Long-fic de Pokémon - 30 días para enamorarse

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Fuzz, 15 Septiembre 2025 a las 7:41 PM.

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    Fuzz

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    30 días para enamorarse
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    2059


    Capítulo 1: Sin paracaídas



    La tarde comenzaba a deslizarse sobre Ciudad Lumiose, tiñendo las paredes de un suave tono anaranjado. El aire tibio entraba por la ventana, meciendo las cortinas, y en medio de su habitación con decoración minimalista y perfectamente ordenada, Serena sostenía un libro con ambas manos.

    Había crecido. No solo en edad, sino en presencia.

    Serena había dejado atrás el corte corto de su infancia. Su cabello ondeado, largo y brillante, le caía por la espalda con naturalidad. Llevaba puesta una blusa blanca de tela ligera, debajo de un vestido rojo oscuro que le marcaba la cintura. Las botas altas le daban un aire decidido, y sobre el escritorio descansaba su sombrero a juego.

    "Nunca te preguntes qué hubiera pasado… actúa antes de que sea tarde."

    Volvió a leer la frase, subrayada en marcador rosado. Una, dos, tres veces.

    Se mordió el labio inferior.

    Habían pasado años desde aquel día en Kalos. Desde esa despedida en la estación, cuando por fin, reuniendo más valor del que había sentido en toda su vida, se atrevió a besarlo.

    Y él no reaccionó.

    Serena cerró los ojos, la escena apareciendo nítida, como si fuera ayer. Había esperado… no, había soñado que Ash la detendría, que la abrazaría, que le sonreiría de esa forma suya y le pediría quedarse.

    Pero él solo se quedó allí.

    Mirándola.

    Con esa eterna expresión de sorpresa desarmada. Más perdido que un Psyduck en un desfile.

    A veces, Serena se había aferrado a la idea de que simplemente fue el impacto de la sorpresa, que no fue indiferencia sino desconcierto. Que tal vez en su alocado y despistado corazón, Ash también sentía algo, pero no supo cómo decirlo.

    Y nunca lo supo.

    Pasaron los años y la duda siguió ahí, silente, incómoda, hiriendo cada intento de olvido.

    Y ya no podía seguir así.

    Dejó caer el libro sobre la cama, se levantó con un impulso eléctrico y sin pensarlo demasiado, salió de su habitación.

    Bajó las escaleras rápidamente y salió por la puerta. Buscó con la mirada la casa de su vecino y amigo de toda la vida y simplemente abrió la puerta y entró, como siempre lo hacía.

    Fue hasta el salón donde Calem estaba tirado en el sillón, con su teléfono en las manos y cara de aburrimiento existencial. Al escuchar los pasos acelerados, levantó la vista.

    Y en cuanto vio esa expresión en su rostro, lo supo.

    Ah, Serena. Con esa mirada de chica a punto de lanzarse al vacío sin paracaídas.

    —Eh… hola —dijo él, dejando su teléfono sobre la mesa— ¿Todo bien?

    Serena se plantó frente a él, el libro en alto.

    —No puedo quedarme toda mi vida preguntándome “¿y qué hubiera pasado?”, Calem. ¡Ya tenemos diecisiete años!

    Calem arqueó una ceja, mirándola con resignación. Supo de inmediato de qué estaba hablando. O más bien, de quién estaba hablando ¿Cómo no? Si habían hablado de ello millones de veces desde que regresó de ese viaje. Suspiró, como quien sabe exactamente qué esperar.

    —Ajá… —respondió con tono paciente—. ¿Y ahora qué tienes en mente?

    Ella puso el libro frente a ella, como si fuera la respuesta a esa pregunta.

    —Voy a ir a Kanto. Una última vez. Me mentalicé, me decidí… ¡Voy a enamorar a Ash!

    Calem abrió los ojos un poco, como procesando la noticia.

    —¿Así de fácil? ¿Vas a Kanto y listo?

    —Claro que no es fácil —dijo ella, abrazando al libro con esa mirada determinada suya— Pero no tengo nada que perder.

    —Solo la dignidad —añadió Calem con una sonrisa ladeada.

    Serena hizo una mueca, se sonrojó de golpe y le lanzó un cojín que él atrapó con una risita.

    —¡Cállate! ¿Qué sabes tú del amor?

    Calem no respondió de inmediato. Solo la miró con esa mirada suya, tranquila y un poco resignada. Le parecía casi adorable cuando se ponía en ese modo: determinada, impulsiva, con esa luz en los ojos que la hacía verse imparable.

