Hola :) . Estoy seguro de que a estas alturas, ver un 8 en el título de una historia de seguro no es algo que llame mucho la atención. Pero los seres humanos somos curiosos, por lo que igual procederé a dar una explicación de qué va esto para quienes hayan entrado. Esta es la octava parte de un largo proyecto que empecé allá por el lejano año 2017. ¿Y dónde están las demás partes? Tengo una entrada en el blog que contiene todos los enlaces a dichas partes, junto con un orden recomendado de cómo se tienen que leer las historias de este universo para ser comprendidas. Dejo el enlace para quien quiera verlo. También aclaro (para aquellos que conozcan o no este universo) que la cronología y la guía de personajes permanecerán desactualizadas por el momento. Dejo igualmente los enlaces, pero no actualizaré las mismas hasta dentro de un par de semanas. Agradezco como hago siempre a mi gran amigo Manuvalk que ha seguido esta historia básicamente desde el día 1 con la primera parte. Espero esté entusiasmado con este nuevo inicio, y que arranquemos esta lectura con el pie derecho. También quiero dar las gracias a cualquiera que llegue a este punto, puesto a que eso demuestra un interés que se aprecia :) Por último, aviso desde ya que esta historia contará con un total de 44 capítulos, por lo que nos espera un largo recorrido por delante. Sin más que decir, dejo el capítulo. La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto El nacimiento de un vínculo: — Si vamos a estar encerrados aquí, creo que lo que deberíamos hacer al menos es conocernos — la chica extendió su mano como forma de saludo amistoso — Me llamo Sky. — Mi nombre es Winter — dijo, al tiempo que empezó a sonreírle, en un intento de empezar esa convivencia con buen pie, aunque no supieran cuanto podría durar. Ambos jóvenes que acababan de conocerse mantuvieron el saludo durante un minuto, para luego soltarse. Creyeron que sería el otro quien iniciaría una conversación, pero lo que ocurrió en realidad fue un silencio total durante varios segundos. Aprovecharon esa tranquilidad para mirarse fijamente, y eso les hizo dar cuenta de que algo estaba fuera de lugar. Sky apreció la ropa que Winter, como él aseguraba llamarse, y notó que estaba bastante sucia, con ligeras manchas de tierra o de polvo en lo que se asemejaba a un uniforme que para ella era desconocido, pues no era como el que ella solía llevar en la academia. Esa misma clase de pensamiento cruzó por la cabeza de Winter, que se notaba algo extrañado teniendo en frente a una chica que se veía casi como de su edad, ya que sentía que debía tener conocimiento de alguien así, siendo que todos los de su misma edad fueron compañeros suyos en la formación militar que él llevaba junto a varios compañeros. Lo más extraño para él, sin embargo, resultó siendo la ropa de la chica. Winter empezó a caminar alrededor suyo, observándola de pies a cabeza tanto por delante como por detrás, cosa que llegó a incomodar a Sky, quien se sentía analizada por él. — ¡¿Qué haces?! — la chica levantó un poco la voz — ¡Eres muy confiado y seguro de ti mismo! A medida que Winter daba vueltas alrededor de ella, ella hacía lo propio, dificultándole ver mejor la ropa que traía, pero eso no fue un impedimento para que el chico notara que había algo fuera de lugar en ella. — ¿Por qué estás vestida así? — Winter la interrogó desde lo que creyó que sería más fácil. — ¿Cómo que “vestida así”? — Sky se sintió todavía más incómoda con esa pregunta — Puedo vestirme como yo quiero. — No iba por ese lado, Sky — Winter no ofreció disculpas, pese a que sabía que se había expresado mal — Me refiero a por qué elegiste ponerte esa ropa el día de hoy. — Porque tenía una ci… — se detuvo cuando recordó que no era del todo cierto lo de una cita — Tenía una reunión con un amigo. Winter se llevó una mano a la barbilla al momento en el que empezó a analizar el significado detrás de las palabras de la chica. Nada de lo que estaba diciendo cuadraba por ningún lado. Fue por eso que, para salir de dudas, optó por preguntarle su edad con el fin de averiguar algo. — Mi mamá dijo que esto no se preguntaba… pero… ¿Cuántos años tienes? — Winter sabía que eso lo sacaría de dudas. El cadete creyó inicialmente que Sky tenía su misma edad, cosa que no concordaba, puesto a que todos los chicos de su edad se reunieron para ser cadetes del comandante Gavril Utkin desde muy temprano. Estaba la posibilidad de que Sky fuera unos años mayor que él, y que eso le explicara el motivo por el cual nunca la había visto. — No sé por qué estas cosas no se suelen preguntar, a mí no me ofende — la chica le iba a responder — Tengo dieciséis años. ¿Por qué me cuestionas por mi ropa y por mi edad? — Eso es imposible — Winter retrocedió un poco, mientras movía la cabeza en cada dirección — No encuentro posible que nunca nos hayamos conocido si tenemos la misma edad. Sky se veía mareada por el comentario tan extraño dado por el chico. Desde que se presentaron oficialmente, nada de lo que él preguntaba parecía tener sentido o significar algo para ella. Desde luego que algo estaba fuera de lugar respecto a él, sobre todo por lo dicho en su última declaración. — No entiendo por qué deberíamos conocernos solo por tener la misma edad — Sky juntó ambas manos en su cintura — Ahora me toca a mí hacer una pregunta. ¿Puedo? — Supongo, quizá eso me aclare algunas cosas — Winter creyó que dejarla hacer preguntas podría sacarlo de dudas. La gran interrogante que el chico tenía en la mente en aquel momento era la forma en la que la familia de Sky se las arregló para evitar que ella terminara formando parte del equipo entrenado por Gavril, quien había dicho que cada chico y chica de la misma edad, la primera generación nacida en el espacio exterior a bordo del Explorador Esperanzado, tendría que atender a sus clases. Miles de teorías pasaron por la cabeza de Winter, y siempre encontraba algún motivo para desbaratarlas. — Quizá ella sea hija de algún amigo cercano de Gavril, aunque eso no significa nada ya que Vyon y Airin son sus propios hijos y aun así los obligó a atender a clases — Winter necesitaba encontrar alguna respuesta pronto para lo que estaba sucediendo allí — Tal vez ella nació con alguna discapacidad que le impide realizar esfuerzo físico… Pero, mi papá y el tío Renji siempre hablaban sobre como los seres humanos están en una era donde los genes son más estables. ¿Quizá el nacimiento de ella no fue notificado? Pero si ese es el caso, quiere decir que sus padres tendrían que haber engañado no solo a los comandantes, sino también a las enfermeras. Lo único que se me ocurre es que haya nacido en un habitáculo sin que nadie lo supiera, y que nadie nunca la escuchara llorar. La teoría que más sentido tenía para él era demasiado débil, fue por eso por lo que se quedó parado allí, esperando por el disparo de quien fue elegida por sus captores como compañera de encierro. — ¿Asistes a una academia militar? — Sky arrojó la primera pregunta sobre él Winter quedó abrumado por esa pregunta. Hasta donde él sabía, las academias militares eran inexistentes. No encontró sentido alguno en eso, y fue algo que la chica consiguió notar con facilidad, sabiendo que no obtendría una respuesta coherente viniendo de él. Antes de que él abriera la boca para responder, una mueca de decepción se formó en su rostro. — Las academias militares no existen — Winter creyó que todo se trataba de una broma — ¿De dónde sacaste esa idea? De forma repentina, Sky se llevó una mano a la cara, gesto que el chico no se tomó nada bien, ya que creía que lo estaban tomando por un tonto, primero respondiendo incoherencias y luego preguntando por una. — Eres todo un caso, Winter — Sky no sabía qué hacer tras esa respuesta — Primero me preguntas por mi ropa, luego por mi edad, después dices algo sin sentido y ahora me sales con esto. Pero no voy a ser tratada como una loca. No después de haber sido raptada. No tengo idea de si voy a seguir viva en las próximas horas, y rechazo la idea de tener que hablar contigo. — No estoy tratándote de loca ni estoy intentando nada raro — Winter se defendió de las acusaciones — Si las academias militares existen, asumo que tú vas a una. En ese caso, podrás confirmar su existencia y dejarme como un loco a mí. Fue allí que Sky sintió como su mente se iluminó de repente con lo que Winter había dicho. Ella revisó sus bolsillos del pantalón que traía puesto para ver si todavía llevaba consigo la medalla que le entregaron en la academia. Había tomado dicho objeto con ella para que sus padres no lo encuentren y así poder darles una sorpresa grata si es que ellos regresaban a casa antes que ella tras el encuentro que tendría con un amigo. Tan pronto como encontró la medalla, la sacó de su pantalón y la entregó a Winter, quien recibió atónito dicho objeto. — Mira eso — Sky lo decía con brusquedad — Y luego te desafío a que me mires a la cara y digas que no existen las academias militares. El joven cadete nacido en el espacio exterior apreció con la vista y el tacto lo que la chica le había dado. Una cinta resistente para colgar del cuello lo que para él era un objeto desconocido, ya que nunca había visto una medalla de verdad. Al analizarla, pudo ver que por su brillo parecía ser de metal, como platino pintado, y cuando lo miró del otro lado, se encontró una inscripción. — “La academia militar Zion Stones se enorgullece de felicitar a Sky Delleo por estar entre los diez mejores cadetes de cada academia” — Winter leyó en voz alta, para luego mirar a Sky y ver una sonrisa que expresaba victoria absoluta formarse en ella. — ¿Lo ves? — Sky sentía que había ganado — Tú eres quien pregunta y dice cosas sin sentido. No yo. Ahora… — Espera… — Winter la interrumpió — Esto es real, como tú lo dices. Realmente existen las academias militares, y tú realmente estás en una… Zion Stones… Zion Stones… — ¿Qué pasa con eso? — Sky cuestionó, sintiéndose preocupada por la forma en que hablaba su compañero. Winter sabía que había escuchado ese nombre alguna vez, pero no era algo muy común en él. Fue por eso por lo que tratar de recordar su origen fue toda una batalla entre sus recuerdos. Sabía que no se trataba de una persona que viviera entre ellos, sobre todo porque una academia militar no llevaría el nombre de un civil. Le costó dos minutos, pero fue capaz de llegar hasta el recuerdo que estaba buscando. Por su mente pasó el momento en el que escuchó ese nombre por primera y casi última vez, puesto a que fue nombrado durante una de las transmisiones que el expresidente ruso Dmitri Koslov realizaba de vez en cuando. No tenía toda la biografía completa de aquel sujeto, pero sabía que se trataba de un comandante de Zenith o de Black Meteor, alguien que había tenido participación en la misión de exploración espacial. La segunda y última vez que escuchó el nombre fue de la boca de Renji Yukimura, quien una vez, en uno de los cumpleaños de su familia, habló acerca de él. Tan pronto como identificó el origen de aquel nombre, Winter creyó finalmente saber exactamente en donde se encontraba parado, y también frente a quien. — Sky, ¿tú eres de Zenith o de Black Meteor? — preguntó al mismo tiempo que devolvía la medalla. Sky se sintió algo extrañada por esa pregunta. Guardó su medalla en el bolsillo del que la había sacado, para luego levantar sus cejas tratando de descubrir por qué Winter hacía una pregunta como esa. No creía que él estuviera loco, pero las cosas que salían de su boca le seguían pareciendo incoherentes, imposibilitándole el tener un panorama de la situación actual. — Creí que todos lo sabrían, pero se ve que tú no — Sky iba a darle una respuesta — Zenith y Black Meteor han dejado de existir hace tiempo. Solían ser países soberanos del planeta Tierra. Cuando la Tierra dejó de ser habitable, varios miembros de Zenith y de Black Meteor huyeron casi al mismo tiempo, y tras unirse, permanecieron juntos. Pero sin territorio, sin soberanía y sin siquiera un sitio que pudieran llamar hogar, esos nombres quedaron atrás. Zenith y Black Meteor quedaron en el pasado… Pero no estás demasiado errado. Mis padres eran soldados de Zenith. Winter recibió allí la confirmación que necesitaba, y eso provocó que fuera caminando directo hacia la única cama en la habitación para después sentarse sobre ella al mismo tiempo que se llevaba ambas manos a la cabeza, como si estuviera viendo fantasmas. Sky seguía sin entender nada, pero sabía que algo no iba bien, por lo que se aproximó despacio hacia él. No quería sentarse a su lado, dado a que no se sentía en suficiente confianza. En su lugar, le cuestionó parada frente suyo. — ¿No lo sabías? — Sky no podía creerse eso — Creí que se enseñaba en todas las escuelas y academias, ya fueran militares o no. — Esto es… difícil de explicar, pero ahora entiendo todo — Winter la miró fijamente — O, mejor dicho, la mayoría. — ¿De qué hablas? — Sky detestaba los enigmas. — Esto te va a sonar difícil de creer… — Winter tomó aire antes de seguir hablando — Pero tú y yo no venimos del mismo lugar. — No diría que no te creo, diría que no te entiendo — Sky quería que siguiera explicándose. — Tú y yo tenemos dieciséis años, aunque yo estoy casi por cumplir los diecisiete — Winter le confesó su verdad — Antes de que naciéramos, la humanidad tuvo que abandonar la Tierra. Tus padres eran de Zenith… Pero los míos no. Mi mamá y mi papá son de Rusia… — ¿Rusia? — Sky no recordaba ningún país con ese nombre — ¿Escaparon ciudadanos de más países además de Zenith y Black Meteor? Siempre creí que esos dos eran los únicos. — Nosotros también lo creíamos — Winter le reveló eso a Sky — Había varios que no descartaban la posibilidad de que esas dos naciones hubieran sobrevivido, pero una enorme mayoría eligió creer que sí, y optaron por darlos por muertos. Sky y Winter no cabían en sí mismos por todo lo que se habían contado el uno al otro. Fue esa revelación la que les ayudó a atar los cabos que quedaban sueltos. Winter pudo comprender que el motivo por el que nunca había conocido a Sky pese a tener su misma edad era porque ella y él crecieron en mundos muy distantes y lejanos uno del otro. Sky fue capaz de encontrar la respuesta a lo que creía que eran los desvaríos de Winter, como, por ejemplo, cuestionarle por la ropa que llevaba puesta y negar la existencia de las academias militares. Tras haber aprendido todas esas cosas, Winter se puso de pie y empezó a mirar a Sky fijamente a los ojos. La chica no entendía cómo era posible, pero había algo en su mirada que estaba provocándole un peso extraño. Ambos mostraron la expresión más seria que pudieron, puesto a que tenían que ponerse al corriente de todo lo que ignoraban. — Supongo que ambos tenemos preguntas — Winter le dijo con un tono bajo. — Supones bien, esto es un giro a todo lo que creía que era verdad — Sky le dio la razón a su compañero. — Pero yo he sido traído aquí primero, así que tomaré el primer turno — Winter parecía decidido — Dime, ¿Zenith y Black Meteor no eran naciones enemigas? ¿Cómo fue que se reunieron? Más raro aún, ¿cómo fue que permanecieron unidos? La manera de preguntar del soldado terminó por sorprender a Sky. Winter había mostrado un gran atrevimiento en esas preguntas, y una gran cantidad de conocimiento que la impresionaba para bien. La chica no podía evitar sentirse presionada psicológicamente por él. — Magnus Hotfire, líder del Zenith, acordó con una especie conocida como los garak por un sitio para la humanidad — Sky recitaba la historia que le habían enseñado — Se comunicó con Abel Hartka, líder de Black Meteor, para que también se dirigiera allí. Él se rehusó, y por eso fue que le arrebataron el poder. Los soldados que estaban hartos de él dirigieron la nave hacia el planeta Garak, aceptando ponerse bajo las órdenes de Magnus Hotfire. — ¿Entonces él es quien prevaleció como el líder de ambas naciones? — Winter se veía asombrado por eso. — En principio, pero no por mucho — la forma de responder de Sky se ganó la atención de Winter — La humanidad tenía aliados que habían sufrido al igual que nosotros por parte de los edagrianos. Planearon un ataque al planeta Edagr, que es donde vivimos nosotros ahora. La alianza los derrotó en una guerra que libraron juntos. Pero Magnus fue de los primeros en morir. — ¿Qué sucedió con Abel? — Winter sentía curiosidad por uno de los individuos más mencionados en las transmisiones. — Desapareció en acción durante el primer día de la guerra — Sky le contó — Nadie nunca lo volvió a ver. Se dio por muerto por eso mismo. Lo importante es que la humanidad ha estado sola en el planeta Edagr tras la disolución de la alianza con otras especies. Fue antes de que yo naciera, así que no llegué a conocer a estos alienígenas fuera de fotos o videos. — Intrigante, estoy seguro de que nadie entre los míos habría esperado este resultado — Winter pronto empezó a reflexionar sobre la guerra — ¿Los edagrianos han muerto? ¿Todos ellos? — Según lo que me enseñaron, no quedó ninguno — Sky le contestó esa pregunta — Y nunca hemos tenido un ataque por parte de alguien de esa especie. Así que supongo que los peleadores de la alianza hicieron lo que debían. Winter estaba maravillado con todo lo que escuchaba. De niño no le interesaba mucho la cuestión política de Zenith y Black Meteor. Pero entre toda la población con la que creció, no había nadie que no temiera por el día en el que pudieran llegar a enterarse de que Zenith y Black Meteor podrían seguir por ahí, o peor aún, los edagrianos. Por lo que contaba su compañera de encierro, los edagrianos ya no estaban en el universo, y las dos naciones más conflictivas según las historias que escuchó eran cosa del pasado. Una sonrisa se formó en su rostro, ya que sabía que sería bueno si pudiera transmitir todo ese conocimiento a los suyos. Sin embargo, cuando recordó el sitio en el que estaba, totalmente aislado de todos sus amigos y familiares y sin tener conocimiento de si había otros con él en la nave donde estaban, esa sonrisa desapareció rápido de su cara. Sky lo vio quedarse callado por un tiempo, y creyó que estaba pensando en la siguiente pregunta que haría. — Veo que nuestras vidas eran muy diferentes, pero, aun así, hemos terminado los dos aquí — fue lo que dijo el chico, como compadeciéndose de ambos — ¿Tú te has criado en el planeta Edagr bajo la bandera de una única humanidad? — Así es, mi vida ha sido muy tranquila, con excepciones, pero nada que me afectara demasiado — fue lo dicho por Sky, pensando en el momento actual que estaba viviendo — Me preguntaste por qué iba vestida así. Y te dije que tenía una reunión con un amigo… Esperaba poder encontrarme con él y quizá empezar una relación con él. Pero antes de que llegara, terminé siendo capturada por alguien que creo que se llamaba Siban — fue lo que pudo recordar — Ahora estoy aquí contigo. ¿Quieres preguntarme algo más? — No se me ocurre nada importante, solo una última cosa — Winter se ganó su atención — Quiero saber algo… ¿Tienes idea de si una persona sobrevivió a todo esto? Era comandante antes de la caída de la Tierra, pero viendo todo lo que pasó con Magnus y Abel, no puedo saberlo con certeza. — ¿Cómo es su nombre? — Sky no podría decirle hasta conocerlo. — Se llama Ace Lakor — Winter pronunció su nombre. La chica no podía entender el motivo del chico para preguntar por él. Comprendía que Magnus y Abel fueran figuras conocidas por gente de otros países, todo por el estatus que tenían siendo líderes de dos naciones diferentes antes de que sucediera el día más trágico de la humanidad. Pero no sabía a qué se debería el interés por el comandante. Sin encontrarle una gran importancia, la chica le respondió. — Él ahora es uno de los comandantes de una de las dos ramas del ejército. Tiene poder, pero no tan absoluto — Sky le confirmó que él estaba con vida — ¿A qué se debe la pregunta? — Él… bueno, mi padre… por lo que sé, mi padre es un tío suyo — Sky abrió los ojos de la sorpresa cuando Winter le contó ese detalle — Él vendría siendo un primo mío. — Es… — Sky no sabía qué decir — Es algo que no… ¿tú nombre es Winter Lakor? — Exactamente, ese es mi nombre — Winter la tomó por sorpresa — No tengo nada para que puedas confirmarlo. Tienes que creerme. Mi padre es un familiar suyo. — Eso quiere decir que tú y mi amigo son, de alguna forma, parientes — Sky quedó atónita con lo que le dijeron — El chico con quien me iba a encontrar el día de hoy se llama Arick Lakor. Es hijo de Ace. Ni él ni nadie saben acerca de ti ni de tu padre. — No sé por qué lo pensé — Winter le comentó — Pero está vivo. Eso me alegra. Mi padre muchas veces habló sobre él. Muchas personas que viven conmigo hablaban sobre él. — Creo que ahora es mi turno de preguntarte — Sky miró fijamente a su compañero — Realmente, espero poder salir de aquí y que conozcas a Arick. Seguro él reaccionará igual que yo cuando se entere de esto. Winter sentía cierto entusiasmo en la forma de expresarse de la chica, casi como si se hubiera olvidado momentáneamente de la situación en la que ambos estaban en aquel momento. Quedó satisfecho con las respuestas obtenidas. Sin embargo, pronto pensó en una posibilidad, que más tarde compartiría con ella. Estaba claro que el planeta Tralio, en el que él y los suyos habían estado viviendo, no estaba ni cerca del planeta Edagr, en donde Sky aseguraba vivir. Si tanto ella como él estaban en el mismo lugar quería decir que sus captores sabían bastante sobre la humanidad. Antes de formularse más teorías, esperaría para ver si alguna pregunta que le haría la chica sería capaz de revelarle algo que pudiera servirle para atar cabos, aunque era ella quien tenía que apuntar a ese objetivo. Al mirar a la chica, notó una sensación agradable cuando sus ojos se encontraron. Sky parecía estar entusiasmada de estar con él, y eso de alguna manera le hizo apartar un poco la vista por un segundo. — Dijiste que tú eres de Rusia… — Sky recordó ese detalle — ¿Cómo fue que sobrevivieron a la caída de la Tierra? — Esto es algo que me dijo mi padre, no sé si es la verdad absoluta — Winter se lavó las manos de posibles incongruencias a futuro — Desde mucho tiempo atrás, nuestro líder, Dmitri Koslov estuvo preparando un proyecto espacial. Un navío de gran tamaño. Dijo que sería una nave capaz de trasladar a varias personas en su interior. Mi padre, Vitali Lakor, era ingeniero y trabajó temporalmente en ella. Tengo entendido que la mayoría de ingenieros del país lo hicieron. Se tenía pensado usar para llevar soldados rusos al planeta Edagr cuando fuera el turno del ataque. Pero como la caída de la Tierra fue lo que llegó primero, tuvimos que usarla para huir. El navío llamado Explorador Esperanzado evacuó a todos los ingenieros que trabajaron en él, junto con todas las personas que estaban cerca y que pudieron salvarse. Mi padre, mi madre y mi hermana huyeron aquel día… Yo, a diferencia de ti, no nací en un planeta. Nací a bordo de ese navío. Soy oriundo del espacio exterior. — Impresionante — Sky nunca había pensado en posibilidades como esa — Debió haber sido muy difícil para tu familia. Lamento lo que pasó. Al expresar esas palabras, ella colocó su mano sobre el hombro del chico en un gesto de compasión, cosa que él aceptó y vio con buenos ojos. Winter sentía cierta alegría al ver que la persona que tendría como compañera en ese encierro lleno de incertidumbre no parecía ser prejuiciosa o desconfiada. Sonrió por el gesto, y al finalizar, continuó con el relato tras una pregunta de ella. — ¿Qué pasó después? — Sky necesitaba saber su historia por completo. — Viví hasta los cinco años a bordo del Explorador Esperanzado — Winter continuó — El presidente Dmitri Koslov renunció por voluntad propia al mando, y dejó a cargo a tres comandantes de la milicia. Renji Yukimura, que es un gran amigo de mi padre. Los otros dos son una pareja de soldados que tienen hijos de nuestra edad. Sus nombres eran Gavril Utkin y Lara Furlan. Sky se sentía abrumada con toda la información que el chico estaba soltando. Los nombres que pronunciaba le eran difíciles de retener, al punto de que decidió pasar por alto los apellidos. — ¿Recuerdas que pregunté por qué no te conocía a pesar de tener la misma edad? — Winter vio como Sky asintió a esa pregunta — Bueno, Gavril Utkin decidió que yo y todos los demás niños nacidos en la nave éramos la generación más joven de la humanidad, y que seríamos los que viviríamos más tiempo por cuestiones biológicas. Es por eso que él nos entrenó. Desde los cinco años he estado siendo entrenado por un comandante, aunque no en una academia militar. Por eso afirmé que no existían. — No suenas tan entusiasmado al decir eso — Sky lo percibió con suma facilidad — No te gustaba. ¿Verdad? — No me gustaba ser cadete, no me gustaba Gavril como instructor, y no me gustaba tener que compartir clase con su hijo Vyon — Winter le confesó a la chica una inquietud que tenía — Su hija Airin es una chica muy agradable, y muy bonita. Pero Vyon es un dolor de cabeza. — ¿Qué pasó luego del quinto año? — Sky quería que siguiera con su relato. — Nuestra idea no era vivir por siempre en el espacio exterior — Winter prosiguió — Buscábamos un planeta donde vivir. La gente tenía miedo por Zenith, Black Meteor y los edagrianos. Nadie sabía nada sobre todo lo que sucedía en otro sector del universo. Por eso querían estar en un sitio alejado, pero habitable. Y lo encontramos tras casi seis años… Un planeta que los líderes bautizaron como Gea… Ese planeta tenía dos continentes. Uno en el este y otro en el oeste, que fue nuestro hogar… Sky notaba como la intensidad de la voz de Winter bajaba mientras más se adentraba en ese relato, casi como si le doliera rememorarlo, pese a que, visto desde afuera, no sonaba nada mal. Así como pudo percibir que había algo malo en la manera en que contaba la historia de cómo se volvió un cadete, llegó a notar que algo no estaba bien en su vida allí. Eso le parecía sospechoso. Creería que encontrar un planeta en el que vivir sería mucho mejor que hacerlo en el espacio, mucho más para alguien que nació allí. — ¿Qué fue lo que pasó allí? — Sky supo que debió ser algo horrible o traumático — ¿Fue allí donde los capturaron? — Sí, pero no nuestros captores actuales — Winter se volvió más frío en su tono de voz — Vivimos casi una década tranquila en el continente de occidente, pero no lo elegimos por casualidad. Imágenes desde el espacio detectaron edificaciones en el continente de oriente, y sabíamos que podría haber seres vivos allí. Elegimos una vida aislada en el continente del extremo oeste del planeta. Es decir, los líderes lo hicieron. Pero un día… un día recibimos el ataque de una especie conocida como traliod. Ellos habitan el planeta Tralio, el nombre real de Gea, en el continente del este. Vinieron a nosotros con hostilidad, y los militares pelearon, solo para perder y ser capturados. — Oh, vaya, lo lamento por eso, Winter — Sky no se imaginaba una historia tan siniestra — Debió ser horrible… Perdóname por expresarme así, no sé qué decir realmente. — No tienes que disculparte, tú no tienes la culpa por eso — Winter sonreía por la bondad que mostraba la chica — Los traliod son los verdaderos monstruos. Mataron a muchos, y capturaron a otros, mi familia y yo entre estos. Fuimos trasladados hacia el continente del este, y allí conocimos al responsable… Un ser llamado Hufan. Un patriarca. Él y una traliod hembra llamada Yma, una matriarca, tenían pensado usarnos a nosotros para tomar por sorpresa y derrocar a un monarca, líder absoluto de los suyos. Un ser llamado Ybryr, a quien yo nunca llegué a conocer. — ¿Y qué fue lo que ocurrió? — Sky necesitaba conocer el desenlace de aquella historia. — No todos los humanos murieron o fueron capturados — relató Winter a la chica — Otros quedaron atrás. Mientras nosotros estábamos prisioneros de los traliod, otros humanos estaban preparándose para un rescate. El navío Explorador Esperanzado fue desmantelado en su mayoría cuando llegamos hacia aquel planeta, y se requería de mucho tiempo para que pudiera volver a volar. Casi un año después de nuestra captura, teníamos un plan de escape, y para asegurar que no nos perseguirían, tendría lugar en la misma noche en que Hufan e Yma realizarían su movimiento contra Ybryr. Yo estaba aislado de mi familia, en un escuadrón de humanos que estaban listos para pelear. Y sin que nos diéramos cuenta, algo terminó por dejarme inconsciente. Cuando desperté, estaba en este lugar, y un ser llamado Cerv me había traído. Desde entonces, he estado aquí. No sé qué habrá sucedido con mi familia, ni mis amigos, o con los traliod en conflicto. Pasaron dos días en los que estuve aquí solo. Solo recibo comida en una bandeja desde el exterior. Y tú eres la única novedad que me he encontrado. Sky no podía evitar empatizar con lo que el chico que estaba junto a ella narraba. A comparación, su vida fue mucho más sencilla. Siempre tenía la tranquilidad de que nadie le amenazaría. Vivía en un planeta próspero, con necesidades cubiertas y asistía a una academia para formarse y ser como su madre y su padre. Nunca debió temer por un conflicto ajeno a la humanidad. Pero Winter no gozaba de esas ventajas. Desde su nacimiento las cosas parecían ser muy complicadas, ya que no tenía un planeta al que asignar como su sitio de origen. Sky se dio cuenta que solo compartían el hecho de estar en el mismo lugar y el pertenecer a la misma especie. Ya que las circunstancias entre las vidas parecían diferir demasiado. Incluso siendo ambos prisioneros, ella estaba con ropa limpia mientras que la de Winter estaba polvorienta, con motivos lógicos si era que estaban en medio de un conflicto con otra especie. Apenada por lo que escuchó, ella le dio un abrazo al chico, en un intento de consolarlo, aunque dada la situación actual no sería suficiente. — Lamento mucho todo lo que te ha pasado, Winter — Sky lo abrazó con fuerza — Tú y los tuyos no tuvieron la culpa de nada, y, sin embargo, su vida es algo que no he experimentado ni en mi peor pesadilla. — Yo… — Winter se sentía feliz por ver que Sky le mostraba cierto afecto — Gracias, Sky. Hay varios entre los nuestros que consideran a los humanos de Zenith y Black Meteor como monstruos responsables de que la Tierra muriera por el hecho de que creen que fueron ellos los que atrajeron a los edagrianos. Posiblemente ocho de cada diez personas se habrían enojado por el hecho de que tú seas descendiente de gente del Zenith. Pero mi padre y mi madre me han enseñado a no juzgar de esta manera… Tú no eres un monstruo. Eres una buena chica, y eres más agradable que varias personas que he conocido. Sky soltó al chico, para luego mostrarle una sonrisa. Se sentía halagada por el hecho de ser considerada de esa manera, pero un poco preocupada por saber que entre la gente que huyó de Rusia había algunos que la considerarían una mala persona solo por venir de donde vino. Tras una charla extensa, ambos chicos finalmente sabían mejor a quien tenían adelante, pero eso no cambiaba la situación en la que estaban. — He pensado… — Winter retomó la charla — El planeta Tralio seguro está muy alejado de Edagr… Pero a pesar de todo, tú y yo estamos aquí. Quizá sea seguro afirmar que no fuimos los únicos. — Yo he pensado eso desde que alguien mencionó algo extraño — Sky recordó algo que oyó anteriormente — Mis captores… creo que es la que se llama Siban, mencionó algo sobre que capturarme no fue un reto. Estoy segura de que no somos los únicos aquí. — Eso quiere decir que mis amigos y mi familia podrían estar aquí… — Winter pensó en ellos antes que nadie — Ya no sé qué es peor. Si nuestros captores actuales o los traliod. Pero si te soy honesto, espero que estén todos aquí. Así al menos estaríamos juntos. — Yo me quedé esperando a que mi amigo Arick apareciera, pero no lo hizo — Sky pronto reflexionó acerca de esa situación — Quizá él también este aquí. Puede que mi familia también, pero no tengo como saberlo. — Tengo una ligera esperanza de que si no nos han matado pudiendo hacerlo es porque algo quieren de nosotros — comentó Winter, aferrándose a esa idea — Pero no por eso me agrada. Aunque mientras estemos vivos, podremos hacer algo para cambiar las cosas. Antes de que ambos pudieran decir algo más, vieron como una bandeja con alimento y raciones de agua era deslizada hacia su habitación a través de la única puerta y salida del lugar. Sky lo veía por primera vez, pero para Winter, era la sexta ocasión que le alcanzaban algo así. Al acercarse para observar, el chico vio que la ración se había hecho más grande, posiblemente debido a que Sky le hacía compañía. — ¿Suelen hacer eso a menudo? — Sky quería conocer la frecuencia. — Dos veces por día, si no he calculado mal — comentó Winter a la chica — Creo que son dos veces que alcanzan comida, y luego toca dormir. Así es como deduje el tiempo que ha pasado aquí. — ¿Por qué hacen esto? — preguntaba la chica — ¿Quiénes son y qué quieren de nosotros? — No lo sé, pero después de vivir con los traliod por un año… no espero nada bueno — Winter se agachó para luego sentarse — Vendrán a buscar esto cuando terminemos. Hay que comer y beber ahora. Hay un compartimiento que permite acceder al baño. Así que no debes preocuparte porque esto te caiga mal. Viendo que su compañero en el encierro se sentó apaciblemente a comer la comida y beber el agua que les habían traído, Sky supo que podía fiarse de los suministros entregados. Tomándole la palabra de que solo se repetía algo así unas dos veces al día, ella supo que, si retiraban eso, podrían pasar varias horas hasta que pudiera acceder a más agua y comida. La intranquilidad que sentía por no tener idea de si estaban en el espacio exterior o en algún planeta lejano era muy grande, pero al menos tenía compañía en el encierro, y no era nada desagradable para ella. Sky se sentó en el suelo para comer junto con la persona que acababa de conocer, quien era nada más y nada menos que un pariente lejano de su mejor amigo, cosa que él no sabía. Unos siete minutos después de que terminaron de comer por completo silencio, la bandeja fue retirada. Ninguno de los captores se acercó para decir algo más. Tras haber comido, Winter le habló a Sky acerca de que uno de los sujetos llamado Cerv, quien creía que se había encargado de su captura, le prometió respuestas en el futuro, pero que estas no habían llegado. Las luces que alumbraban por completo la habitación donde ambos eran retenidos fueron disminuyendo su intensidad, hasta que quedaron casi a oscuras. Eso les dio a ambos la señal de que debían irse a dormir. Winter fue el primero en ir al baño, y Sky acudió cuando él salió de ese lugar. Tras haber hecho lo que debían, se lavaron las manos y luego ambos quedaron de pie en la única cama que tenía la habitación. Para ambos era incómodo, dado a que solo tenían unas horas de haberse conocido. — No siento que esté bien — Sky pensaba en eso — Yo… — Descuida, lo comprendo — Winter no la juzgó — Yo tampoco he dormido antes con alguien más. Nunca en la misma cama. — Esto no me gusta, pero no por ti… — Sky no quería hacerlo enojar, aunque no le daba la impresión de ser esa clase de persona — Se suponía que yo hoy me iba a encontrar con mi amigo, y que quizá hoy nos convertiríamos en pareja. Estar contigo, aunque sea así, no me parece correcto. — No eres la única que siente algo por alguien más — Winter se refería a su compañera Airin, por quien tenía una ligera atracción — Pero creo que no nos queda de otra… No quiero dormir en el suelo, y creo que tú tampoco. Sabiendo que lo que él decía era verdad, y de que dormir en el piso sería más frío e incómodo aún, Sky aceptó a regañadientes lo que dijo quién sería su compañero. Habría preferido que tuvieran dos camas, o incluso que le dieran un saco de dormir de acampe, aunque fuera para ella sola. Pero sin otra alternativa, ella se convenció a sí misma de que solamente iba a ser un descanso. — No significa nada, solo voy a dormir en la misma cama que él por un motivo ajeno a mi control — Sky retiró la sábana que cubría el colchón. Tratando de situarse cada uno en un extremo de aquel pequeño colchón que debían compartir, Winter y Sky se recostaron sobre la misma cama, para que acto seguido el joven Lakor tomara el manto y ambos pudieran taparse para protegerse del ligero frío que había en aquel lugar. Queriendo evitar una aproximación accidental, ambos giraron sus cuerpos de manera en que miraran a costados diferentes. Con cierta incomodidad por la situación y por no contar con una almohada en donde recostar sus cabezas, ambos estaban listos para quedarse dormidos. — Buenas noches, Sky — Winter lo decía de corazón, con intenciones bondadosas. — Buenas noches, Winter — la chica contestó de la misma manera. Sin poco más que hacer, ambos jóvenes cerraron sus ojos al mismo tiempo, intentando quedarse dormidos y aprovechar el tiempo de oscuridad que les habían concedido sus captores. Sus pensamientos, antes de quedar presos por el sueño, se volvieron a las familias de cada uno.
Saludos amigo, primero que nada, no te confundas con el sello de "adorable". Es adorable el capítulo, y la interacción entre Sky y Winter, pero no que puedan terminar juntos. No me jodas . Dicho esto, al margen, añadir que fue un buen capítulo para abrir con esta octava parte que sin duda promete ser muy trepidante, ya que tiene muchas tramas que se enlazan y deseo saber como convergen en algún punto. Por ello, pasaré a comentar lo más destacado. El comienzo nos muestra lo que se vio tanto en el final de la parte VII como en el final de la historia secundaria: Sky y Winter se conocen en un mismo habitáculo, encerrados por unos captores de origen misterioso y sin información sobre qué ha sucedido. Tras esto, los dos jóvenes deciden analizarse el uno al otro, viendo que tanto sus vestimentas como sus preguntas resultan extrañas y evidenciando que parecen venir de lugares diferentes. Poco a poco, esto lo van desentrañando y descubren que han estado viviendo historias diferentes, por así decirlo, pese a ser ambos humanos. Para Winter, conocer la revelación de que Zenith y Black Meteor se unieron, que su primo Ace sigue vivo y que la chica tuvo una vida tranquila es algo que sin duda le asombra. Y por parte de Sky, saber que el joven ha sufrido prácticamente desde el primer día de su nacimiento, que su vida no ha sido fácil y que estaba en conflicto con los trailod antes de acabar ahí, resulta impactante. Dos infancias muy diferentes, circunstancias que les han llevado a ser de una forma u otra, ahora convergen en ese lugar. Creo que esto es de lo que más me ha gustado del capítulo: la interacción entre ambos, sobre todo, para darse el mutuo contexto sobre sus historias y conocerse más en profundidad. Muy interesante. Una vez se han preguntado más o menos lo que querían saber del otro, el dúo juvenil empieza a pensar en qué motivos podrían tener Cerv y sus soldados para retenerlos allí, además de confiar en que sus familias estén allí o al menos, a salvo. Sea como sea, son conscientes de que están a solas allí y muy probablemente deban colaborar para salir ilesos. El capítulo concluye con ambos yéndose a dormir en una única cama, juntos (esto me hace pensar, ¿acaso estos seres pretenden que los humanos se reproduzcan o algo similar? ¿por qué juntarlos en una sala con una única cama? ) pese a que no están muy a favor de ello. Y es que personalmente, temo que estos dos hagan buenas migas... porque el roce hace el cariño, se dice. Y como tú sabes, amigo, yo quiero que mi Arick acabe con Sky y que Winter acabe con Airin. No me hagas un cuarteto amoroso aquí porque me ofusco... En fin, buen comienzo de parte, de verdad. Ahora tengo ganas de volver a ver a los demás: Ace, Gwyn, Thomas, Natasha, etc. Y ver que demonios pretenden Cerv y sus súbditos, que ante tanto misterio y secretismo me va a explotar la cabeza. Sin más que añadir, nos veremos a la próxima. Cuídate.
