La visión de túnel me tenía cegado en Liam y nada más que Liam, que seguía allí plantado esperando que dejara de discutir y me metiera a la escuela seguramente. Por la tontería que le dije sacó un par de billetes más, me los entregó y los metí al bolsillo con el mismo malgenio que había tenido desde ayer en la noche o desde quién sabe cuándo en realidad. Hasta entonces como él no se había distraído con nada más, yo tampoco había tenido la decencia de observar más allá de nosotros, por lo que no vi a Alisha con el tipo random ni a Craig llegar con la que debía ser su madre. Lo jodido fue que solo reparé en él cuando se manifestó a nuestro lado, unos segundos después de que yo guardara la pasta, y juré que sentí la cabeza darme vueltas. El blanco de su cabello no debía ser tan intenso como yo lo percibía, pero la verdad me habría cagado encima hasta estando en mis cinco sentidos. Craig en sí me daba igual, pero no me apetecía que nadie lidiara con el hijo de puta de Liam. —Buenos días —saludó el susodicho. Fabricó la sonrisa más cordial que le habría visto desde que me reuní con él por primera vez, porque siempre tenía cara de póker, y lo peor fue que se vio genuina. Le suavizó las facciones, le cambió por completo el rostro y el parecido que encontré, como si me viera en un espejo unos años en el futuro, me revolvió el estómago de maneras extrañas así que volví la atención a Craig. Borré toda la hostilidad que antes había dirigido hacia el viejo, pero percibía el mundo bastante embotado si debía ser sincero. —Sí, somos compañeros. ¿Necesitas los apuntes o algo? —pregunté como si nada. El cerebro me reaccionó con retraso y me acordé que este hace ocho días o algo así estaba más ciego que un topo, ¿debería siquiera estar en la escuela? De verdad, no había día que no pasara una cosa, ¿no podía uno fumarse un porro y dormirse en un rincón sin lidiar con cabrones o tener que cuidarle el culo a alguien? Suspiré, me acerqué hasta quedar junto a Craig y miré a Liam. —Nos vemos, gracias por traerme —dije sólo para no dejar al otro metido en el embrollo familiar, en otras condiciones no habría dicho nada—. Entremos, Craig, a ver qué necesitas y si tengo la materia completa. Para este momento ni yo sabía qué tenía anotado y qué no, debía haber vacíos de algunas de las siestas que fue a pegarme a la enfermería. Igual tendría que pedirle ayuda a Ilana para volver a poner todo en orden, aunque fuese solo revisando si tenía la materia completa, además de que tenía que volver a repasar en la semana o cuando llegaran los exámenes acabaría suspendiendo como idiota.
Le di una pitada breve al porro y seguí caminando, tranquilo. La verdad, era una mañana bastante bonita y daba pereza encerrarse en un salón de clases. Ah, las desgracias de la juventud. Fui detallando cómo las nubes se deslizaban sobre el manto azulino hasta que, al bajar la mirada al frente, reconocí a Alisha. Estaba fumando junto a un muchacho rubio un par de metros por delante, justo la pillé encendiendo su cigarro y alcé apenas las cejas. A menos que la distancia me estuviera engañando, tuve la pequeña esperanza de estar a punto de resolver un crimen. Qué emocionante. Con el mismo ritmo sereno que traía esperé a llegar a su lado para detenerme junto a ellos. Me coloqué la sonrisa de ángel de toda la vida y se la dediqué primero al muchacho, luego a Alisha. Era un saludo y, si se quiere, una disculpa silenciosa por estar interrumpiendo su conversación tan descaradamente. Aunque no lo sentía ni un ápice. —Kakeru me contó lo que pasó el otro día y venía a darle las gracias a mi salvadora~ Hombre, hasta a mí me daba gracia la poca vergüenza que sentía. Según el relato oficial, la había palmado en los baños y las pobres almas tuvieron que llevarme a la enfermería, donde me dejaron durmiendo hasta que a Dios le dio por espabilarme. Alisha también se había echado una siesta, aunque al despertar ella ya no estaba. Ni mis cosas. Kakeru había reconocido confiscarme la mayoría, el pequeño cabrón, pero luego de pasar por su casa a recuperarlas, el encendedor seguía desaparecido en combate. Eso nos dejaba con una sospechosa, ¿verdad~? Contenido oculto kohaku conociendo a aiden? definitely wasnt on my bingo card
