Saludos. Habiendo finalizado ya la publicación de la parte VIII (recomiendo leer esta entrada de blog para entender mejor), es hora de dar paso a un nuevo capítulo de la historia. Esta vendría siendo la quinta y última historia secundaria de este universo que empecé a crear allá por el 2017. En estos 15 capítulos tengo como objetivo brindar más contexto y mostrar con mayor profundidad a los personajes en sucesos específicos de la trama donde no pude o no consideré correcto hacerlo. En cuanto a la cronología, los acontecimientos de esta historia tienen lugar desde antes del final de la parte VI y el inicio de la parte IX (a publicarse en el futuro). Por lo cual, recomiendo una vez más consultar la primera entrada que dejé en la descripción. Los capítulos que se verán aquí no serán tan extensos como los de la historia principal (alguno puede que sí, pero no es la idea general) así que las longitudes no serán las típicas. Sin mucho más para decir, le envío un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk con quien cada semana que se puede tenemos lecturas por simultáneo en Discord. Espero que las que tengamos con esta historia secundaria las disfrute tanto como disfrutó las que vinieron con las partes anteriores. También avisar que la guía de personajes está actualizada. Ahora sí, dejo el capítulo. La Gran Catástrofe – Pasado y Legado Agustina y Ace – Con amor para nuestro hijo: Abrió la puerta de entrada a la sala central de comandos de la nave, y al ver a su prometido sentado de frente a la mesa circular que monitoreaba todas las comunicaciones, se acercó para poder darle una noticia. Sin el casco en la cabeza, pero con su armadura equipada, Ace estaba tecleando comandos en varias terminales a la vez. Se llevó una agradable sorpresa al ver a Agustina parándose al lado suyo. Ella no llevaba su casco puesto, y su rostro estaba adornado con una sonrisa de esperanza. La curiosidad lo invadió y decidió hacerle una pregunta. — ¿Hay alguna novedad por la cual festejar? — Ace deseaba saberlo rápido. — La hay… — Agustina sonaba ligeramente alegre — Xorxaik ha podido conectarse a la red de todas las ciudades que los edagrianos tienen en el planeta. Gasta una enorme cantidad de recursos el mantener vigilancia en una zona tan amplia, por lo que no pudo permanecer más de tres horas. Pero en esas tres horas no ha detectado edagrianos en el flujo de las ciudades. — No más edagrianos… — Ace expresó mientras sus manos se alejaban de la terminal y se posaban sobre sus piernas, las cuales empezó a frotar — Si los escuadrones terrestres no detectan nada más… — Ace se tomó una pausa de un segundo y accionó el sistema de comunicación de su armadura — Habla el comandante Ace Lakor. Xorxaik ha confirmado que ya no se ha detectado la presencia de edagrianos refugiados en las ciudades. Confirmo, en las ciudades no hay más civiles ni militares edagrianos. Pido a los líderes y capitanes terrestres que informen sobre posible actividad edagriana. Estamos a punto de ponerle punto y final a la Operación Exterminio. Agustina vio cómo su pareja y futuro esposo permaneció inmóvil durante casi una hora y media. Ella estaba siempre al lado suyo, dado a que al ser la segunda en comando de su equipo y la líder de campo requería que estuviera disponible para poder brindarle su ayuda. Ace nada más giraba la cabeza para sonreírle, y luego volvía a centrarse en la central de comunicaciones. Poco a poco, luego de esperar mucho tiempo, su pedido empezó a ser respondido. — Asmir confirma que no han encontrado presencia edagriana en el noroeste — Ace leía lo escrito por el líder garak en comunicación — Cadain confirma lo mismo en el sureste. Lankir en el suroeste… — ¿Qué hay del noreste? — preguntó Agustina a su prometido. — Solamente falta una… — Ace miró como un mensaje de audio llegó a su dispositivo móvil. El comandante de Zenith se apresuró para poder reproducir el mensaje tan pronto como vio que el emisor del mensaje era la comandante Zafiro. Para variar, era algo bueno para él escuchar la voz de otro ser humano en esos momentos, en especial de una amiga tan cercana como ella. Sin más retrasos, la voz empezó a escucharse en el mensaje. — Habla la comandante Zafiro — fue lo primero dicho por Natasha — Puedo confirmar que en el sector noreste del planeta no queda más presencia edagriana… Y antes de que lo puedas llegar a pensar, ningún explorador encontró indicios que pudieran revelar el paradero de Abel Hartka. Pero tal y como habías pedido, hemos confirmado que no queda más presencia edagriana en nuestro sector. El mensaje terminó allí, y tan pronto como acabó, Ace movió la silla hacia atrás y se puso de pie con una expresión de felicidad serena en el rostro. Agustina lo había estado escuchando hablar durante los últimos segundos, por lo que ella también estaba al tanto de todo lo que significaban las noticias dadas por todos sus compañeros en el campo de batalla. Ace se acercó a su pareja, y de forma tierna, tomó sus manos. Ambos se miraron felices por la información obtenida detrás de todas esas confirmaciones. — Se acabó… — Ace expresó mientras miraba con una sonrisa a su pareja — Los edagrianos han sido exterminados. Y todos nuestros amigos han sido vengados. Este mundo es nuestro. — Tantos días de lucha y dolor… — Agustina pensó en todo lo ocurrido desde que empezó la misión de saqueo de recursos hasta ese día en el que se encontraba — Por fin podemos ponerle fin a eso. — Nuestro sueño está cada vez más cerca de realizarse, Agustina — Ace empezó a acercarse a su rostro — Nada puede interponerse en nuestro futuro ahora. Nos hemos ganado nuestra felicidad, y ten por seguro que la vamos a disfrutar. Pero por el momento, quisiera disfrutar esto contigo. Agustina sabía reconocer los gestos de Ace, y por eso ella decidió quedarse quieta mientras él se acercaba a ella. La chica recibió un beso de su pareja, un beso que disfrutó con mucho placer dado a que, a diferencia de los últimos besos que habían tenido, no era un deseo de precaución ni una despedida preventiva, sino que era un beso de victoria. La alianza de cuatro especies había podido ganar la guerra contra los edagrianos, y eso les daba pie a un nuevo futuro en ese mundo que iban a tomar para ellos mismos. […] — Acepto — Ace pronunció esas palabras que llenaron de felicidad a Agustina. El día que tanto había ansiado estaba allí. Desde el momento en el que Ace aceptó su propuesta de matrimonio en la nave xaromitante tras la retirada de Ryfier, no hubo un día o un momento que Agustina pudiera haber deseado más que el haber estado junto a su pareja y sus amigos haciendo oficial ante la ley la unión con la persona que ella más apreciaba. Agustina llevaba un vestido blanco, mientras que Ace iba vestido con un traje de color azul oscuro. La ropa que ellos tenían no era barata, pero dada su condición de héroes de guerra para los humanos que llegaron al planeta Edagr, lograron conseguirla a un precio que podían permitirse. La escena de unión entre los dos militares del ejército estaba siendo contemplada por los testigos. Gwyn, Thomas, Alicia y Natasha estaban justo detrás de ellos. Faron Zark y muchos otros soldados del escuadrón de Ace, quienes fueron invitados por el comandante Lakor como modo de reconocer su valentía y ferocidad en la guerra, estaban allí para festejar un gran paso en la vida de dos de los soldados que eran íconos para la humanidad. Solamente quedaba una palabra por pronunciar. — Agustina Young, ¿acepta a Ace Lakor como su esposo? — fue la pregunta del juez para la soldado — ¿Acepta amarlo y respetarlo tanto en la salud, y en la enfermedad? ¿En la riqueza y en la pobreza? ¿Por todos los días de su vida hasta que la muerte los separe? — Acepto — la chica pronunció esas palabras mientras se encontraba perdida en los ojos de quien era su prometido. — Ante las leyes de la humanidad, tanto en este como en cualquier mundo, yo los declaro oficialmente esposo y esposa — el juez sonreía al pronunciar esas palabras, y no podía ocultar su orgullo por haber hecho oficial la primera boda en el planeta Edagr — Bésense ahora, y su alianza quedará sellada. Un silencio de dos segundos inundó por completo aquella pequeña sala, solo para verse destruido cuando aplausos y gritos de alegría empezaron a surgir de parte de todos los presentes. Tan pronto como Ace y Agustina se besaron, el sonido inundó la sala. Agustina y Ace lo sintieron como el momento más especial en su relación desde su comienzo hasta ese día. Ambos no podían evitar derramar lágrimas de felicidad por su unión, y no eran los únicos que estaban en ese estado de júbilo. Gwyn y Thomas se envolvieron en un abrazo mientras lloraban de alegría de ver a dos grandes amigos y compañeros unidos al fin. Gwyn no podía evitar pensar en lo especial que Thomas y ella eran para ellos dos, dado a que fueron los primeros en enterarse sobre el matrimonio de sus amigos. El verlos finalmente unidos era algo que les llenó de alegría, una que no sentían hacía mucho tiempo. Alicia y Natasha se abrazaron entre sí, dada su gran relación de amistad que formaron desde el primer día que pasaron conviviendo en Edagr tras haber culminado la guerra. Alicia adoraba a sus compañeros, aunque sus lágrimas de alegría estaban un poco condimentadas con algo de tristeza, dado a que ella esperaba poder estar en ese lugar en la compañía de Michael, y tal vez incluso, que fuera el turno para que ella y él pudieran casarse en algún futuro. Natasha sabía cómo se sentía, y abrazó con fuerza a Alicia para hacerle saber que ella la estaría acompañando siempre que lo necesitase. Mientras ella consolaba a la chica, no pudo evitar voltear su cabeza para ver a la pareja casada. El beso había terminado, y dentro de poco empezarían a hablar con los invitados. — Lo han conseguido — Natasha sentía una sensación de liberación encima — Pude asegurarme que nadie les hiciera daño, y ahora están aquí. Felicitaciones. Nadie lo merece más que ustedes. […] — ¿Qué te parece Erik? Agustina se encontraba sentada en un sillón amplio en tamaño. Totalmente relajada mientras frotaba su panza de embarazada, la cual ya tenía más de ocho meses y una semana, una señal de que el hijo que ella y Ace estaban esperando pronto iba a llegar a sus vidas. Pese a todo el tiempo que había transcurrido desde que se enteraron de la noticia, y que incluso supieran el sexo de su bebé, ni ella ni Ace habían podido decidir el nombre para el varón que estaban por tener. El tiempo estaba agotándose, y ellos querían saber cómo llamarían a su primer hijo. El nombre de Erik había sido propuesto por su esposo, y ella tenía que dar el visto bueno. Pese a que habían llegado a un acuerdo en el que Ace sería quien pusiera el nombre a su niño, y que Agustina podría hacer lo mismo para cuando fuera el turno de tener a una niña, el nombre debía ser del agrado de ambos. Ace lanzó una nueva propuesta a la mesa, y era turno de que su esposa la pudiera analizar. — Me gusta ese nombre, aunque siento que le falta algo — Agustina dio su opinión a la idea de su esposo — No sé cómo expresarlo… Siento que su nombre debe ser bonito, especial, y que todo el mundo pueda saber que se trata de nuestro hijo. — ¿Qué se sienta como si fuera nuestro? — Ace empezó a reflexionar por unos segundos — Entonces, si te gusta el nombre de Erik, ¿qué tal si le hago unos pequeños cambios? — ¿Cómo cuáles? — Agustina sonreía al ver a Ace portándose de esa forma, percibiendo que disfrutaba ese juego de nombres con ella. — ¿Qué tal Erikace? — Ace lanzó el primero. — Le pusiste tu nombre al final, eso claramente es trampa — Agustina lo dijo empezando a reírse, acción que el comandante también siguió — Aunque no suena mal. Si te gusta ese nombre, podríamos… — ¡Espera! — Ace la interrumpió cuando otra idea cruzó su mente — Tengo uno mejor… Arick. Agustina vio belleza en lo sencillo de aquel nombre, y también en su pronunciación. Si bien, Ace no había cambiado más que un par de letras, ese nombre se ajustaba más a lo que ella quería para su hijo. Como si una luz de confirmación iluminara su rostro, ella se frotó nuevamente la panza mientras empezó a pronunciar el nombre en voz alta. — Arick… Arick Lakor Young — Agustina fue la primera en pronunciarlo por completo — Me gusta. Me gusta mucho… Ace. — ¿Sí? ¿Te pasa algo? — Ace empezó a preocuparse por la forma en la que su esposa lo llamó tan repentinamente. — Ven. Siente como patea el pequeño Arick. Ace se sintió aliviado al ver que no era nada grave, y luego de eso, se acercó a su esposa para poder sentir patear al bebé. Ya lo había hecho muchas veces en el pasado, pero esta era la primera vez en la que sabía el nombre de quien estaba saludando. Ace se acercó a su esposa, y dejó que ella tomara sus manos y las pusiera sobre su panza. Ace esperó y en tan solo tres segundos pudo sentir a Arick pateando. Ace se sintió invadido por una gran felicidad. Tras soltar a Agustina, se agachó para estar a su altura y luego de eso, le dio un beso. La pareja disfrutó de aquel momento, puesto a que ya tenían decidido cómo se iba a llamar el pequeño que no tardaría demasiado en llegar hasta sus vidas. […] Agustina había terminado de amamantar al pequeño Arick, quien se había quedado dormido, y tras haberlo abrigado con ropa para bebé, se disponía a llevarlo hasta la cuna que ella y Ace habían comprado para él. Antes de que pudiera llegar a ese sitio, sintió como la puerta de la casa se abrió, y pudo reconocer los pasos de su esposo ingresando a la casa y cerrando la puerta. Ace fue directamente hacia la habitación que tenían preparada para el pequeño Arick, y allí se encontró a su esposa colocando suavemente a su bebé sobre el colchón. — Espera — Ace la detuvo antes de que ella cubriera al pequeño con una manta — Deja que me vaya a lavar las manos y que sea yo quien lo tape. — Permiso concedido, comandante — Agustina lo dijo en un tono travieso, provocando risas tanto en ella como en su pareja. En muy poco tiempo, el comandante supremo de la humanidad regresó. Con las manos ya limpias tras haber regresado de la calle, tomó con delicadeza las mantas para bebé que tenían para él, y las colocó suavemente sobre el cuerpo de su hijo, teniendo cuidado de no hacer movimientos bruscos para no despertarlo en el proceso. Una vez que el bebé ya estaba arropado y tapado, sus padres se quedaron para mirarlo un tiempo más antes de apagar las luces del cuarto de su hijo para así dejarlo dormir. — Es un angelito — Agustina expresaba sus palabras en voz baja. — Bueno, no es una sorpresa, ya que su madre es un ángel — Ace decía mientras acariciaba con una mano el rostro de su esposa, y con la otra, los cabellos de su hijo. Ambos se amaban más que nunca, y el amor que sentían por su pequeño Arick era todavía mayor. Desde el momento de su nacimiento, la relación de ambos había cambiado para mejor, y ellos se mostraban mucho más felices al convivir con Arick. Los dos sentían que todo lo que habían vivido como pareja desde el primer momento había sido una prueba, y que, en los momentos actuales, estando casados y con un bebé al cuidado de los dos, era una recompensa por haber llevado su amor a través de las dificultades que su ardua misión les había reservado. Siendo conscientes de que ya habían estado mirando a su hijo por bastante tiempo, y de que debían dejarlo dormir para que pudieran pasar una noche tranquila, la pareja abandonó el cuarto de Arick y apagó las luces del mismo, para luego dejar la puerta un poco entreabierta, de modo que pudieran escuchar si su pequeño niño empezase a llorar durante la noche. No empezaron a hablar hasta que ambos se encontraron en la sala de estar. Agustina vio una bolsa de compras en la mesa, y sabía que Ace había ido a buscar algo que ella había pedido. Aunque quería asegurarse de que hubiera podido conseguirlo todo antes de ilusionarse. — ¿Lo conseguiste? — Agustina se sentó en la