Liza White El camino hacia la cafetería me sirvió para aclarar mis ideas, despejar mi mente, y a su vez para confirmar lo mala actriz que era en realidad. Si ayer pude sorprenderla había sido un mero golpe de suerte. En comparación con lo resuelta que lucía yo estaba hecha un absoluto desastre. —Ya me disculpé por eso —Me quejé al escuchar su réplica, haciendo un mohín lastimero mientras me dejaba caer sobre la silla. ¿Me había disculpado en realidad? Era probable que no, pero había sonado convincente. Suspiré, tratando de ignorar el nerviosismo que su estupidez me había dejado en el cuerpo, y suavicé mis gestos al volverme hacia el chico—. Buenos días, Dante. Espero que hayas podido descansar. La cafetería se encontraba algo vacía aún, dado que no era su hora punta, pero eso solo lo volvía todo mucho más pacífico. La tranquilidad del lugar y la agradable compañía que se nos acababa de sumar me ayudó a relajarme lo suficiente como par recordar lo que era verdaderamente importante allí. Ya estaba salivando y todo. >>Si me necesitáis estaré en la vitrina —dije, y así como vine me marché al mostrador, dejando la mochila a un lado de la silla. Probablemente me habían perdido por tiempo indefinido.
Mimi Honda —No, no lo hiciste—aún ceñuda me crucé de brazos—. Ni siquiera hiciste el amago de disculparte. La próxima vez que durmamos juntas voy a- Me callé en ese mismo momento. Espera. Solo había dicho dormir, ¿verdad? Algo tan simple como eso no podía malinterpretarse. Las amigas dormían juntas todo el tiempo. Dirigí una mirada cauta a Dante preguntándome si sospecharía algo. Era buena leyendo expresiones ajenas. En el caso de que así hubiera sido, tenía un plan B. Carraspeé para aclarar tanto mi garganta como mis ideas. >>¿Qué quieres tomar, Dante? ¿Una berlina? Las berlinas son deliciosas. ¿Por qué no podía llamarlas simplemente rosquillas? Era estirada hasta para eso.
Dante Miles Sonrió hacia Mimi con tranquilidad cuando la escuchó saludarlo, dando el último sorbo de su café y bajaba su celular para prestarle su debida atención —Muy buenos días Mimi —saludó una vez que estuvo lo suficientemente cerca —. No hubo resaca, para mi suerte las visitas con mi padre me han enseñado a manejar el alcohol así que, creo que incluso me ayudó a dormir un poco mejor. Ante la mención de que despertó sobresaltada su mirada fue a buscar a Liza con una pequeña sonrisa divertida en su rostro, esperando en cierta forma alguna clase de explicación a lo que pudiera referirse Mimi, pero al no tenerla tan solo se limitó a saludar a Liza con un movimiento de mano. —Buenos días Liza, como le decía a Mimi descansé bastante bien, de hecho, ¿sabías que las habitaciones del fondo del pasillo son un poco más grandes? —Siempre solía tomar la habitación un poco más cercana a las escaleras por cuestiones de comodidad, así que había estado bastante bien descubrir ese nuevo detalle. —Creo que solo rellenaré mi café y mira, una berlina tampoco suena mal para iniciar el desayuno, también estaba pensando en quizás un tamagoyaki o algo similar, ¿qué es lo que más se te antoja desayunar hoy a ti?
Mimi Honda Dante parecía bastante tranquilo. No lo conocía quizás lo suficientemente pero ese aparentaba ser su humor usual. Pedí un té, y estaba disfrutando de él cuando Dante mencionó que las habitaciones del fondo del pasillo eran más grandes. Hice una mueca tras la taza. Claro que Liza lo sabía, su habitación estaba al fondo también. ... ¿Huh? Cuando fue consciente de lo que implicaba mi cuerpo se tensó rápidamente, como si me hubiera alcanzado un rayo. Si nuestra habitación estaba al fondo del pasillo y la de Dante también, eso implicaba que... ¿podía habernos oído? Sabía que en algún punto había sido incapaz de contener mis voz. White tampoco había hecho méritos en ese caso. Mantén la calma, Honda. Sondea la situación. —Yo estoy bien con el té y un éclair—respondí con deferencia a su pregunta y dejé nuevamente la taza sobre el plato con un clic—. ¿Dormiste toda la noche, Dante? ¿No oíste nada inusual? Yo creo que hubo unos... Glameow salvajes maullando por ahí. Estaban especialmente vocales anoche. ¿En serio, Mimi?
