Long-fic de Pokémon - Pokémon: Ragnarok

Tema en 'Fanfics Terminados Pokémon' iniciado por Woona, 9 Julio 2023.

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  1. Threadmarks: Capítulo 1: Allegro
     
    Woona

    Woona dragona lunar/hoenn girl

    Tauro
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    Título:
    Pokémon: Ragnarok
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    5515
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    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 1: Allegro


    La calma es el preludio a la tormenta”

    Comenzará con un destello. Con el rugido del viento, la subida de la marea y el estremecimiento del suelo.

    Dos entidades que nunca debieron ser despertadas de su eterno sueño volverán a encontrarse por última vez.

    La gran estrella emitirá un fuerte brillo, anunciando con él el fin de los tiempos.

    El señor de la tierra incendiará el cielo, invocando al fénix portador de la muerte. La nieve y los rayos destruirán todo a su paso.

    Y los continentes se perderán en lo más profundo del océano.

    El planeta se cubrirá de agua, en el despertar de una nueva era.

    Humanos, pokémon. El tiempo de ambos llegará a su fin.

    A menos...

    * * *

    -Era más impresionante la última vez que estuve aquí.

    Parada sobre la azotea del Pilar Celeste, Zinnia observaba en silencio el precioso cielo azul marino, con su larga y roída capa ondeando por la brisa que el aire nocturno había traído consigo. Sus ojos observaban preocupados y con precisión el firmamento, en busca de y listos para detectar aunque fuera una sola señal entre las estrellas que le indicase que él estaba por allí. Que podrían contar con él cuando el momento llegase.

    -Rayquaza, por favor-gemía inconscientemente en voz alta-. Si puedes escucharme, di algo. Dime que estarás allí para nosotros.

    No obtuvo respuesta más que el silencio de la noche, seguido del viento soplando con mayor potencia para luego detenerse. Sus nervios y su desesperación crecieron exponencialmente mientras su mirada se posaba en aquella gran estrella que brillaba más fuerte que el resto.

    -Sé que estás allí arriba-empezó a murmurar, sollozando a la vez que se dejaba caer de rodillas al suelo, buscando misericordia y comprensión-. ¿Por qué me ignoras? ¿Crees que te importuno? ¿Que lo que he venido a pedirte no importa? Después de tantos siglos, después de habernos dado esperanza y la posibilidad de evitar que nuestro mundo se destruya, ¿Ahora nos das la espalda y haces oídos sordos a mis súplicas? Tan solo contéstame. Es todo lo que te pido.

    Pero ni Rayquaza ni nadie le contestó. El viento sopló una vez más, esta vez de manera más suave. Mientras bajaba la cabeza y contemplaba el sucio y polvoriento suelo sintiéndose defraudada, sintió que algo golpeaba su espalda con cierto dejo de timidez. Al darse la vuelta se dio cuenta de que se trataba de Salamence. El colosal pokémon dragón intentaba animarla dándole pequeños mimos con el hocico, buscando tranquilizarla. Al igual que el de su ama, su rostro denotaba tristeza, abatimiento. Como si la llama de la vida se hubiese extinguido en sus ojos.

    -Oh, Salamence-dijo ella apenada, empatizando con su pokémon y acariciando su hocico con sus ya fríos y descuidados dedos. Acto seguido le abrazó, trayendo su cabeza hasta su pecho-. He buscado todas las formas que conozco de contactarle, pero ninguna ha funcionado. ¿Acaso el sufrimiento jamás acabará? ¿Acaso todo ha sido en vano y esta vez no nos salvaremos?

    Todo ha terminado por fin. Te estoy muy agradecida. Voy a tomarme un tiempo para reflexionar si es posible un nuevo comienzo cuando todo se ha perdido. Hasta nuestro próximo encuentro, Zinnia.”

    La carta que le había entregado a Brendan con ayuda de su fallecida Whismur el día en el que el joven y Rayquaza consiguieron destruir el meteorito que amenazaba con impactar sobre la región de Hoenn y hacerla desaparecer en la explosión. Todavía recordaba claramente cada palabra que había escrito en ella con la poca tinta que le quedaba, pero feliz sabiendo que todo lo que había hecho, todo lo que había trabajado para invocar al pokémon legendario y conseguir que ascendiese a aquel estado con el cual podría hacer añicos aquella apocalíptica bola de fuego y de muerte que sus antepasados habían vaticinado sería el fin de los tiempos había valido la pena, que por fin había cumplido la promesa que se había hecho. La promesa que le había hecho.

    -Aster...

    Oh, pero qué bella mentira era ahora la que estaba escrita en aquel arrugado e inservible trozo de papel manchado con tinta. Si tan solo las mentiras pudiesen salvarlos de la calamidad que se avecinaba...

    -No debes perder tan pronto la fe-dijo de pronto una voz seca y rasposa, pero que desbordaba templanza y sabiduría en el tono que había empleado-. Aster hubiese querido que la mantuvieses.”

    -¿Qué es lo que haces aquí?-preguntó Zinnia sin siquiera abrir los ojos, aún abrazada a Salamence y dejando salir las lágrimas repletas de dolor y de angustia.

    La misteriosa y enigmática figura salió de entre las sombras para retirar la capucha del largo manto negro que cubría su cabeza y cuerpo: era Spenser, el viejo as del Frente Batalla a cargo del Palacio Batalla. El calvo, barbudo y experimentado entrenador avanzó hacia Zinnia lentamente, cojeando y sosteniéndose con ayuda del báculo azul que llevaba en su mano izquierda, produciendo golpes secos con él sobre el suelo.

    -Me preocupas, al igual que has preocupado al resto del Clan Meteoro desde que decidiste darle la espalda- contestó una vez estuvo parado frente a ella-. Si has venido hasta aquí con el plan que te he visto tratar de ejecutar, me rompe el corazón decirte que no funcionará. Rayquaza no es y jamás ha sido de tener audiencias con cualquier mortal tras unas simples plegarias, sea quien sea. Solo se hará presente ante los elegidos, y lo sabes.

    -Y tú sabes más que bien que esa no fue la única razón por la que vine hasta aquí” retrucó Zinnia de forma hostil y casi ladrándole, finalmente viéndole a los ojos.

    -Ya lo creo que sí-aseguró Spenser con una mezcla de sarcasmo y de melancolía en sus palabras “Piensas que si te tiras desde lo más alto del Pilar Celeste te reunirás con ella. Y es por eso que he venido para detenerte antes de que cometas una tontería. Suicidarte no te devolverá a Aster, y tampoco a Whismur. Además, todavía te queda una tarea más por cumplir en este mundo, y es asistir a los elegidos en cuanto la hora llegue. Guiarlos y asegurarte de que hagan lo que deben de hacer.

    -¡No te atrevas a decirme cuál es y cuál no es mi tarea, Spenser!-gritó la cronista enfurecida. Sus rojos ojos brillaban con una ira primitiva, casi asesina-¡Tú no eres quien para darme órdenes! ¿O es que ya te has olvidado de tu traición a nuestro clan? ¿El cómo intentaste miles de años atrás controlar a Kyogre con el prisma azul para adueñarte de la energía natural antes que Groudon en tu afán por convertirte en un dios?

    -Mi traición fue monstruosa e imperdonable, y el prisma azul reprendió mi osadía conectándome por siempre a la mente de Kyogre, dándome la vida eterna y forzándome a ver a mis hijos, nietos y bisnietos envejecer y morir uno tras otro, teniendo que sobrevivirles a todos ellos-reconoció el viejo as del Frente Batalla con gran pesar, haciendo a un lado su manto para dejar expuestos las espantosas parodias de tatuajes en sus hombros en las que se habían convertido sus venas, emulando las marcas rojas de la letra Alfa representativas de Kyogre, el pokémon legendario señor de los mares-. Sin embargo, el clan ha sabido perdonarme con el pasar de los milenios, y aceptarme nuevamente como parte de ellos. El por qué tú no lo has hecho todavía escapa a mi comprensión, considerando que he sido amable contigo desde el día en el que naciste. Incluso llegué a cambiarte los pañales cuando tus padres no podían hacerlo. Te conozco mejor que lo que crees, y sé que sabes que esto está mal. No te digo que me perdones o que pienses de forma distinta sobre mí. Solo quiero que te des cuenta de la mala decisión que estás tomando.

    -Tu amabilidad hacia mí no cambia nada-respondió Zinnia entrecerrando los ojos, bufando “Tal vez les hayas convencido de que has querido cambiar, reinsertándote en la sociedad como parte de ese circo de feria llamado Frente Batalla que montó ese tal Scott, pero a mí no me engañarás. En el fondo sigues siendo el mismo anciano avaro y con sed de poder que fuiste aquel día. Nada de lo que digas me convencerá de lo que quiero hacer. Lo que debo hacer.

    -Pues adelante entonces-contestó de inmediato Spenser, señalando con el báculo hacia un costado de la azotea, a modo de invitación-. Ve hasta la punta y salta. Mas antes de hacerlo recuerda lo que te digo en este preciso instante: sin ti, los elegidos perecerán, y el mundo entero, nuestra civilización entera, todo el esfuerzo que hemos realizado por convivir pacíficamente con los pokémon a través de las incontables generaciones de este planeta...todo eso se perderá para siempre. Así que hazte la siguiente pregunta, y quiero que pienses bien en tu respuesta: ¿Estás dispuesta a destruir la tierra a pesar de las consecuencias que aquello conlleva? ¿A condenarnos a todos solo para estar con las personas a la que más amas en toda la existencia? ¿Sacrificar millones de vidas solo para ver de nuevo a otras dos?

    Zinnia tragó saliva y desvió la mirada. Ya no podía seguir manteniéndole la mirada al sabio. Ya no sin avergonzarse. Lo odiaba implacablemente, mas le había dado donde más le dolía, y no había forma alguna de objetar a lo que acababa de decirle.

    Oyó cómo Salamence resoplaba furioso y enseñando sus colmillos, viendo a Spenser con el mismo desprecio que ella misma le tenía. El pokémon dragón parecía disgustado al ver que aquel viejo decrépito había empeorado el estado de ánimo de su entrenadora y mejor amiga, y estuvo a punto de arremeter contra él de no ser que sintió la mano derecha de Zinnia apoyándose y dando cariñosas palmadas sobre su largo cuello, haciendo que frenase su ataque y relajase los músculos de su cuerpo.

    -Tienes razón-admitió finalmente, suspirando-. Te detesto con cada parte de mi ser pero...no puedo hacer esto. No puedo morir sabiendo que defraudé a mi clan, o a Hoenn para el caso. Estaría haciendo exactamente lo mismo que te he reprochado. Pero...¿Realmente soy yo la llave a Rayquaza? ¿No existe aunque sea la más mínima probabilidad de que el Oráculo se haya equivocado?

    -Las visiones y predicciones del Oráculo siempre se han cumplido tal y como son descritas-refutó Spenser negando con la cabeza, cruzándose de brazos y apoyándose sobre su bastón-. Si alguien tiene que servir como la llave a Rayquaza, esa debes de ser tú, la actual y única cronista del Clan Meteoro. Así como en su momento guiaste al joven Brendan para que despertase la mega-evolución de Rayquaza y destruyese el meteorito para capturar a ese aborrecible ser del espacio exterior, deberás guiarlo nuevamente y junto al otro elegido para que Rayquaza pueda poner fin al inminente cataclismo. Es tu deber no solo como cronista, sino también como guardiana de Hoenn y gran maestra y domadora de los pokémon de tipo dragón.

    La verdad en las palabras del viejo produjo que Zinnia volviese a desplomarse arrodillada sobre el piso, rompiendo en llanto y ocultando su rostro con ambas manos, desconsolada. No quería seguir sirviendo como cronista, y mucho menos como la emisaria de una deidad que parecía estar menos que interesada en ella o en lo que le pudiese ocurrir. Pero a su vez sabía que todo lo que Spenser había dicho era cierto. Y además el momento se estaba acercando. Podía sentirlo en el aire que les rodeaba, en el crujir de la tierra debajo de los cimientos del Pilar Celeste. En el resonar acústico del bravío e indómito oleaje. Su mente divagó en busca de un lugar feliz y apartado del resto, hasta que de pronto recordó y comenzó a cantar en voz baja una vieja canción. Una vieja canción de cuna que su madre y su abuela le habían enseñado desde que tenía uso de razón, y que era más vieja que el tiempo mismo.

    Hijos de la Noche

    Mi plegaria oíd

    Hijos de la Luna

    Ya no hay que llorar

    Regocíjense

    Hijos de la Noche

    Sobre el firmamento

    Dormid en paz ♪

    Apenas había terminado su solitario canto en forma de rezo cuando Spenser se le arrimó para apoyar su mano izquierda sobre su hombro derecho.

    -Es el momento de partir-dijo el anciano con solemnidad-. El Clan Meteoro y el Clan Endrino se unirán en unos minutos en Arrecípolis para discutir todo este asunto, y deberás estar allí para hacerles entrar en razón.

    -Entonces no debemos perder tiempo-respondió ella decidida, incorporándose para luego subir al lomo de Salamence y extendiéndole la mano derecha a Spenser para indicarle que debía hacer lo mismo, ofreciéndose a ayudarle-. Vayamos ya mismo.

    Spenser tomó su mano y subió de inmediato, sujetándose a la cintura de Zinnia y atando el báculo a su espalda con tal de no perderlo en cuanto abandonasen el suelo. Salamence rugió y, cobrando impulso, abrió de par en par sus enormes alas rojas para emprender el vuelo, dejando detrás el Pilar Celeste en cuestión de segundos con una velocidad sorprendente. Mientras se alejaban de allí, la joven cronista vio por última vez hacia atrás aquella gran estrella, y una sonrisa repleta de tristeza se dibujó en sus labios.

    -Algún día, Aster” musitó débilmente-. Algún día.

    * * *

    -¡Les digo que debemos hacer algo!-reclamaba fastidiado uno de los más jóvenes doma-dragones dentro de la sala-¿Es mucho pedir?

    Los clanes Endrino y Meteoro se hallaban reunidos y discutiendo dentro de una sala oscura, iluminada únicamente con una pequeña lámpara colgada del techo, cuya luz revelaba una gran mesa oblonga sobre la cual los más importantes y representativos miembros de ambas facciones deliberaban acaloradamente su situación. Los discípulos y demás domadores de dragones de menor rango permanecían allí parados, rodeando la mesa y escuchando atentamente la discusión, en ocasiones pidiendo permiso para hablar en un mar de voces y gritos. El desbande era general.

    -¡ORDEN, ORDEN!-gritó desde su asiento la Gran Matriarca del Clan Meteoro, golpeando fuertemente la mesa con su puño izquierdo, indignada ante aquella ensalada de opiniones en guerra, logrando que la sala quedase en completo silencio-¡Damas y caballeros, no permitiré este tipo de actitudes en este monasterio! ¡Somos personas civilizadas, debemos discutir esto lógicamente! Por ende, y por cortesía, comenzaré cediéndole la palabra al más honorable de nuestros invitados, el Maestro Dragón. ¡Líder del Clan Endrino!

    -Muchas gracias por su gentileza, Gran Matriarca-agradeció el Maestro Dragón, al mismo tiempo que masajeaba su larga y arrugada frente con los dedos de su mano derecha-. Miembros del Clan Meteoro. Estoy más que consciente de que desde tiempos inmemoriales nuestros clanes han tenido sus respectivas diferencias, demasiadas para enumerar en una sola noche, y es por eso que considero que, en esta hora oscura, debemos dejarlas definitivamente de lado si queremos evitar el inminente apocalipsis. Separados caeremos individualmente, pero estoy seguro de que juntos podremos poner fin a este conflicto antes de que siquiera comience. Con eso ya dicho, y con el permiso de este comité de emergencia, le doy permiso para hablar a el mayor orgullo de mi familia. Mi querido nieto, Lance.

    -Sí, claro-le susurraba una aprendiz del Clan Meteoro a su compañero con un tono sarcástico y burlón-. Dicen que nos unamos, pero te apuesto doble contra sencillo a que en cuanto surjan los problemas serán los primeros en huir con el rabo entre las patas.

    Lance se levantó lentamente de su asiento para acentuar y dejar clara su presencia ante el resto de la gente reunida allí, retirando su capa con su brazo derecho para que no se le dificultase mover el izquierdo. El más poderoso doma-dragón del Clan Endrino y miembro más fuerte del Alto Mando de Kanto y de Johto imponía tanto con su figura como con su penetrante mirada. Incluso aquellos que nunca le habían visto a él y a sus pokémon en acción o que no estaban al tanto de su poder sabían que era alguien a quien era mejor tener como aliado y compañero que como oponente.

    -Estimados miembros de este comité-dijo con serenidad y dureza a la vez-. Como nuestro maestro bien ha dicho antes que yo, nos hallamos ante un gran predicamento, y posiblemente en nuestro peor momento. El Oráculo nos ha advertido sobre una gran amenaza que arrasará no solo con Hoenn, sino con todo el mundo en cuestión de horas. Los demás miembros del Alto Mando al que represento están bien informados con respecto a todo esto, y es por eso que ya han comenzado con los planes de evacuación para ponerlos en marcha una vez las cosas se salgan de control. Personalmente considero que deberíamos hacer lo mismo con vuestro Alto Mando y campeón, puesto que nos han probado en el pasado que son merecedores de nuestra confianza, especialmente después de aquel desastre de hace un año con la ASNH y el proyecto IFVA. Sus pokémon son igual o quizás mucho más fuertes que los nuestros, y serán de gran ayuda para contener a los legendarios el tiempo suficiente para que la gente de las tres regiones pueda escapar y refugiarse en el gran búnker que hemos conseguido construir con los inestimables aportes de Devon y Silph S.A.

    -¿Qué hay de vuestro campeón, Lance?-se atrevió a preguntar el Primer Sacerdote, miembro más destacado del Clan Meteoro siendo superado únicamente en nivel de importancia por la Gran Matriarca-¿Él también está enterado acerca de esto? Sabemos de buena fuente que él y sus pokémon son titánicamente poderosos.

    -El joven Ethan y sus compañeros serán informados de esto a la brevedad-explicó Lance sin perder la compostura “En base a lo que el Oráculo nos ha dicho, tenemos razones para creer que él también jugará un papel importante en todo esto. Por ahora, y en mi más humilde opinión, considero que debemos contactar con el joven Brendan y hallar al segundo elegido, asumiendo que este exista en primer lugar.

    -Y ya lo creo que existe-respondió desafiante Zinnia, ingresando al salón acompañada de Spenser y sin quitarle los ojos de encima a Lance. Todos los allí presentes comenzaron a murmurar y a decirse cosas los unos a los otros en cuanto la vieron entrar.

    -¡¿Qué ha venido a hacer ella aquí?!-inquirió Clair con el ceño fruncido, levantándose ipso facto para luego dirigirse hacia Spenser, quien se limitó a devolverle la mirada repleta de odio “¡Y tú tienes mucha suerte o descaro de presentarte sin que te echemos a patadas!

    -Por favor, Clair-dijo el Maestro Dragón con un tono calmo y con un dejo de fastidio en su voz. Afortunadamente solo eso bastó para que su nieta volviese a sentarse enojada y de brazos cruzados, antes de que la situación pasase a mayores-. Me alegra mucho que hayas reconsiderado tu posición, Zinnia. Dinos, ¿qué tienes para decirnos?

    -Y a mí también, Gran Maestro Dragón-dijo Zinnia mientras lo saludaba con la mano izquierda tanto a él como a la Gran Matriarca y al Primer Sacerdote. La cronista del Clan Meteoro procedió a sentarse sobre la única silla que quedaba vacía y colocó sobre la gran mesa un pesado y voluminoso libro hecho con piel de Tyrantrum, el cual abrió para revelar y enseñar la página que necesitaba-. Estoy más que segura y sin lugar a dudas de que la segunda elegida no es nada más ni nada menos que May Birch, la hija del profesor Birch. De acuerdo con nuestras fuentes, sabemos que la muchacha se ha hecho no hace mucho con el poder de un pokémon legendario, más específicamente el de Latias, la pokémon dragona guardiana de la Fuerza Dragón y del secreto de la Mega-evolución. Su pareja, como ya bien sabemos, tiene de su lado a su contraparte, Latios, quien como hemos descubierto no hace mucho tiempo y con ayuda de los últimos descubrimientos en la Cueva Granito, fue alguna vez el cronista descubridor de la Fuerza Dragón y aquel que, convirtiéndose en un pokémon y mediante sus plegarias, logró que la energía de la Fuerza Dragón y la de la Piedra Arcoiris despertasen y permitiesen al gran Rayquaza acceder al estado en el pokémon que hemos denominado y que conocemos como Mega-Rayquaza. Si todo lo que el Oráculo ha dicho resulta ser cierto, y sabemos bien que así será, Latios y Latias jugarán un papel fundamental asistiendo a los elegidos en la lucha que se desatará una vez el Ragnarok dé comienzo. Nuestro objetivo será proteger a los elegidos y a los dos dragones para evitar que mueran, hasta que hayamos logrado invocar a Rayquaza.

    -¿Qué hay de los Regis?-preguntó Lance llevándose la mano izquierda a la barbilla-¿Sabemos si ellos podrán ayudarnos?”

    -Los Regis siempre despiertan cada vez que Hoenn se halla en riesgo de desaparecer y la fuerza de Rayquaza no es suficiente para detener la amenaza-contestó Zinnia-. La única posibilidad que tenemos de que ayuden desde el principio es si Regigigas decide intervenir, cosa que dudo considerando su actual estado.

    -Tal vez podríamos valernos de los Regis que posee Brandon-sugirió Clair-. Podrán haber venido de otro mundo, pero cuantos más legendarios ayuden a la causa, más oportunidades tendremos de evitar la catástrofe.

    -Los Regis de Brandon son mucho más débiles que los de nuestro mundo-objetó Spenser apenado-. Provienen de una realidad en la cual ni la guerra de hace tres mil años, ni la regresión primigenia ni el fenómeno de la mega-evolución tuvieron lugar, por lo que los pokémon de allí jamás alcanzaron el máximo potencial de su poder evolutivo. Además ya nos han dejado claro más de una vez que para ellos nuestros problemas no son de su incumbencia. Aun si de pronto quisiesen ayudarnos, no serían de mucha ayuda. Ni sus fuerzas combinadas serían suficientes para retener a las aves legendarias, o para detener a Groudon y a Kyogre antes de que se hagan con la energía natural.

    -Y hablando de Kyogre-dijo Clair volviendo a ver a Spenser con desdén. Al igual que Zinnia, la prima de Lance seguía sin poder creer que el Clan Meteoro fuese capaz de permitirle a un traidor de su calibre asistir a sus reuniones como si fuese de fiar-, ¿qué hay de él? ¿Se ha puesto en contacto contigo? Y si es así, ¿qué es lo que te ha dicho?

    -Todavía continúa dormido-aseguró el sabio apoyando ambas manos sobre su báculo y con un tono de voz que reflejaba agotamiento y dolor-. La conexión psíquica que tengo con él cada vez se hace más y más débil por algún motivo, pero parece tener interés por la elegida. Supongo que trata de decirme que debo encargarme de buscarla, o por lo menos de guiarla hasta su destino. Si lo que el Oráculo ha dicho que ocurrirá con él ya ha ocurrido y mi conexión con él se debilita por la razón que creo, entonces el enemigo ya le tiene en su poder.

    -Entonces creo que es más que evidente lo que debemos hacer-afirmó resuelto Wallace, poniéndose de pie. El elegante y refinado líder de gimnasio de Arrecípolis había permanecido callado desde que la reunión había comenzado, esperando el momento perfecto para hablar-. Mientras el Clan Meteoro se encarga de preparar a sus dragones para la batalla, el Clan Endrino deberá asegurarse de hallar la conexión entre la profecía del Oráculo y el campeón de Johto y Kanto cuanto antes. Zinnia y Spenser vigilarán a los elegidos en cuanto lleguen a Hoenn, y se asegurarán de que nada les ocurra hasta que hayan cumplido su propósito. Yo y el resto del Clan Arrecípolis seguiremos custodiando la energía natural de la Cueva Ancestral y el Pilar Celeste, e informaremos si detectamos actividad inusual o anormal de algún tipo.

    -¿Todos a favor?-preguntó la Gran Matriarca, volteándose a ver a los demás.

    -Yo estoy a favor, y estoy seguro de que mis nietos también lo estarán-dijo el Maestro Dragón.

    -Y así es, abuelo-contestó Lance, asintiendo con la cabeza y reafirmando las palabras de su abuelo.

    -Temo que es la única opción que nos queda de momento-suspiró exhausta Clair. Llevaba horas sin dormir a causa del estrés que las palabras del Oráculo le habían provocado, y la falta de sueño estaba empezando a afectarla-. Así que yo estoy a favor.

    -Y yo-añadió Zinnia.

    -Yo también-aseguró Spenser.

    -Algo me dice que no podremos detener el Ragnarok-dijo el Primer Sacerdote con cierto aire de pesimismo en el tono de su voz. Clair, Zinnia y Spenser le miraron fijamente y con desconfianza-. Pero si todo este comité está a favor de la proposición de Wallace, no me queda otra alternativa más que apoyar la moción.”

    -Entonces está decidido-anunció la Gran Matriarca, incorporándose con ayuda del Primer Sacerdote. Sus viejos y gastados emitieron un leve crujido al hacerlo-. Ya todos saben qué hacer. Ahora id a cumplir cada uno con su papel. Se levanta la sesión.

    * * *

    ¡Esto es inaudito! ¡Un escándalo!”

    Levitando justo en el centro de su caótico y distorsionado reino, donde el tiempo no avanzaba y el espacio era completamente inestable, Giratina discutía iracundo con sus dos hermanos mediante el enlace psíquico proporcionado por Uxie, Mesprit y Azelf, que unía tanto sus mentes como sus dimensiones para que pudiesen conversar sin inconvenientes. Cyrus, callado y serio, escuchaba atentamente las palabras del pokémon de las sombras y las del Trío del Lago mantenían con los otros dos dragones. Sus voces resonaban en el común y escalofriante silencio que el Mundo Distorsión era conocido por tener.

    Todos los seres vivos eventualmente mueren, Giratina”, decía Dialga con severidad. El pokémon dragón del Tiempo no estaba muy sorprendido con la terquedad que su hermano mostraba, “Y tanto a los humanos como a los pokémon terrestres y alados les ha llegado la hora. No podemos interferir. El Ragnarok es inevitable.”

    ¡No podemos permitir eso!”, rugía Giratina todavía enfurecido. El gobernante del Mundo Distorsión estaba tan encolerizado que parecía que se volvería en una bestia salvaje e irracional en cualquier instante, “¡Estamos hablando de dejar sacrificar a millones de vidas con tal de dejar que la naturaleza siga su curso! Nuestro padre estaría avergonzado de que siquiera estemos discutiendo esto, cuando es más que claro que debemos hacer algo. ¡Palkia, por favor dime que tú sí comprendes la magnitud de este problema!”

    Temo que tengo que estar de acuerdo con Dialga en este caso”, respondió Palkia apenada. La dragona representante del Espacio sonaba como una madre que estaba lista para dejar salir a su hijo al mundo exterior, “Ya le hemos dado a la humanidad más de una oportunidad en el pasado, y nos lo han pagado con ofensas, con ataques y con las peores atrocidades que nos podamos imaginar. Si los elegidos no logran su cometido, el Ragnarok debe acabar con ellos para dar comienzo a una tierra más pacífica y bella. Además, no es la primera vez que no tomamos partido en eventos de esta clase. ¿O es que necesito recordarte lo ocurrido tres mil años atrás con el Rey AZ, Giratina?”

    ¡¿Pero es que acaso no se dan cuenta de lo que dicen?!”, exclamó Giratina con rabia en su voz. Se sentía rodeado, “Los humanos pueden ser violentos y en ocasiones destructivos, pero son tan importantes para este mundo como lo son los pokémon. Si nos guiásemos por esa lógica, nuestro padre debió haberme borrado de la existencia en cuanto vio mi agresiva naturaleza, y en su lugar me dio la noble obligación de mantener la anti-materia en este lugar, para evitar que destruya el resto del universo.”

    Condenar es la palabra que buscas”, señaló Dialga, “Te condenó a estar aquí atrapado debido a tus crímenes, y lo único que le detuvo de acabar contigo fue el cariño que te tenía. Siempre fuiste su favorito, y no podía erradicarte sin sentirse un monstruo. La diferencia radica en que la humanidad no cumple ningún papel fundamental en el gran plan de las cosas, como tú sí lo haces. Desde que se separaron de nosotros solo han traído la muerte y sufrimiento al mundo terrenal. Sostienen la creencia de que existen por y para un plan mayor, pero la realidad es que son parásitos, y los parásitos deben ser arrancados de raíz si queremos mantener este mundo en perfecto balance, tal y como nuestro padre querría que hiciésemos con lo que ha creado.”

    ¡Oh, brillante idea!”, rió Giratina con genuino sarcasmo, descolocando a todos los demás. Luego se volteó a ver a Cyrus, todavía hablándole a Dialga, “Dime una cosa, hermano. ¿Qué harás con la muchacha que nos ayudó a salvarlos a ti y a Palkia, detener a este demente para que no destruyese todo nuestro universo? ¿Qué le dirás una vez ella haya muerto? ¿Que ella también era un parásito? ¿Que merecía ser arrancada de raíz junto con los parásitos que son su familia, sus amigos y sus conocidos?”

    Nunca dejaré de estar agradecido con aquella humana”, reconoció el dragón del Tiempo, “Pero ella es solo la excepción a la regla. Ningún otro humano hubiese hecho lo que ella hizo, y en su lugar hubiese permitido que este universo se destruyese.”

    Te equivocas, y ambos sabemos que mientes”, objetó la gran serpiente ciempiés, “Los humanos siempre buscan hacer lo posible por convivir en paz con nosotros a pesar de nuestras diferencias e imperfecciones. Algunos de ellos, como nuestro prisionero aquí presente, han intentado alterar esa convivencia, algo que no negaré, ¿Pero acaso vamos a actuar como si algunos de los nuestros nunca hubiesen hecho lo mismo? ¿Por qué nuestros hermanos y hermanas merecen una segunda oportunidad y los humanos no?”

    Si me permiten un comentario, y creo que hablo tanto por Azelf como por Mesprit, yo diría que Giratina se encuentra en lo cierto”, añadió Uxie consternado, “Si nuestro padre hubiese querido que los humanos fuesen destruidos, no nos hubiese dado la tarea de otorgarles los dones de la emoción, la voluntad y la sabiduría.”

    Azelf y Mesprit asintieron con la cabeza, aprobando las palabras de su hermano. Las seis deidades permanecieron callados por unos segundos, evidentemente pensando en quién tenía la razón.

    ¿Sabemos qué piensan los demás acerca de esto?”, preguntó Palkia rompiendo el hielo.

    Lugia, Ho-Oh, Celebi, Jirachi, Reshiram y Zekrom ya nos han comunicado que piensan asistir a los elegidos”, dijo Azelf, “Xerneas, Yveltal y Zygarde también. Mew, Kyurem y los Tapus han escogido mantenerse neutrales ante esta situación, y han dicho que se asegurarán de actuar una vez que el bando ganador sea claro. Todavía no hemos recibido señal de los Regis, mas su decisión final dependerá de si Regigigas decide unirse a la lucha o no.”

    Y Rayquaza está más que dispuesto a cumplir con su rol en todo esto”, agregó Mesprit.

    En ese caso les propongo hacer un trato, más bien una simple apuesta”, comentó Giratina para sorpresa de todos, “Haremos lo que ha dicho Dialga y dejaremos que todo siga su curso. Si el Ragnarok resulta exitoso, veremos qué hacer con el nuevo mundo que Groudon y Kyogre dejarán tras de sí. Pero si se da el caso contrario, si los elegidos demuestran que la humanidad y los pokémon pueden seguir viviendo en paz y armonía, entonces deberemos a partir de ese punto regresar con los humanos. El tiempo de ocultarnos de ellos y de temerles se acabará. ¿Están todos de acuerdo? ¿Les parece razonable?”

    Los legendarios dijeron que sí al cabo de unos segundos, y la reunión llegó a su fin. Mientras Uxie, Mesprit y Azelf se tele trasportaban afuera del Mundo Distorsión y Giratina retornaba a su tarea de vigilar las dimensiones conectadas a su vacío y espeluznante reino, Cyrus se quedó allí sentado, reflexionando en todo lo que acababa de escuchar. Si el Ragnarok surtía efecto, su ideal de un mundo sin espíritu llegaría a cumplirse parcialmente. Seguro, aún quedarían formas con alma y vida en el océano, pero el universo que él deseaba crear estaría un paso más cerca de volverse realidad. Solo le bastaría con convencer a Dialga y a Palkia de que el fin del mundo había probado su punto, y una vez que estos le apoyasen, su único obstáculo sería el Ser Original.

    Una sonrisa perversa y sádica se dibujó en su rostro.

    -Esto será interesante de ver-se dijo a sí mismo.

    El reloj que indicaba la llegada del apocalipsis había comenzado a andar. Ya no había vuelta atrás.
     
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  2. Threadmarks: Capítulo 2: Adagio
     
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    Escritora
    Título:
    Pokémon: Ragnarok
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    16699
    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 2: Adagio

    Las piezas deben ser puestas sobre el tablero”

    "Thundurus. ¿Me oyes? Si es así, preséntate ante mí."


    Su respuesta llegó inmediatamente en la forma de un relámpago tan veloz que ni el ojo humano podría haberle detectado, seguido de un trueno que hirió de muerte el silencio que hasta entonces había habido entre las abundantes y grises nubes de tormenta. Apenas había comenzado a parpadear cuando su hermano de piel azul clara y de un solo cuerno ya había dado acto de presencia, observándole fijamente y parado frente a él. O al menos lo más cercano a estar parado, considerando que ambos aún se hallaban flotando en el aire, utilizando sus pequeñas nubes como medio de transporte. El cielo nublado que les rodeaba liberara potentes tornados y rayos que sacudían y quemaban todo aquello contra lo que impactaban, incluyendo el bosque situado justo debajo de ellos. El alguna vez pacífico Santuario Abundancia ahora era víctima de llamas feroces y de vientos huracanados. La presencia de ambos genios y de la tormenta que llevaban junto a ellos a dondequiera que fueran era más que nefasta para aquel antiguo y sagrado lugar y los pokémon que vivían en él, por no mencionar al resto de la región de Unova.

    "Aquí estoy."

    "También lo has sentido, ¿verdad?"

    "Por supuesto que sí. La hora está cada vez más cerca. Pronto podremos divertirnos sin nadie que nos detenga. ¿Ya has recuperado el espejo?"

    "Así es."

    Una sonrisa vil se dibujó en su boca mientras alzaba el viejo Espejo Veraz con ambas manos para enseñárselo a Thundurus, quien esbozó exactamente la misma mueca en cuanto lo vio.

    "No fue tarea fácil localizarlo. Esos buenos para nada del Equipo Plasma planeaban utilizarlo en nosotros para someternos una vez se adueñasen de toda la región. Aparentemente lo dejaron a su suerte una vez que su líder fue derrocado, ocultándolo en lo más recóndito de su palacio."

    "Pobres ilusos. Al haberlo desenterrado nos dieron todo lo que necesitamos para liberar nuestro verdadero poder. El poder que nos fue negado tantos siglos atrás."

    "Pronto deberemos migrar, así que será mejor usarlo cuanto antes."

    Thundurus asintió, y junto a él tocó con sus manos el sucio pero duro vidrio reflejante para absorber la energía oculta que, al igual que su hermano, percibía dentro de él. Y en menos de un milisegundo, el poder que este emitía se repartió entre sus cuerpos, devolviéndoles a sus formas originales.

    "Por fin. Ya somos libres. Me siento completo de nuevo."

    "Ahora solo hace falta aguardar a que el momento de cumplir con nuestro papel llegue."

    Una familiar voz, igual de gruesa e imponente que las de ambos, comenzó a hablar desde lo más alto, interrumpiendo su regodeo e iluminando las nubes que se encontraban encima de ellos cada vez que las palabras salían de su boca. El fuego y los tornados disminuyeron su potencia considerablemente, lo que le dio tiempo a varios pokémon salvajes para abandonar la zona de acción junto a sus amigos y familias.

    "Tornadus. Thundurus. Deténganse ahora mismo."

    "Puedes tratar de sonar intimidante todo lo que quieras, Landorus. Pero tu influencia sobre nosotros ha llegado a su fin."

    "Con nuestra verdadera fuerza recuperada, ya no hay nada que puedas hacer para interponerte en nuestro camino. Tenemos el espejo en nuestras manos, y tú ni siquiera puedes acceder a tu verdadero estado."

    La respuesta de su hermano mayor no se hizo esperar.

