Saint Seiya Munzel (ShakaXMu) Yaoi

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por AMMU TEIKOKU YUDAINA, 26 Abril 2025.

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  1. Threadmarks: Capitulo 21 (Daga Dorada)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
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    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
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    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
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    1832
    -¿Qué sucede?- Su voz ronca y bastante moleta se dejó escuchar, mientras caminaba directamente a la puerta principal.

    -¡¡¡ABRAN YA!!!- Sin ninguno decoro, comenzó a golpear con fuerza la puerta, esto no era normal y lo sospechaba.

    Como estas puertas de madera, tienen como una pequeña vista arriba, con barrotes, para poder saber quién está del otro lado, sin exponerse por completo.

    Así pues, se abrió esta parte y dejo ver a un viejo, muy viejo amigo, que conocimos con anterioridad.

    -Dime la contraseña- Parecía que aun estuviera ebrio, y con la misma cerro aquello.

    -¿Qué?- Aiodos, se quedó confundido, parpadeando varias veces, sin comprender que ocurría.

    Volvió abrirla, solo para decir esto –No- Y de nuevo la cerró.

    -¡¡¡Abre la puerta!!!- El castaño capitán, está ya perdiendo la paciencia.

    -Tampoco es esa- La misma acción nuevamente, ahora frunciendo el ceño y negando con la cabeza.

    Sin importarle nada, alzo su voz de mando –Tienes tres segundos- advirtió comenzando a contar.

    Pero mientras eso ocurría, algo detrás de este pasaba.

    -Uno-

    Y el guardia de lado izquierdo fue llevado hacia arriba, por una soja y un gancho, desapareciendo de la vista de todos.

    -¿Eh?- El otro volteo hacia donde su compañero se fue.

    Y aquel rubio de igual, se podría sospechar que pasaba, pero aún le sorprendía bastante.

    Luego el de cabellos aguamarinos, fue sujetado por detrás por alguien de una apariencia misteriosa, que solo se dejó ver algo color cerúleo, en una de las puertas que solo se abrió y volvió a quedar atrancada.

    No sabemos qué ocurrió aquí, pero… Miren están ayudando a nuestro rubio, con eso es más que suficiente.

    -¿Qué?- Al escuchar tanto ruido a sus espaldas, el capitán se intrigo y volteo, su sorpresa tan grande al ver a Shakene esposado aun, pero solo.

    Este joven, solo sonrió de manera burlesca y le saludo por lo bajo.

    -¿Eh?- Solo alcanzo a decir aquello, pues alguien con un casco le doy un fuerte golpe en la cabeza, pero parece resonar en algo de metal, así… Aquello fue hecho por un martillo.

    Y bueno el castaño, se fue directo hacia enfrente, desmayado.

    -Funciona bien, ese martillo es genial- Agrego esto, sin dejar su semblante preocupado, pero ahora aliviado de que tuviera posibilidad de escapar e ir a buscar a su pelilila.

    Unos fuertes golpes se escuchan del otro lado de la puerta trasera, sin duda una señal de que los otros guardias estaban tratando de auxiliar a sus camaradas que acaban de caer o desaparecer de alguna manera sospechas.

    Más con cada golpe, lograron romper la puerta, entrando varios más, para seguir con la seguridad del castillo.

    Rápidamente los otros tres aparte de Shakene, comenzaron la huida por diferentes pasillos, para despistar a los guardias.

    El hombre con casco, sujeto el brazo del rubio, para llevarlo por uno, de manera rápida, para escapar.

    Obviamente aquellos soldados, se dividieron, unos para ir en contra de algunos de esos hombres de la taberna y los demás contra el rubio joven.

    Debían escapara lo más rápido posible, corriendo por los pasillos de un lado a otro, tratando de perder a los guardias que sin duda sería difícil, ellos conocían mejor el castillo o por lo menos el área de calabozo.

    Hasta que uno de aquellos hombres se paró delante, y comenzó hacer una mímica como si una especie de muro invisible se formara.

    Sigo diciendo que el parecido de este sujeto con Madre Sagtel, es bastante perturbador.

    Los guardias, miraban esto con asombro, confusión y sin comprender que estaba haciendo.

    Así estuvo unos segundos, hasta que el mimo giro su cabeza hacia la derecha, levantando su mano para divisar mejor.

    Ellos voltearon, y un sujeto bastante grande de una uniceja, con uno casco con cuernos, fue directo a embestirlos, para detenerlos.

    Logro derribarlos, gritaron.

    Y el mimo solo puso una mirada de sorpresa, se burlaba de lo que acaba de hacer, pero en silencio.

    Lograron salir al área de entrenamiento, pero pobres… Lo que encontraron fueron a más soldados saliendo de diferentes lugares, acorralándolos.

    Aquel que los ayudaba, con una barba escasas, sujeto por los delgados brazos al rubio, poniéndolo en un punto específico.

    Ahora este sujeto de un lado, le comenzó a dar indicaciones a Shakene.

    -Inclinado- Hizo el mismo gesto.

    -Ya está- El rubio le seguía la corriente, lo que sea para salir de allí.

    -Los brazos así- Levemente doblados y junto al cuerpo.

    -Brazos así- Lo volvió a imitar.

    -Rodillas separadas-

    -Separadas- Primero muy seguro en hacer caso, pero después como que reacciono -¿Separadas?-

    No existió el tiempo para explicar, cuando uno de sus aliados, se dejó caer cerca de ellos, pero justo ya tenía su objetivó.

    -Pero ¿Por qué quieres que las…?- Se giró a “Ver” pues ahora llevaba los ojos cerrados.

    No lo pudo a completar su pregunta, pues quien se había dejado caer, justo dio en el otro extremo de una catapulta improvisada de madera que usaron, aunque fuera para otro propósito, impulsar al rubio y que lograra salir del castillo.

    Los demás felices de que saliera y fuera ayudar al joven doncel que logró ganarse la amistad de muchos.

    Hasta los guardias quedaron impactados, por aquella acción, un rubio volando que les parece.

    Si no fuera pro que su actitud es bastante imperturbable, cuando quiere, hubiera gritado, pero se contuvo, mientras aún seguía en posición como le había indicado el otro.

    Aterrizó directamente en la montura de Seimux, me sorprende que no le doliera el impacto, pero bueno…

    Solo apretó los dientes, y cuando sabía que una estaba en tierra firme o en algo que le demostraba que el cielo no era su localización.

    Suspiro aliviado, abrió sus ojos.

    Un relincho del caballo blanco con crin castaña, mirándolo con una cierta burla.

    -Seimux- No lo creía, la sorpresa de ver a ese caballo que lo persiguió durante bastante tiempo, ahora le ayudaba -¿Tú fuiste por ellos?-

    Este asintió triunfante, mostrando una sonrisa.

    -Gracias- Apenas audible, no estaba acostumbrado a mostrar gratitud.

    Para este punto el blanco corcel, aceptaba el agradecimiento, había hecho solo su trabajo.

    -No, enserio… Gracias- Poso su mano en el pecho, abrió los ojos ligeramente, sin la ayuda de ese caballero, posiblemente a esta hora, ya estaría su alma en alguna parte del inframundo –Aaah- Negó con la cabeza, pensando en alguna forma de demostrarle que estaba agradecido de verdad –Sabes, tal vez todo este tiempo solo… había un mal entendido entre los dos y no somos tan…-

    Noto la cara larga del animal, de por si lo es… Demostrándole como que estaba perdiendo el tiempo en buscar una forma de reconcilio, cuando deberían mejor ponerse a escapar e ir a buscar al Munzel.

    -¡¡¡SI!!! Es cierto… Hay que irnos-

    Tomo bastante tiempo darse cuenta de lo que debía hacer.

    Tanto que los guardias llegaron hasta ellos, destruyendo la puerta.

    Lo bueno es que ya se habían puesto en marcha, cabalgando por un largo pasillo desde arriba de alguna parte del castillo, una zona especial para la guardia real.

    Pero lamentablemente, por enfrente también su camino se estaba cerrando, por otra parte de una torre, otro grupo de soldados se veía venir.

    Serian atrapados, si no pensaban en alguna solución rápido.

    No existía otra forma, ambos lo sabían, seguir hacia delante lo más rápido posible.

    Aunque la altura fuera mucha, no podían darse por vencido, después de todo lo ocurrido.

    Shakene confiando en el caballo y este igual en el jinete.

    Dieron un salto entre los guardias de enfrente, para llegar al techo más cercano, y lograr escapar.

    Destruyendo en su paso, algunos tejados, dejando a personas sorprendidas, por ver un caballero corriendo por varios techos, con un rubio sobre este y sus ojos cerrados.

    Hasta que lograron caer a tierra firme.

    Atravesando el pueblo con rapidez, sorprendiendo a las personas otra vez, debían cabalgar rápido, si es que deseaban ayudar al pelilila.

    -Ok, Seimux… Enséñame que tan veloz eres- Dijo estas palabras, para motivar al animal.

    El cual relincho y comenzó a correr con toda la fuerza que sus patas le daban.

    Atravesaron el puente que ayudaba a pasar del reino hasta el bosque, con el océano de por medio.

    Tendrían un largo camino que recorrer, para alcanzar la torre en donde Munzel está de nuevamente cautivo.

    Pasando árboles, pequeñas colinas, atravesar la espesura de aquella cortina de naturaleza que ocultaba el destino deseado.

    Se notaba demasiado oscuro, el sol parecía que se ocultaba de manera rápida por unas nubes negras que amenazaban con una lluvia terrible

    Al llegar, rápido bajo del caballo, aun incluso este no dejaba de correr aun.

    Se acercó al pie de la torreo, ahora si abrió sus ojos desesperado, el ceño fruncido, agitado por la carrera.

    -¡¡¡¿MUNZEL?!!!- Lanzo aquel grito angustiado, esperando respuesta.

    -¡¡¡MUNZEL, DEJA CAER TU CABELLO!!!- Otra vez trato de llamarlo, pero no logro nada.

    Ya no esperaría más, como la primera vez que llego allí, estando dispuesto a escalar de nueva cuenta, todo por quien ama.

