Exterior Piscina

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Insane

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    Mencionó que si los había hecho ella, y el calor en el pecho fue totalmente natural, me sentía muy bien... como había dicho mamá en algún momento, estar enamorado se sentía bien, y correspondido era algo mucho mejor. No sabía que Kurosawa aún tenía páginas abiertas de historias pasadas, no sabría como me sentiría en caso de llegarlo a saber, y quizá preferiría no saberlo nunca.

    Me dejó un beso que no alcancé a corresponder, ya para el beso de la mejilla me sonreí con suavidad y negué cuando mencionó en que en algún momento pensó en preguntarme por mi sabor de chocolate favorito, y la verdad es que no tenía ninguno, solía ser un dulcero que no me fijaba mucho en el sabor porque de por sí todo me gustaba, no me complicaba en realidad más que cuando era yo quien iba a dar un detalle, ahí si me volvía demasiado dudoso por miedo de que no fuese a gustar.

    —Que bueno que no soy alérgico a nada hasta el momento —me reí tomando el que señaló y me lo comí también.

    Ya luego, cerré con cuidado la caja, la dejé a mi costado y tomé los espaguetis.

    —En casa lo esconderé en mi habitación, si lo dejo en la nevera mi hermano es capaz de que se me los come todos —murmuré medio en queja y ya luego destapé mi almuerzo, revolví los espaguetis y los probé medio desconfiado, pero a la final no sabían mal—, ¿quieres probar? pero... no vayas a esperar algo de restaurante, soy yo improvisando en la cocina con un video de internet.
     
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    Zireael

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    Lo mejor era que Zoldryck no supiera nada más, era cierto que le había soltado la sopa en la enfermería el día que el necio se negó a dejarle ir, pero era innecesario hacerle saber que seguía pensando en esto. En lo que ya no tenía, en lo que había perdido para siempre y la sangre que existía a mi alrededor. Él no lo merecía y entre todo no creía que a mí me diera el corazón para admitirlo.

    Por eso seguí como si nada, por eso sepulté mis pensamientos en el fondo de la mente. Él dijo que no era alérgico a nada por ahora, dato que guardé en la memoria para el futuro y él comió ese chocolate también, sacándome una risa floja. Sumando a eso dijo que los escondería o su hermano se los comería, cosa que no era de extrañar. Como fuese, cuando quise darme cuenta estaba ofreciéndome de su comida y una tontería se me ocurrió.

    —Pues si no te molesta compartir conmigo, sí —contesté respecto a la comida.

    Podría haber tomado un bocado por mi cuenta, pero me incliné apenas hacia él y abrí la boca, esperando que me diera a probar su almuerzo.
     
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    Insane

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    Tragué grueso cuando se acercó y abrió la boca. Entendí el mensaje y di vueltas con el tenedor, captando el espagueti con la crema de leche, se lo acerqué lo suficiente y cuando ya se hizo con ellos lo alejé ladeando un poco la cabeza, mis cejas mostraron algo entre duda y preocupación. No sabía mal, pero ella si solía cocinar y lo que preparaba si sabía muy bien, por lo que no quería que pensara que era un total inútil en esto.

    Aguardé a su comentario en lo que procedía a revolver nuevamente mi comida.

    —¿Qué tal?

    Aunque hacía calor -lo suficiente para sentirme sudar un poco- por los árboles se sentía bastante fresco. Miré la piscina y me pregunté si sería mejor invitarla a un parque acuático o a cine. Debía ponerme a mirar que películas estarían en cartelera para esa fecha, y ver si valían la pena para llevarla conmigo o si definitivamente tendría que ver otras alternativas.
     
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    Zireael

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    Recibí la comida con naturalidad y mastiqué con calma. En sí no sabía mal, la pasta no se le había pasado de cocinada y pues la crema con atún no era ciencia nuclear ni nada para pifiarla. Si acaso sentí que le faltaba un poco de alineo, corregir una pizca la sal y otros condimentos para darle algo más de sabor a la crema, pero supuse que eso le había pasado por no poder probarla antes de salir de la casa.

    —Está rico —contesté cuando pasé el bocado, tampoco iba a darle toda la cátedra. En su defecto, se me ocurrió algo así que hablé de nuevo—. ¿Quieres intentar cocinar más cosas? Podría enseñarte, no tengo problema.

    Lo había notado mirar la piscina también, pero no se me ocurrió lo que pudiera estar pensando y lo que hice fue prepararle un bocado con arroz y un trocito de pollo empanizado. Le di un toque suave en la pierna para llamar su atención y entonces le extendí los palillos con la comida para que probara también.

    —¿Tienes algunas comidas favoritas?
     
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    Insane

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    Sentí alivio cuando mencionó que estaba bien, pues al menos era comestible hasta para ella. Yo retomé el seguir comiendo luego de su comentario, bajé luego la comida con el jugo y asentí a su ofrecimiento de enseñarme. En realidad no era algo que me llamara la atención, pero si eso me hacía compartir más tiempo con ella funcionaba, y así también le diría a mamá que ya no era un inútil en la cocina, aunque sabía que le daría más o menos lo mismo.

    El tener tantas comodidades tenía sus cosas negativas, o no sabría muy bien como definirlo aún...

    —Me gusta mucho el Gibanica, es un pastel de queso que se realiza tradicionalmente en mi país, a, y también Poutine de Canadá, ese solía comerlo los fines de semana con mi hermano y Gen cuando vivíamos allá. ¿Y tú?

    Por acá voy cerrando porque sé que no me dará para otra respuesta, gracias por la interacción fue divertida :D
     
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    Zireael

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    Él accedió a mi oferta y aunque llegué a preguntarme si lo hacía por compromiso, la verdad era que tampoco tendría que pensarlo tanto. Tampoco iba a enseñarlo a prepararse cinco tiempos de comida capaces de impresionar a un chef, era solo un par de cosas para que pudiera cocinarse si de repente tenía antojo de algo y ya. Imaginaba que estos chicos, forrados como estaban, no necesitaban pensar tanto en sus comidas, pero daba lo mismo también.

    Ninguna de las dos comidas que mencionó me sonó de nada, por lo que otro día le pediría que me pasara los nombres por chat para al menos poder investigar en condiciones. Dudaba mucho poder preparar algo que era más... tradicional, pero no se perdía nada en el intento. No conté con que me regresara la pregunta y tampoco tenía una respuesta específica, así que improvisé. El nombre de Allen me molestó, debía admitirlo, pero bateé la sensación de inmediato.

    —Me gusta el curry —contesté unos segundos después.

