Saludos. Habiendo finalizado ya la publicación de la parte VIII (recomiendo leer esta entrada de blog para entender mejor), es hora de dar paso a un nuevo capítulo de la historia. Esta vendría siendo la quinta y última historia secundaria de este universo que empecé a crear allá por el 2017. En estos 15 capítulos tengo como objetivo brindar más contexto y mostrar con mayor profundidad a los personajes en sucesos específicos de la trama donde no pude o no consideré correcto hacerlo. En cuanto a la cronología, los acontecimientos de esta historia tienen lugar desde antes del final de la parte VI y el inicio de la parte IX (a publicarse en el futuro). Por lo cual, recomiendo una vez más consultar la primera entrada que dejé en la descripción. Los capítulos que se verán aquí no serán tan extensos como los de la historia principal (alguno puede que sí, pero no es la idea general) así que las longitudes no serán las típicas. Sin mucho más para decir, le envío un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk con quien cada semana que se puede tenemos lecturas por simultáneo en Discord. Espero que las que tengamos con esta historia secundaria las disfrute tanto como disfrutó las que vinieron con las partes anteriores. También avisar que la guía de personajes está actualizada. Ahora sí, dejo el capítulo. La Gran Catástrofe – Pasado y Legado Agustina y Ace – Con amor para nuestro hijo: Abrió la puerta de entrada a la sala central de comandos de la nave, y al ver a su prometido sentado de frente a la mesa circular que monitoreaba todas las comunicaciones, se acercó para poder darle una noticia. Sin el casco en la cabeza, pero con su armadura equipada, Ace estaba tecleando comandos en varias terminales a la vez. Se llevó una agradable sorpresa al ver a Agustina parándose al lado suyo. Ella no llevaba su casco puesto, y su rostro estaba adornado con una sonrisa de esperanza. La curiosidad lo invadió y decidió hacerle una pregunta. — ¿Hay alguna novedad por la cual festejar? — Ace deseaba saberlo rápido. — La hay… — Agustina sonaba ligeramente alegre — Xorxaik ha podido conectarse a la red de todas las ciudades que los edagrianos tienen en el planeta. Gasta una enorme cantidad de recursos el mantener vigilancia en una zona tan amplia, por lo que no pudo permanecer más de tres horas. Pero en esas tres horas no ha detectado edagrianos en el flujo de las ciudades. — No más edagrianos… — Ace expresó mientras sus manos se alejaban de la terminal y se posaban sobre sus piernas, las cuales empezó a frotar — Si los escuadrones terrestres no detectan nada más… — Ace se tomó una pausa de un segundo y accionó el sistema de comunicación de su armadura — Habla el comandante Ace Lakor. Xorxaik ha confirmado que ya no se ha detectado la presencia de edagrianos refugiados en las ciudades. Confirmo, en las ciudades no hay más civiles ni militares edagrianos. Pido a los líderes y capitanes terrestres que informen sobre posible actividad edagriana. Estamos a punto de ponerle punto y final a la Operación Exterminio. Agustina vio cómo su pareja y futuro esposo permaneció inmóvil durante casi una hora y media. Ella estaba siempre al lado suyo, dado a que al ser la segunda en comando de su equipo y la líder de campo requería que estuviera disponible para poder brindarle su ayuda. Ace nada más giraba la cabeza para sonreírle, y luego volvía a centrarse en la central de comunicaciones. Poco a poco, luego de esperar mucho tiempo, su pedido empezó a ser respondido. — Asmir confirma que no han encontrado presencia edagriana en el noroeste — Ace leía lo escrito por el líder garak en comunicación — Cadain confirma lo mismo en el sureste. Lankir en el suroeste… — ¿Qué hay del noreste? — preguntó Agustina a su prometido. — Solamente falta una… — Ace miró como un mensaje de audio llegó a su dispositivo móvil. El comandante de Zenith se apresuró para poder reproducir el mensaje tan pronto como vio que el emisor del mensaje era la comandante Zafiro. Para variar, era algo bueno para él escuchar la voz de otro ser humano en esos momentos, en especial de una amiga tan cercana como ella. Sin más retrasos, la voz empezó a escucharse en el mensaje. — Habla la comandante Zafiro — fue lo primero dicho por Natasha — Puedo confirmar que en el sector noreste del planeta no queda más presencia edagriana… Y antes de que lo puedas llegar a pensar, ningún explorador encontró indicios que pudieran revelar el paradero de Abel Hartka. Pero tal y como habías pedido, hemos confirmado que no queda más presencia edagriana en nuestro sector. El mensaje terminó allí, y tan pronto como acabó, Ace movió la silla hacia atrás y se puso de pie con una expresión de felicidad serena en el rostro. Agustina lo había estado escuchando hablar durante los últimos segundos, por lo que ella también estaba al tanto de todo lo que significaban las noticias dadas por todos sus compañeros en el campo de batalla. Ace se acercó a su pareja, y de forma tierna, tomó sus manos. Ambos se miraron felices por la información obtenida detrás de todas esas confirmaciones. — Se acabó… — Ace expresó mientras miraba con una sonrisa a su pareja — Los edagrianos han sido exterminados. Y todos nuestros amigos han sido vengados. Este mundo es nuestro. — Tantos días de lucha y dolor… — Agustina pensó en todo lo ocurrido desde que empezó la misión de saqueo de recursos hasta ese día en el que se encontraba — Por fin podemos ponerle fin a eso. — Nuestro sueño está cada vez más cerca de realizarse, Agustina — Ace empezó a acercarse a su rostro — Nada puede interponerse en nuestro futuro ahora. Nos hemos ganado nuestra felicidad, y ten por seguro que la vamos a disfrutar. Pero por el momento, quisiera disfrutar esto contigo. Agustina sabía reconocer los gestos de Ace, y por eso ella decidió quedarse quieta mientras él se acercaba a ella. La chica recibió un beso de su pareja, un beso que disfrutó con mucho placer dado a que, a diferencia de los últimos besos que habían tenido, no era un deseo de precaución ni una despedida preventiva, sino que era un beso de victoria. La alianza de cuatro especies había podido ganar la guerra contra los edagrianos, y eso les daba pie a un nuevo futuro en ese mundo que iban a tomar para ellos mismos. […] — Acepto — Ace pronunció esas palabras que llenaron de felicidad a Agustina. El día que tanto había ansiado estaba allí. Desde el momento en el que Ace aceptó su propuesta de matrimonio en la nave xaromitante tras la retirada de Ryfier, no hubo un día o un momento que Agustina pudiera haber deseado más que el haber estado junto a su pareja y sus amigos haciendo oficial ante la ley la unión con la persona que ella más apreciaba. Agustina llevaba un vestido blanco, mientras que Ace iba vestido con un traje de color azul oscuro. La ropa que ellos tenían no era barata, pero dada su condición de héroes de guerra para los humanos que llegaron al planeta Edagr, lograron conseguirla a un precio que podían permitirse. La escena de unión entre los dos militares del ejército estaba siendo contemplada por los testigos. Gwyn, Thomas, Alicia y Natasha estaban justo detrás de ellos. Faron Zark y muchos otros soldados del escuadrón de Ace, quienes fueron invitados por el comandante Lakor como modo de reconocer su valentía y ferocidad en la guerra, estaban allí para festejar un gran paso en la vida de dos de los soldados que eran íconos para la humanidad. Solamente quedaba una palabra por pronunciar. — Agustina Young, ¿acepta a Ace Lakor como su esposo? — fue la pregunta del juez para la soldado — ¿Acepta amarlo y respetarlo tanto en la salud, y en la enfermedad? ¿En la riqueza y en la pobreza? ¿Por todos los días de su vida hasta que la muerte los separe? — Acepto — la chica pronunció esas palabras mientras se encontraba perdida en los ojos de quien era su prometido. — Ante las leyes de la humanidad, tanto en este como en cualquier mundo, yo los declaro oficialmente esposo y esposa — el juez sonreía al pronunciar esas palabras, y no podía ocultar su orgullo por haber hecho oficial la primera boda en el planeta Edagr — Bésense ahora, y su alianza quedará sellada. Un silencio de dos segundos inundó por completo aquella pequeña sala, solo para verse destruido cuando aplausos y gritos de alegría empezaron a surgir de parte de todos los presentes. Tan pronto como Ace y Agustina se besaron, el sonido inundó la sala. Agustina y Ace lo sintieron como el momento más especial en su relación desde su comienzo hasta ese día. Ambos no podían evitar derramar lágrimas de felicidad por su unión, y no eran los únicos que estaban en ese estado de júbilo. Gwyn y Thomas se envolvieron en un abrazo mientras lloraban de alegría de ver a dos grandes amigos y compañeros unidos al fin. Gwyn no podía evitar pensar en lo especial que Thomas y ella eran para ellos dos, dado a que fueron los primeros en enterarse sobre el matrimonio de sus amigos. El verlos finalmente unidos era algo que les llenó de alegría, una que no sentían hacía mucho tiempo. Alicia y Natasha se abrazaron entre sí, dada su gran relación de amistad que formaron desde el primer día que pasaron conviviendo en Edagr tras haber culminado la guerra. Alicia adoraba a sus compañeros, aunque sus lágrimas de alegría estaban un poco condimentadas con algo de tristeza, dado a que ella esperaba poder estar en ese lugar en la compañía de Michael, y tal vez incluso, que fuera el turno para que ella y él pudieran casarse en algún futuro. Natasha sabía cómo se sentía, y abrazó con fuerza a Alicia para hacerle saber que ella la estaría acompañando siempre que lo necesitase. Mientras ella consolaba a la chica, no pudo evitar voltear su cabeza para ver a la pareja casada. El beso había terminado, y dentro de poco empezarían a hablar con los invitados. — Lo han conseguido — Natasha sentía una sensación de liberación encima — Pude asegurarme que nadie les hiciera daño, y ahora están aquí. Felicitaciones. Nadie lo merece más que ustedes. […] — ¿Qué te parece Erik? Agustina se encontraba sentada en un sillón amplio en tamaño. Totalmente relajada mientras frotaba su panza de embarazada, la cual ya tenía más de ocho meses y una semana, una señal de que el hijo que ella y Ace estaban esperando pronto iba a llegar a sus vidas. Pese a todo el tiempo que había transcurrido desde que se enteraron de la noticia, y que incluso supieran el sexo de su bebé, ni ella ni Ace habían podido decidir el nombre para el varón que estaban por tener. El tiempo estaba agotándose, y ellos querían saber cómo llamarían a su primer hijo. El nombre de Erik había sido propuesto por su esposo, y ella tenía que dar el visto bueno. Pese a que habían llegado a un acuerdo en el que Ace sería quien pusiera el nombre a su niño, y que Agustina podría hacer lo mismo para cuando fuera el turno de tener a una niña, el nombre debía ser del agrado de ambos. Ace lanzó una nueva propuesta a la mesa, y era turno de que su esposa la pudiera analizar. — Me gusta ese nombre, aunque siento que le falta algo — Agustina dio su opinión a la idea de su esposo — No sé cómo expresarlo… Siento que su nombre debe ser bonito, especial, y que todo el mundo pueda saber que se trata de nuestro hijo. — ¿Qué se sienta como si fuera nuestro? — Ace empezó a reflexionar por unos segundos — Entonces, si te gusta el nombre de Erik, ¿qué tal si le hago unos pequeños cambios? — ¿Cómo cuáles? — Agustina sonreía al ver a Ace portándose de esa forma, percibiendo que disfrutaba ese juego de nombres con ella. — ¿Qué tal Erikace? — Ace lanzó el primero. — Le pusiste tu nombre al final, eso claramente es trampa — Agustina lo dijo empezando a reírse, acción que el comandante también siguió — Aunque no suena mal. Si te gusta ese nombre, podríamos… — ¡Espera! — Ace la interrumpió cuando otra idea cruzó su mente — Tengo uno mejor… Arick. Agustina vio belleza en lo sencillo de aquel nombre, y también en su pronunciación. Si bien, Ace no había cambiado más que un par de letras, ese nombre se ajustaba más a lo que ella quería para su hijo. Como si una luz de confirmación iluminara su rostro, ella se frotó nuevamente la panza mientras empezó a pronunciar el nombre en voz alta. — Arick… Arick Lakor Young — Agustina fue la primera en pronunciarlo por completo — Me gusta. Me gusta mucho… Ace. — ¿Sí? ¿Te pasa algo? — Ace empezó a preocuparse por la forma en la que su esposa lo llamó tan repentinamente. — Ven. Siente como patea el pequeño Arick. Ace se sintió aliviado al ver que no era nada grave, y luego de eso, se acercó a su esposa para poder sentir patear al bebé. Ya lo había hecho muchas veces en el pasado, pero esta era la primera vez en la que sabía el nombre de quien estaba saludando. Ace se acercó a su esposa, y dejó que ella tomara sus manos y las pusiera sobre su panza. Ace esperó y en tan solo tres segundos pudo sentir a Arick pateando. Ace se sintió invadido por una gran felicidad. Tras soltar a Agustina, se agachó para estar a su altura y luego de eso, le dio un beso. La pareja disfrutó de aquel momento, puesto a que ya tenían decidido cómo se iba a llamar el pequeño que no tardaría demasiado en llegar hasta sus vidas. […] Agustina había terminado de amamantar al pequeño Arick, quien se había quedado dormido, y tras haberlo abrigado con ropa para bebé, se disponía a llevarlo hasta la cuna que ella y Ace habían comprado para él. Antes de que pudiera llegar a ese sitio, sintió como la puerta de la casa se abrió, y pudo reconocer los pasos de su esposo ingresando a la casa y cerrando la puerta. Ace fue directamente hacia la habitación que tenían preparada para el pequeño Arick, y allí se encontró a su esposa colocando suavemente a su bebé sobre el colchón. — Espera — Ace la detuvo antes de que ella cubriera al pequeño con una manta — Deja que me vaya a lavar las manos y que sea yo quien lo tape. — Permiso concedido, comandante — Agustina lo dijo en un tono travieso, provocando risas tanto en ella como en su pareja. En muy poco tiempo, el comandante supremo de la humanidad regresó. Con las manos ya limpias tras haber regresado de la calle, tomó con delicadeza las mantas para bebé que tenían para él, y las colocó suavemente sobre el cuerpo de su hijo, teniendo cuidado de no hacer movimientos bruscos para no despertarlo en el proceso. Una vez que el bebé ya estaba arropado y tapado, sus padres se quedaron para mirarlo un tiempo más antes de apagar las luces del cuarto de su hijo para así dejarlo dormir. — Es un angelito — Agustina expresaba sus palabras en voz baja. — Bueno, no es una sorpresa, ya que su madre es un ángel — Ace decía mientras acariciaba con una mano el rostro de su esposa, y con la otra, los cabellos de su hijo. Ambos se amaban más que nunca, y el amor que sentían por su pequeño Arick era todavía mayor. Desde el momento de su nacimiento, la relación de ambos había cambiado para mejor, y ellos se mostraban mucho más felices al convivir con Arick. Los dos sentían que todo lo que habían vivido como pareja desde el primer momento había sido una prueba, y que, en los momentos actuales, estando casados y con un bebé al cuidado de los dos, era una recompensa por haber llevado su amor a través de las dificultades que su ardua misión les había reservado. Siendo conscientes de que ya habían estado mirando a su hijo por bastante tiempo, y de que debían dejarlo dormir para que pudieran pasar una noche tranquila, la pareja abandonó el cuarto de Arick y apagó las luces del mismo, para luego dejar la puerta un poco entreabierta, de modo que pudieran escuchar si su pequeño niño empezase a llorar durante la noche. No empezaron a hablar hasta que ambos se encontraron en la sala de estar. Agustina vio una bolsa de compras en la mesa, y sabía que Ace había ido a buscar algo que ella había pedido. Aunque quería asegurarse de que hubiera podido conseguirlo todo antes de ilusionarse. — ¿Lo conseguiste? — Agustina se sentó en la mesa. — Todo, por suerte — Ace tomó asiento junto a ella y empezó a sacar las cosas de la bolsa. Agustina vio cómo su esposo se encargaba de entregarle lapiceras de tinta color azul, hojas de papel color blancas con renglones, y sobres para cartas. Con el auge de la tecnología que se había producido en el planeta Tierra en todos los años antes del nacimiento de ambos, como así también en el tiempo transcurrido en Edagr, el papel y las hojas eran algo casi abandonado. Aunque eso no evitaba que algunas tiendas todavía las vendieran a la gente, ya sea para que hicieran algo útil o por nostalgia, en el caso de que alguien hubiera tenido que usarlas en algún momento de sus vidas. — ¿Qué planeas escribir? — Ace apoyó su cabeza sobre ambas manos, mirando a su esposa con una sonrisa gentil. — Nuestro Arick es el bebé más hermoso del mundo — Agustina verificó que la lapicera estuviera funcionando, y tras comprobarlo, comenzó a escribir en las hojas — Quiero escribirle una carta. — Todavía falta su tiempo para que aprenda a leer — Ace, a pesar de eso, lo veía como algo tierno. — Lo sé, pero cuando aprenda, quiero que esta carta de su madre sea lo primero que pueda leer — Agustina decía mientras dejaba llevar sus palabras en la carta — Quiero que vea lo mucho que lo amamos, y que su primera lectura sea algo hecho por mí misma. — Me parece una idea hermosa, amor — su esposo se quedó maravillado por lo bonito que sonaba — ¿Qué te parece si luego de que termines, escribo una carta yo también? La idea fue tuya, así que su carta será la primera que leerá. Pero me gustaría participar a mí también. — Me parece bien, pero no olvides una cosa — Agustina sonreía coquetamente para su esposo. — ¿Qué es lo que se me está olvidando? — Ace preguntó con algo de confusión. — Todavía nos falta tener una niña para completar nuestro sueño — la mujer lo miró gentilmente — Cuando ella nazca, tú podrás escribir la primera carta para ella. Si estás de acuerdo. — Es la mejor idea que alguien podría tener — Ace tomó la mano con la que ella no estaba escribiendo — Agustina… estoy tan feliz de haberme casado contigo. De haber formado una familia contigo. Arick es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y todos los momentos felices que pasé… los de verdad, los que son míos, los pasé al lado tuyo. — Yo me siento igual, Ace — su esposa estaba contagiada por esa felicidad — Los dos días que más atesoraré en mi vida son los días en donde me casé contigo, y en donde nació Arick. Aunque todavía falta un día especial en esa lista. Ace no podía evitar pensar en lo feliz que él y su esposa iban a ser en el momento en el que tuviera lugar el nacimiento de su hija, aunque sabía que tenía que tener cuidado con el destino, dado a que quizá su siguiente bendición en sus vidas podría llegar a ser otro niño, algo que apreciaría también si debía suceder. — Supongo que solamente podemos desear con todas nuestras fuerzas que el próximo ángel que llegue a nuestras vidas sea una niña — Ace lo dijo en voz alta mientras Agustina seguía escribiendo — Pero si resulta ser otro niño, ten por seguro que lo voy a amar. De la misma manera en que te amo a ti, y a Arick. — Eres el hombre más amoroso que he conocido, Ace — Agustina le guiñó un ojo a su esposo — Estoy segura de que nuestro segundo bebé, niño o niña, recibirá el amor más grande que pueda pedir. Pero eso es para más adelante, por ahora… ¿qué tal si te leo la carta que escribí para Arick? — Me encantaría, veamos qué tal se te da esto — Ace la alentó a comenzar. Agustina se aseguró de sujetar el papel de manera que no pudiera doblarse de la forma incorrecta para que así le fuera más sencillo guardarlo en el sobre una vez que hubiera terminado. — “Mi pequeño Arick” — Agustina empezó a leer en voz alta su carta — “Apenas has llegado a mi vida y ya siento que te amo muchísimo. Por eso mismo quiero decírtelo de esta manera. Lo primero que dije al tenerte en mis brazos fue que te amaba, y te lo diré cada día hasta que ya no me quede más aliento para poder hablar. Te amo tanto, que quiero que lo primero que leas cuando aprendas a hacerlo sea esta carta que te estoy escribiendo ahora que eres un bebé. No me alcanza el papel, ni la tinta ni las palabras para expresarte lo mucho que te quiero, y lo mucho que disfruto tenerte conmigo. Ahora que puedes entender lo que te estoy diciendo, quiero hacerte saber que debes prepararte. Porque vendrán muchas más muestras de amor de mi parte para ti en el futuro. Si alguna vez sientes que algo va mal, espero que tengas esta carta mía cerca para saber que siempre habrá alguien que te amará. Espero que te la fuerza que tú me das a mí. Con amor, tu madre. Agustina Young”. Tan pronto como terminó de hablar, Agustina miró a su esposo para esperar su veredicto a las palabras que ella había destinado a su hijo. No estaba esperándolo, pero al verlo a la cara, pudo notar que una lágrima estaba cayendo por su ojo derecho. Ella realmente supo que eso lo decía todo. Su carta realmente había llegado a conmover a su esposo, y esperaba que cuando fuera el turno de que Arick la leyera, él pudiera sentirse igual. — ¿Qué te ha parecido? — Agustina necesitaba escuchar a Ace hablar. — Es… — Ace se trabó un poco tras escucharla relatar el amor a Arick en sus palabras — Arick tiene a la mejor madre del mundo. No puedo esperar a que llegue el día en que lea esta carta. Con el visto bueno de su compañero de vida, Agustina dobló con cuidado el papel y lo guardó en el sobre con mucho cuidado. Una vez realizada dicha acción, firmó el sobre escribiendo su nombre en la parte superior, y lo cerró, sabiendo que, dentro de unos años, sería Arick el encargado de abrirlo de nuevo para que sus palabras cobraran vida una vez más. — No puedo esperar a que llegue el día en que le entregue esta carta — Agustina la miraba con afecto — Pero por ahora, creo que voy a disfrutar a Arick mientras siga siendo un bebé. […] Con la luz del día en sus espaldas, Ace revolvía todo lo que había quedado de su casa luego de que los detractores la hubieran arrasado durante su ausencia en la misión trágica en el planeta Hael Arunyn. El ex comandante supremo recordó que había algo importante allí que tenía que recuperar, debido a la tragedia que lo golpeó en la misión para ir a rescatar a Arick y a Sky tras haber sido llevados como rehenes al planeta en el cual obtuvieron el agua que necesitaban para mantener a la humanidad a salvo mientras eran construidas las plantas purificadoras. Todo el daño que habían causado era material, cosa que lo molestaba bastante, pero algo que no iba a tolerar sería el hecho de que los detractores hubieran destruido para siempre algo que tenía un gran valor sentimental para él por todo lo que representaba. Ace pasó cuarenta minutos registrando los restos de su casa, hasta que finalmente encontró un trozo de madera suelto en uno de los muebles que más se había salvado de la furia de la gente. Lo apartó sin delicadeza, y metió allí su mano, logrando entrar en contacto con un trozo de papel. Con cuidado para no dañarlo, lo sacó de allí, logrando ver que se trataba de un sobre firmado por Agustina, una de las víctimas de la misión de rescate. Ace sacó un folio grueso de su bolsillo, y guardó el sobre allí. Sin nada más que hacer, el excomandante salió de la casa tratando de contemplar lo menos posible la destrucción que habían dejado allí, aunque era complicado siendo que había algo destrozado a cada lado al que volteaba. Con lo que buscaba finalmente en sus manos, Ace apresuró el paso para regresar a la casa de Natasha. Al llegar al lugar, abrió la puerta y entró a la vivienda. Natasha lo estaba esperando con el pequeño Arick en brazos. El niño tenía puesto un chupete en la boca, y Natasha estaba intentando hacerlo dormir. — Empezó a llorar tan pronto como te fuiste, hace solo dos minutos lo calmé — Natasha le decía mientras se acercaba a él — Lo siento, debí llamarte por teléfono. Pero quería ver si era capaz de tranquilizarlo. — No te disculpes, Natasha, tú ya nos estás dejando vivir aquí — Ace le hizo saber que no tenía problemas con eso — Si has podido calmarlo, quiere decir que el pequeño Arick está en buenas manos contigo. Natasha sonreía un poco sonrojada por ese comentario proveniente de Ace, aunque sentía que no lo merecía del todo. Pese a eso, estaba un poco feliz al ver que su compañero la trataba con respeto y que incluso la alababa por su juicio. Sin embargo, Natasha sentía mucha curiosidad por saber qué era aquello que obligó a Ace a regresar a su hogar después de que lo habían encontrado arrasado por la gente. — ¿Pudiste encontrar lo que buscabas? — Natasha vio que tenía un folio en sus manos, pero no estaba segura de qué podría buscar Ace. — Lo encontré, y créeme que eso les ha ahorrado mucho dolor a nuestros detractores — Ace sacó con cuidado el sobre del folio, y su voz se tornó más fría. — ¿Qué es eso? El papel está doblado como si fuera el ícono de un correo electrónico — Natasha no estaba familiarizada con esa clase de cosas — ¿Y por qué es tan importante? — Esto es un sobre — Ace le explicó con paciencia, mientras lo mostraba a su compañera — Aquí dentro hay una carta que Agustina escribió para Arick hace unos meses atrás… Tenía pensado dársela cuando aprendiera a leer. Junto con las fotos que tengo de ella, son lo único que quedó para que Arick nunca la olvide. — ¿Ya tienes decidido cómo se lo vas a decir a Arick? — Natasha quería saber si Ace sabía lo que hacía — No tengo derecho a decirte como criar a tu hijo, y sé que yo nunca seré su madre… Pero no estoy tan segura de sí Arick deba recibir esa carta tan pronto aprenda a leer. — Ti… tienes razón — Ace aceptó que no sería lo mejor para su hijo — Arick merece crecer teniendo una infancia feliz. No quiero que él sufra lo que yo habré sufrido cuando perdí a mis padres, y por supuesto que no quiero tener que recurrir a modificar sus recuerdos. Tengo que tomar con sabiduría todo lo que Morris hizo para no cometer sus mismos errores. Ace miró al pequeño Arick, quien en los brazos de Natasha le devolvía la mirada. Con una mirada apagada y un semblante de tristeza, Ace extendió su mano y acarició los cabellos de su hijo para asegurarse de que se mantuviera tranquilo y no empezara a llorar otra vez. Una vez hecho eso, Ace le dio un beso en la mejilla a su hijo, y miró el sobre una vez más antes de guardarlo en el folio donde lo transportó. — Arick va a saber todo acerca de su madre, pero será cuando esté listo — Ace sonaba un poco deprimido al hablarle — Lo siento, Agustina. Sé que querías que esta carta fuera lo primero que nuestro hijo pudiera leer. Ten por seguro que se la voy a dar. Solo espero que no me juzgues cuando ese momento finalmente llegue. De manera cariñosa y consoladora, Natasha se acercó a Ace y apoyó su cabeza sobre su hombro. Ella no quería soltar a Arick, pero tampoco quería darle a Ace la idea de que él estaba sufriendo solo. Tal y como hizo con Alicia, Natasha quería ayudar a todos sus compañeros a ser fuertes en sus momentos de necesidad. Ella no lo sabía, pero Ace apreciaba esa compañía y ese gesto más de lo que su rostro o sus palabras podrían expresarlo.
Saludos, amigo mío. Como siempre, un placer hacer leída en simultáneo contigo. Y aunque un poco triste porque acabó la parte VIII, tenía ganas de ver que habías preparado para este spin off. Y bueno, qué decir... el primer capítulo es adorable y triste por partes . En líneas generales, bonito y emotivo, así que me ha gustado. No acostumbramos a ver mucho este tipo de cosas en LGC (obviamente porque los conflictos eclipsan normalmente estos momentos especiales) pero es bueno tenerlas de vez en cuando, especialmente si traen a personajes del pasado que por desgracia (o algunos por fortuna ) ya no están. Este capítulo es sobre Agustina y Ace, el cual paso a comentar desde ya. El comienzo nos muestra que los dos personajes se encuentran en lo que sería el final de la dura guerra contra los edagrianos, una vez el grueso de esta concluye. Mediante la 'Operación Exterminio' (tremendo nombre para la misión ), la alianza de varias especies se encarga de asegurarse de que no queda ningún nativo en Edagr, mundo que pasa a ser de dominio humano tras haber perdido la Tierra a manos de Arion. Mientras le indican a Ace que todo está despejado, éste recibe a su chica y celebran con un tierno beso esa victoria de cara al futuro. De ahí pasamos a uno de los días más especiales para ambos: la boda. Ace y Agustina se casan ante sus mejores amigos y celebran su amor de la mejor forma posible. Posteriormente, con Agustina embarazada, la pareja debate que nombre ponerle al futuro niño y tras proponer el nombre de Erik, este termina transformándose en el que todos conocemos. Arick nace y esto nos traslada a otra escena, en la que su madre fantasea con la idea de tener una niña próximamente, siendo el sueño de ambos. Además, quiere hacerle un detalle a Arick escribiéndole una carta donde le expresa todo su amor, con el deseo de que la lea una vez pueda hacerlo. Esto cobra especial relevancia no solo en la siguiente escena, sino seguro que el futuro de LGC, ya que a día de hoy, Arick no sabe nada de su verdadera madre. Ya habiendo pasado el terrible suceso de Hael Arunyn, Ace regresa a su viejo hogar (destruido por los imbéciles a los que conocemos como detractores ) para recuperar dicha carta que Agustina legó a su único hijo. De regreso a la vivienda de Natasha, donde se hospedan los Lakor, la soldado cuida de Arick sin éste ser consciente de que su vida ha cambiado al no tener a su madre biológica a su lado. Natasha consuela a Ace y le hace saber que quizá lo mejor es que guarde esa carta para el futuro, ya que revelarle todo eso en la infancia al niño podría afectarle de enorme manera. El comandante supremo lo entiende y agradece el apoyo de su amiga, la cual posteriormente sería su siguiente mujer y la madre de su segundo hijo. Increíble, las vueltas que da la vida. En fin, amigo, gran inicio del spin off con un capítulo que mezcla emoción, tristeza y nostalgia a partes iguales. Y que además revela el recurso de la carta que Agustina escribió a Arick y que de seguro éste leerá una vez Ace le cuente sobre su verdadera madre y el pasado. Un momento que estoy deseando ver, honestamente. Bueno, será hasta la próxima, si todo va bien. Un abrazo y nos vemos pronto.
