Long-fic Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por MrJake, 2 Octubre 2025.

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  1. Threadmarks: Prólogo (1)
     
    MrJake

    MrJake Game Master

    Capricornio
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    Escritor
    Título:
    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    3832
    Idealmente me gustaría solo... droppear esto sin más y largarme (?), pero tengo que hacer mis disclaimers y avisos:

    - Esta es la tercera entrega de mi saga Pokénronpa, ¡al fin! Y no solo es la tercera, sino también la última. Lo creáis o no, con esto cerraré definitivamente la saga enterita y todo el lore del AU para siempre siempre siempre.
    - Evidentemente, tiene obvios spoilers de PR1 y PR2, pero si de repente quieres leer este porque, idk, tu personaje sale aquí y no en otro o algo (?), puedes hacerlo. Te enterarás de detalles de trama relevantes, y aunque sabrás muchos, muchos spoilers de los otros dos, no necesitas leerlos para entender este y no te spoilearás de quién fue el asesino de quién, al menos. O al menos no de forma suuuuper directa.
    - Hago un disclaimer y digo: los personajes que no son de creación mía y aparecen en este fic son versiones de un AU que usualmente reciben un talento asignado que no tiene por qué ser algo que el personaje original ya sepa hacer/le "pegue" 100%. Es por ello que la forma que tengo de desarrollar la personalidad de cada personaje no es un 1 to 1 del original y podéis notar que me tomo libertades, adaptándolo en base al talento que tenga y a su rol en la trama. Por ejemplo, varios personajes de PR1 eran de moral bastante dudusa (si no directamente villanos) y eso no se corresponde con su personaje original. Ruego que me permitáis el OoC, se hace con cariño (?)
    - Quiero también añadir el disclaimer de que pretendo que los capítulos vayan saliendo a su ritmo y sean bastante más cortos que en los dos primeros, aun pese a que ello suponga más capítulos. La idea es hacerlo así para que yo pueda ir publicando más desahogadamente. Veremos ya cómo evoluciona a la larga (?)

    Y nada más, no quiero dar más detalles ni nada sobre nada, solo quiero roll with it y ya. ¡Espero que os guste!


    Prólogo, Parte 1: Un lugar de silencio y soledad.


    Es una sensación extraña: no saber quién eres. No saber cuál eres. Y era más extraño aún tener, pese a todo, la familiaridad de haber experimentado, siquiera desde una cierta distancia, la sensación de haber olvidado.

    ¿Cómo puedes recordar que una vez olvidaste? ¿Es eso algo siquiera posible? ¿O es eso algo que solo a mí, o a nosotros, nos puede pasar?

    —Ugh…

    Mi gruñido salió casi por inercia, involuntariamente. Me dolían los huesos, y la cabeza zumbaba. De nuevo, esa era una sensación extrañamente familiar. Horriblemente familiar. Quizá eran mis propios instintos, los instintos motivados por mi talento, los que se activaron cuando notaron demasiados patrones familiares. No era la primera vez que pasaba por eso, desde luego. Y, a la vez, quizá sí lo era.

    Ser yo era complicado de explicar.

    —¿Hola? —Me levanté con esfuerzo. Estaba en una especie de… ¿contenedor de basura? —. ¿Hay alguien ahí?

    Cuando fui consciente de lo que había a mi alrededor me di cuenta de que estaba en una callejuela oscura, entre bolsas negruzcas y un olor hediondo. Salí del lugar como pude, y sacudí mis ropas. Al hacerlo, me di cuenta de que llevaba una especie de uniforme escolar. ¿Desde cuándo…?

    —¡Ayuda!

    Esa no fue mi voz. Fue la de una chica. Resonó entre las paredes del callejón como un rayo, y como ese mismo rayo me dirigí corriendo hacia el origen del grito.

    Lo que vi entonces fue… horrendo. Pese a que no era la primera vez que veía algo así, no dejaba de removerme el estómago. No dejaba de generarme escalofríos.

    Una chica estaba apoyada contra una farola, horrorizada, con un cuerpo sin vida delante de ella. Un cuerpo totalmente desfigurado, casi como si hubiese sido calcinado: estaba bocarriba, y se entreveían trozos de tela similares al uniforme que yo mismo llevaba, pero nada más podía identificarse: casi costaba saber si era chico o chica.

    —¿Estás bien? —le dije inmediatamente a la chica.

    Era menuda, muy pequeña y delgada, y tenía el pelo castaño oscuro con algunas mechas rosadas. Su cara, pese a todo, reflejaba una cierta “madurez”, de algún modo. Y sus ojos morados brillaban con fuerza.

    “Me recuerda un poco a ella”, me dije. “Tiene unos ojos muy parecidos, curiosamente”.

    —Sí… solo me asusté. Estaba tan tranquila, y de repente, ¡pam! Eso cayó del cielo delante de mí.

    Inmediatamente, miré hacia arriba. ¿Del cielo? ¿Caería desde el techo de aquel edificio? Cuando mi mirada bajó, vi de nuevo a la chica, que ahora se cruzaba de brazos y sacudía sus ropas, fingiendo serenidad. O quizá sin fingirla, quizá genuinamente serena. Me di cuenta entonces: llevábamos el mismo uniforme.

    —¿Alguna idea de dónde estamos, ojos verdes?

    “¿O-Ojos verdes? ¿Qué clase de mote es ese?”. Su pregunta era legítima, sí. Yo me cuestionaba lo mismo. Los edificios altos, el cielo oscuro, el aire frío, las calles vacías… solo podía ser un lugar, claro, pero aun así había algo raro en él.

    —Parece Galeia. La última ciudad.

    —Lo parece, sí —murmuró la chica. Señaló con la barbilla al cadáver detrás de mí—. Y me cuadra que en Galeia actuemos con tanta serenidad cuando un jodido cadáver calcinado cae del cielo. Es un martes más por estos lares.

    Miró a su alrededor, curiosa… y otra voz se hizo notar.

    —Y, con todo, hay algo raro, ¿no?

    Quien apareció entonces era un chico pelirrojo de pelos alborotados, mucho más alto que la joven, corpulento y de gran espalda, pero con un rostro jovial y alegre. También llevaba un uniforme igual que el nuestro (¿otro más?), pero algo oculto bajo una remera con patrón de camuflaje.

    —Anda, otro ojos verdes —comentó la chica, alzando una ceja y media sonrisa—. Sí, iba a decir eso. Hay algo… raro.

    Asentí, y me agaché de inmediato junto al cuerpo, observado por los otros dos, que me miraron con curiosidad. Intentaba… averiguar si aquel pobre tipo (o tipa) tenía alguna especie de pista que nos explicase qué había pasado, cómo habíamos despertado allí, en aquellas calles de Galeia, algo. Tenía la corazonada de que el cuerpo revelaría alguna suerte de verdad, alguna conexión con nuestra situación.

    No todos los días es “martes” en Galeia, por muy horrible que estuviesen las cosas.

    —¿Despertaste aquí también? Veo que llevamos el mismo uniforme —quiso saber el pelirrojo. Escuchaba la conversación entre los dos mientras examinaba el cuerpo.

    —Mm-hm. Sentadita en ese banco, con el frío que hace, además. Entiendo que vosotros también. Y el uniforme es horroso, por cierto, pero bueno, harapos peores he visto.

    El chico se rio de forma estruendosa.

    —Soy Ethan Encina, por cierto. El Super Soldado.

    Cuando oí eso de “Super” alcé las cejas en seguida, y mi atención se separó por un momento del cuerpo. ¿Ultimates? ¿Eran… Ultimates?

    —Ethan, ¿eh? Yo me llamo Anna Hiradaira.

    “¿Ella no dice su talento? ¿Acaso no tiene?”.

    —¿Qué hay de ti, amigo? ¿Cuál es tu nombre?

    Me levanté, sacudí mis pantalones, y suspiré. Cada vez… sentía un presentimiento peor. Que la tal Anna no se hubiese inmutado al oír que Ethan era un ultimate me preocupaba. Solo otra ultimate no reaccionaría a eso… por mucho que no hubiese mencionado su talento.

    —Dante Miles —me presenté—. El Super Guardián.

    —Hostia, ¿eres Dante? —exclamó Ethan, sorprendido, boca abierta, gesto teatral—. Ya decía que me sonaba un poco tu cara. ¿Es cierto que eres la mano derecha de la Super Esperanza?

    “Em…”.

    Zarandeé la cabeza.

    —Eso no importa ahora mismo, chicos. Lo realmente importante es averiguar qué hacemos aquí y qué está pasando.

    Costaba verbalizarlo, pero la experiencia me lo estaba gritando. Esto tenía toda la pinta de… otro más. Aunque fuese algo distinto esta vez. Otro “juego” más.

    —Que haya ultimates aquí reunidos y hayamos despertado todos sin saber bien qué hacemos aquí, y que encontremos un cadáver con restos de un uniforme similar al que, mágicamente, todos llevamos suena a… uno de los juegos de los Seguidores de la Desesperación.

    —¿En mitad de la calle de Galeia, sin más? —se preguntó Ethan—. Sé que están zumbados y controlan todo, pero, ¿tanto como para eso?

    Fue Anna la que se movió entonces, avanzando calle abajo.

    —No me voy a quedar aquí para averiguarlo, desde luego. Voy a investigar, ¿venís?

    Tampoco dejó mucha opción a debatirlo, desde luego. Miré a Ethan con una ceja alzada y este se encogió de hombros, siguiéndola. Antes de hacer lo mismo, no pude evitar echar la vista atrás, fijándome en el cuerpo sin vida y calcinado a nuestros pies, ese al que los otros dos apenas prestaron atención.

    “Al menos no sonó ningún anuncio”, pensé, la voz de aquel oso de felpa grabada en mi cabeza. “¡Pim, pom, pam, pom! ¡Se ha descubierto un cadáver!”. Lo había oído demasiadas veces, desde unos oídos o desde otros.

    Descendimos las calles desiertas, quizá demasiado incluso para Galeia: la ciudad rodeada por aquella cúpula, antaño un refugio, estaba ahora muy vacía salvo en partes clave, la gente habiendo muerto o habiéndose refugiado de la implacable mano del Gobierno… pero ¿no ver ni a un solo soldado patrullando las calles? ¿Ni a un solo aplacador? ¿Ni un solo dron de vigilancia? Era demasiado raro.

    Al descender la avenida, Anna se detuvo de pronto, en seco, y giró la cabeza hacia su izquierda, por otro callejón vacío.

    —Hay bullicio por allí.

    —¿Bullicio? No oigo nada.

    —Quizá deberías examinarte los oídos, entonces. Se oye perfectamente.

    Ethan soltó una risilla nasal. Yo… tampoco oía nada, la verdad, pero le hicimos caso, siguiéndola. Y descubrimos que tenía razón.

    Al final del callejón alcanzamos una plaza, una de las plazas centrales de Galeia… y en ella había cinco personas reunidas, hablando de forma bastante acalorada.

    “Qué… buen oído tiene”.

    —¡Por dios, dejadme en paz! —exclamaba un chico delgado, alto y con pelos blancuzcos, que llevaba el uniforme bajo una especie de mantón que le cubría los hombros.

    —¡Si es divertidísimo! —el chico que le hablaba tendría, como el otro, veinte años escasos, y sus ojos dorados brillaban con emoción cuando hablaba, persiguiendo con la mirada a su interlocutor—. Es que no lo has entendido bien, te lo repito: ¿qué dice un Caterpie cuando tiene frío?

    —¡Ya lo he pillado, no tienes que…!

    —¡Mejor Metapod! ¡Es buenísimo!

    —… repetirlo.

    Al lado del que contó aquel, uhm, “chiste” se encontraba otro muchacho sorprendentemente alto (más alto que Ethan), algo mayor que los otros dos, y que reía con la mirada atenta en todas partes, pero, a la vez, un evidente gesto distraído. Me di cuenta de que llevaba atado al cinturón un montón de bolsitas, cajetines y carteras, que también llevaba en una banda de cuero que portaba cruzada sobre el pecho.

    —¡Es muy bueno, Aleck! —piropeó este.

    —¡Gracias, gracias! ¡Tengo muchos más!

    —¡¡No lo animes, encima!! —gritó la “víctima” de aquel aparente bombardeo de chistes.

    E-En fin, no eran los únicos allí: otras dos personas permanecían algo más al margen, cuchicheando entre ellas. Uno de ellos era un hombre de mediana edad con perilla y pelo azulado… que aun así, llevaba el mismo uniforme escolar. El otro era un chico alto, muy delgado, de pelos verdes y mirada seria, que portaba un lápiz en su oreja. Fueron esos dos los primeros en fijarse en nosotros, los otros tres demasiado ocupados con… lo que quiera que estaban haciendo.

    —Ah, más “alumnos” —murmuró el de pelo verde—. ¿Debo asumir que también sois Ultimates?

    —Mm-hm —respondió Anna, recolocándose el pelo y mirando a su alrededor. Así que era una ultimate… ¿por qué no decía su talento?—. ¿Asumo que vosotros también? ¿Últimamente dan el título de super solo a hombres, o qué? Soy la única chica…

    —Ajá —respondió el peliverde, ignorando la parte del comentario de Anna que no le interesó—. Parece ser que eso lo tenemos en común. ¿Nombres y talentos?

    “¿Es esto una entrevista de trabajo, o qué?”

    —¡Ethan Encina, Super Soldado! —respondió Ethan, alegre.

    —Dante Miles —dije—, Super Guardián.

    Ninguna reacción de sorpresa por parte de estos dos al oír mi nombre o mi talento.

    —Tú primero —dijo Anna, sonriendo e inclinando la cabeza, cuando fue su turno de hablar.

    —Heh. Kyllian Faure. Super Ingeniero. Él es Albert Pine, el Super Biólogo.

    Contuve el aire, sin poder ocultar mi sorpresa. ¿Había dicho que era…?

    —¡¿E-Es usted el profesor Pine?! —exclamé. “Dante, contén tu admiración, no quieres parecer infantil…”—. A-Admiro muchísimo su trabajo. La recopilación de información sobre los Pokémon que ha hecho durante su carrera y los avances que se han logrado en los proyectos de recuperación de la fauna tras la Pérdida son inspi-

    Me callé en cuanto Pine alzó la mano, recolocando sus gafas, en un gesto que invitaba a detener mi verborrea. Suspiró con pesadez.

    —… omitamos los halagos, jovencito. Tenemos asuntos más importantes de los que preocuparnos. Don Faure y yo estábamos tratando de dilucidar qué hacemos aquí.

    —La hipótesis más probable es que esto es obra del Gobierno —aseveró Kyllian—. Solo ellos podrían disponer de un segmento de la ciudad tan grande y aislarlo solo para nosotros… y solo ellos podrían localizar a varios ultimates y secuestrarnos a todos, dejándonos inconscientes para repartirnos por la zona.

    Me di cuenta entonces de que solo yo estaba prestando atención de verdad a Pine y Kyllian: Anna estaba distraída mirando sus alrededores mientras jugueteaba con su pelo, e Ethan parecía estar más interesado en el “conflicto” de los otros tres chicos.

    “Y así Anna se libra de decir su talento de nuevo”, me dije, viéndola de reojo. En fin.

    —No quiero alarmar a nadie —dije—, pero he participado en dos de estos, y esto suena a-

    —Un juego de asesinato, sí —asintió Pine, interrumpiéndome—. Lo sabemos. Es evidente que lo es. O, al menos, algo parecido.

    —Especialmente por esto.

    Kyllian, entonces, alzó su pierna izquierda, mostrando su tobillo. Llevaba amordazado a él una especie de pulsera electrónica. Fue entonces la primera vez en la que fui consciente: yo también tenía una.

    Anna, Ethan, Pine, los otros tres… todos la llevábamos.

    —Parece un localizador. No podemos retirarlo, está clavado a la piel, y por lo que intuyo, alberga un sistema de ignición en su interior.

    —¿Sistema de ignición?

    Kyllian me miró como quien mira a un niño idiota que no entiende el más simple de los conceptos. Alzó una ceja, cruzado de brazos, y arrugó la nariz.

    —Que puede explotar, Guardián. “Pum”. Y muerto. O sin pierna, al menos.

    Tragué saliva ante la idea. “Algo… algo típico de Liza White. Como cuando los demás y yo (o un yo, al menos) tuvimos que llevar esos brazaletes con las misiones, los que podían inyectar veneno… ¿Será posible que de verdad se esté repitiendo? ¿Por tercera vez?”.

    En ese preciso instante, una luz se encendió, una especie de foco que apuntaba directamente al edificio principal de aquella plaza, que antaño sirvió como ayuntamiento para la ciudad de Galeia. Era imposible discernir de dónde exactamente surgía la luz: parecía emanar del mismo cielo. La cuestión era que apuntaba al edificio con potencia… y lo repentino de aquello hizo que todos callásemos, incluso los cuatro que estaban enzarzados en sus chistes y protestas. Las miradas se centraron en el lugar.

    Y algunas figuras se dibujaron, sombrías, tras la luz.

    —… parece una invitación —murmuré—. ¿Deberíamos acercarnos?

    —Detrás de mí —dijo Ethan, remangándose—. Si son enemigos, tendrán que pasar primero por encima de mí.

    Miré de nuevo al ayuntamiento, entrecerrando los ojos. Inexplicablemente, el corazón me latió con fuerza.

    —No —sentencié, iniciando la marcha—. No son enemigos.

    —¡Hey, Dante, espera!

    Casi no me di cuenta de que estaba acelerando el ritmo, avanzando a un paso más ligero cuanto más me acercaba. El presentimiento se hacía más y más fuerte por segundos, esa sensación imposible de explicar. Parte de mi talento, quería suponer.

    Pero algo en mí sabía qué, o a quién, encontraría al llegar allí. Y no fue hasta que llegué y la vi con mis propios ojos cuando lo pensé.

    Verla allí no era tan buena noticia como pensé en un inicio.

    —¡¡Emily!!

    Estaba allí, en la puerta del ayuntamiento, su cabello largo y sus ojos rosas tan vibrantes como siempre. En cuanto me vio, su sonrisa brilló como el mismo sol, ya apagado y empañado tras la cúpula, y me rodeó con sus brazos.

    —¡Dante! ¡Estás aquí! Oh, Dante…

    —¿Por qué estás tú aquí? —murmuré, mientras el olor de su pelo me embriagaba. Empecé a llorar. Muy dentro de mí, sabía qué significaba que los dos estuviésemos allí. Sabía qué significaba que Emily tuviese el mismo uniforme que todos, la misma pulsera al tobillo.

    Ella, de nuevo, también estaba en riesgo.

    —No lo sé. Desperté dentro del ayuntamiento, y luego vinieron ellos tres. —Los miró con una sonrisa cálida—. Os presento. Él es Dante, el Super Guardián. Os he… hablado un poco de él. Ella es Destiny, y ellos son Cayden y Givan. ¡También son Ultimates!

    “Más ultimates… mala señal. Joder, muy mala señal”.

    —Así que este es el famoso Dante Miles, ¿eh? —dijo, con aire socarrón, la tal Destiny. Era rubia, de exuberante pelo rizado y con un rostro decorado de algunas pecas que le daban un aire “travieso”, pícaro, de algún modo—. Te esperaba más… no sé. Más.

    “¿D-Debería ofenderme?”-

    —En fin, como tu parienta ha dicho, soy Des. La Super Piloto.

    Ese talento tenía mucho sentido: explicaba la chaqueta de cuero roja que yacía holgada sobre los hombros y las extrañas gafas redondeadas que le colgaban al cuello.

    El chico pelirrojo (¿otro pelirrojo entre tan poca gente? Eso era estadísticamente improbable), a quien Emily presentó como Cayden, se encontraba con manos en los bolsillos y algo alejado de los demás. No había… nada destacable en su aspecto, al margen de su pelo. Alzó una mano por todo saludo, y yo fruncí el ceño.

    Pero en seguida el chico de rostro alargado y ojos azules, Givan, habló, extendiendo su mano frente a mí, serio y formal.

    —Y yo soy el Super Arqueólogo. Un placer, Miles.

    —Puedes llamarme Dante.

    —Miles.

    —Uhm… ¿vale?

    El resto no tardó en acercarse, y se hicieron las debidas presentaciones. El tal Aleck se presentó como el Super Humorista (quizá era un talento un poco optimista, si me preguntaban). Pero el chico alto distraído y el que estaba siendo “víctima” de los chistes permanecieron al margen, adentrándose detrás de Pine y Kyllian al interior del ayuntamiento sin decir siquiera sus nombres o talentos.

    Una piloto, un arqueólogo, un soldado, un humorista… y Emily y yo metidos en todo aquello. El patrón se parecía al de las otras veces: varios Ultimates, recuerdos difusos de las últimas horas, talentos dispares, una situación anómala… aunque la última vez fuimos dieciséis, y la primera también. Y, de momento, éramos once.

    Faltaban cinco. De momento.

    —¿Recuerdas algo, Em? —le pregunté a Emily mientras nos dispersábamos para explorar el ayuntamiento vacío, hablando en voz baja para separarnos de los demás.

    Ella negó con la cabeza, gesto preocupado.

    —Lo cierto es que no mucho. Lo último que recuerdo es la Asamblea, la votación, y… nada más. Las últimas horas están borrosos. No sabría decirte si, quizá, pasaron incluso días.

    Asentí. Me pasaba lo mismo. Eso era, también, lo último que yo recordaba.

    —¿Crees que es posible que estemos en otro juego…?

    Emily tragó saliva y se abrazó a sí misma, acongojada.

    —Lo parece, ¿no? Pero esta vez estamos en plena ciudad. Es algo a una escala… más grande que nunca.

    —¿Tú crees que realmente estamos en Galeia? —inquirí. Me lo llevaba cuestionando desde el principio—. Quiero decir… ya vimos lo que pasó la segunda vez. No estábamos en un entorno precisamente real. ¿Quién nos dice que esto es realmente Galeia?

    Emily me miró con curiosidad. Diría que, incluso, algo de admiración. Y eso me hizo sonrojarme un poco.

    —Muy bien visto, sí… es una posibilidad. Y de hecho, tiene más sentido, ¿no? Si nos han metido en alguna parte, eso explicaría que la ciudad esté… incluso más desierta de lo normal. Quizá sea una simulación, un sueño, un… algo.

    Zarandeé la cabeza.

    —Realmente importa poco… lo que importa es que…

    “No nos hagan matarnos entre nosotros otra vez. Que no pase una tercera vez”.

    En ese momento, en la planta superior se oyó un fuerte ruido. La puerta principal se abrió de golpe, y alguien gritó desde allí.

    —¡Lo logré, se ha abierto!

    La voz se me hizo muy familiar. A mí y a Emily. Los dos nos miramos, y corrimos escaleras arriba. Lo que vimos al llegar allí… fue… sorprendente, cuanto menos. Un chico había logrado abrir la puerta desde dentro utilizando una especie de palanca improvisada, modificada de alguna forma inexplicable usando todo tipo de materiales que debió encontrar por allí. El brazo y la pierna robóticos eran inconfundibles.

    —¡Lucas! ¡Eres tú!

    —¡E-Emily, Dante! ¿Qué hacéis aquí? ¿Qué hacemos aquí?

    —No lo sé, no lo sé —dijo Em, sacudiendo la cabeza, manos sobre los hombros del Super Inventor—. Dante y yo hemos aparecido junto a más gente, más ultimates. Todos desconocidos, al menos. Salvo nosotros.

    Pude ver, casi a cámara lenta, cómo Lucas tragaba saliva y negaba con la cabeza.

    —No. Todos desconocidos no.

    Se apartó, y pudimos ver al resto de personas que había allí dentro. Conocía personalmente a todos ellos. Tres de ellos participaron en el segundo juego. Uno participó en el primero.

    Y no todos deberían poder estar allí.

    —No puede ser…

    Los ojos anaranjados, analíticos, nos observaron a Emily y a mí mientras entrábamos. Los rojizos, por su parte, observaban a su lado. Desde abajo, sentado en la silla, la mirada oscura nos vio pasar con indiferencia.

    Pero tanto Em como yo fuimos directamente hacia la cuarta persona, la que sumaba dieciséis. La que estaba al fondo, con manos en los bolsillos, gesto distraído, y algo avergonzado, de alguna forma.

    —Y-Yo tampoco lo entiendo del todo —comentó Lucas, poniendo una mano en mi hombro—. Pero me he pellizcado como veinte veces, y son reales. Todos. Él también.

    Las lágrimas se acumularon en mis ojos. Emily estaba también aguantando el llanto. Y él… se sacudió la nuca, apartando la mirada.

    —Vaya, esto es raro, uhm… ¿hola?

    —¿Eres… tú de verdad? —murmuró Emily, dando un par de pasos hacia él. Le pellizcó los mofletes, y él sonrió ligeramente ante el gesto, sonrojándose.

    —Te he dicho que ya he probado, duh —susurró Lucas.

    El otro, sin embargo, empezó a reír.

    —¡M-Me haces cosquillas, Em!

    —¿Cómo… puede ser?

    —Ni yo me lo explico, pero… ¿soy real? O eso creo. Vaya, no tengo muy buenos argumentos para ser el Super Policía, ¿eh?

    Era él. No había duda.

    De alguna manera, Drake Orestes, el Super Policía, estaba justo frente a nosotros. Vivo, pese a todo. Imposiblemente vivo.

    Y, ¿lo peor? Él no era el único de esa sala que debería estar muerto.
     
    Última edición: 2 Octubre 2025
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    4587
    Prólogo, Parte 2 - El Programa Especial de Convivencia.


    Había convivido en los últimos años con dos grupos de personas distintas en la misma situación horrible: un juego de asesinato mutuo. Primero fue con mis compañeros, los Gamma, a quienes se nos borró la memoria para olvidar todo; luego, con los Neo-Gamma, herederos de los primeros, que cayeron en una trampa similar.

    Conocía bien a todos aquellos. Viví a su lado por muchas semanas. Los vi morir, matar. Quizá… quizá no fui yo, exactamente, el que los vio, pero a la vez sí. Fuese otra versión de mí o no, lo recordaba, los recordaba. Daba igual si ni siquiera estaba seguro de qué versión era ahora mismo: había aprendido a aceptar que era Dante Miles, el Super Guardián, independientemente de la forma que adoptase.

    En cierto modo, yo también debería estar muerto; y aquí estaba, después de todo.

    En todo caso, yo fui, probablemente, uno de los más sorprendidos en aquel despacho donde nos encontrábamos, donde nos reunimos con el resto de Ultimates. Porque yo conviví en persona con todos ellos. Vi morir a uno. Y… sabía de la muerte de otro.

    Y estaban vivos. Uno de ellos, Drake Orestes, del primer juego. El único que no era un Gamma, el Super Policía.

    —Es imposible —afirmó Emily, aún incrédula, aún llorando—. Drake, ¿cómo?

    Drake, con ese gesto de despiste continuo grabado en su rostro (un gesto poco propio de quien se hace llamar el mejor policía de todos), se encogió de hombros.

    —Lo que puedo decir es que me desperté aquí con los demás, y… poco más. No recuerdo nada. Nada a partir de… bueno, a partir del momento en el que se supone que morí. ¿Ha pasado mucho tiempo?

    Emily lo había visto morir. Lucas… también. Yo no, no en persona, pero supe después de su muerte. Y de eso hacía tres años. Tres años desde que el primer juego terminó, y… un año desde que terminó el segundo.

    —Tres años, Drake —comentó Lucas—. Bastante tiempo. Si no recuerdas nada, uh… creo que tendremos mucho que explicarte.

    Vi el gesto preocupado en Lucas, y entendí qué le pasaba. “Ah, claro. Drake no sabría que Lucas fue quien…”. Zarandeé la cabeza, con intención de desviar la conversación; pero mis ojos se toparon con aquellos orbes oscuros que miraban desde abajo. En cuanto le miré, sentado en su silla de ruedas, la incredulidad volvió a mí. Y me acerqué a él.

    —Ryu. Tú también estás aquí. ¿Cómo?

    “A él sí le vi morir. En directo. Delante de mis propios ojos. O de unos de mis ojos, al menos”.

    Él se rio, de una forma sarcástica, siempre con ese aire de superioridad. Tenía esa facilidad para mirarte como si estuvieses bajo él incluso aunque físicamente estuvieses más alto. Como si se supiese, o se creyese, superior a ti en todos los sentidos.

    Ryu Guardane. El Super Entrenador.

    —… yo también me alegro de verte, Guardián. ¿Cómo es que estoy vivo? No sé. Recuerdo lo mismo que el Policía: recuerdo que morí en aquella ciudad de mala muerte, y aparentemente renací en esta otra ciudad de mala muerte. No logro escapar ese escenario ni después de morir, ¿huh?

    Hizo un gesto con la cabeza, y señaló en otra dirección. Donde estaban las otras dos personas a las que aún no saludaba, demasiado ensimismado con los dos que parecían haber salido de sus tumbas.

    —¿Por qué no le preguntas a los dos de allí? ¿No que el de los ojos amarillos lo sabe todo siempre?

    Allí estaban, en una esquina. Tragué saliva nada más pensar en acercarme. Otros dos participantes del segundo juego, el de Despair City, el de los Neo Gamma. Dos supervivientes del mismo. Bezzy Hoffe y Pyro Redflame.

    Si era cierto que Ryu no recordaba nada después de su muerte, él no debía saber la verdad detrás de esos dos. Solo ellos, Emily, Lucas y yo sabíamos qué escondían. Solo los Gamma.

    Y era mejor que nadie lo supiese.

    —Pyro, Bezzy —les saludé. Por instinto… permanecí algo alejado de Bezzy. Ella hizo lo mismo, dando un pequeño paso atrás: parecía tolerar estar cerca físicamente únicamente de Pyro—. Me… alegro de veros.

    Los ojos de Pyro Redflame, el Super Motivador, me escanearon de arriba abajo. Sabía bien qué estaba haciendo: usando su segundo talento, su talento oculto. El que perteneció una vez a la persona que dormía en su interior, Lion. El talento del Super Analista.

    Un talento terrorífico: la capacidad de analizar todo posible escenario en un abrir y cerrar de ojos era casi como… casi como ser capaz de adivinar el futuro. O, al menos, de ver todos los futuros posibles. Pyro fue una incorporación valiosísima a los Gamma.

    —Yo también, Dante —me saludó, siempre amable y optimista. “Su faceta de Super Motivador parece ser la dominante, ¿eh?” —. Pero… no sé si alegrarse es lo más sensato ahora. Estoy bastante seguro de lo que va a pasar pronto. Otro juego de asesinato.

    Miré de reojo a Bezzy, quien agachó la cabeza y la mirada. Pyro intercedió de inmediato.

    —No es culpa suya. Podemos descartar esa opción. Liza, esta vez, no está involucrada. No directamente, al menos.

    Liza. Liza White. Era… difícil aceptarlo. Aceptar que seguía viva, de alguna forma, dentro de la Super Violinista. Una chica tan dulce como Bezzy Hoffe era la portadora de la raíz de toda desesperación, de alguna forma. Y no sabíamos nada de ella desde que decidió mantenerse alejada del resto de Gamma por nuestro bien y seguridad.

    No desconfiaba de Bezzy, no. Desconfiaba de Liza. Y temía el momento en el que pudiese retomar el control. En ese sentido, Pyro y Bezzy eran exactamente iguales: ambos pasaron por el mismo proceso: asimilar en su interior la conciencia de otro Ultimate, ¿huh?

    —¿Estás seguro de eso? ¿De que esto no tiene nada que ver con Liza?

    “Qué pregunta más estúpida”, me dije. “Claro que está seguro. Es el Super Analista, recuérdalo. No se equivoca, no mientras disponga de un solo ápice de información”.

    Pyro negó fuertemente con la cabeza.

    —Esto no lleva el sello de Liza White. Pero sí de los Seguidores de la Desesperación, claro. De sus lacayos —miró a Ryu desde lejos, luego a Drake, y sonrió—. ¿Sabes? Me siento incluso bien al ver a Ryu y a Drake Orestes aquí, entre nosotros. Es una sensación agradable.

    —¿Por?

    —… porque se siente bien, por una vez en mucho tiempo, no estar seguro de algo. De por qué están vivos. … aunque tenga algunas teorías.

    Reí. Pyro seguía siendo Pyro, eso seguro. Pero podía ver en él lo mucho que había cambiado, independientemente de la influencia de Lion en su interior. Había madurado como persona: era lógico. Vivir uno de esos juegos de asesinato mutuo como lo hizo él, desde el principio al final… te cambia.

    Y lo sabía por experiencia.

    Caminé junto a Pyro hacia el exterior del despacho, dejando a Bezzy allí, mientras Ryu, Drake, Lucas y Emily parecían estar hablando. Antes de salir, dediqué una mirada preocupada a Emily, y la vi mirar de reojo a Bezzy. La Super Esperanza, sin embargo, le dedicó una sonrisa ala Violinista, y ni siquiera me hizo falta ver su expresión para adivinar un cierto alivio en su expresión.

    Debe ser duro, saber lo que simbolizas… no poder cambiar tu naturaleza. Aunque, ¿quién puede, después de todo?

    —Me pregunto cuándo empezará —murmuré, ceño fruncido, mirando a mi alrededor con cierta desconfianza. Desde arriba veía a todos los demás Ultimates, ya reunidos en el vestíbulo del ayuntamiento—. Si algo he aprendido tras participar en dos de estos, es que siempre esperan a reunirnos a todos para dar el gran anuncio. Y siempre aparece… ese puto oso. Ahora que los dieciséis estamos-

    —¿Dieciséis? —Pyro alzó una ceja, a mi lado—. No somos dieciséis, hombre. Pero vaya, que tampoco es una observación muy profunda, eh. ¡No hace falta ser el Super Analista para contar!

    ¿Huh? ¿Cómo? Estaba… estaba asumiendo que éramos dieciséis. Siempre habíamos sido dieciséis, en los dos juegos: tanto el de Liza como el que hicieron sus Seguidores recrearon la idea original. Y asumía que este también lo haría.

    Me detuve a contar con detenimiento.

    Estábamos Emily, Drake, Ryu, Lucas, Pyro y yo. Y Bezzy, claro. Eso sumaban siete.

    Y ahí abajo… empecé a mirarlos uno a uno.

    Anna, con sus mechas rosadas, estaba mirando a su alrededor mientras jugueteaba con su pelo y se apoyaba con la otra mano en el hombro del chico pelirrojo alto, Ethan, el Super Soldado. Nueve.

    El chico de pelo blanco, el rubio tan alto y el humorista, Aleck, aún (¿¡aún!?) seguían haciendo un pequeño corrillo en una esquina, probablemente escuchando, de forma voluntaria o involuntaria, la verborrea de chistes del último. Doce.

    Destiny, la Super Piloto, hablaba con Ethan y con Anna, y a poca distancia estaban Kyllian y el profesor Pine, quienes parecían estar poniendo la oreja de la conversación. Con ellos, sumaba ya quince.

    Luego estaba el que se presentó como Givan, el Super Arqueólogo, que parecía estudiar cada columna, cada rincón, de aquel vestíbulo, solitario y aislado. Él sumaba dieciséis, y faltaba…

    Tuve que hacer un esfuerzo para encontrarlo, pero lo hice. El otro pelirrojo, ¿Cayden, dijo Em que se llamaba? Estaba mascando un chicle, creando pompas con él, y observando a todo el mundo en silencio, apoyado contra una columna. Manos en el bolsillo.

    Diecisiete. Éramos diecisiete. Mierda, éramos diecisiete. ¿Qué significaba eso?

    —Hay uno más.

    —“¿Uno más?” —murmuró Pyro, mano en el mentón, los iris amarillos moviéndose hacia arriba—. Imagino que asumías que éramos dieciséis porque esos fueron los participantes del primer y segundo juego. Y es una buena lógica. Pero, precisamente por eso… creo que este juego es diferente.

    —Diferente…

    —Ajá. Ya sabes cómo piensan los Seguidores, ¿no? Si esto fuese otro homenaje al juego de Liza, ¡habrían usado a dieciséis, claro! Que “sobre” uno sería un ultraje a su diosa, de alguna forma. Así que…

    —Hay otro motivo más profundo que explica este juego.

    Pyro rio, y me dio una palmada en la espalda.

    —Siempre fuiste muy ágil, Dante. ¡Hasta a Lion le caías bien, y eso era complicado!

    Suspiré, esbozando una sonrisilla. Pero, en seguida, esta se enturbió.

    —Lo que me disgusta es… estar asumiendo ya que esto es un juego de asesinato mutuo. Lo estamos dando por sentado.

    —Bueno, no quiero ser portador de malas noticias, pero… lo es. Lo sé. Todo apunta a ello.

    —Ya. Tampoco me hacía falta ser Analista para deducirlo —le dije, de forma algo socarrona. Luego me dejé caer un poco sobre la barandilla, y miré a los demás otra vez. Señalé en dirección al chico alto y al de pelos blancuzcos—. Hey, dime una cosa. Tú que tienes el talento del super análisis… ¿qué opinas de esos dos? ¿Qué talento crees que tienen? No he tenido ocasión de preguntarles, y no lo han dicho.

    Pyro alzó una ceja.

    —No soy un adivino, ¿eh? Sin información tampoco es como si pudiese leer la mente a la gente.

    —¡Oh, vamos, pero tienes suficiente información! ¿A que sí? Suficiente para el Super Analista, desde luego —comenté, algo juguetón.

    Él se sacudió la nuca. “Eso es un sí”.

    —Pues… —señaló al chaval más alto, el que llevaba bolsas y alijos por todo el cuerpo—. Él es el Super Boticario, el Super Mercader, o algo similar. Es más, me la voy a jugar: es el Super Coleccionista.

    —¿Coleccionista?

    —Mm-hm. Lo más obvio son las bolsas que lleva, claro. El contenido de estas es lo que nos revelaría de forma definitiva cuál es su talento, pero a falta de estas, yo me fijo en otras cosillas. Por ejemplo… el tipo de alijos que lleva colgando.

    —No te sigo. Supongo que no es fácil seguirte, en general —reí. Pyro se sonrojó ligeramente.

    —Si fuese Boticario —argumentó el Super Motivador/Analista—, llevaría bolsas aptas para portar medicinas, hierbas, e incluso alguna cantimplora o algo similar para portar líquidos. Y no es el caso.

    >> Por otro lado, un Mercader podría ir vestido como va él, pero ¿te has fijado en su comportamiento? En lugar de interactuar con todo el mundo para ir obteniendo información, parece ensimismado en escuchar a aquel chico. ¿Es el Super Cuentacuentos, o algo así? ¿Alguien que se dedica a contar historias o anécdotas de algún tipo?

    Negué con la cabeza.

    —Pero te acercaste mucho. Es el Super Humorista. S-Supuestamente.

    —Me sirve —asintió Pyro—. Pues eso, parece ensimismado con el Super Humorista. No quiere lo que querría un Mercader, que es abordar a otros para obtener información: quiere exprimir todos los chistes del Humorista. Como si…

    —… los quisiese “coleccionar”, de alguna forma —solté una risa nasal—. A veces me cuesta seguir tus procesos mentales, pero siempre consigues que tu teoría me cuadre.

    —No esperaba menos, hombre —comentó, socarrón.

    —¿Y el otro? ¿El de pelo gris?

    —Ese es más difícil. Me falta información.

    —Me decepcionas —bromeé.

    —Ya te dije que no soy un adivino. Pero mira, hago mi apuesta. Por lo que puedo ver desde aquí, solo en base a sus manos…. Super Cirujano, Super Artista o Super Cocinero, esa es mi apuesta.

    —¿C-Cómo demonios puedes…?

    —… le veo ligeras cicatrices incluso desde aquí arriba, ¿lo ves? Usa diariamente cuchillos, cinceles, bisturíes o algo parecido, probablemente.

    Alcé las cejas. “Increíble, simplemente increíble”.

    —Me vas a preguntar ahora por más gente, ¿eh? —adivinó Pyro. Diría lo que quisiese, pero para los que no estábamos en su cabeza, lo suyo sí que parecía lectura mental—. Sobre… ese chico de ahí. El pelirrojo. No sabes su talento, tampoco, ¿verdad que no?

    —Cayden, se llamaba —murmuré—. Y no, no lo sé. Ni el de él, ni… el de ella —señalé a Anna.

    Pyro tomó aire.

    —Me imaginaba que había más de uno. Si no nos cuentan su talento —me dijo, poniendo la mano en el hombro—, dame un par de horas mezclándome con ellos, y te daré mi veredicto. De momento, te dejaré con la intriga~.

    —Oh, vamos, reconoce que no lo sabes.

    Fue… un pequeño momento que me resultó increíblemente agradable. Siempre me había llevado bien con Pyro, incluso desde antes de que Lion y él se uniesen definitivamente, desde Despair City. Fue un gran apoyo allí dentro, y continuó siendo un apoyo cuando se unió a los Gamma tras salir del juego.

    Ahora me preguntaba cómo estarían los demás, los que no estaban aquí, y, sobre todo…

    … me preguntaba si el Super Analista había notado algo en mí que le dijese qué Dante era yo ahora mismo. Si seguía siendo el mismo que conoció, o si era… otro diferente. De alguna forma, tenía miedo a preguntarlo. Y seguramente, Pyro lo habría notado.

    Un tiempo después, empezamos a intentar poner un poco más de orden, y conseguimos juntarnos todos en el vestíbulo del ayuntamiento. Cuando estuve allí, posicionado junto a Emily y a Lucas, pude fijarme por primera vez en aquel edificio.

    “Ha visto momentos mejores, desde luego. Momentos… no demasiado lejanos”, pensé. Y es que aquel sitio había estado activo hacía poco más de dos años. No fue hasta la muerte de Liza White, con el golpe que eso supuso para los Seguidores de la Desesperación, cuando empezó a verse cada vez más abandonado. El Gobierno se replegó y el centro de Galeia se fue… dispersando.

    Ahora, parecía que aquel lugar era todo nuestro. Con sus cuatro columnas elevadas, su suelo de mármol algo magullado y sus dos grandes escaleras a ambos lados. Y allí, creando un círculo, nos reunimos todos para tratar de sacar algo en claro de toda nuestra situación.

    Todos y cada uno de nosotros llevábamos esa extraña pulsera atada al tobillo… algunos más escondida por sus ropas que otros. Y todos llevábamos alguna variación de ese extraño uniforme escolar. Pese a que la mayoría estábamos entre los veinte y los treinta.

    Y el que habló primero mucho más, de hecho.

    —Entonces todos somos ultimates, entiendo —comentó Pine, analítico, entre Kyllian y el presunto “Super Coleccionista”. Estar entre ellos lo hacía parecer mucho más bajito de lo que ya era—. Todos hemos despertado en puntos diferentes de la ciudad, pero en torno a la plaza del ayuntamiento; todos hemos olvidado cómo hemos llegado aquí; y todos tenemos este extraño uniforme y esta tobillera.

    —Es un buen resumen —asintió Givan, el Super Arqueólogo—. Pero solo eso. Seguimos sin saber qué está pasando exactamente. Es… fascinante.

    —Hey, tú eras Ingeniero, ¿no, pelos verdes? —inquirió, de repente, Anna, señalando a Kyllian—. ¿Sacas alguna conclusión acerca de estos cachivaches que nos han enganchado?

    Cuando Kyllian estuvo a punto de hablar, noté cómo Lucas, a mi vera, no pudo contener el impulso de dar su teoría… y su voz terminó pisando a la del ingeniero.

    —¡Son localizadores muy avanzados! —El Inventor, viendo todas las miradas enfocarse en él, se sacudió la nuca, algo tímido; pero siguió hablando—. He estado analizándolas un poco, y creo que sé cómo funcionan.

    —Hmpf. —Kyllian… no parecía impresionado. Más bien molesto—. A ver. Ilumínanos.

    —B-Bueno, no usan pilas ni batería; parecen utilizar alguna especie de fuente de energía renovable. Están, además, conectada vía microagujas a nuestros tobillos, y disponen de un sistema de seguridad que hará que exploten si las extraemos forzosamente.

    —¿E-Explotar? —susurró, temeroso, el chico de pelos blancos—. ¿Va en serio? Tsk, ¿por qué me tienen que pasar a mí estas cosas? Vaya suerte de mierda tengo.

    —Dímelo a mí, Kris —le respondió, a su lado, ambas manos sobre la cabeza, Cayden. Así que aquel muchacho se llamaba “Kris”…

    Lucas se aclaró la voz para seguir hablando.

    —Además, la pulsera emite una especie de ondas de radio, o algo similar, de manera que nuestra posición, nuestras pulsaciones y otros datos biológicos son enviados a algún sitio. La pulsera no solo nos ubica espacialmente… hace las veces de una suerte de electrocardiograma.

    —Es decir… —comentó, con un nudo en la garganta, Emily, mano en el pecho— que detectan si morimos.

    —Mm-hm. Así es.

    —N-No me gusta como suena eso, la verdad —comentó Destiny, hinchando un poco los mofletes, brazos cruzados—. He oído cosas horribles de los otros dos juegos.

    —Hablando de eso —intervino Kyllian, ladeando la cabeza—, tenemos entre nosotros a la Super Esperanza en persona, junto a parte de su séquito… ¿no es así?

    Muchas miradas se volvieron, sorprendidas, al punto que señaló Kyllian… a Emily. Claro, no todos la reconocían. Aunque los Gamma eran considerados terroristas en Galeia y Emily era su líder, la información no fluía con normalidad en una ciudad como esta. No todos habían visto su cara.

    —¡Wow! —exclamó el chico alto, dándole un codazo a Aleck, el Humorista—. ¿¡Ella es Emily!? ¡Tengo que conseguir su autógrafo!

    —¡Pídele otro para mí, Niko! —le susurró Aleck, algo sonrojado.

    El bullicio, poco a poco, se calmó… y Emily retomó la palabra.

    —Es cierto. Soy Emily. Soy… Gamma. La nueva Gamma, al menos. Y tanto yo como otros de los aquí presentes sobrevivimos a uno de los juegos de asesinato mutuo. Algunos, de hecho, sobrevivieron a dos. —Me miró de soslayo, y yo tomé aire por la nariz, tenso. Pero ella no me señaló ni me mencionó expresamente—. Si los aquí presentes sois todos ultimates, debo asumir que procedéis o bien de los propios Seguidores de la Desesperación, o bien de alguna resistencia. Es difícil encontrar a algún ultimate que se mantenga neutral en el conflicto. ¿Me equivoco?

    Hubo miradas entre ellos, ceños fruncidos, sospechas. Silencio.

    Fue una voz que sonaba sorprendentemente inocente la que rompió el silencio con pura despreocupación: “Niko”, el alto, habló alzando la mano, y verbalizó algo que, seguramente, muchos otros callaban, por desconfianza hacia el resto.

    “Este tal Niko no parece… conocer el concepto de la desconfianza, desde luego”.

    —¡Emily tiene razón! Aleck y yo nos conocíamos ya de antes, de hecho, somos-

    Aleck, rápidamente, le tapó la boca a Niko, obligándolo a callarse, apurado.

    —¡Somos buenos amigos, sí, sí! Exacto.

    Hmpf. El humorista se mostraría despreocupado y vivaracho, sí, pero… conocía sus cartas. Intuía, como lo hacíamos (casi) todos, que aquello iba a ponerse feo pronto, si de verdad estábamos en un juego… y sabía que exponer información de fuera, especialmente si había enemigos entre nosotros, era arriesgado.

    “Pero si esos dos se conocen”, pensé, “y yo conozco a Emily y los demás de fuera… ¿quiénes se conocían previamente entre sí? ¿De dónde… vienen todos? ¿De dónde salen?”. Mi mirada buscó a Pyro entre la gente, que estaba junto a una silenciosa Bezzy. Tenía la mano bajo el labio, escuchando atento, reflexivo, analítico. Probablemente, dejando su talento latente trabajar.

    “Él es nuestra mejor baza. Siempre lo ha sido. Él, y… ella, claro”.

    ¿Era verdad eso que me decían siempre? ¿Q-Que me brillaban los ojos cuando…? D-Da igual.

    —En realidad no importa de dónde venimos, chicos y chicas —aseveró Em, decidida—. Incluso si provenimos de bandos enfrentados, hay una realidad aquí y ahora: y es que estamos unidos en esto. Pase lo que pase, quiero que nos mantengamos unidos y no perdamos la-

    Antes de que Emily pudiese seguir hablando, se oyó un pitido. Uno que me erizó la piel. Uno que conocía muy, muy bien.

