Bienvenidos/as a la continuación de Los Viajeros, historia que comencé a escribir en 2017 y que el año pasado concluyó tras diez partes y varios capítulos especiales/historias secundarias que engrandecieron de por sí este maravilloso universo ficticio (todas los links e información están en mi blog). Para entender al 100% algunas cosas, recomiendo leer la historia principal, pues Los Viajeros Vol. 2 constará de seis partes y habrá muchas cosas que tendrán un enlace directo con su predecesora, más allá de otros detalles que podrían pasar desapercibidos para los lectores que no tengan el trasfondo necesario. No obstante, esto también sirve como una bocanada de aire fresco y en cierto modo es un nuevo comienzo, así que tampoco es una obligación imperiosa la lectura de lo previo. Lo primordial es disfrutar de esta nueva historia en el universo de Los Viajeros y estoy seguro que mi querido amigo Agus estresado lo hará encantado, ya que siempre ha sido el primero a la hora de conocer más sobre el futuro de esta continuación. Antes de dejaros con la lectura, solo avisar de que la publicación de futuros capítulos no será semanal, sino probablemente mensual, ya que a día de hoy estoy escribiendo el resto de capítulos y como entenderéis, hay muchas más ocupaciones en la vida de un adulto. Pero esto será temporal, ya que una vez tenga toda la parte hecha, la publicación será semanal como lo fue con la historia principal. Sin más que añadir, espero que disfrutéis del comienzo de una nueva página de Los Viajeros. LOS VIAJEROS VOL. 2: Parte I: El nuevo imperio "El universo espera, inagotable, invitador" — José Luis Borges. Sinopsis: Cincuenta y cuatro años después, la gran arca llega a su destino: un mundo que alberga a los supervivientes anixis de la guerra milenaria que libraron contra Mente Colmena. Con esa leyenda ahora en el pasado, los colonos de la Alianza empezarán de nuevo junto a sus ‘creadores’. No obstante, la convivencia no será fácil, ya que no todos están dispuestos a ella, especialmente aquellos que culpan a los anixis de todos los males que han sufrido sus especies a lo largo de su existencia. Con la paz como principal objetivo, nuestros jóvenes protagonistas se establecerán, casi forzados por las circunstancias, como los artífices de mantenerla. Sin embargo, ¿podrán huir de la historia que han dejado atrás y mantener el legado de Los Viajeros? ¿O será precisamente esto el detonante de que la historia vuelva a repetirse? Una breve historia del futuro — Nunca conocí a mi padre. Mis primeros recuerdos son con mi madre y mi hermana. Ellas fueron mi única familia hasta que llegaron los Veerham al territorio conocido y mataron a mi madre. Es extraño, volver a sentir ese vacío incluso a años luz de distancia del lugar en el que me sentí así. Pensaba que subirme a bordo del arca y alejarme de mi pasado serviría, pero supongo que no es así; lo llevo conmigo. Cargo con ello. Vuelvo a sentir ese vacío y no comprendo el porqué. Solo sé que hay días donde el silencio me da esa paz que ansío; también las vistas de la colonia desde el acantilado, los entrenamientos con mi bastón, la risa de Karla o los abrazos por la espalda de Echo. En esos instantes me siento en casa, como si nunca me hubiese ido de aquel hogar en la playa que mis padres crearon con esfuerzo y amor. Aún siento el agua del mar acariciando mis pies, la orilla húmeda y mis huellas borrándose conforme el mar las cubre. Entonces ahí, cuando mi mente evoca esa imagen, me siento en paz. Pero de pronto, noto ese vacío. Mis padres no están. Jamás volveré a ver esa playa pero si algo sé seguro, es que honro a ese niño que fui; voy a proteger a aquellos que considero mi familia porque ese siempre fue mí propósito. El mismo que tuvieron mis padres. Y cada vez que sienta ese vacío, me aferraré a mis seres queridos. Si estoy aquí no será por mí, sino por ellos. Esté donde esté, lucharé por los míos. El pelo lacio le cubría los ojos mientras caminaba con la mirada perdida en sus pasos. Avanzaba a un ritmo moderado, pero los guardias que le sujetaban por ambos brazos quisieron hacerle sentir la deshonra de ser expuesto al público, ralentizando el trayecto. La gente, de pie a los lados pese a tener unos extensos bancos como asiento, formaba un pasillo para que el hombre pudiese dirigirse hacia su destino; le esperaban cinco figuras que determinarían su castigo. Los gritos de la multitud, en su mayoría de ciudadanos de la principal colonia del planeta, apenas eran percibidos por el oído del joven, tan sumido en su ciudadela interna que no apreciaba el odio que había germinado incluso en algunos de sus homónimos. — ¡Alguien como tú no representa a las especies de la Alianza! — ¡No mereces ni ser juzgado! ¡Exigimos condena a muerte para el humano! — Deberías haberte quedado en Paraíso. Cuando los guardias lo colocaron ante los jueces y uno de ellos se incorporó con parsimonia, el silencio se hizo en la sala. Los demás, a excepción de uno que mostraba un semblante triste al observar al chico, miraban a su principal representante. Los ciudadanos tomaron asiento, recibiendo fugazmente los rayos de sol que se filtraban por la cúpula que era sostenida por diversos pilares en forma de espiral, haciendo que todo el lugar tomase un aura imponente pero majestuosa. El humano tenía a sus guardias rodeándole, pero ahora nadie le sujetaba; solo unas esposas magnéticas que impedían que pudiese separar sus muñecas para su libre albedrío. — ¡Los juicios en este mundo y esta sociedad siempre son expuestos al público! — Reveló el ser que se incorporó ante todos, siendo un anixis de avanzada edad, el cual vestía con una especie de túnica roja que lo diferenciaba de los otros cuatro que tenía sentados a ambos lados — ¡Pero este juicio en especial no es un juicio cualquiera! ¡Es el primer asesino alienígena en nuestro santuario! Los gritos y los abucheos, principalmente por parte de los anixis presentes, no se hicieron esperar. Sin embargo, contra todo pronóstico, el resto de los miembros de otras especies que se hallaban ahí, apoyaron los ataques verbales de aquellos que les acogieron hacía exactamente tres años, cuando la gran arca llegó tras más de cincuenta años de viaje entre el territorio conocido —el viejo imperio anixis— y el nuevo imperio. — ¡Pero esto no trata sobre las especies de la Alianza, seres que en su mayoría han venido aquí en busca de una vida próspera y pacífica! — Aquel anixis volvió a captar la atención de la gran aglomeración de gente que apenas cabía en aquella extensa sala — ¡Asesinos ha habido siempre, pero nuestra sociedad había purgado esa mancha de nuestro legado! ¡Este ser humano ha traído esa mancha al presente y será castigado por semejante acto malévolo contra uno de los nuestros! ¡Levántense, representantes y gobernantes, conmigo! ¡Levántense, ciudadanos de toda Ibos! ¡El veredicto en base a las leyes de la Casa Superior es claro! El humano alzó la vista por primera vez desde que estaba allí, observando como los cinco representantes del Consejo Superior —el organismo gubernamental de la sociedad anixis— se incorporaba ante la petición de aquel que, dado su rango de principal gobernante, tenía la última palabra en la toma de decisiones. Aunque en este caso no había decisión tomada, solo la ejecución de una ley estricta basada en la estabilidad y el orden de la sociedad. El veredicto había sido escrito hacía muchísimos siglos pero hacía años que no se veía su imposición en la próspera colonia anixis a la cual fue invitada la Alianza, un mundo jardín llamado Ibos. Todos los presentes en la Casa Superior —lugar de residencia de los líderes y templo sagrado donde se tomaban las decisiones para la prosperidad de la sociedad— estaban ya de pie, en completo silencio, pero deseando que el representante principal —o superior, como le llamaban algunos— formulase las palabras descritas en lo que era la Constitución del Orden de los anixis. — ¡Jackon Vaalot, por el acto de arrebatarle la vida a uno de nuestros emisarios, símbolo de la unión entre los anixis y las especies aliadas…! — El representante superior lo miró directamente con sus ojos profundos y oscuros, evidenciando la rabia en las arrugas que se formaron en su rostro — ¡…eres condenado al exilio! ¡Jamás podrás regresar ni a este mundo ni a ninguna de las colonias anixis! ¡Desde ahora, eres un exiliado y tu estancia aquí es considerada un insulto a todo lo que hemos construido! ¡Hoy será tu último día bajo el ala de la sociedad que anixis y aliados han creado! Las palabras del consejero superior generaron una ola de celebración rabiosa por el veredicto dado. La muchedumbre se agolpó contra el altar al que Jackon había sido llevado tras subir unas escaleras y colocarse frente al Consejo Superior. Los guardias volvieron a tomarle de los brazos con una fuerza excesiva, mientras el semblante serio de Vaalot evidenciaba una entereza absoluta. Sus seres queridos no estaban felices a escasos metros de él, pero tenían prohibido acercarse hasta que estuviese a punto de partir al exterior del planeta. El hombre se volteó hacia ellos y sin mostrar ningún atisbo de emoción en su rostro, murmuró unas palabras. — Cread un nuevo imperio surgido del viejo. […] Unas semanas antes… Jackon abrió los ojos en cuanto el primer rayo de sol que se filtró por la ventana, le acarició el rostro. El chico, de veintisiete años de edad, se desperezó en la misma cama durante un largo minuto hasta que decidió incorporarse. Sentado en el borde de esta, el joven Vaalot volteó a ver el otro lado, donde debería estar su pareja. Sin embargo, ese lado de la cama estaba vacío. Pero no era extraño, puesto que Echo tenía una gran responsabilidad diaria debido a su nuevo puesto de trabajo, por lo que Jackon sabía de su ausencia a esas horas tempranas. La mujer no había pasado la noche en casa, pero tampoco era la primera vez que lo hacía. El chico se dirigió desde el cuarto hasta el baño, con el objetivo de asearse un poco. Abrió el grifo de la ducha mientras preparaba su ropa para el día, esperando que el agua empezase a salir caliente. Una vez terminó de arreglarse, fue a la cocina para hacerse el desayuno. Un buen café matutino para despertarse del todo junto a unas tostadas sencillas con aguacate y queso. El aguacate no era ello como tal, sino que los humanos lo llamaban así, pero era un fruto cultivado en el planeta por los anixis y dada su similitud tanto en aspecto como en sabor, optaron por darle ese nombre sin ningún miramiento. Tras vestirse y desayunar, Jackon emprendió el camino hacia el exterior de su vivienda. Antes de salir, se colocó una chaqueta abrigada de color marrón oscuro y un poco de perfume en el cuello, además de verse en el espejo próximo a la puerta, comprobando que estuviese todo en orden. Ya fuera, el silencio de su hogar dio paso al bullicio que da comienzo al mismo tiempo que lo da el propio día y por ende, los quehaceres de todos los ciudadanos. Las lanzaderas le sobrevolaban a toda velocidad, a una altura considerable pero no por ello dejando de ser impresionante, aunque el sonido de sus propulsores era casi imperceptible al oído. Jackon cruzó la pequeña parcela de jardín que contenía su vivienda y así, se unió al flujo de gente que caminaba de un lado a otro por la calle. Él, al igual que la gran mayoría de colonos que llegaron en la gran arca hacía ya casi cuatro años, vivía en un barrio residencial de pequeñas pero acogedoras casas. Estos barrios se replicaban en varios bloques y se hallaban a las afueras de las ciudades que habitaban los anixis, siendo Vianus aquella en la que residía el joven Vaalot. Vianus era la primera ciudad que los anixis construyeron a su llegada a Ibos, su mundo colonial. Hogar de aquella única arca que escapó de las garras de Mente Colmena en el viejo imperio, su desarrollo fue gradual y su expansión se dio previa a la llegada de la gran arca de la Alianza. Al ser la ciudad principal del mundo, se convirtió en su capital y por ende, el núcleo urbano con mayor población, además de ser el centro de operaciones de la sociedad y la residencia de la Casa Superior, donde los principales representantes gubernamentales debatían y decidían sobre el porvenir de todo lo construido. La segunda ciudad recibía el nombre de Astea, no muy alejada en cuanto a distancia y pese a ser algo más pequeña que Vianus, contaba con muchas áreas verdes y montaña, lo que la convertía en un hábitat más tranquilo y apacible. Tenía menos tránsito de gente y el trabajo en dicha ciudad era menos, aunque los anixis se tomaban extremadamente en serio el mantenimiento y el cuidado de la naturaleza, algo que tuvieron que aprender desde el principio los humanos, neonianos y sylerianos que llegaron en la gran arca. Cainia era la tercera y última ciudad construida en el planeta, ya que los anixis no eran un número muy alto cuando llegaron. No se requería de más construcciones ni edificaciones, por lo que esta ciudad fue creada en las proximidades del mar más grande de Ibos y por ello, estaba muy alejada de Vianus y Astea. Obviamente, debido a su lejanía era la ciudad menos habitada del globo aunque también era la más visitada por el turismo, ya masificado por la llegada de las subespecies. Jackon esperaba el transporte público, ya que el vehículo personal lo tomaba Echo para irse hasta el cuartel militar de la Alianza, ubicado en una zona más a las afueras de Vianus. Por suerte la espera no duró mucho, algo que agradeció el chico, sintiendo un aire frío que avisaba de la llegada del invierno en Ibos. El clima en el planeta era muy similar al de la Tierra, como el de cualquier mundo jardín, por lo que acostumbrarse a veranos e inviernos no fue un gran problema para ninguna de las especies recién llegadas. La lanzadera autobús se llevó consigo al joven Vaalot y a otros muchos más, dejando a cada uno en su correspondiente parada. El vehículo era conducido por una IA, lo que inicialmente sorprendía a algún que otro antiguo que solo veía a las IA’s en situaciones puramente militares. Una vez llegó a su destino, el cual era la entrada a la base militar de los aliados, el hombre se bajó. Ya frente a la puerta de entrada solo tuvo que identificarse, colocándose frente a un sensor facial que confirmaba quién era. — Jackon Vaalot Tidder, estatus de soldado de la Alianza reconocido. Proceda a acceder al recinto y recuerde las medidas de seguridad implem… — Que sí, que sí… Vaalot accedió al interior, un extenso lugar que bien podría parecerse al Sector 0 de Neonia o a la propia base militar de Ciudad Anixis en Paraíso. El soldado tuvo que andar más de un minuto en dirección recta para llegar a la entrada del edificio principal. Allí, dos de los guardias de turno se acercaron a saludarle en cuanto lo vieron. — Buenos días, comand… — Ya no tienes que llamarme así, soldado — Le dijo repentinamente Jackon, con cierto tono a reproche — Soy un soldado más, como vosotros. — Claro, disculpa, Jackon — El otro de los guardias tomó la iniciativa, viendo que su compañero acababa de meter la pata — Ten un buen día. — Igualmente para ambos. El joven Vaalot, que se subió a la gran arca como flamante comandante del ejército de la Alianza —ejército a bordo del arca exclusivamente—, llevaba unos pocos meses siendo un simple soldado raso por petición personal. Aunque no había conflictos ni antes ni después de llegar a Ibos, Jackon debía ocuparse durante mucho tiempo en su trabajo, además de ser cien por cien responsable de sus soldados y de lo que pudiesen hacer. Habiendo sido cerca de ocho años el comandante, decidió meses atrás dar un paso al costado. Por rango y veteranía, la propia Echo se convirtió en su sustituta, algo que la ilusionaba enormemente, aunque la apenaba viendo que su chico decidía dejar un cargo que se había ganado con méritos propios en la academia y graduación en Paraíso. Pese a su juventud, tenía una personalidad que le hacía parecer más veterano y era muy admirado por los soldados del ejército de la Alianza, incluso por los más mayores que él. Pero a veces, lo que quieres resulta no llenar ese vacío que sientes y eso es justo lo que le ocurría a Vaalot. — Jackon, ¿vienes a verla? — Sí, ¿está aquí? — Acaba de llegar de las pruebas en el bosque que utilizamos para práctica y táctica — Una soldado veterana se aproximó a su ex superior — Avisaré a la comandante Mercer de tu presencia. — Muchas gracias. Mientras el joven Vaalot aguardaba la llegada a esa sala de su amada, comenzó a ver las fotos colgadas en la pared. Imágenes de los soldados de la Alianza que formaron parte del viaje en la gran arca, pero también imágenes de soldados honorables en la historia de la AIE como el comandante Lill Crane, la comandante Ashley Ripley o el subcomandante Lio Santos, entre otros soldados. A excepción de este último, que murió destruyendo definitivamente a la bacteria Veerham en su mundo de origen, Jackon pensó en que personas tan ilustres como Lill o Ash estarían ya muertas. Cuando él subió a la gran arca, ellos ya tenían o superaban los cincuenta años de edad, y habiendo pasado más o menos esa cantidad de tiempo con el viaje del arca, daba por supuesto que ya no vivirían. Ese pensamiento le hizo sentir nostálgico, triste, pero al mismo tiempo le hizo ver que el paso del tiempo es inevitable, por mucho que te criogenices o viajes a la otra punta de la galaxia. Nada te salva del paso del tiempo. Tienes las horas contadas. — Últimamente estás más pensativo que de costumbre. Esas palabras trajeron a Jackon de vuelta al presente. Echo se acercaba a su novio con una media sonrisa, hasta colocarse ante sus ojos y brindarle un beso, seguido de un cálido y lento abrazo de esos que reconfortan el alma. Él, en ese preciso instante y habiendo rememorado a personas que se quedaron atrás, sintió una mezcla de estar en casa pero ser un completo extraño. Ella sabía que él no estaba en su mejor momento mentalmente, motivo por el cual decidió prescindir del cargo de comandante. Sin embargo, entendía que era normal. Las vidas de ambos no habían sido nada fáciles desde sus infancias y había momentos en el presente en los que esas heridas se abrían más que de costumbre, y había que sentirlas, dejarlas estar y dejarlas ir cuando ellas considerasen. — Estaba viendo esas fotos y… ver a Lill, Ash… — El soldado Vaalot parecía mirar hacia el cielo, como si supusiese que había algo ahí — Me pregunto que habrán hecho estos últimos cincuenta y cuatro años, además de haberse muerto, seguramente. — Espero que hayan podido tener una vejez tranquila, es lo que se merecían después de todo lo que lucharon por el futuro de nuestra especie y de la Alianza — Expresó la comandante Mercer, quién también apreciaba a todos esos héroes — Seguro que habrán sido felices hasta el final. Y estoy segura de que gente como Gina y Vraco estarán liderando una etapa pacífica y próspera en Paraíso. A veces los echo de menos, a aquellos que conocimos pero se quedaron… — Parece que no soy el único nostálgico — Jackon se arrimó a su novia y la agarró de la cintura, sonriendo y decidido a cambiar de tema — ¿Qué tal han ido las pruebas en el bosque? — Pesadas y accidentadas — Contestó ella, visiblemente cansada — Algunos heridos con el fuego de cobertura. El plasma de los Flasher ha provocado algunas quemaduras que podrían haber sido peor y nuestros Striker están muy afilados con las últimas balas de ese titanio extraño que nos han dado los anixis. No sé de qué planeta del sistema lo han sacado, pero si te da una bala de esas, entra y sale de la armadura como un cuchillo traspasa un sandwich. — Me imagino que el equipo de ingeniería estará buscando un diseño de armadura que pueda resistir esas balas, ¿no? — El joven Vaalot estaba hablando del campo que más le gustaba y eso se evidenciaba en su entusiasmo en la voz — No podemos tener un arma mortífera en nuestras manos sin saber como contrarrestarla nosotros mismos. — Claro, amor mío, están en ello — Sonrió Mercer, consciente de que su chico había nacido para servir y proteger como soldado, fuese en el rango que fuese — Deberías venir a las siguientes pruebas. — Tal vez lo haga. — Agradecería la compañía… — Te he echado de menos estos días que has estado fuera de casa — Jackon se veía contento y cabizbajo, algo que lo hacía ver contrariado. — Y yo, pero esta noche me voy a quedar sí o sí y vamos a tener una cena especial — Echo sonaba impaciente porque llegase ese momento — Ya sabes que estos meses estamos con estas pruebas por orden del Consejo Superior y tienen a algunos de sus emisarios pendientes, obviamente por el tema de explorar otras potenciales colonias… Pero trataré de estar más en casa, te lo prometo. — También quería hablar sobre la exploración de los emisarios — Al decir eso, Vaalot comprobó que el semblante de Mercer se tornó serio — Ya sabes que… — Lo hablamos mejor esta noche mientras cenamos, ¿te parece? — La comandante del ejército de la Alianza suponía por donde iba a ir la conversación, así que prefirió dejarla para otro momento, uno más relajado y distendido como el de la cena por la noche. — Claro, cariño. Esta noche cenamos y lo hablamos. […] Tras la llegada de las especies aliadas a Ibos, se mandó construir a las afueras de las ciudades unas áreas de invernaderos en las cuales se cultivaban frutas y verduras con las semillas que la gran arca de la Alianza trajo consigo. El motivo de no plantarlas en el suelo de la colonia anixis radicaba en que estos no querían profanar directamente su tierra con materiales orgánicos provenientes de otros mundos, dejándola exclusivamente para la propia comida que el planeta proveía. Por ello, las especies aliadas tenían sus propias cosechas, aunque eso no significaba que los anixis no comerciasen por probar así algunos de los manjares de la extinta Tierra o de Neonia y los aliados hacían lo mismo, descubriendo que la fruta y verdura que consumían los anixis era, en su mayoría, exquisita y de gran calidad por su aporte calórico. La temperatura debía ser la adecuada en los invernaderos para tener la garantía de que lo cultivado —en función de en que estación creciese— se desarrollase en óptimas condiciones. Gracias a la tecnología anixis, de por sí algo más avanzada en la colonia dado el progreso de estos seres, hacer esto no implicaba un gran costo de recursos. En dichos lugares trabajaban humanos, neonianos, sylerianos e incluso anixis colaborativos con la Alianza de la cual ya formaban parte, aunque era un secreto a voces que el Consejo Superior había tomado el mando total del gobierno casi desde el primer día. En uno de los invernaderos a las afueras de Astea, la segunda ciudad colonial del planeta, se encontraba trabajando Owen Crane Carver. El segundo hijo de los dos exploradores, gratamente reconocidos por la mayoría de la gente por sus hazañas en el pasado, había escogido un trabajo humilde y desapercibido. Esto no era una casualidad; el joven no quería ser adulado por otras personas por el simple hecho de ser quién era. No era extraño encontrarse gente que le saludaba con afecto, como si le conocieran, rememorando el legado de sus padres. Cansado de oír aquello, Owen prefirió ‘esconderse’ en la segunda ciudad de Ibos, en un trabajo para el cual se formó en Paraíso durante sus años en la academia. — Owen — Una voz detrás suya le hizo detenerse por completo en su trabajo — Tienes visita. — Voy — Contestó él, dejando a un lado la talla de maizal que estaba llevando a cabo — ¿Quién es? — Tu chica — Le dijo el tipo, un capataz humano que por el tono de voz, no parecía feliz de tenerlo en la zona — Recuérdale el horario de visita para la próxima vez, que estamos en jornada laboral… — Lo que tu digas — Musitó el joven Crane mientras veía marcharse a su jefe — Capullo. Owen dejó las herramientas a un lado y se dirigió a la salida del invernadero, el cual era un lugar extenso. Unos grandes focos ubicados en el techo proporcionaban la luz y el calor a las distintas secciones donde se cultivaban diferentes cosas. Tuvo que moverse por varios pasillos casi idénticos, laberínticos, hasta llegar a la compuerta de salida. Allí, cuatro soldados de la Alianza apostillados como guardias —fueron puestos allí tras algún intento de saqueo por parte de algunos ex trabajadores— le abrieron la puerta mediante un código que él desconocía, para acto seguido salir al exterior. — Joder, hace frío aquí fuera — Murmuró Owen, encontrándose de bruces con su pareja — En cuanto pasas unas horas ahí dentro, te acostumbras al calor sofocante de esas malditas luces. — Amor, estás ahí porque quieres — Le indicó Karla, que tras una pausa en la cual le plantó un dulce beso, retomó la conversación — Tienes otras opciones en las que trabajar, si quieres. — No me quejo, si es lo que piensas. No me desagrada esto, es solo que las condiciones podrían ser mejores y el capataz alguien con más cerebro, pero por lo demás, está bien. Ya sabes, gano bastantes alianzas y ya le tengo echado el ojo a una casa en Cainia, a primera línea de playa… — ¡Owen…! — La joven Vaalot le golpeó con ternura — Ya te dije que está bien donde vivimos. Yo también gano un dinero considerable y… — Te quiero comprar esa casa porque sé que te recuerda a aquella en la que viviste con tu madre — Se sinceró el chico, tomándola de las manos mientras la miraba fijamente a los ojos — Y me haría ilusión ir allí, siempre y cuando accedas. — No es solo eso, ¿verdad? — Aunque a la mujer le hacía ilusión una casa así, no era prioridad, y además sabía que había otro motivo más — Te quieres alejar más y más de los demás. De la gente que te para recordándote lo increíbles que fueron tus padres y… — Karla… tú viniste con la familia que te quedaba. A mí todos me recuerdan a mi familia, a lo que dejé atrás — Visiblemente algo afligido, Owen agachó la cabeza — Mis padres, mi hermana… ellos lo significaban todo para mí. Y sí, vine porque mis deseos de aventura eran más grandes que mi amor por ellos, aunque no sé si está bien decirlo. Tampoco quería estar bajo el ala de su legado, pero es que incluso aquí, la gente me recuerda como el hijo de Lill y Snow. Y yo solo quiero ser Owen. — Y lo eres, cariño, lo eres — Karla lo abrazó en un intento por reconfortarlo — Pero huir de los demás, de nuestros amigos… no es la solución. Porque, ¿acaso yo no te recuerdo también a tu familia? — Claro que lo haces, pero contigo es diferente — Owen apartó un mechón del rostro de su pareja mientras la tenía a escasos centímetros — Contigo quiero formar una nueva familia. — Y lo haremos, amor mío — La joven Vaalot lo miró detenidamente a los ojos mientras sujetaba su rostro con ambas manos — Te quiero, Owen. Gracias por querer ser parte de mi familia. — Siempre lo he querido y siempre hemos sido familia — Añadió él, justo antes de fundirse los dos en un apasionado beso que reflejaba su fuerte vínculo. […] La Casa Superior abrió sus puertas al último de sus miembros en ser admitido en el Consejo: el representante de la Alianza, llamado Omnius Paokt. Hacía unos pocos años que el syleriano, líder principal de los colonos de la gran arca, obtuvo ese puesto de relevancia en el gobierno anixis, ya instaurado desde hacía muchísimo tiempo. Akkor, el consejero más experimentado y principal artífice de que la sociedad anixis funcionase con la precisión de un reloj en todos sus ámbitos, le otorgó a Omnius un sitio a su lado para así demostrar que se le daba voz a la Alianza. Sin embargo, no todos veían ese acto como suficiente muestra de consideración con las subespecies. El joven Paokt, ostentando un cargo muy similar al que tendría si se hubiese quedado en Paraíso —pues sería el Elegido syleriano en detrimento de su padre—, entró con paso tranquilo a la Casa Superior. Pese a estar muchas veces allí, el lugar le seguía maravillando debido a su esplendida arquitectura, el como la luz del sol se filtraba de manera que brindaba al ambiente de un aura casi mágica e incluso la disposición de los objetos, que daban la sensación de dejar mucho espacio libre. Absorto en su asombro, el representante aliado recibió un llamado que le sacó de ese trance en el presente. — Consejero Paokt — Uno de los guardias de la Casa se aproximó a él — El primer consejero Akkor le espera en la sala de reuniones. Sígame. — Disculpe, conozco el camino — Omnius asintió, agradecido igualmente. — Como desee. El trayecto hasta dicha sala de reuniones no era largo, pero en el transcurso de este, Omnius tuvo que avanzar por un extenso pasillo ubicado a la derecha de la Casa Superior, el cual daba directamente a un precioso jardín, milimétricamente cuidado al detalle. En el, el joven syleriano comprobó de primera mano que allí mismo era donde se formaban y entrenaban los mismísimos emisarios; anixis con el rango de exploradores pero sobre todo, con el nivel más alto de operación. Eso quería decir que estaban por encima de la milicia anixis y otras autoridades menores a excepción, obviamente, del Consejo Superior, del cual recibían órdenes directas. Ahí mismo era donde un ya veterano Eeron entrenaba a sus discípulos, entre los que se encontraba uno de sus viejos pupilos, llamado Relic. Él ahora era oficialmente un emisario. — ¡Eeron, hoy he aprendido a controlar mis emociones! — El joven estaba muy feliz por ese logro — ¡Me ha dicho mi maestro que he sido de los más rápidos en conseguirlo! — Enhorabuena, Relic — Musitó el adulto, acariciando la cabeza del menor — Serás un gran emisario en el futuro. — ¿Qué hay de ti? ¿Ya te vas a ir? — En unos días, probablemente. — Eso significa... ¿que no nos volveremos a ver? El joven llamado Relic dejó de caminar junto a Eeron al preguntarle aquello, evidenciando una tristeza considerable por no volver a verlo. El adulto anixis decidió volver tras sus pasos y darle un cálido abrazo que fue rápidamente correspondido por el niño. No tenían ningún tipo de vinculación familiar, pero ambos forjaron una clara relación de hermandad con el tiempo que compartían entre clases, en aquel recinto específico para la formación de exploradores —a quiénes los Anixis preferían llamar 'emisarios'—. Eeron quiso asegurarle a Relic que volvería eventualmente, ya que otros emisarios lo hicieron, una vez completaron la misión para la cual fueron destinados. — Nos volveremos a ver. — Es que... he oído que no todos regresan — El pequeño anixis se estremeció un poco — Y tengo miedo. — Piensa que hacemos esta labor por el bien de nuestra especie y por un futuro en el que sigamos estando a salvo aquí — El nuevo emisario tenía claros sus ideales — Pase lo que pase, nos estamos preparando para decir adiós en el momento más inesperado. — ¿Qué quieres decir con eso? — Que somos héroes, Relic. Yo lo seré y tú lo serás, como otros lo han sido. Nos volveremos a ver. Cuando Paokt y Eeron cruzaron sus miradas, ambos sonrieron. El conocido emisario anixis asintió con afecto al syleriano mientras un joven anixis realizaba una especie de meditación ante su maestro. Esto le sirvió al propio Eeron para aproximarse unos minutos a Omnius y darle un cálido abrazo que demostraba la amistad que tenían tras haber compartido los años previos a entrar en criogenia en la gran arca y los años posteriores al despertar, previa llegada a Ibos. — ¿Reunión de consejeros? — El emisario que ayudó a salvar el territorio conocido de Mente Colmena era un tipo ágil no solo mental sino físicamente. — En efecto — Contestó Om, asintiendo — Bueno, en realidad, es una reunión exclusiva con Akkor. Aunque se supone que no debería decírtelo... — Lo sé, Akkor no está nada de acuerdo con que interfiera en los asuntos que tenéis la Alianza y el Consejo Anixis — Eeron se veía algo molesto sobre eso — Aunque creo que lo que no le gusta es que esté de vuestro lado, defendiendo vuestros intereses y luchando porque tengáis los mismos derechos que los anixis. — Tendrá que aceptarlo. Tú eres el único anixis que sabe todo por lo que hemos pasado las especies aliadas — El syleriano le dio bastante crédito al emisario — Deberías incluso formar parte del Consejo, si yo pudiese decidir. — Un emisario no puede formar parte del Consejo, está estipulado en la Constitución del Orden — Eeron se volteó para ver que su alumno siguiese enfrascado en el estado meditativo — Pero honestamente, me da igual. Regresé a casa tras mi misión descubriendo el paradero de las subespecies y con la amenaza de Mente Colmena erradicada. Mi estatus como emisario honorífico me da voz ante el pueblo y el Consejo. — Y me alegro inmensamente porque eso sea así, amigo — Se sinceró Paokt, que agradecía contar con el apoyo de Eeron. — Y a mí — Musitó el emisario, algo apenado repentinamente — Aunque pese a ello, el Consejo me reprocha la ausencia de los thunianos entre los colonos de la gran arca. Entienden la ausencia de los rynarokianos dado su progreso atrasado como civilización, pero han interpretado la decisión de los thunianos como una deslealtad a sus creadores. Tristemente, si algún día recibimos la visita de los thunianos, no creo que puedan quedarse en Ibos. — Bueno, espero que les esté yendo bien en Paraíso, entonces — Se sinceró el