Saludos. Antes de que se nos caiga el foro, voy a publicar el capítulo 2 de esta historia. Espero a todos los que lo lean disfruten del mismo. Como se estarán imaginando tras leer el primero y el principio de este, esta parte contará con más de un punto de vista diferente, y el principio será para ir introduciéndolo todo. De momento, la guía y la cronología siguen sin actualizar. Pero tan pronto como pueda, los estaré dejando listos para consulta una vez más. Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk que sigue aquí, demostrando su apoyo a esta historia tanto como el día 1, con sus comentarios que motivan bastante a que siga escribiendo. Ojalá este capítulo también le guste como el primero. Sin más para decir, les dejo el capítulo. El final de la última noche: En medio de la oscuridad en donde únicamente contaban con los dispositivos móviles y las linternas que iban equipadas en los mismos, el comandante Renji Yukimura se encontraba liderando a su grupo de militares dispuestos a participar en el rescate de los casi mil humanos que estaban atrapados en el interior del territorio gobernado por los traliod. De no haber tenido esa experiencia en combate contra uno de ellos, no tendría ninguna referencia para el rescate. Tras una operación en donde sacaron a relucir los lanzacohetes que habían estado siendo fabricados en secreto hasta que fue necesario hacer pública su aparición, el grupo de soldados había conseguido agujerear el muro que separaba los territorios. No habían encontrado una puerta a la que asediar para poder irrumpir a la ciudad, fue por eso mismo por lo que debieron centrarse en simplemente entrar por la fuerza bruta. — Tengo las coordenadas — Renji estaba viendo su dispositivo — Este será nuestro lugar para huir. Quiero que unos diez se queden aquí a montar guardia. En caso de que un grupo de humanos llegue aquí por su cuenta, los deberán guiar hacia el navío. Y en caso de que los traliod nos estén pisando los talones, deberán cubrir nuestro escape. — Comandante, tenemos un problema — indicó un soldado acercándose desde el final del grupo que se había formado. Renji se vio un poco alarmado con esa declaración dada por un acompañante suyo. No era el momento para que recibieran esa clase de noticias, pero no por eso haría oídos sordos ante la misma. Era necesario escucharlo, sobre todo si pudiera poner en peligro su misión. El soldado sentía las inquisitivas miradas del resto de sus compañeros, teniendo que armarse de valor para ver a qué se debía su interrupción. — Yo también he guardado las coordenadas de este sitio, me puse a ello tan pronto llegamos — comentó el soldado, para luego pasar a lo importante — Quise transmitirlas a Dmitri para que él se asegure de que llegaran a cada uno de los dispositivos, pero no he podido comunicarme con él. — Puede ser una avería en tu dispositivo — una mujer en el grupo quiso verlo por ese lado — Inténtelo usted, comandante. Mientras tanto, yo iré capturando las coordenadas por mi cuenta. Aceptando el consejo de su soldado, Renji se dispuso a realizar lo que su soldado anterior intentó. Sin embargo, desagradable sería su sorpresa cuando se dio cuenta de que su dispositivo no estaba logrando establecer ningún contacto con el navío, de manera que no era posible que alcanzaran a comunicarse con Dmitri. — Mierda, pero hice un envío de prueba antes de recorrer cincuenta metros — Renji se quejaba de la situación — He podido hablar con Lara muchas ocasiones, incluso estando a kilómetros de distancia. ¿Cómo es que ahora esto está funcionando mal? — Señor, tampoco puedo comunicarme con la comandante Furlan — comentó un soldado más entre la gente — No estoy siendo capaz de establecer siquiera un contacto. — Yo tengo más malas noticias — una mujer entre sus filas añadió más tierra a los problemas — Comandante, estoy tratando de llamarlo a usted… El dispositivo no se está comunicando de manera óptima. De todos los momentos en los que las comunicaciones globales pudieron haberse cortado, ese era el peor, no solo para ellos sino también para todos los humanos que estuvieran tratando de huir de sus captores. Renji puso una mirada de enfado dirigida a nadie en particular, puesto a que se trataba de los sistemas de la nave. No podía creer que no tendría manera de alcanzar a sus soldados que le ayudarían ni tampoco a los que tendría que intentar salvar. Eso solo hacía más que complicar las cosas, puesto a que podría llevarle toda la noche el salvar a todos, incluso puede que tuviera que pasar más tiempo del que creyó en esa misión. — Esto no es posible, no ahora — Renji protestó con furia — Tiene que ser un chiste… — Señor, ¿y si los sistemas se descompusieron por el vuelo? — preguntó el primer soldado en detectar el desperfecto. — Me cago en todo este maldito planeta si esa es la razón — el comandante Yukimura contempló el agujero que habían hecho — Tengo que sacarlos a todos de allí dentro. Ya tengo la entrada. Y en vez de ponerme en movimiento, estoy perdiendo el tiempo con estas estupideces electrónicas. — Pero no podemos avanzar a ciegas, no conocemos esa ciudad — una mujer le hizo saber lo grave del asunto. — Y sin comunicaciones no podremos usar el sistema de rastreo de cada dispositivo — Renji se lamentó por todo lo que había ocurrido — Quiero que dos soldados vayan al navío y se encarguen de averiguar qué está pasando. Confío en que las comunicaciones volverán pronto, pero si los especialistas necesitan ayuda, será mejor enviarla. Como dije, quiero a diez soldados aquí, y al resto conmigo allí dentro. No se separen. Iremos barriendo la zona y a medida que encontremos gente, iremos viendo cómo conducirlos hacia la seguridad del exterior. La manera en la que Renji dijo esas palabras no gustó a nadie que las escuchó. El comandante sonaba preocupado, e incluso un poco asustado. Era lógico que no se sintiera a gusto siendo que el plan que tenía en mente había cambiado de forma tan repentina y drástica. Pero sus quejas y su aviso para seguir adelante no transmitían ni una sola pisca de seguridad, en ese momento donde era necesaria, al menos para que ellos pudieran mantener la calma. Renji los miró a todos a los ojos, y dándose cuenta de que había varias semillas de incertidumbre sembradas en ellos, levantó su puño hacia arriba, en señal de que iban a obtener éxito en su misión sin importar lo difícil que pudiera ser dadas las circunstancias nuevas que iban a afrontar. — ¡No importa cuántos obstáculos se nos pongan delante! ¡Nosotros los vamos a superar! — Renji buscaba un discurso inspirador — ¡No hemos perecido el día que nuestro planeta sucumbió ante los edagrianos! ¡Y no vamos a perecer hoy en manos de los traliod! ¡Encontraremos la manera! ¡Porque eso es en lo que somos expertos! ¡La humanidad ha vivido milenios repletos de momentos dorados y de momentos oscuros! ¡Este podría ser el más oscuro de todos! ¡Pero, así como ninguno de los eventos anteriores acabó con nosotros, este tampoco lo hará! ¡Salvaremos a nuestra gente y nos aseguraremos de que este día solo sea un mal recuerdo para las generaciones futuras! En contraste con sus primeras palabras, las que el comandante Yukimura acababa de decir habían llenado de esperanza los corazones de muchos. Había quienes todavía no se habían desprendido de las dudas internas que tenían, pero pronto, a medida que el comandante y los demás soldados empezaron a adentrarse en el interior del territorio traliod, esas dudas se iban disipando. Poco a poco, pero lo importante era que estaban recuperando el valor que tanto les hacía falta. Al mismo tiempo que el comandante Yukimura se adentró a la ciudad, dos de los soldados, por su parte, optaron por regresar al navío para así poder asistir en el auxilio a las comunicaciones que hicieran falta. Con solo menos de cinco minutos, una gran escuadra de soldados humanos ya había cruzado hacia el sitio en el que debían acudir para así poder ir a rescatar a sus compañeros que estaban en complicaciones producto de la especie que había pasado toda su vida en su planeta. […] — ¡Maldita sea, Renji, ¿dónde estás?! — pensó Vitali viendo su dispositivo siendo incapaz de comunicarse, ni con su amigo ni con nadie más. Tras haber hecho su movimiento en contra de los traliod en plena rebelión de estos en frente de su monarca, el ingeniero convertido en soldado huyó junto a la comandante Lara Furlan hacia un sitio lejano, en el cuál pudieran despistar a los perseguidores y evitar así llevarlos a reunirse con otros grupos de humanos. Pese a las advertencias dadas por Hufan y Elber en su día de llegada al territorio de la monarquía, la humanidad se metió en un bosque en un intento de perder a varios de los seres que se habían lanzado en su persecución. La amenaza de insectos venenosos ocultos entre las plantas y las hojas era descartable, siendo comparada con lo que representaba a varios traliod armados y listos para pelear. Vitali, quien se encontraba cerca de la posición de la comandante Furlan, miraba una y otra vez su dispositivo. Fueron tres los intentos en los que quiso contactar con Renji, su mejor amigo entre los que serían salvadores, y en ninguno de esos tres obtuvo siquiera una pequeña estática para ser considerada un avance. Lara, la comandante del ejército y líder de los que se habían quedado allí, también intentó lo mismo, con la diferencia de que ella quiso comunicarse directamente con Dmitri, sabiendo que sería él quien estuviera a cargo de la gestión de todas las comunicaciones. — Ni un solo avance — comentó mientras guardaba su dispositivo — No podemos permanecer escondidos para siempre en este bosque. Quizá sean los propios árboles los que bloqueen la señal. — ¿Cree que ya habremos despistado a los traliod que nos venían siguiendo? — preguntó uno de los soldados que más cerca estaba de ella. — Es una posibilidad, pero teniendo el navío tan cerca, me sorprendería — Lara no podía darlo por sentado — Es hora de movilizarnos. Quizá tengamos suerte y nos encontremos con algún otro grupo. O mejor aún, con el grupo de Renji. Si es el caso, tenemos que movernos. — Tan cerca de ser salvados y no podemos siquiera ayudarlos — Vitali referenciaba su situación actual en el planeta — Todos estamos sin rumbo ahora. — Confiemos en que no durará para siempre — Lara quería tranquilizarlo — Oye, mis hijos también están lejos de mí. Yo también quiero encontrarlos. Pero sé que lo haremos, Vitali. No te decaigas ahora. El soldado agradeció esas palabras dichas por la comandante. En el pasado, él y ella habían tenido sus problemas, pero tras haber tenido que pasar varias situaciones en aquel planeta, incluyendo el día en el que conocieron lo salvaje y despiadado que podía llegar a ser el monarca Ybryr, supieron que cualquier diferencia tenía que ser dejada de lado para poder superar la adversidad. Con el grupo ya descansado, Lara guio a todos los suyos a través de la oscuridad del bosque. Inicialmente con sigilo para evitar llamar cualquier tipo de atención sobre ellos de parte de algún traliod que estuviera merodeando. Cuando se sintió segura para avanzar, cada soldado sujetó su arma firmemente y empezaron a correr para salir del bosque. — No solo no he visto ningún insecto venenoso — Lara pensó sobre algo que le habían dicho — Casi que no he visto insectos… Puede que todo haya sido mentira de parte de Hufan para que nos quedemos en nuestros lugares. Les salió bien mientras duró. Con la mente fija en su objetivo de escapar de sus captores y así dejarlos para que las guerras que tuvieran fueran únicamente entre ellos, Lara avanzaba a paso firme frente a su grupo. Todos estaban ansiosos por la llegada de la mañana, puesto a que ya se podían imaginar pasando el tiempo junto a sus respectivas amistades y lejos de los seres tan primitivos que les habían capturado. […] Vyon, Airin y Rosary estaban caminando lentamente en medio de un grupo que había formado un círculo al avanzar. Poniendo a los soldados más experimentados en el exterior, y dejando a los jóvenes y a aquellos que pudieran tener familias en la zona central, de manera que estuvieran bien protegidos ante un ataque sorpresa, dándoles así una chance de huir, el grupo no se movía con rapidez. Tras haber escapado de un violento enfrentamiento, siendo capaces de despistar a la mayoría de sus captores y eliminar a los que quedaban, consideraban que lo mejor que podían hacer en un momento así era recuperar fuerzas. Los soldados que iban al frente en el sentido en el que se marchaba tenían en mano sus dispositivos, y una mirada muy desalentadora cuando veían que cada intento de comunicarse con el navío, con Renji o con la comandante Lara terminaba sin éxito. — El mejor día posible para que las comunicaciones cayeran — comentó un soldado mientras miraba al cielo oscuro del planeta — No podemos confiar en nuestra propia tecnología. — Los traliod son unos imbéciles brutos — agregó otro soldado que marchaba adelante — Es imposible que esta interferencia sea cosa de ellos. Espero que el navío no se haya averiado al sobrevolar este lugar. — Uff, pues eso sería para asesinar a quien estuviera en la sala de comandos en aquel momento — el soldado que habló al iniciar dijo palabras algo fuertes — Había que tener cuidado hoy más que nunca. Si descubro que eso fue lo que pasó, me encargo yo mismo de matar y enterrar a todos los que estuvieran a cargo en aquel momento. Airin y Rosary no pudieron evitar sentirse atemorizadas con la manera en la que ese soldado hablaba. No sabían si era por su insensibilidad al estar mucho tiempo en el cargo, o si realmente esa era su forma de expresarse normalmente, pero no les agradó para nada esa amenaza. Ambas chicas vieron con sus propios ojos la forma en la que Katia, una gran amiga de casi toda su vida, y con quien habían compartido mucho en los meses cautivas y los años entrenando, había perdido la vida mientras intentaba llegar hacia un sitio seguro. Vyon las estaba viendo desde atrás, y cuando ambas chicas estrecharon sus manos en señal de preocupación y tristeza, supo que quizá podría intentar decir algo para que se sintieran mejor. — Lamento mucho lo de Katia — Vyon decía mientras se acercaba a las dos — No es agradable ver algo así. — Imagino que eso fue lo que vivieron cuando Elber… — Rosary estaba por referenciar un suceso algo trágico en la vida de los hermanos, pero se detuvo antes de decirlo — Lo siento. No estoy pensando con claridad. No era mi intención. — Está bien, es así como se siente — Vyon sentía furia en su interior, pero no a su compañera, sino contra el recuerdo de aquel día — Elber va a vivir… Y eso me genera mucha rabia. Habría deseado poder acabar con su vida, pero creo que es mejor que nosotros escapemos de aquí. No tiene sentido la venganza si con ello vamos a perderlo todo. — Nada de esto tiene sentido — Airin no podía evitar sentir más que solo tristeza — Nuestros padres estaban viviendo una vida en tranquilidad en la Tierra. Y eso mismo estábamos haciendo nosotros aquí. Cada vez que algún ser extraterrestre se aparece ante nosotros, lo perdemos todo. Nada permanece intacto. Todo cambia, y para peor. — El próximo planeta al que nos toque ir, será mejor que esté deshabitado — Vyon pensaba muy a futuro — Y en lo posible, lejos del alcance de los edagrianos. No quiero estar viviendo en paz y que alguien aparezca y nos lo arruine. — Yo solo quiero volver a ver a mis padres — Rosary pensaba en ellos — Deben estar muy preocupados por mí. Espero que no los hayan matado como le pasó a Katia. — Espero que nosotros estemos vivos para cuando mamá nos encuentre — Airin pensaba en eso — Ella va a sobrevivir a esto. Estoy segura de que ella sería capaz de sobrevivir a lo que sea. Espero que no tenga que vivir con nuestras muertes. — Desearía que esas malditas comunicaciones estuvieran funcionando — Vyon se expresó por lo que estaba ocurriendo allí mismo — Quisiera estar ya mismo a bordo del navío, y encarando rumbo a una vida mejor. Pese al dolor que sentían por la muerte de su amiga, sucedida hacía muy poco, siendo menos de dos horas, los tres jóvenes continuaban juntos en el centro del grupo. Con la mirada atenta para poder percatarse del momento en el que las comunicaciones funcionaran otra vez, tratando de encontrar en ello un motivo para volver a sonreír, su único resultado fue ver como los dispositivos continuaban en su mal funcionamiento, impidiendo cualquier comunicación. Más de una hora y media transcurrió. Con frecuencia, los soldados que guiaban la marcha los hacían correr en un intento de avanzar mucho más terreno, y de paso poder dejar atrás a cualquier traliod que se acercase. Al pasar quince minutos en la marcha, avanzaban a trote durante cinco minutos sobre el suelo de aquel mundo. Sin esperarlo, ese resultado empezó a dar frutos. Desde la lejanía pudieron ver como unas siluetas se manifestaban en la oscuridad. Sobre una colina pequeña, fueron capaces de identificarlos inequívocamente como seres humanos. No tenían idea de si sería el grupo de Renji o si dos o más grupos de los humanos que hubieran estado en el planeta se habrían reunido, pero eso importaba más bien poco en aquel momento. Gritaron eufóricos para ser oídos, a medida que empezaban a correr como locos tratando de alcanzarlos antes de que algún traliod pudiera aparecer para cambiar el panorama. Tan pronto como el otro grupo los divisó, se acercaron corriendo a ellos para así concretar una reunión y así fortalecer al conjunto de humanos incrementando los números que tuvieran disponibles para entrar en un posible conflicto armado que pudiera surgir. Cuando los dos se encontraron, se dieron cuenta de que quien iba al frente era nada más y nada menos que el comandante Renji Yukimura. Tanto él como el resto de los soldados estaban alegres por haberse reunido en condiciones muy difíciles para todos. — ¡Al fin! — Renji exclamó con alegría — ¡Son el primer grupo que encontramos desde que nos adentramos a este lugar! — ¡Comandante, ¿qué sucedió con las comunicaciones?! — preguntó uno de los soldados que lideraba al grupo de cautivos — ¡Imagino que a ustedes también los afectaron si somos el primer grupo! — Es toda una incógnita para mí también — Renji tenía un poco de prisa, y eso lo manifestaba hablando a gran velocidad — Envié a dos soldados de mi grupo de regreso al navío, para que prestaran la ayuda que hiciera falta. De momento, estamos buscándolos en la oscuridad. Metafórica y literalmente — al decir esas palabras, el comandante miró al cielo oscuro del planeta. Vyon y Airin se miraron con cierta tristeza. Al momento en el que vieron las siluetas y reconocieron que se trataba de seres humanos, creyeron que a quien verían primero sería a su madre. No solo no la habían encontrado allí, sino que las palabras del comandante confirmaban que todavía no se habían cruzado con ella. Si bien, eso era bueno ya que significaba que había esperanzas para que se mantuviera con vida, por otro lado, su madre todavía estaba en aquel mundo corriendo bastante peligro. Rosary vio la manera en la que ellos reaccionaron ante lo sucedido, y fue por eso por lo que optó abrazarlos a ambos, como un intento por consolarlos, y de también encontrar fuerzas, ya que sabía que no encontraría a sus padres entre quienes estaban con el comandante Yukimura. — ¡Escuchen bien, esto es lo que van a hacer! — Renji, siendo comandante, tenía autoridad sobre todos allí — ¡Los más jóvenes y con menos experiencia se retirarán a la nave! ¡Quizá puedan hasta dar una mano para resolver el conflicto de comunicaciones si hace falta! — ¡¿Después de esta pesadilla voy a tener que seguir aquí?! — preguntó un soldado con experiencia, nada contento con esa orden de Renji. — ¡La pesadilla solo termina cuando todos estemos sanos y salvos! — Yukimura supo que sería problemático tener a alguien así en su grupo, pero aun así le hacía falta — ¡Y ahora estoy yo aquí para hacerme cargo de los problemas! ¡Quedarte un poco más no te matará! Muy a regañadientes, el soldado aceptó la orden de su comandante de modo cabizbajo. Sabía que era obedecerlo o bien ganarse un escarmiento en el momento en que todo ese mal trago terminara, lo que podría derivar en él siendo apartado de la milicia y siendo obligado a formarse en algún otro campo para serle útil a la humanidad. Con la orden dada, Renji despidió a varios soldados más jóvenes y a todos aquellos que tenían familias que cuidar. Vyon, Airin y Rosary, por el hecho de no haber completado instrucción militar, pudieron estar dentro del grupo que escaparía del territorio de los traliod. Los que se apartaron del grupo de Yukimura hacían de guías para todos ellos, y los empezaron a conducir hacia la salida del reino de aquella especie. — Esto es un cambio para mejor — Rosary quería animar a sus dos compañeros — Es el primer paso para que alcancemos la libertad. […] — ¡Vitali, no estoy viendo a Winter por ningún lado! — fue el grito de terror de Fenya. No fue el grupo de Renji el único que tuvo la fortuna de cruzarse con más humanos en el escape de los traliod. Lara y Vitali pudieron encontrarse con dos grupos de compatriotas que estaban dispersos por el mundo. El ingeniero tuvo la fortuna de que en uno de esos dos grupos logró encontrar a su amada esposa y a su querida hija mayor. Ni bien las divisó, las abrazó con todas sus fuerzas, y tan pronto su abrazo concluyó, buscaron entre los tres al más joven de la familia Lakor. Por desgracia para los tres, no podían dar con Winter por ningún lado al que mirasen. Tras comprobar a cada persona allí presente, buscando la imagen del joven en cada uno de ellos, solo podían concluir que el grupo en el que iba su hijo no tuvo la fortuna de estar allí presente, y de esa manera hacer posible una unión familiar. — Mi pobre bebé — Fenya se expresaba de esa manera de su hijo, por más que fuera un adolescente — Debe estar muy asustado al no estar con ninguno de nosotros. — Llegaremos hasta él, amor, no te preocupes — Vitali pronto se dio cuenta del error de su frase — Mejor dicho, yo llegaré hasta él. — ¿Qué estás diciendo, papá? — Valiana no entendía a qué se refería su padre con esa forma de hablar. — Somos una familia, y buscaremos a Winter como familia — la mujer no estaba dispuesta a separarse otra vez de su esposo. — No, lo lamento mucho — Vitali fue tajante en su respuesta — Pero los traliod son bastante peligrosos. No puedo arriesgarme a que les pase algo malo ahora que las tengo a salvo conmigo. — ¿Y qué esperas que hagamos si algo malo llega a suceder? — Valiana sentía como si su padre quisiera alejarlas a ambas de él. — Ustedes dos huirán, y yo recuperaré a Winter — Vitali miró a su alrededor y logró divisar a la comandante Furlan — Lara tampoco ha encontrado a sus hijos. Eso quiere decir que tiene una excusa para quedarse y seguir buscando. Yo estaré con ella. Así tendré más chances de poder localizarlo. — ¿Y si algo malo te pasa? — Valiana no podía imaginarse perdiendo a su padre. — En ese caso, me pasará solo a mí — Vitali veía sensata su decisión — A ustedes no las quiero arriesgar a que nada malo les pase. — Sabes que tú significas el mundo para mí — Fenya le hizo saber lo mucho que le importaba. — Tú también, amor, pero a quienes tenemos que proteger así nos cueste la vida es a nuestros hijos — Vitali supo que eso lo liberaría de la discusión — Tú quédate con Valiana. Yo haré el resto. Si algo malo llega a pasar, sabes que deben huir. Al igual que había hecho la familia de Vitali y Fenya, la comandante Lara Furlan estuvo entrevistando a varios de los soldados que habían llegado al encuentro de su grupo, ya que quería saber si sus hijos estaban allí presentes o bien si alguno tenía idea de dónde pudieran estar. Todas las respuestas eran una negativa, y eso no hacía más que desesperarla. No podía creer que tuviera tan poca suerte como para encontrarse milagrosamente con dos grupos de humanos dispersos y que en ninguno de ellos pudiera siquiera localizar a sus dos hijos. Sin intenciones de permanecer quieta durante mucho tiempo más, la comandante se aisló un poco del grupo para tomar su dispositivo móvil y tratar de establecer alguna comunicación con alguien más. Necesitaba poder contactar con Renji o con Dmitri, para así tener idea de si había alguna especie de plan trazado entre ambos para la situación actual. — Por favor, concédeme esto — pensaba con tristeza — Haz que nuestras comunicaciones se reestablezcan. Luego de eso, tienes permiso de denegarme los deseos que pida por el resto de mi vida… Solo quiero saber en dónde están mis hijos. Ella entonó sus plegarias a todo el universo, esperando que alguien o algo se las pudiera conceder. Pero las cosas no resultaron así para ella. El dispositivo que tenía en mano no mostraba más que fallas en su intento de alcanzar a otros. Estando en presencia de tanta gente, la comandante supo que no podía permitirse derramar una lágrima, dado a que desmoralizar a todos los que estaban mirándola era lo último que necesitaba en aquel momento. Aunque ella realmente hubiera querido llorar por cómo se estaban dando las cosas. — Airin, Vyon… — Lara cerró los ojos para así contener cualquier lágrima — Espero estén bien. De repente, la mujer comandante sentía como alguien le estaba tocando el hombro, en un intento por hacer que se sintiera mejor. Al darse la vuelta, logró ver a Fenya Aldan allí. La madre de uno de los cadetes de su fallecido esposo, quien tampoco había podido encontrar a su hijo entre toda la gente, se dio cuenta del sufrimiento que representaba para una madre estar tanto tiempo lejos de ellos, y fue por eso que se acercó para mostrarle su apoyo ante tiempos como ese. Lara, quien poco había interactuado con ella, le sonrió, apreciando el gesto y estando feliz de que no estaba siendo ignorada en aquel momento. Vitali se acercó detrás de su esposa, listo para entablar una conversación con la superior que tenía en aquel momento. — Todavía hay esperanza, pero hay que movernos — el ingeniero no quiso sonar muy insensible. — Tienes razón — Lara reconocía que tenían que moverse si quería llegar hasta sus dos hijos — Solo necesitaba un minuto. — Con todo lo que ha pasado desde que estos bastardos llegaron, creo que todos necesitamos varios minutos — Vitali quiso hacer que la situación se viera mejor. Asintiendo a lo dicho por el soldado, quien le había hecho compañía en la mayoría de los viajes que tuvo que hacer en compañía de Hufan y de Yma, Lara se dispuso a dar una orden a todos los humanos allí presentes. Siendo ella la líder de todos ellos y sin la presencia de Renji en el lugar, todos debían acatar sus órdenes, y ella se aprovecharía para intentar trazar un plan de rescate. Pero antes de que ella pudiera apartarse de su lugar, vio como la hija mayor de Vitali se acercó a su padre y a su madre, con una expresión de preocupación en su rostro. — Mamá, papá… — decía algo desconcertada — ¿Qué es esa vibración? Tras escuchar esa pregunta, los padres de la niña, así como también la comandante y otros soldados empezaron a hacer silencio para tratar de percibir la vibración a la que ella pudiera estar haciendo referencia. No fue hasta un minuto después de empezar a concentrarse de esa manera que lograron sentir como el suelo debajo de sus pies estaba empezando a sacudirse levemente, solo para aumentar su intensidad con el paso del tiempo. — ¿Un terremoto? — preguntó uno de los soldados. — ¡Lo que nos faltaba! — contestó una de las mujeres en el ejército — ¡Esta noche no puede ser peor! Pese a que no se trataba de un terremoto, Lara se dio cuenta de que esa mujer que había hablado tenía toda la razón tan pronto como miró en una dirección a lo lejos y pudo divisar algo que sería bastante malo tanto para ella como para el resto de los que se encontraban allí presentes. Luces de antorchas se empezaban a ver en el horizonte a lo lejos, y eso le hizo saber a todo el mundo que los traliod podrían estar detrás de ellos, ya que los seres humanos no utilizarían antorchas para iluminar su paso al frente, debido a que varios habían caído enfermos debido a la exposición del humo que la madera utilizada para fabricarlas se desprendía. No solo eso, sino que encontraban imposible que la marcha de varios humanos pudiera ser capaz de provocar esas vibraciones en el suelo. Con el pasar de los minutos, se dieron cuenta del problema en el que estaban. A medida que las luces se acercaban, se podía divisar a varios traliod a bordo de sus monturas acercándose a galope veloz hacia ellos. Los gritos de preocupación y temor empezaron a inundar la zona. Lara supo que no serían capaces de escapar de animales como esos, y no vio otra opción posible más que hacer que todos aquellos humanos armados empezaran a apuntar a los enemigos. — ¡Atentos, se acercan enemigos! — Lara maldijo todo lo sucedido esa noche — ¡Tenemos que defendernos, el escape es imposible! — ¡Vitali! — Fenya tenía mucho miedo de que eso terminara por exponer a su familia. — ¡Mierda, no podrán escapar de esos jinetes! — Vitali quiso buscar un bosque o, aunque sea una arboleda para que se escondieran, pero no había éxito alguno en ello — ¡Quédense detrás de la formación de batalla! — ¡Formen una línea recta todos! — Lara ordenó decidida a pelear — ¡Y disparen tan pronto los tengan a tiro! Con rapidez, todo soldado portando un arma buscó una posición junto a un compañero, y tras conseguirla, formaron una fila horizontal semi-perfecta, preparados para contraatacar a las tropas de los traliod que estuvieran tras ellos en aquel momento. Vitali los veía con mucha furia, y no solo eso, sino también que el miedo se apoderaba cada vez más y más de él. Sabía que, de no haber perdido tanto tiempo deambulando sin rumbo, podrían haber encontrado a Renji y a Winter con mucho más margen para huir. En ese momento, lo único que pudo pensar era en que podría tener un encuentro cercano con la muerte. — No me dejes morir aquí, te lo suplico — nunca se había considerado un hombre religioso, pero al ver toda una horda de jinetes acercándose a él, supo que no pedía nada con intentarlo — No quiero morir frente a mi familia. Protégeme, para que pueda ser capaz de protegerlos. La respiración del ingeniero, y de muchos soldados que estaban a su lado se empezó a hacer más fuerte, llegando incluso a escucharse por un breve lapso hasta que los sonidos de las patas de los animales galopando, acompañados por los gritos de guerra de los traliod se hicieron presentes en el lugar. — ¡Fuego! — Lara dio la orden de atacar. Fue así que se desencadenó una balacera de un único sentido. Cada ser humano disparaba con sus rifles hacia los enemigos que se acercaban cada vez más. Traliods con la piel verde y negra caían muertos producto de los disparos, y aquellos que eran afortunados de no ser alcanzados, se caían de sus monturas, quienes sucumbían casi tan rápido como ellos por las balas, solo para morir aplastados por sus compañeros de batalla. Lara llegó a contar unas cincuenta balas disparadas por ella misma hasta que el cargador de su rifle se quedó sin munición. Sin contar con reservas, ella poco pudo hacer más que mirar como un millar de traliods se acercaban montando a sus animales. Más de trescientos yacían muertos en el suelo, y eso no había sido suficiente para mermar sus números a la mitad. Pronto, sus compañeros no tardaron casi nada en quedarse sin balas, incluido Vitali. Eso le dio a entender a Lara que era el final para todos ellos, puesto a que no harían a tiempo para escapar, y no tenían más medios para pelear. — Hemos fallado — Lara no podía dejar de pensar en la tragedia que les esperaba a los suyos. Los traliod, entre los cuales no se podían divisar a Hufan e Yma por ningún lado, se acercaban cada vez más. Armados todos con garrotes y a bordo de sus animales, al momento en el que estos llegaron, empezaron una masacre que duraría poco. Varios de los soldados humanos fueron golpeados en la cabeza con garrotes, mientras que otros simplemente eran embestidos por estos animales, con una potencia tal que solo bastó un golpe para que la vida fuera cortada de raíz de todos aquellos humanos. Lara y Vitali vieron cómo, tras pasar a varios militares, los civiles desarmados fueron el objetivo de los guerreros de la especie primitiva. Con horror veían como los traliod efectuaron la misma maniobra en contra de ellos. Varios hombres y mujeres sufrieron embestidas o golpes en la cabeza que terminaron acabando con sus vidas. Sin embargo, tan pronto como el conteo de muertes llegó a cincuenta, los soldados que servían al monarca se detuvieron. Lo siguiente que hicieron fue empezar a cabalgar en círculos alrededor de todos los seres humanos, cortando así cualquier ruta de escape que solo los más audaces o más desesperados podrían considerar intentar. Vitali se acercó a su familia, abrazándolos y sintiéndose feliz de contar todavía con ellos. Lara quedó boquiabierta con la pequeña matanza que realizaron los traliod, quienes quedaron en total silencio una vez que detuvieron el galope de sus bestias, solo para quedarse allí mirándolos a ellos. La mujer sabía que eso sería el final de sus esperanzas para poder huir, y lo único que pudo hacer era pedir para que sus hijos hubieran escapado. — Mi Airin, y mi Vyon — Lara los apreciaba más que a nada en el mundo — Espero que ellos hayan escapado de este horror del que no podré salir. Pasaron diez minutos en total. El silencio reinaba, exceptuando a los humanos que lloraban a los caídos. Militares que habían perdido compañeros o hermanos, y algunos hombres y mujeres que perdieron hijos, junto a hijos que habían perdido a sus padres. El siguiente ruido que se escuchó fue el de un cuerno de batalla, el cuál anunciaba la llegada del monarca. Lara, Vitali y varios otros militares levantaron la vista en dirección de donde venía ese ruido, solo para ver allí al patriarca Hufan en compañía de la matriarca Yma. Ambos parecían estar sonriendo, como si estuvieran satisfechos con el resultado. — ¡Están en presencia del rey Hufan y de la reina Yma! — fue el grito del patriarca, quien se había despojado a sí mismo de ese título para atribuirse otro — ¡El anterior monarca, Ybryr, falleció esta noche! ¡Una noche que será recordada como gloriosa por nosotros, y como llena de pena por ustedes! Tras realizar un pequeño discurso introductorio, y ante la vista de la mujer que había tomado como reina, el rey Hufan se bajó de su montura, dirigiéndose directamente hacia la comandante Lara, a quien él identificó rápidamente entre la multitud de humanos. — Yo mismo me aseguraré de que nadie olvide lo que sucedió esta noche, ni lo que pasará el día de mañana — decía con sus ojos clavados en los de Lara, quien tragó saliva con miedo por la manera tan sádica en que pronunció esas palabras. […] Dos horas de caminata fueron lo único que había vivido el grupo liderado por el comandante Renji Yukimura a través del territorio gobernado por los traliod. Se sorprendía por el hecho de que el cielo oscuro estaba empezando a volverse más claro. Era consciente de que la noche no duraba demasiado en ese mundo, pero supuso que, en el continente de oriente, por un tema de estaciones, debía durar todavía menos que en el de occidente. Frustrado por no haber dado con otro grupo de humanos en su recorrido, él y los suyos estaban descansando de su caminata. Les costaba mucho creer que en todo el tiempo que transcurrió, las comunicaciones no hubieran podido ser restauradas. Algunos hasta veían el hecho de que el sol podría salir como una buena señal, ya que tendrían luz para buscar a sus semejantes, algo que podían considerar un regalo puesto a que el cielo casi siempre estaba cubierto de nubes por lo que escucharon de Lara. El comandante se había sentado sobre el suelo, en un intento de ver si algún avance se había producido al respecto de las comunicaciones. No obtuvo nada diferente a su centenar de intentos anteriores, y eso le hacía querer destrozar el dispositivo, pese a que no era culpa del aparato y él estaba consciente de eso. — ¡Comandante! — el grito de horror de una de las mujeres lo puso en alerta. Lo primero que hizo fue mirarla directamente, y entonces la vio levantar su mano apuntando en una dirección. Renji volteó su mirada hacia ese lugar, y llegó a ver como un animal que él nunca había visto antes se acercaba a rápido galope hacia su posición, mientras que parecía llevar algo arrastrando y colgado a su lomo. Después de dar la orden de que cada persona levantara su arma, Renji puso atención máxima al animal que se detuvo a dos metros de distancia del grupo. — ¡Revisen los alrededores! — fue la orden para los soldados. El comandante se acercó lentamente hacia el animal, para luego centrarse en lo que estaba arrastrando. Llegó a identificar un cuerpo humano en el suelo, y eso lo dejó bastante horrorizado, ya que sabía que tenía que ser obra de los traliod. Con todo el miedo que podía cargar en su cuerpo, se acercó para intentar reconocerlo, solo para ver que era uno de los soldados que estaba bajo las órdenes de Gavril mientras este todavía seguía vivo. Estaba boca arriba, con los ojos arrancados de la cabeza, y sangre seca en ese lugar. Desnudo desde la planta del pie a la punta de su pelo, y con varias cortadas en su abdomen, de las cuales no salía nada de sangre, puesto a que el cuerpo se había vaciado hacía mucho por lo que parecía. Renji se acercó para examinar sus cordadas, y ante la insuficiencia de la luz, tuvo que usar su dispositivo para alumbrar y poder darse cuenta de que con las cortadas se formaba un mensaje. Le costó trabajo leerlo, entre la forma irregular de sus cortadas y el polvo, pero luego de limpiarlo un poco, llegó a comprender a la perfección la única palabra escrita sobre ese cadáver. Varios soldados se acercaron, y fue allí que escucharon a su comandante pronunciar una palabra que ellos no entendieron, ya que este no les dijo que estaba recitando un mensaje. — “Ríndanse”. Yukimura supo que eso era obra y gracia de los traliod, y que aquel hombre al que habían matado fue seleccionado como el contenedor de un mensaje que lógicamente estaba dirigido a ellos.
Hey amigo, me alegra que hayamos podido juntarnos un finde más para la leída en simultáneo. Segundo capítulo de esta parte ocho que promete ser trepidante, y ya lo está siendo. Ha sido un buen capítulo, ahora con la perspectiva de los personajes que se encuentran en Trailo, luchando por su libertad. Voy a comentarlo por partes. El comienzo muestra a Renji, quién lidera a todos aquellos que han llegado a bordo del Explorador Esperanzado para el rescate del resto de humanos. Aunque en un inicio el plan ha resultado, ahora toca comunicarse con la comandante y es ahí donde descubren con temor que las comunicaciones están caídas (gracias por tu "ayuda", maldito Cerv ). Frustrados y preocupados, deciden por orden de Renji que irán a buscar a otros humanos mientras envían a unos soldados a la nave para tratar de reparar dichas comunicaciones. Del otro lado, vemos que Vitali y Lara tampoco encuentran el modo de contactar con Renji, y obviamente, experimentan las mismas emociones que el comandante. Con la situación tan peliaguda en la que están, con los trailod en su búsqueda, no pueden andar a ciegas. Pero no tienen otra opción. Por otro lado más, vemos que Vyon, Airin y Rosary se encuentran con el grupo de Renji y parece que serán llevados por algunos soldados de vuelta a la nave, al menos los jóvenes y poco experimentados en combate. Mención especial al soldado random que estaba hasta los huevos de estar ahí, en esa pesadilla. Tranqui, amigo, haberte hecho ingeniero o piloto, no soldado XD. A su vez, el grupo de Vitali y Lara se encuentra con el de Fenya y Valiana, cosa que alivia temporalmente a la familia Lakor, pese a que la ausencia de Winter preocupa. La comandante se siente mal por no obtener información sobre el paradero de sus hijos, pero debe mantenerse fuerte por su posición. Imagino que debe ser muy duro mantenerse firme cuando debe estar experimentando muchas emociones en conflicto... Todo parece ir bien hasta que de pronto un pequeño temblor confirma, en el horizonte, la llegada de tropas trailod armadas en sus monturas. Muy estilo película del oeste, los trailod se dirigen hacia el grupo de humanos para diezmarlos, cosa que hacen pese a tener también un número considerable de bajas. Quedan muy pocos con vida, contando a la familia Lakor y a la comandante Furlan. Los nuevos reyes de Trailo, Hufan e Yma, aparecen para hacerle ver a los líderes humanos que van a pagar su traición. Yo pensaba que iba a ver alguna muerte ya aquí, pero parece que si ocurre, será en la próxima vez que vea a estos personajes. Pero que alguno no la cuenta, de eso estoy seguro. Finalmente, acabamos con quién empezamos: el grupo de Renji sigue avanzando hasta encontrarse con un cadáver humano que da una imagen aterradora. Y para colmo, tiene un mensaje escrito en su piel que dice "ríndanse". Parece que los trailod en algunas cosas están muy atrasados, pero para actuar como tremenda mafia siciliana se les ve bien inteligentes. Si yo fuera Renji, mato un trailod y le escribo en el pecho un "se va a rendir tu p*ta madre, elefante parlanchín" . Si el comandante hace eso, es top 1 vitalicio en el top de personajes de LGC. Aquí lo dejo patente, amigo. En definitiva, buen capítulo y la parte va tranquilamente (aunque no por ello literalmente tranquila XD) hacia la exploración del conflicto en distintos puntos de la trama y el tiempo. Veremos que pretende la especie de Cerv, en especial con Winter y Sky. Que harán Hufan e Yma con Lara y los Lakor, si Renji encuentra a su gente y los salva... y obviamente ver que pasa en Edagr con mis personajes principales. Ya quiero ver que están haciendo para hacer frente a los secuestros. Supongo que tocará esperar hasta la próxima, así que un abrazo y nos vemos.
Saludos. Paso a publicar el capítulo de esta semana. Tratándose de un capítulo algo largo, no explicaré demasiado. Solo avisar que la guía de personajes ya está actualizada hasta este capítulo, por lo que aconsejo leerlo antes de consultarla. Sin más para decir, solo me queda dar las gracias a mi gran amigo Manuvalk con quien siempre me lo paso muy bien en nuestras juntadas para leer estas historias. Ojalá este capítulo también pueda ser leído de esa forma, ya que lo aprecio mucho. También agradezco a Elliot, quien ya ha leído dos capítulos de la historia que precede a esta. Sabe que no lo etiqueto por una razón, pero no por eso se deja de agradecer. Ahora sí, dejo el capítulo. El comienzo del primer día: Yukimura y el resto de los soldados que estaban allí quedaron pasmados en cuanto vieron el mensaje recibido. No solo era esa frase destinada a ellos, sino también la manera en la que había sido enviada. Uno de los hombres de su ejército había sido asesinado y luego le habían grabado esas palabras sobre su cadáver para enviárselas a ellos. Estaba claro que los traliod tenían aprisionados a bastantes seres humanos, y que el rescate se les dificultaría bastante, puesto a que tendrían que lidiar posiblemente con una situación de rehenes. — ¿Rendirnos? — preguntó uno de los soldados a sus comandantes — Esto fue hecho para que nos asustáramos. No podemos ceder ahora. Solo hemos rescatado a un único grupo. Hay más que necesitan de nuestra ayuda allí dentro. — Está claro que no nos vamos a rendir, soldados — el comandante se puso de pie, todavía impactado por lo más reciente que había encontrado — Desaten al humano para que el animal deje de llevarlo a rastras como si fuera un costal de fruta podrida. No creo que le podamos dar un entierro digno a nuestro soldado caído, pero al menos su cuerpo sería dejado descansar en paz, y con el respeto que merece tras caer. El comandante Yukimura, tras haber dado esa orden, se apartó de los que estaban cerca de él, todo para acercarse a los que estaban más atrás en el grupo, quienes todavía no se habían enterado de lo sucedido. Creyendo que sería de gran importancia hacerles saber a qué clase de enemigo se enfrentaban, puesto a que allí había soldados que no tuvieron oportunidad para enfrentar a los traliod, el comandante necesitaba tenerlos de su lado. Mientras él relataba el suceso reciente, los soldados que estaban ayudando a liberar al fallecido humano de las ataduras del animal que lo llevó hacia su posición, estaban rompiendo finalmente los nudos de las ataduras. Como si fuera una especie de señal, tan pronto como el animal sintió que el peso muerto que cargaba se había soltado, lanzó un rugido al aire al tiempo que se empezó a alejar de la zona. Esto llamó la atención del comandante Yukimura, quien miró con asombro como aquel animal que posiblemente era usado como montura, regresaba desde donde había venido. — ¡Hay que seguirlo! — sacó una conclusión al verlo huir — ¡Quizá nos lleve hasta más de los nuestros! Sin embargo, antes de que los humanos pudieran moverse en la misma dirección en la que había partido aquel animal, un ruido silbante resonó en el lugar. Todos, quienes estaban en silencio en ese momento, fueron capaces de escucharlo. Y cuando prestaron la suficiente atención, se pudieron dar cuenta de que dicho sonido se hacía cada vez más intenso. Una explosión en el fondo de la fila que formaba ese grupo de humanos fue lo siguiente en suceder. Varios humanos, en su mayoría los que habían sido alcanzados por un proyectil disparado con los cañones traliod, murieron instantáneamente, teniendo partes de su cuerpo volando hacia todas las direcciones posibles. — ¡Es un bombardeo! — Yukimura se dio cuenta de que estaban expuestos totalmente en el exterior. Cinco disparos más cayeron sobre aquel grupo de soldados humanos. Cada uno de ellos impactó con una distancia considerable de los demás, ocasionando muertes para mermar los números, pero no siendo suficiente para acabar con las vidas de todos los que estaban allí parados. Los que no morían caían o bien se tiraban al suelo en un intento insignificante para cubrirse. Renji Yukimura fue derribado cuando uno de sus soldados cayó encima suyo, producto de una de las ondas expansivas de la explosión. Luego del disparo inicial y de los cinco que le siguieron, se había detenido toda señal de ataque. Con un ataque así, todos los seres humanos estaban en el piso, ya fuera que los hubieran derribado o que se hubieran colocado allí voluntariamente. El comandante del ejército pudo darse cuenta de que el soldado que estaba sobre él quedó inconsciente del todo, y fue por eso que lo apartó, para así quedar en condiciones de ponerse de pie. Fue el primero de todos en levantarse, y eso le hizo ser capaz de observar desde la lejanía lo sombría que sería su situación. — No puede… — Renji ni siquiera pudo terminar su frase. Igual que la que habían visto Lara, Vitali y los otros humanos, el comandante Yukimura vio como una horda gigantesca de jinetes se acercaba a su posición a gran velocidad, todos arriba de animales iguales al que le había servido el cuerpo de un soldado fallecido. Lo siguiente que hizo fue voltearse a mirar a sus soldados, queriendo saber si estaban en condiciones para pelear. Los escuchó a todos gritar, ya fuera por el dolor de ver morir a sus compañeros, o por el miedo al ver a quienes se le acercaban a su posición. Solo unos pocos se levantaron del suelo tomando sus rifles para buscarlo con la mirada, esperando una orden que les pudiera llevar a la victoria. El comandante supo que no había esperanzas cuando vio una enorme pila de cadáveres y miembros desmembrados en un campo manchado con polvo y sangre. Varios soldados se arrastraban por el suelo buscando huir del lugar, creyendo que todavía seguían siendo blanco de un ataque, mientras que otros estaban inconscientes a plena vista. — Ya sabían en donde nos encontrábamos — Yukimura pensó que no era casualidad que el ataque comenzara tan pronto dejaron ir al animal — Estaban esperando nuestro movimiento para realizar el suyo. Tras dirigir a los soldados que querían pelear en contra de los traliod una mirada de desgano que les infundió temor absoluto, el comandante levantó ambos brazos al aire al mismo tiempo que se puso de rodillas. Quienes tenían las armas en la mano listos para disparar no podían creer lo que estaban viendo. Renji les había dado un discurso alentador antes de embarcarse en la misión, y minutos atrás les dijo que no se iban a rendir. Era abrumador ver a alguien en quien tenían tanta fe depositada realizar esa acción. Tanto fue así que le arrojaron miradas inquisitivas, rehusándose a soltar sus rifles, los cuales, a diferencia del de los seres humanos que fueron tomados como prisioneros, no estaban preparados para hacer frente a los traliod. — Es el final, no hay otra opción — Renji Yukimura aceptó su derrota — Quiero que sepan que yo me he rendido. Quien quiera luchar y morir, es bienvenido a intentarlo. — ¿Insinúa que si nos rendimos podremos seguir viviendo? — uno de los soldados más próximos a él le cuestionó — ¿Cómo está tan seguro de que no nos matarán? — Pudieron acabar con todos nosotros con ese ataque que lanzaron hace nada — el comandante dio su punto de vista — El hecho de que se detuvieran me dice que nos quieren mantener con vida. Si eso es cierto, todavía podremos buscar una manera de llevar esta lucha. Solo hay que vivir el día de hoy. Viendo que no parecía haber ninguna otra opción en la mesa para que la pudieran tomar, todos los soldados humanos tiraron los rifles e imitaron el gesto dado por su comandante. Algunos se asustaron al escucharlo hablar con esa sensación de derrota. Otros le tenían rencor por haber tomado esa decisión. Pero cada soldado de pie no tardó ni diez segundos en ponerse de rodillas. Los jinetes de los traliod llegaron, y nada más lo hicieron, varios de ellos empezaron a formar un círculo al cabalgar, contemplando el panorama completo que tenían en frente. Humanos muertos o rendidos y listos para la captura. Pero ninguno de ellos seguía con el deseo o la capacidad de levantarse a pelear. Unos minutos después de la llegada de aquellos guerreros en sus monturas, un pasillo se abrió entre los traliod, y por allí pasó uno a quien Renji identificó fácilmente como quien estaba a cargo de aquellos seres. Efectivamente, el patriarca, quien había tomado el título de monarca tras su insurrección, era quien había llegado hacia aquel lugar. A diferencia de la vez en la que confrontó al grupo de Lara y Vitali, su pareja Yma no le estaba haciendo compañía. Se bajó de su montura estando totalmente desarmado, y así fue como se posicionó en el centro del grupo que formaban los humanos dispersos que se habían rendido ante él. Estuvo en silencio durante unos minutos haciendo un conteo de cabezas y de cadáveres, y cuando terminó y los tuvo a todos registrados, supo que algo faltaba. — Son muy pocos, no me pueden engañar — dijo sin siquiera presentarse — Necesito que uno de ustedes me haga un favor… […] La luz del sol, un fenómeno que era casi una rareza en el continente de oriente, estaba iluminando el sitio sobre el cuál se situaba el navío que había traído a la humanidad desde la Tierra hacia aquel planeta en el que se encontraban actualmente. Nadie hacía guardia en el exterior, dado a que toda la concentración de seres vivos tenía lugar puertas adentro de aquel vehículo. Ingenieros y técnicos se movían de un lugar a otro. El estrés reinaba en el sitio, todo eso mientras los minutos pasaban y el navío continuaba sin energía y por ende sin ninguno de sus sistemas funcionando. Generadores primarios y de reserva, en conjunto con varias piezas tecnológicas eran ensamblados y desensamblados constantemente en un intento de que al menos alguno de los circuitos pudiera encenderse. Lo único encendido en aquel momento eran las luces de emergencia, que estaban aisladas del resto de los sistemas de la nave, lo cual permitió a sus tripulantes no quedarse en completa oscuridad. En el habitáculo utilizado por sus padres, Vyon y Airin se encontraban compartiendo un pequeño trozo de pan de las reservas de comida junto con su compañera Rosary. Los tres integraron el grupo que llegó primero al navío, y el único que logró hacerlo. Sin energía para controlar los sistemas, las puertas y plataformas de entrada tuvieron que desplegarse manualmente, permitiéndoles acceder nuevamente a ese sitio. Vyon miraba en todas las direcciones en aquel cuarto, mientras varios recuerdos de su infancia lo invadían. — Creo que desde que nos hicimos una casa en el otro continente, nunca más volví a entrar aquí — el chico decía, con cierto aire de nostalgia — Aquí es donde compartíamos con mamá y papá. — Espero que mamá esté bien — Airin no dejaba de pensar en ella, de quien no había ningún tipo de noticia — Están tardando demasiado en llegar. — Sin comunicaciones no hay mucho que hacer, chicos — Rosary quería que se tranquilizaran — Se suponía que nos comunicaríamos entre todos para movernos sobre el terreno. Fue una casualidad que nos encontráramos con el grupo del comandante Yukimura. Seguro que están buscándolos. — Sigo sin entender cómo es que nos dejaron sin energía — Vyon seguía sin poder creer lo que le habían contado — Una especie contactó con ellos, y luego de que terminó su llamada, este lugar se apagó por completo. — La llamada de seguro fue una distracción — Airin recordó las cosas que Dmitri les había contado cuando ingresaron al navío — Estaba claro que no tenían ningún interés en ayudarnos. — Pero sigo sin entender por qué lo hicieron — Rosary no encontraba lógica al suceso — Si fueran aliados de los traliod, nosotros nunca les habríamos hecho falta. — Eso es lo peor en todo esto — Airin se preocupaba de cara al futuro — Tenemos dos amenazas sobre nosotros. Escapar de los traliod solo es el comienzo… — Solo espero que esto no traiga más muerte sobre nosotros — Vyon pensaba con cierto desgano en lo que podría ocurrir a continuación — Escapar de unos asesinos para caer en manos de otros sería el colmo para todos nosotros. Con cierta intriga y miedo en ellos, los tres compañeros continuaban comiendo el trozo de pan que habían tomado de las reservas de alimentos y habían dividido para compartir entre los tres. Cuando hacían silencio por completo, eran capaces de escuchar las pisadas y los constantes movimientos de un lugar a otro de los que estaban ocupados de realizar el mantenimiento al Explorador Esperanzado. Nada de lo que estaba sucediendo allí contribuía a que pudieran relajarse, y no encontraban consuelo en ningún lado. Entre el hecho de que sus familias estarían en peligro mientras permanecieran en el interior del territorio de los traliod, sumado al hecho de que desde el espacio habían ocasionado desperfectos en el único medio de transporte y escape que tenían, el miedo que se había sembrado en todos ellos se empezaba a volver mayor con cada minuto. […] — Es oficial, Dmitri — le dijo uno de los técnicos — Ya hemos intentado reparar el sistema con cada pieza de repuesto que teníamos disponible. No hay caso. No podemos recuperarlo. Solo queda esperar, y quizá, empezar a rezar. Dmitri Koslov estaba junto a un par de ingenieros y técnicos en la sala de generadores y de servidores centrales del navío. Él supo que no había mentira en las palabras de aquel que le habló, puesto a que contempló con sus propios ojos como cada pieza de repuesto reemplazaba a las piezas originales de cada máquina apostada allí. Desalentado totalmente, no encontró más que hacer que simplemente arrodillarse y empezar a golpear el suelo mientras murmuraba para sus adentros. — ¡Carajo! — gritó, con una furia que pronto se transformó en desesperación — ¡¿Cómo fue que permitimos que nos hicieran esto?! El expresidente ruso se veía a sí mismo como el culpable de aquella situación. Fue tras la llamada recibida por parte de Cerv, uno de los seres del planeta, que todos los sistemas interiores de su única salida de aquel lugar se estropearon. Pero cuando uno de los operarios le informó acerca de la llamada, la decisión de aceptar la comunicación fue suya. No podía adivinar las intenciones reales de aquellos seres para hacer algo como eso, pero eso no importaba, porque fueran cuales fueran, la humanidad en aquel mundo estaba a su merced. — ¡Renji y Lara van a venir aquí, enojados por haberse quedado sin comunicaciones! — Dmitri se anticipaba al futuro — ¡Solo para ver que nuestra vía de escape del continente se convirtió en el mayor trozo de chatarra de la historia! ¡¿Qué les voy a decir?! ¡Estamos arruinados! ¡Ya no se me ocurre nada! No podía llorar, dado a que la angustia, el miedo y la ira que sentían eran superiores a la tristeza, la cual no era insignificante. Pero al ex mandatario le habría gustado mucho poder desprenderse de algunas lágrimas, de modo que pudiera liberar un poco del estrés que tenía acumulado dentro de su cuerpo. Tras respirar profundamente unas cinco veces, se puso de pie y notó como cada persona allí dentro le dirigía la mirada. — Si alguien tiene una idea, le daría mi gratitud eterna — Dmitri fue sincero con ellos — No se me ocurre nada. No tengo nada… ¿Alguien? Los hombre y mujeres que estaban con él se miraron entre sí, sin decir ni una sola palabra. Lo cierto era que, tras haber intentado reparar el equipo mediante la utilización de cada una de las piezas de repuesto, las ideas como tal se agotaron a tal punto de que eran inexistentes. — Vámonos, no podemos quedarnos aquí — Dmitri supo que no tenía nada más que hacer en ese lugar — Cerremos todo y hagámosle saber a los demás que no tenemos ninguna solución para el problema actual. Con la cabeza caída y los ánimos por debajo del suelo, el político retirado fue el primero en salir. Abatido por la situación, no podía creer cómo fue capaz de ocurrir algo así mientras él estaba con vida. Cuando parecía que su hora había llegado en el momento en que Arion apareció para exterminarlos a todos en el planeta Tierra, su gestión fue la que movilizó a los militares y equipos de rescate para que abordaran el navío a tiempo de evacuar. Jamás imaginó que iban a terminar así. Y eso era algo que lo superaba. — Esperaba estar muerto antes de que nos enfrentáramos una crisis como esta — Dmitri pronto cayó en cuenta de que habían pasado menos de veinte años desde aquel día — Supongo que ser optimista el día de hoy es un pecado. Antes de que alguien pudiera decir algo más, se escuchó un poderoso estruendo en el interior de la nave. Con todos los sistemas apagados y las personas guardando un silencio sepulcral, cualquier sonido podría ser captado por el oído de un ser humano. Dmitri y los demás lo pudieron identificar inequívocamente. La plataforma de acceso a la nave se estaba desplegando, lo que quería decir que un grupo de humanos, o por lo menos, uno solo, había podido escapar a salvo del territorio de los traliod para poder entrar en la nave. — Vamos a recibirlos y darles las malas noticias antes de que se hagan esperanzas — fue lo dicho por el hombre. Pero antes de poder dar siquiera cinco pasos por los pasillos del trozo de metal sin funcionar, los gritos empezaron a suceder. El eco de estos en los pasillos intensificó su sonido, y lo hizo llegar hasta ellos, provocándoles temor, lo cual hizo que se aproximaran al sitio en el cuál se encontraba la plataforma de ingreso. Contra todo instinto de supervivencia, Dmitri y sus acompañantes se acercaron al lugar para tratar de descubrir a qué se debía el alboroto, solo para morirse de miedo tan solo un segundo después de haber arribado a aquel sitio. Desde la distancia, podían ver como seres de gran tamaño y con la piel de color verde y negra se subían a bordo del navío, uno tras otro, como si estuvieran manteniendo precauciones al ingresar. — ¿Qué sucedió? — Dmitri estaba totalmente paralizado por el miedo — ¿Por qué están ellos aquí? Nunca había esperado o siquiera considerado la posibilidad de que fueran los traliod los que llegaran a la nave. Él esperaba recibir a humanos esperanzados solo para darles una noticia terrible, pero en su lugar, la noticia terrible llegó hacia ellos. Casi quinientos traliod abordaron el navío, empezando a recorrer los pasillos y los cuartos del navío, todo esto ante la vista de Dmitri y los suyos, quienes los veían adentrarse en su estructura armados con los garrotes que solían utilizar para el combate. Uno de ellos, una de las mujeres, se acercó hacia el grupo que estaba junto a él, solo para darles un empujón que los condujo hacia la salida de la nave. — ¡Afuera! — gritaba con enorme furia — ¡Este ya no es su hogar! […] Vyon, Airin y Rosary, quienes ya habían terminado de comer el pequeño trozo de pan que habían adquirido, escucharon los gritos desde el exterior, lo cual provocó que cerraran la puerta desde adentro y se escondieran en la habitación que la pareja de comandantes compartía durante su estancia en aquel sitio. La puerta de la habitación no tenía cómo cerrarse con llave, por lo cual ellos optaron por simplemente arrojarse lo más cerca de la pared que pudieran estar. No escuchaban ningún grito que pudiera darles un indicio de qué era lo que estaba sucediendo allí. Solo gente gritando a otros para que corrieran o se escondieran, cosa que alarmaba todavía más a los tres cadetes, quienes no tenían forma de adivinar lo que estaba sucediendo allí. — ¿Se habrá incendiado algo? — Rosary temía que pudieran verse en peligro de morir calcinados o por asfixia. — Se supone que hay matafuegos colocados en las paredes para que los adultos puedan extinguir el fuego — Vyon recordaba una de las medidas que oyó discutir a sus padres en algún momento — En caso de ser un incendio, tendrían que controlarlo pronto. — No siento que se trate de un incendio — Airin creyó que escucharía a la gente dando advertencias sobre eso — Sea lo que sea, es peor… Lo siguiente que escucharon los tres jóvenes fue como la puerta de entrada al habitáculo recibió un golpe contundente desde el exterior, tan potente que provocó que esta se abriera al desprenderse de su base. Unos pasos resonaron por afuera del cuarto, y finalmente, ingresó en el habitáculo un traliod de gran altura armado con un garrote que estaba ensangrentado. El susto al ver a uno de los seres de los cuales habían escapado irrumpir en su sitio como si fuera suyo los hizo quedar totalmente aterrados, al punto de que no podían creer que los enemigos los encontraran. — Aquí hay tres humanos más — el traliod levantó la voz, lo que les hizo saber que había muchos más afuera — A ustedes tres les concedo la oportunidad de vivir. Salgan de aquí y esperen a que estemos todos en el exterior. Los tres cadetes estuvieron inmóviles durante treinta segundos, cosa que no agradó demasiado al traliod que les había entregado aquel mensaje. El miedo los tenía paralizados e imposibilitados para realizar cualquier acción motriz que quisieran intentar. Pero bastó solo con que el enemigo levantara su garrote y diera dos pasos hacia el frente para hacer que, casi de forma involuntaria, las piernas de los tres humanos que se habían escondido en ese sitio, lo abandonaran para pasar a caminar por el pasillo. Al salir, vieron un escenario muy desalentador para todos ellos. Familias enteras se estaban movilizando hacia el exterior, siendo vigiladas por varios traliods que se habían estacionado de pie en los pasillos, supervisando que en el interior no quedara ningún ser humano vivo. Tuvieron que atravesar un total de seis pasillos casi laberínticos para poder llegar a la compuerta que daba acceso a la plataforma de descenso, mediante la cual abandonarían el navío que los había llevado a estar en aquel mundo. Antes de que pudieran descender nuevamente al suelo del planeta, Airin, Vyon y Rosary vieron como Hufan entraba acompañado por una guardia de seis soldados. Tanto el patriarca como los que le escoltaban tenían dos garrotes, uno en cada mano, como si los estuvieran cargando para entregarlos a otros de sus semejantes. — Voy a asegurarme de que esta cosa no pueda ascender a los cielos nunca más — los jóvenes le escucharon decir en voz alta — Fue un buen truco usar esta estructura gigantesca como distracción y como medio de escape. Pero no les daré la posibilidad de volverlo a hacer. La cara de los tres chicos dio lugar a una expresión de miedo nunca antes vista por ellos. Si el patriarca no mentía ni exageraba, cosa que dudaban que hiciera en aquel momento, quería decir que no había ninguna manera en la que su navío pudiera funcionar, más allá de que todavía no se había dado con la causa real de la avería que lo dejó totalmente inutilizable tan pronto como empezó la noche. — Nos quedaremos atrapados en este mundo para siempre — Airin no podía imaginarse nada peor — Nunca seremos libres. — ¿Cómo es posible que Hufan haya encontrado este sitio? — Rosary no comprendía cómo era posible — ¿Acaso los comandantes han perdido la vida? — No… — Vyon no quería siquiera pensar en eso — Mi madre planeó todo esto. No pudo haber fallado… Esto no es real. Solo es una maldita pesadilla. De los tres, era el joven Utkin quien se encontraba en negación más que nadie allí presente. Ninguno de los tres concebía la idea de que la humanidad hubiera perdido la batalla contra los traliod. Sin embargo, su presencia en el navío quería decir que eso ya no importaba realmente. Sabían que Hufan no dominaba ningún tipo de tecnología avanzada, pero que tan pronto como destrozara las máquinas principales, toda la estructura se convertiría en chatarra irrecuperable. Una vez que descendieron y estuvieron fuera de la estructura que fue su hogar, los tres jóvenes se encontraron nuevamente con las plataformas sobre ruedas que Hufan utilizaba para trasladar prisioneros de forma masiva y con suma facilidad. En el suelo del planeta, varios traliod estaban esperando la llegada de nuevos humanos que descendieran de la nave para situarlos en las plataformas con las que serían llevados nuevamente al interior del reino. Un sitio del que tanto les había costado escapar. […] — ¡Cada humano en este planeta se encuentra en este lugar reunido con nosotros o se encuentra muerto! El grito del monarca Hufan provocó un enorme bullicio. Era de noche nuevamente en el planeta tralio. El traslado de los humanos hacia ese punto del reino y su colocación allí les demoró más de lo que habían creído. El monarca, junto con su reina Yma, se encontraba de pie en un escenario elevado, de manera que cada ser humano y traliod que estuviera frente a él pudiera verlo, gracias a la luz provista por una enorme cantidad de antorchas encendidas y alumbrando el lugar. Una multitud conformada por menos de cuatro mil humanos estaban parados allí. El nuevo monarca de los traliod los quería a todos presentes. Del enorme número de humanos que llegó a bordo del Explorador Esperanzado, ya solamente quedaban menos de la mitad. Asesinados por los animales salvajes en exploraciones, o bien muertos durante el conflicto contra los traliod, todos los que estaban presentes allí eran lo último que quedaba de una especie que otrora fue muy numerosa. Rodeándolos y escuchando cada palabra que su nuevo monarca tendría para decir, se encontraba el resto de la población traliod. Todos ellos leales en su totalidad hacia los nuevos monarcas, considerando que su ascenso al poder era bien merecido tras haber acabado con la vida de Ybryr en batalla. Nadie entre ellos cuestionaría las órdenes de Hufan o de Yma, ya que estaban impresionados por el hecho de que el líder de un clan de cazadores y toda su sangre hubieran sido exterminados en tan solo una sola noche. Tal hazaña los hacía a ambos merecedores de admiración, y fue por eso también que estaban presentes allí. Sin excluir el hecho de que cualquier ser leal al anterior monarca y su familia ya había caído en combate. Hufan e Yma estaban listos para dar un mensaje tanto a los suyos como a los humanos. — ¡He sido generoso y honesto con ustedes en cada una de nuestras conversaciones! — Hufan se sentía ofendido — ¡La matriarca Yma y yo hemos estado a su disposición cuando nos necesitaron! ¡Hicimos promesas, los veíamos como nuestros semejantes! ¡¿Y todo para qué?! ¡Para que nos traicionaran de esa forma tan atroz! — ¡Ybryr ha muerto! — Yma retomó desde donde dejó su pareja — ¡Tenemos el control total del reino y de cada una de las provincias! ¡Desde que los conocimos, no podíamos esperar por el día en que pudiéramos entregarles a ustedes el control de su primera provincia! ¡Íbamos a prosperar juntos! ¡Dos especies distintas, pero solo una gran sociedad conjunta! ¡Pero ustedes eligieron lo contrario! — ¡He sido traicionado frente a mi peor enemigo! — Hufan reprochó a la humanidad por su accionar — ¡Estuve a pocos segundos de perder la vida! ¡Eso es algo que jamás olvidaré ni perdonaré! ¡Me he asegurado de que su estructura ya no pueda volver a volar! ¡He destrozado todo lo que me he encontrado allí! ¡Reduje sus números lo más que pude de modo que ejercer un control sobre ustedes me sea sencillo! ¡Y ahora es cuando voy a enviarles un mensaje que espero que quede claro para todos! Frente al escenario, en segunda fila y a pocos pasos de llegar a la primera, se encontraba el comandante Renji Yukimura. El seguía lidiando con el peso de la derrota ante ellos, y de no haber podido ser de ayuda a la porción de la humanidad que quedó a merced de sus captores. En su lugar, tanto él como quienes no habían caído presa de ellos, se unieron a quienes sobrevivieron al conflicto. Desde que fue llevado como prisionero en el campo de batalla, no tuvo oportunidad alguna para encontrarse con Vitali ni con nadie de su familia, temiendo ante la posibilidad de que todos ellos, a quienes apreciaba demasiado, pudieran haber sido asesinados en la matanza. — ¡Tráiganlos! — Hufan dio una orden dirigida a algunos de sus guerreros. Fue en ese momento que Renji se llevó una sorpresa poco agradable. Su amigo Vitali fue subido al escenario junto con su esposa Fenya y su hija Valiana, siendo dejados los tres en el extremo izquierdo de aquel lugar. Mientras tanto, la comandante Lara Furlan, de quien no había vuelto a tener noticias, fue puesta en el otro lado. Sabía que algo malo estaba a punto de pasar, y fue por un instante que sus miradas pudieron cruzarse. Los cuatro humanos que fueron subidos al escenario fueron obligados a ponerse de rodillas, totalmente sometidos ante el poder que ejercían sus captores. Lara, desde su posición, solo pudo dirigir un semblante de tristeza a su colega Renji. Lo siguiente que hizo fue buscar a sus hijos entre la multitud, dado a que desconocía su paradero. Fue capaz de localizar al expresidente Dmitri situado en la quinta fila, y en la tercera, bastante lejos de su posición, llegó a dar finalmente con Airin y Vyon. Ambos estaban vivos e intactos, estando en compañía de Rosary Volt, una de sus compañeras y también cadete de su difunto esposo. Una sonrisa ligera de alivio se formó en su rostro al ver a sus dos hijos allí presentes, pero se rompió en el momento en el que Hufan se paró frente a ella. Monarca y comandante intercambiaron miradas durante unos treinta segundos, para que luego este se volteara y mirara a la multitud. — ¡Lara es la líder de su gente, una matriarca entre los humanos! — Hufan lo comunicaba para todos los traliod que no la conocían — ¡Ella ha formado conmigo el plan para atacar a Ybryr, pero todo terminó con ella traicionándome! — se detuvo momentáneamente para dar paso a los abucheos constantes de los traliod, quienes repudiaban por completo el accionar de la mujer de la humanidad — ¡Planeaba darte a ti el control de la primera provincia, pero tú asesinaste a Elber! ¡Elber fue mi mejor discípulo cuando yo fui maestro! ¡Casi como un hermano para mí! ¡Y es por tu culpa que ya no está! ¡¿Qué tienes que decir en tu defensa?! — ¡Elber asesinó a mi esposo, Gavril! — Lara, pese a la adversidad, desafió al monarca frente a toda su gente — ¡Lo arrojó al mar cuando él tenía un brazo y una pierna rota! ¡En esas condiciones, fue enviado a una muerte segura! ¡Yo he vengado la muerte de mi esposo! ¡Elber merecía lo que le pasó! — ¡La vida de Elber es mucho más valiosa que la de cincuenta de ustedes juntos! — Hufan redujo la importancia de la humanidad a casi nada — ¡No tenías el derecho a vengarte! ¡Así como tampoco tendrás el derecho de vivir entre los tuyos! Aquellos dichos del monarca provocaron euforia en la población de los traliod, y gran pavor entre los seres humanos. Desde abajo del escenario, un guerrero lanzó un garrote hacia su líder, el cuál este atajó con una mano, para luego pararse detrás de Lara. Ella sabía que huir ni siquiera merecía la pena el intento, y sabiendo que su destino estaba sellado, lo último que hizo fue mirar a sus dos hijos. Desde el escenario los vio, y fue capaz de reconocer que ambos tenían lágrimas en los ojos. Lloraban a lo que sería la muerte de su madre, en una ejecución pública a manos de alguien que los restringiría de su libertad. Ninguno de los tres podía gritar, mientras que otros humanos compartían la sensación. Otros, simplemente, gritaban por el miedo que les producía atestiguar dicho momento. — ¡Tu gente recibirá un nuevo líder! — Yma le gritó, siendo que Hufan no tenía nada más para decir — ¡Por su bien, espero que esto le ayude a comprender cuál es su lugar! Terminadas las palabras dichas por la reina, fue su pareja quien pasó a la acción. Con un golpe vertical realizado con todas sus fuerzas, el cráneo de Lara Furlan, comandante de la humanidad terminó por romperse en cientos de pedazos, mientras la sangre y sesos salpicaban casi todo el escenario. El silencio que muchos humanos guardaban se rompió. Los gritos de dolor y horror por haber visto eso ocasionaron un alboroto mucho mayor. Vyon y Airin lloraban por lo que acababan de atestiguar. Tanto su padre como su madre encontraron su final en manos de aquellos seres despreciables. La chica se desmoronó y cayó de rodillas al suelo, mientras que el chico se quedó de pie con ambas manos cubriendo su rostro para poder llorar en paz. Rosary quedó devastada al ver eso. Dos de sus amigos y compañeros acababan de quedar huérfanos en ese preciso momento, y sabía lo golpeados que podían estar tras un momento así. Pese a que inicialmente Vyon quedó de pie, no tardó en caer al suelo al lado de su hermana. La compañera de ambos se agachó y abrazó a ambos hermanos, haciéndoles saber que no estarían solos mientras ella estuviera allí. Renji agachó la cabeza al mismo tiempo que apretaba ambos puños. Gavril y Lara, compañeros en la tarea de liderar la humanidad, se habían ido. Toda la responsabilidad de velar por el futuro de los seres humanos situados allí cayó en sus hombros, aunque el dolor le distraía de aquel pensamiento. Dmitri, por su parte, no pudo evitar sentir que gran parte de lo que había sucedido era exclusivamente culpa suya. Vitali, Fenya y Valiana presenciaron una escena tan brutal desde muy cerca, estando a pocos metros de lo que quedó de Lara tras el golpe mortal. Los gritos de horror de madre e hija ensordecieron al ingeniero convertido en soldado, quien estaba tan abrumado que no pudo hacer algo más que abrir los ojos lo más que pudo, mientras una expresión silenciosa de miedo se formaba en su rostro. Hufan, tras haber asesinado a Lara, empezó a caminar hacia la familia de tres, quienes temían por ser los siguientes. — ¡Vitali! — gritó el monarca — ¡Tú has sido de ayuda para nosotros! ¡Has respondido a las preguntas que te hicimos, y no has disparado en contra de mí ni de mis aliados en el momento en el que Lara nos traicionó! El ingeniero estaba tratando de averiguar a dónde querría llegar el monarca con esas declaraciones en frente de todos ellos. No parecía estar tan enojado con él, no en comparación en la forma en que se dirigió a la comandante del ejército. Eso le hizo sospechar que quizá tendría alguna oportunidad para que él y su familia vivieran. — ¡Eres un traidor igual que ella, pero con una gran diferencia! — todos estaban atentos a las que serían sus siguientes palabras — ¡No te atreviste a atacar a nadie porque eres un cobarde! ¡Y eso es lo que quiero! ¡Alguien fácil de asustar y de controlar! ¡Eres ideal para estar al frente de la humanidad! ¡Tú no tienes el coraje para atacar a nadie! ¡Y si te queda algo de valor y de rebeldía dentro de ti, estoy a punto de extinguirla! Esa última frase dicha por Hufan aterrorizó totalmente al ingeniero, quien creía que él y los suyos podrían librarse de la muerte. Sabía que algo estaba mal desde el momento en el que Winter no fue llevado con ellos, ya que Yma sabía que él formaba parte de la familia. Temía encontrarse con una sorpresa desagradable que lo involucrara a él. Fenya y Valiana, por su parte, temían por lo que el monarca pudiera llegar a hacer en aquel momento. No estarían tranquilas hasta que esa exhibición hubiera terminado. — ¡He interrogado a varios humanos que he atrapado! — Hufan empezó a relatar — ¡No he encontrado a tu hijo Winter por ningún lado! ¡Nadie del ejército lo mató, dado a que lo recordarían, y sé que Ybryr no pudo haberle puesto una mano encima! ¡Ese muchacho desapareció de la faz de este mundo! ¡No tengo idea de cómo ha pasado, pero es lo que ha sucedido! ¡Solo te quedan tu esposa y tu hija! Toda la familia sentía mucha más intranquilidad por el paradero de Winter. Temían por el hecho de que Hufan no lo tuviera en su poder, mucho más de lo que temían por el hecho de que lo hubiera capturado. Las declaraciones dichas por el patriarca les hacían saber que quizá nunca podrían volver a verlo si es que él ya no podía ser localizado. Si era encontrado, quizá sufriría una terrible muerte a manos de los traliod por escapar. Y si no lo fuera, eso podría indicar que su destino habría acabado en manos de algún depredador de las cercanías. Estando solo ellos presentes, temían en gran medida a las últimas palabras dichas por el nuevo rey de los traliod. — ¡Voy a darte la oportunidad de elegir en este momento, para que lo consideres un acto de misericordia, al mismo tiempo que una amenaza! — todos los adultos presentes ya sabían a dónde iría la conversación — ¡Voy a matar a una de las dos mujeres más importantes de tu vida! ¡Tú elegirás! ¡Tú esposa o tu hija! ¡Una de ellas morirá aquí mismo, y la otra será aprisionada en mi castillo! ¡Un recordatorio de que me sirves a mí, y de que debes guardarme obediencia! ¡O de lo contrario, alguien querido para ti pagará el precio! ¡Yo ya he dicho lo que debía! ¡La palabra es tuya! La población se horrorizó con lo que acababa de escuchar. Ante sus ojos, Hufan era el monstruo más grande que se habían encontrado. Vitali, quien ya estaba muy golpeado por haber atestiguado la muerte de Lara y recibir la noticia de la desaparición de su hijo, no podía reaccionar a ningún estímulo externo. Estaba inmovilizado, y sus oídos bloqueaban casi todo sonido proveniente de aquella muchedumbre. Fueron los gritos de su hija los que lo sacaron de ese trance. — ¡Papá! — Valiana le suplicó — ¡No puedes hacer esto! ¡Mamá no lo merece! ¡Yo no lo merezco! ¡Winter y tú no lo merecen! ¡No lo hagas, por favor! — Vitali… — al contrario que su hija, su esposa se mostraba calmada, como si hubiera aceptado lo que debía pasar — En un momento como este, sabes que solo se puede tomar una decisión. Y también sabes cuál es… Entre lágrimas, Fenya se ofreció indirectamente a ser la víctima de una muerte violenta y cruda en manos del rey de los traliod. La cara de Vitali se puso pálida, mientras su mirada parecía mostrarlo muerto por dentro. — ¡No, mamá! — Valiana se negaba a aceptar algo así — ¡No puedes decir algo así! ¡No puedes ofrecerte a que te maten! ¡Winter sigue vivo! ¡No merece volver y enterarse que su madre no está! — Hija, tu padre y yo te amamos a ti y a tu hermano más que a nada en este y cualquier otro mundo en el universo — Fenya decía con la voz destrozada por completo — No sé qué es lo que pudo haber ocurrido con tu hermano, y eso me ha destrozado el corazón… Si mis ojos te ven morir, yo moriré de dolor. No puedo permitir eso. Los padres no estamos hechos para ver morir a nuestros hijos… Ni de esta, ni de otra manera… — Mamá… — Valiana ya no encontraba fuerzas para gritar — Te amo. — Yo también te amo, Vali — Fenya la llamó por un sobrenombre — Sé que esto es doloroso. Pero también sé que algún día nos perdonarás. — Suficiente charla — Hufan ya no quería seguir escuchando más esas palabras — Vitali, es tiempo de que elijas a quien le toca morir, y a quien le toca el encierro… Te prometo que podrás ver frecuentemente a la persona a la que elijas para que quede encerrada, siempre y cuando cumplas con tu tarea de ser el líder que yo necesito. El ultimátum estaba dado, y Vitali supo que actuar en contra de Hufan podría terminar con los tres siendo asesinados. No quería eso para su familia, mucho menos para su hijo, a quien esperaba volver a ver algún día pese a las grandes dudas que invadían su mente en aquel momento. Miró a toda la población, y cuando pudo divisar a Renji, se dio cuenta de que él estaba allí. Llorando porque su familia era muy apreciada, el comandante sentía la impotencia de no poder hacer nada para evitar ese trágico destino que caería sobre su amigo. A las siguientes personas a las que le dirigió su mirada fueron su hija y su esposa. Al mirar a esta última, pudo escuchar un murmullo, algo que nadie más fue capaz de oír. — Si Winter está vivo, debes encontrarlo — Fenya dijo las que serían sus últimas palabras. Vitali asintió, para luego mirar a Hufan y comunicarle su decisión. — Val… — se trabó al hablar — Valiana… — su voz se quebró y el llanto era incontenible a esas alturas — Mi hija Valiana tiene que vivir. Hufan sonreía. Podría haber aprovechado ese momento para cambiar de objetivo y asesinar a Valiana en su lugar, de manera que Vitali quedara mucho más destruido. Pero pronto recordó que estaba enviando un mensaje a la humanidad. Necesitaba que todos los humanos allí presentes supieran que él cumplía con cada una de sus amenazas y promesas, y, además, recordó lo cobarde que era Vitali al tener el testimonio de sus guerreros de que no había actuado con hostilidad hacia los suyos, todo producto de su cobardía. — ¡A diferencia de ustedes, yo no traiciono! — Hufan gritó para que todos escucharan. Parándose de la misma forma que al asesinar a Lara, el monarca de su especie movió su arma de cuerpo a cuerpo y golpeó el cráneo de la mujer dedicada a la medicina. Vitali, Valiana, Renji y todos los presentes fueron testigos del segundo asesinato cometido por Hufan en aquella noche. Tan pronto como el arma golpeó el objetivo, el cráneo de Fenya fue partido en varios pedazos. Valiana gritó por el horror de haber visto esa escena, y Vitali no pudo hacer más que agachar la cabeza y llorar sin consuelo. Había perdido al amor de su vida, y no tenía ni la menor idea del paradero de su hijo menor. Esa se había convertido fácilmente en la peor noche que había vivido. Su lucha por ser libres terminó de la peor manera. Antes de que se pudiera realizar algo más, uno de los guerreros de Yma se acercó a Valiana, para levantarla del escenario y empezar a trasladarla hacia el castillo, en el cuál la mantendrían encerrada. Vitali y su hija gritaban atemorizados, y uno de los guerreros de Hufan se vio obligado a retener al ingeniero y nuevo líder de la humanidad allí presente en el suelo, de manera que vio cómo su hija se perdía entre los traliod que rodeaban el lugar. Hufan lo miró, y al notar su cara de tristeza, se burló de lo patético que se veía. Tanto fue así que quiso darle un regalo más antes de disolver esa reunión. El monarca colocó su mano sobre la sangre y sesos que quedaron de Fenya, embarrando su mano con los restos. Lo próximo que hizo fue restregar cada partícula sobre la cara repleta de lágrimas de Vitali, quien gritaba del asco y de la tristeza por ese gesto tan hostil. — ¡Para que tengas un último recuerdo de tu esposa! — Hufan le decía, orgulloso y arrogante — ¡Y para que jamás olvides esta noche! Luego de cumplir con su cometido, Hufan dejó a Vitali llorando y gritando atemorizado. El guerrero que lo tenía sujetado lo soltó, haciendo que su cuerpo se desplomara en el suelo. Lo siguiente que hizo fue dirigirse hacia todos los humanos. — ¡Esta noche van a reflexionar sobre todo lo que ha sucedido! — Hufan les lanzó una advertencia — ¡Hacía falta que los pusiera en su lugar! ¡Quienes nos desafíen no van a terminar bien, y esta fue la demostración! ¡El día de mañana empezaremos a trabajar! ¡Hay un hueco gigantesco en mis murallas que necesitamos cerrar! ¡Y también necesitamos aprender de su técnica para cultivar las tierras de afuera del reino! ¡Mañana será el inicio de algo completamente diferente para ustedes! ¡Sepan que este destino lo han elegido por las malas con sus propios actos! Fueron sus palabras las que señalizaron el comienzo de la partida de los humanos para ser llevados nuevamente a las chozas que se encontraban en el reino. Dicho encuentro donde Hufan demostró su crueldad tuvo lugar en la provincia central, la capital de su territorio. Tanto humanos que habían vivido allí durante un año como los que acababan de llegar tendrían un nuevo hogar a partir de ese día. Mientras estaban siendo llevados a sus nuevos hogares, Vyon, Airin y el comandante Yukimura se voltearon para ver como dos traliod tomaban los cuerpos de Lara y de Fenya para sacarlos del escenario. A rastras, como si sus vidas nunca hubieran significado nada.
