Mini-rol Arcadia Nova | Pokémon Rol Championship

Tema en 'Salas de rol' iniciado por Andysaster, 4 Septiembre 2025.

  1.  
    Andysaster

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    "No. Ni se te ocurra, Liz"

    —¡Ese hijo de perra intentó abusar de ti! —exclamé, furiosa, y fue entonces cuando me sostuvo la mirada con firmeza. El fuego de la ira retrocedió ante la severidad que vislumbré en sus ojos y la miré con contrariedad, incapaz de comprender por qué me detenía. Apreté los dientes ante sus siguientes palabras—. Tal vez haya una forma de no manchar mi reputación, solo tengo que jugar bien mis cartas. Encontraré la manera de incriminarlo, y entonces...

    Entonces... ¿qué?

    ¿Me jactaría el resto de mi vida de haberme aprovechado del sistema y de mi posición para enviar a alguien a prisión injustificadamente? ¿Apelaría a la estúpida frase de que el fin justificaba los medios para embellecer mis actos? La realidad apuntaba a que estaría actuando igual que ellos. Que me convertiría en aquello que deseaba destruir con tanto fervor, nublada por emociones tan corrosivas y autodestructivas como lo eran el rencor, el resentimiento y la venganza.

    Mimi apartó la mirada de mis ojos y posé los míos sobre mi regazo, allí donde mis manos se cerraban en dos puños prietos. Mis nudillos, para ese entonces, se habían tornado blancos. La escuché hablar con una calma que realmente ninguna de las dos sentía y volví a sentirme inútil e impotente, pues en el fondo sabía que no había nada que pudiésemos hacer contra él. En un mundo donde el poder primaba por sobre la humanidad y el buen hacer, entrar en un enfrentamiento directo contra las grandes élites solo desembocaría en profundas pérdidas para nosotras mismas.

    Solo bastaría un chasquido de sus dedos para hundir nuestra carrera y nuestra imagen para siempre; de convertir nuestros sueños y esperanzas, nuestro tiempo y nuestro esfuerzo, en cenizas.

    Volvió a apretar mi mano, a buscar mis ojos, y aunque mis movimientos fueron rígidos y casi automáticos, encontré en los suyos algo más. Algo en lo que no había reparado hasta entonces. Era temor, pero no el mismo que había brillado en sus ojos con anterioridad.

    Era temor por mí misma.

    Porque no deseaba que nada malo me sucediese. Que no actuase con imprudencia.


    >>...Tsk.

    Chasqueé la lengua con disgusto, apartando la mirada de sus ojos. Ahora yo era la que parecía ser incapaz de sostenérselos durante mucho más tiempo. Comprender su miedo fue suficiente para apelar a la razón y relajé los músculos, si bien la frustración aún me bullía en las venas. Tal vez no me importaban las repercusiones que inmiscuirme en algo tan grande tuviese en mí misma, pero no podía ignorar los deseos de Mimi. Esa era la raíz de todo cuanto sentía en ese instante, ¿cierto?

    En no querer verla sufrir más.

    —Algún día caerá —murmuré. Apreté su mano, recordándome que seguía allí, que ya estaba a salvo. Que ese pasado distante quedaba ya lejos... Que ya no estaba sola—. Y si no lo hace, haré todo lo que esté en mi mano para que no vuelva a aparecer en tu vida. Aunque nos separen miles de kilómetros, los Rangers tienen sede en todos los rincones del mundo.

    >>Sé que puedes defenderte por ti misma, no se trata de eso. Lo único que quiero es que tengas la certeza de que ya no tienes por qué hacerlo sola.
     
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    Yugen

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    La entendía, joder si la entendía. La situación era tan frustrante que tenía ganas de gritar. Pero era peligroso y absurdamente idealista pensar que podíamos hacer algo en nuestras circunstancias actuales. Y tomar represalias y tratar de hundirlo no solo sería contraproducente, si no que arrastraría a Liza a las ponzoñosas aguas de un asunto que no le concernía. Matt ya me había jodido demasiado, no iba a permitir que la perjudicara también a ella.