    Me estaba comiendo el último bocado cuando me fijé en la hora, así que me puse a levantar campamento, dándole tiempo de hacer lo mismo. Cuando estuvimos de pie busqué su mano, la sostuve y me estiré para alcanzar a besarlo de nuevo. Fue suave, casi delicado, y le dejé un beso más en la comisura de la boca, también otro en la mejilla y el último en la punta de la nariz.

    —Vamos subiendo, cielo —le dije en voz baja y empecé a caminar sin dejar ir su mano.

    por acá cierro x2 uwu estuvo lindo juntar a los niños <3
     
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    Amane

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    Suspiré con pesadez una vez llegué a la piscina, sin demorar ni un segundo en quitarme los zapatos para meter las piernas dentro del agua. Era una verdadera desgracia que odiara tanto el bañador escolar, porque no había nada que desease más en ese momento que darme un buen baño en la piscina, but alas... incluso mi talla me iba un poco pequeña y, para ser sinceros, hubiera preferido mil veces poder venir con uno de mis más que favorecedores bikinis.

    Me dejé caer hacer atrás mientras me comía uno de los bombones de Emi-chan, soltando un 'mhm' de pura satisfacción mientras movía un poco las piernas con aire distraído. El chocolate estaba muy rico y la niña había sido adorable, aunque me encontraba francamente decepcionada en general. Es que, a ver, ¿por qué nadie se había acordado de la rubia bombshell que les había regalado el mejor polvo de su vida? Such neglect, truly...

    —Igual debería empezar a ser más selectiva con mis ligues... —murmuré, mirando un nuevo bombón a contraluz—. Oh, but I like it so much, it's impossible!

    Grandes dilemas los que tenía yo, desde luego.
     
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    quem

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    La vida seguía y las responsabilidades también mi vida no era fácil, pero yo no me le complicaba para ser hija de un don me tomaba todo muy fácil, pero en realidad nunca lo había sido desde el día en el que mi madre se fue al igual que mi abuelo y lo único que tenía era mi hermano menor el único que realmente me importa defender de este mundo lleno de peste. Porque si eso era lo que había, pura peste rondándonos.

    Como fuese, no sabía con certeza hacia dónde me dirigía, pero quería un lugar solo y tranquilo, una novedad eso en mí, pero no sabría decir cómo llegué a la piscina, pero así lo hice apenas y distinguí una cabellera rubia y yo sabía muy bien de quién era.

    Alisha.

    Cuando fue la última vez que tuve la oportunidad de hablar con ella, no recordaba, pero ahora que estaba aquí le preguntaría qué había hecho con el dibujo que realicé de ella. Tenía esa curiosidad rondando por mi mente. Poco sabría decir si me noto, pero apenas la alcancé. Me senté a su lado y recién noté que estaba comiendo chocolate. Bajé mi vista a donde tenía sus piernas.

    Entonces no me quite los zapatos hasta que le hablé.

    —Ali —sonreí ante de terminar de colocar las piernas dentro del agua—. Qué gusto verte, ¿esta muy rico el chocolate?

    Heyo Amane
     
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    Amane

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    El solecito tan placentero dándome en la piel al mismo tiempo que el agua de la piscina regulaba mi temperatura corporal estaba siendo un combo asesino. Estaba haciendo lo posible por mantener los ojos abiertos, porque sabía que si los cerraba iba a quedarme frita en dos segundos, y la única manera de asegurarme de ello era comiéndome los chocolates, pues al menos así tenía una excusa para estar moviéndome constantemente. ¡Estaba comiendo dulces por un bien mayor, vaya!

    Me encontraba tan distraída con eso que ni siquiera noté la presencia de Eda hasta que estuvo a mi lado hablándome, aunque ni siquiera en ese momento reaccioné de manera visible por su cercanía. Giré la cabeza para mirarla, entornando los párpados con algo de pereza, y asentí un par de veces antes de volver a dirigir la vista al cielo.

    —Muy rico, Edam-chan, sobre todo porque lo hizo una linda kohai con mucho cariño~ —canturreé divertida, antes de llevarme las manos tras la nuca—. ¿Cómo has estado, bonita?
     
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    Sonreí, mientras la miraba fijamente por un rato. No era una amante a las cosas dulces, pues la última que vez que probé algo así no me fue muy bien que digamos. Mi vista se desplazó hasta el agua, se sentía muy bien, no mentiría sobre eso. Hasta me estaban dando ganas de meterme, para darme un chapuzón, pero, ajam estaba con el uniforme, aunque yo más que nadie sabía que esto no era un impedimento para hacerlo.

    No se tal vez necesita de alguien que contribuyera todo lo que estaba pensando ahora.

    Escuché la pregunta de Ali en lo que me volvía a verla. Me encontré con su mirada entornada, encima se le notaba la pereza que tenía.

    —Síguelo disfrutando entonces —ladeé la cabeza, para así poder contestarle a la pregunta que anteriormente había hecho—. Muy bien, hasta puedo decir que no hay nada loco que no pase en mi vida —sonreí divertida—. ¿Y a ti cómo te ha ido Schätzchen? ¿Qué de nuevo? ¿Sabes? Ahora que lo pienso muy bien y estamos aquí, tengo la curiosidad de saber de qué pasó con el dibujo.

    Apenas e invadí su espacio al querer recorrer su rostro.

    >> ¿Lo has cuido muy bien?

    Heyoo por si acaso Schätzchen significa Tesoro / cariñito en alemán.
     
    Última edición: 21 Agosto 2025
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    Amane

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    —¿En serio? ¿Y te ha pasado algo muy interesante que me puedas contar~? —pregunté, con un deje de diversión en mi voz, y al poco rato me encogí de hombros con algo de pereza—. Yo también he estado bien, aunque bastante tranquilita... aburrida, incluso —añadí, dejando salir un suspiro decepcionado justo después.

    Era una verdad a medias, pero qué más daba. No podía decir que no me lo había estado pasando bien desde la última vez que hablé con Eda, pero era una diversión bastante inocente para mis estándares y, vaya, nunca era suficiente cuando los chutes de dopamina eran tan adictivos. No era algo que tuviese que interesarle en detalle a la muchachita, de todas formas, por lo que dejé el tema así y me centré en sus siguientes palabras.

    Recuperé la sonrisilla ladeada al acordarme del dibujo en cuestión y, antes de poder abrir la boca, noté como una pequeña sombra se erguía sobre mi rostro. Abrí los ojos sin ninguna prisa, ensanchando la sonrisa al ver que mi suposición había sido correcta, y paseé la mirada por su expresión durante un segundos, antes de levantar un mano para repasar el puente de su nariz con mi dedo índice.

