Long-fic de Pokémon - 30 días para enamorarse

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Fuzz, 15 Septiembre 2025 a las 7:41 PM.

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    Fuzz

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    30 días para enamorarse
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    2059


    Capítulo 1: Sin paracaídas



    La tarde comenzaba a deslizarse sobre Ciudad Lumiose, tiñendo las paredes de un suave tono anaranjado. El aire tibio entraba por la ventana, meciendo las cortinas, y en medio de su habitación con decoración minimalista y perfectamente ordenada, Serena sostenía un libro con ambas manos.

    Había crecido. No solo en edad, sino en presencia.

    Serena había dejado atrás el corte corto de su infancia. Su cabello ondeado, largo y brillante, le caía por la espalda con naturalidad. Llevaba puesta una blusa blanca de tela ligera, debajo de un vestido rojo oscuro que le marcaba la cintura. Las botas altas le daban un aire decidido, y sobre el escritorio descansaba su sombrero a juego.

    "Nunca te preguntes qué hubiera pasado… actúa antes de que sea tarde."

    Volvió a leer la frase, subrayada en marcador rosado. Una, dos, tres veces.

    Se mordió el labio inferior.

    Habían pasado años desde aquel día en Kalos. Desde esa despedida en la estación, cuando por fin, reuniendo más valor del que había sentido en toda su vida, se atrevió a besarlo.

    Y él no reaccionó.

    Serena cerró los ojos, la escena apareciendo nítida, como si fuera ayer. Había esperado… no, había soñado que Ash la detendría, que la abrazaría, que le sonreiría de esa forma suya y le pediría quedarse.

    Pero él solo se quedó allí.

    Mirándola.

    Con esa eterna expresión de sorpresa desarmada. Más perdido que un Psyduck en un desfile.

    A veces, Serena se había aferrado a la idea de que simplemente fue el impacto de la sorpresa, que no fue indiferencia sino desconcierto. Que tal vez en su alocado y despistado corazón, Ash también sentía algo, pero no supo cómo decirlo.

    Y nunca lo supo.

    Pasaron los años y la duda siguió ahí, silente, incómoda, hiriendo cada intento de olvido.

    Y ya no podía seguir así.

    Dejó caer el libro sobre la cama, se levantó con un impulso eléctrico y sin pensarlo demasiado, salió de su habitación.

    Bajó las escaleras rápidamente y salió por la puerta. Buscó con la mirada la casa de su vecino y amigo de toda la vida y simplemente abrió la puerta y entró, como siempre lo hacía.

    Fue hasta el salón donde Calem estaba tirado en el sillón, con su teléfono en las manos y cara de aburrimiento existencial. Al escuchar los pasos acelerados, levantó la vista.

    Y en cuanto vio esa expresión en su rostro, lo supo.

    Ah, Serena. Con esa mirada de chica a punto de lanzarse al vacío sin paracaídas.

    —Eh… hola —dijo él, dejando su teléfono sobre la mesa— ¿Todo bien?

    Serena se plantó frente a él, el libro en alto.

    —No puedo quedarme toda mi vida preguntándome “¿y qué hubiera pasado?”, Calem. ¡Ya tenemos diecisiete años!

    Calem arqueó una ceja, mirándola con resignación. Supo de inmediato de qué estaba hablando. O más bien, de quién estaba hablando ¿Cómo no? Si habían hablado de ello millones de veces desde que regresó de ese viaje. Suspiró, como quien sabe exactamente qué esperar.

    —Ajá… —respondió con tono paciente—. ¿Y ahora qué tienes en mente?

    Ella puso el libro frente a ella, como si fuera la respuesta a esa pregunta.

    —Voy a ir a Kanto. Una última vez. Me mentalicé, me decidí… ¡Voy a enamorar a Ash!

    Calem abrió los ojos un poco, como procesando la noticia.

    —¿Así de fácil? ¿Vas a Kanto y listo?

    —Claro que no es fácil —dijo ella, abrazando al libro con esa mirada determinada suya— Pero no tengo nada que perder.

    —Solo la dignidad —añadió Calem con una sonrisa ladeada.

    Serena hizo una mueca, se sonrojó de golpe y le lanzó un cojín que él atrapó con una risita.

    —¡Cállate! ¿Qué sabes tú del amor?

    Calem no respondió de inmediato. Solo la miró con esa mirada suya, tranquila y un poco resignada. Le parecía casi adorable cuando se ponía en ese modo: determinada, impulsiva, con esa luz en los ojos que la hacía verse imparable.

    Suspiró.

    ¿Qué podía decirle?

    Serena era así. Y aunque parte de él quería detenerla de hacer una estupidez, sabía que Serena necesitaba hacer ese viaje. Que necesitaba cerrar esa historia de una vez.

    Aunque eso significara que lo dejaría atrás.

    Otra vez.

    Dejó el teléfono y suspiró largamente, para luego mirarla con una pequeña sonrisa apenas asomándose.

    —Supongo que me toca apoyarte en tu locura, ¿no?

    Los ojos de Serena brillaron.

    —¡Sabía que lo harías!

    Y sin más, giró sobre sus talones y desapareció rumbo a su casa, probablemente para hacer maletas y escribir listas de cosas que no usaría.

    Calem se quedó en el sillón y suspiró. Largo y profundo. Se venía una aventura “de esas”.

    Siempre era así. Serena saltaba al vacío sin mirar, y él… siempre estaba ahí para atajarla.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Serena subió las escaleras a toda velocidad, entró a su habitación y tiró su bolso sobre la cama. Se sentó junto a ella, empezando a sacar cosas y hacer una montaña absurda de artículos que claramente no necesitaba para un viaje a Pueblo Paleta.

    —Veamos… ropa linda para las citas, repelente por si caminamos al bosque —se dijo a sí misma mientras revisaba—mi perfume favorito, mi gloss de cereza, la pulsera que me dio mamá… ah, ¡mi diario!

    Lo sacó y lo metió con cuidado en un bolsillo lateral del bolso. Luego añadió un pequeño estuche de maquillaje, una mini linterna, un paquete de galletas, cargador y un frasco de pomada para picaduras.

    Por si acaso.

    Y lo más importante de todo. Ese libro.

    Entonces, bajó de nuevo al salón con el bolso a cuestas, casi más grande que ella, y se plantó frente a Calem, que seguía en el sillón, pero ahora de la casa de Serena.

    —¿Olvido algo? —preguntó, enumerando mentalmente—. Tengo todo lo importante, pero no quiero dejar nada.

    Calem alzó la vista, la observó un momento y soltó una pequeña risa.

    —Serena… no sé qué tanto necesitas.

    —¿Pero y si sí? ¿Y si justo pasa algo y no tengo lo que necesito?

    Él negó con la cabeza y se encogió de hombros.

    —Sabía que no me harías caso.

    Serena le guiñó un ojo con una sonrisa traviesa.

    —Ya me conoces.

    Calem se quedó en silencio un segundo. La miró de verdad, como solo él sabía hacerlo, y entonces le habló con una voz más suave.

    —Solo hazme caso en una cosa —dijo, mirándola a los ojos—. Pase lo que pase… no dejes de ser tú.

    Serena sintió un pequeño nudo en la garganta. Le sonrió con ternura.

    Tres bien.

    Él se puso de pie y le dio su sombrero, poniéndoselo en la cabeza de forma amistosa y un poco brusca.

    —Llámame de tanto en tanto. Alguien tiene que ponerte los pies en la tierra.

    Serena rodó los ojos, pero no podía evitar sonreír.

    —Ya verás Calem, dentro de treinta días… —levantó el dedo como haciendo una declaración oficial— ¡Regresaré con mi novio!

    Calem soltó una risita.

    —Tienes una confianza peligrosa, ¿lo sabías?

    —Lo sé —respondió Serena, sujetando la mochila— Pero esta vez voy en serio.

    Calem se quedó en la puerta, mirándola con una mezcla de resignación y cariño.

    Bon voyage, Serena.

    Ella se giró, le guiñó un ojo y levantó la mano en señal de despedida.

    Merci, Calem. Te llamaré.