    Suspiró.

    ¿Qué podía decirle?

    Serena era así. Y aunque parte de él quería detenerla de hacer una estupidez, sabía que Serena necesitaba hacer ese viaje. Que necesitaba cerrar esa historia de una vez.

    Aunque eso significara que lo dejaría atrás.

    Otra vez.

    Dejó el teléfono y suspiró largamente, para luego mirarla con una pequeña sonrisa apenas asomándose.

    —Supongo que me toca apoyarte en tu locura, ¿no?

    Los ojos de Serena brillaron.

    —¡Sabía que lo harías!

    Y sin más, giró sobre sus talones y desapareció rumbo a su casa, probablemente para hacer maletas y escribir listas de cosas que no usaría.

    Calem se quedó en el sillón y suspiró. Largo y profundo. Se venía una aventura “de esas”.

    Siempre era así. Serena saltaba al vacío sin mirar, y él… siempre estaba ahí para atajarla.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Serena subió las escaleras a toda velocidad, entró a su habitación y tiró su bolso sobre la cama. Se sentó junto a ella, empezando a sacar cosas y hacer una montaña absurda de artículos que claramente no necesitaba para un viaje a Pueblo Paleta.

    —Veamos… ropa linda para las citas, repelente por si caminamos al bosque —se dijo a sí misma mientras revisaba—mi perfume favorito, mi gloss de cereza, la pulsera que me dio mamá… ah, ¡mi diario!

    Lo sacó y lo metió con cuidado en un bolsillo lateral del bolso. Luego añadió un pequeño estuche de maquillaje, una mini linterna, un paquete de galletas, cargador y un frasco de pomada para picaduras.

    Por si acaso.

    Y lo más importante de todo. Ese libro.

    Entonces, bajó de nuevo al salón con el bolso a cuestas, casi más grande que ella, y se plantó frente a Calem, que seguía en el sillón, pero ahora de la casa de Serena.

    —¿Olvido algo? —preguntó, enumerando mentalmente—. Tengo todo lo importante, pero no quiero dejar nada.

    Calem alzó la vista, la observó un momento y soltó una pequeña risa.

    —Serena… no sé qué tanto necesitas.

    —¿Pero y si sí? ¿Y si justo pasa algo y no tengo lo que necesito?

    Él negó con la cabeza y se encogió de hombros.

    —Sabía que no me harías caso.

    Serena le guiñó un ojo con una sonrisa traviesa.

    —Ya me conoces.

    Calem se quedó en silencio un segundo. La miró de verdad, como solo él sabía hacerlo, y entonces le habló con una voz más suave.

    —Solo hazme caso en una cosa —dijo, mirándola a los ojos—. Pase lo que pase… no dejes de ser tú.

    Serena sintió un pequeño nudo en la garganta. Le sonrió con ternura.

    Tres bien.

    Él se puso de pie y le dio su sombrero, poniéndoselo en la cabeza de forma amistosa y un poco brusca.

    —Llámame de tanto en tanto. Alguien tiene que ponerte los pies en la tierra.

    Serena rodó los ojos, pero no podía evitar sonreír.

    —Ya verás Calem, dentro de treinta días… —levantó el dedo como haciendo una declaración oficial— ¡Regresaré con mi novio!

    Calem soltó una risita.

    —Tienes una confianza peligrosa, ¿lo sabías?

    —Lo sé —respondió Serena, sujetando la mochila— Pero esta vez voy en serio.

    Calem se quedó en la puerta, mirándola con una mezcla de resignación y cariño.

    Bon voyage, Serena.

    Ella se giró, le guiñó un ojo y levantó la mano en señal de despedida.

    Merci, Calem. Te llamaré.

    Y en el fondo, Calem solo deseó que, pasara lo que pasara, esa sonrisa no se le apagara nunca.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    El motor del avión vibraba suavemente bajo sus pies mientras las nubes se deslizaban lentamente por la ventanilla. Serena ajustó su cinturón, acomodó la mochila a su lado y, con un gesto casi solemne, sacó de su bolso un libro, de tapa rosada brillante y letras cursivas doradas.

    "30 días para enamorarse"

    Lo sostuvo entre sus manos, contemplándolo como si se tratara de un objeto sagrado. Lo había comprado meses atrás, en una librería de Kalos, con la esperanza de que en sus páginas estuviera la solución a su historia de amor que nunca siquiera logró despegar.