    >>¿Por qué quieres saberlo? Me lo has regalado, así que ahora es mi problema, ¿no? —cuestioné, con la voz por completo suavizada—. ¿O acaso planeas regañarme si te digo que no lo he estado cuidando~?

    imagina tener una conversación normal con ali, es inconcebible (?)
     
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  12.  
    quem

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    —Siempre hay algo —sonreí pensando si podría decirle que mi familia no era normal y que aquello que me dejaba loca por algunas razones —. Mi vida no es normal, para nada, desde mi familia. ¿Qué harías si te dijera que soy como esas princesas de la mafia? ¿Un poco loco, no?

    La miré, repasé sus facciones y sus reacciones. Reí por lo que dijo, no me creía eso de que había estado aburrida. Muy pocas eran las veces que salía, pero cuando lo hacía, lo disfrutaba porque era ese el momento en que me permitía ser como era realmente. Por esa razón, tal vez me entendía con Alisha.

    —¿Así? ¿Y qué haces normalmente para no aburrirte? Tengo ciertos beneficios; si quieres, podemos ir algún lugar algunos de estos días.

    Ya había invadido su espacio al escuchar lo que dijo, reí, y cuando repasó el índice por mi nariz, seguí todos sus movimientos, alcé una ceja divertida.

    —¿Regañarte? —sonreí manteniendo mi lugar, no moviéndome ni un centímetro—. ¿Eso te gustaría? Además, imagínate que acabe en las manos equivocadas, aunque no creo que te importe mucho, ¿no? ¿A quién ya sé lo enseñaste?

    Entonces llevé mi mano a los primeros botones de la camisa del uniforme, no lo llegué a tocar en sí, fue por encima. De pronto quise saber algo nose si llegaba a pintarla otra vez. Quería que también saliera eso, que sentía curiosidad.

    —¿Schätzchen tienes algún tatuaje? —sonreí—. Yo tengo uno por aquí —le señalé el lugar justo donde tenía mi mano—. Tengo pensado hacer algo con el tuyo si me lo permites.

    Jajaja no me lo imagino mucho y más si hay alguien que se parece a ella..
     
    Última edición: 25 Agosto 2025
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  13.  
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    Alcé una ceja al escuchar su pregunta de qué haría si me enterase que era una princesa de la mafia, en una señal de evidente escepticismo. Tuve que abrir los ojos para buscar los suyos, buscando evaluar si me estaba tomando el pelo o no, pero tras unos pocos segundos decidí simplemente dejar salir una carcajada de pura diversión. Me encogí de hombros después, sin darle mucha importancia al asunto.

    —Pues te diría que no todos los padres que meten a sus hijos en esta escuela han hecho su fortuna de manera legal, así que uno más a la lista... —dejé la frase en el aire, sin pretender añadir nada más, y una nueva sonrisa sedosa me alcanzó al escuchar su oferta—. Lovely~. Tengo dos métodos infalibles para no aburrirme, Edam-chan: ligar y joder. Si me invitas a un sitio para hacer lo primero, posiblemente salves a algún alma inocente de lo segundo...

    Bajé la mano tras haber acabado mi recorrido en la punta de su nariz, mientras una nueva carcajada volvía a escapar mis labios, divertida por la desfachatez que esta chica tenía para estar a mi altura. ¿Que si me gustaría que me regañase? Quizás, pero no pensaba que nuestra relación hubiese avanzado tanto...

    >>El dibujo está bien guardado, no worries —acoté al final, suavizando el semblante—. Lo he pegado en una pared de mi cuarto y solo se lo he enseñado a un amigo. He really liked it, by the way~

    La miré de reojo cuando movió su mano, curiosa por el motivo de ello, y una nueva expresión entretenida permeó mi rostro al entender hacia dónde pretendía llevar la conversación. ¿Quería hacerlo algo con aquella información? Por regla general no hubiera sido tan complaciente, pero si podía aportar algo a una artista en ciernes...

    >>Tengo dos y son todo tuyos~

    Me desabroché poco más de la mitad de los botones de la camisa, dejando a la vista la frase que tenía justo debajo del sujetador, y al poco rato me levanté parte de la falda, mostrándole la rosa que tenía dibujada en la ingle. ¿Era mi culpa que los tatuajes estuviesen en zonas tan comprometedoras? Well, yes! Pero no era mi culpa que aquellas fuesen opciones tan atractivas...

    Muy buen momento para linkear este post en el que salen los tatus de ali-chan :D Y también cierro por aquí con la niña, que seguramente no postee más uwu gracias por caerme, siempre disfruto roleando a esta pendeja so estoy muy agradecida por cualquier oportunidad de hacerlo <3
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
  14.  
    Zireael

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    Vamos —aseguré de lo más convencido—, ¿cómo privaríamos al mundo de semejante evento? Sería una injusticia. ¿Lo bueno? Tenemos tiempo para hacer investigación al respecto, porque yo tampoco soy el mejor consumidor de contenido... Bueno, no, miro mucho Instagram, pero ya. Me quedo dormido mirando la tele, ¿así cómo voy a dar con el dúo rubio-pelirrojo que necesitamos?

    Obviamente la pobre acabó sumida en una nueva sesión de lamentaciones, tampoco fue que durara mucho en sí, ya que pasó lo de su clase y la cosa que, ¡en mi cara! Había metido en la bolsa antes de ofenderme de todas las maneras imaginables en cosa de un minuto. Claro que se me olvidó lo otro, ¿cómo no? Encima de todo defendió que en vez de como princesa debía tratarla como reina y con el brazo en que cargaba mi propia bolsa hice un movimiento algo exagerado, como si estuviera dejando el pasillo entero a su disposición.

    —¡Disculpe usted, mi reina! —apañé sin distraerme con el ataque de risa que le había dado ni nada—. ¿Perdonará la ofensa de este pobre plebeyo?

    Ya en la máquina afirmó que no tenía que pensar porque una dama siempre sabía lo que quería y no pude evitar alzar una ceja, como juzgándola por justamente "saber lo que quería" cuando eso, obviamente, me incluía a mí. Hablando de kinks y eso, ¿quién era la que terminaba liada con el motero tatuado? Pero oye, que aquí no juzgábamos nimiedades como esas, para nada. Igual el asunto me distrajo y ella puso el dinero.

    —¡Pero no me dejas tratarte como reina, Sasha, tienes que ser coherente con lo que dices! —Me lamenté casi pegando la cara a la máquina donde habían desaparecido sus monedas—. Iba a invitar yo, que ahora soy un asalariado y esas mierdas.

