| Prólogo. | —Bienvenida a la familia, Hinata, siéntete cómoda que éste será tu nuevo hogar. Vaya cinismo lo decía esa sinvergüenza, que después de haber destruido el matrimonio de mis papás me daba la bienvenida con los brazos abiertos todavía, cuando aun así esta casa estaba destinada para mi mamá. —Creo que no es necesario darte el recorrido por la casa ya que deberías conocerla antes, ¿no? Mis ganas de darle un puñetazo en la cara iban creciendo poco a poco. —Oh, por cierto, te presento a mi única hija, Shion. Y yo les presento a mi tormento. . —¿Por qué no puedes ser más como tu hermana? Aprende de ella que no necesita ayuda de nadie para hacer sus cosas y mucho menos necesita ayuda de un psicólogo, por favor, ¿qué ridiculeces son esas? Mi madre, la figura más importante en una familia, comparándome con mi hermana por segunda vez al día. —Dinos qué hemos hecho mal contigo. Y mi padre, que aunque nunca está presente para nosotras siempre tiene alguna queja que dar. —Ay, por favor, sólo quiere llamar la atención, ¿no es obvio? Gracias, hermanita. —Esto es tan ridículo, Sakura, ya tienes diecisiete años, es hora de que te pongas seria aunque sea una vez en tu vida. ¿Seria? ¿Cuántas veces me he sentido feliz al estar viviendo con esta familia? . —Ya te dije que no comieras tanto, ahora el vestido no te va a cerrar. Me cerraría el vestido si fuese de mi talla, no una más pequeña. —¡Mírate cómo estás! Sí, lo sé, soy una cerda. —¡Mira!, este rellenito no lo tenías hace unos días. ¡Enderézate! ¿Tan mal estoy? Al parecer no vomité todo esta mañana. —Si sigues así no ganarás el concurso y adiós casa, adiós a tus comodidades, adiós a todo. ¿Puedo decirle adiós a mi vida también? . —¡¿Y por qué no lo tienes listo?! Porque estaba ocupada haciendo otras tareas. —¿De qué te sirve desvelarte noches seguidas si al final nunca acabas? —Es mejor que no procrastines, a ver si así puedes acabar con tus deberes. Yo procrastinar, qué buena broma, ya quisiera verlos en mi lugar. —Ah, y por cierto, toma, la directora lo quiere a más tardar mañana, ¿de acuerdo? —Ponte a trabajar, Sabaku. . —¿Qué piensan de Iri? —Ella no le gusta esto, no querrá. Las chicas de la selección de deportes femenil estaban hablando mientras yo seguía en lo mío. —Que mal que Hiyo esté lesionada, con ella de seguro ganábamos. La competencia de voleibol se acercaba, pero una de las jugadoras se había hecho un esguince recientemente. —Ni modo. ¿Alguna otra propuesta? Cómo me gustaría participar, me encantan los deportes que incluyan pelotas. —¿Y qué tal de Tenten? Sentí que me miraban a mí. —Claro que no. Ella es rara, nunca habla en clase y es floja, ¿cómo aceptaría? Y como siempre, me tachan como la floja del salón. Y yo que no puedo tan siquiera decirles que me animo a intentarlo. . —Pero miren quién anda aquí, la zorra cuatro ojos. Soy la zorra cuatro ojos, porque la zorra pelirroja es ella. —¿Te divertiste jugando a ser la novia de Genji? ¿O todavía te quedaste con las ganas de acostarte con él? Ni siquiera sé de quién me está hablando. —¡Anda! ¿Por qué no me contestas, eh? Te contestaría si dejaras de gritar como una loca. —Tengo razón, ¿verdad? En que eres la más estúpida, sí, la tienes. —Pero te lo advierto, Uzumaki, donde me entere que andas coqueteando con Juugo, ¡te mato! Como si nadie lo hubiera hecho antes. . —¡¿Cuántas veces te tengo que decir que no se te olviden las servilletas?! Apenas pude escuchar lo que me dijo pues trataba de volver en sí tras sentir un ardor en mi mejilla. —¡En serio que no sirves para nada! Entonces por qué no eres tú quien pone la mesa si tanto te molesta que yo lo haga. —En serio, Matsuri, no conseguirás marido si sigues así de olvidadiza con tus deberes de mujer. —Exacto, jamás permitiría que tu hermano se consiguiese a alguien que no supiera ni cómo poner la mesa. —No has aprendido nada desde que mamá murió. Dios, mamá, ¿por qué me dejaste sola? . Ellas estaban perdidas, casi tocando fondo, se habían acostumbrado a las burlas y los abusos, sólo una gran fuerza las podría salvar, y ellos serían esa luz que las guiaría a ser felices, aunque no sería tan fácil. . . . . Próximamente...
General La alarma sonó, 10 minutos antes de las 6 de la mañana. Mientras el sonido se propagaba por toda la habitación, a su lado se encontraba una azabache con la mirada fija al techo. No sabía cuánto había pasado pero la alarma seguía y seguía, lo único que pudo sacarla de su trance fueron los golpes a la puerta. —¡Hinata! ¡Detén esa cosa ya! Todos ya despertamos si te lo preguntas. Y de repente, sólo cesó el sonido. —Regreso a clases… —dijo sin mucho ánimo la azabache, siguiendo en su cama, pero con la mano todavía puesta en el despertador. . . . | Capítulo 1. Regreso a Clases. | . . . El timbre sonó y todos los estudiantes salieron de sus aulas hacia el descanso. —¡Gracias a Dios!, ya no aguantaba estar encerrada en esas cuatro paredes con la voz de ese tipo. —No exageres, ¡apenas es el primer día! Guarda eso para la semana que viene. —Es que no puede ser, acabamos de entrar y ya tarea, ¿qué acaso ya se les olvidó lo que es ser joven? Las risas de esas dos jóvenes se escucharon junto con el cerrar de sus casilleros. Al lado de ellas estaba una pelirosa, revisando su bandeja de mensajes, aunque la verdad no tenía nada nuevo, simplemente era para no parecer una estúpida esperando parada a que esas dos jóvenes se fueran para poder acceder a su casillero. Apenas cerró la puerta cuando una mano la tomó del hombro, haciendo voltearse. —Hermanita—dijo con una sonrisa fingida la rubia—, necesito dinero. —¿Y? —le contestó la pelirosa—Mamá te dio lo suficiente para esta semana. —Qué graciosa. —seguía sosteniendo la sonrisa—Pero no es para mí, sino para Lori. —Ya te dije que no… —pero la rubia la agarró de la muñeca y la aproximó hacia ella. —Escucha, sé de tus cicatrices en las piernas y sabes que papá se pondrá furioso y te pueda hacer una más grande si se llegase a enterar. —se lo dijo al oído—Así que decide. La ojijade se le quedó viendo por unos segundos hasta que sacó de su bolsillo unos billetes y se los entregó a su hermana sin dejarla de ver. —Muchas gracias, hermanita. —Gracias, niña. —dijo otra rubia, caminado detrás de Hotaru. En otro lado del pasillo, se encontraba una azabache que observaba de lejos al grupito de su hermanastra, esperaban a alguien fuera del baño. —¿Todo salió bien? —preguntó una pelirroja. —Sí, —dijo Shion, saliendo sonriente del baño—tuviste que verla cómo quedó. —¿Qué acaso no sacaste foto? —Claro que sí, pero no es lo mismo que en persona. —el grupo de chicas se fue riendo por todo el pasillo hasta las escaleras que llevaban a la azotea. Hinata se dirigió silenciosamente al baño y al entrar se topó con una pelirroja de cabellera alborotada, tratando de limpiar sus lentes con la blusa, estaba empapada. —¿Qué quieres, fenómeno? —preguntó al percatarse de la presencia de la Hyuga por el espejo—¿Vienes a reírte de mí o qué? —N-No… —dijo negando con la cabeza—Quiero ayudarte… Apenas se dirigía hacia la pelirroja cuando ésta misma apartó la mano de la ojiperla. —Si quieres ayudarme haz que tu hermana desaparezca o se largue de aquí—le dijo mirándola fijamente—, todos estaríamos mejor en esta escuela si ella y su grupito no volvieran a aparecer. La chica abandonó el baño, dejando sola a la azabache, quien fue a apoyarse al lavabo. . . . —La regla de la cadena es… ¡Karin!, ¿qué te pasó? —Eso qué importa… —se sentó al lado suyo, no tan cerca, ya que seguía mojada. —¿Sara y sus amigas de nuevo? —Pfff… —rodó los ojos y alzó los hombros. La castaña apartó sus cosas y sacó de su mochila un pañuelo para ofrecérselo a la pelirroja. —¿Qué haces? —la miró molesta. —Si es que te puede ayudar en algo… —Déjame en paz. Entonces la castaña se puso de rodillas y empezó a posar el pañuelo en el cuello de la pelirroja, absorbiendo la humedad. —Eres necia. —dijo la ojirojo. —Y patética. —completó. —Tienes razón, en lugar de ir