    Había subido apenas unos centímetros, cuando escucho como la ventana de madera se abrió, alzo la vista.

    Espero unos escasos segundos, la larga cabellera lila se dejó caer.

    Shakene, sentía que su corazón volvía a latir, no lo pensó dos veces, en cuanto lo tuvo al alcance, lo tomo para subir más rápido.

    Le confirmaba aquello que su Munzel, esta con vida y podría estar a salvo.

    Motivado por ese deseo, subió rápido, sin importarle lo que pasará.

    Necesitaba verlo, confirmar que está a salvo, y si está dispuesto, ambos irse muy lejos de aquel lugar para nunca volver, lo protegería, teniendo la idea de formar una vida solo a su lado, lo haría feliz, por aquellos dieciocho años que ha sido prisionero.

    -Munzel- Voltio a llamarlo, en cuanto logro alcanzar la ventana, y adentrarse a la torre como lo había hecho hace días.

    -Creí que no volvería a verte- Alzo su vista, quedando impacto.

    Munzel, atado de las muñecas, estas en su espalda y con una mordaza impidiéndole hablar y poder advertirle del peligro detrás de él.

    Apenas audible como lo llamaba por su nombre, desesperado el menor, porque podía ver lo que le haría aquel peli azul.

    Un ataque traicionero por la espalda.

    Sagtel, clavo aquella daga dorado a un costado del rubio, para de esa forma imposibilitarlo en ayudar al pelilila.

    Una mueca de dolor, la sensación de que la sangre sale con rapidez de su cuerpo, logro doblarlo de rodillas, sujetando la zona herida.

    El doncel, lo seguía llamando, sus ojos esmeralda con lágrimas en ellas, ver a quien ama en ese estado, no alcanzarlo, desesperado quería hacer lo que fuera.

    Verlo caer a un lado, aun produciendo sonidos de dolor.

    El pelilila, trataba y trataba de zafarse, pero las cadenas que lo inmovilizaban no se lo permitían, capaz de incluso lastimarse a sí mismo, para llegar al rubio.
     
  2. Threadmarks: Capitulo 22 (Polvo)
     
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    Parado con la mirada más fría que pudo dar, Sagtel disfrutaba de las circunstancias.

    -Mira todo lo que has hecho Munzel-

    No podía dejar las cosas así, pero no podía zafarse de las cadenas, producía sonidos guturales esforzándose para hacer algo, que no le alcanzaban las fuerzas.

    -Descuida cariño…- Camino, pasando sobre el rubio, que yacía de dolor, aun así queriendo salvar al doncel –Nuestro secreto muere con él-

    Directamente fue con Munzel, para soltarlo, pero solo para irse lejos de allí, por las buenas o malas escaparían ambos. Ese era el único pensar del peli azul.

    Aun así el pelilila intentaba acercarse, sin importar que el también recibiera algo castigo.

    -Y en cuanto nosotros…- Al soltarse y hacer fuerza, Munzel pudo acercar a Shakene, pero Sagtel obviamente lo sujetó con fuerza, para regresarlo con él –Nos iremos donde nadie pueda, volverte a encontrar-.

    Obviamente el joven doncel no quería ir con ese hombre, que se suponía fue quien lo cuido toda su vida, ahora reconocía su verdadera forma.

    Luchaba, forcejeaba, gritaba aun con la mordaza el nombre del rubio, no podía dejarlo morir, no se lo permitía su corazón.

    Había permanecido escondido, por todo el escándalo, pero ya no podía soportar el sufrimiento de su amigo, así que aun con todo en contra, con su hocico sujeto la falda del peli azul, para detenerlo aunque fuera un poco.

    Ya con toda la desesperación y odio que su corazón sentía, al verse algo interrumpido por un mini corderito rojo, lo pateo arrojándole lejos contra un mueble de madera.

    Lo bueno que eso no causó la muerte del animal, pero si lo dejo algo inconsciente.

    -¡¡¡MUNZEL BASTA!!!- Lo jalaba con las cadenas, para bajar por aquellas escalares, no teniendo la paciencia para lidiar con un niño.

    -¡¡¡YA FUE SUFICIENTE!!!- Creía que podría tenerlo bajo control, siempre sumiso el pelilila, pero esta vez tenía la fuerza para tratar de cambiar las cosas, para hacer algo en contra de ese sujeto.

    -¡¡¡YA PARA DE PELEAR CONMIGO!!!- Ese rostro reflejaba el odio del mayor, no podía permitirse perder a su fuente de la juventud.

    En uno de esos movimientos brusco que dio, pudo aflojar la mordaza, para enfrentarse verbalmente con el otro.

    Aunque eso le costara caer al suelo de sentón.

    ¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO LO HARE JAMÁS!!!- Esos ojos verdes que siempre temían, tímidos y que confiaban en aquel hombre que ahora lo tenía sujeto a la fuerza, brillaban con la furia del amor y coraje para enfrentarlo, no se dejaría que nada le impidiera proteger al rubio.

    -¡¡¡POR CADA MINUTO DEL RESTO DE MI VIDA, VOY A PELEAR!!!- Aun con todo en contra, jalaba las cadenas que aprisionaban sus muñecas -¡¡¡DESDE AHORA, SIEMPRE, TRATAR DE ALEJARME DE TI!!!- Agitado por el forcejeó, jadeaba un poco, pero no dejaba de enfrentar al otro con la mirada.

    -Pero… Si me dejas salvar su vida… Iré contigo- Esa propuesta que sin duda significaría un cruel destino para el menor, pero no le importaba si con ello Shakene, sobrevivía.

    Madre Sagtel, cedió un poco, el ceño fruncido, incluso el agarre de las cadenas.

    -No…- Aun con todo el dolor, el rubio aguantaba lo más posible, no quería que Munzel se sacrificará por él. ¡¡¡NO, MUNZEL!!!-

    Incluso el corderito, cuando pudo volver a si, mostraba la tristeza y preocupación de que el de cabellos lilas, este dispuesto a seguir con esa vida tan ruin.

    -No voy a pelear, y jamás tratare de escaparme. Solo déjame sanarlo esta vez… Y los dos estaremos juntos- Sonrió forzadamente, queriendo convencer al mayor –Para siempre, justo lo que deseas. Todo volverá a ser como antes- Sufría las consecuencias después, su mirada triste, dando la seguridad de que es verdad, todo lo que ha dicho –Lo prometo… Sera como antes... Solo déjame curarlo, madre-

    Es una oferta bastante tentadora, el corazón puro del pelilila, lo haría cumplir su promesa, además que así lo tendría fácilmente manejado, después de todo aún es muy joven y manipulable.

    Parecía que hubiera cedido, encadeno a un poste de madera que servía de base en la torre, al pobre de Shakene mal herido, y aun sin bastarle sujetarlo por el cuerpo, las muñecas también las tenía sujetas.

    -En caso de que se te ocurra perseguirnos- Sujeto con fuerza las manos del rubio, levantándose y dejarlos caer justo en la herida abierta.

    Tosiendo por el dolor, trataba de mantenerse despierto, aunque de a poco sentía que las fuerzas perdía.

    -Sha… Shakene…- Por fin el doncel pudo acercarse a él, no le importo sentarse en el suelo, con tal de verlo a la cara, sostenerlo y salvarlo.

    Munzel, apartaba sus dorados cabellos, para mirarlo bien, esas meucas de dolor reflejadas, la tos, todo estaba en su contra.

    Con cuidado y miedo, aparto con suavidad la mano con la que el rubio se presionaba para contener la hemorragia.

    Ver la sangre que salía, lo desconcertó, si pasaba más tiempo la muerte no tardaría en llegarle a ese joven.

    -Lo lamento- Se doy cuenta que le causo un poco de dolor, sentía una gran desesperación, con su corazón estrujándose en el pecho, ver a el rubio así… No podía dejarlo.

    -Pero todo estará bien ahora…- Tomo su larga cabellera, para acomodarla en la herida y hacer que esta cure a su amado.

    Más, él no lo dejaría hacerlo.

    -No Munzel- Lo aparta con la mano libre, tratando de alejarlo, decidía que la muerte era la mejor opción, en vez de condenar al pelilila.

    -Lo prometo, tienes que confiar en mi- Colocaba el cabello lila cerca, sin importarle las protesta del rubio, en su mente la idea principal es cuidarlo.

    -No- Levantaba su mirada azul, frunciendo el ceño, apretando sus dientes.

    -Cálmate, respira…-

    -No… Dejare que lo hagas…- Su voz entre cortada, sufriendo por la herida abierta, pero más porque su querido doncel, se condenaría.

    -Y yo no te dejare morir…- Ambos sufriendo por el cruel destino que ambos podrían correr, dispuesto a sacrificar sus vidas por el bien del otro.

    -Pero si lo haces… Entonces tu… Morirás…- Apenas su podía mantenerse con los ojos abiertos, las cálidas manos de Munzel, era su ancla para estar consiente.

    -Oye…- Le sonrió, aunque las lágrimas están amenazando con salir, quería mostrarle al rubio que no se preocupara –Estaré bien, tranquilo-

    La concepción de miradas, sabiendo que podría ser la última vez que se vieran.

    Mas el joven pelilila sabía que debía darse prisa.

    Cerró sus ojos, estando a punto de recitar aquella antigua canción para traer sus dotes curativas del cabello.

    -Munzel- Parecía un susurro como lo llamo, apartando algunos mechones lilas de la blanca cara, lo obligo a que lo viera –Espera…-

    Usando toda la fuerza que aun tenia, se incorporó un poco, con una mano sujetando su larga cabellera al nivel de la nuca del otro.

    Pareciendo que le daría un beso, como de despedida.

    Munzel también deseaba aquello, lo esperaba.

    Pero no fue así, oculto en su otra mano, rápidamente y como pudo su cuerpo, corto el cabello del pelilila, de esa forma quitándole sus propiedades curativas y toda la magia.

    Posiblemente esa fue la decisión más bondadosa de todas, le costaría la vida, pero al menos Munzel podría seguir libre y a salvo de aquel hombre de cabellos azules.