representante de la Alianza — Vraco tomó la decisión en consenso con su gente y lo conozco lo suficiente como para saber que velará por lo mejor para ellos. Al final, el viaje aquí no era obligado. Si el Consejo los considera desleales, es su problema. — En efecto, joven syleriano — Eeron asintió ante las palabras del que, técnicamente, era un superior — Bueno, ha sido un placer tener una breve conversación contigo. Debería volver a la lección y tú marchar a la reunión. — Así es, viejo amigo. Espero verte pronto en un ambiente más... distendido, donde podamos hablar más cómodamente y sin prisas. — Lo haremos, Omnius. Cuídate. — Lo mismo te digo, Eeron. Consejero y emisario se despidieron con honor y prosiguieron hacia sus respectivas tareas. Omnius avanzó durante unos minutos más por ese extenso pasillo que conectaba con el jardín exterior, hasta llegar a una puerta al final de dicho camino. Esta estaba cerrada y dos guardias anixis la custodiaban, los cuales al ver al syleriano, la abrieron para él. El joven líder dio unos pasos más hasta encontrarse en una especie de habitación amplia que utilizaba Akkor como despacho personal. Varias estanterías repletas de libros —todos en un formato lectivo digital— y una mesa rectangular con todo tipo de utensilios sobre ella, adornaban la sala. Parecía casi una especie de biblioteca de arquitectura románica humana, lo que le daba un toque acogedor y misterioso. El principal líder de los anixis —y también, ahora, de los aliados— se hallaba de pie frente a una ventana alargada que proyectaba al exterior del recinto, donde se apreciaba un jardín de gran tamaño siendo cuidado por trabajadores específicos. Al oír al syleriano, Akkor le indicó con una mano que tomase asiento, sin proferirle palabra alguna. Omnius accedió al pedido silencioso del principal consejero anixis, un líder que tomó el control de la sociedad de su especie tras la exitosa huida de las garras de Mente Colmena, debiendo abandonar el viejo y extenso imperio que un día surcaban las naves anixis, en plena expansión y control de los recursos. Una era brillante que tenían la clara intención de recuperar, esta vez, con el apoyo de las subespecies que un día ayudaron a crecer. Cuando el representante de la Alianza ya estaba sentado y había pasado apenas un minuto, Akkor se volteó y se dirigió a él con un semblante serio pero tranquilo. Las diversas arrugas en su rostro, cubierto por una capucha que portaba su túnica como vestimenta, evidenciaban su avanzada edad y todo lo que había vivido. — Bienvenido de nuevo a la Casa Superior, consejero Paokt. — Bienvenido a la Casa Superior. Para nosotros siempre es un privilegio tener a un nuevo emisario listo para emprender un viaje que beneficie al futuro de la especie. — Es un honor, señor — Indicó Eeron, mostrándose muy educado — Estaré encantado de comenzar mi misión en cuanto me revelen la información necesaria. — En efecto, joven Eeron. Antes que nada, deberás saber que yo seré tu enlace directo — Reveló dicho portavoz, sorprendiendo un poco al emisario — Con ello quiero decir que tendrás un comunicador que conectará directamente conmigo para que me informes sobre el desarrollo de su expedición. Mi nombre es Akkor. — Entendido, Akkor — El joven emisario asintió sin problema, consciente de que tenía sentido estar en comunicación con alguien de la colonia — Estaré feliz de comentarle mi avance en el transcurso de la misión. — Gracias, consejero Akkor — Contestó el syleriano con gran respeto — He oído que quería verme. — En efecto, he requerido tu presencia — Dijo el principal líder anixis, ahora sí, sentándose en un cómodo sillón enfrente de su visita — Se debe a las protestas que hubo en la ciudad de Astea. — ¿Qué ocurre con esas protestas? — Son promovidas por los aliados — Akkor se refería a las subespecies de ese modo — Y como bien sabes, llevan meses ocurriendo. — Soy plenamente consciente, tengo a las autoridades de la Alianza con ello — Paokt no comprendía verdaderamente porque eso era un asunto importante como para una reunión personal y exclusiva, sin el resto de miembros del Consejo Superior — Disculpe, consejero Akkor, ¿hay algo que quiera decirme? — Eres un ser inteligente, Omnius, lo vi desde el primer momento que interactuamos — El viejo anixis apoyó sus arrugadas manos sobre la mesa, revelando tres únicos dedos alargados — Te he hecho venir porque esas protestas llevan meses ocurriendo y en lugar de mitigarse, se han intensificado. Sé que tú, como principal representante de la Alianza, eres consciente de que tu pueblo pide más derechos de los que ya tiene. Si te cedí un puesto en el Consejo, es para que sepas gestionar a tu gente y contribuyas a que la sociedad mantenga el orden. — ¿Insinúa que no lo estoy haciendo? — Por primera vez en la conversación y con Akkor, el syleriano se sentía atacado — La Alianza vino aquí para trabajar en equipo con los anixis, no para ser sus súbditos de nuevo. Pensé que eso quedó claro cuando llegamos. Eeron fue testigo de lo que tuvimos que sufrir y perder para que Mente Colmena, un enemigo al que vuestra especie no pudo derrotar, fuese erradicado de la galaxia. Muchos de los colonos que hemos llegado aquí, vinimos precisamente porque lo perdimos todo. Esto servía como un nuevo comienzo, pero en su lugar, mi pueblo se siente a merced del Consejo y su poder. — ¿Y? El Consejo debe tener ese poder. Por mucho que hayáis vivido antes de llegar hasta aquí, tenemos una forma de vivir en sociedad, unas normas infranqueables tanto para los anixis como para los aliados. Compartimos el planeta que nos acogió a los anixis cuando tuvimos que abandonar nuestros hogares tras el sacrificio del Gran General, os hemos hecho espacio y provisto de lo que habéis necesitado. Vuestra población contribuye y tiene una buena vida, mientras los anixis agradecemos la ayuda y prosperamos juntos. ¿Por qué esa ansia de poder? — No es ansia de poder, consejero Akkor, es igualdad de poder. No es ningún secreto que lo que mi gente pide son condiciones iguales para anixis y para aliados. ¿Acaso me va a negar que los anixis tienen ciertas ventajas o mejores trabajos en su mayoría que los aliados? ¿Qué el consejo contenga cuatro consejeros anixis y únicamente un aliado, que soy yo? ¿Qué se desoiga al emisario honorífico Eeron cuando él vivió en primera persona el horror de perder parte del territorio conocido ante esa bacteria? — Consejero Paokt, no pienso seguir argumentando sobre este tema. Está claro que ambos tenemos una visión y perspectivas diferentes. Lo respeto, pero no va a haber cambios en ese sentido — Akkor sorprendió al syleriano con su repentino levantamiento del sillón para acto seguido darle la espalda — Conoces el trabajo que debes hacer. Eres la voz de los aliados, su principal valedor. Mitiga esas manifestaciones en contra de mi especie antes de que las cosas se te salgan de control. No me gustaría tener que actuar con el brazo de la justicia anixis. — Disculpe, ¿es eso una amenaza? — Es una advertencia — Especificó el veterano líder anixis, observando de reojo a Omnius — Llevamos casi cuatro años de paz y orden. Pronto llegará el Día de la Unión y no permitiré protestas en ese punto. Tienes hasta entonces para convencer a tu pueblo de que está bien con los derechos y libertades que tiene. Ya sean muchos o pocos que piensen así, en la sociedad anixis si uno de los nuestros actúa, se interpreta como un movimiento de todos. Yo he mantenido en línea a aquellos de mis homónimos que no comparten la idea de un futuro junto a los aliados. De ti espero el mismo ejemplo. [...] — Aquí no se puede fumar. El barman se paró frente al cliente, sentado frente a la barra. El resto del bar, un lugar amplio en el cual se apreciaban diferentes zonas —de juegos, de cócteles, de reuniones, etc—, estaba a rebosar de gente. El cliente no emitió sonido por su boca durante unos segundos, impacientando al trabajador del local. El problemático, un tipo humano como el mismísimo barman, vestía una chaqueta de cuero, pantalones vaqueros oscuros y zapatillas negras además de portar unas gafas de sol que al quitárselas, reveló pequeños rasgos asiáticos. Su pelo lacio oscuro casi cubría sus ojos, pero eso no le impedía poder ver directamente al camarero. — ¿Lo dice quién? — El dueño del local. — ¿Y dónde está? — Lo tienes delante. — Entonces, supongo que podrá mostrarme la licencia de apertura, tenencia de armas si tiene y el contrato de esas bailarinas exóticas que tiene en el cabaret. El barman, que resultaba ser a su vez el propio dueño de aquel excéntrico bar, frunció el ceño casi al instante de oír esas palabras de la boca del cliente. Éste, por su parte, se limitó a sonreír mientras daba una calada al cigarro indoloro que acababa de encenderse. — ¿Eres poli? — No soy solo poli — Murmuró el hombre, de aspecto algo joven y fuerte — He sido soldado del ejército de la Alianza y actualmente investigador privado. Pero sí, trabajo para las autoridades, amigo. — ¿Qué pasaría si no te enseño nada de lo que me has pedido? — El barman sujetaba una vieja versión de Buster bajo la barra, la conocida escopeta de creación humana que se había quedado obsoleta en la actualidad, aunque no por ello dejase de ser un arma peligrosa. — No pasaría nada, siempre y cuando me dejes fumar y de paso me pongas un buen whiskey — El tipo misterioso lanzó literalmente el humo de su última calada al rostro del dueño del bar — Por supuesto, invita la casa, ¿no? El barman apartó el humo con una mano, revelando su semblante serio y enfadado, para acto seguido dejar el Buster en su sitio y buscar la botella de whiskey que el cliente odioso había pedido. Mientras esperaba a ser servido, el joven investigador privado recibió un mensaje en el dispositivo que usaba como móvil: ubicado en uno de sus oídos, recibió el aviso y escuchó el mensaje, a modo de audio, enviado por su superior más directo. — Kendall, soy Omnius — Inició el mensaje, el cual sonaba muy serio — Las cosas están poniéndose tensas. Va a haber una reunión y tienes que acudir; te daré más información en breve. Voy a necesitar tus servicios, amigo. [...] El joven Vaalot se encontraba sentado en la mesa del comedor de su casa. Un pequeño jarrón revelaba un conjunto de varias rosas azuladas —una flor típica de Ibos— junto a dos platos con los utensilios dispuestos para ser usados, una olla con lo que parecía ser pasta recién hecha de la cual salía un poco de humo y dos velas que adornaban el lugar en penumbra, dándole una imagen acogedora y romántica a la escena. Jackon se llevó las manos a la boca, evidenciando un estado pensativo. Cuando Echo salió del baño y tomó asiento frente a su pareja, sus ojos se cruzaron e intercambiaron sensaciones. — Cuando me dijiste que querías dejar de ser el comandante del ejército de la Alianza, jamás pensé que después de un largo tiempo me fueras a decir que querías ser un emisario — Echo se sentía contrariada respecto a esa decisión de su amado — Supuse que querías quitarte responsabilidades de encima, estar tranquilo y tener una vida más... civil. Pero esto es justo lo contrario. — Amor, sé que quizá es difícil de entender, pero es lo que quiero hacer — Dijo Jackon con total franqueza y determinación — Ya sabes como me siento. Llevo años cargando con un vacío en mi interior, donde pocas veces me siento como en casa. Y algo en mí me anima a salir ahí fuera, explorar otros lugares. Cuando escuché del plan del Consejo Superior sobre enviar emisarios a sistemas cercanos para futuras colonias, recursos y demás, algo me atrajo a esa idea. — ¿Y qué hay de nosotros? — La actual comandante del ejército aliado se veía afligida — Esta mañana me decías que me echabas de menos, que querías tenerme más por casa... ¿y ahora quieres marcharte durante meses o años ahí fuera? ¿Qué ha cambiado? — Te quiero cerca, Echo, eso no ha cambiado. Sin embargo, sé que desde que asumiste el cargo que yo ostentaba, eso no iba a pasar — Vaalot sabía que su pareja se sentía mal por su decisión, pero él siempre había actuado en base a sus sentimientos y deseos — Y sé que no abandonarás la comandancia del ejército solo para estar aquí conmigo. Y lo respeto, cariño. Sé que por encima de todo, tenemos el mismo propósito: servir a nuestra gente y garantizarles un futuro. Somos así. — Lo sé, Jackon, pero esto se me hace extraño. Es casi como si estuviésemos terminando con nuestra relación — Mercer no pudo evitar soltar algunas lágrimas al decir eso — Te comprendo, créeme. Pero no sé si me gusta la idea de no verte en mucho tiempo. Yo no estoy fuera del planeta, pero si tú te haces emisario, lo estarás. Estamos hablando de meses o años sin vernos. ¿Qué clase de relación será esa? El hombre vio que la mujer estaba verdaderamente dolida, por lo que se incorporó de su asiento para sentarse a su lado y así, tomarla de las manos. Ambos volvieron a mirarse fijamente durante unos segundos hasta finalmente fundirse en un dulce beso que sabía a despedida. — El tiempo que esté fuera no dejaré de quererte — Dijo Jackon, al que se podía ver triste pero a su vez decidido — Y si cuando vuelva tú has tomado otro camino con tu vida, lo aceptaré. — Hablas como si te fueras a ir mañana... — No es así, pero creo que es mejor que vayamos asimilando ambos la idea. — Entonces, ¿esto es el fin? — Echo se quitó las lágrimas que bordeaban sus mejillas y miró fijamente a su pareja — ¿Habrá sido una breve historia del futuro? — No le veo el final a un sentimiento eterno — Murmuró él, sujetando las manos de ella con fuerza — Pero por encima de eso está la necesidad de encontrarnos a nosotros mismos. Tú eres consciente de ello. Necesito esto.
Saludos, amigo. Paso a comentar el primer capítulo del volumen 2 de esta gran historia. Regreso en el momento justo, ya que el 16 de noviembre tuvimos última leída en simultáneo. Y 3 meses después estamos teniendo la primera del 2025, y la primera en la que participa esta historia. Ahora empezaré el comentario diciendo algo... ya sé bien por qué elegiste que leyéramos ahora y no el día despúes de mi cumple, porque en este capítulo me has dado golpe tras golpe. Tal vez haya sido mejor así, pero bueno El capítulo arranca con una escena tipo flash forward donde vemos a Jackon siendo procesado por asesinato, el primero en el planeta bajo el mando de los Anixis, y esto, cumplen a rajatabla sus leyes y lo exilian. ¿En serio amigo? ¿Así es como empieza la conti? ¿Conviertes a uno de mis angelitos favoritos en un asesino y luego vas y me lo exilias? Más te vale que eso haya sido una trampa y que pronto se descubra la verdad. Porque me niego a que le pase eso a mi bebé La siguiente escena nos muestra el tiempo presente, donde vemos la descripción de las tres ciudades del planeta, siendo tres. La capital, la segunda donde hay menos gente y la ciudad costera donde el turismo es más frecuente y la tranquilidad también. Me aprenderé sus nombres con el tiempo, descuida. Es solo que entre el planeta de Ibos y las tres ciudades, más el hecho de que se suman nuevos personajes, cuesta un poco recordarlo todo. Vemos que la vida en el territorio anixis es similar a la que tuvieron algunos en Neonia o Paraíso, y eso hace que algunos se sientan nostálgicos al respecto de sus vidas. Uno de esos es Jackon, quien tras un tiempo siendo comandante, dejó el puesto a su novia, y es Echo ahora quien dirige a los ejércitos. Es algo triste pensar en eso. En una de las últimas escenas de la principal, Jackon demostró ser ideal para el puesto y se lo ganó, pero ahora ya no ejerce más y duele un poco. Hubiera querido más detalles sobre su vida en Ibos, y no que fuera demasiado superficial, pero bueno, sé que tendremos tiempo para eso. Jackon va a ver a Echo, le dice que la extraña, y hablan sobre algo que me preocupa. Las balas de titanio de los anixis son más duras que las armaduras humanas, lo cual solo hace que sean peligrosas para el resto en lo que se desarrollan nuevas. Espero no las usen para lastimar, porque se puede venir algo muy feo para los humanos y las demás especies si eso pasa. Una nueva escena nos muestra a Owen trabajando en un invernadero en una ciudad poco poblada. El pequeño (ya no es tan pequeño, pero para mí lo sigue siendo) eligió ese trabajo para no vivir bajo la sombra de sus padres. Y es que es difícil. Lill fue cartógrafo, comandante y líder de la Alianza, y Snow fue una de las primeras fundadoras y representante humana en medio de la guerra civil de la Resistencia, la de los humanizados Anixis y la de Mente Colmena. Son zapatos muy grandes para llenar para Owen, pero no debería desanimarse. Cuando él nació, sus dos padres estaban retirados, y no fue hasta que él cumplió nueve años que regresaron triunfalmente. Tendrá tiempo para armarse su propia historia y su perfil como uno de los viajeros más importantes en esta nueva generación. Cuando recibe una visita de Karla, su jefe se queja, pero eso no lo detiene. Allí es donde confiesa que él quiere comprarle una casa en la playa para que ella viva algo como lo que tuvo en su infancia El más tierno de la nueva generación, ya se ganó ese título. Karla lo alienta a que busque su propio camino, y luego le agradece por ser parte de su familia. Escena hermosa, amigo, diría casi la única belleza del capítulo Lo que sigue es una escena entre Omnius y Akkor. El joven syleriano pasa a ver primero a Eeron, quien considera que recibió una especie de relevamiento de su puesto. Casi que, al único anixis que vivió en carne propia el infierno que pasó la alianza para hacer frente a Mente Colmena, fue excluido de los líderes. Eso es algo que no sienta bien, pero da gusto que alguien esté de su lado. Cuando Om y Akkor se reunen, este le dice que tiene que aplacar las revueltas de la alianza antes de que él decida hacerlo por su cuenta. Y a ver, hay puntos y puntos. Por el lado de los Anixis, es cierto que ellos les prestan el planeta, y que estaban lejos de Mente Colmena. Ellos construyeron todo lo que tienen los aliados, y ellos están ayudandoles. No tiene sentido darles todos los privilegios a su punto de vista. Por el lado de la alianza, ellos mataron a Mente Colmena, lo que hace que se puedan expandir sin miedo a revelar su posición. Eso es un conflicto clave, pero Akkor es tajante. No quiere revueltas, y si no las resuelve Om, las resuelve él. Om pide ayuda a Kendall, quien dejó de ser comisario para volverse el típico detective privado que va de rompe huevos. Me vinieron muchas malas vibras cuando se puso a joder a un bartender, pero bueno, eso no significa que haya caído en la corrupción. Om le pide ayuda, y ahora podremos ver como actúa. Y la escena final nos muestra a Jackon y Echo teniendo una (última tal vez) cena. Echo es comandante, y Jackon desea ser un emisario. Eso significa que él se marchará y la dejará sola por mucho tiempo, algo que podría afectar bastante a su relación. Echo llora, y Jackon le dice que, pase lo que pase, él la amó y la amará por siempre, y que respetará cada decisión que ella tome a partir de su partida. Y bueno amigo, aquí termina todo por hoy. Voy a tener que rezar para que Jackon no aparezca más porque primero no es más comandante, luego se separa de Echo y por último, tengo el spoiler de que lo arrestarán. Te estás propasando con el desarrollo de personaje de mi bebé Okno, es broma. Ha sido una maravilla regresar a las leídas en simultáneo, y sé que no serán semanales, pero eso supongo que las hará más especiales. Nos vemos en la próxima leída. Como siempre, un abrazo y cuídate mucho
Hola a todos, en especial a mi querido amigo y seguidor de esta historia Agus estresado quien me demuestra día a día su pasión por este universo ficticio de mi autoría. Comparto con él la ilusión por las actualizaciones de esta historia y obviamente ahora que estamos con el Vol. 2 de Los Viajeros, no iba a ser menos. Dentro de unos días hará un mes exacto que publiqué el comienzo de esta continuación, ambientada medio siglo después de los acontecimientos en la historia principal y en otro escenario completamente diferente, eso sí, con muchas cosas conocidas (las guías de personajes, cronología e información están en mi blog). Ahora toca el segundo capítulo y, al igual que el primero, espero que os guste a todos los presentes aquí para leer. Se agradecen los comentarios. El orden establecido (I) — Saliendo de la órbita del planeta — La voz robótica indicaba los pasos que se estaban efectuando a cada momento — Enganche con el muelle de atraque A2 en un minuto. Espere hasta la totalidad de la maniobra. Un total de ocho personas se encontraban sentadas en sus respectivos asientos, cuatro frente a cuatro. La cabina del piloto de la lanzadera estaba reservada exclusivamente para él mismo y su copiloto, encargado de otras tareas más superfluas. Karla, que se hallaba en ese transporte, sabía que el motivo de dirigirse de nuevo a la gran arca —ubicada en órbita con Ibos—, que servía ahora como centro de investigación de la Alianza pero también como prisión y procesamiento de delincuentes, no era otro que analizar todas las novedades a las que humanos, neonianos y sylerianos se habían tenido que adaptar tanto en términos fisiológicos como mentales. — Enganche exitoso. Por favor, procedan a salir ordenadamente del transbordador. — ¿Nerviosa? — Una voz femenina se dirigió a la señorita Vaalot, que se volteó suavemente. — En absoluto, ¿y tú? — Un poco — Se sinceró la chica, visiblemente más joven — Volver a la gran arca es extraño. — Bueno, técnicamente ya no es la gran arca — Dijo Karla, restándole importancia al asunto — Ahora es una gran nave dividida en varias áreas de utilidad. — Bonita forma de decir que nuestro hogar de antaño es ahora de todo menos un hogar... — Andro, relájate. Serán solo unos meses. — Lo sé, pero ya me había acostumbrado este último par de años a la vida en Ibos. Astea es una ciudad preciosa y menos frecuentada por la gente, me sentía bien allí con mi trabajo y ahora venir a esto... — Somos científicas, nuestro trabajo nos va a hacer movernos de lugar inevitablemente — Karla vio como un anixis se aproximaba al grupo del que formaba parte, probablemente para recibirles — Hola, somos… — El equipo científico de la Alianza, lo veo — Contestó el ser, que sería el encargado de guiarles hasta su ala de ciencias — Y tú debes ser la científica jefe, Karla Vaalot. — En efecto. — Seguidme, os llevaré a vuestra ala de ciencias. Allí disponéis de todo lo necesario para vuestras comprobaciones por petición del Consejo Superior y por supuesto, tenéis habitáculos donde dormir. Según tengo entendido, esto es una estancia de nueve meses. La científica Vaalot asintió, mientras seguía al trabajador anixis por repetitivos pasillos que ya conocía, acompañada de Andrómeda y seis colegas más de profesión. Eran, por mucho, los mejores científicos de la Alianza que habitaban la colonia. El trayecto hasta el ala de ciencias fue breve y una vez allí, el anixis les dejó a su total libertad. Karla ya conocía el plan de trabajo y por donde debían empezar, pero optó por dar libre ese primer día a todo su equipo. Mientras algunos se marcharon a ver cuanto había cambiado la gran arca respecto a cuando llegaron a Ibos hacía ya casi cuatro años, la científica jefe se fue directa a una diminuta sala en la cual podía comunicarse con quien quisiera en el planeta. Su primera llamada fue para Owen, quien contestó rápidamente. Su rostro apareció en la pantalla. — Hey, cielo. ¿Qué tal está el ala de ciencias? — Aún tengo que asegurarme de que está todo lo que pedimos al Consejo Superior, pero bien — Explicó ella, para luego cambiar de tema — ¿Tú cómo estás? — Echándote de menos... — Respondió él, algo apenado — Sé que puedo ir a visitarte cuando quiera ya que no estás lejos como tal, pero estos días sin tenerte en casa se han sentido raros. No dormir contigo... — Podrás quedarte aquí algunos días, si quieres — Karla sonrió al ver que su chico notaba su ausencia en el hogar — Siempre y cuando tengas libre en el trabajo. — Por supuesto, no dudes en que lo haré — Dijo Owen con cierta efusividad para posteriormente mostrarse serio — Aunque las cosas en el trabajo están un poco tensas. — ¿A qué se debe? — El capataz cree que varios de los que trabajamos en los invernaderos estamos robando la comida. Evidentemente yo no he hecho nada, pero el tipo sospecha de todos... — ¿Y crees que pueda darte problemas? — ¿Ese tipo? Es el jefe, bien podría despedirnos a todos. E imagina que referencias daría a los invernaderos de otras zonas. — Joder, Owen, espero que esa situación no escale a mayores. Aunque, sinceramente, ese trabajo te tiene agotado. Si te despiden y buscas otra cosa, quizá hasta sea mejor. — Karla, esto es lo que mejor se me da — El hombre se veía algo estresado respecto ese tema — No soy un soldado, soy prácticamente un granjero. — Seguro que podrías obtener un puesto mejor en algún otro ámbito, al final eres hijo de Lill Crane y Snow Car… — ¡No quiero utilizar mi nombre para eso! De pronto, se hizo el silencio en la videollamada. Karla miraba fijamente a la pantalla en la que se veía a un Owen que se mostraba molesto al haber sacado el tema de sus padres, a los cuales amaba, pero no quería tener mejores tratos por ser su hijo. Pese a ello, la expresión en el rostro del hombre volvió a la de siempre, más sosegado y tranquilo. Karla sabía que quizá no debía haber dicho eso y él era consciente de que su reacción no fue la mejor. — Perdóname, amor — Dijeron los dos al unísono. — Lo siento — Owen tomó la palabra primero — No quería gritarte, es solo que... — Lo sé, cariño, no debí decirte eso. Sé que quieres ganarte lo tuyo sin que el mérito recaiga en la figura de tus padres. Me he equivocado al proponerte eso. — No, no, si entiendo a qué te referías... pero no. No quiero hacer eso. — Está bien, no pasa nada. Es comprensible. — Tengo que volver al trabajo antes de que el capataz se queje de nuevo — El joven Crane sonrió a la pantalla antes de cortar la comunicación — Te amo. Te llamaré mañana. — Te amo, cielo. Hasta mañana. La videollamada se cortó, dando paso a un largo suspiro por parte de la científica. Aunque comprendía en cierto aspecto los motivos de Owen para no querer relacionarse con la fama de sus padres, no entendía que no quisiese tomar al menos cierta ventaja de ello para tener una vida más tranquila o cómoda. Respetaba sus deseos de querer forjarse un futuro humilde, pero creía que no aprovechar ciertas cosas era un mal uso de oportunidades. Sus pensamientos se difuminaron al instante cuando vio entrar a Andrómeda a la sala. — Me imaginaba que estarías aquí — Musitó ella, que entró sonriente pero al ver el rostro de su amiga, se preocupó — ¿Estás bien? — Sí… estoy bien, Andro — Musitó la científica jefe, aunque su rostro revelase lo contrario — Dime, ¿qué te apetece hacer hoy? Aprovechando que he decidido que es un día libre para nuestro equipo. — Es buena idea darles libre a los demás, parece que el arca ha cambiado mucho desde que llegamos en ella — La joven y talentosa Vermeer se veía algo más entusiasmada que antes — ¿Te parece si damos una vuelta por la zona y vemos que novedades hay? — Me apunto a eso. Y a ser posible, tomarnos algo también. Me vendría bien. — Nos vendría bien — Corrigió Andrómeda a su amiga, soltando una risa tímida — Venga, pongámonos en marcha. […] Cuando Owen cortó la videollamada con su chica, sintió que había sido demasiado brusco. Empezó a suponer que tenía un serio problema con la idea de ser hijo de dos leyendas como lo eran el comandante Crane y la gobernadora Carver, algo que no podía cambiar, pero que le daba cierta aura especial con la que él no se sentía cómodo. Era un tema que durante todos estos años había arrastrado, prácticamente desde que subió a bordo de la gran arca. Sin ocupar un rol de relevancia entre los suyos, era visto como una prolongación del éxito cosechado por sus padres, héroes para muchos, generándole una presión que él mismo consideraba desmedida. — ¿Owen? — La voz de uno de sus compañeros, el cual lo había estado esperando fuera de la sala preparada para las videollamadas, le sacó del trance en el que se hallaba — ¿Todo bien con Karla? — Eret — El joven Crane se volteó al instante, un tanto sobresaltado — Mierda, por un momento pensé que eras el capataz. — Entonces no habría dicho tu nombre a modo de pregunta, habrías escuchado un berrido en su lugar — El tipo, un neoniano de aspecto delgado llamado Eret, se aproximó al humano y apoyó una de sus manos en él — ¿Todo bien? — Sí, no tengo ningún problema con Karla. Soy yo, creo que estoy demasiado obsesionado con la idea de alejarme del recuerdo de mis padres, ya sabes, de lo que representan para todos. — Bueno, no te culpo, pero yo también creo que estás demasiado focalizado en ello cuando en realidad deberías centrarte más en ser tú mismo. Eret había sido un bálsamo para Owen en el trabajo. El resto de compañeros no eran mala gente ni mucho menos, pero era evidente que la mayoría se acercaban a él solo por ser quien era y no por realmente querer conocerle. El neoniano había sido la única persona en estos años trabajando en el invernadero que verdaderamente se mostraba como alguien dispuesto a formar una amistad más allá de que se tratase del hijo de Lill y Snow. Esto había hecho que ambos se hubiesen unido, forjando una verdadera amistad a ojos de los dos. — Créeme, no se trata de que seas un Crane, sino de que seas Owen — El neoniano trató de levantar el ánimo de su compañero con esas sabias palabras — Venga, aún nos quedan unas horas de trabajo y… De pronto, Eret enmudeció al escuchar un tremendo grito fuera de la sala, que hizo que todos los trabajos que se estaban dando en el invernadero —el cual era amplio y hacía rebotar el eco— se paralizaran y el silencio inundara por un breve instante todo el lugar. Humano y neoniano se miraron fijamente, conscientes de que se trataba del capataz en lo que suponían podía tratarse de otro de sus reproches sobre la ausencia de la cosecha del mes anterior. Ambos salieron fuera del habitáculo y se encontraron con otros compañeros, quiénes tenían un semblante preocupado por lo que pudiese ocurrir. — Hey, Nosh — El joven Crane se aproximó al primero que vio, otro compañero del ámbito laboral con el cual había interactuado lo suficiente como para saber su nombre — ¿Sabes qué ha pasado? — Hola, Owen — El tipo, un humano de la misma edad, asintió con la cabeza mientras se veía preocupado — Es Hecker, dice haber encontrado a los ladrones de la cosecha. — ¿En serio? — Eret decidió acercarse al foco del conflicto al escuchar aquello, dejando a Owen con Nosh. — ¡Eret! — El joven humano frunció el ceño, conocedor de que su amigo neoniano era un fiel defensor de la justicia — Maldición, se podría meter en problemas… Nosh solo pudo observar como Owen iba tras Eret en su intento por frenar ese ímpetu que el neoniano siempre tenía cuando podía darse algún tipo de injusticia. No es que no creyera que Hecker, quien era el capataz del invernadero, hubiese encontrado a los ladrones, sino que era consciente de que su mano dura podía generar un conflicto a gran escala. No era la primera vez que había algún altercado entre los trabajadores y su encargado. Al aproximarse al área donde se estaba llevando a cabo todo el alboroto, neoniano y humano vieron como un círculo de gente rodeaba a Hecker y a tres trabajadores, que se veían en una situación más que peliaguda para ellos. — ¡...y así es como los he descubierto! — El capataz parecía terminar de relatar cómo había pillado a los ladrones tratando de sustraer parte de la cosecha de los maizales y otras plantaciones del mes pasado — ¡Ya he advertido directamente a los responsables de nuestra labor! ¡Las autoridades anixis vienen en camino a custodiar a estos ladrones! Hecker era uno de esos humanos —también los había neonianos y sylerianos— que podrían considerarse literalmente como siervos de los anixis. Siempre accediendo a sus peticiones y acatando cualquiera norma que la especie padre de las demás implementase, era capaz de ponerse hasta de rodillas ante el Consejo Superior si era necesario. Una sumisión exagerada que provocaba repulsión en sus símiles y en sus aliados. — ¿Acaso los has pillado en pleno acto? — El neoniano no dudó en intervenir, captando la atención del capataz y en especial de sus compañeros — Recuerda que no podemos juzgar a nadie sin pruebas concluyentes y tú llevas estas últimas semanas amenazándonos a todos con el despido y desconfiando de todo el mundo. — ¡Sí, eso! — ¡Es verdad! — ¡Nos culpabas a todos en su momento! — Joder, Eret… — El joven Crane estaba viendo como la intensidad subía, cosa que no era nada bueno. — ¡¿Acaso eres sordo, neoniano?! — Hecker no se sabía casi ningún nombre de sus trabajadores, a excepción de aquellos como Owen, por su historia y árbol genealógico — ¡Acabo de decir que los he pillado en el almacén, cargando de suministros un transporte de dudosa procedencia! — ¡Por favor, creednos, es mentira! — Uno de los tres trabajadores que fue señalado como culpable, una syleriana, le llevaba la contraria a su