Ciencia ficción Los Viajeros Vol. 2: Parte II: Un orden superior

Tema en 'Novelas' iniciado por Manuvalk, 16 Noviembre 2025.

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    Manuvalk

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    Título:
    Los Viajeros Vol. 2: Parte II: Un orden superior
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    5826
    Un saludo a todos los que se aventuren a leer esto, ya sean curiosos o conocedores de este universo ficticio, bautizado como Los Viajeros. Antes de dejaros con el comienzo de la parte II (tenéis las guías de personajes, la cronología y demás en mi blog), quiero agradecer a mi gran amigo Agus estresado por estar siempre aquí, disfrutando (aunque no siempre XD) con esta historia de mi autoría. Espero que esta parte que se viene sea de su agrado en términos generales. Dicho esto, ¡hora de leer!


    El fuego prueba al oro. La adversidad prueba al hombre”.

    Séneca





    Sinopsis: La expedición clandestina orquestada por Akkor ha dado comienzo, teniendo que entregar un cargamento misterioso a los kharaket, una especie inteligente con la que los anixis contactaron en el pasado y con la cual el representante superior tiene un pacto secreto. Por otro lado, en Ibos, parte del grupo tiene decidido enfrentar el lado corrupto del Consejo Superior pese a las consecuencias que puede tener semejante movimiento. ¿Podrá la expedición cumplir con su misión y regresar a Ibos en el mismo intento? ¿Lograrán los aliados derrocar el poder tiránico de sus enemigos sin perder sus vidas en el proceso?




    Conflicto





    Tres semanas después


    Estar lejos de tu hogar puede ser difícil, pese a que puedes sentir el calor de tus seres queridos, brindándote energía allá donde estés. Nunca he recordado un instante en el cual mi vida fuese fácil; nunca lo fue. Desde el momento en el que nací estaba destinado, inconscientemente, a cargar con un legado que desconocía pero con el que tenía un vínculo inquebrantable. Mi madre nos educó sola, a mí y a mi hermana, conforme pudo. Pero éramos una familia más grande; amigos, hermanos… pronto descubrí que ellos también eran mi familia. Y pese a mi deseo de partir, de ver otros mundos que deleitaran mis ojos, mi corazón siempre estaba con ellos. Lo sigue estando esté a los años luz que esté de mi familia. Volveré a casa aunque sea lo último que haga.


    Jackon esquivó con asombrosa facilidad el golpe directo de su oponente, pese al largo rato que llevaban enzarzándose entre sí sobre la lona predispuesta para el conflicto amistoso. Aunque a la hora del conflicto nadie era amistoso.

    La sudor recorría sus rostros mediante diversas y pequeñas gotas que se formaban debido al exigente esfuerzo físico que estaban teniendo durante una larga hora, pero eso no impedía que los combatientes siguiesen dando lo mejor de sí. Ninguno de los dos había sido derribado por más de cinco segundos sobre el área delimitada para la lucha, siendo una norma que ambos impusieron una vez estuvieron de acuerdo.

    Aquellos que espectaban el encuentro a pocos metros de distancia no podían evitar murmurar, asombrarse e incluso aplaudir los diferentes movimientos. El comandante de la expedición estaba enfrentando a su viejo conocido neoniano, quién le propuso una pelea al comienzo de la misión.

    — Son increíbles — Musitó Young, dándole un pequeño toque a quien tenía a su lado — ¿No te lo parece?

    — Sublime, desde luego — Contestó Ernu, uno de los anixis que formaba parte de la cruzada clandestina — Aunque sus movimientos ya empiezan a ser predecibles. El agua termina desgastando al metal.

    Kairos enlazó una serie de patadas a la altura de la cintura que Jackon se vio obligado a bloquear, contraatacando con un gancho indirecto de izquierda que terminó por convertirse en un amago, pues el humano pateó con su pie derecho a la rodilla de apoyo del neoniano, haciendo que éste se inclinase hacia él para finalmente asestarle un puñetazo contundente en el rostro.

    El derribo fue instantáneo y tras el se escucharon algunos vítores por parte de aquellos que observaban el entrenamiento de alto nivel entre el comandante de la expedición y uno de sus miembros.

    — ¡Y eso son cinco segundos en la lona! — Indicó con energía aquel que hacía de árbitro, siendo este Yeved, otro de los neonianos presentes — ¡Oficialmente el ganador es el comandante Vaalot! ¡Y ya son tres seguidas!

    El líder de la expedición levantó el puño en señal de victoria y algunos de los presentes le aplaudieron el gesto, a excepción de unos pocos que aún no habían terminado de entrar en la dinámica del grupo.

    Las diferencias entre todos ellos eran notables, pero mientras algunos las habían dejado a un lado para colaborar en el éxito de la misión, otros se habían mantenido fríos y distantes en todas las ocasiones en las que había que interactuar.

    Jackon tenía un labio partido, pero eso no le importaba en absoluto. Estaba celebrando haber derrotado en un combate cuerpo a cuerpo a Kairos, quien se estaba incorporando ayudado por Yeved y Horn.

    — Buena pelea, jefe — Kent le tendió una mano a su superior mientras con la otra se encajaba de nuevo la mandíbula — Pero no te descuides, no perderé la revancha.

    — La estaré esperando con ansias, compañero — Sonrió Vaalot con cierta prepotencia.

    El comandante alzó la vista una vez se saludó cordialmente con el neoniano, momento en el que se percató de la presencia, a cierta distancia —casi al fondo del gimnasio—, de Oda.

    La inteligencia artificial con forma humana se encontraba seria y de brazos cruzados, habiendo observado toda la pelea. La robot ya le había dejado claro a su superior que no aprobaba esas cosas.

    — Jackon, ha sido increíble de ver — La ingeniera Yazuke se aproximó a él, comprobando la herida que éste tenía en el labio — Déjame ver.

    — No es nada — Musitó él, restándole importancia — Luego le diré a Uldi que le eche un vistazo.

    — Podría hacer eso yo, ahora — Insistió la asiática, mostrándose amable y servicial.

    — Ahora no — Dijo Vaalot, tajante — Te lo agradezco, Mia, pero me voy a duchar y enseguida debo preparar el descenso de mañana.

    — Es cierto… mañana llegamos a las coordenadas marcadas — La mujer no parecía muy entusiasmada con la respuesta de su líder y con la misión en si — ¿Qué sabemos sobre ese mundo?

    — Tenemos los datos, mañana os los comunicaré a todos justo antes de partir a su superficie — Jackon se veía un tanto serio, como si ya se hubiese instalado en su mentalidad de comandante — Si me disculpas…

    — Por supuesto, comandante.

    El hombre se dirigió a la salida mientras en el proceso algunos de sus soldados e ingenieros le felicitaban por la victoria. Un tablón electrónico marcaba los combates que ya se habían dado entre los miembros de la expedición que quisieran participar, siendo tres victorias para Jackon, dos para Kairos y otras dos para Brokad, el neoniano con implantes tecnológicos.

    Evidentemente no todos habían decidido participar en esos combates, por lo que todavía quedaban muchos posibles emparejamientos y por ende muchas luchas de lo más interesantes entre soldados tan dispares.

    — Jackon — Oda frenó el avance del comandante, quién pasaba por su lado para salir de esa amplia sala que contenía armería y gimnasio — Te necesitamos en la mejor forma para mañana. No me parece correcto haber empleado tu energía física de hoy en una pelea irrelevante para nuestros intereses.

    — A veces pareces un robot, Orenda — Le dijo Vaalot con cierta ironía, quitándole hierro al asunto — Estoy bien, tengo energía para hoy y para mañana tendré mucha más.

    — Mañana podría ser el encuentro con los kharaket y no sabemos cómo van a reaccionar, pese al acuerdo que tengan con Akkor.

    — Soy consciente de ello, pero contamos con Ikviek y Ernu. Ambos conocen a los kharaket y podrán advertirnos de sus movimientos.

    — Eso no significa nada — Insistió la IA con forma humana, tratando de no hablar alto para llamar la atención de otros — Lo que sabemos por parte de Akkor es que les corresponde la entrega de un cargamento, pero no sabemos ni que contiene esa caja ni que pretenden esos alienígenas. Simplemente te digo que seamos cautos, nuestra prioridad es regresar a Ibos.

    — ¿Te crees que no lo sé? — Jackon se sentía constantemente vigilado por Oda y así se lo hizo saber — No eres mi niñera y yo soy el comandante. Sé muy bien lo que hago.

    A esas palabras las acompañó la espantada de Vaalot, que se marchó rápidamente del lugar mientras Orenda permanecía quieta, procesando todo lo que el humano le había dicho.

    Para una robot que no tenía emociones como tal pese a que las reconocía, todo era interpretado de una forma más analítica y lógica, por lo que no se tomaba personal nada de lo que se le dijese. El resto de tripulantes que estaban presentes en el área, a excepción de unos pocos, decidieron marcharse también del lugar.

    Fare, la científica de la nave Explorario, pasó por al lado de Oda y pensó que podría estar preocupada por el comandante Vaalot, pues les había visto hablar.

    — No te preocupes por el comandante, Orenda — La syleriana de aspecto delgado y fino decidió mostrar su afecto al colocar una de sus manos en el hombro de la ‘humana’ — Es más inteligente y fuerte de lo que parece, al menos para mi.