mesa. — Todo, por suerte — Ace tomó asiento junto a ella y empezó a sacar las cosas de la bolsa. Agustina vio cómo su esposo se encargaba de entregarle lapiceras de tinta color azul, hojas de papel color blancas con renglones, y sobres para cartas. Con el auge de la tecnología que se había producido en el planeta Tierra en todos los años antes del nacimiento de ambos, como así también en el tiempo transcurrido en Edagr, el papel y las hojas eran algo casi abandonado. Aunque eso no evitaba que algunas tiendas todavía las vendieran a la gente, ya sea para que hicieran algo útil o por nostalgia, en el caso de que alguien hubiera tenido que usarlas en algún momento de sus vidas. — ¿Qué planeas escribir? — Ace apoyó su cabeza sobre ambas manos, mirando a su esposa con una sonrisa gentil. — Nuestro Arick es el bebé más hermoso del mundo — Agustina verificó que la lapicera estuviera funcionando, y tras comprobarlo, comenzó a escribir en las hojas — Quiero escribirle una carta. — Todavía falta su tiempo para que aprenda a leer — Ace, a pesar de eso, lo veía como algo tierno. — Lo sé, pero cuando aprenda, quiero que esta carta de su madre sea lo primero que pueda leer — Agustina decía mientras dejaba llevar sus palabras en la carta — Quiero que vea lo mucho que lo amamos, y que su primera lectura sea algo hecho por mí misma. — Me parece una idea hermosa, amor — su esposo se quedó maravillado por lo bonito que sonaba — ¿Qué te parece si luego de que termines, escribo una carta yo también? La idea fue tuya, así que su carta será la primera que leerá. Pero me gustaría participar a mí también. — Me parece bien, pero no olvides una cosa — Agustina sonreía coquetamente para su esposo. — ¿Qué es lo que se me está olvidando? — Ace preguntó con algo de confusión. — Todavía nos falta tener una niña para completar nuestro sueño — la mujer lo miró gentilmente — Cuando ella nazca, tú podrás escribir la primera carta para ella. Si estás de acuerdo. — Es la mejor idea que alguien podría tener — Ace tomó la mano con la que ella no estaba escribiendo — Agustina… estoy tan feliz de haberme casado contigo. De haber formado una familia contigo. Arick es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y todos los momentos felices que pasé… los de verdad, los que son míos, los pasé al lado tuyo. — Yo me siento igual, Ace — su esposa estaba contagiada por esa felicidad — Los dos días que más atesoraré en mi vida son los días en donde me casé contigo, y en donde nació Arick. Aunque todavía falta un día especial en esa lista. Ace no podía evitar pensar en lo feliz que él y su esposa iban a ser en el momento en el que tuviera lugar el nacimiento de su hija, aunque sabía que tenía que tener cuidado con el destino, dado a que quizá su siguiente bendición en sus vidas podría llegar a ser otro niño, algo que apreciaría también si debía suceder. — Supongo que solamente podemos desear con todas nuestras fuerzas que el próximo ángel que llegue a nuestras vidas sea una niña — Ace lo dijo en voz alta mientras Agustina seguía escribiendo — Pero si resulta ser otro niño, ten por seguro que lo voy a amar. De la misma manera en que te amo a ti, y a Arick. — Eres el hombre más amoroso que he conocido, Ace — Agustina le guiñó un ojo a su esposo — Estoy segura de que nuestro segundo bebé, niño o niña, recibirá el amor más grande que pueda pedir. Pero eso es para más adelante, por ahora… ¿qué tal si te leo la carta que escribí para Arick? — Me encantaría, veamos qué tal se te da esto — Ace la alentó a comenzar. Agustina se aseguró de sujetar el papel de manera que no pudiera doblarse de la forma incorrecta para que así le fuera más sencillo guardarlo en el sobre una vez que hubiera terminado. — “Mi pequeño Arick” — Agustina empezó a leer en voz alta su carta — “Apenas has llegado a mi vida y ya siento que te amo muchísimo. Por eso mismo quiero decírtelo de esta manera. Lo primero que dije al tenerte en mis brazos fue que te amaba, y te lo diré cada día hasta que ya no me quede más aliento para poder hablar. Te amo tanto, que quiero que lo primero que leas cuando aprendas a hacerlo sea esta carta que te estoy escribiendo ahora que eres un bebé. No me alcanza el papel, ni la tinta ni las palabras para expresarte lo mucho que te quiero, y lo mucho que disfruto tenerte conmigo. Ahora que puedes entender lo que te estoy diciendo, quiero hacerte saber que debes prepararte. Porque vendrán muchas más muestras de amor de mi parte para ti en el futuro. Si alguna vez sientes que algo va mal, espero que tengas esta carta mía cerca para saber que siempre habrá alguien que te amará. Espero que te la fuerza que tú me das a mí. Con amor, tu madre. Agustina Young”. Tan pronto como terminó de hablar, Agustina miró a su esposo para esperar su veredicto a las palabras que ella había destinado a su hijo. No estaba esperándolo, pero al verlo a la cara, pudo notar que una lágrima estaba cayendo por su ojo derecho. Ella realmente supo que eso lo decía todo. Su carta realmente había llegado a conmover a su esposo, y esperaba que cuando fuera el turno de que Arick la leyera, él pudiera sentirse igual. — ¿Qué te ha parecido? — Agustina necesitaba escuchar a Ace hablar. — Es… — Ace se trabó un poco tras escucharla relatar el amor a Arick en sus palabras — Arick tiene a la mejor madre del mundo. No puedo esperar a que llegue el día en que lea esta carta. Con el visto bueno de su compañero de vida, Agustina dobló con cuidado el papel y lo guardó en el sobre con mucho cuidado. Una vez realizada dicha acción, firmó el sobre escribiendo su nombre en la parte superior, y lo cerró, sabiendo que, dentro de unos años, sería Arick el encargado de abrirlo de nuevo para que sus palabras cobraran vida una vez más. — No puedo esperar a que llegue el día en que le entregue esta carta — Agustina la miraba con afecto — Pero por ahora, creo que voy a disfrutar a Arick mientras siga siendo un bebé. […] Con la luz del día en sus espaldas, Ace revolvía todo lo que había quedado de su casa luego de que los detractores la hubieran arrasado durante su ausencia en la misión trágica en el planeta Hael Arunyn. El ex comandante supremo recordó que había algo importante allí que tenía que recuperar, debido a la tragedia que lo golpeó en la misión para ir a rescatar a Arick y a Sky tras haber sido llevados como rehenes al planeta en el cual obtuvieron el agua que necesitaban para mantener a la humanidad a salvo mientras eran construidas las plantas purificadoras. Todo el daño que habían causado era material, cosa que lo molestaba bastante, pero algo que no iba a tolerar sería el hecho de que los detractores hubieran destruido para siempre algo que tenía un gran valor sentimental para él por todo lo que representaba. Ace pasó cuarenta minutos registrando los restos de su casa, hasta que finalmente encontró un trozo de madera suelto en uno de los muebles que más se había salvado de la furia de la gente. Lo apartó sin delicadeza, y metió allí su mano, logrando entrar en contacto con un trozo de papel. Con cuidado para no dañarlo, lo sacó de allí, logrando ver que se trataba de un sobre firmado por Agustina, una de las víctimas de la misión de rescate. Ace sacó un folio grueso de su bolsillo, y guardó el sobre allí. Sin nada más que hacer, el excomandante salió de la casa tratando de contemplar lo menos posible la destrucción que habían dejado allí, aunque era complicado siendo que había algo destrozado a cada lado al que volteaba. Con lo que buscaba finalmente en sus manos, Ace apresuró el paso para regresar a la casa de Natasha. Al llegar al lugar, abrió la puerta y entró a la vivienda. Natasha lo estaba esperando con el pequeño Arick en brazos. El niño tenía puesto un chupete en la boca, y Natasha estaba intentando hacerlo dormir. — Empezó a llorar tan pronto como te fuiste, hace solo dos minutos lo calmé — Natasha le decía mientras se acercaba a él — Lo siento, debí llamarte por teléfono. Pero quería ver si era capaz de tranquilizarlo. — No te disculpes, Natasha, tú ya nos estás dejando vivir aquí — Ace le hizo saber que no tenía problemas con eso — Si has podido calmarlo, quiere decir que el pequeño Arick está en buenas manos contigo. Natasha sonreía un poco sonrojada por ese comentario proveniente de Ace, aunque sentía que no lo merecía del todo. Pese a eso, estaba un poco feliz al ver que su compañero la trataba con respeto y que incluso la alababa por su juicio. Sin embargo, Natasha sentía mucha curiosidad por saber qué era aquello que obligó a Ace a regresar a su hogar después de que lo habían encontrado arrasado por la gente. — ¿Pudiste encontrar lo que buscabas? — Natasha vio que tenía un folio en sus manos, pero no estaba segura de qué podría buscar Ace. — Lo encontré, y créeme que eso les ha ahorrado mucho dolor a nuestros detractores — Ace sacó con cuidado el sobre del folio, y su voz se tornó más fría. — ¿Qué es eso? El papel está doblado como si fuera el ícono de un correo electrónico — Natasha no estaba familiarizada con esa clase de cosas — ¿Y por qué es tan importante? — Esto es un sobre — Ace le explicó con paciencia, mientras lo mostraba a su compañera — Aquí dentro hay una carta que Agustina escribió para Arick hace unos meses atrás… Tenía pensado dársela cuando aprendiera a leer. Junto con las fotos que tengo de ella, son lo único que quedó para que Arick nunca la olvide. — ¿Ya tienes decidido cómo se lo vas a decir a Arick? — Natasha quería saber si Ace sabía lo que hacía — No tengo derecho a decirte como criar a tu hijo, y sé que yo nunca seré su madre… Pero no estoy tan segura de sí Arick deba recibir esa carta tan pronto aprenda a leer. — Ti… tienes razón — Ace aceptó que no sería lo mejor para su hijo — Arick merece crecer teniendo una infancia feliz. No quiero que él sufra lo que yo habré sufrido cuando perdí a mis padres, y por supuesto que no quiero tener que recurrir a modificar sus recuerdos. Tengo que tomar con sabiduría todo lo que Morris hizo para no cometer sus mismos errores. Ace miró al pequeño Arick, quien en los brazos de Natasha le devolvía la mirada. Con una mirada apagada y un semblante de tristeza, Ace extendió su mano y acarició los cabellos de su hijo para asegurarse de que se mantuviera tranquilo y no empezara a llorar otra vez. Una vez hecho eso, Ace le dio un beso en la mejilla a su hijo, y miró el sobre una vez más antes de guardarlo en el folio donde lo transportó. — Arick va a saber todo acerca de su madre, pero será cuando esté listo — Ace sonaba un poco deprimido al hablarle — Lo siento, Agustina. Sé que querías que esta carta fuera lo primero que nuestro hijo pudiera leer. Ten por seguro que se la voy a dar. Solo espero que no me juzgues cuando ese momento finalmente llegue. De manera cariñosa y consoladora, Natasha se acercó a Ace y apoyó su cabeza sobre su hombro. Ella no quería soltar a Arick, pero tampoco quería darle a Ace la idea de que él estaba sufriendo solo. Tal y como hizo con Alicia, Natasha quería ayudar a todos sus compañeros a ser fuertes en sus momentos de necesidad. Ella no lo sabía, pero Ace apreciaba esa compañía y ese gesto más de lo que su rostro o sus palabras podrían expresarlo.
Saludos, amigo mío. Como siempre, un placer hacer leída en simultáneo contigo. Y aunque un poco triste porque acabó la parte VIII, tenía ganas de ver que habías preparado para este spin off. Y bueno, qué decir... el primer capítulo es adorable y triste por partes . En líneas generales, bonito y emotivo, así que me ha gustado. No acostumbramos a ver mucho este tipo de cosas en LGC (obviamente porque los conflictos eclipsan normalmente estos momentos especiales) pero es bueno tenerlas de vez en cuando, especialmente si traen a personajes del pasado que por desgracia (o algunos por fortuna ) ya no están. Este capítulo es sobre Agustina y Ace, el cual paso a comentar desde ya. El comienzo nos muestra que los dos personajes se encuentran en lo que sería el final de la dura guerra contra los edagrianos, una vez el grueso de esta concluye. Mediante la 'Operación Exterminio' (tremendo nombre para la misión ), la alianza de varias especies se encarga de asegurarse de que no queda ningún nativo en Edagr, mundo que pasa a ser de dominio humano tras haber perdido la Tierra a manos de Arion. Mientras le indican a Ace que todo está despejado, éste recibe a su chica y celebran con un tierno beso esa victoria de cara al futuro. De ahí pasamos a uno de los días más especiales para ambos: la boda. Ace y Agustina se casan ante sus mejores amigos y celebran su amor de la mejor forma posible. Posteriormente, con Agustina embarazada, la pareja debate que nombre ponerle al futuro niño y tras proponer el nombre de Erik, este termina transformándose en el que todos conocemos. Arick nace y esto nos traslada a otra escena, en la que su madre fantasea con la idea de tener una niña próximamente, siendo el sueño de ambos. Además, quiere hacerle un detalle a Arick escribiéndole una carta donde le expresa todo su amor, con el deseo de que la lea una vez pueda hacerlo. Esto cobra especial relevancia no solo en la siguiente escena, sino seguro que el futuro de LGC, ya que a día de hoy, Arick no sabe nada de su verdadera madre. Ya habiendo pasado el terrible suceso de Hael Arunyn, Ace regresa a su viejo hogar (destruido por los imbéciles a los que conocemos como detractores ) para recuperar dicha carta que Agustina legó a su único hijo. De regreso a la vivienda de Natasha, donde se hospedan los Lakor, la soldado cuida de Arick sin éste ser consciente de que su vida ha cambiado al no tener a su madre biológica a su lado. Natasha consuela a Ace y le hace saber que quizá lo mejor es que guarde esa carta para el futuro, ya que revelarle todo eso en la infancia al niño podría afectarle de enorme manera. El comandante supremo lo entiende y agradece el apoyo de su amiga, la cual posteriormente sería su siguiente mujer y la madre de su segundo hijo. Increíble, las vueltas que da la vida. En fin, amigo, gran inicio del spin off con un capítulo que mezcla emoción, tristeza y nostalgia a partes iguales. Y que además revela el recurso de la carta que Agustina escribió a Arick y que de seguro éste leerá una vez Ace le cuente sobre su verdadera madre y el pasado. Un momento que estoy deseando ver, honestamente. Bueno, será hasta la próxima, si todo va bien. Un abrazo y nos vemos pronto.
