Pasillo (Segunda planta)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    Tampoco era que anduviera tan de mano suelta con Hubert, siempre atendía por si notaba tensión en su cuerpo o cualquier mensaje que me indicara que debía dejarlo quieto, pero incluso si no se esperaba la gracia no percibí incomodidad lo que venía siendo usual de por sí. Era lo mismo de siempre, había algo en él que transmitía cierta noción de inexperiencia que no se emparejaba, por ejemplo, a la ingenuidad de otras figuras como podían ser Vero o Jezebel. Era entre curioso, divertido y casi tentador.

    La sonrisa que alcanzó su rostro fue más sosegada y por ello, quizás, me tardé un poco más en notar a Copito en su mano. De todas maneras, Sherlock aquí presente dijo lo del banquete y una risa ligera me abandonó el pecho, pude entender que era un remedo de broma inocente y no me lo tomé como un reclamo ni nada parecido, ya le había explicado, así como a Vero, que había hecho planes de previo y tal. Ninguno se molestó, ninguno reclamó ni se quejó.


    —Soy fan acérrimo de los banquetes, qué te digo —concedí sin siquiera pensarlo y la sonrisa estuvo a nada de descubrirme los dientes—. Sobre todo si los prepara cierto muchachito que conozco.

    Fue después que noté a Copito y mi neurona quedó absorbida en cosa de segundos, apartando que me gustaban los animales, lo de Copito era diferente porque el ave me tenía confianza y lo sabía, así que prácticamente nos saludamos entre nosotros. No me molesté en disimular lo suavecito que me ponía ver al gorrión ni nada y me reí por lo bajo al notar que Hubert lo dejaba más a mi alcance. Copito se relajó apenas lo acaricié y continué haciéndolo un rato más, mientras decías las estupideces de turno.

    ¿Estaba tentando demasiado los límites de todo el mundo? Quizás, la idea me alcanzó y la deseché casi en automático. El gorrión había saltado de su mano a la mía y sonreí, tranquilo, mientras usaba el pulgar para seguir dedicándole caricias livianas entre las plumas. El niño me había mirado y yo sostuve sus ojos un momento, me sorprendió un poco que me contestara la estupidez con una del calibre aunque lo disimulé sin mucho problema previo a apoyar la cabeza en la suya.

    Antes de responderle erguí la postura de nuevo, siquiera se me pasó por la cabeza que Anna se hubiera comido el numerito, y entonces me digné a responderle a Hubert. Apoyé la mano en que sostenía a Copito en el borde de la ventana, sólo para no tenerla suspendida en el aire y cansarme, y la que mantenía en los hombros del chico se deslizó con cuidado nuevamente. Tracé la línea de sus hombros, sentí el cabello oscuro hacerme cosquillas en la piel y descendí por su espalda, sin más, fue una suerte de mapeo para ver hasta dónde me dejaba hacer o no.

    —Depende, creo, hablaba por Copito nada más. Yo personalmente prefiero el privilegio de sostener a los príncipes —dije casi en voz baja, entretenido, y la manera en que la tontería se solapaba con otras me quiso hacer más gracia de la que debía—. Si a ti te parece un privilegio ser sostenido por tu caballero ya es otra cosa.

    Me reí, tomé un segundo para instar a Copito a apoyarse en el borde de la ventana y en tanto eso pasaba usé la mano sobre el cuerpo de Hubert como una suerte de ancla. Alcancé su costado, busqué girarlo hacia mí y al hacerlo despegué la mano de allí para echarle ambos brazos encima ahora sí, lo envolví en un abrazo que no tuvo ninguna otra intención. Esperé nuevamente por cualquier seña de incomodidad, la que fuese, pero antes de descubrir si tenía que soltarlo o no le hablé en un murmuro aprovechando la cercanía incluso si era algo que ya le había dicho.

    —Gracias por haber hecho comida para mí también.
     