Saludos. Toca publicar el capítulo 2 de los 15 que habrá en esta pequeña historia. Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk con quien disfruto bastante las leídas en simultáneo que tenemos por el Discord, sean extensas o sean breves. Espero este capítulo también le guste. Alicia – Una misión para la humanidad: Alicia se encontraba en la sala de comandos de una nave humana en compañía de sus compañeros de más confianza. Gwyn se encontraba sentada justo frente de una de las computadoras principales, pero estaba de espaldas al aparato tecnológico. Thomas se encontraba al lado suyo, mirando de reojo a su esposa. Alicia veía la manera tan firme en la que Gwyn sujetaba a su niña pequeña en brazos. Pese a que no estaba permitido que personas ajenas al ejército estuvieran presentes en la sala de comandos, a tan solo un día de haber perdido a Agustina en la misión de rescate que tuvo lugar en Hael Arunyn, y tras la experiencia dura que habían experimentado Thomas y Gwyn al estar tanto tiempo lejos de su hija, Alicia comprendió que tuviera motivos para sujetarla de esa manera. En la sala los estaban acompañando tanto Allecreod, quien se encontraba en un rincón de dicha sala, casi oculto entre las sombras, aún un tanto incómodo de estar en la presencia de los humanos, mucho más tras la tragedia que habían vivido; como Xorxaik, quien estaba de pie a la espera de alguna orden por parte de la nueva comandante suprema. La puerta se abrió, y por la misma entró el joven Faron Zark, ante la vista de todos los allí presentes. El joven sintió como las miradas de sus compañeros se clavaban sobre él, y supo que ellos querrían información sobre lo que acababa de acontecer. — ¿Cómo está? — preguntó Gwyn, tomando la iniciativa en sus primeros días como máxima autoridad militar. — Me da mucha pena verlo así — Faron no quiso decir lo obvio, y optó por irse por la compasión — Él está sentado en su cama y no suelta a Arick de sus brazos. Natasha está con él para asegurarse de que nadie vaya a molestarlo, aunque ya todos saben que él dejó su puesto de comandante. — Lo que esos malditos le hicieron… lo que nos hicieron a nosotros — Gwyn miró a su hija pequeña en brazos — Nos arrebataron a nuestros hijos, nos pusieron una trampa, escaparon con una de nuestras naves y provocaron muertes de personas inocentes tanto aquí como en casa… Luchamos tanto contra los edagrianos, perdimos tanto enfrentándonos a ellos… — Basta, Gwyn, por favor, no sigas — Thomas apoyó una mano sobre su hombro — Ya todos sabemos lo que sentimos por ellos. Y también sabemos lo que tenemos que hacer. — No hay riesgo de que ellos escapen con nuestra nave y se pierdan para siempre, ¿verdad? — Alicia preguntó al gran robot que se encontraba en el sitio. — Recibo señales de la nave humana que ha sido robada por los enemigos — Xorxaik se refirió a ellos de aquella forma — En tanto no causen una avería en el sistema de transmisión, podré detectar su ubicación. Pero es imposible predecir a ciencia cierta hacia dónde terminarán huyendo. — Robaron una nave arriesgándose a no saber cómo usarla y sin un plan — Thomas pensó tras lo que escuchó del robot — ¿Tan desesperada estaba la situación en su planeta después de que sustrajimos apenas unos litros de agua? — Si estaban condenados a morir, estoy seguro de que habrán intentado una última maniobra desesperada — Allecreod aportó, acercándose un poco al grupo — Es un instinto de supervivencia presente en muchas especies. Alicia no pudo evitar presionar los puños en el momento en que Allecreod dijera esas palabras. El recuerdo del ryfier separándola de sus compañeros, golpeándola y arrojándola a la arena de combate como un premio para el ganador de una batalla llegaron a su mente. Una vez que sus compañeros llegaron a su rescate, Allecreod huyó, provocando el contacto con Hark y su familia, causando así la caída de la Tierra hacía no muchos años atrás. Ver cómo el ryfier hablaba de esas acciones crueles como si fueran un instinto, no le caía muy bien a la ex soldado. — Instinto o no, no podemos estar tranquilos al respecto — Gwyn pensó en un asunto que requería de su atención — Esa nave es un recurso de la humanidad, tecnología que nos pertenece. Es muy valiosa para perderla en las manos de unos malditos alienígenas. — No solo eso perder la nave es un problema, ¿qué hay de la imagen del ejército ante todos los demás? — Alicia lo veía desde ese punto de vista — Los detractores siempre nos están acosando, pero nunca se atreven a pelear. ¿Qué pasará cuando anunciemos que hemos perdido una de nuestras naves así de fácil? Solo alentaremos a los cobardes a enfrentarnos. Y siendo que hemos perdido soldados y niños en esta misión… — El número de personas que no nos tiene en alta estima no hará más que aumentar — Faron pudo ver hacia dónde iban — Ya ni siquiera se trata de una venganza. Es mucho más grande que eso. — La venganza es nuestra menor preocupación — Thomas expresó al respecto — ¿Qué tal si la nave sufre un desperfecto y ellos no saben cómo repararla? Podrían morir en pleno espacio exterior. Morirán, sí, pero así nuestro recurso sería irrecuperable. — ¿Y qué hay de la ruta que elijan tomar? — Alicia empezó a tener otra preocupación en mente — ¿Qué tal si están probando suerte y terminen llegando al planeta Garak? El malnacido de Asmir dijo que ya no quería volver a vernos. Si descubre una nave humana cerca de su planeta, podría pensar que es un acto de guerra. La destruirá, y tal vez intente tomar alguna clase de represalia. — Entiendo que Asmir era un pedazo de mierda — Faron se expresó respecto a él, dado a que fue de los que menos interacción tuvieron con el líder garak — Pero dudo que quiera una guerra con nosotros. Incluso aunque nos supere en número. — Asmir es capaz de muchas cosas, Faron… — Alicia respondió al menos experimentado de todos en la sala — Lo sé mejor que nadie. […] — Michael, tú no pensarás que esa placa de metal que retiene a Orz en tu cuerpo es algo que se pueda obtener gratis, ¿verdad? — preguntó el líder del planeta Garak — Requirió mucho esfuerzo armarla, adaptarla a tu brazo, y luego colocártela. Esfuerzo de varios trabajadores y también recursos tecnológicos. Recursos que ya no puedo permitirme gastar si voy a tener a humanos y xaromitantes viviendo aquí. — Di la puta verdad ahora, Asmir — Michael supo hacia donde se dirigía todo — ¿Qué es lo que me vas a hacer? — Nada, en ambos sentidos — Kila fue la que habló en vez de su líder — Nada bueno, pero tampoco malo. — Para ponerlo más simple, si esa placa se rompe, Orz será libre — Asmir fue directo con los humanos — Y dado a que no puedo permitirme gastar recursos en ti, así se va a quedar. — Dijiste que no podías tener a Orz libre luego de todas las muertes que causó — Michael quería asegurarse de que estaba escuchando correctamente. — Exactamente, y no lo pienso hacer… es por eso por lo que, si nos llegamos a enterar que esa placa se rompió y que Orz se encuentra en libertad, haré que mis soldados garak te busquen y te asesinen — Asmir sonó muy severo al decir esas palabras. — ¡No! Alicia no lo pensó ni un solo segundo al saltar en defensa de su pareja. Desde el momento en el que Kila manifestó por primera vez sus intenciones de acabar con la vida de Michael si se daba la más pequeña posibilidad de que Orz fuera liberado, ella empezó a tener sentimientos encontrados con los habitantes del planeta que les daba hospedaje tras la caída de la Tierra. Ella ya había visto morir a su familia en manos de los garak, y aunque entendió que fuera un accidente provocado por el miedo a una guerra, no lo olvidaría fácilmente. El ver que Asmir estaba amenazando de esa manera a su novio con la complicidad de la garak a quien más repulsión le tenía, le colmó la paciencia a la soldado. Magnus y Asmir se pusieron de pie tras escuchar su grito, mientras que Kila parecía estar lista para entablar una batalla con ella, hasta que su líder la detuvo. — ¿Qué fue lo que has dicho? — Kila, pese a ser detenida, no quiso dejarla salir impune de eso. — Ustedes ya mataron a toda mi familia, no voy a permitir que ahora amenacen así a Michael — Alicia miró muy furiosa a Asmir, pero sin buscar levantar la voz — Si Orz llega a escapar, tengan por seguro que los humanos nos haremos cargo de él. — No les he prohibido hacerse cargo de eso, de hecho, es lo que les corresponde — Asmir parecía empezar a adoptar un sarcasmo cínico en su charla — Solo quiero que sepan que, si Orz es libre, los garak buscarán a Michael y lo matarán. Si ustedes lo capturan primero, supongo que no será necesario lo que acabo de decir. — Asmir, te juro que, si uno de los garak le pone la mano encima a Michael, voy a eliminar a todos los que pueda por mi cuenta — Alicia se alteraba cada vez más — Ya me quitaron a toda mi familia. Si me quitan a Michael, le ocasionaré un dolor inmenso a toda tu gente. — ¡Por eso no se puede convivir con ustedes! — Asmir estalló en ira mientras miraba a Michael — ¡Solo ocasionan problemas! ¡Ustedes han estado matándose los unos a los otros en su planeta, y ahora que lo perdieron, vienen a hacer lo mismo en el mío! — ¡No hables de la Tierra de esa manera, Asmir, esto lo discutimos bien! — Magnus se sintió golpeado por sus palabras. — Calma a tus soldados, y luego me calmaré yo — Asmir encaró al líder humano — Es mi planeta, y no tengo la necesidad de soportar amenazas siendo que estoy siendo muy generoso con ustedes. — Michael, Alicia, escuchen bien esto antes de entrar en un malentendido — Magnus se acercó a ambos para tomarlos de los hombros — No pude pactar una solución con Asmir, pero tampoco me voy con las manos vacías. Luego de la guerra, él permitirá que algunos científicos médicos se queden para aprender la forma de instalar una placa metálica en el brazo de Michael. Si Orz escapa, solamente tenemos que aprehender a Michael antes que ellos y dejarlo encerrado hasta que podamos tratarlo. Sé que no es el mejor trato, pero es mejor que nada. Las palabras de Magnus hicieron que Alicia se tranquilizara un poco más respecto a la tensa situación que estaban enfrentando. Ver cómo la persona más importante para ella estaba recibiendo constantes amenazas de aquellos con quienes ocasionaron en ella un gran dolor fue algo que le colmó la paciencia. Su líder, con experiencia en negociaciones, logró hacerla entrar en razón. Alicia y Michael se retiraron tras un insulto dirigido a los dos garak de aquella sala, y de una súplica desesperada de Magnus quien parecía estar agobiado por discutir con él. Alicia y Michael salieron del lugar y decidieron emprender el camino de regreso a la nave, donde buscarían algo de comer para intentar olvidar lo que acababa de acontecer. Una vez estuvieron fuera de las instalaciones garak, la pareja caminaba por las calles de la ciudad en dirección a su destino. Alicia notó que Michael la tomó de la mano con suavidad mientras ambos caminaban juntos. La chica le mostró una sonrisa cálida a su novio, quien pronto se acercó a ella para darle un beso. — Eres una guerrera muy feroz, Alicia — Michael estaba asombrado con su actitud — Me defendiste de una forma que me hace estar feliz de que estés conmigo. — Es lo menos que puedo hacer por ti, y un trato que los garak se merecen — Alicia acarició el rostro de su novio — Ya me arrebataron a mi familia. No permitiré que hablen en frente mío acerca de matarte a ti también, por más que ellos nos estén dando refugio. — Créeme, Alicia, te juro que los garak no van a tener el placer de asesinarme — Michael fue honesto con su promesa — No permitiré que ellos me pongan una mano encima, y más que nada, no voy a permitir que Orz escape de mi mente. Aunque reconozca que Orz posiblemente pueda causar un daño mayor a los edagrianos, esta guerra es para vengar a la humanidad. Y voy a ser yo quien vaya a pelearla. Alicia se veía conmovida por las palabras dichas por Michael ante ella. Si bien, el peligro de la lucha contra los edagrianos estaba presente en ella, su novio tenía un gran talento para hacerla sentir mejor en esa clase de momentos. […] — Ace — Gwyn vio entrar al ex comandante supremo a la sala de comandos. Alicia se volteó en el momento en que sintió como la puerta de la sala se abría para dejar paso a Ace, quien iba acompañado por Natasha. El hombre, viudo hace apenas poco más de veinticuatro horas, llegó al sitio con su pequeño niño en brazos. Si bien, no se sentía muy a gusto de estar allí, sentía que no era apropiado dejar a sus compañeros solos. — Intenté evitar que viniera — Natasha sabía que se preguntarían por su presencia en ese lugar — Pero él insistió. Quiere revisar que todo esté bien, y luego de eso, nos iremos. — Veo que están teniendo una conversación entre manos — Ace miró a Gwyn al hablar — Sé que ahora ya no tomo las decisiones, pero si es importante, quiero saber de qué se trata. Si tengo un rol que cumplir, no estoy eximido de ello. — Hemos decidido que vamos a enviar a un grupo de soldados a recuperar la nave que los habitantes de Hael Arunyn nos robaron — Gwyn informó a su amigo — No podemos perderla. Ya tenemos casi todo decidido, y nos falta solamente decidir quién liderará la expedición. — Está claro que tú y nosotros dos estamos fuera de esta cuestión — Thomas le comentó a Ace, refiriéndose tanto a él como a su esposa — Y teníamos en mente a Noak y Gina, pero es lógico que, si Noak no prestó ayuda en esta misión, no aceptará ser enviado lejos en una cacería. — Sé que yo no tengo una familia cómo la que tienen ustedes, pero le he prometido a Ace que lo ayudaría a cuidar de Arick — Natasha se disculpaba, puesto a que se veía como si estuviera inventándose una excusa — Eso significa que ninguno de los tres comandantes está disponible para la misión. Podríamos evaluar a otros candidatos para esta misión entre nuestros soldados. — Eso nos haría perder bastante tiempo, y recuperar nuestra nave es una situación prioritaria — Alicia supo que tenía una oportunidad de ahorrarles el trabajo a sus compañeros — Dejen que sea yo quien vaya como líder en esta misión. Aunque no soy una soldado, sigo siendo una de las tripulantes de Zenith que participó en la misión que nos permitió conocer la verdad. Además, ahora que lo pienso bien… si estoy en una misión fuera de Edagr, ya no tendré que preocuparme por los detractores. Sus compañeros la miraron con una expresión que mezclaba tanto orgullo como tristeza. Alicia se ofreció a ser la líder en una misión para así poder liberarlos de la carga de tener que separarse de sus seres queridos, al mismo tiempo que le servía como una justificación para que nadie en Edagr la pudiera acosar, siendo ella de las primeras en sufrir un acoso tan cercano y personal por parte de los detractores cuando estos se metieron en su casa. Esa sensación hizo que Thomas, entre todos sus compañeros, estuviera dispuesto a realizar una promesa para mostrarle su gratitud a su amiga. Él, gracias a su ofrecimiento, quedaba liberado de una participación obligada en la misión de recuperar la nave, por más que supiera que se trataba de un recurso valioso y que era más importante que obtener retribución. Por eso fue que sus siguientes palabras serían una promesa para su compañera. — Alicia, lo que acabas de hacer es algo que nos ayuda de una manera que no te imaginas — Thomas miró a su compañera, para luego centrar la vista en la pequeña Sky — El que no tengamos que alejarnos de nuestros hijos, nos llena de felicidad. Pero me destroza el corazón saber que también lo haces para escapar del acoso de esos malditos detractores… Por eso quiero prometerte algo. Para cuando regreses a Edagr de tu misión, todos los detractores van a estar encerrados y pagando por sus crímenes. Puedes contar con eso. La promesa hecha por Thomas llenó de ilusión a la chica. Pensó en la posibilidad de irse en una misión para ayudar a la humanidad, y a sus amigos principalmente, como una manera de alejarse de lo que le hacía daño. Pero sus amigos no se tomarían la oportunidad de quedarse en casa como unas vacaciones, sino que se avocarían a la misión de atrapar y castigar a aquellos que le hacían la vida miserable. Ver lo comprometidos que estaban sus amigos a realizar un objetivo diferente al de ella, la llenó de felicidad. Alicia no pudo evitar sentirse emocionada por el hecho de regresar a su casa como una heroína y luego de eso encontrarse con una vida más tranquila. Con la excepción de Faron, quien manifestó sus deseos en ir en la misión para tener la oportunidad de eliminar a los habitantes de Hael Arunyn como una venganza por los malos tragos vividos, no hubo nadie allí que presentara objeción alguna al plan propuesto por la chica, o a lo indicado también por Thomas. Ace, quien ya había comprobado que todo se encontraba bien, fue llevado de regreso a su habitación por parte de Natasha, ante la vista de todos, incluida Alicia, quien sonreía al ver que Natasha le haría compañía a él, pese a que extrañaba mucho a su gran amiga Agustina, y le resultaba chocante no verla de pie junto con Ace y con Arick. — Si una misión nueva va a comenzar, lo mejor será que todo esté preparado para cuando lleguemos a nuestro hogar — Gwyn giró su asiento y empezó a teclear comandos en la computadora principal de la sala — Iremos preparando equipo militar y provisiones para tu misión, Alicia. Dado a la ventaja que nos habrán sacado esos monstruos para cuando lleguemos a Edagr, dedicaremos un día a abastecer la nave. Luego de eso, podrás abordar junto con tu escuadrón. — Muchas gracias, comandante — Alicia habló con respeto hacia quien era su superior en ese momento — Prometo que tendrán noticias de mi parte tan pronto cómo les hayamos arrebatado la nave de las manos. Pero quiero informarte que tengo una idea para hacer algo más que solo perseguirlos para recuperar lo que nos han robado. — Por supuesto, Alicia, dime todo lo que tengas en mente — Gwyn se metió de lleno en su papel — Estoy para escucharte. — Planeo hacer una visita al planeta Tierra, y revisar qué tal está su estado — las palabras de Alicia causaron un gran impacto en los presentes — Han pasado muchos meses desde que Arion la volvió inhabitable, y sé que el pronóstico no era alentador. Pero me gustaría acercarme para ver si algo cambió, y quizás verla por lo que podría ser una última vez… El silencio reinó en toda la sala una vez que Alicia dejó en claros sus motivos para no emprender el camino de regreso a casa una vez que la misión de recuperar la tecnología robada por los habitantes de Hael Arunyn hubiera concluido al fin. Todos la comprendían en su curiosidad para ver su mundo de origen de vuelta. Desde que ellos tuvieron la oportunidad de escapar, no tuvieron nada más que la información que el equipo de científicos de Magnus halló por ellos. Se les había pasado por la mente más de una vez el organizar una expedición a la Tierra, pero debido a la gran cantidad de tareas que tuvieron que afrontar al pasar a vivir en un mundo diferente, no se presentó la oportunidad hasta ese momento. Gwyn, como figura de autoridad del ejército, comprendió que podrían sacar algo útil de aquello, ya que tendrían una actualización del estado real de la Tierra, pese a que todos sabían lo que podrían esperar, y que les podría dar más tiempo para llevar a cabo la misión de encontrar, apresar y enjuiciar a los detractores; cosa que no quiso decir ante su compañera. Dio su aprobación a la misión, y se encargó de que enviaría a casa el mensaje para aquellos que serían elegidos para participar de aquella tarea junto con su compañera. […] — ¡Acaben con ellos! — Faron, quien estaba al mando de los soldados, dio la orden a todos los hombres y mujeres para que pusieran fin a las vidas de aquellos quienes ocasionaron un gran daño a la humanidad. La travesía de la misión por recuperar la nave llevó a Alicia, Faron y al resto de soldados hacia un planeta alejado de otros mundos conocidos. Un mundo cargado y rodeado de nubes de lluvia que causaban diluvios constantes en su interior. Los habitantes de Hael Arunyn habían elegido aquel mundo para aterrizar, y nadie de los humanos llegó a saber si fue por gusto, por obligación, o por simplemente tomar la oportunidad de iniciar su vida en aquel lugar. Y era algo que a Alicia no le importaba en lo más mínimo. Gracias a los sistemas de rastreo de la nave, no fue tarea difícil encontrar su ubicación, siendo la parte más tediosa para ellos el viaje hasta el punto de encuentro. La humanidad no se confió ante ellos. Portando sus rifles y llevando encima sus armaduras, atacaron de forma directa a la concentrada y reducida población de alienígenas que habían cruzado su camino con la humanidad de una forma no deseada para nadie. No fue difícil superarlos en estrategia y poder, y tan solo quedaron los últimos ejemplares de aquella especie. Faron ordenó su ejecución, y la lluvia de balas no se hizo esperar, provocando una muerte rápida en todos ellos a medida que los disparos llegaban hasta sus órganos vitales. No siendo una soldado, y manteniendo su rol de exploradora en todo momento, Alicia no tomó un arma y no fue partícipe directa de ninguna de las muertes que sucedía frente a sus ojos. Ser testigo era más que suficiente para ella, y no podía evitar sentir una gran satisfacción mientras los veía morir. — Han secuestrado a su hijo para tenderle una trampa — los pensamientos de la chica iban hacia Agustina, sin pensar en nadie más — La mataron y le robaron la oportunidad de ser feliz junto a su hijo pequeño y junto a su esposo. Perder a la persona que amas no es algo agradable, y ustedes forzaron a Ace a vivir lo mismo que los garak y los edagrianos me han obligado vivir a mí… El último de los disparos se escuchó, y ya no quedaba ningún otro habitante de Hael Arunyn que no estuviera retorciéndose de agonía en el suelo mientras brotaba sangre a partir de las heridas provocadas por la humanidad. — Esto fue por haber matado a mi hermana — Alicia realmente sentía que la venganza había valido la pena — Ahora mi querida Agustina puede descansar en paz. Faron y otros soldados levantaron las armas sobre sus hombros y empezaron a lanzar gritos de victoria por lo vivido. A diferencia de la batalla contra los edagrianos, esta venganza fue mucho más satisfactoria para los humanos. Dado a que sus enemigos ya eran conocidos por ellos y no contaban con la ventaja de estar en su mundo, ningún plan de contingencia elaborado por ellos era suficiente para hacerles frente. Ni una sola baja fue lo que tuvieron en esa ocasión, y era algo que veían como un motivo para festejar. Faron, ejerciendo como una figura de autoridad de fuerza por debajo de Alicia, se dirigió a ella, reconociéndola como su superior en la misión. — Hemos cumplido con nuestro deber — Faron era consciente de que todavía tenían una misión más por acabar, pero sus palabras fueron entendidas por Alicia — Eres tú quien decide nuestro siguiente paso. — Para poder ahorrar suministros, quiero que la mitad de los soldados regresen a Edagr y devuelvan a la comandante Gwyn Fairin y a toda nuestra organización la nave que estos monstruos nos robaron — Alicia no tenía pensado llevar a tanta gente a su visita en la Tierra — La otra mitad vendrá con nosotros a continuar con nuestra misión y para ver en qué estado ha quedado nuestro mundo después de tanto tiempo. Quienes tenían la curiosidad de poder echar un vistazo al planeta Tierra permanecían al lado de Alicia y Faron, quienes no regresarían prontamente a sus hogares, puesto a que su asignación todavía no se había concretado. Otros que deseaban volver a convivir con sus amigos y compañeros y respirar el aire del planeta Edagr, al ver satisfecha su venganza contra los habitantes de Hael Arunyn, emprendieron el camino hacia la nave robada por aquellos que ya solo eran cadáveres siendo bañados por las gotas de lluvia. Alicia ordenó a todos los suyos esperar a que los soldados que regresarían a Edagr confirmasen que la nave estuviera en perfecto estado, al menos para poder llegar a salvo a su destino. Tan pronto como le comunicaron por el sistema de intercambio de mensajes de la nave que todo estaba en orden, Alicia supo que podía partir. Fue así que los dos grupos de soldados se separaron de manera exitosa, y las dos naves despegaron para acudir cada una a su destino. Una regresaría a Edagr, mientras que la otra se dirigiría a la Tierra. […] La imagen de Marte por la pantalla que Alicia estaba mirando se estaba volviendo cada vez más pequeña. Al momento en el que la nave pasó por el planeta rojo, Alicia se vio invadida en la necesidad de observar dicho planeta. El haber visto aquel mundo le hizo recordar una de las conversaciones más preciadas que tuvo con su hermano Liam, donde ambos compartieron su gusto por la exploración espacial, y por las maravillas que el universo tenía que mostrar. Tras haber sonreído al monitor, Alicia activó un comando que apartó al planeta Marte de la pantalla, siendo ahora una pantalla en negro lo que se veía en el foco. Conociendo las coordenadas en las cuales debía hacer girar su cámara para tener posibilidades de enfocar el planeta Tierra, Alicia tecleó los comandos necesarios y pudo ver allí como la imagen de su mundo de origen se empezó a manifestar, captada a través de las cámaras telescópicas. La exploradora esperaba que el panorama mejorara al acercarse con la nave y poder tener una vista desde cada ángulo posible del planeta, pero lo que vieron sus ojos fue algo que no le agradó bastante. — Es… — Alicia pensó para sí misma — Una masa gris y negra flotando en el espacio exterior… Ya no se siente como aquel cuerpo celeste que era tan hermoso cuando lo veíamos al partir a nuestras misiones. La imagen de la Tierra en el monitor era justo lo que Noble describía. Una esfera irregular cubierta de nubarrones gigantescos, colores gris y negro, era todo lo que estaba ante sus ojos y de aquellos quienes le hacían compañía en la sala de comandos. Ceniza y humo era todo lo que se podía visualizar si se miraba con más detalle a las imágenes. — Muy posiblemente los sismos continúen — uno de los soldados a bordo de la nave recordó la máquina sísmica que arrojó Arion — Me pregunto si los volcanes se habrán agotado alguna vez de escupir fuego y arrojar humo a los cielos. — Nuestros antepasados han creado armas de destrucción masiva, pero lo que los edagrianos nos arrojaron es algo sin precedentes — mencionó otra de las que iban allí — ¿Qué clase de monstruo crearía un arma tan devastadora como una máquina de sismos que no hace más que sacudir la tierra y despertar volcanes? Las palabras dichas por aquella soldado dieron a Alicia una idea que hasta el momento no había pasado ni por su mente ni por la de sus otros compañeros. En el planeta Edagr no habían sido capaces de encontrar las armas de destrucción que los edagrianos habían llevado consigo para arrasar la Tierra, algo que Alicia vio con lógica, dado a que nunca las utilizarían en su mundo dada su filosofía de respetar a la naturaleza. — Esas armas están ocultas en algún planeta o en algún satélite natural — fue lo primero que se le ocurrió a Alicia, quien se ganó la atención de todo el mundo reunido con ella — Tal vez sea una buena oportunidad para que las vayamos a buscar y nos aseguremos de que no puedan ser usadas nunca más en el hogar de la humanidad.
¡Hola! Estoy por aquí, otro finde más. Esta vez, disfrutando del spin off que trae recuerdos (buenos y malos ) del pasado reciente en LGC. Este capítulo, siendo principalmente de Alicia, es bastante interesante. Nos emplaza a ver diferentes puntos de la historia y tiene un final que sin duda me deja bastante intrigado. Pero iré comentándolo paso a paso. Empezamos con Alicia, Thomas, Gwyn, la bebé Sky y Allecreod en la sala de comandos de una nave, sabiéndose pronto que hace menos de un día desde la misión en el planeta de los sirenitos, en Hael Aruryn. Faron aparece poco después, mientras a su vez, sabemos que Ace está con Arick y siendo cuidado por Natasha, pues acaba de perder a Agustina en la misión. Evidentemente esta situación no es agradable para nadie, pero la chamba es la chamba y hay que recuperar una nave que los enemigos se han robado. En un flashback anterior a todo eso, vemos que Alicia rememora como fue el momento en el que su pareja Michael, con una placa que contenía a Orz en su interior y evitaba que éste tomase el control del humano, se las veía complicadas con Asmir y Kila. Magnus trata de negociar sus asuntos mientras el líder garak afirma que si esa placa se rompe y Orz queda liberado, él mismo dará la orden de capturar y asesinar a Michael, lo que provoca una reacción furiosa en Alicia, que ya habiendo perdido a su familia en manos de los garak, no está dispuesta a que se le repita eso. La discusión es bien tensa y Magnus debe mediar para rebajar los nervios, momento en el que la pareja decide abandonar esa reunión. Ay, amigo, Michael y Alicia hacían una gran pareja. Aún duele que no pudieran tener descendencia o vivir felices después de la guerra contra los edagrianos... Acto seguido y ya de vuelta en el presente, vemos que Ace regresa al puente de mando pese a estar afligido, siendo informado de que se ha decidido ir tras la nave que tienen los enemigos. Pero viendo que los comandantes tienen a sus familias y tras lo sucedido no quieren abandonarlas como tal, Alicia se ofrece a liderar esa expedición para recuperar dicha nave y de paso, ver en qué estado está la Tierra tras el ataque de Arion. Todos acceden e incluso Thomas le promete que cuando ella regrese, los detractores que tanto la atacan estarán en prisión. Los alienígenas de Hael Arunyn aterrizan en un planeta lluvioso (si que deben ser sirenitos, les encanta el agua ) pero son asaltados allí por los humanos, que no tienen complicaciones para vengar las muertes que tuvieron en aquel fatídico día en el que se perdió a Agustina. Faron, Alicia y el resto de soldados celebran su hazaña para después dividirse en dos grupos: uno que lleve la nave recuperada de regreso a Edagr y otro que visitará las inmediaciones de la Tierra, para ver cuál es su estado actual. Finalmente, a través de los ojos de Alicia, vemos que la Tierra es una roca gris y oscura fruto del humo volcánico y toda la destrucción ocurrida en el ataque de Arion, lo que augura que no va a tener una pronta recuperación. Es una escena triste, pero se menciona el detalle de que el arma que usó Arion no se encontró en Edagr. ¿Acaso hay más armas cómo esa? ¿Dónde están? Parece que Alicia se propone encontrar el lugar donde estén y eso me hace pensar que tener un arma así sería muy interesante de cara a futuros conflictos con otras especies. Algo que provoca seísmos puede destruir un planeta sin duda alguna y mejor tener ese recurso a favor que en contra. Aunque también está la opción de desmantelarlas y que no existan. Sea como sea, estoy seguro de que eso se explorará en futuros capítulos de este spin off y me genera mucho interés por ver más sobre ese aspecto. Así que nos vemos para la próxima.
