Y para enamorarse, hay pay de queso

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

Traigo para ustedes otro nuevo capítulo, espero que me hayan extrañado, jeje. Fue un obstáculo todos estos días de fiestas y salidas que me fue difícil inspirarme en este capítulo del fic, pero gracias a Dios salió a flote y aquí lo traigo para que lo lean y opinen de él.

Si hay cualquier error, notifíquenme, pero sobre todo... ¡disfrútenlo!



Y para enamorarse, hay pay de queso

Capítulo 8

Pasta


Bombones.
Bolsa de cartón.
Bombones.
Bolsa de cartón...

Uhm, ya no sé qué es lo que debo pensar, o sentir, o simplemente cómo reaccionar. La semana pasada fue tan desconcertante. No hace falta recordarles lo que pasó ¿verdad?

Obligada cruelmente a espiar al chico que me gusta por influencia de mis dos mejores amigas, y tratando de pasar desapercibida con una bolsa de cartón en la cabeza. ¿Qué diablos estaban pensando esas dos? ¿Hacer que ganara el premio al peor ridículo del mundo?

Bombones.
Bolsa de cartón.
Bombones...

Y cuando creí que Syaoran entregaría aquella caja de bombones a esa chica, sentí que el mundo de derrumbaba justamente frente a mis ojos, sin embargo...

¡VAYA SORPRESA, SAKURA! ¡LOS BOMBONES ERAN PARA TI!

¿¡Qué rayos estaba pasando aquí!?

Y heme aquí, en piyama, en medio de la sala, despeinada y comiendo bombones de una adorable caja adornada con un moño y papel rosa.

LOS BOMBONES MÁGICOS, REGALO DE MI PRÍNCIPE DE LOS OJOS CHOCOLATE, CAPACES DE INVOCAR LA MAGIA MÁS INCREÍBLE QUE HAYA EXISTIDO EN TODO EL MUNDO, ESA MAGIA QUE HACE SONREÍR A CUALQUIERA Y TRASLADARLO A UN UNIVERSO LLENO DE NUBES, RISAS Y COLOR.

-HOLA BOMBÓN –DICE SAKURA-. ¿SERÁS TÚ EL QUE ME LLEVE A ESE MÁGICO LUGAR DONDE ME ENCONTRARÉ CON MI AMADO PRÍNCIPE?
-POR SUPUESTO –CONTESTA EL BOMBÓN MÁGICO-, SOLO TIENES QUE COMERME Y LA MAGIA SURTIRÁ EFECTO.
-PERFECTO –DICE SAKURA-. ES LO QUE ESTABA A PUNTO DE HACER.
-SERÁS MUY FELIZ, SAKURA –EXCLAMA EL BOMBÓN MÁGICO-. SIEMPRE SONREIRÁS Y YA NO NECESITARÁS ESCONDER TU ROSTRO CON UNA BOLSA DE CARTÓN.

(...)

Estúpido bombón mágico.

Arrojo el bombón y desafortunadamente cae encima de la cabeza de mi hermano Touya, que acababa de llegar a la casa.

-Ups, perdón Touya –exclamo.
-Si todo se arreglara pidiendo perdón, no se necesitaría la policía –espeta mi hermano, tomando el bombón con su mano derecha y lanzándolo hacia mí.

Yo tomo la tapa de la caja de bombones y me protejo con ella del ataque de mi hermano.

-Me pregunto por qué tengo un hermano tan fastidioso –comento, todavía protegiéndome la cabeza con la tapadera.
-Y yo me pregunto por qué mi hermana es un monstruo –contesta Touya, fingiendo un tono pensativo.
-¡TE ODIO! –grito, arrojándole la tapa de la caja, que solamente alcanza a llegar a los pies de mi hermano.

Éste la toma con curiosidad, y la observa detenidamente.
-¿Y esto qué es?
De repente, siento que mis orejas comienzan a arder excesivamente.
-Este... es... eso... –balbuceo.
-Es la tapadera de una caja de dulces que le dieron a Sakura.

