidad. Está a punto de decirme algo pero lo interrumpe de nuevo la llegada del mesero.

    -Aquí están sus bebidas, ¿desean ordenar ya?

    Syaoran me mira, interrogante. Y yo me pregunto: ¡¿por qué tengo que ordenar primero?!

    Tomo la carta apresuradamente. Definitivamente la charla con Syaoran me ha interesado bastante que se me olvidó que estamos en un restaurante, dispuestos a cenar.

    -Tráigame una ensalada de mariscos con un aderezo césar, por favor.
    -Anotado –anuncia el mesero-. ¿Y usted, señor?
    -Yo quiero una torta de carne con soya y hongos.
    -Con mucho gusto les traeré sus platillos en un momento –el mesero nos pide las cartas y se las lleva consigo en dirección a la cocina.

    Miro a Syaoran esperando escuchar aquello que quería decirme antes que llegara el mesero, pero parece que se olvidó de ello, porque de nuevo está mirando, pensativo, hacia la gente que nos rodeaba.

    Durante unos minutos no hay conversación. Syaoran y yo observamos hacia distintos puntos del local, cada quien ensimismados en nuestros pensamientos. Yo no quería hablar mientras él no lo hiciera, mi intensión no era fastidiarle, por más que mi mente estuviera a punto de explotar por tantas preguntas que quería hacerle y por más que mi sangre hirviera en curiosidad.

    De repente, me puse a observar sus facciones en el modo pensativo como estaba. Se veía tan dulce, así, pensando en quién sabe qué cosa, que hace estremecer mi corazón de la ternura.

    YA, SAKURA. SE TE CAE LA BABA.

    Miro con detenimiento cómo su fleco castaño cae casualmente sobre su frente, y también observo la manera como contrastan sus gruesas cejas con su tez dorada. Y esos ojos rasgados, de color del dulce que provoca tanto deleite en cada mirada y que me derrite en cada sonrisa...

    -¿Kinomoto? ¿Por qué tan callada? –pregunta Syaoran, sonriéndome.
    -¿Eh? ¿Yo? Eh...

    Trato de recobrar la compostura, y coloco mi brazo torpemente sobre la mesa cuando de pronto, ambos escuchamos un “splash” peculiar. Había derramado el vaso de la limonada.

    YA ERA TU TURNO SAKURA. ESTE DÍA NO PODÍA SER UNA EXCEPCIÓN A TU TORPEZA.

    Cierto. No podía excluirme ningún día de hacer algún desastre.

    Me levanto de la silla para tratar de limpiar el desorden y me arrodillo para recoger el vaso. Me sorprendo cuando veo a Syaoran a mi lado, arrodillado también y tratando de secar el líquido con su servilleta. Sin embargo, al poco tiempo acude una mesera para ayudarnos a limpiar y rápidamente todo vuelve a su estado normal.

    La mesera nos preguntó si queremos un cambio de mesa debido al mantel mojado, pero de la vergüenza que sentía yo, preferí quedarme en la misma. No podía permitirle a mi torpeza hacer más desorden y ensuciar más mesas.

    La mesera se retiró y nos dejó a Syaoran y a mí solos de nuevo.

    -Qué pena, Syaoran, yo... –comienzo a disculparme, pero él me interrumpe.
    -No te preocupes, Kinomoto. Me pasó lo mismo, ¿recuerdas?

    Y vinieron a mi mente los recuerdos de aquella tarde que pasamos en el cine, y el refresco derramado por Syaoran.

    Me limito a sonreír tímidamente.

    Después de un pequeño rato, llegan los platillos y empezamos a comer, olvidándonos del incidente.

    Debo admitir que la comida era buena. Y por el brillo en los ojos chocolate de Syaoran, creo que a él también le fascina.

    Y así pasa el rato. Charlando de todo un poco; primero de platillos y recetas, luego de restaurantes y empleos, de estudios y profesiones... Era sorprendente la facilidad con la que pasábamos de tema en tema, y lo bien que podíamos llevar la conversación.

    Para ser sincera, nunca se me había facilitado la conversación con un chico. Casi nunca coincidía en formas de pensar ni en opiniones; solía discrepar mucho con los chicos de mi edad. Los veía inmaduros e incapaces de llevar una conversación sin que hubiera burlas o faltas de respeto. Ni siquiera con mi hermano podía conversar bien, siempre me atacaba con burlas.

    Pero con Syaoran era diferente. Era tan caballeroso y respetuoso, sin llegar a ser aburrido. Tenía un sentido del humor muy agradable y nunca me agredía. Estaba tan a gusto conversando con él, que podía pasar toda mi vida allí, sentada, y platicando con aquel muchacho de ojos chocolate.

    De repente, me surgió una duda. Una pregunta que había estado albergando por mucho tiempo dentro de mi cabeza y mi corazón: ¿qué edad tenía Syaoran?

    Para ser maestro y conocedor de tantas cosas, debía tener más de veinte años... pero, lucía tan joven. ¿Estaría en lo correcto al creer que tenía esa edad? Es que era obvio, un chico de mi edad no podía ser tan maduro como él... ¿o sí?

    Mientras Syaoran platica sobre lo que opinaba de su empleo en el Instituto de Cocina, se me ocurre atacar.

    -...y aquel grupo podría ser el único aspecto que me disgustara de trabajar en ese Instituto, sin embargo, todo lo demás es perfecto.

    READY?

    -Esto... Syaoran...

    SET...

    -¿Puedo hacerte una pregunta?
    -Claro.

    GO!

    -¿Qué edad tienes?
    -Dieciséis, ¿por qué lo preguntas?

    Y no puedo evitarlo. Sale de mí por impulso.