    Y en el fondo, Calem solo deseó que, pasara lo que pasara, esa sonrisa no se le apagara nunca.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    El motor del avión vibraba suavemente bajo sus pies mientras las nubes se deslizaban lentamente por la ventanilla. Serena ajustó su cinturón, acomodó la mochila a su lado y, con un gesto casi solemne, sacó de su bolso un libro, de tapa rosada brillante y letras cursivas doradas.

    "30 días para enamorarse"

    Lo sostuvo entre sus manos, contemplándolo como si se tratara de un objeto sagrado. Lo había comprado meses atrás, en una librería de Kalos, con la esperanza de que en sus páginas estuviera la solución a su historia de amor que nunca siquiera logró despegar.

    Y ahora, por fin, iba a ponerlo a prueba.

    Sonrió para sí, acariciando la tapa con los dedos antes de guardarlo en el bolsillo interno de su bolso, bien seguro, como si fuera un tesoro.

    Sacó su diario y abrió una nueva página.


    Diario de Serena — Día 0:

    "Este es el comienzo. Oficialmente. No hay vuelta atrás.

    El libro dice que todo es cuestión de estrategia, oportunidad y actitud. Y yo tengo las tres. Hoy empieza mi plan de 30 días. Treinta días para que Ash Ketchum se enamore de mí.

    Tengo la sensación de que va a funcionar. Lo siento en el aire. Lo sé porque me conozco, porque nunca he estado tan decidida a algo. Y porque mi horóscopo de hoy lo dijo claro: ‘El amor está más cerca de lo que imaginas.’

    Así que… ahí voy, Ash. Prepárate."


    Serena cerró el diario con una sonrisa satisfecha. Guardó todo en su bolso y miró por la ventanilla.

    Intentó dormir un poco, pero estaba tan emocionada que le costó un montón. Y como siempre pasa, logró dormirse cuando ya estaba a punto de llegar. Fue la va voz de la azafata la que interrumpió su corto sueño.

    —Pasajeros, estamos próximos a aterrizar en Ciudad Carmín. Favor de asegurarse de que sus cinturones estén abrochados.

    Su estómago se apretó de puro nerviosismo.

    Se acomodó el cabello, se retocó el gloss en los labios y respiró hondo.

    Se imaginó a Ash sorprendido al verla, sonriéndole de esa forma suya. Se imaginó caminando junto a él, conquistando su mundo, haciéndose parte de sus días.

    Lo sentía. Lo sabía.

    Iba a salir bien.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    El calor suave de la tarde envolvía los campos de Pueblo Paleta, y a lo lejos, se escuchaban los cantos de algunos Pidgey revoloteando entre los árboles.

    Ash Ketchum se sostenía de una rama alta. Claramente él no debería estar allí arriba. Se había recuperado hace poco de un esguince y tanto Misty como su mamá le advirtieron que no hiciera tonterías.

    Pero es que esto no era una tontería.

    —Estoy seguro de que ese Pidgey era shiny, Pikachu — le dijo, con la mirada brillando de emoción— Tracey dijo que vio uno por aquí hace dos días. Solo tengo que comprobarlo.

    Pikachu, en el suelo, lo miraba con curiosidad y las orejas alzadas, preparado por si algo raro salía de entre las ramas.

    Todo estaba en silencio, el ambiente pesado de esa calma tensa previa a que Ash hiciera alguna tontería.

    Se sostuvo de otra rama, estirándose.

    —Solo un poquito más…

    Y entonces, escuchó una voz.

    —¡Ash!

    El grito le llegó de golpe y, por poco, pierde el equilibrio. La rama crujió bajo su peso y Pikachu soltó un “¡Pika!” alarmado.

    Ash se sostuvo como pudo, y el supuesto Pidgey shiny salió disparado de entre las hojas… y no era más que un Pidgey común.

    —¿En serio? —bufó— Sólo era uno normal.

    Bajó de un salto, apoyándose en el suelo con una mueca por el tirón en la pierna que todavía tenía que cuidar.

    Cuando Ash bajó del árbol, Serena lo vio de frente por primera vez en años.

    Y se le olvidó cómo respirar.

    No era el niño de diez años que había dejado atrás. Era un joven de 17, más alto, con el cabello revuelto por el viento, sin gorra, vistiendo un hoodie negro que le daba un aire inesperadamente atractivo.

    Pikachu se acercó a ella con alegría, reconociéndola de inmediato.

    —¡Pika-pi!

    Serena se agachó para saludarlo, pero su mirada volvió a Ash.

    “Arceus… ¿cuándo se volvió así?”

    No dijo nada. Solo sonrió. Pero dentro de ella, un gritito de fangirl que tiene frente a ella a su ídolo de toda la vida. Su voz la sacó de sus pensamientos.

    —¡Serena! ¡Guau, hace cuánto que no te veía! —dijo él, acercándose a ella con una sonrisa amplia.

    Ash la reconoció de inmediato. No había cambiado mucho de la última vez que la había visto, excepto que ahora tenía el cabello largo y claramente se veía más como una chica adulta.

    Serena apenas podía disimular su felicidad.

    —Apuesto que no esperabas verme.

    Ash, por su parte, solo pensó que era genial verla.

    —Oye, qué buena sorpresa —le dijo, llevando los brazos detrás de la cabeza—. ¿Y a qué debo la visita?

    Serena sonrió, llevándose un dedo a los labios.

    —Ya te contaré.
     
    Última edición: 16 Septiembre 2025 a las 2:45 PM
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    Mira, no sé a qué se deba la repentina vuelta a los fics de Pokémon por aquí, pero no puedo evitar no fangirlear al ver que se vuelve a escribir de Serena porque yo era una loca del amourship en su día JAJAJA. Sé que esto irá de ella y de Calem (nunca leí nada de la ship, pero no me importa), pero me hizo sentir nostálgica al menos leer interacciones del bobo de pueblo paleta y ella, aish.

    Me gusta cómo representas a Calem, y el hecho de que sean vecinos y amigos de toda la vida les da puntos. Me preguntó cuánto tardará en regresar con él toda sad porque falló en su misión, o si será él el que vaya a buscarla e... Intente enamorarla también? A saber qué rumbo tomarás, pero cuenta conmigo para seguir leyendo. ¡Me mola tu forma de escribir!
     
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    Fuzz

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    Entonces unamos fuerzas para revivir este rinconcito del foro!!

    Gracias por tu comentario <3 te aseguro que hay mucho cariño puesto aquí jajaja y como sugiere la intro, el fic gira en torno a Serena y Ash.

    Y obviamente empezaran a aparecer otras caras conocidas, además de Calem, que ayudarán a que todo sea un poco más caótico, y adorkable.

    Nuevamente gracias por tu comentario! <3 ☆
     
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  4. Threadmarks: Capítulo 2: Novios de prueba
     
    Fuzz

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    Capítulo 2: Novios de prueba



    El atardecer comenzaba a teñir el cielo de Pueblo Paleta de tonos anaranjados y rosados. Una brisa ligera movía las hojas de los árboles, y el riachuelo reflejaba destellos cálidos sobre su superficie. Pikachu parecía tener una entretenida conversación con Sylveon, como si estuvieran poniéndose al día después de todos esos años. Aquella interacción súper animada contrastaba con la que estaban teniendo sus entrenadores, en una banca cerca de ellos.

    Ash estaba con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas, mirando el riachuelo frente a ellos sin saber bien qué hacer ni decir. Tenía las mejillas sonrojadas, el ceño levemente fruncido y una sensación extraña a la que no podía ponerle nombre.

    Serena le había dicho que sentía algo romántico por él.

    Y ahí estaba él, como un idiota, sin saber qué decir.

    Ella era linda. Era divertida. Siempre le había caído bien. Y ahora, ella hablaba de sentimientos románticos y… ¿cómo se suponía que uno distinguía esas cosas?

    Ash se revolvió el cabello sin saber siquiera cómo reaccionar.

    —Serena… —murmuró al fin, sin atreverse a mirarla del todo— Esto es… nuevo para mí. No sé qué se supone que debo decir… ni qué se hace en estos casos.

    Se sonrojó más al admitirlo. Con un suspiro, se enderezó y la miró a los ojos.

    —Lo siento… —añadió, un poco avergonzado— Sólo… no sé qué siento.