    Oda asintió, mostrando una falsa sonrisa.

    Y es que la mujer robot debía disimular las emociones humanas —que eran casi las mismas que las del resto de especies— para pasar más inadvertida, puesto que mostrarse con total frialdad o seriedad podría extrañar a muchos de los tripulantes, pese a que no todos eran especialmente emocionales con los demás. Sin embargo, sabía que era muy relevante el crear conexiones de ese calibre con otros miembros de la expedición para así tener posibles aliados para sus intereses si se prestase el momento para la ocasión de necesitarlos.

    Todos se marcharon de la armería/gimnasio a excepción de Nosh, que decidió quedarse en el banco de trabajo para realizar una serie de modificaciones a un Flasher por el cual se quejó Ikviek, ya que según él durante su práctica en la misma sala —donde también estaba la galería de tiro—, el arma no respondía del todo bien a las órdenes de disparo cuando éste apretaba el gatillo.

    Y sabiendo que el humano era uno de tantos que tenía dotes de ingeniería, recibió el pedido por parte del ex soldado anixis, que veía en Nosh a un tipo callado e introvertido que apenas había interactuado con nadie durante todo este tiempo, a excepción del propio Ikviek.

    — ¡Te he dicho que mis modificaciones funcionan perfectamente!

    Nosh escuchó de pronto como varios pasos resonaban en dirección a su área de trabajo, volteándose para ver que efectivamente así era. Brokad, el neoniano que tenía por extremidades piezas de ingeniería robóticas —piernas y brazos a los cuáles se les podían ver todas las piezas, expuestas a la vista de cualquiera— llegaba hecho una furia y persiguiendo a Kris, syleriano y otro de los ingenieros presentes en la expedición.

    Éste elevaba sus ojos al cielo en señal de agotamiento mental, lo cual le producían las incesantes quejas y reproches del soldado neoniano. Ninguno de los dos prestó especial atención al humano que se encontraba reparando uno de los Flasher de la armería.

    — ¡Vale, Brokad, déjame en paz! — Exclamó Kris, girándose para confrontar al soldado — ¡Solo te he dicho que les vendría bien contar con una capa metálica como protección para evitar que se deterioren las piezas más rápidamente!

    — ¡No quiero ninguna protección de esas! — Contestó Brokad con arrogancia — ¡Además, tal cuál están dan más miedo!

    — ¡¿Qué te hace pensar que los kharaket o cualquier especie pueda temerte por llevar implantes cibernéticos como extremidades?!

    — ¡Parezco una máquina andante, Kris! ¡Puedo correr a más velocidad que cualquiera de esta nave, puedo trepar más ágilmente y no puedo quedarme sin extremidades en combate!

    — Si puedes, solo basta con que varias balas impacten en los conductos que enlazan con tu sistema nervioso y quedarían inutilizadas.

    — ¡Ninguna maldita bala va a penetrar todas las capas!

    — ¡Maldito idiota! ¡¿Qué capas?! ¡Llevas cero protección!

    — ¡La protección es para inútiles que tienen miedo! ¡Yo no temo a nada!

    — ¡Pues mucha suerte si hay algún tiroteo ahí fuera!

    — ¡Parece que la toxicidad de Syleria la lleváis los sylerianos en la sangre!

    Brokad decidió terminar la discusión ahí, emprendiendo el camino hacia la salida y dejando a Kris allí mismo, a solas con Nosh. Ambos ingenieros se miraron entre sí mientras el syleriano negaba con la cabeza, apoyando sus manos sobre su propia cintura en un claro gesto desalentador.

    — Hola — Rath, la neoniana psicóloga y experta en el contacto con otras especies, apareció repentinamente en la zona — ¿Por casualidad no habéis visto a Ikviek? Le toca una sesión conmigo.

    — No, no lo he visto — Murmuró Kris, al mismo tiempo que Nosh negaba con la cabeza sin decir palabra alguna — Si lo vemos, le diremos que le esperas…

    — En mi camarote — Explicó ella — Allí trato a la tripulación, ya que no tengo una sala habilitada.

    — Bueno, dínoslo a nosotros los ingenieros — El syleriano señaló toda la sala en la que se encontraban, la cual compaginaba armería, gimnasio y banco de trabajo a la vez.

    Rath asintió sin querer proseguir más de la cuenta con esa conversación, decidiendo por el momento seguir buscando al soldado anixis con el cual tenía una conversación pendiente. La neoniana avanzó por los diferentes pasillos de la Explorario, pero no encontraba a Ikviek hasta que se dio de bruces con él saliendo del almacén previo al puente de mando.

    — Tenemos una sesión — Indicó ella, un tanto molesta por tener que ser la que fuera a buscarle a él.

    — Disculpa, Rath — Musitó él, señalando al puente de mando — Pero no podrá ser hasta dentro de un rato.

    — ¿Y eso por qué…?

    El soldado señaló directamente a Plaxor, que se encontraba en el puente de mando junto a Horn y Jackon, al parecer en lo que estaba siendo una discusión acalorada entre el ex consejero anixis y el comandante junto a su piloto.

    Ikviek no estaba dispuesto a perderse la oportunidad de ver que estaba ocurriendo para aportar su punto de vista, pues el ex soldado chocaba fuertemente con las ideas de su antiguo general en el ejército superior y siempre aprovechaba cualquier ocasión para confrontarlo.

    — ¡Ya te he dicho que deberíamos descender con las lanzaderas, no con la Explorario! — Plaxor estaba bastante cerca del piloto humano, que sin embargo, no le tenía miedo aparentemente — ¡No podemos exponer la nave a ningún contratiempo y Pateliala es un mundo difícil!

    — ¿Qué está pasando aquí? — Ikviek no se lo pensó dos veces a la hora de intervenir en esa tensa discusión, siendo acompañado por Rath — ¿Otra queja más sobre el proceder de los demás?

    — Habló el saboteador número uno — El ex general del ejército superior atacó al que fuera su ex soldado en un tiempo pasado — No tienes ni voz ni voto en esto.

    — De hecho, sí lo tiene — El comandante Vaalot confrontó también al anixis que Akkor había metido en la expedición para controlar el curso de esta — Toda la tripulación tiene derecho a hablar porque así lo quiero. Aunque el que toma las decisiones soy yo.

    — Recuerda que quién manda es Akkor, tú solo eres su experimento favorito — Plaxor apretó los puños y los dientes al decir eso — Como iba diciendo, no podemos aterrizar con la nave en Pateliala. Hace un largo tiempo de la última vez que se hizo el contrabando con los kharaket y el punto de encuentro podría estar comprometido, además de que las condiciones climáticas no son muy favorables ahí.

    — La IA de la nave está realizando el escaneo planetario — Indicó Horn, el piloto, de brazos cruzados y gesto indiferente ante las quejas del ex consejero — Para el descenso de mañana tendremos toda la información.

    — ¿Has mandado mensaje a la baliza que detectamos al entrar al sistema? — Jackon sabía que debían informar a la especie dominante de la zona sobre su presencia — Deben saber que estamos en las coordenadas.

    — Lo hice, pero no hubo respuesta — Musitó el piloto humano, alzando los hombros — Ha pasado un día completo y nada.

    — Esto no me gusta… — Plaxor era pesimista por naturaleza.

    — Aquí debo coincidir con el gruñón — Indicó Ikviek, un soldado veterano con bastante experiencia en su campo y sobre los kharaket — Si no contestan, es extraño. Propongo descender armados y con una de las lanzaderas, ser un equipo pequeño nos vendría bien para analizar la situación y no exponernos a todos. Eso sí, sin el cargamento.

    — Concuerdo contigo, Ikviek — El líder de la expedición pensaba prácticamente lo mismo — Plaxor, no es mala idea la tuya, ya ves que podemos trabajar todos juntos. Pero tu actitud lo complica todo.

    El ex consejero lanzó un gruñido como respuesta y optó por marcharse del puente de mando, dejando a solas a los dos humanos, al anixis y a la neoniana. Fue precisamente esta última la que se quedó mirando a Plaxor, consciente de que le vendría bien tener una sesión con ella para expresar el porqué de toda esa ira en su interior. No obstante, ya habría tiempo para ello.

    La psicóloga —y a su vez exploradora— del navío vio como Horn realizaba una serie de comandos en el puente con el objetivo de aproximar la Explorario al planeta de nombre Pateliala. Todo esto mientras Ikviek le comunicaba algo al comandante de la misión.

    — Sabes que este tipo va a darnos problemas, ¿verdad?

    — Lo suponía desde el principio.

    — No sé si lo has pensado, pero él es el único enlace directo con Akkor — Dijo el veterano anixis en un tono bajo para evitar que Rath o Horn le oyesen — Y sé que como soldado que eres, tienes un plan para regresar a Ibos. Pero no todos aquí queremos regresar a ese mundo.

    — ¿Quieres irte al planeta donde están el resto de exiliados?

    — Seguro que allí las cosas son más justas que con el Consejo Superior.

    — Allí siguen dependiendo del Consejo.

    — No completamente. Según tengo entendido, hay un sistema el cual hace funcionar todo allí.

