Long-fic de Naruto - ABRACADABRA - | Naruto Fanfic |

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por SusanFagorotti, 2 Junio 2025.

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  1.  
    SusanFagorotti

    SusanFagorotti Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    22 Agosto 2024
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    29
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    ABRACADABRA - | Naruto Fanfic |
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    255
    | Prólogo. |
    Los ojos azules de una azabache estaban fijos en el cielo azul, sus labios estaban secos y su respiración apenas se hacía presente y de la comisura de su boca salía una delicada línea de sangre.

    —Hinata, te lo advertí, no tenías que involucrarte con él.

    —Lady Tsunade… por favor… quiero ir con él.

    La mano de la rubia estaba reposando en el vientre de la azabache y al momento de quitarla, la sangre se derramaba, haciendo más grande el charco, obligando a ponerla de nuevo.

    —Imposible, aunque cometiste un error, has cumplido con tu misión. Ahora tendrás que volver a tu puesto original.

    —Tsunade, por favor, deje que esté conmigo.

    —Tú aléjate de ella, bestia, todo es por tu culpa. El que todo haya terminado así es por ti, si fueras más consciente de lo que haces sabrías cuál es tu problema.

    —Ya dije que lo siento.

    —No es suficiente.

    La rubia fijó sus ojos en los de la azabache, los cuales se volvían poco a poco blancos como perla.

    —Ya estás ascendiendo, no te preocupes, te veré en el edén.

    Dicho esto, al terminar de tornarse blancos los ojos de la joven, la rubia los cerró, dejando de sentir el latido de ésta.

    —¿La volveré a ver?

    —Ya lo veremos, bestia.


    .

    Tres jóvenes chicas con un don para la magia tendrán que vivir con los problemas de sus anteriores vidas con el asecho de entidades sobrenaturales.

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    .



    Próximamente…
     
    Última edición: 2 Junio 2025
  2. Threadmarks: | Capítulo 1. |
     
    SusanFagorotti

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    Fantasía
    Total de capítulos:
    3
     
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    1744
    General

    Érase una vez tres hermanas que vivían en un pueblo pequeño que practicaba el comercio de ganado y agricultura. La familia cruzaba por un mal momento pues el padre había recién fallecido, dejando al mando a Mako, madre de Sakura, Ino y Nanna.

    —Trae los huevos que pusieron las gallinas esta mañana, ordeña las vacas y trae su leche, luego tendrás que ir a- ¡Nanna, te estoy hablando!

    —¡Ah!, mamá… S-Sí te escuché…

    —¿Qué es lo primero que tienes que hacer?

    —Recoger los huevos y la leche.

    Nanna era la menor de las tres, tez blanca de ojos azules y cabellera castaña rizada, cuerpo pequeño y delgado, una niña tímida y reservada.

    La mujer mayor agarró dos baldes de madera que estaban en la mesa y se los dio a la joven. —Entonces inicia con eso.

    La joven de cabellos castaños agarró los recipientes y se acercó a la puerta que daba al patio.

    —Y no se te olvide la canasta. —le recordó.

    Al tomarla se escuchó el cerrar de la puerta.

    Suspiró. —Buenos días Bella, —acarició la vaca—¿cómo amaneciste?

    —¿Por qué sigues hablando con los animales?

    —Sakura, ¿qué haces?, ¿no deberías estar en la tienda?

    Sakura, la primera, tez blanca, pelo lizo castaño, con sus ojos color jade que la caracterizaban tanto, delgada pero no tan alta, era de un carácter pasivo y a veces un poco rebelde con las órdenes de su madre, pero al fin y al cabo responsable al momento.

    —Debería, pero se me hace tan tedioso eso, —se recargó en un árbol—ver a las mismas personas todos los días con esos harapos, la verdad me fastidia.

    —¿Y qué?, todos en este pueblo se visten así, hasta tú. —la miró de reojo mientras se dirigía al corral de las gallinas.

    Rodó los ojos. —Y es por eso que odio vivir aquí. Quisiera ir más afuera, lejos, pero totalmente lejos de toda esta gentuza sin modales.