a la biblioteca a hacer tus deberes, vienes aquí, atrás del cuarto de limpieza. —Porque si lo hago en la biblioteca me encontraré a Mikoshi. —¿En serio que sigues con la pena? —sonrió la pelirroja. —Claro que sí, ¿cómo se le ocurre declararse ahí?, y así. La risa de chica de lentes se hizo presente. —¡No te rías! —la castaña apartó el pañuelo y le dio un pequeño latigazo con éste en la espalda—Fue demasiado vergonzoso. —Si estarte esperando afuera de la biblioteca con un gran ramo de rosas y encima hincado lo llamas vergonzoso, déjame decirte que totalmente tienes razón. —seguía riéndose. —Por dios, ni me lo recuerdes, ¡hasta la presidenta vio todo el escenario! —¿La amargada esa? —paró de reír poco a poco—¿Qué tiene? —No le digas así, es buena persona. —¿Acaso has hablado con ella? —No… Bueno, parece ser buena persona. —Claro, tan buena persona como lo es Sara y su compañía. —Ya basta, Karin. —¡No sabemos nada de esa rubia! Sólo que se la pasa trabajando día y noche en la sala de delegados—se cruzó de brazos—, apuesto a que se entretiene muy bien. —¿De qué hablas? —se le quedó viendo la ojinegra. —Ya sabes… Se la pasa siempre con los otros jefes de grupos, que son la mayoría hombres, por lo que… —¡Ay, ya! —le volvió a dar un latigazo con el pañuelo, pero ahora más fuerte. —Es la verdad, de alguna forma se le tiene que quitar el estrés a nuestra señorita presidente. . . . En un aula se encontraba una rubia de ojos aguamarina acomodando unos documentos. —Hola, Tema. —dijo la pelirroja de ojos cafés, recargándose en el marco de la puerta. —¿Qué quieres, Tayuya? —preguntó sin verla, casi sobresaltándose de que estaba muy concentrada. —Vine a revisar si ya tenías los documentos que la directora Senju te pidió. —cruzó los brazos. —Ya, aquí están. ¿Te los pidió? —preguntó viéndola. —No, pero te recuerdo que los quiere antes de salir, junto con los expedientes de los alumnos que serán intercambiados para la siguiente semana. —Ya casi tengo los expedientes, los estaba terminado de acomodar. —siguió en lo suyo. —Pues espero que sea rápido, ya sabes que no le gusta esperar. —frunció el ceño—Tampoco quiero que nos llamen la atención por tu culpa como la otra vez. —Ya dije que tuve una emergencia familiar y por eso tuve que salir temprano. —Al menos nos pudiste haber avisado por el chat grupal, ¿sabes? Y así hubiéramos podido organizarnos mejor los demás y yo para evitar el disgusto de la vieja. —Te intenté llamar varias veces para avisarte, pero nunca respondiste. —puso otras carpetas en la orilla de la mesa, listas para llevar. —Pues perdóname, pero no soy la única aquí, además, estaba muy ocupada dirigiendo a los demás, haciendo tú trabajo. —Tayuya, mejor vete, ya casi es hora de salir y dices que la directora Senju no le gusta esperar, —le señaló el monto de carpetas—ahí están los expedientes, listos y ordenados como los pidió. Tayuya se enfadó y se acercó a la rubia de manera brusca, la agarró por el cuello y no dejó que se moviera. —Escúchame bien, si vuelves a hacerme quedar mal frente a los demás, soy capaz de acabar contigo, poco a poco. —soltó una risa antes de soltarla. Antes de irse, Tayuya tiró las carpetas que había en la esquina de la mesa para darle más batalla a la rubia. «Cuenta hasta cien… » Se decía a sí misma. . . . Continuará...
General —¡Llegué! —gritó una pelirroja, dejando sus cosas en el piso de la entrada—¿Hola? —preguntó, volteando a todos lados—¿Alguien? —pero sin respuesta alguna. Entró en la cocina, que era a la vez el comedor, y una nota estaba en la mesa, la cual decía: “Tuve que cubrir el turno de una compañera, por lo que llegaré hasta mañana temprano, te quiere, mamá. P. D. Me pagarán el doble al hacerlo ” La pelirroja se limitó a suspirar y a arrugar aquel pedazo de papel para tirarlo al bote de la basura. Abrió el refrigerador y se encontró con un recipiente con fideos. —A cenar sola, otra vez. . . . | Capítulo 2. En Familia. | . . . —¿Y cómo te fue en la escuela, cariño? —Lo normal, ma, nada fuera de lo común. —Espero que ahora no haya problemas como el año pasado—la mujer de cabellera rubia asesoraba que los cubiertos estuvieran bien puestos en la mesa—, ya suficiente tormento fue para mí conseguir que el maestro te subiera la nota para pasar. —sus ojos violetas se centraron en la de cabellera azabache—¿Y tú, Hinata?, ¿qué cuentas? La nombrada ni siquiera levantó la mirada. —Bien… —¿Bien? ¿Nada más eso? —la mujer se quedó expectante—¿Y los amigos? Se escuchó una risita por parte de la rubia joven. —Ay, ma, ¿cómo que amigos? Si sabes bien que Hinata le tiene miedo a la gente. —Pues que esta vez haya conseguido a uno por lo menos. —Es tan cobarde como para hacerlo. —No soy cobarde—se escuchó decir—, es sólo que así estoy bien y ya… —devolvió su mirada al plato vacío. —Pues allá tú, no quisiera que te convirtieras en una amargada a la que todos huyen. —se detuvo un momento—Como tu mamá. —la miró de reojo con una pequeña sonrisa de lado. . . . —Como que eso ya es muy mi problema, ¿no crees? —¿Quién te crees que eres para decidir sobre ti? —Pues no sé de qué te quejas si siempre quisiste que actuara así, madura, como Hotaru. —rodeó los ojos. —¿Y crees que irte a vivir a otro país es la solución? —Madre, es donde está la universidad que quiero, entiende. —la pelirosa tensó la mandíbula. —Nada de eso, —habló un hombre, entrando al comedor—harás la universidad aquí, donde nosotros podamos estar seguros de que en verdad estás estudiando. —¿Y qué más podría hacer? —Irte con chicos. —le contestó su madre. —¿Pero cuándo acá me han visto tan siquiera con un chico? —¿Qué cuándo? —la voz de la rubia se hizo presente en la habitación—¿Acaso ya olvidaste a Liu? —¿Y tú ya olvidaste quién fue la responsable? —la ojijade fijó su mirada en la de su hermana. . . . Un manotazo se escuchó en la mesa. —¡Con un carajo, Matsuri, es la segunda vez que pasa en la semana! —Perdón, papá… —¿En dónde tienes la cabeza que cada vez se te van olvidando más cómo poner una mesa? —E-Es que he tenido tanto trabajo últimamente que- —la interrumpieron. —¿Y? Ya te dijimos que no importa si vas bien en la escuela, con tal de que seas una buena ama de casa para que te puedas casar con alguien que te mantenga. —dijo su hermano. —Pero si yo quiero ser- —Ni lo intentes, que si de por sí te va mal en el estudio, ¿para qué quisieras intentarlo? —le dijo su padre. —Sólo me falta más tiempo para dedicármelo. —¿Sabes en qué más te falta tiempo? —el joven castaño se le quedó viendo—, en volver a arreglar todo esto. —refiriéndose a la mesa. . . . —¿Y de la entrega de reconocimientos? —Temari—la mujer hizo un ceño de queja—, ya dijimos que no podríamos venir todo el siguiente mes. —Nuestras agendas están al borde como para nada más venir a presenciar la entrega de un papel. —dijo el padre de la rubia. —Pero es mi papel. —esperó una respuesta más de sus padres. —Ya tienes muchos y hemos estado presentes en todos ellos. —habló su madre. —Pero hace años que fue la última vez que estuvieron ahí. —¿Y? —la mirada fría de su padre hizo que se sintiera diminuta—Malo hubiera sido que no estuviéramos en ninguno de ellos. —Has ganado reconocimiento tras reconocimiento desde el jardín de niños, ya deberías estar acostumbrada. —Y por lo tanto no nos necesitarás más en esos eventos. —el castaño puso la servilleta en la mesa para pararse de la silla—Ya muy grandecita estás. La pareja salió del comedor para irse a su habitación, dejando sola a la rubia en la mesa, con sólo la luz del comedor alumbrando. . . . —Tenten, ¿estás bien? —preguntó una voz femenina desde el marco de la puerta. —Sí, ma… ¿por qué? —la castaña se encontraba centrada en aquellos ejercicios matemáticos, sentada en la silla de su escritorio con apenas la luz de la pequeña lámpara. —No comiste casi nada en la cena, eso no es normal en ti, —se acercó a su hija—¿te pasa algo? —No, sólo que… —empezó a dar pequeños golpes con la goma del lápiz a la hoja de cuaderno—Me está costando