    -¿¡¡TIENES DIECISÉIS AÑOS!!?

    Mi grito debió haberse escuchado por todo el restaurante, porque casi toda la gente giró la cabeza para verme.

    Ahora podía sentir humo salir de mis orejas, del intenso sonrojo que me invade.

    EL TOMATE ESTÁ EN SU PUNTO.

    Syaoran se echó a reír ante lo que acababa de pasar.

    -¿Por qué te sorprendes tanto? ¿Creías que era más viejo? –y soltó una risilla.

    Yo no podía pronunciar palabra. Mi lengua parece estar atada por alguna clase de nudo de marinero. Cuando puedo recuperar el habla, me disculpo.

    -Ah, es que... por el hecho de ser maestro en el Instituto, por saber tantas cosas... en serio creí que eras mayor que yo... –admito, observando una hojita del arbusto que estaba a mi lado como si fuera lo más interesante del mundo.
    -¿Tienes dieciséis? –pregunta Syaoran, tratando de sonar sorprendido, porque por supuesto lo sabía. Después de todo era mi maestro.
    -Sí.
    -Entonces ya no tienes por qué tenerme miedo. No soy tan viejo como pensabas –Ríe.

    Yo también río. Su risa era tan contagiosa. Casi no lo veía reír, no en clase. De hecho podría decir que sólo cuando estaba conmigo lo hacía.

    SAKURA, ¿SABÍAS QUE TE PASAS DE PRESUMIDA?

    De repente, mi mirada se topa con la imagen de un reloj cercano, y me doy cuenta que ya es bastante tarde.

    -Oh, cielos, creo que ya debo irme –digo, y busco al mesero que nos atendió para pedirle la cuenta.

    El mesero acude y mientras yo sacaba mi billete de la cartera, Syaoran se adelanta y le cede su tarjeta bancaria.

    -Syaoran, no lo hagas –advierto con un tono amenazante que hasta a mí me sorprende.

    Pero el pecado estaba hecho. El mesero sonríe y se olvida de mi billete, y se retira con la tarjeta de Syaoran en las manos.

    -Yo invité, lo siento –dice Syaoran, sonriéndome con la mirada.
    -Bu-bueno –me levanto súbitamente de mi silla-. Me retiro, Syaoran, muchas gracias en verdad por todo este día. Me la pasé muy bien. Nos vemos en las clases, supongo.

    Le sonrío a mi príncipe mientras comienzo a alejarme cuando él se levanta y exclama:
    -¡Si gustas puedo llevarte a tu casa!

    En ese momento, se escucha el “splash” ya conocido por los dos. Al levantarse Syaoran había tumbado el resto de su limonada.

    ¡TAL PARA CUAL!

    -Esto... ¡salgamos de aquí! -Y mi príncipe de ojos chocolate tomó mi mano y juntos salimos riendo de aquel bonito y rústico restaurante, donde me prometí a mi misma que volvería algún día, no muy lejano.

    Fue rápido el camino en el auto. Mi casa no quedaba a más de cinco cuadras de allí. Era muy extraño irme en un coche a mi casa cuando acostumbraba hacerlo siempre caminando o en mis patines. Casi siempre me trasladaba de esa manera. Y las pocas ocasiones que había ido en el coche de mi padre, era porque regresábamos de algún viaje o alguna fiesta a altas horas de la madrugada. O del hospital, como aquella vez en que mi madre...

    Agito mi cabeza para alejar esos malos recuerdos de mi mente, y me vuelvo a concentrar en quien iba a mi lado.

    -¿Es aquí? –pregunta Syaoran.
    -Sí.

    Sale del auto, trota rápidamente hacia mi lado en el coche, y abre mi puerta. Yo le agradezco y salgo de aquel coche en el que pasé tan agradables ratos.

    -Esto... Syaoran. No sé cómo podría agradecerte por este día tan fabuloso...
    -No tienes por qué hacerlo –me dice mirándome fijamente a los ojos-. Sólo prométeme que seguiremos viéndonos y asistirás a clase.
    -Eso tenlo por seguro –digo, sonriendo.
    -Hasta luego, Sakura.

    Mi príncipe de ojos chocolate entra en el auto y observo cómo se aleja, perdiéndose en la oscuridad que se cierne sobre la calle. Realmente deseaba que no hubiera ido nunca o que no se hubiera acabado ese día, había sido tan bonito que...

    ¡Un momento! ¡¿Me llamó por mi nombre?!



    Continuará...



    Notas:
    (1) Paparazzo es la forma singular de paparazzi.
     
  3.  
    Pam

    Pam Usuario común

    Acuario
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Wow. Te felicito por este por este cap., me reí como nunca. Realmente estuvo muy gracioso la manera en que el pensamiento de Sakura se divierte con ella como si de un títere se tratara. Realmente su pensamiento es bien distinto, como si fuera una persona que viviera en su mente contestando a cada pregunta u opinando sobre su conducta en tono irónico y burlón.
    Me fascina tu ff, espero que continues en breve.
    Saludos...
     
  4.  
    winny

    winny Iniciado

    Libra
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    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    ^__^ que bien!!! no sabes lo feliz q me puse cuando vi que lo continuaste -^_^-
    bueno.... estuvo genial!!! la verdd fui de carcajada en carcajada ^//^
    espero q esta vez no te tardes mucho en continuarlo ^__^, ah!! y yo tmb estaba cn la duda de cuantos años tenia syaoran (solo 16 y ya trabaja y es famoso?? o__O es genial!!)
     