    —Por favor, Sakura, ni en un millón de años podríamos irnos de aquí, está prohibido que algún pueblerino salga, si es que no está asociado con el comercio.

    —Nosotras lo estamos. —comentó ésta.

    —Pero sólo mamá puede, está al mando del negocio desde que papá murió. —salió del corral y cerró la puerta de este.

    —Pero se nos pasará el mando luego a nosotras. —cruzó los brazos.

    —Mamá nos casará. —se escuchó una voz femenina, viniendo de las ramas de un árbol.

    —Ino, ¡¿qué haces ahí?! ¡Baja! —dijo temerosa la castaña de ojos azules, temía que su madre la encontrara así.

    La hija del medio, Ino, con los atributos más lindos, alta, delgada, blanca, ojos azules y cabellera rubia platinada ondulada, la cual se encontraba corta en ese momento, prueba del castigo de hace unas semanas, dicho esto, ya sabemos cuál es la hija problemática.

    —Escuché a mamá hablar con algunos señores del pueblo—de un salto bajó—, era el señor Hiroshi y Akiko, le aconsejaron a mamá que nos casara lo antes posible por si enfermaba saber que nos deja en buenas manos y que el negocio siga.

    —¿Por qué le dirían eso? —preguntó Nanna.

    —Es obvio, Nanna, no creen que seamos capaces de seguir el trabajo como mamá lo está haciendo. —respondió Sakura.

    —Y por lo que pude deducir—Ino continuó—, quieren que nos casemos con sus hijos.

    —¡Ah, no!, ¡eso sí que no! —negó rotundamente la ojijade.

    —No tenemos de otra, sabes las reglas de la comunidad, sólo en caso de que el hombre muera, el mando se lo pasa a su mujer, pero nunca a las hijas.

    —Maldito pueblo ignorante. —la mayor de las tres hermanas estaba furiosa.

    Una leve cachetada recibió por parte de la castaña con canasta en mano. —Nunca maldigas—dijo seria—, ¿qué no sabes que puedes atraer a demonios u ocasionar una desgracia?

    Recibió otra cachetada, ahora dada por la ojijade. —¿Y qué no sabes que todo eso es una gran tontería? —hizo una pausa—Pero, aun así, si fuera verdad, eso mismo quisiera hacer. ¡Que todo este pueblo se vaya a la mierda junto con su gente que no vale la pena! —esa última oración la gritó.

    —¡Sakura! —una mujer mayor se asomó por la ventana de la cocina—¿Qué no estabas en la tienda atendiendo?

    —¡Ya regreso! —le contestó.

    —Y tú, Nanna, —la nombrada empezó a temblar—ya te tardaste mucho, te voy a enseñar a hacer las cosas rápido y a tiempo, niña.

    El miedo en sus ojos claros se vio reflejado y sus hermanas se dieron cuenta de esto.

    —Ino. —intercambió una mirada cómplice con la segunda.

    —Vamos.

    Acto seguido, tomaron su mano y empezaron a correr hacia el bosque que estaba atrás de la casa.

    —Ahora sí me vas a… —se detuvo al ver que no estaban sus hijas por ningún lado, ni la canasta, sólo los baldes de madera en el césped al lado de la vaca. Frunció el ceño. —¿Dónde se metieron?

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    | Capítulo 1. Érase una vez… |

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    Tres jóvenes se encontraban corriendo por el bosque sin dirección alguna.

    —¡Sakura, para!, ¡no puedo correr más! —le pidió su hermana menor, tratando de seguirle el paso.

    —¡Sí!, creo que ya podemos dejar de correr… —dijo la rubia, tratando de controlar su respiración.

    La ojijade paró, al igual que sus hermanas estaba agotada.

    —¿Por qué me trajeron aquí? —preguntó Nanna, confundida.

    —No lo sé, yo sólo le hago caso a ella. —excusó Ino, tampoco sabía porqué corrieron hasta ahí.

    Sakura ignoraba las miradas de sus hermanas dándoles la espalda, pero en un parpadear se percató de algo que antes no estaba ahí, como si recién apareciera.

    —¿Ese pozo ya estaba ahí? —preguntó.