    "No necesito de mi forma original para ponerlos a ambos en su lugar. Renuncié a ese poder para evitar volverme igual de mezquino y amoral que ustedes. Y no quiero tener que hacer esto. No tiene por qué terminar así. Por ende les daré una oportunidad: desistan de sus nefastas intenciones mientras aún queda tiempo, y ayúdenme a proteger este mundo al que tanto hemos brindado y que tanto nos ha dado a cambio."

    Tornadus soltó una genuina y estruendosa carcajada. Thundurus se le unió al poco tiempo.

    "No nos convencerás de seguir siendo tus esclavos. El Ragnarok debe suceder, y llevaremos la destrucción con él junto a nuestros hermanos emplumados lo quieras o no."

    "Los humanos y los pokémon tuvieron su chance. Con ellos exterminados, crearemos un nuevo mundo. Uno mejor y mucho más próspero que el anterior. Así que deja de darte aires de grandeza y baja para abandonar ese ridículo aspecto y reclamar lo que te fue quitado. Para ayudarnos a lograr que dicho mundo se haga realidad. ¿Acaso no ves lo que intentamos hacer?"

    Landorus se limitó a descender con su nube para reunirse con ambos, cruzado de brazos y viéndoles a los ojos visiblemente indignado. El genio señor de la agricultura estaba realizando un esfuerzo inhumano con tal de contener la cólera y el dolor que bullían a través de sus venas. Su larga cola marrón con protuberancias rosadas se abría y se retraía como la de un gato enojado, claramente un tic o resto que le había quedado de su forma felina original.

    "Perdónenme si no comparto su entusiasmo. Pero lo único que veo aquí es a dos genocidas egoístas que están usando todo este asunto como una excusa para justificar el caos que desatarán a futuro. Y que son tan estúpidos que no se dan cuenta de que Groudon y Kyogre eventualmente también se desharán de ellos."

    "Sea como sea, no pararemos. Así que decide: o estás con nosotros..."

    "...O en contra."

    Landorus no dijo nada. Levantó sus brazos y, preparándose para lo que sabía que seguía, abrió y cerró las palmas de ambas manos, retando a sus hermanos a que viniesen por él.

    "Que así sea."

    Tornadus no se lo pensó dos veces. Llevó sus alas hacia atrás para poder empujar su torso y abdomen hacia adelante, liberando con estas un potente ataque de Vendaval y lanzándolo en dirección a Landorus. Su hermano mayor, sin inmutarse, esquivó el ataque para luego concentrarse y rodear su cuerpo de un aura roja. Acto seguido voló hasta él a una velocidad espeluznante y descargó sobre su cuerpo todo su Enfado mediante una serie de golpes precisos y demoledores, rompiendo los huesos en su cuerpo, inutilizando sus alas y haciéndole caer desde las alturas para estrellarse contra unos árboles cercanos, sin vida.

    Thundurus, que no había tenido tiempo para procesar lo que había presenciado, pestañó y se dio cuenta con miedo de que ahora estaba solo. Sabiendo que se encontraba en desventaja, realizó una Danza antigua y prohibida para convertir las nubes grises en negras e invocar con ellas una Lluvia torrencial, aprovechándose de que Landorus se hallaba confuso debido a toda la energía draconiana que había utilizado para lidiar con Tornadus. En cuanto sintió las gruesas gotas de agua cayendo sobre él y mojando tanto su cabeza como sus hombros, no esperó a que su hermano se recuperase y creó uniendo ambas manos una gran Onda Certera para luego lanzársela a su oponente, quien no pudo evitar el inminente ataque a causa de su mareo.

    Sintiendo cómo el daño y dolor producidos por aquella esfera de energía le traía de vuelta a la normalidad, Landorus se vio a sí mismo en un serio predicamento: si bien los ataques eléctricos de Thundurus no serían problema para él, la lluvia debilitaría enormemente cualquier ataque de tierra que quisiese emplear, reduciendo su potencia notablemente. Su otro hermano menor le sonrió con desprecio y malicia.

    "Ahora estamos en igualdad de condiciones."

    "Por ahora."

    Los dos genios se lanzaron el uno contra el otro, chocando en medio del bosque y produciendo una onda sísmica que sacudió los árboles más cercanos con una violencia temible. Una vez quedaron trabados en combate, comenzaron a forcejear con la intención de hacer retroceder el uno al otro, y parecía que ninguno de los dos se iría jamás para atrás. La lluvia se intensificó y los truenos rugieron a la distancia.

    "Sin tu forma original, no eres nada frente a mí."

    "¿Quieres apostar?"

    Cayendo víctima de la provocación, Thundurus abrió su boca para liberar de ella un potente Hiperrayo, pero Landorus fue más rápido y tapó su boca con su mano izquierda. El rayo de energía estalló dentro de la boca del genio azulado, generando una explosión que hizo que ambos contendientes retrocediesen unos cuantos metros involuntariamente.

    "Mald...coff, coff...¡Maldito! Esto...¡Se acabó! ¡ESTO TERMINA AHORA!"

    "Y tienes mucha razón."

    Mientras el humo se disipaba, Thundurus contempló tosiendo y horrorizado cómo Landorus ya estaba haciendo levitar una considerable cantidad de Rocas Afiladas, dejando que flotasen alrededor de su propia órbita. El genio anaranjado estaba listo para desatar su ataque final, viéndole colérico y sin inmutarse ante la caída de la lluvia.

    "Perdóname, hermano."

    "¡NO!"

    Pero su cobarde súplica no fue escuchada. Landorus, determinado y conteniendo las lágrimas, le señaló con el dedo índice, y las rocas salieron disparadas hacia él como proyectiles, incrustándose en todas y cada una de las zonas vitales y más vulnerables de su cuerpo, clavándose como pequeños pero poderosos puñales. Sufriendo una indetenible hemorragia interna, el genio de los truenos cayó en estado de shock desde lo más alto de las nubes, colisionando con la firme virgen tierra del santuario y produciendo un enorme cráter en el proceso. Un gran charco de sangre púrpura empezó a formarse alrededor de su cuerpo mientras éste regresaba a su forma avatar, sin recobrar la vida que tenía antes. El cielo se despejó, y tanto la vegetación como el agua del lago regresaron a su tranquila y silenciosa inmovilidad, permitiendo a los pokémon salvajes salir de sus refugios a salvo.

    Landorus dejó salir un suspiro lleno tanto de dolor como de cansancio, relajando sus músculos. Mientras observaba los cadáveres de sus hermanos y cerraba sus puños con impotencia, descendió aún más que antes para acercarse al cuerpo de Tornadus. El genio del viento había muerto sosteniendo con las manos de su forma avatar el Espejo Veraz, el cual por motivos que escapaban a su comprensión había sobrevivido milagrosamente a la caída. Tomando con cuidado y con cautela el gran pedazo de vidrio y metal de su fallecido consanguíneo, contempló por unos instantes su reflejo en él con enojo y decepción. Ahora solo podía ver el rostro de un traidor, de un asesino que había matado a los suyos con tal de ganar una inútil batalla en un evento que no podía ser eludido. Uno que arrasaría con todo lo que él conocía, que quería y que hasta ahora había protegido en honor a su padre y creador.

    "Landorus..."

    Una infantil pero familiar voz sonó dentro de su cabeza. Sin darse cuenta, apretó el espejo con fuerza.

    "¿Qué es lo que quieres?"

    "Estoy consciente de que lo hago en un muy mal momento, pero he venido a reclutarte. Y sabes muy bien para qué."

    El señor de la agricultura frunció el ceño y desvió la mirada de su reflejo, fastidiado y apesadumbrado.

    "Si piensas que voy a reconsiderar mi posición, has venido en vano."

    "Sabes que esto nos afecta a todos. No puedes darnos la espalda. ¿O es que el verde ya ha dejado de importarte?"

    Landorus soltó un estruendoso y ensordecedor rugido similar al de un tigre, intimidando al pequeño invasor psíquico.

    "Nunca jamás vuelvas a insinuar lo que acabas de insinuar frente a mí si valoras tu vida. Amo el verde más que a nada en este mundo, y acabo de pagar el mayor precio con tal de defenderlo. Yo mismo estuve junto a Xerneas cuando las leyes de la naturaleza fueron establecidas por el Creador."

    "Entonces estoy seguro de que ya sabes que Xerneas está dispuesta a apoyar a los elegidos con tal de detener a Groudon. ¿Qué cara crees que pondrá cuando descubra que tú no?"

    El genio tardó esta vez en contestar. Tras reflexionar y detenerse a ayudar a un indefenso Petilil que había quedado atrapado en un árbol caído cercano, respondió lentamente a la pregunta.

    "Aun si decidiese ayudar, poco y nada podría hacer frente a Groudon. Además, las Aves Legendarias me liquidarían en cuanto intentase acercarme."

    "Pues entonces permanece al lado de Xerneas. Ayúdala a que el verde resista. Me aseguraré de que la victoria se encuentre a favor de ambos en todo momento. Pero la decisión es tuya."

    "Déjame en paz, Victini. Por favor."

    La voz de Victini dejó de hablar, dejando al genio e inmerso en sus propios pensamientos, acompañado únicamente de la muerte y de la quietud del santuario.

    * * *​

    -¡Typhlosion, usa Contraataque!-ordenó Ethan, animado y lleno de vigor.

    Typhlosion obedeció ipso facto, poniéndose en cuatro patas y lanzando con su aliento incendiario grandes llamas hacia su oponente. Las llamas en su lomo y hombros ardían con impresionante viveza.

    -¡Protección, Swampert!-exclamó Brendan desde el extremo izquierdo del improvisado campo de batalla, preocupado por el estado de su pokémon.

    Swampert no perdió ni un instante y generó un campo de energía verde protector que bloqueó el ataque, haciendo que las llamas de su rival estallasen contra este, levantando un montón de arena y polvo en el proceso. Los espectadores provenientes de Ciudad Olivo, congregados alrededor del espectacular combate que llevaba librándose desde hacía una hora en la diminuta playa de la modesta ruta 40, gritaron eufóricos y enloquecidos a causa del choque de movimientos, con cada uno apoyando y diciendo con todas sus fuerzas el nombre del pokémon que querían ver salir victorioso.

    "En verdad ambos se han vuelto muy poderosos", pensó para sí Jasmine viendo tanto a Ethan y a Brendan como también a sus últimos pokémon. La líder de gimnasio de pokémon de tipo acero sonrió feliz de poder ser testigo del progreso de ambos jóvenes, "Hacía tiempo que no veía un combate así."

    -Tu estrategia fue bastante predecible-afirmó Ethan soberbio, con sus ojos puestos en Brendan. El joven campeón de Johto se hallaba dividido: un parte de él quería desesperadamente que su amigo le venciese; La otra, mantener su racha de victorias-. Sacrificaste a la mitad de tu equipo con tal de acabar con Heracross.

    Brendan apretó los puños levemente mosqueado por el comentario. Si bien le había dado satisfacción ver al Heracross de Ethan mordiendo el polvo, lo cierto era que haber perdido a tres de sus mejores pokémon no lo había valido. Si Gardevoir, Hariyama y Absol siguiesen en pie no habría tenido que hallarse en aquella situación con Swampert, y contaría con por lo menos un as bajo la manga.

    "Bueno, otro as bajo la manga", reconoció.

    Pero ya no había tiempo de arrepentirse y lamentarse por los errores cometidos. El combate decisivo ya había llegado, y tenían que ganar a como diese lugar si querían que el esfuerzo y sacrificio de sus tres pokémon hubiese valido la pena.

    -¿Y bien?-preguntó su viejo amigo y rival confiado, cruzándose de brazos mientras veía la pequeña mega-piedra que Swampert portaba en su cuello a modo de collar-¿Por qué no sacas todo tu poder? ¿Por qué no le ordenas a Swampert que mega-evolucione y hacemos las cosas más emocionantes?

    -¡No necesitamos el poder de la mega-evolución para vencerte!-mintió Brendan desafiante, ajustando su gorro y ocultando sus nervios lo mejor que podía. La verdad era que estaba esperando el momento preciso para usarla. Su mente ya había armado un plan en el momento en el que Typhlosion fue mandado a combatir-¡Tenemos la ventaja!"

    -¡Puede que tu Swampert tenga la ventaja de tipo, pero Typhlosion es mucho más rápido!-aseguró Ethan "¡No por nada es mi más fuerte compañero! ¡Ordena todos los movimientos de tierra que quieras, no podrán igualar su velocidad! ¿Verdad, Typhlosion?

    Typhlosion gruñó en señal de asentimiento, reforzando lo que su entrenador acababa de decir. Había vencido a tantos grandes oponentes a lo largo de los años y en compañía de su amo que se sentía imparable.

    Brendan volvió a cerrar los puños mientras veía cómo Swampert aguardaba pacientemente sus instrucciones. Ethan tenía razón: su pokémon era por mucho más veloz que el suyo, y si querían ganar debía pensar rápido y no perder el tiempo en estrategias complicadas. Seguro, en teoría podría pedirle a Swampert que usase Disparo Lodo o Agua Lodosa sobre la arena para que pudiese deslizarse rápidamente por el lodo, pero corría el riesgo de que Ethan y Typhlosion se percatasen inmediatamente de sus intenciones y utilizasen Lanzallamas sobre el barro, poniendo a su inicial en una situación todavía más desventajosa. Solo le quedaba rogar que su plan funcionase y cayesen en la trampa que su cerebro ya había diseñado y visualizado.

    -¡Entonces pondremos esa velocidad a prueba!-vociferó por fin, manteniendo la compostura-¡Swampert, usa Surf!

    El pokémon ajolote inhaló profundo y, con sus ojos adquiriendo una coloración cían, invocó una gran ola que provino de la orilla a su izquierda, lanzándola en dirección a Typhlosion.

    -¡Sofoco!-gritó Ethan, presa de la emoción.

    Typhlosion no dudó, y tomando aire expulsó de sus fauces un gran tornado de fuego para contrarrestar el movimiento de Swampert. Las llamas al rojo vivo consiguieron traspasar y evaporar la ola en cuestión de segundos, antes de que el agua llegase a su objetivo.

    -¡Muy bien, Typhlosion!-vitoreó su entrenador-Ahora terminemos con esto. ¡Usa Puño Trueno!"

    -¡ETHAN, NO!-alcanzó a gritar Lyra tras oír las palabras de su novio. La joven ayudante del profesor Elm se encontraba acompañada de su Marill y sentada en una roca cercana al campo, usando un lápiz y su confiable cuaderno de hojas blancas para dibujar el combate entre los dos pokémon iniciales mientras observaba la pelea-¡AGUARDA!

    Regresando a su postura bípeda, Typhlosion concentró energía eléctrica en su puño derecho y, pegando un gran salto, se abalanzó sobre Swampert, quien permaneció inmóvil, esperando su llegada. El pokémon tejón se lanzó en picada y, con toda su fuerza, descargó su poder sobre la mejilla izquierda del pez de fango, solo para ver que los rayos de su ataque recorrían la piel húmeda y azulada de su oponente sin hacerle ningún daño. Este último permaneció impasible para después dedicarle una sonrisa socarrona, como si tanto el golpe como la electricidad solo le hubiesen hecho cosquillas.

    -Espera, ¿qué?-preguntó Ethan sorprendido-¿Por qué no ha surtido efecto?

    "Le dije que debía familiarizarse más con los pokémon de otras regiones en vez de siempre atacar usando la fuerza bruta", pensó Lyra para sí, llevándose la mano derecha con la que dibujaba al puente de la nariz, decepcionada.

    -¡SUJÉTALO!-exclamó Brendan alegre, percatándose del fatal descuido de su rival.

    Swampert acató la orden apenas la escuchó, sin ningún tipo de dilación. Alzando sus dos patas delanteras, atrapó a Typhlosion en un poderoso abrazo, impidiendo que huyera. El segundo forcejeó en vano, al mismo tiempo que aullaba de dolor al sentir cómo tanto su espalda como su cintura eran lentamente constreñidas por los poderosos brazos del anfibio.

    -¡Typhlosion, sal de ahí ahora!-suplicó Ethan atemorizado y entusiasmado a la vez. La sensación de poder llegar a perder era tanto aterradora como excitante.

    Pero el grito del joven resultó ser en vano. Typhlosion no conseguía librarse del potente apretón, y Swampert no pensaba aflojar ni por un segundo.

    -¡Ha llegado el momento, Swampert!-anunció Brendan a su pokémon mientras se arremangaba y tocaba la piedra activadora de la mega-pulsera en su muñeca izquierda, liberando un brillo rosado-¡Mega-evoluciona!

    Swampert mantuvo el abrazo y gruñó con fiereza mientras el repentino resplandor magenta de su mega-piedra envolvía su cuerpo, alterando su aspecto, tamaño y musculatura notablemente. Brendan sintió aquel gracioso y familiar cosquilleo recorriendo todo su cuerpo mientras su mente y su alma se sincronizaban con las de su pokémon. Ahora ambos eran casi el mismo ser.

    Una sonrisa se dibujó en sus labios una vez Mega-Swampert emergió de aquella cegadora luz y acompañado de los gritos de ovación de aquellos que les apoyaban desde el público, estrujando a Typhlosion como si estuviese hecho de papel. A veces le costaba creer que su primer pokémon, aquel pequeño y tierno Mudkip con el que había salvado al profesor Birch tantos años atrás, era ahora aquella fornida y poderosa criatura semi-acuática que tenía enfrente suyo. La batalla estaba prácticamente ganada.

    "Conque así es el fenómeno de la mega-evolución", reflexionó contemplativa Jasmine, llevándose la mano derecha a la barbilla, intrigada ante el radical cambio que el Swampert de Brendan había experimentado, "Interesante."

    -¡Trata de zafarte, Typhlosion!-pedía inútilmente Ethan-¡Usa Lanzallamas!

    Con el poco aire que le quedaba, su inicial obedeció liberando unas débiles llamas de la boca en un último intento por librarse de aquella brutal atadura. Para sorpresa de nadie, Swampert ni se inmutó y esperó a que su oponente se cansara de echar fuego, al mismo tiempo que se preparaba para la siguiente orden de su entrenador.

    -¡Machada!-pronunció Brendan con convicción.

    Swampert procedió a sostener a su adversario con su pata izquierda mientras cargaba un aura de energía blancuzca en su puño derecho. Acto seguido cobró impulso y le propinó un gancho devastador en el estómago, mandándolo a volar hasta el otro extremo del cuadrilátero y dejándole muy malherido.

    "Gracias por habernos enseñado ese movimiento, papá", pensó el joven héroe de Hoenn con alegría. Norman habría estado orgulloso tanto de él como de su pokémon si hubiese podido estar allí para observar la pelea.

    -¡Typhlosion, si todavía puedes escucharme utiliza Contraataque!-dijo Ethan mientras veía como Typhlosion conseguía ponerse de pie a pesar del daño recibido. El pokémon mustélido de fuego se hallaba en las últimas, cojeando y soltando gruñidos lastimeros-¡Devuélvesela con todo lo que tengas!

    -¡HIDROBOMBA, AHORA!-vociferó Brendan, superponiendo su voz con ímpetu.

    Swampert abrió sus fauces de par en par y soltó un gigantesco chorro de agua a presión con el que le dio a su contrincante un duro baño de agua fría. Typhlosion resistió el golpe y caminó cojeando lentamente hacia su rival con intención de devolverle todo lo que había aguantado con un último ataque incendiario, ignorando las contusiones obtenidas, pero desafortunadamente terminó desplomándose sobre el centro del campo de batalla, debilitado. La batalla había concluido.

    -¡Typhlosion ya no puede continuar!-declaró Jasmine ingresando al campo, desempeñando el rol de réferi que había aceptado una hora atrás-¡Swampert es el ganador! ¡Y la victoria es para Brendan!

    Los dos jóvenes abrieron los ojos como platos mientras los espectadores aplaudían eufóricos, Swampert regresaba a su forma normal y Lyra y Marill corrían a socorrer al desmayado Typhlosion. Ninguno de los dos podía creer cuál había sido el resultado.

    -¿Gané?-preguntó Brendan estupefacto. Su sorpresa eventualmente mutó en júbilo y en lágrimas repletas de felicidad, estado de ánimo que le impulsó a correr hasta su pokémon para abrazarlo-¡Ganamos, Swampert! ¡En serio ganamos! ¡Estuviste magnífico!

    Ethan no dijo nada mientras entraba también al campo en pos de ayudar a Typhlosion a levantarse del suelo con la ayuda de Lyra y de Marill, poniendo su pata sobre su cuello y hombros como ya había hecho incontables veces. Su ego había sufrido un fuerte golpe con aquella derrota. Pero no le importaba. Estaba inmensamente feliz de haber sido vencido. Llevaba años sin verse normal, y el desenlace de aquel combate acababa de hacerle sentir más humano que nunca.

    -Peleaste muy bien, amigo-dijo acariciando a Typhlosion en la cabeza con su mano derecha una vez este consiguió mantenerse sobre sus patas traseras sin que estas le temblasen. Su golpeado y magullado pokémon gruñó con una sonrisa blanda, pero agradecida-. No me importa lo que digan, seguirás siendo el número uno para mí. ¿Qué tal han quedado tus dibujos, Lyra?

    -No son mi mejor trabajo, pero estoy segura de que te encantarán-sonrió Lyra mostrándole a su novio las diferentes fases del combate que había logrado plasmar en su cuaderno con sus dotes artísticas. Sus dibujos eran tan detallados y estilizados mediante el trazado y sombreado que casi parecía como si los pokémon de Ethan y de Brendan se hubiesen metido directamente a las hojas-. ¿Qué te parecen?

    -Igual de asombrosos que todos los que me has mostrado-expresó contento él mientras le daba un beso en la mejilla para luego avanzar hacia Brendan, dispuesto a estrechar manos con él. Lyra miró para otro lado mientras recibía el beso, actuando de manera distante-. Fue un muy buen combate, Brendan. Quizás no entiendas ahora mismo por qué te lo digo realmente pero...gracias por derrotarme.

    Brendan pestañeó dos veces en un mismo segundo, levemente confundido. Las crípticas palabras y el cansado tono de su amigo le habían tomado por sorpresa. ¿A qué se refería con eso? ¿Acaso había algo que le ocurría y que estaba guardándose para sí mismo? Al final decidió no darle mucha importancia, y se conformó con sonreírle de la forma más natural posible mientras aceptaba el apretón de manos.

    -Eh...de nada, Ethan-contestó sin mucha seguridad, al mismo tiempo que veía cómo Swampert y Typhlosion se daban la pata el uno al otro, alegres y sin resentimientos-. Aunque para ser justos casi me vences de nuevo. Puede que te haya ganado, pero todavía me falta mucho para estar a tu nivel.

    -Eres demasiado modesto-rió el campeón de Johto-. Aunque todavía no entiendo por qué Typhlosion y yo perdimos exactamente. Estaba casi seguro de que Puño Trueno funcionaría. Después de todo, Swampert sigue siendo un pokémon de agua.

    Brendan y Lyra intercambiaron una mirada cómplice, anonadados ante la ingenuidad de Ethan. Marill se llevó ambas patas a la cara.

    -Me temo que tienes la verdad a medias, Ethan-comentó Jasmine con una risita mientras se acercaba a ellos, viniendo de haberse encargado de que la gente se dispersase y circulase para dejar a los jóvenes tranquilos-. Swampert es un pokémon de agua, pero también es tipo tierra, lo que le otorga inmunidad a ataques eléctricos. Lo aprendí durante mis viajes por Hoenn y por Sinnoh.

    -¡¿QUÉ?!-exclamó Ethan boquiabierto e incrédulo-¡¿Todos lo sabían menos yo?! ¡¿P-pero por qué nadie me lo dijo?! Debí haber lucido como un tonto.

    -Tal vez si te hubieses molestado en revisar esa enciclopedia que te presté hace como un mes y medio sobre especies ajenas a Johto...-masculló Lyra cruzada de brazos y evidentemente irritada.

    -Lo siento-suspiró él avergonzado mientras se llevaba la mano izquierda al cuello, habiendo sido atrapado-. Quizás me lo merecía.

    -En verdad le agradezco que haya accedido a ser árbitra en nuestro combate, señorita Jasmine-afirmó Brendan volteándose a ver a la bella líder de gimnasio muy contento-. Espero no la hayamos distraído de sus obligaciones en el gimnasio y en el faro.

    -Fue un honor, Brendan-respondió Jasmine con una sonrisa afable y simpática. La líder de cabello y ojos castaños conocía a Brendan desde que era un bebé, mucho antes de que su familia se mudase de Ciudad Olivo a Villa Raíz, y todavía le costaba creer que el retoño de Norman se había vuelto el fuerte y decidido joven que ahora tenía frente a ella-. Yo también debo agradecerles a ustedes por haberme dado la oportunidad de ver qué tanto han mejorado como entrenadores. Solo lamento que tus padres no hayan podido estar aquí hoy para acompañarnos en un combate tan importante.

    -Sí-gimió el muchacho cabizbajo-. Yo también lo hubiese querido. Pero lo entiendo, el gimnasio también es importante.

    -Oye, no te aflijas-le reconfortó la mujer, apoyando su mano derecha sobre su hombro izquierdo-. Estoy segura de que luego podrás contárselos en cuanto regreses a Hoenn. Es más, ya sé lo que les animará. ¿Qué les parece ir a celebrar bebiendo y comiendo algo en el Café Olivo? Yo invito.

    -¡¿DE VERDAD?!-gritó ilusionada Lyra, secundada por Marill. La joven asistenta de laboratorio ya sentía los rugidos y estremecimientos de su estómago, que imploraba ser llenado con comida rica y sustanciosa.

    Jasmine se limitó a asentir con una sonrisa. Les indicó con un sencillo ademán que la siguiesen, y Lyra y su pokémon fueron tras ella brincando de la alegría por la promesa de que pronto comerían como reyes. Ethan aprovechó que él, Brendan y los pokémon de ambos habían quedado rezagados para acercarse a hablarle a su amigo.

    -Oye, Brendan-le susurró en voz baja, temeroso de que Lyra pudiese llegar a oírlo-. Hay algo muy serio de lo que quisiera hablar contigo.

    -¿Y qué es?-preguntó Brendan sorprendido, con curiosidad ante el lenguaje corporal y vocal de su compañero.

    -Bueno...-musitó el joven campeón-. May y tú son muy felices juntos, y están a unos meses de casarse. Son prácticamente la pareja perfecta, y ya sabes que tienen la bendición de todos nosotros.

    -Sí...¿Y?-inquirió él confuso, arrugando el entrecejo con genuina perplejidad-¿A dónde quieres llegar?

    -Ay, no sé cómo decir esto-se lamentó Ethan para luego inhalar y exhalar agotado, procediendo a rogar quitándose la gorra de la cabeza-. Necesito que me des consejos para mejorar mi relación con Lyra.

    -¿Consejos?-preguntó su amigo entrecerrando los ojos y sin entender nada de lo que estaba pasando-¿De mí?

    -Sí, verás-empezó a explicar él-. Últimamente nuestra relación no ha sido la mejor. Desde un poco antes de lo ocurrido con su hermana y con Ho-Oh me ha dicho que necesita espacio, y que deberíamos estar separados un tiempo. He hecho todo lo posible por reconquistarla, pero nada parece funcionar. Por favor, dime qué debo hacer.

    Brendan tragó saliva y se tomó unos segundos para asimilar lo que acababa de escuchar. El hecho de que Ethan de entre todos sus amigos y conocidos viniese a pedirle consejos en el amor cuando siempre había visto su relación con Lyra como ideal le resultaba la cosa más extraña en el universo, incluso más que el haber salvado al mundo de un virus espacial montado en un dragón gigante.

    -Entiendo-respondió finalmente-. Entonces, ¿qué es lo que has tratado de hacer?

    -Bueno, para empezar he intentado seguirla a todas sus excursiones a las Ruinas Alfa y a la Ruta Helada- empezó a enumerar Ethan con los dedos-. Le he capturado cuantos pokémon he podido para ayudarla a ella y al profesor Elm con sus investigaciones, y no he reparado en gastos en cuanto a regalos, además que siempre la acompaño para ver los huevos de pokémon que sus abuelos descubren cada tanto en su guardería. Como ya he dicho, lo he probado todo, y aun así sigue aplicándome la ley del hielo.

    -¿Y qué es lo que le has regalado exactamente?-indagó Brendan, temiendo lo que su amigo fuese a decir a continuación.

    -...¿Más pokémon?-preguntó Ethan con una sonrisa débil y completamente abochornado, haciendo que su amigo se llevase la mano derecha a la cara al darse cuenta de que lo que había imaginado era en verdad cierto.

    -Creo que es más que obvio lo que sucede-dijo el muchacho de gorra blanca-. Lyra no quiere pokémon. Quiere que hagas algo realmente especial por ella. Piensa en lo que verdaderamente le gusta.

    -Yo...-empezó Ethan, para luego ponerse rojo como un tomate-...no estoy muy seguro de lo que le gusta.

    -¡¿Me estás diciendo que llevan más de cuatro años saliendo y ni siquiera sabes cuáles son sus intereses además de investigar y hacer excursiones?!-exclamó Brendan con la sangre comenzando a hervirle repentinamente, como si fuese agua caliente burbujeando dentro de una tetera colocada encima de una hornalla-Amigo, la conoces desde que eran niños. Ahora solo falta que me digas que nunca lo han hecho.

    -De hecho...-admitió su compañero, más rojo que antes-Ya que lo mencionas...

    Brendan golpeó fuertemente su rostro a modo de acto-reflejo. Swampert, por otro lado, miró a Typhlosion en busca de una respuesta. El pokémon tejón contestó al ajolote encogiéndose de hombros y soltando un suspiro de superado.

    -Bueno, señor sabio-protestó el muchacho de cabello lacio, tanto humillado como con envidia-. Ya que eres tan experto en el tema del amor, dime, ¿cuánto sabes tú sobre tu chica?

    -Su color favorito es el azul-retrucó su joven amigo sin pensarlo, con un tono de voz monótono y casi robótico-. Su cumpleaños es el veinte de noviembre, un mes y diez días antes del mío. Le gustan tanto la música sinfónica como la estridente, especialmente si es romántica. Le enloquecen los girasoles y los dientes de león. Adora andar en bicicleta, caminar por la playa y las puestas de sol. Le teme a las alturas y odia volar por sobre todas las cosas, ya que le produce vértigo, a menos que sea no muy lejos del suelo. Le gusta que todo esté ordenado y en su lugar, y colecciona peluches de todo tipo de pokémon, especialmente si son de los que son pequeños y adorables. Es alérgica al cereal, y detesta cualquier tipo de comida salada. ¿Quieres que siga?

    Ethan abrió la boca para hablar a la vez que alzaba el dedo índice de su mano derecha, solo para descubrir que no tenía forma de objetar contra nada de lo que Brendan había dicho. La vergüenza que sentía se manifestó en el color de sus mejillas y en su expresión facial una vez más.

    -No te juzgaré por...bueno, ya sabes por qué-volvió a hablar el joven entrenador mientras aclaraba su garganta de la forma más disimulada posible, sintiéndose incómodo al tener que estar hablando de aquel asunto-. Pero no puedes esperar que me crea que en todos estos años no sabes nada de ella. Trata de pensarlo detenidamente y de hacer memoria."

    Aquella última oración produjo que Ethan empezase a replantearse súbitamente todo lo que había vivido y compartido con Lyra. Los últimos ocho años de su vida pasaron a una endiablada velocidad por su mente, desde el día en el que abandonó Pueblo Primavera con Cyndaquil a su lado hasta aquel preciso instante, con Brendan aguardando cruzado de brazos a que le dijese algo.

    -Chicos, ¿se encuentran bien?-preguntó Lyra preocupada, habiéndose dado la vuelta para notar que su novio, su amigo y sus pokémon iniciales se habían quedado allí parados, a unos cuantos metros apartados de ellos. Jasmine y Marill también se voltearon a ver qué era lo que ocurría-Aún iremos a almorzar al Café Olivo, ¿verdad?

    -¡Sí, no se preocupen!-dijo Brendan casi al instante con una falsa pero bien fingida alegría, intentando guardar las apariencias para que Ethan pudiese seguir pensando tranquilamente-Parece que a Ethan se le ha caído algo del bolsillo. Si quieren pueden ir adelantándose. ¡Las alcanzaremos pronto!

    -Creo que será mejor que los dejemos solos un momento-le susurró Jasmine mientras contestaba a Brendan con una sonrisa y un saludo. Acto seguido tomó a la joven asistente de laboratorio de la mano izquierda y trató de sacarla de allí, buscando distraerla. Marill, sorprendido, las siguió a ambas buscando mantener el paso-. Dime Lyra, ¿te gustan los huevos revueltos?

    -Nunca los he probado-admitió Lyra, siguiéndole mientras comenzaba a recordar la guardería pokémon que su familia administraba en la ruta 34-. Mis abuelos dicen que son algo pesados, ¡pero no tendría problema en comer aunque sea uno!

    -Pues entonces te encantarán los que sirven en el Café Olivo-aseguró Jasmine con una sonrisa simpática-. ¡Verás que son de primera!

    -¿Entonces ya has recordado algo o vas a tenerme aquí esperándote todo el día?-inquirió molesto Brendan a Ethan en cuanto vio que Jasmine y Lyra seguían caminando hacia adelante, dejándolos cada vez más atrás. La repentina pregunta hizo que su amigo saliese abruptamente del trance.

    -Bueno, le gusta bastante leer, dibujar y escribir-dijo Ethan en voz alta, pensando con frialdad-. Ama los cerezos en flor, y le encanta coleccionar libros sobre los mitos y leyendas tanto de Johto como del resto del mundo. De vez en cuando le gusta participar en las pruebas y juegos olímpicos de la Carpa Pokéathlon con Marill, y adora en especial el atrapa-banderas.

    -¡Pues llévala un fin de semana de estos a la Carpa Pokéathlon!-sugirió Brendan-Cómprale un libro de mitos, y un racimo de cerezos en flor también. Lo último es más que fácil de conseguir aquí en Johto, si no me equivoco. ¿No suelen vender de esos en Ciudad Iris desde hace unos años?

    -¿Estás seguro de que funcionará?-cuestionó él inquieto, claramente sin estar del todo convencido-No es que menosprecie tus consejos, pero la amo demasiado, y el pensar en perderla me aterra de sobremanera.

    -Entonces debes empezar por hacer lo que es bueno para ella y no solo lo que es bueno para ti-aseveró Brendan disgustado-. Solo así podrás demostrarle que la amas. Mira, tan solo haz el intento. Y si todo lo que te acabo de proponer falla, habla con tu madre al respecto. No se me ocurre nadie mejor con quien hablar sobre chicas.

    -Tienes razón-aceptó Ethan cabizbajo, mirando cómo Lyra se hallaba cada vez más lejos de su posición. A los pocos segundos sonrió y procedió a chocar con determinación su puño derecho con el izquierdo de Brendan-. Gracias, Brendan. Ya van dos cosas que te debo el día de hoy.

    -No es nada-contestó Brendan contento, aunque también algo dubitativo. Seguía sin olvidar el rostro de Ethan agradeciéndole por haberle derrotado unos minutos atrás, hablándole en aquel tono de voz gastado y apagado. Comenzaba a sospechar que había más cosas mal con su amigo que las que ya saltaban a simple vista a juzgar por su charla-¿Para qué están los amigos si no?

    -En fin, probablemente debamos alcanzar a Jasmine y a Lyra-señaló el campeón de Johto deseoso por saltar de un tema de conversación al otro, con sus tripas rugiendo a modo de súplica-. No sé tú, pero yo me muero de hambre.

    -Ya somos dos-rió él mientras reanudaban la caminata en compañía de Swampert y de Typhlosion, ingresando por fin a Ciudad Olivo. Los músculos de su cara esbozaron sin que él lo supiese una sonrisa repleta de nostalgia, producto de hallarse en su ciudad natal después de tanto tiempo-. Llevo años sin poner un pie en el Café Olivo. ¿Qué tan buena sigue siendo la comida?

    -Igual que siempre-replicó Ethan-. Jasmine suele invitarme a comer allí cada vez que la visito para entrenar y librar combates entre nosotros. Es muy amable.

    -Dímelo a mí-dijo Brendan con genuina alegría-. Cuando era muy pequeño venía a vernos a mi madre y a mí cada vez que papá volvía a casa, y hasta me llevaba a montar en su Steelix. Hubo una época en la que solía llamarla Tía Jasmine.

    -¿Y aún lo haces?-indagó su amigo interesado.

    -En ocasiones-admitió el joven-. Me dolió mucho en su día no poder volver a verla a causa de la mudanza. Mamá me prometió que algún día volveríamos aquí para verla pero...nunca sucedió.

    -¿Y no aprovechaste para saludarla cuando viniste hace unos años a Johto para desafiarme?-preguntó Ethan muy confundido.

    -Papá y ella quedaron en muy malos términos la última vez que se vieron-explicó Brendan mirando al suelo con tristeza-. Temía que me guardase algún tipo de rencor a mí y a mi familia por ello. De haber sabido que ese no era el caso, hubiese pasado por el gimnasio aquel mismo día.

