What am i doing here, publishing vocaloid's fics in our lord's year 2024?? Well, i don't know, things happen.... long story short, estaba pensando en cómo hacer los escritos para la actividad de halloween de los pecados and then, suddenly, me acordé que estas canciones existen. Siempre quise escribir algo de evillious, o por lo menos de los siete pecados capitales, y mira, ¿qué mejor oportunidad que esta? Of course, la saga de evillious es super compleja, pero yo no me voy a meter en todos esos detalles y solo voy a escribir mi pequeña versión de las canciones de los pecados, just for fun and nothing more, no esperéis cosas super deep de lore ni nada (cuz yo no he escuchado la mayoría de las canciones y no soy tan lista como para entenderlo todo (?) Lo he puesto como colección porque técnicamente cada escrito va a ser independiente, aunque hay escritos que van a tener relación más o menos directa con otros (y, de nuevo, quiénes conozcan la saga sabrán bien cuáles son y por qué); pero no os preocupéis, todos vais a entender todos los escritos sin problema. Última nota antes de empezar... el orden de publicación ha sido decidido por los dados y el primero me ha salido avaricia, que ya manda huevos porque es posiblemente la canción que más sentido tiene como penúltima opción JAJAJA pero los dados mandan, so i did what i could (?) 「さあ、開廷の時間だ」 avaritia El juez observó el pequeño monto de monedas que había delante de él con una expresión difícil de discernir. Recibir a los acusados de sus juicios en su despacho para ser sobornado se había convertido en el pan de cada día, y quizás era por ese mismo motivo que el sentimiento que parecía prevalecer en su rostro era el más puro hastío. ¿Iba a tener que acudir al juicio del día siguiente aun así? Ya era conocimiento común en todo el estado de Evillious que Gallerian era un maestro de la corte corrupto y, sin embargo, nadie hacía nada para evitarlo. Así que la farsa seguía día tras día. El juicio se celebró a la mañana siguiente, por lo tanto, y no fue ninguna sorpresa cuando Gallerian acabó declarando como inocente al imputado. La víctima empezó a llorar desconsolada mientras se la llevaban de la sala, pero… honestamente, ¿acaso había sido tan difícil pagar su propia parte de soborno? Todos tenían acceso al despacho del maestro de la corte, no era su culpa que solo los acusados tuvieran interés en comprar su inocencia. Más y más juicios se celebraron aquella mañana, aquella semana, aquel mes… y en todos y cada uno de ellos, el acusado recibía el veredicto de ser inocente. Los culpables reían y reían, las víctimas no podían parar de lamentarse… y el bolsillo de Gallerian se volvía cada vez más pesado. Nadie entendía, por supuesto, que su avaricia estaba plenamente justificada. —Hija, ya estoy en casa. Gallerian tenía una hija incapacitada y sabía que la única manera de curarla era recaudando una cantidad obscena de dinero; poco importaba que tantas otras personas sufrieran por su deseo egoísta. ¿Por qué debía importarle? Era a su hija a quién amaba, no a esos míseros campesinos que ni siquiera estaban dispuestos a pagar por su libertad. Pero los míseros campesinos estaban hartos de aquellas injusticias y la inocencia declarada del General Ausdin, el mayor criminal de guerra conocido en el estado, fue la gota que colmó el vaso. ¿Por qué debían ellos seguir aguantando aquello? Si no podían confiar en el sistema judicial… entonces tomarían la justicia por su propia mano. El General Ausdin fue el primer objetivo de la guerra civil, la mansión de Gallerian Marlon el segundo. La gran casa se incendió con una facilidad absurda, casi como si el fuego se alimentara de la ira de los ciudadanos, pero el juez en ningún momento pareció inmutarse ante aquel peligro. Abrazó a su hija, sintiéndose tranquilo en la seguridad que su presencia le daba, y permitió que el fuego se abriera paso hacia ellos sin poner ninguna resistencia. Lo siguiente que Gallerian supo es que estaba en las puertas del Infierno. —El dinero es el mejor abogado en el infierno —murmuró la figura que se encontraba delante de él—. ¿No es así, Gallerian? Dame toda tu fortuna y te dejaré libre. El juez se acercó con paso tranquilo a la figura, al mismo guardián del Jardín Infernal, y se inclinó sobre su cuerpo, claramente intencionado a hablarle cerca del oído. —Nunca permitiré que alguien como tú se haga con mi fortuna —sentenció el hombre, sonriendo, antes de alejarse hacia la puerta que daba acceso al infierno. Un disparo resonó en las cercanías de su mansión y una chica encapuchada salió de la misma, dejando a su paso el avaricioso cadáver de Gallerian y la muñeca dormida entre sus brazos. El fuego iba a consumir todos sus pecados.