Saludos. Toca publicar el capítulo 2 de los 15 que habrá en esta pequeña historia. Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk con quien disfruto bastante las leídas en simultáneo que tenemos por el Discord, sean extensas o sean breves. Espero este capítulo también le guste. Alicia – Una misión para la humanidad: Alicia se encontraba en la sala de comandos de una nave humana en compañía de sus compañeros de más confianza. Gwyn se encontraba sentada justo frente de una de las computadoras principales, pero estaba de espaldas al aparato tecnológico. Thomas se encontraba al lado suyo, mirando de reojo a su esposa. Alicia veía la manera tan firme en la que Gwyn sujetaba a su niña pequeña en brazos. Pese a que no estaba permitido que personas ajenas al ejército estuvieran presentes en la sala de comandos, a tan solo un día de haber perdido a Agustina en la misión de rescate que tuvo lugar en Hael Arunyn, y tras la experiencia dura que habían experimentado Thomas y Gwyn al estar tanto tiempo lejos de su hija, Alicia comprendió que tuviera motivos para sujetarla de esa manera. En la sala los estaban acompañando tanto Allecreod, quien se encontraba en un rincón de dicha sala, casi oculto entre las sombras, aún un tanto incómodo de estar en la presencia de los humanos, mucho más tras la tragedia que habían vivido; como Xorxaik, quien estaba de pie a la espera de alguna orden por parte de la nueva comandante suprema. La puerta se abrió, y por la misma entró el joven Faron Zark, ante la vista de todos los allí presentes. El joven sintió como las miradas de sus compañeros se clavaban sobre él, y supo que ellos querrían información sobre lo que acababa de acontecer. — ¿Cómo está? — preguntó Gwyn, tomando la iniciativa en sus primeros días como máxima autoridad militar. — Me da mucha pena verlo así — Faron no quiso decir lo obvio, y optó por irse por la compasión — Él está sentado en su cama y no suelta a Arick de sus brazos. Natasha está con él para asegurarse de que nadie vaya a molestarlo, aunque ya todos saben que él dejó su puesto de comandante. — Lo que esos malditos le hicieron… lo que nos hicieron a nosotros — Gwyn miró a su hija pequeña en brazos — Nos arrebataron a nuestros hijos, nos pusieron una trampa, escaparon con una de nuestras naves y provocaron muertes de personas inocentes tanto aquí como en casa… Luchamos tanto contra los edagrianos, perdimos tanto enfrentándonos a ellos… — Basta, Gwyn, por favor, no sigas — Thomas apoyó una mano sobre su hombro — Ya todos sabemos lo que sentimos por ellos. Y también sabemos lo que tenemos que hacer. — No hay riesgo de que ellos escapen con nuestra nave y se pierdan para siempre, ¿verdad? — Alicia preguntó al gran robot que se encontraba en el sitio. — Recibo señales de la nave humana que ha sido robada por los enemigos — Xorxaik se refirió a ellos de aquella forma — En tanto no causen una avería en el sistema de transmisión, podré detectar su ubicación. Pero es imposible predecir a ciencia cierta hacia dónde terminarán huyendo. — Robaron una nave arriesgándose a no saber cómo usarla y sin un plan — Thomas pensó tras lo que escuchó del robot — ¿Tan desesperada estaba la situación en su planeta después de que sustrajimos apenas unos litros de agua? — Si estaban condenados a morir, estoy seguro de que habrán intentado una última maniobra desesperada — Allecreod aportó, acercándose un poco al grupo — Es un instinto de supervivencia presente en muchas especies. Alicia no pudo evitar presionar los puños en el momento en que Allecreod dijera esas palabras. El recuerdo del ryfier separándola de sus compañeros, golpeándola y arrojándola a la arena de combate como un premio para el ganador de una batalla llegaron a su mente. Una vez que sus compañeros llegaron a su rescate, Allecreod huyó, provocando el contacto con Hark y su familia, causando así la caída de la Tierra hacía no muchos años atrás. Ver cómo el ryfier hablaba de esas acciones crueles como si fueran un instinto, no le caía muy bien a la ex soldado. — Instinto o no, no podemos estar tranquilos al respecto — Gwyn pensó en un asunto que requería de su atención — Esa nave es un recurso de la humanidad, tecnología que nos pertenece. Es muy valiosa para perderla en las manos de unos malditos alienígenas. — No solo eso perder la nave es un problema, ¿qué hay de la imagen del ejército ante todos los demás? — Alicia lo veía desde ese punto de vista — Los detractores siempre nos están acosando, pero nunca se atreven a pelear. ¿Qué pasará cuando anunciemos que hemos perdido una de nuestras naves así de fácil? Solo alentaremos a los cobardes a enfrentarnos. Y siendo que hemos perdido soldados y niños en esta misión… — El número de personas que no nos tiene en alta estima no hará más que aumentar — Faron pudo ver hacia dónde iban — Ya ni siquiera se trata de una venganza. Es mucho más grande que eso. — La venganza es nuestra menor preocupación — Thomas expresó al respecto — ¿Qué tal si la nave sufre un desperfecto y ellos no saben cómo repararla? Podrían morir en pleno espacio exterior. Morirán, sí, pero así nuestro recurso sería irrecuperable. — ¿Y qué hay de la ruta que elijan tomar? — Alicia empezó a tener otra preocupación en mente — ¿Qué tal si están probando suerte y terminen llegando al planeta Garak? El malnacido de Asmir dijo que ya no quería volver a vernos. Si descubre una nave humana cerca de su planeta, podría pensar que es un acto de guerra. La destruirá, y tal vez intente tomar alguna clase de represalia. — Entiendo que Asmir era un pedazo de mierda — Faron se expresó respecto a él, dado a que fue de los que menos interacción tuvieron con el líder garak — Pero dudo que quiera una guerra con nosotros. Incluso aunque nos supere en número. — Asmir es capaz de muchas cosas, Faron… — Alicia respondió al menos experimentado de todos en la sala — Lo sé mejor que nadie. […] — Michael, tú no pensarás que esa placa de metal que retiene a Orz en tu cuerpo es algo que se pueda obtener gratis, ¿verdad? — preguntó el líder del planeta Garak — Requirió mucho esfuerzo armarla, adaptarla a tu brazo, y luego colocártela. Esfuerzo de varios trabajadores y también recursos tecnológicos. Recursos que ya no puedo permitirme gastar si voy a tener a humanos y xaromitantes viviendo aquí. — Di la puta verdad ahora, Asmir — Michael supo hacia donde se dirigía todo — ¿Qué es lo que me vas a hacer? — Nada, en ambos sentidos — Kila fue la que habló en vez de su líder — Nada bueno, pero tampoco malo. — Para ponerlo más simple, si esa placa se rompe, Orz será libre — Asmir fue directo con los humanos — Y dado a que no puedo permitirme gastar recursos en ti, así se va a quedar. — Dijiste que no podías tener a Orz libre luego de todas las muertes que causó — Michael quería asegurarse de que estaba escuchando correctamente. — Exactamente, y no lo pienso hacer… es por eso por lo que, si nos llegamos a enterar que esa placa se rompió y que Orz se encuentra en libertad, haré que mis soldados garak te busquen y te asesinen — Asmir sonó muy severo al decir esas palabras. — ¡No! Alicia no lo pensó ni un solo segundo al saltar en defensa de su pareja. Desde el momento en el que Kila manifestó por primera vez sus intenciones de acabar con la vida de Michael si se daba la más pequeña posibilidad de que Orz fuera liberado, ella empezó a tener sentimientos encontrados con los habitantes del planeta que les daba hospedaje tras la caída de la Tierra. Ella ya había visto morir a su familia en manos de los garak, y aunque entendió que fuera un accidente provocado por el miedo a una guerra, no lo olvidaría fácilmente. El ver que Asmir estaba amenazando de esa manera a su novio con la complicidad de la garak a quien más repulsión le tenía, le colmó la paciencia a la soldado. Magnus y Asmir se pusieron de pie tras escuchar su grito, mientras que Kila parecía estar lista para entablar una batalla con ella, hasta que su líder la detuvo. — ¿Qué fue lo que has dicho? — Kila, pese a ser detenida, no quiso dejarla salir impune de eso. — Ustedes ya mataron a toda mi familia, no voy a permitir que ahora amenacen así a Michael — Alicia miró muy furiosa a Asmir, pero sin buscar levantar la voz — Si Orz llega a escapar, tengan por seguro que los humanos nos haremos cargo de él. — No les he prohibido hacerse cargo de eso, de hecho, es lo que les corresponde — Asmir parecía empezar a adoptar un sarcasmo cínico en su charla — Solo quiero que sepan que, si Orz es libre, los garak buscarán a Michael y lo matarán. Si ustedes lo capturan primero, supongo que no será necesario lo que acabo de decir. — Asmir, te juro que, si uno de los garak le pone la mano encima a Michael, voy a eliminar a todos los que pueda por mi cuenta — Alicia se alteraba cada vez más — Ya me quitaron a toda mi familia. Si me quitan a Michael, le ocasionaré un dolor inmenso a toda tu gente. — ¡Por eso no se puede convivir con ustedes! — Asmir estalló en ira mientras miraba a Michael — ¡Solo ocasionan problemas! ¡Ustedes han estado matándose los unos a los otros en su planeta, y ahora que lo perdieron, vienen a hacer lo mismo en el mío! — ¡No hables de la Tierra de esa manera, Asmir, esto lo discutimos bien! — Magnus se sintió golpeado por sus palabras. — Calma a tus soldados, y luego me calmaré yo — Asmir encaró al líder humano — Es mi planeta, y no tengo la necesidad de soportar amenazas siendo que estoy siendo muy generoso con ustedes. — Michael, Alicia, escuchen bien esto antes de entrar en un malentendido — Magnus se acercó a ambos para tomarlos de los hombros — No pude pactar una solución con Asmir, pero tampoco me voy con las manos vacías. Luego de la guerra, él permitirá que algunos científicos médicos se queden para aprender la forma de instalar una placa metálica en el brazo de Michael. Si Orz escapa, solamente tenemos que aprehender a Michael antes que ellos y dejarlo encerrado hasta que podamos tratarlo. Sé que no es el mejor trato, pero es mejor que nada. Las palabras de Magnus hicieron que Alicia se tranquilizara un poco más respecto a la tensa situación que estaban enfrentando. Ver cómo la persona más importante para ella estaba recibiendo constantes amenazas de aquellos con quienes ocasionaron en ella un gran dolor fue algo que le colmó la paciencia. Su líder, con experiencia en negociaciones, logró hacerla entrar en razón. Alicia y Michael se retiraron tras un insulto dirigido a los dos garak de aquella sala, y de una súplica desesperada de Magnus quien parecía estar agobiado por discutir con él. Alicia y Michael salieron del lugar y decidieron emprender el camino de regreso a la nave, donde buscarían algo de comer para intentar olvidar lo que acababa de acontecer. Una vez estuvieron fuera de las instalaciones garak, la pareja caminaba por las calles de la ciudad en dirección a su destino. Alicia notó que Michael la tomó de la mano con suavidad mientras ambos caminaban juntos. La chica le mostró una sonrisa cálida a su novio, quien pronto se acercó a ella para darle un beso. — Eres una guerrera muy feroz, Alicia — Michael estaba asombrado con su actitud — Me defendiste de una forma que me hace estar feliz de que estés conmigo. — Es lo menos que puedo hacer por ti, y un trato que los garak se merecen — Alicia acarició el rostro de su novio — Ya me arrebataron a mi familia. No permitiré que hablen en frente mío acerca de matarte a ti también, por más que ellos nos estén dando refugio. — Créeme, Alicia, te juro que los garak no van a tener el placer de asesinarme — Michael fue honesto con su promesa — No permitiré que ellos me pongan una mano encima, y más que nada, no voy a permitir que Orz escape de mi mente. Aunque reconozca que Orz posiblemente pueda causar un daño mayor a los edagrianos, esta guerra es para vengar a la humanidad. Y voy a ser yo quien vaya a pelearla. Alicia se veía conmovida por las palabras dichas por Michael ante ella. Si bien, el peligro de la lucha contra los edagrianos estaba presente en ella, su novio tenía un gran talento para hacerla sentir mejor en esa clase de momentos. […] — Ace — Gwyn vio entrar al ex comandante supremo a la sala de comandos. Alicia se volteó en el momento en que sintió como la puerta de la sala se abría para dejar paso a Ace, quien iba acompañado por Natasha. El hombre, viudo hace apenas poco más de veinticuatro horas, llegó al sitio con su pequeño niño en brazos. Si bien, no se sentía muy a gusto de estar allí, sentía que no era apropiado dejar a sus compañeros solos. — Intenté evitar que viniera — Natasha sabía que se preguntarían por su presencia en ese lugar — Pero él insistió. Quiere revisar que todo esté bien, y luego de eso, nos iremos. — Veo que están teniendo una conversación entre manos — Ace miró a Gwyn al hablar — Sé que ahora ya no tomo las decisiones, pero si es importante, quiero saber de qué se trata. Si tengo un rol que cumplir, no estoy eximido de ello. — Hemos decidido que vamos a enviar a un grupo de soldados a recuperar la nave que los habitantes de Hael Arunyn nos robaron — Gwyn informó a su amigo — No podemos perderla. Ya tenemos casi todo decidido, y nos falta solamente decidir quién liderará la expedición. — Está claro que tú y nosotros dos estamos fuera de esta cuestión — Thomas le comentó a Ace, refiriéndose tanto a él como a su esposa — Y teníamos en mente a Noak y Gina, pero es lógico que, si Noak no prestó ayuda en esta misión, no aceptará ser enviado lejos en una cacería. — Sé que yo no tengo una familia cómo la que tienen ustedes, pero le he prometido a Ace que lo ayudaría a cuidar de Arick — Natasha se disculpaba, puesto a que se veía como si estuviera inventándose una excusa — Eso significa que ninguno de los tres comandantes está disponible para la misión. Podríamos evaluar a otros candidatos para esta misión entre nuestros soldados. — Eso nos haría perder bastante tiempo, y recuperar nuestra nave es una situación prioritaria — Alicia supo que tenía una oportunidad de ahorrarles el trabajo a sus compañeros — Dejen que sea yo quien vaya como líder en esta misión. Aunque no soy una soldado, sigo siendo una de las tripulantes de Zenith que participó en la misión que nos permitió conocer la verdad. Además, ahora que lo pienso bien… si estoy en una misión fuera de Edagr, ya no tendré que preocuparme por los detractores. Sus compañeros la miraron con una expresión que mezclaba tanto orgullo como tristeza. Alicia se ofreció a ser la líder en una misión para así poder liberarlos de la carga de tener que separarse de sus seres queridos, al mismo tiempo que le servía como una justificación para que nadie en Edagr la pudiera acosar, siendo ella de las primeras en sufrir un acoso tan cercano y personal por parte de los detractores cuando estos se metieron en su casa. Esa sensación hizo que Thomas, entre todos sus compañeros, estuviera dispuesto a realizar una promesa para mostrarle su gratitud a su amiga. Él, gracias a su ofrecimiento, quedaba liberado de una participación obligada en la misión de recuperar la nave, por más que supiera que se trataba de un recurso valioso y que era más importante que obtener retribución. Por eso fue que sus siguientes palabras serían una promesa para su compañera. — Alicia, lo que acabas de hacer es algo que nos ayuda de una manera que no te imaginas — Thomas miró a su compañera, para luego centrar la vista en la pequeña Sky — El que no tengamos que alejarnos de nuestros hijos, nos llena de felicidad. Pero me destroza el corazón saber que también lo haces para escapar del acoso de esos malditos detractores… Por eso quiero prometerte algo. Para cuando regreses a Edagr de tu misión, todos los detractores van a estar encerrados y pagando por sus crímenes. Puedes contar con eso. La promesa hecha por Thomas llenó de ilusión a la chica. Pensó en la posibilidad de irse en una misión para ayudar a la humanidad, y a sus amigos principalmente, como una manera de alejarse de lo que le hacía daño. Pero sus amigos no se tomarían la oportunidad de quedarse en casa como unas vacaciones, sino que se avocarían a la misión de atrapar y castigar a aquellos que le hacían la vida miserable. Ver lo comprometidos que estaban sus amigos a realizar un objetivo diferente al de ella, la llenó de felicidad. Alicia no pudo evitar sentirse emocionada por el hecho de regresar a su casa como una heroína y luego de eso encontrarse con una vida más tranquila. Con la excepción de Faron, quien manifestó sus deseos en ir en la misión para tener la oportunidad de eliminar a los habitantes de Hael Arunyn como una venganza por los malos tragos vividos, no hubo nadie allí que presentara objeción alguna al plan propuesto por la chica, o a lo indicado también por Thomas. Ace, quien ya había comprobado que todo se encontraba bien, fue llevado de regreso a su habitación por parte de Natasha, ante la vista de todos, incluida Alicia, quien sonreía al ver que Natasha le haría compañía a él, pese a que extrañaba mucho a su gran amiga Agustina, y le resultaba chocante no verla de pie junto con Ace y con Arick. — Si una misión nueva va a comenzar, lo mejor será que todo esté preparado para cuando lleguemos a nuestro hogar — Gwyn giró su asiento y empezó a teclear comandos en la computadora principal de la sala — Iremos preparando equipo militar y provisiones para tu misión, Alicia. Dado a la ventaja que nos habrán sacado esos monstruos para cuando lleguemos a Edagr, dedicaremos un día a