One-shot And the roof will catch fire [Pokémon Rol | Ian x Emily | AU]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amane, 18 Mayo 2025 a las 4:51 PM.

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    Amane

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    Escritora
    Título:
    And the roof will catch fire [Pokémon Rol | Ian x Emily | AU]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2533
    n/a: well, nota de autora larga incoming JAJAJA bueno, es una tontería, pero resulta que yo esta canción de Victoria la conocía desde hace mucho tiempo y llevo queriendo usarla para un fic pues... mucho tiempo, también (?) pero nunca me acababa pegando para ningún fic y lo acabé dejando de lado. La cosa es que haciendo el índice de fics, escuché de nuevo la canción de Gwalla que usé para el último Emian que hice, y de ahí me volví a encontrar esta canción... pero con un twist. Es que resulta que en el concierto de año nuevo en China, Victoria cantó esta canción con un rapero famoso de ahí, so ahora hay una versión de los dos and I thought: no wayyy. Y claro, ya me hacía gracia usar canciones chinas para escribir Emian JAJAJAJ so here we are :D No es un fic muy largo, pero disfruté mucho haciéndolo uwu en mi cabeza tenía una idea general de lo que iba a pasar y al final lo niños se fueron por todos lados y me quedó algo diferente, aunque en esencia parecido, y idk, me ha gustado mucho escribirlo.

    Lelouch heyooooo uwu aquí tienes a los nenes, espero que te guste <3


    when the sky darkens
    people easily make mistakes
    and the roof will catch fire

    .emily hodges.
    .ian lockhart.

    Dejé salir un suspiro pesado mientras levantaba la cabeza, apoyando con posterioridad la barbilla sobre mis rodillas. Había llorado sin parar desde que había subido a la azotea, siendo aquel el único momento de calma que por fin había conseguido de mis propios sentimientos. Era tan, tan estúpido que a esas alturas aquello me siguiera afectando, y aun así… no podía controlarlo.

    Mi tren de pensamiento se vio interrumpido por el repentino chirrido de la puerta abriéndose, indicando que alguien más había tenido la brillante idea de subir ahí arriba. Intenté limpiarme los ojos con toda la rapidez que me fue posible, pero al distinguir un poco mejor la figura que se había materializado en el lugar, desistí de la tarea al instante; en el proceso, también resoplé con algo de pesadez.

    —Buenas noches, Ian —saludé, aun así, pues me consideraba una chica educada.

    —Huh. Creo que te has perdido… la fiesta es abajo, princesa.

    Rodé los ojos al escuchar sus palabras, tanto por la contestación en sí como por el apodo que llevaba meses empeñado en atribuirme, y mantuve la vista sobre él mientras cerraba la puerta a su paso y se alejaba hacia la verja. Nuestras miradas conectaron durante un ínfimo segundo, lo que me hizo creer haberle visto una sonrisa de suficiencia en los labios, pero estaba tan oscuro que no podía negar la posibilidad de que hubiera sido imaginación mía.

    —Lo mismo podría decir yo… —acabé por replicar, evidenciando bastante más la molestia que sentía por su presencia.

    —He venido a fumar —se excusó, y en ese mismo instante encendió el cigarrillo que se había llevado a los labios, remarcando su punto.

    —Sigues equivocado. Los fumadores se reúnen detrás del edificio, no encima de él —alegué al instante, en aquella ocasión con un tono de broma bastante más evidente.

    —Vaya, vaya. ¿Y tú cómo es que tienes esa información? Si eres todo una niña buena…

    —Te sorprenderá saber que también soy bastante popular, así que me entero de cosas.

    No sabía cómo explicarlo, pero Ian tenía una extraña capacidad para siempre picarme de la mejor manera posible; para él, quería decir. ¿Desde cuándo pretendía yo presumir de que conocía gente de la escuela? En ningún otro contexto me hubiese clasificado de “popular”, vaya, era solo con Ian que sentía la necesidad de que no me menospreciase.

