Ciencia ficción Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio

Tema en 'Novelas' iniciado por Manuvalk, 14 Febrero 2025.

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  1. Threadmarks: Una breve historia del futuro
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Título:
    Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    8072
    Bienvenidos/as a la continuación de Los Viajeros, historia que comencé a escribir en 2017 y que el año pasado concluyó tras diez partes y varios capítulos especiales/historias secundarias que engrandecieron de por sí este maravilloso universo ficticio (todas los links e información están en mi blog).

    Para entender al 100% algunas cosas, recomiendo leer la historia principal, pues Los Viajeros Vol. 2 constará de seis partes y habrá muchas cosas que tendrán un enlace directo con su predecesora, más allá de otros detalles que podrían pasar desapercibidos para los lectores que no tengan el trasfondo necesario.

    No obstante, esto también sirve como una bocanada de aire fresco y en cierto modo es un nuevo comienzo, así que tampoco es una obligación imperiosa la lectura de lo previo. Lo primordial es disfrutar de esta nueva historia en el universo de Los Viajeros y estoy seguro que mi querido amigo Agus estresado lo hará encantado, ya que siempre ha sido el primero a la hora de conocer más sobre el futuro de esta continuación.

    Antes de dejaros con la lectura, solo avisar de que la publicación de futuros capítulos no será semanal, sino probablemente mensual, ya que a día de hoy estoy escribiendo el resto de capítulos y como entenderéis, hay muchas más ocupaciones en la vida de un adulto. Pero esto será temporal, ya que una vez tenga toda la parte hecha, la publicación será semanal como lo fue con la historia principal.

    Sin más que añadir, espero que disfrutéis del comienzo de una nueva página de Los Viajeros.




    LOS VIAJEROS VOL. 2: Parte I: El nuevo imperio

    "El universo espera, inagotable, invitador" — José Luis Borges.


    Sinopsis: Cincuenta y cuatro años después, la gran arca llega a su destino: un mundo que alberga a los supervivientes anixis de la guerra milenaria que libraron contra Mente Colmena. Con esa leyenda ahora en el pasado, los colonos de la Alianza empezarán de nuevo junto a sus ‘creadores’. No obstante, la convivencia no será fácil, ya que no todos están dispuestos a ella, especialmente aquellos que culpan a los anixis de todos los males que han sufrido sus especies a lo largo de su existencia. Con la paz como principal objetivo, nuestros jóvenes protagonistas se establecerán, casi forzados por las circunstancias, como los artífices de mantenerla. Sin embargo, ¿podrán huir de la historia que han dejado atrás y mantener el legado de Los Viajeros? ¿O será precisamente esto el detonante de que la historia vuelva a repetirse?







    Una breve historia del futuro




    Nunca conocí a mi padre. Mis primeros recuerdos son con mi madre y mi hermana. Ellas fueron mi única familia hasta que llegaron los Veerham al territorio conocido y mataron a mi madre. Es extraño, volver a sentir ese vacío incluso a años luz de distancia del lugar en el que me sentí así. Pensaba que subirme a bordo del arca y alejarme de mi pasado serviría, pero supongo que no es así; lo llevo conmigo. Cargo con ello. Vuelvo a sentir ese vacío y no comprendo el porqué. Solo sé que hay días donde el silencio me da esa paz que ansío; también las vistas de la colonia desde el acantilado, los entrenamientos con mi bastón, la risa de Karla o los abrazos por la espalda de Echo. En esos instantes me siento en casa, como si nunca me hubiese ido de aquel hogar en la playa que mis padres crearon con esfuerzo y amor. Aún siento el agua del mar acariciando mis pies, la orilla húmeda y mis huellas borrándose conforme el mar las cubre. Entonces ahí, cuando mi mente evoca esa imagen, me siento en paz. Pero de pronto, noto ese vacío. Mis padres no están. Jamás volveré a ver esa playa pero si algo sé seguro, es que honro a ese niño que fui; voy a proteger a aquellos que considero mi familia porque ese siempre fue mí propósito. El mismo que tuvieron mis padres. Y cada vez que sienta ese vacío, me aferraré a mis seres queridos. Si estoy aquí no será por mí, sino por ellos. Esté donde esté, lucharé por los míos.


    El pelo lacio le cubría los ojos mientras caminaba con la mirada perdida en sus pasos.

    Avanzaba a un ritmo moderado, pero los guardias que le sujetaban por ambos brazos quisieron hacerle sentir la deshonra de ser expuesto al público, ralentizando el trayecto. La gente, de pie a los lados pese a tener unos extensos bancos como asiento, formaba un pasillo para que el hombre pudiese dirigirse hacia su destino; le esperaban cinco figuras que determinarían su castigo.

    Los gritos de la multitud, en su mayoría de ciudadanos de la principal colonia del planeta, apenas eran percibidos por el oído del joven, tan sumido en su ciudadela interna que no apreciaba el odio que había germinado incluso en algunos de sus homónimos.

    — ¡Alguien como tú no representa a las especies de la Alianza!

    — ¡No mereces ni ser juzgado! ¡Exigimos condena a muerte para el humano!

    — Deberías haberte quedado en Paraíso.

    Cuando los guardias lo colocaron ante los jueces y uno de ellos se incorporó con parsimonia, el silencio se hizo en la sala. Los demás, a excepción de uno que mostraba un semblante triste al observar al chico, miraban a su principal representante. Los ciudadanos tomaron asiento, recibiendo fugazmente los rayos de sol que se filtraban por la cúpula que era sostenida por diversos pilares en forma de espiral, haciendo que todo el lugar tomase un aura imponente pero majestuosa.

    El humano tenía a sus guardias rodeándole, pero ahora nadie le sujetaba; solo unas esposas magnéticas que impedían que pudiese separar sus muñecas para su libre albedrío.

    — ¡Los juicios en este mundo y esta sociedad siempre son expuestos al público! — Reveló el ser que se incorporó ante todos, siendo un anixis de avanzada edad, el cual vestía con una especie de túnica roja que lo diferenciaba de los otros cuatro que tenía sentados a ambos lados — ¡Pero este juicio en especial no es un juicio cualquiera! ¡Es el primer asesino alienígena en nuestro santuario!

    Los gritos y los abucheos, principalmente por parte de los anixis presentes, no se hicieron esperar.

    Sin embargo, contra todo pronóstico, el resto de los miembros de otras especies que se hallaban ahí, apoyaron los ataques verbales de aquellos que les acogieron hacía exactamente tres años, cuando la gran arca llegó tras más de cincuenta años de viaje entre el territorio conocido —el viejo imperio anixis— y el nuevo imperio.

    — ¡Pero esto no trata sobre las especies de la Alianza, seres que en su mayoría han venido aquí en busca de una vida próspera y pacífica! — Aquel anixis volvió a captar la atención de la gran aglomeración de gente que apenas cabía en aquella extensa sala — ¡Asesinos ha habido siempre, pero nuestra sociedad había purgado esa mancha de nuestro legado! ¡Este ser humano ha traído esa mancha al presente y será castigado por semejante acto malévolo contra uno de los nuestros! ¡Levántense, representantes y gobernantes, conmigo! ¡Levántense, ciudadanos de toda Ibos! ¡El veredicto en base a las leyes de la Casa Superior es claro!

    El humano alzó la vista por primera vez desde que estaba allí, observando como los cinco representantes del Consejo Superior —el organismo gubernamental de la sociedad anixis— se incorporaba ante la petición de aquel que, dado su rango de principal gobernante, tenía la última palabra en la toma de decisiones.

    Aunque en este caso no había decisión tomada, solo la ejecución de una ley estricta basada en la estabilidad y el orden de la sociedad. El veredicto había sido escrito hacía muchísimos siglos pero hacía años que no se veía su imposición en la próspera colonia anixis a la cual fue invitada la Alianza, un mundo jardín llamado Ibos.

    Todos los presentes en la Casa Superior —lugar de residencia de los líderes y templo sagrado donde se tomaban las decisiones para la prosperidad de la sociedad— estaban ya de pie, en completo silencio, pero deseando que el representante principal —o superior, como le llamaban algunos— formulase las palabras descritas en lo que era la Constitución del Orden de los anixis.

    — ¡Jackon Vaalot, por el acto de arrebatarle la vida a uno de nuestros emisarios, símbolo de la unión entre los anixis y las especies aliadas…! — El representante superior lo miró directamente con sus ojos profundos y oscuros, evidenciando la rabia en las arrugas que se formaron en su rostro — ¡…eres condenado al exilio! ¡Jamás podrás regresar ni a este mundo ni a ninguna de las colonias anixis! ¡Desde ahora, eres un exiliado y tu estancia aquí es considerada un insulto a todo lo que hemos construido! ¡Hoy será tu último día bajo el ala de la sociedad que anixis y aliados han creado!

    Las palabras del consejero superior generaron una ola de celebración rabiosa por el veredicto dado.

    La muchedumbre se agolpó contra el altar al que Jackon había sido llevado tras subir unas escaleras y colocarse frente al Consejo Superior. Los guardias volvieron a tomarle de los brazos con una fuerza excesiva, mientras el semblante serio de Vaalot evidenciaba una entereza absoluta.

    Sus seres queridos no estaban felices a escasos metros de él, pero tenían prohibido acercarse hasta que estuviese a punto de partir al exterior del planeta. El hombre se volteó hacia ellos y sin mostrar ningún atisbo de emoción en su rostro, murmuró unas palabras.

    — Cread un nuevo imperio surgido del viejo.

    […]

    Unas semanas antes…


    Jackon abrió los ojos en cuanto el primer rayo de sol que se filtró por la ventana, le acarició el rostro.

    El chico, de veintisiete años de edad, se desperezó en la misma cama durante un largo minuto hasta que decidió incorporarse. Sentado en el borde de esta, el joven Vaalot volteó a ver el otro lado, donde debería estar su pareja. Sin embargo, ese lado de la cama estaba vacío. Pero no era extraño, puesto que Echo tenía una gran responsabilidad diaria debido a su nuevo puesto de trabajo, por lo que Jackon sabía de su ausencia a esas horas tempranas. La mujer no había pasado la noche en casa, pero tampoco era la primera vez que lo hacía.

    El chico se dirigió desde el cuarto hasta el baño, con el objetivo de asearse un poco. Abrió el grifo de la ducha mientras preparaba su ropa para el día, esperando que el agua empezase a salir caliente. Una vez terminó de arreglarse, fue a la cocina para hacerse el desayuno. Un buen café matutino para despertarse del todo junto a unas tostadas sencillas con aguacate y queso. El aguacate no era ello como tal, sino que los humanos lo llamaban así, pero era un fruto cultivado en el planeta por los anixis y dada su similitud tanto en aspecto como en sabor, optaron por darle ese nombre sin ningún miramiento.

    Tras vestirse y desayunar, Jackon emprendió el camino hacia el exterior de su vivienda. Antes de salir, se colocó una chaqueta abrigada de color marrón oscuro y un poco de perfume en el cuello, además de verse en el espejo próximo a la puerta, comprobando que estuviese todo en orden. Ya fuera, el silencio de su hogar dio paso al bullicio que da comienzo al mismo tiempo que lo da el propio día y por ende, los quehaceres de todos los ciudadanos.

    Las lanzaderas le sobrevolaban a toda velocidad, a una altura considerable pero no por ello dejando de ser impresionante, aunque el sonido de sus propulsores era casi imperceptible al oído. Jackon cruzó la pequeña parcela de jardín que contenía su vivienda y así, se unió al flujo de gente que caminaba de un lado a otro por la calle. Él, al igual que la gran mayoría de colonos que llegaron en la gran arca hacía ya casi cuatro años, vivía en un barrio residencial de pequeñas pero acogedoras casas. Estos barrios se replicaban en varios bloques y se hallaban a las afueras de las ciudades que habitaban los anixis, siendo Vianus aquella en la que residía el joven Vaalot.

    Vianus era la primera ciudad que los anixis construyeron a su llegada a Ibos, su mundo colonial. Hogar de aquella única arca que escapó de las garras de Mente Colmena en el viejo imperio, su desarrollo fue gradual y su expansión se dio previa a la llegada de la gran arca de la Alianza. Al ser la ciudad principal del mundo, se convirtió en su capital y por ende, el núcleo urbano con mayor población, además de ser el centro de operaciones de la sociedad y la residencia de la Casa Superior, donde los principales representantes gubernamentales debatían y decidían sobre el porvenir de todo lo construido.

    La segunda ciudad recibía el nombre de Astea, no muy alejada en cuanto a distancia y pese a ser algo más pequeña que Vianus, contaba con muchas áreas verdes y montaña, lo que la convertía en un hábitat más tranquilo y apacible. Tenía menos tránsito de gente y el trabajo en dicha ciudad era menos, aunque los anixis se tomaban extremadamente en serio el mantenimiento y el cuidado de la naturaleza, algo que tuvieron que aprender desde el principio los humanos, neonianos y sylerianos que llegaron en la gran arca.

    Cainia era la tercera y última ciudad construida en el planeta, ya que los anixis no eran un número muy alto cuando llegaron. No se requería de más construcciones ni edificaciones, por lo que esta ciudad fue creada en las proximidades del mar más grande de Ibos y por ello, estaba muy alejada de Vianus y Astea. Obviamente, debido a su lejanía era la ciudad menos habitada del globo aunque también era la más visitada por el turismo, ya masificado por la llegada de las subespecies.

    Jackon esperaba el transporte público, ya que el vehículo personal lo tomaba Echo para irse hasta el cuartel militar de la Alianza, ubicado en una zona más a las afueras de Vianus. Por suerte la espera no duró mucho, algo que agradeció el chico, sintiendo un aire frío que avisaba de la llegada del invierno en Ibos. El clima en el planeta era muy similar al de la Tierra, como el de cualquier mundo jardín, por lo que acostumbrarse a veranos e inviernos no fue un gran problema para ninguna de las especies recién llegadas.

    La lanzadera autobús se llevó consigo al joven Vaalot y a otros muchos más, dejando a cada uno en su correspondiente parada. El vehículo era conducido por una IA, lo que inicialmente sorprendía a algún que otro antiguo que solo veía a las IA’s en situaciones puramente militares. Una vez llegó a su destino, el cual era la entrada a la base militar de los aliados, el hombre se bajó. Ya frente a la puerta de entrada solo tuvo que identificarse, colocándose frente a un sensor facial que confirmaba quién era.

    Jackon Vaalot Tidder, estatus de soldado de la Alianza reconocido. Proceda a acceder al recinto y recuerde las medidas de seguridad implem…

    — Que sí, que sí…

    Vaalot accedió al interior, un extenso lugar que bien podría parecerse al Sector 0 de Neonia o a la propia base militar de Ciudad Anixis en Paraíso. El soldado tuvo que andar más de un minuto en dirección recta para llegar a la entrada del edificio principal.

    Allí, dos de los guardias de turno se acercaron a saludarle en cuanto lo vieron.

    — Buenos días, comand…

    — Ya no tienes que llamarme así, soldado — Le dijo repentinamente Jackon, con cierto tono a reproche — Soy un soldado más, como vosotros.

    — Claro, disculpa, Jackon — El otro de los guardias tomó la iniciativa, viendo que su compañero acababa de meter la pata — Ten un buen día.

    — Igualmente para ambos.

    El joven Vaalot, que se subió a la gran arca como flamante comandante del ejército de la Alianza —ejército a bordo del arca exclusivamente—, llevaba unos pocos meses siendo un simple soldado raso por petición personal. Aunque no había conflictos ni antes ni después de llegar a Ibos, Jackon debía ocuparse durante mucho tiempo en su trabajo, además de ser cien por cien responsable de sus soldados y de lo que pudiesen hacer. Habiendo sido cerca de ocho años el comandante, decidió meses atrás dar un paso al costado. Por rango y veteranía, la propia Echo se convirtió en su sustituta, algo que la ilusionaba enormemente, aunque la apenaba viendo que su chico decidía dejar un cargo que se había ganado con méritos propios en la academia y graduación en Paraíso.

    Pese a su juventud, tenía una personalidad que le hacía parecer más veterano y era muy admirado por los soldados del ejército de la Alianza, incluso por los más mayores que él. Pero a veces, lo que quieres resulta no llenar ese vacío que sientes y eso es justo lo que le ocurría a Vaalot.

    — Jackon, ¿vienes a verla?

    — Sí, ¿está aquí?

    — Acaba de llegar de las pruebas en el bosque que utilizamos para práctica y táctica — Una soldado veterana se aproximó a su ex superior — Avisaré a la comandante Mercer de tu presencia.

    — Muchas gracias.

    Mientras el joven Vaalot aguardaba la llegada a esa sala de su amada, comenzó a ver las fotos colgadas en la pared. Imágenes de los soldados de la Alianza que formaron parte del viaje en la gran arca, pero también imágenes de soldados honorables en la historia de la AIE como el comandante Lill Crane, la comandante Ashley Ripley o el subcomandante Lio Santos, entre otros soldados.

    A excepción de este último, que murió destruyendo definitivamente a la bacteria Veerham en su mundo de origen, Jackon pensó en que personas tan ilustres como Lill o Ash estarían ya muertas.

    Cuando él subió a la gran arca, ellos ya tenían o superaban los cincuenta años de edad, y habiendo pasado más o menos esa cantidad de tiempo con el viaje del arca, daba por supuesto que ya no vivirían. Ese pensamiento le hizo sentir nostálgico, triste, pero al mismo tiempo le hizo ver que el paso del tiempo es inevitable, por mucho que te criogenices o viajes a la otra punta de la galaxia.

    Nada te salva del paso del tiempo. Tienes las horas contadas.

    — Últimamente estás más pensativo que de costumbre.

    Esas palabras trajeron a Jackon de vuelta al presente.

    Echo se acercaba a su novio con una media sonrisa, hasta colocarse ante sus ojos y brindarle un beso, seguido de un cálido y lento abrazo de esos que reconfortan el alma. Él, en ese preciso instante y habiendo rememorado a personas que se quedaron atrás, sintió una mezcla de estar en casa pero ser un completo extraño. Ella sabía que él no estaba en su mejor momento mentalmente, motivo por el cual decidió prescindir del cargo de comandante. Sin embargo, entendía que era normal. Las vidas de ambos no habían sido nada fáciles desde sus infancias y había momentos en el presente en los que esas heridas se abrían más que de costumbre, y había que sentirlas, dejarlas estar y dejarlas ir cuando ellas considerasen.

    — Estaba viendo esas fotos y… ver a Lill, Ash… — El soldado Vaalot parecía mirar hacia el cielo, como si supusiese que había algo ahí — Me pregunto que habrán hecho estos últimos cincuenta y cuatro años, además de haberse muerto, seguramente.

    — Espero que hayan podido tener una vejez tranquila, es lo que se merecían después de todo lo que lucharon por el futuro de nuestra especie y de la Alianza — Expresó la comandante Mercer, quién también apreciaba a todos esos héroes — Seguro que habrán sido felices hasta el final. Y estoy segura de que gente como Gina y Vraco estarán liderando una etapa pacífica y próspera en Paraíso. A veces los echo de menos, a aquellos que conocimos pero se quedaron…

    — Parece que no soy el único nostálgico — Jackon se arrimó a su novia y la agarró de la cintura, sonriendo y decidido a cambiar de tema — ¿Qué tal han ido las pruebas en el bosque?

    — Pesadas y accidentadas — Contestó ella, visiblemente cansada — Algunos heridos con el fuego de cobertura. El plasma de los Flasher ha provocado algunas quemaduras que podrían haber sido peor y nuestros Striker están muy afilados con las últimas balas de ese titanio extraño que nos han dado los anixis. No sé de qué planeta del sistema lo han sacado, pero si te da una bala de esas, entra y sale de la armadura como un cuchillo traspasa un sandwich.

    — Me imagino que el equipo de ingeniería estará buscando un diseño de armadura que pueda resistir esas balas, ¿no? — El joven Vaalot estaba hablando del campo que más le gustaba y eso se evidenciaba en su entusiasmo en la voz — No podemos tener un arma mortífera en nuestras manos sin saber como contrarrestarla nosotros mismos.

    — Claro, amor mío, están en ello — Sonrió Mercer, consciente de que su chico había nacido para servir y proteger como soldado, fuese en el rango que fuese — Deberías venir a las siguientes pruebas.

    — Tal vez lo haga.

    — Agradecería la compañía…

    — Te he echado de menos estos días que has estado fuera de casa — Jackon se veía contento y cabizbajo, algo que lo hacía ver contrariado.

    — Y yo, pero esta noche me voy a quedar sí o sí y vamos a tener una cena especial — Echo sonaba impaciente porque llegase ese momento — Ya sabes que estos meses estamos con estas pruebas por orden del Consejo Superior y tienen a algunos de sus emisarios pendientes, obviamente por el tema de explorar otras potenciales colonias… Pero trataré de estar más en casa, te lo prometo.

    — También quería hablar sobre la exploración de los emisarios — Al decir eso, Vaalot comprobó que el semblante de Mercer se tornó serio — Ya sabes que…

    — Lo hablamos mejor esta noche mientras cenamos, ¿te parece? — La comandante del ejército de la Alianza suponía por donde iba a ir la conversación, así que prefirió dejarla para otro momento, uno más relajado y distendido como el de la cena por la noche.

    — Claro, cariño. Esta noche cenamos y lo hablamos.

    […]

    Tras la llegada de las especies aliadas a Ibos, se mandó construir a las afueras de las ciudades unas áreas de invernaderos en las cuales se cultivaban frutas y verduras con las semillas que la gran arca de la Alianza trajo consigo. El motivo de no plantarlas en el suelo de la colonia anixis radicaba en que estos no querían profanar directamente su tierra con materiales orgánicos provenientes de otros mundos, dejándola exclusivamente para la propia comida que el planeta proveía. Por ello, las especies aliadas tenían sus propias cosechas, aunque eso no significaba que los anixis no comerciasen por probar así algunos de los manjares de la extinta Tierra o de Neonia y los aliados hacían lo mismo, descubriendo que la fruta y verdura que consumían los anixis era, en su mayoría, exquisita y de gran calidad por su aporte calórico.

    La temperatura debía ser la adecuada en los invernaderos para tener la garantía de que lo cultivado —en función de en que estación creciese— se desarrollase en óptimas condiciones. Gracias a la tecnología anixis, de por sí algo más avanzada en la colonia dado el progreso de estos seres, hacer esto no implicaba un gran costo de recursos. En dichos lugares trabajaban humanos, neonianos, sylerianos e incluso anixis colaborativos con la Alianza de la cual ya formaban parte, aunque era un secreto a voces que el Consejo Superior había tomado el mando total del gobierno casi desde el primer día.

    En uno de los invernaderos a las afueras de Astea, la segunda ciudad colonial del planeta, se encontraba trabajando Owen Crane Carver. El segundo hijo de los dos exploradores, gratamente reconocidos por la mayoría de la gente por sus hazañas en el pasado, había escogido un trabajo humilde y desapercibido. Esto no era una casualidad; el joven no quería ser adulado por otras personas por el simple hecho de ser quién era. No era extraño encontrarse gente que le saludaba con afecto, como si le conocieran, rememorando el legado de sus padres. Cansado de oír aquello, Owen prefirió ‘esconderse’ en la segunda ciudad de Ibos, en un trabajo para el cual se formó en Paraíso durante sus años en la academia.

    — Owen — Una voz detrás suya le hizo detenerse por completo en su trabajo — Tienes visita.

    — Voy — Contestó él, dejando a un lado la talla de maizal que estaba llevando a cabo — ¿Quién es?

    — Tu chica — Le dijo el tipo, un capataz humano que por el tono de voz, no parecía feliz de tenerlo en la zona — Recuérdale el horario de visita para la próxima vez, que estamos en jornada laboral…

    — Lo que tu digas — Musitó el joven Crane mientras veía marcharse a su jefe — Capullo.

    Owen dejó las herramientas a un lado y se dirigió a la salida del invernadero, el cual era un lugar extenso.

    Unos grandes focos ubicados en el techo proporcionaban la luz y el calor a las distintas secciones donde se cultivaban diferentes cosas. Tuvo que moverse por varios pasillos casi idénticos, laberínticos, hasta llegar a la compuerta de salida. Allí, cuatro soldados de la Alianza apostillados como guardias —fueron puestos allí tras algún intento de saqueo por parte de algunos ex trabajadores— le abrieron la puerta mediante un código que él desconocía, para acto seguido salir al exterior.

    — Joder, hace frío aquí fuera — Murmuró Owen, encontrándose de bruces con su pareja — En cuanto pasas unas horas ahí dentro, te acostumbras al calor sofocante de esas malditas luces.

    — Amor, estás ahí porque quieres — Le indicó Karla, que tras una pausa en la cual le plantó un dulce beso, retomó la conversación — Tienes otras opciones en las que trabajar, si quieres.

    — No me quejo, si es lo que piensas. No me desagrada esto, es solo que las condiciones podrían ser mejores y el capataz alguien con más cerebro, pero por lo demás, está bien. Ya sabes, gano bastantes alianzas y ya le tengo echado el ojo a una casa en Cainia, a primera línea de playa…

    — ¡Owen…! — La joven Vaalot le golpeó con ternura — Ya te dije que está bien donde vivimos. Yo también gano un dinero considerable y…

    — Te quiero comprar esa casa porque sé que te recuerda a aquella en la que viviste con tu madre — Se sinceró el chico, tomándola de las manos mientras la miraba fijamente a los ojos — Y me haría ilusión ir allí, siempre y cuando accedas.

    — No es solo eso, ¿verdad? — Aunque a la mujer le hacía ilusión una casa así, no era prioridad, y además sabía que había otro motivo más — Te quieres alejar más y más de los demás. De la gente que te para recordándote lo increíbles que fueron tus padres y…

    — Karla… tú viniste con la familia que te quedaba. A mí todos me recuerdan a mi familia, a lo que dejé atrás — Visiblemente algo afligido, Owen agachó la cabeza — Mis padres, mi hermana… ellos lo significaban todo para mí. Y sí, vine porque mis deseos de aventura eran más grandes que mi amor por ellos, aunque no sé si está bien decirlo. Tampoco quería estar bajo el ala de su legado, pero es que incluso aquí, la gente me recuerda como el hijo de Lill y Snow. Y yo solo quiero ser Owen.

    — Y lo eres, cariño, lo eres — Karla lo abrazó en un intento por reconfortarlo — Pero huir de los demás, de nuestros amigos… no es la solución. Porque, ¿acaso yo no te recuerdo también a tu familia?

    — Claro que lo haces, pero contigo es diferente — Owen apartó un mechón del rostro de su pareja mientras la tenía a escasos centímetros — Contigo quiero formar una nueva familia.

    — Y lo haremos, amor mío — La joven Vaalot lo miró detenidamente a los ojos mientras sujetaba su rostro con ambas manos — Te quiero, Owen. Gracias por querer ser parte de mi familia.

    — Siempre lo he querido y siempre hemos sido familia — Añadió él, justo antes de fundirse los dos en un apasionado beso que reflejaba su fuerte vínculo.

    […]

    La Casa Superior abrió sus puertas al último de sus miembros en ser admitido en el Consejo: el representante de la Alianza, llamado Omnius Paokt. Hacía unos pocos años que el syleriano, líder principal de los colonos de la gran arca, obtuvo ese puesto de relevancia en el gobierno anixis, ya instaurado desde hacía muchísimo tiempo.

    Akkor, el consejero más experimentado y principal artífice de que la sociedad anixis funcionase con la precisión de un reloj en todos sus ámbitos, le otorgó a Omnius un sitio a su lado para así demostrar que se le daba voz a la Alianza. Sin embargo, no todos veían ese acto como suficiente muestra de consideración con las subespecies.

    El joven Paokt, ostentando un cargo muy similar al que tendría si se hubiese quedado en Paraíso —pues sería el Elegido syleriano en detrimento de su padre—, entró con paso tranquilo a la Casa Superior.

    Pese a estar muchas veces allí, el lugar le seguía maravillando debido a su esplendida arquitectura, el como la luz del sol se filtraba de manera que brindaba al ambiente de un aura casi mágica e incluso la disposición de los objetos, que daban la sensación de dejar mucho espacio libre. Absorto en su asombro, el representante aliado recibió un llamado que le sacó de ese trance en el presente.

    — Consejero Paokt — Uno de los guardias de la Casa se aproximó a él — El primer consejero Akkor le espera en la sala de reuniones. Sígame.

    — Disculpe, conozco el camino — Omnius asintió, agradecido igualmente.

    — Como desee.

    El trayecto hasta dicha sala de reuniones no era largo, pero en el transcurso de este, Omnius tuvo que avanzar por un extenso pasillo ubicado a la derecha de la Casa Superior, el cual daba directamente a un precioso jardín, milimétricamente cuidado al detalle. En el, el joven syleriano comprobó de primera mano que allí mismo era donde se formaban y entrenaban los mismísimos emisarios; anixis con el rango de exploradores pero sobre todo, con el nivel más alto de operación. Eso quería decir que estaban por encima de la milicia anixis y otras autoridades menores a excepción, obviamente, del Consejo Superior, del cual recibían órdenes directas.

    Ahí mismo era donde un ya veterano Eeron entrenaba a sus discípulos, entre los que se encontraba uno de sus viejos pupilos, llamado Relic. Él ahora era oficialmente un emisario.

    ¡Eeron, hoy he aprendido a controlar mis emociones! — El joven estaba muy feliz por ese logro — ¡Me ha dicho mi maestro que he sido de los más rápidos en conseguirlo!

    Enhorabuena, Relic — Musitó el adulto, acariciando la cabeza del menor — Serás un gran emisario en el futuro.

    ¿Qué hay de ti? ¿Ya te vas a ir?

    En unos días, probablemente.

    Eso significa... ¿que no nos volveremos a ver?

    El joven llamado Relic dejó de caminar junto a Eeron al preguntarle aquello, evidenciando una tristeza considerable por no volver a verlo. El adulto anixis decidió volver tras sus pasos y darle un cálido abrazo que fue rápidamente correspondido por el niño. No tenían ningún tipo de vinculación familiar, pero ambos forjaron una clara relación de hermandad con el tiempo que compartían entre clases, en aquel recinto específico para la formación de exploradores —a quiénes los Anixis preferían llamar 'emisarios'—. Eeron quiso asegurarle a Relic que volvería eventualmente, ya que otros emisarios lo hicieron, una vez completaron la misión para la cual fueron destinados.

    Nos volveremos a ver.

    Es que... he oído que no todos regresan — El pequeño anixis se estremeció un poco — Y tengo miedo.

    Piensa que hacemos esta labor por el bien de nuestra especie y por un futuro en el que sigamos estando a salvo aquí — El nuevo emisario tenía claros sus ideales — Pase lo que pase, nos estamos preparando para decir adiós en el momento más inesperado.

    ¿Qué quieres decir con eso?

    Que somos héroes, Relic. Yo lo seré y tú lo serás, como otros lo han sido. Nos volveremos a ver.

    Cuando Paokt y Eeron cruzaron sus miradas, ambos sonrieron.

    El conocido emisario anixis asintió con afecto al syleriano mientras un joven anixis realizaba una especie de meditación ante su maestro. Esto le sirvió al propio Eeron para aproximarse unos minutos a Omnius y darle un cálido abrazo que demostraba la amistad que tenían tras haber compartido los años previos a entrar en criogenia en la gran arca y los años posteriores al despertar, previa llegada a Ibos.

    — ¿Reunión de consejeros? — El emisario que ayudó a salvar el territorio conocido de Mente Colmena era un tipo ágil no solo mental sino físicamente.

    — En efecto — Contestó Om, asintiendo — Bueno, en realidad, es una reunión exclusiva con Akkor. Aunque se supone que no debería decírtelo...

    — Lo sé, Akkor no está nada de acuerdo con que interfiera en los asuntos que tenéis la Alianza y el Consejo Anixis — Eeron se veía algo molesto sobre eso — Aunque creo que lo que no le gusta es que esté de vuestro lado, defendiendo vuestros intereses y luchando porque tengáis los mismos derechos que los anixis.

    — Tendrá que aceptarlo. Tú eres el único anixis que sabe todo por lo que hemos pasado las especies aliadas — El syleriano le dio bastante crédito al emisario — Deberías incluso formar parte del Consejo, si yo pudiese decidir.

    — Un emisario no puede formar parte del Consejo, está estipulado en la Constitución del Orden — Eeron se volteó para ver que su alumno siguiese enfrascado en el estado meditativo — Pero honestamente, me da igual. Regresé a casa tras mi misión descubriendo el paradero de las subespecies y con la amenaza de Mente Colmena erradicada. Mi estatus como emisario honorífico me da voz ante el pueblo y el Consejo.

    — Y me alegro inmensamente porque eso sea así, amigo — Se sinceró Paokt, que agradecía contar con el apoyo de Eeron.

    — Y a mí — Musitó el emisario, algo apenado repentinamente — Aunque pese a ello, el Consejo me reprocha la ausencia de los thunianos entre los colonos de la gran arca. Entienden la ausencia de los rynarokianos dado su progreso atrasado como civilización, pero han interpretado la decisión de los thunianos como una deslealtad a sus creadores. Tristemente, si algún día recibimos la visita de los thunianos, no creo que puedan quedarse en Ibos.

    — Bueno, espero que les esté yendo bien en Paraíso, entonces — Se sinceró el representante de la Alianza — Vraco tomó la decisión en consenso con su gente y lo conozco lo suficiente como para saber que velará por lo mejor para ellos. Al final, el viaje aquí no era obligado. Si el Consejo los considera desleales, es su problema.

    — En efecto, joven syleriano — Eeron asintió ante las palabras del que, técnicamente, era un superior — Bueno, ha sido un placer tener una breve conversación contigo. Debería volver a la lección y tú marchar a la reunión.

    — Así es, viejo amigo. Espero verte pronto en un ambiente más... distendido, donde podamos hablar más cómodamente y sin prisas.

    — Lo haremos, Omnius. Cuídate.

    — Lo mismo te digo, Eeron.

    Consejero y emisario se despidieron con honor y prosiguieron hacia sus respectivas tareas.

    Omnius avanzó durante unos minutos más por ese extenso pasillo que conectaba con el jardín exterior, hasta llegar a una puerta al final de dicho camino. Esta estaba cerrada y dos guardias anixis la custodiaban, los cuales al ver al syleriano, la abrieron para él. El joven líder dio unos pasos más hasta encontrarse en una especie de habitación amplia que utilizaba Akkor como despacho personal.

    Varias estanterías repletas de libros —todos en un formato lectivo digital— y una mesa rectangular con todo tipo de utensilios sobre ella, adornaban la sala. Parecía casi una especie de biblioteca de arquitectura románica humana, lo que le daba un toque acogedor y misterioso.

    El principal líder de los anixis —y también, ahora, de los aliados— se hallaba de pie frente a una ventana alargada que proyectaba al exterior del recinto, donde se apreciaba un jardín de gran tamaño siendo cuidado por trabajadores específicos.

    Al oír al syleriano, Akkor le indicó con una mano que tomase asiento, sin proferirle palabra alguna.

    Omnius accedió al pedido silencioso del principal consejero anixis, un líder que tomó el control de la sociedad de su especie tras la exitosa huida de las garras de Mente Colmena, debiendo abandonar el viejo y extenso imperio que un día surcaban las naves anixis, en plena expansión y control de los recursos. Una era brillante que tenían la clara intención de recuperar, esta vez, con el apoyo de las subespecies que un día ayudaron a crecer.

    Cuando el representante de la Alianza ya estaba sentado y había pasado apenas un minuto, Akkor se volteó y se dirigió a él con un semblante serio pero tranquilo. Las diversas arrugas en su rostro, cubierto por una capucha que portaba su túnica como vestimenta, evidenciaban su avanzada edad y todo lo que había vivido.

    — Bienvenido de nuevo a la Casa Superior, consejero Paokt.

    Bienvenido a la Casa Superior. Para nosotros siempre es un privilegio tener a un nuevo emisario listo para emprender un viaje que beneficie al futuro de la especie.

    Es un honor, señor — Indicó Eeron, mostrándose muy educado — Estaré encantado de comenzar mi misión en cuanto me revelen la información necesaria.

    En efecto, joven Eeron. Antes que nada, deberás saber que yo seré tu enlace directo — Reveló dicho portavoz, sorprendiendo un poco al emisario — Con ello quiero decir que tendrás un comunicador que conectará directamente conmigo para que me informes sobre el desarrollo de su expedición. Mi nombre es Akkor.

    Entendido, Akkor — El joven emisario asintió sin problema, consciente de que tenía sentido estar en comunicación con alguien de la colonia — Estaré feliz de comentarle mi avance en el transcurso de la misión.

    — Gracias, consejero Akkor — Contestó el syleriano con gran respeto — He oído que quería verme.

    — En efecto, he requerido tu presencia — Dijo el principal líder anixis, ahora sí, sentándose en un cómodo sillón enfrente de su visita — Se debe a las protestas que hubo en la ciudad de Astea.

    — ¿Qué ocurre con esas protestas?

    — Son promovidas por los aliados — Akkor se refería a las subespecies de ese modo — Y como bien sabes, llevan meses ocurriendo.

    — Soy plenamente consciente, tengo a las autoridades de la Alianza con ello — Paokt no comprendía verdaderamente porque eso era un asunto importante como para una reunión personal y exclusiva, sin el resto de miembros del Consejo Superior — Disculpe, consejero Akkor, ¿hay algo que quiera decirme?

    — Eres un ser inteligente, Omnius, lo vi desde el primer momento que interactuamos — El viejo anixis apoyó sus arrugadas manos sobre la mesa, revelando tres únicos dedos alargados — Te he hecho venir porque esas protestas llevan meses ocurriendo y en lugar de mitigarse, se han intensificado. Sé que tú, como principal representante de la Alianza, eres consciente de que tu pueblo pide más derechos de los que ya tiene. Si te cedí un puesto en el Consejo, es para que sepas gestionar a tu gente y contribuyas a que la sociedad mantenga el orden.

    — ¿Insinúa que no lo estoy haciendo? — Por primera vez en la conversación y con Akkor, el syleriano se sentía atacado — La Alianza vino aquí para trabajar en equipo con los anixis, no para ser sus súbditos de nuevo. Pensé que eso quedó claro cuando llegamos. Eeron fue testigo de lo que tuvimos que sufrir y perder para que Mente Colmena, un enemigo al que vuestra especie no pudo derrotar, fuese erradicado de la galaxia. Muchos de los colonos que hemos llegado aquí, vinimos precisamente porque lo perdimos todo. Esto servía como un nuevo comienzo, pero en su lugar, mi pueblo se siente a merced del Consejo y su poder.

    — ¿Y? El Consejo debe tener ese poder. Por mucho que hayáis vivido antes de llegar hasta aquí, tenemos una forma de vivir en sociedad, unas normas infranqueables tanto para los anixis como para los aliados. Compartimos el planeta que nos acogió a los anixis cuando tuvimos que abandonar nuestros hogares tras el sacrificio del Gran General, os hemos hecho espacio y provisto de lo que habéis necesitado. Vuestra población contribuye y tiene una buena vida, mientras los anixis agradecemos la ayuda y prosperamos juntos. ¿Por qué esa ansia de poder?

    — No es ansia de poder, consejero Akkor, es igualdad de poder. No es ningún secreto que lo que mi gente pide son condiciones iguales para anixis y para aliados. ¿Acaso me va a negar que los anixis tienen ciertas ventajas o mejores trabajos en su mayoría que los aliados? ¿Qué el consejo contenga cuatro consejeros anixis y únicamente un aliado, que soy yo? ¿Qué se desoiga al emisario honorífico Eeron cuando él vivió en primera persona el horror de perder parte del territorio conocido ante esa bacteria?

    — Consejero Paokt, no pienso seguir argumentando sobre este tema. Está claro que ambos tenemos una visión y perspectivas diferentes. Lo respeto, pero no va a haber cambios en ese sentido — Akkor sorprendió al syleriano con su repentino levantamiento del sillón para acto seguido darle la espalda — Conoces el trabajo que debes hacer. Eres la voz de los aliados, su principal valedor. Mitiga esas manifestaciones en contra de mi especie antes de que las cosas se te salgan de control. No me gustaría tener que actuar con el brazo de la justicia anixis.

    — Disculpe, ¿es eso una amenaza?

    — Es una advertencia — Especificó el veterano líder anixis, observando de reojo a Omnius — Llevamos casi cuatro años de paz y orden. Pronto llegará el Día de la Unión y no permitiré protestas en ese punto. Tienes hasta entonces para convencer a tu pueblo de que está bien con los derechos y libertades que tiene. Ya sean muchos o pocos que piensen así, en la sociedad anixis si uno de los nuestros actúa, se interpreta como un movimiento de todos. Yo he mantenido en línea a aquellos de mis homónimos que no comparten la idea de un futuro junto a los aliados. De ti espero el mismo ejemplo.

    [...]

    — Aquí no se puede fumar.

    El barman se paró frente al cliente, sentado frente a la barra.

    El resto del bar, un lugar amplio en el cual se apreciaban diferentes zonas —de juegos, de cócteles, de reuniones, etc—, estaba a rebosar de gente. El cliente no emitió sonido por su boca durante unos segundos, impacientando al trabajador del local.

    El problemático, un tipo humano como el mismísimo barman, vestía una chaqueta de cuero, pantalones vaqueros oscuros y zapatillas negras además de portar unas gafas de sol que al quitárselas, reveló pequeños rasgos asiáticos. Su pelo lacio oscuro casi cubría sus ojos, pero eso no le impedía poder ver directamente al camarero.

    — ¿Lo dice quién?

    — El dueño del local.

    — ¿Y dónde está?

    — Lo tienes delante.

    — Entonces, supongo que podrá mostrarme la licencia de apertura, tenencia de armas si tiene y el contrato de esas bailarinas exóticas que tiene en el cabaret.

    El barman, que resultaba ser a su vez el propio dueño de aquel excéntrico bar, frunció el ceño casi al instante de oír esas palabras de la boca del cliente. Éste, por su parte, se limitó a sonreír mientras daba una calada al cigarro indoloro que acababa de encenderse.

    — ¿Eres poli?

    — No soy solo poli — Murmuró el hombre, de aspecto algo joven y fuerte — He sido soldado del ejército de la Alianza y actualmente investigador privado. Pero sí, trabajo para las autoridades, amigo.

    — ¿Qué pasaría si no te enseño nada de lo que me has pedido? — El barman sujetaba una vieja versión de Buster bajo la barra, la conocida escopeta de creación humana que se había quedado obsoleta en la actualidad, aunque no por ello dejase de ser un arma peligrosa.

    — No pasaría nada, siempre y cuando me dejes fumar y de paso me pongas un buen whiskey — El tipo misterioso lanzó literalmente el humo de su última calada al rostro del dueño del bar — Por supuesto, invita la casa, ¿no?

    El barman apartó el humo con una mano, revelando su semblante serio y enfadado, para acto seguido dejar el Buster en su sitio y buscar la botella de whiskey que el cliente odioso había pedido. Mientras esperaba a ser servido, el joven investigador privado recibió un mensaje en el dispositivo que usaba como móvil: ubicado en uno de sus oídos, recibió el aviso y escuchó el mensaje, a modo de audio, enviado por su superior más directo.

    Kendall, soy Omnius — Inició el mensaje, el cual sonaba muy serio — Las cosas están poniéndose tensas. Va a haber una reunión y tienes que acudir; te daré más información en breve. Voy a necesitar tus servicios, amigo.

    [...]

    El joven Vaalot se encontraba sentado en la mesa del comedor de su casa.

    Un pequeño jarrón revelaba un conjunto de varias rosas azuladas —una flor típica de Ibos— junto a dos platos con los utensilios dispuestos para ser usados, una olla con lo que parecía ser pasta recién hecha de la cual salía un poco de humo y dos velas que adornaban el lugar en penumbra, dándole una imagen acogedora y romántica a la escena. Jackon se llevó las manos a la boca, evidenciando un estado pensativo. Cuando Echo salió del baño y tomó asiento frente a su pareja, sus ojos se cruzaron e intercambiaron sensaciones.

    — Cuando me dijiste que querías dejar de ser el comandante del ejército de la Alianza, jamás pensé que después de un largo tiempo me fueras a decir que querías ser un emisario — Echo se sentía contrariada respecto a esa decisión de su amado — Supuse que querías quitarte responsabilidades de encima, estar tranquilo y tener una vida más... civil. Pero esto es justo lo contrario.

    — Amor, sé que quizá es difícil de entender, pero es lo que quiero hacer — Dijo Jackon con total franqueza y determinación — Ya sabes como me siento. Llevo años cargando con un vacío en mi interior, donde pocas veces me siento como en casa. Y algo en mí me anima a salir ahí fuera, explorar otros lugares. Cuando escuché del plan del Consejo Superior sobre enviar emisarios a sistemas cercanos para futuras colonias, recursos y demás, algo me atrajo a esa idea.

    — ¿Y qué hay de nosotros? — La actual comandante del ejército aliado se veía afligida — Esta mañana me decías que me echabas de menos, que querías tenerme más por casa... ¿y ahora quieres marcharte durante meses o años ahí fuera? ¿Qué ha cambiado?

    — Te quiero cerca, Echo, eso no ha cambiado. Sin embargo, sé que desde que asumiste el cargo que yo ostentaba, eso no iba a pasar — Vaalot sabía que su pareja se sentía mal por su decisión, pero él siempre había actuado en base a sus sentimientos y deseos — Y sé que no abandonarás la comandancia del ejército solo para estar aquí conmigo. Y lo respeto, cariño. Sé que por encima de todo, tenemos el mismo propósito: servir a nuestra gente y garantizarles un futuro. Somos así.

    — Lo sé, Jackon, pero esto se me hace extraño. Es casi como si estuviésemos terminando con nuestra relación — Mercer no pudo evitar soltar algunas lágrimas al decir eso — Te comprendo, créeme. Pero no sé si me gusta la idea de no verte en mucho tiempo. Yo no estoy fuera del planeta, pero si tú te haces emisario, lo estarás. Estamos hablando de meses o años sin vernos. ¿Qué clase de relación será esa?

    El hombre vio que la mujer estaba verdaderamente dolida, por lo que se incorporó de su asiento para sentarse a su lado y así, tomarla de las manos. Ambos volvieron a mirarse fijamente durante unos segundos hasta finalmente fundirse en un dulce beso que sabía a despedida.

    — El tiempo que esté fuera no dejaré de quererte — Dijo Jackon, al que se podía ver triste pero a su vez decidido — Y si cuando vuelva tú has tomado otro camino con tu vida, lo aceptaré.

    — Hablas como si te fueras a ir mañana...

    — No es así, pero creo que es mejor que vayamos asimilando ambos la idea.

    — Entonces, ¿esto es el fin? — Echo se quitó las lágrimas que bordeaban sus mejillas y miró fijamente a su pareja — ¿Habrá sido una breve historia del futuro?

    — No le veo el final a un sentimiento eterno — Murmuró él, sujetando las manos de ella con fuerza — Pero por encima de eso está la necesidad de encontrarnos a nosotros mismos. Tú eres consciente de ello. Necesito esto.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Saludos, amigo. Paso a comentar el primer capítulo del volumen 2 de esta gran historia.

    Regreso en el momento justo, ya que el 16 de noviembre tuvimos última leída en simultáneo. Y 3 meses después estamos teniendo la primera del 2025, y la primera en la que participa esta historia.

    Ahora empezaré el comentario diciendo algo... ya sé bien por qué elegiste que leyéramos ahora y no el día despúes de mi cumple, porque en este capítulo me has dado golpe tras golpe. Tal vez haya sido mejor así, pero bueno angrysnake

    El capítulo arranca con una escena tipo flash forward donde vemos a Jackon siendo procesado por asesinato, el primero en el planeta bajo el mando de los Anixis, y esto, cumplen a rajatabla sus leyes y lo exilian. ¿En serio amigo? ¿Así es como empieza la conti? ¿Conviertes a uno de mis angelitos favoritos en un asesino y luego vas y me lo exilias? Más te vale que eso haya sido una trampa y que pronto se descubra la verdad. Porque me niego a que le pase eso a mi bebé :angrycat:

    La siguiente escena nos muestra el tiempo presente, donde vemos la descripción de las tres ciudades del planeta, siendo tres. La capital, la segunda donde hay menos gente y la ciudad costera donde el turismo es más frecuente y la tranquilidad también. Me aprenderé sus nombres con el tiempo, descuida. Es solo que entre el planeta de Ibos y las tres ciudades, más el hecho de que se suman nuevos personajes, cuesta un poco recordarlo todo. Vemos que la vida en el territorio anixis es similar a la que tuvieron algunos en Neonia o Paraíso, y eso hace que algunos se sientan nostálgicos al respecto de sus vidas. Uno de esos es Jackon, quien tras un tiempo siendo comandante, dejó el puesto a su novia, y es Echo ahora quien dirige a los ejércitos. Es algo triste pensar en eso. En una de las últimas escenas de la principal, Jackon demostró ser ideal para el puesto y se lo ganó, pero ahora ya no ejerce más y duele un poco. Hubiera querido más detalles sobre su vida en Ibos, y no que fuera demasiado superficial, pero bueno, sé que tendremos tiempo para eso. Jackon va a ver a Echo, le dice que la extraña, y hablan sobre algo que me preocupa. Las balas de titanio de los anixis son más duras que las armaduras humanas, lo cual solo hace que sean peligrosas para el resto en lo que se desarrollan nuevas. Espero no las usen para lastimar, porque se puede venir algo muy feo para los humanos y las demás especies si eso pasa. :blue:

    Una nueva escena nos muestra a Owen trabajando en un invernadero en una ciudad poco poblada. El pequeño (ya no es tan pequeño, pero para mí lo sigue siendo) eligió ese trabajo para no vivir bajo la sombra de sus padres. Y es que es difícil. Lill fue cartógrafo, comandante y líder de la Alianza, y Snow fue una de las primeras fundadoras y representante humana en medio de la guerra civil de la Resistencia, la de los humanizados Anixis y la de Mente Colmena. Son zapatos muy grandes para llenar para Owen, pero no debería desanimarse. Cuando él nació, sus dos padres estaban retirados, y no fue hasta que él cumplió nueve años que regresaron triunfalmente. Tendrá tiempo para armarse su propia historia y su perfil como uno de los viajeros más importantes en esta nueva generación. Cuando recibe una visita de Karla, su jefe se queja, pero eso no lo detiene. Allí es donde confiesa que él quiere comprarle una casa en la playa para que ella viva algo como lo que tuvo en su infancia :nice: El más tierno de la nueva generación, ya se ganó ese título. Karla lo alienta a que busque su propio camino, y luego le agradece por ser parte de su familia. Escena hermosa, amigo, diría casi la única belleza del capítulo :minku:

    Lo que sigue es una escena entre Omnius y Akkor. El joven syleriano pasa a ver primero a Eeron, quien considera que recibió una especie de relevamiento de su puesto. Casi que, al único anixis que vivió en carne propia el infierno que pasó la alianza para hacer frente a Mente Colmena, fue excluido de los líderes. Eso es algo que no sienta bien, pero da gusto que alguien esté de su lado. Cuando Om y Akkor se reunen, este le dice que tiene que aplacar las revueltas de la alianza antes de que él decida hacerlo por su cuenta. Y a ver, hay puntos y puntos. Por el lado de los Anixis, es cierto que ellos les prestan el planeta, y que estaban lejos de Mente Colmena. Ellos construyeron todo lo que tienen los aliados, y ellos están ayudandoles. No tiene sentido darles todos los privilegios a su punto de vista. Por el lado de la alianza, ellos mataron a Mente Colmena, lo que hace que se puedan expandir sin miedo a revelar su posición. Eso es un conflicto clave, pero Akkor es tajante. No quiere revueltas, y si no las resuelve Om, las resuelve él. Om pide ayuda a Kendall, quien dejó de ser comisario para volverse el típico detective privado que va de rompe huevos. Me vinieron muchas malas vibras cuando se puso a joder a un bartender, pero bueno, eso no significa que haya caído en la corrupción. Om le pide ayuda, y ahora podremos ver como actúa.