superior — ¡Él mismo ha decidido inculparnos sin ningún tipo de prueba! — ¡Yo creo a Vorta, ella nunca ha demostrado ser una ladrona! — Dijo una trabajadora neoniana, defendiendo a su compañera — ¡Y los otros dos tampoco me lo parecen! — ¡El capataz bien podría querer culparnos a todos para que las autoridades tanto aliadas como anixis justifiquen sus medidas restrictivas contra nosotros! — ¡Si nos cierran este invernadero y no podemos trabajar en otros porque están todos los puestos ocupados, nos quedaremos sin comer! — ¡Dile a tus superiores anixis que dónde está la comida y estabilidad que nos prometieron al llegar! ¡Humano vendido! — ¡Tres años malviviendo y trabajando en esto para que luego me tilden de ladrón! Owen empezó a ver como la situación estaba por salirse de control cuando observó a un syleriano coger una pequeña pala —usada para arar la tierra y otras necesidades— con fuerza. En el momento en el que vio como éste la levantaba en el aire, el joven Crane trató de llegar a él para evitar que provocase una catástrofe. — ¡No lo hagas! Sin embargo, entre el bullicio de la multitud y la aglomeración de todos los trabajadores del invernadero en el área, aquel syleriano ni escuchó ni pudo ser detenido por un Owen que apartaba gente sin éxito. La pequeña pala fue lanzada hacia Hecker, el cual no la vio venir y la recibió en la cabeza, abriéndole una brecha y provocando su desmayo inmediato. Otros trabajadores, fieles defensores del capataz — o al menos de su mano dura—, se lanzaron contra la gente que estaba en la zona de la cual provenía el lanzamiento de la pequeña pala. Aquello rápidamente se convirtió en una batalla campal, lo que evidenciaba que los ánimos ya estaban revueltos no solo en aquel lugar sino en la propia colonia en sí, con parte de la población de la Alianza muy en contra de que se les tratase como delincuentes sin serlo. — ¡Eret! — Gritó el joven Crane, tratando de escabullirse. — ¡Owen! — El neoniano también buscaba reunirse con él. Los trabajadores comenzaron a pelear entre sí mientras era cuestión de tiempo que la llegada de las autoridades anixis se hiciese efectiva. Owen apartaba gente desesperadamente cuando de pronto observó como Vorta y los otros dos trabajadores que fueron culpados por Hecker se escabullían hacia el almacén donde estaban almacenadas todas las provisiones. Intrigado por ello y consciente de que podrían haber mentido —lo que haría que Hecker no tuviese culpa de nada y se hubiese llevado el odio ajeno contra él—, el joven Crane se puso a seguirles. Eret tuvo la fortuna de ver como Owen se marchaba por un costado, decidido también a seguirle para no perderle la pista y encontrarse a salvo. Owen empezó a aminorar el paso y a ser más sigiloso cuando se aproximó a la entrada del almacén, empezando a escuchar parte de una conversación. — Esto no le va a hacer ni puta gracia, ya sabes que él nos pidió cautela — La voz sonaba masculina y humana, siendo la de uno de los tres que fueron retenidos por el capataz. — Yo tampoco contaba con que se daría esto, aunque admitámoslo, el cabrón de Hecker se lo merecía — Comentó un segundo tipo — Si ese idiota de Eret no se hubiese metido... — Lo más peligroso es que ahora se van a involucrar las autoridades anixis y eso no es lo que queríamos, al menos, no ahora — La voz era de Vorta, la syleriana que también fue capturada por Hecker — Esta comida es para aquellos que la necesitan y ya hay suficiente tensión entre la población y el Consejo Superior como para que ahora las medidas de los anixis nos asfixien más. — Esto solo va a traer más problemas y lo sabes, Vorta. Ya te dije que creer en Ken… Eret apareció justo en la puerta, sorprendiendo al propio Owen pero en especial a aquellos que estaban empacando comida para un transporte que no figuraba en las listas de traslados de suministros. El neoniano, sin ser consciente de lo que hacía su amigo, ignoró por completo el sigilo, lo que alertó al trío de ladrones. — ¿Qué haces aquí? — Le pregunto Eret al humano, justo antes de percatarse tarde de lo que sucedía — ¡Sí sois los ladrones! — ¡Eret, lárgate de aquí antes de que tengas problemas! Owen permaneció en silencio, pensando que así tal vez los ladrones solo creerían que únicamente estaba presente el neoniano. Éste se aproximó a sus compañeros en el almacén con las manos en alto, aunque ninguno de ellos portaba armas de fuego ni nada por el estilo. — ¿Y bien, qué haréis con toda esa comida? — La obtendrán los que la necesitan, ya que los anixis y la Alianza prefieren mirar a otro lado y pensar que todos vivimos plenamente. — Os vais a meter en un buen lío si hacéis esto, yo he salido a defenderos, aún estáis a tiempo de… — ¡No lo entiendes, Eret! ¡Nos prometieron una vida relativamente cómoda en este mundo! ¡Los anixis y los líderes de la Alianza nos convencieron de venir! ¡Y mira! ¡Hay mucha gente que apenas tiene para comer! ¡¿Qué maldita vida es esta?! ¡Si es la misma que en Paraíso! Eret comprendía a qué se referían los tres ladrones de comida, e incluso Owen, que escuchaba escondido, se sentía mal al oír aquello. Sin embargo, tal vez no era justificación suficiente para hacer eso, ya que era comida que ya estaba destinada a otros lugares. Cada invernadero proveía a diferentes zonas de las diferentes ciudades de la colonia, pero si faltaban suministros, la gente volvería a salir a las calles y el Consejo Superior quería evitar nuevas revueltas de la ciudadanía aliada, cosa que parecía bien difícil dada la situación precaria de los mismos. Hubo un breve periodo de silencio en el almacén, como de reflexión, cuando repentinamente descendió un transporte en la entrada del almacén al mismo tiempo que se escucharon tres disparos en el interior del invernadero. — ¡Los cuatro! ¡Al suelo y con las manos sobre la espalda! ¡Rápido! Cinco agentes anixis salieron del transporte con varios Flasher en alto, sorprendiendo a los cuatro presentes y tomándolos bajo custodia. Owen vio como Eret también era detenido sin poder hacer nada, ya que si aparecía ante las autoridades podría ser detenido también, al creer que formaba parte de ese hurto. Por desgracia para el neoniano, estaba en la escena del delito y le costaría tener que explicarlo todo, mientras el joven Crane se escabullía sigilosamente de vuelta al interior del invernadero, donde esos tres tiros al aire resultaron para frenar la intensa pelea entre trabajadores. Cuando Owen regresó, se encontró a Nosh con las manos en alto y a otros siendo atendidos por médicos aliados que habían llegado acompañados de las autoridades anixis. El humano decidió mezclarse entre la multitud que había sido agolpada en el centro del lugar para que estuviesen bajo control policial, mientras veía algunos de sus compañeros tirados en el suelo, yaciendo sin vida. La trifulca había terminado en varios asesinatos, incluyendo el del propio capataz del invernadero. Hecker estaba muerto. […] La gran arca había sufrido un cambio significativo en estos más de tres años desde su llegada a Ibos, pasando de ser un navío sostenible a un puesto espacial de investigación y procesamiento, orbitando sobre el planeta colonial. Diversas funciones se llevaban a cabo allí desde hacía un par de años, con el propósito de darle así una utilidad a la gran arca una vez el viaje había concluido. Karla y Andrómeda paseaban por lo que anteriormente era una gran avenida, la cual conectaba por el centro a toda el arca. Ahora estaba igual de transitada debido a los varios equipos científicos, ingenieros y otros trabajadores que se encontraban habitando la estación. Evidentemente, había muchos menos locales abiertos que cuando la nave era totalmente funcional, pero aún así mantenía parte de su esencia. — Es raro — Musitó la joven Vermeer mientras observaba todo a su alrededor — Se siente diferente, pero al mismo tiempo familiar. — Concuerdo contigo — La científica jefe compartía sus mismas sensaciones — Sentémonos en una de esas cafeterías, a ser posible en la que está atendiendo un camarero humano. — Que xenófobo ha sonado eso — Contestó Andrómeda, bromeando, ya que era consciente de que su amiga no lo decía en ese plan. — Ya sabes a qué me refiero — Refunfuñó Vaalot, negando con la cabeza — Los neonianos y los sylerianos aún no saben hacer café en condiciones. — Lamentablemente, estás en lo cierto. Las dos chicas se decidieron entonces por tomar asiento en una cafetería que regentaban en su mayoría humanos. Había varias mesas en el interior del local y otras más fuera, que fue donde optaron ellas por sentarse —aunque desde luego no era por la luz, más artificial que la del propio sol del sistema— . A su alrededor había dos mesas ocupadas, próximas a la suya. En una de ellas, un numeroso grupo de trabajadores anixis parecía estar debatiendo de forma holgada y a su vez intensa sobre los beneficios y perjuicios del café humano. El camarero las atendió rápidamente y muy pronto tenían los cafés sobre la mesa. Mientras se lo tomaban tranquilamente, las dos científicas casi podían escuchar la conversación que se estaba llevando a cabo debido al alto tono de voz que usaban los curiosos anixis. — Personalmente, este brebaje me produce náuseas — Murmuró uno de ellos, apartando su taza hacia el centro de la amplia mesa — ¿Alguien quiere intoxicarse con esto? — ¡Oh, vamos! ¡Pero si es una delicia! — Replicó otro, mostrándose realmente efusivo, probablemente por culpa de la cafeína — ¡Sabe mejor que una tarde en las playas de Cainia! — No hagáis caso a este tipo, creo que esto que llaman café le ha alterado el sistema nervioso — Dijo un tercero, de brazos cruzados y sin apenas inmutarse. — A mí me ha gustado, compañeros — El anixis dio un plácido sorbo a la taza humeante de café — Estoy dispuesto a beberme los cafés que nadie quiera, pero no me dispongo a pagarlos. — Yo no me encuentro bien — Añadió un quinto ser, visiblemente agobiado — Creo que… creo que… — ¡Lárgate al baño si vas a expulsar ese líquido asqueroso que te has bebido! ¡Maldito impertinente! El anixis afectado por la bebida hizo caso a su molesto compañero y se levantó apresuradamente para irse al aseo, mientras Karla y Andrómeda observaban entre atónitas y muertas de risa todo lo que escuchaban. Al voltearse hacia la mesa, la joven Vermeer se percató de que había otra mesa más que estaba ocupada, pero en ella había un hombre y una mujer, ambos humanos. El tipo se hallaba de espaldas, pero en cuanto se volteó al oír a los anixis, ella lo reconoció. — ¡Brandon! Karla no se esperaba esa reacción de su compañera y amiga, pero fijó su mirada en aquel chico que, rápidamente, volvió a voltearse para esta vez centrar su mirada en las dos. Su media sonrisa confirmó que se trataba del mencionado Brandon Gallagher. — ¡Andrómeda! ¡Karla! — Alegre por encontrarse con ellas después de tanto tiempo, el hombre hizo aspavientos con la mano para saludar. La chica que estaba a su lado era totalmente desconocida para ambas científicas, pero eso era lo de menos. Brandon decidió incorporarse y dirigirse hacia la ubicación de sus viejas amigas, mientras la otra mujer observaba con seriedad ese encuentro amistoso. Él se aproximó y no dudó en abrazar tanto a la joven Vermeer como a la joven Vaalot. — ¡Cuánto tiempo! — Exclamó Gallagher tras haberla saludado — No habéis envejecido nada mal pese a haber pasado cincuenta y un años en criogenia. — Tú tampoco, Brandon — Musitó Andrómeda con una risa nerviosa. — Bueno, al momento de salir de la cápsula hemos empezado a sentir que el tiempo avanza como siempre — Karla fue más seria y lógica al respecto, obviando el pequeño chiste del chico — ¿Qué te trae por aquí? — Estoy acabando de formarme como médico general — Indicó Brandon, sintiéndose orgulloso por ello — Como ya sabéis, hoy en día no solo hay que saber como tratar a los nuestros, sino también al resto de especies. Aunque es demasiada información, ahora mismo estoy con la tesis final y es sobre todos los ensayos y aprendizajes que hizo Cinthia Marlow, la primera humana en aprender sobre la fisionomía del resto de especies y… — Cierto, hoy en día eso es esencial — Asintió Vaalot, cortándole un poco — Aunque no sabía que el curso se hacía aquí. — Sí, bueno, yo también hubiese preferido hacerlo en la superficie. De hecho, me quiero mudar a Astea cuando termine, he oído que es una ciudad rodeada de montañas y se debe respirar un clima de paz… — El joven se percató de que estaba hablando de más, por lo que paró en seco y cambió el foco de la conversación — ¿Y vosotras? ¿Qué tal todo? ¿Cómo es que estáis aquí? — Venimos par... — Venimos para seguir con diversas investigaciones de la Alianza para poder ser más sostenibles aquí, en Ibos — Andrómeda habló aceleradamente, cortando la intención de Karla de explicar lo mismo — Ámbitos como el de la comida, la calidad del aire y demás… Y bueno, Karla es la científica jefe. — Vaya, pues me alegro mucho por ambas — Sonrió Brandon, mostrándose un tanto galán — En fin, debemos vernos para hablar más en otro momento. Ahora debo regresar con mi compañera. — Claro, nos veremos por aquí — Contestó la joven Vermeer, que era de fácil cortejo — ¡Hasta pronto! — Nos vemos, Brandon — Musitó Karla con normalidad. — Adiós, chicas. El hombre se fue de regresó a su mesa, donde su compañera tenía un semblante serio hasta que él apareció. Karla y Andrómeda se miraron entre sí, cada una con un pensamiento muy claro que no tardaron en expresar en voz alta. — ¿Por qué eres tan seria? — ¿Por qué te regalas así? — ¡¿Cómo?! — Dijeron ambas al unísono. — ¿Sabes qué? No diré nada — Musitó Karla, pidiendo la cuenta — Paguemos y sigamos nuestro camino. — Tú eres la jefa… Dicho y hecho, una vez los cafés fueron pagados, las dos mujeres emprendieron camino en dirección al frente, ya que querían seguir viendo que tantos cambios había habido en la gran arca. El ambiente que se respiraba en el lugar era prácticamente el de una colonia de trabajadores, cada uno de ellos con una función clara. Ambas científicas humanas siguieron avanzando por la gran avenida central, dirigiéndose a la parte final, donde se hallaba el centro de procesamiento para delincuentes que recibirían el exilio como castigo. En los años del viaje de la Alianza hacia Ibos, ese lugar era la pequeña cárcel del arca, controlada por el aquel entonces comisario Kendall Xom y en la cual el joven neoniano Kairos Kent pasó unos meses tras provocar unas revueltas. Al margen del centro de procesamiento para exiliados, ya en la zona final del puesto espacial, se encontraba lo que eran los motores de la gran arca. Creados con tecnología híbrida —material anixis y restos de antigua tecnología humana—, ahora eran desvalijados por un numeroso equipo de mecánicos e ingenieros, medida adoptada por el Consejo Superior y la cual no muchos compartían debido a que estaban dejando la gran arca sin la posibilidad de marcharse si tuviese que ser necesario. No obstante, por el momento no había motivos para hacerlo y desde los altos cargos en ingeniería se dejó claro que, de ser necesario, se podrían recolocar motores e incluso de mejor calidad. — Fíjate, se están llevando los motores pieza a pieza — Señaló Andrómeda, visiblemente apenada por ver aquello — No me gusta, creo que tener esto con los motores a punto nunca estaría de más. Quien sabe si el día de mañana debemos irnos a toda prisa… — Pienso lo mismo que tú — Murmuró Karla, observando como los trabajadores cumplían las órdenes dadas por el Consejo Superior — ¿Crees que los anixis quieran asegurarse de que siempre nos quedemos aquí con ellos? — No lo sé, pero hoy en día todo es posible — Dijo la joven Vermeer, casi pensando en voz alta — Espero que esto no sea un error. Mientras ambas mujeres observaban desde cierta distancia el trabajo de los ingenieros, observaron como una chica humana se hallaba desmontando una gran pieza. Una vez logró desencajarla, varios de sus compañeros aparecieron para llevársela, mientras la ingeniera se secaba la sudor de su frente pasándose el antebrazo izquierdo por ella. Con una especie de herramienta similar a una llave inglesa en la otra mano, la mujer se volteó para ver como se llevaban la pieza que acababa de desarmar, lo que hizo que su vista terminase por centrarse en las dos chicas que se encontraban de pie a pocos metros, observando todo. — ¡Eh! — Gritó la ingeniera, señalando con la herramienta al dúo científico — ¡Vosotras dos! ¡Esto es zona restringida! — Vaya, tranquila — Vaalot no dudó en evidenciar que se sintió intimidada por esos gritos — Ya nos íbamos, relájate. — Espera… — Andrómeda, que hacía no mucho rato había reconocido al futuro médico Brandon Gallagher, se quedó parada pese a las advertencias de la ingeniera con sus aspavientos, llave inglesa en mano. — ¡¿Y tú?! ¡¿Acaso no tienes los oídos que sí tiene tu amiga?! La ingeniera dio un salto desde el lugar en el que estaba, que era poco más de medio metro hasta el suelo, para dirigirse rápidamente hacia la joven Vermeer. Cuando se puso a dos escasos metros de su rostro, la científica la miró con asombro para acto seguido girarse hacia Karla y revelarle la identidad de esa chica. — ¡Es Mia Yazuke! — Exclamó la joven, captando así la atención de la científica jefe. — ¿Y tú quién eres? — Mia no recordaba a Andrómeda, ya que apenas pasaron tiempo juntas en sus años en la academia en Paraíso — A ti no te recuerdo, pero a tu amiga sí. ¡Hola, Karlita! — ¿Mia? Sabía que te encargabas del mantenimiento de los motores de la gran arca, pero pensaba que estarías en tierra firme ocupándote de otras cosas. — Yo soy Andrómeda Vermeer — Dijo la chica en un tono serio, al sentirse ofendida con el comentario de la ingeniera — ¿Seguro que no me recuerdas? — ¡Ah, sí! Bueno, vagamente — Se sinceró Yazuke, que parecía más entusiasmada por ver a Karla que a Andrómeda — Ciertamente, trabajo en mantenimiento tecnológico en Vianus, pero me han enviado aquí junto a un equipo para desvalijar los motores. Una verdadera lástima, les cogí cariño. Me conozco hasta el último tornillo. Hicieron un gran trabajo los ingenieros Bragg y Herswood. — Intuyo que es porque esto va a pasar a ser una estación espacial, ¿no? — Karla quería corraborar su pensamiento lógico. — Eso es. Órdenes del alto mando… o sea, los anixis del Consejo Superior. Porque según tengo entendido, nuestro querido Omnius está en el consejo pero a la hora de decidir por nosotros, la AIE, está completamente solo. — ¿Acaso le puedes culpar? Es su voto contra el de cuatro — Indicó Vermeer, queriendo entrar en la conversación — Dale gracias a que los anixis accedieron a que nuestro representante formase parte de su consejo… — Amén a eso, Andromedita — Musitó la ingeniera de rasgos asiáticos, la cual adoraba poner abreviaturas o motes a los nombres de los demás — Y bueno, chicas, ¿qué hacéis vosotras aquí? — Estaremos en el ala de ciencias durante nueve meses, tenemos investigaciones que hacer por provecho de la Alianza y bueno, el Consejo Superior lo ha terminado autorizando — Reveló Karla, sin profundizar demasiado. — ¡Genial! ¡Entonces nos veremos por aquí! — Sí, ¿también sabías que Brandon está aquí? — Preguntó Andrómeda, que ya se imaginaba planes para los cuatro viejos conocidos que eran. — ¿El ricachón? Ah, sí… Me encontré con él hace unas semanas — Reconoció Mia, que por su expresión, evidenciaba cierto rechazo — Es un auténtico baboso. Cada día va con una chica diferente a una de las cafeterías de la avenida. Incluso me invitó un día a tomar algo. Dije que no, obviamente. Decidle que no. Es muy presuntuoso y solo pretende ligar con todas. — Tú también eras un poco así en Paraíso — Andrómeda, que era obvio que tenía a Brandon como otro tipo de persona, quiso defenderle — No sé si estés para hablar. — Es cierto, tuve mi época — Yazuke no se escondió al recibir esa acusación indirecta — Pero por eso mismo lo digo, eso no te lleva a ningún lugar. A mi me gusta conocer gente, pero no al nivel de Brandon. Ese tipo se aprovecha de su dinero y su buen ver para encandilar a cualquiera doncella bonita de conquista fácil. Y parece que tú ya has caído en su encanto. Andrómeda frunció el ceño de manera evidente, sintiéndose juzgada por la ingeniera que sin embargo no consideró haber dicho ninguna mentira. Karla vio esa escena y aunque apoyaba a su amiga, comprendía que no podía molestarse si ella antes había juzgado a Mia por su pasado. El silencio incómodo fue cortado rápido de raíz por la misma asiática. — ¿Sabéis algo de los demás? Hace mucho que no los veo: tu hermano Jack, Owencito, Ken, Echo… — Están los tres en la colonia — Respondió Vaalot, agradecida de que hubiese cambiado el tema de conversación — Aunque a mi hermano hace un par de meses que no le veo, ha estado ocupado con la milicia y Echo igual… De Kendall no sé prácticamente nada, la última vez que le vi fue al año de estar viviendo en la colonia. — ¿Y Owen? Ese chico era un encanto, pero no lo volví a ver desde que llegamos. ¿Seguís…? — Sí, estamos juntos — Karla fue tajante para evitar que Mia pensase en explorar la posibilidad de buscar a Owen — Incluso tenemos una vivienda comprada en una de las ciudades. Ahora por trabajo estamos distanciados, pero una vez este proyecto en el que estoy termine, me aseguraré de estar siempre en tierra con él. O al menos, allá donde estemos, estar juntos. — Que bien, me alegra oír eso — Contestó Mia, consciente de que había tocado algo de fibra sensible en la científica — Bueno, chicas, ha sido un placer veros de nuevo. Siento la bronca del principio, no me fijé que eráis vosotras… En fin, ¡deberíamos vernos pronto ahora que estamos en el mismo lugar! — Claro, nos vemos, Mia. Ambas científicas se despidieron al mismo tiempo de la ingeniera, que emprendió el rumbo de regreso a su puesto mientras ellas se murmuraban algo entre sí. — No quiero quedar con ella — Expresó Andrómeda, muy a disgusto con la actitud de la asiática — Sigue siendo la misma de siempre. […] El joven Crane fue rápidamente procesado tras lo ocurrido en su invernadero —como Nosh y otros que no actuaron— , a excepción de Eret, Vorta y los otros dos que fueron pillados cargando suministros en un camión particular. Con el capataz Hecker muerto, una vez la investigación resolviese el caso de quién le había asesinado, este sería condenado a algún tipo de castigo, llegando a incluso plantearse la posibilidad del exilio. Sin embargo, aquellos que fueron retenidos podrían pasar un largo tiempo en una de las prisiones de máxima seguridad de la ciudad, debido a que robar víveres estaba considerado como un delito de moderado a grave, debido a la escasez de ciertos alimentos para las especies de la Alianza. Una vez en la calle y decidido a que debería llamar próximamente a Karla para contarle todo lo sucedido —además de que estaba sin trabajo debido a que el invernadero quedaba temporalmente clausurado—, Owen optó por hacer algo más. Buscó por internet, en su teléfono personal, la consulta de un viejo conocido suyo. No le fue difícil encontrar su ubicación, por lo que emprendió el camino hacia dicho lugar, llegando con transporte público en cuestión de quince minutos. Se trataba de un viejo edificio que por fuera parecía casi en ruinas —los anixis construyeron distritos para los aliados que iban a llegar, pero no se esmeraron mucho en mantener algunos edificios— pero que por dentro se veía algo mejor. Era un bloque de apartamentos para vivir, con la excepción de que la primera planta esos hogares habían sido convertidos en negocios de particulares. Sus ojos se posaron en una de las puertas, en la que se podía apreciar, en una plaquita metálica, el nombre de aquel al que había ido a buscar. — “Kendall Xom Brume, detective privado”. Owen lanzó un suspiro de resignación, consciente de que quizá no era la primera persona a la que acudir en ese caso —pues tenía otros y mejores amigos— pero sí la única que podía ayudarle en ese momento, ya que Jackon o Echo estaban en la milicia de la Alianza y ellos no se solían ocupar de casos así, sino de cosas más serias. Más allá de que las autoridades policiales anixis hubiesen intervenido —y en colaboración con la policía de la Alianza estuviesen investigando—, el joven Crane Carver tenía la sensación de que había algo más en lo sucedido en el invernadero, tras haber oído hablar a Vorta y sus acompañantes. — Adelante — Escuchó Owen tras haber golpeado la puerta. Cuando este entró, cierto olor a tabaco le echó para atrás, reacción que fue apreciada por el detective que ocupaba ese amplio despacho. Las persianas estaban medio bajadas y se filtraba poca luz en el lugar. Kendall se incorporó de su asiento y levantó algunas persianas para acto seguido abrir un par de ventanas, con el objetivo de que el humo del tabaco terminase por irse. Con más luz entrando, ambos viejos conocidos pudieron verse los rostros con mayor claridad. El antaño comisario Xom se veía hecho un desastre, con unas ojeras pronunciadas, algo pálido y el pelo largo cubriéndole parte de los ojos. Vestía una gabardina de color beis y unas botas oscuras. Un cigarro medio apagado yacía aún liberando humo en el cenicero, pero el propio Kendall se encargó de terminar de apagarlo y tirarlo a la basura que tenía a un lado del escritorio, donde se apreciaban muchos papeles, objetos y una lámpara sencilla. — Vaya, eres la persona que menos esperaba que apareciese por esa puerta — Dijo de pronto el detective, acercándose con la mano tendida y una media sonrisa — Bienvenido, Owen. ¿En qué puedo ayudarte? — Ken, no quiero que me malinterpretes, pero te veo hecho mierda — El joven Crane no pudo evitar ser sincero pues pese a que nunca se llevaron del todo bien, le guardaba cierto aprecio — ¿Estás bien? — Joder, ¿desde cuando te preocupas tú por mí? — Xom lanzó una carcajada que fue interrumpida por un ataque de tos — Debo dejar de fumar si no quiero morirme más joven. — Bueno, en ese caso, hazlo. — Ya, claro, es muy fácil decirlo… — Kendall tomó asiento y le indicó a Owen que hiciese lo mismo — En fin, no me pillas en mi mejor momento, viejo amigo. Pero es lo de menos. Tengo una reunión importante en breve, así que el tiempo apremia. ¿Qué necesitas de mi? — Está bien, iré directamente al grano — Crane tomó asiento y se inclinó hacia el detective — ¿Te has enterado de lo ocurrido en uno de los invernaderos más próximos? — ¿Por quién me tomas? Soy detective, tengo mis contactos. Estoy enterado de todo prácticamente al momento. — Perfecto, pues se trata del lugar en el que yo trabajo y la trifulca ha sucedido porque… — Porque os roban los víveres cosechados, sí, lo sé, Owen. Tu capataz, ese tal Hecker, que en paz descanse, vino a mi en repetidas ocasiones. — ¿Y? — Primero quiero saber que quieres de mi antes de decirte nada. Recuerda que en mi trabajo se me pide confidencialidad, no puedo compartir información como si nada. — Primero, me gustaría que me ayudes a sacar a mi amigo Eret de la cárcel. Él no es culpable de nada, o al menos eso creo. Lo pillaron hablando con los ladrones y lo consideraron uno más. — Yo no puedo hacer eso, Owen — El hombre negó con la cabeza al mismo tiempo que jugaba con un mechero en sus manos — Soy detective, no abogado. Ahí deberás buscarle otro tipo de ayuda a tu compañero. — Joder… mierda, vale, lo entiendo — El joven Crane se veía algo frustrado — Lo otro es más que un simple favor. — Te escucho. — Escuché a esos ladrones y sé que no trabajan solos. Debe haber más gente detrás. Quiero saber quiénes han provocado todo esto y encontrar un modo de ponerle fin. — ¿No confías en las autoridades? — Las autoridades harán su trabajo, seguro, pero mientras mi amigo esté retenido y no pueda demostrar su inocencia, yo intentaré ayudarle. Y una de las formas es así, encontrando a los culpables y entregándolos a la justicia. — ¿Eres consciente de que esa gente solo busca qué comer? — Kendall parecía saber más de lo que decía — ¿Tú, Owen Crane, serías capaz de delatar a personas humildes que solo quieren subsistir como haces tú? — No conozco sus verdaderos motivos pero si es simplemente eso, hay otras formas de obtener comida. Robarla no es la solución — Recriminó el joven cosechador, ahora sin trabajo — Me he quedado sin mi puesto gracias a lo que ha ocurrido. Yo y mucha más gente que ahora no tendremos para comer ya que no tenemos ingresos. Hay una persona inocente encerrada y muchos hemos sido procesados sin haber hecho nada. ¿Qué te parece eso, Ken? El joven Xom permaneció pensativo durante unos largos segundos mientras su visitante mantenía la mirada fija en él. Poco a poco el olor a tabaco se estaba disipando y el detective recuperaba el color de su piel, aunque sus ojeras pronunciadas eran notables al tener esos característicos rasgos asiáticos de parte de su fallecida madre. Sin decir nada más, el tipo abrió uno de los cajones del escritorio y dejó sobre la mesa una pistola Striker, incomodando por un instante al propio Owen. — ¿Qué se supone que pretendes con esto? — Owen, yo ya investigué el suceso que te ha ocurrido, como te he dicho, Hecker vino a verme — Por primera vez en toda la conversación, Kendall parecía haberse puesto bastante serio — Y sé quien anda detrás de todo, pero estoy atado de manos y pies. — ¿A qué te refieres? — A que es un grupo numeroso de gente, como lo fue la Resistencia que lideró mi madre en Neonia, tras el Colapso — El detective empujó el arma hacia la posición de Owen, que estaba atónito — Sé que no eres un soldado, pero en la academia nos enseñaron a todos a manejar un arma. Vivimos en un universo en constante peligro. Tómala. — Pero, ¿por qué? — Crane no entendía absolutamente a donde estaba yendo la conversación — ¿Quiénes andan tras todos estos robos, Ken? — Tendremos que hacerle una visita a un viejo amigo tuyo, Kairos Kent. Owen se quedó petrificado al escuchar su nombre. Si bien era consciente de que formaba parte del viaje que les llevó a Ibos, le perdió totalmente la pista al momento de habitar la colonia anixis. De hecho, nadie de los que le conocía volvió a saber nada de él, llegando incluso a pensar que podía estar muerto o desaparecido. Si lo que Kendall decía era cierto, el joven neoniano apadrinado por Yak Quetaryan en el pasado, estaba detrás de los hurtos en los invernaderos. Aunque su propósito pudiese ser noble, no dejaba de ser un acto criminal que tenía consecuencias para todos. — ¿Por qué debo ir armado? — Owen seguía sin comprender porqué llevar un arma consigo. — Tú y yo nunca nos hemos llevado bien, pero nos toleramos y respetamos — Contestó Kendall, sacando otra arma idéntica del mismo cajón — Pero tú y él siempre tuvisteis vuestros desencuentros. Kairos es un tipo tranquilo, pero es un soldado bien entrenado. No digo que vayamos a ir a verle para iniciar un conflicto, pero podrás pedirle explicaciones y conocer sus motivos, como hice yo. Eso sí, ten el arma cerca porque no te puedes fiar de él. Por eso te he… De pronto, una serie de golpes en la puerta pusieron en alerta al dúo. El detective le indicó a Owen que se guardarse el arma apresuradamente, mientras él hacía lo propio. Acto seguido, dio paso a quien fuera que estuviese tras la puerta, siendo la reunión que Kendall estaba esperando antes de la llegada del joven Crane. — ¿Omnius? — Owen no se esperaba por nada del mundo encontrarse al representante de la Alianza allí mismo. — Owen, me alegra verte aquí — El joven syleriano no se molestó con su presencia, sino todo lo contrario — ¿Tú le has avisado, Kendall? — En absoluto, él ha acudido a mí por otros motivos. — Bueno, bien, porque quiero que nos reunamos cuanto antes los de la vieja guardia — El representante Paokt sonaba como un mafioso, aunque no tuviese intenciones ocultas. — ¿Cómo que la vieja guardia? — Owen jamás hubiese imaginado que reunirse con Kendall hubiese llevado a todo lo que acababa de ver y oír — ¿Qué diablos está ocurriendo, chicos? — Este es un buen sitio para pasar desapercibidos, he avisado a los nuestros de la milicia — Omnius se veía entre entusiasmado y tenso — La vieja guardia es un término humano, Owen, ¿no lo conocías? — Sé a lo que se refiere el término, pero no entiendo porqué esto, Om. — Lo explicaré cuando estemos todos aquí. Bueno, todos no podrán estar, he oído que Karla está en la gran arca, ¿verdad? — Sí, pero, ¿para qué tendría que estar? — Owen, ya sé que tú siempre has querido una vida tranquila tras todo lo que hemos vivido en Paraíso. Hicimos este viaje por un motivo — Omnius empezó a pasear por la sala con los brazos en la espalda, mostrando su uniforme de representante cubierto por una gabardina mucho más variopinta que la del detective — Pero las cosas están cambiando. El Consejo Superior juega sus cartas con nosotros, la Alianza, y la población se está poniendo nerviosa. Yo también. Tengo la extraña sensación de que los anixis intentan controlarnos con sutileza, hasta ponernos un yugo del que no podamos librarnos. Y antes de que pase eso, necesitamos pruebas, pero sobre todo, necesitamos jugar nuestras cartas. Y no se me ocurren mejores personas para esto que nosotros. Nos corresponde ser los que cambiemos el orden establecido.
Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo. Qué decir. Publicaste el 10 de marzo y se suponía que leeríamos en el finde inicial, pero por motivos como la caída del foro y mi corte de internet no se ha podido. Me alegra que por fin se nos haya dado, ya que extrañaba las lecturas en simultáneo. Arranca el capítulo con Karla y Andromeda (la llamaré Andro a partir de ahora, después de todo, así la llaman a ella también) llegando a la gran arca para trabajar durante 9 malditos meses. 9 Meses en los que Karla y Owen estarán separados, aunque pueden llamarse y hacerse visitas unos a otros, pero ya entiendes que no es algo que me guste. Justamente, Owen llama para decirle que la extraña y comentarle su día a día en el trabajo. Karla le sugiere que se busque otro puesto usando su apellido, pero Owen no quiere hacerlo, ya que él quiere ser quien es sin que el peso de sus padres esté tras él. Tras eso vemos que el único amigo real que tiene en el trabajo es un neoniano llamado Eret, quien lo aprecia por ser quién es y no por ser hijo de dos leyendas. Pero bueno, me alegra que Owen tenga amistades. La conversación entre ambos se detiene cuando Hecker descubre a los ladrones de comida in fraganti, y todo pronto se vuelve un auténtico caos. Hecker, por lo que se dice, era de los tipos que son muy sumisos a las autoridades, y la actitud que tiene con sus empleados seguro no hizo nada para desescalar el conflicto. Todo terminó en una trifulca que acabó con el tipo muerto. En fin, no será extrañado, pero es algo penoso, ya que el tipo solo hacía su trabajo. Luego, Eret y Owen descubren a los ladrones, y confirman que efectivamente estaban robandose la comida. Owen fue listo y no se dejó ver, pero a Eret los anixis los atraparon y lo encerraron también. Supongo que es un mal momento para su amigo por haber sido muy imprudente. En la nave arca vemos que Karla y Andro pasean por el sitio y visitan un bar donde los anixis no pueden soportar el café, ya sea que les caiga mal o que los deje casi embriagados. Y bueno, sin querer nos encontramos con el arma definitiva para usar en su contra. Es cuestión de tirar granos de café en el sistema hídrico de las ciudades y la victoria para la Alianza estaría asegurada XD. Mientras estaban allí, se encuentran con Brandon, quien estaba en plena cita con una random cuando Andro le llama la atención. Así entre viejos conocidos se ponen a hablar, y vemos a una Andro muy entusiasmada por interactuar con Brandon, joder, que ya hasta casi parecía que le iba a dar su número de habitación para que le hicieran una visita. Karla se lo resalta y vemos que Andro se lo toma mal, pero bueno, no hay que negar la realidad, se regaló un poco. Saliendo del lugar, las chicas van hacia una sala de motores, donde todo está siendo desmantelado. Perfecto para los Anixis, que así se aseguran que la alianza no pueda irse de su sitio con facilidad. Los tienen prácticamente de los pelos, ya que hasta que los motores no sean reemplazados por otros mejores, no podrán ir a ningún lado Trabajando allí se encuentra Mia, quien se siente algo mal por tener que desarmar la gran arca, y luego de encontrarse con Karla y Andro, estas comienzan a charlar. Andro le pregunta por Brandon, y ahí Mia nos cuenta que Brandon aprovecha su fortuna para salir con todas las minitas que se encuentre. Y bueno, qué decir. Me gustó ver que Brandon estaba estudiando medicina y estaba por graduarse, y pensé que sería buen match up con Andromeda, pero si es un casanova que se tira el dinero en mujeres, pues que se aleje de ella. Andromeda no se toma bien ese comentario, y se ve que Mia nota que a ella le gusta el ricachón. Bueno, niña, mejor te vas haciendo la idea de que te buscas a otro. Mia luego pregunta por el resto, y hace un énfasis incómodo en Owen, llamándolo Owencito como cuando eran estudiantes, incluso diciendo que era un encanto de chico, y hasta preguntándole a Karla si seguían juntos Y bueno, bien por Karla por decirle que estaban más unidos que nunca, porque si Mia no se enteraba, era capaz de mandarle una foto en tanga por mensaje privado En la escena final Owen visita a Kendall quien vive como un detective de la ficción. Con un departamento propio con persianas y cigarrillos encendidos. Se ve que tuvo mucho tiempo libre durante el viaje a Ibos y lo usó para mirar películas y buscarse una nueva personalidad. Lo malo es que el tipo es un fumador activo que incluso tiene ataques de tos. No, amigo, él es uno de los angelitos, y no quiero que se muera de cancer de pulmón. Además, seguro Ender, Cia y Sun no aprobarían que se la pasara fumando Owen le cuenta a Ken sobre lo ocurrido en el invernadero, y Kendall le revela que Hecker apareció y pidió ayuda. Él ya sabe lo importante, quien está detrás de todo esto es el rompe pelotas número 1 de la parte X, Kairos Kent. El tipo vino a joder y está jodiendo con todo. Como se nota que fue entrenado por Yak, que pena que lo tengamos que estar aguantando a él mientras que otros neonianos buenos como Eret están presos. Omnius llega justo a tiempo, y les dice a los dos que quiere contar con ellos, pues sospecha que los Anixis quieren imponerles un yugo, y los necesita como a los demás para investigar y actuar. Calculo que a ese grupo se sumará otra gente como Jackon y Echo, quienes no salieron en este capítulo, pero ansío ver que se les viene para el futuro. Bueno, eso es todo por ahora, amigo. Qué decir, fue una lectura fantástica, y las semanas sin el foro y el finde pasado sin internet las eché en falta. Lo malo es que hoy se terminan mis vacaciones, pero seguro alguna lectura más tendremos para el futuro. Con eso me despido. Un abrazo y cuídate mucho
Saludos a todos los presentes, en especial a mi querido amigo Agus estresado por estar siempre por aquí para disfrutar de esta historia que apenas comienza. Estamos en el tercer capítulo de esta parte uno y las cosas se van a ir asentando poco a poco en lo que definiría como una partida de ajedrez en la cual se están posicionando las piezas. No diré mucho más, simplemente espero y deseo que disfrutéis de la lectura. El orden establecido (II) Las palabras del actual y primer representante de la Alianza que formaba parte del Consejo Superior liderado por los anixis, hicieron que Owen se quedase perplejo durante un minuto. El silencio fue total en el despacho del detective Xom, que ya parecía estar al corriente de toda esa extraña teoría que el propio Crane tildaba en sus pensamientos de conspiranoica. Antes de que pudiese articular palabra alguna al respecto, un dispositivo móvil que portaba el syleriano comenzó a emitir pitidos, haciendo que éste lo sacase de su bolsillo y lo pulsase para hablar. — ¿Estáis en la puerta? — Así es. Omnius le indicó con un gesto a Kendall que fuera a abrir, algo que no gustó mucho al detective, evidenciándose en su expresión molesta. — No soy tu sirviente, Omnius — Le recriminó Xom mientras se dirigía a la puerta para abrirla. — Es tu despacho, amigo mío — Contestó el syleriano, con cierta soberbia. Owen observaba todo lo que estaba pasando sin tener apenas datos de lo que iba a suceder, pero pudo respirar un tanto aliviado cuando vio pasar por la puerta a algunos de sus viejos amigos. Echo fue la primera, vistiendo como una civil con pantalones vaqueros, un suéter y un chaleco. Verla con el pelo largo y suelto cuando en la milicia lo llevaba siempre en una coleta era realmente raro. La mujer saludó a Kendall con la mirada y le tendió la mano a Omnius, pero cuando vio a Owen, se le iluminó el semblante. — ¡Owen! — Exclamó, emocionada de encontrarse con él — ¡Me alegro de verte! ¡Hacía mucho que no coincidíamos! — Yo también me alegro de verte, Echo — El joven Crane estaba algo comedido, no por estar con sus amigos sino por estar allí, en ese ambiente tan clandestino — ¿Cuándo voy a saber exactamente que está ocurriendo, chicos? — Paciencia, amigo. Jackon vestía también como un ciudadano más. Una camiseta a cuadros de color roja y negra combinaba perfectamente con sus vaqueros oscuros. Además se había dejado crecer el pelo al haberse apartado un tiempo de la milicia, que te exigía en según que situaciones tenerlo corto. — Jackon, me alegro de verte también, pero… — Owen, cálmate — El joven Vaalot conocía bastante bien al joven Crane y pudo notar que se encontraba todo tenso — No nos vamos a la guerra, si es lo que te preocupa. Pero necesitamos estar unidos. — ¿Para qué? — ¡Para que los malditos anixis no nos intenten hacer otra de sus jugadas! ¡Ya hicieron bastante huyendo del territorio conocido, dejándonos con su peor batalla! El tercero en discordia era el mismísimo Xerom Devom, quien estaba alistado en la milicia de la Alianza desde siempre. La última vez que Owen lo vio, habían pasado seis meses desde la llegada a Ibos y el syleriano hablaba de postularse como uno de los subcomandantes del ejército, hazaña que no logró en su momento. El soldado vestía de paisano también, con unos ropajes propios de los sylerianos; un conjunto idéntico a una sudadera alargada que cubría casi hasta sus rodillas y una capucha que llevaba bajada. — Créeme, amigo, no digo que los anixis sean un peligro — Xerom abrazó al humano y le susurró lo siguiente al oído — Pero siempre buscan una ventaja, incluso con sus aliados. Con los cinco presentes en el despacho, cada uno de ellos buscó donde acomodarse. Kendall cerró la ventana para evitar que la conversación pudiese escucharse en el exterior, volvió a bajar hasta la mitad las persianas y encendió la lámpara de su mesa, la cual alumbraba lo suficiente como para que todos pudiesen verse los rostros en la cercanía. Echo se aproximó al escritorio y observó detenidamente las cosas que había sobre el. — Deja de fumar de una maldita vez, Ken — Dijo la actual comandante del ejército de la Alianza, señalando el cenicero en la mesa — Dejaste el ejército al subir a la gran arca, pero eso no significa que debas dejar la disciplina de cuidarte. — Los vicios pueden ser mortales, detective — Murmuró Xerom, en un tono entre sabiondo y burlón. El hombre de rasgos asiáticos lanzó un suspiro de indiferencia, como menospreciando las palabras de los que antaño fueron sus amigos. No es que ahora no lo fueran, pero al estar cada uno en diferentes ámbitos, ese vínculo se había diluido un poco. Owen miraba fijamente al representante syleriano, que parecía estar a punto de empezar a hablar. — Como sabéis, nuestra gente está crispada. No hay suficiente alimento para todos, el Consejo Superior nos terminó construyendo distritos en las ciudades en lugar de una ciudad como plantearon hace años, nos amenazan con imponer medidas si nuestra gente protesta y para colmo me dieron un asiento en su Consejo solo para demostrarme que mi voto es inútil ante los otros cuatro. Yo ya he expuesto mi pensar ante Akkor, el principal líder del Consejo, pero me ha dejado claro que la Alianza está bien con los derechos que tiene actualmente y que de no mitigarse las protestas en los distritos y los sucesos como el hurto en el invernadero de Hecker, actuarán las autoridades anixis — Explicó Omnius ante sus viejos amigos y compañeros, con una seriedad preocupante — Y os puedo asegurar que los anixis tienen mecanismos de sobra para restringirnos muchas cosas. Son mayoría, ni juntando neonianos, sylerianos y humanos llegaríamos a plantar cara a nuestros creadores. — Yo los llamaría más bien ‘potenciadores’ — Devom hizo un pequeño inciso — Realmente no nos crearon, solo nos ayudaron a evolucionar. Encima se quieren aprovechar justificando que nos dieron esta inteligencia. — Tiene su lógica — Intervino Kendall, de brazos cruzados y de pie — ¿Tú no querrías que tus súbditos acatasen tus normas sin rechistar? — Eso quisieron los neonianos con los Rhajik y mira como acabó la cosa — La comandante Mercer convivió con padres adoptivos neonianos y conocía bien la historia de esta especie. — ¿Tú quieres hacerlo, Ken? — Vaalot no dudó en confrontar verbalmente al detective — Que seamos subespecies de ellos, no significa que debamos rendirles pleitesía como a dioses. Sí, su tecnología nos salvó de extinguirnos, pero sus errores casi nos cuestan la extinción. Mente Colmena era su problema y decidieron huir, dejándonos a merced de él. — Jackon, tú mismo me has dicho que no vamos a ninguna guerra pero esto me suena a una muy jodida — El joven Crane no quiso quedarse callado — Si incluso tú, Om, acabas de decir que somos muy pocos para hacerles frente, ¿qué diablos quieres hacer? — Yo no estoy diciendo que debamos iniciar un conflicto armado en el que claramente tenemos las de perder — El líder Paokt hablaba, por momentos, como lo hacía su padre en situaciones tan serias — Necesitamos encontrar evidencias de que el Consejo Superior manipula a su antojo para tener a la Alianza bajo su yugo. Con esas pruebas, estoy convencido de que la sociedad anixis exigiría explicaciones a sus líderes. Y ahí no tendrán alternativa porque ya no serán protestas de los aliados, sino protestas de todos. — ¿Qué te hace pensar que los ciudadanos anixis nos apoyarían? — Xom hizo el amago de encenderse un cigarro, pero al último instante terminó por desistir — No sé, llámame loco, pero no creo que nos prefieran sobre su gente. — Si algo he aprendido de los anixis en estos casi cuatro años que llevamos de convivencia, es que son totalmente justos — Dijo Omnius, realmente convencido de sus palabras — Incluso en el Consejo Superior lo son, aunque ahora mismo intenten aprovecharse de sus ventajas. Creedme, funcionan de la misma manera y se rigen en base al orden establecido. Su sociedad es una maquinaria hecha de engranajes que deben trabajar al unísono, de lo contrario, todo se derrumba. Ya no son el imperio todopoderoso que fueron antaño en nuestro territorio conocido. — ¿Y cómo obtenemos esas pruebas? ¿Qué hacemos con ellas una vez las tengamos? — La comandante del ejército de la AIE parecía determinada a empezar cuanto antes, aunque era consciente de que actuarían en la sombra y sería peligroso si eran descubiertos — Debemos tener cuidado si no queremos acabar en el exilio o algo peor. Tú mismo lo has dicho, Om, son justos. Quizá demasiado para mi gusto. — Sus leyes son estrictas, sin duda. Si nos capturasen haciendo algo que consideren ilegal, podríamos acabar incluso muertos — Las palabras del representante syleriano no eran especialmente alentadoras — Con esas evidencias nos encargaríamos de publicarlas anónimamente para que todo ciudadano de Ibos supiese sobre los trapos sucios del Consejo Superior. — Suena genial, pero, ¿cuál es el plan, entonces? — El otro syleriano, Xerom, se incorporó del asiento en el que estaba. — Esto es algo a largo plazo, no podemos simplemente asaltar la Casa Superior y buscar en sus archivos o pillar una confesión de Akkor, por ejemplo — Omnius descartaba las ideas más básicas porque eran a su vez las más predecibles — Los miembros del Consejo soy especialmente listos, dudo que nada de eso funcionase. Estudiaremos diferentes opciones a lo largo de estos meses, yo mientras tanto trataré de mantener la calma entre los nuestros. Tanta protesta tampoco nos ayuda a las puertas del Día de la Unión. Y necesitamos más gente, quiero un equipo que trabaje en la sombra y en distintos campos, todo nos puede ser útil. — ¿Más gente? — Owen se negaba a que su pareja participase en ello — No dejaré que Karla se involucre en esto, es muy peligroso. Ni siquiera sé si yo voy a contribuir. — Estoy con Owen — Jackon se dirigió a su mejor amigo de la infancia con seriedad — Mi hermana tiene dotes de soldado pero es científica. Y Owen es más de lo mismo. Necesitamos gente preparada para posibles disputas, tanto físicas como armadas. — No, lo que necesitamos es un equipo en el que confiar — Omnius miró desafiante al soldado humano mientras todos observaban la escena con cierta tensión — Yo confío en todos vosotros, sois como mi familia. No quiero a nadie aquí que no sea considerado como uno más de mi familia. — De todas formas, necesitaremos a más “familia” — Añadió Echo, haciendo énfasis en la última palabra. — Quiero al menos la ayuda de Karla. Tal vez incluso Eeron nos eche una mano. También están Andrómeda, Brandon y Mia, todos ellos en la gran arca en estos momentos — El representante syleriano parecía estar dando por terminada la reunión — Me encargaré de hablar con ellos si vosotros no lo hacéis. — ¿Qué hay de Kairos Kent? Owen y yo íbamos a verle, de hecho. La pregunta fue lanzada por el detective Xom, que recordó que el neoniano era tema de conversación con el joven Crane antes de que la reunión con el líder syleriano se diese. Todos le miraron estupefactos, sin esperar oír ese nombre en aquel momento. Omnius se dirigió hacia la puerta, y antes de abrirla, asintió. Esa fue su respuesta antes de marcharse. […] Kendall conducía un transporte propio de menor tamaño que una lanzadera convencional, llevando de acompañante a Owen. El joven granjero aún no podía creerse que llevase bajo su chaqueta de cuero una pistola Striker, cedida por el propio detective, el cual portaba otra. El vehículo estaba sorprendentemente impoluto por dentro, algo que contrastaba con el estado cutre en el que el joven de rasgos asiáticos tenía su despacho de trabajo. — ¿Desde cuándo hace que tienes este vehículo? — Crane quiso romper el silencio, ya que llevaban al menos diez minutos de trayecto y nadie había hablado hasta ese momento — Se ve bastante bien y además muy limpio. — Así es, procura no ensuciarlo con tus botas de trabajo — Contestó el conductor, sin quitar la vista del frente — Me lo compré con mi primer gran investigación realizada como detective, casi al año de haber llegado a Ibos. — ¿Cuál investigación fue esa? — Pues… un syleriano, no recuerdo su nombre porque era jodidamente difícil de decir, me contactó porque creía que su esposa le estaba engañando con su mejor amigo. — ¿Y así era? — Oh, sí, lo descubrí relativamente pronto — Reveló Kendall, viendo que su viejo amigo estaba metido en la historia — Conseguí pruebas suficientes de la infidelidad de su esposa con su mejor amigo, tal y como él creía. — ¿Qué pasó entonces? — Ella me descubrió espiándoles… Ya, lo sé, era uno de mis primeros trabajos como detective tras haber dejado la milicia y la comandancia en la gran arca — El hombre trató de excusarse mientras a Owen se le marcaba una media sonrisa — El caso es que me ofreció más alianzas de las que su marido me pagaba, así que acepté. — Espera, ¿me estás diciendo que jugaste a dos bandas? — El joven Crane no lo consideraba nada correcto — ¡Eso es estafar a ambos! — Lo sé, pero a diferencia de ti y tu reputación por ser un Crane Carver, yo tenía que pagar las putas facturas — Dijo Kendall, que se sintió ofendido y no dudó en atacar verbalmente — ¡Ha sido la única vez que hice algo así! — Ya, bueno, tampoco quería juzgarte — Musitó el copiloto, con la mirada al frente — Y que conste que yo también debo pagar mis facturas, a mi nadie me regala nada por ser hijo de mis padres. — Cuesta de creer — El asiático se giró un poco para observar a su compañero — ¿Qué has estado haciendo todos estos años, Crane? — Planear la mejor vida posible junto a Karla — Se sinceró el agricultor, al cual se le veía algo apenado — Estoy viendo de comprar una mejor casa, probablemente en Cainia. Pero no me da con el sueldo del invernadero y ahora que me he quedado sin trabajo… Kendall permaneció unos segundos en silencio mientras conducía. El detective no pudo evitar recordar aquellos tiempos en los que tenía claros sentimientos por la joven Vaalot, pero ella prefirió a Owen y hasta el día de hoy, estaban juntos. Inevitablemente, pensó en qué habría sido de su vida si hubiesen tenido una relación, aunque ya no importaba. Eso sí, le guardaba mucho aprecio y deseaba poder verla pronto, ya que hacía años que no la veía. — ¿Qué tal le va a Karla? — Preguntó el joven Xom, un tanto nostálgico pese a su intento de disimularlo — Hace años que no os veía, ni a ti ni a ella. — Ya sabes como es ella, le va muy bien en lo que hace — Respondió Owen mientras sonreía casi sin darse cuenta — Es una gran mujer. — Lo sé, amigo. Lo sé. Finalmente, el trayecto llegó a su fin. El detective y el agricultor llegaron al distrito neoniano de Vianus, la principal ciudad del planeta. Como los vehículos solo podían ir por el aire, había una especie de muelle de atraque para los transportes que venían de otras zonas, donde poder almacenar el vehículo hasta volver a requerirlo. Por suerte para ambos, no fue un viaje muy largo dado que estaban en la misma ciudad. Atracaron y bajaron por un ascensor hasta la calle, concretamente, el Distrito Neonia —nombre elegido por esos mismos seres en honor a su mundo de origen—. Allí es donde, según el propio Xom, encontrarían a Kairos Kent. Owen no estaba sorprendido pensando que el neoniano tuviese que ver con los hurtos en invernaderos, aunque quería ver de primera mano sus motivos y si era cierto que se hacía con el objetivo de alimentar a las familias más desfavorecidas. — Sígueme, sus matones no son difíciles de encontrar. El joven Crane tragó saliva, notándose un poco tenso y nervioso no solo por el posible reencuentro con Kairos, sino también porque portaba anclada en la parte baja de la espalda una pistola Striker. Evidentemente, la tenencia de armas solo era exclusiva de soldados, policías y en general autoridades oficiales, aunque podías obtenerla individualmente si pasabas unas pruebas psicológicas. El detective Xom tenía la licencia por su pasado como soldado de la Alianza y comisario en la gran arca, pero tuvo que revalidarla ya que ser detective no era ser una figura de autoridad. El Distrito Neonia no era diferente a los otros distritos que los anixis crearon en una zona colindante al núcleo urbano de Vianus, construidos para albergar a la gran mayoría de población que vino en la gran arca. Aunque el distrito era principalmente para neonianos, el comercio y las buenas relaciones —pero no perfectas— entre estos con los humanos y los sylerianos hacían que pudieses ver diferentes seres en el área. Incluso anixis liberales y abiertos de mente —había unos pocos que preferían no interactuar con las subespecies— visitaban con frecuencia estos distritos controlados casi en su totalidad por la Alianza. Las otras avenidas conocidas eran los Distritos Admir y Jefferson. El Distrito Admir —el cual recibía su nombre en honor a padre e hija, líderes sylerianos conocidos como Mirko y Hylda Admir— estaba mayormente habitado por sylerianos, pero se encontraba un poco más alejado que el Distrito Jefferson —nombrado así en honor al primer comandante de expedición humano—. Los tres distritos eran prácticamente idénticos en cuanto a construcción y distribución de edificios se refería, pero cada especie le dio su toque personal, lo que los hacía individualmente atractivos al turismo anixis. — Vaya, se va a poner a llover — Escucharon Owen y Kendall a su entrada al distrito — Hubiese sacado el paraguas. Efectivamente, al poco de oír ese comentario, unas gotas comenzaron a precipitarse desde el cielo nublado de Ibos. En el planeta solía darse un clima casi paradisíaco, pero a veces tenía grandes nubes que viajaban por el globo cargadas de agua y frío, descargando su torrente en diversos puntos del planeta durante minutos, horas e incluso días. Este fenómeno era conocido como ‘galoon drek’ en el idioma nativo anixis, que traducido para el resto de especies se llamaba ‘descarga repentina’: básicamente lluvias torrenciales que variaban considerablemente la temperatura y el tiempo. Xom y Crane caminaron por una larga calle por un rato, la cual tenía pequeñas edificaciones a cada lado. El lugar estaba repleto de locales neonianos de todo tipo: desde tiendas de ropa y joyas antiguas hasta restaurantes exquisitos o bares con temática turbia. Precisamente era en uno de esos bares en los que el detective se detuvo, captando la atención de su acompañante en una misión que inicialmente iba a ser para confrontar a Kent por lo sucedido en el invernadero de Hecker, pero que ahora tras la reunión con el representante Paokt, se convirtió en una especie de reclutamiento también. El neoniano, según Omnius, era útil para su causa. — ¿Te apetece una copa, Owen? — ¿Cómo? — El agricultor observó la entrada a aquel bar — ¿Es aquí dónde vamos a encontrarle? — Podría ser — Musitó Kendall, extendiendo los brazos — Sé que aquí, al menos, vienen algunos de sus mercenarios a tomarse algo. — ¿Pero lo encontraste aquí por última vez? — Sí, granjero, aquí fue donde me reuní con él para llegar a un acuerdo — El detective empezaba a impacientarse — Yo no le delataba a las autoridades para no causarle problemas y él a cambio no me partía las piernas en el callejón de al lado. ¿Qué te parece? — ¿Me estás hablando en serio? — Owen estaba alucinando al oír eso, porque de ser cierto, significaba que Kairos era muy peligroso. — ¿Crees que bromeo? — Kendall lo miró con cierto enfado, lanzando un suspiro tras un breve silencio — Venga, vamos. — Genial, esto no deja de mejorar por momentos… El joven Crane Carver no estaba realmente entusiasmado con la situación, especialmente porque aborrecía la violencia y nunca quiso formar parte de ella. Pese a sus entrenamientos y clases en la academia, se apartó pronto del servicio militar y a día de hoy, apenas manejaba nociones básicas. Eso si, a lo que más tiempo dedicó fue a saber defenderse y atacar en luchas cuerpo a cuerpo, algo que nunca estaba de más aprender. No le invadió el miedo, como sí le pasó inicialmente en el despacho del detective Xom cuando se empezó a hablar de conspiraciones sobre el Consejo Superior y demás, sino una sensación de adrenalina que hacía años no sentía. La vida tranquila era su vida, pero de pronto, aquello no le pareció tan preocupante. El dúo entró al local de ambiente cuando la lluvia empezaba a caer con fuerza en la calle. El interior del bar estaba oscuro pero iluminado con diferentes luces de neón de varios colores, una larga barra donde hasta cuatro camareros atendían