    Me despegué de la máquina, decepcionado, y de repente ella estaba tratándome como un niño. La dejé hacer, quejándome por lo bajo solo por la gracia, y de la nada se puso a decir cosas que, si me lo preguntaban, no eran para nada difíciles de conseguir. Cualquiera olería mejor que un tipo que se la pasaba en el mar, casi cualquiera tendría mejores modales que un recluso y, ¡peor todavía! ¡Todos íbamos de camisa y pantalón!

    —En mi humildísima opinión, este outfit de preparatoria no me queda mejor que mi ropa de calle, ¿pero qué podré saber yo, verdad? —apunté, frunciendo un poco el ceño, y y me zafé de sus manos para elegir un jugo de frutas—. ¡Todos nos vemos igual, es un uniforme! ¡Un uniforme de escuela pija, encima! Es como si hiciera cosplay de niño rico.

    No medí la cantidad de estupideces que estaba soltando por minuto, como siempre, y en el momento en que ambos tuvimos las bebidas volví a hacer el gesto exagerado con el brazo para escoltar a Su Majestad al exterior. Luego le ofrecí mi brazo de nuevo, por supuesto, y así hicimos el camino hacia la piscina. Afuera se sentía el viento, pero no era que estuviera haciendo frío ni nada, como ella bien había apuntado al decir que con el sol mojarse los pies no sonaba mal.

    —No es para nada porque seas australiana, pero seguro que tu alma de aussie está muy a gusto con el solecito y la piscina, ¿a qué sí? —La molesté mientras nos acercábamos—. ¿Cómo vas con todo? Ya sabes, trabajo, casa, escuela.

    Por un momento tuve la decencia de cortar mi sin fin de tonterías para hacer una pregunta de verdad, porque genuinamente me interesaba, y formularla le dediqué una sonrisa.
     
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  15.  
    Gigi Blanche

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    —Y a todo esto, aunque nos ilumináramos y consiguiéramos los mejores disfraces de la galaxia, ¿dónde se supone que los usaríamos? —Lo miré, consternada—. ¿Alguna vez fuiste a una fiesta de Halloween? ¡Porque yo no!

    Me reí al oírlo decir que se quedaba dormido viendo la tele y asentí, compartiendo la desgracia y la experiencia. Estábamos viejos, no había mucho que hacerle. A este paso nos cargarían en silla de ruedas a los cuarenta. Luego solté la estupidez más descarada que recordaba haber oído de mí misma en mi vida entera, y por un buen rato no pude parar de reír. Escuché la estupidez que él dijo por debajo y seguí el movimiento de su brazo, inclusive, sólo no fui capaz de responderle de inmediato.

    —Claro que sí —dije varios segundos después, con un delay tremendo y la voz aún cruzada por la gracia—. Una reina siempre debe ser misericordiosa.

    A ver, ¿y seguía? Argumentaría que él me brindaba el espacio para decir semejantes estupideces, seguramente. Tampoco podía negar que, a mi ego, una broma del calibre no le desagradaba. Alcanzamos la expendedora y, para cuando volteé y vi la forma en que me estaba juzgando, ya había puesto el dinero y elegido mi zumito. Me encogí de hombros en un gesto inquisitivo, plenamente convencida de que ponía en tela de juicio mi selección de bebida y no mis elecciones de compañía. Llegados a este día, ya había naturalizado por completo su presencia en mi vida. Al final volvió a quejarse y solté una nueva carcajada viéndolo pegar la cara a la máquina. Iba a decir que una reina también tiene que ser generosa, pero ya no me dio la cara para tanto.

    —¡Yo también soy asalariada! Y quiero invitarte un juguito, así que te invitaré un juguito. —Asentí, plenamente convencida—. Ya luego me invitas otra cosa si quieres mantener tu honor de caballero intacto, y de paso me sorprendes~

    Entonces le estampé las mejillas y procedí a "consolarlo". Mis intenciones conectaron justo como quería y me entretuve muchísimo con su nueva seguidilla de quejas. Era un payaso, pero me hacía muy feliz oírlo lloriquear nonstop y me daban ganas de comérmelo. Se zafó de mi agarre y me colé por un costado para recoger mi zumo, que ya había caído en la bandeja inferior.

    —No puedo opinar de tu ropa de calle, cielo, sólo la vi una vez y honestamente, ahora que lo dije, ese fact me ofende muchísimo. ¡Muchísimo! —Me fui enfadando conforme hablaba y acabé mirándolo con el ceño bien fruncido—. ¿Y qué? Es un uniforme, sí, pero te queda bien y punto. Bueno, al menos a mí me gusta cómo te queda.

    Acepté su brazo a regañadientes, y apenas el sol me acarició la piel mi estado anímico viró por completo. Sonreí amplio, alzando el rostro y cerrando los ojos, confiada de que la guía de Arata bastaría para no comerme el suelo. Una risa me vibró en el pecho al oírlo.

    My aussie soul is very happy, indeed. Yo es que me achicharro en invierno, no lo entenderías, me chupo como una pasa de uva y me convierto en... en... ¡en algo muy achicharrado!

    Al ingresar a la piscina, me alivió notarla vacía y me desprendí de su brazo, acercándome para empezar a caminar por el borde lentamente. La pregunta de rigor no se hizo esperar demasiado, pero me concedí un rato extra antes de atenderla.

    —Bien —respondí, una vez regresaba en su dirección—. El dinero no ha sido un problema últimamente, which is good, y el trabajo ha estado aburrido, which is also good.

    Pero eso no era lo verdaderamente importante, ¿cierto? Llegué frente a él, deposité la bolsa en el césped y me desinflé el pecho, acunando su rostro con ambas manos. Lo miré fijo, acariciando su piel con los pulgares, y transcurridos algunos segundos murmuré:

    —¿Cómo has estado tú, cielo?
     
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    Zireael

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    —¡Sasha Pierce! ¿Debo recordarte que tuvimos la dicha de vernos en el despilfarro de dinero más asqueroso que le habré visto a nadie en esta academia hasta ahora? —Fuera coñas, lo de la mascarada había sido una locura de proporciones bíblicas. Casa, alcohol, juegos. Ni usando la pasta del viejo Reaper (ni era mía, empezando por ahí) podía yo imaginar vivir semejante despligue tan de cerca—. ¿Vas a decirme que estos locos no van a salir con una fiesta de Halloween que supere con creces el evento? Da igual que no hayas ido a una, yo he ido a borracheras de Halloween que la larga son casi lo mismo.