    Su plática fue cortada por un pitido más que familiar para el joven elegido de Hoenn. Su poké-multinavegador, que siempre llevaba consigo atado a la correa de su mochila, estaba sonando. Al tomarlo y abrirlo, descubrió para su sorpresa que el dispositivo no le indicaba quién le estaba llamando. Ethan también se percató de ello.

    -Parece ser un número desconocido-notó su amigo con desconfianza-. Tal vez sea más prudente ignorarlo. Podría tratarse de un hacker.

    -Debe de ser Steven-dedujo Brendan en voz alta-. Siempre que sale de Hoenn me llama desde algún otro número privado para contarme lo que ha descubierto en la última cueva en la que ha estado.

    Decidió tomar el riesgo de atender mientras pulsaba el botón de Aceptar mientras acercaba el celular naranja con forma de calculadora a su oído derecho.

    -¿Hola?-preguntó algo curioso y ansioso.

    -¿Reconoces mi voz, joven Brendan?-preguntó la persona del otro lado de la línea.

    En efecto la reconocía, y Swampert también. Era una sola frase. Pero distinguiría aquel tono masculino frío, parsimonioso y orgulloso en cualquier rincón del mundo en el que lo oyera.

    -¿Cómo consiguió este número?-preguntó con el ceño fruncido y con una voz serena, pero repleta de desprecio. Swampert gruñó enojado, mientras que Ethan y Typhlosion se miraron el uno al otro, asustados y confundidos.

    -El Equipo Magma tiene amigos en lugares muy elevados, mi querido muchacho-respondió el viejo y para nada querido conocido, manteniéndose impasible ante el tono agresivo de Brendan-. Me temo que debo comunicarme contigo con respecto a un asunto muy urgente. Algo que tanto a ti como al campeón, al Alto Mando y a los líderes de gimnasio podría concernirles debido a la gravedad que supone.

    -Oh, ¿en serio?-retrucó Brendan de forma irónica, apretando con fuerza el poké-multinavegador y enseñando los dientes a causa de la rabia-¿Y qué podría necesitar de mí el grande y ególatra líder Maxie?

    -Cuida tu tono, jovencito-espetó el ex-villano a regañadientes para luego recuperar la compostura-. Requiero de tu presencia en mi base de operaciones. Ya sabes en dónde se encuentra, así que no hay necesidad de que te envíe las coordenadas. Y por favor...trae contigo a tus amigos. Algo me dice que también les necesitaremos a ellos.

    Ethan observó cómo Brendan volvía a atar fastidiado su dispositivo a su mochila una vez el remitente cortó la llamada. Había escuchado en una o dos instancias sobre el Equipo Magma por parte de Brendan, y este nunca había hablado precisamente bien de ellos. Sabía que odiaba a su líder como a nadie más por el daño que había causado tanto a Hoenn como al resto del mundo, y a pesar de sus intentos por enmendar su error nunca había llegado a perdonarle por lo ocurrido con Groudon. Por casi haber conducido a todo el planeta al mismísimo apocalipsis. Pero al mismo tiempo sentía que había algo más. Algo que su amigo nunca se había dignado a compartirle. Parecía que él no era el único de los dos con secretos.

    -Podría ser una trampa-logró decir finalmente mientras veía a Typhlosion gruñir, como si hubiese olido un desafío y supiese en lo que estaban por meterse-. ¿Qué es lo que haremos?

    Brendan no le contestó. Permaneció callado unos segundos, hasta que se volteó para mirarle con una mirada penetrante. Sus ojos amarillos echaban chispas tanto de enojo como de determinación.

    -Activaremos esa trampa-le respondió sin el más mínimo temblor ni en sus labios ni en su voz.

    * * *​

    -Bueno, aquí lo tienen-declaró Candice con orgullo, alzando su mano izquierda con energía para mostrar su hallazgo a sus compañeros de expedición-. Contemplen a Regigigas.

    -Vaya-consiguió decir Lucas asombrado, dando un paso hacia el frente para acercarse y extender su mano derecha hacia Regigigas. El colosal pokémon legendario se hallaba sentado sobre la seca y rocosa tierra, inmóvil como una estatua y sin dar ningún indicio de vida-. Es igual de grande que como las leyendas lo describen."

    -¡NO LO TOQUES!-gritó Maylene, deteniendo y apretando bruscamente el brazo del joven con su mano izquierda de forma instantánea, a modo de reflejo. Tanto el tono de su voz como las facciones de su rostro se relajaron segundos después-No es seguro. Detecto una gran y extraña energía siendo exudada por su cuerpo."

    -¿Cómo puedes detectar algo así?-preguntó el joven investigador desconcertando, mirando genuinamente intrigado a la descalza líder de gimnasio de Ciudad Rocavelo.

    -Cuando tienes y entrenas un pokémon capaz de percibir auras agudizas todos sus sentidos, desarrollando la propiocepción y aprendiendo a confiar más en tus oídos y en tu olfato que en tus ojos-explicó Maylene con un dejo de orgullo, al mismo tiempo que miraba a aquel pokémon de su equipo con el que más conectada estaba -. ¿Tengo o no tengo razón, Lucario?

    Lucario asintió con la cabeza, parpadeando lentamente. Su joven ama de cabello y ojos rosados sonrió feliz de ver que el bípedo y luchador pokémon chacal estaba de acuerdo con respecto tanto al vínculo que los unía como a todo lo que habían aprendido ejercitándose y luchando juntos.

    -Mejor hazle caso a Maylene, Lucas-pidió Rowan mientras tomaba del hombro izquierdo a su pupilo con su mano derecha y lo hacía retroceder, trayéndolo hacia él. El viejo, serio y sesentón profesor pokémon sacó de su abrigo un pequeño pañuelo para pasarlo por su sudorosa frente con su mano izquierda, al mismo tiempo que exhalaba una cortina de vaho-. Aunque comparto tu entusiasmo, lo mejor será no precipitarnos. Debemos ser cautelosos y respetar el letargo de Regigigas. Cynthia, tú también posees un Lucario. ¿Detectas lo mismo?

    -En cierta forma-admitió la ex-campeona de la región de Sinnoh, haciendo a un lado sus largos y dorados cabellos para llevarse la mano derecha a la barbilla, con el ceño fruncido. La poké ball de su Lucario, que se encontraba metida en el bolsillo derecho de sus oscuros y holgados pantalones se sacudió en respuesta-. Siento ciertos rastros de energía vital corriendo por el cuerpo de Regigigas, aunque algo débiles. Es...como si estuviese dormido, o en coma.

    -Apagado más bien-añadió Candice para dejar en claro que compartía el punto de vista de Cynthia-. Así fue como Maylene, yo y el equipo de excavación lo hallamos. No se ha movido ni un centímetro desde entonces.

    -Tal vez solo se está haciendo el dormido y espera a que nadie lo vigile para fugarse-sugirió Barry desconfiado, clavando su vista en aquellos pequeños y huecos agujeros circulares que venían a ser los ojos del gólem legendario-. ¡Propongo que hagamos guardia por las siguientes veinticuatro horas para asegurarnos de que no pueda fugarse!

    -No creo que ese sea el motivo-contestó la líder de Ciudad Puntaneva, reflexionando en voz alta-. El otro día le pedimos a uno de los trabajadores y a su Hitmonchan que se quedasen vigilándolo, y cuando vinimos aquí temprano a verlo nos juró que no había hecho ningún movimiento o sonido fuera de lo común. También probamos dejarle a solas, y tampoco pasó nada. Si quisiera escaparse lo habría hecho desde que lo encontramos. Pero no lo ha hecho. No lo sé, es...extraño, cuanto menos.

    -A mí me llama más la atención esa inscripción-comentó Dawn, señalando con el dedo índice de su mano derecha el grabado en piedra situado bajo los pies de Regigigas, que consistía de diferentes agrupaciones de ocho o más puntos que generaban juntos diversas formas geométricas-. Parece un mensaje escrito en algún tipo de lengua muerta. ¿Tú qué opinas, Lucas?

    -Debe de ser braille-dijo su amigo al mismo tiempo que sacaba de su mochila su confiable laptop para abrirla, encenderla y colocarla en el suelo-. Buscaré en línea alguna posible traducción. Como la señal de Wi-Fi aquí es algo inestable puede que me tome unos cuantos minutos, así que les sugiero que busquen algún rincón para sentarse a esperar.

    -Contamos contigo, muchacho-afirmó Rowan mientras se quitaba el pesado equipaje de la espalda y se sentaba cerca de él en el suelo, junto a los demás.

    Durante los siguientes veinticinco minutos se realizó un largo y profundo silencio, el cual fue únicamente llenado por el sonido de los veloces dedos de Lucas entrando en contacto con las teclas de su computadora, el aleteo de los Zubat y Golbat que pululaban por el techo, los murmullos de los Jynx manteniendo a sus crías lejos de los Sneasel y el ocasional y espantoso estruendo que producían pokémon como Graveler, Onix o Steelix al rodar y arrastrarse sobre o bajo tierra. Si bien el templo podía llegar a ser acogedor, el frío y el hielo que les rodeaba ya comenzaba a inquietarlos, entumeciendo levemente sus mejillas, a excepción de Maylene, quien parecía ser inmune a ellos como producto de su entrenamiento en zonas climatológicamente desfavorables. Para remediar la situación, tanto Barry como Dawn decidieron sacar respectivamente a Rapidash y a Infernape, cuyas rojas y vivaces llamas devolvieron el calor corporal a todos los presentes. Los dos pokémon de fuego se sentían muy contentos de poder asistir tanto a sus dueños como a sus amigos.

    -Oye, Maylene-preguntó de pronto Dawn en voz baja, rompiendo el hielo y yéndose a sentar junto a la joven de malla azul con franjas negras, mitones también azules y pantalones grises-. ¿Cómo va ese entrenamiento especial que llevas dándole a Lucas desde hace un tiempo?

    -¡Fantástico!-aseguró la líder de gimnasio de dieciséis años mientras rascaba con los dedos de su mano derecha la pequeña bandita blanca que cubría el tabique como el puente de su nariz-. Le he enseñado a defenderse sin ayuda de sus pokémon, ¡y ya hasta puede subir y bajar las escaleras en menos de cuatro segundos! Todo un récord considerando que cuando empezamos tardaba más de un minuto. ¿Por qué preguntas?

    -El profesor y el padre de Lucas están algo preocupados por él-le susurró ella al oído-. El último mes apenas se presentó al laboratorio a trabajar, y ahora pasa tiempo contigo cada martes y jueves. Creí que su entrenamiento solo se daba los viernes.

    -Bueno, verás...-comenzó a decir Maylene repentinamente nerviosa, juntando y separando constantemente las yemas de sus dos dedos índices.

    -¡A mí no me engañan, Maylene!-interrumpió de pronto Barry con una sonrisa burlona en su rostro, asustando a ambas chicas-¡Tú y Lucas están saliendo!

    -¡BARRY!-gritó Dawn, reaccionando irritada ante la falta de tacto por parte de su amigo.

    -¡¿Q-QUÉ?!-exclamó Maylene ruborizada, con sus labios empezando a temblar-¡E-eso no es verdad!

    -¡Claro que lo es!-afirmó Barry con la misma sonrisa de antes, satisfecho de ver que sus palabras habían logrado el efecto deseado-El último martes los vi a ambos sentados frente al Lago Valor, tomados de la mano mientras leían un libro y reían. ¿Qué estaban haciendo allí en lugar de entrenar dentro del gimnasio, tortolitos?

    -Barry, ya déjala en paz-pidió Dawn llevándose la mano derecha a su cara para cubrir sus ojos, decepcionada con la actitud de su mejor amigo y rival.

    -¡N-n-nada, lo juro!-gimió Maylene completamente avergonzada, haciendo un gesto de alto con ambas manos-¡S-solo tenemos picnics los martes y los jueves mientras me lee historias! He-hemos a-armado un...un club de lectura para dos, ¡Sí! Eso mismo.

    -¿En serio?-bromeó Barry con un tono de voz tanto guasón como sarcástico-¿Y qué clase de libros leen? ¿Poesía romántica?

    Maylene, humillada, no supo qué contestar. En su lugar enmudeció e involuntariamente mordió su labio inferior, temblando y estando más roja que nunca. Lucario, percatándose del incómodo momento por el que su entrenadora estaba pasando, miró a Barry enfadado, dedicándole la misma mirada que Dawn. Cynthia y Candice, por otro lado, se miraron la una a la otra perplejas.

    -¿Tú sabías algo de esto?-musitó la primera con curiosidad.

    -En parte-reconoció la segunda, soltando una risita mientras veía a su amiga de Ciudad Rocavelo hundiéndose en la vergüenza-. Me lo comentó hace unas semanas.

    -¡AJÁ!-declaró Barry triunfante-¡Lo sabía!

    -Barry, ya has hecho el chiste de que somos novios más de cien veces-dijo Lucas con un tono de voz apagado y neutro, sin despegar la vista del ordenador y sin dejar de teclear-. Ya no es gracioso. Sigue molestándola y me aseguraré de que no sientas tu mejilla.

    -Aaaww, en serio se gustan-suspiró Barry, genuinamente enternecido.

    -Barry, no estás ayudando-retrucó Dawn fastidiada. La joven campeona estaba tentada de abofetearle.

    -¡Compórtense, jóvenes!-espetó Rowan con su paciencia al límite, al mismo tiempo que se ponía de pie para comprobar el avance de su asistente-Ya discutiremos esto más tarde. Lucas, por favor dime que has hecho algún progreso.

    -Eso creo, profesor-contestó el muchacho entusiasmado, finalmente alejando su vista de la pantalla-. He revisado los sitios de mayor confianza y combinado la información extraída de todas sus fuentes, algunas de ellas un poco contradictorias entre sí. Pero he conseguido traducir el mensaje en un noventa por ciento.

    -¿Noventa por ciento?-preguntó Barry desconcertado, sin entender absolutamente nada de lo que acababa de oír. Cada vez que su amigo utilizaba porcentajes y estadísticas se sentía como un extraterrestre en su propio planeta.

    -Me refiero a que puede ser una traducción algo burda, pero aquí va-dijo el joven investigador antes de hacer una pausa para aclarar la garganta. Acto seguido procedió a compartir lo que su investigación le había revelado con un tono solemne-: Un cuerpo de roca. Un cuerpo de hielo. Un cuerpo de acero. Cuando reúnas a los tres pokémon, el rey aparecerá.

    -¿Cuerpos?-indagó Dawn.

    -¿Tres pokémon?-inquirió Maylene interesada.

    -Bueno, se dice que Puntaneva fue construida antaño por un rey y sus pokémon de roca, hielo y acero, que le ayudaron a formar el terreno-razonó Candice, intentando unir las piezas-. Y este templo fue construido en honor a ellos apenas terminaron con su labor.

    -Eso dicen-señaló Rowan pensativo-. Aunque...es extraño. Los textos sagrados sobre los orígenes de Sinnoh no mencionan a ningún rey. Sabemos de la guerra que se desató entre el rey Andreus y la reina Eryx, pero Puntaneva era en aquel entonces una tierra sin reclamar.

    Cynthia sintió que la luz de una bombilla se encendía dentro de su cabeza.

    -A menos que dicho rey no fuese un humano-dijo chasqueando los dedos de su mano derecha y con una sonrisa-, ¡sino un pokémon! Se sabe que en la antigüedad Regigigas enseñó al hombre a utilizar arcilla, hielo y magma. Quizás...quizás Regigigas haya sido el rey de dichos pokémon.

    -Una sólida hipótesis a mi parecer-concluyó el científico.

    -Entonces...-conjeturó Maylene-...si Regigigas es el rey original de Puntaneva...¿Significa eso que está esperando a tres pokémon para despertarse? ¿Pero a cuáles?

    -¡Por supuesto!-gritó Dawn tras hacer memoria y para sorpresa de todos-¡Regirock, Regice y Registeel!

    -¿Regiroquefort y que qua?-cuestionó Barry extrañado ante los bizarros nombres que su amiga acababa de mencionar.

    -Los golems guardianes de roca, hielo y acero de Hoenn-continuó Dawn-. May y Brendan me hablaron de ellos hace ya un largo tiempo. Descubrieron su existencia cuando visitaron una cámara sellada en lo más profundo del océano, mucho antes de que May y yo nos conociésemos. Y eso no es todo: ¡En ellas hallaron inscripciones idénticas a las del mensaje grabado de aquí!

    La joven entrenadora abrió su bolso blanco para sacar de él su viejo diario. En una de sus muchas páginas llevaba guardadas tanto copias de fotografías que May le había mostrado de sus abandonados estudios como anotaciones de los mensajes que figuraban en los montículos de tierra presentes en las fotografías que la coordinadora y su novio habían tomado. Rowan y los demás se acercaron a observar el contenido de la hoja con gran interés, movidos por la curiosidad. Infernape y Rapidash intensificaron las llamas en sus cabezas para brindar la suficiente luz como para que todos pudiesen leer con claridad.

    -Fascinante-pronunció el profesor pokémon-. Y en efecto la escritura coincide con el braille del grabado. Lucas, ¿Crees poder traducirlo?

    -Podría intentarlo-dijo el muchacho regresando al teclado de su laptop-. Después de todo parece ser el mismo tipo de braille, así que debe de seguir los mismos principios básicos.

    El joven investigador no tardó mucho en descifrar las crípticas palabras que se hallaban detrás de todos y cada uno de los puntos. Una vez pudo reconstruir todas las oraciones, volvió a decir fuerte y claro el mensaje completo que acaba de unir:

    "Esta cueva ha sido nuestro hogar. Lo que somos se lo debemos a los pokémon. Pero los encerramos para siempre. Tuvimos miedo. Quienes poseen valor y esperanza abren la puerta hacia un pokémon eterno."

    -Un pokémon eterno-repitió Cynthia involuntariamente-. ¿Estarían refiriéndose a Regigigas?"

    -O a los cuatro-sugirió Rowan para luego mirar a Dawn-. Los golems de Hoenn se hallan en cavernas diferentes, ¿no es cierto?

    -Eso fue lo que May me dijo-confesó la chica de cabello y ojos azules-. Tal vez lo que en realidad dice el mensaje es: Quienes poseen valor y esperanza abren las puertas hacia unos pokémon eternos.

    -Pero hay algo que no cuadra en todo esto-observó Candice-. Si Regigigas creó a estos otros Regis, y estos Regis a su vez son los pokémon de roca, hielo y acero que se dice que le ayudaron a construir Puntaneva, ¿cómo fue que estos terminaron en una región completamente distinta, lejos de su maestro?

    -Existe la posibilidad de que parte de los pueblos originarios de Sinnoh hayan migrado a lo que ahora es el archipiélago de Hoenn-supuso Cynthia-. Regigigas pudo haber enviado a Regirock, Regice y Registeel con ellos con la misión de protegerles, y en algún momento por motivos que desconocemos se salieron de control, lo que hizo que dichos pueblos escogiesen encerrarlos en aquellas ruinas para someterlos.

    -Lo que a mí me confunde es esta parte-comentó Maylene señalando un párrafo de la traducción del mensaje que se hallaba en la pantalla de la laptop de Lucas-. Lo que somos se lo debemos a los pokémon. ¿Querrá decir que Regigigas y los demás Regis ayudaron a la gente de Puntaneva y de Hoenn a construir su sociedad?

    -O tal vez Regigigas no solo construyó la sociedad del hombre-dedujo Rowan impresionado-. Tal vez Regigigas creó al hombre. Y no solo le dio el don de la vida, sino que también le enseñó a utilizar la arcilla, el hielo y el magma creando a los otros tres Regis a partir de dichos elementos. Quizás la traducción que Lucas consiguió no sea errónea. Regigigas debe de ser el pokémon eterno. Y los otros tres Regis juntos forman la puerta que conduce a él.

    El profesor pokémon hizo una pausa para carraspear en frente de Dawn y compañía, que ahora le veían con los ojos abiertos como platos a causa de sus palabras y lo que su significado implicaba. Luego siguió.

    -Esto solo comprueba una de mis viejas hipótesis-afirmó con una mezcla de alegría y enojo en el tono de su voz-. Hace muchos años, cuando era más joven, presenté a la academia la teoría de que existía cierta conexión entre la Montaña Dura de Sinnoh y el Monte Cenizo de Hoenn. Se burlaron de mí en aquel entonces, ¡Pero ahora me doy cuenta de que no solo no estaba loco, sino que además la conexión es mucho mayor que lo que imaginaba! Me pregunto si esto también conecta al Monte Corona con la Caverna Abisal y la Cueva Ancestral.

    -¿La Caverna Abisal?-preguntó la ex-campeona-¿La misma en la que reposa el pokémon legendario Groudon?

    -Reposaba-aclaró el científico para luego volver a mirar a Dawn-. Tengo entendido que el Equipo Magma le despertó hace unos años, y que tuvo que ser capturado para evitar que destruyese Hoenn y el resto del mundo.

    -Brendan dice que fue quien lo capturó-respondió Dawn-. Y que para impedir que causase más daños guardó su poké ball en su PC para que nadie pudiese liberarlo.

    -Todo esto se vuelve cada vez más complicado-dijo Barry llevándose ambas manos a la cabeza-. Entonces, ¿Regigigas está esperando a que Regiroquefort y los otros dos se reúnan y lo despierten?

    -Eso es lo que parece indicar, joven Barry-asintió Rowan-. A menos, claro, que haya una pista o indicio que hayamos malinterpretado o pasado por alto.

    -A lo mejor deberíamos explorar las ruinas de los Regis en Hoenn-propuso Cynthia-. Podrían darnos aún más respuestas.

    -Concuerdo-afirmó el profesor al mismo tiempo que se giraba a ver a la líder de gimnasio de Ciudad Puntaneva-. Tan pronto como hayamos juntado un grupo de expedición y el equipo apropiado. Muchas gracias por habernos compartido su descubrimiento, Candice.

    -Fue un placer-aseguró Candice muy contenta. Maylene se conformó con asentir y sonreír.

    Un zumbido seguido de una melodía dulce y armoniosa puso fin a la plática, distrayendo a todos.

    -¿De dónde viene esa música?-se alarmó Maylene atónita y levemente asustada.

    -Oh, es la notificación de Mensaje Nuevo de mi teléfono-dijo Dawn mientras tomaba un pequeño y rosado celular de su bolso-. Olvidé apagarlo, como hicieron ustedes. Lo lamento, solo tomará un segundo.

    Lucas y Barry notaron cómo los ojos de su amiga se iban abriendo más y más conforme se movían de derecha a izquierda, leyendo un párrafo tras otro del mensaje recibido, como si le hubiesen informado de algo catastrófico. Justo cuando pudieron pestañear le vieron cerrar con fuerza su celular para luego voltearse a verlos a ambos a los ojos, arrugando el entrecejo. Tres simples palabras salieron de su boca.

    -Chicos, debemos irnos.

    * * *​

    -¡BIENVENIDOS, AMANTES DEL ROCK!-gritaba con todas sus fuerzas el anunciador de cabello rubio, traje y pantalones azules y zapatos negros desde el escenario, buscando animar a todas las personas que se hallaban a sus pies mientras presentaba extendiendo su mano izquierda a aquellos a quienes todo el mundo había venido a ver-Porque todos los deseaban. ¡Porque todos pedían sus nombres a gritos! Démosle una gran bienvenida con un fuerte aplauso a la banda más "in" del momento. ¡El orgullo de Galar y de Unova combinadas! ¡SHADY POISON!

    -Marnie tenía razón, Hop-dijo Gloria tanto alegre como apenada mientras conseguía abrirse paso junto con su amigo a través de la enorme y asfixiante multitud compuesta tanto por personas como por pokémon, hasta lograr ver a la banda del hermano de su novia entrando en escena para saludar a sus incontables fanáticos-. ¡Toda Galar está aquí!

    -¿No te lo dije?-rió Hop parándose justo a su izquierda-¡Este concierto ha vendido por lo menos dos mil entradas! Si esto no resucita el turismo en Pueblo Crampón, ¡nada más lo hará!

    -¿Crees que Rillaboom se sienta cómodo como el baterista suplente?-preguntó la joven campeona de Galar preocupada-Tal vez me odie por haberle puesto como reemplazo de última hora.

    -Despreocúpate, Glori-contestó su amigo abrazándola con la intención de confortarla-. Rillaboom estará bien. ¡Tocar el tambor no es muy diferente de tocar una batería, así que está en su elemento después de todo!

    -Muy bien, es hora del espectáculo-suspiró Piers mientras hacía crujir los dedos de sus manos para luego rodear con ellos el trípode que servía como soporte para su micrófono y mirar a su colega-. ¿Te encargas de presentarnos?

    -No tienes que pedírmelo dos veces-contestó Roxie con orgullo. La líder de gimnasio de Unova especialista en pokémon venenosos apoyó en el suelo el cuerpo de su grande y pesado bajo eléctrico y tomó sin la menor pizca de miedo su micrófono para dirigirse a las masas con aquel agresivo e imperativo tono de voz que siempre utilizaba para preparar el ambiente antes de cada canción-. ¡BUENOS DÍAS, GENTE DE GALAR! ¡¿ESTÁN LISTOS PARA EL ROCK?!

    La ensordecedora ovación por parte del público no se hizo esperar, dibujando la misma sonrisa en los cuatro integrantes de la banda. Varios "Sí", "Hurra" y "Te amo, Shady Poison" llegaron a sus oídos.

    -¡PUES ESTÁN DE SUERTE!-retrucó Roxie con el mismo tono de antes-¡Porque el día de hoy estrenamos una nueva canción, titulada Nido de Amor. Canción que será sumada a nuestro nuevo álbum, que podrán comprar en todas las disquerías de la región apenas finalice el concierto! ¡Y no podemos estrenarla sin antes presentar a la persona con la que co-escribimos la letra! ¡La persona que nos inspiró y nos ayudó a terminarla! ¡La persona para la que ha sido más que un honor para nosotros hacer esta gran colaboración de caridad por la preservación de la vida marina en Hoenn! People from Galar, please welcome our special guest, MAY BIRCH!

    Los reflectores colocados en ambos costados del escenario se encendieron, revelando con sus luces de colores a la estrella principal: May Birch, portando un largo vestido rosado con lentejuelas y un moño en su cabeza y zapatos de tacón alto que combinaban con él, caminó lentamente hacia el micrófono del centro, recibiendo halagada los aplausos de sus seguidores de Hoenn y Sinnoh, que representaban por lo menos un cuarenta por ciento del total de espectadores.

    -¿Y esa quién es?-preguntó Hop extrañado e intrigado. Gloria lo miró enormemente sorprendida.

    -¡No me digas que no la conoces!-exclamó su amiga tapándose la boca con la mano izquierda de la impresión-¡Es May Birch, la coordinadora pokémon más talentosa en la actualidad! Es toda una leyenda. Comenzó en el mundo de los concursos cuando apenas tenía doce y en su pueblo natal en Hoenn, lo que la vuelve la estrella más joven en ese ámbito, ¡Y luego cosechó un gran éxito en Sinnoh, lo que le permitió realizar grandes giras a través de todo el mundo!

    -Pues...vaya-respondió lentamente el muchacho moreno, volviendo a fijarse en May, quien se hallaba aclarando su garganta antes de hablar para dirigirse a sus admiradores.

    -Buenos días a todos-dijo la ya famosa joven coordinadora, genuinamente feliz de encontrarse allí-. Les agradezco a todos los presentes por haber venido. Espero que disfruten esta canción tanto como nosotros disfrutamos componiéndola.

    -¡AND ONE, TWO, THREE!-vociferó Roxie tras ecualizar el volumen y el tono con las perillas de su bajo para después sacarle a la primera cuerda una muy aguda pero poderosa nota con ayuda de su púa cían, dando comienzo a la primera canción del recital.

    El logotipo de la banda ubicado previamente en el muro detrás de la misma, un Obstagoon con cuerpo de Koffing y expulsando veneno con una sonrisa siniestra, fue encendido desde tras bambalinas. Piers dio la señal con su mano libre, y tanto Billy Jo como Rillaboom comenzaron a tocar su guitarra y su batería. El maquillado pokémon gorila de tipo planta todavía se sentía algo nervioso por haber tenido que sustituir a Nicky tras que este terminase en el hospital por haberse fracturado la mano derecha, pero sus dudas se disiparon en cuanto sus palillos tocaron los tambores. May se aprestó a cantar, mientras que los dos líderes de gimnasio prepararon sus cuerdas vocales para acompañar a la cantante principal.

    ♫Déjame ir

    He ya de partir

    Quema mi corazón

    Asfixiante pasión

    Como llamas del sol

    Arde sin control

    Nido de amor (amooor)

    Pútrido amor (amooor)

    Nido de amor (amooor)

    Pútrido y amargo amor

    Un destello fugaz, en un mar de tinieblas

    Promesas vacías me hunden sin más

    Muero en paz, mi vista se nubla

    Solo a mí me mentía, mas ya nunca jamás

    Nido de amor (amooor)

    Pútrido amor (amooor)

    Nido de amor (amooor)

    Pútrido y amargo amor

    Mentiras gigantes construyen este

    Nido de amor (amooor)

    Pútrido amor (amooor)

    Nido de amor (amooor)

    Pútrido y amargo amor♫

    La canción llegó a su fin con ayuda del Sceptile de May, quien emergió de su poké ball para liberar un potente Pulso Dragón al techo, iluminando el escenario. Los gritos y aplausos de la gente se oyeron una vez más.

    Reponiéndose del estupor que le había causado aquella dulce y melódica voz, Gloria volvió en sí para ver cómo May estrechaba manos con Roxie para luego bajar del escenario acompañada de su pokémon y dejar a la banda continuar con el espectáculo. La joven coordinadora se había reunido con otras dos mujeres, una de cabello verde agua y otra con cabello parecido al suyo, quienes la ayudaban a mantener a sus admiradores a raya para que se comportasen y pasasen a pedirle autógrafos de forma ordenada.

    -¡Sí que tiene unas increíbles cuerdas vocales!-reconoció Hop, tanto asombrado como alegre-¿No lo crees, Glori?

    Pero cuando se dio la vuelta, notó para su sorpresa que su amiga ya había echado a correr en dirección hacia la cola de fanáticos de May, una fila que no era precisamente corta. Antes de que pudiese pronunciar siquiera otra palabra, oyó una voz familiar detrás suyo.

    -¡HOP!-gritó agitada la mujer de cabello anaranjado y ojos verde esmeralda, llegando agotada y empapada en sudor mientras él se volteaba a verla-¡Menos mal que te he encontrado! Lamento la tardanza. Tuve que venir corriendo desde Pueblo Par porque no pasaba ni un condenado aerotaxi. ¿Dónde está Gloria?

    -Oh, hola Sonia-sonrió el muchacho moreno, feliz de ver a la profesora pokémon y señalando con el dedo índice de su mano izquierda hacia la ubicación de su amiga-. Creí que no llegarías. Está por allá, en esa larga fila.

    -¿En serio?-preguntó la joven investigadora perpleja mientras miraba hacia donde el muchacho le señalaba, hasta que sus ojos detectaron a la campeona de Galar-. Qué curioso. No sabía que era admiradora de May Birch.

    -Ni yo-admitió Hop confundido-. Aunque, ¿quién no podría admirar a una chica con una voz tan hermosa como esa?

    -Demonios-pensó Sonia para sí-. Eso significa que me perdí la canción de apertura.

    Mientras sus amigos se hallaban conversando animadamente y disfrutando de la siguiente canción por parte de Shady Poison, Gloria esbozó una sonrisa al ver que la fila avanzaba rápido. Decidió ir preparándose, por lo que procedió a sacar lo que necesitaba de su mochila, y en un parpadeo se vio cara a cara con la persona que había estado esperando conocer.

    -¡Vaya!-exclamó May al verla, estupefacta-Tú eres Gloria, la campeona de Galar, ¿no es así?

    -¡ASÍ ES!-vociferó Gloria, eufórica. Acto seguido se controló carraspeando para modular el tono de su voz-Quiero decir...sí, soy yo. No tienes idea de lo encantada que estoy de conocerte. Mi novia es gran admiradora tuya, al igual que yo.

    -¿De veras?-inquirió la muchacha de Hoenn intrigada-Eso...¡Es genial! Creo que tu hermano Piers me había comentado un poco sobre el tema. ¡Y debo decir que tu Rillaboom es un excelente baterista!

    -¡Gracias!-respondió ella ruborizada para luego entregarle lo que había traído para ser autografiado: era un poster promocional de May y de sus pokémon adoptando sus características poses de baile y de presentación- Desearía que mi novia hubiese podido estar aquí hoy para verte en persona.

    -¿Te lo dedico a ti o a alguien más?-preguntó May con bolígrafo en mano y lista para firmar, al mismo tiempo que veía aquel poster con un dejo de nostalgia. Era el primero que el departamento de marketing de Ciudad Corazón había distribuido con tal de anunciar su primera gira mundial.

    -De hecho querría que fuese para Marnie-explicó Gloria ilusionada-. Hoy es su cumpleaños, y esto le alegraría el día como no te imaginas.

    -Lo comprendo perfectamente-sonrió ella a la vez que terminaba de firmar y devolverle el afiche-. Sabes, quizás sea algo precipitado, pero quisiera pedirte un favor. Verás, esta es la primera vez que visito Galar. No me quedaré por mucho tiempo aquí, y por eso me gustaría que alguien me diese una visita guiada para conocer la región. ¿Te gustaría ser ese alguien?

    Gloria se quedó sin aliento. Nunca habría esperado que su ídolo le hiciese semejante petición.

    -¿E-en serio?-preguntó tras haberlo contemplado unos segundos, llevándose la mano izquierda al corazón y hallándose incapaz de esconder la agitación que se estaba apoderando de ella. Parecía una niña en una dulcería, esperando a que sus padres le diesen permiso para comprar todas las paletas que se le antojasen.

    -¡Claro!-afirmó May con una sonrisa sincera y contagiosa-¿Quién mejor para mostrarme Galar que la campeona de Galar? Le pediría a Piers, pero él está muy ocupado con el recital. De paso podríamos conocernos mejor. ¿Qué dices?

    -¡POR SUPUESTO!-gritó desaforada Gloria mientras tomaba súbitamente a la coordinadora de la muñeca derecha y la arrastraba en dirección hacia afuera de Pueblo Crampón, corriendo a la velocidad de una bala. Sceptile, tras haber procesado lo que había sucedido, fue tras su entrenadora con la misma rapidez-¡TE LO MOSTRARÉ TODO!

    -¡MAY, RECUERDA QUE ESTAREMOS ESPERÁNDOTE EN EL HOTEL BUDEW!-alcanzó a decir Lisia, solo para percatarse de que su representada y la chica de Galar ya se encontraban demasiado lejos para escucharla-. Ay, no tiene caso. Parece que esa muchacha es igual de apresurada que ella. Laura, ¿puedes ir tras ella y asegurarte de que no le pase nada?

    La experta en concursos vio cómo su amiga le sonrió para luego responderle. Su simpática y ya más que familiar voz sonó en su cabeza acompañado de un eco.

    "Será un placer."

    Y, cerciorándose de que nadie excepto Lisia estaba mirándola, canalizó su poder. Sus plumas doblaron la luz que tocaba su cuerpo para cambiar de apariencia y desaparecer de su vista, tornándose invisible.

    * * *​

    "¡No podemos seguir con las inyecciones! Si continuamos administrándole tantas dosis seguidas de epinefrina, ¡Podría morir de una sobredosis, al igual que los demás!"

    "No me interesan tus temores auto-infundados, Fuji. Ya hemos invertido demasiado y sido lo suficientemente pacientes con él. Es tiempo de que sepamos qué tanto puede resistir realmente. De lo contrario jamás comprenderemos la extensión de sus poderes psíquicos."

    "¡Entonces lo harás tú solo! No pienso seguir trabajando en estas condiciones mientras esa criatura sigue sufriendo, Blaine. ¿Acaso no piensas que podría terminar rebelándose contra nosotros?"

    "Estás en lo correcto. Entonces lo haré yo solo. ¡Seguridad! Enciérrenlo."

    "¿Qué? ¡NO! ¿Qué hacen? ¡Suéltenme!"

    "Lo siento, Fuji. Pero si te dejo ir irás con la policía. Ya tenemos suficiente con los riesgos que hemos corrido últimamente. Este será el trabajo de mi vida, y no dejaré que se venga abajo solo porque andas por allí de lenguaraz."

    "¡¿Cómo puedes hacerme esto?! Esta era nuestra visión. Nuestro sueño."

    "Era. Tiempo pasado. Continuaré con o sin ti. Llévenselo, y asegúrense de que no pase hambre. Es lo menos que podemos hacer por él ahora."

    "¡No! ¡Déjenme!¡Debo permanecer cerca de él! ¡Soy el único en quien confía! ¡Despertarán sus peores instintos si me quitan de la ecuación!"

    "Correremos el riesgo. Ya sáquenlo de aquí."

    "¡NO! ¡NO HAGAN ESTO! ¡NOOOOO!"