    Encontraría la manera... alguna forma. Hasta el momento mi prioridad era liberarme de las cadenas de ese pasado y del miedo que aún persistía en mí como una mancha imborrable. Era imperante hacerlo.

    No necesitaba una venganza inmediata, ni se lo había contado pensando que saltaría en mi defensa como un caballero de brillante armadura—no era ninguna princesa en apuros. ¿Princesa? Por supuesto. ¿Desvalida? Jamás—, pero su reacción, su frustración, sus intentos por protegerme me resultaron absurdamente cálidos. Aun si no podía permitirle actuar en consecuencia.

    Quería decirle que los Ranger no eran exactamente policías y que tal vez ese asunto estaba fuera de su jurisdicción, pero encontré tal determinación y voluntad en sus ojos y sus palabras que no pude decir nada. En lugar de eso la miré cuando me aseguró que ya no estaba sola, que esta lucha era algo de ambas. La miré como si la viera por primera vez, como si acabara de decir algo profundamente transcendental o capaz de cambiarlo todo.

    Puedes hacerlo sola. Pero no tienes por qué hacerlo.

    Llevaba quién sabe cuanto tiempo queriendo escuchar algo así.

    Sentí las lágrimas arderme en los ojos, picando con insistencia mientras el nudo se apretaba en mi garganta, y parpadeé rápidamente al desviar la mirada.

    La sombra de Matt empezó a diluirse a lo lejos como tinta negra disolviéndose en el agua. Era una sombra aún presente, pero no podía alcanzarme en el espacio seguro que era su presencia.

    —Ugh—bufé en medio de una risa franca, con la voz teñida por la calidez que me transmitía—. ¿Puedes dejar de ser irresistible por solo cinco segundos?

    En lo absoluto sonó como una queja. Estaba cargada de simpatía y emoción. Y cuando encontré nuevamente sus ojos estaba sonriendo.

    Y así me senté sobre ella flexionando mis rodillas a ambos lados de sus caderas para que pudiéramos acomodarnos ambas sobre el asiento acolchado de la cabina. Fue un impulso, quizás. Uno de esos atolondrados que a veces era incapaz de contener, como si ni siquiera tuviera voluntad sobre mis propias acciones o sentimientos.

    En un movimiento fluido llevé mis manos a mi cabello soltándolo completamente y permitiendo que nos cubriera como una cortina de sol cuando me incliné para murmurar sobre sus labios:

    >>No es justo, ¿sabes? Me hace querer hacer cosas que no debería.
     
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    Andysaster

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    Sabía que el oficio de los Rangers consistía principalmente en ser guardabosques más que policías, pero también sabía que tenían la capacidad de imponer la ley siempre y cuando fuese parte de su competencia. Usando mi jurisdicción de manera retorcida tal vez pudiese aprovecharme de algún vacío legal e imponerle una sanción de la que no fuese capaz de reponerse; tal vez el daño a un area protegida o a una especie en peligro de extinción.

    Pero no era solo idealista y tremendamente ilusa por creer que eso sería capaz de detenerlo, si no que ese modo de actuar iba en contra de todo lo que creía y consideraba ético.

    Yo no era así, maldita sea.

    Saber que pudo haberle puesto un dedo encima de esa forma desató en mí un miedo visceral e incontenible. Supe en ese entonces que si alguien se atrevía a hacerle algo a esta niña no me haría responsable de mis actos. Esas emociones, intensas y capaces de nublar mi razón, respondían en realidad a un profundo y genuino sentimiento de protección. Al inmenso cariño que le tenía.

    Aún mantenía mi ceño fruncido, incapaz de sacudirme la frustración del todo cuando Mimi comenzó a reír. Fue una risa cristalina y vibrante, que me hizo buscar su mirada sin comprender del todo lo que sucedía. Cuando nuestros ojos se encontraron me sonrió, genuina, y atisbé en el brillo de los suyos una emoción difícil de describir con palabras.