    Por otro lado, claro que Sasha de toda la gente entendería mi tragedia de quedarme dormido mirando la tele. Ya mis hermanos ni me pedían mirar anime con ellos, que porque siempre me dormía y cuando me despertaba preguntaba qué diablos estaba pasando. Era una causa perdida.

    Eso a un lado, ella se siguió descojonando e incluso cuando pudo calmarse lo suficiente para contestarme, bueno, se le coló la gracia en la voz. Ante lo de la misericordia de la reina entonces yo solté la risa, no pude evitarlo, y apañé un "Ya veo" un poco ahogado por ella.

    —¡Pero así no funciona! —Seguí con la tragedia de no haberla podido invitar al juguito—. ¿Ahora también me harás pensar en una sorpresa? Me quejaría, pero es así cómo funcionan las reinas...

    Luego cuando me di cuenta estaba quejándose de que la ofendía solo haberme visto en ropa de calle una vez, su ceño fruncido fue la cereza del pastel y también su creciente enfado. ¿De repente parecía esto un regaño y un halago a la vez? Dios, qué circo. Se lo agradecía, por seguirme la tontería con todo ya no estaba pensando en las cosas que me rodeaban, al menos no tanto. Igual cedí, dejándola llevarse la razón y la victoria, suponía, y al verla reaccionar al sol una vez salimos no pude hacer más que sonreír y la guié para que no fuese a besar el suelo.

    —Si sigues contándome sobre el terrible estado en que te sumes en invierno acabaré llorando en verano —apunté, divertido.

    La dejé soltarse ya en la piscina y seguí sus movimientos, vi los destellos de su cabello bajo el sol, los reflejos del agua en sus piernas y pensé en el sonido de su voz. Agradecía la presencia de Sasha en mi vida, su compañía, sus atenciones y cuidados. Era... complicado, pero hace años que no me sentía cuidado por nadie y yo vigilaba a todos. A mamá, a mis hermanos, a los cachorros.

    El pensamiento se me desvió entonces, recordé el año de la muerte de Yako y recordé a Hikkun cuidándome. Hikkun me cuidaba y luego se iba a la mierda, se desaparecía y yo no podía recordar, en medio de mis intoxicaciones, si al menos le agradecía. Recordaba su voz de cachos y su agarre a mi alrededor, pero luego de eso, ¿qué pasaba con nosotros? No lo sabía y él parecía no querer ni acordarse de ello.

    Su respuesta me hizo un poco de gracia, aunque me pareció bastante limitada teniendo en cuenta el contexto. De todas formas digamos que no dudaba de la capacidad de Sasha para, de una u otra forma, perservarse a sí misma.

    —Si necesitas que te pase a buscar y que te lleve a casa, puedes pedírmelo —dije desde mi posición—. O si necesitas cualquier cosa en verdad, ya sabes. Nos ayudamos entre los dos.

    Ella se acercó, dejó la bolsa y me acunó el rostro. Sus caricias me hicieron cerrar los ojos y su pregunta, claro, llegó. Me sentí cansado y agobiado, no por la pregunta en sí, si no por la conciencia que me otorgó sobre mí mismo y respiré profundamente, hilando pensamientos o eligiendo por donde comenzar.

    —Agotado, supongo que eso lo resume todo —contesté y me aparté con cuidado de su tacto para invitarla a sentarse donde mejor le pareciera—. A mamá la muerte del viejo hijo de puta la derrumbó, así que nos hemos estado centrando en cuidarla. Sei y yo, quiero decir, y en cuidar de Izu que ha estado más ansioso desde entonces también.

    Todavía le debía todos los detalles del caos, ¿cierto?

    —Y Sei procura tenerme vigilado. El día del... Yo qué sé, el principio del fin, nos hicieron ir de la jefatura de Shinjuku y todo fue una mierda. Acompañé a mamá, dejé a Sei con Izu, después la llevé a casa y me fui. Bebí como descocido varios días seguidos, terminé en casa de Hikkun, Hikari, un amigo al que fui muy cercano hace años —conté apenas por encima del murmullo del filtro de la piscina—. Luego seguí y seguí... Yuzu tuvo que ir a buscarme. Me aparecí en la escuela borracho, luego me tuve que desintoxicar a la fuerza y todo el show, así que es normal que Sei esté un poco paranoico. Es la segunda vez que pasa una cosa así. Paralelo a eso han seguido pasando cosas en todas direcciones, ya sabes cómo es, cuando crees que dejaste bien un lado de cubo de Rubik se te desbarata el otro.

    Una vez sentados, me dejé la bolsa en el regazo y golpeteé el contenido con las yemas de los dedos. No sabía... no tenía idea de cómo empezar con lo más pesado de todo lo que ocurría, la mierda aquella de las pastillas.

    —Sei apareció con pastillas para mamá, para tratar de estabilizar su estado mental quiero decir y no tengo idea todavía de a quién o cómo las consiguió —añadí y al decirlo en voz alta me resultó casi igual de horrible que haberlo presenciado. Por unos segundos no hice más que respirar—. El jodido mocoso me dio diez vueltas, llevaba una eternidad ahorrando el dinero que yo le daba y entonces cuando todo reventó sacó la reserva y revolvió el puto mundo para encontrar algo, lo que fuese, que aliviara a mamá. Es entre sorprendente y angustiante.

    >>Luego un poco lo de siempre. Alisha hinchando los huevos, yo cagándola, Cay en uno de sus dramas versión remasterizada, Ko por el otro lado que solo Dios sabe lo que pasa con él una buena parte del tiempo, que yo cuide de los dos... En fin. Es un no parar.
     
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    Gigi Blanche

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    La mención de mi nombre completo tan repentina, como si me hubiese anotado al servicio militar y no lo supiera, me hizo dar un respingo y parpadear, enfocando toda mi atención en él. Una parte de mi cerebro sintió el impulso de exclamar "¡presente!" y la tontería me dio gracia. Ah, cierto, la mascarada. Bueno, suponía que no podía culparlo por asumir que organizarían otra fiesta del calibre.

    —Una fiesta fancy de Halloween sería divertido —acordé, levemente abstraída, y esbocé una sonrisa suave—. O... quizá consiga rascar invitaciones a alguna fiesta aún más fancy. You know, like, extra fancy.

    Se me acababa de ocurrir, pero el nacimiento de toda gran empresa siempre era una gran idea, ¿cierto?

    —Pero si ya te estás quejando —le repliqué, riendo, frente a la máquina expendedora—. ¿Tan terrible es pensar una sorpresa para mí? ¿No me la merezco, acaso?