    Un jodido anuncio. Seguido de esa… voz estridente. La voz de Monokuma.


    Un foco de luz se iluminó en el techo, apuntando al suelo, en el centro del corro que habíamos formado los diecisiete. Y vimos cómo un pequeño orificio se abría en el suelo. El oso, de pronto, salió de este de un salto.

    —¡Ta-daaaaah! ¡Upupupu! ¡Perdón por la tardanza, alumnos míos! No podéis ni imaginar cuánto tráfico había.

    —¡M-Monokuma! —gruñó Emily.

    —¡Hola, Emily-chan! —la saludó, alegre, el oso. Luego miró a su alrededor—. Pero bueno, bueno, ¡menudo elenco de estudiantes tenemos! ¡Hasta hay un repetidor!

    Pine soltó un audible “tché” ante el comentario.

    —¿Esto es real? —preguntó en alto Anna, incrédula—. ¿No es una coña? ¿El oso este habla?

    —Por desgracia —suspiró Ryu, rodando los ojos, con claro desinterés.

    Tras eso, Monokuma se aclaró la voz, y empezó su discurso.

    Otra vez lo mismo. Otra vez esas reglas. Otra vez… esa explicación. La tercera vez.

    —¡Bienvenidos al centro de Galeia, la Última Ciudad de la humanidad! Upupupu… habéis sido seleccionados para participar de este Programa Especial de Convivencia. Habéis sido seleccionados por vuestros asombroooosos talentos y vuestra historia como representantes de vuestras distintas escuelas para uniros bajo un mismo lugar y decidir, de una vez por todas, cuál de todas es la mejor. ¡Upupupu!

    —“¿Escuelas?” —dijo, confundido, Kris.

    —“¿C-Convivencia? —farfulló Kyllian, contrariado.

    —“¿Historia…?” —inquirió, curioso, Givan.

    —¿¡Burro!? —exclamó, de pronto, Aleck.

    Monokuma, riendo con cierta malicia, alzó las manos.

    —¡Exacto, exacto! Y en este Programa Especial de Conviencia, ¡hay reglas que seguir!

    —“Para salir de aquí, hay que matar a otro sin ser descubierto”. “Cuando sucede un asesinato, iniciará una clase de juicio: si los supervivientes encuentran al culpable, sobrevivirán y el culpable será castigado. Si los supervivientes fallan, el culpable podrá salir y todos los demás serán ejecutados” —empezó a recitar, casi de memoria, Pyro.

    —¡Din, din, din! ¡Premio para Pyro Redflame! Upupupu~…

    —Wow. Es peor de lo que pensaba —murmuró Cayden, suspirando.

    —¿Matarnos unos a otros…? —exclamó Ethan—. ¡Ni en broma! No vamos a hacer eso, ¡nadie aquí va a hacer eso!

    —Exacto —asintió Drake, al otro lado de Emily. Noté en su voz un cierto temblor, pero trató de disimularlo todo lo que pudo. Para los que lo conocíamos, sin embargo, era imposible de ocultar. “No hay duda de que es él, Drake de verdad”, me dije, con cierto alivio. Realmente estaba allí, ¿eh?—. No podéis dejaros engañar por Monokuma. ¡No hagáis caso a nada de lo que diga a continuación! Tratará de hacer que nos matemos entre nosotros por todos los medios, pero-

    —Sigue explicando, por favor —interrumpió Kyllian, de repente, con gesto severo—. Me interesa conocer todos los detalles de esta situación.

    Monokuma se puso con brazos en jarra, enfadado, como un niño al que le han molestado.

    —¡¡Si me dejaseis explicarlo tranquilamente, lo sabríais!! Pft. Ahora, por ir de listos, os aguantáis. Que cada uno lea sus reglas en su Monófono, pfpfpf. Ya que conocéis taaaan bien la mecánica de este juego, ¡os las apañáis!

    —¿Monófono? ¿Qué es eso? —se preguntó Drake en voz alta—. ¿Uno de tus aparatos?

    —¿… no tenéis los monófonos aún? Ups.

    —¡M-Menuda organización más lamentable! —exclamó Destiny.

    —¡Fallos técnicos hay en todas partes! —gruñó Monokuma—. Bueno, ¡encontraréis los Monófonos en vuestras casas! Pero antes, os advierto… ¡incumpliréis una regla si osáis entrar en la casa de otro! ¡Las casas son pri-va-das!

    —¡¿Tenemos una casa propia?! —exclamó Niko—. ¿Dónde?

    Monokuma se rio, misterioso.

    —Salid a la plaza, y lo comprobaréis. Ya está… todo preparado. Upupupup~.

    Y, de un salto, se metió por el agujero por el que había entrado, que se cerró tras de sí. La luz del techo se apagó, y yo crucé la mirada con mis conocidos.

    No hacía falta mucha confirmación para saberlo, pero… escucharlo directamente lo hacía mucho peor. Era, en efecto, otro juego de asesinato.

    Y, al salir, quedé completamente contrariado. Lo que antes era una plaza lúgubre, oscura y silenciosa, ahora estaba llena de colores, de luces, casi parecía viva. Aún era de noche, pero aquello parecía más una plaza festiva que la plaza entristecida que vimos antes.

    —Imposible —farfulló Kyllian al salir y ver aquello—. No ha habido… tiempo físico para hacer semejante cambio.

    —Con Monokuma, todo es posible —explicó Emily. No me había casi percatado, pero estaba… agarrada a mi brazo. Y podía sentir su miedo creciendo en su cuerpo.

    Miré hacia la plaza, siguiendo las luces de colores, que, como un arcoíris con muchas más gamas, se extendían hacia delante. Eran focos que manaban del suelo, dibujando la circunferencia de la plaza, con la fuente en el centro. Los edificios que la rodeaban estaban, ahora, iluminados por esos focos, y… de ellos colgaban enormes mantones con las caras pixeladas de cada uno de nosotros.

    —Increíble —dijo, admirado, Cayden.

    —¿¡Esa es la mía!? ¡Me muero de ganas de ver qué hay dentro! —exclamó, vivaracho, Niko, que en seguida correteó hacia la casa con su rostro sobre ella, ignorando el contexto en el que estábamos.

    —Va a ser… divertido —murmuró Ryu, impulsando las ruedas de su silla, cuando pasó a nuestro lado—. ¿No creéis?

    Todos empezaron… a dirigirse hacia “sus casas”, sin más. Atrás nos quedamos Lucas, Bezzy, Pyro, Drake, Emily y yo. La Super Esperanza me apretó aún más el brazo. Fue como si toda la seriedad y firmeza que había mostrado cuando habló en la “reunión” se hubiese desplomado de pronto, incapaz de soportar más la fachada.


    Ahora, su voz sonaba… asustada.

    —D-Dante, yo… no quiero que esto suceda de nuevo.

    Negué con la cabeza.

    —No te preocupes. Te tenemos a ti: tenemos esperanza.

    —Exacto —asintió Lucas, sonriente—. Esta vez estaremos unidos… y seguro que los demás nos encuentran. ¡Estamos en plena Galeia, después de todo, duh!

    Emily tembló, sin embargo, y sus ojos parpadearon. El rosa tembló por unos instantes. La tomé de la cara, y la miré de cerca.

    —Em… te protegeré, ¿sí? No dejaré que te pase nada.

    >> Soy tu guardián, después de todo. No: soy el Super Guardián.

    …. Y un Guardián hace lo que sea por proteger a las personas que quiere.


    Fin del prólogo.
     
    Última edición: 3 Octubre 2025
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  3. Threadmarks: Capítulo 1 (Vida Diaria - 1)
     
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    Escritor
    Título:
    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    6433
    Bueno, en el prólogo quise dejarlo todo más en el aire y no lanzar etiquetas ni nada así por generar más intriga sobre qué personajes iban a estar involucrados and stuff. Pero ahora que arrancará con este capítulo oficialmente el capítulo 1 y tras la lectura de este todos los personajes, talentos and stuff estarán oficialmente sobre la mesa, voy a tomarme la libertad de hacerme el buen spam y etiquetar a la gente para que sepan que esto existe y me lleguen los likes que merezco uwur okno (¿o sí?).

    Así pues, etiqueto a quienes creo que pueden estar interesados, sea porque sé que han sido lectores de las primeras partes y aún no me conste que hayan visto que existe este fic, sea porque sus personajes son mencionados de alguna forma en la historia, o sea porque simplemente creo que les puede interesar (lo dejaré en el aire hehe):

    Andysaster Graecus Nekita Reual Nathan Onyrian Kcalbdelaperdicion Santygrass Gigavehl Zireael

    Si no les interesa pueden simplemente cerrarlo que no les juzgaré, pero uno se tiene que hacer autopromoción, hombre. Si sí les interesa, andá y tirá arriba al prólogo, que este capítulo ya trae spoilers si no lo han leído >:(



    Capítulo 1: La historia del crimen que nunca ocurrió.
    Vida Diaria.


    Me quedé sin palabras. Monokuma no bromeaba: teníamos nuestra propia casa.

    Cuando crucé la puerta de la casa que ondeaba el estandarte con mi rostro pixelado dibujado sobre él, observé la inmensa sala que, a modo de salón-cocina, se alzaba ante mí.

    Un sofá frente a una chimenea encendida que daba calidez a la estancia se ubicaba tras una mesa de cristal alta con varias sillas elegantes. Al otro lado, una isla de cocina pulcra, gris y refinada daba pie a una cocina reformada y equipada. Pero… lo más llamativo, sin duda, de aquel loft eran los pequeños detalles.

    —I-Increíble —dije en voz alta, admirado.

    Las paredes de la parte del salón estaban llenas de cuadros de marcos simples y de colores apagados, pero albergaban dentro fotos, imágenes, dibujos y todo tipo de arte que representaba… a distintos Pokémon.

    En la estantería que había tras el sofá encontré libros sobre biología, diversos poemarios, incluso varios periódicos muy antiguos que trataban temas ambientales. Por otro lado, en la cocina, el reloj de la pared tenía la forma de un escudo, el mismo escudo que había en la pared en el centro de la sala, junto al hueco de las escaleras.

    Subí las mismas, y encontré un precioso baño moderno y un dormitorio amplio anexo a él. En el dormitorio, además, destacaba algo, algo hecho de piedra y mármol. Una estatua.

    —E-Emily…

    La estatua no era exactamente Emily; decorando la sala se veía aquella obra de arte que representaba a una figura femenina de pelo largo con la mano en el pecho. Era una mujer sin rostro, abstracta, en realidad, pero yo veía claramente a Emily en ella. Trofeos y figuritas decoraban los estantes que colgaban de la pared, y cuando los examiné, sonreí ligeramente.

    Todo allí… toda la habitación… estaba diseñado expresamente para mí. La decoración estaba a mi gusto, los libros y elementos varios eran los que me gustaban, y la simbología reflejaba mi talento. Fue cuando abrí el armario cuando terminé de confirmarlo.

    —¿Q-Qué es esto?

    No solo había ropa, todo uniformes iguales al que llevaba y alguna chaqueta adicional, no. También había un fondo más profundo donde pude ver diversas armas: un par de espadas, escudos y demás armas rudimentarias. Como las que llevaría un caballero, un paladín. En definitiva, un guardián.

    Me giré y vi el objeto encima de la mesita de noche: una especie de smartphone mitad negro y mitad blanco. Lo tomé y lo desbloqueé, viendo varias aplicaciones.

    —El Monófono —susurré para mí mismo, curioseándolo.

    La primera aplicación era una lista. “Reglas”, se llamaba.

    “Aquí estaban. Las jodidas reglas. ¿Qué serán esta vez?”.

    Empecé a leer.


    Regla 1: Ningún estudiante podrá salir del perímetro delimitado en cada momento actual de Galeia.

    Regla 2: Cada estudiante tiene una vivienda propia que es de uso personal: solo el legítimo portador de la llave de la vivienda puede acceder y permanecer en ella.

    Regla 3: Todos los estudiantes continuarán en el Programa Especial de Convivencia hasta que este acabe por cualquiera de las causas definidas en las reglas 6, 12 o 17.

    Regla 4: Si un alumno o alumna ejecuta a otro, se dará comienzo una fase de investigación y su posterior clase de juicio, donde el resto de supervivientes deberá decidir quién fue el culpable por votación mayoritaria, única y secreta.

    Regla 5: Si el estudiante más votado en una clase de juicio es el culpable, será ejecutado como castigo.

    Regla 6: Si el estudiante más votado en una clase de juicio no es el culpable, el verdadero culpable superará el Programa Especial de Convivencia y el resto serán eliminados, terminando el Programa inmediatamente.

    Regla 7: Se considerará como culpable únicamente al asesino de la primera víctima: si de forma previa a la clase de juicio aparece otra víctima, el culpable de esa ejecución no será considerado culpable para ese juicio y quedará impune.

    Regla 8: No está permitido que se produzcan más de tres ejecuciones. El anuncio se reproducirá de forma automática si una tercera víctima es ejecutada, independientemente de las reglas 9 y 10.

    Regla 9: Si tres personas encuentran un cadáver, se activará un anuncio global que dará pie al inicio de la investigación.

    Regla 10: Solo cuentan para la activación del anuncio aquellos que encuentren a la víctima de forma posterior a la ejecución, incluyendo al culpable; no contarán para el anuncio nadie que presencie la ejecución en directo, salvo que vuelvan a encontrar el cadáver junto a alguien que no la presenció.

    Regla 11: Si quedan seis o menos estudiantes dentro del Programa Especial de Convivencia, se levantarán las reglas 4, 5 y 6, y empezará una fase de “Última Sangre”, donde no habrá clases de juicio ante los crímenes cometidos por alumnos y alumnas y estos podrán cometerse impunemente.

    Regla 12: El Programa Especial de Convivencia terminará en todo caso cuando queden tres o menos estudiantes, que pasarán a superar el Programa.

    Regla 13: Todos los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia estarán adscritos a las cuatro escuelas listadas en la app correspondiente del Monófono.

    Regla 14: Si un estudiante no está asignado directamente a una de las escuelas, podrá elegir a qué escuela anotarse, y tendrá que estar anotado a alguna antes de que comience la primera clase de juicio. Una vez formados definitivamente las escuelas, no estará permitido cambiar la misma, salvo que Monokuma lo autorice expresamente.

    Regla 15: La escuela con más miembros participantes del Programa será considerada la escuela dominante, y disfrutará de un privilegio especial. Se dará este privilegio al inicio del Programa y tras cada clase de juicio.

    Regla 16: Si todos los estudiantes de una escuela son eliminados, las viviendas de todos los integrantes de la escuela pasarán a ser de uso común y libre por parte del resto de estudiantes.

    Regla 17: Si solo quedan como participantes activos del programa los miembros de una escuela, aplica la regla 8 incluso aunque queden más de tres personas, dando fin al Programa en el mismo sentido.

    Regla 18: Los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia están obligados a participar en todas las clases organizadas por Monokuma, incluyendo las clases de juicio.

    Regla 19: Monokuma tiene libertad para agregar nuevas reglas, pero no puede eliminar reglas previas.

    Regla 20: Infringir cualquiera de las reglas registradas en esta lista supondrá la eliminación automática del infractor como castigo.



    Terminé de leer y solté una honda exhalación. Veinte reglas, todas de golpe, y… mucho más detalladas que en los otros dos juegos. No pude evitar notar diferencias con los anteriores juegos; estas reglas parecían más pensadas, más deliberadas. El hecho en sí de regir todo el juego en base a reglas era un sello de Liza y los Seguidores, desde luego, pero esta vez parecía… distinto, de algún modo.

    Quizá se debía a cómo se expresaban las reglas. Se notaba un lenguaje más formal, más serio, más intencional, de alguna forma. Muchas de las reglas, eso sí, me eran conocidas. Las clases de juicio, los anuncios (aunque aquí se preocuparon de especificar con claridad cómo computaba el asesino y posibles testigos o cómplices de cara a contabilizar quiénes activaban el anuncio…), en fin. Eran las reglas que cabría esperar.

    Pero otras me sonaban totalmente nuevas. E-Esa “Última Sangre”… La mía se heló cuando leí aquello y visualicé el caos que podría generarse si llegábamos a ese punto. Pero era una forma muy inteligente de crear tensiones entre un grupo pequeño que, de haber llegado hasta ese punto, estaría bastante unido. Liza y los Seguidores perdieron en los otros juegos porque los supervivientes dejaron de tener razones para matarse entre ellos, y pasaron a tener motivos para querer cooperar y detener a la mente maestra detrás de todo.

    Pero ¿con esa regla? Quién sabía.

    Sin embargo, lo que más captó mi atención fueron las reglas 13 a 17.

    —¿Escuelas? —me pregunté en alto, y salí de la app de las reglas para seguir curioseando. En el Monófono, después de todo, debería encontrar más información sobre eso.

    Había una aplicación de alarma y reloj, una aplicación de llamadas donde estábamos registrados los diecisiete, un bloc de notas, lo normal. Y también había otras aplicaciones que parecían bloqueadas. Pero una de ellas, sin embargo, sí funcionaba.

    La abrí, y mi pantalla se dividió en cuatro.

    En la esquina superior izquierda, el logo de una especie de flor rosada bajo la palabra “Esperanza”; en la esquina superior derecha, un logo de una llama anaranjada bajo la palabra “Verdad”; en la inferior izquierda, primaba el azul, representado por una imagen de un reloj de arena y la palabra “Futuro”; y en la inferior derecha, con fondo amarillo, una balanza y la palabra “Justicia”.

    De repente, justo cuando estuve a punto de seguir investigando, la voz estridente me sobresaltó, haciendo que casi se me cayera el teléfono al suelo.

    —¡Hooooola, Guardiancito!

    —¡M-Monokuma! ¿Qué haces aquí?

    —Upupu~… ¿Te gusta tu nueva casa?

    Arrugué la nariz.

    —… está claro que estáis bien informados sobre mí, eso desde luego. Pero que represente mis gustos y mi talento no significa que me guste. No quiero vivir aquí, quiero salir de este “Programa” tuyo.

    —Uy, ¡claro, claro! ¡Quieres salir del Programa! Creo que entonces harías bien en leer las reglas, ¡ahí verás cómo superarlo!

    —Ya leí tus estúpidas reglas —farfullé, molesto. “Es inútil razonar con él. Siempre lo fue, lo controlase quien lo controlase” —. Ya que estás aquí, explícame lo de las escuelas, haz el favor. ¿Qué clase de nuevo invento es ese? ¿Son estas cuatro? —Le mostré el Monófono, y él se rio con satisfacción.

    —¡Ah, mi querido alumno aventajado, siempre tan curioso! Veo que has descubierto la app de las Escuelas, upupupu… ¡Pues sí! ¡Esas son las cuatro escuelas! La Escuela Esperanza, la Escuela Verdad, la Escuela Futuro y la Escuela Justicia, sí, señor.

    —¿Y bien…?

    —¿Y bien, qué? —gruñó Monokuma—. Creo que todo está bieeeen explicadito en las reglas. ¿Es que a los jóvenes de hoy en día no os enseñan a usar las nuevas tecnologías? ¡Si quieres saber más, toca en el logo de la escuela! Y eso que se suponía que eras de la “touch generation”, pffft.

    Rodé los ojos y centré mi vista en la pantalla de nuevo. Pulsé, en primer lugar, el icono de la Escuela Esperanza. Un… rostro apareció bajo el logo, que ahora ocupaba toda la pantalla.

    Emily.

    Bajo ella, aparecía un botón donde ponía “unirme”.

    —¿Q-Quiere decir esto… que yo puedo escoger a qué escuela adscribirme?

    —¡Upupupu! ¡Exacto, exacto! Se ha asignado un Delegado para cada escuela automáticamente, ¡pero el resto os podéis apuntar a la que queráis libremente! El Delegado es el único que saldrá públicamente en la aplicación, ¡así que corre, apúntate a alguna antes de que los cupos se agoten, nunca sabrás cuándo puede pasar eso! Upupu…

    Tragué saliva. ¿Delegados? Entonces Emily era Delegada de la Escuela Esperanza. “Lógico, supongo”.

    Con un nudo en la garganta, pulsé ahora la Escuela Verdad para ver quién era su “Delegado”.

    Pyro Redflame. Así que Pyro había sido asignado automáticamente a una escuela distinta a la de Emily. Monokuma los había separado. “Seguramente, eso quiere decir que…”. Rápidamente, me deslicé a los otros dos.

    El Delegado de la Escuela Futuro era Lucas Diamond. El Delegado de la Escuela Justicia era Drake Orestes.

    “Maldito Monokuma”.

    —Así que tengo que escoger si unirme a Emily, a Pyro, a Drake o a Lucas…

    —Así es, ¡así es! Lo captas rápido, Dante, ¡muy bien! —aplaudió Monokuma, con un cierto aire sarcástico—. Y, como te dije, tienes que darte prisa, porque las Escuelas tienen un límite de alumnos admitidos. ¡Decídete rápido, porque no quieres incumplir la regla 14!

    Hmpf. La regla 14 decía que…

    “Si un estudiante no está asignado directamente a una de las escuelas, podrá elegir a qué escuela anotarse, y tendrá que estar anotado a alguna antes de que comience la primera clase de juicio”.

    De modo que tenía un tiempo límite. Porque si no había escogido Escuela antes de ese momento, cuando llegase (poque… siempre llegaba). Incumpliría la regla, y la número 20 aplicaría. El castigo. Eliminarme.

    —Tranquilo. No caeré en tus estúpidas trampas. Me uniré a una maldita escuela.

    “Por desgracia, sé hasta dónde puedo resistirme. Y sé que si me resisto con eso… no saldré bien parado”.

    Mi primer impulso, en fin, fue lanzarme inmediatamente a reservar un cupo en la Escuela Esperanza. Según las reglas, de algún modo, las personas de una misma Escuela trabajaban juntos: podían gozar de privilegios colectivos y podían, hipotéticamente, ganar el jodido juego antes de lo usual, si se daban las circunstancias. Pero me contuve, y no lo hice.

    Lucas, Pyro, Drake y Emily eran los cuatro “líderes”, los “Delegados”. Monokuma nos había separado, probablemente de manera muy deliberada. No podríamos unirnos, y solo yo podía escoger participar en una de las cuatro Escuelas. Lo correcto… era esperar, hablar con todos y acordar con ellos qué debería hacer.

    Pero eso no quitaba que sintiese ansiedad al pensar que podrían agotarse los cupos de la Escuela Esperanza por no haber actuado ya. “Consecuencias de ser quien soy, supongo… estoy casi programado para eso”, me dije, con cierto amargor.


    Cuando salí de la casa, miré a mi alrededor en la plaza y me sorprendió encontrarla bastante vacía. ¿Dónde estaban los demás? Habría esperado encontrarme con varios de los demás para poder charlar, discutir la situación y tratar de discutir la situación ahora que teníamos más información… pero no había nadie allí.

    Bueno, mentira. Había alguien, una persona, junto a la fuente. Me acerqué a él, que tenía las manos en los bolsillos, y no fue hasta que le alcancé y le toqué en el hombro cuando se giró para mirarme. Me di cuenta entonces de que llevaba cascos puestos, y se quitó uno de ellos para atenderme. ¿Estarían esos cascos en su cuarto…? ¿¡Acaso el Monófono tenía música!?

    —Cayden, ¿no? ¿Sabes dónde está el resto?

    Cayden me miró de arriba abajo con sus ojos amarillos. No había tenido ocasión de hablar con él hasta entonces, más allá de un saludo desde lejos cuando Em me lo presentó, pero me había formado una imagen previa de él, solo con verlo de lejos. Se le veía, de alguna forma, en esos ojos: esa especie de desinterés mezclado con una… profunda aura de ¿tristeza? ¿Melancolía? Algo así.

    “Y, además, sigo sin saber su talento… y no ubico cuál puede ser, ¿qué le pega a este chico?”.

    —Sí, lo sé. —Sacó una mano del bolsillo y señaló en una dirección—. Se fueron casi todos por allí, han hecho grupito para explorar. Se ve que eso de los “límites” que podemos explorar se han ampliado un poco. El Distrito Comercial está abierto.

    —Ah, ¿el Distrito Comercial? El antiguo, supongo, ¿no?

    —Mm-hm —asintió él—. El que está vacío, digo yo. No creo que nos dejen entrar en sitios donde haya gente, no tendría sentido este juego en ese caso.

    “Ya”, me dije, analizando a Cayden. “Y, ¿por qué a ti parece que te da igual si estamos o no en un juego de este tipo?”.

    —Quizá deberíamos ir hacia allí entonces, también. ¿No crees?

    —Nah.

    ¿N-Nah?

    —¿No tienes curiosidad? ¿Ni hambre? Allí habrá comida, supongo —inquirí, cada vez sintiendo más curiosidad por aquella persona.

    —Claro. Pero ya iré yo luego, por mi cuenta. Cuando me apetezca.

    “Qué chico tan raro”.

    —Está bien, está bien. Entonces nos vemos luego. —Me giré, dispuesto a marcharme, pero no pude evitar la curiosidad. Me volví a girar para mirarlo, y me di cuenta de que seguía analizándome con sus ojos, atento—. Oye, por cierto.

    —¿Sí?

    —¿Puedo preguntarte algo?

    —Adelante.

    “Va al grano, desde luego. Ni más, ni menos de lo que se pregunta: al grano”.

    —¿Cuál es tu talento?

    Solo en ese momento, cuando le pregunté aquello, giró todo su cuerpo para dirigirse hacia mí. Antes había estado mirándome de reojo, con el cuerpo enfocado a la fuente. Guardó unos segundos de silencio, y, tras un suspiro que parecía casi de hartazgo, dijo:

    —Soy el Super Abogado.

    —¿¡A-Abogado!? —exclamé, sin poder evitarlo.

    Si hubiese hecho una lista de cien posibles talentos, Abogado no habría sido uno de ellos.

    —Abogado —repitió.

    —Vale… entiendo.

    —Sí. ¿Sorprende?

    —U-Un poco, no te voy a mentir.

    Se volvió a girar entonces, metiendo las manos en los bolsillos. Ni siquiera me miró cuando respondió de nuevo.

    —Bueno. Comprensible. Pero, para ser un buen abogado, tampoco hace falta llevar un traje de chaqueta, un maletín, y ondear mucho la mano diciendo “protesto”, ¿sabes?

    —C-Claro, no pretendía ofenderte, solo es que-

    —No es una ofensa, no te preocupes. —Señaló con el pulgar en la dirección que me indicó antes, y dijo—. ¿No ibas con el resto, Dante Miles?

    —Ah, uh… sí. Cierto. Nos vemos, Cayden.

    Me fui de allí, avanzando calle abajo, dirección sur… con la amarga sensación de haber tenido algo muy distinto a una conversación con él. Ahora que lo pensaba, aquello se pareció más a un interrogatorio, a una ráfaga de preguntas con respuestas concretas, que a una charla.

    “Quizá es más abogado de lo que aparenta, después de todo”.

    Mis pasos, al final, me llevaron a la antigua calle comercial. Cuando Galeia se fundó, allí estaban los distintos mercados y tiendas que proveían a la gente de los objetos necesarios para sobrevivir. Poco a poco, como en toda ciudad, fue creciendo y se hizo más… bueno, una zona comercial en sí misma. Por mucho que Galeia existiese como refugio tras la catástrofe que fue la Pérdida, cuando la gente se habituó empezó a hacer lo que la gente hace: crear vida social, desarrollar aficiones, establecer negocios y relaciones. Y la zona comercial se expandió.

    Hacía tiempo, sin embargo, que debía estar casi abandonada. Aún se oía de gente que la utilizaba como refugio, de vagabundos que se escondían de la Desesperación en los distintos establecimientos, sin tener un lugar mejor al que ir. Las tiendas se movieron al norte, a la periferia, donde la vida pudo continuar con falsa normalidad por más tiempo.

    … por eso me sorprendió tanto ver aquella calle tan… extrañamente viva y vacía a la vez.

    —Wow —exclamé en voz alta.

    Las luces brillaban por todas partes, como si todo estuviese abierto. Pero no había gente atendiendo; en su lugar, había…

    —¿Q-Qué haces aquí, Monokuma?

    —¡Vengan a probar nuestras famosas Monoburguers! ¡Con delicioso bacon de Grumpig! ¡Cocinadas al estilo smash! ¡A partir de 10 monodólares!

    “Monoburguers, monodólares. Monófono. Alguien es un oso egocéntrico”.

    —¡Farmacia 24 horas! —escuché en otra dirección. O-Otro Monokuma estaba frente al pequeño negocio, decorado con la icónica cruz verde iluminada—. ¡Todo lo necesario para cuidar su salud!

    Me acerqué allí, puesto que vi a alguien en la puerta, mirando con atención al escaparate de la farmacia. Cuando le di un pequeño toque en el hombro para llamar su atención, dio un pequeño brinco sobresaltado, pero en seguida se calmó al verme.

    —¡A-Ah! Me asustaste. Creí que eras uno de esos osos, o peor aún… uno de esos dos.

    “Aleck y Niko, asumo”.

    —Perdona por asustarte. Te llamabas Kris, ¿cierto? Creo que no nos han presentado. Soy Dante Miles, el Super Guardián.

    Se retiró el pelo blanquecino de la cara y bajó ligeramente el mantón que llevaba a los hombros y que cubría su boca a veces. Cuando me miró, lo hizo con la cabeza aún algo agachada, como si, pese a ser más o menos de mi altura, me quisiese mirar desde abajo. Era un chico bastante particular. Y según Pyro, debía ser el Super Cirujano, Super Artista o Super Cocinero.

    “Veamos si el Analista estaba en lo cierto”.

    —Por lo que veo ambos hemos oído hablar del otro aunque no hayamos hablado entre nosotros. También he escuchado cosas sobre ti, Dante. Qué Ultimate no lo ha hecho. Yo soy… Kris Viridis. Me llaman el Super Médico.

    “Suficientemente cerca, Pyro. Te lo cuento como un acierto”.

    —Un médico, ¿eh? —Era una alegría inmensa oír ese talento. En un escenario como el de un juego así, tener a alguien experto en medicina era una bendición. Incluso Ixie, que utilizaba métodos poco científicos en sus prácticas médicas, era de mucha utilidad por sus conocimientos—. Pues encantado de conocerte formalmente, Kris.

    Me fijé en los cortes en las manos que decía Pyro: era cierto que tenía pequeñas, muy pequeñas cicatrices, que se dibujaban en los contornos de las mismas. Era asombroso que el Analista se hubiese fijado en ellas desde la distancia a la que lo hizo. Pero no dejaba de escamarme un poco: un escultor o un cocinero, quizás, pero ¿un médico no debería ser extremadamente cuidadoso con sus bisturíes y otras herramientas? ¿Cómo podía un supuesto Ultimate tener tantas pequeñas cicatrices?

    —O-Oye, tú has estado en otros juegos como este, ¿no, Dante? —me preguntó Kris, con ligeras gotas de sudor en su frente. Asentí con seriedad—. Y… ¿fueron realmente tan terribles como suenan? ¿Va a ser esto igual? ¿Va a empezar a haber muertes en cualquier momento?

    “Ojalá pudiera decirte que no”. No tuve más remedio que asentir.

    —Nos encerraban en lugares de los que no podíamos escapar bajo el pretexto de que solo matando podríamos escapar. Por mucho que intentábamos permanecer unidos, era cuestión de tiempo hasta que la desesperación se apoderaba de alguno de nosotros. Siento no poder… decirte otra cosa.

    —N-No, está bien. Prefiero que seas sincero. Oí, hm… hablar un poco de uno de esos juegos. Aquel en el que murió Liza White. Algunos tuvimos la suerte de oír la verdad sobre el tema, o al menos los rumores. Que era la causa de toda la Desesperación, la Pérdida y todo eso.

    Tragué saliva. Sí, Liza murió en el primero de los juegos, pero… nadie salvo los Gamma debería saber la verdad completa. Que no había muerto del todo. Que seguía viva de alguna forma en Bezzy, una de las participantes de este juego. ¿Cuál podría ser la reacción de los demás si se enteraban…? No quería ni imaginarlo.

    La Violinista tenía el control, en teoría. La podía tener neutralizada. Pero incluso yo me preguntaba a veces si ese control podía ser definitivo, o si… en algún punto, Liza podría recuperarlo.

    —Sí —asentí—. Pero incluso aunque se acabe con la raíz de un problema, sus consecuencias, sus extensiones, no desaparecen. Y esta es una de esas extensiones, claramente. —Miré a Kris de nuevo, analizando su expresión, que lucía siempre insegura, tensa, quizá incluso paranoica. Como si estuviese en una constante alerta—. Si estás informado de todo esto, supongo que debes haber formado parte de algún grupo de resistencia al Gobierno, ¿no?

    Él se envaró inmediatamente. Claramente, di en el clavo, y le incomodaba verse expuesto.

    —Bueno, oí cosas sobre el tema, claro, con mi profesión tengo muchos clientes y los rumores corren, y… en fin. —… me sonó a una mentira algo pobre, la verdad—. Pero cambiando de tema, ¿tú tienes algún “monodólar”?

    Negué con la cabeza.

    —Pues vaya mierda —protestó el Médico—. Estos Monokumas están en todas las tiendas pidiendo “monodólares” por los productos. Pero parecen ser más tontos que el oso original, solo repiten sus frases como loros. Igual podríamos… ya sabes.

    Hizo un gesto con la mano, desviando la mirada. “Robar, vaya. Está diciendo que podríamos llevarnos cosas sin pagar”.

    Miré al Monokuma frente a la farmacia, y caminé un poco a su alrededor. Lo que Kris decía era cierto: aunque eran idénticos al Monokuma normal, no parecían ser el mismo modelo, de algún modo. No parecían tener libre movilidad ni autonomía, solo estaban ahí plantados, cada uno en una tienda, y a veces repetían una frase como si fuesen vendedores ambulantes voceando sus productos.

    —Yo… no me arriesgaría demasiado —dije—. No de momento.

    —Robar no es contrario a las reglas, en cualquier caso, ¿no? —advirtió Kris. Esa era unabuena observación, ciertamente—. No debería de ser problemático.

    “Tiene razón. Y, aun así, no me fio ni lo más mínimo”.

    —Por si acaso, yo propondría seguir explorando todo lo que podamos por aquí, a ver si encontramos algo, antes de lanzarnos a robar. Si nos van a dejar encerrados en esta sección de la ciudad por mucho tiempo, tendrán que darnos de comida.

    Kris puso los ojos en blanco. Parecía decepcionado de no poder birlar unas cuantas medicinas.

    —Has dicho exactamente lo mismo que Emily. Se nota que eres su Guardián y todo eso.

    Me sonrojé un poco.

    —¿Sabes dónde está Emily, por cierto? La estoy buscando.

    —Fueron al final de la calle, al… centro comercial. Casi todos se fueron por allí.

    Centro comercial, ¿eh? Le di una palmadita a Kris en el hombro (y, de nuevo, dio un breve respingo ante mi contacto, como si no lo esperase y sus resortes de alerta se activasen), y le sonreí.

    —Pues voy allí yo también. Cuídate, Kris.

    —¿Q-Qué quieres decir con eso? ¿Crees que alguien puede estar planeando ya asesinar?

    —¿E-Eh? N-No, no, era, no sé. Un saludo. Una frase hecha.

    —Ah. Menos mal —suspiró, aliviado. Luego escondió parte de su boca, de nuevo, bajo su mantón, agachando la mirada—. Hasta luego, Dante. No tardéis en volver, ¿vale?

    >> Y si Aleck y Nikolah te preguntan por mí, diles que, no sé. Que ya me he muerto, o algo así.

    Asentí, entre una ligera risa. Pero, de pronto, me paré. Recordé algo, algo a lo que pensaba que le habíamos dado demasiada poca importancia, de lo que no habíamos hablado con nadie y sobre lo que, entre tantas nuevas caras y tantos reencuentros, se quedó en el tintero. Ahora que sabía que Kris era el Super Médico, regresó a mí de pronto. Él era el mejor para investigar algo así, ¿no?

    —Otra cosa más antes de irme, Kris: tengo un favor que pedirte…

    —¿Sí? —Su gesto parecía preocupado, tenso ante lo que quiera que iba a proponerle. Como si no le hiciese mucha gracia tener que hacer cosas, en general.

    —Cuando desperté, me encontré con Anna y con Ethan nada más llegar. Y vimos un cadáver en mitad de la calle, uno calcinado e irreconocible, pero con restos del uniforme que llevamos puesto todos y todas aún visibles. Según Anna, cayó justo delante de ella, apareciendo de la nada.

    >> Ahora que sabemos que no debería haber nadie más aquí, en esta zona de la ciudad aislada por Monokuma… se me hace rara la presencia de ese cadáver. Me preguntaba si podrías ir a echarle un vistazo, tú que eres médico. Quizá encuentres algo en él que nosotros no.

    —¿Eh? ¿Q-Quieres que examine un cadáver? —Zarandeó la cabeza, y suspiró—. Ugh… e-está bien, lo haré cuando pueda. Indícame dónde está y lo iré a buscar.

    Después de explicarle a Kris la ubicación del cuerpo al que me refería, seguí mi camino, y acabé delante del gran edificio acristalado que era el viejo centro comercial sur. El símbolo del desarrollo de aquella zona comercial, que empezó siendo un lugar de simples mercados diseñado para que la gente pudiese abastecerse en crisis, y acabó teniendo, bueno. Aquello.

    Ahora, el centro comercial lucía algo desgastado, algunos cristales estando rotos y con visibles signos del paso del tiempo, como en el resto del distrito. Me acerqué a la puerta, donde un par de personas se ubicaban, pero antes de eso… me fijé en algo más. Había una larga banda de seguridad blanca y negra replegada alrededor del edificio, con el rostro de Monokuma impreso por todas partes.

    “¿Era esta la manera de delimitar el perímetro permitido? Qué cosa más cutre”.

    —Hombre, Dante, Dante, Dante. Ven, ven aquí, te estábamos esperando.

    La que me llamó, una de las dos personas en la puerta del centro comercial, era Anna. Estaba junto al alto, a Niko. Cuando los alcancé, se apoyó sobre mi hombro y me miró de cerca, con esa mirada suya tan… no sé, ¿inquisitiva, supongo? Anna me resultaba algo difícil de leer y de interpretar.

    —Estábamos aquí Nikolah y yo, tomando el aire. A Niko le hacía bastante falta, porque se nos ha puesto nervioso allí dentro, ¿a que sí?

    Miré a Nikolah. Tenía los ojos brillando y golpeteaba el suelo con un pie rítmicamente, con visible ansiedad. Su cara estaba enfocada a algo que tenía entre sus manos.

    —C-Creía que estas cartas ya no existían… ¿¡tienes idea de lo valiosas que son, Anna-chan!?

    —Ha encontrado ahí dentro una tienda abandonada de juguetes y se ha llevado todas las cartas y figuritas que ha visto —explicó Anna—. Cosas típicas del Super Coleccionista, supongo.

    “Joder, Pyro”, pensé. “Diste en el clavo con él”. Me fijé entonces en sus bolsas y alijos, que lucían mucho, mucho más llenas que antes. Parecía estar totalmente abstraído ahora con esas cartas… No podía sino pensar cómo sería su casa. Seguro que estaba llena hasta arriba de todo tipo de cosas.

    ¿Qué coleccionaría? ¿De todo? Pyro pareció implicar que sí, al decir que incluso coleccionaba los chistes de Aleck… Era un pensamiento interesante. En otro momento tendría que hablar con él para conocer más detalles al respecto. Imaginaba, además, que alguien que coleccionaba todo tipo de cosas debía estar informado de muchas cosas distintas; quizá era alguien con información importante.

    Pero claramente, ahora no era el momento. Pero sí el momento de hablar con Anna.

    —¿Están Emily y los demás dentro?

    —Mayormente, sí —susurró Anna, mirándome fijamente mientras jugueteaba con su pelo—. Están ahí dentro dando vueltas casi todos. El sitio da para explorar, desde luego. Hay tiendas abandonadas y otras con esos pesados de los Monokuma molestando y diciendo no sé qué de los monodólares. ¿Tú tienes alguno?

    Negué con la cabeza. “Pero aparentemente hay algunas tiendas donde no ha pasado nada porque Niko haya tomado objetos sin pagar, ¿no? Hm”.

    —Y dime, Dante —siguió Anna, mirándome de forma inquisitiva, hasta juguetona—, ¿te has unido a alguna escuela ya?

    La pregunta me tomó por sorpresa, y quedé callado mirándola. Ella sonrió, como si hubiese notado que había tocado en una tecla correcta, de algún modo. Supo la respuesta a su pregunta sin que yo se la dijese.

    —Eso es que no. Pensaba que te irías de cabeza a la Escuela Esperanza, con tu querida Emily. ¿Tienes dudas, acaso?

    —N-No, no es eso, es… —Zarandeé la cabeza. “¿Por qué siento que está jugando conmigo?”—. ¿Qué hay de ti, Anna? ¿Escogiste Escuela?

    —Ah, ¿yo? Sí, claro. Desde el principio.

    —¿Me dirás cuál es?

    Ella sonrió, me puso la mano en la cara y me miró con unos ojos muy abiertos, como si le pareciese fascinante que siquiera se me pasase por la cabeza que me lo iba a decir.

    —No, no te lo diré~. ¿Por qué te lo diría, Dantecito? Si fuésemos compañeros de la misma escuela, o fueses un gran amigo, o algo así… no habría problema. Pero, tal y como yo lo veo ahora mismo, eres igual de peligroso que cualquier otro. Más aún, de hecho: eres el ojito derecho de la famosísima Emily Hodges, y encima conoces de fuera a medio grupo. De momento no soy parte del grupito de los populares, aparentemente, ¿eh?

    “Esta chica… tiene algo que no sé describir. No sé si es avidez, perspicacia, o simple descaro”.

    —Muy bien —concedí. Entendía su desconfianza, después de todo. Yo mismo me mostraría así si esta fuese la primera vez que participaba en un juego como este. De hecho, en el primer juego… no fui el más sociable, que digamos—. Y, ya que estamos lanzando preguntas, ¿me dirás tu talento?

    —Ah, el talento, claro —me dio un par de palmadas en el pecho, pasando junto a mí, y me habló al oído cuando pasó—. Si te soy sincera… no lo recuerdo.

    Se fue alejado, sin más, caminando con elegancia, y yo la miré, algo aturdido. Pensé inmediatamente, claro está, que me estaba mintiendo. Que lo recordaba, y no quería decírmelo. Pero ni siquiera tenía eso claro.

    “Qué chica tan particular, es…”

    —Es increíble, ¿verdad?

    —Sí, supongo —murmuré ante el comentario de Niko, aún mirando a Anna—. Q-Quiero decir, es…

    —¡Este Charizard Materball Holo Reverse es increíble!

    … preferiría hacer como si aquella escena no hubiese sucedido.

    Por fin entré al centro comercial. Tuve que empujar las puertas automáticas, que parecían haber dejado de funcionar, y solo podían moverse si se arrastraban forzosamente. El lugar estaba pobremente iluminado, en cualquier caso, con pocas bombillas aún funcionales; y nada más acceder ya se veía lo inmensamente grande que era: no solo había tiendas, o los restos de ellas, por todas partes, sino que el techo estaba bastante alto. Contaba solo tres plantas, pero eran como… demasiado altas, desde luego.

    “Entiendo por qué lo construyeron así”, pensé. “Querrían darle un aire más grandioso de lo que era. La gente tenía que notar y pensar que estaban progresando, no sentirse atrapados en Galeia. Heh. Es algo que Arie habría hecho si él hubiese diseñado este edificio, seguro”.

    Me fijé en que había escaleras mecánicas que no parecían estar en funcionamiento a ambos lados, izquierda y derecha, y justo junto a ellas había ascensores que llevaban, también, al resto de plantas. Las escaleras tradicionales solo estaban en el centro de la sala. El techo se veía desde abajo, en cualquier caso, porque las tiendas de las plantas superiores se ubicaban rodeando el centro, dejando este libre.

    Comencé a caminar, y vi a lo lejos a Kyllian agachado junto a las escaleras mecánicas de uno de los lados, interesado en estas. Lucas estaba también allí, en la planta superior, mirando el otro extremo. ¿Acaso estaban trabajando juntos? “Bueno, son el Ingeniero definitivo y el Inventor definitivo… sus talentos casan muy bien”, me dije.

    —¡Dante, aquí!

    La voz de Em me hizo alzar la vista, y la vi desde abajo. Estaba en la segunda planta, asomada por la barandilla. Pyro estaba también allí, junto a ella. Los saludé con la mano.

    —¡Espera ahí! —me gritó Emily—. ¡En seguida bajamos!

    La vi corretear hacia el ascensor, y exclamé:

    —¡E-Espera, Em, no sé si es buena idea usar el ascensor, quizá no fun…!

    Fue tarde: escuché una especie de latigazo, y entonces oí un estruendo. Sonó como una cuerda que resbalaba con rapidez, rozando con otra superficie y creando fricción. Tras eso, vino un ruido terrible, un golpe seco, y los cristales volaron en todas direcciones.

    El ascensor cayó desde la planta en la que estaba Em. El mismo ascensor que iba a montar en ese mismo momento. Cayó en picado y se estrelló contra el suelo. Quedaron escombros frente a mí, escombros en los que Emily iba a montarse segundos antes.

    Y yo casi no podía ni mirar. No quería mirar.


    ***

    A partir de este punto, os comento un cambio respecto a algo que hacía en PR1 y PR2: en los otros dos fics, permitía a quienes me leían que votasen por personajes para hacer en algún punto de la vida diaria free-time events en los que el protagonista y el involucrado pudiesen interactuar y conocerse un poco más, y podían votar por comentario, diciéndomelo por privado, whatever (yo ahí obligando a generar engagement, sí por?). Aquí no lo voy a hacer así, y en general no voy a hacer free-time events como tal: las interacciones que Dante tendrá con otros npcs serán las qe vayan procediendo según la historia...

    ... salvando una pequeña salvedad en la que sí dejaré que influyáis. Y es que la Escuela de las cuatro disponibles (Esperanza, Verdad, Futuro, Justicia) a la que Dante se unirá la vais a decidir vosotros/as. En los próximos capítulos se discutirá algo más al respecto de estas escuelas y demás, pero desde ahora, si queréis (aunque recomiendo esperar a que el propio prota lo discuta con sus amigos, pero oye, si lo tenéis claro (?)), podéis indicarme por la vía que queráis a cual de las cuatro escuelas se va a unir. Esta decisión solo pasará, en principio, ahora, y tendrá implicaciones a nivel de historia bastante más relevantes que simples free-time events (aunque eso sí, el hilo de la trama no va a cambiar dw, los muertos van a ser lo mismo y todo xD más bien cambiará cómo Dante interactuará con otros y cómo acontecerán eventos secundarios y así).

    Así que eso, hagan sus votaciones. Posiblemente pase más tiempo que estos días, al no ser ya fin de semana (snif) entre capítulo y capítulo, por lo que hay tiempo para ir decidiéndolo uwu
    PD: Si alguien me quiere ayudar a conseguir fotos chachis para ponerlas aquí, yo encantado uvu (?) Tengo varias (especialmente las que son de personajes propios del rol), pero no tengo de todos los protagonistas, especialmente porque se supone que -casi- todos están en sus 20s y pues tengo de los 30s y en su caso de los 17 (?

    #1: Dante Miles: Super Guardián

    #2: Anna Hiradaira: Super ???

    #3: Ethan Encina: Super Soldado

    #4: Aleck Graham: Super Humorista

    #5: Nikolah Cruz: Super Coleccionista

    #6: Kris Viridis: Super Médico

    #7: Kyllian Faure: Super Ingeniero

    #8: Albert Pine: Super Biólogo

    #9: Emily Hodges: Super Esperanza/Modelo

    #10: Destiny Inashu: Super Piloto

    #11: Givan Velren: Super Arqueólogo

    #12: Cayden Dunn: Super Abogado

    #13: Lucas Diamond: Super Inventor

    #14: Drake Orestes: Super Policía

    #15: Pyro Redflame: Super Motivador/Analista

    #16: Ryu Guardane: Super Entrenador

    #17: Bezzy Hoffe: Super Violinista/Criadora/Desesperación
     
    Última edición: 5 Octubre 2025
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  4. Threadmarks: Capítulo 1 (Vida Diaria - 2)
     
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    Título:
    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    5346
    Capítulo 1: La historia del crimen que nunca ocurrió.
    Vida Diaria, parte 2.