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    Bruno TDF

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    La respuesta sobre los banquetes dio cuenta de que captó la naturaleza de mi réplica, tal como asumí que pasaría. Observé que el estiramiento de su sonrisa estuvo a punto de revelar su dentadura, poco le faltó para adquirir un tono no visto en nuestros encuentros previos. Aunque esto no aconteció al final, Cayden sí se permitió remarcar que le gustaban los banquetes preparados por mi mano, ante lo cual mi sonrisa se ensanchó ligeramente. Me alegraba saber que había disfrutado el bento que le hice llegar con la inestimable colaboración de Jezebel. Pero me debatí si responderle esto o, en pos de seguir bromeando, decirle que acababa de labrarme una buena fama. La presencia de Copito no dio tiempo a más, el gorrión absorbió por completo sus sentidos y me limité a contemplar el entrañable reencuentro.

    Las acotaciones sobre ser sostenido por un príncipe me tentaron nuevamente hacia el campo de la broma, de modo que en esta ocasión no desaproveché la oportunidad para molestarlo un poco, o eso creí que lograría. Imaginar el cuadro de Cayden en brazos de alguien más me hizo la debida gracia, quizá porque resultaría estrafalario ver en esa situación a alguien que era más alto que yo. Aún así sentí que, probablemente, me estaría sobrepasando con la confianza que establecimos, motivo por el cual me tomé algunos segundos para decidir si soltar el comentario jocoso. Estaba visto que, aunque me permitía ciertos arranques o podía ser permisivo con determinados gestos, mi soltura no era equiparable a la de los extrovertidos.

    Por eso, mi sutil reacción bajo la mano de Cayden dejó a la vista un límite.

    Me había distraído en el blanco y pequeño contorno de Copito cuando su mano se apoyó en la ventana, motivo por el que no noté a Anna pasando detrás de nosotros. Sí fui consciente de los dedos deslizándose con delicadeza sobre mis hombros. Esto en sí mismo no me implicó nada en particular, ya que bien podía tratarse de un simple movimiento para liberar su brazo. Fue en eso que yo, enfocaba como me hallaba en mirar al ave, hice un amague de darle otra caricia… Pero mi mano se detuvo al percibir el contacto en mi cabello, por no mencionar el posterior deslizamiento en la zona de mi espalda. Me quedé muy quieto en mi lugar. Esto duró un instante, pero el tiempo suficiente para que Copito alzara la cabeza hacia mí y para que Cayden seguramente percibiera las señales. Al final retomé mi intención de acariciar la cabeza del gorrión, y fue en eso que me volteé con calma para mirar a Cayden. Mi sonrisa se mantenía tranquila, pero había retrocedido, y en la oscuridad de mis ojos se percibía un aire interrogativo.

    Al mismo tiempo que esto pasaba, Cayden me dijo que prefería el privilegio de sostener a los príncipes y que era asunto mío si lo consideraba mi propio privilegio. Fue una contestación divertida ante la cual me limité a mantener la sonrisa amable por no saber con qué otra cosa responder. Su mano en mi espalda me tenía desconcertado, ya que no lograba darle forma a la intención con la que me había tocado; no lo sentí del mismo modo en que, por ejemplo, acarició mi cabeza como si fuese un niño.

    Todo esto se completó con un abrazo. Más adelante, quizá, sentiría un poco de culpa por la manera en que mi mano libre quedó en aire, en clara muestra de que no me lo había esperado para nada. Necesité algunos segundos para procesar la cercanía, sus brazos envolviéndome y los rizos de intenso rojo rozándome la oreja, la sien. Copito nos miraba desde su lugar en la ventana, como entretenido. Era un poco gracioso pensar que esta misma escena la viví con Verónica las primeras veces que nos vimos, en su momento hasta me había dado una vergüenza que ella, tras notarla, respetó las siguientes veces.

    Como ya estaba dicho, no poseía la soltura suficiente para adaptarme a algunas cosas.

    Aún así, correspondí al abrazo de Cayden. Mi brazo libre, el que no sostenía el bento, se deslizó por su espalda con discreción. Le unas palmadas suaves entre los omóplatos, que pretendieron ser amistosas, y quise creer que también transmitían tanto cariño como respeto. Su agradecimiento me hizo recuperar parte de la sonrisa.