bastante entender este tema. —Déjame ver. —le dio una vista rápida a los escritos de su hija—Álgebra, era una de mis materias favoritas cuando iba en preparatoria. —sonrió. —¿Me podrías ayudar? —Quisiera, cariño, pero tengo que cubrir el turno de noche hoy, pero si te sirve tengo libros que explican álgebra en mi habitación, para que te guíes de ellos. —De acuerdo, ma, gracias. —sonrió y cerró los ojos al sentir el beso de su madre en la frente. —Ya dejé a tus hermanos dormidos, así que no te preocupes, no te darán lata. —dicho esto, salió de la habitación y cerró la puerta. . . . Detrás de una puerta se escuchaban arcadas seguidas por el sonido de la cadena del baño bajar. —¿Ya terminaste? —preguntó una mujer adulta de cabellos un poco maltratados por la pintura rubia. —S-Sí… —se escuchó detrás de la puerta. —Entonces lávate los dientes y báñate para que te vayas a la cama, mañana es el día del concurso y lo debes de ganar sí o sí, ¿entendido? —S-Sí… —la voz empezaba a quebrarse. —Muy bien, ya me voy a dormir, recuerda, mami te ama, mi niña. Los pasos de la mujer se escucharon alejarse por el pasillo. Mientras tanto, en el cuarto de baño se encontraba una rubia, apenas sosteniéndose del lavabo, con los brazos temblorosos, apenas podía sostener el cepillo de dientes. Cuando escupió, notó que la espuma tenía sangre, se miró al espejo con miedo de lo que iba a ver. Su boca estaba reseca con grietas en los labios y, efectivamente, sus dientes estaban cubiertos de sangre, le dolían tanto. Rápidamente se enjuagó y dejó que el agua del grifo limpiara el escenario que había hecho sus encías. Se metió a la ducha, dejando caer su cabellera rubia maltratada del moño alto, la luz amarilla del baño disimulaba un poco el verdadero color que su piel había tornado tras varios años de no comer bien e incitarse el vómito. Al enjuagar su pelo, sintió que pequeños mechones de pelo se venían, enredándose en sus dedos, al verlos sus ojos se llenaron de lágrimas que sin un alto empezaron a salir. La chica se sentó en el suelo, dejando que el agua tibia cayera sobre ella, deseando que el infierno que vivía con su mamá acabara pronto. . . . Continuará…
General En la entrada del instituto había cientos de chicas gritando y murmurando entre ellas sobre algunas personas, las cuales parecían ser nuevos, ya que nadie había generado ese escándalo antes. —¿Qué estará pasando allá? —preguntó Matsuri. —No sé, quizás estén vendiendo cosas. —le dijo la pelirroja, quien no le daba mucha importancia a la situación. —¿Ya viste? ¡Son guapísimos! —escuchó la castaña cuando pasó al lado de dos chicas para llegar a su casillero. —Sí, yo pido al rubio. —dio una pequeña risa. —Pues yo al pelirrojo, se ve que tiene dinero, lo que aquí les falta a muchos. —dio un énfasis a la última palabra, refiriéndose a los chicos del instituto. —Con que me den la nacionalidad me doy bien servida con cualquiera de ellos. Matsuri terminó de acomodar y sacar lo que necesitaba para la primera clase, cerró el casillero y se fue a su salón. —¿Tienes un lápiz? —le preguntó Karin. —Apenas es el segundo día de clases, Karin. —puso sus cosas en su escritorio, sentándose al lado de la nombrada. —Se me pierden las cosas rápido. —excusó. —Buenos días, alumnos, —entró la maestra de literatura, haciendo que todos se sentaran y guardaran silencio—hoy tenemos un alumno nuevo—miró a la puerta—, puedes pasar. Al instante, se vio una cabellera roja entrando, las marcas alrededor de sus ojos hacían exaltar el color turquesa de estos mismos, sumado con el tatuaje rojo que llevaba al lado izquierdo de la frente, le daba un aire de misterio. —Mi nombre es Ishida Gaara, de Sunagakure. . . . | Capítulo 3. Los Nuevos. | . . . —¿Qué les pareció los nuevos? —preguntó una pelinegra de melena larga, se encontraba sentada en las gradas del gimnasio junto con su grupito. —Nada mal, sobre todo un pelinegro en específico. —la pelirroja del grupo sonrió ampliamente, recordando al joven. —Déjame adivinar a quién te refieres… —la ojivioleta hizo una breve pausa, simulando que pensaba, pero sabía muy bien de quién hablaba—¿De casualidad se llamaba Uchiha? —Ese es su apellido, pero con eso me basta, —puso un mechón de su pelo atrás de la oreja—no sé cuál sea su nombre, pero el apellido dice todo lo que me importa. —sonrió. —Pues no me parecieron mal, pero ninguno me llamó la atención. —dijo una morena mientras seguía tecleando en su celular—No vi ningún castaño. —Son tu debilidad, ¿verdad? —preguntó juguetona la pelinegra. —Oigan, tengo sed, ¿ustedes no? —Cierto, seguimos en verano—la rubia de flequillo volteó a las gradas que estaban más abajo de donde ellas estaban—, ¡oye, tú! —arrancó una esquina de una hoja de papel y la hizo bolita para aventársela a la azabache—, ¡tráenos algo de beber, ahora! La chica dejó sus cosas ahí y se paró para ir por lo pedido. —¡No te escuché! —gritó nuevamente la ojivioleta. Paró su andar y volteó con las demás, manteniendo la cabeza baja. —V-Voy s-señora… Rápidamente siguió su camino, con un sonrojo notable por la vergüenza. . . . —Y, ¿de dónde vienes? —Amegakure. —respondió un chico sin siquiera ver a la joven que estaba frente a él. —Oh… ¿Ahí llueve mucho, no? El joven asintió una vez, sin dejar de dibujar en su libreta. —Por lo que veo te gusta dibujar. —No te equivocas. —¿Y qué estás dibujando ahora?- —la puerta abriéndose interrumpió la plática. Los ojos esmeraldas de la rubia se encontraron con unos jades. —P-Perdón. —la pelirosa se sintió incómoda, su hermana estaba en una posición un tanto provocadora. No hubo palabras, con las miradas fueron suficientes. —Vengo por un borrador, con permiso. —tragó saliva para poder entrar sin que le afectaran las miradas asesinas de su hermana. Pero al tiempo que iba a salir, las puertas se abrieron, sin decir nada la pelirosa cruzó la puerta, sin ver a la persona que facilitó su escape de esa incómoda situación. Un pelinegro con el cabello un poco más largo del que estaba ya en el aula se quedó viendo extrañado a la cabellera corta de aquella chica que salió, para luego voltear a ver la escena que tenía delante de él. —¿Sai?, no sabía que eras rápido. —dijo en broma para dirigirse a donde estaba su amigo. —No seas idiota. —el joven de tez muy blanca cerró su libreta y tomó su mochila para irse con el recién llegado. —E-Espera… —la Haruno rubia dejó su posición para dirigirse a los dos pelinegros, ambos voltearon—¿Acaso tú eres… Uchiha…? —la verdad no se sabía el nombre del chico. Hizo una expresión de cansancio. —Sí. —volvió a girarse. —¡S-Sai! —tomó el brazo del pálido—Espero volvernos a ver. —le sonrió coquetamente. El chico se quitó el agarre de la rubia y salió del aula, dejándola sola. . . . —Es hora del descanso, ¿en serio no quieres nada de la cafetería? —Es en serio, Karin, no tengo hambre. —una castaña de pelo corto se encontraba metida en sus apuntes. —Ayer tampoco comiste, te vas a desmayar uno de estos días. —No te preocupes por mí, ahora ve tú, que tú sí necesitas energía para no dormirte en las clases. —Bueno, pero ojo que incluso te invité. —la pelirroja agarró unos billetes que tenía en su mochila y se dirigió a la cafetería. La castaña seguía matándose la cabeza con tal de poder comprender la lección reciente de álgebra, pero el olor a cigarro la hizo distraerse. —¿A quién se le ocurre fumar aquí? —se preguntó, mirando a todos lados para ver de dónde venía el humo. Fue que la colilla de un cigarrillo le cayó del cielo hacia sus apuntes, con la mano la quitó rápidamente antes de que manchara las hojas, con gesto de disgusto se paró para ver quién era el responsable. —¡Oye! —le salió el coraje de algún lado—, ¿estás fumando? La cabellera que veía se incorporó, dejando ver a un chico con expresión seria. Al verlo bien se trataba de su compañero nuevo de la clase, de nombre extraño. —Sí, ¿por qué? —Pues el humo del cigarro me molesta, —parecía que el chico no le importaba lo que decía—y además, tu cigarro