    El impacto del ascensor al caer generó un estruendo que dio paso a un intenso silencio. Quedé inmovilizado, cargado de miedo y tembloroso. Emily iba a bajar en ese ascensor, lo llamó para abrir la puerta y montarse… y ahora estaba allí, destrozado.

    Una idea terrible cruzó mi mente, e hizo que mi corazón se acelerase sobremanera. La idea de que Emily hubiese puerto. La idea de que podía siquiera morir… me aterraba. Y era como si no lo hubiese razonado del todo hasta ese momento. Sí, sabía que era una posibilidad, pero al mismo tiempo… no la terminaba de concebir.

    La caída de aquel ascensor fue mi despertar.

    —¿Q-Qué ha pasado? —gritó Lucas, que correteaba hasta mi posición con su pierna mecánica.

    No fue hasta que otra voz me habló desde arriba cuando aparté la vista del punto fijo en el que la tenía.

    —¡Dante! ¿Estás bien?

    Emily. Al oír su voz, solté el aire en una exhalación, y alcé la vista de nuevo. Allí estaba, junto a Pyro, también. Los dos bien, los dos arriba, donde habían estado antes. No pude contener una ligera sonrisa.

    —Estoy bien, sí —dije desde abajo, con Lucas a mi lado, quien también respiró aliviado. Bajé, al fin, la mirada hacia el ascensor—. El ascensor es el que parece haberse llevado la peor parte.

    Los cristales que componían la puerta se habían roto, esparciéndose en todas direcciones, y la cabina estaba abollada y algo comprimida, como si la hubiesen estrujado desde arriba.

    Lucas se acercó al ascensor y empezó a examinarlo con atención, rascándose la nuca. Dio un paso hacia el interior del sitio y lo miró desde dentro, para luego sacar la cabeza.

    —Vaya. Era un buen ascensor, desde luego. No se ha roto del todo ni con esa caída, la cabina está mal, pero los controles están intactos. Es el cableado lo que se ha descolgado.

    —Por si acaso, yo no tomaría el otro ascensor —murmuré.

    Lucas asintió.

    —Parece que nada de por aquí funciona bien del todo, duh. Kyllian y yo hemos estado intentando ver si podíamos al menos sacar algo de las escaleras mecánicas y así.

    Me crucé de brazos. ¿Sacar algo? Materiales, suponía: eran el Super Inventor y el Super Ingeniero, después de todo. Igual que Kris parecía interesado en la farmacia, suponía que era lógico que ellos estuviesen interesados en sacarle piezas a todo.

    —¿Podría arreglarse, o al menos asegurarse el otro ascensor? —pregunté, mirando hacia el otro lado. Kyllian seguía allí, en las escaleras mecánicas del lado izquierdo, indiferente de lo que había acontecido con el ascensor en el derecho—. Me da miedo que a alguien se le ocurra intentar subir después de ver esto.

    Lucas se dio sus clásicos golpecitos en la cabeza, pensando.

    —A ver, claro que podría, duh. Con las herramientas que tengo en mi casa podría arreglar incluso este ascensor… aunque para dejar la cabina en condiciones sí que lo tendría más complicado. Solo necesitaría materiales, y…

    —¿Qué es todo este escándalo? ¿Qué ha pasado?

    Me giré, y vi cómo Pine se acercaba a nosotros, brazos cruzados bajo el pecho. Detrás de él venían Ethan y Drake, que correteaban alarmados, también.

    Explicamos brevemente el pequeño accidente que había sucedido con el ascensor, y fue Ethan el que se agachó junto al estropicio con ceño fruncido. Negó con la cabeza.

    —Ni hablar de reparar nada. Hay que precintar esta zona y el otro ascensor también, para evitar que nadie se acerque. Puede ser peligroso. Drake, ¿crees que podrías ayudarme después a delimitar la zona y poner los precintos?

    —Claro —asintió el Super Policía—. Tengo precintos en mi habitación, los podríamos usar…

    “Claro, son el Super Policía y el Super Soldado. Aunque sus cargos son distintos, tienen muchas similitudes. E Ethan… parece ponerse extremadamente serio cuando el tema va sobre la seguridad de otros, ¿eh?”

    En todo caso, aproveché que estaban Lucas y Drake allí y les hice un gesto con la mirada a ambos. El precinto, los ascensores, las escaleras, todo eso podía esperar: teníamos que aprovechar para discutir algunas cosas.

    Así que los tres subimos (esta vez usando las escaleras normales) y rodeamos todo el contorno del circular dentro comercial desde la tercera planta, donde aguardaban Pyro y Emily, seguramente con recelo a bajar después de lo sucedido. En el camino, pasamos junto a la famosa tienda de juguetes que, asumía, mencionó Niko. “Es cierto”, pensé. “No hay ningún Monokuma molestando y pidiendo Monodólares delante de esta tienda y de otras tantas. Como si hubiese algunas de dominio público”.

    —Menos mal que todos estáis bien —suspiró Em cuando nos vio llegar, dándome un abrazo que me hizo sentir una increíble calidez—. Le di al botón casi por instinto, la verdad. No pensé que el ascensor seguramente estaría muy viejo, y…

    —No fue tu culpa. —La calmé—. Y, de todas formas, no pasó nada. Estamos todos bien.

    —¿Y el resto? ¿Los tenemos localizados? —quiso saber Pyro, cuyos ojos amarillos ya danzaban por todos nosotros, probablemente haciendo uso de su segundo y más poderoso talento.

    Pensé para mis adentros. Me había cruzado fuera del centro comercial con Cayden, Kris, Anna y Nikolah. Pine, Ethan y Kyllian se habían quedado abajo, y estábamos aquí arriba nosotros cinco. ¿Quiénes faltaban por ubicar? En total eran… otros cinco.

    Bezzy, Ryu, Aleck, Givan y Destiny. Esos eran los cinco a los que no veía desde que nos separamos todos para comprobar nuestras plazas.

    —Aleck, Givan y Destiny están por la segunda planta —comentó Drake, entonces—. Ethan y yo estábamos con ellos explorando la zona, y los tres parecieron muy interesados en una tienda de ropa. Cuando escuchamos el ruido fuimos a investigar y los otros tres se quedaron allí. No parecieron especialmente preocupados por el impacto.

    “Qué poca sangre tienen, entonces”, pensé. Estando en un juego de asesinato mutuo, no alertarse ante ese sonido es… preocupante. “Aunque en realidad, ellos no han vivido lo que es estar en uno, como sí lo hemos hecho otros. Es fácil no tomárselo del todo en serio y pensar que todo saldrá bien. No suele salir bien, nunca”.

    —Kris, Anna, Nikolah y Cayden están fuera, los vi a todos por allí —expliqué.

    —Entonces están todos localizados —asintió Pyro—. Bezzy y Ryu se quedaron en sus casas, no salieron de allí.

    Ninguno de los cinco hicimos comentarios sobre por qué era tan importante mantener a los diecisiete “estudiantes” tan bien localizados. Todos allí sabíamos por qué. Pyro estaba tratando de tener todas las piezas sobre su tablero, de que no se le escapase ninguna información, de estar un paso por delante como Analista, porque, en cualquier momento, uno de nosotros podría…

    Zarandeé la cabeza, sacudiendo esos pensamientos. “No pienses en ello, Dante. Confía en Pyro, mientras él mantenga el control, no debería de suceder nada inesperado. Confía… en la gente. No hay motivos para que empiecen a matarse, no tan pronto, no cuando ni siquiera entienden del todo la posición en la que están”.

    Inevitablemente, Ryu y Bezzy flotaban en mi cabeza como potenciales amenazas. Uno de los que debió morir y estaba vivo, y uno que sabía bien de lo que era capaz con tal de sobrevivir; y la otra siendo quien llevaba en su interior a la esencia misma de la desesperación, si bien contenida. Eran dos bombas de relojería, cada una a su manera, y encima decidían aislarse.

    —En fin. Ya que estamos aquí los cinco, creo que es momento de que hablemos del asunto de las escuelas, ¿os parece? —arrancó Pyro entonces, haciéndome dejar aquellas ideas negativas de lado, por un segundo.

    —Eso ha sido nuevo —murmuró Lucas—. Ni siquiera a Liza se le ocurrió algo así… ¿formar una especie de “equipos”?

    —Y no solo eso —observó Drake—. Han formado los equipos asegurándonos de que nos separaban.

    “Sí, eso mismo observé yo”, pensé. “Han hecho que no podamos unirnos todos en una sola escuela. Han separado forzosamente a cuatro veteranos, y… probablemente, cuatro de las mayores amenazas para el juego de asesinato mutuo”.

    —Es difícil anticiparse a qué quieren lograr de forma concreta, incluso para mí —admitió Pyro—. Evidentemente, hay un plan mayor al margen del obvio de generar enfrentamientos entre nosotros. O, quizá, más que un plan, hay una lógica detrás.

    —¿Lógica? —inquirí, curioso.

    Pyro asintió.

    —Mm-hm. Tengo casi la certeza de que, per se, estamos, digamos… divididos en “escuelas”. En grupos de gente conectadas por nuestra afiliación o nuestra historia.

    —Ah, sí, yo también lo pensé. Lo mencionamos por encima —dijo Drake, reflexivo. Ni aun así perdía su expresión distraída, pese a que sabía bien lo increíblemente competente que llegaba a ser cuando tocaba resolver misterios—. Que es probable que en este grupo haya gente perteneciente a diferentes organizaciones, ¿no?

    Pyro asintió.

    —Los Neo-Gamma, otros grupos de resistencia, e incluso… Seguidores de la Desesperación —murmuró Emily, mano en el pecho.

    —Ya sabemos, de hecho, que no somos los únicos que nos conocemos de fuera —observé en voz alta—. Aleck y Nikolah ya parecían conocerse.

    —Uh, qué complicado todo —comentó Lucas, reflexivo—. ¿Quién será aliado de quién?

    —Me puedo hacer varias ideas —aseguró Pyro—, pero lo relevante ahora mismo es que esto deja sobre la mesa dos posibilidades: una, que puede haber gente aquí dentro que sean enemigos, Seguidores de la Desesperación o miembros del Gobierno, posiblemente corrompidos por lo primero. Y la segunda, que las escuelas, probablemente, están diseñadas para que los Neo-Gamma partan con clara desventaja.

    Tragué saliva. Era cierto. Los cinco que estábamos aquí reunidos éramos todos parte de los Neo-Gamma, y no había ningún otro miembro más de nuestro grupo en el juego. Bueno… Drake técnicamente no era un Gamma, pero solo porque estaba… muerto. Se habría aliado a nosotros con seguridad de haber estado vivo antes. O de haber sabido que, de algún modo, parecía estar vivo ahora.

    Sin embargo, la cuestión era que, si había otros grupos dentro de aquel juego, era probable que decidiesen unirse entre ellos y sumarse todos juntos a una misma escuela. Por ejemplo, si Aleck y Nikolah se conocían y eran ambos parte de un mismo grupo, ¿no decidirían unirse ambos a una escuela juntos? La idea me resultaba preocupante. Con esa separación, lo que generaba el juego era que en ningún caso pudiésemos tener mayoría los Gamma.

    “Y tiene sentido”, me dije a mí mismo. “Somos cinco que claramente nos aliaríamos, y somos diecisiete. El reparto más equitativo posible al empezar el juego nos dejaría en una distribución de cuatro-cuatro-cuatro-cinco. Habría una escuela con mayoría nada más empezar. Una escuela que, de no ser por esto de los “Delegados”, seríamos nosotros, probablemente”.

    —Quieren quitarnos la posibilidad de acceder todos a un mismo privilegio —dije finalmente en voz alta—. Nos lo están poniendo difícil a conciencia.

    —Sí, ese creo que es uno de los motivos por el que han configurado las escuelas de esta forma —confirmó Pyro.

    —De todas formas, aunque estemos separados, eso no significa que nos hayan perjudicado —reafirmó Emily, mano en el pecho—. Podemos aprovecharlo a nuestro favor, aprovechar que somos de algún modo las caras visibles y los “líderes” de cada grupo, para mantenerlos unidos y evitar enfrentamientos.

    Hubo un apagado silencio tras las esperanzadoras palabras de Em. Observé de reojo cómo Pyro suspiraba con cierta pesadez. Él y Emily habían conectado mucho en este último año, haciendo las veces de jefa y cara visible de los Neo-Gamma, y del mayor consejero y estratega del grupo, respectivamente (y en ausencia de Ian, claro, que probablemente habría rivalizado incluso al Analista en ese departamento).

    Sin embargo, estaba claro que no podíamos huir de nuestras naturalezas, ¿no? Emily siempre sería esperanza, siempre la llevaría por bandera y la expresaría en todo momento. Y Pyro, ya en Despair City, dejó claro su visión al respecto: para él, ni esperanza ni desesperación eran buenas o malas, ambas eran “contagiosas” y tratar de abrazar solo una e ignorar la otra era un error en sus ojos. Ambas podían llevar a malas decisiones y a no llegar a la verdad.

    “Heh. Escuela Esperanza y Escuela Verdad, ¿eh? Ciertamente, dieron en el clavo al darles esos nombres”.

    —No sé qué tanto podamos influir en el grupo, ciertamente —comentó Drake al fin, rompiendo el silencio—, pero algo sí tenemos. Un arma secreta.

    Tanto Drake como Emily me miraron, y luego lo hicieron Pyro y Lucas. Me sentí algo incómodo al recibir de repente todas las miradas, y aparté la mía de forma instintiva.

    —Sí, ya. Yo, ¿eh? —Me sacudí la nuca ligeramente—. Justo por eso quería hablar de este tema con vosotros. Quería discutir qué plan de acción creéis que es el mejor. Yo aún no escogí ninguna escuela; me dejaron la posibilidad de hacerlo, así que creí que era lo mejor.

    Me di cuenta de que había mirado a Emily mientras decía eso. ¿P-Por qué sentía como… una especie de necesidad de que ella supiese que no me uní a su escuela por una razón válida, como si debiese justificarme? Ser el Super Guardián me hacía sentir cosas que ni siquiera yo podía explicar del todo. Impulsos, de algún modo.

    —Hiciste bien, Dante~—murmuró Em, tranquilizadora. “Em, ¿acaso lees tan fácilmente a través de mis ojos?”—. No sabemos qué “privilegio” va a dar Monokuma a la escuela mayoritaria, pero…

    —… temes que tengan el mismo efecto que los “motivos”, ¿no? —suspiró Lucas, abatido ante la idea.

    Emily asintió.

    —Por eso es, quizá, una buena idea tratar de reservarnos un poquito la decisión de Dante —siguió ella—. Si consiguiésemos averiguar cómo van las escuelas, quizá podríamos decantar cuál es la dominante con la inscripción de Dante, y al menos asegurarnos que dos de nosotros cinco tendríamos acceso a ese privilegio; así, sea bueno o sea malo, es mejor que pueda ser manejado por el mayor número de Gamma posibles, ¿no creéis?

    —Sí, estoy de acuerdo, pero… —Drake apartó la mirada. Algo le preocupaba. Algo más que aquello que estaba a punto de decir. Para ser el Super Policía, él también era bastante fácil de leer en muchas ocasiones—. Nada en las reglas dice que haya un límite mínimo ni máximo de alumnos en cada escuela, ¿no? Así que quizá Dante no podría afectar a nada…

    Negué con la cabeza.

    —Monokuma me dijo que había un máximo —aseguré—. Que me diese prisa, porque igual las escuelas se llenaban.

    —Las reglas dejan cosas a interpretación en ese sentido —observó Lucas—. Tampoco se dice qué pasa en caso de empate.

    “Cierto”, pensé. “No me había fijado en eso”.

    —Y… ¿podemos fiarnos de Monokuma si no lo pone en las reglas? —inquirió Drake, aún preocupado, dedo bajo el labio—. Q-Quiero decir. No quiero sonar brusco, pero… ¿no es el mejor escenario para alguien que quiere eliminar a los Gamma y que está esforzándose mucho en separarnos… que no exista un límite?

    Casi por acto reflejo, mi mirada buscó la de Pyro. No entendí qué insinuaba Drake, pero supe que él sí que lo entendería. No me equivocaba.

    —… es algo que he pensado, sí —aseguró—. Pero es mejor que no le demos más vueltas a eso. De todas formas, es altamente improbable, por no decir imposible que esa situación se dé ahora mismo.

    “¿Qué situación? ¿De qué hablan? ¿Por qué parece que soy el único que no lo termina de entender…?”

    —Dante —me dijo Emily entonces, agarrándome un brazo y mirándome de cerca—. Al final la decisión es tuya, ¿vale? Tómate tu tiempo, y decide lo que creas que es mejor. Únete a la escuela que creas que tiene más posibilidades de ser la mayoritaria; creo que esa es la mejor alternativa que tenemos ahora mismo. Y no te preocupes si no es la mía, ¿vale?

    —E-Em, yo…

    ¿Por qué me tocaba a mí decidir?

    —Tenemos un tiempo límite, eso sí —murmuró Lucas, sombrío—. Hasta que… hasta que muera alguien.

    —Eso no pasará, no pronto —sentenció Pyro—. Al menos, no hasta que Monokuma dé su discurso.

    —¿Discurso? —preguntó Drake, cabeza ladeada.

    Pyro tomó aire antes de soltarlo.

    —… me parece que el hecho de que haya privilegios no nos va a librar de motivos, chicos. Y creo que podemos contar con un poco de tiempo hasta que ese motivo llegue. Dante. —Me miró de pronto, serio, severo. Cuando adoptaba esos rescoldos de la personalidad de Lion… parecía otra persona. Quizá en parte lo era—. Creo que lo mejor es que te pongas esa fecha límite. Trata de decidir… y cuando Monokuma nos anuncie su motivo, escoge la escuela. No esperes ni un minuto más después de eso; no creo que sea seguro hacerlo.

    Todos nos miramos entre nosotros. Cierto que en los otros juegos Monokuma siempre nos impulsaba a matarnos usando diversos motivos que anunciaba tras cada clase de juicio. La ruleta fue el primero del primer juego, y… la amenaza de fulminarnos a todos fue el primero del segundo juego.

    Ahora que Pyro aseguró sospechar que Monokuma nos daría un motivo, sentía miedo, un miedo terrible. ¿Cuál sería el primer motivo de este tercer juego?

    Lo cierto es que me habría encantado no llegar nunca a saberlo.


    ***


    El día pasó. Los cinco pasamos parte de la tarde explorando el centro comercial y aprovechando la comida que estaba libre de cargas (y de monodólares, aparentemente) para tener algo con lo que alimentarnos. Por suerte, varias latas y otros productos no estaban caducados pese a que llevaban mucho tiempo allí, y pudimos obtener suficiente alimento. En la zona comercial, por lo que supimos después, había algunas tiendas de ultramarinos donde también podíamos obtener alimentos sin comprarle a uno de esos Monokuma.

    Al final, decidimos regresar a nuestras nuevas casas a descansar y dejar pasar la noche. Sabíamos bien que… íbamos a estar una larga temporada allí, probablemente.

    Por la noche, me mantuve un tiempo mirando la pantalla del monófono, observando la app de las escuelas. Dudando, pensando. “¿Qué escuela debía escoger?”, me decía. “Anna ya se mostró reacia a indicarme a cuál se había apuntado. No voy a conseguir averiguar mucho, todos están… recelosos de confiar en el resto. Al final todo será cuestión de instinto. Todo será una decisión mía”.

    El sueño me terminó venciendo. La verdad es que la comodidad de la cama ayudaba: parecía hecha a mi medida. Probablemente lo estaba.

    Cuando desperté por la mañana, el vago sonido en la lejanía de una suave y dulce música me hizo espabilarme. Me di una ducha, me puse otro de las decenas de uniformes que teníamos, y salí a la plaza. Con la mirada, busqué el origen de la música, y… lo encontré.

    Venía de la casa vecina a la mía. Y cuando me acerqué, vi a Pyro en la puerta, sentado frente a esta.

    —Buenos días, Pyro. ¿Es esta tu casa?

    Negó con la cabeza.

    —Te hacía por alguien más observador, Dante. ¿No lo escuchas? Afina el oído.

    Pyro cerró los ojos, y yo hice lo mismo. Sonaba… sonaba dulce, melodioso. Sin darme cuenta, pasé más de un minuto junto a Pyro, los dos en silencio en aquella mañana lúgubre en Galeia, con el cielo eternamente cubierto por grisáceas nubes que oscurecían el mundo. La música casi era una luz en medio de un mar de oscuridad.

    —… es un violín —terminé diciendo—. Es… la casa de Bezzy, ¿no?

    Pyro asintió. Lo disimulaba bien, pero se le notaba afectado. Estaba apoyado contra la puerta de la que fue una de sus mejores amigas y compañeras dentro del segundo juego, y ahora… bueno, ahora la cosa había cambiado mucho. Ella estaba aislada, no hablaba, y, dentro de su vivienda, tocaba como la Super Violinista que era. Su música era dulce, pero también melancólica, triste, emotiva. El efecto que causaba en uno era innegable.

    Era una buena forma de despertar para quienes la escuchábamos.

    —¿Cómo está? —le pregunté a Pyro, cruzándome de brazos.

    Él se encogió de hombros. Noté sus ojos algo vidriosos, y me di cuenta de que, en esos momentos, su lado Analista quedó relegado por un instante en favor de la parte más “Pyro” que tenía: su lado Motivador. Habló, de alguna forma, desde el corazón y no desde la lógica.

    —Bien no, desde luego. No es… no es fácil ser ella, ¿sabes? Nos dejó a todos por protegernos, pese a que sabía que hacer eso implicaría aislarse por completo, huir eternamente, sufrir. Y ahora, cuando nos reencontramos, es para estar en este contexto. En un juego donde lo que se busca es precisamente hacer aflorar la desesperación en nuestros corazones.

    Agaché la cabeza. Pyro siguió hablando.

    —Ella es, ahora mismo, lo opuesto a Emily, en más de un sentido. Una alberga el foco de esperanza, la otra el de desesperación. Una es considerada una terrorista por la sociedad ajena al conflicto, pero en realidad es una persona noble; y la otra es vista por fuera como una chica adorable, pero en el fondo alberga algo terrible. Una tiene a todos sus amigos, la otra…

    De pronto, el Motivador se levantó, sacudiendo sus pantalones.

    —De todos modos, creo que lo mejor es dejarla sola, por el momento —afirmó. No sentí que lo dijese muy convencido: más bien parecía que era la única opción que tenía. Las reglas tampoco nos permitían entrar en casas ajenas, ¿no?—. ¿Te parece si vamos a desayunar algo y buscar al resto?

    Acompañado de Pyro, quien claramente necesitaba estar con gente en esos momentos, caminamos hacia la zona comercial a buscar algún sitio en el que comer algo, acabamos llegando a la zona comercial, y… vimos una escena ciertamente inesperada.

    “¿Qué hacen exactamente esos dos…?”

    —¡Quita del medio de una vez, si no quieres llevarte un patadón!

    —Eso, ¡eso! Déjanos probar esas hamburguesas, ¡o esto se va a poner peligr-oso para ti!

    Eran Destiny y Aleck. Estaban los dos confrontando a uno de los Monokuma robóticos que se encontraban “custodiando” las tiendas… concretamente la tienda de hamburguesas. Con todo, el Monokuma no parecía reaccionar ni hacer nada: solo repetía una y otra vez su frase.

    Vi de reojo cómo Pyro emitía un suspiro cansado. No era para menos.

    —A ver, chicos —dijo él, intercediendo en la “pelea” —. ¿Qué sucede aquí? ¿Que queréis hamburguesas sin pagar?

    “Para qué esperar la respuesta cuando ya la sabes, ¿no, Pyro?”.

    —Ah, sois vosotros —saludó, alzando una mano, la Super Piloto—. ¿Os creéis lo de este oso? Que dice no sé qué de “monodólares” para conseguir una hamburguesa. ¡Pero si no tenemos dinero! ¡Mucho menos “monodólares”!

    —Es ridíiiiiculo —gimió Aleck, sus hombros agachándose, casi como si se deshinchase. Y, de un salto, se “rehinchó” de nuevo y se colocó erguido. V-Vaya, el Super Humorista no solo contaba chistes, también sabía hacer, uhm, comedia física, supongo—. Tenemos cocinas gigantescas, pero ni un triste bote de kétchup. Los ultramarinos están abiertos, pero salvo las latas, todo está podrido. ¡Y ahora no podemos comernos ni una hamburguesa! Eso debería considerarse un delito de lesa humanidad.

    Pyro me miró y se encogió de hombros. Y fui yo el que decidió hablar. Hacía tiempo que me preguntaba algo, y quizá era el mejor momento para soltarlo.

    —¿Habéis valorado la opción de entrar sin más y tomar las hamburguesas que queráis? Quiero decir, no recomiendo hacerlo, puede ser peligroso, pero… si tantas ganas tenéis, ¿quién lo impide?

    Destiny me miró alzando una ceja, manos en jarra. Parecía visiblemente enfada… “Cielos, esta chica parece de las que cambian radicalmente de humor cuando tienen hambre”.

    —¿Y tú qué crees, cara de seta? —gruñó ella—. Claro que lo hemos pensado. Pero dentro de la tienda no hay nada que podamos tomar. Los arcones frigoríficos y las cocinas están cerradas con llave y desactivadas. No funciona nada. Pero este oso asqueroso dice que si le pagamos él nos dará burguers.

    —¡Vengan a probar nuestras famosas Monoburguers! ¡Con delicioso bacon de Grumpig! ¡Cocinadas al estilo smash! ¡A partir de 10 monodólares! —Eso parecía ser todo cuanto aquel robot repetía sin parar al interactuar con él.

    Alcé una ceja, pensativo. Las tiendas, entonces, no eran fáciles de robar. Todo estaba asegurado, no se trataba de si debíamos o no llevarnos las cosas sin más: es que no podíamos hacerlo. Solo algunas tiendas estaban abiertas y libres, aquellas a las que Monokuma nos quería dar acceso.

    “Y solo unas cuantas de ellas tienen comida que podamos usar…”, medité, preocupado. Si la comida se acababa…

    Justo entonces alguien se acercó, y las miradas se posaron instantáneamente en ella. Llevaba ahora unas gafas de sol sobre los ojos, iba perfectamente peinada, y su pequeño tamaño y el uniforme común para todos, desde luego, no impedían que destacase. Era como si su aura, en sí misma, la hiciese destacar.

    Anna, claro.

    —Buenos días, compañeros~. ¿Cómo amanecimos hoy? ¿Con hambre?

    La vimos caminar, todos en silencio, hasta acercarse junto a Monokuma, y miró la carta de hamburguesas tras el escaparate con curiosidad.

    —Uhm. Ayer casi no cené, así que me apetece un desayuno contundente. ¿Cuál creéis que estará más buena? Que sea bien grasienta, no os cortéis.

    —Pero, Anna —murmuré, inseguro. E-Era como si al hablar con ella… sintiese que nunca sabía qué decir. Como si sintiese que siempre iba a decir algo equivocado, algo estúpido, o algo que ella ya había pensado previamente—. Sin dinero, no puedes…

    —¡Ya sé! —exclamó, dando una palmada, de repente—. Quiero una doble cheeseburger con salsa barbacoa.

    —¡Gran elección! —exclamó ahora el Monokuma con tono robotizado, girando sobre sí mismo—. ¡Serán 12 monodólares!

    —¿Solo doce? ¡Eso es casi un robo!

    Y, ante la mirada atónita de todos, la vimos sacar un pequeño fajo de billetes blancos y negros, que pareció ondear ante nuestras caras con cierta sorna.


    #1: Dante Miles: Super Guardián
    Le gusta: la biología Pokémon, la poesía, las espadas y escudos.
    No le gusta: las películas de terror, las grandes multitudes, los ruidos fuertes.

    #2: Anna Hiradaira: Super ???
    Le gusta: los horóscopos, los complementos, las fotos.
    No le gusta: las cosas baratas, las órdenes, no saber un secreto de otro.

    #3: Ethan Encina: Super Soldado
    Le gusta: las pizzas, el gimnasio, las normas.
    No le gusta: la inseguridad, las alturas, las mentiras.

    #4: Aleck Graham: Super Humorista
    Le gusta: los chistes, ser el centro de atención, los videojuegos plataformas.
    No le gusta: la política, los lugares vacíos, la música clásica.

    #5: Nikolah Cruz: Super Coleccionista
    Le gusta: las cosas raras, el orden, la comedia.
    No le gusta: las historias tristes, los acertijos, la lectura.

    #6: Kris Viridis: Super Médico
    Le gusta: la química, la soledad, la lectura.
    No le gusta: los chistes malos, ser observado, la comida picante.

    #7: Kyllian Faure: Super Ingeniero
    Le gusta: la escultura, le gente seria, el silencio.
    No le gusta: ser interrumpido, la gente perezosa, la comida basura.

    #8: Albert Pine: Super Biólogo
    Le gusta: navegar, los videojuegos de aventuras, la cocina.
    No le gusta: el anime, los disparos, las alturas.

    #9: Emily Hodges: Super Esperanza/Modelo
    Le gusta: los pasteles, el ASMR, las películas románticas.
    No le gusta: las discusiones, la soledad, el color negro.

    #10: Destiny Inashu: Super Piloto
    Le gusta: los Pokémon pájaro, las hamburguesas, la música rock.
    No le gusta: tener hambre, el arte clásico, los libros muy largos.

    #11: Givan Velren: Super Arqueólogo
    Le gusta: los Pokémon fósil, las novelas de suspense, los puzles.
    No le gusta: los lugares ruidosos, al alcohol, las conversaciones ligeras.

    #12: Cayden Dunn: Super Abogado
    Le gusta: la soledad, la música jazz, los videojuegos de rol.
    No le gusta: la sangre, los finales felices, las armas.

    #13: Lucas Diamond: Super Inventor
    Le gusta: los dispositivos electrónicos, las siestas, las matemáticas.
    No le gusta: las plantas, el té, la música electrónica.

    #14: Drake Orestes: Super Policía
    Le gusta: los donuts, los mangas shonen, los videojuegos shooter.
    No le gusta: los nombres complicados, las fábricas, las películas románticas.

    #15: Pyro Redflame: Super Motivador/Analista
    Le gusta: la animación, los Pokémon perro, la filosofía.
    No le gusta: los misterios sencillos, la gente intransigente, las mentiras.

    #16: Ryu Guardane: Super Entrenador
    Le gusta: el baloncesto, el humor negro, los Pokémon gato.
    No le gusta: la psicología, los coches, las agujas.

    #17: Bezzy Hoffe: Super Violinista/Criadora/Desesperación
    Le gusta: la música clásica, los peluches, los Pokémon insecto.
    No le gusta: ser quien es, las historias tristes, tener pesadillas.
    Regla 1: Ningún estudiante podrá salir del perímetro delimitado en cada momento actual de Galeia.

    Regla 2: Cada estudiante tiene una vivienda propia que es de uso personal: solo el legítimo portador de la llave de la vivienda puede acceder y permanecer en ella.

    Regla 3: Todos los estudiantes continuarán en el Programa Especial de Convivencia hasta que este acabe por cualquiera de las causas definidas en las reglas 6, 12 o 17.

    Regla 4: Si un alumno o alumna ejecuta a otro, se dará comienzo una fase de investigación y su posterior clase de juicio, donde el resto de supervivientes deberá decidir quién fue el culpable por votación mayoritaria, única y secreta.

    Regla 5: Si el estudiante más votado en una clase de juicio es el culpable, será ejecutado como castigo.

    Regla 6: Si el estudiante más votado en una clase de juicio no es el culpable, el verdadero culpable superará el Programa Especial de Convivencia y el resto serán eliminados, terminando el Programa inmediatamente.

    Regla 7: Se considerará como culpable únicamente al asesino de la primera víctima: si de forma previa a la clase de juicio aparece otra víctima, el culpable de esa ejecución no será considerado culpable para ese juicio y quedará impune.

    Regla 8: No está permitido que se produzcan más de tres ejecuciones. El anuncio se reproducirá de forma automática si una tercera víctima es ejecutada, independientemente de las reglas 9 y 10.

    Regla 9: Si tres personas encuentran un cadáver, se activará un anuncio global que dará pie al inicio de la investigación.

    Regla 10: Solo cuentan para la activación del anuncio aquellos que encuentren a la víctima de forma posterior a la ejecución, incluyendo al culpable; no contarán para el anuncio nadie que presencie la ejecución en directo, salvo que vuelvan a encontrar el cadáver junto a alguien que no la presenció.

    Regla 11: Si quedan seis o menos estudiantes dentro del Programa Especial de Convivencia, se levantarán las reglas 4, 5 y 6, y empezará una fase de “Última Sangre”, donde no habrá clases de juicio ante los crímenes cometidos por alumnos y alumnas y estos podrán cometerse impunemente.

    Regla 12: El Programa Especial de Convivencia terminará en todo caso cuando queden tres o menos estudiantes, que pasarán a superar el Programa.

    Regla 13: Todos los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia estarán adscritos a las cuatro escuelas listadas en la app correspondiente del Monófono.

    Regla 14: Si un estudiante no está asignado directamente a una de las escuelas, podrá elegir a qué escuela anotarse, y tendrá que estar anotado a alguna antes de que comience la primera clase de juicio. Una vez formados definitivamente las escuelas, no estará permitido cambiar la misma, salvo que Monokuma lo autorice expresamente.

    Regla 15: La escuela con más miembros participantes del Programa será considerada la escuela dominante, y disfrutará de un privilegio especial. Se dará este privilegio al inicio del Programa y tras cada clase de juicio.

    Regla 16: Si todos los estudiantes de una escuela son eliminados, las viviendas de todos los integrantes de la escuela pasarán a ser de uso común y libre por parte del resto de estudiantes.

    Regla 17: Si solo quedan como participantes activos del programa los miembros de una escuela, aplica la regla 8 incluso aunque queden más de tres personas, dando fin al Programa en el mismo sentido.

    Regla 18: Los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia están obligados a participar en todas las clases organizadas por Monokuma, incluyendo las clases de juicio.

    Regla 19: Monokuma tiene libertad para agregar nuevas reglas, pero no puede eliminar reglas previas.

    Regla 20: Infringir cualquiera de las reglas registradas en esta lista supondrá la eliminación automática del infractor como castigo.
     
    Última edición: 11 Octubre 2025
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  5. Threadmarks: Capítulo 1 (Vida Diaria - 3)
     
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    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
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    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
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    Capítulo 1 - La historia del crimen que nunca ocurrió.
    Vida Diaria, parte 3.




    No voy a negar que estaba muerto de envidia. Anna había sacado de la nada un puñado de monodólares, aparentemente suficiente para comprarse toda una hilera de hamburguesas, y al entregárselos al Monokuma de la tienda, este entró presto al local y empezó el proceso de cocina.

    No tardó mucho más que unos dos minutos en tenerla lista, de alguna… inexplicable forma. Y la hamburguesa tenía una pinta increíble.

    —¡Muchas gracias, osito! —exclamó Anna, agarrando la hamburguesa entre sus manos.

    A su lado, Destiny y Aleck la miraban completamente atónitos (la expresión del segundo era caricaturesca, cuanto menos), sin mediar palabra. Y la Ultimate misteriosa no dudó en degustar un buen bocado delante de ellos.

    —Hmm, está increíble. Deberíais comprar una. La recomiendo.

    —¿Cómo has…? —bufé, incrédulo.

    Pyro fue el que habló luego, alzando una ceja.

    —Tenías dinero en tu casa, ¿no es así?

    Anna, hamburguesa en una mano, usó la otra para bajar sus gafas de sol y miró sobre estas a Pyro.

    —Vaya. Qué sagaz. Así que eso que se cuenta de que eres el Analista es cierto. ¿Cómo lo has sabido?

    —… no hay otra forma en la que puedas haber encontrado monodólares —explicó él—. Ayer agotamos todas las opciones: incluso pensé en la posibilidad de que hubiera una casa de empeños, pero no era el caso. Si has conseguido dinero, ha sido hoy; y esta avenida es lo primero y lo único a lo que podemos acceder. No ha habido tiempo de que lo encontrases en ningún otro lugar. Has tenido que encontrarlo en tu vivienda.

    —Brillante. Alucino contigo, pelirrojo. Pues sí, ¡así es! Este precioso fajo de billetes estaba en el mueble de la entradita de mi casa. Una inesperada sorpresa, pero una bien recibida. ¿A vosotros no os han dejado nada?

    Silencio. Nos miramos entre los otros cuatro. La respuesta era evidente.

    —Vaya. Eso me hace sentir aún más especial, entonces~. —Camufló vagamente un bostezo, y se desperezó estirando la mano libre de hamburguesas—. ¿Sabéis qué? Ahora que tengo mi comida, voy a ir a tomármela tranquilamente en casa. Nos vemos por ahí, supongo. No es como si tuviésemos muchas más opciones, ¿no? Estamos atrapados a pleno aire libre, después de todo.

    Y, sin más, se marchó, contoneándose como quien caminaba por una pasarela. Cuando se hubo alejado, observé que Destiny estaba roja de rabia.

    —Se acabó, ¡se acabó!

    —¡Eh, Destiny, espera! ¿Dónde vas?

    Al final, nos encontramos siguiéndola calle arriba, rumbo al centro comercial. La Piloto era, sin duda, muy rápida, y no solo a bordo de su nave: corría de una forma endemoniadamente feroz. Pero no tuve más remedio que seguirla, porque… presentía que no iba a tener ninguna ocurrencia buena.

    En efecto, se había dirigido a los alrededores del centro comercial. Concretamente, a uno de los precintos blanco y negro que lo rodeaban y que, técnicamente, nos impedían salir de allí. Destiny había tenido la misma idea que se me pasó a mí por la cabeza el día anterior: saltarse el precinto.

    —¡Destiny, espera, no lo hagas, eso…!

    Fue tarde. El aviso de Pyro no llegó a tiempo, y Destiny pasó por encima del precinto con un ágil salto… pero no pudo avanzar ni siquiera un metro cuando se zarandeó en el sitio y cayó fulminada hacia atrás, tras verse chispas y escuchar un ruido estruendoso.

    —¡¡Destiny!! —exclamé, acelerando el paso hasta ella.

    Cuando llegué, la encontré en el suelo, sufriendo algunos espasmos esporádicos y con la mirada perdida. No hablaba, pero balbuceaba algunas palabras ininteligibles.

    —Mierda, ¿qué ha pasado? —pregunté, alarmado.

    —Es una especie de campo magnético. Como una verja eléctrica invisible. Está rodeando todo el perímetro, el precinto es la señal para evitar que lo toquemos —explicó Pyro, preocupado—. L-Lo siento, me di cuenta ayer, pero no pensé que alguien-

    —Eso no importa ahora, Pyro. ¡Por favor, trae a Kris! Destiny necesita un médico. ¡Aleck! Aleck, no te quedes ahí… parado.

    Cuando miré a Aleck, me di cuenta de algo que hizo que mi sangre hirviese. ¿Se estaba… riendo?

    —Pff… ay, no puedo. Mírala, ¡temblando en el suelo como un Stunfisk con TDAH! ¡Hahahaha!

    Mi gesto se ensombreció al ver al Humorista reírse de aquella manera. Traté de serenarme, pues notaba cómo el enfado subía poco a poco por mi cuerpo y no quería estallar en ese momento. Me dije que el Super Humorista, probablemente, era incapaz de tomarse nada demasiado en serio; que era algo que iba con su talento.

    Que quizá sí que fue técnicamente cómico ver a Destiny sufriendo aquel calambrazo y electrocutada en el suelo, en un cierto sentido macabro. Era como cuando alguien se caía: quizá a todos nos podía hacer gracia una caída, pero en seguida esa risa se desvanecía si veías que el otro se había hecho daño en serio.

    Pero se ve que Aleck no.

    —Deja de reírte y haz el favor de buscar también a Kris —ordené, contundente. Aleck asintió, complaciente, pero aún trataba de aguantar la risa—. Separaos ambos, uno al centro comercial, el otro a la plaza a buscarlo a su casa. ¡Venga, va!

    Aproximadamente una hora después, Destiny estaba siendo atendida y recostada en una de las camas de la tienda de muebles que había en el centro comercial. A su lado, Kris, bajo la atenta mirada de un puñado de estudiantes que se congregaron allí, había terminado de atenderla y se veía claramente incómodo al tenernos a todos a su alrededor, expectantes en oír su veredicto.

    —S-Se pondrá bien —aseguró, y solo entonces suspiré con alivio. Miré a Em, que había estado agarrada a mi brazo desde que nos reunimos allí, y le sonreí con gesto tranquilizador, aunque yo era el primero que había estado muy asustado—. Ha sido… una descarga fuerte, pero no ha sido mortal. Solo se ha quemado un poco la mano, pero con algo de descanso, mejorará. Eso sí, ha sufrido un shock importante.

    —¡Yo también me quedé en shock, sí! —exclamó, aún increíblemente sonriente, Aleck.

    —E-Ese cabrón de Monokuma —gruñó Ethan—. Eso no estaba en las reglas, joder. Debería decir en ellas que no se puede salir de la zona…

    —Las reglas no tienen por qué enlistar todo. Hay cosas que se sobreentienden —intervino, de repente, Cayden, manos en los bolsillos—. Si estamos en un juego de asesinato mutuo, secuestrados, en esencia… no tendría sentido que escapar fuese fácil.

    —Pero, uhm, ¿entonces lo del juego de asesinato y todo eso es verdad? —preguntó Nikolah. Detrás de esos ojos no parecía haber maldad alguna, desde luego. Se le veía demasiado ingenuo—. ¿No es una cámara oculta o algo así?

    —Me temo que no —gruñó Cayden, mirando a Niko de reojo—. Y, de hecho, un poco más y nuestra amiga Destiny hubiese sido la primera en provocar una clase de juicio, a este paso.

    Hubo silencio. De nuevo, el agarre de Em se hizo algo más fuerte en mi brazo.

    —Pero eso hubiese sido un accidente —protestó Ethan, mirando a Destiny—. No debería contar. Nadie sería el culpable ahí, ni siquiera ella misma.

    —Hum —musitó Cayden, mirando hacia arriba—. Tal vez. Tal vez no. Es difícil saberlo.

    Negué con la cabeza, alzando la voz.

    —No ha sucedido, y eso es lo importante. Gracias, Kris, por atenderla.

    —¿Eh? Ah, de nada. Es… mi trabajo. Supongo.

    —¿Podemos… hablar en privado ahora, un segundo?

    —¿Huh? ¿Para qué…? A-Ah, entiendo.

    Así, tras todo aquello, los demás se fueron dispersando, y yo me acerqué a Kris mientras Em y Pyro me esperaban, charlando entre ellos algo alejados. Respiré hondo, pues aún notaba el corazón latiéndome con fuerza por toda la escena de Des, y finalmente, pregunté:

    —¿Hiciste lo que te pedí ayer? ¿Examinaste el cadáver?

    Kris, siempre ocultando ligeramente su rostro con el mantón, asintió.

    —Estaba muy deteriorado, sin embargo. Era imposible sacar nada en claro de él. Solo puedo decir que parece que muriese quemado, pero no solo quemado. Calcinado. Como si prácticamente cada célula de piel de su cuerpo hubiese sido quemada. Nunca he visto nada igual.

    Tragué saliva. Sonaba… t-tan horrible.

    —No tenía ninguna otra herida superficial, por eso asumo que murió quemado. Que estaba vivo cuando se quemó. —Kris sufrió un escalofrío en ese momento. Yo también—. A-Además, creo que murió hace no demasiado tiempo. La calcinación es tan grande que es difícil determinarlo, pero apostaría a que no han pasado más que unos días, como mucho. No es un cadáver antiguo.

    Me llevé una mano al rostro, tapando mi boca, mientras reflexionaba sobre el tema. Un cuerpo totalmente calcinado, no hace mucho tiempo, sin heridas externas.

    “Un segundo, ¿sin heridas externas?”

    —¿Estás seguro de que no viste ninguna otra lesión? Supuestamente, el cuerpo apareció de la nada, y asumíamos que cayó desde lo alto de un edificio. Asumo que, incluso aunque la caída sea post mortem, eso debería dejar alguna lesión, ¿no?

    Kris alzó las cejas.

    —Claro que debería. Pero, uhm. Yo no vi ninguna. Es todo cuanto puedo decirte.

    Asentí, serio. “Anna fue la que dijo que apareció de la nada. ¿Acaso mintió, entonces…?”

    —¡Oh! —exclamó Kris, de pronto—. Y también sé que era un chico. Un hombre.

    —Ah. ¿Pero cómo has sabido que…?

    Kris se sonrojó, hundiéndose aún más en el mantón

    —V-Vale, sí, comprendo, gajes del oficio —asentí, decidiendo obviar aquello—. Gracias, Kris. Tal y como intuía, tener a alguien como tú aquí está resultando ser extremadamente útil.

    —¿Sí…? —preguntó, y fue curioso cómo lo hizo. Sonó… genuinamente sorprendido por mi comentario—. Gracias. Hago mi trabajo, nada más. Si me disculpas ahora, voy a…

    —Ah, uh, vale.

    —Sí… justo por allí. Adiós.

    —Uhm, adiós.

    Lo vi alejarse de forma algo extraña, caminando con inseguridad, mirando en todas direcciones con cierto recelo a su alrededor. Era un tipo raro, desde luego. Aunque, ¿qué Ultimate podía considerarse “normal”?

    “Menuda forma de empezar la mañana”, me dije minutos después, cuando caminaba en silencio junto a Pyro y a Emily, rodeando el centro comercial por la tercera y más alta planta. “Tenemos ahora dos misterios ante nosotros… el cadáver calcinado y el dinero. Y lo curioso es que ambas cosas involucran a Anna de alguna forma”.

    —¿Dante? ¿Me has oído?

    Alcé de repente la cabeza. ¡Ah, Em!

    —P-Perdona, estaba hundido en mis pensamientos. ¿Habías dicho algo?

    Ella esbozó una risilla divertida ante mi despiste, pero en seguida tomó un cariz algo más serio.

    —Estaba preguntándote qué opinión tienes del grupo, tú que pareces haber hablado más con el resto, y que conoces personalmente a más miembros del mismo. Somos… un grupo muy distinto a los anteriores, ¿verdad?

    Asentí. Sí, lo que Em decía era cierto. Este grupo… no sabía explicar por qué, pero era diferente a los otros dos. Se sentía diferente. Quizá era porque existían lazos entre nosotros, lazos que, a diferencia de en los otros juegos, recordábamos. O quizá era porque todos estaban sorprendentemente tranquilos ante la idea del juego de asesinato. No sabía decir por qué, pero… yo lo sentía diferente.

    Quizá era yo el que actuaba diferente, después de todo. Siendo la tercera vez que me veía inmerso en una situación así, uno ya… se acostumbra incluso a lo impensable.

    —Hay de todo —expliqué—. Nikolah es inocente e ingenuo, Destiny es impulsiva y temeraria, Kris se ve paranoico y solitario. Pero hasta ahora, quienes más despiertan mi atención son…

    —Cayden y Anna —intervino Pyro de pronto, adelantándose. Yo asentí ante su pregunta—. Estoy de acuerdo contigo. Sus actitudes son las más interesantes para mí, porque… son las que más me cuesta descifrar.

    “Y si al Super Analista le cuesta descifrarlo…”

    —Por otro lado —seguí hablando—, me preocupa profundamente Ryu. ¿Alguien le ha visto desde ayer?

    Emily miró a Pyro, y ambos me miraron a mí con gesto preocupado. Claramente, la respuesta era no.

    —Me lo temía. Es que… sé cómo piensa y cómo es. Y me da miedo que pueda llegar a hacer alguna estupidez. Al menos esta vez él sabe que lo conocemos; creo que por eso mantiene el perfil más bajo aún.

    Reflexivo, el Analista se detuvo en la marcha y se llevó una mano al mentón poco antes de hablar.

    —Hm, no sé. Yo le veo algo distinto a Ryu. Está… cambiado.

    —¿Cambiado? —pregunté, sorprendido por la observación—. No he hablado mucho con él aquí, la verdad, pero… yo lo veo igual que siempre.

    Pyro, entonces, se encogió de hombros.

    —No sé, quizá es una mera sensación. Pero creo que oculta algo. Aunque, bueno, el simple hecho de que esté vivo ya me parece algo sospechoso.