    —Agradezco que hayas podido probarla, y me alegra que lo disfrutaras —respondí—. Se siente bien hacer algo así por las amistades.

    Con mucho cuidado me despegué de él, aunque mantuve mi mano sobre su hombro. Le sonreí.

    —Ahora que recuerdo… La próxima vez podríamos acompañar el almuerzo con las galletas que me regalaste el otro día. Las chicas seguro quedarán doblemente encantadas —comenté con sutil gracia, refiriéndome a Verónica y Jezebel—. Por cierto, ¿ibas a comprarte algo?

    Al decir esto, repasaba con la vista sus manos. Dudaba que planeara almorzar sólo un caja de Pocky.
     
    Última edición: 29 Marzo 2025
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    ¿Habría preferido que me dijera que lo había incomodado o molestado? No estaba seguro, aunque sin duda habría sido más claro o contundente y a veces, aunque no pareciera, necesitaba que me encajaran una bofetada en la cara para que dejara de hacer mierdas sin pensar. En cualquier caso, noté sus reacciones a mis comentarios que fueron una idiotez detrás de la otra sin pausa, un hábito mal adquirido de Arata, quizás.

    Que el banquete preparado por él, lo de sostener a los príncipes y que quedaba en él si le parecía un privilegio ser sujetado por mí. Lo dicho, lo demás, la averiguación que hice al acariciarlo y tal no pretendió más que eso, un mapeo, y por ello no hizo falta que me valiera de Copito para darme cuenta de nada. Al fin y al cabo temía los ojos de personas como este chico porque yo poseía el mismo don desgraciado. Hubert no habló más, una parte quizás por dudar de hasta dónde llegaba nuestra confianza, y luego su intención de acariciar al gorrión se detuvo en el aire.

    Percibí el instante de congelación, allí en su espalda, también el retroceso y apenas recibí la suerte de confusión o cuestionamiento en su mirada, reajusté apenas la mano para lo del abrazo y allí debió desaparecer cualquier tinte ambiguo de los gestos anteriores. Los borré como borraba mi presencia cuando me convenía, como si nunca hubiese estado allí para empezar, y siquiera me ofendí.

    Había rozado una cuerda y el sonido que brotó de ella no era correcto, nada más.

    Al abrazarlo supuse que de todas formas su cerebro de niño genio se quedó entrampado en los gestos anteriores, más difíciles de leer y categorizar, porque su brazo libre no reaccionó de inmediato y pensé en soltarlo incluso. Daba lo mismo si rechazaba el toque de antes, pero la posibilidad de que rechazara el abrazo que sí era genuino y nacía del cariño que le tenía... No se me apetecía mucho, aunque lo habría entendido.

    Sin embargo, al final su brazo reaccionó y aunque la manera en que lo hizo, con las palmadas entre los omóplatos, le dio un aire un poco gracioso porque me pareció un abrazo un poco tieso, creí entender que era su manera de fundir el respeto y el cariño. Era una tontería, pero me ayudó a borrar el punzón del pecho que la idea del rechazo me había generado. Me separé cuando percibí su intención de hacerlo, su mano se mantuvo en mi hombro y la mía bajó por su brazo, en el que sujetaba su almuerzo, y se quedó suspendida allí cerca de su muñeca. No pretendí nada y el contacto no tuvo ningún tinte extraño, fue más un reflejo con el que mantuve un puente hacia él.

    Good Lord. Si preparas un almuerzo y yo hago galletas podemos matar a Vero de un infarto, quizás debamos dosificar eso de las comidas caseras con tal de no tener que llamar a emergencias —bromeé sin pensarlo mucho y usé el punto de ancla en su brazo para zarandearlo suavemente.

    Su pregunta me hizo consciente de que pretendía bajar para comprarme algo de comer, por lo que asentí con la cabeza.

