Y para enamorarse, hay pay de queso

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

No es eso xD sé que te gusta mi fic, pero te aconsejé que lo leyeras todo nomas porque sí, lol.

Gracias por tu apoyo, en serio (:

 

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

¡Hola, hola! Por fin me aparezco por aquí. Quiero pedir unas disculpas descomunales por no haber actualizado el fic. Pero es que me llovieron obstáculos por doquier. Estúpidos problemas personales y muchos proyectos y tareas en mi carrera de la U.

Me disculpo eternamente, sí, sé que merezco la hoguera por hacerlos esperar tanto. Pero trataré de escribir más seguido y no descuidar este fic, que terroríficamente para mí, casi se me iba la inspiración.

Pero la recuperé quién sabe de dónde, quizá por amor a ustedes, mis lectores que pude retomar el camino del bien :rezAr:

Agradezco por apoyarme y gracias a los que me nominaron en los Fanfics Awards, les prometo que por ustedes terminaré este fic. Gracias por todo, pero me dejo de tanta palabrería y ¡disfruten!


Y para enamorarse, hay pay de queso

Capítulo 10

Refresco


-Sobre mi cadáver.

Ciertamente sabía que me iban a pedir eso, estaba muy, pero muy segura. Sin embargo yo ya tenía mi respuesta. Era definitivamente bueno que estuviera hablando con ellas solamente por teléfono, ya que si las hubiese tenido frente a mí, estoy cien por ciento segura que me mirarían con sus ojos acuosos en forma de súplica.

Pero, afortunadamente, estaban cada una en sus respectivas casas, con el teléfono en la mano y soltando toda clase de protestas, que por supuesto, yo no escuchaba.

-Lo siento –repliqué después del torrente de quejas-, no puedo permitir que pase ningún incidente más. Y me estoy dando cuenta que esos incidentes se presentan más cuando estoy cerca de ustedes.
-¡¿Qué quieres dar a entender con eso?! –exclamó Meiling, airada a través del auricular-. ¡¿Qué siempre te causamos problemas, Sakura?!
-Algo así.
-Pero... si sólo tratamos de ayudarte, nosotras sólo...
-¡Oooh! –interrumpió Tomoyo de repente-. Será fatídico no poder filmar a Sakura en su primera cita con su profesor de cocina...
-Tú y tus filmes –reprochó Meiling-. ¿No estás escuchando cómo nos clasifica Sakura? ¡Como amigas problemáticas!
-Eso es lo que somos ¿no? –rió Tomoyo.

Meiling hizo silencio, mientras Tomoyo soltaba una risilla pícara.

-Tranquila Meiling –Esta vez hablé yo-. No es que no sepa que tratan de ayudarme y aconsejarme... pero sinceramente... esta vez quiero actuar por mí misma, sin interrupciones.
-Pero... –empezó Meiling. Tomoyo la interrumpió diciendo chillonamente:
-¡¡Sakura, te deseamos la mejor suerte del mundo!! Meiling y yo estaremos ofreciéndote todo el apoyo espiritual que podamos desde cualquier lugar donde estemos en el momento que estés en tu cita con Syaoran. Prometemos que no haremos interrupciones y esperamos que todo salga perfecto.
-Eh... gracias Tomoyo...
-Pero, Tomoyo... –insistió Meiling, molesta.
-Bueno, Sakura, nos despedimos porque creo que es hora que comiences a arreglarte y que te pongas bellísima para ver a tu príncipe.

Qué cursi se escuchó eso.

-De acuerdo –dije y me despedí de las dos antes de colgar el auricular.

Mientras recuerdo aquella anterior llamada, estoy tirada en la cama con el teléfono a un lado, en pijama y pensando: ¿QUÉ DEMONIOS ME VOY A PONER?

Cierto. El noventa y nueve por ciento de las veces que debo arreglarme para ir a algún lugar, tengo una idea, aunque no exacta, de cómo me voy a vestir. Sin embargo... ¡ahora mismo no tengo ni siquiera una aproximación a la idea!

Envidio a Cenicienta. A ella, sus amigos los ratones le ayudaron a hacer su vestido para ir al baile del castillo... Sería genial tener ese tipo de ratones como amigos, así no tendría que gastar dinero, sólo en las telas...

-¡SAKURACIENTA, LEVÁNTATE! ES HORA DE IR AL BAILE DEL PRÍNCIPE SYAORAN –ESCUCHO UNA VOZ CHILLONA QUE PROVIENE DEL SUELO.

OBSERVO Y ES UNA PEQUEÑA RATONCITA CON OJOS Y PELO CASTAÑO.