Había tenido la ínfima esperanza de que aquella mañana fuera normalita, de esas aburridas que hubieran incitado a Aiden a no querer volver a pisar las cercanías del Sakura en un tiempo, pero... of course, una no podía esperar nada bueno cuando su karma era tan malo. El coche del que Cayden salió, así como el propio, me hubieran pasado del todo desapercibidos si no hubiera sido porque, well, a certain someone loved being a drama queen. De repente el muchacho se montón una escenita con el que obviamente se veía que era su padre a ojos de todo el mundo y, claro, ¿qué íbamos a hacer salvo mirarlo? —¿Y eso? —me preguntó Aiden, con un obvio tono de curiosidad, y le quité el cigarro de la mano mientras me encogía de hombros. —Cayden montando una escena para ser el centro de atención como siempre, que sé yo —contesté, dando una calada, y faltó poco tiempo después para que rodara los ojos, cuando vi quién había decidido interrumpirles—. And Suiren not having a clue of social cues, of course. Nos quitó el entretenimiento gratuito, qué pena~ —añadí, junto a un suspiro pesado bien teatral. —Of course you know them —comentó el muchacho, riéndose apenas, y negó un par de veces con la cabeza—. ¿Son escenas ocurrentes? —Es una escuela de niños pijos dramáticos, claro que esto es ocurrente. Aiden quiso responderme algo más, pero se cortó a medio camino cuando notó que una tercera presencia se paró justo al lado de nuestra posición. Asomé la cabeza para poder ver de quién se trataba y mi rostro se iluminó con emoción al distinguir la carita bonita de Kohaku. Me separé de la pared para poder colocarme frente a él y le piqué la mejilla un par de veces; también le di un empujoncito de nada con el dedo índice en la frente, y al final me tiré a estrujarlo entre mis brazos, comportándome un poco como si llevara una vida entera sin ver a mi mejor amigo o algo. >>¡Estás vivo! —exclamé tras separarme, dejando las manos sobre sus hombros para poder zarandearlo un poquito—. ¡No sabes el susto que me diste, cabrón! Menos mal que estaba Kakeru por ahí, que si no... ¡pero bueno! Te pudimos llevar y ningún profesor nos pilló, ¡así que de nada! Ahora me debes una cita en la que no estés completamente emporrado, eso sí —sentencié, dejando finalmente caer los brazos y liberándolo en el proceso. —Eh... encantado, por cierto. ¿Sois amigos...? Contenido oculto como si nuestras tramas y personajes no estuvieran demasiado interconectadas de por sí, why not a little bit more? JAJAJA
Permanecí bastante impasible ante la repentina emoción de Alisha, incluso al venirse encima mío y empezar a achucharme y jalarme como si fuera un muñeco. A lo sumo atiné a cerrar los ojos cuando me golpeteó la frente y mi sonrisa se fue estirando lentamente, algo divertido con semejantes demostraciones de... ¿cariño? Parecía que estaba recuperando a su mascota perdida de cinco meses. El abrazo fue algo inesperado, pese a todo, y se me escapó una risa casi insonora en lo que retrocedía un pie para que su impulso no me mandara al suelo. Las manos me quedaron suspendidas en el aire, a ambos lados, y se me dio por mirar al muchachito rubio porque... porque no tenía otra cosa que ver. Mi primer impulso no fue corresponderle el abrazo a Alisha y tampoco me dio tiempo a hacerlo conscientemente. Que estaba vivo, exclamó, y yo asentí muy convencido, hasta orgulloso de mí mismo. Había sobrevivido, ¿eh? Se iba a mi pared de logros personales... si tuviera una. Siguió hablando, hizo un mini resumen del episodio tan traumático que la había forzado a vivir y acabó reclamándome una cita. —¿Y qué me dices de algunos descuentos? —ofrecí, muy sonriente. El muchacho rubio se sumó a la conversación, por lo que deslicé la mirada a él y luego le eché un vistazo a Alisha. Amigos, amigos, lo que se dice amigos, pues... —Más bien es mi clienta. Si te hace falta hierba de calidad, no dudes en contactarme —le dije al chico, señalándome a mí mismo—. La cultivo yo mismo y es totalmente orgánica. Nunca era un mal momento para hacer negocios, ¿no?