    -¡¡¡SHAKENE!!! ¡¡¡¿QUÉ?!!!- Llevo con rapidez su mano al cabello, que quedo tan corto, apenas si a sus hombros o un poco menos, tornándose rápidamente de un color rubio.

    -¡¡¡NO!!!- Sagtel, al ver aquello. Su rostro se descompuso, sufriendo que su fuente de la juventud se ha cavado.

    El doncel, sujeto su antes cabello lila, que se tornaba rubio apagado, aquellos metros y metros se convertían en hebras sin magia.

    Desesperado Sagtel se negaba a aceptar la verdad, tomo el cabello lila que de poco se volvía rubio, entre sus manos, para que no ocurriera, pero nada podría salvarlo de ese hecho.

    -No, no, no…- Al levantar su mano, vio cómo se tornaba huesuda y con la piel envejecida.

    -¡¡¡PERO!!! ¡¡¡¿QUÉ HAS HECHO?!!!- Frunció el ceño con odio, frustración, de a poco su rostro se veía tan envejecido, cadavérico y sus cabellos azules se tornaban blancos -¡¡¡¿PERO, QUE HAS HECHO?!!!-

    Arrojo el cabello inservible hacia el suelo, acercándose como podía pues su edad cronológica lo alcanzaba, el espejo roto le revelaría la verdad de como ese hechizo se ha roto.

    Al ver la curda realidad, de cómo su rostro y todo su ser, se volvía anciano.

    -¡¡¡NO!!!- Desesperado, sin querer volver a ver su verdadero ser, se cubrió con la capucha negra, se movía en círculos, gritando y maldiciendo a los dos jóvenes.

    Por no está viendo y caminar sin cuidado, no se fijó por donde caminaba, y lo tan cerca que esta de la ventaja.

    Kiki, tal vez como una venganza, una forma de salvar a sus amigos, sujeto con su pequeño hocico el cabello rubio apagado, para estirarlo y provocar de estar forma que Sagtel tropezara.

    -¡¡¡NO!!!- Fue el grito que dio, al momento de caer por la ventana.

    Munzel, a pesar de todo lo que había hecho, lo quería, fue alguien que lo cuido y siempre peso que era su madre, enterarse de la verdad, cambiaron los sentimientos, pero su bondad es más grande.

    Estiro sus manos, pero no puso alcanzarlo, ni levantarse del suelo, seguía en shock por todo lo ocurrido en tan solo minutos.

    Cayendo por la torre, aun gritaba su capa lo cubría aun, mostrando que afuera aquellas nubes negras que van yendo, y unos rayos de luz se asomaban.

    La caída provocaría su muerte, si no fuera porque al momento de caer el suelo, solo salió de entre esas ropas, polvo…

    Al fin de cuentas… En polvo eres y en polvo te convertirás.
     
  3. Threadmarks: Capitulo 23 (Por Fin El Beso)
     
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    De a poco fue asimilando su nueva realidad, respirando profundamente, sus ojos verdes clavados en el suelo.

    Pero su mente trajo de nuevo la imagen del rubio herido de gravedad.

    No lo volvió a pensar y fue a tratar de salvarlo, aunque ahora la posibilidad fuera nula.

    Lo movió un poco, recargándolo en su regazado, pidiendo que esto no fuera real.

    -No, no, no, no, ¿Shakene?- Lo movía levemente de la cara, acariciándolo, su rostro se notaba pálido, sus ojos cerrados no por gusto en esta ocasión.

    Tosió un poco, abriendo sus zafiros que lucían tan apagados, pero sentía que las fuerzas se le van yendo.

    -No, ¡¡¡MÍRAME, MÍRAME, AQUÍ ESTOY!!!- Quitaba los mechones del rostro, acariciándolo, tratar de que siguiera consciente de cualquier forma –Quédate conmigo Shakene- Giro sus ojos, para buscar la mano del rubio y sujetarla con fuerza para llevarla a los ahora cabellos también rubios cortos –Flor que da fulgor… Con tu… Brillo fiel- Entre cada palabra, sollozaba, creyendo que no lo podría salvar ahora.

    -Mueve el tiempo atrás… Volviendo a lo que fue…- Desesperado, no podía mantener la mano del otro, sintiéndose inútil pues su magia curativa había desaparecido en el peor momento.

    -Munzel- Lo llamo, sin duda ver los intentos desesperados del doncel, no le agradaba.

    Sollozo más, sus lágrimas no se sostenían, miro a su amado tan angustiado -¿Qué?-

    Ese pequeño instante en donde sus miradas, una cansada y otra tan devastada, se conectaron, fue uno cruel y hermosos.

    -Tu… Eras mi nuevo sueño…- Apenas si pudo abrir sus ojos, para ver de nuevo ese rostro del que se había enamorado, para de nuevo cerrarlos, la vida estaba abandonando su cuerpo.

    Munzel, sujetaba la tosca mano de aquel joven, que sostenía con fuerza, y con la otra su cabeza, para tenerlo cerca.

    Sonrió de manera forzada, las lágrimas de aquellas esmeraldas se escapan, sintiendo el dolor de estar perdiendo a su amado rubio.

    -Y tú el mío…- Lo miraba con devoción, su corazón se rompía por el hecho de perderlo.

    Un segundo fue aquello, como la vida a Shakene se le fue…

    Abrió una última vez los ojos, para admirar la dulce belleza del joven doncel, le dedico una sonrisa, y sus fuerzas se fueron.

    Aquella mano que Munzel sostenía, se fue desvaneciendo de a poco.

    No quería, no podía soportar o aceptar esta realidad, sollozo, sus lágrimas se dejaban ver, pero ninguna caía aun… Temblando por el fuerte dolor de perder a quien ama.

    Bajo con cuidado la mano del rubio, mirándolo con ternura y dolor, la tristeza no podía ser mayor

    Sujeto el rostro de Shakene con cuidado, aunque su corazón se detuviera y ya no este con él.

    Munzel aun sentía que estaba su lado, y no solo porque su cuerpo está en su regazo.

    Mirarlo era lo único que podía hacer.

    Comenzó a recitar aquella canción que tantas veces uso, pero esta sería la última vez, como una esperanza fallida desde un principio.

    -Quita enfermedad… Y el destino… Cruel… Trae lo que perdí…- Bajo su mano al pecho del rubio, acariciándolo con cuidado, subiendo a su hombro, para acercarse al rostro de su querido Shakene.

    -Volviendo a lo que fue... A lo que fue…- Suspiro, y aquellas lagrimas que contenía, escaparon de sus ojos verdes, cayendo una en la mejilla del otro.

    Todo a su alrededor lucia tan oscuro, desolador y devastador.

    Dejo escapara su dolor, sus lágrimas, el sollozo, lo abrazo con fuerza, no quería separarse del joven ladrón.

    Pero de a poco aquella lagrima que cayó en el rostro del rubio, se absorbió y de esta salió una luz dorada con destellos rojizos y el símbolo que siempre estuvo acompañando a Munzel, se pudo notar en aquella mejilla.

    Digiriéndose justo en la zona del abdomen, donde la herida mortal se dejaba ver y la sangre aun manchaba.

    Munzel noto esto, no saliendo de su asombro por esa luz, que solo lo dejo impresionado.

    Todo a su alrededor se ilumino con esa brillo dorado y rojizo, inundando la habitación en que se encuentran.

    Aunque en realidad no se fijó a su alrededor, si no que miraba el punto del cuerpo de Shakene de donde salía.

    Tan impresionante era aquel espectáculo que un aire suave se sintió, moviendo los ahora cortos cabellos del doncel.

    En un instante el símbolo que representaba a la familia real apareció en aquella herida nuevamente, volviéndose de mayor longitud.

    No entendía que pasaba, miro con atención aquello consternándolo, no habla, ni se movía… Solo podía parpadear.

    De a poco desapareció el brillo y de aquella herida se iba desvaneciendo.

    Tuvo que confirmar que sucedía, al darse cuenta que había cerrado, como la forma perfecta en que antes su cabello lograba sanar.

    Movió sus cabellos que se desordenaron de su cara, y dirigió la vista de nuevo al inconsciente, rogando que esto fuera una señal de vida.

    Moviendo sus cejas un poco, y sus parpados abriéndose de a poco.

    Lo primero que hizo fue llamarlo por su nombre.

    -¿Munzel?- Lo busco con la mirada.

    Sonrió aliviado, sus ojos grandes, denotaban un brillo de inmensa felicidad -¿Shakene?-

    -¿Ya te he dicho que estoy loco por ti?- Un pequeño chiste, aunque fuera verdad, quería romper un poco la dura tensión que debió vivir el joven con aquellas marcas en su frente.

    No le importo nada, saber que esta con vida y a salvo.

    Solo eso le bastaba para dejar escapara su felicidad, y arrojarse a sus abrazos, su cuerpo quedando por completó del joven ya no ladrón.

    Lo sujeto con fuerza, ahora Munzel quedando dejado de él, aunque sus piernas rodeaban parte de la cintura del otro.

    Con ese abrazo se decía que estaban felices de nuevamente estar juntos, y ahora con la libertad completa, que nada los lograría separarse.

    Se incorporó suavemente, sosteniéndose con un brazo, y el otro rodeando la espalda del doncel.

    El rostro del rubio de cabellos largos, quedo entre el cuello y hombros.

    Ambos disfrutaban su hermosa cercanía.

    Munzel se apartó un poco, para verlo a la cara, sonriendo con los nervios e hiperactividad que lo caracterizaba

    Shakene sonrió ligeramente, no lo perdía de vista, nunca más pasaría de nuevo.

    Suspiro, sujeto la ropa del mayor, para atraerlo y darle un beso.

    Uno que habían deseado tanto darse, pero que no tuvieron oportunidad para completarlo.

    Sorprendió a Shakene, pero se dejó llevar, tomando la cabeza de Munzel pro detrás, para intensificar el beso.

    Sus ojos cerrados, y caricias mustias, un beso que necesitaban.

    La toma hacia la torre, bañada por un rayo de luz tan hermoso, que iluminaba aquel valle escondido.
     
  4. Threadmarks: Capitulo 24 (Reunión Familiar)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

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    ---Castillo real---

    Sé que se ha cambiado el escenario rápido, pero… Así es la situación.