    —¿De cuál pozo hablas?, aquí está más seco que ni al caso. —dijo Ino, mirando las hojas secas de los árboles.

    —De ese. —señaló el pozo que estaba a escasos metros de ellas.

    —Pues por lo que se ve ese pozo debe ser del tiempo de las cavernas. —bromeó la rubia, no dándole tanta importancia a la situación.

    La castaña mayor empezó a dirigirse hacia el pozo, asomándose, para encontrarse con un fondo totalmente negro, la cuerda desgastada se perdía en la oscuridad del pozo. Tomó una roca que estaba cerca suya y la tiró en el interior, esperando un sonido, pero nada.

    —¿Qué esperas, Sakura?, ¿un regalo? —seguía con sus comentarios sarcásticos la segunda hermana.

    La rubia se puso al lado de la castaña y también se asomó.

    —Vaya… Nunca había visto uno tan profundo.

    —¿Podemos irnos ya? —habló la menor, se estaba desesperando, no podía dejar de pensar en el regaño que recibiría en casa.

    —Tranquila, enana, no va a pasar nada con mamá—la rubia se alejó del pozo y volvió con su hermana menor—, hemos hecho cosas peores y seguimos vivas.

    —Aun así, no quiero que se oscurezca y seguir aquí.

    —No tengas miedo, estás con nosotras, nada te pasará, ¿verdad, Sakura?

    Las voces de las chicas empezaron a sonar cada vez más bajo para la ojijade, de repente ya no escuchaba nada, sólo sentía la pequeña brisa que movía delicadamente sus cabellos, sus ojos estaban clavados en aquella oscuridad del interior del pozo abandonado, sentía que algo iba a salir de él, pero no sentía miedo, no sabía qué estaba sintiendo en ese momento, fue que poco a poco su reflejo apareció, como si de la nada el agua apareciera, pero algo no le cuadraba, ya que eran sus mismos rasgos faciales, los mismos ojos, pero el cabello era color… ¿rosa?

    —¡Sakura! —el jalón de su hermana Ino la hizo volver en sí—Ya vámonos si no Nanna se va a orinar del miedo.

    —¡Ino! —se quejó de la burla que le hizo la rubia.

    —S-Sí, vamos…

    Las tres reanudaron su camino a casa, volviendo por donde habían venido, en un momento Sakura volteó atrás, pero ya no estaba el pozo, creyó que habían caminado ya mucho y que se había perdido a la vista, pero a las tres se les hizo extraño el que volvieran demasiado pronto a casa, como si no se hubieran alejado tanto.

    —¡Hasta que llegan! —les recibió la voz furiosa de su madre, una mujer castaña con ojos azules, igual que su hija menor, pero ella tenía el cabello ondulado.

    —Mamá, podemos explicarlo- —sonrió la rubia, pero la voz de su madre la interrumpió.

    —¡A la casa!, van a aprender a no hacerme enojar de nuevo. —cerró con fuerza la puerta de la casa cuando sus tres hijas habían entrado.



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    —Me arden las manos… —se quejó entre lágrimas la menor, acostada en su cama.

    —Todo gracias a las ideas locas de Sakura. —la rubia veía con enojo a su hermana mayor mientras soplaba las palmas de sus manos rojizas.

    Sakura ignoraba todo lo que le decían, su mente estaba todavía dándole miles de vueltas hacia aquel pozo y lo que vio en él, ¿había visto bien?, ¿ella misma?, pero, ¿cabello rosa?, nadie nace con ese color fantasía.

    —Mejor hay que dormir, perdimos casi el día entero estando en el bosque. —comentó la castaña menor.

    —Sí, estoy harta, ojalá mañana sea diferente. —la ojiazul se quitó los zapatos y se metió a la cama—Buenas noches. —se dio la vuelta, dando la espalda a las demás.

    —Buenas noches, Sakura.

    —Buenas noches, Nanna…

    La mayor apagó la pequeña vela que sólo servía para alumbrar la habitación cuando el sol se iba.

    Tuvieron que pasar unos cuantos minutos para que la ojijade pudiera conciliar el sueño.