    —Era mi plan, pero me distraje contigo. ¿Me acompañas? —Ni sabía si el niño tenía más planes, pero lo dudaba en vistas de que estaba aquí en la ventana con Copito—. Luego podemos ir a comer a cualquier otro sitio, si quieres.

    Solté su brazo, giré el rostro un momento para acariciar a Copito y decirle que lo veía otro día, porque estaba un poco raro llevármelo a través de los pasillos hasta la cafetería. Una vez hecho eso, volví la atención a Hubert y estiré la mano para darle una palmadita en la cabeza, entre la mata de cabello negro, ya volviendo a la sintonía usual.

    —Te perdiste muchos días, ya casi ponía una alerta Amber. ¿Te estuviste portando bien, Príncipe?

    En la checklist quedaban aprobados abrazos intermitentes y molestarlo, así que aunque hubiese tachado cosas el pobre no se libraba de mí. ¿Qué estaría pagando este muchacho? Ni idea.


    imagina tener autocontrol

    te los puedes llevar cuando gustes <3
     
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    Bruno TDF

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    El toquecito en la nariz me hizo parpadear por mero reflejo y, a su vez, me arrancó una risa ligera. No supe si esto último fue por el cosquilleo fugaz en la zona o por el modo en que Mey acompañó mi broma, diciendo que tenía carita de querer pasar el receso con ella. Cualquiera fuese el caso, sus gestos me resultaron encantadores; tanto, que bastaron para dejarme suavecita sobre la silla. Adoraba que, a estas alturas, se estuviese permitiendo tantas confianzas conmigo; todas ellas más que bienvenidas, ¡por supuesto!

    Noté, además, que la mención de Copito había ensanchado su propia sonrisa, embelleciendo así su semblante. Guardaba con bastante cariño cierto recuerdo del almuerzo que tuvimos en la piscina, acompañadas de Jez: la imagen de Mey con el gorrión en su hombro, ofreciéndole pequeñas semillas de su mano. Esa misma mano que, en el preciso instante que se incorporó, tomó con delicadeza la mía. La chica no apartó el contacto en ningún momento y, de hecho, fue ella la que me instó a levantarme de mi silla. Resultaba un poquito gracioso, porque yo ya estaba mentalmente preparada para hacer lo propio, ¡pero…! Mey se me adelantó, ups.

    De todos, no tenía motivo alguno para quejarme… ¡Al contrario!

    Me dejé llevar por sus movimientos, sintiendo por un instante que ahora era yo la princesa. Hasta que, en el pasillo, Mey ralentizó el ritmo de su andar. No necesité más de un segundo para comprender que me concedía el honor de llevarla, por lo que supuse que los papeles volvían a invertirse. En cierto modo, esto parecía una suerte de danza improvisada, espontánea. La ocurrencia me hizo contener otra risita, detrás de mis labios cerrados. Más no quise hacer esperar por un segundito más a mi querida acompañante, por lo que comenzamos a marchar escaleras abajo.

    —Me encuentro de maravillas, y también algo ajetreada —respondía a su pregunta mientras tanto—. He estado saliendo mucho con Vali, ya sea por dar paseos por todo Tokio o para entrenar juntas; a veces me acompaña a mis prácticas de artes marciales —conté con entusiasmo—. Que hablando de eso… Este fin de semana y el siguiente tengo torneos de karate y judo, por lo que subí bastante el ritmo y la intensidad de mis entrenamientos, ¡uf...! —suspiré con una leve negación; era agotador, pero al mismo tiempo daba mucha satisfacción—. Pero bueno, ha habido tiempo para algunas que otras salidas con amigos y así.

    En la pausa que me permití, llegamos a la segunda planta. Cuando seguí hablando, mi mano se afianzó sobre la suya, con mucho mimo. Me giré un momento para dar con los ojos de Mey. Con su rojo que tanto me fascinaba.

    —Y también estuve extrañando a quien es mi amiga, futura alumna y potencial maestra; todo a la vez —le dije, sincera, y mi sonrisa se ensanchó—. Pensaba que hace mucho no le dejaba esto: mi Bendición.

