| Prólogo. | —Querida generación 2020-2023, gracias por todas las enseñanzas dadas a lo largo de este corto, pero importante camino, en este momento no puedo sentir más que nostalgia, alivio, decepción, coraje, odio, rencor y sobre todo, asco. A aquellos que no les importó un mínimo de compasión por mí al saber que me engañaban, y las que se decían ser mis mejores amigas, las cuales sabían de todo y no me dijeron nada, que callaron y se burlaban a mis espaldas como las hipócritas que siempre han sido y serán, a mis queridos compañeros de curso y de pasillo que hacían lo mismo, que incluso encubrían todo esto, no les mando más que mis muy sinceras ganas de que algún día todo lo que me hicieron se les regrese, uno por uno… Los ojos perlados que estaban al frente se dirigieron a cada una de las personas mencionadas en su discurso, antes de dar la última dedicatoria: —Con amor, su fiel amiga y compañera, Hinata Hyuga. La Hyuga bajó del escenario de un salto, nadie le decía nada, la habitación estaba en total silencio, sólo se escuchaban los tacones de ésta caminando hacia la salida, todos le abrían paso, mirándola solamente. —Hinata, —una mano fría sintió en su brazo—hablemos, por favor. —Déjame en paz, Toneri—la azabache retiró aquella mano con desprecio—. En tu vida me vuelvas a hablar, ¿entiendes, cobarde? Me arrepiento de haber andado contigo. Las puertas del gimnasio fue lo único que se escuchó después de la retirada de la azabache. Tras de estas, la chica corrió hasta su carro, donde ya se encontraban dos mujeres más. —¡Huyamos! —¡No me lo puedo creer! Eso estuvo asombroso. —dijo el copiloto. —Felicidades Hina, hasta que te animaste decirlo. —Ay, ya no me digan más que hasta me dieron ganas de vomitar en cuanto empecé. —se llevó la mano a la boca, tapando sus labios. —Es normal, no cualquiera se atreve a decir tanto y de esa manera. —unos ojos color jade se reflejaron en el retrovisor del coche—Fuiste muy valiente en todo caso. —Gracias, gracias, pero ya vámonos que no aguanto un segundo más aquí. —A sus órdenes, señorita. —la ojijade empezó a conducir. En ese momento, en la mente de la Hyuga, no sabía qué pasaría desde ese momento, estaba en blanco, fueron muchos los sentimientos encontrados en esa noche. Pero de algo estaba segura, y es que sus padres la iban a matar si llegaba a casa. Por suerte, no llegaría para esa noche. —Hina, ¿estás lista para tu nueva vida como pueblerina? —¿Cómo dices eso, frente?, Hina siempre ha estado en ciudades o en campos verdes ultra lindos y con vista hermosa hacia una naturaleza bien formada—la rubia del grupo hizo una mueca—, ¿cómo crees que se sienta al saber que vamos a un rancho insignificante, árido y lleno de garrapatas? —¿Garrapatas? —la voz del asiento de atrás sonaba preocupada. —No le creas a Ino, no es tan malo, aparte, las garrapatas son cosa del pasado, —miró de reojo a la rubia que tenía como copiloto—mi madre me dijo que ya no ha habido en el pueblo. —Eso espero. —se escuchó al unísono las voces de las otras dos chicas. —Como sea, será todo un año allá, quiera o no tendré que acostumbrarme. —posó su cabeza en el vidrio de la ventana. —¿Año?, entonces sí te vas a dar el año sabático. —preguntó la chica al volante. —Así es, no hice ningún examen de admisión para ninguna universidad y… —suspiró—no sé qué quiero hacer con mi vida. —Pues tienes mucha suerte, amiga—la rubia miró a su amiga ojijade con una sonrisa—nosotras tampoco sabemos qué hacer. —se echó a reír. Hinata sonrió y negó con la cabeza. —Serán unos días muy interesantes y largos. —Con nosotras, siempre. —dijo aquel par. —Próxima parada, —puso la direccional—rancho “La Hoja”, en busca de nuevas experiencias. —De superación… —¡Y