En la mañana había visto el letrero este que parecía de niño de cinco años dejados solo con un montón de bolígrafos de colores y me cayó la ansiedad encima, como siempre, por rebote subí al tercer piso me zambullí al baño y le di algunas caladas al porro que, según yo, era para cuando saliera de la escuela. No fue la gran cosa, bastó apenas para aflojarme el cuerpo y el resto del tiempo lectivo me lo eché tomando apuntes y dormitando de forma intermitente. En algún momento pedí permiso para ir al baño y volví, habiéndome echado agua en el rostro y en el cabello a ver si me despertaba, pero no surtió mucho efecto. Por eso cuando Ilana me tocó medio me sobresalté, pero me calmé al verla aunque seguía atontado de todo lo que había dormido a lo largo de la mañana y la pregunta que hice no la procesé hasta que ella estaba yéndose, cuando se encogió de hombros y me cayó la vergüenza. ¿Qué coño me pasaba preguntándole eso si sabía cómo eran las cosas? Dios, era un estúpido. Al final me quedé en mi lugar tratando de ver cómo arreglaba mi idiotez más tarde, noté a algunas personas saliendo de la clase, Sonnen entre ellas, y eso le dio tiempo a cierto personaje de acercarse a mí. No estaba en mi bingo card que Paimon de todos los imbéciles se me acercara, tampoco era que lo tuviese en gran estima porque su cara de moco me recordaba a otra y luego estaba la gracia de Ilana revoloteando a su alrededor, como si no notara la terrible cara de culo que traía siempre. Me molestaba, sí, y ni era culpa del tipo incluso si se notaba que le importaba una mierda ser insufrible. Como fuese, lo miré desde mi lugar sin cambiar las facciones que ya me habían caído en el terreno de la indiferencia también y cuando hizo la pregunta del millón me quiso hacer gracia, ¿Craig seguía sin haberse dado cuenta de verdad, incluso luego de haberme escuchado hablar el día que se comió el show con Liam? Poor little thing, huh. No respondí de inmediato, en lugar me levanté de la silla y apoyé la cadera en mi pupitre. —¿De cuando tu amigo acabó en la torre sangrando? —le dije casi en voz baja, por aquello de la gente chismosa—. Sí, fui yo. Si vas a preguntar por qué mentí, supongo que para darle tranquilidad. No veía mucho o nada y cuando me preguntó si teníamos amigos en común se notó que no quería sumar eso a la desgracia, ya sabes, que lo hubiese encontrado alguien más cercano a sus círculos y simplemente le dije que no, que no teníamos amigos en común y supongo que eso estiró la idea falopa de que quizás siquiera éramos de la misma clase. Lo miré, sabía que Paimon no iría a decirme cómo estaba Craig en este momento y por ello no me molesté en preguntarle. Ahora debía haberme visto con Ilana, así que allí salía a la luz la mentira de por sí. —Pensaba decírselo en algún momento. Me habló hace algunos días y no creo que siquiera haya unido neuronas para reconocer mi voz, pero supongo que se entiende. Me sorprende que recuerde algo, si te soy sincero.
El muchacho se sacó el discurso de la boca como si hubiese estado esperando la pregunta, me causó algo de gracia en el mal sentido de la palabra. Una confesión directa, una explicación detallada, y un por qué de las decisiones tomadas. Vaya, no lo conocía de nada, pero suponía que si quisiera burlarse de la situación ya lo habría hecho, sería mínimo un chisme de pasillo, aún así no le daba puntos, tan siquiera lo conservaba como un ser humano consciente. Consiente y mentiroso. —No lo dudo —murmuré con un deje de cinismo con respecto a que se lo pensaba decir en algún momento, no le creía del todo pero tampoco me importaba si era real o no la intención, no pensaba que la situación se fuese a extender en realidad, solo había sido un sujeto en un lugar ayudando un discapacitado. Sin embargo Suiren seguía con tantas cosas en la cabeza, y aún así buscaba a dicho acompañante para darle las gracias, vaya perdida de tiempo, teniéndolo en el salón de clase, en sí no tenía que buscar a nadie. Por otra parte, Rockefeller con el contacto que mostró con él parecía cercana, quizá hasta lo sabía y no había dicho nada. Me fastidiaba, no tenía claro aún el qué porque nada de esto se cruzaba con mis prioridades reales, pero me fastidiaba. ¿El que le hubiese guardado el secreto o el que no me lo hubiese dicho a mí? Nah, el que lo acariciara de hecho. Ilana parecía que sería una distracción innecesaria, por lo que opté por barrer cualquier rastro de interés en su vínculo. —Para la próxima díselo a él —me enderece, echándole un último vistazo a sus orbes dorados para caminar hacia la puerta—, que quiere agradecerte como si valiera la pena. Contenido oculto Por aquí cierro con Pai, interacción corta pero muy sustanciosa (?)