    Nos hice detenernos cerca del siguiente tramo de escalera, en un sitio relativamente despejado de gente. Allí cerré los ojos y me incliné. Con la misma delicadeza con la que Mey había sostenido mi mano... elevé la suya, hasta que mis labios hicieron contacto con su dorso.

    Al erguirme, le sonreí con inmensa ternura.

    —¿Y qué hay de tí? —le pregunté, acomodándole un mechón de cabello detrás de la oreja.
     
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    Las cosas en el restaurante seguían como de costumbre, la única variable adicional era que estaba dedicándole más tiempo a la cocina que a la escuela, quizá por eso mi padre había decidido darme la semana libre, aunque se sentía un poco extraño el pensar que al llegar a casa me pondría quizá a leer algo y luego a esperar que el tiempo pasase. Según el, tampoco podía hacer nada en la cocina de casa, que para eso le pagaba a la empleada y blah, blah, blah.

    Un descanso para la creatividad.

    Como fuese, tenía la intención de ir al salón como todos los días pero al ver el letrero del segundo piso me detuve. Craig me había pedido un favor pero estuve aplazándolo porque no me apetecía hacerlo, aunque era solo preguntar y ya.

    Saque el móvil y preferí preguntar por ahí por el flujo de estudiantes, y la posibilidad de que no hubiese venido o llegado aún.

    Hola. ¿estás en tu salón de clase?

    Zireael holis, le escribieron a shio, sino ha llegado o algo me avisas y subo al niño a su aula
     
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    Zireael

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    Siquiera le presté atención al anuncio que se escuchó por los parlantes, la verdad fuese dicha, y tampoco me detuve a revisar el tablón en vistas de que podía hacerlo más tarde o cualquier otro día. Entré a la academia, me cambié los zapatos y mientras subía a mi clase noté que recibía un mensaje, así que saqué el móvil para leerlo y me hizo gracia dar con una notificación de Paimon de toda la gente posible.

    No le contesté, esperé a ver si estaba en el pasillo y apenas notarlo allí guardé el teléfono y me acerqué a él, dedicándole una sonrisa. A saber qué quería ese chico que el resto del tiempo era un jodido fantasma, pero pues estaba aquí para averiguarlo justamente.

    —¿Necesitas algo entonces, senpai? —pregunté sin molestarme en darle los buenos días, a sabiendas de que no podía darle más igual.
     
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    En lo que me permitía unos minutos de espera giré el cuerpo hacia una de las ventanas. Últimamente hacía algo de calor, no me fastidiaba en totalidad pero prefería los climas más fríos. Por otra parte al ir subiendo había escuchado por los parlantes algo del tablón de anuncios, por lo cual no era nada académico, en resumen, no era de mi interés.

    Escuché la voz de Shiori a mi costado, giré el mentón en su dirección.

    —Craig —respondí, ya que a la final no era más que un conector—. ¿En tu salón de clase hay algún chico de cabello rojo?

    Desconocía cuánto tiempo llevaba ella en esta escuela, pero de seguro más tiempo que yo y Suiren.
     
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    Zireael

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    Alcé las cejas al escuchar el apellido de Suiren, me sorprendió un poco que no fuese él quien viniera a preguntarlo, pero no le di más importancia que esa. Atendí a la pregunta de Paimon y negué con la cabeza apenas terminó de hablar.

    —No. Estoy casi segura de que tampoco en los otros salones —respondí sin mucho problema—. Los pelirrojos son de tercero y... dos de tu salón, de hecho, el de ojos verdes y Cay-senpai, que tiene un poco cara de ser menor, pero ya. El que no creo que es nuevo, de las otras clases, de ojos grises.

    Además de eso, ¿para qué necesitaba Craig esa información? Era un poco anormal ya de por sí, pero a saber si Paimon iba a decírmelo. Nada perdía arriesgando la pregunta.

    —¿Por qué?
     