    Y ahora, por fin, iba a ponerlo a prueba.

    Sonrió para sí, acariciando la tapa con los dedos antes de guardarlo en el bolsillo interno de su bolso, bien seguro, como si fuera un tesoro.

    Sacó su diario y abrió una nueva página.


    Diario de Serena — Día 0:

    "Este es el comienzo. Oficialmente. No hay vuelta atrás.

    El libro dice que todo es cuestión de estrategia, oportunidad y actitud. Y yo tengo las tres. Hoy empieza mi plan de 30 días. Treinta días para que Ash Ketchum se enamore de mí.

    Tengo la sensación de que va a funcionar. Lo siento en el aire. Lo sé porque me conozco, porque nunca he estado tan decidida a algo. Y porque mi horóscopo de hoy lo dijo claro: ‘El amor está más cerca de lo que imaginas.’

    Así que… ahí voy, Ash. Prepárate."


    Serena cerró el diario con una sonrisa satisfecha. Guardó todo en su bolso y miró por la ventanilla.

    Intentó dormir un poco, pero estaba tan emocionada que le costó un montón. Y como siempre pasa, logró dormirse cuando ya estaba a punto de llegar. Fue la va voz de la azafata la que interrumpió su corto sueño.

    —Pasajeros, estamos próximos a aterrizar en Ciudad Carmín. Favor de asegurarse de que sus cinturones estén abrochados.

    Su estómago se apretó de puro nerviosismo.

    Se acomodó el cabello, se retocó el gloss en los labios y respiró hondo.

    Se imaginó a Ash sorprendido al verla, sonriéndole de esa forma suya. Se imaginó caminando junto a él, conquistando su mundo, haciéndose parte de sus días.

    Lo sentía. Lo sabía.

    Iba a salir bien.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    El calor suave de la tarde envolvía los campos de Pueblo Paleta, y a lo lejos, se escuchaban los cantos de algunos Pidgey revoloteando entre los árboles.

    Ash Ketchum se sostenía de una rama alta. Claramente él no debería estar allí arriba. Se había recuperado hace poco de un esguince y tanto Misty como su mamá le advirtieron que no hiciera tonterías.

    Pero es que esto no era una tontería.

    —Estoy seguro de que ese Pidgey era shiny, Pikachu — le dijo, con la mirada brillando de emoción— Tracey dijo que vio uno por aquí hace dos días. Solo tengo que comprobarlo.

    Pikachu, en el suelo, lo miraba con curiosidad y las orejas alzadas, preparado por si algo raro salía de entre las ramas.

    Todo estaba en silencio, el ambiente pesado de esa calma tensa previa a que Ash hiciera alguna tontería.

    Se sostuvo de otra rama, estirándose.

    —Solo un poquito más…

    Y entonces, escuchó una voz.

    —¡Ash!

    El grito le llegó de golpe y, por poco, pierde el equilibrio. La rama crujió bajo su peso y Pikachu soltó un “¡Pika!” alarmado.

    Ash se sostuvo como pudo, y el supuesto Pidgey shiny salió disparado de entre las hojas… y no era más que un Pidgey común.

    —¿En serio? —bufó— Sólo era uno normal.

    Bajó de un salto, apoyándose en el suelo con una mueca por el tirón en la pierna que todavía tenía que cuidar.

    Cuando Ash bajó del árbol, Serena lo vio de frente por primera vez en años.

    Y se le olvidó cómo respirar.

    No era el niño de diez años que había dejado atrás. Era un joven de 17, más alto, con el cabello revuelto por el viento, sin gorra, vistiendo un hoodie negro que le daba un aire inesperadamente atractivo.

    Pikachu se acercó a ella con alegría, reconociéndola de inmediato.

    —¡Pika-pi!

    Serena se agachó para saludarlo, pero su mirada volvió a Ash.

    “Arceus… ¿cuándo se volvió así?”

    No dijo nada. Solo sonrió. Pero dentro de ella, un gritito de fangirl que tiene frente a ella a su ídolo de toda la vida. Su voz la sacó de sus pensamientos.

    —¡Serena! ¡Guau, hace cuánto que no te veía! —dijo él, acercándose a ella con una sonrisa amplia.

    Ash la reconoció de inmediato. No había cambiado mucho de la última vez que la había visto, excepto que ahora tenía el cabello largo y claramente se veía más como una chica adulta.

    Serena apenas podía disimular su felicidad.

    —Apuesto que no esperabas verme.