    Una puerta se abrió de golpe, dejando ver un guardia bastante agitado y asombrado, que jadeaba por que de seguro corrió hasta esa habitación.

    Llamando la atención de los reyes, que se giraron a verlo, algo extrañados por aquella acción.

    Este guardia, los miro atentos, sin saber que decir, salvo por una simple acción, asintió si siquiera parpadear.

    Ambos reyes, lo miraron más atento, ahora él reina, se levantó de aquella silla en donde descansaba.

    Causando un tremendo impacto, acercándose, pensando en que aquella posibilidad estuviera haciéndose realidad.

    No perdieron tiempo, sus pasos se volvieron rápidos, para llegar a dónde se supone su hijo perdido ha regresado.

    Los pasillos se volvieron largos en esos momentos, pero no importo, lo principal es saber si es cierto o es una mentira que pedían que esta vez no fuera así.

    -Shinna… Crees…- El rey hablo, sosteniendo el brazo de su pareja.

    -No te lo puedo explicar… Pero… Siento… Algo en mi… Que me dice que necesito verlo- Sus ojos miraban a aquel punto, despeado por llegar a verificar lo que su corazón le dicta.

    -Pero… Si no es…- La preocupación del mayor, se torna a situaciones en donde le prometieron que es su verdadero hijo, pero resulto ser una falsedad.

    Sonrió, tomando su mano, una de verdad desde hace tanto tiempo, calmar a su esposo es algo que necesitar hacer rápido –Dohkric… Confía en mí, si lo veo… Lo sabré- Está poniendo toda sus fuerzas en ese momento, teme que sea mentira, pero desea que esta ocasión todo este bien.

    Estando delante de aquella puerta, que conducía a los jóvenes que están esperándolos.

    Aun después de esa conversación, dudan un momento.

    Se dedicaron una mirada, dándose confort en ambas cantidades, se necesita saber la verdad, sus corazones lo anhela.

    Abrieron lo único que se interponía entre ellos y su posible hijo.

    Obviamente aquello hizo ruido, quienes los esperan se dan la media vuelta, sin dejar de sujetar sus manos.

    Para él que sus cabellos cortos y rubios, se sorprendió al ver a los líderes de aquel reino, abriendo sus ojos verdes.

    Una acción que imito el reina, mirando al joven, que sin duda alguna es un doncel y tiene un cierto parecido con ese tono de cabello y las marcas en su frente.

    Estando aún lejos, ambos se miraron, y caminaron con cierta lentitud, un grado de timidez en ambos.

    Munzel está bastante consternado, temeroso a que en realidad esa no sea su familia, apenas si se movió de su lugar, dos pasos dio adelante.

    En cambió Shinna, tomo la iniciativa y dio algunos pasos más al frente, su rostro lo decía todo.

    No logran hablar, pero algo en su corazón del mayor le dice que ese pequeño delante de él, comparte mucho más que su apariencia y esos ojos verdes, que sin duda su mente le indica que lo ha visto antes, en los de su esposo.

    El rey se quedó en la puerta, no sabía que hacer o decir, sentí que debía darle la oportunidad a su amado en realizar la comprobación, pero de igual forma al verlo sintió algo en su corazón que le dicta que su sangre corre por esas venas.

    Por su parte Shakene, se queda al margen de todo, pensando que por el momento no pertenece a ese encuentro familiar.

    Volviendo a la dulce escena, el reencuentro de un madre con su pequeño hijo que se lo arrebataron.

    Sus manos delante de su pecho, no deja de ver el rostro del doncel y este a su vez lo contempla, retrayendo sus manos hacia atrás.

    Los nervios en ambos se nota, como si fuera un primer encuentro de algo muy importante.

    Sin más, y al recortar la distancia, elevo su mano, para tocar la mejilla de Munzel.

    Justo en se instante ambos sintieron como una pequeña descarga eléctrica, algo especial, cuando has encontrado a alguien que necesitabas, que buscas con desesperación y que por fin se encuentra a tu alcance.

    La cercanía de quien ha dado a luz y el fruto de aquello, por fin se reencuentran después de años casi dos décadas sin verlo.

    Los ojos del mayor empezaron a cristalizarse, pues su pequeño bebe, está de nuevo con él.

    Suspirando, dejando escapar las lágrimas contenidas por años, que alguna vez fueron de dolor y tristeza, ahora la alegría inunda su corazón, sonrió lo comprobó, su corazón se lo reafirmo con todas las señales.

    Al ver aquella muestra de alegría y empatía, el joven doncel comprendió más en unos segundos delante de ese hombre que comparte su misma condición, devolvió la sonrisa y sus lágrimas brotaron inconscientemente.

    -Eres… Mi…- Quiso hablar, pero no lo logro.

    En ese momento, y después de años de estar lejos de él, Shinna lo rodeo con sus abrazos y lo abrazo, como siempre deseo hacerlo, su hijo, el fruto de su amor por fin está de vuelta.

    No permitiría que nadie más lo alejara.

    -Mi pequeño… Por fin… Vuelves- Le dedico estas palabras, que solo un madre podía decir abiertamente, las lágrimas entre ambos no se ocultaron.

    Después de todas las similitudes entre ambos son extraordinarias.

    Misma tonalidad de rubio, las tikas, aunque de diferente color el mayor moradas y el menor con un tono rosa fuerte, la complexión similar, salvo por los ojos que sin duda se confirmaría el parecido con el castaño del fondo.

    -Mamá…- Lo dijo con suavidad, pues esta vez en verdad lo es.

    Acaricio su corto cabello, con cuidado, estando ambos juntos.

    Munzel está en casa por fin, en brazos de su mamá, de la verdadera persona que lo es, y que lo amara de forma condicional.

    Dohkric, se acercó con cuidado por detrás de su esposo, quedando sorprendido, y no saber cómo integrarse a esa rencuentro.

    Más Munzel, sintió la presencia de ese hombre, y lo observó con calidez.

    Sin duda esto le confirma más el parecido, el rey conoce sus propios ojos y los está viendo en alguien más, en la persona que es su descendencia, la criatura que les robaron hace años y en este instante está a su alcancé.

    Una dulce sonrisa que él doncel le dedico.

    Provoco una sonrisa de igual forma en el mayor, no contuvo sus lágrimas y abrazo a ambos, a las dos personas que más ha amado en su vida, como debió ser siempre, él siendo quien los protegiera siempre.

    Quedando los dos reyes, abrazando al pequeño doncel, que ha regresado a su casa, al núcleo familiar del que fue sustraído al ser un inocente bebe.

    No se necesitan palabras para esta escena.

    Esa reunión familiar es verdaderamente hermosa.

    Al final los tres quedaron de rodillas aun abrazándose, los corazones de esa dulce familia por fin estarían tranquilos, estando reunidos, tratarían de jamás separarse, no tolerarían alejarse.

    Y ahora él antiguo ladrón, se quedó al marguen de esta amorosa escena.

    Sonrió levemente, pues su amado esta con su verdadera familia y es una alegría que sin duda agradece poder haber ayudado.

    Él reina, abrió sus ojos limpiando sus lágrimas de alegría por fin tener a su bebe.

    Vio al joven de cabellos lacios, rubios y largos, le extendió la mano, con una sonrisa, como si fuera una manera de agradecerle por traer de vuelta a su pequeño.

    Pensando que solo sería un apretón de manos, pues él no tenía nada que ver con la realeza, salvo por su relación con Munzel, que hasta hoy sabe que es el princeso del reino.

    Debía mantener respetó hacia la familia real.

    Pero digamos que el progenitor de Munzel, tiene su mismo carácter impulsivo, y lo jalo para unirlo al abrazo familiar, posiblemente estaría sospechando que su pequeño y ese joven tienen algo que ver más que una simple amistad.
     
  5. Threadmarks: Capitulo 25 (Vivieron Felices Para Siempre)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

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    Ahora dejo de narrar, para pasarle la batuta a nuestro bien parecido ex ladrón.

    -Bueno… Ya se imaginan lo que pasó después-

    -Todo el reino se regocijó, pues su princeso perdido había regresado-

    El escenario del castillo se vuelve una pista de baile y alegría, para todos los habitantes del reino, entre risas, al contorno del símbolo de Aries que se ha dibujado en piso.

    -El festejó duro toda una semana, aunque la verdad preferí mantenerme al margen y no recuerdo casi nada-

    Volviendo a parecer uno de los tantos amigos que Munzel hizo en aquella taberna, se encuentra tocando el piano siempre ha sido su sueño.

    -Por todos lados se cumplieron sueños-

    Justamente el de cabellos azules, tocando de la mejor manera el piano, aun con el garfio en su mano izquierda.

    -Este tipo se convirtió en el concertista de piano más famoso del mundo-

    Al dar la vuelta a una de las partituras, su garfio se enganchó en una de esas hoja, trato de quitarla pero… La desesperación provoco que se moviera brusco y salió volando.

    -¿Pueden creerlo?-

    El garfio fue a parar, en la cabeza del hombre en busca del amor de una uniceja en su cara.

    Le quito el casco, y logro caer en sus manos, completamente desconcertado, mirando aquel objeto.

    -Y este sujeto, al final encuentro el amor verdadero-

    El casco logro terminar en la cabeza de una joven mujer que vive en el reino, que cuando pudo levantar ese objetó, para dejarla ver, noto al rufián y no le pareció del todo mal.

    Y bueno para nuestro Aldebarán, fue el inicio de un hermoso encuentro fortuito.

    Pasando por otra parte del reino, el sujetó con un gran parecido a madre Sagtel, se encuentra realizando un acto de mímica, primero jalando una cuerda y después bajando unas escalaras.

    -En cuanto a él…- Refiriéndose al mimo –Bueno, supongo que es feliz, nunca me ha dicho lo contrario-

    -Gracias Seimux, el crimen en el reino desapareció casi de la noche a la mañana-

    Nuestro hermoso corcel blanco, con un carácter algo temperamental, paso por dos filas de guardias, elevando en sus manos derechas un martilló bastante similar al que Munzel uso en toda su travesía.