    * * *​

    "Los...mataste..."

    "Resiste. Ya casi llegamos."

    Y así era. Allí, más adelante y a pocos metros de distancia, una enorme y extraña cueva se alzaba imponente sobre una pequeña y modesta ciudad. Una sonrisa se dibujó en sus labios a causa del alivio. No le cabía duda de que allí estarían a salvo, lejos de ojos curiosos.

    "Es...mi culpa...yo...te hice hacer..."

    "¡TE HE DICHO QUE RESISTAS!"

    Su esperanza fue devorada por la desesperación. La conexión psíquica que compartía con ella se volvía cada vez más débil a medida que pasaban los segundos. Debía apresurarse, por lo que la sujetó con aún más fuerza entre sus manos y aumentó la velocidad de su vuelo.

    "Y ahora...te cazarán..."

    "¡SÍ!"

    Entraron en la lúgubre y seca caverna como una flecha silbando suavemente en pleno lanzamiento por parte del mejor de los arqueros. Los Golbat y Parasect salvajes que la habitaban, aterrorizados ante el evento, se dispersaron entrando en pánico, mientras que los Graveler y Wobbuffet que allí se encontraban se acercaron con sumo interés a observar a aquel extraño ser humanoide de apariencia felina que apoyaba en suelo a aquella joven moribunda de cabello y ojos aguamarina. Los Golduck, Slowbro y Magikarp asomaron la cabeza a la superficie, invadidos por una genuina curiosidad.

    "¡Lo logramos! ¡Al fin lo conseguimos!"

    "S-sí...lo..."

    Ella hizo una pausa para toser aún más sangre. A él no le gustó para nada.

    "No. ¡No, no, no! Tienes que aguantar. Tan solo un poco más. Quédate aquí e iré a buscar..."

    "No. Quédate...quédate tú conmigo."

    Su voz reflejaba dolor, pero también felicidad. Las lágrimas que escapaban de sus ojos trasmitían tanto tristeza como júbilo.

    "Quítate...esa cosa."

    Tenía razón. Había olvidado en plena huida que todavía la llevaba puesta. Se deshizo inmediatamente de aquel horrible y pesado trasto metálico que cubría todo su rostro. Ella sonrió apenas vio su cara, y realizando un esfuerzo con las pocas fuerzas que le quedaban alzó su mano izquierda para acariciar su fría mejilla, buscando tranquilizar aquellos agitados y llorosos ojos púrpuras. No soportaba verlo así. Y todo era su culpa. No podía dejar de pensar que era su culpa.

    "¡Pero tengo que ir! ¡Tengo que salvarte!"

    "Ya lo...has hecho."

    "¡No, no lo he hecho! ¡Debo de hallar la cura! ¡Antes de que...!"

    "Es...demasiado tarde. Tienes que ser fuerte. Y bueno. Prométeme...que serás bueno."

    Su corazón se resquebrajó mientras veía como sus párpados se cerraban por última vez. Su boca exhaló su último aliento al mismo tiempo que la conexión terminaba de perderse para siempre.

    "¡No, por favor! ¡Vuelve! ¡AMBER!"

    * * *​

    -¡MEWTWO!

    La voz llamó insistentemente una vez más, esta vez acompañada de una cálida sensación en su hombro derecho, arrebatándole de aquel turbulento sueño. Sus ojos se abrieron de par en par, y una vez sus retinas se ajustaron a los rayos de sol que se habían filtrado a través de un hueco en la pared, se halló con el único rostro al que sabía que aquella voz podía pertenecer. Ella le veía preocupada, con su largo cabello rubio reposando como siempre sobre ambos hombros. Había apoyado su mano derecha sobre su hombro, mientras que con la izquierda sostenía ante él un gran trozo de corteza que, a modo de bandeja improvisada, sostenía una baya redonda azulada y un coco repleto de agua en su interior que, a juzgar por su aspecto, no llevaba más de cinco minutos partido.

    "Serena, yo..."

    -¿Te encuentras bien?-preguntó la joven campeona de Kalos con clara ansiedad-. Estabas estremeciéndote y sudando. Aquí está el desayuno.

    Dirigió su mirada al suelo mientras tomaba la bandeja para luego mordisquear y masticar la baya con sus malformados colmillos. Una vez más se había quedado dormido meditando, en posición de loto. Sus patas temblaban con nerviosismo, y su cola se movía de un lado al otro, de forma rápida y violenta. El resto de su cuerpo estaba empapado en sudor, traspirando y eliminando toxinas de todo tipo.

    -Mewtwo-repitió Serena al ver que no había contestado su pregunta-. Por favor, no me ignores. ¿Qué fue lo que pasó?"

    El clon dejó salir un suspiro de derrota. No le quedaba otra opción más que contestar.

    "Yo...soñé con Amber. Después de tantos años."

    Serena le miró a los ojos atónita, insegura con respecto a lo que debería sentir y decir en aquella circunstancia. El pokémon legendario llevaba mucho tiempo viajando a su lado, y a pesar de todo lo que habían vivido y experimentado juntos seguía resultándole imposible comprender cuándo se sentía feliz, triste o enojado. Aquellos ojos morados y felinos que nunca cambiaban de expresión eran como la combinación de una caja fuerte que seguía sin descifrar.

    Abrió otra vez la boca para hablar. Pero él la detuvo en el acto.

    "Solo fue eso, un sueño. Deja de preocuparte."

    -No, no fue solo un sueño-retrucó Serena irritada mientras veía a Mewtwo terminando de comer el pulposo fruto para proceder a beber el agua del coco-. Fue una pesadilla, ¿verdad? ¿Otro de esos recuerdos reprimidos tuyos?

    "Soy yo el que debe protegerte, no al revés."

    -¡Y no lo harás si me sigues mintiendo así!-objetó ella, casi mandándolo a callar-¡Si continúas ocultándome secretos, solo te harás daño a ti mismo! Ahora dime la verdad.

    El gato antropomórfico de piel grisácea suspiró nuevamente. Quería cambiar de tema a como diese lugar.

    -¿Por qué suspiras tanto?-preguntó Serena arqueando su ceja izquierda-¿Por qué siempre tienes que dártelas de misterioso? Sabes que no voy a hacerte daño. Aun si pudiese no lo haría. Tan solo tienes que...

    Pero antes de que terminase su oración, un veloz cuerpo en movimiento se tele-trasportó frente a ellos, haciéndoles retroceder y asustándoles momentáneamente.

    -¡SEÑORITA SERENA!

    La muchacha se repuso inmediatamente del susto apenas escuchó al flotante ser pronunciar su nombre con característica e infantil tono de voz, sustituyendo su estupor con su enojo.

    -¡HOOPA!-vociferó con su rostro poniéndose rojo-¡Prometiste que no volverías a hacer eso!

    -Sentirlo mucho, señorita Serena-se lamentó el pequeño y cornudo genio de cabello rosado y cuerpo y brazos con forma de trompos, dándose cuenta del error que había cometido-. Pero amigos pelear de nuevo. Hoopa tratar de detenerlos, pero no poder hacer nada. Pensar que señorita Serena poder hacer algo.

    Y no mentía. Allí afuera había dado inicio un molesto griterío desde hacía dos minutos. No necesitaban saber quién estaba peleando contra quién.

    -Esta discusión no ha terminado-dijo Serena mientras se levantaba del suelo y apuntaba a Mewtwo con el dedo índice de su mano derecha, al mismo tiempo que Hoopa volvía a tele-trasportarse-. En cuanto me encargue de esto, tú y yo tendremos una charla más que larga.

    Humana y pokémon salieron juntos de la cueva sin dirigirse ni una sola palabra. Allí fuera, dos jóvenes de casi su misma edad sino un poco mayores discutían verbal y acaloradamente, riñendo. Detrás de ellos, un gran guiverno blanco y peludo de ojos azules los envolvía con sus enormes y majestuosas alas, emulando la posición de un ángel de la guarda. No muy lejos de allí, el Aurorus de Serena protegía del ruido a un pequeño ser de piel verde y armadura escarlata. El pokémon saurópodo de escamas blancas y barriga azul marina hacía lo posible por que el brillo del cristal incrustado en el pecho de la joven criatura se regulase, reconfortándole y meciéndolo mediante un abrazo con su larga cola.

    -¡No podemos regresar!-exclamaba uno de ellos-¡No después de todo lo que ha pasado! ¡Nos preguntarán por qué no los salvamos! ¡Por qué no estuvimos allí para ellos!

    -¡¿Por qué hablas en plural?!-respondía la chica-¡Es solo a ti a quien buscarían!"

    -¡Ése no es el punto!-retrucó él-¡Si me persiguen a mí, irán también tras de ti! Y no podría vivir conmigo mismo si le hiciesen algo a ti o a tu familia. Piensa en tus padres. ¡Piensa en Kelsie!

    -¡Tenemos que arriesgarnos!-espetó ella-¡N podría protegernos! ¡Incluso podríamos pedirle ayuda a la actual campeona! Después de todo sabemos de buena fuente que Cheren y Bianca se llevan bien con ella.

    -¿Y qué tal si se niega a ayudarnos?-señaló él-¿Qué tal si en cambio ayuda a la gente de la región a cazarnos?

    -¡Mejor a seguir huyendo!-replicó la muchacha.

    -¡¿Quieren bajar la voz?!-gritó Serena colérica, silenciándolos a ambos-¡Asustarán a Junior!

    Pero ya era demasiado tarde. Junior ya había apartado a Aurorus, empezando a emitir chillidos distorsionados y agudos, similares a los de una máquina de fax. Su cristal verde brillaba con mayor intensidad que antes, amenazando con salirse de su cuerpo. Todos ellos tragaron saliva, sabiendo lo que eso significaba.

    Mewtwo cerró sus párpados y meneó con la cabeza mientras el indefenso extraterrestre se arrimaba a él en busca de protección. Instintivamente le rodeó con ambos brazos, y comenzó a darle palmadas en la espalda con su mano izquierda.

    "Tranquilo. Todo está bien."

    "No...puedo...Padre...amenaza...con...SALIR."

    "Concéntrate. Lo has apaciguado antes y puedes volver a hacerlo. Sigue mi voz."

    Él le hizo caso, y reunió toda la energía psíquica en su pecho. Al cabo de unos segundos el brillo en su gema desapareció por completo. Todos suspiraron aliviados.

    -Lo siento, Junior-dijo el muchacho de cabello castaño abochornado, acercándose al pequeño para acariciar su frente-. Te alteramos demasiado, por lo que veo.

    -También te debo una disculpa, pequeñín-añadió la muchacha, agachándose para mirarle a los ojos con mayor detenimiento-. No me di cuenta de lo mucho que estábamos estresándote.

    La voz del infante no tardó mucho en sonar en sus mentes y en la de los demás.

    "Está bien, amos Hilbert y Hilda. No es su culpa."

    -¡SÍIII!-celebraba Hoopa dando giros en el aire de la alegría-¡Hoopa estar feliz de que todo resolverse!

    Mewtwo aprovechó aquel momento para dejar a su hijo adoptivo en manos de los dos humanos y voltearse a ver a Reshiram, quien le miraba de reojo, con la vista clavada en el calmo e infinito océano que se extendía hasta el horizonte. Decidió entablar con él una conversación psíquica privada.

    "No has dejado de leer mi mente, ¿verdad?"

    "No dejo de leer la mente de nadie, y mucho menos la tuya. Dime, ¿cuánto tiempo nos queda en realidad?"

    "Temo que no lo sé a ciencia cierta. Mas sí sé que ya estamos a muy pocos kilómetros de nuestro destino."

    "Estás mintiendo. De lo contrario me mirarías a la cara ahora mismo."

    "Mentir no está en mi naturaleza. Sin embargo, admito que puede que los escritos en el libro de tu compañera humana sean verídicos. Y de serlos, nos queda menos de una hora para que todo comience. Por eso debemos viajar hasta allí. Porque será allí donde todo comenzará."

    El dragón y el gato permanecieron callados unos instantes, sin dirigirse la mirada. El segundo, tras meditarlo un poco, decidió abordar el Copperajah en el cuarto.

    "¿Por qué lo hiciste?"

    "¿Disculpa?"

    "¿Por qué nos escogiste? Ya suficiente tenías con tu humano elegido y su pareja. ¿Por qué arrastrarnos a todos los demás a esto?"

    "Todos ustedes persiguen alguna verdad. Mi maestro y ella buscan la respuesta a lo que realmente es mejor para ellos y su lugar de origen. Aquella a la que proteges y que crees es la reencarnación de tu amiga fallecida busca el secreto para convertirse en una maestra."

    "¿Y a mí qué? ¿Me escogiste por lástima?"

    "Por la misma razón que escogí al pequeño Junior: buscas la verdad detrás de tu nacimiento. Buscas tu lugar en el mundo, un propósito que sientas que valide tu existencia. Quizás no posea la respuesta a lo que buscas, pero sí puedo guiarte hasta ella."

    "Ustedes los dioses no son muy diferentes de los humanos. Buscan hacernos deambular por este mundo sin sentido, sin un rumbo fijo, y todo para decidir nuestros destinos sin que tengamos una elección. Para su retorcido disfrute personal."

    "No podrías estar más equivocado. Le hemos dado a la humanidad más de una oportunidad en el pasado, hasta hemos intentado convivir en armonía con ellos. Fueron ellos los que decidieron alejarse de nosotros, diciendo que no nos necesitaban y considerándonos dictadores, monstruos inclusive. Lo que pasará hoy determinará si aún queda una esperanza. Si humanos y pokémon pueden coexistir."

    "Humano...pokémon...¿Cuál es la diferencia? ¿No podemos llevarnos todos bien?"

    Los dos legendarios se voltearon sorprendidos, solo para descubrir que tanto Junior como los demás les miraban fijamente.

    "Sí, podemos oírlos. Junior unió nuestras mentes con las suyas."

    "No hace falta que digan nada. Sabemos lo que está en juego, y lo daremos todo con tal de evitar que el mundo se destruya."

    "Aunque nos cueste la vida."

    "Hoopa ayudar amigos porque querer amigos. Sin amigos, Hoopa estar solo y muy triste."

    "Y yo haré todo en mi poder por ayudar a mi maestra Serena."

    Reshiram asintió con la cabeza, complacido no solo por la dedicación de todos ellos, sino también por el deseo del pequeño genio por desear ayudar, a pesar de que casi todo el mundo tenía razones para temerle.

    "Entonces ya es hora de partir. Debemos llegar a destino antes de que el sol comience a descender."

    Mewtwo negó una vez más con la cabeza, al mismo tiempo que aceptaba lo inevitable.

    "No puedo creer que vaya a tener que volver a vérmelas con..."

    * * *​

    -¿Red?-exclamó Green, muy sorprendida ante la pregunta que el anciano acababa de hacerle y apoyando su taza de té sobre la gran mesa oblonga. Tras reponerse de la impresión, sonrió-Oh, él está muy bien. Su madre no le ha dejado salir últimamente de casa para pasar más tiempo juntos, eso es todo.

    -Bueno, si es que hoy vas a visitarlo, recuerda mandarle saludos de parte mía y de Sabrina-pidió Fuji con su rasposa voz que parecía de abuelo paterno-. Llevamos años sin verlo."

    -¿Sabrina lo busca?-preguntó la joven aspirante a líder de gimnasio, perpleja.

    -Así es-afirmó la joven Reina, validando las palabras del viejo. La joven de cabello castaño y ojos azul zafiro se hallaba enfrentada a Green en el otro extremo de la mesa, acariciando el cráneo del Marowak que ella y su abuelo llevaban más de una década cuidando "Se presentó aquí ayer para visitar la tumba de su Gallade, y nos comentó que estaba muy preocupada por él. De hecho, desde que se enteró de que regresó a Pueblo Paleta ha querido pasar a visitarle, pero no ha tenido el tiempo. También ha tratado de ponerse en contacto con él, pero no le ha contestado ni una sola llamada."

    Green no pudo evitar esbozar una sonrisa de aceptación. "Clásico Red", pensó.

    -Veré de hablar con él hoy-aseguró mientras se levantaba finalmente de su asiento-. En fin, será mejor que me ponga en camino. Le prometí a su madre que llegaría a tiempo.

    -En serio te agradezco lo mucho que nos has ayudado hoy, Green-dijo Fuji con una sonrisa cálida y reconfortante-. De no ser por ti no habríamos terminado de limpiar ni la mitad de las tumbas.

    -Gracias a usted y a Reina por dejarme ayudarles, señor Fuji-dijo mientras sacaba de su bolso de mano rojo la poké ball que contenía a su Dodrio, para luego alejarse montado en él a gran velocidad-. ¡Los veré el próximo viernes!

    -Es una muy buena niña-reflexionó Fuji en voz alta, justo cuando Reina terminaba de saludar a Green y cerraba la puerta detrás de ella-. Y pensar todo por lo que ha atravesado...

    -Desearía haber tenido una hermana mayor como ella, abuelo-suspiró triste su nieta mientras movía su silla con delicadeza y se sentaba cerca de él para reconfortarlo. Marowak saltó al regazo de la muchacha para hacerle compañía, como de costumbre-. Si tan solo papá y mamá estuviesen aquí para darnos una mano...

    Hizo una pausa para llorar en silencio. Fuji la abrazó rodeándola con su brazo derecho, en un intento por hacerla sentir mejor. Verla en ese estado y hundiéndose en tan amargos recuerdos le rompía el corazón.

    -Yo también los extraño, Reina-aseguró-. Pero debemos seguir adelante.

    -No es solo eso, abuelo-decía Reina entre sollozos-. ¿Qué haré cuando tú ya no estés? ¿Cómo podré seguir manteniendo a todos estos pokémon abandonados sin tu ayuda? Sin ti el presidente de Kanto podría decidir dejar de pasarnos dinero. El banco nos embargaría, y no tendríamos lugar a dónde ir.

    -Una preocupación para otro día-respondió su abuelo cabizbajo y con una sonrisa débil, intentando soportar el dolor que le causaba su actual predicamento-. Ahora debemos celebrar que estamos vivos y que estamos felices con lo poco que...

    Como si el pasado hubiese decidido arruinar aquel momento mordiéndole en la consciencia, una espeluznante voz que conocía mejor que la de nadie más y que nunca pensó que volvería a oír retumbó en su cerebro.

    "Nos veremos pronto."

    -¿Abuelo?-preguntó Reina finalmente, alzando la cabeza para descubrir para su sorpresa que Fuji se hallaba mirando a un punto indeterminado del techo, con los ojos abiertos como platos y el rostro igual o más pálido que la luna, como si hubiese visto u oído un fantasma-¿Estás bien? ¿Qué pasa?

    -N-nada-mintió Fuji mientras los abrazaba a ella y a Marowak con fuerza, disipando sus dudas. Su ceño se frunció por completo-. Absolutamente nada.

    * * *​

    -No-respondió finalmente Mars, saliendo del estupor inicial para luego caminar de espaldas hacia atrás, viéndose incapaz de creer lo que sus oídos acababan de escuchar-¡N-no! Eso no es cierto. Mi padre era un médico respetado, ¡no un mafioso vulgar y perdedor!

    -No, Mars-explicó el muchacho pelirrojo cuyo corte de cabello era idéntico al suyo y que se hallaba en compañía de un Sneasel-Michael era tu padrastro. No solo Ariana es nuestra madre, sino que también compartimos padre. Giovanni es tu padre biológico. Y también el mío.

    La ex-comandante del Equipo Galaxia retrocedió aún más, negándose a aceptar lo que en su cabeza solo podían ser mentiras. Intentó ponerse detrás de su Purugly, pero esta se apartó de ella. La obesa y orgullosa gata estaba cansada de defender a una persona que nunca le había dado ni aunque fuese el más mínimo cariño.

    -¡¿Cómo podría ser hermana de un mocoso como tú?!-dijo ella furiosa, al mismo tiempo que dirigía su atención hacia aquellos documentos blancos que Silver sostenía en su mano izquierda-¡¿Cómo sé que esos papeles de adopción no están falsificados?!

    -Puedes revisarlos cuantas veces quieras-retrucó él-. No hallarás más que evidencia en ellos. Te garantizo que no están alterados.

    -No intentes engañarme-respondió Mars colérica, al mismo tiempo que se detenía frente a uno de los gruesos y antiguos pilares de la Columna Lanza-. ¡Jamás de los jamases podría estar emparentada con un ladrón de poca monta como tú!

    -¿Ah, sí?-preguntó Silver de manera sarcástica, finalmente perdiendo la compostura-. Mira quién habla, la idiota que se unió a una falsa organización benéfica con el objetivo de destruir nuestro mundo y recrearlo desde cero, dándolo todo por un hombre que ni siquiera se percata de que existe.

    Ella abrió la boca, pero la cerró inmediatamente para gruñir y cerrar ambos puños, conteniendo la furia que dominaba su ser. Sabía que aquel niño tenía razón, pero no podía aceptarlo. No quería aceptarlo. Pero no tenía a nadie que la apoyase. Allí arriba solo estaban ella, él, los pokémon de ambos y el abrumador silencio del Monte Corona. Los vientos del sur y del norte que azotaban la cima de aquel monte en el que la vida como ellos la conocían se había originado soplaban y aullaban con vigor, relatando remanentes de legendarias batallas, dioses poderosos, embrujos prohibidos y héroes extraordinarios.

    -Aún si fuera tu hermana, ¡¿por qué demonios has venido aquí por mí?!-respondió al fin, plantándole cara-¡No tenemos nada en común más que la sangre!"

    Silver inhaló y exhaló profundamente. Había pasado semanas enteras subiendo los pisos y recorriendo todas las zonas de aquel laberíntico y condenado monte con tal de alcanzar la cima y encontrar a aquella ingrata a la que por la fuerza debía llamar hermana. La única alegría que había tenido en todos esos lentos y tortuosos días había sido la evolución de su Magneton en Magnezone a causa del campo magnético que rodeaba toda la montaña. Ho-Oh le había explicado que no podría llevarle hasta lo más alto sin que muriese de hipotermia, por lo que debía recorrer aquel largo y traicionero sendero por su cuenta, y él le estaría esperando allí arriba. Por un lado quería estrangular tanto a Mars como al fénix legendario por todas las hordas de pokémon salvajes que había tenido que derrotar y ahuyentar en el camino, y por todas las bayas silvestres que debió recolectar y comer para no fallecer del hambre; por el otro, sabía que debía mantener la calma y ser lo más franco posible con ella.

    -Porque quiero salvar la poca familia que me queda-afirmó él irritado a causa del frío y del cansancio-. No malgastes tu tiempo buscando a Cyrus. No podrás acceder por aquí al Mundo Distorsión para rescatarle, y tampoco por la Cueva Retorno. Y aún si pudieras hacerlo, ¿Por qué querrías salvar a ese hombre? Hasta donde sé solo quería crear un mundo para él solo. Te habría borrado a ti también, junto con el resto del Equipo Galaxia.

    -¡¿Y cómo sabes todo eso?!-preguntó ella, señalándole acusatoriamente con el dedo índice de su mano derecha. Ahora además de desesperada se sentía espiada-¡¿Cómo sabes que estuve explorando en la Cueva Retorno?!

    -Ho-Oh me lo ha dicho-contestó Silver-. Y creo en sus palabras. ¿No es así, Ho-Oh?

    Como si hubiese estado esperando el momento oportuno para hacer su aparición, el majestuoso y elegante pájaro de fuego se materializó justo detrás de ellos, asintiendo con la cabeza y alejando con el calor de sus llamas la nieve y el frío que los rodeaban. Purugly dio un brinco maullando asustada, mientras que Sneasel ni se inmutó.

    Mars quedó boquiabierta ante la magnificencia que Ho-Oh desprendía con sus alas abiertas de par en par. Había oído leyendas acerca de él, pero jamás pensó que fuese real. Era como ver al sol mismo encarnado en un pokémon.

    -Deja esta vida de fugitiva de la ley y ven conmigo-dijo Silver dando un paso hacia adelante y extendiéndole su mano derecha-. No tienes por qué seguir escapando sola. Ayúdame a reconstruir a nuestra familia.

    -¿Cómo sé que no tendré que seguir huyendo de la policía?-respondió ella con lágrimas en los ojos, con la culpa y el remordimiento carcomiendo su corazón-¿Cómo sé que no eres igual que yo? Hasta donde he leído sobre ti no somos diferentes. Robaste un pokémon, igual que yo robé a los míos, y de seguro debes de tratarlos de la misma forma.

    -Tienes razón-admitió Silver-.Robé pokémon porque estaba solo y enojado. Porque quería ser mejor que nuestro padre. Pero luego aprendí a querer a mis pokémon, a verlos como mis amigos y no como meras herramientas. Puedo ayudarte a hacer lo mismo con los tuyos. A ser una mejor persona. Pero para ello debes confiar en mí. Dame la mano. Mejoremos juntos.

    Mars volvió a encontrarse a sí misma sin palabras. Sus ojos se desviaron del rostro de Silver hacia los de su Sneasel, que la miraba con curiosidad.

    -Je-rió ella con gran pesar-. Sabes...me recuerdas un poco a Cyrus. A él también le gustaban los Sneasel.

    Silver quedó atónito. Antes de que pudiese contestar a aquella observación, sintió cómo ella lo abrazaba como si fuese un salvavidas. Decidió dejar de lado su orgullo por un instante y corresponder a aquella muestra de afecto, feliz de haberla hecho entrar en razón.

    Conmovido por la escena que acababa de presenciar, Ho-Oh giró luego la cabeza en dirección hacia el que sabía era su siguiente destino, tanto consternado como serio.

    "Apresúrate."

    La voz de Lugia le llamaba, suplicándole su asistencia. No podían defraudarle.

    * * *​

    -¿Partir?-preguntó el viejo diseñador de trampas muy apenado, sentándose sobre su silla favorita mientras sentía como si mil puñales se le estuviesen clavando en la espalda-¡Pero Jirachi, mi viejo amigo! ¡Desde que te hallé en ese cometa me has ayudado mucho! ¡Has logrado que mi nuevo negocio aquí en Kanto prospere dándome ideas para nuevos trucos tan brillantes que ni a mí se me podrían haber ocurrido! ¡De no ser por ti hubiese tirado la toalla hace mucho tiempo atrás! ¡No podré sobrevivir sin ti!

    "Usted también me ha ayudado mucho, querido Maestro Treta", respondió Jirachi mediante telepatía. El pequeño pokémon singular había llegado a querer al anciano como si fuese su propio padre, "Pero ya no puedo quedarme. El mundo me necesita. No puedo fallarle a aquellos que han depositado su fe en mí."

    -¿Al menos puedes prometerme que volverás cuando todo esto acabe?-preguntó el Maestro Treta ilusionado.

    "¡Por supuesto!", aseguró el genio de los deseos con una sonrisa de oreja a oreja mientras flotaba en el aire, "Pero solo si usted me promete a su vez que se pondrá a buen resguardo."

    -¡Tenemos entonces un trato, mon ami!-respondió el anciano estrechando manos con su inseparable amigo. Tras separarse sacó un largo pañuelo blanco de su chaqueta de muchos colores para secar sus lágrimas-¡Ahora ve! ¡Ve con tus amigos antes de que me eche a llorar cual payaso triste de feria!

    Y concediéndole su deseo, el genio blanco de cabeza amarilla con forma de estrella salió volando por la ventana del taller, partiendo hacia donde el deber le llamaba.
     
    Última edición: 12 Julio 2023
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    Pokémon: Ragnarok
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    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 3: Scherzo, Parte 1


    Con las piezas en posición, la partida comienza”

    Ciento cincuenta años atrás, en los tiempos de la era feudal de la región de Johto, dos grandes torres se alzaban en todo su esplendor sobre la antigua y sagrada Ciudad Iris.


    Ambas torres albergaban a dos colosales aves. Una de ellas ostentaba un plumaje tan rojo como el fuego que su pico podía exhalar y tan dorado como el sol en el que bañaba sus alas; la otra, plumas plateadas como la luna y placas tan azules como el mar.

    Desde lo más alto de sus moradas, aquellas dos aves velaban por el despertar, por el sueño y por la salud tanto de los humanos como de los pokémon, reconociendo la existencia del otro y conviviendo en armonía.

    Pero un día, a causa de las constantes e interminables guerras, un fuerte rayo de origen desconocido azotó a una de las dos torres, quemándola en cuestión de segundos. Aunque casi todos lograron evacuar el enorme torreón, tres desconocidos y desgraciados pokémon perecieron al quedar atrapados dentro de él, siendo consumidos por las llamas.

    Invocando a una potente y tormentosa lluvia, el ave de plumas plateadas acabó con el incendio con un simple batir de sus alas. El ave del sol, entristecida ante la gran tragedia, resucitó con su poder celestial a aquel trío de pokémon, dándoles una nueva vida y convirtiéndoles en los nuevos guardianes de toda la región.

    Los humanos temieron el poder de aquellos pokémon que habían manipulado el ciclo de la vida y de la muerte, e intentaron suprimirlo mediante la violencia. Y las dos aves, ofendidas ante su atroz conducta, abandonaron aquellas tierras junto a los tres guardianes para luego tomar caminos separados.

    Mientras el ave de alas plateadas se sumergía en lo más profundo de los mares para vivir en soledad, el ave del sol engendró en un arrebato de ira a tres indómitos y desagradecidos hijos. El primero de ellos heredó de él un corazón tan frío como el hielo; el segundo, su orgullo en su mayor estado de vanidad.

    Y el tercer hijo, aquel al que llegaría a odiar por sobre los otros dos con mucha diferencia, heredaría las llamas ennegrecidas por la oscuridad en su corazón. Y cuando llegase el momento, aquella falsa ave del sol traería consigo y junto a sus hermanos el Armagedón.

    * * *

    -Quizás mis últimas palabras estaban demasiado envueltas en la sutileza-dijo la mujer de cabello oscuro y ojos rosados con frialdad mientras sostenía su pokégear con su mano derecha, con la mirada fija en la pared y en la nada misma-. Así que lo diré una vez más en términos que pueda entender: no haré La Puerta al Mundo Mágico 4. ¿Ahora sí ha quedado claro?

    -¡Oh, pero Sabrina!-gimoteó la voz masculina y rasposa desde el otro lado de la línea-¡No tienes idea de lo mucho que a Hitomi y a mí nos ha costado convencer al señor Wood para que me permita rodar la cuarta parte! ¡Hasta he tenido que pedir un préstamo por adelantado al banco, y sin mi estrella principal, solo me quedas tú!

    -La respuesta sigue siendo no-retrucó Sabrina, impertérrita y con indiferencia-. Con la tercera parte apenas pudimos recuperar lo invertido, y las cuartas entregas siempre son veneno de taquilla. Además, no volveré si Rosa no vuelve. Así que ya sabe dónde puede meterse su oferta.

    La voz del hombre se tornó agresiva y hostil en un pestañeo, como si sus esperanzas hubiesen sido aplastadas y reventadas contra el suelo por el Mazazo de un Abomasnow.

    -¡LO SABÍA! ¡Debí habérmelo esperado de una...!

    Sabrina arrugó el entrecejo mientras escuchaba a aquel hombre detenerse en pleno grito para luego emitir un silencioso y cómodo gorjeo, como si algo o alguien estuviese ejerciendo una potente presión sobre su cuello, ahorcándole. Tal y como esperaba que lo hiciese.

    -Es lo máximo que le permitiré acercarse a esa palabra, señor Pokémet-expresó con evidente descontento-. Así que le sugiero que piense en una más profesional en cuanto le suelte.

    Oyó finalmente al frustrado director exhalando, probablemente buscando aire mientras el color rojo desaparecía de su rostro. No pudo evitar hallar tragicómica aquella imagen mental.

    -Tienes razón-reconoció él entre jadeos mientras recuperaba el aliento-. Eso no fue correcto de mi parte. Pero tienes que entender que esto es muy importante para mí, Sabrina. Esta película será no solo la última de la saga, sino también la culminación de mi carrera. Será la forma perfecta de jubilarme y pasar los años que me queden con mi esposa. Y sabes más que bien que fuiste tú misma quien nos ayudó a que las dos primeras películas fuesen tan exitosas en tu papel de Bellelba. El público te adora más que a Rosa. ¿O es que ya has olvidado cómo en la avant-première por lo menos la mitad de los fanáticos fueron solo para sacarse una foto contigo?

    -No lo he olvidado-espetó ella ipso facto, al mismo tiempo que suspiraba y se llevaba los dedos de su mano izquierda al puente de la nariz-. Muy bien, le ayudaré. Pero solo con dos condiciones.

    -¿Y cuáles serían?-inquirió Pokémet preocupado, temiéndose lo peor.

    -La primera es que Bellelba deberá morir en la historia, con una muerte digna y sin posibilidad alguna de que resucite-articuló Sabrina en perfecto castellano y con un tono seco y cortante-. Será la única forma en la que el público comprenderá que este es el final. Asegúrese de que Hitomi ponga eso en el guion.

    -La convenceré-prometió él, consciente de que ella estaba leyéndole la mente con tal de cerciorarse de que no estaba mintiéndole-. ¿Y cuál sería la segunda condición?

    -Cobraré el doble de lo que me pagaron en la tercera-afirmó ella sin rodeos.

    -¡¿Qué?!-exclamó Pokémet asustado-Pero eso equivaldría a...

    -Sesenta millones-le interrumpió Sabrina-. Lo sé. No necesito que me haga la suma.

    -¡Pero Sabrina, tengo una casa y una esposa a la que mantener!-se quejó el director.

    -Y yo tengo pokémon y un gimnasio que mantener-objetó ella irritada. Las discusiones con Pokémet siempre terminaban agotándola-. Escúcheme bien, Sidney. Ya hemos pasado por esto en incontables ocasiones. Entiendo que esté orgulloso de sus películas, y yo también estoy feliz por que haya logrado triunfar en la industria. Pero necesito el dinero tanto como usted, especialmente si esta será la última vez que trabajemos juntos. Las figuras de la reina Bellelba ya no se venden, por lo que mis ingresos están disminuyendo. Apenas gano lo suficiente con las lecciones que les cobro a mis estudiantes, y no voy a vivir haciendo trucos con mi mente y pidiendo limosna hasta que consiga firmar contrato para otra clase de filmes si esta cuarta parte suya no recauda sea cual sea la cifra que el señor Wood espera. Así que tome mi oferta o déjela.

    Aguardó pacientemente su respuesta. No tenía nada de lo que asustarse, pues sabía exactamente lo que escucharía a continuación.

    -De acuerdo-aceptó Pokémet rendido-. Trato hecho. La filmación empezará en enero del año próximo. Me aseguraré de que Hitomi te envíe una copia del guion en estos días, si es que lo completa esta semana.

    -Así me gusta-afirmó Sabrina-. Que tenga un buen día, señor Pokémet.

    No recibió otra respuesta más que el sonido de Sidney colgando y poniendo fin a la llamada. Decidió distenderse dejando su pokégear sobre la mesa de luz para luego dirigirse hacia el sillón de tramado morado de su sala de estar, donde se desplomó exhausta, apoyando su cabeza sobre el brazo derecho del mueble. Se atrevió a bajar los párpados y descansar, solo para tener que alzarlos a los pocos segundos cuando sintió una diminuta lengua lamiendo su mejilla derecha. Dos ojos felinos y púrpuras con pupilas tan blancas como la luna ocupaban por completo su campo de visión.

    -¿Y tú qué me ves?-preguntó fastidiada, casi rezongando-¿Qué es lo que quieres ahora? ¿Comida? ¿Caricias? ¿Más práctica de Paz Mental?

    Su entrecejo se arrugó por segunda vez aquel día en cuanto la imagen que Espeon le compartió fue procesada por su cerebelo y su cerebro.

    -¡¿Y qué más quieres que haga?!-gritó furiosa y forzando a la gata psíquica a retroceder, haciéndola caer al suelo de pie-¡Si tanto quieres reencontrarte con él, entonces ve corriendo hasta allá! Conoces el camino, así que ve tú misma. ¡Porque yo no te acompañaré!

    Espeon movió su cola bífida de izquierda a derecha, mirándola a los ojos muy enojada. Nuevamente le compartió lo que sentía.

    -¡YA NO IRÉ A VERLO!-vociferó Sabrina colérica, perdiendo los estribos mientras se levantaba del sillón y se cruzaba de brazos a la velocidad de un rayo-¡Es él quien debe venir aquí a disculparse! Ha sido un cretino conmigo, y también contigo. ¡¿O es que te atreves a defenderlo?!

    La gata de pelaje lila aterciopelado se echó para atrás atemorizada en cuanto recibió las violentas ondas psíquicas que su entrenadora estaba liberando involuntariamente. Su rostro se entristeció.

    -¡Como sea!-protestó la líder de gimnasio mientras apoyaba sus manos sobre sus caderas-¡¿Sabes qué?! Estoy harta. Te prohíbo abandonar esta casa o hablar siquiera del tema. Él ya no es tu dueño, ¡Yo lo soy! Y como dueña tuya que soy harás exactamente lo que te diga. ¡¿ENTENDIDO?!