Touya y yo miramos hacia donde provenía aquella voz y en la entrada de la sala, estaba nuestra madre mirándonos con dulzura.

-¡Mamá! Deberías estar reposando –digo, algo recelosa.
-Lo dices como pretexto para que no le cuente a tu hermano –comenta mi madre con una sonrisa pícara.
-¿Contarme qué? –pregunta mi hermano con curiosidad y enfado.
-¡No te importa! –exclamo, sintiendo que mi rostro también comienza a arder con ganas.
-Un chico le obsequió esa caja de bombones a Sakura –suelta mi madre, y puedo observar en su mirada un brillo maligno-. Ve tú a saber con qué motivo.

Contengo la respiración y con temor, me atrevo a mirar al lugar donde mi hermano yacía de pie, con una mirada furiosa en sus rasgados ojos.
Y es que mi hermano era muy celoso cuando se trataba de chicos y yo. Él nunca había tolerado, desde que éramos niños, que cualquier niño desconocido se me acercara. Era tan celoso que muchas veces les hacía bromas crueles para que ellos se alejaran de mí. A mí al principio me agradaba, porque sentía que mi hermano se preocupaba mucho y así demostraba que me quería. Sin embargo, a medida que fui creciendo, se volvió intolerable. Y cabe añadir que a mamá le divertía mucho tener un motivo para hacerlo enojar de ese modo. Era tan cruel como él. Y yo tenía que pagar las consecuencias.

-¿Un chico...? –Su voz sonaba forzada y evidentemente cargada de furia-. ¿Quién...? ¿QUIÉN ES ESE CHICO, SAKURA?

Respiraba como un toro enloquecido.

Temo por mi vida.

Alguien sálveme.

-Es un secreto –dice mamá rápidamente-, ¿verdad, Sakura? –Y me guiña un ojo.

Yo solo hago una mueca. Mi hermano, de repente, lanza la tapa al suelo y, para mi sorpresa, la patea.

-Pues más vale que sólo sean regalos –espeta y sale de la habitación con la fuerza de un huracán.

¿Y si fueran más que regalos?

No. Creo que no quiero imaginarme la respuesta.

Escucho una risita a mi lado. Mamá estaba riendo con ganas. La miro, entornando los ojos.

-¿Qué te hace tanta gracia, mamá?

Parece que no puede aguantar más y suelta una sonora carcajada. Debo admitirlo, luce hermosa cuando hace eso. Irradia una atmósfera de alegría tan contagiosa que aunque esté al borde de la furia, no puedo evitar sonreír.
Abandono la presencia de mi madre, la cual sigue retorciéndose de la risa y me dirijo a la cocina. Por instinto, llego al fregadero y lavo mis manos. Luego busco en el gabinete una sartén y los utensilios que planeo utilizar. Busco la pasta en una de las alacenas donde mamá guarda la comida y coloco el paquete al lado de la estufa. Después procedo a la preparación.

Me sorprende a mí misma cuánto he cambiado en esas semanas. Antes era una catástrofe en la cocina. No tenía ni la más mínima idea de qué sartén y olla utilizar, ni qué se hacía con todos esos paquetes que mi madre compraba en el supermercado y guardaba en las alacenas. Sólo sabía que se comían, pero todo el proceso que había antes de eso lo desconocía por completo.
Sin embargo, desde que tomo las clases de cocina en el Instituto de Enseñanza Culinaria, he aprendido muchísimo y ese logro me hace sentir satisfecha. Además, no puedo olvidar que me enseña el más atractivo y amable de los maestros: Li Syaoran.

Mas todavía sigue siendo un misterio para mí el porqué precisamente en el día en que yo acababa de ingresar en el Instituto, él inició también su enseñanza.

¿Sería coincidencia? ¿O destino?

-¿Sakura, qué haces? -Mi madre está a un lado de mí observándome.
-Pasta –digo, sonriendo.