Era obvio que estaba exagerando un poco mi reacción por ver al muchacho, solo porque me apetecía tener un entretenimiento extra con el bonito reencuentro. También me estaba tomando una confianzas quizás algo excesivas, toqueteándole tanto la cara y tirándome a abrazarlo sin ninguna clase de vergüenza, pero claro que esos eran detalles que a mí no me importaban especialmente. Asumí que tampoco debía ser ningún problema, considerando que el chico me dejó hacer sin poner poner queja alguna, y poco después me sonreí con cierta gracia al ver el orgullo que su propia sonrisa tenía al felicitarlo por estar vivo. —Me rompes el corazón, Kohaku... —me quejé en cuanto el chico me rechazó la cita tan descaradamente, volviendo a alejarme en dirección al muro para lloriquear por tan doloroso acontecimiento—. ¡No quiero descuentos! —sentencié, cruzándome de brazos en un claro berrinche. Aiden tenía que estar disfrutando de todo aquello como un cabrón, por otro lado. No me hizo falta mirarlo para imaginar la sonrisita que se le habría plantado en la cara, aunque de todas formas supe que viró su atención hacia el muchacho cuando este le respondió a la pregunta; respuesta que, por cierto, clavó todavía más puñales en mi pobre corazoncito maltrecho. —Ah, mira tú por donde... —canturreó Aiden, en un tono de voz que dejaba ver lo encantado que estaba con la situación—. Me encantaría probarla, claro. ¿Puedo encargarte que se la des a Ali y así ella me la trae~? La velocidad a la que giré la cabeza para mirarlo hubiera sido digna de estudio, a decir verdad, y todavía más impresionante fue la entereza que tuve para morderme la lengua y no soltarle la sarta de insultos que se me pasó por la cabeza nada más escucharlo. Fruncí el ceño durante un segundo de nada, eso sí, pero no pretendía hacer ninguna clase de escena delante de Kohaku y acabé por controlarme, dejando apenas salir un resoplido antes de centrarme en el otro chico. —¿Vamos entrando? —le propuse, como si nada.
Mi salida sutil del embrollo no fue exactamente sutil, tal vez había subestimado las habilidades actorales de Alisha o cuánto le apetecía montarse el teatro. O cuánto le jodía recibir un "no" y ya. La seguí con la vista en lo que retrocedía hasta la pared y negó fervientemente mi oferta. Mi semblante no cambió. —Te dejaré pensarlo un rato más —definí, volcando mi atención en el chico. Su pretensión de usar a Alisha como intermediaria sonó un poco extraña y me pregunté si la intención iría dirigida hacia ella. Deslicé la mirada en su dirección con sutileza, la forma en que le clavó la vista habló por sí misma y me pregunté, cielos, ¿cómo sería capaz de contribuir al malestar de mis queridos clientes? Abrí mi bolso y colé la mano dentro, esculcando a ciegas mientras Alisha me invitaba a entrar. Asentí, reconocí la forma del bolígrafo y lo extraje. Consumí la distancia hacia el muchacho con calma. —¿Quieres un camello con el camello enfrente? —murmuré, divertido. Me tomé la libertad de recoger su mano y, sobre el dorso, comencé a escribir—. Me gusta hacer mis entregas directamente, cualquier cosa me escribes. Terminé de dejarle mi número y alcé la vista, detallando su rostro y sus ojos. Tal vez le estuviera haciendo un favor a Alisha, quién sabe, lo realmente importante era que no me molestaría si este muchachito de aquí me contactaba. Le sonreí, tranquilo, y retrocedí, dejando caer el bolígrafo de regreso en mi bolso. —Nos vemos~ —lo despedí, empezando a caminar junto a Alisha hacia el interior de la Academia.