Liza White Al ser primera hora de la mañana, la vitrina estaba repleta de todo un poco; bollería, hojaldre, bizcochos y algunas porciones de tarta, también. Normalmente se sugería en las cafeterías fiarse más de las vitrinas que de la carta en sí, pues no siempre tenían todo lo que aparecía en ella. Al menos, ahora sabía a ciencia exacta las opciones que tenía a mi alcance. El cielo no debía lucir muy distinto a esto. Como elegir entre esas opciones se asemejaba a la crueldad de elegir entre tus hijos a tu favorito, regresé a la mesa con una bandeja repleta de cosas; una porción de un bizcocho, un hojaldre de yema, una caña de chocolate... y un zumo de naranja, para meter algo saludable en la balanza, heh. Mi apetito había aumentado con el ejercicio intenso y mis desayunos y almuerzos solían ser copiosos; la cena, sin embargo, prefería consumirla con cuidado por el tema de la digestión y el sueño. Ya dormía mal como para complicarme aún más el asunto. Deposité la bandeja en mi zona de la mesa cuando alcancé a escuchar de manera distraída la conversación que esos dos estaban teniendo. Tomé asiento, y en ese momento todo mi cuerpo se tensó como un resorte al escuchar a Mimi soltando otro de sus brillantes comentarios. "¿No oíste nada inusual? Yo creo que hubo unos... Glameow salvajes maullando por ahí. Estaban especialmente vocales anoche." La mato. Juro que voy a matar a esta chica. —Discúlpala, Dante —Le pisé el pie a Mimi por debajo de la mesa y le sonreí al chico, restándole importancia a sus palabras. Pero mis mejillas enrojecidas y la sonrisa evidentemente falsa amenazaban con decir más que mis propias palabras—. La pobre tuvo algún que otro sueño anoche y no es capaz de separarlos de la realidad. >>Ya te dije que no escuché ningún Glameow anoche, Mims. Le dirigí a Mimi una mirada de circunstancias, aguantando como pude no fulminarle allí mismo. Había hasta suavizado la voz al hablarle, con el mismo tono que se usaba con un niño, pero se notaba lo falso que era todo. Era yo de quién hablábamos. De modo que para no cavar aún más mi propia tumba, me llevé un trozo de bizcocho a la boca, arrugando un poco la nariz. Casi que la Honda podría hacer lo mismo, ¿no? Calladita estaba más guapa.
Mimi Honda ¿Qué estaba diciendo? ¿Quién en su sano juicio se creería que unos gemidos sonaban similares a los maullidos de un Glameow? Era lo más ridículo que había escuchado en mi vida. Tan solo esperaba que Dante se lo creyera o que en su defecto no hiciera más preguntas. De verdad le rezaba a Arceus y a todos los legendarios de Sinnoh para que durmiese como si le hubieran lanzado una Hipnosis. En esa disyuntiva me encontraba cuando un sobresalto repentino me hizo tensarme y sentí el pie de White clavándose en el mío con fuerza. Me mordí el labio para evitar quejarme o soltar la exclamación malsonante que tenía en la punta en la lengua y simplemente lo dejé estar hasta que ella se sentó. Su plato de desayuno era grotesco pero tenía cosas más importantes en mente. —Tú eras la que soñaba, ¿no lo recuerdas?—repliqué—. Probablemente pensaste que era un sueño demasiado bueno para ser verdad. Le devolví el pisotón bajo la mesa, con intención, pero en todo momento mantuve esa sonrisa deferente, que si bien era evidentemente forzada y falsa, solo un ojo entrenado lo sabría. >>Estabas durmiendo como un Slakoth y no te enteraste de nada. Aunque ahora que lo pienso, creo que no era un Glameow. Me parece que se trataba más de un Lilipup chillón. Volteé el rostro, airada.