Y mi madre me regala una de esas sonrisas que tanto alegran mi corazón, mientras me dice:
-Estoy segura que quedará deliciosa.

Yo espero que sí. Mis manos saben lo que hay que hacer, mi mente recuerda el tiempo que debo dejar que la pasta se cocine para luego quitarla del agua y proceder a sumergirla en un jugo de tomate que Syaoran nos enseñó a preparar.

Syaoran. Mi príncipe de los ojos chocolate. El mejor maestro. Y la persona de quien estoy enamorada.

Realmente no sé si fue coincidencia o fue el destino quien colocó a Syaoran en mi camino. Lo que sí estoy segura es que soy muy feliz desde que lo conocí y lo admito: me agrada serlo.

-¡Está lista! –exclamo.

Mamá aplaude muy feliz mientras me dirijo a la mesa con el recipiente lleno de la pasta que acabo de preparar y con otro recipiente donde hice también una ensalada de verduras.

-Llegó la comida –Dejo los recipientes sobre la mesa.
-Sólo espero que la intoxicación no sea duradera –murmura Touya. Yo le lanzo una mirada asesina.
-Claro que no –Mi mamá comienza a servirse la pasta-, yo vigilé a Sakura y ella sabía muy bien lo que hacía. Las clases te sirven mucho, ¿eh?

Otra vez ese guiño de ojo picaresco.

¿Y yo porqué tengo que ponerme roja?

-Ya veremos –musita mi hermano, sirviéndose también mucha pasta y mucha ensalada.
Es un glotón, sin duda.

Los miro mientras comen, manteniendo la firme esperanza que no le puse demasiada sal y corté bien las verduras.
Espero a ver reacciones. Mi madre es la primera.

-¡Sakura, te quedó deliciosa!

Analizo su expresión. Sé muy bien cuándo está fingiendo solo para agradarme, sin embargo, al parecer no hay ningún atisbo de falsedad en su rostro. Sonrío.

-Gracias.

Mamá dirige su mirada a Touya.

-¿Qué te parece a tí, Touya?

Las dos lo miramos atentamente por varios segundos. El rostro de mi hermano se torna de un color escarlata.

-Está rico.

Mi corazón brinca de emoción al escuchar estas palabras (aunque haya tardado varios segundos en reconocerlas, ya que mi hermano habló en voz tremendamente baja) y mi sonrisa se ensancha aún más...

¡POR FIN SÉ COCINAR! ¡MI MAMÁ E INCLUSO MI ESTÚPIDO HERMANO LO ADMITEN! ¡SOY PODEROSA! ¡OMNIPOTENTE! ¡NO HAY NADA QUE NO PUEDA HACER! ¡SAKURA LO HA LOGRADO! ¡SAKURA ERES LO MEJOR! ¡SALVE OH SAKURA...!

-¡Ahora sólo falta que aprendas a preparar postres!

¡...REINA DE LAS IDIOTAS!




Continuará.

 

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

Aquí les va otro capítulo de este fanfic que tanto estimo. Reitero los agradecimientos por todo su apoyo aquí en Cemzoo, la cuna que vio nacer esta historia y que ya tiene su propio espacio en ff.net, que por cierto, le va muy bien. Sin embargo, cuando actualizo lo hago sincronizadamente, es decir, que lo hago tanto en Cemzoo como en ff.net.

Sin embargo, casi siempre publico primero aquí ;D ya que le tengo mucho cariño a este espacio que me otorga Cz, y a todos uds. porque fueron quienes me apoyaron primero =D

Bueno, ya no les quito su tiempo, lean y disfruten.
Salud.



Y para enamorarse, hay pay de queso


Capítulo 9

Pepto-bismol



Y yo que pensaba que no podía pasarme algo peor, sin embargo, dicen por ahí que el destino nos sorprende cada día. Yo digo que mi estupidez sorprende aún más.