abastecer la nave. Luego de eso, podrás abordar junto con tu escuadrón. — Muchas gracias, comandante — Alicia habló con respeto hacia quien era su superior en ese momento — Prometo que tendrán noticias de mi parte tan pronto cómo les hayamos arrebatado la nave de las manos. Pero quiero informarte que tengo una idea para hacer algo más que solo perseguirlos para recuperar lo que nos han robado. — Por supuesto, Alicia, dime todo lo que tengas en mente — Gwyn se metió de lleno en su papel — Estoy para escucharte. — Planeo hacer una visita al planeta Tierra, y revisar qué tal está su estado — las palabras de Alicia causaron un gran impacto en los presentes — Han pasado muchos meses desde que Arion la volvió inhabitable, y sé que el pronóstico no era alentador. Pero me gustaría acercarme para ver si algo cambió, y quizás verla por lo que podría ser una última vez… El silencio reinó en toda la sala una vez que Alicia dejó en claros sus motivos para no emprender el camino de regreso a casa una vez que la misión de recuperar la tecnología robada por los habitantes de Hael Arunyn hubiera concluido al fin. Todos la comprendían en su curiosidad para ver su mundo de origen de vuelta. Desde que ellos tuvieron la oportunidad de escapar, no tuvieron nada más que la información que el equipo de científicos de Magnus halló por ellos. Se les había pasado por la mente más de una vez el organizar una expedición a la Tierra, pero debido a la gran cantidad de tareas que tuvieron que afrontar al pasar a vivir en un mundo diferente, no se presentó la oportunidad hasta ese momento. Gwyn, como figura de autoridad del ejército, comprendió que podrían sacar algo útil de aquello, ya que tendrían una actualización del estado real de la Tierra, pese a que todos sabían lo que podrían esperar, y que les podría dar más tiempo para llevar a cabo la misión de encontrar, apresar y enjuiciar a los detractores; cosa que no quiso decir ante su compañera. Dio su aprobación a la misión, y se encargó de que enviaría a casa el mensaje para aquellos que serían elegidos para participar de aquella tarea junto con su compañera. […] — ¡Acaben con ellos! — Faron, quien estaba al mando de los soldados, dio la orden a todos los hombres y mujeres para que pusieran fin a las vidas de aquellos quienes ocasionaron un gran daño a la humanidad. La travesía de la misión por recuperar la nave llevó a Alicia, Faron y al resto de soldados hacia un planeta alejado de otros mundos conocidos. Un mundo cargado y rodeado de nubes de lluvia que causaban diluvios constantes en su interior. Los habitantes de Hael Arunyn habían elegido aquel mundo para aterrizar, y nadie de los humanos llegó a saber si fue por gusto, por obligación, o por simplemente tomar la oportunidad de iniciar su vida en aquel lugar. Y era algo que a Alicia no le importaba en lo más mínimo. Gracias a los sistemas de rastreo de la nave, no fue tarea difícil encontrar su ubicación, siendo la parte más tediosa para ellos el viaje hasta el punto de encuentro. La humanidad no se confió ante ellos. Portando sus rifles y llevando encima sus armaduras, atacaron de forma directa a la concentrada y reducida población de alienígenas que habían cruzado su camino con la humanidad de una forma no deseada para nadie. No fue difícil superarlos en estrategia y poder, y tan solo quedaron los últimos ejemplares de aquella especie. Faron ordenó su ejecución, y la lluvia de balas no se hizo esperar, provocando una muerte rápida en todos ellos a medida que los disparos llegaban hasta sus órganos vitales. No siendo una soldado, y manteniendo su rol de exploradora en todo momento, Alicia no tomó un arma y no fue partícipe directa de ninguna de las muertes que sucedía frente a sus ojos. Ser testigo era más que suficiente para ella, y no podía evitar sentir una gran satisfacción mientras los veía morir. — Han secuestrado a su hijo para tenderle una trampa — los pensamientos de la chica iban hacia Agustina, sin pensar en nadie más — La mataron y le robaron la oportunidad de ser feliz junto a su hijo pequeño y junto a su esposo. Perder a la persona que amas no es algo agradable, y ustedes forzaron a Ace a vivir lo mismo que los garak y los edagrianos me han obligado vivir a mí… El último de los disparos se escuchó, y ya no quedaba ningún otro habitante de Hael Arunyn que no estuviera retorciéndose de agonía en el suelo mientras brotaba sangre a partir de las heridas provocadas por la humanidad. — Esto fue por haber matado a mi hermana — Alicia realmente sentía que la venganza había valido la pena — Ahora mi querida Agustina puede descansar en paz. Faron y otros soldados levantaron las armas sobre sus hombros y empezaron a lanzar gritos de victoria por lo vivido. A diferencia de la batalla contra los edagrianos, esta venganza fue mucho más satisfactoria para los humanos. Dado a que sus enemigos ya eran conocidos por ellos y no contaban con la ventaja de estar en su mundo, ningún plan de contingencia elaborado por ellos era suficiente para hacerles frente. Ni una sola baja fue lo que tuvieron en esa ocasión, y era algo que veían como un motivo para festejar. Faron, ejerciendo como una figura de autoridad de fuerza por debajo de Alicia, se dirigió a ella, reconociéndola como su superior en la misión. — Hemos cumplido con nuestro deber — Faron era consciente de que todavía tenían una misión más por acabar, pero sus palabras fueron entendidas por Alicia — Eres tú quien decide nuestro siguiente paso. — Para poder ahorrar suministros, quiero que la mitad de los soldados regresen a Edagr y devuelvan a la comandante Gwyn Fairin y a toda nuestra organización la nave que estos monstruos nos robaron — Alicia no tenía pensado llevar a tanta gente a su visita en la Tierra — La otra mitad vendrá con nosotros a continuar con nuestra misión y para ver en qué estado ha quedado nuestro mundo después de tanto tiempo. Quienes tenían la curiosidad de poder echar un vistazo al planeta Tierra permanecían al lado de Alicia y Faron, quienes no regresarían prontamente a sus hogares, puesto a que su asignación todavía no se había concretado. Otros que deseaban volver a convivir con sus amigos y compañeros y respirar el aire del planeta Edagr, al ver satisfecha su venganza contra los habitantes de Hael Arunyn, emprendieron el camino hacia la nave robada por aquellos que ya solo eran cadáveres siendo bañados por las gotas de lluvia. Alicia ordenó a todos los suyos esperar a que los soldados que regresarían a Edagr confirmasen que la nave estuviera en perfecto estado, al menos para poder llegar a salvo a su destino. Tan pronto como le comunicaron por el sistema de intercambio de mensajes de la nave que todo estaba en orden, Alicia supo que podía partir. Fue así que los dos grupos de soldados se separaron de manera exitosa, y las dos naves despegaron para acudir cada una a su destino. Una regresaría a Edagr, mientras que la otra se dirigiría a la Tierra. […] La imagen de Marte por la pantalla que Alicia estaba mirando se estaba volviendo cada vez más pequeña. Al momento en el que la nave pasó por el planeta rojo, Alicia se vio invadida en la necesidad de observar dicho planeta. El haber visto aquel mundo le hizo recordar una de las conversaciones más preciadas que tuvo con su hermano Liam, donde ambos compartieron su gusto por la exploración espacial, y por las maravillas que el universo tenía que mostrar. Tras haber sonreído al monitor, Alicia activó un comando que apartó al planeta Marte de la pantalla, siendo ahora una pantalla en negro lo que se veía en el foco. Conociendo las coordenadas en las cuales debía hacer girar su cámara para tener posibilidades de enfocar el planeta Tierra, Alicia tecleó los comandos necesarios y pudo ver allí como la imagen de su mundo de origen se empezó a manifestar, captada a través de las cámaras telescópicas. La exploradora esperaba que el panorama mejorara al acercarse con la nave y poder tener una vista desde cada ángulo posible del planeta, pero lo que vieron sus ojos fue algo que no le agradó bastante. — Es… — Alicia pensó para sí misma — Una masa gris y negra flotando en el espacio exterior… Ya no se siente como aquel cuerpo celeste que era tan hermoso cuando lo veíamos al partir a nuestras misiones. La imagen de la Tierra en el monitor era justo lo que Noble describía. Una esfera irregular cubierta de nubarrones gigantescos, colores gris y negro, era todo lo que estaba ante sus ojos y de aquellos quienes le hacían compañía en la sala de comandos. Ceniza y humo era todo lo que se podía visualizar si se miraba con más detalle a las imágenes. — Muy posiblemente los sismos continúen — uno de los soldados a bordo de la nave recordó la máquina sísmica que arrojó Arion — Me pregunto si los volcanes se habrán agotado alguna vez de escupir fuego y arrojar humo a los cielos. — Nuestros antepasados han creado armas de destrucción masiva, pero lo que los edagrianos nos arrojaron es algo sin precedentes — mencionó otra de las que iban allí — ¿Qué clase de monstruo crearía un arma tan devastadora como una máquina de sismos que no hace más que sacudir la tierra y despertar volcanes? Las palabras dichas por aquella soldado dieron a Alicia una idea que hasta el momento no había pasado ni por su mente ni por la de sus otros compañeros. En el planeta Edagr no habían sido capaces de encontrar las armas de destrucción que los edagrianos habían llevado consigo para arrasar la Tierra, algo que Alicia vio con lógica, dado a que nunca las utilizarían en su mundo dada su filosofía de respetar a la naturaleza. — Esas armas están ocultas en algún planeta o en algún satélite natural — fue lo primero que se le ocurrió a Alicia, quien se ganó la atención de todo el mundo reunido con ella — Tal vez sea una buena oportunidad para que las vayamos a buscar y nos aseguremos de que no puedan ser usadas nunca más en el hogar de la humanidad.
¡Hola! Estoy por aquí, otro finde más. Esta vez, disfrutando del spin off que trae recuerdos (buenos y malos ) del pasado reciente en LGC. Este capítulo, siendo principalmente de Alicia, es bastante interesante. Nos emplaza a ver diferentes puntos de la historia y tiene un final que sin duda me deja bastante intrigado. Pero iré comentándolo paso a paso. Empezamos con Alicia, Thomas, Gwyn, la bebé Sky y Allecreod en la sala de comandos de una nave, sabiéndose pronto que hace menos de un día desde la misión en el planeta de los sirenitos, en Hael Aruryn. Faron aparece poco después, mientras a su vez, sabemos que Ace está con Arick y siendo cuidado por Natasha, pues acaba de perder a Agustina en la misión. Evidentemente esta situación no es agradable para nadie, pero la chamba es la chamba y hay que recuperar una nave que los enemigos se han robado. En un flashback anterior a todo eso, vemos que Alicia rememora como fue el momento en el que su pareja Michael, con una placa que contenía a Orz en su interior y evitaba que éste tomase el control del humano, se las veía complicadas con Asmir y Kila. Magnus trata de negociar sus asuntos mientras el líder garak afirma que si esa placa se rompe y Orz queda liberado, él mismo dará la orden de capturar y asesinar a Michael, lo que provoca una reacción furiosa en Alicia, que ya habiendo perdido a su familia en manos de los garak, no está dispuesta a que se le repita eso. La discusión es bien tensa y Magnus debe mediar para rebajar los nervios, momento en el que la pareja decide abandonar esa reunión. Ay, amigo, Michael y Alicia hacían una gran pareja. Aún duele que no pudieran tener descendencia o vivir felices después de la guerra contra los edagrianos... Acto seguido y ya de vuelta en el presente, vemos que Ace regresa al puente de mando pese a estar afligido, siendo informado de que se ha decidido ir tras la nave que tienen los enemigos. Pero viendo que los comandantes tienen a sus familias y tras lo sucedido no quieren abandonarlas como tal, Alicia se ofrece a liderar esa expedición para recuperar dicha nave y de paso, ver en qué estado está la Tierra tras el ataque de Arion. Todos acceden e incluso Thomas le promete que cuando ella regrese, los detractores que tanto la atacan estarán en prisión. Los alienígenas de Hael Arunyn aterrizan en un planeta lluvioso (si que deben ser sirenitos, les encanta el agua ) pero son asaltados allí por los humanos, que no tienen complicaciones para vengar las muertes que tuvieron en aquel fatídico día en el que se perdió a Agustina. Faron, Alicia y el resto de soldados celebran su hazaña para después dividirse en dos grupos: uno que lleve la nave recuperada de regreso a Edagr y otro que visitará las inmediaciones de la Tierra, para ver cuál es su estado actual. Finalmente, a través de los ojos de Alicia, vemos que la Tierra es una roca gris y oscura fruto del humo volcánico y toda la destrucción ocurrida en el ataque de Arion, lo que augura que no va a tener una pronta recuperación. Es una escena triste, pero se menciona el detalle de que el arma que usó Arion no se encontró en Edagr. ¿Acaso hay más armas cómo esa? ¿Dónde están? Parece que Alicia se propone encontrar el lugar donde estén y eso me hace pensar que tener un arma así sería muy interesante de cara a futuros conflictos con otras especies. Algo que provoca seísmos puede destruir un planeta sin duda alguna y mejor tener ese recurso a favor que en contra. Aunque también está la opción de desmantelarlas y que no existan. Sea como sea, estoy seguro de que eso se explorará en futuros capítulos de este spin off y me genera mucho interés por ver más sobre ese aspecto. Así que nos vemos para la próxima.