-¡OH POR DIOS! –RESPONDÍ-. PERO NO PODRÉ IR, YA QUE NO TENGO VESTIDO.
-NO TE PREOCUPES, NOSOTRAS TE AYUDAREMOS.
-MMHM, ¿TÚ Y QUIÉNES MÁS? –LE PREGUNTO, CURIOSA.

Y EN ESE MOMENTO ENTRAN POR LA PUERTA... ¡¿Meiling y Tomoyo con dientes de ratón?

¡Dios! Hasta me dio un escalofrío al imaginar eso. Creo que debo dejar de pensar en tonterías.

Me levanto de la cama y me dirijo a mi armario. Después de escoger entre toda la ropa que poseo, elijo una vestimenta que aunque no me convence, es la única opción que me queda.

Miro de frente al espejo y éste me devuelve el reflejo de una chica ojiverde y pálida ataviada con un vestido color naranja pastel, una cinta amarilla atada a su cintura y unos zapatos blancos.

Ahora que lo veo bien, me gusta ese reflejo, y le sonrío a la chica del espejo. Ella me devuelve la sonrisa también.

Luego miro hacia el reloj que está en mi mesita de noche y me doy cuenta que ya es hora de partir. Me encaminaba hacia mi puerta, cuando, de repente, mi cuerpo entero es invadido por un vértigo. Ahora caigo en la cuenta de qué es lo que va a pasar luego.

AY, SAKURITA, TARADITA. PUES ¿A DÓNDE CREÍAS QUE IBAS? ¿A COMPRAR PAPEL DE BAÑO EN LA TIENDA DE LA ESQUINA?

Pues... casi.

¿NO TE ACORDABAS QUE IBAS A SALIR CON SYAORAN?

CON SYAORAN. SI, TU PRÍNCIPE DE LOS OJOS COLOR CHOCOLATE, QUIEN ES TU PROFESOR DE COCINA, Y A QUIEN, SOLO PARA QUE TU MEMORIA NO ESTÉ TAN PERDIDITA, INTOXICASTE EL DÍA ANTERIOR CON TU ENVINAGRADO FILETE DE PESCADO.

Gracias a mi consciencia por el amable recordatorio.

Comienzo a sentir algo. Sí, creo que sí es. Sí, definitivo.

Cómo olvidar a mi gran amigo el nerviosismo. Acompañado de su inseparable camarada el temblor.

Ahora sí que me siento apoyada...

Con la gran compañía que acabo de adquirir, salgo de la casa y camino por la calle que siempre tomo para dirigirme al Instituto de Enseñanza Culinaria, sabiendo que me encamino a mi perdición... ¿o a mi salvación?

En unos momentos, lo veré. A Syaoran. A mi príncipe de ojos chocolate. ¿Qué puede ser mejor que eso?

DEBERÍAS PREGUNTARTE ¿QUÉ SERÍA PEOR QUE ESO?
¿Y LA RESPUESTA? HACER UN NUEVO RIDÍCULO ENFRENTE DE ÉL. AYER, SAKURITA...

Ok, ok. Ya entendí el punto. Sé que soy un desastre...

UNA BLASFEMIA A TODA LA INTELIGENCIA...

Una torpe, una distraída, una buena para nada, mala cocinera...

¿SE TE OLVIDO “REINA DE LAS IDIOTAS”?

...

¡De acuerdo! ¡Vale! Estoy consciente que podría regresar a mi casa, encerrarme con llave en mi habitación y esperar mi muerte allí dentro, antes de que mi idiotez se siga esparciendo por el mundo como epidemia y antes que se me empiece a declarar en cuarentena universal por desorden mental.

Sin embargo, para mi infortuna, le prometí a Syaoran que lo vería en el lugar donde acordamos. Y... no puedo dejarlo plantado. ¡No después de eso!

Es obvio que después de salir conmigo, él me conocerá tal cual soy y dentro de poco él mismo me enjuiciará ante un tribunal por violación y blasfemia a la inteligencia humana.

No me doy cuenta, pero caminaba cabizbaja, y en el momento en que levanto la cabeza, observo que se alza ante mí una mirada chocolate.

-¡Hola!

Doy un salto hacia atrás digno de las Olimpiadas y el ritmo de mi corazón arrecia en rapidez como si quisiera competir en el Grand Prix.

-¿Kinomoto? –pregunta Syaoran, preocupado-. ¿Estás bien? ¿Tienes fiebre?