  5.  
    kurumi

    kurumi Entusiasta

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    Pluma de
    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Hi! Acabo de terminar de leer lo que llevas de tu fic, Y debo decir que me dejo encantada. Tienes una manera de escribir que hace mantener el interes totalmente, sobre todo por combinar el romance con la comedia de esa forma! No pude parar de reir! xD
    Me gusto en especial este capitulo por como maneja el subconciente a Sakura, no la deja vivir!
    Me alegro que hayas regresado!
    ^-^
    Sayonara!
     
  6.  
    Ganymede

    Ganymede Usuario popular

    Acuario
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    Pluma de
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    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    ¡¡TIENE 16!!! Vale que a mi también me sorprendió. Al menos no tiré la limonada.

    Estuvo bastante bueno, ya hacía falta una buena dosis. YO pensé que te habían comido los perros T_T...

    Como sea, muy ingenioso y muy divertido.. ah, y al final, resulta que son tal para cual. Espero y tengan un buen final.
     
  7.  
    Lítidy Tebinett

    Lítidy Tebinett Entusiasta

    Virgo
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡POOOOORFIN!!!, ;O; Ahora te vuelvo a amar ya te estaba este, x'D nada si ni me pasaba pero igua y te demoraste muuucho, ;w; pero ya lo sabes no hay que repetirtelo y y , ú.u a esperaaaaar pacientemente el otro cap.

    MORÍ CON LOS 16! x'DDDDDDDDDDDDDD, 3: yaaaa y em tuve que releer el anterior capitulo proque se em había olvidado.

    *3* Saludos.
     
  8.  
    compudescams

    compudescams Usuario común

    Acuario
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    hiiiiii
    yo crei haberte dejado coment, pro bue
    aqui toy y lei tu fic q es lo que cuenta verdad
    bueno, en realidad me parecio un poco gracioso q los dos derramaran el jugo
    y bueno, mejor me voy porq no estoy en un lindo momento
    mata ne!!
    atte:ayelen
     
  9.  
    Angel Cullen

    Angel Cullen Usuario común

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    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Dios!! q fic mas KAWAI!!
    este capi estuvo buenisimo
    estoy igual a Sakura
    ni cuenta me di q la habia
    llamado por su nombre :xD:
    ando en las nubres :hmph2:
    espero la conti!!!
     
  10.  
    Sam

    Sam Usuario común

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    Pluma de
    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Y te lo dije, te dije que me pasaría apenas acabara. Pero me tardé ya que no tenía tiempo para continuar leyendo.

    Fann, mi amor (?), tu manera de escribir me gusta TANTO; eres simplemente genial. No creo haberme reído más leyendo, definitivamente el tuyo se lleva el primer puesto en mi lista de oro sobre fics (ok, wtf? xD).

    Sakura se me hizo muy graciosa, su consciencia me hizo vociferar varias carcajadas. Y Syaoran es... bueno, él es único :F

    Me quedé tan enganchada, que estate segura que cuando te encuentre en el msn te molestaré todo el tiempo hasta que me digas que, por lo menos, ya tienes la mitad hecha de la continuación D:
    *se une al grupo que exige conti


    :o
     
  11.  
    Fanny Hilfiger

    Fanny Hilfiger Entusiasta

    Aries
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    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Solamente pido perdón sincero, sé que incluso cerraron mi discusión por mi descomunal atraso pero no encontraba el tiempo con tanto trabajo, problema etc.

    Finalmente aquí está y aseguro que terminaré este fic, no importa cuánto esfuerzo me lleve ;O;

    Gracias a todos mis lectores :rezAr:



    Y para enamorarse, hay pay de queso




    Capítulo 12

    Fresas con chocolate


    -Ieran Li.

    -¡¿IERAN LI?!

    Los restos del emparedado que devoraba Meiling golpearon mi rostro como proyectiles mojados. Por suerte, había tomado bastantes servilletas antes de sentarnos en la mesa de la cafetería donde estábamos.

    -Meiling, ¿podrías tratar de no hablar y no exclamar con la boca llena de comida? –pregunto, limpiándome un trozo de lechuga que se enganchó en mi fleco.

    -Lo siento, Sakura, pero ¿por qué tú no te sorprendes? ¿Acaso no sabes quién es Ieran Li?

    Niego con la cabeza, mientras algunas migajas que yacían en ella caen sobre la mesa. Al agitar la cabeza, siento un pequeño mareo, pero lo ignoro. Tomoyo me ayuda a limpiar los restos de tomate que tengo en mis hombros.

    -No tengo idea, solamente sé que ése es el nombre de la madre de Syaoran –respondo.

    -Sí, sí, lo sabemos –dice Meiling agitando la mano, como espantando algún mosquito invisible-. Lo que quiero decir es que si sabes quién es ella. ¡Ah!

    De repente, toma su bolso y comienza a rebuscar en él. Tomoyo y yo la observamos, atentas. No es normal que Meiling se interese tanto por indagar sobre el nombre de una persona, y menos sobre el nombre de una mujer, que es la madre de mi profesor de cocina.

    Al parecer, de su bolso extrae una revista de paginación abundante. Es sorprendente la cantidad de cosas que se puede encontrar en el bolso de Meiling.

    -¿Qué es esa revista? –pregunto, pero Meiling me silencia con un movimiento de su mano.
    -Está buscando algo –advierte Tomoyo, con su voz aguda.

    Observamos el rostro de Meiling que se contrae en un acto de concentración inmenso, parecido al de un científico buscando la respuesta a una de las interrogantes más enigmáticas del universo.

    Hay un silencio que se extiende por varios instantes, pero que es interrumpido por una exclamación de triunfo que emite la boca de Meiling.

    -¡¡Lo sabía!!

    Coloca de un golpe la revista frente a los ojos amatista de Tomoyo y frente a mis ojos verdes, y con un dedo señala un artículo.