clientes, tres pequeños escenarios circulares con una barra en la que bailaban tres neonianas con los pechos al descubierto mientras algunos las obsequiaban con pagos digitales, y una zona privada con palco desde el cual se podía atisbar a toda la gente en una amplia pista de baile con la música a todo volumen. — ¡Bienvenidos, humanos! — Exclamó un neoniano que parecía ser el recepcionista del recinto — ¿Vienen a tomar algo, a disfrutar de nuestras bailarinas o a bailar en la pista? — Vamos a tomar unas copas en la barra — Kendall tomó la palabra — Mi amigo celebra que le han echado de un trabajo de mierda. — Ah, ¿es así? — El recepcionista mostró un interés falso, pero era parte de su trabajo hacer sentir a cualquiera como en casa. — Sí, bueno… — El joven Crane le lanzó una mirada inquisitiva a su viejo amigo — Eso es. — ¡Vaya, muchacho, enhorabuena! — Dijo el neoniano, lanzando una carcajada al aire — ¡Bueno, disfrutad! ¡Disfrutad! ¡Sed bienvenidos! El dúo humano avanzó así hasta el interior del lugar, dirigiéndose expresamente a la barra. Una vez ahí, Xom levantó la mano y consiguió que un camarero neoniano se aproximase a su posición. Con el volumen alto de la música y al griterío de la gente, el detective no lo tuvo fácil para pedir sus consumiciones: dos tónicas con gas que llevaban en la mezcla el jugo de una fruta muy típica de Neonia, la cual ahora se podía cultivar en los invernaderos de la Alianza en Ibos. Mientras esperaban a ser servidos, ambos observaban a su alrededor. — ¿Qué aspecto tienen sus matones? — Preguntó Owen, sin apartar la vista del camarero que manipulaba sus bebidas. — Oh, no tienen un aspecto en particular — Respondió Kendall, restándole importancia — Pero los sabrás reconocer enseguida. Mira al palco disimuladamente. Owen trató de observar de reojo hacia la ubicación del palco, viendo como había un grupo de neonianos protegidos por hasta cuatro vigilantes del bar. En el centro de ese grupo se encontraba un neoniano que vestía con un mono de trabajo, contrastando totalmente con la elegancia con la que iban los clientes, excepto aquellos que le acompañaban. De pronto, aquel tipo pareció haber visto tanto a Owen como a Kendall, y es que ver a dos humanos en un recinto que frecuentaban únicamente los neonianos del distrito era demasiado llamativo. Cuando el camarero les sirvió las dos tónicas, se les quedó mirando durante unos segundos con cierta intensidad, casi intentando intimidarles. — Mi jefe me acaba de decir que subáis al palco — Indicó el trabajador, apoyado con sus dos brazos sobre la barra — Os está esperando. — ¿Seguro? Creo que prefiero tomarme la copa aquí y subir cuando me la termine — El detective humano lo dijo con una sonrisa burlona, pero internamente, no soportaba que le diesen órdenes — ¿Verdad, Owen? — No aceptamos noes por respuesta — El camarero neoniano hizo amargo de sacar lo que parecía un bate de béisbol de debajo de la barra — Quiere que subáis ahora. Sin demora. — Bueno, no hagamos esperar a tu jefe — Crane sorprendió a Xom al beberse la copa de un solo trago, mostrándose serio — Vamos, Ken. El hombre de rasgos asiáticos no tuvo más remedio que beberse su copa de un trago y seguir al joven agricultor, que parecía estar entonándose cada vez más con respecto al ambiente que le rodeaba. El dúo tuvo que cruzar la pista de baile esquivando a las personas y subir unas escaleras con forma de espiral hasta encontrarse en el palco. En cuanto pusieron un pie en el, dos neonianos de seguridad los interceptaron, cacheándolos y terminando por quitarles las dos pistolas que llevaban consigo. Las armas quedaron bajo custodia de los seguratas mientras les indicaban con un gesto que se acercasen al centro del palco, donde estaba sentado Kairos Kent. — Increíble — Murmuró el joven neoniano, que por su aspecto, parecía que venía de trabajar en un taller de mecánicos — Kendall Xom y Owen Crane. Por nada del mundo me esperaría veros a vosotros dos juntos, pero sobre todo, al que no esperaba ver es al granjero. Siento lo de tu invernadero, he oído que el capataz Hecker ha muerto en una disputa. — Bueno, no era mío, yo solo trabajaba allí — Contestó Owen, mostrándose serio ante aquel que en el pasado le amenazó en repetidas ocasiones — Aunque tus amigos la liaron bastante y por su culpa he perdido mi trabajo. Además, han encarcelado a un buen compañero. — ¿Eret? — Kairos parecía conocerlo — Ya es libre. — ¿Cómo? — El humano no lo podía creer. Cuando Owen pudo darse cuenta, se percató de que Vorta y sus acompañantes estaban allí, cuando esa misma mañana habían sido retenidos por las autoridades anixis. Pero lo más sorprendente era que Eret también se encontraba presente, algo que no esperaba el joven agricultor al pensarse que los mantenían aún a todos en cautiverio. — ¡¿Cómo los has liberado?! — Crane, siendo observado por Xom, señaló a Vorta y a Eret — ¡Pensaba que…! — Yo cuido de mi gente, Owen — Dijo el neoniano sin moverse ni un poco de su cómodo sillón — Digamos que los agentes anixis que les estaban llevando al centro de procesamiento de la ciudad, han tenido un pequeño altercado… — Kairos, ¿has asaltado el convoy de transporte? — El detective no se lo podía creer, casi ni se lo planteaba, pero lo preguntó. — Por supuesto que no, Ken — La respuesta de Kent hizo respirar aliviado a los dos humanos — Si hubiese hecho eso, ahora mismo tendríamos al ejército anixis en el distrito. — ¿Entonces? — Las autoridades anixis no han recibido mensaje alguno de lo sucedido en el invernadero. Pinchamos las comunicaciones de Hecker y acudimos nosotros para hacer todo el show. Y la verdad es que salió a la perfección. Aquella era una revelación bastante sorprendente para el dúo formado por el detective y el agricultor. Si bien pinchar las comunicaciones de alguien era un delito, personarse en un lugar en conflicto haciéndose pasar por las autoridades era algo mucho peor. Por suerte para Kairos y su grupo de gente, las autoridades anixis y las de la Alianza parecían estar centradas únicamente en clausurar el invernadero hasta nuevo aviso y en investigar al culpable directo de la muerte de Hecker. Owen se aproximó a su compañero de trabajo, el cual hizo lo propio, dándose así un abrazo amistoso. — Me alegra verte fuera de procesamiento, amigo, pensé que te retendrían contra tu voluntad y te echarían la culpa junto a los demás. — Yo pensaba lo mismo, créeme, pero me llevé una grata sorpresa cuando vi que se trataba de mi gente. — ¿Trabajas para ellos? — Antes no, porque no conocía su causa — El neoniano de nombre Eret se volteó para ver a los demás, en especial a Kent — Pero ahora sí. Vorta, que estaba ahí presente siendo la única syleriana del lugar, asintió con cierta satisfacción al ver que contaban con Eret para su causa. Y es que al parecer, el grupo liderado por Kairos no estaba principalmente formado por neonianos, sino que también había humanos y sylerianos. Tenía sentido, puesto que eran las especies de la Alianza las que tenían problemas de suministro alimenticio mientras el Consejo Superior ponía más trabas que soluciones a ese problema. El joven Crane no sabía cómo reaccionar a aquello ni mucho menos qué hacer al respecto, si bien había acudido a Xom para descubrir quiénes estaban tras los robos de víveres en su invernadero y ya lo sabía. Además, pretendía encontrar el modo de liberar a su compañero neoniano y éste ya estaba libre, así que los propósitos que tenía Owen en la misión ya estaban cumplidos, de una forma u otra. El detective tenía otros planes los cuáles compartía con el agricultor e implicaban convencer a Kairos para que les ayudase a obtener pruebas que incriminasen al Consejo Superior por su inacción con el problema de los suministros y el intento de control sobre la Alianza. — ¿Queréis algo más? — El jefe neoniano esperaba que hubiese algo más que discutir. — Sí, de hecho — Musitó Kendall, observando a su alrededor — Necesitamos hablar a solas, sin tu gente. Es un asunto del Consejo. — Vaya, un asunto del Consejo Superior… Me intriga, no lo voy a negar. ¿Por qué tanto secretismo? — Porque va más allá de los intereses del propio Consejo, Kai — Xom se tomó la ligereza de abreviar el nombre del neoniano como si tuviesen una gran confianza entre si — Por favor, quedémonos a solas. Kairos permaneció impasible durante unos segundos en los que recibió las miradas de todos los presentes en el palco, que esperaban una orden de su parte. Con un sencillo gesto con la mano, el neoniano indicó a su gente que le dejasen a solas con el dúo humano, por lo que empezaron a bajar del palco. Vorta observó con seriedad a Owen y Kendall, mientras que Eret se despidió de ambos con un breve saludo con la cabeza. Una vez solos, los dos humanos tomaron asientos próximos al del neoniano, que pasó de estar reclinado hacia atrás a sentarse hacia delante, apoyando sus codos en sus rodillas. Entre los tres se encontraba una mesa con varias bebidas ya casi consumidas y una cajeta de tabaco abierta, la cual tentó al detective, que tuvo que contenerse cuando empezó la conversación. — ¿De qué trata ese asunto y por qué acudís a mí? — Kairos no se andó con rodeos y quería saberlo todo. — Yo venía buscándote principalmente por lo sucedido en el invernadero, pero Kendall tiene más información que yo sobre ese asunto — El joven Crane optó por ser totalmente sincero, buscando conectar con el neoniano y establecer un vínculo más sano que el de antaño. — ¿Has hablado en algún momento con Omnius? — Antes de decir nada, Xom Brume quería estar seguro de repatriar al neoniano para la causa. — ¿Con nuestro flamante representante en el Consejo? — Kent mostró una sonrisa irónica mientras negaba con la cabeza — Desde que aterrizamos en este mundo que no he sabido nada de él, al menos nada personal. — Bueno, pues podríamos necesitarte para algo y Omnius me ha dado el visto bueno para que te lo proponga, aún sabiendo las charcas por las que te mueves — El detective optó por ir directo al grano, bajo la atenta mirada de su compañero humano y del intrigado neoniano — Parece que el Consejo Superior podría estar intentando tomar el control de las especies de la Alianza de una forma muy sutil e indirecta. Mediante restricciones, pocas ayudas y advertencias, podría pretender someternos. Om se siente impotente ante el Consejo y quiere formar una especie de equipo. — ¿Para qué? — Para hallar pruebas que confirmen o no que el Consejo Superior pretende lo que pretende — Explicó Kendall de una manera resumida y directa — No estamos cien por cien seguros, pero parece cada vez más evidente que los cuatro consejeros anixis, en especial el líder de todos ellos, Akkor, están tratando de aprovecharse de ciertas ventajas que tienen los anixis sobre nosotros. Omnius quiere que el equipo que le ayude esté formado por aquellos que coincidimos en la academia y nos graduamos al mismo tiempo, ya que nos considera familia. Aunque tú siempre fueras una oveja negra. Kairos se recostó en su sillón y lanzó un breve suspiro, permaneciendo pensativo durante un largo minuto mientras los dos humanos le observaban detenidamente, esperando una respuesta definitoria. Sin embargo, el neoniano tenía otras cuestiones más antes de decidirse. — Mi propósito aquí en Ibos es el de asegurarme de que mi gente, los neonianos, se mantenga en pie. El líder Quetaryan me dio esa misión justo antes de embarcar en la gran arca. — ¿Entonces sigues siendo el egoísta de siempre? — Owen se veía molesto, por lo que no dudó en echárselo en cara — Te recuerdo que hemos venido aquí como una única especie, como la Alianza. Que los anixis nos dividieran en distritos no significa que estemos cada uno por su cuenta. — No me has dejado terminar, Owen — Kent le recriminó su impaciencia al humano — Mi objetivo inicial siempre ha sido el que Yak me mandó, pero estando aquí vi que había muchas familias que sufrían por conseguir comida. No solo neonianos, sino humanos y sylerianos. Mi causa se convirtió en algo más que simplemente velar por el bienestar de mi gente. Si solo me importase mi especie, no tendría a personas como Vorta en mi grupo. — Ya, bueno… — El joven agricultor se sintió un poco mal por haber sido un tanto hostil con el neoniano — Disculpa. — No voy a explicarme mucho más, mi respuesta a vuestra propuesta es esta — Kairos se incorporó de su asiento, cosa que también hicieron los dos humanos al verle hacerlo — Formaré parte de ese equipo que queréis crear, pero únicamente si la misión va de la mano con mis intereses, que son asegurarme de que los distritos tienen suministros. Ya que he estado actuando en la sombra y tengo mis recursos, no me será problema aportarlos al objetivo, pero para ello, mis mercenarios tendrán que saber todo esto. — Bueno, eso tendrás que hablarlo con Omnius, nosotros no podemos garantizarte que eso pueda ser posible — Kendall fue honesto y no quiso hablar en nombre del representante Paokt — Más allá de eso, ¿contamos entonces contigo? — Ya te he dicho que sí — El joven neoniano se mostró realmente serio — Si ayudaros significa ayudar a la gente que más lo necesita, contad conmigo.
Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo. Hay que dar las gracias por haber tenido doble juntada y doble leída en simultáneo. Al final, las caídas del foro y el corte de mi internet trajeron algo bueno después de todo. El capítulo arranca donde terminó el anterior, en la oficina de Kendall, donde poco a poco van llegando los demás. Jackon, Echo y Xerom (me había olvidado de él, casi que ni recordaba que era un personaje de los que se había subido a la alianza). Allí Omnius les dice a todos que sospecha mucho de que los Anixis están intentando controlarlos de forma sutil, y no se los quiere permitir, razón por la cual va a tener que contar con la mayor cantidad de gente posible y en todos los ámbitos laborales para tratar de encontrar información para exponer al consejo ante los ciudadanos que son un poco más razonables con las subespecies, y solo obedecen al consejo por ser ellos quienes lideran. Espero que eso sea algo bueno, y que si se consiguen las evidencias se sumen más personas a la causa, ya que incluso Omnius mencionó que Eeron podría serles de apoyo. El plan de Om jr no será sencillo, y requiere de involucrar a todos, incluidos personas como Karla, Andrómeda, Mía y Brandon que no están físicamente en el planeta pero sí en la nave. Aunque Owen y Jackon se niegan, Omnius les dice que tienen que estar, y que les dirá hagan lo que hagan. Kendall y Owen deciden marcharse para ir a ver a Kairos sobre su grupo de gente en los invernaderos, y Omnius les da el visto bueno para que lo recluten también. Mención a favor a lo que dijo Echo a Kendall para que deje de fumar y cuide su salud, esos son buenos amigos Una vez culmina la reunión, Owen y Kendall se van para el distrito neoniano en Vianus para hablar con Kent. Así es como se da una conversación que nos muestra como Kendall empezó siendo un detective, y como su primera misión, pese a no haber podido ser super discreto, logró ganar un buen dinero. Ken en un momento le dice que él tuvo una vida difícil por no ser hijo de Lill y Snow, y eso ha enfurecido un poco a Owen. Muestra más respeto, Kendall, que mi bebé Owen fue despedido de su trabajo en el invernadero y tú lo sabes, no la tuvo fácil para que luego vayas y digas esas estupideces Luego de que Owen le diga que no fue así, este le dice de sus planes para una vida tranquila junto a Karla, y eso hace que Kendall piense en ella. Bueno, está claro que no se ha olvidado de ella, y bueno, más le vale que recuerde su lugar. Él es amigo de Owen y un amigo de verdad no busca a la minita del otro, así que espero que si se reencuentra con Karla que se controle. Luego del viaje, llegan al distrito Neonia, uno de los tres que hay allí y que lleva el nombre en honor al planeta donde habitaron por gran parte de sus vidas. Lindo fue ver que los sylerianos honraron a sus Elegidos llamando al suyo distrito Admir y que la humanidad haya hecho lo propio al llamar al suyo distrito Jefferson. Esos flashes hacia las primeras partes de LV son buenos de ver Tras ingresar a un bar, son rápidamente vistos por Kairos, el cual tiene el aire de un mafioso muy cuidadoso. Este los manda llamar y los dos humanos se acercan allí. Una vez hablan, le cuestionan sobre lo que pasó en el invernadero. Allí Kairos revela que ya sabe sobre el incidente sobre Hecker y la detención de Vorta y de Eret, y revela algo que me deja sorprendido. Kairos pinchó las comunicaciones de los Anixis y mandó a sus propios hombres al invernadero para apaciguar las aguas, incluso liberó a Eret y se lo trajo al grupo. Owen está agradecido de que su amigo está libre y no tendrá que enfrentarse a ningún juicio. Luego de eso, Kairos revela que su objetivo no es solo velar por los neonianos, sino también por todas las otras subespecies que fueron al planeta. Incluso ha llegado a ser más tolerante y tiene a una syleriana como Vorta en su equipo. Bueno, es un tipo que hace cosas ilegales, pero al menos las hace con cuidado y procura cuidar de los suyos. Ahora bien, se nos dice que hay personas que no tienen para comer, pero creo que tendríamos que haber visto en el capítulo anterior o en este alguna escena con esa gente. De lo poco que sabemos es que hay revueltas por la comida, pero luego en otros sitios no se ve demasiado a la gente que necesita el alimento, y me pregunto si en algún momento los llegaremos a ver. Kendall le trae a colación el plan de Omnius de investigar al consejo superior y exponer a Akkor y al resto frente a la sociedad para que las revueltas no sean solo de ellos, sino también de los anixis más "justos" por así decirlos. Kairos les dice que está de acuerdo siempre y cuando toda su gente y colaboradores puedan ser parte, y mientras el objetivo de Omnius vaya alineado a proteger a los civiles. Bueno, allí termina el capítulo. Tengo que decir que el twist que has hecho con Kairos me ha gustado bastante. Era un auténtico rompe huevos en la parte X, hasta el grado en que era hostil con sus propios compañeros y se la pasó encerrado un tiempo, pero ahora lleva adelante la misión de Yak de velar por todas las subespecies. Todavía no me fío del todo de él, y me da un par de malas espinas, pero tras ver que él manejaba los robos a los cultivos, pensé que sería un auténtico dolor en el culo para los personajes de la conti. Pero ahora parece que será un personaje gris que va mediando entre el bien y el mal. Honestamente, viendo lo hostil que fue Akkor con Omnius en el primer capítulo y ver que incluso a Eeron que estaba a favor de las subespecies lo terminaron relegando, creo que alguien así le podría hacer bien a la historia y al grupo de mis personajes favoritos. Todavía está por verse. Ya sé que no me tengo que fiar de las apariencias, pero bueno, estoy ansioso por ver como sigue todo. Ya asumo que con este capítulo la introducción ha terminado y a partir de ahora la trama será ver a los angelitos buscar cualquier info que les pueda venir bien para exponer al consejo superior. Espero ver muy pronto el avance de todo, y como se va realizando la misión. Y también me gustaría saber más de los otros integrantes del consejo superior para ver si todos son parecidos a Akkor o si en mayor o menor medida son más accesibles. Y bueno, hasta aquí el comentario, amigo. Una excelente leída en simultáneo de fin de semana seguida de una que tuvimos a lo largo del miércoles. Esperemos que en algún momento se puedan repetir, pero sé que ahora tocará esperar. Pero sé que valdrá la pena también. Con eso me despido. Un abrazo y cuídate mucho
Saludos a todos/as, en especial a mi gran amigo Agus estresado por no perderse ninguna actualización de esta continuación de Los Viajeros, universo ficticio el cual es muy amplio y podréis explorar desde las guías en mi blog. Aunque la publicación siga siendo intermitente (ya que aún sigo escribiendo esta parte) he decidido no hacer una espera tan larga y publicar el cuarto capítulo. Espero que os guste y disfrutéis de la lectura. Nuestros aliados Una vez la lanzadera había atracado en uno de los muelles de la estación espacial, sus integrantes salieron de ella. Al no haber avisado, no había ninguna comitiva especial para recibir al representante de la Alianza y miembro del Consejo Superior, pero Omnius lo prefería así para llamar menos la atención. Le acompañaban los soldados Vaalot y Devom y la comandante Mercer, los cuatro con el objetivo de convencer a Karla, Andrómeda, Brandon y Mia para que se uniesen al equipo en la sombra. Conscientes de que cuanto más tiempo pasasen allí el representante y la comandante, más daría de que hablar, decidieron actuar rápido y dividirse en dos grupos de dos para así avanzar en su propósito allí. Evidentemente no sería nada fácil convencer a las dos científicas ya que acababan de empezar una investigación que las obligaba a permanecer nueve meses en la estación, pero Jackon y Echo confiaban en poder disuadirlas. Para Omnius y Xerom tampoco sería sencillo adjudicarse en el equipo a un médico casi graduado como Brandon, que resaltaba por sus grandes notas en el curso que estaba haciendo, mientras que convencer a Mia se antojaba más sencillo ya que la chica se había estado moviendo de trabajo en trabajo por dinero, así que una buena suma podía incentivarla a aceptar. […] — Esto ha cambiado muchísimo desde la última vez que estuvimos. Jackon observaba lo diferente que se encontraba la principal avenida de lo que antaño fue la gran arca. El contraste era evidente, más si cabía por el hecho de que aparte de las especies aliadas, también se encontraban trabajando —en lo que ahora era una estación espacial en órbita— los propios anixis. El hombre nacido en Neonia —algo que podían admitir muchos humanos— se volteó al no escuchar a su acompañante, una Echo que se limitaba a observar con detenimiento cada cosa nueva que veía. — ¿Todo bien? — Fue la pregunta que formuló el joven Vaalot al sentirse un tanto ignorado. — Sí. La respuesta seca de la comandante actual del ejército de la Alianza no sentó especialmente bien al soldado —que tuvo el privilegio y honor de ser el primer comandante de las fuerzas aliadas en Ibos—. — Oye, hablemos — El hombre quería tratar el tema antes de reunirse con su hermana y con Andrómeda, por lo que tomó de la mano a la chica — Desde que hablamos en casa que te comportas así, como si ya no hubiese nada entre nosotros. Y eso no es cierto. — ¿De veras? Porque me pareciste bastante convincente con tus palabras sobre esa imperiosa necesidad de irte como emisario y dejar nuestra relación en espera como si se tratase de una transacción rutinaria — Echo estuvo verdaderamente contundente en sus palabras, evidenciando toda la frustración que llevaba acumulada — Yo aposté por nosotros desde siempre y creí que tú también lo hacías, pero ahora empiezo a tener dudas. — ¡Yo no he dicho que quiera romper nuestro vínculo, pero tengo mis necesidades y objetivos! — Algo estresado por no poder hacer entender su punto, Jackon lanzó un suspiro de resignación mientras se echaba las manos a la cabeza — Ven conmigo. — ¿A dónde? — Donde me envíen, ven conmigo — Repitió el soldado, mirando fijamente a los ojos de su chica — Hazte emisaria y vayámonos juntos. — Sabes que no pienso hacer eso por mucho que te quiera — Dictaminó la joven Mercer, un tanto apenada al decirlo — Siempre he querido deberme a la gente, a mí gente, quiénes necesitan fuerza. Yo solo quiero quedarme allá donde esté la humanidad, servirla para protegerla y mejorarla. Ese es mi cometido en esta vida. — Pues el mío es emprender distintos viajes que me lleven a explorar diferentes mundos. Eso también es servir a mí gente. — Sí, pero a costa de dejar atrás a los que amas. Vaalot negó con la cabeza, mostrándose cabizbajo mientras Mercer se limitaba a observarlo con cierta frialdad en su rostro, aunque internamente se sentía muy mal por castigar al hombre que amaba con su indiferencia simplemente porque le dolía que quisiese emprender un viaje personal. — Pensé que lo entenderías — Musitó de pronto él, ya cansado de intentar justificarse — Te amo muchísimo, Echo. Dudo que eso vaya a cambiar nunca en mi vida. Pero por encima de mi amor por ti está mi amor por mí. Y sé que no seré feliz si no aprovecho mi existencia para explorar, para conocer nuevos territorios y traer descubrimientos a la Alianza. La mujer permaneció unos segundos impasible ante la mirada de su amado cuando en realidad no solo comprendía el deseo de éste de explorar, sino que sabía que llevaba tiempo queriendo hacerlo. El viaje de Jackon en la gran arca no era simplemente dejar atrás el vacío que supuso para él perder a su madre Arva —y el no haber conocido nunca a su padre Axlor— sino también explorar nuevos lugares del universo y darle así un nuevo sentido a su vida tras las desgracias ocasionadas en el territorio conocido por Mente Colmena. El joven Vaalot Tidder se movía con esos deseos y ella era consciente de ello, pero verlo por fin materializarse le dolía lo inimaginable, especialmente si contrastaba con su sentido de pertenencia a lo que ahora llamaban casa. — Vamos, mi hermana y su amiga deben estar en esta sección de la estación — Murmuró él, decidido a dejar el tema tal cual estaba — Parece que estamos en el ala de ciencias. Así era. Ambos soldados del ejército de la Alianza Interestelar de Especies se encontraban en la sección de la estación espacial que estaba destinada a los científicos de la coalición de especies —humanos, neonianos y sylerianos— quiénes por petición propia y posterior aceptación del Consejo Superior, se encontraban allí para realizar diferentes investigaciones con el objetivo de mejorar la productividad de los invernaderos, las posibles diferentes patologías que podían adquirir al encontrarse en un nuevo mundo y demás situaciones que requerían de una exhaustiva y minuciosa indagación por parte de los mejores científicos de la Alianza. — Disculpe — Jackon, siendo seguido por Echo, se aproximó a un