Liza White Hice una mueca cuando su pie dio contra el mio, conteniendo como pude la indignación y la incredulidad que amenazaban con extenderse sobre mi rostro. ¿Cómo se atrevía...? ¡Si ella era la bocazas aquí! ¿Tan difícil le resultaba mantener la boca cerrada? ¿Tantas ganas tenía de que Dante supiese de nuestra particular aventura nocturna? Me había vuelto a llevar el vaso a los labios, usando el zumo para paliar la sequedad del bizcocho, cuando se atrevió a decir que no era un Glameow si no un Lillipup chillón lo que había escuchado. Sentí mis mejillas arder ya no por la vergüenza si no por la ira contenida. Esa estúpida se había despertado con ganas de buscarme las cosquillas hoy. —Aparte de estar en negación, también tiene problemas auditivos. ¿Estás segura de que estás en condiciones de ir a ese casting? —La sonrisa me tembló en los labios. El hecho de que ella disimulase tan bien en comparación conmigo solo le echaba más leña al fuego. Me frustraba muchísimo—. En cualquier caso, el ladrido de un Lillipup es mucho más mono que los maullidos agudos de un Glameow en celo. ¿Qué demonios estábamos diciendo? La expresión de confusión de Dante debía ser todo un cuadro ahora mismo.
Mimi Honda ¿¡Huh!? Si no estuviera delante de Dante y no tuviera la increíble habilidad de hacer la vista gorda de todo, me hubiera incorporado de un salto de la mesa roja de vergüenza e indignación. Por suerte, cuando mi orgullo estaba en juego, tenía más clase que eso. Hah. No podía ganarme en mi propio juego. Bufé. Una risa tosca y forzada que trataba inútilmente de ocultar la tensión que se había apoderado de mi cuerpo. Las mejillas me ardían, pero lo ignoré como una profesional. —¿Eso crees?—la ceja me tembló al igual que la sonrisa, evidentemente más tensa ahora—. Pues yo creo que te gusta mucho como suenan los maullidos de un Glameow en celo.
Dante Miles Bebió de su café con tan solo un pequeño flaqueo de sus manos que iba corrigiendo con respiraciones largas y pausadas, como su padre le había enseñado para no mostrar su nerviosismo cuándo lo acompañaba a comidas con sus clientes. ¿Por qué siquiera tenía que implicar, de algún modo, que algo debía de haber pasado? —¿Glameows? —Preguntó alzando una ceja y agradeció qué Liza finalmente apareciera para interrumpirlo. Puso sus manos debajo de la mesa y jugaba con ellas para lidiar con arrojar esa especulación de su cabeza lejos. Asentía lento a la conversación, luchando por camuflarse con el fondo para que las chicas solo siguieran torciendo el tema a algo intangible y cuando finalmente sintió que debía intervenir, habló —Ukita me llamó a noche, quizás olvidándose de la clara diferencia de horario entre nosotros, para quejarse sobre qué hay una empresa que quiere competir con el Frizz! Y cuándo acabó la llamada me temo qué dormí con los audífonos y la música que se puso de manera automática, así que nada de Lillipud ni Glameows... Sonrió y se levantó de la mesa —Iré por tu éclair, nuestras berlinas y algo más, ya vuelvo~
Liza White Despedi a Dante con una sonrisa exagerada y el movimiento rígido y mecánico de mi mano, siguiendo su partida con la mirada. Cuando se hubo alejado lo suficiente arrojé el guion a un lado y encaré a Mimi, inclinándome sobre la mesa para que pudiésemos hablar (o más bien seguir discutiendo) en voz baja. —¿Has perdido por completo la cabeza? ¿Es eso? —Le reproché, sin contener un ápice del enfado que tenía encima. Mis mejillas seguían ardiéndome con fiereza—. "Oh, Dante, por nada en concreto, ¿pero no habrás escuchado ruidos raros en la noche? ¿Cerca de tu habitación? ¿Como gemidos o así?" —Imité una voz forzada y aguda, claramente sarcástica, que en algún universo alternativo pretendía ser la suya. La fulminé entonces con la mirada—. Como Dante se entere gracias a tu ingenioso aporte, te haré desaparecer con tanta maestría que hasta Pokéflix querrá hacer un documental sobre tu caso.