    Serena lo observó, y aunque le hubiera gustado una reacción más romántica de parte de él, sonrió. Porque era tan Ash… tan honesto, tan torpe para estas cosas… que no podía evitar resultarle adorable.

    Se acercó un poco en la banca, sin invadir su espacio, pero con una calidez natural.

    —Entonces… —dijo ella, con suavidad— ¿Te gustaría averiguarlo?

    Ash la miró, sorprendido, sin entender nada.

    Serena jugueteaba con sus dedos, con las mejillas sonrojadas y pequeña sonrisa tímida en los labios.

    —Pruebo algo contigo, tú pruebas algo conmigo. Salimos, compartimos, como lo harían… no sé… los novios. Solo treinta días.

    Ash parpadeó, sin saber qué decir. Su cara seguía sonrojada, y su cabeza era un caos.

    —¿Como… novios? —repitió torpemente.

    Serena asintió, con esa determinación dulce suya.

    —Solo treinta días. Si no funciona, no pasa nada. Todo sigue como antes.

    Ash tragó saliva. Seguía sin estar seguro, pero tampoco tenía el valor de decirle que no. Su pecho seguía con ese ritmo raro, pero pensó en ello un instante.

    No podía estar tan mal, ¿verdad?

    Sabía que no estaba enamorado, pero tampoco quería rechazarla y generar un momento incómodo para los dos. Ella había viajado kilómetros sólo para verlo. No podía hacerle ese desaire.

    Además, sentía cierta curiosidad.


    No pasaría nada malo, ¿verdad?

    Solo treinta días. Tal vez él mismo podía aprender algo. Tal vez… ¿y si de verdad resultaba? ¿Y si lograba enamorarse de verdad?

    Y si no… volverían a lo de siempre. Nada de qué preocuparse.

    Se relajó un poco y, aún sonrojado, esbozó una pequeña sonrisa.

    —Está bien —asintió—Me esforzaré… pero no te burles si no lo hago muy bien.

    Una sonrisa se dibujó automáticamente en el rostro expectante de Serena.

    Su emoción y alegría eran imposibles de disimular.

    —Trato hecho.

    Ash suspiró con alivio. Aún no sabía en qué se estaba metiendo, pero por alguna razón, no podía estar mal. Sólo que tenía que acostumbrarse a la idea de que, por esos treinta días, sería el novio de Serena.

    -----------------------------------------------------------------------------
    Habían pasado varios minutos conversando, poniéndose al día entre risas y recuerdos. Todo parecía fluir entre los dos, hasta que Serena sintió que la emoción le desbordaba el pecho, y ya no pudo contenerla más. Con una excusa ligera, se apartó junto a Sylveon apenas unos pasos, lo suficiente para no ser escuchada por su nuevo novio, y así poder hablar con naturalidad.

    Metió la mano al bolsillo y sacó su teléfono. Buscó el teléfono de Calem y marcó.

    —¿Serena? —la voz tranquila de Calem se escuchó al otro lado.

    Serena apenas podía respirar de la emoción.

    —¡¡¡Calem!!! ¡Lo logré!

    —¿Eh? —parpadeó él al otro lado— ¿Qué hiciste ahora?

    Serena giró sobre sí misma, sin importarle si alguien la veía. Sus mejillas encendidas y los ojos brillosos, mientras Sylveon la miraba con curiosidad.

    —¡Ash dijo que sí! ¡Aceptó! ¡Voy a salir con él! ¡Treinta días! ¡Es oficial! ¡Es real! ¡Está pasando, Calem!

    Calem apartó un poco el teléfono de su oído (y aun así podía escuchar los gritos de Serena). Luego volvió a acercarlo a su oído, con expresión resignada.

    —Vaya… sí que eres rápida.

    —¡Lo sé! —dijo ella, sin bajarle el volumen al entusiasmo— Soy la novia de Ash… bueno, técnica, temporal, experimentalmente, ¡pero soy su novia! ¿Te das cuenta de lo que significa?

    Calem se apoyó contra la pared de su habitación, mirando por la ventana con expresión cansada.

    —Significa que me toca escucharte gritar todos los días durante un mes.

    Serena se rio.

    —¡Significa que vas a ver que puedo lograrlo! Te dije que podía hacerlo, Calem.

    Él negó con la cabeza, pero aun así no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

    —Ya, ya, tranquila. Solo recuerda lo que te dije, Serena —dijo en tono suave—: no importa cómo salga todo esto, no dejes de ser tú.

    Ella sonrió, más calmada.

    —Lo sé. Merci, Calem. Te llamaré mañana, ¡y te cuento cómo va la primera cita!

    —Perfecto… supongo que ya no hay forma de escaparme de esto, ¿verdad?

    —¡Para nada!

    Ambos rieron, y Serena cortó la llamada con el corazón convertido en un torbellino de alegría. Apenas bajó el teléfono, se encontró con Sylveon, que la miraba con ojos curiosos. De pronto, lo alzó en brazos con entusiasmo, girando con él en el aire mientras celebraba:

    —¡Está pasando, Sylveon! ¡Es verdad, es verdad!

    Después de un par de vueltas, lo dejó suavemente en el suelo, medio mareado y confundido. Luego Serena se giró hacia Ash, quien lanzaba piedritas al riachuelo junto a Pikachu, ajeno a la explosión de felicidad que acababa de desatar.

    Era oficial.

    ¡Era la novia de Ash!

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Mientras Serena estaba al teléfono, Ash se había dejado caer contra el respaldo de la banca.

    Pikachu saltó a su lado, acomodándose junto a él.

    Ash soltó un suspiro, llevándose las manos a la nuca.

    —Pika…

    Pikachu alzó una oreja.

    —Supongo que ahora tengo… novia.

    El Pokémon lo miró con curiosidad.

    Ash lo miró con una sonrisa nerviosa, y todavía algo sonrojado de solo pensar en la idea.

    —Bueno, algo así. Solo por treinta días. —Se encogió de hombros— No sé cómo se hace eso, pero… voy a intentarlo. Quiero que Serena se sienta bien. Ella… siempre ha sido buena conmigo. Es divertida, se preocupa… y… no sé, tal vez hasta puede ser divertido.

    Se quedó un momento en silencio, viendo las primeras luces de la noche titilar sobre la superficie de ese pequeño riachuelo cerca del camino.

    —Igual, no puede ser tan distinto a una aventura, ¿no? —sonrió—. Solo que sin medallas ni Pokémon salvajes… espero.

    Pikachu sonrió también, como dándole ánimos.

    Y entonces, un pensamiento fugaz cruzó la mente de Ash, sin previo aviso.

    ¿Qué pensará sus amigos cuando se enteren?

    ¿Cómo reaccionará Misty?

    Se quedó quieto, con ese pensamiento rebotando en su mente. Sacudió la cabeza. No se supone que debería importarle ¿verdad?

    Pikachu soltó un “Pika-chu”

    Ash suspiró y cerró los ojos un momento.

    —Vamos a intentarlo, ¿verdad, amigo?

    Pikachu asintió, recostándose junto a él.

    Ash no sabía qué iba a pasar en esos treinta días, pero por alguna razón, una parte de él… tenía curiosidad.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La casa de los Ketchum olía a pan recién hecho cuando Serena cruzó la puerta, sonriendo con ilusión y algo de nervios. Delia salió de la cocina, secándose las manos con un paño, sonriente como siempre.

    —¡Ash! —lo regañó con dulzura— Si vas a salir, al menos avisa para saber si llegas a cenar o no.

    —Je, je… lo siento, mamá.

    —Ay, este chico… —susurró Delia, y sus ojos castaños se posaron en Serena.

    La niña que acompañaba tímidamente a su hijo era encantadora, muy linda. La madre de Ash sonrió con esa calidez natural que la caracterizaba

    —Hola, querida. Soy Delia, la mamá de Ash.

    —Un placer, señora Ketchum. Soy Serena —dijo ella, haciendo una breve reverencia, entusiasmada— Vengo de la región de Kalos, donde conocí a Ash hace muchos años.

    —Qué gusto tenerte aquí, cielo.

    Y entonces llegó el comentario. Ash, como buen bobo con cero tino, soltó sin siquiera prepararla:

    —Ah, sí, mamá… Serena es… mi novia.