    Y la escena final nos muestra a Jackon y Echo teniendo una (última tal vez) cena. Echo es comandante, y Jackon desea ser un emisario. Eso significa que él se marchará y la dejará sola por mucho tiempo, algo que podría afectar bastante a su relación. Echo llora, y Jackon le dice que, pase lo que pase, él la amó y la amará por siempre, y que respetará cada decisión que ella tome a partir de su partida.

    Y bueno amigo, aquí termina todo por hoy. Voy a tener que rezar para que Jackon no aparezca más porque primero no es más comandante, luego se separa de Echo y por último, tengo el spoiler de que lo arrestarán. Te estás propasando con el desarrollo de personaje de mi bebé :humm:

    Okno, es broma. Ha sido una maravilla regresar a las leídas en simultáneo, y sé que no serán semanales, pero eso supongo que las hará más especiales. Nos vemos en la próxima leída. Como siempre, un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio
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    Hola a todos, en especial a mi querido amigo y seguidor de esta historia Agus estresado quien me demuestra día a día su pasión por este universo ficticio de mi autoría.

    Comparto con él la ilusión por las actualizaciones de esta historia y obviamente ahora que estamos con el Vol. 2 de Los Viajeros, no iba a ser menos. Dentro de unos días hará un mes exacto que publiqué el comienzo de esta continuación, ambientada medio siglo después de los acontecimientos en la historia principal y en otro escenario completamente diferente, eso sí, con muchas cosas conocidas (las guías de personajes, cronología e información están en mi blog).

    Ahora toca el segundo capítulo y, al igual que el primero, espero que os guste a todos los presentes aquí para leer. Se agradecen los comentarios.







    El orden establecido (I)




    Saliendo de la órbita del planeta — La voz robótica indicaba los pasos que se estaban efectuando a cada momento — Enganche con el muelle de atraque A2 en un minuto. Espere hasta la totalidad de la maniobra.

    Un total de ocho personas se encontraban sentadas en sus respectivos asientos, cuatro frente a cuatro.

    La cabina del piloto de la lanzadera estaba reservada exclusivamente para él mismo y su copiloto, encargado de otras tareas más superfluas.

    Karla, que se hallaba en ese transporte, sabía que el motivo de dirigirse de nuevo a la gran arca —ubicada en órbita con Ibos—, que servía ahora como centro de investigación de la Alianza pero también como prisión y procesamiento de delincuentes, no era otro que analizar todas las novedades a las que humanos, neonianos y sylerianos se habían tenido que adaptar tanto en términos fisiológicos como mentales.

    Enganche exitoso. Por favor, procedan a salir ordenadamente del transbordador.

    — ¿Nerviosa? — Una voz femenina se dirigió a la señorita Vaalot, que se volteó suavemente.

    — En absoluto, ¿y tú?

    — Un poco — Se sinceró la chica, visiblemente más joven — Volver a la gran arca es extraño.

    — Bueno, técnicamente ya no es la gran arca — Dijo Karla, restándole importancia al asunto — Ahora es una gran nave dividida en varias áreas de utilidad.

    — Bonita forma de decir que nuestro hogar de antaño es ahora de todo menos un hogar...

    — Andro, relájate. Serán solo unos meses.

    — Lo sé, pero ya me había acostumbrado este último par de años a la vida en Ibos. Astea es una ciudad preciosa y menos frecuentada por la gente, me sentía bien allí con mi trabajo y ahora venir a esto...

    — Somos científicas, nuestro trabajo nos va a hacer movernos de lugar inevitablemente — Karla vio como un anixis se aproximaba al grupo del que formaba parte, probablemente para recibirles — Hola, somos…

    — El equipo científico de la Alianza, lo veo — Contestó el ser, que sería el encargado de guiarles hasta su ala de ciencias — Y tú debes ser la científica jefe, Karla Vaalot.

    — En efecto.

    — Seguidme, os llevaré a vuestra ala de ciencias. Allí disponéis de todo lo necesario para vuestras comprobaciones por petición del Consejo Superior y por supuesto, tenéis habitáculos donde dormir. Según tengo entendido, esto es una estancia de nueve meses.

    La científica Vaalot asintió, mientras seguía al trabajador anixis por repetitivos pasillos que ya conocía, acompañada de Andrómeda y seis colegas más de profesión.

    Eran, por mucho, los mejores científicos de la Alianza que habitaban la colonia.

    El trayecto hasta el ala de ciencias fue breve y una vez allí, el anixis les dejó a su total libertad. Karla ya conocía el plan de trabajo y por donde debían empezar, pero optó por dar libre ese primer día a todo su equipo. Mientras algunos se marcharon a ver cuanto había cambiado la gran arca respecto a cuando llegaron a Ibos hacía ya casi cuatro años, la científica jefe se fue directa a una diminuta sala en la cual podía comunicarse con quien quisiera en el planeta.

    Su primera llamada fue para Owen, quien contestó rápidamente. Su rostro apareció en la pantalla.

    Hey, cielo. ¿Qué tal está el ala de ciencias?

    — Aún tengo que asegurarme de que está todo lo que pedimos al Consejo Superior, pero bien — Explicó ella, para luego cambiar de tema — ¿Tú cómo estás?

    Echándote de menos... — Respondió él, algo apenado — Sé que puedo ir a visitarte cuando quiera ya que no estás lejos como tal, pero estos días sin tenerte en casa se han sentido raros. No dormir contigo...

    — Podrás quedarte aquí algunos días, si quieres — Karla sonrió al ver que su chico notaba su ausencia en el hogar — Siempre y cuando tengas libre en el trabajo.

    Por supuesto, no dudes en que lo haré — Dijo Owen con cierta efusividad para posteriormente mostrarse serio — Aunque las cosas en el trabajo están un poco tensas.

    — ¿A qué se debe?

    El capataz cree que varios de los que trabajamos en los invernaderos estamos robando la comida. Evidentemente yo no he hecho nada, pero el tipo sospecha de todos...

    — ¿Y crees que pueda darte problemas?

    ¿Ese tipo? Es el jefe, bien podría despedirnos a todos. E imagina que referencias daría a los invernaderos de otras zonas.

    — Joder, Owen, espero que esa situación no escale a mayores. Aunque, sinceramente, ese trabajo te tiene agotado. Si te despiden y buscas otra cosa, quizá hasta sea mejor.

    Karla, esto es lo que mejor se me da — El hombre se veía algo estresado respecto ese tema — No soy un soldado, soy prácticamente un granjero.

    — Seguro que podrías obtener un puesto mejor en algún otro ámbito, al final eres hijo de Lill Crane y Snow Car…

    ¡No quiero utilizar mi nombre para eso!

    De pronto, se hizo el silencio en la videollamada.

    Karla miraba fijamente a la pantalla en la que se veía a un Owen que se mostraba molesto al haber sacado el tema de sus padres, a los cuales amaba, pero no quería tener mejores tratos por ser su hijo. Pese a ello, la expresión en el rostro del hombre volvió a la de siempre, más sosegado y tranquilo. Karla sabía que quizá no debía haber dicho eso y él era consciente de que su reacción no fue la mejor.

    — Perdóname, amor — Dijeron los dos al unísono.

    Lo siento — Owen tomó la palabra primero — No quería gritarte, es solo que...

    — Lo sé, cariño, no debí decirte eso. Sé que quieres ganarte lo tuyo sin que el mérito recaiga en la figura de tus padres. Me he equivocado al proponerte eso.

    No, no, si entiendo a qué te referías... pero no. No quiero hacer eso.

    — Está bien, no pasa nada. Es comprensible.

    Tengo que volver al trabajo antes de que el capataz se queje de nuevo — El joven Crane sonrió a la pantalla antes de cortar la comunicación — Te amo. Te llamaré mañana.

    — Te amo, cielo. Hasta mañana.

    La videollamada se cortó, dando paso a un largo suspiro por parte de la científica.

    Aunque comprendía en cierto aspecto los motivos de Owen para no querer relacionarse con la fama de sus padres, no entendía que no quisiese tomar al menos cierta ventaja de ello para tener una vida más tranquila o cómoda. Respetaba sus deseos de querer forjarse un futuro humilde, pero creía que no aprovechar ciertas cosas era un mal uso de oportunidades.

    Sus pensamientos se difuminaron al instante cuando vio entrar a Andrómeda a la sala.

    — Me imaginaba que estarías aquí — Musitó ella, que entró sonriente pero al ver el rostro de su amiga, se preocupó — ¿Estás bien?

    — Sí… estoy bien, Andro — Musitó la científica jefe, aunque su rostro revelase lo contrario — Dime, ¿qué te apetece hacer hoy? Aprovechando que he decidido que es un día libre para nuestro equipo.

    — Es buena idea darles libre a los demás, parece que el arca ha cambiado mucho desde que llegamos en ella — La joven y talentosa Vermeer se veía algo más entusiasmada que antes — ¿Te parece si damos una vuelta por la zona y vemos que novedades hay?

    — Me apunto a eso. Y a ser posible, tomarnos algo también. Me vendría bien.

    — Nos vendría bien — Corrigió Andrómeda a su amiga, soltando una risa tímida — Venga, pongámonos en marcha.

    […]

    Cuando Owen cortó la videollamada con su chica, sintió que había sido demasiado brusco.

    Empezó a suponer que tenía un serio problema con la idea de ser hijo de dos leyendas como lo eran el comandante Crane y la gobernadora Carver, algo que no podía cambiar, pero que le daba cierta aura especial con la que él no se sentía cómodo. Era un tema que durante todos estos años había arrastrado, prácticamente desde que subió a bordo de la gran arca. Sin ocupar un rol de relevancia entre los suyos, era visto como una prolongación del éxito cosechado por sus padres, héroes para muchos, generándole una presión que él mismo consideraba desmedida.

    — ¿Owen? — La voz de uno de sus compañeros, el cual lo había estado esperando fuera de la sala preparada para las videollamadas, le sacó del trance en el que se hallaba — ¿Todo bien con Karla?

    — Eret — El joven Crane se volteó al instante, un tanto sobresaltado — Mierda, por un momento pensé que eras el capataz.

    — Entonces no habría dicho tu nombre a modo de pregunta, habrías escuchado un berrido en su lugar — El tipo, un neoniano de aspecto delgado llamado Eret, se aproximó al humano y apoyó una de sus manos en él — ¿Todo bien?

    — Sí, no tengo ningún problema con Karla. Soy yo, creo que estoy demasiado obsesionado con la idea de alejarme del recuerdo de mis padres, ya sabes, de lo que representan para todos.

    — Bueno, no te culpo, pero yo también creo que estás demasiado focalizado en ello cuando en realidad deberías centrarte más en ser tú mismo.

    Eret había sido un bálsamo para Owen en el trabajo.

    El resto de compañeros no eran mala gente ni mucho menos, pero era evidente que la mayoría se acercaban a él solo por ser quien era y no por realmente querer conocerle. El neoniano había sido la única persona en estos años trabajando en el invernadero que verdaderamente se mostraba como alguien dispuesto a formar una amistad más allá de que se tratase del hijo de Lill y Snow. Esto había hecho que ambos se hubiesen unido, forjando una verdadera amistad a ojos de los dos.

    — Créeme, no se trata de que seas un Crane, sino de que seas Owen — El neoniano trató de levantar el ánimo de su compañero con esas sabias palabras — Venga, aún nos quedan unas horas de trabajo y…

    De pronto, Eret enmudeció al escuchar un tremendo grito fuera de la sala, que hizo que todos los trabajos que se estaban dando en el invernadero —el cual era amplio y hacía rebotar el eco— se paralizaran y el silencio inundara por un breve instante todo el lugar. Humano y neoniano se miraron fijamente, conscientes de que se trataba del capataz en lo que suponían podía tratarse de otro de sus reproches sobre la ausencia de la cosecha del mes anterior.

    Ambos salieron fuera del habitáculo y se encontraron con otros compañeros, quiénes tenían un semblante preocupado por lo que pudiese ocurrir.

    — Hey, Nosh — El joven Crane se aproximó al primero que vio, otro compañero del ámbito laboral con el cual había interactuado lo suficiente como para saber su nombre — ¿Sabes qué ha pasado?

    — Hola, Owen — El tipo, un humano de la misma edad, asintió con la cabeza mientras se veía preocupado — Es Hecker, dice haber encontrado a los ladrones de la cosecha.

    — ¿En serio? — Eret decidió acercarse al foco del conflicto al escuchar aquello, dejando a Owen con Nosh.

    — ¡Eret! — El joven humano frunció el ceño, conocedor de que su amigo neoniano era un fiel defensor de la justicia — Maldición, se podría meter en problemas…

    Nosh solo pudo observar como Owen iba tras Eret en su intento por frenar ese ímpetu que el neoniano siempre tenía cuando podía darse algún tipo de injusticia.

    No es que no creyera que Hecker, quien era el capataz del invernadero, hubiese encontrado a los ladrones, sino que era consciente de que su mano dura podía generar un conflicto a gran escala. No era la primera vez que había algún altercado entre los trabajadores y su encargado. Al aproximarse al área donde se estaba llevando a cabo todo el alboroto, neoniano y humano vieron como un círculo de gente rodeaba a Hecker y a tres trabajadores, que se veían en una situación más que peliaguda para ellos.

    — ¡...y así es como los he descubierto! — El capataz parecía terminar de relatar cómo había pillado a los ladrones tratando de sustraer parte de la cosecha de los maizales y otras plantaciones del mes pasado — ¡Ya he advertido directamente a los responsables de nuestra labor! ¡Las autoridades anixis vienen en camino a custodiar a estos ladrones!

    Hecker era uno de esos humanos —también los había neonianos y sylerianos— que podrían considerarse literalmente como siervos de los anixis. Siempre accediendo a sus peticiones y acatando cualquiera norma que la especie padre de las demás implementase, era capaz de ponerse hasta de rodillas ante el Consejo Superior si era necesario.

    Una sumisión exagerada que provocaba repulsión en sus símiles y en sus aliados.

    — ¿Acaso los has pillado en pleno acto? — El neoniano no dudó en intervenir, captando la atención del capataz y en especial de sus compañeros — Recuerda que no podemos juzgar a nadie sin pruebas concluyentes y tú llevas estas últimas semanas amenazándonos a todos con el despido y desconfiando de todo el mundo.

    — ¡Sí, eso!

    — ¡Es verdad!

    — ¡Nos culpabas a todos en su momento!

    — Joder, Eret… — El joven Crane estaba viendo como la intensidad subía, cosa que no era nada bueno.

    — ¡¿Acaso eres sordo, neoniano?! — Hecker no se sabía casi ningún nombre de sus trabajadores, a excepción de aquellos como Owen, por su historia y árbol genealógico — ¡Acabo de decir que los he pillado en el almacén, cargando de suministros un transporte de dudosa procedencia!

    — ¡Por favor, creednos, es mentira! — Uno de los tres trabajadores que fue señalado como culpable, una syleriana, le llevaba la contraria a su superior — ¡Él mismo ha decidido inculparnos sin ningún tipo de prueba!

    — ¡Yo creo a Vorta, ella nunca ha demostrado ser una ladrona! — Dijo una trabajadora neoniana, defendiendo a su compañera — ¡Y los otros dos tampoco me lo parecen!

    — ¡El capataz bien podría querer culparnos a todos para que las autoridades tanto aliadas como anixis justifiquen sus medidas restrictivas contra nosotros!

    — ¡Si nos cierran este invernadero y no podemos trabajar en otros porque están todos los puestos ocupados, nos quedaremos sin comer!

    — ¡Dile a tus superiores anixis que dónde está la comida y estabilidad que nos prometieron al llegar! ¡Humano vendido!

    — ¡Tres años malviviendo y trabajando en esto para que luego me tilden de ladrón!

    Owen empezó a ver como la situación estaba por salirse de control cuando observó a un syleriano coger una pequeña pala —usada para arar la tierra y otras necesidades— con fuerza. En el momento en el que vio como éste la levantaba en el aire, el joven Crane trató de llegar a él para evitar que provocase una catástrofe.

    — ¡No lo hagas!

    Sin embargo, entre el bullicio de la multitud y la aglomeración de todos los trabajadores del invernadero en el área, aquel syleriano ni escuchó ni pudo ser detenido por un Owen que apartaba gente sin éxito. La pequeña pala fue lanzada hacia Hecker, el cual no la vio venir y la recibió en la cabeza, abriéndole una brecha y provocando su desmayo inmediato.

    Otros trabajadores, fieles defensores del capataz — o al menos de su mano dura—, se lanzaron contra la gente que estaba en la zona de la cual provenía el lanzamiento de la pequeña pala. Aquello rápidamente se convirtió en una batalla campal, lo que evidenciaba que los ánimos ya estaban revueltos no solo en aquel lugar sino en la propia colonia en sí, con parte de la población de la Alianza muy en contra de que se les tratase como delincuentes sin serlo.

    — ¡Eret! — Gritó el joven Crane, tratando de escabullirse.

    — ¡Owen! — El neoniano también buscaba reunirse con él.

    Los trabajadores comenzaron a pelear entre sí mientras era cuestión de tiempo que la llegada de las autoridades anixis se hiciese efectiva.

    Owen apartaba gente desesperadamente cuando de pronto observó como Vorta y los otros dos trabajadores que fueron culpados por Hecker se escabullían hacia el almacén donde estaban almacenadas todas las provisiones. Intrigado por ello y consciente de que podrían haber mentido —lo que haría que Hecker no tuviese culpa de nada y se hubiese llevado el odio ajeno contra él—, el joven Crane se puso a seguirles.

    Eret tuvo la fortuna de ver como Owen se marchaba por un costado, decidido también a seguirle para no perderle la pista y encontrarse a salvo. Owen empezó a aminorar el paso y a ser más sigiloso cuando se aproximó a la entrada del almacén, empezando a escuchar parte de una conversación.

    — Esto no le va a hacer ni puta gracia, ya sabes que él nos pidió cautela — La voz sonaba masculina y humana, siendo la de uno de los tres que fueron retenidos por el capataz.

    — Yo tampoco contaba con que se daría esto, aunque admitámoslo, el cabrón de Hecker se lo merecía — Comentó un segundo tipo — Si ese idiota de Eret no se hubiese metido...

    — Lo más peligroso es que ahora se van a involucrar las autoridades anixis y eso no es lo que queríamos, al menos, no ahora — La voz era de Vorta, la syleriana que también fue capturada por Hecker — Esta comida es para aquellos que la necesitan y ya hay suficiente tensión entre la población y el Consejo Superior como para que ahora las medidas de los anixis nos asfixien más.

    — Esto solo va a traer más problemas y lo sabes, Vorta. Ya te dije que creer en Ken…

    Eret apareció justo en la puerta, sorprendiendo al propio Owen pero en especial a aquellos que estaban empacando comida para un transporte que no figuraba en las listas de traslados de suministros. El neoniano, sin ser consciente de lo que hacía su amigo, ignoró por completo el sigilo, lo que alertó al trío de ladrones.

    — ¿Qué haces aquí? — Le pregunto Eret al humano, justo antes de percatarse tarde de lo que sucedía — ¡Sí sois los ladrones!

    — ¡Eret, lárgate de aquí antes de que tengas problemas!

    Owen permaneció en silencio, pensando que así tal vez los ladrones solo creerían que únicamente estaba presente el neoniano. Éste se aproximó a sus compañeros en el almacén con las manos en alto, aunque ninguno de ellos portaba armas de fuego ni nada por el estilo.

    — ¿Y bien, qué haréis con toda esa comida?

    — La obtendrán los que la necesitan, ya que los anixis y la Alianza prefieren mirar a otro lado y pensar que todos vivimos plenamente.

    — Os vais a meter en un buen lío si hacéis esto, yo he salido a defenderos, aún estáis a tiempo de…

    — ¡No lo entiendes, Eret! ¡Nos prometieron una vida relativamente cómoda en este mundo! ¡Los anixis y los líderes de la Alianza nos convencieron de venir! ¡Y mira! ¡Hay mucha gente que apenas tiene para comer! ¡¿Qué maldita vida es esta?! ¡Si es la misma que en Paraíso!

    Eret comprendía a qué se referían los tres ladrones de comida, e incluso Owen, que escuchaba escondido, se sentía mal al oír aquello.

    Sin embargo, tal vez no era justificación suficiente para hacer eso, ya que era comida que ya estaba destinada a otros lugares. Cada invernadero proveía a diferentes zonas de las diferentes ciudades de la colonia, pero si faltaban suministros, la gente volvería a salir a las calles y el Consejo Superior quería evitar nuevas revueltas de la ciudadanía aliada, cosa que parecía bien difícil dada la situación precaria de los mismos.

    Hubo un breve periodo de silencio en el almacén, como de reflexión, cuando repentinamente descendió un transporte en la entrada del almacén al mismo tiempo que se escucharon tres disparos en el interior del invernadero.

    — ¡Los cuatro! ¡Al suelo y con las manos sobre la espalda! ¡Rápido!

    Cinco agentes anixis salieron del transporte con varios Flasher en alto, sorprendiendo a los cuatro presentes y tomándolos bajo custodia.

    Owen vio como Eret también era detenido sin poder hacer nada, ya que si aparecía ante las autoridades podría ser detenido también, al creer que formaba parte de ese hurto. Por desgracia para el neoniano, estaba en la escena del delito y le costaría tener que explicarlo todo, mientras el joven Crane se escabullía sigilosamente de vuelta al interior del invernadero, donde esos tres tiros al aire resultaron para frenar la intensa pelea entre trabajadores.

    Cuando Owen regresó, se encontró a Nosh con las manos en alto y a otros siendo atendidos por médicos aliados que habían llegado acompañados de las autoridades anixis. El humano decidió mezclarse entre la multitud que había sido agolpada en el centro del lugar para que estuviesen bajo control policial, mientras veía algunos de sus compañeros tirados en el suelo, yaciendo sin vida. La trifulca había terminado en varios asesinatos, incluyendo el del propio capataz del invernadero.

    Hecker estaba muerto.

    […]

    La gran arca había sufrido un cambio significativo en estos más de tres años desde su llegada a Ibos, pasando de ser un navío sostenible a un puesto espacial de investigación y procesamiento, orbitando sobre el planeta colonial. Diversas funciones se llevaban a cabo allí desde hacía un par de años, con el propósito de darle así una utilidad a la gran arca una vez el viaje había concluido.

    Karla y Andrómeda paseaban por lo que anteriormente era una gran avenida, la cual conectaba por el centro a toda el arca. Ahora estaba igual de transitada debido a los varios equipos científicos, ingenieros y otros trabajadores que se encontraban habitando la estación. Evidentemente, había muchos menos locales abiertos que cuando la nave era totalmente funcional, pero aún así mantenía parte de su esencia.

    — Es raro — Musitó la joven Vermeer mientras observaba todo a su alrededor — Se siente diferente, pero al mismo tiempo familiar.

    — Concuerdo contigo — La científica jefe compartía sus mismas sensaciones — Sentémonos en una de esas cafeterías, a ser posible en la que está atendiendo un camarero humano.

    — Que xenófobo ha sonado eso — Contestó Andrómeda, bromeando, ya que era consciente de que su amiga no lo decía en ese plan.

    — Ya sabes a qué me refiero — Refunfuñó Vaalot, negando con la cabeza — Los neonianos y los sylerianos aún no saben hacer café en condiciones.

    — Lamentablemente, estás en lo cierto.

    Las dos chicas se decidieron entonces por tomar asiento en una cafetería que regentaban en su mayoría humanos. Había varias mesas en el interior del local y otras más fuera, que fue donde optaron ellas por sentarse —aunque desde luego no era por la luz, más artificial que la del propio sol del sistema— .

    A su alrededor había dos mesas ocupadas, próximas a la suya.

    En una de ellas, un numeroso grupo de trabajadores anixis parecía estar debatiendo de forma holgada y a su vez intensa sobre los beneficios y perjuicios del café humano. El camarero las atendió rápidamente y muy pronto tenían los cafés sobre la mesa. Mientras se lo tomaban tranquilamente, las dos científicas casi podían escuchar la conversación que se estaba llevando a cabo debido al alto tono de voz que usaban los curiosos anixis.

    — Personalmente, este brebaje me produce náuseas — Murmuró uno de ellos, apartando su taza hacia el centro de la amplia mesa — ¿Alguien quiere intoxicarse con esto?

    — ¡Oh, vamos! ¡Pero si es una delicia! — Replicó otro, mostrándose realmente efusivo, probablemente por culpa de la cafeína — ¡Sabe mejor que una tarde en las playas de Cainia!

    — No hagáis caso a este tipo, creo que esto que llaman café le ha alterado el sistema nervioso — Dijo un tercero, de brazos cruzados y sin apenas inmutarse.

    — A mí me ha gustado, compañeros — El anixis dio un plácido sorbo a la taza humeante de café — Estoy dispuesto a beberme los cafés que nadie quiera, pero no me dispongo a pagarlos.

    — Yo no me encuentro bien — Añadió un quinto ser, visiblemente agobiado — Creo que… creo que…

    — ¡Lárgate al baño si vas a expulsar ese líquido asqueroso que te has bebido! ¡Maldito impertinente!

    El anixis afectado por la bebida hizo caso a su molesto compañero y se levantó apresuradamente para irse al aseo, mientras Karla y Andrómeda observaban entre atónitas y muertas de risa todo lo que escuchaban. Al voltearse hacia la mesa, la joven Vermeer se percató de que había otra mesa más que estaba ocupada, pero en ella había un hombre y una mujer, ambos humanos.

    El tipo se hallaba de espaldas, pero en cuanto se volteó al oír a los anixis, ella lo reconoció.

    — ¡Brandon!

    Karla no se esperaba esa reacción de su compañera y amiga, pero fijó su mirada en aquel chico que, rápidamente, volvió a voltearse para esta vez centrar su mirada en las dos. Su media sonrisa confirmó que se trataba del mencionado Brandon Gallagher.

    — ¡Andrómeda! ¡Karla! — Alegre por encontrarse con ellas después de tanto tiempo, el hombre hizo aspavientos con la mano para saludar.

    La chica que estaba a su lado era totalmente desconocida para ambas científicas, pero eso era lo de menos. Brandon decidió incorporarse y dirigirse hacia la ubicación de sus viejas amigas, mientras la otra mujer observaba con seriedad ese encuentro amistoso. Él se aproximó y no dudó en abrazar tanto a la joven Vermeer como a la joven Vaalot.

    — ¡Cuánto tiempo! — Exclamó Gallagher tras haberla saludado — No habéis envejecido nada mal pese a haber pasado cincuenta y un años en criogenia.

    — Tú tampoco, Brandon — Musitó Andrómeda con una risa nerviosa.

    — Bueno, al momento de salir de la cápsula hemos empezado a sentir que el tiempo avanza como siempre — Karla fue más seria y lógica al respecto, obviando el pequeño chiste del chico — ¿Qué te trae por aquí?

    — Estoy acabando de formarme como médico general — Indicó Brandon, sintiéndose orgulloso por ello — Como ya sabéis, hoy en día no solo hay que saber como tratar a los nuestros, sino también al resto de especies. Aunque es demasiada información, ahora mismo estoy con la tesis final y es sobre todos los ensayos y aprendizajes que hizo Cinthia Marlow, la primera humana en aprender sobre la fisionomía del resto de especies y…

    — Cierto, hoy en día eso es esencial — Asintió Vaalot, cortándole un poco — Aunque no sabía que el curso se hacía aquí.

    — Sí, bueno, yo también hubiese preferido hacerlo en la superficie. De hecho, me quiero mudar a Astea cuando termine, he oído que es una ciudad rodeada de montañas y se debe respirar un clima de paz… — El joven se percató de que estaba hablando de más, por lo que paró en seco y cambió el foco de la conversación — ¿Y vosotras? ¿Qué tal todo? ¿Cómo es que estáis aquí?

    — Venimos par...

    — Venimos para seguir con diversas investigaciones de la Alianza para poder ser más sostenibles aquí, en Ibos — Andrómeda habló aceleradamente, cortando la intención de Karla de explicar lo mismo — Ámbitos como el de la comida, la calidad del aire y demás… Y bueno, Karla es la científica jefe.

    — Vaya, pues me alegro mucho por ambas — Sonrió Brandon, mostrándose un tanto galán — En fin, debemos vernos para hablar más en otro momento. Ahora debo regresar con mi compañera.

    — Claro, nos veremos por aquí — Contestó la joven Vermeer, que era de fácil cortejo — ¡Hasta pronto!

    — Nos vemos, Brandon — Musitó Karla con normalidad.

    — Adiós, chicas.

    El hombre se fue de regresó a su mesa, donde su compañera tenía un semblante serio hasta que él apareció. Karla y Andrómeda se miraron entre sí, cada una con un pensamiento muy claro que no tardaron en expresar en voz alta.

    — ¿Por qué eres tan seria?

    — ¿Por qué te regalas así?

    — ¡¿Cómo?! — Dijeron ambas al unísono.

    — ¿Sabes qué? No diré nada — Musitó Karla, pidiendo la cuenta — Paguemos y sigamos nuestro camino.

    — Tú eres la jefa…

    Dicho y hecho, una vez los cafés fueron pagados, las dos mujeres emprendieron camino en dirección al frente, ya que querían seguir viendo que tantos cambios había habido en la gran arca. El ambiente que se respiraba en el lugar era prácticamente el de una colonia de trabajadores, cada uno de ellos con una función clara. Ambas científicas humanas siguieron avanzando por la gran avenida central, dirigiéndose a la parte final, donde se hallaba el centro de procesamiento para delincuentes que recibirían el exilio como castigo.

    En los años del viaje de la Alianza hacia Ibos, ese lugar era la pequeña cárcel del arca, controlada por el aquel entonces comisario Kendall Xom y en la cual el joven neoniano Kairos Kent pasó unos meses tras provocar unas revueltas.

    Al margen del centro de procesamiento para exiliados, ya en la zona final del puesto espacial, se encontraba lo que eran los motores de la gran arca. Creados con tecnología híbrida —material anixis y restos de antigua tecnología humana—, ahora eran desvalijados por un numeroso equipo de mecánicos e ingenieros, medida adoptada por el Consejo Superior y la cual no muchos compartían debido a que estaban dejando la gran arca sin la posibilidad de marcharse si tuviese que ser necesario. No obstante, por el momento no había motivos para hacerlo y desde los altos cargos en ingeniería se dejó claro que, de ser necesario, se podrían recolocar motores e incluso de mejor calidad.

    — Fíjate, se están llevando los motores pieza a pieza — Señaló Andrómeda, visiblemente apenada por ver aquello — No me gusta, creo que tener esto con los motores a punto nunca estaría de más. Quien sabe si el día de mañana debemos irnos a toda prisa…

    — Pienso lo mismo que tú — Murmuró Karla, observando como los trabajadores cumplían las órdenes dadas por el Consejo Superior — ¿Crees que los anixis quieran asegurarse de que siempre nos quedemos aquí con ellos?

    — No lo sé, pero hoy en día todo es posible — Dijo la joven Vermeer, casi pensando en voz alta — Espero que esto no sea un error.

    Mientras ambas mujeres observaban desde cierta distancia el trabajo de los ingenieros, observaron como una chica humana se hallaba desmontando una gran pieza. Una vez logró desencajarla, varios de sus compañeros aparecieron para llevársela, mientras la ingeniera se secaba la sudor de su frente pasándose el antebrazo izquierdo por ella. Con una especie de herramienta similar a una llave inglesa en la otra mano, la mujer se volteó para ver como se llevaban la pieza que acababa de desarmar, lo que hizo que su vista terminase por centrarse en las dos chicas que se encontraban de pie a pocos metros, observando todo.

    — ¡Eh! — Gritó la ingeniera, señalando con la herramienta al dúo científico — ¡Vosotras dos! ¡Esto es zona restringida!

    — Vaya, tranquila — Vaalot no dudó en evidenciar que se sintió intimidada por esos gritos — Ya nos íbamos, relájate.

    — Espera… — Andrómeda, que hacía no mucho rato había reconocido al futuro médico Brandon Gallagher, se quedó parada pese a las advertencias de la ingeniera con sus aspavientos, llave inglesa en mano.

    — ¡¿Y tú?! ¡¿Acaso no tienes los oídos que sí tiene tu amiga?!

    La ingeniera dio un salto desde el lugar en el que estaba, que era poco más de medio metro hasta el suelo, para dirigirse rápidamente hacia la joven Vermeer. Cuando se puso a dos escasos metros de su rostro, la científica la miró con asombro para acto seguido girarse hacia Karla y revelarle la identidad de esa chica.

    — ¡Es Mia Yazuke! — Exclamó la joven, captando así la atención de la científica jefe.

    — ¿Y tú quién eres? — Mia no recordaba a Andrómeda, ya que apenas pasaron tiempo juntas en sus años en la academia en Paraíso — A ti no te recuerdo, pero a tu amiga sí. ¡Hola, Karlita!

    — ¿Mia? Sabía que te encargabas del mantenimiento de los motores de la gran arca, pero pensaba que estarías en tierra firme ocupándote de otras cosas.

    — Yo soy Andrómeda Vermeer — Dijo la chica en un tono serio, al sentirse ofendida con el comentario de la ingeniera — ¿Seguro que no me recuerdas?

    — ¡Ah, sí! Bueno, vagamente — Se sinceró Yazuke, que parecía más entusiasmada por ver a Karla que a Andrómeda — Ciertamente, trabajo en mantenimiento tecnológico en Vianus, pero me han enviado aquí junto a un equipo para desvalijar los motores. Una verdadera lástima, les cogí cariño. Me conozco hasta el último tornillo. Hicieron un gran trabajo los ingenieros Bragg y Herswood.

    — Intuyo que es porque esto va a pasar a ser una estación espacial, ¿no? — Karla quería corraborar su pensamiento lógico.

    — Eso es. Órdenes del alto mando… o sea, los anixis del Consejo Superior. Porque según tengo entendido, nuestro querido Omnius está en el consejo pero a la hora de decidir por nosotros, la AIE, está completamente solo.

    — ¿Acaso le puedes culpar? Es su voto contra el de cuatro — Indicó Vermeer, queriendo entrar en la conversación — Dale gracias a que los anixis accedieron a que nuestro representante formase parte de su consejo…

    — Amén a eso, Andromedita — Musitó la ingeniera de rasgos asiáticos, la cual adoraba poner abreviaturas o motes a los nombres de los demás — Y bueno, chicas, ¿qué hacéis vosotras aquí?

    — Estaremos en el ala de ciencias durante nueve meses, tenemos investigaciones que hacer por provecho de la Alianza y bueno, el Consejo Superior lo ha terminado autorizando — Reveló Karla, sin profundizar demasiado.

    — ¡Genial! ¡Entonces nos veremos por aquí!

    — Sí, ¿también sabías que Brandon está aquí? — Preguntó Andrómeda, que ya se imaginaba planes para los cuatro viejos conocidos que eran.

    — ¿El ricachón? Ah, sí… Me encontré con él hace unas semanas — Reconoció Mia, que por su expresión, evidenciaba cierto rechazo — Es un auténtico baboso. Cada día va con una chica diferente a una de las cafeterías de la avenida. Incluso me invitó un día a tomar algo. Dije que no, obviamente. Decidle que no. Es muy presuntuoso y solo pretende ligar con todas.

    — Tú también eras un poco así en Paraíso — Andrómeda, que era obvio que tenía a Brandon como otro tipo de persona, quiso defenderle — No sé si estés para hablar.

    — Es cierto, tuve mi época — Yazuke no se escondió al recibir esa acusación indirecta — Pero por eso mismo lo digo, eso no te lleva a ningún lugar. A mi me gusta conocer gente, pero no al nivel de Brandon. Ese tipo se aprovecha de su dinero y su buen ver para encandilar a cualquiera doncella bonita de conquista fácil. Y parece que tú ya has caído en su encanto.

    Andrómeda frunció el ceño de manera evidente, sintiéndose juzgada por la ingeniera que sin embargo no consideró haber dicho ninguna mentira. Karla vio esa escena y aunque apoyaba a su amiga, comprendía que no podía molestarse si ella antes había juzgado a Mia por su pasado. El silencio incómodo fue cortado rápido de raíz por la misma asiática.

    — ¿Sabéis algo de los demás? Hace mucho que no los veo: tu hermano Jack, Owencito, Ken, Echo…

    — Están los tres en la colonia — Respondió Vaalot, agradecida de que hubiese cambiado el tema de conversación — Aunque a mi hermano hace un par de meses que no le veo, ha estado ocupado con la milicia y Echo igual… De Kendall no sé prácticamente nada, la última vez que le vi fue al año de estar viviendo en la colonia.

    — ¿Y Owen? Ese chico era un encanto, pero no lo volví a ver desde que llegamos. ¿Seguís…?

    — Sí, estamos juntos — Karla fue tajante para evitar que Mia pensase en explorar la posibilidad de buscar a Owen — Incluso tenemos una vivienda comprada en una de las ciudades. Ahora por trabajo estamos distanciados, pero una vez este proyecto en el que estoy termine, me aseguraré de estar siempre en tierra con él. O al menos, allá donde estemos, estar juntos.

    — Que bien, me alegra oír eso — Contestó Mia, consciente de que había tocado algo de fibra sensible en la científica — Bueno, chicas, ha sido un placer veros de nuevo. Siento la bronca del principio, no me fijé que eráis vosotras… En fin, ¡deberíamos vernos pronto ahora que estamos en el mismo lugar!

    — Claro, nos vemos, Mia.

    Ambas científicas se despidieron al mismo tiempo de la ingeniera, que emprendió el rumbo de regreso a su puesto mientras ellas se murmuraban algo entre sí.

    — No quiero quedar con ella — Expresó Andrómeda, muy a disgusto con la actitud de la asiática — Sigue siendo la misma de siempre.

    […]

    El joven Crane fue rápidamente procesado tras lo ocurrido en su invernadero —como Nosh y otros que no actuaron— , a excepción de Eret, Vorta y los otros dos que fueron pillados cargando suministros en un camión particular. Con el capataz Hecker muerto, una vez la investigación resolviese el caso de quién le había asesinado, este sería condenado a algún tipo de castigo, llegando a incluso plantearse la posibilidad del exilio. Sin embargo, aquellos que fueron retenidos podrían pasar un largo tiempo en una de las prisiones de máxima seguridad de la ciudad, debido a que robar víveres estaba considerado como un delito de moderado a grave, debido a la escasez de ciertos alimentos para las especies de la Alianza.

    Una vez en la calle y decidido a que debería llamar próximamente a Karla para contarle todo lo sucedido —además de que estaba sin trabajo debido a que el invernadero quedaba temporalmente clausurado—, Owen optó por hacer algo más. Buscó por internet, en su teléfono personal, la consulta de un viejo conocido suyo. No le fue difícil encontrar su ubicación, por lo que emprendió el camino hacia dicho lugar, llegando con transporte público en cuestión de quince minutos.

    Se trataba de un viejo edificio que por fuera parecía casi en ruinas —los anixis construyeron distritos para los aliados que iban a llegar, pero no se esmeraron mucho en mantener algunos edificios— pero que por dentro se veía algo mejor. Era un bloque de apartamentos para vivir, con la excepción de que la primera planta esos hogares habían sido convertidos en negocios de particulares.

    Sus ojos se posaron en una de las puertas, en la que se podía apreciar, en una plaquita metálica, el nombre de aquel al que había ido a buscar.

    — “Kendall Xom Brume, detective privado”.

    Owen lanzó un suspiro de resignación, consciente de que quizá no era la primera persona a la que acudir en ese caso —pues tenía otros y mejores amigos— pero sí la única que podía ayudarle en ese momento, ya que Jackon o Echo estaban en la milicia de la Alianza y ellos no se solían ocupar de casos así, sino de cosas más serias. Más allá de que las autoridades policiales anixis hubiesen intervenido —y en colaboración con la policía de la Alianza estuviesen investigando—, el joven Crane Carver tenía la sensación de que había algo más en lo sucedido en el invernadero, tras haber oído hablar a Vorta y sus acompañantes.

    — Adelante — Escuchó Owen tras haber golpeado la puerta.

    Cuando este entró, cierto olor a tabaco le echó para atrás, reacción que fue apreciada por el detective que ocupaba ese amplio despacho. Las persianas estaban medio bajadas y se filtraba poca luz en el lugar. Kendall se incorporó de su asiento y levantó algunas persianas para acto seguido abrir un par de ventanas, con el objetivo de que el humo del tabaco terminase por irse.

    Con más luz entrando, ambos viejos conocidos pudieron verse los rostros con mayor claridad.

    El antaño comisario Xom se veía hecho un desastre, con unas ojeras pronunciadas, algo pálido y el pelo largo cubriéndole parte de los ojos. Vestía una gabardina de color beis y unas botas oscuras. Un cigarro medio apagado yacía aún liberando humo en el cenicero, pero el propio Kendall se encargó de terminar de apagarlo y tirarlo a la basura que tenía a un lado del escritorio, donde se apreciaban muchos papeles, objetos y una lámpara sencilla.

    — Vaya, eres la persona que menos esperaba que apareciese por esa puerta — Dijo de pronto el detective, acercándose con la mano tendida y una media sonrisa — Bienvenido, Owen. ¿En qué puedo ayudarte?

    — Ken, no quiero que me malinterpretes, pero te veo hecho mierda — El joven Crane no pudo evitar ser sincero pues pese a que nunca se llevaron del todo bien, le guardaba cierto aprecio — ¿Estás bien?

    — Joder, ¿desde cuando te preocupas tú por mí? — Xom lanzó una carcajada que fue interrumpida por un ataque de tos — Debo dejar de fumar si no quiero morirme más joven.

    — Bueno, en ese caso, hazlo.

    — Ya, claro, es muy fácil decirlo… — Kendall tomó asiento y le indicó a Owen que hiciese lo mismo — En fin, no me pillas en mi mejor momento, viejo amigo. Pero es lo de menos. Tengo una reunión importante en breve, así que el tiempo apremia. ¿Qué necesitas de mi?

    — Está bien, iré directamente al grano — Crane tomó asiento y se inclinó hacia el detective — ¿Te has enterado de lo ocurrido en uno de los invernaderos más próximos?

    — ¿Por quién me tomas? Soy detective, tengo mis contactos. Estoy enterado de todo prácticamente al momento.

    — Perfecto, pues se trata del lugar en el que yo trabajo y la trifulca ha sucedido porque…

    — Porque os roban los víveres cosechados, sí, lo sé, Owen. Tu capataz, ese tal Hecker, que en paz descanse, vino a mi en repetidas ocasiones.

    — ¿Y?

    — Primero quiero saber que quieres de mi antes de decirte nada. Recuerda que en mi trabajo se me pide confidencialidad, no puedo compartir información como si nada.

    — Primero, me gustaría que me ayudes a sacar a mi amigo Eret de la cárcel. Él no es culpable de nada, o al menos eso creo. Lo pillaron hablando con los ladrones y lo consideraron uno más.

    — Yo no puedo hacer eso, Owen — El hombre negó con la cabeza al mismo tiempo que jugaba con un mechero en sus manos — Soy detective, no abogado. Ahí deberás buscarle otro tipo de ayuda a tu compañero.

    — Joder… mierda, vale, lo entiendo — El joven Crane se veía algo frustrado — Lo otro es más que un simple favor.

    — Te escucho.

    — Escuché a esos ladrones y sé que no trabajan solos. Debe haber más gente detrás. Quiero saber quiénes han provocado todo esto y encontrar un modo de ponerle fin.

    — ¿No confías en las autoridades?

    — Las autoridades harán su trabajo, seguro, pero mientras mi amigo esté retenido y no pueda demostrar su inocencia, yo intentaré ayudarle. Y una de las formas es así, encontrando a los culpables y entregándolos a la justicia.

    — ¿Eres consciente de que esa gente solo busca qué comer? — Kendall parecía saber más de lo que decía — ¿Tú, Owen Crane, serías capaz de delatar a personas humildes que solo quieren subsistir como haces tú?

    — No conozco sus verdaderos motivos pero si es simplemente eso, hay otras formas de obtener comida. Robarla no es la solución — Recriminó el joven cosechador, ahora sin trabajo — Me he quedado sin mi puesto gracias a lo que ha ocurrido. Yo y mucha más gente que ahora no tendremos para comer ya que no tenemos ingresos. Hay una persona inocente encerrada y muchos hemos sido procesados sin haber hecho nada. ¿Qué te parece eso, Ken?

    El joven Xom permaneció pensativo durante unos largos segundos mientras su visitante mantenía la mirada fija en él. Poco a poco el olor a tabaco se estaba disipando y el detective recuperaba el color de su piel, aunque sus ojeras pronunciadas eran notables al tener esos característicos rasgos asiáticos de parte de su fallecida madre.

    Sin decir nada más, el tipo abrió uno de los cajones del escritorio y dejó sobre la mesa una pistola Striker, incomodando por un instante al propio Owen.

    — ¿Qué se supone que pretendes con esto?

    — Owen, yo ya investigué el suceso que te ha ocurrido, como te he dicho, Hecker vino a verme — Por primera vez en toda la conversación, Kendall parecía haberse puesto bastante serio — Y sé quien anda detrás de todo, pero estoy atado de manos y pies.

    — ¿A qué te refieres?

    — A que es un grupo numeroso de gente, como lo fue la Resistencia que lideró mi madre en Neonia, tras el Colapso — El detective empujó el arma hacia la posición de Owen, que estaba atónito — Sé que no eres un soldado, pero en la academia nos enseñaron a todos a manejar un arma. Vivimos en un universo en constante peligro. Tómala.

    — Pero, ¿por qué? — Crane no entendía absolutamente a donde estaba yendo la conversación — ¿Quiénes andan tras todos estos robos, Ken?

    — Tendremos que hacerle una visita a un viejo amigo tuyo, Kairos Kent.

    Owen se quedó petrificado al escuchar su nombre.

    Si bien era consciente de que formaba parte del viaje que les llevó a Ibos, le perdió totalmente la pista al momento de habitar la colonia anixis. De hecho, nadie de los que le conocía volvió a saber nada de él, llegando incluso a pensar que podía estar muerto o desaparecido. Si lo que Kendall decía era cierto, el joven neoniano apadrinado por Yak Quetaryan en el pasado, estaba detrás de los hurtos en los invernaderos.

    Aunque su propósito pudiese ser noble, no dejaba de ser un acto criminal que tenía consecuencias para todos.

    — ¿Por qué debo ir armado? — Owen seguía sin comprender porqué llevar un arma consigo.

    — Tú y yo nunca nos hemos llevado bien, pero nos toleramos y respetamos — Contestó Kendall, sacando otra arma idéntica del mismo cajón — Pero tú y él siempre tuvisteis vuestros desencuentros. Kairos es un tipo tranquilo, pero es un soldado bien entrenado. No digo que vayamos a ir a verle para iniciar un conflicto, pero podrás pedirle explicaciones y conocer sus motivos, como hice yo. Eso sí, ten el arma cerca porque no te puedes fiar de él. Por eso te he…

    De pronto, una serie de golpes en la puerta pusieron en alerta al dúo. El detective le indicó a Owen que se guardarse el arma apresuradamente, mientras él hacía lo propio. Acto seguido, dio paso a quien fuera que estuviese tras la puerta, siendo la reunión que Kendall estaba esperando antes de la llegada del joven Crane.

    — ¿Omnius? — Owen no se esperaba por nada del mundo encontrarse al representante de la Alianza allí mismo.

    — Owen, me alegra verte aquí — El joven syleriano no se molestó con su presencia, sino todo lo contrario — ¿Tú le has avisado, Kendall?

    — En absoluto, él ha acudido a mí por otros motivos.

    — Bueno, bien, porque quiero que nos reunamos cuanto antes los de la vieja guardia — El representante Paokt sonaba como un mafioso, aunque no tuviese intenciones ocultas.

    — ¿Cómo que la vieja guardia? — Owen jamás hubiese imaginado que reunirse con Kendall hubiese llevado a todo lo que acababa de ver y oír — ¿Qué diablos está ocurriendo, chicos?

    — Este es un buen sitio para pasar desapercibidos, he avisado a los nuestros de la milicia — Omnius se veía entre entusiasmado y tenso — La vieja guardia es un término humano, Owen, ¿no lo conocías?

    — Sé a lo que se refiere el término, pero no entiendo porqué esto, Om.

    — Lo explicaré cuando estemos todos aquí. Bueno, todos no podrán estar, he oído que Karla está en la gran arca, ¿verdad?

    — Sí, pero, ¿para qué tendría que estar?