    Le hice ojitos, por supuesto, y dos segundos después me había ofendido con todo lo que tenía. Salimos, alcanzamos la piscina y le conté cómo me había estado yendo en un puñado de palabras. Quizá fuese mi costumbre de no darle reportes extensivos a nadie, de ocuparme de las cosas y ya, pero también era consciente de la información que omitía adrede. No quería preocuparlo hablándole del loco de Frank, o de las pastillas con las que me había intoxicado, o del par de imbéciles apareciéndose en la escuela. Me creía capaz de resolverlo sola, como siempre había hecho, sin la necesidad de encender las alarmas de nadie.

    Recibí su oferta, ante la cual sonreí y asentí. Ahora que lo mencionaba... quizá no fuese tan mala idea, estaba gastando un buen dinero en taxis a la salida del Paraja, aunque ¿le quedaría bien a él? ¿Desviarse hasta Suginami?

    —Tiendo a salir entre las tres y las cuatro, dependiendo la cantidad de clientes que haya... —murmuré, dubitativa, y lo miré—. ¿Seguro que no es molestia?

    Al recoger su rostro y ver su reacción, supe que su respuesta no sería tan resumida ni liviana como la mía. Nos guié hacia el extremo menos hondo tras agarrar mi bolsa y, una vez sentada, empecé a quitarme los zapatos y los calcetines sin desatenderlo. Más allá de la relación de su familia con Ryouta podía entenderlo, a papá también le había costado mucho salir adelante tras la muerte de Eloise y comprendía la carga y esfuerzo que eso conllevaba. Zambullí las piernas con cuidado hasta alcanzar el suelo y me quedé de puntillas, con el agua acariciándome un par de centímetros por encima de las rodillas.

    Me acerqué a él, apoyé las manos en una de sus piernas y lo seguí escuchando. Me habló de la visita a la jefatura, de cómo había recaído en el alcohol y lo que eso conllevó. Ante su silencio, me limité a acariciarlo con el pulgar por encima de la tela y aguardar. Sonaba desastroso y me preocupaba, claro, pero que yo reaccionara o expresara cualquier emoción puntual no le ayudaría en nada. Prefería oír toda la historia primero. Eso pensaba, claro, hasta que el relato se desvió. La mención de las pastillas cargó el peso suficiente para hacerme fruncir el ceño y sentí el corazón golpetearme el pecho, presa de una sensación acuciante. Fue automático, siquiera lo razoné, la situación se trasladó a mis propios hermanos pequeños y comprendí en mi carne lo que debía sentir Arata.

    Y era horrible.

    Mi cerebro se fue directamente al departamento de solución de problemas. Tamborileé los dedos en su pierna, oyendo el último resumen de eventos desafortunados, y al menos agradecí que no fuese peor al anterior. Con todo, podía entender por qué se sentía agotado y agobiado.

    —¿Intentaste hablar con él? Con Sei, quiero decir. Al menos tendría que decirte a quién se las compró. No servirá de nada que le prohíbas volver a verlo si ya llegó tan lejos, pero puedes convencerlo diciéndole que te deje acompañarlo. O intentarlo, al menos.

    Era una cagada, ¿no? Mis hermanos aún eran demasiado pequeños para tomar decisiones pesadas, pero ¿qué haría si el día de mañana ocurría lo que había luchado tanto por evitar? Arata se echaba la vida partiéndose el lomo para quitar a sus hermanos del campo de tiro, y apenas bajaba la guardia, el mayor se aparecía con un montón de pastillas de quién sabe dónde. Era para romperse la cabeza contra la pared, pero... ¿quizá fuéramos nosotros los ingenuos? ¿Los idealistas? ¿Cómo pretendíamos alejarlos de lo que, de por sí, les dábamos de ejemplo?

    Suspiré, aún barajando posibilidades.

    —¿Has hablado con tus amigos de esto? Cayden, Yuzuki, o este muchacho que me has mencionado, Hikari. Son de la época de cuando pertenecías a una pandilla, ¿cierto? Existe la posibilidad de que tu hermano haya acudido a alguno de ellos, tal vez no directamente, pero si se los mencionas puede que recuerden algo. Si no es eso... su escuela, ¿no? Alguien de su escuela. ¿Tu móvil tiene contraseña?

     
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    Zireael

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    —¿Cómo pasamos de no haber ido a una fiesta de Halloween a poder ir a dos y una siendo la versión extra hiper mega fancy? —atajé junto a una risa.

    Lo de la sorpresa me sostuvo la risa después, porque sí, me estaba quejando, pero tampoco era descabellado en pensar en una sorpresa para esta chica luego de todo lo que pasábamos juntos o separados. Ni falta habría hecho que me pusiera ojitos, pero así fue y tuve que ceder a la posible sorpresa, aunque para eso tendría que usar mi única neurona funcional, pero oye, ¡lo que hacía uno por la reina!

    Sasha no tendía a contar de más y con su línea de trabajo, bueno, a veces asumía que recortaba todo a conciencia también, pero yo no estaba en la vida de nadie para sacarles las cosas con cuchara. Estaba para ellos cuando me necesitaran o si simplemente querían hablarme respecto a cualquier cosa y lo mismo aplicaba siempre para Sasha. Igual, supiera todo o nada en absoluto, siempre podía extenderle apoyo de otras formas y por eso me ofrecí a pasar por ella cuando quisiera.

    —Para nada —le dije de inmediato en respuesta a lo de si no era molestia—. A esa hora o todavía ando haciendo los mandados que me encargan o también voy saliendo. Puedo pegar un desvío en cualquiera de los dos escenarios y no pasa nada, tampoco es que me duerma de inmediato al llegar a casa o que mi jefe me tenga cronometrado, mientras cumpla y no aparezca borracho todo le importa tres mierdas.

    Ella nos guió hacia la parte menos profunda, allí nos sentamos y mientras hablaba la vi meter las piernas en el agua, aunque yo me había quedado mirando la bolsa en mi regazo percibí su movimiento y tal. Su mano me acarició, continué y llegué a la mierda de las pastillas que había traído Sei. Recordé su cara de agotamiento, su ultimátum de que solo mamá iba a tocarlas, recordando mi primer meltdown y las benzos que había conseguido entonces. No podía luchar contra los argumentos de mi hermano menor ni podía enseñarle nada mejor.