    Fue menos de un segundo. La sonrisa de Delia se congeló; su postura se tensó como si hubiera sentido un golpe invisible. Pero ni siquiera el ojo del más hábil Decidueye podría haberlo notado.

    —¿N-novia? —repitió, intentando sonar casual.

    —Sí —asintió Ash, rascándose la nuca y sonrojándose levemente.

    —Desde hoy —aclaró Serena, radiante.

    Delia Ketchum sonrió, y qué sonrisa. Tan dulce como una tarta de manzana recién horneada.

    —Qué… lindo. Me alegra conocerte, querida. Quédate cuanto quieras.

    —Gracias —dijo Serena, feliz.

    Ash, sin notar nada, agregó:

    —Se quedará… un mes.

    Otro leve parpadeo. Nadie notó ese breve temblor en el párpado que duró menos de un milisegundo, reemplazado de inmediato por la habitual sonrisa dulce de Delia.

    —Encantada, cielo. Puedes quedarte todo lo que quieras. Te prepararé una habitación —dijo, esforzándose por mantener la sonrisa.

    Serena agitó una mano.

    —Oh, no se preocupe. Estoy segura de que a Ash no le importará que me quede en su cuarto —dijo con una sonrisa inocente.

    En ese instante, los ojos de Delia cambiaron por una fracción de segundo. Fue apenas un destello, un matiz imperceptible detrás de su dulzura. Pero si alguien hubiera pausado la escena en el frame exacto, habría captado una mirada fulminante digna de anime.

    —Ay, cielo —dijo— ese cuarto es un completo desastre. Insisto en prepararte una habitación cómoda.

    Serena, sin notar nada, asintió encantada.

    —¡Está bien! Es usted muy linda, señora Ketchum.

    Delia sonrió, impecable.

    —Y tú un encanto, querida.

    Ash seguía en su mundo, sin sospechar que su madre quería matarlo ahí mismo.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La habitación que Delia había preparado para Serena era sencilla, pero acogedora. Una camita con sábanas de flores, cortinas color crema y un par de peluches acomodados en un rincón, probablemente de cuando Ash era niño.

    Aunque Serena estaba demasiado emocionada para fijarse en los demás detalles de la habitación.

    Se puso su pijama rosa y dejó su cabello suelto. Se miró en el espejo, sonrojada, tocándose las mejillas.

    “Soy la novia de Ash. Oficial. Real. Está pasando.”

    Se dejó caer sobre la cama y sacó de su bolso su preciado libro de portada rosa: 30 días para enamorarse.

    Lo sostuvo contra su pecho como si fuese un amuleto sagrado.

    —Muy bien… —susurró— Hoy fue el día uno.

    Tomó su diario de tapas de cuero rosa y, sentada con las piernas cruzadas, comenzó a escribir:

    Diario de Serena — Día 1:

    Santo Arceus, Santo Arceus, SANTO ARCEUS!!!
    ¡Es oficial!
    ¡Ash y yo somos novios!
    No sé si alguna vez he sido tan feliz.
    Cuando me subí a ese avión estaba convencida de que este era mi momento… ¡y tenía razón!
    Fue un poco torpe, claro, porque es Ash, pero aceptó. ¡Aceptó!
    Mañana empiezo la primera lección.
    Lección N°1: Sé parte de su mundo.
    Voy a estar con él en todo. Batallas, entrenamientos, tonterías de Ash. No importa. ¡Me tiene que ver como su chica ideal!
    PD: Su mamá es adorable y parece que cocina delicioso. Estos serán los mejores días de mi vida.

    Sonrió, cerró su diario y lo abrazó contra su pecho.

    —En treinta días, estaré viviendo mi mejor vida —susurró, sonrojada.

    Apagó la lámpara y se metió bajo las mantas, con una sonrisa boba pintada en la cara.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash bajó a la cocina, despeinado, en pijama y con Pikachu medio dormido caminando a su lado. Abrió la nevera y sacó una botella de jugo, bebiendo directo del envase. Cuando cerró la puerta, Delia estaba ahí. De pie. Sonriendo.

    Demasiado sonriente.

    —Ash, cariño.

    Ash casi se atraganta.

    —Ah… hola, mamá.

    Delia caminó con calma hasta la puerta de la cocina y la cerró de golpe tras de sí.

    El sonido resonó en la casa silenciosa.

    CLACK.

    Ash tragó saliva. Pikachu se encorvó y bajó las orejitas, con el mismo miedo de su entrenador, preparándose para el regaño como si también fuera para él.

    —¿Qué significa todo esto, jovencito? —preguntó ella, con esa voz que Ash había aprendido a temer de niño.

    Ash tragó saliva, retrocediendo de forma instintiva.

    —E-estábamos… bueno… Serena…

    Ella no lo dejó terminar. Su voz suave era curiosamente más amenazante que un grito furioso. Su miraba se clavaba en él como cientos de cuchillos filosos.

    —¿Qué es todo esto de que de repente tienes de novia a una chica que NO conozco?

    Ash se revolvió el cabello, incómodo.

    —No… no es nada serio. Solo por treinta días. Solo para ver qué pasa, ya sabes…

    Delia lo observó en silencio por unos segundos demasiado largos, con los brazos cruzados. Y sin quitarle la vista de encima, preguntó.

    —¿Y Misty ya lo sabe?

    Ash se quedó quieto. ¿Misty?

    —Eh… no, todavía no se lo he dicho. ¿Por qué tendría que saberlo?

    Delia bajó la mirada por un momento, como si buscara algo en el suelo. Permaneció en silencio durante un largo rato. Luego suspiró, y al levantar la vista, su expresión ya no tenía esa dureza de hace un momento.

    —No… por nada.

    Dijo con voz menos enojada, desviando ligeramente la mirada.

    Ash frunció el ceño, extrañado. Se notaba que su madre estaba… rara. Pero él no quería dejarla con ese sentimiento de incomodidad, así que se acercó un poco, buscando su mirada.

    —Ya verás que Serena es una chica muy agradable. Te va a caer bien —intentó decir, con una sonrisa.

    Delia le sostuvo la mirada. Esa sonrisa suya siempre la derretía, como cuando era un niño y venía corriendo a mostrarle algún Pokémon nuevo.

    Así que suspiró, suave.

    —No lo dudo, hijo… Es solo que… siempre te he visto como mi bebé. Y de pronto esto… tan repentino. No me lo esperaba.

    Ash se rascó la nuca, sonrojado.

    —Créeme que yo tampoco.

    Delia sonrió al fin, de verdad esta vez. Se acercó, le revolvió el cabello y le dio una palmadita en el hombro.

    —Anda a dormir.

    —Sí, mamá.

    Cuando Ash y Pikachu salieron de la cocina, Delia se quedó de pie en medio de la habitación, respirando hondo.

    Y en un susurro, mientras recogía una taza vacía, murmuró:

    —Treinta días.

    Amaba a ese chico más que a nada en el mundo. Y si había algo que ella sí podía decidir, era que, pasara lo que pasara, estaría para él.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash se recostó en su cama, con Pikachu acomodado a su lado. La luz de la luna se colaba por la ventana, y el canto de los Pokémon insecto llenaba el silencio de Pueblo Paleta.

    Miró el techo.

    —Treinta días… —murmuró.

    No era que no le desagradara la idea. Serena era genial, linda, buena amiga. Pero… en el fondo sabía que no sentía nada más que una amistad. Pero suponía que para eso eran esos treinta días ¿verdad?

    Suspiró, giró hacia un lado. Pikachu dormía ya profundamente. Y entonces, sin pensarlo, su mano se deslizó hacia la mesita de noche.

    Sus dedos rozaron algo suave, una tela conocida.

    Tomó el pequeño pañuelo que reposaba allí. Lo apretó un instante en su mano y luego, casi sobresaltado, lo dejó de nuevo en su sitio.

    Resopló, cerrando los ojos con fuerza.

    —Deja de sobre pensar tanto las cosas—se dijo.

    Iba a esforzarse. Haría lo mejor que pudiera.

    Y sin darse cuenta, el sueño lo fue envolviendo.

    Así terminó el primer día. El primero de treinta.







