Fujiwara no Riku Lirio... rojo; mis lirios; mi sangre. Su familia. Lo que resultó ser lo más importante para él. Esperaba que realmente se tratarán de unas últimas palabras. Que no significará que todavía le quedaba una preocupación pendiente... Asentí perdido ante las palabras de Kojiro, no con la intención de ignorarlo, pero necesitado de unos segundos extras en esta situación. Un poco de silencio. Vaya lugar para que florecer una flor, ¿Seguirá aquí al final de este conflicto? Pensé que sólo eras capaz de albergar rencor y venganza, no es así. "Te equivocas". Sacado de un trance, respondí y procedí a enfundar la katana lentamente. "Albergare, soportare, lo que sea necesario hasta que deje de serlo". Emociones negativas que me mantengan en alerta, el peso de mis errores... o el miedo de perderlo todo. "Haré lo necesario aunque no sea lo correcto". No voy a lamentar mis decisiones tomadas en el pasado, cuando todo lo que estaba en juego me era más preocupante que un poco de moralidad. "Y haré lo que sienta que deba, aun si resulta innecesario". "Innecesario". Repetí más para mí, teniendo un cierto humor. "Eso pensé en lo que pudo haber resultado mí presencia en este desafío... Es bueno que no haya sido así". Otro luchador pudo haber tomado este lugar, no tenía que porque ser yo. Arriesgarme innecesariamente. Pero de no haber venido, quizás, Akishino no abría caído. Tampoco Kaito abría encontrado su descanso. Al menos, no tan temprano. Me lo quedaré por un tiempo. Me encogí de hombros, mostrando poco apego por ese arco que cargue tanto tiempo y sin hacer nada con el. "Cómo gustes, también deberías de cargar con armas extras. Aveces resulta útil". No sabría cuentas armas he llegado a recoger y luego repartirlas, manteniendo armado a quienes perdieron su arma en un momento crucial. Iré con los demás a anunciar lo sucedido; seguramente están esperando que Takeda se acerque a reclamar el ejército Asentí. "Creo aguardare unos minutos aquí...". Contemple con mirada pesada al ejército lejano, luego al eclipse que nos cubría a todos. Unos minutos, hasta ver la ultima conclusión de este desafío, y luego... Yo también debía volver
Akihito Shishio Observar el combate era un juego de contener la respiración ante cada golpe que el enemigo conectaba y sentir que podía respirar cada vez que el grupo ganaba terreno en el combate pese a los golpes que habían recibido o las armas que habían perdido en el proceso, mientras a su vez solo repetía en su mente una y otra vez que regresaran a salvo y victoriosos. No quería que nadie perdiera a un miembro de su familia en una batalla pre-eliminar que en cualquier momento podía volverse el problema de todos si alguien daba el primer paso para jugar sucio. Pero, en el momento que notó como Riku aprovechaba la ventana de tiempo que habían obtenido para curar a todos los heridos, sintió que efectivamente podía respirar ya con total tranquilidad. Con solo ese acto sabía con mayor seguridad que todo estaría bien y solo era cuestión de tiempo para que todo terminara. —Todo terminó...—murmuró aliviado, sonriendo desde su lugar aunque técnicamente volverían con un miembro menos, no podía ser tan malo que el Demonio Carmesí descansara finalmente. "Tu abuelo ya es libre Rengo...es libre y ha conocido a parte de tu familia." Sabía perfectamente que sus pensamientos no iban a llegar a Rengo, pero aun así encontraba cierto confort en sentir que podía platicarle un momento que se estaba viviendo de su familia y que aquello que antes rondaba su hogar de manera amenazante finalmente podía ser quien era antes de su locura. Luego, poner finalmente un rostro para Kaori fue algo que no esperó que la guerra le diera, pero le alegraba que decidiera aparecer o se le permitiera aparecer en esos momentos, no podía ni imaginar las cosas que podía aliviar para la parvada tener un último adiós. Le parecía lindo ver esos cierres. "Qué lindo es el