Bueno amigo, que decir... capitulazo. Me quedé loquísimo con lo sucedido. Yo pensaba que los trailod iban a ser una especie 'de paso' en el universo de LGC, pero aquí creo que se deja claro que eso no va a ser así. Tenemos trailod para rato. Enemigo para largo. El comienzo retoma el final del anterior, con Renji y su grupo encontrándose aquel cadáver humano con la palabra 'ríndanse'. Decididos a no obedecer esa advertencia, el grupo se prepara para avanzar, pero descubre pronto que se encuentran en una especie de emboscada planeada. Varios cañonazos terminan por matar y derribar a los humanos, incluyendo al comandante, que al incorporarse, ve como se aproximan monturas de enemigos, los cuales rodean a los supervivientes del breve pero intenso asalto. Renji y su grupo son capturados. De ahí pasamos a ver a Vyon, Airin y Rosmary ya a bordo del Explorador Esperanzado, el cual sigue sin energía por cortesía del pvto de Cerv . El trío juvenil se pregunta que es lo que ocurrirá próximamente, mientras que también vemos a Dmitri y sus técnicos, los cuales le informan de que han desmantelado pieza por pieza los generadores y demás solo para comprobar que no pueden hacer nada. No hay energía en la nave. Abatido, el ex presidente ruso asume la culpa de haber contactado con Cerv (aunque bueno, tampoco considero que eso haya sido el detonante de lo sucedido, ya que Cerv igualmente podría haber inutilizado la nave sin decir nada). Sin embargo, lo que parece la llegada de un nuevo grupo de humanos a bordo, termina siendo la aparición de los trailod en la nave. Al parecer, el grupo de Renji tuvo que dar su ubicación, porque los enemigos aparecen en el lugar (siendo quinientos, que locura) y entrando en la nave para sacar a todos los humanos (Among Us versión terrorífica ). Vyon, Airin y Rosmary, junto a todos los demás, son llevados afuera. Y aquí llega lo mejor/peor del capítulo. Y digo lo mejor porque es épico ver escenas así, pero a su vez digo peor porque es horrible de imaginar. Hufan e Yma reúnen a los cuatro mil humanos que quedan con vida (sin contar a los que se ha llevado el team Cerv) para explicarles las normas del juego, las cuales han cambiado. Ahora, la idea de convivir juntos una vez Ybryr muriese ya no sucederá, ni habrá provincias para los humanos, ni nada. Los reyes trailod (que son pareja también, iug ) sacan a la palestra a Lara por un lado y a la familia Lakor por el otro (sin Winter presente). En el público, por así decirlo, están los hijos de la comandante y el otro comandante, viendo la escena con verdadero pavor. Yma y Hufan deciden, como castigo por la traición de la humanidad a los trailod, asesinar ante todos a Lara, dándole un garrotazo que salpica sangre y sesos por todo el lugar. Vyon y Airin quedan oficialmente huérfanos (si se convierten en dos mini guerreros furiosos lo entenderé ) y el siguiente turno cae para Vitali, que se salva de ser la víctima por haber sido cobarde y no haber usado sus armas contra el enemigo. No obstante, debe decidir quién vive: su mujer Fenya o su hija Valiana. Una decisión tan dura como lógica, ya que un padre nunca debería ver la muerte de un hijo y sin Winter presente, perder a Valiana sería quedarse sin sus niños. Fenya sabe eso y se ofrece, Vitali sabe que no hay otra opción y Hufan se encarga de ejecutar a la mujer. Adiós a Lara y Fenya ante miles de humanos que sin duda han captado el mensaje: ya no habrá 'amistad', ahora serán esclavos de los trailod. Bueno amigo, odio muchísimo a Hufan e Yma a partir de hoy. Y a Cerv un poco menos pero también por ser tremendo inútil que iba a ayudar y no aportó más que gilipolleces . Ojalá esos tres mueran agónicamente en esta parte, porque se celebrará con efusividad en el salón de mi casa cuando eso pase. Voy a ir comprando tarta y confeti cuando ocurra, porque ocurrirá. Y si no ocurre, solo seguiré leyendo LGC para ver que les ocurra eventualmente. Aunque ojalá no pasen de esta parte, ninguno de los tres. Me despido hasta la próxima, la cual sería genial que fuese el capítulo de la muerte de estos tres seres enclenques, pero bueno, lo dudo. Mientras, rezaré por ello. Un saludo y amén.
Saludos. Ha llegado la hora de publicar el siguiente capítulo de esta historia. Siendo una parte destinada a tener 44 capítulos, apenas estamos arrancando este pequeño viaje. Así que espero que sea disfrutable en su inicio. Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en esta historia, y por los ratos de diversión que tenemos en discord con las leídas en simultáneo. Este capítulo no será leído en simultáneo, pero espero que igualmente sea de su agrado. Como ya se habrán dado cuenta, tenemos varios puntos de vista que abordar en esta parte, con locaciones diferentes. Hasta no pasar la introducción, no tendremos muchos capítulos donde estos se mezclen, pero llegará el momento en el que sí sucederá. Sin mucho para decir, solo me queda desear que disfruten el capítulo. La señal: La noche ya había llegado de forma plena en el planeta Edagr. Las calles de la ciudad Skymning eran un enigma para cualquiera que caminase en ellas, ya que en algunas se podía apreciar una tranquilidad total ante la falta de gente y los negocios totalmente cerrados, mientras que en otras había muchos amontonamientos de gente en sus manifestaciones contra la fuerza militar como forma de protesta por las desapariciones que habían ocurrido desde hacía varios días. Al abrir la puerta de su casa, el joven Arick Lakor se encontró solo la luz de la sala encendida, y a su hermano menor Azel sentado en una silla alrededor de la mesa. Tras haber cerrado la puerta el mayor de los hermanos, el menor se levantó y fue a abrazarlo con cierto alivio de haberlo visto regresar a casa a salvo. Pese a las bromas que se hacían, los dos chicos se llevaban bastante bien, y esa era una forma en la que lo demostraban. Arick correspondió el abrazo de su hermanito, pero no pudo poner una sonrisa en su rostro por lo que había sucedido recientemente. — Me alegra que estés aquí — Azel apretaba con fuerza a su hermano — No volviste a llamar y yo tenía miedo de hacerlo. — Yo no me siento del todo bien — Arick le contestó, al mismo tiempo que ambos disolvían el abrazo — Cuando llegué al lugar de mi reunión con Sky, ella no estaba. Eso quiere decir que es muy probable que la secuestraran. Salvo que te hayan llamado para decirte que ella regresó a salvo a su casa… Azel negó con la cabeza, acabando con toda esperanza de Arick para que su amiga estuviera a salvo. Esa fue la causa de su tristeza. Se sentía culpable por haber ocasionado eso, ya que de no haber sido por su idea de reunirse con ella en el bosque y no en sus casas, ella todavía estaría a salvo. — Es culpa mía, ella era mi amiga y yo provoqué que la secuestraran — Arick se atormentaba a sí mismo por lo ocurrido. — No me parece justo que te eches la culpa — Azel se compadecía de su hermano por lo que estaba diciendo — También se llevaron a Gina y a Hana. — Pero ellas estaban dirigiéndose a su casa — Arick lo veía desde aquel punto de vista — No hay noticias de que a Kite le haya pasado algo, eso quiere decir que él se quedó en su casa todo este tiempo. Él está a salvo por eso. Yo le dije a Sky que nos veríamos en el bosque, y por eso la terminaron secuestrando. Tendría que haberme callado la boca y haber dejado esto para mañana. — No sé qué decirte — Azel era bastante más joven que su hermano mayor, y no se veía lo suficientemente maduro como para pensar en algo que pudiera hacerlo sentir mejor — Pero no está perdida para siempre. — No creo que se sepa quien la secuestró — Arick fue algo cortante al contestar — Si lo supieran, ella ya estaría a salvo. — Pero la van a buscar, no creas que sus padres están durmiendo ahora — Azel pronto recordó algo que le habían dicho hace minutos — Eso me recuerda… Mamá y papá llegarán tarde. Ellos siguen en el trabajo. Me llamaron hace unos veinte minutos para decirme eso. Quieren que vayamos a dormir. — No sé si pueda dormir — Arick se decía para sí mismo, ya que él sí sabía que le iba a costar mucho hacerlo. — Problema tuyo — Azel estaba algo cansado, y con su hermano ya a salvo en casa, sus preocupaciones habían terminado — Buenas noches, Arick. El chico vio con algo de rabia como su hermano le había hablado con esa frialdad. Pese al hecho de que Hana y su madre también hubieran sido secuestradas, él parecía no estar haciéndose demasiados problemas al respecto. Era casi como si Azel no se preocupara por nadie de afuera de la familia. Sin embargo, pronto pensó que a lo mejor esa respuesta podría deberse al cansancio del chico. Ya había pasado hace mucho su hora de dormir, y quizá el disgusto que pasó mientras esperaba por su regreso a casa lo había hecho agotar un poco más. Decidió que no sería muy inquisitivo con su hermano. Viendo que no tenía mucho por hacer, Arick estaba pensando seriamente en hacer el intento por irse a dormir. Antes que nada, quería llamar a sus padres, pero pronto se dio cuenta de que, si se encontraban en el trabajo, una llamada suya los interrumpiría y sería muy contraproducente. Dado a que no le gustaba mucho la idea de dejar a sus padres con la duda, él tomó su dispositivo y le envió un mensaje a su padre para hacerle saber que estaba bien y que nada le había pasado. No se quedaría despierto esperando una respuesta. Con mucha molestia y poco sueño encima, el chico eligió irse a la cama y hacer el intento para quedarse dormido pese a todos los pensamientos negativos que rondaban por allí. Tal y como supuso, le costó bastante. Estuvo más de cuarenta minutos dando vueltas sobre el colchón tratando de alejar de su cabeza todos los pensamientos de culpa que tenía. Pero había otra clase de pensamientos dentro suyo que le molestaban. — He querido invitarla desde hace dos meses para hablar a solas con ella — pensó en las ocasiones en que pudo hacerlo, pero, a causa de una ligera timidez, no lo hizo — Tuve que juntar el valor en el peor momento posible. Espero que esto no termine con ella lastimada. Tras varios pensamientos repetitivos de esa misma clase, el chico finalmente se vio invadido por completo por el sueño, pero antes de quedarse dormido, formuló un deseo respecto al bienestar de su amiga y de todas las demás personas que habían sido secuestradas. — Por favor, mamá, papá… encuéntrenlos y rescátenlos — Arick sabía que ellos podrían solucionarlo — No quiero que ninguno de ellos se aleje de nuestras vidas. La siguiente vez que cerró los ojos para parpadear, el chico acabó por quedarse dormido. No del todo cómodo y para nada conforme con lo sucedido, pero había logrado conseguir el descanso que tanto le hacía falta a su mente tan atormentada por lo que estaba sucediendo en aquellos momentos en su mundo. […] — Arick me dijo que ha llegado a casa a salvo — Ace leyó el mensaje enviado por su hijo unos veinte minutos después de haberlo recibido. En la estación de trabajo que ellos compartían, Ace se encontraba siendo acompañado por su esposa Natasha, Gwyn, Thomas, Allecreod y Xorxaik. Todos los presentes allí miraron al comandante de la división de Exploración y Rescate del ejército, quien había roto un silencio que había durado ya más de cinco minutos entre todos ellos. Xorxaik no expresó ninguna palabra o emoción ante la noticia dada por el comandante. Natasha estaba bastante aliviada, mientras que Allecreod hizo una pequeña mueca en donde se pudo ver por breves instantes una sonrisa por saber que el hijo del comandante de una de las dos ramas del ejército no corría ningún peligro. Thomas y Gwyn se alegraron en parte por la noticia, pero por otra, seguían algo decaídos por lo que había acontecido con su hija Sky. Tan pronto como las comunicaciones cortadas se restauraron, pudieron contactar con Kite, quien les informó sobre el hecho de que Sky iba a reunirse con Arick en el bosque. Tras la llamada con él, ambos intentaron uno después del otro, comunicarse con su hija, solo para no recibir ninguna clase de respuesta. Eso los llevó a la conclusión de que su hija era una víctima más de los secuestros que habían sucedido en esos días tan extraños. Ace y Natasha se miraron para intercambiar una sonrisa de alivio al saber que ambos niños estaban sanos y salvos en casa. Y fue un segundo después que Noak ingresó al lugar, mientras era acompañado por su hijo Cade, a quien tenía sujetado de la mano con fuerza. Todos se sorprendieron en el momento en el que vieron entrar a su compañero con el menor de edad, de tan solo quince años en aquel momento. — Siéntate en una de las sillas libres y espérame ahí — Noak parecía estar muy asustado al hablar — Nos iremos en cuanto esta reunión termine. — Sí, papá — Cade estaba muy exhausto, a tal punto en el que hablaba bostezando en ese momento. Una vez que tuvo la seguridad de que no lo perdería de vista, Noak se acercó a sus compañeros de la milicia, quienes no dejaban de mirarlo con ciertas dudas en sus mentes por haber hecho eso. — Sabes que acordamos que no traeríamos a nuestros hijos aquí mientras fueran menores de edad — Gwyn, líder de la división de Defensa Civil y Territorial le dio un pequeño reproche, al ser ella la líder de Noak. — ¿Dónde más quieres que lo deje? — Noak no estaba molesto, pero no se percibía amabilidad en sus palabras — A mi esposa y mi hija las secuestraron mientras regresaban a casa. ¿Qué tal si se asusta y sale a buscarlas? Sería un blanco fácil para quien esté acechando por allí fuera. — Comprendo tu preocupación, Noak, pero eso no quita que puedas hacer esto y no recibir una sanción — Thomas, quien era segundo al mando de su esposa en la milicia, le quiso hacer enterar de lo que le pasaría — Si lo dejamos pasar, el resto de soldados empezarán a convertir este lugar en una guardería personal. Ya ni siquiera me gustaba cuando venían los presidentes o sus funcionarios. Menos me gusta tener niños aquí. Se trata de cosa seria. — Mi hijo está muy cansado, ya que siempre lo acuesto a dormir temprano — Noak quería justificarse por haberlo llevado a ese lugar — Si no está dormido, te aseguro que no tiene la concentración para escuchar o recordar nada. Tan pronto como dijo esas palabras, todos los presentes en el lugar, exceptuando a Xorxaik, quien le restaba importancia al asunto al estar ocupado con otra tarea, miraron al joven de quince años sentado en una silla. Tal y como su padre había dicho, el chico estaba con los ojos cerrados, señal del enorme cansancio que tenía por el hecho de haber tenido que salir de su casa tan tarde, algo a lo que no estaba acostumbrado. De vez en cuando abría sus ojos, solo para dar un cabezazo y luego cerrarlos otra vez, quizá por la incomodidad de no estar durmiendo en su cama. Con un poco más de tranquilidad por saber que el niño no podría recordar nada de lo que hablarían allí, todos los soldados empezaron a discutir al respecto de lo que estaba sucediendo. — ¿Alguna novedad? — Noak quería meter prisa — Porque si no tienen, me gustaría empezar a discutir un par de ideas. Quiero recuperar a mi esposa y a mi hija lo más rápido que pueda. — Estamos esperando un mensaje de Faron, tras una sospecha de Allecreod — comentó Ace, queriendo reducir el ritmo de Noak para tratar el tema — Pero créeme cuando te digo que tenemos una idea que nos pueda ayudar a encontrar a todos los desaparecidos. — Dímela, no importa si luego no la usamos — Noak no estaba para esperar en aquel momento — Ace, toda tu familia está a salvo. Mientras entraba te escuché decir que Arick está en casa, y ustedes dijeron que Azel también estaba bien. A mí me quitaron a mi esposa y a mi hija menor, y no me gusta estar en la oscuridad. — Supongo que no hace ningún daño que él lo sepa — Natasha concluyó, viendo que tener a Noak tan ansioso no sería beneficioso para nadie — ¿Recuerdas nuestra charla luego de que regresamos del planeta Hael Anuryn por segunda vez? — Claro que la recuerdo — Noak respondió haciendo memoria para no dejar atrás ningún detalle importante sucedido aquella vez. […] En medio de la madrugada en el planeta Edagr, se estaba llevando a cabo una reunión. Pese a que había varios miembros del ejército en ese lugar, el sitio era más bien un pequeño laboratorio tecnológico. El suelo estaba repleto de trozos de metal y cables cortados, mientras que las mesas de acero tan extensas que había en dicha sala estaban repletas de polvo y de herramientas de trabajo. Casi todas las luces estaban apagadas, exceptuando una sola, que era la sección en la que se concretaba la reunión. Ace tenía a su bebé Arick en brazos, mientras que Natasha estaba junto a él para acompañarlo en aquel momento que había nacido a raíz de lo sucedido con la anterior esposa del comandante. Cerca de ellos se encontraban Gwyn y Thomas cargando a la pequeña Sky, y también estaban Noak y Gina cargando a Cade. Los tres bebés estaban dormidos, para conveniencia de todos en aquel momento, y no hacían ningún movimiento extraño. En la sala también se encontraban Allecreod y Xorxaik, quienes al igual que el resto de los presentes, estaban mirando atentamente a Nick, quien estaba acompañado por su equipo de trabajo, recibiendo la total atención de todos ellos. — La idea de Alicia fue muy difícil de implementar usando tecnología edagriana — Nick les informó sobre el progreso de su trabajo — Pero ha sido posible hacerlo. Aquí en mi mano tengo un nano rastreador que puede ser implantado bajo las uñas de los niños. — ¿Y funciona como se espera? — Ace, quien parecía ser el más afectado entre los presentes, necesitaba una respuesta que le quitara toda duda que pudiera tener. — Lo hemos probado durante tres días desde varios puntos del planeta — Nick seguía hablando acerca de cómo funcionaba dicho rastreador — No hemos tenido ningún tipo de problema o interferencia. Costará un poco instalar el software de rastreo en Xorxaik, pero estoy seguro de que en una semana podré hacerlo. — Sé que ustedes lo saben, pero se los recordaré — uno de los técnicos en el equipo de Nick quería lavarse las manos por adelantado — No sé bien cómo trabajarán los garak, pero ninguno de nosotros es cirujano. Implantar esos nano rastreadores de forma que sea segura para los niños es algo que no podemos hacer. Tendrán que recurrir a un profesional para que lo haga. — Eso es algo que ya teníamos en cuenta desde hace mucho — Natasha comentó, recordando que todo surgió de una idea dada por Alicia, a quien los garak le habían implantado un dispositivo de rastreo antes de que fuera rescatada por el grupo del comandante Richard — No deben preocuparse por eso. Buscaremos a alguien que se ocupe de esto. — Bien, nosotros nada más tenemos desarrollado uno solo por ahora — Nick les hizo saber en dónde se encontraba parado — Si están de acuerdo en que le implantarán un rastreador a Arick, Sky y Cade, desarrollaremos otros dos. Sino, desarrollaremos uno o acabaremos el trabajo aquí, ustedes deciden. Tras la angustiante situación que se vivió cuando los habitantes de Hael Anuryn secuestraron a Arick y Sky junto con otros niños de una guardería, la cual terminó con soldados y niños muertos en las trampas colocadas allí, incluyendo a Agustina Young, la milicia se abocó a pensar en una manera en la que nunca más pudiera sucederles algo así, de modo de no solo mantener a salvo a los niños, sino también evitar tragedias como la que sucedieron hacía poco tiempo con la esposa del ex comandante supremo del ejército. Alicia, quien había tenido una experiencia con los garak, fue quien propuso esa idea antes de partir en una exploración junto a Faron y otros soldados. Tan pronto como la tuvieron en mente, se le ordenó a Nick la elaboración de un nano rastreador que pudiera ser colocado en sus hijos, de modo que tuvieran siempre el acceso a su ubicación. No habría segundo en el que no supieran en dónde se encontrasen sus hijos, y eso les permitiría trabajar tranquilos sin tener que estar con el corazón en la boca si en algún momento alguien ya sea de su especie o de otra intentara realizar una maniobra como esa. — Está claro que Sky lo tendrá — Thomas fue directo en su respuesta — Lo hemos discutido con Gwyn, y queremos asegurarnos de que no nos la volverán a arrebatar de las manos. — Y si alguien se atreve a hacerlo, no importa a donde sea llevada, la encontraremos — Gwyn miró como la pequeña dormía en sus brazos plácidamente al momento de responder. — Muy bien, lo bueno es que ya tenemos desarrollado uno — Nick reiteró el alivio de estar un paso adelantados — ¿Qué hay de ustedes? Noak y Gina se miraron a los ojos tras ver que el ingeniero de la humanidad les hizo esa pregunta, ya que necesitaba saber si ambos accederían a que su pequeño hijo llevara consigo un rastreador bajo la uña. — Les agradecemos por habernos hecho saber esto, sobre todo considerando que este proyecto es secreto y nadie en el gobierno o la milicia lo conoce — Gina se preparaba para negarse — Pero no sé qué tan riesgoso podría ser para un bebé tan pequeño como Cade que le implanten un trozo de tecnología entre la uña y la carne. — Discúlpenme si sueno poco empático al decir esto — fue lo dicho por Noak — Pero Cade no ha sido apartado de nuestro lado. No quiero sonar como si les estuviera reprochando lo que pasó, pero estoy seguro de que un caso como este no se volverá a repetir. Nadie en la humanidad se atrevería a meterse con nuestros hijos. Y la razón por la que los habitantes de Hael Anuryn pudieron secuestrar a los niños fue porque no tomamos precauciones suficientes. Ahora lo haremos. Más allá del riesgo, no lo vemos como algo necesario. No le pondremos el rastreador a Cade. Habiendo dado ellos la respuesta, solo restaba para que Ace y Natasha hablaran acerca de lo que tenían en mente para el pequeño Arick. Natasha notó que las mirabas se centraban en ella y en su pareja, con quien había empezado una relación hacía ya muy poco tiempo, una vez este pudo superar la muerte de su esposa. Siendo que el niño que ella cuidaba con Ace no era hijo suyo, por más que lo tratara como tal, ella decidió que no intervendría en esa decisión. — Ace, tú sabes que yo amo a Arick como si fuera mío — Natasha comentó a su pareja — Pero él es hijo tuyo. Esta clase de decisión te corresponde solo a ti. Ace le sonreía a Natasha por haber dicho esas palabras. Admiraba el afecto y el respeto que tenía ella para con él y para con su hijo, y por más que ella supiera que sus palabras jamás recibirían un reproche de su parte, ella se aseguró de dejarle en claro que algo tan importante tenía que decidirlo solo él. Arick estaba en aquel momento en brazos de su padre, quien ya tenía tomada la decisión desde hace mucho. Fue mirarlo una vez más para pensar en lo que habría dado para que nunca se lo hubieran arrebatado jamás. — Si le hubiéramos implantado los rastreadores cuando eran pequeños, nunca habrían sido arrancados de nuestros brazos — Ace lo pensó con mucha tristeza — Yo no tengo nada de mis padres o del resto de mi familia, ni siquiera recuerdos. Agustina y Arick fueron la primera familia a la que he sido y también seré capaz de recordar… Ahora que ella ya no está, Arick es todo lo que me queda de la primera familia de sangre que tuve. No lo volveré a perder. No lo puedo permitir, no si tengo una forma de evitarlo. Él también llevará un nano rastreador. Si alguien se atreve a quitármelo, lo encontraré vaya a donde vaya. Y pobre de aquellos que lo intenten. Todos en aquel lugar miraron con cierta tristeza al comandante del ejército. Prestando un poco de atención fueron capaces de detectar que un par de lágrimas estaban cayendo desde sus ojos al pensar y hablar sobre su esposa. Lo cual no era para menos, ya que todos entendían lo especial que había sido para su vida. Con la respuesta ya dada, Nick supo a lo que tendría que dedicarse durante las siguientes semanas. Un nuevo rastreador, igual al primero que habían fabricado, tenía que ser desarrollado, y también tendrían que poner manos a la obra para poder instalar un módulo de rastreo dentro de Xorxaik. — Bueno, serán dos en ese caso — Nick les anticipó que no iba a ser algo inmediato — Mientras tanto pueden ir buscando a algún cirujano para que haga la operación… Xorxaik se quedará aquí. Instalaremos el software necesario y de paso haremos las pruebas con el chip ya creado y con el nuevo. — Iré reservando memoria para la instalación de los programas que hagan falta — Xorxaik comentó con su voz robótica — Sería bueno que me indicaran cuáles de mis sensores serán usados para poder rastrear los dispositivos, así haré ajustes a sus configuraciones junto con pruebas de rendimiento. — Lo tenemos todo documentado en la computadora central — Nick olvidaba que él había tenido una pequeña participación en la reestructuración de Xorxaik previo a la guerra con los edagrianos — Estimo que en menos de dos semanas todo estará listo. — Te agradecemos por hacerlo, y también por mantenerlo en secreto — Gwyn se sentía en deuda con el ingeniero y su equipo — Si esto llegara a saberse, posiblemente se prepararían varias formas de anular todo este esfuerzo que estamos haciendo. Sin ser necesaria su presencia en aquel sitio por más tiempo, Allecreod y el resto de las parejas de soldados que habían llevado a sus hijos a aquel lugar se empezaban a retirar. Ace, Natasha, Gwyn y Thomas tenían una sonrisa de alivio en sus rostros; mientras que Gina y Noak tenían un par de dudas al respecto de la decisión que tomaron luego de haber escuchado las palabras dichas por Ace. […] — Es un buen plan, pero tiene una falla — Noak les comentó a todos acerca de un pensamiento suyo. — ¿Y cuál sería esa falla? — Allecreod no podía encontrar defectos en ese plan. Antes de responder, Noak se vio invadido por varios pensamientos de arrepentimiento al respecto de aquella charla que tuvieron hacía ya muchos años, cuando Cade era solamente un bebé y la pequeña Hana todavía no había nacido. Él y Gina tuvieron un par de noches para seguir reflexionando acerca de su negativa a colocarle a su hijo un nano rastreador, al igual que a su hija cuando nació. Pese a que a veces en sus debates se encontraban con motivos para hacerlo, se quedaron con su opinión y no accedieron a que se le hiciera eso a sus hijos. Pero fue por esa misma razón por la que encontró una falla en el plan. — La única que tiene un rastreador es Sky — Noak les dijo algo que todos sabían — Es decir, suponiendo que ella esté viva y que Xorxaik pueda encontrarla, solo es a ella a quien vamos a encontrar. Si Gina, Hana y los demás están en el mismo sitio que ella, no habrá ningún problema. Pero si no lo está… — Dime Noak, ¿tú crees que fueron secuestradas por la misma persona? — Ace creía tener una forma de sacarlo de su idea. — Bueno, no, nunca lo he creído — Noak empezó a aplicar cierta lógica en su respuesta — Está claro que una sola persona no podría secuestrar a cien individuos por sí sola sin ser detectada. Hay más involucrados. Pero estoy seguro de que te refieres a que sin importar quienes o cuantos sean, los que secuestraron a Sky también secuestraron a mi esposa y mi hija. — Exactamente — Natasha entendía por dónde quería ir su esposo — Cuando encontremos a Sky y sepamos quiénes está detrás de todo esto, sabremos en donde buscar a tu hija y a Gina. No debes preocuparte. — Creo que tengo derecho a estar preocupado — Noak no se quedó satisfecho con eso — Que encontremos a Sky a salvo no implica que vamos a encontrar a Gina y a Hana en buen estado. — Ni siquiera tenemos la seguridad de que podremos encontrar a Sky en buen estado — Gwyn pronto miró a Xorxaik — ¿Tienes alguna novedad al respecto? Desde mucho antes de que Noak llegara al lugar con su hijo, las dos parejas de líderes de las divisiones DCT y ER del ejército ordenaron a Xorxaik a buscar a Sky mediante el uso del rastreador, tan pronto como el bloqueo en sus comunicaciones desapareció. Xorxaik puso todos sus programas a trabajar para poder dar uso a los rastreadores que fueron implantados entre la uña y la carne de Sky y Arick cuando estos eran pequeños. El robot vio que tenía que responder la pregunta de la comandante de DCT, y fue por eso que realizó una breve interrupción en sus programas de búsqueda. — He detectado diez ubicaciones posibles de Sky — el robot contestó a la pregunta de la comandante. — ¿Todas esas diez están fuera del planeta? — Thomas recordó la charla que tuvieron con él hacía varias horas — Si es así, solo estamos perdiendo tiempo esperando a Faron. — Ocho de esas ubicaciones están fuera de este planeta, pero dos de ellas siguen dentro — fue la aclaración dada por el robot — Tuve que dedicar mucho tiempo de procesamiento para tratar de enviar paquetes a cada servidor y computadora conectada en el mundo cuando las comunicaciones quedaron interrumpidas. Para hacerlo, desactivé varios programas y módulos. Los he encendido tan pronto como las comunicaciones regresaron, pero necesitan tiempo para reiniciarse y estabilizarse. — Estoy seguro de que una de esas ubicaciones es la verdadera, lo que quiere decir que Xorxaik ya la encontró — Allecreod quería que todos se tranquilizaran — Solo tiene que determinar bien en qué posición exacta empezar a buscar. Nadie fuera de Ace y Natasha pudo calmarse tras las palabras dichas por el robot y su creador. Sin importar qué tan cerca o lejos estuvieran de detectar a Sky, todavía les quedaba la tarea de ir a buscarla, y también la preocupación de que no pudieran llegar a tiempo de que alguien le pudiera hacer daño. Thomas y Gwyn temían bastante por la posibilidad de perder a su hija, y todo ese miedo se incrementaba cuando recordaban que la primera vez que ella fue secuestrada habían perdido a Agustina, una gran amiga suya. No deseaban pasar por una experiencia como esa nunca más en su vida, sobre todo después de haber librado una guerra contra los edagrianos. Noak, por su parte, estaba todavía peor que la pareja ante la que él respondía en el ejército. En su caso, Gina y Hana habían desaparecido, y ninguna de ellas tenía un rastreador del que pudiera sostenerse para tener la certeza de que nada les pasaría. Lo peor de todo era que, incluso encontrando a Sky, aún había tiempo para que los secuestradores pudieran hacerle algo a las mujeres más importantes de su vida. Mientras Xorxaik seguía luchando por encontrar la posición verdadera de Sky, el silencio reinó de forma absoluta en la sala. Un par de veces, Noak se apartaba del grupo para poder acercarse a Cade y comprobar su estado. Cada vez que lo hacía, el hombre le acariciaba tiernamente su cabeza, siendo agradecido de que todavía tenía a alguien en su familia que estaba a salvo, y al cual no le pasaría nada siendo que las comunicaciones habían regresado, según lo que él pensó. No fue hasta que vieron a Faron entrar por la puerta de la sala que el sonido reapareció en aquel sitio, ya que todos estaban esperando por alguna llamada de su parte. — ¿Tienes algo? — preguntó Ace a uno de sus soldados. — Tal y como me ordenaron, he puesto a varios soldados a custodiar las cárceles después de haber revisado que todo estuviera en orden — Faron les comentó acerca del procedimiento — Todo está tranquilo, y nadie ha intentado fugarse. Podemos descartar de forma definitiva que esto no es una distracción hecha para liberar a ningún prisionero del encierro. — Entonces solo nos queda la hipótesis de que los humanos desaparecidos están en el espacio exterior — Gwyn supo que ya no quedaba nada más. — No sé cómo lo habrán hecho posible — Faron daba su punto de vista al respecto — Por más de que nos hayan dejado sin comunicaciones, nunca pudimos percibir la presencia de una nave espacial en el cielo. ¿Qué tan avanzados deben estar los sistemas de sigilo que tengan incorporados como para que eso suceda? — Desconocemos el potencial de las especies que podrían estar allá afuera en el universo — Ace quería explicarle eso a su soldado — Lo que es impensable para nosotros, podría ser algo cotidiano para ellos. — A mí lo que más me preocupa, más allá de que se llevaron a Alicia, Sky, Hana, Gina y Nick es el por qué — Natasha no se podía quitar esa duda de su mente — Está claro que no lo harían si no quisieran algún beneficio para ellos. Pero sigo sin entender qué es lo que querrían obtener. — Quizá sea todo como lo dijiste tú, Ace — Faron recordó una charla que habían tenido cerca del mediodía — Tal vez estén investigando la Catástrofe y nos encontraron viviendo en este planeta. Y ante cualquier duda, eligieron investigarnos secuestrando a algunos de los nuestros. Nadie más allá de Ace o de Faron tuvo presente la posibilidad de que hubiera otros seres vivos explorando el universo en búsqueda de respuestas a un gran misterio, de la misma forma en que varios de ellos lo hicieron en su momento. Mucho menos se les ocurrió pensar que, al ya no estar los edagrianos en aquel sitio, cualquier otro ser que supiera con certeza que los meteoritos fueron disparados desde Edagr pensaría que fueron los humanos los responsables de aquel acto. En un momento todos pensaron en algo así, pero conforme pasaban los días, se fueron olvidando de eso, sin tener en cuenta que el misterio solo estaba resuelto para humanos, garaks, ryfiers y xaromitantes. Cualquier otra especie allí afuera y con los medios para dominar el viaje espacial estaría investigando más a fondo sobre aquel suceso, lo cuál sería de cierta manera entendible. Aunque ninguno aprobaría jamás el secuestro de varios humanos para tratar de llegar a la verdad. Quince minutos después desde que llegó Faron, Xorxaik finalmente tenía lo que todos habían estado buscando. Tras calibrar y configurar adecuadamente todos sus módulos y sensores, fue capaz de dar con la ubicación real de la joven Sky Delleo, encontrándola entre las diez que había detectado en primera instancia. — ¡La he localizado! — el robot se ganó la atención de todos al poder dar con la chica. — ¡¿Estás seguro de que no es un error?! — Thomas se ilusionó, pero no quería mantener las esperanzas tan en alto. — Es su localización definitiva — Xorxaik se preparaba para dar una noticia algo desalentadora para todos ellos — Sin embargo, hay algo que quizá puedan interpretar como una mala señal. — ¡¿Qué es?! — Gwyn estaba ansiosa por saber qué podría estar mal en ese momento. — Sus hipótesis de que está en el espacio exterior son correctas — el robot empezó a explicar mientras todos lo miraban — Puedo afirmar que se encuentra a bordo de una nave espacial, esto calculando el tiempo tan corto en el que su posición actual diverge de la posición en la que se encontraba hace tan solo dos minutos. — ¿Qué hay de malo entonces? — Allecreod no comprendía qué podría estar mal. — Analizando el tiempo que tarda en moverse de un sitio a otro, he podido calcular la velocidad del vehículo en el que se encuentra — Xorxaik se preparó para lanzar la noticia — Desafortunadamente, al compararla con la velocidad máxima que alcanza nuestra nave más rápida con la menor cantidad de peso posible, es una diferencia considerable. Incluso aunque hubiéramos partido un minuto después desde que ella salió de la atmósfera del planeta, no sería posible alcanzarla. Tan pronto como la ilusión llegó a todos ellos tras conocer la posición en la que podrían encontrarla, toda esperanza de recuperarla terminó desvaneciéndose. La noticia dada por Xorxaik era un golpe muy duro para todos, puesto a que, si sus cálculos eran correctos, no tenían nada que hacer al perseguir a dicha nave, lo cual era una gran decepción dado a que sus naves no eran para nada lentas. Ace se rehusaba a ser superado de esa forma, y quiso saber qué tanta diferencia había entre ellos dos, sabiendo que rendirse era el primer paso para perder a Sky, Alicia, Hana, Gina, Nick y el resto de la humanidad para siempre, suponiendo que todos viajaran a bordo de la misma nave. — ¿Cuánto tardaríamos en llegar a su posición actual si saliéramos ahora mismo? — Ace necesitaba saber el margen que tenía contra los seres que habían secuestrado a los humanos. — Con la nave más rápida y el menor peso posible, un día completo — Xorxaik analizó rápidamente los datos de la nave desconocida con aquellas de las que tenía registros — Sé que ningún humano puede sobrevivir sin provisiones, por lo que realicé el cálculo teniendo en cuenta el peso máximo que una nave puede cargar teniendo en cuenta que llevaran a varios soldados a bordo. Y me da un total de tres días. Superados una vez más, nadie allí podía tener ni la más mínima esperanza al respecto. Pese a que todavía no habían transcurrido ni siquiera seis horas desde que se enteraron del secuestro de Sky, ella ya estaba a tres días de distancia de ellos, y todo eso si hacían caso al consejo de Xorxaik y partían de inmediato. Cada segundo que desperdiciaban sin moverse podría estar añadiendo horas necesarias en un viaje que sería obligatorio para rescatar tanto a Sky como a cualquier otro humano que se encontrara allí. Pese a que toda la situación parecía no tener remedio, Natasha no estaba decidida a abandonar toda esperanza y agachar la cabeza en señal de derrota. — Si la señal sigue activa, quiere decir que el rastreador no ha sido destruido — Natasha miró a Xorxaik para saber que no había dicho un disparate. — Es correcto, aunque desconozco si Sky Delleo es consciente de que tiene un nano rastreador implantado — Xorxaik dirigió la mirada a los padres de la chica. — Jamás se lo dijimos, se suponía que es algo que solo nosotros sabemos — Gwyn respondió recordando la promesa de jamás decir nada. — Entonces es muy probable que ella siga con vida — Natasha buscaba subir los ánimos de todos allí — Esa nave puede ser rápida, pero tendrá que detenerse en algún sitio. Puede que nuestras naves tarden demasiado en llegar hasta su posición, pero si tenemos la suerte de que esos seres hagan alguna parada en algún sitio, es posible que podamos llegar hasta su posición sin importar cuanto tiempo nos lleve. Las palabras de Natasha cargaron a Thomas, Gwyn y Ace con esperanza. Allecreod también veía con buenos ojos lo que decía la mujer del ejército. Y cuando lo pensaban con detenimiento, tenía sentido. No conocían a qué se enfrentaban, pero era absolutamente imposible que la nave se quedara recorriendo el espacio para siempre. Tal y como dijo la subcomandante de la división de ER, la nave se tendría que detener en algún momento, y si se habían llevado a los humanos tras haber estado en el planeta Edagr, era muy probable que eso se diera en un planeta que tuviera oxígeno que ellos pudieran respirar. En tanto el robot creado por Allecreod pudiera mantener viva la señal que recibía del nano rastreador implantado en Sky, siempre tendrían una esperanza para poder dar con ella y rescatarla de quien sea que la hubiera secuestrado. Mientras el buen ánimo y la esperanza empezaban a resurgir en todos ellos, Noak miró a Cade con cara de preocupación. Tal y como lo manifestó en su reunión, nada garantizaba que su esposa y su hija se encontraran en el mismo lugar que Sky. Y viendo lo difícil que sería dar con la chica a la que sí podrían detectar, estaba seguro de que, si no encontraba a Gina y Hana en esa misma ubicación, cabía la posibilidad de que las perdiera para siempre. — ¿Qué tanto alcance tiene la señal? — Noak quiso asegurarse de que no la perderían. — Mucho, la tecnología edagriana tiene mucha potencia — Xorxaik dio algo de paz interior al soldado — Aún con las grandes distancias que puede recorrer esa nave, haría falta todo un año para que desapareciera y no fuera capaz de detectarla. — Pero eso es si tu programa y tus sensores no reciben ningún daño — Allecreod decidió mantenerse realista en ese tema — No podemos permitir que seas desactivado o que tu equipamiento interno reciba ningún daño. Hacerlo nos obligará a trabajar desde las máquinas de este planeta, las cuales costaría mucho mover de este lugar. — De igual manera, ya tenemos la ubicación en donde esos malnacidos tienen a nuestra hija y posiblemente a todos los demás — Gwyn sabía que los detalles menores podían resolverse con facilidad — Lo que debemos hacer ahora es preparar un equipo de soldados para que salgan mañana mismo. Por supuesto, a bordo de nuestra nave más rápida. No estaré tranquila mientras esa nave no se detenga, ya que cada segundo que pasa están llevando a Sky más lejos de nuestro mundo. Más lejos de nosotros.