    De repente el calor que sentía no se correspondía con la llama de la ira, la cual había controlado mis acciones hasta ese entonces, si no con algo más. Algo confuso, atolondrado y tremendamente reconfortante en esencia.

    Mis facciones se suavizaron sin siquiera ser consciente.

    —¿Mimi...?

    Ruborizada por su repentino comentario parpadeé, sintiendo que mi mente embotada iba un poco a pedales. Motivada por uno de esos impulsos que regían constantemente mi vida se deslizó hasta acomodarse sobre mí, su cascada de sol cosquilleándome las mejillas. La miré a los ojos desde abajo, conteniendo apenas el aliento; las luces de neon recortaron su figura y un pensamiento repentino me cruzó la mente de lado a lado.

    Que no era yo si no ella la que resultaba completamente irresistible.

    >>Mims —solté una risa nasal, tratando de procesar lo que hacía—, seguimos en la noria, ¿recuerdas? —Eso decía, pero en lugar de apartarla mis brazos rodearon su cintura, atrayéndola más hacia mí. Ser o no vistas no era algo que me preocupase especialmente, pero alguien tenía que interpretar al menos el papel de voz de la razón, aunque fuera una farsa.

    De repente la existencia de Matt y las emociones que me suscitaba dejaron de ocupar espacio en mi mente. En su lugar lo único en lo que podía pensar ahora era en las estúpidas ganas que tenía de besarla.

    Incapaces de resistir mucho más tiempo la escasa cercanía y la tensión incipiente entre ambas la besé con necesidad. Ella hizo lo mismo y pronto la cabina se llenó del chasquido de nuestros labios, insonorizando el murmullo de la ciudad al otro lado del cristal. Fue como si la intensidad de todo cuanto se había gestado en mi pecho hasta entonces, el temor, la confusión y el cariño entremezclados se transformasen en un deseo sin precedentes.

    Mis brazos se enroscaron aún más en torno a su cintura. Fue un impulso repentino y rebelde, uno que me recordaba constantemente que estaba allí, conmigo y con nadie más. Que el mundo no podía alcanzarla en la seguridad que nos confería aquella cabina; que tampoco podrían encontrarme a mí misma aunque quisiesen.

    Mi teléfono emitía mensajes de tanto en tanto, pero tenía cosas más importantes que atender en ese preciso instante. De modo que suspiré contra sus labios y profundicé el beso, ajena al resto del mundo.
     
    Última edición: 1 Diciembre 2025 a las 7:49 AM
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    Yugen

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    Llevaba todo el día queriendo hacer eso. No precisamente eso, pero sí eso. Ugh, ni siquiera estoy haciendo sentido para narrar lo que pasó.

    Era absurdamente irresistible para mí, aún más ahora, que acababa de ponerme en las manos un pedacito de algo que llevaba años queriendo: La absoluta y completa seguridad de que no estaba sola. Lo necesitaba casi tanto como respirar y quizás no fui plenamente consciente de ello hasta ese momento.

    —Cállate antes de que logre racionalizar que estamos en público y me baje, idiota—mascullé contra sus labios en una suerte de mohín petulante antes de deslizar una de mis manos por su mejilla. Sentí sus brazos enroscarse como un Ekans alrededor de mi cintura y contuve apenas el aliento cuando me acercó más hacia así—. La exhibicionista aquí eres tú.

    Acuné su rostro antes de acercarla a mí con una necesidad que no pensaba ocultar y ella hizo lo mismo conmigo hundiendo sus dedos en los mechones dorados de mi cabello suelto.

    ¿Pensar? Perdón, ¿qué era eso? No estaba suscrita a su programa.

    De repente el mundo no era tal. Se había reducido a la cabina cerrada de la noria de un parque de atracciones, al calor de labios y de piel y al choque de respiraciones ardientes mientras nos devorábamos la una a la otra. Y Matt no existía, ni el ascensor, ni aquel pasado tormentoso que ambas habíamos guardado celosamente como quien oculta una caja con recuerdos debajo de la cama.

