Long-fic de Naruto - Bajo El Velo de Mamá - | Naruto Fanfic |

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por SusanFagorotti, 6 Enero 2025.

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    SusanFagorotti

    SusanFagorotti Iniciado

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    22 Agosto 2024
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Bajo El Velo de Mamá - | Naruto Fanfic |
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    313
    | Prólogo. |
    Eran tiempos difíciles en el país, la guerra había empezado entre Konoha y Suna, en el vecindario donde vivía los soldados empezaron a sacar a todos los infantes para llevarlos a un lugar seguro, yo fui una de ellas, casi no tengo recuerdos estando con mis padres, de hecho, el primer recuerdo que tengo fue estar rodeada de más niños igual de confundidos que yo.

    Cuando la guerra acabó, a todos nos dieron en adopción, pero a mí me vendieron, lo sé por las palabras que usaron que en ese momento no entendía pero que ahora sé.

    Fui llevada a una gran mansión, mis nuevos padres, un señor de edad grande, de pelo blanco, y mi madre, una mujer mucho más joven que él, rubia y con un lunar en frente en forma de rombo.

    Para mi sorpresa no era la única hija que tenían, mis hermanas, Ino y Sakura, “adoptadas” igual que yo, Temari era verdadera hija de mamá, pero por lo que tenía entendido esas dos hijas no eran del señor Lion, pero éste las había criado como si fueran de él.

    Y la otra hija, hermana de Temari, Konan, de ella no hablaré mucho por el momento, sólo puedo decir que nunca tuvo remedio y eso me daba mucha lástima.

    Escribiré esto como parte de mis memorias, ya soy una mujer de la tercera edad y la guerra ha vuelto a empezar, no quiero irme de este mundo sin dejar algo plasmado en él.

    Esta es mi historia, de una de las víctimas de la casa Senju.

    .
    Tres niñas serán adoptadas por una de las familias más adineradas del país en tiempos de guerra.

    Pero conforme vayan creciendo se darán cuenta cuál fue la verdadera intención de su madre al convertirse en una Senju.


    .

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    Próximamente…
     
    Última edición: 2 Junio 2025
  2. Threadmarks: | Capítulo 1. |
     
    SusanFagorotti

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    Drama
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1696
    General

    —Lava bien los pisos, Hinata, hoy llega tu padre y quiero que todo esté listo.

    —Sí, mamá. —la azabache de cabellera corta aceleró el ritmo para poder acabar pronto el primer piso, para empezar luego con el segundo.

    —Sakura, Ino, ¿ya acomodaron la mesa?

    —Sí, mamá, sólo falta que las criadas terminen la cena. —contestó la rubia.

    —No les digas así. —regañó la pelirosa.

    —¿Entonces qué son?

    —Empleadas.

    —Es lo mismo.

    —Ya niñas, —habló la mujer de vestido verde—mejor vayan a cambiarse, su papá no tarda en llegar.

    Ambas niñas corrieron a sus habitaciones.

    —Ya casi es la hora y todavía falta que aquellas dos estén. —la rubia miró al reloj de salón para luego mirar a la pequeña azabache—Hinata, deja eso mejor y ve a ver si tus hermanas mayores ya están listas.

    Ella asintió y fue corriendo rumbo al segundo piso.

    La pequeña llegó primero a la habitación de la peliazul, la cual quedaba frente de las escaleras.

    —D-Disculpe… —tocó la puerta con sus nudillos—¿Puedo pasar?...

    Pero nadie le respondía. Tocó otra vez y nada, así que, conociendo la paciencia inexistente de su madre, entró a la habitación.

    A Hinata le encantaba la habitación de su hermana mayor, Konan, el color azul marino reinaba, su color favorito. Sin mencionar que también tenía varios perfumes y joyas, las cuales le gustaría ponerse, pero conociendo a su hermana esto sería imposible.

    —¿Qué haces aquí? —la voz de Konan la hizo sobresaltar.

    —M-Mamá me mandó para que- —fue interrumpida.

    —Ya estoy lista, ¿okey? —entró a la habitación y dio una mirada rápida a su tocador para luego mirar a la niña—Espero que no hayas tocado nada con tus manos, las dejarías oliendo a lejía, haciendo que apeste yo también como tú.

    —S-Sí, p-perdón… —fue sujetada de los hombros.

    La peliazul se agachó, quedando a su altura. —Si te vuelvo a ver dentro de mi habitación sin mi permiso, te cortaré los dedos—la miraba fijamente—, ¿entendiste?

    La azabache asintió, empezaba a temblar con apenas la presencia de la Senju.

    Konan la dirigió hacia la salida aún sujetándola de los hombros para cerrar la puerta.

    .

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    .

    | Capítulo 1. Primer Golpe. |

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    —¿Qué te pareció la cena, amor? —la rubia de ojos cafés apoyó los codos sobre la mesa y se inclinó hacia su marido, mostrando interés en su respuesta.

    —Exquisita, nunca me decepcionas. —contestó el peliblanco, quien estaba sentado a la cabecera de la mesa.

    —¿Cuándo volverás a la ciudad? —preguntó una rubia de ojos aguamarina.