    Y al notar un espacio vacío, se detuvo con una cara de pocos amigos, buscando una explicación del ¿Por qué?

    Un guardia apareció repentinamente, aun así el corcel no demuestra felicidad alguna, hasta que le mostro una manzana verde, extendiéndola enfrente del caballo y Seimux la devoro de forma disimulada, nadie debía conocer su debilidad.

    -Igual que casi todas las manzanas-

    -Se preguntaran por un cierto rumor de un guardia que fue capturado por un rufián durante la redada-

    El peliaguamarino, mientras se encuentra custodiando una entrada del reino, entre la fiesta un hombre de cabellos cerúleos, no lo deja de verlo ni un instante, dedicándole algunas sonrisas, incomodando al contrario.

    Temiendo por dentro que supiera que es de los pocos guardias donceles del reino, si no… Bueno dejemos todo a la imaginación.

    -Solo sabemos que el guardia lo tratar de rechazar todos los días, pero el otro no se rendirá tan fácilmente-

    Ahora pasemos a donde están nuevamente los cuatro pequeños niños que le hicieron una hermosa trenza a Munzel, en su primer día en el reino.

    El mayor de ellos, sosteniendo al pequeño corderito.

    Mientras el rubio del grupo sostiene un plato de moras y fresas.

    Acto que la niña de cabellos negros atados en una larga trenza le da uno de esos frutos al corderito.

    Y el peliverde se mantiene asombrado mirando cada acción del animalito esponjoso.

    -¿Kiki?-

    Obviamente el corderito, comió aquella mora tan feliz, dando pequeños saltitos en la mano del pelinegro, incluso bramando un poco.

    -Nunca cambio-

    Fue capaz de saltar de las manos del niño mayor, al plato para comer una fresa, inflando sus mejillas, aun siendo pequeño tiene un gran apetito.

    Los pequeños riendo por las ocurrencias del esponjoso ser.

    Aun así los cuatro notaron la presencia de alguien y entre risas, devolvieron al corderito a los hombros de un joven ahora de cabellos rubios y cortos.

    -Al fin, Munzel estaba en casa. Y ahora tenía una familia de verdad-

    Lo más adorable del mundo, con su pequeño amiguito, ahora portando orgulloso la corona de su herencia real.

    Pero no está solo, sus padres acercándose a él, para demostrarle parte del afecto que no pudieron dedicar en sus primeros dieciocho años de vida.

    Un abrazo que sin duda, ha sido parte de muchos, con todo ese amor familiar.

    -Valió la pena esperar su regreso- En este punto se nota que nuestro narrador se ha puesto sentimental, porque su voz cambio a una más suave.

    -Amado por todos, dirigió el reino con la misma gracia y sabiduría que sus padres antes que él-

    Poco después que sus padres le dieron un poco de espacio, una pequeña niña se acercó al rubio, dándole una pequeña flor.

    Obviamente a Munzel esto le causo una gran ternura, aceptando el regalo, pero acomodándolo en el cabello de la pequeña.

    Este acto hizo que la niña saltara a los brazos del princeso y un abrazo se dio entre ambos.

    La madre de la pequeña sosteniendo un bebe, mira todo con tranquilidad y alegría.

    Al separase, Munzel se levantó y se despidió de los tres, con una suave sonrisa y una dulce mirada.

    Aunque ahora la corona no está en su lugar.

    -Y en cuanto a mi… Bueno, volví a usar el nombre de Shakene, deje de robar y básicamente cambie por completo-

    En ese instante se dio cuenta de la usencia de su corona, levanto la mirada al igual que Kiki.

    Pero ya sabía dónde estaría aquel objeto, dedicando una mirada suspicaz a su lado derecho.

    Y justamente allí podemos ver al rubio, algo indiferente con los ojos cerrados como si no supiera que ocurría, pero ocultando sus manos detrás.

    Munzel, estiro su mano derecha, esperando que le devolviera la corona, aunque una sonrisa se posó en sus labios, indicando que esto es un juego entre ambos.

    Nadie podría imaginar que el ex ladrón podría llegar a tener sentido del humor, mostrando la corona y casi ponerla en la suave mano del otro, pero la alzo antes de que pudiera tomarla.

    -Pero ya sé que se estarán preguntando- Lanzo una pequeña risita -¿Munzel y yo nos casamos?-

    Mientras narra en la escena de atrás.

    Después de intentar alcanzar su corona, decidió que es mejor, sujetarlo por la camisa y brazo, para inclinarlo un poco.

    No por ser un doncel y uno de la realeza, quiere decir que no tenga fuerza alguna.

    Al tenerlo tan cerca, ambas miradas chocaron, pero Munzel aun quería su corona de vuelta, más aun desea algo importante del rubio.

    Haciéndole la señal con sus ojos que le devuelva lo que le ha quitado, se acercaron para acortar la distancia, hasta que lograron unir sus labios en un dulce beso.

    Obviamente Shakene devolvió la corona, solo porque le estorba en las manos para acariciar la suave mejilla del princeso, que ahora se podría decir que su corazón le pertenece.

    Durante el beso, el corderito siguió en el hombro del doncel, y cubrió sus ojos algo avergonzado por aquella muestra de afecto.

    -Bien, es un placer anunciarles, que después de años y años de suplicas, y suplicas, y suplicas…- Callo un momento para efecto dramático –Al fin le dije que si-

    La hermosa toma del reino, rodeado de polvo estelar que vuela por todas partes, aun siendo de día se puede apreciar la hermosura del evento.

    -¿Shakeeeneeee?- La dulce voz del princeso, llamo la atención del de cabellos rubios largos, por que sin duda está mintiendo en algo.

    -Está bien- Sin duda la voz sonó derrotado pero con algo de humor –Yo le suplique- Al fin confesó la verdad. Que fue él quien pidió desesperadamente la mano de Munzel todos esos años.

    -Y estamos viviendo felices para siempre- Fue una frase que se ha escuchado muchas veces, pero creo que sin duda, en este par de enamorados es verdad.

    -Claro que si- Obvio Shakene debería decir la última frase por él fue quien inicio la narración.

    Pero… Seria así, si no fuera por el extraño hombrecillo, con solo un pañal cubriendo sus partes nombres, sujetado por globos con una cuerda por sus axilas, que asemeja a un querubín…

    Lanzo un beso y levanto sus cejas, sosteniendo un arco y flecha en sus manos… Tendré pesadillas esta noche, espero que ustedes no.

    Gran forma de acabar una bella historia.

    Pero les aseguro que aún no se ha dicho todo, de este cuento.
     
  6. Threadmarks: Capitulo 26 (Regalo De La Diosa)
     
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    ---Diez años después---

    Paso mucho tiempo, en el cual parecía que la luz no lograría traer al princeso perdido.

    Un buen día, regreso a donde pertenece.

    Y obviamente tomo su lugar.

    Cambio un poco, dando su propio toque al reino, pero todo ha sido para mejor.

    La gente sigue siendo alegre, con esperanzas para el futuro.

    Un lugar de amor y tranquilidad.

    Desde luego existieron problemas para que Munzel lograra tomar su lugar como el futuro reina de Atena, pero supero cada obstáculo.

    Y no estaba solo, sus padres apoyándolo, pero sobre todo su amado Shakene, que continuo a su lado, aun después de varias veces que no acepto su propuesta de matrimonio, pero no se rindió ni una sola vez.

    Durante este tiempo también varias de las amistades que formo en su viaje para regresar a su reino, aunque en ese momento no lo sabía, siguieron y se volvieron más fuertes.

    Ayudando a aquellos ladrones a enmendarse.

    Logro hacer amistades nuevas, varios guardias tanto donceles como otros que no lo son.

    No debemos olvidar que el rubio ex ladrón en ocasiones sintió algunos celos, pero entendió que es absurdo, pues el corazón de Munzel es solo para él.

    Kiki, ese pequeño corderito que acompañó a Munzel gran parte de su vida en esa torre, sigue estando a su lado.

    Se llegó a sentir algo celoso de la forma en que su mejor amigo ya no tenía gran tiempo para él, pero debió comprender que ahora con las nuevas responsabilidades reales, está más atareado.

    Pero Munzel haría todo por pasar tiempo con ese pequeño ser, además que prometieron ser amigos siempre, aunque sacara en ocasiones de quicio a Shakene, pero no es nada grave.

    A veces Shinna, aunque al principio parecía aceptarlo en la vida de su hijo, varias veces demostró que sería severo ante una aprobación.

    Después de todo… Paso dieciocho años lejos de su pequeño, por lo tanto desea estar a su lado todo el tiempo posible.

    Además debía enseñarle todos los deberes esenciales para tomar su puesto en el futuro.

    Por otra parte Dohkric, no le molestó mucho que ese rubio estuviera cerca de Munzel, al contrario… Pensaba que él sería el indicado, si lo apoyo tanto, en toda su travesía.

    Pero le advirtió de una forma muy eficaz que si intentaba lastimar a Munzel o tratara de hacer algo inapropiado con su hijo…

    Decapitarlo sería el menor de sus preocupaciones.

    Sin duda el rey impone también el hecho de cuidar al fruto de su amor con el reina.

    Sin embargó logro ganarse a los padres de su amado, incluso varios habitantes del reino lo apreciaban, el hecho de que se casara con el princeso ya era un mérito requisito.

    El día que ese hermoso doncel acepto su propuesta, sin duda fue el momento más feliz de su vida.

    La boda siendo algo muy grande, tuvo que esperar cuatro años, para obtener un “Si”, pero valió cada uno de esos intentos.

    Ver a Munzel a su lado… Ser bendecidos por esa unión tradicional y sagrada.

    Luciendo tan hermoso, como aquella primera vez que se conocieron.

    El cabello del princeso creció un poco, bastante raro… Pero en esos años apenas si le llego un poco más debajo de los hombros, posiblemente nunca sería tan largo como antes, pero ya no es sumamente corto.

    Y debemos aclarar un punto, el verdadero heredero del reino, fue coronado como nuevo reina a la edad de veintiuno, así que a la hora de casarse ya tenía el trono.

    Aunque si le costó volver estar en sociedad y convivencia, pero su familia estuvo siempre para él.