Saludos. Ya va siendo tiempo de publicar el capítulo número 3 de esta historia secundaria. Como hago en cada semana, quiero dar las gracias a mi gran amigo Manuvalk por el apoyo recibido en los comentarios y por los divertidos ratos que vivimos en Discord al leer en simultáneo. Estoy seguro de que este capítulo (particularmente este capítulo) le gustará mucho. De momento, los capítulos vienen siguiendo una temporalidad cercana, aunque no por eso será así en todos los capítulos que quedan. Sin más para decir, dejo el capítulo. Natasha y Ace – Construcción de un hogar: El sonido de un llanto prolongado en el medio de la madrugada fue lo que causó que Natasha abriera los ojos lentamente. Todavía un poco cansada por haber sido despertada habiéndose ido a dormir tan pronto, ella tardó un par de segundos en incorporarse. Una vez se puso de pie, siguió el sonido del llanto hasta que pudo encontrar su causa. Sentados en la oscuridad, Ace se encontraba en una silla de la sala, tratando de hacer dormir a Arick. Natasha encendió las luces y los vio a los dos. El repentino resplandor ocasionó que Ace entrecerrara los ojos, pero no se molestó con la mujer por haber hecho eso. — Ace, ¿qué ocurre? — la mujer quería saber a qué se debía su estadía en esa sala particular. — Llevo veinte minutos intentando hacerlo dormir — Ace le respondió, algo cansado y triste por el sonido de su voz — No entiendo qué es lo que ocurre con él. Antes podía hacerlo dormir muy fácilmente. Se calmaba siempre que estaba en mis brazos. Ahora… bueno, lo estás viendo. Natasha entendía y recordaba a lo que se refería su amigo. Muchas veces había sido capaz de presenciar la forma en que Ace tomaba a Arick, y con una voz suave, le pedía que se tranquilizara. En cada una de esas ocasiones, el pequeño Lakor siempre hacía caso y terminaba durmiéndose apaciblemente. Incluso recordaba que Agustina envidiaba esa cualidad de Ace para poder calmar al pequeño. Ver en persona como Ace ya no contaba con esa capacidad, a tan solo unas pocas horas de que el padre y el niño se mudaran a su casa, le hizo llegar a una conclusión un tanto sombría. — Tal vez… — Natasha lo pensó y no se atrevió a decir una palabra al respecto — Lo que tranquilizaba a Arick antes era el hecho de que su familia estaba unida… Pobrecito. Sin poder comprobar si su teoría podría ser correcta o no, Natasha decidió acercarse a los dos. Ace vio cómo su compañera movía una de las sillas para poder sentarse a su lado. Natasha pasó uno de sus brazos por el hombro de Ace, y se encargó de cubrirlo de forma que pudiera mostrarle su apoyo. El ex comandante supremo apreció el gesto de su amiga, por todo el apoyo que les había mostrado a ambos desde la invitación a su casa para que pudieran estar acompañados en todo momento tras ser tocados por la tragedia hacía tan pocos días. — ¿Le preparamos algo para comer? — Natasha pensó que quizá podría estar hambriento — Una papilla, o un poco de leche en polvo para poder darle. — Es una buena idea, yo lo haré — Ace estaba dispuesto a hacerse cargo de su hijo. — No, Ace, tú mantenlo en tus brazos — Natasha le dijo con ternura — Dime cómo lo sueles preparar y lo haré yo. — Está bien, tal vez sea conveniente prepararle algo de leche, lleva menos tiempo. Ace se puso de pie, y junto con Natasha, los dos fueron a la cocina. Teniendo al pequeño niño en brazos, Ace fue dándole a Natasha los pasos a seguir para que la mujer preparara un biberón de leche en polvo a la temperatura ideal de modo que el jovencito Lakor pudiera tomarla sin que le cayera mal. Una vez todos los pasos estaban dados, Natasha solamente debía esperar a que esta alcanzara su temperatura ideal. Llegado aquel momento, la mujer tomó un biberón de plástico, traído directamente de la casa de Ace y vertió allí el líquido para luego dirigirse a Ace y al bebé. — Déjame hacerlo, me gustaría familiarizarme por si alguna vez tengo que quedarme con él — Natasha se lo suplicó a Ace. El comandante Lakor no se negó a la petición de su compañera, pero no por eso soltó a su pequeño hijo. Él lo sostenía en sus brazos, mientras que ella acercó el biberón a su boca y así fue como el niño dejó de llorar para alimentarse. Los dos adultos estaban felices al ver que, por lo menos de forma temporal, el pequeño a su cuidado dejó de llorar. La expectación para ver si se quedaría tranquilo o no una vez se acabase lo preparado reinaba en los dos, pero llegó un momento en el que Arick apartó su boca del biberón, dejando un poco de líquido dentro del recipiente sin acabar. Acto seguido, el pequeño se quedó dormido profundamente en los brazos de su padre. Ace sonrió en gran medida, y Natasha se enterneció al ver como el niño tan pequeño daba un par de movimientos con sus brazos y algunos bostezos hasta quedarse totalmente inmóvil. Habiendo calmado y alimentado al niño, Ace fue a dejarlo en la cuna que habían preparado para él. Tan pronto como el pequeño Arick estuvo en su lugar, el padre del chico se encargó de arroparlo y dejarlo tranquilo para que pudiera dormir bien. — Te agradezco mucho por todo, Natasha — Ace sabía que no lo habría podido hacer tan rápido sin su ayuda. — No es necesario que agradezcas esto, Ace, recuérdalo — Natasha le dio una palmada en el hombro — Te prometí a ti y al pequeño Arick que nunca estarían solos. Y nunca lo van a estar. Puedes confiar en mí. Ace sonrió por tener una buena compañera tal y como lo era Natasha. Él sabía que ella en el pasado sentía mucho por él, y que incluso esos sentimientos, o por lo menos algunos, permanecían presentes en ella. La mujer, habiendo concluido su ayuda, mostró un gesto de alegría al hombre y luego de eso, se marchó a dormir. Dado a que no había convivido junto con ella por su relación con Agustina, Ace tenía en su mente algunas dudas que nunca llegó a manifestar sobre la invitación que Natasha le hizo a él y a Arick para vivir en su casa. El comandante creía que ella buscaba alguna especie de compensación a cambio. Tras ver que luego de su ayuda ella simplemente se marchó a dormir, esas dudas se empezaban a disipar de la mente del comandante. Con la tranquilidad de que el niño a su cuidado permanecería dormido por un gran período de tiempo, Ace fue a acostarse para descansar y estar listo para el día siguiente. Si bien, Gwyn le había dado permisos a raíz de su tragedia, su trabajo le requería estar presente y disponible en sus funciones de comandante. Quería descansar bien cada día, de modo que no llegase el momento de retornar a sus actividades y encontrarse a sí mismo dominado por el sueño. […] Al momento en el que Ace abrió los ojos, pudo notar que el sol se filtraba en la casa de Natasha por una de las ventanas instaladas en el cuarto. Sin haberse puesto ninguna alarma, el comandante se puso de pie de forma rápida para poder ir a ver cómo se encontraba su hijo. Un sonido de agua fluyendo llamó su atención, y Ace siguió el origen hasta que llegó al baño. Fue en ese lugar donde encontró a Natasha sujetando al pequeño Arick mientras este se encontraba en una pequeña bañera con el agua hasta la mitad. El soldado se llevó una sorpresa al ver que era ella quien estaba bañándolo, y se acercó para preguntarle a qué se debía el motivo. — Buenos días, Ace — Natasha lo miró con una expresión de felicidad, para luego volver a concentrarse en el pequeño niño. — Natasha, ¿qué ocurrió? — Ace no respondió al saludo por su preocupación — ¿Por qué estás bañando a Arick? — tras hacerle esa pregunta, el soldado metió su mano en el agua para corroborar su temperatura, y comprobó que estaba templada — ¿Tiene fiebre o algo? — No, descuida, solamente se ensució un poco — Natasha le respondió con la verdad — Puse su ropa a lavar luego de quitarle la mugre. Y decidí que sería buena idea darle un baño en vez de limpiarlo con toallitas húmedas. — ¿Y por qué no me despertaste? — Ace sintió un gran atrevimiento de parte de Natasha por haber hecho eso. — Lo intenté, pero estabas bastante dormido — la mujer le respondió con honestidad — No pude hacer que abrieras los ojos. El haber estado tanto tiempo intentando dormir a Arick durante la madrugada debió dejarte exhausto. Ace no recordaba haber sentido a Natasha intentando despertarlo en ningún momento, y eso lo llevó a creer que tal vez lo que ella dijo era la realidad. Lo cierto es que él reconoció que estuvo despierto un largo tiempo mientras Arick lloraba en sus brazos. El haberse quedado dormido tan tranquilamente y dejar a su hijo al cuidado de la compañera que les ofrecía su hogar para estar acompañado, hizo que Ace sintiera una gran vergüenza por su rol como padre del chico. Siendo que ella había tomado demasiadas molestias para cuidar de Arick, sintió que tenía que compensarlo. — Lo lamento, debí haberme despertado — Ace no se sentía orgulloso de su conducta — Él es mi hijo. Yo soy quien tiene que hacerse cargo de él. — Hey, tú te mereces un descanso — Natasha quería tranquilizarlo — Ace, Arick no podría pedir a un mejor papá que tú. Eres el mejor hombre que he conocido en mi vida. Este niño tiene suerte de tenerte. La forma en que lo cuidas, lo consuelas y le das seguridad es envidiable. No hay problemas si te tomas unos momentos más para descansar. Así podrás estar en tu mejor estado para cuidar de él, y ser el mejor padre sobre este mundo. Las palabras de Natasha tuvieron un efecto tranquilizante sobre el corazón de Ace. El comandante se sintió aliviado tras haber experimentado una sensación de vergüenza por no cumplir con su rol de padre como él lo tenía ideado en su mente. Ver que Natasha lo valoraba en sus esfuerzos y se encargaba de cubrirlo cuando él necesitaba descansar, lo hicieron pensar que el lugar en el que estaba era el que su hijo necesitaría para poder crecer. — Natasha… — Ace quería decirle algo. — Dime — Natasha sujetó a Arick al tiempo que volteó su cabeza hacia Ace. — Yo… — Ace pronto se vio inundado de recuerdos en su mente — Deja que sea yo quien lo seque y quien lo vista. Debería hacerlo yo. Tú puedes descansar. — Es una gran idea, Ace — Natasha le guiñó el ojo, acordando su plan — Mientras, te prepararé algo para el desayuno. Aunque sonaban bien, esas palabras fueron como una presión en el pecho de Ace. El soldado estaba recordando tanto los momentos breves pero tiernos que él había vivido junto a Natasha cuando ambos no eran nada más que simples soldados para una nación que ya había dejado de existir. Pero también fue invadido por los recuerdos de felicidad que creó acompañado de su esposa Agustina, y por la tristeza que le provocó su muerte reciente. La calidez y la frialdad se mezclaron en él, y las dos salieron a flote a la vez. Podía sentir como el deseo de estar junto a Natasha surgía, producto de recordar sus buenos momentos junto a ella, pero no quería faltar el respeto a la memoria de Agustina, a la vez que temía que algo malo pudiera ocurrir a la brevedad. Ace quería darle un agradecimiento como era debido a Natasha, mostrándole un poco de afecto y cariño para que no fueran siempre sus mismas palabras saliendo de su boca. Pero al haberse detenido en el momento, tuvo que conformarse con hacerse cargo de la segunda parte del cuidado de Arick. Una vez el baño se había completado, Natasha dejó al niño en las manos de Ace, y una vez que se secó el agua de las suyas, le dio otra palmada en el hombro al hombre. El comandante empezó a ver esa como una forma de Natasha de demostrar afecto con contacto físico sin cruzar más barreras, teniendo en cuenta que ella también recordaba su amistad con Agustina, y a quien le guardaba el respeto debido tras su partida. […] — ¿Pudiste encontrar lo que buscabas? — Natasha vio que tenía un folio en sus manos, pero no estaba segura de qué podría buscar Ace. — Lo encontré, y créeme que eso les ha ahorrado mucho dolor a nuestros detractores — Ace sacó con cuidado el sobre del folio, y su voz se tornó más fría. — ¿Qué es eso? El papel está doblado como si fuera el ícono de un correo electrónico — Natasha no estaba familiarizada con esa clase de cosas — ¿Y por qué es tan importante? — Esto es un sobre — Ace le explicó con paciencia, mientras lo mostraba a su compañera — Aquí dentro hay una carta que Agustina escribió para Arick hace unos meses atrás… Tenía pensado dársela cuando aprendiera a leer. Junto con las fotos que tengo de ella, son lo único que quedó para que Arick nunca la olvide. — ¿Ya tienes decidido cómo se lo vas a decir a Arick? — Natasha quería saber si Ace sabía lo que hacía — No tengo derecho a decirte como criar a tu hijo, y sé que yo nunca seré su madre… Pero no estoy tan segura de sí Arick deba recibir esa carta tan pronto aprenda a leer. Ace pronto empezó a reflexionar sobre lo que su compañera le había dicho. Un niño de la edad de Arick tardaría un par de años más en aprender a leer, pero si él entregaba la carta en el momento en el que él lo supiera, podría someterlo a enfrentarse a la tragedia y a la muerte siendo que, para él, eran conceptos que un joven tardaba mucho más en comprender, puesto a que él no los comprendió del todo hasta que llegó a la edad de los siete años. Hacer que se formaran en él un sinfín de preguntas acerca del paradero de su madre y del por qué ella no estaba presente en su vida no haría más que ocasionar una cicatriz emocional a muy temprana edad en él. — Ti… tienes razón — Ace aceptó que no sería lo mejor para su hijo — Arick merece crecer teniendo una infancia feliz. No quiero que él sufra lo que yo habré sufrido cuando perdí a mis padres, y por supuesto que no quiero tener que recurrir a modificar sus recuerdos. Tengo que tomar con sabiduría todo lo que Morris hizo para no cometer sus mismos errores. Natasha vio como Ace se acercaba para acariciar los cabellos del pequeño niño que sostenía en sus brazos, y luego de eso, le otorgó un beso con delicadeza. Ella apenas había comprendido el concepto de lo que era una carta, pero supo que era importante para el hombre que vivía con ella por la manera en que trataba esas últimas palabras de Agustina como si se tratara de un texto sagrado. — Arick va a saber todo acerca de su madre, pero será cuando esté listo — con una voz bastante apagada, Ace guardó el sobre con la carta y las fotos en un folio — Lo siento, Agustina. Sé que querías que esta carta fuera lo primero que nuestro hijo pudiera leer. Ten por seguro que se la voy a dar. Solo espero que no me juzgues cuando ese momento finalmente llegue. La comandante sintió un nudo formándose en su garganta al ver como Ace sufría siendo atormentado por el pasado y por la pérdida de su esposa, a quien amó tanto como ella una vez lo había amado a él en su momento, aunque esas sensaciones en ella no lo habían dejado. Con el pequeño Arick Lakor en brazos, ella se acercó al hombre y apoyó su cabeza sobre su hombro para ofrecerle consuelo. Ace lo vio, lo sintió, y llegó a pensar en lo mucho que él y Arick simbolizaban para Natasha. Cuando ya estaba acostumbrado a que Natasha le diera una simple palmada en el hombro para expresarle su presencia, agradecimiento y compañía sin querer involucrarse mucho más, se llevó la sorpresa de que Natasha estaba avanzando más, pero manteniendo el respeto y sin atreverse a realizar acciones que pudieran incomodarlo. El hombre notó que Natasha estaba totalmente comprometida tanto con él como con su hijo. No esperaba menos de una de las personas más importantes de su vida, siendo la única que junto a él permanecía desde la primera vez en que él afrontó un reto verdadero como soldado. El comandante empezó a pensar que todavía era muy pronto, pero con el paso del tiempo, podría llegar a un momento en el que estaría decidido a llevar una relación con Natasha al paso siguiente. Disfrutaba mucho de estar acompañado por ella, pero no quería apresurarse en sus sentimientos. Todo con tal de que no tuviera que pasar por el dolor de la pérdida una vez más. […] — La comida estuvo muy buena — Natasha se limpió la boca y las manos con una servilleta, puesto a que no se había ensuciado demasiado — Nunca antes habías hecho esta receta. ¿La estabas guardando para una ocasión especial? Mientras el pequeño Lakor estaba durmiendo, ambos comandantes estaban sentados a la mesa, compartiendo una cena preparada únicamente por el comandante Lakor. Una vez que él terminó de comer, se sirvió un poco de jugo de frutos rojos para poder beber, pero antes de dar un sorbo, le respondió la pregunta a su compañera. — Lo cierto es que esta es la primera vez que lo hago — Ace no le iba a mentir en ese momento — Vi videos y tutoriales para hacer esta receta hace una semana. Pero tienes razón en algo. Esta ocasión es especial. — ¿Por qué? — Natasha juntó ambas manos debajo de la mesa, como si estuviera implorando algo — ¿Qué tiene de especial esta noche? — Esta noche es especial para mí — Ace se tomó una pausa para generar intriga en ella — Porque es la noche donde te quiero pedir que seas mi esposa. Natasha se vio abrumada de sensaciones positivas en el momento en el que Ace le hizo esa proposición. Sin anillo, sin flores, y sin arrodillarse ante ella. Pero para ella, esa clase de cosas no eran necesarias. Le bastaba con que fuera él, el hombre de quien se había enamorado en su primera misión quien realizara dicha propuesta. Natasha se levantó de su silla y se puso de pie, gesto que el propio Ace también hizo. Ambos estaban en frente del otro. Lakor había lanzado la proposición, y era el turno para que Zafiro respondiera. El hombre imaginó su respuesta cuando vio que un par de lágrimas que parecían ser de felicidad brotaban del rostro de la mujer. Ella levantó la cabeza de modo que los ojos de ambos se encontraran, y allí, ella dio una respuesta que él tanto esperaba. — Acepto — Natasha saltó a los brazos de Ace, y le dio un beso en los labios. El hombre tomó a la mujer de la cintura, y permaneció quieto en el lugar, correspondiendo el beso que esta le había dado. Los labios de ambos se encontraban una vez más desde la última vez en la que compartieron un momento íntimo como ese, pero sus recuerdos no los llevaron al último, sino al primero de todos. Uno que se dio mientras ellos aún estaban en una misión que iba a diferir mucho de los desafíos que se iban a encontrar. […] — Gracias