HE ALLÍ A LA CHICA MÁS IDIOTA DEL UNIVERSO, SENTADA AFUERA DEL INSTITUTO DE ENSEÑANZA CULINARIA AL QUE ELLA CON BUENA FE CONFIÓ SU ESTUPIDEZ, PERO QUIEN, AL PARECER, SE OLVIDÓ DE QUE LOS MILAGROS EXISTÍAN.

NO, MÁS ESTÚPIDA NO PUEDE LUCIR... A MENOS QUE LLEVARA EN LA MANO DERECHA UN FRASCO DE PEPTO-BISMOL...

¡GRATA SORPRESA! ESO LO ESTABA HACIENDO.

Agradezco a mi consciencia por la intromisión y los ánimos otorgados. Gracias.

Menos mal que ya no posee la voz de Meiling. No, ella escapó hace rato. Posiblemente ahora ya no se llame Meiling y se haya mudado a una aldea en Groenlandia. Más le valiera hacerlo, realmente. Por su bien.

Yo, por el contrario, me quedaré aquí en Japón y tal vez mi nueva residencia sea alguna casa mental o la Inquisición, aunque me temo que esa ya no existe. ¿Y si resurge de nuevo por mi culpa?

POR SER SAKURA Y SER UNA BLASFEMIA EN CONTRA DE TODA LA INTELIGENCIA.

Exacto.

Bueno, comenzaré a explicar la razón del porqué estoy sentada aquí fuera del Instituto, el porqué Meiling tiene una nueva vida con sus vecinos los groenlandesas y porqué emergerá una nueva Inquisición para dar castigo a los idiotas.

Erase una vez una mañana de jueves. Iba caminando tranquilamente por los pasillos de la preparatoria...

Un momento. Eso es una vil mentira.

No iba caminando. Corría. Corría mucho, sí. Sudaba. Y jadeaba. Todo esto porque iba a llegar tarde como siempre, porque como todos los días se me habían pegado las sábanas, no escuché el despertador y mi mamá no me llamó a tiempo.

Debería ser ejecutada por mentirosa.

Y POR DORMILONA. MÁS CARGOS IMPUESTOS A LA ACUSADA.

Después de correr como una hiena desquiciada, llegué a mi salón y me dirigí hacia el pupitre que me correspondía. A mi lado se situaba Tomoyo, quien tenía el osado cargo de despertarme siempre que me dormía en las clases de matemáticas. En cambio, Meiling se sentaba atrás de Tomoyo y desde allí tenía una vista panorámica para observar la saliva escurriendo de mi boca y empapando las libretas.

Me dejé caer sobre el asiento y arrojé mi mochila a un lado, sin darme cuenta de que una hoja de papel salió de ella y aterrizó cerca del pupitre que Meiling ocupaba.

Mientras hacía esfuerzos por lograr que el aire entrara de nuevo a mis pulmones y aguzaba el oído para escuchar mi nombre en la lista que estaba repasando el profesor en voz alta, escuché la voz de Tomoyo:

-Aún no te han nombrado. Estás de suerte.
-Kinomoto, Sakura –nombró el profesor, casi inaudible.
-¡AQUÍ! –grité.
La persona que se sentaba enfrente de mí no pudo evitar taparse los oídos ante semejante grito. Me disculpé.
-Tranquila, Sakura –susurró Meiling-. No por gritar tan alto negarás el hecho de que eres una dormilona.

Le lancé una mirada asesina y me desplomé sobre la mesa de mi pupitre. Y pude escuchar el comienzo de lo que prometía ser una aburrida clase de Historia. Estaba por recuperar el sueño que había interrumpido hacia una hora pero una pregunta que hizo Meiling me distrajo.

-¿Qué es esto? –había cuestionado.

Miré hacia donde se sentaba y observé con pánico que tenía una hoja de papel en sus manos. Una hoja que decía que...
-Las evaluaciones del Instituto de Enseñanza Culinaria tendrán lugar la próxima clase. No olviden traer los utensilios que crean necesarios y recuerden que está permitido traer un invitado a la clase para degustar sus creaciones...