    Probablemente llegaste a este fanfic y pensaste que esta sería una historia toda fluff y tranqui.
    Pero Serena advirtió que va en serio.
    Lección 1 de su libro del amor: Sé parte de su mundo. Y es posible que se lo tome demasiado literal.
    Y no podía pasar de capítulo sin dar un subtle warning de que desde aquí Serena puede parecer un poquito intensa, pero te prometo que luego baja un poco. Por las buenas o por las malas.

    :meowth:Thanks for reading y darle una oportunidad a esta historia que partió como una idea loca que se salió de control jeje <3
     
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    Andysaster

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    Ay dios, que Delia sea el prototipo de madre sobreprotectora que sabe disimularlo me ha dado mucha risa xDD Creo que es la primera vez que la veo retradada así? Soy muy fan! Me va a hacer mucha gracia ver cómo intenta tolerar a Serena poco a poco pero de vez en cuando maybe se le escapa alguna reacción de rechazo al simplemente aún no procesar que el bobo de su hijo tiene novia... provisional-

    La reacción de Ash en todo esto se me hace tiernucha y accurate. Él no entiende nada de eso, solo le interesan las batallas como buen prota de shonen, pero tiene la consideración suficiente como para empatizar con su amiga y darle esa oportunidad.

    Ya quiero ver cómo las cosas se le van a ir torciendo a Serena en medio de su intensidad por alcanzar su sueño xDD Y adoro a Calem, besto frendo todo supportive. El hecho de que siempre le recuerde que no deje de ser ella me hace imaginar cómo acabará en un futuro próximo... aish.

    ¡Sigue así!
     
    Última edición: 16 Septiembre 2025 a las 6:15 PM
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    Alli

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    Ok, ok, lo prometido es deuda aquí estamos visitando tu fic. Ok primero que nada se agradece siempre leer una historia tan bien escrita. Dejando de lado la trama pienso que es una historia escrita correctamente y que te hace olvidar que estas leyendo, en lo personal hubo varias partes en los que me descubrí imaginandome una de las escenas como si estuviera viendo un cap del anime (especialmente las escenas donde interactuan ash y delia) . El fic está intetesante la amistad con Calem es muy bonita y a parte parece que habrá una tercera en discordia con Misty, eso sí quiero leerlo jejeje. Vas muy bien, sigue adelante por mi parte seguiré este fic con atención, saludos. :D PD: ¡Make the amourshipping great again!
     
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  7. Threadmarks: Capítulo 3: Sé parte de su mundo
     
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    Título:
    30 días para enamorarse
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    4471

    Capítulo 3: Sé parte de su mundo



    El sol de Pueblo Paleta entraba tímido por la ventana de la habitación que Delia había preparado. La colcha floreada, las cortinas claras y los peluches en la repisa no podían ser más distintos al cuarto minimalista que Serena tenía en Kalos, pero a ella no le importaba. Porque ese día era el comienzo de su historia de amor.

    Serena se sentó en la cama, sacó de su bolso el preciado libro “30 días para enamorarse” y lo sostuvo entre sus manos como si fuera una escritura sagrada. Lo abrió despacio, acariciando las páginas como si temiera romperlas.

    —Muy bien —se dijo, decidida— Lección uno… Sé parte de su mundo.

    Sylveon levantó la mirada hacia ella. Se alargó en la cama, estirándose y bostezando como un gatito, poniéndose frente a ella, escuchándola con curiosidad.

    Leyó el párrafo en voz alta, con la solemnidad de quien recita una profecía:

    —Para conquistar el corazón de tu chico, debes integrarte a su rutina, conocer sus pasatiempos y convertirte en parte indispensable de su vida. Solo así florecerá el amor.

    Sonrió, ilusionada, mirando a su Pokémon.

    —¡Fácil! Estoy en su mundo, estoy en su casa, y en su vida. Solo es cuestión de adaptarme.

    Sylveon sonrió, contagiándose con la emoción de su entrenadora. Se acercó a ella, y dio unos pasitos frotándose en sus piernas, y levantando la cabeza para recibir un mimo.

    Ella sonrió, le tomó la carita con sus manos y le dio un beso en la frente.

    Entonces se levantó de la cama, fue hasta el espejo y se contempló con aire triunfal. Sus ojos brillaban. Sus mejillas tenían ese leve rubor natural de la emoción contenida.

    —Hoy empieza todo —se dijo, acomodándose su sombrero.

    Practicó un par de sonrisas en el espejo: casual, encantadora, natural. Luego tomó su bolso, guardó el libro como quien guarda una reliquia y salió de la habitación decidida.

    Hoy sería parte de su mundo.

    Aunque tuviera que treparse a un árbol, pelear con un Beedrill o lo que sea.

    Porque las chicas enamoradas no se rinden.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash ya llevaba un buen rato en el claro detrás de su casa, donde la hierba crecía alta y el sol de la mañana comenzaba a calentar. Meganium entrenaba con entusiasmo, lanzando hojas afiladas contra unos blancos improvisados que Ash había colgado en las ramas.

    —¡Muy bien, Meganium! ¡Así se hace! ¡Una más! —gritó animado, con Pikachu observando desde una roca.

    Entonces, una voz suave y cantarina llegó a sus espaldas.

    —¡Ash! ¡Buenos días!

    Ash se giró y Serena apareció con una sonrisa deslumbrante y energía como si acabara de bajar de un escenario de coordinadoras.

    —Ah, hola, Serena —saludó, un poco extrañado por verla tan temprano—Creí que dormirías un poco más.

    —¿Dormir? ¡Si es el primer día de nuestro noviazgo! —dijo con tono encantador.

    Ash sonrió nervioso.

    —Ah… claro. Verdad.

    Serena observó el entrenamiento y, sin pensarlo, se quitó el bolero rosa que llevaba y se puso junto a Meganium, imitando la pose de batalla de Ash.

    —¡Déjame ayudarte! ¡Puedo animar a Meganium también!

    Ash parpadeó.

    —Ehm… bueno, supongo. —Meganium la miró curioso.

    Y así, durante la siguiente media hora, Serena no se separó de su lado. Aplaudía cada movimiento, le lanzaba palabras de ánimo a Ash y a los Pokémon, e incluso le ofrecía toallitas para el sudor antes de que él siquiera las necesitara.

    Ash empezaba a sentirse un poquito… raro. No estaba acostumbrado a tener tanta atención. Pero no podía decirle algo, porque sabía que tenía la mejor intención.

    —Oye, Serena… —dijo rascándose la nuca— Eh… estaba pensando que, ya que estás aquí, podríamos ir a buscar a Tracey.

    Serena le tomó un poco por sorpresa. ¿Tracey?, ¿Quién era ella?

    —¿Tracey? —repitió.

    Ash asintió emocionado.

    —Sí. Es uno de mis amigos y trabaja con el profesor Oak, cerca de aquí.

    Ahh. A-MI-GO. Por alguna razón esa información le dio más alivio del que debería. No es que estuviera insegura por la idea de ir a ver a una amiga ¿o sí?

    —Por supuesto —respondió ella con una sonrisa— ¿Qué tienes en mente?

    —Es que… quería preguntarle si de verdad vio un Pidgey shiny el otro día. No lo he podido encontrar y necesito saber si no fue idea suya.

    Serena suspiró enamorada.

    Era tan Ash. Obsesionado por un Pokémon raro en medio de todo.

    —Perfecto, ¡vamos! Así conozco más de tus amigos.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Camino al laboratorio del profesor Oak, Serena no dejó de sonreír ni un segundo. Ash iba con Pikachu en el hombro, y cuando ella se acercó un poco más, le tomó la mano con naturalidad.

    Ash parpadeó sorprendido, pero no la retiró. Se le notó algo rígido, sin saber bien dónde mirar.

    —¿Te incomoda? —preguntó Serena con una sonrisa tímida.

    —¿Eh? ¡No! Claro que no —dijo Ash, con un sonrojo que le subió a las mejillas.

    Serena apretó su mano con dulzura y Ash asintió de forma mecánica. Aunque no estaba costumbrado a ir de la mano de nadie, sabía que eso era parte de lo que significaba ser novio de Serena.