Mimi Honda —¡¿Huh?! Yo no hablo así. ¡Y lo dije porque su habitación está al lado de la nues- tuya, idiota!—le espeté en voz baja. Estábamos lo suficientemente cerca para no armar una escena en mitad de la cafetería pero la irritación era evidentes en mi voz—. Si escuchó ruidos extraños anoche, podría pensar que era algún Pokémon salvaje si inclinaba la conversación en esa dirección. Lo tenía todo planeado, ¡lógicamente no fue porque me puse nerviosa ni nada así! ¿De verdad esperaba que me creyese? Lo dije con toda la seguridad que pude reunir, pero incluso yo sabía que sonaba completamente falso. Todo por no reconocer mi error y admitir que los nervios me habían jugado en contra. ¿Qué rayos se supone que tenía que hacer? ¡Nunca había pasado por una situación similar! Me crucé de brazos antes de apartar la mirada y tratar de poner cierta distancia entre nosotras. >>A-además, tú gritaste más que yo.
Liza White —¿Hah? Eso no es verdad —Consciente de que íbamos a entrar en un bucle infinito sobre quién hizo más ruido decidí obviar ese vergonzoso detalle—. C-como sea, ¡esto no es ninguna clase de competición, estúpida! ¡Las dos estamos metidas en esto! Así que intenta cooperar un poco y cuida esa bocota tuya, ¿quieres? Cuando se apartó hice lo propio y me masajeé los párpados con los pulgares, exasperada, reclinándome sobre el respaldo del asiento. No iba a admitir que le habían podido los nervios ni aunque su vida dependiera de ello, ¿no es así? Solo volvía las cosas más difíciles con su falta de honestidad, pero esa era Mimi en esencia. En ese momento noté por el rabillo del ojo que Inari, quien comía en silencio a nuestro lado, le dirigía miradas furtivas a la rubia. Miradas... extrañas para ser él de quién hablábamos. Había estado particularmente ausente desde que despertamos, pero no había reparado en sus expresiones hasta ese entonces. ¿Parecía... juzgar a Mimi con la mirada? A su manera, claro, porque al mirarlo volvía a ser una bola de nervios y se recluía bajo la seguridad que le confería la mesa. —Oye —la llamé, intrigada, sin dejar de observar el comportamiento inusual del Zorua—. ¿No crees que te está mirando un poco raro? Inari Ah, ahí estaba. Esa humana rubia... Solo pudo ser ella. No cabe duda. Me había escondido bajo la cama la noche pasada, dispuesto a dormir después de comerme esas galletas tan ricas que me había dado Liza... y entonces lo escuché. Sus gritos, su voz probablemente aterrada. La... ¡La estaba torturando esa humana! Me encogí sobre mí mismo, presa del terror, pero aunque quise ir a su rescate simplemente mi cuerpo se congeló. Me sentí tan inútil que me hice bolita, y no sé cuándo se fue todo a negro. No... No podía mirar a Liza a la cara. No después de haber sido tan cobarde. ¡Seguro estaba super decepcionada conmigo! ¿Qué clase de pokémon acompañante era? Merecía que me cambiase por otro. Lo único que pude hacer fue pasarme la mañana poniendole mis caras mas amenazadoras a la humana rubia para espantarla de su lado. Pero estaban tan distraídas entre ellas que no me estaba funcionando demasiado. Tsk. Si tuviese un poco más de coraje, ya le hubiese mordido el zapato.