    Última edición: 19 Mayo 2025
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    Alcé las cejas ligeramente, en palabras de Craig: “esta semana regresaré a la escuela, y quisiera darle las gracias”. Había estado ausente por las mismas cuestiones de siempre con respecto a su salud, le habían dado de alta -luego de la cirugía- pero no duró mucho en que volviesen a pedirle no salir de casa por unos cuantos días debido a los últimos exámenes tomados.

    No era grave, palabras de su madre, porque a él ya no le creía de a mucho. Algo preventivo suponía. Tuve la intención de confirmar sus palabras pero lo descarté, no tenía sentido que ella mintiera sobre eso.

    —David y Cayden, supongo —confirmé al solo tener presente los de mi clase, pero hasta donde tenía entendido Suiren conversaba ocasionalmente con el primero, por lo cual caía en descarte, dejando a los otros dos.

    a menos que a quien se refería estuviese en un grado inferior al de Shiori, pero no sería yo quien se metiese en esos salones de mocosos. Divagué más de lo estimado, regresando mi mirada a su semblante, y me sonreí apenas.

    —Tendrás que preguntarle tú misma.

    Saqué el móvil con la intención de escribirle al albino, sin embargo noté por el rabillo del ojo a Zoldryck, tomado de la mano con la rubia de toda la vida, no parecían haber visto a Shiori por el flujo de estudiantes, por lo que la miré de regreso por inercia. Pensaba que ya eran novios o algo así, en fin, no me concernía. Me enderecé para subir a mi aula.

    —Nos vemos.

    Vería si en el receso, hablaba con el dichoso Cayden.

    Mil gracias, fue divertido, por aquí cierro <3
     
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  10.  
    Zireael

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    Había algo raro en esta pregunta y en el hecho de que no fuese Suiren quien la hiciera o tal vez la paranoica era yo, ni idea, pero no es que pudiera hacer muchas asunciones ni nada. Me limité a asentir cuando Paimon mencionó el nombre del otro pelirrojo, que resultó ser David, y confirmé que "Cay-senpai" pues no era otro que Cayden.

    No tenía sentido que Suiren buscara saber de personas que ya veía en su salón, ¿o sí? Pero de verdad no había más opciones o yo estaba casi segura de que no, entonces tenía que haber un malentendido funcionando. El muchacho de ojos grises, el otro pelirrojo, había aparecido de repente y me sonaba más raro que estuviese involucrado, así que... En fin, no tenía mucho sentido darle vueltas.

    —Supongo que sí, ya que no eres para nada bueno dando información —dije sin sonar molesta ni nada, la verdad era que podía solo preguntarle a Suiren y ya.

    Le dije que nos veíamos luego y giré el cuerpo con intenciones de ir a mi clase ahora sí, fue allí que noté a Zoldryck con Allen y el cuadro me arrancó una risa sardónica. A ver, no es que me debiera fidelidad absoluta ni nada, pero el asunto era un poco simpático en vistas de cómo había terminado el día del Maharaja y luego en su casa.

    Suponía que podíamos dejar que Allen jugara a la casita.

    por acá termino también juju
     
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    Amane

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    Aquella mañana había llegado un poco más tarde de lo habitual, pues Alice me había toqueteado la alarma del teléfono sin querer y la misma no sonó cuando debería haberlo hecho. Era una fortuna que me cuerpo se hubiera acostumbrado a la rutina, ya que aun así conseguí despertarme a una hora que todavía me permitió prepararme y llegar bien a la academia. Entre a mi aula apenas un segundo antes de que sonara la campana y, por supuesto, las prisas me impidieron parar para descubrir el nuevo anuncio del tablón.

    A lo largo de las clases me fui recuperando de la tensión que había sentido por la mañana, hasta que por fin me sentí del todo tranquila en cuanto llegó la hora del receso. Habiendo recuperado la calma usual, recogí mi almuerzo y me dirigí al exterior del aula; no tenía ningún plan en mente para esa hora, sin embargo. Por suerte, eso cambió con rapidez, pues mientras caminaba por el pasillo, reconocí la figura de una chica con la que llevaba uno cuantos días sin hablar.