    Ash, por su parte, solo pensó que era genial verla.

    —Oye, qué buena sorpresa —le dijo, llevando los brazos detrás de la cabeza—. ¿Y a qué debo la visita?

    Serena sonrió, llevándose un dedo a los labios.

    —Ya te contaré.
     
    Última edición: 16 Septiembre 2025 a las 2:45 PM
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    Andysaster

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    Mira, no sé a qué se deba la repentina vuelta a los fics de Pokémon por aquí, pero no puedo evitar no fangirlear al ver que se vuelve a escribir de Serena porque yo era una loca del amourship en su día JAJAJA. Sé que esto irá de ella y de Calem (nunca leí nada de la ship, pero no me importa), pero me hizo sentir nostálgica al menos leer interacciones del bobo de pueblo paleta y ella, aish.

    Me gusta cómo representas a Calem, y el hecho de que sean vecinos y amigos de toda la vida les da puntos. Me preguntó cuánto tardará en regresar con él toda sad porque falló en su misión, o si será él el que vaya a buscarla e... Intente enamorarla también? A saber qué rumbo tomarás, pero cuenta conmigo para seguir leyendo. ¡Me mola tu forma de escribir!
     
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    Fuzz

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    Entonces unamos fuerzas para revivir este rinconcito del foro!!

    Gracias por tu comentario <3 te aseguro que hay mucho cariño puesto aquí jajaja y como sugiere la intro, el fic gira en torno a Serena y Ash.

    Y obviamente empezaran a aparecer otras caras conocidas, además de Calem, que ayudarán a que todo sea un poco más caótico, y adorkable.

    Nuevamente gracias por tu comentario! <3 ☆
     
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  4. Threadmarks: Capítulo 2: Novios de prueba
     
    Fuzz

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    Capítulo 2: Novios de prueba



    El atardecer comenzaba a teñir el cielo de Pueblo Paleta de tonos anaranjados y rosados. Una brisa ligera movía las hojas de los árboles, y el riachuelo reflejaba destellos cálidos sobre su superficie. Pikachu parecía tener una entretenida conversación con Sylveon, como si estuvieran poniéndose al día después de todos esos años. Aquella interacción súper animada contrastaba con la que estaban teniendo sus entrenadores, en una banca cerca de ellos.

    Ash estaba con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas, mirando el riachuelo frente a ellos sin saber bien qué hacer ni decir. Tenía las mejillas sonrojadas, el ceño levemente fruncido y una sensación extraña a la que no podía ponerle nombre.

    Serena le había dicho que sentía algo romántico por él.

    Y ahí estaba él, como un idiota, sin saber qué decir.

    Ella era linda. Era divertida. Siempre le había caído bien. Y ahora, ella hablaba de sentimientos románticos y… ¿cómo se suponía que uno distinguía esas cosas?

    Ash se revolvió el cabello sin saber siquiera cómo reaccionar.

    —Serena… —murmuró al fin, sin atreverse a mirarla del todo— Esto es… nuevo para mí. No sé qué se supone que debo decir… ni qué se hace en estos casos.

    Se sonrojó más al admitirlo. Con un suspiro, se enderezó y la miró a los ojos.

    —Lo siento… —añadió, un poco avergonzado— Sólo… no sé qué siento.

    Serena lo observó, y aunque le hubiera gustado una reacción más romántica de parte de él, sonrió. Porque era tan Ash… tan honesto, tan torpe para estas cosas… que no podía evitar resultarle adorable.

    Se acercó un poco en la banca, sin invadir su espacio, pero con una calidez natural.

    —Entonces… —dijo ella, con suavidad— ¿Te gustaría averiguarlo?

    Ash la miró, sorprendido, sin entender nada.

    Serena jugueteaba con sus dedos, con las mejillas sonrojadas y pequeña sonrisa tímida en los labios.

    —Pruebo algo contigo, tú pruebas algo conmigo. Salimos, compartimos, como lo harían… no sé… los novios. Solo treinta días.

    Ash parpadeó, sin saber qué decir. Su cara seguía sonrojada, y su cabeza era un caos.

    —¿Como… novios? —repitió torpemente.

    Serena asintió, con esa determinación dulce suya.

    —Solo treinta días. Si no funciona, no pasa nada. Todo sigue como antes.

    Ash tragó saliva. Seguía sin estar seguro, pero tampoco tenía el valor de decirle que no. Su pecho seguía con ese ritmo raro, pero pensó en ello un instante.