Saludos. Ya va siendo tiempo de publicar el capítulo número 3 de esta historia secundaria. Como hago en cada semana, quiero dar las gracias a mi gran amigo Manuvalk por el apoyo recibido en los comentarios y por los divertidos ratos que vivimos en Discord al leer en simultáneo. Estoy seguro de que este capítulo (particularmente este capítulo) le gustará mucho. De momento, los capítulos vienen siguiendo una temporalidad cercana, aunque no por eso será así en todos los capítulos que quedan. Sin más para decir, dejo el capítulo. Natasha y Ace – Construcción de un hogar: El sonido de un llanto prolongado en el medio de la madrugada fue lo que causó que Natasha abriera los ojos lentamente. Todavía un poco cansada por haber sido despertada habiéndose ido a dormir tan pronto, ella tardó un par de segundos en incorporarse. Una vez se puso de pie, siguió el sonido del llanto hasta que pudo encontrar su causa. Sentados en la oscuridad, Ace se encontraba en una silla de la sala, tratando de hacer dormir a Arick. Natasha encendió las luces y los vio a los dos. El repentino resplandor ocasionó que Ace entrecerrara los ojos, pero no se molestó con la mujer por haber hecho eso. — Ace, ¿qué ocurre? — la mujer quería saber a qué se debía su estadía en esa sala particular. — Llevo veinte minutos intentando hacerlo dormir — Ace le respondió, algo cansado y triste por el sonido de su voz — No entiendo qué es lo que ocurre con él. Antes podía hacerlo dormir muy fácilmente. Se calmaba siempre que estaba en mis brazos. Ahora… bueno, lo estás viendo. Natasha entendía y recordaba a lo que se refería su amigo. Muchas veces había sido capaz de presenciar la forma en que Ace tomaba a Arick, y con una voz suave, le pedía que se tranquilizara. En cada una de esas ocasiones, el pequeño Lakor siempre hacía caso y terminaba durmiéndose apaciblemente. Incluso recordaba que Agustina envidiaba esa cualidad de Ace para poder calmar al pequeño. Ver en persona como Ace ya no contaba con esa capacidad, a tan solo unas pocas horas de que el padre y el niño se mudaran a su casa, le hizo llegar a una conclusión un tanto sombría. — Tal vez… — Natasha lo pensó y no se atrevió a decir una palabra al respecto — Lo que tranquilizaba a Arick antes era el hecho de que su familia estaba unida… Pobrecito. Sin poder comprobar si su teoría podría ser correcta o no, Natasha decidió acercarse a los dos. Ace vio cómo su compañera movía una de las sillas para poder sentarse a su lado. Natasha pasó uno de sus brazos por el hombro de Ace, y se encargó de cubrirlo de forma que pudiera mostrarle su apoyo. El ex comandante supremo apreció el gesto de su amiga, por todo el apoyo que les había mostrado a ambos desde la invitación a su casa para que pudieran estar acompañados en todo momento tras ser tocados por la tragedia hacía tan pocos días. — ¿Le preparamos algo para comer? — Natasha pensó que quizá podría estar hambriento — Una papilla, o un poco de leche en polvo para poder darle. — Es una buena idea, yo lo haré — Ace estaba dispuesto a hacerse cargo de su hijo. — No, Ace, tú mantenlo en tus brazos — Natasha le dijo con ternura — Dime cómo lo sueles preparar y lo haré yo. — Está bien, tal vez sea conveniente prepararle algo de leche, lleva menos tiempo. Ace se puso de pie, y junto con Natasha, los dos fueron a la cocina. Teniendo al pequeño niño en brazos, Ace fue dándole a Natasha los pasos a seguir para que la mujer preparara un biberón de leche en polvo a la temperatura ideal de modo que el jovencito Lakor pudiera tomarla sin que le cayera mal. Una vez todos los pasos estaban dados, Natasha solamente debía esperar a que esta alcanzara su temperatura ideal. Llegado aquel momento, la mujer tomó un biberón de plástico, traído directamente de la casa de Ace y vertió allí el líquido para luego dirigirse a Ace y al bebé. — Déjame hacerlo, me gustaría familiarizarme por si alguna vez tengo que quedarme con él — Natasha se lo suplicó a Ace. El comandante Lakor no se negó a la petición de su compañera, pero no por eso soltó a su pequeño hijo. Él lo sostenía en sus brazos, mientras que ella acercó el biberón a su boca y así fue como el niño dejó de llorar para alimentarse. Los dos adultos estaban felices al ver que, por lo menos de forma temporal, el pequeño a su cuidado dejó de llorar. La expectación para ver si se quedaría tranquilo o no una vez se acabase lo preparado reinaba en los dos, pero llegó un momento en el que Arick apartó su boca del biberón, dejando un poco de líquido dentro del recipiente sin acabar. Acto seguido, el pequeño se quedó dormido profundamente en los brazos de su padre. Ace sonrió en gran medida, y Natasha se enterneció al ver como el niño tan pequeño daba un par de movimientos con sus brazos y algunos bostezos hasta quedarse totalmente inmóvil. Habiendo calmado y alimentado al niño, Ace fue a dejarlo en la cuna que habían preparado para él. Tan pronto como el pequeño Arick estuvo en su lugar, el padre del chico se encargó de arroparlo y dejarlo tranquilo para que pudiera dormir bien. — Te agradezco mucho por todo, Natasha — Ace sabía que no lo habría podido hacer tan rápido sin su ayuda. — No es necesario que agradezcas esto, Ace, recuérdalo — Natasha le dio una palmada en el hombro — Te prometí a ti y al pequeño Arick que nunca estarían solos. Y nunca lo van a estar. Puedes confiar en mí. Ace sonrió por tener una buena compañera tal y como lo era Natasha. Él sabía que ella en el pasado sentía mucho por él, y que incluso esos sentimientos, o por lo menos algunos, permanecían presentes en ella. La mujer, habiendo concluido su ayuda, mostró un gesto de alegría al hombre y luego de eso, se marchó a dormir. Dado a que no había convivido junto con ella por su relación con Agustina, Ace tenía en su mente algunas dudas que nunca llegó a manifestar sobre la invitación que Natasha le hizo a él y a Arick para vivir en su casa. El comandante creía que ella buscaba alguna especie de compensación a cambio. Tras ver que luego de su ayuda ella simplemente se marchó a dormir, esas dudas se empezaban a disipar de la mente del comandante. Con la tranquilidad de que el niño a su cuidado permanecería dormido por un gran período de tiempo, Ace fue a acostarse para descansar y estar listo para el día siguiente. Si bien, Gwyn le había dado permisos a raíz de su tragedia, su trabajo le requería estar presente y disponible en sus funciones de comandante. Quería descansar bien cada día, de modo que no llegase el momento de retornar a sus actividades y encontrarse a sí mismo dominado por el sueño. […] Al momento en el que Ace abrió los ojos, pudo notar que el sol se filtraba en la casa de Natasha por una de las ventanas instaladas en el cuarto. Sin haberse puesto ninguna alarma, el comandante se puso de pie de forma rápida para poder ir a ver cómo se encontraba su hijo. Un sonido de agua fluyendo llamó su atención, y Ace siguió el origen hasta que llegó al baño. Fue en ese lugar donde encontró a Natasha sujetando al pequeño Arick mientras este se encontraba en una pequeña bañera con el agua hasta la mitad. El soldado se llevó una sorpresa al ver que era ella quien estaba bañándolo, y se acercó para preguntarle a qué se debía el motivo. — Buenos días, Ace — Natasha lo miró con una expresión de felicidad, para luego volver a concentrarse en el pequeño niño. — Natasha, ¿qué ocurrió? — Ace no respondió al saludo por su preocupación — ¿Por qué estás bañando a Arick? — tras hacerle esa pregunta, el soldado metió su mano en el agua para corroborar su temperatura, y comprobó que estaba templada — ¿Tiene fiebre o algo? — No, descuida, solamente se ensució un poco — Natasha le respondió con la verdad — Puse su ropa a lavar luego de quitarle la mugre. Y decidí que sería buena idea darle un baño en vez de limpiarlo con toallitas húmedas. — ¿Y por qué no me despertaste? — Ace sintió un gran atrevimiento de parte de Natasha por haber hecho eso. — Lo intenté, pero estabas bastante dormido — la mujer le respondió con honestidad — No pude hacer que abrieras los ojos. El haber estado tanto tiempo intentando dormir a Arick durante la madrugada debió dejarte exhausto. Ace no recordaba haber sentido a Natasha intentando despertarlo en ningún momento, y eso lo llevó a creer que tal vez lo que ella dijo era la realidad. Lo cierto es que él reconoció que estuvo despierto un largo tiempo mientras Arick lloraba en sus brazos. El haberse quedado dormido tan tranquilamente y dejar a su hijo al cuidado de la compañera que les ofrecía su hogar para estar acompañado, hizo que Ace sintiera una gran vergüenza por su rol como padre del chico. Siendo que ella había tomado demasiadas molestias para cuidar de Arick, sintió que tenía que compensarlo. — Lo lamento, debí haberme despertado — Ace no se sentía orgulloso de su conducta — Él es mi hijo. Yo soy quien tiene que hacerse cargo de él. — Hey, tú te mereces un descanso — Natasha quería tranquilizarlo — Ace, Arick no podría pedir a un mejor papá que tú. Eres el mejor hombre que he conocido en mi vida. Este niño tiene suerte de tenerte. La forma en que lo cuidas, lo consuelas y le das seguridad es envidiable. No hay problemas si te tomas unos momentos más para descansar. Así podrás estar en tu mejor estado para cuidar de él, y ser el mejor padre sobre este mundo. Las palabras de Natasha tuvieron un efecto tranquilizante sobre el corazón de Ace. El comandante se sintió aliviado tras haber experimentado una sensación de vergüenza por no cumplir con su rol de padre como él lo tenía ideado en su mente. Ver que Natasha lo valoraba en sus esfuerzos y se encargaba de cubrirlo cuando él necesitaba descansar, lo hicieron pensar que el lugar en el que estaba era el que su hijo necesitaría para poder crecer. — Natasha… — Ace quería decirle algo. — Dime — Natasha sujetó a Arick al tiempo que volteó su cabeza hacia Ace. — Yo… — Ace pronto se vio inundado de recuerdos en su mente — Deja que sea yo quien lo seque y quien lo vista. Debería hacerlo yo. Tú puedes descansar. — Es una gran idea, Ace — Natasha le guiñó el ojo, acordando su plan — Mientras, te prepararé algo para el desayuno. Aunque sonaban bien, esas palabras fueron como una presión en el pecho de Ace. El soldado estaba recordando tanto los momentos breves pero tiernos que él había vivido junto a Natasha cuando ambos no eran nada más que simples soldados para una nación que ya había dejado de existir. Pero también fue invadido por los recuerdos de felicidad que creó acompañado de su esposa Agustina, y por la tristeza que le provocó su muerte reciente. La calidez y la frialdad se mezclaron en él, y las dos salieron a flote a la vez. Podía sentir como el deseo de estar junto a Natasha surgía, producto de recordar sus buenos momentos junto a ella, pero no quería faltar el respeto a la memoria de Agustina, a la vez que temía que algo malo pudiera ocurrir a la brevedad. Ace quería darle un agradecimiento como era debido a Natasha, mostrándole un poco de afecto y cariño para que no fueran siempre sus mismas palabras saliendo de su boca. Pero al haberse detenido en el momento, tuvo que conformarse con hacerse cargo de la segunda parte del cuidado de Arick. Una vez el baño se había completado, Natasha dejó al niño en las manos de Ace, y una vez que se secó el agua de las suyas, le dio otra palmada en el hombro al hombre. El comandante empezó a ver esa como una forma de Natasha de demostrar afecto con contacto físico sin cruzar más barreras, teniendo en cuenta que ella también recordaba su amistad con Agustina, y a quien le guardaba el respeto debido tras su partida. […] — ¿Pudiste encontrar lo que buscabas? — Natasha vio que tenía un folio en sus manos, pero no estaba segura de qué podría buscar Ace. — Lo encontré, y créeme que eso les ha ahorrado mucho dolor a nuestros detractores — Ace sacó con cuidado el sobre del folio, y su voz se tornó más fría. — ¿Qué es eso? El papel está doblado como si fuera el ícono de un correo electrónico — Natasha no estaba familiarizada con esa clase de cosas — ¿Y por qué es tan importante? — Esto es un sobre — Ace le explicó con paciencia, mientras lo mostraba a su compañera — Aquí dentro hay una carta que Agustina escribió para Arick hace unos meses atrás… Tenía pensado dársela cuando aprendiera a leer. Junto con las fotos que tengo de ella, son lo único que quedó para que Arick nunca la olvide. — ¿Ya tienes decidido cómo se lo vas a decir a Arick? — Natasha quería saber si Ace sabía lo que hacía — No tengo derecho a decirte como criar a tu hijo, y sé que yo nunca seré su madre… Pero no estoy tan segura de sí Arick deba recibir esa carta tan pronto aprenda a leer. Ace pronto empezó a reflexionar sobre lo que su compañera le había dicho. Un niño de la edad de Arick tardaría un par de años más en aprender a leer, pero si él entregaba la carta en el momento en el que él lo supiera, podría someterlo a enfrentarse a la tragedia y a la muerte siendo que, para él, eran conceptos que un joven tardaba mucho más en comprender, puesto a que él no los comprendió del todo hasta que llegó a la edad de los siete años. Hacer que se formaran en él un sinfín de preguntas acerca del paradero de su madre y del por qué ella no estaba presente en su vida no haría más que ocasionar una cicatriz emocional a muy temprana edad en él. — Ti… tienes razón — Ace aceptó que no sería lo mejor para su hijo — Arick merece crecer teniendo una infancia feliz. No quiero que él sufra lo que yo habré sufrido cuando perdí a mis padres, y por supuesto que no quiero tener que recurrir a modificar sus recuerdos. Tengo que tomar con sabiduría todo lo que Morris hizo para no cometer sus mismos errores. Natasha vio como Ace se acercaba para acariciar los cabellos del pequeño niño que sostenía en sus brazos, y luego de eso, le otorgó un beso con delicadeza. Ella apenas había comprendido el concepto de lo que era una carta, pero supo que era importante para el hombre que vivía con ella por la manera en que trataba esas últimas palabras de Agustina como si se tratara de un texto sagrado. — Arick va a saber todo acerca de su madre, pero será cuando esté listo — con una voz bastante apagada, Ace guardó el sobre con la carta y las fotos en un folio — Lo siento, Agustina. Sé que querías que esta carta fuera lo primero que nuestro hijo pudiera leer. Ten por seguro que se la voy a dar. Solo espero que no me juzgues cuando ese momento finalmente llegue. La comandante sintió un nudo formándose en su garganta al ver como Ace sufría siendo atormentado por el pasado y por la pérdida de su esposa, a quien amó tanto como ella una vez lo había amado a él en su momento, aunque esas sensaciones en ella no lo habían dejado. Con el pequeño Arick Lakor en brazos, ella se acercó al hombre y apoyó su cabeza sobre su hombro para ofrecerle consuelo. Ace lo vio, lo sintió, y llegó a pensar en lo mucho que él y Arick simbolizaban para Natasha. Cuando ya estaba acostumbrado a que Natasha le diera una simple palmada en el hombro para expresarle su presencia, agradecimiento y compañía sin querer involucrarse mucho más, se llevó la sorpresa de que Natasha estaba avanzando más, pero manteniendo el respeto y sin atreverse a realizar acciones que pudieran incomodarlo. El hombre notó que Natasha estaba totalmente comprometida tanto con él como con su hijo. No esperaba menos de una de las personas más importantes de su vida, siendo la única que junto a él permanecía desde la primera vez en que él afrontó un reto verdadero como soldado. El comandante empezó a pensar que todavía era muy pronto, pero con el paso del tiempo, podría llegar a un momento en el que estaría decidido a llevar una relación con Natasha al paso siguiente. Disfrutaba mucho de estar acompañado por ella, pero no quería apresurarse en sus sentimientos. Todo con tal de que no tuviera que pasar por el dolor de la pérdida una vez más. […] — La comida estuvo muy buena — Natasha se limpió la boca y las manos con una servilleta, puesto a que no se había ensuciado demasiado — Nunca antes habías hecho esta receta. ¿La estabas guardando para una ocasión especial? Mientras el pequeño Lakor estaba durmiendo, ambos comandantes estaban sentados a la mesa, compartiendo una cena preparada únicamente por el comandante Lakor. Una vez que él terminó de comer, se sirvió un poco de jugo de frutos rojos para poder beber, pero antes de dar un sorbo, le respondió la pregunta a su compañera. — Lo cierto es que esta es la primera vez que lo hago — Ace no le iba a mentir en ese momento — Vi videos y tutoriales para hacer esta receta hace una semana. Pero tienes razón en algo. Esta ocasión es especial. — ¿Por qué? — Natasha juntó ambas manos debajo de la mesa, como si estuviera implorando algo — ¿Qué tiene de especial esta noche? — Esta noche es especial para mí — Ace se tomó una pausa para generar intriga en ella — Porque es la noche donde te quiero pedir que seas mi esposa. Natasha se vio abrumada de sensaciones positivas en el momento en el que Ace le hizo esa proposición. Sin anillo, sin flores, y sin arrodillarse ante ella. Pero para ella, esa clase de cosas no eran necesarias. Le bastaba con que fuera él, el hombre de quien se había enamorado en su primera misión quien realizara dicha propuesta. Natasha se levantó de su silla y se puso de pie, gesto que el propio Ace también hizo. Ambos estaban en frente del otro. Lakor había lanzado la proposición, y era el turno para que Zafiro respondiera. El hombre imaginó su respuesta cuando vio que un par de lágrimas que parecían ser de felicidad brotaban del rostro de la mujer. Ella levantó la cabeza de modo que los ojos de ambos se encontraran, y allí, ella dio una respuesta que él tanto esperaba. — Acepto — Natasha saltó a los brazos de Ace, y le dio un beso en los labios. El hombre tomó a la mujer de la cintura, y permaneció quieto en el lugar, correspondiendo el beso que esta le había dado. Los labios de ambos se encontraban una vez más desde la última vez en la que compartieron un momento íntimo como ese, pero sus recuerdos no los llevaron al último, sino al primero de todos. Uno que se dio mientras ellos aún estaban en una misión que iba a diferir mucho de los desafíos que se iban a encontrar. […] — Gracias por el apoyo que me das — contar con Natasha era algo que Ace valoraba mucho, sobre todo cuando era tiempo de partir a enfrentar a los soldados de Zenith — De verdad me da gusto tenerte conmigo en las misiones. — Por nada — Natasha no quería dedicarle más palabras, y quería dar paso a sus acciones. Habiendo visto uno de sus primeros intentos frustrados, Natasha tomó la decisión de que esa noche no sucedería lo mismo que la primera vez. Ella se apresuró, puso sus manos sobre los hombros de Ace y acercó sus labios a los suyos. Lo que ella tanto había deseado finalmente lo había alcanzado. Un beso tierno en la boca era algo que ella sentía que tenía que darle hacía ya mucho tiempo. Le gustaba su apariencia, le gustaba su forma de ser, y más que nada, le gustaba su sinceridad y su bondad. Natasha tenía una atracción fuerte por él, y aunque él lo sabía, no podía dejarlo marchar sin que recibiera uno de sus besos. — Natasha, yo ya te dije que lo nuestro tendrá que esperar a que la misión termine — la mirada de Ace mostraba que no había disfrutado ese gesto. — Lo lamento — Natasha tenía que resistir para no derramar lágrimas, puesto a que sintió que el momento tan bello se había echado a perder — Es solo que yo quería a hacerlo desde hace tiempo. No debí haberlo hecho. No quise ponerte incómodo Ace. En verdad, lo lamento. — No lo lamentes. Ella fue tomada por sorpresa en el momento en el que Ace la sujetó y le dio un beso en la boca. Toda la tristeza que las palabras dichas por Ace habían causado en su corazón se esfumaron tan pronto como su compañero le dio un beso a ella. Lo había comprendido a la perfección. Él realmente quería darle un beso también, pero para que fuera especial, tenía que ser tomada con la guardia baja. Natasha al principio se vio sorprendida, pero una vez que descubrió las intenciones verdaderas de Ace, se dejó llevar mientras este le daba un beso. Natasha lo disfrutaba como nunca. Tras muchas dudas que se formaron en ella, el chico que le gustaba había correspondido sus sentimientos. Algo que nunca iba a olvidar jamás. […] — Hemos llegado a su casa, comandante — Faron dijo con alegría a su superior. — Gracias por haberte tomado la molestia, Faron — Ace abrió la puerta de atrás del vehículo militar conducido por uno de los soldados más leales que había tenido — Significa mucho para mí que hayas hecho esto por nosotros. — Lo haría mil veces, yo sé que, si no hubieras intervenido por mí en esa misión, yo habría perdido la vida — Faron nombró el momento en el que la muerte estuvo cerca de él, pero que debido a una de las órdenes de Ace, llegó a esquivar. En el atardecer del planeta edagriano, Ace y Natasha estaban regresando a casa tras un tiempo en el hospital. Pero no estaban solos en aquel momento. En los brazos de la comandante Zafiro se encontraba un pequeño bebé con apenas unos días de haber nacido, cubierto por una manta de color azul y un ropaje que nada más dejaba ver su pequeña cara y sus cabellos color rubio como los de su madre. El matrimonio de Ace y Natasha prosperó hasta el momento que todo el amor que ellos se mostraron desde el primer día había dado lugar al nacimiento de un niño fruto de la unión que habían formado. Superado el tiempo prudencial que Natasha debía pasar en el hospital, ella regresó a casa en compañía de su esposo y de la nueva bendición que había llegado a sus vidas. Faron esperó afuera, sabiendo que tenía un deber más por cumplir una vez que los dos comandantes pudieran entrar. La puerta de la casa se abrió, y tan pronto como la pareja casada entró al lugar, se encontraron con Alicia, a quien le habían dado la tarea de cuidar al pequeño Arick en ausencia de ellos dos. La mujer, quien había escuchado el ruido del auto, se acercó a los dos para poder ver al niño una vez más, dado a que solo pudo verlo una única vez en el día en que fue a visitar a la pareja al hospital. — Ace, Natasha, bienvenidos de vuelta a su hogar — Alicia les dio un saludo con las manos a ambos, para luego centrar su vista en el bebé — Hola, pequeño Azel… Tan precioso y tan tierno. Esta será tu casa, pequeñito. La pareja se veía conmovida por la forma tan dulce en que Alicia se dirigía al hijo de ambos, valorando mucho la presencia de la mujer en sus vidas. — Pero no vas a estar solo, mi pequeño bebé — Alicia le susurraba con ternura — Tienes un hermano mayor esperando por conocerte. Espero que tú también tengas muchas ganas de conocerlo a él. — ¿Arick está durmiendo a esta hora? — preguntó Ace, algo sorprendido, ya que todavía consideraba que era temprano. — Ayer no durmió en toda la noche — Alicia fue sincera con los dos — No pude hacerle entender que ustedes dos llegarían hoy, y él pensó que lo estaba engañando. Finalmente se durmió hace unas cuatro horas. Y no creo que despierte pronto. — Bueno, ¿escuchaste eso, Azel? — Natasha le habló con ternura a su bebé — Tu hermano mayor está dormido. Será mejor que te portes bien y no lo despiertes. Madre y padre le dieron un beso en la frente a su pequeño bebé, imposibles de resistirse al encanto del niño, y con las ganas de mostrarle mucho de su afecto. Alicia sonreía al ver una escena tan bonita como esa, puesto a que la alegría de sus compañeros la contagiaba en gran medida. Ace era como un hermano para ella, y Natasha fue alguien con quien llegó a construir una amistad sólida tras haber concluido la guerra con los edagrianos. Verlos a ambos formar una pareja tan sana y amorosa para cuidar a sus hijos la llenó de esperanzas. Sabía que el futuro depararía cosas solamente hermosas para ellos y para sus hijos, y deseaba poder estar presente para contemplarlas cuando estas llegaran a ocurrir. — Bueno, Faron debe estar esperándome para llevarme a casa — Alicia se despidió rápido por las prisas — Mañana vendré a buscar algunas cosas que dejé, y de paso visitaré a los pequeños angelitos. — Te estaremos esperando, Alicia — Ace le hizo saber que su compañía era apreciada en la casa — Avisaremos tan pronto hayamos atendido a Azel para que lo puedas ver dormir tranquilo en vez de llorando y gritando. — En ese caso, estaré atenta a mi móvil — la exploradora supo que tenía que marcharse — Nos vemos. Cuiden bien a estas preciosuras. Alicia saludó a Ace con un abrazo y a Natasha con un beso en la frente, teniendo cuidado de no hacer un movimiento brusco mientras que Azel estaba en sus brazos. Cuando la puerta de la casa se cerró y escucharon el vehículo emprender la marcha, los dos comandantes, de licencia en ese momento por el nacimiento de su hijo, supieron que Alicia sería llevada a casa. — Tenemos que comprarle algo para compensarla por esto — Natasha no permitiría que Alicia sintiera que la hicieron trabajar gratis, por más que todo fuera un favor. — Cuando nos venga a visitar, encargaré su postre favorito — Ace creyó que sería una buena manera para mostrarle una compensación por haber cuidado de Arick — Pero eso queda para otro día. Llevemos a nuestro bebé a su cuna. Dando pasos calmados para no despertar a un dormido Azel, Ace y Natasha fueron hasta la que se había convertido en la habitación de Arick, donde el chico de dos años y medio de edad descansaba cómodamente, tal y como Alicia había indicado a la pareja. Lo primero que hizo el matrimonio fue dejar a Azel en la cuna. Natasha lo colocó con suavidad, apoyando la cabecita del pequeño sobre una almohada pequeña que habían conseguido para él. Ace, como acostumbraba hacer con su primer hijo, se encargó de cubrir a su bebé con una manta de forma cuidadosa. Natasha miró con ternura la manera tan delicada en que Ace movía las manos alrededor del más joven de los Lakor, cubriéndolo de forma exitosa sin despertarlo. Era algo que le salía de forma natural tras haberlo ensayado mil veces con Arick cuando este era bebé. Una vez el chico ya estaba recostado por primera vez en su cama, Ace apoyó sus manos sobre los bordes de la cuna, mientras que Natasha se envolvía en un abrazo cerca de su esposo, recostando su cabeza sobre su pecho. Ace no tardó en levantar uno de sus brazos y cubrirla por encima del hombro. De esa forma, ambos estaban juntos y mostrándose un cariño de pareja que solían compartir. La vista de los dos iba dirigida al pequeño de cabellos rubios, quien había nacido del amor que ellos dos se tenían. — Su primera noche en casa, y nuestra primera noche como una familia de cuatro reunida — Natasha decía, en referencia a Azel y Arick. — Una familia muy feliz — Ace complementó a lo dicho por su esposa — Mañana será el día en que Arick lo conocerá. — ¿Crees que le guste su hermanito? — preguntó Natasha, algo curiosa respecto a la opinión del chico — Arick es un chico bondadoso y tierno, y esas cualidades las ha sacado de ti. Pero siempre ha sido el hijo único. — Arick amará a su hermano, de la misma forma en que yo te amo a ti, y de la forma en que tú nos amas a mí y a él — Ace besó a Natasha en la mejilla tras sus palabras — En este hogar solo hay lugar para el amor. Porque así fue que lo hemos construido. Dichas esas palabras, el silencio comenzó a reinar en la habitación. Ace y Natasha estaban decididos a dar lo mejor de su vida por sus hijos, y siendo que ambos ya estaban dormidos, la promesa de amor mutuo que les iban a entregar era todo lo que necesitaban para saber que iban a cuidarlos como lo más preciado que tenían. Tras quedarse mirando a Azel por unos minutos y ver que se encontraba bien, cansado y tranquilo, los padres del pequeño acariciaron suavemente sus cabellos, para apartarse de la cuna y dirigirse a la cama sobre la que dormía el mayor de los hijos de Ace. El comandante vio como Natasha se agachó para poder murmurar algo en los oídos del niño que había tomado como suyo en el día en que ella y Ace unieron sus vidas en matrimonio. — No puedo esperar para que sea el día de mañana y puedas despertar para conocer a tu hermanito — Natasha pronto le dio un beso maternal en la frente al chico — Seguro que él no puede esperar a crecer para poder jugar contigo. Ace vio esa escena sintiendo como solo una emoción tomaba el control de sus pensamientos, y esa era el deseo de que nada pudiera cambiar su felicidad en ese momento. Sus dos hijos estaban sanos y a salvo en su hogar, y tenía al lado suyo a una compañera de vida con quien los podría cuidar para que, en el día de mañana, los dos fueran hombres de bien al crecer. Ace tomó la mano de Natasha y la sostuvo con firmeza, pero también con una gentileza característica de él. — Lamento que no puedas estar aquí en este momento, amor — Ace dirigió sus pensamientos a la única persona que sentía que hacía falta — Pero sé que, si nos estás viendo, debes estar muy feliz de ver que Arick está a salvo y en buenas manos. Así es como las cosas se van a quedar. Siento que tu vida haya tenido que tener un final prematuro. Pero juro que voy a proteger a mi familia y a mi hogar. Lo juro por el amor que tú y yo compartimos, y que nunca voy a olvidar ni a dejar atrás.
Amigo, este ha sido un capítulo muy especial y emotivo. Me ha encantado ver mediante diferentes escenas como fue progresando ese amor entre Natasha y Ace, el cual ya inició al principio de esta maravillosa historia. Pasaré a comentar parte por parte. Comenzamos con Ace intentando hacer dormir a un bebé Arick, tras haber perdido recientemente a su madre Agustina. Ace ahora convive con Natasha ya que ésta se ha ofrecido a ayudarle en esos difíciles momentos, cosa que hace en ese preciso instante cuando busca la forma de dormir a Arick. Aquí ya vemos que Natasha tiene muy presente esos sentimientos que antaño tuvo por Ace y aunque sabe que debe ir con cautela, es evidente que ella nunca ha renunciado a eso. Por eso mismo, mediante halagos y buenos gestos, la mujer empieza a calar en el corazón del entristecido Ace. Poco después, Ace despierta y se sorprende al ver a Natasha bañando a Arick, a priori sin pedir permiso ni nada. Evidentemente, Ace está un poco contrariado pero nuevamente se muestra a una Natasha conciliadora, cariñosa y confiable que en cierto modo baja la guardia de un Ace que empieza a sentir esa chispa de querer retornar todo ese cariño a la mujer, aunque a su vez, recuerda que hace no mucho perdió a su esposa y ese sentimiento también está presente. Amor y dolor, estar roto pero no del todo (porque puede volver a amar), un poco como debía sentirse Ace en ese momento. Tras esto, pasamos a ver como Ace recupera la famosa carta que vimos que Agustina le escribió a su hijo Arick para que la leyese cuando fuese un poco más mayor. Esta escena ya la vimos en el capítulo de Ace y Agustina si no me falla la memoria. Sea como sea, se muestra nuevamente que Natasha está dando pasos (respetuosos y sin presión) hacia hacerle ver a Ace que ella no solo está ahí para ayudarle, sino también para amarle. Por eso mismo, la siguiente escena nos muestra como, en una comida improvisada (pero al parecer bien hecha ) por Ace, éste considera que es un buen momento para hacerlo especial y pedirle matrimonio a Natasha, que acepta sin dudarlo. Esto nos lleva al flashback del que sería, si no me equivoco, el primer beso que hubo entre ambos durante la misión que involucró disputas entre Black Meteor y Zenith. Un recuerdo muy especial y que sin duda encaja a la perfección aquí. Acto seguido, volviendo a la "actualidad", vemos como ha nacido el pequeño Azel y como al llegar a su nuevo hogar llevados por Faron, espera Alicia, que se ha quedado a cargo de Arick. Siempre lo he dicho, me parece hermoso que los amigos se queden con los hijos de otros, es como si todos fuesen una gran familia (en mis ojos lo son ). Sea como sea, una vez la familia Lakor Zafiro se queda sola en casa, disfrutan de esa felicidad de haber formado una familia. Arick y Azel se tendrán que conocer el próximo día. Finalmente, en medio de esa felicidad, Ace se acuerda de su ex esposa fallecida, recordándola con amor y sintiéndose mal por su pronta pérdida, pero jurándose a sí mismo que defenderá a muerte la familia que tiene, y espera que Agustina, allá donde esté, esté orgullosa de ellos. Un cierre genial porque en situaciones así, es muy real el hecho de que en momentos de máxima felicidad, cierta tristeza o nostalgia te ataque por según que razones. En fin, amigo, gran capítulo para recapitular sobre lo sucedido entre Natasha y Ace, y ver que son una pareja maravillosa. Ojalá sobrevivan a esta historia, ella y sus bebés, porque así lo merecen.