    Inmediatamente, tanto Emily como yo pensamos en Drake. Él estaba en esa misma situación: también debería estar muerto, pero… estaba allí. Ese hecho hacía que me cuestionase si esto era siquiera real. Si esta ciudad era real o no.

    Era más fácil pensar que no lo era. Explicaba más cosas: explicaba por qué no había absolutamente nadie en las calles, cómo podía levantarse un campo de fuerza a nuestro alrededor, o cómo podían estar vivas personas que supuestamente murieron. Era lo sencillo. Pero… también era duro. Porque implicaba pensar que Drake, en realidad, seguía muerto.

    “No puedo pensar así. Sé de primera mano que hay formas de camuflar tu muerte, de engañar al sistema, e incluso de… “renacer” después de muerto. Yo mismo sé que es posible, lo sé bien. Prefiero creer en eso”.

    Aunque nuestro objetivo era una pequeña cafetería abierta al público en lo alto del centro comercial, donde sabíamos que había pan y otros productos congelados y conservados, antes pasamos frente a una vieja y polvorienta librería, y… me detuve al pasar por ella al ver a alguien dentro.

    —Seguid vosotros, chicos, ahora os alcanzo —les dije a Pyro y Em, deteniéndome.

    Había visto a alguien allí dentro, y era uno de los pocos con quien aún no había tenido ocasión de hablar. Alguien a quien aún no conocía bien, de quien no me formaba una idea aún. Y me sentía impulsado a averiguar todo lo posible sobre la gente con la que convivíamos: cuanta más información tuviese, mejor podría proteger a Em y al resto, ¿no?

    —Hola, Givan. ¿Encontraste algo interesante que leer por aquí?

    El Super Arqueólogo estaba de pie frente a una estantería que lucía revuelta y desordenada, pues claramente había estado revolviendo un libro tras otro. Ahora miraba al resto de libros con mirada analítica y crítica.

    No recordaba que Givan hubiese estado presente cuando atendimos a Destiny, y eso que estaba justo en la planta de abajo, en la segunda, en la tienda de muebles. Tampoco acudió al ascensor cuando se cayó, si bien según los que sí acudieron, estaba rondando la zona. No parecía, en general, involucrarse mucho con el grupo; y quizá era eso lo que me despertaba curiosidad.

    O tal vez despertaba un instinto primario por determinar si esa soledad suya podía ser una amenaza.

    —Mm-hm.

    —¿Buscas… algo en concreto?

    —Sí.

    —Te puedo ayudar a encontrarlo.

    —No.

    —¿Eh? ¿Cómo dices?

    —No.

    Sin mediar más palabra que esa, se desplazó un par de pasos hacia la izquierda, se desplazó hacia otra librería y siguió recorriendo los libros con su vista y sus dedos. Tragué saliva, incómodo. “Va a ser difícil hablar con este chico, ¿eh?”.

    —Sabes, he estado pensando —seguí diciendo, caminando tras él sin que me dirigiera ni siquiera una mirada, demasiado ocupado en su búsqueda—. Eres arqueólogo, ¿no? Entiendo que no es tu especialidad, pero en tu campo se investigan restos antiguos de toda clase, así que, me preguntaba… ¿tienes alguna idea de en qué situación nos encontramos?

    —No te entiendo —respondió rápidamente, sin siquiera pensar o reposar la información. Cerró de un golpe el libro que había recogido—. Explícate mejor, Miles. ¿Tu pregunta es…?

    “Cielos, sí que era complicado”.

    —Estamos, supuestamente, en Galeia, ¿cierto? En una parte antigua y olvidada de la ciudad, pero en Galeia. Y con todo, hay una supuesta cúpula que nos impide salir del precinto marcado por Monokuma. Estamos en una zona abandonada, pero, pese a eso, si pagamos un dinero ficticio podemos recibir servicios, y tenemos casas recién reformadas que han surgido de la nada.

    —No he oído ninguna pregunta —reiteró Givan, girándose al fin hacia mí.

    Sus ojos estaban como… vacíos. Eran perlas azules, sí, pero el azul parecía hundirse más, y más. Como si detrás hubiese un océano inmenso, pero que ocultaba absolutamente todo bajo capas y capas de oscuridad.

    —… quiero saber qué opinas: ¿es posible que esta ciudad, que esta zona, sea falsa, de algún modo? Un arqueólogo puede hacer eso, ¿verdad?

    —Falsa… —repitió en voz alta, inclinando la cabeza hacia un lado—. No.

    —¿No? ¿No qué? ¿Qué no es falsa, o que no puedes determinarlo?

    “Me duele la cabeza”.

    —No puedo determinarlo.

    —Ajá.

    Lo miré girarse, y se puso a investigar en otros tantos libros, observándolos uno a uno. Los tomaba, leía la portada, los abría y hojeaba rápidamente, y los colocaba de nuevo de forma descuidada y sin mucha atención. Si uno miraba las estanterías de aquella librería, era fácil saber por dónde había pasado Givan.

    —P-Pero —insistí, siguiéndole de cerca—. ¿Lo has intentado? Desconozco cómo trabajáis, pero quizá encuentres, si buscas bien, algo en los edificios, en las cosas antiguas de la zona, etcétera, que te haga pensar que realmente estamos en la Galeia que conocemos… o que todo esto es una copia, de alguna forma. Entiendo que sabrás hallar la diferencia, ¿no es cierto?

    —Claro —sentenció, soltando otro libro—. Y no, no lo he intentado.

    Lo escuché tomar aire, girándose de nuevo hacia mí. Y me miró otra vez con esos ojos vacuos. Por fin le oí, justo entonces, hilar más de dos frases seguidas. Pero habló con cierto hartazgo, como si tuviese toda una cadena de pensamientos y de tareas pendientes que se había visto obligado a detener por mi insistencia.

    —Todo lo que vemos es real para nuestros ojos. Incluso los restos falsos de un fósil son reales. No son restos de un fósil, pero son algo material, algo que simula serlo. Un edificio, por tanto, es un edificio. Un objeto antiguo es un objeto antiguo. La única forma de diferenciar algo de una copia es conocer exactamente qué debemos observar para delimitar la diferencia, y saber qué entendemos por algo “real” y por una “copia”.

    —Entiendo… ¿quiere decir eso que no sabes qué diferencia es la que tienes que observar?

    Lo noté fruncir ligerísimamente el ceño. Pareció un poco… ¿molesto?, al haber cuestionado que, quizá, no sabía algo.

    —El problema no está en la respuesta. Si no en tu pregunta.

    —¿En mi pregunta?

    —Sí. Aclárala para mí. ¿Qué es una “ciudad falsa”?

    “Vaya. Esa era una muy buena pregunta”. Me rasqué el cabello, reflexivo. No tenía una respuesta concreta para Givan. Sabía que los Seguidores eran capaces de crear ilusiones, manipular sueños, y utilizar tecnología muy avanzada, así que era difícil determinar a qué me refería. Ni yo mismo lo sabía. Pero esperaba que Givan no necesitase esa información; contaba con que un Super Arqueólogo fuese capaz inmediatamente de distinguir lo real de lo falso.

    No me paré a pensar que no siempre es fácil saber qué significa que algo sea real o sea falso.

    —Tienes razón —concedí—, mi pregunta no está muy bien definida. Y lo cierto es que, de momento, no sé cómo definirla. Pero si lo consigo, acudiré a ti.

    —Genial. Esperaré.

    —¿Puedo preguntarte qué libro estás buscando, por cierto?

    —Puedes.

    “Por Arceus…”

    —¿Q-Qué libro estás buscando?

    —Temo decirte que no voy a revelarte eso, Miles.

    “Por el santísimo Arceus”.

    Tras la, uhm, “conversación” con el Super Arqueólogo, regresé al fin con Emily y Pyro a la cafetería. Por suerte, el café, bien enlatado aún podía servirse y prepararse, y había algo de pan que, pese a estar congelado, se podía tostar para tener algo parecido a un desayuno. Y sin embargo, seguíamos viendo cómo la cantidad de productos de alimentos libres a nuestro alcance iba mermándose. Había bastante, pero no para que diecisiete personas se mantuviesen llenos durante muchos días.

    Según Pyro, era probable que en unos cuatro días, sin poder acceder a alimentos de las tiendas “de pago”, nos quedaríamos sin alimento. Y eso era sumamente peligroso. Motivo más que suficiente para que la desesperación empezase a apoderarse de la gente.

    Durante el resto del día, nos dedicamos a seguir explorando más a fondo el distrito comercial. A entrar en cada una de las tiendas accesibles, a buscar algún tipo de arcón congelador que se nos hubiese escapado o alguna otra forma de obtener comida, o incluso algo útil, fuese para obtener información sobre nuestra situación o para protegernos ante posibles problemas futuros.


    ***


    Al día siguiente, el tercer día, repetimos y proseguimos la búsqueda. El objetivo que Pyro, Em, Drake, Lucas y yo nos propusimos fue seguir investigando posibles fuentes de comida, pistas y útiles varios, y, también… tratar de averiguar cómo conseguir monodólares. Si Anna había conseguido, debía ser posible obtener más, ¿verdad?

    Nosotros cinco nos esforzábamos cada día; no nos rendíamos, manteníamos la esperanza. Pero muchos de los otros estudiantes pensaban que era una lucha absurda, y se limitaban a vivir los días con aquellos que parecían caerles mejor. Ya empezaba a observar cómo se formaban varios grupitos…

    Nikolah, Aleck, Ethan y Destiny parecían hacer buenas migas, y por suerte, la última ya empezaba a sentirse mejor: el calambrazo pareció ser solo un susto.

    Lucas y Kyllian solían pasar mucho tiempo juntos, y habían desmontado ya las escaleras mecánicas y otros aparatos del centro comercial en busca de piezas; además, Pine y Givan parecían unirse a veces a este último; sus personalidades parecían casar relativamente bien entre ellas, suponía.

    Anna era una mariposa social, y cada día podía vérsela integrada en un grupo distinto, riendo con cada uno de ellos y participando de todo tipo de conversaciones. Muy al contrario que Cayden y Kris, que podían pasar la mayor parte del tiempo solos, y, especialmente el segundo, rehusaba bastante de interactuar con nadie. Por no hablar de Bezzy y Ryu, que casi… no se dejaban ver.

    En fin, ese día me encontraba hurgando entre los restos de una tienda de electrodomésticos completamente oxidados y desgastados, cuando…

    Bzzz. Bzzz. Bzzz.

    Era mi monófono. Vibraba con fuerza. Lo miré, y entonces la voz estridente del oso, junto con su imagen, apareció en él. Sentí un fuerte déjà vu. Aquello era uno de los famosos anuncios de Monokuma, ¿eh? Cerré los ojos por un momento, justo cuando el oso empezó a hablar. Los cerré, deseando no escuchar la frase: “¡un cadáver ha sido encontrado!”

    —¡Buenos días, estudiantes! Espero que este Programa Especial de Convivencia esté siendo satisfactorio para todos y todas. He notado que la cosa está poniéndose un poquito aburrida… y no queremos eso, ¿a que no? Upupu…

    >> Así pues, ¡vamos a tener nuestra primera clase de tutoría! Por favor, todo el mundo, acudid al ayuntamiento en seguida, ¡la clase empezará en quince minutos! No faltéeeis…

    —¿Clase de… tutoría? —bufé en voz alta.

    “Lo llama clase para hacerlo obligatorio… tal y como dicen las reglas”, pensé. Molesto, me incorporé y salí de la tienda. No era idiota. Sabía que uno no podía desobedecer las reglas. No si quería sobrevivir, al menos.

    Así que me encaminé calle abajo, de vuelta a la plaza.

    —¡Dante, espera!

    Me giré para ver a Drake correteando hasta mí. Lo saludé con una sonrisa.

    —¿Te ha llegado el anuncio?

    Asentí.

    —Monokuma se está modernizando —bromeó Drake—. Ahora manda el anuncio directo al teléfono, ¿eh? Si estuviese aquí Mimi, escucharíamos ese “I’m a Barbie girl”.

    Reí con una carcajada junto a él al recordar aquello. E, inmediatamente, sentí un cierto alivio en mi pecho. “Drake recuerda eso. Si recuerda ese detalle, es que… es que tiene que ser real”. El alivio, sin embargo, se agrió un poco al recordar las palabras de Givan del día anterior.

    La única forma de diferenciar algo de una copia es conocer exactamente qué debemos observar para delimitar la diferencia, y saber qué entendemos por algo “real” y por una “copia””.

    ¿Era posible que Drake fuese, de alguna forma…? N-No, no ganaba nada pensándolo. Como decía el Arqueólogo, ni siquiera… ni siquiera tenía claro qué clase de diferencias estaba buscando. Y, aun así, por más que intentaba localizar alguna, no la encontraba. Ese era Drake.

    —Oye… —empezó a decir Drake, rascándose la nuca—. Aún no hemos hablado, bueno. De eso.

    —¿Eso? A-Ah… no hace falta que hablemos del tema, Drake. Es… cosa del pasado. Creo que a estas alturas los dos sabemos qué motivaciones tenía el otro para hacer lo que hicimos. Y, para qué mentirte. —Desvié la mirada, suspirando con pesadez—. Al final tú tuviste razón. Si no llegas a intervenir, Emily y todos estarían…

    Él esbozó una sonrisa tranquila.

    —Lo sé, Dante. Cada uno hizo su propia apuesta, simplemente. P-Pero no es exactamente de eso de lo que quería hablarte. O sea, sí, está relacionado con eso, pero…

    —¿Uhm?

    —E-Es que, verás. Tú estabas sorprendido, igual que yo, de que esté vivo, pero… ¿c-cómo es que estás vivo?

    Alcé las cejas. “Ah, ¡claro! D-Drake no tiene ni idea de… qué soy realmente”.

    “Joder, ¿cómo se explica esto?”

    —Es… complicado de explicar, Drake. Muy complicado.

    Se encogió de hombros.

    —Te recuerdo que desenmarañé algún que otro plan de Ian Lockhart. Yo creo que me las puedo apañar con algo un poco complicado. Creo. Ahora me haces dudar. ¿Cómo de… complicado es?

    Reí. “Drake, no cambies nunca”.

    —Digamos que sí he muerto —expliqué, mirando hacia arriba mientras caminábamos, como si buscase algo en el cielo empañado. A veces me preguntaba si los “yo” que muriesen tendrían… algún tipo de alma separada—. Y que el Dante que ves delante de ti es otro distinto. Pero, a la vez, soy el mismo, porque conservo todos los recuerdos, vivencias, experiencias. Todo lo que me hace ser Dante.

    —¿Huh? ¿C-Como un clon?

    —¿Algo así? —Me rasqué la barbilla. Era bastante más complicado de explicar de lo que pensaba…—. Tengo vidas extra, de algún modo.

    —E-Entiendo. O sea, no entiendo, en realidad, pero digamos que te creo. Desde el principio se veía que tenías algo especial, Dante. Así que eso de las vidas extra, por loco que suene… me lo puedo llegar a creer. —Quedó en silencio unos instantes, reflexivo—. Y, entonces, ¿perdiste una de tus vidas? ¿Cuántas tienes?

    —Muchas. O eso creo.

    —¿Eso… crees?

    Agaché la mirada. Era una idea que tuve en el fondo de mi mente desde que desperté aquí, en esta situación. Y no quería… abrazarla demasiado. Solo me provocaba nervios, ansiedad y dudas. Pero era una realidad que tenía que aceptar.

    —… es que, como no tengo recuerdos de los últimos momentos, yo no… no estoy seguro de si sigo siendo el mismo Dante que era antes.

    —A-Ah. ¿Ni siquiera sabes si, quizá, has perdido otra “vida extra” más?

    Asentí.

    —Te dije que era complicado.

    —M-Más de lo que esperaba. Te subestimé. —Me dio un golpecito en el hombro, sonriente, y luego quedó pensativo una vez más. Cuando se abstraía de esa forma, pensando en su cabeza, parecía que se iba a otra galaxia. Finalmente, habló, con un tono melancólico que no pasó desapercibido para mí—. Hey, Dante. ¿Crees que puede ser que yo también… tenga “vidas extra”, como tú? ¿Que me pase lo mismo que a ti?

    La pregunta me tomó por sorpresa.

    —Ya sabes —siguió diciendo—. Tendría cierto sentido, ¿no? Si tú no has muerto del todo, quizá yo tampoco he muerto del todo. Nuestras muertes, después de todo, estuvieron, en fin. Conectadas.

    “N-Nunca lo pensé así, pero… ¿C-Cómo podría decirte, Drake, que dudo mucho que seas como yo? ¿Cómo podría decirte que tu mera existencia es algo que ni siquiera yo puedo explicar…?”

    —Quizá. —Mentí, desviando la mirada—. Nunca se sabe. Tal vez haya sido, también, cosa del Profesor Abeto. El mismo que logró darme a mí esta… segunda oportunidad, tercera, o cualquiera que sea.

    —El Profesor, ¿eh? —musitó—. Una pena no haberlo llegado a conocer nunca.

    —Una verdadera pena, sí. Era un genio, eso desde luego.

    Un genio al que le debía la vida, en más de un sentido.

    Drake y yo acabamos llegando al ayuntamiento, donde la mayoría de estudiantes estaban ya reunidos. Rápidamente, nos unimos a Emily, y ella nos hizo un gesto cuando, con las miradas, le preguntamos por los otros dos: Pyro estaba en la otra esquina de la sala, con Bezzy, y Lucas estaba junto a Pine, Givan y Kyllian, aparentemente inmerso en alguna conversación que, asumía, me costaría entender.

    Poco a poco, todos fueron llegando, y… no fue hasta que los tres últimos llegaron cuando las miradas de todos se giraron hacia la entrada.

    Anna, seguida de Aleck y Niko. Los dos últimos devoraban una hamburguesa y cargaban con una bolsa de ropa cada uno, mientras ella, con un delicioso batido en mano, iba en frente. Bajó sus gafas de sol al llegar y soltó en el suelo la otra bolsa que ella llegaba, que fue rápidamente recogida por el chico alto.

    —¡Hola, compañeros! —saludó, alegre y jovial, y luego dio un sorbo a su batido—. Qué molesto este Monokuma, ¿eh? A saber qué quiere ahora.

    —H-Hamburguesas… —murmuró Destiny, recuperada pero aún recelosa de sus alrededores, entre dientes.

    —¿D-De dónde habéis sacado vosotros dos el dinero para la comida? —preguntó Ethan, cuyo estómago rugió acto seguido.

    —¡Lady Anna nos ha invitado! —explicó, sonrisa en el rostro, Niko—. A cambio de acompañarla de compras, claro.

    —No hay ni una triste camiseta en condiciones aquí —protestó la Ultimate misteriosa—, ¡pero hey! Al menos de complementos sí que hay opciones. Demasiadas para elegir.

    —¿C-Cuánto dinero tiene…? —susurré, incrédulo.

    —¡Aleck, traidor! —gruñó Destiny, señalándolo con un dedo—. ¡Esa hamburguesa tendría que ser mía!

    —Lo fiento, Feftini —habló el Humorista, boca llena y manchada de salsa—. No pude evitadlo, ¡eftán buenífimaf!

    Anna dio más pasos, integrándose entre todos, y nos fue mirando uno a uno con un gesto primero de sorpresa, y que luego, poco a poco, fue tornándose en una expresión extraña; una especie de satisfacción.

    —Así que es cierto… mis sospechan eran correctas. ¿Soy… la única? Je, me pregunto por qué…

    —¡Lo averiguarás en seguida!

    La voz de Monokuma sobresaltó a todos. Como la primera vez, el foco de luz iluminó el punto del suelo del que el oso saltó de repente, cayendo sobre un pie y haciendo una leve pirueta.

    —¡Ta-daaaah! ¡Vuestro director ha llegado! Upupu~.

    —¡Tú, oso de felpa! —gritó de repente la piloto. A su lado, Ethan le sostenía el brazo, no sabía si por controlar su condición física, o si por evitar que se lanzase al cuello de alguien—. ¡¿De qué vas?! ¡Podrías poner en tus reglas estúpidas algo sobre no salir del precinto, o sobre cómo le das monodólares solo a quien te apetece!

    El oso, confundido, se llevó una pata al mentón.

    —¿Upupu? ¿Cómo? ¿Que no está en las reglas que no podéis salir de aquí…? ¡Vaya, qué despiste!

    —¿Despiste…? —susurró Pyro. Verlo a él confundido me hizo sentir un poco mejor. Porque yo lo estaba el triple.

    —Que algo no figure en las reglas no quiere decir que se pueda hacer sin consecuencias, de todas formas —explicó el “Director”—. ¿Hace falta que haya una ley que diga que no se puede matar a otro para que se sepa que está mal?

    —De hecho, hay una ley que dice justo eso —protestó Cayden.

    —Además, ese no es el mejor ejemplo en este contexto, ¿no crees? —intervino Pine.

    El oso se puso rojo de rabia, y pateó el suelo en unas cuantas ocasiones.

    —¡Me tocaron los alumnos pedantes, se ve! ¡Mi punto se mantiene! En ningún caso ibais a poder salir del perímetro, ¡así que qué más daba! Upupupu… pero bueno, lo pondré en las reglas, si tanto queréis. ¡Pero una vez añadida, no se puede eliminar!

    Piro reaccionó ante ese comentario. Lo noté viéndolo con el rabillo del ojo, incluso desde lejos. Arrugó su expresión por un instante, pero fue más una… mueca de decepción. Como si las palabras de Monokuma hubiesen confirmado o desmentido algo que no le gustaba haber confirmado o desmentido.

    —¡Ya que nos haces jugar este estúpido juego —gruñó Destiny—, al menos haz que sea coherente, joder!

    —¡¡Bueno, basta ya!! —gritó el oso—. Uf, qué grupo más difícil me ha tocado. Ejem. ¡Esto es una clase de tutoría, y, como tal, os he reunido aquí para que hablemos sobre vuestro progreso en el Programa! Y debo decir que estoy muy, muy, muuuy decepcionado… ¡aún no ha muerto nadie!

    —¿Y qué esperabas? —esgrimió Ethan. Notaba cómo la vena de su cuello se iba… hinchando poco a poco—. No vamos a matarnos entre nosotros solo porque tú lo digas.

    —Exacto —dijo Nikolah, limpiándose la boca de la salsa de su hamburguesa, ya terminada, mientras sujetaba las bolsas de Anna—. Eso de matarnos entre nosotros suena… muy loco, ¿no? ¿Quién haría algo así?

    Monokuma tomó aire, y empezó a caminar de un lado a otro, reflexivo.

    —Sí, sí, sí. Estoy harto de escuchar esos monólogos positivos que dais todos, sí. Por eso tenemos esta sesión de tutorías, ¡para darle solución a estos problemillas! Ni siquiera mi privilegio parece haber funcionado, así que, uhm…

    Eso captó la atención de Drake, que en seguida alzó la voz.

    —¿P-Privilegio? ¿Te refieres al privilegio para la Escuela más numerosa?

    Em, Drake y yo nos miramos. E-Era imposible, yo aún no había… escogido Escuela.

    —¡Correcto! ¿Que no lo sabíais…? ¡El primer privilegio de grupo ya ha sido asignado! Y se le está dando muy buen uso, sí, sí… upupupu.

    —… entiendo —comentó Pyro—. El dinero.

    —¿Ah? ¿Mi dinero? —Anna se señaló a sí misma, sorprendida.

    Sonriente, Monokuma asintió.

    —¡Así es, así es! Estamos en el Distrito comercial, ¡aquí todo va de monodólares! Así que he decidido que el privilegio para la Escuela mayoritaria es… ¡una paga extra!

    —¿Paga… extra? —murmuró, confusa, Emily.

    —¡Correcto, Emi-chan! —siguió el oso—. La Escuela mayoritaria ha recibido un plus a sus pagas diarias. El plus lo he entregado al Delegado de la Escuela para que lo reparta entre sus miembros, sí, sí. Juuuusto en el recibidor de su casa, de hecho.

    —Un momento —intervino Lucas—. N-Ninguno de los Delegados hemos encontrado dinero en nuestras casa. ¿No?

    Miró a Drake, a Pyro y a Emi. Todos negaron con la cabeza. Y el propio Monokuma, mirando en todas direcciones, empezó a consultar frenéticamente todo un montón de papeles.

    —U-Uhm, un segundo, un segundo… ¿el líder de la Escuela no era…? ¡A-A ver, a ver, calma todos, yo, uhm…!

    Anna parpadeó un par de veces, y en seguida empezó a reír, divertida.

    —¡No me digas! ¡Así que te has confundido! Cariño, has dejado religiosamente, día a día, el dinero en mi casa. Si ha sido un error, es uno por el que no voy a protestar, desde luego.

    —Uh-uhm, yo, ehm… —murmuró Monokuma, aún confuso—. Se suponía q-que esa casa era… ah… ah, claro… entiendo, sí, sí. Ha sido un error, sí. Ups.

    “¿U-Ups? ¿¡Ups!?”.

    Aleck se dio una palmada en la cara.

    —M-Menudo error más embaraz-oso.

    —B-Bueno, ¡qué más da! ¡A lo hecho, pecho, como dicen los jóvenes! Hmpf.

    —¿Qué escuela ganó, entonces? —quiso saber Kyllian—. Asumo que… quizá Anna no es siquiera parte de dicha escuela, ya que parece ser que contar no es lo tuyo.

    —¡C-Claro que sé contar, niño verde! Hmpf.

    —¿Cómo es posible, siquiera, que haya ganado una escuela? —quise saber—. Y-Yo aún… no escogí.

    —Oh, es que hay mayoría independientemente de que tú escojas —dijo el oso con cierta sorna—. Upupupu… ¿sabéis qué? ¡Es más divertido que no os diga qué escuela ha ganado, visto lo visto! Este, uhm, fallo técnico puede hacer muuuucho más interesante las cosas. ¡Esa es mi decisión como director!

    —M-Maldito… —gruñó Ethan, apretando el puño.

    “S-Si una de las escuelas alcanzó mayoría incluso sin yo unirme, eso querría decir que… en el mejor de los casos, los otros dieciséis se han repartido en grupos de cuatro-tres-tres-seis. Mínimo una de las escuelas debe tener seis miembros. Pero ¿cuál…?”

    —Antes has dicho que el privilegio era una “paga extra” —intervino de pronto, reconduciendo el hilo, Pine—. Eso implica que tenemos una paga normal, ¿correcto?

    Ahí fue cuando el oso hizo gala de su expresión malévola, esa que más le caracterizaba. Con ambas manos sobre su boca, contuvo pobremente su risa, hasta que no pudo más y estalló en una carcajada.

    —¡Eso es cierto! ¡Upupupupu~! Como os decía, quería hablaros de… vuestro comportamiento lamentable. ¡No hay acción! ¡No hay diversión! ¡No hay muerte! Así que… he decidido que os tengo que castigar.

    >> Ese es el primer motivo: ¡todos estáis castigados sin paga!

    —¿C-Castigados sin paga…? —repetí, incrédulo.

    —Tché —oí protestar a Ryu.

    Lo entendí en ese momento. Realmente, lo intuía desde el momento en el que anunció su “privilegio”. Como ya temíamos, tanto el privilegio como el motivo no eran sino… una forma de incitarnos a matar más. De hecho, había hilado las dos. Su idea era… su idea era privarnos a todos de la posibilidad de comer, en cuanto la comida, en cuestión de un día más, empezase a escasear. Al menos la comida gratis.

    No. Era peor que eso. Al darle acceso a dinero solo a un grupo y privar del mismo a todos los demás, pretendía generar aún más tensiones. ¿Qué haría el grupo con dinero? ¿Aprovechar su beneficio, o repartirlo con todos? ¿Y cómo reaccionarían los demás al verse privados de acceso a los servicios básicos que esa Escuela sí podía disfrutar?

    Era un caldo de cultivo perfecto para instar conflicto. Y no lo anunció desde el principio: nos dejó unos días para que nos diésemos cuenta de en qué situación estábamos. Para que entendiésemos que solo algunas tiendas eran accesibles para nosotros sin dinero, y que, por tanto, las reservas eran limitadas.

    Equivocarse con Anna y darle a ella todo el dinero… quizá fue un error genuino, quizá no, pero… ahora había logrado ponerla en el punto de mira. Porque ella era la única con dinero, y, por tanto, la única con poder. Tenía en su haber, después de todo, el equivalente a la supuesta paga extra diaria de seis personas.

    Y lo estaba gastando en complementos, aparentemente ajena al valor de ese dinero.

    —Si queréis recuperar vuestra paga, ¡tendréis que cometer un asesinato! —exclamó Monokuma, manos alzadas—. Mientras tanto… ¡el reparto de dinero seguirá siendo únicamente el de la paga extra! Upupupu…

    Fue entonces cuando sucedió. Dos personas se separaron la una de la otra, y cada una caminó en una dirección. La primera fue Destiny, que se lanzó hacia Anna, sujetándola del cuello. El segundo, Ethan, que soltó a la primera, y se encaró con Monokuma, alzándolo por los aires, también por el cuello.

    —V-Vaya —gruñó Anna, luchando por mantener el control incluso en aquella situación. Ni eso borraba su sonrsilla—. P-Parece ser que el motivo h-ha tenido efecto inmediato, ¿eh? ¿Tanto quieres matarme ahora, de repente?

    —¡E-Ese dinero no te pertenece! —exclamó Destiny—. ¡No es tuyo! D-Dánoslo… ¡repártelo entre todos!

    —¿O-O qué? ¿Vas a matarme? Eso solucionaría todos los problemas, ¿no? Dos… pájaros de un tiro.

    Por otro lado, Ethan estaba siendo mucho más violento, si cabía. Había hecho que Monokuma chocase contra la pared, y el oso pataleaba y se retorcía inútilmente.

    —Se acabó. ¡No vas a conseguir lo que quieres, oso del demonio! Todo esto… solo buscas crear conflicto, ¡y no te lo voy a permitir!

    —¡S-S-S-Suéltame, abusón! —exclamó Monokuma—. ¡E-E-Esta no es forma de tratar a tu Director! ¡Me debes un respeto…!

    —¡¡Y una mierda!! —gritó Ethan, desbordado por la rabia—. No vamos a jugar tu juego, ¿me oyes? Esto… se acaba aquí y ahora.

    —E-Ethan, ¡no hagas ninguna locura! —exclamó, visiblemente preocupada, Emily.

    —¡H-H-Hazle caso a Emi-chan! —murmuró Monokuma—. ¡Yo t-tendría cuidado de…!

    —Silencio.

    Esa fue la palabra que sentenció a Monokuma. Ethan la dijo de forma fría, dura, árida. Y tras eso, un puñetazo con extrema fuerza hizo temblar la pared. El puño del Soldado atravesó la cabeza robótica de Monokuma, destrozándola por completo, y luego agujereó la pared. La sangre se vislumbró en los nudillos del Ultimate, y el ruido de su impacto generó tal shock que todos callamos y nos detuvimos en seco, incluida Destiny, que soltó el agarre sobre Anna.

    —… ¿ha terminado? —se preguntó Niko, atónito—. ¿El oso ha muerto?

    —… —Pyro estaba temblando, temiendo lo peor.

    A decir verdad, yo también.

    —Huf… puf… —jadeó Ethan, que esbozó una sonrisa triunfante. Extrajo el puño, y ondeó el oso de peluche en el aire con la otra mano, presentándolo al grupo como un cazador presenta a una presa—. ¡El director ha sido eliminado! Podemos acabar con él, ¡podemos acabar con todos los Monokuma que hay en el Distrito, uno a uno! No nos pueden obligar a matarnos.

    —H-Ha ejercido violencia sobre el director —murmuró Lucas, consternado—. E-Eso implica que…

    —Las reglas no dicen nada al respecto —le respondió Kyllian, que observaba todo de forma analítica—. No dicen que no pueda ejercerse violencia contra Monokuma.

    “Es cierto, las reglas no dicen eso. Pero Monokuma antes dijo que…”

    Bip. Bip. Bip.

    —¿Huh?

    Bipbip. Bipbip. Bipbipbipbipbip…

    “Dijo que…”

    —¡E-Ethan, cuidado!

    “Que algo no figure en las reglas no quiere decir que se pueda hacer sin consecuencias”.

    La explosión del cuerpo del oso fue ensordecedora, y la luz bañó todo el cuerpo de Ethan, quien aún agarraba al oso. El humo de la explosión ocultó el resultado de la misma, y los estudiantes que estaban más cerca tuvieron que cubrirse con los antebrazos.

    En ese momento, creo, fue cuando los demás fueron conscientes de que esto no era ninguna broma. Cuando entendieron lo serio que era el asunto, lo… reales que eran las consecuencias.

    Lo cerca que estaban de saborear la desesperación.


    Añadidas fotos provisionales de los que son mis OC; sigo reclutando ayuda para buscar fotos para el resto uwu/



    #1: Dante Miles: Super Guardián
    Le gusta: la biología Pokémon, la poesía, las espadas y escudos.
    No le gusta: las películas de terror, las grandes multitudes, los ruidos fuertes.

    #2: Anna Hiradaira: Super ???
    Le gusta: los horóscopos, los complementos, las fotos.
    No le gusta: las cosas baratas, las órdenes, no saber un secreto de otro.

    Ethan.jpg
    #3: Ethan Encina: Super Soldado
    Le gusta: las pizzas, el gimnasio, las normas.
    No le gusta: la inseguridad, las alturas, las mentiras.

    #4: Aleck Graham: Super Humorista
    Le gusta: los chistes, ser el centro de atención, los videojuegos plataformas.
    No le gusta: la política, los lugares vacíos, la música clásica.

    #5: Nikolah Cruz: Super Coleccionista
    Le gusta: las cosas raras, el orden, la comedia.
    No le gusta: las historias tristes, los acertijos, la lectura.

    #6: Kris Viridis: Super Médico
    Le gusta: la química, la soledad, la lectura.
    No le gusta: los chistes malos, ser observado, la comida picante.

    #7: Kyllian Faure: Super Ingeniero
    Le gusta: la escultura, le gente seria, el silencio.
    No le gusta: ser interrumpido, la gente perezosa, la comida basura.

    Entrenador.jpg
    #8: Albert Pine: Super Biólogo
    Le gusta: navegar, los videojuegos de aventuras, la cocina.
    No le gusta: el anime, los disparos, las alturas.

    #9: Emily Hodges: Super Esperanza/Modelo
    Le gusta: los pasteles, el ASMR, las películas románticas.
    No le gusta: las discusiones, la soledad, el color negro.

    #10: Destiny Inashu: Super Piloto
    Le gusta: los Pokémon pájaro, las hamburguesas, la música rock.
    No le gusta: tener hambre, el arte clásico, los libros muy largos.

    #11: Givan Velren: Super Arqueólogo
    Le gusta: los Pokémon fósil, las novelas de suspense, los puzles.
    No le gusta: los lugares ruidosos, al alcohol, las conversaciones ligeras.

    #12: Cayden Dunn: Super Abogado
    Le gusta: la soledad, la música jazz, los videojuegos de rol.
    No le gusta: la sangre, los finales felices, las armas.

    #13: Lucas Diamond: Super Inventor
    Le gusta: los dispositivos electrónicos, las siestas, las matemáticas.
    No le gusta: las plantas, el té, la música electrónica.

    #14: Drake Orestes: Super Policía
    Le gusta: los donuts, los mangas shonen, los videojuegos shooter.
    No le gusta: los nombres complicados, las fábricas, las películas románticas.

    Pyro.jpeg
    #15: Pyro Redflame: Super Motivador/Analista
    Le gusta: la animación, los Pokémon perro, la filosofía.
    No le gusta: los misterios sencillos, la gente intransigente, las mentiras.

    Ryu.jpg
    #16: Ryu Guardane: Super Entrenador
    Le gusta: el baloncesto, el humor negro, los Pokémon gato.
    No le gusta: la psicología, los coches, las agujas.

    Bezzy.jpg
    #17: Bezzy Hoffe: Super Violinista/Criadora/Desesperación
    Le gusta: la música clásica, los peluches, los Pokémon insecto.
    No le gusta: ser quien es, las historias tristes, tener pesadillas.
    Regla 1: Ningún estudiante podrá salir del perímetro delimitado en cada momento actual de Galeia.

    Regla 2: Cada estudiante tiene una vivienda propia que es de uso personal: solo el legítimo portador de la llave de la vivienda puede acceder y permanecer en ella.

    Regla 3: Todos los estudiantes continuarán en el Programa Especial de Convivencia hasta que este acabe por cualquiera de las causas definidas en las reglas 6, 12 o 17.

    Regla 4: Si un alumno o alumna ejecuta a otro, se dará comienzo una fase de investigación y su posterior clase de juicio, donde el resto de supervivientes deberá decidir quién fue el culpable por votación mayoritaria, única y secreta.

    Regla 5: Si el estudiante más votado en una clase de juicio es el culpable, será ejecutado como castigo.

    Regla 6: Si el estudiante más votado en una clase de juicio no es el culpable, el verdadero culpable superará el Programa Especial de Convivencia y el resto serán eliminados, terminando el Programa inmediatamente.

    Regla 7: Se considerará como culpable únicamente al asesino de la primera víctima: si de forma previa a la clase de juicio aparece otra víctima, el culpable de esa ejecución no será considerado culpable para ese juicio y quedará impune.

    Regla 8: No está permitido que se produzcan más de tres ejecuciones. El anuncio se reproducirá de forma automática si una tercera víctima es ejecutada, independientemente de las reglas 9 y 10.

    Regla 9: Si tres personas encuentran un cadáver, se activará un anuncio global que dará pie al inicio de la investigación.

    Regla 10: Solo cuentan para la activación del anuncio aquellos que encuentren a la víctima de forma posterior a la ejecución, incluyendo al culpable; no contarán para el anuncio nadie que presencie la ejecución en directo, salvo que vuelvan a encontrar el cadáver junto a alguien que no la presenció.

    Regla 11: Si quedan seis o menos estudiantes dentro del Programa Especial de Convivencia, se levantarán las reglas 4, 5 y 6, y empezará una fase de “Última Sangre”, donde no habrá clases de juicio ante los crímenes cometidos por alumnos y alumnas y estos podrán cometerse impunemente.

    Regla 12: El Programa Especial de Convivencia terminará en todo caso cuando queden tres o menos estudiantes, que pasarán a superar el Programa.

    Regla 13: Todos los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia estarán adscritos a las cuatro escuelas listadas en la app correspondiente del Monófono.

    Regla 14: Si un estudiante no está asignado directamente a una de las escuelas, podrá elegir a qué escuela anotarse, y tendrá que estar anotado a alguna antes de que comience la primera clase de juicio. Una vez formados definitivamente las escuelas, no estará permitido cambiar la misma, salvo que Monokuma lo autorice expresamente.

    Regla 15: La escuela con más miembros participantes del Programa será considerada la escuela dominante, y disfrutará de un privilegio especial. Se dará este privilegio al inicio del Programa y tras cada clase de juicio.

    Regla 16: Si todos los estudiantes de una escuela son eliminados, las viviendas de todos los integrantes de la escuela pasarán a ser de uso común y libre por parte del resto de estudiantes.

    Regla 17: Si solo quedan como participantes activos del programa los miembros de una escuela, aplica la regla 8 incluso aunque queden más de tres personas, dando fin al Programa en el mismo sentido.

    Regla 18: Los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia están obligados a participar en todas las clases organizadas por Monokuma, incluyendo las clases de juicio.

    Regla 19: Monokuma tiene libertad para agregar nuevas reglas, pero no puede eliminar reglas previas.

    Regla 20: Infringir cualquiera de las reglas registradas en esta lista supondrá la eliminación automática del infractor como castigo.
     
    Última edición: 13 Octubre 2025
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  6. Threadmarks: Capítulo 1 (Vida Diaria - 4)
     
    MrJake

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    Título:
    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    7903
    Capítulo 1 - La historia del crimen que nunca ocurrió.
    Vida Diaria, parte 4.




    Qué frágil es la vida humana. Se puede desvanecer en cuestión de un instante. Algunos dirían que yo soy un privilegiado, de hecho; tengo varias vidas, después de todo. Y, aun así, tengo miedo a morir, como el que más. Miedo al sufrimiento, miedo a esos instantes antes de saber que vas a perder la vida.

    Porque, ¿qué importa cuántas vidas tengamos, ¿qué importa qué tan real o no sea nuestra muerte, si el miedo, el dolor, la angustia previa a la muerte… es la misma?


    —¡Kris, rápido, necesitamos tu ayuda! ¡Tienes que ayudarle!

    Me costó procesar lo que había pasado. Mis oídos, usualmente algo más sensibles que la media, como todos mis sentidos, pitaban estruendosamente. Mi vista, también, estaba borrosa. Ante mí veía borrones vagamente identificables y escuchaba voces difusas. “¿Es… Pyro el que estaba ayudando a cargar a Ethan? Sí, Pyro y alguien más. Niko, creo.”

    “Muévete, Dante. Tú también tienes que ayudar”.

    Pero no me podía mover. Por unos instantes, me encontré paralizado.

    —Aguanta, Ethan —dijo otra voz, femenina. ¿Em…?—. Cielos, cielos…

    —¡S-Soldado idiota! ¿Qué has hecho, cómo se te ocurre? —Una chica rubia… era Destiny, ¿no?—. M-Mantente despierto, ¿me oyes? ¡Mantente despierto! ¡Tú, médico, haz algo!

    —¡P-Por mucho que lo repitáis —se quejó Kris. Poco a poco, mi vista y mi oído empezaban a… regresar—, no hago milagros! N-Necesito material, y sutura, y… un donante de sangre. Y aun así, no sé si…

    —¡La farmacia, vamos a la farmacia! —propuso Lucas—. A-Allí habrá medicinas y todo lo necesario.

    Empecé a enfocar bien la vista, y… observé algo terrible. Ethan no era más que un amasijo de sangre. El brazo que sujetaba a Monokuma, el izquierdo, estaba completamente ensangrentado, ennegrecido por la pólvora y quemado; el costado también se había quemado, viéndose bajo el uniforme rasgado, y parte de su cara tenía sangre, probablemente por el corte de alguna pieza del robot.

    Y yo, pese a todo, no podía evitar pensar… que había sido afortunado. Monokuma explotó a matar, con toda probabilidad.

    —P-Pero la farmacia… allí todo es de pago, yo… —musitaba, inseguro, Kris.

    Vi como Destiny, cual rayo, se abalanzó de nuevo hacia Anna, pero… en lugar de cogerla del cuello, esta vez se agachó y puso una rodilla frente a ella. Todos los que estábamos alrededor, la miramos, y vimos su rostro enrojecido, entre la vergüenza y el dolor, cuando hizo aquello. Agachó el cuerpo, la mirada, y cruzó las manos.

    —P-Perdóname por lo de antes, Anna, pero… por favor, ¡déjanos parte del dinero para curar a Ethan! ¡Por favor! ¡E-Es mi culpa que se haya enfadado tanto y que ahora esté así, era yo la que estaba todo el rato quejándose, y al final ha saltado por mi culpa! ¡Te lo ruego, haré lo que me pidas!

    Anna la miró con cierta sorpresa, y luego sus ojos danzaron a sus alrededores. Le vi en la cara un gesto que nunca antes había visto en ella: verdadero desconcierto. Estaba tardando en calibrar la situación, una situación que no esperaba, que no valoró en un primer momento. Algo que la sorprendió enormemente.

    Y tuvieron que pasar varias decenas de segundos hasta que respondió con voz ligeramente entrecortada.

    —E-Está bien. Debería sobrar suficiente dinero para curar a ese militar kamikaze. Y ahora… levántate. E-Estás ridícula ahí arrodillada, ten un poco de dignidad, mujer.

    Balbuceó algo para sus adentros, pero… no alcancé a oírlo. Con todo, desvió la mirada, en un gesto autoprotector. Nunca, en estos tres días, vi a Anna mostrarse medianamente frágil. Aquella era la primera vez.

    En seguida se inició una suerte de comitiva de auxilio, y entre unos cuantos chicos, cargamos a Ethan para poder llevarlo. Era un tipo grande y pesado, tanto que hizo falta la ayuda de Drake, Lucas, Pyro, Aleck, Nikolah y yo para poder cargarlo de forma medianamente segura hasta nuestro destino. Kris, Anna y Destiny pararon rápidamente en la farmacia en lo que el resto íbamos al centro comercial. Otros tantos estudiantes, entre quienes estaba Emily, se adelantaron para acondicionar la zona: la misma tienda de muebles en cuya cama descansó una Destiny herida la noche anterior.

    Así, entramos corriendo y nos dirigimos hacia delante. Pine y Kyllian nos seguían desde atrás, turnándose para ayudarnos a cargar… y el Coleccionista, cuando tomó el relevo en ese momento y quedó libre, se desplazó hacia la izquierda sin dudarlo, y pulsó el botón del único ascensor que no estaba estrellado en el suelo.

    —¡No, Niko, no le…!

    Pero fue tarde. En sus ansias por llegar cuanto antes, el aviso de Lucas no llegó a tiempo, y Niko pulsó el botón con la esperanza de que el ascensor nos ayudase a facilitar el transporte del soldado. No lo hizo: antes bien, como pasó con el de la derecha días atrás, el ascensor… cayó, soltándose la cuerda y estrellándose contra el suelo.

    Tras el estruendo, tuvimos que reequilibrarnos para no soltar al herido, y Nikolah, brazos en alto para cubrirse de los cristales, apareció con varios cortes en sus antebrazos. La sangre, una vez más, brotaba por Galeia.

    —Idiota —criticó Kyllian—. ¿No viste el precinto de seguridad? Estaba justo delante del maldito ascensor.

    —¿E-Estás bien, Niko? —preguntó Drake, que al menos tuvo la decencia de interesarse por él, no como el Ingeniero.

    Nikolah tenía los brazos completamente ensangrentados, y, sin embargo, hizo un gesto con la mano, restándole importancia.

    —Estoy bien, chicos, ¡no os preocupéis ni un poquito por mí! H-He sido un poco idiota, Kyllian tiene razón… ahora, ¡no os paréis, por las escaleras!

    —P-Pero tus brazos- —murmuró Lucas, pero fue interrumpido por él.

    —¡Pshh! ¡Mejor así! ¡Así puedo coleccionar más cicatrices distintas, que ya tenía unas cuantas!

    Kyllian, harto de la conversación que probablemente le resultaba banal, hizo un gesto con la mano, guiando al grupo por las escaleras mecánicas.

    —Por aquí, vamos.

    —P-Pero no funcionan, Kyllian —observé—. Terminaremos antes si vamos por las normales.

    —No, mejor por allí —confirmó Lucas, sonriente, agotado de cargar el peso de Ethan—. Kyl y yo ya las hemos arreglado, deberían funcionar.

    Dicho y hecho, al poner los pies sobre las escaleras, estas empezaron a moverse hacia arriba. Evidentemente, eso ayudó a que transportar a Ethan hacia las plantas superiores fuera mucho más sencillo y llevadero.

    Al fin logramos llegar, y nos encontramos, por fin, con Ethan recostado en la cama y Kris, ayudado por Emi y por Destiny, empeñadas en colaborar como enfermeras, se ocupó de curar las heridas superficiales todo lo que pudo. Muchos de los demás observábamos preocupados. Cuando el médico se giró a mirarnos y suspiró… temimos lo peor.

    —No sobrevivirá. No salvo que… le donemos mucha sangre. Ha perdido demasiada por las heridas y en el trayecto hasta aquí, y, sin eso…

    —Yo le donaré —intervino, de pronto, Niko, apareciendo desde atrás, jadeando y goteando sangre por las manos—. Soy… donante universal. Creo.

    Le miré. ¿Después de todo, y quería donarle sangre? E-Ese chico era… demasiado bueno.

    —No, Niko. Estás herido. Tú deberías descansar y que te atiendan esos cortes, también. Lo haré yo.

    Fue Pyro el que dijo aquello, dando un par de pasos hacia delante y remangándose la camisa para mostrar el brazo.

    —Yo también soy donante universal —afirmó el Super Analista, sonriendo—. Y yo sí estoy seguro de ello. Puedes hacerlo, Kris.