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    Una mujer adulta se encontraba afuera de su casa, apoyada en el gran árbol que tenía en su patio, mirando silenciosamente a su ganado dormir.

    Traía encima un suéter delgado, del cual se aferraba pues hacía bastante frío afuera.

    De repente, en una de esas brisas, sintió que algo envolvía su cuerpo, cerrándolos al momento y tensando la mandíbula, cuando una voz femenina le habló al oído: «Adiós, Mako.»

    Aquello la hizo abrir los ojos de golpe, dejando de sentir aquello que la rodeaba.

    —No… No… —sus ojos empezaron a lagrimar—Todavía son muy pequeñas…

    Tapó su boca con una de sus manos para evitar que el sollozo saliera. Sabía que no podía hacer nada, que su misión había sido cumplida y había llegado a su fin. No le quedaría mucho tiempo ya, sus hijas pasarían a manos horribles para seguir cometiendo actos perversos, los mismo que ella alguna vez hizo.


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    Continuará…
     
  3. Threadmarks: | Capítulo 2. |
     
    SusanFagorotti

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    La ojijade se encontraba caminando por un bosque, los grandes pinos hacían que se generara un ambiente fresco que ponía la piel eriza a cualquiera, descalza y con un camisón largo sentía la brisa acariciar su piel, a cada paso que daba se sentía ser observada por cientos de ojos, sus pasos estaban trazados para llegar al destino señalado, no sabía a dónde iba ni quién hacía que su cuerpo actuara así, pero ella seguía y seguía.

    Fue que sus ojos color jade divisaron un pozo, al acercarse más se dio cuenta que era el pozo que estaba abandonado del otro día, ¿acaso volvió a ese sitio?, pero los árboles se veían diferentes, no podía ser el mismo, aun así, si no lo fuera, ¿dónde estaba?

    De repente, sus pasos cesaron, se detuvo enfrente de aquel pozo.

    «Sakura…»

    Escuchó una voz que venía del interior del pozo y sin que pudiera controlarlo su cuerpo se inclinó poco a poco para ver aquella oscuridad misteriosa que la hipnotizaba.

    «Sakura…»

    Volvió a escuchar, su cuerpo estaba cada vez más inclinado, quedando a escasos centímetros de que su nariz tocara aquel líquido extraño espeso.

    «Sakura…»

    Ahora fue en un susurro, muy cerca de su oído, al instante, unos ojos color carmesí vivo la miraron, y como si volviera a tener control sobre su cuerpo se hizo hacia atrás rápidamente, cayendo al suelo.

    Volteó a sus lados y ya no estaba sola, docenas y docenas de criaturas extrañas con alas salieron entre los árboles, al volver su mirada al frente se encontró que una figura igual a las demás se estaba formando, saliendo de aquel pozo, sin quitarle la mirada de encima, esos ojos rojos parecían que podían penetrar su alma y conocer todos sus secretos como su pasado y futuro.

    Se levantó y salió corriendo de ese lugar antes de ser atrapada por aquellas criaturas, no sabía a dónde iba, pero estar lo más lejos de esas cosas era lo mejor.

    Mientras corría se fijó que el tiempo avanzaba rápido, oscureciéndose en segundos.

    Paró de correr cuando llegó al final de un acantilado, estaba en lo más alto de las montañas que rodeaban a su pequeño pueblo, que se veía a lo lejos, eso decía que no estaba en casa, nunca lo estuvo.

    Su respiración estaba más que acelerada, nunca había estado así.

    Pero una mano la hizo voltearse, quedando frente a frente con un hombre de cabello negro y ojos rojos.

    —¡Lady Sakura!

    En un parpadeo se encontraba nuevamente en su habitación, mirando al techo.

    —¿Qué pasó?... —se incorporó en su cama.

    —Se quedó dormida. —la sirvienta tenía cara de preocupación.

    —¿Cuánto tiempo dormí?...

    —Aproximadamente doce horas… No es normal en usted que duerma tanto tiempo, ¿se siente bien?

    —Sólo me duele la cabeza… —le costaba abrir por completo los ojos, las cortinas estaban recorridas y la luz del sol de mediodía entraba por completo a la habitación.