neoniano que vestía con una bata blanca, clásica de un científico — ¿Sabe usted dónde podría encontrar a Karla Vaalot? — Al final del pasillo y a la derecha — Le explicó amablemente el trabajador del ala de ciencias — Justo ahora ha terminado una reunión, supongo que podrá recibiros sin problema. — Muchas gracias — Esta vez fue la comandante Mercer la que habló. El humano se volteó hacia la chica y le indicó con un gesto que era momento de avanzar. El pasillo no era muy extenso y tenía distintas aulas a cada lado, pero una vez llegaron al final de este, el camino tomaba un rumbo obligado hacia la derecha, donde una puerta aislada del resto se encontraba entornada. Vaalot se acercó a ella y la golpeó suavemente, intentando obtener el beneplácito de quién estuviese al otro lado. — Adelante. Una vez oyó aquello, Jackon abrió la puerta de par en par junto a Echo, encontrándose ambos con que no era Karla la chica que se encontraba en esa especie de sala de reuniones, sino que era otra científica, aunque a esta también la conocían y también la buscaban. — ¿Jackon? ¿Echo? — La joven vio como su expresión se iluminaba al verlos — ¡Qué alegría! ¡¿Qué hacéis aquí?! Andrómeda, siempre tan entusiasta y risueña, corrió a abrazar a la comandante y al soldado, quiénes también se alegraban de verla aunque quizá no con ese júbilo que irradiaba la científica. Una vez los saludos fueron correspondidos y apreciados por el dúo visitante, fue la mujer quien tomó el mando de la conversación. — Veníamos buscándoos a ti y a Karla — Echo decidió ser honesta y directa — Tenemos que hablar de un asunto importante. — ¿Sabes dónde está mi hermana? — Al soldado Vaalot se le veía algo ansioso por reencontrarse con su hermana tras varios meses sin verla. — Estoy aquí mismo. La científica jefe de la Alianza apareció por la puerta, justo por detrás de los recién llegados. Una vez cerró tras de sí, Karla se aproximó a su hermano con el rostro serio y se quedó a escasos centímetros de él, mirándolo fijamente a los ojos y sin pestañear, algo que incomodó a su hermano. — ¡Me parece muy fuerte que no hayas venido a verme antes, hermanito! — Exclamó la chica, dándole un golpe en el hombro al soldado — ¡Eres un idiota, Jackon Vaalot! — ¡Joder, Karla! — El chico se quejó del golpe — ¡He estado ocupado estos meses, dejé la comandancia y…! — ¡Ya lo sé, me tuve que enterar por otros porque tú no llamas casi nunca! ¡¿Acaso no te acuerdas de que tienes una hermana?! — ¡Claro que me acuerdo! Yo… yo… — Jackon sabía que había estado mucho tiempo ausente de la vida de su hermana melliza — Te quiero mucho, Karla. Siento no haber estado más presente últimamente. Aunque estaba algo enfadada con él por esa ausencia prolongada, la joven Vaalot se emocionó con esas palabras de su hermano, lanzándose a sus brazos mientras unas pocas lágrimas sobresalían del umbral de sus ojos. Jackon la abrazó con fuerza durante unos segundos que bastaron para que ambos se sintiesen mucho mejor tras hacerlo. Una vez se soltaron, los dos mellizos se miraron nuevamente a los ojos, esta vez con una sonrisa en sus rostros y bajo la atenta mirada de las otras dos mujeres. — ¡Sois encantadores! — Dijo la joven Vermeer, algo emocionada por ver semejante escena tan bella. — ¿Y tú qué, comandante Mercer? — Ahora era el turno de saludar a la pareja de su hermano — Tú tampoco eres muy diferente a Jackon. Supongo que por eso sois tal para cual. — Ven aquí, tonta — Musitó Echo con una sonrisa. La comandante y la científica se fundieron en otro buen abrazo, evidenciando el cariño que ambas se tenían, casi como si fuesen también hermanas. Una vez los saludos habían terminado, Karla les indicó con un gesto que tomasen asiento alrededor de una mesa rectangular con varias sillas. Una ventana de tamaño medio revelaba el horizonte estrellado y la órbita próxima de Ibos, con su color azulado debido al gran océano que cubría el sesenta y siete por ciento de la superficie planetaria. Las vistas eran espectaculares, pero no eran el motivo de la visita, el cual se iba a exponer en breve. — No nos hemos visto antes en tierra firme, me sorprende mucho que hayáis venido a la estación espacial solo a saludarnos — La científica jefe de la Alianza estaba decidida a conocer el porqué de la presencia de su hermano y su pareja allí — ¿De qué se trata? — Es un poco largo de explicar, así que trataré de resumirlo lo mejor posible — La comandante del ejército aliado se dispuso a hablar — Omnius cree que el Consejo Superior, concretamente el representante Akkor, está intentando sutilmente controlar a las especies de la Alianza. Las protestas de los últimos meses han caldeado el ambiente en la Casa Superior y hay quiénes piensan que la Alianza está exigiendo demasiados derechos o más poder. Al parecer, los líderes anixis pretenden someternos eventualmente bajo sus completas normas, haciendo que inevitablemente terminemos viviendo como ellos quieren. Om necesita encontrar pruebas de esta teoría porque tiene la creencia de que el pueblo anixis no tolerará que sus líderes intenten controlarnos, ya que muchos nos tienen en alta estima. — Bueno, después de que elimináramos a Mente Colmena de la faz del universo, es obvio que muchos anixis deben adorarnos — Vermeer intervino, entendiendo que eso tenía sentido — Sin embargo, sigo sin entender a que viene todo esto. ¿Qué podemos hacer nosotras? — Om está tratando de crear un equipo que trabaje en la sombra, ser operativos de la Alianza — Esta vez fue Jackon quien tomó la palabra — Pero no quiere a cualquiera, quiere gente de confianza y bueno, todos nosotros nos conocemos mucho. Hemos sido prácticamente una familia desde muy jóvenes. — Comprendo eso, Jack, pero estoy con Andrómeda en esto — Karla levantó los hombros en señal de desentendimiento — ¿Qué podemos hacer nosotras como operativas de la Alianza? Trabajar en la sombra suele servir para hacer cosas que la ciudadanía no necesita ni debe saber, pero nosotros somos científicas, no soldados. ¿Qué quiere Om que aportemos? — Bueno, es una obviedad que aunque seáis científicas, estáis más que capacitadas para manejar armas — Echo no lo dudó ni un instante — En los primeros años de la academia en Paraíso a todos nos enseñaron a defendernos, iba implícito en la formación. — Claro, por supuesto, pero tú misma lo has dicho: aprendimos para defendernos — Andrómeda no estaba convencida — No para hacer misiones en la sombra, armadas por si hay que pelear. — Mirad, también ha venido Om a la estación. En estos momentos estará tratando de convencer a Brandon y a Mia para que se unan al equipo de operativos — El soldado cruzó las manos sobre la mesa — ¿Qué pueden aportar ellos? Gallagher, según tengo entendido, es médico. Y Mia es una muy buena ingeniera. ¿Vosotras? Domináis la ciencia y la ciencia sirve para muchas cosas. — ¿A dónde quieres llegar, hermanito? — Podríais crear un gas tóxico para dormir a toda una sala, que otros entrásemos al lugar con máscaras, obtuviésemos la información y nos largásemos sin que se diesen cuenta — Jackon empezó a aportar ideas que no es que fuesen a implementarse, pero que eran situaciones que podían darse o requerirse — Combatir los efectos de una infección, diseñar un virus que afecte a los cultivos anixis, obtener lecturas de otros planetas… Fijaos si podéis ser útiles para el equipo. Y eso sin disparar ni una bala. — Jackon, si piensas que nosotras nos hicimos científicas para hacer ese tipo de cosas, es que te has olvidado de cómo somos — Karla se mostró algo molesta al escuchar hablar así a su hermano — Si nos necesitáis para eso, a menos que sea un mal necesario, no lo haremos. ¿Andrómeda? — Pienso lo mismo — Se sinceró la joven — Lo siento, pero por el momento nos quedaremos aquí con nuestra investigación. Si necesitáis algo de nosotras en algún momento, os ayudaremos, de verdad. Pero por el momento lo mejor será dejarlo tal cual está todo. Jackon y Echo se miraron. Si bien la idea era que formasen parte del equipo, entendían totalmente lo que sus amigas decían y lo compartían. Es más, incluso para el soldado Vaalot era hasta mejor que su hermana no tuviese implicación directa con esa misión clandestina, ya que de salir mal podría haber consecuencias. La pareja de soldados asintieron, se incorporaron y se dispusieron a irse, no sin antes despedirse apropiadamente. — Lo entendemos, chicas, de verdad — La comandante Mercer no tenía ningún problema con esa decisión — Me alegra saber que si la situación lo requiere, podremos contar con vosotras, pero haremos lo posible para que no tengáis que implicaros. — Te lo agradecemos mucho, Echo — La científica jefe abrazó a su amiga — Os ayudaremos en lo que haga falta si llega a ser necesario. — Te quiero, hermanita — Musitó Jackon, despidiéndose de ella — Te mentiría si no te dijera que me alegra que no participes. — Ojalá vosotros tampoco lo hicieseis, pero entiendo que es vuestro trabajo. — Tened mucho cuidado, los dos — La joven Vermeer abrazó a ambos visitantes — Aquí estaremos si nos necesitáis. — Os quiero. Cuidaos mucho. Karla se despidió una última vez con la mano, viendo como Jackon y Echo salían por la puerta de esa sala de reuniones tras el intento fallido de convencerlas para que formasen parte de ese equipo clandestino que Omnius pretendía formar en su intento por corraborar esa teoría de que el Consejo Superior —o Akkor, más concretamente— podía estar intentando adueñarse de las subespecies. Una vez solas, las dos científicas volvieron a tomar asiento, resoplando tras esa breve pero relevante reunión. — Espero que no se metan en algo peligroso — Murmuró la científica Vaalot, visiblemente preocupada tras conocer la trama de esa misión — No es la primera vez que veo como una conspiración termina en guerra. […] Algunos de los trabajadores de la estación espacial detenían sus tareas al ver pasar al representante de la Alianza y a su vez miembro oficial del Consejo Superior, acompañado de un soldado también syleriano. Omnius y Xerom avanzaban por una pequeña calle que se abría a un lado de la avenida principal, donde habían sido guiados por varios humildes empleados para hallar la clínica donde se formaban médicos generales —así era como se les llamaba a los doctores que podían tratar a cualquier paciente fuese de la especie que fuese—. No les tomó mucho tiempo encontrar el lugar y mientras el dúo formado por Jackon y Echo trataba de convencer a las científicas Karla y Andrómeda para unirse a la cruzada, ellos dos conseguían encontrarse con uno de sus dos objetivos, el joven Gallagher. Brandon se encontraba precisamente en la entrada de la clínica, hablando con la recepcionista de esta. Al parecer en su descanso entre clases —estaba por terminar y aprobar el curso que le acreditaría oficialmente—, el joven millonario —su madre Raven Gallagher le dio una gran parte de su fortuna cuando se marchó en la gran arca— pretendía cortejar a la chica que atendía visitas. Ambos parecían entretenidos, riéndose y conversando cómodamente hasta la aparición de los dos sylerianos. La chica, consciente de que debía hacer su trabajo, se volteó hacia ellos con una sonrisa. — Bienvenidos, ¿en qué puedo ayu…? ¡Oh! Representante Paokt, es un honor tenerle de visita en nuestra clínica. — No se preocupe, señorita, venimos a ver a ese chico de ahí — El soldado Devom señaló con vacile al aprendiz de médico. — ¿A mí? — Brandon no parecía especialmente contento por ver a dos viejos conocidos — ¿A qué debo el placer? — En privado, Brandy — Musitó Xerom en un tono burlón, tomando la palabra ante la seriedad de su superior. — Ahí mismo tienen una oficina por si quieren reunirse a solas — La recepcionista humana les indicó el lugar, señalándolo. — Gracias — Asintió Omnius, queriendo ser cortés con la dama. El dúo syleriano y el humano entraron en dicha sala, cerrando la puerta tras de sí para mayor privacidad. Una vez los tres dentro, el joven Gallagher decidió tomar asiento, consciente de que sería un tema delicado el que iban a tratar y el cual no tomaría poco tiempo. El soldado Devom decidió quedarse de pie en la puerta, mostrándose alerta en todo momento, mientras que el representante Paokt optó por sentarse también. Por unos breves instantes, el silencio se hizo protagonista en la sala. Omnius y Xerom no habían interactuado mucho con Brandon, ni en el pasado ni en la actualidad, pero formaban parte de la misma generación que se graduó en la academia en Ciudad Anixis, allá en Paraíso. — ¿Qué tal te va el curso? — Preguntó de pronto el principal líder de las especies aliadas — He oído que vas muy bien y en breve serás oficialmente un médico general. — Has oído bien — Contestó Brandon con cierta soberbia — ¿Y tú qué tal en el cargo de representante? He oído que el Consejo Superior te tiene de títere. — Has oído mal — Musitó el syleriano, con el semblante serio — Cierto es que mi voto no se tiene en cuenta porque soy la minoría, pero el Consejo no me tiene de títere. De hecho, por ellos estoy aquí. — ¿En serio? — El joven ricachón esbozó una media sonrisa — ¿Qué quiere el Consejo de mi? — Ellos no quieren nada de ti, idiota — Intervino Xerom, riéndose del humano — ¿Tan importante te crees? — No te recordaba tan impertinente, Xerom — Le reprochó el médico, sonriéndole sarcásticamente — Venga, chicos, hablemos en serio. ¿Qué mierda queréis de mi? ¿Dinero? ¿Es eso? ¿Qué financie algún proyecto secreto como hizo mi madre con la gran arca? — No, Brandon, no queremos tu maldito dinero — Paokt se estaba conteniendo para no mostrarse más agresivo, que era lo que el humano provocaba en él — Estamos aquí para convencerte de que te unas a una misión clandestina. No estás obligado a acceder, pero después de saberlo todo, si rechazas la propuesta no podrás abrir la boca. De lo contrario, te aseguro que haré lo posible para que pases el resto de tu vida pudriéndote en una celda, por mucho dinero que tengas. Eso o el exilio a la nada. El joven Gallagher se puso serio. Empezaba a ser consciente de que algo gordo se estaba cociendo en el Consejo Superior como para recibir la visita inesperada de uno de sus miembros, el cual era además su principal líder en lo que a la Alianza respectaba. Xerom permanecía impasible en la puerta con los brazos cruzados, mientras Om supo que la conversación ya no iría por los derroteros por los que la estaba llevando el humano creído. — Vale. ¿Qué ocurre? — Tengo la firme convicción de que el Consejo Superior, o al menos uno de sus miembros, pretende someter a las especies de la Alianza bajo el control y las normas totales de los anixis — Empezó explicando el representante syleriano, captando la atención del médico — Necesito encontrar pruebas y estoy reuniendo a un equipo en el que confío para que me ayude a recaudarlas y posteriormente a publicarlas ante la sociedad. El pueblo anixis es soberano, aunque exista un Consejo Superior, ellos siempre tienen la última palabra. Ver que sus líderes pretenden ser una especie de dictadores en potencia no les hará ninguna gracia, viniendo del pasado del que vienen. — Comprendo, pero, ¿por qué necesitáis un médico? — El joven Gallagher no sabía si encajaba en ese equipo — ¿Por qué yo? — Aunque te cueste creerlo, tú eres de confianza para los que formamos parte de ese equipo. Jackon, Echo, Kendall, Owen… veremos si Karla y Andrómeda. Luego iremos a ver a Mia — Omnius confiaba en que cuantos más se uniesen, más probabilidades de éxito habría — Sé que no eres un soldado y no necesitamos que lo seas, pero tus conocimientos sobre la fisionomía anixis podrían sernos de utilidad en algún momento. Tus estudios, tu información… es poder. Y bueno, tienes una gran masa de dinero. No lo queremos, pero si tienes algún proyecto interesante o quieres invertir en algo, podemos negociarlo y evidentemente, tu ayuda en mi asunto haría que yo te diera facilidades para tus asuntos. — Entiendo, entiendo… — Brandon parecía estar pensando en algo en concreto — Dime, Om, ¿tu recuerdas lo que yo quería antes de subirnos a la gran arca? — Sí — El syleriano lo miró detenidamente — ¿Ese es tu precio? — Una vez tu asunto tenga una conclusión, organizarás unas elecciones a representante de la Alianza y me presentaré como candidato — Reveló Brandon, dejando atónito únicamente a Xerom, que desconocía ese deseo del humano — Tú te harás a un lado, Om. Me dejarás el camino libre. Sin ti como posibilidad de reelección, puedo liderar a las especies aliadas. — No me haré a un lado, yo nací para esto — El actual representante no iba a regalar su puesto — Pero podemos hacer dos cosas. Anticipo las elecciones cuando mi… asunto, haya terminado para bien o para mal, y que gane el mejor. Si ganas tú, te cedo el poder. Si gano yo, te elegiré como mi consejero y serás la segunda persona al mando de la Alianza. ¿Qué te parece mi propuesta? Gallagher miró a Devom, que le observaba con seriedad. Se podía ver en los ojos del soldado que esa propuesta no le hacía ninguna gracia, porque intuía que el humano era uno de esos tipos que se mueve por sus intereses y no por los de la gente. Acto seguido, el médico clavó sus ojos en los del líder syleriano, que se mantenía impasible y observándolo fijamente. Parecía una partida de póker en la que se estuviesen jugando algo más que dinero. Los segundos parecían hacerse muy largos, pero Brandon tomó rápidamente una decisión al respecto. — Me parece justo. Acepto. […] — No me gusta el trato que has cerrado con Gallagher. Xerom hizo que Om detuviese sus pasos, ya fuera de la clínica médica en la que se habían reunido con Brandon para convencerle de unirse al equipo en la sombra. Estaban de camino a la zona de motores, donde sabían que la ingeniera Yazuke se encontraba, pero el soldado que acompañaba a su máximo superior decidió compartir su más sincera opinión. — Sinceramente, Xerom, era cuestión de tiempo que Brandon quisiese optar a mi cargo en algún momento — Dijo el representante, quitándole hierro al asunto — Es un ser ambicioso, tiene la fortuna que su madre Raven le legó y además comparte con ella ese deseo por liderar a su especie. Lo quiso en la gran arca y eventualmente lo querría aquí. — Ya, bueno, pero aún así siento que salimos perdiendo con ese pacto — El soldado syleriano hizo una mueca de preocupación — No digo que Brandon sea mal tipo, pero los seres como él, tienden a dar problemas tarde o temprano. — Mejor tenerlo cerca y controlado que libre y enfadado. ¿No recuerdas lo que pasó con ese humano multimillonario? — Sí, el dueño de Puerto Arcadia. — Exacto, se llamaba Adam Brant y según supimos tiempo después, al fracasar en sus aspiraciones de liderar a la humanidad, se dejó controlar por Mente Colmena — Paokt estaba dando un punto de vista bastante coherente, demostrando el aprendizaje que le había dado el pasado — Brandon es un tipo como él. Conviene tenerlo atado en corto y darle pequeñas migas de satisfacción. Además, de nuestro lado es útil tenerlo. De enemigo o en contra, como tú dices, podría darnos problemas. — ¿Crees que ese tipo se vendería a los anixis en algún momento? — Xerom dudaba de ello — Brandon ama a la humanidad, se ha hecho médico para ayudar… es un engreído, pero no creo que llegase a ser un traidor. — Cosas más raras hemos vivido en el territorio conocido, amigo mío. Tras esa breve conversación sobre las dudas que habían germinado en el soldado Devom, el dúo syleriano continuó su travesía hasta la zona de motores. De corta duración pero en la cual pudieron apreciar los diferentes cambios que se habían dado y se estaban dando en lo que antaño fue la gran arca, finalmente llegaron a su destino. Tal y como esperaban, algunos trabajadores enviados allí por el Consejo Superior se encontraban terminando de desvalijar los motores para ya sí, convertir definitivamente la nave en una estación espacial en órbita con Ibos. Un puesto de avanzada para observar el horizonte y desde el cual partirían las naves de los futuros emisarios, ya que la campaña estaba por comenzar y muchos estaban dispuestos a postularse, en especial Jackon. Además, también servía como puesto de procesamiento para criminales, encerrados en celdas de máxima seguridad o en casos peores, siendo la antesala del exilio a otra colonia de la cual las especies de la Alianza conocían poco o nada. Fuese como fuese, el proceso de reconversión estaba en marcha y los planes eran inevitables. Om y Xerom se acercaron a uno de los trabajadores para preguntar por el paradero de la ingeniera Yazuke. — Está hablando con el jefe, su trabajo aquí ya ha terminado y en breve un transporte la llevará de regreso a la superficie. — ¿Y dónde está exactamente? — Mire, por ahí viene. Mia salía de una habitación con su uniforme de mecánica, una caja de herramientas en una mano y el semblante neutro. No obstante, al encontrarse de cara con el principal representante de la Alianza y un soldado al cual recordaba de su estancia pasada en Paraíso, su rostro cambió. Ahora el semblante era más serio, porque por lo que parecía, la presencia del dúo syleriano ahí no le hacía presagiar que se tratase de algo muy bueno. — Un gusto verte, Mia Yazuke — Murmuró Omnius, el cual la recordaba de sus tiempos en la academia — Soldado e ingeniera, aunque destacando mucho en lo segundo. E incluso licencia de pilotaje de naves. Sin duda alguna, invertiste bien tu tiempo en la academia de Ciudad Anixis. — Veo que tú también, Om Paokt. Aunque lo tenías todo desde el primer día, me imagino que debe ser gratificante no sudar ni un poco por obtener lo que deseas — La mujer de rasgos asiáticos no se sintió atacada, pero no dudó en hacerlo ella — Y que decir de tu acompañante. ¿Eras…? — No me sorprende que no te acuerdes de mí — Indicó el soldado syleriano, totalmente indiferente — La verdad es que yo no me acordaba de tu nombre hasta que vi tu informe en la base de datos. — Entrañable — Musitó ella, para luego centrarse de nuevo en Omnius — Decidme, ¿qué hacéis aquí? ¿He hecho algo ilegal? — No, que yo sepa. ¿Lo has hecho? — No sé, Om, ¿es una pregunta trampa? — Te voy a ser honesto: me importa menos que el sistema solar neoniano — Era ya un clásico que los sylerianos y los neonianos tuviesen sus dichos atacándose entre sí — Estamos aquí porque te necesitamos para algo importante. No vamos a decir nada aquí tan expuestos, así que si tienes alguna vivienda temporal, podríamos ir a ella y hablarlo. — Sí… tengo una. De hecho debo ir a por mis cosas, ya he cumplido con mi labor aquí y me toca regresar a casa. Seguidme. El trayecto hasta la vivienda temporal de la mujer asiática no fue muy largo, y en el proceso, algunos trabajadores de la estación espacial se quedaron mirando con intriga a quién era uno de los miembros del Consejo Superior, extrañados de verlo por allí sin haberse mencionado ninguna visita oficial. Omnius era consciente de que su presencia allí captaría la atención, por lo que debía darse prisa antes de que la gente se preguntase con más ahínco que estaba haciendo allí el representante de la Alianza. — Poneos cómodos si queréis, aunque no tengo mucho tiempo antes de que llegue mi transporte de regreso a Ibos. Mia se dirigió a su habitación para recoger algunas de sus pertenencias mientras Omnius y Xerom se hallaban en el salón, una vez habían llegado a la casa de la ingeniera. El lugar estaba en penumbra ya que las persianas estaban casi bajadas en su totalidad y apenas se filtraba la luz artificial de la propia estación. El soldado syleriano hizo un barrido disimulado por todo el hogar, asegurándose de que estaban solos. Era un hábito con el que siempre contaba. — Nosotros tampoco tenemos mucho tiempo — Murmuró Omnius, recordando a esos trabajadores que le observaron — Xerom, ¿sabes algo de Jackon y Echo? — Me acaban de notificar por mensaje que ya han hablado con Karla y Andrómeda — Reveló el soldado una vez había asegurado el área — Ellas no quieren formar parte del equipo, pero nos ayudarán si es necesario. — Entiendo — El representante Paokt no estaba contento con esa noticia, pero comprendía los motivos que pudiese haber detrás — Mia, tenemos que darnos prisa. — ¡Soy todo oídos! — Exclamó ella desde su cuarto mientras almacenaba sus cosas en una maleta. La explicación tuvo que ser dada nuevamente por el líder syleriano, que se desplazó hasta la habitación de la mujer para que pudiese escucharle mejor. Xerom, tal y como siempre hacía, permaneció en la entrada de la vivienda por precaución y vigilancia. Una vez Om terminó de relatar su punto de vista sobre el Consejo Superior y el plan del equipo que estaba reuniendo, la ingeniera, que había terminado de empacar sus cosas, alzó la vista. — ¿Cuánto pagáis? — Fue la pregunta de ella, evidenciando sus prioridades — No te ofendas, Om, pero esa tontería de la “familia” que me has dicho, sabes que no es cierta. Al menos no para mí. Ninguno de vosotros ha sido amigo mío antes y dudo que vayáis a serlo ahora. — Evidentemente que tus servicios serán recompensados — Paokt contempló todos los escenarios — Y entiendo a qué te refieres, aunque personalmente, formas parte de esa generación académica que subió a bordo de la gran arca. Quizá para ti no, pero para mí, eres de la familia. Yazuke frenó por unos instantes en su hiperactividad por asegurarse de que tenía todas sus cosas y se volteó hacia el líder syleriano. En su rostro se podía apreciar una mezcla de emoción y respeto al haber oído esas palabras. — Gracias, Om — Musitó ella, asimilando aún ese mensaje — La verdad es que no sé para qué me queréis exactamente pero puedo proporcionaros mi experiencia en ingeniería, piratería, armamento y pilotaje, de ser necesario. — ¿Eso es un sí, Mia? — El representante Paokt no pudo evitar sonreír tímidamente, pues la consideraba una gran adquisición al equipo — ¿Serás una de nuestros aliados? — Así es — La mujer de rasgos asiáticos ya tenía su maleta lista — ¿Hay algún lugar como punto de referencia? ¿Piso franco? ¿Base secreta? — Estamos trabajando en ello, pero sí, algo hay. — Entonces, después de ti — Yazuke hizo una especie de reverencia cortés — Te sigo, jefe.
Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo de esta semana, tercera leída en simultáneo que tenemos en el mes de abril. Al final nos hizo bien esperar a que el foro regresara, ya que hemos podido disponer de buenas lecturas :) El capítulo arranca justo donde quedó el anterior. Om y sus amigos suben al arca (o ex arca, debería decir) para intentar reclutar al resto de su familia. Jackon y Echo aprovechan ese momento para hablar sobre su relación, y está claro que, aunque se conocen y se quieren desde que son chiquitos, sus objetivos y prioridades son muy diferentes. Jackon quiere explorar el universo y ver cómo puede contribuir de esa forma a la sociedad siendo un emisario, mientras que Echo quiere quedarse y pelear por su gente. Los dos tienen sus puntos y posturas muy diferentes, y aunque Jackon le dice que le gustaría que ella viajara junto a él, Echo le dice que eso no va a pasar Falta cada vez menos para que la separación entre esta parejita sea completamente oficial, pues una vez la misión termine y Jackon se anote con los emisarios, todo se terminará entre los dos. Y eso va a doler y mucho Tras los argumentos entre los dos, llegan por fin con Karla y Andrómeda. Y allí vemos que Jackon ha pasado muchísimo tiempo sin ver a su hermana. Y creo que es por eso que Jackon tiene ese deseo de irse. Ha pasado tiempo alejado de Karla, Owen y el resto, y de seguro (no seguro, es más suposición mía que otra cosa XD) tal vez pasar un rato con su familia y amigos de vuelta lo haga valorar más a sus amigos y elija quedarse en casa después de todo (por favor que así sea ). Les explican a ellas para qué están allí, incluso Jackon demuestra una faceta un poco oscura al sugerirles que no tienen por qué pelear, y que con la ciencia pueden desarrollar compuestos o toxinas para afectar a los anixis, algo que deja un poco asustada a Karla y Andrómeda. Ellas tienen bien en claro que su profesión la eligieron para ayudar, y no para lastimar, y se comprometen a formar parte de la causa ante una emergencia, pero no si no es estrictamente necesario. Decisión entendible, que deja feliz a Jackon, ya que está conforme con que su hermana no participe. Luego de eso pasamos a ver a Om y a Xerom, y podemos confirmar que lo que dijo Mia sobre Brandon es verdad. El ricachón usa su dinero para ligar con todas. Pues listo, ya no merece ser pareja de Andrómeda (preferiblemente, de ninguna mujer decente entre la humanidad). Cuando son recibidos, Brandon y los dos sylerianos se van a una oficina privada para charlar, y allí Brandon habla con muchos aires de grandeza como muchos que son estudiantes de medicina y no pueden pasar ni 3 segundos sin decirlo por las redes sociales . Luego de explicarle el plan que trama el consejo superior, Brandon accede justamente porque está interesado más en su paga que en participar de algo que ayude a la alianza. Quiere ser él el propio representante de las especies. Claro que sí, amigo. Ya todos sabemos que alguien así al mando será un desastre. Seguro que lo que haría primero si fuera eso sería contratar super modelos para ser secretarias Om le dice que puede tener el puesto, pero se lo tiene que ganar en una elección, y no renunciará fácilmente a eso. Brandon accede, y luego de contar con él, los dos sylerianos van en busca de Mia. Xerom le pregunta si está seguro a Om de lo que quiere hacer, y este le dice que no del todo, pero que a gente como Brandon es mejor tenerlos cerca, vigilados y contentos que lejos, descuidados y enojados. Y está el antecedente de Adam, quien se dejó controlar por Mente Colmena solo para aprovechar que podría vengarse de los líderes si iba a morir de todos modos. Creo que es buen detalle ese. Om vio de primera mano como Adam estaba listo para explotar el arca que estaban construyendo, y de seguro le habrá inculcado mucho de eso a su hijo. Es bueno ver que Om aprendió de todo lo que le enseñaron, y que estará listo para manejar muchas cosas. La última en ser reclutada es Mia, quien ya terminó de trabajar lo suyo en el arca y se dispone a descender para vivir sus días en tierra firme (y yo espero que lejos de mi bebé Owen, que él es de Karla ). Mia les dice a los dos que no tiene problema en trabajar en eso mientras la paga sea buena, ya que no se considera como tal familia de los amigos de Omnius. Él le dice que para él, todo amigo suyo que subió al arca es familia, y eso despierta una parte sensible en ella, quien dice que lo hará. Y con eso, ya vamos terminando la etapa del reclutamiento. Omnius, Xerom, Kairos, Owen, Kendall, Jackon, Echo, Brandon y Mia están listos para actuar, mientras que Karla y Andrómeda quedarían como reserva. Hay que ver a cuantos más entre los de Kairos como Vorta y Eret, los extrabajadores del invernadero como Nosh, y el mismísimo Eeron están realmente dispuestos a jugar este juego, pero la verdad es que tiene pinta interesante. Creo que a partir de aquí se viene el verdadero plato fuerte de la parte I, y ya muero de ganas para ver qué es lo que pasará primero, amigo Bueno, con eso me despido por el momento. Ha sido una genial leída en simultáneo para completar una racha de 3 en el mismo mes como en los viejos tiempos. Esperaré pacientemente por el siguiente capítulo. Ahora sí. Me despido hasta la próxima. Un abrazo y cuídate mucho
Sean bienvenidos al quinto capítulo de esta continuación de Los Viajeros. Esta vez no voy a explayarme mucho, simplemente agradezco a mi querido amigo Agus estresado por no perderse ninguna actualización de esta gran historia, la cual espero que disfrute. También aquellos que os paséis por aquí, espero que os guste. Sin más, que empiece la lectura. Procesamiento — Pues parece que ha ido bien, ¿no? Kendall se volteó a ver a Owen, quien seguía sus pasos en dirección al vehículo personal del detective. Una ligera llovizna azotaba el Distrito Neonia, habiendo nublado en cielo y por ende oscureciendo un poco la ciudad de Vianus. El dúo acababa de conseguir que Kairos y su grupo de ‘mercenarios’ se uniesen a la misión clandestina que el representante Paokt estaba organizando con el fin de confirmar sus sospechas sobre Akkor y el Consejo Superior. — La verdad es que sí — El joven Crane se veía algo sorprendido — Jamás pensé que vería al intolerante Kairos Kent pensando en el pueblo. O al menos no en alguien más que en sí mismo y los neonianos. — Bueno, ha dejado claro que esas son sus prioridades — El chico de rasgos asiáticos tampoco quería dar por sentado que el neoniano fuese ahora una buena persona — Créeme, llevo en contacto con él más que tú. Está ayudando a la gente desfavorecida, pero su gente tiene prioridad. El agricultor pensó que su compañero tenía un punto de lógica en su argumentación. Kairos siempre destacó en el pasado por ser una persona arrogante, egoísta y extorsionadora. Tal vez en estos años había aprendido a moderarse o camuflar esa forma de ser, o simplemente ahora tenía unos objetivos más filantrópicos, pero una persona siempre lleva consigo parte de lo que fue. Ese pensamiento mantuvo cautivo en sí mismo a Owen durante unos segundos, haciendo que Kendall tuviese que llamarle la atención. — ¡Hey! — El detective le indicó con un gesto que avanzase — ¿Acaso quieres mojarte más con este diluvio? Vámonos de regreso a mi despacho y esperemos información de Omnius y los demás. — Ah, sí, perdona — Owen se quedó en esa reflexión sobre el pasado, la cual quería decir que inevitablemente siempre cargaría con el peso de ser un Crane Carver — Cierto, me gustaría contactar con Karla y explicarle todo esto. No me gustaría que formase parte de la misión. — Ya, bueno… pronto sabremos quiénes están a bordo y quiénes no. Ambos humanos se dirigían hacia el transporte personal de uno de ellos cuando, repentinamente, una extraña luz a sus espaldas les hizo girarse. De pronto, una intensa llamarada estaba consumiendo un gran cartel que colgaba entre edificios del distrito, en el cual se apreciaba un mensaje dirigido a toda la población: “Próximamente, llega el gran Día de la Unión. ¡Celebremos el presente y el futuro próspero que nos espera como aliados!”. Esa propaganda sobre el día en el que la gran arca desembarcó por primera vez en Ibos, iba a hacer ya cuatro años, fue colocada por las autoridades anixis que se estaban encargando de la promoción de la festividad. Los años anteriores tuvo una buena acogida, pero en el año corriente con todas las disputas y tensiones que estaba habiendo ante la ausencia de víveres para el pueblo de la Alianza, la gente no estaba con ganas de celebración. Owen y Kendall se percataron de que un grupo de jóvenes neonianos fueron los causantes del fuego al verlos cantar en señal de protesta. — ¡No habrá Día de la Unión en Ibos si solo se lucran los mismos! — ¡Anixis, desechos, ¿dónde están nuestros derechos?! — ¡Sin comida en este mundo no habrá vida! El dúo humano no esperaba que algo así fuese a suceder, pero poco a poco más gente del distrito se fue sumando a la protesta con diferentes cánticos. Kairos salió del local en el que se había reunido con ambos, acompañado de Eret y Vorta, visiblemente enfadado. El liderazgo del joven neoniano no tardó nada en hacerse notar, ya que al verlo aproximarse a la multitud cada vez más grande, algunos agachaban la cabeza e incluso se apartaban con respeto. El que antaño hubiese sido un soldado graduado en la academia de Paraíso no dudó en encarar a esos jóvenes imprudentes mientras el cartel se consumía en llamas e iluminaba la avenida conforme la noche caía. — ¡¿Qué se supone que hacéis?! ¡¿Acaso queréis llamar la atención de las autoridades anixis?! — Kent estaba realmente molesto, consciente de que atraer a la especie al mando de todo podía desencadenar problemas — ¡Las protestas deben ser estratégicas, no cuando a uno le apetecen! ¡Apagad ese fuego ahora mismo! Sin embargo, la respuesta de las autoridades fue bastante rápida. Dos transportes aéreos aparecieron sobrevolando el Distrito Neonia con dos fuertes focos de luz que apuntaban contra la manifestación que se había formado repentinamente —aunque era bastante probable que hubiese sido convocada entre unos pocos—. Otras personas presentes en la gran avenida, fuesen o no neonianos, sabían que la situación estaba por volverse tensa. No era la primera vez que había altercados en el distrito neoniano. — Como polillas hacia la luz… — Musitó el joven Xom para sí mismo, observando como los vehículos policiales anixis descendían uno a cada lado del distrito — Mierda, debemos irnos de aquí, Owen. — Concuerdo contigo, esto puede ponerse feo. Una vez las lanzaderas policiales tocaron suelo firme, abrieron compuertas, saliendo de ellas dos pelotones de policías armados con escudos y porras electrificadas. Acababa de hacerse de noche en esa parte del planeta y además de las farolas, ese gran cartel ardiendo iluminaba la calle como si de la antesala de un evento se tratase. Kendall y Owen aceleraron el paso para subirse en el vehículo del primero e irse lo más rápido posible, pero cuando estaban por meterse en ella, una granada de energía quedó adherida en la superficie del aparato, activándose e inutilizándola. — ¡¿Qué diablos haces?! — Exclamó el detective, volteándose para confrontar a un policía anixis, autor de ese lanzamiento — ¡Nosotros no tenemos nada que ver con esa protesta! — ¡Nadie se va a ir de este distrito sin ser identificado y procesado! — Amenazó el policía, al frente de ese pelotón y hablando en alto para que todos le escuchasen — ¡Todos con las manos sobre la cabeza y pegados a la pared! ¡Se acabaron las sutilezas en este distrito! La muchedumbre que se había formado próxima al cartel en llamas —eran alrededor de doscientas personas— no se disolvió, queriendo complicar el proceso de identificación y procesamiento a las autoridades anixis. Esa fue la principal respuesta de la mayoría poblacional del distrito, los neonianos. Pero una segunda se puso en marcha, desencadenando definitivamente el conflicto. Desde algunos balcones de viviendas comenzaron a caer globos con pintura contra la policía en una clara señal de protesta, pero alguien fue más allá y lanzó a uno de los vehículos una granada de fragmentación. Siendo estas de fabricación humana pero mejorada, el tiempo de explosión variaba en función del tiempo que tardase la propia granada en tocar una superficie, cosa que hizo al tocar el suelo. Una de las lanzaderas de estas autoridades anixis, la más próxima al dúo humano, explotó irremediablemente al estar en el radio más cercano de dicha granada. Los agentes de la ley salieron por los aires, al igual que varias otras personas que estaban en el radio de la onda expansiva, entre ellas el detective y el agricultor. Lo siguiente fueron una serie de gritos y a esa multitud lanzándose al ataque contra la policía anixis, iniciando una batalla campal. Owen estaba algo aturdido por la explosión, habiendo caído al suelo tras la onda expansiva, pero sin ningún daño aparente más allá de algunos rasguños. Ahora, al fuego del cartel sobre el Día de la Unión se le sumaba también una lanzadera ardiendo, dando al escenario unos tintes similares a los de una guerra civil o un atentado terrorista. Eso mismo pensaban los anixis, que no dudaron en pedir asistencia médica y refuerzos al cuartel mientras algunos de sus compañeros caídos no se levantaban. El sonido del fuego abrasador se entremezclaba con los gritos de rabia y de dolor en el distrito, pero el joven Crane empezó a escuchar los llantos de una niña neoniana que parecía no encontrar a sus padres. Kendall se estaba incorporando cuando vio a Owen dirigirse hacia la niña, queriendo socorrerla o al menos protegerla del conflicto que estaba desatándose, no obstante, aquel gesto también fue visto por un policía anixis. El agente persiguió al humano mientras el detective empezaba a ver doble, señal de una contusión en la cabeza. Se tocó la frente con una de sus manos y comprobó que, efectivamente, brotaba sangre de una brecha que se había hecho al golpearse la cabeza en la caída por la explosión. El agricultor llegó hacia la niña neoniana y la tomó de los hombros para tranquilizarla. — Tranquila, te sacaré de aquí. Ven conm… Pero antes de que pudiese ayudarla siquiera, la niña lanzó un grito mientras miraba a la espalda del humano. Éste no pudo voltearse a tiempo y el agente anixis lo tomó por el cuello, estampándolo contra la pared y dejándolo seriamente aturdido. La niña neoniana se marchó corriendo y llorando despavorida mientras el autoritario anixis se disponía a detener a un indefenso Owen, que no sabía de donde le había venido el golpe y tenía sangre en varias partes de su rostro. Sin embargo, mientras estaba por ponerle unas esposas de fuerza al humano sin un motivo justificado, alguien se empezó a acercar sigilosamente al agente. — Las subespecies no dejáis de causar problemas desde vuestra llegada — Decía el policía anixis, mostrándose un tanto xenófobo — Se nos ha acabado la paciencia con vosotros. Ojalá seáis todos juzgados y cond… Un fuerte golpe en la nuca terminó por dejar ko al anixis, que cayó al suelo como si de un trapo mojado se tratase. El joven Crane se encontraba aún aturdido, pero consiguió voltearse solo para ver a su vieja enemistad salvándole de una detención que solo le acarrearía serios problemas. — Siempre tiene que salvarte alguien, Crane — Dijo Kairos en un tono serio pero calmado pese a la situación que se estaba desarrollando — De nada. — G-gra… gracias, Kent. El joven Xom se aproximó a Crane al mismo tiempo que veía marcharse a Kent tras realizar un acto heroico salvando al humano de la detención. El detective ayudó a Owen a incorporarse y llevarle hacia su vehículo, al cual le había quitado la granada de energía adherida que impedía que pudiese funcionar. Era paradójico ver que un invento de la especie neoniana estaba siendo usado y mejorado por las autoridades anixis, aunque una vez la Alianza llegó, prácticamente toda la tecnología fue compartida entre especies. Mientras se escabullían del caos, el líder del pueblo neoniano volvió directo al conflicto no porque quisiera, sino porque por encima de todo estaba su gente y su supervivencia. Así lo hablaron él y Yak Quetaryan en sus días previos a la partida en la gran arca. — No puedo simplemente subirme a bordo de esa arca e irme. Soy el líder de los neonianos y no todos van a irse. Por eso quiero que seas tú quien los lidere en esa colonia anixis. — Tal vez no me escuchen. — Tienes el potencial para que lo hagan. — ¿Y si no? — Sé que te las ingeniaras para actuar como debes. — Actuaré por el bien de los neonianos, primordialmente — Dijo Kairos, tajante — Y seguidamente del resto de especies de la Alianza. No hace falta que diga en qué lugar deja eso a los anixis. — Como debe ser — Quetaryan se acercó a su protegido y lo tomó de los hombros, usando un tono paterno — Esos seres no se merecen que vayamos a su mundo a ayudarles a crecer. Pero entiendo que algunas personas decidan emprender una nueva vida, no todos ven a los anixis como el origen del problema. Por eso necesito que vayas tú y convenzas a otros para que te sigan. Porque cuando sucedan cosas y los anixis se revelen como la escoria que son, ahí estaréis para rebelaros. Que paguen todo el sufrimiento que han ocasionado a los neonianos. — Cuando sea el momento de actuar por los nuestros, actuaré sin dudarlo — Afirmó Kairos, que protegido y cuidado bajo el manto de Yak, pretendía ir en el arca para mostrar al resto de la Alianza el peligro que corrían conviviendo con unos seres como los anixis — Una vez suba a bordo del arca, no habrá vuelta atrás. La pequeña niña neoniana observó detenidamente como Owen y Kendall se subían a su vehículo y partían de ahí inmediatamente, pues inmiscuirse en ese conflicto estando en una misión clandestina por destapar las supuestas intenciones del Consejo Superior sería tener una diana en la espalda. No pensaba lo mismo el joven Kent, un auténtico soldado fiel a su causa y un líder reconocido entre los suyos, que comenzó a defender a su gente de la brutalidad policial que se estaba llevando a cabo aunque la lucha hubiese sido provocada por unos pocos civiles en particular. Sin embargo, varias lanzaderas más aparecieron en el Distrito Neonia, siendo estos los refuerzos requeridos por la policía. No solo eran más agentes anixis, sino también de parte de la Alianza. La cantidad requerida de efectivos fue exagerada, pero superando en número a los protestantes lograron que estos se rindiesen pacíficamente. Kairos les indicó con un gesto a los suyos que levantasen las manos, mientras un policía anixis se dirigía expresamente hacia él para colocarse unas esposas. Ya no iba a haber identificación en un principio; ahora iban directamente a procesamiento. […] — ¿Estás segura de que no quieres venir? — Eeron intentó, hasta el último momento, convencer a su amiga humana de sumarse al viaje — Tendrías la autoridad que te mereces allí también. Liderarías a los colonos. — Lo sé, pero este es mi sitio — Ripley se volteó hacia los demás, mostrando una tímida sonrisa — Ellos y la gente de este planeta son mi familia. Quiero servirles a ellos, del mismo modo que he servido a todos los que se han subido a bordo para un nuevo comienzo. — Lo comprendo — Murmuró el anixis, asintiendo repetidas veces mientras tomaba de las manos a la humana — Siempre habrá un sitio para todos vosotros en el hogar al que vamos. Recuérdalo. — Lo haré, Eeron — Musitó ella, abrazando al emisario con gran cariño — Cuídate mucho y por favor, vela por la seguridad de las subespecies también. — No lo dudes nunca, Ashley. Soy anixis, pero también soy un aliado de las subespecies. Formáis parte de mi legado, de mi viaje hasta aquí. El emisario honorífico avanzaba con rapidez y seriedad en su rostro por uno de los pasillos de la Casa Superior, una vez sus maestrías con jóvenes alumnos y proyectos de emisario habían concluido. El anixis que convivió con las subespecies en el territorio conocido, antaño el viejo imperio de sus símiles, rememoraba con nostalgia esos recuerdos. Era un ferviente defensor de la Alianza y eso no pasó desapercibido para nadie en el Consejo Superior, con cuatro miembros anixis y uno de ellos siendo el representante principal del gobierno. Precisamente con él estaba por reunirse Eeron, que solicitó una reunión de urgencia, la cual podía pedir dada su condición especial de emisario honorífico. El motivo no era otro que la reciente batalla que se había llevado a cabo entre la policía anixis y los habitantes del Distrito Neonia. — Disculpe, emisario honorífico, el repres… — Dile que se deje de juegos y hablemos — El tono en el que lo dijo hizo que el guardia se sintiese intimidado — ¡Akkor! ¡La reunión es ahora, no la postergues! Eeron le llamaba tras la puerta, junto al guardia que la custodiaba, estando en el interior del salón el propio Akkor. El principal líder de la sociedad anixis —y en cierto modo de la Alianza— en Ibos cerró los ojos por unos segundos, casi como maldiciendo hacia sus adentros. El anixis, en una edad avanzada pero lo suficientemente joven como para poder dar problemas, se incorporó de su cómodo sillón y emprendió el camino hacia la puerta, en lugar de indicar al guardia que dejase pasar al emisario honorífico. Cuando la puerta se abrió, el vigilante se volteó abruptamente mientras que Eeron permanecía con el semblante serio. Akkor se asomó y observó la escena, consciente de que aquel joven que envió al viejo imperio era ahora un veterano de guerra curtido en su viaje. Ya no era un inocente emisario sino una voz autorizada que no solo las subespecies respetaban, sino también la gran mayoría de anixis. No dejarle pasar sería, además de una ofensa, una terrible decisión. El viejo explorador iba a entrar sí o sí. — Márchate y déjale pasar — Le ordenó el principal líder anixis a aquel guardia apostillado en su entrada — Vuelve en quince minutos. — Entendido, representante superior. Eeron vio marcharse a aquel vigilante para acto seguido entrar rápidamente al interior de ese despacho personal que ostentaba Akkor, gesto que no agradó en absoluto al propio líder. Éste cerró la puerta inmediatamente y ni siquiera se molestó en indicarle al emisario honorífico que tomase asiento, haciéndolo él mismo. Eeron se mantuvo de pie, observando por una ventana el bullicio de Vianus, en el cual se veía en su mayoría anixis y solo unos pocos ciudadanos del resto de especies. — ¿Por qué esa impulsividad y esa impaciencia por reunirte conmigo? — Akkor no dudó ni un segundo en ir directo al fondo del asunto, manteniendo su templanza pese a cierto nerviosismo que le invadía por dentro cuando aparecía el emisario — ¿Es otra vez sobre las subespecies? — Sabes perfectamente que sí — Eeron se volteó y reveló un rostro enfadado, algo que sorprendió un poco al representante superior — Doy por sentado que han llegado a tus oídos las noticias sobre el conflicto en el Distrito Neonia. — En efecto, estoy al tanto de lo sucedido. — ¿Por qué intervinieron nuestras autoridades en lugar de ir primero las de la Alianza? Te recuerdo que es importante que medien primero entre ellos, nosotros no podemos pasarnos de autoritarios. — Están en mi planeta y en mi ciudad, por lo tanto, mis autoridades están por encima de las de la Alianza — El líder anixis fue muy tajante en esa afirmación — Intervenimos antes que la Alianza porque no es la primera vez que ocurre el caos en ese distrito. Los neonianos… son la subespecie más temperamental de todas. Y algunos están fuera de control. — ¡Era cosa de la Alianza! ¡Nosotros los anixis no debemos intervenir a menos que pase a mayores! — El emisario honorífico no estaba de acuerdo — ¡Conozco a las subespecies como el que más y sé que con esto se sentirán sometidos por el Consejo Superior! ¡Es un error aplacarles así! — ¡Han muerto tres agentes de la ley, Eeron! ¡Tres agentes que solo fueron ahí a hacer su maldito trabajo! — Akkor se levantó de su sillón con agilidad, visiblemente enfadado — ¡¿Cómo sigues defendiendo esos actos vandálicos provocados por las subespecies?! — ¡¿Y tú por qué los metes a todos en el mismo saco?! ¡Que un grupo de neonianos intente provocar el conflicto no significa que toda la especie neoniana en Ibos sea parte del problema! ¡Lo mismo va para humanos y sylerianos! ¡Y nosotros, como seres obsesivos por el control y el orden, creemos mostrar la medida justa de justicia, pero no medimos bien! — Eeron, cuando te dimos el visto bueno para que trajeras a las subespecies a este mundo y nos uniésemos, era con el propósito de prosperar todos juntos y de crecer a más velocidad de la que nosotros hemos podido — El representante superior trató de apaciguar la tensión que se respiraba en el ambiente — Pero desde su llegada aquí, solo los dos primeros años fueron pacíficos. El resto del tiempo siempre ha habido disputas, protestas, demandas injustificadas… Y están dando más problemas que beneficios. — Ahí radica el problema, que yo pensé que los veías como aliados pero los ves como un recurso — El emisario honorífico frunció el ceño mientras negaba con la cabeza y miraba fijamente a su líder — Y ellos lo saben. Solo quieren ser tratados como iguales, con equidad y repartición de bienes. Los anixis no estamos como para sentirnos superiores a nadie. Esa estúpida idea del viejo imperio es historia, una huella erosionada por Mente Colmena, esa pesadilla que las mismas subespecies consiguieron eliminar. Merecen igualdad y yo lucharé desde mi posición para que así sea. Así que, dime, ¿dónde van a ser llevados los retenidos? El principal representante del Consejo Superior permaneció en silencio durante unos segundos bajo la atenta y fuerte mirada del emisario honorífico, que defendía a las subespecies a capa y espada. Akkor admiraba esa determinación pero no la compartía, pues consideraba que la Alianza tenía una vida estándar y aceptable como para andar quejándose de que los anixis tuviesen algo más de control sobre la sociedad. Sin embargo, podía entender hasta cierto punto unas protestas pacíficas, pero las últimas se estaban convirtiendo en conflictos de guerrilla y en la más reciente había habido incluso varios muertos en la policía anixis, pero también algún civil alcanzado por el fuego y la explosión de una granada de fragmentación. — Han sido identificados y procesados, ahora pasarán a disposición de las autoridades de la Alianza con un claro mensaje del Consejo Superior. — ¿Qué mensaje? — Con motivo del Día de la Unión y las recientes protestas civiles, hemos decidido ampliar la seguridad en las calles — Reveló Akkor, decidido a no permitir más intolerancia por parte de las subespecies — Las autoridades aliadas colaborarán estrechamente con nosotros para mantener el orden y la paz con más efectivos en las posibles áreas de conflicto. — ¿Y el representante Paokt está de acuerdo con esa medida? — Ha sido votado en su ausencia, pero será notificado cuando regrese de su visita a la gran arca. Al parecer, ha sido visto allí sin declararse el porqué. — Ambos sabemos que esa notificación es absurda, como lo fue otorgarle una membresía en el Consejo — Eeron sentía cierta repugna por su principal referente y líder, un ser al que respetaba en el pasado pero al cual en el presente le había perdido esa admiración — El representante Paokt lidera a su gente, pero no tiene poder alguno en la sociedad. Ahí tienes el porqué de las protestas, es tan simple como eso. Las subespecies no son idiotas. — Cuando aceptaron venir aquí, sabían a qué venían. Tú lo sabías, Eeron. — No, yo pensaba que lo sabía, pero acabo de darme cuenta de que no era así. Fui engañado por ti y el resto del Consejo Superior. El emisario honorífico sentía una deshonra total hacia su gente, pero en especial hacia aquellos que la lideraban, por mostrarse egoístas y nada empáticos con los neonianos, humanos y sylerianos que acudieron a Ibos en busca de una mejor vida y un futuro próspero, todos juntos. El representante superior permaneció impasible mientras Eeron salía de aquella sala con el semblante serio y apenado. Akkor apreciaba al explorador en el pasado, pero su constante y ferviente apoyo hacia la Alianza le hacía sentirse traicionado. Cuando la puerta se cerró tras él, sintió un alivio temporal, pero pronto sus pensamientos se centraron en la situación que se estaba generando en su mundo. Las protestas más fuertes fueron en Vianus por ser la principal ciudad, pero Astea y Cainia no se libraban de ser participes, gracias a la distribución de las subespecies en las diferentes ciudades y la cada vez más estrecha convivencia con los ciudadanos anixis. Eeron salió bastante ofuscado de su reunión fortuita con Akkor mientras pensaba en las consecuencias que podía acarrear el tener a más seguridad en las calles, algo que podría ser visto por las especies aliadas como un sobrecontrol y sometimiento hacia ellas. Tan inmiscuido en su mente estaba, que el emisario honorífico no fue consciente de que se aproximaba de cara un rostro conocido para él. Tuvo que escuchar su voz para volver de ese profundo letargo interno en el que se encontraba. — Viejo maestro, ¿está todo bien? Ante sus ojos se hallaba el joven Relic, que supo reconocer en el rostro de su antiguo maestro que algo le ocurría. Vestía una especie de túnica oscura, vestimenta que solían llevar los emisarios que permanecían aún en Ibos, sin una misión en curso. Eeron, al ser emisario honorífico, portaba una túnica similar pero con la excepción de que los bordes eran dorados. — No, no está todo bien — La respuesta del veterano explorador dejó intrigado al joven, que lo observaba detenidamente — Supongo que estarás al tanto de lo que sucede en nuestras ciudades. — ¿Hablas de la rebelión de las subespecies? — Esa frase a modo de pregunta pilló por sorpresa al emisario honorífico — Obviamente que sí, todos los emisarios que trabajamos aquí en la Casa Superior somos conscientes de lo que sucede. — ¿Rebelión? ¿Quién ha dicho que sea una rebelión? — Eeron no dudó en defender a las especies con las que convivió hacia más de cincuenta años atrás que, para él mismo, no habían pasado — Ellos únicamente pretenden ser escuchados y considerados por el Consejo, no van a rebelarse contra nosotros. No sé de donde has sacado esa idea. — Es lo que pensamos prácticamente todos, viejo maestro — Relic se veía realmente serio desde el momento en el que se puso a hablar de ese tema — Les hemos acogido en Ibos y nos lo pagan con rebeldía injustificada. — ¿Injustificada? Injustificada es la manera en la que te diriges sobre ellos. Te recuerdo que han hecho mucho por los anixis, aunque no sean hechos tangibles. — El cuento de Mente Colmena está muy bien, pero no pienso arrodillarme ante unos seres que quieren equipararse a los anixis simplemente por haber salido victoriosos de una guerra. — Una guerra que nuestros ancestros perdieron. Por eso vivimos aquí. — Nosotros somos sus creadores, no pueden exigir parte de nuestra soberanía. Son subespecies, y si quieren liderar, que se hubiesen quedado en el viejo imperio. Ibos era un lugar mejor antes de su llegada. Eeron estaba verdaderamente sorprendido con el joven Relic, pues lo conocía desde hacía muchos años y ya no veía en él a ese aprendiz inocente que anhelaba descubrir todo lo que había ahí fuera en las estrellas, siendo ahora un emisario oficial con un gran recelo a las especies de la Alianza por esas protestas. Evidentemente que la llegada de las subespecies no trajo consigo todo cosas buenas, ya que adaptarse a un nuevo mundo y a leyes un tanto diferentes a las habidas en Paraíso era cuestión de tiempo y paciencia. Además, mientras que en la sociedad anixis el delito era prácticamente nulo —de ahí su implacable estilo de vida disciplinado—, en las especies aliadas siempre había habido diferencias entre la cúpula de gobierno y algunos ciudadanos que se tomaban la justicia por su mano. Claramente, eso no casaba con la política de vida anixis, pero tampoco hacía a humanos, neonianos y sylerianos seres problemáticos por culpa de unos pocos. — Me entristece oírte decir esas cosas, Relic — El mismo que ostentaba el cargo pero honorífico, se mostró apenado ante su viejo aprendiz — Si hubieses visto las cosas que yo vi en el viejo imperio, no tendrías ese parecer sobre las especies de la Alianza. — No necesito ver nada más que lo que están haciendo ahora en nuestro mundo — Relic contraatacó verbalmente — Yo también me entristezco de ver a mi viejo maestro ser un fiel defensor de unos seres que cada vez merecen menos defensa. […] Kairos Kent, neoniano de treinta y nueve años de edad. Profesión: mecánico. Antiguo soldado del ejército de la AIE. Residencia: Vianus, distrito Neonia. Familia: huérfano, sin hermanos o hijos. Antecedentes: · Disturbios al comienzo del viaje en la gran arca · Conductas agresivas · Posesión de armamento ilegal · Líder de una organización criminal El agente de la ley anixis leyó el informe del neoniano en la base de datos de la policía, encontrándose en un habitáculo para interrogatorios en el que también estaba el propio Kairos, escuchando todo aquello. Una media sonrisa se formó en su rostro, gesto que no agradó a la autoridad. — Chico, me temo que tú no vas a poder regresar al distrito como sí han hecho la mayoría de tus conciudadanos. Tus antecedentes hablan por sí solos, eres un auténtico criminal. Y en la sociedad en la que estamos no toleramos este tipo de comportamientos. — Vaya, me siento entre halagado y apenado — Kent alzó la vista para fijarse en el rostro grisáceo y con ojos oscuros grandes del anixis — Pero dime, ¿dónde se supone que iré ahora? — Bueno, como he dicho, la mayoría de las personas que incautamos en el distrito tras la protesta, han vuelto a sus hogares al no haber formado parte activa del conflicto, aunque ahora tienen una mancha en su historial. Los que sí actuaron en el conflicto pero no tenían antecedentes, han sido enviados a los departamentos policiales de la Alianza para que ellos se encarguen. Y aquellos que tenéis semejantes informes como el tuyo, que evidencian que probablemente sois los causantes de todo este alboroto en las ciudades, sois escoria que no entiendo como la Alianza dejó subir a su arca. Así que bueno, tú y esos pasaréis a procesamiento, precisamente en lo que es ahora la estación espacial en órbita. Seguro que la reconoces. Con suerte, a partir de ahí irás a donde debiste ir en un principio: a otro lugar lejos de aquí.
Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo. Primera leída de mayo, y ojalá no sea la única :) Arrancamos en un principio de forma tranqui, donde Owen y Kendall se retiran tras la reunión con Kairos y estos pueden observar, más que nada Owen, que el líder neoniano, por llamarlo de alguna forma, ya no es más un tipo problemático solo porque sí, sino que busca que los suyos y otros miembros de las subespecies tengan para comer. Justo cuando se estaban por ir, una protesta da comienzo, y unos neonianos deciden incendiar un cartel. Mal timing, primero porque mi bebé estaba allí y segundo por la lluvia XD. A las autoridades anixis no les gustó nada y no se esperan a las autoridades de la alianza para hacer acto de presencia y empezar a molestar a la gente. Incluso querían arrestar a Owen y Kendall solo por sus huevos. Kairos sale a tratar de tranquilizar, haciéndoles saber que las protestas deben ser organizadas y no desmedidas y violentas así nada más. Pero los vecinos neonianos tan de acuerdo no están y se ponen a armar conflictos, lastimando a los anixis, dañando propiedad y hasta incluso quitarles la vida a un par de efectivos de policía Anixis. Owen ve a una pequeña neoniana metida en el conflicto y quiere ir a ayudarla, cuando es atacado brutalmente por uno de los putos policías anazis (sip, ya se ganaron el nombre de forma definitiva a raíz de lo que hicieron). Owen no estaba haciendo daño a nadie, solo quería ayudar y luego van y lo agreden, eso fue intencional, amigo, no me jodas En fin, ojalá hagan pública la vivienda de ese policía anazi y le quemen la casa Luego de que Kairos lo ayuda de forma inesperada, Owen y Kendall se marchan. Van a tener temas de que hablar en la próxima reunión con Omnius y los demás. Finalmente, Kairos y otros más son atrapados y pasan directo a ser procesados. Eeron se ha enterado de lo que ha ocurrido, y también del hecho de que los anazis mandaron a sus fuerzas de policía sin esperar a las de la alianza, así que decide ir a ver a Akkor para charlar con él. Akkor está cansado de él por sus intentos de evitarlo y su evidente molestia cuando se aparece. Finalmente, ambos tienen una charla, donde Eeron habla con lógica (bien hecho, Eeron, demuéstrales que no todos son unos anazis) y le dice que han pasado por mucho en sus mundos como para llegar a otro y que los traten de someter. Akkor le dice que las subespecies y particularmente los neonianos, son problemáticos. Eeron le retruca diciendo que no debe juzgarlos a todos por culpa de unos pocos, casi como lo que pasa aquí, no podemos juzgar a toda la sociedad anixis solo porque sus líderes sean unos nazis. Finalmente, Akkor le dice a Eeron que no habrá más caos porque las fuerzas de la alianza los ayudarán, quieran o no, y Eeron sabe que eso traerá problemas. Cuando Eeron se está retirando, es interceptado por uno de sus últimos alumnos antes de irse al territorio conocido de las subespecies. Relic demuestra en muy pocas palabras que no solo es un maldito anazi, sino que es el peor. Al menos Akkor tiene la justificación de que las subespecies son muy caóticas, y él , como autoridad, quiere hacer algo al respecto porque es la vida que lleva. Pero el puto Relic dice que ellos son superiores y que las subespecies nacieron de ellos, por lo que deberían aceptar lo que se les dio. Tremendo lo de Relic, a parte de ser un anazi es un pelotudo. En primer lugar, Mente Colmena no es ningún cuento. Si no fuera porque el mundo ya no existe, lo llevaríamos de paseo para que vea como Anyxa quedó repleta de esporas y como el mayor símbolo del viejo imperio que era la estatua del Gran General, ya no tiene su cabeza, a ver si sigue creyendo que es cuento Segundo, si Mente Colmena era un cuento, ¿entonces por qué ellos no movieron un dedo para ir a acabar con él? Mucho ruido y pocas nueces, Relic Y tercero, que se joda por idiota, las subespecies fueron creadas por otros Anixis, no por él y sus amigos En fin, si Relic, Akkor y el policía que agredió a Owen se van a la mierda pronto, yo no festejaré, caso contrario, voy a montar una fiesta en mi casa Ya en la escena final, vemos que los Anixis le encuentran el historial criminal a Kairos, y le dicen que él ya no podrá volver a su distrito como aquellos apresados que fueron encontrados inocentes o aquellos que causaron distritos pero sin antecedentes (quienes están retenidos temporalmente). A él le toca irse a vivir a la vieja gran arca como un criminal. Quizá Kairos debió haber sido menos rompe huevos en la parte X, porque al fin y al cabo, eso le quedó en el historial para mal tras lo ocurrido con las protestas. Ahora a saber qué es lo que pasará, pero seguro nada bueno, porque los que están bajo el mando de Kairos quizá no se queden quietos respecto a la detención de su líder En fin, amigo, gran capítulo el de hoy. Fue una lectura excelente, y espero que podamos repetir en mayo alguna vez. Pero bueno, al no saberse, sé que la disfrutaremos llegue cuando llegue. Con eso me despido por ahora. Será hasta la siguiente ocasión. Un abrazo y cuídate mucho
Saludos a todos, en especial a mi gran amigo Agus estresado por estar un día más por aquí, disfrutando de este maravilloso universo de Los Viajeros y de una más que probable leída en simultáneo, las cuáles me encantan. Ya estamos en el sexto capítulo y en un par más iremos viendo como se acerca el clímax, aunque a mi modo de ver, a partir de cada capítulo que veamos irán sucediéndose cosas más que interesantes para la trama. Guía de personajes actualizada. Espero que todos estéis muy bien y disfrutéis de la lectura. ¿De qué lado estáis? — ¡¿De verdad que estás bien?! — Tranquila, lo estoy. Kendall y yo nos fuimos antes de que acabara todo. Kairos me salvó de ser detenido... Con suerte, nos habremos librado de una buena. — Joder, Owen… yo rechacé la propuesta de Om y tú estás totalmente envuelto en ella. ¿Qué se supone que debo hacer ahora? — Nada, cielo. Tú no debes comprometerte con esto. Yo… este trabajo es temporal y está muy bien pagado. Con el dinero podría… — La casa en Cainia es lo de menos, amor. No me importa el lugar en el que vivimos a día de hoy. Vianus es estresante, pero la vivienda que tenemos en Astea está bien. No quiero que arriesgues tu vida por querer mejorar algo. — ¿Qué sentido tiene entonces no querer mejorar nuestra calidad de vida y ser conformistas? — Pues el sentido de mantenerte con vida, que ya de por sí es mucho en este maldito universo. Por favor, Owen, deja que Om y los demás se encarguen. Ya tengo bastante con saber que Jackon y Echo forman parte de ello… — Te tengo que dejar, amor mío. Te llamaré pronto, ¿vale? — Cuídate, te quiero. — Y yo a ti. El joven Crane colgó la llamada en el dispositivo de comunicación que llevaba encima, siendo lo más parecido a un teléfono móvil. Se encontraba en el despacho del detective Xom, quien estaba sentado en la silla frente a su escritorio con la mirada perdida en algún punto de la lejanía, oteando por la ventana. Owen tomó asiento frente a él, lanzando un suspiro de cansancio que su viejo amigo también compartía. Ambos estaban exhaustos después de la adrenalina que les recorrió el cuerpo en el Distrito Neonia, cuando comenzó el conflicto en la gran calle. — No me sentía así desde que los Veerham intentaron invadir Paraíso — El joven de rasgos asiáticos no quitaba la vista al exterior — Es como si hubiésemos salido airosos de una batalla en mitad de una guerra. — Yo también lo siento así — El agricultor, ahora sin trabajo de ello, se frotó los ojos en un intento por despertarse de aquel mal sueño — Ojalá todo fuese como en los primeros dos años aquí. — Sí… ¿crees que todo esto sea culpa nuestra? — ¿El qué? — El caos — Kendall parecía estar reflexionando en aquel momento — Allá donde vamos, siempre termina sucediendo algo. — No creo que sea culpa nuestra, al menos no en este caso — Owen era más optimista y razonable en ese sentido — Pero viéndolo desde el lado bueno, hemos pasado cosas mucho peores. El ataque terrorista en Puerto Arcadia, la pérdida de seres queridos, Mente Colmena acechándonos… y aquí seguimos. — Tú siempre tan positivo, amigo mío — El detective se volteó por primera vez en toda la conversación y le mostró una media sonrisa — Dime, ¿qué te ha dicho Karla? — Bueno, ella no va a formar parte de esto y Andrómeda tampoco — El hombre respiró aliviado — Pero no quiere que yo lo haga y está preocupada tras haberle contado lo que ha sucedido. — Razones no le faltan — Musitó Xom, consciente de lo que sería esa situación teniendo pareja o familia allí — Yo tengo la fortuna o la desgracia de no tener a alguien preocupándose de lo que haga o deje de hacer. — ¿Alguna vez has pensado en eso? — Curioso, Crane quiso indagar en ese tema — Ya sabes, formar una familia y esas cosas. — Honestamente, nunca me lo he planteado. No sé si quiero, o sea, me gustaría, pero… — ¿Pero…? — Pero debo tenerlo claro antes de decidirme a hacerlo. Y obviamente, alguien con quien construir una familia. — Entiendo — Owen asintió a las palabras de su compañero — Poco a poco, Ken. — Sí… — El detective quiso cambiar de tema — Pronto deberíamos tener noticias de Om y los demás. A ver por donde empezamos. […] Tras estar todo un día completo en la estación espacial, el representante Paokt y los soldados Vaalot, Devom y Mercer regresaron a Ibos, concretamente a la ciudad de Vianus. Las noticias del fuerte altercado ocurrido en el Distrito Neonia no pasaron desapercibidas para nadie y el principal líder de la AIE ya tenía una reunión inminente con el Consejo Superior para plantearse medidas más severas, algo que no gustaba mucho al syleriano. Una vez el aterrizaje fue un éxito, Omnius se marchó directamente a la Casa Superior mientras que Jackon y Echo fueron llamados al cuartel militar de la Alianza, a las afueras de la principal ciudad de la colonia. Las órdenes eran claras. Xerom se dirigió al despacho de Kendall para ponerle al día tanto a él como a Owen, pues se prefería dar la información con el boca a boca y no mediante dispositivos electrónicos, susceptibles a posibles pirateos en esos casos. El ambiente en el cuartel militar de la Alianza era algo tenso. Viniendo las órdenes desde el mismísimo Consejo Superior les dejaba una sensación de ley marcial que ya habían vivido repetidas veces en el pasado, además de que se trataba de unas órdenes dadas por seres ajenos a ese gobierno entre especies que tanto tiempo llevaba formado y el ir precisamente contra esas especies lo hacía un tanto extraño. El ejército de la AIE estaba preparándose mediante sus subcomandantes a la espera de que la comandante Mercer acudiese al lugar, cosa que no tardó mucho desde que se dio a conocer el protocolo. Ahora, los soldados anixis y aliados vagarían por las ciudades como medida drástica de seguridad, especialmente en los distritos habilitados para los neonianos, humanos y sylerianos. En cuestión de unas horas este plan se puso en marcha, obligando al ejército de la Alianza a patrullar diversas áreas, captando la atención de unos ciudadanos que no entendían el porqué de ello. En el Distrito Neonia, las cosas solo hicieron más que caldearse en cuanto vieron a las autoridades anixis, pero el ver soldados de su propio ejército les hizo enfurecer más. Siendo lo contrario a lo que buscaba el Consejo Superior con esa decisión de poder, la gente se rebotó más. Aún no se había terminado de limpiar el estropicio que ocasionó la última revuelta en el distrito neoniano y su población empezaba a manifestarse nuevamente. La única diferencia esta vez es que había militares en la zona, tratando de que no hubiese una escalada en el conflicto. — Comandante, que bueno que esté aquí — Una soldado syleriana se aproximó a su superior en cuanto ésta entró por la puerta principal del cuartel — ¿Debemos acatar las órdenes del Consejo Superior? — Por el momento, sí, tal y como queda estipulado en la Constitución de esta sociedad — Echo no sonaba convencida, pero por ahora respetaría las normas — El representante Paokt tiene una reunión con los consejeros anixis, así que tendremos más órdenes pronto. — Se siente como si estuviésemos sometiendo a nuestra propia gente, con todo el debido respeto, comandante — Un soldado neoniano irrumpió en la conversación de forma sutil — No me gusta intimidar a los míos. — Debemos patrullar las áreas y asegurarnos de que todo está en orden, no vamos a hacer nada más — Jackon, que estaba presente junto a su pareja, decidió intervenir — Nadie va a intimidar a nadie, estamos para proteger. — ¿Pero de qué tenemos que proteger a nuestros ciudadanos? — Un tercer soldado, un veterano humano, no comprendía la medida tan severa que estaban aplicando — ¿Acaso la gente no tiene derecho a protestar y expresarse? Esto ya lo hemos vivido en casa, Jackon. Tal vez vosotros no os acordéis por ser jóvenes, pero yo he visto muchas situaciones como esta y no acaban bien para nadie. Vaalot y Mercer se miraron, evidenciando en sus rostros una preocupación más que notable sobre la situación que se estaba dando principalmente en el Distrito Neonia, pero a su vez, en las tres ciudades del planeta. Vianus, al ser la más concurrida y la capital, estaba en el foco de esas tensiones —especialmente porque allí mismo se construyeron los distritos para las subespecies— mientras que Astea contaba con un par de zonas donde había protestas fugaces y Cainia era la menos afectada por ser más turística, aunque ya había algún altercado con la intención de llamar la atención. La comandante del ejército de la Alianza y el ex comandante ahora soldado raso decidieron al instante ponerse los trajes y acudir al distrito Neonia en persona, decididos a asegurarse de primera mano que nadie resultase herido y de que no creciesen los problemas. […] Las reuniones entre los miembros que conformaban el Consejo Superior se daban en la misma Casa Superior, concretamente en una amplia sala iluminada por la luz natural que se proyectaba desde el techo hacia el centro del lugar, en el cual había una mesa redonda y cinco sillas que la rodeaban. Todo el mundo tenía prohibido el acceso allí a excepción de los líderes y unos pocos trabajadores. Había guardias en cada entrada a esa gran sala y en las reuniones no había nadie dentro que no formase parte del selecto grupo de representantes gubernamentales de la sociedad anixis. Omnius acababa de llegar tras su viaje de regreso desde la estación espacial, siendo el último de los miembros del Consejo en aparecer. Cuando el representante único de la Alianza Interestelar de Especies tomó asiento, el resto de consejeros dirigieron sus miradas hacia el principal líder, el representante superior Akkor. — Hacía un largo tiempo que no convocábamos una asamblea unificada, pero vivimos momentos de máxima tensión — Comenzó diciendo el líder anixis, de pie ante los miembros y la mesa que él mismo presidía — Esta convocatoria no es para decidir si el ejército superior o el de la Alianza deben salir a las calles: eso ya se está haciendo y no tiene marcha atrás. — Es un completo error el hacer intervenir a los ejércitos — El representante syleriano de la Alianza no quiso esperarse para dar su opinión — Conozco a mi gente y no van a convertir esto en una guerra civil después de todo lo que han sufrido en el territorio conocido. Simplemente quieren ser escuchados y creo que eso es justo lo que no se hace aquí. — Me sorprende profundamente que digas eso, representante Paokt — Uno de los miembros anixis del Consejo tomó la palabra al escuchar a su homólogo syleriano — Si las especies de la Alianza no fuesen escuchadas, no estarían en este mundo. Creo que el rol de víctimas está injustificado. El consejero que acababa de hablar recibía el nombre de Valtin. Se trataba de un reputado ingeniero entre los suyos, uno de los ilustres que se encargaron de diseñar el arca que les llevó a escapar de las garras de Mente Colmena en su conquista del imperio anixis. Sus mejores años ya habían pasado y su estatus le otorgó la posibilidad de formar parte del Consejo Superior cuando este se formó en su llegada a Ibos hacía ya muchísimo tiempo. Sin embargo, uno nunca dejaba de ser esa profesión que había desempeñado durante el grueso de su vida. Vestía con la clásica túnica oscura de miembro, aunque tras ese ropaje, llevaba un aspecto más civil. — Yo siempre he sido partidaria de que escuchemos a toda especie inteligente que muestre capacidad de raciocinio, pero no es la primera vez que lidiamos con rebeldes como los neonianos — Otro de los miembros, que era la única anixis, decidió compartir su pensar — Reconozco que humanos y sylerianos, en su mayoría, saben comportarse. Pero no es coincidencia que la gran mayoría de protestas se lleven a cabo por neonianos. Son seres muy temperamentales y esta medida podría ser bastante disuasoria. Ziba era la única mujer en el Consejo Superior y conocía lo que era entablar relaciones con otras especies, pues tuvo una experiencia pasada al respecto durante sus años de emisaria en los sistemas próximos a aquel que actualmente habitan los anixis y la Alianza. Llevaba la misma túnica que sus compañeros —a excepción de Akkor, pues la suya destacaba por ser de color rojo— pero solía vestir con un traje cómodo y flexible, similar al de los exploradores durante su estancia en las naves mientras iban de expedición. Sus rasgos evidenciaban su feminidad, pues su piel se podía apreciar más tersa y sus facciones más finas. — ¡Son todas las subespecies, no solo los neonianos! ¡Los neonianos son guerreros por naturaleza, pero los humanos son despiadados y los sylerianos esconden una inteligencia oscura tras esa fachada de pacíficos! — El miembro restante por hablar parecía ser el más agresivo, tanto física como verbalmente — ¡Con el ejército superior en las calles no cabe duda de que frenarán su avance! ¡De lo contrario, daré la orden! Plaxor era probablemente el miembro más temperamental del Consejo Superior, además de ser el general del ejército superior, siéndolo desde la llegada del arca a Ibos tras la huida del viejo imperio. El famoso Gran General fue algo parecido a su abuelo, pues tenían un lazo de sangre, por lo que su figura siempre era reconocida en la sociedad anixis. Su poder no solo abarcaba al control del ejército superior sino que además tenía un puesto como consejero, por lo que desprendía un aura de temor a su alrededor. — ¿De qué orden está hablando el consejero Plaxor? — Om no dudó en confrontar esa exclamación — ¿Teméis que las especies aliadas inicien un conflicto y vuestro general amenaza con iniciarlo él? ¿Qué broma es esta? — Cálmate, Om — Akkor tomó la palabra de nuevo, consciente de que podía dar comienzo una tensa discusión — Plaxor, no hay ninguna orden que dar más que la que ya hemos dado. La seguridad de la sociedad es lo primordial y en esta sociedad también están las subespecies. No hay bandos divididos. — A estas alturas eso no me parece verdad… — El líder syleriano de la Alianza soltó esa frase por lo bajo, aunque no pasó desapercibida para los veteranos consejeros anixis. — Bien, como venía diciendo… — Akkor lanzó una mirada un tanto inquisitiva a Omnius mientras reconducía el tema a tratar — Estamos aquí reunidos para evaluar posibles soluciones de cara a resolver estas tensiones entre nuestro mando y las subespecies. Está claro que lo sucedido en el Distrito Neonia se ha salido de control y no es tolerable, así que propongo que el ejército superior y el de la Alianza colaboren para mantener el orden en esa área y en aquellas en las que ha habido protestas por al menos dos meses. Es un tiempo prudencial para que los ciudadanos enemistados con nuestra política entiendan que causar alboroto no es la solución a sus quejas. — ¡Los alborotos vienen por falta de víveres, Akkor! — El representante Paokt estaba cansado de repetir lo mismo en cada reunión — ¡Los ciudadanos anixis tienen vidas cómodas, pero la mayoría de los ciudadanos de la Alianza van muy justos! ¡Es normal que protesten al no tener sus necesidades bien cubiertas cuando se les garantizó que aquí las tendrían! — No es fácil adaptarnos entre todos nosotros, eso es un hecho, pero estamos combinando tecnologías y creando cada vez más posibilidades — Valtin, el consejero ingeniero, aportó sus conocimientos y pensamientos a la mesa — Los invernaderos progresarán con el tiempo y está también ese proyecto de investigación en la estación espacial para buscar formas de desarrollar comida y recursos. — También nos relegaron a vivir en distritos cuando se nos indicó que tendríamos una ciudad propia para las especies aliadas — Om no se dejaba nada en el tintero — ¡Es lógico que mi gente se sienta sometida! — Es un proceso largo el de unificarnos completamente en las ciudades, representante Paokt — Ziba, experimentada en el trato con diferentes especies, no dudó en persuadir al syleriano — La paciencia es necesaria en este tipo de conexiones entre seres diferentes, aunque seáis subespecies. — ¿Y qué hay de la gran arca? No planeábamos desmantelarla para convertirla en una estación espacial, sino tenerla preparada en órbita por si algún día la necesitábamos. — ¡Ya no tenemos que huir de nada, maldita sea! — Plaxor golpeó la mesa con sus dos puños de tres dedos cada uno — ¡Es más útil como estación espacial que como un arca sin uso! ¡¿Acaso la Alianza no usa el cerebro?! — ¡Tú si que no usas el cerebro, te crees que aún estás en guerra con esa actitud de caudillo! — El representante de la Alianza había perdido completamente la paciencia — ¡Contigo al mando del ejército superior solo me puedo esperar que abras fuego contra las subespecies! ¡Es obvio que no nos aceptas aquí! — ¡Basta! ¡Se acabó! — El líder del Consejo Superior se estresó hasta el punto en que decidió concluir la reunión a la mayor brevedad posible — ¡Es la primera vez que no me importa que no se llegue a un acuerdo! ¡Por el poder que me otorga la constitución anixis hasta el momento, me encargaré personalmente de esta situación! ¡Plaxor, las órdenes al ejército las daré yo en este caso! ¡Omnius, haré lo propio con el ejército aliado! ¡Los dos quedaréis al margen de esta política hasta que moderéis vuestro tono! ¡Ahora quiero a todo el mundo fuera de la cámara, vamos! Paokt fue el primero en incorporarse de la silla para marcharse, sin despedirse de nadie y sin siquiera mirarles a los ojos. Plaxor fue el segundo, murmurando algo para sí mismo y gruñendo como si se tratase de un animal furioso. Ziba, por su parte, se fue con la tranquilidad que siempre la caracterizaba, pues prácticamente nunca perdía la compostura en momentos así. Akkor se quedó solo en la cámara donde hacían las asambleas, viendo como la luz solar iluminaba el centro de la sala mientras sus pensamientos divagaban en muchas opciones que poder seguir en semejante y estresante situación política y social. El silencio en el lugar era sepulcral, lo que hacía que el ruido en su mente fuese imposible de acallar. — Si esto sigue así, no me dejarán más alternativa que la de tomar decisiones drásticas — Se decía para sí mismo el representante superior del Consejo — Todo sea por evitar un conflicto a gran escala. Todo sea por el orden de la sociedad. […] — Camaradas — Xerom entró por la puerta una vez esta se le fue abierta por el joven Crane, mientras el detective Xom se hallaba sentado ante su escritorio — Supongo que ya sabéis algunas cosas. — ¿Sobre vuestro periplo en la estación? Sí, algo nos ha comentado Om. Owen retomó su asiento y el soldado syleriano hizo lo propio, quedando los tres a solas en ese apartamento que Kendall utilizaba como despacho privado. El recién llegado se percató de que el cenicero y el tabaco ya no se encontraban sobre la mesa, además que esta se veía más arreglada que la primera vez que la vio. La lámpara parecía limpia, los papeles estaban en orden y un decente ordenador portátil daban al lugar un aspecto más sofisticado. — Sabéis que Karla y Andrómeda no participarán en esto, ¿verdad? — Así es, y lo prefiero — El joven Crane no se molestó en disimular que le aliviaba que su pareja no formase parte de ese equipo en la sombra. — Om nos ha dicho algo de que tenía una reunión con el resto de miembros del Consejo, ¿sabes de qué van a hablar? — El hombre con rasgos asiáticos se encontraba con los brazos cruzados y apoyados sobre la mesa, reclinado hacia sus compañeros. — Ni idea, aunque no hace falta ser muy listo para suponerlo — Devom hizo una mueca que no agradó al detective — Venga ya, Ken. ¿Las protestas de nuestros amigos neonianos? — Bueno, los neonianos no son los únicos protestando, aunque en su distrito la cosa se haya puesto difícil — El joven granjero e hijo de dos leyendas de la Alianza no quiso atribuir todo lo sucedido a una única especie — Nosotros dos estuvimos presentes allí y también había algunos humanos y sylerianos. — Lo sé, las protestas no solo ocurren en el Distrito Neonia, sino en diversos puntos de las tres ciudades del planeta — El soldado del ejército de la AIE se volteó para hablar con el humano — Pero bueno, intuyo que Om y los jefes anixis estarán tratando ese asunto. Aunque todos sabemos que si tienen que decidir algo, se hará a la manera que estos seres quieren. — Nadie tiene dudas respecto a eso — Afirmó Ken con seriedad — Por cierto, Xerom, ¿qué hay de Brandon y Mia? — Están de camino aquí. — ¿Ellos han accedido a formar parte de esto? — El joven Crane no contaba con que ellos fuesen a unirse. — Sí, aunque tienen sus condiciones personales — Xerom no estaba muy de acuerdo con algunas — Solo espero que puedan aportar notablemente a nuestra causa. […] La gente en el Distrito Neonia estaba muy tensa. El ambiente estaba caldeado y la presencia de soldados tanto anixis como aliados solo hacía que intensificar un conflicto que parecía cada vez más vivo que nunca. Además, el hecho de que Kairos Kent, quien era considerado entre su gente como el líder de los neonianos, no estuviese presente debido a su detención y posterior procesamiento —el cual lo había llevado a la estación espacial para preparar su exilio—, hizo que muchos clamaran contra el Consejo Superior y la sociedad anixis en general. Los turistas anixis que solían visitar los distritos de la Alianza apenas se acercaban a la zona, por su seguridad y por temor de avivar una llama que no dejaba de arder. No eran muy comunes los vehículos terrestres en Ibos, pues la sociedad anixis utilizaba únicamente transportes aéreos para que la superficie solo fuese recorrida a pie por los ciudadanos, pero la Alianza contaba con una serie de todoterrenos para misiones especiales y era precisamente en uno de ellos que la comandante Mercer acudió al distrito neoniano, acompañada de varios soldados entre los que se encontraba Jackon. Para sorpresa de los soldados del ejército superior, los soldados aliados no portaban armas de fuego, pero tenían su motivo: demostrar a los ciudadanos que no estaban allí en una postura amenazante o de sumisión, sino pacífica y conciliadora. Cuando la líder humana del ejército de la Alianza bajó del vehículo, el soldado anixis al mando se aproximó a ella. — Comandante Mercer, gracias por venir. Como verá, nuestra presencia solo ha hecho que incomodar a la población del distrito, así que hemos pensado en marcharnos y dejar a soldados de la Alianza bajo control de este lugar. El anixis resultaba ser el teniente general del ejército superior, siendo su figura de máxima autoridad únicamente por debajo del consejero y general Plaxor. Su nombre era Orlat, un soldado que destacaba por su inteligente manejo de las situaciones, algo que contrastaba con la impulsividad que su superior tenía en algunas decisiones. Echo había coincidido con él en unas pocas ocasiones en las que debían estrechar lazos y trabajar en conjunto ambos ejércitos, pero dada la paz con la que se vivía en Ibos, no era necesario que interactuasen mucho hasta el momento. — ¿Esas son las órdenes que tiene, teniente Orlat? — La comandante humana se sorprendió de que el ejército superior presente en la zona fuese a retirarse — Lo último que escuché es que se quedarían en el área. — Esa era la idea, pero estas son órdenes de última hora que provienen directamente del alto mando — Orlat hizo referencia al Consejo Superior — Nos retiraremos en su mayoría, pero dejaremos patrullas en las áreas conflictivas y estaremos a tu entera disposición si nos necesitas. — Descuida, es mi gente, yo me ocupo — La mujer no se sentía cómoda delegando sus tareas en los soldados anixis, pues eran conocidos en su mayoría por aplacar duramente las protestas y en general la resolución de conflictos — Gracias por su presencia, teniente. — Sin problema, comandante. Ambos líderes de sus respectivos ejércitos militares se dieron la mano ante una muchedumbre que no aprobó ese gesto, empezando a abuchear e incluso a insultar a los dos por ese acto ante ellos. Orlat lanzó una mirada desafiante a los protestantes, pero más allá de eso, no hizo nada más, ordenando así a sus soldados que era el momento de irse. Jackon observó la escena con seriedad, consciente de que las cosas estaban en un punto de mucha fricción entre el pueblo aliado y las autoridades anixis. — Es la primera vez en los casi cuatro años que llevamos aquí que veo esta tensión entre aliados y anixis — Murmuró el joven Vaalot a sus compañeros soldados. — Y que lo digas, Jackon. — Sí… es preocupante. — No pinta bien. La comandante Mercer, que había tenido padres neonianos adoptivos antes de que estos fuesen infectados durante la invasión de Mente Colmena en Neonia, sabía lo que era convivir en esa sociedad. Era innegable que su figura era respetada entre la especie neoniana, pero no lo suficiente como para que pudiese frenar toda esa ola de odio que el pueblo del distrito le había cogido a las autoridades anixis. Al fin y al cabo, Echo no era neoniana. La mujer se acercó a la gente para pedirles calma bajo la atenta mirada de todos, tanto civiles como soldados de la Alianza. — ¡¿Por qué le has dado la mano a ese ser?! — ¡La Alianza nos ha vendido al Consejo Superior! — ¡¿De qué lado estáis?! Mientras la comandante Mercer conversaba con esos tensos manifestantes a la entrada del distrito, el soldado Vaalot recibió un toque en la espalda que le hizo voltearse. Uno de los soldados se acercó a él con un dispositivo de comunicación en las manos, indicándole al que antaño fuera su superior que se le requería para algo importante. — ¿Qué sucede? — Preguntó Jackon, a punto de obtener esa información. — Noticias del resto de grupos dispersados en las áreas de los distritos Jefferson y Admir. Han iniciado nuevas protestas y solicitan refuerzos porque la situación está saliéndose de control. — Mierda… — Masculló Vaalot para sí mismo, frunciendo el ceño — Esto no deja de empeorar.