Meneo la cabeza en negación a su pregunta. ¿Y mis cuerdas vocales? ¿Dónde se metieron las perversas? Ah, las encontré.

-E-estoy bien, Sya-syaoran.

Gracias por entumirte, estúpida lengua.

-Sigo insistiendo. Te ves muy colorada –dice Syaoran.
-Nada de eso, es... –Miro alrededor en busca de ayuda-. ¡El sol! Es que... vine corriendo hacia acá un tramo del camino, porque creí que se me haría tarde y... me dio calor por la carrera y...
-Vale, vale, te creo –corrobora Syaoran, y sonríe con su mirada caoba-. ¿Nos vamos ya?

Lo seguía mirando con mi cara embobada que tardo unos cuantos segundos en entender su pregunta.

-¿Irnos? –pregunto.
-Sí...
-¿A dónde? ¿Qué no íbamos solamente a tomar un helado como la vez pasada?

Syaoran niega con la cabeza y vuelve a sonreír con esos ojos que derraman dulce chocolate. Y, para sorpresa mía y de mi corazón que está a punto de salirse de mi pecho, mi príncipe me toma de la mano.

-Ven conmigo.

No sé cuánto tiempo caminamos. Ni me interesa saberlo. Al lado de Syaoran puede pasar todo el tiempo que exista, no me importa si pasan unos minutos, horas, milenios enteros, él es...

¡BASTA!

De acuerdo, de acuerdo... El caso es que llegamos hasta un automóvil hermoso, color naranja eléctrico que contrastaba perfecto con el color de mi vestido.

¡QUÉ VANIDOSA ME SALISTE!

Y nos situamos frente a él.

-Sube, por favor –me dice Syaoran mientras se dirige hacia la puerta del copiloto y la abre para mí-. Adelante, Kinomoto.

Me quedo inmóvil, sin saber qué hacer. Esto puede ser uno de esos sueños que suele recurrir a mi torpe mente cada vez que duermo en las noches. Sí, debe serlo.

Pero, ¿y si no? Mm...

-¡Auch!
-¿Kinomoto? –acude Syaoran, alarmado-. ¿Qué pasa?
-Nada, nada... subiré –Y lanzo una risita de niña boba.

¡MÁS BIEN DE BARBAJÁN!

Esto es real. No es un sueño. Aunque me dolió el pellizco que me di. Sin embargo, tenía que asegurarme.

Y PELLIZCÁNDOTE EL BRAZO ERA LO MÁS ADECUADO ¿NO?

Eso lo hacen en todas las historias.

¡QUÉ POCO ORIGINAL ERES!

Ya estoy dentro del auto y Syaoran sube también, después de cerrar mi puerta y rodear el carro hasta llegar a la suya.

No puedo creer que esto no sea un sueño.

-¿A dónde gustas ir? –me pregunta Syaoran al momento de encender el motor del automóvil. Realmente hablaba en serio al preguntar “¿Nos vamos ya?”
-Mm...

SAKURA TORPE, PON TU MENTE A TRABAJAR AHORA. ¡PIENSA UN LUGAR DIVERTIDO!

Mm...
Mm...
My system founds an internal error.

ERA DE ESPERARSE.

-¿Qué te parece ir al cine? –pregunta Syaoran, al ver mi expresión sumamente emproblemada.
-Sí, está bien –exclamo con emoción.

Mi príncipe sonríe con la mirada por tercera vez y pisa el acelerador.
¡Oh, por Dios! Syaoran manejando su auto. Esto nunca pensé presenciarlo en millones de millones de años.

NI QUE FUERAS A VIVIR TANTO.

Y mientras vamos en camino al cine, escuchamos música de la radio. Estaba ensimismada, pensando en lo increíble que es el mundo viéndolo desde la ventana del auto de Syaoran, cuando mis oídos perciben la melodía de una canción conocida.

¡Es una de mis canciones favoritas!

Dirijo mi mano hacia el interruptor de volumen, pero descubro que alguien se me adelantó. Syaoran sube el volumen de la radio y la música resuena por todo el carro.

-Es mi canción favorita –dice Syaoran, con una sonrisa en los labios.

Mi corazón casi se sale volando por la ventanilla.

-L-la mía también... –admito sin darme cuenta.

Syaoran me mira con ojos sorprendidos y un silencio hace presencia entre los dos. Nos miramos fijamente por unos milisegundos, mientras escuchamos la música que brota de las bocinas del estéreo, y a la estrofa siguiente comenzamos a cantar al unísono.

Y allí estamos, los dos, mi príncipe de ojos chocolate y yo, cantando la misma canción, al mismo tiempo, y con el mismo entusiasmo.