de chicos lindos! —dijo con una gran sonrisa la rubia. —Ino, no estamos en condiciones, ¿okey? —Ash, qué aburridas, ya supérenlo. —Ino… —los ojos color jade se posaron en ella, casi casi matándola con la mirada. —Está bien, ya no digo nada pues. La ojijade rodó los ojos y decidió subir el volumen de la canción que estaban pasando en la radio, “Till The World Ends”. . Tres amigas deciden irse por una temporada a un rancho conocido como “La Hoja” para desarrollarse personalmente y quizás sanar emocionalmente, dicho rancho es manejado por un señor mayor de edad quien por su estado de salud decadente le pasará toda la responsabilidad a su único nieto. Pero su llegada no será muy bien recibida del todo y por un malentendido sentenciarán sus días a un infierno con hermosa vista al atardecer. . . . . Próximamente…
General Un joven corría desde la entrada de la hacienda hasta la casa grande. —¿Qué pasa, Mikoshi? —un anciano que pasaba por ahí se detuvo. —Debo despertar al señor. —el joven de anteojos apenas pudo articular. —Él ya está dormido, y sabes que en su estado no puede agitarse. —Lo sé, pero... —tomó aire—Su nieta está aquí. El anciano abrió en grande los ojos. —¿La señorita Sakura está aquí? Asintió. —Sí y no sólo es ella, viene acompañada de otras dos señoritas. —Si es ella daré la señal para que le abran las puertas. —Pero el señor debería saberlo, ¿no? Hace mucho tiempo que no la ve. El hombre con canas pensó por un momento. —El señor está muy delicado, será mejor sorprenderlo en la mañana, —hizo una pausa—eso sí, se sigue despertando antes de que salga el primer rayo de sol. —De acuerdo. —el joven iba a retirarse, pero se detuvo de nuevo—Pero… ¿Sí le podríamos avisar al joven Kenji, no? —Sí, a él sí, ve por él, —una sonrisa apareció en su rostro—de seguro se le quitará el sueño en cuanto vea a la señorita Sakura de nuevo. —Y puede que en una de esas y hasta sale con esposa. —dijo el joven campesino. —¿A qué te refieres, chico? —Ya se lo había dicho, la señorita viene acompañada de dos jovencitas, así que en una de esas y el joven Kenji logra asentar cabeza con alguna de ellas, ¿no cree? —terminó de decir con una sonrisa. —En lugar de decir esas cosas mejor ve a dar la orden para que las dejen pasar. —por el tono en que lo había dicho el viejo se notaba que le había molestado lo dicho por el chico. . . . | Capítulo 1. Una Bienvenida Problemática. | . . . Hinata Habíamos viajado por unas cuantas horas, la verdad es que el rancho no quedaba muy lejos de la ciudad, o por lo menos no tanto como lo había pensado. Aplaudo la resistencia que tiene Sakura, manejar casi toda la noche sin cabecear y sin cafeína de por medio, yo no había aguantado más de dos horas seguidas, por otro lado, Ino se la pasó dormida todo el viaje, espero que no se moleste cuando la tengamos que despertar. —Ah, Hinata, —Sakura me vio por el retrovisor—te has despertado ya. —Sí… Sólo dormí como una hora, pero todo bien. Desde que subí al coche me había dedicado a mirar por la ventana, recordando todo lo vivido en el instituto. —Es hora de despertar a esa cerda—refiriéndose a Ino—, ni loca la cargaré hasta su habitación. Al parecer nos habían recibido, abrieron las grandes rejas del lugar y pasamos, todavía nos tardamos unos segundos más en llegar hasta la casa, que era más bien una mansión, eso sí, estaba un poco descuidada… —Sea bienvenida, señorita Sakura. —un chico con anteojos circulares hizo una pequeña reverencia. —Mikoshi, no es necesario. —le respondió Sakura, con una pequeña sonrisa. —Es que usted es la nieta del señor Daimyo… —Aunque sea la hija del presidente no permitiré que tengas tantos modales conmigo, somos casi de la misma edad, Miko. —Bueno… Si