Bueno, con la caída del foro y la llegada de los exámenes no he podido publicar contenido nuevo en más de 2 semanas, así que subiré dos capítulos para no perder el ritmo XD. Novedades no hay demasiadas, al menos no por ahora. No hay etiquetas aquí ya que todo lo importante lo pondré en la intro del capítulo 6. Cara a cara con el monstruo: Las luces se encendieron de golpe, ocasionando que tanto Winter y Sky despertaran al mismo tiempo del sueño que estaban teniendo. Al hacerlo, ambos jóvenes recordaron las condiciones en las que se habían ido a dormir, con toda la incomodidad que representaba una situación como esa. Al mirarse fijamente, notaron que estaban bastante cerca el uno del otro, quizá como resultado de los movimientos que hacían al dormir. Cierto era que la cama que les entregaron no daba mucho espacio para comodidad, pero no por eso estaban a gusto con la situación. Con un poco de vergüenza, ambos se apartaron un poco, al mismo tiempo que movían la vista hacia el suelo o alguna pared. — Buenos días, Sky — Winter la saludó con timidez y el remanente de vergüenza tras despertar. — Buen día, Winter — Sky se levantó de la cama en donde la habían puesto, para luego dirigirse hacia el compartimiento que tenía el baño — Voy a lavarme la cara. Me siento un poco cansada todavía. Dicho y hecho, la chica caminó hacia la pared para poder desbloquear el acceso al sitio en el que podían realizar sus necesidades, contando también con una pequeña fuente con un botón que dejaba salir agua para lavarse las manos o la cara. No fue hasta que pasaron cinco segundos que Winter se dio cuenta que tenía su mirada puesta atentamente en la forma de caminar de Sky. Cuando el chico lo supo, agachó la mirada algo apenado por pensar en lo bien que se veía al moverse. Como si no creyera que fuera correcto. — Es bonita, sin duda — pensó el chico para sí mismo — Pero no es algo en lo que tenga que pensar. Preparándose para tomar su turno para lavarse la cara, el chico se puso de pie y se acercó a la puerta que daba entrada al sitio donde los mantenían encerrados. Sabía que pronto les entregarían comida para que pudieran mantener fuerzas, ya que era casi una costumbre al despertar. Al momento en que Sky salió del baño, Winter fue el siguiente en entrar, apresurándose un poco para poder recibir la bandeja con agua y alimento que les sería entregada en breve. Fue una sorpresa para él cuando veía que los minutos pasaban y no llegaba absolutamente nada de parte de los captores. Tanto fue el tiempo de espera que simplemente colocó la manta sobre la cama y luego se sentó en el borde. Sky, todavía cansada por el despertar tan abrupto, se acomodó para sentarse al lado de él. — ¿Tarda mucho en llegar la comida? — Sky pensó que no faltaría mucho — Las luces llevan un buen rato encendidas. — Por lo general, tardan menos de cinco minutos desde que prenden las luces — Winter no quería hacer contacto visual con ella — Es raro que estén tomando tanto tiempo para hacerlo ahora. Repentinamente, sonidos extraños empezaban a oírse en el exterior de la puerta, como si una gran cantidad de gente estuviera caminando en el pasillo, de forma que el retumbar de las pisadas sobre el metálico suelo pudiera llegar hasta ellos. Eso era algo anormal para Winter, quien se puso de pie con algo de preocupación. No tenía forma de saber si algo malo sucedería a continuación, pero si su puerta se abría, quería estar preparado para reaccionar. Sky lo vio y supo que tenía que preocuparse por esa forma de comportarse, y al verlo algo asustado por la expresión de su cara, no dudó ni un solo segundo por ponerse de pie al lado suyo. — Dime, Winter… — la chica pronto empezó a mirar alrededor. — ¿Qué es lo que tienes? — el chico necesitaba saber qué inquietud tendría ella. — Espera, olvidé que me comentaste que este sitio tiene cámaras — Sky se detuvo a sí misma — No es nada. Cuando lo veas de seguro lo entenderás. Esa forma tan enigmática de hablar de la chica fue lo que confundió al joven Lakor, que sabía que su compañera de encierro tendría algo que decirle o bien que mostrarle, si es que su preocupación más grave en aquel momento eran las cámaras que pudiera haber en el cuarto. Los dos jóvenes se mantenían expectantes y un poco atemorizados al seguir escuchando como las pisadas seguían resonando por el exterior de la celda en la que fueron puestos. A medida que pasaba el tiempo, estos comenzaron a volverse más débiles y menos frecuentes hasta que llegó el momento en el que se detuvieron. Fue allí que algo inesperado sucedió, al menos para el chico que venía desde el planeta Tralio. La puerta del sitio se abrió por segunda vez desde la llegada de Winter. Ambos se vieron superados en el momento en que tres seres, que portaban trajes que no eran ni de color rojo ni azul sino de un gris carente de intensidad y casi tirando a ser de un tono blanco, se metieron en la habitación. Dos de ellos tenían en los nudillos de las manos un artefacto rectangular del cual, cada cierto tiempo, se podía ver un destello. No tenían idea de cómo funcionaba, pero ni por un segundo pensaron que pudiera ser otra cosa que no fuera un arma. El tercero, y quien más se adentró en el sitio que era compartido por los dos jóvenes, fue quien tomó la palabra en ese momento. — Cerv te prometió respuestas — le dijo al chico, recordando una frase que él se dijo con su captor — Es hora de que las reciban. — ¿Nos van a explicar por qué se han tomado la molestia de apartarnos de nuestro mundo? — Winter quería escucharlo, incluso aunque fuera un total engaño. — Tendrás todo lo que quieres saber el día de hoy — comentó el que iba desarmado — Pero el momento depende de ustedes y de los demás. — ¿Los demás? — Sky seguía bastante confundida por esa forma de hablar, pero creyó que podría hablar sobre otros seres humanos. — Síganme y sabrán de qué hablo — el que tomó la palabra les dio la espalda sin ningún temor — No intenten hacer nada estúpido, o me veré obligado a intervenir. Acompáñenme. Luego de que aquel sujeto abandonó su sitio, los dos que portaban un artefacto eléctrico en los nudillos hicieron todo lo contrario. Se metieron en el cuarto solo para pararse tras de los jóvenes. A menos de tres metros de distancia, los dos estaban perfectamente alineados de manera que les bastara con solo extender el brazo para alcanzarlos y asestarles una descarga. Los que se habían conocido el día anterior se miraron algo nerviosos, y tras descubrir que esa era una señal de que debían empezar a moverse, dieron pasos lentos para poder salir al pasillo y así dar inicio con la marcha que los conduciría a su destino. Aprovecharon aquel momento para tratar de observar mejor la estructura espacial en la que los habían puesto, dado a que Winter fue trasladado a su lugar estando inconsciente mientras que a Sky le cubrieron los ojos hasta que la hicieron entrar al sitio. Los dos se asombraron de ver como los pasillos por los que se movían estaban pintados de colores diferentes. Al caminar tan solo veinte pasos, un verde esmeralda se veía reemplazado por un rojo fuego, o un gris cenizo, o un amarillo pastel. Cada cierto tiempo se veía un foco de luz blanca, pequeño, pero con la capacidad de iluminar todo el lugar. Tras haber caminado durante unos tres minutos en línea recta, tomando consciencia del tamaño del lugar en el que fueron metidos, dieron un giro a la izquierda hacia otro pasillo pintado exclusivamente de color azul, y con luces rojas para alumbrar el paso. Pronto aparecieron un par de escaleras, las cuales bajaron con algo de cuidado puesto a que no había ninguna barandilla por la cual agarrarse al moverse. Ambos empezaron a contar los escalones, pero luego de haber superado los cuarenta, no pudieron mantener un número preciso. Fue tras descender al último que podían ver que el final de aquel tramo conducía hacia una puerta metálica sin pintar. — Me esperan aquí — comentó quien lideraba el recorrido, hablando nuevamente tras un trayecto silencioso. Sky y Winter lo vieron colocar la palma de su mano, cubierta por su traje, sobre la puerta, lo cual hizo que el metal se inclinara un poco a cuarenta y cinco grados, y así permitirle el ingreso. La puerta se cerró inmediatamente después tras su paso, pero en ese pequeño lapso que duró abierta, los dos humanos fueron capaces de escuchar y distinguir el ruido de varias voces, como si se estuviera dando un alboroto del otro lado. Todo ruido quedaba detrás de la puerta, cumpliendo bien su función de aislante. Sky, algo curiosa, giró un poco la cabeza y notó que los que estaban escoltándolos seguían parados tras ellos a la misma distancia que tomaron al comienzo de todo. Algo intimidada por no poder verlos a los ojos gracias al cristal que cubría su cara, se dio la vuelta, sabiendo que no sería capaz de identificar una expresión que le indicase si estaba haciendo o no algo indebido. Antes de que la chica pudiera decir palabra alguna, la puerta volvió a abrirse, y fue allí que los dos recibieron la orden para entrar. — Cuando gusten, pero preferiblemente, en menos de un minuto — fueron las palabras de su guía. Sin intenciones de hacer enojar a los que estaban tras ellos, ambos humanos de dieciséis años pasaron por aquella puerta, siendo un poco vislumbrados por la iluminación tan inmensa que había en la sala a la que acababan de ingresar. Cuando pudieron ver mejor el sitio, notaron lo grande que era ese lugar a comparación de la pequeña habitación que les habían entregado. Una sala inmensa con espacio de sobra para albergar sin ningún problema a un aproximado de quinientos humanos. Había un total de tres mesas largas de metal, ancladas totalmente al suelo de la nave. Dos de ellas corrían en paralelo a la puerta por la que habían entrado, mientras que la tercera, la que más al fondo se encontraba, la cruzaba en perpendicular. Había sillas de plástico bastante pequeñas, con espacio apenas para que un niño de diez años o más pequeño pudiera sentarse cómodamente, todas ellas distribuidas alrededor de cada mesa de forma equitativa. Se podía ver a muchos seres humanos en el lugar, lo que les sirvió a ellos para encontrar la respuesta a la causa del ruido que habían escuchado previamente. Posiblemente fueran los pasos de todos aquellos que fueron llevados hasta aquel sitio antes de que les llegara su turno. Las personas parecían dividirse en dos grupos, unos sentados a una de las mesas paralelas, mientras que los otros se situaban en la mesa del frente. En el fondo de la sala se podía ver a un total de seis personas manteniendo una discusión algo fuerte, mientras que los que estaban sentados a las mesas hablaban entre ellos a murmullos. Al mover la vista hacia arriba, los dos chicos vieron lo que era una especie de balcón que recorría la sala de principio a fin. Encima de dicho balcón, varios de los seres que eran dueños de la nave se encontraban de pie y portando lo que parecían ser armas de fuego. Desde su posición no podían ver bien, pero les bastó su primera impresión para darse cuenta de que la tarea de todos aquellos seres era mantener bajo control la situación, y evitar cualquier conflicto que pudiese suceder. — Que lo pasen bien — tras haber cumplido su propósito, el ser que los condujo hacia la sala la abandonó acompañado por sus dos escoltas. Tras mirar una vez más a los seres que se encontraban sobre el balcón con una intención nada exitosa de contar el número exacto, Sky y Winter escucharon el ruido de la puerta cerrarse tras ellos. Estaban un poco aliviados por saber que había otros humanos allí, aunque no cambiara mucho la situación, ya que al menos tenían la tranquilidad que les daba la confirmación de que no se encontraban solos. — Quizá algún conocido esté aquí — Winter empezó a caminar al frente para ver a las mesas. — Tienes razón — Sky tardó un poco más en darse cuenta de aquello — Incluso si no hay nadie conocido, podrían aparecer en breve como hicimos nosotros. — Vayamos buscando para ver si al menos podemos dar con una cara familiar — Winter expresó, deseando que toda su familia estuviera allí. En el caso de que no pudieran encontrar a algún familiar o amigo cercano entre todas esas personas, el deseo de ambos chicos era poder encontrarse con alguien conocido. Aunque cabía la posibilidad de que pronto más humanos entraran en la sala, también estaba la posibilidad de que ellos fueran los últimos en ser llevados hacia dicho lugar. Al mirar a una de las mesas, la que se situaba a la izquierda de su posición, Winter se dio cuenta de que no podía identificar a nadie de los que estaba allí. Sky se encontró con el mismo panorama cuando volteó a la derecha y no podía reconocer la cara de nadie sentado a esa mesa. Los recién llegados eran observados por todos los hombres y mujeres que ya se encontraban allí. — Reconozco algunas caras, pero son personas con las que nunca hablé — Winter le comentó a Sky. — Me está pasando lo mismo, sé que he visto a algunos de ellos, pero jamás les he hablado — la chica compartía ese sentimiento. A medida que avanzaban, el número de humanos por ver disminuía, y no parecían ser capaces de encontrarse con nadie a quien conocieran. Pero las cosas cambiaron en el momento en el que un grito empezó a resonar por la sala. — ¡Winter! — el chico reconoció la voz de un chico — ¡Por aquí! Tanto el joven Lakor como la joven Delleo voltearon en esa dirección, y pudieron ver tras la mesa de la derecha, se hallaban un chico y una chica de su misma edad. Winter pudo identificar a Iker y también a Jessica, con quienes estaba en el momento que quedó inconsciente antes de ser llevado hacia ese lugar. — ¿Son amigos tuyos los dos o solo el chico? — Sky quería saberlo, puesto a que no se sentía del todo cómoda de acercarse. — Son los dos amigos míos, Iker es el nombre del chico y Jessica de la chica — Winter contestó a la pregunta, mostrando una sonrisa ligera por hallar finalmente una cara conocida — Puedes venir conmigo, salvo que hayas encontrado a alguien que conozcas. — No… — Sky dio una mirada rápida a la izquierda, y no logró encontrarse con nadie que pudiera conocer — Te acompañaré si eso quieres. — Son mis amigos, y son personas muy agradables — Winter quería que ella se mantuviera con él — No te arrepentirás. Ven. Algo dubitativa al respecto, la chica siguió los pasos del chico. Al ser tan larga la mesa que se movía en paralelo, no les quedó otra opción más que agacharse y pasar por debajo para llegar hasta el otro lado y así poder encontrarse con los dos jóvenes que fueron movidos hacia ese lugar antes que ellos dos. Tan pronto como los alcanzó, Winter le dio un abrazo a Iker y luego a Jessica, estando feliz de verlos tras haber pasado más de dos días sin compañía conocida. — Me alegra verte a salvo a ti también — Iker le comentó con alegría — Jessica y yo temíamos ser los únicos aquí. — No es el mejor momento ni el mejor lugar, mucho menos la mejor situación — Jessica agregó a lo dicho por su compañero — Pero es bueno que estés aquí con nosotros. — Espero que los demás también estén aquí — Winter expresó sus deseos de que Airin, Rosary, Katia e incluso Vyon les pudieran hacer compañía — Supongo que ya lo veremos… — ¿Quién es ella? — Jessica fijó su vista en Sky. La chica se acercaba tímidamente al grupo, dejándose ver por ambos. Tenía un poco de timidez de presentarse directamente con gente a la que no conocía de nada, dado a que temía causar alguna mala impresión. Fue por eso que levantó la mano izquierda hacia arriba. — Ella es Sky — Winter omitió su apellido, ya que no lo veía importante — Ya le he dicho sus nombres, pero quizá deberían presentarse. — Encantada — Jessica levantó la mano levantando el gesto de Sky — Mi nombre es Jessica. — Yo soy Iker — el chico la miró de arriba hacia abajo — Un placer que no te imaginas. — Hola — la chica quería ser cortés al hablarles — Como él dijo, mi nombre es Sky. Winter y yo fuimos encerrados juntos. — Suertudo, mira la chica tan linda con la que te dejaron — Iker le dio un pequeño empujón a su amigo — Yo no tuve tanta suerte. — ¿Ustedes comparten el encierro con alguien más o están solos? — Winter quería conocer la situación de sus amigos. — A mí me pusieron con una mujer, una que está sentada en frente en la entrada — Jessica no quería señalarla para no quedar mal — Y a Iker… — A mí me tocó ese viejo que está sentado allí — Iker era consciente de que señalar era de mala educación, pero eso no lo detuvo. Sky y Winter siguieron con la vista el sitio al que el chico había señalado, pudiendo encontrar aislado de casi toda la gente a alguien que parecía ser un anciano de edad avanzada. Estaba un poco alejado de su posición actual, pero fueron capaces de distinguir las canas y la barba blanca que llevaba en la cara. Con arrugas y una cicatriz en el rostro, eso fue todo lo que pudieron ver, además de que llevaba ropa rasgada. — Encima el saco que me dieron no es tan abrigado — Iker contó lo que le habían dado para dormir — A veces, si me concentro lo suficiente, puedo sentir el frío del suelo. — ¿Te dieron un saco para dormir? — preguntó Sky, algo sorprendida, ya que creyó que a todos les habrían entregado lo mismo. — A él sí, a mí me dieron un colchón muy pequeño tumbado en el piso — Jessica no se podía quejar si lo comparaba con lo que le tocó a Iker — ¿A ustedes? — Una cama para los dos, pero muy pequeña — Winter relató lo que le fue entregado. — Vaya, tú te lo pasas bien — Iker creía que lo disfrutaba — Una chica linda y una cama para estar con ella. Te lo cambio cuando quieras. — No creo que dependa de nosotros algo así — Winter respondió, notando como una mueca de molestia se formaba en su compañero. Antes de que pudieran decir algo más, los cuatro jóvenes escucharon un pequeño sonido desde la entrada de la sala, solo para ver como dos mujeres adultas eran conducidas al interior de la misma. Pusieron la mirada atenta en las dos, queriendo ver si podría tratarse de algún familiar o una conocida. Sky pudo identificar pese a la distancia que una de las mujeres tenía puesto un parche en el ojo, dándose cuenta de quién era casi instantáneamente. — Alicia — dijo en voz alta, algo aliviada de encontrarse con ella. — ¿Conoces a quien entró? — fue la pregunta de Winter, queriendo quitarse las dudas. — Así es, es amiga de mi familia — Sky comentó empezando a alejarse del grupo de tres jóvenes — Iré a saludarla para que sepa que estoy aquí. Sin decir ni una palabra más, la chica se apartó poco a poco del grupo para poder dirigirse a dar un saludo a la mujer que en un par de ocasiones la cuidó mientras ella era pequeña. Fue en aquel momento en el que la cara de Jessica y de Iker cambió abruptamente. Cuando Winter los volvió a ver pudo percibir que no se encontraban contentos, pero le parecía raro que se mostraran así tras la partida de la chica. — ¿Sucede algo? — Winter quería saber. — Winter, dime la verdad, ¿sabes de donde viene ella? — Jessica le preguntó de forma que el chico se vio un poco sorprendido. — Sí, hemos hablado un poco y ella me lo explicó — Winter le dio la respuesta. — ¿Y qué le hiciste? — Iker lanzó una pregunta a su amigo — Por la forma en que te sigue, creo que o no se enteró o te tiene miedo. — No te estoy siguiendo, Iker — el chico no era capaz de captar el significado de lo que este decía. — ¿Qué acaso lo olvidaste? — su amigo lo cuestionó sin explicar mucho — Todo lo que nos pasó es por culpa de los inútiles de Zenith y de Black Meteor. Y ella pertenece a uno de esos dos países. — En realidad, esos dos países ya no existen… — Winter quiso continuar. — Sí, me imaginaba que esa es la mentira que ella te diría — Jessica respondió con severidad — La mujer que fue puesta conmigo dijo lo mismo. — ¿Qué insinúas? — Winter no detectó en su momento que Sky pudiera estarle mintiendo. — A ustedes, y posiblemente a otros de los que fueron capturados junto a nosotros, les mintieron — fue Iker el que tomó la palabra — El viejo con el que me encerraron no habla mucho, pero tan pronto como le pregunté de dónde venía me dijo que era de Black Meteor. Sin rodeos. Me contó que ambos países se volvieron aliados tras la caída de la Tierra, pero que él sigue siendo de Black Meteor. Aunque eso no importa nada. Sabemos que estos malnacidos que están del otro lado son o bien de uno u otro país. — Nunca creí que sería posible, pero los dos cánceres de la humanidad se juntaron — Jessica lo dijo de una manera muy despectiva. Winter quedó abrumado al punto de que no tenía cómo responder tras haberlos escuchado hablar de esa manera. Sky no le había mentido, o al menos, eso era lo que él consideraba. En el relato de la chica que decía que los dos países se unieron al punto de que ninguno prevaleció, y que toda la población se unió bajo un mismo suelo y soberanía. La manera en que Iker contó lo que fue dicho por su compañero, un hombre de edad muy avanzada que posiblemente vivió en carne propia el momento en el que la unión entre ambos tuvo lugar, le hizo dudar un poco sobre si lo que fue relatado por la chica sería la verdad definitiva. — Yo… — Winter encontró algo para decir — No creo que ella mienta… — Pero lo hizo — Iker se mostró enfadado con ella — Mientras a nosotros nos tocó una vida de mierda viajando en el espacio y siendo aterrorizados por los traliod, ellos viven felices tras todo lo que provocaron. — Mira, en el mejor de los casos, el viejo quizá esté cerrado al cambio, o quizá te esté engañando — Winter daba vueltas al asunto. — No lo creo, ese tipo fue directo y no se molestó en contarme una historia explicativa, eso hace que yo confíe en él — el chico le comentó lo que aprendió — Black Meteor y Zenith prevalecieron… Yo que tú me pondría feliz. — ¿Por qué debería estar feliz? — Jessica no entendía esa declaración. — Hay que aprovechar esta oportunidad para vengarnos de todo lo que nos hicieron pasar — Iker dejaba ver el resentimiento que albergaba hacia la gente de ambos países — Y quién mejor parado sale eres tú, Winter. A ti te encerraron con esa belleza. Podrías darle un buen castigo personal. Tiene un cuerpazo listo para que tú lo disfrutes. — Eso es retorcido, Iker — el chico sentía asco tan solo de pensarlo — Así no me educaron. — A mí tampoco, jamás haría algo para lastimar a los nuestros — Iker le lanzó un reproche a su compañero — Pero ellos se lo merecen. — Tiene nuestra edad, ella ni existía cuando sucedió la Caída de la Tierra — Winter se negaba a compartir ese punto de vista. — No estoy de acuerdo con lo que dice Iker, pero ella es parte de la población de dos países que ocasionaron desgracias sobre nuestros padres y sobre nosotros — Jessica daba su punto de vista — Ella vive de seguro una buena vida gracias a todo el daño que nos han causado. — Entiendo su enfado, y sé de donde viene — el chico recordaba las transmisiones que se solían escuchar en el navío — Pero creo que se están equivocando con esa manera de pensar. — Es increíble, estuvimos juntos toda la vida — Iker se llevó una mano a la cara como si tuviera vergüenza de escuchar eso — Estábamos en un equipo tratando de escapar de los traliod… Y te pones del lado de una chica que no conoces, que es descendiente de las personas que tienen la culpa de que nuestra situación sea tan desesperada. Eres un iluso, Winter. — No — el chico se defendía de la acusación — No soy un iluso. Soy alguien a quien le inculcaron principios. Y los voy a sostener. Enojado con sus compañeros por haber permitido que el sentimiento de odio hacia Zenith y Black Meteor, inculcado en ellos desde que eran niños, los dominase, Winter se apartó de sus dos compañeros, mientras que estos lo miraban con una cara de enfado que pocas veces habían mostrado. El joven Lakor fue educado por sus padres para creer que no todos los habitantes de países de Zenith y de Black Meteor eran malas personas, sumado a que creía más a la versión de Sky que a la que fue relatada por el compañero de Iker. Lakor miró en la dirección en la que había ido Sky, y se dio cuenta de que esta seguía hablando con la mujer que vio entrar a la sala. No le gustó para nada ni una sola palabra de lo dicho por sus compañeros, y fue por eso que tenía la intención de acercarse a ella para poder darle una advertencia de lo que escuchó decirles dado a que temía que ellos, o alguien más entre su gente, pudiera instigar un conflicto. Cada que miraba para arriba veía parados firmes a todos los seres que sostenían las armas para mantener el orden, y le preocupaba tener que verlos en acción. Iker y Jessica tomaron asiento cerca de la mesa sobre la cual se pusieron, algo decepcionados por la reacción que tuvo su compañero a raíz de los principios que le inculcaron. Ese fue su siguiente tema de conversación. — ¿Puedes creerlo? — Iker quería ver si Jessica era capaz — Esa es la clase de actitud que mis padres me dijeron que no tendría que tener si algún momento llegábamos a cruzarnos con ellos. — Sé que el padre de Winter es pariente de uno de los soldados que Dmitri nombraba en sus monólogos — Jessica estaba consciente de ello — Pero esto es demasiado. No sé qué fue lo que esa chica le dijo, pero es como si estuviera aferrado a su verdad. — Mal por ti, ver cómo tu novio se pone del lado de una chica que conoció hace menos de un día — Iker se compadecía con ella. — Él no es mi novio, tonto — Jessica le hizo saber de su error — Tú tienes un serio problema. Tu cerebro debe estar conectado a tu pene. No sabes decir otra cosa. — No te pongas en mi contra, Jessica — el chico miró inquisitivamente a su amiga, para luego dirigir la vista a Winter — No es conveniente que nos llevemos mal ahora que Winter está del lado de los monstruos. Mientras esas charlas tenían lugar, Sky se había mostrado ante la mujer con el parche que ingresó a la sala, confirmando al acercarse a ella que se trataba de Alicia. Al verla, las dos se abrazaron fuerte dado a que temían estar rodeadas por desconocidos en una situación como esa. Tan pronto como el abrazo entre ellas, el cuál duró mucho, estuvo completado, ambas empezaron a charlar sobre lo ocurrido. — Seguro no hay nadie más contigo — Alicia le dijo, tras ver que fue la única en acercarse. — Exactamente, estoy sola — Sky le respondió a la mujer, con un tono muy bajo y algo triste — Pero es posible que entren más de nosotros pronto. Tal vez Arick, o mis padres o los padres de Arick estén aquí también. — Realmente, espero que no haya nadie más aquí entre nosotros — Alicia contestó pensando en sus amigos y amigas en casa — Confío plenamente en tus padres. Así como también confío en Ace, Natasha, Gina y Noak. Son de los soldados con más experiencia en la milicia, y un rescate tiene más posibilidades de salir bien si ellos seis están juntos para idear un procedimiento. — ¿Crees que podrán rescatarnos? — Sky estaba atónita al ver la seguridad que tenía puesta en sus amigos — ¿Cómo estás tan segura? No creo que sepan dónde estamos. Sin querer decir palabras dado a que era evidente que estaban bajo observación constante, Alicia tomó ambas manos de Sky con las suyas. De forma suave, y tratando de darle un mensaje que no revelara demasiado para cualquiera que les estuviera prestando atención para intentar obtener nada a simple vista, ella pronunció unas palabras que, de manera extraña, transmitieron esperanza a la chica. — Vendrán — Alicia era consciente del rastreador implantado bajo la uña de Sky, algo que ni ella misma conocía — Estoy segura de que ya saben en dónde estamos y están preparándose para partir si es que no lo han hecho ya. Sky, por alguna razón que no podía entender, había perdido una gran parte del miedo que sentía tras las palabras dichas por Alicia. La mujer, una gran amiga de su madre y de su padre, la había cuidado en más de una ocasión, y era alguien en quien podía depositar su confianza. La joven Delleo comprendió que, si Alicia no le explicó el motivo por el que estaba tan segura de que serían rescatadas, era porque de hacerlo, sus captores terminarían descubriéndolo y solo podrían en peligro un rescate de forma innecesaria. — Te creo, eres una persona que jamás me mentiría, ni siquiera en una situación así — Alicia sonreía al ver cómo Sky le tenía toda esa confianza. Antes de que su charla pudiera seguir teniendo lugar, la puerta de entrada de la sala nuevamente se abrió y por ella las dos mujeres vieron como Gina entraba siendo acompañada por un muchacho joven que apenas rozaría los dieciocho o diecinueve años. No pudieron evitar verse con cierta preocupación, dado a que Alicia creía que mientras más amigos suyos estuvieran en ese lugar, más difícil sería el rescate al tener menos gente preparada para la elaboración de un plan en el que nadie corriera riesgos. — ¡Gina! — Alicia levantó la mano, revelándose ante ella. Cuando la mujer vio a su amiga y a Sky, se apartó de quien le estaba haciendo compañía para dirigirse directamente a ellas. El chico que le hacía compañía, Artem Hedrum, se apartó y comenzó la búsqueda de gente que él pudiera conocer. No le costó mucho trabajo ver a Winter sentado a lo lejos en el fondo de la sala, pero tan pronto como pudo ver a Jessica y a Iker sentados algo apartados de él, empezó a creer que algo no iba bien. Su único medio de averiguarlo era hablar con ellos, y fue por eso que mientras Gina se dirigía hacia Alicia y Sky, él emprendió su camino para hablar con el hermano de su novia. En el momento en el que Gina estuvo frente a su compañera y ante la hija de Gwyn y Thomas, una expresión de alegría se formó en su rostro, para luego ser reemplazada de pronto por una de tristeza. — Pese al miedo que sentía, esperaba no ver a nadie más aquí — Gina dejó salir su pesar por estar allí — Este sitio me da escalofríos. — Te comprendo, a mí también me da algo de miedo que todos nuestros amigos puedan estar aquí — Alicia no quería hablar sobre un posible rescate, ya que asumió que Gina lo tendría presente al tener información sobre los rastreadores. — ¿No vieron a Hana por ningún lado? — Gina no podía pensar en nada más en aquel momento — Fui capturada mientras estaba con ella. — No, no la he visto, de hecho, no vi a ningún niño — Sky fue sincera con Gina, aunque no le gustaba mucho darle esa noticia. — Oh, no… — Gina decidió sentarse para luego tomarse la cabeza con ambas manos — Mi Hana… ¿Dónde está? — Yo también tenía miedo cuando me capturaron, pero si nosotras estamos a salvo, está claro que ella también lo estará — Alicia se acercó a ella para abrazarla. La mujer que era parte del equipo de exploración guardaba mucha empatía por su compañera y por el susto que debía de estar pasando en ese momento. Dado a que las cosas en su vida no se dieron como ella hubiera querido, no tuvo la oportunidad de tener hijos propios; pero se podía hacer una idea de lo devastador que podía ser para un padre perder a sus hijos, y no solo eso, sino el no tener ni idea de donde podrían estar. Solo podía esperar para que ella cruzara la puerta en algún momento. En el tiempo que duró esa breve charla, Artem fue capaz de llegar hasta su amigo, decidido a preguntarle el porqué de sus motivos para aislarse de sus dos compañeros, si en el momento en que los vio por última vez, antes de quedar inconscientes, estaban decididos a cooperar para irse con sus familias. — Winter — Artem quería mostrarle una sonrisa familiar — ¿Qué sucedió? ¿Tuviste una discusión con tus amigos? — Algo así… — el chico contestó con poco ánimo a la pregunta de su amigo — Lo siento, hola, Artem. Veo que tú también estás aquí. — No tengo idea de a qué debo el disgusto, pero sí — el novio de su hermana cruzó la mesa por arriba de un salto para luego sentarse al lado de él — ¿Por qué pelearon? — Ellos consideran que los humanos de aquí merecen que les demos un castigo — Winter le contó por arriba la conclusión de la charla — Por si no lo sabías, ellos son… — ¿Un rejunte de personas que venían de Zenith y Black Meteor? — Artem lo interrumpió mientras hablaba — Lo sé. La mujer que fue encerrada conmigo me lo contó. Me habló de muchas cosas, conforme pudo. — ¿Y qué es lo que tienes en mente? — el chico quería conocer la opinión de alguien de mayor edad. — No he podido entender demasiado, ella estaba muy afligida por haber sido separada de su hija — Artem le habló sobre su experiencia — Si te soy honesto, estas personas no son problema nuestro. Quiénes son y de dónde vengan no hacen diferencia. Mientras estábamos tratando de ser libres de las garras de los traliod, nos capturaron y no tenemos idea de qué pasó con los demás… Nuestra prioridad debería ser averiguar qué ocurrió, y buscar la forma de escapar de nuestros nuevos captores. Sé que nos han enseñado que quienes vengan de Zenith y de Black Meteor son escoria, pero ahora mismo no puedo sentir nada por ellos. No me generan simpatía, pero tampoco los odio. — No lo había visto de esa manera, pero me alegra que no quieres tener problemas con ellos — Winter sentía que un peso se le había ido de encima — Tal vez puedas persuadir a Jessica y a Iker para que cambien de opinión. — ¿Qué hay de ti? — Artem le dirigió esa pregunta a su cuñado — Tú también te enteraste del origen de toda esta gente. ¿Con quién te encerraron y qué fue lo que te dijeron? Alegre por saber que un gran amigo suyo como lo era Artem estaba desinteresado en realizar algún conflicto o infligir alguna clase de castigo al resto de humanos que provenían de otro mundo diferente, una sonrisa se formó en el rostro de Winter al mismo tiempo en el que este empezó a explicar cómo había sido su reunión forzada con Sky, la chica que fue designada como su compañera en el encierro. No pasaron ni cinco minutos desde que Gina entró a esa sala que el deseo de reunirse con su pequeña niña se volvió realidad. Al ver ella junto con Alicia y Sky que la hija en común de Gina y Noak atravesaba la puerta siendo acompañada por otra mujer, su madre dio un salto de alivio mientras se levantó bruscamente de la silla en la cual estaba sentada. — ¡Hana! — su madre alzó las manos para que pudiera verla. — ¡Mamá! — Hana empezó a llorar de felicidad cuando por fin la divisó entre la gente. Sin verse capaz de saltar la mesa, y al no ocurrírsele la idea de atravesarla por abajo, la joven niña de la familia Jensen Hauk rodeó la mesa para pasar de largo a los que se sentaron cerca de la puerta, de manera que pudiera correr sin peligro a los brazos de su madre. Gina se acercó y extendió los brazos para recibirla, sabiendo que su hija necesitaba de un gesto como ese. En el momento en que la tuvo a su alcance, Hana quien apenas estaba entrando en la adolescencia y no estaba demasiado acostumbrada a pasar mucho tiempo lejos de sus padres, dio un gran abrazo a Gina. Madre e hija quedaron así, a la vista de casi todos los presentes, siendo los que estaban de su lado quienes mostraban una sonrisa, mientras que los que se hallaban en el frente opuesto no hacían más que fruncir el ceño. Tras ese gesto de cariño compartido, ambas se sentaron en una silla una al lado de la otra, con toda intención de no separarse más, aunque pudiera ser algo difícil. — Estaba tan preocupada — comentó su madre, mientras acariciaba su cabeza — Me alegra verte a salvo. — No te miento, tenía miedo — la chica se mostraba algo temblorosa al respecto de lo ocurrido — ¿Por qué nos habrán traído aquí? — No tengo idea, amor — Gina no le podía responder, pero tampoco quería mentirle — Esperemos que tú papá y nuestros amigos no estén aquí. Quizá ellos puedan encontrar la manera de llegar hasta nosotros y rescatarnos. Al decir esa frase, la mujer lanzó una mirada nada discreta a su amiga Alicia. Noble asintió con la cabeza, gesto que la más joven entre las cuatro no pudo interpretar de otra forma más que una señal de que sabía de una forma en que podrían ser rescatadas. Sky lo vio, y supo reconocer que tanto Alicia como Gina sabían de lo que estaban hablando. Pese a su nulo conocimiento para una situación así, la esperanza que tenía se estaba volviendo más fuerte. Tras un par de minutos, Hana, quien para ese momento había estado muy tensa como para percatarse de las personas que estaban a su alrededor, fue capaz de darse cuenta de que Sky estaba junto a ella, y eso provocó que un poco de curiosidad la invadiera. — Sky, ¿tú estás aquí también? — Hana preguntó tratando de descubrir si no la estaba confundiendo — ¿Arick no está aquí contigo? — No descarto la posibilidad de que aparezca en algún momento — Sky respondió saludando a la niña — Pero no se encontraba conmigo cuando me capturaron. — Lo sé, puede que te lo diga él si resulta que está aquí con nosotros — Hana quería darle cierta información — Ustedes dos iban a encontrarse, pero él tardó bastante en salir. Eso es porque estaba en casa con Azel y conmigo. Nos estaba cuidando hasta que mi madre pasara a buscarme. Por eso él no salió a tiempo y no llegó contigo a tiempo. No te enojes con él por eso. Sky nunca se había puesto a pensar en una situación como esa. Mientras estaba esperándole en el bosque del ciervo, ella no tenía idea de los motivos detrás de su amigo para tardar tanto en presentarse. Fue cuando fue capturada que le llegó la hipótesis de que él pudo haber sido interceptado por los propios captores en algún momento, pero el comentario dado por Hana le aclaró muchas cosas. En cierta forma, era bastante gentil de su parte quedarse en casa cuidando de su hermano y de la amiga de este. Sky estaba lejos de estar enfadada, pero las palabras dichas por la joven le hicieron dar cuenta que su amigo tuvo motivos para no haberse presentado puntualmente. El tiempo seguía su curso a bordo de aquella nave en la que varios seres humanos estaban siendo retenidos. Más humanos entraban en grupos de dos personas a la sala, que poco a poco empezaba a llenarse a casi dos quintos de su capacidad. Gina, su hija Hana, Alicia y Sky estaban expectantes para ver si alguien más de su círculo cercano de amigos o familiares era metido en la sala para estar junto a ellas, pero no se estaba dando el caso hasta casi el final de lo que tramaban sus captores. De las últimas personas que ingresaron al sitio fueron el ingeniero originario de Black Meteor, Nick Mardh, quien había sido secuestrado mientras estaba dirigiéndose a su casa en compañía de su esposa, la cual fue ingresada en la sala unos diez minutos antes que él. Al entrar, lo primero que hizo fue buscarla a ella y a su hijo. Tuvo éxito al hallar a su compañera de vida, pero a su hijo, un muchacho de dieciséis años llamado Ulrik, no fueron capaces de localizarlo. Algo apenados por el no haber podido dar con el único hijo que tenían, el ingeniero optó por aproximarse hacia Gina y Alicia para entablar conversación con ellas, sintiéndose más cómodo cerca de caras conocidas. — Creo que ya llevamos más de media hora que no entra nadie más a este lugar — Nick miraba la puerta constantemente — Quizá ya todos los que fuimos capturados estemos aquí. — ¿Y a qué están esperando para decir algo? — Sky no podía dejar de mirar hacia arriba — Estos tipos están vigilándonos sin emitir sonido. Es aterrador. El que me trajo aquí dijo que pronto tendríamos respuestas. — No tengo idea de qué pretendan estos tipos con nosotros — la esposa de Nick se expresó sobre la situación — Pero si no traerán a nadie más, quiere decir que nuestro hijo quedó solo en casa. Odio que estemos aquí. Debe estar muy asustado. — Estoy seguro de que tan pronto como se den cuenta de lo que pasó, irán a buscarlo para brindarle contención — Alicia creyó que Gwyn, Ace y los demás lo pensarían así — Nunca dejarían solo a su hijo. En tanto confirmen que ninguno de ustedes está para cuidarlo, enviarán a alguien para que lo proteja. — Que el universo te oiga — Nick dejó salir su preocupación por su hijo — No me gusta dejarlo solo. Ese niño va a necesitar que alguien cuide de él mientras no estamos. Sky apartó la vista un poco para darse cuenta de que el anciano que habían visto estando en solitario, quien fue señalado por Iker como su compañero de encierro, estaba acercándose poco a poco hacia ellos. No solo se estaba acercando hacia su dirección, también parecía estar mirándoles fijamente. A medida que se acercaba más, la chica hizo una señal hacia Nick y las demás mujeres. Fue allí que pudieron confirmar que, tal y como ella creía, el hombre de edad mayor les miraba sin quitar ojo de encima. De vez en cuando entrecerraba los ojos, como si tratara de analizar algo a profundidad. Una vez confirmó lo que quería, este se acercó y se puso en el extremo de la mesa, dispuesto a emitir palabra desde que lo llevaron al interior de aquella sala. — Gina, Nick, Alicia… — la voz rasposa de aquel hombre hacía que el hecho que conociera sus nombres causara una ligera mala vibra — Han envejecido un poco. Se nota que los jóvenes adultos que yo conocí ahora son solo adultos. Alguien con su apariencia no les sonaba de nada. Alicia miró a Nick, queriendo ver si él era capaz de identificarlo, pero el ingeniero reaccionó encogiendo los hombros tras no ser capaz de hacerlo. Gina tenía un presentimiento dentro suyo, y sentía que conocía a aquel anciano de algún lado, solo que le estaba costando trabajo reconocer de dónde. Sky retrocedió un poco colocándose detrás de la esposa de Nick, ya que no le gustó demasiado que un anciano desconocido se aproximase con tanta confianza como si fuera un amigo de toda la vida. La joven Hana abrazó a su madre con fuerza, sintiendo un pequeño espanto al ver a un hombre tan viejo y encima desconocido acercarse a ellas. El anciano miró a la chica rubia de dieciséis años, pero su atención cambió y se centró rápidamente en la pequeña adolescente que estaba junto a Gina. Cuando notó su parecido dijo algo que sirvió para aclarar las cosas. — Debe ser tu hija — decía tratando de no sonar espeluznante — Eso quiere decir que posiblemente Noak también haya sobrevivido a la guerra. Fue ese comentario el que iluminó a Gina, haciéndole reconocer inequívocamente a la persona que estaba frente de todo el grupo. — Imposible… — ella no cabía dentro de sí tras tanta sorpresa — ¡Abel! ¡Tú eres Abel! ¡Te creímos muerto cuando desapareciste por tanto tiempo! Todos aquellos que estaban cerca oyeron los gritos de la mujer al referirse a aquel anciano como Abel. Los que vivían en el planeta Edagr se asombraron, ya que muchos de ellos nunca volvieron a saber sobre él desde que se dio la noticia de su desaparición en plena guerra de la alianza de cuatro especies en contra de los edagrianos. — Es Abel — empezaron los murmullos. — ¿No lo habían matado? — preguntó uno de los que estaba allí cerca. — Hierba mala nunca muere, supongo que eso aplica en todo el universo — fue la declaración de una mujer al verlo allí parado. Mientras ellos todavía no cabían dentro de sí mismos por el asombro de ver con vida a quien otrora fue uno de los líderes de las naciones que sobrevivió al día en que la Tierra fue atacada por Arion, los que estaban en la mesa del frente no pudieron evitar escuchar y sacar sus conjeturas cuando se le daba tanta importancia a un hombre tan viejo como ese de la nada. — Es Abel Hartka — señaló con el dedo un soldado joven que había pasado los últimos años de su vida en el planeta Tralio, ganándose la mirada de todos los presentes en la sala — ¡El monstruo del que tanto hemos escuchado hablar está aquí con nosotros!
Bueno, como dije hace rato, tocó publicar capítulo doble porque algún gilazo se queda dormido en la sala de servidores del foro (o eso creo XD). Fuera bromas, con exámenes terminados y el foro de vuelta en pie, es hora de publicar el capítulo 6 de esta historia. Ya con este capítulo estaremos completando un total de 2 povs para cada localización principal. Lo cual no quiere decir que empezarán capítulos híbridos todavía. Para eso todavía queda algo de tiempo. Así que solo puedo decir que tengan paciencia. Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en esta historia, y por las leídas en simultáneo que llevamos semana a semana, cuando la vida lo permite. Aun sin el foro online, nada nos detiene del disfrute, y por eso tengo deseos de que siga disfrutando de este universo que ha estado en desarrollo por años. También agradezco a todo aquel que, temprano o tarde, haya llegado hasta aquí. Ya sea que comente o no, pues es algo que sienta bien a alguien que escribe en sus tiempos libres como yo :) Sin novedades por ahora, dejo el capítulo. Verte una vez más: Una vez que los soldados de la humanidad localizada en el planeta Edagr tuvieron la ubicación de Sky Delleo, Gwyn fue quien sugirió que se formara un equipo de soldados para salir en expedición siguiendo el rastro de la señal detectada por Xorxaik. Sin embargo, pese a las cosas que se hablaron en aquel momento, había un par de inquietudes en el aire por parte de algunos de los soldados. — ¿Cuántos soldados deberíamos llevar? — preguntó Faron, quien había permanecido un poco ajeno a la conversación al no tener hijos o familiares desaparecidos. — Los que podamos, siempre que tengamos en cuenta el peso que cargará la nave — Ace fue quien le respondió a su soldado — Fueron cien los desaparecidos reportados. Seamos un poco más pesimistas y supongamos que en realidad son ciento veinte. Además de provisiones para todos los soldados, hará falta llevar provisiones para todos a los que vayamos a rescatar. — No podemos enviar pocos soldados al espacio — Thomas creyó que hacerlo sería un error — No tenemos idea de a qué nos enfrentamos. Lo cual hace que sea una situación complicada. — Cien soldados es el mínimo indiscutible — Gwyn dio su postura al respecto — Doscientos es el máximo. Si es como dice Ace y fueron un total de ciento veinte secuestrados, cargar una nave con provisiones para tanta gente y varios días solo causará que el peso retrase la búsqueda. — Ciento cincuenta es más que suficiente para mí — Natasha comentó a lo dicho por la chica — Incluso podríamos reducirlo a ciento treinta. Recuerden que hay que evaluar a los soldados a los que vamos a llevar para avisarles sobre la misión. Mientras más llevemos, más tiempo perdemos en eso. Ellos van a querer una buena justificación para dejar el planeta con prisa. — Bueno, nosotros seis vamos a ir, y Allecreod y Xorxaik también — Faron habló asumiendo que así se harían las cosas — Eso ya reduce un poco los expedientes a revisar. — ¿De dónde sacaste que los seis vamos a ir? — Noak no se sintió cómodo con Faron diciendo eso tan deliberadamente — Yo claramente voy a ir, pero alguien se tiene que quedar a cuidar a mi hijo mientras no estoy. No puedo dejarlo solo, pero tampoco lo voy a llevar conmigo. — Es cierto, Ace y Natasha no van a ir a la expedición — Thomas pensó en que ellos no se moverían — Arick y Azel no fueron capturados. Así que podemos encargarles a ellos el cuidado de Cade. — Espera, Thomas — Natasha no estaba comprendiendo algo — Tú y Gwyn forman parte de la rama de Defensa Civil y Territorial. No tenemos idea del motivo por el cual se llevaron a Sky y a los demás. Y si llega a ser parte de una distracción para un ataque o invasión contra este mundo, les toca a ustedes cumplir con su deber. — Ella dice la verdad — Ace apoyó a su esposa — Yo soy el líder de la división de Exploración y Rescate. Natasha es mi segunda al mando. En teoría, nos corresponde a nosotros partir para encargarnos del rescate de los civiles. — ¿Y qué hay de sus hijos? — Gwyn creyó que los olvidaban — ¿Dónde los van a dejar? ¿Al cuidado de nosotros? — Sé que yo formo parte de DCT, pero ni sueñes que me voy a quedar aquí cuidando hijos ajenos mientras mi esposa y mi hija están secuestradas — Noak empezó a desafiar a Ace. — Yo opino igual, Sky es mi hija y al menos uno de nosotros irá a buscarla — Gwyn volvió a tomar la palabra. — Gwyn, si no recuerdo mal, la división del ejército en dos ramas fue idea tuya — Faron saltó en defensa de Ace y Natasha — Y cada uno de ustedes se unió a DCT por voluntad propia. No está en sus responsabilidades hacer esta misión. Todo lo contrario, nos corresponde a… — Mira, Faron, tú no tienes hijos propios a los que hayan secuestrado — Noak no lo dejó terminar — Tienes el derecho a venir con nosotros por el hecho de formar parte de ER, pero no tienes el derecho de decirme qué es lo que puedo hacer o no cuando se trata de mi familia. Tú solo eres un soldado más. No eres un líder de nuestra división ni tampoco de la otra. Así que te quedas fuera de esto. Faron no se tomó nada bien las palabras dichas por Noak, y con la mirada de enfado que puso tan pronto este terminó de hablar, todos en la sala se pudieron percatar de eso, incluyendo al ryfier y a su robot. Ace y Natasha no estaban del todo contentos con esa forma de hablar de Noak, pero no querían juzgarlo, dado a que lo adjudicaban todo al cansancio, la tensión de la situación, y el hecho de saber que cada segundo desperdiciado la nave en donde pudieran viajar su esposa y su hija se estaba alejando cada vez más. Allecreod, viendo que todos estaban teniendo una discusión moderada pero que podría ir a más con tan solo una pequeña contestación por parte de alguien presente, decidió dar su opinión desde un punto de vista neutral. — Si me permiten decir algo… — Allecreod se ganó todas las miradas — Yo soy un simple colaborador, no formo parte de ninguna de las ramas del ejército, así que trato de ser lo más neutral posible. — Habla de una vez — Noak sentía que solo perdía el tiempo. — Es de público conocimiento para la población quienes son los que están al mando de cada división — Allecreod decía en referencia a su estado — Es correcto asumir que un setenta por ciento o más de su población sabe que Gwyn y Thomas son líderes de DCT, mientras que Ace y Natasha son los líderes de ER. No creo que sea conveniente el hecho de que ninguno de ustedes dos participe en el rescate — el ryfier miró a los padres de Sky — La gente podría ver eso como una evasión de responsabilidad. — Se trata de nuestra hija, Allecreod — Thomas le contestó algo molesto — Ellos lo entenderán. — No, Thomas, cuando la gente está enojada, lo que más les falta es entendimiento — Allecreod parecía hablar de la experiencia — Ustedes estarían incumpliendo las reglas por sus familiares. Los líderes son los que deben poner el ejemplo. Si uno de los dos se marcha en esta misión, los soldados de las otras dos divisiones lo notarán. Los de ER que tengan a toda su familia aquí van a negarse a partir, y los de DCT a los que le hayan arrebatado a un familiar van a querer ir en la nave. Sé que el tiempo apremia. Cumplir con sus obligaciones es la mejor manera de ahorrar tiempo evitando quejas y reclamos de varios de sus soldados que se vean motivados a seguir sus ejemplos. Dejen que Ace y Natasha se encarguen de esto. Aquellos dichos del ryfier dejaron bastante pensativos a Thomas y a Gwyn. No había ninguna mentira en sus palabras, y no creían que su suposición pudiera estar equivocada. Por consejo de él, siempre hicieron público todo lo referente al ejército desde que este se convirtió en un poder separado del gobierno y los demás poderes establecidos. La gente había hecho protestas en contra de ellos creyéndolos los responsables de lo ocurrido con los suyos. Tendrían que anunciar la partida de varios soldados en una misión de rescate para poder dar un poco más de tranquilidad a la gente y hacerles saber que estaban investigando lo ocurrido. Tan pronto como vieran que o Gwyn o Thomas no estaban dando la cara, sería evidente para cualquiera que uno de los dos había partido en esa misión. Y de esa manera, los soldados pertenecientes a ER y DCT que tuvieran deseos de irse o quedarse según su caso particular, podrían expresar quejas al respecto. — En este momento, nuestra imagen no está muy bien — Ace les recordaba lo vivido en el día — Muchos son capaces de creer que las desapariciones son cosa nuestra. ¿Cómo crees que vamos a quedar ante toda la población si incumplimos nuestras responsabilidades? Costó mucho poner bajo arresto a los detractores que nos hacían la vida imposible. No le demos a la gente que no tiene nada en contra de nosotros una excusa para empezar a molestarnos. Thomas y Gwyn se miraron con un poco de preocupación. Ninguno de los dos quería dar el brazo a torcer en esa discusión. Al menos uno de los dos quería estar formando parte del equipo de rescate dado a que su hija biológica estaba allí. No les gustaba la idea de no participar en esa operación. Pero las cosas dichas por Allecreod y Ace eran sensatas. Y no podían ser capaces de encontrar un contraargumento para justificar su participación allí. — Incluso si uno de ustedes decidiera dejar el cargo para transferirse a ER, solo llevará a que lo que nos dijo Allecreod se cumpla — Natasha lo veía con esa misma lógica — Los soldados van a empezar a cambiar de bando según les parezca conveniente. — No es la idea que teníamos Natasha y yo cuando aceptamos liderar ER — Ace se puso de su parte — Y creo que tampoco es la idea que tuvieron cuando se les ocurrió este sistema. Viendo que no tendrían tiempo para preparar una defensa mejor para lo dicho por sus compañeros, Thomas y Gwyn volvieron a mirarse. Cada uno de ellos pensaba en una resignación a no participar en esa misión de rescate, y únicamente estaban buscando la aprobación del otro para poder tomar la decisión final. Luego del tiempo que convivieron juntos, podían interpretar sin errores sus miradas, y supieron que eso era todo lo que podían hacer. — Lo que sea necesario con tal de no retrasar el rescate — Gwyn, como líder de DCT, aceptó el pedido de sus compañeros — Thomas y yo no iremos en esa misión de rescate. — Iremos Natasha y yo, pueden contar con eso — Ace estaba decidido a seguir su responsabilidad — Nos corresponde. No crean que a mí me agrada la idea de dejar a Arick y Azel atrás. Pero nadie nos puso un arma en la cabeza para tomar nuestros lugares. — De haber sabido que tendría que hacerlo, jamás hubiera aceptado este cargo — Natasha supo que no podía dar marcha atrás — Pero no lo sabía, y ahora que lo acepté, es un poco tarde para arrepentirse. Les pido que cuiden bien a nuestros hijos en nuestra ausencia. — Eso está hecho, nada les pasará — Gwyn les hizo una promesa a sus amigos — A ustedes les pido que traigan a salvo a Sky. A Alicia, Gina, Hana, Nick y el resto. — Yo no he aceptado quedarme, para que lo sepan — Noak sorprendió a todos con su insistencia. Las miradas de todos en la sala volvieron a dirigirse hacia una sola persona, y esta era el soldado que no ocupaba ningún cargo de liderazgo dentro de la rama del ejército a la que pertenecía. Faron eligió ignorar todo lo que Noak tuviera qué decir, dado a que no le agradó la forma en que le contestó cuando le remarcó cuáles eran sus responsabilidades. El resto, por su parte, se preparaba para intentar hacerlo entrar en razón. — No me importa lo que puedan llegar a pensar sobre mí los otros soldados — Noak parecía firme en su propuesta — No me pienso quedar mientras mi esposa y mi hija están en peligro. Que la gente común y el resto de soldados piense, diga, grite o escriba todo lo que se les pase por su cabeza. No me quedo aquí. — ¿No confías en mí ni en Ace? — Natasha se sorprendió por la forma tan poco razonable de actuar de Noak — Creo que nos lo hemos ganado. — No se trata de confiar o no confiar, se trata de que hay dos familiares míos en peligro y los voy a ir a buscar — el soldado oriundo de Black Meteor era difícil de tratar respecto a ese tema — Si tanto se preocupan por el qué dirán, fírmenme un permiso para ir en la misión y luego aplíquenme una sanción. Prefiero pasar una semana o un mes suspendido, pero sabiendo que toda mi familia está a salvo a quedarme quieto sin saber lo que ocurre siendo que soy capaz de ir en su rescate. — Creo que la gente podría aceptar si enviamos a Noak y a otros soldados de DCT en la misión — Thomas aceptó a no ir a la misión con el objetivo de ganar tiempo, y detestaba que las quejas de Noak lo volvieran una acción casi insignificante — Enviaremos un total de cinco soldados bajo el pretexto de que es una forma de mostrar que las dos divisiones trabajan de forma conjunta. ¿Te parece bien? — hizo esa pregunta mirando a Gwyn. — No tengo ningún problema, pero como Noak dijo, él tomará la responsabilidad — Gwyn lo miró para ver si eso no lo desmotivaba — Si la gente no se lo toma muy bien, te sancionaremos cuando regreses. Solo a ti. — Eso no me va a detener, todos ustedes ya saben lo que yo prefiero — el soldado no mostró ningún tipo de cobardía por lo ocurrido — Les encargo el cuidado de Cade y el acceso a mi cuenta bancaria. Todo lo que gasten para mantenerlo en su casa sale de ahí. Así no les deberé nada a mi regreso. — Me parece bien — Gwyn tenía pensado darle la noticia de que el dinero para mantenerlo saldría de su cuenta, por lo que el hecho de que Noak lo ofreciera desde el principio lo facilitó todo. Allecreod sonreía al ver que su consejo fue aceptado, y de que la discusión entre líderes y soldados que tenía lugar allí fue zanjada en poco tiempo, lo que facilitaría y agilizaría mucho más la partida del equipo al espacio exterior para poder seguir de cerca a quienes fuera que se hubieran encargado de secuestrar a Sky y a los otros seres humanos que vivían con ellos. — Solo resta seleccionar a unos cuatro soldados de DCT, y a otros soldados más de ER para que junto a Ace, Natasha, Faron, Noak, Xorxaik y yo seamos el total de ciento treinta tripulantes requeridos — Allecreod quiso apresurar todo hacia el siguiente punto. — Me he encargado de eso — Xorxaik sorprendió a todos hablando por primera vez desde que inició la discusión — Mientras ustedes debatían, yo he ido armando árboles de decisión al mismo tiempo que tomé y analicé los expedientes de los soldados junto con los de aquellos humanos que fueron reportados como desaparecidos. Pese a que no debería ser una sorpresa para ellos el hecho de que Xorxaik tuviera una capacidad de procesamiento que le permitiese realizar dichas acciones, todos se sorprendieron por ver que él era bastante independiente y de que fue capaz de realizar evaluaciones en tiempo real mientras la discusión tomaba lugar, cosa que demostraba que iba adaptando sus análisis y recopilaciones de datos a medida que el debate tenía lugar, todo eso sin generar interrupciones y siempre respetando los deseos de las autoridades de cada una de las divisiones. — Me aseguré que la mayoría de los soldados de ER seleccionados tengan a un amigo o conocido entre los desaparecidos basándome en sus llamadas y mensajes — Xorxaik daba una muestra más de su poder de procesamiento — Traté de hacer lo mismo con los de DCT. Entre los cuatro miembros de DCT, hay dos personas que tienen a un conocido desaparecido según los registros. — Eso es impresionante, nos has ahorrado minutos o incluso horas de trabajo — Ace estaba maravillado con el robot — En ese caso, envíales un citatorio para que estén disponibles mañana antes del mediodía. — ¿Y las provisiones? — Natasha no quería pasarlo por alto. — Ya hice el pedido correspondiente — Xorxaik lo iba a anunciar tan pronto tuviera el visto bueno — He ordenado la carga de suministros de comida, agua y medicinas para un total de trescientas personas lo suficientemente grande como para resistir unos dos meses y medio en el espacio. — En ese caso, envía los citatorios a los soldados y tendremos todo listo — Gwyn quería terminar esa reunión lo antes posible. — Me alegra que pudiéramos llegar a un entendimiento — Noak se dio la vuelta y se dirigió a su hijo — Nos veremos mañana, entonces. Mientras Xorxaik se encargaba de transmitir a cada soldado un citatorio con obligatoriedad de ser cumplido para la misión de rescate, el resto de las personas en la sala pudieron ver como el soldado que había llevado a su hijo a la reunión se estaba acercando a él, mientras que este permanecía dormido todavía tras la vez en que logró conciliar el sueño. — Cade, despierta — su padre lo empezó a sacudir — Tenemos que ir a casa. Tengo algo que explicarte en el camino. — Está bien, papá — el chico no estaba en condiciones de mostrar ningún acto de rebeldía en ese momento. Siguiendo el ejemplo de Noak, los demás soldados se retiraron también del lugar. Los únicos que quedarían en esa sala serían el ex líder de los ryfier y el robot que había sido construido por él. Allecreod se encargaría de permanecer atento a cualquier incidente que pudiera ocasionarse, o ante la llegada de posibles reportes de desaparecidos. Si un ser humano más era secuestrado, alguien tenía que estar alerta. Xorxaik, por su parte, se encargaría de recabar toda la información posible acerca de los soldados que serían citados para formar parte de la misión de rescate, de modo que Ace y Natasha supieran al instante a quienes se estaban llevando con ellos. Al momento en el que los seis soldados y el adolescente de quince años salieron de la sala, esta quedó en total silencio. Luego de haber escuchado las protestas de la gente a lo largo de todo el día y de presenciar un debate a primera vista, Allecreod se sintió un poco aliviado de tener algo de silencio encima. […] — ¡¿Me vas a dejar con Gwyn y Thomas?! — Cade se enteró apenas llegó a su casa de lo que le esperaba — ¡¿Por qué no te quedas tú conmigo?! Noak tenía el presentimiento de que eso iba a pasar, y fue por eso que esperó hasta que estuvieran en su residencia para poder hablar