por el apoyo que me das — contar con Natasha era algo que Ace valoraba mucho, sobre todo cuando era tiempo de partir a enfrentar a los soldados de Zenith — De verdad me da gusto tenerte conmigo en las misiones. — Por nada — Natasha no quería dedicarle más palabras, y quería dar paso a sus acciones. Habiendo visto uno de sus primeros intentos frustrados, Natasha tomó la decisión de que esa noche no sucedería lo mismo que la primera vez. Ella se apresuró, puso sus manos sobre los hombros de Ace y acercó sus labios a los suyos. Lo que ella tanto había deseado finalmente lo había alcanzado. Un beso tierno en la boca era algo que ella sentía que tenía que darle hacía ya mucho tiempo. Le gustaba su apariencia, le gustaba su forma de ser, y más que nada, le gustaba su sinceridad y su bondad. Natasha tenía una atracción fuerte por él, y aunque él lo sabía, no podía dejarlo marchar sin que recibiera uno de sus besos. — Natasha, yo ya te dije que lo nuestro tendrá que esperar a que la misión termine — la mirada de Ace mostraba que no había disfrutado ese gesto. — Lo lamento — Natasha tenía que resistir para no derramar lágrimas, puesto a que sintió que el momento tan bello se había echado a perder — Es solo que yo quería a hacerlo desde hace tiempo. No debí haberlo hecho. No quise ponerte incómodo Ace. En verdad, lo lamento. — No lo lamentes. Ella fue tomada por sorpresa en el momento en el que Ace la sujetó y le dio un beso en la boca. Toda la tristeza que las palabras dichas por Ace habían causado en su corazón se esfumaron tan pronto como su compañero le dio un beso a ella. Lo había comprendido a la perfección. Él realmente quería darle un beso también, pero para que fuera especial, tenía que ser tomada con la guardia baja. Natasha al principio se vio sorprendida, pero una vez que descubrió las intenciones verdaderas de Ace, se dejó llevar mientras este le daba un beso. Natasha lo disfrutaba como nunca. Tras muchas dudas que se formaron en ella, el chico que le gustaba había correspondido sus sentimientos. Algo que nunca iba a olvidar jamás. […] — Hemos llegado a su casa, comandante — Faron dijo con alegría a su superior. — Gracias por haberte tomado la molestia, Faron — Ace abrió la puerta de atrás del vehículo militar conducido por uno de los soldados más leales que había tenido — Significa mucho para mí que hayas hecho esto por nosotros. — Lo haría mil veces, yo sé que, si no hubieras intervenido por mí en esa misión, yo habría perdido la vida — Faron nombró el momento en el que la muerte estuvo cerca de él, pero que debido a una de las órdenes de Ace, llegó a esquivar. En el atardecer del planeta edagriano, Ace y Natasha estaban regresando a casa tras un tiempo en el hospital. Pero no estaban solos en aquel momento. En los brazos de la comandante Zafiro se encontraba un pequeño bebé con apenas unos días de haber nacido, cubierto por una manta de color azul y un ropaje que nada más dejaba ver su pequeña cara y sus cabellos color rubio como los de su madre. El matrimonio de Ace y Natasha prosperó hasta el momento que todo el amor que ellos se mostraron desde el primer día había dado lugar al nacimiento de un niño fruto de la unión que habían formado. Superado el tiempo prudencial que Natasha debía pasar en el hospital, ella regresó a casa en compañía de su esposo y de la nueva bendición que había llegado a sus vidas. Faron esperó afuera, sabiendo que tenía un deber más por cumplir una vez que los dos comandantes pudieran entrar. La puerta de la casa se abrió, y tan pronto como la pareja casada entró al lugar, se encontraron con Alicia, a quien le habían dado la tarea de cuidar al pequeño Arick en ausencia de ellos dos. La mujer, quien había escuchado el ruido del auto, se acercó a los dos para poder ver al niño una vez más, dado a que solo pudo verlo una única vez en el día en que fue a visitar a la pareja al hospital. — Ace, Natasha, bienvenidos de vuelta a su hogar — Alicia les dio un saludo con las manos a ambos, para luego centrar su vista en el bebé — Hola, pequeño Azel… Tan precioso y tan tierno. Esta será tu casa, pequeñito. La pareja se veía conmovida por la forma tan dulce en que Alicia se dirigía al hijo de ambos, valorando mucho la presencia de la mujer en sus vidas. — Pero no vas a estar solo, mi pequeño bebé — Alicia le susurraba con ternura — Tienes un hermano mayor esperando por conocerte. Espero que tú también tengas muchas ganas de conocerlo a él. — ¿Arick está durmiendo a esta hora? — preguntó Ace, algo sorprendido, ya que todavía consideraba que era temprano. — Ayer no durmió en toda la noche — Alicia fue sincera con los dos — No pude hacerle entender que ustedes dos llegarían hoy, y él pensó que lo estaba engañando. Finalmente se durmió hace unas cuatro horas. Y no creo que despierte pronto. — Bueno, ¿escuchaste eso, Azel? — Natasha le habló con ternura a su bebé — Tu hermano mayor está dormido. Será mejor que te portes bien y no lo despiertes. Madre y padre le dieron un beso en la frente a su pequeño bebé, imposibles de resistirse al encanto del niño, y con las ganas de mostrarle mucho de su afecto. Alicia sonreía al ver una escena tan bonita como esa, puesto a que la alegría de sus compañeros la contagiaba en gran medida. Ace era como un hermano para ella, y Natasha fue alguien con quien llegó a construir una amistad sólida tras haber concluido la guerra con los edagrianos. Verlos a ambos formar una pareja tan sana y amorosa para cuidar a sus hijos la llenó de esperanzas. Sabía que el futuro depararía cosas solamente hermosas para ellos y para sus hijos, y deseaba poder estar presente para contemplarlas cuando estas llegaran a ocurrir. — Bueno, Faron debe estar esperándome para llevarme a casa — Alicia se despidió rápido por las prisas — Mañana vendré a buscar algunas cosas que dejé, y de paso visitaré a los pequeños angelitos. — Te estaremos esperando, Alicia — Ace le hizo saber que su compañía era apreciada en la casa — Avisaremos tan pronto hayamos atendido a Azel para que lo puedas ver dormir tranquilo en vez de llorando y gritando. — En ese caso, estaré atenta a mi móvil — la exploradora supo que tenía que marcharse — Nos vemos. Cuiden bien a estas preciosuras. Alicia saludó a Ace con un abrazo y a Natasha con un beso en la frente, teniendo cuidado de no hacer un movimiento brusco mientras que Azel estaba en sus brazos. Cuando la puerta de la casa se cerró y escucharon el vehículo emprender la marcha, los dos comandantes, de licencia en ese momento por el nacimiento de su hijo, supieron que Alicia sería llevada a casa. — Tenemos que comprarle algo para compensarla por esto — Natasha no permitiría que Alicia sintiera que la hicieron trabajar gratis, por más que todo fuera un favor. — Cuando nos venga a visitar, encargaré su postre favorito — Ace creyó que sería una buena manera para mostrarle una compensación por haber cuidado de Arick — Pero eso queda para otro día. Llevemos a nuestro bebé a su cuna. Dando pasos calmados para no despertar a un dormido Azel, Ace y Natasha fueron hasta la que se había convertido en la habitación de Arick, donde el chico de dos años y medio de edad descansaba cómodamente, tal y como Alicia había indicado a la pareja. Lo primero que hizo el matrimonio fue dejar a Azel en la cuna. Natasha lo colocó con suavidad, apoyando la cabecita del pequeño sobre una almohada pequeña que habían conseguido para él. Ace, como acostumbraba hacer con su primer hijo, se encargó de cubrir a su bebé con una manta de forma cuidadosa. Natasha miró con ternura la manera tan delicada en que Ace movía las manos alrededor del más joven de los Lakor, cubriéndolo de forma exitosa sin despertarlo. Era algo que le salía de forma natural tras haberlo ensayado mil veces con Arick cuando este era bebé. Una vez el chico ya estaba recostado por primera vez en su cama, Ace apoyó sus manos sobre los bordes de la cuna, mientras que Natasha se envolvía en un abrazo cerca de su esposo, recostando su cabeza sobre su pecho. Ace no tardó en levantar uno de sus brazos y cubrirla por encima del hombro. De esa forma, ambos estaban juntos y mostrándose un cariño de pareja que solían compartir. La vista de los dos iba dirigida al pequeño de cabellos rubios, quien había nacido del amor que ellos dos se tenían. — Su primera noche en casa, y nuestra primera noche como una familia de cuatro reunida — Natasha decía, en referencia a Azel y Arick. — Una familia muy feliz — Ace complementó a lo dicho por su esposa — Mañana será el día en que Arick lo conocerá. — ¿Crees que le guste su hermanito? — preguntó Natasha, algo curiosa respecto a la opinión del chico — Arick es un chico bondadoso y tierno, y esas cualidades las ha sacado de ti. Pero siempre ha sido el hijo único. — Arick amará a su hermano, de la misma forma en que yo te amo a ti, y de la forma en que tú nos amas a mí y a él — Ace besó a Natasha en la mejilla tras sus palabras — En este hogar solo hay lugar para el amor. Porque así fue que lo hemos construido. Dichas esas palabras, el silencio comenzó a reinar en la habitación. Ace y Natasha estaban decididos a dar lo mejor de su vida por sus hijos, y siendo que ambos ya estaban dormidos, la promesa de amor mutuo que les iban a entregar era todo lo que necesitaban para saber que iban a cuidarlos como lo más preciado que tenían. Tras quedarse mirando a Azel por unos minutos y ver que se encontraba bien, cansado y tranquilo, los padres del pequeño acariciaron suavemente sus cabellos, para apartarse de la cuna y dirigirse a la cama sobre la que dormía el mayor de los hijos de Ace. El comandante vio como Natasha se agachó para poder murmurar algo en los oídos del niño que había tomado como suyo en el día en que ella y Ace unieron sus vidas en matrimonio. — No puedo esperar para que sea el día de mañana y puedas despertar para conocer a tu hermanito — Natasha pronto le dio un beso maternal en la frente al chico — Seguro que él no puede esperar a crecer para poder jugar contigo. Ace vio esa escena sintiendo como solo una emoción tomaba el control de sus pensamientos, y esa era el deseo de que nada pudiera cambiar su felicidad en ese momento. Sus dos hijos estaban sanos y a salvo en su hogar, y tenía al lado suyo a una compañera de vida con quien los podría cuidar para que, en el día de mañana, los dos fueran hombres de bien al crecer. Ace tomó la mano de Natasha y la sostuvo con firmeza, pero también con una gentileza característica de él. — Lamento que no puedas estar aquí en este momento, amor — Ace dirigió sus pensamientos a la única persona que sentía que hacía falta — Pero sé que, si nos estás viendo, debes estar muy feliz de ver que Arick está a salvo y en buenas manos. Así es como las cosas se van a quedar. Siento que tu vida haya tenido que tener un final prematuro. Pero juro que voy a proteger a mi familia y a mi hogar. Lo juro por el amor que tú y yo compartimos, y que nunca voy a olvidar ni a dejar atrás.
Amigo, este ha sido un capítulo muy especial y emotivo. Me ha encantado ver mediante diferentes escenas como fue progresando ese amor entre Natasha y Ace, el cual ya inició al principio de esta maravillosa historia. Pasaré a comentar parte por parte. Comenzamos con Ace intentando hacer dormir a un bebé Arick, tras haber perdido recientemente a su madre Agustina. Ace ahora convive con Natasha ya que ésta se ha ofrecido a ayudarle en esos difíciles momentos, cosa que hace en ese preciso instante cuando busca la forma de dormir a Arick. Aquí ya vemos que Natasha tiene muy presente esos sentimientos que antaño tuvo por Ace y aunque sabe que debe ir con cautela, es evidente que ella nunca ha renunciado a eso. Por eso mismo, mediante halagos y buenos gestos, la mujer empieza a calar en el corazón del entristecido Ace. Poco después, Ace despierta y se sorprende al ver a Natasha bañando a Arick, a priori sin pedir permiso ni nada. Evidentemente, Ace está un poco contrariado pero nuevamente se muestra a una Natasha conciliadora, cariñosa y confiable que en cierto modo baja la guardia de un Ace que empieza a sentir esa chispa de querer retornar todo ese cariño a la mujer, aunque a su vez, recuerda que hace no mucho perdió a su esposa y ese sentimiento también está presente. Amor y dolor, estar roto pero no del todo (porque puede volver a amar), un poco como debía sentirse Ace en ese momento. Tras esto, pasamos a ver como Ace recupera la famosa carta que vimos que Agustina le escribió a su hijo Arick para que la leyese cuando fuese un poco más mayor. Esta escena ya la vimos en el capítulo de Ace y Agustina si no me falla la memoria. Sea como sea, se muestra nuevamente que Natasha está dando pasos (respetuosos y sin presión) hacia hacerle ver a Ace que ella no solo está ahí para ayudarle, sino también para amarle. Por eso mismo, la siguiente escena nos muestra como, en una comida improvisada (pero al parecer bien hecha ) por Ace, éste considera que es un buen momento para hacerlo especial y pedirle matrimonio a Natasha, que acepta sin dudarlo. Esto nos lleva al flashback del que sería, si no me equivoco, el primer beso que hubo entre ambos durante la misión que involucró disputas entre Black Meteor y Zenith. Un recuerdo muy especial y que sin duda encaja a la perfección aquí. Acto seguido, volviendo a la "actualidad", vemos como ha nacido el pequeño Azel y como al llegar a su nuevo hogar llevados por Faron, espera Alicia, que se ha quedado a cargo de Arick. Siempre lo he dicho, me parece hermoso que los amigos se queden con los hijos de otros, es como si todos fuesen una gran familia (en mis ojos lo son ). Sea como sea, una vez la familia Lakor Zafiro se queda sola en casa, disfrutan de esa felicidad de haber formado una familia. Arick y Azel se tendrán que conocer el próximo día. Finalmente, en medio de esa felicidad, Ace se acuerda de su ex esposa fallecida, recordándola con amor y sintiéndose mal por su pronta pérdida, pero jurándose a sí mismo que defenderá a muerte la familia que tiene, y espera que Agustina, allá donde esté, esté orgullosa de ellos. Un cierre genial porque en situaciones así, es muy real el hecho de que en momentos de máxima felicidad, cierta tristeza o nostalgia te ataque por según que razones. En fin, amigo, gran capítulo para recapitular sobre lo sucedido entre Natasha y Ace, y ver que son una pareja maravillosa. Ojalá sobrevivan a esta historia, ella y sus bebés, porque así lo merecen.