le cayó a mi cuaderno. —Oh… Perdón. ¿Pero qué haces allá atrás? —No te importa, ¿sí? —estaba sorprendida de la postura que estaba tomando en ese momento y con aquel chico, ¿por qué? El pelirrojo desvió la mirada un rato para volverla a fijar en la chica. Ella esperó algo más pero simplemente el chico se fue sin más, dejándola de brazos cruzados. —¿Qué haces, Matsuri? —preguntó la pelirroja, recién llegando con un jugo en mano—¿Quién era? —El chico nuevo de la clase, aventó su cigarro atrás y me cayó a mí. Se empezó a reír. —¿Y por eso estás tan enojada? —¡No me vuelvas a dejar sola! —su sonrojo le cubrió la cara, volviendo a sentarse—¡Qué vergüenza! La pelirroja seguía riéndose de la situación, a su amiga no se le daba muy bien enfrentar a alguien, menos si era un chico con ese porte tan serio. . . . Una azabache se encontraba en la fila, esperando su turno para pedir las bebidas, cuando se las dieron trató de irse del lugar lo más rápido posible ya que se había tardado mucho estando formada, no quería meterse en problemas con el grupo de su hermanastra. Pero alguien se hizo hacia atrás sin fijarse, haciendo que una de las botellas que llevaba la charola de la ojiperla se cayeran, pero cuando iba a chocar con el piso, una mano lo impidió. —¿Es tuyo? —preguntó aquel chico con una sonrisa. —S-Sí… —apenas alcanzó a escuchar el rubio que estaba frente a ella. La Hyuga no podía verlo a la cara, sentía algo en la mirada de aquel chico que la hacía sentir diferente. —Toma. —extendió su mano para que pudiese tomarla. Le costó un poco en agarrarla pues no sabía si la iban a humillar o a burlarse de ella, ya había pasado por momentos así antes. —¿Qué pasa? —preguntó el ojiazul. —¡Nada! —apresuró en tomar la botella e irse. El rubio se quedó pensando por unos segundos, se le hizo raro la reacción de aquella chica. —Naruto, hasta que te encontramos. El nombrado volteó y eran dos pelinegros de ojos oscuros. —Chicos, ¿cómo les ha ido? —preguntó. —Normal. —respondió el Uchiha, alzando los hombros. —Normal para ti es que las chicas se te queden viendo siempre y que se te acerquen a hablar. —rio el rubio. —Pues sí, —suspiró—es tan fastidioso y cansado. —¿Qué les parece si hablamos en otra parte? —sugirió el pelinegro pálido. —Tienes razón, la mirada de todas estas personas me está incomodando. —el ojiazul antes de irse con los demás se percató de algo que brillaba en el suelo. Era un anillo de plata, plata real, con un diamante en el centro, lo recogió y recordó que aquella chica azabache llevaba uno parecido, quizás se le había caído cuando le quitó la botella de las manos rápidamente. —Naruto, ¿vienes? Asintió y se guardó el anillo en el bolsillo del pantalón. . . . Continuará…
General —¡¿Cómo que los nuevos ya están aquí?! —la rubia cerró su carpeta—¿Por qué no me avisaron? —También fue una sorpresa para nosotros, Tema. —la subjefa del grupo trataba de calmar a la rubia. —¿Dónde están? —En la sala de delegados. —se aproximaban ambas chicas por el pasillo de dirección. Al llegar a la habitación, había 5 chicos sentados, pero al momento en que se abrieron las puertas su atención se fue directo a la rubia recién llegada, algo que le molestó a la pelirroja quien hace unos minutos atrás era el centro de atención de esos chicos. —Perdón. —la rubia de ojos aguamarina entró a la habitación sin mirar a nadie más. —Bien… —Tayuya se encontraba notablemente molesta por la interrupción. Siempre que llegaba ella se robaba la atención. No entendía por qué, no le veía lo especial. —Como decía, de parte de la escuela de Konoha, les queremos dar la bienvenida. —una sonrisa se dibujó en su rostro. —Muchas gracias. —sonrió de igual manera el único rubio de los cinco. —Esperamos no haber sido inoportunos a nuestra llegada. —dijo el chico con la piel más blanca. —De hecho, sí lo fue, ¡pero no se preocupen!, todo bien. —habló la pelirroja, tratando de verse amable. —Discúlpenos, pero nuestro tutor nos había dicho que ya había hablado con la señorita directora. —la voz del pelinegro se hizo sonar. —Debe de haber un error ya que no nos avisaron nada de todas maneras. —soltó una pequeña risita—Pero ya les dijimos, no hay problema. —Ahora pueden retirarse. —un peligris de ojos cafés dio por acabada la reunión, dejando ir a los cinco chicos. Cuando los demás jefes de grupo se disponían a volver a sus actividades, una pelirroja se le acercó a la rubia. —Muchas gracias por tu presencia, Tema—la voz de Tayuya le resultaba un tanto insoportable—. Nos hiciste quedar mal y con los de intercambio ahora. —Oye, me dijeron que también se acababan de enterar, así que no fui la única, Tayuya. —Muy a tu conveniencia no fue tu culpa, ¿no? Las dos chicas se pusieron firmes, una frente a la otra, mirándose a los ojos. —Chicas, tranquilas. —de repente alguien se había puesto en medio de estas—A todos nos tomó por sorpresa. —No la defiendas, Shira. —Basta Tayuya, —el chico de cabellos grises se quedó mirando por pocos segundos a la pelirroja de su lado derecho—y mejor ve a seguir monitoreando los pasillos, eso se te da muy bien. La mencionada trató de retar con la mirada al chico, pero, aunque lo venciera él seguía estando por encima de ella. Suspiró con pesadez. —Bien, lo haré. —giró los ojos y salió de la habitación. —Gracias de nuevo, Shira. —agradeció la rubia. —No tienes porqué, conozco muy bien el temperamento de mi hermana. —Pobre de ti que la tienes que aguantar tanto aquí como en casa. —por un momento se arrepintió de haber dicho eso. Pero en respuesta hizo reír al chico. —Tienes razón. Ver la sonrisa de Shira provocaba algo en la rubia, algo que no sabía cómo describirlo. ¿Cosquillas? ¿Emoción? No sabía cuál era la palabra. —Bueno, es momento de ir a casa, ¿quieres que te acompañe? La pregunta hizo sobresaltar un poco a la Sabaku. —No debes porqué, ¿qué hay de tu hermana?, todavía no sale de clases. —Ella sabe cómo llegar a casa, no me necesita. ¿Entonces? —Bueno… —sonrió internamente. . . . | Capítulo 4. Quemados. (parte 1) | . . . Matsuri —¡Formen equipos, hoy jugaremos quemados! «No, por favor…» —Oye, no te pongas así, se te fueron todos los colores de la cara. —me dijo Karin. —Perdón, no lo puedo evitar… Me entraba un miedo siempre entrar a la clase de educación física, no me gustaba formar equipos que fueran más de dos personas y más en esta clase, ya que nadie quería estar conmigo. —¡Gaara, sé conmigo! —¡No!, él estará en mi equipo. —Nos habías prometido estar con nosotras, Gaara. A lo lejos veía que tres diferentes grupos de chicas se peleaban por ver quién se quedaba con el pelirrojo. —Pobre chico, se nota que no la está pasando bien. —Karin miraba hacia la misma dirección que yo—Pero no es nuestro problema. —se encogió de hombros y dio la vuelta. —¿A quiénes crees que nos pondrán como integrantes? —le pregunté, haciendo lo mismo. —Puede que a las mismas chicas de siempre, aunque no quieran. El silbato de la maestra volvió a sonar. —Bien, ahora que tienen sus equipos, les pido que todos se pongan a mi derecha. Todos nos mirábamos confundidos, pero muy pronto captamos lo que íbamos a hacer. «¿Por qué hoy?» —¿Contra quién será? —le pregunté a Karin. —Espera… —su mirada la tenía fija en la puerta del gimnasio—Oh… —¡¿Contra quién es?! —susurré desesperada, los nervios me consumían. Pero mis dudas fueron resueltas al divisar a 3 cabelleras conocidas. «¡Con ellas no!» Entre todos los grupos que había en la escuela tenía que ser el de esas tres… Hotaru, es un año mayor que todos los de esta generación, pero reprobó el segundo año, por lo que lo está recursando, eso no es lo que me da miedo, sino que es toda una hipócrita, finge ser buena niña, pero dentro de la escuela eso es completamente diferente. Lori, aunque es entre todas la menos conflictiva, eso se da porque prefiere que los demás hagan las cosas, no le gusta ensuciarse las manos. Y, por último, el foco rojo andante, Sara, la cabeza del grupo. Recientemente se había esparcido el rumor de que