    ***

    El día, desde luego, había empezado siendo una completa espiral de caos, de principio a fin. En cosa de un par de días, tres de nosotros habíamos resultado heridos de una u otra forma, y los dos ascensores habían caído y se habían estrellado, abollando las cabinas y destrozando las paredes acristaladas. El estado decadente de Galeia empezaba a pasarnos factura, y…

    … ahora, Anna había agotado casi todas las reservas de dinero. Gastado prácticamente todo en salvar a Ethan. Y casi no quedaba nada de comida.

    Al día siguiente, en teoría, Monokuma le daría una paga de monodólares equivalente al pago de, asumía, seis personas. Eso debía servir para alimentar a, bueno… seis personas. Apurándolo un poco, quizá a diez, once o donce. Pero ¿a todos? Imposible.

    Empecé a pensar, a darle vueltas, genuinamente preocupado. Pyro tenía que comer ahora, para reponer las fuerzas tras la donación, e Ethan también; Pine estaba ya volcado en ello, preparando algo en las cocinas de la cafetería del centro comercial. Con eso, seguramente, agotaríamos las pocas reservas que quedaban allí. Kris, Emily y Destiny necesitarían algo que comer, también, y para eso usarían el dinero que Anna les había dado, el poco de los ahorros que le quedaba: ellos eran quienes estaban trabajando más para salvar al Soldado, así que lo merecían, lo necesitarían. Para el día siguiente, entonces, Ethan… tendría que ser alimentado, era quien más lo necesitaba. Luego deberíamos preocuparnos de racionar la comida; yo podía aguantar sin comer sin problemas, pero ¿cómo repartiríamos al resto?

    “Todo eso asumiendo que Anna quiera compartir el dinero”, me dije, tragando saliva con un nudo en la garganta. “Ahora nos ha prestado el dinero porque era una cuestión de vida o muerte, pero ¿qué pasará mañana? ¿Qué opinará cuando tenga a más de diez personas rogándole por un poco de sus migajas? ¿Cómo… reaccionará la Ultimate misteriosa?”

    —Muy bien. A partir de ahora, vamos a clausurar el centro comercial —anunció el Super Policía cuando todos salvo Pyro, Emily, Destiny, Kris e Ethan estuvimos reunidos fuera del gran edificio. Ya estaba usando su precinto para tapar el lugar, bloqueando la puerta. Aunque, bueno, no era más que un plástico: no iba a bloquear mucho. Era más bien simbólico—. Hasta que Ethan se recupere, será mejor que dejemos a los encargados trabajar. Lucas y Kyllian han propuesto también turnarse para poder trabajar en las reparaciones y mantenimiento del lugar: después de lo sucedido con los ascensores, lo último que queremos es que más cosas se nos caigan encima. Por lo demás, nos turnaremos para ir relevando a Emily y a Destiny. Quienes no quieran o no se vean capaces de cuidar al herido, podrán turnarse para encargarse de preparar alimentos en la cocina: es mucho más barato comprar productos de la tienda de congelados, así podremos racionar mejor el dinero de Anna. Que los que cocinen hagan la comida primero para el enfermo y los trabajadores y luego para el res-

    Anna, de pronto, intervino, alzando la mano.

    —¿S-Sí, Anna?

    —Hm. A ver. No me malinterpretéis: he ayudado a Ethan a que se salve porque no pretendo que el chico muera. Y tampoco voy a dejar que alguien muera de hambre; por mucho que os sorprenda, no quiero cargar con cadáveres famélicos en mi conciencia.

    —… ¿pero…? —intercedió Drake, que intuía por dónde iba la cosa.

    Yo también lo intuía. Y… básicamente, confirmaba mis temores. En parte, al menos.

    —Pero eso es una cosa, y otra muy distinta es que te autoproclames como líder del grupo y como tesorero de mi dinero, ojeritas.

    —“¿O-Ojeritas?”

    —La cosa es así —Anna dio un paso hacia delante, un paso que fue severo, autoritario, fuerte—. Estoy de acuerdo en que quienes se estén encargando del herido y el propio herido tengan su ración de comida, hasta ahí bien. Pero el resto podéis aguantar sin comer un día, ¿no? Nadie se muere por no comer veinticuatro horas. Y si tenemos que racionar el dinero que tengo para seis personas entre diecisiete, amigo, espero que con dos o tres miguitas de pan estemos llenos, porque si no tendremos un problema.

    “Así que sí es el dinero de seis personas… o, al menos, esa es la conclusión a la que Anna parece haber llegado”.

    —… yo racionaré el dinero, que para algo es mío —sentenció, ante las miradas de impotencia, rabia y decepción de los demás, cada una con una de esas emociones predominando sobre el resto—. Tres raciones diarias serán para Ethan, el médico y los dos enfermeros o enfermeras de turno… los enfermeros que se repartan una. Y así, hasta que se recupere, claro.

    —¿Q-Que los enfermeros se repartan una…? —bufó Lucas, incrédulo.

    —Otra ración para mí, naturalmente.

    —¿¡C-Cómo!? —exclamó Aleck, molesto. Sin embargo, su expresión de enfado parecía forzada, casi como si estuviese haciendo un gesto exageradamente impostado, como si estuviese en un bit de comedia—. ¡No es justo! ¡Exijo mis chicken nuggets! ¡No es justo que seas la única en comer chicken nuggets a diario!

    —… sobraría, con ese reparto, el equivalente a dos raciones. Y seríais un total de… once personas para repartirlas, ¿no? —Hizo como si contase, el pulgar bailando sobre el resto de dedos, uno a uno, haciendo números en su cabeza—. Si dividimos una ración entre dos personas, cuatro personas comen cada día.

    —P-Pero entonces, ¡habrá tres personas que no coman dos días seguidos!

    —Uhm —meditó Anna ante las palabras de Lucas—. Supongo que sí, tienes razón. Está bien… haremos ese reparto un día, y al día siguiente, yo me conformaré con media ración. Así serán cuatro personas un día, cinco el otro.

    —¿Y las dos que quedan? —inquirió Givan, ceja alzada—. Los cálculos siguen sin cuadrar.

    Anna se llevó un dedo a la comisura de los labios.

    —Sí, sobran dos. Así funcionan estos sistemas, supongo. Si ahorramos un poquito y comemos menos, quizá podamos acumular bastante para darle algo a esos dos que sobren. Al fin y al cabo, no todo son hamburguesas riquísimas pero caras, ¿no?

    —P-Pero las hamburguesas… —musitó, babeando, Aleck.

    E-Estaba siendo fría y tajante, ¿eh? Me sorprendía. Y no porque no la viese capaz, sino porque, por alguna razón, me daba la sensación de que aquello era una actuación, de algún modo. Desde que Destiny le suplicó de aquella forma, Anna se había… ¿ofendido? ¿Era eso? ¿Era un cierto toque de orgullo lo que notaba en ella? Casi parecía que hacía esto no desde el egoísmo, sino desde… una especie de rabia, de molestia.

    Como si quisiese probar un punto, de alguna manera.

    —Dicho queda, entonces.

    —No estoy de acuerdo —protestó, de repente, Cayden, dando un par de pasos al frente—. Has gastado dinero que no te pertenece en complementos y otras chorradas. Si alguien tiene que quedarse sin comer, al menos los primeros días, eres tú. Tu parte del bote ya la has consumido con creces.

    —¡Eso! —exclamó Aleck, coreando a Cayden desde atrás, como un groupee.

    —Secundo al chavalín. —Para mi sorpresa, fue Ryu el que habló, desplazándose hacia delante en su silla de ruedas. Ese gesto suyo, siempre mostrando soberbia, siempre altivo… hacía que cada cosa que decía se percibiese, de algún modo, como un ataque—. Mantengamos tu reparto, pero suprimiendo tu ración. Así sale a seis raciones para doce. ¿No es más justo?

    Anna los miró, uno a uno, observando cómo ni el Abogado ni el Entrenador tenían pinta de estar dispuestos a ceder. Y, por un segundo, vi cómo su pie más avanzado se desplazó ligeramente, arrastrándose hacia atrás.

    … y, sin embargo, se retractó. Y pisó con más fuerza aún.

    —Hmpf. Mala suerte.

    —¿Mala suerte? —Cayden alzó las cejas, inclinando la cabeza a un lado.

    —Me has oído, picapleitos. Mala suerte. Entended una cosa, todos —dijo de repente, alzando la voz, mirando a su alrededor con la barbilla alzada—. Monokuma lo ha dicho muy claro: el dinero es mío. Sea por error o sea por lo que sea, al final ha decidido dejármelo a mí, y por tanto, de acuerdo a las reglas del juego, es mío. Si lo reparto, es porque yo quiero, y será bajo mi propio criterio. ¿Sí? Si decido darle una ración a Ethan y a quienes les cuidan es porque quiero, no porque deba.

    —¿Cómo puedes decir eso?

    La voz que se alzó nos sorprendió a todos: a mí al que más. Fue Bezzy. Esa era la primera vez… que la oí hablar en todo el tiempo que llevábamos allí. Tenía una mano en el pecho, y su voz sonaba dulce como siempre, pese a que sus ojos rojos contasen otra historia.

    —Ethan casi muere por intentar salvarnos a todos. Por intentar parar a Monokuma, parar este juego.

    —No, amiga —le espetó Anna—. Ethan lo que ha hecho es tener un pésimo control de su ira y actuar de forma inmadura e impulsiva, y ha sufrido las consecuencias por ello. Si Ethan no hubiese hecho lo que ha hecho, ahora mismo tendríamos un bote de dinero mucho más grande y no tendríamos que preocuparnos de ningún tipo de racionamiento. Así que quizá tendríamos que enfocar las culpas en el soldadito, ¿no creéis?

    Silencio. Solo una risilla leve rompió ese lúgubre silencio reflexivo, uno en el que, por un momento, pareció que todos estábamos valorando que… quizá Anna tenía parte de razón.

    —Hmpf. —Ryu esbozó una sonrisa siniestra—. ¿Estás segura de que quieres crearte enemigos de esa forma, Anna? ¿En este contexto? ¿En un juego donde el objetivo es matarnos unos a otros?


    —¿Es eso una amenaza, rueditas? —comentó Anna, ceja alzada.

    “¿Por qué me parece notar, tras esa fachada altiva, un… cierto miedo?”

    —Para nada. Pero te hacía por una persona mucho más inteligente, amiga mía. Lo suficiente como para saber que… no te conviene que la gente empiece a desesperarse. —Comenzó a impulsarse hasta alejarse, y su voz se fue perdiendo poco a poco en la distancia—. Porque cuando uno se desespera… actúa de forma impulsiva. E, igual que Ethan, es probable que lo pague con el que perciba como un enemigo.


    ***



    El día pasó. Emily y yo nos reunimos cuando llegó la noche, y pude contarle toda la situación con Anna y con los demás. La intervención de Ryu, la decisión de Drake por intentar organizar al grupo, todo. Ella, mientras tanto, me contó cómo Pyro había logrado donarle suficiente sangre a Ethan como para estabilizarlo, y que ahora estaba también recostado en la tienda de muebles, a su vera, con un Kris que trabajaba de forma incansable y una Destiny que se negaba a separarse de él y ser relevada por nadie.

    Los dos nos sentábamos en la fuente del centro de la plaza, observando las bellas luces de colores frente a nosotros. Rojo, amarillo, verde, azul… era como un arcoíris que brillaba en círculos, con focos coloridos en el suelo creando un hermoso reflejo delante de las casas de cada Ultimate.

    —No me gusta nada cómo está luciendo todo, Em —confesé al fin, mirando hacia el cielo. Como siempre, estaba opaco; era imposible ver las estrellas a través de él—. Tengo miedo.

    —¿Miedo? ¿Dante Miles, el Super Guardián, tiene miedo?


    Ella se echó hacia mí, apoyando su cabeza en mi hombro. Yo no pude evitar sonrojarme ligeramente, y la miré de reojo. Ella había cerrado los ojos, acomodada, con una sonrisa dulce en el rostro.

    —No tengas miedo.

    —¿Huh? ¿Qué quieres decir? —le pregunté, y en seguida esbocé una sonrisa yo también—. Deja que lo a divine. Que debo tener esperanza, ¿no?

    —Ja, ja, qué gracioso —protestó ella en broma, y me dio un leve cabezazo en el hombro—. No, no se trata tanto de esperanza, sino de… no sé, ¿determinación? Creo que eso es lo que te define a ti, Dante. La determinación.

    —¿La determinación, dices? No sé. Nunca he pensado en qué me define, exactamente.

    “Bueno, sí, hay algo que me define, Em: tú. Pero no sabía cómo poner eso en palabras”.

    —Hum. Pues yo sí que lo veo. Igual que yo soy Esperanza, tú… eres Determinación. Y por eso eres un Guardián extraordinario. Piénsalo: ¡ni siquiera la muerte te hace rendirte, Dante!

    —P-Pero eso no es cosa mía —murmuré, apartando la vista, pese a que ella no me estuviese mirando directamente—. Eso es… por los experimentos de Abeto, nada más.

    —No, puede que Abeto quizá te haya “creado”, de alguna forma, pero el que define lo que eres, lo que significa ser Dante, eres solo tú. Dime… ¿qué piensas tú cuando me miras?

    —¿H-Huh? ¿C-Cómo dices…?

    Ella emitió una leve risita, se apartó ligeramente de mí, y me miró con una sonrisa tierna.

    —Quiero decir… ¿cómo me definirías? ¿Cómo “Esperanza”? ¿O como algo más?

    —… no sé —murmuré, llevándome la mano a la nuca, avergonzado. Cuando me miraba con esos ojos, yo…—. Esperanza sí, desde luego, pero más cosas. Bondad. Empatía. Esfuerzo. Dedicación.

    —V-Vas a hacer que me sonroje.

    Miró entonces a la punta de sus zapatos, con los que empezó a juguetear en el suelo frente a ella. Mientras, dijo:

    —Pues yo, cuando te miro a ti, pienso también muchas cosas. “Fuerza, voluntad, dedicación, protección”. Pero la palabra que más resuena es la que te he dicho: “determinación”.

    —… —Quedé callado, mirándola. Sentía que… tampoco hacía falta decir nada. Solo escucharla. Escucharla y estar a su lado.

    De algún modo, percibía que ella también tenía miedo. Mucho. Pero lo aguantaba y ponía esa sonrisa solo por lograr que yo también sonriese. Solo por seguir siendo el lucero de esperanza que siempre era.

    Le pasé un brazo por los hombros y la arrimé a mí. Ella, tímidamente, me pasó un brazo por la cintura.

    —Por eso digo, Dante, que no tengas miedo. Y no porque debas tener esperanza, ¡que también! Sino porque… eres determinación pura. Y la gente con tanta determinación como tú siempre mira adelante, y por eso sobrevive, y por eso persevera, y por eso sigue en pie. No porque tengas decenas de “vidas” ni porque seas un experimento, ni siquiera porque hayas tenido esperanza o, qué sé yo, porque la suerte de Steve te siga manteniendo a flote, pese a la distancia. No, el mérito de que siempre estés ahí y que sigas adelante es tuyo, porque perseveras, porque no te rindes.

    Una vez más, apoyó la cabeza en mi hombro, y dijo, en una exhalación.

    —Así que, eso. No te rindas. No tengas miedo. Solo sigue adelante, con determinación. ¿Vale?

    —… vale —dije, mirando al cielo. No veía las estrellas, pero… sabía que estaban ahí, de algún modo—. Pero, a cambio, prométeme que tú tampoco tendrás miedo. Que seguirás adelante… con esperanza.

    —… está bien. Te lo prometo, Dante.


    ***


    Un día más amaneció. El cuarto día en aquel tercer juego. Salí de mi casa como el resto de mañanas, y me sorprendí cuando, al hacerlo, había un papel en el suelo delante de mí. Con curiosidad, me agaché a recogerlo. El papel estaba timbrado, teniendo la marca de agua del logo de la policía.

    “¿Drake…?”

    Lo leí por encima. Era un… planning. Una propuesta de organización diaria para gestionarnos y organizarnos en equipo. Incluyendo el reparto de comidas propuesto, según los criterios que Anna había establecido.

    “Ha repartido las comidas de modo que seamos Pyro, él y yo quienes no comamos en los dos primeros días salvo que haya excedente…”, pensé, esbozando una sonrisa. “Drake nos conoce bien. Sabe que ambos nos ofreceríamos voluntarios”.

    Miré a mi alrededor, observando cómo otros estudiantes en la plaza también se paseaban por allí ondeando el papel entre sus manos. Cayden, por ejemplo, lo observaba con gesto y expresión desinteresada… o Givan, a lo lejos, parecía estudiarlo como si fuese un documento en clave.

    Las cosas fluyeron mejor de lo que esperaba. Anna cumplió lo prometido: hizo entrega de la parte correspondiente, la que prometió, y nos lo dio para repartirlo. Fue Drake el que hizo el reparto de acuerdo a su planning, al cual nadie puso demasiadas pegas. Eran… sesenta monodólares en total los que tenía, técnicamente diez por persona. De los cuales ella se quedó con su parte, claro.

    “Bastante poco, considerando que una hamburguesa cuesta per se más de diez…”, pensé, dándome cuenta de que el racionamiento… iba a ser más complicado de lo que esperaba.

    Esa tarde, en fin, me tocaba a mí la guardia en el centro comercial, sustituyendo como auxiliar de Kris a Aleck y Pine, que tenían el turno inmediatamente anterior. Solo yo me presenté allí, sin embargo, pues… Cayden no parecía interesado. Le tocaba, sí, pero dijo que…

    —Paso. Pero tranquilo, cumpliré. Iré a la cocina, ¿no se buscaban también cocineros?

    N-No parecía especialmente entusiasmado con la idea de ir a atender a Ethan, pero bueno. Por fortuna, no hizo mucha falta más ayuda. Cuando llegué a la tienda de muebles, Ethan estaba allí, con una bolsa con suero conectada a su vena, vendas por todas partes en su lado izquierdo y los ojos entreabiertos. A su lado, Kris se sentaba en una silla, dormitando.

    —H-Hola, Kris.

    —¡A-Ah! ¡¿Qué pasa?! —exclamó él, despertando de golpe. Pronto se calmó al verme—. O-Oh, eres tú, Dante. Qué susto.

    —… quizá deberías descansar, ¿no crees? —propuse. Lo veía… tan agotado—. Ethan parece estable. Y los monófonos tienen función de llamada, ¿no es así? Podemos quedarnos aquí los ayudantes, atenderle con lo básico, y si pasa cualquier cosa…

    —N-No, no. Me quedo. Es… es mi trabajo, ¿no?

    La sonrisa de Kris al decir eso… no sonaba convincente. Sonreía, sí, pero su rostro lucía lánguido, las ojeras creciendo cada vez más (superaba ya hasta a Drake, y eso era decir). Estaba claramente saturado de trabajo. Y no le culpaba, pero… no podía obligarle, tampoco. Era su decisión quedarse allí.

    Todo lo que podía hacer era ofrecer mi ayuda.

    —Bueno, ¿qué necesitas? —dije con energía.

    Tenía hambre. Y también estaba cansado. Pero… me mantendría fuerte. Tenía que hacerlo: Kris e Ethan lo merecían.

    “Soy determinación, después de todo”.

    Cuando acabé mi turno de guardia, dispuesto a ser sustituido por el siguiente en la cola (que era el propio Drake), bajé usando las escaleras mecánicas del ala izquierda del centro comercial y, al bajar, vi al otro lado, en el ala derecha, a Lucas. Parecía examinar el ascensor, colocando algo a sus pies.

    —Hey, Lucas —saludé desde lejos—. ¿Qué tal? ¿Labores de mantenimiento? —dije, mostrando la mejor de mis sonrisas.

    “Por Arceus, qué hambre tenía…”

    —¡Ah, Dante! Sí, sí. —Se volvió a girar, dándome la espalda, trasteando con el ascensor. Cuando el Super Inventor se centraba en una tarea, era difícil sacarle de ella por siquiera un segundo—. Los dos ascensores se han llevado un buen golpe, pero lo curioso es que ambos mantienen la cabina casi perfecta.

    —B-Bueno, “perfecta” no es la palabra que yo usaría —observé. Estaban… bastante abollados y estrujados, la verdad. Aunque hubiesen caído de una tercera planta, cada planta era muy, muy alta… habría dicho que cayeron del equivalente de una sexta planta al uso, en realidad.

    —¡No, no, esa es la clave! Quizá parezca que están muy escacharrados, pero nada más lejos de la realidad. El material con el que están hechos es sumamente resistente, y aunque se ha abollado, fíjate que la cabina sigue en su sitio, no se ha desplazado ni un milímetro de su eje. Y todos los controles del ascensor funcionan perfectamente.

    —¿Y qué haces, exactamente? ¿Quieres arreglarlo?

    —Podría —asintió, mirando hacia arriba. Me fijé en que había colocado, atornillado al suelo (de alguna manera) una especie de “gancho” junto al ascensor, en el suelo—. Pero no, no es la idea. Lo que quiero es estrellarlo otra vez.

    —¿C-Cómo dices…?

    —Estamos experimentando —asintió, emocionado, Lucas—. Kyllian y yo estamos fascinados con estos cacharros. Pero, salvo por el suelo el techo interiores, que son láminas de acero y pueden desmontarse con un buen destornillador, el resto de la cabina es… ¡casi irrompible! Y en la posición en la que está, y con todo lo que pesa, es imposible moverlo de ahí o sacarle más piezas.

    —¿Ajá…? —Me costaba seguir al Inventor. Nada nuevo, por otra parte, cuando se trataba de máquinas e inventos.

    —¡Por eso queremos montar una polea aquí y levantarlo para, zas, lanzarlo de nuevo!

    —E-Eso lo he pillado a la primera, pero ¿para qué? ¿Qué queréis conseguir con eso?

    —¡Fácil! Primero, así calibramos lo resistente que es realmente el material. Si cae al suelo de nuevo y sigue sin romperse o quebrarse, podremos sacar más conclusiones sobre dureza. Y segundo, la idea es mover un poco el ángulo de la polea para que cuando el ascensor caiga, la cabina salga un poco de su eje. Si sale de este… agujero, ya podremos llevárnoslo, ¿sí? Duh.

    —Uhm. Vale. Pero ¿por qué es tan importante eso?

    Lucas me miró entonces con gesto abstraído, y tardó unos segundos en reaccionar. Como si su cabeza estuviese tan centrada en el ascensor que no procesase la lógica de mi pregunta.

    —¡Ah, bueno, porque piensa en todo lo que podríamos sacar de un material así si logramos manipularlo! Un material tan irrompible podría, incluso… soportar explosiones.

    —¡Ah!

    La revelación me tomó por sorpresa.

    —¿E-Entonces, pretendes…?

    Lucas asintió, decidido.

    —… Monokuma aún no ha puesto ninguna regla que impida agredirle. Es la primera vez que hace eso. Sin embargo, Ethan ha demostrado que eso no impide que se pueda defender… porque tampoco hay ninguna regla que impida que él nos ataque libremente cuando quiera.

    “Es cierto. No lo había pensado desde esa óptica. Igual que nosotros podemos, técnicamente, agredirle… él podría hacerlo con nosotros”.

    —Y no ha vuelto a aparecer un Monokuma v.3 desde que el original explotó, ¿no?

    —¿V.3?

    —Es el nombre que le he puesto a este Monokuma. Al inteligente. El que dice cosas más allá de un anuncio.

    —V-Vale. —Zarandeé la cabeza—. Entonces, lo que quieres decir es… que quizá son limitados y, si nos protegemos bien, podríamos derrotarle usando la fuerza. ¿No es así?

    Lucas asintió, entusiasmado.

    —Créeme. Yo… sé bien que esos robots no son fáciles de hacer. El modelo es m-mío, después de todo. —Suspiró, tragándose la emoción que le embargó en ese momento. “Aún no lo superas del todo, ¿no, Lucas? Puede que nunca lo hagas…”—. Por eso, aunque es posible que existan reservas, si logramos acabar con los robots y superar el ritmo en el que son producidos, no habrá más director. No habrá más motivos, ni más privilegios.

    —Y puede que no haya asesinatos si eso pasa. Entiendo.

    “Qué idiota soy, ¿en qué momento he pensado que Lucas solo estaba interesado en estos ascensores por su propio interés? Debería saber… que él es el primero que quiere derrotar a los que han creado este juego, sea o sean quienes sean”.

    Le puse una mano en el hombro, animándole, y tras darle una palmadita leve, me dispuse a salir de allí. Pero antes, dedicándole una sonrisa decidida, le dije algo que sabía que necesitaba oír.

    —Pues sigue así, Lucas. Estás siendo muy útil, que lo sepas. Siempre lo has sido.

    —… g-gracias, Dante. Me… me esforzaré, lo prometo.

    Cuando se giró, me pareció notar que sollozaba ligeramente.


    ***



    Esa noche, a altas horas de la madrugada, alguien llamó a la puerta de mi casa. Extrañado y adormilado, caminé con esfuerzo por la casa, bajando las escaleras y luchando contra el rugido intenso de mi estómago. Miré por la mirilla, y…

    “Pyro”.

    —¿Sí? ¿Sucede algo?

    El Super Motivador estaba al otro lado, con una bolsa en la mano. Cuando abrí la puerta, me sonrió mientras hurgaba en ella. Me entregó algo, algo que humeaba aún ligeramente.

    Un bollo de pan caliente, como recién hecho.

    —¿H-Huh? ¿Q-Qué es esto?

    Pyro rio.

    —Pan, Dante. No hace tanto desde la última vez que comiste uno, eh. Creo que aún deberías acordarte de la forma que tienen.

    —N-No, ya, quiero decir que…

    —¿Y si te lo comes primero y luego preguntas?

    Me sonrojé, y tomé el pan, devorándolo como si fuese el mejor plato del mundo. Me supo a gloria; realmente todo mejoraba cuando pasabas mucho tiempo sin comer, ¿eh? Y yo no comía desde el día anterior por la tarde…

    —Estaba increíble.

    —Lo estaba. Yo también comí uno hace poco.

    —Pero ¿de dónde lo has sacado? Hoy… hoy no nos tocaba ración.

    Pyro se encogió de hombros, sonriendo, divertido. Enarqué las cejas.

    —Ey. No me hagas “la Pyro special”: nada de secretos.

    —Pero ¿no sería aburrido todo sin un par de secretos? —Se llevó ambas manos a la cabeza, en gesto burlón, mientras me sacaba la lengua. Luego adoptó nuevamente un tono algo más serio—. Tengo mis trucos, Dante. Deberías saber que siempre voy un paso por delante.

    —Ya, claro. En conclusión, que no vas a decirme qué “truco” es ese, ¿no?

    —Nope. Nada personal, pero… mi parte de Super Motivador no me deja decírtelo.

    “¿Qué demonios quiere decir eso?”

    —En fin, Dante. Me marcho. Solo he venido a darte ese bollo de pan, imaginaba que tendrías hambre. Tranquilo, Drake también ha tenido su ración, se la llevé antes.

    —¿Te vas a casa?

    Negó con la cabeza.

    —No, me toca guardia con Ethan y Kris. Por la noche solo vamos uno a hacer la guardia, para que puedan descansar.

    —¿Y no sería mejor que vaya uno de los que han comido? —protesté. Lo cierto era que no recordaba que esa parte del programa: yo cubrí mi guardia por la tarde, después de todo.

    —Ya sabes que no me importa. Además, he comido, ¿no?

    —Sí, pero solo por tu “truco”.

    —Qué más da el motivo, la barriga la tengo llena igual.

    Se asomó entonces, alzando la cabeza por encima de la mía, al interior de mi casa.

    —H-Hey, ¿qué haces, cotilla?

    —Oye, tengo curiosidad por saber cómo es tu casa. Es un engorro esto de que no podamos invitar a nadie dentro, ¿eh? “Solo el portador legítimo de la llave, blablablá”.

    —Ya, sí. No entiendo muy bien esa regla, pero… es lo que hay. Nadie puede entrar en la casa de otro, nos guste o no.

    Pyro quedó reflexivo cuando dije eso, mirando hacia arriba, con mano en el mentón. Algo de lo que dije le hizo pensar.

    —Hmmm, ¿sí? ¿Tú crees?

    —¿Eh?

    —… nada, no dije nada, olvídalo. Quizá aún no me ha vuelto toda la sangre a la cabeza, ¿eh?

    “Estás raro”, me dije. “Más raro que de costumbre, y eso ya es decir”.

    —… querías algo más, ¿no, Pyro? ¿Por qué no me lo dices de una vez? —le dije, alzando las cejas.

    Eso calló de inmediato a Pyro, que quedó en silencio, mirándome fijamente. Manos en los bolsillos de su chaqueta, suspiró.

    —Ja, ja, ja, ¿qué pasa? ¿Es que no puedo querer venir a ver a mi amigo y ofrecerle el pan de la amistad sin tener intenciones ocultas?

    Entrecerré los ojos, en señal de sospecha.

    —No sé, ¿puedes…?

    —Claro que puedo. Lo he hecho, ¿no? —Se encogió de hombros, y se giró, dispuesto a irse—. En fin, me marcho, anda. Tengo trabajo que hacer.

    —Vale. Buenas noches, Pyro…

    Pero justo cuando iba a cerrar la puerta, su voz me detuvo. Con solo una pequeña rendija abierta, aún pude ver a Pyro, que no se giró para decirme aquellas cosas.

    —Ah, y, Dante. Tengo un favor que pedirte.

    —… sabía que había algo más. Dispara.

    —Es una tontería, pero… ¿me ayudarías a integrar a Bezzy en el grupo?

    La pregunta me tomó por sorpresa. Quedé callado. Me… me dolía no poder responderle con un “por supuesto” inmediato, pero… Bezzy seguía siendo quien era. Y yo… no podía evitar sentir un rechazo casi innato hacia ella. Sabía que no era su culpa, sabía que ella lo tenía bajo control, pero… la mera idea de que al estar hablando con ella, estaba hablando con Liza, de algún modo, me… me generaba escalofríos.

    Con todo, hice de tripas corazón, y respondí. No sé si lo hice de forma totalmente sincera. Sí sé que había una intención por mi parte de que fuese sincero, al menos.

    —De acuerdo, Pyro. Lo… lo haré. O lo intentaré, al menos.

    —Gracias. Muchas gracias. —Se giró lo suficiente para que su mirada se cruzase con la mía, y, antes de irse de forma definitiva, dijo—. Eres una buena persona, Dante. Una muy buena persona.

    Y lo vi marcharse a través de la mirilla, sintiendo algo extraño en mi pecho. No sabía si era la mención a Bezzy, o quizá era simplemente que me encontraba todavía muy adormilado, pero… me quedé pasmado delante de la puerta, ya cerrada, un tiempo después de que Pyro se marchase.

    Con todo, terminé volviendo a la cama, y, con el estómago lleno, las pestañas no tardaron en sentirse extremadamente pesadas.


    ***


    Bzzz. Bzzz. Bzzz.

    Abrí los ojos de nuevo. La vibración de mi monófono era estruendosa, mucho más de lo que me gustaría… y el condenado no tenía opción alguna para dejarlo en silencio.

    ¿Qué pasaba ahora? ¿Una clase más? ¿Una “tutoría”? ¿Qué demonios quería ese oso?

    Tomé el teléfono, lo desbloqueé, y… Monokuma apareció en él, con una copa de vino en su mano.

    —¡Pim, pom, pam, pom!

    Cuando escuché esas estúpidas palabras sin sentido, esos sonidos del oso… la piel se me puso de gallina. Fue instantáneo.

    “No, no, no, no…”

    —¡Se ha descubierto un cadáver! ¡Repito, se ha descubierto un cadáver!

    “No puede ser… ¿Quién… cómo…?”

    —Pasado un tiempo de investigación, dará comienzo la clase de juicio. ¡Aseguraos de esforzaros al máximo para descubrir al culpable! Upupupu~!

    Salí de la casa como una exhalación, apenas sin peinarme y con el uniforme mal colocado. Era muy temprano: apenas las siete de la mañana. Conforme salí, me encontré allí con la mayoría de nuestros compañeros. Todos estaban saliendo, confusos. Pero mi mirada buscaba a alguien en concreto, a una persona.

    Y, por fortuna, la encontré allí, entre la gente.

    —¡Emily! Emily, ¿qué ha pasado, quién ha…?

    —N-No lo sé. ¿Quién falta?

    Miré a mi alrededor. Contaba… contaba a diez personas. ¿Quién faltaba? ¿Quién faltaba? N-No lo sabía, mi mente no pensaba con claridad, no… no era capaz de procesarlo.

    —Ha debido ser en la zona comercial, o en el centro comercial —advirtió Givan con toda tranquilidad, como quien apunta un hecho objetivo más.

    —¿E-Es en serio? —dijo Niko, antebrazos vendados—. ¿No es una broma? ¿Q-Quién ha… quién ha sido el que ha…?

    —Seguro que se han cargado a Anna —comentó, casi burlesco, Aleck, que parecía ajeno a la gravedad de la situación, siempre sonriendo y bromeando—. ¡Quizá se ha ahogado en dinero, o la han matado a golpe de talonario! ¡Ja, ja, ja!

    —No tiene absolutamente ninguna gracia —murmuró Kyllian, tras él.

    —Ay, pues yo me parto —decía Aleck, secándose las lágrimas del rostro.

    “Anna. Anna faltaba. Pero también… más gente. Drake. ¿Drake? ¿Era Drake?”

    —Em, vamos. ¡Al centro comercial!

    Emily y yo, seguidos de la mayoría de los demás chicos, corrimos veloces por el distrito comercial, hasta alcanzar el centro comercial. El precinto de Drake seguía allí, el mismo precinto que saltábamos fácilmente cada vez que a uno le tocaba hacer guardia, el mismo precinto que solo cumplía, en realidad, un mero efecto disuasorio.

    Y fue conforme entrábamos que me di cuenta. No solo faltaban Anna y Drake. Entre la gente que faltaba, había otras personas. Faltaban… faltaban…

    Drake, Lucas y Kris estaban allí, en el recibidor del centro comercial, mirando con horror una escena ante ellos. Una escena que me hizo caer de rodillas al suelo, al momento.



    Había un cuerpo al borde de las escaleras centrales, las que no eran mecánicas, con una pierna torcida y un brazo doblado, los ojos amarillos abiertos y enfocados hacia el techo, y un breve reguero de sangre que recorría desde lo alto de dichas escaleras hasta su posición. La boca, entreabierta, mostraba signos de rigidez… y su expresión horrorizada era una que no olvidaría en mucho tiempo.

    No podía ser. No era posible.

    —¡¡Maldita sea!! ¡Maldita sea, joder! —exclamé al viento, golpeando el suelo con fuerza.

    Ni siquiera oía a Drake, Lucas y Emily, que se habían agachado junto a mí.

    No les oía. No quería oírles. Todo en lo que pensaba ahora era… en que Pyro Redflame, el Super Motivador, el Super Analista… mi amigo… estaba allí, ante mis ojos. Muerto.


    Añadidas fotos provisionales de los que son mis OC junto a las que he visto mejor de los personajes originales de jugadores. Me quedan imágenes de Destiny y de Drake que me encajen which is great porque solo me deja subir 15 fotos el pinche foro (?) Algunas imágenes son provisionales (como Emily, Anna y otras), en ausencia de algo mejor, se aceptan sugerencias. Also me tomé la libertad de darle kinda redesigns a Kyllian y a Niko para hacerlos tanto más 20 añeros como más DR-like; Kyllian ciertamente es un lavado de cara IMPORTANTE pero es que tampoco tengo mucho más material base que una sola foto (?), y creo que cumple con la vibe tanto del personaje original como del de este AU.


    Dante.jpg
    #1: Dante Miles: Super Guardián
    Le gusta: la biología Pokémon, la poesía, las espadas y escudos.
    No le gusta: las películas de terror, las grandes multitudes, los ruidos fuertes.


    Anna.jpg
    #2: Anna Hiradaira: Super ???
    Le gusta: los horóscopos, los complementos, las fotos.
    No le gusta: las cosas baratas, las órdenes, no saber un secreto de otro.


    Ethan.jpg
    #3: Ethan Encina: Super Soldado
    Le gusta: las pizzas, el gimnasio, las normas.
    No le gusta: la inseguridad, las alturas, las mentiras.

    Aleck.jpg
    #4: Aleck Graham: Super Humorista
    Le gusta: los chistes, ser el centro de atención, los videojuegos plataformas.
    No le gusta: la política, los lugares vacíos, la música clásica.


    Niko.jpg
    #5: Nikolah Cruz: Super Coleccionista
    Le gusta: las cosas raras, el orden, la comedia.
    No le gusta: las historias tristes, los acertijos, la lectura.


    Kris.jpg
    #6: Kris Viridis: Super Médico
    Le gusta: la química, la soledad, la lectura.
    No le gusta: los chistes malos, ser observado, la comida picante.

    Kyllian.jpg
    #7: Kyllian Faure: Super Ingeniero
    Le gusta: la escultura, le gente seria, el silencio.
    No le gusta: ser interrumpido, la gente perezosa, la comida basura.


    Entrenador.jpg
    #8: Albert Pine: Super Biólogo
    Le gusta: navegar, los videojuegos de aventuras, la cocina.
    No le gusta: el anime, los disparos, las alturas.

    Em.jpg
    #9: Emily Hodges: Super Esperanza/Modelo
    Le gusta: los pasteles, el ASMR, las películas románticas.
    No le gusta: las discusiones, la soledad, el color negro.

    #10: Destiny Inashu: Super Piloto
    Le gusta: los Pokémon pájaro, las hamburguesas, la música rock.
    No le gusta: tener hambre, el arte clásico, los libros muy largos.

    Givan.jpg
    #11: Givan Velren: Super Arqueólogo
    Le gusta: los Pokémon fósil, las novelas de suspense, los puzles.
    No le gusta: los lugares ruidosos, al alcohol, las conversaciones ligeras.
    Cay4.jpg
    #12: Cayden Dunn: Super Abogado
    Le gusta: la soledad, la música jazz, los videojuegos de rol.
    No le gusta: la sangre, los finales felices, las armas.
    Lucas grown.jpg
    #13: Lucas Diamond: Super Inventor
    Le gusta: los dispositivos electrónicos, las siestas, las matemáticas.
    No le gusta: las plantas, el té, la música electrónica.

    #14: Drake Orestes: Super Policía
    Le gusta: los donuts, los mangas shonen, los videojuegos shooter.
    No le gusta: los nombres complicados, las fábricas, las películas románticas.

    Pyro.jpeg
    #15: Pyro Redflame: Super Motivador/Analista
    Le gusta: la animación, los Pokémon perro, la filosofía.
    No le gusta: los misterios sencillos, la gente intransigente, las mentiras.

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    #16: Ryu Guardane: Super Entrenador
    Le gusta: el baloncesto, el humor negro, los Pokémon gato.
    No le gusta: la psicología, los coches, las agujas.

    Bezzy.jpg
    #17: Bezzy Hoffe: Super Violinista/Criadora/Desesperación
    Le gusta: la música clásica, los peluches, los Pokémon insecto.
    No le gusta: ser quien es, las historias tristes, tener pesadillas.
    Regla 1: Ningún estudiante podrá salir del perímetro delimitado en cada momento actual de Galeia.

    Regla 2: Cada estudiante tiene una vivienda propia que es de uso personal: solo el legítimo portador de la llave de la vivienda puede acceder y permanecer en ella.

    Regla 3: Todos los estudiantes continuarán en el Programa Especial de Convivencia hasta que este acabe por cualquiera de las causas definidas en las reglas 6, 12 o 17.

    Regla 4: Si un alumno o alumna ejecuta a otro, se dará comienzo una fase de investigación y su posterior clase de juicio, donde el resto de supervivientes deberá decidir quién fue el culpable por votación mayoritaria, única y secreta.

    Regla 5: Si el estudiante más votado en una clase de juicio es el culpable, será ejecutado como castigo.

    Regla 6: Si el estudiante más votado en una clase de juicio no es el culpable, el verdadero culpable superará el Programa Especial de Convivencia y el resto serán eliminados, terminando el Programa inmediatamente.

    Regla 7: Se considerará como culpable únicamente al asesino de la primera víctima: si de forma previa a la clase de juicio aparece otra víctima, el culpable de esa ejecución no será considerado culpable para ese juicio y quedará impune.

    Regla 8: No está permitido que se produzcan más de tres ejecuciones. El anuncio se reproducirá de forma automática si una tercera víctima es ejecutada, independientemente de las reglas 9 y 10.

    Regla 9: Si tres personas encuentran un cadáver, se activará un anuncio global que dará pie al inicio de la investigación.

    Regla 10: Solo cuentan para la activación del anuncio aquellos que encuentren a la víctima de forma posterior a la ejecución, incluyendo al culpable; no contarán para el anuncio nadie que presencie la ejecución en directo, salvo que vuelvan a encontrar el cadáver junto a alguien que no la presenció.

    Regla 11: Si quedan seis o menos estudiantes dentro del Programa Especial de Convivencia, se levantarán las reglas 4, 5 y 6, y empezará una fase de “Última Sangre”, donde no habrá clases de juicio ante los crímenes cometidos por alumnos y alumnas y estos podrán cometerse impunemente.

    Regla 12: El Programa Especial de Convivencia terminará en todo caso cuando queden tres o menos estudiantes, que pasarán a superar el Programa.

    Regla 13: Todos los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia estarán adscritos a las cuatro escuelas listadas en la app correspondiente del Monófono.

    Regla 14: Si un estudiante no está asignado directamente a una de las escuelas, podrá elegir a qué escuela anotarse, y tendrá que estar anotado a alguna antes de que comience la primera clase de juicio. Una vez formados definitivamente las escuelas, no estará permitido cambiar la misma, salvo que Monokuma lo autorice expresamente.

    Regla 15: La escuela con más miembros participantes del Programa será considerada la escuela dominante, y disfrutará de un privilegio especial. Se dará este privilegio al inicio del Programa y tras cada clase de juicio.

    Regla 16: Si todos los estudiantes de una escuela son eliminados, las viviendas de todos los integrantes de la escuela pasarán a ser de uso común y libre por parte del resto de estudiantes.

    Regla 17: Si solo quedan como participantes activos del programa los miembros de una escuela, aplica la regla 8 incluso aunque queden más de tres personas, dando fin al Programa en el mismo sentido.

    Regla 18: Los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia están obligados a participar en todas las clases organizadas por Monokuma, incluyendo las clases de juicio.

    Regla 19: Monokuma tiene libertad para agregar nuevas reglas, pero no puede eliminar reglas previas.

    Regla 20: Infringir cualquiera de las reglas registradas en esta lista supondrá la eliminación automática del infractor como castigo.
     
    Última edición: 13 Octubre 2025
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  7. Threadmarks: Capítulo 1 (Vida Mortal - Investigación 1)
     
    MrJake

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    Escritor
    Título:
    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    7496
    Capítulo 1 - La historia del crimen que nunca ocurrió.
    Vida Mortal, Investigación, parte 1



    No puedo mentir: sabía que esto iba a suceder. Había pasado por dos juegos de asesinato antes, y tenía la suficiente experiencia como para saber que, pasase lo que pasase, y por muy unidos que estuviésemos como grupo, alguien acabaría muriendo. Era inevitable. El motivo, el privilegio, daba igual el qué, pero Monokuma (y, por extensión, quien fuese que lo controlaba) siempre lograba hallar la manera de que nos matásemos entre nosotros. De que la veda se abriese.

    Una vez sucedía el primero, ya no había vuelta atrás. El juego habría comenzado oficialmente, ya sí, ya sin nada que pudiésemos hacerle. Y yo sabía que iba a empezar también aquí.

    Pero no tan pronto. Pero no de esta forma. Pero no… pero no…

    Pero no con Pyro.

    —Joder, ¡joder, joder!

    —P-Pyro…

    Voces a mi alrededor. Un batiburrillo de gente que corría, gritaba, se movía. Y yo solo escuchaba realmente la voz de Emily, y la mía propia. El resto eran cacofonías lejanas. Olas y olas de ondas sonoras que no eran procesadas por mi mente.

    Em tuvo que agacharse al rato frente a mí, poniéndome las manos en la cara, para que reaccionase. Para que todo se hiciese, poco a poco, algo más nítido a mi alrededor.

    —Dante, Dante. ¿Estás bien? Reacciona, por favor.

    —Em —logré decir, con las pocas fuerzas que tenía—. Dime que… dime que no es cierto. Que me lo he imaginado.

    Pero no tuvo que responderme. Cuando alcé la vista, más allá de ella, lo volví a ver yo mismo allí, tirado a los pies de las escaleras, tras el reguero de sangre. Muerto. Era él. No había duda. No me había imaginado nada. Muerto de verdad.

    —Lo siento —balbuceó Emily con un hilillo de voz.

    “Lo sé. Yo también lo siento”.

    —¿¡Quién ha sido!? —exclamó de pronto Destiny, mirando a su alrededor, clavando sus ojos dorados en todos los presentes, uno a uno—. El que haya sido, ¡que dé la cara de una vez!

    Casi no me había dado cuenta, pero… casi todos estábamos allí reunidos. Casi todos. Faltaba Ethan, claro. Y… y Bezzy.

    “Oh, Bezzy, ¿cómo vas a reaccionar tú cuando…?”

    Nadie respondió a la pregunta de Des, en cualquier caso. Evidentemente. Sabía cómo funcionaba aquello. Tenía experiencia, y… creía que estaba preparado para afrontarlo. Eran demasiadas veces, demasiados compañeros muriendo ante mí.

    —D-Dante, yo… —se excusó Lucas en seguida, acercándose a mí junto a Drake. Ambos estaban pálidos—. L-Lo encontramos al llegar, Drake y yo vinimos a hacer nuestros turnos y…

    —Ha pasado delante de nuestras narices. Por culpa de los turnos que yo planifiqué, alguien ha tenido ocasión de matarlo —murmuró el Policía, apretando el puño—. Es… es en parte culpa mía.

    Eso me hizo reaccionar. “¿Culpa tuya, Drake? Qué dices”. Me levanté con esfuerzo, y lo miré, severo. Solo entonces noté mis mejillas húmedas. Estaba llorando, y ni me di cuenta. Pero, aun así, contuve mis emociones por unos segundos y hablé.

    —En absoluto, Drake. No es tu culpa. Es culpa del que haya hecho esto.

    —Y de Monokuma… —murmuró Emily, mano en el pecho y ceño fruncido.

    —Por supuesto, pero no únicamente de Monokuma y de quien lo controla —sentencié, severo. Esta vez no. Con uno de mis amigos… no iba a ser así de flexible—. Aquí hay alguien que ha matado a uno de nuestros compañeros, y lo ha hecho pese a que teníamos un sistema planificado, pese a que aún no empezó a notarse de verdad el hambre, pese a que el motivo y el privilegio de Monokuma aún no surtía su efecto.


    >> Alguien ha sido lo bastante cobarde como para hacer esto. Y debe ser descubierto y pagar por ello.

    —S-Sí —asintió Lucas, mirándome con ojos muy abiertos, seguramente sorprendido de mi cambio de actitud.

    Emily y Drake se miraron, y el segundo le sonrió.

    —Sí… sí, es verdad —acabó admitiendo el Policía—. Averigüémoslo, entonces. Investiguemos y descubramos la verdad. Juntos.

    Miré a Em, a Lucas, a Drake, uno a uno. Todos lucían preocupados, tristes, nerviosos, agitados. Pero todos estábamos allí. Ahora, en ese grupo… faltaba uno de nosotros. Pero los demás seguíamos unidos.

    Y descubriríamos quién mató a nuestro amigo.

    Lo primero que hice, por supuesto, fue hablar con ellos. Con Lucas y Drake. Al fin y al cabo, el anuncio se activó por ellos, ¿no?

    —¿Cómo ha sido el descubrimiento del… —C-Costaba decirlo…— cuerpo? Decíais que veníais por los turnos, ¿no, Lucas, Drake?

    Lucas asintió.

    —Sí, a mí me tocaba turno en el mantenimiento. Ya sabes, con el ascensor y todo eso, duh.

    —Y yo tenía que… relevar a Pyro en el turno de apoyo a Kris —explicó Drake—. Lucas y yo nos cruzamos al salir de nuestras casas, en la plaza, y vinimos aquí juntos.

    Asentí. Sí, yo tenía una copia del planning de turnos de Drake, el mismo que elaboró. Y coincidía con lo que decían: Pyro había estado por la noche, y solo él, Kris y el propio Ethan, lógicamente, estaban en el centro comercial a esas horas.

    “Hablando de Kris, él también encontró el cuerpo, ¿no?”