    —Me tomaré unos días para estar con ustedes, —acarició la mejilla de la pequeña azabache—hace mucho que estoy de viaje que me merezco un buen descanso, ¿y qué mejor estar rodeado de mi familia? —sonrió con orgullo.

    —¿Y nos trajiste regalos? —preguntó la rubia platinada.

    —Ino. —la pelirosa, su “gemela”, le dio un golpe con el pie a la pierna de su “hermana”.

    —Claro que sí, están en sus habitaciones.

    Rápidamente ambas niñas fueron corriendo a sus habitaciones.

    —Voy a vigilarlas. —la ojiverde se levantó de la silla—Con permiso. —hizo una reverencia y abandonó el comedor.

    —Hinata—llamó la atención de la menor—, recoge los platos y llévalos a lavar, por favor. —pidió la rubia.

    Asintiendo, la niña como pudo recogió los platos de todos y se fue a la cocina.

    —Y dime, —tomó la mano de su esposo y empezó a masajear los nudillos—¿qué quieres hacer esta noche?, ¿ir al lago a mirar las luciérnagas?, ¿mirar las estrellas desde el balcón?...

    Suspiró. —Sabes, extraño montar a caballo.

    —¿Y lo quisieras hacer ahora? —preguntó sin mirarlo a los ojos.

    —La verdad sí, lo necesito.

    —Pero es muy noche, amor, ¿no lo quisieras por la mañana?

    —Iría por la propiedad, amor, recuerda que tenemos un campo para sólo nosotros, y tiene faroles, con ellos me guiaré, no te preocupes.

    La Senju mayor no dijo nada, se limitó a asentir, disimuladamente le dirigió la mirada a su primera hija, la peliazul, la cual era la única que se encontraba todavía en el comedor.

    —Yo me retiro. —dijo Konan—Buenas noches, padre.

    —A mí también me alegra verte, Konan. —alcanzó a decir antes de que la peliazul abandonara la habitación, aunque sin ninguna contestación por parte de ella.

    —Está en plena adolescencia, amor, entiéndela.

    —¿Adolescencia todavía a los diecisiete? Nada que ver. Esa muchacha está malacostumbrada, deberías enderezarla, Tsunade.

    —De eso yo me ocupo. —sonrió de lado, mostrando una sonrisa juguetona.



    .


    .


    .


    —¿Y qué te trajo mi papá? —preguntó la pequeña de ojos azules, sosteniendo un vestido azul cielo.

    —Tarada, es nuestro padre, no solo tuyo. —le respondió la ojijade, sosteniendo igualmente un vestido, pero rojo.

    —Es hora de dormir, niñas. —habló Temari—Mañana es escuela y hay que madrugar.

    —Pero no tengo sueño. —dijo desanimada una pelirosa.

    —Yo tampoco. —siguió la rubia menor, cruzando los brazos.

    —¿Ah, no? —igualmente cruzó los brazos y sonrió la ojiverde—¿Y si les cuento la historia de la dama de la luna?

    —Ya me dio sueño.

    —A mí también.

    Las gemelas de repente ya tenían sueño.

    —Y-Yo no conzco esa historia… —la voz delicada de la pequeña Hinata hizo que voltearan a verla.

    —Es cierto que no te la he contado, —la cara de sus otras dos hermanas menores notaba el fastidio, ya que esa historia se las había dicho más de una vez a ellas que ya hasta se la sabían de memoria, pero a la menor de ellas no—así que vamos a tu habitación.

    Temari tomó la mano de la azabache y se dirigieron a una habitación pequeña, con una ventana que daba vista al gran patio trasero.

    La rubia preparó a la menor para irse a la cama, arropándola mientras le contaba la historia.

    —Era la más hermosa de sus hermanas, pero también la más tímida, sus hermanas la envidiaban por su gran belleza y talento para el baile, todas las noches salía de su casa y se subía al árbol más alto para poder apreciar la luna, quien era la única que le daba consejos y la abrazaba como una hermana mayor, era la única que le brindaba apoyo cuando más lo necesitaba y secaba sus lágrimas si se sentía sola.

    Los ojos como perlas de la niña brillaban mientras su hermana mayor le relataba la historia.

    —Al momento en que sus padres murieron, sintió que lo había perdido todo, y el odio de sus hermanas hacia ella creció aún más al enterarse que toda la herencia se le heredaría sólo a ella. Por lo que las hermanas decidieron acabar con su vida en plena luna llena para poder repartirse el dinero entre ellas, pero luego de esa noche, en cada luna llena, la hermana perdida las va a visitar, no dejándolas dormir por toda la semana.

    —¿Y ahí acaba?

    —No, pero ya es muy noche y todavía eres muy pequeña para saber el final.

    —¿Mis hermanas lo saben?

    —No, pero lo que no saben es que ese no es el final. —tocó con la yema del dedo la nariz de la niña—Buenas noches, Hina.

    —Buenas noches, Temari. —cerró los ojos.

    La rubia apagó la lampara de mesa, dejando sólo a la luz de la luna entrara a través de las cortinas de la habitación.

    —¿Por qué eres tan gentil con esa mocosa? —preguntó Konan, recargada en la pared de lado, con los brazos cruzados.