Karin se había acostado con Genji, el ex de Sara cuando todavía andaba con ella, pero sólo fueron rumores malintencionados por parte de su grupo de arpías. Aunque también es muy hipócrita de su parte el andar fingiendo que de verdad le importaba su relación con Genji, pues se le veía en todos lados al lado de Juugo, casi persiguiéndolo. —¡Pongan atención! —la maestra llamó la atención de todos—Les asignaré a cada equipo un número, dependiendo del número que salga se enfrentarán, 2°A y 2°B, prepárense. Genial, y todavía no teníamos el equipo completo Karin y yo. —La maestra nos regañará. —me crucé de brazos. —Tranquila, enana, siempre pasa que nos faltan integrantes, se solucionará. —Karin hizo una pequeña pausa—¿O acaso quisieras estar como aquel tipo? Se refería al pelirrojo nuevo, quien seguía estando a disputa por aquellas chicas. —¡A ver!, ¡deténganse! —la maestra separó al pelirrojo de aquellas—Los equipos son de cuatro integrantes, ustedes están muy bien así sin él. Las quejas de estas no se hicieron esperar, pero la maestra ya había sido clara. —Veamos… La mirada marrón de la maestra recorrió todo el gimnasio en busca de algún equipo que le faltara a alguien, hasta que dio con nosotras. —Chicas, es su día de suerte, reciban a su compañero por toda la clase. —nos lo fue a entregar como si fuera un niño pequeño. Nosotras nos quedamos mirando la una a la otra, sin saber qué decir. Pensé que iba a decir algo aquel chico, pero no, simplemente nos dio una mirada rápida a las dos y se volteó, dándonos la espalda. —Mmm, pero sigue faltando alguien con ustedes… —miró a todos los lados buscando otra persona—¿Dónde estará esta chica…? ¡Oye! Llamó la atención de una castaña con chonguitos, quien alzó la mirada. La maestra le hizo una seña para que viniera. —Que bueno que estás aquí… ¿Tara? —Tenten… —Exacto. —le dedicó una sonrisa—Este será tu equipo por el día de hoy. —Pero- —fue interrumpida. —Ya sé que no es tu grupo, pero ya están todos completos, sólo faltas tú y a ellos les falta un integrante, úneteles. La castaña no le quedó de otra mas que asentir y dirigirse con nosotros. —No puede ser. —¿Cómo lo pudo poner con esas… perdedoras? —Pobrecito, veo su cara que la está pasando muy mal. —Qué desperdicio. Los comentarios no se hicieron esperar. Me sentía incómoda, todas lo estábamos, apuesto que hasta él, más que nada, estar en un equipo de puras mujeres en deportes. Minutos después, ya todos teníamos un número, nos enfrentaríamos con 2°B, siempre que pasaba esto nada salía bien. Los cuatro estábamos en una esquina del gimnasio, esperando nuestra hora, Karin estaba sentada a mi lado, como siempre, no se le veía preocupada, era como si nada pasara, la castaña estaba sentada en el piso, apoyando su cabeza a sus piernas, se le veía cansada, sin muchas ganas, y como último, él estaba de pie, como si monitoreara la cancha, siempre con su ceño serio. —¡Segundo “A”, equipo nueve! —todos nos levantamos y pusimos atención, era nuestro turno—Con… ¡Segundo “B”, equipo 3! Sentí que algo me heló completamente la sangre. Iba a ir contra el equipo de Sara y compañía, las cuales también tenían un chico con ellas, un tipo pálido que nunca había visto antes. La maestra terminó de colocar una serie de varios balones en una línea horizontal, cada equipo estaba de un lado de la división. —Un paso adelante algún representante del equipo. Llegó el momento de ver quién iniciaba el juego. De ellos dio un paso adelante Sara, como era de esperarse, cuando Karin iba a hacer lo mismo se vio interrumpida por el pelirrojo, sin vernos a las demás. —Vaya, con que tienen a uno de los nuevos en su equipo también. —Sara le dio una rápida mirada a Gaara, de arriba abajo con una sonrisita—Nada mal. Pero lástima que perderán aún así. La mirada de la castaña y de Sara se encontraron. —¡Miren!, pero si también tienen a la inútil de Tenten, aw, querido—se refería a Gaara—, lo siento mucho por tu primera humillación. —¿Puedes dejar de hablar como si esto fuera una guerra en serio? Estamos en la clase de educación física, no te lo tomes personal. —respondió Karin, sus ojos estaban puestos en los ojos violeta de Sara. —Tú hablarás cuando yo te lo diga, zorra. —¡Chicas! —la maestra se puso en medio de las dos pelirrojas—No es hora de peleas, compórtense. Karin volvió a su postura habitual mientras que Sara portaba una sonrisa triunfadora en el rostro. Otra de las cosas que tenía Sara era que fuera casi intocable, esto por su padre quien era el mayor donador a la escuela desde que Sara está, cualquier queja que ella tuviera sea maestros o alumnos y no estuvieran de su lado, su padre podía quitar ese apoyo. —Decidan ahora. —Luna. —habló Sara, siempre elegía la luna y siempre salía a su favor. —Sol. —no nos quedaba de otra. La maestra Mitarashi alzó la moneda al aire y la atrapó, poniéndola en la palma de su mano. —Sol. ¿Nosotros? . . . Continuará…
Temari Desde aquel día que Shira me había acompañado a casa nos habíamos vuelto un poco más cercanos, por así decirlo, y en cierta medida me sentía aún más cómoda con él. No tenía toda la confianza todavía con él, pero algo es algo. —Oye, —oí la voz de Sen—¿es cierto que te fuiste con Shira ayer? Al parecer nada se escapaba de aquí. —Sólo me acompañó hasta mi casa. ¿Cómo lo sabes? Sen se humedeció los labios. —Algunos compañeros los vieron irse y… Tayuya nos lo confirmó. —¿Cómo? ¿Qué dijo? Tomó asiento delante de mí. —Estaba molesta porque su hermano no la había esperado y cuando llegó a casa él todavía no estaba, hasta después, le preguntó y se lo dijo, que se había ido contigo. Tayuya… Ahora siento que deberé tener más cuidado con ella. —¡Una ambulancia! —llegó alguien a la sala, azotando la puerta. —¡¿Qué pasa?! —preguntó una chica, dejando lo que estaba haciendo. —En el gimnasio… —intentaba recobrar el aliento—En el gimnasio… —¡Ay ya! —me desesperé—Llámenla. . . . | Capítulo 5. Quemados. (parte 2) | . . . Matsuri —¡Me duele! —gritaba la rubia de Hotaru. —Sólo fue el tobillo, cálmate un poco. —decía Karin con los brazos cruzados. —¡Está roto, idiota! ¿Qué quieres?, ¡¿que me ría?! —tenía los ojos bien abiertos, viendo hacia Karin con todo su odio. El partido se había descontrolado de un momento a otro. Todo había empezado normal hasta que le tocó tirar al pelirrojo, sinceramente no me esperaba que fuera tan bueno… hasta ese punto, sí que le dio batalla al equipo contrario. Karin le hizo segundas, pero de ella no me sorprendía tanto, sabía de sobra que era muy buena en el deporte y quemados era una de sus especialidades. Y la castaña, la cual sinceramente no me acuerdo de su nombre, no se quedaba tan atrás, también tenía algo de especial para del deporte, aunque no lo reflejase. Y luego estoy yo, apenas y pude esquivar las pelotas. —¡Maestra! —la voz chillona de Lori me sacó de mis pensamientos—¿No va a dejar así como si nada al otro equipo, verdad? ¿Qué le importaba? Como si se preocupara genuinamente de su amiga. —Lori, luego hablamos de eso, —la ignoró—¿ya llamaron a la ambulancia? —Aquí está. —dejaron pasar a dos sujetos con una camilla. Cuando se llevaron a Hotaru del gimnasio todos se dispersaron por el lugar hablando sobre lo que pasó. —¿Quién se fractura jugando quemados? —bufó Karin—Es estúpido. —Bien, bien, —dijo la maestra, llamando la atención de todos—el resto de la clase es libre ya que tengo que ir con la directora, nos vemos la siguiente clase. Me dirigí con Karin. —¿Crees que nos castigarán? —No seas tonta, fue un accidente. —¿Accidente? —habló Sara—¡Pero si se vio claramente cómo dirigían la pelota hacia su tobillo! —Las reglas de quemados son que puedes pegar en cualquier parte del cuerpo, menos zonas íntimas y cara. —recordó Karin, sin verla. —Además—una voz ronca y profunda se hizo presente—, no fue por el golpe de la pelota, sino que se tropezó con unas del suelo. —Lindo—le sonrió—, no te metas si quieres conservar esa reputación. —¿Reputación? —paró de sobar su muñeca izquierda y se le