    —Hey. Kris —dije, llamándolo con una mano. Noté un evidente sobresalto en el Médico, quien, como siempre, estaba en permanente estado de alerta—. Ven un segundo.

    Pareció dudar. Miró a ambos lados, inseguro, sin saber dónde meterse, o qué hacer. Y fue Em, a mi lado, la que habló con dulzura y le dijo:

    —Puedes venir, Kris. Solo queremos hablar, ¿sí?~

    “Entiendo que eso le haya convencido. Y-Yo tampoco podría resistirme”.

    —¿Q-Qué pasa? ¿Q-Qué… queréis?

    —Tú estabas aquí cuando Pyro murió, ¿no?

    —¿Huh? ¿Qué se supone que… estáis haciendo? —Kris tragó saliva, nervioso—. ¿Interrogándome?

    —Investigamos —aclaró Drake—. Hay que investigar. Ya habrás visto el video de Monokuma.

    Kris miró a su alrededor, viendo cómo los demás conversaban alarmados entre ellos, algunos se apartaban a propósito del cuerpo, y otros, los más serios y rígidos, ya estaban examinándolo de cerca. Parecía estar un poco disociado, como si no terminase de asimilar la realidad en la que estaba.

    “Y cómo culparle”.

    —Hay que hacerlo. No queda más remedio. O, de lo contrario, en la clase de juicio, todos estaremos en peligro —sentencié, cruzándome de brazos—. Y ahora respóndeme, por favor: ¿estabas aquí cuando Pyro murió?

    —B-B-Bueno, yo… no sé a qué hora murió. Pero estuve aquí, sí. N-No salgo de aquí en todo el día, cuidando a Ethan.

    —¿Cómo está Ethan? —preguntó de pronto Emily, preocupada. “Cierto, casi no me acordaba”—. ¿Está mejor? ¿Se ha enterado de lo que ha pasado?

    —N-No estoy seguro de lo último, lo dejé arriba, durmiendo. Pero está mucho mejor… o eso espero. —Kris zarandeó entonces la cabeza—. Y-Yo estaba bajando para tomar el aire aprovechando que el Soldado parecía estable, en lo que esperaba a los relevos. Pyro acababa de irse hacía unos minutos. Bajé por las escaleras mecánicas, y… v-vi el cuerpo. Me quedé en shock. Lucas y Drake entraron poco después, y…

    —El anuncio —completó Emily—. Entiendo.

    Miré a Drake de reojo. Estaba bastante seguro de que ambos pensamos lo mismo: lo que Kris decía significaba que, de acuerdo con su testimonio, no hubo ningún ruido extraño, ni vio a nadie entrar ni salir más allá del propio Pyro… y que Ethan estuvo durmiendo todo ese tiempo.

    “No suena demasiado útil, por desgracia”.

    —Kris —dijo de repente Drake, que tenía esa expresión que le recordaba de aquella vez en el primer juego de asesinato: la cara de abstracción absoluta que ponía cuando estaba dándole vueltas a un crimen en su cabeza. La cara de un Super Policía al hacer su trabajo—, ¿te puedo pedir que revises el cadáver? Sé que hemos cargado muchas obligaciones sobre tus hombros últimamente, pero eres el médico del grupo. Creo que lo mejor para que saquemos toda la información posible es…

    Kris se cubrió con el mantón, conteniendo un suspiro hondo.

    —E-Está bien, lo entiendo. Es mi trabajo.

    Con pesadez, lo vimos alejarse y dar tímidos pasos hacia el cuerpo de Pyro, obediente y sin rechistar, pese a que claramente no parecía ser algo que le agradase. “Es como si aceptase con resignación que tenía que hacerlo, pero no quería. Qué triste vivir tu talento así”, me dije a mí mismo.

    No pude evitar, al seguirlo con la mirada, mirar hacia Pyro y sentir un vuelco en el corazón. E-Estaba muerto, de verdad estaba…

    —¡Eh, Lucas! Ven aquí un momento.

    La voz de Kyllian me hizo desviar la mirada. Estaba junto al ascensor derecho, al lado de Givan, y le había hecho un gesto con la mano. Lucas me miró, tenso, y asentí.

    —Ve allí, seguramente haya encontrado algo. Nosotros nos ocupamos del resto —dijo Emily, sonriente.

    —De acuerdo —asintió el Inventor—. Y… si necesitáis cualquier cosa, yo…

    —Ya sé, podemos contar contigo, ¿verdad? —Emily inclinó, dulce, la cabeza a un lado—. Lo sé. Estaremos bien, Lucas, no te preocupes.

    Y así, el Inventor se marchó correteando a examinar lo que quiera que fuese que su nuevo compañero iba a mostrarle. Fue entonces cuando Emily y yo nos fijamos en que Drake seguía ahí, de pie, quieto, embobado. Y solo cuando lo miramos durante unos cuantos segundos seguidos, en silencio, reaccionó.

    —¿Huh? O-Oh, me he quedado en las nubes, ¿verdad? Es que estaba pensando que quizá debería… regresar a mi casa.

    —¿Regresar a tu casa? —inquirí, confuso—. ¿Para qué?

    Drake esbozó una media sonrisa confiada.

    —… acabo de caer en que tengo allí cosas útiles para esto. ¿Me dais un momento? ¿Os puedo… dejar solos?

    Miré a Drake, luego a Emily, y me sonrojé. No tenía claro si lo decía por el apoyo emocional, o si lo decía por otras cosas, pero en cualquier caso, encontrarme de pronto con la mirada de la Super Esperanza de tan cerca siempre… lograba sacarme un poco los colores.

    —E-Estaremos bien. Haz lo que debas hacer, Drake.

    —Sí. Vendré pronto, más preparado que nunca. —Antes de darse la vuelta, miró de nuevo a las escaleras, y suspiró—. No conocía mucho a Pyro, solo de unos cuantos días. Era el hermano de Chad, ¿no?

    —Sí —susurré, agachando la cabeza—. Y un gran tipo. Si logramos salir del segundo juego fue gracias a él, eso sin duda.

    —Entiendo. Se le veía una persona increíble, desde luego. Lo que le ha pasado… —me puso una mano en el hombro, comprensivo—. No dejaremos que quede así, ¿vale? Se hará justicia. Te lo prometo, Dante. A-Antes del primer juego nunca habría dicho esto, porque no sentía que lo mereciese, pero… lo cierto es que soy el Super Policía: y si para algo sirve mi talento, es para esto.

    Dicho eso, Drake se marchó, y quedé solo con Emily. Ella, mirándome aún con cara de preocupación (como si ella no estuviese también afectada) quedó en silencio, dándome espacio para que yo me decidiese, para que eligiese un curso de acción. Y, aunque tardé un rato en serenarme, lo hice. Hinché el pecho, y dije:

    —Voy a seguir investigando. Y creo que lo primero debería ser… el cuerpo.

    —¿Estás seguro, Dante?

    —… soy determinación, ¿no, Em? Esté seguro o no, lo haré.

    Por un segundo, Emily parpadeó, sorprendida, Probablemente porque no esperaba una respuesta tan sincera y decidida, no en esas circunstancias. Y, simplemente, asintió y me siguió de cerca cuando me dirigí a la escena del crimen.

    Nada más ver el rostro de Pyro, con los ojos abiertos y sin vida y la boca entreabierta… se me revolvió el estómago por un segundo.

    Pero perseveré.

    —Una muerte trágica y repentina para nuestro querido compañero, ¿no te parece, Dante?

    Las palabras vinieron de Ryu, quien, sentado en su silla, se hallaba cerca del cuerpo, sin hacer grandes esfuerzos por investigar, aparentemente. Pine y Kris eran quienes estaban haciendo todo el trabajo allí.

    Le miré con cierto desdén. No estaba para aguantar sus comentarios.

    —Lo que yo me pregunto es… ¿cómo pudo alguien con su talento ser asesinado? —siguió diciendo.

    Esas palabras captaron mi atención.

    —¿Qué… quieres decir?

    —Ambos sabemos cuál es el talento de Pyro. El talento que de verdad importa. No todos aquí lo saben, claro, pero los privilegiados sí. Y yo estoy bien informado de lo que pasó en ese segundo juego, incluso después de mi… “marcha” de él. El Super Analista, ¿huh? Una persona capaz de visualizar miles de posibilidades ante sus ojos y caso predecir el futuro en base a eso. Me pregunto cómo se mata a alguien que puede ver la posibilidad de su muerte entre miles.

    Era… era una buena pregunta. Una cuestión que no me había planteado. El talento de Pyro era muy poderoso: probablemente era la persona más capaz allí dentro solo gracias a ese talento que obtuvo de su unión con Lion.

    —Pudo ser porque le sorprendiesen —propuso Emily—. Por mucho que sea el Analista… no puede anticiparse a lo que no sabe que va a suceder, ¿no?

    Recordé en ese momento una conversación que tuvimos unos días atrás. Em tenía razón, Pyro dijo que…


    “No soy un adivino, ¿eh? Sin información tampoco es como si pudiese leer la mente a la gente.”



    —Puede que tengas razón, Emily —advertí—. Es lo más probable.

    —Pero no lo único —siguió Ryu, quien parecía entretenido ante la situación. Como si no le importase.

    “Pyro dijo hacía poco que notaba a Ryu raro. Más raro que de costumbre. Y empiezo a pensar que, como de costumbre, tenía razón. Esto es… demasiado frío incluso hasta para él. Aunque puede ser que simplemente no vea razones para seguir manteniendo una fachada delante de mí”.

    —Después de todo —siguió Ryu—, quizá Pyro sí predijo lo que iba a pasarle, pero no pudo hacer nada por evitarlo. Esa es otra opción, ¿no?

    —¿A-A qué te refieres? —inquirió Emi.

    —Es como si estuvieses atado bajo una presa hidráulica. —Ryu hizo entonces el gesto con las dos manos, acercando una a la otra lentamente, recreando su ejemplo—. La ves venir, sabes que viene, pero no te puedes mover. De poco te sirve saber que viene si no puedes pararla.

    Con esas palabras, Ryu se encogió de hombros y se desplazó arrastrando su silla hasta otro lugar, alejándose de allí. No pude evitar quedarme mirándolo, sin saber qué decirle; quizá porque la indignación me embargaba, quizá porque sus palabras me hicieron pensar. ¿Probablemente? Un poco de las dos cosas.

    —¿Estás bien, Dante?

    Asentí.

    —Sí. Tranquila, Em. Es solo que… no comprendo a ese tipo. ¿Cómo puede ser tan frío y cruel? Por mucho que siempre haya sido así, por mucho que Pyro no le importase demasiado en el fondo, no deja de ser alguien con quien compartió parte de una experiencia horrible, ¿no? Con quien convivió.

    —La gente hace cosas por razones distintas —musitó Em, en voz bajita, casi reflexiva—. Pero quiero creer que nadie las hace por pura maldad. Siempre hay algo detrás, algo que quizá no justifica las acciones, pero las explica. Creo que con Ryu es igual. El problema es saber qué pasa exactamente por su cabeza, por qué actúa como actúa.

    Me quedé mirándola un rato, y no me di cuenta de que su mirada, por unos segundos, se había clavado en Pyro. Fue como si sus ojos rosas se cruzasen con el cuerpo sin querer, y quedase allí clavada al terminar de hablar. Impactada y paralizada por tener tan cerca el cuerpo de un compañero y amigo.

    Aunque costó, intercedí. Era su Guardián, después de todo. Y me puse en medio. “Supongo que yo también hago las cosas por una razón específica”.

    —Si no puedes, puedes investigar otra cosa —le dije, poniéndole las manos en los hombros, mirándola de cerca, cortando la visión al cuerpo—. Yo… me encargo.

    Ella reaccionó entonces, y agitó fuertemente la cabeza en señal de negación.

    —N-No, estoy bien. Estaba… pensando en lo que dijo Ryu, la verdad, y… —Suspiró, pesadamente. Entendí entonces: no es que estuviese inmovilizada por ver el cuerpo de Pyro en sí; lo estaba por las consecuencias de su muerte y las ideas que eso generaban en su cabeza—. ¿Crees que es posible que haya algún Seguidor de la Desesperación realmente aquí dentro, Dante?

    —¿Un Seguidor? B-Bueno, era una posibilidad que ha existido siempre, ¿no? El propio Pyro lo expuso como posibilidad. ¿Por qué lo destacas ahora?

    Emily tragó saliva.

    —Porque… si recuerdas en el segundo juego, el talento del Super Analista era algo muy codiciado para los Seguidores, por eso movieron tantos hilos para robarlo o eliminarlo. Al final los Gamma ganamos, pero ahora… ha pasado esto. Y no puedo evitar preguntarme que, como dice Ryu, quien ha matado a Pyro ha tenido que sobreponerse a su talento, ¿no? Lo ha logrado a pesar de lo poderoso que es Pyro. Y… c-creo que solo alguien que sepa del talento de Pyro podría lograr algo así, ¿no crees?

    Quedé callado, dándole vueltas a la idea de Em en mi cabeza. Tenía sentido, sí. La idea que proponía era que los Seguidores tenían bien marcado a Pyro y sabían de su talento, y querrían eliminarlo ante todo. Esas dos condiciones explicarían por qué alguien querría matarlo tan pronto, antes de que los motivos de Monokuma fuesen realmente una preocupación, y también cómo alguien sería siquiera capaz de lograr matarlo.

    Pero no podíamos asumir nada. Todo lo que podía hacer era investigar. Me giré, confrontando de una vez el cuerpo de mi amigo. Tomé una bocanada de aire, y dije:

    —No lo sé. Pero es una opción. Y lo que debemos hacer ahora es investigar todo lo posible, y, si es el caso, usar la clase de juicio para exponer a esos Seguidores, si de verdad están entre nosotros.

    A mi lado, Em sonrió, complacida y… ¿o-orgullosa, diría?

    En todo caso, me agaché al lado de Kris, que ya examinaba el cuerpo. Y noté de inmediato, al mirar a Pyro, cómo el estómago me daba un vuelco. No tanto por el asco en sí, sino por la impresión, por la mezcla de sentimientos entre el desagrado y la tristeza.

    Pero me mantuve compuesto.

    Pyro estaba tirado bajo las escaleras, bocarriba. Era evidente que tenía un brazo y una pierna rota, como poco, no hacía falta ser médico para notarlo: ambas extremidades estaban descolocadas y completamente torcidas en ángulos poco naturales. La sangre se veía desde lo más alto, desde la tercera planta, hasta la parte más baja de la escalera, arrastrada como si alguien hubiese resbalado por varios escalones y hubiese generado ese pequeño rastro al caer. Era un rastro irregular y extraño, desde luego. Curiosamente, bajo el cuerpo no había demasiada sangre.

    —¿Lograste sacar algo en claro, Kris?

    —¿Uh? Oh, h-hm… —Kris desvió la mirada, como siempre, aun claramente desconfiado de todo y de todos—. Es un poco desastre. No soy forense, pero, tras una autopsia preliminar… podría asegurar que ha muerto por una fractura del cuello. Seguramente en una caída.

    Sentí una náusea repentina al oír aquello. “Aguanta, Dante. Aguanta. Por él, por Pyro”. A mi lado, Em me puso una mano en el hombro, aún de pie junto a mí, que estaba en cuclillas.

    —Tiene sangre —advertí, pero sin mirar más a Pyro. Solo lo tenía en mi visión periférica—. ¿Pudo ser también por la caída?

    Kris asintió, cubriéndose con su mantón.

    —S-Sí, seguramente. Tiene una hemorragia en la cabeza y varios raspones en espalda, piernas y brazos. No demasiada, pero la suficiente para que se vea algo… escandaloso. Supongo que esa p-podría ser la palabra.

    —Entiendo… ¿no tiene más heridas?

    Miré de nuevo a Pyro, empañándoseme los ojos. Sacudí la emocionalidad una vez más, y me fijé yo mismo en lo que dijo Kris. Según su autopsia preliminar, sangró algo por la espalda, piernas y brazos. Observé las mismas: el uniforme era de pantalón largo, por lo que no veía las piernas, pero se entreveía algo manchado de sangre bajo el color ya per se oscuro de los mismos. Los brazos, por otro lado, estaban visibles, pues llevaba las mangas de la camisa remangadas, y se veían algunos raspones claros, así como un pequeño puntito, una herida muy pequeña y punzante en el antebrazo.

    —¿Qué es eso? —pregunté, alzando una ceja, señalando la heridita.

    —¿Huh? Ah. De cuando le saqué sangre, para… para Ethan. Es de la jeringuilla.

    “Ah, cierto. Pyro se ofreció a donar sangre a Ethan. Lo había olvidado”.

    —¿Y esto? —preguntó Emily, que se agachó al otro lado de Kris, y señaló al cuello de Pyro. El lugar donde, supuestamente, se produjo una fractura que acabó con su vida—. No parece fruto de la caída.

    Miré el punto que señalaba Em, que estaba entre el lateral del cuello de Pyro y la nuca. Eran… dos marcas bastante bien definidas, con la piel profundamente enrojecida y los bordes con un color extraño. Casi parecían…

    —¿Quemaduras? —dije en voz alta.

    Kris alzó las cejas.

    —U-Uhm, puede ser. Lo cierto es que no les presté mucha atención —confesó, de nuevo, ocultándose bajo su mantón—. Dejadme que lo examine con detenimiento, pero… n-no creo que tengan mucha relación con la causa de la muerte. —Kris se inclinó hacia las heridas en cuestión, mirándolas de cerca—. Sean causadas por lo que sean, no parecen mortales.

    —¿Cuál es entonces el veredicto? —pregunté, aún escamado. ¿Qué coño eran esas marcas? —. ¿Cómo dices que… murió?

    —¿Caída por las escaleras? Es lo más obvio. Caída, desde luego. Probablemente. Es lo que mejor lo explica. Creo…

    Suspiré. Kris era muy útil, sin duda, pero que hablase siempre con esa especie de inseguridad hacía que fuese complicado confiar en la certeza de sus dictámenes. Con todo, era claramente el más cualificado allí para hacer una autopsia, y no teníamos otra forma de…

    —¡A-Ah! ¡Casi lo olvido! —exclamé de repente. “¿Cómo no lo había pensado antes?”. Emily, Kris, y hasta Pine, que estaba al lado, pero algo más alejado, se fijaron en mí—. E-Em, ¡el informe de Monokuma!

    —¡Es verdad! —se sobresaltó Emily, sacando su teléfono, nerviosa—. E-El informe de Monokuma, ¿habrá esta vez también…?

    Saqué mi teléfono, ante la mirada confusa del Médico y el Biólogo, junto a Emi, y ambos miramos el mismo. Allí estaba, una notificación parpadeando, y un archivo para visualizar. “Informe de Monokuma #1”. Tché. Que estuviese etiquetado como “1” ya indicaba que habría más. Que esperaban que hubiese más.

    Comencé a leer. No era un documento demasiado largo.



    La víctima es Pyro Redflame, el Super Motivador. Su muerte sucedió entre las 5 AM y las 7 AM. El cuerpo presenta varias lesiones de distinta naturaleza, tanto de forma post mortem como pre mortem, ubicadas en cuello, espalda, piernas y brazos. La causa de la muerte no está determinada.



    Quedé en silencio, mirando el móvil con confusión. “¿E-Esto es todo? Al menos coincide con lo que decía Kris y nos acotaba una hora, pero… se siente muy impreciso. Demasiado”.

    Al haber exclamado aquello y sacado los teléfonos de manera tan abrupta, se generó una reacción progresivamente en todos los demás en el vestíbulo, poco a poco. La gente se fue dando cuenta de que había información en el monófono, y fueron percatándose al ver a otros y al ir expandiendo la información poco a poco.

    —A-Así que había un informe de la autopsia ya listo —musitó Kris, siempre medio escondido en sus ropas—. B-Bueno, es más o menos lo que yo dije.

    —Aunque más impreciso —advirtió Pine, acercándose a nosotros—. No define la causa de la muerte. ¿Hasta qué punto podemos fiarnos de lo que diga en ese informe, sin embargo?

    Me fijé en que la pregunta de Pine pareció dirigida directamente a Emily. Ella miró a su alrededor al principio, pero luego reaccionó. “Vaya, Pine parece… respetar más a Emily que a mí. Quizá es por ser la Super Esperanza. O quizá no es cuestión de respeto, solo sabe que ella estuvo en un juego de asesinato, y no está seguro de si yo lo estuve”.

    “Después de todo, mi nombre es público para muchos, pero no tan público como el suyo”.

    —Ah, bueno. En los otros juegos siempre lo fue; son las bases para que el juego sea “justo”, y los Seguidores de la Desesperación suelen evitar que el juego sea percibido como injusto. Eso crearía rebeldía y haría peligrar el transcurso normal del mismo. Aunque Monokuma tiende a omitir información relevante, eso sí.

    —Usualmente, cuando omite información, es porque-

    —Entiendo. —Pine me cortó, sin dejarme siquiera intervenir. Cruzado de brazos, se frotó luego la perilla y recolocó sus gafas—. Entonces podemos asumir que, si no se dan detalles sobre la causa de las distintas heridas y cuál fue la mortal, es porque sería poco divertido para el juego que precisamente esos datos salgan a la luz de forma muy fácil.

    Emily asintió.

    —Sería como resolvernos gran parte del caso, sí. O directamente expondrían al culpable; suelen esos los escenarios en los que los informes son deliberadamente imprecisos. Pero nunca han sido falsos, al menos no antes.

    “Sin embargo”, pensé, a sabiendas de que si hablaba en alto se me interrumpiría, “nada nos dice que esta vez todo sea igual, ¿no?”.

    —Por tanto, podemos deducir que la hora de la muerte no es muy problemática. El rango es bastante preciso.

    —Y-Y cierto, por lo que puedo determinar a simple vista —murmuró Kris, al cual Pine no le interrumpió. ¿P-Por qué a mí sí…?—. Por observación del cuerpo, puedo más o menos decir que no lleva muerto más de un par de horas, como mucho.

    “Un par de horas. Son las siete y media. No sé a qué hora se pasó Pyro por mi casa, pero era muy tarde. Posiblemente las dos o tres de la mañana. Quizá yo fui el último en verlo, al margen de Kris y de Ethan…”. El pensamiento me dio un escalofrío que recorrió mi espina dorsal. Quizá el último deseo de Pyro fue el que me dijo a mí. El que me confió.

    Que ayudase a integrar a Bezzy. Esa fue su última petición.

    “Amigo, te prometo que lo haré. Por ti. En cuanto arreglemos esto, y averigüemos quién te mató, yo… la protegeré también a ella, me da igual que sea Desesperación. Me da igual todo. Lo haré por ti”.

    —Entiendo —asintió Pine, agachándose junto al cuerpo. En seguida estiró la mano, rebuscando en los bolsillos de Pyro, y sacó algo. Unos cuantos papeles blancos y negros—. ¿Nadie iba a comentar nada sobre esto? Lo estaba viendo desde aquí.

    —¿Huh? —exclamó Kris, sorprendido—. N-No me fijé, yo… estaba pendiente de mirar las heridas y…

    Emily lo miró, sorprendida, y exclamó:

    —¡S-Son monodólares! ¿Pyro tenía monodólares?

    —Se suponía que solo Anna debía tenerlos —farfulló Pine, sisándose la perilla—. Hmpf. Quizá deberíamos hablar con esa chica. Empieza a hacerse sospechosa. Más de lo que ya era, claro.

    “¿Qué hacía Pyro con monodólares? ¿Cómo los consiguió? Pensándolo bien, anoche…”


    “Tengo mis trucos, Dante. Deberías saber que siempre voy un paso por delante.”



    Hmm. Empezaba a pensar que debería analizar con cuidado la visita de Pyro a mi casa. Quizá, sin yo saberlo, me reveló más cosas de lo que imaginaba sobre lo que después le pasaría.

    —Bueno. Yo voy arriba. La escena del crimen promete estar en la tercera planta, ¿no es así?

    Miré a Pine tras decir eso, y miré hacia arriba. Donde empezaba el rastro de sangre. Asentí.

    —Voy contigo, así podré-

    —Vosotros deberíais ir a hablar con nuestro otro posible testigo. Alguien debe hacerlo, y el resto parece demasiado interesado en investigar otras pruebas circunstanciales.

    “Otra vez me interrumpe, ¿¡qué tiene en mi contra!? Yo que le admiraba…”.

    —¿El otro testigo? —se preguntó Em, inclinando la cabeza a un lado—. ¡Ah! ¡E-Ethan, es cierto!

    Ethan… correcto, además de Kris, Ethan también estuvo en el centro comercial todo el tiempo, en la tienda de muebles. Herido, cierto, pero estuvo aquí. Era buena idea preguntarle. Confirmamos con Kris si podíamos molestar un poco al herido, y en seguida Em y yo nos marchamos hacia el ala izquierda del lugar, tomando las escaleras mecánicas. Antes de subir, vimos a Kyllian y a Destiny investigando el ascensor; el que Nikolah hizo desplomarse por accidente. El segundo en sufrir ese destino, justo ayer, de hecho.

    —¿Algo relevante por ahí?

    Kyllian negó con la cabeza.

    —Nada especial. Givan ha subido arriba, insiste en que quizá haya algo. No veo el qué.

    —Tú te encargabas de este ascensor y este ala del centro comercial, ¿cierto? Lo pone en el planning de Drake —murmuró Emily, consultando su planning.

    Kyllian asintió.

    —Si las escaleras mecánicas de ambos lados volvían a funcionar es gracias a Lucas y a mí. Aunque ayer empezaron a dar problemas ambas… tendremos que revisarlas.

    —¿Tú crees que es momento de pensar en eso? —protestó Destiny—. U-Uno de nosotros ha muerto y a ti te preocupan más unos ascensores y unas escaleras… ¡¡no sé ni qué hago aquí contigo en lugar de examinar el cuerpo y la escena del crimen!!

    —Estás aquí conmigo porque tienes miedo de examinar esas cosas, admítelo —observó, fríamente, Kyllian. Destiny enrojeció—. Ahora deja de protestar y ayúdame a seguir mirando, ¿quieres?

    —Pero ¿qué miramos, exactamente?

    —… sabes qué, haz lo que quieras —protestó Kyllian—. Solo no molestes.

    Con un suspiro, miré a Em y nos encogimos de hombros. Era… mejor dejar a esos dos solos y subir. Claro está, tal y como advirtió Kyllian, las escaleras mecánicas volvían a no poder moverse… así que tuvimos que subirlas a pie. Desde lo alto, ya en la segunda planta, miramos al otro lado, viendo a Lucas examinando el ascensor de la derecha, el que Emily hizo caer hacía unos días. Parecía intranquilo, moviéndose de un lado a otro.

    —M-Mira, ¡Dante! ¡Ahí!

    Em correteó cuando llegamos a la segunda planta, encontrando algo alejado. Se agachó a cogerlo y me lo mostró. ¿Qué era…?

    —Parece un trozo de algo metálico… como una cadena, ¿no?

    Era cierto, sí. Parecía un trocito de una especie de cadena. Estaba bastante desplazado, oculto cerca de una de las tiendas. Miré a Em y nos encogimos de hombros, sin entender bien qué era o si tenía relación con algo, y… nos lo guardamos, por si acaso.

    En fin, luego llegamos a lo más alto, a la tercera planta, y vimos allí a Givan. Estaba inmóvil, justo frente al precinto que puso Drake para evitar que nadie se acercase mucho al vacío donde antes estaba el ascensor. El Arqueólogo miraba a la nada, abstraído completamente, y cuando Em y yo nos acercamos, cada uno por un lado, ni se inmutó ante nuestra presencia.

    Estuvimos varios segundos a su lado. Quietos. Intentando… dilucidar qué estaba haciendo o pensando. Y, finalmente, nos miró primero a uno, luego al otro.

    —… hm.

    Y, con ese ruidito, Givan se alejó sin más, sin mentar una sola palabra. Em y yo nos miramos llenos de confusión. Era un… tipo complicado, suponía.

    Poco después llegamos a la tienda de muebles, el lugar que había sido convertido en una especie de hospital. Se veían allí montones apilados de sábanas blancas manchadas de sangre y sucias, y todo tipo de instrumental médico que Kris había comprado en la farmacia del distrito.

    Al final de la sala, tumbado en una de las camas más allá de los armarios y cómodas se encontraba Ethan. Vendado todo su brazo y su pecho, sin camiseta, con la cara también cubierta de parches y apósitos por el lateral izquierdo, el herido por la explosión.

    Estaba despierto cuando llegamos.

    —Ah. Hola… —murmuró, incorporándose, cuando nos vio—. ¿Qué ha pasado exactamente?

    —Hola, Ethan —dijo Emily, tierna, agachándose a su lado—. ¿No te has enterado?

    Ethan negó con la cabeza, expresión preocupada.

    —No, yo… estuve durmiendo todo el tiempo, supongo que los analgésicos me han dejado KO. —Se frotó la nuca con su mano hábil. Me pregunté en ese momento si tendría movilidad en el otro brazo después de lo que pasó—. Creo que llevo un huevo de horas durmiendo.

    “Eso al menos verifica el testimonio de Kris”, pensé, anotándolo mentalmente. El médico también dijo que Ethan dormía todo el tiempo, y eso tenía sentido si realmente no hubo ningún ruido fuerte ni nada que alertase a alguien. Una persona durmiendo se despertaría ante algún escándalo, ¿no?

    —Entonces, ¿no llegaste a oír el anuncio?

    —No… ¿qué anuncio? Sé que algo raro ha pasado, pero no sé qué. Cuando me he levantado he visto que Kris no estaba, y ha estado aquí todo el tiempo conmigo.

    —Entonces —quise confirmar, aclarándome la voz—, ¿has llegado a ver a Pyro en algún momento? Se suponía que venía a relevar en las tareas de ayuda en mitad de la noche.

    —Hm, no. No Recuerdo, lo siento. —Se frotó de nuevo la nuca—. La última “enfermera” que pasó por aquí fue Anna.

    Miré a Emily, sorprendido. Otra vez Anna. Ni siquiera sabía si su posición en la lista de Drake era real o no; el Policía nos incluyó a todos, pero algunos, como Cayden, se negaban a colaborar en la asistencia médica. Asumía que Anna sería igual. No pensaba que fuese a cumplir con su parte, viendo como se comportó en cuanto a lo que respectaba a compartir sus ganancias…

    —Entonces, ¿ni siquiera viste a Pyro aquí? Se supone que cubrió un turno completo… —se cuestionó Em.

    Ethan negó con la cabeza.

    —No, lo siento. Joder, llevo durmiendo más tiempo del que esperaba, ¿eh? Menuda mierda de soldado soy, debería ser yo el que os proteja y no al revés.

    —No es tu culpa, Ethan —consoló la Super Esperanza.

    —… ha muerto, ¿verdad? Os lo veo en las caras. Pyro. Por eso preguntáis por él. Ha pasado, ¿no?

    Nos miramos entre nosotros, y yo suspiré. Terminé asintiendo, con suma pesadez.

    —Lo sabía. Sabía que pasaría en cuanto acabé en esta puta cama. No pude evitar que pasase, joder. Ese puto oso y su motivo…

    —No le des más vueltas —dije, severo—. No es tu culpa, Ethan. Por más que quisiéramos evitarlo, acabó pasando. Si le pasó a Pyro, es que… era inevitable.

    —Tsk. Entonces… ahora, ¿qué? ¿Estamos investigando? ¿Sucederá esa “clase de juicio”? —Asentí ante su pregunta. Y en seguida lo vi tratando de incorporarse; Em y yo intentamos impedírselo, apresurados—. Dejadme, por favor. Estoy bien, puedo…

    En cuanto dio un paso fuera de la cama, se tropezó, su pierna izquierda algo magullada por la parte del muslo, pero pudo mantener vagamente el equilibrio. Con la mano derecha se sujetó el hombro izquierdo, adolorido.

    —J-Joder.

    —No hagas esfuerzos, Ethan. En tu estado, es poco recomendable que te muevas mucho. Deberías descansar, es… muy pronto —dijo, preocupada, Em.

    —Pero…

    —Tendrás que ir forzosamente a la clase de juicio —le dije con seriedad—. Lo dicen las reglas. Descansa y guarda fuerzas para entonces. Si te agotas o acabas más herido ahora… no sobrevivirás. Habrá otra muerte. Si quieres proteger las vidas, empieza protegiendo la tuya.

    El Soldado me miró. Entendí rápidamente esa mirada, sí. Era la mirada de alguien que quería dar el máximo posible por proteger a todos, sin pensar realmente en lo importante que era protegerse a sí mismo.

    “Entiendo esa mirada. Porque la veo en el espejo”.

    Terminamos saliendo de allí, y rodeamos el centro comercial desde su tercera planta. Al hacerlo, inevitablemente, pasamos por la zona donde el rastro de sangre comenzaba: en las escaleras centrales. Pine estaba allí, observando y examinando el mismo, con ojo crítico. Emily y yo pasamos sin decir gran cosa; no había mucho que pudiésemos aportar, ni se veían más pistas relevantes allí.

    Todo cuanto dijo Emily, hablándome al oído, fue:

    —Siendo biólogo, Pine debe saber bastante de sangre y otros restos, ¿no? Quizá saca alguna conclusión útil.

    Yo asentí, y respondí, también en voz baja.

    —Sí, pero… me llama la atención que no haya nada aquí arriba. No veo rastros de pelea ni forcejeo. Quizá sí que… sí que tomaron por sorpresa a Pyro.

    —Ya —asintió ella—. Aunque, ¿qué haría aquí? Si estaba atendiendo a Ethan junto a Kris, sería… más lógico bajar por las escaleras del ala izquierda, ¿no? Están mucho más cerca de la tienda de muebles.

    Ese era un muy buen punto. Y, reflexionándolo, ambos terminamos de dar el rodeo, uno que solo sirvió para asegurarnos de que no había nada más relevante por allí, de que no se nos escapaba nada. Bajamos por las escaleras mecánicas de la derecha, que tampoco funcionaban, y llegamos a la parte de abajo, junto al ascensor.

    Lucas estaba allí. Visiblemente nervioso.

    Al bajar, me fijé en algo que había allí, lo mismo que vi que Lucas estaba colocando ayer. El mismo objeto estaba junto al otro ascensor, y era… una especie de aro o argolla adherida al suelo. No sabía muy bien qué era, pero Lucas dijo que…


    ¡Por eso queremos montar una polea aquí y levantarlo para, zas, lanzarlo de nuevo!


    Eso es, sí: aquel aro o gancho era el punto de enganche para la polea que iban a montar Kyllian y él a ambos lados, ¿no? Para tratar de sacar de su rail los ascensores y poder llevárselos. Después de todo, las cabinas, según el Inventor, estaban en muy buen estado pese a los impactos, y el material era de muy buena calidad.

    Eso sí, mientras que Em se acercaba a Lucas, yo me acerqué a examinar con más detalle el enganche del suelo, aquella argolla. Y no pude evitar fijarme en que parecía estar, por la parte interna, algo… desgastada. El metal parecía rayado, de alguna forma. ¿Sería acaso importante el gancho para polea que instaló el Inventor…?

    —¡Lucas! ¿Cómo vas? ¿Todo bien? Veo que Kyllian y tú os habéis separado de nuevo, ¿no? ¿Habéis encontrado algo?

    El Inventor se sobresaltó al escuchar a Em. Estaba asomado a la cabina del ascensor, y le noté con sudores fríos recorriendo su frente, extremadamente tenso.

    —Y-Yo, veréis…

    Su reacción despertó mi curiosidad. Me incorporé y caminé hasta donde estaba, asomando mi cabeza por encima de su hombro y mirando al interior del ascensor. Em hizo lo mismo, y se llevó las manos a la boca, sorprendida, cuando lo vio.

    No era para menos.

    —¿S-Sangre?



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    #1: Dante Miles: Super Guardián
    Le gusta: la biología Pokémon, la poesía, las espadas y escudos.
    No le gusta: las películas de terror, las grandes multitudes, los ruidos fuertes.

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    #2: Anna Hiradaira: Super ???
    Le gusta: los horóscopos, los complementos, las fotos.
    No le gusta: las cosas baratas, las órdenes, no saber un secreto de otro.

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    #3: Ethan Encina: Super Soldado
    Le gusta: las pizzas, el gimnasio, las normas.
    No le gusta: la inseguridad, las alturas, las mentiras.

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    #4: Aleck Graham: Super Humorista
    Le gusta: los chistes, ser el centro de atención, los videojuegos plataformas.
    No le gusta: la política, los lugares vacíos, la música clásica.

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    #5: Nikolah Cruz: Super Coleccionista
    Le gusta: las cosas raras, el orden, la comedia.
    No le gusta: las historias tristes, los acertijos, la lectura.

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    #6: Kris Viridis: Super Médico
    Le gusta: la química, la soledad, la lectura.
    No le gusta: los chistes malos, ser observado, la comida picante.

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    #7: Kyllian Faure: Super Ingeniero
    Le gusta: la escultura, le gente seria, el silencio.
    No le gusta: ser interrumpido, la gente perezosa, la comida basura.

    #8: Albert Pine: Super Biólogo
    Le gusta: navegar, los videojuegos de aventuras, la cocina.
    No le gusta: el anime, los disparos, las alturas.

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    #9: Emily Hodges: Super Esperanza/Modelo
    Le gusta: los pasteles, el ASMR, las películas románticas.
    No le gusta: las discusiones, la soledad, el color negro.

    #10: Destiny Inashu: Super Piloto
    Le gusta: los Pokémon pájaro, las hamburguesas, la música rock.
    No le gusta: tener hambre, el arte clásico, los libros muy largos.

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    #11: Givan Velren: Super Arqueólogo
    Le gusta: los Pokémon fósil, las novelas de suspense, los puzles.
    No le gusta: los lugares ruidosos, al alcohol, las conversaciones ligeras.

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    #12: Cayden Dunn: Super Abogado

    Le gusta: la soledad, la música jazz, los videojuegos de rol.
    No le gusta: la sangre, los finales felices, las armas.

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    #13: Lucas Diamond: Super Inventor

    Le gusta: los dispositivos electrónicos, las siestas, las matemáticas.
    No le gusta: las plantas, el té, la música electrónica.

    #14: Drake Orestes: Super Policía
    Le gusta: los donuts, los mangas shonen, los videojuegos shooter.
    No le gusta: los nombres complicados, las fábricas, las películas románticas.

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    #15: Pyro Redflame: Super Motivador/Analista
    Le gusta: la animación, los Pokémon perro, la filosofía.
    No le gusta: los misterios sencillos, la gente intransigente, las mentiras.

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    #16: Ryu Guardane: Super Entrenador
    Le gusta: el baloncesto, el humor negro, los Pokémon gato.
    No le gusta: la psicología, los coches, las agujas.

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    #17: Bezzy Hoffe: Super Violinista/Criadora/Desesperación
    Le gusta: la música clásica, los peluches, los Pokémon insecto.
    No le gusta: ser quien es, las historias tristes, tener pesadillas.
    Regla 1: Ningún estudiante podrá salir del perímetro delimitado en cada momento actual de Galeia.

    Regla 2: Cada estudiante tiene una vivienda propia que es de uso personal: solo el legítimo portador de la llave de la vivienda puede acceder y permanecer en ella.

    Regla 3: Todos los estudiantes continuarán en el Programa Especial de Convivencia hasta que este acabe por cualquiera de las causas definidas en las reglas 6, 12 o 17.

    Regla 4: Si un alumno o alumna ejecuta a otro, se dará comienzo una fase de investigación y su posterior clase de juicio, donde el resto de supervivientes deberá decidir quién fue el culpable por votación mayoritaria, única y secreta.

    Regla 5: Si el estudiante más votado en una clase de juicio es el culpable, será ejecutado como castigo.

    Regla 6: Si el estudiante más votado en una clase de juicio no es el culpable, el verdadero culpable superará el Programa Especial de Convivencia y el resto serán eliminados, terminando el Programa inmediatamente.

    Regla 7: Se considerará como culpable únicamente al asesino de la primera víctima: si de forma previa a la clase de juicio aparece otra víctima, el culpable de esa ejecución no será considerado culpable para ese juicio y quedará impune.

    Regla 8: No está permitido que se produzcan más de tres ejecuciones. El anuncio se reproducirá de forma automática si una tercera víctima es ejecutada, independientemente de las reglas 9 y 10.

    Regla 9: Si tres personas encuentran un cadáver, se activará un anuncio global que dará pie al inicio de la investigación.

    Regla 10: Solo cuentan para la activación del anuncio aquellos que encuentren a la víctima de forma posterior a la ejecución, incluyendo al culpable; no contarán para el anuncio nadie que presencie la ejecución en directo, salvo que vuelvan a encontrar el cadáver junto a alguien que no la presenció.

    Regla 11: Si quedan seis o menos estudiantes dentro del Programa Especial de Convivencia, se levantarán las reglas 4, 5 y 6, y empezará una fase de “Última Sangre”, donde no habrá clases de juicio ante los crímenes cometidos por alumnos y alumnas y estos podrán cometerse impunemente.

    Regla 12: El Programa Especial de Convivencia terminará en todo caso cuando queden tres o menos estudiantes, que pasarán a superar el Programa.

    Regla 13: Todos los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia estarán adscritos a las cuatro escuelas listadas en la app correspondiente del Monófono.

    Regla 14: Si un estudiante no está asignado directamente a una de las escuelas, podrá elegir a qué escuela anotarse, y tendrá que estar anotado a alguna antes de que comience la primera clase de juicio. Una vez formados definitivamente las escuelas, no estará permitido cambiar la misma, salvo que Monokuma lo autorice expresamente.

    Regla 15: La escuela con más miembros participantes del Programa será considerada la escuela dominante, y disfrutará de un privilegio especial. Se dará este privilegio al inicio del Programa y tras cada clase de juicio.

    Regla 16: Si todos los estudiantes de una escuela son eliminados, las viviendas de todos los integrantes de la escuela pasarán a ser de uso común y libre por parte del resto de estudiantes.

    Regla 17: Si solo quedan como participantes activos del programa los miembros de una escuela, aplica la regla 8 incluso aunque queden más de tres personas, dando fin al Programa en el mismo sentido.

    Regla 18: Los estudiantes participantes del Programa Especial de Convivencia están obligados a participar en todas las clases organizadas por Monokuma, incluyendo las clases de juicio.

    Regla 19: Monokuma tiene libertad para agregar nuevas reglas, pero no puede eliminar reglas previas.

    Regla 20: Infringir cualquiera de las reglas registradas en esta lista supondrá la eliminación automática del infractor como castigo.
     
    Última edición: 18 Octubre 2025 a las 4:48 AM
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  8. Threadmarks: Capítulo 1 (Vida Mortal - Investigación 2)
     
    MrJake

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    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
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    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
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    Capítulo 1 - La historia del crimen que nunca ocurrió.
    Vida Mortal, Investigación, parte 2



    No daba crédito. Cuando miré junto a Emily al interior del ascensor del ala derecha, vimos...

    —¿S-Sangre?


    El suelo del ascensor estaba manchado de sangre. Era una mancha amplia, extensa, pero dispersa. No tanto como una piscina de sangre, sino más bien el resultado de una herida que se derramaba y esparcía lentamente. Em y yo no pudimos sino mirarnos y mirar luego a Lucas. El sudor frío de este se incrementó.

    —N-No tengo ni idea de qué hace esto aquí, os lo prometo. Kyllian y Givan lo han visto, me han avisado y me han preguntado si sé algo sobre esto, pero yo... yo… yo…

    Zarandeé la cabeza. “Dante, relájate. Es Lucas. Pese a que en el pasado hiciese cosas horribles, él no… él no haría…”.

    Emily fue la que habló finalmente, por suerte.

    —Tranquilo, Lucas. Serénate y cuéntanos, ¿vale? ¿Es por esto por lo que estás tan nervioso? ¿Crees que sospecharemos de ti?

    Lucas tragó saliva, agachando la mirada.

    —S-Soy el encargado del mantenimiento de esta parte del centro comercial, duh. Claro que sospechará todo el mundo de mí. ¡Y e-esta mancha no estaba ayer mismo! Así que ha debido suceder después de mi turno de ayer por la tarde. Cuando... cuando...

    “Cuando Pyro murió”.

    —¿Cómo puede haber sangre aquí? —murmuré, reflexivo—. Si Pyro hubiese sangrado realmente dentro del ascensor, de algún modo… debería haber un rastro desde aquí hasta el sitio en el que ha aparecido, ¿no?

    —E-Eso es cierto —comentó Lucas, esperanzado—. ¡Sí, es cierto! Y no hay sangre, ¿no?

    —¿Quizá la limpiaron? —se preguntó Emily. Pensar eso hizo que el Inventor volviese a agachar la cabeza, desesperanzado.

    —E-Es posible, pero… si es el caso, si la limpiaron pero no limpiaron la sangre de las escaleras, es porque…

    —¿Querían hacer creer que Pyro murió en otra parte? —murmuró Emily, completando mi pensamiento.

    —Ay, no… —suspiró Lucas.

    Hm. ¿Q-Qué demonios había pasado? ¿Podía Lucas, realmente, haber tenido algo que ver en todo esto? Sin duda era la persona que controlaba la mayor parte del tiempo el ascensor de la derecha y su mantenimiento; si a Pyro le pasó algo en esa zona, era lógico que todas las miradas se pusieran en él.

    “Pero no la mía. Yo no puedo sospechar de él, no solo por algo como esto. Es nuestro amigo, también”. Eso me decía, eso intentaba decirme: pero parte de mí sabía de los orígenes de Lucas. Y era como una pequeña cuerda tirando de mis emociones. Diciéndome que me mantuviese alerta. Que la desesperación jamás se iba del todo.

    —Lucas —dijo Em, poniendo las manos en las mejillas de él y levantándole la cabeza—. Escúchame. Tú no fuiste, ¿vale?

    —C-Claro que no fui, yo…

    —Yo te creo —aseguró ella, segura de sí misma—. Sé que tú no lo hiciste, así que tú tienes que mantenerte fuerte, también, ¿vale? No sigas ocultando esto. Todos lo descubrirán tarde o temprano. E, inevitablemente, pensarán que tienes algo que ver. Pero hay que mantener la esperanza; tenemos la clase de juicio para algo. Para revelar la verdad. Si todos sospechan que fuiste tú, ¡nosotros probaremos, juntos, que se equivocan! ¿Vale?

    —E-Em… —Los ojillos de Lucas brillaban, y, lentamente, su gesto se tornó en una sonrisa—. S-Sí. Lo haremos. Demostraremos quién mató a Pyro de verdad.

    “… ¿c-cómo puedo llegar siquiera a plantearme algo así? Lucas no lo haría. Yo mismo se lo dije el otro día. Que confiábamos en él, que era útil. No nos haría nunca algo así. A ninguno de nosotros. A nadie”.

    Eso era lo que quería creer, por mucho que las alertas de Super Guardián me hiciesen mantenerme ojo avizor de todo lo que pareciese sospechoso, incluido mi amigo. Pero, probablemente, mi confianza en Emily era más fuerte que esos instintos.

    Y me apoyaría ciegamente en esa confianza si hacía falta. Era hora de seguir adelante, y continuar la investigación.


    Em y yo salimos del centro comercial tras aquello, con la idea de explorar las inmediaciones. Si había algo que habíamos aprendido de otras investigaciones, era que nunca bastaba con inspeccionar solo lo obvio. Siempre había pistas en otra parte.

    Nada más salir, nos encontramos de bruces con Drake, que llevaba una bolsa en su mano.

    —¡Drake! ¿Qué llevas ahí?

    El chico jadeaba, esbozando una pequeña sonrisa orgullosa, de paso.

    —¡Traigo materiales para investigar, chicos! ¡Mirad!

    Con ilusión, Drake empezó a sacar, uno a uno, distintos botes y objetos. Uno pequeño que parecía tener polvos, una especie de espray…

    —Son utensilios policiales que nos serán muy útiles en esta investigación. Espero.

    —¿Utensilios policiales? —se preguntó, curiosa, Emily.

    —Mm-hm. Luminol, polvo dactiloscópico, luz ultravioleta…

    —¡Ah! Sin duda, será muy útil para la investigación —exclamé. Conocía esos objetos, sí. Eran usados para detectar sangre, huellas, y un largo etcétera. Algo que un Super Policía sabría usar, por supuesto. Pero eso me generaba una duda—. ¿De dónde los has sacado, Drake? No creo que tengas dinero, e igualmente, dudo que eso se venda por aquí.