    Nada más tenía sentido ni importancia en en el instante mismo en que todo se desbordaba y el único lenguaje que conocíamos era el roce de la piel. Era convenientemente útil para transmitir emociones sin necesidad de palabras, cuando estás no alcanzaban la magnitud de todo cuanto queríamos expresar.

    Respirando pesadamente, jadeando por conseguir el oxígeno necesario para mis pulmones me separé de sus labios y apoyé mi frente contra la suya. El corazón me latía con tal fuerza que resultaba doloroso y tomé una bocanada de aire temblorosa luchando por serenar la turbulencia de mis emociones.

    >>Gracias... por todo lo que has hecho hoy.
     
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    Andysaster

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    Sabía que volverme adicta a sus besos era un detalle peligroso a cinco días de marcharme de Galeia, pero no era algo que pudiese controlar. Había empezado como un juego, casi como una suerte de desahogo físico y con el transcurrir de los días y el extraño acercamiento emocional entre ambas en paralelo, hacer esa clase de cosas se había vuelto algo así como una necesidad.

    Llevábamos tan solo un día de abstinencia, y sin embargo parecía que a ambas nos había resultado toda una eternidad.

    Enredé mi mano entre sus hebras doradas, permitiéndole hundirse en mi boca todo lo que quisiese. Un chispazo de lucidez acudió a mi mente entonces, y comprendí qué era lo que Mimi tenía de diferente a los demás. Si había una regla no escrita en las relaciones casuales, esa era la elusión de cualquier clase de emoción que no respondiese al deseo físico. No era prudente involucrar sentimientos en algo que buscaba ser temporal y pasajero. Tampoco repetir demasiadas veces con la misma persona.

    Con Mimi rompía ambas reglas... Pero podía atreverme a decir que me importaba entre poco y nada hacerlo en realidad. ¿Peligroso? Me hacía sentir absurdamente feliz. Nada que me hiciese sentir tan bien podía ser perjudicial, ¿verdad?

    "Gracias... por todo lo que has hecho hoy."

    —Gracias a ti —murmuré. Apoyó su frente sobre la mía y cerré los ojos, acalorada y agitada, pero con una sensación de plenitud revoloteando incansable en mi pecho—. No sé qué hubiese hecho sin ti ahí dentro.

    >>Aún no he podido cumplir mi promesa y enfrentar esa... versión de mí que no quiero aceptar. Pero confío en que encontraré las palabras —Enterré mi rostro en su cuello, sonriendo allí contra su piel—. Aunque ese momento no sea ahora, porque alguien está haciendo un gran trabajo distrayéndome.
     
    Última edición: 1 Diciembre 2025 a las 3:21 PM
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    Yugen

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    Me sentía completamente segura y en calma en su presencia. Era un poder extraño que tenía sobre mí, incluso cuando el corazón parecía querer saltarme del pecho.

    No necesitaba gran cosa tampoco. Un abrazo, un beso, una charla distendida... o el solo hecho de compartir el mismo espacio, incluso si no hacíamos nada en particular. El problema es que no hacer nada en particular cuando la tenía tan cerca empezaba a volverse particularmente complicado.

    Negué levemente con la cabeza.

    —Yo no hice nada. Es más, ni siquiera sabía que hacer—enredé un mechón de forma distraída en mi índice, perdida en mi propia cabeza—. Tú eres quien tuvo que soportarlo todo. Miki llamó a emergencias, Aika intentó aliviar el ambiente a su manera y Ai se encargó de calmarte a ti. Supongo que fue trabajo en equipo.

    Trabajamos juntas para hacer la espera más amena, cada una aportando algo diferente. Quizás el aporte de Aika no tuvo mucho peso, pero su intento por rebajar la tensión ayudó a calmarnos a los demás. Incluso cuando en ese momento no pude verlo.

    Por suerte ese evento quedaba ya lejos. Los retazos del pánico se habían disuelto como un azucarillo en el té y no podía percibir la tensión de antes en los músculos de Liz. Estaba relajada, Matt había desaparecido de su mente, y la ira e impotencia que le generaba la situación también. Y eso era reconfortante.

    Mi piel se erizó ligeramente cuando enterró su rostro en mi cuello.