    — Owen, ya sé que tú siempre has querido una vida tranquila tras todo lo que hemos vivido en Paraíso. Hicimos este viaje por un motivo — Omnius empezó a pasear por la sala con los brazos en la espalda, mostrando su uniforme de representante cubierto por una gabardina mucho más variopinta que la del detective — Pero las cosas están cambiando. El Consejo Superior juega sus cartas con nosotros, la Alianza, y la población se está poniendo nerviosa. Yo también. Tengo la extraña sensación de que los anixis intentan controlarnos con sutileza, hasta ponernos un yugo del que no podamos librarnos. Y antes de que pase eso, necesitamos pruebas, pero sobre todo, necesitamos jugar nuestras cartas. Y no se me ocurren mejores personas para esto que nosotros. Nos corresponde ser los que cambiemos el orden establecido.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo. Qué decir. Publicaste el 10 de marzo y se suponía que leeríamos en el finde inicial, pero por motivos como la caída del foro y mi corte de internet no se ha podido. Me alegra que por fin se nos haya dado, ya que extrañaba las lecturas en simultáneo.

    Arranca el capítulo con Karla y Andromeda (la llamaré Andro a partir de ahora, después de todo, así la llaman a ella también) llegando a la gran arca para trabajar durante 9 malditos meses. 9 Meses en los que Karla y Owen estarán separados, aunque pueden llamarse y hacerse visitas unos a otros, pero ya entiendes que no es algo que me guste. :angrycat: Justamente, Owen llama para decirle que la extraña y comentarle su día a día en el trabajo. Karla le sugiere que se busque otro puesto usando su apellido, pero Owen no quiere hacerlo, ya que él quiere ser quien es sin que el peso de sus padres esté tras él. Tras eso vemos que el único amigo real que tiene en el trabajo es un neoniano llamado Eret, quien lo aprecia por ser quién es y no por ser hijo de dos leyendas. Pero bueno, me alegra que Owen tenga amistades.

    La conversación entre ambos se detiene cuando Hecker descubre a los ladrones de comida in fraganti, y todo pronto se vuelve un auténtico caos. Hecker, por lo que se dice, era de los tipos que son muy sumisos a las autoridades, y la actitud que tiene con sus empleados seguro no hizo nada para desescalar el conflicto. Todo terminó en una trifulca que acabó con el tipo muerto. En fin, no será extrañado, pero es algo penoso, ya que el tipo solo hacía su trabajo. Luego, Eret y Owen descubren a los ladrones, y confirman que efectivamente estaban robandose la comida. Owen fue listo y no se dejó ver, pero a Eret los anixis los atraparon y lo encerraron también. Supongo que es un mal momento para su amigo por haber sido muy imprudente.

    En la nave arca vemos que Karla y Andro pasean por el sitio y visitan un bar donde los anixis no pueden soportar el café, ya sea que les caiga mal o que los deje casi embriagados. Y bueno, sin querer nos encontramos con el arma definitiva para usar en su contra. Es cuestión de tirar granos de café en el sistema hídrico de las ciudades y la victoria para la Alianza estaría asegurada XD. Mientras estaban allí, se encuentran con Brandon, quien estaba en plena cita con una random cuando Andro le llama la atención. Así entre viejos conocidos se ponen a hablar, y vemos a una Andro muy entusiasmada por interactuar con Brandon, joder, que ya hasta casi parecía que le iba a dar su número de habitación para que le hicieran una visita. Karla se lo resalta y vemos que Andro se lo toma mal, pero bueno, no hay que negar la realidad, se regaló un poco.

    Saliendo del lugar, las chicas van hacia una sala de motores, donde todo está siendo desmantelado. Perfecto para los Anixis, que así se aseguran que la alianza no pueda irse de su sitio con facilidad. Los tienen prácticamente de los pelos, ya que hasta que los motores no sean reemplazados por otros mejores, no podrán ir a ningún lado :blue: Trabajando allí se encuentra Mia, quien se siente algo mal por tener que desarmar la gran arca, y luego de encontrarse con Karla y Andro, estas comienzan a charlar. Andro le pregunta por Brandon, y ahí Mia nos cuenta que Brandon aprovecha su fortuna para salir con todas las minitas que se encuentre. Y bueno, qué decir. Me gustó ver que Brandon estaba estudiando medicina y estaba por graduarse, y pensé que sería buen match up con Andromeda, pero si es un casanova que se tira el dinero en mujeres, pues que se aleje de ella. Andromeda no se toma bien ese comentario, y se ve que Mia nota que a ella le gusta el ricachón. Bueno, niña, mejor te vas haciendo la idea de que te buscas a otro. Mia luego pregunta por el resto, y hace un énfasis incómodo en Owen, llamándolo Owencito como cuando eran estudiantes, incluso diciendo que era un encanto de chico, y hasta preguntándole a Karla si seguían juntos :humm: Y bueno, bien por Karla por decirle que estaban más unidos que nunca, porque si Mia no se enteraba, era capaz de mandarle una foto en tanga por mensaje privado :aniblush:

    En la escena final Owen visita a Kendall quien vive como un detective de la ficción. Con un departamento propio con persianas y cigarrillos encendidos. Se ve que tuvo mucho tiempo libre durante el viaje a Ibos y lo usó para mirar películas y buscarse una nueva personalidad. Lo malo es que el tipo es un fumador activo que incluso tiene ataques de tos. No, amigo, él es uno de los angelitos, y no quiero que se muera de cancer de pulmón. Además, seguro Ender, Cia y Sun no aprobarían que se la pasara fumando :anicry:

    Owen le cuenta a Ken sobre lo ocurrido en el invernadero, y Kendall le revela que Hecker apareció y pidió ayuda. Él ya sabe lo importante, quien está detrás de todo esto es el rompe pelotas número 1 de la parte X, Kairos Kent. El tipo vino a joder y está jodiendo con todo. Como se nota que fue entrenado por Yak, que pena que lo tengamos que estar aguantando a él mientras que otros neonianos buenos como Eret están presos. :ewww:

    Omnius llega justo a tiempo, y les dice a los dos que quiere contar con ellos, pues sospecha que los Anixis quieren imponerles un yugo, y los necesita como a los demás para investigar y actuar. Calculo que a ese grupo se sumará otra gente como Jackon y Echo, quienes no salieron en este capítulo, pero ansío ver que se les viene para el futuro.

    Bueno, eso es todo por ahora, amigo. Qué decir, fue una lectura fantástica, y las semanas sin el foro y el finde pasado sin internet las eché en falta. Lo malo es que hoy se terminan mis vacaciones, pero seguro alguna lectura más tendremos para el futuro.

    Con eso me despido. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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  5. Threadmarks: El orden establecido (II)
     
    Manuvalk

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    Saludos a todos los presentes, en especial a mi querido amigo Agus estresado por estar siempre por aquí para disfrutar de esta historia que apenas comienza. Estamos en el tercer capítulo de esta parte uno y las cosas se van a ir asentando poco a poco en lo que definiría como una partida de ajedrez en la cual se están posicionando las piezas. No diré mucho más, simplemente espero y deseo que disfrutéis de la lectura.




    El orden establecido (II)








    Las palabras del actual y primer representante de la Alianza que formaba parte del Consejo Superior liderado por los anixis, hicieron que Owen se quedase perplejo durante un minuto.

    El silencio fue total en el despacho del detective Xom, que ya parecía estar al corriente de toda esa extraña teoría que el propio Crane tildaba en sus pensamientos de conspiranoica. Antes de que pudiese articular palabra alguna al respecto, un dispositivo móvil que portaba el syleriano comenzó a emitir pitidos, haciendo que éste lo sacase de su bolsillo y lo pulsase para hablar.

    — ¿Estáis en la puerta?

    Así es.

    Omnius le indicó con un gesto a Kendall que fuera a abrir, algo que no gustó mucho al detective, evidenciándose en su expresión molesta.

    — No soy tu sirviente, Omnius — Le recriminó Xom mientras se dirigía a la puerta para abrirla.

    — Es tu despacho, amigo mío — Contestó el syleriano, con cierta soberbia.

    Owen observaba todo lo que estaba pasando sin tener apenas datos de lo que iba a suceder, pero pudo respirar un tanto aliviado cuando vio pasar por la puerta a algunos de sus viejos amigos.

    Echo fue la primera, vistiendo como una civil con pantalones vaqueros, un suéter y un chaleco. Verla con el pelo largo y suelto cuando en la milicia lo llevaba siempre en una coleta era realmente raro. La mujer saludó a Kendall con la mirada y le tendió la mano a Omnius, pero cuando vio a Owen, se le iluminó el semblante.

    — ¡Owen! — Exclamó, emocionada de encontrarse con él — ¡Me alegro de verte! ¡Hacía mucho que no coincidíamos!

    — Yo también me alegro de verte, Echo — El joven Crane estaba algo comedido, no por estar con sus amigos sino por estar allí, en ese ambiente tan clandestino — ¿Cuándo voy a saber exactamente que está ocurriendo, chicos?

    — Paciencia, amigo.

    Jackon vestía también como un ciudadano más. Una camiseta a cuadros de color roja y negra combinaba perfectamente con sus vaqueros oscuros. Además se había dejado crecer el pelo al haberse apartado un tiempo de la milicia, que te exigía en según que situaciones tenerlo corto.

    — Jackon, me alegro de verte también, pero…

    — Owen, cálmate — El joven Vaalot conocía bastante bien al joven Crane y pudo notar que se encontraba todo tenso — No nos vamos a la guerra, si es lo que te preocupa. Pero necesitamos estar unidos.

    — ¿Para qué?

    — ¡Para que los malditos anixis no nos intenten hacer otra de sus jugadas! ¡Ya hicieron bastante huyendo del territorio conocido, dejándonos con su peor batalla!

    El tercero en discordia era el mismísimo Xerom Devom, quien estaba alistado en la milicia de la Alianza desde siempre.

    La última vez que Owen lo vio, habían pasado seis meses desde la llegada a Ibos y el syleriano hablaba de postularse como uno de los subcomandantes del ejército, hazaña que no logró en su momento. El soldado vestía de paisano también, con unos ropajes propios de los sylerianos; un conjunto idéntico a una sudadera alargada que cubría casi hasta sus rodillas y una capucha que llevaba bajada.

    — Créeme, amigo, no digo que los anixis sean un peligro — Xerom abrazó al humano y le susurró lo siguiente al oído — Pero siempre buscan una ventaja, incluso con sus aliados.

    Con los cinco presentes en el despacho, cada uno de ellos buscó donde acomodarse. Kendall cerró la ventana para evitar que la conversación pudiese escucharse en el exterior, volvió a bajar hasta la mitad las persianas y encendió la lámpara de su mesa, la cual alumbraba lo suficiente como para que todos pudiesen verse los rostros en la cercanía.

    Echo se aproximó al escritorio y observó detenidamente las cosas que había sobre el.

    — Deja de fumar de una maldita vez, Ken — Dijo la actual comandante del ejército de la Alianza, señalando el cenicero en la mesa — Dejaste el ejército al subir a la gran arca, pero eso no significa que debas dejar la disciplina de cuidarte.

    — Los vicios pueden ser mortales, detective — Murmuró Xerom, en un tono entre sabiondo y burlón.

    El hombre de rasgos asiáticos lanzó un suspiro de indiferencia, como menospreciando las palabras de los que antaño fueron sus amigos. No es que ahora no lo fueran, pero al estar cada uno en diferentes ámbitos, ese vínculo se había diluido un poco. Owen miraba fijamente al representante syleriano, que parecía estar a punto de empezar a hablar.

    — Como sabéis, nuestra gente está crispada. No hay suficiente alimento para todos, el Consejo Superior nos terminó construyendo distritos en las ciudades en lugar de una ciudad como plantearon hace años, nos amenazan con imponer medidas si nuestra gente protesta y para colmo me dieron un asiento en su Consejo solo para demostrarme que mi voto es inútil ante los otros cuatro. Yo ya he expuesto mi pensar ante Akkor, el principal líder del Consejo, pero me ha dejado claro que la Alianza está bien con los derechos que tiene actualmente y que de no mitigarse las protestas en los distritos y los sucesos como el hurto en el invernadero de Hecker, actuarán las autoridades anixis — Explicó Omnius ante sus viejos amigos y compañeros, con una seriedad preocupante — Y os puedo asegurar que los anixis tienen mecanismos de sobra para restringirnos muchas cosas. Son mayoría, ni juntando neonianos, sylerianos y humanos llegaríamos a plantar cara a nuestros creadores.

    — Yo los llamaría más bien ‘potenciadores’ — Devom hizo un pequeño inciso — Realmente no nos crearon, solo nos ayudaron a evolucionar. Encima se quieren aprovechar justificando que nos dieron esta inteligencia.

    — Tiene su lógica — Intervino Kendall, de brazos cruzados y de pie — ¿Tú no querrías que tus súbditos acatasen tus normas sin rechistar?

    — Eso quisieron los neonianos con los Rhajik y mira como acabó la cosa — La comandante Mercer convivió con padres adoptivos neonianos y conocía bien la historia de esta especie.

    — ¿Tú quieres hacerlo, Ken? — Vaalot no dudó en confrontar verbalmente al detective — Que seamos subespecies de ellos, no significa que debamos rendirles pleitesía como a dioses. Sí, su tecnología nos salvó de extinguirnos, pero sus errores casi nos cuestan la extinción. Mente Colmena era su problema y decidieron huir, dejándonos a merced de él.

    — Jackon, tú mismo me has dicho que no vamos a ninguna guerra pero esto me suena a una muy jodida — El joven Crane no quiso quedarse callado — Si incluso tú, Om, acabas de decir que somos muy pocos para hacerles frente, ¿qué diablos quieres hacer?

    — Yo no estoy diciendo que debamos iniciar un conflicto armado en el que claramente tenemos las de perder — El líder Paokt hablaba, por momentos, como lo hacía su padre en situaciones tan serias — Necesitamos encontrar evidencias de que el Consejo Superior manipula a su antojo para tener a la Alianza bajo su yugo. Con esas pruebas, estoy convencido de que la sociedad anixis exigiría explicaciones a sus líderes. Y ahí no tendrán alternativa porque ya no serán protestas de los aliados, sino protestas de todos.

    — ¿Qué te hace pensar que los ciudadanos anixis nos apoyarían? — Xom hizo el amago de encenderse un cigarro, pero al último instante terminó por desistir — No sé, llámame loco, pero no creo que nos prefieran sobre su gente.

    — Si algo he aprendido de los anixis en estos casi cuatro años que llevamos de convivencia, es que son totalmente justos — Dijo Omnius, realmente convencido de sus palabras — Incluso en el Consejo Superior lo son, aunque ahora mismo intenten aprovecharse de sus ventajas. Creedme, funcionan de la misma manera y se rigen en base al orden establecido. Su sociedad es una maquinaria hecha de engranajes que deben trabajar al unísono, de lo contrario, todo se derrumba. Ya no son el imperio todopoderoso que fueron antaño en nuestro territorio conocido.

    — ¿Y cómo obtenemos esas pruebas? ¿Qué hacemos con ellas una vez las tengamos? — La comandante del ejército de la AIE parecía determinada a empezar cuanto antes, aunque era consciente de que actuarían en la sombra y sería peligroso si eran descubiertos — Debemos tener cuidado si no queremos acabar en el exilio o algo peor. Tú mismo lo has dicho, Om, son justos. Quizá demasiado para mi gusto.

    — Sus leyes son estrictas, sin duda. Si nos capturasen haciendo algo que consideren ilegal, podríamos acabar incluso muertos — Las palabras del representante syleriano no eran especialmente alentadoras — Con esas evidencias nos encargaríamos de publicarlas anónimamente para que todo ciudadano de Ibos supiese sobre los trapos sucios del Consejo Superior.

    — Suena genial, pero, ¿cuál es el plan, entonces? — El otro syleriano, Xerom, se incorporó del asiento en el que estaba.

    — Esto es algo a largo plazo, no podemos simplemente asaltar la Casa Superior y buscar en sus archivos o pillar una confesión de Akkor, por ejemplo — Omnius descartaba las ideas más básicas porque eran a su vez las más predecibles — Los miembros del Consejo soy especialmente listos, dudo que nada de eso funcionase. Estudiaremos diferentes opciones a lo largo de estos meses, yo mientras tanto trataré de mantener la calma entre los nuestros. Tanta protesta tampoco nos ayuda a las puertas del Día de la Unión. Y necesitamos más gente, quiero un equipo que trabaje en la sombra y en distintos campos, todo nos puede ser útil.

    — ¿Más gente? — Owen se negaba a que su pareja participase en ello — No dejaré que Karla se involucre en esto, es muy peligroso. Ni siquiera sé si yo voy a contribuir.

    — Estoy con Owen — Jackon se dirigió a su mejor amigo de la infancia con seriedad — Mi hermana tiene dotes de soldado pero es científica. Y Owen es más de lo mismo. Necesitamos gente preparada para posibles disputas, tanto físicas como armadas.

    — No, lo que necesitamos es un equipo en el que confiar — Omnius miró desafiante al soldado humano mientras todos observaban la escena con cierta tensión — Yo confío en todos vosotros, sois como mi familia. No quiero a nadie aquí que no sea considerado como uno más de mi familia.

    — De todas formas, necesitaremos a más “familia” — Añadió Echo, haciendo énfasis en la última palabra.

    — Quiero al menos la ayuda de Karla. Tal vez incluso Eeron nos eche una mano. También están Andrómeda, Brandon y Mia, todos ellos en la gran arca en estos momentos — El representante syleriano parecía estar dando por terminada la reunión — Me encargaré de hablar con ellos si vosotros no lo hacéis.

    — ¿Qué hay de Kairos Kent? Owen y yo íbamos a verle, de hecho.

    La pregunta fue lanzada por el detective Xom, que recordó que el neoniano era tema de conversación con el joven Crane antes de que la reunión con el líder syleriano se diese. Todos le miraron estupefactos, sin esperar oír ese nombre en aquel momento.

    Omnius se dirigió hacia la puerta, y antes de abrirla, asintió. Esa fue su respuesta antes de marcharse.

    […]

    Kendall conducía un transporte propio de menor tamaño que una lanzadera convencional, llevando de acompañante a Owen.

    El joven granjero aún no podía creerse que llevase bajo su chaqueta de cuero una pistola Striker, cedida por el propio detective, el cual portaba otra. El vehículo estaba sorprendentemente impoluto por dentro, algo que contrastaba con el estado cutre en el que el joven de rasgos asiáticos tenía su despacho de trabajo.

    — ¿Desde cuándo hace que tienes este vehículo? — Crane quiso romper el silencio, ya que llevaban al menos diez minutos de trayecto y nadie había hablado hasta ese momento — Se ve bastante bien y además muy limpio.

    — Así es, procura no ensuciarlo con tus botas de trabajo — Contestó el conductor, sin quitar la vista del frente — Me lo compré con mi primer gran investigación realizada como detective, casi al año de haber llegado a Ibos.

    — ¿Cuál investigación fue esa?

    — Pues… un syleriano, no recuerdo su nombre porque era jodidamente difícil de decir, me contactó porque creía que su esposa le estaba engañando con su mejor amigo.

    — ¿Y así era?

    — Oh, sí, lo descubrí relativamente pronto — Reveló Kendall, viendo que su viejo amigo estaba metido en la historia — Conseguí pruebas suficientes de la infidelidad de su esposa con su mejor amigo, tal y como él creía.

    — ¿Qué pasó entonces?

    — Ella me descubrió espiándoles… Ya, lo sé, era uno de mis primeros trabajos como detective tras haber dejado la milicia y la comandancia en la gran arca — El hombre trató de excusarse mientras a Owen se le marcaba una media sonrisa — El caso es que me ofreció más alianzas de las que su marido me pagaba, así que acepté.

    — Espera, ¿me estás diciendo que jugaste a dos bandas? — El joven Crane no lo consideraba nada correcto — ¡Eso es estafar a ambos!

    — Lo sé, pero a diferencia de ti y tu reputación por ser un Crane Carver, yo tenía que pagar las putas facturas — Dijo Kendall, que se sintió ofendido y no dudó en atacar verbalmente — ¡Ha sido la única vez que hice algo así!

    — Ya, bueno, tampoco quería juzgarte — Musitó el copiloto, con la mirada al frente — Y que conste que yo también debo pagar mis facturas, a mi nadie me regala nada por ser hijo de mis padres.

    — Cuesta de creer — El asiático se giró un poco para observar a su compañero — ¿Qué has estado haciendo todos estos años, Crane?

    — Planear la mejor vida posible junto a Karla — Se sinceró el agricultor, al cual se le veía algo apenado — Estoy viendo de comprar una mejor casa, probablemente en Cainia. Pero no me da con el sueldo del invernadero y ahora que me he quedado sin trabajo…

    Kendall permaneció unos segundos en silencio mientras conducía.

    El detective no pudo evitar recordar aquellos tiempos en los que tenía claros sentimientos por la joven Vaalot, pero ella prefirió a Owen y hasta el día de hoy, estaban juntos. Inevitablemente, pensó en qué habría sido de su vida si hubiesen tenido una relación, aunque ya no importaba. Eso sí, le guardaba mucho aprecio y deseaba poder verla pronto, ya que hacía años que no la veía.

    — ¿Qué tal le va a Karla? — Preguntó el joven Xom, un tanto nostálgico pese a su intento de disimularlo — Hace años que no os veía, ni a ti ni a ella.

    — Ya sabes como es ella, le va muy bien en lo que hace — Respondió Owen mientras sonreía casi sin darse cuenta — Es una gran mujer.

    — Lo sé, amigo. Lo sé.

    Finalmente, el trayecto llegó a su fin. El detective y el agricultor llegaron al distrito neoniano de Vianus, la principal ciudad del planeta.

    Como los vehículos solo podían ir por el aire, había una especie de muelle de atraque para los transportes que venían de otras zonas, donde poder almacenar el vehículo hasta volver a requerirlo. Por suerte para ambos, no fue un viaje muy largo dado que estaban en la misma ciudad. Atracaron y bajaron por un ascensor hasta la calle, concretamente, el Distrito Neonia —nombre elegido por esos mismos seres en honor a su mundo de origen—. Allí es donde, según el propio Xom, encontrarían a Kairos Kent. Owen no estaba sorprendido pensando que el neoniano tuviese que ver con los hurtos en invernaderos, aunque quería ver de primera mano sus motivos y si era cierto que se hacía con el objetivo de alimentar a las familias más desfavorecidas.

    — Sígueme, sus matones no son difíciles de encontrar.

    El joven Crane tragó saliva, notándose un poco tenso y nervioso no solo por el posible reencuentro con Kairos, sino también porque portaba anclada en la parte baja de la espalda una pistola Striker. Evidentemente, la tenencia de armas solo era exclusiva de soldados, policías y en general autoridades oficiales, aunque podías obtenerla individualmente si pasabas unas pruebas psicológicas. El detective Xom tenía la licencia por su pasado como soldado de la Alianza y comisario en la gran arca, pero tuvo que revalidarla ya que ser detective no era ser una figura de autoridad.

    El Distrito Neonia no era diferente a los otros distritos que los anixis crearon en una zona colindante al núcleo urbano de Vianus, construidos para albergar a la gran mayoría de población que vino en la gran arca. Aunque el distrito era principalmente para neonianos, el comercio y las buenas relaciones —pero no perfectas— entre estos con los humanos y los sylerianos hacían que pudieses ver diferentes seres en el área. Incluso anixis liberales y abiertos de mente —había unos pocos que preferían no interactuar con las subespecies— visitaban con frecuencia estos distritos controlados casi en su totalidad por la Alianza.

    Las otras avenidas conocidas eran los Distritos Admir y Jefferson. El Distrito Admir —el cual recibía su nombre en honor a padre e hija, líderes sylerianos conocidos como Mirko y Hylda Admir— estaba mayormente habitado por sylerianos, pero se encontraba un poco más alejado que el Distrito Jefferson —nombrado así en honor al primer comandante de expedición humano—. Los tres distritos eran prácticamente idénticos en cuanto a construcción y distribución de edificios se refería, pero cada especie le dio su toque personal, lo que los hacía individualmente atractivos al turismo anixis.

    — Vaya, se va a poner a llover — Escucharon Owen y Kendall a su entrada al distrito — Hubiese sacado el paraguas.

    Efectivamente, al poco de oír ese comentario, unas gotas comenzaron a precipitarse desde el cielo nublado de Ibos.

    En el planeta solía darse un clima casi paradisíaco, pero a veces tenía grandes nubes que viajaban por el globo cargadas de agua y frío, descargando su torrente en diversos puntos del planeta durante minutos, horas e incluso días. Este fenómeno era conocido como ‘galoon drek’ en el idioma nativo anixis, que traducido para el resto de especies se llamaba ‘descarga repentina’: básicamente lluvias torrenciales que variaban considerablemente la temperatura y el tiempo.

    Xom y Crane caminaron por una larga calle por un rato, la cual tenía pequeñas edificaciones a cada lado. El lugar estaba repleto de locales neonianos de todo tipo: desde tiendas de ropa y joyas antiguas hasta restaurantes exquisitos o bares con temática turbia. Precisamente era en uno de esos bares en los que el detective se detuvo, captando la atención de su acompañante en una misión que inicialmente iba a ser para confrontar a Kent por lo sucedido en el invernadero de Hecker, pero que ahora tras la reunión con el representante Paokt, se convirtió en una especie de reclutamiento también.

    El neoniano, según Omnius, era útil para su causa.

    — ¿Te apetece una copa, Owen?

    — ¿Cómo? — El agricultor observó la entrada a aquel bar — ¿Es aquí dónde vamos a encontrarle?

    — Podría ser — Musitó Kendall, extendiendo los brazos — Sé que aquí, al menos, vienen algunos de sus mercenarios a tomarse algo.

    — ¿Pero lo encontraste aquí por última vez?

    — Sí, granjero, aquí fue donde me reuní con él para llegar a un acuerdo — El detective empezaba a impacientarse — Yo no le delataba a las autoridades para no causarle problemas y él a cambio no me partía las piernas en el callejón de al lado. ¿Qué te parece?

    — ¿Me estás hablando en serio? — Owen estaba alucinando al oír eso, porque de ser cierto, significaba que Kairos era muy peligroso.

    — ¿Crees que bromeo? — Kendall lo miró con cierto enfado, lanzando un suspiro tras un breve silencio — Venga, vamos.

    — Genial, esto no deja de mejorar por momentos…

    El joven Crane Carver no estaba realmente entusiasmado con la situación, especialmente porque aborrecía la violencia y nunca quiso formar parte de ella.

    Pese a sus entrenamientos y clases en la academia, se apartó pronto del servicio militar y a día de hoy, apenas manejaba nociones básicas. Eso si, a lo que más tiempo dedicó fue a saber defenderse y atacar en luchas cuerpo a cuerpo, algo que nunca estaba de más aprender. No le invadió el miedo, como sí le pasó inicialmente en el despacho del detective Xom cuando se empezó a hablar de conspiraciones sobre el Consejo Superior y demás, sino una sensación de adrenalina que hacía años no sentía.

    La vida tranquila era su vida, pero de pronto, aquello no le pareció tan preocupante.

    El dúo entró al local de ambiente cuando la lluvia empezaba a caer con fuerza en la calle. El interior del bar estaba oscuro pero iluminado con diferentes luces de neón de varios colores, una larga barra donde hasta cuatro camareros atendían clientes, tres pequeños escenarios circulares con una barra en la que bailaban tres neonianas con los pechos al descubierto mientras algunos las obsequiaban con pagos digitales, y una zona privada con palco desde el cual se podía atisbar a toda la gente en una amplia pista de baile con la música a todo volumen.

    — ¡Bienvenidos, humanos! — Exclamó un neoniano que parecía ser el recepcionista del recinto — ¿Vienen a tomar algo, a disfrutar de nuestras bailarinas o a bailar en la pista?

    — Vamos a tomar unas copas en la barra — Kendall tomó la palabra — Mi amigo celebra que le han echado de un trabajo de mierda.

    — Ah, ¿es así? — El recepcionista mostró un interés falso, pero era parte de su trabajo hacer sentir a cualquiera como en casa.

    — Sí, bueno… — El joven Crane le lanzó una mirada inquisitiva a su viejo amigo — Eso es.

    — ¡Vaya, muchacho, enhorabuena! — Dijo el neoniano, lanzando una carcajada al aire — ¡Bueno, disfrutad! ¡Disfrutad! ¡Sed bienvenidos!

    El dúo humano avanzó así hasta el interior del lugar, dirigiéndose expresamente a la barra. Una vez ahí, Xom levantó la mano y consiguió que un camarero neoniano se aproximase a su posición. Con el volumen alto de la música y al griterío de la gente, el detective no lo tuvo fácil para pedir sus consumiciones: dos tónicas con gas que llevaban en la mezcla el jugo de una fruta muy típica de Neonia, la cual ahora se podía cultivar en los invernaderos de la Alianza en Ibos.

    Mientras esperaban a ser servidos, ambos observaban a su alrededor.

    — ¿Qué aspecto tienen sus matones? — Preguntó Owen, sin apartar la vista del camarero que manipulaba sus bebidas.

    — Oh, no tienen un aspecto en particular — Respondió Kendall, restándole importancia — Pero los sabrás reconocer enseguida. Mira al palco disimuladamente.

    Owen trató de observar de reojo hacia la ubicación del palco, viendo como había un grupo de neonianos protegidos por hasta cuatro vigilantes del bar. En el centro de ese grupo se encontraba un neoniano que vestía con un mono de trabajo, contrastando totalmente con la elegancia con la que iban los clientes, excepto aquellos que le acompañaban. De pronto, aquel tipo pareció haber visto tanto a Owen como a Kendall, y es que ver a dos humanos en un recinto que frecuentaban únicamente los neonianos del distrito era demasiado llamativo.

    Cuando el camarero les sirvió las dos tónicas, se les quedó mirando durante unos segundos con cierta intensidad, casi intentando intimidarles.

    — Mi jefe me acaba de decir que subáis al palco — Indicó el trabajador, apoyado con sus dos brazos sobre la barra — Os está esperando.

    — ¿Seguro? Creo que prefiero tomarme la copa aquí y subir cuando me la termine — El detective humano lo dijo con una sonrisa burlona, pero internamente, no soportaba que le diesen órdenes — ¿Verdad, Owen?

    — No aceptamos noes por respuesta — El camarero neoniano hizo amargo de sacar lo que parecía un bate de béisbol de debajo de la barra — Quiere que subáis ahora. Sin demora.

    — Bueno, no hagamos esperar a tu jefe — Crane sorprendió a Xom al beberse la copa de un solo trago, mostrándose serio — Vamos, Ken.

    El hombre de rasgos asiáticos no tuvo más remedio que beberse su copa de un trago y seguir al joven agricultor, que parecía estar entonándose cada vez más con respecto al ambiente que le rodeaba. El dúo tuvo que cruzar la pista de baile esquivando a las personas y subir unas escaleras con forma de espiral hasta encontrarse en el palco.

    En cuanto pusieron un pie en el, dos neonianos de seguridad los interceptaron, cacheándolos y terminando por quitarles las dos pistolas que llevaban consigo. Las armas quedaron bajo custodia de los seguratas mientras les indicaban con un gesto que se acercasen al centro del palco, donde estaba sentado Kairos Kent.

    — Increíble — Murmuró el joven neoniano, que por su aspecto, parecía que venía de trabajar en un taller de mecánicos — Kendall Xom y Owen Crane. Por nada del mundo me esperaría veros a vosotros dos juntos, pero sobre todo, al que no esperaba ver es al granjero. Siento lo de tu invernadero, he oído que el capataz Hecker ha muerto en una disputa.

    — Bueno, no era mío, yo solo trabajaba allí — Contestó Owen, mostrándose serio ante aquel que en el pasado le amenazó en repetidas ocasiones — Aunque tus amigos la liaron bastante y por su culpa he perdido mi trabajo. Además, han encarcelado a un buen compañero.

    — ¿Eret? — Kairos parecía conocerlo — Ya es libre.

    — ¿Cómo? — El humano no lo podía creer.

    Cuando Owen pudo darse cuenta, se percató de que Vorta y sus acompañantes estaban allí, cuando esa misma mañana habían sido retenidos por las autoridades anixis. Pero lo más sorprendente era que Eret también se encontraba presente, algo que no esperaba el joven agricultor al pensarse que los mantenían aún a todos en cautiverio.

    — ¡¿Cómo los has liberado?! — Crane, siendo observado por Xom, señaló a Vorta y a Eret — ¡Pensaba que…!

    — Yo cuido de mi gente, Owen — Dijo el neoniano sin moverse ni un poco de su cómodo sillón — Digamos que los agentes anixis que les estaban llevando al centro de procesamiento de la ciudad, han tenido un pequeño altercado…

    — Kairos, ¿has asaltado el convoy de transporte? — El detective no se lo podía creer, casi ni se lo planteaba, pero lo preguntó.

    — Por supuesto que no, Ken — La respuesta de Kent hizo respirar aliviado a los dos humanos — Si hubiese hecho eso, ahora mismo tendríamos al ejército anixis en el distrito.

    — ¿Entonces?

    — Las autoridades anixis no han recibido mensaje alguno de lo sucedido en el invernadero. Pinchamos las comunicaciones de Hecker y acudimos nosotros para hacer todo el show. Y la verdad es que salió a la perfección.

    Aquella era una revelación bastante sorprendente para el dúo formado por el detective y el agricultor. Si bien pinchar las comunicaciones de alguien era un delito, personarse en un lugar en conflicto haciéndose pasar por las autoridades era algo mucho peor. Por suerte para Kairos y su grupo de gente, las autoridades anixis y las de la Alianza parecían estar centradas únicamente en clausurar el invernadero hasta nuevo aviso y en investigar al culpable directo de la muerte de Hecker.

    Owen se aproximó a su compañero de trabajo, el cual hizo lo propio, dándose así un abrazo amistoso.

    — Me alegra verte fuera de procesamiento, amigo, pensé que te retendrían contra tu voluntad y te echarían la culpa junto a los demás.

    — Yo pensaba lo mismo, créeme, pero me llevé una grata sorpresa cuando vi que se trataba de mi gente.

    — ¿Trabajas para ellos?

    — Antes no, porque no conocía su causa — El neoniano de nombre Eret se volteó para ver a los demás, en especial a Kent — Pero ahora sí.

    Vorta, que estaba ahí presente siendo la única syleriana del lugar, asintió con cierta satisfacción al ver que contaban con Eret para su causa. Y es que al parecer, el grupo liderado por Kairos no estaba principalmente formado por neonianos, sino que también había humanos y sylerianos. Tenía sentido, puesto que eran las especies de la Alianza las que tenían problemas de suministro alimenticio mientras el Consejo Superior ponía más trabas que soluciones a ese problema.

    El joven Crane no sabía cómo reaccionar a aquello ni mucho menos qué hacer al respecto, si bien había acudido a Xom para descubrir quiénes estaban tras los robos de víveres en su invernadero y ya lo sabía. Además, pretendía encontrar el modo de liberar a su compañero neoniano y éste ya estaba libre, así que los propósitos que tenía Owen en la misión ya estaban cumplidos, de una forma u otra.

    El detective tenía otros planes los cuáles compartía con el agricultor e implicaban convencer a Kairos para que les ayudase a obtener pruebas que incriminasen al Consejo Superior por su inacción con el problema de los suministros y el intento de control sobre la Alianza.

    — ¿Queréis algo más? — El jefe neoniano esperaba que hubiese algo más que discutir.

    — Sí, de hecho — Musitó Kendall, observando a su alrededor — Necesitamos hablar a solas, sin tu gente. Es un asunto del Consejo.

    — Vaya, un asunto del Consejo Superior… Me intriga, no lo voy a negar. ¿Por qué tanto secretismo?

    — Porque va más allá de los intereses del propio Consejo, Kai — Xom se tomó la ligereza de abreviar el nombre del neoniano como si tuviesen una gran confianza entre si — Por favor, quedémonos a solas.

    Kairos permaneció impasible durante unos segundos en los que recibió las miradas de todos los presentes en el palco, que esperaban una orden de su parte.

    Con un sencillo gesto con la mano, el neoniano indicó a su gente que le dejasen a solas con el dúo humano, por lo que empezaron a bajar del palco. Vorta observó con seriedad a Owen y Kendall, mientras que Eret se despidió de ambos con un breve saludo con la cabeza. Una vez solos, los dos humanos tomaron asientos próximos al del neoniano, que pasó de estar reclinado hacia atrás a sentarse hacia delante, apoyando sus codos en sus rodillas.

    Entre los tres se encontraba una mesa con varias bebidas ya casi consumidas y una cajeta de tabaco abierta, la cual tentó al detective, que tuvo que contenerse cuando empezó la conversación.

    — ¿De qué trata ese asunto y por qué acudís a mí? — Kairos no se andó con rodeos y quería saberlo todo.

    — Yo venía buscándote principalmente por lo sucedido en el invernadero, pero Kendall tiene más información que yo sobre ese asunto — El joven Crane optó por ser totalmente sincero, buscando conectar con el neoniano y establecer un vínculo más sano que el de antaño.

    — ¿Has hablado en algún momento con Omnius? — Antes de decir nada, Xom Brume quería estar seguro de repatriar al neoniano para la causa.

    — ¿Con nuestro flamante representante en el Consejo? — Kent mostró una sonrisa irónica mientras negaba con la cabeza — Desde que aterrizamos en este mundo que no he sabido nada de él, al menos nada personal.

    — Bueno, pues podríamos necesitarte para algo y Omnius me ha dado el visto bueno para que te lo proponga, aún sabiendo las charcas por las que te mueves — El detective optó por ir directo al grano, bajo la atenta mirada de su compañero humano y del intrigado neoniano — Parece que el Consejo Superior podría estar intentando tomar el control de las especies de la Alianza de una forma muy sutil e indirecta. Mediante restricciones, pocas ayudas y advertencias, podría pretender someternos. Om se siente impotente ante el Consejo y quiere formar una especie de equipo.

    — ¿Para qué?

    — Para hallar pruebas que confirmen o no que el Consejo Superior pretende lo que pretende — Explicó Kendall de una manera resumida y directa — No estamos cien por cien seguros, pero parece cada vez más evidente que los cuatro consejeros anixis, en especial el líder de todos ellos, Akkor, están tratando de aprovecharse de ciertas ventajas que tienen los anixis sobre nosotros. Omnius quiere que el equipo que le ayude esté formado por aquellos que coincidimos en la academia y nos graduamos al mismo tiempo, ya que nos considera familia. Aunque tú siempre fueras una oveja negra.

    Kairos se recostó en su sillón y lanzó un breve suspiro, permaneciendo pensativo durante un largo minuto mientras los dos humanos le observaban detenidamente, esperando una respuesta definitoria. Sin embargo, el neoniano tenía otras cuestiones más antes de decidirse.

    — Mi propósito aquí en Ibos es el de asegurarme de que mi gente, los neonianos, se mantenga en pie. El líder Quetaryan me dio esa misión justo antes de embarcar en la gran arca.

    — ¿Entonces sigues siendo el egoísta de siempre? — Owen se veía molesto, por lo que no dudó en echárselo en cara — Te recuerdo que hemos venido aquí como una única especie, como la Alianza. Que los anixis nos dividieran en distritos no significa que estemos cada uno por su cuenta.

    — No me has dejado terminar, Owen — Kent le recriminó su impaciencia al humano — Mi objetivo inicial siempre ha sido el que Yak me mandó, pero estando aquí vi que había muchas familias que sufrían por conseguir comida. No solo neonianos, sino humanos y sylerianos. Mi causa se convirtió en algo más que simplemente velar por el bienestar de mi gente. Si solo me importase mi especie, no tendría a personas como Vorta en mi grupo.

    — Ya, bueno… — El joven agricultor se sintió un poco mal por haber sido un tanto hostil con el neoniano — Disculpa.

    — No voy a explicarme mucho más, mi respuesta a vuestra propuesta es esta — Kairos se incorporó de su asiento, cosa que también hicieron los dos humanos al verle hacerlo — Formaré parte de ese equipo que queréis crear, pero únicamente si la misión va de la mano con mis intereses, que son asegurarme de que los distritos tienen suministros. Ya que he estado actuando en la sombra y tengo mis recursos, no me será problema aportarlos al objetivo, pero para ello, mis mercenarios tendrán que saber todo esto.

    — Bueno, eso tendrás que hablarlo con Omnius, nosotros no podemos garantizarte que eso pueda ser posible — Kendall fue honesto y no quiso hablar en nombre del representante Paokt — Más allá de eso, ¿contamos entonces contigo?

    — Ya te he dicho que sí — El joven neoniano se mostró realmente serio — Si ayudaros significa ayudar a la gente que más lo necesita, contad conmigo.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo. Hay que dar las gracias por haber tenido doble juntada y doble leída en simultáneo. Al final, las caídas del foro y el corte de mi internet trajeron algo bueno después de todo.

    El capítulo arranca donde terminó el anterior, en la oficina de Kendall, donde poco a poco van llegando los demás. Jackon, Echo y Xerom (me había olvidado de él, casi que ni recordaba que era un personaje de los que se había subido a la alianza). Allí Omnius les dice a todos que sospecha mucho de que los Anixis están intentando controlarlos de forma sutil, y no se los quiere permitir, razón por la cual va a tener que contar con la mayor cantidad de gente posible y en todos los ámbitos laborales para tratar de encontrar información para exponer al consejo ante los ciudadanos que son un poco más razonables con las subespecies, y solo obedecen al consejo por ser ellos quienes lideran. Espero que eso sea algo bueno, y que si se consiguen las evidencias se sumen más personas a la causa, ya que incluso Omnius mencionó que Eeron podría serles de apoyo. El plan de Om jr no será sencillo, y requiere de involucrar a todos, incluidos personas como Karla, Andrómeda, Mía y Brandon que no están físicamente en el planeta pero sí en la nave. Aunque Owen y Jackon se niegan, Omnius les dice que tienen que estar, y que les dirá hagan lo que hagan. Kendall y Owen deciden marcharse para ir a ver a Kairos sobre su grupo de gente en los invernaderos, y Omnius les da el visto bueno para que lo recluten también.

    Mención a favor a lo que dijo Echo a Kendall para que deje de fumar y cuide su salud, esos son buenos amigos :muffin:

    Una vez culmina la reunión, Owen y Kendall se van para el distrito neoniano en Vianus para hablar con Kent. Así es como se da una conversación que nos muestra como Kendall empezó siendo un detective, y como su primera misión, pese a no haber podido ser super discreto, logró ganar un buen dinero. Ken en un momento le dice que él tuvo una vida difícil por no ser hijo de Lill y Snow, y eso ha enfurecido un poco a Owen. Muestra más respeto, Kendall, que mi bebé Owen fue despedido de su trabajo en el invernadero y tú lo sabes, no la tuvo fácil para que luego vayas y digas esas estupideces :ewww: Luego de que Owen le diga que no fue así, este le dice de sus planes para una vida tranquila junto a Karla, y eso hace que Kendall piense en ella. Bueno, está claro que no se ha olvidado de ella, y bueno, más le vale que recuerde su lugar. Él es amigo de Owen y un amigo de verdad no busca a la minita del otro, así que espero que si se reencuentra con Karla que se controle.

    Luego del viaje, llegan al distrito Neonia, uno de los tres que hay allí y que lleva el nombre en honor al planeta donde habitaron por gran parte de sus vidas. Lindo fue ver que los sylerianos honraron a sus Elegidos llamando al suyo distrito Admir y que la humanidad haya hecho lo propio al llamar al suyo distrito Jefferson. Esos flashes hacia las primeras partes de LV son buenos de ver :char:

    Tras ingresar a un bar, son rápidamente vistos por Kairos, el cual tiene el aire de un mafioso muy cuidadoso. Este los manda llamar y los dos humanos se acercan allí. Una vez hablan, le cuestionan sobre lo que pasó en el invernadero. Allí Kairos revela que ya sabe sobre el incidente sobre Hecker y la detención de Vorta y de Eret, y revela algo que me deja sorprendido. Kairos pinchó las comunicaciones de los Anixis y mandó a sus propios hombres al invernadero para apaciguar las aguas, incluso liberó a Eret y se lo trajo al grupo. Owen está agradecido de que su amigo está libre y no tendrá que enfrentarse a ningún juicio. Luego de eso, Kairos revela que su objetivo no es solo velar por los neonianos, sino también por todas las otras subespecies que fueron al planeta. Incluso ha llegado a ser más tolerante y tiene a una syleriana como Vorta en su equipo. Bueno, es un tipo que hace cosas ilegales, pero al menos las hace con cuidado y procura cuidar de los suyos. Ahora bien, se nos dice que hay personas que no tienen para comer, pero creo que tendríamos que haber visto en el capítulo anterior o en este alguna escena con esa gente. De lo poco que sabemos es que hay revueltas por la comida, pero luego en otros sitios no se ve demasiado a la gente que necesita el alimento, y me pregunto si en algún momento los llegaremos a ver.

    Kendall le trae a colación el plan de Omnius de investigar al consejo superior y exponer a Akkor y al resto frente a la sociedad para que las revueltas no sean solo de ellos, sino también de los anixis más "justos" por así decirlos. Kairos les dice que está de acuerdo siempre y cuando toda su gente y colaboradores puedan ser parte, y mientras el objetivo de Omnius vaya alineado a proteger a los civiles.

    Bueno, allí termina el capítulo. Tengo que decir que el twist que has hecho con Kairos me ha gustado bastante. Era un auténtico rompe huevos en la parte X, hasta el grado en que era hostil con sus propios compañeros y se la pasó encerrado un tiempo, pero ahora lleva adelante la misión de Yak de velar por todas las subespecies. Todavía no me fío del todo de él, y me da un par de malas espinas, pero tras ver que él manejaba los robos a los cultivos, pensé que sería un auténtico dolor en el culo para los personajes de la conti. Pero ahora parece que será un personaje gris que va mediando entre el bien y el mal. Honestamente, viendo lo hostil que fue Akkor con Omnius en el primer capítulo y ver que incluso a Eeron que estaba a favor de las subespecies lo terminaron relegando, creo que alguien así le podría hacer bien a la historia y al grupo de mis personajes favoritos.

    Todavía está por verse. Ya sé que no me tengo que fiar de las apariencias, pero bueno, estoy ansioso por ver como sigue todo. Ya asumo que con este capítulo la introducción ha terminado y a partir de ahora la trama será ver a los angelitos buscar cualquier info que les pueda venir bien para exponer al consejo superior. Espero ver muy pronto el avance de todo, y como se va realizando la misión. Y también me gustaría saber más de los otros integrantes del consejo superior para ver si todos son parecidos a Akkor o si en mayor o menor medida son más accesibles.

    Y bueno, hasta aquí el comentario, amigo. Una excelente leída en simultáneo de fin de semana seguida de una que tuvimos a lo largo del miércoles. Esperemos que en algún momento se puedan repetir, pero sé que ahora tocará esperar. Pero sé que valdrá la pena también. Con eso me despido. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio
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    Ciencia Ficción
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    Saludos a todos/as, en especial a mi gran amigo Agus estresado por no perderse ninguna actualización de esta continuación de Los Viajeros, universo ficticio el cual es muy amplio y podréis explorar desde las guías en mi blog. Aunque la publicación siga siendo intermitente (ya que aún sigo escribiendo esta parte) he decidido no hacer una espera tan larga y publicar el cuarto capítulo. Espero que os guste y disfrutéis de la lectura.







    Nuestros aliados





    Una vez la lanzadera había atracado en uno de los muelles de la estación espacial, sus integrantes salieron de ella.

    Al no haber avisado, no había ninguna comitiva especial para recibir al representante de la Alianza y miembro del Consejo Superior, pero Omnius lo prefería así para llamar menos la atención. Le acompañaban los soldados Vaalot y Devom y la comandante Mercer, los cuatro con el objetivo de convencer a Karla, Andrómeda, Brandon y Mia para que se uniesen al equipo en la sombra.

    Conscientes de que cuanto más tiempo pasasen allí el representante y la comandante, más daría de que hablar, decidieron actuar rápido y dividirse en dos grupos de dos para así avanzar en su propósito allí. Evidentemente no sería nada fácil convencer a las dos científicas ya que acababan de empezar una investigación que las obligaba a permanecer nueve meses en la estación, pero Jackon y Echo confiaban en poder disuadirlas.

    Para Omnius y Xerom tampoco sería sencillo adjudicarse en el equipo a un médico casi graduado como Brandon, que resaltaba por sus grandes notas en el curso que estaba haciendo, mientras que convencer a Mia se antojaba más sencillo ya que la chica se había estado moviendo de trabajo en trabajo por dinero, así que una buena suma podía incentivarla a aceptar.

    […]

    — Esto ha cambiado muchísimo desde la última vez que estuvimos.

    Jackon observaba lo diferente que se encontraba la principal avenida de lo que antaño fue la gran arca.

    El contraste era evidente, más si cabía por el hecho de que aparte de las especies aliadas, también se encontraban trabajando —en lo que ahora era una estación espacial en órbita— los propios anixis. El hombre nacido en Neonia —algo que podían admitir muchos humanos— se volteó al no escuchar a su acompañante, una Echo que se limitaba a observar con detenimiento cada cosa nueva que veía.

    — ¿Todo bien? — Fue la pregunta que formuló el joven Vaalot al sentirse un tanto ignorado.

    — Sí.

    La respuesta seca de la comandante actual del ejército de la Alianza no sentó especialmente bien al soldado —que tuvo el privilegio y honor de ser el primer comandante de las fuerzas aliadas en Ibos—.

    — Oye, hablemos — El hombre quería tratar el tema antes de reunirse con su hermana y con Andrómeda, por lo que tomó de la mano a la chica — Desde que hablamos en casa que te comportas así, como si ya no hubiese nada entre nosotros. Y eso no es cierto.

    — ¿De veras? Porque me pareciste bastante convincente con tus palabras sobre esa imperiosa necesidad de irte como emisario y dejar nuestra relación en espera como si se tratase de una transacción rutinaria — Echo estuvo verdaderamente contundente en sus palabras, evidenciando toda la frustración que llevaba acumulada — Yo aposté por nosotros desde siempre y creí que tú también lo hacías, pero ahora empiezo a tener dudas.

    — ¡Yo no he dicho que quiera romper nuestro vínculo, pero tengo mis necesidades y objetivos! — Algo estresado por no poder hacer entender su punto, Jackon lanzó un suspiro de resignación mientras se echaba las manos a la cabeza — Ven conmigo.