    No podía estar tan mal, ¿verdad?

    Sabía que no estaba enamorado, pero tampoco quería rechazarla y generar un momento incómodo para los dos. Ella había viajado kilómetros sólo para verlo. No podía hacerle ese desaire.

    Además, sentía cierta curiosidad.


    No pasaría nada malo, ¿verdad?

    Solo treinta días. Tal vez él mismo podía aprender algo. Tal vez… ¿y si de verdad resultaba? ¿Y si lograba enamorarse de verdad?

    Y si no… volverían a lo de siempre. Nada de qué preocuparse.

    Se relajó un poco y, aún sonrojado, esbozó una pequeña sonrisa.

    —Está bien —asintió—Me esforzaré… pero no te burles si no lo hago muy bien.

    Una sonrisa se dibujó automáticamente en el rostro expectante de Serena.

    Su emoción y alegría eran imposibles de disimular.

    —Trato hecho.

    Ash suspiró con alivio. Aún no sabía en qué se estaba metiendo, pero por alguna razón, no podía estar mal. Sólo que tenía que acostumbrarse a la idea de que, por esos treinta días, sería el novio de Serena.

    -----------------------------------------------------------------------------
    Habían pasado varios minutos conversando, poniéndose al día entre risas y recuerdos. Todo parecía fluir entre los dos, hasta que Serena sintió que la emoción le desbordaba el pecho, y ya no pudo contenerla más. Con una excusa ligera, se apartó junto a Sylveon apenas unos pasos, lo suficiente para no ser escuchada por su nuevo novio, y así poder hablar con naturalidad.

    Metió la mano al bolsillo y sacó su teléfono. Buscó el teléfono de Calem y marcó.

    —¿Serena? —la voz tranquila de Calem se escuchó al otro lado.

    Serena apenas podía respirar de la emoción.

    —¡¡¡Calem!!! ¡Lo logré!

    —¿Eh? —parpadeó él al otro lado— ¿Qué hiciste ahora?

    Serena giró sobre sí misma, sin importarle si alguien la veía. Sus mejillas encendidas y los ojos brillosos, mientras Sylveon la miraba con curiosidad.

    —¡Ash dijo que sí! ¡Aceptó! ¡Voy a salir con él! ¡Treinta días! ¡Es oficial! ¡Es real! ¡Está pasando, Calem!

    Calem apartó un poco el teléfono de su oído (y aun así podía escuchar los gritos de Serena). Luego volvió a acercarlo a su oído, con expresión resignada.

    —Vaya… sí que eres rápida.

    —¡Lo sé! —dijo ella, sin bajarle el volumen al entusiasmo— Soy la novia de Ash… bueno, técnica, temporal, experimentalmente, ¡pero soy su novia! ¿Te das cuenta de lo que significa?

    Calem se apoyó contra la pared de su habitación, mirando por la ventana con expresión cansada.

    —Significa que me toca escucharte gritar todos los días durante un mes.

    Serena se rio.

    —¡Significa que vas a ver que puedo lograrlo! Te dije que podía hacerlo, Calem.

    Él negó con la cabeza, pero aun así no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

    —Ya, ya, tranquila. Solo recuerda lo que te dije, Serena —dijo en tono suave—: no importa cómo salga todo esto, no dejes de ser tú.

    Ella sonrió, más calmada.

    —Lo sé. Merci, Calem. Te llamaré mañana, ¡y te cuento cómo va la primera cita!

    —Perfecto… supongo que ya no hay forma de escaparme de esto, ¿verdad?

    —¡Para nada!

    Ambos rieron, y Serena cortó la llamada con el corazón convertido en un torbellino de alegría. Apenas bajó el teléfono, se encontró con Sylveon, que la miraba con ojos curiosos. De pronto, lo alzó en brazos con entusiasmo, girando con él en el aire mientras celebraba:

    —¡Está pasando, Sylveon! ¡Es verdad, es verdad!

    Después de un par de vueltas, lo dejó suavemente en el suelo, medio mareado y confundido. Luego Serena se giró hacia Ash, quien lanzaba piedritas al riachuelo junto a Pikachu, ajeno a la explosión de felicidad que acababa de desatar.

    Era oficial.

    ¡Era la novia de Ash!

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Mientras Serena estaba al teléfono, Ash se había dejado caer contra el respaldo de la banca.

    Pikachu saltó a su lado, acomodándose junto a él.

    Ash soltó un suspiro, llevándose las manos a la nuca.