    —¿Huh?—reí— Venga ya, ¿distráyendote? Si no estoy haciendo nada.

    Al parecer, "no hacer nada" implicaba no sobrepasar los límites impuestos por la situación, porque sí estaba haciendo algo. Y me encantaba estar haciéndolo. Especialmente me encantaba su reacción: como si no pudiera pensar claramente cuando me tenía tan cerca.

    >>A no ser...—rezongué, aún agitada, arqueando ligeramente la espalda para que mi cuerpo se presionase aún más contra el suyo— ¿Que te refieras a esto?

    Volvía a tentar un camino peligroso, pero me importaba poco y nada no poseer la corona en ese momento. Aquella no era una lucha por poder, era acercamiento y necesidad. Una necesidad que no respondía ni al orgullo ni a la suficiencia.

    >>Boba. Eres tú quien me distrae—mordí ligeramente mi labio inferior—. ¿Vas a hacerte responsable?
     
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    —Sí que lo hiciste. Todas lo hicisteis, cada una a vuestra manera —Enredó un mechón de cabello en su índice, jugueteando con él con la mente lejos de allí, tal vez rememorando de nuevo aquella escena. Me sentía en deuda con todas y cada una de ellas, eso era un hecho—. Estoy agradecida de haberos tenido allí. Las cosas hubiesen sido tal vez muy distintas si hubiese estado sola.

    No quise pensar en ello. En su lugar preferí volcar mi agradecimiento en ella, pues era la única de los cuatro que tenía cerca... por suerte precisamente para Mimi, tal vez.

    Su piel se erizó cuando encontré refugio en su cuello y froté mi nariz en la zona descubierta mientras ella reía, sin borrar la sonrisa que tenía aún en mis labios. Decía que no estaba haciendo nada, pero claramente infravaloraba el poder que su sola presencia y cercanía tenían sobre mí. También le estaba agradecida por eso. Por vaciar mi mente de cosas sin importancia.

    Suspiré con pesadez cuando decidió que apretarse más contra mí era un movimiento inteligente. Seguía abrazándola por la cintura, de modo que tampoco podía quejarme del todo. Si quisiese que corriese el aire la habría apartado, no aproximado aún más hacia mí.

    >>Me encantaría hacerme responsable. En serio, como la que más —Besé su clavícula, su cuello, su mandíbula y me quedé allí, sobre sus labios, con la jocosidad mezclándose claramente con la agitación—. Pero entonces no podría contenerme y nos encasquetarían un delito por indecencia pública. Por más exhibicionista que sea, creo que no quiero que manchen también tu carrera, Mimiko Honda.

    Le dejé un beso corto, casto, antes de dejarme caer en el respaldo acolchado con pesadez. Mis brazos la liberaron finalmente, si bien reticentes aún, y estiré la mano hasta alcanzar su mejilla, acariciándola suavemente con el pulgar.

    Busqué con aquel gesto devolvernos lentamente a nuestro eje.

    >>Calculo que deben quedarle aún unos... diez minutos a la noria, tal vez —Mis ojos se desviaron al cristal, comprobando la altura a la que estábamos. Había comenzado el descenso tras haber alcanzado ya el punto más alto. Suavicé mis facciones al mirarla—. Quizás no podamos hacer tanto como nos gustaría, pero nada nos impide acurrucarnos un rato, ¿verdad?

    Solo un poquitín.
     
    Última edición: 2 Diciembre 2025 a las 9:44 AM
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    Yugen

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    Si fuera un hipotético Purrloin como ella misma decía, en ese preciso momento estaría enroscando la cola a mi espalda con fruición. No era un secreto para nadie: me encantaba su atención y me encantaba tenerla toda para mí.

    A veces era esa princesita egoísta.

    Cerré los ojos y contuve apenas la respiración cuando besó cada pedazo de piel que tenía a su alcance. Mi clavícula, el cuello, la línea de mi mandíbula... si lo que pretendía era apagar el fuego que corría por mi piel esa no era la opción más adecuada, ¿pero quién era yo para decírselo cuando lo estaba disfrutando tanto?