    — ¿A dónde?

    — Donde me envíen, ven conmigo — Repitió el soldado, mirando fijamente a los ojos de su chica — Hazte emisaria y vayámonos juntos.

    — Sabes que no pienso hacer eso por mucho que te quiera — Dictaminó la joven Mercer, un tanto apenada al decirlo — Siempre he querido deberme a la gente, a mí gente, quiénes necesitan fuerza. Yo solo quiero quedarme allá donde esté la humanidad, servirla para protegerla y mejorarla. Ese es mi cometido en esta vida.

    — Pues el mío es emprender distintos viajes que me lleven a explorar diferentes mundos. Eso también es servir a mí gente.

    — Sí, pero a costa de dejar atrás a los que amas.

    Vaalot negó con la cabeza, mostrándose cabizbajo mientras Mercer se limitaba a observarlo con cierta frialdad en su rostro, aunque internamente se sentía muy mal por castigar al hombre que amaba con su indiferencia simplemente porque le dolía que quisiese emprender un viaje personal.

    — Pensé que lo entenderías — Musitó de pronto él, ya cansado de intentar justificarse — Te amo muchísimo, Echo. Dudo que eso vaya a cambiar nunca en mi vida. Pero por encima de mi amor por ti está mi amor por mí. Y sé que no seré feliz si no aprovecho mi existencia para explorar, para conocer nuevos territorios y traer descubrimientos a la Alianza.

    La mujer permaneció unos segundos impasible ante la mirada de su amado cuando en realidad no solo comprendía el deseo de éste de explorar, sino que sabía que llevaba tiempo queriendo hacerlo. El viaje de Jackon en la gran arca no era simplemente dejar atrás el vacío que supuso para él perder a su madre Arva —y el no haber conocido nunca a su padre Axlor— sino también explorar nuevos lugares del universo y darle así un nuevo sentido a su vida tras las desgracias ocasionadas en el territorio conocido por Mente Colmena.

    El joven Vaalot Tidder se movía con esos deseos y ella era consciente de ello, pero verlo por fin materializarse le dolía lo inimaginable, especialmente si contrastaba con su sentido de pertenencia a lo que ahora llamaban casa.

    — Vamos, mi hermana y su amiga deben estar en esta sección de la estación — Murmuró él, decidido a dejar el tema tal cual estaba — Parece que estamos en el ala de ciencias.

    Así era. Ambos soldados del ejército de la Alianza Interestelar de Especies se encontraban en la sección de la estación espacial que estaba destinada a los científicos de la coalición de especies —humanos, neonianos y sylerianos— quiénes por petición propia y posterior aceptación del Consejo Superior, se encontraban allí para realizar diferentes investigaciones con el objetivo de mejorar la productividad de los invernaderos, las posibles diferentes patologías que podían adquirir al encontrarse en un nuevo mundo y demás situaciones que requerían de una exhaustiva y minuciosa indagación por parte de los mejores científicos de la Alianza.

    — Disculpe — Jackon, siendo seguido por Echo, se aproximó a un neoniano que vestía con una bata blanca, clásica de un científico — ¿Sabe usted dónde podría encontrar a Karla Vaalot?

    — Al final del pasillo y a la derecha — Le explicó amablemente el trabajador del ala de ciencias — Justo ahora ha terminado una reunión, supongo que podrá recibiros sin problema.

    — Muchas gracias — Esta vez fue la comandante Mercer la que habló.

    El humano se volteó hacia la chica y le indicó con un gesto que era momento de avanzar. El pasillo no era muy extenso y tenía distintas aulas a cada lado, pero una vez llegaron al final de este, el camino tomaba un rumbo obligado hacia la derecha, donde una puerta aislada del resto se encontraba entornada.

    Vaalot se acercó a ella y la golpeó suavemente, intentando obtener el beneplácito de quién estuviese al otro lado.

    — Adelante.

    Una vez oyó aquello, Jackon abrió la puerta de par en par junto a Echo, encontrándose ambos con que no era Karla la chica que se encontraba en esa especie de sala de reuniones, sino que era otra científica, aunque a esta también la conocían y también la buscaban.

    — ¿Jackon? ¿Echo? — La joven vio como su expresión se iluminaba al verlos — ¡Qué alegría! ¡¿Qué hacéis aquí?!

    Andrómeda, siempre tan entusiasta y risueña, corrió a abrazar a la comandante y al soldado, quiénes también se alegraban de verla aunque quizá no con ese júbilo que irradiaba la científica. Una vez los saludos fueron correspondidos y apreciados por el dúo visitante, fue la mujer quien tomó el mando de la conversación.

    — Veníamos buscándoos a ti y a Karla — Echo decidió ser honesta y directa — Tenemos que hablar de un asunto importante.

    — ¿Sabes dónde está mi hermana? — Al soldado Vaalot se le veía algo ansioso por reencontrarse con su hermana tras varios meses sin verla.

    — Estoy aquí mismo.

    La científica jefe de la Alianza apareció por la puerta, justo por detrás de los recién llegados. Una vez cerró tras de sí, Karla se aproximó a su hermano con el rostro serio y se quedó a escasos centímetros de él, mirándolo fijamente a los ojos y sin pestañear, algo que incomodó a su hermano.

    — ¡Me parece muy fuerte que no hayas venido a verme antes, hermanito! — Exclamó la chica, dándole un golpe en el hombro al soldado — ¡Eres un idiota, Jackon Vaalot!

    — ¡Joder, Karla! — El chico se quejó del golpe — ¡He estado ocupado estos meses, dejé la comandancia y…!

    — ¡Ya lo sé, me tuve que enterar por otros porque tú no llamas casi nunca! ¡¿Acaso no te acuerdas de que tienes una hermana?!

    — ¡Claro que me acuerdo! Yo… yo… — Jackon sabía que había estado mucho tiempo ausente de la vida de su hermana melliza — Te quiero mucho, Karla. Siento no haber estado más presente últimamente.

    Aunque estaba algo enfadada con él por esa ausencia prolongada, la joven Vaalot se emocionó con esas palabras de su hermano, lanzándose a sus brazos mientras unas pocas lágrimas sobresalían del umbral de sus ojos. Jackon la abrazó con fuerza durante unos segundos que bastaron para que ambos se sintiesen mucho mejor tras hacerlo. Una vez se soltaron, los dos mellizos se miraron nuevamente a los ojos, esta vez con una sonrisa en sus rostros y bajo la atenta mirada de las otras dos mujeres.

    — ¡Sois encantadores! — Dijo la joven Vermeer, algo emocionada por ver semejante escena tan bella.

    — ¿Y tú qué, comandante Mercer? — Ahora era el turno de saludar a la pareja de su hermano — Tú tampoco eres muy diferente a Jackon. Supongo que por eso sois tal para cual.

    — Ven aquí, tonta — Musitó Echo con una sonrisa.

    La comandante y la científica se fundieron en otro buen abrazo, evidenciando el cariño que ambas se tenían, casi como si fuesen también hermanas.

    Una vez los saludos habían terminado, Karla les indicó con un gesto que tomasen asiento alrededor de una mesa rectangular con varias sillas. Una ventana de tamaño medio revelaba el horizonte estrellado y la órbita próxima de Ibos, con su color azulado debido al gran océano que cubría el sesenta y siete por ciento de la superficie planetaria. Las vistas eran espectaculares, pero no eran el motivo de la visita, el cual se iba a exponer en breve.

    — No nos hemos visto antes en tierra firme, me sorprende mucho que hayáis venido a la estación espacial solo a saludarnos — La científica jefe de la Alianza estaba decidida a conocer el porqué de la presencia de su hermano y su pareja allí — ¿De qué se trata?

    — Es un poco largo de explicar, así que trataré de resumirlo lo mejor posible — La comandante del ejército aliado se dispuso a hablar — Omnius cree que el Consejo Superior, concretamente el representante Akkor, está intentando sutilmente controlar a las especies de la Alianza. Las protestas de los últimos meses han caldeado el ambiente en la Casa Superior y hay quiénes piensan que la Alianza está exigiendo demasiados derechos o más poder. Al parecer, los líderes anixis pretenden someternos eventualmente bajo sus completas normas, haciendo que inevitablemente terminemos viviendo como ellos quieren. Om necesita encontrar pruebas de esta teoría porque tiene la creencia de que el pueblo anixis no tolerará que sus líderes intenten controlarnos, ya que muchos nos tienen en alta estima.

    — Bueno, después de que elimináramos a Mente Colmena de la faz del universo, es obvio que muchos anixis deben adorarnos — Vermeer intervino, entendiendo que eso tenía sentido — Sin embargo, sigo sin entender a que viene todo esto. ¿Qué podemos hacer nosotras?

    — Om está tratando de crear un equipo que trabaje en la sombra, ser operativos de la Alianza — Esta vez fue Jackon quien tomó la palabra — Pero no quiere a cualquiera, quiere gente de confianza y bueno, todos nosotros nos conocemos mucho. Hemos sido prácticamente una familia desde muy jóvenes.

    — Comprendo eso, Jack, pero estoy con Andrómeda en esto — Karla levantó los hombros en señal de desentendimiento — ¿Qué podemos hacer nosotras como operativas de la Alianza? Trabajar en la sombra suele servir para hacer cosas que la ciudadanía no necesita ni debe saber, pero nosotros somos científicas, no soldados. ¿Qué quiere Om que aportemos?

    — Bueno, es una obviedad que aunque seáis científicas, estáis más que capacitadas para manejar armas — Echo no lo dudó ni un instante — En los primeros años de la academia en Paraíso a todos nos enseñaron a defendernos, iba implícito en la formación.

    — Claro, por supuesto, pero tú misma lo has dicho: aprendimos para defendernos — Andrómeda no estaba convencida — No para hacer misiones en la sombra, armadas por si hay que pelear.

    — Mirad, también ha venido Om a la estación. En estos momentos estará tratando de convencer a Brandon y a Mia para que se unan al equipo de operativos — El soldado cruzó las manos sobre la mesa — ¿Qué pueden aportar ellos? Gallagher, según tengo entendido, es médico. Y Mia es una muy buena ingeniera. ¿Vosotras? Domináis la ciencia y la ciencia sirve para muchas cosas.

    — ¿A dónde quieres llegar, hermanito?

    — Podríais crear un gas tóxico para dormir a toda una sala, que otros entrásemos al lugar con máscaras, obtuviésemos la información y nos largásemos sin que se diesen cuenta — Jackon empezó a aportar ideas que no es que fuesen a implementarse, pero que eran situaciones que podían darse o requerirse — Combatir los efectos de una infección, diseñar un virus que afecte a los cultivos anixis, obtener lecturas de otros planetas… Fijaos si podéis ser útiles para el equipo. Y eso sin disparar ni una bala.

    — Jackon, si piensas que nosotras nos hicimos científicas para hacer ese tipo de cosas, es que te has olvidado de cómo somos — Karla se mostró algo molesta al escuchar hablar así a su hermano — Si nos necesitáis para eso, a menos que sea un mal necesario, no lo haremos. ¿Andrómeda?

    — Pienso lo mismo — Se sinceró la joven — Lo siento, pero por el momento nos quedaremos aquí con nuestra investigación. Si necesitáis algo de nosotras en algún momento, os ayudaremos, de verdad. Pero por el momento lo mejor será dejarlo tal cual está todo.

    Jackon y Echo se miraron. Si bien la idea era que formasen parte del equipo, entendían totalmente lo que sus amigas decían y lo compartían. Es más, incluso para el soldado Vaalot era hasta mejor que su hermana no tuviese implicación directa con esa misión clandestina, ya que de salir mal podría haber consecuencias.

    La pareja de soldados asintieron, se incorporaron y se dispusieron a irse, no sin antes despedirse apropiadamente.

    — Lo entendemos, chicas, de verdad — La comandante Mercer no tenía ningún problema con esa decisión — Me alegra saber que si la situación lo requiere, podremos contar con vosotras, pero haremos lo posible para que no tengáis que implicaros.

    — Te lo agradecemos mucho, Echo — La científica jefe abrazó a su amiga — Os ayudaremos en lo que haga falta si llega a ser necesario.

    — Te quiero, hermanita — Musitó Jackon, despidiéndose de ella — Te mentiría si no te dijera que me alegra que no participes.

    — Ojalá vosotros tampoco lo hicieseis, pero entiendo que es vuestro trabajo.

    — Tened mucho cuidado, los dos — La joven Vermeer abrazó a ambos visitantes — Aquí estaremos si nos necesitáis.

    — Os quiero. Cuidaos mucho.

    Karla se despidió una última vez con la mano, viendo como Jackon y Echo salían por la puerta de esa sala de reuniones tras el intento fallido de convencerlas para que formasen parte de ese equipo clandestino que Omnius pretendía formar en su intento por corraborar esa teoría de que el Consejo Superior —o Akkor, más concretamente— podía estar intentando adueñarse de las subespecies.

    Una vez solas, las dos científicas volvieron a tomar asiento, resoplando tras esa breve pero relevante reunión.

    — Espero que no se metan en algo peligroso — Murmuró la científica Vaalot, visiblemente preocupada tras conocer la trama de esa misión — No es la primera vez que veo como una conspiración termina en guerra.

    […]

    Algunos de los trabajadores de la estación espacial detenían sus tareas al ver pasar al representante de la Alianza y a su vez miembro oficial del Consejo Superior, acompañado de un soldado también syleriano.

    Omnius y Xerom avanzaban por una pequeña calle que se abría a un lado de la avenida principal, donde habían sido guiados por varios humildes empleados para hallar la clínica donde se formaban médicos generales —así era como se les llamaba a los doctores que podían tratar a cualquier paciente fuese de la especie que fuese—. No les tomó mucho tiempo encontrar el lugar y mientras el dúo formado por Jackon y Echo trataba de convencer a las científicas Karla y Andrómeda para unirse a la cruzada, ellos dos conseguían encontrarse con uno de sus dos objetivos, el joven Gallagher.

    Brandon se encontraba precisamente en la entrada de la clínica, hablando con la recepcionista de esta. Al parecer en su descanso entre clases —estaba por terminar y aprobar el curso que le acreditaría oficialmente—, el joven millonario —su madre Raven Gallagher le dio una gran parte de su fortuna cuando se marchó en la gran arca— pretendía cortejar a la chica que atendía visitas. Ambos parecían entretenidos, riéndose y conversando cómodamente hasta la aparición de los dos sylerianos.

    La chica, consciente de que debía hacer su trabajo, se volteó hacia ellos con una sonrisa.

    — Bienvenidos, ¿en qué puedo ayu…? ¡Oh! Representante Paokt, es un honor tenerle de visita en nuestra clínica.

    — No se preocupe, señorita, venimos a ver a ese chico de ahí — El soldado Devom señaló con vacile al aprendiz de médico.

    — ¿A mí? — Brandon no parecía especialmente contento por ver a dos viejos conocidos — ¿A qué debo el placer?

    — En privado, Brandy — Musitó Xerom en un tono burlón, tomando la palabra ante la seriedad de su superior.

    — Ahí mismo tienen una oficina por si quieren reunirse a solas — La recepcionista humana les indicó el lugar, señalándolo.

    — Gracias — Asintió Omnius, queriendo ser cortés con la dama.

    El dúo syleriano y el humano entraron en dicha sala, cerrando la puerta tras de sí para mayor privacidad.

    Una vez los tres dentro, el joven Gallagher decidió tomar asiento, consciente de que sería un tema delicado el que iban a tratar y el cual no tomaría poco tiempo. El soldado Devom decidió quedarse de pie en la puerta, mostrándose alerta en todo momento, mientras que el representante Paokt optó por sentarse también.

    Por unos breves instantes, el silencio se hizo protagonista en la sala. Omnius y Xerom no habían interactuado mucho con Brandon, ni en el pasado ni en la actualidad, pero formaban parte de la misma generación que se graduó en la academia en Ciudad Anixis, allá en Paraíso.

    — ¿Qué tal te va el curso? — Preguntó de pronto el principal líder de las especies aliadas — He oído que vas muy bien y en breve serás oficialmente un médico general.

    — Has oído bien — Contestó Brandon con cierta soberbia — ¿Y tú qué tal en el cargo de representante? He oído que el Consejo Superior te tiene de títere.

    — Has oído mal — Musitó el syleriano, con el semblante serio — Cierto es que mi voto no se tiene en cuenta porque soy la minoría, pero el Consejo no me tiene de títere. De hecho, por ellos estoy aquí.

    — ¿En serio? — El joven ricachón esbozó una media sonrisa — ¿Qué quiere el Consejo de mi?

    — Ellos no quieren nada de ti, idiota — Intervino Xerom, riéndose del humano — ¿Tan importante te crees?

    — No te recordaba tan impertinente, Xerom — Le reprochó el médico, sonriéndole sarcásticamente — Venga, chicos, hablemos en serio. ¿Qué mierda queréis de mi? ¿Dinero? ¿Es eso? ¿Qué financie algún proyecto secreto como hizo mi madre con la gran arca?

    — No, Brandon, no queremos tu maldito dinero — Paokt se estaba conteniendo para no mostrarse más agresivo, que era lo que el humano provocaba en él — Estamos aquí para convencerte de que te unas a una misión clandestina. No estás obligado a acceder, pero después de saberlo todo, si rechazas la propuesta no podrás abrir la boca. De lo contrario, te aseguro que haré lo posible para que pases el resto de tu vida pudriéndote en una celda, por mucho dinero que tengas. Eso o el exilio a la nada.

    El joven Gallagher se puso serio. Empezaba a ser consciente de que algo gordo se estaba cociendo en el Consejo Superior como para recibir la visita inesperada de uno de sus miembros, el cual era además su principal líder en lo que a la Alianza respectaba. Xerom permanecía impasible en la puerta con los brazos cruzados, mientras Om supo que la conversación ya no iría por los derroteros por los que la estaba llevando el humano creído.

    — Vale. ¿Qué ocurre?

    — Tengo la firme convicción de que el Consejo Superior, o al menos uno de sus miembros, pretende someter a las especies de la Alianza bajo el control y las normas totales de los anixis — Empezó explicando el representante syleriano, captando la atención del médico — Necesito encontrar pruebas y estoy reuniendo a un equipo en el que confío para que me ayude a recaudarlas y posteriormente a publicarlas ante la sociedad. El pueblo anixis es soberano, aunque exista un Consejo Superior, ellos siempre tienen la última palabra. Ver que sus líderes pretenden ser una especie de dictadores en potencia no les hará ninguna gracia, viniendo del pasado del que vienen.

    — Comprendo, pero, ¿por qué necesitáis un médico? — El joven Gallagher no sabía si encajaba en ese equipo — ¿Por qué yo?

    — Aunque te cueste creerlo, tú eres de confianza para los que formamos parte de ese equipo. Jackon, Echo, Kendall, Owen… veremos si Karla y Andrómeda. Luego iremos a ver a Mia — Omnius confiaba en que cuantos más se uniesen, más probabilidades de éxito habría — Sé que no eres un soldado y no necesitamos que lo seas, pero tus conocimientos sobre la fisionomía anixis podrían sernos de utilidad en algún momento. Tus estudios, tu información… es poder. Y bueno, tienes una gran masa de dinero. No lo queremos, pero si tienes algún proyecto interesante o quieres invertir en algo, podemos negociarlo y evidentemente, tu ayuda en mi asunto haría que yo te diera facilidades para tus asuntos.

    — Entiendo, entiendo… — Brandon parecía estar pensando en algo en concreto — Dime, Om, ¿tu recuerdas lo que yo quería antes de subirnos a la gran arca?

    — Sí — El syleriano lo miró detenidamente — ¿Ese es tu precio?

    — Una vez tu asunto tenga una conclusión, organizarás unas elecciones a representante de la Alianza y me presentaré como candidato — Reveló Brandon, dejando atónito únicamente a Xerom, que desconocía ese deseo del humano — Tú te harás a un lado, Om. Me dejarás el camino libre. Sin ti como posibilidad de reelección, puedo liderar a las especies aliadas.

    — No me haré a un lado, yo nací para esto — El actual representante no iba a regalar su puesto — Pero podemos hacer dos cosas. Anticipo las elecciones cuando mi… asunto, haya terminado para bien o para mal, y que gane el mejor. Si ganas tú, te cedo el poder. Si gano yo, te elegiré como mi consejero y serás la segunda persona al mando de la Alianza. ¿Qué te parece mi propuesta?

    Gallagher miró a Devom, que le observaba con seriedad. Se podía ver en los ojos del soldado que esa propuesta no le hacía ninguna gracia, porque intuía que el humano era uno de esos tipos que se mueve por sus intereses y no por los de la gente.

    Acto seguido, el médico clavó sus ojos en los del líder syleriano, que se mantenía impasible y observándolo fijamente. Parecía una partida de póker en la que se estuviesen jugando algo más que dinero. Los segundos parecían hacerse muy largos, pero Brandon tomó rápidamente una decisión al respecto.

    — Me parece justo. Acepto.

    […]

    — No me gusta el trato que has cerrado con Gallagher.

    Xerom hizo que Om detuviese sus pasos, ya fuera de la clínica médica en la que se habían reunido con Brandon para convencerle de unirse al equipo en la sombra. Estaban de camino a la zona de motores, donde sabían que la ingeniera Yazuke se encontraba, pero el soldado que acompañaba a su máximo superior decidió compartir su más sincera opinión.

    — Sinceramente, Xerom, era cuestión de tiempo que Brandon quisiese optar a mi cargo en algún momento — Dijo el representante, quitándole hierro al asunto — Es un ser ambicioso, tiene la fortuna que su madre Raven le legó y además comparte con ella ese deseo por liderar a su especie. Lo quiso en la gran arca y eventualmente lo querría aquí.

    — Ya, bueno, pero aún así siento que salimos perdiendo con ese pacto — El soldado syleriano hizo una mueca de preocupación — No digo que Brandon sea mal tipo, pero los seres como él, tienden a dar problemas tarde o temprano.

    — Mejor tenerlo cerca y controlado que libre y enfadado. ¿No recuerdas lo que pasó con ese humano multimillonario?

    — Sí, el dueño de Puerto Arcadia.

    — Exacto, se llamaba Adam Brant y según supimos tiempo después, al fracasar en sus aspiraciones de liderar a la humanidad, se dejó controlar por Mente Colmena — Paokt estaba dando un punto de vista bastante coherente, demostrando el aprendizaje que le había dado el pasado — Brandon es un tipo como él. Conviene tenerlo atado en corto y darle pequeñas migas de satisfacción. Además, de nuestro lado es útil tenerlo. De enemigo o en contra, como tú dices, podría darnos problemas.

    — ¿Crees que ese tipo se vendería a los anixis en algún momento? — Xerom dudaba de ello — Brandon ama a la humanidad, se ha hecho médico para ayudar… es un engreído, pero no creo que llegase a ser un traidor.

    — Cosas más raras hemos vivido en el territorio conocido, amigo mío.

    Tras esa breve conversación sobre las dudas que habían germinado en el soldado Devom, el dúo syleriano continuó su travesía hasta la zona de motores.

    De corta duración pero en la cual pudieron apreciar los diferentes cambios que se habían dado y se estaban dando en lo que antaño fue la gran arca, finalmente llegaron a su destino. Tal y como esperaban, algunos trabajadores enviados allí por el Consejo Superior se encontraban terminando de desvalijar los motores para ya sí, convertir definitivamente la nave en una estación espacial en órbita con Ibos.

    Un puesto de avanzada para observar el horizonte y desde el cual partirían las naves de los futuros emisarios, ya que la campaña estaba por comenzar y muchos estaban dispuestos a postularse, en especial Jackon. Además, también servía como puesto de procesamiento para criminales, encerrados en celdas de máxima seguridad o en casos peores, siendo la antesala del exilio a otra colonia de la cual las especies de la Alianza conocían poco o nada. Fuese como fuese, el proceso de reconversión estaba en marcha y los planes eran inevitables.

    Om y Xerom se acercaron a uno de los trabajadores para preguntar por el paradero de la ingeniera Yazuke.

    — Está hablando con el jefe, su trabajo aquí ya ha terminado y en breve un transporte la llevará de regreso a la superficie.

    — ¿Y dónde está exactamente?

    — Mire, por ahí viene.

    Mia salía de una habitación con su uniforme de mecánica, una caja de herramientas en una mano y el semblante neutro.

    No obstante, al encontrarse de cara con el principal representante de la Alianza y un soldado al cual recordaba de su estancia pasada en Paraíso, su rostro cambió. Ahora el semblante era más serio, porque por lo que parecía, la presencia del dúo syleriano ahí no le hacía presagiar que se tratase de algo muy bueno.

    — Un gusto verte, Mia Yazuke — Murmuró Omnius, el cual la recordaba de sus tiempos en la academia — Soldado e ingeniera, aunque destacando mucho en lo segundo. E incluso licencia de pilotaje de naves. Sin duda alguna, invertiste bien tu tiempo en la academia de Ciudad Anixis.

    — Veo que tú también, Om Paokt. Aunque lo tenías todo desde el primer día, me imagino que debe ser gratificante no sudar ni un poco por obtener lo que deseas — La mujer de rasgos asiáticos no se sintió atacada, pero no dudó en hacerlo ella — Y que decir de tu acompañante. ¿Eras…?

    — No me sorprende que no te acuerdes de mí — Indicó el soldado syleriano, totalmente indiferente — La verdad es que yo no me acordaba de tu nombre hasta que vi tu informe en la base de datos.

    — Entrañable — Musitó ella, para luego centrarse de nuevo en Omnius — Decidme, ¿qué hacéis aquí? ¿He hecho algo ilegal?

    — No, que yo sepa. ¿Lo has hecho?

    — No sé, Om, ¿es una pregunta trampa?

    — Te voy a ser honesto: me importa menos que el sistema solar neoniano — Era ya un clásico que los sylerianos y los neonianos tuviesen sus dichos atacándose entre sí — Estamos aquí porque te necesitamos para algo importante. No vamos a decir nada aquí tan expuestos, así que si tienes alguna vivienda temporal, podríamos ir a ella y hablarlo.

    — Sí… tengo una. De hecho debo ir a por mis cosas, ya he cumplido con mi labor aquí y me toca regresar a casa. Seguidme.

    El trayecto hasta la vivienda temporal de la mujer asiática no fue muy largo, y en el proceso, algunos trabajadores de la estación espacial se quedaron mirando con intriga a quién era uno de los miembros del Consejo Superior, extrañados de verlo por allí sin haberse mencionado ninguna visita oficial. Omnius era consciente de que su presencia allí captaría la atención, por lo que debía darse prisa antes de que la gente se preguntase con más ahínco que estaba haciendo allí el representante de la Alianza.

    — Poneos cómodos si queréis, aunque no tengo mucho tiempo antes de que llegue mi transporte de regreso a Ibos.

    Mia se dirigió a su habitación para recoger algunas de sus pertenencias mientras Omnius y Xerom se hallaban en el salón, una vez habían llegado a la casa de la ingeniera. El lugar estaba en penumbra ya que las persianas estaban casi bajadas en su totalidad y apenas se filtraba la luz artificial de la propia estación.

    El soldado syleriano hizo un barrido disimulado por todo el hogar, asegurándose de que estaban solos. Era un hábito con el que siempre contaba.

    — Nosotros tampoco tenemos mucho tiempo — Murmuró Omnius, recordando a esos trabajadores que le observaron — Xerom, ¿sabes algo de Jackon y Echo?

    — Me acaban de notificar por mensaje que ya han hablado con Karla y Andrómeda — Reveló el soldado una vez había asegurado el área — Ellas no quieren formar parte del equipo, pero nos ayudarán si es necesario.

    — Entiendo — El representante Paokt no estaba contento con esa noticia, pero comprendía los motivos que pudiese haber detrás — Mia, tenemos que darnos prisa.

    — ¡Soy todo oídos! — Exclamó ella desde su cuarto mientras almacenaba sus cosas en una maleta.

    La explicación tuvo que ser dada nuevamente por el líder syleriano, que se desplazó hasta la habitación de la mujer para que pudiese escucharle mejor. Xerom, tal y como siempre hacía, permaneció en la entrada de la vivienda por precaución y vigilancia. Una vez Om terminó de relatar su punto de vista sobre el Consejo Superior y el plan del equipo que estaba reuniendo, la ingeniera, que había terminado de empacar sus cosas, alzó la vista.

    — ¿Cuánto pagáis? — Fue la pregunta de ella, evidenciando sus prioridades — No te ofendas, Om, pero esa tontería de la “familia” que me has dicho, sabes que no es cierta. Al menos no para mí. Ninguno de vosotros ha sido amigo mío antes y dudo que vayáis a serlo ahora.

    — Evidentemente que tus servicios serán recompensados — Paokt contempló todos los escenarios — Y entiendo a qué te refieres, aunque personalmente, formas parte de esa generación académica que subió a bordo de la gran arca. Quizá para ti no, pero para mí, eres de la familia.

    Yazuke frenó por unos instantes en su hiperactividad por asegurarse de que tenía todas sus cosas y se volteó hacia el líder syleriano. En su rostro se podía apreciar una mezcla de emoción y respeto al haber oído esas palabras.

    — Gracias, Om — Musitó ella, asimilando aún ese mensaje — La verdad es que no sé para qué me queréis exactamente pero puedo proporcionaros mi experiencia en ingeniería, piratería, armamento y pilotaje, de ser necesario.

    — ¿Eso es un sí, Mia? — El representante Paokt no pudo evitar sonreír tímidamente, pues la consideraba una gran adquisición al equipo — ¿Serás una de nuestros aliados?

    — Así es — La mujer de rasgos asiáticos ya tenía su maleta lista — ¿Hay algún lugar como punto de referencia? ¿Piso franco? ¿Base secreta?

    — Estamos trabajando en ello, pero sí, algo hay.

    — Entonces, después de ti — Yazuke hizo una especie de reverencia cortés — Te sigo, jefe.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Saludos, amigo.

    Paso a comentar el capítulo de esta semana, tercera leída en simultáneo que tenemos en el mes de abril. Al final nos hizo bien esperar a que el foro regresara, ya que hemos podido disponer de buenas lecturas :)

    El capítulo arranca justo donde quedó el anterior. Om y sus amigos suben al arca (o ex arca, debería decir) para intentar reclutar al resto de su familia. Jackon y Echo aprovechan ese momento para hablar sobre su relación, y está claro que, aunque se conocen y se quieren desde que son chiquitos, sus objetivos y prioridades son muy diferentes. Jackon quiere explorar el universo y ver cómo puede contribuir de esa forma a la sociedad siendo un emisario, mientras que Echo quiere quedarse y pelear por su gente. Los dos tienen sus puntos y posturas muy diferentes, y aunque Jackon le dice que le gustaría que ella viajara junto a él, Echo le dice que eso no va a pasar :anicry: Falta cada vez menos para que la separación entre esta parejita sea completamente oficial, pues una vez la misión termine y Jackon se anote con los emisarios, todo se terminará entre los dos. Y eso va a doler y mucho :sadexo:

    Tras los argumentos entre los dos, llegan por fin con Karla y Andrómeda. Y allí vemos que Jackon ha pasado muchísimo tiempo sin ver a su hermana. Y creo que es por eso que Jackon tiene ese deseo de irse. Ha pasado tiempo alejado de Karla, Owen y el resto, y de seguro (no seguro, es más suposición mía que otra cosa XD) tal vez pasar un rato con su familia y amigos de vuelta lo haga valorar más a sus amigos y elija quedarse en casa después de todo (por favor que así sea :piplup: ).

    Les explican a ellas para qué están allí, incluso Jackon demuestra una faceta un poco oscura al sugerirles que no tienen por qué pelear, y que con la ciencia pueden desarrollar compuestos o toxinas para afectar a los anixis, algo que deja un poco asustada a Karla y Andrómeda. Ellas tienen bien en claro que su profesión la eligieron para ayudar, y no para lastimar, y se comprometen a formar parte de la causa ante una emergencia, pero no si no es estrictamente necesario. Decisión entendible, que deja feliz a Jackon, ya que está conforme con que su hermana no participe.

    Luego de eso pasamos a ver a Om y a Xerom, y podemos confirmar que lo que dijo Mia sobre Brandon es verdad. El ricachón usa su dinero para ligar con todas. Pues listo, ya no merece ser pareja de Andrómeda (preferiblemente, de ninguna mujer decente entre la humanidad). Cuando son recibidos, Brandon y los dos sylerianos se van a una oficina privada para charlar, y allí Brandon habla con muchos aires de grandeza como muchos que son estudiantes de medicina y no pueden pasar ni 3 segundos sin decirlo por las redes sociales :mudv:. Luego de explicarle el plan que trama el consejo superior, Brandon accede justamente porque está interesado más en su paga que en participar de algo que ayude a la alianza. Quiere ser él el propio representante de las especies. Claro que sí, amigo. Ya todos sabemos que alguien así al mando será un desastre. Seguro que lo que haría primero si fuera eso sería contratar super modelos para ser secretarias :pikaface: Om le dice que puede tener el puesto, pero se lo tiene que ganar en una elección, y no renunciará fácilmente a eso. Brandon accede, y luego de contar con él, los dos sylerianos van en busca de Mia. Xerom le pregunta si está seguro a Om de lo que quiere hacer, y este le dice que no del todo, pero que a gente como Brandon es mejor tenerlos cerca, vigilados y contentos que lejos, descuidados y enojados. Y está el antecedente de Adam, quien se dejó controlar por Mente Colmena solo para aprovechar que podría vengarse de los líderes si iba a morir de todos modos. Creo que es buen detalle ese. Om vio de primera mano como Adam estaba listo para explotar el arca que estaban construyendo, y de seguro le habrá inculcado mucho de eso a su hijo. Es bueno ver que Om aprendió de todo lo que le enseñaron, y que estará listo para manejar muchas cosas.

    La última en ser reclutada es Mia, quien ya terminó de trabajar lo suyo en el arca y se dispone a descender para vivir sus días en tierra firme (y yo espero que lejos de mi bebé Owen, que él es de Karla :ewww:). Mia les dice a los dos que no tiene problema en trabajar en eso mientras la paga sea buena, ya que no se considera como tal familia de los amigos de Omnius. Él le dice que para él, todo amigo suyo que subió al arca es familia, y eso despierta una parte sensible en ella, quien dice que lo hará.

    Y con eso, ya vamos terminando la etapa del reclutamiento. Omnius, Xerom, Kairos, Owen, Kendall, Jackon, Echo, Brandon y Mia están listos para actuar, mientras que Karla y Andrómeda quedarían como reserva. Hay que ver a cuantos más entre los de Kairos como Vorta y Eret, los extrabajadores del invernadero como Nosh, y el mismísimo Eeron están realmente dispuestos a jugar este juego, pero la verdad es que tiene pinta interesante.

    Creo que a partir de aquí se viene el verdadero plato fuerte de la parte I, y ya muero de ganas para ver qué es lo que pasará primero, amigo :dancecat:

    Bueno, con eso me despido por el momento. Ha sido una genial leída en simultáneo para completar una racha de 3 en el mismo mes como en los viejos tiempos. Esperaré pacientemente por el siguiente capítulo.

    Ahora sí. Me despido hasta la próxima. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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    Manuvalk

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    Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio
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    Sean bienvenidos al quinto capítulo de esta continuación de Los Viajeros. Esta vez no voy a explayarme mucho, simplemente agradezco a mi querido amigo Agus estresado por no perderse ninguna actualización de esta gran historia, la cual espero que disfrute. También aquellos que os paséis por aquí, espero que os guste. Sin más, que empiece la lectura.







    Procesamiento



    — Pues parece que ha ido bien, ¿no?

    Kendall se volteó a ver a Owen, quien seguía sus pasos en dirección al vehículo personal del detective.

    Una ligera llovizna azotaba el Distrito Neonia, habiendo nublado en cielo y por ende oscureciendo un poco la ciudad de Vianus. El dúo acababa de conseguir que Kairos y su grupo de ‘mercenarios’ se uniesen a la misión clandestina que el representante Paokt estaba organizando con el fin de confirmar sus sospechas sobre Akkor y el Consejo Superior.

    — La verdad es que sí — El joven Crane se veía algo sorprendido — Jamás pensé que vería al intolerante Kairos Kent pensando en el pueblo. O al menos no en alguien más que en sí mismo y los neonianos.

    — Bueno, ha dejado claro que esas son sus prioridades — El chico de rasgos asiáticos tampoco quería dar por sentado que el neoniano fuese ahora una buena persona — Créeme, llevo en contacto con él más que tú. Está ayudando a la gente desfavorecida, pero su gente tiene prioridad.

    El agricultor pensó que su compañero tenía un punto de lógica en su argumentación. Kairos siempre destacó en el pasado por ser una persona arrogante, egoísta y extorsionadora. Tal vez en estos años había aprendido a moderarse o camuflar esa forma de ser, o simplemente ahora tenía unos objetivos más filantrópicos, pero una persona siempre lleva consigo parte de lo que fue. Ese pensamiento mantuvo cautivo en sí mismo a Owen durante unos segundos, haciendo que Kendall tuviese que llamarle la atención.

    — ¡Hey! — El detective le indicó con un gesto que avanzase — ¿Acaso quieres mojarte más con este diluvio? Vámonos de regreso a mi despacho y esperemos información de Omnius y los demás.

    — Ah, sí, perdona — Owen se quedó en esa reflexión sobre el pasado, la cual quería decir que inevitablemente siempre cargaría con el peso de ser un Crane Carver — Cierto, me gustaría contactar con Karla y explicarle todo esto. No me gustaría que formase parte de la misión.

    — Ya, bueno… pronto sabremos quiénes están a bordo y quiénes no.

    Ambos humanos se dirigían hacia el transporte personal de uno de ellos cuando, repentinamente, una extraña luz a sus espaldas les hizo girarse.

    De pronto, una intensa llamarada estaba consumiendo un gran cartel que colgaba entre edificios del distrito, en el cual se apreciaba un mensaje dirigido a toda la población: “Próximamente, llega el gran Día de la Unión. ¡Celebremos el presente y el futuro próspero que nos espera como aliados!”.

    Esa propaganda sobre el día en el que la gran arca desembarcó por primera vez en Ibos, iba a hacer ya cuatro años, fue colocada por las autoridades anixis que se estaban encargando de la promoción de la festividad. Los años anteriores tuvo una buena acogida, pero en el año corriente con todas las disputas y tensiones que estaba habiendo ante la ausencia de víveres para el pueblo de la Alianza, la gente no estaba con ganas de celebración.

    Owen y Kendall se percataron de que un grupo de jóvenes neonianos fueron los causantes del fuego al verlos cantar en señal de protesta.

    — ¡No habrá Día de la Unión en Ibos si solo se lucran los mismos!

    — ¡Anixis, desechos, ¿dónde están nuestros derechos?!

    — ¡Sin comida en este mundo no habrá vida!

    El dúo humano no esperaba que algo así fuese a suceder, pero poco a poco más gente del distrito se fue sumando a la protesta con diferentes cánticos.

    Kairos salió del local en el que se había reunido con ambos, acompañado de Eret y Vorta, visiblemente enfadado. El liderazgo del joven neoniano no tardó nada en hacerse notar, ya que al verlo aproximarse a la multitud cada vez más grande, algunos agachaban la cabeza e incluso se apartaban con respeto. El que antaño hubiese sido un soldado graduado en la academia de Paraíso no dudó en encarar a esos jóvenes imprudentes mientras el cartel se consumía en llamas e iluminaba la avenida conforme la noche caía.

    — ¡¿Qué se supone que hacéis?! ¡¿Acaso queréis llamar la atención de las autoridades anixis?! — Kent estaba realmente molesto, consciente de que atraer a la especie al mando de todo podía desencadenar problemas — ¡Las protestas deben ser estratégicas, no cuando a uno le apetecen! ¡Apagad ese fuego ahora mismo!

    Sin embargo, la respuesta de las autoridades fue bastante rápida.

    Dos transportes aéreos aparecieron sobrevolando el Distrito Neonia con dos fuertes focos de luz que apuntaban contra la manifestación que se había formado repentinamente —aunque era bastante probable que hubiese sido convocada entre unos pocos—. Otras personas presentes en la gran avenida, fuesen o no neonianos, sabían que la situación estaba por volverse tensa.

    No era la primera vez que había altercados en el distrito neoniano.

    — Como polillas hacia la luz… — Musitó el joven Xom para sí mismo, observando como los vehículos policiales anixis descendían uno a cada lado del distrito — Mierda, debemos irnos de aquí, Owen.

    — Concuerdo contigo, esto puede ponerse feo.

    Una vez las lanzaderas policiales tocaron suelo firme, abrieron compuertas, saliendo de ellas dos pelotones de policías armados con escudos y porras electrificadas. Acababa de hacerse de noche en esa parte del planeta y además de las farolas, ese gran cartel ardiendo iluminaba la calle como si de la antesala de un evento se tratase. Kendall y Owen aceleraron el paso para subirse en el vehículo del primero e irse lo más rápido posible, pero cuando estaban por meterse en ella, una granada de energía quedó adherida en la superficie del aparato, activándose e inutilizándola.

    — ¡¿Qué diablos haces?! — Exclamó el detective, volteándose para confrontar a un policía anixis, autor de ese lanzamiento — ¡Nosotros no tenemos nada que ver con esa protesta!

    — ¡Nadie se va a ir de este distrito sin ser identificado y procesado! — Amenazó el policía, al frente de ese pelotón y hablando en alto para que todos le escuchasen — ¡Todos con las manos sobre la cabeza y pegados a la pared! ¡Se acabaron las sutilezas en este distrito!

    La muchedumbre que se había formado próxima al cartel en llamas —eran alrededor de doscientas personas— no se disolvió, queriendo complicar el proceso de identificación y procesamiento a las autoridades anixis. Esa fue la principal respuesta de la mayoría poblacional del distrito, los neonianos. Pero una segunda se puso en marcha, desencadenando definitivamente el conflicto. Desde algunos balcones de viviendas comenzaron a caer globos con pintura contra la policía en una clara señal de protesta, pero alguien fue más allá y lanzó a uno de los vehículos una granada de fragmentación.

    Siendo estas de fabricación humana pero mejorada, el tiempo de explosión variaba en función del tiempo que tardase la propia granada en tocar una superficie, cosa que hizo al tocar el suelo. Una de las lanzaderas de estas autoridades anixis, la más próxima al dúo humano, explotó irremediablemente al estar en el radio más cercano de dicha granada. Los agentes de la ley salieron por los aires, al igual que varias otras personas que estaban en el radio de la onda expansiva, entre ellas el detective y el agricultor.

    Lo siguiente fueron una serie de gritos y a esa multitud lanzándose al ataque contra la policía anixis, iniciando una batalla campal.

    Owen estaba algo aturdido por la explosión, habiendo caído al suelo tras la onda expansiva, pero sin ningún daño aparente más allá de algunos rasguños.

    Ahora, al fuego del cartel sobre el Día de la Unión se le sumaba también una lanzadera ardiendo, dando al escenario unos tintes similares a los de una guerra civil o un atentado terrorista. Eso mismo pensaban los anixis, que no dudaron en pedir asistencia médica y refuerzos al cuartel mientras algunos de sus compañeros caídos no se levantaban. El sonido del fuego abrasador se entremezclaba con los gritos de rabia y de dolor en el distrito, pero el joven Crane empezó a escuchar los llantos de una niña neoniana que parecía no encontrar a sus padres.

    Kendall se estaba incorporando cuando vio a Owen dirigirse hacia la niña, queriendo socorrerla o al menos protegerla del conflicto que estaba desatándose, no obstante, aquel gesto también fue visto por un policía anixis. El agente persiguió al humano mientras el detective empezaba a ver doble, señal de una contusión en la cabeza. Se tocó la frente con una de sus manos y comprobó que, efectivamente, brotaba sangre de una brecha que se había hecho al golpearse la cabeza en la caída por la explosión.

    El agricultor llegó hacia la niña neoniana y la tomó de los hombros para tranquilizarla.

    — Tranquila, te sacaré de aquí. Ven conm…

    Pero antes de que pudiese ayudarla siquiera, la niña lanzó un grito mientras miraba a la espalda del humano. Éste no pudo voltearse a tiempo y el agente anixis lo tomó por el cuello, estampándolo contra la pared y dejándolo seriamente aturdido. La niña neoniana se marchó corriendo y llorando despavorida mientras el autoritario anixis se disponía a detener a un indefenso Owen, que no sabía de donde le había venido el golpe y tenía sangre en varias partes de su rostro. Sin embargo, mientras estaba por ponerle unas esposas de fuerza al humano sin un motivo justificado, alguien se empezó a acercar sigilosamente al agente.

    — Las subespecies no dejáis de causar problemas desde vuestra llegada — Decía el policía anixis, mostrándose un tanto xenófobo — Se nos ha acabado la paciencia con vosotros. Ojalá seáis todos juzgados y cond…

    Un fuerte golpe en la nuca terminó por dejar ko al anixis, que cayó al suelo como si de un trapo mojado se tratase. El joven Crane se encontraba aún aturdido, pero consiguió voltearse solo para ver a su vieja enemistad salvándole de una detención que solo le acarrearía serios problemas.

    — Siempre tiene que salvarte alguien, Crane — Dijo Kairos en un tono serio pero calmado pese a la situación que se estaba desarrollando — De nada.

    — G-gra… gracias, Kent.

    El joven Xom se aproximó a Crane al mismo tiempo que veía marcharse a Kent tras realizar un acto heroico salvando al humano de la detención.

    El detective ayudó a Owen a incorporarse y llevarle hacia su vehículo, al cual le había quitado la granada de energía adherida que impedía que pudiese funcionar. Era paradójico ver que un invento de la especie neoniana estaba siendo usado y mejorado por las autoridades anixis, aunque una vez la Alianza llegó, prácticamente toda la tecnología fue compartida entre especies.

    Mientras se escabullían del caos, el líder del pueblo neoniano volvió directo al conflicto no porque quisiera, sino porque por encima de todo estaba su gente y su supervivencia. Así lo hablaron él y Yak Quetaryan en sus días previos a la partida en la gran arca.

    No puedo simplemente subirme a bordo de esa arca e irme. Soy el líder de los neonianos y no todos van a irse. Por eso quiero que seas tú quien los lidere en esa colonia anixis.

    Tal vez no me escuchen.

    Tienes el potencial para que lo hagan.

    — ¿Y si no?

    Sé que te las ingeniaras para actuar como debes.

    — Actuaré por el bien de los neonianos, primordialmente — Dijo Kairos, tajante — Y seguidamente del resto de especies de la Alianza. No hace falta que diga en qué lugar deja eso a los anixis.

    — Como debe ser — Quetaryan se acercó a su protegido y lo tomó de los hombros, usando un tono paterno — Esos seres no se merecen que vayamos a su mundo a ayudarles a crecer. Pero entiendo que algunas personas decidan emprender una nueva vida, no todos ven a los anixis como el origen del problema. Por eso necesito que vayas tú y convenzas a otros para que te sigan. Porque cuando sucedan cosas y los anixis se revelen como la escoria que son, ahí estaréis para rebelaros. Que paguen todo el sufrimiento que han ocasionado a los neonianos.

    — Cuando sea el momento de actuar por los nuestros, actuaré sin dudarlo — Afirmó Kairos, que protegido y cuidado bajo el manto de Yak, pretendía ir en el arca para mostrar al resto de la Alianza el peligro que corrían conviviendo con unos seres como los anixis — Una vez suba a bordo del arca, no habrá vuelta atrás.


    La pequeña niña neoniana observó detenidamente como Owen y Kendall se subían a su vehículo y partían de ahí inmediatamente, pues inmiscuirse en ese conflicto estando en una misión clandestina por destapar las supuestas intenciones del Consejo Superior sería tener una diana en la espalda. No pensaba lo mismo el joven Kent, un auténtico soldado fiel a su causa y un líder reconocido entre los suyos, que comenzó a defender a su gente de la brutalidad policial que se estaba llevando a cabo aunque la lucha hubiese sido provocada por unos pocos civiles en particular.

    Sin embargo, varias lanzaderas más aparecieron en el Distrito Neonia, siendo estos los refuerzos requeridos por la policía. No solo eran más agentes anixis, sino también de parte de la Alianza. La cantidad requerida de efectivos fue exagerada, pero superando en número a los protestantes lograron que estos se rindiesen pacíficamente. Kairos les indicó con un gesto a los suyos que levantasen las manos, mientras un policía anixis se dirigía expresamente hacia él para colocarse unas esposas.

    Ya no iba a haber identificación en un principio; ahora iban directamente a procesamiento.

    […]

    ¿Estás segura de que no quieres venir? — Eeron intentó, hasta el último momento, convencer a su amiga humana de sumarse al viaje — Tendrías la autoridad que te mereces allí también. Liderarías a los colonos.

    — Lo sé, pero este es mi sitio — Ripley se volteó hacia los demás, mostrando una tímida sonrisa — Ellos y la gente de este planeta son mi familia. Quiero servirles a ellos, del mismo modo que he servido a todos los que se han subido a bordo para un nuevo comienzo.

    — Lo comprendo — Murmuró el anixis, asintiendo repetidas veces mientras tomaba de las manos a la humana — Siempre habrá un sitio para todos vosotros en el hogar al que vamos. Recuérdalo.


    — Lo haré, Eeron — Musitó ella, abrazando al emisario con gran cariño — Cuídate mucho y por favor, vela por la seguridad de las subespecies también.

    — No lo dudes nunca, Ashley. Soy anixis, pero también soy un aliado de las subespecies. Formáis parte de mi legado, de mi viaje hasta aquí.


    El emisario honorífico avanzaba con rapidez y seriedad en su rostro por uno de los pasillos de la Casa Superior, una vez sus maestrías con jóvenes alumnos y proyectos de emisario habían concluido. El anixis que convivió con las subespecies en el territorio conocido, antaño el viejo imperio de sus símiles, rememoraba con nostalgia esos recuerdos.

    Era un ferviente defensor de la Alianza y eso no pasó desapercibido para nadie en el Consejo Superior, con cuatro miembros anixis y uno de ellos siendo el representante principal del gobierno. Precisamente con él estaba por reunirse Eeron, que solicitó una reunión de urgencia, la cual podía pedir dada su condición especial de emisario honorífico. El motivo no era otro que la reciente batalla que se había llevado a cabo entre la policía anixis y los habitantes del Distrito Neonia.