    —¿Qué tiene de malo?, son sólo niñas.

    —Tú nunca has sido así conmigo.

    —¿Y tú alguna vez lo fuiste conmigo también? —arqueó la ceja para después dirigirse a su habitación.

    —No son nada nuestro esas mocosas, no sé por qué mamá las trajo acá. —se aproximó a la habitación de la rubia.

    —Si mamá las quiere como si fueran suyas hay que dejarla, no nos hacen nada de daño.

    —A veces me pregunto cómo puedes ser mi hermana siendo así. —la miró con rechazo.

    —Yo también lo pienso de ti. —le correspondió la mirada—Por cierto, ¿dónde está mamá?

    —Fue al establo, con el viejo aquel, va a cabalgar.

    —¿A esta hora?, ¿no es peligroso?

    —Eso le dijo, pero ya ves cómo es ese viejo—suspiró—. Como sea, me voy a dormir. —cerró la puerta de la habitación de Temari, sin dejar que ésta dijera algo más.


    .


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    —¿Estas seguro, amor? Es muy noche ya.

    —Estaré bien, amor. —dijo el peliblanco, montado ya en un caballo—Me esperarás aquí, no es nada más que una vuelta, en menos de media hora estaré aquí.

    —¿Me lo prometes? —la voz de la Senju se mostraba preocupada, pero su mirada decía otra cosa.

    —Te lo prometo.

    Dicho eso, ordenó al caballo empezar el camino por el campo, dejando sola a su joven esposa en las puertas del establo.

    —Buen viaje, Jiraiya. —sonrió para sí.


    .


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    .


    El peliblanco ya llevaba más de la mitad del camino recorrido, pero todavía faltaba para poder dar la vuelta y regresar a casa.

    La noche estaba tranquila, hacía un poco de frío, pero los que vivían por esa zona ya estaban acostumbrados.

    No fue que dio un suspiro profundo cuando su caballo empezó a ponerse inquieto.

    —¿Qué te pasa?, ¡no hay nadie aquí!

    Era propiedad privada, ninguna persona podía venir así como así, y menos tratándose de la propiedad Lion, la familia más rica del lugar.

    La duda de que fuera un animal se desvaneció cuando de la nada aparecieron como 6 tipos en caballo, uno de ellos tenía una antorcha prendida para asustar a su caballo, lo cual estaba consiguiendo.

    —¡¿Qué quieren, idiotas?! —preguntó gritando, ocultando su miedo de no poder volver con su familia.

    En ese momento se acordó que siempre tenía consigo un arma, una pistola, la cual dejaba que su esposa se la equipara. Pero cuando intentó buscarla se dio cuenta que no la llevaba consigo en ese momento, al parecer a su mujer se le había pasado dársela.

    Al volver la vista al frente, unos ojos marrones lo miraron directamente, aquel tipo sostenía un arma que se dirigía a él.

    Antes de poder hacer algo, ya había recibido el disparo en el pecho.


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    .


    Continuará…
     
  3. Threadmarks: | Capítulo 2. |
     
    SusanFagorotti

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    1861
    Hinata

    Escuchaba voces provenientes del salón principal, una de ellas la reconocía a la perfección, era mamá discutiendo con otra mujer; salí de mi habitación y a puntitas me dirigí a la escalera que daba a la entrada, me senté en uno de los escalones y guardé silencio para no ser descubierta, ya era muy noche, pero apuesto a que mis otras hermanas tampoco podían dormir por el escándalo que estaba abajo. No me tenía que cuidar las espaldas, mis hermanas mayores estaban abajo, pero sólo estaban presenciando la escena que armaban aquellas dos rubias.

    Mi madre estaba de espaldas, mis hermanas estaban un poco más alejadas del plano, pero permanecían atentas a la situación, era la otra mujer que me llamaba la atención, nunca la había visto, ni en los alrededores del valle, era rubia, un tono más oscuro que el de mamá, de ojos grises y altura baja, junto a ella se encontraba un chico de la misma edad que Konan, al parecer, rubio, grandes ojos azules y marcas en las mejillas. Estaban vestidos de negro, igual que nosotras, esa mañana había sido el funeral de papá, pensé que eran algún familiar de él, pero fue mi sorpresa al enterarme que era su primera familia, la cual había dejado por irse con mi mamá.
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    | Capítulo 2. Segundo Golpe. |

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    6 años después
    General

    —Andando, chicas, los clientes esperan. —una pelinegra se movía de un lado a otro, procurando que las chicas estuvieran vestidas correctamente para la ocasión.

    —Es suficiente, gracias, Hina. —la azabache mencionada guardó las brochas en su estuche.

    —Hinata, —llamó la pelinegra—ve a limpiar la habitación tres, en unos minutos la ocuparán.

    La ojiperla asintió y fue en seguida a la habitación mencionada.

    Al entrar cambió las sábanas, almohadas y ordenó un poco los cojines del sillón, al finalizar abrió la ventana para que se ventilara un poco el lugar, al hacerlo se quedó viendo por unos momentos el exterior, la habitación daba al patio trasero, el cual estaba lleno de hombres adultos, uno que otro joven, la mayoría empresarios o dueños de haciendas con jovencitas, jovencitas que vivían bajo el mismo techo que ella.