    —Tuvimos una conversación ese mismo día —confirmé—. Fue horrible, ¿sabes? Una bofetada de realidad espantosa, allí me di cuenta de que Sei está igual de roto que yo y que Izu también, que lo estamos los cuatro en diferentes maneras. El niño lucía agotado y vacío, se negó a dejarme... Se niega a que siga haciendo las cosas como hasta ahora, encargándome de absolutamente todo yo. Dijo que no quería perderme, porque si sigo intentando soportar el peso de ellos tres por mi cuenta acabaré cayendo y, ¿lo peor? Puede que tenga razón. En mi borrachera habría podido partirme la cabeza contra el pavimiento o habría podido acabar con una sobredosis si conseguía sedantes en cualquier lado o yo qué sé. En fin, no soltó quién se las vendió, pero quedamos en que para la próxima tanda iríamos juntos. Todo fue a principios de mes, las pastillas empiezan a hacer efecto y él consiguió dos cajas, como si fuese la receta para dos meses.

    Me llevé la mano al rostro para masajearme las sienes una vez más, había escuchado el resto de sus palabras y negué con la cabeza a la primera parte, a la segunda, lo de la pandilla, asentí con la cabeza. No se lo había contado a nadie hasta ahora, para empezar, aunque en vistas de que había usado mi apodo para llegar a las personas sin duda algún nexo existía.

    —No fue en la escuela, eso seguro, fue claro en que usó mi apodo para acabar llegando al contacto y sí, tengo el móvil con contraseña. Sé que Yuzu no habría perdido un rastro así, es meticulosa y los cuidó mientras yo estaba ocupado bebiéndome todo el alcohol del Triángulo —dije en un remedo de broma sin gracia alguna—. Cay está en cuarentena por inestabilidad emocional y no creo que sepa la gran cosa de nada últimamente de por sí. Eso nos deja a los chicos de Hikkun que son un poco más desordenados con las mierdas, no sería raro que Sei hubiese tenido contacto con alguno. Hikkun estará evitándome una temporada luego de haber tenido que cuidarme, pero supongo que tarde o temprano tiene que estar en casa y si aparezco responderme un par de preguntas no estaría pegado al cielo.

    Suspiré, agotado con toda la gimnasia mental, y dejé la bolsa a un lado para también quitarme los zapatos, los calcetines, enrollar el pantalón y meter las piernas al agua. Por unos segundos no dije ni pensé en nada.

    —Eres la primera a la que le cuento todo el desastre y solo haberlo soltado me liberó un poco, sigue siendo espantoso de decir y pensar, pero al menos... Ni idea, se siente menos pesado. Gracias.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    —Los contactos mueven al mundo, cielo, y trabajo en un lugar propicio para hacerlos —respondí, riendo—. Te sorprendería lo que puede encapricharse un anciano podrido en dinero con una muchacha joven y bonita... o no.

    Al decirlo, me di cuenta lo terriblemente obvio que sonaba. ¿Le sorprendería que el sol saliera por las mañanas? No, y esto vivía en la misma tier de predictibilidad. Con los meses que faltaban para Halloween, si Frank me dejaba en paz y mantenía este ritmo me creía capaz de rascar algún que otro beneficio extra. Mi parámetro más sólido eran las chicas, y a veces las oía conversando de tal o cual salida a cenar, o tal o cual fiesta en no sé qué yate. Era un mundo con puerta y cerrojo, sólo necesitaba encontrar la llave.

    Ya en la piscina me desinflé los pulmones, conflictuada ante la idea de usarlo como transporte personal. Si de por sí se la pasaba ocupado, cansado y corriendo de acá para allá, ¿esto no le sumaba una responsabilidad extra? Me debatí internamente y la lista de requisitos de su jefe me arrancó una sonrisa sin mucha gracia.

    —Los días que se me compliquen puedo escribirte, entonces, y te fijas si te queda cómodo —negocié.

    ¿Le avisaría realmente? Quién sabe, sería un problema moral para la Sasha del futuro. Me daba mayor paz mental tenerlo de plan B que de chofer personal declarado, eso seguro. Luego nos sentamos al borde de la piscina y yo me autocumplí el capricho de meterme al agua, con lo fresquita y agradable que estaba. Lo escuché en silencio, procurando neutralidad, aunque no pude reprimir cómo se comprimió mi semblante al oírlo decir que podría haberse partido la cabeza o tenido una sobredosis. No quería... Dios, no quería ni pensarlo.

    ¿Realmente éramos tan frágiles?

    Fui asintiendo conforme desarrollaba sus respuestas y compartía conmigo sus conclusiones. Si él veía posible que el nexo viniera de este supuesto Hikari, me parecía buena idea que intentara hablarle... cuando fuera posible, claro. ¿Que se desaparecía tras cuidarlo?

    —¿Siguió en el negocio? Hikari, quiero decir, tras la disolución de los chacales. —Me daba la sensación de que sí por cómo lo había dicho—. Y a tu móvil fíjate de cambiarle la contraseña, sólo por si acaso.

    Al ver sus intenciones de entrar al agua, le quité la mano de encima y retrocedí, dejándole espacio. Me tomé esos segundos para repensar la situación, todo lo que me había contado, y el abuso de sustancias en el cual había caído. No debía mortificarme, lo sabía, y con cada fin de semana que pasaba me daba cuenta que era una realidad envolvente. No sólo Frank, también había visto a Aria frotándose los dientes con los dedos o acomodando las líneas blancas de polvo entre el maquillaje y los aretes desperdigados. De Érica no tenía pruebas, pero a veces sus pupilas se dilataban y su voz sonaba diferente. Yuji y los demás chicos de la barra se reunían junto a la puerta trasera y las nubes de humo, densas, los envolvían durante un largo rato. Era el mundo de los vicios y los excesos, después de todo.

    Y sin importar cuánto lo pensara, no sabía cómo ayudar a Arata con eso.

    Tal vez fuese parte de los fragmentos que jamás me mostraría, así como yo reservaba los míos. Nuestra relación era honesta pero no absoluta, ninguna lo era, y sólo me quedaba confiar en que no se partiría la cabeza ni acabaría teniendo una sobredosis. Podía pedírselo, pero ¿me llamaría en medio de una crisis o estando más borracho que la mierda? No, pues yo tampoco le decía si amanecía en un departamento extraño o vomitaba como imbécil en los baños del club. Esos fragmentos nos pertenecían, y tal vez nos mataran, pero definitivamente los llevaríamos a la tumba.

    Lo miré, sólo eso, el cabello rubio y los reflejos brillantes del agua en su piel, hasta que habló de nuevo y agradeció. Sonreí automáticamente, caminé en su dirección y me desinflé los pulmones, volviendo a tomar su rostro entre ambas manos. Me puse de puntillas para dejarle un beso en la frente, luego otro en su mejilla, y allí mantuve la nariz pegada a su piel con los ojos cerrados. Lo acaricié con los pulgares, despacio.

    —Ojalá pudiera quitarte más peso de encima —susurré, con la angustia y la impotencia filtradas en la voz—. Es injusto que lleves tanto a la espalda.