    Espeon se vio obligada a asentir con la cabeza, soltando un maullido melancólico y lastimero. No le gustaba admitirlo, pero en el fondo sabía que ella tenía razón.

    Sabrina volvió a conectar sus dedos con el puente de su nariz. Tras suspirar derrotada, tomó a Espeon con ambas manos y se sentó con ella en el centro del sillón para acariciar su espalda con afecto. Mientras la gata ronroneaba y comenzaba a quedarse dormida sobre su regazo, observó cómo los generadores potenciadores de sus brazaletes brillaban con un fulgor verde lima, indicando que sus poderes se habían desbocado de nuevo. Se sentía mal por haber tenido que llegar a aquel extremo gritándole a su compañera de departamento considerando el vínculo de amistad que habían formado los últimos años, pero a su vez comprendía que no le había dejado otra alternativa. "Sé fuerte para ser gentil", se decía siempre a sí misma.

    Sin poder volver a dormirse y sin saber qué hacer, jugueteó involuntariamente con la hebilla romboide color plata de su cinturón, apretando el interruptor para abrir un compartimiento secreto y sacar de ella con su mano derecha el contenido en su interior: era aquella preciosa y rara alakazamita que su auto-proclamado admirador número uno de Kalos le había obsequiado el año pasado. La minúscula piedra irradiaba un aura apenas perceptible cuya coloración alternaba entre amarillo y marrón claro cada cierto tiempo, produciendo un efecto casi hipnótico.

    La líder de gimnasio de Ciudad Azafrán comenzó a reflexionar sobre lo que había sido su vida hasta aquel punto. Estando a menos de dos meses de cumplir veinticinco años había conseguido una vida tanto pacífica como apasionante. La gente de la ciudad ya no la veía con miedo cada vez que paseaba por la calle, había hecho las paces con el maestro del dojo-karate, los demás líderes de gimnasio ahora se atrevían a hablarle, se había vuelto una sensación en Unova como actriz de los estudios cinematográficos Pokéwood, atendía muchos más alumnos que cuando era joven e incluso se había vuelto una socia honoraria de Silph S.A. al haber sido la primera en estrenar su más reciente y revolucionario invento, el Mega-Cinturón. Estaba en su mejor momento pero, ¿Por qué entonces se sentía como si le hubiesen acabado de amputar un brazo?

    Naturalmente no todo había sido color de rosas. Su Gallade había muerto tres años atrás, empujándola para evitar que una viga suelta la aplastase mientras se encontraba en el estudio actuando en una película sobre un drama entre un hombre casado con hijos y su amante secreta. Nunca perdonaría a Pokéwood por lo ocurrido, mas al mismo tiempo se culpaba por el fallecimiento de su pokémon. Si tan solo hubiese podido haber hecho caso a aquella horrible premonición que había tenido la noche antes del primer día de rodaje...

    El llamado a su puerta por alguien que había tocado el timbre la arrebató de su introspección. Ya sabía perfectamente el rostro familiar con el que se encontraría antes de siquiera haber puesto su mano sobre el picaporte.

    -Buenas tardes, señorita Sabrina-dijo el hombre de cabello verde y encrespado, ataviado con sus características bata roja y sandalias azules y con una sonrisa de oreja a oreja-. Es hora de su masaje semanal.

    -Buenas tardes, Liu-contestó Sabrina mientras resistía el impulso de estamparle la puerta en la cara-. Escucha, me disculpo por no haberte avisado por teléfono con antelación pero, ¿podemos posponerlo para el viernes próximo? Te pagaré esta y la sesión de la semana que viene si accedes.

    -Cómo lo siento, pero no puedo permitirme retrasar su terapia-se lamentó Liu muy apenado-. Ya hasta he traído la camilla.

    -¿Estás seguro de que no puedes hacer una excepción el día de hoy?-suplicó ella, haciéndose en vano ilusiones por que le dijese que sí-Hoy no estoy muy de humor. Además, sabes que me resulta humillante.

    -A mí también me da vergüenza, señorita Sabrina-afirmó el joven kinesiólogo con buena intención mientras pasaba, ingresando despacio con la camilla en la residencia-. Pero recuerde lo que le dijo el médico: si se rehúsa a hacer esto una vez a la semana deberán recetarle pastillas para controlar el estrés. Y los dos sabemos que usted odiaría eso.

    -En efecto lo odiaría-reconoció resignada Sabrina mientras cerraba la puerta. La dedicación y la humildad del muchacho siempre le ganaban-. Muy bien, entonces hagámoslo cuanto antes. Así podrás irte temprano.

    Procedió a desvestirse sin prisa pero sin pausa, y en menos de dos minutos ya estaba acostada boca abajo sobre la camilla, con la parte de abajo de su cintura cubierta por la suave manta blanca. Mientras Liu comenzaba a realizar maravillas con sus dedos sobre su desnuda y caucásica espalda, escogió hacer levitar con una simple orden mental su pokégear frente a ella, dispuesta a revisar su pequeña y muy limitada lista de contactos para recordar con exactitud a quién debía o quería llamar.

    Sabrina odiaba la tecnología. No era alérgica a ella, pero aborrecía utilizar seguido su teléfono celular tanto como el beber café o alcohol. Para ella eran tanto pésimos estimulantes como unos mata-neuronas de primera, y siempre la ponían demasiado tensa, razón por la cual se había negado a cambiar su viejo y todavía funcional pokégear por los más recientes modelos de SmartRotom que se habían popularizado en Galar y en Kanto la última década. Ni siquiera usaba las redes sociales, aún a sabiendas de que su inactiva cuenta en Instapoke contaba con más de medio millón de seguidores que esperaban ansiosamente a que hiciese una nueva publicación con foto incluida. Las consideraba una pérdida de tiempo que podría invertir entrenando con sus pokémon o aprendiendo a dominar sus poderes psíquicos, los cuales aumentaban a cada minuto desde el día en el que se manifestaron, haciéndola doblar con su mente su primera cuchara de plata cuando era pequeña.

    Pese a que disfrutaba el ya no ser considerada una fenómeno por todos en Kanto, también prefería estar sola. Como consecuencia, la cantidad de gente que tenía anotada a su pokégear era minúscula. Decidió revisar cada nombre por orden alfabético.

    Brycen. Líder de gimnasio de Ciudad Teja, y maestro en pokémon del tipo hielo. Habían hecho buena pareja en más de una película, y aunque ninguno de los dos hablaba mucho con el otro había llegado a considerarlo alguien de fiar y a quien podía ver como un igual.

    Caitlin. Aquella muchacha amiga de Cynthia que ejercía como miembro del Alto Mando de Unova. La había conocido casi de pasada durante la proyección de su última película en Pokéwood, y habían acordado intercambiar números para mantenerse en contacto en cuanto descubrieron que la otra tenía poderes psíquicos. La verdad era que por lo poco que habían llegado a hablar no quería volver a verla. Le recordaba demasiado a como ella había sido de joven: recta y arrogante. Y detestaba a la gente que le hacía recordar sus propios defectos.

    Erika. La líder de gimnasio de Ciudad Azulona. Llevaban siendo amigas desde hacía ya ocho años, y aunque hallaba encomiable su preocupación por la naturaleza, el medioambiente y los pokémon del tipo planta nunca paraba de hablar y se quedaba dormida con facilidad. Además siempre le ofrecía un té de manzanilla que tenía un sabor asqueroso.

    Ethan. Aquel muchacho de Johto que ahora era considerado el campeón de ambas regiones, habiéndole quitado el título a Lance ocho años atrás. Solían entablar combates pokémon los domingos, y siempre la vencía. Se había atrevido a echar un vistazo en su mente tiempo atrás, solo para hallar una ingenuidad y una arrogancia tan alarmantes como las de aquel patán de Blue. No le apetecía escuchar su voz en aquel instante de relajación.

    Liza. Aquella dulce y simpática niña líder de gimnasio de Hoenn. Ella y su hermano Tate eran probablemente sus amigos más cercanos pese a la diferencia de edad. Ambos mellizos la habían sorprendido con lo maduros que eran para tener tan solo quince años, y hasta le habían enseñado un par de trucos mentales más que útiles. Nada le encantaría más que llamarles en aquel instante para preguntarles cómo estaban, pero sabía que probablemente estarían entrenándose junto a sus pokémon en aquellas horas, y no quería romper su concentración. Sabía mejor que nadie que no había nada más desagradable para un psíquico que ser molestado en plena meditación.

    Misty. Líder de gimnasio de Ciudad Celeste. La especialista en pokémon acuáticos se había puesto en contacto con ella unas horas antes, implorándole que se mantuviese alerta. Para su extrañeza, y según lo que le había dicho, Koga y el resto del Alto Mando habían enviado instrucciones por parte de Lance a cada líder de gimnasio de Kanto y de Johto para pedirles que estuviesen atentos a cualquier tipo de actividad inusual o anormal en su área, y que se preparasen para evacuar a toda la gente si las cosas terminaban "pasando a peores". Había tratado de leer su mente en busca del motivo detrás de aquella petición tan vaga e imprecisa, solo para descubrir que sabía lo mismo que ella. No era la primera vez que interactuaban, y tampoco le caía precisamente mal, mas la conocía bien y sabía que si volvía a llamarla de seguro comenzaría a hablarle sobre el chico con el que llevaba saliendo por casi once años desde que se conocieron en el Cabo Celeste, sin concretar la relación de una vez por todas.

    Red.

    Los amargos recuerdos volvieron a bullir en su mente mientras recordaba al único hombre en su vida que se había robado su corazón tanto como se lo había roto. Le había enseñado a ser ella misma, e incluso habían perdido la virginidad juntos con la promesa de que algún día harían pública su relación casándose y formando una familia. ¿Y todo para qué? Para que la abandonase permaneciendo recluido en el Monte Plateado por diez años, solo para volver a su hogar y sin dignarse a hablar con ella o a pedirle perdón por su larga ausencia. No solo no atendía sus llamadas, sino que además obstruía sus intentos de comunicación telepática con su barrera mental. La misma barrera mental que ella misma le había enseñado a crear.

    "Hola, Sabrina, he vuelto. Discúlpame por haberte dejado sin previo aviso y poniéndote como niñera de mi pokémon por once años mientras me la pasaba estando deprimido y sintiendo pena por mí mismo en el lugar más frío e inhóspito del planeta. ¿Te apetece ir a almorzar?"

    El imaginarse aquel ficticio escenario le causaba más rabia de lo debido. No podía culparle, puesto que sabía que ambos aún tenían muchos asuntos que atender y resolver antes de reunirse definitivamente. Sabía que se reunirían definitivamente.

    Había tenido varias visiones borrosas aunque idílicas que auguraban un futuro hermoso para ambos: una conversación de medianoche, una sortija de compromiso y un bello niño varón con rasgos de ambos. Sin embargo una parte de ella temía a su vez que dichas visiones no llegasen a cumplirse, que algo malo pudiese llegar a suceder en el medio. Había aprendido más de una vez que el futuro estaba en constante movimiento, y que podía cambiar impredeciblemente de un segundo al otro. No obstante había algo sobre lo que tenía absoluta certeza: el amor era un poder psíquico tan potente como cualquier otro. Una chispa de energía que jamás moría, que solo se transformaba.

    Chispa.

    Como si la ira de un dios hubiese decidido desquitarse con su hogar, su casa fue azotada repentinamente por un potente sismo que hizo que varios muebles se sacudiesen y algunos libros y marcos con fotos que había en los estantes de su biblioteca cayesen violentamente al suelo. Espeon, más despierta que nunca, pegó un brinco con el pelaje erizado y, agazapada, empezó a sisear, enseñando los colmillos y con los ojos clavados en el techo.

    -¡MADRE MÍA!-exclamó Liu, deteniendo su labor mientras se sostenía de una silla de madera para no perder el equilibrio-¡¿Qué ha sido eso?! ¡¿Qué está pasando?!

    Sabrina abrió los ojos como platos mientras su mente procesaba lo que acababa de acontecer. Sabía que Espeon siempre siseaba de esa forma cuando su pelaje detectaba alguna notoria y adversa alteración en el clima que la rodeaba. Instintivamente se levantó de la camilla y, cubriendo su torso con la manta, corrió hacia la ventana izquierda de su casa para asomarse a contemplar el panorama.

    Allí afuera, Ciudad Azafrán estaba a punto de ser reducida a cenizas por una colosal y relampagueante nube negra, que desde el cielo se cernía sobre la inmensa metrópolis y sus indefensos ciudadanos como si estuviese ante un buffet de todo lo que pudiese comer.

    * * *

    -¿Ha habido algún cambio?-preguntó un estresado e impaciente Wallace por enésima vez en aquel largo y tedioso día. La espera finalmente comenzaba a afectarle.

    -Ninguno-respondió una mujer de cabello de coloración similar a la del suyo mientras monitoreaba junto a su Sealeo las ondas de energía que el corazón de la Cueva Ancestral emitía con un pequeño dispositivo amarillento en su mano izquierda-. Los niveles son estables.

    -Confirmo-comentó un hombre corpulento con rasgos faciales similares a los de Wallace, acompañado de un Crawdaunt y con un aparato idéntico al de la mujer en su mano derecha-. Si Groudon y Kyogre hubiesen despertado, los niveles estarían por las nubes.

    La gran radio apoyada sobre el suelo rocoso rodeado de enormes formaciones de rubíes y un río de lava crepitó, dando a entender que un comunicado sería dado a través de ella a continuación.

    -Tampoco hay señales de Rayquaza cerca del Pilar Celeste-anunció una voz masculina-. Llevamos horas aquí arriba en la cima, pero sigue sin haber ni rastros de él. Informaremos si detectamos algo.

    Wallace se dio la vuelta decepcionado, haciendo a un lado su larga y elegante capa blanca, que combinaba con su característica boina. Había tenido la corazonada de que el dragón legendario se manifestaría antes del Ragnarok, pero el tiempo que llevaban vigilando ambos sitios no habían hecho más que demostrar que su hipótesis había conducido a un callejón sin salida. ¿Por qué Rayquaza no había dado acto de presencia? Sabían que tras el evento ocurrido años atrás había despertado, y había llegado a avistarle durante la invasión de Deoxys en Hoenn. ¿Acaso debían valerse nuevamente de la energía de varias mega-piedras como Zinnia había hecho en su momento para invocarle? Aquellas y más eran las dudas que asaltaban su mente, sin darle una respuesta clara de lo que debían hacer. Y el tiempo se les acababa.

    El líder de gimnasio de Arrecípolis sintió un escalofrío recorriendo todo su cuerpo. ¿Y qué tal si la predicción del Oráculo había resultado errónea? ¿Y qué tal si Rayquaza no se presentaría y todos morirían?

    No. No podía ser posible. El Oráculo nunca se equivocaba. Debía confiar en que su clan, el clan Endrino y el clan Meteoro podrían detener el Ragnarok junto con los elegidos. Aún tenían tiempo. Tan solo debía hallar un modo de acelerar las cosas para que la balanza se inclinase a su favor.

    -Pero mira qué guapo te has puesto desde la última vez que nos vimos, muchacho.

    Aquella familiar voz hizo que su inicial sorpresa fuese reemplazada en un parpadeo por una gran alegría. Dejó de caminar en círculos y se volteó para recibir con una reverencia al recién llegado mientras veía cómo el resto de su clan miraba su accionar estupefacto.

    -¡Gran maestro Juan!-exclamó con júbilo mientras volvía a ponerse de pie muy contento-. Nos honra con su presencia. Pero, ¿qué está haciendo usted aquí?

    -¿Que acaso un viejo coordinador como yo no puede pasar por aquí unos días antes de recuperar su viejo título de líder de gimnasio para visitar a su mejor estudiante?-rió jovialmente Juan mientras abrazaba a Wallace frente a sus anonadados discípulos como si de un viejo amigo se tratase-Mi gira por Alola terminó un poco antes de lo esperado, así que decidí aprovechar la oportunidad para venir a ver cómo estabas. El viejo guardián me informó que te encontrabas aquí dentro.

    Wallace le correspondió el abrazo y al separarse de él abrió la boca para hablar, pero su antiguo maestro le detuvo alzando su mano derecha para indicarle que no había terminado.

    -No te preocupes, me lo ha explicado todo-afirmó con un tono más serio y formal mientras tocaba la punta de su fino y bien cuidado bigote con las yemas de los dedos de su mano izquierda-. Admito que me resulta un poco difícil de creer. Predicciones de un oráculo sobre el inminente fin del mundo es demasiado fantasioso e impactante como para asimilarlo todo tan de sopetón. Pero siempre me he dicho a mí mismo ser lo más receptivo posible, así que si necesitas ayuda con algo aquí me tienes.

    Wallace sonrió muy agradecido. Después de tantos años su tutor en el arte de los concursos y en el dominio y adiestramiento de pokémon marinos seguía siendo el mismo hombre sabio y caritativo que había conocido cuando era apenas un infante. No había cambiado ni un poco.

    -En verdad lo aprecio-respondió por fin con una segunda reverencia-Aunque me temo que de momento no tengo mucho para pedirle.

    -No es molestia, mi muchacho-carcajeó Juan mientras abría su grueso y majestuoso abrigo azul marino con bordes plateados para resistir mejor el calor que la lava de la Cueva Ancestral emitía-. Me conformaré con hacerte compañía el tiempo que sea necesario.

    Su enternecedor reencuentro se vio interrumpido por una serie de pitidos que provenían del poké-multinavegador de Wallace. El ex-campeón de Hoenn miró asombrado su dispositivo en cuanto lo abrió para enterarse de que quien le llamaba no era otro que Steven.

    -Discúlpeme un segundo, maestro-pidió mientras atendía la llamada-. ¿Steven? ¿Qué sucede?

    -No estoy muy seguro, Wallace-retrucó Steven con un dejo de preocupación en el tono de su voz-. Maxie del Equipo Magma ha solicitado mi presencia, la del Alto Mando y la de los líderes de gimnasio en su guarida cerca de Ciudad Calagua. No nos ha dado mucha más información al respecto, y tememos que podría tratarse de una emboscada. Necesitaremos que tú también vayas para que estemos todos juntos por si algo sucede. Te estaremos esperando allí.

    -Ya veo-consiguió decir Wallace muy perplejo antes de poner fin a la llamada-. Voy en camino.

    -Me quedaré aquí ayudando al resto de tus amigos-declaró Juan con una sonrisa repleta de seguridad y entendimiento-. Mantendré la señal de mi poké-multinavegador abierta por si necesitas ponerte en contacto conmigo. Y descuida, si veo que el agua sube aunque sea unos cuantos centímetros me aseguraré de que Arrecípolis sea evacuada en el acto.

    -No sé cómo podré agradecérselo, maestro-contestó su aprendiz con una tercera y última reverencia.

    -No tienes que, viejo amigo-aseguró su maestro apoyando con orgullo su mano derecha sobre su hombro izquierdo con orgullo-. Ahora ve. Tus compañeros te necesitarán.

    Wallace asintió esbozando una sonrisa y se apresuró a abandonar la Cueva Ancestral lo más pronto posible. Una vez fuera de ella, se acercó al gran lago que se hallaba en el centro de la antigua y sagrada ciudad y sacó la poké ball que contenía a su Milotic. La larga y bella pokémon serpiente marina de relucientes escamas amarillas, rojas y azules que recordaban a las de una sirena emergió de su cápsula contenedora emitiendo un hermoso y cautivante canto como el que solo las mejor desarrolladas hembras de su especie podían.

    -No debemos perder tiempo-dijo en voz alta y con determinación Wallace mientras se quitaba su capa y procedía a subirse al lomo de su pokémon-¡Hacia la ruta 124, Milotic! ¡Utiliza Buceo!

    Milotic obedeció entusiasmada, y en cuanto se cercioró de que su amo hubiese respirado profundo para reunir aire se sumergió en lo más profundo del océano, dejando Arrecípolis atrás en cuestión de segundos.

    Mientras se sujetaba del cuello de su amiga y resistía la presión del agua lo mejor posible, Wallace comenzó a pensar en Steven. Empezaba a lamentarse el hecho de que la petición por parte de Lance la noche anterior de advertir a su amigo y al Alto Mando hubiese sido ignorada y olvidada en favor de decidir el lugar en el que cada clan debía de estar hasta que el desastre hubiese comenzado. Y solo él tenía la culpa de ello, pues él mismo había sido quien lo había propuesto.

    Steven y él habían sido amigos desde que tenía uso de razón. Habían crecido y entrenado juntos por años bajo la tutela de Juan y del viejo Drake, hasta que eventualmente consiguieron superar a sus dos maestros. Pero en los últimos años se habían vuelto muy distantes, con Steven abandonando Hoenn muy frecuentemente y forzándole a tener que ocupar su lugar como campeón de la región a causa tanto de su ausencia como también tras que el joven Brendan perdiese credibilidad como campeón tras su derrota a manos del campeón de Johto. Había tenido que presenciar los horrores causados por Deoxys a lo largo y ancho de toda su región, así como también el mantener la compostura para cazar uno por uno a los miembros de la ASNH por los daños causados y las vidas perdidas durante el ataque del pokémon del espacio, por no mencionar la lenta y tortuosa reconstrucción de Ciudad Portual y de Ciudad Calagua.

    Todavía recordaba con claridad la forma insólita en la que todo concluyó. Deoxys se la pasó días y días enviando más y más zánganos mientras hacía frente a los ataques de los pokémon del Alto Mando y al mismísimo Rayquaza, hasta que un día, sin previo aviso ni explicación lógica, desapareció sin dejar rastro, y como consecuencia de ello sus clones comenzaron a caer muertos desde el cielo, desintegrándose en el aire. La prensa aseguraba que él y sus colegas líderes de gimnasio junto con Steven y el Alto Mando habían sido los responsables de destruirle, pero todos ellos sabían que eso no era cierto, mas prefirieron no decir palabra alguna al respecto para que no cundiese el pánico. Y tras lo ocurrido con aquel pokémon de otra dimensión capturado por Flannery, el joven Brendan le sugirió a Steven regresar como campeón, lo que significaba que él volvería a su viejo puesto como líder de gimnasio.

    Wallace ya había tenido suficiente estrés por todo un año y medio. Le resultaba más práctico que Juan ejerciese nuevamente su viejo papel como líder de Arrecípolis para poder enfocarse en algo que llevaba años posponiendo, que era la búsqueda de los otros posibles descendientes del Clan Arrecípolis. Los últimos meses de investigación habían dado sus frutos, permitiéndole hallar a por lo menos medio puñado de hombres y mujeres que compartían tanto su historia y linaje como también su color de piel, de ojos y de cabello. Y con algo de suerte pronto se les unirían más descendientes.

    Eso, claro está, si sobrevivían a lo que ocurriría aquel día.

    Su mente estaba divagando. Volvió a concentrarse en Steven y lo muy asustado que le notó cuando hablaron por el poké-multinavegador. ¿Qué podría traerse entre manos alguien como Maxie? La respuesta era nada bueno, desde luego. Aborrecía a aquel hombre y a su organización eco-terrorista por las tres ocasiones en las que casi habían causado el fin de Hoenn y el del mundo entero en el proceso. Le costaba trabajo comprender cómo era que un criminal como él seguía sin estar tras las rejas después de todo lo que había hecho. Pero no importaba. Ya lo averiguarían en cuanto llegase a su destino y se reuniese con los demás. Y lo más importante de todo: ya tendría tiempo para enmendar su error explicándole a Steven la situación apenas se viesen cara a cara.

    Con valor y con premura golpeó suavemente la espalda de Milotic para convencerla de nadar más rápido. Su pokémon se volteó a verle con sus despampanantes ojos rojo borgoña y, sonriéndole, apresuró el paso.

    * * *

    Hacía tiempo que no usaba su bicicleta.

    Sus padres le habían convencido de que debía sacarla del garaje más a menudo para que no juntase tanto polvo, y aquel viernes era el día perfecto para viajar pedaleando. Normalmente, y como lo dictaba el hábito al que ya se había acostumbrado a repetir periódicamente, le habría pedido a su Mandibuzz que le llevase volando hasta su destino, como muchos jóvenes de su edad hacían con sus pokémon voladores.

    Pero su madre tenía razón. Debía darle un descanso a Mandibuzz y comenzar a acostumbrarse a hacer ejercicio regularmente, aunque fuese tan solo pedaleando una vez a la semana. Y no se perdonaría el hacerla llorar si la contrariaba.

    Pedalear nunca le había molestado, mas al mismo tiempo jamás le había agradado la sensación de tener que estar en todo momento con los pies tan enraizados a los pedales si no quería frenar abruptamente para terminar saliendo disparado hacia adelante, o cayendo hacia los costados. Pero no quería romper su sorpresa. Y de todas formas aquel día contaba con viento de popa, lo cual facilitaría el combinar la energía generada por sus piernas con la eólica, contando con un punto de apoyo.

    En menos de una hora llegó casi volando a la costera y pintoresca Ciudad Marga, famosa por sus largos puentes de agua situados sobre el cristalino mar de la Bahía Arenisca. Desde allí pudo tomar al oeste la ruta 22, para luego atravesar el Gran Boquete y finalmente ingresar en la ruta 23, donde estuvo casi a punto de estrellarse contra una gran manada de Bouffalant que se hallaba atravesando el sendero, como si estuviesen llegando tarde a algún sitio. Decidió no perturbarles mediante un fútil combate que probablemente terminaría mal tanto para él como para sus compañeros, y esperó pacientemente hasta que el último de ellos hubiese pasado. Solo entonces prosiguió con el viaje.

    Se sorprendió mucho al encontrársela parada frente al descomunal e intimidante portón que daba la bienvenida a la Calle Victoria, vestida con su típica camisa blanca y azul y sus shorts amarillos, ataviada con su gorra y bolso de entrenamiento. No parecía muy feliz de verlo.

    -¡Rosa!-exclamó mientras aparcaba su medio de transporte frente a ella-¿Qué haces aquí? Pensé que estarías allí adentro.

    -Llegas tarde-retrucó ella al instante y con un tono tajante mientras se cruzaba de brazos-. Diez minutos tarde, para ser exactos.

    Algo no estaba bien. Ella no era así de ruda o estricta. La conocía mejor que lo que podría admitir.

    -Vamos, solo fue un pequeño retraso-objetó, intentando defenderse-. Todas las otras veces he estado aquí a horario. No creo que hoy sea un día tan importante como para que me...

    -Ya basta-le interrumpió ella, alzando su mano derecha para indicarle que se detuviese-. No toleraré tus excusas, Nate. Así que, como castigo real, ¡Decreto que a partir de ahora pasarás a ser el bufón de mi corte!

    Su desconcierto se convirtió en enojo en cuanto detectó cómo los ojos azules de la chica adquirían una coloración aguamarina brillante, al mismo tiempo que sus labios esbozaban una siniestra sonrisa, enseñando unos largos y aserrados colmillos.

    -¡CAÍSTE!-carcajeó la falsa Rosa mientras se desvanecía en el aire, revelando a un pokémon antropomórfico de rasgos vulpinos, pelaje marrón grisáceo y una espesa melena rojiza con puntas negras sujetada de la porción inferior por un brazalete que hacía juego con el color de sus ojos, formando una cola de caballo improvisada.

    -Muy gracioso-comentó Nate con un rictus cargado de desdén-. Ya en serio, ¿dónde está tu entrenadora?

    El Zoroark dejó de reírse como una hiena y, concentrándose, alzó ambos pares de garras al aire para crear una nueva ilusión, rodeando todo su cuerpo de una resplandeciente aura magenta. Tenía ahora frente a él a un joven pelirrojo de aproximadamente su misma edad, que vestía una camiseta de manga corta y pantalones negros como la noche, acompañados por zapatillas verde agua. Sus ojos de borde rojo remitían a su verdadera apariencia.

    -¿Dónde más crees?-le respondió mordazmente y con un tono burlón, pero amigable-. Te aguarda en lo más alto del palacio. Aunque debo advertirte que ahora mismo está meditando, y podría ponerse de muy mal humor si la desconcentras de forma muy brusca.

    -Tomo nota-replicó determinado el muchacho ajustando la visera de su gorra roja, blanca y negra-. Ahora llévame con ella de una buena vez. No estoy de humor para más bromas tuyas.

    -Vaya, pero qué carácter-bromeó de buena gana el zorro bípedo mientras abría el portón para invitarle a pasar-. Es por aquí.

    Mientras Zoroark le guiaba a través de las interminables cuevas de la montaña, el joven de cabello y ojos castaños aprovechó para contemplar por enésima vez el majestuoso y recientemente reconstruido Palacio de N: aquella fortaleza que alguna vez había sido erigida por el Equipo Plasma para infundir el temor en los ciudadanos de Unova para luego caerse a pedazos junto con los delirios de grandeza y la sed de poder de Ghetsis ahora había sido convertido en un hermoso y monumental edificio que, estando pegado a la sede de la Liga Pokémon, trasmitía paz y seguridad exhibiendo su grandeza desde la cima de la colina. Dentro del mismo, numerosos miembros de la reformada logia se encargaban con ayuda de sus pokémon de realizar los últimos arreglos interiores, dirigidos por el sabio Rood y por Anthea y Concordia, las musas del Amor y de la Paz. Todos ellos estaban tan ocupados yendo de un lado al otro que casi ni repararon en el joven de catorce años y el pokémon peludo que se desplazaban por las instalaciones como si de dos sinuosas sombras se tratase.

    Tal y como Zoroark le había prometido, Rosa se hallaba en el piso más alto del castillo, más específicamente en la todavía sin restaurar sala del trono, vistiendo un largo vestido rosado y blanco. La joven campeona de la región se hallaba sentada en el trono que alguna vez había sido pensado para que N lo usase, meditando y con su Serperior dormitando alrededor de su cuello. La elegante pokémon serpiente parecía una deslumbrante bufanda verde cuidadosamente bordada.

    Nate tragó saliva en cuanto se percató de que no estaba sola: Zekrom, el colosal dragón legendario del rayo, le observaba fijamente con sus profundos ojos de irises blancas y pupilas oscuras, observando cada paso que daba y sin perder contacto visual con él. El generador de electricidad que formaba parte de su cola se hallaba apagado, en estado de reposo.

    -Me alegra mucho que ya estés aquí, Nate-afirmó Rosa muy contenta mientras abría sus ojos y bajaba del trono, con su Serperior espabilándose y empezando a reptar para quitarse de encima de su entrenadora-. ¿Qué te parece el cómo hemos dejado el palacio?

    -Sin duda ha quedado impecable, Rosa-admitió sorprendido él, al mismo tiempo que abrazaba a su amiga para luego separarse de ella-. ¿Cómo has estado? Oí que el Alto Mando ha decidido ponerse en tu contra en las elecciones.

    -Es un poco complicado-explicó Rosa un poco desanimada mientras se ajustaba la pequeña corona dorada que portaba en la cabeza-. Shauntal estuvo de acuerdo con mi propuesta, pero Caitlin y Marshal se opusieron completamente, diciendo que mi gobierno solo traerá desdicha. Grimsley también prometió defenderme, pero su voto y su apoyo no valdrán de mucho si sigue con su plan de claudicar dentro de unos meses.

    -¡¿Grimsley se retirará del Alto Mando?!-exclamó Nate estupefacto, incrédulo ante lo que sus oídos acababan de escuchar.

    -Eso me temo-suspiró ella-. No deja de hablar sobre querer dedicarse al surfeo de Mantine en la región de Alola. Anunciará su retiro públicamente el mes que viene. Suponemos que Iris podría ser una buena sustituta para él.

    -¿Y has hablado con Hugh últimamente?-inquirió él, cambiando de tema.

    -Sabes que no-contestó Rosa, levemente entristecida-. No quiere hablar conmigo. Pero está bien. Creo...creo que los dos necesitamos tiempo, es todo.

    Los dos jóvenes permanecieron callados por unos segundos, mirando para otro lado para evitar el contacto visual y poder pensar en silencio. Al poco tiempo, Nate alzó la cabeza para hablar.

    -¿Realmente crees que estamos haciendo lo correcto, Rosa?-inquirió con notable preocupación en el tono de su voz-Si ganas las elecciones contra el presidente...bueno, estamos hablando de cambiar por completo el sistema político con el cual Unova se ha sostenido por más de un siglo. Y si tu idea llega a fracasar...la gente podría condenarte y perseguirte por ello.

    -Nate, soy consciente de los riesgos-aseguró ella cabizbaja-. Pero debo hacerlo. Es la única forma en la que podré cumplir mi sueño de unir definitivamente a humanos y pokémon. Es mi ideal, y me mantendré firme en mi decisión de defenderlo hasta el final.

    -Lo sé, pero...-comenzó él para hacer una pausa, aclarar la garganta y continuar-Mira, tú sabes que te apoyo, al igual que tu madre, la profesora Juniper y los líderes de gimnasio. Pero, al mismo tiempo...no estoy muy seguro de que esto es lo que N querría.

    -N me dijo que tenía el ideal de ser el puente entre humanos y pokémon-afirmó Rosa adoptando un semblante serio-. Y pienso ayudarle a hacer realidad ese ideal, aun si él no puede estar presente para verlo cumplirse. Nuestra región está al borde del colapso, Nate. Nuestro presidente y nuestras fuerzas armadas hicieron la vista gorda cuando debían defendernos del Equipo Plasma, y causaron el hurto de innumerables pokémon y la muerte por congelamiento de millones de personas en Ciudad Caolín. Sus manos están manchadas con sangre de gente inocente. Y es por eso que Unova necesita una nueva autoridad. Una que devuelva la fe a sus ciudadanos, para recordarles que no tienen nada que meter. Que unidos somos invencibles.

    -No niego que el presidente debe dejar su puesto y pagar por sus crímenes-replicó su amigo dubitativo-Pero...Rosa, estamos hablando de re-estructurar todo prácticamente desde cero. De pasar de una democracia representativa a una monarquía autoritaria.

    -No autoritaria-le corrigió ella-, constitucional. Dividiré el poder entre los líderes de gimnasio, el Alto Mando y yo para lograr un gobierno abarcativo, sabio y justo. Nos ayudará a escuchar y a atender mejor las necesidades de cada ciudad y pueblo. Y no solo eso, sino que también acercará más a las personas con sus pokémon, para que reconecten y recuperen los vínculos que perdieron a causa del daño producido por las acciones pasadas del Equipo Plasma. Traeremos de vuelta los valores en los cuales Unova se fundó originalmente. Es la única manera en la que podremos seguir adelante. Y quizás, solo quizás, llegará así el día en que humanos y pokémon no necesitemos de poké balls para estar verdaderamente unidos.

    -Y eso inevitablemente nos pondrá en problemas con la U.E.R.-concluyó él.

    .Como ya te he dicho, soy consciente de los riesgos-repitió Rosa sin temor ni duda de ningún tipo reflejados ni en su rostro ni en sus cuerdas vocales -. Y si la Unión de Estados Regionales decide declararnos la guerra...pues entonces atacaremos antes que ellos. ¿Verdad, Serperior?

    Su pokémon inicial asintió con la cabeza, mirándola a los ojos y en señal de entendimiento.

    -¿Y tú qué opinas de todo esto?-preguntó Nate mientras se daba la vuelta para dirigirse hacia el todavía disfrazado Zoroark-¿También crees en su visión?

    -Siempre seré leal a mi maestra y entrenadora-contestó Zoroark, casi sintiéndose ofendido ante la pregunta-. Conozco a aquel al que ustedes llaman N desde que él era un niño perdido en el bosque y yo un pequeño Zorua, y él estaría a favor de esto. Si mi maestra desea volver realidad el sueño de mi mejor amigo y llevar tanto a lo que queda del Equipo Plasma como a la humanidad y a los pokémon hacia tan radiante y glorioso futuro, la apoyaré incondicionalmente.

    De pronto, y para sorpresa de todos los presentes en el recinto, Zekrom dio dos atronadoras pisadas hacia adelante y, mirando hacia el techo, soltó un potente rugido que hizo que todo el salón se estremeciese.

    -¿Qué ocurre, Zekrom?-preguntó la campeona, mejor actriz y aspirante a reina de Unova, atónita ante la acción del dragón legendario.

    -Zekrom dice que debe partir-tradujo Zoroark-. En un viaje que solo él debe tomar.

    -¿Un viaje?-inquirió Nate arqueando una ceja-¿Con destino a dónde?

    -A donde todo terminará o comenzará-retrucó el pokémon vulpino ilusionista de forma críptica y cortante.

    * * *

    "Se presentó aquí ayer para visitar la tumba de su Gallade, y nos comentó que estaba muy preocupada por él. De hecho, desde que se enteró de que regresó a Pueblo Paleta ha querido pasar a visitarle, pero no ha tenido el tiempo. También ha tratado de ponerse en contacto con él, pero no le ha contestado ni una sola llamada."