    — Disculpe, emisario honorífico, el repres…

    — Dile que se deje de juegos y hablemos — El tono en el que lo dijo hizo que el guardia se sintiese intimidado — ¡Akkor! ¡La reunión es ahora, no la postergues!

    Eeron le llamaba tras la puerta, junto al guardia que la custodiaba, estando en el interior del salón el propio Akkor. El principal líder de la sociedad anixis —y en cierto modo de la Alianza— en Ibos cerró los ojos por unos segundos, casi como maldiciendo hacia sus adentros. El anixis, en una edad avanzada pero lo suficientemente joven como para poder dar problemas, se incorporó de su cómodo sillón y emprendió el camino hacia la puerta, en lugar de indicar al guardia que dejase pasar al emisario honorífico.

    Cuando la puerta se abrió, el vigilante se volteó abruptamente mientras que Eeron permanecía con el semblante serio.

    Akkor se asomó y observó la escena, consciente de que aquel joven que envió al viejo imperio era ahora un veterano de guerra curtido en su viaje. Ya no era un inocente emisario sino una voz autorizada que no solo las subespecies respetaban, sino también la gran mayoría de anixis. No dejarle pasar sería, además de una ofensa, una terrible decisión. El viejo explorador iba a entrar sí o sí.

    — Márchate y déjale pasar — Le ordenó el principal líder anixis a aquel guardia apostillado en su entrada — Vuelve en quince minutos.

    — Entendido, representante superior.

    Eeron vio marcharse a aquel vigilante para acto seguido entrar rápidamente al interior de ese despacho personal que ostentaba Akkor, gesto que no agradó en absoluto al propio líder. Éste cerró la puerta inmediatamente y ni siquiera se molestó en indicarle al emisario honorífico que tomase asiento, haciéndolo él mismo. Eeron se mantuvo de pie, observando por una ventana el bullicio de Vianus, en el cual se veía en su mayoría anixis y solo unos pocos ciudadanos del resto de especies.

    — ¿Por qué esa impulsividad y esa impaciencia por reunirte conmigo? — Akkor no dudó ni un segundo en ir directo al fondo del asunto, manteniendo su templanza pese a cierto nerviosismo que le invadía por dentro cuando aparecía el emisario — ¿Es otra vez sobre las subespecies?

    — Sabes perfectamente que sí — Eeron se volteó y reveló un rostro enfadado, algo que sorprendió un poco al representante superior — Doy por sentado que han llegado a tus oídos las noticias sobre el conflicto en el Distrito Neonia.

    — En efecto, estoy al tanto de lo sucedido.

    — ¿Por qué intervinieron nuestras autoridades en lugar de ir primero las de la Alianza? Te recuerdo que es importante que medien primero entre ellos, nosotros no podemos pasarnos de autoritarios.

    — Están en mi planeta y en mi ciudad, por lo tanto, mis autoridades están por encima de las de la Alianza — El líder anixis fue muy tajante en esa afirmación — Intervenimos antes que la Alianza porque no es la primera vez que ocurre el caos en ese distrito. Los neonianos… son la subespecie más temperamental de todas. Y algunos están fuera de control.

    — ¡Era cosa de la Alianza! ¡Nosotros los anixis no debemos intervenir a menos que pase a mayores! — El emisario honorífico no estaba de acuerdo — ¡Conozco a las subespecies como el que más y sé que con esto se sentirán sometidos por el Consejo Superior! ¡Es un error aplacarles así!

    — ¡Han muerto tres agentes de la ley, Eeron! ¡Tres agentes que solo fueron ahí a hacer su maldito trabajo! — Akkor se levantó de su sillón con agilidad, visiblemente enfadado — ¡¿Cómo sigues defendiendo esos actos vandálicos provocados por las subespecies?!

    — ¡¿Y tú por qué los metes a todos en el mismo saco?! ¡Que un grupo de neonianos intente provocar el conflicto no significa que toda la especie neoniana en Ibos sea parte del problema! ¡Lo mismo va para humanos y sylerianos! ¡Y nosotros, como seres obsesivos por el control y el orden, creemos mostrar la medida justa de justicia, pero no medimos bien!

    — Eeron, cuando te dimos el visto bueno para que trajeras a las subespecies a este mundo y nos uniésemos, era con el propósito de prosperar todos juntos y de crecer a más velocidad de la que nosotros hemos podido — El representante superior trató de apaciguar la tensión que se respiraba en el ambiente — Pero desde su llegada aquí, solo los dos primeros años fueron pacíficos. El resto del tiempo siempre ha habido disputas, protestas, demandas injustificadas… Y están dando más problemas que beneficios.

    — Ahí radica el problema, que yo pensé que los veías como aliados pero los ves como un recurso — El emisario honorífico frunció el ceño mientras negaba con la cabeza y miraba fijamente a su líder — Y ellos lo saben. Solo quieren ser tratados como iguales, con equidad y repartición de bienes. Los anixis no estamos como para sentirnos superiores a nadie. Esa estúpida idea del viejo imperio es historia, una huella erosionada por Mente Colmena, esa pesadilla que las mismas subespecies consiguieron eliminar. Merecen igualdad y yo lucharé desde mi posición para que así sea. Así que, dime, ¿dónde van a ser llevados los retenidos?

    El principal representante del Consejo Superior permaneció en silencio durante unos segundos bajo la atenta y fuerte mirada del emisario honorífico, que defendía a las subespecies a capa y espada. Akkor admiraba esa determinación pero no la compartía, pues consideraba que la Alianza tenía una vida estándar y aceptable como para andar quejándose de que los anixis tuviesen algo más de control sobre la sociedad. Sin embargo, podía entender hasta cierto punto unas protestas pacíficas, pero las últimas se estaban convirtiendo en conflictos de guerrilla y en la más reciente había habido incluso varios muertos en la policía anixis, pero también algún civil alcanzado por el fuego y la explosión de una granada de fragmentación.

    — Han sido identificados y procesados, ahora pasarán a disposición de las autoridades de la Alianza con un claro mensaje del Consejo Superior.

    — ¿Qué mensaje?

    — Con motivo del Día de la Unión y las recientes protestas civiles, hemos decidido ampliar la seguridad en las calles — Reveló Akkor, decidido a no permitir más intolerancia por parte de las subespecies — Las autoridades aliadas colaborarán estrechamente con nosotros para mantener el orden y la paz con más efectivos en las posibles áreas de conflicto.

    — ¿Y el representante Paokt está de acuerdo con esa medida?

    — Ha sido votado en su ausencia, pero será notificado cuando regrese de su visita a la gran arca. Al parecer, ha sido visto allí sin declararse el porqué.

    — Ambos sabemos que esa notificación es absurda, como lo fue otorgarle una membresía en el Consejo — Eeron sentía cierta repugna por su principal referente y líder, un ser al que respetaba en el pasado pero al cual en el presente le había perdido esa admiración — El representante Paokt lidera a su gente, pero no tiene poder alguno en la sociedad. Ahí tienes el porqué de las protestas, es tan simple como eso. Las subespecies no son idiotas.

    — Cuando aceptaron venir aquí, sabían a qué venían. Tú lo sabías, Eeron.

    — No, yo pensaba que lo sabía, pero acabo de darme cuenta de que no era así. Fui engañado por ti y el resto del Consejo Superior.

    El emisario honorífico sentía una deshonra total hacia su gente, pero en especial hacia aquellos que la lideraban, por mostrarse egoístas y nada empáticos con los neonianos, humanos y sylerianos que acudieron a Ibos en busca de una mejor vida y un futuro próspero, todos juntos.

    El representante superior permaneció impasible mientras Eeron salía de aquella sala con el semblante serio y apenado.

    Akkor apreciaba al explorador en el pasado, pero su constante y ferviente apoyo hacia la Alianza le hacía sentirse traicionado. Cuando la puerta se cerró tras él, sintió un alivio temporal, pero pronto sus pensamientos se centraron en la situación que se estaba generando en su mundo. Las protestas más fuertes fueron en Vianus por ser la principal ciudad, pero Astea y Cainia no se libraban de ser participes, gracias a la distribución de las subespecies en las diferentes ciudades y la cada vez más estrecha convivencia con los ciudadanos anixis.

    Eeron salió bastante ofuscado de su reunión fortuita con Akkor mientras pensaba en las consecuencias que podía acarrear el tener a más seguridad en las calles, algo que podría ser visto por las especies aliadas como un sobrecontrol y sometimiento hacia ellas. Tan inmiscuido en su mente estaba, que el emisario honorífico no fue consciente de que se aproximaba de cara un rostro conocido para él. Tuvo que escuchar su voz para volver de ese profundo letargo interno en el que se encontraba.

    — Viejo maestro, ¿está todo bien?

    Ante sus ojos se hallaba el joven Relic, que supo reconocer en el rostro de su antiguo maestro que algo le ocurría. Vestía una especie de túnica oscura, vestimenta que solían llevar los emisarios que permanecían aún en Ibos, sin una misión en curso. Eeron, al ser emisario honorífico, portaba una túnica similar pero con la excepción de que los bordes eran dorados.

    — No, no está todo bien — La respuesta del veterano explorador dejó intrigado al joven, que lo observaba detenidamente — Supongo que estarás al tanto de lo que sucede en nuestras ciudades.

    — ¿Hablas de la rebelión de las subespecies? — Esa frase a modo de pregunta pilló por sorpresa al emisario honorífico — Obviamente que sí, todos los emisarios que trabajamos aquí en la Casa Superior somos conscientes de lo que sucede.

    — ¿Rebelión? ¿Quién ha dicho que sea una rebelión? — Eeron no dudó en defender a las especies con las que convivió hacia más de cincuenta años atrás que, para él mismo, no habían pasado — Ellos únicamente pretenden ser escuchados y considerados por el Consejo, no van a rebelarse contra nosotros. No sé de donde has sacado esa idea.

    — Es lo que pensamos prácticamente todos, viejo maestro — Relic se veía realmente serio desde el momento en el que se puso a hablar de ese tema — Les hemos acogido en Ibos y nos lo pagan con rebeldía injustificada.

    — ¿Injustificada? Injustificada es la manera en la que te diriges sobre ellos. Te recuerdo que han hecho mucho por los anixis, aunque no sean hechos tangibles.

    — El cuento de Mente Colmena está muy bien, pero no pienso arrodillarme ante unos seres que quieren equipararse a los anixis simplemente por haber salido victoriosos de una guerra.

    — Una guerra que nuestros ancestros perdieron. Por eso vivimos aquí.

    — Nosotros somos sus creadores, no pueden exigir parte de nuestra soberanía. Son subespecies, y si quieren liderar, que se hubiesen quedado en el viejo imperio. Ibos era un lugar mejor antes de su llegada.

    Eeron estaba verdaderamente sorprendido con el joven Relic, pues lo conocía desde hacía muchos años y ya no veía en él a ese aprendiz inocente que anhelaba descubrir todo lo que había ahí fuera en las estrellas, siendo ahora un emisario oficial con un gran recelo a las especies de la Alianza por esas protestas.

    Evidentemente que la llegada de las subespecies no trajo consigo todo cosas buenas, ya que adaptarse a un nuevo mundo y a leyes un tanto diferentes a las habidas en Paraíso era cuestión de tiempo y paciencia. Además, mientras que en la sociedad anixis el delito era prácticamente nulo —de ahí su implacable estilo de vida disciplinado—, en las especies aliadas siempre había habido diferencias entre la cúpula de gobierno y algunos ciudadanos que se tomaban la justicia por su mano.

    Claramente, eso no casaba con la política de vida anixis, pero tampoco hacía a humanos, neonianos y sylerianos seres problemáticos por culpa de unos pocos.

    — Me entristece oírte decir esas cosas, Relic — El mismo que ostentaba el cargo pero honorífico, se mostró apenado ante su viejo aprendiz — Si hubieses visto las cosas que yo vi en el viejo imperio, no tendrías ese parecer sobre las especies de la Alianza.

    — No necesito ver nada más que lo que están haciendo ahora en nuestro mundo — Relic contraatacó verbalmente — Yo también me entristezco de ver a mi viejo maestro ser un fiel defensor de unos seres que cada vez merecen menos defensa.

    […]

    Kairos Kent, neoniano de treinta y nueve años de edad.

    Profesión: mecánico. Antiguo soldado del ejército de la AIE.

    Residencia: Vianus, distrito Neonia.

    Familia: huérfano, sin hermanos o hijos.

    Antecedentes:

    · Disturbios al comienzo del viaje en la gran arca

    · Conductas agresivas

    · Posesión de armamento ilegal

    · Líder de una organización criminal


    El agente de la ley anixis leyó el informe del neoniano en la base de datos de la policía, encontrándose en un habitáculo para interrogatorios en el que también estaba el propio Kairos, escuchando todo aquello. Una media sonrisa se formó en su rostro, gesto que no agradó a la autoridad.

    — Chico, me temo que tú no vas a poder regresar al distrito como sí han hecho la mayoría de tus conciudadanos. Tus antecedentes hablan por sí solos, eres un auténtico criminal. Y en la sociedad en la que estamos no toleramos este tipo de comportamientos.

    — Vaya, me siento entre halagado y apenado — Kent alzó la vista para fijarse en el rostro grisáceo y con ojos oscuros grandes del anixis — Pero dime, ¿dónde se supone que iré ahora?

    — Bueno, como he dicho, la mayoría de las personas que incautamos en el distrito tras la protesta, han vuelto a sus hogares al no haber formado parte activa del conflicto, aunque ahora tienen una mancha en su historial. Los que sí actuaron en el conflicto pero no tenían antecedentes, han sido enviados a los departamentos policiales de la Alianza para que ellos se encarguen. Y aquellos que tenéis semejantes informes como el tuyo, que evidencian que probablemente sois los causantes de todo este alboroto en las ciudades, sois escoria que no entiendo como la Alianza dejó subir a su arca. Así que bueno, tú y esos pasaréis a procesamiento, precisamente en lo que es ahora la estación espacial en órbita. Seguro que la reconoces. Con suerte, a partir de ahí irás a donde debiste ir en un principio: a otro lugar lejos de aquí.
     
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    Agus estresado

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    Piscis
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    Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo. Primera leída de mayo, y ojalá no sea la única :)

    Arrancamos en un principio de forma tranqui, donde Owen y Kendall se retiran tras la reunión con Kairos y estos pueden observar, más que nada Owen, que el líder neoniano, por llamarlo de alguna forma, ya no es más un tipo problemático solo porque sí, sino que busca que los suyos y otros miembros de las subespecies tengan para comer. Justo cuando se estaban por ir, una protesta da comienzo, y unos neonianos deciden incendiar un cartel. Mal timing, primero porque mi bebé estaba allí y segundo por la lluvia XD.

    A las autoridades anixis no les gustó nada y no se esperan a las autoridades de la alianza para hacer acto de presencia y empezar a molestar a la gente. Incluso querían arrestar a Owen y Kendall solo por sus huevos. Kairos sale a tratar de tranquilizar, haciéndoles saber que las protestas deben ser organizadas y no desmedidas y violentas así nada más. Pero los vecinos neonianos tan de acuerdo no están y se ponen a armar conflictos, lastimando a los anixis, dañando propiedad y hasta incluso quitarles la vida a un par de efectivos de policía Anixis. Owen ve a una pequeña neoniana metida en el conflicto y quiere ir a ayudarla, cuando es atacado brutalmente por uno de los putos policías anazis (sip, ya se ganaron el nombre de forma definitiva a raíz de lo que hicieron). Owen no estaba haciendo daño a nadie, solo quería ayudar y luego van y lo agreden, eso fue intencional, amigo, no me jodas :angrycat: En fin, ojalá hagan pública la vivienda de ese policía anazi y le quemen la casa :shani:

    Luego de que Kairos lo ayuda de forma inesperada, Owen y Kendall se marchan. Van a tener temas de que hablar en la próxima reunión con Omnius y los demás. Finalmente, Kairos y otros más son atrapados y pasan directo a ser procesados.

    Eeron se ha enterado de lo que ha ocurrido, y también del hecho de que los anazis mandaron a sus fuerzas de policía sin esperar a las de la alianza, así que decide ir a ver a Akkor para charlar con él. Akkor está cansado de él por sus intentos de evitarlo y su evidente molestia cuando se aparece. Finalmente, ambos tienen una charla, donde Eeron habla con lógica (bien hecho, Eeron, demuéstrales que no todos son unos anazis) y le dice que han pasado por mucho en sus mundos como para llegar a otro y que los traten de someter. Akkor le dice que las subespecies y particularmente los neonianos, son problemáticos. Eeron le retruca diciendo que no debe juzgarlos a todos por culpa de unos pocos, casi como lo que pasa aquí, no podemos juzgar a toda la sociedad anixis solo porque sus líderes sean unos nazis. Finalmente, Akkor le dice a Eeron que no habrá más caos porque las fuerzas de la alianza los ayudarán, quieran o no, y Eeron sabe que eso traerá problemas.

    Cuando Eeron se está retirando, es interceptado por uno de sus últimos alumnos antes de irse al territorio conocido de las subespecies. Relic demuestra en muy pocas palabras que no solo es un maldito anazi, sino que es el peor. Al menos Akkor tiene la justificación de que las subespecies son muy caóticas, y él , como autoridad, quiere hacer algo al respecto porque es la vida que lleva. Pero el puto Relic dice que ellos son superiores y que las subespecies nacieron de ellos, por lo que deberían aceptar lo que se les dio. Tremendo lo de Relic, a parte de ser un anazi es un pelotudo. En primer lugar, Mente Colmena no es ningún cuento. Si no fuera porque el mundo ya no existe, lo llevaríamos de paseo para que vea como Anyxa quedó repleta de esporas y como el mayor símbolo del viejo imperio que era la estatua del Gran General, ya no tiene su cabeza, a ver si sigue creyendo que es cuento :ewww: Segundo, si Mente Colmena era un cuento, ¿entonces por qué ellos no movieron un dedo para ir a acabar con él? Mucho ruido y pocas nueces, Relic angrysnake Y tercero, que se joda por idiota, las subespecies fueron creadas por otros Anixis, no por él y sus amigos :slap: En fin, si Relic, Akkor y el policía que agredió a Owen se van a la mierda pronto, yo no festejaré, caso contrario, voy a montar una fiesta en mi casa :shark:

    Ya en la escena final, vemos que los Anixis le encuentran el historial criminal a Kairos, y le dicen que él ya no podrá volver a su distrito como aquellos apresados que fueron encontrados inocentes o aquellos que causaron distritos pero sin antecedentes (quienes están retenidos temporalmente). A él le toca irse a vivir a la vieja gran arca como un criminal. Quizá Kairos debió haber sido menos rompe huevos en la parte X, porque al fin y al cabo, eso le quedó en el historial para mal tras lo ocurrido con las protestas. Ahora a saber qué es lo que pasará, pero seguro nada bueno, porque los que están bajo el mando de Kairos quizá no se queden quietos respecto a la detención de su líder :aniscream:

    En fin, amigo, gran capítulo el de hoy. Fue una lectura excelente, y espero que podamos repetir en mayo alguna vez. Pero bueno, al no saberse, sé que la disfrutaremos llegue cuando llegue. Con eso me despido por ahora. Será hasta la siguiente ocasión. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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    Manuvalk

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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    4372
    Saludos a todos, en especial a mi gran amigo Agus estresado por estar un día más por aquí, disfrutando de este maravilloso universo de Los Viajeros y de una más que probable leída en simultáneo, las cuáles me encantan. Ya estamos en el sexto capítulo y en un par más iremos viendo como se acerca el clímax, aunque a mi modo de ver, a partir de cada capítulo que veamos irán sucediéndose cosas más que interesantes para la trama.

    Guía de personajes actualizada. Espero que todos estéis muy bien y disfrutéis de la lectura.







    ¿De qué lado estáis?




    ¡¿De verdad que estás bien?!

    — Tranquila, lo estoy. Kendall y yo nos fuimos antes de que acabara todo. Kairos me salvó de ser detenido... Con suerte, nos habremos librado de una buena.

    Joder, Owen… yo rechacé la propuesta de Om y tú estás totalmente envuelto en ella. ¿Qué se supone que debo hacer ahora?

    — Nada, cielo. Tú no debes comprometerte con esto. Yo… este trabajo es temporal y está muy bien pagado. Con el dinero podría…

    La casa en Cainia es lo de menos, amor. No me importa el lugar en el que vivimos a día de hoy. Vianus es estresante, pero la vivienda que tenemos en Astea está bien. No quiero que arriesgues tu vida por querer mejorar algo.

    — ¿Qué sentido tiene entonces no querer mejorar nuestra calidad de vida y ser conformistas?

    Pues el sentido de mantenerte con vida, que ya de por sí es mucho en este maldito universo. Por favor, Owen, deja que Om y los demás se encarguen. Ya tengo bastante con saber que Jackon y Echo forman parte de ello…

    — Te tengo que dejar, amor mío. Te llamaré pronto, ¿vale?

    Cuídate, te quiero.

    — Y yo a ti.

    El joven Crane colgó la llamada en el dispositivo de comunicación que llevaba encima, siendo lo más parecido a un teléfono móvil.

    Se encontraba en el despacho del detective Xom, quien estaba sentado en la silla frente a su escritorio con la mirada perdida en algún punto de la lejanía, oteando por la ventana. Owen tomó asiento frente a él, lanzando un suspiro de cansancio que su viejo amigo también compartía.

    Ambos estaban exhaustos después de la adrenalina que les recorrió el cuerpo en el Distrito Neonia, cuando comenzó el conflicto en la gran calle.

    — No me sentía así desde que los Veerham intentaron invadir Paraíso — El joven de rasgos asiáticos no quitaba la vista al exterior — Es como si hubiésemos salido airosos de una batalla en mitad de una guerra.

    — Yo también lo siento así — El agricultor, ahora sin trabajo de ello, se frotó los ojos en un intento por despertarse de aquel mal sueño — Ojalá todo fuese como en los primeros dos años aquí.

    — Sí… ¿crees que todo esto sea culpa nuestra?

    — ¿El qué?

    — El caos — Kendall parecía estar reflexionando en aquel momento — Allá donde vamos, siempre termina sucediendo algo.

    — No creo que sea culpa nuestra, al menos no en este caso — Owen era más optimista y razonable en ese sentido — Pero viéndolo desde el lado bueno, hemos pasado cosas mucho peores. El ataque terrorista en Puerto Arcadia, la pérdida de seres queridos, Mente Colmena acechándonos… y aquí seguimos.

    — Tú siempre tan positivo, amigo mío — El detective se volteó por primera vez en toda la conversación y le mostró una media sonrisa — Dime, ¿qué te ha dicho Karla?

    — Bueno, ella no va a formar parte de esto y Andrómeda tampoco — El hombre respiró aliviado — Pero no quiere que yo lo haga y está preocupada tras haberle contado lo que ha sucedido.

    — Razones no le faltan — Musitó Xom, consciente de lo que sería esa situación teniendo pareja o familia allí — Yo tengo la fortuna o la desgracia de no tener a alguien preocupándose de lo que haga o deje de hacer.

    — ¿Alguna vez has pensado en eso? — Curioso, Crane quiso indagar en ese tema — Ya sabes, formar una familia y esas cosas.

    — Honestamente, nunca me lo he planteado. No sé si quiero, o sea, me gustaría, pero…

    — ¿Pero…?

    — Pero debo tenerlo claro antes de decidirme a hacerlo. Y obviamente, alguien con quien construir una familia.

    — Entiendo — Owen asintió a las palabras de su compañero — Poco a poco, Ken.

    — Sí… — El detective quiso cambiar de tema — Pronto deberíamos tener noticias de Om y los demás. A ver por donde empezamos.

    […]

    Tras estar todo un día completo en la estación espacial, el representante Paokt y los soldados Vaalot, Devom y Mercer regresaron a Ibos, concretamente a la ciudad de Vianus.

    Las noticias del fuerte altercado ocurrido en el Distrito Neonia no pasaron desapercibidas para nadie y el principal líder de la AIE ya tenía una reunión inminente con el Consejo Superior para plantearse medidas más severas, algo que no gustaba mucho al syleriano. Una vez el aterrizaje fue un éxito, Omnius se marchó directamente a la Casa Superior mientras que Jackon y Echo fueron llamados al cuartel militar de la Alianza, a las afueras de la principal ciudad de la colonia. Las órdenes eran claras.

    Xerom se dirigió al despacho de Kendall para ponerle al día tanto a él como a Owen, pues se prefería dar la información con el boca a boca y no mediante dispositivos electrónicos, susceptibles a posibles pirateos en esos casos.

    El ambiente en el cuartel militar de la Alianza era algo tenso. Viniendo las órdenes desde el mismísimo Consejo Superior les dejaba una sensación de ley marcial que ya habían vivido repetidas veces en el pasado, además de que se trataba de unas órdenes dadas por seres ajenos a ese gobierno entre especies que tanto tiempo llevaba formado y el ir precisamente contra esas especies lo hacía un tanto extraño. El ejército de la AIE estaba preparándose mediante sus subcomandantes a la espera de que la comandante Mercer acudiese al lugar, cosa que no tardó mucho desde que se dio a conocer el protocolo.

    Ahora, los soldados anixis y aliados vagarían por las ciudades como medida drástica de seguridad, especialmente en los distritos habilitados para los neonianos, humanos y sylerianos.

    En cuestión de unas horas este plan se puso en marcha, obligando al ejército de la Alianza a patrullar diversas áreas, captando la atención de unos ciudadanos que no entendían el porqué de ello. En el Distrito Neonia, las cosas solo hicieron más que caldearse en cuanto vieron a las autoridades anixis, pero el ver soldados de su propio ejército les hizo enfurecer más. Siendo lo contrario a lo que buscaba el Consejo Superior con esa decisión de poder, la gente se rebotó más. Aún no se había terminado de limpiar el estropicio que ocasionó la última revuelta en el distrito neoniano y su población empezaba a manifestarse nuevamente.

    La única diferencia esta vez es que había militares en la zona, tratando de que no hubiese una escalada en el conflicto.

    — Comandante, que bueno que esté aquí — Una soldado syleriana se aproximó a su superior en cuanto ésta entró por la puerta principal del cuartel — ¿Debemos acatar las órdenes del Consejo Superior?

    — Por el momento, sí, tal y como queda estipulado en la Constitución de esta sociedad — Echo no sonaba convencida, pero por ahora respetaría las normas — El representante Paokt tiene una reunión con los consejeros anixis, así que tendremos más órdenes pronto.

    — Se siente como si estuviésemos sometiendo a nuestra propia gente, con todo el debido respeto, comandante — Un soldado neoniano irrumpió en la conversación de forma sutil — No me gusta intimidar a los míos.

    — Debemos patrullar las áreas y asegurarnos de que todo está en orden, no vamos a hacer nada más — Jackon, que estaba presente junto a su pareja, decidió intervenir — Nadie va a intimidar a nadie, estamos para proteger.

    — ¿Pero de qué tenemos que proteger a nuestros ciudadanos? — Un tercer soldado, un veterano humano, no comprendía la medida tan severa que estaban aplicando — ¿Acaso la gente no tiene derecho a protestar y expresarse? Esto ya lo hemos vivido en casa, Jackon. Tal vez vosotros no os acordéis por ser jóvenes, pero yo he visto muchas situaciones como esta y no acaban bien para nadie.

    Vaalot y Mercer se miraron, evidenciando en sus rostros una preocupación más que notable sobre la situación que se estaba dando principalmente en el Distrito Neonia, pero a su vez, en las tres ciudades del planeta. Vianus, al ser la más concurrida y la capital, estaba en el foco de esas tensiones —especialmente porque allí mismo se construyeron los distritos para las subespecies— mientras que Astea contaba con un par de zonas donde había protestas fugaces y Cainia era la menos afectada por ser más turística, aunque ya había algún altercado con la intención de llamar la atención.

    La comandante del ejército de la Alianza y el ex comandante ahora soldado raso decidieron al instante ponerse los trajes y acudir al distrito Neonia en persona, decididos a asegurarse de primera mano que nadie resultase herido y de que no creciesen los problemas.

    […]

    Las reuniones entre los miembros que conformaban el Consejo Superior se daban en la misma Casa Superior, concretamente en una amplia sala iluminada por la luz natural que se proyectaba desde el techo hacia el centro del lugar, en el cual había una mesa redonda y cinco sillas que la rodeaban.

    Todo el mundo tenía prohibido el acceso allí a excepción de los líderes y unos pocos trabajadores. Había guardias en cada entrada a esa gran sala y en las reuniones no había nadie dentro que no formase parte del selecto grupo de representantes gubernamentales de la sociedad anixis. Omnius acababa de llegar tras su viaje de regreso desde la estación espacial, siendo el último de los miembros del Consejo en aparecer.

    Cuando el representante único de la Alianza Interestelar de Especies tomó asiento, el resto de consejeros dirigieron sus miradas hacia el principal líder, el representante superior Akkor.

    — Hacía un largo tiempo que no convocábamos una asamblea unificada, pero vivimos momentos de máxima tensión — Comenzó diciendo el líder anixis, de pie ante los miembros y la mesa que él mismo presidía — Esta convocatoria no es para decidir si el ejército superior o el de la Alianza deben salir a las calles: eso ya se está haciendo y no tiene marcha atrás.

    — Es un completo error el hacer intervenir a los ejércitos — El representante syleriano de la Alianza no quiso esperarse para dar su opinión — Conozco a mi gente y no van a convertir esto en una guerra civil después de todo lo que han sufrido en el territorio conocido. Simplemente quieren ser escuchados y creo que eso es justo lo que no se hace aquí.

    — Me sorprende profundamente que digas eso, representante Paokt — Uno de los miembros anixis del Consejo tomó la palabra al escuchar a su homólogo syleriano — Si las especies de la Alianza no fuesen escuchadas, no estarían en este mundo. Creo que el rol de víctimas está injustificado.

    El consejero que acababa de hablar recibía el nombre de Valtin.

    Se trataba de un reputado ingeniero entre los suyos, uno de los ilustres que se encargaron de diseñar el arca que les llevó a escapar de las garras de Mente Colmena en su conquista del imperio anixis. Sus mejores años ya habían pasado y su estatus le otorgó la posibilidad de formar parte del Consejo Superior cuando este se formó en su llegada a Ibos hacía ya muchísimo tiempo. Sin embargo, uno nunca dejaba de ser esa profesión que había desempeñado durante el grueso de su vida. Vestía con la clásica túnica oscura de miembro, aunque tras ese ropaje, llevaba un aspecto más civil.

    — Yo siempre he sido partidaria de que escuchemos a toda especie inteligente que muestre capacidad de raciocinio, pero no es la primera vez que lidiamos con rebeldes como los neonianos — Otro de los miembros, que era la única anixis, decidió compartir su pensar — Reconozco que humanos y sylerianos, en su mayoría, saben comportarse. Pero no es coincidencia que la gran mayoría de protestas se lleven a cabo por neonianos. Son seres muy temperamentales y esta medida podría ser bastante disuasoria.

    Ziba era la única mujer en el Consejo Superior y conocía lo que era entablar relaciones con otras especies, pues tuvo una experiencia pasada al respecto durante sus años de emisaria en los sistemas próximos a aquel que actualmente habitan los anixis y la Alianza. Llevaba la misma túnica que sus compañeros —a excepción de Akkor, pues la suya destacaba por ser de color rojo— pero solía vestir con un traje cómodo y flexible, similar al de los exploradores durante su estancia en las naves mientras iban de expedición.

    Sus rasgos evidenciaban su feminidad, pues su piel se podía apreciar más tersa y sus facciones más finas.

    — ¡Son todas las subespecies, no solo los neonianos! ¡Los neonianos son guerreros por naturaleza, pero los humanos son despiadados y los sylerianos esconden una inteligencia oscura tras esa fachada de pacíficos! — El miembro restante por hablar parecía ser el más agresivo, tanto física como verbalmente — ¡Con el ejército superior en las calles no cabe duda de que frenarán su avance! ¡De lo contrario, daré la orden!

    Plaxor era probablemente el miembro más temperamental del Consejo Superior, además de ser el general del ejército superior, siéndolo desde la llegada del arca a Ibos tras la huida del viejo imperio. El famoso Gran General fue algo parecido a su abuelo, pues tenían un lazo de sangre, por lo que su figura siempre era reconocida en la sociedad anixis.

    Su poder no solo abarcaba al control del ejército superior sino que además tenía un puesto como consejero, por lo que desprendía un aura de temor a su alrededor.

    — ¿De qué orden está hablando el consejero Plaxor? — Om no dudó en confrontar esa exclamación — ¿Teméis que las especies aliadas inicien un conflicto y vuestro general amenaza con iniciarlo él? ¿Qué broma es esta?

    — Cálmate, Om — Akkor tomó la palabra de nuevo, consciente de que podía dar comienzo una tensa discusión — Plaxor, no hay ninguna orden que dar más que la que ya hemos dado. La seguridad de la sociedad es lo primordial y en esta sociedad también están las subespecies. No hay bandos divididos.

    — A estas alturas eso no me parece verdad… — El líder syleriano de la Alianza soltó esa frase por lo bajo, aunque no pasó desapercibida para los veteranos consejeros anixis.

    — Bien, como venía diciendo… — Akkor lanzó una mirada un tanto inquisitiva a Omnius mientras reconducía el tema a tratar — Estamos aquí reunidos para evaluar posibles soluciones de cara a resolver estas tensiones entre nuestro mando y las subespecies. Está claro que lo sucedido en el Distrito Neonia se ha salido de control y no es tolerable, así que propongo que el ejército superior y el de la Alianza colaboren para mantener el orden en esa área y en aquellas en las que ha habido protestas por al menos dos meses. Es un tiempo prudencial para que los ciudadanos enemistados con nuestra política entiendan que causar alboroto no es la solución a sus quejas.

    — ¡Los alborotos vienen por falta de víveres, Akkor! — El representante Paokt estaba cansado de repetir lo mismo en cada reunión — ¡Los ciudadanos anixis tienen vidas cómodas, pero la mayoría de los ciudadanos de la Alianza van muy justos! ¡Es normal que protesten al no tener sus necesidades bien cubiertas cuando se les garantizó que aquí las tendrían!

    — No es fácil adaptarnos entre todos nosotros, eso es un hecho, pero estamos combinando tecnologías y creando cada vez más posibilidades — Valtin, el consejero ingeniero, aportó sus conocimientos y pensamientos a la mesa — Los invernaderos progresarán con el tiempo y está también ese proyecto de investigación en la estación espacial para buscar formas de desarrollar comida y recursos.

    — También nos relegaron a vivir en distritos cuando se nos indicó que tendríamos una ciudad propia para las especies aliadas — Om no se dejaba nada en el tintero — ¡Es lógico que mi gente se sienta sometida!

    — Es un proceso largo el de unificarnos completamente en las ciudades, representante Paokt — Ziba, experimentada en el trato con diferentes especies, no dudó en persuadir al syleriano — La paciencia es necesaria en este tipo de conexiones entre seres diferentes, aunque seáis subespecies.

    — ¿Y qué hay de la gran arca? No planeábamos desmantelarla para convertirla en una estación espacial, sino tenerla preparada en órbita por si algún día la necesitábamos.

    — ¡Ya no tenemos que huir de nada, maldita sea! — Plaxor golpeó la mesa con sus dos puños de tres dedos cada uno — ¡Es más útil como estación espacial que como un arca sin uso! ¡¿Acaso la Alianza no usa el cerebro?!

    — ¡Tú si que no usas el cerebro, te crees que aún estás en guerra con esa actitud de caudillo! — El representante de la Alianza había perdido completamente la paciencia — ¡Contigo al mando del ejército superior solo me puedo esperar que abras fuego contra las subespecies! ¡Es obvio que no nos aceptas aquí!

    — ¡Basta! ¡Se acabó! — El líder del Consejo Superior se estresó hasta el punto en que decidió concluir la reunión a la mayor brevedad posible — ¡Es la primera vez que no me importa que no se llegue a un acuerdo! ¡Por el poder que me otorga la constitución anixis hasta el momento, me encargaré personalmente de esta situación! ¡Plaxor, las órdenes al ejército las daré yo en este caso! ¡Omnius, haré lo propio con el ejército aliado! ¡Los dos quedaréis al margen de esta política hasta que moderéis vuestro tono! ¡Ahora quiero a todo el mundo fuera de la cámara, vamos!

    Paokt fue el primero en incorporarse de la silla para marcharse, sin despedirse de nadie y sin siquiera mirarles a los ojos.

    Plaxor fue el segundo, murmurando algo para sí mismo y gruñendo como si se tratase de un animal furioso. Ziba, por su parte, se fue con la tranquilidad que siempre la caracterizaba, pues prácticamente nunca perdía la compostura en momentos así. Akkor se quedó solo en la cámara donde hacían las asambleas, viendo como la luz solar iluminaba el centro de la sala mientras sus pensamientos divagaban en muchas opciones que poder seguir en semejante y estresante situación política y social.

    El silencio en el lugar era sepulcral, lo que hacía que el ruido en su mente fuese imposible de acallar.

    — Si esto sigue así, no me dejarán más alternativa que la de tomar decisiones drásticas — Se decía para sí mismo el representante superior del Consejo — Todo sea por evitar un conflicto a gran escala. Todo sea por el orden de la sociedad.

    […]

    — Camaradas — Xerom entró por la puerta una vez esta se le fue abierta por el joven Crane, mientras el detective Xom se hallaba sentado ante su escritorio — Supongo que ya sabéis algunas cosas.

    — ¿Sobre vuestro periplo en la estación? Sí, algo nos ha comentado Om.

    Owen retomó su asiento y el soldado syleriano hizo lo propio, quedando los tres a solas en ese apartamento que Kendall utilizaba como despacho privado.

    El recién llegado se percató de que el cenicero y el tabaco ya no se encontraban sobre la mesa, además que esta se veía más arreglada que la primera vez que la vio. La lámpara parecía limpia, los papeles estaban en orden y un decente ordenador portátil daban al lugar un aspecto más sofisticado.

    — Sabéis que Karla y Andrómeda no participarán en esto, ¿verdad?

    — Así es, y lo prefiero — El joven Crane no se molestó en disimular que le aliviaba que su pareja no formase parte de ese equipo en la sombra.

    — Om nos ha dicho algo de que tenía una reunión con el resto de miembros del Consejo, ¿sabes de qué van a hablar? — El hombre con rasgos asiáticos se encontraba con los brazos cruzados y apoyados sobre la mesa, reclinado hacia sus compañeros.

    — Ni idea, aunque no hace falta ser muy listo para suponerlo — Devom hizo una mueca que no agradó al detective — Venga ya, Ken. ¿Las protestas de nuestros amigos neonianos?

    — Bueno, los neonianos no son los únicos protestando, aunque en su distrito la cosa se haya puesto difícil — El joven granjero e hijo de dos leyendas de la Alianza no quiso atribuir todo lo sucedido a una única especie — Nosotros dos estuvimos presentes allí y también había algunos humanos y sylerianos.

    — Lo sé, las protestas no solo ocurren en el Distrito Neonia, sino en diversos puntos de las tres ciudades del planeta — El soldado del ejército de la AIE se volteó para hablar con el humano — Pero bueno, intuyo que Om y los jefes anixis estarán tratando ese asunto. Aunque todos sabemos que si tienen que decidir algo, se hará a la manera que estos seres quieren.

    — Nadie tiene dudas respecto a eso — Afirmó Ken con seriedad — Por cierto, Xerom, ¿qué hay de Brandon y Mia?

    — Están de camino aquí.

    — ¿Ellos han accedido a formar parte de esto? — El joven Crane no contaba con que ellos fuesen a unirse.

    — Sí, aunque tienen sus condiciones personales — Xerom no estaba muy de acuerdo con algunas — Solo espero que puedan aportar notablemente a nuestra causa.

    […]

    La gente en el Distrito Neonia estaba muy tensa.

    El ambiente estaba caldeado y la presencia de soldados tanto anixis como aliados solo hacía que intensificar un conflicto que parecía cada vez más vivo que nunca. Además, el hecho de que Kairos Kent, quien era considerado entre su gente como el líder de los neonianos, no estuviese presente debido a su detención y posterior procesamiento —el cual lo había llevado a la estación espacial para preparar su exilio—, hizo que muchos clamaran contra el Consejo Superior y la sociedad anixis en general.

    Los turistas anixis que solían visitar los distritos de la Alianza apenas se acercaban a la zona, por su seguridad y por temor de avivar una llama que no dejaba de arder.

    No eran muy comunes los vehículos terrestres en Ibos, pues la sociedad anixis utilizaba únicamente transportes aéreos para que la superficie solo fuese recorrida a pie por los ciudadanos, pero la Alianza contaba con una serie de todoterrenos para misiones especiales y era precisamente en uno de ellos que la comandante Mercer acudió al distrito neoniano, acompañada de varios soldados entre los que se encontraba Jackon. Para sorpresa de los soldados del ejército superior, los soldados aliados no portaban armas de fuego, pero tenían su motivo: demostrar a los ciudadanos que no estaban allí en una postura amenazante o de sumisión, sino pacífica y conciliadora.

    Cuando la líder humana del ejército de la Alianza bajó del vehículo, el soldado anixis al mando se aproximó a ella.

    — Comandante Mercer, gracias por venir. Como verá, nuestra presencia solo ha hecho que incomodar a la población del distrito, así que hemos pensado en marcharnos y dejar a soldados de la Alianza bajo control de este lugar.

    El anixis resultaba ser el teniente general del ejército superior, siendo su figura de máxima autoridad únicamente por debajo del consejero y general Plaxor.

    Su nombre era Orlat, un soldado que destacaba por su inteligente manejo de las situaciones, algo que contrastaba con la impulsividad que su superior tenía en algunas decisiones. Echo había coincidido con él en unas pocas ocasiones en las que debían estrechar lazos y trabajar en conjunto ambos ejércitos, pero dada la paz con la que se vivía en Ibos, no era necesario que interactuasen mucho hasta el momento.

    — ¿Esas son las órdenes que tiene, teniente Orlat? — La comandante humana se sorprendió de que el ejército superior presente en la zona fuese a retirarse — Lo último que escuché es que se quedarían en el área.

    — Esa era la idea, pero estas son órdenes de última hora que provienen directamente del alto mando — Orlat hizo referencia al Consejo Superior — Nos retiraremos en su mayoría, pero dejaremos patrullas en las áreas conflictivas y estaremos a tu entera disposición si nos necesitas.

    — Descuida, es mi gente, yo me ocupo — La mujer no se sentía cómoda delegando sus tareas en los soldados anixis, pues eran conocidos en su mayoría por aplacar duramente las protestas y en general la resolución de conflictos — Gracias por su presencia, teniente.

    — Sin problema, comandante.

    Ambos líderes de sus respectivos ejércitos militares se dieron la mano ante una muchedumbre que no aprobó ese gesto, empezando a abuchear e incluso a insultar a los dos por ese acto ante ellos. Orlat lanzó una mirada desafiante a los protestantes, pero más allá de eso, no hizo nada más, ordenando así a sus soldados que era el momento de irse.

    Jackon observó la escena con seriedad, consciente de que las cosas estaban en un punto de mucha fricción entre el pueblo aliado y las autoridades anixis.

    — Es la primera vez en los casi cuatro años que llevamos aquí que veo esta tensión entre aliados y anixis — Murmuró el joven Vaalot a sus compañeros soldados.

    — Y que lo digas, Jackon.

    — Sí… es preocupante.

    — No pinta bien.

    La comandante Mercer, que había tenido padres neonianos adoptivos antes de que estos fuesen infectados durante la invasión de Mente Colmena en Neonia, sabía lo que era convivir en esa sociedad. Era innegable que su figura era respetada entre la especie neoniana, pero no lo suficiente como para que pudiese frenar toda esa ola de odio que el pueblo del distrito le había cogido a las autoridades anixis. Al fin y al cabo, Echo no era neoniana.

    La mujer se acercó a la gente para pedirles calma bajo la atenta mirada de todos, tanto civiles como soldados de la Alianza.

    — ¡¿Por qué le has dado la mano a ese ser?!

    — ¡La Alianza nos ha vendido al Consejo Superior!

    ¡¿De qué lado estáis?!

    Mientras la comandante Mercer conversaba con esos tensos manifestantes a la entrada del distrito, el soldado Vaalot recibió un toque en la espalda que le hizo voltearse. Uno de los soldados se acercó a él con un dispositivo de comunicación en las manos, indicándole al que antaño fuera su superior que se le requería para algo importante.

    — ¿Qué sucede? — Preguntó Jackon, a punto de obtener esa información.

    — Noticias del resto de grupos dispersados en las áreas de los distritos Jefferson y Admir. Han iniciado nuevas protestas y solicitan refuerzos porque la situación está saliéndose de control.

    — Mierda… — Masculló Vaalot para sí mismo, frunciendo el ceño — Esto no deja de empeorar.
     
    Última edición: 8 Mayo 2025
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo de esta semana. Otra gran leída en simultáneo y espero que se vengan muchas más pronto (aunque la próxima semana quizá no podamos).

    El capítulo arranca con Owen hablando por teléfono con Karla, comentándole lo tensas que están las cosas en ese lugar, y como quedó tras ser agredido en las protestas. Owen le dice que lo hace porque necesita el dinero al ya no tener trabajo, y porque aún sigue queriendo comprar esa casa en la playa para ella, eso es amor :muffin: Karla le dice que no se moleste, y que ya tiene mucha tensión sabiendo que Jackon y Echo participan. Cuando cuelga la llamada, Owen habla con Kendall sobre su vida, y ahí vemos que Kendall tiene deseos de encontrar a alguien y poder formar una familia, pero de seguro no será tarea fácil. Hasta el momento, soy ese :'v

    Luego vemos a Om, Xerom, Jackon y Echo regresando de su visita a la ex gran arca que ahora es una estación espacial. Cada uno se va a lo suyo. Xerom se va para informar a Owen y Kendall de lo ocurrido, Om se va para una reunión con el consejo superior y los humanos son citados al cuartel para ponerse en contacto con su nueva tarea.

    Vemos que Om llega pronto a la reunión con el consejo superior anazi, donde conocemos a los otros tres integrantes que nos faltan. Valtin, un ingeniero ya bastante viejo y con ciertos aires conservadores, pero por lo que se vio, más allá de sus prejuicios, no es alguien muy peligroso. Ziba, la única mujer en el consejo y también una antigua emisaria, que sabe algo sobre diplomacia. Y el último que queda es Plaxlor, el anazi mayor por lo que se ve. Vive de amenaza en amenaza, diciendo que no habrá tolerancia contra las subespecies si inician un conflicto, pero por otro lado, parecería que quisiera que todo se vaya a la mierda para así dar la orden de atacar :ewww: Jódase puto anazi, ojalá no dures mucho más en la historia. Akkor se encarga de calmarlo y le dice que la única orden es mantener a la sociedad segura, y eso implica asegurarse de que las protestas no causen más daño. Yo creo que, muy en el fondo, Plaxlor solamente está resentido con las subespecies porque el Gran General, quien podría ser su abuelo, no logró aplacar a Mente Colmena y en cambio las subespecies sí pudieron. Estoy seguro de que algún diálogo futuro suyo que veamos ya sea en el próximo o posteriores capítulos revelará si eso es cierto o no. Om les pone al corriente al consejo de que la gente de las subespecies a parte de vivir bien (o sin hambre por lo menos) no se nota muy conforme con el resto de promesas incumplidas, como la de una ciudad para las especies y el hecho de que hayan desmantelado la Gran Arca. Valtin y Ziba son más accesibles y le dicen que están buscando formas de que se pueda resolver lo de la comida y las ciudades, pero Plaxlor deja salir a su anazi interior y les dice que la Gran Arca está mejor como una estructura en órbita que sin uso. La discusión escala y luego de eso Akkor decide que lo mejor es disolver la reunión y tomar él mismo el mando de ambos ejércitos para evitar enfrentamientos entre subespecies. Por un lado, bien por negarle a Plaxlor sus ganas de conflicto, por otro lado, mal porque el tipo es claramente un anazi que quiere todo el control :angrycat:

    Cuando Xerom llega con Kendall y Owen, este les pone al corriente. No contarán con Karla ni Andrómeda, pero Brandon y Mia sí estarán de su parte y espera que se sumen a ellos muy pronto. Los tres ya solo pueden esperar noticias de Om, aunque fijo no serán nada buenas. Punto extra para Kendall por haber limpiado su escritorio y ya no tiene a la vista los cigarrillos y el cenicero. Así se hace, bebé, debes cuidar tu salud ::3:

    Por último, nos vamos junto a Jackon y Echo al distrito neoniano, donde son recibidos por un teniente de los anixis llamado Orlat, que solo en una frase demostró tener más templanza y consciencia que el maldito Plaxlor. Este sabe que la gente está alterada, y no quiere que haya conflictos por los que se propone con Echo a dejarle el cargo de controlar la protesta para tratar de calmar ánimos. Es momento de llamar al referee porque quiero hacer un cambio, quitemos a Plaxlor del ejército y el consejo y metamos a Orlat ahí por favor XD. Echo agradece y le da la mano en señal de cordialidad, algo que los neonianos no ven bien puesto a que interpretan que la alianza los ha regalado (joder, sí que son un poco inoportunos, ojalá se calmaran más fácil). Pero bueno, teniendo en cuenta lo que pasó más el arresto de Kairos, se entiende que estén al límite. El capítulo acaba con Jackon descubriendo que las protestas en los distritos humano y syleriano se están poniendo peor, lo que quitará al consejo superior la imagen de que solo los neonianos son problemáticos. Jackon se lamenta, pues todo está cada vez peor.

    Bueno, ahí termina todo. Estos últimos capítulos han estado bien porque se nos deja ver más de como funciona el consejo superior, quienes son sus integrantes, por qué las subespecies están tan alteradas (aunque en el caso neoniano, creo que exageran) y como hay mucha tensión en la sociedad.

    Estaré ansioso por descubrir como sigue todo esto y que hará el resto de personajes a medida que avance la trama. Espero que, en lo posible, sin muertes.