Meiling dirigió su mirada de avispa hacia mi persona y con ojos brillantes exclamó:
-¿A qué hora nos vemos para ir a tu clase de cocina?

Sentí que casi se detenían los latidos de mi corazón. ¡AMENAZA DE INFARTO!

-Es una lástima –corroboró Tomoyo muy apesadumbrada.
-¿Por qué según tú es una lástima? –espetó Meiling.
-Porque tristemente sólo una persona puede ir como invitado –respondió, cubriéndose el rostro con las manos-. ¡No tendré oportunidad de filmar a la angelical Sakura cocinando un platillo digno de que sólo lo prueben dioses!
-¡¿A qué te refieres con “sólo lo prueben los dioses”?! –bramó Meiling, golpeando a Tomoyo con la hoja de papel.
-¿A qué hora nos vemos para ir a tu clase de cocina? –me preguntaron las dos a coro.

Me asusté.
Estaba convencida que la presencia de mis mejores amigas en mi clase de cocina no significaba un buen augurio. Y no me equivocaba.

Pasaron los días y quedamos de encontrarnos el sábado a la hora que comenzaba mi clase, que era a las cuatro de la tarde.

Soy mala.

¡QUÉ NOVEDAD!

Debo admitir que cuando llegué imploré que todos los autobuses que arribaban en esa zona se descompusieran para que ninguna de mis dos amigas pudiera llegar a tiempo. Sin embargo, se me olvidaba que la suerte nunca me favorecía y que, además, Tomoyo poseía una limusina y probablemente había traído a Meiling con ella, ya que sus casas eran cercanas.

Y en efecto, unos minutos antes de que comenzara la temida clase, una limusina arribó enfrente del Instituto. De ella descendieron Meiling y Tomoyo. Esta última llevaba en su mano derecha una larga funda negra.

-¡¡Hola Sakura!! –exclamaron las dos.

COMO LA VOZ DE LA PERDICIÓN.
De mi perdición.
POR ESO.

Me dirigí a las dos personas que esperaban por mí y me entregué a su merced.
-¡Sakura, traje para ti algo que diseñé especialmente para esta ocasión!

Tomoyo abrió la bragueta de la funda negra y observé con ojos aterrados lo que salía de ella. Podría haber jurado que era una vestimenta de payaso, si mi amiga no hubiera exclamado antes, con mucha emoción:

-¿A poco no es un delantal muy mono? ¡Vamos, pruébatelo Sakura!

Y me lo puse encima. Definitivamente sí parecía un payaso, sólo me faltaba pintarme la cara y traer en mi mano una centena de globos.

El delantal era largo y estaba teñido por varios colores peligrosamente chillantes. En las costuras llevaba unos encajes exagerados y en la parte baja del busto lo atravesaba una cinta dorada.

Tomoyo me filmó durante dos largos minutos y poco rato después se marchó, deseándonos la mejor de las suertes.

Claro, como si eso fuera a pasar.

Caminábamos por el pasillo mientras Meiling se desternillaba de risa. Ya no vestía el delantal, sin embargo mi amiga parecía que aún no podía superar aquella visión mía con aquel mandil. Yo ni siquiera la miraba. Entre risas, mi amiga alcanzó a barbotar:
-S-sakura, no sé cómo tuviste la suficiente fu-fuerza de voluntad para no soltarle a Tomoyo que su delantal parecía una vestimenta digna d-de... ¡de un circo! –Y volvió a reír-. Lo que haces por tus amigas.

Exactamente. Lo que soy capaz de hacer por mis amigas.

Meiling y yo llegamos por fin al salón y todos ya estaban allí, dispuestos a comenzar. Entramos y algunas risitas no tardaron en escucharse. Imaginé por un segundo si hubiera entrado con el delantal de Tomoyo puesto...

-Llegas tarde, Kinomoto –reprendió la seria voz de Syaoran-. Y bienvenida sea tu invitada.
-¡Gracias! –exclamó Meiling.