quedó viendo a la pelirroja de Sara—¿Y cuál es mi reputación… linda? Sara se quedó callada por un momento, parecía estar pensando en algo, pero nunca lo dijo. Yo por mi parte, estaba viendo la escena. —Déjalo, Sara, —dijo Lori, poniéndose al lado de la nombrada—mejor vayámonos. —Hazle caso, Sara—habló Karin—, váyanse. La ojimorada fulminó a Karin con la mirada, para dirigirse al pelirrojo. —Te arrepentirás. —la escuché decir, para seguir su camino junto a Lori. Yo con una advertencia así estaría pendiente de mi alrededor, pero al parecer le dio igual. —Oye—Karin le llamaba a la castaña de nuestro equipo—, buen juego. —Gracias… —sonrió—Igual. Dicho eso se fue. —Vamos a la cafetería, —rodeó mis hombros con su brazo—tengo sed. —Ya te dije que trajeras tu propia botella de agua. —Siempre la olvido en la encimera. . . . Temari —Para mañana hay que tener varias propuestas para presentárselas a la directora Senju, ¿de acuerdo? Todos en la sala asintieron, en eso el timbre para salir sonó. —Es todo por hoy, que descansen. Los presentes se levantaron e iban saliendo de la sala uno por uno, hasta que entró una pelirroja. —Tayuya—dije—, ¿sucede algo? —¿Qué pasa, Temari? ¿Quieres que pase algo?, pues sal de nuevo con Shira. Los últimos presentes que quedaban en la sala nos veían de reojo en silencio, apresurándose en salir. —¿Pero qué dices? —Tú sabes muy bien lo que digo, querida. —me dedicó una sonrisa. —Deberías calmarte. —recogí mis cosas, lista para irme. —Claro que debería, ser delegada de mi clase no es fácil como puedes ver, ¿pero cómo me debería calmar cuando me entero de que mi hermano sale con la persona que más odio de la escuela? —No estamos saliendo—me volteé para verla—, Shira sólo me acompañó a casa. —¡Y tú muy cómoda!, ¿no? —se cruzó de brazos, me seguía sonriendo—Te diría que te pusieras en mi lugar, pero como eres hija única, sería imposible que me entendieras. —Ya cállate. —cuando me disponía a abandonarla me agarró del brazo. —Te advierto, Temari, si te le sigues acercando, ¡o tan siquiera hablarle!, a mi hermano, yo misma convertiré tus días de instituto en un infierno, ¿okey? Con eso pudo dejar mi brazo libre para luego irse y ser yo la que me quedara sola. . . . Karin El timbre sonó y di gracias a dios que se acabara el día. —Karin—me llamó la maestra—, la directora quiere hablar contigo. Sentí un golpe en el estómago mientras escuchaba las risas de mis compañeros. —¿Crees que sea por lo de educación física? —preguntó Mat, era lo más obvio, según yo no me había metido en más problemas. —Lo más seguro es que sí. —acomodé mis cosas, que no eran muchas, para ponerme la mochila. —¿Quieres que te acompañe? —No, estoy acostumbrada a ir sola a la dirección, además, tu familia te regaña si llegas tarde, ¿no es así? —… Bueno, —se levantó de su asiento—cualquier cosa me dices por mensaje. —Sí. —nos despedimos y cada una se fue por su lado. Al llegar a la oficina de la directora toqué y de inmediato me dijo que pasara. —¿Ahora qué he hecho? —dije mientras me echaba en la silla frente a su escritorio. —El tobillo. —¿En serio me van a castigar por eso? —Entiende, Karin, de verdad fue una fractura. —¡Está bien! Pero no fue mi culpa, hay testigos, ¡el mismo chico nuevo de mi salón se lo puede decir! —Sea como haya sido, me piden que te de un castigo. —No me diga, la encajosa de Lori, ¿no? —Sus padres son grandes inversores de escuelas, la nuestra es una de ellas y si- —la interrumpí. —Y si no hace lo que su hijita le pide quitarán todo su apoyo monetario. ¿Por qué no me sorprendía? —Entiéndelo, Karin… —Claro que lo entiendo, ¡lo he entendido desde siempre! —me paré—Desde la primera vez que entré a esta oficina en busca de ayuda cuando casi me tiraban de las escaleras y usted no hizo nada. Senju no me miraba, tenía que estar avergonzada y con justa razón. Suspiré. —Dígame qué debo hacer para irme ya. —Citatorio. —me tendió un papel rectangular—No es sólo por esta vez, sino por las demás que se te ha citado y nadie ha venido. Le quité el papel y me lo guardé en la mochila. . . . Temari Salí dando pasos grandes de la sala, sentía mi orgullo en el piso, tantas ganas que tenía de gritarle en su cara frente a los demás, como ella lo hizo conmigo, tantas ganas de decirle que el sentimiento era mutuo, que era una odiosa, fastidiosa, gran zorra de- —Temari—la voz de Shira—, te estaba esperando. —Dime… —dije sin voltearme a verle. —El día se está nublando, así que pensaba en que podríamos regresar ju- —lo interrumpí. —Lo siento, pero no. —Ah… Pero… —Ya te dije, no, gracias. Sin mirar atrás seguí caminando por el pasillo, tenía algunos cuadernos contra mi pecho y me aferraba más a ellos, quería llorar, pero ni pensarlo. —¡Está prohibido fumar! —dije de la nada al percibir el olor a cigarro. —Tsk… Me detuve de golpe, alguien me había oído. Al lado de las taquillas alguien salió, tenía unos ojos rasgados, que me vieron directamente, en su boca tenía un cigarro que estaba por terminarse. Le iba a decir algo, pero no me salían las palabras. —Ni te canses, lo sé. —se quitó el cigarro de la boca y lo apagó contra la pared—¿Ya? Me humedecí los labios y exhalé. —Relájate, señorita delegada. —me dijo antes de irse con las manos metidas en los bolsillos. ¿Por qué sentía que el oxígeno se me acababa? Necesitaba salir. Me dirigí rápidamente a la salida de la escuela y al apenas tocar el pavimento, gotas empezaron a caer. Recuperaba el aliento, la brisa fresca que pegaba en mi cara se sentía tan bien, cerré los ojos y levanté la cara para que algunas gotas me tocaran. Poco a poco volví a recuperar el ánimo, tomé aire y exhalé para ir a casa lo más rápido posible antes de que se dejase venir más gotas. . . . Karin Dejé la oficina de la directora y me dirigí a la entrada de la escuela, ya casi no había nadie en los pasillos, al llegar un trueno se hizo sonar, era claro que iba a llover esa tarde así que me puse la capucha de mi chamarra para irme. Pero a mi lado llegó una rubia, era la presidenta del segundo grado, pero no tardó mucho en irse, ni siquiera me volteó a ver. «Hasta para ella soy invisible.» Alcé los hombros y me fui también. Procuré irme por los negocios techados para evitar mojarme toda, hasta que llegué al parque, lugar donde sólo los árboles podrían cubrirme un poco. Como iba cabizbaja, alguien chocó con mi hombro, haciendo que perdiera el equilibrio. —¿Estás bien? —alguien me agarró del brazo. —S-Sí… No fue nada. —la lluvia empezaba a ser más fuerte. —Deberías haber traído un paraguas. —Y que me lo digas… —sonreí de lado. En ese momento escuché algo, volteé y era una sombrilla. Y mi mirada pudo ver a la persona que tenía a mi lado, era un peliblanco de ojos morados. . . . General Una azabache y rubia llegaban de la escuela. —¿Cómo les fue? —preguntó una mujer desde la cocina. —Bien, pero siento que el día fue muy aburrido. —respondió la joven rubia, subiendo las escaleras—Me daré una ducha antes de cenar. Por otro lado, la azabache dejó la mochila en la entrada y se fue a echar en el sillón. Apenas dio un respiro cuando el timbre de la casa sonó. —¿Qué esperas, Hinata? —le dijo su madrastra—¡Ve a abrir! Tengo las manos ocupadas. La joven Hyuga sólo le dedicó una mirada de fastidio y se levantó, dando fuertes pasos hacia la entrada. Al abrir la puerta de golpe, sus ojos se encontraron con otros de su mismo color. —¿Neji? —Sorpresa. . . . Continuará…
