Long-fic de Pokémon - Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Thiashi, 1 Octubre 2025.

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    Thiashi

    Thiashi Entusiasta

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    Título:
    Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    85
    "Diecisiete reinos, un dios dormido, y una profecía que arde en el corazón de Ransei. Mientras los Busho guerrean por dominio, un niño de espíritu noble descubre un vínculo inesperado con un Pokémon que parece insignificante, pero que guarda la chispa de un destino mayor. Thiashi de Hajime deberá aprender a ser guerrero, hijo y hermano, antes de convertirse en leyenda. En un mundo donde la ambición devora reinos, la amistad entre un niño y un Eevee podría ser la primera piedra de la unificación."
     
  2. Threadmarks: Prólogo – La Leyenda de Ransei
     
    Thiashi

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    Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    233
    Se dice que, en los albores del tiempo, cuando los mares aún no conocían sus orillas y las montañas se alzaban como columnas recién nacidas, un ser divino descendió sobre la tierra.

    Su nombre era Arceus, y con mil brazos de luz moldeó la región que los hombres llamarían Ransei.


    Arceus dividió sus dones en diecisiete fragmentos, y a cada uno lo confió a los espíritus de los Pokémon. Así nacieron los reinos: unos bendecidos por el fuego de los volcanes, otros por las aguas infinitas, otros por los vientos, la tierra o las sombras. Cada fragmento debía convivir con los demás, pero la ambición de los hombres pronto los separó.


    Los siglos pasaron, y los reinos crecieron bajo la guía de los Busho, guerreros capaces de enlazar su espíritu con el de los Pokémon. De generación en generación, sus pueblos recordaron una antigua promesa:


    “Cuando un único líder logre unir a los diecisiete reinos, el dios Arceus volverá a caminar entre los hombres, y la paz reinará sobre Ransei.”

    Muchos lo intentaron. Algunos gobernaron con justicia, otros con tiranía. Ninguno logró unificar la región. Y así, Ransei quedó atrapada en un ciclo de guerras, alianzas efímeras y traiciones, donde cada Busho soñaba con ser el elegido…


    Sin saber que el destino ya había fijado sus ojos en un niño que aún no conocía el poder que dormía en su interior.


    Fin
     
  3. Threadmarks: Capítulo 1 El niño y el Eevee
     
    Thiashi

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    Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    959
    9 de agosto de 1563.

    A las afueras del Reino de Hajime, los últimos rayos del sol teñían de rojo las murallas del palacio. Entre los campos de cultivo y el polvo del camino, un pequeño Eevee corría desesperado. Tras él, dos cazadores jadeaban, maldiciendo su mala suerte.

    —¡No lo dejes escapar! —gritó uno, blandiendo una red.

    —¡Atrápalo bien! Ese bicho nos dará suficiente oro para no trabajar en meses —respondió el otro, con una sonrisa codiciosa.

    Pero el Eevee, pequeño y ágil, halló un agujero en la base de la muralla. Con un salto rápido desapareció en la penumbra del palacio de Hajime. Los hombres se detuvieron en seco.

    —¿Vas a seguirlo ahí dentro? —preguntó el más nervioso, tragando saliva.

    —Claro que sí. No puede estar lejos...

    —¿Estás loco? Si nos atrapan en el palacio, no duraremos ni un día en el calabozo. Ese Pokémon no vale tanto.

    Los pasos de soldados se escucharon desde lo alto de la muralla. El cazador más prudente retrocedió, mientras su compañero maldecía y descendía de nuevo. Al final, ambos huyeron hacia la espesura.

    Dentro de los jardines reales, un niño de nueve años paseaba acompañado por su madre, Lady Akiko, y la fiel sirviente Kaedé. Habían hecho una pausa junto a una fuente, bajo la sombra de los ciruelos.

    —Thiashi, cariño, ¿por qué no descansas con nosotras un momento? —preguntó su madre, con voz dulce.

    —Estoy bien, madre. Quiero mirar un poco más el jardín —respondió el niño con una sonrisa traviesa.

    Lady Akiko suspiró, aunque lo dejó ir. Mientras el pequeño se alejaba, murmuró con cierta preocupación:

    —A veces me pregunto si logrará ser un gran Busho, como su padre.

    Kaedé, inclinándose respetuosamente, respondió con convicción:

    —Mi señora, no dude de él. El joven Thiashi tiene la mirada de un líder. Su vínculo con un Pokémon llegará... solo es cuestión de tiempo.

    Akiko bajó la vista, pensativa. Su hijo ya tenía nueve años, y aún no había mostrado conexión alguna con ningún Pokémon. Era un peso silencioso sobre su corazón.