Un poco quería acabar el asunto rápido, por eso me anticipé a las posibles preguntas incluso si al tipo se la sudaba, me creyera o no. La verdad era que si ahora mismo, con el humor que había manejado los últimos días, reaparecía Suiren hasta me daban ganas de agarrarlo, sentarlo y contarle toda la mierda. Tenía que sostener como diez mentiras como para añadir otra. Solté el aire por la nariz al escuchar el cinismo de su tono y volví a preguntarme en qué coño pensaba Ilana con este cabrón... o quizás el problema era solo mío, pues yo también podía ser insoportable. Puede que Paimon me fastidiara como por tres motivos distintos, pero bueno, estaba haciendo un esfuerzo por comportarme lo pareciera o no. Si no, como había dicho Sonnen, acabaría matándome por ahí. Además, si bien era posible que este chico sólo fuese así con todo el mundo, podían llamarme loco porque percibía cierta hostilidad hacia mí y llegué a preguntarme de dónde salía, si me la imaginaba o sólo era su default. Jamás se me ocurrió que el hecho de que Ilana me tocara estuviera molestándolo, porque claro, ¿cómo iba a asumir una cosa así si este parecía totalmente indiferente al mundo que lo rodeaba? Igual alguien debía avisarle, ni idea, que Ilana era un poco high maintenance, a la niña le prestabas atención o se aburría terriblemente. —Para ciertas personas es importante dar las gracias. Wild, isn't it? —solté con una pizca de cinismo también, por mucho que había pensado en comportarme—. Sí, como sea. Cuando regrese hablaré con él. Lo dije aunque se la sudara y lo dejé irse, se me ocurrió decirle que esperaba que Craig se encontrara bien, pero tenía pinta de que Paimon era un mensajero de mierda así que no me quedaba más que caerle a Snowflake apenas regresara y hacerle la entrevista. Si no quería contestarme nada, pues también era muy su asunto, así que ya lo veríamos en el futuro. Después de que Paimon se fuera tomé el almuerzo que me había preparado tío Devan anoche, a pesar de que casi no me habló, y salí de la clase con intenciones de ver dónde diablos me metía. Tenía hambre y sueño. Contenido oculto chikito pero poderoso
—Adara Y si me tense al escuchar mi nombre y su voz, realmente estaba haciendo todo lo posible para no encontrarme con él, realmente lo estaba haciendo. Parpadeé un poco antes de levantar el rostro. —Enzo. Su nombre se sintió raro pronunciado en mis labios y sonreí porque apenas y lo miraba y ya quería que se fuera por donde hubiera llegado después de lo que mi papá me dijo: no quiero tener cerca a nada que tenga ver con la familia de Enzo. Más que nada, porque que tenía sospechas, solo sospechas y no quería suponer nada, porque si eso fuera verdad, no sé qué haría No lo sabía en nada. —¿Vas a quedarte ahí callada con simple saludo, Addie? —fruncí el ceño ante el apodo. —Mi nombre es Adara —inquirí con frialdad—. No Addie. ¿Qué te hace pensar que tienes el mínimo derecho en llamarme así? Además, ¿por qué debería de saludarte? Ya no eres, mi amigo, eso lo dejaste muy en claro cuando dijiste que tu padre no te quería cerca de nosotras. Su expresión hizo que me debilitara más de lo que ya estaba, más de lo que podría estar sintiendo con todo lo que cargará encima, pero lo deseché a más no poder. —Addie —se acercó hasta que su rostro quedó cerca del mío. Si iba a decir algo, lo interrumpí. No quería escuchar nada. —Creo que deberíamos de hablar en otro momento, Enzo. Ahora tengo que hacer algo muy importante —había notado a Jez y realmente necesitaba despegarme de Enzo. Sentía un leve dolor de cabeza y esto hacía más que empeorarlo—. Discúlpame. Con eso me levanté, no sin antes ya haber guardado todo y después haberle respondido a Fiorella la última pregunta que hizo. Sentí su vista recorrer todos los movimientos que hacía. Apenas y me moví un poco a dirección de Jez y sentí la mano de Enzo rodear mi muñeca. Lo miré por encima del hombro. —Tomaré esas palabras como una indicación de que tenemos una conversación pendiente. —Mis ojos recorrieron su rostro con cierto detenimiento hasta llegar a la mano que tenía engarzada mi muñeca. —¿Me sueltas? —se tomó su tiempo, sí. Pero apenas lo hizo respiré, entre aliviada y conmocionada. No mencionó nada más, solo se alejó. Miré su andar, en un cierto tiempo todo en él gritaba peligro. Respiré, sentí el leve dolor de cabeza más intenso de lo que ya estaba, pero quería estar tranquila más que nada, no quería preocupar a Jez, no tenía el caso que lo hiciera, no ahora. Di unas respiraciones lentas antes de tomar un poco de agua y una de las pastillas que había guardado. Apenas terminé de hacer todo lo que dejé pendiente antes de que Enzo apareciera, me acerqué a Jez apenas y noté que estaba almorzando y leyendo. No quería interrumpir nada ni dañar lo que estaba haciendo, pero ya estaba aquí y necesitaba hablarle. Ya había pasado un tiempo desde la última vez, así lo sentía. —Hola, Jez —me coloqué cerca más que nada al frente del asiento de adelante apenas y coloqué la botella de agua encima —. Espero no interrumpir, ¿puedo sentarme? Contenido oculto Zireael holiss <33 Yo tirándome media hora haciendo este post. Pero lo ameee.
Altan se despidió de mí antes de salir de clase, como siempre, y yo saqué el almuerzo y un libro que estaba releyendo en ese momento. Por la mañana había visto el letrero del tablón y aunque había personas en las que pensé con claridad, otras me hicieron dudar y luego estaba el detalle de que era torpe para la cocina, por eso había tenido que pedir refuerzos para el almuerzo de Kakeru. Por un segundo pensé en pedirle auxilio a él justamente, pero también quería regalarle chocolates y estaba raro pedirle ayuda a alguien involucrado en el regalo, ¿verdad? Tendría que intentar hacerlo yo sola, esperando que no saliera demasiado mal, y rezar por no intoxicar a nadie en el proceso. Los primeros minutos del receso me dediqué a comer, medio leer y pensar en los chocolates y en las cosas que tendría que comprar. Me daba algo de ansiedad, pero no en el mal sentido y en verdad me sentía relativamente bien. Al menos fue así hasta que por un rabillo del ojo creí ver a Lombardi acercarse a Adara, no escuché nada del intercambio, pero sí que fingí seguir leyendo sin dejar de prestarles atención. Ella lo estaba bailando, ¿no? Se notaba que no quería hablarle, al menos, y cuando él la sujetó se me tensó el cuerpo y presioné los dedos en los bordes del libro. Esperé a sabiendas de que si no la dejaba me levantaría y me metería entre ellos, por mucho que Adara llevara probando mi paciencia varios días, pero no por ello quería que alguien la incomodara. La suerte de altercado se disolvió y yo solté el aire por la nariz, pues ni me di cuenta que lo estaba conteniendo. Regresé al libro, pero tuve que ponerme a buscar en qué párrafo había quedado y eso le dio tiempo a Adara de acercarse a mí. Alcé la vista apenas detecté que se acercaba y le sonreí, aunque busqué a Lombardi con la vista un momento, para asegurarme de que no estaba. —Sí, claro. Siéntate, cielo —le dije y usé una pierna para medio girar la silla de enfrente—. ¿Quieres comer? Puedo compartirte de mi almuerzo. No me sentía del todo cómoda todavía, pero suponía que lo mejor ahora era solo hacerme la tonta.