General —¿Pero qué haces aquí? —No me has visto en un año y lo primero que dices para recibirme es eso? —N-No es eso… Es sólo que… —la chica volteaba por momentos al interior de la casa. —¿Están adentro, cierto? Antes de que pudiera contestar, la voz de la mujer adulta desde la cocina habló. —¿Quién está en la puerta, Hinata? La nombrada cerró los ojos y suspiró. —¿Quieres entrar? —¿Acaso mis maletas no eran lo suficientemente obvio? —esbozó una sonrisa de lado, haciendo que la azabache hiciera lo mismo. . . . | Capítulo 6. Un Descanso. | . . . Hinata Ayudé con las maletas de Neji, mi primo, tampoco eran muchas por lo que supuse que sólo se iría a quedar unas cuantas semanas… Espero que no sea un problema para ellas… —Vaya, así que se quedó con la casa principal… —Sí, mi madre se quedó con el departamento. —dije—Pero, ¿cómo ha estado la familia por allá? —Pues no se puede decir mucho, ya sabes, son aburridos por naturaleza. —sonreímos. —Hinata, ¿con quién estás hablando? —salió de la cocina mi madrastra, secándose las manos con una toalla. Fue inevitable sentir la tensión que se generó en la sala al encontrar sus ojos con los de Neji. —Oh, vaya, eres tú… —se hacía la que no recordara su nombre—¿Neji, cierto? —Así es. —respondió a secas. —Tanto tiempo sin verte—esbozó una sonrisa—, es un placer tenerte por la ciudad de nuevo. —Claro, gracias, Miroku. Por la cara que puso mi madrastra pude suponer que iba a decir algo como “yo también te extrañé”, algo que ni en un millón de años iba a pasar. —¿Piensas quedarte mucho tiempo? —preguntó al percatarse de las maletas. —Mmm… sólo unos cuantos meses. —¿En serio? —pregunté, sorprendida, no creía que fuera a ser por mucho tiempo. —¿Meses? —mostró una sonrisa—¿Y eso por qué? —Vengo a hacer mi servicio social, estoy en mi último año de instituto y me piden hacer uno, así que aquí estoy. —explicó. —Vaya, eso es… —no encontraba las palabras y le costaba sostener la sonrisa mientras las buscaba—bueno para los jóvenes. —Si eso dicen los adultos, lo creeré. —¿Y en dónde piensas quedarte? —señaló las maletas. —¿En dónde más? —se recargó y posó los brazos en la parte trasera del sillón—Aquí. —¿Aquí? —señaló con sus índices el suelo—¿Hiashi lo sabe?, porque si no te acuerdas, a él no le gustan los imprevistos. —No te preocupes, ya le avisé, es por eso que estoy aquí. —terminó por mostrar una sonrisa de satisfacción al ver el gesto de Miroku. Pude notar que a la peliblanca le daba un tic en el ojo ante la contestación de Neji, algo que me llenaba de gusto. —Pues bueno, ¿quieres comer algo? —ya qué le quedaba decir. —Antes preferiría desempacar, si no es mucha molestia. —Claro que no, Hina, linda—siempre me llamaba así cuando tenía que aparentar—, ¿le muestras su habitación? —Claro, con mucho gusto. —me levanté al mismo tiempo que Neji y ambos subimos las escaleras, dejando sola a mi madrastra. . . . Sakura Era un nuevo día y como cada mañana la dulce y melodiosa voz de mi madre nos llamaba para despedirnos. —¿Quieres darte prisa? A tu hermana se le va a hacer tarde. —Mamá, sólo estoy procurando que nada se me olvide. —Pues tuviste que haberlo hecho desde ayer antes de ir a dormir. —Al menos estoy haciendo algo relacionado a la escuela, —me incorporé—¿por qué no le dicen eso mismo a Hotaru?, lleva casi quince minutos en el baño. —Ella como mujer que es se preocupa de su apariencia en público, es por eso que se tarda tanto—mi madre sonrió por un momento—, en cambio tú—me miró de arriba abajo, borrando la sonrisa—, no haces nada por mejorar tu aspecto, ¿así quién se fijaría en ti? Suspiré para no decir nada más, es inútil razonar con ella. —Listo, ya estoy lista. —salió del baño Hotaru, quien, según yo, se había maquillado más que de costumbre. —Hija, te ves hermosa, ¡más que de costumbre! —¿Te gusta?, ¿no crees que exageré un poco? —Ay, pero claro que no, estás perfecta. —mi madre tomó el bolso de Hotaru y fue hacia ella—¿Acaso un chico es el motivo? Hotaru rio. —A ti no se te escapa nada, mamá. —¡Debes decirme todo sobre él! —Lo haré, pero después que se me hace tarde y quiero verlo antes de que empiecen las clases. —Cierto, allá vamos entonces. —volteó hacia mí—¿Qué esperas?, ya oíste a tu hermana, date prisa. Y así sin más se fueron hacia el coche, dejándome atrás. «Espero que sea de buena familia, porque si no, ya quiero ver cómo le va como a mí me fue…» . . . Temari —Buenos días, alumnos, antes de comenzar con la clase voy a darles un anunciado que de seguro a más de uno le gustará. ¿Un anunciado?, ¿ahora de qué se tratará?, de todos modos, presiento que tendré una tarea más encima. —Es sobre una excursión. Genial, con lo que me encantan… —Iremos al bosque “de la Hoja”, todos los grupos de segundo grado irán, este recorrido fue organizado gracias al maestro Umino para que puedan estar más en contacto con la naturaleza y comprender un poco en profundidad con los temas ya vistos de su libro de biología. Lo suponía, el maestro Iruka con sus ideas. —Aquí tengo los permisos que tendrán que firmar sus padres para que puedan ir con nosotros. —la mirada de la maestra empezó a buscarme por el aula—Temari, ¿puedes entregárselos a tus compañeros?, por favor. Sin más me levanté de mi asiento y fui hacia el escritorio, tomé los permisos y empecé a pasar de uno por uno a las mesas. —Bonita falda, Tema, ¿no había una más larga? —la estúpida de Kin empezó a reírse tras ese comentario mientras le dejaba el papel en el escritorio. No hice más que rodar los ojos mientras seguía pasando entre las filas, hasta llegar a la última, en la cual me detuve un momento pues estaba un chico con la cabeza hundida en sus brazos como si fuesen una almohada, al parecer estaba dormido. —Oye… —dije por debajo, moviendo su brazo para que despertara. Insistí unas dos veces más hasta que la voz de la maestra interrumpió. —Joven Nara, despierte. Y de poco a poco el pelinegro se fue incorporando, dejando ver una expresión de cansancio y… ¿fastidio? —¿Qué pasó, Nara?, ¿no durmió bien acaso? —No… No es eso… —respondió con una voz pasiva—Todo bien, perdón. Algunas risas se escucharon en el salón. —¿Quieres algo? —se dirigía a mí. —Esto. —le tendí el último permiso que me quedaba en manos. Él solo asintió por su parte y sin muchas ganas me recibió el papel. —¿Y cómo te ha ido con el estrés? —para mi sorpresa habló. —¿Qué? —¿Has vuelto a entrar en crisis, no? —dirigió su mirada hacia mí. Al momento de mirarnos, un recuerdo se me vino a la mente. . —¡Está prohibido fumar! —Tsk… Relájate, señorita delegada. . Era el chico del otro día. —No sé de qué habla. —me hice la desentendida, no quisiera volver a recordar lo que pasó. —¿En serio?, te refieres a mí como si fuera tu mayor cuando tenemos la misma edad. Aclaré mi garganta y tragué saliva. —Con permiso, la clase continúa. —empecé a alejarme. —¿Por qué estás ruborizada, Tema? —de nuevo Kin—¿Acaso te puso nerviosa el nuevo? —Ya cállate. —escuché decir a Karui. —Chicas, estamos en clase, abran sus libros. Cuando volví a mi asiento me sentí más segura, así que me dispuse a prestar toda mi atención a la maestra, pero algo me seguía haciendo ruido. ¿Cómo no me había fijado que él era de mi grupo? . . . Tenten Por fin se habían acabado las clases, hora de ir a casa. Mientras recogía mis cosas alguien había pasado por mi mesa y sin querer las había tirado. —Oopsie… —levanté la mirada—Qué pena, perdón… Era Sara, quien se iba con una sonrisa en la cara tras lo hecho, en la puerta ya la esperaban sus otras amigas, Hotaru y Lori, todo tun trío de brujas eran. No me quedó de otra mas que volver a acomodar mis cosas para irme a casa, fue cuando alguien se me acercó a ayudar. —Oh, no te preocupes, ya estaba por… —noté que su tono de piel era muy blanco, casi pálido—¿Eres el nuevo, verdad? Él solo asintió como respuesta. «Parece que no le gusta que le digan así… ¿Cómo se llamaba?» —¡Sai!, ¿verdad? El chico por un momento se me quedó viendo, a decir verdad, sus ojos eran de un color negro muy penetrante. —Sí. Bueno… se puede decir que es de pocas palabras. —Un gusto, soy Tenten. No sabía si darle la mano o no, nunca era de las que entablara una conversación primero por lo que mi mano estaba un poco temblorosa por la vergüenza. «Apuesto a que está pensando que soy una rara…» Pero para mi sorpresa me respondió el saludo. —Sí. —¿Sabes decir otra cosa mas que sí? —pregunté con una sonrisa. —Sí. —a él también se le formó una sonrisa, le había dado risa mi comentario para mi sorpresa. Al terminar de recoger mis cosas fuimos hasta la salida de la