Deseé desaparecer en ese momento.

Nos colocamos en la estufa que me correspondía y Meiling se situó a un lado mío. Syaoran miró con sus ojos chocolate a toda la multitud allí reunida y comenzó a hablar.

-Bueno, como ya les había avisado, hoy será su primera evaluación de este curso de cocina. Espero que hayan traído todos los utensilios que necesitan –Comenzó a caminar entre los alumnos-. Procederemos de la siguiente manera: guarden todo tipo de manual, instructivo o cualquier cuaderno de apuntes. El objetivo de esta evaluación es que usen su memoria y las continuas prácticas que hemos hecho aquí en clase y en su casa. No podrán preguntarse nada entre ustedes y mucho menos a mí, así que ya están advertidos. Sólo tendrán el apoyo de su invitado, sin embargo, si éste no sabe sobre eso, no creo que sea de gran ayuda –Se escucharon murmullos y risas-. Hay un sobre en cada lugar que están ocupando y dentro de él está un papel con dos platillos que deben preparar para la evaluación. Al final, pasaré por sus lugares para probar el guisado y posteriormente saber la opinión de los invitados que cada uno trajo aquí. ¿Entendido todo? –Un murmullo de aprobación llenó la habitación-. De acuerdo, comiencen.

Todos estaban muy callados cuando Syaoran hablaba, pero al terminar éste, un ruido mucho mayor al que comúnmente se hacía se apoderó del cuarto. Quizá era porque había más gente, con los invitados que habíamos traído. Sin embargo, Syaoran no se inmutaba. Se había puesto los audífonos de su reproductor de música y solamente se dedicaba a pasear por el salón, observando lo que sus alumnos hacían.

Alejé la mirada de ese perfecto ser y miré a mi lado. Encontré el sobre que había mencionado Syaoran. Lo abrí y no pude evitar sonreír, complacida. En el papel indicaba que debía preparar una pasta y filete de pescado asado. Era ridículamente fácil, ya que aquellos platillos los había practicado muchas veces. Sería pan comido.

Saqué una olla y una sartén, dispuesta a comenzar, echando de vez en cuando, una mirada en dirección a donde estaba Syaoran. Era tan atractivo.

-Oye –dijo Meiling, casi en un susurro-. Tú maestro es algo severo y muy serio. Se ve medio amargado.
De repente, mi sangre se encendió.
-¡CLARO QUE NO! –exclamé, con la voz más alta de lo que pretendía-. ¡SYAORAN NO ES AMARGADO, ES AMABLE Y MUY, MUY GUAPO!

Hay ocasiones en las que uno está dentro de un lugar muy bullicioso, y en el que creemos que nadie nos escucharía aunque estuviéramos gritando a todo pulmón. Sin embargo, en el momento en que decimos algo increíblemente vergonzoso, a todo el mundo se le ocurre callarse y aquello que emitimos retumba en cada rincón de ese sitio.

Eso me pasó exactamente.

Al gritar, todos los rostros de mis compañeros y sus invitados se volvieron hacia mí. Noté que mi rostro adquiría rápidamente la temperatura de una olla hirviendo. Todos reían. Pami, que había sido la primera en mirarme, se echó a reír junto con su amiga que creo que tenía el nombre de Arce. En cambio, Ying Fa me hizo una señal de aprobación con su mano mientras era abrazada por el invitado que había llevado, Jurgi, según le llamaba ella.

Me olvidé de ellos, asustada, y lancé mi mirada hacia Syaoran. Recuerdo que agradecí a todos los cielos e infiernos que aún llevara puestos sus audífonos y rogué a todos los dioses existentes que no hubiera escuchado absolutamente ninguna palabra de la que había proferido mi sacrílega boca.

-Sakura, qué torpe eres –soltó Meiling, recuperando la respiración después de su segundo ataque de risa en el día.

No puse atención. Empecé a cocinar porque temía que no me alcanzara el tiempo. Fui por ingredientes al cuarto refrigerador y tomé lo que iba a ocupar. Regresé a mi estufa y deposité todos los ingredientes en la mesa frente a la que estaba Meiling.