Enzo Lombardi era un enigma, siempre lo había sido después de meses de conocerlo. Siempre me resultó extraño que nunca nos hubiera presentado a sus padres apenas y conocía a su hermana. Fiorella lo conocía mucho más que yo, pues yo solo lo conocía unos meses antes del accidente de mi mamá y abuelos. A Fiorella la conocí en un día muy trágico. Vaya coincidencia, tuvimos en saber que también conocíamos a los hermanos Lombardi. Pero dejando eso de un lado, pensé que nunca volvería a verlo y esto se sentía como una pesadilla porque todo en él me recordaba a lo que viví en Italia. Cosa que nunca entendería, pero necesitaba preguntarle si su familia, una que no conocí y tampoco quisiera conocer, tuvieron algo que ver con que los padres de Fiorella y una parte de mi familia ya no estuvieran en este mundo. Y si me decía que sí. Creo que lo odiaría por el resto de mi vida. Olvidaría todo claramente, pero no podría verle la cara después de eso. Suspire mientras miraba a Jez fijamente por un rato, en lo que giraba la silla apenas y le devolví la sonrisa mire el libro que tenía en manos y lo repase en poco lo mismo hice, pero con su almuerzo no reaccione ante el apelativo que uso, pues ya me había acostumbrado no me sorprendía como la primera vez ahora lo confrontaba con más calma. Parpadeé un poco cuando me preguntó si quería comer. Para ser sincera, lo poco que quería ahora era comer, pero desde que conocí a Jez las pocas fuerzas que había encontrado para decirle que no eran impresionantes. Asentí en lo que miraba a mi alrededor. —¿Cómo has estado Jez? —Supongo que hoy no tocaríamos nada, más que nada por que lo menos quería era que ella se alegara más de lo que ya podría estar—. Por cierto ¿de que se trata? Tenía que crear algún tipo de conversación y ya que podría decir que compartíamos eso de que nos gustaba leer pues tal vez ese sería el tema de conversación, no tocaría ningún tema hasta que estuviera bien segura que era el momento de hablarlo. Debia de mantener la calma, cosa extraña. Esa palabra nunca fue mi fuerte. Como ya lo había pensado, dejaría que todo pasara lentamente, me concentraría en lo que tenía encima y lo que ahora pesaba más en mis hombros. Pero no dejaría de pensar que tenía que arreglar las cosas con Jez. No sé cuándo pasaría, pero lo necesitaba antes de que el caos me viniera encima y ya no supiera cómo manejarlo.
No olvidaba la bomba que Adara me había arrojado, era imposible olvidar una cosa como esa, pero mi idea no había cambiado: no hablaríamos de nosotras hasta que no cuidara al menos un poco de sí misma. No quería tenerla delante empeñada en mostrar que era una mala persona, que era difícil de llevar y todo eso, quería que viera que a pesar de justamente todo lo que le ocurría y aunque me hubiese sentido mal por su vacío, seguía confiando en que era una buena chica. Si ella no se detenía mis palabras no la alcanzarían, se quedaría atascada en lo que me había dolido y nada más. Quizás fuese necio de mi parte, pero... Incluso Altan había podido salir del agujero del "Soy lo peor sobre la tierra" y habíamos podido hablar como la gente, ignorando el hecho de que yo había terminado llorando. Lo de Adara era incluso más terrible, porque ahora había sumado al desorden el hecho de que lo de sus familia podía haber sido un crimen. De eso también debíamos hablar, pero no tenía idea de cómo por mucho que hubiese aparecido en casa de los Sonnen un día insinuando que Altan podía hacerse daño a sí mismo. Al final del día, no era más que una chica de dieciocho años. Le ofrecí comida a Adara, me anticipé a la posibilidad de que no quisiera, pero acabó asintiendo, por lo que empujé con cuidado el bento en su dirección y dejé el libro para buscar si tenía palillos o cubiertos extra en el maletín. Por fortuna conseguí un tenedor, así que lo dejé frente a ella. —He estado bien —respondí pecando de lo mismo que Cayden: no pensarlo—. Y el libro, sólo estaba releyendo Frankenstein. Al decirlo lo tomé de nuevo, girándolo en su dirección. Era una versión de bolsillo bastante pequeña, con una portada sencilla que no tenía más que el título y el autor. Era un clásico de lectura casi obligatoria, supuse que no debería dar explicaciones. Por un segundo dudé, pero... Suponía que debía hacerlo. Que era lo que tocaba para no repetir la historia que me había tocado vivir con Altan de adivinar qué pasaba. Guardé silencio un momento y mi sonrisa se diluyó lentamente, por lo que cuando pregunté ya estaba seria. —¿Lombardi te estaba molestando, Ada?