usted me lo pide- —en ese momento llegó un señor de edad grande. —Sakura, cuánto tiempo. —Oh dios… ¡¿Ebizo?! —Sakura fue corriendo a darle un abrazo—¡Te extrañé tanto! —Todos te extrañábamos por aquí, Sakura. Una voz varonil se había unido a la conversación. De las escaleras fue bajando un chico de cabellera rubia y ojos negros, por sus ropas y la hora que era apostaba que estaba durmiendo. —Kenji… —Sakura se separó de aquel hombre mayor y se le quedó viendo fijamente al rubio recién llegado. —¿Y? ¿No le vas a dar un abrazo también a tu ÚNICO primo? —resaltó la palabra “único”. —Tonto… —lo abrazó. —¿Cómo sigue mi tía? —preguntó el rubio en cuanto se separaron. —Igual de necia. —sonrió Sakura. —Igual que la hija. —un golpe en la cabeza por parte de Sakura recibió, pero no le impidió seguir burlándose. —Bueno, muchachas, apuesto a que están cansadas del viaje y que querrán dormir, así que Mikoshi las llevará a sus habitaciones para que puedan descansar. —dijo el hombre mayor. Ino bostezó. —Sí, por favor… —Pero, ¿y mi abuelo?, ¿lo puedo ver? —preguntó Sakura. —El señor Daimyo sigue dormido, es mejor que lo dejes dormir, ya mañana lo sorprenderás con tu llegada. —Bueno… —Señoritas, —nos llamó la atención el chico de anteojos—por aquí, por favor. Las tres seguimos escaleras arriba al castaño, dejando en la sala al primo de Sakura junto aquel hombre. No sé porqué me da la impresión de que algo no le querían decir a Sakura, pero bueno, mejor no meterme en asuntos familiares. . . . Sakura A la mañana siguiente fui por las chicas a sus habitaciones para bajar juntas a desayunar y presentarlas a mi abuelo. —Buenos días, señoritas, —saludó Mikoshi—¿durmieron bien? —Sí, muchas gracias por recibirnos. —agradeció Hinata. —¿Y mi abuelo dónde está? —pregunté, buscándolo por todos lados. —Ah pues… Notaba a Mikoshi nervioso, no quería decirme la verdad. —Mikoshi, —me llevé la mano a la cadera—¿pasa algo, verdad? —Sakura—interrumpió Ebizo—, tu abuelo está en su habitación. —¿Por qué?, si a él le gusta comer en la mesa. —Sobre eso… Es mejor que vayas a hablar con él lo más rápido posible. Lo miré fijamente y decidí volver a subir hasta su habitación. Aunque ya habían pasado varios años desde que vine aquí, todavía me acordaba donde quedaba su habitación; al estar al frente de la puerta sentí que todas mis emociones se revolvían, ¿por qué?, no sé. Respiré profundo antes de girar la perilla de la puerta y… ahí estaba él. —¿Quién es? —Abuelo… Soy yo, Sakura, tu nieta—cerré la puerta detrás de mí—, no me digas que ya no me recuerdas. —¿Sakura?... ¿Qué haces aquí? —parecía que estaba haciendo un gran esfuerzo en fijar su mirada en mí. —Es una larga historia, —rodé los ojos sonriendo—pero vine a quedarme un tiempo aquí, contigo. —¿Qué?, pero si tienes que ir a la escuela, ¿tu mamá lo sabe? —Digamos que sí, —me senté en la esquina de la cama—obviamente no le hizo mucha gracia que pausara mis estudios, pero entendió que era lo mejor. —Bueno, por lo menos tendrás unos cuantos años más para escoger a lo que te dedicarás. —Sólo será un año. —Pero el instituto son tres años, ¿no? Me quedé callada, ¿de qué hablaba? —Ah… Abuelo, iré a la universidad, no al instituto. Se sorprendió. —¿Ya lo acabaste? Algo no andaba bien. —Abuelo, ¿estás bien? —Sí, ¿por qué la pregunta? —sonrió. Me quedé pensando por unos segundos. —¿Recuerdas cuándo fue la última vez que vine aquí? —Pues… fue hace… —pensó por unos segundos, mirando a la nada—el año pasado, ¿no? No, fue antes de que entrara al instituto, hace unos tres años. —¿Cómo se llama tu yegua favorita? —Akari… Que por cierto, ya no la he visto, ¿tú sabrás dónde está? Esa yegua lleva muerta hace años… —Abuelo, Akari murió hace cuatro