    Thiashi corría alegremente entre los senderos cuando un ruido lo detuvo. Un arbusto cercano se agitaba con fuerza. El niño se acercó con cautela, apartó las ramas... y allí estaba: un pequeño Eevee, con los ojos brillando de miedo y cansancio.

    —Oh... qué lindo Pokémon... —susurró Thiashi, maravillado.

    Estiró la mano, pero el Eevee retrocedió, erizando su pelaje. El niño se agachó entonces, sacó un pequeño dulce de arroz que llevaba guardado y lo colocó en el suelo.

    —No tengas miedo. Esto es para ti.

    Se apartó un paso, sonriendo con sinceridad. El Eevee lo observó desconfiado, pero finalmente se acercó. Mientras comía, levantó la mirada. Sus ojos se encontraron con los de Thiashi. En ese instante, algo invisible pasó entre ambos: una chispa, un lazo que no necesitaba palabras.

    El cielo empezaba a oscurecer. Thiashi se levantó.

    —Ya debo irme... hasta luego, pequeñín.

    Pero al dar unos pasos, escuchó los saltitos detrás de él. El Eevee lo seguía, meneando la cola. El niño se detuvo, sorprendido.

    —¿No tienes a dónde ir? —preguntó suavemente. El Eevee se acercó más, frotando su cabeza contra su pierna.

    Thiashi rió.

    —¿Quieres venir conmigo?

    El Pokémon respondió con un salto alegre. El niño lo tomó en brazos y corrió hacia el palacio.

    Esa misma noche, en la sala de guerra, el Busho Eiji discutía con sus generales. Un Persian descansaba a sus pies, mientras mapas cubiertos de marcas rojas y negras se extendían sobre la mesa.

    —Lord Tatsuya —dijo el general Katashi—, hemos recibido noticias preocupantes: Nobunaga del clan Oda ha sellado su unión con Nōhime del clan Saitō. Una alianza peligrosa.

    Tatsuya frunció el ceño.

    —¿Y qué amenaza representa para Hajime?

    —Mi señor... más que sus enemigos, temo por su hijo —intervino el general Osamu—. El joven Thiashi aún no ha mostrado vínculo con ningún Pokémon. Si no lo logra antes de su undécimo cumpleaños, la ley no lo reconocerá como sucesor.

    Los ojos de Tatsuya centellearon con furia.

    —¡Thiashi es mi hijo! No duden jamás de su destino. Él portará el futuro de Hajime.

    En ese momento, la puerta se abrió bruscamente. Un pequeño irrumpió con los pasos apresurados de la inocencia.

    —¡Padre, mira lo que encontré!

    El Busho giró con intención de reprenderlo, pero se quedó sin palabras. Entre los brazos del niño descansaba un Eevee. Los generales se miraron con asombro.

    —¿Es posible...? —murmuró Katashi.

    —Un Eevee... en todo Ransei apenas quedan registros de ellos —añadió Osamu, esta vez sin tono de reproche, sino de incredulidad.

    Thiashi sonrió, acariciando al Pokémon.

    —Se llama Eevee. Apareció en los jardines y... quiere quedarse conmigo. ¿Puedo, padre?

    Tatsuya lo observó largo rato. La sala de guerra, llena de tensión, se llenó ahora de un silencio solemne. Finalmente, el Busho sonrió, una sonrisa llena de orgullo.

    —Hijo mío, ese Eevee ha elegido estar contigo. Desde este día, eres reconocido como heredero de Hajime.

    Los generales asintieron, algunos aún incrédulos. El destino había comenzado a girar.

    Esa misma noche, lejos de allí, en el Reino de Kaen, el Busho Saburo paseaba furioso por los pasillos de su castillo volcánico.

    —¡Inútiles! —rugía—. ¡Perdimos contra Hajime, un reino débil, pacífico! ¡Es imperdonable!

    A su lado, su consejero Hideyoshi sonrió con calma.

    —Mi señor, no se castigue. Hajime podrá resistir... pero no para siempre. Con el tiempo, caerá.

    Saburo gruñó, pero finalmente se detuvo.

    —Hideyoshi... eres de los pocos en quienes confío. Si algún día muero, el reino será tuyo.

    Hideyoshi inclinó la cabeza, ocultando en su mirada una ambición que ni el fuego de Kaen podía consumir.

    Y así, mientras un niño y un Eevee sellaban un lazo en los jardines de Hajime, en otro reino la sombra de la ambición comenzaba a crecer.

    Fin del Capitulo Uno.
     