Había colocado mi móvil encima de la mesa después de sentarme así que pude ver cuando en la pantalla apareció el último mensaje de Fiorella alce una ceja por la respuesta que me dio prácticamente ya la visualice con el ceño fruncido mientras me escribía esa respuesta parpadee solo por qué si en lo que volví mi atención a Jez. Para ser sincera, aún sentía la mano de Enzo en mi muñeca, cosa extraña, realmente extraña, no lo esperaba, Fiorella siempre había mencionado que Enzo era mi karma, nunca entendí el porqué, pero ahora no lo sentía así más bien, era todo lo contrario, ahora se presentaba ante mí como una pesadilla. Una a la cual necesitaba huir. No era una cobarde, pero justamente ahora me sentía como una. Regrese mi vista a Jez en cuanto me respondió la pregunta que le había hecho ladee la cabeza en sí apenas y me había dado cuenta de que había girado el bento a mi dirección al igual que un tenedor los mire sin decir nada últimamente me encontraba sin ganas de hacer algo que realmente me llenara por completo. Ella me dijo que el libro lo estaba releyendo, ante eso solo me quedo asistir. No quería suponer nada, pero me daba impresión de que estaba recibiendo palabras cortas. No mencione nada, solo me dispuse a tomar el tenedor para así dar gracias en lo que le daba un último vistazo al libro para después tomar un bocado, cerré los ojos por un momento en casa apenas y había probado algo, simplemente se me había esfumado el apetito. La cosa fue que unos minutos después Jez dejo de hablar y apenas y abrí los ojos me encontré con su rostro, pero algo ya serio fruncí el ceño por qué no sabía a qué se debía y de pronto no quise saberlo, pues mi cuerpo se tensó, no esperaba esa pregunta, para nada. Parpadee, me agarró desprevenida, realmente lo hizo, pero trate de relajarme, cosa que logre apenas antes de responder… Negué. —No —mi voz salió algo baja e insípida, más que nada trate de no sonar tan sería, no con Jez—. No me estaba molestando, no lo llamaría molestia, él es simplemente alguien de mi pasado, alguien que quiero evitar a toda costa —la mire, pues había bajado mi vista hacia el libro—. Es como eso que quieres olvidar y que tal vez se haya convertido en el dueño de tu sufrimiento, pero que no puedes por qué simplemente lo ves en todos lados —sonreí—. Eso es Enzo Lombardi. Entonces quise que la conversación tuviera otro sentido, uno que si íbamos a hablar de mi vida no valía y no quería que fuera tan triste. Mire el bento. >> Por cierto, está muy rico. Quien lo haya preparado dale mi agradecimiento —mantuve la sonrisa—. No había comido nada desde ayer, y esto me hizo recordar a mamá.
Puede que estuviera usando frases cortas, pero en parte era porque tenía algunas neuronas ocupadas en el asunto de Lombardi todavía. En el pasado había sido yo el objetivo de ciertas personas y ahora, siendo mayor y luego de los eventos de los últimos días, creía estar bastante segura de no tener tiempo ni ganas de ver cómo alguien que apreciaba estaba siendo molestado. Adara comió, al final yo dejé el libro a un lado y entonces pregunté, lo insípido de la respuesta que me dio quiso fastidiarme por alguna razón y tuve que regular la emoción. Era normal que ante la pregunta de si uno estaba siendo molestado la respuesta fuese negativa, provenía de ciertos lugares que se negaban a aceptar lo que ocurría. —No poder separarse de algo que reactiva cosas de tu pasado y que ese algo sea una persona que, de hecho, se acerca a ti, es una forma de ser molestado —apunté con tranquilidad, sin ser brusca o demasiado firme—. Como sea, sabes que si algo se torna peor o lo que sea, puedes decírmelo. Dejé la oferta suspendida aunque ella había quebrado tema de forma evidente y aunque no pretendía atorarme en algo que ella no quería hablar, tampoco quería ignorar algo que había ocurrido frente a mí. Como fuese, tampoco pretendía presionarla de más, por lo que relajé las facciones y miré la comida. —Fue Nani, ya la conoces, su comida siempre está muy rica —convine junto a una sonrisa suave—. Sabe a hogar. No es como que pueda recordar del todo bien, pero a mí también trae memorias de mi madre.
No quería que las cosas con Jez se pusieran tan tensas, no con mi vida y mucho menos con lo que había pasado con Enzo. No lo quería sinceramente, pensaba que iba a tener una conversación bien tranquila. Como fuese, escuché lo que dijo en lo que levantaba una ceja, pues solo me quedó asistir con lo que decía. Era verdad, en parte lo era, pero... No, las cosas con Enzo Lombardi iban mucho más allá de lo que pudiera pensar. —Puedo decir que él alguna vez fue mi mejor amigo, no sé si lo seguía siendo —sonreí—. Pero él se fue después de que mi mamá y mis abuelos fallecieran, entonces en un momento lo odié —ladeé la cabeza—. Pero verlo me recordó todo lo que pasé y que él no estuvo ahí. Entonces conocí a Fiorella en el mismo día. Prácticamente, compartimos algo similar con la misma fecha y la misma hora. ¿Me estaba abriendo con Jez? Algo así quería tener la misma espontaneidad que tal vez tuve en algún momento. Seguía comiendo en lo que dejaba el tenedor a un lado, en eso la miraba fijamente. Abrí la botella de agua y la tomé un poco. Podía decir que el dolor leve que había sentido estaba desapareciendo en poco. Sonreí en el momento en que dijo que lo había preparado su tía. Me alegré realmente, lo hice su comida en algún momento desde que pisé la casa de Jez. Me supo a hogar y tranquilidad, algo que alguna vez, por lo poco que recordaba de mamá, se hacía presente. —Puedo decir lo mismo —murmuré tranquila—. Gracias por compartirlo conmigo. —Después de lo que pasó, quise decirle.