    Fue lo único que me permití expresar, la única válvula que abrí momentáneamente. Exhalé con pesadez una vez más, volví a besarle la mejilla y busqué sus ojos, sin poner demasiada distancia. Mis dedos se deslizaron hasta la línea de su mandíbula y sólo hice eso, mirarlo; mi pulgar rozó su barbilla, descendí el contacto a su cuello y me hundí en su boca. Apenas alcanzar sus labios todas las emociones se revolvieron en mi pecho. La tristeza, la amargura, el cansancio, la frustración, y el inmenso cariño que le tenía. Presioné su nuca, busqué su lengua y la pulsación de calor se entremezcló con todo lo demás. Era por mí y también pretendía serlo por él. Si no una respuesta, que al menos encontrara un remedo de consuelo.

    Me mantuve atenta a sus reacciones, sin embargo, por si llegaba a haberla cagado y debiera retroceder.
     
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  20.  
    Zireael

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    No había nada de sorprendente en lo que decía Sasha y, por cagado y deprimente que fuese, había que concederle razón. No eran solo los viejos podridos en dinero y demasiado aburridos de sus respectivas rutinas, aplicaba a cualquier diablo. Nos encaprichábamos con las muchachas jóvenes y bonitas y, con suerte, ellas se llevaban su porción sin demasiado problema. El asunto es que había mucho loco suelto y la línea que nos separaba era peligrosamente difusa, ¿cierto? Ahora no quería tocar a Alisha ni con un palo, por ejemplo, pero la historia existía. No se borraba.

    De todas formas, solté una risa sin gracia y me encogí de hombros, dejando claro que no había nada nuevo en la obviedad que había soltado y con eso la potencial fiesta de Halloween fancy quedó como un problema del futuro. Pasamos al asunto del transporte y aunque era más bien improbable que tomara la oferta a las extensiones en que podría, pues nada perdía yo por habérselo ofrecido tampoco. En vez de mirar el techo en casa sin descansar en todo su potencial prefería la idea de estar subido en la moto con la pelirroja guapa, pero yo qué sabía, ¿cierto?

    En su defecto, asentí con la cabeza a su suerte de contraoferta y le dediqué una sonrisa. Ella luego me escuchó con la paciencia de una santa, como siempre, y siquiera me di cuenta de que no estaba filtrando en lo más mínimo las cosas que decía, cómo sonaban o lo que implicaban. Quizás una parte de mí, de hecho, anhelaba partirse la cabeza un buen día y listo, que se acabara esta mierda, ¿pero entonces qué pasaría con mamá? ¿Con Izu y Sei? La maldición se heredaría y ahora sabía con toda certeza que si yo moría aplastado, Seiichi colaría su cuerpo y tomaría mi lugar para que los otros dos sobrevivieran.

    No podía fallarle de esa manera.

    —¿Hikkun? Pues sí. Kaoru había unificado Chiyoda y Taitō, pero Taitō siempre fue de Hikkun porque él se lo ganó. Cuando Kao murió el barrio quedó en sus manos por defecto. En sí no es que podamos decir que alguno se salió del negocio... Algunos lo modificamos, nada más, y seguimos haciendo lo mismo sólo que para nosotros mismos. Yuzuki tiene a cargo a Minato, así como la ves.

    Asentí a lo de cambiarle la contraseña al móvil, aunque dudaba mucho que importara, no es que usara el móvil para ciertas cosas en particular. Menos ahora que de repente tenía un policía oliéndome el trasero, apareciéndose donde Yuzu y haciendo que Cayden se cagara encima, desatándole una crisis de paranoia. Por el resto no se podía hacer nada, si acaso dar gracias que yo no había elegido comprarle benzos a Tachibana y que me había quedado en el siempre confiable alcohol, ¿pero qué? ¿Cuánta resistencia me quedaba para soportar esto? No lo sabía.

    No era solo yo, todos caíamos tarde o temprano en una forma distinta de consumo.

    Era sencillo desligarnos de lo que sentíamos, del dolor y la angustia.

    El caso fue que le di las gracias, lo hice de verdad, y me di cuenta ella estaba en mi espacio de nuevo. Parpadeé con pesadez al sentir sus manos, el calor de su piel se me antojó reconfortante y lo mismo con el beso en la frente. Registré sus palabras y a la vez no, no porque quisiera ignorarlas, sino porque no había demasiado que hacer al respecto. Estaba infinitamente agradecido por ella por quedarse, por escucharme, llevarme a su casa y confiar en mí de la forma en que lo hacía.

    Yako estaría tranquilo sabiendo que había un alma en la que yo depositaba algo del peso que cargaba.

    Lo que sí registré con más claridad fueron las emociones en su voz y sonreí, ligeramente divertido, porque me parecía más natural permitirse demostrar lo que sea que provocara toda mi historia que quedarnos en el departamento de resolución de problemas. El nuevo beso, el movimiento de sus manos y demás delataron la intención y no fue que me interesara demasiado resistirme. A tiendas dejé la bolsa a un lado y con las manos desocupadas alcancé su cintura, la sujeté con firmeza y recibí su lengua en mi boca sin pensarlo; busqué la suya, me presioné y la besé cómo y tanto como me dio la gana, ¿por qué no?

    Al separarme para tomar aire respiré con pesadez, el aire me abandonó los pulmones y le dejé un beso en la comisura de los labios, otro en la línea de la mandíbula y uno en el cuello. Me quedé allí solo respirando algunos segundos, acaricié los costados de su cuerpo y busqué mirarla de nuevo. Al final se me soltó una risa, pues entendía a qué había respondido la cosa, pero yo aquí tenía una misión por delante, ¡y era importantísima! Pensando en eso despegué las manos de ella, pero me incliné para medido hablarle en secreto.

    —Mira, estoy muy a gusto con la comida de boca y todo, pero no me distraigas tanto que se me olvida hasta a qué vine, Sasha. Sabes que soy mononeural —le dije en un remedo de regaño y volví a mi posición, extrayendo ahora sí el regalo de la bolsa—. Además, me esforcé mucho, ¿sabes? ¡No le prendí fuego a nada! Aunque imagino que eso fue porque tenía supervisión... Igual, un triunfo es un triunfo.

    Tiré la bolsa a un costado, porque sí, y dejé la caja de bombones suspendida entre nosotros. Era blanca, pero estaba cerrada con dos cintas, una roja y otra plateada. No tenía tarjeta ni nada, porque no era yo ningún poeta, pero como planeaba dársela en persona tampoco interesaba demasiado.
     

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