¿Quién me hubiera dicho a mí que los planes matutinos que tenía de molestar a Ali iban a acabar convirtiéndose en toda aquella sucesión de descubrimientos? Primero había sido la escenita digna de una soap opera y, justo después, el niñito bonito aquel que se nos acercó y al que Ali se le tiró encima como si fuera su mejor amigo de la infancia al que no había visto en años. Me quedé mirando el bonito reencuentro sin inmutarme demasiado, de todas formas sabía que ese no era el famoso Joey al que tanto asco tenía, y fui terminándome el cigarro mientras ellos hablaban de que... ¿el chico casi se había muerto? A decir verdad, lo que más acabó llamándome la atención de toda la conversación fue la mención de un tal Kakeru y que le chico este se llamara Kohaku. ¿Cuáles eran las probabilidades de que se trataran de los mismos Kakeru y Kohaku de los que tanto había oído hablar ya? ¿No sería acaso un par de coincidencias demasiado grandes? Por otro lado, mi pequeño plan para seguir molestando a Ali un poco más no había salido tan bien cómo me hubiera gustado, lo que era una verdadera lástima. En su lugar, el muchachito me cogió de la mano y apuntó su número sobre el dorso de la misma, haciéndome seguir el recorrido del bolígrafo con la mirada antes de dar nuevamente con sus ojos. Asentí apenas con la cabeza ante su propuesta, sin poder evitar la sonrisilla que se me plantó en los labios tras recibir su atención tan detallada, y poco después me despedí de ellos con un movimiento de mano, clavando la vista en sus espaldas a medida que se iban alejando. Negué un par de veces con la cabeza cuando volví al vista al frente, ensanchando de manera considerable la sonrisa que también se había tornado en una de diversión, y me dispuse a tirar la colilla al suelo para finalmente emprender la vuelta a mi casa. Esas fueron mis intenciones, claro, hasta que vi pasar por delante de mis ojos la melena rojiza que tan distinguible se había vuelto después de aquel fin de semana. La muchacha estaba completamente distraída, o no había querido hacerme caso, ¿pero qué clase de amigo sería si no la saludaba en aquellas condiciones~? —Sa-sha~ —canturreé, habiéndome colocado a su espalda para poder tocarle el hombro un par de veces y así llamar su atención—. No me digas, ¿tú también estudias aquí? —le solté con obvia sorpresa, tras haber paseado la mirada por su uniforme sin ninguna clase de reparo. Contenido oculto hehehe
La respuesta de Suiren había caído en el transcurso de la tarde y con ella me convencí de que probablemente ya había hecho todo lo que estaba a mi alcance, y que a partir de aquí cualquier aproximación por mi parte calificaría de insistencia. No era que me diera igual, pero tampoco me gustaba andar encima de la gente. Estaría ocupado con sus asuntos y su recuperación, y estaban su familia y sus amigos para acompañarlo. Yo no pintaba en ese cuadro. No quise pensar mucho en eso, y de todos modos tuve el día ocupado. Hice las compras, recogí a los niños y preparé la cena, luego estudié un poco y a la noche caí noqueada. Al otro día, llegando a la Academia, reparé brevemente en la única persona pululando allí que no portaba uniforme, y el corazón me dio un vuelco al notar que se trataba de Aiden. Intenté apresurar el ritmo pero sin ser demasiado evidente y fingí demencia al rebasarlo. Nada bueno podía salirme de hablar aquí con él. Iba sintiendo los latidos contra las costillas, rezándole a todos los santos por que no me viera, y estuve a punto, a punto de alcanzar la entrada. El toquecito y la voz sobre mi hombro me recordaron que igual venía con mala racha y tuve que detenerme, rodando los ojos antes de girarme hacia él. ¿"También"? Bueno, si no estaba aquí por mí, entonces ¿por quién? ¿Haru? —Morning, dear —saludé, claramente irónica, y crucé los brazos sobre el pecho—. Ya ves, el mundo es un pañuelo. Le dediqué una sonrisa forzada y recorrí los alrededores con la vista, un poco temerosa de que... no sé, no quería que nadie me viera con él. —¿Qué haces aquí? —indagué, volviendo a mirarlo. Contenido oculto aprovechar todos los bugs? your journey our passion
La reacción de Sasha no fue para nada la que anticipé recibir. No había esperado ninguna fiesta ni nada por el estilo, pero hombre, cualquiera diría que el espíritu de Ali la había poseído con el hartazgo que me dedicó nada más verme; iba a empezar a deprimirme si todas las chicas bonitas reaccionaban de esa manera con mi presencia. Por suerte o por desgracia, ya tenía algo de experiencia con todo aquello, así que no me inmuté para nada ante su ironía y simplemente le sonreí con la emoción que yo sí sentía por encontrármela ahí. —Estaba dando un paseo por la zona y te vi, qué cosas —contesté a su pregunta, encogiéndome de hombros con simpleza en el proceso. No era una verdad completa, pero tampoco era una mentira del todo, así que yo creía que iba a colar sin problema; dudaba que Sasha fuera a entrometerse más en el asunto, de todos modos. Justo después de responder imité el recorrido que ella había hecho con la mirada a nuestro alrededor, volviendo a centrarme en sus ojos al terminar, y con un aire de curiosidad en los míos. Podía imaginarme a la perfección la intención de su gesto, pero... >>¿Buscabas a alguien? ¿Alguna amiga que me quieras presentar~?