    —¡Bright-san! ¡Cuánto tiempo sin verte! —la saludé con ánimo al alcanzar su posición, sin esconder la sonrisa emocionada que se me formó al comprobar que de verdad era ella—. ¿Cómo has estado?

    Lariebel al final hice que se encontraran aquí porque no se me ocurría ningún motivo para que Emi la viese en su clase o algo así JAJAJ espero que no te importe que haya asumido que tu niña estaba ya fuera unu
     
    Última edición: 24 Mayo 2025
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    Lariebel

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    Una vez pasado el horario de la mañana, llegó al fin el receso. Acostumbrarme de nuevo a las clases no fue nada fácil. El cuerpo me seguía doliendo un poco, a pesar de que, dentro de todo, me puedo movilizar sin problemas. Sabía que en matemáticas y en japonés no me iba a ir tan mal, pero en las demás materias debería esforzarme un poco para ponerme al día. En fin, tampoco es como si tuviera mucho que hacer. No había pasado mucho tiempo en la academia para conocer a muchas personas. Una de ellas, de casualidad, me la crucé en la entrada y fue un momento muy grato, puesto que me hizo sentir como si… como si fuera parte también de toda la comunidad. Anna realmente podía tener un mini don para hacer sentir cómoda a la gente. O, al menos, así fue en mi caso.

    Y justamente la otra persona era…

    Me sorprendí ligeramente al coincidir con ella en el pasillo de la segunda planta. Entrecerré los ojos y lo confirmé. Efectivamente, ¡era Emily! Inmediatamente correspondí su gran sonrisa y me acerqué a ella.

    —¡Hola, Emi! —la saludé animadamente—. He estado bien. Aunque… —Me rasqué la cabeza, un poco apenada—. La verdad es que he estado unos días en el hospital. ¡Pero no te preocupes! Ya estoy bien, ¡en serio! Me duele solo un poco el cuerpo, nada más. Puedo moverme con libertad. ¡Mira!

    Di una vuelta entera frente a ella con los ojos brillantes. No quería preocuparla, para nada. Si podíamos distraernos y hablar de otras cosas divertidas, ¡mejor! No quería volver a poner el ambiente incómodo como pasó en el invernadero.

    A pesar de que Anna dijo que pretendiera que no había pasado nada, sí lo mantenía en mente solo para no volver a repetir el mismo error.

    —¿Y tú, cómo has estado? —le pregunté, pasado mi momento de giros—. ¿Te ha ido bien últimamente?


    Amane Ay, me pareció muy cute de Karou que dé una vueltita frente a Emi y muy random también JAJAJA.
     
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    Bruno TDF

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    El sutil y jocoso cuestionamiento me permitió reparar en la contradicción implícita de mi propuesta. No había forma de que algo provocase sorpresa si el destinatario era puesto sobre aviso y se le solicitaba expresamente prestar atención. Una risa silenciosa, a labios cerrados, me elevó fugazmente los hombros.

    —Buen apunte —convine; aunque me acoplé a su broma, también tuve cuidado no mostrarme avergonzado por el desliz.

    Lo cierto es que me había dejado llevar, impulsado por la honestidad que había florecido en aquella sonrisa e hilado sus palabras. Y sin embargo, al oír en su voz que la idea le parecía bien, volví a tomar consciencia de la calidez, inusitada, que había experimentado hace apenas un instante. Los bentos del lunes habían sido preparados a raíz de una ocurrencia excepcional de mi parte, nacida de la espontaneidad. Si me detenía a pensarlo, implicaron una forma de expresión hacia la relación que manteníamos. Una que manifestaba atención, consideración y el acto de valorar. No exageré al momento de decirle cuánto me alegré por saber cómo se había sentido, que mi acto la hubiese alcanzado al punto de hacerla feliz.

    Estaba bien querer repetirlo... ¿Verdad?