    —¡Estaba todo en mi casa, claro! ¡Gratis! Tengo mogollón de objetos para investigaciones policiales. De ahí saqué también las cintas para poner los precintos.

    —¿E-En serio? ¿Todo eso tienes en tu casa? —pregunté, sorprendido.

    Drake asintió, orgulloso ante su idea de traer todo ese material. E-En mi opinión, tampoco era una idea muy rompedora: lógicamente, si tenía esos productos, era lógico traerlos a la escena de un crimen. Pero tampoco iba a destrozar así su ilusión.

    —Claro. ¿Vosotros no tenéis cosas relacionadas con vuestros talentos?

    Huh. Cosas relacionadas con nuestros talentos, ¿eh? “Supongo que la estatua, los libros, el escudo y la espada… no solo se alinean con mis gustos, también con mi talento. Pero es difícil delimitar qué es parte de mi talento y qué es parte de como persona. Ambas cosas están tan… enlazadas”.

    —Sí —asintió Emily—. Parece que todos tenemos material propio de nuestros talentos en casa, a libre disposición, ¿eh? Qué bien que seas el Super Policía, entonces, Drake. Nos será increíblemente útil, ¡bien hecho~!

    Drake se sonrojó, halagado.

    —B-Bueno, ¡dejadme a mí que me encargue de esto! —Se dio un golpecito en el pecho—. Vosotros seguid con vuestra investigación, ¿sí? Descubriremos la verdad entre todos.

    Así, una vez más, Em y yo nos separamos de Drake, cada uno siguiendo su camino.

    Sin embargo, no llegamos muy lejos: algunos estudiantes estaban por las inmediaciones, explorando los alrededores del centro comercial. Eso, o escaqueándose de la investigación. Concretamente, Niko, Aleck y Cayden estaban allí. El tercero parecía especialmente charlatán… nada más vernos, de hecho, se giró hacia nosotros. Tenía una libreta y un bolígrafo en la mano.

    —Ah. Os andaba buscando. A ver: ¿coartada para esta noche, entre las 5 y las 7 AM?

    Me sobresalté ante la pregunta.

    —¿Q-Qué haces, exactamente?

    Cayden alzó una ceja. Su mirada, probablemente, me hizo perder años de vida. De cada una de mis vidas, quiero decir. Fue así de fulminante.

    —Hago lo que se hace en estos casos, Dante Miles. Recopilar testimonios. Vamos a tener un juicio; y para estar preparado en un juicio, hay que reunir coartadas. La información y las pruebas son lo único que vale allí.

    “Vaya, por primera vez… le oigo hablar como el Super Abogado que, supuestamente, es”.

    —Yo estuve durmiendo —dijo Emily, suspirando—. No puedo decir mucho más.

    —Igualmente —respondí también yo—. Creo que la mayoría te vamos a decir lo mismo. A esa hora, casi todos dormíamos.

    —“Casi” no es todos —aseveró Cayden, tomando nota—. ¿Qué hay de antes? En la madrugada, pero antes del rango de horas de la muerte.

    Emily me miró. Cayden estaba tomándoselo sorprendentemente en serio. No parecía ser alguien muy preocupado por nada, en general, y quizá por eso nos sorprendió. Daba la sensación de ser completamente indiferente a todo a su alrededor, pero ahora actuaba con severidad y decisión. Eso sí, su mirada impasible y rígida, ilegible, seguía brillando.

    La Super Esperanza no tardó en responder con plena sinceridad, como cabría esperarse.

    —Yo me dormí tarde. Tuve problemas para conciliar el sueño, y me di un paseo por la plaza sobre las 2 AM —admitió—. Me crucé con Pyro a esa hora. Vino a verme y yo estaba ya desvelada.

    La miré, sorprendido. Ella también se cruzó con Pyro… fue a verla. C-casi parecía que Pyro había ido expresamente a despedirse de nosotros. ¿Sería casualidad? ¿O quizás Pyro…?

    —A esa hora, Anna estaba por la plaza. También vi a Aleck asomado al balcón, y… escuché el violín de Bezzy. Es todo cuanto puedo decir, y todos aquellos a quienes vi y oí.

    Anna, Aleck y Bezzy estaban despiertos a esas horas, ¿huh?

    —Por mi parte —admití yo—, Pyro vino a verme también, a mi casa. No sé qué hora era, pero me dijo que iba a hacer el relevo, así que calculo que era bastante más tarde. Se fue y yo me volví a acostar.

    Cayden había apuntado todo rápidamente. Detrás de él, Aleck silbaba con despreocupación, mientras trataba de echar un ojo a su libreta, y Niko parecía distraído mirando a su alrededor.

    —Muy bien. Anotado.

    —¿No tienes preguntas? —quise saber, sorprendido.

    —Muchas. —Se guardó la libreta en un bolsillo, e hizo clic en el boli para guardar la punta—. Pero las resolveremos a su debido momento, en el juicio. Donde corresponde. Donde importa.

    Caminó entonces, manos en los bolsillos, alejándose de allí. Antes de alejarse del todo, se detuvo, y dijo, sin girar la cabeza.

    —Espero que tengáis argumentos consistentes y que os arméis bien para la clase de juicio. Todos deberíamos hacer lo mismo. Una vez pisemos esa sala… aquello se convertirá en una guerra. Una guerra entre la verdad y la mentira, una guerra por la justicia.

    >> Y yo no hago prisioneros en los tribunales.

    Ominoso, Cayden terminó por marcharse. Escuché luego a Aleck hacer un comentario.

    —Yeeeeesh. Todos los pelirrojos dan repelús, si me preguntan. Son como zanahorias: por muy dulces que digan tus padres que están, siempre prefieres apartarlas con la cuchara.

    “… eso ni siquiera tenía gracia, es un poco… ofensivo”.

    —¿Qué hacéis aquí, en cualquier caso?

    —¿Yo? Echar la tarde —dijo, calmado, Aleck, sonriendo de oreja a oreja—. Todo esto de la investigación me tiene aburrido, ¡está todo el mundo muy serio para mi gusto!

    —¿Y no te parece que es lo normal, dada la situación? —“Cielos, este chico me enerva, ¿no se puede tomar nada en serio?”.

    —¿Normal? —bufó Aleck—. Lo normal es aburrido. Y es débil al Lucha. ¿Quién querría ser “normal”?

    “¿C-Cuándo se convirtió esto en una discusión sobre tipos…?”

    —Pero mi colega aquí presente —dijo el Humorista, mirando a Niko—, parece ser de tipo Eléctrico. Porque está obsesionado con esa cúpula o lo que sea.

    Miré a Nikolah, y me di cuenta de que no estaba distraído. Estaba intentando hacer algo. Observando a su alrededor, hacia arriba, a los lados, con atención.

    Y, de repente, sacó un objeto de uno de sus múltiples bolsillos, algo que identifiqué pronto como una especie de moneda, y la lanzó con mucha fuerza hacia arriba, muy alto. El objeto hizo un arco, alzándose varios metros… y se escuchó un fuerte sonido, saltando chispas en lo alto. La moneda cayó luego en picado.

    Nikolah suspiró.

    —Nope, no hay manera. —Presto, se agachó a tomar la moneda. Cuando la tocó, exclamó—. ¡Auch! Esa verja eléctrica invisible no solo llega altísimo, sino que tiene una potencia enorme. Todo lo que la toca se requete-electrifica...

    Sopló sus manos, adolorido, y luego guardó la moneda de nuevo. Solo entonces pareció percatarse de que estábamos allí.

    —¡Ah! Hola, hola. No os había visto.

    —¿Qué hacías? —pregunté, ceja alzada.

    Nikolah suspiró, algo abatido.

    —Intentaba ver si era posible salir de aquí. Destiny se pegó un calambrazo, pero porque intentó salir sin más, ¿no? Hay una especie de cúpula electrificada invisible, pero no sabemos cómo de alta era. Así que estoy viendo si hay algún hueco o algo, quizá un límite de altura, algo así. Pero no parece que haya nada de eso: estamos totalmente rodeados.

    —Ha lanzado aproximadamente siete millones de monedas ya —apuntó Aleck, exagerando claramente—. Y todas y cada una de ellas le han dado calambre después. Pero el ser humano es el único que tropieza seis millones novecientas noventa y nueve veces con la misma moneda. ¿O no era así?

    —¿Y crees que es momento para hacer eso? —protesté hacia Niko, tratando de ignorar a Aleck—. Uno de nosotros ha muerto, Niko, y si no investigamos podremos morir todos. Hay que descubrir la verdad.

    —Lo sé. —Nikolah agachó la mirada—. Pero había pensado que quizá no tenemos que pasar por eso. Si hubiese encontrado una apertura, podríamos salir, y… olvidarnos de esa “clase de juicio”. Huir todos juntos, ¿no? Así nadie correría riesgo.

    —Niko… —murmuró, conmovida, Emily.

    Así que intentaba escapar, ¿eh? A su manera, estaba, también, ayudando. Pero no, yo no quería escapar sin más. Sí, desde luego, quería salir de allí; pero no si eso implicaba olvidar lo que le pasó a Pyro. No me perdonaría huir de allí y dejar atrás la verdad de lo que pasó, dejar atrás a mi amigo. Si la clase de juicio era la única forma de revelarlo, pasaría por ella… y la superaría.

    Con todo, admiraba lo que Nikolah hacía, y por eso le puse una mano en el hombro desnudo (estaba en camiseta interior de tirantes, con la remera del uniforme atada a la cintura). Él se sobresaltó.

    —¡Cuidado, que doy calambre ahora! —advirtió. Pero yo no noté nada—. Uy, me habré descargado ya… antes Aleck se ha quejado de que parezco una dinamo.

    —¡Y que lo digas! Tanto recoger moneditas cargadas…

    —Pues parece que ya vas perdiendo esa electricidad —observé, sonriendo—. En todo caso, gracias, Niko. Aprecio tu esfuerzo. Y aprecio, también, todo lo que has hecho hasta ahora. Fuiste valiente cuando te heriste los brazos y aun así ayudaste a cargar a Ethan.

    —Ah, eso. No hay de qué. Es lo menos que puedo hacer —asintió él, sin sonrojarse, sin vergüenza, pero humilde. Aún le veía los cortes y cicatrices en los antebrazos—. No soy el más listo, tampoco, así que sentía que molestaría en la investigación, por eso…

    “También le da miedo investigar”, pensé, percibiéndolo en su tono. “Por eso busca otra forma de salir de allí”.

    Poco después, nos despedimos de Nikolah y de Aleck y seguimos nuestro camino. Decidimos, al pasar por el distrito comercial, entrar en las diversas tiendas que veíamos relevantes: principalmente, aquellas en las que sabíamos que alguno de nosotros había entrado: la hamburguesería, la farmacia…

    Fue estando en ese segundo lugar cuando Em hizo una observación.

    —Está casi vacío. Supongo que Monokuma solo reestablecerá el stock cuando alguien quiera comprar más; después de todo, todos los productos están bajo llave. Y hay de todo, ¿eh? Desde cosas tan sencillas como pastillas para el dolor de cabeza o vendas, hasta, no sé. Jeringas, desfibriladores portátiles, piernas protésicas…

    “V-Vaya, esto parece más una despensa de un hospital que una farmacia”. Aunque suponía que era lógico: era el único lugar donde podíamos obtener, previo pago, material médico. Y quizá más cosas… conociendo a Monokuma y los suyos, no sería raro que hubiese veneno u otras sustancias peligrosas aquí.

    —Kris y los demás arrasaron con la mayoría de la farmacia gastando el dinero de Anna cuando Ethan fue herido, supongo —observé—. Ahora está casi todo el material en la tienda de muebles.

    Emily asintió.

    —Sí… solo espero que realmente se reponga el stock en algún momento. Si vuelve a pasar algo como lo de Ethan…

    Me crucé de brazos, reflexivo. En realidad, ¿por qué no repondría el stock ya Monokuma? En la hamburguesería vimos los arcones frigoríficos llenos, pese a que varias hamburguesas fueron consumidas. Todo lo que era de pago se reponía rápidamente… salvo la farmacia.

    “Tal vez reponerla podría suponer…”. Zarandeé la cabeza. No, en realidad no tenía mucho sentido aquello, no tenía nada que ver una cosa con la otra.

    —¿Vamos? —me dijo Em, mirándome con curiosidad—. Te has quedado embobado, Dante.

    —A-Ah, perdona. Sí, vamos.

    Al final alcanzamos la plaza central. Nada más hacerlo, nos embriagó una música melodiosa… y vimos a Bezzy sentada en el borde de la fuente, con su violín sobre el hombro, tocándolo virtuosamente. Miré a Em.

    —Creo… que luego deberíamos hablar con ella —le dije, y, de alguna manera, me sentí extraño al hacerlo. Seguía siendo contrario a mis instintos, y seguía haciéndoseme extraño decirle a la Super Esperanza que deberíamos interesarnos por la Super Desesperación, de algún modo.

    Emily, sin embargo, sonrió.

    —Por supuesto. Lo necesita, después de todo. ¿Quieres ir ahora?

    Negué con la cabeza.

    —No, antes… antes me gustaría terminar con la investigación. Aún hay algo que quiero hacer. Vamos.

    Caminamos en una dirección concreta, pasando frente a las distintas casas. Quería hablar con una persona en específico, pero, cuando llamé a la puerta de la que era su vivienda, nadie respondió. Arrugué la nariz. ¿Dónde estaba…?

    No tardamos mucho en descubrirlo. Anna estaba allí, plantada frente a otra casa.

    Frente a la casa de Pyro.

    —Oh. Hola —nos saludó nada más vernos.

    —Anna. He estado preguntándome dónde estabas. ¿Por qué no has venido a investigar?

    Anna me miró con brazos cruzados, lanzándome uno de esos dardos con sus ojos morados. Algo en ella, sin embargo, se veía distinto. Más serio, de algún modo. Pero no perdía su clásico sarcasmo, claro está.

    —No he ido donde todos los demás, pero eso no implica que no esté investigando, ¿sabes, ojos verdes? —Luego miró por encima de mi hombro, y vio directamente a Emily—. Veo que hoy estás bien acompañado, ¿interrumpo alguna cita?

    —Nada de eso —protesté, algo molesto por su actitud—. Tenemos muchas preguntas que hacerte, por cierto. Preguntas importantes.

    —Pues tendrán que esperar, me temo. ¿No ves que estoy investigando? —Me dedicó una mirada de soslayo. Una vez más… me costaba entender qué ocultaba tras sus ojos exactamente.

    —¿Qué se supone que investigas, entonces? ¿La casa de Pyro?

    —Obvio. Ya me han contado Cayden y los demás que han pasado por aquí lo que ha sucedido. Y alguien tiene que investigar esta mansioncita, ¿no te parece? Quizá tu amigo el pelirrojo ocultaba algo ahí que nos dé información útil. Y de poco sirve que todos nos arremolinemos alrededor del pobre chaval sin vida. Dos ojos no van a ver nada distinto de lo que unos treinta ya están mirando.

    Enfocó luego la mirada en la casa, seria.

    —… pero solo estas dos preciosidades pueden ver lo que hay ahí dentro.

    Crucé miradas con Emily, ambos confusos. Me alegró que ella supiese, sin hablar entre nosotros, lo que estaba pensando, y lo verbalizase ella misma.

    —Pero no puedes entrar, Anna. Lo dicen las reglas.

    —Lee las reglas de nuevo, encanto.

    Bufé, molesto. Saqué el monófono y leí en voz alta.

    —Regla 2: Cada estudiante tiene una vivienda propia que es de uso personal: solo el legítimo portador de la llave de la vivienda puede acceder y permanecer en ella.

    Anna extendió ambas manos a los lados, haciendo un gesto que parecía querer indicar lo obvio que era su punto.

    —¿Queda claro, entonces?

    —¿E-El qué queda claro?

    En ese momento, Anna metió la mano en su bolsillo, y mostró una llave. Me miró con la cabeza inclinada a un lado.

    ¿E-Era esa… la llave de Pyro?

    —Aquí tengo la llavecita, amigo Dante. Y voy a entrar con ella.

    —¿C-Cómo has…? —protesté, pero no pude lograr pararla. Anna caminó decidida hacia delante, introdujo la llave en la puerta y la hizo girar—. ¡Espera! ¡Es peligroso, si infringes la regla…!

    Oí un suspiro pesado y exagerado por su parte, y la vi cruzar la puerta, dando un portazo tras ella. Em y yo quedamos en silencio. Por unos segundos, esperé lo peor. Pero no pasó nada. Bueno, sí algo sí pasó. Y es que, de la nada.

    —¡¡Buuuuh!!

    —¡Eeeeek!

    El grito de Emily me sobresaltó más que el del jodido oso que apareció detrás de nosotros. Monokuma había aparecido ahí, de repente. Vivito y coleando; aunque, bueno, no esperábamos menos. El juego siguió y dio el anuncio pese a que Ethan lo destrozara. Estaba claro que tenía más versiones preparadas de sí mismo.

    La pregunta era cuántas.

    —Upupupu… ¿os he asustado? ¿Pensábais que podríais morir de un infarto? ¡Perdón, perdón! ¡Soy un oso peligroso! Upupu...

    —¿Q-Qué quieres ahora, Monokuma? Estábamos investigando.

    —¿Investigando? Yo solo veo que estáis mirando embobados la casa del difunto Pyro Redflame. ¡Moved el culo, que el tiempo se acaba!

    —¿S-Se acaba el tiempo? —se preguntó Emily, mano en la boca—. ¡Pero aún no hemos descubierto casi nada!

    —¡¡Mala suerte!! No es mi culpa que seáis incompetentes, hmpf. Os doy cinco minutos, ¡y la clase de juicio empezará! Dad gracias que os aviso, hmpf, hmpf.

    Cabreado, el oso se fue alejando, y yo miré a Em. Anna seguía dentro de la vivienda, pero… mis ojos, como mis oídos, se centraban en la fuente. Fue Emily, al final, la que me habló.

    —Ve con Bezzy, Dante. Deberías hablar con ella antes de que empiece la clase. Yo me quedaré aquí, esperando a ver si consigo hablar con Anna y sacar algo en claro antes de empezar, ¿vale?

    Asentí, aunque al principio dudé. Pero confiaba en ella.

    —Vale. Gracias, Em.

    Y, así, caminé con ciertas dudas hacia ella. Hacia la Super Violinista… y la, también, Super Criadora y Super Desesperación. Ella era igual que Pyro en muchos sentidos, pero lo que para Pyro fue una bendición, en cierto sentido, para ella fue todo lo contrario.

    Una maldición, una carga. Un pesar inmenso.

    Me senté a su lado.

    —Hola, Bezzy… ¿cómo estás?

    Ella dejó de tocar en ese momento, bajando el violín y la mirada de ojos rojos.


    —… ¿cómo ha muerto? —preguntó entonces, de repente.

    La pregunta directa me tomó por sorpresa. Estaba preparado para que la conversación fuese difícil, por muchos motivos; pero no lo estaba para oír aquello, tan repentino, tan inmediato.

    No tuve más remedio que contener el aire, y dije:

    —Parece que… se rompió el cuello. Todo apunta a que fue una caída, o eso dice Kris.

    —Ya veo.

    Hubo unos segundos de silencio, y no pude evitar sentir el inmenso pesar de Bezzy. Se veía tras sus ojos, esos que normalmente eran algo opacos y se sentían vacíos.

    Me costó, pero me atreví a romper el silencio.

    —¿Sabes? Pyro me vino a ver ayer. Y estaba preocupado por ti, Bezzy —dije, con total honestidad. No sabía cómo abordarlo de otra forma. Creí que lo mejor era, simplemente, hablar desde el corazón—. Él deseaba que te sintieses mejor aquí. Que te integrases, que pudieses ser tú misma. Y me pidió ayuda para ello.

    —¿Pyro te pidió ayuda? ¿Por… mí?

    Asentí, forzando una sonrisa. La verdad es que no me apetecía sonreír: quería llorar, más bien. Pero fui fuerte, por ella, por Pyro, por Em, por todos.

    —No sé si debería integrarme, siquiera —murmuró ella—. Pyro era demasiado bueno conmigo. Y con todos. Pese a que esto está volviendo a pasar, pese a que sabe del peligro que supone especialmente por mí, pese a que es consciente de que, si la desesperación me supera, las consecuencias pueden ser terribles… insistió en estar a mi lado todo el tiempo. Insistió en hacerme sentir acompañada, en no dejarme sola.

    “Y por eso te acabaste aislando en tu casa, ¿no? Para que no tuviese que hacerlo”. Ella misma se veía como una amenaza. Como una bomba de relojería. Ella misma… se veía como una carga.

    No era justo, joder. No era nada justo.

    —Ahora él no está —suspiró, ojos empañados—. Oh, Pyro…

    “No es más que una pobre chica asustada…”

    Por instinto, la abracé suavemente, y dejé que llorase sobre mi pecho. Yo también dejé caer las lágrimas que estaba reteniendo, ahora que nadie me veía. Ahora que me podía permitir a mí mismo liberarlas.

    —Descubriremos quién lo hizo, Bezzy. Te lo prometo. Lo haremos por él.

    Tragué saliva, tratando de deshacer el nudo de mi garganta.

    —Pyro podía ver miles de posibilidades —dije entonces—. Era el Super Analista, también. Y creo que, si insistió en integrarte, es porque en ninguna de esas posibilidades que veía te veía a ti cayendo en la desesperación si lo hacías.

    —¿Huh?

    “Lo creo de verdad. No es una excusa. Porque confío plenamente en el criterio de Pyro”.

    —Ahora debemos estar fuertes, todos. Porque tenemos una clase de juicio por delante. Una clase de juicio donde tendremos que exponer la verdad.

    —La Verdad, ¿eh? —Bezzy suspiró—. Sí. Tenemos que hacerlo. Ahora, después de todo, parece que yo soy la que la representa.

    Alcé una ceja.

    —¿Cómo dices?

    Ella sacó su monófono, aún algo cabizbaja, y me enseñó la app de las escuelas. En la Escuela Verdad, ahora, aparecía el icono de Pyro ensombrecido, y, como delegada… estaba Bezzy.

    —Parece que he heredado su puesto —murmuró—. Al fin y al cabo, no dudé en apuntarme a su escuela. Quizá fui la primera en hacerlo.

    “A-Así que cuando uno muere, otro Delegado lo sustituye como tal, y… eso expone la escuela en la que se apuntó”. Yo sabía que fui el último en escoger escuela. Tenía esa información en mi poder; y aún no había hablado con nadie sobre la escuela que elegí.

    Tampoco tuve mucha ocasión de hacerlo.

    En ese momento, aún con el monófono en sus manos, se oyó una vibración, luego un pitido. Tanto su teléfono como el mío vibró: un anuncio estaba apareciendo.

    —¡El tiempo de investigación ha acabado! Repito, ¡el tiempo de investigación ha acabado! Todo el mundo, ¡acudid de inmediato al Ayuntamiento! La clase de juicio va a comenzar. Upupupu…

    Ahí estaba. El final de la investigación. Vi a Anna y a Emily desde lejos, la primera directa al Ayuntamiento, la segunda hacia nosotros.

    —¡Dante! Va a comenzar…

    Me levanté, y le di la mano a Bezzy para ayudarla a levantarse, también. Aunque al inicio dudó, pronto me la terminó dando. “Te prometí que la ayudaría, y lo haré, Pyro”.

    —Sí. Vamos. Vamos a revelar la verdad. Cueste lo que cueste.

    Poco después, los dieciséis, incluido Ethan (ayudado por Nikolah a caminar), nos reunimos allí, en la misma sala donde Monokuma hizo su aparición otras tantas veces.

    —¿Y ahora qué? —preguntó en alto Destiny, zapateando en el suelo.

    —Algo pasará, digo yo —murmuró Niko.

    —U-Uh, no me gusta nada esto… —se quejó Kris.

    Mientras esperábamos, Drake, Emily y yo nos unimos, junto a Bezzy. En voz baja, logramos hablar entre nosotros.

    —¿Encontraste algo, Drake?

    El Policía asintió.

    —Sí. O, bueno, más bien, no. Pero eso es igual de importante.

    —¿Qué quieres decir?

    —Examiné el vestíbulo con luminol a petición de Lucas; no encontré restos de sangre por allí, solo en la escalera donde estaba Pyro. Y también examiné con el polvo dactiloscópico el cuerpo de Pyro, y… las huellas que he encontrado en él y en su ropa eran de guantes.

    —¿De guantes?

    Drake asintió.

    —Sí, a veces se dejan huellas incluso con guantes, pero no tienen las grietas usuales de nuestros dedos. Lo interesante es la posición de estas huellas: no estaban en su espalda ni en su costado, más bien… bajo las axilas, en los hombros y en los tobillos.

    —¿Eh? ¿Huellas en tobillos, axilas y hombros?

    Em, Bezzy y Drake callaron, reflexionando. Había huellas de guantes en el cuerpo… y el vestíbulo estaba limpio de sangre, incluso bajo ojos del luminol. Drake logró averiguar esas dos cosas. No tuvo tiempo ni ocasión de ahondar más, dado el limitadísimo tiempo que nos dio Monokuma. Tenía que aprovechar toda esa información por escasa que pareciese, porque podía ser útil, sin duda; aunque me costaba encontrar cómo.

    Fue luego Emily la que habló.

    —Yo no he logrado hablar mucho con Anna, solo-

    De repente, un pequeño temblor nos sacudió. Todo el suelo que pisábamos… empezó a descender, como un ascensor gigantesco. Supimos entonces que estábamos bajando a la clase de juicio. Que iba a comenzar. Que era inevitable.


    Dieciséis personas. Algunos, viejos amigos y seres queridos; otros, completos desconocidos que vi por primera vez hace unos días. Uno de nosotros había matado a Pyro Redflame, la persona más competente de todo este lugar.

    Emily, Drake, Lucas, Ethan, Anna, Kris, Aleck, Nikolah, Destiny, Ryu, Bezzy, Givan, Cayden, Pine, Kyllian, y yo mismo.

    Uno de nosotros había acabado con la vida de quien, quizá, podía llegar a sacarnos de esta situación. De quien podía obtener todas las respuestas que buscásemos.

    —Fuerza, chicos —murmuró Drake, apretando los puños.

    —T-Tengo algo de miedo. Nunca he estado en una clase de juicio de esta forma —comentó Lucas, temblando.

    —Mantengamos la esperanza —musitó Emily, decidida—. Usaremos la clase para desenmascarar la verdad, y, con ella, exponer a los Seguidores de la Desesperación. Lo harás conmigo, ¿no, Dante? —Me miró, sonriente. Decidida. Sus ojos rosados brillando con fuerza.

    Iba a descubrir quién fue. Costase lo que costase. Por Pyro.

    —Por supuesto.


    - Informe de Monokuma #1: el informe que nos ha dado Monokuma para este caso. Dice lo siguiente:
    "La víctima es Pyro Redflame, el Super Motivador. Su muerte sucedió entre las 5 AM y las 7 AM. El cuerpo presenta varias lesiones de distinta naturaleza, tanto de forma post mortem como pre mortem, ubicadas en cuello, espalda, piernas y brazos. La causa de la muerte no está determinada".
    Me da la sensación de que es deliberadamente impreciso. De momento, sin embargo, tendré que confiar en su legitimidad.

    - Planning de Drake: una lista de turnos que hizo Drake para gestionar la atención médica de Ethan, la gestión de cocina y de mantenimiento en el centro comercial. Según su plan inicial, al menos, todos debíamos actuar según unos roles y horarios, aunque hay quienes decidieron cumplir y quienes no eran tan cooperativos. Los turnos de mantenimiento eran llevados exclusivamente por Lucas y Kyllian, cada uno ocupándose de un ala (Lucas derecha, Kyllian izquierda). Los turnos de enfermería podían alternarse con cocina según el planning, según encesidad, e iban en parejas salvo los turnos nocturnos, que eran individuales. Kris estaría todo el tiempo, salvo descansos, junto a Ethan.
    Ni Ryu ni Bezzy fueron asignados a ningún turno, asumiéndose que por su condición no podrían hacerlo.
    En la noche, se dejan algunas horas de descanso entre turno y turno salvo urgencias, asumiendo que la mayor parte del tiempo, Ethan dormiría.
    Estas son las asignaciones relevantes del día de la muerte:
    - 15:00-17:00 PM: Enfermería/cocina Aleck y Pine.
    - 16:00-19:00 PM: Mantenimiento Lucas.
    - 17:00-19:00 PM: Enfermería/cocina Cayden y Dante.
    - 19:00-21:00 PM: Enfermería/cocina Nikolah y Givan.
    - 21:00-23:00 AM: Enfermería/cocina Destiny y Emily.
    - 21:00-00:00 PM: Mantenimiento Kyllian.
    - 00:00-3:00 AM: Enfermería/cocina Anna (turno nocturno largo, descanso al día siguiente)
    - 04:00-07:00 AM: Enfermería/cocina Pyro (turno nocturno largo, descanso al día siguiente)
    - 07:00-09:00 AM: Enfermería/cocina Drake.
    - 07:00-10:00 AM: Mantenimiento Lucas.

    - Autopsia de Kris: Kris pudo realizarle una autopsia preliminar a Pyro. Determinó que la causa de la muerte era una fractura del cuello. Asimismo, Pyro presentaba un brazo y una pierna rotos y marcas de arrastre en piernas, espalda y brazos, que le provocaron heridas. También tiene sangre en la cabeza, en una herida no muy grande, pero "escandalosa" a nivel de sangrado. También tiene la pequeña señal de la aguja, producida por la extracción de sangre que Kris le practicó el día anterior. Se encontraron dos marcas similares a quemaduras en la parte trasera y lateral del cuello, a las cuales no se ha dado explicación. Los indicios que el Super Médico pudo ver en el cuerpo confirman la hora de la muerte, más allá de su propio testimonio: murió entre las 5:00 AM y las 7:00 AM con toda seguridad.

    - Testimonio de Kris: Kris estuvo todo el tiempo en el centro comercial, en la tienda de muebles, como médico de Ethan. En torno a la hora de la muerte, nadie al margen de Pyro entró ni salió, que a él le conste, ni tampoco oyó ningún ruido fuera de lo normal. Dice también que salió a tomar el aire poco después de que Pyro se marchase y solo entonces vio su cadáver, coincidiendo con el momento en el que llegaban Drake y Lucas a relevar sus respectivos turnos.

    - Talento de Pyro: de cara a la galería, Pyro es el Super Motivador, alguien con un don para conectar con gente y usar las palabras adecuadas para alzar sus ánimos. Sin embargo, también posee el talento heredado de Lion del Super Analista, por lo que es capaz de ver ante sí miles de posibilidades, lo que le permite casi predecir el futuro. Poca gente debería saber de este talento... solo los Gamma, quienes compartieron el segundo juego con él y quienes sean Seguidores de la Desesperación deberían conocerlo.

    - Monodólares: Pyro tenía encima algunos monodólares. ¿Cómo puede ser posible? Se supone que, por el motivo y el privilegio, solo Anna tiene acceso a ellos... y debía haber gastado casi todos, de hecho.

    - Escaleras mecánicas: la tarde anterior, cuando fui a mi turno de enfermería, las escaleras mecánicas aún funcionaban, arregladas por Kyllian y Lucas. Pero parece ser que se han debido estropear de nuevo. Hay unas escaleras a la izquierda y otras a la derecha, justo junto a los ascensores, y dado que estos estaban estropeados, eran la única forma de subir al margen de las escaleras manuales en el centro del vestíbulo.

    - Cabinas de ascensor: ambos ascensores estaban estrellados en la planta de abajo, después de que Emily tratase de usar el de la derecha y Niko, días después, el de la izquierda. Pese a que las cabinas estaban abolladas y sus cristales rotos, según Lucas ambos ascensores aún podrían funcionar, pues sus controles aún sirven y la estructura es de muy buena calidad y aún podría utilizarse. Lo único que falló parece ser el cable.

    - Trozo de cadena: en la segunda planta del ala izquierda, Em y yo encontramos un trozo de lo que parece una cadena. Parece estar algo rota, ¿qué será?

    - Instrumental médico: la mayoría del instrumental médico útil de la farmacia fue comprado por el grupo con el dinero de Anna cuando Ethan fue herido. Se llevó casi todo a la tienda de muebles, en el ala izquierda, tercera planta, del centro comercial. Hay casi de todo, desde material básico hasta material bastante específico... no se escatimó en gastos, desde luego.

    - Estado de Ethan: a causa de su desafío a Monokuma, Ethan sufrió heridas graves en todo su costado izquierdo. Tanto su pierna como su brazo, su torso y su rostro sufrieron quemaduras y heridas profundas. Por fortuna, parece estar mucho más recuperado, pero aún le cuesta andar con normalidad y su brazo izquierdo ya no es casi funcional.

    - Gancho para polea: Lucas y Kyllian han instalado unos aros adheridos con tornillos al suelo, a través de los cuales planeaban instalar poleas con las que alzar el ascensor manualmente para luego lograr sacarlo de su raíl y así llevárselo. El gancho de la derecha presenta rasguños bastante marcados en la parte interna del aro, ¿por qué será...?

    - Suelo del ascensor: en el suelo de la cabina del ascensor derecho había sangre, como si una herida abierta hubiese goteado lo suficiente como para esparcirse por la zona. Este es el ascensor del que se encargaba Lucas...

    - Material de talentos en las casas: Drake me reveló un detalle en el que no me había fijado: parece que todos tenemos objetos y elementos propios de nuestro talento dentro de nuestras casas, al que podemos acceder libremente. Él, por ejemplo, tenía luminol, precintos policiales, etcétera.

    - Cúpula electrificada: parece que todo el distrito comercial está rodeado por una cúpula electrificada. Nikolah verificó que ni siquiera parece tener altitud limitada, que lo cubre todo... la cúpula llega hasta los alrededores del centro comercial. Gracias a Destiny, sabemos que tiene una capacidad de voltaje elevadísima, y hasta las pequeñas monedas que lanzaba Niko se quedaban cargadas de electricidad al tocarla.

    - Llave de Pyro: por alguna razón, Anna tiene la llave de Pyro en su poder, la que abre su casa. Y la he visto entrar en ella sin ningún problema, sin ser castigada por infringir las reglas. ¿Cómo es eso posible?

    - Huellas de guantes: según las investigaciones policiales de Drake, Pyro tenía huellas de guantes en su ropa y cuerpo, concretamente, en axilas y hombros y en tobillos. No parece que se encontrasen más huellas en otras zonas, como espalda, pecho, etcétera.

    - Vestíbulo sin sangre: según el luminol que usó Drake, no parece haber rastros de sangre, siquiera limpiados previamente, en el vestíbulo del centro comercial. Huh.
    Vista aérea del centro comercial, para ayudar a entender la estructura del lugar. Las tiendas se ubican en los márgenes del mapa en cada planta; lo que se muestra es solo lo que se vería desde un plano cenital, y solo de pasillos del CC en sí, y no de sus tiendas como tal. Se incluyen no solo elementos de la investigación, sino referencias a las tiendas que han sido visitadas por Dante sea antes o después de dicha investigación.

    Disclaimer: solo sé usar paint ok? >:( (?) Páguenme el curso de photoshop.

    Mapa CC.jpg
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    #1: Dante Miles: Super Guardián
    Le gusta: la biología Pokémon, la poesía, las espadas y escudos.
    No le gusta: las películas de terror, las grandes multitudes, los ruidos fuertes.

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    #2: Anna Hiradaira: Super ???
    Le gusta: los horóscopos, los complementos, las fotos.
    No le gusta: las cosas baratas, las órdenes, no saber un secreto de otro.

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    #3: Ethan Encina: Super Soldado
    Le gusta: las pizzas, el gimnasio, las normas.
    No le gusta: la inseguridad, las alturas, las mentiras.

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    #4: Aleck Graham: Super Humorista
    Le gusta: los chistes, ser el centro de atención, los videojuegos plataformas.
    No le gusta: la política, los lugares vacíos, la música clásica.

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    #5: Nikolah Cruz: Super Coleccionista
    Le gusta: las cosas raras, el orden, la comedia.
    No le gusta: las historias tristes, los acertijos, la lectura.

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    #6: Kris Viridis: Super Médico
    Le gusta: la química, la soledad, la lectura.
    No le gusta: los chistes malos, ser observado, la comida picante.

    Ver archivo adjunto 99017
    #7: Kyllian Faure: Super Ingeniero
    Le gusta: la escultura, le gente seria, el silencio.
    No le gusta: ser interrumpido, la gente perezosa, la comida basura.

    #8: Albert Pine: Super Biólogo
    Le gusta: navegar, los videojuegos de aventuras, la cocina.
    No le gusta: el anime, los disparos, las alturas.

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    #9: Emily Hodges: Super Esperanza/Modelo
    Le gusta: los pasteles, el ASMR, las películas románticas.
    No le gusta: las discusiones, la soledad, el color negro.

    #10: Destiny Inashu: Super Piloto
    Le gusta: los Pokémon pájaro, las hamburguesas, la música rock.
    No le gusta: tener hambre, el arte clásico, los libros muy largos.

    Ver archivo adjunto 99015
    #11: Givan Velren: Super Arqueólogo
    Le gusta: los Pokémon fósil, las novelas de suspense, los puzles.
    No le gusta: los lugares ruidosos, al alcohol, las conversaciones ligeras.

    Ver archivo adjunto 99011
    #12: Cayden Dunn: Super Abogado

    Le gusta: la soledad, la música jazz, los videojuegos de rol.
    No le gusta: la sangre, los finales felices, las armas.

    Ver archivo adjunto 99018
    #13: Lucas Diamond: Super Inventor

    Le gusta: los dispositivos electrónicos, las siestas, las matemáticas.
    No le gusta: las plantas, el té, la música electrónica.

    #14: Drake Orestes: Super Policía
    Le gusta: los donuts, los mangas shonen, los videojuegos shooter.
    No le gusta: los nombres complicados, las fábricas, las películas románticas.

    Ver archivo adjunto 99020
    #15: Pyro Redflame: Super Motivador/Analista
    Le gusta: la animación, los Pokémon perro, la filosofía.
    No le gusta: los misterios sencillos, la gente intransigente, las mentiras.

    Ver archivo adjunto 99021
    #16: Ryu Guardane: Super Entrenador
    Le gusta: el baloncesto, el humor negro, los Pokémon gato.
    No le gusta: la psicología, los coches, las agujas.

    Ver archivo adjunto 99010
    #17: Bezzy Hoffe: Super Violinista/Criadora/Desesperación
    Le gusta: la música clásica, los peluches, los Pokémon insecto.
    No le gusta: ser quien es, las historias tristes, tener pesadillas.
     
    Última edición: 19 Octubre 2025 a las 3:09 AM
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    Escritor
    Título:
    Pokénronpa 3: Una Nueva Esperanza
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    9187
    ¡Comienza la clase de juicio! Como muchos de quienes me leen ahora no han leído las otras dos partes, quiero aclarar aquí que las clases de juicio las intento escribir emulando todo lo posible los juegos. Por eso, incluyo recreaciones de segmentos jugables, como los scrum debates o los non-stop debates, e incluso el closing argument.

    En este capítulo, solo vamos a ver non-stop debates, por el momento. Como lo hago es que primero presento todo el segmento del debate, y luego lo reproduzco hasta el punto en el que Dante encuentra una contradicción o algo que puede verificar: los puntos que se pueden contradecir con una prueba salen en naranja, y aquellos con los que puede estar de acuerdo en azul. La idea es no solo darle la atmósfera de DR (motivo también por el que incluyo MUCHAS más ost en estos capítulos), sino también que podáis llegar a jugar. Nada os impide tener las balas (pruebas) a mano, ver la primera parte del debate antes de resolverlo, y ver si sacáis cómo lo contradiríais.

    Esta vez los debates van a ser sencillos, más adelante veremos más mecánicas y cositas. Pero eso, no os extrañéis si veis colorines y si veis que repito la misma cosa dos veces, es por todo esto que os cuento. ¡Disfrutad!


    Capítulo 1 - La historia del crimen que nunca ocurrió.
    Vida Mortal, Clase de juicio, parte 1



    Una vez más, me encontraba en una clase de juicio. El ambiente, por desgracia, ya me era incluso familiar: los atriles formando un círculo, el altar de Monokuma tras todos ellos, el retrato de Pyro sobre uno de los atriles, con su foto en blanco y negro tachada. Todo era como siempre, con algunos cambios estéticos, pero… como siempre.

    En el fondo, aún me costaba asimilar que sí, que estaba en un juego de asesinato mutuo. Otra vez.


    —Bien, ¡bienvenidos a mi flamante clase de juicio v.3! —empezó a explicar Monokuma, colocado considerablemente más alto que el resto, como un juez que se sienta en lo alto de un podio—. Como deberíais saber, la mecánica es sencilla: ¡estáis aquí para discutir y llegar a un acuerdo sobre la muerte de Pyro Redflame, el Super Motivador! Tenéis que debatir entre vosotros todas las pruebas e indicios que hayáis recolectado. Cuando haya finalizado la discusión, ¡abriremos una votación secreta, y el que tenga mayoría, será el elegido! Y aquí llega lo divertido, upupu…

    —Si acertamos, muere el culpable; si fallamos, morimos todos y el culpable se salva. ¿No? —intervino Drake de repente.

    Monokuma no parecía contento de que el Super Policía le robase el protagonismo. Mantuvo silencio, cruzando la mirada con la de Drake, y dijo al final, siniestro:

    —Sabes qué, estaba más contento cuando estabas muerto.

    —¿H-Huh? —A Drake le tomó por sorpresa, sin duda.

    No fue hasta que se oyó un golpe en el atril cuando todas las miradas se centraron en un punto concreto. Sin embargo, cuando vi quién fue el que habló, mis ojos se pusieron en blanco. Sabía que no iba a decir nada medio decente.


    —¡Yo ya he resuelto el crimen, chicos! Tengo una prueba irrefutable.

    —Dispara, Aleck —le dijo, situado justo a su lado, Niko—. Cuanto antes acabemos con esto, mejor.

    —¡Sí, sí! ¡El motivo fue el rencor y la venganza, y la culpable… Emily!

    Em, a mi lado en su atril, se llevó una mano al pecho.

    —¿Eh? ¿Yo…? ¿Venganza? ¿Rencor?

    —¡Sí! —señaló Aleck, orgulloso de su razonamiento—. ¡Lo sé porque la pista está en tu propio nombre! ¡Emily Grudges!

    —… —N-No supe ni responder.

    Es que… no tenía palabras. ¿Qué se le dice a alguien cuando dice una estupidez tan inmensa? ¿Cuando casi todo lo que dice es una estupidez?

    —Uhm —intervino Lucas—. Es Emily Hodges, no Grudges.

    —¿Eh? Bueno —Aleck se encogió de hombros—, potato, pothato, ¿no? ¡Mi lógica se sostiene, es infallible!

    —“Infalible” —corrigió Pine.

    —¡D-Deja de decir chorradas! —exclamó Destiny, señalándolo con dedo acusador—. Tus estupideces pueden costarnos la vida, ¿¡es que no lo entiendes!?

    Aleck miró a Des con cejas alzadas, y luego se puso las manos en la cabeza, en gesto despreocupado.

    —Caray, Destiny, me has fulminado con la mirada. ¡¿No será que eres la asesina y has matado de un calambrazo a Pyro?!

    —P-Pequeña rata de-

    Di gracias a Arceus cuando oí la voz de Cayden alzarse finalmente entre el pequeño caos que el Humorista había causado nada más empezar la clase de juicio. Por suerte, su contundencia bastó para que los otros callasen en aquel absurdo intercambio.


    —Esto no es un circo, así que recoged las pelucas de payaso, todos. Vamos a centrarnos. —El abogado se aclaró la voz, y se dirigió, para mi sorpresa, directamente a Monokuma—. Monokuma. Como Game Master de este juego, entiendo que deberías solventar dudas acerca de sus reglas, ¿correcto?

    —Uhm, ¿sí? —se preguntó el oso, golpeándose la cabeza levemente—. A ver qué duda me preguntas, que no sea muy complicada…

    —Será sencilla, o eso espero. Quiero descartar la primera posibilidad cuanto antes, así que, dime: ¿qué sucedería si alguien muere de forma completamente accidental?

    ¿D-De forma accidental?

    —… define “accidental” —murmuró Monokuma, tenso.

    —Ejemplo: tropiezo, caigo por unas escaleras, y me fracturo el cuello. Absolutamente nadie ha intervenido. El tropiezo ha sido exclusivamente despiste mío. Muero en el acto, no puede considerarse que nadie, ni siquiera yo mismo, tenga la voluntad de matar, o haya contribuido a mi muerte. Eso es un accidente. —Cayden dio un golpe en el atril, mirada incendiada. N-Nunca lo había visto con esa decisión, ese temple, esa fuerza—. La pregunta, pues: ¿contaría eso como una muerte válida para llevar a cabo una clase de juicio, o no?

    Todos nos miramos en el intervalo de silencio que hubo entre nosotros. ¿Estaba Cayden exponiendo la posibilidad de que la muerte de Pyro fuese puramente accidental?

    —Upupu… qué pregunta tan interesante, ¡nunca me la habían hecho! Creo. Que yo recuerde. ¿Me la habían hecho? ¡En fin, da igual! La respuesta es que : hay una muerte, ¡por lo que habría una clase de juicio!

    —Ya veo —reflexionó Cayden, en silencio, cruzándose de brazos y cerrando los ojos.

    —¿Y quién sería el culpable en ese caso, Monokuma? En el caso de una muerte accidental, ¿a quién tendríamos que votar para ganar? —quiso saber Drake—. ¿A la propia víctima, como en el caso de un suicidio?

    —Upupupu, ¡me gusta cómo empieza esto! No, no, votar a la víctima no tendría sentido, pues no es la causante del crimen. ¡Y no se puede votar a un suelo resbaladizo! Por tanto, si ese fuese el caso, la respuesta correcta sería arrojar una mayoría de votos a la nada.

    —¿L-La nada? —murmuró Destiny, confusa.

    —Sí, Destiny, la nada: es eso que hay en tu cabeza —le espetó, siempre sonriente, Aleck, y ella lo volvió a, uhm, “fulminar” con la mirada.

    —En otras palabras —intercedió Em—. Si en un crimen la causa de la muerte fue un accidente no provocado por nadie, entonces hay que votar en blanco.

    ¿En blanco? No votar…

    —¡Pero eso es solo si el accidente no tiene una causa imputable directamente a otro! —siguió el oso—. ¡Porque si alguien dejó una cáscara de plátano en el suelo y otro la pisa, cae y muere, el que soltó la cáscara sería el asesino!

    —Rizar el rizo, si me preguntan —murmuró Anna, que, curiosamente, estaba rizando uno de sus mechones con un dedo en ese momento—. Abogado querido, si no entiendo mal… tu propuesta es valorar la opción de que Pyro haya muerto por un accidente, ¿me equivoco?

    —Ajá —sentenció Cayden—. Creo que es una opción que debemos, al menos, considerar, y determinar si es posible o no que la muerte sea accidental. Es un buen punto para iniciar este debate. Veo que muchos aquí necesitáis un… calentamiento para poder arrancar.

    Un… accidente. “Supongo que no es un mal inicio, es algo que merece la pena cuestionarse, pero… ¿puede ser tan fácil?”



    Non-stop debate!

    Sabemos que Pyro murió de una caída —especuló Cayden.

    —E-Es lo más probable, viendo el estado de su cuerpo, sí —confirmó Kris, como siempre, nervioso y tenso.

    Confirmo lo que dice el médico —sentenció Pine—: desde luego, las heridas que tenía encajan con una caída bastante aparatosa, en mi experiencia.

    Sin embargo, saber cómo murió no implica saber qué provocó esa muerte —afirmó Cayden—. Por eso quiero valorar la opción de que fuese un accidente.

    ¡Lo es, totalmente! —aseguró Aleck—. Después de todo, ¡no había indicios de que alguien más hubiese intervenido en la escena!

    >> Hehe, he sonado como un detective, ¿eh?

    —¿Sería Pyro tan torpe como para caerse por…? —intentó decir Destiny.

    —¡Agente Graham, de Graham y Cía, para servirles! Tiene gancho, hehehe…

    ¡A-Aleck, no me interrumpas, enano mental! —protestó la piloto.