    —Pediré que le traigan su desayuno, que ahora será almuerzo, a su habitación. —la sirvienta se dirigió a la puerta—También vine a avisarle que su padre la estará esperando en el salón. Con permiso.

    Al momento que cerró la puerta, la ojijade se dejó caer de nuevo sobre su cama, soltando un suspiro.

    «¿Qué significó eso?»

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    | Capítulo 2. En Konoha. |

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    Sakura

    —¿Cabello rosa?

    —Así es, Maki, era auténtico.

    —¿No fue tan solo el hecho que está impaciente porque llegue su atuendo para la gala de mañana?

    —¿Entonces cómo explicas el que estuviera en el bosque?

    —Señorita, su padre la está esperando en el salón hace una hora, copere por favor… —me lo pidió casi en súplica.

    Suspiré. —Está bien.

    Terminó de ponerme el corsé, odiaba esta parte.

    Me dirigí al salón que quedaba a unas cuantas habitaciones de la mía, al llegar estaba mi padre, sentado en un sillón.

    —Princesa, hasta que por fin despiertas. —se puso de pie y se aproximó a mí—¿Alguna excusa?

    —Padre… —antes de poder continuar me interrumpió.

    —No me digas que son esos sueños otra vez.

    —De hecho… Tuve otro…

    Mi padre rodó los ojos mientras suspiraba. —¿Qué haré contigo, señorita?

    —¿A qué te refieres? —fruncí el ceño.

    —Hija, —empezamos a caminar por el lugar—desde que me contaste sobre esos sueños te he notado un tanto diferente, más distante y callada, y eso que no eres de las que se guardan lo que sienten.

    —¿Y qué quieres que haga? —me detuve—Ya hemos consultado a varios médicos y ninguno a llegado a una conclusión. Son sueños, papá, ¿cómo quieres que los evite si se producen en automático?

    —Lo sé, hija, pero si cambiaras algunos hábitos quizás y dejarías de soñar eso.

    —¿Como cuáles hábitos?

    Antes de que pudiéramos seguir con nuestra charla un sirviente nos interrumpió.

    —Mi rey, disculpe interrumpirlo—hizo una pequeña reverencia—, pero el señor Okamoto ha llegado.

    —Oh, dígale que estoy en unos momentos con él.

    —¿Okamoto?, ¿quién es? —pregunté extrañada.

    —Es un científico que en los últimos años se ha vuelto famoso.

    —¿Y para qué viene al palacio?

    —Hija, ya a estas alturas deberías saber que las conexiones son muy importantes para hacer crecer un reino. —nos dirigimos al balcón—Y muy pronto serás tú quien le toque dirigir a esta nación.

    —Papá…

    —No reniegues y acepta tu destino como legítima heredera al trono.

    —No hago eso, —crucé los brazos—simplemente es el hecho de que hablas como si lo que la familia ha hecho con la gente fuera lo justo.

    —¿Qué quieres decir?

    —Papá, el pueblo no está del todo satisfecho con nosotros, ese es el problema—me dirigí a él—, me heredarás una dinastía que pronto desaparecerá.

    Mi padre me dio una leve bofetada. —No digas eso ni en broma.

    —Ya ha pasado con otras dinastías, ¿por qué esta sería la excepción?

    —¿Y entonces qué haría la gente sin nosotros? Entiende, Sakura, somos los únicos quienes pueden liderar esta nación, la nación del fuego.

    Suspiré, nunca lo entenderá. —Como digas.

    Nos fuimos del balcón, adentrándonos de nuevo al palacio.

    —Y por cierto, —dije—¿cuál es el motivo de la visita del científico Okamoto?

    —Como anteriormente te lo había dicho, para hacer crecer un reino son necesarias las conexiones, ¿y qué mejor que entablar una amistad con el ícono de la ciencia de los últimos años?

    Me quedé pensando por un momento, aunque mi padre lo negara sabía bien que el reino estaba pasando una situación crítica respecto al alimento y que en comparación con los demás, nosotros nos estábamos quedando atrás con respecto a la época, mientras que en los demás países habían dejado la religión como imagen principal y habían optado por un enfoque más “moderno” como la ciencia, nosotros apenas y estábamos considerando un cambio.