    -LEAN ESTO.

    Acerco mi rostro al papel y puedo observar la fotografía de una mujer muy hermosa, de largo cabello negro y cuyo rostro posee unas facciones tan delicadas y tan pálidas que la hace parecer una perfecta muñeca de porcelana. Sus ojos negros y rasgados me recuerdan las ilustraciones chinas de antaño que sólo contemplé en los libros de texto de la escuela.

    En el pie de foto se puede leer claramente el nombre de Ieran Li. Debajo, un artículo más o menos extenso ocupa la página, encabezado por un título que reza: “Ieran Li, la mujer más rica de Hong Kong... ¿y del mundo?”

    Abrí los ojos como platos y arrebato la revista de las manos de Meiling que las sostenían. Leo en voz alta.

    -“Ieran Li, la empresaria cheff más famosa de los países orientales es entrevistada por la cadena televisiva RTHK el día anterior, dando respuestas bastante interesantes sobre cómo llegó al lugar que ahora ocupa dentro de la economía china. ‘Resultado de un gran esfuerzo...’ son unas de las tantas palabras que la dueña de múltiples franquicias en el mercado de restaurantes ha cedido a los cuestionamientos...”

    Me detengo por un momento, para asegurarme de que mi mente ha procesado bien la información. ¿Empresaria cheff más famosa de oriente? ¿Dueña de múltiples franquicias en el mercado de restaurantes...?

    Suelto la revista y con la mirada perdida me dejo caer sobre el respaldo de mi silla.

    -Sakura, ¿estás bien? –pregunta Tomoyo-. Estás... algo pálida...

    -Es que es la impresión –explica Meiling, tomando de vuelta la revista y hojeándola de nuevo-. Recordaba que en esta revista había leído algo sobre ella, y pues estaba en lo cierto. Y al parecer creo que también... ¡aquí está! –Acerca una de las páginas de la revista a sus ojos y comienza a leer-. “Hijo de la empresaria china Li Ieran desaparece de la farándula. Hace un mes que el joven no atiende el teléfono ni las entrevistas de las televisoras. ‘Al parecer decidió tomarse un descanso y retirarse del acoso de la prensa’ notificó Satoshi Xong, reportero del Apple Daily, encargado de recaudar notas sobre el famoso chico. ‘Esperemos que su ausencia no dure mucho, lo extrañamos’ expresa la líder del club de fans de Syaoran Li, quien es heredero de la fortuna y del apellido Li pertenecientes a una de las familias más poderosas de China.”

    Las palabras que había pronunciado Meiling resuenan como eco en mi cabeza. Me están dando náuseas.

    -Ahora vengo –musité tras levantarme rápidamente y dirigirme hacia los baños.

    Al entrar a los baños, pude escapar de la fija mirada que mis amigas mantenían sobre mí. Entro y me recargo en uno de los lavabos. Respiro profundo, asimilando todo lo que acabo de escuchar y leer. Parece que las náuseas han remitido un poco.

    SAKURA, ¿ESTÁS EMBARAZADA?

    Por supuesto.

    ¿DE QUIÉN ES? QUE YO SEPA NO TIENES NOVIO.

    Un dato fundamental que no necesitaba que me recordaras, gracias, estimada consciencia.

    Y QUIEN QUIERES QUE SEA TU NOVIO, NO LO PUEDE SER.

    Es cierto. Esa persona que me gusta; esa persona que con tan sólo mirarle fugazmente hace que mi corazón acelere su latido; esa persona que con la sonrisa de su mirada hace que mi día se ilumine completamente... no puede ser para mí. Él... está fuera de mi alcance.

    ¿Qué puedo hacer yo, una simple estudiante de preparatoria, de una ciudad común de un país extranjero, que no tiene un futuro mejor que terminar siendo la esposa de algún profesor?

    ÉL ES UN PROFESOR.

    Me pregunto, consciencia, si estás de mi lado o en mi contra.

    Su respuesta es algo semejante a una ola; empieza desde lo más profundo de las entrañas y recorre la espina dorsal para salir con toda su fuerza por medio de mi garganta y boca.

    Menos mal que me aferro al borde del lavabo para dejar que todo aquel fluido que sale bravamente de mi interior caiga sobre la porcelana y no se derrame en los mosaicos.

    Lo entiendo. Ahora lo entiendo todo. Desde el principio todo fue un gran error. Fue un error haberle encontrado; fue un error haberme tropezado con él; fue un error haberme inscrito en esa clase y ser su alumna... fue un error haberle hablado... y sobre todo, el error más grande fue haberme enamorado de él.

    Las arcadas cada vez son más fuertes. Quizá debí decirle a Tomoyo que me acompañara...

    Comienzan a temblarme las piernas, y el esfuerzo que hago por mantenerme de pie me está destrozando. Mi cabeza empieza a dar vueltas y ya no siento el piso firme.

    ¿Qué es lo que me está pasando?

    El interior de mi abdomen y de mi garganta se desgarra de manera atroz en cada contracción. Las gotas rojas cayendo sobre la porcelana blanca no se hacen esperar.

    Levanto mi rostro con lo que me queda de fuerza y observo en el espejo una última imagen antes de caer inconsciente sobre el suelo: es mi rostro pálido con mirada titilante y mis labios empapados en líquido carmesí.

    *

    -¡Sakura! ¡Sakura!
    -¿Eh?
    -¿Qué haces de pie allí, totalmente distraída?
    -Es que ella siempre hace lo mismo.
    -Quizá se lo podamos quitar...
    -¿Sugieres alguna forma?

    Fresas.

    -¿Con fresas?
    -Sí, sí. Solamente dale de comer estas fresas y ella estará mejor.