¿Hay en el mundo algo mejor que eso?

*​

Y llegamos al lugar acordado. El cine.

Siempre se me había hecho un lugar común; un lugar a dónde ir los fines de semana en los que carecía de deberes. Generalmente iba con mi hermano Touya, porque a él constantemente le regalaban pases gratis en el trabajo que tiene. O en los trabajos que tiene.

Sí, mi hermano consigue trabajo casi en cualquier lugar. Es molesto encontrármelo en todo local nuevo al que voy con mis amigas. La mayoría de las veces tengo que ver su carota de mal humor porque tiene que atenderme, sin embargo, cuando está así, yo suelo repetirle que, aunque sea su hermana, soy un cliente... y el cliente siempre tiene la razón. Y es cuando su mal humor se transforma en odio.

En fin. Sólo espero que no esté trabajando en la taquilla del cine... No espero tener tan mala suerte... ¿o sí?

PRÓXIMAMENTE EL ESTRENO DE “SAKURA, LA REINA DE LA MALA SUERTE”

Ni se te ocurra.

-Kinomoto –llama Syaoran-. ¿Qué película te parece bien?

Dirijo mi mirada hacia el lugar donde aparecen enlistadas con letras grandes, las películas que hay en cartelera.

YO SUGIERO QUE “SAKURA, LA REINA DE LA MALA SUERTE” ES UNA BUENA OPCIÓN.

¡Silencio! Que debo elegir sabiamente.

Mis ojos repasan con ansiedad la cartelera una y otra vez hasta que... me doy por vencida. Tan nerviosa como estaba, no encuentro ninguna película que me parezca adecuada, que no sea demasiado cursi ni demasiado aburrida.

QUÉ MALA CITA ERES, SAKURA.

Parece ser que Syaoran nota otra vez mi rostro tremendamente desanimado así que sonríe con la mirada y se encamina hacia la taquilla, mientras lo observo.

YA, QUE SE TE CAE LA BABA.

Realmente no me puedo creer que esté pasando una tarde como ésta con Syaoran. Estoy definitivamente confundida. ¿Por qué Syaoran me habrá invitado? Sí, sé que hemos hablado con frecuencia en las clases, pero no al grado de que comencemos a salir.

No entiendo.

-Listo –regresa Syaoran con una sonrisa en sus labios-. ¿Se te antoja algo del snack?

En el momento de escuchar la palabra “snack”, mi estómago emite un gruñido cual perro rabioso. Y aunque trato de disimularlo por todos los medios, Syaoran se dio cuenta, porque me dijo, sonriendo:
-Tienes hambre, ¿a que sí, Kinomoto?

Como robot, asiento con la cabeza, sintiendo un gran calor en las mejillas.

Luego, Syaoran y yo caminamos hacia el snack, mi boca casi no puede contener la saliva del antojo, sin embargo, a unos pasos de la barra, me entra un escalofrío.

Hasta ahora no he cometido ninguna ridiculez, ni ningún incidente que pueda delatar mi extrema torpeza. Eso es realmente extraño.

UN VERDADERO MILAGRO.

Sin embargo, al ver el snack, me entra un terror descomunal.
¿Y si rompo algo? ¿Y si se me caen las palomitas? ¿Si explota la máquina de refrescos enfrente de mí?

¡SÁLVENSE QUIEN PUEDA, AHÍ VIENE SAKURAZILLA, LA DESTRUCTORA!

Ya se me quitó el apetito.

-Vamos Kinomoto, ¿qué se te antoja? –Syaoran me mira-. ¿Kinomoto?

No. No voy a acercarme. No, no y no.

-¿Qué no tenías hambre, Kinomoto?
-No, ya no –digo, con voz casual, mientras mi estómago vuelve a protestar mi insolencia.
-Pero si pregunto a tu estómago, él no contestará lo mismo.
-Es que... comí algo en la tarde que me cayó mal... sí...

Syaoran me mira receloso. No me está creyendo ni una sola palabra.

-Kinomoto, hace rato estabas mirando el snack como si fuera la única razón de tu existencia –Sus ojos caoba se entornan, amenazadoramente-. Ahora, vas a pedir algo.

Ya no era una pregunta, era una orden. ¿Estaba haciendo molestar a Syaoran? ¿Tan preocupado estaba porque comiera algo y salvara a mi estómago agonizante?

-De acuerdo –contesto, y cabizbaja me dirijo hacia la barra.

Pido unos hot dogs con refresco y, para mi sorpresa, Syaoran pide lo mismo, además de unas palomitas tamaño jumbo.