    Las palabras de Reina volvieron a hacer eco en el banco de su memoria, superponiéndose a lo que sus oídos escuchaban, a las secas y casi improcesables pisadas que las veloces y fortalecidas patas de su Dodrio hacían cada vez que establecían contacto con el suelo. Había intentado ahogarlas junto con el escalofrío que había recorrido su nuca y su columna vertebral completa mientras dejaba detrás Pueblo Lavanda. Pero su mente se había puesto en su contra, jugándole una sucia jugarreta al recordarle de forma insistente un detalle al que había escogido darle demasiada importancia.

    Green ya conocía de sobra a Sabrina. Desde que había comenzado a hacer las prácticas para volverse la futura líder de gimnasio de Ciudad Azulona, la especialista en pokémon psíquicos de Ciudad Azafrán había pasado en más de una ocasión para conversar con su maestra Erika sobre asuntos privados, ignorándola por completo y haciendo de cuenta como si ella estuviese pintada. Sabía más que bien que era una mujer de cuidado, fría y completa y llanamente intratable. Muchas personas en Kanto se referían a ella como una bruja, una arpía y un innumerable listado de otros adjetivos que no eran para nada halagadores. Solo los habitantes de Azafrán y los fanáticos de su personaje en las películas de La Puerta al Mundo Mágico parecían tener cosas positivas para decir sobre ella.

    ¿Pero por qué había preguntado por Red? ¿Por qué quería ver a su viejo amigo y hermano mayor adoptivo? ¿Acaso había quedado resentida por la aplastante derrota que había sufrido ante él años atrás y deseaba la revancha? ¿O acaso formaba parte de un plan mucho más retorcido y siniestro? Fuera como fuera defendería a Red, a su madre y a sus pokémon con su vida. No dejaría que sus vidas fuesen arruinadas por aquella mujer entrometida y vil.

    Una sonrisa repleta de añoranza y de nostalgia se dibujó en sus labios mientras entraban en Pueblo Paleta. Llevaba meses afuera de aquel modesto pueblo que había sido su hogar por gran parte de su vida, y volver a poner los pies en él la embargaba de felicidad. Tras un par de palmaditas en señal de afecto y agradecimiento, bajó del lomo de su Dodrio para regresarlo a su poké ball y usó el juego de llaves que se le había confiado para entrar a la velocidad de un dardo en la residencia que tan bien conocía y que tanto quería.

    -¡Green, mi niña!-celebró emocionada la mujer de cabello castaño que había sido por muchos años lo más cercano a una madre para ella al verla ingresar en su residencia, dejando los platos lavados para ir a abrazarla-¿Cómo has estado?

    -¡Excelente, señora Tajiri!-respondió la joven entrenadora, correspondiendo el abrazo-¡Gracias por preguntar!

    -Oh, querida, siempre tan educada y tan formal-rió entre lágrimas la mujer-. Ya te he dicho más de una vez que puedes llamarme mamá."

    -Lo sé-rió Green nerviosa y con una gota de sudor recorriéndole la frente-. ¿Está Red en casa?"

    -Metido en su cuarto, como siempre-bromeó la señora Tajiri-. Ve si puedes sacarlo de allí aunque sea a rastras.

    Le devolvió la sonrisa asintiendo y subió las escaleras que conducían hacia el piso de arriba llena de energía y vitalidad. Como ya se lo imaginaba, la puerta del que alguna vez había sido el cuarto de ambos estaba entreabierta y sin candado, y él se hallaba acostado boca arriba sobre su cama, con un adormilado Charizard haciéndole compañía desplomado sobre el suelo, a escasos centímetros de los pies de la cama de su dueño.

    Apenas había puesto un pie en la pieza cuando le vio abrir sus ojos. Aquellos cautivantes y profundos ojos cuyo color cada cierto tiempo parecía pasar del castaño de su cabello a un rojo sangre intenso. Su semblante serio pasó a ser sustituido por una sonrisa afable y amistosa en cuanto hizo contacto visual con ella.

    -Hola, Red-dijo ella con una sonrisa sincera y alzando la mano para saludarle, acercándose a él-. ¿Qué cuentas?

    -Green-dijo en un tono apagado, pero también amable-Hacía tiempo que no venías a visitarnos.

    -Bueno, te prometí a ti y a tu madre que pasaría hoy, ¿no es cierto?-replicó ella mientras se le escapaba una risita pequeña que hizo que el Charizard se despertase y alzase la cabeza-¡Oh! Hola, Charizard.

    El lagarto ígneo alado respondió el saludo de la hermana adoptiva de su maestro dándole un leve y cariñoso empujón en la cintura con su hocico, emitiendo un pequeño gruñido que denotaba afecto y alegría. Luego volvió a bajar la cabeza para seguir descansando.

    -Es muy tierno cuando duerme, ¿no crees?-preguntó Green muy contenta mientras se sentaba cerca de la cama, mientras él hacía un lado sus piernas para dejarle un poco más de espacio.

    -Cambiaste de estilo-contestó él, habiendo detectado finalmente su nueva remera blanca de rayas grisáceas y su falda azul oscuro. Había sustituido su viejo bolso de mano amarillo por uno rosado que hacía juego con su viejo gorro blanco, el cual tenía dibujado la mitad de arriba de una honor ball. Sus brazaletes negros deportivos eran la única parte de su vestimenta que no había cambiado en lo absoluto.

    -¡Gracias por notarlo!-exclamó ella muy halagada mientras sus mejillas adquirían una coloración rojiza-Pensé que debía actualizar mi ropa y mi apariencia si voy a ser líder de gimnasio.

    -¿Y cómo han ido las prácticas?-inquirió Red perplejo e intrigado a la vez.

    -¡De maravilla!-afirmó Green feliz de la vida, lista para compartir todo lo que le había pasado la última semana-. Erika cree que ya casi estoy lista para dejarme a cargo y así empezar a preparar su campaña ambientalista.

    -¿La de la lucha por el fin de la contaminación del aire en Azulona de la que me has hablado?-preguntó él sin esconder su interés.

    -Esa misma-asintió ella muy entusiasmada-. Y eso no es todo. ¡Ivysaur evolucionó ayer en Venusaur durante el entrenamiento! ¿No es genial?"

    Charizard no pudo evitar sonreír mientras dormitaba. El saber que su viejo compañero de laboratorio había alcanzado su etapa evolutiva definitiva llenaba su alma de felicidad.

    Red se limitó a mirar a su hermanastra menor con orgullo. Siempre había sido una niña de un corazón tan puro como el agua de manantial de las cataratas Tohjo, y ahora se había convertido en toda una señorita hecha y derecha con tan solo catorce años de edad, lista para convertirse en la líder de gimnasio que desde pequeña había soñado ser. Era ahora más que nunca que se lamentaba no haber estado para ella durante aquella fase de transición de la infancia a la adultez. Si había alguien que le había extrañado más que su propia madre era ella. Y la culpa sola recaía en nadie más que en él.

    -Green...-suspiró, finalmente reuniendo el valor que andaba buscando desde hacía un tiempo.

    -¿Sí, Red?-preguntó ella, volteándose para dedicarle con una sonrisa toda su atención.

    -Hay algo que debo decirte-contestó el ex-campeón de Kanto, al mismo tiempo que se levantaba de la cama y se ponía de pie-. Y debo decírtelo ahora.

    Ella le miró confundida, sin comprender con qué le saldría a continuación. Él, por su parte, se limitó a tragar saliva y a carraspear, aclarando su garganta para que pudiese expresarse fuerte y claro.

    -Voy a pedirle a alguien matrimonio-dijo finalmente.

    El rostro de la muchacha expresó asombro, alegría y júbilo en menos de cinco segundos.

    -¡OH POR...RED, ESAS SON EXCELENTES NOTICIAS!-vociferó Green mientras brincaba con lágrimas en los ojos, abrazando a su hermanastro con todas sus fuerzas para luego darle espacio-¡NUNCA ME DIJISTE QUE TENÍAS NOVIA! ¡¿PERO CUÁNDO Y CÓMO PASÓ SI ESTUVISTE TANTOS AÑOS ALLÍ ARRIBA EN EL MONTE, BUENO NO IMPORTA, DIME QUIÉN ES LA AFORTUNADA...!?

    -Sabrina-contestó Red con una sonrisa débil, pero auténtica.

    La mención de ese nombre paró a Green en seco. La joven aspirante a líder sintió un nuevo escalofrío, muy similar al que había percibido un rato antes, cuando Dodrio y ella abandonaron Pueblo Lavanda.

    -¿S-sabrina?-consiguió balbucear por fin-¿Q-quieres d-decir....l-la l-líder de g-gimnasio de A-azafrán? ¿E-esa S-sabrina?

    -¿Conoces a otra Sabrina?-se atrevió a bromear el ex-campeón, algo muy poco habitual en él.

    Con sus dudas disipadas, Green volvió a abrir la boca. Pero esta vez no fueron de regocijo los gritos que escaparon de sus labios, sino de genuino e innegable horror.

    -¡P-PERO RED, ES SABRINA, ELLA ES..!

    -La persona más sincera y más parecida a mí que conozco-la atajó Red, interrumpiéndola por segunda vez para luego arquear su ceja derecha-. No hay ningún problema con eso, ¿O sí?

    -¡¿P-pero por qué ella?!-insistió ella sintiéndose completamente perdida-¡¿Cuándo fue que ella y tú se...?!

    -Muchos años atrás-retrucó él con frialdad-. Cuando Blue y yo aún estábamos en pleno viaje. Pasamos unos días juntos conversando y entrenando para conocernos mejor, y al cabo de un tiempo nos enamoramos. Pasada la liga y mi cumpleaños seguí viéndola. Por eso...por eso viajaba tan seguido a Ciudad Azafrán antes de que me fuese de casa.

    -¡Nos dijiste que era para entrenar con el Maestro Karateka del dojo-karate!-espetó ella, involuntariamente señalándole de forma acusatoria con el dedo índice de su mano derecha.

    -Mentí-le respondió su hermanastro de forma cortante-. Eran otros tiempos. Si nuestra relación se hacía pública, ella habría sido acosada por los medios. Y no quería ponerla en esa situación. Pero ahora que ambos somos adultos será más sencillo dar el siguiente paso.

    Green inhaló y exhaló profundamente mientras unía ambas manos y las apoyaba sobre su nariz y labios, como si estuviese a punto de ponerse a rezar. Luego volvió a verle a los ojos.

    -¿Alguien más sabe de esto?-preguntó de forma directa.

    -No-aseguró él de forma automática, casi robótica-. Eres la primera a la que se lo cuento.

    -Red, eso no está bien-objetó ella-. Debes decírselo ya mismo a tu madre. Además...bueno...ha pasado mucho tiempo. ¿En verdad crees que todavía te está...?

    Esta vez fue ella misma la que se interrumpió. Ya sabía la respuesta a esa última pregunta. Red aprovechó su silencio para contestársela.

    -No lo creo, lo sé-afirmó él con el mismo tono que había empleado antes-Tenemos un vínculo mental que nos permite sentir las emociones del otro. Está esperando a que vaya a verla, Green. Y no se me ocurre mejor momento que ahora para hacerlo.

    -Aun si lo que dices es cierto, debes decírselo a mam-digo a tu madre...-comenzó Green para luego frustrarse por un breve instante y proseguir-...A mamá. No puedes seguir ocultándoselo.

    -Todavía no es el momento-dijo Red mientras se acercaba a su ventana con intención de escapar. Charizard se levantó del suelo y le siguió, abriendo sus fauces para bostezar-. Pero sí es el momento para...

    -¡RED!-protestó ella indignada, cruzándose de brazos-¡No te atrevas a huir y a dejarme aquí hablando! ¡Baja ahora mismo y dile a mamá la verdad!

    -¿O qué?-retrucó él con su pierna izquierda ya apoyada sobre el marco de la ventana, girando la cabeza y dedicándole una mirada desafiante.

    -¡Te retaré a una batalla pokémon!-amenazó ella mientras tomaba de su bolso la poké ball que contenía a su Venusaur-¡Y te venceré!

    -Inténtalo-respondió él mordazmente mientras sacaba del bolsillo derecho de su pantalón la cápsula contenedora de su Lapras. Charizard abrió ambas alas y gruñó, ansioso por un nuevo desafío.

    Pero el combate que probablemente hubiese hecho volar la habitación por los aires no llegó a darse. El sonido de la puerta de calle cerrándose violentamente, dos voces discutiendo brevemente y unos pasos agitados corriendo por sobre las escaleras les detuvieron, para que luego una cara conocida ingresase sin invitación al cuarto, dejando a ambos y al lagarto igual de boquiabiertos.

    -¡¿PROFESOR OAK?!-exclamaron ambos en estéreo.

    -¡Red, muchacho!-exclamó el viejo científico mientras la madre de Red también daba acto de presencia. Su blanca bata de laboratorio lucía agujereada y con restos de quemaduras, al igual que sus pantalones morados-¡Gracias al cielo que te encuentro aquí!

    -Profesor, ¿qué le ha pasado?-preguntó Red atónito y preocupado-¿Por qué toda su ropa está así?

    -¡No hay tiempo para explicar!-espetó Oak con una muy impresionante velocidad y vigor para su edad-¡Enciende tu televisor ya mismo!

    El joven ex-campeón, aunque todavía con medio millón de preguntas en la cabeza, obedeció. Tomó velozmente el control remoto que siempre dejaba debajo de la cama y presionó el botón rojo, apuntando al televisor. Y las imágenes que los cuatro vieron por el canal de noticias en cuanto la pantalla se iluminó le dejaron sin palabras.

    -¡Estamos aquí presenciando lo que podría describirse como el suceso más insólito en la historia de esta región desde la Gran Guerra de Kanto!-decía la reportera de cabello oscuro, ojos azabache y blusa verde-¡Las Aves Legendarias Articuno y Zapdos llevan unos cuantos minutos atacando Ciudad Fucsia y Ciudad Azafrán, congelando y friendo todo a su paso con tormentas de hielo y eléctricas! Ya se han reportado alrededor de veinte muertos y ochenta heridos, y la policía local ha comenzado a evacuar a los ciudadanos. Todavía se desconocen las intenciones detrás de los dos pokémon, pero recomendamos a los entrenadores y viajeros que se encuentren ahora mismo en las rutas colindantes no acercarse hasta que las autoridades pertinentes se hayan hecho cargo de la situación. Repito: NO SE ACERQUEN.

    Parecía un montaje, una película de alto presupuesto diseñada para engañar y apantallar tontos. Pero las imágenes y videos eran reales: allí estaban Articuno y Zapdos, los dos pájaros legendarios del Hielo y del Rayo, trayendo consigo destrucción y muerte desde el cielo. Y parecían estar sufriendo.

    -Ya he contactado con Blue en el camino desde Ciudad Fucsia hasta aquí para que asista a Janine en la defensa de la ciudad-explicó Oak-¡Red, odio pedirte esto, pero creo que sería una excelente idea que tú y tus pokémon ayudasen a los oficiales de Ciudad Azafrán!

    -¡Ciudad Azafrán!-observó Green sorprendida-¡Pero allí es donde vive...!

    -...Sabrina-completó Red, finalmente reaccionando y corriendo decidido a subirse al lomo de Charizard-¡Tengo que ir por ella!

    -¡Y yo te acompañaré!-declaró su amiga yendo en la misma dirección que él y aferrándose a su cintura.

    -¡DE NINGUNA MANERA!-gritó la señora Tajiri furiosa mientras se interponía entre la ventana abierta y el reptil lanza-fuego a punto de despegar del suelo-¡Los dos no irán a ninguna parte!

    -¡Mamá, déjanos ir!-contestó su hijo irritado-¡Muchas personas inocentes morirán si no vamos!"

    -Ya pasé diez años de mi vida llorando por la desaparición de un hijo-gimió la mujer encolerizada-. ¡No perderé ambos el día de hoy! ¡No a manos de esos pokémon!

    -Mamá, ya he luchado antes contra Articuno y contra Zapdos, y hasta les capturé-se defendió Red-. Solo yo podré tranquilizarlos. Además, ¡No podemos perder tiempo!

    -¡Por favor!-suplicó Green entristecida, con su cabeza asomando por encima del ala derecha del inicial de su hermanastro.

    La señora Tajiri no pudo contener más las lágrimas. Con un profundo dolor en su corazón se dirigió hacia sus dos protegidos para estrujarlos mediante un demoledor abrazo que posteriormente le fue correspondido. Segundos después, procedió a apartarse.

    -Cuida bien de ellos-pidió a Charizard, quien respondió asintiendo determinado con la cabeza. Luego se volteó a ver a Red y a Green por última vez-. Y ustedes dos...prométanme que volverán ilesos.

    Aquellos a los que consideraba sus dos retoños respondieron de la misma forma que el pokémon, y en un parpadeo atravesaron con ayuda de la lagartija alada y barrigona la ventana, volando a toda velocidad con rumbo al este, hasta que no fueron más que un punto naranja apenas perceptible para el ojo humano.

    -Estarán bien-afirmó apesadumbrado Oak a su vieja amiga, intentando reconfortarla mediante el gesto de apoyar su mano izquierda sobre su brazo derecho-. Los dos son más que capaces.

    -Espero que tengas razón, Samuel-respondió la señora Tajiri apretando ambos puños, hallándose desconsolada y a merced de sus propias emociones.

    * * *

    Miles y miles de años atrás, cuando la gran bestia azul declaró la guerra al fiero señor de los continentes invocando un diluvio universal, un hombre y su pokémon previeron la calamidad que se avecinaba sobre todas las formas de vida que necesitaban de la tierra para sobrevivir.

    Negándose a morir, el hombre construyó con ayuda de la magia de su pokémon un arca más grande que cualquier otro navío en existencia en poco tiempo. A ella subieron tanto su esposa, sus hijos y sus nueras como dos miembros de cada especie habida y por haber de todos los pokémon alados y terrestres, un macho y una hembra por raza.

    El arca resistió maremotos, remolinos, vientos huracanados y hasta las más devastadoras tempestades, manteniendo a todo aquel ser vivo que estuviese dentro de ella a salvo. Y cuando el gran dragón finalmente puso fin a aquella apocalíptica contienda sin sentido, los mares se tranquilizaron, y la tierra volvió a florecer.

    Habiendo vuelto a pisar tierra firme, el hombre pasó el resto de sus días en compañía de su pokémon y de sus seres queridos. Su último regalo a la humanidad fue aquella preciada arca a la que tanto cariño y esmero le había puesto y con la que tantas vidas había puesto a buen resguardo.


    * * *

    El lejano pero potente eco del ruido producido por un antiguo e inmenso gong a causa de un fino mazo de madera apresuró a Zinnia a terminar el último párrafo de lo que presentía sería su última entrada. La joven cronista del Clan Meteoro cerró el pesado libro con piel de Tyrantrum, retiró con agua la tinta en la punta de la pluma que había usado para escribir, ajustó la mega-tobillera azulada localizada debajo de la rodilla en su pierna derecha y, con diario en mano, se apresuró a abandonar su recámara.

    Apenas había recorrido unos cuantos metros cuando un rostro conocido salió a su encuentro. Uno que no le alegraba mucho ver, pero que estaba consciente de que se le cruzaría en poco tiempo.

    -Parece que ya es nuestro momento de partir-le sonrió Spenser con amabilidad-. ¿Ya estás lista?

    -Imaginé que los elegidos tardarían más en llegar-contestó ella con frialdad, esquivando la pregunta por completo y revisando su viejo reloj de bolsillo cuya tapa llevaba grabada el dibujo de un Vibrava que exhibía orgulloso sus enormes alas romboides color esmeralda. Aún funcionaba tan bien como el día en el que Aster se lo regaló-. El tiempo vuela cuando una escribe.

    La sonrisa en los labios del anciano se desdibujó, siendo reemplazada por un ceño de tristeza. Comprendía más que bien la indirecta.

    -En efecto-respondió segundos después, poniendo fin al incómodo silencio que les rodeó por un instante-. El vigía los ha avistado a ambos en dirección hacia aquí. Y parece que no vienen solos. El joven campeón de Johto y sus otros amigos también les acompañan.

    -Recuérdame por qué debes acompañarme-indagó ella sin ocultar el fastidio que le causaba la presencia de Spenser "Por qué no puedo hacer esto sola.

    -Como dije en la asamblea, Kyogre tiene interés en la chica-retrucó él impasible-. Probablemente espera que ella tome mi lugar, y si es así debo guiarla.

    -Espera-le detuvo la cronista con los ojos como platos-. Si la busca a ella, ¿significa que tú...?

    El anciano asintió apenado con la cabeza. Tres palabras huyeron de sus labios en la forma de un susurro.

    -Eso me temo.

    -Nunca me lo dijiste-señaló ella.

    -Nunca lo preguntaste-contestó Spenser apoyándose en su báculo para recuperar el equilibrio que había perdido momentáneamente-. De hecho me sorprende que te muestres tan impresionada. Pensé que no te importaba."

    -No me importas-espetó ella-. Y esto no cambia nada. Solo me ha sorprendido porque no lo sabía.

    Los dos permanecieron parados uno frente al otro, mirándose fijamente e ignorando a los muchos y agitados miembros de los clanes Meteoro y Endrino que pasaron cerca de ellos con mucha prisa, acompañados de numerosos pokémon dragón, entre los que se podían ver unos cuantos Dragonair, Shelgon, Gabite y Flygon. Para ellos, todo lo que les rodeaba parecía no existir salvo el otro.

    -Sin embargo me recuerda a algo que nunca te he preguntado-continuó Zinnia de pronto, manteniéndole la mirada-. ¿Cómo fue exactamente aquel día? ¿Qué fue lo que se sintió?

    Spenser suspiró con gran pesar. Sus labios se contrajeron en un rictus, al mismo tiempo que los dedos de su mano derecha izquierda estrujaban el mango de su báculo, casi arañándolo. El amargo dolor de las vidas que había arruinado y perdido a causa de su nefasta ambición oprimía su corazón.

    -Estaba aterrado, con la espalda contra la pared-dijo por fin, comenzando su relato-. El viento aullaba con fuerza, y la lluvia no dejaba de caer mientras los rayos iluminaban el cielo con un fulgor tenebroso. Y lo único que podía hacer era quedarme allí, mirando a los ojos de la gran bestia azul.

    Spenser creyó ver por un breve milisegundo a su yo pasado de hacía miles de años, ahogando un grito y tragando saliva mientras el agua del océano le llegaba a escasos centímetros del cuello, con las anaranjadas y rojizas pupilas de Kyogre observando fijamente tanto su empalidecido rostro como el reluciente y cristalino cuerpo geométrico en la palma de su mano derecha que emitía un brillo azul claro e intenso, casi enceguecedor. Zinnia se percató del repentino temblor en los tensos nudillos de sus casi esqueléticas manos, así como también de la luz tenue que provenía de las venas en sus brazos, y por un instante se compadeció con él.

    -Acababa de utilizar el prisma azul para hacer que Kyogre viniese a mí" prosiguió en cuanto se repuso del haber revivido aquella traumática experiencia-. Y cuando finalmente le tuve enfrente mío comprendí tarde el grave error que había cometido. Los prismas, si bien habían sido diseñados con el fin de despertar y controlar el poder de ambos legendarios, también contenían una energía de tal magnitud que cualquier humano o pokémon que tuviese una exposición prolongada a ellos terminaría sucumbiendo ante su poder primigenio.

    Hizo una pausa para apoyar ambas manos sobre el bastón y desviar la mirada hacia abajo, tanto avergonzado por su accionar como también por lo que tendría que describir a continuación. Un familiar dolor comenzó a oprimirle el pecho.

    -El prisma terminó fusionándose con mi piel, hundiéndose en mi mano y recorriendo todo mi brazo y hombro hasta alcanzar mi caja torácica, donde se detuvo para irradiar aún más energía, alterando por completo mi estructura molecular. Grité como nunca jamás lo había hecho hasta aquel entonces mientras me retorcía a causa del sufrimiento que estaba experimentando. Era como si todas y cada una de las células que conformaban mi ser ardiesen con las llamas del infierno, sin terminar de consumirse. Mi mente se estaba haciendo pedazos, y cuando creí que ese sería mi final, oí una voz frente a mí. Kyogre estaba hablándome. El prisma me había otorgado un saber tan amplio que ahora no solo comprendía su lengua, sino que además podía leer sus pensamientos.

    -Y...¿Qué fue lo que te dijo?-inquirió Zinnia con temor.

    -Estaba furioso conmigo-respondió Spenser lentamente-. Decía que había osado dominarle, y que podría haberme devorado con tan solo abrir sus fauces para hacerme pagar el precio. Pero que me daría la oportunidad de ser su heraldo en cuanto terminase de destruir la tierra y de formar el mundo marino que tanto ambicionaba.

    La cronista alzó una ceja incrédula.

    -Me explicó que Groudon y él estaban atrapados en una lucha interminable-explicó el anciano líder del Palacio Batalla-. Una que solo acabaría cuando uno de los dos acabase ahogado o incinerado. Y que aunque quisieran detenerse, el poder de la regresión primigenia es como una adicción a la que no pueden renunciar, que les reduce a sus instintos primitivos y a una insaciable necesidad por conseguir más y más poder. Es por eso que ambos desean hacerse con la energía natural del planeta. Y si no pueden conseguirla, entonces se conformarán con matarse el uno al otro.

    -Costó mucho lograr que el prisma azul abandonase mi cuerpo. Se necesitó de las artes arcanas de los mejores hechiceros para retirármelo, y cuando Rayquaza drenó tanto a Kyogre como Groudon de sus poderes primigenios, solo entonces conseguí que la separación fuese completa. Naturalmente ya era demasiado tarde, puesto que ahora podía escuchar la voz de Kyogre incluso si este permaneciese dormido. Seguía conectado en cuerpo, mente y alma a mí, aunque fuese en un sueño, advirtiéndome de que vendría por mí el día en que tanto él como el prisma escogiesen a un nuevo heraldo.

    -No te sigo-admitió Zinnia rascando su nuca, intentando procesar todo lo que estaba escuchando-. Entonces...¿Dices que Kyogre busca que le sirvas y que al mismo tiempo le detengas?

    -Podría decirse-reconoció Spenser-. Y ahora que se ha fijado en la chica, su mente se encuentra más dividida que nunca. Una parte de él quiere que la salve de tan horrible destino. La otra desea que eso ocurra. Y eso, por lógica, implica que yo quede fuera de la ecuación primero.

    -¿Y qué piensas hacer al respecto?-preguntó ella confundida.

    -Lo primero-afirmó él con evidente determinación y un dejo de enojo en su voz-. Nadie jamás debe volver a pasar por lo que yo pasé. Los prismas azul y rojo deben permanecer en el Monte Pírico, que es donde pertenecen, sin que nadie los toque.

    -Pero hay algo que no encaja-señaló la cronista perpleja-: Maxie, el líder del Equipo Magma, estuvo expuesto al poder del prisma rojo cuando despertó a Groudon. ¿Cómo es posible que no haya sucumbido ante la energía primigenia y tú sí?

    -Maxie no estuvo el suficiente tiempo expuesto al prisma rojo-contestó el viejo haciendo a un lado sus barbas para poder rascar su barbilla-. O al menos eso es lo que yo creo. Además, para que la fusión de transformación en heraldo dé lugar, el prisma también debe elegir al portador, reconociéndole como digno, como fue mi caso.

    El silencio se cernió sobre ambos nuevamente. El gong que Zinnia había escuchado antes volvió a ser golpeado más adelante.

    -Imagino que ya te has despedido de todos aquí, incluyendo a la Gran Matriarca-dijo Spenser cambiando de tema.

    -No de todos-replicó Zinnia mientras comenzaba a avanzar-. Aún hay una persona con la que debo hablar antes de partir.

    Callados y sin dirigirse palabra alguna, el inmortal hombre y la muchacha caminaron derecho por los amplios pasillos, hasta dar una vuelta a la izquierda y llegar ante una gran puerta de hierro que era custodiada por un hombre alto y fornido y su Zweilous, quienes en cuanto les vieron se apartaron para permitirles el acceso, haciendo una reverencia en señal de respeto.

    Abriéndose paso entre los muchos discípulos y caballeros que iban de un lado a otro asegurándose de que una pareja de cada especie de pokémon entrase sin chistar a donde estarían a buen resguardo, hallaron a Lance y a Clair contemplando juntos y con el ceño fruncido aquel enorme búnker.

    El búnker. Ese era el nombre clave que le había sido conferido a aquella colosal embarcación que antaño había salvado a incontables seres vivos. Tras haber sido recuperado por los descendientes del Clan Meteoro y del Clan Endrino, aquel enorme navío que contaba con más de ochocientos cincuenta metros de altura había sido modificado con el pasar de los siglos mediante numerosas piezas de tecnología de empresas como Devon S.A. y Silph S.A., con el objetivo de otorgarle un diseño más aerodinámico y una mayor resistencia en caso de que algún día tuviese que ser usado nuevamente.

    Clair se dio la vuelta en cuanto se percató de la presencia de Zinnia y de Spenser, apoyando sus manos sobre sus caderas para adoptar una posición de jarrón y mirando a ambos con una cara de pocos amigos que no reflejaba otra cosa más que desdén.

    -¿No deberían haber partido ya?-preguntó altaneramente, sin siquiera pestañear.

    -No podía irme sin hablar contigo-replicó Zinnia, manteniéndole la mirada sin siquiera estremecerse-. Escucha, Clair. Mi sexto sentido me dice que probablemente no volvamos a vernos después de esto, y si mi corazonada resulta ser cierta no quiero tener que irme sin haber hecho las paces contigo.

    -Como si eso fuera a ocurrir-retrucó la doma-dragones con una de las venas en su frente palpitando-. ¿Piensas que olvidaré el cómo guiaste a esos maniáticos del Equipo Magma hasta la ubicación de Groudon solo para despertar a Rayquaza, poniendo a todo el planeta en riesgo?

    -Clair...-comenzó Lance, solo para que su prima alzase su mano derecha, indicándole que se callara. El pelirrojo no tuvo otra alternativa más que cerrar la boca, pues sabía que discutir con Clair era como querer entrar en razón con el más terco de los Charizard.

    -Lo que hice fue por una buena causa-argumentó Zinnia-. Quería evitar que el meteorito destruyese Hoenn, y en aquel punto no había hallado otra manera para llamar la atención de nuestro guardián. Admito que cometí una gran equivocación, pero al final logré lo que me había propuesto. Salvé a toda una región.

    -Dirás que ese muchacho y Rayquaza salvaron a toda una región-espetó Clair-. Y siéndote franca, ya he visto algunas de las batallas de ese chico y sus pokémon, y no estoy sorprendida. No creo que esté a la altura de un conflicto como este, y no depositaré mi fe en él.

    -Con el debido respeto, Clair-se atrevió a observar Spenser-, ¿no son él y su novia los elegidos que el Oráculo ha dicho nos salvarán del Ragnarok? ¿No son ellos quienes poseen el poder de los dragones eón y la clave para invocar a Rayquaza?

    El Oráculo. Todos en el Clan Meteoro le conocían y le respetaban tanto como le temían. Se trataba de una figura delgada y esquelética que, a juzgar por la banda que cubría su vacías cuencas y las largas hebras canosas de cabello que tapaban su cuerpo hasta seguir en el suelo, era imposible determinar si era un hombre o una mujer. Se decía que existía desde la época de la primera vez que Groudon y Kyogre se enfrentaron, y que por motivos que nadie conocía había llegado a vivir hasta el día de la fecha, probablemente producto de alguna bendición o maldición que había caído sobre él o ella. Sus siempre acertadas predicciones habían ayudado a ambos clanes en más de una ocasión, más nunca quería hablar con nadie más que con la Gran Matriarca, y parecía hallar únicamente la paz y la tranquilidad cuando se hallaba rodeado de pokémon del tipo psíquico, fantasma o siniestro, siendo su mejor amigo un Banette salvaje que le visitaba a menudo. Su conexión con el Más Allá era todo menos innegable.

    -Las palabras del Oráculo pudieron haber sido malinterpretadas-puntualizó Clair casi bufando como un Tauros enardecido-. Sabemos de sobra que nunca nos ha dado toda la información cada vez que sufre visiones.

    -Sea como sea, no me iré de aquí hasta haber arreglado las cosas entre nosotras-afirmó Zinnia cruzándose de brazos, permitiéndose a sí misma soltar un suspiro antes de seguir-. ¿Qué fue lo que nos pasó, Clair? Éramos tan unidas cuando éramos niñas. Te consideraba mi hermana mayor. Ya ha pasado mucho tiempo, y ahora que nos encontramos ante el posible fin de todo lo que conocemos sigues siendo dura e inflexible conmigo. ¿Por qué no...?

    Clair apretó con fuerza sus dientes mientras sus ojos se tornaban llorosos. Ya no podía seguir conteniendo la ira y el dolor que carcomían lo más profundo de su alma.

    -¡POR TU CULPA CASI MORIMOS TODOS EN DOS SITUACIONES!-vociferó colérica-¡POR TU CULPA ES QUE TODOS ESTAMOS EN ESTA SITUACIÓN! ¡Y DE NO SER POR TI, ASTER TODAVÍA ESTARÍA CON VIDA!

    Lance y Spenser notaron cómo todos y cada uno de los músculos de los brazos de Zinnia se tensaban tanto como los de un Machamp tras haber realizado el movimiento Corpulencia, al mismo tiempo que las pupilas de sus rojos ojos se contraían a causa del odio y la tristeza. Evidentemente la joven cronista estaba así de cerca de perder la compostura y abofetear a la líder de gimnasio de Endrino.

    -La muerte de Aster es algo que jamás me perdonaré-respondió la muchacha, con su rostro ensombrecido, con sus dientes chirriando y con sus puños crujiendo-. No pude defenderla cuando aquellos cazadores vinieron al Pilar Celeste con la intención de capturar a Rayquaza, y todo porque tenía miedo de enfrentarles. Y por ello la perdí. Mi mejor amiga. Mi compañera. Mi alma gemela.

    Un abrumador silencio calló los labios de la cronista, haciendo temblar a su vez los de la doma-dragón. Lance y Spenser también guardaron silencio, sabiendo perfectamente que ambas necesitaban un momento.

    -No quiero tus disculpas-continuó Zinnia, casi a modo de un murmullo-. Pero sí quiero que entiendas. Que entiendas que no quiero que sigamos así. No cuando es posible que esta sea la última vez que hablemos. Ya perdí a una amiga. No quiero perder otra a causa de lo que hice o no hice por la primera.

    Clair abrió la boca para hablar, pero el torbellino de emociones en su mente le impedía formar una oración que no fuese a sonar como un inentendible e incoherente balbuceo. De pronto, y para sorpresa tanto de su primo como del anciano, abrazó a Zinnia con fuerza, como si fuese a morir si la dejaba ir. Las dos mujeres lloraron en voz baja por la tragedia que las unía.

    -En serio lo siento-susurró Zinnia.

    -Lo sé-consiguió mascullar Clair.

    Eventualmente las dos se separaron para secar sus lágrimas y, tras compartir un firme apretón de manos, se despidieron con una mirada solemne, de entendimiento mutuo.

    -Tal vez podrías también hacer las paces conmigo-susurró Spenser al oído izquierdo de la cronista.

    -Tal vez-reconoció ella avergonzada.

    -Creí que nunca la perdonarías por lo sucedido-comentó Lance mientras veían a Zinnia y a Spenser salir de la sala, dejándoles a solas con el resto del clan y los pokémon que todavía no habían subido al búnker.

    -Ella tiene razón-afirmó Clair, respondiendo a la observación de su primo-. La Gran Matriarca nos enseñó a las tres de niñas que el pasado debe de ser enterrado. Solo entonces puede haber un nuevo comienzo. Pero supongo que mi orgullo me cegó por tanto tiempo que me hizo olvidar a las personas que son importantes para mí.

    -Tal vez debimos habernos disculpado también con aquel muchacho Silver-reflexionó el pelirrojo llevándose la mano a la barbilla-. No es del todo su culpa el que sea tan inflexible con sus pokémon. Después de todo fue criado por uno de los hombres más crueles que alguna vez haya visto. Me pregunto si Ho-Oh ya le ha ayudado a encontrar a aquella hermana que está buscando.

    -Es posible-reconoció la doma-dragones-. Y espero sinceramente que tanto Ho-Oh como Lugia nos protejan en estas circunstancias. Sé que Lugia se halla en poder de aquel chico Ethan, pero la historia nos ha demostrado una y otra vez que el poder de un pokémon legendario es mucho mayor al del entrenador que este elija.

    -Si mi hipótesis es correcta, tanto Ethan como Lugia tendrán un papel fundamental en todo esto-afirmó su primo-. Después de todo el vigía también los ha avistado a ellos.

    -¿Y cómo ha ido la reunión secreta con la Gran Matriarca y el Primer Sacerdote?-preguntó ella, finalmente girando la cabeza hacia la derecha para mirarle a los ojos-¿El abuelo y tú lograron convencerles del error que están cometiendo al no informar al campeón, al Alto Mando y a los líderes de gimnasio sobre todo esto?