Mimi Honda Mascullé algo entre dientes que ni siquiera se escuchó, aún tensa. Sabía que tenía razón pero algo dentro de mí se negaba a aceptarlo. ¿Era puro y duro orgullo? ¿Por qué tenía que ser siempre tan ridículamente tozuda incluso cuando sabía que no tenía la razón? Estaba en una situación nueva, en un terreno que desconocía y eso era algo que no me gustaba... pero alcanzaba límites absurdos. —¿Eh?—murmuré entonces—. Ahora que lo mencionas... En cuanto trajo a colación a Inari deshice la postura cerrada y eché un vistazo debajo de la mesa. Nada más me notó, el tipo fantasma se puso sobre sus cuatro patas, rígido, apretando los dientes en algo que identifiqué como rabia. Estaba tan tenso que incluso temblaba. Inquisitiva, enarqué una ceja. Vale, estaba enojado. ¿Pero por qué? No era lo común. Este Zorua Hisui era la definición de libro de la introversión. Rehuía el contacto humano, se escondía a la más mínima oportunidad y parecía constantemente abrumado en ambientes sociales o con desconocidos. Pero yo no era una desconocida. Nos conocíamos desde la Isla Milagro, cuando Liza lo encontró. Hasta se había hecho pasar por mí cuando estuve con fiebre. Le sostuve la mirada durante algunos segundos tratando de entender su animadversión hacía mí. ¿Qué...? Espera. En ese momento los engranajes de mi cerebro reaccionaron y recordé, con evidente tensión, que se había quedado toda la noche debajo de la cama contigua. Si alguien nos había escuchado, ese era él. Regresé a mi posición rápidamente y con las mejillas ardiendo tomé la taza de té y le di un sorbo buscando calmar mis nervios o escudar la vergüenza... o ambas. >>Está perfectamente. Contenido oculto: Inari like
Dante Miles Su tiempo huyendo de la conversación le permitió tranquilizarse un poco y mentalizarse para seguir el guion que había creado mentalmente para que la posible situación privada entre ellas siguiera siendo privada. Se concentró en recoger los platillos que iba a llevar de vuelta a la mesa: una variedad de pan dulce para picar (entre ellos berlinas, éclairs, bollos, etc.), un plato con frutas variadas ya cortadas, acompañado de un pequeño bowl con yogur y otro con granola, panqueques con sus acompañamientos de miel y un par de tamagoyaki (uno para él y otro por si las chicas querían probar o picar un poco). Todo cuidadosamente equilibrado en una de las charolas que el centro proporcionaba, sostenida con su mano dominante, dejando la otra libre para llevar la jarra cafetera y poder rellenar su taza si era necesario. Cuando llegó a la mesa fue colocando las cosas como si se encontrara en su cafetería en Lienzo, con la diferencia que allí él si podía simplemente sentarse a disfrutar todo lo que había en aquella charola. —No se que deseen desayunar así que, de momento traje cosas que servirían para picar de todo un poco si tienen mucho apetito.
Liza White Mimi observó a Inari por unos instantes, y al regresar se escudó tras su taza de té, asegurando que no le ocurría nada. Enarqué una ceja. Ahora ya no era solo él el que actuaba raro, y la sensación de que algo se me escapaba solo se hacía más fuerte por momentos. A ver, el Zorua Hisui había estado bien con nosotras hasta que Mimi lo asustó, se escondió bajo la cama, le di galletas, nos pusimos a estudiar y entonces... Entonces... ¿¡E-eh!? Abrí los ojos en su máximo al ser consciente de la situación, enrojecida hasta las orejas, pero Dante llegó a la mesa a tiempo para salvar el día. Comenzó a repartir platos frente a mis ojos con la diligencia que emplearía en su trabajo, y repasé cada uno de ellos con interés, sintiendo mis músculos relajarse al poco tiempo. Berlinas, bollos, frutas... ¡P-panqueques! Había muerto de nuevo, ¿verdad? Debía ser eso. —¿Te he dicho ya cuánto te quiero, Dante? —Le dije, con ojillos brillantes, tomando uno de los panqueques y echandole una cantidad considerable de miel. ¿Que si iba a tener espacio para todo? Heh, ¿por quién me tomas?—. A mí me pudo la emoción y no os traje nada, pero podéis pillar algún trozo de lo que escogí también, si queréis. Los modales ante todo, desde luego. Pero si decidían no hacerlo, mejor para mí. Partí un trozo del panqueque y me lo llevé a los labios. La sonrisa me cerró los ojos, meciéndome ligeramente de lado a lado mientras disfrutaba del sabor. >>Si reunirnos implica este tipo de cosas, tenemos que hacerlo más a menudo —bromeé. Por mucho que me gustase comer, nada de eso se comparaba con su simple compañía. Abrí mis ojos, alzando las cejas con curiosidad hacia el chico—. ¿Qué harás el día de hoy, Dante? Que sepas que Mimi por su parte va a traicionar a Ukita —contuve la risa y miré a otro lado, fingiendo que no había dicho nada.