    Llegaron al laboratorio de Oak. Tracey estaba en el patio, dibujando a un Butterfree que se había posado en una rama. Cuando Ash lo llamó, Tracey levantó la mirada y sonrió ampliamente.

    —¡Ash! ¡Qué gusto verte, amigo!

    —Ven, quiero presentarte a alguien.

    Tracey se acercó y entonces notó a Serena, quien soltó la mano de Ash para saludar educadamente.

    —Hola, soy Serena. La… —se detuvo un segundo, buscando la mejor forma de decirlo— Soy su novia.

    Tracey se quedó tieso, los ojos abiertos como platos.

    —¿No…novia?

    Ash se pasó una mano por la nuca, visiblemente sonrojado.

    —Eh… sí. Novia. Desde ayer.

    Tracey se quedó en silencio, como si la noticia le hubiera impactado. Pestañeó un par de veces, sin creer que Ash tuviera novia. La pregunta salió de forma natural.

    —¿Y Misty ya sabe?

    Ash resopló, frunciendo el ceño, y entornando los ojos.

    — ¿Mi…Misty? ¿Qué tiene que ver Misty con esto?

    Tracey llevó los brazos detrás de la cabeza y lo miró de reojo.

    —No lo sé. Tú lo sabes.

    Ash tragó saliva, incómodo.

    Serena, que había estado sonriendo todo el rato, detectó esa tensión rara. Por supuesto que eso NO se le pasó, en absoluto. Fingió interés sin perder la compostura.

    —Perdón… ¿quién es Misty? —preguntó, como si no le importara, aunque mentalmente hizo una anotación muy seria sobre ese nombre.

    Ash carraspeó, evidentemente incómodo, desviando la mirada.

    —Es… nadie. Una amiga. Solo eso. —El tono le salió un poco más áspero de lo normal.

    Tracey alzó una ceja y luego sonrió para sí, negando con la cabeza.

    Serena sonrió, con cautela. Pero, de todos modos, no iba a dejar que ningún nombre random arruinara su primer día como novia de Ash.

    —Bueno —interrumpió ella con su mejor sonrisa— ¡Venimos a verte porque Ash quería preguntarte algo sobre un pokémon shiny!

    Ash se aferró a esa distracción como si fuera un salvavidas.

    —¡Ah, sí! ¿Era real o no?

    Tracey sonrió y buscó algo en su bolsillo. Sacó una pequeña pluma marrón claro, mucho más brillante que una normal.

    —Mira esto —dijo, mostrándosela a Ash— Te dije que era un Pidgey shiny. Debe estar cerca, amigo.

    Los ojos de Ash brillaron con ese entusiasmo infantil que lo caracterizaba.

    —¡Lo sabía! ¡No voy a detenerme hasta encontrarlo!

    —Yo te ayudaré —se apresuró a decir Serena, aprovechando el momento.

    Ash le dedicó una sonrisa rápida.

    —Claro, Serena.

    Tracey señaló hacia el este.

    —La encontré cerca del puente, por el río que pasa detrás del viejo molino. Seguro sigue por ahí.

    Ash apenas lo escuchó terminar. De inmediato tomó a Serena de la muñeca.

    —¡Estupendo! Tenemos que ir —exclamó, tirando suavemente de ella.

    Serena parpadeó, sorprendida por el gesto. Ash la había tomado de la mano, bueno, algo así. Pero al menos él había tomado la iniciativa, y para ella, eso ya era una victoria.

    Sintió su corazón latir más rápido mientras lo seguía a toda prisa, corriendo tras él, sin soltarla.

    —¡Vamos, Pikachu! —Ash llamó, y su compañero saltó a su hombro con una expresión de "allá vamos de nuevo".

    Serena no pudo evitar sonreír.

    "Ash y yo, viviendo aventuras juntos. Esto ya está funcionando."

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Llegaron al viejo puente que cruzaba el río. El agua corría suave debajo, reflejando el cielo claro de la tarde. Ash se detuvo y alzó la vista, escaneando los árboles y el césped cercano con atención.

    Serena respiró hondo, emocionada. Quería ayudar, ser parte del equipo, y no quedarse atrás. Así que se acercó despacio, tratando de no hacer ruido.

    Ash caminaba en silencio, concentrado en la búsqueda, con la mirada escaneando los alrededores con una concentración poco usual en él.

    —¡Ahí! —exclamó Serena de repente, señalando una rama baja donde algo pequeño revoloteaba.

    Era el Pidgey shiny. Su plumaje, que se asemejaba al dorado, brillaba con la luz del sol.

    —¡Lo sabía! —susurró Ash, sonriendo.

    —¡Es precioso…!

    Pero en el momento que Serena dio un paso hacia adelante para acercarse más, pisó una rama seca que crujió fuerte.

    El Pidgey, sobresaltado, levantó vuelo inmediatamente.

    —¡No! —gritó Serena, extendiendo los brazos para intentar detenerlo—¡Espera!

    Ash se quedó quieto, cruzado de brazos, observándola con una mezcla de paciencia y diversión contenida.

    —Serena… ten cuidado. Si haces mucho ruido, se asustan —le dijo en tono paciente.

    Ella bajó la mirada, avergonzada.

    —Lo siento, no quería… solo quería ayudar.

    Ash se acercó y le tocó el hombro.

    —Está bien. Descuida.

    Serena suspiró, y al ver la expresión tranquila de Ash, sonrió de nuevo.

    —Lo intentaré de nuevo. Prometo ser más silenciosa.

    Pero mientras Ash seguía observando el área, ella ya planificaba cómo mejorar para la próxima vez.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    El canto de los Pidgeys y el suave murmullo del agua llenaban el ambiente. Ash avanzaba agachado entre los arbustos en la dirección donde vieron irse al Pidgey shiny. Serena lo seguía de cerca, aunque sus pasos eran mucho menos sigilosos que los de él.

    —Estoy segura que lo vi irse por allá —susurró Serena, señalando emocionada hacia un grupo de árboles frondosos.

    Ash asintió en silencio, concentrado. Y ahí, sobre una roca elevada que sobresalía entre las ramas, estaba el Pidgey shiny.

    —¡Ahí! —susurró Ash, sonriendo.

    —¡No lo perdamos! —susurró Serena, llevándose las manos al pecho.

    Ash señaló con la cabeza una rama alta.

    —Voy a trepar por ese árbol. Desde ahí tendré mejor ángulo para lanzarle la Pokéball sin asustarlo.

    —¡Yo voy contigo! —dijo Serena sin pensar.

    Ash apenas la miró, más enfocado en su objetivo.

    Se trepó con agilidad al árbol, sujetándose de las ramas como si lo hubiera hecho mil veces (porque, de hecho, lo había hecho mil veces).

    Ash se movía con sigilo entre las ramas, sus pies firmes sobre los troncos gruesos, apartando hojas con cuidado. El Pidgey shiny seguía quieto en su roca, picoteando distraído. Serena, detrás de él, intentaba imitar sus movimientos, aunque cada rama que pisaba crujía más de la cuenta.

    Ash giró apenas la cabeza.

    —Más despacio —susurró.

    —Lo intento —susurró Serena, bajando la voz, pero la emoción podía más que su prudencia.

    Ash tomó posición en una rama más alta, preparado para lanzar la Pokéball. Serena, queriendo ayudar y ver mejor, se apoyó en un árbol contiguo… pero su pie resbaló en un musgo húmedo, y para no caer, se sujetó rápido de la rama más baja a su alcance.

    Una rama que sostenía un pequeño nido.

    El crujido de la rama y el brusco movimiento sacudieron el nido y despertaron al Spearow que dormitaba sobre sus huevos.

    El pequeño Pokémon abrió un ojo… y al ver a Serena colgada como una intrusa a centímetros de su nido, soltó un chirrido agudo.

    —¿Eh? —Serena parpadeó, sin entender.

    El Spearow chilló furioso y levantó vuelo, batiendo sus alas con furia. El graznido fue una señal. De pronto, de entre las copas de los árboles cercanos, comenzaron a salir otros Spearows en bandada.

    —¡Ay no!—exclamó Serena, soltando la rama.

    Ash la miró desde su árbol, con cara de “no puede ser”. El Pidgey shiny ya había escapado.

    —¡Serena, ¡baja de ahí!