    Bueno amigo, aquí me despido hasta la siguiente leída en simultáneo que no sé cuando será pero ojalá sea pronto. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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    Manuvalk

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    Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio
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    Hola, he decidido publicar el siguiente capítulo de esta continuación de Los Viajeros (con guía de personajes, guía informativa y demás en mi blog). La idea a partir de ahora es publicar semanalmente una vez he terminado con la escritura de los capítulos de esta parte uno, a menos que alguna semana esté muy ocupado y me sea difícil. Pero ese es el objetivo. Antes de dejaros con la lectura, quiero agradecer a mi gran amigo y hermano Agus estresado por no perderse ninguna actualización de este universo ficticio. Le estoy muy agradecido por sus comentarios y su feedback, por su apoyo y cariño hacia esta gran historia y personajes. Sin más que añadir, espero que disfrutéis todos los que estéis aquí para leer.







    Una tensión creciente



    Tenemos noticias de última hora: la ciudad de Vianus se encuentra en una situación límite en sus tres distritos aliados tras la explosión de nuevas protestas en los distritos humanos y sylerianos, estos sumándose a la inicial ocurrida en el distrito neoniano. El ejército superior ha decidido permanecer temporalmente al margen por orden del Consejo Superior, aunque aportará todo lo necesario al ejército de la Alianza, que tiene la ardua tarea de reconducir las protestas de sus ciudadanos para evitar una escalada que podría terminar en un conflicto civil. Procedemos a dar más noticias…

    Las imágenes proyectaban escenas en los tres distritos habilitados en su mayoría para la población proveniente de la gran arca.

    En ellas, se podía observar como muchos ciudadanos exigían a la Alianza y principalmente al Consejo Superior más medidas para afrontar la escasez alimenticia y de recursos para las familias llegadas del territorio conocido, algunos manifestándose pacíficamente, pero unos pocos alborotadores complicando la situación para las autoridades, que debían contenerse en sus actos.

    — Debo irme — Musitó de pronto el soldado syleriano, levantándose abruptamente de su asiento — Es probable que Echo me necesite.

    Xerom, Owen y Kendall estaban observando el noticiero en directo desde el ordenador portátil de éste último, conociendo en tiempo real lo que sus compañeros no podían notificarles en ese momento debido a que se hallaban con esa misma complicación entre manos. La ausencia de noticias también por parte del representante Paokt auguraba que el Consejo Superior había accedido a comedirse un poco en sus actos al retirar tímidamente a su ejército, pero eso solo significaba que con ello habían sometido al propio ejército de la AIE para que contuviese las amenazas del pueblo.

    El soldado Devom no dudó en marcharse del apartamento del detective Xom mientras éste y el joven Crane aguardaban la visita de sus dos nuevos compañeros.

    — ¿Quieres un café? — Owen tenía antojo de una buena taza de café caliente — Iré al bar más próximo a pedirlos para llevar.

    — No diré que no a esa oferta — Ken asintió mientras seguía con la mirada las imágenes del noticiero en su portátil — Gracias.

    — Sin problema. No tardaré mucho, unos diez minutos.

    El chico que había estado trabajando durante varios años en el invernadero del fallecido capataz Hecker, dedicándose gran parte de su corta vida a la agricultura y los viveros, no podía evitar sentirse un tanto entusiasmado con la idea de formar parte de un equipo, aunque fuese en la sombra y entrañase su riesgo.

    Esa adrenalina era la misma que recorrió los cuerpos de sus padres, Lill Crane y Snow Carver, cuando dio comienzo su expedición II a bordo de la Arcadia en su búsqueda por encontrar a la primera expedición de la Heaven I. El joven Crane Carver llevaba en la sangre el imperioso deseo de sentirse parte de algo más grande que una vida simple, aunque inicialmente hubiese preferido esa misma opción y no la quería descartar, pues anhelaba una vida tranquila al lado de su amada Karla y en una casa apacible a orillas del mar en la ciudad de Cainia.

    Sumido en sus pensamientos, Owen llegó finalmente a un local de bebidas no muy lejos del bloque de apartamentos en el que el detective Xom tenía su despacho personal, al límite de la frontera de Vianus. Apenas tuvo que caminar un par de cuadras y en cinco minutos ya se encontraba en el lugar, pidiendo dos cafés solos y cargados. Como el bar era regentado por humanos, no había más que decir ni explicar respecto al pedido. Poca gente de la gran arca había podido establecerse en las ciudades en sí, pues en su mayoría, tenían que conformarse con vivir en sus respectivos distritos.

    El joven Crane pagó los cafés y se volteó para regresar al despacho de Kendall, pero terminó reencontrándose con una vieja cara conocida.

    — ¡Owencito! — Mia se abalanzó sobre el joven tan apresuradamente que casi provoca que los cafés terminasen en el suelo — ¡Qué alegría verte esa carita! ¡Cuánto tiempo!

    — ¡Wow! — Exclamó el chico, controlando exitosamente que el café no se desparramase de sus vasos — ¡Vaya! ¿Qué tal, Mia?

    — Ups, ¡lo siento! — La chica de rasgos asiáticos señaló los cafés que Owen llevaba en cada mano — Perdona, casi te hago un estropicio.

    — Tranquila, por suerte los he salvado — Él sonrió tímidamente, sin saber muy bien que hacer — ¿Todo bien?

    — ¡Sí! Sí, todo muy bien. He estado unos meses trabajando en la estación espacial, aka nuestra antigua arca… — Yazuke tenía una personalidad muy vívida, algo que no había cambiado — Y estuve viviendo en Astea, eso explica porqué no nos hemos visto antes. Tú y Karla estabais aquí en Vianus, ¿verdad?

    — Estuvimos viviendo un tiempo en Astea también, pero sí, llevamos unos meses en la zona — Crane se apartó de la entrada del local para que más gente pudiese entrar — Y bueno, todo bien hasta que hubo un incidente en el invernadero en el que trabajaba. Murió mi capataz y el invernadero ha quedado temporalmente clausurado, así que sin trabajo a día de hoy.

    — Vaya, siento oír eso, aunque bueno — Mia se aproximó al chico con una mano en la boca y bajando el tono de voz — Ahora tenemos otro trabajo.

    — Ehm, sí… sí — El joven asintió, rezando internamente para que la chica no hablase de ello en alto — Si quieres podemos hablar de ello una vez lleguemos al apartamento de Kendall, ¿te parece?

    — ¿Kenny tiene un apartamento aquí? Con lo caros que son en Vianus.

    — Ya, bueno, es más bien su despacho. Es detective privado.

    — Oh, comprendo — Mia y Owen se disponían a caminar de regreso, pero la mujer se detuvo a pedirse también un café — Le llevaría uno a Brandon, pero está un poco molesto últimamente.

    — Ah, cierto, imaginaba que vendríais juntos.

    — No porque yo haya querido… es un cretino.

    — ¿Y eso por qué?

    — Insiste en que salgamos una noche siempre que me ve. Bueno, me insiste a mí y a cualquier chica que le interese. En fin.

    — Sabía que le gustaba agradar a las mujeres, pero no que era tan mujeriego — Owen casi no reconocía al nuevo Brandon — Bueno, quizá haya cambiado en muchos aspectos más. Nuestra amistad se diluyó en cuanto llegamos aquí a Ibos.

    — Eso nos pasó un poco a todos, ¿no crees?

    — Tal vez.

    — ¿Queda mucho para llegar al apartamento de Kenny?

    — Unos minutos. ¿Dónde se ha ido Brandon?

    — Me dijo que se iba a buscar el sitio, precisamente. Mira, me acaba de mandar la ubicación.

    Owen y Mia caminaron unos metros más hasta encontrarse en la puerta de entrada del bloque de apartamentos, donde se hallaba esperando el propio Brandon.

    Después de un largo año sin verse, era evidente que la amistad entre los dos hombres se había visto devaluada. Ninguno de los dos mostró excesiva alegría al reencontrarse, pues optaron por seguir caminos diferentes a su llegada al mundo colonial anixis y apenas habían contactado desde entonces.

    El joven Gallagher iba a saludar con la mano al joven Crane, pero al verlo ocupado con los cafés, decidió simplemente asentir con la cabeza mientras le saludaba verbalmente.

    — ¿Cómo estás, Owen? — El joven adinerado vestía bastante elegante, pareciendo casi un hombre de negocios — Me alegra verte.

    — Todo bien, Brandon. Lo mismo digo.

    — ¿Subimos? — Mia estaba impaciente por poder hablar de todo y más tras poder ver a Owen y a Kendall después de tanto tiempo.

    — Lidera el camino — Brandon le indicó a su viejo amigo, que conocía el apartamento exacto, que les guiara.

    — Seguidme, tomaremos el ascensor.

    En el interior del habitáculo el silencio era un tanto incómodo para los tres, pues pese a conocerse desde la adolescencia prácticamente, sus vidas habían tomado caminos tan dispares que ahora se sentían casi como completos extraños. Por suerte, el ascensor fue breve y rápido y el trío ya se encontraba frente la puerta del despacho de Kendall.

    Fue el mismo detective el encargado de abrirla, pues parecía ser consciente de que sus compañeros —o al menos Owen— estarían por llegar.

    — Eso han sido más de diez minutos — Xom fijó la mirada en Crane, para acto seguido ver después de mucho tiempo a Yazuke y Gallagher — Chicos, cuanto tiempo. Adelante, pasad.

    — ¡Kenny! ¡¿Qué te ha pasado?! — Mia siempre solía ser directa, cosa que a veces no sentaba bien a otros — ¡Es como si hubieras envejecido diez años más, joder! ¡Con lo guapo que eras de jovencito!

    — Tú también estás preciosa, Mia — El hombre respondió a ese molesto comentario con un comentario sarcástico y una peineta — En serio lo digo, estás hermosa. Eso si, si removemos tu fea cara del cuerpo.

    — Tranqui, Ken, te puedo recomendar una crema espectacular para esas arrugas tan pronunciadas que tienes…

    — Gracias, Brandon, yo con tu dinero también parecería un gilipollas.

    Sin duda alguna, aquella no era la mejor introducción entre ellos después de tantos meses sin verse, pero ninguno pareció tomárselo excesivamente mal. Owen se sentía como un espectador que observaba las diferentes personalidades que estaban compartiendo un pequeño espacio de lugar y tiempo en ese instante, sorprendido a su vez porque no se veían juntos desde esos años previos al viaje de la gran arca, en Paraíso.

    — Bueno, ahora que nos hemos dicho lo mucho que nos queremos y demás, pongámonos al día en lo que esperamos noticias — Kendall sabía que debía tolerar las peculiaridades de sus viejos compañeros recién llegados, por lo que hizo el necesario esfuerzo de cambiar de tema — Supongo que Om y Xerom os contaron lo que ocurre.

    — Sí, estamos al tanto — Mia tomó la palabra mientras se asomaba por la ventana — ¿Hay algo que tengamos que hacer ya mismo?

    — Esperar — Indicó el detective, tomando asiento — Om no ha dicho nada y el ejército está tratando de controlar las revueltas.

    — Además, nosotros no vamos a intervenir en eso — El joven Crane se encontraba de pie con los brazos cruzados y apoyado en la pared — Nuestra misión es clandestina y por lo pronto, no es algo que vayamos a empezar ya mismo. Necesitaremos equipo, un plan a seguir…

    — Ya, ya, ya… estamos en una fase temprana — El hombre más rico de esa sala puso los ojos en blanco mientras lanzaba un suspiro — Entonces, ¿por qué venir aquí?

    — Supongo que tendremos que ir viendo como se desarrolla todo y esperar noticias de Om, las cuales deberían llegar pronto — Kendall centró su atención de nuevo en el noticiero que podía ver desde su ordenador portátil.

    ...y en más noticias: ¡en una semana celebraremos el Día de la Unión! Pese a los sucesos que están ocurriendo últimamente, la festividad más icónica desde la llegada de las especies aliadas tendrá lugar en las tres ciudades, con un especial mitin en la capital, Vianus, donde algunos miembros del Consejo Superior y de la Alianza hablarán para el pueblo…

    […]

    No conozco la situación en el distrito Admir, pero si han solicitado refuerzos, es porque será algo serio.

    — Me lo imagino. Estoy llegando.

    Te dejó al mando del área, ¿podrás con ello, Xerom?

    — Descuida, comandante. Yo me encargo.

    Bien. Jackon se ha ido al distrito Jefferson, donde también ha estallado una revuelta. Crearé un enlace de comunicación directo entre los tres.

    — Recibido. Estamos en contacto, comandante.

    El soldado syleriano estaba a punto de llegar al distrito de su especie en una lanzadera de transporte.

    El conductor, un anixis de semblante amable y apacible, se veía un tanto tenso al haber escuchado hablar a su cliente con la comandante del ejército de la Alianza. No se postuló a hacerle ninguna pregunta, consciente de que podía ser alto secreto, y se sentía un tanto intimidado por el soldado apellidado Devom. Ya en las proximidades del lugar, el conductor recibió el pago en créditos y Xerom salió del taxi sin más equipamiento que su propia persona.

    A su llegada a la zona donde el ejército había aparcado sus todoterrenos, un compañero le aprovisionó de todo lo necesario. Cuando el syleriano vio que le daban un Striker, se preocupó.

    — ¿Para qué se supone que es esto?

    — Precaución, señor.

    — ¡Guardad las malditas armas si no queréis un consejo de guerra! — Xerom estaba furioso por el simple hecho de que los soldados en el distrito syleriano llevaban consigo armas de fuego — ¡Se trata de nuestros ciudadanos, idiotas!

    — ¡Entendido, señor! — El soldado, un humano un tanto joven, se marchó para dar la orden al resto de que depositaran las armas de vuelta en los vehículos — Atención, tenemos la orden de…

    Los gritos de la gente manifestándose parecían hacer eco, dándole más fuerza a la voz del pueblo mientras atardecía hermosamente en las afueras de la ciudad de Vianus.

    Xerom se dirigió a la zona conflictiva, una plaza en el centro del Distrito Admir en la que una gran multitud lanzaba su mensaje a los soldados que rodeaban la zona patrullando y también a los pocos turistas anixis que paseaban, intrigados, por la gran avenida.

    Lo mismo estaba ocurriendo en el distrito humano, donde Jackon se encontraba observando con seriedad como una masificada protesta daba comienzo en la gran avenida de esta área. Los soldados de la Alianza optaban por no llevar armas de fuego, pero si portaban equipadas las dagas de energía por si fuese necesario usarlas. Evidentemente, como la autoridad que eran, necesitaban tener la seguridad de que estarían a salvo de algún indecente salvaje que intentase hacer algo para empeorar la situación.

    De pronto, algo pareció ocurrir en el interior de esa multitud agolpada en el centro de la calle.

    La protesta, que era de cara al exterior, pasó hacia el interior del círculo que se estaba formando alrededor de algo. El soldado Vaalot se aproximó acompañado de varios soldados a los que dio la orden con un gesto, comprobando a medida que se acercaba, que lo que estaba sucediendo era una pelea entre dos humanos de mediana edad. Ambos se estaban dando repetidos golpes el uno al otro mientras nadie hacia nada por intervenir, teniendo que hacerlo el propio Jackon.

    — ¡Parad! ¡Basta! — Exclamó el soldado, empujando a uno de ellos para separarlo del otro — ¡¿Qué mierda hacéis?!

    — ¡Cuidado, Vaalot!

    Jackon tuvo que reaccionar con rapidez para evitar que el otro tipo le asestara un fuerte golpe por la espalda, esquivándolo con una sorprendente agilidad y habilidad, también gracias al aviso de su compañero.

    — ¡Eres una marioneta del Consejo Superior! — Gritó el hombre que intentó agredirle — ¡¿Verdad?!

    El agresor se dispuso a intentarlo de nuevo, pero el soldado se anticipó a sus movimientos y con una maniobra perfectamente ejecutada, terminó por someterlo con una llave.

    Jackon se encontraba sobre el sujeto, colocándole una rodilla en la espalda mientras lo tenía cogido por ambas manos, inhabilitándole. En aquel círculo reinó el silencio por unos breves instantes mientras los soldados de la Alianza se temían una avalancha sobre ellos. No obstante, para su grata sorpresa, fue todo lo contrario. El otro tipo que estaba peleándose con el agresor sometido, observó detenidamente a Vaalot, como quien acaba de reconocer a alguien muy especial.

    — Tú eres Jackon Vaalot, ¿cierto?

    — Esperad, ¿es él?

    — ¿Nuestro ex comandante?

    — Sí… es Vaalot.

    Los murmullos entre la muchedumbre hicieron que Jackon observase a su alrededor con cierta estupefacción por ver que todos allí empezaron a reconocerle como si se tratase de una figura pública o famosa. Era obvio que la historia de su padre Axlor y de su madre Arva eran conocidas por muchos, pues sirvieron a la humanidad en muchos de sus momentos más cruciales, pero para nada se esperaba él tener esa repercusión entre la gente. Había algunos neonianos y sylerianos también, pero lo más llamativo, es que incluso había anixis presentes en la manifestación.

    Aquello le llamó muchísimo la atención, pues no era nada común ver a las especies aliadas y a los anixis compartiendo quejas contra el mismísimo Consejo Superior.

    — Levanta, joven Vaalot.

    Uno de esos anixis se aproximó al soldado y le ayudó a incorporarse, mientras el humano que había sido reducido por éste, era ayudado también por otros humanos. Jackon vio como ese anixis, presente en la protesta en el distrito Jefferson, se cubría el rostro bajo una alargada capucha de su túnica —que solía ser la forma de vestir de estos seres—. Cuando el soldado Vaalot pudo verle más de cerca, sus ojos se abrieron como platos, mostrándose atónito ante la presencia de un viejo conocido al que hacía tiempo no veía.

    — Eeron…

    Al pronunciar su nombre, el resto de manifestantes acallaron los susurros para observar como el emisario anixis se revelaba ante ellos.

    Efectivamente, el emisario honorífico estaba allí junto a algunos de sus discípulos, reforzando el apoyo a los manifestantes y en este caso especialmente, a los humanos. Su rostro, algo más arrugado que la primera vez que apareció en Paraíso, era totalmente reconocido por todos los que se hallaban allí.

    — Me alegra volver a verte, muchacho — Eeron se mostraba conciliador con el joven y con los demás.

    — Y yo, pero, ¿qué haces aquí? — El soldado del ejército de la AIE no daba crédito a la presencia del emisario.

    — Le prometí a Ashley que apoyaría a las especies aliadas. Y aquí estoy. El Consejo Superior abusa de su poder y no pienso quedarme de brazos cruzados. Yo y algunos de mis discípulos haremos fuerza con vosotros.

    […]

    Lo que estaba ocurriendo en Ibos, principalmente en Vianus, no estaba siendo visto con buenos ojos desde la estación espacial.

    Allí, los trabajadores de todas las especies que convivían juntas observaban con preocupación y recelo las protestas que se estaban expandiendo no solo a los distritos colindantes sino a diferentes áreas de cada ciudad. Astea y Cainia ya tenían un par de focos donde la gente se manifestaba contra el Consejo Superior y sus duras medidas contra las subespecies. Pero lo que antaño era la gran arca se sentía como un territorio totalmente neutral, pues allí no había soldados, sino simples científicos, ingenieros y otros trabajadores con funciones dispares. Se trataba de un puesto de observación, por lo que apenas había guardias y estos no respondían ante los ejércitos.

    Karla y Andrómeda habían detenido su jornada laboral durante la emisión en directo de diversas protestas en el planeta por parte de las especies de la Alianza, mirando en las pantallas todo lo que se estaba viviendo. La melliza Vaalot, consciente de que tanto su hermano como su pareja estaban en una misión secreta por destapar la corrupción del Consejo Superior, estaba visiblemente preocupada.

    Su compañera de profesión y amiga, la joven Vermeer, también temía por la integridad de sus otros amigos, pero era obvio que no estaba tan afectada. Ya había vivido desde muy pequeña lo que era ver como todo se derrumbaba a su alrededor, durante el ataque de los Renegados controlados por Mente Colmena a la colonia del arca en Paraíso.

    — ...de última hora: la ciudad de Vianus se encuentra en una situación límite en sus tres distritos aliados tras la explosión de nuevas protestas en los distritos humanos y sylerianos, estos sumándose a la inicial ocurrida en el distrito neoniano. El ejército superior ha decidido permanecer temporalmente al margen por orden del Consejo Superior, aunque aportará todo lo necesario al ejército de la Alianza, que tiene la ardua tarea de reconducir las protestas de sus ciudadanos…

    — Tranquila, seguro que todo mejora — Andrómeda apoyó sus manos en los hombros de su jefa científica — Confiemos en que lo haga.

    — Sí… eso espero — Visiblemente nerviosa, Karla se volteó y se abrazó con su amiga — Gracias por tu apoyo, Andro.

    — ¿Qué clase de amiga sería si no estuviese a tu lado? — La joven científica comenzó a sonreír, tratando de quitarle hierro al asunto — Volvamos al trabajo, quizá estar ocupadas nos ayude a lidiar mejor con todo esto.

    La científica jefe asintió a su compañera, encontrándose ambas en una de las zonas de la principal avenida que conectaba el comienzo con el final de la estación, observando las noticias en una de las varias pantallas que se proyectaban en el lugar. Había más personas presentes, de todas las especies, debatiendo sobre lo que veían que estaba sucediendo en la superficie del planeta al que llamaban hogar.

    De pronto, algo pareció llamar la atención de la gente. Poco a poco se fueron girando atraídos por el sonido de unos pasos firmes que casi sonaban al unísono, pues la coordinación de aquellos que estaban avanzando por la calle era casi perfecta. Ambas humanas hicieron lo propio, volteándose para ver a un grupo de al menos seis soldados del ejército superior —todos ellos anixis— custodiando a un neoniano que portaba unas grilletes de energía tanto en los pies como en las manos.

    — Aparten, por favor — Indicaba uno de los soldados al frente — Abran paso.

    El neoniano que custodiaban en dirección a las celdas de máxima seguridad de la estación era nada más y nada menos que Kairos Kent.

    Las chicas pudieron reconocerlo inmediatamente pese a los años que hacía que no se veían, pues sus rasgos no habían cambiado considerablemente pese a haber madurado por la edad. Sus ojos se cruzaron con los del ex soldado de la Alianza, que no hizo ningún gesto hacia ellas, limitándose a estar serio y con una expresión de cierta pena al saber que estaba siendo llevado al procesamiento final, procedimiento previo al exilio de la colonia. Sin familia y sin prácticamente amigos, tenía difícil que alguien hablase en su favor.

    Sin embargo, Karla recordó que Owen le mencionó que el neoniano le había salvado de ser detenido durante la fuerte protesta en el Distrito Neonia. Casi guiada por un impulso que ni ella esperaba, se acercó corriendo al grupo de soldados, que levantaron las armas por puro instinto.

    — ¡Quieta! — Exclamó uno de los soldados, con su Flasher en alto — ¡¿Qué se supone que hace, humana?!

    — Disculpad, no quería asustaros — La joven Vaalot fue sincera y cortés para evitar más dificultades — ¿A dónde se lo llevan?

    — A una celda que tiene su nombre. ¿Por qué lo pregunta?

    — Me gustaría poder visitarle… es un viejo amigo.

    — Vaya, ¿habéis oído eso, chicos? — El soldado anixis se echó una carcajada un tanto irrespetuosa — ¡Este neoniano tiene amigos!

    Los trabajadores presentes, entre los que se hallaba Andrómeda, observaron como el grupo de seis soldados comenzó a reírse ante el comentario de éste último. Kent hizo una mueca de frustración que era difícil no ver, mientras que Karla sentía lástima por él y se veía molesta con los soldados.

    — Hablo en serio, me gustaría poder visitarlo — La científica jefe insistió nuevamente.

    — Podrás hacerlo, pero tienes solo un par de semanas, como mucho — Explicó el soldado, conteniendo ese brote de risas tanto suyo como de sus compañeros — Tu amigo va a ser exiliado en ese plazo de tiempo.

    A la melliza se le acumulaban muchas preguntas al respecto, pero los soldados no se iban a quedar allí contándole el porqué se llevaban a Kairos y los motivos que tenían para expulsarlo de Ibos. Sin decir nada más, siguieron su camino bajo la mirada de todos los presentes en la gran avenida, mientras el neoniano se volteaba para observar a la humana con un semblante serio.

    No parecía que le hubiese hecho mucha gracia el que Karla los parase, pues en parte debido a eso fue por un momento un foco de risas. Andrómeda sabía que era lo que pasaba por la cabeza de su compañera, por lo que quiso tomarla de la mano para mostrarle nuevamente su afecto.

    — Quieres ayudarle, ¿verdad?

    — Él ayudó a Owen — Musitó Vaalot, observando como se llevaban al conocido neoniano — Creo que sería lo más justo.

    — Recuerda que Kairos Kent es Kairos Kent — La joven Vermeer no tenía un grato recuerdo de él durante su convivencia en Paraíso y la gran arca — Siempre se ha metido en líos y parece que eso no ha cambiado aquí.

    — Owen me ha hablado de él en la última llamada que hemos hecho y me dijo que no se parece casi nada a aquel Kairos que tanto le molestó en la juventud — Karla se volteó hacia Andro, mostrando que parecía decidida a intentar algo — Tal vez no pueda sacarle de la cárcel ni mucho menos impedir su exilio, pero al menos tendrá alguien con quien hablar aquí hasta que sea expulsado.

    […]

    Las imágenes en las noticias de todo Ibos solo mostraban las protestas que se estaban llevando a cabo a lo largo del día, especialmente aquellas que estaban en los distritos habilitados para la población de la Alianza. Desde su cómodo sillón, en su despacho privado en la Casa Superior, el representante superior y principal líder de la sociedad gubernamental en Ibos observaba las escenas con absoluta decepción y frustración.

    Si bien en la reunión con el resto de consejeros había abogado por la prudencia y la calma, pese a dar órdenes claras a los ejércitos, en su interior estaba brotando el germen de la ira contra las subespecies. No entendía el porqué aumentaban la presión contra el Consejo Superior simplemente por ir escasos de recursos y no recibir lo que esperaban, pero se estaba empezando a hartar de esos altercados en las ciudades y de tener al representante Paokt cuestionando todas sus decisiones sobre las subespecies.

    Además, el ver que incluso ciudadanos anixis o el propio emisario honorífico se presentaban a las protestas le removía el estómago por dentro. Se sentía traicionado.

    — ¿Así gobernaban ellos en lo que llaman el territorio conocido? ¿Quejándose a su gobierno cuando las cosas no iban bien? ¿Ese es su mecanismo de recompensa? ¿Creen que así obtendrán más poder? — Akkor se hacía miles de preguntas y su cabeza estaría echando humo de ser un aparato tecnológico — Pensé que serían el engranaje que le faltaba a nuestra sociedad para terminar de prosperar y propulsarnos hacia una nueva era de nuestro legado, pero quizá me equivoqué. Quizá jamás debí enviar a Eeron al viejo imperio ni haberle propuesto esta tormentosa convivencia. Nuestros ancestros fallaron con su proyecto de las subespecies, pues no han resultado ser obedientes sino todo lo contrario. Se han convertido en una carga que no estoy dispuesto a asumir si sigue esta tensión creciente.
     
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  14.  
    Agus estresado

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    Saludos, amigo, paso a comentar el capítulo de esta semana. Tras una donde no pudimos tener leída en simultáneo, tener una en este momento cae muy bien.

    El capítulo arranca con Xerom viendo las noticias junto a Ken y Owen sobre lo que está pasando en los distritos, y como Omnius no tiene nuevas órdenes para él, decide tomar su lugar e irse a ayudar a Echo con las protestas. Ken y Owen quedan solos, lo que lleva al joven Crane a ir a comprar unos cafés para él y su compañero. Mientras está en eso, se encuentra con Mia, quien nada más verlo va y le salta encima, además de que lo llama Owencito y le dice que le da mucho gusto verlo. No me jodas, amigo, eso fue intencional :ewww: Sabes que Owen es solo de Karla, y Mia lo sabe. Por más tiempo que haya pasado, ellas dos son amigas, y dudo que una amiga salude así al novio de otra cuando no está presente. Que la entiendo, que Owen debe ser un chad por ser hijo de quien es, pero eso no justifica lo que hace :angrycat: En fin, luego de eso pasamos a ver el reencuentro de Owen con Brandon, donde estos no se dan la mano dada la distancia que tuvieron con los años y al hecho de que los dos están un poco con las manos ocupadas. Dos cosas a destacar. Mia vuelve a repetir que Brandon le insiste salir cada vez que se ven, y a cualquier otra mujer, como ya hemos visto. Y la otra es que se presenta como si fuera un hombre de negocios a una misión clandestina. Seguramente el concepto de secretismo no debe ser muy conocido para él, espero que no arruine la misión, ya sea por accidente o intencionalmente. Luego de eso, tenemos el reencuentro de los dos recién llegados con Kendall. Y bueno, que Mia se le haya echado encima a Owen y no a Kendall me dice que ella ya eligió al chico que le gusta, pero eligió mal, porque Owen ya tiene dueña. Que se centre en Ken que está soltero y está trabajando en sí mismo, por favor. Tras un par de bromas, los jóvenes se vuelven a reencontrar y Ken les dice que no pueden hacer más que esperar pedidos de ayuda por parte de Omnius.

    Mientras Xerom viaja de un sitio a otro, vemos como este habla con Echo para pedirle ayuda para controlar la situación, y este accede sin oponer quejas. Que bueno que tengamos a sylerianos con la mente centrada, porque harán falta en el futuro. Me recuerda mucho a Uriow en su rol en la gran arca, aunque espero que este no termine perdiendo la vida como su predecesor. También me gusta la idea de que haya optado por guardar las armas para no alterar más los ánimos en el lugar, ya que su gente tiene que ver que están allí para controlarlos, no para reprimirlos. Bien por parte del soldado.

    Cuando hacemos un cambio de vista, nos centramos en Jackon, vemos que este tiene que parar un conflicto entre dos humanos que se ponen a pelear. Pese a que lo atacaron por la espalda, bastó solo una advertencia para que Jackon supiera como reaccionar y someter al agresor en el suelo, y lo hizo sin violencia necesaria. Tremendos movimientos y aura de soldado que lleva Jackon :eyebrow: No cabe dudas de que ha heredado muchas cosas sobre su padre, y espero que ahora sí permitas a un Vaalot llegar lejos en la historia. Axlor fue una muerte muy temprana en el LV original, ya que no llegó a conocer a los sylerianos ni a los humanizados anixis, ni a los thunianos ni a mente colmena. Espero que su hijo pueda viajar por muchos más planetas y conocer más alienígenas, porque el potencial lo tiene. Mientras está en su labor, lo reconoce la multitud, dándose cuenta de que algunos se acuerdan de él como antiguo comandante. Entre la gente está Eeron, quien le dice que él y sus discípulos están allí para mostrarle a la sociedad anixis que el consejo superior no tiene la verdad absoluta en todo, y que está del lado de las subespecies. Perfecto, hay que llamar al árbitro y pedir un doble cambio. Orlat por Plaxor y Eeron por Akkor. Hagamos eso y veremos como la sociedad en Ibos prospera como no tendrán una idea :dancecat:

    Mientras todos sus amigos y conocidos están allí, Karla y Andro ven todo desde la nave, dándose cuenta de que las protestas no hacen más que empeorar en el mundo. Decididas a irse a trabajar para sentirse algo distraídas, ellas se encuentran con que hay soldados trasladando a Kairos Kent a una celda para su futuro exilio. Karla, recordando lo que Owen le dijo de que él lo ayudó, se muestra empática con él y pide a los soldados que le digan donde será encerrado para que tenga con quien conversar en lo que espera su hora. Andro le dice a Karla que recuerde quien es, y Karla le dice que no lo ha olvidado, pero que todos pueden cambiar. Me gusta mucho la relación de amistad que se tienen Karla y Andro, y eso me hace pensar que a la joven Vermeer no le queda mucho tiempo de vida. Es una chica muy dulce para un mundo tan hostil como Ibos. Tengo el presentimiento de que ella podría morir pronto, espero que no :anicry:

    La escena final del capítulo tiene a Akkor, como el protagonista, quien deja salir su naturaleza real. El muy puto anazi esperaba obediencia por parte de las subespecies. Bitch, las subespecies mataron a Mente Colmena mientras los demás se estaban escondiendo en Ibos, no tienen por qué obedecer a nadie :slap: En fin, tenemos a dos malditos anazis en el consejo superior y urge quitárnoslos de en medio (y de ser posible a Relic y al soldado que atacó a Owen por la espalda también). En fin, espero que Omnius pueda descubrir la personalidad real de Akkor, porque será una amenaza si no lo hace, ya que deberán terminar las protestas antes de que su paciencia se harte por completo.

    Bueno, amigo, con esto me despido. A pesar de que fue un capítulo de transición la tensión creciente está presente en el aire. Sé que el clímax no tarda en llegar, y yo estaré ansioso por ver que nos trae esta gran obra. Espero podamos tener una juntada con leída en simultáneo la próxima semana porque sería grandioso continuar viendo más sobre este universo.

    Y ya es todo por ahora. Hasta la siguiente. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio
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    Tal y como dije, volvemos con la publicación semanal. Estamos cerca del clímax de esta primera parte de la continuación de Los Viajeros y me gustaría agradecer la presencia de mi gran amigo Agus estresado con el cual comparto unas magníficas leídas en simultáneo de nuestras historias. Espero que podamos repetirlo pronto. No me explayaré más, sin más que decir, os dejo con el capítulo.







    Rebeldía intolerable




    Varios pasos resonaban por los pasillos de la Casa Superior, haciéndose cada vez más presentes conforme estos se aproximaban a la sala de reuniones donde los consejeros habían estado hacía tan solo doce horas. Cualquier consejero tenía el derecho a solicitar una asamblea e incluso una audiencia con alguien externo al poder del Consejo Superior y eso era lo que precisamente había hecho Omnius, llevando consigo a Eeron y Jackon, quiénes estaban dispuestos a no solo a tratar de encontrar una solución a las tensiones que se estaban dando sino también a demostrar a los líderes que las especies aliadas merecían y exigían un trato equitativo.

    Dos guardias abrieron los portones que daban acceso a la gran sala, dejando paso al trío defensor de la Alianza, mientras en sus posiciones ya aguardaban el resto de consejeros y su representante superior, todos con el semblante serio tras haber sido requeridos dos veces en un mismo día para reunirse por la misma causa. La penumbra que rodeaba a la mesa le daba un toque tétrico a la escena, pudiendo sentirse intimidados aquellos que nunca hubiesen pisado ese lugar, pero no fue el caso para el único humano presente, quién era el único en estar allí por primerísima vez.

    El representante Paokt tomó asiento en su posición como consejero, teniendo a cada lado a sus dos viejos amigos.

    El emisario honorífico recibió las miradas inquisitivas de sus símiles consejeros, en especial de Akkor, cada vez más decepcionado por su descarado apoyo a la AIE. Ziba observaba con curiosidad al joven humano que vestía con la indumentaria militar distintiva de la Alianza, mientras que Plaxor le lanzaba una mirada desafiante y Valtin se mostraba de brazos cruzados pero relativa calma.

    — Tú dirás, representante Paokt — El principal líder del Consejo inició la conversación, cediendo rápidamente la palabra a aquel que había pedido dicha reunión — Somos todo oídos.

    Omnius observó primero a Eeron y después a Jackon, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo con cierto apoyo en una asamblea en la que siempre predominaba la decisión anixis.

    El líder syleriano de la Alianza apoyó ambas manos sobre la mesa redonda y brillante en la cual reflejaba notablemente la luz que se filtraba por las rendijas del techo, haciendo su rostro más visible de lo normal. Akkor y Ziba tomaron asiento mientras que Valtin proseguía de pie con los brazos cruzados y Plaxor parecía a punto de lanzar un berrido a la mínima cosa que oyese y no le gustase.

    — Agradecemos que la intromisión del ejército superior haya sido desestimada en cierta medida — Comenzó diciendo Omnius a sus compañeros consejeros — Sin embargo, como habéis podido apreciar, han estallado nuevas protestas no solo en los focos conocidos y en el Distrito Neonia, sino también en los de Jefferson y Admir. No obstante, el ejército aliado ha asumido el control y por el momento ha rebajado la tensión.

    — ¡¿A eso llamas rebajar la tensión?! — Plaxor estaba conteniéndose demasiado — ¡En vez de aplacar las protestas, has dejado que surjan más!

    — En representación del ejército aliado, déjenme decirles que aunque eso es cierto, esas protestas han quedado aplacadas — La interrupción del joven Vaalot no fue vista con buenos ojos por algunos — Simplemente lo hemos hecho a nuestro modo, primero con el diálogo. No ha hecho falta esa brusquedad con la que ustedes pretendían actuar.

    — ¿Insinúas, joven soldado, que nosotros no queríamos dialogar? — Esta vez fue el consejero Valtin quien intervino en el debate.

    — No digo que no quisieran dialogar, pero desde luego, sus métodos para contener las protestas de los ciudadanos de la Alianza han sido evidenciados. En el Distrito Neonia hay muchos testigos de ello.

    — ¡Injurias! ¡Ese lugar fue el germen de la infección que ahora se expande por todas las ciudades! — El general del ejército y consejero no dudó en expresar su malestar dándole un fuerte golpe a la mesa — ¡Debimos haber actuado incluso con más dureza!

    — Representante superior, ¿es así cómo queremos mantener una alianza con las subespecies? — Por primera vez en toda la reunión, el emisario honorífico intervino — ¿Sonando como un viejo militar ansioso de promover su fuerza incluso en un terreno al que llamamos hogar?

    — ¡Tú eres el menos indicado para hablar, Eeron! — Plaxor se lanzó al ataque, verbalmente hablando — ¡Eres anixis, pero volviste como uno más de esas especies aliadas! ¡Estás de su lado porque en tu regreso no se te concedió un puesto en el Consejo! ¡Eso es!

    — Mi apoyo a la Alianza va más allá de tener o no un puesto en el Consejo Superior, honestamente. Yo conviví con ellos en el viejo imperio, luché a su lado contra el viejo enemigo y salí victorioso. Completé mi misión como emisario y fui el nexo para esta unión entre anixis y aliados. No me cabe duda de que vosotros, en mi lugar, estarías ocupando esta misma posición.

    — Es innegable que las especies de la Alianza han dejado su huella en tu ser — Ziba, que aún no había hablado, aprovechó su momento — Y yo no digo que esté mal, pues como emisaria que he sido, el contacto con otras especies es algo que se queda para siempre contigo. Pero, ¿no crees que estás defendiendo lo indefendible? Estas protestas ponen en peligro la estabilidad de nuestra sociedad y de no terminar con esto, podrían suceder cosas terribles. No colonizamos Ibos para atraer el conflicto, sino para huir de el.

    — No tiene porqué haber conflicto, consejera Ziba, si escuchamos lo que nos piden las especies aliadas — El emisario honorífico se mostró conciliador, aunque también contundente — No buscan más que simplemente tener una vida justa e igual a la de nuestros conciudadanos. Puede que ellos fueran nuestras subespecies, pero hace miles de años que sobrevivieron por su cuenta. No nos necesitan, pero nosotros a ellos sí. Y estoy dispuesto a unirme a ellos en las protestas para que al fin sean escuchados.

    Akkor parecía pensativo mientras observaba y escuchaba el debate que se estaba dando.

    Por la mente del representante superior pasaban muchas cosas, había muchas dudas y desconfiaba internamente de los propósitos que la Alianza tuviese con los anixis de cara al futuro. Cierto era que el consejero creía en un principio en esa alianza, pero con el paso del tiempo, esa esperanza se fue diluyendo y convirtiéndose en una paciencia cada vez más desgastada. Y no le gustaba nada que su emisario honorífico amenazase con promover más protestas contra su propio gobierno, pues otros anixis lo podían tomar como ejemplo, tal y como ya había sucedido.

    — En ese caso, representante Paokt, ¿qué crees que haría falta para que las protestas acaben? — El principal líder del Consejo tomó la palabra y fue directo con su comentario.

    — Los víveres de los invernaderos controlados por la Alianza deberían ser exclusivos para nuestra gente — Omnius entendía que ese podía ser un buen punto de partida — Con ello, habría más comida para las especies aliadas y menos falta de ella. Los anixis ya tenéis vuestros cultivos.

    — Eso sería difícil, ya que necesitamos la producción de los invernaderos aliados para subsistir todos — Valtin no estaba convencido con esa opción — No tenemos culpa de que podamos comernos vuestra comida pero vosotros la nuestra no. Es una cuestión biológica que se está investigando.

    — Por eso mismo, tampoco es nuestra culpa — El líder syleriano se encogió de hombros — Hasta que esa investigación dé sus frutos, lo más correcto sería que nuestra comida fuese nuestra y la vuestra, vuestra.

    — No podemos dejar tampoco que plantéis y cultivéis más en esta tierra — El consejero ingeniero retomó la palabra en la conversación — Ibos ya está siendo explotado lo suficiente, no podemos permitirnos estresar al planeta si no queremos que empiece a deteriorarse rápidamente. Además, vuestras semillas son un tanto agresivas y acaparan muchos nutrientes de esta superficie, implementar más de vuestros invernaderos sería empobrecer a los nuestros, que pueden subsistir con menos.

    — Lo entiendo y lo respeto, por ello no he exigido que podamos crear más invernaderos para terminar con el problema de la comida, sino simplemente cortar el suministro de víveres aliados a los anixis — El representante de la Alianza suponía que estaba siendo claro y justo — Estamos fielmente comprometidos con salvaguardar las condiciones planetarias, pero a cambio, simplemente pedimos libertad para gestionar nuestros suministros. Creo que en otros temas la colaboración es indispensable, pero en este caso, hay ciertos aspectos de la política que cada uno debería tratarse.

    — ¡Maldita sea, las leyes son iguales para todos los que vivimos en este mundo! ¡Estáis bajo la soberanía anixis y debéis acatar sus normas! — Plaxor señaló con el dedo acusador al representante syleriano — ¡Eso es lo que verdaderamente queréis, tener vuestro propio poder! ¡Ibos no se va a dividir en dos por capricho de la Alianza!

    — Estaremos unidos, eso no cambiará, simplemente habrá gestiones que…

    — ¡Cierra la maldita boca, syleriano! ¡Tu insolencia hacia la Constitución Superior es una burla! — Visiblemente enfadado y llevándose el debate a su terreno, el general del ejército superior salió de su posición para encararse con el líder aliado — ¡Cuando accedisteis a venir aquí, sabíais que era para abrazar el orden de la sociedad anixis! ¡De lo contrario, haberos quedado en el mundo artificial que nosotros creamos hace miles de años! ¡Daros cuenta de que sois lo que sois gracias a nuestra especie, sin nosotros, seguiríais aún siendo como los rynarok!

    — Plaxor, cálmate — Le ordenó Akkor, viendo que la situación podía irse de control — Regresa a tu posición.

    — Sí, consejero Plaxor, regrese a su asiento — Jackon, que desde siempre no toleraba a aquellos que buscaban ser superiores a los demás, se puso entre su viejo amigo syleriano y el soldado anixis — No hemos venido a tentar a la violencia, pero desde luego que no la rehuiremos.

    — El Gran General siempre tuvo predilección por esta subespecie, los humanos. Es uno de mis ancestros y pude acceder a varios de sus archivos que sobrevivieron a la caída del viejo imperio — El comentario de Plaxor mantuvo en vilo a todos los presentes, pues desconocían que pretendía hacer — En uno de esos archivos hablaba sobre la humanidad, que compensa la inteligencia natural que posee con un espíritu guerrero incluso en las mayores adversidades. Pero desde que estáis aquí, para mí, solo sois carne blanda camuflada tras armaduras hechas por nuestro metal.

    — Vosotros, los anixis, no sois tan diferentes de nosotros. Más altos, más largos… pero igual de blandos o incluso más — Jackon no dudó en plantar cara al consejero militar, consciente de que éste buscaba intimidarlo con su imponente presencia — La humanidad apenas lleva unos cientos de años colocándose armaduras, pero los anixis lleváis miles de años con ellas y ni aún así pudisteis protegeros de Mente Colmena.

    Esas palabras proferidas por el joven Vaalot terminaron por agotar la paciencia de Plaxor, que de por sí tenía mecha corta en cuanto a explotar se refería.

    El consejero presionó lo suficiente al humano como para que éste respondiese y solo faltaron sendos comentarios como esos para que estallase la lucha en el interior de la Casa Superior. Nadie pudo predecir que el primero en perder los estribos sería el general del ejército superior, que lanzó una patada al pecho del humano que éste logró esquivar al anticiparla, para acto seguido golpear al anixis con un gancho de izquierda que éste también logró interceptar al bloquearlo con su antebrazo derecho.

    — ¡Basta! — Exclamó Akkor, enfurecido por tener que presenciar algo así en un templo tan sagrado como lo era la Casa Superior — ¡Guardias!

    Nadie de los presentes quiso intervenir, pues era prácticamente la primera vez que se veía una lucha cuerpo a cuerpo entre un humano y un anixis, algo impensable hasta ese momento. Eeron y Omnius estaban dispuestos a defender al soldado si fuese necesario, mientras que Valtin y Ziba observaban entre asombrados y serios como el humano demostraba una agilidad y potencia impropia de los de su especie.

    Sin lugar a dudas, pensaron los dos consejeros, el espíritu guerrero humano era real.

    — ¡Deténganse, ahora! — Dos guardias llamados por el representante superior hicieron acto de presencia, cada uno armado con una especie de lanza.

    El joven Vaalot lograba esquivar los contundentes golpes de Plaxor mientras que éste bloqueaba los estratégicos intentos del humano.

    Ninguno de los dos había logrado asestar un golpe limpio al otro, pero sorprendentemente sabían detenerse entre ellos. Cada guardia usó su lanza para sujetar por detrás al consejero anixis y al soldado humano, impidiendo que siguiesen luchando entre sí. Ambos cesaron en sus intentos de seguir una vez vieron que estaban complicando seriamente la situación, al ver como Akkor se mostraba furioso y daba por concluida esa reunión. La segunda consecutiva en el mismo día.

    — Estudiaré la propuesta del representante Paokt y nos reuniremos en unos días para su resolución — El líder principal del Consejo Superior se veía realmente molesto con el debate y la pelea, conteniéndose para no decir algo de lo que podría arrepentirse — Ahora pido amablemente a todos que se larguen de aquí, suficiente espectáculo han dejado a ojos de esta sala. Están advertidos de que no toleraré algo así de nuevo.

    Omnius se encargó de llevarse a Jackon, quién miraba desafiante a un Plaxor que no dudó en corresponderle esa mirada, mientras que Eeron y Ziba se observaban con cierta preocupación, pues sabían que aquello no era nada bueno para frenar las protestas y la tensión entre la Alianza y el Consejo Superior. No obstante, la reunión en sí tampoco había ido tan mal. Valtin fue el último en marcharse, dejando a solas en la sala a Akkor.

    El representante superior estaba en una situación bastante compleja para él, aunque tenía claro que no iba a ceder a las pretensiones del representante Paokt.

    Si bien comprendía lo que pedía, no estaba dispuesto a renunciar a una gran y rica variedad nutritiva para su gente, además de que no contemplaba ceder a chantajes de las especies aliadas. En su mente, si la AIE estaba en Ibos era para someterse a las leyes y conductas de la sociedad anixis. Todo aquello que no fuese así, simplemente no tenía cabida en el orden establecido y por ende era un acto injustificable. La cuestión era qué hacer en caso de que esta decisión no fuese aceptada por Omnius y las protestas no cesaran, pues Akkor quería evitar el conflicto entre especies a toda costa.

    Entonces, una idea le sobrevino a la mente.

    — ¿Lo has visto todo?

    La pregunta de Akkor podría haber sido retórica, un pensamiento en voz alta, pero tenía un destinatario claro.

    El representante superior no estaba solo en la sala de asambleas, sino que había alguien más. En la parte más alta del lugar había una especie de palco que rodeaba la sala, encontrándose allí mismo un anixis de aspecto joven y atlético que no dudó en bajar colgándose de salientes que había en la pared, demostrando una agilidad verdaderamente asombrosa.

    Vestía con un completo traje negro que le ayudaba a moverse con sigilo y flexibilidad, además de que conseguía evitar que fuese visto en la penumbra.

    — Sí.

    Aquel joven anixis salió de las sombras para que la luz que se filtraba por el techo iluminase su rostro, revelando su identidad.

    Relic se encontraba ante su principal líder y ante el único que respondía, pues solo Akkor tenía el poder para dar órdenes a los operativos. Ambos anixis, que se contrastaban con la juventud de uno y la experiencia del otro, permanecieron de pie y mirándose fijamente. El joven operativo se posicionó con las manos en la espalda, demostrando estar a las órdenes del consejero superior.

    — Relic, has demostrado ser un fiel servidor del orden de nuestra sociedad — Murmuró Akkor, que tenía en muy alta estima al joven — Fuiste entrenado por el emisario honorífico antes de su partida al viejo imperio y te terminaste de formar como emisario, sabedor de lo que implica.

    — Así es, representante superior.

    — Sin embargo, nunca has actuado como emisario al margen de esa misión para la que Ziba te reclutó hace años.

    — Entendí tras ese contacto con otros seres que mi vocación sería permanecer en Ibos y mantenerlo a salvo de agentes externos — Relic seguía firme como un auténtico soldado — No me arrepiento de ello.

    — Créeme, estoy muy contento con que optases por convertirte en un operativo — El líder principal del Consejo Superior se aproximó al joven y apoyó ambas manos en sus hombros — Cuando creé esta división del ejército en la sombra, no pensé que fuese a ser tan necesaria como lo es ahora mismo. Los operativos sois la mano que asfixia en las profundidades de la justicia, donde parece que no llega el brazo legal. Hasta ahora, estás llevando bajo control los asuntos que te delego, pero hay algo más.

    — ¿De qué se trata, representante superior?

    — Tu viejo maestro.

    — ¿Qué ocurre con él?

    — Ha decidido — Musitó el veterano anixis, líder absoluto de su especie — Y parece que ha escogido una nueva familia. ¿Qué piensas al respecto?

    — Es una traición al orden de nuestra sociedad — El joven operativo frunció el ceño al hablar sobre aquel que le enseñó gran parte de lo que sabía — Una rebeldía intolerable.