    Después de este reencuentro breve a gran escala de todo lo ocurrido.

    Podemos pasar a algo más a futuro, exactamente seis años después de la boda…

    Dentro del castillo, los servidores de este lugar, se encuentran atareados como siempre, pero una sonrisa en sus rostros, después de todo, los actuales reyes tienen un gran corazón.

    Unos sonidos de unas pezuñas corriendo se oyeron por los pasillos, acompañados de un bramido bastante amistoso.

    Y detrás unos pasos, que también se encuentran haciendo la misma acción del corderito, que ya no es tan pequeño, pero tampoco muy grande.

    -Espera…- Una voz infantil se escuchó, antes de tropezarse y caer de cara en el suelo –Auch…-

    Al escuchar esto, el corderito se detuvo y rápidamente regreso a donde el pequeño niño cayo, inmediatamente empezó a moverlo para ayudarlo a levantarse.

    Aspirando un poco por la nariz, reteniendo sus lágrimas, pero fallando, pues por sus zafiros muy similares a los de su padre, las gotas caían.

    Sus cabellos rubios claros, largos hasta media espalda, portando unas tikas de color morado oscuro, ropas en tonalidades amarilla, verdes y con el símbolo de la familia real en rojo, usando unos pantalones de color blanco y líneas naranjas, aunque donde la zona de la rodilla lastimada se encuentra una leve abertura y manchas de sangre.

    -No… No te preocupes… Kiki…- Limpio sus mejillas, pero su rostro quedo algo rojo por el golpe y una pequeña raspadura en la rodilla –Estoy bien- Sonrió para tratar de calmar al cordero, que le bramaba para ayudarlo y de paso llamar a alguien para que cure la pequeña herida.

    Obviamente se podría reconocer el bramido de angustia de ese cordero, o más bien una persona es capaz de reconocerlo donde fuera.

    Sobre todo porque si algo malo pasa, es la forma de avisar a Munzel.

    Y el corazón del reina, siempre atento ante el llamado de Kiki o el llanto de su hijo.

    -¡¡¡KIKI!!! ¡¡¡DEVDAN!!! ¡¡¡¿QUÉ PASA?!!!- No sabríamos bien de donde salió, solo que apareció corriendo apresurado a ver qué ocurría, porque su mejor amigo y el pequeño regalo de la Diosa se encuentra en el suelo, uno bramando y el niño tratando de calmarlo, pues no le gusta preocupar a sus padres.

    El cordero de inmediato señalo al pequeño sobre todo en la rodilla indicando que está herido y necesita que lo curen.

    Se acercó de inmediato, acariciando la cabeza de Kiki, agradeciéndole el aviso, y rápidamente se inclinó para inspeccionar a su amado hijo -¿Estas bien?- Sonrió, mirando la rodilla del menor.

    -Solo me caí… Estaba jugando con Kiki y…- Bajo su mirada, porque le ardía la zona raspada, unas lágrimas cayeron –Me tropecé… Pero no fue culpa de nadie, solo mía… Es que… No me fije… Perdón…-

    -Ya, ya…- Abrazo suavemente al pequeño, tratando de reconfortarlo, acaricio su cabeza –No te preocupes, Devdan… No llores- Se fijó en la herida de la rodilla –Deja limpiarte y estarás mejor- Le dedico una hermosa sonrisa, lo que sea necesario para que su bebe se tranquilizara.

    -Si… Mami- Le dijo con un poco de miedo, no lo admitiría pero sabe que al limpiarle, le ardería un poco, más sabe que debe ser fuerte, así como lo es su padre.

    Con todo el cuidado del mundo y amor maternal, alivio el dolor del pequeño príncipe del reino de Atena.

    Nuestro querido Munzel, igual de alegre que siempre, pero ahora con la preocupación maternal, usando un vestido más elegante acorde a sus deberes reales, color verde, toques en rojo y en los hombros aun con el amarillo que lo acompaño por mucho tiempo.

    Si se preguntan, por la corona… Digamos que solo la usa cuando es algo oficial, mientras prefiere dejarla de lado.

    Ese infante de no más de cinco años, con una cabellera rubia del mismo tonó que Munzel y ojos azules brillantes como los de Shakene.

    El momento en que nació el pequeño, fue el más glorioso de sus padres y abuelos, pues… Al igual que el anterior reina, existieron dificultades durante la gestación, pero el cuerpo de Munzel fue más fuerte y logro dar a luz sin mayores complicaciones.

    Pero sí que tuvo que mantenerse un tiempo tranquilo, dedicado por completo a su bebe.

    Y Shakene no se separó en ningún instante de su familia.

    El huérfano que antes no tenía nada, que su vida solo se conducía en ser un ladrón, y al encontrar el amor de su vida, que sin importar que resultara ser un princeso o no… El estaría a su lado siempre.

    Antes del nacimiento de su hijo, logro entender la preocupación que alguna vez Dohkric sufrió, al pensar perder a quienes ama.

    Gracias a su Diosa, ambos estuvieron bien.

    Algo a mencionar fue que Shakene en el momento que Munzel le dio la gran noticia, se volvió sobreprotector con su esposo y no dejaba que se preocupará de más, hacia todo lo que quisiera.

    Algo que desesperó a Munzel, porque al final su espíritu libre le dicta ser independiente en ocasiones.

    Ahora regresemos al presente después de este breve recuerdo.

    -Ya estas mi pequeño- Termino de limpiar y curar la herida, no sin antes darle un suave beso, como remedio mágico de todas madres a sus hijos.

    -Gracias mamá- Verse aliviado, sin dolor gracias al beso de su progenitor, le dio una sonrisa que es tan similar a la de Munzel.

    -Debes tener más cuidado- Le dio un abrazo, casi acunándolo, como cuando era un bebe.

    -Lo se… Es que… Kiki y yo íbamos a ver… A Deneve…- Confeso a donde se dirigía antes del incidente, algo sonrojado cubriéndose en el regazo de su madre.

    -Oh, con el lindo hijo del primer guardia Camia y el ex bandido Migdo- Rio al mencionar a sus amigos, recordar su historia de amor, es sin duda algo de risa.

    -¿Por qué te ríes, mami?- El pequeño levanto su carita y la ladeó un poco.

    Al igual que el corderito que se encuentra sentado a un lado de ambos y confundido.

    -¿Qué es tan gracioso?- Una voz algo ronca, se escuchó en la habitación del pequeño, en donde Munzel lo llevo para atenderlo.

    -¡¡¡SHAKENE!!!- Rápidamente saludo a su amado esposo, aunque lo hubiera visto en la mañana, ya lo extraña.

    -¡¡¡PAPI!!!- El mismo tono, al dirigirse a ese rubio que mantiene su cabellera larga.

    -¡¡¡BEEEEH!!!- Hasta el cordero bravo, para saludarlo.

    Sonriendo a su familia, se dirigió a quienes más ama, dando un beso en los labios de Munzel primero, acariciando la cabeza de su hijo, y aunque tengan una relación de amor-odio, saludo al cordero.

    Shakene, igual de siempre, algo sínico en su mayoría de tratos con los amigos que ha hecho, su cabellera sigue igual de larga, ahora lleva un atuendo un poco más “Reyesco” Como suele llamarle, si es una palabra inventada, cúlpenlo a él…

    Sus ropas siguen siendo claras, no usa mucho los colores del reino, no porque no quiera, si no es que cree que no le queda a su estilo, a Munzel eso no le importa, pero si le dice que debe portar el símbolo del reino y bueno eso si lo hace.

    Lo que sea para darle gusto a su reina.

    Oh, casi se le olvida, Munzel y Shakene llevan sus anillos simbolizando su amor.

    Y Pues… Alguien es obligado a veces usar zapatos… Pero solo porque tiene que hacer, para eventos importantes, mientras prefiere la vida más natural.

    -¿Paso algo?- Se fijó de inmediato en la venda que lleva el pequeño rubio.

    -Solo me caí… Pero estoy bien, ya no me duele…- Sonrió abrazando al actual rey –Mami me dio un beso y ya no duele-

    Shakene, le devolvió la sonrisa, ya no acostumbra cerrara tanto los ojos, pues ahora tiene tantas maravillas que cuidar y vigilar, que debe estar atentó.

    -Sabes Devdan…- Cruzo sus brazos algo serio, y luego miro al niño –Te diré un secreto, los besos de tu mamá son mágicos, curan lo que sea- Le dijo esto como en secreto, aunque los otros dos escucharon claramente.

    -¡¡¡SI!!! Lo sé, papi- Los ojitos azules brillaron con emoción, devolviéndole la sonrisa –Mami, puede curar lo que sea con un beso- La inocencia de los niños siempre es muy grande, creyendo que sus padres tienen ese poder, es complemente normal.

    Obviamente Munzel se sonrojo, aun se avergüenza por los cumplidos de su esposo.

    Aunque Kiki, solo giro los ojos, negó con su cabeza, pues a veces sentía que el rubio se porta muy cursi.

    Una dulce escena familiar, en donde los reyes de Atena cuidan y reconfortan a su pequeño regalo de la Diosa y de hecho es por eso el nombre, lo fue sin duda.

    Y así como aman a su hijo, aman a su reino y las personas que habitan allí.

    -Devdan- Shakene volvió a llamar a su hijo.

    -¿Si, padre?- Le contesto de manera cortes, pues ha estado siendo educado para los protocolos, aunque no se remarca mucho aun.

    -¿Por qué no vas a jugar con Kiki al jardín?- Le propuso, algo extraño sin duda, significa que debe hablar con Munzel a solas.

    -Si- Asintió, y poniéndose de pie para ir con el cordero a donde ha mencionado, no sin despedirse de sus padres, con un abrazo y un beso en las mejillas, para salir con más cuidado y de paso reunirse con su amigo Deneve.

    Al momento en que los pasos y pezuñas se alejaron, de inmediato el reina, dirigió una mirada algo seria a su rey.

    -¿Ocurre algo?-

    Sonrió, abrazándolo y capturando sus labios en un beso más apasionado.