  4. Threadmarks: Capítulo 2 – El despertar del vínculo
     
    Thiashi

    Thiashi Entusiasta

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    Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei
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    718
    Thiashi despertó antes del amanecer. El pueblo de Hajime aún estaba envuelto en penumbras, pero el murmullo de las cascadas ya comenzaba a llenar el aire. Entre los tejados, apenas unas luces parpadeaban: mercaderes abriendo sus puestos, campesinos preparando los carros de Bouffalants. Era un nuevo día en Ransei, y cada día podía traer consigo un cambio imprevisible.


    A su lado, Eevee dormía enroscado, con la respiración suave y rítmica. Thiashi lo observó con una sonrisa. Apenas habían pasado unas horas desde su encuentro, pero ya sentía que su vida había cambiado para siempre.


    Ese mismo día lo esperaba en el claro de los cerezos el maestro Kenshiro, un guerrero retirado de cabellos grises y porte sereno. Allí, entre pétalos rosados que flotaban como brasas al viento, comenzó la primera lección.


    —Un Busho no domina a su Pokémon, joven Thiashi —dijo el anciano, apoyado en su bastón—. Un Busho camina junto a él. Si deseas que tu espíritu se enlace con el de Eevee, deberás aprender a escucharlo… incluso cuando no hable.


    Thiashi asintió, aunque no comprendía del todo. El entrenamiento fue más arduo de lo que esperaba. Kenshiro le enseñó a observar con atención los gestos de Eevee, a distinguir un movimiento de la cola de una señal de alerta, a interpretar sus miradas y sus saltos como si fueran palabras.


    Corrieron juntos bajo los árboles. Thiashi trató de seguirle el ritmo, pero Eevee era veloz y ágil; más de una vez terminó en el suelo con las rodillas raspadas. Intentaron sincronizar saltos: Thiashi saltaba demasiado tarde, Eevee lo miraba divertido, como animándolo a probar otra vez.


    Cada caída era un recordatorio de que aún era solo un muchacho. Pero en cada error, Eevee lo esperaba. Giraba, lo rozaba con la cola, ladraba suavemente como diciéndole: “Levántate, no estás solo.”


    El sol estaba por ponerse cuando ocurrió algo inesperado. Durante un ejercicio de concentración, Thiashi cerró los ojos y respiró hondo. En la quietud, sintió un calor suave en su pecho, como un hilo invisible que lo unía a Eevee. El Pokémon reaccionó con un salto ágil, posándose frente a él, como si hubiera respondido a un pensamiento no pronunciado.


    Kenshiro lo observó con una mueca apenas perceptible de satisfacción.


    —Ese es el comienzo —susurró—. El vínculo. Protégelo, y crecerá contigo. Rómpelo… y jamás volverás a ser el mismo.


    Thiashi no comprendió todo el peso de esas palabras, pero algo dentro de él sabía que había dado el primer paso hacia un destino mayor del que podía imaginar.


    Al anochecer, regresó al hogar. Lady Akiko lo esperaba con un cuenco de arroz y pescado recién preparado. Se inclinó hacia él, acariciando con ternura su cabello despeinado, notando las hojas pegadas y las raspaduras en sus rodillas.


    —Entrenamiento, ¿eh? —dijo con una sonrisa maternal—. Parece que Eevee y tú tuvieron un día intenso.


    Thiashi no respondió, solo bajó la mirada y sonrió, mientras Eevee se escabullía bajo la mesa. Allí lo esperaba una risa infantil.


    —¡Te encontré, Eevee! —gritó Tatsuko, su hermana menor, abrazando al Pokémon con entusiasmo. A duras penas podía sostenerlo sin perder el equilibrio, pero su alegría llenaba toda la habitación.


    Desde su asiento, Lord Tatsuya los observaba en silencio. Su porte firme y su voz grave recordaban siempre a Thiashi que no solo era su padre, sino el líder de Hajime.


    —Thiashi —dijo finalmente—. Si de verdad quieres caminar como un Busho, recuerda que no basta con entrenar el cuerpo. Tu espíritu debe ser fuerte… porque un día, todo lo que amas dependerá de él.


    Las palabras retumbaron en el corazón del muchacho. No supo qué contestar, pero las guardó en silencio como un eco que lo acompañaría en sus sueños.


    Esa noche, recostado junto a Eevee, recordó las enseñanzas de Kenshiro y la voz grave de su padre. El vínculo había despertado, sí… pero apenas estaba naciendo. Cerró los ojos convencidos de que, aunque el camino fuese incierto, no lo recorrería solo.


    Eevee, acomodado en la almohada, dejó escapar un suave ladrido, como si también lo supiera.


    Fin del Capitulo Dos.



    Nota

    En los siguientes capítulos vamos a dar un poco de contexto del mundo especialmente para las personas que no conocen del juego, además de que sea más fácil para mi de explicar un poco los otros Bushos de los otros reinos.
     
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