-Wow, ¿todo esto vas a utilizar? –preguntó.
-Sí –respondí, secamente.
-Sakura... –llamó mi amiga-. No te enojes por lo de hace rato. Afortunadamente, Syaoran no te escuchó. No pasa nada.

No respondí. Seguía preparando la pasta que casi estaba al punto para sacarla de la olla con agua.

-Ehm, ¿quieres que... te ayude o algo?

Volví a quedarme callada. Saqué la trucha de su envoltorio y las coloqué en un plato profundo. Meiling me miraba incrédula, seguramente porque nunca me había visto manejar con tanta destreza los utensilios de cocina.

-Has mejorado mucho –confesó-. Lo puedo notar.

De repente sentí una punzada de culpa. Meiling realmente trataba de apoyarme y yo le correspondía ignorándole. Recordé cuando mencioné que habría un día en que podíamos llevar un invitado a la clase y que ella se había ofrecido inmediatamente. Seguramente ella tenía cosas y asuntos que atender aquella tarde, sin embargo, estaba sacrificando ese tiempo para poder acompañarme y degustar mis platillos.

CONDENADA POR SER CRUEL, MALA AMIGA Y MALAGRADECIDA. MÁS CARGOS A LA ACUSADA.
Gracias por el recordatorio.

Sonreí a Meiling, y le agradecí el comentario. Ella también sonrió, con entusiasmo. Yo proseguí preparando la salsa para la pasta mientras el sartén comenzaba a arder, listo para asar el pescado. Sin embargo, aún le faltaba un poco más de aceite.

-Meiling, ¿podrías por favor ponerle más aceite a la sartén? Creo que me faltó un poco –pedí a mi amiga.

Ella asintió, rápidamente tomó una botella de la mesa y lo vertió sobre la sartén. Ésta chisporroteo de una manera sospechosa, sin embargo, lo ignoré porque quizá era el excesivo calor que poseía.

Por fin terminé la pasta y la dejé reposando mientras me encargaba de asar los filetes. Éstos tomaron buena consistencia con la cantidad de aceite y el calor, por lo cual terminé en menos de diez minutos.

Comenzaba a ponerme nerviosa. Syaoran no había probado mis platillos, solamente aquel caldo de pollo que había hecho hace mucho tiempo. Temía que no le gustaran, además de que quería una buena calificación en mi evaluación. Sólo me quedaba rezar.

Meiling tamborileaba con los dedos en la mesa mientras esperábamos que Syaoran se acercara a nuestro sitio. Alcancé a ver que sus ojos chocolates se detenían en el lugar donde estábamos y se encaminó hacia nosotros. Mis manos comenzaron a temblar y mi cuerpo reaccionó como siempre lo hacía cuando aquel muchacho se acercaba a unos centímetros de mi persona. Agradecí que no hubiera un espejo cerca o vería reflejado en él mi rostro convertido en un tomate gigantesco.

-Vamos a ver –dijo Syaoran, observando mis guisos-. Tu tarea, Kinomoto, era hacer filetes de pescado asado acompañándolos de una pasta con tomate, ¿verdad?

Asentí con mi cabeza de tomate. Syaoran sirvió en su plato un pequeño trozo de filete y una excesivamente pequeña porción de pasta. Parecía no decidirse por qué comer primero. Tomó el filete.

Meiling, el resto de la clase y yo observábamos expectantes la reacción de Syaoran. Cuando, de pronto, pasó.

Sí, verde. Aunque parezca increíble, el rostro de Syaoran adquirió el más potente color verde que había visto en el rostro de una persona. Inmediatamente, salió corriendo del salón. Por un momento, la clase se quedó en silencio, para luego dar lugar a tremendas risotadas que aún siguen retumbando en mis pobres oídos.

Ajá, había intoxicado a Syaoran. ¿Qué peor cosa podía sucederme que eso?