Había ido aprovechando los huecos entre clases para diagramar el plan en mi mente. Conforme transcurría la mañana, le escribí a Emily y ella me comentó que no tenía la llave de la sala de cocina en su posesión, ya que el lunes se la había prestado a un amigo suyo y aún no se la devolvía. Me pregunté quién podía ser el irresponsable, pero me reservé los comentarios y le sugerí que yo podía buscarlo para ahorrarle las molestias. Así, di con un par de datos escuetos: Kakeru Fujiwara, de la 3-2. No me sonaba de nada. Para el receso, me atrasé un poco terminando de tomar unos apuntes y, cuando me asomé dentro de la 3-2, quedaba poca gente. Supuestamente el señor Fujiwara era de cabello oscuro y ojos marrones. Una descripción... difícil de filtrar en Japón, a decir verdad. Había unas chicas almorzando y, tras un breve debate mental, decidí acercarme a ellas, esperando no interrumpir nada demasiado importante. Apenas pudieran notarme, les ofrecí una sonrisa a labios cerrados y me detuve a su lado. —Hola... Disculpen que las interrumpa, ¿saben si Fujiwara Kakeru vino a clases o dónde pueda estar? Contenido oculto perdón por interrumpirlas JAJAJA pero su presencia acá me venía bien :D for the record, Kakeru hoy se ausentó
También era posible que estuviera recortando todo a partes demasiado esenciales que rozaban lo minimalista y amenazaban con ser escuetas, pero no es que tuviera gran información al respecto, ¿cierto? Y aunque hubiese preguntado, tampoco podía sacarle las palabras a Adara de la garganta ni era mi idea incomodarla incluso más. La gracia fue que pareció abrirse y la complejidad que adquirió el asunto de repente me hizo fruncir el ceño, no por molestia si no por confusión. Batallé con dos ideas, la del mejor amigo tomando distancia y la de la amiga que se queda sola. Siempre había algo más en esas historias, por lo que la información seguía incompleta. Al cuadro luego se sumaba Fiorella y tuve un poco de problemas con ordenar los eventos por la forma en que Adara había ordenado las palabras, ¿decía que había conocido a Fiorella en las fechas del fallecimiento de su familia? Si era así, el contexto solo daba pie a otra muerte y me pregunté cuántos de nosotros, antes de siquiera cumplir dieciocho años, habíamos enterrado o cremado a alguien. —Bueno, eso lo vuelve más complejo, pero una cosa no anula la otra —dije luego de darle algunas vueltas al asunto—. Lamento que al perder a tus padres también los perdieras a él. Lo decía de verdad, pues había estado en un escenario distinto, pero con un desenlace similar parecido con Altan. A pesar de ello, de que había buscado cortarse de mí para poder ordenar sus emociones, dudaba que Al me dejara sola cuando perdiera alguien importante de nuevo. A fin de cuentas todos éramos de la muerte, ¿o no? La muerte ideal era por envejecimiento, pero muchas cosas podían ocurrir en los intermedios. De la manera que fuese, nos desviamos a los de la comida y cuando me agradeció por compartir negué suavemente con la cabeza. No hacía falta que me agradeciera por eso, la verdad. —Come tanto como quieras, cielo. No mucho después noté una melena pelirroja aparecer, creí recordarla pasar por la clase otras veces y también de lejos en el campamento, pero no asocié cara con nombre y dudé que le hubiese hablado para empezar. La chica se acercó a nosotras, sonrisa puesta, y le regresé el gesto en espera de lo que necesitara. Que me preguntara por Kakeru me hizo buscar su asiento vacío, fue un reflejo en realidad pues pude solo haberle dicho que había faltado. También se había ausentado otro día y se lo había comentado a Vero, de hecho. —No te preocupes por la interrupción, no pasa nada. Kakeru no vino a clases —dije regresando la mirada a ella, el tono me salió un poco más preocupado de lo que habría pretendido, aunque mantuve la sonrisa calmada—. ¿Necesitabas algo? Tal vez podamos ayudarte. A ver, si venía expresamente buscándolo a él era difícil que nosotras pudiéramos hacer algo, pero nada se perdía haciendo la oferta.
No era una posibilidad extremadamente alta que se hubiera ausentado ya que era consciente de mi ligera tardanza en salir de clases. Saberlo, sin embargo, de boca de la chica albina, me aflojó un breve suspiro directo del pecho. Seguí la dirección de su mirada, hacia uno de los pupitres vacíos, y volví a verla con una sonrisa más amplia. —No te preocupes, no es nada importante —negué, y ejecuté una breve reverencia hacia las dos—. Gracias, de todos modos. ¡Coman rico! Aquello último me había salido menos formal de lo que había pretendido parecer en un primer momento, pero ya nada que hacerle. Qué problema, ¿y si también se ausentaba mañana? ¿En qué momento podríamos hacer los chocolates? Al darme la vuelta y empezar a caminar hacia la puerta, se me ocurrió otra idea y saqué el móvil del bolsillo de mi falda. Me daba un poco de pereza detenerme a escribir, así que puse a grabar un audio para Ilana. —Oye, hemos topado con un percance logístico de tremenda importancia —dramaticé, sin cambiar demasiado mi tono, y me detuve bajo el umbral de la puerta—. Resulta que la llave de la sala de cocina está secuestrada desde el lunes por un chico de tu clase. Tú podrás estar más pendiente que yo, o quizás incluso lo conozcas: Fujiwara Kakeru. Vine a buscarlo a la 3-2, pero una compañera me dijo que hoy no vino a clases. Lo envié y me quedé dudando un par de segundos. En mi mente la lista de instrucciones se extendía bastante más allá, pero no quería quedar tan mandona y ya con esa información probablemente Ilana supiera qué era lo mejor para hacer. —Lo ideal sería prepararlos mañana, ¿no? Aunque, bah, si prefieres dejarlo para la semana entrante tampoco tengo problema. En fin, lo dejo en tus manos, linda. Cualquier cosa me avisas, sean consejos o dinero para el rescate. Good luck! Con ambos audios despachados, regresé el móvil a mi bolsillo y me dispuse a volver a la 3-1 para, por fin, empezar a almorzar. Me moría de hambre, Dios.