    Fresas con sangre.


    -No, no. Eso no le aliviará. Mira, está vomitando sangre... ¿Ves lo que has causado?
    -No era mi intención...
    -El mal está hecho. Ella morirá.

    Fresas con chocolate.

    -Eso, eso.
    -Si le das un poco, podrá mejorar.
    -¿Lo crees así?
    -Estoy completamente segura.

    Fresas con chocolate... fresas con chocolate...
    ¡DESPIERTA!


    *

    -Mm...

    Abro los ojos lentamente, y una luz blanca encoge mis pupilas. Al parecer, las voces que escuchaba antes, han callado completamente, cediéndole el paso a unos murmullos apenas audibles.

    -Fresas con... chocolate...
    -¿Sakura?

    La voz suave de mi padre llega a mis oídos sensibles. Giro un poco la cabeza sobre la almohada y observo su mirada marrón clavada sobre mí, irradiando una tremenda preocupación, pero a la vez una confianza inmensurable.

    -¿Cómo te sientes?
    -Bien...

    Vuelvo a cerrar los ojos. Aquella luz blanca me perturba mucho.

    Escucho una nueva voz que no me es conocida. Es ronca y profunda, pero con un dejo de firmeza en cada palabra.

    -No se preocupe. Ella ya está fuera de peligro. Con los medicamentos que le aplicamos, su condición mejorará notablemente. Ciertamente, acudió al hospital en un momento adecuado; al menos la bacteria no afectó al cerebro.
    -Muchas gracias, doctor –profesó mi padre, con alivio-. Por todo, muchas gracias.
    -No es nada. Sin embargo, es mejor que salgamos de aquí y le dejemos descansar.

    El sonido de la puerta al cerrarse y silencio.

    *

    -¿No crees que está demasiado oscuro?
    -Díselo a ella, es quien no despierta.
    -¿Algún día lo hará?
    -Sí, lo hará. Sobre todo si quiere fresas con chocolate.
    -Tienes razón.
    -Le está esperando.
    -¿Quién?

    El chocolate.

    -Escoge una.
    -Ésta.
    -¡Y levanta a esa dormilona!

    *

    Lo que antes era oscuridad en mi visión es reemplazada por un dejo de luz que proviene de una lámpara cercana. Me siento con la aptitud de observar más ávidamente a mi alrededor, al parecer la debilidad ha remitido.

    Busco la alta figura de mi padre dibujada en algún rincón del cuarto, pero no la encuentro. Creo que estoy sola.

    Ya no me siento mareada y no tengo ganas de dormir, y eso es una buena noticia, porque ya no quiero seguir escuchando esas voces que saturan mis sueños. Son escandalosas, casi como la de mi propia consciencia.

    CLARO SAKURA, HAS COMO QUE NO TE ESTOY ESCUCHANDO.


    Y eso es lo que voy a hacer.

    Levanto el rostro y observo con detenimiento el techo blanco de la habitación de hospital donde me encuentro. Supe que estaba en una clínica desde que noté a mi lado la alta presencia del tubo de suero, que reposaba al lado de mi cama como un guardián silencioso.

    ¿Cómo habré llegado allí? No recuerdo en verdad mucho.

    Fresas...

    Sigo paseando mi mirada por el resto de la habitación y no localizo nada que le dé una pista a mi memoria.

    Hay un pequeño sillón en una esquina de la pieza y un periódico yace sobre el asiento.

    Un momento. Ya recuerdo un poco...

    Periódico; restaurante; Tomoyo y Meiling; baño... dolor... vómito...

    Suspiro.

    Lo más seguro es que después de haber quedado inconsciente, alguna de las dos me encontró y llamó a mis padres. Por eso me internaron.

    Qué escándalo, y ni siquiera sé porqué se provocó. Según yo no había comido nada dañino, solamente pedí un postre en ese restaurante. Nada fuera de lo normal. O quizá el postre sí lo era.

    Estiro mis brazos y siento que no lo he hecho en años. Realmente odio los hospitales. Y aún más desde que mi madre tuvo que estar en uno hace unas semanas. Quisiera...

    Lentamente me incorporo en la cama. Lo habría hecho con tremenda facilidad si el dolor en mi abdomen no hubiera despertado con una punzada por reproche. Instintivamente llevo una mano para calmarle, y aunque sé que no es suficiente continúo con mi tarea de levantarme de esa cama que tanto me molesta.

    Ya de pie, exijo a mis piernas que den algunos pasos y ellas obedecen. El daño sólo es en el estómago, no estoy inválida.

    La pieza está más oscura, quizá el anochecer se aproxima.

    De pronto, una sed tremenda hace su aparición en mi garganta y boca. Busco en mi entorno algún líquido que pueda beber y diviso una jarra de agua sobre la mesa situada justo a la derecha del sillón. Me dirijo hasta ese lugar, y en ausencia de vasos, bebo de la boquilla.

    Cada trago es un alivio a la sensación de aridez que envolvía mis órganos. Bebo hasta que mi estómago me reclama con otra punzada. Dejo la jarra en la mesa y me doy cuenta que la sed sigue presente, aunque es mínima.

    Recorro la habitación con deseos de salir de allí, pero tengo muy presente que las enfermeras no lo permitirían.

    ¿Y SI ABRES LA VENTANA?


    Es cierto. Me encamino hacia la ventana, hueco cuadrado en la pared cubierto con telas blancas que cuelgan de un cortinero, las cuales las hago a un lado y con mi mano deslizo uno de los vidrios permitiendo a la brisa del atardecer invadir cada espacio de la pieza.

    Respiro profundamente aquel aire que purifica mis pulmones, hartos del encerramiento, y sonrío. No sé si es por el alivio o por la fuerza del viento, pero mis piernas trastabillan y me hacen caer hacia atrás.