    —Pika…

    Pikachu alzó una oreja.

    —Supongo que ahora tengo… novia.

    El Pokémon lo miró con curiosidad.

    Ash lo miró con una sonrisa nerviosa, y todavía algo sonrojado de solo pensar en la idea.

    —Bueno, algo así. Solo por treinta días. —Se encogió de hombros— No sé cómo se hace eso, pero… voy a intentarlo. Quiero que Serena se sienta bien. Ella… siempre ha sido buena conmigo. Es divertida, se preocupa… y… no sé, tal vez hasta puede ser divertido.

    Se quedó un momento en silencio, viendo las primeras luces de la noche titilar sobre la superficie de ese pequeño riachuelo cerca del camino.

    —Igual, no puede ser tan distinto a una aventura, ¿no? —sonrió—. Solo que sin medallas ni Pokémon salvajes… espero.

    Pikachu sonrió también, como dándole ánimos.

    Y entonces, un pensamiento fugaz cruzó la mente de Ash, sin previo aviso.

    ¿Qué pensará sus amigos cuando se enteren?

    ¿Cómo reaccionará Misty?

    Se quedó quieto, con ese pensamiento rebotando en su mente. Sacudió la cabeza. No se supone que debería importarle ¿verdad?

    Pikachu soltó un “Pika-chu”

    Ash suspiró y cerró los ojos un momento.

    —Vamos a intentarlo, ¿verdad, amigo?

    Pikachu asintió, recostándose junto a él.

    Ash no sabía qué iba a pasar en esos treinta días, pero por alguna razón, una parte de él… tenía curiosidad.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La casa de los Ketchum olía a pan recién hecho cuando Serena cruzó la puerta, sonriendo con ilusión y algo de nervios. Delia salió de la cocina, secándose las manos con un paño, sonriente como siempre.

    —¡Ash! —lo regañó con dulzura— Si vas a salir, al menos avisa para saber si llegas a cenar o no.

    —Je, je… lo siento, mamá.

    —Ay, este chico… —susurró Delia, y sus ojos castaños se posaron en Serena.

    La niña que acompañaba tímidamente a su hijo era encantadora, muy linda. La madre de Ash sonrió con esa calidez natural que la caracterizaba

    —Hola, querida. Soy Delia, la mamá de Ash.

    —Un placer, señora Ketchum. Soy Serena —dijo ella, haciendo una breve reverencia, entusiasmada— Vengo de la región de Kalos, donde conocí a Ash hace muchos años.

    —Qué gusto tenerte aquí, cielo.

    Y entonces llegó el comentario. Ash, como buen bobo con cero tino, soltó sin siquiera prepararla:

    —Ah, sí, mamá… Serena es… mi novia.

    Fue menos de un segundo. La sonrisa de Delia se congeló; su postura se tensó como si hubiera sentido un golpe invisible. Pero ni siquiera el ojo del más hábil Decidueye podría haberlo notado.

    —¿N-novia? —repitió, intentando sonar casual.

    —Sí —asintió Ash, rascándose la nuca y sonrojándose levemente.

    —Desde hoy —aclaró Serena, radiante.

    Delia Ketchum sonrió, y qué sonrisa. Tan dulce como una tarta de manzana recién horneada.

    —Qué… lindo. Me alegra conocerte, querida. Quédate cuanto quieras.

    —Gracias —dijo Serena, feliz.

    Ash, sin notar nada, agregó:

    —Se quedará… un mes.

    Otro leve parpadeo. Nadie notó ese breve temblor en el párpado que duró menos de un milisegundo, reemplazado de inmediato por la habitual sonrisa dulce de Delia.

    —Encantada, cielo. Puedes quedarte todo lo que quieras. Te prepararé una habitación —dijo, esforzándose por mantener la sonrisa.

    Serena agitó una mano.

    —Oh, no se preocupe. Estoy segura de que a Ash no le importará que me quede en su cuarto —dijo con una sonrisa inocente.

    En ese instante, los ojos de Delia cambiaron por una fracción de segundo. Fue apenas un destello, un matiz imperceptible detrás de su dulzura. Pero si alguien hubiera pausado la escena en el frame exacto, habría captado una mirada fulminante digna de anime.

    —Ay, cielo —dijo— ese cuarto es un completo desastre. Insisto en prepararte una habitación cómoda.

    Serena, sin notar nada, asintió encantada.

    —¡Está bien! Es usted muy linda, señora Ketchum.