    Se han extrañado, pues esa mañana salió del castillo Shakene para atender un asunto real, y tan solo volvió quiso ver a su familia inmediatamente y obvio poder besar a su esposo.

    -Quería estar a solas por dos razones y una de ellas ya la cumplí- El sonrojo en sus mejillas se nota, pero su sonrisa fue algo más picara al ver cómo ha dejado a su amado.

    Todo rojo, nervioso y bajando la mirada tímidamente –No hagas eso… Tan repentinamente…- Cubrió sus ojos por la vergüenza.

    -Eres tan lindo cuando haces eso- Ahora de nuevo un beso más, pero en la frente para calmarlo.

    Apenas se descubrió su rostro para seguir la conversación -¿Cuál es el otro motivo?-

    -El oráculo dijo que hoy es el día en que Devdan debe ir para saber si será doncel o no- Informó de inmediato la razón principal por la que salió esa mañana –Tus padres estarán allí, están muy emocionados por saberlo- Le dio una sonrisa, acariciando sus mejillas.

    -¿Es hoy?- Toco su pecho –No creí que fuera tan pronto- Se notaba los nervios en su ser.

    -Tiene cinco años, es normal a esa edad se conoce eso- Hablo calmado, para tranquilizar a su amado Munzel.

    -Si… Pero… No hable mucho con él de esto… No sé si le gustaría ser doncel… No es malo, pero… Puede que Devdan no quiera…- Su rostro de preocupación se notó cada instante más.

    Tomo ambas mejillas de Munzel, para que lo mirará directamente –Mi amor, no te preocupes, sea cual sea el resultado, Devdan será feliz, te lo puedo asegurar- Le sonrió, para reconfortarlo.

    -Lo sé, pero… No quiero… Que si es doncel… Le pase lo mismo que a mamá y a mí nos ocurrió… Tengo miedo que algo así pase y…- Comenzó hablar un poco rápido, siempre adelantándose a las situaciones.

    -Bueno… En ese caso… Sé que él no solo heredo tu bella sonrisa, si no que tu fuerza también- Volvió a darle un segundo beso.

    Correspondió el beso, necesitaba un poco de calma que solo Shakene logra darle.

    -Pero te puedo asegurar, que si no resulta Doncel, posiblemente esperara a que Deneve llegue a la edad para saber su condición- Y fue allí que el secreto del príncipe ha sido descubierto.

    -Ja, ja, ja,- Rio cubriendo un poco su boca con la mano -¿Te diste cuenta?-

    -Se nota demasiado ese cariño en ambos-

    -Espero que sea correspondido- Sonrió, posando su cabeza en el pecho del de ojos azules.

    -Lo será- Acaricio los cabellos rubios más claros que los suyos.

    Vueltos ambos, reyes de aquel lugar, tienen tantas responsabilidades, cuidar del reino, de los habitantes de este, su familia.

    Es sin duda un trabajo muy duro, pero se apoyan el uno al otro.

    Su amor logro vencer incluso hasta la muerte misma, y ha demostrado que puede superar cualquier dificultad sin importar nada.

    Ahora la historia que inicio al momento en que una gota de la estrella de Aries cayó a la tierra se podría decir que ha llegado a su final, con un pequeño epilogo de lo que ocurrió después, enmarcando a grandes rasgos lo que ha sido de la vida de todos.

    Un pequeño fruto de su amor nació y está por saber su destino.

    Como se dice al final de cada historia de amor.

    Y vivieron felices para siempre.
     
  7. Threadmarks: Capitulo 27 (Una Historia Del Pasado)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
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    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
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    Fantasía
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    Aunque la historia acabo, esto ha sido en el futuro… A veces es bueno conocer el pasado.

    Por lo tanto… Vamos a viajar un poco atrás en el tiempo en que los padres de Munzel se conocieron, cuando se supo ¿Quién sería Doncel?, como fue su declaración y un poco más.

    Así que vamos a seguir adelante, el último viaje en esta historia se dará ahora.

    ---Muchos años antes---

    Los cabellos verdes, esponjosos, una piel blanca, ojos rosas grandes y brillantes, con unas tikas en su frente de un color morado algo que demuestra ser de aquella familia, usando unas ropas de su herencia real, el pequeño heredero del reino de Atena, se encuentra jugando en el jardín del castillo.

    Estando tan nervioso, pues ese día conocería si seguiría siendo un príncipe o se volvería un princeso.

    Cual fuera el resultado, tendría el mismo derecho a reinar, pero sería mucho más difícil encontrar una pareja.

    Nunca se había interesado en eso, aunque aún es muy joven.

    -¡¡¡SHINNA!!!- Un pequeño grito de otro niño se escuchó venir del castillo, incluso sus pequeños pasos se podían identificar.

    Para el peliverde esa voz solo traía problemas.

    Suspiro, dejando de lado la hermosa vista del jardín y girándose a ver al invitado inoportuno.

    -¿Qué pasa Dohkric? Sabes que no debes correr por los pasillos, no es algo digno de un príncipe- Frunció el ceño, cruzado de brazos, mirándolo severamente.

    -Es que…- Trataba de recuperar su aliento, doblando sus rodillas y descansando sus manos en ellas –No podía esperar, debía venir rápido-

    -¿Por qué?- Lo miro algo curioso.

    -No pude estar en tu cumpleaños, pues su familia hizo un viaje y me llevaron, pero…- Saco una pequeña cajita de un color rosa brillante y un moñito delicado de color verde –Debía darte tu regalo- Lo extendió al joven peliverde, que se quedó algo sorprendido.

    -Ya recibí un detalle de tu reino, no tienes que hacer esto- Hablo conforme al protocolo –No es necesario… Pero muchas gracias- Cerro sus ojos, rechazando la cajita.

    -Este es un regalo mío para ti, no involucra a nuestros reinos- Sonrió, volviendo a extendérselo –Por favor acéptalo- Lo miro casi rogándole.

    Lanzo un suspiro, completamente resignado porque los ojos verdes de ese niño, logran convencerlo.

    -Está bien- Tomo entre sus delicadas manos aquel objeto y con cuidado lo comenzó abrir, bajo la mirada expectante del castaño.

    Encontrando lo que parecía ser un pequeño anillo de fantasía con el símbolo del reino en donde el peliverde será gobernante.

    -Dohkric…- Dijo el nombre del contrario, para mirarlo de frente -¿Por qué me das esto? Ya tengo muchos, no hacía falta-

    -No creas que es de tu reino- Sonrió animado –Le pedí a uno de nuestros herreros que lo creara, sé que es de plástico, pero… No podía pagarlo, sé que soy un príncipe y el dinero es algo que tenemos, sin embargo… Quería yo mismo hacerlo por ti- Sonrió orgulloso –Trabaje con el señor en secreto, salía a escondidas y me regañaron, pero no importa, si te gusta- Abrió sus ojitos lo más que pudo esperando la respuesta.

    -¿Lo hiciste por mí?- Estando muy impresionado, por toda la historia del castaño.

    -Si- Sonrió, tomando la mano del contrario.

    -¿Por qué te tomaste tantas molestias por mí?- No dejaba de ver aquel anillo, sus mejillas se comenzaron sonrojar, al sentir el tacto del otro príncipe.

    -Por qué…- Bajo su mirada algo apenado, pero tomo valor para continuar –Shinna… Tú, me gustas…- Le soltó aquella información repentinamente –Aun no sabemos qué dirá el oráculo, pero… Espero que alguno de nosotros sea un doncel, para poder unir nuestras vidas- Tomo el anillo y quiso colocarlo en uno de los dedos del peliverde.

    Aquel heredero del reino de Atena, sus manos temblaron, no podía hablar, con esa pequeña confesión del príncipe castaño, que desde bebes, aunque no recordara sus familias convivían bastante, se conocían desde entonces.

    Pero siempre le pareció muy molesto, alborotador y problemático, sin embargo cuando lograban estar cerca, Dohkric siempre se portaba tan atento, como si nada más existiera que no fueran esos cuarzos rosas.

    Ese fue un momento que marco un parte agua entre ambos.

    Paso el tiempo y la información de que Shinna es doncel no se ocultó por mucho.

    Tantos codiciaban el trono del reino de Atena, y si en el proceso obtenían un hermoso princeso, es como un premio doble.

    Obviamente, Shinna rechazo a tantos, ignorándolos pues en cierta forma esa noticita no le agrado tanto por eso mismo.

    Se sentía como una moneda de cambio, aunque siempre le han dicho que no debía ser así, él subiría a reina estando no casado.

    Pero se volvía muy difícil encontrar a alguien honesto.

    Sin embargo existe alguien que siempre fue el único que lograba penetrar la barrera que Shinna formaba con otros.

    Ese príncipe de un reino lejano, pero que viajaba para verlo cada que podía, aunque sus familias estarían felices de que contrajeran nupcias lo antes posible.

    Parecía que ambos aun no estaban decididos en sus sentimientos, o más bien…

    Un peliverde temía tanto, dejar su corazón en las manos de alguien.

    La noche en donde todo pudo cambiar fue en este momento.

    Una fiesta para conmemorar un aniversario de vida, el peliverde siendo el centro de atención, pero su mirada hermosa solo refleja seriedad a su paso, una frialdad y hasta superioridad.

    La atmosfera es atrayente para quienes se creen capaces de domar a un doncel tan imponente.

    Los padres de este peliverde, se preocupaban por su futuro, pero al final solo él tendría la decisión.

    Invitaciones a bailar no faltaron, pero todas fueron rechazadas, y obviamente esto podría ser un signo de insulto a otros reinos.

    Hasta que ese valiente joven y mejor amigo de la infancia llego, atreviéndose a pedir su mano para el baile.

    Todos esperando que lo rechazara, pues pertenecía a un reino lejano y algo pequeño.

    Además que no se atrevía a cortejarlo como es debido.

    Pero la sorpresa fue para todos, al ver que Shinna no lo rechazo, al contario sonrió.

    Como es costumbre debía portar vestido al conocer que su condición es doncel, pero no es lo mejor que le gusta usar.

    -Luces muy hermoso- Ese cumplido de un joven castaño de dieciséis años.

    -Gracias, pero… No es lo más cómodo del mundo- Suspiro, mientras bailan a ese vals.