    Espero el impacto sobre el suelo, pero éste no llega.

    ...con chocolate.


    Levanto mi mirada y tropieza con dos ojos caoba que me observan también.

    -Eso es por levantarte de la cama sin permiso, Kinomoto.

    Me giro repentinamente, omitiendo la punzada que se había pronunciado en mi abdomen pero que no era de dolor sino de otra cosa.

    -¡Sya-syaoran!
    -Veo que ya estás mejor, y eso me alegra mucho.

    La sonrisa de su mirada marrón me asegura que sus palabras son enteramente ciertas.

    -¿Qué haces aquí? Digo... –Asimilo que pregunté de un modo muy brusco-. ¿Quién te avisó que estaba internada? –Mis mejillas comenzaron adquiriendo el ardor acostumbrado.
    -Tu amiga Meiling. Acudió al Instituto y entró en una de mis clases que doy entre semana. Y me contó todo.

    En mi estómago surge otra punzada, y reconozco inmediatamente que es de coraje.

    -Lo siento.
    -¿Por qué lo sientes? Realmente agradezco que lo haya hecho.

    Por más que puedo, trato de que mis ojos no delaten mi sorpresa pero es imposible. Sin embargo, aún siento un extraño remordimiento que no tardo en expresar.

    -Es que, no logré nada más que molestarte. Sólo fue un accidente, creo que comí algo malo y me sentí mal. Pero ya estoy bien y solamente perdiste tu tiempo en haber venido hasta aquí. Quizá tenías otras cosas qué hacer y yo...
    -Kinomoto, basta –La voz de Syaoran suena molesta-. Dime una cosa. Si alguno de tus amigos estuviera mal de salud y tú no te hubieras enterado hasta pasados varios días que sigue internado, ¿estarías tranquila?
    -¡¿Días?! –exclamo-. ¿Realmente llevo días aquí?
    -Kinomoto, llevas cinco días en este hospital.

    Mi mente pierde balance, al igual que mi cuerpo pero logro sentarme en la cama antes de desplomarme en otra parte.

    -Me dijeron los doctores y tu padre que hoy despertaste tras cuatro días de inconsciencia, y en cierto modo considero que llegué en momento oportuno, porque pude verte despierta y con tus ojos verdes brillando otra vez.

    No puedo evitar sonreírle. Esas palabras eran más sanadoras que cualquier medicamento y que cualquier hospital de todo el mundo.

    -Gracias, Syaoran.

    Los recuerdos de los pensamientos que tuve antes de caer inconsciente se estrellaron en mi memoria como kamikazes. Sin embargo, cuando los evoco pienso que quizá no son del todo ciertos.

    Es seguro que no fue un error haberme inscrito al Instituto; tampoco fue un error haber conocido o hablado a Syaoran; aún estoy en duda si fue un error enamorarme de él pero... definitivamente encontrarnos no fue un error sino el destino. Después de todo, como dicen, todo pasa por algo.

    Creo entender un poco lo que esa frase significa. Espero pueda entenderlo completamente algún día.
     
  12.  
    Pam

    Pam Usuario común

    Acuario
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Jamás pensé que le sucedería tal cosa a Sakura, pensé que enfermó a causa de la noticia que le dio Meiling xD, pero al menos obtuvo como recompensa la hermosa presencia de su príncipe de ojitos lindos.
    La consciencia de Sakura si que es bastante ruidosa, pero al menos la ayuda en ciertas ocasiones xD.
    Te quedó precioso este cap.
    Bye.
     
  13.  
    Pami

    Pami Guest

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    Pluma de
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Por un momento dije: "wtf, lo hizo... ¡y no lo recuerdo!".
    Pero fue solamente que comió algo malo.

    Es entretenido ver a la conciencia hablarle tan claramente. Ya extrañaba el fic, ¡no te desaparezcas :mad:!
     
  14.  
    winny

    winny Iniciado

    Libra
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    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    xD q bien al fin conti!!! si q te tardaste!!! ... la verdd yo ya creía que no lo hibas a continuar más. -__-
    mmmm.... pero... q le paso realmente a sakura???? no sabia q comer algo te podia hacer tanto daño!! o__O
    y.... bueno... yo ya tenia el presentimiento d q shaoran era rico y eso....^__^U
    es verdad q complica un poco las cosas .___. aunq seguro q a shaoran no le importa ^V^
    etto... cm dice pami: NO TE DESAPAREZCAS!!!!!
    bye!!
     
  15.  
    Angel Cullen

    Angel Cullen Usuario común

    Escorpión
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    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Hola!!
    ya te deje un review ayer en FF
    pero que mas da xD
    me encanto ^^
    aunque te tardaste mucho -.-
    me pregunto porque Sakura se sintiop mal por el pastel
    espero y se mejore
    y como no!
    con esas visitas de Syaoran
    va a salir de aahi en menos de 1 dia xD
    espero el siguietne capi!!
     
  16.  
    compudescams

    compudescams Usuario común

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    Pluma de
    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    hii!!
    pues bueno, crei q habias publicado hace muxo y yo en otra
    pero estoy de suerte
    por cierto, este cap me fue casi todo confuso jejej
    Sabri: creo que mas que a Sakura xD
    Aye: tal vez... oye, ... no hagas caso a mi conciencia jejeje
    bueno, debo retirarme
    bye bye
    mata ne!!
    atte:ayelen
     
  17.  
    Fanny Hilfiger

    Fanny Hilfiger Entusiasta

    Aries
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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Y para enamorarse, hay pay de queso
    Total de capítulos:
    19
     
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    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Hola a todos!