cara a cara con su hijo respecto a su pedido de ir en busca de Gina y de Hana. De esa manera, el chico no perdería el control mientras estuvieran conduciendo el vehículo de camino a su residencia. — Hijo, tú eres un chico muy fuerte y valiente — Noak buscaba una salida fácil de la discusión — Sé que no te gusta la idea de que mamá y yo no estemos para cuidar de ti, pero la realidad es que, sin que te des cuenta, verás que eres capaz de manejarte en casa de Gwyn y de Thomas mientras yo no estoy. — ¿Eso crees? — el cansancio no le permitía pensar con tanta claridad. — Así es, tú estarías a salvo aquí, y rodeado de gente que conoces y que también te conoce a ti — el soldado sentía que lo tenía en el bolsillo — Pero tu madre y tu hermana están en un sitio desconocido en el espacio exterior. Necesitan ayuda. Aquí hay muchos seres humanos capaz de mantener la situación bajo control. Pero ellas fueron capturadas junto a otras personas que no son muy numerosas y no creo que estén preparadas para esto. Tú tendrás gente a la que recurrir, ellas no. Es por eso que debo ir. ¿Lo comprendes? Cade lo comprendía todo a la perfección. No le agradaba del todo la idea de quedarse en casa de Gwyn y Thomas. Por la crianza un poco estricta de sus padres, él nunca pasó las noches en casa de ningún amigo, y las pocas veces que pasaba noches fuera de su casa, lo hacía acompañado por su familia y amigos en la intemperie, como la vez en la que salieron en un campamento. Esa sería la primera vez en la que se quedaría en otra casa diferente y sin la compañía de ningún familiar. Noak rogaba para que su hijo ya no le pusiera más peros. Necesitaba dormir, y si Cade no dejaba de discutirle, era posible que la única manera de calmarlo fuera prometiéndole que lo llevaría con él. Aunque eso solamente le acarrearía sanciones mucho mayores y le provocaría una dosis más alta de estrés en lo que duraba la misión de rescate, la cual no tenía siquiera un indicio de que fuera a ser fácil. Para su fortuna, Cade no pondría las cosas más difíciles. Pese a ser un adolescente, el chico quería mucho a sus padres, y les obedecía en la mayoría de situaciones. Viendo el peligro que su padre le había descrito en el viaje a casa, vio que quizá las cosas serían mucho mejores si se quedara en casa. — De acuerdo, papá — Cade aceptó, pero con la mirada puesta en el suelo — Me quedaré con ellos. Pero prométeme que tan pronto como rescates a mamá y a Hana vas a regresar. — Mi tarea no es rescatar gente — Noak le dio una respuesta un poco confusa para él — De eso se encargan los de ER. Yo soy de DCT. Eso quiere decir que tan pronto como yo haya rescatado a mamá y a Hana, no moveré un solo músculo y dejaré de ponerme en peligro. — ¡Qué bueno! — Cade corrió para abrazarlo — ¡Por favor, vuelve pronto! — Prometo que me tendrás de regreso antes de lo que te imaginas — el soldado sonreía viendo que su hijo había accedido — Pero ahora papá necesita dormir. Y tú también. Mañana cuando despiertes, prepara tus cosas para poder quedarte en casa de Thomas y de Gwyn. — Eso haré, tan pronto como me levante, estaré preparándolo todo — Cade no quería que su padre perdiera tiempo, ya que pese a ser un joven, sabía que mientras más pronto saliera, más pronto volvería. Con un alivio más en la mente, el soldado se marchó a su cama con tal de que pudiera irse a dormir tranquilo y así tener su cabeza al cien por ciento cuando la misión diera inicio, siendo ese el momento que más requeriría de su atención. Al momento en el que se situó en la cama que siempre compartía con Gina, Noak se dio cuenta de que nunca se había sentido tan solo por las noches desde el momento en el que aceptó prestar ayuda a Natasha en la misión de rescate de Ace en el planeta Hael Anuryn. — Ayer me fui a dormir sin saber que hoy pasaría la noche solo con Cade, y que al día siguiente dormiría solo en una nave — el soldado reflexionaba al respecto — No me gusta que me separen de mis seres queridos. Sea quien sea que lo haya hecho, lo va a lamentar. […] — ¿Cade, Arick y Azel van a quedarse con nosotros? — Kite preguntó para ver si sus padres realmente lo decían en serio. Las primeras horas después del amanecer habían pasado. Luego de una noche de descanso que todos necesitaban tras un día tan largo y estresante como lo fue el anterior, teniendo que soportar los insultos de la gente que no escuchaba razones y el miedo de haber perdido el contacto con Sky, Thomas y Gwyn le explicaron a su hijo adoptivo acerca de cómo iban a ser las cosas. — ¿Ninguno de los dos irá a buscar a Sky? — eso sorprendía bastante al chico — ¿Los dos se quedarán aquí? — Kite, tu mamá y yo somos adultos — Thomas quería que su hijo adoptivo lo comprendiera — Tenemos muchas responsabilidades. Sé que hay cosas acerca del ejército que tú comprendes gracias a tu educación, pero otras de seguro son difíciles de entender. — Papá y yo somos los líderes de DCT — Gwyn quería apoyar a su esposo en la charla — Estamos obligados a quedarnos aquí y realizar tareas de defensa. Cualquier cosa que ponga en peligro a la gente o al planeta es un problema que debemos resolver, pero siempre desde este mundo. Cuando optamos por tomar este lugar, nunca creímos que algo así pasaría. — Siempre creímos que tú y tu hermana estarían a salvo de cualquier cosa — Thomas lo abordaba desde un enfoque sencillo — Por eso elegimos esto. Para que no nos obligaran a movernos y quedarnos con ustedes. Pero las cosas resultaron tomar otro rumbo, y ahora tenemos que hacernos cargo de nuestras decisiones. Cuando crezcas entenderás que hay cosas que no son tan sencillas como parecen. Y que todo el mundo, incluidos los héroes, tienen que apegarse a las reglas. Kite se mostró comprensivo en ese aspecto. Sus padres nunca le ocultaron el nivel de responsabilidad que manejaban en el trabajo, y sabía que, si siendo los líderes no podían tomar la decisión de ir en busca de Sky a la ligera, era por un motivo de peso. No lo iba a preguntar ya que creyó que no lo entendería, y que solo sentaría mal a sus padres al recordarles que no podrían ir a buscar a Sky. Pero eso no quería decir que estuviera del todo tranquilo. — Los padres de Arick van a ir a buscarla — Kite quería que ella regresara — ¿La van a traer a casa a salvo? — Hijo, son ellos quienes van a ir en la misión, y ni ellos lo saben — Gwyn no quería darle falsas esperanzas, pero tampoco quería darle motivos para hacerlo sentir mal innecesariamente — Pero yo confío en ellos. Harán su mejor esfuerzo para traerla de regreso. Si Sky está bien cuando ellos la alcancen, ella regresará a casa sin problemas. — ¿Y si algo malo le pasa antes de que la alcancen? — Kite mostraba mucha preocupación por su hermana mayor. Gwyn y Thomas se vieron atados de manos con esa pregunta. No estaban preparados para responder algo así. Lo cierto era que no podían decirle nada que fuera diferente a lo que le habían respondido antes. Sus compañeros eran confiables, lo sabían tras tantas misiones que tuvieron juntos. Pero su hijo no estuvo allí para ver su desempeño. No tenían nada que respaldara esa confianza, más allá de su palabra. Y fue eso mismo lo que Thomas decidió que usaría. — Hijo, yo sé que fue un momento muy feo, pero cuando nosotros te salvamos, Ace y Natasha estuvieron ahí para ayudarnos — Thomas no supo que más hacer para no dejar su pregunta en el aire — Ellos ahora van a recibir mucha más ayuda. No puedo prometerte nada, pero sabes que los padres de Arick y Azel harán todo lo que esté bajo su control para traerla a casa a salvo. Sé que no es la respuesta que quieres, ni tampoco la mejor del mundo. Pero es la que podemos darte. — Está bien, papá — Kite no se tranquilizó demasiado, pero otra opción no tenía — Imagino que Arick, Azel y Cade también estarán preocupados porque sus padres se van de casa. Trataré de mantenerme calmado para que no lo pasen mal mientras están aquí. A ninguno de los dos en la pareja les gustaba tener que decirle esas cosas a su hijo, pero al menos estaban tranquilos tras ver que él iba a hacer todo lo posible para que la convivencia en casa fuera de lo más llevadera posible, dado a que sabían que varios días iban a pasar hasta que se diera el regreso de todos ellos. Kite pudo percibir en sus padres una cierta resignación a su respuesta, y eso fue un indicador para hacerle saber que debía evitar las preguntas que pudieran volverlos incómodos. Pronto, el chico encontró algo a lo que aferrarse. Mientras vivía con sus padres biológicos, estos le contaban muchas historias acerca de los héroes de la humanidad. Ace, Natasha y Noak estaban entre esos héroes, y él, en un momento oscuro de su vida, fue rescatado en persona por ellos. Creyó que, si a él lo pudieron salvar cuando todo parecía perdido, no había motivos para creer que su hermana correría peligro. Aunque era consciente de que la situación tenía una gran diferencia, y era que Sky, junto con todos los humanos secuestrados, se encontraba, por lo último que sabían, en el espacio exterior. […] — Arick, Azel, siéntense en la mesa del comedor, por favor — Ace fue muy severo con los dos niños tras haberlos despertado. Azel fue el primero en levantarse de la cama. Dado a que se había podido ir a dormir sin problemas tras la llegada de su hermano a casa, pudo descansar muy bien en todo el tiempo que duró la noche. Arick, por su parte, al haberse quedado dando vueltas en la cama respecto a lo que había pasado con Sky, lo tuvo más difícil. Sus ojos estaban muy cansados para el momento en el que su padre los fue a despertar. Ambos hijos de Ace fueron a la mesa del comedor. Al llegar, vieron que su madre ya les tenía preparado el desayuno, solo para ellos dos, dando a entender que sus padres ya habían desayunado mucho antes. Sin saber a qué se debía ese deseo de que ambos se sentaran a la mesa, los dos chicos sentían que se avecinaba una charla un poco seria. Y no fallaron en la suposición que tuvieron, ya que tan solo un segundo después de que empezaran a desayunar, empezó la charla de sus padres. — Arick, Azel, hemos descubierto lo que pasó con toda la gente desaparecida — Natasha comenzó a hablar. — ¿Sabes a donde se fue Sky? — Arick temía porque lo siguiente fuera una mala noticia. — Así es, hijo, y esperemos que en donde esté ella también esté el resto de la gente — Ace respondió a la pregunta del mayor de sus hijos. — ¿En dónde están? — Azel preguntó con curiosidad. — En el espacio exterior — Natasha, tal y como acordó con Ace previamente, dejaría el resto de la explicación para su marido. — Su madre y yo somos la máxima autoridad de la división Exploración y Rescate del ejército — Ace empezó a contarles lo que se les vendría — Sé que ustedes entienden algo de esto, pero lo más importante que deben saber es que nos corresponde a nosotros la tarea de rescatar a los que han sido capturados y sacados del planeta. Eso quiere decir que su madre y yo nos tenemos que ir en una misión. Una misión importante que tendrá lugar el día de hoy. — ¡¿Qué estás queriendo decir?! — Azel no se lo tomó muy bien — ¡¿Los dos?! ¡Pero no quiero! ¡Quiero que se queden los dos en casa con nosotros! — Azel, tu padre y yo no podemos dar la espalda a nuestras obligaciones — Natasha no encontraba una forma de que el chico de trece lo entendiera — Tú dices que te parece emocionante que papá y yo seamos héroes para las personas. Y también el hecho de que seamos los líderes de una mitad del ejército. Pero eso no es todo lo que viene con esta profesión. Ser adulto y tener trabajo no son solo beneficios. Hay tareas que cumplir. Tareas a las que no se les puede decir que no. — Pero Arick y yo somos sus hijos — Azel parecía verse muy afectado — No pueden dejarnos solos. — No los dejaremos solos, Azel — Ace fue algo blando al responder — Jamás en mi vida se me pasaría por la cabeza. Ustedes dos van a quedarse con Thomas y Gwyn. Ellos no pueden ir al espacio, es por eso por lo que se ofrecieron a cuidarlos. — Pero… — el chico no se veía del todo tranquilo — Tengo miedo de que les pase algo. — Hijo, tu padre y yo hemos mantenido nuestra profesión desde que fuimos mayores de lo que Arick es ahora — Natasha le acarició la cabeza, queriendo tranquilizarlo — Sabemos perfectamente que esto es peligroso, y es por esto que no vamos solos. Tenemos compañía, sabemos a dónde debemos ir y lo que haremos en todo momento. Hemos tenido que enfrentarnos a cosas peores, y a pesar de todo, aquí estamos. Regresaremos a casa a salvo y volveremos a estar con ustedes en poco tiempo. — ¿Es una promesa? — el hijo de Natasha no los dejaría marchar sin esa garantía. — Es una promesa, Azel — Ace le respondió a su hijo menor. — Tienen que cumplirla, a cambio, yo prometo portarme bien en casa de los padres de Sky y Kite — Azel creyó que eso serviría de algo para que sus padres tuvieran cuidado. Ace y Natasha se miraron para mostrar una sonrisa de alegría y alivio tras ver que Azel se había calmado un poco sin tener que montar una escena escandalosa para poder mantenerlo tranquilo. No solo eso, sino que había prometido que se portaría bien mientras estuviera al cuidado de Thomas y de Gwyn, lo que significaba que lo castigarían si terminaba por incumplir esa promesa, algo que el chico sabía muy bien. Lo que le llamó la atención al padre de familia fue el hecho de que Arick no presentó queja alguna, y que simplemente se limitó a permanecer callado tras la respuesta recibida de que sus padres se irían al espacio exterior. No quiso quedarse con la duda y eligió preguntar. — Arick, ¿qué pasa? — Ace necesitaba ver si se sentía bien — ¿Te duele algo? Pareces distraído. — Estaba pensando en algo — Arick fue franco con su padre. — ¿En qué exactamente? — Natasha lo cuestionó. — Ustedes dos van a ir a rescatar a Sky… — Arick parecía no tener su mente en otro sitio — Quiero ir con ustedes. Esa respuesta dada por el chico sorprendió tanto a su hermano menor como a sus padres. Natasha nunca esperó que de la boca del chico que ella había adoptado como suyo tras haberse casado con Ace, fueran a salir esas palabras. Ace, padre del mismo, era quien más sorprendido estaba por todo. Arick pocas veces se mostraba rebelde, pese a estar en esa edad. En ese aspecto, salió parecido a él como a su madre. Pero eso no era algo que le importara a su padre en aquel momento. — No puedes venir con nosotros, Arick — Ace le contestó de forma severa — Solo vamos personas del ejército. — ¿Solo secuestraron a personas del ejército? — el chico desafió a su padre. — No, pero ellos no eligieron ser secuestrados — Natasha se sorprendió cuando vio a padre e hijo discutir — Tú estás eligiendo subirte a la nave. Eso es algo que no se puede. — Quiero ir — el joven no se detuvo ahí. — No lo harás — su padre no parecía nada contento al hablar, tanto que Azel se asustó un poco. — Tengo el mejor promedio de todas las academias — Arick no sonaba arrogante, sino como alguien que creía que eso le valía de algo — Me dieron una medalla, y el director de mi academia me dijo que, si sigo así, seré el mejor entre los primeros graduados. — Un cadete no es un soldado, ¿por qué crees que no tienen permiso a usar armas fuera de las academias? — Ace se veía algo molesto. — No, pero tú me conoces, y sabes que yo no voy a hacer algo que tú no me ordenes — Arick creyó encontrar un rumbo para su reclamo. — No tengo que darte órdenes militares porque no eres un soldado — su padre se puso firme — La única orden que te doy es la de quedarte aquí y portarte bien. Y lo hago como padre. — ¿Qué diferencia hay entre portarme bien aquí o a bordo de la nave? — el chico no quería quedarse — Tú lo has dicho, no me darás órdenes militares. Y yo no haré nada sin que me tú me des una orden. — Arick, ¿por qué quieres venir con nosotros? — Natasha, poniéndose en el lugar de madre no biológica del chico, quería conocer sus motivaciones — ¿Qué es tan importante que no quieres quedarte atrás? Ace se vio un poco enfadado por esa pregunta que Natasha le había hecho. Sabía que Natasha había cuidado de su hijo desde mucho antes incluso de que se casaran y oficializaran su matrimonio ante la ley. Pero por la forma en la que le hizo esa pregunta, sentía como si estuviera buscando una razón válida para poder llevarlo a bordo de la nave. Algo que sin dudas hablaría seriamente con ella. — Es por Sky — Arick se ruborizó mientras agachaba la vista y se fijaba en la mesa — La secuestraron por mi culpa. Yo le pedí que se reuniera conmigo en el Bosque del Ciervo. Si no se lo hubiera dicho, no habría salido de su casa. Y como a Kite no le pasó nada, a ella tampoco le hubiera pasado. — No sé qué tiene que ver esto con que quieras venir — Natasha necesitaba que le diera más información. — No voy a pelear contra nadie, sé que no estoy listo — Arick miró a su padre a los ojos, algo más tranquilo que hace un minuto — Incluso el peor de los soldados que vaya en esa nave sabrá mejor que yo cómo usar un arma o cómo pelear contra un enemigo… Yo solo quiero ir con ustedes porque quiero estar ahí cuando rescaten a Sky. Y quiero pedirle perdón. Es culpa mía que ella tenga que estar lejos de su familia. Yo la hice salir de su casa, y como no estuve con ella cuando la secuestraron, quiero estarlo cuando la rescaten. Se lo debo. Y no me parece correcto que sus padres me tengan que cuidar. Por culpa mía perdieron a su hija, no merezco que ellos me estén protegiendo. — Mira, la decisión le corresponde a tu padre porque él es el comandante de ER — Natasha miró a Ace, haciéndole saber que no pasaría por encima su autoridad — Si hay alguien a quien debes prometer que obedecerás todo lo que diga, es a él. — Lo prometo — Arick lo dijo con entusiasmo — Si me ordenan quedarme encerrado en un cuarto hasta que la rescaten, me quedaré. Solo quiero verla y pedirle perdón… Por favor, papá… — Ace, tú eres quien debe decidir — su esposa se apartó del asunto. El enfado de Ace se calmó luego de ver el resultado que había obtenido Natasha de su charla con Arick. Mientras él estaba empecinado en sostener su postura de padre y negarle la posibilidad de acompañarlo, Natasha se encargó de revelar por completo sus intenciones al querer subirse a la nave, e incluso de hacerle prometer que se comportaría. El comandante de ER sabía que su esposa le dio todo el poder en esa decisión por el hecho de que Arick era un hijo de sangre de él y de su primera esposa, por lo que algo tan grande que pudiera llevar tanta responsabilidad estaba fuera de su poder. Ace se sintió avergonzado por haberse molestado con su esposa por haberlo interrumpido, como si él no la conociera tras un largo período de tiempo junto a ella. Sin embargo, por más que la charla entre Natasha y Arick fue muy esclarecedora, a Lakor no le agradaba del todo lo que su hijo pedía. Veía mucha nobleza en sus motivos para acudir a la misión, no como un participante, sino como un observador. Incluso también era consciente de que, si solo le dejaba a uno de sus hijos a Gwyn y Thomas, el dinero que gastarían sería menor a comparación si fueran dos de ellos en su lugar. Pero eso no era suficiente. El comandante estaba dispuesto a llevárselo si es que su hijo iba a obedecer todas sus órdenes, ya que así le resultaría más fácil controlarlo en todo momento. Y para eso necesitaba una garantía más de su parte. — Arick, por más que yo no sea un maestro o un instructor o un director en las academias militares, eso no quiere decir que no tenga poder sobre ellas — el comandante sonó muy severo, y eso lo notó toda su familia — Las academias son parte del organismo del ejército, y eso quiere decir que yo como comandante de ER y Gwyn como comandante de DCT tenemos el poder sobre ellas. — ¿Qué es lo que quiere decir eso? — Azel empezó a sentir curiosidad sobre el funcionamiento de la milicia. — Quiere decir que, si Gwyn y yo lo decidimos, podemos expulsar a cualquier miembro de las academias — Ace estaba por decir lo más importante — Te dejaré venir con nosotros en la nave espacial, pero vas a permanecer en donde yo te diga y harás todo lo que yo te diga. Si llegas a desobedecer alguna orden que yo te dé, te haré expulsar de la academia sin posibilidad de regresar. Tendrás que devolver tu medalla, y renunciar a todo el empeño que pusiste desde que has entrado. Si estás dispuesto a asumir ese riesgo, te dejaré venir con nosotros. — Lo haré — Arick respondió sin cuestionárselo ni un solo segundo — Quiero volver a ver a Sky para pedirle perdón. No quiero ir a meterme en problemas con nadie. Todo lo que tú digas, lo cumpliré al pie de la letra.
¡Saludos, amigo mío! Menos mal que el foro volvió en sí y se puede volver a comentar esta épica historia que haces. Ya conoces mi opinión sobre los anteriores capítulos, pero ahora toca hablar de este y hacerlo en un comentario (que bueno retomar la rutina jeje ). Así que sin más dilación, pasaré a comentar el capítulo. El comienzo nos muestra a Ace, Natasha, Thomas, Gwyn, Noak (Cade dormido a un lado), Allecreod, Faron y Xorxaik en la sala donde se suelen reunir para debatir que hacer y también lugar de trabajo. Retomando lo que vimos anteriormente, el grupo debate cuanta gente deberá ir a la misión, cuantos suministros y cómo hacerlo. Tras un debate algo tenso, debido a que algunos son de DCT y otros de ER, se decide que sean los líderes de esta última, Natasha y Ace, quiénes lideren la misión debido a que a eso se dedica su rama del ejército. Por otro lado, Thomas y Gwyn, líderes de la defensa planetaria, deberán quedarse pese a sus deseos de ir tras Sky. Noak, en cambio, insiste en que no va a quedarse de brazos cruzados y finalmente se propone llevar a cinco personas de DCT con implicación directa en la misión, esto es, gente que tiene familiares secuestrados. Una vez decidido esto y con Xorxaik haciendo un trabajazo (ojalá tener un robot como él ), el plan queda establecido. Mención especial a Allecreod, que sabe perfectamente el rol de un líder y el pensamiento de las masas en según que situaciones. Tener un consejero así es un puntazo, como ya te dije. Acto seguido pasamos a ver, familia por familia, sus respectivas situaciones: - Noak logra convencer a su hijo Cade para que se quede con Thomas y Gwyn, quiénes harán de niñeras de él y de más niños que no son suyos, a excepción de Kite (aunque técnicamente tampoco es suyo XDDDDDDDDD ). Aunque Cade inicialmente no entiende la marcha de su padre (y como opinión personal, me da la sensación de que ha sido sobreprotegido), finalmente accede a que su padre vaya en busca de su esposa e hija. Otra cosa no, pero Gina y Hana pueden presumir de tener un marido/padre obstinado. - Thomas y Gwyn, quiénes podrían montar ya mismo una guardería de adolescentes, le explican a su hijo adoptivo Kite que deberá compartir casa con Cade, Arick y Azel, ya que sus padres se marchan a una misión fuera del planeta. El chico lo termina aceptando, aunque evidentemente, teme que las cosas no salgan bien y su hermanastra Sky no regrese. Sin embargo, viendo que algunos de sus 'héroes' van a la misión y las palabras de sus padres, consigue calmarse y asimilar la situación. - Finalmente, Ace y Natasha despiertan a sus hijos para decirles que deben marcharse a la misión. Azel, quizá por ser el más pequeño (muchacho, tienen a tu novia Hana secuestrada y no dices nada por ella ), se muestra reacio a la marcha de estos, pero eventualmente logra aceptarlo, especialmente sabiendo que se queda en manos de Thomas y Gwyn. No obstante, Arick permanece callado y eso solo termina significando que tiene algo en mente, lo cual resulta ser que quiere formar parte del viaje. Ace y Natasha, obviamente, reniegan de ello al instante, pero poco a poco Arick termina demostrando que está decidido y Natasha, tras lograr sacarle el motivo (quiere rescatar a su amore Sky ), deja la decisión en manos de Ace. Y el padre, que en esa situación es más comandante que padre, termina accediendo siempre y cuando Arick le obedezca en todo. De lo contrario, el joven podría perderse una carrera prometedora como soldado al quedar expulsado de la academia. Algo que está dispuesto a poner en riesgo por rescatar a Sky, y personalmente, me agrada. Tiene carácter y veo potencia (Azel, aprende de tu hermano ). En fin, buen capítulo, amigo. Quizá de transición, diría yo, ya que solo vemos el plan a seguir y las conversaciones que las familias tienen entre sí. Ya tengo ganas de ver como van al encuentro con Sky y por ende con las tropas de Cerv y esa nave donde hay cautivos muchos humanos. Tiene pinta que las cosas se van a poner trepidantes... ¡Hasta pronto!
Saludos. Hay que agradecer y aprovechar que el foro continúa con vida y publicar rápido el nuevo capítulo de esta historia. Ya va siendo tiempo de hacer pequeñas revelaciones que le den sentido a los primeros 6 capítulos que hemos estado viendo, además de también establecer el camino a seguir de aquí en adelante. Quiero dar las gracias a mi amigo Manuvalk por siempre estar presente en la historia, y por los ratos de diversión que tenemos cuando toca leída en simultáneo para aprovechar los fines de semana que tenemos libres. Espero este capítulo sea esclarecedor al mismo tiempo que disfrutable para él. Sin más para decir, dejo el capítulo. Dueños del destino: — ¡Quietos y en silencio! — uno de los soldados que se encontraba sobre la pasarela que rodeaba la habitación donde un total de doscientos humanos de diferentes países se hallaban retenidos empezó a advertir a toda la gente de que cesara el escándalo. La noticia de que Abel Hartka, para muchos una persona bastante infame por sus decisiones al frente de Black Meteor cuando este país todavía existía junto con la Tierra, cayó muy mal en cada persona que había oído hablar acerca de él. Hana, quien no tenía idea de quién podría ser aquel hombre, dado a que jamás escuchó un nombre como ese, miraba con intriga como toda la gente que compartía su planeta con ella se acercaban para gritarle e insultarle sin parar. Sky, quien escuchó nombrar ese nombre en sus clases, pero nunca lo vio en persona, tenía ciertas dudas de que pudiera tratarse de él. Incluso aunque Gina lo llamó con su nombre real y este no lo negó, no parecía estar del todo convencida. El hombre ya de edad mayor, dado al enorme e implacable paso del tiempo, se quedó mirando inexpresivo como los insultos le llovían por doquier. Pese a las advertencias dadas por sus captores, la multitud no parecía querer dejar sus intenciones de agresión hacia él. Sin embargo, llegó a la conclusión de que quizá se merecía un poco de lo que estaba recibiendo. — ¡Cobarde! — gritó una mujer a lo lejos, proveniente de Edagr. — ¡Maldito asesino de mierda! — de la mesa de enfrente, uno de los hombres que llegó desde el planeta Tralio, no perdió la oportunidad de insultarlo. — ¡Por tu culpa estamos aquí, lo arruinaste todo! — un hombre cercano a la posición de Gina, Alicia y Nick le recriminó por eso. — ¡¿Por qué lo trajeron si es un monstruo?! — otra mujer, pero esta vez en la mesa del frente, miró hacia arriba al preguntar eso — ¡Ya es bastante malo que nos tengan aquí, encima hay que estar con esta basura! — ¡Échenlo ya de aquí, no pienso compartir la misma habitación que él! — Winter miró sorprendido como Iker lanzó ese grito, como si tuviera el poder de hacer reclamos a sus captores. — ¡Silencio, solo silencio de una vez! Ese grito llegó desde arriba. Un soldado que se encargaba de la vigilancia perdió la paciencia, y con su arma en mano, apuntó al techo del lugar para dejar salir unas tres balas que se incrustaron a poca profundidad en el metal que cubría las cabezas de la gente. Dado a que no todos tenían puesta su vista en él, algunos gritaron atemorizados por la posibilidad de encontrarse en peligro por esa situación. Algunas personas se agacharon debajo de las mesas, mientras que Gina junto a otros hombres y mujeres que estaban con sus hijos, les cubrieron los oídos para luego colocarse frente a ellos. Solo fue necesario un minuto para que el lugar quedara tranquilo una vez más. Los humanos guardaban mucha furia y rencor escondido por el hecho de haber sido retenidos en contra de su voluntad, e incluso por tener que compartir su cautiverio con Abel, pero nadie se atrevía a desafiar directamente a quienes tenían un arma en mano para controlarlos. Abel era la persona que menos miedo sentía de todas las que se encontraban allí. Creyó que, a esa edad, esa clase de emociones eran totalmente ajenas a sus necesidades. — Tuve miedo cuando me estaban persiguiendo en el bosque, pero ahora ya no — reflexionó acerca del suceso reciente — He vivido una vida muy larga y he llegado a una vejez de la que no muchos se pueden jactar. Soy consciente que estoy atrapado en un sitio sin posibilidades de escapar, y mi instinto de supervivencia ya no se presenta ante señales de peligro como esta… Es interesante. No sabía que mi mente podía ser tan compleja. Abel miró a su alrededor para ver como las personas que se metieron debajo de las mesas buscando una sensación de seguridad que no creyó la gran cosa, salían poco a poco, mientras que los seres que escoltaban el encuentro se limitaban a observarles y nada más. Estaba intrigado. Al haber aceptado que podría estar viviendo sus últimos momentos, se podía concentrar plenamente en todos sus alrededores. — Abel, ¿cómo puede ser que sigas vivo? — el hombre escuchó esa pregunta proveniente de alguien a quien conocía, al menos de cara. Cuando el hombre que antaño fuera líder de una nación en el planeta Tierra se dio la vuelta, pudo ver que Alicia tenía lágrimas brotando del único ojo con el cuál contaba. La mujer no parecía nada contenta con su presencia allí, algo que él supuso que se debería a su no tan agraciada apariencia sumada su reputación obtenida a mérito propio antes y después de que la guerra contra los edagrianos tuviera lugar. — Michael, Agustina… — Alicia murmuró para quedarse callada por unos instantes. El anciano supo interpretar por la manera tan dolida de la chica al hablar sobre sus dos amigos que ninguno de los dos se encontraría con vida en aquel momento. — ¿Por qué ellos han muerto y tú sigues respirando? ¿Gastando oxígeno? — Abel confirmó que su sospecha era cierta por las palabras de Alicia — ¿Por qué fue Magnus quien murió en la guerra en vez de ti? A él lo necesitábamos con vida. No a una escoria como tú. — Nos dejaste tirados en plena guerra contra los edagrianos — Gina le recriminó — Desapareciste del combate y te escondías mientras nosotros arriesgábamos la vida y veíamos morir a nuestros compañeros. ¿Cómo te da la cara de venir así a hablarnos como si nada hubiera pasado? ¿Cómo te atreves a estar vivo siquiera? ¿No te da vergüenza vivir con el peso de tus acciones en la consciencia? Aquellas preguntas dichas por Alicia y por Gina asombraron a quienes contemplaban la escena desde el otro lado. Ver cómo dos mujeres afirmaban con gran dolor el haber participado en una guerra contra los edagrianos les hizo saber a todos que ese relato que muchos creían como mentira o exageración era cierto, y si fuera mentira, sería una mentira colectiva muy difícil de sostener. Winter y Artem se asombraron cuando escucharon aplausos de hombres y mujeres que apoyaron las palabras dichas por Alicia y por Gina, pese a que no tenían idea de quienes eran ellas. — Parece que nosotros no somos los únicos que aborrecemos a Abel Hartka — Artem susurró a Winter, queriendo que solo él lo escuchara. — No me sorprende, varios de ellos seguro vienen de Zenith y no deben de quererlo para nada — el chico respondió a lo dicho por su cuñado — Veamos qué es lo que hace ahora que tiene a casi todos aquí en contra. Artem sabía que sería un gran espectáculo que presenciar, y fue por eso que él y el hermano menor de su pareja centraron su vista en el líder de Black Meteor, curiosos de ver cómo respondía a las acusaciones que estaba recibiendo en aquel momento. — Abel, ¿qué es lo que estás haciendo aquí? — Nick se lo preguntó de mala manera. — Bueno, yo sé que a ustedes no les gusta que yo esté aquí, y es un deseo compartido — Abel forzó una pequeña risa para burlarse de la situación — Durante una batalla contra un escuadrón edagriano, me escabullí conforme pude de la zona de conflicto y me adentré en el bosque. Sabía muy bien que los edagrianos son respetuosos con la naturaleza, así que asumí que mientras más en lo profundo me metiera, más altas serían las posibilidades de que no me encontraran. Y estuve en lo correcto. Mientras me alejaba, el ruido de los disparos y las naves volando se hacían cada vez menos fuertes, hasta que ya no pude escuchar más. Encontré una zona del bosque por la cual pasaba un río de agua dulce y transparente que conducía a una cascada. Me armé un refugio en una pequeña caverna que encontré en el interior de una meseta, y me dedicaba a cazar o a pescar para comer. De vez en cuando recolectaba alguna fruta que me encontraba por allí, sin preocuparme por si fueran o no comestibles… Estuve viviendo así durante años hasta que estos seres me encontraron. No quería ser capturado, pero no fui lo suficientemente fuerte como para escapar de ellos. Así que ahora estoy aquí junto a ustedes. Sky se sintió algo curiosa tras haber escuchado las últimas palabras dichas por Abel. Ella había oído, en el momento de ser capturada, como una mujer que respondía al nombre de Siban pronunció unas palabras referidas hacia un “hombre del bosque”. Supuso que ese hombre sería el mismo Abel Hartka en persona, lo cual no quería decir que fuera agradable tenerlo allí. Muchas veces oyó hablar a sus padres y a sus maestros acerca de las acciones cometidas por este, y ninguna lo dejaba bien parado. El juicio que la joven Delleo podía emitir con su información no era muy bueno con respecto al ex líder de Black Meteor, algo que compartía con la gran mayoría de los presentes en aquel sitio. Abel, quien notó que las expresiones de enfado solamente se habían hecho más grandes en todos ellos tras haber relatado su historia, retrocedió un poco de su posición actual para levantar las manos mientras caminaba hacia atrás. — No creí que vería caras conocidas en este sitio cuando me trajeron — dejó salir de su boca esas palabras — Y ver que ustedes se han mantenido con vida y han envejecido un poco, hasta incluso haber formado una familia, me despertó la curiosidad. Venía para verificar que fueran ustedes. — Vete, yo no quiero hablar contigo — Gina le recriminaba su presencia en el lugar. — Me siento igual que ella respecto a ti, me da repulsión saber que tú estás vivo — Alicia, quien siempre lo creyó muerto, no podía evitar sentirse de esa manera. — Lamento lo que pasó con Michael, Alicia, y con todos los demás que murieron en la guerra contra los edagrianos — Abel no sonaba demasiado tocado emocionalmente al hablar — Incluso lamento lo que le pasó a Magnus. — Nosotros también, y los habríamos cambiado a todos ellos por ti — Gina no quería ni siquiera verlo cerca — Ojalá pudiéramos expulsarte de aquí. Está claro que las únicas personas que te quieren son las que nos capturaron. Hartka le restó importancia a esos comentarios despectivos que provenían de una mujer que en el pasado fue graduada con honores en una de sus academias militares para poder ganarse un lugar para viajar al espacio exterior. A su edad, tras haber burlado a la muerte en la guerra contra los edagrianos, ya pocas cosas le importaban como para dejar que le comieran la cabeza. Una vez que consiguió ver de cerca a sus conocidos, este regresó al lugar del cuál había salido. De por sí, él mismo se encargó de aislarse de la gente, y nadie se le acercaba dado a que no lo podían reconocer con su aspecto de anciano. Tras haberse revelado ante todos, los que estaban más cerca de él se apartaban todavía más, dejándolo con una vista muy amplia al frente, viendo que las miradas de desprecio también le llegaban desde aquel lado. — Increíble como tener poder hace que seas odiado por personas de las que ni siquiera eres consciente que existen — Abel decía para sí mismo mientras tomaba asiento en su silla. Desde la lejanía, Nick y su esposa junto con Alicia, Sky, Gina y su hija Hana lo veían a él alejarse mientras otras personas tomaban direcciones opuestas con tal de querer estar lo más lejos que pudieran de él. Hana, quien no tenía mucha idea de todo lo que estaba ocurriendo, no quiso perderse la oportunidad de preguntar, siendo invadida por una gran curiosidad. — Mamá, ¿quién es él? — Gina la miró a los ojos cuando le hizo esa pregunta. — El peor hombre que ha vivido durante nuestra época — su madre le respondió, sin que se le ocurriera otra forma de referirse a él — Y si me preguntas, el peor que vivió en la historia de la humanidad. — Mamá y papá siempre me decían que él había huido, y que nunca lo volveríamos a ver — Sky recordaba las ocasiones en las que les preguntó por él. — Cuando regresemos a nuestro hogar, si este pedazo de mierda sigue respirando, lo vamos a encerrar — Alicia no temía usar palabras fuertes incluso estando frente a niños jóvenes — Él se merece eso y mucho más. Yo perdí a una de las personas más importantes de mi vida mientras ese bastardo huía y se dedicaba a comer frutas en el bosque… Eso se acabó. O muere, o va directo a pudrirse en una celda. No sé cuál me daría más satisfacción. Mientras ellas discutían acerca de lo mucho que odiaban o de sus anhelos de ver a Abel pagar por sus acciones, en la mesa de enfrente, se gestaba una conversación entre Iker y su compañera Jessica. Ambos todavía estaban alejados de Winter por aquella discusión que habían tenido hacía poco tiempo, pero tras haber escuchado las cosas dichas por todos los humanos que fueron retirados de su planeta, empezaron a pensar en varias cosas. — Creo que es cierto lo que dicen… — Jessica no encontraba otra respuesta a sus inquietudes — Abel permaneció en una suerte de exilio por deserción, y lo reconocieron ellos mismos. Además de que el otro líder, Magnus, ha muerto en esa guerra. Entonces, tiene sentido asumir que ni Zenith ni Black Meteor sigan existiendo. — Bueno, que lo que sea que hayan dicho sea verdad no cambia las cosas — Iker supo que no tenía como contrarrestar esa lógica — Ese vejestorio dijo lo que dijo porque no tenía idea de nada de lo que pasaba a su alrededor. Se negó a decirme su nombre quizá sospechando que yo podría ser un humano de su mismo planeta, lo que quiere decir que casi nada de lo que me dijo podría ser verdad… Pero siguen siendo gente que proviene de Zenith y Black Meteor. Que hayan cambiado varias cosas no expía sus pecados. — No, pero supongo que no por eso deberíamos ser demasiado prejuiciosos con ellos — Jessica se había puesto algo reflexiva al respecto — Sabes que los líderes de Zenith y Black Meteor eran Magnus y Abel respectivamente. Ellos provocaron todo lo que sucedió en la Tierra, pero si ambos quedaron apartados de la cadena de mando… quiere decir que estas personas podrían estar libres de culpa. — ¿Ya das marcha atrás sobre lo que hablamos? — Iker creyó que perdería el apoyo de la chica. — Sí, antes dudaba e incluso negaba la versión de esta gente de que Zenith y Black Meteor ya no existieran más — la chica se apenó de sus pensamientos momentos atrás — Pero parece que es cierto. No es un invento para librarse del odio que sentimos hacia ellos. — ¿Entonces no odias más a Zenith y a Black Meteor? — Iker quería investigar más sobre las opiniones de su compañera. — Claro que los odio, ellos provocaron lo que nos pasó — Jessica creía que su compañero no la estaba entendiendo — Pero estas personas no son Zenith y Black Meteor. Son lo que queda. Víctimas de quienes en el pasado fueron sus propios líderes… Voy a hablar con Winter. Le dejaré en claro que no haré nada en contra de nadie aquí… exceptuando a ya sabes quién. El joven Evanson vio cómo su compañera se levantó de su asiento para ir en la dirección en dónde se encontraban Winter y Artem, quizá incluso para disculparse por las palabras que había dicho en un principio. Él no compartía su misma resolución, y seguía asociando a todas las personas en aquel sitio con Zenith y Black Meteor. Le importaba poco y nada que esos países fueran historia, con el simple hecho de esos dos países fueran su lugar de origen le bastaba para aferrarse a esa sensación en el interior. Lo siguiente que hizo fue buscar con la vista a Sky, la chica que había visto acompañando a su amigo y compañero cadete cuando ambos tenían clases de formación para convertirse en soldados. — Te salvaste, preciosa — Iker pensaba con resignación — No creo que me convenga tocarte un pelo, no si no cuento con el apoyo de nadie para desquitarme de ustedes. No tienes idea de la suerte que tienes. Si yo te hubiera tenido en mi habitación y me llegaba a enterar que tus familiares formaron parte de uno de esos dos países… todavía estarías gritando por lo que te habría hecho. Iker, pese a que no tenía ningún deseo de hacerlo, se levantó de su lugar y fue a hablar también con Winter, Artem y Jessica. Pese a ser joven, sabía que el odio y el rencor eran malas influencias, y la prueba viviente de todo eso era su compañero Vyon, quien era una de las personas más detestables que conoció. Odiaba a toda esa gente, y eso no iba a cambiar de la noche a la mañana, y fue justamente ese odio el que lo motivó a no verse enemistado a sí mismo con sus compañeros. — Si algo malo llega a pasar, mejor será estar en buenos términos con ellos — pensaba mientras caminaba — Que nadie entre toda esa gente me va a salvar… — tras haber pensado eso, una pequeña risa salió de él — Qué idea tan estúpida, ¿cómo pudo pasarse por mi cabeza un escenario en el que la gente de Zenith y Black Meteor nos pudiera salvar? Si lo único que hacen es arruinarlo todo. Es su especialidad. A medida que caminaba al encuentro con sus compañeros, el chico escuchaba a otras personas murmurando acerca del tema de moda en los últimos minutos, la presencia de un líder de una nación enemiga. — Mira que odio a este Abel, pero estoy orgulloso de mi propio autocontrol — Iker caminó más despacio para oírlo hablar — Pero tengo un hermano que es más explosivo. Se moriría de la impotencia si lo hubieran traído a él a este lugar y se diera cuenta de que él y Abel son iguales en este momento. […] Con el correr de los minutos, los ánimos en la sala se fueron tranquilizando, al punto de que la sensación de miedo que muchos de ellos experimentaron al momento de escuchar los disparos al aire de uno de los guardias, estaba casi extinta. Una media hora después de que Abel Hartka tomó su asiento en el sitio que él mismo había elegido para estar, la puerta de esa pequeña sala donde los doscientos humanos capturados estaban siendo retenidos se abrió de par en par, permitiendo el paso de varias personas que cargaban mesas con rueditas pequeñas, llevando encima de ellas platos con comidas y una botella de un líquido semejante al agua para cada uno. Siendo doscientos seres humanos en ese lugar, costó algo de tiempo que se pudiera repartir, pero al cabo de diez minutos, toda la humanidad allí presente se encontraba comiendo. El ritmo al masticar y tragar era muy lento. Pese a que nadie rechazó la comida, les era muy difícil disfrutar de su alimento siendo que estaban en la condición de rehenes que no tenían opción más que estar confinados allí. Mientras se encontraban comiendo, un ruido se empezó a escuchar en la sala, causando que todos volvieran la vista hacia el lugar de origen. Notaron como las paredes metálicas se iban apartando de su lugar para dar lugar a la aparición de una pantalla plana por la que asumieron que recibirían varias imágenes, creyendo que finalmente tendrían las respuestas que querían. Dado a la sensación de incomodidad que reinaba en todos ellos, el último humano en terminar su comida se tardó una hora exacta. Estaba claro que la sala se encontraba bajo observación constante, dado a que tan pronto como aquel hombre terminó de comer, por la pasarela superior que rodeaba la sala se podía ver como entraban dos seres diferentes, uno con un traje de color azul y otro con el mismo traje que cubría por completo su cuerpo, pero de un color rojo. Fue cuando notaron que la gran mayoría se percató de ellos que dieron inicio a sus palabras. — Saludos a todos, humanos — quien tenía el traje de color azul y contaba con una voz masculina se hizo escuchar — Espero que la comida les haya sentado bien. — Sé que todos ustedes están ansiosos por saber el motivo por el cual los hemos traído aquí — la voz sonaba femenina, y era originaria de quien portaba el traje rojo — Créannos que todo tiene una explicación. Quizá no les parezca fácil de creer, pero lo que tenemos pensado es algo que nos terminará beneficiando a todos. El malestar se hizo notar en todos ellos. Después de haber sido apartados de sus planetas y alejados de sus seres queridos, tener que escuchar como todo era parte de un plan en beneficio de todos les era ridículo. No veían de qué manera un secuestro masivo pudiera traer algo positivo a todos ellos. El murmullo se hizo notar, y aquellos dos seres que abrieron la charla fueron capaces de reconocer insultos entre los mismos. Viendo que no les iban a dejar espacio para hablar, decidieron no pedir permiso para ello. — Tienen derecho a ser desconfiados, pero no a juzgar sin saber lo que hay detrás de todo esto — comentó el de la voz masculina — La mejor manera de empezar esta clase de cosas, a mi punto de vista, es fabricando un poco de confianza… Me presento. Mi nombre es Cerv. — Y yo me llamo Siban — la mujer habló inmediatamente después de su compañero, como si lo tuvieran ensayado — Nosotros dos somos enviados de nuestra gente. Esta misión que dirigimos entre nosotros dos nos fue encomendada por los líderes de nuestras dos especies. — Siban pertenece a una especie que proviene del planeta Yarlem — Cerv tomó la palabra ante los humanos — Ella es una yarlemiana. Yo, en cambio, provengo de un planeta que fue bautizado como Veliv, lo que me convierte en un velivino. — Nuestros mundos se encuentran separados por una gran distancia, pero pese a todo, forman parte del mismo sistema en la misma galaxia — Siban, como le había llamado Cerv, continuó con la charla — Cuando los miembros de nuestras especies se encontraron, formaron una alianza próspera que se conoció como Sociedad Galáctica. Trabajando juntos, teniendo un consejo de tres líderes en cada planeta, nuestra gente fue capaz de prosperar como nunca antes. Tan pronto como Siban dejó de hablar, en la pantalla que había aparecido recientemente ante los humanos, se empezaron a mostrar imágenes varias, algunas de ellas captadas por telescopios y otras por satélites orbitales. Fue allí que obtuvieron la evidencia que les hacía falta para creer en ellos. Fotos de los dos planetas vistos desde el espacio, junto con ciudades, paisajes, edificaciones e incluso reuniones entre aquellos seres. Los humanos prestaron atención y pudieron notar las características físicas de los yarlemianos y los velivinos. Había algunos de ellos que tenían la piel de color blanco, gris o negro, dependiendo notablemente de las condiciones de nacimiento otorgadas por el propio ADN. Otros, por su parte, se veían con el color de piel similar, teniéndola casi todos de un gris oscuro, de un tono que se diferenciaba bastante de los seres de otro mundo. Dado a que Siban y Cerv tenían los cuerpos cubiertos, no podían diferenciar quienes de ellos serían los velivinos, y quienes los yarlemianos, pero se podía ver por la forma de sus cuerpos y sus rostros que estaban viendo a ejemplares de dos especies distintas. — Esa es nuestra gente — Cerv se quitó el casco, y con su confirmación de ser un velivino, los humanos pudieron identificar a los que veían en las imágenes como tales — Dos especies diferentes, pero formando una única sociedad. — Una sociedad de la que estamos orgullosos — Siban se quitó el casco apenas diez segundos después de Cerv, mostrando así que tenían todo ensayado — Y el motivo de que estén aquí con nosotros es porque queremos invitarlos a que formen parte de ella. Ustedes son de otra galaxia, pero eso no nos es un impedimento para que podamos colaborar. Pese a que ese acto tenía que ser visto como una muestra de buena fe, no hubo nadie entre los humanos que lo tomara como tal. Las palabras dichas por Siban les causaban cierto temor. Ninguno de ellos había oído hablar nunca de dos especies como los yarlemianos y los velivinos, y mucho menos de su sociedad compuesta por la unión de ambas. — ¡Ustedes exploran el espacio! — una mujer gritó hacia los soldados que provenían de Edagr — ¡¿Conocen a estas dos especies?! — Nunca en nuestra vida nos hemos topado con ellos — Alicia, quien formaba parte de un equipo de exploración, contestó en voz alta, pero sin gritar para no forzar su garganta — No tenemos idea de por qué ellos quieren invitarnos a formar parte de su sociedad si es que no nos conocen. — Se equivocan en ese aspecto — Cerv retomó su charla — Ustedes son quienes no nos conocen a nosotros, pero nosotros sí los conocemos. Aunque quizá la palabra “conocer” sea ir demasiado lejos, así que podríamos resumirlo a que nosotros sabemos quiénes son. — Indudablemente saben que somos humanos — uno de los hombres entre el pueblo ruso dijo en voz alta lo que varios pensaban — Y sabían perfectamente a dónde ir a buscarnos… Pero me da miedo que tengan tanta información sobre nosotros. Todas las miradas en dicha sala se centraron sobre Siban y Cerv, quienes supieron que había llegado el momento de revelar la verdad detrás de la situación que se encontraban viviendo. Ambos tomaron una bocanada de aire, y luego señalaron a la pantalla para que todos pusieran atención sobre las imágenes que se mostraron. — Lo cierto es que nuestra sociedad nos ha permitido prosperar en gran medida… — Siban empezó a escucharse algo atemorizada — Pero las cosas cambiaron cuando una tercera especie, ajena a nuestra galaxia, apareció en nuestro espacio. — Ellos son una raza que se hacen llamar “cirgrencianos” y a diferencia de nosotros, solo obedecen a un único ser — Cerv se tomó una pausa pequeña antes de seguir — Un monstruo llamado Casseirem. El haber oído ese nombre dejó algo sorprendidos a todos, ya que, por lo que les estaban diciendo, ese tal Casseirem cumpliría una función de conquistador o de señor de la guerra para con toda su gente. Sin embargo, lo que pocos allí sabían era que para algunos no era la primera vez que oían ese nombre. Abel recordó el momento en el que sus soldados le enviaron un archivo de audio capturado de una nave destrozada en un planeta a gran distancia de la Tierra. Alicia, por su parte, miró a Gina, acordándose del día en el que ella relató el encuentro que tuvo su equipo con los restos de una nave que fuera destruida en pleno vuelo, para que luego terminara por soltar sus restos en aquel planeta. A la soldado Hauk esa memoria la invadió de nostalgia, dado a que, en el tiempo en que hicieron ese descubrimiento, la gran mayoría de sus compañeros de misión estaban vivos. Xander, Isac, Casey y Paul estaban con ella, Noak y Natasha cuando se toparon con aquellos restos. Como si fuera un acto reflejo de la mente, ella recitó de memoria la sentencia final que se oyó en el mensaje. — “El impacto se dará en unos diez segundos” — Gina se ganó la mirada de Hana, Nick y también Sky — “No sé cuántos vamos a sobrevivir, pero no podremos vivir por mucho tiempo si somos muy pocos. Sálvanos Casseirem, por favor, sálvanos.” Hana y Sky sintieron un leve escalofrío recorriendo su cuerpo ni bien escucharon la manera en la que Gina dijo esas palabras. Sonaba muy asustada, y no era para menos. Nunca tuvieron evidencia ni llegaron a saber quién era Casseirem, pero por lo que les contaban los integrantes de la Sociedad Galáctica, pudo tener en mente que no era alguien a quien desearían tener cerca. — Casseirem es un demonio, alguien a quien no hemos podido enfrentar, ni siquiera luchando juntos — Gina levantó la vista tan pronto como escuchó la voz de Cerv. Ante los humanos se veían imágenes de los cirgrencianos marchando sobre las ciudades. No solo se trataba de sus tropas a pie, sino que podían ver algunos clips de video en los que se mostraban las naves de transporte que usaban disparando lo que parecían ser bombas a la superficie planetaria, provocando que el paisaje y las casas fueran alcanzados por el fuego, el humo y las cenizas. Muchos humanos tuvieron malos recuerdos del día en que la Tierra sufrió un ataque similar por cortesía de un edagriano, forzando a la gente de tres países a huir para mantenerse a salvo. Esas fotos y clips eran una ventana hacia el pasado, algo que preferían mantener en su memoria, pero no de una forma tan vívida. — Ese demonio ha tomado a muchos de los nuestros y los ha puesto de su lado — Siban continuó con el relato — Pero no se puede negar que su objetivo no es otro que el de conquistar mundos… — Cuando atacó nuestro hogar, nos vimos obligados a huir, dejando atrás nuestros dos planetas en donde hemos vivido toda nuestra vida — Cerv retomó cuando su compañera se detuvo — Teníamos un deseo de venganza indescriptible e incontenible, pero sabíamos que nunca podríamos hacerle frente a Casseirem y sus tropas por nuestra propia cuenta. Fue por eso que nos lanzamos a la búsqueda de otras especies en el universo, las cuales tuvieran un nivel avanzado de tecnología que nos permitieran tener algo en lo que apoyarnos al hacerle frente. — Fue allí cuando nos encontramos con ustedes — Siban sorprendió a los humanos allí presentes al decir esas palabras — Uno de nuestros satélites llegó hasta la Tierra, su planeta. En ese mismo lugar, se podía detectar lo que era una red cargada de cientos de datos. Creo que ustedes se referían a ella como “internet”. Como era de acceso público, ni siquiera fue necesario que utilizáramos protocolos para vulnerar su seguridad. Nos bastó solo con sincronizar el satélite para que pudiéramos ver en persona cientos de imágenes y videos de ustedes. Uno de esos videos nos mostró algo que ustedes denominan como “bomba nuclear”. Un arma con una potencia de fuego que supera con creces lo que Casseirem utilizó para atacar nuestro mundo. Eso es lo que queríamos. Tan solo teníamos que aprender la manera de construirlas, y lo único que deberíamos hacer sería encontrarlo. Arrojarle esas bombas en su planeta, fuera cual fuera, sería suficiente para eliminarlo… Pero antes de que pudiéramos extraer más información, nuestro satélite fue derribado del cielo. Igual que como sucedió con la población de Edagr que estaban al tanto de la existencia de Casseirem, esa vez fue el turno de los que habitaban en el planeta Tralio de verse sorprendidos por un golpe de realidad. Winter Lakor más que nada, dado a que su padre formó parte de la tripulación que iba a bordo de uno de los buques que se encargó de detectar y posteriormente derribar el satélite. El chico recordó que su padre muchas veces, tanto a bordo del navío que usaron para viajar en el espacio como en su casa en tierra firme, perdía el sueño tratando de descifrar el enigma detrás de aquel evento. — Papá y Renji lo hicieron… — Winter quedó pasmado con esa revelación — No tenían ni la menor idea, pero ellos derribaron un artefacto que pertenecía a los que nos han secuestrado hace poco. Si estuvieran aquí ahora… ¿Qué dirían al respecto? Temiendo un poco que se descubriera la verdad, el joven Lakor iba a optar por guardarse ese secreto. Sentía que debía saberlo el resto de la humanidad, pero no quería que fueran los miembros de la Sociedad Galáctica los que se enteraran. — De saber que fuimos nosotros, nos lo habrían recriminado — pensó el chico — Entonces no saben nada. Mejor. Que se quede así. Sin dejar de asombrarse por todo lo que se había revelado a su mente en aquel día, el chico decidió levantar la vista para centrarla otra vez en Cerv y en Siban, solo para darse cuenta de que la historia que estos contaban seguía prolongándose todavía más. — No queríamos perder el tiempo enviando otro satélite para que fuera derribado — Cerv comenzó a explicar — Teníamos los medios para llegar a la Tierra, y para ponernos en contacto con ustedes. Lo que nos retrasó a todos fue la selección de todos los que participaríamos en el encuentro. Invitar a una tercera especie a una Sociedad Galáctica que se mantuvo siendo una alianza de dos por muchos años no era tarea fácil. Para cuando pudimos resolverlo todo y ponernos en marcha, ya era tarde. — Llegamos al planeta Tierra solo para encontrarlo convertido en una esfera de hielo donde no había un solo rastro de vida — Siban comentó lo que vio con sus propios ojos — Pero no nos íbamos a dar por vencidos. Llegamos a ver imágenes de ustedes surcando el espacio exterior. Sea lo que fuera que les hubiera ocurrido, jamás abandonamos la esperanza de volver a encontrar a seres humanos viviendo en otros planetas. Y tras varios años explorando un universo tan grande y a la vez tan vacío, los hemos encontrado. Dos poblaciones diferentes, en dos planetas diferentes, pero todos son indudablemente humanos. — Intentamos aprender de todos ustedes para saber si nos seguía conviniendo formar un pacto con ustedes, y allí nos topamos con un misterio para nosotros — Cerv empezó a explicar la parte final del relato — Había humanos en un planeta del cual no éramos capaces de obtener nada. Creíamos tener la tecnología necesaria para infiltrarnos en sus sistemas, pero no podíamos hacerlo. Lo único que estaba a nuestro alcance era la creación de interferencias, cosa que nos permitiría dejarlos aislados. Gina, quien fue de las últimas en ser capturadas, estaba totalmente al tanto de la falla en las comunicaciones. Muchas personas que, al igual que ella, habían intentado contactar con seres queridos y no pudieron, pronto entendieron que las fallas que sus sistemas se debieron a la intervención yarlemiana y velivina en sus líneas de comunicación. Para la soldado fue una respuesta que sabía que iba a servir para aclarar muchas cosas en casa, si es que era posible llevar esa información de regreso en un intento de escape. — No tuvimos ese problema con los humanos que habitaban el planeta Tralio — Siban relató la experiencia de su compañero — La intrusión fue hecha con éxito en sus sistemas, permitiendo que no pudieran contactar los unos con los otros. Esa fue la respuesta que todos los humanos que se encontraban en un intento de escape de las garras de los traliod recibieron para justificar el desperfecto de sus sistemas. Empezaron a sospechar tan pronto como Cerv abrió la boca, pero luego de haber escuchado la historia de Abel Hartka, supieron que no debían dar nada por sentado hasta tener toda la evidencia sobre la mesa. Y en ese momento, la tenían. Una pequeña sensación de ira empezó a despertar en algunos de ellos. El haber sido secuestrados justo cuando su tecnología empezó a fallar no fue una casualidad, y los responsables estaban frente a ellos. — No queríamos quedarnos cortos en nuestro cometido, así que nos llevamos a cien ejemplares de humanos de cada planeta — Siban habló cuando todos esperaban que fuera el propio Cerv el siguiente — Decidimos cruzar poblaciones en la primera noche, de manera que todos pudieran ponerse al corriente de las situaciones vividas por otros. Pero como hemos estado observando, no se ha dado ese caso en todos ustedes. — Es por eso que ahora nos toca a nosotros exponer para los humanos que vienen de un planeta desconocido la situación que están atravesando aquellos que viven en Tralio — Cerv se dirigió a la mitad de los cautivos — Los humanos que eran oriundos de un país llamado Rusia, terminaron encontrando su destino en manos de una raza conocida como los traliod. Ellos han capturado y esclavizado a muchos más seres humanos de los que tenemos nosotros aquí hoy. Nos enteramos gracias a nuestra intromisión en el sistema de archivos de su gente que tenían planeado un escape de sus captores mientras estos se encargaban de librar una guerra entre clanes… No teníamos pensado intervenir tan pronto, pero temíamos que algo pudiera salir mal, y fue por eso que pasamos a la acción. El intento de rebelión de los seres humanos precipitó nuestros movimientos. Es por eso que la tecnología de comunicaciones que ustedes usaban empezaron a fallar de forma tan repentina, y no gradualmente como lo habíamos discutido nosotros. Hemos retirado a cien humanos de Tralio de lo que pudo ser el final del camino para ustedes. Y ahora, aquellos que están en representación de todos ellos, tienen la oportunidad de prestarles su ayuda… — El trato es simple, y esperamos que nadie malentienda la cláusula o malinterprete nuestras intenciones — Siban daría la palabra final — Ayúdennos a construir las bombas nucleares que tanta falta nos hacen para erradicar a Casseirem de la faz del universo. Unan fuerzas con nosotros para que podamos enfrentar a ese demonio, y en agradecimiento, la Sociedad Galáctica abrirá sus puertas para todos ustedes, no solo a aquellos que están en dificultades. Nuestro primer gesto de fraternidad será enviar a nuestras tropas hacia Tralio para rescatar a todo humano vivo que sea prisionero allí. Pero hasta que no tengamos un medio de hacer frente a nuestro enemigo principal, no libraremos un conflicto en contra de otra especie que no nos ha hecho ningún daño directo.