    Cuando unos golpes a la puerta llamaron, la azabache cerró la ventana y las cortinas, agarró sus cosas y salió de la habitación.

    —Justo a tiempo. —le dijo Shizune, la pelinegra que era mano derecha de la dueña de la mansión Lion, ahora llamada “Casa Senju” —Ya van a dar las doce de la noche, si quieres puedes irte a tu cuarto para que descanses, Sai te subirá la cena.

    —De acuerdo, gracias, Shizune. —la azabache hizo una pequeña reverencia y fue directo a su habitación.

    A un lado de su puerta había una escalera que conducían directo a una habitación, la cual fue instalada para dar espectáculos privados a las bailarinas de la casa, una de ellas era su hermana mayor, Temari, quien en ese momento estaba dando un espectáculo en privado.

    Le gustaba ver a su hermana dando lo mejor de ella, a veces la veía a escondidas e imaginaba que los movimientos delicados y a la vez agiles los hacía ella, que tenía ese talento.

    Desde que su padre murió, fueron cinco largos meses en los que se peleó la herencia de él entre Tsunade y Tezuna, la primer esposa del peliblanco, el juicio se produjo por el testamento de éste mismo en donde le dejaba todo a su esposa actual, Tsunade Senju, y que se le seguiría dando la pensión de siempre hasta que su primer hijo, Naruto, fuera mayor de edad, lo cual sólo contó con un año más para que éste cumpliera la mayoría de edad establecida, de ahí en más Tezuna fue la que se encargó de sus propios gastos al no recibir más dinero por parte de las Senju.

    —Servicio a la habitación. —alguien llamó a su puerta, sonrió y fue a abrir, conocía bien esa voz—Buenas noches, lady Hinata.

    Un chico pálido de pelo negro entró a la habitación con una charola con alimentos, dejándola en la cama de la chica de 12 años.

    —No me llames así, sólo se les dice así a las bailarinas.

    —¿Y tú quieres ser una, no es así?

    —Tendría que pasar por muchas pruebas para serlo, la única que ha podido superarlas todas ha sido Temari.

    —Bueno—hizo una breve pausa, sentándose al lado de la azabache—, ya que estamos en confianza, déjame decirte que, si Temari no fuese la favorita de lady Tsunade, no hubiera podido llegar tan rápido a ese puesto.

    —No digas eso, Temari tiene el talento suficiente como para estar ahí. —miró hacia un lado—Igual que las demás…

    —No lo niego, pero ninguna de ellas es bailarina—el pelinegro cruzó las piernas—, Konan sigue haciendo el trabajo sucio e Ino y Sakura son camareras.

    —Mamá tiene un reglamento para cada puesto, para ser dama de compañía se debe tener diecisiete años, luego veinte para… hacer cosas… y de ahí, dependiendo de qué tan popular seas entre los clientes asciendes a bailarina especial.

    —Y en ninguna de esas Temari ha pasado y Konan ha estado ahí desde siempre. —dijo el pelinegro.

    —Bueno… Ahora que lo dices, no entiendo porqué mamá prefiere más a Temari que Konan, digo, ya que ellas son sus únicas hijas biológicas, no entiendo por qué preferir a una por encima de la otra.

    —Puede ser un buen tema de conversación, pero eso será para después, —el pelinegro se levantó de la cama y fue a la puerta de la habitación—es tiempo de ir a vigilar allá abajo por si las cosas se descontrolan-

    En ese momento, se escuchó un disparo proveniente de la planta baja, seguido de varios vidrios rompiéndose.

    El chico pálido fue corriendo al instante que se escuchó el disparo, dejando la puerta de la azabache entreabierta.

    La ojiperla fue silenciosamente a ver lo que había ocurrido en la primera planta, varias personas salían de las habitaciones a ver lo mismo.

    Desde los escalones se sentó a ver lo que pasaba, el candelabro de cristal estaba en el suelo, partiendo a la mitad una mesa, varios pedazos del mismo candelabro estaban esparcidos, incluso incrustados en los sillones, la gente se veía horrorizada a la escena que presenciaban, todavía no sabía con exactitud qué había pasado como para que el candelabro estuviera destruido.

    —¡Suéltenme! —había un hombre con arma en mano, fue él quien hizo que cayera el candelabro a causa de aquel disparo—¡Te dije que esa mujer era sólo mía!

    —Nadie es de tu propiedad, viejo.

    Entre toda la gente que estaba en el gran salón, divisó a su hermana Konan, la cual estaba en una esquina, su cara delataba terror de aquellos tipos.

    —¿Qué pasa aquí? —preguntó el pelinegro de piel blanca, alzando la voz.

    —¿Tú qué haces aquí, niño? —dijo uno de los tantos hombres que estaban presentes en modo de burla al muchacho—Ve a traer mejor a la dueña de- —fue interrumpido.

    —¡¿Se puede saber qué carajos sucede aquí?! —la voz de la Senju mayor se hizo sonar en toda la habitación.

    Los presentes se quedaron en silencio, dejando pasar a la rubia.

    —¡¿Quién hizo esto?! —fue que sus ojos color café se fijaron en el arma plateada de aquel hombre—¡Tú! ¡Está estrictamente prohibido traer armas de fuego a la casa!