años. En ese momento, la sonrisa leve que tenía mi abuelo fue desvaneciendo poco a poco. Suspiró. —Es inútil que siga fingiendo… —Abuelo, —me le acerqué más—¿qué está pasando? —Ya estoy viejo, Sakura, sólo era cuestión de tiempo que me empezara a cobrar los años en la memoria, a lo que desencadenó en problemas con la hacienda. —¿Pero cómo?, si hace poco parecía que las cosas iban bien. En eso, me acordé de la hacienda vecina, los Senju, nuestros rivales. —¿Y los Senju? —pregunté, pero otra voz se hizo cargo de responderme. —Los Senju es la nueva familia quien manda en este pueblo. —era Kenji—El hermano menor de Tsunade, Minato, es el nuevo alcalde. No puede ser posible… . . . Continuará…
General —¿Pero cómo puede ser posible eso? —la Haruno mantenía una expresión de incredulidad. —Los Senju aumentaron su nivel de empleados para trabajar más sus tierras y exportar más productos a la capital. —explicó Kenji—Así se convirtió en el mayor sustento para el pueblo. La pelirosa volvió a sentarse en la cama, analizando todo lo recién dicho. —Fue por eso que eligieron a Minato Senju como alcalde sin dudarlo. —¿Y qué le pasó a nuestro rancho? —preguntó la ojijade. El rubio miró a todos lados, dudando si decírselo o no. —Las cosas no han ido muy bien desde que el abuelo… pues… —¿Qué pasa? —pregunta el anciano con una sonrisa despreocupada—¿La plaga en los vegetales ha cesado con el pesticida que le puse? El par de ojos de los jóvenes se miraron. —Sakura, mejor hablemos en privado. . . . | Capítulo 2. Primera Impresión. | . . . Sakura Kenji terminó por explicarme la situación crítica del rancho, desde que al abuelo le empezó a fallar la memoria había estado tomando decisiones bastante dudosas respecto al ganado y la siembra. —Entonces debemos iniciar a la de ya el cambio. —dije. —Eres muy amable por preocuparte, —Ebizo entró a la habitación—pero deberías dejar eso a Kenji. —Pero también soy parte de la familia. —protesté. —Sakura, no estoy negando eso, sino que, a comparación con tu primo, él ha estado por mucho más tiempo aquí, metido en los negocios, ¿ya? Suspiré, entendía su punto, pero también yo quería ayudar. —Está bien, pero prométanme que durante el tiempo que me quede aquí, ustedes me enseñarán todo para yo también poner de mi parte, ¿entendido? Ambos sonrieron. —Así será, señorita. —Cuenta con eso, Sakura. —Ahora, —habló Ebizo—te aconsejo que vayas a dar un paseo junto a tus amigas, así conocerán el rancho y no se sentirán en tierra extraña. —Muy bien, hablamos luego. . . . General Durante el recorrido, la azabache se había percatado de la actitud extraña en la ojijade, pero prefirió no decir nada. —¡Oh, Sakura! —la platinada fue corriendo hacia los establos—¿Recuerdas cuando montábamos a caballo por el pueblo? —Sí... Eran buenos tiempos... En ese momento algo se le cruzó por la mente a la ojiceleste. —¿Y qué tal si lo volvemos a hacer? —propuso con una sonrisa. —Pero dudo que Hinata sepa montar a caballo, —la volteó a ver—¿o sí? —N-No, la verdad es que no... —posó la mano en su brazo izquierdo con nerviosismo. —Pues nosotras te vamos a enseñar cómo, ¿verdad, frente? —volteó a ver con entusiasmo la rubia, a lo que la pelirosa no podía negarse. Suspiró. —Sólo si Hinata está de acuerdo. —Oh, bueno... pues yo... —volteó a ver a los caballos. —Recuerda que en este año prometiste aprender cosas nuevas. —recordó la platinada. —B-Bueno, lo haré. —Entonces hagámoslo. —la Haruno fue a escoger unos caballos. . . . Sakura Llegamos al pueblo, al inicio le costó poder subirse al caballo a Hinata, pero al poco tiempo de empezar a andar pudo conseguir una postura más recta para guiar al caballo. —¿Cómo te sientes, Hina? —le preguntó Ino—¿Así está bien