    -Desearía poder decir que sí-contestó Lance apesadumbrado-. Pero siguen pensando en que será mejor que se enteren por ellos mismos. Y a decir verdad no puedo culparles. Probablemente nos verían como lunáticos si les dijésemos que el mundo se acabará en unas pocas horas.

    El ex-campeón de Kanto y de Johto meditó por unos segundos la pregunta que tenía pensada hacer. Una vez se sintió preparado, procedió a hacerla.

    -¿Crees que Zinnia les diga algo?-inquirió con curiosidad.

    -No lo creo-replicó Clair-. Sé que les dirá algo. La conozco desde que éramos niñas, y siempre ha sido brutalmente honesta con todo lo que dice o piensa. Nunca ha ocultado un secreto a menos que la situación lo requiriese. Y hablando de situaciones, ¿ya estás listo para tu gran debut en televisión internacional?

    -Hemos conseguido interceptar las señales de las telecomunicaciones de Kanto, Johto, Hoenn, Unova y Galar-retrucó Lance-. Y no falta mucho para que consigamos establecer contacto con Sinnoh. En serio espero que el búnker sea lo suficientemente veloz como para cubrir la distancia que separa a Hoenn del resto de las regiones que debemos rescatar.

    -Sí, y los resultados con Alola han sido infructíferos-suspiró ella con un dejo de irritación-. Ya me lo dijiste hace una hora. Pero eso no contesta mi pregunta. ¿Estás listo o no para semejante responsabilidad?

    -Nunca he estado más listo para algo en toda mi vida, Clair-afirmó Lance mientras los dos veían como la última pareja de pokémon, dos Tropius, entraba al búnker.

    * * *

    Le costaba trabajo creer lo rápido que había llegado a su destino. Había gastado demasiada energía en su viaje para alcanzar a su objetivo, pero por fin estaba allí.

    "Solo espero tener tiempo suficiente para lo que debo hacer", pensó.

    Alzando con cansancio y con agobio la cabeza, Jirachi observó maravillado el Monte Plateado, siempre envuelto por la nieve y el frío, siempre tan inhóspito para cualquier viajero al que se le ocurriese la nefasta y suicida idea de escalarlo. Le había visto durante la primera mitad de su último sueño de mil años, y ahora que le tenía enfrente suyo se daba cuenta de que lucía mucho más imponente que como lo recordaba en las oníricas visiones de su letargo.

    Mientras utilizaba sus poderes psíquicos para levitar y alcanzar la cima, sintió un escalofrío que produjo que hasta su capa metálica cristalina y protectora temblase de pavor. Rodeó el monte volando en círculos, en busca de alguna pequeña abertura o caverna que condujese al interior de la montaña, y cuando finalmente halló una entró en él a la velocidad de un proyectil, ya sin poder soportar el gélido viento que estaba congelando su cuerpo de acero.

    Apenas había terminado de ingresar cuando vio a un sinfín de pokémon huyendo aterrorizados. Numerosos Ponyta, Phanpy, Sneasel, Tangela, Teddiursa, Doduo y sus respectivas evoluciones corrían despavoridos, como si la parca fuese a llevárselos con ella si se detenían a mirar atrás. Y no le tomó mucho el descubrir el porqué de su comportamiento: más hacia el frente, en un boquete que conducía a otra caverna, un resplandor amarillento y rojizo alumbraba toda la cueva, acompañado de graznidos similares a alaridos que derretían todo el hielo del interior. La temperatura allí dentro estaba elevándose drásticamente.

    "¡Moltres! ¡Detente ahora mismo o...!"

    No recibió advertencia alguna antes de que un potente ataque de Lanzallamas fuese disparado hacia él, forzándole a pensar rápido y a invocar y generar una pequeña barrera psíquica conformada por dos capas, una de color verde claro que le salvó de ser derretido vivo y otra de una coloración azul claro que elevó considerablemente su defensa física.

    "¡No! ¡Llegué demasiado tarde!"

    Y así era. La ave legendaria del Fuego emergió de su cubículo, exhibiendo su envergadura y revelando que había cambiado radicalmente de apariencia: sus ojos ahora eran azules como el cielo, y su plumaje amarillento se había tornado tan negro como la más oscura de las noches. Su pico y sus patas, al igual que las llamas en su cabeza y en sus alas, habían adquirido una coloración escarlata. Orgulloso de la mutación que había sufrido, sonrió desafiante a su nuevo oponente.

    "Esfúmate o te aniquilo", sentenció en perfecto castellano.

    "¡Jamás!", retrucó el pequeño genio con determinación, "¡No permitiré que traigas contigo el fin de humanos y pokémon! ¡Y será la oportunidad perfecta para despertar mi dormido poder!"

    "¿Quieres poder?" graznó Moltres mientras batía sus enormes alas, "Veamos si te gusta sentir el ardor del averno. ¡FURIA CANDENTE!"

    El fénix oscuro rió mientras su cuerpo expulsaba una onda de energía color magenta para dispararla hacia Jirachi, quien al estar enfocado en acumular energía con el tercer ojo en su barriga abierto, no tuvo tiempo para esquivar el ataque. Se deleitó en cuanto vio a su adversario caer al suelo para gemir y retorcerse de dolor, intentando en vano usar su capa para protegerse de la energía oscura que le había infligido un considerable e inacabable daño.

    "Imagina el mayor dolor que alguna vez hayas sentido", carcajeó con una sonrisa maligna, "Ahora imagínalo volviéndose cada vez más fuerte cuanto más te muevas. Pero no te preocupes. Pronto no tendrás que imaginarlo siquiera."

    La sonrisa se le desvaneció en cuanto vio que el cuerpo de Jirachi comenzó a brillar, hasta liberar con esfuerzo un potente ataque de luz que le dio de lleno en el vientre, haciéndole retroceder.

    "AAAARGH, maldito genio de pacotilla", vociferó iracundo, "Me has dañado. Pero si crees que tu Deseo Oculto me detendrá, estás más que equivocado. Podría calcinarte y reducir tu cuerpo a metal líquido y burbujeante con solo pensarlo, pero prefiero dejarte aquí a que te pudras en esta cueva, teniendo que padecer sabiendo que has fracasado. Así que si me disculpas, tengo un apocalipsis que traer."

    Jirachi sollozó adolorido, incapaz de moverse mientras veía cómo Moltres emprendía el vuelo y abandonaba el Monte Plateado para dejarlo atrás en cuestión de segundos, derritiendo toda la nieve y la escarcha en su camino, sin inmutarse ante el frío que le rodeaba. Un solo pensamiento repleto de tristeza fue elaborado por su mente.

    "He fallado."
     
    Última edición: 12 Julio 2023
  4. Threadmarks: Capítulo 4: Scherzo, Parte 2
     
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    Pokémon: Ragnarok
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    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 4: Scherzo, Parte 2


    Y entonces llegó el heraldo portador del fin”


    -Preciosa, ¿no es cierto?

    -¿C-cómo? Disculpa, ¿qué decías?

    -Ji, ji, ji. Ay, Zinnia, siempre con los ojos en el horizonte. Me refería a eso: ¡La Estrella Draco! ¿No ves lo fuerte que brilla esta noche?

    -Ah, sí. Dicen que los espíritus de todos los cronistas anteriores pasan a formar parte de ella tras que sus cuerpos son enterrados en el Monte Pírico, y es la pureza de sus almas, junto con la bendición de Rayquaza, lo que le da ese brillo tan particular.

    -¿Crees que algún día forme parte de la Estrella Draco con los demás cronistas?

    -Probablemente. Aunque lo que sí creo es que serás mejor que todos ellos.

    -Pensar que mañana será mi ceremonia de nombramiento. ¡Qué nerviosa estoy! ¿En verdad crees que la Gran Matriarca, el Primer Sacerdote y el Oráculo no se equivocaron? ¿Que Rayquaza me aceptará como su heraldo? Francamente sigo pensando que tú serías una mejor cronista que yo.

    Aster, no hay nadie que escuche y comprenda la voz y el corazón de los pokémon mejor que tú. Tienes un don que ni en mil años podría poseer. Si Rayquaza se ha fijado en ti es porque reconoce que eres digna. Y el que me lo discuta se las verá conmigo. Y también con Clair, pero primero conmigo.”

    -Eres una gran amiga, Zinnia. Prométeme que siempre estaremos juntas.

    -Te doy mi palabra de honor. Te juro por este hermoso reloj que me has regalado que nunca dejaré que nada malo te pase.

    -Te quiero.

    -Y yo a ti.

    * * *

    May sintió un nudo en su garganta mientras emprendía el vuelo montada en Latias, seguida detrás por sus nuevos amigos. Se sentía mal por haberlos arrastrado a aquella situación, aun siendo consciente de que se habían ofrecido voluntariamente a acompañarla. Y sabía que Lisia no estaría muy contenta de que se hubiese ido de manera tan abrupta pese al mensaje con audio que le había dejado.

    El mensaje que Brendan e Ethan supuestamente le habían enviado a todos incluyéndola por el canal que todos compartían gracias a que Lucas se había ofrecido a mejorar el rango de la señal satelital de los dispositivos de comunicación de todos sus amigos unos meses atrás le había caído como una bomba al estómago por lo extraña que era la situación en la que se encontraban. ¿Qué era lo que querían esos chiflados del Equipo Magma? ¿Y por qué pedían que todos los amigos de su novio, mejor amigo y prometido fuesen hasta su escondite? No lo comprendía, mas al mismo tiempo sentía que debía de estar allí. Desde ese día a la mañana tenía un presentimiento de que algo malo sucedería, pero no estaba segura de qué. Al menos ahora podía hacerse una idea.

    -¿Y dices que esos locos fueron los que liberaron a Groudon hace unos años?-preguntó Hop intrigado a más no poder. Él y Gloria mantenían el ritmo de Latias montados en el Corviknight del primero. El pokémon grajilla parecía sentirse honrado de volar al lado de la dragona eón legendaria-Gloria y yo leímos algo en su momento sobre sus ridículos planes para la expansión de la tierra en Hoenn, pero jamás pensamos que estarían tan dementes como para despertar a un pokémon legendario con semejante poder.

    La pregunta del joven asistente de laboratorio le recordó que se encontraba a mitad de una conversación, sacándola del trance. Sacudió la cabeza hacia ambos costados y procedió a responder la pregunta del muchacho.

    -Así es-contestó con seriedad y preocupación a la vez-. Yo estuve allí el día en el que lo hicieron, y de no haber sido por que Brendan logró capturar a Groudon todos hubiésemos muerto a causa de tanto sol y de tanto calor.

    -Que me aspen-reflexionó Gloria impresionada, aferrándose a la espalda de Hop con su brazo izquierdo y evitando que su gorra de lana verde no saliese volando de su cabeza a causa del viento. La campeona de Galar desvió la mirada del rostro de May para centrarla en Latias-, ¿y tú también estuviste allí, Latias?

    La respuesta de la dragona con aspecto de avión jet llegó a la mente de los tres a los pocos segundos. Era una voz joven, dulce y armoniosa, pero que al mismo tiempo parecía contener una basta cantidad de sabiduría.

    Tristemente May y yo no nos conocíamos por aquel entonces. Yo aún seguía resguardando el secreto de la mega-evolución en la Isla del Sur, por lo que no pude ser de mucha ayuda. Afortunadamente mi hermano Latios pudo asistir al joven Brendan durante la crisis.”

    -Mega-evolución-pensó Hop en voz alta para luego elevar su tono tras que el viejo recuerdo de algo que Gloria y él habían leído cuando aún eran muy pequeños llegase a su mente-. ¡Claro! Según los mitos y leyendas de Hoenn Latios y tú son los guardianes y protectores de la energía draconiana que produce dicha mutación en algunas especies de pokémon. Lo que significa que tanto tú como tu hermano pueden mega-evolucionar, ¿no es cierto?

    Latias miró a Hop de reojo y sonrió mientras asentía con la cabeza, para luego enfocarse nuevamente en mirar hacia adelante. Frente a los tres jóvenes y sus pokémon voladores, el largo y ancho mar parecía no tener fin, con su bella coloración azulada y sus incontables bancos de pokémon acuáticos, que por algún motivo parecían estar yendo en la misma dirección que ellos.

    -Entonces May-comentó Gloria interesada, cambiando de tópico-: los medios dicen que Brendan y tú son novios y que viven juntos en Ciudad Corazón, en la región de Sinnoh. ¿Son ciertos los rumores sobre que fue a buscarte cuando estabas volviendo a Sinnoh, y que subió a bordo del barco con ayuda de Rayquaza, el pokémon legendario?

    May soltó una risita mientras sus mejillas adquirían un color rosado. Su mente y su corazón no podrían olvidar aquella escena tan romántica e idílica por más que le pagasen por hacerlo.

    -Todos y cada uno de ellos-contestó la coordinadora completamente ruborizada-. Me gusta pensar que Rayquaza nos dio su bendición aquel día. Que en cierta forma él sabía que estábamos hechos el uno para el otro. Y francamente...nunca pensé que me enamoraría perdidamente de mi mejor amigo.

    -Aaww, eso es tan adorable-suspiró Gloria mientras sentía que el corazón se le derretía a causa de las palabras de su ídolo y coordinadora favorita-. Ojalá Marnie y yo hubiésemos tenido algo parecido por parte de Zacian. Pero supongo que no estaba destinado a ser. En serio espero que cuando se casen sean muy felices juntos.

    Las palabras de su admiradora causaron que May inevitablemente repensase en algo que llevaba semanas contemplando por sí misma. Una extraña y algo tonta interrogante que llevaba picoteándole la nuca como un Taillow usando Picotazo sobre un árbol para hacer su nido desde hacía un tiempo.

    Brendan, Ethan, Lyra, Dawn, y ahora Gloria y Hop...muchos de sus amigos habían salvado el mundo, ganado la liga regional y/o tenido la posibilidad de capturar uno o más pokémon legendarios que habían decidido viajar con ellos, apenas siendo jóvenes adolescentes a los que todavía les faltaban unos cuantos años para ser considerados adultos jóvenes, con Wally, Barry y Lucas siendo las claras excepciones. ¿Cómo era posible que chicos de sus edades se hubiesen vuelto tan excelentes entrenadores, investigadores y coordinadores en tan poco tiempo y a tan corta edad, superando a hombres y mujeres que les llevaban años de experiencia, tanto en madurez como entrenando pokémon? Y más importante, ¿Por qué los legendarios de sus regiones natales se habían fijado en todos ellos? ¿Acaso era una mera coincidencia? ¿O tal vez todos ellos formaban parte de algo más grande? ¿De un plan cósmico escrito en las mismísimas estrellas?

    No, no podía ser. Simplemente habían tenido a la fortuna sonriéndoles, eso era todo. Ella solo era una chica de Hoenn, experta en concursos, amiga de una pokémon legendaria y con un novio más que normal, Brendan.

    Brendan…

    La sola mención del nombre de su prometido hizo que un minúsculo dejo de envidia se colase dentro del inmenso amor que tenía por él. ¿Por qué él y Latios podían mega-evolucionar y ella y Latias no? Se suponía que los dos se veían el uno al otro como iguales, con la única diferencia de que él había salvado al mundo en dos ocasiones muy específicas. Pero no importaba qué tanto las dos estrenasen los fines de semana cuando no estaba practicando una nueva coreografía con Sceptile y sus otros pokémon, seguían sin poder ir un paso más allá para conectar aún más sus mentes. ¿Qué era lo que estaba fallando? ¿Quizás Latias no estaba lista? ¿O solo era ella haciendo algo mal sin siquiera darse cuenta?

    Latias, apenada al escuchar sus pensamientos, decidió responderle para tranquilizarla, esta vez asegurándose de que ella y solo ella pudiese escucharla en su cabeza.

    No te aflijas, tarde o temprano lo lograremos. A tu novio y a mi hermano les costó mucho tiempo alcanzar ese estado. Solo necesitamos estar en perfecta sincronía la una con la otra, y cuando lo logremos te prometo que surcaremos los cielos a la velocidad que quieras con ayuda de la mega-evolución.”

    May esbozó una sonrisa ante aquella reconfortante promesa. Latias y ella se habían vuelto tan cercanas los últimos meses que ya la consideraba una amiga de toda la vida. Pasear juntas, reír juntas, volar juntas...por no mencionar que gracias a ella había comenzado a tomarle el gusto a el volar. Más que un pokémon era la hermana mayor con la que siempre había soñado de pequeña. Prácticamente se habían vuelto inseparables.

    No lo entiendo. Si tanto Latios como tú pueden cambiar de apariencia para aparentar ser humanos, ¿por qué Latios no lo hace?”

    Mi hermano nunca ha sido muy acérrimo de usar sus plumas para disfrazarse. Se conforma con hacerse invisible. Además...cada vez que me ve adoptando esta forma se pone triste.”

    ¿Y eso por qué?”

    Yo...te lo explicaré mejor otro día. Por ahora tendrás que confiar en mí. Solo no le digas a Latios que te he compartido esto. ¿Palabra de mejores amigas?”

    ¡Palabra de mejores amigas!”

    Y era ese fuerte vínculo tan estrecho entre ellas, tan similar al que tenía con Sceptile, lo que la llenaba más y más de rabia cada vez que fallaban en desbloquear su verdadero poder. Pero Latias tenía razón. Tan solo debía ser paciente, y el poder que les hacía falta para mega-evolucionar llegaría cuando menos se lo esperasen. La paciencia era algo que podía mover tantas montañas como la fe, algo que aprendió por las malas durante sus primeros años en el mundo de los concursos.

    -Oigan-dijo preocupada, girando la cabeza hacia atrás para mirar nuevamente a los ojos a Gloria y a Hop-, en serio les agradezco que hayan querido ayudarme. Pero, ¿están seguros? Esta podría ser una misión muy peligrosa.”

    -Glori y yo ya nos hemos metido en líos así antes-rió Hop muy confiado-. Además, no serán los primeros chicos malos a los que tengamos que derrotar.

    Corviknight graznó con mucho brío, buscando reafirmar las palabras de su entrenador.

    -Hop tiene razón-reconoció Gloria-. Les patearemos el trasero a esos Magma si es necesario, y de paso conoceremos a todos tus amigos de los que tú y Latias nos han platicado. Con pokémon como los nuestros, ¡nadie puede pararnos!

    -Pues entonces pronto se les concederá su deseo-afirmó May con una sonrisa afectuosa en el rostro, al mismo tiempo que señalaba hacia más adelante con el dedo índice de su mano derecha-. ¡Miren!

    Los dos jóvenes originarios de Galar miraron hacia donde la coordinadora apuntaba, solo para quedarse boquiabiertos al ver a un pokémon de aspecto similar al de Latias, pero de plumaje azul claro, ojos rojos brillantes y mayor envergadura frenando en pleno vuelo para reunirse con ellos, ubicándose justo a la izquierda de Latias y llevando en su espalda a un muchacho de ojos amarillos y un gran gorro blanco con una banda negra en la cabeza. A los pocos segundos otros tres pokémon que también transportaban a otros jóvenes de su misma edad, un Staraptor, un Honchkrow y un Garchomp, les rodearon. Y su impresión fue incluso mayor cuando una colosal ave de plumas plateadas y placas azules apareció justo sobre sus cabezas, con otros dos entrenadores sobre su lomo y emitiendo un cántico similar al de un Wailord.

    Mientras May procedía a presentar a Gloria y a Hop ante Brendan y ante los demás, Latios decidió entablar una charla telepática con su congénere.

    Creí que no nos alcanzarían.”

    Cómo lo siento, tuvimos un pequeño retraso, como ya has podido ver. Entonces, ¿ya pudiste decirle al chico la verdad?”

    Me temo que no. ¿Y qué hay de ti con ella?”

    Tampoco. Y lo que es peor, aún no hemos conseguido mega-evolucionar. Lo lamento, hermano. Soy una buena para nada.”

    No te disculpes. Si nuestras visiones fueron correctas, podrás acceder a tu verdadero poder cuando ambas más lo necesiten.”

    ¿Pero y qué tal sino? ¿Qué tal si nuestras visiones están equivocadas?”

    No lo están. Confío en que no.”

    ¿Cómo lo sabes?”

    No lo sé. Pero la esperanza que nos da el creer en ellas es lo único con lo que contamos por ahora.”

    Lugia, que llevaba unos cuantos segundos oyendo todo, optó por unirse a la conversación, tanto interesado como desasosegado.

    Ho-Oh ha dicho que se nos unirá más tarde, que probablemente no llegará para brindarnos su ayuda en el acto.”

    Latias no pudo ocultar su repentino resquemor al oír que el ave legendaria de Johto todavía no se reuniría con todos ellos.

    ¿Por qué? ¿Qué es lo que le está retrasando tanto?”

    No ha querido decirlo. Pero de todas formas tendremos que defender a los niños sin él.”

    En ese caso será mejor que los tres mantengamos los ojos abiertos y estemos atentos. Pase lo que pase debemos asegurarnos de que Brendan y May detengan el Ragnarok con nuestra ayuda, hermana.”

    ¡Pueden contar conmigo! ¡Con mi Campana Cura me cercioraré de que puedan sanar de cualquier estado desventajoso que sufran!”

    Los tres pokémon legendarios se sorprendieron enormemente al escuchar la voz de Celebi. El pequeño guardián singular del Encinar se hallaba comunicándose con ellos, evidentemente habiendo escuchado toda la discusión y todavía metido en la GS Ball que estaba guardada en el bolso de mano de Lyra.

    Me encargaré entonces de proteger a Celebi el tiempo necesario para que pueda realizar su magia cuando la situación lo exija. No podemos permitir que Groudon, Kyogre o las Aves le hagan daño si queremos que nuestros amigos y aliados tengan algo de ventaja.”

    El dúo eón asintió intercambiando una mirada entre ellos para luego responder a Lugia con el mismo gesto. Los tres sonrieron, sintiéndose más tranquilos al saber que ahora por lo menos tenían algo cercano a un plan.

    * * *

    Shepherd Whitelocke. Ciudad Calagua. Médico.

    Emily Berrycloth. Pueblo Verdegal. Bióloga.

    Victor Dagger. Ciudad Malvalona. Físico.

    Robert Dankworth. Ciudad Férrica. Geólogo.

    Anselm Ajax. Pueblo Oromar. Bioquímico.

    Cinco grandes mentes con talento y con potencial. Y todos ellos estaban muertos.

    Maxie llevaba más de media hora repasando minuciosamente aquellos expedientes, sobre todo el primero. Seguía sin poder creer que el que alguna vez fue su compañero de banco en la secundaria había fallecido, preguntándose si hubiese podido hacer algo para evitar que pereciese durante el incidente con el pokémon extraterrestre y la ASNH. Y en rigor sabía la respuesta a su pregunta. Solo él tenía la culpa por haber puesto a Shepherd en una posición tan desfavorable para luego dejarle a su suerte y correr como un cobarde cuando aquel monstruo se liberó de su prisión y comenzó a masacrar a todos los científicos y pokémon en las instalaciones.

    Decidió cerrar los documentos para luego pedirle a su comandante que los guardase en la gaveta correspondiente del sifonier localizado detrás de su escritorio, para luego quitarse las gafas con intención de descansar la vista, apoyándolas sobre la mesa a la vez que suspiraba a causa del cansancio. La piedra activadora en la hendidura izquierda de estas emitió un pequeño brillo al reflejarse contra la luz amarillenta de la bombilla de la lámpara que colgaba del techo.

    -Courtney-preguntó de pronto en voz alta, mientras elucubraba-, ¿qué soy?”

    La mujer de cabellos y ojos lila que se hallaba parada a su derecha con las manos detrás de la espalda alzó sus párpados atónita, rompiendo la fría y rígida expresión que tanto la caracterizaba. Le tomó unos cuantos segundos procesar las palabras de su jefe para poder formular una respuesta que considerase apropiada.

    -Usted es nuestro líder, señor Maxie-replicó en un tono de voz neutro, pero que a la vez dejaba vislumbrar un pequeño resquemor.

    -¿Y confías en tu líder?-indagó Maxie, sin despegar la vista de sus lentes-¿Le eres leal?

    Courtney se ruborizó. No necesitaba pensar la respuesta a esas segunda y tercera preguntas.

    -Hasta el final, señor-retrucó sin siquiera parpadear-. Usted mismo ya lo sabe. ¿Por qué lo pregunta?

    -Últimamente he sentido que nuestros esfuerzos han sido infructíferos-admitió el exhausto geólogo-. Desde el fracaso del Proyecto AZOTH y la inmunidad diplomática que nos concedió el presidente, hemos conseguido pasar de eco-terroristas a ambientalistas en menos de cinco años y medio, alejándonos del ojo público y contribuyendo al bienestar de Hoenn en secreto. Y sin embargo nuestras manos están más manchadas que nunca. La tragedia que significó el Proyecto IFVA no solo no nos dio ningún beneficio, sino que además las desastrosas ramificaciones que este trajo produjeron que el público nos odie más que antes por haber estado involucrados. Y por si fuera poco…

    La comandante se quedó estupefacta al notar un apenas perceptible destello de vulnerabilidad en el tono de la voz del hombre al que más admiraba y amaba. Uno que no había visto en él desde el día en el que el Proyecto AZOTH se salió de control y el Equipo Magma se vio forzado a rectificar su atroz equivocación ayudando al joven encargado de detener a Groudon. El mismo que la había motivado a intentar retomar la misión, tratando de provocar en un arranque de ira y de locura que el meteorito del pokémon del espacio impactase contra Hoenn.

    -Y por si fuera poco perdí en el proceso a un viejo amigo-retomó Maxie finalmente-. O por lo menos alguien a quien consideraba un viejo amigo. Un viejo amigo al que traicioné solo por mi ambición por adueñarme de la energía en el cuerpo de ese pokémon alienígena. Y solo para cometer el mismo error de antes. Hemos abierto los horrores de la caja de Pandora tantas veces sobre esta región que es un milagro que su gente no esté pidiendo todavía mi cabeza clavada en la punta de una estaca.

    Tragó saliva mientras mantenía la vista fija en sus gafas, como si esperase que estas le revelasen el secreto de la vida, del universo y de la creación misma. Luego suspiró y volvió a hablar.

    -Adoro Hoenn, Courtney-continuó-. Fue la región en la que nací, y no me gustaría vivir en ningún otro lugar. Desde que era apenas un niño tomé nota de las precarias condiciones en las que vivían muchos de mis amigos y familiares lejanos a causa de la desigualdad social y la carencia de tierra firme, razón por la cual me volqué de lleno a la ciencia y a la geología, buscando hallar la forma de evitar que nuestro bello archipiélago se perdiese en el océano. Esos payasos charlatanes de la academia me llamaron lunático por exponer los problemas de la falta de comunicación entre la gente de Pueblo Azuliza y Pueblo Oromar con las ciudades más grandes. Fue por eso que cuando obtuve mi título decidí reunir los contactos y medios para fundar el Equipo Magma. La tierra lo es todo para mí. Es la clave para el desarrollo de nuestra civilización. Pero en vista de lo que hemos atestiguado los últimos años….tal vez la tierra requiera de nuestra ausencia. O tal vez solo de la mía.

    -Líder Maxie, yo…-empezó Courtney, solo para ser interrumpida por el sonido de dos puertas automáticas que se abrieron de par en par. Se trataba de Tabitha, quien entró a la oficina corriendo para luego detenerse justo enfrente del escritorio de su jefe, inhalando y exhalando con la boca de la mucha grasa que había tenido que quemar.

    -¡Líder Maxie, señor!-exclamó entre jadeos, consiguiendo esbozar una sonrisa repleta de orgullo-¡Me complace anunciar que los invitados han llegado!

    -Excelentes noticias, Tabitha-replicó Maxie mientras volvía a ponerse sus lentes para levantarse de su asiento y dirigirse hacia la salida de su despacho-. No les dejemos esperando entonces. Los dos, acompáñenme y manténganse alerta. Tengan sus poké balls a mano por si intentan algo.

    Courtney se dispuso a seguir a su jefe cuando sintió que alguien le estaba jalando de la mano derecha para impedirle el avance. Al voltearse se vio cara a cara con Tabitha, quien le dedicaba una mirada repleta tanto de seriedad como de preocupación.

    -Imagino que aún no han hablado sobre lo que sientes por él-susurró discretamente el hombre mofletudo y regordete.

    -No-respondió ella de un modo neutro, casi mecánico-. Y es mejor así.

    -¿Acaso pretendes seguir sirviéndole así?-inquirió Tabitha consternado-¿Viviendo una mentira?

    -Así tiene que ser-retrucó ella, zafándose del agarre de su compañero-. Ahora movámonos. Tenemos trabajo que hacer.

    Espero que cambies de parecer pronto”, pensó su colega mientras avanzaba al ritmo de ambos.

    Caminaron hasta llegar con ayuda de una de las baldosas tele-transportadoras de la base a la sala de reuniones. Tal y como Tabitha había dicho, los líderes de gimnasio, el campeón y el Alto Mando ya se hallaban allí sentados, esperando a Maxie con los brazos cruzados y con caras de pocos amigos. El líder del Equipo Magma procedió a sentarse, a la vez que veía como el joven ex-campeón y sus compañeros llegaban para hacer lo mismo, sorprendiéndose levemente al notar a aquella niña de gorra verde y ese muchacho moreno de los que poca o nada de información tenía al respecto.

    Mientras se disponía a tomar posesión de las últimas sillas que quedaban junto a sus amigos, con May a su izquierda e Ethan a la derecha, Brendan sintió una extraña sensación de confort y de alegría al ver que, además de Steven y del Alto Mando, todos los líderes de gimnasio habían venido. Su padre y Flannery se limitaron a saludarles a él y a May disimuladamente con gestos, el primero sonriéndoles orgulloso y la segunda guiñándoles el ojo mientras alzaba el pulgar de su mano derecha. Una parte de él admitía que se hubiese sentido incluso más a gusto si Wally también hubiese estado allí, mas confiaba en que con ellos de su lado eran más que suficientes en caso de que fuese una trampa y los reclutas Magma que les rodeaban comenzasen a mandar a sus pokémon uno tras otro para someterlos.

    -Me complace ver que todos han podido asistir tan pronto-comentó Maxie en voz alta mientras cubría su boca con sus dos manos juntas, como si estuviese pensando sobre algo muy importante-. Su puntualidad es más que notable, sino impecable.

    -Ahórranos el sarcasmo y ve directo al grano, Maxie-espetó Winona con firmeza y sin mover ni un solo músculo que no fuese sus labios y sus cuerdas vocales. La líder de gimnasio de Ciudad Arborada estaba más que furibunda, algo que el tono de voz que estaba empleando dejaba más que claro-. Todos tenemos mejores cosas que hacer, como por ejemplo seguir supervisando los preparativos para el Festival de las Plumas. Así que dinos, ¿por qué estamos aquí?

    El geólogo pelirrojo frunció el ceño. Movió los ojos hacia todas las direcciones, y lo único que vio fue rostros igual de furiosos y reprobatorios que el de Winona. Decepcionado, se relajó y procedió a hablar.

    -Hace unas pocas horas, nuestro Submarino Explorador 1…-comenzó antes de ser interrumpido nuevamente.

    -El Submarino Explorador 1 que ustedes robaron a los astilleros de Ciudad Portual-remarcó Wattson indignado. El líder de Malvalona especialista en pokémon eléctricos sacaba chispas de lo mucho que le molestaba estar allí.

    -Como sea-retrucó él -. Como estaba diciendo, hace unas horas el Submarino Explorador 1 fue sustraído de nuestras instalaciones. Tenemos razones para creer que…

    Hizo un brusco intervalo para carraspear. Todos en la sala aprovecharon aquel segundo para afinar el oído y dedicarle su total atención.

    -Sabemos que el Equipo Aqua estuvo detrás del hurto-concluyó, auto-corrigiéndose.

    Todos sus invitados quedaron perplejos, sin saber qué decir o pensar al respecto. El silencio reinó en toda la base por unos cuantos segundos.

    -¿El Equipo Aqua?-preguntó por fin Brawly, incrédulo. El líder de gimnasio de Pueblo Azuliza se halló a sí mismo incapaz de tomarse la situación en serio-¿Esos locos que se la pasan hablando sobre cómo los humanos arruinamos el mundo de los pokémon en el programa de chismes los viernes por la noche? Debes estar bromeando.

    -Les aseguro que no hay ningún intento de hacerles reír detrás de mis palabras-aseguró Maxie sin siquiera parpadear-. Tenemos evidencia irrefutable de que han sido ellos.

    -Nos gustaría verla-dijeron Tate y Liza al unísono.

    El científico asintió con la cabeza mientras sacaba de su chaqueta una especie de aparato de comunicación disimulado para mantener presionado el botón rojo que había en él.

    -Tráiganlo-ordenó de forma cortante.

    Antes de que alguien pudiera hacer siquiera una simple pregunta, unas puertas ubicadas a la derecha de la sala se abrieron de par en par, y un pequeño grupo conformado por cuatro reclutas del Equipo Magma, tres hombres y una mujer, entraron sujetando esposado a un imponente prisionero. Era un hombre de piel oscura, muy alto y en cueros, cuya musculatura podría haber hecho babear a cualquier mujer. Llevaba guantes, pantalones y botas azul oscuro, y dos gruesas cadenas doradas le servían de cinturón.

    -¡Madre mía!-exclamó Phoebe asombrada, llevándose la mano izquierda a la boca.

    -Asumo que tenemos el placer de hablar con Matt, comandante del Equipo Aqua-conjeturó Drake dubitativo, pero enfocado. El líder del Alto Mando había seguido de cerca tanto a los Magma como a los Aqua desde el incidente con Deoxys, por lo que no le costó mucho identificar al individuo que ahora tenían enfrente.

    -Asumes bien, hombre dragón-gruñó Matt desafiante y con cierto dejo de ironía, casi bufando como un Rapidash negándose a obedecer a su jinete-. Verdaderamente eres el más inteligente de los Cuatro Magníficos.

    El viejo maestro en el entrenamiento de pokémon dragón se mantuvo sereno ante la provocación. Por motivos que seguía sin comprender, aquella denominación que le habían dado a él y al resto del Alto Mando de Hoenn tras haber comandado la resistencia contra la invasión de Deoxys le mosqueaba a más no poder. Quizás era por lo mucho que sonaba a acto de circo de feria, mas a la vez comprendía que no era un título del cual debía sentirse avergonzado. Y sabía que a Sidney, a Phoebe y a Glacia tampoco les entusiasmaba mucho ese nombre.

    -No entiendo nada-reconoció Sidney perplejo-. ¿Cómo cuenta el que tengan a este mastodonte cautivo como prueba de que el Equipo Aqua robó el submarino?

    -Lideraba el pequeño grupo de bribones que llevó a cabo el hurto-explicó Tabitha, señalando a Matt con el dedo índice de su mano izquierda alzado y con claro desdén-. Se quedó atrás para que sus compañeros pudiesen escapar, y nos dio una admirable pelea. Pero finalmente logramos someterlo a él y a su Sharpedo mega-evolucionado.

    -¡Quítenme estas esposas y devuélvanme a Mordelón!-demandó Matt iracundo, forcejeando en un intento por romper las esposas que le apretaban las manos, sin éxito-¡Tengo a ese pequeñín conmigo desde que era un pequeño Carvanha!

    -No estás en posición de exigir nada, Matt-replicó Maxie mientras se levantaba de su silla para darse la vuelta y encarar al gigante que le superaba tanto en altura como en fuerza-. No te dejaremos ir hasta que nos hayas dicho lo que queremos saber. Así que, ahora que mis estimados invitados están aquí presentes, te lo preguntaré una última vez: ¿Qué es lo que busca hacer tu jefe con ese submarino?

    -¡JA!-rió el comandante en la cara del geólogo, enseñando todos y cada uno de sus dientes-¡Nunca jamás se los diré! ¡Juré a mi bro Archie que le sería siempre leal desde el día que me salvó la vida y pienso mantenerme fiel a mi palabra! ¡Así que púdrete, nerd!

    Courtney dio un par de pasos hacia adelante, acompañada del mecánico y seco golpe de las puntas de sus tacones, y en un movimiento que dejó anonadados a todos, tomó a Matt por el cuello con su mano izquierda, haciendo gala de una extraordinaria fuerza y forzándolo a agacharse.

    -Ten mucho cuidado con cómo te diriges al líder Maxie-susurró de una forma amenazante, sin que su expresión cambiase en lo más mínimo-. Te sugiero por tu bien que no nos hagas perder más el tiempo y nos des la información que queremos.

    -Courtney, aprecio tu inestimable ayuda como siempre, pero por favor suéltalo-solicitó su jefe sin poder evitar sonreír. Pese a que rara vez lo expresaba, sentía una profunda admiración y complacencia por lo devota que Courtney era tanto a él como a la causa de su organización. Era ahora que tenía absoluta certeza de que había hecho una excelente elección al haber reclutado a una científica tan brillante y tan leal como ella para que estuviese de su lado-. La estrangulación y la tortura solo le harán entrar en estado de shock antes de que hayamos podido socavarle lo que sabe.