    Serena intentó bajar, pero en el apuro se enganchó la manga y terminó cayendo al suelo. Por suerte, no estaba muy lejos del piso.

    Los Spearows descendieron en picada, graznando, con las alas extendidas de forma amenazante.

    Ash saltó de su árbol y corrió hacia ella.

    —¡Corre!

    Serena se puso de pie como pudo y empezaron a correr entre los árboles, pero cada vez más Spearows se unían a la persecución. Los graznidos eran ensordecedores, y las sombras de las aves los cubrían.

    —¡Ash, son muchísimos!

    —¡Ya lo sé!

    Se metieron entre los matorrales, pero los Spearows se colaban entre las ramas y los seguían picoteando. Serena se cubría la cabeza.

    Corrieron y corrieron hasta llegar a la orilla del río. Pero al voltear, vieron que estaban completamente rodeados. Al menos veinte Spearows giraban sobre sus cabezas de forma amenazante.

    Ash buscó su mirada. Solo había una opción.

    —¡Al agua!

    —¿¡Qué!?

    —Prepárate, vamos a saltar.

    Ash tomó a Serena de la mano.

    —¡Ash, espera, no estoy…!

    Y sin darle opción, ambos se lanzaron al río justo cuando los Spearows descendían en picada. El chapoteo dispersó a los Pokémon voladores, que se quedaron graznando desde la orilla.

    El agua estaba helada. Serena salió a flote tosiendo y con el cabello empapado en la cara.

    —P-podrías haber avisado antes —balbuceó.

    Ash salió a su lado, mirándola de reojo.

    —¿Y que te quedaras ahí dudando?

    Serena simplemente infló las mejillas, sin poder protestar.

    Ash sacó una Pokéball.

    —¡Greninja, llevanos a la orilla!

    Greninja apareció en un destello de luz y se acercó nadando con su agilidad natural. Ash le indicó con un gesto que los sacara. Greninja asintió y usó su lengua-cinta para envolverles suavemente la cintura a ambos y remolcarlos a la orilla.

    Empapados, embarrados y con Pikachu asomando desde un arbusto cubierto de hojas, Ash se dejó caer de espaldas en la hierba.

    —Qué buena forma de empezar el día —ironizó.

    Serena, jadeando, se acomodó el cabello mojado.

    —Lo siento… otra vez.

    Ash respiró hondo y sonrió.

    —Mira, agradezco tu entusiasmo, de verdad. Pero… tal vez sería mejor que me dejaras la parte de atrapar al Pokémon, ¿sí?

    Serena se mordió el labio, avergonzada, pero asintió.

    Los Spearows quedaron atrás, pero no la sensación de haberlo arruinado todo.

    Serena se sentó junto a Ash en la orilla, escurriéndose el cabello empapado mientras veía cómo el sol comenzaba a secar las hojas. Se sentía una tonta monumental. Había arruinado la cacería del shiny, había provocado una estampida de Spearows y casi se ahogan. Vaya forma de impresionar a su chico.

    Suspiró y se abrazó las piernas.

    Ash, que la notó cabizbaja, sonrió de lado y le dio un codazo suave.

    —Oye, no te pongas así. Si te hace sentir mejor… esta no es la primera vez que me pasa algo así.

    Serena lo miró, curiosa.

    —¿En serio?

    Ash asintió y se acomodó contra un tronco caído.

    —Mis primeros días como entrenador fueron un desastre. Y también involucraron una bandada de Spearows furiosos y una caída al río.

    Serena parpadeó, sorprendida.

    —¿Qué? ¿Cómo saliste de esa?

    —Una chica tonta me pescó con su caña de pescar. Estaba de pesca y de la nada, me sacó del agua como a un Magikarp.

    Serena abrió los ojos.

    —¿Y luego?

    Ash sonrió más amplio.

    —Le robé su bicicleta. Tenía que llevar a Pikachu al Centro Pokémon, estaba muy herido. Me siguió hasta Ciudad Plateada, donde conocí a Brock. Desde entonces los tres somos… bueno, inseparables. Son mis mejores amigos.

    Serena esbozó una sonrisa cálida.

    —Brock… ¿y quién más?

    —Misty.

    Ese nombre. Otra vez ese nombre.

    Primero Tracey, ahora Ash. Y para colmo acababa de descubrir que no era una amiga cualquiera, sino una de sus mejores amigas. La molestia hormigueó en su pecho, pero Serena respiró hondo y mantuvo la sonrisa.

    —Vaya, qué historia. —Fingió reírse— Tienes que presentarme a tus amigos.

    Ash se levantó, sacudiéndose las hojas.

    —Claro que lo haré. Te van a caer bien.

    Serena sonrió. Por fuera.

    “Lo haré, claro que sí” pensó. “Y voy a comprobar por mí misma si esa Misty es una amenaza o no”

    —Pues no puedo esperar a conocerlos —dijo Serena con dulzura

    Ash estiró la mano para ayudarla a ponerse de pie, y Serena se prometió que en la próxima oportunidad no iba a arruinarlo.

    —Vamos a secarnos antes de que mi mamá nos vea así —dijo Ash.

    Serena asintió.

    —Sí, vamos.

    Ambos se alejaron, mientras Pikachu caminaba a paso rápido tras ellos.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Diario de Serena — Día 2:

    Hoy fue una montaña rusa de emociones. Primero, casi arruino la misión con ese Pidgey shiny, ¡pero Ash fue muy paciente conmigo! Me contó una historia divertida sobre sus primeros días como entrenador. Resulta que también se metió en líos y terminó cayendo al río.

    Lo mejor es que conocí un poco más de sus amigos: Brock y… Misty. Esa chica es un misterio. No me dio nada de confianza, y Ash no parece querer contarme mucho, pero según mi manual, conocer a sus amigos es fundamental. Así que será mi próxima misión: descubrir quién es Misty.

    Esto apenas empieza y ya siento que estoy entrando en un juego complicado. Pero estoy lista. ¡Vamos con todo!

    -----------------------------------------------------------------------------​


    Los días siguientes fueron un torbellino de situaciones parecidas. Serena se metía en todo, decidida a seguir su plan al pie de la letra, mientras Ash, aunque no del todo acostumbrado a tanto entusiasmo constante, hacía lo posible por adaptarse. A veces parecía algo agotado, pero aun así no lo demostraba. Lo intentaba. Lo estaba intentando.

    Desde su rincón en el laboratorio del Profesor Oak, Tracey los observaba con una sonrisa entre divertida y curiosa, como si viera desarrollarse un experimento inesperado.

    —Parece que tener novia es agotador, ¿eh? —comentó, mientras Ash limpiaba una Poké Ball con una franela, sin demasiado esmero.

    Ash resopló y se encogió de hombros.

    —No pensé que fuera tan demandante… pero supongo que vale la pena intentarlo.

    Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe y Serena entró con paso animado, llevando una caja envuelta con cinta roja.

    —¡He hecho galletas! —anunció, con una sonrisa adorable.

    Tracey tomó una de inmediato y sus ojos se iluminaron al probarla.

    —¡Oye! Serena, ¡son buenísimas!

    —Muchas gracias —dijo ella, mirando directamente a Ash—. Las hice pensando en mi novio.

    Y como para remarcarlo, se acercó con una sonrisa angelical y se colgó suavemente de su brazo. Ash se quedó quieto, con una sonrisa, aunque algo tensa, pero no se apartó. Se notaba que aún estaba procesando lo que significaba tener una novia.

    En ese instante, se escucharon pasos en el umbral, y la puerta volvió a abrirse.

    —¡Hola! El profesor Oak dijo que no importa el…

    La voz se cortó en seco.

    Era Brock.

    El alto, moreno y robusto amigo de toda la vida se quedó congelado en la entrada, una bolsa de suministros en el hombro. Su mirada fue directa a Ash… y luego a Serena, pegada a su brazo como si hubiese estado ahí desde siempre.

    Sus cejas se alzaron, la boca se entreabrió, y por un momento no pareció saber qué hacer.

    —¿Eh…? ¿Ash? —dijo al fin, dando un par de pasos— ¿Con… una chica?

    La sorpresa no era fingida.