Saludos. El domingo casi termina así que ya va siendo buen momento para publicar el siguiente capítulo de esta historia secundaria. Por el momento, los tres capítulos parten de una línea temporal muy cercana entre sí. Bueno, ahora vamos a mostrar un capítulo para un personaje con apariciones relativamente menores en el universo de La Gran Catástrofe, pero que tomará un poco más de importancia con el tiempo, además de que va a permitir conocer un poco mejor su trasfondo. Etiqueto y mando un gran abrazo a mi gran amigo Manuvalk con quien disfruto muchísimo de nuestras lecturas en simultáneo que se dan por discord. Me alegra saber que le gustaron mucho los tres capítulos anteriores, y espero que este, aunque se aleje un poco del foco que venimos manejando en este spin off le guste también. Sobre todo por el tipo de personaje que veremos y sus acciones :) Sin más para decir, dejo el capítulo. Zigfried – La mano asesina: — ¡Doce, trece y catorce! — gritó un hombre alto, canoso y con una barba desprolija. En el planeta Garak, un pequeño sitio se había formado para que los humanos realizaran una clase de pruebas de calidad con armas de fuego. Como parte del trato de Asmir para con los humanos era hacerlos trabajar por sustento, cada uno tenía que desempeñarse en un rol en que fuera útil. Un grupo de gente entre los que se encontraban hombres y mujeres, todos adultos, estaban en una pequeña gaceta de tiro. Los garak necesitaban probar las balas y las armas de fuego que habían desarrollado, y querían la colaboración de los humanos. En ese pequeño campo de tiro, Zigfried se encontraba sosteniendo un rifle de asalto de tamaño superior por muy poco a un estándar de la humanidad. Todos los demás presentes en el sitio, ya fueran humanos o garak, poseían armas similares en sus manos o en el suelo. Las pruebas estaban siendo llevadas a cabo por dos evaluadores, un militar retirado de la humanidad y un militar actual de los garak. Muchas dianas de concreto estaban en el suelo, presentando todas agujeros de bala. Solo quedaba una en pie frente a Zigfried, y era su último objetivo. — Dispara cuando gustes — el militar garak, quien tenía una tableta electrónica para llevar anotaciones, centró su vista en el humano. Fue solo escuchar esa palabra para que Zigfried accionara el gatillo. La bala salió desde la boca de su arma, y en menos de dos segundos, ya estaba en su objetivo. Tras haber impactado justo en el centro, el bloque cayó al piso junto con los otros. El rifle que portaba el humano se había quedado sin balas, lo que quería decir que su prueba había terminado. Con un gesto, el evaluador garak indicó a otros colegas de su especie que entraran, y así lo hicieron, sustrayendo las armas a los humanos que se ofrecieron voluntarios para probarlas. Algunos salían del sitio apenas las devolvían, mientras que otros se quedaban a esperar a sus compañeros. Zigfried se estaba por ir, pero se detuvo en seco cuando vio que estaba siendo llamado por el militar retirado de la humanidad. Algo curioso, el hombre se quedó en el sitio a esperarlo. — Tu puntería es perfecta, y eres rápido para apuntar — alabó aquel que ya estaba retirado de actividades militares. — Gracias por el cumplido, siempre me gustaron las armas — Zigfried se sintió alagado. — Disparas mejor que yo en mis años de formación, y podría atreverme a decir que disparas mejor que algunos soldados que Magnus se llevó a la guerra — el militar retirado no sentía estar exagerando al dirigirse a él — ¿No intentaste nunca ingresar a una academia militar? Tienes un año menos que los tres comandantes que Magnus se llevó. — Siempre quise, pero mi madre y mi padre me habrían matado — Zigfried contestó a la pregunta de aquel militar, mientras ambos empezaban a salir — Ellos tenían mucha paranoia con el asunto de la paz después de la catástrofe. No querían que se declararan guerras y que yo estuviera atrapado en el ejército de Black Meteor. — Qué lástima, porque en la Tierra no ha habido guerras, pero en Edagr se está por llevar a cabo una muy importante — se quejó el militar retirado, expresando su lamento — Tal vez deberías reconsiderar unirte al ejército. Si esta guerra termina en un fracaso, tendremos que abandonar este sitio con los humanos que nos queden. Le vendría muy bien a la humanidad un tirador como tú en el ejército. — Lo voy a pensar, pero todavía no tenemos noticias sobre si han llegado o no a Edagr — el hombre quería cambiar el tema y marcharse, haciendo un par de muecas de aburrimiento con la cabeza. — La llegada estaba programada para hoy — respondió quien había supervisado la prueba — Veremos qué tipo de noticias nos dan. Saludando de forma respetuosa a quien le brindó una supervisión en la gaceta de tiro, al mismo tiempo que le permitió efectuar un par de disparos en una afición que tenía aquel que había deseado participar en el ejército, Zigfried se marchó y se fue directo a uno de los sitios donde tenían asignado para dormir. No comió nada antes de dirigirse allí, y fue por eso que fue el primero en llegar, faltando el compañero con quien compartía un cuarto. Estuvo un par de horas recostado sobre el colchón de la cama de la habitación, y fue allí que un joven de su misma edad ingresó al sitio. A Zigfried le llamó la atención ver que su compañero venía con una caja en las manos. — ¿Me trajiste algo de comer, Arker? — preguntó con curiosidad. — Traje algo mejor, Zig — respondió aquel que se apodaba de tal manera — Ahora que Asmir y los garak más importantes no están, la vigilancia de este sitio es un chiste. Quise tratar de averiguar algo de información acerca de la guerra, pero no lo conseguí. Casi todos los militares importantes que ese cretino garak dejó atrás estaban reunidos esperando el estado actual de la guerra. — ¿Y qué fue lo que trajiste? — Zig se sentó, harto del misterio. — Mientras regresaba, me puse a recorrer un par de pasillos que estaban sin vigilancia, y me topé con esto — Arker se acercó a su compañero y se sentó en la cama junto a él. Con delicadeza para no hacer ningún ruido brusco al abrir la caja, Arker la abrió del todo y dejó ver una pistola con un cargador separado del cuerpo del arma. Zig no le veía nada de especial, puesto a que, como un aficionado a las armas, había visto muchos ejemplares como el mostrado por su amigo. — ¿Qué tiene esto de especial para que estés feliz? — preguntó Zig, queriendo saber si se estaba perdiendo de algo. — Esta pistola es la misma que usó el soldado de Zenith al suicidarse — contestó Arker, murmurando para mantener las cosas tranquilas. — ¿El hijo del famoso comandante Stones? — Zig escuchó esa historia entre rumores de los garak, pero nunca lo conoció ni pudo presenciar el hecho. — El mismo que mencionaste — Arker parecía estar feliz — Ese soldado era hijo de uno de los militares más importantes en la historia de nuestra nación vecina. Y yo tengo ahora mismo el arma con la que se puso un fin a su vida. ¿Tienes idea de lo valioso que será esto? — ¿Quieres venderla por dinero? — su compañero ciertamente estaba sorprendido al respecto — ¿Cómo crees que van a reaccionar sus compañeros cuando se enteren? — No la pienso vender hasta que no hayan pasado un par de años desde que todo esto termine, sea como sea — Arker lo tenía decidido — Necesito que todo el mundo se haya olvidado de esto para cuando lo quiera vender. — ¿Qué te hace pensar que alguien la va a querer comprar? — Es una pieza histórica — Arker lo explicó desde su punto de vista — Fue fabricada en la Tierra en tiempos incluso previos a la Catástrofe. Sin importar en dónde vayamos a vivir, eso ya la vuelve una reliquia. El que haya pertenecido a alguien importante, solo va a hacerla más valiosa. — Yo te digo que solo un historiador o un obsesivo por el ejército podría tener interés en comprarla — su amigo no se veía tan entusiasmado al respecto — A mí me interesan mucho las armas, pero ni así tengo un interés en comprarte eso, y tampoco te lo aceptaría como regalo. — Perfecto, no te la venderé a ti — Arker bromeó con su amigo — Se la venderé a un historiador o a un obsesivo como dices tú. — Primero deberías preocuparte por tener un mundo donde vivir para que puedas hacer uso del dinero que ganes cuando lo vendas — Zig le cortó de raíz ese pensamiento. — No me corresponde a mí pensar en eso, sino a los que se marcharon a la guerra. — Bueno, en eso tienes la razón. Esperemos a ver si se nos da alguna noticia pronto de cómo van marchando las cosas. […] — ¿Qué tal este lugar para empezar a montar nuestro pequeño imperio? — Arker extendía los brazos. Un complejo totalmente vacío era todo lo que se podía ver por Zig y el resto de hombres y mujeres que venían detrás de Arnold Kerdion. Tras la llegada a Edagr, Arnold empezó a contactar a todos los compañeros que había tenido y con quienes estableció una amistad durante su trabajo en el planeta Garak en la fabricación de armas y balas para la milicia garak. Las intenciones del hombre, junto con la de su mejor amigo Zigfried, eran crear un pequeño sitio donde pudieran llevar a cabo el diseño, creación y elaboración de armas, de modo de que no fueran solamente los militares quienes pudieran contar con dichos objetos en caso de una emergencia. Un recorrido de nueve días después de haber llegado al planeta Edagr fue todo lo que le bastó a Arker para elegir ese sitio como el ideal para el grupo. Era inmenso en tamaño, pero vacío de comodidades como muebles o maquinarias de trabajo. Requeriría de gran trabajo de parte de todos los involucrados en ese pequeño pasatiempo fuera de los límites de la ley para convertir el sitio en un lugar próspero para sus objetivos. — Sé que quizá están algo desalentados, pero por un sitio se tiene que empezar — Arker quería motivar al resto de sus amistades — Y ese sitio es este. Podemos venir aquí con nuestras cosas y tratar de remodelarlo. Juntar dinero entre todos con los ahorros de lo que nos dan por nuestros trabajos, y con ese mismo dinero ir comprando lo que nos haga falta para seguir avanzando. — ¿Solo nosotros? — preguntó una de las mujeres en el grupo — Me parece que sería mucho más rápido si buscáramos más gente que pudiera unirse a nosotros. — Más rápido y arriesgado — Zig habló desde su propio punto de vista — Nosotros tenemos confianza, y sabemos que ninguno de nosotros hablará con la milicia sobre esto. Pero no podemos decir lo mismo de otra gente. Prefiero ir lento y seguro que rápido y con miles de riesgos. — Esa es la actitud que a mí me gusta ver — Arnold siempre supo que sería Zig el primero en apoyar su idea — Este inicio será lento, pero una vez que hayamos podido establecernos, seremos imparables. ¿Quién sabe? Tal vez en el futuro nuestras creaciones sean tan buenas que incluso el ejército podría venir y pedirnos colaboración en lugar de cerrarnos el negocio. ¿No les gustaría la oportunidad de crecer hasta que seamos los más grandes? Este mundo es un nuevo comienzo. No vamos a tener ninguna clase de competencia. Es una oportunidad de oro que no podemos desperdiciar. — Yo estoy contigo siempre, Arker — su compañero le habló de forma gentil — Hemos abandonado nuestro hogar juntos. Crearemos juntos nuestro sustento aquí. ¿Y qué hay de todos ustedes? Inspirados por la decisión y las promesas de prosperidad impartidas por quien era el líder del grupo, los demás hombres y mujeres en el equipo tenían decidido que serían partícipes en la creación de un negocio por el cual pudieran ayudar a civiles de la humanidad a contar con sus propias armas, al mismo tiempo que invertían sus ganancias en hacer crecer su emprendimiento. Arnold y Zigfried sonreían al ver cómo ese sitio, desde aquel momento, se convertiría en su nueva, y tal vez primera, base de operaciones para llevar a cabo sus investigaciones tanto tecnológicas como financieras. […] — Esta mierda de los detractores nos deja muy complicados — Zig, sentado en una silla giratoria en la oficina montada en el almacén, leía las noticias a través de un portal de información oficial — No puedo creer que haya gente tan resentida para ir tras nuestros héroes. Lo peor de todo es que nos han arruinado el negocio. — No veo por qué nuestro negocio se ve arruinado por ellos — uno de los compañeros de Zig y Arker tenía mucha curiosidad en sus conclusiones — Todavía no hemos terminado nuestras armas en primer lugar. Nuestro primer lanzamiento sería en tres meses. ¿Qué nos afecta la aparición de esta gente? — Estos tipos están llenos de odio, son capaces de cometer locuras si se les da la oportunidad — el hombre, segundo al mando en aquel grupo de gente independiente, empezó a brindar los detalles — Piensa en lo que pasará si le llegamos a vender un arma a uno de esos locos. Todo va a terminar con la muerte de algún militar importante, y el ejército tendrá la excusa perfecta para salir de cacería contra los civiles. Llegarán al asesino tarde o temprano, y cuando le pregunten de dónde sacó su arma, el tipo hablará y todos nosotros caeremos por la complicidad de su crimen. Está más que claro que no vamos a vender nada mientras este problema no se soluciona, lo que no sé bien es cuanto puede tardar en ocurrir. — ¿Y nuestra investigación? — preguntó aquel hombre. — Eso lo decide Arker, no yo — Zig no quiso tomar un sitio que no le pertenecía en la escala de comando — Es una pregunta que le tienes que contestar a él. Frustrado por ver que la aparición de gente que acumulaba odio en contra de los soldados de la humanidad que arriesgaron su vida para poder conseguir un mundo nuevo en el que el resto de su especie pudiera vivir, Zig vio como la idea de su amigo y suya para establecer una reputación y una forma sustentable de vida basada en una actividad de venta de armas se les iba de las manos por una amenaza externa. Cerró el portal de noticias que estaba mirando, y desde su propio dispositivo móvil, se puso a ver imágenes de escopetas, ballestas, pistolas y otras armas con ojos anhelantes. Deseaba tener la oportunidad de fabricar ejemplares de cada una tarde o temprano, y si no se les permitía obtener ninguna clase de beneficios a causa de la auto prohibición de ventas, esos días jamás iban a llegar. Distraído en su pequeño ritual de girar la silla hasta llegar al límite y luego realizar una inversión en el giro directo hacia el otro lado, una notificación de su compañero y líder lo sacó de su estado. Con curiosidad, Zig abrió dicha alerta y empezó a leer el mensaje de texto que Arker le había enviado. — ¿Una reunión esta noche? — Zig estaba algo sorprendido. — Para oficializar la no venta de armas, o incluso para disolver nuestro grupo — sospechó quien acompañaba a Zig. — Arker no necesitaría una reunión entre todos nosotros para eso — Zig no tenía idea de qué pensar — Tiene que ser algo que quiere que nos quede grabado en la cabeza, y por eso ha de querer que nos juntemos en persona. El tiempo pasó muy lento para Zig, gastando todos los minutos de la tarde para tratar de adivinar con qué clase de palabras aparecería su colega en la reunión que iban a tener con el grupo. Cuando la hora llegó, Zig fue el primero en tomar un asiento correspondiente en una sección despejada del almacén, en donde únicamente había sillas ligeras y estaba bajo un pequeño foco de luz. En el centro del sitio elegido para la reunión se encontraba una mesa rectangular de gran altura, con una masa salada y jarras de agua sobre esta. Arker fue el segundo en sentarse, a la espera de que todos los demás llegaran y se acomodaran. Una vez que todo el grupo de amigos estaba reunido en aquel sitio, dio comienzo la charla impartida por el líder. — Cómo muchos de ustedes que me conocen bien habrán pensado… — Arker habló como si hubiera hecho un censo previo a la reunión — No podemos continuar con nuestra idea de vender armas mientras el ejército tenga a esta gente molestando. Nadie parece sospechar que utilizamos los conocimientos que aprendimos trabajando para Asmir y los garak en nuestro propio beneficio. Echar a perder una oportunidad como esta sería muy estúpido. — ¿Entonces qué es lo que vamos a hacer? — una mujer no estaba muy feliz con esas palabras — ¿Tirar a la basura todo el esfuerzo que pusimos? ¿Esfuerzo que tú nos convenciste de poner? — Nuestros héroes lucharon y acabaron con los edagrianos, confío en que se encargarán eficientemente de estos detractores — Arker tenía fe en la milicia — Pero eso, siendo que se trata de nuestros pares, va a llevar tiempo. No podremos vender, lo que significa que no obtendremos ganancias para invertir. Y sin más de lo que ahorramos de nuestros trabajos oficiales, no podremos avanzar mucho… Sin embargo, nadie dice que no podamos obtener nuestros ingresos de otros lugares. — ¿Qué lugares? — Zig creyó que Arker no lo habría traído a la mesa si no fuera una idea lógica — ¿A quiénes vamos a desangrar? — He averiguado que hay un… “tipo que lo ha perdido todo” —Arker no deseaba sonar arrogante o desalmado — Mientras se encontraba trabajando en Garak, usó sus tiempos libres para aprender a jugar como una manera de distracción para no pensar en sus amigos y familiares muertos en la Tierra. Al no tener a nadie para que lo acompañe, pronto esa afición al juego se convirtió en una adicción. — ¿Un adicto a las apuestas tiene tanto dinero para reemplazar a nuestros potenciales clientes? — otro de los amigos de Arker empezó a dudar de dicha posibilidad. — Todo lo contrario, ese tipo está quebrado y hundido en deudas que tiene que pagar pronto — Arker sonreía con un toque de malicia al decir eso — Y por su condición de adicto a las apuestas, ningún banco quiere prestarle crédito. Ahí es donde entramos nosotros. — ¿Quieres que le prestemos dinero a un tipo que tiene un historial de no poder pagar sus deudas? — una de las mujeres lo veía risible — Te volviste loco, Arker. — Tenemos una ventaja que los bancos no tienen — el hombre tenía algo más en mente — Por ley, no se puede desalojar a alguien de su casa, ni tampoco quitarle las posesiones que dicha persona no esté dispuesta a vender. El banco no le presta créditos porque sabe que no pueden tomar ninguna garantía por el préstamo. Pero nosotros no somos un banco oficial. No estaríamos atados a esas leyes. Le prestaremos dinero a este tipo, y si no está interesado en devolverlo con los intereses que nosotros establezcamos, le arrancaremos todo lo que tiene de las manos. Tomaremos todo lo que sirva para nuestras necesidades, y así estaremos sosteniendo nuestro pequeño negocio hasta que este asunto con los detractores se haya terminado. — ¿De verdad tienes deseos de que nos conozcan como la primera mafia del planeta Edagr? — uno de sus compañeros no pudo evitar compararse con un grupo criminal de esa clase. — Es eso o resignarnos a estar en pausa hasta que todos los detractores hayan sido puestos en detención — Arker tiró la propuesta sobre la mesa — Claro que esta invitación es voluntaria. Quien no desee participar en estos préstamos, no tiene por qué hacerlo. Pueden retirarse ahora y volver al grupo cuando nuestro objetivo primario tenga luz verde para seguir. Eso sí, no esperen un trato amigable viniendo de los que sí nos quedamos cuando tengamos que hablar de números. La decisión es suya. Para un par de sus compañeros, la idea de Arker era una locura completa. Sin embargo, Zig vio una gran oportunidad de poder expandir su tecnología si podían llegar a aprovecharse de la gente correcta y asegurarse de que la deuda tomada y los intereses no pudieran estar pagos a tiempo. Queriendo motivar a todos los demás a quedarse, de modo de no detener por completo sus investigaciones y la adquisición de la tecnología requerida, Zig se puso de pie. Ante la vista de todos se acercó a la mesa, tomó la jarra de agua y sirvió dos vasos, uno para Arker y otro para él mismo. Tras haber servido uno para cada integrante del equipo, el hombre llevó a su amigo y promotor de la idea el que le correspondía. Su compañero y líder aceptó el vaso poniéndose de pie, y fue así que el dúo empezó a mirar a todos los demás, invitándolos con la vista a que se atrevieran a dar el paso y meterse en ese negocio un poco más explotador y menos discreto que el original por el cual se habían agrupado. La idea de no poder contar con un margen de ganancia parejo en el caso de retirarse y luego regresar fue la que motivó a aquellos que tenían más dudas al respecto. Uno por uno, los hombres y las mujeres empezaron a tomar sus vasos con agua, y pese a no tratarse de una bebida con alcohol, realizaron un brindis, como símbolo de que el grupo permanecería unido, y que las maniobras propuestas por Arker se llevarían a cabo con tal de mantener a flote a su grupo. […] Lo que nadie supo en el momento de realizar el brindis era que esa táctica de Arker para que su grupo tuviera una oportunidad de generar ganancias se terminaría convirtiendo en la principal actividad que lideraría la visión de aquel grupo. Los prestamos no oficiales que Arker, Zig y el resto de la banda criminal tomaron tanta fama entre la población en los primeros meses que incluso personas sin problemas económicos o necesidades financieras urgentes elegía acudir a ellos antes que a los bancos. Las leyes que prohibían a los bancos la sustracción de objetos materiales, inclusive, aunque estos fueran terrenos vacíos y sin edificaciones, fue lo que hizo que su grupo tomara una gran ventaja. Podían establecer con las personas las tasas de intereses que eligieran, y los plazos eran determinados según el individuo a quien le prestaban el dinero. No lo creían posible en los primeros meses, pero desde que esa estrategia sustentable se asentó como una fuente de ingresos inmediatos para el grupo, la fabricación y venta de armas en un mercado negro donde ellos iban a ser los únicos vendedores terminó pasando a ser más un proceso de apoyo que su objetivo principal. Si alguien se rehusaba a pagar los préstamos en tiempo y forma, las armas resultaban ser una buena opción para intimidar a las personas para que no se atrasaran con los pagos. Fueron más de cinco años en los que labraron una reputación con la gente a la cual prestaban dinero, y aunque las investigaciones para fabricar armas y balas nunca se había detenido, su progreso tuvo un lento avance, logrando solo alcanzar a fabricar pistolas de buena calidad. El almacén que otrora estuvo vacío, se encontraba repleto de máquinas con las que operaban cuidadosamente para la elaboración de munición y teniendo el cuidado de no llamar la atención del gobierno ni de la milicia, de modo que no se descubrieran sus actividades ilegales de otorgar dinero. Uno de los días que creyeron que sería como cualquier otro, Zig y Arker se encontraban jugando a las cartas a través de una aplicación en sus teléfonos móviles. Su partida se vio interrumpida cuando el móvil de quien era el líder empezó a sonar. Habría ignorado la llamada de no ser porque se trataba de uno de sus compañeros que estaban en una recaudación de deudas. Arker atendió el teléfono poniendo el altavoz, suspendiendo la actividad de ocio que llevaba con su amigo, y fue allí que se encontró con una noticia poco alentadora. — ¡Arker, menos mal que contestaste! — expresó algo alterado uno de sus compañeros — ¡Ese puto granjero frustrado de mierda nos estaba esperando con un garrote de policía! ¡Al parecer, alguien sabe que cuando llevamos las armas con nosotros para intimidar, las llevamos descargadas! ¡Ese tipo no retrocedió cuando le mostramos las pistolas, nos agredió y se las quedó para él! — ¿Qué tan grave es? — Arker estaba preocupado, pero guardaba sus apariencias — Saben que no pueden ir al hospital sin contestar las preguntas del personal médico. — Nos recuperaremos, pero el caso es que el tipo dijo que, si volvíamos a acercarnos a su casa, nos denunciaría con la policía — respondió quien había hecho la llamada. — Si habla, él estará en serios problemas con las autoridades — Zig lo tomaba como un intento de ser fanfarrón. — Dijo que prefería problemas con los policías y el gobierno a tenerlos con nosotros, así que no creo que esa extorsión pueda con él — tras haber dicho esas palabras, no hubo respuesta alguna de Arker o de Zig — Estamos regresando al almacén ahora mismo. La llamada terminó, precediendo a un silencio de un minuto de prolongación, en el que tanto Zig como Arker se miraron en silencio. Siendo amigos tan cercanos, les era muy sencillo leer al otro, y saber bien las preocupaciones que corrían por las mentes de su semejante. Lo que sus compañeros habían contado era algo que los dejaba bastante preocupados a ambos. No podían permitir que su negocio empezase a mostrar debilidades, y esa que acababa de ocurrir tenía vía libre para convertirse en la primera de muchas confrontaciones con sus clientes. — No podemos dejar que ese tipo siga riéndose de nosotros — Zig se lo tomó personal — Le dimos el dinero, no se ve intimidado por nuestros mensajeros, y encima los agrede y les roba el arma. — No me gusta para nada esto, Zig — Arker se veía atado de manos al momento. — Alguien se habrá enterado que nunca llevamos las armas cargadas a las visitas, y ese tipo se aprovechó de eso — Badhunt tenía claro que era algo que debía cambiarse — Si no corregimos el error de hoy, la gente pronto dejaré de venir a pedirnos el dinero con intenciones de devolverlo y van a empezar a robarlo. — ¿Te podrías encargar tú? — Arker le confiaría esa tarea a su hombre de confianza — No sonó muy bien lo que escuché por teléfono, pero no puedo mandarlos al hospital. Tendré que hacerme cargo de su estado. — Yo haré que ese malnacido granjero pague por el tiempo y el dinero que cree que puede hacernos perder — Zig miró con cierta complicidad a su amigo — No esperará que vaya esta misma noche. La sorpresa que se va a llevar no tendrá nombre. — Te lo confío, entonces — su compañero supo que podía respirar tranquilo si se encargaba él — No voy a desearte suerte ni a ti ni a ese tipo. Tú no la necesitas, y ese tipo no se la merece. Haz lo que tengas qué hacer para que pague. […] El manto de la oscuridad cubría el cielo del planeta Edagr por completo. Exceptuando por algunas luces instaladas en la calle, todo el vecindario por el que Zig y cinco de sus compañeros y compañeras estaban caminando estaba en tinieblas. El segundo al mando de aquel grupo de prestamistas era el único que no portaba nada más que una funda para su arma, mientras que sus cinco acompañantes cargaban una mochila tamaño grande a sus espaldas. En el momento en el que llegaron a la casa donde vivían unas de las últimas personas a las cuales habían prestado dinero, tomaron la decisión de que entrarían por una de las ventanas, teniendo el cuidado de no meterse con la puerta principal y hacer saltar una de las alarmas que pudiera tener el hogar. Con la serenidad de un monje, uno de los compañeros de Zig realizó un agujero en el cristal utilizando un spray para disolver cristales, una de las tantas herramientas que se habían traído consigo para llevar a cabo la misión. El líder de esa operación pudo meter la mano dentro y consiguió abrir la ventana de manera de que toda su banda pudiera ingresar a la residencia. Una vez dentro, el grupo de prestamistas utilizó sus teléfonos para ver en qué sitio habían ingresado. La habitación en la que se encontraban era grande de tamaño, y había una cama pequeña en una de las esquinas de la sala. Sigilosamente se acercaron y pudieron ver a un chico que tendría como mucho cinco años durmiendo allí. Zig le tocó el hombro a uno de los suyos, pidiéndole que lo tomara en brazos, todo esto mientras él sacaba su arma de su funda. Su compañero obedeció, y bruscamente tapó la boca del chico para así poder capturarlo con el otro brazo. El pequeño fue despertado de forma tan brusca, pero la mano en su boca le impedía gritar, y no se le pasó en ningún momento la idea de morder a su captor. — ¡Vamos! — Zig gritó con intensidad e intencionalidad. El primero en dejar la habitación del chico fue el líder de aquel grupo, siendo seguido por el resto de sus compañeros, dejando atrás a quien tenía al hijo de la pareja que vivía allí en brazos. — ¡Despierta, cerdo! — Zig encendió las luces y vio que estaba en un pasillo que llevaba a unas cuatro puertas, sin saber de dónde podría salir el dueño del lugar — ¡Tienes visita! Una de las puertas se abrió de forma brusca, a un par de metros de Zig y el resto del grupo. Detrás de ella salieron un hombre y una mujer que se encontraron con una invasión criminal en su casa, y con uno de los asaltantes sujetando firmemente a su único hijo. — ¡Kite! — la mujer gritó de desesperación. — ¡Mamá! — el grito del pequeño Kite fue ahogado por el hombre que lo retenía. — ¡¿Qué le hace ese monstruo a mi hijo?! — el hombre no tenía un arma en las manos, pero eso no le impedía demostrar bravía en su tono al dirigirse a sus atacantes, inferiores en tamaño a él. — Venimos a cobrarnos el dinero que te prestamos hace unos meses atrás, cerdo — Zig encontró entretenido llamarlo así — Y decidimos venir en grupo siendo que atacaste muy salvajemente a dos de nuestros compañeros — finalizadas esas palabras, Zig agitó la mano que tenía la pistola. El hombre, conocedor de que el grupo de Arker no enviaba hombres con armas equipadas con munición, permaneció tranquilo frente a la amenaza de quien lideraba el grupo. — Ustedes son unos bravucones y nada más — el padre de Kite se armó de valor para enfrentarlos — Yo puedo manejarlos sin mi arma. Y cuando la tenga en mis manos… — ¿Crees que podrás tomarla antes de que te pegue un tiro? — la arrogancia de aquel hombre estaba haciendo enojar a Zig. — Será difícil si esa arma no tiene balas — sus respuestas no contribuían a mejorar nada. — ¿Por qué piensas que cometimos el error de venir desarmados? — Zig sentía que la necesidad de atacar estaba fluyendo en él. — Porque Arker no te lo permite — el hombre mostró una sonrisa al decir eso — Él es quien manda. Tú solamente eres una puta que obedece a su amo. Los hechos de violencia de aquel sujeto para con sus compañeros y la excesiva confianza que mostraba ante un ataque resultaban molestos para quien era el segundo al mando en el grupo de prestamistas. Pero el insulto fue la gota que rebalsó el vaso de Zigfried, quien se tomó muy personal esa agresión contra su persona. Sin mediar una sola palabra más, Zig movió rápido su arma y disparó una bala dejándola salir en dirección a la rodilla de aquel hombre. La acción tan repentina y violenta de Badhunt terminaron por sobresaltar a todos sus compañeros, al pequeño Kite quien gritó de miedo y a la esposa de aquel hombre. Quien había tenido el atrevimiento de insultar a Zig se encontraba en el suelo sufriendo mientras la sangre brotaba de la herida. Insultaba y maldecía a los cuatro vientos, pero las cosas estaban lejos de terminar. Zig le pegó un tiro en la cabeza a su mujer, haciéndola caer muerta en el suelo mientras la sangre salpicaba las paredes y el piso de aquel pasillo. El hombre no podía procesar lo que acababa de contemplar. No creyó posible que realmente se hubieran metido con un arma cargada al interior de su casa, y que lo hubieran atacado a él y matado a su esposa. Pese al miedo que sentía, intentó ponerse de pie para tratar de ayudar a su hijo, quien suplicaba por ayuda con lágrimas en los ojos mientras estaba en brazos de uno de los prestamistas. Zig fue rápido y le encajó otro tiro en el hombro derecho, sin buscar matarlo, necesitando que aquel hombre se mantuviera tumbado en el suelo y sin poder hacer otra cosa que no fuera gritar y sujetarse la herida para dejar de perder sangre. — Lo que das vuelve, y lo que prestas lo devuelves — Zig buscaba provocarlo mientras lo miraba retorcerse en el suelo, con una sonrisa retorcida que ninguno de sus compañeros vio — ¿Te gusta mi rima, gordo puto? Ya no te veo tan sonriente ni desafiante. Y dentro de unos segundos, no tendrás nada. Ni siquiera tu asquerosa vida. — Por favor… — desde su posición, y con las heridas de bala que le habían hecho — No le hagan daño a mi pequeño… Es inocente. Zig no decidió ponerse a gastar saliva en darle una respuesta. Badhunt colocó el revolver sobre la cabeza de aquel hombre, y con un disparo, se aseguró de que la tercera bala que le otorgó le impactara directo en la cabeza, causando un orificio de entrada que salpicó restos de sangre y de materia gris por todo el lugar. — ¡Papá, papá! — pese a que todavía le tapaban la boca, los gritos de Kite eran tan fuertes que Zig los podía oír. El segundo al mando del grupo de los prestamistas se giró hacia su compañero para ver al niño, guardando el arma en su funda antes de acercarse siquiera un paso hasta ellos. La forma lenta en que Zig caminaba hacia el último de sus hombres hicieron que recibiera una pregunta siniestra en relación a su conducta reciente. — ¿También vas a matar al chico? — preguntó una de las mujeres que estaba en el grupo. — No, no vale la pena hacerlo — Zig lo miró, dándose cuenta de que gastar balas en él sería un error — Lamento haber hecho lo que hice. Por ustedes, no por estos salvajes. He causado un alboroto, y ahora seguro habrá algún vecino de mierda llamando a la policía. Tomemos todo lo que sea de valor y vámonos de este lugar… llevemos al niño con nosotros. Podríamos usarlo como una especie de rehén si se da la oportunidad.