    —Tú y yo teníamos un trato, mujer. —el hombre con arma en mano la fue bajando poco a poco.

    —¡Nada de tratas desde ahora contigo!

    —Pero tú dijiste que- —fue interrumpido.

    —¡Nada ya! —volteó a ver a todos los presentes con ceño enojado—¡Ahora largo todos!

    Las quejas de parte de los hombres no se hicieron esperar, pero sin poner más resistencia acataron las órdenes de la mujer, empezando a caminar hacia entrada de la casa.

    Sai junto con los demás de seguridad hicieron que todos los clientes desalojaran el recinto, sin dejar a uno solo.

    Cuando las puertas de la mansión se cerraron, la rubia ojicafé se dirigió a las demás.

    —Quiero que se vayan a la cama, ahora… Y ustedes—se refirió a sus hijas—, ¡a mi oficina!



    .


    .


    .


    Hinata

    Las 5 estábamos en el despecho de mamá, ella se veía tan furiosa, pero no dejaba de ver principalmente a Konan, quien tenía la mirada baja y los labios tensos.

    —¿Se dan cuenta en el gasto que vamos a hacer en volver a restaurar el gran candelabro? —pasó su mirada intensa a cada una de nosotras—¡¿Lo saben?!

    —Pero, mamá, —habló Ino—no fue nuestra culpa.

    —Ya sé que la culpa la tiene Konan por no saber controlar sus clientes.

    Konan levantó la mirada con los ojos bien abiertos, conocía esa expresión y no estaba muy de acuerdo con lo que mamá había dicho.

    —¿Disculpa? —preguntó directamente a madre.

    —Como lo escuchaste, tú y tus modos para atraer más hombres y ganar dinero, eres tan baja, hija.

    —¡Simplemente hago lo que tú me pides hacer, madre!

    —¡Jugar con los clientes no es algo que te he dicho que hagas!

    —¡¿Y tú sí lo puedes hacer?!

    Madre dio un manotazo a su escritorio tan fuerte que pensé que partiría en dos la mesa.

    —¡Te exijo que me respetes! —se inclinó hacia delante.

    —Yo también exijo lo mismo. —Konan dio un paso adelante, quedando cara a cara de mamá.

    —Konan, —Temari agarró el brazo de Konan y la hizo retroceder—basta.

    —Obedece a tu hermana.

    Konan sonrió de lado. —Claro, —se safó del agarre de Temari—se me olvidaba que es tu favorita, y a tu favorita todo lo que pida.

    Antes de que madre pudiera decirle algo, Konan se fue del despacho, azotando la puerta.

    Madre respiró profundo y exhaló. —Algún día me las pagará.

    Tomó unos papeles y los ordenó.

    —Shizune.

    —¿Sí, mi lady?

    —¿Cuál es la suma que vamos a gastar para arreglar los destrozos?

    Shizune le pasó una hoja con todas las cuentas.

    —Imposible… No estoy dispuesta a gastar tanto.

    —¿Entonces qué haremos, mi lady?

    Mamá nos dio un vistazo rápido a todas, meditó por unos minutos en silencio hasta que tuvo la respuesta.

    —Tendremos que reclutar a más personas.

    —¿Q-Qué?... —todas estábamos igual que Shizune—Pero la comida, los demás servicios de la casa…

    —Reduciremos las porciones de comida para absolutamente TODOS—sus ojos de detuvieron en Sakura e Ino—, y ustedes, mis queridas hijas, —nos sonrió ampliamente—empezarán a trabajar con clientes como damas de compañía.

    —P-Pero si apenas tenemos quince… —dijo Sakura sin poder creerlo.

    —Se necesita tener diecisiete para hacer eso. —habló Ino con los brazos cruzados.

    —La que da las órdenes aquí soy yo, así que puedo cambiar las reglas cuantas veces quiera, ¿entendido?

    Por su tono serio no pudimos mas que asentir calladas.

    —Muy bien, vayan a sus cuartos ahora, mañana será un día atareado. Y tú, Shizune, organiza una convocatoria para reclutar a más jovencitas.

    —S-Sí, mi lady…

    Nosotras nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones.

    Me acosté y miré la luna que se reflejaba desde mi ventana. No tenía idea de lo que se aproximaba.



    .


    .


    .


    Continuará…
     
  4. Threadmarks: | Capítulo 3. |
     
    SusanFagorotti

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    4
     
    Palabras:
    2375
    General

    —Niñas, prepárense, es día de compras. —una pelinegra terminaba de subir algunas cajas a la cajuela del coche.

    —¿Es necesario ir nosotras, mamá?

    —Ya se los dije, entre todas las muchachas que trabajan aquí son ustedes las que menos acción tienen, déjenlas descansar, —decía una rubia adulta—además, ustedes son mis hijas, confío más en ustedes para realizar las compras que en las otras, así que deja de quejarte, Ino.

    —Si nosotras vamos porque somos tus hijas, ¿para qué viene ella? —la pelirosa señaló con el índice a la morena que estaba ya en el coche junto con una azabache.

    —Tenten irá con ustedes porque se ha ganado mi confianza, es muy simpática.