La verdad es que si todo se hacía más complejo y, por otra parte, tampoco le estaba contando todo a Jez poco sabía que prácticamente la familia de Enzo tenía que ver algo con lo del accidente de mi mamá y abuelos y más que todo con los padres de Fiorella, pero tenía sospecha no podía ir diciendo por ahí que ellos tenían algo que ver con todo si quería saber toda la verdad tenía que ir a Enzo eso limpiará todo y descubriría el porqué. Si era verdad, solo quería saber el porqué de nada más. La cosa fue que no respondí nada, solo oí todo lo que me dijo y asistí cuando dijo que sentía que al perder a una parte de mi familia también lo perdiera a él. Seguí comiendo, pues ella me había dado el permiso para seguirlo haciendo en eso una chica se acercó la miré de reojo solo porque sí, pero no respondí a su pregunta de eso se encargó Jez lo vi de las mejores de las opciones apenas y mire el asiento vacío de Fujiwara Kakeru pardee por qué solo lo conocía de apellido nunca había tenido la intención de interactuar con él. Como tal, ella se fue y solo la vi marcharse. Sonreí cuando se despidió estaba demasiado perdida. Regrese mi vista a Jez y después miré el plato. —¿No vas a comer? —Lo regresé a su lado en lo que decía eso, dejé el tenedor en la mesa con cuidado en lo que tomaba un sorbo de agua—. No quiero dejarte sin comer, además creo que comí demasiado. Mire el plato. —Te lo compensare con algo así que puedes pedir lo que quieras —sonreí. Contenido oculto Disculpa la demora iba a postear ayer pero tuve una exposicion en una feria de la U y llegué re cansada. <3.
La complejidad de los problemas de Adara me sobrepasaba incluso si me faltaban piezas, ahora con ella delante no podía dejar de pensar en lo que me había soltado el otro día y no sabía qué se suponía que hiciera con eso. La duda rondaba, daba vueltas y me dificultaba la tarea de sólo existir hasta que esta chica pareciera en mejor estado, ¿pero cuánto tomaría? ¿No era también una forma de tortura tenerla esperando en vez de hablarle y quitarle ese peso de encima? No estaba segura. De todas formas ella no dijo mucho más y entonces apareció la muchacha pelirroja, que ante el anuncio de que Kakeru no estaba y la oferta me dijo que no era nada importante. Su agradecimiento y que nos dijera que comiéramos rico me estiraron la sonrisa, ante lo que le di las gracias y la despedí con un movimiento de mano. Parecía agradable, aunque ahora me quedaba la duda de para qué necesitaría a Kakeru. —Había comido un poco antes, no te preocupes —dije cuando Adara preguntó si no iba a comer—. Además, casi siempre me queda un poco de comida en el bento. Nani me pone de más y yo no como demasiado. En su defecto, usé mi propio tenedor para pescar un bocado porque me dio al sensación de que ella se preocuparía si del todo no probaba más la comida. Cuando me dijo que me lo compensaría con algo quise decirle que no era necesario, porque esto no era una deuda ni nada, pero me guardé el comentario y sonreí de nuevas cuentas. —Un refresco de la máquina cualquier otro día estaría bien —dije comiendo un poco más. Volví a dudar como llevaba haciendo y traté de separar mi discurso de "Cuida primero de ti misma" del puro y llano egoísmo que mi necesidad de huir de la confrontación me generaba. Mi falso altruismo y la molestia vieja, que se diluía de formas extrañas. —Te lo preguntaré antes de hacer nada —empecé con tono neutro—. ¿Quieres que tengamos la conversación que llevo postergando o mejor en otro momento? Digo, para no sumarlo a lo de Lombardi. No pretendía hacer el cuento excesivamente largo tampoco. Diría que me había molestado A, B y C, que no pretendía hacerla sentir culpable y punto. Que esperaba que la próxima vez tan siquiera pudiera hablarme ella misma en vez de pasarle la pelota a Fiorella.
Asistí cuando dijo que ya había comido antes, estaba un poco más aliviada, pues no quería dejarla sin comer y aún más viendo cómo estaba la situación entre nosotras. Sonreí en boca cerrada cuando noté que agarró su propio tenedor para así poder comer un poco. La cosa fue que murmuré lo de la deuda y ella dijo que un refresco estaría bien. —Está bien, me dices el día, y listo. Con eso terminé de tomar un poco de agua que me quedaba. En eso parpadeé al mirarla más que nada al escuchar lo que dijo y lo que me preguntó. Obviamente, en parte lo esperaba, porque simplemente quería resolver lo que pasaba antes de que algo más fuerte se me viniera encima. La miré fijo de pronto mantuve mi rostro neutro y sereno más que nada porque no quería hacer demostrar que dentro de mí nadaba la ansiedad de saber todo lo que sentía Jez y quería escucharla solo eso, pero otra parte me decía que no íbamos a alcanzar y que mejor lo dejáramos para otro momento donde Enzo no pareciera en nada, mejor dicho antes de poder presentarme ante ella. —Como mejor te parezca, es tu decisión, todo está en tus manos, he esperado días, así que sino estás lista para hablarlo ahora, entenderé, he esperado puedo esperar unos días más si es necesario hasta que estés segura —eso apenas y lo murmuré—. No sé si recuerdas, pero cuando estuve en tu casa mencioné que si algún día te hacía sentir mal o actuaba de una forma hostil contigo, esperaba que pudiera soportarme o alegarte —sonreí algo triste—. La primera ya lo hiciste mucho. Demasiado. Parpadee para no dejar que las emociones interfirieran ahora. —Y en serio te lo agradezco mucho, eres la persona más amable y bondadosa que he conocido en la vida, pero también dije que esperaba que pudieras alegarte si eso es lo mejor para ti, —susurre en sí con una voz que logrará escucharme—. No quiero causarte más dolor de cabeza. >> Acepto que me equivoque —inquiri con voz pausada—. Aunque no lo se note muero de ganas por abrazarte.