    -¿Puedo hacerte una pregunta?- No dejaba de ver esos cuarzos rosas.

    -Te lo concedo esta ocasión- Hablo, desviando la mirada, pues esas esmeraldas parecían analizarlo demasiado.

    -¿Por qué rechazas a todos los que pretenden tu mano?- El tono que uso fue bastante serio, cosa rara en él.

    Suspiro, dando una mirada a los invitados –Porque todos quieren mi reino, no directamente mi corazón- Seguía la música, como si la memorizara y su compañero acompañando sus pasos.

    -Comprendo- Sonrió un poco, sonrojándose al notar algo en el cuello del peliverde -¿Puedo hacer otra?-

    -Ja, ¿Te la pasaras haciéndome preguntas toda la noche?- Sonrió juguetonamente.

    -¿Por qué usas ese dije?- Su rostro podía reflejar una alegría que ha estado conteniendo mucho tiempo.

    Sin pensarlo, llevo una de sus manos a la joya, casi como ocultarla –Porque me gusta usarlo- Sus mejillas comenzaron a tornarse más rojas, y quería huir en ese momento, pero la mano fuerte del contrario lo retuvo.

    -No te vayas, por favor- Le volvió a rogar como lo hacía de niños.

    -No hagas preguntas raras, en ese caso- Dejo que de nuevamente la música guiara sus pasos.

    Se atrevió a mas en ese momento, la mano que toma la cintura del doncel, lo atrajo a él, así impediría que se fuera, si no quisiera seguir la conversación.

    -¿Una última pregunta?- Sonrió de manera sínica ahora.

    Suspira algo molestó –Sigues siendo un fastidio-

    -Princeso Shinna ¿Alguien ha logrado capturar su corazón?- Dijo aquello tan repentinamente que el peliverde alzo la vista, y como lo presentía quería irse, no contestaría esa pregunta, pero está atrapado –Lo siento, pero no quiero que huyas, solo respóndeme por favor-

    Ese joven doncel, no sabía que responder, se encontraba literalmente entre la espada y la pared, si dice algo, su apariencia de seriedad y dureza, podría verse afectada.

    Pero… Hasta un hermoso princeso tiene sus miedos.

    Solo aparto su mano del hombro del castaño, para sujetar de nuevo el dije, mirándolo directamente a los ojos, incluso frunciendo el ceño, con decisión –Si, alguien lo tiene y es quien me dio este regalo-

    Para Dohkric, esa respuesta fue la más maravillosa de todas, deteniendo el baile de ambos, tomando el mentón del peliverde con su dedo pulgar, mirándolo detenidamente.

    -Si no quieres esto, solo apártate- Había soltado al contario, para darle la libertad de irse si así lo desea.

    Obviamente todos miraban atentos esta acción atrevida de un príncipe lejano.

    Esto parecía un desafío para Shinna, algo que en su naturaleza toma con pasión.

    -No lo creo- Dejo que el castaño se acercara más a su rostro, incluso el ayudo alzándose un poco.

    Acortando la distancia y dando su primer beso ambos jóvenes herederos de su reino.

    Haciendo sin querer pública esa relación que no estuvo sujeta a ceremonias reales de parte de ambos, sin embargo dejaron que sus corazones guiaran el momento.

    Y fue allí, que esos dos jóvenes proclamaron su amor, haciendo saber que de ahora en adelante el princeso de Atena no se encuentra disponible y jamás lo volverá a estar.

    La boda fue un suceso muy importante, honrar al doncel es lo único que siempre le importó a Dohkric.

    Incluso cuando le propuso matrimonio, fue capaz de hacer los anillos de matrimonio, con sus manos, el hecho de que sea un príncipe nunca fue algo que le impedía hacer trabajos manuales.

    Además que quería hacerle algo mejor para ese collar que comenzó a usar desde ese baile, pero Shinna le dijo que quería ese dije.

    Sin duda se dieron cuenta que es el mismo que el castaño le dio de niños, lo volvió un collar, pues el anillo le dejo de quedar al crecer, nunca lo cambiaría por nada, ni por uno nuevo, amaba ese objeto tanto.

    Al unir sus vidas, los reinos igual, volviéndose uno, pero conservando el nombre principal.

    Shinna siempre supo que el amor del castaño es genuino, pues lo amo desde antes de que los títulos, rango y todo importara, la tierna infancia fue donde sus corazones comenzaron a latir el uno por el otro.

    Aunque se casaron muy jóvenes, no por eso su liderazgo fue menos, se comprenden tan bien, aun estando separados, una conexión tan especial que asustaba a veces.

    Pero… Existió inconveniente para lograr formar una familia, algo en el cuerpo del doncel impedía dar vida.

    Sintiendo que con esto, el castaño lo dejaría, pero nunca fue así, al contrario… Lo apoyaba tanto, lo mimaba, consintiéndole en todo lo que pudiera.

    Sin embargo ese amor tan puro logro dar frutos unos años después.

    Con una noticia tan hermosa, que el peliverde no lo podía creer.

    Los síntomas se presentaron tan repentinamente que creía desmayarse, estaba solo porque su rey se encontraba en un viaje al otro reino que protegen.

    Siendo atendido de inmediato por los médicos de la familia.

    Y al saber que su reina está esperando un bebe, fue la mejor noticia de todas.

    Al saberlo, sentía que la Diosa lo bendijo, por fin le daría un hijo a su amado rey.

    Tendrían una familia, un fruto de su dulce amor, al fin había sucedido.

    Los días que no tuvo a su amado, fueron los más difíciles del mundo, pero al verlo llegar con un ramo de flores para el dueño de su corazón.

    Eso siempre ha sido una costumbre de Dohkric, llevarle algún presente a su reina.

    Pero nunca espero la noticia que le daría ese día.

    -Volví mi amor- Fue de inmediato a la habitación donde Shinna se encuentra, lo miro atento, inspeccionándolo y ofreciéndole aquellas flores de un tono rosa como los ojos del contrarió, pero esos pétalos no hacen justicia a esa belleza.

    -Me alegra que regresaras- Sonrió, no podía ocultar la felicidad que había estado conteniendo por estos días.

    -¿Pasa algo mi amor?- Tomo sus mejillas, acercando su rostro al del peliverde –Te noto diferente-

    Ese contacto tan cercano, le provocó tanto confort, el que necesitó todo este tiempo.

    -Mi amado Dohkric, tengo algo muy importante que decirte- Le dijo esto con algo de seriedad, pero un brillo especial en sus cuarzos llama la atención al castaño.

    -¿Qué pasa?- Se hinco delante del peliverde, pues este se encuentra sentado a la orilla de su cama, su semblante luce tan preocupado, creyendo que algo malo ocurre.

    Tomo las manos de su castaño, llevándolas a su vientre, obviamente aun plano, esperando que con esta acción entendiera.

    -Dohkric… Estoy esperando un bebe, a nuestro pequeño hijo- Las lágrimas no pudieron retenerse, necesitaba decirle a su amado rey, sonrió emocionado.

    -¿Qué?- Las manos del rey temblaron al escuchar eso, la emoción lo invadió, su sonrisa se proyectó tan amplia, toco con mayor cuidado el estómago del peliverde, como si fuera una hermosa figura de cristal que sus manos pudieran dañar -¡¡¡¿DE VERDAD?!!! ¡¡¡¿ES ENSERIO?!!!-

    -¡¡¡SI!!!- Limpia sus lágrimas, pero la emoción no podía aguantar más –Me dijeron que tengo un mes y medio-

    Se levantó de inmediato y abrazo a su amado, con cuidado, aunque estuviera sentando, lo rodeo con sus brazos, dejando que su alegría saliera en forma líquida, llenando de besos el rostro del peliverde, y sus labios fueron tomados con tanta necesidad, que no pudieron resistir más.

    Ambos reyes estaban tan felices, festejando aquella hermosa noticia, entre besos y abrazos.

    De ahora en más Shinna debía tener cuidado, pues esa criatura es un producto muy valioso, nada de sustos, estrés, solo ser amado y consentido todo el tiempo.

    Y obvio el rey tomaría esa responsabilidad, hacer lo que sea para cuidarlos.

    Disfrutando cada instante, hasta el momento que logaran conocer al ser que combinaría sus genes en solo un ser.

    Prometiendo amarlo, cuidarlo, hablarle sobre su historia de amor, enseñarle sus deberes y responsabilidades, pero sobre todo divertirse y ser tan feliz como pudiera.

    Su futuro bebe, sería lo que más amaran de ahora en adelante.

    Todo ese amor que se profesaron desde muy pequeños, pero que temían entregar, por fin tenía un resultado de carne y hueso, un ser que les pertenecería solo a ellos y nadie más.

    El reino unido tendría a un heredero, sin importar que fuera, si niño, niña, doncel o no, sería el ser más amado de sus padres y de ambos reinos en uno.

    Lamentablemente conocemos lo que ocurrió después, al enfermar el reina, necesitar la flor de Aries, el símbolo de su reino, y que un hombre obsesionado con la belleza y juventud eterna, les robara su pequeño hijo.

    Los desoló, pero ahora sabemos la verdad y que por fin después de dieciocho años, logaron tenerlo entre sus brazos de nuevo.

    Si, se perdieron parte de su vida, su infancia, adolescencia y parte de su juventud, pero recuperarían el tiempo perdido.

    Pues el amor de esos dos reyes nunca dejo de buscar a quien sus corazones aclamaron todo este tiempo.

    Y su amor jamás desapareció, destinados a siempre estar juntos, cuidándose y respetándose, es lo único que ahora quieren para Munzel.

    Son felices, porque su pequeño también encontró el amor.

    Con esto, les debo decir que todo ha terminado, conocer el pasado nos ayuda a resolver el presenté y nos da fuerza para confrontar el futuro.
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    Buenos días, tardes, noches, ¿Qué hora es? ¿Quién me ha robado el reloj? ¿Cómo están mis terrones de azúcar?

    Espero que les gustara este fanfic y me dejan sus hermosos comentarios.

    Los quiero mucho y nos leeremos después.

    Ammu se va.
     
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