    Ante todo quiero pedir una disculpa por demorar tanto el fic, pero ustedes saben, la inspiración viene y va, y esta vez se perdió en el constante trabajo de universidad, trabajo y demás cosas… Pasé por un periodo en que no me permitió ser constante. La continuación que traje es floja pero va de acuerdo a lo que planeo para esta historia, sin embargo, una vez prometí que finalizaría esto y lo haré, por más que me cueste.

    Por ahora, espero que no haya decepcionado, pero vienen más partes de la historia que estarán oscilando en la vulnerabilidad de Sakura entre otros asuntos que sucederán. No se lo pierdan.
    Les agradezco por seguir este fic, que les dedico con cariño para todos ustedes.




    Y para enamorarse, hay pay de queso



    Capítulo 13

    Suero


    Me llevo las manos a la cara y con mis dedos restriego mis ojos cansados, que arden. No sé cuánto tiempo llevo despierta, ni siquiera tengo consciencia del tiempo que he pasado en este lugar. Mi estómago está empezando a protestar emitiendo un dolor que me hace tiritar.

    Soy una necia, debería descansar, pero me parece imperdonable el hecho de abandonar el sillón en el que me encuentro sentada. No podría.

    A veces siento que en realidad no estoy aquí, que sólo es un mal sueño que terminará tarde o temprano, cuando mi cuerpo esté lo suficiente cansado de dormir. Sin embargo, ha pasado tanto tiempo que no creo que se trate de sólo un sueño tedioso que no quiere terminar.

    Observo la cama que se sitúa frente a mí y de repente mi visión es atrapada por la figura de la bolsa transparente que cuelga de un pedestal al lado izquierdo del lecho. De un momento a otro, esta bolsa ejerce en mi una atracción a la mirada que me hipnotiza.

    Pero mi vista atraviesa la simple imagen de esa bolsa y va más allá. El movimiento ocular de mis ojos va siguiendo el ritmo que posee el líquido incoloro que contiene, el cual cae en pequeñas gotas en cada segundo.

    El descenso de aquellas gotas, como un marcapasos, va marcando el compás de la vida a la que se conecta mediante un tubo translúcido. Y aunque no emita un sonido fácilmente audible, pareciese que yo lo escuchara nítidamente.

    Suero. El nombre que denomina el líquido transparente que me encuentro observando y el cual se introduce con suavidad dentro de las venas de la persona que dormita entre aquellas sábanas. Una persona a la que mi mirada percibe a través de dichas mantas, y que posee una piel blanca, las cejas y las manos idénticas a las mías. Es como si me observara a mí misma, dormitando en la cama, sumida en sueños extraños sin derecho ni revés.

    Me pongo de pie y me dirijo lentamente al lecho. Extiendo uno de mis brazos y con la punta de mis dedos trato de tocar la tez nívea de aquel rostro que reposa pacífico, sin expresión. Una lágrima brota de mi ojo derecho y soy incapaz de detenerla. De repente, mis mismos ojos están mirándome.

    -¡Sakura! -El sonido del abrir de una puerta se hace escuchar y yo me quedo totalmente congelada-. Te estábamos buscando. ¿Otra vez saliste de la habitación? Oh, buenos días Nadeshiko.

    El hilo de una voz le responde a mi padre que nos observa a través del vidrio de sus anteojos, con ojos castaños que reflejan un atisbo de preocupación oculta.

    -Hola Fujitaka y... Sakura.

    Trato por todos los medios de detener las lágrimas y de luchar con el nudo que enreda mis cuerdas vocales. Y me giro para verle de frente. Allí estaba mi madre, pálida como la nieve, y con sus labios, que solían ser sonrosados, ahora secos y sin color, me brinda una débil sonrisa.

    -¿Cómo te encuentras hija?

    Y se atreve a preguntar por mi salud, a pesar de ser ella quien está en cama y en esa situación...

    -Mejor, mamá, mejor.
    -Me alegro –dice mientras suspira y cierra los ojos-. Creo que yo también me encuentro mejor...

    Quisiera creer sus palabras, pero ciertamente la fe en mi interior es semejante a la luz de una vela que oscila por apagarse.

    -Sakura, creo que es mejor que vayas a tu habitación y descanses, porque en unas horas te darán de alta –anunció mi padre-. No hay que darle un pretexto a los doctores para que sigas aquí.

    Pero la verdad es que no quería irme. Mi único deseo en este momento es no separarme de la persona que yace en la cama de aquella habitación. Al ver que no había movimiento por mi parte, siento en mi hombro la mano de mi padre que me guía hacia la puerta. Antes de salir de la habitación, debo girar mi cabeza hacia la voz que me llama y me dice, con una voz tranquilizadora:

    -Sakura, estaré bien. Ánimo.

    Al escuchar estas palabras, en mi garganta se forma lo que parece un piedra pesada, que me hizo imposible tragar. Y de repente, tengo unas ganas tremendas de correr. Correr, correr y correr… sin detenerme. Y lo hago. Olvido la presencia de mi padre, que dejo muy atrás, y corro a través de los pasillos del hospital. Sin saber hacia dónde me dirigía. Sin saber siquiera si iba a parar alguna vez.

    Y choco contra algo alto y cálido, que no alcanzo a distinguir.

    -Hola, Kinomoto.

    La voz que escucho en esos instantes hace temblar mi razón, la cual estaba al borde de perderse. Una emoción cuya diferencia es abismal a la que he sentido desde que me enteré que mi madre fue internada en el mismo hospital donde yo estuve recuperándome de una bacteria mortal, surge en mi pecho, casi como una punzada.

    Elevo la mirada y mis ojos distinguen la dulzura del chocolate en una mirada.