    —¿No se te ocurrirá adoptarla a ella también, no? —preguntó un tanto seria y sarcástica la rubia platinada.

    La mujer adulta rio. —No seas tonta, ustedes son sólo mis hijas, ¿de acuerdo?

    —¿Y tus otras hijas? —preguntó la pelirosa.

    —Temari tiene que asistir a un evento muy importante esta noche, por lo que se está preparando para dar su espectáculo, mientras que Konan me ayudará con el papeleo, ¿o qué?, ¿alguna de ustedes quiere reemplazarla?

    —No, gracias. —dijeron casi al unísono ambas chicas.

    —Eso quería escuchar. —llegaron hasta el coche—Shizune, ¿todo está listo?

    —Así es, mi lady.

    —Perfecto, que tengan un buen viaje y asegúrense de regresar antes del anochecer.

    Despidiéndose el coche arrancó rumbo a la ciudad.

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    | Capítulo 3. El Deseo. |

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    1 año después

    Hinata

    Siempre íbamos de compras a la ciudad, que quedaba a una hora aproximadamente de nuestra residencia, comprábamos comida, telas, a veces vestidos, entre otras cosas…

    —Muy bien niñas, cada una tendrá que conseguir las cosas que están en las listas que les estoy dando—Shizune nos pasaba hojas con unas cuantas cosas escritas—, yo me encargaré de las telas por lo que estaré con la señora Suzuki, pero ni crean que estarán solas, los muchachos las acompañarán.

    —Ey, Hinata—era Tenten—, ¿qué te tocó?

    —Jabones y toallas.

    —A mí también me tocó cosas de limpieza, o más o menos… ¿Por qué se les romperán las escobas tan a menudo? —terminó con una sonrisa.

    —Lo mismo me pregunto.

    —Bueno, ¿te parece si vamos juntas por eso?

    —Ah, s-sí, claro…

    Tenten había llegado hace un año a la casa, desde que mamá había reclutado más chicas para el trabajo ella se unió, pero no llegó como las demás, sino que fue en una noche cualquiera que tocó la puerta, Shizune le abrió y llamó a la Senju, ella venía por el trabajo de sirvienta pues no sabía qué negocio se practicaba en el lugar. Tsunade le dio el visto bueno minutos después de hablar a solas con ella, pero como el entrenamiento se recorrió a partir de los 15 años ella todavía no podía empezar, por lo que inició desde cero como yo.

    —El cielo se ve tan bonito cuando no hay docenas de aviones en él.

    —¿Es cierto que la guerra paró? —pregunté.

    —No del todo, sólo es una pausa, se acercan festivales en ambas aldeas, es cuando más vienen extranjeros.

    —¿Y no extrañas a tu familia?

    Tenten, quien iba a unos pasos delante de mí, se detuvo.

    —Sí, a veces lo hago.

    —Casi nunca los mencionas, ¿qué pasó?

    —Hina, —suspiró—no me lo tomes a mal, pero… prefiero empezar a olvidarlos.

    Iba a agregar algo más, pero me interrumpió.

    —Oye, —se me acercó al oído—¿no te cansas de que te estén vigilando estos sujetos? —refiriéndose al chico que nos cuidaba.

    —Sí, pero ya me acostumbré a ellos.

    —Yo ni con el tiempo que llevo aquí he podido tan siquiera quitarme lo incómodo. —lo veía de reojo.

    Acabábamos de comprar las cosas, íbamos de regreso con Shizune cuando a Tenten se le ocurrió una idea.

    —¿Y si nos escapamos? —volteó a verme con una sonrisa.

    —¿Qué dices? —dije casi susurrando—Si lo intentamos nos matan.

    —Tú tranquila, yo hago todo, sólo sígueme.

    En ese momento, Tenten se detuvo de tope y se llevó la mano a la cara.

    —¡Pero qué tonta!

    —¿Sucede algo? —preguntó el chico que nos acompañaba.

    —Sí, se me olvidó algo de la lista, e-es por estos puestos, por eso se me pasó…

    Tenten empezó a caminar en sentido contrario, como me había dicho que la siguiera lo hice.

    —Esperen, —nos dijo el chico con una mueca—¿a dónde creen que van?

    —Ya te lo dijimos, se me olvidó algo… —me tomó la mano y de un jalón empezamos a correr hacia la multitud.

    —¡Ey! ¡Esperen! —nos empezó a corretear.

    Tenten era tan hábil y rápida que no le fue de gran problema esquivar a las personas, yo por otra parte apenas y podía respirar, ni siquiera en ese momento me podía tropezar.


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    General

    —A ver… —unos ojos color azul veían cada uno de los tomates que estaban en el puesto.

    —Ya, Ino, sólo escoge tres.

    —¡No me presiones, frente!

    —Son sólo tomates, todos los veo perfectos—la pelirosa se cruzó de brazos—, ¿o también a las verduras les quieres encontrar imperfecciones?

    La platinada esbozó una sonrisa socarrona. —No… Pero sin duda son más simétricos que tu cara.

    Antes de que empezaran a pelear, un pelinegro se interpuso entre ambas.

    —¿Qué pasa, señoritas?, ¿encontraron todo? —preguntó con su sonrisa característica.