Saludos amigo mío, que decir... este fue un capitulazo. Sin necesidad de acción ni una trama alocada e intensa, simplemente con una revelación que debía llegar y otras tramas hilándose a lo largo del tiempo para terminar convergiendo aquí. Voy a ir directo al grano, pero ha sido un grandísimo capítulo. El universo LGC se expande a partir de esto. El inicio nos muestra a Abel siendo insultado por todos los humanos próximos a él, al ver que el mismísimo líder de la vieja Black Meteor se encuentra allí, vivito y coleando. Alicia y Gina no dudan en ponerle en su sitio, verbalmente hablando, evidenciando que gran parte de la humanidad que queda le guarda mucho odio y rencor (se lo ganó en su momento ). No obstante, a Abel no le parece afectar en lo más mínimo esto, ya que tras haber estado todos estos años solo en los bosques de Edagr y su avanzada edad, nada es relevante para su existencia. Y tiene suerte, porque sin nada que perder, se convierte en alguien peligroso. No digo que vaya a hacer algo malo, pero alguien en su situación es un arma de doble filo. Y esa dualidad con su personaje me encanta. Tras esto, vemos que Jessica repiensa su perspectiva respecto a la gente de Black Meteor y Zenith, algo que no gusta a un Iker cerrado en banda. Mientras ella considera que quizá no deberían juzgar tanto viendo que ya no son esos países, él sigue enajenado con ellos y les sigue considerando culpables de todo (al final, culpables son los líderes, la gente del pueblo poco poder de decisión tiene). Para colmo, Iker evidencia estar cada vez más ido, ya que antes era un simple perver y ahora dice cosas de psicópata, como querer hacer daño a Sky de un modo sexual (o al menos así se da a entender). Sea como sea, este jovencito debe irse a criar malvas cuanto antes , porque sino hará daño a alguien. Y después de una larga espera, se sucede el momento de las respuestas por parte de estos misteriosos seres que han capturado humanos de Edagr y Trailo. Cerv y Siban aparecen en la sala e inician sus explicaciones sobre el porqué del secuestro a los humanos. Más allá de enseñar imágenes de sus planetas y de su gente (algo que me recuerda inevitablemente al disco que lanzamos los humanos al espacio, con imágenes, sonidos y demás de la Tierra... solo espero que quiénes lo hayan encontrado, lo disfruten y no quieran venir a invadirnos ), se revelan como dos especies diferentes, llamadas yarlemianos (Siban) y velivinos (Cerv). Forman parte de una alianza llamada Sociedad Galáctica (tremendo nombre), son de otra galaxia ajena a la Vía Láctea (wow, mola ) y para colmo están en conflicto con los cirgrencianos, seres que aparecieron en una historia secundaria de este fascinante universo ficticio y que son liderados por el enfermo mental de Casseirem (al fin aparece este tipo en la historia principal ). Qué decir, amigo, todo esto me da un hype tremendísimo. Además, velivinos y yarlemianos han estado espiando a la humanidad desde su estancia en la Tierra, descubriendo que la bomba atómica podría acabar con Casseirem y su séquito. Finalmente, Cerv y Siban proponen a los humanos que les ayuden a construir bombas nucleares con el propósito de, a su vez, ayudarles a acabar con el tirano cirgrenciano y así, a cambio, liberar al resto de humanos de Trailo y de paso invitarlos a su Sociedad Galáctica. Un plan muy bonito, eso si, aunque no suena fácil y tampoco debe ser sencillo acceder sin apenas conocerse. Pero sea como sea, todo esto es histórico para LGC y engrandece su leyenda y su universo. Parece que las apuestas han subido y el tablero de juego se pone difícil. Sinceramente, amigo, hype en su máximo esplendor. Estaré expectante de lo que se viene, sin duda. Ahora sí, si antes estaba enganchado a la trama, esto es droga pura. Hasta la próxima, necesito relajarme que el hype se me subió.
Saludos. Es momento de postear el próximo capítulo de esta parte. Para esta vez hice parte de mi tarea y actualicé la guía de personajes, pero no la cronología, que prometo actualizarla más tarde que pronto :( Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk . Me alegra que haya disfrutado un montón del capítulo pasado por todas las revelaciones que vio, y espero que este capítulo sea igual de disfrutable para él. Porque pese a que no haya revelaciones, igual prometo que será pesado, por lo que sucede al menos. También agradecer a cualquiera que haya llegado hasta este momento de la historia, sin importar si es una fecha cercana a la publicación de este capítulo o es tarde. Lo importante es que hayan llegado. Sin más que decir, les dejo el capítulo. Maldito sea tu nombre: Una semana había transcurrido ya en el planeta Tralio desde aquella noche en la que Hufan anunció a todos los seres humanos que había capturado el objetivo que tendría su especie para colaborar con su sociedad. Sin tener otra opción más que obedecer a sus órdenes, puesto a que el navío quedó destrozado y en un estado que le impediría volver a volar por el espacio exterior, sumado al hecho de que Hufan e Yma ordenaron que cada una de las armas que portaba la humanidad fuera confiscada, los seres humanos se encontraban trabajando en sus nuevos puestos. Vitali, líder de los suyos, se encontraba junto con otros seres humanos, realizando tareas para poder arar el suelo que se encontraba en las afueras del territorio controlado por sus captores. Según las palabras dichas por Hufan, en ese suelo no podían cultivar nada, pero tan pronto como pidieron a Vitali que se diera a la tarea de volverlo un sitio en el que pudieran plantar frutas y verduras para su consumo, la primera idea que tuvo el ingeniero, quien no sabía casi nada de botánica, era arar la tierra. Sin intenciones de ayudar a que el territorio de ellos se expandiera, dado a que eso solo propiciaría el nacimiento de más traliod a futuro, y complicaría mucho más la existencia de la humanidad, quería ver si aquel experimento que quería hacer, bajo la excusa de realizar una evaluación del estado del suelo. Las máquinas de arado de los traliod eran pesadas, y era por esa misma razón que cada una de ellas tenía que ser movida por al menos veinte humanos. Para esa prueba en el suelo, Hufan le ordenó la utilización de cinco máquinas, lo que ponía al líder de la humanidad para trabajar en conjunto con los suyos. Vitali, poco acostumbrado a tareas pesadas, se cansó muy rápido, y a él los siguieron el resto de humanos que iban junto a él. Llegó un momento en el que su tarea para movilizar las máquinas se estaba haciendo demasiado laboriosa para todos ellos. — ¡¿Por qué se detuvieron?! — gritó uno de los traliod a todos ellos — ¡Muévanse! ¡No les dimos autorización para que descansen! Alrededor de aquellos campos había un total de quinientos traliod, todos fieles seguidores de los nuevos monarcas; Hufan e Yma. No había humano que no considerara excesiva la proporción de ellos a comparación de su propia especie. Cinco traliod para vigilar cada uno a un humano. Y no iban solos. Había ciertos individuos entre esa población que tenían permitido portar los rifles confiscados a la humanidad. Cierto era que ellos no tenían el conocimiento para la creación de balas, y es por eso que estos solamente debían ser usados en caso de emergencia. El resto de los traliod cuidando que nadie intentara escapar iban armados ya con sus clásicos garrotes de batalla. Bastaría con que un solo humano comenzara a correr para ser perseguido por un enemigo, en lo que terminaría siendo un asesinato brutal para quien tuviera el valor de intentarlo. Pese al cansancio, el grito que recibieron los seres humanos los dejó algo asustado. Ser amenazados por la especie dominante para que trabajaran o de lo contrario se encontrarían con la muerte era todo lo que necesitaban para empezar a movilizarse una vez más. Las piernas agotadas de todos ellos empezaron a moverse ni bien el miedo los invadió en su completitud. Varios de ellos gemían del cansancio por trabajar con un acero tan pesado, mientras que otros sufrían en silencio. Fue una jornada de más de diez horas de trabajo, en la cual los seres humanos sudaron casi sin parar desde que la entrada en calor había terminado. Las temperaturas en el planeta eran muy templadas, y pese a que las nubes negras impedían el paso de la luz solar, ninguno de ellos se veía invadido por el frío. Una vez que el tiempo transcurrido de la jornada llegó a su fin, los traliod que custodiaban a los humanos les dieron el grito para que fueran a limpiarse, y así poder prepararse para regresar a sus hogares. — ¡Al arroyo! — ordenó una mujer en el ejército que portaba un rifle — ¡Lávense la ropa y quítense el polvo de encima! ¡Luego regresarán a sus hogares! Los seres humanos que estaban trabajando allí contaban con mudas de ropa dadas las exploraciones lideradas por Hufan hacia el navío. Dado a que se habían preparado para escapar, muchas pertenencias fueron empacadas en la estructura espacial, y fue mediante varios viajes que fueron recuperadas por el monarca y posteriormente distribuidas entre la población restante. […] — Lo dejaste bastante destrozado — Vitali analizaba las máquinas en el interior de la nave — No tienes por qué preocuparte, ya nunca volverá a volar… Pese a que había escuchado de primera mano lo que habían hecho al navío, Vitali conservaba una pequeña esperanza en su cuerpo. Se aferraba a la idea de que los traliod, al ser ignorantes respecto a la tecnología que ellos manejaban, solo hubieran causado daños superficiales a la nave, de modo que no fuera imposible que volviera a despegar. El viaje para recuperar ropas, herramientas e incluso provisiones fue un pretexto del ingeniero para poder ver con sus propios ojos el estado del enorme navío en el que él mismo trabajó en el pasado. Mientras los traliod guardaban todo lo que podían encontrar en bolsones y costales de gran tamaño para ser transportado, Hufan se llevó a Vitali hacia la sala de mandos, de modo que él pudiera asegurarle que ya nunca se irían de aquel planeta. El ingeniero iba con la idea de mentirle, y decirle que esa nave ya solo era chatarra inutilizable que jamás volvería a alzarse a los cielos. Pero, para su mala fortuna y de todos los demás humanos en ese mundo, lo que había dicho recientemente no fue una mentira. — ¿Cuánto te tomaría repararlo para que volviera a volar? — Hufan quería conocer más acerca del estado actual del navío. — Toda una vida no sería suficiente — Vitali se veía muy atemorizado al dirigirse a él — Lo has dañado muy bien. Nos has confinado en este sitio para toda nuestra existencia. — Bien, tus lágrimas de miedo no parecen ser fingidas — el monarca expresó tras alzar la cabeza del ingeniero utilizando su mano — A ustedes les cuesta demasiado llorar. La gran mayoría no lo hizo mientras eran trasladados a mi provincia la primera vez que nos vimos. Hubo algunos a quienes los vi hacerlo por primera vez cuando asesiné a su matriarca… Son duros. Lo cual es bueno, van a tener que serlo cuando los pongamos a trabajar para nosotros. Lo cierto era que las lágrimas de Vitali eran una mezcla entre miedo y tristeza. Apenas ayer tuvo que contemplar como su esposa fue asesinada por los traliod, sumado al gesto tan horrible de que usaran su sangre para embarrarle el rostro. Lo que necesitaba para sentirse mínimamente mejor era una confirmación de que su nave no estaba tan mal como Hufan había descrito. Pero no podría ni siquiera darse ese lujo. Una vez su propósito estaba cumplido, el ingeniero y nuevo líder de los humanos emprendió el viaje de regreso al territorio del reino. Veía muy impresionado como los traliod podían cargar sin problemas bolsones y costales que debían pesar unos diez kilos cada uno, a juzgar por todo lo que habían colocado dentro. Era consciente de la enorme fuerza que una raza como esa había desarrollado, pero esa demostración cantaba a los cuatro vientos que el margen no era poca cosa. Dado el acto de rebeldía que los seres humanos habían tenido hacía poco tiempo, el monarca y sus servidores montaron sobre los animales que usaban para trasladarse, y empezaron una marcha hacia su territorio. Vitali, ni siquiera con los pequeños privilegios que le otorgaron por ser un líder tenía el derecho a usar una de esas monturas. Mientras que Hufan y el resto de su gente cabalgó en el viaje de regreso a casa, él tuvo que avanzar a trotes rápidos para no perderlos. De vez en cuando, pudo escuchar las risas de varios de ellos, burlándose de él por ser un simple esclavo sin derecho a ahorrar fuerzas para recorrer un trayecto de varios kilómetros de ida y vuelta. Al regresar al territorio, el ingeniero vio con sus ojos como varios de los seres humanos que estaban cautivos con él, entre ellos el ex líder Dmitri y su gran amigo Renji, fueron situados en los muros, con la tarea de reconstruir el enorme hueco que habían hecho. Al pasar por allí, Vitali miró a la cara a su amigo, quien fue capaz de encontrarlo y centrarse en él. Todavía no habían tenido la oportunidad de hablar tras las muertes de Lara y de Fenya, pero en sus miradas pudieron expresar todo lo que les hacía falta para darse a entender. Un pequeño sentimiento de valentía se apoderó de Lakor por un instante, y así fue cómo obtuvo las fuerzas para dirigirse a Hufan, una vez que la zona en construcción del muro fue dejada atrás. — Disculpe, monarca Hufan — sus piernas le temblaron al hablar — ¿Cuándo podré ver a mi hija? — Cuando yo lo decida, Vitali — el líder absoluto ni siquiera les miró a los ojos al hablar — Ni siquiera ha pasado un día desde que la encerramos. No es recomendable que pierdas la paciencia, porque lo único que ganarás es que yo la pierda también. Apenado sin tener noticias de la única persona en su familia cuyo paradero era conocido, Vitali agachó la cabeza y lo único que veía en la entrada al reino era la forma en que sus pies se movían uno ante el otro. No podía terminar de digerir todas las desgracias que cayeron sobre él. Su esposa muerta de forma horrible, su hija encerrada, y su hijo más pequeño en un paradero desconocido. De repente, el ingeniero dejó de mirar el suelo del planeta para dirigir su mirada al cielo. Siendo que los traliod controlaban todo el territorio en que se podía habitar y ni siquiera ellos tenían una idea de a dónde habían ido Winter junto con las otras personas desaparecidas, el ingeniero supo que algo debió de haberse llevado a su hijo fuera de su mundo. Le parecía muy difícil de creer que seres del espacio pudieran haber llegado desde otro mundo solo para llevarse a su hijo, pero eso tenía mucho más sentido y era más esperanzador que asumir que se lo había tragado la tierra. — Te extraño, pequeño mío — Vitali empezó a murmurar — Y por más que desearía tenerte en mis brazos, tal vez sea mejor para ti que no estés aquí con nosotros. — ¿Qué estás balbuceando? — preguntó uno de los traliod, creyendo que el humano tramaba algo. — Una oración, por el bien de mi hijo — el ingeniero tuvo que mentir, aunque lo que expresó no estaba lejos de ser una plegaria. Nadie de los traliod le dio la más mínima importancia. Luego de haber invertido varias horas para dar con el hijo del líder humano y no poder encontrarlo, se asumió que habían desaparecido sin más. No era agradable para nadie, menos para los traliod quienes perdían mano de obra, pero al no poder remediarlo, optaban por simplemente ignorarlo. […] — Qué desagradable — pensó el ingeniero. Por órdenes de los traliod, los seres humanos tenían prohibido regresar a sus casas sin haberse higienizado tras la jornada de trabajo. Antes de acudir al lugar en el que trabajaban la tierra para prepararla para el cultivo, cada humano se llevó una bolsa contando con una toalla y una muda de ropa. En un arroyo cercano al territorio de sus captores, los humanos lavaban la ropa y luego tenían que meterse en la corriente de agua para quitarse la tierra del cuerpo y del pelo. Dado a que el arroyo no era demasiado ancho, no podían separarse mucho los unos de los otros. A todos los hombres y mujeres les tocaba verse desnudos cada vez. Sin tener el más mínimo espacio para la privacidad, el aseo se volvía un momento incómodo tras la jornada de trabajo. En solo tres minutos, casi todos salían del agua para secarse y de esa manera vestirse con ropa limpia, de modo tal que pudieran estar el menor tiempo posible en estado de desnudez. A falta de poco tiempo para que la noche llegara y la poca luz solar que se filtraba por las nubes se quedara en nada, los seres humanos fueron escoltados en el viaje a casa por sus captores. Como era de costumbre, al pasar por la zona del muro que tenía un hueco gracias al ataque del comandante Yukimura, este pudo cruzar miradas con su amigo. Con todo el tiempo transcurrido, todavía no habían podido cruzar siquiera dos palabras, cosa que dejaba muy afectado a Vitali. Privado de las palabras de apoyo de un amigo suyo, su moral descendía bastante con el correr de los días. Dado a que se quería que los seres humanos estuvieran viviendo en la capital para que a Hufan les fuera más sencillo tenerlos controlados, el ingeniero y todos sus compañeros de trabajo fueron subidos a las plataformas que permitían a los traliod usar a sus monturas para trasladarlos por una distancia tan larga. Se requería de un viaje de varias horas para llegar desde esa provincia hacia la capital, y en medio del camino, la noche cayó encima de todos ellos. No era un viaje nada agradable, dado a que los seres humanos ni siquiera contaban con comodidad en su traslado hacia el sitio en donde eran guardados en cautiverio. Tras entrar a la capital, el soldado miró hacia todas las direcciones, y fue allí que logró visualizar a Airin y Vyon Utkin, los hijos de dos de los comandantes de la humanidad ya fallecidos. Ambos tenían una mirada triste en el rostro, y haber podido verlos conmovió un poco al ingeniero, quien pudo recordar el momento en el que, estando Gavril herido y sabiendo que su hija estaba desaparecida, fue a discutir con ellos. — Odiaría que alguien viniera a gritarme en este momento — pensó para sus adentros — Está claro que mi conducta, en aquella ocasión, fue bastante reprobable. Los dos jóvenes cadetes, quienes habían visto descontinuado su entrenamiento hacía ya mucho tiempo, se encontraban en las afueras de la casa que les habían asignado una vez terminó el conflicto de Hufan e Yma con Ybrir. Siendo los dos hijos directos de Lara Furlan, a quienes las autoridades absolutas consideraban matriarca de la humanidad, a ellos dos les tocó una de las casas más pequeñas de todas. — Odio cuando se hace de noche — Vyon miró el tamaño pequeño de la casa — No me gusta dormir en ese sitio de mierda. — A mí tampoco, Vyon — Airin comentó con algo de tristeza — Pero Rosary todavía no nos ha dado el visto bueno para mudarnos con ella y su familia. Puede que esté tratando de convencerles de que nos acepten. — Los traliod nunca olvidarán que fue mamá la que lanzó el primer ataque — a Vyon se le quebraba ligeramente la voz al hablar de ella — Y saben que somos sus hijos. Seguro sus padres están queriendo averiguar si lo que van a hacer no les supondrá ningún castigo. — La noche ya empezó, y dudo que ella venga ahora mismo — Airin colocó su mano en el hombro de su hermano — Ven. Vamos a intentar dormir un poco. Hoy trabajamos mucho moviendo ladrillos de un lugar a otro. Vyon asintió, para luego darse la vuelta y dirigirse a la entrada de su casa. Apenas una zona de diez metros cuadrados en donde solamente se encontraban sus camas era lo que tenían. Ni un solo mueble donde guardar las provisiones que se les otorgaba, las cuales se encontraban en el suelo al no tener donde ponerlas. Esa casa solamente había sido diseñada para aquellos entre los suyos que viajaran ligeros de equipaje y solo necesitaran pasar una noche allí. No estaba diseñada para que nadie viviera allí, al menos no cómodamente. Y fue esa misma la razón por la cual Hufan e Yma optaron por darles esa casa a los dos hijos de Lara, quien siempre sería recordada como la primera en atacar a los traliod en la noche del escape fallido, asesinando en el proceso a una de las personas más queridas por el monarca. […] El despertar en la mañana por octava vez para Vitali fue igual a las ocasiones anteriores en que le tocó hacerlo, pero no por eso se había acostumbrado. Desde que formó su familia con su esposa Fenya, nunca había estado separado de ellos. Siempre había pasado las noches con su esposa, y tan pronto como tuvieron a Valiana, ella se integró a ese ritual para finalizar un día y pasar al siguiente. Ya fuera en la Tierra, en el espacio exterior, o en el continente occidental, el ingeniero siempre pasaba sus noches sabiendo que su esposa estaba a su lado y sus hijos cerca. Desde que su plan para escapar de los traliod fracasó, todo eso había cambiado. El cuerpo de su esposa fue quemado junto con los de Lara, Katia y el resto de las víctimas de su persecución por la libertad, lo que quería decir que lo único que quedó de ella eran cenizas dispersas en el viento. Su hija Valiana debía pasar las noches encerrada en aquel castillo usado por los traliod para sentirse importantes por el cargo que tenían. Y no tenía forma de saber de qué forma su hijo Winter pasaba las noches, ni siquiera si para esas alturas seguiría con vida. El silencio que reinaba en el interior de la casa tan grande que los traliod le habían asignado provocaba un eco enorme en la cabeza de Vitali, dejándolo a solas con cada uno de sus pensamientos en su mayoría negativos. Creyendo que sería un día de trabajo como cualquier otro, Lakor tomó varias frutas para poder comer y así tener fuerzas para la mayor parte del día. Mientras estaba comiendo la segunda, escuchó como la puerta de su casa era golpeada varias veces, algo que le sorprendió. — Los traliod no golpean, ellos simplemente entran — Vitali supuso que, por esa lógica, no se trataba de alguno de ellos — ¡Puedes entrar! Al abrirse la puerta, fue Renji Yukimura quien pasó a través. El poder ver a su gran amigo, alguien a quien conoció desde el primer día en el que llegó al país ruso escapando del reclutamiento que se estaba dando en su propio país, llenó de emoción al ingeniero. Se levantó rápidamente de la silla en la que estaba sentado, para poder correr hacia él. El comandante militar le dio un abrazo con fuerza, totalmente fraternal, y luego de eso dejó que las lágrimas de su amigo cayeran sobre su hombro. Estaba claro que el dolor de la noche tan horrible que les tocó vivir todavía seguía presente en él. — Vitali, lamento mucho lo que sucedió — Renji no podía decir nada más — Te juro que, tan pronto como podamos hacer algo al respecto de nuestra situación, lo primero que haremos será poner a salvo a tu hija y luego buscar a tu hijo. — Me temo que no hay nada qué hacer — Vitali contestó entre lágrimas — Revisé el Explorador Esperanzado… Está destruido. No hay manera de que podamos escapar de este planeta. Estamos confinados aquí junto a los traliod para siempre. — Sé que debes estar muy afligido por todo lo que está pasando… — Renji quería decirle muchas cosas, pero no quería precipitarse — Pero yo tengo algo que quizá pueda hacerte sentir mejor. — Dudo mucho que eso sea posible, sabes lo que le hicieron a Fenya — el ingeniero convertido en soldado, ejerciendo ninguna de sus profesiones en aquel momento, se veía muy afligido por la situación — Tú mismo lo viste. — Lo sé, y no ha sido fácil quitarme esa escena de la cabeza — su amigo quería mostrarse comprensivo — También soy consciente de lo que le hicieron a Valiana, y de la desaparición de Winter… Sabes que esos chicos son importantes para mí, y que daría la vida por ellos de ser necesario. Estoy tratando de darte algo de esperanza. Sé que no debe ser nada sencillo dadas las cosas, pero eso es lo que me toca hacer como amigo. — ¿Cómo es que pudiste venir aquí? — antes de seguir, el ingeniero quería saber si estaba ocurriendo algo importante. — Los traliod están recorriendo las casas puerta a puerta para anunciar que tenemos el día libre — el comandante de la milicia le hizo saber de los hechos — Probablemente quieren que estemos descansados porque nos van a asignar una cantidad inmensa de trabajo dentro de poco. Son unos seres bastante crueles con nosotros, así que dudo que este día de descanso sea gratis… Pero más allá de eso, tenía ganas de hablar contigo sobre algo. — ¿De qué se trata? — Lakor preguntó con curiosidad. La puerta de la residencia en donde vivía en solitario el nuevo líder de la humanidad, que más que líder se encargaba de ser una especie de representante, fue abierta de par en par nuevamente. Tal y como Vitali había reflexionado, los traliod no necesitaban pedir permiso para entrar, y simplemente abrían las puertas de las casas sin pensar en la privacidad de los humanos. Ambos hombres se sorprendieron bastante cuando vieron a Yma, monarca de los suyos junto con el ausente Hufan, pasar por la puerta siendo acompañada de dos de los guerreros de su especie. Vitali creyó que lo iban a desplazar de su vivienda dentro de poco, a diferencia de Renji, quien creyó que el motivo de ver a la mujer más poderosa de los traliod allí era por haber incumplido alguna especie de norma que desconociera. — ¿Qué ha ocurrido? — el militar se veía un poco a la defensiva — ¿Acaso no tenía permitido venir aquí? — Para nada, humano, no has incumplido ninguna norma — Yma hablaba en un tono muy tranquilo — Vitali, viendo que él está aquí, imagino que ya sabes de qué va el día de hoy. — Sí, mi amigo Renji me lo ha dicho — Vitali, algo acostumbrado a lidiar con ella, se mostraba más calmado al hablar — ¿A qué debemos su visita y placentera compañía? El comandante Yukimura comprendió lo asustado que debía estar Vitali si se obligó a sí mismo a adular de esa forma a una de las causantes de todo su sufrimiento. — Hufan y yo decidimos que podrás venir a ver a tu hija al castillo — Yma le dio la noticia — Solo tendrás cinco minutos para hablar con ella. Ven conmigo ahora. No tenemos intenciones de prolongar esto durante todo el día que tienen libre. Asombrado por ese gesto que veía tan fuera de lugar, el ingeniero miró a su amigo, para hacerle saber con una mirada que regresaría pronto. Renji, al haber pasado tantos años junto a él, pudo interpretar eso como una señal para que se quedara allí. El comandante como tal no tenía muchos amigos, y la charla que quería tener con Vitali era bastante importante, por lo que aceptó que no se movería de allí en lo que su amigo regresara. Un poco abrumado por la emoción de que podría ver a su hija, Vitali abandonó la casa siguiendo a la mujer monarca junto con sus dos guerreros que se encargaban de escoltarla, más para protegerla de alguien de su propia especie que de los seres humanos. […] Tan pronto como entró en el castillo, Vitali quedó asombrado como la primera vez. El sitio era grande, y podía intimidar bastante a cualquier humano que lo visitara. El hecho de que todos hubieran nacido y crecido en una época donde los castillos eran edificios históricos más que lugares donde la gente viviera y se asentara contribuyó bastante a que el ingeniero fuera tan impresionado. Nada más bastó que diera unos pasos al frente para que Hufan, el monarca en persona, fuera para recibirlo. Vitali supuso que lo tendrían vigilado en lo que durase su visita, tal y como sucedía con cualquier actividad que la humanidad realizaba. — Hace unos días me pediste para poder verla — Hufan le recordó aquel momento — Gracias a que soy un ser muy generoso, todo con tal de evitar que me pase lo que le pasó a Ybryr, te lo voy a permitir. Te llevaré hasta ella. Tienes solo cinco minutos. Lakor fue conducido por el propio soberano de su gente en persona. El castillo era bastante extenso, y había zonas que él no conocía, con una puerta que daba acceso a escaleras que conducían a un calabozo, tal y como se solía escuchar que eran las fortalezas de antaño. El lugar, como todos los interiores del mundo, estaba iluminado por antorchas. La oscuridad se hacía cada vez más débil gracias a la luz provista por el fuego de estas. Y eso fue lo que permitió a Vitali hacer contacto visual con su hija. Hufan lo llevó hasta una sala de barrotes muy gruesos y poco separados entre sí, y detrás de esos barrotes se encontraba encerrada la hija mayor del ingeniero. Ella estaba despierta, puesto a que el miedo le dificultaba demasiado dormir en condiciones como esa, y tan pronto como vio a su padre, corrió hacia los barrotes. — ¡Papá! — la chica, quien estuvo más de una semana aislada de toda su gente, se emocionó al verlo — ¡Al fin te dejaron venir a verme! — ¡Mi pequeña niña! — Vitali exclamó de felicidad al verla — ¡¿Cómo te están tratando en este lugar?! La chica pasó ambas manos por detrás de los barrotes, permitiendo así que ella pudiera estrecharlas con su padre. Tan pronto como ambos se tomaron, ella comenzó a llorar por la tristeza que tenía al encontrarse allí, y por la emoción de poder ver a alguien de su especie otra vez. Vitali sujetó con fuerza a su hija, sabiendo que eso era lo más cercano a un abrazo que podría darle. Fue en ese momento en el que sintió como su hija apretó sus manos con mucha presión, como si no quisiera soltarlo. — ¡Papá, este lugar es horrible! — Valiana lo decía en un llanto pleno — ¡Está oscuro! ¡Por las noches hace mucho frío, y si me acerco a las antorchas, el humo me provoca mucha tos! ¡Me dan comida solo una vez al día, y no tengo nada más que un hueco en la esquina para usarlo como baño! ¡No he podido ver a nadie más, ni siquiera escuchar sus voces! ¡Lo único que escucho es cuando la puerta se abre y vienen a traerme la poca comida que me dan! ¡No quiero quedarme aquí más tiempo! ¡Quiero ser libre, incluso si eso significa morir! Para el hombre, escuchar a su hija gritando de esa manera tan ruidosa y con una voz tan rasgada, fue como una puñalada a su corazón. Él nunca había pasado tanto tiempo lejos de ella, y mucho menos había permitido antes que fuera tratada de esa forma. Lágrimas empezaron a caerse de sus ojos cuando vio el estado en el que se encontraba. Estar en un lugar así no debía ser para nada cómodo, ya que fue capaz de darse cuenta que debía dormir siempre en el suelo. Odiaba que su hija tuviera que ver en esas condiciones, y le dolía mucho verla sufrir esa clase de destino. — ¡Dime por favor que pudiste encontrar a Winter y Artem! — el hombre se asombró al escucharla rogar por su hermano y por su pareja — ¡Al menos quiero saber que están a salvo! ¡Que ellos han tenido mejor suerte de la que tuve yo! ¡No puedo seguir yéndome a dormir sin saber eso! — Lo siento, hija — Vitali no sabía cómo darle esa información — Nadie sabe en dónde se encuentran. Lo que pasó con ellos es un misterio. Puede que nunca podamos volver a ver a Winter… Pero considerando lo que estamos viviendo tú y yo, puede que eso sea lo mejor. — ¡¿Cómo puedes decir algo así?! — Valiana le recriminó esas palabras — ¡Mamá te pidió que pudieras encontrarlo! ¡Eso fue lo último que te pidió antes que la mataran en frente de nosotros! ¡No puedes fallarle! ¡Ella deseaba que tú pudieras traerlo de regreso! ¡Al menos tienes que averiguar en dónde está! — Créeme que lo que más quisiera es saber en dónde podría encontrar a tu hermano — Vitali se mostró bastante dolido al hablar — Pero no tengo los medios para hacerlo… Valiana, por más que te duela escuchar esto… yo… es muy probable que nunca puedas volver a ver a tu hermano. Lo siento. Quisiera hacer algo para cambiar eso, pero no tengo cómo. — ¡Entonces encuentra la manera! — Valiana lo desafiaba a hacer algo — ¡Mamá te lo pidió! ¡Al menos haz un intento para recuperarlo! ¡Él debe estar asustado! ¡Tenemos que saber en dónde está! ¡Quiero volver a verlo! — Bueno, Vitali… — Hufan interrumpió antes de que pudiera responderle — Han pasado los cinco minutos que acordamos — el monarca lo tomó de los hombros, para luego apartarlo de la celda por la fuerza, sin comprobar de ninguna manera que realmente se hubiera cumplido ese plazo — Despídete de tu hija. — ¡No! — la joven Lakor gritó aterrada por eso — ¡Quédate más tiempo! ¡Es la primera vez que te veo en todos estos días! ¡No te puedes ir ahora! ¡No quiero que me dejes aquí sola! — ¡Descuida, hija! — Vitali gritó con algo de dolor en su voz — Te prometo que buscaré la forma de sacarte de aquí. Serás libre dentro de muy poco. — ¡Papá! — la chica se quedó parada frente a los barrotes viendo como el monarca lo alejaba de ella, hasta que finalmente, se escuchó un estruendo que selló el pasadizo que daba acceso al calabozo, dejando a la chica en completa oscuridad una vez más. La ilusión de haber visto a su padre de nuevo duró muy poco, y de haber sabido que sería una visita tan corta, la chica habría controlado mejor sus emociones. Creyó que le dejarían convivir junto a él por al menos una hora, pero el monarca de su especie no les concedió esa clase de lujos. Sin saber que más hacer tras haberse quedado en solitario nuevamente, se dirigió hacia la pared de piedra del castillo, para sentarse y apoyar allí su espalda. Cubrió su cara con ambas manos y derramó todas las lágrimas de tristeza que contenía. Todavía no se había recuperado de la muerte de su madre, no tenía cómo saber el paradero de su hermano y su novio, y no le dejaron pasar siquiera diez minutos junto a su padre. No sabía cómo lidiar con tanto dolor al mismo tiempo. Una vez que Vitali estaba fuera de esa mazmorra, Hufan lo acompañó sujetándolo hasta la puerta de entrada del castillo, esperando hasta ese momento para dirigirle unas palabras. — Muero de ganas de ver cómo vas a sacarla de ahí sin tus armas — Hufan lo decía en un tono de burla — Incluso al traliod más fuerte le costaría un mes completo vulnerar esos barrotes con los garrotes de batalla. Claro que todo eso es asumiendo que te lo voy a permitir, cosa que no voy a hacer. Pero sería interesante verte intentando hacer eso. Tratando de salvar a tu hija, fallando en el intento, y luego provocando tu muerte y la de ella. Con la puerta del castillo abierta, Vitali abandonó aquel edificio, encontrándose con un traliod guerrero que portaba uno de los rifles de la humanidad. Él se encargaría de escoltarlo hacia su casa. En el trayecto para regresar a su vivienda, en donde lo estaría esperando su gran amigo Renji, Vitali pensó en todas las cosas que su hija le había dicho, y en la forma en que se digirió a él. Era doloroso para él verla atravesando esas condiciones. Notó ojeras en ella al acercarse, un comentario que no quiso hacer para no herir sus sentimientos, lo que denotaba que sus noches eran peor de lo que ella las pudo describir. — No puedo dejarla pasar una noche más allí… — Vitali pronto pensó en una solución — Mi hija merece ser libre. […] Renji estaba casi dormitando cuando escuchó como la puerta de la residencia de su amigo se abría por cortesía de un escolta traliod. Vitali entró arrastrando los pies, con una cara pálida y una mirada casi perdida. No dirigió la vista a su amigo, y lo único que hizo fue tomar una silla y dejarse caer allí, con fuerza, golpeándose la espalda y las piernas por la forma tan brusca en la que se lanzó. Una vez el traliod cerró la puerta, el comandante Yukimura se paró frente a su mejor amigo, moviendo sus manos delante de él para ver si estaba en sus cabales. — ¡Vitali! — Renji quería sacarlo de ese trance tan extraño — ¡¿Qué fue lo que pasó?! ¡¿Valiana está bien?! El haber visto como el ingeniero entró a la casa le sirvió para darse cuenta de que la respuesta no sería un “sí”, pero necesitaba que el propio padre de la chica le contestara la pregunta. Renji chasqueó los dedos unas cuatro veces hasta que consiguió que Vitali levantara la cabeza y lo mirara fijamente, con una mirada que reflejaba un miedo terrible. — Renji… — Yukimura retrocedió por la repulsión que sintió al mirarlo mientras hablaba — Quiero que me mates. — ¿Matarte? — el comandante no entendió nada — ¿Por qué estás diciendo esa clase de cosas? — Visité a mi hija por solo cinco minutos de mierda, pero fue suficiente para ver las condiciones en las que está… — se tomó una pausa antes de seguir — Aislada, con frío, con hambre, asustada a cada momento, sin una única comodidad… No puedo vivir conmigo mismo sabiendo que la tienen así. Ella no merece un trato como ese. — ¿Y cómo se supone que tu muerte va a ayudar en algo? — Renji le cuestionó ese detalle. — Hufan solo la tiene encerrada para obligarme a trabajar al cien por ciento — explicó el padre de la chica — Si yo me rehúso a cumplir sus órdenes, él acabará con su vida. Y luego me encerrará para que yo me muera de dolor… Sabe que soy útil, y ella es la única atadura que puede poner sobre mí. Dado a que mi hijo no está por ningún lado y que mi esposa fue asesinada, él la utiliza en mi contra. Pero si yo muriera, ella ya no le sirve más estando encerrada. Será solo allí cuando le permitirán salir. La obligarán a trabajar con todos los demás, y a pasar experiencias desagradables, pero es mucho mejor eso a cómo está ahora mismo. La única forma de que ella sea libre, es que yo me muera. Pero Hufan ya me dejó en claro que no me permitiría suicidarme. Si yo acabo con mi vida y él llegara a darse cuenta, la matarían también a ella. Es por eso que necesito que seas tú quien me asesine. Así él la liberará, y les dará un lugar junto a todos los humanos, en una casa como la que yo uso. Y no una celda oscura y fría. Renji analizó palabra por palabra lo que su amigo le había dicho, y no le gustó para nada. Su ceño se frunció de gran manera, e incluso llegó a apretar los dientes por el enfado que sentía tras escuchar esa proposición. — ¡¿Tan mal estás de la cabeza que no lo piensas con claridad?! — Yukimura lo increpó — ¡Dices que quieres que yo te mate! ¡¿Acaso no te das una idea de que eres el peón más valioso de Hufan?! ¡Si yo te mato, seré el siguiente! ¡¿Me estás pidiendo que acabe contigo solo para renunciar a mi propia vida?! — ¡Tú dijiste que darías la vida por mi familia si hiciera falta! — Lakor le gritó, poniéndose de pie de la silla — ¡Entonces tienes que hacerlo! ¡Después de todo, nuestras profesiones ya quedaron en el olvido! — ¿Cómo que quedaron en el olvido? — Renji no lo comprendía. — Seremos agricultores para toda esta gente — el ingeniero le dio su punto de vista — Está claro que nunca podremos volver a desarrollar tecnología o tocar un arma en nuestras vidas. La humanidad vivirá bajo la esclavitud de los traliod cultivando la tierra. Ya no necesitan más ingenieros, ni soldados, ni mucho menos comandantes. Nuestros puestos quedaron obsoletos, y eso quiere decir que nosotros también… Ya no hacemos falta, Renji. Nuestra muerte nos liberará, y también liberará a Valiana de su encierro. El comandante nacionalizado ruso no podía creer la clase de cosas que su amigo le hacía escuchar. Abrió la boca con asombro ante tales ideas, dado a que nunca se imaginó que sería su amigo quien dijera esa clase de cosas tan pesimistas e infravalorando a sus profesiones. Cada palabra que brotaba de su boca solo causaba que el asco hacia él incrementara todavía más su cantidad. — ¡¿Tanta inteligencia solo para ser tan corto de mente?! — Vitali se asombró al ver cómo le gritaban de esa forma — ¡¿O es que acaso te quitaron la voluntad para pelear?! ¡Yo no me he rendido, Vitali! ¡Yo soy un comandante militar, un soldado en cuerpo, mente, alma y sangre! ¡Para esta clase de cosas me preparé toda mi vida! ¡Tengo mis dos piernas para moverme, mis dos brazos para trabajar y mi cabeza para pensar! ¡Mientras esté completo no pienso rendirme! ¡Ellos nos han derrotado, pero la humanidad se caracteriza por siempre salir adelante! ¡No seremos los primeros en la historia que queden atrás! ¡Vamos a seguir peleando! — ¡¿Con qué objeto?! — Vitali le diría lo que descubrió hacía ya una semana — ¡El navío está destruido más allá de cualquier reparación! ¡Ni trabajando junto con todos los ingenieros que todavía están vivos podremos repararlo! ¡Estamos atrapados en este planeta para siempre! ¡No hay escape! — Lo sé, escuché que alguien lo comentó en una jornada — el comandante estaba al tanto de eso — Pero si la respuesta no es escapar, entonces es otra… exterminar. — ¿Exterminar? — Los traliod no pueden hacernos nada porque nos necesitan para expandir su territorio — Renji le narraba las cosas a su modo de ver — Pero nosotros no los necesitamos a ellos. Podemos acabar con las vidas de todos sin una sola preocupación. Y una vez que lo hagamos, nos quedaremos este mundo para nosotros. Viajamos desde muy lejos buscando un mundo en el que vivir. Ya estamos aquí. No nos hace falta el navío. Solo hay que eliminar a nuestros captores, y entonces, tendremos la paz que deseamos. — ¡¿Cómo esperas hacer eso?! — Vitali no entendía cómo cumplirían algo como eso — ¡Tienen todas nuestras armas! — Estoy aprovechando cada salida al trabajo para analizar los alrededores, busco sus puntos débiles a cada lugar al que voy — el comandante Yukimura le contó sobre su plan — No son perfectos, y estoy seguro de que tienen muchas vulnerabilidades que podríamos aprovechar. Cada día que ellos me trasladan para trabajar, yo busco encontrar algo que podamos usar. Y así, cuando lo encontremos, los tomaremos por sorpresa y acabaremos con ellos. — ¡Eres un iluso si crees que eso funcionará! — ¡Tú eres el iluso, te estás rindiendo muy rápido! ¡¿No quieres liberar a tu hija?! ¡Esta es la forma para sacarla de su celda y que pueda seguir teniendo a un familiar con vida! ¡La chica ya perdió a su madre, no es necesario causarle más dolor! — ¡Renji, tú dijiste que harías lo que fuera por mi familia! ¡Incluso si tuvieras que dar la vida! ¡Entonces, es momento de que lo hagas! — ¡No puedo, Vitali, ¿acaso no miraste a la cara a los otros soldados?! — el comandante se detuvo un poco para tomar aire tras esa ronda de gritos — Gavril murió el año pasado, y Lara murió hace menos de dos semanas… Todos están bastante asustados. La moral del ejército está casi por el suelo. Soy el único comandante que queda, y estamos atravesando el peor momento de nuestra historia. He comunicado mi plan a otros soldados, pero son pocos los que se entusiasman con la idea. Mi presencia es lo único que mantiene la poca moral que queda. Si yo muero ahora, todos se rendirán al no tener ningún líder más al que acudir… Mi muerte hará imposible que el ejército pueda pelear por obtener este planeta. Es por eso mismo por lo que no puedo hacer lo que me pides. Cuando dije que daría mi vida por ti y tu familia, me refiero a sacrificarme si hace falta. No a suicidarme de manera inútil. Vitali, pese a que encontraba bastante poética la explicación dada por su amigo, no estaba conforme con sus palabras. El ingeniero, a diferencia del comandante, había vivido en carne propia lo que era estar encerrado con los traliod. Creyó que, si teniendo el factor sorpresa y sus armas no habían podido hacer valer sus esfuerzos para escapar, sería una hazaña imposible el intentarlo sin contar con ninguna de sus armas. Su disconformidad pronto se manifestó a su amigo. — Si intentas hacer algo para tratar de exterminar a los traliod, solo los harás enojar y nos castigarán dándonos un trato peor del que nos dan ahora, por más difícil que sea imaginar eso — el hombre no estaba dispuesto a seguir a su amigo — Y si yo llego a estar entre los que intenten eso, Valiana seguro sufrirá una muerte que no quiero imaginar. Es muy arriesgado, y muy estúpido que hagas eso, Renji. Solo traerás desgracia a todos nosotros si sigues con esa idea, creyendo que podrás cambiar algo. Además, incluso si fuera posible ese disparate que dices, tardaríamos años en estar preparados. Y yo no quiero que mi hija esté encerrada ni un solo día más. Lo mejor que puedes hacer es… — No te voy a matar para desperdiciar mi vida inútilmente — el comandante no lo dejó terminar — Te recuerdo que, aunque los traliod vayan por allí diciendo que tú eres nuestro representante, no tienes autoridad sobre mí al ser yo tu comandante. Así que toda esta idea tuya de que ambos nos suicidemos no se llevará a cabo. Tal vez tengas razón y nuestras muertes ayuden a liberar a tu hija, pero nuestras vidas ayudarán a liberar a toda la humanidad… — ¿De verdad crees que tenemos esperanzas? — Vitali lo preguntó más de forma retórica que buscando una confirmación. — El hecho de que tú no lo creas y que me hayas pedido esto solamente me demuestra que eres una decepción — el comandante Yukimura le dio la espalda a medida que marchaba hacia la puerta — Me decepcionas como soldado, como padre, como hombre, como humano… pero más que nada, como amigo. Entiendo que todo lo que ha pasado te ha golpeado muy duro, y ver que tu hija está encerrada siendo la única familia que tienes al alcance te ha dejado abatido. Pero no es razón para derrumbarse como lo has hecho tú — abrió la puerta, y antes de cerrarla tras su salida, le dedicó unas últimas palabras — Hablaremos de nuevo cuando te hayas recuperado. Por ahora, te dejo solo para que reflexiones. De un portazo, la puerta de la residencia de Vitali se cerró. El hombre, esposo de una mujer asesinada y padre de una hija encerrada en un calabozo y de un hijo desaparecido sin dejar rastro, se cayó nuevamente sobre la silla en la que había estado sentado al llegar. Las palabras de Renji le hirieron el orgullo de forma tremenda. Empezó a respirar agitado mientras dio inicio la reflexión acerca de lo que había pasado. Su amigo, pese a haber escuchado sus argumentos a favor de una muerte de ambos para que su hija pudiera ser libre, se negó rotundamente a cooperar, manteniendo la idea de que debían aprovechar las debilidades de los traliod para luego usarlas en su contra. Lakor no iba a aceptar esa actitud y mucho menos esas palabras. Se puso de pie con mucha molestia. No estaba dispuesto a dejar a su hija encerrada allí ni un solo minuto más. Corrió hacia la puerta que daba entrada a la casa, y luego la abrió para pasar a las calles que había en la capital de la provincia desde donde se dirigía el reino. Muchos humanos y traliod caminaban por esas calles, yendo de un lado a otro, ya sea para pasear, hacer tareas o realizar algunas compras o trueques para sus viviendas. Pero al ingeniero solo le importaba uno de ellos. Renji Yukimura, su amigo y comandante. Tan pronto como lo divisó, fue corriendo hacia él, empujando en el trayecto a varios humanos y traliod que tenía en frente, quienes lo miraban avanzar hacia su objetivo. El hombre oriundo de Japón se dio la vuelta cuando escuchó unas pisadas fuertes yendo hacia él a toda velocidad, solo para ver cómo su amigo Vitali le sujetó la cabeza con ambos brazos, arrastrándolo un poco hacia una pared, en donde le estrelló el rostro, ocasionándole al comandante que de la nariz le empezara a salir sangre. Aturdido por el golpe, Yukimura cayó al suelo, mientras que los seres que estaban en las cercanías, humanos y traliod, se acercaron a ver lo que sucedía. — ¡¿Cómo te atreves a decirme que soy una decepción como padre?! — de todos los comentarios, ese fue el que más le dolió a Vitali — ¡Tú no tienes hijos propios! ¡No sabes nada de ser un padre! Enfadado, y con ganas de hacerle pagar por sus palabras, Vitali se agachó para posicionarse encima de Renji, de modo que pudiera seguirlo golpeando para desquitarse por los insultos que recibió. Pero tan pronto como se subió sobre él, un puñetazo en el cuello fue lo primero que le propinaron. Tosió dos veces antes de que el comandante le lanzara un segundo puñetazo, esta vez a la cara, de forma que pudo derribarlo sin problemas. Renji se levantó a medias para luego lanzar un rodillazo a la zona abdominal de Vitali, quien lanzó un grito de dolor por el ataque. Acto seguido, el comandante se subió encima suyo, para luego colocar sus manos alrededor de su cuello y empezar a estrangularlo con todas sus fuerzas. Vitali estaba inmovilizado, y no tenía la fuerza suficiente para quitarse a su atacante de encima, ni siquiera para apartar sus manos del cuello. — ¡Estás completamente loco! ¡Perdido totalmente! — el comandante no tenía compasión — ¡Tenías razón a medias, hijo de puta, tú sí que no le eres de utilidad a nadie! ¡No nos sirves de nada mientras estás vivo! ¡Voy a terminar matándote antes de que causes una… Pero sus palabras fueron cortadas cuando dos impactos de bala llegaron a su torso, justo en la zona donde se encontraba su corazón. Dos ruidos de disparos se escucharon, ocasionando que varias personas cercanas se fueran corriendo de allí. Los que se quedaron siguieron el origen del ruido y pudieron ver como un traliod, el mismo que había escoltado a Vitali en el regreso a su casa, intervino con su rifle para salvar su vida. Cuando Lakor lo vio, quedó anonadado como el resto. Renji Yukimura apartó las manos del cuello de su soldado, e intentó llevarlas hacia su torso y sujetarse en la zona donde recibió los disparos. Sin embargo, debido a que las balas que usaron en su contra eran de las que habían sido modificadas para perforar la piel de los traliod, estas ocasionaron un daño mucho más letal en su cuerpo. Un pulmón y su propio corazón fueron alcanzados por los disparos. Tosió sangre antes de caer al piso tan solo un segundo después. Vitali, totalmente en shock, tardó en darse cuenta de que él fue quien había provocado eso, y que su mejor amigo estaba muriéndose frente a él a causa de sus actos. — ¡No! — el remordimiento lo invadió — ¡Renji! ¡Renji, perdóname! La sangre brotaba de los huecos que habían dejado las balas que disparó aquel traliod, que vio como prioridad actuar rápido para salvar al peón más valioso de Hufan e Yma, creyendo que, si tardaba mucho más, sería tarde para salvarlo. Vitali puso sus manos para tratar de evitar que su amigo siguiera perdiendo más sangre, pero esto simplemente no ocurría. — ¡Renji, quédate conmigo, no cierres los ojos! — Vitali se rehusaba a perderlo allí. — Era cierto… — con sus últimas fuerzas, el comandante miró con furia a quien ya dejó de considerar su amigo — Los Lakor… estén en donde estén… solo… solo traen desgracias… La humanidad está maldita con ustedes… El ingeniero comprendió que eso era una referencia clara a las ocasiones en las que Dmitri hablaba mal acerca de cómo el comandante Lakor de Zenith fue una de las causas principales de que a la Tierra le hubiera llegado su final. El comandante Yukimura gastó sus últimos alientos en maldecir por última vez a quien fue su mejor amigo desde que arribó al país ruso. Vitali lo soltó, para ver como exhalaba por última vez frente a él. — Fui yo… yo causé esto… — Vitali no se lo terminaba de creer. Con la moral por los suelos y la estabilidad mental separada del todo de su cuerpo, Vitali se dejó caer al suelo mientras cubría su rostro con las manos al mismo tiempo que lanzó un grito ensordecedor que no hacía nada más que atraer a más y más seres vivos a la escena. Dmitri Koslov, expresidente de Rusia, llegó tan pronto como lo escuchó todo, solo para ver horrorizado el cadáver del último de los tres comandantes de su nación tirado en el suelo, mientras la sangre continuaba saliendo de las heridas que le arrancaron la vida.