    —Señorita Sakura—me llamó Maki—, su clase de historia comienza en quince minutos.


    .



    .



    .


    Mizuki

    —Tengan cuidado con esa maleta, no dudaré en dar con el responsable si algo le pasa.

    Había varios hombres bajando el equipaje del barco mientras yo seguía sentada en la cubierta.

    —¿Sigues aquí? —escuché la voz de mi padre llegar a espaldas mías—Creí que irías directo al carruaje.

    —Padre, ¿ahora sí piensa decirme qué hacemos aquí?

    Con una sonrisa mi padre procedió a tomar el asiento en la silla desocupada de mi lado.

    —El rey nos invitó a una gala que se festejará el día de mañana.

    —¿Qué?... —me quedé en shock por un momento, esperaba otra cosa menos esto.

    —Pero no te pongas nerviosa, hija, sé que te comportarás a la altura con la familia real. —lo decía tan tranquilo que me angustiaba más.

    —Pues yo había pensado que tu visita tan repentina en este lugar era por una de tus cuantas reuniones con científicos que siempre tienes. —mi mirada seguía fija en el azul del mar.

    —Oh, cariño, este lugar no tiene nada de interesante mas que su gente con la que puedes hacer muy buenos conectes.

    Suspiré, rodando los ojos, parando mi mirada en un barco de un tamaño mucho más pequeño en comparación con los demás del puerto.

    Siempre me he caracterizado por tener buena vista desde niña, por lo que alcancé a ver una rubia bajando de ese mismo barco.


    .



    .



    .


    Yuzuki

    Respirar el aire de un nuevo lugar hacía crecer mi motivación, pues llegar a un lugar significaba conocer a nueva gente, o sea, nuevas víctimas las cuales estafar.

    —¿Estás segura de esto, Yu? —escuché a mi hermano preguntar.

    —Claro que lo estoy, es más, estoy impaciente por que llegue el momento. —sonreía.

    —Pues espero que ahora todo te salga como lo planeaste, porque la otra vez por poco y nos encierran.

    Mi hermano se preocupaba tanto.

    Es cierto que esta vez sería diferente, muy diferente, ya que pasaremos de robar comerciantes, banqueros o simples ricos, al mando mayor de un país, al rey junto con los demás burgueses.

    —El plan está más que claro, nos haremos pasar por aristócratas como la demás gente.

    —¿Y cómo lograremos eso si no tenemos invitación alguna?

    Exhalé. —Eso te encargarás tú.

    —¡¿Yo?!

    —Sí, por eso te traje. —empecé a bajar el equipaje.

    —Operamos juntos, así que no te puedo dejar sola… ¡¿Y qué se supone que haga yo con la invitación?!

    —Ay, por favor, eres muy bueno falsificando documentos, será lo mismo para esto.

    —Me lo hubieras dicho con tiempo, —vino a ayudarme con el equipaje—falsificar algo y que quede bien hecho lleva su tiempo.

    —Ya sabrás hacerlo, confío en ti. Ahora, baja las demás maletas.


    .



    .



    .


    General

    Al día siguiente, esa misma noche, se festejaría la gala en el palacio, estando cierta rubia arreglándose para el momento.

    —Lady Sakura, —una sirvienta entró a la habitación—los invitados se encuentran llegando al gran salón.

    —Estaré lista en unos minutos, gracias. —avisa la joven ojijade mientras le terminan de poner el vestido—¿Cómo me veo? —pregunta al verse en el espejo de cuerpo completo.

    —Se ve hermosa, mi lady. —respondió una de sus ayudantes.

    —Su señor padre quiere verla, señorita. —avisó una criada.

    —Dile que pase.

    Al momento en que las puertas se abrieron, las muchachas salieron de la habitación para dejar pasar al rey.

    —¿Querías verme, padre?

    —Sí, tengo algo que darte, un último toque diría.

    Enseña lo que tenía escondido, una pequeña caja de porcelana con detalles dorados. Al abrirla se dejó ver un broche de jade.