    —Sí, ya hemos terminado. —la rubia terminó de escoger los tomates y ponerlos en la cesta.

    —Bien, entonces podemos regresar al coche.

    —Un momento—habló una pelirosa—, a mí todavía me faltan ciertas cosas.

    —¿En serio? ¿Y por qué no hacías eso mientras yo estaba ocupada con mis cosas, frente?

    —Porque—la ojijade imitó el tono de voz de la rubia—sólo tenemos a una persona a nuestra vigilancia y resulta y resalta que estaba más ocupado en ti que en mí.

    —¿Qué quieres decir?

    —Ay por favor, es más que obvio que Sai está interesado en ti, cerda.

    Tanto el pelinegro como la rubia presentaron un sonrojo, en uno más ligero que en la otra.

    —¿Decías que te faltaba algo, Sakura? —preguntó el chico pálido, con la mirada desviada.

    —Sí, harina, allá. —señaló unos cuantos puestos más adelante.


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    Hinata

    —Espera, espera… Deja cobro el aliento…

    Habíamos corrido casi por todo el mercado, al ser niñas se nos facilitaba más esquivar a la gente que aquel pobre hombre.

    —Bien, —Tenten también estaba en las mismas que yo—creo que ahora sí lo perdimos de vista por un momento. —volteó a verme—Nada se cayó, ¿verdad?

    —No… Aquí está todo. —enseñé la bolsa.

    —Que bueno. —sonrió como respuesta.

    Al normalizar mi respiración, me percaté de una fuente que estaba delante de nosotras.

    —Mira—señalé—, una fuente, no sabía que había una aquí.

    —¿Esa? Sí, es una fuente muy vieja, pero yo conozco una mucha mejor.

    Volteé a verla. —¿Otra? Pero tú nunca has salido de la casa sin- —me interrumpió.

    —Hablo de aquí mismo, hay otra y mucho más grande.

    Me le quedé viendo por unos segundos.

    —Vamos, te la enseñaré. —me hizo un movimiento con la cabeza, indicando que la siguiera.

    Caminamos más adelante, poco a poco los puestos iban quedando atrás, hasta que llegamos a estar frente a una gran fuente, casi le cuadruplicaba el tamaño a la anterior.

    —¿Has oído sobre las fuentes que cumplen deseos? —me preguntó—Pues esta es una de ellas.

    —¿Cómo lo sabes?

    —Eso es lo que dicen todos—se encogió de hombros—, y cuando todos empiezan a creer en algo se hace realidad, ¿o no?

    Yo simplemente me limité a seguir admirando aquella fuente que, a comparación con la anterior, esta se veía con mucho más mantenimiento.

    —¿Tienes una moneda?


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    Sakura

    Ino no soportó caminar por más puestos así que decidió irse al coche a esperarnos, por lo que ahora tenía a mi disposición a Sai como guardaespaldas, veremos qué tan interesante es su nivel de plática.

    —Perdón que seas tú quien me tenga que cuidar. —dije con un deje de burla tras escuchar un suspiro por parte de él.

    —No es ninguna molestia, señorita. —apresuró a decir.

    —Pero si fuera rubia no te quejarías, ¿verdad? —arrematé, dando la vuelta para que no viera mi sonrisa burlona.

    —¿Por qué es así conmigo?

    —¿Quién?, ¿Ino? —pregunté confundida mientras seguía en lo mío.

    —Usted.

    Eso sí me hizo voltearlo a ver.

    —¿Yo?, ¿a qué te refieres?

    —Desde que empecé a laburar en la gran casa, usted se la ha pasado haciéndome bromas con respecto a la señorita Ino.

    —Bueno… Será porque desde ese entonces noté que le tenías cierta fijación hacia mi hermana. —terminé con una sonrisa—¿O me vas a decir que no es así? —crucé los brazos.

    —Pues se equivoca, señorita. —y aún así tuvo la audacia de negarlo, de acuerdo, este juego me gusta.

    —¿Ah, sí? —lo miré fijamente, a lo cual desvió la mirada—¿Por qué me desvías la mirada, Sai?

    —Porque no es correcto que un empleado como yo vea a los ojos a sus superiores.

    —¿Superior?, ¿me dijiste vieja? —intenté sonar lo más seria posible, pero fue inútil al ver cómo en cara de Sai empezaba a verse más matices.

    —¿Encontró todo lo que buscaba? —esquivó mi pregunta.

    Bufé, me rendía. —Mi madre y sus reglas estúpidas.

    —Es la máxima autoridad de la casa.

    Ahora lo entendía todo.

    —Así que es por eso, ¿eh?...

    —¿De qué habla?

    —Es mi madre el obstáculo del que no puedas declarártele a Ino, ¿verdad?

    —P-Pues… —seguía sin poder dirigirme la mirada.

    —¡Si es por eso, te puedo ayudar! —me animé a decirle.

    Siempre en los momentos de emoción digo cosas que nunca haría ni por loca, aunque en este caso…

    —Perdone, señorita, pero eso sería imposible aún y con su ayuda.

    —¿Estás diciendo que soy inútil?

    —¡No, no!, ¿cómo cree?