amor joven, ¿No es cierto Aki?" La sonrisa de su rostro desapareció de manera instantánea en el instante que reconoció esa voz y su mirada encontrara a su padre. Lo escaneó de arriba a abajo con total incredulidad, sintiendo como poco a poco sus ojos se iban llenando de lágrimas, los encuentros ajenos eran bastante lindos, sí, pero jamás habría deseado tener uno propio, mucho menos con él, mucho menos después de lo que habían podido enmendar y progresar. "Fui un héroe; y morí, tenía que hacerlo. Lamento el dolor que este va a causarte. ¿Podrás perdonar a tu padre por ser tan imbécil?" Mordió el interior de su mejilla al tiempo que dejaba caer su cabeza para centrarse en el cielo "nocturno", evitar de alguna de sus lágrimas cayeran y así tratar de mantenerse medianamente fuerte ante la situación hasta que, después de un par de segundos finalmente pudo volver a enfrentar su mirada. —Una parte de mi sabía que ibas a terminar siendo un héroe en esta guerra... —murmuró extendiendo una de sus manos temblorosas por contener sus lágrimas hacia él, deteniéndose justo frente a su pecho para dar la ilusión que podía tocarlo aunque no fuera así —Pedirte que no lo fueras era algo imposible, incluso egoísta...—Fingió con movimientos precisos que le palmeaba el pecho, justo donde debería estar su corazón, porque aquel sacrificio debía haber sido guiado por eso, ¿no? Por escuchar finalmente aquel corazón que había silenciado por mucho tiempo. Mientras una parte del suyo se destrozaba lentamente. ¿Detrás de quién se escondería si había un peligro cerca como había dicho en las islas? —Claro que te perdonaría... una y otra vez por tomar esa decisión...—Dio un hacia delante para tratar de estar más cerca, tratar de apoyar su frente en su pecho como podía pretender con su mano, solo que sin la misma precisión al no poder contener más sus lágrimas, pero no quería que lo viera llorar, no quería causarle pesar. —...¿F-Fue rápido? ¿Q-Qué fue lo que...? ¿Los demás...?
Seikanji Yamagawa Seikanji observó en silencio, con la nieve cayendo sobre su hombro y la respiración contenida mientras el espíritu de Kaito se materializaba frente a ellos. La carcajada parecía vibrar más en el alma que en el aire, limpia y pura, mientras definía el destino del origen del cabello rojo de Aki. Lirio de otoño. Seikanji se fijó en Aki, que permanecía inmóvil. Era una historia que Sei ya conocía pero ahora dicha en palabras propias del propio Kaito Harima fueron un ancla en medio de la tormenta. Lirio de otoño... —Lirio de otoño, ¿eh? —dijo Seikanji, sonriendo. —Lirios que florecen para recordarle al invierno que no ha vencido. Tendremos que florecer juntos.
Dozan avanzó hacia Aoi, él también conocía a Kaori; pero dejó a Ryoshi y Kojiro para darles su espacio con ella. — El enemigo parece confundido —dijo Dozan mirando al horizonte junto a ella — Si aun estuviéramos malditos se me ocurrirían ideas para llevar a todos estos al mar aprovechando la confusión. Estos hombres ahora se supone que responderán a Takeda, y yo sé como luce Takeda y los suyos, yo hubiera —detuvo sus palabras y sonrió al sentir la mirada de Matsuda. Aquel hombre al que habían mantenido como su prisionero. Negó aun con su sonrisa — No haré nada, tranquilo — dijo con mayor fuerza para que el shinobi lo escuchara y después soltó una risa sincera — Estas son personas que vienen de familias de héroes y nobles. Nosotros no somos así pero —esta vez pausó más tiempo, la nieve se acumulaba ahora en su cabello negro — nuestros hijos si serán así. Me emociona pensar que alguien pueda admirarme simplemente porque soy su padre —sonrió — Seré uno bueno. O al menos trataré. Ujihisa miró a su sobrino —Si hubiera sido un yurei con los dangos bien puestos tal vez me hubiera muerto de nuevo —se cruzó de brazos para aparentar molestia y mantener ese mismo tono cómico; pero para Ujihisa si era una preocupación latente que algo le pasara a