    — Bueno, por el momento la misión es…

    — Esta misión solo le interesa a Akkor y Plaxor — Ikviek estaba siendo completamente sincero con el comandante respecto a lo que pensaba — A menos que los kharaket sean útiles para ti, no entiendo el motivo por el cual seguimos haciendo esto, cuando podríamos lanzar a Plaxor por una esclusa al espacio exterior y volar hacia las coordenadas del planeta de exiliados.

    — No tenemos esas coordenadas, Akkor nos las dará cuando terminemos con esto — Jackon había pensado en todo — Comprendo que tengas tus metas, Ikviek, pero necesitamos cumplir con la misión antes de siquiera planear qué hacer. Además, como bien dices, los kharaket podrían ser útiles.

    — En base a mi experiencia con ellos, solo son un lastre — Murmuró el anixis, que no se veía por la labor de seguir tratando ese tema — En fin, tú verás, Vaalot. Supongo que Akkor te designó comandante de esta expedición porque al final sabía que obedecerías como un siervo.

    Jackon vio como Ikviek se marchaba del puente de mando y no pudo evitar sentir como un brote de rabia le recorría el cuerpo, pues esas palabras por parte del anixis eran un claro ataque sutil a la parsimonia con la que el actual comandante se tomaba sus intereses respecto la misión. Sin embargo, el humano decidió serenarse, sabedor de que sus objetivos no habían cambiado pero entendiendo que por el momento necesitaba seguir el plan establecido.

    Su instinto le decía que los kharaket podrían ser útiles de alguna forma, por lo que no quería desaprovechar esa oportunidad, además de que le intrigaba ver que tipo de cargamento transportaban pese a que por el momento no tenían forma de abrirlo.

    Fuese lo que fuese, el comandante Vaalot alzó la vista y la centró en Pateliala, un mundo de color blanco ante sus ojos el cual sería su próximo destino.

    […]

    El humo de un cigarrillo se elevaba hacia arriba con lentitud, creando diversas formas gracias al movimiento del aire en una corriente de viento producida por varias ventanas abiertas.

    El bullicio de la ciudad de Vianus en su frontera con el exterior era menor que en el centro, pero eso no evitaba que los sonoros trabajos de reconstrucción en la zona no se colasen al interior de los apartamentos.

    Dicho cigarro se encontraba sobre un escritorio, concretamente en un cenicero que se veía impoluto hasta que el tabaco empezó a dejar caer la ceniza mientras se iba consumiendo.

    Kendall observaba como aquello que había sido su vicio durante los primeros años en Ibos, se evaporaba con el paso del tiempo ante sus ojos. Un humo blanco y espeso producido por el fuego que ardía en el interior del pitillo daba al detective la posibilidad de imaginar formas con el, gracias a como se mecía en el aire con suavidad. El hombre se tocó el costado derecho de su torso, sintiendo la cicatriz casi imperceptible que le había dejado la operación que tuvieron que realizarle.

    Ahora solo contaba con un pulmón natural y otro artificial, que era el que le habían implantado tras perder el suyo propio.

    — ¿Kendall…? ¿Estás ahí?

    Xom alzó la vista y la centró en la puerta de su pequeño apartamento.

    Su vista se topó con la pantalla que producía el humo del cigarrillo. El detective abrió el primer cajón de varios con los que contaba su escritorio y sacó de este un Striker reconvertido a pistola, dejándolo sobre la mesa.

    Tras unos segundos de completo silencio solo interrumpido por el sonido de la productividad de un nuevo día en Vianus que entraba por las diversas ventanas abiertas, el hombre dio el visto bueno a esa visita.

    — Estoy aquí. Pasa.

    La puerta ya estaba abierta, así que el visitante solo tuvo que accionar el pomo para obtener el acceso al despacho del detective. Kendall ni se inmutó cuando vio entrar al representante de la Alianza Interestelar de Especies, aquel que le contrató para una misión clandestina que terminó evaporándose como el humo de ese cigarrillo que estaba por apagarse solo.

    Omnius se quedó de pie frente al detective, mirando por un momento ese cigarro que emitía constantemente su toxicidad al ambiente del lugar.

    — ¿No lo habías dejado?

    — Ni lo he tocado — Musitó Kendall, sin mirar directamente a los ojos de su principal líder — ¿Qué quieres, Om?

    — Saber cómo estás — El syleriano tomó asiento frente al anfitrión — Desde que te dieron el alta que no he sabido nada de ti. Y de eso ya hace más de una semana.

    — ¿Qué quieres, Om? — El humano sabía que no estaba allí simplemente por conocer su estado de salud — ¿Esperas que te dé las gracias por haber hecho un trato que salvara mi vida?

    — Bueno, no me quejaría si me lo agradecieras.

    — Pues no lo vas a oír de mi boca — Contestó Xom, tajante — Salvaste mi vida a costa de la de otros que se han ido exiliados y a los cuáles probablemente no volvamos a ver. Hubiese preferido mil veces antes que guardaras la confesión de Relic y yo hubiese muerto.

    — Ken, no me creo que pienses así…

    — ¡Yo no tengo a nadie aquí conmigo! — Exclamó el detective, golpeando la mesa con sus puños — ¡Jackon tiene a su hermana y su pareja aquí! ¡Otros exiliados también tienen a sus familias!

    — Tú eres familia mía y del grupo, amigo — Paokt intentaba justificar su decisión desde que la tomó, pese a que nadie de aquellos a los que consideraba de su familia les convenciese — Jackon, Kairos, Mia… han sido exiliados, sí. Pero no están al borde de la muerte como lo estabas tú. Yo os metí en esto y no quería perder a nadie. La muerte de Eeron aún pesa…

    — Ser exiliado bien podría significar acabar muerto allá donde sea que hayan sido llevados — Le contra argumentó el hombre con rasgos asiáticos — Me da igual que sea una colonia y que el Consejo la provea de suministros o no, de que tengan un sistema de gobierno o un líder allí… es un mundo sin ley. Y has dejado que los nuestros se fueran injustamente allí, haciendo un trato de mierda con un hijo de perra corrupto que nos tiene en la palma de su mano. No pierdas el tiempo en darme explicaciones sobre porqué te pareció tan bien escoger este camino, Om. Para mí, te equivocaste y no tengo ningún interés en pretender que no me importa. Ahora, si me permites, estoy muy ocupado…

    El gesto de Kendall señalando la puerta fue bastante revelador para Paokt, que entendió perfectamente que no era muy bienvenido en el piso franco del detective.

    Aceptándolo con entereza a pesar de que le dolía, el representante de la Alianza y aún miembro del Consejo Superior, se incorporó de su asiento y emprendió el trayecto hacia la salida con el semblante serio. No hubo un adiós ni un hasta luego de despedida, no hubo palabras más que las que ya se habían dicho. Eso era, en cierto modo, suficiente para saber como estaban las cosas entre Omnius y el resto de esas personas que eran de su familia. La situación era la que era tres semanas después de todo lo sucedido.

    Cuando Xom se percató, el humo del pitillo había dejado de salir de este, lo que quería decir que ya se había apagado.

    — Debería prepararme — Murmuró para sí mismo, tomando la pistola que tenía sobre la mesa junto a otras pertenencias — Me están esperando.

    El detective tomó todo lo que consideraba necesario para su breve viaje y salió de su apartamento, dirigiéndose a una zona próxima en la que aparcaba su lanzadera de uso personal.

    Kendall se sentó en el asiento de conductor y activó los propulsores del vehículo aéreo, elevándose sobre el asfalto hasta tomar una altura considerable, rotar la lanzadera y apuntar con ella hacia la dirección en la que debía ir. Apenas le iba a tomar diez minutos al trayecto que, de ser andando, sería media hora larga.

    Su destino no era otro que el Distrito Neonia, donde le estaban esperando aquellos que compartían su misma visión de seguir presionando al Consejo Superior.

    Cuando el hombre llegó, se encontraba sobre un área rodeada por chatarra, un tanto alejada del núcleo urbano del distrito neoniano. Había viejos transbordadores y lanzaderas desmontadas a piezas entre todo tipo de materiales tecnológicos que se recolectaban para reciclarlos allí. Justo en el centro había una pequeña explanada que bien podía servir como zona de aterrizaje, lugar en el que Xom optó por hacer descender su vehículo aéreo al ver que había otro más ubicado en esa zona.

    En cuanto aterrizó, apagó los propulsores y salió del vehículo, un neoniano y una syleriana se aproximaron a él. No destacaba nada en ellos, a excepción de una marca idéntica que portaban en una de sus cejas; una cicatriz que parecía más hecha a propósito que en algún accidente.

    — ¿Kendall Xom? — La pregunta provino del neoniano, que quería corraborar la identidad del recién llegado.

    — Ese soy yo — Musitó el hombre de rasgos asiáticos.

    — Síguenos — Le indicó la syleriana — Tus amigos y nuestra líder te esperan en el subsuelo.

    — ¿Perdón? — Kendall no comprendió a qué se refería — ¿Vamos a un sótano?

    — Algo así — Espetó el neoniano, con la vista al frente — Un punto de encuentro en la clandestinidad.

    El humano suponía lo que querían decirle esos dos mercenarios y en su interior agradecía el no tener que usar más su apartamento como piso franco para reuniones que involucraban investigar al Consejo Superior, más que nada porque eso hacía que su propio hogar fuese un objetivo si los operativos de Akkor descubrían que allí llevaban a cabo reuniones secretas para atentar contra sus intereses.