    —¿En serio~? —le escuché canturrear, con un tono jocoso que dejaba bastante claro que no me creía para nada.

    —¡Claro que sí! ¿Por qué te mentiría sobre eso?

    —¿Mhm? Pues para impresionarme, ¿para qué más~?

    —En tus sueños, Lockhart —espeté, junto a resoplido que hizo sonar todo como un simple berrinche más que una negativa legítima.

    Quizás porque en el fondo sabía que no tenía manera de negarlo. Es decir… ¿acaso no estaba haciendo justamente eso? ¿Exagerar mis supuestas cualidades para llamar su atención? Aunque… ¿yo para qué quería impresionarlo en primer lugar? No tenía mucho sentido, ¿verdad? Y, sin embargo…

    Acabé bastante perdida en mis pensamientos y fue el propio Ian que logró sacarme de ellos, pues de repente noté movimiento muy cerca de mí y, al girar la cabeza con curiosidad, di de lleno con el chico de repente sentado a mi lado. Di un pequeño respingo, consecuencia de la sorpresa inicial, aunque al poco rato me obligué a calmarme para evitar darle alguna clase munición en mi contra al castaño… claro que una cosa eran mis intenciones y otra muy diferente lo que conseguí. Había decidido sentarse demasiado cerca de mí, tanto que era prácticamente imposible no rozarlo estuviese en la posición que fuera, y eso me estaba poniendo muy nerviosa. ¡No estaba dispuesta a ceder, por supuesto! Aun si en el fondo estaba convencida de que debía escuchar los latidos desbocados de mi corazón o sentir el calor que mi cuerpo estaba echando por culpa del rubor general que me había alcanzado.

    —Si tan popular eres, ¿podrías contarme que te han dicho de mí? —me preguntó con total normalidad, y vi de reojo como le dio una nueva calada al cigarro mientras me miraba con las cejas alzadas.

    —Pues que eres una mala influencia que solo crea problemas —sentencié con absoluta convicción, frunciendo el ceño al volver la vista al frente.

    Pensé que llegaría a ofenderse por aquello, a decir verdad, pero lo único que recibí de su parte fue una carcajada que sonó genuinamente divertida. Su reacción me sorprendió tanto que regresé la atención a él, captando el momento en el que apagó su cigarro contra la pared y giró el cuerpo para dejar su rostro a apenas unos centímetros del mío.

    —¿Y tú que dices, Em? ¿Estás de acuerdo~?

    —¡Pues sí! ¡Muy de acuerdo! —espeté con firmeza, manteniendo la cercanía por puro y simple orgullo.

    —Y si estás tan de acuerdo, ¿por qué sigues aquí? —me cuestionó en voz baja, sin perder la sonrisilla de suficiencia en ningún momento, y antes de permitirme reclamar de alguna manera, sentí sus dedos pasándome un mechón de pelo tras la oreja con delicadeza— ¿A solas conmigo~?

    —No es que quiera estar a solas contigo, tonto —me quejé con el mismo tono de voz, haciendo un esfuerzo enorme por controlar el escalofrío que quiso recorrerme la espalda al sentir el roce de sus dedos bajando por mi cuello—. Pero prefiero esto a tener que estar en el baile con todos los demás.

    —¿Y eso por qué?

    —Dante está ahí… —admití tras unos segundos en silencio, sin poder controlar el suspiro pesado que se me escapó al bajar la vista.

    —¿Dante? —repitió, alzando un poco la voz, con un tono de sorpresa que sonó genuino—. ¿No han pasado ya seis meses desde que cortasteis?

    —Sí, pero… —empecé a responder, hasta que le noté alzándome la cabeza al colocar su dedo índice bajo mi barbilla—. Espera un segundo… ¿tú cómo sabes eso?

    —Em… sabes que vamos a la misma clase, ¿cierto? —volvió a burlarse ante mi evidente confusión, provocando que inflase las mejillas con molestia renovada.