Probé un poco de aquel filete y descubrí el descomunal exceso de vinagre en él. Seguramente, Meiling había colocado vinagre en el momento que se lo pedí. Sin embargo, no era del todo su culpa...

¡¿Por qué diablos había tomado, en mi estupidez, una botella de vinagre de la alacena de los ingredientes?! Y para colmo lo había hervido y combinado con aceite.

Pero, sin duda, había algo que hacía que mi estupidez se convirtiera en...

UNA BLASFEMIA EN CONTRA DE TODA LA INTELIGENCIA.

No había probado el platillo después de finalizarlo. Si lo hubiera hecho así, quizá hubiera sido yo la que estuviera vomitando, no él.

LA ACUSADA MERECE LA PENA DE MUERTE POR TODOS LOS CARGOS YA MENCIONADOS. ¡A LA HORCA!

Sí, lo merezco. Aunque inmediatamente después que salimos de clase fui a la farmacia para comprar este medicamento, no solucionará nada. Merezco el peor de los castigos, la peor de las condenas y las torturas. Un ser tan idiota como yo no tiene derecho a existir en este...

-¿Kinomoto?

Miro hacia la puerta de salida del Instituto y observo que Syaoran está allí, con un maletín en la mano.

Me pongo de pie como si mi trasero fuera un resorte. Y exploto.

-DISCÚLPAME, NO FUE MI INTENCIÓN INTOXICARTE, DE VERDAD FUE UNA ESTUPIDEZ NO HABER PROBADO EL PLATILLO ANTES... DEBÍ SER YO LA QUE SE HUBIERA INTOXICADO Y NO TÚ, YO SOY LA CULPABLE DE QUE ESTO PASARA Y AUNQUE SÉ QUE NO SERVIRÁ MUCHO... AQUÍ TIENES ESTO.

Le entrego la botella de pepto-bismol, a la cual Syaoran mira fijamente, muy serio. Pasan unos segundos, y de la nada, comienza a reír.

Lo observo estupefacta, sus carcajadas son como bofetadas. Me esperaba todo menos eso. Quizá alguna mirada asesina o que se diera la vuelta, resuelto a no dirigirme la palabra jamás.

Pero no. Está riéndose. Y riéndose demasiado.

Al cabo de un rato de muchas carcajadas, toma aire y sonríe con sus ojos castaños.

-Kinomoto, ¿tienes algo qué hacer mañana? –pregunta.

Momento, creo que mi corazón empieza a malfuncionar.

-N-no.
-¿Nos podemos ver aquí mismo, a las cuatro de la tarde?
-C-claro.
-De acuerdo. Te veré mañana entonces. Y no te preocupes por nada, la enfermera dijo que me encuentro bien. Cualquier cosa, esto me servirá –dice, señalando el frasco de pepto-bismol-. Hasta mañana, Kinomoto.

(...)

¡¡PERDIMOS A LA ACUSADA!!

CREEMOS QUE MURIÓ POR INFARTO.


Continuará.

 

Re: Y para enamorarse, hay pay de queso

Ellas no existen en esta historia.
Yo sabía que este fic no es un Mary-sue, ya que toda la manera de pensar y actuar de Sakura no es perfecta, tiene defectos, errores y aciertos.

Realmente la protagonista de esta historia es la mente de Sakura y su forma de pensar y de ver el mundo que le rodea, y cómo se dará cuenta poco a poco que todo puede cambiar con una simple decisión: como lo es aprender a cocinar.

Con este fic, pretendo, aparte de explorar mi capacidad de escribir comedia/drama, explorar el comportamiento de una chica que lo ha tenido todo y cómo toma los acontecimientos que antes nunca pensó vivirlos, pero que deberá hacerlo y actúar ante ellos.

Ya no digo más porque spoileo.
Mio, te aconsejo que sigas leyendo el fic, te dará una linda lección de vida. Les aseguro que no pienso caer en un final simple y bobo.

Gracias por su atención D: