Es tu voz, la que en un murmullo me despierta en las mañanas. Luego, la calidez de tu cuerpo, cosquilleante, rodeándome. Un ligero roce de tus labios en mi frente asociado a un ronco saludo de buenos días. Dios, amo tu voz mañanera. También tu voz de medio día, la de tarde, la de la noche. Amo tu voz cuando cantas y también cuando mañoseas. Amo tu voz. Tratando de estirarme en la cama noto nuestra incapacidad de mantener el orden de las sábanas. Estamos atrapados en un nido. Vuelvo a sonreír cuando siento nuevamente el cosquilleo de tus labios ahora en mi cuello, mi mejilla. Tu nariz escudriñando lo que también parece ser un nido de mi propio cabello. Soy más consciente de nuestros cuerpos, las piernas entrelazadas, mi muslo sobre tu cadera, tu brazo rodeando mi espalda y tus de dedos acariciando mi nuca. Los míos, están jugando con el cuello de tu camisa, revelando a mis ojos tu clavícula, suben hasta sentir el pulso de tu sangre, que choca contra la yema de mis dedos. Luego, sienten tu mandíbula, donde hay un ligero rastro de barba, es un toque áspero pero suave al mismo tiempo. Mi mirada sube a tus labios, el puente de tu nariz, tus ojos. Es inexplicable como las sensaciones y sentimientos arremolinados entran en conflicto. Vulnerabilidad y seguridad, calidez y escalofríos, cercanía pero aún así, añoranza, todo en todas partes y al mismo tiempo. Un suspiro se escapa de mis labios cuando finalmente nuestros ojos se encuentran. Tu brazo se afianza a mi cintura en un intento de eliminar cualquier separación de nuestros cuerpos que francamente es inexistente. Mi palma adopta el calor de tu mejilla y mi pulgar se desplaza por el borde inferior de la curvatura de tus labios. Una risa escapa de ellos. Dios, también amo tu voz cuando ríes. Un nuevo murmullo incomprensible de lo que creo es otro “buenos días” flota en el aire antes de sentir el tentativo roce de tus labios con los míos, apenas tocándose. La respiración acompasada, la timidez con la que tu boca busca la mía, como si fuera la primera vez. Solo para volver a encontrarse nuevamente, y otra, y otra vez. Pronto timidez desaparece, reemplazada por pasión y rudeza. Escucho lo que creo es un gemido, ya no sé si tuyo o mío y es el inicio de la desesperación. Me llevas contigo al momento de sentar nuestros cuerpos y mis cabellos caen hacia atrás cuando estiras mi cuello con un ligero tirón de estos para un mejor acceso. Mi cuerpo tiembla en un escalofrío, en una mezcla de cosquillas y deseo. Mis piernas se entrelazan alrededor de tu cintura, rodeando tu espalda. Tus manos bajan a mis muslos, mi trasero, acomodándonos para que se toquen todos los lugares correctos. Me aferro a los lados de tu cuello en el momento en el que inicias un vaivén lento pero rudo, firme, sin llegar a ser violento, pero tampoco delicado. Todo en busca de tú placer y el mío. El de ambos. Recorro con mis dedos tu nuca, al mismo tiempo que me deleito con los distintos matices que van emergiendo de tu voz. Beso la curvatura de tu cuello, tu hombro. El calor va en aumento y justo cuando el roce ya no parece ser suficiente, la textura que sienten mis manos cambia. Ya no son tus cabellos, en cambio, es algo suave, sedoso. Ya no siento tu calor, sólo existe el mío. Ya no estoy sentada sobre ti, en mi cama siendo amada. No. Vuelvo a ser la chica con la mejilla sobre la almohada, con la humedad de mi propia saliva recibiéndome del mundo de los sueños. Cuando el entendimiento me golpea no hay berrinches, no hay drama, sólo una lágrima que recorre mi mejilla para terminar junto con mi saliva, en la almohada. Luego otra, y otra. Me acurruco en la soledad de mi cama añorando un calor que nunca fue. La cama se siente demasiado grande. Una pequeña exclamación de súplica escapa de mis labios y cierro los ojos con fuerza, esperando caer dormida otra vez, porque al menos en ese reino, tu calor arde junto mío y no se siente como solo una fantasía.
La soledad es triste, cuando no se desea. Suponía por los tags que esto acabaría de una forma parecida, pensé que incluso más dramática, pero bueno, me alegro que no fuese así. Y bueno, fue interesante de leer, aunque bajo mi punto de vista se me quedó corto, necesitaba más profundidad a la hora de desgranar ese final, pero bueno, quizás cosas mías, pues igual lo que buscabas era dar un giro radical al ambiente caldeado y eso sí lo conseguiste. Un gusto leerte, un saludo.