    Los dos guardias guiaron a Xom hasta un contenedor rodeado por todo tipo de piezas de vehículos aéreos. Una vez dentro, cerraron tras de sí la puerta. El interior del contenedor se veía como si se tratase de un pequeño refugio con un catre y poco más, pero el neoniano se acercó a una alfombra y la levantó para revelar un compartimento.

    La syleriana le ayudó a abrirlo y Kendall pudo ver que había unas escaleras que llevaban hasta el subsuelo.

    — Baja por estas escaleras y te encontrarás con alguien — Le indicó el neoniano, que se acercó a una pequeña mesa en la cual había dos Striker que parecían haber sido limpiados — Nosotros nos quedamos vigilando.

    — Vale, entendido.

    El detective empezó a bajar por las escaleras mientras escuchaba como cerraban ese compartimento secreto tras de sí. El lugar se sentía algo polvoriento y eso le hizo toser tímidamente un par de veces mientras descendía a esa especie de sótano clandestino. La luz allí era rudimentaria, pudiendo verse bombillas y cables mal colgados por la pared de piedra en lo que era un pasadizo iluminado que le llevó a encontrarse de bruces con una persona ante una puerta.

    — ¿Kendall Xom? — El custodio de esa entrada iba fuertemente armado, algo que sorprendió al humano.

    — Sí.

    — Adelante, la reunión está a punto de comenzar.

    El guardia abrió la puerta para dar acceso a Kendall a su interior, cerrándola tras de sí acto seguido.

    Se encontraba en un espacio amplio, similar a una sala de recreativos privada, con la excepción de que los recreativos eran una galería de tiro pequeña, un proyector apuntando a la pared con varios sofás a su alrededor y finalmente una barra con varias botellas contadas de alcohol. Al menos, eso era todo lo que se veía a simple vista. Justo en la zona de los sofás y el proyector había varias personas, rodeando a una mesa diminuta pero en la cual había distintas armas sobre ella.

    Cuando el detective se acercó pudo divisar algunos rostros conocidos, los cuáles le habían dado la indicación de que se personase allí.

    — Ken, ya estás aquí — Dijo la comandante Mercer, incorporándose para darle un abrazo — Me alegra verte bien.

    — Sí, lo mismo digo.

    — ¿Todo bien? — El joven Crane también estaba allí, levantándose de su asiento para darle un buen apretón de manos a su amigo — Siéntate por aquí si quieres.

    — Me alegra ver que tienes buen color de piel — Murmuró Karla, que también abrazó al hombre de rasgos asiáticos — Y que te sumas a la causa.

    — Puedes sentarte aquí si quieres — La joven Vermeer también se encontraba allí y le hizo un hueco a su lado al detective — Me alegra que estés bien.

    — Gracias, a todos.

    A excepción de todos esos rostros familiares, también había al menos seis que le eran completamente desconocidos. Dos de ellos eran Eret y Vorta, siendo esta última la actual líder del grupo de mercenarios que había hecho de esa área de chatarra su refugio clandestino tras el exilio de Kairos. Parecían haber estado trabajando los últimos meses para terminar haciendo esa especie de sótano secreto que bien podía servir para hablar de temas privados que convenía no airear en zonas públicas o casas.

    La syleriana le tendió la mano al asiático, que la aceptó con normalidad poco después de haber tomado asiento entre Andrómeda y Owen.

    — Kendall Xom — Dijo Vorta con seriedad y respeto — Tus amigos nos han hablado bastante bien de ti y de lo que hiciste, aunque casi terminase con tu vida.

    — Sí, bueno, no contaba con las consecuencias inesperadas de ello.

    — Los operativos de Akkor son impredecibles — La líder de los mercenarios había estado investigando mediante sus recursos — Y por lo que sabemos, no son pocos. El representante superior tiene a su disposición a la élite del ejército superior, básicamente.

    — Soldados o emisarios camuflados en sus puestos — Pensó en voz alta la comandante del ejército de la Alianza — Ese malnacido ha metido mano en todo tipo de poder en esta sociedad.

    — En efecto, y con el representante Paokt a su merced, investigarle no va a ser tarea fácil — Eret se unió a la conversación — No tenemos a nadie que pueda servirnos como espía desde dentro del Consejo. En cambio ellos ahora son dos, contando a Akkor y Relic.

    — Tres, porque Omnius es ahora mismo su sirviente — Karla lo dijo despectivamente — Y según hemos sabido por Echo, el ahora general Orlat está investigando por su cuenta.

    — Bueno, sabemos que el consejero Valtin y la consejera Ziba no están involucrados en la corrupción de Akkor, al menos no directa ni conscientemente — Andrómeda había hecho los deberes, inmiscuyéndose de lleno en la misión que tenían ante sí — ¿Habéis pensado que podríamos…?

    — ¿Contactar con ellos? — Vorta miró incrédula a la joven científica — Sin pruebas, sería como vendernos ante Akkor.

    — Cierto, necesitamos ir a ellos con algo sólido que demuestre que el resto del Consejo en el que se encuentran es corrupto — Owen asintió al escuchar a la líder syleriana — La cuestión es cómo obtenemos esas pruebas.

    — Va a haber conflicto, eso es evidente — Echo quiso dejarlo claro de primeras — Olvidémonos de sutilezas, eso era lo que pretendíamos y nos terminaron sometiendo sin apenas haber empezado. Saben que vamos a por ellos y se van a preparar. Hagamos lo propio.

    La comandante Mercer señaló las armas que había sobre la mesa.

    Varios Striker, Flasher y Winlock sin etiqueta —fuera de los controles de las autoridades— estaban allí para que cada uno tomase el que quisiese. Todo el grupo se miró entre sí, conscientes de lo que significaba todo aquello. Se acabó el intentar investigar sin hacer daño e ir cuidadosamente, pues eso ya no era viable. Si querían exponer la corrupción, debían enfrentarla con dureza. La lucha contra los operativos no iba a ser tarea fácil y debían prepararse para enfrentar militares anixis que protegían los intereses del representante superior. Todo ello si querían terminar exponiendo a Akkor.

    Uno a uno empezaron a tomar armas mientras Vorta y Echo se miraban entre sí, asintiendo. Sin lugar a dudas, ellas dos eran las que más deseos tenían de atacar a la corrupción de la sociedad anixis. Sabían que tenían un tiempo límite antes de que Kairos y Jackon pudiesen regresar a Ibos.

    — Necesitaremos un plan, ¿no? — La científica Vaalot tampoco quería lanzarse a lo loco a un ataque — Entiendo que debemos protegernos, pero dudo que un ataque frontal sea lo mejor.

    — No atacaremos a lo loco — La líder de los mercenarios quiso tranquilizar a quiénes estuviesen preocupados por ello — Dadnos unos días y mi gente recolectará información sobre las próximas exposiciones públicas del Consejo. Ahí podremos trabajar con algo.

    — Por el momento, os sugerimos que os quedéis con un arma y la mantengáis cerca — Eret quiso dejar claro ese detalle — No dudéis de que los operativos también irán preparados.

    — Esperad, ¿por qué tanta preocupación por esto de repente? — Owen sabía que su amigo neoniano no lo decía en vano — ¿Sabéis algo?

    — Sabemos lo suficiente como para suponer que os están vigilando — Vorta lo dijo sin pensárselo dos veces — Por mucho pacto que haya hecho con Omnius, Akkor sabe que sois un cabo suelto y le daréis problemas.

    — Yo se los voy a dar, de eso puede estar seguro — Kendall sorprendió a todo el grupo cuando accionó el seguro del arma, demostrando que no había perdido su conocimiento ni dotes de soldado — Seamos la resistencia que termine por derrocar la corrupción en Ibos. Es ahora o nunca.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Saludos, amigo.

    Paso a comentar el capítulo de esta semana, y el primero de esta parte II.

    Tengo que decir que ha sido una muy buena introducción. Todavía me cuesta un poco aprenderme el nombre de los que van en la tripulación, pero voy en un buen ritmo. Lo escribiré para que no se me olvide y de paso tenerlo a mano.
    Young: una chica que parece admiradora de Jackon
    Ikviek: un anixis con cierto odio a Akkor y con rencillas con Plaxor.
    Brokad: el neoniano con implantes mecánicos que parece estar muy confiado de sí mismo (aprovecho para decir que si no es la primera baja, será la segunda XD)
    Rath: la neoniana psicóloga del grupo.
    Kris: syleriano que es ingeniero y cuida de sus compañeros.
    Fare: científica amiga de Orenda.
    Horn: piloto de la tripulacion.