Ginko, y sobre todo el estar presente sin poder hacer nada para evitarlo — Tal vez después de la guerra deberías seguir a ese búho que te trae regalitos. Ayame afirmó de inmediato a la pregunta de Misato, reconocía a Rei; Yin dejó ir el aire contenido y tensó los hombros — Tal vez Kohaku y los demás estén en problemas si alguien como él ha caído. Takeda escuchó la preocupación de Misato y Yin, al instante miró a Shinrin y ella afirmó —Nos movilizaremos si necesitan ayuda en Kioto, podremos rastrear a Rengo sin problemas. Riku se mantuvo junto al resto de los guerreros, esperando que los informantes regresaran. Konan sonrió y afirmó ante Riku —Solíamos ser más precavidos con eso; pero desde que tomaron Koga —guardó silencio, aun le dolía en demasía aquel evento —Perdí más que mis armas. Noishi se acercó y abrazó a Konan; pero este lo apartó de inmediato, sintiéndose incómodo —Estaré bien. Noishi sonrió; pero sus ojos hablaban diferente a aquella sonrisa, demostraban una tristeza profunda, él entendía lo que era perder hermanos. Rei se contuvo para no comenzar a llorar en el momento que Akihito intentó alcanzarlo y él no pudo corresponder con una fuerte sacudida de hombros o golpes en la espalda, lo dejó hablar pero se arrepintió de inmediato pues sintió como perdía su voluntad del habla; cómo si algo lo detuviera pero ya no sentía nada, no debería haber impedimentos físicos pero aquellos del alma eran más difíciles, y posiblemente los que provocaban que el cuerpo no respondiera. —Ellos están bien, sólo he sido yo ¡Todos los demás están a salvo! —Inició para que Akihito liberara un poco aquella preocupación y gritó para que los demás también escucharan y no los fueran a interrumpir — Tal vez estarás —pausó brevemente, una pausa necesaria para mostrar una gran sonrisa —Sé que estarás orgulloso —corrigió — Mucho tiempo estuve pensando en lo de Shinatobe. Ese nombre llamó la atención de Kaori; quién le pidió a Ryoshi y Kojiro que callaron unos momentos mientras escuchaba aquello —Yo fui la elegida por Hachiman; mi misión era buscar al elegido por Shinatobe; fue por eso que me fui de Iwata. Lo siento —mencionó ante Kojiro —Siguiendo a esta persona; llegué a Koga y lo confundí con alguien más, portaba un objeto con carga espiritual y creí que allí era mi misión. Un error que nos llevó a ambos a la muerte. Rei afirmó ante Akihito aunque él no pudiera verlo al estar más cerca de su pecho—Matahachi decía que debía eliminar a Saizo; pero Shinatobe le dijo en aquel momento que tenía el mismo objetivo que él, eso fue ya hace varios inviernos y la maldición de Saizo se volvió mía —llevó su mano al pecho, haciendo que esta tocara el rostro de Aki en el proceso —Fue rápido. Le pedí que no fallara —No quiso dar detalles; pero Mara los llenaría —Sólo dile a ese niño que por unos momentos, fui mucho más inteligente que él —soltó una carcajada. —Florecer juntos, eso me gustaría —Aki repitió las palabras de Seikanji mientras Kaito los observaba a ambos con una sonrisa. —Harán hijos fuertes, ustedes dos — dejó escapar Kaito hacia Sei y Aki — Y si entre ustedes nace un chico de cabello blanco; por favor díganle de mi parte que jamás le guardé rencor —sonrió — Y si pueden darle un golpe también de mi parte para que no se le olvide —volvió a reírse para después mirar a Takeda — Aunque también puede que nazca de ustedes — después señaló a Takano — o contigo o— pausó —Me hubiera gustado ver a Ren antes de irme —dijo mirando sus manos que cada vez se volvían más traslúcidas, al parecer el espíritu de Kaito ya era reclamado a diferencia de los tantos que permanecerían atados por el eclipse— Debo disculparme con él por torturarlo por tantos ciclos. No era mi intensión; pero no creo poder llegar, deberán decírselo de parte mía. Y con ello; su sonrisa se fue perdiendo entre la nieve; dejando una fresca corriente de aire helado. El sonido del viento los acompañaba mientras