Saludos. El domingo casi termina así que ya va siendo buen momento para publicar el siguiente capítulo de esta historia secundaria. Por el momento, los tres capítulos parten de una línea temporal muy cercana entre sí. Bueno, ahora vamos a mostrar un capítulo para un personaje con apariciones relativamente menores en el universo de La Gran Catástrofe, pero que tomará un poco más de importancia con el tiempo, además de que va a permitir conocer un poco mejor su trasfondo. Etiqueto y mando un gran abrazo a mi gran amigo Manuvalk con quien disfruto muchísimo de nuestras lecturas en simultáneo que se dan por discord. Me alegra saber que le gustaron mucho los tres capítulos anteriores, y espero que este, aunque se aleje un poco del foco que venimos manejando en este spin off le guste también. Sobre todo por el tipo de personaje que veremos y sus acciones :) Sin más para decir, dejo el capítulo. Zigfried – La mano asesina: — ¡Doce, trece y catorce! — gritó un hombre alto, canoso y con una barba desprolija. En el planeta Garak, un pequeño sitio se había formado para que los humanos realizaran una clase de pruebas de calidad con armas de fuego. Como parte del trato de Asmir para con los humanos era hacerlos trabajar por sustento, cada uno tenía que desempeñarse en un rol en que fuera útil. Un grupo de gente entre los que se encontraban hombres y mujeres, todos adultos, estaban en una pequeña gaceta de tiro. Los garak necesitaban probar las balas y las armas de fuego que habían desarrollado, y querían la colaboración de los humanos. En ese pequeño campo de tiro, Zigfried se encontraba sosteniendo un rifle de asalto de tamaño superior por muy poco a un estándar de la humanidad. Todos los demás presentes en el sitio, ya fueran humanos o garak, poseían armas similares en sus manos o en el suelo. Las pruebas estaban siendo llevadas a cabo por dos evaluadores, un militar retirado de la humanidad y un militar actual de los garak. Muchas dianas de concreto estaban en el suelo, presentando todas agujeros de bala. Solo quedaba una en pie frente a Zigfried, y era su último objetivo. — Dispara cuando gustes — el militar garak, quien tenía una tableta electrónica para llevar anotaciones, centró su vista en el humano. Fue solo escuchar esa palabra para que Zigfried accionara el gatillo. La bala salió desde la boca de su arma, y en menos de dos segundos, ya estaba en su objetivo. Tras haber impactado justo en el centro, el bloque cayó al piso junto con los otros. El rifle que portaba el humano se había quedado sin balas, lo que quería decir que su prueba había terminado. Con un gesto, el evaluador garak indicó a otros colegas de su especie que entraran, y así lo hicieron, sustrayendo las armas a los humanos que se ofrecieron voluntarios para probarlas. Algunos salían del sitio apenas las devolvían, mientras que otros se quedaban a esperar a sus compañeros. Zigfried se estaba por ir, pero se detuvo en seco cuando vio que estaba siendo llamado por el militar retirado de la humanidad. Algo curioso, el hombre se quedó en el sitio a esperarlo. — Tu puntería es perfecta, y eres rápido para apuntar — alabó aquel que ya estaba retirado de actividades militares. — Gracias por el cumplido, siempre me gustaron las armas — Zigfried se sintió alagado. — Disparas mejor que yo en mis años de formación, y podría atreverme a decir que disparas mejor que algunos soldados que Magnus se llevó a la guerra — el militar retirado no sentía estar exagerando al dirigirse a él — ¿No intentaste nunca ingresar a una academia militar? Tienes un año menos que los tres comandantes que Magnus se llevó. — Siempre quise, pero mi madre y mi padre me habrían matado — Zigfried contestó a la pregunta de aquel militar, mientras ambos empezaban a salir — Ellos tenían mucha paranoia con el asunto de la paz después de la catástrofe. No querían que se declararan guerras y que yo estuviera atrapado en el ejército de Black Meteor. — Qué lástima, porque en la Tierra no ha habido guerras, pero en Edagr se está por llevar a cabo una muy importante — se quejó el militar retirado, expresando su lamento — Tal vez deberías reconsiderar unirte al ejército. Si esta guerra termina en un fracaso, tendremos que abandonar este sitio con los humanos que nos queden. Le vendría muy bien a la humanidad un tirador como tú en el ejército. — Lo voy a pensar, pero todavía no tenemos noticias sobre si han llegado o no a Edagr — el hombre quería cambiar el tema y marcharse, haciendo un par de muecas de aburrimiento con la cabeza. — La llegada estaba programada para hoy — respondió quien había supervisado la prueba — Veremos qué tipo de noticias nos dan. Saludando de forma respetuosa a quien le brindó una supervisión en la gaceta de tiro, al mismo tiempo que le permitió efectuar un par de disparos en una afición que tenía aquel que había deseado participar en el ejército, Zigfried se marchó y se fue directo a uno de los sitios donde tenían asignado para dormir. No comió nada antes de dirigirse allí, y fue por eso que fue el primero en llegar, faltando el compañero con quien compartía un cuarto. Estuvo un par de horas recostado sobre el colchón de la cama de la habitación, y fue allí que un joven de su misma edad ingresó al sitio. A Zigfried le llamó la atención ver que su compañero venía con una caja en las manos. — ¿Me trajiste algo de comer, Arker? — preguntó con curiosidad. — Traje algo mejor, Zig — respondió aquel que se apodaba de tal manera — Ahora que Asmir y los garak más importantes no están, la vigilancia de este sitio es un chiste. Quise tratar de averiguar algo de información acerca de la guerra, pero no lo conseguí. Casi todos los militares importantes que ese cretino garak dejó atrás estaban reunidos esperando el estado actual de la guerra. — ¿Y qué fue lo que trajiste? — Zig se sentó, harto del misterio. — Mientras regresaba, me puse a recorrer un par de pasillos que estaban sin vigilancia, y me topé con esto — Arker se acercó a su compañero y se sentó en la cama junto a él. Con delicadeza para no hacer ningún ruido brusco al abrir la caja, Arker la abrió del todo y dejó ver una pistola con un cargador separado del cuerpo del arma. Zig no le veía nada de especial, puesto a que, como un aficionado a las armas, había visto muchos ejemplares como el mostrado por su amigo. — ¿Qué tiene esto de especial para que estés feliz? — preguntó Zig, queriendo saber si se estaba perdiendo de algo. — Esta pistola es la misma que usó el soldado de Zenith al suicidarse — contestó Arker, murmurando para mantener las cosas tranquilas. — ¿El hijo del famoso comandante Stones? — Zig escuchó esa historia entre rumores de los garak, pero nunca lo conoció ni pudo presenciar el hecho. — El mismo que mencionaste — Arker parecía estar feliz — Ese soldado era hijo de uno de los militares más importantes en la historia de nuestra nación vecina. Y yo tengo ahora mismo el arma con la que se puso un fin a su vida. ¿Tienes idea de lo valioso que será esto? — ¿Quieres venderla por dinero? — su compañero ciertamente estaba sorprendido al respecto — ¿Cómo crees que van a reaccionar sus compañeros cuando se enteren? — No la pienso vender hasta que no hayan pasado un par de años desde que todo esto termine, sea como sea — Arker lo tenía decidido — Necesito que todo el mundo se haya olvidado de esto para cuando lo quiera vender. — ¿Qué te hace pensar que alguien la va a querer comprar? — Es una pieza histórica — Arker lo explicó desde su punto de vista — Fue fabricada en la Tierra en tiempos incluso previos a la Catástrofe. Sin importar en dónde vayamos a vivir, eso ya la vuelve una reliquia. El que haya pertenecido a alguien importante, solo va a hacerla más valiosa. — Yo te digo que solo un historiador o un obsesivo por el ejército podría tener interés en comprarla — su amigo no se veía tan entusiasmado al respecto — A mí me interesan mucho las armas, pero ni así tengo un interés en comprarte eso, y tampoco te lo aceptaría como regalo. — Perfecto, no te la venderé a ti — Arker bromeó con su amigo — Se la venderé a un historiador o a un obsesivo como dices tú. — Primero deberías preocuparte por tener un mundo donde vivir para que puedas hacer uso del dinero que ganes cuando lo vendas — Zig le cortó de raíz ese pensamiento. — No me corresponde a mí pensar en eso, sino a los que se marcharon a la guerra. — Bueno, en eso tienes la razón. Esperemos a ver si se nos da alguna noticia pronto de cómo van marchando las cosas. […] — ¿Qué tal este lugar para empezar a montar nuestro pequeño imperio? — Arker extendía los brazos. Un complejo totalmente vacío era todo lo que se podía ver por Zig y el resto de hombres y mujeres que venían detrás de Arnold Kerdion. Tras la llegada a Edagr, Arnold empezó a contactar a todos los compañeros que había tenido y con quienes estableció una amistad durante su trabajo en el planeta Garak en la fabricación de armas y balas para la milicia garak. Las intenciones del hombre, junto con la de su mejor amigo Zigfried, eran crear un pequeño sitio donde pudieran llevar a cabo el diseño, creación y elaboración de armas, de modo de que no fueran solamente los militares quienes pudieran contar con dichos objetos en caso de una emergencia. Un recorrido de nueve días después de haber llegado al planeta Edagr fue todo lo que le bastó a Arker para elegir ese sitio como el ideal para el grupo. Era inmenso en tamaño, pero vacío de comodidades como muebles o maquinarias de trabajo. Requeriría de gran trabajo de parte de todos los involucrados en ese pequeño pasatiempo fuera de los límites de la ley para convertir el sitio en un lugar próspero para sus objetivos. — Sé que quizá están algo desalentados, pero por un sitio se tiene que empezar — Arker quería motivar al resto de sus amistades — Y ese sitio es este. Podemos venir aquí con nuestras cosas y tratar de remodelarlo. Juntar dinero entre todos con los ahorros de lo que nos dan por nuestros trabajos, y con ese mismo dinero ir comprando lo que nos haga falta para seguir avanzando. — ¿Solo nosotros? — preguntó una de las mujeres en el grupo — Me parece que sería mucho más rápido si buscáramos más gente que pudiera unirse a nosotros. — Más rápido y arriesgado — Zig habló desde su propio punto de vista — Nosotros tenemos confianza, y sabemos que ninguno de nosotros hablará con la milicia sobre esto. Pero no podemos decir lo mismo de otra gente. Prefiero ir lento y seguro que rápido y con miles de riesgos. — Esa es la actitud que a mí me gusta ver — Arnold siempre supo que sería Zig el primero en apoyar su idea — Este inicio será lento, pero una vez que hayamos podido establecernos, seremos imparables. ¿Quién sabe? Tal vez en el futuro nuestras creaciones sean tan buenas que incluso el ejército podría venir y pedirnos colaboración en lugar de cerrarnos el negocio. ¿No les gustaría la oportunidad de crecer hasta que seamos los más grandes? Este mundo es un nuevo comienzo. No vamos a tener ninguna clase de competencia. Es una oportunidad de oro que no podemos desperdiciar. — Yo estoy contigo siempre, Arker — su compañero le habló de forma gentil — Hemos abandonado nuestro hogar juntos. Crearemos juntos nuestro sustento aquí. ¿Y qué hay de todos ustedes? Inspirados por la decisión y las promesas de prosperidad impartidas por quien era el líder del grupo, los demás hombres y mujeres en el equipo tenían decidido que serían partícipes en la creación de un negocio por el cual pudieran ayudar a civiles de la humanidad a contar con sus propias armas, al mismo tiempo que invertían sus ganancias en hacer crecer su emprendimiento. Arnold y Zigfried sonreían al ver cómo ese sitio, desde aquel momento, se convertiría en su nueva, y tal vez primera, base de operaciones para llevar a cabo sus investigaciones tanto tecnológicas como financieras. […] — Esta mierda de los detractores nos deja muy complicados — Zig, sentado en una silla giratoria en la oficina montada en el almacén, leía las noticias a través de un portal de información oficial — No puedo creer que haya gente tan resentida para ir tras nuestros héroes. Lo peor de todo es que nos han arruinado el negocio. — No veo por qué nuestro negocio se ve arruinado por ellos — uno de los compañeros de Zig y Arker tenía mucha curiosidad en sus conclusiones — Todavía no hemos terminado nuestras armas en primer lugar. Nuestro primer lanzamiento sería en tres meses. ¿Qué nos afecta la aparición de esta gente? — Estos tipos están llenos de odio, son capaces de cometer locuras si se les da la oportunidad — el hombre, segundo al mando en aquel grupo de gente independiente, empezó a brindar los detalles — Piensa en lo que pasará si le llegamos a vender un arma a uno de esos locos. Todo va a terminar con la muerte de algún militar importante, y el ejército tendrá la excusa perfecta para salir de cacería contra los civiles. Llegarán al asesino tarde o temprano, y cuando le pregunten de dónde sacó su arma, el tipo hablará y todos nosotros caeremos por la complicidad de su crimen. Está más que claro que no vamos a vender nada mientras este problema no se soluciona, lo que no sé bien es cuanto puede tardar en ocurrir. — ¿Y nuestra investigación? — preguntó aquel hombre. — Eso lo decide Arker, no yo — Zig no quiso tomar un sitio que no le pertenecía en la escala de comando — Es una pregunta que le tienes que contestar a él. Frustrado por ver que la aparición de gente que acumulaba odio en contra de los soldados de la humanidad que arriesgaron su vida para poder conseguir un mundo nuevo en el que el resto de su especie pudiera vivir, Zig vio como la idea de su amigo y suya para establecer una reputación y una forma sustentable de vida basada en una actividad de venta de armas se les iba de las manos por una amenaza externa. Cerró el portal de noticias que estaba mirando, y desde su propio dispositivo móvil, se puso a ver imágenes de escopetas, ballestas, pistolas y otras armas con ojos anhelantes. Deseaba tener la oportunidad de fabricar ejemplares de cada una tarde o temprano, y si no se les permitía obtener ninguna clase de beneficios a causa de la auto prohibición de ventas, esos días jamás iban a llegar. Distraído en su pequeño ritual de girar la silla hasta llegar al límite y luego realizar una inversión en el giro directo hacia el otro lado, una notificación de su compañero y líder lo sacó de su estado. Con curiosidad, Zig abrió dicha alerta y empezó a leer el mensaje de texto que Arker le había enviado. — ¿Una reunión esta noche? — Zig estaba algo sorprendido. — Para oficializar la no venta de armas, o incluso para disolver nuestro grupo — sospechó quien acompañaba a Zig. — Arker no necesitaría una reunión entre todos nosotros para eso — Zig no tenía idea de qué pensar — Tiene que ser algo que quiere que nos quede grabado en la cabeza, y por eso ha de querer que nos juntemos en persona. El tiempo pasó muy lento para Zig, gastando todos los minutos de la tarde para tratar de adivinar con qué clase de palabras aparecería su colega en la reunión que iban a tener con el grupo. Cuando la hora llegó, Zig fue el primero en tomar un asiento correspondiente en una sección despejada del almacén, en donde únicamente había sillas ligeras y estaba bajo un pequeño foco de luz. En el centro del sitio elegido para la reunión se encontraba una mesa rectangular de gran altura, con una masa salada y jarras de agua sobre esta. Arker fue el segundo en sentarse, a la espera de que todos los demás llegaran y se acomodaran. Una vez que todo el grupo de amigos estaba reunido en aquel sitio, dio comienzo la charla impartida por el líder. — Cómo muchos de ustedes que me conocen bien habrán pensado… — Arker habló como si hubiera hecho un censo previo a la reunión — No podemos continuar con nuestra idea de vender armas mientras el ejército tenga a esta gente molestando. Nadie parece sospechar que utilizamos los conocimientos que aprendimos trabajando para Asmir y los garak en nuestro propio beneficio. Echar a perder una oportunidad como esta sería muy estúpido. — ¿Entonces qué es lo que vamos a hacer? — una mujer no estaba muy feliz con esas palabras — ¿Tirar a la basura todo el esfuerzo que pusimos? ¿Esfuerzo que tú nos convenciste de poner? — Nuestros héroes lucharon y acabaron con los edagrianos, confío en que se encargarán eficientemente de estos detractores — Arker tenía fe en la milicia — Pero eso, siendo que se trata de nuestros pares, va a llevar tiempo. No podremos vender, lo que significa que no obtendremos ganancias para invertir. Y sin más de lo que ahorramos de nuestros trabajos oficiales, no podremos avanzar mucho… Sin embargo, nadie dice que no podamos obtener nuestros ingresos de otros lugares. — ¿Qué lugares? — Zig creyó que Arker no lo habría traído a la mesa si no fuera una idea lógica — ¿A quiénes vamos a desangrar? — He averiguado que hay un… “tipo que lo ha perdido todo” —Arker no deseaba sonar arrogante o desalmado — Mientras se encontraba trabajando en Garak, usó sus tiempos libres para aprender a jugar como una manera de distracción para no pensar en sus amigos y familiares muertos en la Tierra. Al no tener a nadie para que lo acompañe, pronto esa afición al juego se convirtió en una adicción. — ¿Un adicto a las apuestas tiene tanto dinero para reemplazar a nuestros potenciales clientes? — otro de los amigos de Arker empezó a dudar de dicha posibilidad. — Todo lo