    — En efecto, veo que coincidimos en ello — Akkor comenzó a dar vueltas a la mesa redonda de la sala — En circunstancias normales, los actos del emisario honorífico serían simplemente decepcionantes, pero en la actualidad nos enfrentamos a un conflicto bélico en nuestras puertas, con las especies aliadas añadiendo una presión que no estoy dispuesto a tolerar.

    — Se necesita un golpe sobre la mesa — Relic era un ser inteligente pese a su edad, por lo que empezaba a hilar cabos sueltos — Un suceso que estremezca a las especies aliadas y a nuestros ciudadanos. Algo que nos una definitivamente, sin fisuras.

    — Eso es — El representante superior asintió con una disimulada sonrisa que no pasó desapercibida para el joven — ¿Recuerdas lo que te dije el día que te convertiste en operativo?

    — Lo recuerdo — Musitó él, dispuesto a revelarlo — “Un operativo siempre está dispuesto a correr riesgos y a asumir los sacrificios”.

    — Recuérdalo siempre, Relic, sobre todo ahora más que nunca — El veterano consejero y líder se encontraba al otro extremo de la mesa, pero su mirada estaba posada detenidamente en el joven — Porque te voy a dar un encargo que podría tambalear los cimientos de tu pasado, presente y futuro.

    — He sido entrenado para gestionar mis emociones. Sé que estoy aquí para servir a un propósito más grande que yo. Haré lo que me pidas.

    — Muy bien, me alegra oír eso — Akkor reveló su semblante serio y arrugado bajo la luz que irradiaba la sala — Porque vas a tener que asesinar a Eeron y hacerlo en el próximo Día de la Unión. Ese es el golpe de realidad que todo el mundo necesita para centrar la atención en lo importante: seguimos el orden anixis o reina el caos en la sociedad.

    […]

    — No me puedo creer que el consejero Plaxor te atacara — Murmuró Omnius una vez estaban los tres fuera, en la entrada de la Casa Superior — Me parece un comportamiento impropio de alguien con su cargo.

    — El general Plaxor siempre ha sido así — Eeron lo conoció en el pasado previo a viajar al territorio conocido — Tiene un carácter muy fuerte y es un ser que está ávido de conflicto. Un militar a la antigua.

    — Es un idiota en un puesto de liderazgo que menos mal que comparte con otros cuatro — El joven Vaalot no le cogió especial afecto tras lo sucedido — De lo contrario, un tipo como él habría iniciado una guerra civil contra la Alianza.

    — Probablemente, aunque tengo la sensación de que has llamado su atención, Jackon — El emisario honorífico solía tener buena intuición para esas cosas — Quizá hasta consigas caerle bien. Es un soldado que sabe reconocer cuando tiene enfrente a otro soldado, créeme.

    — Si quiere una pelea sin interrupciones, solo tiene que pedírmela — El humano no se iba a achantar — No me da ningún miedo.

    Paokt sonrió a su viejo amigo, consciente de que era una persona que no rehuía de la lucha. La espera del trío para que llegara un transporte que les llevase al apartamento del detective Xom no se demoró demasiado y una vez dentro solo tuvieron un trayecto de veinte minutos, sobrevolando parte de la ciudad de Vianus hasta su frontera con el exterior.

    En el despacho de Kendall se encontraban aparte de él, Brandon, Mia, Owen, Xerom y Echo. Con las protestas en los diferentes distritos aliados ya un tanto controladas por parte del ejército de los mismos, la comandante Mercer y el soldado syleriano Devom regresaron al apartamento, sabedores de que el representante Paokt llegaría con noticias.

    Efectivamente, su presencia se dio ante todos ellos tras haber estado esperando por unas horas.

    Al ver al emisario honorífico, algunos del grupo se quedaron unos segundos atónitos, pues hacía mucho tiempo que no lo veían en persona. Owen fue el primero en saludarle con un abrazo sincero, lo mismo que Echo e incluso Kendall, mientras que Brandon, Mia y Xerom le saludaron cordialmente con un estrechamiento de mano, pues no habían interactuado tanto con el anixis como si llegaron a hacer sus compañeros.

    También hubo otros reencuentros, como el de Mia y Echo, quiénes se saludaron con mutuo respeto. Si fue un tanto incómodo el saludo entre Brandon y Echo, hermanastros tras la adopción de Raven Gallagher para con la actual comandante del ejército aliado. Ambos se dieron un breve abrazo que dejó más insatisfecho al hombre que a la mujer. Muy parecido fue el saludo serio entre el propio Brandon y Jackon, a la llegada de éste último. Un apretón de manos entre dos personas que prácticamente nunca habían compartido una amistad, más allá de tener amigos en común. No obstante, Mia si se mostró alegre de ver a Jackon, aproximándose a él para darle un cálido abrazo que ni el propio soldado esperó ni la propia comandante parecía muy contenta de ver.

    — Y bien, ¿qué tal ha ido esa última reunión con el Consejo Superior? — La pregunta fue disparada por Xom, que veía como su despacho para asuntos laborales también acogería esos encuentros en la clandestinidad.

    — Podría haber sido peor, honestamente — El representante Paokt tomó la batuta de la conversación — Parece que Akkor estudiará las condiciones que he defendido para la Alianza y en unos días habrá resolución por su parte. Pero viendo que pasado mañana es el Día de la Unión, podría ser un buen momento para que accediera a mis peticiones. Sino, tal vez lo haga después de la festividad. Pero no vería porqué no iba a aceptar.

    — Él decide, pero ahí tiene su oportunidad de detener esas protestas que tanto le molestan — El único anixis presente quiso añadir también su opinión al respecto — Akkor es un tanto egoísta y siempre busca la ventaja, pero no veo que tenga opción. Al final del día no es un mal líder, nos trajo hasta Ibos y ha mantenido nuestra sociedad hasta el día de hoy. Confío en que accederá.

    — ¿Y si no lo hace? — Preguntó la comandante Mercer, queriendo explorar la otra posible vía — Si se niega a aportarnos lo que necesitamos como especies para subsistir decentemente, ¿qué haremos?

    — Lo que vinimos a hacer — Indicó el joven Vaalot, acaparando las miradas de todos — Indagar en los trapos sucios del Consejo Superior y exponerlos ante su propia gente.

    — Yo ejerceré más presión sobre ellos cuando hable en el Día de la Unión — Eeron tendría una conferencia de exposición ante toda la gente en esa fecha tan señalada, pues representaba el nexo entre los aliados y los anixis — Lanzaré un mensaje de apoyo a las especies aliadas y pediré comprensión para los ciudadanos anixis. Eso hará que el Consejo Superior pueda sentir las exigencias no solo de la Alianza sino de su propio pueblo.

    — Son tu gente, Eeron, ¿estás seguro? — Echo estaba un tanto preocupada por él — Podrías tener problemas con el Consejo, ¿no?

    — Desde que llegué, me han visto como un problema porque siempre he demostrado mi apoyo a la Alianza — El emisario honorífico estaba orgulloso de sentirse uno más en esa habitación, evidenciándolo con sus palabras y con una tímida sonrisa — Vosotros también sois mi pueblo.

    Esas palabras eran muy valoradas por todos los presentes, quiénes consideraban a Eeron como uno más, demostrándolo al tenerlo ahí en una reunión clandestina que pretendía servir para encontrar secretos de un Consejo Superior que desde el principio nunca pareció ser del todo transparente como se creía.

    Y sin aún saberlo, resultaban estar en lo cierto, pues Akkor movía los hilos de una sociedad que manejaba como él quería, por muchos miembros que tuviese el Consejo, con el grupo de operativos: militares que trabajaban en la sombra; lo mismo que iban a hacer Om, Jackon, Echo y compañía.

    — Por cierto, ¿habéis oído lo que ha sucedido con Kairos? — Xerom se encargó de traer a la mesa la ausencia del neoniano, que dio su visto bueno a participar en esa misión clandestina para destapar al Consejo — Hay serias posibilidades de que acabe exiliado por haber estado implicado en la violenta primera revuelta en el Distrito Neonia.

    — ¿Haremos algo al respecto? — Preguntó la ingeniera Yazuke, que por su forma de decirlo, no lo consideraba importante.

    — Yo no pienso poner un dedo en sacar de la cárcel a ese tipo — El joven Gallagher tenía claro que no le interesaba ayudar al neoniano — No sé que trato hicisteis con Kent, pero podemos trabajar sin él. Y si lo exilian no debe ser solo por las protestas; seguro que sus antecedentes no han pasado inadvertidos para las autoridades anixis.

    — Liberarlo sería comprometer la misión y si lo exilian no podemos hacer nada por él — Omnius fue tajante al respecto — Está solo.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Hola, amigo. Paso a comentar el capítulo de esta semana. Gran leída en simultáneo, y ojalá la tradición se mantenga viva por más tiempo :)

    Arrancamos con una reunión entre Omnius y el consejo superior de los anazis. Om decidió llevar refuerzos esta vez, y se trata de nada más y nada menos que Eeron, emisario honorífico y de Jackon, el mejor soldado de la galaxia posiblemente. La reunión comienza con Omnius probándole a los consejeros que no era necesario utilizar al ejército de forma violenta, tal y como lo quería hacer el maldito de Plaxor. Que tengo que admitir, no me cayó nada bien en su capítulo debut, pero ahora me han dado ganas de que lo encerremos en una habitación aislada de todo el mundo, cerremos la puerta con llave y perdamos la llave. Omnius hace un pedido con lógica al consejo, pidiendo que los cultivos de la alianza sean solo para especies de la alianza así no escasearía tanto la comida dado a que los anixis pueden comer lo suyo, pero los aliados no pueden comer lo de los anixis. Estos se niegan dado a que los recursos son para todos, y se lavan las manos diciendo que si no pueden comer lo que crece en Ibos no es su problema. En fin, se me ocurre una solución mejor. Que los cultivos de la alianza sean con descuento para la alianza y que para los Anixis salgan más caros. Están quitándole el pan (o la planta XD) de la boca a la alianza, bien podrían pagar más por eso :angrycat:

    Akkor dice que la idea debe ser analizada, y que dará una respuesta pronto. Plaxor, que tras ver a Jackon lo reconoce como humano, admite que su abuelo el Gran General admiraba a esa especie, pero dice que no es nada más que carne escondida tras metal. Jackon le retruca diciendo que puede que eso sea cierto, pero que solo han estado tras el metal por 100 años y aun así vencieron a Mente Colmena, cosa que los anixis no pudieron tras 1000 años. Plaxor se pone furioso y lo agrede, a lo que Jackon se defiende bien. Akkor llama a los guardias y estos le ponen un alto a la pelea. Akkor luego disuelve la reunión y dice que dará su respuesta pronto, pero advierte que no tolerará más algo así. Pero bueno, a la vista quedó que Plaxor fue domado por Jackon y que no se tomó muy bien cuando le tiraron el facto a la cara :shani:

    Luego de que la reunión está terminada, Akkor llama a uno de sus operarios, o agentes que trabajan en la sombra. Relic, quien usa ropa oscura, ha estado escuchándolo todo y tras presenciar la reunión acude a su líder supremo. Perdón por una nueva comparación con ME, pero esto me recuerda mucho al hombre ilusorio con Kai Leng. Pero bueno, comparaciones a parte, Akkor le dice que pudo ver las opiniones de su antiguo maestro en el sitio, y Relic admite que se siente decepcionado y hasta traicionado por él. Bueno, busquemos la habitación donde quiero tirar a Plaxor y tiremos también a Relic allí angrysnake

    Poco después, Akkor y Relic hablan sobre un suceso para unir a todas las especies, algo contundente que les meta en la cabeza que estén unidos. Y el pedido es nada más y nada menos el de asesinar a Eeron durante el día de la Unión. Relic accede sin rechistar, ni tan solo considerar que su maestro merece vivir, ya que dice que ha templado sus emociones. Bueno, ya hay una cuarta persona para la habitación, metan a Akkor ahí también :humm:

    Luego de hablar con el consejo, Om, Eeron y Jackon regresan para encontrarse con sus amigos y aliados, ya sea de antes o recién llegados. Punto y a parte para cuando menciona que Mia se aprovechó nuevamente y le dio un abrazo cariñoso a Jackon. ¿Qué le pasa a esta chica? Primero a Owen, y ahora a Jackon. Se ve que le gusta abrazar a chicos que ya tienen novia, por dios, niña ahí tienes a Kendall, quédate con él y no te me vengas a querer intervenir en mis parejas favoritas :blue: Dicho gesto no agradó nada a Echo, quien lo vio en su cara (seguro a Karla tampoco le hubiera gustado ver lo del capítulo pasado). Pero cuando vemos un saludo poco amistoso entre Jackon y Brandon, se menciona que el encuentro entre los hermanastros fue algo incómodo, ya que consistió en un abrazo que dejó poco satisfecho a Brandon. Maldito simp, encima que te la pasas todo el tiempo ligando con todas, vas y quieres más cariño de tu hermanastra :ewww: Hay que enseñarles a soltar. O bueno, si no es posible hacerlo, hay que seguir haciendo espacio en la habitación del ban para meter ahí a Brandon, Akkor, Relic, Plaxor y el policía que atacó a Owen. Ya mejor voy haciendo las reservaciones.

    Omnius y Eeron parecen confiar en que Akkor aceptará la propuesta de los cultivos durante o después del día de la unión, ya que desconocen la fachada hostil del líder. Pero tienen bastante claro que si no se hace de esa forma, para eso están en misión. Tendrán que sacar los trapos sucios del consejo superior al sol para que la sociedad anixis se meta de su lado. Eeron demuestra su lealtad y dice que no tiene problema en ir contra ellos, ya que no considera que su gente sea el consejo superior, sino las subespecies en conjunto a la sociedad anixis. Todos se asombran de tenerlo de su lado, y están conformes con eso.

    Y bueno, amigo, no me cabe duda de que todo va a terminar saliendo tremendamente mal para cuando se de el día de la Unión. Fijo Relic se va a meter mano en el asesinato de Eeron y por supuesto vas a hacer que incriminen a Jackon por ese crimen para así matchear con la escena del inicio donde lo detienen por asesinato. Pero bueno, ojalá no sea así y que Jackon sea detenido por asesinar a Relic, si es así yo no lloraré para nada.

    Con eso me despido por ahora. Está demostrado que el clímax está a las puertas, y todos están poniendo sus piezas en juego. Ahora tanto Akkor como Omnius tienen gente en las sombras para ellos, y estoy ansioso de ver como se desmadra todo.

    Ha sido un buen capítulo, amigo. Encantado una semana más por otra leída en simultáneo, y ojalá sigan llegando. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio
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    Hola a todos, en especial a mi gran amigo Agus estresado por estar siempre por aquí y no perderse ningún capítulo. Además, las leídas que tenemos en simultáneo con nuestras historias se disfrutan y agradecen mucho. Espero que podamos seguir así un tiempo más, sin que este capítulo sea la excepción. Dicho esto, espero que tanto él como cualquiera que se pase por aquí pueda disfrutar del clímax que se viene, el cual empieza pronto.







    Para que impere el orden




    Enhorabuena, Relic. Serás un gran emisario en el futuro.

    Los ojos de Relic se abrieron de par en par en mitad de la noche.

    Sin apenas luz en el habitáculo en el que dormía, el operativo del representante superior se incorporó de su cama para sentarse en el borde. Su rostro estaba sudoroso, como si hubiese despertado de una terrible pesadilla, mientras sus manos temblaban casi descontroladamente.

    Relic, has demostrado ser un fiel servidor del orden de nuestra sociedad.

    El anixis apretó los puños con fuerza, luchando por contener ese frenesí de su sistema nervioso, el cual hacía que sus manos bailasen al ritmo de sus aceleradas pulsaciones. La penumbra era absoluta y le rodeaba completamente.

    — “Un operativo siempre está dispuesto a correr riesgos y a asumir los sacrificios”.

    Antaño emisario de manera oficial, era ahora su tapadera para formar parte del grupo secreto de operativos liderados por Akkor en la sombra. Ningún consejero conocía de la existencia de esta sección militar, encargada de misiones encubiertas bajo el mando del principal líder de la sociedad. Solo unos pocos la conformaban.

    Si hubieses visto las cosas que yo vi en el viejo imperio, no tendrías ese parecer sobre las especies de la Alianza.

    Las dudas le invadían al recordar que su viejo maestro y emisario honorífico demostró estar absolutamente comprometido con las especies aliadas, pues Eeron siempre había sido un referente para él.

    Somos héroes, Relic. Yo lo seré y tú lo serás, como otros lo han sido.

    — ¿De verdad lo creías, Eeron? Se preguntó Relic a sí mismo, pensando si su viejo maestro verdaderamente creía que podrían ser héroes para su especie, algún día ¿Acaso tú lo eres? ¿Emisario honorífico?

    El joven sentía que le costaba respirar cada vez más, que la oscuridad iba a absorberle y que su mente no iba a callar. Visiblemente angustiado y desesperado por relajarse, fue directo a levantar la persiana y dejar que el aire frío irrumpiese en su habitación.

    Pase lo que pase, nos estamos preparando para decir adiós en el momento más inesperado.

    Relic se asomó por la ventana, revelando que se encontraba a una altura considerable.

    El operativo tenía una vivienda en Cainia, pero debido a su trabajo, debía quedarse en una especie de hotel. El edificio en el que estaba era de los tres más altos de Vianus, encontrándose en el piso número ciento ochenta y nueve, el cual era de los últimos.

    El aire logró refrescar la piel de su rostro y hacerle serenarse, sintiendo que tomaba el control de sus emociones al hallarse a sí mismo más presente.

    Vas a tener que asesinar a Eeron.

    El joven anixis se giró para ver la hora que marcaba su reloj digital, proyectado en la pared. Era pronto, pero aún faltaban unas horas para tener que levantarse y preparar su estrategia para atentar contra la vida de quién fue su viejo maestro emisario.

    Su rostro era serio, evidenciando que había dejado atrás ese breve pero intenso ataque de ansiedad que parecía querer convencerle de lo contrario.

    Nos volveremos a ver.

    El Día de la Unión era al día siguiente y aunque acababa de empezar uno nuevo, su misión ya había comenzado.

    Para Relic, el día que Eeron se fue al viejo imperio, fue el día en el que su viejo maestro murió. A partir de ese momento, tenía la orden de asesinarle y causar así un evento desolador tanto para los ciudadanos anixis que veneraban al emisario honorífico como a las especies aliadas, quiénes le tenían en una alta estima.

    Un movimiento estratégico en un tablero de ajedrez en el cual estaba disputándose una partida entre las fuerzas mayores de esa sociedad: Akkor y la Alianza.

    […]

    Lo que antes era una pequeña cárcel en la gran arca, ahora era también una zona de procesamiento para criminales potencialmente peligrosos para la sociedad, que estaban a expensas de conocer cuando serían expulsados de Ibos y por ende, exiliados a su suerte y sin saber a donde ir. Nadie conocía el procedimiento exacto sobre en qué consistía el exilio, más allá de que el delincuente de turno dejaba de ser visto para siempre.

    Algunos decían que las autoridades anixis daban a los exiliados una nave con suministros mínimos y les ordenaban alejarse de la órbita de Ibos, asegurándose de que nunca pudiesen volver. Otros creían que lo más probable era que los enviaran a la muerte, flotando en el espacio exterior hasta morirse asfixiados en la nada cósmica. También había gente que afirmaba que los exiliados eran llevados por las autoridades a otro mundo ubicado en un sistema próximo, abandonándolos allí a su suerte sin tecnología ni comida, debiendo subsistir en un planeta probablemente vivo.

    Todo eran teorías pero la realidad es que el Consejo Superior nunca reveló esa información, ni siquiera a la Alianza, siendo una de las pocas cosas que quedaban en un secretismo máximo. Simplemente existía la certeza de que si una persona era exiliada, no se le volvía a ver nunca más. Era un tema que Omnius quería descubrir, pero era difícil hacer fuerza en muchos ámbitos cuando era él solo contra cuatro consejeros anixis.

    — Hola, buenos días — La científica jefe de una investigación en curso ubicada en la gran arca que ahora era la estación espacial, hizo acto de presencia en la entrada a la zona de celdas numeradas — Me gustaría ver a alguien y poder conversar un rato con él.

    — Está bien, rellene este formulario con sus datos y demás — Una soldado anixis era la encargada de registrar la entrada y salida de las visitas a los criminales — Debo notificarle que dispone de un tiempo muy limitado para interactuar con el preso en cuestión y será cara a cara con una protección de por medio para evitar problemas. ¿Queda claro?

    — Sí, entendido.

    — Perfecto — La guardia tomó el formulario de la joven Vaalot para registrar sus datos, pero todavía quedaba algo más — ¿Su nombre?

    — Karla Vaalot.

    — No, no el tuyo. El nombre del criminal al que quiere ver — La anixis lanzó un suspiro de molestia — Debemos sacarlo de su celda y llevarlo a una zona exclusiva para visitas.

    — Ah, sí, disculpe — La humana asintió, fingiendo sentirse avergonzada a pesar de que internamente no le importaba en absoluto el error — Quiero ver a Kairos Kent.

    — Muy bien, espere aquí. La llamaremos en breve.

    La guardia se echó la mano al oído para activar un comunicador diminuto, enviando así un mensaje a algunos de sus compañeros para que preparasen dicha sala habilitada para que los visitantes pudiesen comunicarse cara a cara —pero sin poder tocarse—. Mientras esperaba, Karla pensaba en las ganas que tenía de regresar a Vianus durante unos días, pues estaba deseosa de ver a Owen y de poder disfrutar de una icónica celebración como lo era el Día de la Unión, en el cual se cumplían cuatro años de la llegada de la Alianza a Ibos.

    Andrómeda también iría con ella, por lo que ambas estaban verdaderamente entusiasmadas con la idea de reunirse con sus viejos amigos. No obstante, su transbordador salía por la tarde, por lo que tenía un buen tiempo en la mañana para aprovechar y reencontrarse con el neoniano, al cual hacía años que no veía.

    La espera estaba por terminar, pues la guardia activó la apertura de las puertas para que la humana entrarse en el recinto.

    — Espera — La soldado señaló a uno de sus compañeros una vez Karla entró — Deberá someterse a un escaneo corporal para asegurarnos de que no lleva armas o algún objeto que pudiese ayudar al escape del criminal.

    — No llevo nada, pero adelante.

    El escaneo no tomó más de medio minuto y una vez comprobaron que la científica estaba limpia, uno de los guardias la indicó que le siguiera.

    El trayecto la llevó a cruzar la sala principal y acto seguido un pasillo muy extenso con celdas a cada lado. Estas eran transparentes de puertas hacia fuera, por lo que la joven Vaalot pudo observar a varios de esos presos mientras estos no podían ver quién andaba por el pasillo. Había humanos, neonianos, sylerianos e incluso anixis, la mayoría de ellos aguardando su turno para ser exiliados, aunque no todos allí iban a terminar siéndolo.

    — Es aquí — Al final del pasillo había varias puertas, siendo una de ellas para encuentros entre visitantes y criminales — Tiene quince minutos.

    El guardia le abrió la puerta a la humana, que una vez dentro de la sala, vio como era encerrada allí.

    Un espacio con las paredes blancas y una iluminación excelente, además de un ventanal rectangular que daba directamente al abismo espacial, con el sol del sistema de fondo. También había una mesa cuadrada de pequeño tamaño y dos sillas ancladas al suelo, siendo de un color negro que contrastaba con el color principal del lugar.

    Sentado en una de esas sillas y con los grilletes de energía creando una especie de imán entre sus muñecas, se encontraba Kairos.

    El neoniano se veía serio y cansado, pues las ojeras iban asomando bajo su mirada, clavada en la de la humana que estaba de pie ante él. Karla se aproximó lentamente para tomar asiento, consciente de que el preso se preguntaría que hacía alguien como ella visitando a alguien como él.

    — Hola, Kairos — Dijo ella, rompiendo ese silencio incómodo entre los dos — Cuanto tiempo.

    Kent apartó la vista de la científica, centrándola ahora hacia su derecha, donde el extenso ventanal de la sala proyectaba una vista magnífica del sol que alumbraba a Ibos.

    La mujer sentía que la situación no podía ser más incómoda, pues ambos apenas interactuaron en el pasado durante su formación e infancia en Paraíso. No obstante, ella estaba allí simplemente para decirle algo que quería decirle, sin ánimo de prolongar la conversación si el neoniano no quería hacerlo.

    — Muchas gracias por proteger a Owen durante esa fuerte protesta en el Distrito Neonia — Las palabras de Karla eran totalmente sinceras, algo que se pudo notar en su tono de voz — Me lo contó. De no ser por ti, quizá también habría sido detenido y procesado.

    — Owen siempre ha necesitado que le protejan — Murmuró el criminal neoniano, volviendo a centrar su mirada en la chica — Hay costumbres que nunca cambian.

    — Lo dices como si fuese alguien indefenso — La joven Vaalot no estaba contenta con lo que había escuchado — Creo que en eso te equivocas.

    — No me malinterpretes, no quiero decir que sea un completo inútil — Era difícil identificar si Kairos hablaba en serio o sarcásticamente con ese último calificativo despectivo — Simplemente tiene un buen corazón. Demasiado bueno. Vio una niña neoniana llorando y fue a ayudarla, pero un policía anixis lo interceptó. Fue ahí cuando le ayudé.

    — ¿Y qué quieres decir entonces? ¿Que no hay que ayudar a nadie?

    — Hay que saber cuando es el momento adecuado — Dijo Kent, que parecía arrepentido — No debí haberle ayudado, porque mira donde he acabado. Me exiliarán en semanas, seguramente.

    — Entiendo — Karla comprendía en cierta medida a qué se refería el neoniano, estuviese o no de acuerdo con su pensar — De todas formas, está hecho. Y te lo agradezco.

    — Tu gratitud no me sacará de esta, Karla, pero sí… gracias por venir.

    — No hay de qué. Supuse que te vendría bien tener a alguien con quien hablar hasta que… bueno, lo que sea que decidan contigo.

    — ¿Sabes? En cuanto te he visto entrar por esa puerta, he pensado que te habría enviado nuestro ridículo amigo syleriano — Era evidente que Kairos guardaba rencor a Omnius y el resto, pues accedió a ayudarles y ahora que estaba a punto de ser exiliado, nadie le buscó — Pero cuando has hablado, mi intuición me ha dicho que no tenías prácticamente ni idea de ello.

    — Sé a lo que te refieres y sí, estoy enterada de ello, pero decidí no involucrarme. Tengo mucho trabajo aquí, en la estación.

    — ¿Les darías un mensaje de mi parte a nuestros queridos amigos?

    — No voy a ser tu mensajera si lo que me vas a decir no me gusta.

    — Descuida, no pretendo decir nada ofensivo o dañino — Kairos observó las esposas de energía que le mantenían maniatado a la mesa — Solo quiero que les digas que estaba dispuesto a ayudarles con mis recursos y que aún están a tiempo, siempre y cuando me ayuden ellos a mí.

    — ¿Ayudarte? — La científica habló en voz baja — ¿Cómo?

    — Sacándome de aquí y destapando la corrupción que nos gobierna.

    De repente, la alarma de la sala lanzó tres sonoros pitidos que alertaban de que el tiempo de la visita había concluido.

    Acto seguido, la puerta de la sala se abrió y dio paso a tres guardias anixis, dos de ellos para llevarse al criminal de regreso a su celda y el soldado restante para escoltar a Karla hasta la salida de la cárcel de la estación. Sin embargo, no habían pasado quince minutos tal y como le dijeron a la humana, sino que en cinco minutos decidieron dar por terminada esa reunión.

    En otras circunstancias, la joven Vaalot protestaría por su derecho, pero en ese instante fue buen consciente de que estaba al borde de ser detenida, pues los guardias habrían visto y oído por las cámaras todo lo que hablaban, sospechando un poco.

    — Por favor, señorita Vaalot, acompáñeme a la salida.

    — Por supuesto.

    Mientras la mujer seguía los pasos del soldado anixis, se volteó para ver como el neoniano era liberado de sus ataduras a la mesa, para acto seguido comenzar a caminar tras ella.

    Kairos se encontraba un tanto molesto porque era consciente de que le tenían estrechamente vigilado dado su historial delictivo, uno de los más llamativos probablemente de todos los habitantes de la colonia. En apenas un minuto se encontraba en su celda correspondiente, siendo encerrado allí tras una breve y rápida conversación con la científica Vaalot, a quién hacía varios años que no veía.

    El neoniano se sentó sobre su camastro, apoyándose sobre sus rodillas mientras permanecía pensativo sobre cuál iba a ser su futuro próximo.

    Hacía una semana estaba liderando a un grupo de lo que llamaban mercenarios, ex soldados de la Alianza que se ganaban la vida con trabajos como la mecánica, la agricultura y demás. Pero tras la gran disputa que hubo en su distrito contra las autoridades anixis y posterior a su reunión con Owen y Kendall en la que accedía a ayudarles a destapar los secretos del Consejo Superior, su estabilidad se había venido abajo.

    Ahora su lucha por alimentar a los más desfavorables recaía en hombros de otros como Eret y Vorta, mientras su objetivo primordial pasaba a ser sobrevivir allá donde lo exiliasen, si es que lo exiliaban. Pues Kairos temía que su final estuviese cerca en forma de ejecución y el procesamiento para el exilio fuese una mera obra de teatro por parte del Consejo Superior.

    Su mente no dejaba de dar mil vueltas sobre qué hacer o cómo huir de esa situación, pero sabía que por su cuenta iba a ser imposible. Dependía de sus viejos compañeros de academia, si es que estos podían o querían liberarlo.

    — Necesito un milagro para salir de aquí — Se dijo Kent para sí mismo, colocando las manos en una posición parecida a la de rezar — Siento haberle fallado, líder Quetaryan.

    […]

    Las preparaciones para la festividad del Día de la Unión habían acabado.

    Con las protestas controladas en los distritos habilitados para las especies de la AIE y en algunos puntos erradicadas por el ejército, por primera vez en un tiempo se podía sentir un aura de tranquilidad en el ambiente, aunque eso no significaba que no hubiese gente manifestando su descontento contra el Consejo Superior y la Alianza por su gestión con las dificultades que sufrían bastantes familias de las especies aliadas.

    Había varios puestos de comida, de ensayos tecnológicos e incluso en una gran carpa se estaba dando una obra de teatro referente a la historia de los anixis y de las subespecies. Pero también había varias personas protestando en el centro de la gran plaza de Vianus, donde tendría lugar en unas horas un discurso del emisario honorífico, claro nexo entre especies.

    — ¡Hace cuatro años que vinimos a este mundo a ser sometidos por los anixis! — Exclamaba un predicador syleriano, acompañado de otros de su especie y también de humanos y neonianos — ¡Todo esto es una farsa! ¡Una cortina de humo para hacernos creer que estamos verdaderamente unidos!

    Algunos ciudadanos anixis se acercaron para escuchar al syleriano, pero rápidamente siguieron sus caminos al ver que estaba predicando lo que ellos consideraban bulos, en un intento por envenenar a la población aliada. No obstante, muchos de los aliados se quedaban oyendo al predicador y a sus acompañantes, algunos creyéndose cada palabra que escuchaban y otros simplemente compartiendo los mismos ideales con esos protestantes pacíficos.

    — ¿Crees lo que dicen? — La joven Vaalot, que había aterrizado en Ibos durante la tarde del día anterior, hablaba con su pareja.

    — Om cree que es cierto — Owen trató de no decirlo en voz alta, aunque mucha gente les rodeaba yendo de puesto en puesto y disfrutando de la feria que se había instalado en el centro de Vianus — Y personalmente, empiezo a pensar que así es.

    — No lo sé, amor, yo tengo la sensación de que todos estáis siendo un poco conspiranoicos — La científica, que tendría unos días libres debido a la festividad, caminaba al lado de su chico mientras recostaba su cabeza en él.

    — Bueno, si no encontramos evidencias sospechosas sobre el Consejo Superior, tú tendrás razón y Om tendrá que asimilar que todo está bien.

    — Creo que él simplemente se siente impotente al no tener un poder equitativo con respecto a los otros consejeros. Al final, solo él representa a la Alianza en el Consejo.

    — ¿Lo puedes culpar? Cualquiera se sentiría impotente en su posición.

    — Probablemente.

    El joven Crane observó que se estaban aproximando a un puesto de helados, por lo que se acercó con su amada para pedir.

    Había una fila de varias personas esperando su turno para elegir, por lo que tocaría esperar un ratito. Karla se volteó hacia su pareja, rodeó con sus manos el cuello de éste y le besó con suavidad, acto que fue gratamente correspondido por el hombre. A su alrededor y quitando a los protestantes, el lugar se percibía como un auténtico sueño; las tiendecitas, la amabilidad de la gente, el amor en el aire, un clima estupendo… Owen no tenía esa sensación de felicidad desde hacía mucho tiempo y no dudó en saborearla.

    — Te quiero, Karla Vaalot — La sonrisa tonta en el rostro del chico le delataba completamente — Haces que cualquier día sea más especial.

    — Oh, que bobo eres — Contestó ella, sonrojada y a la vez emocionada — Yo también te quiero, Owen Crane. Que ganas tenía de pasar tiempo contigo.

    — El deseo es mutuo — Musitó él, abrazando a su novia.

    Poco a poco la fila fue avanzando y finalmente llegó el turno de la pareja para pedir sus helados, momento en el que Karla aprovechó para pedir el suyo. El empleado asintió al pedido y empezó a prepararle rápidamente un cucurucho con nata y pistacho, entregándoselo una vez hecho.

    — Yo querría…

    — ¿Owen?

    El heladero se fijó detenidamente en el joven Crane, reconociéndolo al instante, mientras la chica aún no había probado su helado al escuchar que el tipo conocía a su novio. Al ver al trabajador, Owen sonrió.

    — ¡Nosh! — Exclamó, tendiéndole la mano — ¿Qué tal estás?

    — Pues ya me ves, aquí trabajando — Nosh era uno de los tantos trabajadores en el invernadero del fallecido Hecker, ahora cerrado indefinidamente hasta nuevo aviso — Lo que pasó nos jodió pero bien. ¿Tú qué andas haciendo?

    — Ahora mismo nada, estoy buscando empleo. Analizando mis opciones, ya sabes.

    — Claro, entiendo. Dime, amigo, ¿qué helado te apetece?

    — Querría un cucurucho de nata y turrón, si es posible.

    — Eso está hecho.

    Ambos hubiesen querido pararse a hablar más tranquilamente, pero Nosh estaba en horario de trabajo y la gente que quería un helado no merecía esperar de más. Fue por eso que una vez el helado estaba listo, el ex compañero de Owen se lo entregó a éste y se despidió con aprecio.

    — Me ha alegrado verte — Dijo, dándole un apretón de manos — Disfrutad del helado, chicos.

    — Gracias — Respondió la pareja al unísono.

    Owen y Karla continuaron su tranquilo paseo por la feria, esta vez saboreando sus helados de pistacho y turrón, mientras a escasos metros de ellos iba el resto del grupo.

    La pareja se había adelantado para disfrutar de su compañía, algo que no todos podían hacer. Xerom y Kendall paseaban juntos mientras observaban todo a su alrededor. El detective llevaba las manos en los bolsillos mientras veía a la pareja feliz por delante.

    — Aún recuerdo cuando tú y Owen peleabais por la atención de Karla — El soldado syleriano esbozó una sonrisa un tanto pícara, consciente de lo que había dicho — Dime, Ken, ¿sigues interesado?

    — Karla es una magnífica mujer — Comenzó diciendo Xom, sin apartar la vista de ella — Pero no, ella está con Owen. Y por mucho que me gustaría estar en su lugar, acepté hace tiempo que debo seguir adelante.

    — Eso es muy maduro de tu parte, detective — Devom asintió al oír eso, mostrando respeto — Hace años no me creería ninguna de esas palabras.

    — Me importa una mierda, Xerom — El chico con rasgos asiáticos no quería seguir hablando de ese tema tan sensible para él — ¿Quieres que te compre un puto helado? Tal vez así te calles la boca.

    — Ahí está el Kendall que conocí — Musitó Xerom, conteniendo las carcajadas — Un irremediable frustrado.

    Kendall optó por no seguir dándole conversación al syleriano, pues era consciente de que estaba disfrutando mucho con molestarle.

    Tras ellos se encontraban Echo, Brandon y Andrómeda. La joven científica no dejaba de halagar como iba vestido el millonario, mientras éste se veía realmente interesado en hablar con la comandante del ejército, la cual parecía sumida en sus profundos pensamientos respecto al futuro de su relación con Jackon, que parecía en un claro punto muerto para los dos.

    — Te queda genial ese traje, Brandon.

    — Gracias de nuevo, Andrómeda — El joven Gallagher estaba un poco cansado — Ya me lo has dicho tres veces en el día de hoy y ya te lo he agradecido.

    — Lo sé, perdona, es que creo que realmente te… — Vermeer se frenó a sí misma antes de repetirse — Bueno, eso.

    — ¿Tú qué opinas, Echo? — El tipo se aproximó a la comandante, que iba unos pasos por delante — ¿Me queda bien el traje? Es de una seda muy fina, suave al tacto, ¿quieres…?

    — Muy bonito, Brandon — Mercer decidió complacerle verbalmente, pero sonó tan cortante que hasta el hombre se sintió ofendido.

    — Que maleducada — Susurró él para sí mismo, aunque fue escuchado por la joven científica.

    — Es una chica muy seria, no me extraña que ella y Jackon ahora no estén juntos. Desde que es comandante del ejército, apenas se le ve una sonrisa en el rostro.

    — ¿Ella y Jackon no están juntos? — Brandon estaba muy sorprendido con esa afirmación — Debe haber un malentendido, ¿no?

    — No, te estoy diciendo la verdad — Andrómeda asintió, determinada a dar veracidad a sus palabras — Llevan semanas así, según sé.

    El joven Gallagher no pudo evitar sentirse bien al saber que Jackon ya no estaba junto a su hermanastra, pues desde la adolescencia que él y el joven Vaalot no habían encajado como amigos, además de que al chico adinerado siempre le había agradado la jovencita que su madre adoptó y cuidó durante varios años antes de partir en la gran arca. No obstante, él era consciente de que sus opciones románticas con Echo eran casi nulas, ya que ella no dejaba de demostrar una y otra vez que no tenía interés alguno en interactuar más de lo debido con él.

    Un poco más lejos del trío se encontraban precisamente Jackon y Mia, mientras que tras ellos iban tranquilamente Omnius y Eeron.

    El soldado, antaño el flamante comandante del ejército de la Alianza, no podía evitar estar en alerta todo el tiempo, sobre todo en una zona abierta y expuesta en la que cualquier cosa podía generar el caos absoluto. Su constante tensión tuvo que ser apaciguada por la ingeniera Yazuke, que posó su mano izquierda sobre el hombro derecho del chico, captando así su atención y liberándolo de su modo vigilante, algo que evidenciaba cierto estrés interno por su parte.

    — No estás en horario de trabajo, soldadito — La chica con rasgos asiáticos trató de disuadirle de ese modo alerta en el que se encontraba — ¿Tú nunca te relajas?

    — Precisamente dejé la comandancia porque me quería relajar — Jackon se volteó hacia su amiga tras estar un buen rato con la vista al frente, observando a Echo junto a Brandon y Andrómeda — Y mírame, cuando divago, es como si me volviese a poner el traje del ejército.

    — Pues no estás patrullando, guapo — Mia soltó una risa distendida, tratando de entretener al chico, al cual se le veía con muchas cosas en la cabeza — Así que deja de vigilar y desconecta un poco. Hoy es un día especial, ¿no?

    — Supongo que sí — El joven Vaalot se decidió — Tienes razón.

    — ¡Bien! Eso quería oír, Jacky — La mujer abrazó por la cintura al soldado, gesto que le sorprendió e incomodó por un instante, aunque fuese amistosamente — Vaya, eres un auténtico libro abierto.

    — ¿A qué te refieres?

    — Tu cara refleja tu estado de ánimo, tus reacciones…

    — Lo siento, Mia. No me molestan tus abrazos y sé que quieres animarme, pero son tiempos difíciles para mí, últimamente.

    — No pasa nada, te comprendo. Yo también navego por esos mares.

    — No te recordaba tan enigmática. ¿Qué quieres decir con eso?

    — Bueno, tú al menos viniste acompañado de tu pareja y de tu hermana. Viniste con familia, en cambio yo… mis padres murieron en la guerra contra los Veerham y desde entonces he estado sola. Vine aquí sola y echaba en falta el contacto físico, quiero decir, no he sido nunca popular ni he tenido amigos. Sí, a todos vosotros os conocía, pero nunca llegamos a ser amigos de verdad, ¿me entiendes?

    — Sí, sé lo que quieres decir.

    La conversación entre Mia y Jackon estaba en un segundo plano para Omnius y Eeron, que eran los últimos del grupo.

    Ambos seres con gran reputación no podían evitar acaparar las miradas de los civiles, que disfrutaban de la feria unas horas antes de los discursos que tanto algunos de los líderes como el propio emisario honorífico iban a dar. No obstante, al ser un día festivo, la gente en su mayoría estaba centrada en disfrutar tras unas semanas intensas con lo sucedido respecto a las protestas en los distritos y demás.

    Todos en el grupo vestían elegantemente en cierta manera, pero el representante de la Alianza y el emisario honorífico llevaban unos trajes muy llamativos.

    — Me gusta ese detalle — El joven syleriano señaló una pequeña insignia de la AIE que el anixis llevaba sujeta en su ropaje.

    — Gracias, joven amigo — Eeron agradeció esas palabras del líder de las especies aliadas — Me gusta hacer evidente que me siento parte de la Alianza, a pesar de que a algunos de mis símiles no les alegre.

    — Bueno, ya sabes a quiénes no les gusta.

    — Lo sé — El emisario honorífico se mostró muy conciliador, pues su deseo interno era que la Alianza y el Consejo Superior terminasen definitivamente con sus diferencias — Pero estoy seguro de que las cosas mejorarán.

    — ¿Tú crees? — Om parecía haber perdido ese característico optimismo propio de su madre y su padre — Yo solo veo que estamos al borde del abismo. Sí, hoy es el Día de la Unión y eso parece haber bastado para rebajar la tensión respecto a las protestas, pero una vez acabe todo esto, seguramente vuelvan las disputas. Solo espero que Akkor acceda a mis peticiones; eso sería un buen comienzo para terminar con esta situación.

    — Eres un buen líder para tu pueblo, Omnius Paokt — El veterano explorador anixis reveló una sonrisa amable en su rostro, mientras fijaba la mirada en los ojos del syleriano — Y conseguirás que, algún día, el Consejo Superior esté formado por miembros de todas las especies. Espero poder verlo con mis propios ojos.

    — Lo dices como si no creyeses que pudiese ocurrir.

    — Sé que las cosas irán bien próximamente, pero no por ello digo que vaya a ser pronto. Tomará tiempo, pero esta sociedad anixis y las subespecies deben trabajar juntas. Es lo que vi en cuanto acordé con Akkor que vinieseis a Ibos en la gran arca.

    — Eso me hace pensar, ¿no piensas en quiénes dejamos atrás? — Esa pregunta del representante Paokt era verdaderamente profunda, a pesar de ser formulada en el ajetreo de la feria — Yo lo hago. Mi padre nunca quiso que viniese, pero me dio la libertad de elegir. Mi buen amigo Vraco se quedó liderando a su gente. La hermana de Owen, Regina… No sé. A veces me pregunto cómo sería tenerlos a todos aquí.

    — Sería mucho mejor, sin duda — Asintió Eeron, con la nostalgia invadiendo sus entrañas — Y por supuesto que pienso en aquellos que se quedaron en Paraíso. La comandante Ripley, Lill Crane, la gobernadora Carver, tu padre Om… todos ellos me enseñaron mucho. Me hicieron ver que solo existía un futuro en el horizonte: este que vivimos hoy. Para que impere el orden es necesario que haya unión y este día es para recordarlo.

    — Sabias palabras, amigo mío — Omnius le chocó el codo en señal de afectuoso saludo — Estoy seguro de que tu discurso calará en la población de todas las especies. Quizá incluso sirva para detener las protestas y el egoísmo.

    — Haré lo que esté en mi mano en el tiempo que me quede de vida.

    […]

    En la gran plaza de Vianus estaba construido un escenario, a los pies de una gloriosa estatua del Gran General, aquel líder y soldado anixis que contribuyó en la lucha y la huida de la destrucción que Mente Colmena ocasionó al viejo imperio hacía miles de años.

    Los equipos electrónicos estaban siendo montados y preparados para la hora de los discursos, donde seres célebres como Akkor, Omnius y Eeron expondrían por separado un mensaje de unión para los anixis y las subespecies, para posteriormente dar paso a la festividad por el resto del día. Pero hasta que llegase ese momento, quedaban un par de horas en las que los puestos de comida y pequeñas tiendas aprovechaban al máximo para vender, mientras la música de ambiente eclipsaba a algún que otro predicador que clamaba contra el Consejo Superior y el ejército de la Alianza.

    En uno de los edificios más cercanos a la gran plaza, de un tamaño medio, se solía almacenar parte de ese equipo eléctrico y demás que serviría no solo para que los discursos se escuchasen bien en toda la plaza, sino también para emitirlos en directo por la televisión para aquellas personas que estaban en otros puntos de Vianus, en otras ciudades como Astea o Cainia e incluso aquellos que estuviesen en la estación espacial.

    También había, en ese mismo edificio, una serie de habitaciones dispuestas para los tres principales artífices que tomarían la palabra ante los ciudadanos, donde podrían ensayar o simplemente esperar acomodados a que fuese su turno de dirigirse al escenario a transmitir su mensaje de unión.

    En uno de esos cuartos se encontraba Relic, consciente de que llegaba el momento en el que debía actuar.

    Sentado en una silla de plástico y apoyándose con sus brazos en el respaldo de esta, tenía la mirada clavada en la puerta. La capucha de su alargada y negra túnica le cubría parte del rostro, pero se veía lo suficiente como para asegurar que su semblante era serio. En una de sus manos portaba una daga de energía, con la que jugaba sin centrarse en ella, mientras en la otra simplemente apretaba el puño. No había estrategia más que asesinar a su viejo maestro por orden de su superior, pero se había asegurado de que no hubiese ningún trabajador en el edificio durante esa hora, por lo que no podía fallar.

    Un testigo que saliese con vida de ese lugar y su misión terminaría con él exiliado o peor.

    — “Un operativo siempre está dispuesto a correr riesgos y a asumir los sacrificios” — Le repitió, como esa misma mañana, la voz de su mente.

    El operativo apretó la daga de energía en sus manos —decidió no usar un arma de fuego, ya que además de hacer ruido, sería más difícil de llevar consigo en un área repleta de civiles— cuando escuchó que alguien se aproximaba a la puerta. Su pulso se aceleró pero el cuchillo no temblaba en sus manos; estaba empezando a dominar ese primer impulso emocional que quería frenarle o dificultarle el trabajo.

    Los pasos se hacían cada vez más sonoros y próximos, por lo que el joven anixis se incorporó de la silla y se colocó a un lado. No era la primera vez que eliminaba una amenaza por el bien de la sociedad, a fin de cuentas, su trabajo en la sombra consistía precisamente en eso. Solo respondía ante una persona: el representante superior. Y estaba a punto de cumplir su mandato.

    La puerta empezó a abrirse y Relic no lo dudó, lanzándose rápidamente hacia la yugular de la víctima para acabar con ella lo antes posible.
     
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  18.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Saludos, amigo, paso a comentar el capítulo de esta semana.

    Otra leída en simultáneo, y esperemos seguir acumulando más a lo largo del año. El capítulo arranca con una escena magníficamente narrada donde vemos que Relic tiene algunas dudas sobre lo que debe hacer con su maestro, pero tal y como fue entrenado para ser operario, esas dudas desaparecen de su cuerpo pronto. Fue interesante ver el dilema interno del chico antes de tomar una decisión que tiene como objetivo sacudir a las poblaciones, pero bueno, eso no evita que lo siga odiando :ewww:

    En la segunda escena vemos que Karla decide ir a hacerle una visita a Kairos, ya que sabe que Owen lo pasó mal tras el cierre de su invernadero, y si lo hubieran atrapado en las protestas posiblemente lo hubieran procesado para ahorrarse problemas. Karla se muestra agradecida con Kairos por haberlo ayudado, y le dice que por eso le fue a visitar. Punto a parte para las medidas super restrictivas de seguridad que tienen los Anixis en la base en órbita. Luego del intercambio, Kairos, quien se arrepiente de haberse comprometido con Omnius para que luego no lo fueran a buscar, le dice a Karla todo lo que prometió y que tiene pensado cumplir con esa promesa siempre y cuando ellos hagan algo por él. Justo en ese momento una alarma suena, y claramente los dos jóvenes piensan que quizá les hayan escuchado hablar. Espero que no sea demasiado como para ponerse a vigilar a Karla, que no quiero a esos anazis encima de ella.

    Luego de un tiempo, el día de la unión ha llegado. El cuarto para conmemorar un aniversario más de la llegada de la alianza, donde podemos ver como se lo toma la gente. No hay protestas, pero sí hay manifestaciones verbales, ya que las subespecies quieren hacerse oír por todos en un día muy especial. También nos deja ver al grupo de protagonistas listos para seguir adelante con ese día.

    Los primeros son Owen y Karla, que por fin se reúnen luego de que a la chica la hayan llamado a trabajar en órbita. Los dos comparten sus opiniones al respecto de como ven las cosas que pasan los Anixis, y como el tiempo dirá si Om tiene razón o se equivoca, aunque claramente tiene razón. Me dio mucho gusto verlos a ellos dos pasar tiempo de calidad como pareja, paseando y comiendo helados, e incluso decirse una vez más todo ese amor que se tienen. La pareja número uno de la conti, amigo :nice:

    Más atrás están Xerom y Kendall, donde Xerom le pregunta al chico si sigue interesado en Karla. Ken le dice que la ha llegado a querer, pero que ya aceptó que ella no puede ser suya. Tremendo lo del joven Xom. Es inteligente, protector, ha empezado a cuidar su salud y también demuestra que aprendió a dejar ir. Le será difícil establecerse en la cima del top de personajes estando Owen y Jackon, pero con ese desarrollo puede llegar lejos. Sigue así, bebé :\*u*/: Xerom igual lo provoca, y Ken le da un pequeño insulto porque tampoco quiere que le rompan la paciencia hoy, lo que hace que Xerom le diga que ahí está el Ken que conoce XD.