Saludos, amigo mío. Parecía que no podríamos juntarnos este finde pero que bueno que finalmente sí se ha podido. Respecto al capítulo, ha estado muy bien, interesante para conocer más al personaje de Zigfried, que apareció tiempo atrás en la historia principal pero sin apenas relevancia, como el personaje de Arker. Dicho esto, paso a comentar directamente. El comienzo nos muestra a Zig realizando una especie de prueba para comprobar unas armas, bajo la observación de un militar garak y otro humano. Al parecer tiene una excelente puntería, pues este militar humano así se lo hace saber. Tras una breve conversación con él sobre como es que no se alistó en el ejército (habría sido interesante verlo ahí ), el protagonista de este capítulo se dirige a su vivienda, donde se encuentra con su amigo Arker, el cual dice que sin la vigilancia que hay en Garak (porque el ejército en su mayoría ha ido a Edagr a pelear la guerra ) ha podido encontrarse con lo que considera una reliquia, la cual resulta ser nada más y nada menos que el arma con la que Wagner se suicidó (tremendo dato ). Arker tiene pensado venderla en un futuro porque es un arma diseñada de antes de la caída de la Tierra ante la gran catástrofe, lo que la hace tener valor. Pero Zig, sin embargo, no le tiene tanta fe a una venta cuantiosa. Tras esto, pasamos a un tiempo después, en el que Zig, Arker y varias personas más se deciden a encontrar un sitio en el cual comenzar a producir armas. Un negocio con el fin de armar a la población en posibles conflictos futuros para no depender exclusivamente de la milicia. Pese a algunas dudas iniciales, todo el grupo parece dispuesto a dar una oportunidad a eso. Sin embargo, cuando los detractores empiezan a hacer de las suyas, el negocio de venta de armas se convierte en un peligro por todo lo que entraña, por lo que Arker decide dar un paso más allá y convertir su negocio de fabricación y venta de armas en una mafia de prestamistas. Joder, a eso se le llama mentalidad de tiburón. Empresario del mes. Tigre de las finanzas. Solo falta que pongan su cara en los billetes porque este tipo decidió pasar de un negocio aceptable (dentro de las circunstancias) al lado oscuro del crimen organizado. En vez de Arker debería llamarse Ar Kapone. Después pasamos a una escena en la cual Arker y Zig se encuentran jugando una partida de cartas virtual cuando el jefe de la organización criminal recibe una llamada de un súbdito, resultando que uno de los tipos a los que prestaron dinero se ha declarado en rebeldía, por así decirlo, y tras conocer que se presentan con armas descargadas para intimidar, se lía a hostias con un garrote (Hufan, ¿eres tú? ). Arker se empieza a preocupar un poco porque si ese tipo llama a la policía estarían en problemas, pero Zig se compromete a solucionar el asunto. Y así, Zig se revela como el psicópata que es. Junto a cinco compañeros, se cuelan en la vivienda de ese tipo cuando ha caído la noche, secuestran a su hijo (pobre Kite ) y tras amenazarle, el Hufan humano se cree Silvester Stallone al ponerse vacilón, pero esta vez cagó, porque se topó con un loco que llevó el arma cargada de balas. Una bala para la rodilla del tipo, otra para la cabeza de su mujer y una tercera para el hombro del tipo, para terminar con una cuarta en su frente. Zigfried es un puto loco, pero admitamos que el papá de Kite pasó de adicto al juego a complejo de Rambo y por eso terminó más agujereado que un queso roquefort. El capítulo termina con Zig y su grupo llevándose a Kite (no sé para qué, su familia ha muerto, ¿de qué les sirve tenerlo? Dudo que el chico pudiese devolver el pago ). Esto nos confirma que Noak ha contratado para su causa a un enfermo mental que con un arma es más peligroso que Winter compartiendo habitación con tu hermana. Mucho peligro, amigo. Perdón por tanto chiste, a veces me da por ahí. Un abrazo y hasta la próxima.
Saludos. Para variar un poco, hoy toca publicar el capítulo 5 de esta historia un domingo por la mañana en vez de por la tarde/noche. Mando un gran abrazo a mi gran amigo Manuvalk a quien agradezco su tiempo ayer por la noche para que pudiéramos leer en simultáneo, y menos mal, porque el se disfrutó mucho tanto de la lectura como del comentario dejado Espero que disfrute de este capítulo justo como viene haciendo con los anteriores. Sin más para decir, dejo el capítulo. Kite Michael – El primer huérfano: — Felicidades — decía la partera tanto a la mujer tumbada en la cama como también al hombre que estaba esperando junto a ella — Es un varón muy sano. El día que habían estado esperando desde que supieron la noticia finalmente había llegado. Con gran alegría y una mirada que irradiaba amor desde sus ojos, la mujer y madre del niño tomó a su pequeño recién nacido para mirarle su cara tan pequeña. Tras el dolor que le produjo el parto, lo único que podía sentir al mirar a su pequeño hijo era una gran ilusión. — Es igualito a ti, cariño — pronunció el hombre en voz baja, mientras analizaba sus características faciales — Espero que tome algo de mí cuando crezca. — Seguro que lo hará — la mujer no apartaba la vista de su pequeño — No puedo esperar para ver qué tan lejos llega nuestro pequeñito… Kite Michael. […] La madre de Kite se encontraba en su casa, sentada en una mesa de su habitación mientras trabajaba de manera remota con un portátil. Mientras su esposo había conseguido un puesto de trabajo presencial, ella tuvo la dicha de poder quedarse en su casa para llevar a cabo su tarea con la cual aportaba dinero a la casa. La hora del trabajo había terminado. Cumpliendo con las horas estipuladas en su contrato, la mujer desconectó su perfil de los servicios y plataformas de la empresa para la cual trabajaba y apagó su equipo. Se levantó y abrió la puerta de su habitación para poder dirigirse a ver qué tal se encontraba su pequeño Kite. Al abrir la puerta del cuarto del pequeño, encontró a Kite utilizando un libro en papel mientras tenía al lado suyo una tableta digital con acceso a sitios seguros en la red que la humanidad estableció en Edagr. Con curiosidad para ver en qué se estaba divirtiendo su hijo, ella se sentó apoyando la espalda contra una de las paredes. El chico que había cumplido cuatro años hacía ya unos pocos meses la miró, y luego siguió envuelto en sus propios asuntos, mientras su madre lo observaba sonriendo. — ¿Qué estás investigando, mi mente brillante? — dijo la mujer, lanzándole palabras de aliento a su hijo. — Quiero saber una cosa, mamá — el chico la empezó a mirar fijamente — ¿Por qué eligieron ponerme dos nombres? Estoy leyendo algunas cosas de antes, y todas las personas que veo solo tienen un nombre y su apellido. Pero yo tengo dos nombres y mi apellido. — Hijo, en realidad, es muy posible que todas las personas que hayas visto en tus libros tengan más de dos nombres — su madre le contestó a la pregunta — Pero solo son conocidas por el primero. — ¿Por qué me llamaron Kite? — el pequeño quería quitarse esa duda — Sé que mi apellido lo obtengo de mi papá, pero los nombres los eligen tú y papá. ¿Por qué eligieron Kite? — ¿No te gusta? — le lanzó otra pregunta en vez de responder directamente, todo para fomentar la conversación con su hijo. — Me gusta mucho, mami — el pequeño contestó con una sonrisa en el rostro — Pero quiero saber por qué lo eligieron. — Porque a mí y a tu papá también nos gustaba, simplemente eso — la mujer le respondió con la verdad. — ¿Y por qué mi segundo nombre es Michael? — el chico realizó la pregunta en referencia a su nombre complementario — Me gusta, pero no más que Kite. — Te pusimos ese nombre para honrar a uno de los héroes de la humanidad — la mujer sabía que decir eso solo desencadenaría más preguntas. — ¿Héroes de la humanidad? — esa combinación de palabras llamó la atención del pequeño — Sé lo que es un héroe. Pero no sé qué es un héroe de la… manidad. La mujer disimuló una pequeña risa ante la curiosidad y la inocencia de su pequeño hijo. Con ternura, ella se acercó a él y lo tomó de las manos. Kite no tenía idea de por qué su madre se comportaba así con él, y pensaba que quizá ella no lo veía como alguien tan brillante por hacer esas preguntas. — Es una historia muy larga para ti, amor mío — la mujer le mostraba una sonrisa mientras le hablaba. — ¿Me la cuentas? — el chico no quería quedarse sin oírla. — No vas a comprender demasiado — no tenía problemas en hacerlo, pero primero quería ver si era lo que su hijo realmente deseaba. — Quiero escucharla — Kite insistió en ello — ¿Me la cuentas? La mujer le dijo al chico que le entregara la tableta y el libro. Kite Michael lo hizo. Con los dos instrumentos en sus manos, la mujer cerró el libro y lo guardó en un estante, mientras tanto, realizó una búsqueda por el internet de la red a la que estaba conectado el dispositivo electrónico en las manos de su hijo. Kite se sentó con las piernas cruzadas, y miró a su madre con mucha expectativa, deseando saber qué era lo que esta haría con su tableta. Tras unos largos minutos de búsqueda, la mujer mostró a su hijo el ícono de un candado, una representación de que la información que mostraba el sitio web al que apuntaba el navegador no era apropiada según el bloqueo de edad que habían puesto sobre el dispositivo. — Aquí dentro se encuentra la historia de uno de nuestros héroes — la mujer empezó a narrar con una voz profunda, para generar más impacto en el pequeño — No puedes leerla por completo porque todavía no tienes la edad. Pero te voy a contar todo lo que puedas. Luego, cuando ya seas mayor, podrías leerla y tratar de agregar más imágenes a lo que te voy a decir ahora. — Muy bien — el chico simplemente quería escuchar la historia, y no le importaban los detalles. — Los héroes de la humanidad son personas que hicieron por nosotros algo muy importante. — ¿Qué hicieron? — el niño no pudo esperar más para hacer la primera pregunta. — Nos regalaron este mundo — la mujer buscaba una forma de suavizar la historia — Papá, yo, y muchos otros papás y mamás que ahora viven aquí estábamos muy tristes hace un par de años. No teníamos un lugar donde vivir. No teníamos calles, ciudades, y mucho menos teníamos esta casa. — ¿Y ellos nos la dieron? — preguntó el joven. — Ellos nos dieron este mundo — la madre no quería entrar tanto en detalle — Fue gracias a muchos de esos héroes que ahora tenemos ciudades, calles y también nuestra casa. Tuvieron el valor de pelear cuando nadie más se atrevía. Y aunque se enfrentaron a un desafío muy grande, lo superaron. Ganaron, y gracias a ellos, ganamos nosotros. — ¿Michael era uno de esos héroes? — Kite tenía muchas ganas de conocerlo — ¿En qué casa vive? ¿Puedo ir a visitarlo? — No todos los héroes pudieron salir con vida del desafío — la mujer no quería pronunciar la palabra “muerte” frente a su hijo — Eso es lo que los hace héroes. Hacer lo que sea necesario, aun cuando no sabes si vas a poder lograrlo. Pero para responder a tu pregunta, sí, Michael era uno de esos héroes. Su nombre era Michael Umcali. A tu papá y a mí nos gustaba mucho ese nombre, tal y como nos gusta el nombre de Kite. Así que decidimos ponerte Kite Michael. Nos pareció una buena forma de rendir un homenaje a la memoria de uno de los héroes que luchó por nosotros. — Wow — el niño se sentía muy intrigado con la historia — ¿Cómo se llaman los otros héroes? — Los nombres de los héroes están escritos en este lugar — la mujer realizó un poco de navegación a través del internet hasta que llegó a un sitio seguro para él — Puedes verlos todos moviendo tu pantalla. Habiendo resumido lo más importante y lo que a su hijo más le parecía interesar, la mujer le entregó su tableta de nuevo. Kite la tomó nuevamente, y allí fue que empezó a recorrer las pantallas pasando los nombres de aquellos quienes habían participado en la batalla por el planeta Edagr, algo que no era mencionado en dicha página. Queriendo aprenderse de memoria todos esos nombres, el chico se los fue estudiando uno por uno, quedándose con la pronunciación y la escritura antes que con los rostros que se mostraban en esa página. La mujer estuvo unos diez minutos en silencio, con una sonrisa en su rostro mientras miraba como su hijo se distraía y se divertía con algo tan simple como aprenderse algo tan sencillo y cotidiano para ella. Fue el ruido de la puerta del hogar abriéndose la que llamó su atención y sus pensamientos. — ¡Amor, Kite! — gritó su esposo, algo que el niño también escuchó. — ¡Papá volvió! — Kite se puso muy feliz al escucharlo regresar. Con más apuro que otra cosa, el chico apagó la tableta y la dejó en el suelo para salir corriendo de su habitación y salir al encuentro de su padre, a quien recibía siempre de la misma manera cuando este llegaba del trabajo. El hombre, apenas entrando al hogar, dejó en una mesa que se encontraba inmediata a la entrada una caja y vio venir a su hijo a toda prisa hacia él. — Mi niño — extendió los brazos para recibirlo. Kite saltó a los brazos del hombre, quien lo alzó hasta su altura, y una vez allí, le dio un beso en la mejilla. Su mujer fue la siguiente en aparecer en la sala, y no pudo evitar mirar la caja que estaba sobre la mesa, ya que tenía un envoltorio blanco con flores rojas. — Bienvenido a casa, amor — dijo acercándose para darle un beso — ¿Qué es lo que nos has traído en esa caja? — Un postre de chocolate, vainilla y crema de frutas — el hombre contestó, notando como Kite clavó su mirada en la caja — Hoy celebramos una ocasión especial. — ¿Lo has conseguido? — preguntó su esposa — ¿Finalmente? — Tal y como lo estás escuchando — tras decir eso, dejó a Kite sentado en una de las sillas — He podido comprar todas las máquinas que nos hacen falta, el terreno y también esa casa de campo que construyeron hace poco. — Has tenido que vender la casa, ¿verdad? — la mujer se lo esperaba. — De lo contrario, no habríamos podido pagarlo todo, pero estoy seguro de que ahora esto valdrá la pena — respondió sin dejar su sonrisa atrás — ¿Escuchaste eso, Kite? Dentro de unos tres días estaremos en el campo, empezando a sembrar semillas. Y no pasará mucho tiempo para que empieces a ver cómo estas crecen y nos empiezan a dar el alimento. — ¿De verdad? — el chico estaba ilusionado con esas palabras — ¿Vamos a poder vivir en el campo? — De verdad, hijo — su padre tenía la esperanza puesta en que así sería — Mejor te vas preparando para ver cómo crecen nuestras plantas. Así será cómo vamos a vivir. Luego, cuando tú seas mayor, podrás tomar la decisión de seguir con la granja que mamá y yo vamos a crear, o de buscar tu propio camino. — ¡Qué emoción! — el niño no tenía otra cosa en su mente después de escuchar eso — ¡Ya quiero que llegue el día de cosechar mis primeros tomates! El sueño de la pareja de dejar sus trabajos y dedicarse a la vida en el campo, realizando labores de cultivar el suelo del planeta Edagr, estaba empezando a tomar forma. Desde su llegada a ese mundo, ambos habían hablado sobre lo mucho que les gustaría ser los pioneros en el cultivo independiente de verduras y frutas, tanto de origen terrestre como oriundas del planeta en el que estaban viviendo. Si bien, la humanidad logró establecer zonas verdes para que las personas pudieran trabajar en el cultivo de las plantas de la Tierra, todos esos trabajos eran gestionados por el propio gobierno de la humanidad. Lo que los padres de Kite ansiaban era no tener una relación de dependencia con nadie, y simplemente cultivar los suelos para poder sembrar, cosechar y vender a quienes estuvieran dispuestos a comprar. Incluso una ventana para poder hacer negocios oficialmente con el gobierno les parecía una idea muy llamativa y tentadora. Ese plan daría comienzo solo con el cultivo de verduras, pero la pareja también tenía visión a futuro, y deseaban incorporar animales de corral oriundos de Edagr para la crianza y venta de carnes en algún momento, una vez que su negocio con cultivos estuviera prosperando lo suficiente de modo que no corrieran riesgos en una inversión como esa. Kite, quien era parte de los planes que tenían sus padres, había escuchado esa idea de irse a vivir al campo, teniendo una oportunidad para tener una infancia tranquila, acudiendo a las ciudades únicamente en los días en los que tuvieran que asistir a la escuela, lo cual no era algo obligatorio hasta que no cumpliera los cinco años, pudiendo formarse en su propio hogar en el mientras tanto. La pareja sabía que la forma en la que transportarían a su hijo a la escuela sería un problema al no tener autorización para usar vehículos, siendo estos solo de uso exclusivo militar. Tenían planeado solicitar un permiso para poder poseer y conducir uno de los tantos disponibles, pero para ello, necesitaban que su granja en el campo del suelo Edagr rindiera sus frutos y pudiera llevar a la milicia a reconsiderar los límites impuestos a los vehículos. Su traslado al sitio estaba arreglado para dentro de unos tres días, los cuales Kite esperaba con gran entusiasmo, puesto a que la idea de aventurarse a una vida distinta en el campo le parecía emocionante, y no podía dejar de pensar en qué tanto cambiarían las vistas de su día a día una vez que estuvieran instalados en ese lugar. […] Los tres días pasaron volando para el pequeño Kite, así como también las primeras dos semanas de asentado en ese lugar. Desde una pequeña casa en el centro de la propiedad, rodeada por una valla de madera que delimitaba su inicio y final, el chico miraba como su padre y su madre operaban todas aquellas máquinas que habían sido diseñadas para la siembra de semillas en el suelo del planeta en el que ellos habitaban. Por seguridad del chico, él debía quedarse atrás, y no podría salir de la casa hasta que sus padres no hubiesen terminado el trabajo. Kite miraba con ilusión y admiración a sus figuras paternas. Verlos trabajar la tierra lo llenaba de orgullo, porque sabía que ellos dos, a su manera, estaban luchando por un sueño que les permitiría alimentarse tanto a ellos como al resto de gente a la que le iban a vender los cultivos tan pronto como estuvieran aptos para su venta. Cuando el trabajo había terminado, los padres del pequeño apagaron todas las máquinas, y las guardaron en un cobertizo de tamaño medio, de modo que pudieran tenerlas limpias y listas para el trabajo en el caso de que tuvieran que repetir dicha tarea. Kite miró como su papá y su mamá se acercaban a la casa, y se paró en la puerta para poder recibirlos con alegría. Ni bien esta se abrió, el chico corrió hacia ellos para poder darles un abrazo. Estos correspondieron el gesto, y entre ambos, con sumo cuidado, lo levantaron para ponerlo a su altura. — ¿Terminaron? — el chico tenía ganas de poder salir de la casa a revisar los huertos. — Terminamos, mi pequeño niño — su padre le dio un pequeño beso en la frente — Mamá se va a bañar primero para quitarse la tierra. ¿Qué te parece si te muestro los cultivos mientras tanto? — Me gustaría mucho — pese a ser una actividad simple, encontraba diversión en ello. Dicho y hecho, la mujer decidió acudir al baño para poder asearse tras la larga jornada de trabajo en la tierra. El padre de familia tomó a su hijo de la mano y con él caminó alrededor de toda la propiedad que había sido sembrada, mostrando al niño todo lo que se había colocado y en cada una de las secciones. — Del lado derecho hemos colocado las verduras, quienes consumen del suelo los mismos nutrientes, por lo que es seguro que crezcan juntas — señaló el hombre en una dirección — Y en el lado izquierdo hemos puesto las frutas. Agrupamos cada una en una sección diferente, ya que las frutas de este mundo consumen más nutrientes y requieren más fertilizante y agua para el regado de lo que utilizan las plantas que vamos a cultivar y que trajimos desde la Tierra. — ¿Son más trabajo… trabaja… — el chico no podía terminar la pregunta de forma correcta. — Requieren más trabajo, sí, amor — su padre le contestó con ternura — Pero eso las hace más dulces. Mira, tal vez para tu quinto cumpleaños, mamá y yo te hagamos una torta hecha con frutas que hayamos obtenido de nuestra huerta. ¿Te gustaría eso? — ¡Me encantaría, papá! — el chico estaba muy emocionado al respecto — ¡¿Voy a poder cosechar algunas de esas frutas?! — Te enseñaré como se hace, y podrás cosechar todas las que tú quieras — su padre le hizo esa promesa a su hijo. La caminata continuaba, y Kite se centraba en escuchar lo que su padre le contaba, poniendo atención a todas las lecciones recibidas para que luego, él pudiera colaborar en el trabajo de sus padres, y así sentir que les estaba ayudando en sus tareas, todo con tal de que los tres pudieran ser felices mientras se cumplía su sueño. […] — ¡No entiendo en qué me equivoqué! — Kite veía como su padre lloraba en el suelo sucio y embarrado de la granja. Tras el paso de una tormenta que dejó caer una gran cantidad de agua de lluvia en la granja, el padre salió corriendo desesperado de la casa a observar el terreno. Y tan pronto como contempló el estado de más de la mitad de las semillas del lugar, este se tumbó al suelo donde empezó a gritar y a golpear la tierra. La madre del chico se acercó con lágrimas en los ojos, y se puso de rodillas para llorar junto a su esposo. Kite los miraba preocupado, no solo por el estado en que sus padres estaban, sino porque no era capaz de comprender nada. Curioso, pero temeroso de preguntar, el chico abrió la boca para dirigirse a su padre y ver si eso conseguía que se calmara. — Papá, ¿qué está pasando? — Kite Michael no quería acercarse demasiado — ¿Por qué lloras? — ¡Esta lluvia nos acaba de arruinar por completo! — el hombre miraba el proyecto que sería el sustento de su familia llegando a su fin — ¡Han sido más de seis meses y nada en este suelo ha empezado a brotar! ¡Y esta lluvia ha matado a todas las semillas! ¡Se suponía que estaban diseñadas para resistir una gran cantidad de agua! ¡Pero están muertas! ¡Ya no va a crecer nada! ¡Nos hemos arruinado! — Pero, papá… — Kite estaba empezando a llorar tras verlo en ese estado — ¿Por qué no creció nada? Tú me dijiste que mamá y tú habían estudiado el suelo. Dijeron que lo que sembraran aquí podría crecer sin problemas. — Lo hicimos, hijo — el hombre no quería molestarse con Kite — Cinco veces hicimos estudios de viabilidad sobre este suelo. Todos los estudios arrojaban resultados que nos daban esperanza y sueños. Si tan solo uno de esos cinco hubiera revelado que algo como esto pasaría, nunca habríamos venido a este lugar. Y ahora… estamos sin semillas, sin cultivo y sin dinero. — ¿Qué es lo que vamos a hacer ahora? — su mujer quería saber cuál sería su siguiente decisión — Para poder recuperar nuestros trabajos, debemos tener una residencia en la ciudad. Pero nuestra casa… — No la podemos volver a comprar ahora que todo nuestro dinero ahorrado se redujo a nada — se lamentaba bastante de no haberse retirado a tiempo — Debimos detenernos cuando estábamos a menos de un veinticinco por ciento. Si nada había crecido antes, no teníamos motivos para creer que en algún momento empezarían a brotar por arte de magia. Ahora… nos vamos a tener que endeudar para poder pagar la comida y no morirnos de hambre. — No podemos quedarnos en este sitio, tenemos que recuperar nuestra casa y nuestros trabajos — la mujer señaló lo crítico de la situación — Incluso aunque tengamos nuestra casa de vuelta, el proceso para que nos recontraten podría demorar bastante. — Voy a pedir un préstamo al banco — el hombre, todavía cubierto de barro, se puso de pie — Luego de que tengamos nuestra casa, venderemos el terreno y las máquinas. — Tal vez alguien compre las máquinas, pero dudo que se interesen en un terreno que no ha sido capaz de hacer crecer nada — su esposa lo veía del lado pesimista — Incluso si hacemos un nuevo estudio que demuestre que las semillas no lo dañaron. — Venderemos lo que podemos, lo demás se tendrá que quedar como gasto perdido, despilfarrado, desperdiciado, olvidado… — la lúgubre situación llevó al hombre a perderse con sus propias palabras — Pero las máquinas sirven. Algo de eso podremos aprovechar. Kite no podía entender nada de lo que sus padres hablaban. Pese a su edad, sabía que era bastante malo que el suelo en el que las semillas se habían plantado no diera ninguna clase de frutas o verduras, ya que eso era la base del sueño de sus padres. Desde que empezaron a pasar los meses y no veía ningún avance, el chico comenzó a tener miedo por el futuro, pero ver que sus padres se aferraban a la lucha por seguir adelante con su proyecto, lo llevó a mantener siempre pensamientos esperanzadores. Algo dentro de él le hizo darse cuenta de que esa clase de sueños habían terminado, y no de buena manera. Sabía que no seguirían viviendo allí por más tiempo, y que terminarían por regresar a la vida en la ciudad de la que se habían ido. Su ilusión por poder comer para su cumpleaños número cinco una torta hecha con frutas de su propia huerta era solamente un recuerdo en aquella tarde donde habló con su padre al respecto por primera vez, y nunca se llegaría a materializar. Con decepción, tristeza y preocupación dentro de su ser, el chico entró en la casa junto con su mamá y su papá. Al caer la noche, el pequeño se recostó en su cama, instalada en una habitación de aquella casa. Pero particularmente, esa noche no tenía demasiado sueño. Kite se quedó despierto, y eso le permitió escuchar una charla seria entre sus progenitores. — El maldito banco me ha rechazado — su padre hablaba con fuerza, pero sin llegar a gritar — No nos van a prestar ni un solo centavo. Claramente, invertir en los promotores de un proyecto fracasado no es algo que ellos quieran. ¡Puta madre! Ese último grito tan repentino y potente que lanzó su padre hizo que Kite pusiera su cabeza debajo de su almohada, sin deseos de seguir escuchando, puesto a que el susto lo tenía muy preocupado. — No grites tan fuerte — le advirtió su mujer — Vas a despertar a Kite. — Lo siento, amor, pero no lo puedo terminar de creer — Kite empezó a tranquilizarse un poco tras ver que su padre se había detenido — Es solo que… nuestro sueño se arruinó. Ninguna de estas malditas semillas ha crecido. Ahora la pregunta es cómo vamos a recuperar nuestra casa, nuestros empleos y poder llevar pan a la mesa para Kite. No quiero tener que darlo en adopción, pero tampoco lo quiero ver morir de hambre. El pequeño no tenía idea de qué significaba la palabra “adopción” que su padre había pronunciado, pero le bastó solo escuchar una frase negativa por delante para darse cuenta de que no podría anticipar nada bueno para él o para su familia. Cerró los ojos con fuerza intentando dormirse con una técnica que él creyó que funcionaría, pero no fue así. El dolor que le provocó su acción lo hizo ignorar gran parte de lo que siguió de la conversación, hasta que pudo volver a prestar atención una vez más. No tenía idea de cuántas frases se habría perdido, pero las cosas parecían ir por un rumbo diferente. — ¿Crees que sea seguro confiar nuestro futuro a esta clase de gente? — su padre preguntó, como si no estuviera convencido. — Es nuestra última alternativa — su esposa no veía otra opción — Y si no es eso, no nos quedará otra opción más que apelar a la lástima de la gente. — La lástima de la gente no va a ser suficiente para comprar comida para alimentar a Kite… ¡Carajo, la puta madre! — nuevamente, su padre perdía el control — No quiero tener que dejar esto en manos de prestamistas como estos. No los conocemos, y no me interesa lo que la gente opine de ellos… Pero no sé si el banco va a cambiar de opinión. — ¿Contacto con Arnold entonces? — preguntó la mujer. — Llámalo — sentenció su esposo — Puede que sea la única salida, y esperar más tiempo solo lo hará peor para nosotros tres. El chico, dominado más por el cansancio que por la tranquilidad de sus pensamientos, se quedó dormido tan pronto como un silencio prolongado se pudo formar gracias al cese en la conversación de su padre y de su madre. Sin saber qué le podría deparar el futuro, la mente de Kite se quedó en blanco al comenzar a soñar tras la intensa conversación de sus padres, principalmente de quien no se había contenido al gritar e insultar. […] Dos noches después de aquella donde tenía muchos problemas para dormir, Kite ya se encontraba recostado en su cama dentro de la misma habitación de la casa de la que se habían mudado en primer lugar tras partir al campo. Seis meses de fracaso en el proyecto fueron los que determinaron que debían de regresar a ese sitio, algo que él no esperó que ocurriera, al menos no por obligación a la brevedad. Justo cuando el pequeño estaba entrecerrando los ojos, el timbre de la casa sonó. El sonido que hizo, sumado a los pasos apresurados que escuchó de su madre y de su padre, hicieron que él creyera que algo malo estaba por pasar. Temeroso de que algo sucediera con su mamá y su papá, el chico abrió lentamente la puerta del cuarto, se metió en el pasillo y avanzó hasta la última habitación previa a la sala, la cual era el baño. Con delicadeza, abrió la puerta del baño y se encerró allí con las luces apagadas, dispuesto a escuchar todo lo que pudiera pasar. Desde su posición, pudo oír como sus padres abrían la puerta de entrada de la sala, y como un par de pisadas anunciaban un ingreso a la sala. Escuchó el sonido de sillas siendo arrastradas, y tan pronto como las personas se acomodaron, dio inicio la conversación. — No tenías que tocar el timbre, tienes el número de mi esposa — comentó algo molesto el padre del chico. — Los edagrianos inventaron los timbres para usarlos — respondió una voz que el chico no pudo diferenciar, solo notó que se trataba de un hombre — Además, Arker olvidó su teléfono en su casa. — Hubieras regresado por él — el hombre continuó la conversación — No quiero que se entere de esto. — ¿De qué exactamente? Le estás haciendo un favor al venir a hablar conmigo — otra voz irreconocible para él habló, y al igual que la primera, sonaba como si fuera un hombre. — No quiero que descubra, y mucho menos que crezca con la idea, de que su padre es un fracasado y que tuvo que tomar una deuda extra oficial para pagar una casa que se nos fue regalada apenas llegamos a este mundo — el tono de decepción de su padre al hablar provocaba en el chico la caída de algunas lágrimas. — Papá… — el pequeño Kite dejó salir un murmullo que nadie más escuchó. — Bueno, les aconsejaría que la próxima vez, invirtieran mejor su dinero — uno de los dos hombres misteriosos tomó la palabra nuevamente — Estamos complacidos de haber sido de ayuda para ustedes. Es bueno que