Mimi Honda Fue el oportuno regreso de Dante—quizás demasiado conveniente... ¿se había marchado de la mesa por algo más que para traer el desayuno?—lo que despejó mi mente y la regresó a la realidad del insondable abismo de vergüenza donde se encontraba sumida. ¡Ah, éclairs! Mi corazón dio un salto. Eso era todo lo que necesitaba para que lo demás dejase de tener mayor importancia. Un éclair, con su pasta choux suave y su glaseado resplandeciente. Agradecí a Dante por su amabilidad y tomé uno de ellos de la bandeja. Había pensado en todo. Dulces, frutas, yogurt y avena... parecía un desayuno apropiado en comparación con la grotesca bomba azucarada que tenía White en su propio plato. Desde que era modelo tenía que cuidar más mi alimentación, pero no iba a negarme mis caprichos particulares ni aunque mi trabajo dependiese de ello. Que le diesen a todo, eran mis éclairs de lo que hablábamos. No eran negociables. —No voy a traicionar a nadie. Si acaso, a mi propio sentido del gusto—rebatí mientras tomaba un poco de yogurt—. Ni la Frizz! ni la competencia de Hoffman, la Dazzleberry, merecen ser comercializadas.
Dante Miles —Me lo dices seguido, así que no hay nada de que preocuparse~ —Dijo hacia Liza con una sonrisa triunfal al ver que su idea de traerles algo bastante general como opciones para que picaran había resultado bastante bien y si bien podía decantarse por conocer sus gustos, prefería apostar a una clase de habilidad oculta dada por su trabajo en la cafetería —. Ah pero si hasta tendrían desayuno a su elección para hacerles si las reuniones no fueran en un centro pokémon, así que seguro es más tentador reunirnos más seguido. Fuera de su tamagoyaki había tomado un poco de la fruta con yogurt y un panqueque para terminar de armar su plato y finalmente iniciar a desayunar con las chicas. —Creo que escogió un nombre demasiado largo para algo que quiere competir contra Frizz! —Por un momento se imaginó la escena de Ukita viendo un comercial de Dazzleberry con Mimi en el —. Si tienes éxito prepárate para que Ukita te haga alguna llamada por apoyar a su competencia... y vaya, no he probado la Dazzleberry pero la Frizz! realmente no está mal.
Liza White Solté una risita ligera, imaginando a Ukita indignado frente al televisor si es que Mimi resultaba elegida. Me llevé un trozo de otro de mis dulces y luego del panqueque con miel, haciendo una mezcla extraña pero de lo más satisfactoria. —Yo nunca probé la Frizz!, digamos que por mi bien tengo una orden de alejamiento con cualquier clase de bebida energética —comenté, moviendo el tenedor en el aire de manera distraída mientras hablaba—. Con lo inquieta que soy de por sí y con lo mucho que me gusta el azúcar... Creo que acabaría siendo una adicta más, de las malas. Y demasiado hiperactiva para este mundo. La sola idea me dio hasta repelús. Quizás antes hubiese caído más fácil en la tentación, pero ahora que tenía un trabajo con el que volcarme en cuerpo y alma, ese tipo de distracciones podrían costarme el puesto. Ya me estaba saltando en parte las restricciones en la dieta... ¡Pero mantenía en perfectas condiciones mi figura, eso era lo importante! Mientras el desayuno continuaba y los chicos charlaban, volví a darle vueltas a mi próximo destino. Había dicho que probaría un edificio diferente, pero lo cierto es que tenía una cuenta pendiente con otros. Una que deseaba resolver el día de hoy. —Hey. ¿Alguno de vosotros ha conseguido pasar una ronda completa en el Parque Batalla? —cuestioné, intrigada mientras comía. Intercambié una mirada entre ambos—. Tengo intención de pasarme toooodo el día allí dentro. No me iré hasta completar una vuelta, así que cualquier consejo es bienvenido. Con lo tozuda que era, veía muy posible que no saliese de allí en un tiempo largo si las cosas se complicaban. ¿Debería llevarme un bocadillo?