    —¡Claro que sé eso, tonto! ¿Pero qué tendrá que ver? ¡Dante no está con nosotros!

    —¡Como si lo estuviera! ¿De verdad crees que no fue evidente para todo el mundo? Pasasteis de estar prácticamente pegados todos los cambios de clase a ni siquiera saludaros durante el receso.

    Resoplé ligeramente, separándome de su dedo para apoyar de nuevo la cabeza sobre la pared. No tenía ningún argumento contra eso, a decir verdad, y si tenía que ser sincera conmigo misma… siempre sospeché que nuestros amigos lo notarían al instante. Claro que Ian no entraba dentro de esa categoría, por lo que seguía pareciéndome raro que lo hubiera notado, pero… ¿la verdad? Se había preocupado por mí y hasta había conseguido distraerme del llanto que amenazaba con asolarme una vez más, así que no quería seguir molestándolo porque sí. No tenía por qué ser nada extraño, ¿cierto? Sobre todo, porque Ian tenía cierta fama de ser muy observador con todo el mundo.

    ¿…y por qué de repente me sentía decepcionada ante la idea de que no me hubiera prestado atención solo a mí?

    —No es que no haya superado nuestra ruptura, ¿sabes? —retomé tras otro rato en silencio, jugando de manera distraída con el borde de mi vestido—. Pero se suponía que vendríamos juntos al baile de graduación y seríamos la pareja favorita de todo el mundo, porque habríamos sido los únicos en aguantar durante toda la secundaria. Ya lo sé, vas a pensar que soy una niña estúpida por haber deseado algo así…

    —Un poco, no lo voy a negar.

    Su sinceridad tan directa me sacó una risa floja que no busqué controlar en ningún momento. Por supuesto, ese era el Ian que conocía y… ¿me gustaba? Si me paraba a pensarlo con algo de frialdad, en los últimos meses me había cruzado muchas veces con él y, a pesar de que podía no parecerlo, siempre había disfrutado mucho nuestros intercambios. Me molestaba, sí, pero de una manera que siempre lograba hacerme reír al final del día.

    >>Pero creo que el verdadero estúpido es Dante por haberte estropeado el deseo.

    —¿Hm? ¿Qué dices? ¿Acaso te estás compadeciendo de mí? —bromeé, girando apenas la cabeza para mirarlo con una sonrisa—. Si te lo estoy contando a ti es justamente porque sé que no voy a darte pena.

    —No es pena —explicó, y de repente me di cuenta de lo serio que había estado sonando desde hacía rato—. Emily… todavía no te has dado cuenta, ¿verdad?

    —¿Darme cuenta? ¿De qué?

    Ian no me contestó, a pesar de lo evidente que estaba siendo mi desconcierto ante sus palabras. En su lugar, sentí su mano apoyándose en mi mejilla y sus labios uniéndose a los míos, en un beso que me sorprendió pero que en ningún momento quise rechazar. ¿Cómo lo rechazaría? Era Ian Lockhart quien me estaba besando, después de todo. A casi todas las chicas que conocía les atraía, y yo no era ninguna excepción, por mucho que se la pasara picándome o que hubiera tenido novio hasta hacía unos pocos meses. El chico era guapo y más de una vez me había preguntado qué tal besaría; y mis sospechas habían sido correctas, por cierto.

    Ian Lockhart besaba estúpidamente bien.

    Su mano libre se afianzó sobre mi cintura y solo ese pequeño tacto logró derretirme por completo. El beso no tardó en volverse cada vez más profundo, más pasional, y aunque fui capaz de seguirle el ritmo sin complicación, en un momento de lucidez pensé que se sentía como si Ian quisiera saciar un deseo que llevaba mucho tiempo necesitando. Cuando por fin se separó para permitirnos respirar, me di cuenta que en algún momento había acabado colocándose delante de mí, habiéndose hecho un hueco entre mis piernas, y sonreí con ligereza antes de estirar el brazo para hacerme con su corbata, tironeando con suavidad de ella para atraerlo todavía más en mi dirección.