Hola, amigo. Que bueno que hemos podido juntarnos un finde más para nuestra clásica leída en simultáneo. Sobre todo porque tras el épico anterior capítulo, este no se ha quedado atrás y no ha defraudado. Ha sido un grandísimo capítulo con plot twist inesperado al final. Hasta el momento, esta parte está siendo una maravilla . Pasaré a comentarlo. El inicio muestra a los humanos siendo usados como esclavos, realizando trabajos en la tierra como si se tratase de agricultores bajo la atenta mirada de sus dueños. Esto es básicamente lo que me esperaba, ya que con la victoria de los trailod sobre los humanos, era más que evidente que estos últimos acabarían esclavizados. Acto seguido, tenemos un flashback en el que Vitali, conocido ingeniero y actual líder de los humanos (aunque sin poder alguno más allá de representar a su especie), le confirma a Hufan que el Explorador Esperanzado quedó inservible y no tiene manera de volar, cosa que alegra al patriarca, el cual aún se mofa de las lágrimas del tipo. Al margen de eso, vemos que Vitali echa de menos a Winter, desaparecido en combate. Tras esto, pasamos a ver brevemente como Vyon y Airin Utkin, huérfanos ahora de padres, viven en una casa extremadamente pequeña, la cual solo alberga dos camas y poco más. Parece evidente que los trailod, conocedores que son hijos de la mujer que inició la traición, no los tienen en alta estima. Luego vemos a Vitali en su casa, la cual es grande pero está vacía. Para su sorpresa, Renji le hace una visita y finalmente así pueden conversar, tras haber estado días sin poder comunicarse tras la derrota en la lucha. Resulta evidente que ambos están dolidos con lo sucedido, pero son prácticamente familia y se dan ese apoyo necesario. Sin embargo, son interrumpidos por Yma , quien le informa al ingeniero que podrá ver brevemente a su hija. Una vez en el castillo, Vitali accede a ver a Valiana con cinco minutos. La chica, para su desgracia, vive en unas condiciones deplorables en todos los sentidos, lo que rompe el corazón de su padre. Más allá de eso, Valiana está desesperada por saber que Winter y Artem estén bien, pero dado su paradero desconocido y su situación actual, se ve desbordada. Hufan se encarga de decirle a Vitali que su tiempo con su hija ha terminado , así que debe despedirse de ella forzosamente y siendo conocedor de su lamentable estado. Finalmente, llega la escena que lo cambia todo. Vitali regresa muy afectado a su hogar, donde Renji le ha estado esperando. Haber visto a su hija en semejante estado hace que él decida pedirle a su mejor amigo que le mate, lo que contraria al propio comandante. Ambos inician así una tensa discusión sobre que no debería rendirse sin más y que sus vidas aún sirven para algún día poder cambiar la situación, pero es evidente que son dos posturas contrarias y que Vitali se encuentra en un estado emocional hundido. Las cosas suben de tono y Renji termina criticando a su amigo, considerándolo una decepción como padre y como persona por pensar así y tener el valor de pedirle que le mate. Esto solo provoca que Vitali enfurezca y vaya tras él, llegando a atacarla en plena calle bajo la mirada de humanos y trailod, que ven como ambos pelean mientras discuten sus argumentos. Renji, también consumido por el dolor, se dispone a matar a Vitali ahogándole, pero recibe sorpresivamente dos disparos mortales por parte de un trailod que, obviamente, entiende que debe mantener a salvo al líder humano. La escena termina con Renji muriéndose, no sin antes decirle a su viejo amigo (que forma más cruel de morir, en manos de un amigo que en cierto modo te ha traicionado... ) que allá donde van los Lakor solo traen la desgracia. Dmitri y otros que escuchan el jaleo se aproximan allí, solo para ver tremenda escena: su comandante ha sido abatido por una disputa con su líder. En fin, amigo, muy buen capítulo. Renji es un personaje que me gustaba mucho y verlo morir ha sido triste, sobre todo por culpa de Vitali. Entiendo las razones de éste, pero creo que está enloqueciendo (y no le culpo, aunque debería tratar de enfocarse ). Ahora no solo ha perdido a un amigo y aliado que estaba buscando formas de cambiar las tornas de la situación, sino que la gente le perderá el poco respeto que le queda. Si estaba solo, ahora lo estará más y Valiana seguirá encerrada. Personalmente, apreciaba el personaje de Vitali hasta este punto. Aquí, eso cambia. Creo que es el primer Lakor (y espero que el único) al que le cojo asco. Eso ha sido todo por hoy, nos vemos a la próxima. Cuídate mucho.
Saludos. Es momento de aprovechar y publicar el siguiente capítulo de esta historia. Tras uno un poquitín largo, este baja un poco la cantidad de palabras por leer. Agradezco como cada semana a mi gran amigo Manuvalk con quien disfruto mucho las leídas en simultáneo que tenemos por discord al compartir lo que sucede con nuestros universos capítulo a capítulo. Espero que el foro siga en pie, porque yo sigo con ganas de leer en simultáneo por aquí los capítulos que nos queden hasta que lleguemos al final del trayecto en ambos casos También agradezco a otros usuarios que, ya sea más tarde o temprano, hayan llegado hasta este capítulo. Sepan que se les agradece y se les aprecia :) Sin más para decir, dejo el capítulo. Un planeta en ruinas: Siban y Cerv guardaron silencio por varios minutos. Desde su alta posición, se podía ver como varios de los seres humanos capturados se encontraban asimilando la situación en la que habían sido puestos. Ambos enviados de la Sociedad Galáctica se dieron cuenta de que quizá necesitarían algo de tiempo para procesar toda la información que les habían dado. No fue hasta que pasaron un total de tres minutos que uno de ellos, un hombre que se encontraba en el sector donde estaban sentados los seres humanos de Edagr, se levantó para lanzar una pregunta al dúo de captores. — ¿Quieren que les construyamos bombas nucleares para ir a usarlas en contra de ese tal Casseirem? — preguntó con mucha incredulidad encima — ¿Y cómo sabemos que esas imágenes no son falsas? Casseirem podría ser una mentira, y ustedes podrían simplemente querer esas armas para lanzarse a la conquista del universo. — Creo que, si lo que realmente quisiéramos fuera obtener esas armas para propósitos hostiles, habríamos secuestrado a más que solo cien de cada mundo — Cerv no podía dar más evidencia que la presenciada allí. — Pero eso no quiere decir que Casseirem sea real, podría ser un engaño — Artem, quien tenía deseos de hacerse escuchar, no perdió la oportunidad de hablar. — No lo es, Casseirem es real — Gina se levantó y llamó la atención de todos — Yo era una soldado de Black Meteor. Mi tarea era explorar el espacio exterior en busca de respuestas a la Gran Catástrofe… En uno de esos viajes, encontramos una nave destrozada, pero funcionando. Dicha nave estaba reproduciendo un mensaje de forma constante. Dicho mensaje estaba dirigido hacia Casseirem, y los tripulantes de aquella nave pedían ser salvados por él. — Es correcto, puedo confirmar que recibí ese mensaje en mis días como líder de mi país — Abel Hartka creyó que dar una doble confirmación no sería dañino — Creo que eso habla por sí mismo, y que ese tal Casseirem existe. Siban y Cerv se miraron fijamente con una sonrisa de felicidad y satisfacción tras la intervención de la mujer y del anciano en esa pequeña charla que se había formado. Sin tener la más mínima idea, habían conseguido llevarse a una humana que les podía confirmar a los más escépticos que nada de lo que decían era una mentira. Supusieron que lo siguiente que recibirían sería una confirmación de los humanos diciendo que estaban dispuestos a aceptar el trato de unirse a la Sociedad Galáctica, y que construirían las bombas nucleares que necesitaban. — ¡Yo no sé cómo construir una bomba como esa! — el grito de una mujer llamó la atención de todos nuevamente. Todas las miradas se dirigieron hacia la esposa de Nick, que no se vio intimidada por el hecho de saber que todos los presentes en esa sala la estaban mirando a la expectativa de lo que iba a decir. — Esa clase de armas pertenecen a una época del pasado en nuestro planeta — la mujer continuó con el relato — Son poderosas, pero el daño que hacen al ambiente es inmensurable. Fue por eso mismo por lo que se promulgó una ley universal para que no se fabricaran más. — Por como lo vemos nosotros, el hecho de que no las hagan más no quiere decir que no sepan cómo se hacen — Siban no quería escuchar esa clase de comentarios en aquel momento. — Lamento mucho decirte que es probable que nadie aquí sepa cómo hacer una — Nick se unió a las conversaciones — Ustedes secuestraron a doscientos humanos al azar, algunos de ellos son menores de edad… No creo que aquí haya nadie capaz de hacer algo como eso. — Yo he recibido esa formación — de la mesa de enfrente, uno de los hombres que estaba entre los traídos desde Tralio sorprendió a todo el mundo — Era ilegal su construcción, pero enseñarnos a cómo armar una bomba nuclear seguía estando dentro de los confines de la ley… Yo sé cómo se hacen, y puedo dar fe de que hay al menos cinco personas conmigo que también lo saben. Siban y Cerv empezaron a sonreír una vez más luego de que el comentario de Gina trajera un poco de desesperanza tanto a ellos como a sus compañeros que mantenían el control de la reunión. Lo que nadie esperaba en aquel momento era que varios de los seres humanos que fueron capturados mientras se encontraban en pleno intento de fuga en el planeta Tralio empezaran a aplaudir e incluso a silbar a favor de quienes afirmaron que sabían cómo construir una bomba nuclear, dado a que sabían que solo debían llevar a cabo dicha tarea para así conseguir el apoyo que necesitaban para todos aquellos que hubieran quedado como prisioneros en el mundo del que estaban intentando huir. Desde la otra mesa, los seres humanos que provenían desde Edagr no supieron cómo poner una expresión más seria de la que tenían actualmente. Nadie entre ellos tenía el conocimiento para poder elaborar un arma de destrucción masiva como la que la Sociedad Galáctica estaba solicitando. Y tampoco les era necesario saberlo, puesto a que todos los demás seres que convivían con ellos estaban a salvo en casa. A su punto de vista, su secuestro fue innecesario, y el trato ofrecido era una pérdida de tiempo para ellos. Sin embargo, antes de que alguien pudiera manifestar su negativa a formar parte de ello, los enviados de la Sociedad Galáctica comenzaron a hablar. — Me alegra saber que contamos con ustedes — Cerv juntó ambas manos con fuerza como símbolo de esperanza — Nuestra Sociedad Galáctica está a punto de volverse más fuerte junto con ustedes. Y pueden dar fe de que no van a arrepentirse por esto. — ¡Espera! — Alicia fue la siguiente en responder, queriendo detener la conversación justo allí — ¡Nosotros no tenemos por qué formar parte de esto! ¡No nos hace ninguna falta que nos ayuden! ¡Llévennos a casa y déjennos continuar con nuestras vidas tal y como estaban! — No podemos hacer eso — Siban se negó a cumplir ese deseo — Mientras menos gente sean para trabajar, más tiempo tardarán esas armas en estar listas. — ¿Casseirem no ha estado ausente de sus vidas durante más de una década? — Gina apoyó a su amiga — Creo que no importa en realidad cuanto tiempo puedan tardar. — Así es, no hemos sabido nada de Casseirem desde hace años — Siban respondió a esa pregunta — Pero eso da igual. De un día para otro, él llegó a nuestro mundo y cambió nuestras vidas. No tenemos idea de cuando pueda volver a aparecer. Pero cuando lo haga, queremos tener las bombas listas para exterminarlo. — ¡Bueno, lo lamento mucho, pero van a tener que hacerlo sin nosotros! — a Gina realmente no le importaba ese detalle — ¡Nosotros no ganamos nada por esta alianza! ¡Todos nuestros conocidos están a salvo en nuestro planeta! ¡No necesitamos que ustedes organicen ningún rescate por los nuestros! ¡Llévennos de vuelta a nuestro hogar, y hagan el trato solo con ellos! Tal y como sucedió cuando uno de los humanos en la mesa de los habitantes de Tralio reveló que él tenía el conocimiento suficiente para poder construir una bomba nuclear, fueron los de Edagr quienes aplaudieron y silbaron a favor de Gina por dar la cara en nombre de todos ellos. Nadie quería pasar ni un solo día trabajando para construir un arma que sería usada contra un enemigo que no conocían, y mucho menos si no obtendrían ningún beneficio. Incluso aquellos que alguna vez consideraron sus vidas rutinarias muy aburridas estaban en contra de algo así. Abel Hartka recordó los momentos en los que habló con la soldado que había desafiado a los enviados de la Sociedad Galáctica. Nunca creyó que sería capaz de enfrentarse a seres que los hubieran capturado de esa manera, pero estaba bastante contento con ese desempeño. No se unió a la gente para aplaudir o silbar, pero su mente reflejó todos sus pensamientos. — Estoy seguro de que, si te hubieras formado en Zenith, no tendrías el valor para decir lo que has dicho recién — el anciano sentía orgullo por su propia conclusión. A diferencia de los que estaban en su mesa, los humanos de enfrente y los miembros de la Sociedad Galáctica no estaban para nada contentos al respecto de lo que acababan de presenciar. Se entendía que hubiera gente indispuesta a cooperar, pero el hecho de que el apoyo que recibía era total, solo les complicaría las cosas. — No han cambiado nada — Iker murmuró en voz baja, de modo que solo sus amigos lo escucharon — Puede que sus países no existan más, pero esta gente sigue siendo egoísta. Pese a nuestras diferencias, somos humanos que no les hemos hecho nada. No son capaces de solidarizarse con nosotros. Jessica, quien tras la charla que dio el propio Abel Hartka comenzó a abandonar su odio hacia los seres humanos que provenían desde Edagr, no tardó mucho tiempo en recuperar el rencor que sentía hacia ellos. Acababa de contemplar como todos los humanos de otro mundo, sin excepción alguna, les daban la espalda cuando necesitaban una mano con sus problemas. — Iker tiene razón, ellos son basura — Jessica miró a Winter y Artem al hablar. Los dos jóvenes se miraron con algo de preocupación y un par de inquietudes a raíz de esta. Si bien, no consideraban que los otros humanos se negaran a participar de un proyecto como ese como un acto egoísta, lo cierto era que, sin su ayuda, la Sociedad Galáctica tardaría más en intervenir en Tralio para poder prestar ayuda a los demás humanos atrapados allí. Sus pensamientos estaban siempre con sus familias, a quienes les deseaban que no les sucediera mal alguno. — ¡Esto es tan fácil como dejarnos en nuestro mundo y acudir al planeta Tralio! — Gina retomó sus palabras — ¡Los necesitan a ellos, no a nosotros! ¡Entonces lleven a sus tropas a esos mundos y rescaten a todos los humanos que necesiten! Los aplausos, que no se habían detenido todavía, se volvieron más fuertes, e incluso varias personas empezaron a lanzar gritos de “hurra” hacia la mujer que estaba desafiando a la Sociedad Galáctica. — ¡No podemos hacerlo! — Siban quería que lo comprendiera — ¡Necesitaríamos a un gran escuadrón para poder hacer frente a los tiranos de ese mundo! ¡No dejaremos a nuestra gente desprotegida mientras la amenaza de Casseirem esté al acecho! — ¡Tal vez esta alianza no les favorezca de primera mano, pero si nos ayudan, estaremos mejor preparados para enfrentar a Casseirem! — Cerv no tenía ensayada una respuesta para esa pregunta, por lo que debió pensar rápido en una forma de salvar su plan — ¡Si llega a aparecer, lo eliminaremos rápido, y entonces su planeta ya no tendrá por qué tener miedo de su presencia! — ¡Podemos defendernos por nuestra cuenta! — Alicia tomó valor para volver a enfrentarlos — ¡Derrotamos a los edagrianos sin ustedes! ¡Si Casseirem aparece, lo venceremos sin ustedes! — ¡Muestran demasiada confianza a pesar de que perdieron su planeta a manos de un edagriano! — Siban comentó lo que había aprendido de las conversaciones escuchadas en la nave — ¡No dudo que quizá puedan derrotar a Casseirem, pero, ¿no se han puesto a pensar que quizá pierdan otro mundo?! ¡Me parece un precio muy alto a pagar por una victoria! La pregunta hecha por la mujer yarlemiana no cayó bien a ninguno de los presentes. Aunque ninguno de ellos podía negar que ella no tuviera razón en lo que decía. La derrota de los edagrianos no fue una victoria impecable para la humanidad, ni siquiera para los integrantes de países como Zenith y Black Meteor, dado a que terminaron perdiendo su mundo de origen. No obstante, no por eso los humanos que habían encontrado un nuevo hogar en Edagr se mostraron deseosos de ayudarles. — ¡Hemos aprendido de nuestros errores! — un hombre del ejército, contagiado por el coraje mostrado por Gina y Alicia, lanzó su desafío a la Sociedad Galáctica — ¡No perderemos nuestro hogar otra vez! — ¡No lo saben! — Cerv quiso hacerlo entrar en razón y ponerlo de su lado — ¡Lo que sí saben es que nosotros ya perdimos nuestros mundos a manos de Casseirem! ¡Pueden evitar que la tragedia los golpee a ustedes aceptando esta alianza! — ¡Ya les dijimos que no tenemos esa intención! — Gina retomó la palabra — ¡Déjennos en nuestro mundo y busquen a sus aliados en Tralio! Nadie volvió a aplaudir o a decir palabra alguna tras lo último que fue dicho por la mujer. El silencio en la sala era tan inmenso que hasta el volar de una mosca podría haber producido eco en dicho lugar. Siban y Cerv se miraron con mucha preocupación, y luego de eso, las miradas de ambos se dirigieron a sus compañeros, quienes estaban haciendo guardia en dicho lugar. Nunca habrían adivinado que la mitad de los humanos capturados se negaría de esa forma tan rotunda a formar parte de un grupo que podría traer prosperidad. Habían mostrado imágenes de la alianza entre sus dos especies llevándolas a florecer como nunca antes, y lo peligroso que podría ser la presencia de un enemigo como Casseirem. Tras haber aprendido que los seres humanos que habitaban el planeta Tralio se encontraban en una situación de esclavitud, creyeron que podrían apelar también a su compasión por otros miembros de su especie. Pero incluso eso terminó por ser insuficiente para ellos. — Son obstinados, quizá por eso terminaron perdiendo su mundo — Cerv lo decía solo para que su compañera le oyera — Pero no podemos perder el tiempo dejando a todos estos humanos en su mundo, y mucho menos tenemos los soldados suficientes para rescatar a los de Tralio sin comprometer a los nuestros. — No vamos a dar ni un solo paso atrás, eso es seguro — Siban le comentó, imitando su forma de hablar — Van a aprender a cooperar con nosotros de una forma u otra. Mañana verán en primera persona lo que pasa cuando tienen a Casseirem como enemigo. Quizá eso les ayude a entender. Cerv asintió con la cabeza, para luego prepararse a decir unas palabras a todos sus cautivos. No cabía duda que todos los humanos estaban expectantes para lo que este fuera a decir. — No hay manera de que podamos dar marcha atrás con esto, y no ahora que nuestra apuesta nos ha salido bien y sabemos que hay gente entre ustedes que puede construir lo que nos hace falta — comentó, causando malestar en todos ellos — Tenemos maneras más severas para ponerlos en línea con nosotros. Esperábamos no tener que usarlas. Los humanos de Edagr se veían muy molestos ya que eso significaba que, por lo pronto, no serían llevados a su mundo para que pudieran reunirse con sus seres queridos. Mientras que los humanos de Tralio tuvieron que recurrir a técnicas como apretar los puños o los dientes, dado a que sabían que el rescate de sus seres queridos en peligro sería mucho más difícil si ellos se rehusaban a cooperar. — Ustedes — Cerv les habló a los oriundos de Rusia — Pueden aprovechar el tiempo a solas en sus habitaciones para tratar de convencer a sus compañeros de encierro de unirse a nosotros. Yo diría que les conviene usarlo. Antes de que pasaran unos dos minutos desde que Cerv hubiera finalizado su orden dada a todos los demás, un total de veinte de los soldados armados de la Sociedad Galáctica hicieron acto de presencia en el sitio para así poder llevárselos a todos de regreso a sus lugares correspondientes. Los soldados que estaban armados en la pasarela superior de la sala tomaron sus armas y las usaron para golpear las paredes, como una forma de dar un mensaje de que tenían que cumplir rápido con las órdenes de ir dejando el lugar. Los soldados que habían ingresado recientemente en el salón no hacían que la gente saliera en el mismo orden en que los habían traído a ese lugar, sino que simplemente los iban seleccionando de forma aleatoria. A medida que los primeros iban saliendo, Iker decidió aprovechar que ni él ni sus amigos fueron elegidos para poder tener unas palabras con Winter y Artem. — Hey, supongo que saben lo que les toca hacer — Iker los miró a los dos, como si les estuviera reclamando algo — No sé qué clase de ideas tengan en la cabeza, pero necesitamos que esta gente coopere con nosotros para que la Sociedad Galáctica nos ayude a salvar a nuestros familiares. — No sé si haya forma de convencerlos de que nos ayuden — Artem quiso ir por el lado lógico — No podemos amenazarlos con nada. Y dudo que apelar a su buena fe sirva de algo. — No les estamos pidiendo que tengan éxito, solo que hagan el intento — Jessica quiso sonar menos severa al respecto — Que parece que son capaces de quedarse sin hacer nada. — Tú… — esas palabras fueron dichas por alguien externo a ellos. Cuando el grupo de cuatro amigos se dio cuenta, tenían a uno de los soldados frente suyo, y dicho ser estaba apuntando a Winter. El joven Lakor supo que llegó el momento de irse a su cuarto, y sin tener tiempo de despedirse de sus amigos, simplemente pasó por debajo de la mesa para unirse a un grupo de gente que caminaba de regreso a sus lugares de encierro. — ¡Tú tienes ventaja sobre esa chica, úsala a tu favor para que elija ayudarnos! — Iker le gritó a Winter, como impulsándolo a cometer alguna atrocidad con su compañera. Winter eligió no mirar a su compañero, pero lo cierto es que ese comentario le puso bastante incómodo. Mientras sus piernas se movían en dirección a la salida para abandonar la sala en donde se reunió con sus amigos y conoció a otras personas, un pequeño conflicto tenía lugar cerca de la entrada. — ¡No! — el grito era de Gina — ¡No me separen más de mi hija! ¡Si realmente quisieran que nosotros los ayudemos, no me obligarían a estar lejos de mi hija! Winter no podía recordar el nombre aquella mujer, pero sí vio que Sky se acercó a ese grupo, e incluso intercambió palabras con ella, lo que parecía delatar que podría ser una persona cercana a sus padres. Gina, quien había sido elegida para abandonar la sala antes que Hana, se negó a moverse y pasar una noche más alejada de su niña, que pese a tener doce años, la consideraba su pequeña. — Si quieres que deje de obligarte a separarte de tu hija, entonces quizá deberías prestar más colaboración y menos desafíos — fue el reproche dado por uno de los soldados. Los integrantes de la Sociedad Galáctica no se vieron afectados por esas palabras dichas por uno de los suyos, dado a que no se veían de buenos ánimos en ese momento. Pero en los humanos de Tralio tuvo un poco de efecto, dado a que varios de ellos empezaron a aplaudir, como si estuvieran contentos con el hecho de que a la mujer le aplicaran ese castigo. — ¡Ahora, muévete! — Cerv estaba mirándolo todo desde arriba — ¡No quieres seguir provocándonos! ¡Te conviene callarte la boca un poco! Sabiendo que no tenía ninguna opción, Gina le dio un abrazo a Hana, quien le respondió con mucha fuerza a ese gesto. Madre e hija eran abucheadas por la enorme mayoría de los humanos de Tralio que quedaban en la sala, mientras que los provenientes de Edagr solamente ponían cara de pocos amigos a ese gesto que tenían los demás. — Nos veremos pronto, mamá — Hana quería tranquilizarla, pero también necesitaba ese efecto sobre ella misma. — No estaremos mucho tiempo aquí, amor — su madre la miró mientras se iba, para luego cambiar la mirada a Sky — Antes de que lo sepas, estaremos viajando juntas a nuestro hogar. La joven Delleo pudo notar que Gina la miró directamente a los ojos al decir eso. Tenía mucha curiosidad por saber a qué se debía tanta confianza de parte de Alicia y Gina respecto al hecho de que iban a ser salvadas. Sabía que no debía preguntar para no elevar sospecha alguna y así mantener la esperanza en alto, pero le gustaría ser consciente de las cosas y no simplemente estar a ciegas. Hana, algo afligida por el hecho de que su madre y ella no gozaron de un tiempo de reunión muy amplio, abrazó a Alicia buscando consuelo en una adulta conocida. Nick y su esposa, tras ver el gesto de la chica de doce años, no pudieron evitar mirarse y pensar en el hijo que habían dejado en casa. — Por culpa de esos bastardos, mi Ulrik está solo — decía la mujer, sin poder cambiar sus pensamientos a otro lado. — No quiero ayudar a los que me alejaron de mi hijo… pero temo que sea la única forma de volver a verlo — fue la respuesta del padre. Sky, quien vio en primera persona el abrazo de Hana con Alicia y escuchó a los padres del chico conocido como Ulrik hablar de él, no podía evitar pensar en todos sus seres queridos allá en casa. En sus padres, en su hermano menor, y también en Arick. El no haberlo visto allí le confirmó que él no iba a bordo de la nave en la que estaba. Y las palabras que Hana le dijo fueron una justificación razonable para su ausencia. — Quiero regresar a casa ya mismo — Sky no quería que ni ella ni los demás estuvieran allí — No quiero tener que pasar ni un solo día de mi vida construyendo una bomba nuclear. Esa idea me da miedo. — Tú… — uno de los guardias se dirigió a ella. Alicia, Hana y Nick fijaron la vista en el ser que estaba frente de todos ellos, apuntando a Sky con el dedo de su mano, cubierta totalmente por su traje gris. Sky fue la última en percatarse de que la estaban llamando, y sabiendo que causar problemas no sería conveniente, simplemente pasó por arriba de la mesa para ponerse en una fila con otros seres humanos que serían trasladados a sus lugares. Tan pronto como pasaron por el pasillo, una voz se dirigió a ella desde atrás. — Hola, ¿me recuerdas? — Iker se le aproximó. — Ah, hola — Sky saludó sin mostrar expresión o emoción alguna — ¿Tu nombre era Iker? — Así es, soy el amigo de Winter — el chico quería asegurarse de no irse sin hacer algo primero — Y quiero decirte algo. — ¿Es un mensaje para él? — Sky no lo creía, pero no por eso lo descartó — ¿Es algo que olvidaste decirle? — Más bien es algo que va dirigido a ti — Iker frunció el ceño, algo que la chica notó — Deberías estar agradecida de que te tocó estar con él y no conmigo. — ¿Y eso por qué? — la joven Delleo quiso preguntarle a qué venían esas palabras tan severas. — Porque él no haría algo como esto… De modo rápido e inesperado tanto para la chica como para todos los que estaban presentes, Iker movió su mano y le dio una fuerte palmada en el culo a la chica, tomándola con la guardia baja por completo, y llegando a causarle un pequeño dolor por el golpe que le dio. — ¡¿Qué mierda te pasa?! — Sky se sujetó en la zona donde recibió el ataque — ¡Cerdo de mierda! — ¡Deberías reconsiderar la idea de ayudarnos ahora que estás encerrada con Winter! — Iker se lo decía muy furioso — ¡Porque si nos llegan a cambiar de lugar, te voy a pedir para mí! ¡Y te haré algo peor de lo que te acabo de hacer! La gente que fue testigo de todo eso no se quedó callada. Los humanos oriundos de Rusia estaban a favor de las acciones del chico. No por la acción en realidad, sino a quién se la había dirigido. Luego de escuchar la negativa de todos los humanos a serles de ayuda en la construcción de la bomba, les fue algo disfrutable ese pequeño espectáculo, ya que veían con cierta justicia que alguien que fuera descendiente de los habitantes de Zenith y Black Meteor recibiera un castigo así. Estos últimos, por otro lado, no se quedaron conformes viendo cómo una de las personas que formaba parte de su sociedad fue atacada de esa forma tan repugnante, y no dudaron en soltarle sus insultos al joven Evanson. Este se quedó sin inmutarse por los insultos que recibía, pero pronto, vio como estos se detenían mientras los guardias que los escoltaban se ponían en medio de ambos grupos. — ¡Silencio! — gritó uno de ellos, para luego situarse junto a Iker — ¡La violencia física probablemente no sea la manera en la que deberías intentar ganarte su favor en lo que dura este viaje! Iker supo que esas palabras significaban que, por el simple hecho de que lo habían visto actuar así, no tendría oportunidad alguna para compartir habitación con Sky. Supuso que aquellos que le habían visto lo tendrían en cuenta para evitar que él y la chica cruzaran sus caminos, de forma que él no la pusiera más furiosa con sus ataques. Una vez que llegaron al final del pasillo que se dividía en dos direcciones, Sky dejó salir una expresión de tranquilidad cuando vio que Iker fue llevado a la izquierda, mientras que a ella le tocó irse hacia la derecha. No pasó mucho tiempo hasta que la chica llegó hasta la habitación que compartía con su compañero Winter. Él se encontraba sentado en el suelo, y con la espalda apoyada sobre la pared, algo que sorprendió un poco a la chica, ya que ella esperaba encontrarlo sobre la cama. Al cerrarse la puerta, el joven Lakor miró a la chica, y pudo ver que su expresión no era una que expresaba que las cosas iban bien. — ¿Sky? — Winter se vio algo extrañado por eso — ¿Pasó algo? — ¿Iker es tu amigo? — la chica lo preguntó con enfado. — Lo es, aunque a veces no me gusta lo que hace o lo que dice — Winter le respondió a su pregunta, apartándose un poco de él. — Me acaba de dar un golpe. El chico estaba por preguntarle en dónde fue golpeada, hasta que vio que ella se estaba frotando su trasero. Eso le dio a entender todo lo ocurrido, y le sirvió para saber la razón por la que la chica tenía esa cara. — Es un imbécil, no es la primera vez que lo hace — Winter recordó el momento en el que pudo verlo con sus prismáticos — Créeme, es mi amigo, pero si quieres vengarte de él por esto, no pienso pararme a defenderlo. — Me alegra escucharlo — Sky no mostraba felicidad en su mirada — Porque él no tiene idea de lo que le espera. No quiero problemas, así que no iré a buscarlo yo. Mejor será que no se me acerque. Winter se sorprendió bastante por la manera en que la chica lo decía, pero pronto recordó el momento en el que ella, antes de conocer su historia completa, le mostró la medalla que se le fue entregada por su buen desempeño en una academia militar. El joven Lakor había olvidado ese detalle, y pronto se puso a pensar que, la razón por la que Sky le había preguntado si era amigo de Iker era para saber si debía encargarse o no de él. — Iker no tiene ni idea de que vas a una academia militar ni que eres de las mejores — Winter se puso de pie — Es posible que seas más fuerte que él. Incluso puede que seas superior a todos nosotros en combate. — Por eso quería estar segura de que no te entrometerías — Sky sonreía por primera vez desde que entró al cuarto — No me resulta agradable la idea de lastimarte en una pelea. Eres un buen chico, Winter. El joven Lakor de pronto se vio sonrojado cuando recibió ese cumplido proviniendo de la chica que habían dejado encerrada junto a él. Lo cierto era que él nunca se había considerado como alguien bueno o malo dentro de su gente, simplemente se veía a sí mismo como alguien que no se metía con nadie que no le causara ninguna molestia, y que eso no bastaba para encasillarlo como alguien bueno o malo. Tras darse cuenta de que la chica lo estaba viendo y su sonrisa hacia él se hacía más grande, Winter decidió cambiar el tema, ya que sentía que las sensaciones que lo estaban invadiendo no eran del todo apropiadas. — Escucha… — Winter se trabó al hablar — Yo sé que tú y los tuyos no tienen motivos para querer ayudar a la Sociedad Galáctica… Y lo comprendo. Este no es su problema. Fueron nuestros líderes los que eligieron el planeta Tralio, sin estudiar más a fondo los peligros que podría haber en el mismo… No considero que sea justo lo que nos pasó, pero tampoco sería justo arrastrarlos a ustedes a esto. De mi parte, no recibirás ningún intento por persuadirte para que aceptes colaborar con ellos. Sky mostró la sonrisa más grande que podía dar. Tras haber pasado poco tiempo con él, estaba llegando a conocerlo bastante bien. Consideró que no se equivocaba al pensar en él como un buen chico, ya que a él nunca se le pasó por la cabeza la idea de hacer algo con su cuerpo. E incluso sabiendo que tenía a su familia en peligro en el planeta en que habitaba, no quería sobreponer sus necesidades por sobre las de ella. — Eres más que un buen chico, eres muy dulce, Winter — Sky le comentó, sin darse cuenta de que ella se había sonrojado un poco — Pero creo que no será necesario que pienses mucho en eso. No sé cuándo, pero sé que saldremos pronto de aquí. La respuesta que la chica le había dado dejó al joven Lakor algo confundido. Su cara lo decía todo, y no tardó en preguntar el motivo de la chica para verse tan relajada por la situación actual, siendo que los enviados de la Sociedad Galáctica se encargaron de pedir a los humanos dispuestos a colaborar que hicieran el intento por convencer a otros. — No es que quiera cuestionarte, pero… — Winter no sabía cómo pedirlo — ¿Te refieres a que tú y los tuyos tienen un plan para escapar? Sky, sabiendo que estaban siendo observados constantemente, y que el cuarto también contaba con micrófonos, eligió acercarse al chico para tratar de compartir un poco de esperanza con él. Winter se puso bastante nervioso cuando la chica lo tomó de los hombros y acercó su rostro al de él. Era consciente de que quería susurrarle algo al oído, pero eso no evitó que se sintiera algo incómodo por tenerla tan cerca. — Gina y Alicia, las dos mujeres con las que estuve hoy, me dijeron que en casa se están preparando para venir a salvarnos — Sky se aseguró que solo él pudiera escucharla decir esas palabras — Y si mi mamá y papá vienen, voy a pedirles ayuda para los tuyos. — Eso sería muy arriesgado — Winter lo veía muy bueno para ser verdad — ¿Por qué pedirías a los tuyos que se arriesguen por los míos? — Porque, al fin y al cabo, ustedes son humanos como nosotros — Sky lo dijo con seguridad de que sus padres lo aceptarían — Y nadie merece estar alejado de su familia mientras ellos están en peligro. Mucho menos alguien como tú. […] El resto del día a bordo de la nave comandada por los dos enviados de la Sociedad Galáctica terminó por pasar en pocas horas, dando paso a la noche. Cada ser humano, en su cuarto correspondiente, tuvo que hacer su respectivo esfuerzo para dormir bien tras el día tan largo que habían tenido. Tras haber sido secuestrados, recibir la historia completa para justificar lo ocurrido, y también verse en posiciones opuestas debido a que algunos querían la alianza con la Sociedad Galáctica mientras que otros no querían tener que ser involucrados en el conflicto, el dormir tranquilamente terminó siendo una tarea difícil. Tan pronto como las luces eran encendidas en las habitaciones, la nave espacial que transportaba a unos doscientos humanos bajo las órdenes de Siban y Cerv se encontraba adentrándose en la atmósfera de un planeta bastante alejado tanto de Tralio como de Edagr. Los seres humanos que viajaban en su interior, gracias a un sistema de gravedad interior incorporado dentro de la estructura, fueron incapaces de anticipar esto, y no fue hasta que los líderes eligieron revelarlo que se dieron cuenta. En la sala de comandos, Cerv y Siban se encontraban en compañía de otros dos soldados de su grupo. El resto estaba distribuyéndose las habitaciones para que, de esa manera, pudieran escoltar a los seres humanos fuera de la estructura, mediante el uso de cápsulas de descenso. En el centro de la sala compuesta en su mayor parte por equipos electrónicos anclados a los muros, siendo solo visibles los teclados y monitores, dado a que las unidades de procesamiento se encontraban instaladas en los interiores de las paredes, se situaba una pequeña plataforma alta con forma de hexágono, en la cual se empezó a mostrar una luz azul que parpadeaba una vez cada dos segundos. — Están en posición — Siban le dijo a Cerv — Te toca a ti dar la orden. Yo detendré la nave sobre la superficie de nuestro planeta. Cerv asintió a lo dicho por su compañera de otra especie. El velivino, contando nuevamente con su traje de color azul para cubrir todo su cuerpo, tecleó un par de comandos en la computadora que tenía al frente. Un compartimiento en la pared de la nave se abrió, y desde aquel salió un pequeño objeto con forma esférica de color plateado, el cual era un micrófono para comunicarse con cada rincón de la nave. — Esperaba que para cuando llegáramos a nuestro destino, el pacto entre nuestra sociedad y su raza ya estuviera pactado — Cerv lo decía exagerando su malestar — Hemos estado observando sus interacciones, y nos hemos dado cuenta de que son demasiados los que todavía no ven con buenos ojos una alianza que podría ser beneficiosa — para dar tiempo a que los que se negaban reflexionaran un poco más, el velivino dejó pasar unos segundos antes de retomar su charla — Déjenme decirles que no era intención nuestra tener que mostrarles esto para tratar de alinearlos con nosotros. Pero ahora mismo estamos por descender al planeta Yarlem. El primero de nuestra Sociedad que fue atacado por Casseirem. Un planeta que ahora solo es la sombra de lo que una vez fue. Quizá cuando vean el estado en que quedó, todos comprendan el riesgo al que nos vemos expuestos mientras dejamos que pasen los segundos sin formar un pacto sólido entre nuestras especies. En el interior de aquella nave, los soldados que hacían de guardia fuera de las puertas de las habitaciones celda asignadas cada una a dos humanos, empezaron a abrir las puertas, y a trasladar a sus prisioneros a través de los pasillos de su nave espacial. Alicia estuvo en el primer grupo de treinta que fue retirado de sus habitaciones. La mujer, en compañía de otros veintinueve cautivos en los que ninguno de ellos era un amigo o conocido suyo, avanzó por los pasillos de la nave. Al principio de la caminata, estos eran de varios colores tanto en pintura como iluminación. Pero a medida que se alejaba de su cuarto, las paredes empezaban a volverse de color negro, mientras que las luces que alumbraban desde la parte superior eran blancas. Le tomó unos siete minutos de caminata recorrer los pasillos escoltada por velivinos y yarlemianos. Tras cruzar una puerta, la chica se dio cuenta de que la habían llevado hacia una sala de descenso. Podía ver que el interior de esta era inmenso, y que había un total de cinco cápsulas de forma redonda con ocho patas pequeñas cada una. El tamaño de estas era lo bastante grande como para que un total de veinte humanos pudiera entrar en cada una. Había una sexta la cual era mucho más grande que todas las demás combinadas. Estacionada contra la pared y detrás de las más pequeñas, se podía ver como en altura y anchura sobresalía por encima de las demás. Alicia fue subida a una de las cápsulas junto a otros trece humanos, mientras que siete de los guerreros de la Sociedad Galáctica la abordaron para completar los veinte lugares disponibles. La mujer escuchó sentada desde unos asientos clavados a la pared de dicha estructura, con un cinturón de seguridad que se abrochó nada más lo vio, que un ruido estruendoso estaba teniendo lugar. — Esto me recuerda mucho a la misión de Emiv — se decía para sí misma recordando que usaron un procedimiento similar para descender al suelo de aquel planeta. El sonido era una descompresión, la cual sacó bastante aire del interior de la sala, para luego permitir la apertura de una puerta mecánica corrediza. Las cápsulas de descenso se elevaron un poco sin tocar el techo de la sala y, tras avanzar en horizontal hasta atravesar la puerta, empezó su caída libre hacia la superficie planetaria. En menos de cinco minutos, la pequeña estructura empezó a impulsarse para cortar un poco el impacto del descenso, y luego de ello, cuando se encontraba más cerca del suelo, terminó el descenso. Uno de los guardias que viajaba con Alicia y los demás humanos en el interior de dicha cápsula abrió la puerta de esta, permitiéndole a este salir, seguido por sus compañeros. — Es el turno de ustedes — comentó, pareciendo tener poca paciencia. Alicia, que había sido de las más valientes al discutir con los líderes de la Sociedad Galáctica el día anterior, fue quien primero abandonó esa cápsula de descenso. Lo que vieron sus ojos era justo lo que esperaba tras haber recibido ese mensaje por parte de Cerv. Incluso podría decirse que era peor. — Este sitio es… — Alicia miró a todo su alrededor — Horrible. La mujer pudo darse cuenta de que estaba en una ciudad que antaño habría sido de un tamaño inmenso, y posiblemente, repleta de gloria en aquellos días. Todo lo que podía ver era carreteras con asfalto destrozado, y miles de restos de escombros y de vidrio adornando el lugar. Las pilas de restos eran tan altas que apenas se podía ver el cielo gris que se erigía por detrás. Los edificios que menos destrozados estaban tenían un color negro mucho más oscuro que el carbón, pero que dejaban ver varias grietas y huecos por este. Las calles que estaban a la vista desde su lugar estaban totalmente cubiertas de concreto, y muchas de ellas totalmente destrozadas. — Esto es lo que Casseirem le hizo a la capital de nuestro mundo — uno de los soldados no gritó, pero sí alzó bastante la voz — A ustedes que viven cómodamente en ese planeta repleto de edificios altos, piensen seriamente en si les gustaría que sus ciudades se terminaran convirtiendo en ruinas como estas. Alicia puso una expresión de tristeza mientras contemplaba de primera mano la destrucción ocasionada en aquel lugar. Supuso que el conquistador llamado Casseirem habría dejado la ciudad en un estado tan lamentable al punto de que no quedó nadie allí dentro, y por el hecho de no tener más mantenimiento, los edificios terminaron colapsando. — Este paisaje me recuerda a las clases que nos daban sobre las consecuencias negativas de las guerras — Alicia se vio invadida por sus días en la escuela, en donde se les enseñaba a los chicos como las guerras terminaban afectando a las ciudades, y también a los habitantes que vivían en ellas. Mientras miraba de un lado a otro para apreciar el desolador paisaje frente a ella, muchas más cápsulas comenzaron su descenso desde la nave que los había albergado a todos tras haber sido secuestrados por los dos enviados de la Sociedad Galáctica, que buscaban cooperación por parte de la especie humana, intentando que consideren la posibilidad de que sus mundos pudieran terminar como lo que ella estaba viendo en aquel momento.
Hey, amigo, primero que nada me alegra estar aquí nuevamente, un finde más, especialmente si el próximo se nos dificulta hacer la leída en simultáneo. Ahora, centrándome en el capítulo, diré que ha estado bien. Siguiendo los acontecimientos del capítulo que reveló lo que los velivinos y yarlemianos querían hacer con los humanos de Edagr y Trailo, vemos que estas respuestas desencadenan reacciones diferentes en los capturados, más allá de descubrirse que al menos seis personas tienen los conocimientos para la construcción de bombas nucleares. Por un lado, los rusos (que tienen a sus amigos esclavizados en Trailo ) abogan por ayudar a su gente y acceder a la petición de la Sociedad Galáctica de construir las nukes. Sin embargo, Black Zenith (los llamo así para referirme a los humanos de ambos países ), quiénes tienen a su gente a salvo en Edagr, no ven ningún beneficio en unirse a esa alianza y mucho menos en dedicarse a construir armas de destrucción masiva por petición de unos randoms. Evidentemente, esto genera tensiones entre los propios humanos, que evidencian ser una especie egoísta y muy poco empática (so sad... ). Viendo que no todos están convencidos de ayudar, Siban y Cerv comprenden que deberán forzar la maquinaria si quieren llevarse a los humanos a su terreno y aliarse. Tras la conversación tensa en esa gran sala de estar, todos vuelven a ser recluidos nuevamente en sus habitáculos. Y quiero hacer mención especial a dos cosas aquí: la primera, que Iker es ahora mismo el personaje que más se merece morir. Sí, es joven y puede cambiar, pero o lo hace pronto o le desearé una existencia breve y efímera . Lo segundo es que la posibilidad de una relación entre Sky y Winter me parece cada vez más real, ya que la historia se está prestando para ello. Lo siento por Arick porque lo adoro y de verdad quiero que acabe con Sky, pero creo que cada vez estoy más en paz con la idea de que eso no ocurra y en su lugar, Winter ocupe el puesto. Por parte de Airin no me sabe tan mal porque aunque sí confirmó su interés en Winter, no ha habido tanta interacción y creo que el joven Lakor es consciente de ello. Así que lo siento, Arick y Airin, pero la tenéis difícil... Tan solo imagina ser secuestrado por dos razas alienígenas que desconoces y que te encierren con otra persona de tu mismo sexo y edad, además atractivo/a, y que el lore de vuestra situación os una mientras alrededor todos se odian. Si es que la historia se está prestando para esta relación, no me jodas, amigo. PD: Yo también quiero algo así, señor Stark. Finalmente, vemos que la Sociedad Galáctica pone en marcha su plan de persuasión: aterrizar en Yarlem para mostrar a los humanos el potencial armamentístico de Casseirem y como quedan los mundos que él visita. No te voy a mentir, eso podría ser suficiente aliciente como para colaborar, aunque personalmente, dudo que todos se convenzan a la primera de cambio. Siban y Cerv tal vez deban estrujarse la cabeza para tener a todos los humanos en el mismo barco y eso solo pasa por hacerles ver que deben pensar como una única especie, y no humanos de Trailo y humanos de Edagr. Sin la unión entre ellos, no habrá unión con la Sociedad Galáctica. Eso es todo, amigo, me ha agradado el capítulo y estoy expectante por ver como se desarrollan las tramas paralelas que estamos viendo. Nos vemos próximamente.