    Algunos de ellos están viendo peleas entre sus compañeros, y en una de esas tenemos a Jackon peleando contra Kairos. El chad del universo demuestra por qué es el chad del universo, ganando la pelea y encima atrayendo a las minitas. Mia va directo a él y encima le dice que quiere ver su herida en el labio y a parte le ofrece a que la revise ella. Dios, esa chica lo único que le falta es decirle que le de un beso a ver si su saliva ayuda a secar la sangre XD. Pero en serio, se nota que ella quiere con Jackon, y más encima que están alejados de los demás, me preocupa que Jackon pueda caer en la tentación :osha:

    Tras la pelea vemos que Orenda desaprueba las demostraciones de violencia a pesar de ser amistosas, dado a que, al no saber nada sobre los kharaket, se debe ir en buen estado. Jackon le pide que no se meta demasiado como si fuera su madre o su niñera, y ella no se entristece porque sabe que los seres vivos son testarudos a veces. Luego de que Jackon se vaya, vemos que él, discute un poco con Plaxor respecto a las medidas de seguridad, ya que Jackon quiere que bajen con la nave, mientras que Plaxor quiere que usen lanzaderas y no entreguen el cargamento, a parte de que nos enteramos que mandaron mensaje a una baliza para avisar de su llegada y no han tenido respuesta, lo cual puede ser peligroso :aniscream: Jackon decide que le harán caso a Plaxor, y aprovecha para soltarle una puya. Luego vemos que Ikviek le dice que los kharaket no son seres muy útiles, pero Jackon quiere verlo por su cuenta, y yo también, a decir verdad :think:

    Regresamos a casa y vemos que Kendall ha encendido un cigarrillo, pero que todavía no retomó su hábito de fumar. Bien hecho, bebé, pero mejor ya no prendas más el cigarro, que ahora uno de tus pulmones es artificial, y mejor no desgastarlo, no mientras los anazis estén ahí a la vuelta de la esquina. Mientras está en ese ritual, Ken recibe la visita de Om, quien le quiere ver tras este negarse a hablar con él pese a que fue la intervención de Om la que le salvó la vida. Ken le dice que, siendo una persona solitaria, hubiera preferido morir si eso servía para mantener la confesión de Relic, y así haber evitado que los que se fueron exiliados dejaran a sus familias atrás. Muy noble de ese bebé, pero me duele que Kendall prefiera morir, no digas eso , bebé :anicry:

    Tras Om decirle que él lo considera parte de su familia y que no quería perderlo tras la muerte de Eeron, Ken lo echa, y entonces se va a una nueva reunión clandestina. Ya no se pueden estar reuniendo todos en su apartamento, ya que sería demasiado obvio que si un montón de gente se la pasa yendo de visita, sospechas van a levantar, de hecho, recuerdo que Owen y Karla se encontraron con uno de los operarios de Akkor al salir de una reunión. El sitio está bien escondido, y los mercenarios de Vorta les ayudan a custodiar la entrada. Ken entra a una guarida secreta donde se encuentra con Owen, Karla, Echo, y Andrómeda. Los cuatro lo reciben con abrazos y cariño, e incluso Andrómeda le demuestra que lo quiere cerca. Bien echo, niña, dejaste de arrastrarte por Brandon y ahora vas encaminada a estar con alguien bueno de verdad :\*u*/:

    El grupo, con Eret y Vorta, discuten sus posibilidades. Saben que Omnius no es un recurso útil, pero que los consejeros que están detrás de la corrupción son Akkor y Relic. Valtin y Ziba no tienen idea de nada, y consideran que, si van a ellos con una prueba concreta, podrian poner la balanza a su favor, más sabiendo que Orlat sigue investigando. Incluso todo indica que habrá un evento cerca que planean aprovechar, pero que deberán ir con sumo cuidado, ya que se sabe que los operarios de Akkor podrían estar a cada esquina. Y es que Vorta tiene razón, Akkor ordenó a los operarios seguir a los angelitos casi que de esta forma:

    [​IMG]

    XDDDDDDDDDDD. Perdón, pero tenía que hacerlo.

    Vorta les advierte que puede haber problemas, y Kendall toma un arma y le dice que está preparado para dárselos, e incluso habla sobre ser una Resistencia que destape su corrupción. Imagino que los genes de Sun han despertado, y ahora se prepara para ser un revolucionario. Sun toda orgullosa hablando en el cielo con todos los demás diciéndole que le pongan atención a su hijo, seguro :clap:

    Bueno amigo, acá me despido por esta semana. Ha sido una muy buena introducción, excelente para repasar como está la mesa del juego y las tablas antes de pasar a lo más jugoso. Ya quiero que llegue la semana próxima para que podamos seguir leyendo en simultáneo y continuar viendo lo que pasa aquí.

    Con eso me despido. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Los Viajeros Vol. 2: Parte II: Un orden superior
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    Ciencia Ficción
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    Bienvenidos a todos al segundo capítulo de esta segunda parte de Los Viajeros Vol. 2. No tengo mucho que decir por el momento, más allá de agradecer a mi querido amigo Agus estresado por estar aquí a la orden del día, disfrutando de este gran universo ficticio. Disfruto mucho de nuestras leídas en simultáneo y de su interés en esta historia.
    Próximamente actualizaré guía de personajes y demás. Sin más dilación, disfrutad de la lectura.







    Bajo observación




    — ¡Quiero movimiento! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!

    Xerom observaba los entrenamientos matutinos que estaban dándose a cabo en las inmediaciones del cuartel militar de la Alianza en Ibos, el cual estaba a las afueras de la ciudad de Vianus, lugar que acaparaba los principales sitios más emblemáticos y gubernamentales de la sociedad.

    El soldado syleriano veía como los cadetes —aspirantes a formar parte del ejército aliado en un tiempo próximo— se formaban bajo la batuta de uno de los subcomandantes de la propia milicia. Este mismo, tras ladrar una serie de órdenes a los jóvenes soldados que estaban realizando la formación física, se aproximó al subcomandante Devom.

    Tres eran los subcomandantes que regían el ejército aliado en ausencia del comandante, siendo dos de ellos los que estaban por tener una conversación al respecto.

    — Buenos días, Devom. Veo por el semblante serio que tienes en tu rostro, que hay un asunto que te preocupa.

    — En efecto, Stalo — Era el nombre del otro subcomandante — He venido a interrumpirte en tu entrenamiento porque debo notificarte que hasta nuevo aviso, la comandante Mercer va a cesar sus funciones.

    — ¿Por qué? — Stalo, quien era neoniano, parecía molesto con esa información — ¿Primero Vaalot nos deja tirados y ahora Mercer?

    — Negativo, no nos deja tirados — Indicó Xerom sin siquiera hacer una mueca de expresión en su cara — Ha remitido una carta de baja temporal por asuntos personales.

    — Entiendo — Musitó Stalo, que se volteó a observar a sus alumnos proseguir con el entrenamiento — Supongo que el exilio de Vaalot y la muerte de Eeron la han afectado profundamente, ¿verdad?

    — Oh, si, seguro que es eso — Devom no pudo evitar decirlo con ironía — Sea como sea, tú, yo y Octavia estamos al mando del ejército aliado hasta el regreso de la comandante Mercer.

    — Estoy un poco en shock, honestamente — El subcomandante neoniano se frotó los ojos, como si estuviese aturdido — ¿Has informado a Octavia?

    — Deberás hacerlo tú mismo — Le indicó Xerom, sorprendiendo a su compañero — Yo debo reunirme con el representante Paokt.

    — ¿Él conoce lo sucedido?

    — No, por eso debo verlo.

    — ¿Y por qué no se lo ha notificado Mercer?

    Xerom lanzó un suspiro que evocaba un conocimiento de la situación bastante más amplio del que quería aparentar. No obstante, el syleriano prefería omitir ciertas situaciones al resto del ejército, pues en el no se conocía prácticamente nada del equipo clandestino que Omnius formó con la intención de destapar la corrupción de Akkor, antes de que todo terminase siendo disuelto por una causa mayor.

    — Hazme el favor de informar a la subcomandante Octavia, ¿vale?

    — Claro, Devom, así lo haré.

    — Te lo agradezco, Stalo.

    Xerom, en calidad de subcomandante, programó una reunión inmediata con el representante de la Alianza.

    Dando por sentado que Echo había renunciado temporalmente a las funciones de comandante del ejército por seguir investigando al representante superior y conocedor de que Om había sido dejado de lado por los demás, sabía que no debían quitarle un ojo ni a ella ni a sus amigos. El subcomandante Devom fue de los primeros en abstenerse de seguir con el proyecto secreto de equipo en la sombra una vez el propio Omnius decidió desmantelarlo verbalmente, consiguiendo también quedar al margen ante los ojos de quiénes consideraba familia.

    Lo comprendía, pero no por ello iba a permitir que actuasen sin el beneplácito del representante de la Alianza, que sin embargo, seguía las órdenes de Akkor para que éste y sus operativos no atentasen contra su ‘familia’.

    El soldado syleriano llamó a un transporte para que le llevasen a la vivienda del representante Paokt, donde iba a llevarse a cabo la reunión. Apenas veinte minutos de trayecto le bastaron para llegar a las puertas del hogar de Om, quien ya dejó en sobreaviso a su IA asistente para que le abriese al subcomandante una vez éste se personase. Xerom entró sin complicaciones al lugar, caminando por un breve pasillo hasta la gran sala de estar, donde el propio Omnius le esperaba pacientemente.

    Sentado en un sofá con forma de cuadrado incompleto y con una mesita en medio, el actual líder de la Alianza Interestelar de Especies se incorporó para recibir a su viejo amigo y símil.

    — Me alegra verte, Xerom — Murmuró Paokt, indicándole con un gesto que tomase asiento — Dime, ¿deseas algo para beber?

    — No, pero muchas gracias por el ofrecimiento — El subcomandante fue muy cortés — Vayamos directos al grano, creo que la situación lo requiere.