-Syaoran, no sabía que comías tanto –replico, mirando con ojos desorbitados las palomitas jumbo que le acababan de entregar.
-A veces, sí –me responde con simpleza.

Tomo mis alimentos con cautela, cuidando cada movimiento mío, con la esperanza de no desatar el caos de la destrucción en cualquier momento.

-Oh, nos faltaron servilletas –anuncia Syaoran, que caminaba detrás de mí-. Ahora vuelvo.

Ni siquiera lo veo marcharse. Todos mis sentidos estaban puestos en el vaso de refresco y el plato de hot dogs que sostenía en mis dos manos.

-Si cualquiera de ustedes dos se mueve, lo pagará caro -les amenacé.

AHORA HASTA HABLAS CON SERES INERTES.

Cuando me permito despegar la mirada de mis alimentos, observo que Syaoran viene hacia mí, con las servilletas sobre el plato de hot dogs. Me doy media vuelta para seguir en camino a la sala, y sucede.

El sonido de líquido salpicando el piso.

Ya me lo esperaba, no podía pasar un momento sin que Sakura, la reina de las idiotas hiciera su desastre. Observo resignada hacia el suelo, cuando me percato que aún tengo el refresco en mi mano derecha, y está intacto. No era mi refresco el que se cayó.

Miro hacia atrás y descubro la verdad. Era el refresco de Syaoran.
Con las orejas coloradísimas y los ojos muy abiertos, Syaoran ve con sorpresa el líquido desparramado sobre el mármol. Un intendente se acerca rápidamente a limpiar el jaleo.

-Disculpe, yo... –dice Syaoran, con nerviosismo.
-No se preocupe, yo lo limpiaré.

Observo a Syaoran, no con alivio, ni con burla, sino con asombro. Syaoran cruza su mirada con la mía y al ver mi expresión, su rostro adquiere el tono más escarlata que he visto en el rostro de una persona.

Syaoran desvía la mirada y vuelve a pedir disculpas al intendente, quien, molesto, le dice que ya puede irse. Syaoran obedece y se dirige hacia donde estoy yo.

-Lo siento... –dice.

Yo niego con la cabeza y le sonrío, en señal de apoyo. Podría jurar que salió humo de sus oídos. Estaba completamente colorado.

Entramos a la sala y descubro que la película que Syaoran escogió es una comedia romántica. Trata de una pareja que se quiere divorciar, pero que después de pasar muchas situaciones chuscas en las que se reencuentran sin esperarlo, vuelven a enamorarse y a quedarse juntos, y por ende, viven felices para siempre jamás.

Me agradó la película, sin embargo, al salir de la sala mi mente regresa hacia ese suceso. Y es que, aún no puedo creer lo que pasó hace rato. Estaba segurísima que había sido yo quien derramó el vaso, pero me había equivocado, había sido Syaoran.

Syaoran, mi príncipe de ojos color chocolate, mi profesor de cocina; el hombre que me parecía tan perfecto, y que sin duda, no lo era tanto. Él también tenía errores, como todos los seres humanos.

AUNQUE NO TANTOS COMO TÚ, QUERIDA SAKURA.

Y me doy cuenta que he conocido el lado humano de Syaoran; el lado que está fuera de aquella vida en la escuela de cocina, en la cual Syaoran no es quien lo sabe todo, y no es ese ser frío y estricto que se muestra en cada clase.

Estoy conociendo al Syaoran humano, al Syaoran que...

-¿Kinomoto, subirás al auto?
-¿EH?

Y VARIAR, SAKURA PARADA COMO RETRASADA MENTAL EN MEDIO DE LA CALLE.

Corro hasta el automóvil naranja de mi príncipe y antes de subirme a él, echo un vistazo al cine, cuyo edificio iluminado por la luz rojiza del crepúsculo, se alza majestuosamente ante mí.

Definitivamente, estoy conociendo al Syaoran real, y del que me estoy enamorando cada vez más.


Continuará.

 

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

Oh, me lo temía que no lo conocieran. Es un medicamento para aliviar las agruras, las náuseas, la diarrea y demás síntomas de indigestión xD

 

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

Hago acto de presencia, agradezco a todos quienes han leído este fanfic.
Sé que hace mucho que no lo he continuado, pero han sucedido múltiples cosas, asuntos personales, tareas y no he podido tocar siquiera el Word, para escribir el nuevo capítulo.
Sin embargo, prometo traerlo en unos días ;)
Muchas gracias por todo, y por su apoyo ^^