    —¡Entonces déjame ayudarte! Además, si te ayudo, —me empecé a acercar lentamente a él—tú también me tendrías que devolver el favor. —sonreí maliciosamente.


    .



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    .


    Hinata

    —¿Qué? No…

    —¿No sobró nada de lo comprado? —seguía insistiendo Tenten.

    —Sabes que mamá nos da el dinero justo, y aunque sobrase se lo tendríamos que dar de todas maneras.

    —Mientras no se entere… —veía una sonrisa maliciosa en su rostro.

    —Eres increíble… —rodé los ojos.

    —Entonces, ¿no hay moneda? —y seguía de insistente.

    —¡No!

    —Entonces nos tocará conseguirla.

    Tenten miró a todos lados, por ahí casi no pasaba gente debido que no habían puestos alrededor de la dichosa fuente.

    —¡Ya sé! —empezó a irse del lugar.

    —¡¿A dónde vas?!

    —Tú espera aquí, tengo un plan.

    Siempre tenía un plan para todo.

    —No creas que te dejaré ir sola. —empecé a caminar tras ella, había la gran posibilidad de que nuestro cuidador la encontrara—¿Qué piensas hacer?

    —¿Qué más? Robar. —lo dijo sin mucha importancia.

    —¡¿Qué?!

    —Tú tranquila, soy una experta en ese arte.

    —¿Cómo puedes decir eso?

    —Chica, antes de llegar a la casa tuve que sobrevivir de una u otra manera. —volteó a verme—Mira y apren- —chocó con alguien.

    Subimos la mirada, se trataba de un militar del país por su vestimenta.

    —¡P-Perdone usted!

    Rápidamente agaché la cabeza en forma de disculpa, igual lo hice con Tenten, obligándola.

    Se escuchó una risita. —No se preocupen.

    Subí un poco la mirada, topándome con unos ojos color azul cielo, los más azules que había visto en mi vida.

    —¿Tienes una moneda?

    —¡Tenten!

    —Sí, calro. —sacó de su bolsillo una moneda de bronce, entregándosela.

    —¡Gracias, extraño! —sin mirarlo más, corrió hasta la fuente.

    Puso la moneda entre ambas manos, a la altura del pecho, cerró los ojos y tras unos segundos lanzó la moneda.

    —¿Tú no quieres pedir uno? —escuché de repente.

    —¡¿A-Ah?! ¿Y-Yo…? —me sonrojé un poco—N-No, gracias…

    —¡Anda, Hina, anímate! —de repente tenía a Tenten a mi lado, guiñándome el ojo para que me animara.

    —Mira, mejor ten. —el rubio me extendió otra moneda, igual que la de Tenten.

    —¡Naruto! —una cuarta voz apareció—Tenemos que irnos ya.

    Era un pelinegro de ojos negros, cabello alborotado como él, con una expresión más seria que me daba miedo.

    —Ya voy, Sasuke—le dijo para luego volverse a mí—. Escucha, no te prohíbas de desear lo que quieras, la vida es muy corta como hasta para limitarnos soñar, ¿de acuerdo? —sonrió al final.

    Tomé la moneda callada, me quedé muda prácticamente en ese momento, mirando sus ojos me hacía sentir como si ya lo hubiera visto antes…

    Fue aquel último guiño que me dio cuando sentí algo en el pecho, como un flechazo que me hizo sentir especial, mandando un cosquilleo directo a mis mejillas.

    Me quedé unos segundos más viendo cómo se iban los dos soldados, hasta que las palabras de mi compañera me hicieron reaccionar.

    —Muy guapo, ¿no?

    —Sí…

    —Ese pelinegro tiene algo especial, ¿no crees? —sonrió.

    —¿Ah? —volví en sí.

    —Ya sabes, tengo algo con los hombres serios y directos. —cruzó los brazos, aún viendo a los soldados irse.

    En eso volteé a ver la fuente, la cual hace unos minutos atrás Tenten había botado su moneda. Fui hasta ella he hice lo mismo que ella, puse la moneda entre mis manos y cerré los ojos.

    «Por favor, destino, permíteme ser en esta vida una bailarina profesional como mis hermanas mayores, permíteme ser el orgullo de mamá.» Todavía recuerdo las palabras exactas.

    Y así arrojé la moneda a la fuente, la cual se hundió lentamente hasta llegar al fondo, no sabía que la profundidad de dicha fuente era considerable.

    —¿Qué pediste, Hina? —se acercó Tenten.

    Sonreí. —Los deseos no se dicen.

    —¿Qué? —agarré mi cesta y comencé a correr en dirección del mercado para reunirme con las demás—¡Oye!, ¡no me dejes aquí! —escuché a Tenten decir.

    Corría entre los puestos, esa vez no me ganaba la preocupación por llegar tarde una vez, me sentía feliz… ¡feliz!

    No sabía si era verdad eso de la fuente que cumple deseos, pero sin duda me hizo sentir ese empujoncito de motivación que necesitaba para luchar por lo que quería.

    Y hablando de aquel chico rubio, bueno, quién sabe y algún día el mismo destino que hizo encontrármelo hoy, logre ponerlo de nuevo en mi camino algún otro día.


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    Continuará…
     
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