    — Si… — Omnius lanzó un suspiro de resignación mientras volvía a tomar asiento — Es sobre Echo, ¿verdad?

    — Exacto. Se ha dado de baja de sus funciones, aunque temporalmente.

    — Ya veo.

    — ¿Sabes por qué o para qué?

    — Me hago una clara idea — En la mente del representante de la Alianza ya se sopesaba una teoría muy evidente — Desde lo que le pasó a Kendall que tanto él como Owen, Karla, Andrómeda y la propia Echo han decidido no mantener contacto alguno conmigo.

    — ¿Qué hay de Brandon?

    — Está totalmente al margen, centrado en sus asuntos de médico general — Reveló Om, visiblemente cabizbajo — Tú, por lo menos, sigues confiando en mi y no actuando a mis espaldas.

    — Soy leal a lo que importa — Especificó Devom, orgulloso de ello — Tú eres la máxima autoridad y a menos que pongas en peligro a nuestra Alianza, me tendrás a tu lado.

    — Te lo agradezco mucho, amigo mío.

    — No hay nada que agradecer, aparte de amigos, somos los principales responsables de que la AIE se mantenga fuerte.

    — Así es, así es…

    — Entonces… ¿qué hacemos respecto a Echo y los demás? — El subcomandante syleriano temía que ellos solos se pusiesen en peligro — ¿Van a tener problemas si…?

    — Claro que los van a tener, mi trato con Akkor era para evitar justamente esto — Se sinceró Paokt, con las manos en la cabeza y con la mirada apuntando al suelo — Pero estoy convencido de que van a pelear.

    — ¿Y eso que significa para nosotros?

    — Precisamente lo que hemos dicho — El representante de la Alianza alzó la vista y la centró en su amigo — Problemas.

    […]

    Echo abrió los ojos a un horario al que no estaba acostumbrada.

    Su reloj de mesita marcaba las once de la mañana, lo que hacía que el día estuviese ya bien entrado en lo que a rutina se refería. Hacía varios días que había decidido pedir un excedencia en su cargo como comandante del ejército, al cual no había renunciado, sino que simplemente había apartado por supuestos asuntos personales. Esos asuntos no eran otros que trabajar codo con codo junto a sus amigos y los mercenarios de Vorta con el fin de exponer la corruptela con la que Akkor y Relic gobernaban Ibos.

    La mujer pasó su mano izquierda por el lado derecho de la cama, acariciando ese vacío que había dejado Jackon ya incluso antes de su exilio. Pese a que su relación sentimental se había deteriorado un poco por los deseos del soldado humano de partir al espacio como emisario, ese amor no se había perdido en ningún momento. La joven Mercer se quedó, por unos instantes, observando ese espacio libre en su cama de matrimonio. Pero lamentar la ausencia de su amado por un tiempo prolongado no iba a hacerla sentir mejor, así que la mujer se incorporó en su lado del cama y lanzó un suspiro de resignación para evidenciar la pena que arrastraba.

    Tras una serie de respiraciones profundas con las que la humana se levantaba siempre —acto que le enseñaron sus padres adoptivos neonianos para empezar el día con calma y llena de oxígeno—, se dirigió al cuarto de baño. Un ducha de agua templada y el sonido de esta eran sin duda otro acto de relajación para evitar que el estrés cotidiano y de la situación personal actual que vivía le afectase con más ahínco. Acto seguido, la aún comandante del ejército de la Alianza se personó en la cocina, preparándose un desayuno rico en proteína y vitaminas.

    Tomó asiento en la mesa, teniendo frente a ella las vistas del barrio residencial de Vianus en el que vivía, gracias a una ventana de tamaño más que aceptable. Con el silencio de fondo, únicamente roto por su masticar, Echo observó como alguien sentado en un banco —el cual tenía una vista directa hacia el hogar de la comandante— parecía estar observándola detenidamente. No portaba prismáticos ni nada por el estilo, pero su postura y su mirada parecían estar dirigidas a la vivienda de Mercer.

    En ese instante, el desayuno dejó de sentarle lo bien que le gustaría.

    — Pero, ¿qué…?

    La soldado no quitaba la vista de esa persona humana que parecía estar vigilándola, momento en el que un transporte aterrizó en mitad de la calle, siendo una especie de autobús para los ciudadanos. El vehículo aéreo estuvo en tierra apenas treinta segundos, pero fueron suficientes para que al elevarse, Echo viese que en ese banco desde el cual la observaban con detenimiento, ahora no hubiese nadie.

    Su mente empezó a divagar en todo tipo de pensamientos al respecto hasta que una notificación en su comunicador la trajo de vuelta al presente.

    — “Comandante Echo Mercer, soy el general Orlat. He oído que se está tomando un descanso de su cargo, pero creo que deberíamos hablar. No quiero dar detalles por precaución, pero me gustaría concertar una reunión contigo y con quiénes estéis al corriente de lo que sucede con algunos miembros del Consejo Superior. Es de extrema importancia para el futuro de esta sociedad.”

    […]

    — Buenos días, señorita Vermeer.

    Un syleriano de aspecto aseado y simpático acababa de entrar por la puerta.

    Andrómeda se encontraba realizando estudios de botánica sobre las diferentes plantas que poblaban Ibos, para así conocer cuanta cantidad de nutrientes de la tierra fértil del planeta necesitaban para crecer, con el fin de equipararlo a las plantas traídas por la gran arca desde el territorio conocido, las cuáles tenían más dificultades de adaptación que las autóctonas.

    Había encontrado ese trabajo hacía casi dos semanas, en un invernadero ubicado en las proximidades de la frontera de Astea. Conviviendo con la pareja de amigos que tenía, Owen y Karla, el acceso al lugar estaba relativamente cerca y eso le servía para ganar créditos al mismo tiempo que se encontraba inmersa en la trama por destapar la corrupción de Akkor y Relic.

    — Buenos días, capataz Wilbur — La joven científica se mostró lo risueña que siempre era — ¿Qué tal avanza su día?

    — Oh, esplendido, querida — Wilbur, el encargado del invernadero, tenía modales de caballero y una edad acorde a ellos — Venía a ver que tal avanzaba tu investigación.

    — Aún es pronto para hablar de resultados — Murmuró ella, que no era fan de sentirse presionada en su trabajo — Necesitaré más tiempo.

    — Jovencita, tiempo es justo lo que nos falta y nos sobra al mismo tiempo — Dijo el syleriano mientras apoyaba sus manos en los hombros de la humana, quién le estaba dando la espalda al estar sentada frente a una mesa donde había plantas traspasadas a macetas con diferentes tipos de tierra.

    — Que filosófico — Musitó ella, mostrándose un tanto incómoda mientras proseguía con sus labores.

    — Dime, Andrómeda — El capataz se puso a pasear por la sala de botánica — ¿Cuándo era que llegaba tu amigo?

    — Debe estar a punto de llegar — Indicó Vermeer, fijándose en la hora que era — Le dije que aquí buscaban gente y él ya cuenta con experiencia previa en invernaderos.

    — Excelente, excelente — Visiblemente entusiasmado, Wilbur se dispuso a abandonar el habitáculo — Lo recibiré en la entrada. Te veo luego.

    — Perfecto.

    Andrómeda no pudo evitar lanzar un suspiro de alivio al escuchar como su jefe se marchaba del lugar, pues aunque era un tipo cortés y amable, a veces tenía comportamientos un tanto incómodos para los demás, muchas veces por un contacto físico como apoyarse en alguien o hacer alguna caricia indeseada.

    Por suerte para ella, Owen estaba por presentarse ante Wilbur en el que podía ser su primer día como agricultor en dicho invernadero, ya que era una forma de ganar dinero —tras la disolución del equipo en la sombra por parte de Om, se acabó el cobrar créditos de la propia Alianza—. El joven Crane se encontraba de camino a la zona junto a la científica Vaalot, que decidió acompañarle para darle todo su apoyo y cariño.

    — Se siente algo extraño el volver a un invernadero después de lo que ocurrió en el último en el que estuve — Dijo de pronto el chico, invadido por los recuerdos más recientes — Desde aquello, todo lo que ha pasado es surrealista.

    — Te entiendo, amor mío — Musitó ella, acariciándole la espalda como gesto de afecto — Pero aunque las cosas no sean como queremos, estamos trabajando para que terminen siéndolo.

    — Así es, cielo — Dijo él, mirándola a los ojos — No me olvido de esa casa en Cainia.

    Karla esbozó una sonrisa que le bastó a Owen para inclinarse hacia ella y darle un breve pero tierno beso, una vez se encontraban ya casi en la entrada al invernadero en el que su amiga Andrómeda trabajaba. Hacía un sol increíble ese día y una temperatura envidiable a los pies de las montañas que rodeaban la ciudad de Astea.

    La científica se percató de que, una vez estaban ante el invernadero, un syleriano de aspecto fino y arreglado se dirigió hacia ellos con un porte elegante y una sonrisa en el rostro.

    — Buenos días, jóvenes humanos — Dijo Wilbur, realizando incluso una especie de saludo tipo reverencia — Tú debes de ser Owen Crane, ¿verdad?

    — En efecto — Contestó él, sonriente — Vengo por la vacante en la sección de agricultura.

    — ¡Claro, claro! — Sonrió el syleriano — Pasad, pasad.