marchaban en territorio enemigo; gracias a la intervención de Akechi, pudieron suavizar el acercamiento de las tropas, a pesar de ello los Nomiya no bajaron la frente ante Takeda e intentaron detener a los Minamoto para congratularse con el Imperio. Pero las pequeñas semillas podían formar árboles grandes y frondosos; Takeda lo supo desde que pisó Gifu y exploró sus calles gracias a que Hideyoshi le presentó a un viejo conocido que le ayudó a develar el sistema de gobierno local. Desde aquel día dónde Kenzaburo dudó si permanecer a un lado de los Minamoto; pero Takeda le prometió que siempre lo disuadiría del camino de la venganza. ¿Cuál era la verdadera justicia? Tomar justicia sin respeto es simplemente venganza Cualquiera que sea el resultado, la victoria será vacía Noriko había llegado al campamento Nomiya dónde aun tenían a Akechi atado; sus hermanos se negaban a entregar el ejército a pesar de que su padre había caído. Querían librar ese acuerdo verbal remitiéndose a que los siete guerreros debían morir. Noriko extendió los brazos y ofreció su vida; pues declaró que había sido derrotada, y que si necesitaban su cuerpo inerte para corroborarlo así sería. Akechi agradeció enormemente el hecho de que Noriko hubiera avanzado desarmada, conocía la fortaleza de aquella mujer y sabía que se hubiera abierto el estómago allí mismo para que su gente entendiera que los acuerdos de honor debían respetarse. Los Nomiya restantes seguían buscando la manera de librarse de tal acuerdo; pero una voz los silenció. — ¡COBARDES! — gritó una voz entre la nieve; un yurei avanzaba hacia ellos, sostenía su propia cabeza y los señalaba con su mano completamente ensangrentada, era Konohamaru. Konohamaru fue victima de la injusticia; por ello perdió a su mujer y después a su maestro. A pesar de ello no olvidó que las palabras de Takeda evitaron que matara o muriera simplemente por deseo de venganza. Había quedado en deuda con Takeda y su alma no podía descansar ahora que por fin podía saldarla. — ¡A CALLAR TRAIDOR! — Gritó Momoi Tadao; el diplomático de los Nomiya; quién parecía instruir a los cobardes hijos de Naoyuki quienes amenazaban con matar al hermano mayor: Akechi. Contenido oculto: Momoi Tadao —Traidores a su palabra son ustedes —reclamó Noriko —¡Liberen a Akechi! —¡LIBEREN AL SEÑOR DE GIFU INMEDIATAMENTE!— Reclamó Konohamaru quién comenzaba a alebrestar al ejército; los hombres alrededor de los hermanos Nomiya; entre ellos estaba Hikoharu, el menor de los cuatro. Uno de los hermano de mayor peso; Yoshitame se había referido a él como el gordo de los Nomiya ante Togashi; y junto a este, había un tercero. Ninguno portaba yoroi así como Momoi, demostrando la seguridad que tenían ante la premisa de que no entrarían a la guerra directamente. Contenido oculto: Hermanos Nomiya Ninguno de los tres liberaron a Akechi quién se mantenía sometido. Pero el ejército comenzó a apuntar sus armas ante los tres hermanos y uno de ellos amenazó a Momoi Tadao; esto último fue lo que obligó a los tres hermanos a liberar a Akechi. —El hombre que le teme al dolor más que a una derrota; experimentará ambas — sentenció Konohamaru quién cumplió ante la lealtad que había desarrollado por Takeda; había levantando al pueblo en contra de sus dirigentes, los cuales temblaban temerosos de las manos de la gente de la cual abusaron por tanto tiempo. Noriko iba a amordazar a Momoi pero este logró soltar las palabras que pudo —¡Asesinos! —Noriko logró amordazarlo con ayuda de Akechi quién volvía a recuperar sus armas, le sonrió con ternura a Noriko para después dirigirse a su nuevo ejército. —¡Esto no es una simple guerra; es una revolución ante un Imperio tirano! ¡Avancemos y clamemos el nombre de nuestro futuro Emperador! —vitoreó Akechi. —¡TAKEDA! !TAKEDA! ¡TAKEDA! — Gritaba el ejército de Gifu. Y ese grito se escuchó en el campo de batalla y más allá de él. Noishi sonrió aliviado al