escuela, en todo el camino no hablamos casi y eso lo respeté, yo tampoco tengo de qué hablar, pero por algún motivo me sentía la extrovertida estando con él. —Hasta mañana. —oí a mi derecha. —Ah, sí… ¡Hasta mañana! —pero ya se encontraba a varios pasos lejos de mí. Suspiré y empecé a bajar las escaleras, como tenía mi mirada distraída no me di cuenta a quién tenía en frente y terminé chocando con alguien. —P-Perdón… —del impacto dejé caer las cosas que tenía entre manos. Pero para mi sorpresa, nunca tocaron el suelo. —¿Estás bien? Era un hombre con una cabellera increíblemente hermosa, más cuidada que de muchas chicas lo puedo asegurar. —S-Sí… Sí, no hay problema. —tosí por lo nervios. —Deberías mirar adelante mientras caminas. —¡Claro! —tomé mis cosas—Y de nuevo perdón. Apresuré el paso para huir de ahí lo antes posible, no sé por qué, pero sentía varias miradas sobre mí al momento en que choqué con aquel sujeto. ¿Iría aquí?, no creo, se veía grande ya, como universitario, a lo mejor venía por su novia. Exhalé, ¿por qué de repente sobre pensaba tanto de aquel sujeto? Aún así, tenía muy bonito color de ojos, de algún lado los habré visto, pero, ¿dónde? . . . Matsuri —No irás. —Pero papá… —No contradigas a papá, ya lo escuchaste. —Pero no es para perder el tiempo, nos darán clases a base de esa salida. —insistía, trataba de hacerle cambiar de opinión. —Ya lo sé, aquí lo dice—agitó el papel del permiso—, pero aún así no estoy tan de acuerdo con estos modos de estudio modernos. —Te prometo que me portaré bien, ¡si quieres hasta te enseño mi cuaderno de todos los apuntes que saqué! —Aun así, no estoy de acuerdo, —me miró—no es a un parque o museo, hablamos de un bosque, Matsuri, ¿qué pasa si te pierdes o te pasa algo peor? —No me va a pasar nada, papá, por favor… —junté las manos en modo de súplica. —Pues no, y es mi última palabra—arrugó el papel y lo botó—, ahora prepara la cena, en quince minutos quiero que esté lista. Ambos se dirigieron al patio trasero, dejándome sola en medio de la sala. Si no tuviera amigos me daría por vencida y me resignaría, pero ya había hecho planes antes con Karin por lo que no me iba a rendir tan fácil. Fui a la cocina y saqué mi teléfono. —¿Qué pasó, Mat? —No me dejaron ir. —¿En serio?, ¿ni porque lo mande la escuela? —Ni por eso, dicen que es muy peligroso y que me puede pasar algo. —Bueno, en eso tienen razón… —¿En qué? No soy tan tonta como para despistarme y perder el camino. —Hay que ser realistas, Mat, te encanta apreciar los paisajes a tu tiempo y en eso sí que te puede dejar atrás el grupo. —Por favor… tampoco tan así. —Bueno, entonces, ¿qué harás? —Falsificar su firma. —¿En serio? ¿Qué pasa contigo? ¿A dónde se fue esa castañita tímida que le daba miedo hasta si una hoja del árbol se caía? —Hablo en serio Karin, y tú me ayudarás. —No estarás hablando de que yo… —Sí, tú lo harás, ya antes has falsificado la firma de tu madre, ¿no es así? —Pues sí, pero es la firma de mi mamá, es obvio que ya esté familiarizada con ella, en cambio, la de tu papá no la conozco. —Vamos, sé que podrás hacerlo. —No lo sé, Mat… —Hazlo por mí, ¿sí? La escuché suspirar. —Está bien, como soy tu única amiga no te puedo dejar sola. —Gracias Karin. —Me pregunto qué harías sin- Algo se escuchó del otro lado de la línea. —¿Karin? ¿Todo bien? —Este maldito… —¿Karin? ¿Qué pasa? —pero ya había colgado. Algo malo estaba pasando y ese algo de seguro era su padrastro. . . . Karin Colgué de golpe y me fui directo a la cocina, lugar que se había convertido en un campo de batalla desde que él llegó. —¡¿Cuántas veces te tengo que decir que me hables con respeto?! Durante el camino había tomado una lámpara, la cual no dudé en dejarle caer en la cabeza a aquel maldito en cuanto le alzó la mano a mi madre. —¡Maldita mocosa! —se llevó las manos a la cabeza, la cual empezaba a sangrar por la cerámica—¡Pero me la vas a pagar! Se desabrochó el cinto y yo ya estaba preparada para irme encima de él, pero mi madre se interpuso entre los dos. —¡No, por favor! ¡No le hagas nada! —Tú quítate. —de un movimiento quitó a mi madre del medio. Al momento en que iba subiendo la mano para dejarla caer sentí unos brazos alrededor de mí los cuales me voltearon, era mi madre quien había recibido los golpes en la espalda de aquel bastardo. Lo cual me hizo recordar a las otras veces con las otras parejas de mi mamá, siempre era lo mismo, ¿por qué todas las parejas de mi madre terminaban siendo lo mismo? Agarré fuerza y me la quité de encima para hacerle frente a aquel hombre. —Vaya, con que vuelves a tu postura de valiente. No había sido el latigazo directo como él hubiera querido, sino que al levantar el brazo de nuevo hizo que la hebilla me tocase la mejilla. Me llevé la mano enseguida a la cara y un silencio se apoderó de la sala. —Karin… Déjame ver- —interrumpí a mi madre para salir del departamento. —¿Cómo estás, Karin?... —ignoré al vigilante del edificio y pasé a su lado rápidamente. Fui directo al parque y me dejé caer en la primera banca libre que encontré. Saqué mi teléfono y abrí en cámara para ver el estado de mi cara. Estaba toda mi mejilla roja por el golpe recién, guardé el celular y eché la cabeza atrás suspirando. Desde que tengo conciencia mi vida siempre ha sido así, la misma rutina, alguna pelea en la casa y luego yo huyendo de esta misma. En ese momento sentí una presencia a mi lado, volteé y había un sujeto en la banca de a lado, tenía la mirada perdida en dirección de los juegos infantiles, miré a mi alrededor y sólo estábamos él y yo aquí, excluyendo a la gente que caminaba por la calle todavía. Ahora que lo recuerdo, años atrás, cuando huía de la casa me venía directo acá y jugaba con los demás niños, por lo menos eso hacía que me distrajera y entrara en otro mundo, ahora sería tan estúpido subirme a un columpio. ¿Qué habrá sido de aquel niño con el que tanto jugaba? Respiré profundamente antes de levantarme de la banca e irme de nuevo a casa, a esta hora ya se habrá quedado dormido aquel hombre. . . . Ino —Este será nuestro nuevo hogar de ahora en adelante… Escuché a mi madre decir, alcé la cabeza un poco para ver la fachada de la nueva casa, que a comparación con nuestra anterior vivienda no cambiaba en mucho. —Como ves, no es tan amplia como la anterior, —entramos a la casa—pero eso se lo debemos a tu “gran” esfuerzo. —pude notar el sarcasmo en esa palabra. No había sido mi culpa… ¿o sí? —Kabuto dijo que estaría ocupado tratando de encontrar un nuevo trabajo para ti, pero me dijo que te tendrías que recuperar en… —me miró de arriba abajo con disgusto—imagen… —Significa que… —Tendrás que ganar peso, ¡pero sólo para recuperar un color más vivo y que se te quiten esas ojeras! —se apresuró a decir—Y ya sabes, todo a mi control, querida—Me tomó por los hombros—Sube, tu habitación es subiendo las escaleras, a la izquierda, primera puerta. Asentí con una sonrisa apenas notable, tomé una maleta y fui arriba, al llegar a mi habitación lo primero que vi fue una ventana, el día estaba nublado, dejé la maleta en la cama y me dirigí para asomarme. El vecindario era lindo y modesto, podía ver a varias familias disfrutando del día en los patios de su casa en compañía de sus hijos, menos en la casa que estaba delante de la mía. —Ah, por cierto—no había escuchado a mi madre llegar—, a partir de la siguiente semana recibirás clases en casa, no tenemos para inscribirte a un instituto todavía y con las fechas que son ya en todas las escuelas cerraron inscripciones, por lo que te tocará esperar hasta el próximo semestre. Eso me sacó un poco, no me esperaba recibir educación en casa, siempre había ido a escuelas presenciales, aunque es cierto que era común de mí faltar varias veces por los concursos o entrenamientos, pero, por otra parte, me sentí aliviada, digo, ya no tendría que trabajar ni ir a la escuela, por el momento, así que por lo menos esperaba en poder descansar en esos días. O eso quería, un descanso. . . . Continuará…