    Por otro lado, seguía complacido por la caja en mi mano y por las últimas notas del aroma a canela que se perdían en el aire. La señora Drika había tenido incluso el detalle de recubrir su interior con un paño para evitar que se dañaran. Mientras daba el segundo vistazo al objeto, mi mente curiosa no tardó en preguntarse cómo sería en persona, hace cuánto trabajaría en la mansión Middel y qué clase de conversaciones tendría. Algo que me quedaba claro, así lo atestiguaban estas galletas, era su predisposición a la amabilidad y que parecía tenerle aprecio a Bleke. Esto motivó la idea de hacerle llegar un agradecimiento de mi puño y letra, ante la cual ella mostró su predisposición de hacérselo llegar. Se lo agradecí con un gesto silencioso de cabeza, si bien me supo un poco mal llevarla a mantenerse en la tarea de mensajera, como si estuviese abusando de su confianza. Pero me limité a escucharla hablar de la ilusión que le haría a la señora Drika recibir la nota escrita; mi sonrisa bailó con diversión cuando bromeó con que podía metérmela en el bolsillo si era mi interés, por no era tan alejado del deseo de haberla conocido en persona. En todo caso, seguía pareciéndome tierno su gesto y al final asentí, coincidiendo con Bleke en que era una señora amable.

    Fue entonces cuando, independientemente de la cuestión de la nota, busqué saber si se encontraba libre, con la evidente intención de invitarla a almorzar en vistas de que nos hallábamos nuevamente reunidos. Nuestro punto de partida era más ameno que la última vez, al no vernos rodeados por el blanco resplandeciente de la enfermería. Aguardé en sus ojos, en los contornos delicados de su rostro, y entonces ella dijo que su plan era invitarme a una sombra del patio. Su broma vino acompañada de una sonrisa más amplia, a la que correspondí de la misma forma mientras asentía, en respuesta al último añadido.

    —Claro que está entre mis intereses, eso no se cuestiona —dije con una expresión solemne y amable; disfrutaba el tiempo a su lado—. ¿Qué esperamos, entonces?

    Me coloqué en el umbral de la puerta para extender levemente el brazo, invitándola con una sonrisa a pasar al pasillo, donde pronto la seguí. Comenzamos a caminar en agradable silencio, donde me permití contemplar lo vivaz que se veía mundo al otro de las ventanas, bajo el brillo de este cielo despejado.

    —Por cierto, ¿has llegado a oír el peculiar anuncio de hoy? —recordé, regresando la atención a Bleke— Fue a primera hora, por parte de Club de Radio, invitaban a ver algo en el tablón de anuncios. La única pista que dieron fue una frase: It seems it's sweet as hell —me sonreí, divertido, y añadí en broma:— Suena a principio de novela de misterio, si me lo preguntas.

    Me tomé la libertad de arrastrarlos uvu
     
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    Amane

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    La alegría que sentí al encontrarme con la chica se disipó con rapidez cuando la escuché decir que había estado en el hospital, pues noté como casi al instante la preocupación se hacía más evidente que cualquier otra posible emoción. Por fortuna para todos, la chica fue más rápida que yo y me aseguró que ya estaba bien, lo que logró que recuperase la sonrisa con facilidad. Suavicé la expresión mientras seguía su vuelta con la mirada y poco después asentí con la cabeza, tranquila.

    —Sí, todo ha estado bien —confirmé, sin pretender entrar en demasiados detalles—. ¿Tienes algún plan para el receso? Podríamos almorzar juntas, si te apetece.

    Me coloqué a su lado tras hacerle la oferta y le indiqué las escaleras con la mano, justo antes de empezar a caminar junto a ella en esa misma dirección.

    >>¿Has vuelto hoy, entonces? Debe ser un poco difícil retomar el ritmo de las clases después de estar tanto tiempo fuera, ¿no? ¡Bueno! Si necesitas ayuda con cualquier cosa, ¡me lo puedes decir! No tengo los mejores apuntes del mundo, ¡pero intenta estar al día! También tengo dos amigas que sacan muy buenas notas, así que quizás pueda pedirles prestado sus apuntes, si hiciera falta.

    puedes ir posteando en el pasillo de la primera planta, if you want uwu
     
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