contrario, ese tipo está quebrado y hundido en deudas que tiene que pagar pronto — Arker sonreía con un toque de malicia al decir eso — Y por su condición de adicto a las apuestas, ningún banco quiere prestarle crédito. Ahí es donde entramos nosotros. — ¿Quieres que le prestemos dinero a un tipo que tiene un historial de no poder pagar sus deudas? — una de las mujeres lo veía risible — Te volviste loco, Arker. — Tenemos una ventaja que los bancos no tienen — el hombre tenía algo más en mente — Por ley, no se puede desalojar a alguien de su casa, ni tampoco quitarle las posesiones que dicha persona no esté dispuesta a vender. El banco no le presta créditos porque sabe que no pueden tomar ninguna garantía por el préstamo. Pero nosotros no somos un banco oficial. No estaríamos atados a esas leyes. Le prestaremos dinero a este tipo, y si no está interesado en devolverlo con los intereses que nosotros establezcamos, le arrancaremos todo lo que tiene de las manos. Tomaremos todo lo que sirva para nuestras necesidades, y así estaremos sosteniendo nuestro pequeño negocio hasta que este asunto con los detractores se haya terminado. — ¿De verdad tienes deseos de que nos conozcan como la primera mafia del planeta Edagr? — uno de sus compañeros no pudo evitar compararse con un grupo criminal de esa clase. — Es eso o resignarnos a estar en pausa hasta que todos los detractores hayan sido puestos en detención — Arker tiró la propuesta sobre la mesa — Claro que esta invitación es voluntaria. Quien no desee participar en estos préstamos, no tiene por qué hacerlo. Pueden retirarse ahora y volver al grupo cuando nuestro objetivo primario tenga luz verde para seguir. Eso sí, no esperen un trato amigable viniendo de los que sí nos quedamos cuando tengamos que hablar de números. La decisión es suya. Para un par de sus compañeros, la idea de Arker era una locura completa. Sin embargo, Zig vio una gran oportunidad de poder expandir su tecnología si podían llegar a aprovecharse de la gente correcta y asegurarse de que la deuda tomada y los intereses no pudieran estar pagos a tiempo. Queriendo motivar a todos los demás a quedarse, de modo de no detener por completo sus investigaciones y la adquisición de la tecnología requerida, Zig se puso de pie. Ante la vista de todos se acercó a la mesa, tomó la jarra de agua y sirvió dos vasos, uno para Arker y otro para él mismo. Tras haber servido uno para cada integrante del equipo, el hombre llevó a su amigo y promotor de la idea el que le correspondía. Su compañero y líder aceptó el vaso poniéndose de pie, y fue así que el dúo empezó a mirar a todos los demás, invitándolos con la vista a que se atrevieran a dar el paso y meterse en ese negocio un poco más explotador y menos discreto que el original por el cual se habían agrupado. La idea de no poder contar con un margen de ganancia parejo en el caso de retirarse y luego regresar fue la que motivó a aquellos que tenían más dudas al respecto. Uno por uno, los hombres y las mujeres empezaron a tomar sus vasos con agua, y pese a no tratarse de una bebida con alcohol, realizaron un brindis, como símbolo de que el grupo permanecería unido, y que las maniobras propuestas por Arker se llevarían a cabo con tal de mantener a flote a su grupo. […] Lo que nadie supo en el momento de realizar el brindis era que esa táctica de Arker para que su grupo tuviera una oportunidad de generar ganancias se terminaría convirtiendo en la principal actividad que lideraría la visión de aquel grupo. Los prestamos no oficiales que Arker, Zig y el resto de la banda criminal tomaron tanta fama entre la población en los primeros meses que incluso personas sin problemas económicos o necesidades financieras urgentes elegía acudir a ellos antes que a los bancos. Las leyes que prohibían a los bancos la sustracción de objetos materiales, inclusive, aunque estos fueran terrenos vacíos y sin edificaciones, fue lo que hizo que su grupo tomara una gran ventaja. Podían establecer con las personas las tasas de intereses que eligieran, y los plazos eran determinados según el individuo a quien le prestaban el dinero. No lo creían posible en los primeros meses, pero desde que esa estrategia sustentable se asentó como una fuente de ingresos inmediatos para el grupo, la fabricación y venta de armas en un mercado negro donde ellos iban a ser los únicos vendedores terminó pasando a ser más un proceso de apoyo que su objetivo principal. Si alguien se rehusaba a pagar los préstamos en tiempo y forma, las armas resultaban ser una buena opción para intimidar a las personas para que no se atrasaran con los pagos. Fueron más de cinco años en los que labraron una reputación con la gente a la cual prestaban dinero, y aunque las investigaciones para fabricar armas y balas nunca se había detenido, su progreso tuvo un lento avance, logrando solo alcanzar a fabricar pistolas de buena calidad. El almacén que otrora estuvo vacío, se encontraba repleto de máquinas con las que operaban cuidadosamente para la elaboración de munición y teniendo el cuidado de no llamar la atención del gobierno ni de la milicia, de modo que no se descubrieran sus actividades ilegales de otorgar dinero. Uno de los días que creyeron que sería como cualquier otro, Zig y Arker se encontraban jugando a las cartas a través de una aplicación en sus teléfonos móviles. Su partida se vio interrumpida cuando el móvil de quien era el líder empezó a sonar. Habría ignorado la llamada de no ser porque se trataba de uno de sus compañeros que estaban en una recaudación de deudas. Arker atendió el teléfono poniendo el altavoz, suspendiendo la actividad de ocio que llevaba con su amigo, y fue allí que se encontró con una noticia poco alentadora. — ¡Arker, menos mal que contestaste! — expresó algo alterado uno de sus compañeros — ¡Ese puto granjero frustrado de mierda nos estaba esperando con un garrote de policía! ¡Al parecer, alguien sabe que cuando llevamos las armas con nosotros para intimidar, las llevamos descargadas! ¡Ese tipo no retrocedió cuando le mostramos las pistolas, nos agredió y se las quedó para él! — ¿Qué tan grave es? — Arker estaba preocupado, pero guardaba sus apariencias — Saben que no pueden ir al hospital sin contestar las preguntas del personal médico. — Nos recuperaremos, pero el caso es que el tipo dijo que, si volvíamos a acercarnos a su casa, nos denunciaría con la policía — respondió quien había hecho la llamada. — Si habla, él estará en serios problemas con las autoridades — Zig lo tomaba como un intento de ser fanfarrón. — Dijo que prefería problemas con los policías y el gobierno a tenerlos con nosotros, así que no creo que esa extorsión pueda con él — tras haber dicho esas palabras, no hubo respuesta alguna de Arker o de Zig — Estamos regresando al almacén ahora mismo. La llamada terminó, precediendo a un silencio de un minuto de prolongación, en el que tanto Zig como Arker se miraron en silencio. Siendo amigos tan cercanos, les era muy sencillo leer al otro, y saber bien las preocupaciones que corrían por las mentes de su semejante. Lo que sus compañeros habían contado era algo que los dejaba bastante preocupados a ambos. No podían permitir que su negocio empezase a mostrar debilidades, y esa que acababa de ocurrir tenía vía libre para convertirse en la primera de muchas confrontaciones con sus clientes. — No podemos dejar que ese tipo siga riéndose de nosotros — Zig se lo tomó personal — Le dimos el dinero, no se ve intimidado por nuestros mensajeros, y encima los agrede y les roba el arma. — No me gusta para nada esto, Zig — Arker se veía atado de manos al momento. — Alguien se habrá enterado que nunca llevamos las armas cargadas a las visitas, y ese tipo se aprovechó de eso — Badhunt tenía claro que era algo que debía cambiarse — Si no corregimos el error de hoy, la gente pronto dejaré de venir a pedirnos el dinero con intenciones de devolverlo y van a empezar a robarlo. — ¿Te podrías encargar tú? — Arker le confiaría esa tarea a su hombre de confianza — No sonó muy bien lo que escuché por teléfono, pero no puedo mandarlos al hospital. Tendré que hacerme cargo de su estado. — Yo haré que ese malnacido granjero pague por el tiempo y el dinero que cree que puede hacernos perder — Zig miró con cierta complicidad a su amigo — No esperará que vaya esta misma noche. La sorpresa que se va a llevar no tendrá nombre. — Te lo confío, entonces — su compañero supo que podía respirar tranquilo si se encargaba él — No voy a desearte suerte ni a ti ni a ese tipo. Tú no la necesitas, y ese tipo no se la merece. Haz lo que tengas qué hacer para que pague. […] El manto de la oscuridad cubría el cielo del planeta Edagr por completo. Exceptuando por algunas luces instaladas en la calle, todo el vecindario por el que Zig y cinco de sus compañeros y compañeras estaban caminando estaba en tinieblas. El segundo al mando de aquel grupo de prestamistas era el único que no portaba nada más que una funda para su arma, mientras que sus cinco acompañantes cargaban una mochila tamaño grande a sus espaldas. En el momento en el que llegaron a la casa donde vivían unas de las últimas personas a las cuales habían prestado dinero, tomaron la decisión de que entrarían por una de las ventanas, teniendo el cuidado de no meterse con la puerta principal y hacer saltar una de las alarmas que pudiera tener el hogar. Con la serenidad de un monje, uno de los compañeros de Zig realizó un agujero en el cristal utilizando un spray para disolver cristales, una de las tantas herramientas que se habían traído consigo para llevar a cabo la misión. El líder de esa operación pudo meter la mano dentro y consiguió abrir la ventana de manera de que toda su banda pudiera ingresar a la residencia. Una vez dentro, el grupo de prestamistas utilizó sus teléfonos para ver en qué sitio habían ingresado. La habitación en la que se encontraban era grande de tamaño, y había una cama pequeña en una de las esquinas de la sala. Sigilosamente se acercaron y pudieron ver a un chico que tendría como mucho cinco años durmiendo allí. Zig le tocó el hombro a uno de los suyos, pidiéndole que lo tomara en brazos, todo esto mientras él sacaba su arma de su funda. Su compañero obedeció, y bruscamente tapó la boca del chico para así poder capturarlo con el otro brazo. El pequeño fue despertado de forma tan brusca, pero la mano en su boca le impedía gritar, y no se le pasó en ningún momento la idea de morder a su captor. — ¡Vamos! — Zig gritó con intensidad e intencionalidad. El primero en dejar la habitación del chico fue el líder de aquel grupo, siendo seguido por el resto de sus compañeros, dejando atrás a quien tenía al hijo de la pareja que vivía allí en brazos. — ¡Despierta, cerdo! — Zig encendió las luces y vio que estaba en un pasillo que llevaba a unas cuatro puertas, sin saber de dónde podría salir el dueño del lugar — ¡Tienes visita! Una de las puertas se abrió de forma brusca, a un par de metros de Zig y el resto del grupo. Detrás de ella salieron un hombre y una mujer que se encontraron con una invasión criminal en su casa, y con uno de los asaltantes sujetando firmemente a su único hijo. — ¡Kite! — la mujer gritó de desesperación. — ¡Mamá! — el grito del pequeño Kite fue ahogado por el hombre que lo retenía. — ¡¿Qué le hace ese monstruo a mi hijo?! — el hombre no tenía un arma en las manos, pero eso no le impedía demostrar bravía en su tono al dirigirse a sus atacantes, inferiores en tamaño a él. — Venimos a cobrarnos el dinero que te prestamos hace unos meses atrás, cerdo — Zig encontró entretenido llamarlo así — Y decidimos venir en grupo siendo que atacaste muy salvajemente a dos de nuestros compañeros — finalizadas esas palabras, Zig agitó la mano que tenía la pistola. El hombre, conocedor de que el grupo de Arker no enviaba hombres con armas equipadas con munición, permaneció tranquilo frente a la amenaza de quien lideraba el grupo. — Ustedes son unos bravucones y nada más — el padre de Kite se armó de valor para enfrentarlos — Yo puedo manejarlos sin mi arma. Y cuando la tenga en mis manos… — ¿Crees que podrás tomarla antes de que te pegue un tiro? — la arrogancia de aquel hombre estaba haciendo enojar a Zig. — Será difícil si esa arma no tiene balas — sus respuestas no contribuían a mejorar nada. — ¿Por qué piensas que cometimos el error de venir desarmados? — Zig sentía que la necesidad de atacar estaba fluyendo en él. — Porque Arker no te lo permite — el hombre mostró una sonrisa al decir eso — Él es quien manda. Tú solamente eres una puta que obedece a su amo. Los hechos de violencia de aquel sujeto para con sus compañeros y la excesiva confianza que mostraba ante un ataque resultaban molestos para quien era el segundo al mando en el grupo de prestamistas. Pero el insulto fue la gota que rebalsó el vaso de Zigfried, quien se tomó muy personal esa agresión contra su persona. Sin mediar una sola palabra más, Zig movió rápido su arma y disparó una bala dejándola salir en dirección a la rodilla de aquel hombre. La acción tan repentina y violenta de Badhunt terminaron por sobresaltar a todos sus compañeros, al pequeño Kite quien gritó de miedo y a la esposa de aquel hombre. Quien había tenido el atrevimiento de insultar a Zig se encontraba en el suelo sufriendo mientras la sangre brotaba de la herida. Insultaba y maldecía a los cuatro vientos, pero las cosas estaban lejos de terminar. Zig le pegó un tiro en la cabeza a su mujer, haciéndola caer muerta en el suelo mientras la sangre salpicaba las paredes y el piso de aquel pasillo. El hombre no podía procesar lo que acababa de contemplar. No creyó posible que realmente se hubieran metido con un arma cargada al interior de su casa, y que lo hubieran atacado a él y matado a su esposa. Pese al miedo que sentía, intentó ponerse de pie para tratar de ayudar a su hijo, quien suplicaba por ayuda con lágrimas en los ojos mientras estaba en brazos de uno de los prestamistas. Zig fue rápido y le encajó otro tiro en el hombro derecho, sin buscar matarlo, necesitando que aquel hombre se mantuviera tumbado en el suelo y sin poder hacer otra cosa que no fuera gritar y sujetarse la herida para dejar de perder sangre. — Lo que das vuelve, y lo que prestas lo devuelves — Zig buscaba provocarlo mientras lo miraba retorcerse en el suelo, con una sonrisa retorcida que ninguno de sus compañeros vio — ¿Te gusta mi rima, gordo puto? Ya no te veo tan sonriente ni desafiante. Y dentro de unos segundos, no tendrás nada. Ni siquiera tu asquerosa vida. — Por favor… — desde su posición, y con las heridas de bala que le habían hecho — No le hagan daño a mi pequeño… Es inocente. Zig no decidió ponerse a gastar saliva en darle una respuesta. Badhunt colocó el revolver sobre la cabeza de aquel hombre, y con un disparo, se aseguró de que la tercera bala que le otorgó le impactara directo en la cabeza, causando un orificio de entrada que salpicó restos de sangre y de materia gris por todo el lugar. — ¡Papá, papá! — pese a que todavía le tapaban la boca, los gritos de Kite eran tan fuertes que Zig los podía oír. El segundo al mando del grupo de los prestamistas se giró hacia su compañero para ver al niño, guardando el arma en su funda antes de acercarse siquiera un paso hasta ellos. La forma lenta en que Zig caminaba hacia el último de sus hombres hicieron que recibiera una pregunta siniestra en relación a su conducta reciente. — ¿También vas a matar al chico? — preguntó una de las mujeres que estaba en el grupo. — No, no vale la pena hacerlo — Zig lo miró, dándose cuenta de que gastar balas en él sería un error — Lamento haber hecho lo que hice. Por ustedes, no por estos salvajes. He causado un alboroto, y ahora seguro habrá algún vecino de mierda llamando a la policía. Tomemos todo lo que sea de valor y vámonos de este lugar… llevemos al niño con nosotros. Podríamos usarlo como una especie de rehén si se da la oportunidad.