    —Gracias agente White—hice un mohín más jocoso que cualquier otra cosa y suspiré antes de incorporarme de sus muslos para devolverle algo del espacio robado—. Pero no te pega nada ser tan responsable.

    Enseguida volví a entrometerme en su espacio personal cuando me acurruqué a su lado en el asiento. Amber junior reposaba sobre mis muslos cuando recogí las piernas y me recargué contra su costado. Le pregunté si estaba incómoda y ante su negativa mi cuerpo se relajó como si careciese de huesos.

    Agradecía que hubiera pensado por las dos porque lógicamente mi raciocinio estaba fuera de cobertura. A veces yo era la voz de la razón, otras veces lo era ella, pero siempre reconocíamos los límites propios y ajenos.

    Eso me hacía sentir segura.

    —No pudimos ver las estrellas—señalé a media voz con la mirada más allá del cristal, en la inmensidad de la estampa nocturna—, pero mira eso.

    Estábamos en el punto más alto de la noria y aunque había contaminación lumínica procedente del parque de atracciones y la ciudad y las luces de neón se reflejaban como destellos en los cristales, era un buen lugar donde poder contemplar el cielo nocturno.

    En la distancia, en el centro del cénit teñido de oscuridad tres puntos destellaban como pequeñas cuentas luminosas, uniendo tres constelaciones completamente diferentes entre sí.

    >>Es el triángulo estival.
     
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    Solté una risa baja; no, no me pegaba ser tan responsable, pero de vez en cuando debía hacer un esfuerzo por serlo. Se apartó de encima y pronto se acurrucó a mi lado, derritiéndose sobre mi hombro. Incliné la cabeza hasta apoyarla en ella, recogiendo las piernas también.

    Había sido un día... intenso. Tal vez por eso apreciaba tanto la calma que nos rodeaba ahora. Tenía las energías en reserva, ya no solo por todo lo que había gastado en las diversas atracciones, si no por el susto que me había absorbido la mayor parte. Haber dejado de hacer el idiota con Mimi fue la oportunidad perfecta para que la batería se apagase de golpe.

    Los párpados me pesaban cuando señaló el cielo estrellado tras el cristal. Apenas podía apreciarse una ínfima parte del firmamento debido a la contaminación lumínica de la ciudad, pero sí que localicé con cierto esfuerzo el triángulo estival. Me pregunté qué tan magníficas podrían ser las vistas desde ahí arriba si todas las luces del parque se extinguiesen de golpe.

    Tendría que dejarle esa respuesta a mi imaginación.

    —Acompáñame alguna vez a ver las estrellas —murmuré. Me acurruqué un poco más, perdiendo la batalla contra el peso de mis párpados, y mi voz se fue volviendo más débil a medida que hablaba—. Te llevaré a mi lugar secreto... Pero no se lo cuentes a... nadie.

    Mimi sintió que mis músculos se relajaban y supo por mi respiración que me había quedado dormida. Lo cual no era demasiado práctico, pues tendría que despertarme en cosa de cinco minutos.

    Pero eso ya sería problema de la Liza y Mimi del futuro.


    ***​


    —Ngh...

    Entrecerré los ojos, cegada por las luces de Arcadia Nova mientras Mimi dirigía nuestros pasos. No sabía en qué momento me había quedado dormida, pero era evidente que a mis ojos les iba a costar un poco acostumbrarse de nuevo a la intensa luz artificial del parque.

    La brisa nocturna me provocó un escalofrío repentino y apreté la mano de Mimi, frunciendo ligeramente el ceño. Quería estar en casa, en mi cama bajo las sábanas, no pasando frío y sueño en la calle.

    Mis tripas quisieron añadir algo más y rezongué. Ahora tendría que obedecer también a los mandados de mi estómago.

    —Mimi... ¿Qué vamos a hacer con la cena? —cuestioné, frotándome los ojos con mi mano libre—. ¿Vamos a ir a por pizzas?

    Maldito el momento en el que mencionó eso en el ascensor. No iba a dejarlo ir, ¿verdad? Por supuesto que no.
     