    -Estoy aquí.

    Y con esas dos simples palabras, entendí que no estaba sola.

    *

    -SAAAAAAKUUUURAAAAA.

    Mi visión se vio oscurecida y lo que parecieron varios brazos rodearon mi cuello. Tomoyo y Meiling hablaban al mismo tiempo diferentes cosas que yo no entendía. Tuve que pedirles que me soltaran un poco, y poder recuperar el aire que me quitaron al abrazarme de golpe.

    -¡Perdónanos Sakura! No pudimos venirte a visitar porque los trabajos en la escuela no nos lo permitieron, pero sabes que estuvimos al tanto de tu salud desde el teléfono y… -suelta Meiling en un solo aliento.
    -No se preocupen –admito-. Sus llamadas fueron muy alentadoras, yo comprendo que haya sido difícil venir a verme, no las culpo.

    Al salir de mi garganta, mi voz suena contrahecha y artificial, como si hubiera sido reemplazada por una grabación y yo sólo fuera un autómata programado. Y realmente me siento así, fuera de mí, con mi alma habitaciones más allá, reposando en una silla al lado de aquella mujer de piel nívea como la mía.

    No las miro mientras ellas me hablan, considerando que con aquello fuera a evitar que descubrieran en mis ojos la debilidad que atenazaba mi cuerpo y mi alma. Tenía que aparentar ser fuerte, y no sabía porqué. Como una obsesiva necesidad.

    -¿Cuándo volverás a la escuela, Sakura? –pregunta Meiling, tratando de capturar mi mirada, la cual se encuentra concentrada sobre mi valija que esperaba por llenarse.

    -Dentro de tres o cuatro días, cuando remitan los mareos.
    -¡Qué bien! –exclama.
    -Sakura –la delgada y fina voz de Tomoyo pronuncia mi nombre con cautela-. Si deseas, podemos acompañarte a tu casa.

    Detengo por unos segundos casi imperceptibles los movimientos que realizaba y que tienen como función llenar la maleta con todas mis pertenencias. Luego prosigo con mis acciones sin dirigir la mirada a mi amiga, respondiendo evasivamente que ya hay alguien que me llevará a casa.

    -De acuerdo, Sakura –contesta sin más. Sin embargo, esa respuesta me hace sospechar que Tomoyo sabe a qué persona me refería. Meiling parece no darse cuenta de ningún misterio.
    -Sakura, en verdad te extrañamos –confiesa-. No es lo mismo sin ti.

    Al poco rato, después de realizar varios intentos fallidos para hacerme sentir cómoda y animame, ambas se despiden y abandonan mi presencia que sigue en la habitación sosteniendo una maleta llena y una expresión perdida.

    Permanezco en aquel lugar, inmóvil, escuchando tan sólo el sonido de mi respiración lenta y profunda. Era como si no sintiera ninguno de mis miembros y desapareciera de pronto, fundiendome con la pieza y siendo no más que una mera lámpara o una cortina. Como si fuese un accesorio más de aquella habitación desierta, y hubiera permanecido allí días, meses, incluso años, empolvándome y viendo pasar millares de pacientes con diversas enfermedades. Niños y viejos, hombres y mujeres… tantos rostros que no puedo retener en mi mente. Porque sólo soy un objeto más de esa habitación.

    Un ruido inesperado me expulsa de mi remolino de pensamientos, y caigo en cuenta de mi presencia inmóvil que es observada por una mirada caoba.

    -Hola Kinomoto, es hora de irnos –anuncia Syaoran, con voz serena, que es como baño tranquilizador a mis sentidos algo alterados.

    Me pongo de pie y mi boca hace un amago de sonrisa que la dirijo al joven de los ojos café que aguarda con paciencia.

    -Toma el tiempo que quieras, Kinomoto.
    -Gracias.

    Avanzo con pasos pesados a la salida mientras Syaoran toma mi valija. Ambos salimos de la habitación, sin embargo, antes de cerrar la puerta, observo la pieza vacía y me convenzo de las palabras que Meiling profesó minutos antes.

    Realmente no es lo mismo cuando la presencia de una persona falta. Y mi corazón espera nunca sentir ese vacío… pero ¿por qué siento que no será así?

    Cierro la puerta. Es hora de partir.
     
  18.  
    Pami

    Pami Guest

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    Pluma de
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    Donde mates a Nadeshiko, ya veras ¬.¬!
    Nunca he leído una historia donde a la mitad la maten y sería triste, mucho t_tU

    Te extrañábamos, Fanny. Aunque este capítulo no tiene nada de divertido, a como estaba acostumbrada.
     
  19.  
    Pam

    Pam Usuario común

    Acuario
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    ¿Acaso Nadeshiko morira? Eso seria muy triste y cruel ToT ¬¬.
    Pobre Sakura, parece que ni siquiera se logrará recuperar en años, pero al menos cuenta con el apoyo de sus seres queridos y de Shaoran por si llega a suceder algo malo ToT.
    Como siempre Fanny Hilfiger te quedó de maravillas. Te quedo impecable este cap.
    Sigue así.
    Sayonara.
     
  20.  
    Lirio

    Lirio Guest

    Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

    holaa......
    que fic tan bonito me lei todos los capis hoy XD
    realmente me gusto mucho como cuentas las cosas
    desde el punto de vista de sakura...y su conciencia XD
    yo estube en un caso parecido... mi profe de historia era tan guapo
    lindo, atento,su risa,su cabello, sus ojos...perfecto, pero ya acabe la secu.
    asi que no lo vere mas T_T

    bueno regresando al fic esta beautiful....espero que no se muera nadeshiko
    pero de ser asi se que hay estara shaoran
     
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