Estábamos atascadas en lo mismo, nada cambiaba. Adara seguía hablando de "soportarla" y a mí la paciencia me titilaba como la llama de una vela. Comenzaba a agotarme de tener que intentar meterle en la cabeza a esta chica que no era un incordio. Tenía que insistir tanto en ello que, de hecho, comenzaba a incordiar de verdad y me hacía sentir culpable. Además no estaba segura de qué tan bueno era que me viese a través de esos lentes de color rosa, donde toda yo era amabilidad y bondad. No podía culparla, pues me comportaba siempre de esta manera, evitaba las emociones negativas a voluntad, pero igual... Estaba poniéndome en un lugar idealizado. —No se trata de tener que soportarte. Los amigos no se soportan, Adara, porque no hay qué soportar, se supone que se quedan a nuestro lado porque los elegimos cada día —murmuré luego de un suspiro—. Sé que las personas se equivocan que todos tenemos personalidades y formas de hacer las cosas distintas, pero creí. ¿Cómo decirlo? Que al menos existía confianza suficiente de ti hacia mí para pedirme unos apuntes sin necesidad de que tuvieras que explicarme nada si no querías, porque sabes que me ajusto a tus tiempos, pero enviaste a Fiorella como si quisieras evitar siquiera escribirme un mensaje. ¿No habría sido mejor directamente no hacer nada? Si tanto te aterraba hablarme a mí, ¿entonces por qué hacerme saber que me estabas evitando así? Mientras hablaba levanté el bento un momento, tomé la servilleta que estaba debajo y limpié el cubierto antes de tapar la comida que sobraba. Fui envolviendo todo en la tela que usaba Nani para enviarme los almuerzos. —Y luego vuelves y es todo un desastre inmenso, pareces cansada y agobiada todo el tiempo, terminas con una crisis en medio pasillo y todavía me pides que te hable lo que pude haber sentido, como si eso importara en pleno meltdown que tienes por otras veinte cosas distintas. Por eso quería esperar, que cuidaras de ti, pero no sé hasta dónde mi espera está contribuyendo a tu estado y ni siquiera sé si lo hago por ti o por mí. No me gusta el conflicto y no me gusta sentir molestia, incomodidad, tristeza o ira —continúe unos segundos más tarde. Sentía la cabeza vuelta aire, lejana, y temí que algo se desarticulara por tanto empecé a cortar ideas o intentar llegar a un punto—. Vuelves y me dices que lo de tu familia pudo ser directamente un asesinato y me pides que no quieres que cambie contigo, pero no soy una muñeca. Lo que pides, que no cambie, se contradice con lo que pides ahora y no sé qué hacer y tampoco sé cómo ayudarte. Una pausa, ni idea si fue para ordenar ideas o sólo respirar. Puede que fuese lo segundo. —La manera en que evitaste hablarme al principio me lastimó y eso debes saberlo. No aspiro a una disculpa ni nada, sé que han sido días complicados para ti. Sólo quiero que lo sepas y también que sepas todo lo que siento ahora, que todavía me afecta y que se revuelve con lo demás. Que entiendas, también, que no existo nada más en la burbuja de bondad y amabilidad que percibes. Que me enojo como todos, que me resiento como todos y trato de lidiar con eso. —Suspiré con pesadez para incorporarme de la silla, me detuve frente a ella y me agaché, depositando las manos en su regazo. La miré desde abajo, seria—. Te quiero y estoy para ti mañana, tarde y noche, pero si me empujas fuera... Si insistes en cosas como que debo "soportarte" o que puedo alejarme si me viene en gana, no puedo tocarte, por mucho que digas cosas como que quieres abrazarme. Y no te pido que me cuentes todo, es simplemente que no huyas de mí cuando necesitas ayuda en cosas sencillas como los apuntes de la escuela. Acaricié sus piernas con mimo, a la altura de las rodillas, y busqué sus manos para tomarlas con cuidado. Deposité un beso suave sobre el dorso de cada una. —Eso es todo. Es todo con lo que me siento cómoda ahora. Me incorporé despacio, usando sus piernas como apoyo, y una vez estuve de pie le corrí algunas hebras de cabello hacia la oreja o algo así. No había cambiado de expresión y, por horrible que sonara, no me sentía cómoda con la idea de abrazarla ahora mismo ni de hacerlo por protocolo. De hecho sentía que quería irme, tomar aire y luego volver, para tratar de estar algo más fresca para las clases de la tarde. En todo caso, permanecí allí, por si ella quería decirme algo más. Ya luego saldría aunque fuesen cinco minutos. Contenido oculto como los tiempos me andan respirando en la nuca (???) si por A o por B ves que no te da tiempo a contestar o algo así me avisas por Whats mañana en la noche, por fi
La cosa se estaba tornando, algo sería, pensé que tal vez hablarlo de esa forma, pero me di cuenta de que estaba realmente equivocada, pues todo se tornó pesado para mí cuando Jez empezó hablar la escuche sí, pero mi mente estaba en otra parte estaba reproduciendo el día en el que me enteré de que tenía que hacer ese viaje más que nada fui por algunos puntos, todo había sido diferente si me hubiera puesto a pensar si se lo hubiera pedido personalmente nada de esto estuviera pasando. Mi carácter, Dios, mi carácter era demasiado difícil de llevar y por solo me gustaba advertir antes de que alguien se acercara a mí. Lo mismo había sido con Fiorella, muchas veces ella misma se alejaba de mí para dejarme procesar todo lo que sentía. Parpadeé, más que nada suspiré. Mi expresión cambió, algo cayó en mi mirada, cosa que no supe explicar. En sí no dije nada ni cuando se acercó a mí prácticamente estaba escuchando lo que quise escuchar desde un principio. Traté de calmarme más que nada porque