    Delia sonrió, impecable.

    —Y tú un encanto, querida.

    Ash seguía en su mundo, sin sospechar que su madre quería matarlo ahí mismo.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La habitación que Delia había preparado para Serena era sencilla, pero acogedora. Una camita con sábanas de flores, cortinas color crema y un par de peluches acomodados en un rincón, probablemente de cuando Ash era niño.

    Aunque Serena estaba demasiado emocionada para fijarse en los demás detalles de la habitación.

    Se puso su pijama rosa y dejó su cabello suelto. Se miró en el espejo, sonrojada, tocándose las mejillas.

    “Soy la novia de Ash. Oficial. Real. Está pasando.”

    Se dejó caer sobre la cama y sacó de su bolso su preciado libro de portada rosa: 30 días para enamorarse.

    Lo sostuvo contra su pecho como si fuese un amuleto sagrado.

    —Muy bien… —susurró— Hoy fue el día uno.

    Tomó su diario de tapas de cuero rosa y, sentada con las piernas cruzadas, comenzó a escribir:

    Diario de Serena — Día 1:

    Santo Arceus, Santo Arceus, SANTO ARCEUS!!!
    ¡Es oficial!
    ¡Ash y yo somos novios!
    No sé si alguna vez he sido tan feliz.
    Cuando me subí a ese avión estaba convencida de que este era mi momento… ¡y tenía razón!
    Fue un poco torpe, claro, porque es Ash, pero aceptó. ¡Aceptó!
    Mañana empiezo la primera lección.
    Lección N°1: Sé parte de su mundo.
    Voy a estar con él en todo. Batallas, entrenamientos, tonterías de Ash. No importa. ¡Me tiene que ver como su chica ideal!
    PD: Su mamá es adorable y parece que cocina delicioso. Estos serán los mejores días de mi vida.

    Sonrió, cerró su diario y lo abrazó contra su pecho.

    —En treinta días, estaré viviendo mi mejor vida —susurró, sonrojada.

    Apagó la lámpara y se metió bajo las mantas, con una sonrisa boba pintada en la cara.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash bajó a la cocina, despeinado, en pijama y con Pikachu medio dormido caminando a su lado. Abrió la nevera y sacó una botella de jugo, bebiendo directo del envase. Cuando cerró la puerta, Delia estaba ahí. De pie. Sonriendo.

    Demasiado sonriente.

    —Ash, cariño.

    Ash casi se atraganta.

    —Ah… hola, mamá.

    Delia caminó con calma hasta la puerta de la cocina y la cerró de golpe tras de sí.

    El sonido resonó en la casa silenciosa.

    CLACK.

    Ash tragó saliva. Pikachu se encorvó y bajó las orejitas, con el mismo miedo de su entrenador, preparándose para el regaño como si también fuera para él.

    —¿Qué significa todo esto, jovencito? —preguntó ella, con esa voz que Ash había aprendido a temer de niño.

    Ash tragó saliva, retrocediendo de forma instintiva.

    —E-estábamos… bueno… Serena…

    Ella no lo dejó terminar. Su voz suave era curiosamente más amenazante que un grito furioso. Su miraba se clavaba en él como cientos de cuchillos filosos.

    —¿Qué es todo esto de que de repente tienes de novia a una chica que NO conozco?

    Ash se revolvió el cabello, incómodo.

    —No… no es nada serio. Solo por treinta días. Solo para ver qué pasa, ya sabes…

    Delia lo observó en silencio por unos segundos demasiado largos, con los brazos cruzados. Y sin quitarle la vista de encima, preguntó.

    —¿Y Misty ya lo sabe?

    Ash se quedó quieto. ¿Misty?

    —Eh… no, todavía no se lo he dicho. ¿Por qué tendría que saberlo?

    Delia bajó la mirada por un momento, como si buscara algo en el suelo. Permaneció en silencio durante un largo rato. Luego suspiró, y al levantar la vista, su expresión ya no tenía esa dureza de hace un momento.

    —No… por nada.

    Dijo con voz menos enojada, desviando ligeramente la mirada.

    Ash frunció el ceño, extrañado. Se notaba que su madre estaba… rara. Pero él no quería dejarla con ese sentimiento de incomodidad, así que se acercó un poco, buscando su mirada.

    —Ya verás que Serena es una chica muy agradable. Te va a caer bien —intentó decir, con una sonrisa.

    Delia le sostuvo la mirada. Esa sonrisa suya siempre la derretía, como cuando era un niño y venía corriendo a mostrarle algún Pokémon nuevo.