    Es cierto que Pyro no es el tipo de persona que se tropezaría sin más, no siendo el Super Analista, desde luego. Aunque eso no necesariamente descarta la opción de que su muerte pudiese ser un accidente. Necesitaríamos poder afirmarlo con pruebas.

    Sin embargo, lo que esa persona ha dicho… no es cierto. Y sobre eso sí tengo pruebas claras.



    Sabemos que Pyro murió de una caída.

    E-Es lo más probable, viendo el estado de su cuerpo, sí.

    Confirmo lo que dice el médico: desde luego, las heridas que tenía encajan con una caída bastante aparatosa, en mi experiencia.

    Sin embargo, saber cómo murió no implica saber qué provocó esa muerte. Por eso quiero valorar la opción de que fuese un accidente.

    ¡Lo es, totalmente! Después de todo, ¡no había indicios de que alguien más hubiese intervenido en la escena!



    —Te equivocas, Aleck.

    —¿Eh? —El Humorista quedó ojiplático, mirándome sin pestañear—. ¿Me equivoco? Menudo ultraje, yo no me equivoco.

    —Pues lo has hecho —aseguré, brazos cruzados—. No sé si la muerte de Pyro pudo ser un accidente o no, pero sí sé que sí hay indicios de que alguien ha, como mínimo, manipulado la escena. ¿Estoy en lo cierto, Drake?

    El Policía, que parecía abstraído hasta que mencioné su nombre, inclinó la cabeza. “D-Drake, sé que lo haces porque estás pensando, pero ¿¡podrías no descentrarte cada dos minutos!?”.

    —… Drake pudo examinar el cuerpo con utensilios policiales, y encontró huellas de guantes en él.

    —Ah, ¡es cierto! —exclamó, al fin volviendo a nuestro plano de la realidad, Drake—. En efecto. Pyro tenía huellas bajo las axilas, en los hombros y en los tobillos.

    El grupo quedó en silencio. Cayden, a quien esta información no parecía sorprenderle, se cruzó de brazos y reflexionó, callado. Fue Em la que habló.

    —En mi opinión, y creo que aquí es donde Dante quería llegar, la posición de las huellas es muy reveladora. ¿No es cierto, Dante?

    Asentí.

    —Correcto.

    “Si lo pienso con calma, es obvio por qué las huellas de guantes se encontraron en los sitios donde se encontraron. Es una posición muy concreta como para ser casualidad”.

    —A juzgar por las huellas —seguí diciendo—, es bastante probable que lo arrastrasen.


    —¿L-Lo arrastraron? —Niko quedó en shock, aparentemente—. V-Vaya. Y eso, uhm… ¿qué quiere decir?

    —Q-Quiere decir que alguien movió el cuerpo. No sé si Pyro estaba vivo o muerto en ese momento, pero desde luego, si alguien lo sujetó por debajo de las axilas o por los tobillos para arrastrarlo… ese alguien está involucrado en el crimen. Lo cual hace más improbable que esto se trate de un accidente.

    —No es imposible —respondió Pine, reflexivo—, pero sí, diría que es bastante improbable. No veo razones por las que alguien movería un cuerpo muerto o inconsciente si no es porque está involucrado con su muerte o inconsciencia.

    —Lo cual nos lleva al siguiente punto del juicio —expuso Cayden con tono formal, pero gesto aún desganado—. Descartado por el momento la opción del accidente, hay que valorar que fuese asesinado… y la nueva información nos hace preguntarnos dónde.

    —Heh —rio Ryu, de repente—. A ver si se empieza a poner interesante. Ya me estaba aburriendo.

    —¿Cómo que “dónde”, Cayden? —inquirió Niko—. Se cayó por las escaleras, ¿no?

    Cayden no respondió. Se limitó a quedar en silencio, mirando hacia arriba, como pensando. Con las manos en los bolsillos.

    Mi mirada, rápidamente, buscó a Lucas. Quizá lo correcto sería mencionar la sangre en el suelo del ascensor derecho, pero al ver al Inventor tan asustado, no supe cómo-

    —En el ascensor de la derecha. Es una posibilidad.

    Las palabras de Givan cayeron como un jarro de agua fría. Lo dijo de repente, sin acritud, con tono monocorde.

    —… —Kyllian negó con la cabeza, en silencio. “Él también lo sabía, cierto… llamó a Lucas durante la investigación, junto a Givan, para comentárselo. Pero guardó silencio, ¿eh?”.

    —¿En el ascensor? —farfulló Anna—. ¿Ese cacharro estrellado en el suelo? ¿Por qué moriría Pyro ahí?

    “Si hubieses venido a investigar el centro comercial, Anna, lo sabrías. O, bueno, quizá no… Lucas se aseguró de custodiar bien su ascensor, por otra parte”.

    —Había sangre —siguió Givan, impertérrito—. La lógica dice que el cuerpo estuvo ahí en algún punto.

    —Vaya, vaya. Si no me equivoco, ese ascensor es el que Lucas estaba arreglando, ¿no es así? —dijo con voz insidiosa Ryu—. ¿Qué tienes que decir, Inventor?

    El atril de Lucas, de repente, se movió solo hacia delante, quedando en el centro, expuesto ante las miradas de todos. Miró a su alrededor, nervioso.

    —Y-Y-Yo… no tengo idea de cómo acabó la sangre ahí. ¡Yo no hice nada! ¡Lo prometo!

    —¡Ya, ya, claro, claro! ¡Excusas! —exclamó Aleck, a quien claramente solo le apetecía armar bardo.

    Emily me miró a mi lado, asintiendo. “Sí, Em. Lo sé. Hay que ayudar a Lucas a salir de esta. Porque él no fue… estoy seguro. Pero eso no explica aún la mancha de sangre. ¿Qué querrá decir?”.



    Había sangre en el ascensor de Lucas. Eso lo señala como sospechoso —dijo, aséptico, el Super Arqueólogo.

    ¡Y-Y-Yo…!

    El crimen sucedió por la madrugada, sin embargo —comentó Kyllian, pensativo, serio, como de costumbre—. No tenía turno de mantenimiento desde hacía mucho, así que técnicamente, cualquier otro pudo manipular el ascensor en su ausencia.

    ¡E-Exacto! Gracias, Kyl…

    Aunque, en realidad, nada le impedía ir al centro comercial fuera de su horario y cometer un crimen, hay que reconocerlo —aseveró el Ingeniero.

    ¡¡K-K-Kyllian…!!

    Chicos —intercedió Emily—. No es tan sencillo. Por mucho que Lucas sea el que arreglaba el ascensor de la derecha, eso no implica que matase a Pyro.

    >> Y, además, Lucas no pudo arrastrar a Pyro desde el ascensor si murió allí.

    ¡E-Exacto, no pude, Em! G-Gracias…



    Ay, Lucas. Es muy inteligente, prodigioso, casi, pero… bajo presión se derrumba de tal manera que no piensa con claridad. Tendremos que encargarnos Emily y yo de sacarle de esta… gracias a Drake, de nuevo.



    Había sangre en el ascensor de Lucas. Eso lo señala como sospechoso.

    ¡Y-Y-Yo…!

    El crimen sucedió por la madrugada, sin embargo. No tenía turno de mantenimiento desde hacía mucho, así que técnicamente, cualquier otro pudo manipular el ascensor en su ausencia.

    ¡E-Exacto! Gracias, Kyl…

    Aunque, en realidad, nada le impedía ir al centro comercial fuera de su horario y cometer un crimen, hay que reconocerlo.

    ¡¡K-K-Kyllian…!!

    Chicos. No es tan sencillo. Por mucho que Lucas sea el que arreglaba el ascensor de la derecha, eso no implica que matase a Pyro.

    >> Y, además, Lucas no pudo arrastrar a Pyro desde el ascensor si murió allí.



    —Exacto, estoy de acuerdo con eso, Em. Drake, ¿podrías explicarlo tú esta vez?

    “A ver si estás atento…”

    —Ah, claro. Utilicé luminol por todo el vestíbulo y no había rastro de sangre —explicó el Policía.

    —¿Lumi-qué? —intervino Destiny.

    —Un producto que revela la sangre al aplicarlo a un lugar donde esta estuvo presente. Incluso aunque se limpia, el luminol la detectaría; y puedo asegurar que no había más sangre en el vestíbulo, al margen de la que era evidente.

    Asentí.

    —¿Veis? Si Pyro estuvo en el ascensor y sangró allí… no pudo ser arrastrado desde allí hasta la posición donde lo encontramos, porque habríamos visto rastros de sangre con el luminol, y el vestíbulo estaba limpio.

    —Tiene sentido —asintió Ethan—. En ese caso, sin embargo…

    —E-Estamos en el punto de inicio —completó Kris.

    Pero alguien no estaba de acuerdo con ese argumento. Antes de que hablase, lo vi en sus ojos, lo noté. Noté que iba a… darme problemas. O, mejor dicho, darle problemas a Lucas. Fue una de las pocas cosas que supe leer en sus ojos.

    —… protesto. —El Super Abogado había alzado un dedo, buscando captar la atención del resto—. Gracias, Drake, Emily, Dante. Lucas es uno de los tres candidatos que valoro como principales sospechosos de este crimen; y acabáis de darme razones para pensar que precisamente él podría haber cometido el mismo. Vuestro argumento ha hecho que lo eleve a mi primer sospechoso.

    —¿C-Cómo? —exclamó Em, confusa.

    —¿¡Eh!? ¿Por qué? ¡Si con eso queda claro que no pude! —gruñó el Inventor.

    —No. Con eso queda claro que prácticamente nadie pudo. Porque sería imposible para casi cualquiera arrastrar el cuerpo de Pyro, ya fallecido, desde el ascensor hasta el lugar donde lo encontramos, pero no lo sería para ti.

    —Explícate, Cayden —le pedí, serio. No me gustaba nada por dónde iba esto.

    Cayden se echó hacia delante, apoyando los codos sobre el atril. Desde luego, no mostraba la postura de un abogado, ni su porte, ni su presencia, ni su nada. Pero, de alguna forma, al escucharle hablar… sentía su talento. Se notaba que estaba acostumbrado. Que sabía lo que hacía. Que era abogado.

    Y eso lo convertía en un rival temible en una clase de juicio.


    —… para exponer mi teoría, primero querría dejar de lado quién pudo hacerlo para rescatar el cómo, primero —intervino el Abogado—. ¿Cómo se cometió el crimen? Descartando el accidente, y considerando que pudo ser un asesinato, ¿cómo lo hizo el asesino?

    —¡Fácil! —dijo, orgullosa, Destiny—. Le empujaron bien fuerte, ¡pam! Y cayó por las escaleras.

    —No, imposible —susurró Drake, pensativo—. De haber sido así, habría encontrado más huellas en su cuerpo, pero las únicas huellas de guante que tenía eran claras marcas de alguien que lo arrastró, no de un empujón. Si le hubiesen empujado, habría hallado huellas en el pecho, en la espalda, algo así.

    “Tenía razón. Es un buen punto. No pudieron empujarlo”.

    —E-En ese caso —murmuró Destiny, que ahora parecía sentirse obligada a dar una mejor teoría—, ¡lo noquearon y luego lo tiraron!

    —¿Coherente con la autopsia, médico? —le dijo Cayden directamente a Kris, que, para variar, se sobresaltó al oír su nombre.

    —¿¡Huh!? Eh, uh… n-no lo sé, no soy experto en autopsias. T-Tenía una herida en la cabeza, así que es posible que sí, que lo noqueasen. Yo lo atribuía a la caída, pero nada impide que, bueno. Fuese, uhm, de otra, eh, forma. Pero, no sé... el golpe en la cabeza no parecía tan fuerte como para-

    —Bien, entonces es posible —sentenció Cayden—. Puede ser que primero lo noqueasen, luego lo matasen. ¿Cómo murió, entonces?

    —¡Lo he dicho, leñe! —exclamó Destiny—. Lo tiraron por las escaleras.

    —¿Y cómo se explica la sangre en el ascensor?

    —Gnh —gruñó la Piloto.

    ¿A dónde quería llegar Cayden? La pregunta que estaba planteando era muy legítima, sin duda. Preguntarnos cómo lo mataron podía ser clave para descubrir la verdad. Especialmente porque, como sabemos unos cuantos, el talento de Pyro era el de Super Analista. Si se le mató, no dudo que le sorprendieron y aprovecharon ese momento para noquearlo.

    —Rectifico mi pregunta —siguió el Abogado—. ¿Dónde sufrió Pyro las heridas mortales, a la vista de las pruebas que tenemos?

    Dónde, ¿eh? Solo hay dos opciones, realmente. Los dos sitios en los que hay sangre. Y, viendo por dónde va Cayden, probablemente se refiere a…

    —En la cabina del ascensor, concretamente la derecha. Eso crees, ¿no, Cayden?

    —Mm-hm —asintió él—. Es o ahí, o en las escaleras. Hemos determinado que no fue empujado, y que fue arrastrado, así que las escaleras, de repente, se vuelven una opción más improbable. Si movieron el cuerpo, es más fácil pensar que el lugar donde lo encontramos no fue el punto exacto en el que murió.

    —Sin embargo —intercedió Kyllian—, si dices que murió en el ascensor, ¿proponemos que murió de algo distinto a una caída? ¿Tal vez que le fracturaron el cuello con un golpe, algún arma…?

    —Eso no encaja con la autopsia, sin embargo —advirtió Pine—. Kris pudo dictaminar que hubo fractura, pero no había marcas externas de un golpe directo al cuello. Y romper un cuello con un golpe dejaría sin duda, cuanto menos, un moratón.

    “T-Tal y como pensaba, el Biólogo también tienes sus nociones sobre anatomía y medicina, claro”.

    Cayden, en cambio, negó con la cabeza.

    —Sigamos debatiendo por ahí. Es un ángulo interesante. ¿Estamos de acuerdo en que Pyro pudo no morir en las escaleras y, en cambio, el lugar donde murió es el ascensor?

    Vi desde el otro lado de los atriles a Lucas tragando saliva, sabiendo que si seguíamos el debate por esa vía, la sospecha seguiría cayendo sobre él. Pero… no había mucho que pudiese hacerle, porque Cayden tenía razón.

    Yo también pensaba que el lugar del crimen no eran las escaleras centrales. Pero eso no tenía por qué implicar necesariamente a Lucas. Esa era la parte que me tocaba probar. Por el momento, debía…

    —… sí, lo veo razonable —afirmé.

    —Yo también —asintió Emily.

    —Es lo más coherente, viendo la sangre acumulada en el ascensor —observó Pine, que, aun así, no parecía convencido—. Con todo, se me hace extraño que hubiese tanta sangre: sumando la del ascensor con la de las escaleras, la cantidad de sangre no es proporcional a sus heridas abiertas.

    —L-La cabeza sangra mucho —indicó Kris—, es muy escandaloso aunque sea una herida pequeña, y…

    —Ya, pero, aun así… —Pine no estaba convencido.

    En ese momento, Cayden dio un golpe fuerte en el atril, lo bastante imponente como para captar de nuevo la atención.

    —Si no os importa, discutamos más tarde la cantidad de sangre, ¿sí? Por el momento, centrémonos en el modus operandi. Si determinamos que Pyro murió dentro del ascensor, lo primero que hay que determinar es cómo pudo morir: después de todo, el ascensor estaba abajo, estrellado, sin cable, y la cabina es cerrada.

    —Es imposible entonces que muriese por una caída —siguió pensando Kyllian—. Y hemos descartado que le fracturasen el cuello de un golpe.

    —¿Quizá nos hemos equivocado al asumir que el ascensor pudo ser la escena del crimen? —propuso Niko, reflexivo—. ¡Q-Quizá la estrategia del asesino era que pensásemos que él pensaría que pensaríamos que pensó en engañarnos con la que pensábamos que sería la escena del crimen!

    —… me he perdido —admitió Destiny.

    —Yo también, la verdad —admitió también el propio Niko.

    Cayden sonrió en ese momento. Pero no fue por diversión ante el intercambio de esos dos, ni por nada remotamente parecido a alegría. Era la primera vez que sonreía, y… su sonrisa más bien parecía una de satisfacción. La sonrisa que pone alguien que sabe que va a ganar.

    “¿Es esto un duelo para ti, Cayden?”

    —Dadle la vuelta al razonamiento, ¿queréis? Veréis…

    ¿Q-Qué propondrá ahora el Abogado…?




    ¡Tiene que ser lo que yo digo! —insistió Nikolah—. Que el asesino realmente sí mató a Pyro en las escaleras, y lo del ascensor era una treta para que pensásemos que él pensaba que…

    O-Otra vez no, por favor —suplicó Drake—. Creo que el punto ha quedado claro.

    >> Propones que el asesino quería despistar con la sangre en el ascensor, y la escena del crimen sí que eran las escaleras.

    ¡Justo eso! —dijo, orgulloso, Niko.

    Pero seguiríamos teniendo el mismo problema —contradijo Em—. ¿Cómo llevó el asesino el cuerpo o la sangre de un lugar a otro sin dejar un rastro?

    Como dije, olvidemos eso por ahora —propuso Cayden—. Pensemos al revés: en lugar de creer que no es posible que el ascensor sea la escena del crimen porque Pyro no pudo caer ahí…

    >> … pensemos que Pyro no cayó.

    ¿Huh? ¿Ahora, de repente, no cayó? —se quejó, extremadamente confundida, Destiny—. ¡Patrañas! ¡No me cambies todo de repente, ahora que empezaba a entenderlo!

    —… ya veo qué quieres decir, Cayden —confesó Drake—. Es una posibilidad.



    Si Drake parecía estar siguiendo la lógica del Abogado es porque posiblemente tenga un punto. Solo tengo que darle un par de vueltas a lo que dice. No debería ser muy complicado… ¿Tiene, o no tiene sentido el argumento de Cayden? Si lo enfoco como él dice, puedo llegar a entender dónde quiere llegar. Solo tengo que fijarme en esa prueba.

    ¡Tiene que ser lo que yo digo! Que el asesino realmente sí mató a Pyro en las escaleras, y lo del ascensor era una treta para que pensásemos que él pensaba que…

    O-Otra vez no, por favor. Creo que el punto ha quedado claro.

    >> Propones que el asesino quería despistar con la sangre en el ascensor, y la escena del crimen sí que eran las escaleras.

    ¡Justo eso!

    Pero seguiríamos teniendo el mismo problema ¿Cómo llevó el asesino el cuerpo o la sangre de un lugar a otro sin dejar un rastro?

    Como dije, olvidemos eso por ahora. Pensemos al revés: en lugar de creer que no es posible que el ascensor sea la escena del crimen porque Pyro no pudo caer ahí…

    >> … pensemos que Pyro no cayó.



    —Ah, ¡ya lo entiendo! Sí, estoy de acuerdo, Cayden. ¡Lo dices por la autopsia de Kris!

    —¿Eh? ¿M-Mi autopsia?

    “Darle la vuelta. Asumir que el crimen se cometió en el ascensor y ver qué conclusión se extrae de ahí, y no encerrarnos en la idea de que es imposible. Es… el tipo de lógica que usaba Orm, ese pequeño prodigio, ¿eh? Y a él le solía funcionar”.

    —Sí —afirmé, asintiendo—. Pyro tenía más de una herida. Cierto que la que más aspecto de ser mortal tenía era la fractura del cuello, pero no era la única herida que podría haber ocasionado su muerte, ¿verdad?

    —Además —me acompañó Drake, que parecía seguir el mismo hilo que yo. Un hilo, por otra parte, cuidadosamente tejido por el Super Abogado—, el informe de Monokuma es especialmente vago al respecto: indica que no se conoce la causa de la muerte. Eso es porque la causa de la muerte es objeto de debate, no es algo tan sencillo.

    —¿E-Entonces p-proponéis que me equivoqué o que mentí? —protestó Kris, que se veía, como siempre, tenso y paranoico.

    Negué con la cabeza.

    —No necesariamente ninguna de las dos cosas, Kris. Simplemente, asumiste que la causa de la muerte era la más obvia, porque es lo normal. Sin tiempo y sin material, es lógico que asumieses que el cuello roto era la causa de la muerte.

    —Pero quizá otra cosa de su cuello fue la verdadera causa —siguió Drake—. Díselo, Dante.

    —… nos referimos a las marcas en el cuello de Pyro, para ser exactos.

    —¡Ah! —exclamó Lucas—. A-Al final sí que había marcas, ¿huh? ¿Pudo ser entonces que le rompiesen el cuello a golpes?

    —No, no lo creo —dijo Em—. No eran moratones, eran más bien… quemaduras, ¿cierto, Dante?

    Asentí. “Arceus, aún tenía la imagen grabada en mi retina… y sentía que no se esfumaría en mucho, mucho tiempo”.

    —Exacto, no dijimos nada antes porque esas marcas claramente no son las que se provocaría al golpear a alguien tan fuerte como para fracturarle el cuello. Son más parecidas a, como dice Em, quemaduras. Y perfectamente podrían ser la verdadera causa de la muerte.

    —Bingo —dijo Cayden de repente, satisfecho.

    Empezaron entonces los cuchicheos, los murmullos. Evidentemente, todo el mundo daba por sentado que la causa de la muerte era una caída, sobre todo con el cuerpo en la posición en la que estaba… pero si valorábamos que Pyro pudo morir en otro sitio, tenía sentido que la causa fuese distinta. Quizá toda la escena solo buscaba sugestionarnos para que pensásemos en la caída automáticamente. Incluso Kris lo asumiría.

    —Pero si esa quemadura lo mató, sea lo que sea —intervino Kyllian, que no parecía convencido aún—, ¿cómo se explica la sangre del ascensor, entonces?

    —Propongo lo siguiente —dijo Drake, cruzado de brazos—. Pyro es atacado por el asesino con lo que quiera que le provocó esas quemaduras. Cae al suelo dentro del ascensor, se golpea la cabeza contra este y se hace la herida sangrante de la cabeza. De ahí la sangre del ascensor. Quizá murió de la propia quemadura, quizá de la caída al golpearse la cabeza; el punto es que murió entonces.

    —… hm —murmuró Kyllian, frotándose el mentón—. Aceptable, supongo.

    —Uhm, ¿chiiiiicos? —intervino de pronto Aleck—. No seré yo el que quiera interrumpir el debate, está siendo super duper entretenido de ver, pero, uhm. ¿Cómo puede una quemadura en el cuello, por fea que sea, matar a alguien? ¿O hacerle caerse de bruces contra el suelo hasta romperse la cabeza? Ni cuando mi padre me quemaba cigarrillos en la espalda me hizo tanto estropicio.

    —Hehe —rio Ryu. Bueno, al menos a alguien le hizo gracia ese… “chiste”… de tan mal gusto.

    Con chiste o sin él, la crítica de Aleck tenía mucho sentido. No se me ocurría de qué forma una quemadura podría hacer que alguien muriese. No al menos siendo unas tan localizadas como las que tenía Pyro.

    —¡Ah! —Drake había vuelto a hablar. Reaccionó alzando la cabeza de pronto, como si algo se le viniese de repente a la cabeza.

    Todo lo que involucraba a Drake se sentía como un tremendo déjà vu: como si estuviésemos otra vez en la academia, donde soltaba las ideas más locas posibles, y… terminaba teniendo razón.

    —Y-Ya sé. La marca es una quemadura, sí, pero… ¿y si no lo quemaron?

    —¿Eh? —Anna alzó una ceja—. No te pillo, ojeritas. Sé más claro, por fa.

    —E-Es decir, la piel puede terminar quemada por otras razones. Por ejemplo, el frío extremo, o… electrocución.


    —¿¡Huh!? ¡N-Ni me menciones esa palabra!

    —¡Me quedo en shock! —exclamó Aleck, para luego hacer como si tocase una batería invisible.

    ¿Electrocución? Lo que Drake intentaba decir, entonces, era que alguien electrocutó a Pyro y le propinó el calambrazo en el cuello. De ahí las marcas. Y quizá… ese mismo shock, o bien lo mató, o bien hizo que se golpease la cabeza y eso causó su muerte.

    Miré de inmediato a Kris.

    —¿Kris? ¿Qué opinas? Como médico, ¿crees que es posible lo que propone Drake?

    Kris me miró con ojos muy abiertos, y rápidamente sus pupilas danzaron, como si quisiesen huir de las cuencas todo lo rápido que pudieran.

    —Eh, uhm, supongo que sí, yo…

    —Sí —sentenció de repente Kyllian—. No hace falta que Kris lo confirme, ya lo hago yo: es perfectamente plausible que esas heridas del cuello, esas quemaduras, fuesen provocadas por una descarga potente. Como Super Ingeniero, sé bastante sobre descargas y altos voltajes, después de todo.

    —E-Entonces es una opción viable —murmuró Em, que pareció removida por el cambio drástico del enfoque del juicio—. Pyro pudo… morir electrocutado.

    —Menuda birria de médico, entonces —bufó, altiva, Destiny, mirando a Kris con desdén—. Si esa es la experiencia que tienes tratando y reconociendo heridas de descargas, ¡a saber qué hiciste cuando me cuidaste a mí!

    —… y-yo…

    —¡D-Dejad al pobre Kris! —exclamó Emily, ojos encendidos—. Está sobreexplotado de trabajo, y encima somos desagradecidos con él. No es justo.

    —¿No es justo? ¡Ya sé, entonces es de la Escuela Esperanza!

    —Eso ha sido malo hasta para mí, Aleck —confesó Nikolah.

    —Bueno, manchas tienen todos nuestros curriculums, supongo —suspiró Aleck—. Algunos contamos chistes malos a veces, otros casi se inmolan con osos bomba…

    —¡Eh, repite eso cuando esté en forma, a ver si te atreves! —bufó Ethan, dándose por aludido.

    Esto se estaba descontrolando. Teníamos que poner orden, o si no, perderíamos el tiempo en tonterías, en discutir cosas que no servirían para nada. Haríamos el tonto y no descubriríamos la verdad.

    —Chicos —dije, con voz suave pero firme—, tenemos que centrarnos en-

    —¡No te pases, Aleck! A veces se te va de las manos —riñó Niko, quien, seguramente sin darse cuenta, me interrumpió.

    —Menuda panda de niños pequeños —protestó Anna, jugueteando con su pelo.

    —Todos —sentenció Givan, desganado.

    —¿¡A quién llamas “niño pequeño”!? ¡No soy yo la que intentaba que todos muriésemos de hambre, sabes! —recriminó Destiny—. ¡Seguro que estás metida en el ajo de este crimen!

    Anna esbozó una media sonrisa.

    —Eso te gustaría, ¿eh? Qué sencillo sería: la mala de Anna es la culpable. Así no hay que pensar, que se ve que aquí cuesta un poco, ¿no?

    —¡El partido se pone interesante! —comentó Aleck, frotándose las manos.

    “¿Cómo hemos llegado a esto? Ya casi pierdo el hilo de la conversación, no sé por dónde íbamos, y… no parece que vaya a parar pronto”.

    Y fue entonces, en ese momento, cuando un grito hizo callar a todos. No por contundente, ni por estridente; simplemente por inesperado, logró lo que yo no conseguí: que todos callasen y regresasen al tema.

    Fue Bezzy. Y aquella era la primera vez que hablaba en el juicio. De hecho, para muchos de los presentes era, probablemente, la primera vez que la oían hablar, siquiera.

    —¡Se acabó! Dejad de un lado vuestras discusiones personales y rencillas particulares. No importan nada aquí. Aquí lo que importa es descubrir quién mató a Pyro, quién… hizo eso tan terrible. Así que comportaos y volved al tema de una maldita vez.

    Aunque su voz era suave, casi melódica, había algo imponente en sus ojos rojos que brillaban con fuerza. Con la misma fuerza que los ojos rosados de Em, pero en un sentido inverso. Con la fuerza, también poderosa, imparable, de la desesperación que anidaba en ellos.

    El silencio solo se rompió tras eso cuando ella siguió hablando.

    —… mejor así. Drake, continúa, por favor. Decíamos que… Pyro pudo… morir por electrocución, o ser dejado inconsciente, al menos.

    —¿Huh? A-Ah, sí, eso —Drake parecía haberse dispersado como el resto, visto lo visto. Pero pronto se recondujo—. Sí, es una opción que creo que explicaría los eventos tal y como los estamos valorando ahora: una quemadura por electricidad, si la fuente de esta entra en contacto con la piel, podría provocar las marcas del cuello; y si la descarga es lo bastante fuerte, sin duda podría provocarse la muerte.

    —No obstante —intercedió Cayden, alzando un dedo, de nuevo. Había permanecido callado durante todo el “conflicto”, pero en cuanto tuvo ocasión de retomar el hilo que le interesaba, lo tomó sin dudar—, sacando esa conclusión, debemos cuestionarnos ahora: ¿qué podría causar una descarga de tal potencia, y de paso dejar esas marcas en el cuello de Pyro?

    Hubo silencio. Nos miramos unos a otros, confusos. Mi mirada, en esas, se cruzó con la de Lucas, que parecía aún bastante asustado y arrinconado, sabiendo que Cayden iba a derivar, de un modo u otro, en su culpabilidad.

    El Super Abogado, al no oír respuestas, siguió, incansable.

    —Reformulo la pregunta de otra forma, ¿sí? En la escena del crimen no encontramos ni un solo objeto que pudiese asemejarse a un arma del crimen, sea por electrocución o no. ¿Verdad?

    —Sí, cierto —afirmé—. No había arma del crimen. A nadie le extrañó porque todos pensamos como opción más obvia en la caída, pero…

    —Bien —cortó Cayden—. Entonces es que el asesino la ocultó, genial. Pero estaremos de acuerdo en que no había nada en todo el distrito que estuviese al alcance de todos y fuese capaz de provocar una descarga que deje esa marca, ¿correcto?

    —Verifico —asintió Kyllian—. Debe ser una descarga muy potente, repito: y nada de lo que pudiésemos comprar en ninguna tienda del distrito o el centro comercial podría hacer tal cosa.

    —Por tanto, tuvo que venir de la casa de uno de nosotros —dedujo Anna—. Ahí es donde quieres llegar, ¿verdad, pelirrojo?

    Cayden asintió con lentitud, expresión vacía, neutra, aséptica.

    —Mm-hm. Y… y aquí la pregunta… ¿quién de entre todos nosotros, por su talento, podría tener algo capaz de dar una descarga de alto voltaje? Se me ocurren solo dos personas, ¿y a vosotros?

    —… Kyllian —intervino Givan, de repente—. Ingeniero. Ellos usan multitud de herramientas eléctricas potentes.

    —Hmpf —bufó, desinteresado y nada contrariado, Kyllian. Su atril, en ese momento, avanzó un poco.

    —¡Y Drake! —exclamó de repente Destiny, señalándolo—. ¡Es el Super Policía! ¡Seguro que tiene un táser de esos!

    —N-No, o sea, sí —se defendió Drake—. Tengo, tengo un táser, claro. Pero un táser policial nunca podría matar a alguien, no al menos los que tengo en mi casa. E incluso si pudiera, no dejaría una marca redondeada como las que tenía Pyro, no los modelos que yo tengo.

    —Me parece válido… pero no te descartaría al cien por cien —murmuró Pine, acusador—. Es posible que tengas algún modelo más potente.

    —B-Bueno, supongo que me parece justo, pero… no fui yo, chicos. Probaré mi inocencia si hace falta.

    Entonces, Cayden no se refería a Drake, aunque a Kyllian sí, a juzgar por su expresión. De modo que el último que queda, su segundo sospechoso, es…

    —Lucas es el otro candidato, ¿no, Cayden? —dije en voz alta, ante la reacción de horror del Inventor.

    “Perdóname, Lucas: tengo que hacerlo, porque cuanto antes se ponga de una vez sobre la mesa los argumentos que tiene Cayden para sospechar de ti, ¡antes podré demostrar que son equivocados!”

    —Correcto. El Super Inventor, como el Super Ingeniero, podría tener tales herramientas —explicó el Abogado—. Dado el ascensor en el que se encontró la sangre, es el que más posibilidades tiene de los dos sospechosos de ser el culpable por ese motivo: acceso al arma, y lugar del crimen.

    —Kyllian también pudo haber sido, sin embargo —expuso Em, decidida a defender a su amigo—. Se turnaban, según el planning de Drake, y nunca coincidían en mantenimiento, ¡por lo que él también tuvo la ocasión de electrocutar a Pyro en el ascensor de Lucas, y fingir así que fue él, incriminarle!

    —¿I-Incriminarme? ¿Kyl? —murmuró en voz baja Lucas.

    —… ptché —protestó en silencio Kyllian.

    Cayden quedó entonces, por un momento, mirando a Emily en silencio, analizándola. Y, lentamente, elevó un puño junto a su rostro y sacó dos dedos.

    —… Dos contraargumentos. Uno: ¿por qué se aproximaría Pyro al ascensor de Lucas? ¿Qué razón habría?

    —L-Las mismas razones que para acercarse al otro: ninguna —intervine—. No te sigo, Cayden.

    Pero él negó con la cabeza. “E-Es bueno… insistente, tenaz y decidido. No suelta a la presa una vez pone la mira, pero la persigue de forma sosegada, calmada, reflexiva y argumentada. No me esperaba que el juicio estuviese así de dirigido por él, la verdad. Pero supongo que eso es fallo mío. Tuve que imaginarme algo como esto del Super Abogado”.

    —… yo veo un motivo claro para acercarse al ascensor de Lucas, pero solo si es porque Lucas está ahí. Y es un motivo muy, muy sencillo de explicar: Lucas. Ese es el motivo.

    —¿Huh? —Lucas no entendía nada.

    —Ya veo —murmuró Ryu, encantado con el debate—. En otras palabras. Que la única razón por la que crees que Pyro pudo llegar a colocarse en el punto perfecto para ser atacado y acabar sangrando dentro del ascensor de Lucas, es porque Pyro y Lucas eran amigos. Y por tanto, Pyro se aproximaría allí si Lucas estaba trabajando en el ascensor o quería mostrarle algo, pero no lo haría con la misma facilidad si fuese Kyllian el que lo hace. Lucas tenía la confianza de Pyro a su favor.

    Cayden asintió.

    —Y mi segundo argumento, de hecho, refuerza eso: ¿dónde se posicionan las marcas de la electrocución? En el cuello… pero en la parte trasera y lateral. ¿Qué revela eso de nuestro crimen?

    “Nos dirige a base de preguntas guiadas, como un maestro a una clase de alumnos despitados. Estamos jugando a su juego. O, no, más bien, en sus propias palabras, estamos luchando en su guerra. Y va ganando, por mucho”.

    —Heh. Revela que le sorprendieron. Que fue inesperado. Una traición —explicó el Super Entrenador, complacido y divertido—. Vaya, vaya, vaya, Lucas… quién lo diría.

    —¡Y-Yo… yo no…!

    Nuevamente, el atril de Lucas se movió para colocarlo algo más avanzado, ante todas las miradas.

    C-Cayden puso sobre la mesa que Pyro tuvo que ser sorprendido, que el ataque fue a traición. Si partimos de la base que lo primero que le pasó, y quizá lo que le mató, fue esa supuesta descarga, su cronología tiene sentido. Y… no sé si Cayden sabe del talento de Pyro, pero los que sí lo sabemos (como el propio Ryu), sabemos que el argumento tiene aún más peso del que parece. Que solo sorprendiendo de verdad a Pyro pudo matársele. No era posible de otro modo.

    ¿Pudo Lucas hacerlo? ¿Pudo engañar a Pyro para que se colocase en el lugar exacto y atacarlo, aprovechándose de que conocía su talento y podía sobreponerse a él? Desde luego, lo veía capaz; era lo bastante inteligente y conocía lo bastante bien a Pyro.

    Pero no fue él; porque confiaba en ambos: confiaba en Pyro, y sabía que Lucas jamás le engañaría, aunque quisiera. Y confiaba en Lucas, y… sabía que él nunca haría eso.

    Por eso alcé la voz.

    —Tu teoría, Cayden, está muy bien. Pero es imposible. Volvemos al mismo punto de inicio de este debate. Y es que, si Pyro murió en el ascensor, como propones, y sangró en él… ¡el vestíbulo limpio sería una contradicción! Porque al arrastrarlo fuera, hasta las escaleras de mano, mancharía de sangre el suelo, y por mucho que la limpiasen luego, el luminol lo habría detectado.

    Cayden, en ese momento, me miró fijamente, como lo hizo antes con Emily. Manos en los bolsillos, ni una emoción en su rostro. Hasta que rompió, y soltó una risa nasal.


    —Ah. Ya veo, Dante —dijo, sonriendo con satisfacción—. ¿Ese es… el argumento de la defensa?

    —¿H-Huh? ¿”De la defensa”? —balbuceé, confuso.

    —Tienes razón en algo. No había, ni hubo previamente, sangre en el vestíbulo, es cierto. Pero me alegra que vuelvas a ese punto, porque es justo al que llevo minutos queriendo llegar.

    >> Drake Orestes, Super Policía, tengo una pregunta para ti. Examinaste bien a fondo el vestíbulo, sí, pero ¿usaste luminol en la tercera planta?


    - Informe de Monokuma #1: el informe que nos ha dado Monokuma para este caso. Dice lo siguiente:
    "La víctima es Pyro Redflame, el Super Motivador. Su muerte sucedió entre las 5 AM y las 7 AM. El cuerpo presenta varias lesiones de distinta naturaleza, tanto de forma post mortem como pre mortem, ubicadas en cuello, espalda, piernas y brazos. La causa de la muerte no está determinada".
    Me da la sensación de que es deliberadamente impreciso. De momento, sin embargo, tendré que confiar en su legitimidad.

    - Planning de Drake: una lista de turnos que hizo Drake para gestionar la atención médica de Ethan, la gestión de cocina y de mantenimiento en el centro comercial. Según su plan inicial, al menos, todos debíamos actuar según unos roles y horarios, aunque hay quienes decidieron cumplir y quienes no eran tan cooperativos. Los turnos de mantenimiento eran llevados exclusivamente por Lucas y Kyllian, cada uno ocupándose de un ala (Lucas derecha, Kyllian izquierda). Los turnos de enfermería podían alternarse con cocina según el planning, según encesidad, e iban en parejas salvo los turnos nocturnos, que eran individuales. Kris estaría todo el tiempo, salvo descansos, junto a Ethan.
    Ni Ryu ni Bezzy fueron asignados a ningún turno, asumiéndose que por su condición no podrían hacerlo.
    En la noche, se dejan algunas horas de descanso entre turno y turno salvo urgencias, asumiendo que la mayor parte del tiempo, Ethan dormiría.
    Estas son las asignaciones relevantes del día de la muerte:
    - 15:00-17:00 PM: Enfermería/cocina Aleck y Pine.
    - 16:00-19:00 PM: Mantenimiento Lucas.
    - 17:00-19:00 PM: Enfermería/cocina Cayden y Dante.
    - 19:00-21:00 PM: Enfermería/cocina Nikolah y Givan.
    - 21:00-23:00 AM: Enfermería/cocina Destiny y Emily.
    - 21:00-00:00 PM: Mantenimiento Kyllian.
    - 00:00-3:00 AM: Enfermería/cocina Anna (turno nocturno largo, descanso al día siguiente)
    - 04:00-07:00 AM: Enfermería/cocina Pyro (turno nocturno largo, descanso al día siguiente)
    - 07:00-09:00 AM: Enfermería/cocina Drake.
    - 07:00-10:00 AM: Mantenimiento Lucas.

    - Autopsia de Kris: Kris pudo realizarle una autopsia preliminar a Pyro. Determinó que la causa de la muerte era una fractura del cuello. Asimismo, Pyro presentaba un brazo y una pierna rotos y marcas de arrastre en piernas, espalda y brazos, que le provocaron heridas. También tiene sangre en la cabeza, en una herida no muy grande, pero "escandalosa" a nivel de sangrado. También tiene la pequeña señal de la aguja, producida por la extracción de sangre que Kris le practicó el día anterior. Se encontraron dos marcas similares a quemaduras en la parte trasera y lateral del cuello, a las cuales no se ha dado explicación. Los indicios que el Super Médico pudo ver en el cuerpo confirman la hora de la muerte, más allá de su propio testimonio: murió entre las 5:00 AM y las 7:00 AM con toda seguridad.

    - Testimonio de Kris: Kris estuvo todo el tiempo en el centro comercial, en la tienda de muebles, como médico de Ethan. En torno a la hora de la muerte, nadie al margen de Pyro entró ni salió, que a él le conste, ni tampoco oyó ningún ruido fuera de lo normal. Dice también que salió a tomar el aire poco después de que Pyro se marchase y solo entonces vio su cadáver, coincidiendo con el momento en el que llegaban Drake y Lucas a relevar sus respectivos turnos.

    - Talento de Pyro: de cara a la galería, Pyro es el Super Motivador, alguien con un don para conectar con gente y usar las palabras adecuadas para alzar sus ánimos. Sin embargo, también posee el talento heredado de Lion del Super Analista, por lo que es capaz de ver ante sí miles de posibilidades, lo que le permite casi predecir el futuro. Poca gente debería saber de este talento... solo los Gamma, quienes compartieron el segundo juego con él y quienes sean Seguidores de la Desesperación deberían conocerlo.

    - Monodólares: Pyro tenía encima algunos monodólares. ¿Cómo puede ser posible? Se supone que, por el motivo y el privilegio, solo Anna tiene acceso a ellos... y debía haber gastado casi todos, de hecho.

    - Escaleras mecánicas: la tarde anterior, cuando fui a mi turno de enfermería, las escaleras mecánicas aún funcionaban, arregladas por Kyllian y Lucas. Pero parece ser que se han debido estropear de nuevo. Hay unas escaleras a la izquierda y otras a la derecha, justo junto a los ascensores, y dado que estos estaban estropeados, eran la única forma de subir al margen de las escaleras manuales en el centro del vestíbulo.

    - Cabinas de ascensor: ambos ascensores estaban estrellados en la planta de abajo, después de que Emily tratase de usar el de la derecha y Niko, días después, el de la izquierda. Pese a que las cabinas estaban abolladas y sus cristales rotos, según Lucas ambos ascensores aún podrían funcionar, pues sus controles aún sirven y la estructura es de muy buena calidad y aún podría utilizarse. Lo único que falló parece ser el cable.

    - Trozo de cadena: en la segunda planta del ala izquierda, Em y yo encontramos un trozo de lo que parece una cadena. Parece estar algo rota, ¿qué será?

    - Instrumental médico: la mayoría del instrumental médico útil de la farmacia fue comprado por el grupo con el dinero de Anna cuando Ethan fue herido. Se llevó casi todo a la tienda de muebles, en el ala izquierda, tercera planta, del centro comercial. Hay casi de todo, desde material básico hasta material bastante específico... no se escatimó en gastos, desde luego.

    - Estado de Ethan: a causa de su desafío a Monokuma, Ethan sufrió heridas graves en todo su costado izquierdo. Tanto su pierna como su brazo, su torso y su rostro sufrieron quemaduras y heridas profundas. Por fortuna, parece estar mucho más recuperado, pero aún le cuesta andar con normalidad y su brazo izquierdo ya no es casi funcional.

    - Gancho para polea: Lucas y Kyllian han instalado unos aros adheridos con tornillos al suelo, a través de los cuales planeaban instalar poleas con las que alzar el ascensor manualmente para luego lograr sacarlo de su raíl y así llevárselo. El gancho de la derecha presenta rasguños bastante marcados en la parte interna del aro, ¿por qué será...?

    - Suelo del ascensor: en el suelo de la cabina del ascensor derecho había sangre, como si una herida abierta hubiese goteado lo suficiente como para esparcirse por la zona. Este es el ascensor del que se encargaba Lucas...

    - Material de talentos en las casas: Drake me reveló un detalle en el que no me había fijado: parece que todos tenemos objetos y elementos propios de nuestro talento dentro de nuestras casas, al que podemos acceder libremente. Él, por ejemplo, tenía luminol, precintos policiales, etcétera.

    - Cúpula electrificada: parece que todo el distrito comercial está rodeado por una cúpula electrificada. Nikolah verificó que ni siquiera parece tener altitud limitada, que lo cubre todo... la cúpula llega hasta los alrededores del centro comercial. Gracias a Destiny, sabemos que tiene una capacidad de voltaje elevadísima, y hasta las pequeñas monedas que lanzaba Niko se quedaban cargadas de electricidad al tocarla.

    - Llave de Pyro: por alguna razón, Anna tiene la llave de Pyro en su poder, la que abre su casa. Y la he visto entrar en ella sin ningún problema, sin ser castigada por infringir las reglas. ¿Cómo es eso posible?

    - Huellas de guantes: según las investigaciones policiales de Drake, Pyro tenía huellas de guantes en su ropa y cuerpo, concretamente, en axilas y hombros y en tobillos. No parece que se encontrasen más huellas en otras zonas, como espalda, pecho, etcétera.

    - Vestíbulo sin sangre: según el luminol que usó Drake, no parece haber rastros de sangre, siquiera limpiados previamente, en el vestíbulo del centro comercial. Huh.
    Mapa CC.jpg
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    #1: Dante Miles: Super Guardián
    Le gusta: la biología Pokémon, la poesía, las espadas y escudos.
    No le gusta: las películas de terror, las grandes multitudes, los ruidos fuertes.

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    #2: Anna Hiradaira: Super ???
    Le gusta: los horóscopos, los complementos, las fotos.
    No le gusta: las cosas baratas, las órdenes, no saber un secreto de otro.

    Ver archivo adjunto 99014
    #3: Ethan Encina: Super Soldado
    Le gusta: las pizzas, el gimnasio, las normas.
    No le gusta: la inseguridad, las alturas, las mentiras.

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    #4: Aleck Graham: Super Humorista
    Le gusta: los chistes, ser el centro de atención, los videojuegos plataformas.
    No le gusta: la política, los lugares vacíos, la música clásica.

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    #5: Nikolah Cruz: Super Coleccionista
    Le gusta: las cosas raras, el orden, la comedia.
    No le gusta: las historias tristes, los acertijos, la lectura.

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    #6: Kris Viridis: Super Médico
    Le gusta: la química, la soledad, la lectura.
    No le gusta: los chistes malos, ser observado, la comida picante.

    Ver archivo adjunto 99017
    #7: Kyllian Faure: Super Ingeniero
    Le gusta: la escultura, le gente seria, el silencio.
    No le gusta: ser interrumpido, la gente perezosa, la comida basura.

    #8: Albert Pine: Super Biólogo
    Le gusta: navegar, los videojuegos de aventuras, la cocina.
    No le gusta: el anime, los disparos, las alturas.

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    #9: Emily Hodges: Super Esperanza/Modelo
    Le gusta: los pasteles, el ASMR, las películas románticas.
    No le gusta: las discusiones, la soledad, el color negro.

    #10: Destiny Inashu: Super Piloto
    Le gusta: los Pokémon pájaro, las hamburguesas, la música rock.
    No le gusta: tener hambre, el arte clásico, los libros muy largos.

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    #11: Givan Velren: Super Arqueólogo
    Le gusta: los Pokémon fósil, las novelas de suspense, los puzles.
    No le gusta: los lugares ruidosos, al alcohol, las conversaciones ligeras.

    Ver archivo adjunto 99011
    #12: Cayden Dunn: Super Abogado

    Le gusta: la soledad, la música jazz, los videojuegos de rol.
    No le gusta: la sangre, los finales felices, las armas.

    Ver archivo adjunto 99018
    #13: Lucas Diamond: Super Inventor

    Le gusta: los dispositivos electrónicos, las siestas, las matemáticas.
    No le gusta: las plantas, el té, la música electrónica.

    #14: Drake Orestes: Super Policía
    Le gusta: los donuts, los mangas shonen, los videojuegos shooter.
    No le gusta: los nombres complicados, las fábricas, las películas románticas.

    Ver archivo adjunto 99020
    #15: Pyro Redflame: Super Motivador/Analista
    Le gusta: la animación, los Pokémon perro, la filosofía.
    No le gusta: los misterios sencillos, la gente intransigente, las mentiras.

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    #16: Ryu Guardane: Super Entrenador
    Le gusta: el baloncesto, el humor negro, los Pokémon gato.
    No le gusta: la psicología, los coches, las agujas.

    Ver archivo adjunto 99010
    #17: Bezzy Hoffe: Super Violinista/Criadora/Desesperación
    Le gusta: la música clásica, los peluches, los Pokémon insecto.
    No le gusta: ser quien es, las historias tristes, tener pesadillas.
     
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