    —Quiero que lo luzcas esta noche, ya que te viene de perlas con tu vestido.

    —Es hermoso… ¿Dónde estaba?, ¿o por qué nunca lo había visto?

    —Este broche le pertenecía antes a tu madre, se lo mandé a hacer por nuestro primer aniversario de casados—explica—. El jade viene de este mismo país, pero costó tiempo en poder extraerlo y mandar a hacer de acuerdo al diseño que sugerí.

    El hombre sacó el broche de la caja y se lo colocó a su hija.

    —Ahora sí, estás lista para bajar. —ofreció su brazo para que la joven lo entrelazara con el suyo.


    .



    .



    .


    Un coche de lujo iba llegando, estacionándose en las puertas del palacio.

    —¿Mucho más mentalizada? —preguntó el hombre pelinegro con anteojos a su hija.

    —Sí, más o menos… —confesó la pelinegra de ojos azules, mirando por la ventana del coche.

    —Entonces acompáñame. —ofreció su mano para que la joven bajara del vehículo.

    —Científico Okamoto—el hombre en la entrada del palacio hizo una reverencia—, lo estábamos esperando, pase, por favor.

    Mientras que los Okamoto pasaban, al lugar llegaba otra pareja de rubios.

    —Yu, —le susurró al oído—la verdad no estoy muy seguro de que esto funcione.

    —No empieces otra vez, Ryu—la rubia trataba de mantener la sonrisa falsa—. No hicimos todo el viaje en vano, con algo tenemos que irnos.

    —¿Y si se dan cuenta de que la invitación es falsa?

    —¡Que no se darán cuenta! —carraspeó después de eso, ya que había llamado la atención de algunas miradas—Sígueme la corriente y cállate.

    Cuando llegó el turno de los rubios, al hombre de la entrada se le abrieron los ojos como platos al verlos.

    —¡Duque de Yugakure! —hizo una reverencia —Creíamos que no vendría debido a su resfriado.

    Ambos rubios se quedaron viendo por breves instantes antes de volver a recuperar la compostura.

    —¿Fue cómodo el viaje? —preguntó el hombre.

    —Ah… S-Sí… —dijo débilmente el rubio, al cual las manos le empezaron a temblar por los nervios—Lo estuvo…

    —Me alegra oírlo—su mirada se fijó en la compañía de este—, duquesa, un placer que decida acompañarnos esta noche.

    Yuzuki sonrió y asintió ligeramente.

    Ryuichi iba levantando poco a poco, un poco tembloroso, la mano en donde tenía la supuesta invitación, la cual no dudaba que la había manchado debido al sudor de los nervios.

    —Pero no necesita mostrarme la invitación, mi duque, —el hombre se hizo a un lado—pase.

    Yuzuki le dedicó una sonrisa más antes de seguir con el paso, casi forzando al rubio a que siguiera.

    —¿Qué acaba de pasar? —preguntó el joven rubio.

    —No sé, pero no fue necesario que te desvelaras la noche pasada para escribir esa invitación. —su sonrisa se amplió mientras hacía un gesto de saludo con la cabeza, saludando a los demás invitados.

    —Tú sí que estás loca.

    —¡Sh!

    Los ojos verdes de la rubia se fueron directo al gran candelabro de oro.

    Nunca en su vida había estado en un palacio, aquella cosa era espectacular, se sentía tan pequeña en medio de ese gran salón, rodeada por docenas de personas bien vestidas, personar que valían millones.

    —Recuerda a lo que venimos. —la voz de su hermano la hizo volver a la realidad.

    —Oh, sí… —tragó saliva—Ven por acá.

    Mientras tanto, en otra parte del palacio, se encontraba el rey con su hija.

    —Ya verás que después de esta noche las cosas marcharán a bien. —le venía diciendo mientras ambos se aproximaban al gran salón.

    Por parte de la joven, se escuchó un suspiro.

    Al abrirse las puertas, padre e hija caminan hasta llegar al balcón, siendo observados por los demás al percatarse.

    —Ellos son nuestro objetivo. —dijo la ojiverde, clavando su mirada en los monarcas.


    .



    .



    .


    Continuará…
     
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