    Y no era una chica cualquiera. Era una mujer hermosa, de mirada encantadora. Si no fuera porque estuviera colgada del brazo de Ash, se habría lanzado al piso de forma dramática a declarándole su amor.

    Ash se incorporó, algo nervioso.

    —Brock, qué gusto verte. Ella es Serena —dijo, intentando sonar casual.

    Serena, encantadora como siempre, soltó el brazo de Ash solo para extenderle la mano con cortesía.

    —¡Hola, Brock! Es un placer. Soy la novia de Ash.

    El silencio que siguió fue breve, pero espeso.

    Brock parpadeó lentamente. Una sonrisa incrédula empezó a curvar sus labios y tragó saliva, como si la realidad necesitara un poco más de tiempo para asimilarse.

    —¿Novia...? ¿Ash tiene novia? —repitió, aun incrédulo.

    Ash desvió la mirada, rascándose la nuca.

    —Llevamos poco… estamos viendo cómo va —dijo con honestidad.

    Brock miró a Tracey, buscando confirmación de que no estaba bromeando. Tracey se encogió de hombros, divertido. Pero justo cuando Brock empezaba a recomponerse, soltó sin pensar:

    —¿Y esto… ya lo sabe Mis...?

    No terminó la frase.

    La mano de Tracey le tapó rápidamente su boca, con una sonrisa nerviosa. Brock parpadeó, comprendiendo demasiado tarde, y asintió con torpeza. Tragó saliva y se obligó a sonreír hacia Serena.

    Ash, que no había perdido ni una palabra, suspiró despacio, cruzándose de brazos.

    —¿Por qué todos me preguntan lo mismo? —murmuró con un dejo de fastidio, sin mirar a nadie en particular.

    Tracey desvió la mirada. Brock se frotó la nuca.

    Y Serena… Serena no era tonta.

    Sabía perfectamente a quién se habían referido. No era tan difícil de deducir. Su sonrisa no se desdibujó, pero sus ojos brillaron con algo más agudo. Algo más decidido.

    —Pues yo también quiero que ella lo sepa —dijo, con una dulzura impecable— Después de todo, no hay nada que ocultar.

    La frase quedó flotando en el aire.

    Ash parpadeó, sorprendido y miró a Serena. Claramente había captado que todos hablaban de la misma persona.

    Tracey, quien había intentado a toda costa evitar que Brock mencionara a Misty, ahora se resignaba con una sonrisa culpable.

    —Bueno… creo que a todos les da curiosidad ver cómo reacciona Misty —explicó con una sonrisa algo traviesa— Probablemente se burle de Ash un buen rato.

    Brock, cruzando los brazos y con una sonrisa nerviosa, añadió:

    —Sí, es que siempre se molestan y se pican mutuamente. Eso hace que su amistad sea… interesante, digamos.

    Ash apartó la mirada, mirando hacia otro lado, como si quisiera escaparse mentalmente de la conversación, pero Serena ocultó perfectamente su incomodidad y añadió con entusiasmo:

    —¡Se escucha como alguien genial! La quiero conocer.

    Ash suspiró y le lanzó una sonrisa cansada, aunque en el fondo había un destello de emoción.

    —Podríamos ir a verla mañana.

    Serena asintió, y en ese instante la idea de ver cómo sería ese encuentro les pareció bastante interesante, como si tuvieran una aventura por delante.

    Pero por dentro, Ash sentía algo diferente. No es que le importara tanto… claro que no, pero había un pequeño cosquilleo que lo hacía imaginar la reacción de Misty. Y aunque intentaba convencerte a sí mismo de que no era nada, ese pensamiento le hacía sonreír con un dejo de nerviosismo.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Serena se dejó caer sobre la cama con una gran sonrisa, el teléfono entre sus manos y el diario aún abierto junto a ella. Marcó el número sin pensarlo dos veces.

    —¡Calem! —canturreó apenas escuchó la voz de su amigo al otro lado de la línea.

    —¿Vas a llamarme todos los días, o…?

    —Obvio —rió ella, recostándose boca abajo— Tenía que contarte. ¡Estoy viviendo mi mejor vida, Calem! No sabes… Ash es tan lindo, tan torpe, tan Ash. ¡Pero está funcionando! Lo he acompañado en todo, desde entrenar con su Meganium hasta acompañarlo al laboratorio del profesor Oak.

    Calem soltó una pequeña risa, imaginando a Ash correteando de un lado a otro y a Serena detrás, siguiéndolo como un Togepi que acababa de eclosionar.

    —¿Y no lo has asfixiado ya? —preguntó con sorna.

    —Bueno… —Serena hizo una mueca, mirando al techo— Quizás estoy exagerando un poquito. Pero confío en el libro, Calem. Si dice que tengo que hacerme parte de su mundo, pues me hago parte. Si tengo que mimarlo y animarlo mientras se llena de barro o casi lo matan unos Spearow, lo hago.

    Calem negó con la cabeza al otro lado de la línea.

    —Si tú lo dices… pero recuerda respirar de vez en cuando. Y dejarlo respirar a él también, antes que se termine hartado de ti.

    Serena sonrió, consciente de que tal vez se había pasado un poco. Pero no importaba, ¡porque todo iba bien!

    —Mañana empiezo el paso 2 —anunció, sentándose de golpe en la cama.

    —¿Paso 2?

    —Conocer y conquistar a sus amigos. Ya conocí a Brock y Tracey, y creo que les caí bien —rió— Pero hay alguien más.

    —¿Alguién más? —preguntó con tono casual.

    Ella asintió, apretando ligeramente los labios con incomodidad.

    —Misty —suspiró, se recostó de nuevo, y continuó— No sé qué tiene esa chica, Calem ¡Todos la mencionan! Como si fuera alguien super importante para Ash. Y no es que esté celosa… o bueno, un poquito sí. Pero… ¿y si es una de esas amigas que en realidad no es solo amiga?

    Calem sonrió con ternura al escuchar la inseguridad en la voz de Serena.

    —Tú relájate. No te compares con nadie, Serena. Haz lo tuyo, con tu estilo. Al final… Ash se tiene que enamorar de ti por quién eres, no porque ganaste una competencia invisible con otra chica.

    Serena sonrió.

    —Gracias, Calem. Por eso eres mi mejor amigo.

    —Alguien tiene que mantenerte cuerda.

    Ambos rieron.

    —Te llamo mañana para contarte cómo me va. Voy a conocerla, y a ganármela. Porque eso dice el libro, y porque yo soy Serena, y puedo con esto.

    —Así se habla.

    —¡Bonne nuit!

    Se despidieron, y tras colgar, Serena agarró su diario y escribió con renovada energía.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Diario de Serena — Día 6:

    Hoy conocí a Brock, ¡qué chico tan simpático! Es súper bueno con los pokémon y parece muy protector con Ash, aunque parecía súper sorprendido cuando le dije que era la novia. Creo que no esperaba que Ash tuviera a alguien como yo tan rápido, jaja.

    Y otra vez apareció esa tal Misty en la conversación. No sé mucho de ella, pero se nota que es alguien importante para Ash. Mañana la conoceré por fin. ¿Será mi rival? ¿O solo la típica amiga que se atraviesa en todo? Estoy lista para lo que sea, aunque debo admitir que me pone tensa ¿Será que tengo competencia?

    Sea como sea, este reto apenas empieza y yo estoy aquí para ganarlo... con estilo, por supuesto.
    ¡Vamos por más!

    -----------------------------------------------------------------------------



    :mokuro:Notas:
    En verdad muchas gracias por leer <3
    Sí, tengo que hacer una advertencia honesta: Este fanfic no es realmente amourshipping, sino más bien está enfocado en la amistad.


    Sobre sus comentarios:
    Andy
    Gracias!! Te adelanto que el paso 4 es Gánate a su familia jajaja.

    Confieso. Me divertí muchísimo escribiendo a Serena. Y cuando aparece Misty... uff! Se viene bueno (aunque lo diga yo, jajaja)

    Alli
    Ayy, muchísimas gracias. No sabes cuánto me alegra que lo estés disfrutando <3
    Esa era la idea, esperemos seguir así

    :bulbi:Gracias por leer.
     
    Última edición: 17 Septiembre 2025 a las 7:11 PM
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