la gente sepa que puede contar con nosotros cuando el banco les falle. Pero el que no seamos un banco significa también que no nos atamos a sus leyes. — Lo sabemos, Arnold, quienes me recomendaron contactarte me lo dijeron todo — por primera vez desde la llegada de esa gente, su madre empezó a hablar — Tendrás tu dinero en el plazo que hemos acordado por teléfono. Hoy mismo hemos enviado correos a nuestras viejas compañías para que nos recontraten, o que al menos, nos recomienden a otros sitios. — Bueno, más vale que recuperen nuestro dinero pronto — quien respondía al nombre de Arnold le contestó a la mujer — Les recuerdo que tienen cuatro meses para pagar la mitad de la deuda para que los intereses solo sean calculados sobre la mitad faltante. En caso de que hayan pasado los cuatro meses y todavía no esté lista nuestra primera mitad, los intereses se calculan sobre el total. — Lo tendrás, no te preocupes — el padre de Kite parecía estar suplicando — Y si no llegamos, te ofrezco las máquinas y el terreno que adquirí. — Solo aceptamos cosas que sirvan y que nos sean útiles — el otro de los hombres habló — Ese terreno que supuestamente fue testeado cinco veces y donde no brotó una puta planta no va a servir para el pago. Y a las máquinas rurales no sé qué tanta utilidad les podamos sacar. — Zig, por favor, déjame hablar a mí — el otro hombre calló a su compañero — Enviaremos a alguien a revisar esas máquinas y ver si nos pueden servir. Les avisaremos si las vamos a aceptar tan pronto tengamos su opinión. Y recuerden que el dinero es nuestro, por lo que las condiciones también son nuestras. — Lo sabemos, y las vamos a cumplir — Kite notaba que su padre no sonaba orgulloso al decir eso — Tendrán su dinero de vuelta. Lo juro. Sin deseos de escuchar más, puesto a que sentía bastante humillante escuchar a su padre y a su madre hablar de esa manera, el chico caminó en puntas de pie hacia la puerta del baño. Con sumo cuidado, Kite se fue de regreso a su habitación para acostarse en su cama y tratar de dormir para olvidar todo lo que había escuchado en ese momento. Sabía que las cosas no estaban bien desde que su padre no dejaba de gritar y maldecir en el día en que las semillas murieron. Pero tras escuchar toda esa conversación, se dio cuenta de que había muchas cosas que no sabía, y que tal vez sería mejor si nunca lo hiciera. […] Kite lloraba desconsoladamente en su cuarto, aferrándose a su tableta digital donde podía ver los rostros, nombres y apellidos de los héroes de la humanidad. Gritos y golpes en la sala lo hicieron entrar en pánico leve, y una vez que estos habían terminado, el chico fue a la sala solo para ver a su padre con un garrote de policía echando de su casa a dos personas que él no había visto jamás. Ver como su padre respiraba de forma agitada y a su madre oculta tras la mesa del comedor, causaron en el niño un ligero terror, lo cual lo forzó a buscar refugio en las personas de las cuales una de ellas sirvió de inspiración para su segundo nombre. Siempre le era agradable ver las imágenes de los héroes de la humanidad, pero en esa ocasión, el chico no parecía encontrar consuelo alguno. Tan pronto como se materializó la imagen de Michael en la pantalla, el chico abrazó su posesión, aferrándose a ella como algo preciado. Sus padres entraron en la habitación, y tan pronto como lo vieron, corrieron a abrazarlo para contenerlo. — Mi pequeño Kite, ya está, ya pasó — su padre quería calmarlo — Sé que viste parte de lo que pasó, y lo lamento si te asusté. Pero unos hombres malos vinieron a molestar en casa. Por eso papá tuvo que echarlos de aquí. Este es tu hogar. Nadie tiene que venir a molestarnos, y por eso tuve que hacer lo que hice. El miedo ya pasó. Descuida. — Tu papá está bien, no recibió daño — su madre se sumaba a los intentos por hacerlo sonreír — Ya no tienes qué temer más por ellos. Estaremos a salvo. — ¿Lo prometen? — Kite quería escuchar una promesa de parte de ambos — ¿Ya nunca volverán a esta casa? — Tal vez regresen, pero papá se asegurará de que tú no tengas que volver a verlos — el hombre buscaba que su hijo pudiera estar tranquilo — Eso te lo prometo. — Gracias… gracias papá, gracias mamá — el chico estaba tan asustado que no podía decir nada más. Los padres de Kite abandonaron su habitación después de llenar a su pequeño de abrazos y de besos. Pese al susto que había experimentado levemente, Kite pudo empezar a sonreír de nuevo. No tanto por la promesa, sino por el cariño que sus padres mostraban con él. Al momento que llegó la noche, Kite, buscando calmar su mente un poco más, se puso a mirar nuevamente las fotos de los héroes en su tableta. La promesa y el espíritu de lucha de su padre, junto con el cariño y la calidez de su madre, le hacían pensar que tal vez los héroes que miraba solamente en las fotos, a quienes no conocía, podrían ser parecidos a su mamá y su papá. Sin saber lo que acontecería en un par de minutos posteriores, Kite se quedó dormido. […] Kite estaba sufriendo el golpe del frío en el interior del frigorífico en donde Arker, Zig y su grupo de prestamistas lo habían abandonado. La imagen de sus padres tirados y asesinados en su casa, y el tormentoso camino hasta el sitio en donde fue encerrado, no hicieron más que contribuir a la formación de lágrimas que enfriaban todavía más el rostro ya congelado del chico. Perdió la noción del tiempo, y no sabía cuánto más resistiría en ese frío lugar. Los asesinos de sus padres nada más le habían otorgado una manta, con la cual se envolvía para tratar de sentir la menor cantidad de frío posible. El chico estaba asustado, triste y cada vez más débil por su situación. Gracias a que era hijo de dos personas que habían obtenido un sistema inmunológico evolucionado gracias a la Gran Catástrofe, el pequeño había heredado unas altas defensas corporales. El frío le pegaba muy fuerte, pero estaba lejos de enfermarse seriamente como para morir. Aunque esa información era de completo desconocimiento del chico. Los pensamientos tristes pensando que quizá no le quedaba mucho tiempo, y que incluso los asesinos de sus padres podrían matarlo de la misma manera, lo llevaron a intensificar su llanto. Distraído por sus pensamientos, no pudo notar que una puerta se abrió en frente suyo, pero el tiempo lo llevó a darse cuenta de que tenía a una persona parada a pocos metros de distancia. Temeroso de que fuera a salir lastimado, Kite empezó a alejarse de aquella presencia, aunque sus movimientos estaban limitados por las paredes del lugar. Una persona diferente a las que había visto recientemente se acercó para hablar con él. — Hey, tranquilo — vio como quien se acercó estiró sus manos, dejándole ver que no portaba absolutamente nada. — ¡Por favor, no me vuelvan a golpear! — el chico no quería sufrir de nuevo lo que experimentó en su camino hacia ese lugar — ¡Déjenme salir! ¡Me portaré bien! — su instinto lo llevó solo a apelar a la lástima. — Descuida, Kite, no estoy con ellos — la serenidad reinaba en la voz de aquel hombre — Yo he venido a salvarte. — ¿Cómo sabes mi nombre? — Kite nunca lo había dicho directamente a quienes mataron a sus padres — Yo jamás lo he dicho. — Sé que te llamas Kite Michael — quien dijo esas palabras pronto se arrodilló frente a él — Porque yo he venido a rescatarte. Soy del ejército de la humanidad. Me llamo Thomas. — ¿Thomas? — el niño tenía un presentimiento — ¿Thomas Delleo? ¿El héroe? — Sí, soy Thomas Delleo — Kite notó que tenía en frente a una de las personas que más admiraba — Tú segundo nombre es en honor a Michael Umcali, un gran amigo mío. Es un gusto conocerte. Esa era la primera vez que el chico podía estar tranquilo desde el momento en el que fue arrancado violentamente de la cama sobre la cual dormía, solo para terminar viendo como unos desconocidos mataban a sus padres y lo llevaban a un sitio donde lo tenían retenido contra su voluntad. Con fuerzas cuyo origen no podía explicar, Kite se levantó y abrazó a Thomas Delleo, uno de los héroes que conocía. — ¡Gracias! ¡Gracias por venir a rescatarme! Thomas sintió el peso de aquellas palabras y el abrazo de ese niño. Hacía pocos instantes, él junto con su esposa y sus compañeros de la milicia, habían llevado a cabo la detención del primer grupo de asesinos en el planeta Edagr. Y el jovencito que tenía en sus brazos en aquel momento, de la misma edad que su hija según las investigaciones que llevó a cabo, era una de sus primeras víctimas afectadas. — ¡¿A dónde me van a llevar?! — Kite sonaba destruido — Yo ya no tengo más a mi mamá ni a mi papá. ¿Dónde me voy a quedar, héroe Thomas? Ver como el jovencito se refería a él como un héroe y en un tono suplicante, le hicieron ver a Thomas que él solamente quería ser salvado en aquel momento. Pero salvarlo no implicaría solamente liberarlo del sitio donde lo tenían retenido. — ¡Por favor, no quiero quedarme solo! — Kite suplicaba por ayuda — ¡Tuve mucho miedo aquí! — No sería justo que un pequeño indefenso como tú se quede solo — Thomas pensó en algo — Tengo una idea, pero no puedo asegurarte nada todavía.
Saludos, amigo mío. Me alegra que hayamos podido juntarnos este finde y disfrutar de una buena lectura en simultáneo. Este capítulo sobre Kite ha sido bastante bueno, pudiendo ahondar en su pasado hasta llegar al punto de la historia en el que fue encontrado y adoptado por Thomas. El comienzo nos muestra el nacimiento de Kite Michael, para posteriormente verlo con cuatro añitos. Parece que a sus padres les va todo bien e incluso tienen planes de futuro a corto plazo. Kite pronto se ve intrigado por esos "héroes" que su madre dice que les han dado un sitio en el que vivir, debido a que su segundo nombre Michael viene directamente de uno de esos héroes. Su madre empieza a ver como el niño queda prendado sobre esta historia de sus héroes, algo que llevará consigo más adelante. La siguiente escena nos muestra la llegada del padre a la casa, con un postre que suena a que tiene una pinta riquísima , mientras da la noticia a su mujer e hijo de que van a mudarse al campo, lo que provoca cierta efusividad en el hogar. Esto nos lleva a ese punto, en el que vemos que la familia de Kite ha comprado una casa en el campo, donde poder cultivar y hacer crecer tanto frutas como verduras, siendo una forma sostenible de alimentarse y a su vez de ganarse la vida al vender esos productos. Sin embargo, como todo en LGC (y en la vida ), nada feliz dura eternamente. Una gran tormenta con lluvia termina por inundar, en cierto modo, los campos sembrados. Estos quedan inservibles y además ya nada puede crecer ahí, lo que significa el fracaso del proyecto de esta familia y quedar endeudados al no tener dinero para sostener el lugar y el negocio, se podría decir. Esto pone muy tristes y frustrados a los padres de Kite, quien los ve de ese modo y se siente realmente mal. Acto seguido, una noche, Kite escucha como sus padres debaten que hacer al encontrarse en semejante situación difícil, ya que los bancos no les prestan dinero. Parece que la mujer decide proponer pedir ayuda a unos prestamistas (Arker y Zig... ) para ver si pueden salir del atolladero en el que se encuentran, algo que el padre accede sin más remedio. Esta gente llega en otra escena a la vivienda, donde tienen una conversación con los padres de Kite sobre las condiciones de esa ayuda económica que les proporcionan. Viéndose en una situación tan vulnerable, la familia no tiene más opción que aceptar y confiar en que las cosas cambiarán. Pero lamentablemente eso no sucede y vemos posteriormente como los prestamistas intentan ir a la casa a intimidar a los deudores, siendo repelidos por el padre. Kite se asusta mucho pero el amor de sus padres lo calma, sin saber que más adelante vendría un evento traumático (la escena que vimos en el capítulo de Zig, intuyo). Tristemente, Kite es capturado por estos energúmenos, pero la escena final conecta con la aparición de Kite en la historia principal: la escena de su rescate. Thomas aparece para llevárselo consigo, viendo que el niño no tiene familia y solo desea ser salvado y protegido. El pasado de Kite es bastante triste, habiendo perdido a sus padres por culpa de unos prestamistas sin remordimientos, pero me alegra que Thomas y Gwyn le adoptaran y cuidaran como si fuese un hijo más. Ojalá su personaje acabe matando a Zig o a Arker, sobreviva a la historia y termine su camino comprando una casa en el campo y haciéndola funcionar, tal y como el sueño de sus padres. En fin, buen capítulo, amigo. Nos vemos en el siguiente.
Saludos. Sábado por la noche y es la hora de publicar el siguiente capítulo de esta breve historia secundaria. Ahora tocar irnos hacia un personaje que tuvo una temporada de ausencia de la trama hasta su regreso (inesperado o esperado, según cada uno lo vea) y es momento de explicar qué fue lo que pasó por su mente entre un suceso importante de la parte VI y su regreso. Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por estar siempre pendiente de este universo ficticio. Las lecturas en simultáneo han finalizado (por ahora, pero pronto volverán :) ) pero no por eso la historia. Y espero que le gusten los demás capítulos que quedan. Sin más para decir, les dejo el capítulo. Abel – El hombre del bosque: — ¿Por qué me trajiste aquí? — Abel lanzó esa pregunta a la persona que más odiaba, pero cuya condición era crítica para su futuro. — Solo te traje para mostrarte cómo funcionan los controles de esta nave por si tú tienes que manejar un escape en algún momento — Magnus le comentó a su compañero de viaje — Esta es una nave de Zenith. Superior a las de Black Meteor. — Con todos los recursos que tu país ha saqueado, eso era lo mínimo que podíamos pedir — Hartka no se contuvo de expresar su malestar. — ¿Quieres tus recursos? Son tuyos — un soldado de Zenith que iba junto a Magnus se metió en la conversación. Abel y Magnus no se encontraban solos en la sala de comandos de la nave que los transportaría a los dos junto con un escuadrón de humanos hacia la guerra contra los edagrianos. Cientos de hombres y mujeres, soldados mixtos de Zenith y Black Meteor, estaban en aquella sala de la nave en aquel momento junto a los dos hombres. Nadie de la propia nación liderada otrora por el ex líder infame de Black Meteor apropiaba sus comentarios despectivos en referencia a rencillas del pasado, pero las palabras dichas por Abel habían herido el orgullo de como mínimo un soldado de Zenith, que eligió no quedarse callado. — Si quieres te preparamos un transporte a la Tierra, te dejamos justo en el Zenith y tomas todos los recursos que quieras — el soldado volvió a desafiar a Abel. — No te hagas el listo, fracasado — Abel le respondió de forma muy hostil — Se te nota en el rostro que tienes mucha más edad que los soldados que Magnus y yo hemos enviado al espacio por la misión. No eres más que un soldado promedio, quizá seas menos que un soldado promedio. Solo estás vivo de casualidad, así que será mejor que no me hables de esa forma. — Abel, basta — Magnus se puso entre los dos hombres — Creo saber a dónde quieres llegar con tus provocaciones, y no me gusta. Así que será mejor que no continúes. — Enséñame esos malditos controles para que pueda irme de aquí — Abel quería una salida inmediata de aquel lugar donde era él solo contra todos. Siguiendo con el procedimiento indicado, Magnus se encargó de mostrar a su colega por fuerza cómo se llevaban a cabo la maniobrabilidad de la nave de forma rápida y precisa, en caso de que en una emergencia que requiriera que ambos escapasen del lugar, Abel fuera quien más próximo estuviera en la sala. Abel prestó atención a cada detalle dicho por Magnus, y trató de memorizarlo y retenerlo para así no quedarse a medias en un momento crítico. Aunque le generaría mucho placer el tirar abajo una nave de Zenith, por más que eso significara su muerte, él sabía que iban a luchar a una guerra contra una especie muy poderosa. Y no tenía intenciones de morir allí mismo. Tan pronto como él se había aprendido los comandos más importantes para una situación de peligro potencial, Magnus lo invitó a retirarse. Abel se puso de pie, y el líder, quien lo siguió para asegurarse de que no fuera a buscar conflicto con nadie más, lo escoltó a su habitación. Fue en ese sitio donde Abel se quedaría hasta que fuera la hora oficial de dirigirse al comedor de la nave para poder dividir las raciones, ya que no estaba permitido tomar nada sin autorización de Magnus en persona. — Ese soldado no estará muy contento cuando sepa que yo voy a tener un pase a mi libertad por haber peleado en esta guerra — Abel disfrutaba al decir esa clase de cosas — ¿Le has dicho a tu gente el pedido que te hice para participar en esto? Pedido que tú aceptaste. — A algunos sí, a otros no — Magnus empezó a sonreír cuando tuvo una idea — No sugiero que tomes una actitud altanera con la gente, Abel. Las cosas pueden cambiar mucho. Tal vez, si veo que no te lo mereces, incluso yo pueda cambiar de opinión. — ¿Cómo crees que te dejará parado eso cuando llegue el momento? — Tratándose de alguien más, muy mal. Pero estamos hablando de ti. Estoy seguro de que eres el ser humano con vida más odiado ahora mismo. ¿Crees que a la gente le va a importar que no te dé un trato justo? Abel no se sentía animado para seguir hablando con Magnus en aquel momento. Creía que podía apelar a esa clase de emociones en Magnus para así garantizar que le diera un trato justo, pero las cosas que este le respondió le hicieron saber que no estaba siquiera en condiciones de hacer algo como eso. Viendo que tenía las de perder, eligió que quizá lo mejor sería callarse la boca y tratar de evitar soltar cualquier tipo de comentarios que pudieran caer mal sobre los soldados que iban haciéndoles compañía, quienes serían sus más allegados en el campo de batalla cuando fuera la hora de luchar. — Oye, mira, de verdad… — Abel tenía que convencerse a sí mismo de lo que diría — Prometo que no voy a decir cosas como esa otra vez… Pero no puedes negar que tu país nos robó los recursos y se salió con la suya. Ahora que la Tierra no existe más, ese crimen queda sin castigo, porque ninguna nación puede tenerlos. — No fui yo quien estaba al mando cuando empezó la guerra, ni quien estaba al mando cuando empezó el saqueo sobre Ascendency — Magnus le dio una clase de historia — Esos recursos eran de Zenith, Abel. Pero mis planes eran que ambas naciones los pudieran aprovechar. Tú y yo teníamos el mismo objetivo, y quería que nuestros países se unieran para perseguirlo. Los recursos no regresarían a tu nación, pero serían usados en beneficio tuyo. Me he cansado de decírtelo en nuestras reuniones, pero tú nunca quisiste escuchar. O tal vez no lo querías aceptar. Quizá si lo hubieras hecho, las cosas serían distintas. Eso mismo es lo que te trajo a estar en este lugar. — Eso no quita que mis palabras sean verdad — Abel mantuvo su postura firme — Tu nación cometió crímenes, y no fueron castigados por ello. Tal vez un trato igual para mí como persona sea lo más justo. — Primero tenemos que ganar esta guerra, Abel — Magnus le dijo algo que tenía que recordar — No habrá futuro para nadie si los edagrianos nos matan a todos. — No habrá futuro para mí si te matan a ti — odiaba que las cosas se dieran de esa manera. — Lo sé, pero eso tal vez me dé un seguro de vida en esta guerra — Magnus mostró un poco de arrogancia en sus palabras — Tú me mantendrás con vida. Habiendo acabado su charla con Abel, Magnus se retiró del lugar. Sin nada más por hacer, por lo menos hasta que llegara el momento de que los soldados compartieran raciones de alimento, Abel simplemente se tumbó en la cama, deseando por la existencia de un método para poder saltearse los eventos que le deparaban por delante. — Pelear en el campo de batalla es algo que no creí que tendría que volver a hacer — sus primeros años de soldado en guerras humanas volvían a su mente — Magnus, voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que esta sea la última. […] Las cosas en el primer día de la guerra dieron un cambio a todo el panorama a futuro que Abel contemplaba en su propia mente. La muerte de Magnus en la primera batalla lo había dejado casi sin posibilidades de tener lo que él quería, o al menos, no podría obtenerlas sin pactar un nuevo acuerdo con alguien más entre los líderes que le quedaban a la humanidad. Tras una batalla intensa en la cual tuvieron que hacer frente a un arma enemiga que era de temer, Abel decidió hacer el intento de remediar su incierto futuro con quien fue una soldado que se formó nada menos que en su propio país. Natasha era la líder de su escuadrón, ascendida a comandante por parte del resto de soldados de Zenith con el mismo rango. Creyó que el nivel de participación que ya había mostrado en la guerra era más que suficiente para establecer el acuerdo con ella. Por eso mismo, no dudó ni un segundo más en intentarlo. — Siendo que eres tú la que está a cargo de mi equipo, quiero pedirte algo — Abel creyó que tendría más posibilidades si le tiraba alabanzas indirectas — Magnus me prometió que garantizaría mi seguridad cuando la guerra hubiera terminado. Pero como él ha muerto, asumo que ese trato murió con él. Por eso quiero pactar uno nuevo contigo. Recuerda que la razón por la que estás aquí es por la formación que yo ordené que se diera en el país. Eres comandante por mis decisiones en el pasado. Así que, espero que tengas eso en consideración para esto. Sé que esto está lejos de terminar, así que quiero que me prometas ahora que nadie me pondrá un pelo encima si logro sobrevivir a esta batalla. Sé que hay varios que querrán verme muerto cuando esto llegue a su fin, porque seguro ya estarán deseando que un edagriano le ponga fin a mi vida… Bueno, no siento que sea demasiado justo seguir luchando por sobrevivir si al final me van a terminar matando los miembros de mi propia especie. Necesito que me garantices que nadie me pondrá una mano encima. Si quieren enjuiciarme por lo que hice, lo aceptaré, pero quiero seguir viviendo. No tengo ganas de luchar por un futuro en el que me sentiré amenazado, y sé que puedes entender eso. Abel supo que Natasha no tenía necesidad ni deseos de liberarlo de los cargos que lo hicieron convertirse en uno de los seres humanos más repudiados con vida, pero creyó que incluso alguien como ella tendría el corazón para concederle una oportunidad de vivir. Sin Magnus para poder gozar de la garantía anterior, se conformaba con su vida, lo cual para él no era poco siendo que, en la guerra que solo tenía un día de haber empezado, tuvo sus encuentros cercanos con la muerte. — Abel, está claro que estás ayudando — al ex líder no le gustó la forma en que empezó su diálogo, y menos su tono — Como todos aquí. Y eso es lo menos que podías hacer después de haber provocado esto. Si no fuera por tu estúpido orgullo, es muy probable que nada de esto hubiera pasado. Nos tuviste engañados por casi toda nuestra vida. Nos hiciste creer que peleábamos por el orgullo de una nación fuerte, pero en realidad, solo peleábamos por tu propio orgullo. Cada una de tus decisiones contribuyó cada vez más a que pasara lo que está ocurriendo hoy, ahora mismo. La gente te odia, y tienen el derecho a hacerlo, después de todo, les arruinaste sus vidas. Ninguno de nosotros quería estar aquí, peleando para ganarnos un planeta porque la Tierra ya no está. Créeme, ni el ser humano más sádico en la historia lo hubiera deseado. En lo que a mí concierne, te mereces lo que tienes. Y no pienso darte ninguna garantía como la que Magnus te dio. Él era el líder que todos queríamos seguir luego de que pasó lo que tú generaste. Así que, no creo que sea apropiado que te conceda lo que pides. Incluso si lo creyera así, no lo haría, porque yo soy de las personas que más te odia dado a que soy una de las que fue manipulada por ti. Toda mi formación militar fue manipulada por ti. Así que no. No haré ningún trato contigo. Cuando esto haya terminado, serás juzgado por tus crímenes pasados y la gente elegirá tu destino. Y espero poder estar viva para verlo. Abel supo que eso solo acababa de sentenciar su vida a su final. Si Natasha realmente tenía intenciones de entregarlo a la multitud para que ellos pudieran tomar la decisión, cosa que no dudaba que fuera capaz de hacer, todo su esfuerzo en la guerra sería inútil. El hombre se imaginó siendo condenado a morir de mil maneras. Por su mente se formaron miles de imágenes de él siendo ahorcado, quemado vivo, ahogado, o incluso siendo decapitado. Cada persona era diferente, pero él estaba consciente de que todo el mundo lo querría muerto y desaparecido del universo, variando solo el método para deshacerse de él. Hartka supo que ya solo le quedaba una única decisión viable para tomar. — No voy a soportar nada de esto — Abel tenía deseos de regresar al sitio de su primera batalla, encontrar el cuerpo de Magnus y desquitar toda su frustración con él — ¿Por qué tuviste que morirte? Ahora voy a luchar una guerra solo para que mi propia especie me termine masacrando… — pronto, un pensamiento diferente cruzó su cabeza — No… No lo haré. Si no voy a recibir nada a cambio, más allá de una violenta muerte por manos de la humanidad, entonces no voy a pelear. Que ganen la guerra por su cuenta si las cosas van a ser así. […] La batalla en contra de los edagrianos había avanzado. El sitio del objetivo prioritario estaba casi frente a ellos. Tropas edagrianas luchaban con ferocidad portando sus armas en contra de los escuadrones de Ace y Natasha. La central de comunicaciones que buscaban capturar para poder dejar al enemigo incomunicado estaba a nada de ser suya, de no ser por la resistencia que mostraban los defensores que se encontraban en dicho sitio. — ¡Acaben con ellos ahora! — gritó Ace, desde su posición. — ¡Lankir, ¿cuánto falta?! — Agustina preguntó a su amigo de otra especie. — ¡El tercer disparo está listo! — el xaromitante gritó, informando sobre el estado de su cañón, agotado tras la lucha contra el tren armado con las torretas. — ¡Eso debería ser más que suficiente! — Natasha quería que pasaran al ataque de una vez — ¡Escuadrón, conmigo, vamos a distraerlos para que Xorxaik y Lankir puedan atacar por sorpresa! Siguiendo a quien ejercía el rol de figura de autoridad en aquel momento, Abel se posicionó unas filas detrás de Natasha. Junto al resto de los soldados humanos y garak que luchaban junto a él, Abel comenzó a disparar sus balas en contra de aquellos soldados edagrianos. Prestó atención a cada uno de los disparos que dejó salir de su arma, notando como las balas contribuían a agujerear el casco y posteriormente el cráneo de uno de los soldados que se encontraba defendiendo dicha instalación que buscaban capturar. — ¡Ahora pasamos al ataque nosotros! — las órdenes del comandante Lakor resonaron en todas las armaduras por medio de los comunicadores — ¡Retrocedan, mientras nosotros avanzamos! Natasha, siguiendo las indicaciones de quien había sido comandante más tiempo que ella, ordenó la retirada. Abel fue de los primeros en darse la vuelta y alejarse del lugar. Mientras él regresaba a una zona de cobertura detrás de los edificios, pudo ver como Ace, Agustina, Faron, Lankir, Wida y cientos de soldados humanos y garak corrían desde detrás de la bestia metálica Xorxaik. El relevo estaba hecho. Pronto, Abel se dio la vuelta y contempló como Xorxaik comenzaba con los disparos desde las armas que tenía equipadas en sus manos. El sonido de una explosión le hizo saber que el xaromitante Lankir ya había disparado uno de los tres proyectiles que tenía disponible gracias a su arma. — Esperaremos a que nuestros rifles de calor se hayan enfriado y ayudaremos a terminar con esto de una vez — Natasha comunicó su orden a todos los soldados. Dado a la rapidez de su retirada en el anterior asalto, solo se requirieron unos tres minutos hasta que las armas ya estuvieron listas para volver a ser utilizadas. Con entusiasmo y la idea de acabar con el combate y capturar la ubicación estratégica, la comandante Zafiro dio la orden a los soldados para que acudieran de nuevo a la batalla para contribuir a la eliminación de los últimos edagrianos en el sitio. Abel se situó astutamente en el final de la línea, y fue de los últimos en empezar a correr hacia el objetivo, bajando la velocidad progresivamente hasta que se detuvo por completo. Gracias a la urgencia de capturar ese sitio, todos estaban más centrados en el enemigo que nadie prestó atención a su posición o sus movimientos. Desde la parte de atrás observó como todos los soldados se integraron al combate, el cual supo que sería ganado en poco tiempo. Sabiendo que esa era su oportunidad, Abel comenzó a correr hacia el otro lado de la calle, para luego doblar a la izquierda y seguir avanzando por una urbe que había quedado desierta por la batalla. No se preocupó por el ruido que haría al escapar, puesto a que supo que el sonido de los disparos de ida y vuelta serían cobertura suficiente para él. Un recorrido de veinte minutos lo llevó a finalmente escapar de aquella jungla de concreto, pudiendo visualizar al frente suyo como un bosque frondoso de árboles de tamaño pequeño y mediano, con troncos gruesos y abundantes hojas verdes de diferente forma se originaban desde sus ramas. Sin tiempo para apreciar la belleza del paisaje, Abel corrió a refugiarse en aquel sitio. — Ganen o pierdan los edagrianos, estoy seguro de que no me van a buscar allí dentro — Abel pensaba, ignorando algo que pronto llegaría a su mente. Tras unos trece minutos de él moviendo las piernas buscando alejarse cada vez más del foco de conflicto, su carrera se vio interrumpida cuando un pozo profundo de diámetro pequeño apareció frente a él. Se detuvo para rodearlo con precaución, asegurándose de que la tierra desde los alrededores fuera firme y no cayera allí dentro, y fue en ese momento que su mente se iluminó con la llegada de un pensamiento. — ¡Carajo, mi puta armadura! — Abel supo que tenía que deshacerse de ella — ¡Esa bestia de miles de kilos me puede rastrear mientras la tenga puesta! ¡Tan pronto se den cuenta de que no estoy y ya tengan el lugar bajo control, me van a buscar! Con la máxima velocidad que le permitió su cuerpo, Abel tiró su rifle al suelo y se despojó de su armadura de batalla, cubierta más por sangre y polvo que por impactos de bala para su fortuna. Su casco también fue removido, y una vez que ya no tenía encima más que su ropa y su traje de batalla, el ex líder de Black Meteor arrojó con furia su armadura directamente al