    Más atrás de ellos están Brandon, Echo y Andrómeda. La joven científica está a nada de que yo pierda la paciencia con ella XD. Joder, es que le ha dicho como tres veces a Brandon que su traje le queda bien y este nada más le devuelve un gracias. Solo le falta ponerse un cartel en la frente que diga "Brandon, quiero que me la pongas". Pero bueno, supongo que es la consecuencia de haberse quedado sin su padre cuando los renegados atacaron en la parte X de LV :*{*: . Mientras tanto, Brandon parece que es todo lo contrario a Kendall. Es arrogante y parece que no ha aprendido lo que significa soltar, ya que quiere que Echo se fije en él (que maldito, es su hermanastra, ¿tanta sangre se le va a la pija que se la quiere poner a la chica que su madre adoptó? :gio:). Pero bueno, Andromeda debería darse cuenta de que Brandon no le daría ni la hora con esos diálogos, pero no lo hace. El amor es ciego, o eso dicen. Echo por su lado ignora a su hermanastro, y es ahí cuando Andrómeda le cuenta que ella y Jackon no están juntos y eso pone a Brandon muy feliz. Eso ya lo dice todo, Brandon no parece estar en esta misión por el bien de la especie, le interesa que Omnius le de la oportunidad para competir por el puesto del consejo y encima seguro querrá una oportunidad para ponersela a Echo.

    Más atrás de ellos dos están Jackon y Mia, donde la chica no se molesta en disimular ni un poco que está encantada con Jackon. Queriendo animarlo (aunque más que animarlo parece querer que se fije en ella) llamándolo Jacky como cuando eran compañeros y encima abrazándolo cariñosamente. Es una clara declaración de intenciones de la chica. Pero bueno, espero que lo de Jackon y Echo vuelva a salir a flote. Y que Mia se fije en Kendall, que está creciendo como persona. Quizá ya no se vea tan guapo, pero ahora que dejó el cigarrillo seguro empezará a verse mejor :eyebrow:

    Más atrás de ellos, y en la posición final están Omnius y Eeron, donde podemos ver al emisario honorífico portando un emblema de la propia AIE en su uniforme. Eeron no teme mostrar su apoyo a las subespecies, incluso quiere que más gente se una a ellos. Incluso él imagina un lugar donde cada subespecie tendrá un puesto en el consejo, y que desea estar vivo para verlo. También se ponen a pensar en todos aquellos a quienes dejaron atrás, y como aceptaron que su futuro está conviviendo en paz con los Anixis.

    El capítulo acaba con Relic esperando a su antiguo maestro para acabar con él de un golpe rápido y sigiloso, interceptándolo cuando entre a una habitación donde tendrá privacidad antes de los discursos del día de la unión. Vemos que se ha mentalizado para estar listo para golpear rápido. Y el capítulo nos dice que la puerta se abrió y que Relic atacó. Uff, tremendo, ahora a esperar otra semana para saber si quien entró es Eeron o si entró alguien más ya sea por error o equivocación, y además, saber si aquella persona que ha entrado ha sido golpeada o si podrá sobrevivir al ataque. Yo voy a decir, ojalá quien haya entrado haya sido Brandon y se haya comido una buena cortada de garganta :shani: Pero si no fue Brandon, voy a estar así hasta la próxima leída que tengamos :aniscream:

    Y bueno amigo, ¿Qué más decir? Creo que este capítulo ha sido espectacular y ya se ha lanzado el golpe de Relic. Queda ver quien es la víctima y que repercusiones quedan de aquí a lo que queda de parte, ya que si no me equivoco, estamos a la mitad. Pero se ve venir que la segunda será intensa e interesante a la vez.

    Con eso me despido hasta la próxima leída en simultáneo, que ojalá sea la semana siguiente. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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  19. Threadmarks: Día de la Unión
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Los Viajeros Vol. 2: El nuevo imperio
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    Hola a todos los presentes, en especial a mi gran amigo Agus estresado quién está a la orden del día en lo que respecta a esta historia. Habiendo superado el ecuador de esta primera parte de Los Viajeros Vol. 2, nos encontramos ya en lo que sería el clímax. A partir de este punto, las cosas se van a poner más interesantes, así que simplemente deseo que disfrutéis.







    Día de la Unión





    — “Un operativo siempre está dispuesto a correr riesgos y a asumir los sacrificios”.

    El operativo apretó la daga de energía en sus manos —decidió no usar un arma de fuego, ya que además de hacer ruido, sería más difícil de llevar consigo en un área repleta de civiles— cuando escuchó que alguien se aproximaba a la puerta. Su pulso se aceleró pero el cuchillo no temblaba en sus manos; estaba empezando a dominar ese primer impulso emocional que quería frenarle o dificultarle el trabajo.

    Los pasos se hacían cada vez más sonoros y próximos, por lo que el joven anixis se incorporó de la silla y se colocó a un lado. No era la primera vez que eliminaba una amenaza por el bien de la sociedad, a fin de cuentas, su trabajo en la sombra consistía precisamente en eso. Solo respondía ante una persona: el representante superior. Y estaba a punto de cumplir su mandato.

    La puerta empezó a abrirse y Relic no lo dudó, lanzándose rápidamente hacia la yugular de la víctima para acabar con ella lo antes posible.

    — ¡No!

    La exclamación hizo frenar en seco las intenciones del operativo de efectuar el golpe definitivo.

    Un corte en la zona central del cuello y la víctima se desangraría en unos pocos minutos. Sin embargo, aquel que irrumpió en la sala no era el emisario honorífico, sino el propio Akkor, quien también debía prepararse para su discurso. Relic estuvo a centímetros de asesinar por error a su superior, pero tuvo la suficiente sangre fría como para detener el movimiento de forma magistral, apreciando en el rostro del líder del Consejo un terror que pocas veces se le podía ver.

    Por unos breves instantes, el silencio en esa habitación parecía haber detenido el tiempo, hasta que el joven anixis bajó la daga de energía con un ágil movimiento de manos, equipándola en su cintura. El representante superior tragó saliva, mientras notaba como la sudor empezaba a brotar en su frente debido al susto.

    — Maldición — Akkor estaba enfadado, pero apenas podía enfurecerse con el operativo porque el miedo aún le recorría la espina dorsal — Ha estado cerca.

    — Discúlpeme, representante superior — Relic hizo una especie de reverencia a su jefe mientras daba unos pasos hacia atrás — Estaba convencido de que mi objetivo entraría en esta sala.

    — Ha sido un claro error de cálculo, joven — El anixis de avanzada edad le echó en cara ese fallo al mismo tiempo que cerraba la puerta tras de sí — Tu objetivo está reunido con el representante Paokt en otra sala. Ahora mismo lo tienes difícil para acabar con su vida.

    — ¿Cuánto tiempo tengo antes de que comiencen los discursos? — Preguntó el operativo, que ahora debía reorganizar sus planes.

    — El emisario honorífico será quien haga el discurso inaugural — Reveló Akkor, mostrando su rostro arrugado al echarse atrás la capucha de su túnica especial — Yo y el resto de consejeros estaremos en el escenario. Haz lo que creas, pero yo te diría que ahí tienes tu oportunidad; cuando él esté de regreso aquí.

    — Estaremos solos en ese momento — El joven vio ahí el momento perfecto para asestar el golpe a la unión formada por aliados y anixis — Aprovecharé ese instante para ponerle fin a su traición.

    — Nadie se esperará su muerte, ni siquiera aquellos que le aprecian — El representante superior esbozó una sonrisa un tanto malévola, correspondida por su súbdito — Hazlo, hijo, y te garantizo que en un futuro tendrás un sitio en el Consejo Superior.

    — Será un honor, rep…

    — Llámame Akkor, operativo. Siempre has sido un hijo para mí.

    Relic asintió, agradecido no solo por la oportunidad de formar parte del Consejo Superior en un futuro, sino también por las palabras cercanas de su líder.

    El joven anixis tuvo en Eeron una figura de hermano mayor, pero tras su marcha al viejo imperio, Akkor se convirtió en una especie de padre para el joven huérfano. Ahora, con la traición del primero y el apoyo primordial del segundo, su vida como operativo podía terminar dando el salto a un asiento de liderazgo en el gobierno de la sociedad anixis.

    — Gracias, Akkor. No te defraudaré.

    — Sé que no lo harás, Relic — El principal líder del Consejo abrazó al operativo, reconfortándole — Entiendo que no debe ser fácil para ti, por el pasado que compartes con el emisario honorífico, pero ya sabes en lo que consiste tu trabajo. Ser un operativo implica mantener el orden de la sociedad por debajo de las normas y de los objetivos propios.

    — Lo sé, es mi trabajo asegurar la estabilidad social y política de Ibos — El joven estaba determinado a cumplir — Es el trabajo de los operativos.

    […]

    La población de Vianus, Astea, Cainia y la estación espacial ya estaban pendientes del momento cumbre del Día de la Unión.

    Se hallaban a escasos minutos de presenciar, ya fuese por la señal en directo o algunos privilegiados en persona, la hora en la que tres figuras mediáticas y referentes de la sociedad que gobernaba Ibos se dispondrían a dar un mensaje de unión en esos tiempos tan convulsos entre especies.

    En el escenario habilitado en la gran plaza central de la principal ciudad del planeta se encontraban ya los miembros del Consejo Superior. El representante superior, Akkor, acompañado de los consejeros Plaxor, Ziba y Valtin. A su otro lado, el consejero y representante de la Alianza, Omnius. Todos ellos, incluyendo a mucha gente rodeando el escenario, aguardaban la aparición del emisario honorífico, quien sería el encargado de dar comienzo a esa ronda de discursos con el objetivo de suavizar todas las posturas.

    Echo, Jackon, Owen, Karla, Kendall, Brandon, Andrómeda, Mia y Xerom se encontraban entre toda esa multitud que esperaba, expectante, la aparición de Eeron.

    Con toda la gente allí presente, era difícil para todos estar juntos, por lo que se vieron separados los unos de los otros. Fue así como Owen, Karla y Kendall estaban por un lado, mientras que Echo, Jackon y Brandon por otro, dejando a Andrómeda, Mia y Xerom por su cuenta también. Para hacerse amena la espera, el último de los tríos intentó entablar una conversación pese a no tener lazos que les uniesen entre sí, pues al fin y al cabo eran de la misma generación de graduados en la academia de Paraíso.

    Fue la joven Vermeer, tan simpática como siempre, quién empezó a interactuar con sus viejos conocidos.

    — ¿Alguno sabe que hay pensado para luego?

    — ¿A qué te refieres? — La pregunta fue inesperada tanto para Mia como para Xerom, siendo éste último quien habló.

    — Después de los discursos y demás — Andrómeda se dispuso a explicarse — ¿Haremos algo todos juntos? ¿Una cena, por ejemplo?

    — A mí me gustaría, honestamente — La ingeniera asiática dio el visto bueno a ese plan — ¿Es algo que se ha hablado o has tenido tú la idea?

    — Se ha hablado previamente, pero poco. Me gustaría proponerlo.

    — Cuenta conmigo también, Andro — El soldado syleriano asintió, confirmando su participación en esa posible cena — Luego de los discursos, veamos de reagruparnos y decidir donde ir a cenar.

    — Así es, tal vez alguno de ellos conozca un buen sitio en Vianus en el que se coma muy bien — Yazuke hizo el gesto de chuparse los dedos, algo que hizo reír a la joven científica.

    — ¡Claro! Los convenceremos a todos — La joven Vermeer aplaudió que su propuesta hubiese salido adelante con sus dos amigos — Una cosa, ¿qué haremos si los demás no quieren? ¿O si no quieren todos?

    Mia y Xerom se miraron, pensando durante unos segundos que harían ellos en ese caso. Andrómeda les observaba con cierto temor a que si algunos no accediesen a la cena, ellos optasen por dejarla estar para otra ocasión. No obstante, las pequeñas sonrisas en sus rostros le revelaron a la joven científica que el plan, para ellos, podía seguir en marcha perfectamente.

    — Propondremos el ir a cenar y quien no quiera venir, que no venga — Devom levantó los hombros en señal de indiferencia, un gesto que imitó de los humanos — A fin de cuentas, nadie está obligado.

    — Y no tenemos porqué cancelar un plan divertido porque alguien prefiera no participar en el — Mia estaba dispuesta a entablar más amistad con sus dos compañeros — Los que vayamos lo disfrutaremos.

    — Concuerdo — Musitó Andrómeda, que no podía esconder la alegría por ver que podría convertir esos vínculos conocidos en una amistad de verdad.

    — Genial, en ese caso, quedamos así — Confirmó Mia, chocando las manos con la científica y con el soldado.

    La música en el ambiente ayudaba a mantener un clima distendido entre los ciudadanos, habiendo no solo anixis —que eran los que más habitaban Vianus— sino también humanos, neonianos y sylerianos. Había soldados tanto del ejército superior como del ejército aliado, para así mantener el orden y apaciguar cualquier intento de protesta en un día tan señalado como ese, siendo especialmente importante para muchos de los presentes. Los pocos predicadores que se encontraban en la feria fueron vetados de acercarse a las inmediaciones del escenario, pues las autoridades eran conscientes de que eso podría desencadenar disputas y frustrar así los discursos de los célebres protagonistas del Día de la Unión.

    — ¡Apártate, joder! — Exclamó el joven Gallagher a un neoniano que se encontraba muy encima de él — ¡Haz espacio, maldita sea! ¡Me vas a ensuciar el puto traje!

    Brandon se veía un tanto estresado por tener que estar en mitad de la multitud, rodeado de muchas personas y especies. A su lado se encontraba la comandante Mercer, que acaparaba algunas miradas debido al rol que ejercía, lo que la hacía conocida entre mucha gente. Un poco de lo mismo le sucedía a Jackon, aunque esos largos meses fuera de los focos le sirvieron para poder pasar más desapercibido. Lo tres permanecían a la espera de que el emisario honorífico hiciese su entrada al escenario para dar su esperado discurso, pues la interacción entre ellos era algo escasa.

    Sin embargo, la disputa entre el joven humano adinerado y el neoniano terminó con éste último empujándole, lo que provocó un efecto dominó que acabó con Echo siendo lanzada a los brazos de Jackon, quien la salvó de caer al suelo y generar una ola de caídas.

    — ¡¿Qué mierda te crees que haces?! — Gallagher le plantó cara al neoniano, que se hartó de escucharle mal hablar.

    — ¡Deja de llorar por tu maldito traje! — Le reprochó el otro protagonista del conflicto, sin achantarse ante el ricachón — ¡Estamos en una multitud, es normal que estemos todos pegados unos con otros!

    El joven Vaalot sonrió al ver a Echo en sus brazos, lo que hizo que ambos se mirasen y ella terminase sonriendo disimuladamente. El hombre la ayudó a ponerse erguida al mismo tiempo que centró su mirada en la tensión que se estaba formando entre Brandon y el neoniano.

    — ¡Eh, vosotros dos! — Jackon captó la atención de aquellos que rodeaban la escena, pero especialmente de los dos culpables de lo sucedido — ¡Dejad de joder! ¡Aquí hay gente que podría hacerse daño!

    — ¡Cierra la boca tú también! — Aquel neoniano tenía para todos — ¡A ver si el que va a hacerse daño, aparte del trajeado, eres tú!

    — ¡¿Perdona?!

    Jackon y Brandon lo dijeron al unísono, sorprendiendo a la comandante Mercer al ver semejante sincronicidad. Los dos chicos se aproximaron al neoniano, que no parecía verse intimidado, pues iba acompañado de varios amigos suyos. Sin embargo, antes de que la situación pudiese ir a mayores, unos soldados del ejército de la Alianza intervinieron para evitarlo.

    — ¡Alto! — Exclamó un soldado syleriano, poniéndose en medio de la disputa — ¡¿Queréis acabar el Día de la Unión en una celda en comisaria?!

    El neoniano mostró una sonrisa vacilona al mismo tiempo que optaba por marcharse a otra zona de la multitud, mientras los soldados observaban tanto a un lado como al otro para asegurarse de que ambos bandos tomaban distancia. La sorpresa vino cuando uno de esos soldados reconoció a Jackon, pues había sido su anterior comandante.

    — ¡Oh! ¡Comandante Vaalot! — Exclamó el tipo, un soldado humano — ¡Digo, soldado, señor…!

    — Tranquilo, colega — Jackon tenía las miradas atentas de algunos puestas en él — Todo bien. Gracias por intervenir.

    — Buen trabajo, soldados — Echo apareció para apoyar a sus hombres.

    — ¡Comandante Mercer! ¡Gracias, gracias!

    Los dos soldados, uno syleriano y el otro humano, volvieron a sus posiciones una vez ese conflicto había sido disuadido, haciendo que el trío retomase la atención en el escenario.

    El joven Gallagher no pudo evitar sentirse incómodo al ver como Echo y Jackon se miraban entre sí con cierto deseo y cariño, algo que él anhelaba en su vida, en especial de una mujer como la comandante, aunque ella no le correspondiese. Tanto Vaalot como Mercer seguían teniendo sentimientos el uno por el otro, pese a que su relación estuviese en un punto muerto y prácticamente rota, pero sus intereses personales parecían llevarles por diferentes caminos, al menos en ese momento.

    El tiempo se encargaría de decirles qué hacer con ese amor.

    Al mismo tiempo que todo esto sucedía, no muy alejados se encontraban Kendall, Owen y Karla, quiénes eran los más próximos al escenario. El trío era más bien un dúo, dejando un tanto aislado al detective, quien comprendía la situación pero a su vez se sentía incómodo y al margen, hasta que la propia científica le indicó que se acercase a ella y a Owen. El joven de rasgos asiáticos lo hizo, introduciéndose así a la conversación que la pareja estaba manteniendo mientras esperaban pacientemente la aparición del emisario honorífico.

    — Oye, Ken, ¿tú crees que los consejeros tengan sus propios intereses en el Consejo o crees que son legales? Porque esto último dejaría en evidencia a Akkor. Ese tipo sí parece esconder motivos ocultos con sus decisiones — El joven Crane parecía estar analizando y juzgando a los líderes.

    — Bueno, es lo que vamos a investigar eventualmente — Xom parecía apoyar la teoría de su compañero — Si Om, que forma parte del Consejo, lo cree así, es porque algún indicio debe haber. La intuición no sale de la nada.

    — No sé, yo le estaba diciendo a Owen que me parece que estáis un poco paranoicos con todo esto del Consejo Superior — Karla era la más escéptica del grupo en cuanto a secretos gubernamentales se refería — No dudo de que los anixis tengan sus intereses personales, al igual que los tenemos nosotros, pero estos cuatro años iban bien hasta las protestas. Y entiendo las protestas, pero de ahí de a dudar de que nos quieran someter…

    — Ojalá estés en lo correcto, Karla, pues eso significaría que está todo bien — Kendall deseaba que así fuese, aunque no lo creía — Aunque no viene mal indagar y ver si somos paranoicos o si tenemos razón.

    — ¿Aunque eso os lleve a poneros en peligro? — La científica estaba preocupada, en realidad, por lo que pudiese entrañar esa misión en la sombra — Ya sea verdad o no que el Consejo o ese Akkor traman algo, ¿no creéis que si os pillan estaréis en serios apuros? Tan solo mirad lo que le va a suceder a Kairos…

    — Cierto, él está en procesamiento — Kendall se sentía indiferente al respecto — ¿Has hablado con él?

    — Sí, lo ha hecho — Visiblemente serio, Owen no parecía aprobar aquello — Le estoy agradecido porque evitó que acabase yo en procesamiento, pero sigo sin creerme que ahora le guste hacer buenas obras. Quiero creerme que ha cambiado, pero después de lo que han hablado...

    — ¿Qué han hablado? — El detective Xom tenía mucha curiosidad.

    — No pudimos hablar mucho, simplemente me dijo que él sigue dispuesto a ayudaros en esa misión con sus recursos, siempre y cuando le ayudéis a evitar el exilio — La joven Vaalot aún no se lo había comunicado a Omnius, quién debía tomar una decisión al respecto — ¿Creéis que Om acceda?

    — Lo veo improbable, hacer algo así nos expondría ante las autoridades si nos pillasen — El hombre de rasgos asiáticos no lo veía un movimiento audaz.

    — Concuerdo con Ken, sería un riesgo muy elevado intentar algo — Owen compartía el pensar de su compañero.

    — Ya, bueno, yo se lo diré a Om porque así lo quiso Kairos. Él decidirá, pero yo pienso estar al margen de todo eso — La mujer no quería inmiscuirse más en la clandestinidad — Los guardias no parecían contentos cuando me dejaron ir de las celdas. Tal vez crean que conspiré con él cuando hablamos.

    — Bueno, tú no tendrías que hacer nada en ese caso — Su pareja la tranquilizó, abrazándola por la espalda — Que Omnius decida y ahí veremos que hacemos o dejamos de hacer. Tú estás bien al margen, cielo.

    El joven Xom veía el amor que sus dos viejos amigos se profesaban y no podía evitar sentirse celoso, aunque desde luego no era un sentimiento tan fuerte como lo era en aquel entonces en Paraíso. No obstante, viendo escenas así se preguntaba que podría haber sido de él si Karla le hubiese elegido en su momento por delante de Owen. Esos pensamientos le abstrajeron del momento presente, en el cual finalmente Eeron hizo aparición en el escenario, tras una espera de unos diez minutos.

    Los consejeros empezaron a aplaudir al mismo tiempo que el público lo hacía entre vítores y gritos de apoyo al emisario honorífico, que se posicionó ante un micrófono de pie y empezó a saludar a la gente con una sonrisa en su rostro maduro. Por al menos dos minutos, Eeron fue el ser más popular de todo Ibos por cuarta vez desde que se celebraba el Día de la Unión, festividad que cumplía ese mismo día cuatro años de celebración, desde la llegada de la gran arca.

    Una vez los aplausos menguaron, el anixis decidió arrancar con su discurso.

    — Es una calurosa bienvenida — Dijo el emisario honorífico, visiblemente emocionado por tal acogida — Muchas gracias a todos, de corazón.

    — ¡Eeron! ¡Eeron! ¡Eeron!

    Akkor observaba la escena sabiendo que esos podrían ser los últimos momentos del veterano explorador, y viendo el apoyo de la población, sabía que su muerte sería un duro golpe para todos, siendo la medida perfecta para instaurar el control absoluto en la sociedad y en especial en las especies de la Alianza.

    Om aplaudía al igual que hacía la multitud, pues apreciaba mucho al anixis que estaba por dar un discurso, siendo considerado un símbolo de la unión entre especies. El resto de consejeros permanecían impasibles ante el recibimiento al emisario honorífico, aunque la situación consiguió arrancar unos tímidos aplausos de Ziba y Valtin. El consejero Plaxor, por su parte, se encontraba de brazos cruzados ante la escena, deseando acabar cuanto antes con una festividad de la cuál él no era especialmente fan.

    Una vez el bullicio se apaciguó, Eeron habló.

    — Queridos ciudadanos: anixis, neonianos, sylerianos, humanos… La verdad es que no sabía que discurso preparar por cuarto año consecutivo. No quería repetirme respecto a los años anteriores, pero tampoco puedo no decir lo que dije en esos años anteriores porque aún lo pienso. Sigo creyendo firmemente que la unión de nuestras especies es lo que hará que todos progresemos hacia un futuro pacífico, una sociedad estable y una convivencia de hermandad. Sí, cierto es que este año ha sido algo turbulento con esas protestas en las diferentes ciudades, con conflictos en invernaderos y manifestaciones contra el Consejo Superior, pero fijaos, es el Día de la Unión y aquí seguimos, unidos.

    Las palabras iniciales de Eeron levantaron una nueva ola de aplausos y gritos a su favor, algo que demostraba que pese a las diferencias entre el pueblo humilde de la Alianza y las medidas del Consejo Superior, la gente estaba dispuesta a unirse siempre y cuando las condiciones fuesen las mismas para todos los habitantes.

    — Lo que me hace pensar que pese a las adversidades, todos formamos un único individuo. Un ser con las cualidades de todas las especies, un ser invencible, capaz de sobreponerse a cualquier situación y de alcanzar horizontes insospechados. Así me siento cuando hablo de aliados y anixis. Para mí, todos sois mis hermanos. Y comprendo que no todos lo vean de esa manera, que haya recelo en algunos, pero es vuestro miedo al futuro, a lo desconocido. Entiendo que muchos tengáis miedo de convivir con otros alienígenas, pero yo lo viví durante años en el viejo imperio cuando contacté con la Alianza y sin ellos, yo no estaría aquí hoy.

    El representante Paokt sonreía al escuchar el discurso de su viejo amigo anixis, quien era sabedor de todo lo que había sufrido la Alianza Interestelar de Especies en el territorio conocido; las incontables batallas y desafíos que tuvieron que superar para estar donde estaban.

    El representante superior, por otro lado, siempre había creído que Eeron sobrevaloraba a las subespecies y las ponía en un pedestal que no merecían, menospreciando su victoria histórica contra la bacteria Mente Colmena e infravalorando su capacidad de resiliencia a pesar de estar al borde de la extinción. El ver a su propia gente, ciudadanos anixis, aplaudiendo y apoyando lo que el emisario honorífico decía, le producía un claro rechazo interno. No contemplaba ese lazo entre el explorador y la población, pero ahí estaba, viendo de primera mano que incluso los anixis —en su mayoría— apoyaban a las especies de la Alianza y por ende, estaban de su lado para equiparar las cosas.

    — Todas las especies que hoy convergemos en este mundo hemos sufrido pérdidas, guerras, destrucción… ¡pero logramos avanzar! Y eso nos convierte en invaluables, porque pase lo que pase, seguimos adelante. Los anixis vimos caer a todo un imperio construido a lo largo de los siglos, teniendo que huir de un formidable enemigo que nos amenazó con la absoluta extinción. Pero nuestros ancestros preveían ese posible escenario, así que se encargaron de enaltecer a varias especies inteligentes con potencial para superarse. Esas especies demostraron aptitud y coraje, desarrollándose lejos de nuestro ojo pero creciendo a un ritmo vertiginoso. Los sylerianos sobrevivieron a una guerra contra los neonianos en su primer contacto, a un mundo tóxico… ¡y mucho tiempo después de aquello, se aliaron bajo el mismo manto! Los humanos aparecieron para salvar a los neonianos de la extinción contra las máquinas que les legamos, los Rhajik, y encontraron a los sylerianos atrapados en su planeta natal. ¡Formaron la Alianza Interestelar de Especies! Y aún acogieron a los thunianos, hermanos nuestros que decidieron quedarse atrás para ayudar a reconstruir todo lo que nuestro enemigo común destruyó. ¡Fue la mismísima unión entre las especies la que derrotó a nuestro terror ancestral!

    Aquellas palabras propiciaron un clamor absoluto, aunque más que aplausos, esto fueron gritos de guerra.

    La victoria contra Mente Colmena era especialmente celebrada entre las especies de la Alianza, que sabían mejor que nadie lo que les tomó acabar con una bacteria inteligente que cerca estuvo de extinguir cualquier esperanza. Eeron encaraba ya la parte final de su discurso, deseando que calara hondo en todos los presentes.

    — Sé que muchas de estas cosas las he repetido en anteriores discursos, pero como he dicho, mi pensamiento no ha cambiado. Juntos somos más fuertes. Si en el futuro aparece otra Mente Colmena, no podrá con nosotros, no me cabe duda alguna. Ojalá algún día estén con nosotros los thunianos, incluso los rynarok y cualquier otra especie colaborativa que nos crucemos. Crear una sociedad galáctica podría ser una utopía lejana, pero que bonito sería que Ibos fuese el punto de partida de ello. La capital de la Vía Láctea, donde distintos seres compartiesen conocimientos y conviviesen bajo el mismo sol, engrandeciendo las conexiones entre todos y expandiendo el poder de la paz por el universo. Es por eso que mi mensaje es este, aquí, ahora y siempre: permaneced unidos, incluso cuando todo se derrumbe a vuestro alrededor. ¡Por los anixis! ¡Por la Alianza! ¡Por Ibos! ¡Por la Unión! ¡Feliz día, hermanos!

    El colofón final del discurso terminó por prender al público, tanto el presente como aquel que era testigo de ello desde sus casas.

    Eeron se despidió con una mano en el aire, una sonrisa en el rostro y los ojos humedecidos de emoción al ver como los ciudadanos compartían ese hermoso mensaje. Antes de irse del escenario, Omnius se aproximó al emisario honorífico y le dio un fuerte abrazo que fue correspondido, bajo la atenta y seria mirada del representante superior del Consejo.

    Desde la multitud, personas como Owen y Karla aplaudían con efusividad, mientras que Kendall y Brandon se limitaban a asentir con una media sonrisa en sus rostros. Jackon y Echo compartían el júbilo, riéndose alegremente, al igual que Andrómeda, Mia y Xerom, quiénes disfrutaron de ver como la gente celebraba el discurso.

    — ¡Hey! — Echo se aproximó a Jackon, tomándolo de la mano — ¿Dónde vas? ¡En breve vendrá el discurso de Om!

    — ¡Antes quiero felicitar a Eeron por su gran discurso! ¡Me dará tiempo a ver el de Om!

    — ¡Entendido, trataré de reunirme con los demás y te mandaré ubicación! ¡No tardes!

    El joven Vaalot sabía que el emisario honorífico tendría otros asuntos que atender tras la ceremonia, por lo que decidió dirigirse a él en persona antes de que el representante Paokt diera comienzo a su discurso, lo cual sucedería en diez minutos de pausa. Mientras tanto, la comandante Mercer se encargó de encontrar a todos sus amigos para permanecer juntos, pues habían tenido que escuchar el discurso de Eeron por separado al haber tanta gente en el área. Mientras Jackon se dirigía al edificio donde los consejeros habían estado antes de salir a la palestra, el emisario honorífico se dirigía allí mismo, llevándole varios minutos de ventaja al humano.

    El bullicio de la ciudadanía se iba alejando conforme Eeron abría las puertas del lugar en el que se encontraría con todos los consejeros, una vez Omnius y Akkor hubiesen dado sus respectivos discursos al pueblo, encontrándose con el absoluto silencio. Las luces estaban encendidas y en el lugar había, además de aparatos eléctricos dispuestos para la celebración del día, una mesa organizada en la que los miembros del Consejo Superior y el propio emisario honorífico compartirían una cena para cerrar la festividad. Estaba todo preparado y colocado en su sitio en la gran sala ubicada a la entrada, pero el anixis se dirigió a su habitación, de tres que había, habilitadas para los mismos tres que tenían el encargo de dar los discursos.

    Eeron abrió la puerta de su habitáculo, encontrándose con las cosas tal y como las había dejado antes de partir hacia el escenario. El silencio en la sala tan solo era roto por el alboroto del exterior, donde la gente murmuraba y esperaba pacientemente al turno de Omnius para hablar. Cuando se percató de que las luces —que funcionaban al detectar el movimiento— no se encendían, se volteó extrañado. Una pequeña caja de fusibles estaba abierta y con sus componentes destruidos, saltando alguna que otra chispa debido al cableado que hacía contacto. La penumbra en la habitación era evidente al mismo tiempo que anochecía en Vianus, por lo que la luz que se filtraba por las ventanas era mínima. El emisario se dispuso a comprobar lo que había ocurrido con la caja de fusibles, pero vio conforme se aproximaba a esa zona oscura de la sala como una luz anaranjada brillaba de pronto.

    Ese pequeño destello era provocado por una daga de energía activa. El anixis dejó de avanzar, consciente en ese preciso instante de que había alguien más allí con él.

    — Viejo maestro — Eeron reconoció la voz al momento — Gran discurso el que has dado. Casi consigues conmoverme.

    — ¿Relic? ¿Qué se supone que es esto? — El emisario no retrocedía, aunque estaba tensando la musculatura para pelear si era necesario.

    — ¿Esto? Una simple daga de energía — El operativo salió de las sombras, paradójicamente, revelando su identidad — El arma con la que te mataré.

    — ¿Hablas en serio? — Eeron se dispuso a apelar por las emociones del joven anixis — ¿Por qué quieres matarme, Relic?

    — No necesitas conocer los motivos, solo necesitas saber que debes morir y que hoy es el día que se ha elegido para que eso suceda.

    — Pensaba que éramos como familia. Siempre me has admirado como si fuese tu hermano mayor. ¿Qué ha cambiado?

    — ¡Te fuiste! ¡Me dejaste aquí solo mientras te marchabas al viejo imperio a formar una nueva familia! ¡Tu familia era yo, los anixis, y nos lo pagas venerando a esas especies!

    — ¿De verdad, Relic? ¿Es por eso? Incluso para ti suena absurdo. Creo que merezco saber la verdad de esto, ¿no crees? Si es que me vas a matar, merezco saber el porqué.

    — Morirás con la duda, como yo viví desde aquel día que te fuiste.

    Relic se lanzó en carrera hacia Eeron, que retrocedió unos pasos para anticiparse al ataque.

    El operativo realizó una acrobacia en el aire con la intención de despistar al emisario, pero éste fue astuto y se apartó antes de que la hoja de energía de la daga lograse herirle de algún modo. El joven anixis parecía un torbellino mientras que el veterano actuaba con prudencia y experiencia. Ambos se lanzaron al ataque conscientes de que uno de los dos no saldría con vida de esa situación, por lo que decidieron ir con todo, siendo Eeron quien había tomado la iniciativa y había logrado el primer contacto con un contundente golpe en las costillas del operativo, que tuvo que retroceder del dolor.

    — Vamos, hermano, dime porqué haces esto — El emisario honorífico detestaba tener que enfrentar a su joven discípulo, al que guardaba un aprecio inmenso — ¡Porqué me haces esto, maldita sea!

    — Yo te adoraba, maestro. Te idolatraba como un niño a un padre, como un planeta a su estrella — Relic apretó la daga en sus manos, al igual que apretó los dientes y se colocaba en posición de ataque — ¡Pero elegiste los intereses de la Alianza por encima de los de tu propia gente! ¡Mi trabajo es cortar la hierba seca del jardín y tú ya estás podrido!

    El operativo realizó un salto ágil ante los ojos de su oponente, que puso los antebrazos en equis para bloquear el golpe. Sin embargo, la estrategia del joven anixis logró dar sus frutos cuando, en el aire, dio una vuelta de trescientos ochenta grados para propulsar el lanzamiento de su daga, la cual alcanzó una gran velocidad. Eeron no tuvo el suficiente tiempo para esquivarla y cuando la vio venir, fue demasiado tarde. La daga se clavó con fuerza en su hombro derecho, afectando así a un ligamento que conectaba con el resto de brazo, quedándosele inutilizado para el resto de la pelea.

    Su grito de dolor fue escuchado por el joven Vaalot, que se encontraba en la planta baja y corrió hacia la fuente del sonido.

    — Ese dolor no se compara al que sentí yo cuando me dejaste solo — Viendo como se retorcía de dolor, el operativo se aproximaba a paso lento hacia su viejo maestro — De no ser porque Akkor me acogió, mi vida no sería la misma.

    — Akkor… — Murmuró el emisario, salivando más de la cuenta debido al dolor que sentía e irradiaba todo su brazo derecho — Es él quién te ha ordenado mi muerte, ¿verdad?

    — Él sabe que tu fin estremecerá a la Alianza y la hará vulnerable.

    — De eso se trata entonces… poder sobre las otras especies — La daga aún estaba clavada en su hombro y sacarla implicaría más pérdida de sangre, la cual empezaba a dejar un reguero en el suelo de la habitación — ¿Cómo no lo pude ver? Akkor siempre ha tenido hambre de poder y te ha cegado con su idea. Dime, ¿qué te ha ofrecido?

    — Un puesto en el Consejo y mis ventajas como operativo — Relic ya no sentía que tuviese que esconder nada, pues prácticamente daba por muerto al emisario honorífico — Además de su total apoyo, ese que tú no me diste cuando elegiste irte pudiendo quedarte y ayudarme.

    — Eres un egoísta, Relic — Eeron frunció el ceño mientras estaba sentado en el suelo, sabedor de que tenía todas las de perder — ¿De verdad me estás culpando por irme a cumplir con mi deber como emisario? ¡Tú querías ser emisario y yo te entrené para ello durante tus inicios! ¡Lo has sido! ¡¿Qué hay de los demás?! ¡¿No podemos cumplir nuestros sueños pero sí los tuyos?! ¡Maldito engreído, has dejado que tu ego tome el control!

    — ¡No tienes ni idea de lo que he sufrido a lo largo de mi vida! — Relic estaba a escasos metros de su rival malherido — ¡Bien sabes que me quedé sin padres desde muy temprano! ¡No tenía familia, solo me quedabas tú! ¡Y decidiste dejarme cuando más te necesitaba! ¡Esa traición y tu alianza con las subespecies no pueden ser jamás perdonadas!

    El operativo se dispuso a lanzar una patada giratoria con la potencia suficiente para noquear al emisario honorífico, pero justo cuando estaba preparándola, se vio sorprendido por una flecha en forma de placaje que terminó derribándolo.

    Relic y Jackon empezaron a rodar por el suelo de la habitación mientras trataban de sobreponerse el uno al otro, bajo la atenta mirada de un Eeron que decidió quitarse la daga del hombro para así contar con el arma a su favor, aunque perdiese más sangre.

    — ¡Maldito humano! ¡Siempre estás dónde no debes! — Exclamó el operativo, haciendo referencia también a la presencia del soldado en la sala de asambleas de la Casa Superior, donde tuvo una breve pelea contra el consejero Plaxor.

    Vaalot parecía haberse sobrepuesto a Relic al colocarse sobre su pecho, dispuesto a darle una oleada de puñetazos en el rostro para aturdirlo lo suficiente como para poder detenerlo y exponerlo como un asesino. Sin embargo, el anixis era bastante flexible y consiguió doblegarse lo suficiente como para darle una patada por la espalda, pues tenía sus piernas libres.

    — ¡Jackon! — Gritó el emisario, decidido a darle la daga de energía para ayudarle en la lucha.

    Eeron trató de pasarle el cuchillo al humano, pero antes de que pudiese hacerlo, recibió una contundente patada en la cabeza por parte del joven anixis, lo que hizo que el emisario quedase seriamente aturdido y soltase la daga. El soldado se incorporó al mismo tiempo que el operativo tomaba el arma blanca en sus manos, obteniendo la ventaja que había perdido anteriormente.

    Fuera, el discurso del representante Paokt había dado comienzo, lo que le recordó a Jackon que sus amigos estaban allí y que en esa situación su ayuda sería determinante, por lo que tomó su dispositivo móvil en sus manos para revelarle a Echo lo que estaba sucediendo.

    — ¡Ni lo sueñes, Vaalot!

    El operativo sabía que si había más gente involucrada tendría serios problemas para salir indemne de esa situación, por lo que apuntó y lanzó la daga de energía hacia el humano, que tuvo los reflejos suficientes como para esquivarla, aunque esta rozó la parte de arriba de su mano y le hizo soltar el dispositivo, el cual cayó al suelo.

    Jackon se desplazó a un lado y quedó totalmente expuesto a Relic, que corrió hacia él para evitar que pudiese levantarse. En ese instante, el soldado humano se movió rápidamente por el suelo para evitar ser golpeado por el anixis, quién en realidad había jugado con su mente y se había dirigido hacia la daga para retomarla en lugar de para atacarle.

    — ¡Jackon, huye y advierte a las autoridades! ¡No todos pueden estar comprados por Akkor!

    Eeron, sin poder usar su brazo derecho, tomó con el izquierdo al operativo por el cuello para así darle tiempo al humano de que se fuese, siendo un testigo directo de lo que estaba sucediendo. Sin embargo, Jackon no era partidario de huir de un conflicto en el que alguien conocido pudiese acabar muerto, por lo que dudó.

    Esos segundos de duda le bastaron a Relic para contraatacar, induciéndole un codazo en la parte baja del estómago al emisario para voltearse y con daga en mano, hundírsela en el centro del pecho, siendo una herida fatal para cualquier anixis.

    Eeron no pudo evitar aquel movimiento veloz de su antiguo discípulo, cayendo en sus brazos, para posteriormente ser empujado por el propio Relic hacia la ventana que tenía tras de sí.

    El cuerpo sin vida del emisario honorífico tuvo un final horrible al precipitarse por la ventana, rompiendo los cristales y cayendo desde varios pisos de altura hasta el cemento del suelo.

    Omnius se encontraba dando su discurso cuando el ruido de la ventana rota captó no solo su atención, sino la del público, en silencio para escuchar en ese momento lo que el líder de la Alianza tenía que decir. Todos fueron testigos de como a cierta distancia caía el cuerpo de alguien, generando inmediatamente una ola de gritos y terror que hicieron que el representante Paokt enmudeciese al mismo tiempo que las autoridades corrían al lugar desde donde se había precipitado la víctima.

    Allí aún se encontraban Jackon y Relic, cara a cara, tras un giro dramático de los acontecimientos.

    — ¡¡¡No!!! — Gritó el joven Vaalot, enfurecido — ¡Estás muerto! ¡¿Me oyes?! ¡Estás jodidamente muerto!

    — No lo creo, humano — El operativo estaba serio pese a revelar una media sonrisa — Yo de ti me iría, porque de lo contrario, vas a ser detenido.

    — ¡Tú eres su asesino! — Jackon estaba en shock por primera vez en mucho tiempo, sin saber cómo reaccionar ni qué hacer — ¡Soy testigo!

    — No, tú eres su asesino — Relic se fue metiendo en las sombras, diluyéndose como si de un fantasma se tratase — Tu dispositivo está en la escena del crimen. Tu sangre en el arma.

    El operativo sabía que tenía la sartén por el mango en una situación en la que por momentos parecía haber perdido el control.

    Fue bien preparado al encuentro con el fallecido emisario honorífico, revelando llevar una especie de guantes con una fina tela que le privaba de dejar huellas dactilares allá por donde fuese. Eso era un problema para el joven Vaalot, que pese a no llegar a tomar la daga en sus manos, sí había dejado impresa su sangre en el, juntándose con la de Eeron. Sin las huellas de un tercero, las autoridades tendrían al humano como el principal sospechoso del asesinato, lo que acarrearía serios problemas para el soldado de la Alianza, además de un largo procesamiento que de no hallar evidencias de su inocencia, terminaría con su exilio de Ibos.

    Jackon estaba tratando de procesarlo todo, sumiéndose tanto en sus pensamientos que no fue consciente de que Relic ya se había esfumado de la sala como si nunca hubiese estado allí.

    — ¡Debe ser en esa habitación! — Se escuchó, mientras varios pasos apresurados corrían hacia el lugar del conflicto.

    El instinto de Jackon, pese a no haber sido él el asesino, fue huir.

    El soldado rompió una ventana contraria que daba a un pequeño callejón con edificios de medio tamaño creando una especie de laberinto —pues se encontraba en pleno centro de la ciudad de Vianus— dispuesto a escapar por ahí, cuando de pronto, se percató de que tal y como el operativo anixis le había dicho, su dispositivo móvil yacía en el suelo de la habitación.

    Vaalot se apresuró en tomarlo, pero antes de que pudiese hacerlo, varios soldados del ejército superior irrumpieron por la puerta armados con sus Flasher. Sus linternas alumbraron el rostro del humano, que frenó en seco su intención de tomar el dispositivo y levantó las manos.

    — ¡Quieto! — Exclamó uno de los soldados, apuntando fijamente al sospechoso mientras el resto se disponían a rodearle — ¡Quedas detenido como el asesino del emisario honorífico! ¡De rodillas y al suelo!

    El joven Vaalot Tidder estaba en completo shock.

    Su corazón iba a mil y su mente estaba trabajando exhaustivamente por hallarle una salida de esa situación, una explicación que poder dar a las autoridades, algo que pudiese asegurar su inocencia a todos. Pero no encontraba la idea y sería detenido en breve por un asesinato que no había cometido.

    Nuevamente, sus impulsos tomaron el control. Cuando dos soldados anixis se disponían a esposarle, el humano dio un giro rápido de cintura y comenzó a correr hacia la ventana que acababa de romper, sorprendiendo a las autoridades.

    — ¡Eh, quieto!

    — ¡Hay que pararle!

    — ¡Disparad a herir!

    El plasma de los Flasher salió proyectado hacia el soldado del ejército de la Alianza, que se la jugó completamente saltando por la ventana.

    Jackon comenzó a planear en el aire conforme pudo, logrando sujetarse a unas tuberías que bajaban al callejón. Dos soldados se asomaron a la ventana y dispararon varias veces al supuesto asesino, logrando darle en un costado de la pierna derecha y en la parte superior del hombro izquierdo, haciéndole soltar las tuberías por las que estaba deslizándose hacia la calle, cayéndose desde al menos tres metros de altura. Jackon se dolía de todo y estaba sufriendo probablemente sus peores momentos desde que vivía en Ibos, mientras por su mente pasaban todo tipo de pensamientos. El dolor físico era inmenso, pero el emocional también lo era.

    Sin quererlo, se acababa de convertir en el primer asesino de la Alianza en un mundo anixis.
     
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    Agus estresado

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    Saludos, amigo, paso a comentar el capítulo de hoy.

    Todo arranca con Relic a punto de cometer un crimen en contra de su propio jefe, que lindo que habría sido eso tristemente no se dio. :blue: Akkor le dijo que cumpla con lo que debía hacer y que a cambio tendría un puesto para él en el consejo. Relic entonces decide prepararse para terminar con su plan.

    Mientras esperamos por los discursos, vemos a los protas separados en grupos a causa de la multitud. Por un lado, Andromeda, Mia y Xerom, donde la más joven humana quiere proponer un plan para que todos puedan interactuar más y llevarse mejor con todos, proponiendo la idea de una cena. Allí es donde me gusta que se dice que lo hablarán con el resto, y quien no quiera ir a comer que no vaya. Ojalá Brandon diga que no.

    Hablando de Brandon, este se encuentra con Jackon y Echo en una zona donde estuvo a punto de haber disturbios gracias a que Brandon es un rompe pelotas universal que no para de joder a todo el mundo con sus ridiculeces. Por suerte, los soldados que iban por allí le pararon los pies, y todo se tranquiliza. En medio de todo eso, vemos que Jackon y Echo todavía sonríen cuando están juntos y disfrutan de la compañía mutua y se sonríen. Ellos dos quieren estar juntos amigo, así que más vale que les concedas ese deseo y puedan convertirse así en una gran pareja otra vez :\*u*/: Pero bueno, Brandon ve eso y ya no está tan contento. Él desea a su hermanastra, y le frustra saber que no puede tenerla y que todas las demás lo buscan de seguro solo por su dinero. Pero bueno, por idiota se merece quedar solo. El tipo ese no es digno de nadie, así que ojalá pase a mejor vida pronto.

    Por último, tenemos a Owen, Karla y Kendall, donde la chica les dice sobre lo conversado con Kairos y les comenta respecto de que este le dijo que su gente está dispuesta a unirse a ellos a cambio de que lo rescaten. Owen y Kendall lo ven como un riesgo, pero le darán a Omnius la última palabra. Allí, con la charla de por medio, Kendall siente algo de celos respecto de que Owen se haya quedado con Karla y él no. Pero bueno, estoy seguro de que, con el tiempo, podrá conseguirse una minita para él y vivirá feliz. A diferencia de Brandon, él se lo merece, y le terminará sucediendo, lo sé :clap:

    El ambiente queda en silencio y allí es donde Eeron aparece y le da su discurso a toda la gente. Su postura sigue igual a la de años anteriores, puesto a que él valora la unión de su pueblo con las subespecies, y considera que el camino a un futuro mejor es transitando todas las puertas para que se unan gente como los thunianos y los rynarok en el futuro. Allí vemos que la gente de los anixis no son como el consejo de anazis, y que están maravillados por las palabras de Eeron, cosa que molesta y mucho a Akkor.

    Finalmente, cuando Eeron termina su discurso, Jackon decide seguirlo para felicitarlo, dejando a Echo para que se reuna con los demás. Ni bien Eeron entra en la sala, vemos que Relic le tendió la trampa para matarlo en las sombras. Eeron no es tonto y se da cuenta de eso, por lo que lo expone y le pregunta por sus motivos para hacer lo que está haciendo. Relic se niega a confesar las cosas, pero en la batalla salen los verdaderos sentimientos del chico, quien se sintió traicionado cuando Eeron se marchó, y peor todavía cuando regresó del lado de las subespecies. Que puto mocoso insolente que es, espero que a ese maldito anazi le den la peor de las torturas. Ojalá lo amarren a una silla y lo obliguen a ver todos los partidos de Boca del 2024 y del 2025 XD . En el medio de la batalla, llega Jackon, quien comete el error de no pedir refuerzos y meterse a intervenir en la batalla. Sin embargo, como Relic está acostumbrado a moverse en las sombras, incluso con guantes para proteger sus huellas, este consigue su objetivo de matar a Eeron. Es una pena, porque él era un gran personaje y una voz de la razón necesaria para el pueblo anixi. Luego de eso, Relic se escabulle tranquilo sabiendo que al no haber rastro de él, solo debe no ser visto en la escena, mientras que Jackon se da cuenta de que su dispositivo y sangre están allí, cuando dos soldados ingresan, lo ven y tratan de arrestarlo. Jackon escapa con agilidad de la escena como si fuera Kyle Crane, pero lamentablemente los sitios donde se agarran se rompen y este termina cayendo muy golpeado al suelo.

    Ahora todo está jodido. Hay testigos de que Jackon quiso huir de la escena del crimen, y encima no le creerán que él vio a Relic puesto a que no hay ni rastro de él. Lo peor, los angelitos han perdido a un gran aliado y ahora la sociedad anixis va a reaccionar mal cuando sepan que un humano ha sido responsable de eso.

    Aunque ahora se puede venir algo grande. Claramente Echo y Karla no querrán a Jackon preso o exiliado, por lo que podrían unirse con la gente de Kairos para organizar un doble rescate clandestino para salvarlos a algo. Pero bueno, espero que todo quede expuesto finalmente y se sepa que fue Relic el asesino y Akkor quien le dio la orden. Ojalá todo salga a la luz pronto, por el bien de mi bebé Jackon :anicry:

    Bueno, amigo, con eso me despido. Será hasta la próxima semana y leída en simultáneo, si el foro aguanta y mi familia no me agrega planes de último minuto. Un abrazo y cuídate mucho :cynda:
     
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