    — Yo soy Karla Vaalot — La mujer se sintió apartada de la conversación, por lo que decidió incluirse en ella con un tono serio.

    — Oh, disculpa, señorita Vaalot — El capataz del invernadero se disculpó cordialmente — Tengo muchos asuntos en mi mente.

    — Ya veo…

    La científica observaba detenidamente a Wilbur.

    Por alguna extraña razón, su personalidad se le hacía demasiado extravagante y falsa, como si estuviese interpretando un papel en una obra de teatro. En cuanto entraron al invernadero, dos anixis que trabajaban en el lugar se voltearon a verlos, mirando fijamente a la pareja de humanos. Owen estaba demasiado ensimismado, apreciando el tamaño y aspecto del invernadero, además de lo que Wilbur le explicaba mientras avanzaban por los distintos pasillos. Sin embargo, Karla percibía esas miradas con fuerza y por un momento dudó que ese lugar fuese seguro.

    Su preocupación la hizo tomar a su novio de la mano, buscando esa tranquilidad que acababa de perder.

    — ¿Todo bien, amor? — Murmuró él, viendo el rostro de ella.

    — Si… es solo que… — La joven Vaalot se veía preocupada — ¿De verdad tienes que trabajar aquí?

    — Está al lado de casa prácticamente — Owen lo veía idóneo — Y encima Andrómeda también está aquí. Es un buen sitio, seguro.

    — Ya, claro — La científica dudaba seriamente de eso último.

    Acompañados de Wilbur, la pareja terminó descubriendo la sala de botánica, donde Andrómeda se encontraba realizando sus funciones. Al verse, la joven no dudó en saludar con la mano a sus dos amigos, con los cuáles también convivía en el día a día.

    — Es una chica encantadora, vuestra amiga — El syleriano asintió con determinación a esa frase que él mismo dijo — No dudo de que vosotros también sois iguales.

    — ¿Y cuándo empezaría? — Crane desvió la atención hacia el tema que le importaba verdaderamente — Tengo disponibilidad inmediata.

    — ¿Si? ¿No tienes asuntos entre manos?

    La pregunta del capataz le resultó sospechosamente extraña a la pareja, que sin embargo, decidió dejarla pasar al momento.

    — Tenemos nuestros asuntos, nuestra rutina, pero puedo estar en el horario que se indica para la oferta — Owen no dudó en afirmar que estaba listo para empezar cuanto antes — Estoy a su disposición.

    — Bueno, en ese caso, quédate ya mismo y te voy revelando cuáles serán tus tareas exactas en la sala principal del invernadero, además de introducirte a tus compañeros — El jefe syleriano le indicó con un gesto que le siguiese, no sin antes centrarse en Karla — Puedes venir, si lo deseas, señorita Vaalot.

    — Cariño, ve a casa — Le indicó Owen a su novia, aproximándose a ella y tomándola de las manos — Trabajaré un par de horas hoy, así que no tiene sentido que me esperes. Te veré luego.

    — Está bien, entiendo.

    Karla y Owen se dieron un abrazo y un beso de despedida que fue observado por Wilbur, quien veía la escena con una indiferencia absoluta, algo que contrastaba con su personalidad alegre y educada. Tras eso, la científica se dirigió a la salida, siguiendo sus pasos previos, mientras el joven Crane y su nuevo capataz se iban por otro pasillo.

    La humana se percató nuevamente de la mirada de algunos de los trabajadores presentes, en especial de dos de los anixis que estaban realizando sus funciones casi en la puerta de entrada y salida.

    — ¿Qué les pasa a casi todos aquí? — Se preguntó para sí misma, extrañada — ¿Por qué actúan como si escondiesen algo?

    […]

    — Señor Xom, su análisis ya ha sido completado — Una enfermera neoniana se aproximó al detective, revelándole los datos en una tableta fina — Pase a consulta y el doctor le dará más información.

    — Se lo agradezco.

    Kendall se incorporó de su asiento en una de las varias salas de espera con las que contaba el principal hospital de la ciudad de Vianus.

    Apenas habían pasado tres semanas desde que le operaron de urgencia, teniendo que perder un pulmón por culpa de uno de los disparos plasma que Relic le asestó durante su encerrona en un callejón, tras los eventos ocurridos en el cementerio de árboles durante la despedida pública al fallecido Eeron.

    Por motivos médicos obvios, el hombre debía personarse cada ciertos días ante su médico de cabecera, con el cual mantenía un fuerte seguimiento de cómo respondía su pulmón artificial —tecnología anixis en su máximo esplendor— y la adaptación de este órgano a su cuerpo.

    El detective golpeó varias veces la puerta de la consulta hasta que recibió el visto bueno de quien se encontraba en el interior del habitáculo.

    — Buenos dí… — Xom se sorprendió al no encontrarse ahí con su doctor — ¿Qué haces tú aquí?

    — Ken, no tenemos mucho tiempo — Brandon se incorporó del asiento en el que se encontraba, frente a un amplio escritorio, para aproximarse a su viejo compañero con cierto nerviosismo — Tenemos que hablar.

    — ¿De qué? ¿Qué ocurre?

    El médico general se veía realmente preocupado, algo que no hacía sentir especialmente bien al detective, quien empezaba a pensar que podía estar ocurriendo algo bastante serio.

    — Brandon, dime de una maldita vez que diablos está pasando — Kendall estaba perdiendo la paciencia.

    — N-nos vigilan, ¿sabes? — El joven Gallagher se veía asustado, evidenciándose en sus temblorosas manos — Llevo un par de semanas aquí y me siento totalmente observado, vaya donde vaya.

    — Oye, tío, deberías relajarte — Xom trató de calmarle — Cuéntame bien porqué sospechas que te vigilan.

    — No es ‘te’, sino ‘nos’ — Recalcó el médico sin tapujos — No sé si lo sabes, pero yo estuve en tu operación.

    — ¿En serio? ¿Y por qué no me lo has dicho antes?

    — Me dijeron que no hablara, pero no puedo seguir callado — Brandon se frotó el rostro con sus manos, un tanto agitado — Decidí indagar un poco tras tu operación y tú médico es un puto operativo. Él también estuvo en tu cirugía de urgencia.

    — ¿Cómo? — El ex comisario de la gran arca dio unos pasos hacia atrás, impactado por la noticia — Espera, espera, espera… ¿Qué mierda me estás diciendo, Brandon? Si mi médico es syleriano, no entien…

    — ¡Da igual, joder! — Exclamó Gallagher, casi presa del pánico — ¿No lo entiendes? Akkor no solo tiene operativos anixis como Relic, tiene también operativos de las especies aliadas.

    — ¿Me estás diciendo que hay humanos, neonianos y sylerianos que trabajan secretamente para ese hijo de puta corrupto?

    — Así es, amigo, así es — Confirmó el médico general, apoyando ambas manos en el escritorio — Y cuando descubrí la tapadera de tu médico, ese syleriano, me amenazó de muerte. Tengo miedo, Ken. ¡Me cago en mi puta vida! ¡No debí meterme en esa mierda de equipo de Om!

    El detective no esperaba semejante información en lo que debía ser una simple visita rutinaria al médico para saber que todo seguía en orden tras su operación y que el pulmón artificial funcionaba correctamente. Aquello le hizo pensar en algo que, de ser cierto, sería bastante preocupante.

    — Brandon, dime algo — Kendall se aproximó al doctor para captar la atención de sus ojos — Cuando me hicieron la cirugía, el pulmón artificial que llevo… ¿me pusieron algún tipo de localizador, algún chip con otro propósito, lo que sea?

    — N-no, no que yo sepa… — Murmuró el joven Gallagher, pensativo — A ver, no puedo asegurarte nada, pero yo no vi que te lo pusieran.

    — Ya, bueno, resulta extraño que deba venir cada semana desde mi operación para asegurar que mi pulmón artificial funciona correctamente.

    — Ya, es extraño — Dijo Brandon, mostrándose temeroso — Normalmente el seguimiento se alargaría a varias semanas más, no tan seguido.

    — Hijos de puta… — Xom no sabía qué podía hacer al respecto, pero veía que podía ser una amenaza para sus amigos — Oye, ¿me podrías volver a operar?

    — ¿Qué? ¡No! ¡¿Estás loco?! — El médico general se alarmó bastante — ¡Necesitaría un equipo de varias personas, instrumental…! ¡No lo puedo hacer solo y aunque fuese así, no tengo pulmones artificiales a mi disposición! ¡Sería una locura intent…!

    — Vaya, mi paciente ya está aquí.

    Tanto Kendall como Brandon se voltearon a ver al doctor del detective, el mismo syleriano que se encargaba de su recuperación y de monitorizar que todo estuviese en orden. La presencia del médico general allí generaba una tensión añadida, especialmente porque Xom ya conocía un poco lo que estaba ocurriendo allí y cual era el verdadero propósito, en cierto modo, de su doctor syleriano.

    — Doctor Gallagher, ¿por qué está usted aquí? — El médico del humano con rasgos asiáticos le lanzó una mirada desafiante — No sé si recuerda que…

    Repentinamente, el detective se abalanzó contra el syleriano, colocándole el antebrazo derecho en el cuello al mismo tiempo que lo empujaba contra la pared. Con la mano izquierda libre en forma de puño, amenazaba con golpearlo contundentemente en el rostro.