Saludos. Aprovecho el final del domingo para poder publicar el capítulo siguiente de esta historia. Toca seguir avanzando la trama, y para eso, volvemos al mismo pov de hace un par de capítulos atrás. Pronto haremos un par de cambios de perspectivas y empezaremos a tomar un mismo capítulo para dos sitios diferentes, los cuales también planeo unir (quienes lean historias de este universo saben que eso tiende a pasar tarde o temprano). De momento, ni guía de personajes ni cronología serán actualizados. Me lo dejo para diciembre cuando me libere del todo de la universidad. Agradezco como cada semana a mi gran amigo Manuvalk que siempre está allí para leer y comentar cada capítulo de esta historia, algo que llena de motivación, lo cual aprecio mucho, más que nada en esta época del año donde no todo está saliendo como planeaba. Las lecturas en simultáneo por discord de nuestras historias son una terapia invaluable para mí, y por eso jamás dejaré de agradecerle. Espero que disfrute también de este capítulo, ya sea que toque leerlo por discord o no. Sin más para decir, dejo el capítulo al fin. Amo del sadismo: Hufan e Yma caminaban a pie por las calles de la capital de su reino. Por seguridad, debido a que habían logrado exponer lo vulnerable que podía ser un monarca si era tomado por sorpresa, un total de seis guardias armados les escoltaban. Dudaban que el asesinato de Ybryr siendo uno de los miembros más fuertes de un clan de cazadores hubiera dejado a algún traliod con deseos de oponerse a su autoridad, pero para ellos, cualquier precaución era poca. Por las calles solamente estaban transitando los suyos, dado a que los seres humanos no se veían por ningún lado en las cercanías. Al llegar a una zona donde tenían asignados a varios seres humanos, la pareja de líderes del planeta pudo ver cómo había un cuerpo humano tumbado en el suelo. Boca arriba y con un charco de sangre que estaba empezando a secarse, los dos lo miraron y no pudieron identificarlo. No habían tenido mucha interacción con Renji Yukimura como para ser capaces de adivinar su identidad con solo verlo, pero lo cierto es que tampoco les importaba. Al acercarse para examinar su cuerpo, vieron los agujeros de bala que tenía su torso, dando a entender que fue eliminado utilizando un rifle. Eso molestó bastante a los monarcas, sobre todo a Hufan, quien hizo una mueca de molestia. La pareja de líderes se fue directo a la casa de Vitali Lakor. La puerta de su residencia se encontraba abierta, y un total de cuatro traliod ya se encontraban allí dentro. — No queremos intromisiones — Yma le dijo eso a sus protectores — Esperen afuera de la casa. Sin mostrar ninguna clase de pega, los seis soldados traliod armados se estacionaron en las afueras de la residencia, bloqueándole el paso a cualquiera que intentara pasar por allí. Hufan y su pareja centraron la vista en una silla, donde el humano Vitali Lakor, a quien habían elegido como representante de la humanidad y cabeza a cargo de cada tarea en donde los humanos fueran puestos a trabajar con el fin de poder cultivar en zonas fuera del reino, se encontraba atado del todo. Una cuerda bastante gruesa le inmovilizaba piernas y el torso, mientras que las manos las tenía atadas al respaldo de la silla. Pese a todo, Vitali se movía tratando de escapar, al mismo tiempo que emitía ligeros gimoteos desde su asiento. — ¿Qué fue lo que pasó? — Hufan necesitaba más información para aclarar las cosas — ¿Quién de ustedes mató al humano? ¿Por qué lo mataron con los rifles? ¿Por qué tienen atado a Vitali a esta silla? — Yo he sido quien mató al otro que habrá encontrado tirado en la calle — respondió su asesino, sin miedo a represalias puesto a que iba con la verdad — Su nombre es Renji Yakmiura o algo así. No tenemos idea de cómo es que dio inicio todo esto, pero él y Vitali se pusieron a pelear… Y Vitali estaba perdiendo. Hufan e Yma vieron como Vitali levantó la mirada al techo, tratando de abrir la boca para dejar salir un grito que no tenía potencia alguna. Se lo notaba bastante traumatizado, y sus ojos estaban bastante húmedos. — ¿Quedó así por la pelea? — Yma creyó que sería lo más lógico de pensar. — Pero no tiene marcas ni cicatrices visibles — Hufan volvió a mirar al asesino. — No, creo que quedó así porque Renji era su amigo — le comentó el que le había puesto fin a la vida del comandante — Imagino que debió pasar algo grave para que se pusieran a pelear de esa manera. El asunto es que Renji tenía a Vitali sujetado del cuello. Sé que un garrotazo en la cabeza lo habría acabado, pero tenía miedo de no hacer a tiempo de salvar la vida de Vitali. Por eso hice lo que hice. Apunté y disparé. Dos balas bastaron. — Bien, Vitali era sin dudas más valioso que ese tal Renji — Yma no juzgaría esas acciones — Hiciste bien al asegurar su vida por sobre la de él. — Bueno, no sé qué tan valioso pueda ser ahora — Hufan se paró frente a la silla donde Vitali se encontraba atado. El traliod se puso a mirar fijamente al humano. No hacía nada más que mover su cuerpo en un intento o bien de cortar las cuerdas, o de tirar la silla al suelo. La vista la seguía teniendo en el techo, y de sus ojos empezaron a brotar lágrimas como si fuera una cascada. El monarca agitó su mano frente a la cara del ingeniero convertido en soldado, e incluso imitó un gesto que le había visto hacer chasqueando sus dedos. Lakor no reaccionaba, lo único que hacía era seguir moviéndose sin éxito. — ¡Vitali! — Hufan le gritó bastante molesto — ¡Deja de moverte y mírame! Pero su orden no tuvo respuesta. Vitali seguía sacudiendo la silla intentando conseguir algo que ninguno de los traliod podía comprender. Hufan empezó a perder un poco la paciencia con él, y lo siguiente que hizo fue abrir la palma de la mano para abofetearlo en la cara. Sabía que ellos, en fuerza bruta, eran más fuertes y resistentes que los humanos. Cuidando de no romperle la mandíbula con su mano tan pesada, el bofetón fue ligero para los estándares de su especie. — Nada — Hufan vio los efectos de su acción — Vitali no nos va a servir más… Yma se acercó a su pareja, para así preguntar cuál sería el destino que le esperaría al humano siendo que ya no les sería de mucha utilidad al no estar en condiciones siquiera de obedecer una orden tan sencilla cómo hacer contacto visual. — ¿Qué hacemos con él? — Yma supuso que podrían repetir su accionar — Hemos matado a Lara y a su esposa para dar un mensaje. Podríamos hacer lo mismo con él y su hija. — No, es muy extremo a mi parecer — Hufan se negó a la idea de matarlo — Lara nos traicionó y mató a mi amigo, Elber. Matamos a la esposa de Vitali y encerramos a su hija para garantizar que no hiciera lo mismo. Y no lo hizo. Ya no nos es de utilidad, pero no es un traidor. Solo quedó arruinado. — Supongo entonces que podríamos liberar a la chica Valiana para que ella se sume a los trabajadores junto a su padre — Yma comunicó la idea que tuvo tan pronto le llegó a la mente — Después de todo, serían dos trabajadores más. — Creí que podríamos encerrar a Vitali con su hija para intentar hacerlo razonar — Hufan dejó ver su plan original — Pero me gusta más tu idea. — La humanidad necesitará de otro representante — la reina de los traliod y de los humanos vivos en aquel planeta creyó que él no les serviría — Alguien que nos sea de utilidad. — Alguien que no sea de mente débil — Hufan sentenció — Vitali estuvo siempre abierto a decirnos la verdad, pero bastó solo para que muriera su amigo para que quedara en este estado. Cualquier humano capaz de soportar esto será útil para nosotros. — ¿Y a quién le toca asumir ese rol? — uno de los soldados que estaba en la casa tenía curiosidad por ver quién sería el elegido. — No lo sé, todavía no conozco al que tenga la mayor fortaleza mental de todos ellos — el monarca se llevó la mano al mentón — Tendré que lanzarme a la tarea de descubrirlo. Por ahora, iré a liberar a la hija de Vitali. Quizá ella lo ayude a recuperarse. Habiéndose puesto en contexto de lo ocurrido allí y tras comprobar las consecuencias de lo ocurrido, ambos monarcas decidieron que ya no tenían nada qué hacer allí, y, por lo tanto, no seguirían perdiendo el tiempo en ese lugar. Cuando se estaban dirigiendo a la puerta para cruzarla e irse al castillo para liberar a Valiana de la prisión en donde la tenían retenida, uno de los soldados en la casa quiso hacer una pregunta. — Majestad, ¿qué hacemos con el cuerpo del humano tirado en la calle? — Hufan lo miró al ver cómo le hacía la pregunta. — Déjenlo tirado allí, quizá sirva para enviar un mensaje de que no tienen que pelear entre ellos — sin darle importancia a lo incómodos que se sentirían los seres humanos al empezar a percibir el olor del cadáver de Renji en descomposición, el monarca abandonó la casa. […] — ¡Mamá! ¡Winter! — Valiana tenía las manos juntas pensando en sus familiares ausentes — ¡Quiero que me los devuelvan! La hija mayor de Vitali y Fenya comenzó a rezar por la desesperación. El frío se sentía en su piel en aquel lugar tan sombrío, y la oscuridad resultante era muy aterradora para ella. Los deseos de la chica no se limitaban únicamente a la libertad, también quería recuperar a su madre, asesinada por el patriarca en una cruel demostración del destino que les esperaba a los humanos si no cooperaban con ellos; y a su hermano, cuyo paradero desconocían todos en aquel planeta. Le costaba mucho pensar que hace menos de dos semanas su familia estaba unida y completa, y que, en aquel día, solo sabía que su padre estaba con vida. Cuando escuchó que las puertas que daban entrada a su celda se empezaban a abrir, ella tembló. Las pocas provisiones que le llevaban cada día ya se las habían entregado, y temía que hubiera sucedido algo malo y que ella fuera a pagar el precio. Al ver cómo Hufan e Yma se encontraban a solas sosteniendo cada uno una antorcha para poder ver en la oscuridad de una sala alejada de la luz del sol, ella supuso que querían hacerle daño. — ¡Por favor, no me lastimen! — se tiró lo más cerca que pudo del muro, y levantó ambos brazos en un intento de defenderse que no serviría de mucho. Fue el monarca quien llevaba entre sus ropas una llave que abría la celda en donde ella se encontraba. El rey de los traliod, intentando no dejar traumatizada a la chica, dejó abierta la puerta de la celda, y luego de eso, él y su pareja retrocedieron para darle sitio por el que avanzar. La confusión se apoderó por completo de Valiana, quien no sabía a qué se debía todo eso. — Es hora de que abandones este lugar y te reúnas con tu padre — Hufan pronto se dio cuenta del tono en el que dijo esas palabras — Él está esperándote en casa. Necesita ayuda para algo — con esa frase prometió que no estaba muerto. — ¿Por qué me liberan ahora? — Valiana no se movió de su lugar, puesto a que desconfiaba bastante de esa gentileza repentina. — Te lo ha dicho — Yma comprendía su miedo, pero no por eso toleraría la desconfianza de la chica — Tu padre te necesita en casa. Tienes que darle una ayuda. Temerosa, pero sabiendo que jugar con la paciencia de los dos seres con más autoridad en ese planeta sería muy arriesgado, Valiana se empezó a mover hacia adelante, marchando sobre el suelo a rastras. Fue cuando notó que ninguno de los dos le lanzó un ataque a traición que se sintió más segura como para ponerse de pie. La chica avanzó hasta salir de su celda, y hasta pasar por delante de los dos reyes de esa tierra. — Uno de nuestros guardias te escoltará hasta la casa de tu padre — Hufan lo dijo sin querer sonar muy amable — Él te está esperando allí. Por la manera en la que este hablaba, la joven Lakor tenía miedo de llegar hasta esa vivienda y encontrarse con un cadáver esperándola. Lo que menos quería era ver a su padre muerto, siendo la única familia que le quedaba con vida tras la tragedia ocurrida con su madre y la extraña desaparición de su hermano. El horror de imaginarse esa escena tan tétrica hizo que sus pasos fueran bastante lentos. […] Valiana estaba recorriendo las calles de la capital del reino de los traliod, apreciando la arquitectura tan simple que varias de estas tenían, pese a que pensó que una ciudad capital de una especie que llevaba varios años viviendo en el mismo lugar debía ser más vistosa y moderna. Al ir avanzando, siendo seguida por un solo guerrero traliod del ejército, armado únicamente con un garrote de combate, la chica cruzaba miradas con todos los demás humanos que habían vuelto a salir a la calle. Ella reconocía que no debía verse muy bien, dado a que estuvo una semana sin poder acceder a una fuente de agua para siquiera sacarse las lagañas del rostro, pero cuando miró a los ojos a varios de los que compartieron la nave con ellaalguna vez, podía ver que estos tenían una expresión lúgubre encima. — Algo malo sucedió — Lakor pensaba para sí misma — ¿Acaso mataron a mi papá? Se detuvo en su camino, para luego girar su cabeza y divisar al guardia que la estaba siguiendo. Este simplemente alzó su mano y señaló con su dedo hacia el frente, extrañándose por el hecho de que le había dado indicaciones de hacia dónde moverse si quería llegar a la casa de su padre. La chica retomó su camino, y avanzó varios metros más por las calles de aquella ciudad compartida por humanos y traliod. Tras haber avanzado bastante, la chica se encontró con algo que temía que se le aparecería. Ella a lo lejos divisó un cuerpo tirado en la calle, inequívocamente humano, y pudo ver que había un charco de sangre seca rodeándolo. Temía mucho encontrarse con su padre, y fue por eso por lo que se tapó ambos ojos al avanzar hacia el frente. — Mira por dónde vas — al traliod no le agradó ese gesto. Un sollozo escapó de la chica mientras descubría los ojos para seguir avanzando. Sabía en su interior que ese cuerpo era el de su padre, y lo que menos quería era verlo. Pero ni siquiera tenía ese lujo para poder evitarse el disgusto. Sin embargo, fue gracias a esa orden dada por el traliod que llegó a reconocer el cuerpo tan pronto como se acercaba a su destino. — ¡Renji! — la chica gritó horrorizada al reconocer al comandante Yukimura — ¡¿Qué le hicieron?! Sin preocuparse por lo que pudiera ocurrir con ella, se dio la vuelta y miró a su guardia, quien no tomó ninguna postura defensiva ante ella, ni siquiera tras haber recibido un grito así. — Él peleó contra tu padre, y uno de los nuestros acabó con su vida — el guardia le contestó a su pregunta — Hufan nos ordenó que las peleas entre humanos están prohibidas salvo que autorice lo contrario. Así que, cuando veamos a dos peleando, nos toca intervenir. Siempre protegiendo la utilidad del más útil de todos. Y tu padre era mucho más útil que Renji. Por eso uno de mis compañeros optó por acabar con él. La frialdad en su respuesta dejó temblando a la hija de Vitali. Ella no podía creer que los traliod los tuvieran a todos clasificados por utilidad, y de que esa clasificación dependiera la vida de todos ellos. Cuando notó que estaba siendo observada por una cara poco amistosa, la chica se dio la vuelta y retomó la marcha a la casa de su padre. Al moverse, pensó en algo de lo que no había caído en cuenta ni bien vio el cuerpo de Renji. La humanidad se acababa de quedar sin comandantes. — Gavril, Lara y ahora Renji… — pensó la chica, recordando a quienes fueron sus líderes durante todo el viaje hacia ese planeta — ¿Quién dirigirá nuestro rumbo si alguna vez escapamos de aquí? — y otro pensamiento negativo llegó justo después — ¿Por qué me hago esta clase de ilusiones? Nunca saldremos de aquí. Con la mirada agachada, y asumiendo que necesitaban de su presencia para poder ayudar a su padre a recuperarse por el dolor que sentía al haber perdido a su mejor amigo, la chica terminó llegando hasta la vivienda en donde iba a poder quedarse, a partir de ese momento. El traliod le abrió la puerta, y una vez que entró, la cerró con fuerza. Dado a que todavía no era de noche, y unos pocos rayos de sol podían filtrarse entre las nubes negras que cubrían el cielo, la chica tuvo la iluminación que necesitaba para poder ver a su padre. Fue chocante para ella el encontrarlo atado del todo en una silla. — ¡Papá! — llamó su atención. Vitali, quien tenía su mirada en el suelo por el cansancio que le supuso dirigirla hacia arriba, levantó la cabeza tan pronto como escuchó la voz y la pudo reconocer. El ver a su hija allí fue una sorpresa agradable, pero la amargura de sus pensamientos respecto a la muerte de su amigo le impidieron poner una sonrisa que habría querido darle al verla salir de su encierro. Sabiendo que su padre no podría hacerlo, aunque quisiera, Valiana se acercó a él. Tras comprobar lo gruesa que era la cuerda con la que habían dejado retenido a su padre, la chica buscó un utensilio cortante que le permitiera cortarla con facilidad, dado a que desatarla sería una tarea muy complicada. Para su fortuna, en uno de los muebles instalados en esa casa encontró un cuchillo bastante afilado. Se dirigió hacia la silla donde su padre se encontraba, y con cuidado de no cortarlo a él, empezó su acometida para liberarlo de allí. — Lo siento… — la chica no quería mencionar el nombre de Renji — ¿Por qué fue que pelearon? — Tuvimos… — Vitali rompió en llanto de felicidad y tristeza a la vez — Tuvimos una discusión… Él me insultó, y yo me ofendí bastante. Ahora me doy cuenta de que él tenía razón… Fui yo el que empezó la pelea. Pero uno de los traliod eligió terminarla. — Él era tu mejor amigo, ¿cómo fue que empezaron a discutir justo ahora? — Valiana ignoraba el hecho de que esa era la primera vez que se veían en días, dado a su encierro. — Yo quería liberarte de tu prisión, Valiana — Vitali estaba decidido a decir la verdad — Y entonces le dije a Renji que me ayudara. — ¿Cómo? — la chica sentía mucha curiosidad por eso. — Solo tenía que asesinar… — pero se detuvo antes de seguir. Vitali sintió que ya había pasado suficientes cosas en ese día, y que su hija tuvo un encierro bastante prolongado como para escuchar esa verdad. Al ingeniero no le gustaba mentirle a su hija, pero se dio cuenta de que la verdad solo la haría enfadarse con él. Si Valiana llegaba a enterarse que él tenía planeado ser asesinado con la esperanza de que la liberaran, podría hacer que se enojara con él por mucho tiempo. No solo por la idea, sino por el resultado. — No puedo dejar que lo sepa — Vitali pronto pensó en que había personas en la calle que habían visto la pelea — Ellos no saben nada acerca de lo que Renji y yo hablamos aquí… — ¿Papá? — Valiana lo vio quedarse quieto y mirando a la nada. — Perdóname, hija — su padre retomó — Le dije que tenía que lanzarse a asesinar a Hufan. Creí que, si llegábamos a tener la posibilidad de tomarlo por sorpresa, él sería capaz de matarlo. Pero dijo que sería muy peligroso. Le dije que era un cobarde, y luego él dijo que el cobarde en realidad era yo. Me llamó cobarde y débil. Se fue muy ofendido de aquí. No te mentiré, Valiana, estos tipos nos hacen trabajar en condiciones que no me agradan. Sé que comparado con lo que viviste tú debe ser mucho menos impactante, pero la tensión en mí está al límite. Seguí a Renji para atacarlo… Pero el traliod detuvo la pelea cuando él me empezó a estrangular… Soy un tonto. Dejé que mis emociones me controlaran, y por eso Renji lo pagó muy caro. Quedé tan afectado por eso que colapsé, y pude escuchar a Hufan hablar acerca de quitarme de mi puesto como representante de la humanidad. Esa debe ser la razón por la que te trajeron conmigo… Estoy feliz de volver a verte, pero desearía que no tuviera que ser de esta manera. El ingeniero estaba orgulloso de su creatividad a la hora de inventarse un relato falso pero coherente y muy creíble para quien ignorara los hechos. De lo que no estaba orgulloso era de haberle tenido que mentir a su hija de esa manera. Sin embargo, creyó que había hecho lo correcto. Tras perder a Fenya y a Winter, concluyó que ni su hija ni él necesitaban enfadarse el uno con el otro. Esa fue su motivación para ocultar la realidad. — Lo siento, Renji — Vitali se sentía con la consciencia sucia por faltar el respeto a su memoria — Pero hice lo posible para que el relato me deje como víctima y de paso me tiré un poco de tierra encima echándome la culpa. Quizá algún día confiese toda la verdad. La joven Lakor no dijo ni una sola palabra después de haber escuchado ese relato por parte de su padre. Ser libre solo para encontrarse con la noticia de que una persona importante para la humanidad y muy querida para su familia había perdido la vida fue un mal trago para ella. No tardó en imaginarse las condiciones que tendría que soportar como peona de los traliod, dado a que ella sabía que su padre era lo bastante inteligente y recto como para evitar conflictos como el que había comentado. Sin deseos de hablar más al respecto, la chica simplemente continuó cortando las cuerdas que ataban a su padre con el cuchillo. […] — ¡Es mentira! — gritó una mujer que trabajaba en el ejército. — Para la mala fortuna de todos nosotros, no lo es — Dmitri Koslov fue quien le respondió. El expresidente de la nación rusa se encontraba reunido con unas quince personas en una casa. Casi por costumbre de convivencia para tratar de hacer todavía más llevadera la esclavitud a la que la humanidad era sometida por cortesía de los traliod, el hombre reunió a varios vecinos y cada vez que la noche llegaba a ese sector del planeta, realizaban una pequeña reunión para tratar de contarse las cosas que habían visto en el día. Como si fuera una terapia de grupo, a todos les servía para compartir sus cargas con los vecinos. Esa noche, Dmitri se encontraba reunido en su casa junto con cinco personas del ejército y otros diez hombres y mujeres que eran civiles, cumpliendo tareas como médicos o técnicos para la humanidad. Todo eso antes de ser capturados por la raza inteligente del planeta y obligados a servirles como mera mano de obra. — Fui corriendo tan pronto como escuché los disparos — Dmitri relató su experiencia — Y al llegar, me encontré con Renji Yukimura tirado en el suelo. Un traliod lo asesinó con nuestras propias armas… La confirmación de la muerte del tercer y último comandante de la humanidad en manos de los traliod fue un impacto muy fuerte para todos los presentes allí, en especial para quienes formaban parte de la milicia. Habiendo perdido a Gavril y Lara previamente, la muerte de Yukimura los dejaba a todos sin un líder preparado para dirigir a los soldados. Aquellos que estaban en el ejército sabían que sin una figura de autoridad respetable al frente, guiar a los civiles sería una tarea complicada. Dmitri también se hizo esa idea. Al momento de dimitir de su cargo, dejó todo al mando de tres comandantes porque creyó que la humanidad necesitaba que sus líderes fueran guerreros y no políticos. Todo se les había complicado demasiado. — Renji y yo trabajábamos juntos en la reparación del agujero que le hicimos al muro — un militar recordaba sus días en el campo junto a él — El segundo día en que nos conocimos, se acercó a mí y me dijo cosas que jamás olvidaré. “Un soldado siempre debe mirar al frente. La esperanza está allí para aquellos que nunca dejan de buscarla. Incluso si no aparece de primeras, tener la vista al frente te ayudará a conservar tu vida hasta que llegue”. — Es una frase muy bonita — una doctora no entendía sobre las implicaciones de ser militar, pero le agradaba esa frase. — El tercer día me dijo que nunca perdiera de vista el objetivo de huir de aquí — el soldado prosiguió — Me dio la orden de mantener los ojos abiertos buscando debilidades en ellos y ventajas para nosotros. Cualquier cosa que nos pudiera ayudar para que, en el futuro, pudiéramos escapar… Pero ahora que ha muerto, no sé si sirva de algo. Él es un líder preparado para rugir y gritar órdenes en el campo de batalla a un millar de soldados. Yo, por mi parte, lo más grande que he dirigido fue un pelotón de caza de siete hombres. No soy apto para sacarnos de aquí. Él lo era. Y ahora que él no está más con nosotros… — Es imposible mirar al frente en busca de esperanza — la mujer que se mostró escéptica ante la noticia de su muerte se expresó — Porque nuestra esperanza era él. — No es solo por sus habilidades y experiencia — Dmitri sabía lo difícil que sería escapar sin alguien como él a la cabeza — Estamos en frente de enemigos muy peligrosos. Esta clase de situaciones requieren de mentes adaptadas para el conflicto. No solo no creo que quede alguien capaz de liderar a la humanidad… No creo que quede nadie que esté dispuesto a dar un paso al frente y pelear. Los cinco militares reunidos en esa casa se miraron fijamente tras los dichos de su líder. Nadie dijo una sola palabra, pero todos hicieron un gesto de negación moviendo sus cabezas de un lado a otro, haciéndose saber que, sin la esperanza de tener a un comandante a cargo, el deseo de pelear ya no estaba latente en ellos. Aquellos humanos que vivieron durante un año en territorio de los traliod siempre mantuvieron la esperanza porque sabían que Lara estaba con ellos y que Renji formaría parte del equipo de rescate. Pero la situación actual era diferente. No habría equipo de rescate, y ya no tenían a ningún comandante junto a ellos. […] — Muchas gracias por haber insistido — Airin realizó una reverencia ante su compañera Rosary. La chica, con quien había compartido varios años en formación militar estando bajo la instrucción del comandante Gavril Utkin, se sentía un poco apenada al ver como sus compañeros le agradecían por el gesto de compasión que mostró para con ellos. Rosary había intentado convencer a su padre y a su madre para que permitieran a Airin y Vyon poder acudir a su casa, tras haberse quedado huérfanos debido a la crueldad con la que los traliod asesinaron a sus familias. Tras varios días rogando para que fuera posible, el padre y la madre de la chica permitirían la presencia de los dos chicos en su vivienda. Los mellizos acababan de llegar al que sería su nuevo hogar, y lo primero que hicieron fue dar las gracias a su compañera y también a sus dos padres por haber aceptado. — Esto significa mucho para nosotros — Vyon sonó muy tímido al dirigirse a los adultos — Airin y yo nos hemos sentido muy solos al quedarnos en nuestra casa. — Lo sabemos, Rosary nos comentó al respecto — la madre de la chica se mostraba cortés con los dos — Pero no podíamos aceptar así sin más. — Queríamos asegurarnos de que los traliod no nos quisieran aplicar ningún castigo por traerlos aquí sin consultarlo con ellos — el padre de la chica se veía nervioso — Además, queríamos esperar para ver si alguno de ellos tomaba la decisión de reubicarlos. Decidimos aceptarlos en casa sabiendo que eso no iba a pasar. Y realmente, creo que tienen cosas más importantes de las qué preocuparse que el paradero de ustedes dos. — Les prometí que haría lo que estuviera a mi alcance para que pudieran venir a casa — Rosary les sonreía a los dos, para luego acercárseles y apoyar sus manos en sus hombros — Siéntanse cómodos. No estarán solos con nosotros. Aquel gesto que su compañera había tenido con ellos realmente dejó bastante emocionados a los dos hermanos. Las muertes de sus dos padres, sumadas también al hecho de que su compañera Katia había perdido la vida, los dejaron en soledad total, incrementada por la orden de los traliod de asignarles una casa pequeña para pasar las noches. Airin se lanzó sin duda alguna a abrazar a Rosary. Las dos se tenían bastante confianza debido al hecho de que se conocían durante varios años. Al momento de darse ese abrazo, la joven Utkin empezó a derramar un par de lágrimas de felicidad por haber sido aceptada en un nuevo sitio donde podrían hacer frente a la soledad. — Te juro que, si alguna vez salgo de aquí, te lo voy a compensar — Airin le hizo esa promesa a su compañera — Eres la mejor amiga que podría tener. — Bueno, es justamente por eso que hago esto — Rosary quiso mostrar modestia ante los halagos — Para eso están los amigos. Una vez que su abrazo terminó, Vyon sentía que debía dar una muestra de afecto y gratitud más allá de sus palabras iniciales, en las que ni siquiera había dejado salir un gracias a la chica. Sentía un poco de vergüenza por ver cómo ella se tomaría su gesto, dado a que lo que estaba por hacer no era un patrón de comportamiento común en él. El chico se acercó a ella y extendió ambos brazos para envolverla con los mismos. Rosary lo tomó por sorpresa al imitar ese gesto suyo, y al colocar su cabeza sobre los hombros del chico. — Deberías dejar de hacerte el rudo, Vyon — la chica se lo susurró al oído — Este es tu verdadero yo. Un chico sensible y amable… Y me gusta mucho. El joven no respondió a ese cumplido dado por la chica, y en lugar de eso, simplemente se dedicó a mantener el abrazo. A los padres de Rosary no les hacía mucha gracia la idea de que su hija se mostrara tan afectiva con un chico, no por el hecho de ser hijo de Gavril y Lara, sino porque no era algo que les resultara emotivo. Airin, por su parte, sonreía mientras veía cómo su hermano se mostraba afectivo con alguien que no fuera ella o sus padres. — Quizá esto es lo que te haga falta para empezar a cambiar tu conducta — Airin pronto recordó la vez en que su hermano se metió en una pelea con Iker y Winter — Ojalá ellos estén a salvo, y puedan regresar con nosotros… Porque me gustaría que conocieran esta cara tuya… Aunque también habría sido lindo que mamá y papá pudieran haberla conocido. […] Bastante entrada la noche, los dos únicos traliod que quedaban despiertos además de los guardias que se encargaban de patrullar la zona en caso de que algún humano saliera de los muros o de que alguna bestia del exterior intentara meterse en el interior eran los reyes y líderes en aquel territorio. En una cama grande y sobre un colchón de un grosor de dos metros se encontraban recostados Hufan e Yma. Tras haberles dado un día libre a la humanidad y descubrir acerca del asesinato de Renji para evitar la muerte de Vitali en un pleito con él, no les quedó otra opción más que relevar al ingeniero de su puesto, dado a que, en palabras del propio monarca, no les servía alguien con una mente tan débil. — Creo que no hay una salida fácil para esto — le comentó el hombre a la mujer — Lo único que se me ocurre para poder encontrar a un nuevo representante en la humanidad y no llevarme una decepción de descubrir que su mente no es capaz de lidiar con la muerte, es exponiéndolos a todos al peligro y ver quién es el que se desenvuelve mejor. — ¿Estás diciendo que prefieres fortaleza a inteligencia? — Yma le cuestionó esa decisión a su hombre — Necesitamos de alguien inteligente para que pueda darnos las indicaciones acerca de cómo cultivar adecuadamente. — Y su inteligencia es algo inútil si luego le falta fuerza para llevar a cabo la tarea — Hufan defendía su propio punto de vista — Tras haber convivido durante más de un año con tantos humanos, creo que estoy en condiciones de concluir que al fuerte se le hace más sencillo ganar inteligencia de lo que al inteligente se le hace fácil ganar fuerza. Hoy hemos visto eso. Vitali vio morir a su esposa y a su amigo y no soportó más. Yo he visto morir a mucha buena gente. El patriarca Jil y mi gran amigo, Elber. Y a pesar de eso, tuve lo que hacía falta para asesinar a Ybryr cuando llegó el momento. Una vez que hubiera dicho esas palabras, la reina Yma acercó su rostro lo más que pudo a su pareja para luego darle tres besos en la frente. Lo siguiente que hizo fue rodear su cuello con los brazos y acomodarse para situarse sobre él. Hufan no movió un solo músculo mientras ella tomaba esa posición, ya que le gustaba mucho tenerla encima. — Y fue gracias a tu fuerza que mataste a Ybryr y ahora esta monarquía está a nuestro cargo — la mujer recostó su cabeza sobre la de su hombre. — La única manera de prosperar es esa — fue la contestación del traliod que logró eliminar al cazador más peligroso — Tener la fuerza para hacer lo que sea necesario cuando sea el momento. Vitali podrá ser inteligente, y honesto también, pero no tiene fuerzas para estar a nuestras órdenes. Ni siquiera tiene que ser tan fuerte como yo. Le bastaría con tener tan solo la mitad de mi fortaleza. — ¿Y cómo vamos a encontrar al humano indicado para la tarea? — la mujer no tenía ideas para emprender esa clase de búsqueda. — Es simple, hay que llevarlos al límite a todos ellos — Hufan creyó tener el método perfecto — Tienen que experimentar el miedo y el dolor de la muerte en carne propia. Y aquellos que posean la paz necesaria para mantenerse de pie, serán los candidatos perfectos para que seleccionemos a un nuevo representante de su especie.
Saludos amigo, es una lástima que no hayamos podido juntarnos este finde para la clásica leída en simultáneo, pero tampoco pasa nada. Hoy aproveché mi tiempo libre para leer el capítulo, el cual me ha gustado (raro sería que no fuese así ), por lo que pasaré a comentarlo, no sin antes añadir que espero que todo vaya muy bien y nos podamos juntar pronto. El inicio nos muestra la llegada de Hufan e Yma a la vivienda que tiene Vitali asignada, tras haber pasado cerca del cadáver de Renji. Al llegar al hogar del representante humano, los líderes trailod reciben la información de lo que sucedió entre los dos humanos, además de ver el estado mental en el que se encuentra Vitali. Atado a una silla y visiblemente ido, el ingeniero parece estar totalmente fuera de sí debido al trauma que debe estar arrastrando. Y es que no es para menos, habiendo visto que el plan de escape fracasó, la muerte de Lara y la de su propia mujer, el encierro de su hija, la presión de los líderes trailod sobre él y para colmo final la pelea con su mejor amigo que terminó con éste muerto. Sin duda, es para que la ansiedad te coma y enloquezcas . Me da un poco de pena, honestamente, aunque cierto es que esto último lo provocó él. Así, Hufan e Yma deciden que tal vez liberando a Valiana, esto haga que su padre se recupere, pero irán a trabajar. Y toca buscar un nuevo líder humano. El nudo del capítulo nos muestra como Hufan e Yma liberan a Valiana, que sin saber lo que le espera de regreso a casa, sale de su encierro. Encuentra el cadáver de Renji y el trailod que la acompaña le cuenta lo sucedido, hasta que termina llegando a casa y se encuentra a su padre en un lamentable estado. La chica decide liberarlo de sus ataduras mientras le pregunta que ha ocurrido y Vitali decide tergiversar la verdad, cambiando el relato en cierto punto de la historia. Personalmente, entiendo el porqué lo ha hecho ya que lo que menos le interesa ahora es tener a su hija enfadada con él, pero sabiendo que en esta vida todo termina saliendo a la luz... me da que igual luego las consecuencias son peores. No sé, a veces hay que revelar la verdad aunque duela y creo en ello. La mentira podría consumir a Vitali, pero sea como sea, su personaje ha tomado un camino que no me agrada. Creo que carga con el lado oscuro de los Lakor. También vemos brevemente a Dmitri, quien al parecer suele hacer asambleas pequeñas y diarias para que la gente se cuente lo que han hecho y visto durante el día, clandestinamente. Es una buena idea, visto lo visto. La muerte de Renji les ha dejado tocados a todos, ya que implica perder a un líder absoluto. Y sin él, parece que la humanidad en Trailo ha perdido toda esperanza de escapar algún día. Quiero hacer una mención especial al hecho de que, algo me dice, que Hufan e Yma terminarán ubicando a Dmitri como el nuevo líder humano. Total, el rol no es desconocido para el expresidente ruso. Aparte de ello, vemos también como Vyon y Airin son finalmente aceptados en la casa de Rosary y sus padres, que preferían consultarlo con los trailod. Tras el visto bueno, se unen a su familia. Y bueno, ahora parece que Vyon es más sensible... y que Rosary quiere que se la pongan. Finalmente, vemos que Hufan e Yma siguen dándole vueltas a la idea de a qué líder escoger. Y bueno, si antes dije que Dmitri era una opción, ahora viendo lo que verdaderamente buscan los líderes trailod, lo dudo. Me da que podría haber un nuevo personaje haciéndose cargo de ese liderazgo en Trailo, ya que de los que quedan con vida no veo a nadie capacitado para lo que piden los reyes trailod. Y por cierto, no me gustó imaginármelos juntos en una cama. Iugh. En fin, amigo, buen capítulo. Nos vemos a la próxima, ojalá en simultáneo. Un abrazo.
Saludos. Aprovecho este ratito libre antes de ponerme a estudiar y otros temitas más personales para publicar el capítulo de esta semana. Tal como dije en el capítulo anterior, guía y cronología seguirán desactualizadas por ahora. Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en esta historia cada semana. En tiempos tan estresantes como fin de año y fin de cuatrimestre, cualquier feedback es bienvenido, y más si viene de un buen amigo. Me alegra que el capítulo anterior le haya gustado. Espero que este y los que están por venir le gusten también. Con este capítulo llegamos finalmente al primer cuarto de la historia, y pasaremos a un punto de vista que no ha tenido tanto reflector hasta el momento, pero bueno, las cosas son en cierto orden por una razón. Sin más para decir, dejo el capítulo. Exploración y Rescate: — Nadie ha llegado todavía — eran las palabras de Allecreod. El ryfier, ex líder de los suyos y leal consejero que en varias ocasiones demostró su compromiso con la humanidad residente en el planeta Edagr y con la milicia, exclamó mientras él y el robot que había sido construido por él esperaban a los soldados elegidos en la misión para salir al espacio exterior en busca de todos aquellos que fueron secuestrados y llevados fuera del planeta. Los únicos seres humanos presentes en aquel sitio eran los guardias y trabajadores de la estación en donde se tenían almacenadas las naves. Después de que se descubrió que se requeriría de un equipo de soldados para poder partir en esa misión, el robot realizó el pedido de carga de provisiones. Aquellos que habían trabajado en dicha tarea estaban a la espera de que los líderes en el ejército llegaran y revelaran el porqué de una tarea tan emergente. El ryfier echó un vistazo y vio a una enorme cantidad de guardias que iban armados con los rifles que disparaban calor. En cada dirección a la que volteaba la vista podía ver a por lo menos unos tres soldados. Algunos portaban armaduras, mientras que otros no la llevaban. Pero nadie mantenía lejos su arma. Todo eso se desencadenó a partir de la primera vez que Sky fue secuestrada, momento que Allecreod todavía recordaba con claridad. — Tanta seguridad para evitar que se roben las naves — exteriorizó sus pensamientos al respecto — Pero gente del interior de las ciudades fue secuestrada y sin los sistemas de comunicación y vigilancia, nadie pudo darse cuenta siquiera. Está claro que todavía tenemos mucho por aprender. Xorxaik, por su parte, no respondió a las declaraciones dichas por Allecreod. El robot estaba monitoreando los dispositivos móviles de todos los soldados que él, utilizando su gran velocidad de procesamiento de información, había seleccionado de forma ágil para que la salida fuera lo más pronto posible. Debía estar atento puesto a que no todos habían confirmado su presencia allí, aunque el llamado al deber ante una situación de emergencia no podía ser denegado por nadie. El robot seleccionó a gente en plena forma y que no tuvieran muchos familiares en casa a los que dejaran atrás, de modo de evitar solicitudes de rechazo ante la cita. Conforme pasaban los minutos, los soldados que iban recibiendo la alerta iban confirmando su presencia en dicha misión. Y no fue hasta que el último de todos lo hizo que el robot se centró en otra cosa. — Todos los soldados que fueron llamados acudirán — el robot le informó a su creador. — No tienen permitido negarse — el ryfier recordaba esa ley — Eligieron ser militares sabiendo que situaciones críticas como esta podían darse. Echarse atrás no es una opción. Mientras el ryfier decía estas palabras, a lo lejos se pudo ver un vehículo militar llegando a la zona. La gente que trabajaba en el sitio se acercó para poder ver con atención quién sería el que descendería de este, y así solicitar algo de información al respecto. Dado a que todavía no se había hecho público lo sucedido con los desaparecidos ni la postura del ejército al respecto. Cuando el auto se detuvo, Ace y Natasha bajaron de allí. Sus dos hijos, Arick y Azel fueron los siguientes. La pareja caminaba al frente de un grupo, mientras que los dos niños marchaban detrás. Los cuatro portaban un bolso con ciertas provisiones, cosa que Allecreod asumió que sería para que pudieran tomar su destino correspondiente. Desde su posición, el ryfier y el robot vieron como varios trabajadores se acercaban a la familia, al punto de que dieciséis de ellos rodearon por completo a los líderes de ER, y a sus dos hijos también. Azel, quien no acudía a una academia militar, se vio sobrepasado por aquella situación. Lo intimidaban todos esos adultos uniformados, y eso lo llevó a esconderse tras su madre. Arick, por su parte, siendo un cadete militar y contando con algunas experiencias vividas en donde los profesores se le acercaban a él para darle devoluciones de su desempeño, lo vio como algo normal. — ¿Qué es tan urgente que hemos sido obligados a venir en la madrugada? — preguntó una señora encargada de mover provisiones. — ¿Usted se irá fuera del planeta con su familia? — preguntó uno de los más jóvenes — Veo que todos tienen bolsos. — ¿No será que quiere escapar mientras los nuestros están desaparecidos? — un adulto un poco mayor le cuestionó eso a Ace. Arick y Azel vieron el nivel de responsabilidad al que estaban atados sus dos padres por el hecho de ser los líderes de la división ER del ejército, encargados de exploración y rescate. Mientras los dos niños no tenían idea de qué iban a decir sus padres, ellos ya tenían respuesta ensayada para cuando llegara un día como ese. — Los nuestros no están desaparecidos, están secuestrados — Natasha, subcomandante de esa rama del ejército, tomó la palabra. — Y los que los han secuestrado están escapando en el espacio exterior — Ace añadió, dispuesto a explicarlo todo — Un equipo me acompañará a mí y a mi esposa al espacio para ir a buscar a los nuestros. — ¿Y cuándo pensaban decirnos acerca de todo esto? — uno de los trabajadores se mostró disconforme. — El anuncio se hará hoy tan pronto como nuestra nave despegue — Ace le dio a ese hombre lo que quería — Ahora que las comunicaciones regresaron, puede hacerse sin problemas un anuncio global. La comandante de DCT lo hará oficialmente. No queríamos perder tiempo en esto mientras los nuestros están siendo alejados de nosotros. La respuesta era bastante inusual, dado a que nadie esperaba que seres del espacio exterior pudieran estar detrás de las desapariciones. Viendo como sus comunicaciones fueron afectadas de forma tan precisa para que la gente empezara a perderse tan solo un par de segundos después, les hizo pensar que todo se trataba de un movimiento hecho por un grupo que estuviera en contra del ejército y de alguno de los otros poderes. Satisfechos por saber que la urgencia se debía al hecho de que el ejército quería responder rápido, los trabajadores se fueron tranquilos a seguir con sus labores o a retirarse a descansar tras esa convocatoria, según le tocara a cada uno. Una vez que esa gente se apartó de su sitio, el comandante y la subcomandante se acercaron a Allecreod y Xorxaik, quienes estaban esperando en dicha zona. — Comandante Ace, subcomandante Natasha — Allecreod mostraba respeto a las dos figuras de autoridad — Hace tiempo que no veo a Arick y Azel. Están creciendo muy rápido. — Así crecemos los humanos — Natasha dejó salir información que el alienígena solía ignorar de vez en cuando — ¿Los tuyos no crecen de esa forma? — Si yo hubiera nacido hace treinta años en tiempo terrestre, todavía sería más pequeño en altura que Azel — dejó salir el ryfier — Espero que no estén asustados por la misión que deben emprender sus padres. Xorxaik y yo estaremos allí para cuidarlos. — En realidad, hay algo importante que debes saber — Ace les quería comentar — Arick va a venir con nosotros. — ¿Ya es mayor de edad? — Allecreod se vio sorprendido por esa declaración. — No, y no vendrá como parte del ejército — el comandante miró a su hijo mayor al decir eso — Viene como un observador. Me pidió acudir en este viaje solo para mirar. No hará nada. No tocará nada. Se quedará en su habitación salvo que ocurra una emergencia o que yo le permita salir. De lo contrario, Xorxaik, quiero que te encargues de realizar los procedimientos necesarios para dar de baja a mi hijo de su academia militar. El robot se quedó durante un segundo sin responder. La instrucción dada por el comandante fue procesada en mucho menos de una milésima de segundo, pero su intento para tratar de descifrar las intenciones de los padres del chico para una tarea como esa le fueron imposibles de realizar. Sin embargo, él no estaba para cuestionar órdenes. Había sido creado y reparado para obedecer. Y en vista de que lo ordenado por Ace no suponía ningún peligro para nadie más, cumplió como se esperaba. — Tan pronto como lo diga usted, activaré los procedimientos para que los programas de registro de las academias militares den de baja al cadete Arick Lakor — Xorxaik tenía más por decir — Aunque, según la información de la base de datos, su promedio es el más alto actualmente. ¿Seguro quiere que sea dado de baja? — Si no lo quisiera, nunca lo habría pedido — el comandante apoyó su mano en la cabeza de su hijo — Pero Arick obedecerá. No hará nada que yo no le ordene salvo una emergencia. El ryfier no podía comprender el motivo por el cual los comandantes de ER creían que sería una buena idea llevarse a uno de sus hijos con ellos, sobre todo si no tenía permitido ser de ayuda. — ¿Será que necesitan a alguien que pueda atender a los rescatados? — Allecreod pensó en silencio — Tiene sentido, si Arick lo hace, no desperdician soldados. Pero los rescatados que no estén heridos pueden cuidarse por su cuenta. No lo entiendo… Dándose cuenta de que no tenía sentido que lo intentara y de que tampoco le incumbía meterse en esos asuntos, el consejero y guerrero sabía que tardo o temprano descubriría la verdad. Tan solo unos cuatro minutos después de que llegó el vehículo del comandante Lakor, Noak y su hijo Cade no tardaron en aparecer. Estacionaron el auto en el que se transportaron y luego de eso, los dos bajaron cargando un bolso cada uno. El soldado, quien había tenido una discusión un poco agitada en la noche mientras se decidía qué hacer, se acercó con una cara que no parecía ser de pocos amigos, pero tampoco mostraba positivismo siendo que la misión era para ir a rescatar a su familia. Al llegar con el grupo de conocidos, el soldado simplemente levantó las manos y pronunció un saludo muy básico. — Buenos días — nada más salió de su boca. Cada uno, exceptuando al robot que no solía tener gestos de cortesía, respondió al saludo dado por el soldado de forma muy seca. Cade, quien había sido informado de que se quedaría en casa de Gwyn y Thomas acompañado de los hijos de Ace y Natasha, se acercó a estos para poder hablarles. — Arick, Azel, escuché que vamos a estar en la misma casa durante unos días — el niño estaba un poco entusiasmado, dado a que nunca le dejaban salir con amigos — ¿Están felices de hacerlo? — De hecho, Arick… — Azel se preparaba para revelar la verdad. — ¡Miren! — señaló el mayor de los Lakor. Todo el mundo, un poco sobresaltado por la forma tan rápida en que el adolescente señaló en una dirección y alzó bastante la voz, giró la cabeza para ver como otro vehículo se acercaba a la distancia. Lo pudieron reconocer al instante como el que era usado frecuentemente por Thomas y Gwyn, que claramente habían acudido al lugar para poder recoger a los chicos. Tal y como se creía, la pareja de comandantes de DCT se bajó del auto junto con su hijo Kite Michael. A diferencia del resto, ninguno tenía mochila o bolso personal consigo, algo lógico puesto a que no se iban a ir a ningún lado. — Veo que ya están todos aquí — Thomas sonreía al ver que todo estaba listo — Buenos días, pequeños. Arick, Azel y Cade saludaron al adulto. Gwyn, siguiendo a su pareja, optó por saludar también a los niños. Kite, por su parte, no dijo ni una sola palabra. Estaba un poco ansioso por el hecho de que tendría compañeros nuevos viviendo en su casa durante unos días. Sin embargo, el chico quiso aprovechar esa ocasión para pedir un favor a los adultos. — Señor Ace, señora Natasha — el chico habló con respeto hacia ellos — Por… por favor, salven a mi hermana. Todos la queremos de vuelta en casa. — Ella regresará — Ace se agachó un poco para verlo fijamente — Sana y salva. Natasha y yo nos encargaremos de eso. — Nosotros tenemos que llevar a los niños a casa, así podremos prepararnos para el anuncio de esta misión — Gwyn informó, un poco apresurada para retirarse — Arick, Azel, Cade… Si están listos para que nos vayamos, pueden despedirse de sus padres. — El asunto es que Arick no se quedará con ustedes — Ace, como único familiar biológico del chico, decidió contar la verdad — Él me pidió venir con nosotros. Natasha y yo hemos aceptado. Solo Azel se quedará con ustedes. — ¿Qué acabas de decir? — Noak se vio sorprendido ante eso — Es en contra de nuestras normas que los cadetes que sean menores de edad participen en misiones oficiales. — Arick no viene en condición de cadete — el padre habló por su hijo — Él estará en su habitación sin hacer nada. Solo saldrá cuando yo lo autorice. Y ya le expliqué que, si desobedece una orden mía, será expulsado del ejército. — Bueno, eso es lo correcto para estos casos, pero quiero saber algo — Thomas miró al más grande de los niños Lakor — ¿Por qué no quieres quedarte en casa con nosotros? — Porque necesito disculparme con Sky — Arick sentía miedo al hablar, pero eso no lo detuvo. Todos los presentes allí, exceptuando a su propia familia, quienes ya conocían sus motivaciones para querer abordar la nave, se quedaron sorprendidos con esas palabras. En especial los familiares de Sky, quienes no entendían el motivo de que el chico quisiera verla de nuevo para poder disculparse. — Ella fue secuestrada porque salió de su casa, y eso fue porque yo la invité a que se reuniera conmigo — Arick explicó sus motivos — Pero no pude salir puntualmente. Si no le hubiera dicho nada, quizá ella estaría a salvo en su hogar ahora mismo. Además, ustedes seguro están enojados conmigo por eso. Les pido perdón a ustedes también. Thomas y Gwyn se miraron fijamente tras haber escuchado al joven hacer esa confesión. Kite, tan pronto ellos llegaron a casa, los puso al tanto de todo lo ocurrido. Sabían que Sky había salido para encontrarse con Arick, pero no estaban enojados con él. El inconveniente con las comunicaciones apareció mucho antes, y consideraron que debieron haberlo comunicado a sus hijos en lugar de simplemente mantenerse callados al respecto por ser un tema estrictamente militar. — No estoy enojado contigo, Arick, y Gwyn tampoco lo está — Thomas quería tranquilizar al chico. — Pero, por culpa mía Sky… su hija… — Arick sentía que lo perdonaban solo por estar frente a sus padres. — Lo sabemos, pero no es culpa tuya — el hombre lo decía muy calmado — Cuando yo tenía tu edad hice algo reprobable. Ni siquiera tenía tu edad, tenía dos años más de los que tú tienes ahora. Tenía al enemigo cerca, y no solo no dije nada, sino que envié a propósito a dos compañeros en su dirección. Lo hice con malas intenciones, y por culpa mía, ellos no están aquí. Tú invitaste a Sky para que se reúna contigo. Sé que, por la forma en que ella nos habla de ti, jamás habrías hecho esto con intenciones de que le pasara algo. No soy quien para enojarme contigo. Los niños quedaron asombrados con esa clase de confesión dicha por su compañero. Todos los adultos presentes sabían perfectamente que Thomas se refería a algo sucedido en la misión de saqueo de recursos, donde Gwyn, Ace y Natasha participaron. Ellos cuatro eran los únicos que vivieron aquel hecho en carne propia, pero Noak y Allecreod lo conocían dada la cantidad de veces en las que el soldado hizo esa confesión. Kite, quien admiraba mucho a los soldados que lucharon en contra de los edagrianos, sobre todo a sus padres adoptivos, quedó asombrado más que nadie por aquellas palabras dichas por su padre. La vergüenza con la que admitía ese error era algo que era inconcebible para él. Incluso pensó que, cuando tuviera la oportunidad, se lo preguntaría para descubrir más acerca de eso. Siendo que Thomas y Gwyn debían llevarse a los niños a sus casas, Cade y Azel dieron inicio las despedidas correspondientes que tendrían con sus familias. — Cuídate mucho, mi niño — Noak abrazó a Cade, quien se sentía incómodo al ser llamado así teniendo quince años. — Lo haré, papá — pese a la molestia, el chico le expresó su afecto a su padre — Y quiero que tengas cuidado tú también. Vas a rescatar a mamá y a Hana, pero tú también debes volver a salvo. — Y eso va a suceder — Noak le dio un beso en la frente — Los tres regresaremos tan pronto estemos juntos. — Mamá, papá — Azel se mantenía sujetado a sus dos padres — Quiero que prometan que no les pasará nada malo. — Ay, Azel, mamá y yo seremos cuidadosos — Ace quería tranquilizarlo — No te dejaremos solo. Regresaremos antes de que te des cuenta. — Y cuiden a Arick — Azel miró a su hermano mayor, quien se cruzó de brazos al escucharlo — Es un poco tonto cuando está enamorado. — El tonto eres tú, Azel — Arick se acercó a él con intenciones de empujarlo, las cuales reprimió por estar en público — Pero te voy a extrañar mientras no estoy. — ¿Puedo tomar tus peluches y regalárselos a Hana cuando regrese? — el niño le preguntó — Tú ya no los usas. — Ni lo sueñes, Azel — Arick dejó salir una pequeña risa y luego le dio un abrazo a su hermano. Una vez que las despedidas se habían terminado, Gwyn guio a los tres niños al vehículo que utilizaron para llegar hacia ese lugar. Siendo solo Kite, Cade y Azel quienes vivirían en su casa, los tres entraban perfectamente en los asientos de atrás. Una vez la comandante de DCT cerró las puertas del auto para evitar que pudieran salir, ella se acercó a sus amigos para poder hablarles en compañía de Thomas. Era el turno de que ellos también se despidieran temporalmente de ellos. — Regresen a salvo, por favor — Gwyn abrazó a Natasha con cariño — Quiero que Sky, Alicia, Gina y Hana estén de vuelta. Pero no a costa de no verlos nunca más a ustedes. — Vamos a regresar — Natasha correspondió el abrazo de su amiga — Y cuando estemos de vuelta, prepararemos una fiesta en casa en uno de nuestros días libres. — Eso será maravilloso — Thomas luego estrechó manos con Ace — Estoy tranquilo porque sé que tú puedes encargarte de esto, hermano. Pero eso no evitará que te desee suerte. — La agradezco junto con tu confianza — Ace miró con una sonrisa a Thomas — Sky regresará contigo y Gwyn muy pronto. Nuestra tarea se acabará tan pronto como la alcancemos. — Puedes estar tranquilo, tu hija regresará a salvo — Allecreod habló con confianza a Thomas, con quien mejor se llevaba de todos ellos — Muchas veces dije que cambiaría mi vida por los que ya han muerto. Si es necesario, haré lo propio por Sky. Thomas y Gwyn no supieron cómo reaccionar ante lo dicho por el ryfier. Ambos sabían que Allecreod era un ser que, pese a la desconfianza que podían tener en él cuando lo conocieron en diferentes circunstancias, siempre cumplía lo que prometía. Y que no dudó ni un solo segundo en luchar en el planeta Hael Anuryn para rescatar a Sky la primera vez que ella fue secuestrada. Una vez las despedidas y los buenos deseos entre todos hubieron finalizado, Gwyn y Thomas fueron hacia su vehículo. Sentándose la mujer en el asiento del piloto y Thomas en el del acompañante, ellos dos y los tres niños saludaron con la mano a todos los que quedaron allí, para luego marcharse del lugar antes de que los soldados llamados a la misión empezasen a llegar y se les hiciera un poco más difícil apartarse del lugar. Xorxaik, Allecreod, Noak, Ace, Natasha y Arick fueron los únicos que quedaron allí, a la espera de que los soldados que habían convocado para la misión, gracias a los esfuerzos de Xorxaik, hicieran acto de presencia en el lugar. Pasó una franja de tiempo algo un poco pequeña, pero veinte minutos después fue cuando los primeros vehículos empezaron a llegar. Un conductor designado dejaba a los que iban a acudir a la misión, para luego retirarse, mientras que otros bajaron de vehículos junto a sus familiares, que los venían a despedir antes de su partida. Todos ya estaban al tanto de su cometido en ese lugar, y fue por eso que nadie se dirigió a las figuras de autoridad en ese sitio. Unos diez minutos después, una gran cantidad de soldados empezaba a llegar a pie al lugar. Todos habían tomado el tren solar previamente, bajándose en la estación más cercana y caminando el trayecto restante cargando unos bolsos armados para la misión. Estaban al tanto de que la nave viajaría con provisiones, pero eso no evitó que varios de ellos se llevaran consigo un pequeño extra. Entre los que estaban arribando al sitio se encontraba Faron, quien se dirigió a Ace, Natasha y el resto de personas que irían con él en la misión. El soldado, al momento de ver a Arick presente, tuvo bastantes dudas respecto de su presencia. — Buenos días, espero que estén listos para partir — Faron mostró amabilidad con todos en el saludo — ¿Arick va a regresar a su casa por su cuenta? — Arick viene con nosotros — Ace contestó a su soldado — Expuso sus razones y me parecen coherentes. Le indiqué los riesgos, y los aceptó. Por eso él vendrá a bordo. — No vas a darle un arma, ¿verdad? — Faron pensó seriamente en dicha posibilidad. — Ni de broma, él igualmente sabe que tiene la orden de no aceptarla — Lakor respondió la pregunta de Zark. — Lo sé, es solo que no me puedo sacar de la cabeza que yo partí a la guerra contra los edagrianos sin tener siquiera experiencia real en misiones de rutina — Faron recordó aquel momento en el que recibió una convocatoria para formar parte de un momento crucial de la humanidad — Como sea, Arick, bienvenido a bordo. — Gracias — el chico respondió tímidamente. Era la primera vez que tenía la oportunidad de hablar con él. Sabía que tenía una admiración hacia su padre por haberlo protegido mientras estaban en la guerra contra los edagrianos, y un par de veces lo había visto llegando a su casa. Pero nunca había hablado con él, ni siquiera para saludarlo. Por su forma de ser, Arick creyó que Faron era una persona realmente agradable. Una vez que terminó de sacarse las dudas, Faron caminó para pararse al lado de Noak. Al principio, Jensen lo tomó como si se tratara de una provocación. Pero el soldado más joven en todo ese grupo quería hacerle saber que se trataba de todo lo contrario. — Las traeremos de regreso a salvo, tienes mi palabra — Faron dijo en voz baja. Nadie más que Noak pudo escucharlo hablar, y fue allí que el soldado mostró una pequeña sonrisa tras ver que su compañero había dejado atrás su discusión del día de ayer, todo para centrarse en lo verdaderamente importante en aquel momento. — Pido disculpas si fui un poco grosero, pero estaba muy tenso — Noak sentía que se lo debía. — Lo entiendo, no es agradable una situación así — Faron no parecía guardarle ninguna clase de rencor — No es una excusa para ser grosero, pero entiendo que no era tu intención. Todo en el pasado, compañero. No tiene sentido pelear cuando hay gente que nos necesita. No les servimos de nada si vamos con esta clase de ideas conflictivas. Noak no llegó a responder, puesto a que en el momento en el que vio a Ace alejándose de ellos al mismo tiempo que hacía señales a los soldados para que se acercaran, su atención se centró en él. Los soldados se iban aproximando a medida que se iban dando cuenta de que los estaban convocando. Mientras ellos se movían, una plataforma se extendió desde el interior de uno de los hangares, permitiendo la salida de la nave espacial, ya preparada para despegar al tener todo lo necesario cargado allí. Les bastaría con entrar para poder despegar, ya que cada uno sería acomodado una vez estuvieran en el aire. Ace, al ver que toda la gente se congregó a su alrededor, decidió empezar y acabar pronto lo que sería una charla para ponerlos a todos en situación. — ¡Procuraré que sea rápido, porque el tiempo es importante! — el comandante Lakor gritó para ser escuchado por todos — ¡Todo el mundo recibió una convocatoria para participar en esta misión! ¡Nuestra gente fue secuestrada por seres que ahora están en el espacio exterior, y nos toca a nosotros ayudarlos para que regresen a casa, libres de sus captores! ¡¿Quiénes son, qué quieren, y a dónde los están llevando?! ¡No tengo las respuestas a esas preguntas, pero eso no es lo que importa! ¡Lo que importa es que ellos pertenecen aquí con nosotros! ¡Hermanos, amigos, vecinos, parejas, hijos, hijas, o incluso un conocido! ¡Su lugar es a nuestro lado, y no en el espacio exterior en manos de seres que sabotearon nuestras comunicaciones y se los llevaron! ¡Entre los que fueron elegidos, la mayoría son de ER, pero hay otros que fueron convocados desde DCT! ¡Tuvimos en cuenta los perfiles de aquellos que tenían gente querida desaparecida, y fue por eso por lo que fueron escogidos pese a que sus responsabilidades y tareas en la milicia son otras! ¡Que sepan que, mientras estén en el espacio exterior bajo mi liderazgo, deben seguir mis órdenes pese a que ustedes normalmente responden ante Gwyn Fairin y no ante mí! ¡Demuéstrennos que hicimos bien al elegirlos como apoyo! ¡Demuéstrenle a todos los que se quedan aquí que podemos trabajar en conjunto pese a que nuestras tareas son diferentes! ¡Todos perseguimos un solo objetivo, y si trabajamos juntos y apoyándonos unos con otros, lo vamos a cumplir! ¡Vamos a recuperar a nuestra gente! ¡Eso es todo lo que importa! Finalizado su pequeño discurso, Ace levantó su mano derecha, con el puño cerrado hacia el aire. Todas las personas que estaban allí mismo empezaron a aplaudir por el discurso, tanto los numerosos soldados de ER que acostumbraban a seguirlo, así como también otros soldados de DCT que no solían seguir sus órdenes. El comandante sonrió al ver que había podido cautivar a todos con sus palabras, y que nadie iba a suponer un problema por seguirlo a él. Natasha sonreía al ver como su esposo lograba tener esa capacidad para convencer a otros de que lo siguieran. — Eres el mejor líder que la humanidad puede pedir — pensaba para sus adentros — Si no hubieras tenido que atravesar esa tragedia, todo el ejército te estaría siguiendo con orgullo. Natasha pensaba en el cambio que tuvo el rumbo del ejército en el momento en el que Ace, que acababa de quedarse viudo y con un hijo por cuidar, le dio el puesto de comandante supremo a Gwyn Fairin, quien optó por dividir a la milicia en dos ramas diferentes, partiendo al ejército a la mitad. Pese a que sabía que, de no haber perdido a su esposa, Ace jamás habría formado una familia con ella, Natasha pensó que era una lástima que el ejército se perdiera de alguien como él al mando absoluto. Arick estaba asombrado con lo que su padre había conseguido. Todos los presentes le admiraban, y gritaban con fuerza decididos a seguirlo a él en una misión de rescate. — Esto es impresionante, papá — Arick levantó su rostro para mirar el puño de su padre en el aire — Algún día quiero ser capaz de hacer lo mismo que tú. Noak, pese a que estaba feliz de ver que todos sus colegas de DCT estaban dispuestos a seguir a Ace sin prestar conflicto alguno, estaba un poco impaciente. La razón por la cual todas esas personas aplaudían era porque no sabían que los que fueron capturados se estaban alejando a cada segundo de su posición. — Sé que querías hacer esto antes de subir a la nave para garantizar que no habría problemas con nadie — Noak creía comprender al comandante — Pero estoy seguro de que solo te tomaste esta molestia porque ningún familiar tuyo fue secuestrado… Si prolongas esto por tres minutos más, pienso hacer algo al respecto. Xorxaik, por su parte, empezó a marchar hacia la nave. Analizando los gestos del comandante Lakor, fue capaz de predecir que en poco tiempo daría la orden a todos los soldados de que marcharan hacia el vehículo que los llevaría a todos a salir de su mundo para ir en busca de quienes faltaban allí. Tal y como el robot pensó, Ace bajó el puño y dio la orden de avanzar hacia la nave. Seguido de cerca por su círculo de confianza, en donde su hijo se encontraba, los militares de ER y DCT, siendo estos una minoría en el grupo, empezaron un breve trayecto para poder acceder a su vehículo espacial. Ace y los demás se quedarían afuera hasta que subiera el último de todos, todo para asegurarse de que nadie se marcharía en el último segundo, o para atender algún pedido de un soldado que pudiera haberse olvidado algo. A medida que subían a la nave, Xorxaik se encargaba de enviarles a sus dispositivos móviles la asignación de su habitación, siendo compartida con otros soldados en cada caso. Una vez ya no quedó nadie más por subir, Ace, Natasha, Noak, Faron, Arick, Allecreod y Xorxaik pusieron sus pies a bordo de la nave más rápida en el espacio con la que podía contar su tripulación. Con ellos ya en su destino, las compuertas de la nave se cerraron, y solo restaba que llegaran hasta la sala de comandos para hacerla salir de la atmósfera. En el camino hacia dicha sala, Ace y Natasha se detuvieron en una de las habitaciones más cercanas, cuya puerta fue abierta por el comandante de la división. — Arick, tú te quedas aquí a esperarnos — le ordenó con mucha severidad el comandante — Si necesitas algo, usarás tu dispositivo móvil para llamar a tu madre o a mí. Pero no tienes permitido salir de este cuarto ahora. — Entendido, papá — el chico se mostró obediente sabiendo lo que estaba en juego. Con el bolso que llevaba en sus manos, Arick entró y pudo ver que su habitación tenía una cama grande y una pequeña. Estaba claro que sus padres iban a estar con él en todo momento que les tocara dormir, y que lo iban a querer tener vigilado en todo momento. Cuando el chico estuvo en donde se lo quería, Ace cerró la puerta y lo dejó en solitario. Arick colocó su bolso pequeño a un costado del pie de su cama, y luego se recostó sobre el colchón, dándose cuenta de que esa iba a ser su primera vez en una nave espacial, al menos, siendo consciente, puesto a que era la tercera vez en su vida que se encontraba en una. — Seguro solo me dejarán salir de aquí para comer y cuando encontremos a Sky — el chico no tenía dudas de que iban a llegar hasta ella — Pero yo fui el que pidió esto. Me tocará aceptarlo. Buscando algo en lo que pensar para matar el tiempo, el chico llegó a sentir una sacudida un poco ligera, la cual le sirvió para indicarle que la nave había despegado, y que quizá en menos de tres minutos estarían en el espacio exterior. Sabía que se estaba perdiendo de la oportunidad de mirar los monitores que mostraban lo que las cámaras telescópicas exteriores podían captar con su poder visual, pero sentía que no valía la pena arriesgarse a ser expulsado de una academia donde tenía el mejor promedio solo por eso. En su lugar, eligió cambiar sus pensamientos hacia su objetivo. — Ya estamos saliendo por ti, Sky — el chico pensó en su amiga antes que nadie más — Señorita Alicia, señora Gina, Hana… Las cuatro van a regresar a casa con nosotros. Confiado por el hecho de que su padre y su madre eran líder y sub líder de toda esa gente, y de que tenían un largo historial de misiones que los precedían, el chico pronto tomó su dispositivo móvil para abrir un libro digital que había descargado allí antes de irse. No era un fanático acérrimo de la lectura, pero viendo que sus actividades estarían limitadas demasiado mientras estuviera encerrado, optó por descargarse toda una colección de libros que hablaban sobre acontecimientos históricos. — “La Gran Caída, antes de la Catástrofe” — empezó a leer el título mientras el lector de su móvil cargaba las páginas — “Un mundo en guerra y otras consecuencias ocasionadas por tener una humanidad en conflicto”.