el ritmo o le bajamos? —Así está bien, no se preocupen. —mostraba una sonrisa que reflejaba estarlo disfrutando. En el pueblo había más gente de lo que recordaba, cuando Ino y yo salíamos a jugar, las calles normalmente estaban desiertas a estas horas, la gente se movía más en las mañanas para hacer el mandado u otras cosas. —Frente, ¿recuerdas cuando jugábamos a la rayuela? —Oh, sí, la solíamos dibujar enfrente de la casa de... —bajé la mirada—Yoko... —¿Quién es Yoko? —preguntó Hinata. —Era una señora que también tenía una hija y la dejaba salir a jugar con nosotras. —explicó Ino. —¿Y en dónde está esa casa? Nos miramos Ino y yo. —Lo que pasa es que... sufrió un accidente y... —Su casa se incendió en una noche. —acabé por decir. —¿Qué?, ¿pero cómo?... —A la fecha todavía es un misterio, en un parpadeo ya había flamas violentas envolviendo la casa, hasta consumirla por completo. —dijo Ino. —¿Y qué le pasó a ella y a su hija? —Ella y su esposo no alcanzaron a escapar por salvar a su hija. —Qué horror... —dijo Hinata con un gesto de lástima. —Sí, fue algo horrible. ¿Qué habrá sido de Tenten? —¡P-Pero mejor cambiemos de tema! —Ino cambió su tono a uno más alegre para que no recordáramos esos momentos—Sakura, ¿recuerdas otros juegos? —Pues... . —¡Quien pueda superar mi súper lanzamiento será el esclavo del otro por toda una semana! —¿"Súper lanzamiento"? Por favor, Kiba, no te eches tantas flores. —¿Qué pasa, Sakura?, ¿acaso estás nerviosa de ser mi esclava? —¡Nada de eso! —Vaya, al parecer la rubiecita está protestando. —Mira quién dice... —Ustedes se parecen mucho. —escuché reír al pelirrojo. —¡Tú cállate! —Para mí que tienen miedo. —volvió a hablar el pelirrojo. —Hmp, es cierto, como ahora no está su otra amiga, la marimacha. —se cruzó de brazos el rubio. ¿Por qué tuvo que enfermarse Tenten ese día? —Bueno ya, empecemos con esto. —dije con toda la seguridad del mundo. Pero en ese momento, escuché unos pasos llegar atrás de nosotros. —¿Jugando con niñas, Kiba?, qué asco. —rieron. Me di la vuelta y eran... . Mis recuerdos fueron interrumpidos por un escándalo que se produjo repentinamente. Un caballo de la nada con un sujeto encapuchado pasó tan rápido a nuestro lado, apenas esquivando nuestros caballos, sin mirar atrás. —¿Pero qué le pasa a ese loco? —dijo Ino molesta. No pude decir nada más ya que escuchaba a lo lejos unos galopes que se acercaban a nosotras, volteé y otro sujeto se dirigía a nuestra dirección. Con el látigo que traía aquel en sus manos, hizo que se enredara en una de las patas del caballo donde iba Hinata. —¡AH! —Hinata empezaba a perder el control. —¡Cuidado, Hinata! —Ino intentaba evitar que se cayera, mientras yo calmaba al caballo. Pero con aquel cuero alrededor de la pata del animal y dos personas alrededor de él sólo empeoraba las cosas. Al final, Hinata no pudo seguir sosteniéndose, cayendo. —¡Hinata! —las dos nos bajamos y el látigo se desprendió. —¿Te duele algo? —Mi pierna... —apenas pudo decir. Me volteé enojadísima hacia el otro sujeto que se había quedado a unos metros de nosotras. —¡OYE, IMBÉCIL! ¡¿QUÉ TE PASA?! —me le fui acercando a paso firme—¡¿BUSCABAS MATARNOS O QUÉ?! Pero no tenía respuesta. —¡¿Ahora no respondes?!, ¡mira qué hombre eres! Traía un sombrero y por el ángulo de la luz del sol provocaba una sombra que me impedía ver su cara por completo, pero noté cómo una sonrisa de lado se le formó. —No sabes con quién te has metido, yo soy... Pero mis palabras cesaron al estar a una distancia en donde podía ver más detallado su rostro dejado de ese sombrero. Unos ojos azules que me miraban fijamente y marcas en las mejillas... No me digas que era... —Tiempo sin vernos, Tsuchigumo. . . . Continuará...