El sarcasmo evidente que le imposté a mi tono no pareció amedrentarlo y supuse que era lo esperable, considerando que los tipos como él no cargaban ni una pizca de self awareness. ¿Un paseo por la zona a las ocho de la mañana? Sí, claro. Su respuesta fue tan absurda que me arrancó una risa floja y la sonrisa, amplia, me quedó impresa en el rostro. —Hmm, nada como el paseo matutino a una hora de Tokio, ¿verdad? I sure love doing it too. Me estaba tratando de imbécil, ocurría que su vida no era de mi incumbencia y no pretendía seguir escarbando. Si no quería hablar, pues que no hablara. No creía que... Más bien tenía que no creer que estaba aquí por Frank o algo así, o iba a darme un venazo. Él imitó mi paneo visual con un segundo de delay, y al recibir sus ojos esperé que soltara la tontería de turno. Tenía escrita la intención en toda la cara. —No me digas, ¿le quieres seguir tirando a menores de edad, baby? That's wrong... —Alcé las cejas, como si hubiese conectado todos los dots, y la sonrisa me iluminó el rostro—. Ah, I see! Estás aquí para cazar niñitas. Aren't you ashamed? Should I call the cops?
Suponía que mi excusa improvisada no iba a terminar de colar con alguien como Sasha, y clara muestra de ello fue el comentario todavía irónico con el que me respondió. La sonrisa que ya tenía sobre los labios se me ensanchó al escucharla, sin poder evitar la diversión que sentí al respecto, y al final solo asentí con la cabeza una vez, en un gesto que pretendió mostrar aprobación con lo que había dicho. Ambos sabíamos que no era verdad, pero ella debía imaginar que yo no le daría más detalles y yo imaginaba que ella no iba a indagar más en el asunto... y, así, todos contentos. Mi pregunta posterior, que había tenido intenciones completamente inocentes, acabó con ella acusándome de algo tan escandaloso como que yo pretendía tirarle a menores. Me llevé una mano al pecho, dejando salir un audible gasp mientras mi expresión se tornaba en una de completa indignación; incluso negué un par de veces con la cabeza, totalmente decepcionado, para culminar el teatro de turno. —Me ofendes, Sasha. Tengo una estricta política anti-menores —sentencié con total convicción, cruzándome también de brazos—. Según mis datos, tú ya tienes dieciocho. ¿O acaso me engañan mis sentidos? —acoté, ladeando apenas la cabeza para volver a pasear la mirada por su cuerpo, y le dediqué una nueva sonrisa animada cuando volví a su rostro—. De todos modos, no me has respondido a la pregunta. ¿Será que no quieres presentarme a nadie? No te hacía tan posesiva~
Parecía imposible ganarle a estos tíos. Sin importar lo que hiciera y dijera, todo lo tomaban y deformaban en una nueva forma de entretenimiento, inmunizándose con ello. Tendría que acostumbrarme, o como mínimo lograr que me molestase menos. Si él se apropiaba de aquello que lo rodeaba me quedaban dos caminos: rebasarlo o virar en otra dirección. El trabajo me enseñaba poco a poco la importancia de adaptarme a los demás para sacar tajada. Aiden, Aria, Frank. Sin pretenderlo, acababa cada vez más involucrada con ellos y estaba segura. Se traían algo entre manos. La indignación que se echó encima fue de antología, lo observé sin reaccionar visiblemente y alcé las cejas al oír el delirio de la política anti-menores. No tenía grandes motivos para creer que le fueran las niñitas, pero que lo negara de tal forma me empujaba a sospechar. Sus datos, sí, los benditos datos. Noté el recorrido que hicieron sus ojos y aguardé a que acabara. Era un imbécil descarado. —¿Hoy en día los jefes comparten esa data con los chicos de los recados? —repliqué, fingiendo sorpresa—. That doesn't seem very much professional... Insistió con la tontería de presentarle a alguien, que era una posesiva, y solté una risa floja. No tenía mucho sentido prolongar esta conversación y tampoco me apetecía, siendo honesta. Ya era suficiente lidiar con estas personas los fines de semana. Ahora que lo pensaba, gracias debía dar a que compartiera academia precisamente con Sugawara. —Será que quiero ahorrarle el disgusto a las demás. —Ladeé un poco la cabeza y le sonreí, acercándome a su posición para acomodarle las solapas de la sudadera; igual no me convenía enemistarme con él—. O será que soy posesiva. Móntate la película que quieras, cielo. Debía oscilar entre los extremos con el equilibrio suficiente si pretendía hacerme una vida dentro del Paraja, y mantener entretenidos a estos cabrones solía ser una estrategia decente. Subí la vista a sus ojos, apoyé las manos en su pecho y retrocedí, estirando los brazos hasta romper el contacto por completo. —Que disfrutes tu paseo matutino fuera de Tokyo, baby. Nos vemos~ Contenido oculto cortito pero pODEROSO por acá cierro, gracias por la aparición estelar del asshole, bebi <3