    Última edición: 3 Diciembre 2025 a las 4:29 AM
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    Yugen

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    ★『Mimi Honda』★

    Los minutos restantes se pasaron casi sin sentirlos. Fuera la noche había caído y aunque los días de verano eran cálidos, las noches empezaban a refrescar. Odiaba el frío con toda mi alma, era de lo peor. Pero en la cabina se estaba muy agradable. Ya fuera porque compartíamos mutuamente el calor o porque era una cabina cerrada y servía de aislante, lo cierto es que cuando finalmente la noria dejó de girar y tuvimos que bajarnos, algo en mí se resistió.

    Liza estaba derretida, apenas conectando dos pasos sin tropezar y borracha de sueño. Me preguntaba en qué momento le había entrado tantísimo, pero imaginaba que después de un día cargado de emociones—tanto positivas como negativas—, era comprensible. Cargarla no era particularmente fácil, así que tuve que ayudarla a salir de la noria y caminar bajo el fresco nocturno.

    No podía creer que nos hubiéramos quedado hasta la hora de cierre.

    —¿Todavía estás pensando en las pizzas?—suspiré con resignación.

    ***​

    Le eché un vistazo a mi móvil para comprobar el horario de trenes. No iba a permitirle a White subirse a Zazú en su estado y yo también me sentía soñolienta como para volar en Isamu. Tendríamos que confiar en el transporte público.

    Ciudad Témpera era enorme y como Arcadia quedaba en las afueras, el camino más rápido era el tren. Y además, al ser cerrado nos protegería del frío del exterior.

    Pagué el pasaje por ambas y nos sentamos frente a una ventana. A pesar de la hora había varios pasajeros, pero cada uno estaba sumido en sus propios asuntos y nadie parecía reparar en nadie. Un señor mayor acompañado por un Stoutland—ambos tenían el mismo bigote—, una madre y su hija inquieta, una pareja de amigos... que no eran solo amigos, al parecer. Y White y yo.

    Liza apoyó su cabeza en mi hombro, rendida al sueño. Recorrí sus facciones relajadas, los ojos cerrados y los labios ligeramente entreabiertos entre respiraciones profundas y acompasadas. Todo en su actitud demostraba calma y confianza, era evidente que se sentía segura a mi lado.

    Desvié la mirada a ningún lugar porque me sentía una pervertida mirándola mientras dormía. De verdad, ¿qué estaba haciendo? Con las mejillas encendidas me aclaré la garganta buscando aclarar también mis ideas. Últimamente parecía que era un completo desastre a su alrededor.

    Dirigí mi mirada al cristal, al paisaje de luces distantes que pasaban como destellos a ambos lados del vagón.

    Solo cinco días más.

    Eso era nada y menos de tiempo.

    Por supuesto que podríamos hablar a distancia como ya hacíamos cuando ella estaba en Teselia, pero... no sería lo mismo ahora. Lo que quiera que teníamos, esa amistad con derechos o... llamémoslo x, no era un simple entretenimiento, se había convertido en casi una necesidad.

    ¿Cómo volvería a la rutina cuando mi rutina era ella?

    Recargué mi cabeza contra la suya y aunque miles de pensamientos e inquietudes me rondaban la cabeza, me permití un instante para cerrar los párpados. No había sido consciente hasta ese momento, pero yo también estaba exhausta.

    Lo único que quería hacer era meterme en la cama y dormir siglos.

    Fue la voz por megafonía indicando que habíamos llegado a nuestra parada lo que me despertó algunos minutos después. Parpadeé luchando por apartar las neblinas de sueño y lentamente logré racionalizar donde estaba. Liza seguía recargada sobre mi hombro, en su mundo, profundamente dormida.

    —Arriba Slowpoke—le di un toquecito con el índice en la mejilla, divertida—. Nuestro carruaje ha llegado a su destino. No querrás que te cargue todo el camino hasta el Centro Pokémon.
     
    Última edición: 3 Diciembre 2025 a las 12:16 PM
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