    — Cierra el pico, doctor — Le indicó Ken con un tono muy serio y algo agresivo — Hablemos sin rodeos.

    — Tú dirás, Kendall.

    — Mi pulmón artificial. ¿Qué tiene? ¿Le habéis implementado algún chip de seguimiento?

    — ¿Seguimiento? — El médico syleriano empezó a reír — Venga, detective. Eres más inteligente que eso.

    — ¡Algo le habéis puesto! — Xom estaba furioso, presionando su antebrazo contra el cuello del doctor.

    — No eres tan importante — Musitó el operativo con cierto todo despectivo — Ninguno lo somos.

    — ¿Qué quieres decir? — Gallagher tenía curiosidad por saberlo.

    — Que todos deberíamos estar rindiendo pleitesía a nuestros padres biológicos, seres superiores que nos dieron la infinita sabiduría. Trabajar por el orden de esta sociedad junto al representante superior es un privilegio que lamentablemente no todos podréis obtener. Su misión de mantener el orden es superior a nuestras vidas — El doctor syleriano sonaba totalmente adoctrinado por las ideas de los más radicales y puristas — Ibos debe seguir bajo su mando o el caos lo destruirá todo. Vosotros y vuestros amigos no queréis aceptar vuestro lugar en el universo, así que por ello, sois dispensables. Como reza el dicho humano que me atribuyo: “solo somos peones en esta partida de ajedrez”.

    El detective aflojó la presión sobre el cuello del doctor syleriano mientras le escuchaba hablar, quedándose tan impactado por la forma de hablar y pensar que tenía un miembro de las especies aliadas, que perdió completamente la atención sobre la situación que ocurría.

    Esto lo aprovechó el operativo para darle un rodillazo en el abdomen y quitárselo de encima, provocando que Kendall retrocediese unos pasos, sujetándose el estómago por el dolor.

    — Es evidente que no vais a deteneros en vuestro afán por destruir el orden superior, así que me doy permiso para terminar con vuestras amenazas.

    El médico sacó de uno de los bolsillos de su bata una especie de cuchillo a modo de bisturí alargado, lo que sin duda podía funcionar perfectamente como un arma blanca. Gallagher observó con verdadero horror como el syleriano se colocaba sobre Xom para intentar asesinarlo, sabiendo que probablemente después él sería el siguiente.

    — ¡Suéltame, escoria!

    Kendall forcejeaba contra el doctor syleriano, pero aún no estaba totalmente recuperado de su operación, por lo que no contaba con todas sus fuerzas físicas. Sin embargo, logró quitarle de las manos el bisturí pero esto solo hizo enfurecer más al operativo, que tomó del cuello al detective y empezó a asfixiarlo con toda su cólera ante los ojos incrédulos de Brandon.

    — ¡Un malgasto de recursos el que se hizo contigo! — Exclamaba el syleriano, viendo que estaba por cumplir su cometido — ¡Únete al emisario honorífico y a aquellos que no creen en el orden superior!

    — Suelt… ayud…

    Xom estaba poco a poco perdiendo las fuerzas y el oxígeno conforme veía que su vista se oscurecía, mientras el siervo de Akkor apretaba con más fuerza el cuello del humano.

    No obstante, cuando parecía que el hombre de rasgos asiáticos iba a perder su vida en esa consulta médica, el operativo cesó la presión sobre su cuello. Su rostro estaba desencajado mientras alzaba la vista y se volteaba, percatándose de que Gallagher había recogido ese bisturí que se había quedado a un lado y el cual ahora se encontraba atravesándole el centro del torso, sobresaliendo tímidamente por delante.

    El médico syleriano empezó a perder sangre rápidamente mientras caía a un lado, desvaneciéndose a ojos de los dos humanos presentes.

    Kendall tosía y trataba de tomar aire desesperadamente tras haber estado cerca de no contarlo, mientras que Brandon veía como acababa de asesinar a alguien por primera vez en su vida. Sus manos volvieron a temblar como antes lo estaban haciendo, pero esta vez, con más intensidad.

    El detective se incorporó del suelo y se acercó a su viejo compañero de misión, tomándolo del rostro para sacarlo del shock en el que se encontraba.

    — ¡Brandon! — Exclamó el hombre de rasgos asiáticos, zarandeando un poco el rostro del médico general — ¡Tenemos que irnos! ¡Aquí ya no estás a salvo! ¡Nadie lo está! ¡Esto no tiene marcha atrás!

    — Yo… yo… — Gallagher señalaba el cuerpo sin vida del operativo syleriano que acababa de matar para salvar la vida del detective.

    — Has hecho lo que debías, créeme, me has salvado la vida — Visiblemente agradecido y sorprendido por ello, Xom trató de hacer volver en sí al joven médico — Vámonos, sé de un lugar en el que estaremos a salvo por el momento.

    El ex policía no dudó en abrir la puerta de la consulta, tomando de la mano a Brandon y cerrando tras de sí. Tenían tiempo antes de que alguien descubriese el cuerpo, se abriese una investigación y demás, pero sobre todo, iban contrarreloj respecto a las represalias que el representante superior y sus operativos tomasen tras enterarse de lo sucedido.

    Los mercenarios de Vorta y la comandante Mercer estaban deseando empezar con su misión de luchar contra la corrupción, pero nadie contaba con que sucedería así. Casi sin darse cuenta, Kendall y Brandon acababan de empezar esa guerra de la que Echo hablaba en la última reunión que tuvieron todos. La lucha había comenzado.

    […]

    La base militar del ejército superior se encontraba algo alejada de las tres principales y únicas ciudades de Ibos, en un punto estratégico, siendo este en lo alto de unas montañas rocosas de difícil acceso. Solo vehículos aéreos podían acceder ahí, ya que por tierra era prácticamente imposible debido a la formación rocosa de la sierra.

    Allí se concentraba el grueso del ejército anixis; desde armamento hasta naves, pasando por una gran cantidad de soldados que literalmente hacían su vida diaria allí. Era casi como una pequeña colonia, un pueblo —evidentemente menor a una ciudad como las que se habitaban— en el que la máxima autoridad, más allá del Consejo Superior con sede en la Casa Superior, era el propio general del ejército. Ese no era otro que Orlat.

    No obstante, había poco o nada que hacer durante las últimas semanas para el que fuera el principal mandatario del ejército anixis. Con los disturbios por víveres de parte de las especies aliadas siendo opacado por el asesinato del emisario honorífico Eeron, las patrullas en las ciudades eran tarea fácil de gestionar para el propio general, el cual delegaba esas cosas en sus tenientes. Orlat, en el ámbito personal, estaba solo. No tenía familia de la que preocuparse ni amigos cercanos, con lo que su principal foco estaba en el ejército y por eso mismo se formó como soldado en sus inicios. Ahora, sin embargo, estaba centrado en investigar a Akkor y Relic, aunque la advertencia de Omnius de que debía detenerse si no quería que su vida corriese peligro le dejó un tanto preocupado.

    Aunque aquello no le detuvo. Durante las últimas tres semanas, el general del ejército superior se encargó de dedicar su vida privada —y los recursos militares con los que podía contar— en investigar al representante superior y el nuevo miembro del Consejo. Pese a estar solo y sin el apoyo inicial del representante de la Alianza, Orlat logró encontrar pequeñas intervenciones de Akkor en el ejército, cuando este estaba bajo el mando de Plaxor. Indagando, descubrió que un grupo de soldados pasó a tener una formación secreta en algún punto del planeta hacía ya varios años atrás, de la cual surgieron los denominados ‘operativos’. Todo esto estaba en un archivo clasificado al que Orlat tuvo que bucear en una extensa base de datos de la milicia. Pero todo eso le bastó para confirmar que había una trama política corrupta en lo que a su sociedad se refería.

    Sin dudarlo ni un instante pero sabiendo que hablarle a Om sería peligroso, decidió preparar un mensaje a la comandante Mercer, suponiendo que por su relación sentimental con el exiliado Jackon Vaalot podría estar intentando investigar por su cuenta. No solo por eso, sino porque tras las primeras conversaciones con el actual líder de la AIE, supo entrever que éste había intentado crear un pequeño equipo personal para que le ayudase en su cruzada de destapar la tiranía de Akkor, siendo algo verdaderamente complicado debido a que el principal líder anixis contaba con el fuerte brazo militar del cual sus miembros eran apodados como ‘operativos’.

    — “Comandante Echo Mercer, soy el general Orlat. He oído que se está tomando un descanso de su cargo, pero creo que deberíamos hablar. No quiero dar detalles por precaución, pero me gustaría concertar una reunión contigo y con quiénes estéis al corriente de lo que sucede con algunos miembros del Consejo Superior. Es de extrema importancia para el futuro de esta sociedad.”

    El general se reclinó en su silla, encontrándose en su principal despacho en la base militar del ejército superior. El mensaje había sido enviado por un canal privado y exclusivo que él acababa de abrir con el enlace directo hacia Echo. Esperaba obtener respuesta de la humana pronto. Sin embargo, Orlat desconocía que todos los implicados en la investigación contra Akkor y Relic estaban bajo observación por parte de los famosos operativos que trabajaban para el representante superior.

    Y ni él ni ella eran una excepción.
     
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