Mimi Honda Me traía sin cuidado si Ukita se molestaba conmigo por anunciar una bebida de la competencia, fuera quien fuere él. No estaba apoyando a nadie, era mi trabajo. No entendía cómo la Frizz! podía ser tan popular si tenía nombre de encrespamiento de cabello... al menos la Dazzleberry sonaba más apetecible. Incluso si en definitiva ambas eran igual de horribles al final. —¿Sabes que Frizz! lleva darumakita?—mencioné con pasmosa calma tomando otro sorbo de té—. ¿Sabes lo que es la darumakita, Dante? Solo necesitas saber que en la antigüedad, la gente se metía los excrementos de Darumaka en los bolsillos para calentarse. Un extracto de esa... cosa parecía aumentar el efecto energizante de la bebida, de la misma forma que si tomaras cuatro cafés seguidos. Desconocía los ingredientes de la Dazzleberry—la receta era secreta—, pero imaginaba que llevaría algún tipo de baya y cantidades ingentes de saborizante artificial. En determinado momento Liza comentó que planeaba pasar todo el día en el Parque Batalla. —Yo—sentencié alzando el mentón con una sonrisa orgullosa—. He pasado dos rondas de hecho. La primera hace años y la segunda hace tan solo unos días. Había ganado el combate contra Charlotte aprovechándome de una suerte que solía serme esquiva. Lo tenía todo en contra y en último segundo, volví la batalla a mi favor. Pero no podía depender de la suerte, ese no era el tipo de entrenadora que era. >>Como consejo—añadí—, te diré que tienes que tener muy claro que tipo de alimento y sabor le gusta a cada pokémon. Por ejemplo, uno que destaque en ataque físico muy probablemente disfrutará del sabor picante y del amargo si destaca en ataque especial. El salado y el umami parecer gustarles a los pokémon resistentes y ninguno parece reaccionar especialmente al sabor agrio. >>La ronda de capturas es más simple, sin embargo. Y la mayoría de aguas son fáciles de adivinar. ¿Agua de limón? Vuelve locos a los Pokémon eléctricos. ¿Por qué? ¿Porque el limón es amarillo? Vete tú a saber.
Liza White Alcé las cejas con interés. ¿Así que Mimi había logrado hacerlo? Y no una, si no dos veces. Parece que estaba ante una eminencia del parque, ¿eh? —Saberme los gustos de los Pokémon dependiendo de su tipo, anotado —Alcé el pulgar y le guiñé uno de mis ojos, sonriéndole desde mi lugar. Mi jovialidad, sin embargo, se tambaleó al escuchar la última parte. Suspiré, apoyando la mejilla en la palma de mi mano—. Quizás la ronda de capturas te haya resultado más simple a ti, pero mi mala suerte fue apoteósica. Decenas de capturas fallidas, los Pokémon me desobedecían todo el tiempo... Fue un absoluto desastre. >>A pesar de todo llegué hasta Chisp, el grande de tipo eléctrico. Solo me faltó ganar ese combate para pasar la ronda, pero ese no fue el caso —Me erguí al poco tiempo, animándome con un trozo de fruta que pillé por ahí. Esa actitud derrotista no iba para nada conmigo—. Por eso quiero volver hoy, para cumplir esa cuenta pendiente. Algo me dice que hoy será la vencida. Fue en ese momento cuando una idea me cruzó por la cabeza. Ambas teníamos una misión que resolver ese día, ¿cierto? Quizás pudiésemos hacer algo para motivarnos aún más. Algo como... —Ya sé —La señalé con el tenedor desde mi asiento, con una sonrisilla traviesa, fugaz, de esas tan mías cuando tenía algo entre manos—. ¿Qué tal si hacemos algo? Si tú consigues pasar el casting, podrás pedirme algo como recompensa. Si yo logro salir victoriosa del parque, podré pedirte algo a ti. ¿No suena a un negocio redondo? Lo había dicho con todo el tono de niña buena, de esas que no habían roto un plato en su vida. Pero era evidente que me estaba aprovechando un poco de la ambigüedad de mis palabras. ¿Podía culparme alguien, acaso~?