    >>¿Estás jugando conmigo, Lockhart? —le pregunté, con la respiración todavía algo entrecortada.

    Él me sonrió con ese aire de suficiencia que de una manera u otra conseguía volverme loca y se inclinó hacia delante, hasta conseguir estremecerme con el roce de sus labios sobre mi oreja.

    —No… pero no me importaría hacerlo durante el resto de la noche —me susurró, antes de dejarme un beso sobre el lóbulo.

    Se me escapó una risilla cristalina al escucharlo, sin terminar de creerme que aquello estuviera sucediendo. De todas las chicas que había en la escuela, ¿Ian quería estar conmigo? Era surrealista.

    —Dios, esto no tiene ningún sentido… —murmuré con evidente diversión, apoyando al frente sobre su hombro—. ¿No se supone que yo no soy tu tipo? —cuestioné al instante, con genuina curiosidad.

    —¿De dónde sacas eso?

    —Es que… todas las chicas con las que te he visto son completamente diferentes a mí, así que…

    —¿Te has estado fijando en las chicas con las que he estado~?

    —Se ve que sí.

    ¿Qué sentido tenía fingir a aquellas alturas? De todos modos, no había sido muy consciente de ello hasta que lo pronuncié en voz alta en ese instante. Llevaba un tiempo siendo así, ¿o no? Había estado fijándome en lo que Ian hacía desde hacía meses… quizás incluso desde antes de decidir cortar con Dante.

    El castaño se había separado un poco de mi oído al escucharme hablar, pero yo no había levantado la cabeza en ningún momento, y así fue como mantuvimos la cercanía en todo momento. Supuse que él no habría querido alejarse del todo, aun así, y mis suposiciones se hicieron realidad al sentir como el chico empezaba a besarme el cuello nada más terminé de hablar. Una vez más, aquel simple contacto consiguió reiniciar el calor que se había apoderado de todo mi cuerpo, en aquella ocasión también haciéndome apretar los labios para evitar que algún sonido pudiera escapar a través de los mismos.

    —Déjame demostrarte que sí eres mi tipo… —susurró contra mi piel, solo habiendo hecho una breve pausa entre los besos para decir aquello.

    —Mhm…

    Mentiría si dijese que había prestado toda mi atención a sus palabras. Era difícil estar cien por ciento concentrada cuando mi cuerpo parecía exigir que Ian siguiera tocándolo y besándolo sin parar, como si me hubiera vuelto adicta a una droga en apenas un segundo. Tanto fue así que, cuando el chico se separó del todo tras unos eternos segundos, no pude hacer nada para evitar el suspiro de decepción que me desinfló el pecho.

    —Tranquila, princesa, no te voy a dejar con las ganas —soltó, con la diversión presente en todo su rostro, y aunque me burlé de él para que no se creyera tanto, no dudé en aceptar su mano cuando me la extendió al mismo instante—. Pero primero te tengo que invitar a un baile delante de todos estos chismosos, para que no se hagan una idea equivocada.

    —¿Ian Lockhart bailando en la graduación? ¡Ver para creer! —comenté con una carcajada divertida, enganchándome del brazo que me extendió una vez terminé de acomodarme el vestido.

    —Me gusta ser el centro de atención —admitió junto a una sonrisilla burlona, encogiéndose de hombros como si nada.

    —¿Ya vas a intentar ponerme celosa?

    —Por supuesto. Vas a tener que ir acostumbrándote… después de todo soy el chico más deseado de todo el curso.

    —¿Y eso de dónde lo has sacado?

    —Experiencia personal~

    Rodé los ojos, negando un par de veces con la cabeza, y renové la sonrisa mientras nos adentrábamos de nuevo en la academia. No estaba segura de las implicaciones que tenía todo aquello; si sería cosa de una sola noche o si intentaríamos tener una relación estable. Lo único que sabía con seguridad era que los días con Ian nunca serían aburridos.
     
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