    Así que suspiró, suave.

    —No lo dudo, hijo… Es solo que… siempre te he visto como mi bebé. Y de pronto esto… tan repentino. No me lo esperaba.

    Ash se rascó la nuca, sonrojado.

    —Créeme que yo tampoco.

    Delia sonrió al fin, de verdad esta vez. Se acercó, le revolvió el cabello y le dio una palmadita en el hombro.

    —Anda a dormir.

    —Sí, mamá.

    Cuando Ash y Pikachu salieron de la cocina, Delia se quedó de pie en medio de la habitación, respirando hondo.

    Y en un susurro, mientras recogía una taza vacía, murmuró:

    —Treinta días.

    Amaba a ese chico más que a nada en el mundo. Y si había algo que ella sí podía decidir, era que, pasara lo que pasara, estaría para él.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash se recostó en su cama, con Pikachu acomodado a su lado. La luz de la luna se colaba por la ventana, y el canto de los Pokémon insecto llenaba el silencio de Pueblo Paleta.

    Miró el techo.

    —Treinta días… —murmuró.

    No era que no le desagradara la idea. Serena era genial, linda, buena amiga. Pero… en el fondo sabía que no sentía nada más que una amistad. Pero suponía que para eso eran esos treinta días ¿verdad?

    Suspiró, giró hacia un lado. Pikachu dormía ya profundamente. Y entonces, sin pensarlo, su mano se deslizó hacia la mesita de noche.

    Sus dedos rozaron algo suave, una tela conocida.

    Tomó el pequeño pañuelo que reposaba allí. Lo apretó un instante en su mano y luego, casi sobresaltado, lo dejó de nuevo en su sitio.

    Resopló, cerrando los ojos con fuerza.

    —Deja de sobre pensar tanto las cosas—se dijo.

    Iba a esforzarse. Haría lo mejor que pudiera.

    Y sin darse cuenta, el sueño lo fue envolviendo.

    Así terminó el primer día. El primero de treinta.







    Probablemente llegaste a este fanfic y pensaste que esta sería una historia toda fluff y tranqui.
    Pero Serena advirtió que va en serio.
    Lección 1 de su libro del amor: Sé parte de su mundo. Y es posible que se lo tome demasiado literal.
    Y no podía pasar de capítulo sin dar un subtle warning de que desde aquí Serena puede parecer un poquito intensa, pero te prometo que luego baja un poco. Por las buenas o por las malas.

    :meowth:Thanks for reading y darle una oportunidad a esta historia que partió como una idea loca que se salió de control jeje <3
     
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  5.  
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    Ay dios, que Delia sea el prototipo de madre sobreprotectora que sabe disimularlo me ha dado mucha risa xDD Creo que es la primera vez que la veo retradada así? Soy muy fan! Me va a hacer mucha gracia ver cómo intenta tolerar a Serena poco a poco pero de vez en cuando maybe se le escapa alguna reacción de rechazo al simplemente aún no procesar que el bobo de su hijo tiene novia... provisional-

    La reacción de Ash en todo esto se me hace tiernucha y accurate. Él no entiende nada de eso, solo le interesan las batallas como buen prota de shonen, pero tiene la consideración suficiente como para empatizar con su amiga y darle esa oportunidad.

    Ya quiero ver cómo las cosas se le van a ir torciendo a Serena en medio de su intensidad por alcanzar su sueño xDD Y adoro a Calem, besto frendo todo supportive. El hecho de que siempre le recuerde que no deje de ser ella me hace imaginar cómo acabará en un futuro próximo... aish.

    ¡Sigue así!
     
    Última edición: 16 Septiembre 2025 a las 6:15 PM
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    Ok, ok, lo prometido es deuda aquí estamos visitando tu fic. Ok primero que nada se agradece siempre leer una historia tan bien escrita. Dejando de lado la trama pienso que es una historia escrita correctamente y que te hace olvidar que estas leyendo, en lo personal hubo varias partes en los que me descubrí imaginandome una de las escenas como si estuviera viendo un cap del anime (especialmente las escenas donde interactuan ash y delia) . El fic está intetesante la amistad con Calem es muy bonita y a parte parece que habrá una tercera en discordia con Misty, eso sí quiero leerlo jejeje. Vas muy bien, sigue adelante por mi parte seguiré este fic con atención, saludos. :D PD: ¡Make the amourshipping great again!
     
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