asegurarse que el ejército estaba de su lado —Forjaste buenos cimientos, hermano. Nuestro esfuerzo en este combate no fue en vano, no pudieron traicionar sus principios. El pueblo de Gifu se levantó a un lado de Takeda; aquel hombre que se detuvo a escuchar a gente, quién ayudó a los niños para evitar que aprendieran a matar, a tomar una vida por simple rencor. Todos los soldados, y todos los civiles que estaban dispuestos a ayudar a Takeda lo hicieron aquel día, dándole la ventaja de llegar primero a aquel paso en Sekigahara, dándole los números de una prefectura que consideraban un enemigo difícil de eliminar. No hubo sangre. Sólo respeto a quién consideraban su legítimo Emperador. "Tú serás un señor distinto: recorrerás todo Japón y verás las miserias y también los actos de amor. Un señor que no conoce a su pueblo está destinado a caer. La gente te reconocerá cuando sea el momento y sabrás lo que cada uno necesite. Y cuando estés ahí en esa posición, podrás hacer algo al respecto por gente como la de Gifu." Aquellas palabras de Kenzaburo se cumplieron con gran claridad. La mirada de Takeda no era la mismo de aquel entonces; pero esta vez los suyos no dudaban de él, en esta ocasión, todos se levantaban a su lado. Capítulo XXIII ウタリ Utari- Compañero Konohamaru se materializó frente a Takeda —La rana del pozo desconocía la profundidad del océano— se hincó en una nieve que no cedió al peso de su reverencia. —No pude salvar a mi maestro en vida y el odio lo alcanzó. Cuando murió pensé que me había quedado completamente solo— dijo Konohamaru mientras escuchaban el nombre de Takeda desde el otro lado de la nieve — Pere recordé mi promesa. "Estaba a punto de batirme en un duelo a muerte por un odio en mi corazón y sus palabras me detuvieron, gracias a ello aun puedo ir a la tumba de mi prometida con la frente en alto y no con manos llenas de sangre y desgracia. Yo, Konohamaru quedo en deuda con usted y su clan" —He vuelto aquí como un compañero de lucha; y quiero recordarle algo —levantó la vista para enfrentar la mirada de Takeda llevó sus manos a su obi el cual no tenía un arma— No necesité de un sable para imponer mi justicia. "Hoy hemos perdido en silencio a Gifu, pero volveremos y haremos que su gente se levante. Volveremos con una presencia más fuerte; y esta vez nuestra voz no será ignorada" Las palabras que aquel día pronunció ante Hideyoshi; Mao y Kenzaburo se habían hecho realidad; ahora el ejército de Gifu marchaba hacia ustedes para unir fuerzas; y entre ellos arrastraban a Momoi Tadao, y a los hermanos de Akechi, era momento de impartir justicia. Contenido oculto Nekita Ayeah Monpoke rapuma Slam Ikoma-kun John Whitelocke
Kenzaburo —Míralos, Takeda... —sus palabras brotaron graves, cargadas de emoción. —Vienen hacia ti sin miedo. No los doblegó el acero, sino la voluntad de un hombre que escuchó cuando todos los otros gritaban. Los gritos del ejército de Gifu retumbaban en la distancia, las banderas avanzaban hacia ellos en un perfecto orden para unir filas contra el enemigo. Pero para Kenzaburo todo se reducía a la mirada de Takeda; más firmes que nunca, aunque él sabía cuánto peso cargaban. —Cuánto temí... que mi muerte te dejara sin guía, temí no estar cuando más me necesitarás. Pero mírate.... —sus palabras se quebraron apenas. —Mírate, hermano. No sólo caminaste... hiciste que otros caminaran contigo. Forjamos cimientos, hermano mío, y hoy los veo alzarse más sólidos que las murallas de cualquier castillo. —los ojos de Kenzaburo no eran de terrenales, pero aún guardaban la chispa del hombre que peleó y soñó a su lado en Gifu. —Caminaré contigo, aunque el sol nunca vuelva a tocarme. No por deber... sino porque siempre fuiste mi mejor amigo. Y aunque Kaito se había difuminado en el aire, logrando obtener el descanso eterno, Kenzaburo seguía allí, no como un espectro atado por odio, sino como un hermano que nunca soltó la mano de Takeda.