pozo, deseando que su profundidad engullera todo rastro de él. — Que sea tan profundo para qué se rompa en su caída, o para que les sea imposible de detectar — Abel susurró, tomando su rifle de calor — Ahora me pueden buscar todo lo que ustedes quieran. Yo estaré lejos de aquí para cuando la guerra haya terminado. Creyendo que, sin importar el resultado de la guerra, le esperaba una vida larga y solitaria hasta el día que él tuviera que dejar atrás ese mundo, Abel se adentró en esa masa de árboles extensa, contemplando la belleza de un planeta casi paradisíaco a raíz de la poca intervención de sus habitantes en el territorio dominado por la vida salvaje. Animales similares a los conejos, ardillas e incluso insectos y aves de la Tierra eran contemplados por el humano, quien dejó de ver los horrores de la batalla y la muerte para empezar a ver la hermosura de la tranquilidad y la vida. — Es una pena que hayas tenido que morirte, Magnus — los pensamientos de Abel regresaban a su rival — Si los tuyos llegan a ganar, te perderás la oportunidad de gobernar un mundo como este. […] Tres años después del día de su deserción, Abel ya estaba totalmente acostumbrado a lo que era vivir como un ermitaño en la naturaleza. Su exploración lo llevó a encontrar una zona donde el bosque se fusionaba con un área montañosa, donde eligió una de las muchas cuevas vacías de animales peligrosos que pudieran intentar atacarlo. Un arroyo cercano de agua cristalina rodeado de árboles frutales eran la principal fuente de alimento y bebida del hombre, pudiendo consumir del agua, recolectar frutas o capturar peces sin que la ingesta de aquellos elementos representase un problema para su salud. En ciertas ocasiones, Abel utilizaba lanzas creadas por él mismo de los árboles caídos para ir a cazar animales cuya carne pudiera ser aprovechada. En los primeros días, Abel usaba su rifle militar como si fuera un arma de caza, pero pronto se dio cuenta de que, siendo animales tan pequeños, un rifle de combate solamente destrozaba la carne, dejándole muy poca comida que utilizar. Su instinto de supervivencia le hizo perfeccionar técnicas de creación y cacería con lanzas, y lo encontraba como una actividad entretenida a la vez que sustentable. En ocasiones, Abel tomaba baños y buscaba formas de recortarse el cabello y la barba, tratando de mantenerse presentable pese a que nadie interactuaría con él otra vez según sus propios planes. Para el humano, toda su vida era tranquilidad en aquel mundo. Días después de su deserción, observó que un sin número de naves abandonaron el planeta, pudiendo identificar a la mayoría como naves de los garak. Prestó atención a los cielos, y un día fue capaz de reconocer naves de Zenith regresando al planeta. Eso fue el indicio que necesitaba para saber quién había sido el ganador de la guerra. La vida en el bosque y cerca de las cavernas le sentó muy bien. Había días en los que deseaba volver a formar parte de la sociedad, pero supo que no importaba cuanto tiempo transcurriera, el recuerdo de él en la población no se borraría. Pero no todo eran noticias negativas para él. Pese a que no pudo cumplir su propósito de mantener a Magnus con vida, él logró conservar no solo la suya, sino también su libertad. Pero había cuestiones que rondaban en su mente de vez en cuando, más que nada las relacionadas a sus soldados. — Me pregunto si habrán sobrevivido más soldados de mi nación que de la tuya, Magnus… después de todo, solo uno de nosotros sigue respirando a día de hoy — el cinismo con el que se expresaba de su antiguo compañero y enemigo no lo estremecía. […] La preocupación reinó en el rostro de Abel en el momento en que pudo ver con sus envejecidos ojos como una nave espacial surcaba el cielo de Edagr en el ocaso de un día que había sido común y corriente hasta ese momento. Los años habían transcurrido, y las canas y arrugas habían conquistado el cabello y rostro de Abel. Su tranquilidad era algo que valoraba mucho, y creyó que la presencia de una nave en el planeta edagriano solo causaría problemas. La nave no abandonó nunca la atmósfera, y eso hizo que Abel sintiera miedo por lo que podría acontecer. Sin contar con su rifle de combate, puesto a que el paso de los años sin haber podido darle mantenimiento lo habían terminado por descomponer, el humano tomó sus lanzas para tener un método para defenderse en caso de ser necesario. Llegó a situarse la noche en el planeta Edagr para cuando Abel logró llegar al punto en el que la gran estructura que podía surcar el espacio exterior se había detenido sobre el territorio humano en el planeta. Abel levantó la vista tratando de averiguar el origen de aquella nave buscando en sus recuerdos para ver si había visto alguna similar en algún momento de su vida. La poca visión que tenía al ser ya de noche en aquel mundo hicieron que no pudiera averiguar demasiado. Con una mezcla de decepción y miedo, Abel estaba por retirarse cuando escuchó el sonido poco discreto de pisadas en los alrededores. — Mierda, ¿ya están aquí en tierra firme? — pensaba para sí mismo con algo de miedo. Sin armadura o alguna linterna, Abel tuvo que forzar su cansada vista. Ni bien logró ver una silueta oscura aproximándose a él, el humano empezó a retroceder con algo de miedo. Sabía que la humanidad no enviaría a sus soldados a investigar por separado ni a oscuras, por lo que tenía la idea de que ese era un alienígena que había decidido descender al mundo. Mientras retrocedía para guardar distancias, alguien saltó por detrás de él, logrando tumbarlo al suelo. Lo habían atrapado, pero él no estaba decidido a rendirse así nada más. — ¡Tengo a uno, Siban! — gritó quien lo había capturado. Abel forcejeó desde el suelo mirando como las luces que aquellos seres usaban en sus trajes empezaban a encenderse, pudiendo distinguir ropas de color azul en aquel que se había lanzado encima suyo. Con un cuerpo entrenado por una vida sin comodidades al alcance de su mano, Abel logró quitarse al indeseable que tenía encima. Tomó las dos lanzas que se había equipado en sus manos, y cuando vio más luces moverse en el bosque hacia él, arrojó una de ellas hacia un objetivo. — ¡Cuidado, tiene armas! — gritó uno de esos seres, quien portaba un traje color rojo, tras haber esquivado el tiro de Abel. El humano se echó a correr rápidamente, sabiendo que, pese a la lejanía, tenía que llegar hacia las cavernas en la zona montañosa donde vivía si quería perder y despistar a los invasores. En el momento en que otro de esos seres se le apareció para cortarle el paso, Abel arrojó su segunda y última lanza sobre él. El ataque le dio en la cabeza, pero su traje de protección se aseguró de que solamente se tambaleara unos momentos antes de caer al suelo sin heridas mayores. — ¡Ya se quedó sin armas, ve por él! — gritó quien había sido golpeado por la lanza. Hartka notó como las luces que lo perseguían se hacían más intensas, lo que indicaba que debía tener a alguien muy cerca. Se dio la vuelta acumulando fragmentos de energía en sus manos, y así fue cómo los arrojó a quien estaba más próximo a él. Notó que quien lo estaba por alcanzar tenía un traje rojo, y por los alrededores, se acercaba alguien con un traje azul. Abel cargó dos fragmentos de calor en sus manos y lo arrojó a aquel nuevo rival. Los tiros no fueron demasiado precisos, y no le costó mucho trabajo a su perseguidor el esquivarlos, pero eso fue algo que el humano aprovechó. Con todas sus fuerzas, tacleó a su oponente y lo tiró al piso sin sujetarlo firmemente con sus manos. Abel tiró un par de golpes a su cabeza, y luego de eso, se puso de pie para intentar escapar. Una patada en la pantorrilla lo hizo caer al suelo con una de sus rodillas. Desesperado por ver que no tuvo siquiera tiempo de correr, acumuló un poco de calor en sus manos, y desde su posición, lo arrojó a quien le había propinado el ataque. Su objetivo se apartó moviéndose hacia la derecha, y luego de eso, le arrojó una patada en la cabeza. Sin protección en la zona, el impacto del ataque derribó a Abel al suelo, y desde allí pudo ver como su agresor saltaba para poder golpear su abdomen con sus rodillas. Un alarido de dolor se vio interrumpido cuando un puñetazo dirigido a su cabeza terminó aturdiéndolo bastante. — No… — Abel trataba de hablar, pero le costaba por el dolor, pese a que la batalla no se prolongó demasiado. — Corre rápido, tenía armas listas y su cuerpo estaba preparado para el combate — una voz femenina habló mientras más luces se acercaban — Costó trabajo capturar a un solo humano en el bosque… Esto es una lección para nosotros. La misión en este mundo va a resultar más complicada de lo que anticipamos. — ¿Cuáles son tus órdenes, Siban? — preguntó uno de los que estaba cerca. — Formarán escuadrones de captura para facilitar la misión, y llevarán a este humano al sitio en el que debe estar — la que respondía al nombre de Siban dio las instrucciones al resto. Todavía algo confundido, asustado y adolorido tras su combate en el intento fallido por escapar, Abel supo que cosas malas se aproximaban a él. Uno de esos seres, quien había recibido un impacto de su lanza, lo tomó para levantarlo del suelo de forma brusca, como una especie de venganza. No tenía idea de quienes eran esos seres, pero lo que había escuchado no podía anticipar nada bueno. — Si estos tipos vienen a capturar humanos… — Abel concluyó con lo que había escuchado — Tal vez no pase demasiado tiempo hasta que tenga la oportunidad de hablar con alguien más de mi propia especie otra vez… […] — Yo… eh… no sé si te conozca, nunca nos hemos visto — un joven habló de forma tímida con Abel — Mi nombre es Iker Evanson. El ex líder de Black Meteor no tenía idea de quién era aquel chico, puesto a que no recordaba que ninguno de sus ciudadanos que se había salvado de la destrucción de la Tierra tuviera ese apellido. Había pasado largas horas y días encerrado en ese cuarto donde lo habían puesto, y no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado, ni de por qué metieron a un chico tan joven en edad junto con él en la celda. Lo que Abel concluyó es que se trataba del hijo de algún trabajador de Zenith que se hubiera salvado en la destrucción del planeta Tierra. Sin intereses de revelar su nombre, considerando que alguien de Zenith tendría más prejuicios sobre su persona, el anciano Abel fue discreto al hablar con él. — Mi nombre es algo que no le doy a cualquiera — no deseaba tener conflictos con un menor de edad, mucho menos si sus orígenes se remontaban al Zenith — Pero si no nos conocemos quiere decir que, a diferencia de mí, ni tú ni tu familia son de Black Meteor. Por algún motivo que no pudo entender, el joven adolescente hizo una mueca de asco tan pronto como Abel mencionó su origen. Tenía la razón al pensar que un chico como él sería prejuicioso, pero eso le brindó información que él necesitaba saber sin que tuviera que pedirla. Algo tuvo que haber ocurrido entre la humanidad para que Zenith y Black Meteor, posteriormente a la guerra, siguieran divididos una vez que dicho evento llegase a su final. — ¡¿Cómo es tu nombre?! — el chico le gritó con enfado. — ¡No lo diré, no quiero que alguien como tú sepa quién soy! — Abel fue muy directo con el chico — ¡Al menos hasta que sepa qué demonios es lo que está pasando en este lugar!
Hola, amigo. Esta vez estoy aquí en un día atípico, sin leída en simultáneo lamentablemente pero con la alegría de que no tardarán en exceso en regresar. Tras haber leído este capítulo especial sobre esa franja de tiempo en la que Abel estuvo fuera de escena, pasó a comentarlo directamente. La primera escena nos trae de vuelta a Magnus, el último líder de lo que conocemos como Zenith. Es una escena previa al conflicto que se iba a dar con los edagrianos, los culpables de la gran catástrofe y de la destrucción de la Tierra (no sé si algún enemigo más va a poder superar ese nivel de destrucción en lo que queda de historia ). Magnus lleva a Abel al puente de mando de su nave para que aprenda los controles en caso que deba hacerse cargo de ello, teniendo una conversación breve pero tensa con un soldado de Zenith al que no le agrada ver como el ex líder de Black Meteor critica el robo de recursos que se dio en el pasado. Tras esto, Magnus escolta a Abel a su camarote, no sin antes tener una charla en la que ambos defienden sus pensares, eso sí, más conciliados que en reuniones previas que han tenido. En la siguiente escena vemos que Abel le pidió a Natasha, una vez Magnus murió en combate, hacer un pacto por su vida después de la guerra. Sin embargo, la comandante se negó rotundamente, aplastando esa idea con argumentos arrolladores. Abel, una vez más, se veía luchando para un futuro en el que terminaría muerto igual, por lo que empezó a maquinar cual iba a ser su siguiente paso. Eso le lleva a otra situación en la cual Ace y Natasha comandan dos grupos que están atacando un complejo edagriano. Mientras parece que las cosas van a decantarse del lado de los protas, Abel aprovecha su oportunidad para quedarse atrás. Todos están tan enfrascados en el conflicto que nadie es consciente de que Abel ha desertado, alejándose hasta adentrarse en un bosque y deshacerse de su armadura para evitar que Xorxaik lo detecte. En ese preciso instante, el ex líder de Black Meteor es libre. Pasados tres años, vemos que Abel se ha habituado a la vida de superviviente en el bosque de Edagr, encontrando un buen sitio en el que sustentarse. Con el tiempo, el hombre ha sabido mejorar sus técnicas de caza y demás, incluso pudo apreciar por la ida y venida de naves que los humanos habían ganado la guerra. Sin embargo, aún seguía teniendo a Magnus en el pensamiento (joder, amigo, ya fue, Magnus está muerto, déjalo ir ). Tiempo después, nuevamente, Abel aprecia otra nave en los cielos, pero esta vez resulta ser la de la Sociedad Galáctica. Pronto, Siban y los suyos se topan con el ermitaño del bosque y terminan capturándolo, sorprendiéndose por la resistencia que ofrecía Abel. Finalmente, Abel se encuentra encerrado con quien resulta que es Iker, quién le pregunta quién es. El viejo decide no revelarle eso al joven, pero le basta con decir que es de Black Meteor para que Iker literalmente haga una mueca de asco e insista por su nombre, pese a que Abel no se lo da. Y bien, ha sido un buen capítulo, pese a que prácticamente eran escenas en su mayoría que tengo la sensación de que ya las he visto, aunque fuese contadas de forma diferente. A excepción de la deserción, la captura de Abel y la breve charla con Iker, el resto de escenas se me hacen bastante familiares. Pero bueno, ha estado bien ver un poco que fue de Abel hasta su regreso. Nos vemos para la siguiente, amigo. Cuídate mucho.
Saludos. Ya sin leídas en simultáneo por delante, el tiempo de la publicación de los capítulos será variable. Por eso mismo, es tiempo de publicar el capítulo 7 de esta historia secundaria. Doy, como siempre, un saludo y abrazo a mi gran amigo Manuvalk con la esperanza de que este nuevo capítulo le guste (sé que lo hará :) y con el deseo de que más pronto que tarde regresen esas juntadas por el Discord. También agradezco a Elliot, quien ya se ha terminado la lectura de la parte VIII, siendo la segunda más extensa de todas las que tendrá la historia. Sin más para decir, dejo el capítulo. Gwyn y Thomas – Lo único que nos queda: — Gracias por haberme ayudado — Wagner hablaba mientras entraba en su cuarto. Tras haber prestado una ayuda a su compañero para que pudiera asearse, Thomas lo llevó de regreso a su dormitorio. En aquel sitio ya no quedaba un solo rastro de basura o restos de comida. El soldado estaba asombrado al ver cómo su pareja había podido limpiarlo todo en menos tiempo de lo que él tardó en ayudarlo a que se limpiara. Con un ambiente más limpio en el que pudiera descansar, Wagner se recostó en su cama para tratar de recuperarse de las heridas recientes, tanto físicas como psicológicas por la pérdida de Sharyn hacía poco tiempo. — No tenía la motivación para hacerlo, se los debo todo a ustedes — el joven hijo del comandante Zion se mostraba feliz de tener compañeros que le hubieran prestado ayuda — Envidio la fortuna que tienen al tenerse el uno al otro. — Sabes que puedes contar con nosotros siempre que lo necesites — Thomas tenía ganas de estrechar su mano a Wagner, pero no lo hizo en señal de respeto — Llámanos si necesitas algo más. — Lo haré… lo prometo — Wagner habló en un tono muy bajo. — A nosotros nos encanta estar allí para nuestros compañeros — Gwyn quería evitar que Wagner se sintiera abandonado — No sientas que nos estás molestando. Nos molesta más saber que no estamos ayudando cuando podemos. — Y así lo haré, no teman — el joven Stones quería que dejaran de prestarle tanta atención — No siento que sea nada malo recurrir a ustedes. Pero me gustaría… recuperarme por mi cuenta. — Somos un equipo, Wagner — Thomas se lo decía para quitarle la vergüenza — Si tú te recuperas, ganamos todos. No sientas que debes llevar esta lucha por ti mismo. Luego de haberle prestado su ayuda a uno de sus compañeros que había pasado por una experiencia muy complicada tras la pérdida de una extremidad y de la persona con quien había formalizado una relación, Thomas y Gwyn le dieron la privacidad que él quería y sentían que podía necesitar. La sensación de haberle brindado un sitio limpio para que él pudiera estar, les cayó muy bien a ambos. La partida de Sharyn, Rayko y Aurio, y el hecho de que tanto él como Ace habían estado cerca de encontrarse con la muerte todavía eran ideas que rondaban en su mente. Lo que más querían era tener a su compañero en un buen estado para llevar a cabo la lucha en contra de los edagrianos en el momento en el que la humanidad y todas las especies aliadas partieran rumbo a ese mundo por una venganza por la Gran Catástrofe. […] — ¿Quieres que te cargue, Kite? — Thomas le preguntó de forma cariñosa a su hijo recientemente adoptado. — No, gracias… — el chico contestó tímidamente. — No es un camino largo, pero si te cansas, papá estará encargado de cargarte — Gwyn apoyó su mano en el hombro del chico al mencionar esas palabras. Siendo una familia de cuatro integrantes tras haber podido adoptar al pequeño huérfano víctima de las acciones del grupo criminal de Arnold Kerdion y Zigfried Badhunt, la familia Delleo Fairin se dirigía a la casa de la madre de Thomas. Esa era la primera ocasión en que el joven Kite tendría la oportunidad de conocer a quien era su abuela a través de la adopción, siendo la primera vez también en que podía visitar a un pariente de uno de sus padres, dado a que sus padres biológicos no tenían relativos en Edagr. Kite no se sentía cómodo dejando que lo cargaran, pero disfrutaba caminar tomado de la mano de Gwyn y de Thomas. Un par de semanas habían pasado desde aquel día en que lo habían salvado, y el joven niño estaba empezando a sonreír una vez más por el tener una familia que lo cuidara. El trayecto se le hizo más bien breve, y cuando Thomas llegó al lugar, tocó el timbre de la casa. — Enseguida conocerás a la abuela — Sky, quien disfrutaba pasar el tiempo con ella, le decía con una sonrisa en el rostro. — ¿Me va a querer también? — el pequeño tenía ese miedo llegado el momento. — Mi mamá es una mujer muy cariñosa, ella te va a adorar — Thomas acarició la cabeza de su hijo para intentar tranquilizarlo — No tienes por qué tener miedo. Un minuto pasó, y cuando la puerta de la casa de la madre de Thomas se abrió, la señora invitó a pasar a su familia para que no se quedaran de pie en la calle y pudieran entrar a la casa. Kite aprovechó el momento para ver la casa de aquella mujer mayor, notando que era realmente más pequeña que la nueva casa donde vivía como también comparada con el sitio de sus padres biológicos. — Thomas, el hombre más guapo del universo — la mujer abrazó con cariño a su hijo — Gwyn, la mujer que más adoro en este mundo. Una vez que ya había mostrado afecto a los adultos, la mujer centró su vista en los dos niños, mirando en primer lugar a su nieta. — ¿Cómo está mi nieta favorita? — la mujer se agachó con algo de dificultad para abrazarla. — ¡Abuela, te quiero! — Sky le dio un fuerte abrazo a ella, esperando un beso en la frente de su parte. — ¡Estás creciendo mucho, mi niña! — su abuela le dio un beso en la mejilla, y luego de eso, empezó a mirar al pequeño Kite. Kite sentía con timidez como aquella señora, quien era un poco parecida a su padre adoptivo, lo estaba mirando. Pese a que ya le habían contado sobre ella, todavía tenía un poco de miedo de que ella no lo aceptara como tal como alguien de la familia por el hecho de ser un hijo adoptado de Thomas y de Gwyn. Cuando notó que la mujer estaba en silencio, pensó que había hecho algo malo, pero esos pensamientos se esfumaron cuando sintió que ella ponía sus manos en el rostro del chico, para pellizcar levemente sus mejillas. — Thomas me mandó fotos tuyas para que yo pudiera verte — la mujer lo trataba con suavidad — Eres mucho más grande, tierno y apuesto en persona, Kite. Mi nietito. El joven niño disfrutaba de aquella muestra de cariño, y empezó a sonreír todavía más que antes al ver que su nueva abuela lo quería mucho. Si bien, no llegó a derramar lágrimas de la emoción que sentía, lo cierto era que era uno de los momentos que más lo habían emocionado en días, desde que tuvo la suerte de ser adoptado por una nueva familia. — Espero que te guste el chocolate, porque tengo un postre especial para ti — su abuela lo soltó, para no incomodar demasiado al chico — Sky puede darte los detalles, ¿verdad, Sky? — Los postres de chocolate de la abuela son exquisitos — su hermana le dio un anticipo — Seguro no habrás probado nada igual. — Gracias… me gustaría mucho comer algo delicioso, abuela — el pequeño empezaba a soltarse más. — Qué ternura, este chico es un ángel — su abuela le dio un beso en la frente, justo como el que le dio a Sky — Me alegra tenerte como nieto. — Ven, Kite, vamos a sentarnos — Thomas invitó a su niño pequeño para que pudiera tomar asiento junto a él en la mesa de la sala. Felices de que pudieron ser de ayuda para un niño que había pasado por una experiencia indeseada y dura para la corta edad que tenía, Thomas y Gwyn lo sentaron en la mesa con un gran alivio en sus corazones. Tal y como lo habían sentido cuando vieron a Wagner sonreír una vez más poco antes de que él eligiera ponerle fin a su vida, la pareja gozaba de ver como su presencia traía alivio a las vidas de la gente, algo que se habían fijado como un objetivo cuando se unieron a la milicia para luchar por la humanidad. Con un integrante más en la mesa, y más amor que nunca, la familia de Thomas y de Gwyn se encontraba disfrutando de una bella tarde libre de tareas y responsabilidades, a modo de relajarse un poco de sus funciones y de poder brindarle a los niños la oportunidad de crecer en un ambiente sano que pudieran disfrutar, así como también de darle a la madre de Thomas el poder convivir con sus nietos cuando tenía la oportunidad de hacerlo. […] El silencio reinaba totalmente en la estación de trabajo en donde nada más se encontraban Thomas y Gwyn. Cada uno con una computadora revisando reportes de patrullaje y grabaciones de seguridad, de modo que pudieran tener una nueva pista de las acciones que los militares que habían desobedecido a las órdenes de la milicia y habían sacado de sus celdas a Arnold, Zigfried y el resto de los criminales. La idea de que los asesinos de los padres de su hijo estuvieran libres no les caía bien, tanto por haber sido ellos quienes los encontraron y llevaron a cabo el operativo en su contra, como también por el miedo que podían percibir en su hijo en el momento en el que se enteró de aquella noticia. — Este sitio ha quedado tan solitario… — Gwyn decía con una voz un poco entristecida — Los extraño a todos… — Yo me siento igual que tú, amor — Thomas no sabía qué decir para que se sintiera mejor — El silencio y las ausencias no me gustan. — La amistad de Alicia y de Gina era de lo más valioso que tenía — Gwyn extrañaba a quienes ya habían partido — Xorxaik siempre estaba aquí para hacer el trabajo más fácil y más rápido para nosotros. Faron era tan trabajador y tan agradable. Y Noak no nos odiaba como si fuésemos sus peores enemigos… Ahora ya no están más aquí. Las vidas de Gina, Alicia, Faron y Xorxaik se perdieron, y Noak tal vez nunca vuelva a compartir momentos de felicidad junto a nosotros. — Pensar que yo he estado tan cerca de perder la vida también… — Thomas pensaba profundamente en aquel momento — Si hubiera muerto en la batalla, tú estarías sola para cuidar a nuestros pequeños Sky y Kite — pese a que ya eran adolescentes, para Thomas ellos seguían siendo sus niños — Me consuela saber que ellos están bien preparados, y que, pese a su edad, pueden hacer muchas cosas. Pero no hay día que no pase que no sienta miedo por recordar ese momento. — Nos encargaremos de discutir con Ace y Natasha lo que sea necesario para que eso no pueda ocurrir otra vez — Gwyn lo tenía bastante en claro — Pero antes de que lleguen… me gustaría poder tener algo más de información sobre estos bastardos que están intentando destruirnos por dentro. El pensar que dentro de la milicia había gente que no estaba conforme con ellos al mando era un golpe para los dos, pero lo que lo hacía peor era el hecho de que en su rebeldía habían cometido asesinatos de miembros de las fuerzas policiales y que incluso llegaron tan lejos como para dejar a los primeros asesinos del planeta Edagr en libertad. Gwyn y Thomas trabajaban para tener alguna pista que pudiera llevarlos, aunque sea a sospechar de uno de los soldados para tener un punto de partida en algún sitio. — Está claro que hay más que solo militares aquí — Thomas leía un par de correos electrónicos que le habían llegado — El equipo de técnicos del ejército no puede ni rastrear sus movimientos. No hay mucho por hacer si hay personas encubriéndolos. — Thomas, quiero preguntarte algo que me revuelve el estómago de solo pensarlo — Gwyn se preparaba para lanzar la pregunta — ¿Crees que Noak esté relacionado a todo esto? — No lo sé, pero lo que no quiero es creerlo — Thomas se ponía enfermo con la idea — Somos sus compañeros. No puede hacer algo tan drástico como esto. Él no estuvo con nosotros el día que arrestamos a Arnold y su banda, pero sabe el daño que causaron y lo mucho que han herido a las personas, principalmente a nuestro pequeño Kite. — ¿Qué haremos si terminamos descubriendo que él estuvo involucrado? — su esposa no quería pensar en aquello. — Averiguar hasta qué grado lo estuvo, si es así — Thomas pensó que era lo más lógico — Tal vez él haya dado algo de información sobre nosotros, pero eso es todo. Dudo que él quisiera participar en la liberación de personas que solamente han sido los primeros en contaminar nuestro mundo… Pero tras ver lo enojado que estaba, sus exigencias para volver al ejército y lo que hizo en nuestra última reunión… Noak y nosotros dos casi nunca hemos coincidido en una situación de vida o muerte. No tenemos con él el mismo lazo que tenemos con Ace o Natasha. Aun así, me niego a creer que él esté formando parte de esto. Espero que al descubrirlo todo, él no forme parte de esta tela. Por la cabeza de Gwyn cruzó un pensamiento lúgubre relacionado a las últimas palabras que le había dicho su pareja. Una posibilidad llegó a ella, y tenía miedo de dejarla guardada allí, por lo que eligió dejarla salir. — Tengo mucho miedo de que no podamos con esto — la mujer sonaba ligeramente estremecida — Estos malnacidos se sienten con confianza porque saben que ya no tenemos a Xorxaik para poder encontrarlos… Pero la realidad es que solo somos tú, yo, Ace, Natasha y Allecreod para dirigir todo esto. ¿Y si este desafío es algo que no podemos superar? — Pudimos con los detractores — Thomas le recordó ese trabajo que habían hecho — Aunque… en retrospectiva, ellos eran civiles contra nosotros. Y como dijiste tú, teníamos a Xorxaik y a más de nuestros amigos con nosotros. — Incluso aunque estábamos preparados y tomamos precauciones, tuvimos dificultades con los habitantes de Hael Arunyn — Gwyn no podía dejar de pensar en esas experiencias negativas — Y la Sociedad Galáctica nos ha puesto en jaque. Nos arrebataron más que solo los humanos que no han podido regresar a casa. — Yo solamente deseo que podamos con esto… y que lo hagamos antes de que nuestra Sky y nuestro Kite se gradúen de la academia militar — Thomas pensó en que ese día estaba próximo a llegar — No quisiera que su primera asignación como militares de la humanidad fuera luchar contra rebeldes de nuestra propia especie. Pese a que la lucha contra la Sociedad Galáctica terminó en una victoria definitiva para la humanidad al haber podido repeler a los invasores de su mundo, las heridas de la batalla seguían presentes. Una diferencia que marcó el conflicto que tuvieron contra la Sociedad Galáctica sobre la guerra contra los edagrianos fue lo que estaba en juego. Aunque el conflicto que tuvo lugar primero fue el que se cobró más vidas, los humanos que accedieron a ir a esa batalla eran militares comprometidos a dar la vida de ser necesario. La Sociedad Galáctica fue una situación diferente para ellos. Vidas de civiles se vieron involucradas, se expusieron vulnerabilidades en los sistemas de defensa de la humanidad, y tanto humanos secuestrados como otros que permanecieron en el planeta Edagr terminaron por perder la vida. La confianza en el ejército había disminuido, incluso entre los propios miembros de la fuerza, que optaron por renunciar o volverse contra la cadena de mando. El día de trabajo entre Thomas y Gwyn continuó, pero no lograron obtener ninguna nueva pista sobre el paradero de los criminales liberados, o de los militares que se encargaban de conspirar contra ellos. La llegada de Allecreod a la estación no fue muy alentadora para la pareja. — Nada sospechoso — Allecreod informó respecto a sus tareas — He estado mirando en silencio como los militares de aquella base de Himmel eran interrogados. Todos tienen una coartada real. Nadie siquiera mostró señales de nerviosismo en el momento. — Esto no ayuda en nada — Gwyn dio un golpe sobre la mesa — Tomar a los militares y hacerles esta clase de preguntas solo nos deja una peor imagen. Estamos gastando tiempo y esfuerzo en acciones que no nos dan nada información y que solamente van a causar más malestar entre la población y entre nuestros soldados. — No quiero tener que llegar a abandonar nuestros puestos — el hombre pensaba en la posibilidad — Pero sabes que, si la gente nos empieza a pedir la renuncia, vamos a tener que dárselas. La paciencia de la gente para con nosotros está algo delicada, y si no les damos ninguna clase de respuesta, no nos quedará más que dar un paso al costado. — Eso no sería algo aconsejable desde mi punto de vista — Allecreod habló en favor de ellos dos — Han hecho cosas buenas por toda esta gente. Tú casi das la vida por ellos. — Sí, y me tratan como un inútil porque al haber estado herido, no pude luchar por más tiempo — Thomas no lo encontraba como algo positivo. — Fue idea tuya el darme este rol de consejero — el ryfier sabía que no le favorecía que ellos renunciaran — Si tanto tú como el resto abandonan estos puestos, yo posiblemente ya no pueda seguir ejerciendo este trabajo. No tengo idea de qué sucederá conmigo si ustedes se van. — Sé que no es agradable de saber algo así, Allecroed — Gwyn compartía la visión de Thomas — Pero él tiene razón. La paciencia de la gente se podría llegar a agotar pronto. Solo nos queda rezar para que no llegue a un punto en el que nos sea imposible trabajar para resolver esto. — Bueno, siendo así, quiero hacer un pedido — Allecreod temía por el futuro — Quiero que me lleven a Ryfier para poder darme la oportunidad de buscar a mi gente y advertirles sobre la Sociedad Galáctica y sobre Casseirem. Fue una sorpresa para ambos que Allecreod sacara ese tema de conversación en aquel momento, pese a que sabían que él temía por los suyos, y que no había podido comunicarse de forma exitosa con los sistemas del Resguardo, ni siquiera con la ayuda de Xorxaik. Pese a que el ryfier había arreglado eso con Ace en el viaje al planeta Tralio, era la primera vez en varios días que él dejaba salir esas palabras de preocupación de su boca. — No sé qué será de mí si ustedes dejan el poder — Allecreod quiso apelar a su empatía — Pero sí sé que no podré tener esta oportunidad de viajar a mi mundo para poder dar la advertencia. — Lo hablaremos con Ace y Natasha cuando lleguen — Thomas supo que estaba en deuda con él — Procuraré que sea lo más pronto posible. Con una pequeña reverencia, Allecreod aceptó esa condición. Sabiendo que el tiempo de las personas a las que aconsejaba y ayudaba podía estar contado en su posición, admitido por los mismos con quienes trabajaba, no quiso dar más tiempo a atender ese asunto que tenían pendiente. La impaciencia del ryfier se hizo notar, y no terminó hasta que Ace y Natasha llegaron a la estación para comenzar con el trabajo. Antes un área de trabajo donde la ausencia de tanta gente era por días libres y no por deserción o fallecimiento, solo unos cinco individuos estaban allí reunidos para tratar asuntos importantes respecto al futuro de la milicia. Allecreod tenía en sus manos una tableta digital donde se encargaría de anotar las cosas que se hablasen allí, junto con ordenarlas según la prioridad de cada tema. Ver al ryfier tan dedicado a labores de administración hicieron que la pareja recién llegada preguntara por esa actitud, y fue allí que Thomas explicó que debían cumplir lo prometido a quien era uno de los pocos colaboradores que les quedaba de su lado. — Lo primero que tenemos que hacer es claramente mejorar la resistencia de las armaduras y hacer que nuestros ingenieros revisen los vehículos — Thomas pensó en lo que casi le cuesta la vida — El sistema de prevención de accidentes del vehículo que usaba se averió, y por culpa de eso, perdí a Cade cuando lo tenía que salvar. — Es lo primero que tenemos que atender — Natasha se preocupó por lo relatado por su amigo — Nosotros estamos vivos para cuidar de nuestros hijos, pero somos conscientes de que estuvimos cerca de encontrarnos con la muerte… Tal vez podamos integrar los escudos que portaron los integrantes de la Sociedad Galáctica a las armaduras, como un complemento. Eso tal vez hubiera salvado la vida de Alicia. — Estoy de acuerdo con ambas cosas — Gwyn le ordenó a Allecreod que lo pusiera como prioridad alta — Primero lo planteado por Thomas, y luego lo que planteó Natasha. — Esto es algo que yo he llegado a pensar mientras estaba escapando de Tralio — Ace fue el siguiente en hablar — Ustedes habrán oído hablar del cielo gris por esa capa de nubes que había allí. Allecreod las vio. — Era sorprendente, bloqueaban bastante la luz del sol, esta apenas se filtraba a través de esas masas gaseosas — el ryfier apoyó a lo dicho por el comandante de ER. — Gracias al sacrificio de Xorxaik hemos podido tener éxito en la misión, pero si no hubiera sido por él, tal vez hubiéramos tenido que pelear en la oscuridad — Ace tenía una idea grabada en su mente — Las linternas que equipamos en las armaduras son un accesorio útil, pero creo que deberíamos equipar los cascos con un sistema de visión nocturna. — El calor de los disparos de los rifles hace difícil luchar con eso — Thomas recordó uno de los motivos por los que esa idea no era llevada a cabo. — Aunque sea para reconocimiento — Lakor insistió al respecto — No pueden negar que es algo que nos sería muy útil. — Estoy de acuerdo con Ace, pero yo lo pondría en baja prioridad — Gwyn le dio la indicación a Allecreod — Y algo que he pensado, considerando la situación en contra de aquellos que nos desprecian, es establecer horarios para que los trenes solares patrullen usando la energía de reserva durante la noche. Tal vez eso pueda causar algo de nerviosismo entre esos malparidos. Podría hacerles desistir de enfrentarse a nosotros, o tal vez hacerlos propensos a cometer errores y facilitar nuestra tarea. — Creo que esa idea es fantástica, pero sugiero que no salga de aquí por el momento — Ace creyó que lo dicho por la comandante de DCT tenía bastante sentido — Solo deberíamos hablarlo con los soldados de nuestras unidades con quienes tuviéramos más confianza. Serviría como una forma de saber si alguno de ellos está actuando en nuestra contra aprovechándose del trato que les damos. Lo cierto era que los cuatro estaban asombrados con la idea de Ace para poder sacar algo más de utilidad en el aporte que Gwyn hizo en aquella reunión. Sabiendo que el conflicto con la Sociedad Galáctica les había dado muchos puntos de mejora que tenían que descubrir, discutir y priorizar, el grupo de líderes de ambas divisiones del ejército decidió dejar de discutir en nuevos proyectos para centrar su atención en alguna nueva táctica que pudiera llevarlos por un camino que brindara la posibilidad de acercarse por lo menos a descubrir a algunos de los miembros del ejército que estuvieran en su contra. Finalizada la jornada de trabajo, el grupo de cinco integrantes abandonó la estación principal para poder irse a descansar, dejando en el sitio a otros soldados que se encargarían de llevar adelante el debido seguimiento sobre el conflicto con unos miembros del ejército que actuaban a espaldas de sus líderes. Cuando estaban en el medio de la calle, Thomas decidió aprovechar la oportunidad para plantear una idea. — Ace, ¿te parece bien si partimos mañana hacia el planeta Ryfier? — creyó apropiado que fueran ellos quienes lo hicieran — Tú has tenido trato con Cadain, y yo fui el precursor de la idea de que Allecreod nos ayudara hace ya muchos años. Creo que es apropiado que seamos nosotros quienes viajemos con él. — Me parece buena idea, considerando que estos criminales todavía no han cometido más atrocidades — el comandante Lakor lo vio como una buena oportunidad — Si el día de mañana vuelven a asesinar, quizá no tendremos cómo salir en una expedición así sin ser cuestionados por la gente. — Sería mejor que lo hablaran con sus hijos esta noche — Allecreod se veía agradecido al respecto — Pero preferiría partir lo antes posible. Mi gente merece saber sobre esto. — Estoy segura de que ahora que Winter y Valiana están para hacer compañía a nuestros hijos, no es tan crítico que tengan que hacer esta clase de salidas — Natasha agradecía por la presencia de ambos — Después de todo, Arick y Sky se llevan bien con Winter. Valiana y Azel también, podríamos hacer que ella se vuelva amiga de Kite. — Mientras más rápido partan, más pronto estará advertida tu gente y más pronto regresarán a seguir atendiendo los conflictos que tenemos aquí — Gwyn pensaba que era algo beneficioso — Lamento si sueno como si no quisiera esto, Allecreod. Pero lo cierto es que necesitamos estar más unidos que nunca ahora que quedamos solo nosotros. Y no puedes negar que a tu gente le beneficia saberlo cuanto antes. — Créeme, lo comprendo, y no te culpo por poner tus intereses primero — el ryfier vio a través de las intenciones de Gwyn, pero le parecían razonables — Yo también lo haría si la situación fuera al revés. Además, es como dices tú. Mientras más tiempo pase, más tardará en llegar la advertencia hacia mi gente. Habiendo decidido el curso de acción a seguir, Thomas y Ace tendrían que informar a sus hijos que al día siguiente saldrían del planeta para poder hacer un favor que le quedaban debiendo a Allecreod como agradecimiento por la ayuda y la lealtad que él había mostrado para con ellos. Se requería aproximadamente una semana para llegar desde Edagr hasta Ryfier antes de que las naves humanas fueran mejoradas con la tecnología edagriana. Con las mejoras ya instaladas, el viaje nada más iba a demorarles unos cuatro días y un par de horas, lo que permitiría a los dos comandantes estar de vuelta mucho antes de que transcurrieran dos semanas, cosa que sería beneficiosa para Natasha y Gwyn, quienes deberían manejar la situación en Edagr por su cuenta hasta el regreso de sus parejas. […] — ¡Encontramos esto, comandante! — uno de los soldados de la división de DCT le mostró a Gwyn un pequeño dispositivo. Natasha y muchos soldados de ambas divisiones vieron como la comandante de la división de Defensa Civil y Territorial del ejército tomó en sus manos lo que aquel soldado le había entregado. Tras analizar bien el tamaño tan compacto de aquel dispositivo, la comandante lo abrió, dejándole ver algunos chips encargados de realizar grabaciones y transmisiones. — Esto era justo lo que imaginaba — la comandante no necesitó más tiempo para analizarlo — Es un micrófono oculto. Alguien que ha estado aquí lo tuvo que haber plantado en algún momento. — Bueno, siendo que acaban de realizar una operación de sabotaje en el tren siendo que solo fue algo que hablamos entre los líderes, eso nos da la pauta de que tuvo que ser colocado en algún momento entre la liberación de la banda de Arker y nuestra reunión de ayer — Natasha pensó que podría ser un buen punto de partida — Lo bueno es que Allecreod una vez le recomendó a Ace instalar cámaras ocultas en este sitio. Nadie más que él, Agustina y yo estábamos con él cuando lo dijo, y por supuesto, quien hizo la instalación fue Nick. — Me alegro no haber sabido de eso hasta ahora — Gwyn estaba asombrada con la discreción del ryfier y de Ace — Dime en donde se encuentran esas cámaras. Revisaremos el sitio y quizá podamos encontrar a quienes hayan sido el, la o los culpables de haber plantado un micrófono aquí. — Es algo por lo que agradecer a Allecreod cuando regrese — la sub comandante de ER lo tenía muy en claro — Posiblemente no sea consciente del favor que nos acaba de hacer. — Sargion — la comandante de DCT le ordenó a su soldado. — Sí, comandante Fairin — quien había encontrado el micrófono oculto contestó a lo ordenado por ella. — Quiero que vayas con todos los demás soldados al punto de vigilancia en el norte de Skymning y reporten cualquier actividad sospechosa que encuentren — Gwyn ya tenía algo planeado para actuar — Natasha y yo estaremos solas cuando ella me indique la ubicación de las cámaras. Voy a ordenar que se refuercen los controles en las tres ciudades, y que ningún soldado tenga autorización de abandonar el lugar en donde se encuentren. Así, cuando sepamos quién está detrás de esto, lo tendremos totalmente atrapado. — Así lo haremos, comandante, puede confiar en mí — el soldado que recibió el encargo realizó un saludo respetuoso y luego de eso se retiró en compañía de los demás. Natasha se vio asombrada por la decisión rápida de su amiga para evitar que solamente ellas estuvieran en el sitio en el momento en que ella le revelara la ubicación de las cámaras ocultas, pero lo que más llamó su atención fue el pedido particular que le hizo a aquel soldado. Ella, personalmente, no tenía recuerdos de haberlo conocido. Lo recordaría siendo que su color de piel era oscuro como el café, mientras que sus cabellos tenían reflejos dorados que resaltaban demasiado entre los demás soldados. — No estoy segura de haber visto a ese soldado antes — Natasha quería saber más sobre él — ¿Confías en alguien así para que se haga cargo de esto? — Sargion es un soldado de fiar, lo he visto dirigir a muchos hombres y mujeres en batalla siguiendo cada una de mis órdenes — Gwyn le dio un voto de confianza a aquel soldado — Es de la misma generación de graduados que Faron. Si no fuera porque Magnus solamente lo convocó a él, nos habría acompañado a la guerra contra los edagrianos. — ¿Y en los otros soldados que enviaste también confías? — Natasha preguntó algo curiosa. — No tanto como confío en Sargion — su amiga le respondió — Esta también es una oportunidad de ponerlo a prueba. Si uno de esos soldados trabaja con los enemigos, para poder pasar la información, tendrá que actuar a sus espaldas. Veremos las capacidades de él para controlar la situación. Si resulta que los enemigos aun así se enteran de mi plan para cerrar las ciudades, quiere decir que entre ellos y los trabajadores del puesto de vigilancia del norte hay como mínimo un traidor… Y que, aunque Sargion pueda ser alguien honesto, no está preparado para misiones así. — Pero si los enemigos no se enteran de nada, eso no te da ninguna información útil — Natasha pensó en el defecto de su plan — Tienes que asumir que hay un traidor entre ellos para dar por sentado que Sargion pudo mantener la situación bajo control. Si no hubiera ninguno, es una prueba que no te sirve. — Tal vez, pero si mi idea tiene éxito y podemos capturar como mínimo a uno de los traidores, tendremos más información de la que tenemos ahora mismo — Gwyn todavía veía el lado positivo — Pero ahora tendremos que centrarnos en revisar quien fue el cobarde que nos plantó el micrófono, y ver si con eso podemos llegar hasta los responsables de haber saboteado el sistema de energía de reserva de los trenes solares. — Te mostraré donde instalamos esas cámaras hace años — Natasha estaba preparada para sacar algo más de información al respecto — Lo bueno es que no esperaron demasiado para actuar de esta manera. Las cámaras que Nick nos consiguió en ese momento solo pueden almacenar un máximo de tres meses de video. Llegado a su límite, empieza a borrar desde el comienzo. Con la idea de conseguirse una nueva pista para su investigación en contra de los que habían decidido traicionarlas, Natasha le mostró a Gwyn un pequeño trozo situado en una esquina que unía la pared y el techo de aquella oficina de trabajo, el cual se encontraba suelto. La comandante de DCT vio con asombro como su amiga sustraía aquel fragmento de concreto y revelaba que simplemente se trataba de una lente que ocultaba un artefacto de grabación de imágenes detrás. El hecho de que Allecreod, Ace, Natasha y los fallecidos Nick y Agustina fueran los únicos que supieran al respecto fue muy oportuno para ellas, dado a que nadie más sabía sobre dicho dispositivo en el sitio, lo cual posiblemente habría llevado a quienes plantaron el micrófono a pensar que se podrían salir con la suya tras haber instalado una manera de espiar las conversaciones entre los líderes. — Lo malo es que solo puede grabar el sonido en los videos filmados hace una semana — Natasha le decía, mientras abría la cámara y sacaba una pequeña tarjeta de memoria del interior — Si este micrófono fue plantado hace más de siete días, no escucharemos hablar a quién lo haya hecho para descubrir si tiene más compañeros en el sitio. — Me conformo simplemente con saber quién fue el malparido que interfirió en nuestro lugar de trabajo — Gwyn pensaba en el peligro que representaba — Si hubiéramos hablado sobre llevar a Allecreod a Ryfier en esta oficina, lo sabrían también, y podrían haber saboteado nuestras naves. — Es muy peligro que sepan cosas como esa, no solo por nosotros, también por nuestras familias — Natasha se dirigía hacia uno de los equipos para poder conectar aquella tarjeta — Pero ahora seguro saben que estaremos más atentas y no lo volverán a intentar. — Aquí, por lo menos — Gwyn pensó en las posibilidades de que otros sitios también tuvieran esa clase de micrófonos instalados — Tenemos que enviar inspecciones sorpresa en todo lugar al que vayamos a acercarnos para realizar nuestro trabajo. […] Un aire un poco tenso se sentía en el interior de la sala de comandos de la nave humana tomada por Ace, Thomas y un par de soldados más, todos ellos pertenecientes a la división de Exploración y Rescate, acompañados por un Allecreod que estaba impaciente. El ryfier caminaba de un lado a otro en aquella sala, tratando de luchar contra la tentación de no morderse las uñas mientras esperaba por la llegada de aquellos a quienes quería ver. Su tiempo de espera finalmente había llegado a su fin, ya que la puerta de entrada a la sala se abrió, y por la misma entraron tanto Cadain, en compañía de cinco soldados ryfier, junto con Lankir, acompañado por cuatro xaromitantes, quienes no eran guerreros, siendo de una naturaleza diferente. La sorpresa en el rostro de los líderes de los ryfier y de los xaromitantes al ver a Allecreod todavía con vida siendo rodeado por Ace y Thomas era verdaderamente abrumadora. No sabían los motivos que tendrían los dos humanos de Zenith en mantener con vida a alguien así, y mucho menos el porqué de traerlo a su mundo. — Ace, Thomas… — Lankir sonreía con algo de nerviosismo — Me da mucho gusto verlo después de tantos hasarbs — desacostumbrado a medir en tiempo en unidades de la humanidad, el líder xaromitante volvía a mencionar el sistema de su especie — Lo que me intriga mucho es ver a Allecreod con ustedes. — Han pasado tantos ciclos desde que nos despedimos en Edagr que yo perdí la cuenta — Cadain habló sin saludar formalmente a nadie — No esperaba que tú siguieras con vida. — Fueron dieciséis años en tiempo terrestre — Allecreod mencionó de forma amable — Si todavía recuerdan como convertir esa unidad a las suyas, sabrán cuanto tiempo pasó desde la última vez que nuestros caminos se cruzaron. — Lankir, Cadain, antes de saludarlos, permítanme pedir perdón por nuestra llegada y el susto que causamos en las tres especies que viven aquí — Thomas no quería problemas con ninguno. — Es un honor volver a conversar con ustedes, pero como líder de este grupo y figura al mando de los que viajamos en esta nave, también me disculpo — el comandante Lakor demostró que él era quien estaba a cargo — Nos han contado que fue en este mundo que los humanos de Black Meteor ocasionaron el conflicto que llevó a nuestra enemistad temporal en tiempos pasados. Y solo mis ojos me bastaron para comprobarlo. Tan pronto nos quitamos los cascos, los seres de este mundo… — Los triyr — Allecreod ayudó a Ace, con una actitud que buscaba contribuir al diálogo. — Salieron corriendo como si hubieran visto un demonio — Ace entendía lo grave de la situación — Pero hemos venido por una buena razón. Hay algo que tenemos qué decirles. — ¿Qué es exactamente? — Cadain quería apresurar las cosas — No creo que hayan venido para hablar amistosamente con nosotros. Si es alguna clase de pacto… — Es un favor — Thomas interrumpió a Cadain allí mismo — Un favor que le hacemos a Allecreod. — ¿Para él? — Lankir no dejaba de lado su asombro, a la vez que retrocedió de donde estaba parado — Perdón, pero no puedo evitar sentirme asustado. — Lo crean o no, cuando necesitábamos ayuda, recurrimos a Allecreod — Thomas contó solo lo necesario para que ellos entendieran — Yo lo busqué para que nos prestara su información, en pos de liderar a la humanidad a un mejor futuro. Y él se mostró muy colaborador al respecto. Por eso le permitimos venir aquí, como un favor por su lealtad y sus años de contribución. — Allecreod, tú puedes comenzar a hablar — Ace decidió que lo mejor sería que lo hiciera él — Después de todo, tú pediste la oportunidad. Cadain, Lankir y el resto de los que habitaban y dominaban el planeta Triyr se encontraban con la vista puesta en quien otrora fue el líder del dominio establecido por los ryfier, y que, de haberse dado ciertos resultados en conflictos y batallas, podría haber terminado mandando por encima de todos los allí presentes. Allecreod no tenía miedo, pese a que sabía que su imagen no era la más positiva de todas, incluso aunque hubieran pasado años desde el final de una guerra donde él contribuyó bastante. — Hace tiempo, la humanidad enfrentó una amenaza muy seria — el ryfier tenía ensayado su discurso — Una amenaza que se hacía llamar a sí misma como Sociedad Galáctica. — Interesante nombre — Lankir se llevó la mano al mentón — Técnicamente, los garak, los humanos y nuestras dos especies formamos una alianza. Prácticamente, eso también nos volvería una sociedad. Aunque nunca le dimos un nombre oficial. — ¿Cuántas especies? — Cadain quería saber los detalles. — Dos, sus nombres eran yarlemianos y velivinos — el ryfier retomó su relato — Se habían unido para prosperar juntas. Y tenían un enemigo en común. Un conquistador de una especie conocida como los cirgrencianos. Su nombre, por lo que escuché, entendí y puedo recordar, es Casseirem. — ¿Un conquistador? — Cadain sentía una sensación de nostalgia al escuchar esa palabra — ¿Cómo nosotros cuando tú nos liderabas hace ciclos? — Precisamente — Allecreod les contestaba con palabras amables para ganar simpatía — La Sociedad Galáctica descubrió mediante una investigación que los seres humanos, en el pasado previo a la guerra contra los edagrianos, fabricaban armas nucleares y las usaban en guerras. Creyeron que secuestrando a los humanos del planeta Edagr podrían conseguir el conocimiento suficiente para que un arma como esa fuera utilizada por ellos y así hacer frente a Casseirem. — ¿Y qué ocurrió? — Lankir se veía venir el resultado. — Conflicto, y muerte de muchas personas queridas para nosotros — Thomas habló de forma tranquila, pero envuelto de tristeza — Pero el conflicto acabó hace semanas. Logramos expulsar a la Sociedad Galáctica de nuestro mundo, y liberar a todos los humanos que no habían sido asesinados por ellos. — Lo que yo deseaba era venir a advertirles sobre esta Sociedad Galáctica y sobre Casseirem — Allecreod imploraba que Cadain comprendiera la situación — Es impresionante lo que han hecho con Triyr después de que el Resguardo quedara colapsado por el clima de Ryfier. He visto las ciudades desde las cámaras, y son asombrosas. Lo que las tres especies han logrado trabajando juntos es digno de admiración, mía por lo menos. Pero necesitan estar preparados por si en algún momento reciben una visita indeseable de alguna de estas especies. He querido advertirles desde que nos enteramos de todo esto… Pero la caída de Xorxaik en combate nos hizo imposible alcanzarlos de otra forma que no fuera esta. Ace y Thomas miraron con un gesto de duda al ryfier, dándose cuenta ellos de que había mentido acerca de la ocurrencia de los hechos para causar una impresión mayor en Lankir y en Cadain, todo con el fin de que tomaran en serio sus palabras y no subestimaran ninguna amenaza de la cual él les venía a advertir. Sus palabras tuvieron un gran efecto sobre todos los presentes, ya que los líderes ryfier y xaromitante se miraron con preocupación en su rostro. Allecreod no dio detalles sobre la muerte de Xorxaik, pero les bastaba simplemente con notar su ausencia para tomar su declaración como sincera. — Xorxaik fue derrotado… — Lankir recordó lo útil que les fue en la guerra contra los edagrianos. — Cayó en un planeta donde no pudimos recuperarlo — Ace dio información con pocos detalles para ayudar a Allecreod en su cometido — Nos hizo saber que borró toda su memoria y su programación antes de caer. Los secretos que él tenía y sus instrucciones para actuar con autonomía están lejos del alcance de todo el mundo. — ¿Hay alguna pista de Casseirem? — Cadain quería saber lo que más le interesaba. — Ni siquiera la Sociedad Galáctica sabía dónde encontrarlo — Thomas contestó con lo escuchado por quienes fueron a la misión de rescate — Solamente se preparaban para un posible enfrentamiento con él. — ¿Y qué ocurrió con ellos? — Lankir deseaba saber si esa amenaza estaba derrotada. — Destruimos una de sus naves en un mundo lejano al nuestro, un mundo llamado Tralio — Allecreod se atribuyó una hazaña de Xorxaik — Están atrapados allí, por lo menos hasta que los que escaparon de Edagr logren ir por ellos. — Entendemos que hemos eliminado a sus piezas más importantes en Edagr, y eso ha causado su retirada — Thomas quería sentenciar esa advertencia — No pudimos erradicarlos, por lo que no tenemos la certeza de saber si volverán o no. Tal vez no vuelvan a aparecer por nuestro mundo, pero nada los detiene de venir aquí. — ¿Y le avisaron a los garak acerca de eso? — Lankir tenía esa duda respecto a la última especie ausente de la alianza que derrotó a los edagrianos. — No, y no tenemos planes para eso, la advertencia era solo para ustedes — Allecreod reveló las intenciones de la humanidad. Lankir, Cadain y el resto de los que protegían a sus líderes miraron fijamente a Ace y a Thomas tras escuchar esas palabras dichas por Allecreod. Cierto era que podían creer todo lo dicho por el ex líder de los ryfier, pero eso último de omitir a los garak no era algo que pudieran tomar a la ligera. Ace y Thomas hicieron un gesto de negación, lo que les dio a entender que el plan estaba en no decir a Asmir, o quien fuera el líder de los garak en aquel momento, acerca de una posible visita de una de las tres especies que había ocasionado el conflicto. Ace y Thomas, siendo que Allecreod había terminado de expresar su preocupación por toda su especie, dieron los detalles del conflicto que la Sociedad Galáctica les hizo pasar. Las muertes de Alicia, Nick, Faron, Gina, junto con la aparición de Abel y su muerte en el conflicto no hicieron más que causar un mayor nivel de preocupación en todos los representantes de las especies que habitaban en Triyr en ese sitio. — Ha sido bueno volver a verlos, aunque fuera de esta forma — Lankir se acercó a Ace y a Thomas para darles un abrazo a ambos — Usaremos la información que nos han brindado… vamos a proteger este mundo y a nuestras especies con nuestras vidas. El líder xaromitante evitó contacto visual con Allecreod, sin olvidarse del momento en que lo lanzó a una batalla a muerte en su coliseo, pese a que ya hubieran acontecido casi dos décadas desde esos eventos. Thomas y Ace correspondieron el gesto de cariño de Lankir, otrora compañero de expedición de ambos, y lo saludaron sabiendo que esa posiblemente era la última vez que podrían volver a verlo tras su partida. Cadain, por su parte, sí estrechó la mano de Allecreod y le dio un saludo respetuoso. El líder ryfier estaba agradecido por aquel gesto inesperado, y comprendió que quien fue junto a los fallecidos Korix y Raumod, una persona de confianza para él, se sentía igual en lo que a él respectaba. — Si dependiera solo de mí, te invitaría a que regresaras a nuestro lado — Cadain parecía haber cambiado su opinión respecto a Allecreod tras haberlo visto ese día — Que los humanos te eligieran como consejero y te aceptaran como tal demuestra que tu reinserción en nuestra sociedad es algo posible… Pero no depende solo de mí. Somos tres especies en este mundo. Lankir y Wida son los líderes xaromitantes, y no tienen buenos recuerdos de ti. Y creo que está de más hablar de los tryir. — No tienes que ofrecer disculpas — Allecreod aceptó el saludo de Cadain. — Te ofrecí una explicación, no una disculpa — su amigo lo quería dejar en claro. — No tengo derecho a vivir entre ustedes solo porque he venido con un mensaje de advertencia — Allecreod no se sentía del todo bien al decir esas palabras — Mi sitio ahora está con los humanos, igualmente. Así que, aunque todos quisiéramos, ellos no me permitirían quedarme aquí. — Vamos, los escoltaré hasta la salida de la nave — Ace se ofreció a dar ese favor a los dos líderes — Sé que eso tranquilizará a su gente respecto a nuestra presencia si algún día, sea por el motivo que sea, nuestros caminos se vuelven a cruzar. Acordando seguir las órdenes brindadas por el comandante Lakor, Cadain y Lankir, junto con todos aquellos que iban en su compañía, se marcharon de la sala de comandos dejando atrás a Thomas y a Allecreod, quienes miraron como estos se movían por el pasillo hasta que la imagen de todos se terminó perdiendo al tomar una dirección rumbo a la salida. Thomas vio como el ryfier se le acercó y apretó sus manos con fuerza, al mismo tiempo que le mostraba un saludo de forma respetuosa. El segundo al mando de la división de DCT estaba asombrado al ver a Allecreod mostrarse de esa forma, ya que ni siquiera cuando le dieron la libertad de moverse por Edagr sin ninguna vigilancia se mostró tan agradecido para con él. — ¿Qué es lo que ocurre? — Thomas pensaba que algo iba mal. — Gracias a ti y al comandante Lakor por haberme traído aquí — el ryfier se sentía en deuda para con él — Y gracias una y mil veces más por aquel día en que me sacaste de mi celda para integrarme a su grupo… Te prometo que, sin importar el conflicto que haya enfrente, lucharé por la humanidad para pagar por lo que me has permitido hacer hoy. Si no fuera por ti, tal vez yo me hubiera muerto hace años, y mi gente nunca habría tenido la oportunidad de saber acerca de dos de las amenazas que pueden estar acechando en el universo. Thomas no podía evitar sentir que cada decisión suya había valido la pena. Comparándose con él mismo en el momento en el que tomó una acción que causó daño a dos de sus compañeros de Zenith, podía ver que las cosas que estaba logrando en su vida, junto a Gwyn y a sus amigos cercanos, terminaban por tener un efecto positivo en él y en todos los que lo rodeaban. — Es bueno saber que lucharás junto a nosotros — pese a su bienestar en aquel momento, no podía evitar pensar en cómo estarían las cosas en casa tras el mensaje que recibió de parte de Gwyn sobre los micrófonos encontrados en su estación de trabajo — Todavía tenemos un largo camino por delante antes de que podamos todos vivir en paz.