mis emociones se estaban poniendo destructivas, pero todo era conmigo misma. Cerré los ojos, unos momentos los sentí largos, respiré de forma pesada. Hasta que sentí las manos de Jez acariciar mis piernas con mimos. Apenas y la miré, observé todos sus movimientos. —Creo que todo mi comportamiento se dio a entender de otra manera —me levanté tomando la botella de agua, ya vacía—. En sí, a veces las actitudes demuestran más que mil palabras. Era lo que quería escuchar y lo acepto, no busco que me soportes de manera de soportarme —sonreí—. En mí esa palabra es más que nada en una manera de darme a entender que a veces tendré bajos y altos, más bajos para ser sincera y que a veces actuaré de una manera no justificada. Pero no buscaba lastimarte, diciéndole a Fiorella que viniera por los apuntes —murmuré—. Pero ese día estaba bloqueada. Siempre me bloqueo. ¿Confío en ti? Claro que lo hago. ¿Actúe de una manera que demostró lo contrario? Sí que lo hice. Acerqué una de mis manos a su mejilla. Fue fugaz. —No te veo como una muñeca ni nada, sé que a veces fallamos como personas, tenemos errores demasiados, diría yo, pero creo yo que siempre trataremos de redimirlos —apenas y me di cuenta, pero me acerqué y le di un beso corto en la frente, era lo único que me iba a permitir hacer ahora. —Te quiero mucho y agradezco al universo por ponerte en mi camino —me alejé un poco—. Realmente lo hago —mi mano se desplazó hasta tocar algo de su cabello de forma suave, aunque no recibí el abrazo y fue muy egoísta de mi parte pedirlo, pero me sentía liviana, había escuchado lo que ella sentía y eso traía cierta paz, no de toda, pero la había—. No quiero hacerte sentir más incómoda si lo estás sintiendo antes de que empiecen las clases —no quería suponer nada, con eso que dije. Terminé de alejarme, parpadeé porque dentro de mí sentí un caos a punto de empezar. Lo pensaba porque sentí mi vista nublarse—. Voy a comprar otra botella de agua —alce la vacía—. Fue un gusto hablarte, Jez. Con eso la rodeé, no sin antes haberle dado un último beso en el mismo lugar que antes y salí porque necesitaba tomar algo, y el agua era la mejor opción. Contenido oculto Ahh holiss fue un gusto lo adelantó no se que más tiempo tenga así que por eso termine el post. Casi lloro con todo pero me gustó mucho creo que era lo que medio necesitaba para estar un poco en paz para poder tirarle toda la tormenta qué se aproxima a Adara
Me frustraba que siguiera empeñada en su visión nefasta de sí misma, estaba siendo incluso más tozuda que Al y volvía a lo mismo: ya no sabía qué hacer. La escuché responderme, fui asintiendo para que supiera que la oía, pero no añadí ni refuté nada. No me quedaban energías. Creía en la redención y el cambio. En los altos y bajos. Pero estaba consumida. Parpadeé despacio al recibir su caricia en la mejilla, la oí afirmar que no me veía como una muñeca y luego recibí su beso en la frente. Debió ser cálido, pero algo lo obstaculizaba y pensé que era yo... Que era li egoísmo y mi incapacidad para acompañarla cuando me necesitaba. Tomé aire, lo solté y entonces fue que me incorporé, luego de que me dijera que me quería y su mano se deslizara por parte de mi cabello. —Sé que me quieres. —Fue lo que acaté a decir y le dediqué una sonrisa pequeña—. Gracias, Ada, e insisto... Si me necesitas, aquí estoy. La observé retirarse y por algunos segundos no hice más que quedarme allí de pie en la clase, en silencio, procesando lo que acababa de hacer. Cuando volví a moverme fue para salir de la clase en dirección a la azotea, si me quedaba en la diminuta sombra que había cerca del techo del edificio no debía pasarme nada. Sólo necesitaba tomar aire. Contenido oculto y por acá cierro con las niñas, thanx uwu *fue drama como siempre*
Para el viernes ya me sentía fresco como una lechuga, así que las excusas para ausentarme de la escuela se me agotaban. Además, no planeaba enchufarme cantidades de alcohol similares a las del miércoles sólo por cumplir un propósito tan patético. Podía seguir fingiendo demencia, atender a clases, comer un almuerzo e irme a casa, sin más. Kou no iba a buscarme, Anna tampoco, y Kohaku vivía demasiado a su bola. Nada iba a salir mal. Dejando los efectos colaterales de lado, había estado divertido. Bebimos como descosidos, nos reímos casi hasta hacernos pis de cualquier tontería y, cuando me desperté bajo un techo que no era el de mi habitación, me sentí más liviano y tranquilo. Me pregunté si era correcto encontrar consuelo entre estas paredes. Después, me cuestioné cuánto tardaría Haru en matarnos. No mucho, ¿cierto? El pensamiento me arrancó una risilla. El jueves, cerca del atardecer, regresé a casa, me pegué un baño y me encerré en mi habitación a jugar videojuegos. A la mañana siguiente repetí el desayuno de campeones del día anterior, pero a un horario razonable y sin tocino, y estampé un beso en la mejilla de mamá antes de salir a cumplir mis responsabilidades estudiantiles. El clima era bastante asqueroso, pero yo estaba con buenos ánimos. Al llegar a mi clase, crucé el umbral y eché la espalda contra la pared, junto a la puerta abierta, después de comprobar que Ilana aún no había llegado. No la había visto por el camino y no tendría sentido salir a buscarla, por lo que solté el aire con calma y hundí las manos en los bolsillos, donde mis nudillos palparon el metal frío de las llaves. Ahora que lo pensaba, aún le debía un mensaje de disculpa a Emily. Contenido oculto Zireael perdona que no posteé antes, ando con poco tiempo pero quería cumplir con lo que dijimosss