    -Como usted lo desee-contestó ella mientras aflojaba y retiraba sus dedos del grueso cuello de Matt, dejándole caer al suelo exhausto para que recuperase el oxígeno perdido.

    -¡N-no me das miedo, delgadita!-espetó el fortachón temblando y tartamudeando mientras los soldados Magma le sujetaban de ambas manos, fallando en disfrazar el hecho de que estaba muerto del susto. El haber visto tan de cerca los fríos ojos de aquella pálida y aterradora mujer había sido como tener a la mismísima muerte parada frente a él.

    -Ya fue suficiente de este bizarro espectáculo-declaró enojado Steven-. ¿A dónde quieres llegar, Maxie? ¿Por qué nos cuentas todo esto?

    -Porque les he convocado para pedirles que nos ayuden a recuperar el submarino-respondió el geólogo mientras se giraba nuevamente para contestar a la pregunta de la experta en pokémon fantasma-. No estamos seguros de lo que el Equipo Aqua pretenda hacer con él, o a dónde quiera dirigirse, pero sabemos debido a nuestros choques anteriores con ellos que las tropas de Archie nos superan en número. No podremos detenerlos solos.

    -Eso es lo que yo denomino tu problema-señaló Glacia, poniéndose de pie y apoyando sus manos sobre sus caderas-. Ustedes y los Aqua ya han dado suficientes dolores de cabeza a esta región por demasiado tiempo. Así que en lugar de entrometernos en su guerrita personal les dejaremos tranquilos para que se destruyan los unos a los otros.

    -Me apena oír tan duras palabras saliendo de sus bocas-suspiró Maxie mientras volvía a tomar asiento-. Esperaba más de los mejores entrenadores y protectores de Hoenn. Aunque supongo que no debería extrañarme, considerando que hablo con las mismas personas que no hicieron nada para detenerme cuando yo robé el prisma rojo del Monte Pírico y el submarino de Portual para despertar a Groudon en la Caverna Abisal, dejándole toda la responsabilidad a un niño de por entonces doce años.

    Los nueve líderes de gimnasio estallaron en estruendosas carcajadas, descojonándose de la risa. Steven, el Alto Mando y el resto se conformaron con guardar silencio, manteniendo las mismas miradas de desprecio hacia el líder Magma que habían adoptado desde el principio de la reunión.

    -Ser líder de gimnasio o miembro del Alto Mando es más que solo estar todo el día esperando a que un entrenador venga a desafiarte o a que la región esté en riesgo, Maxie-remarcó Wattson entre risotadas-. También significa firmar papeleo, mantener el gimnasio y los cuarteles generales en las condiciones que dicta el protocolo y atender tanto necesidades de los ciudadanos como las nuestras. Yo por ejemplo debo estar constantemente monitoreando el generador de la central de Malvalanova para que funcione correctamente en mi tiempo libre, previniendo que vuele por los aires junto con el resto de la planta y que perjudique al medioambiente. Roxanne tiene a sus estudiantes, Winona su proyecto para un santuario dedicado a los pokémon pájaro guardianes de Arborada y Brawly y Flannery pasan gran parte de su tiempo asegurándose de promocionar a Azuliza y a Lavacalda de modo tal que sigan figurando en el mapa.

    -Por no mencionar que al igual que Norman tengo que mantener familiares y pagar las deudas y las cuotas de la casa con el salario que mi puesto me da-añadió Flannery, todavía de brazos cruzados-. De lo contrario los hubiese detenido de inmediato si me hubiese enterado a tiempo de que ustedes payasos estaban jugando con la lava del Monte Cenizo.

    -Nosotros también-aportaron Tate y Liza con impecable sincronía-. Nuestro padre lleva desde hace años trabajando como astronauta certificado del Centro Espacial de Algaria, y cada vez que viaja al espacio en busca de pokémon y formas de vida extraterrestres le acompañamos para protegerle de cualquier posible peligro. Por eso no pudimos estar aquí durante el ataque de Groudon y la caída del meteorito.

    -Y yo suelo ausentarme en muchas ocasiones para ayudar a mi sobrina con los espectáculos que ella y la joven May suelen dar afuera de Hoenn para fomentar el turismo y ayudar a la lucha contra la contaminación de las aguas-puntualizó Wallace-, por no mencionar mi posición como representante del Clan Arrecípolis y todos los asuntos delicados que he tenido que atender personalmente como campeón provisorio.

    -¿O es que acaso crees que nos rascamos el higo dentro del gimnasio todo el día?-finalizó Norman de forma cortante y agresiva.

    -En cuanto a nosotros, nos hallábamos en una junta con el presidente de Hoenn cuando nos enteramos de que la región estaba en riesgo, y para cuando llegamos a Arrecípolis Groudon ya había sido derrotado por el joven Brendan-agregó Drake-. Y cuando el meteorito fue detectado por los científicos del Centro Espacial de Algaria habíamos tenido que salir nuevamente para participar en el Pokémon World Tournament en Unova para representar a la región. De más está decir que ganamos el primer lugar.

    -Se los imploro-exigió Maxie desesperado, haciendo un notable esfuerzo por no perder la compostura-. Si el Equipo Aqua ha robado el Submarino Explorador 1 deben de estar buscando algo grande, algo peligroso. Sea lo que sea que esperan encontrar en el océano debemos evitar que se hagan con él. Y no podremos pararlos sin ustedes.

    -Seré honesto y diré algo que creo que todos estamos pensando ahora mismo, Maxie-contestó Steven irritado y llevando los dedos de su mano derecha al puente de su nariz-. Tú no nos agradas. Tal vez el presidente te haya concedido inmunidad diplomática para poder trabajar en conjunto con la empresa de mi padre. Pero eso no nos hará olvidar todo lo que has hecho. Siempre es lo mismo contigo y con los tuyos: en tres ocasiones han intentado hacerse con el poder de un pokémon legendario, sin importar el cómo pudiese eso afectar a toda la región y poniéndonos a todos en peligro. A comparación contigo, Archie y los Aqua son solo unos vulgares ladrones de los que podremos encargarnos eventualmente, y la verdad es que no han hecho nada que amerite que vayamos tras ellos más allá de robarles un submarino que ustedes mismos ya habían robado a alguien más y ser una vergüenza nacional, haciendo el ridículo por televisión. Así que, teniendo eso en cuenta, ¿por qué deberíamos ayudarles?

    -Porque dice la verdad, y porque si no lo hacen todos moriremos-anunció súbitamente alguien detrás de él.

    La inesperada respuesta por parte de aquella voz produjo que todos los presentes inevitablemente se diesen la vuelta. Para su sorpresa, una mujer joven de cabello oscuro y ojos rojos que Brendan, May, Maxie y Steven identificaron de inmediato, acompañada de un anciano calvo y con un báculo largo y azulado que todos reconocieron, caminó en línea recta hasta reunirse con ellos, con su golilla y su larga capa rasgada agitándose con cada paso que daba. Los reclutas Magma que rodeaban la mesa, confundidos y desorientados, miraron en todas las direcciones posibles para deducir de dónde podría haber salido para que no la hubiesen escuchado o visto entrar, sin éxito, mientras que Wallace esbozó una sonrisa, sintiéndose feliz de que hubieran llegado.

    -¡Zinnia!-exclamó Brendan, tanto asombrado como estupefacto. Era la primera vez que veía a Zinnia en persona desde el día en el que salvó a la región con el poder de la mega-evolución de Rayquaza. Habría jurado que ni siquiera la había avistado entre los miembros del Clan Meteoro que les habían ayudado a hallar sobrevivientes tras que May y él se enterasen del ataque de Deoxys a la región de Hoenn y viajasen hasta allí para asistir a las víctimas que se encontraban atrapadas bajo los escombros de las ciudades.

    -Hola, Brendan-contestó la cronista del Clan Meteoro con una sonrisa radiante y sincera-. Tiempo sin vernos. ¿Cómo está ese Bagon que le pedí a mi clan que te entregase a mi nombre hace ya un tiempo? Espero que lo hayas cuidado bien.

    -M-muy bien-consiguió responder el joven ex-campeón de Hoenn con timidez, tartamudeando involuntariamente a causa de la impresión que le había causado la aparición de la joven-. Ya ha evolucionado en un Salamence. Aunque no está aquí conmigo ahora mismo.

    -¡Fantástico!-dijo Zinnia muy contenta-Contigo como su entrenador de seguro debe de haberse vuelto titánicamente poderoso. Ojalá algún día y en mejores circunstancias puedas mostrarme lo mucho que lo has entrenado. ¡Probablemente ya rivaliza en fuerza con el mío!

    Conque esa es la tal Zinnia de la que me ha hablado”, pensó intrigada May para sí, al mismo tiempo que desviaba la mirada para descubrir a Norman frunciendo el entrecejo cuanto más observaba la escena, evidentemente buscando la conexión entre su hijo y aquella enigmática mujer, “¡Es la misma mujer que me robó temporalmente mi piedra activadora hace más de cuatro años! ¿Qué hará aquí exactamente?”

    Esa mujer otra vez”, reflexionó Maxie mirando a Zinnia fijamente mientras viejos y desagradables recuerdos volvían a su memoria, “Creí que nunca volveríamos a verla después de que robó mi piedra activadora. Me pregunto qué estará buscando.”

    -Buenas tardes a todos, damas y caballeros-se dirigió la entrenadora de pokémon dragón ante los demás con una modesta reverencia-. Exceptuando a por lo menos cuatro personas intuyo que la mayoría de ustedes no me conoce, así que procederé a presentarme. Soy Zinnia, la actual cronista del Clan Meteoro, los verdaderos protectores de Hoenn. Y este caballero que me acompaña...bueno, creo que ya conocen a Spenser, as del Palacio Batalla y...también miembro honorario y secreto de nuestro clan.

    Los líderes de gimnasio, así como también el Alto Mando y los demás comenzaron a murmurar entre ellos sobre los recién llegados, buscando intercambiar opiniones discretamente.

    -Es un placer volver a verte, Zinnia-reconoció Steven a pesar de su opinión personal con respecto a la cronista. A pesar de estarle agradecido por ser la responsable junto con Brendan de haber detenido el meteorito invocando a Rayquaza muchos años atrás, lo cierto era que aquella extraña mujer seguía siendo un completo misterio para él, razón por la cual le temía más que lo que la respetaba-. Aunque, si el Clan Meteoro los ha enviado, entonces la situación es mucho peor que lo que imaginábamos. Por favor, ilumínanos.

    -Yo lo haré por ella, Steven-afirmó Spenser mientras recorría con la mirada los rostros de todos y cada uno de los que los miraban, incluyendo a Ethan, a Lyra y a los demás niños sentados junto a los que sabía eran los elegidos-. Lamentamos informarles que lo que Maxie intenta decirles es de extrema urgencia.

    El inmortal y longevo entrenador hizo una pausa momentáneamente para inhalar y exhalar profundamente, sintiendo el peso que representaba lo que tendría que explicar a continuación. Se sentía como un juez anunciando la condena de un sentenciado a muerte.

    -El Equipo Aqua busca despertar a Kyogre-anunció finalmente.

    May sintió un calosfrío de forma inmediata en la nuca al escuchar ese nombre. Uno que vio reflejado tanto en el rostro de Wallace como en el de todos los demás líderes de gimnasio y miembros del Alto Mando. De niña su madre le había relatado historias para dormir sobre los estragos que Kyogre había causado en tiempos remotos sobre el mundo durante sus encuentros con Groudon, todos ellos culminando con la pacificación de ambos gracias a la divina intervención de Rayquaza. El avistar a aquel pokémon ancestral auguraba y traía consigo tanto la perdición como la muerte. Era el mar bravío personificado.

    -¿K-Kyogre?-se atrevió a preguntar Lucas, rompiendo el abrumador y mortal silencio-¿El pokémon creador de los mares del mundo?

    Spenser asintió con gran pesar. Zinnia aprovechó aquel gesto para añadir más a su respuesta.

    -Hace unas semanas los guardianes del Monte Pírico nos informaron que el Prisma Azul, la antigua reliquia capaz de despertar el poder primigenio de Kyogre, había sido robado y reemplazado con una muy bien esculpida réplica-contextualizó la cronista-. En base al hurto, lo que nos ha dicho el Oráculo del Clan Meteoro y lo que Maxie menciona sobre la sustracción del submarino, suponemos que Archie ha estado investigando la localización exacta del lugar de reposo del pokémon legendario, y cuando lo haga...bueno, a juzgar por sus reacciones, creo que no necesito decirles lo que ocurrirá.

    -Toda Hoenn y todo el mundo se hundirán-concluyó Roxanne, llevándose la mano derecha a la boca mientras procesaba la magnitud de la situación que afrontaban.

    -Exactamente-reafirmó Spenser-. Y es por eso que hemos venido tanto por ustedes como por los elegidos.

    -¿Elegidos?-preguntó Barry estupefacto-¿Están diciendo que hay una profecía de por medio?

    -N-no puedo creerlo-dijo Dawn, hallándose incapaz de salir del asombro.

    -Más les vale que lo crean-aconsejó Zinnia, al mismo tiempo que caminaba unos pasos más hacia adelante para luego colocar ambas manos sobre los hombros de May y de Brendan-. Porque los elegidos están justo aquí, frente a ustedes.

    Se produjo un silencio asfixiante, casi sofocante. Todos miraron a los jóvenes de Hoenn tanto con sumo interés como con genuina sorpresa.

    -¿Y-yo, una elegida?-se atrevió a preguntar May, incrédula y a la vez asustada-¡N-no! ¡T-tiene que haber un error! D-digo, sé que Brendan ha salvado el mundo antes, p-pero...¿Y-yo? ¡E-eso es absurdo! ¡N-no puedo ser tan importante para el destino del mundo!

    -Eres más importante de lo que crees, May-aseguró el anciano as del Frente Batalla, acercándose a la niña por la derecha, forzando a la joven coordinadora a girar la cabeza, ignorando a Zinnia-. Tú y tu familia son los últimos descendientes lejanos de la Gente del Mar. Un pueblo conformado por los primeros humanos que antaño migraron desde Sinnoh hasta el sur de Hoenn, acompañados por Regirock, Regice y Registeel, los titanes legendarios.

    La chica de Hoenn quedó tiesa como una estatua. De pronto la idea en su mente sobre un plan cósmico ya no le sonaba tan bizarra. Ahora todo tenía sentido para ella.

    -¡¿May tiene relación directa con una de las civilizaciones antiguas de Hoenn?!-exclamó Brendan atónito, sin poder terminar de darle crédito a lo que acababan de escuchar sus oídos-¡¿P-pero cómo puede ser eso posible?! ¡¿Cómo es que usted sabe eso?!

    -Porque yo también soy descendiente de la Gente del Mar-replicó Spenser en el acto-. Estuve allí cuando ésta llegó a Hoenn, así como también cuando gran parte de ellos se desperdigó por todo el archipiélago. Y es por eso que conozco a los descendientes de la familia de May.

    -¡P-pero la Gente del Mar lleva muchos siglos extinta!-objetó Lucas desde su asiento, al mismo tiempo que sacaba de su mochila uno de sus muchos libros sobre prehistoria y civilizaciones antiguas-. Si usted estuvo vivo para aquel entonces, ¿eso no le daría entonces como casi tres mil años de edad?

    -Bueno, no me gusta alardear, pero estás en lo correcto jovencito-bromeó el viejo con una sonrisa socarrona.

    -¡Santa ciencia!-vociferó el joven investigador con los ojos abiertos como platos, admirando al hombre que tenía frente a él.

    -Sabemos también que no hace mucho entablaste amistad con Latias, la dragona legendaria protectora del secreto de la mega-evolución-prosiguió Zinnia, retomando la explicación dada previamente por Spenser-. La hermana y contraparte de Latios, quien es ahora compañero de viaje de tu novio. No es una coincidencia que Brendan y tú terminasen juntos.

    -¿Están diciendo que los Latis escogieron a mi hijo y a May por una razón?-preguntó Norman seriamente, llevándose la mano izquierda a la barbilla.

    Los dos dragones eón emergieron sin previo aviso de sus cápsulas contenedoras, como si hubiesen estado esperando el momento propicio para unirse a la conversación. Haciendo uso de sus poderes psíquicos, comenzaron a hablar a todos los presentes con telepatía, mientras se mantenían flotando en el aire.

    Alguna vez fuimos humanos, como todos ustedes. Fuimos quienes descubrimos el poder de la Fuerza Dragón para que la gran piedra que otorgó a nuestro padre el poder de la mega-evolución.”

    Al igual que Spenser, somos lo que queda de la Gente del Mar y del Clan Meteoro original. Y Brendan y May son nuestros tatara-tatara-tatara-tatara-nietos directos.”

    Y es justo por eso que solo ustedes pueden detener a Kyogre. Solo ustedes, que poseen la bendición tanto nuestra como de nuestro padre, el todopoderoso rey de los dragones. El Místico Rayquaza.”

    Brendan y May enmudecieron completamente, abriendo involuntariamente sus bocas como consecuencia del efecto que la revelación les había producido, al igual que Norman, Flannery y el resto de los líderes de gimnasio y de sus amigos y conocidos. Steven frunció el ceño y se volteó para encarar a un desprevenido Wallace, quien comenzó a sudar apenas sintió los acusatorios ojos de su viejo amigo cerniéndose sobre su nuca. Y no tuvo que esperar mucho para sentir también los de Drake.

    -¿Tú sabías algo de todo esto?-preguntó el campeón de Hoenn cruzándose de brazos, tanto indignado como decepcionado, pues solo necesitaba ver el lenguaje corporal del líder de Arrecípolis para saber que lo que vendría a continuación no sería más que una confesión.

    -Se acordó entre mi clan y los demás no hablar del asunto con nadie más-se excusó Wallace nervioso-. ¡Pensaba decírtelo apenas la reunión hubiese…!

    -Más tarde hablaremos sobre confianza-terció Drake, interponiéndose entre ambos para tranquilizarlos y detener a tiempo lo que hubiese sido una discusión acalorada-. Ahora nuestro objetivo es detener a esos dementes de los Aqua, si es que todo lo que hemos escuchado es cierto.

    -Es cierto-remarcaron Tate y Liza-. Hemos leído la mente tanto de esa mujer como la de Spenser y las de los Latis. No hay ni una sola mentira en sus palabras.

    -Mencionaron que Archie planea despertar a Kyogre-caviló Phoebe en voz alta y con la mirada perdida, como si estuviese haciendo un cálculo-,¿cuánto tiempo nos quedaría entonces de acuerdo con esta profecía?

    -No más de una hora-retrucó Spenser apenado-. Por ello es preciso que nos pongamos en movimiento.

    -¿Y saben siquiera a dónde se dirigen?-indagó Wattson consternado y ansioso.

    -Afortunadamente sí-aseguró Zinnia con una sonrisa repleta de confianza y de orgullo-. Kyogre lleva eones encerrado en la Roca Ombligo, una lejana isla que, de acuerdo con las coordenadas, se ubica en el Archipiélago Sete, justo en el centro de la corriente marítima que conecta Kanto con Johto y con Hoenn. Rayquaza le confió antaño a Lugia y a Ho-Oh, las aves guardianas de Johto, la creación de aquella isla para que Kyogre pudiese dormir dentro de ella, estando lo más alejado posible de la Caverna Abisal, donde Groudon descansaba. Esto último lo sabemos gracias a la información que nos proporcionó el Clan Endrino.

    El Clan Endrino”, pensó Ethan, arrugando el entrecejo, “Entonces eso significa que Lance y Clair también están trabajando en el caso. Lugia, ¿es cierto lo que esta mujer ha dicho sobre tu conexión con esa isla?”

    Así es”, admitió el pokémon legendario mediante telepatía, sin salir de su ultra ball, “Ho-Oh y yo la construimos con ayuda de los titanes legendarios. Imaginamos que ese sería el final de todo, más siempre temimos que un día como este, en el que el hombre trataría de despertar a Kyogre, llegaría.”

    -Conque por eso robaron el submarino-conjeturó Maxie en voz alta-. Planean utilizarlo para llegar hasta allí bajo el agua, para evitar ser detectados por las autoridades pertinentes.

    -Correcto-retrucó la cronista.

    -¿Y qué hay de nosotros?-inquirió Lyra muerta de la curiosidad, pero también con temor a saber la respuesta-¿Tampoco es coincidencia que estemos aquí?

    -Dudo mucho que sea coincidencia-afirmó Spenser, meneando la cabeza levemente hacia ambos costados-. Los hemos estado siguiendo de cerca a todos ustedes. Ethan y Lyra, ustedes también han formado un vínculo con Lugia y Celebi, además de poseer relación y amistad con el Clan Endrino y fascinación con los pokémon del Tipo Dragón. Dawn, has entrenado y domado un Garchomp, uno de los pokémon dragón más poderosos, y sabemos de buena fuente que has llegado a conocer a Giratina, Dialga y Palkia, los dragones de la Anti-Materia, el Tiempo y el Espacio, salvando a todo el universo con ayuda de tus amigos, Lucas y Barry. Y por supuesto Gloria y Hop, también conocidos como los jóvenes héroes que salvaron a la región de Galar de Eternatus con ayuda de Zacian y Zamazenta, los lobos legendarios.

    ¡Tiene mucha razón, escúchalo!”, comentó mentalmente Celebi desde su GS ball, sorprendiendo a su entrenadora.

    -¿Están sugiriendo que nuestros encuentros y relaciones previas con pokémon legendarios también nos vuelven elegidos?-inquirió Hop atónito y con más de medio millón de preguntas amontonándose en su cabeza.

    -No necesariamente-puntualizó Zinnia-. A lo que nos referimos es que todos ustedes de un modo o de otro han mostrado algún tipo de conexión con por lo menos un pokémon legendario del tipo dragón, al igual que sus amigos. Lo cual nos ha llevado a pensar que su presencia aquí no sea del todo incidental.

    -¿Acaso importa?-preguntó Gloria decidida, levantándose de la silla en la que había tomado asiento y golpeando con fuerza la mesa con su puño izquierdo-¡Elegidos o no vamos a ayudar! ¡No sé ustedes, pero ningún loco de remate va a hundir a mi familia y a mis amigos en mi guardia! ¡Partamos ya mismo para allá!

    Ethan y el resto de los jóvenes asintieron con la cabeza, presentando la misma convicción y determinación que la campeona de Galar. May y Brendan inconscientemente unieron manos.

    Será mejor que llame a papá, al abuelo y a Connie para que estén al tanto de esto”, pensó para sí Lucas mientras sacaba su teléfono celular y comenzaba a discar un número que solo él conocía. Le urgía asegurarse de que su familia estuviese a salvo en el improbable caso de que su misión fracasase.

    Debo llamar a mamá y a mis abuelos”, concluyó mentalmente Lyra con un pensamiento similar al de su amigo de Sinnoh.

    -Y nosotros también asistiremos-declaró Norman con firmeza, poniéndose de pie-. Hoenn es nuestra región, y la defenderemos de cualquier amenaza pase lo que pase.

    -Si de verdad nos queda menos de una hora entonces no debemos perder más tiempo quedándonos aquí hablando-afirmó Steven con repentina y evidente urgencia-. Propongo que usemos a nuestros pokémon más veloces para cubrir mayor distancia en menor tiempo.

    -Le pediré a todo mi equipo que se encarguen de transportar a aquellos que no tengan pokémon voladores-objetó Winona-. De todas formas iré en Altaria. Mi chica es más rápida que cualquiera de su especie.

    -Y supongo que ustedes también nos acompañarán para arreglar todo este lío-dijo Glacia mirando a Maxie con cierto dejo de desprecio-. ¿O me equivoco?

    -Tabitha, quiero que tú y un pequeño grupo se queden aquí a vigilar a nuestro prisionero-ordenó Maxie, haciendo caso omiso a la provocación de la miembro del Alto Mando y girando la cabeza para dirigirse hacia su confiable comandante, al mismo tiempo que miraba de reojo a Matt con un reprimido pero palpable odio-. No dejen por nada del mundo que escape hasta que hayamos vuelto. Courtney, reúne a nuestros mejores hombres y preparen a los Wailmer y a los Swellow. Zarpamos de inmediato con destino a la Roca Ombligo.

    Courtney no dijo ni una sola palabra. Respondió haciendo un saludo militar con su brazo derecho y corrió sin prisa pero sin pausa hacia una pared cercana para sacar del collar que llevaba en el cuello una pequeña llave dorada que introdujo en una cerradura para producir un sonido seco y metálico, desbloqueando el acceso a un botón rojo que pulsó apenas este estuvo al alcance de su mano izquierda.

    La sirena de alerta de la base Magma comenzó a sonar, emitiendo un sonido de alarma y de emergencia que hizo que todos los reclutas y soldados de élite corriesen a sus puestos, alistándose para lo que sería la misión más importante que habían tenido en mucho tiempo.


    * * *

    -Cielo santísimo...

    Red y Green contemplaron obnubilados el aterrador y apocalíptico escenario que les rodeaba mientras ingresaban a Ciudad Azafrán, montados en el lomo de Charizard, quien se hallaba igual de perturbado y preocupado que ellos. Aquella gran nube negra y eléctrica que había cubierto por completo el espacio aéreo de la enorme metrópolis parecía un agujero negro en constante expansión, chupando, electrocutando y prendiendo fuego edificios de forma aleatoria y sin ningún patrón discernible. El caos y la anarquía se habían apoderado de las calles por las que el dragón ígneo y los jóvenes sobrevolaban a la par que incontables bandadas de Spearow, Pidgey y sus respectivas evoluciones escapaban volando aterrorizados de la ciudad, batiendo sus alas lo más rápido y fuerte posible. A dondequiera que miraran solo habían autos destruidos y calles agrietadas, quemadas o en llamas.

    Entre los muchos policías y fuerzas especiales que se estaban encargando de hacer evacuar a los ciudadanos y a sus pokémon, Green pudo distinguir a dos personas extrañas vestidas en uniforme, concretamente un hombre y una mujer, asegurándose de que ninguno civil quedase atrás con ayuda de un Gliscor y una Lopunny, pokémon nativos de la región de Sinnoh que había llegado a ver en una o dos ocasiones entre los muchos turistas que solían desembarcar en el puerto de Ciudad Carmín cada cierto tiempo para luego alquilar y hospedarse en algún cuarto del Gran Hotel de Ciudad Azulona. No le cabía duda de que debían de ser agentes de la Policía Internacional o algo por el estilo.

    Los desesperados y parpadeantes ojos del ex-campeón de Kanto se iluminaron con un pequeño halo de esperanza cuando, tras haberle pedido a Charizard que virase hacia la izquierda en la siguiente esquina para arribar al destino que había sido el punto de aquel repentino y veloz viaje, avistaron una escena mucho más favorable que la que esperaba encontrarse: Sabrina se hallaba parada justo en el centro de la cuadra, generando junto a su mega-evolucionado Alakazam y a Espeon una barrera de energía psíquica y de coloración verdusca para repeler una serie de potentes rayos y centellas que amenazaban con freírlos a los tres, evidentemente haciendo tiempo para que sus estudiantes y los niños del barrio consiguiesen evacuar con el resto de los vecinos, siendo guiados y protegidos por los miembros del Dojo-Karate y sus pokémon luchadores. La piedra activadora en su mega-cinturón brillaba a la par que la alakazamita adherida a una de las cinco cucharas de plata flotantes de su pokémon, iluminando gran parte de la zona.

    Red no pudo evitar tragar saliva. Por un lado estaba feliz de volver a ver a Sabrina, aunque no fuese en la mejor de las condiciones, pues extrañamente ahora la veía más bella que nunca peleando por su vida; por el otro, solo podía imaginarse la sarta de insultos y de reclamos que ella estaría lista para lanzarle verbalmente en cuanto tuviesen tiempo a solas. Tiempo a solas que solo tendrían si los dos sobrevivían a la ira de...

    -¡Red, mira!-exclamó Green estupefacta, señalando con el dedo índice de su mano derecha a algo que claramente escapaba al campo de visión de su hermano, obligándole a inevitablemente alzar la vista.

    Y allí, erguido sobre el transparente domo del morado tejado del edificio de la compañía Silph y siendo el ojo del huracán, se hallaba ni nada más ni nada menos que Zapdos. La imponente y soberbia ave del Rayo graznaba a los cuatro vientos, descargando su ira contra el escudo de Sabrina mientras terminaba de experimentar lo que a primera vista era una lenta y dolorosa muda de plumas, que le había hecho adquirir un aspecto mucho más fiero e intimidante: su abundante, siempre erizado y característico plumaje amarillo brillante había adquirido una coloración anaranjada, y tanto su pico como sus patas ahora se habían oscurecido notablemente, haciendo juego con sus plumas secundarias. Sus alas ahora lucían pequeñas y atrofiadas, como si la metamorfosis que había sufrido hubiese reducido significativamente su habilidad para volar para aumentar la masa muscular en sus patas y convertirle en un corredor nato. Sus ojos, ahora tan amarillos como los relámpagos que iluminaban el cielo, no desbordaban más que ira y odio, y al igual que sus garras parecían estar almacenando y descargando cantidades peligrosas de energía eléctrica. Era como ver a una batería de alto voltaje viviente con forma de correcaminos.

    -¡Es Zapdos!-añadió la aspirante a líder de gimnasio-No se parece en nada al pokémon que me dijiste que enfrentaste. ¿Por qué luce así?

    -Eso no importa ahora-retrucó Red mientras aplicaba leves palmadas al costado derecho del cuello de Charizard, quien captó la orden de su entrenador y se elevó en dirección al edificio-. Trataré de distraerlo. ¡Tú ve y ayuda a Sabrina!

    Green miró a su hermanastro a los ojos y asintió con el ceño fruncido. Acto seguido se soltó del lomo de Charizard y procedió a caer en picada. Enfocada, sacó de su bolso una poké ball y la abrió para liberar a su Dodrio y aferrarse a su lomo. El pokémon dodo de tres cabezas no perdió tiempo y, en la infinitesimal fracción de segundo que necesitó para cerciorarse de que su entrenadora estaba bien sujeta a él, frenó la caída de ambos clavando con impecable destreza sus garras sobre el muro de concreto del edificio que más cerca tenían, permitiéndoles descender hasta el suelo y tocar tierra firme sin ningún daño, asombrando a Sabrina.

    -¡Tú!-exclamó la líder de gimnasio de Azafrán, tanto atónita como disgustada, como si ahora tuviese otra responsabilidad más que atender-¡Eres la alumna de Erika! ¿Qué estás haciendo aquí?

    -Hemos venido a ayudar-replicó Green molesta mientras regresaba a Dodrio a su receptáculo esférico y se reunía con ella, tratando de esconder la mueca de desagrado que se formó en su rostro en cuanto intercambió miradas con Sabrina. Seguía sin comprender qué era lo que había visto Red en una mujer tan fría y antipática como la que tenía enfrente-. Mi hermano y yo, de hecho.

    -Pero si has venido con tu hermano-dedujo la psíquica al mismo tiempo que alzaba la vista hacia el cielo y redoblaba los esfuerzos junto a Espeon y Alakazam-, ¡eso significa que el que va en ese Charizard es…!

    Ahora comprendía por qué las dos presencias que había percibido minutos antes le resultaban tan familiares. Allí en lo más alto, Red y Charizard se hallaban combatiendo con Zapdos, esquivando sus ataques eléctricos y respondiendo lo más pronto posible, sin tener éxito al intentar penetrar el campo de fuerza del ave legendaria, que bloqueaba las llamas del lagarto ígneo con increíble facilidad. Radiantes Truenos y Lanzallamas salpicaban y encendían los cielos, encandilando a todo aquel ciudadano o pokémon que se hubiese detenido por unos instantes a recobrar el aliento y a contemplar el impresionante duelo en las alturas.

    -¡Zapdos!-gritó Red furioso-¡Detén esta locura y deja de atacar a estas pobres personas! ¡No son tus enemigos!

    Zapdos, aún parado en la punta del edificio de Silph e incapaz de emprender vuelo, graznó aún más fuerte que antes, y levantó sus ahora diminutas alas para reunir más energía de la tormenta y lanzar un gigantesco y deslumbrante Rayo hacia sus oponentes, quienes lo esquivaron de pura suerte. El ave del Rayo deseaba reducir a menos que materia a aquel insolente mortal que una década atrás se las había apañado para capturarlo y someterlo a él y a sus hermanos. Quería oír su grito y ver cómo todas y cada una de las partes de su cuerpo volaban en pedazos, saliendo despedidas en diferentes direcciones mientras pintaban de rojo la ciudad.

    -No tiene caso-dijo el ex-campeón de Kanto mientras se arremangaba, revelando el brazalete en su brazo izquierdo-. Charizard, será mejor que luchemos con todo nuestro poder si queremos ganar. ¿Estás preparado?

    Charizard resopló, listo para la acción y mirando decidido a su entrenador, quien procedió a activar la piedra en su brazalete, generando que la charizardita en su collar se activase, liberando un brillo magenta que envolvió su cuerpo para llevar a cabo el proceso de transformación. Sus durmientes genes de dragón se activaron, generando en su torrente sanguíneo una sensación tan cálida que solo podía ser comparada con el abrazo de un viejo y querido conocido mientras su aspecto terminaba de cambiar. Los rezagados y refugiados se quedaron sin aliento al contemplar al fabuloso dragón oscuro y azul que ahora se hallaba en lugar del lagarto de fuego.

    -¡Lanzallamas!-ordenó Red, apuntando a Zapdos con el dedo índice de su mano izquierda, con Charizard acatando la orden.

    Zapdos se vio forzado a replegarse al ver que aquellas azules y alumbrantes llamas harían añicos su campo de fuerza, y en menos de un milisegundo esquivó el ataque pegando un brinco tan alto que pareció que estaba volando. Transformando la energía eléctrica almacenada dentro de su ser en energía cinética, y con una velocidad mayor a la de cualquier impulso eléctrico que el cerebro humano pudiese recibir, aterrizó sobre sus atacantes para propinar dos potentes patadas tan rápidas como un relámpago sobre la vulnerable barriga de Charizard para luego retroceder unos cuantos metros, realizando una cabriola en el aire. Sus fuertes patas tocaron nuevamente el domo de Silph al mismo tiempo que el tiempo se descongelaba y tanto Red como Charizard salían expedidos unos cuantos metros hacia atrás rompiendo la barrera del sonido, resquebrajando el cristal con sus filosas garras.

    -¡Charizard!-exclamó el joven de cabello castaño aferrándose lo mejor posible al lomo de su pokémon-¿Te encuentras bien?

    El inicial soltó un atronador rugido que destrozó el vidrio de las ventanas más cercanas, convirtiendo su dolor en furia y posteriormente en combustible. Sus grandes alas fueron batidas con un ritmo más acelerado, desafiando los restos de electricidad que afectaban levemente su motricidad y el vendaval que la enorme nube había desatado.

    -Miserable reptil-graznó Zapdos en su idioma-. Aún tiene ganas de combatir a pesar de que mis Patadas Relámpago deberían haberle pulverizado. Bien, si él y su repugnante amo quieren morir, sus deseos son órdenes. ¡Es tiempo de…!

    ¡ONDA MENTAL!”

    La arrogante deidad del Rayo cayó desde las alturas en cuanto fue atacada por detrás por una gigantesca y purpúrea onda de energía psíquica, formando un cráter del tamaño del Monte Plateado con la estruendosa explosión eléctrica que su cuerpo produjo al estrellarse contra el pavimento. Red alzó la cabeza una vez más, y en cuanto el denso humo se disipó quedó atónito al detectar la figura antropomórfica que se hallaba flotando frente a él y a su pokémon.

    -¡¿Mewtwo?!-consiguió pronunciar incrédulo.

    El legendario y titánicamente poderoso pokémon felino que alguna vez había enfrentado una década atrás le miraba seriamente, con una apariencia nunca antes vista: su estatura se había reducido drásticamente, y sus orejas ahora lucían como dos puntiagudas espinas que, curvadas hacia atrás, se conectaban y llegaban a formar un medio arco, similar al de un anillo. Los dedos de sus manos y patas se habían vuelto pequeños bulbos igual de morados que su cola, la cual ahora le colgaba de la nuca como si de un apéndice se tratase, y sus ojos se habían tornado rojos como el carbón encendido.

    Hola, humano. Ha pasado mucho tiempo.”

    Su telepática voz masculina sonaba en su cabeza tan ronca y a la vez tan serena como la recordaba, contrastando con su apariencia femenina.

    -¿De dónde has salido?-se atrevió a preguntar-¿Y por qué luces así?

    Charizard dejó salir un gruñido que expresaba tanto temor como desconfianza. El cuerpo de Mewtwo irradiaba una energía casi idéntica si es que apenas distinta y mucho más poderosa a la que había expulsado el suyo al momento de mega-evolucionar. ¿Acaso era siquiera concebible? ¿Un pokémon pudiendo alcanzar el estado de la mega-evolución sin necesidad de una mega-piedra, una piedra activadora y el vínculo con un entrenador con el que estuviese sincronizado?

    Mis poderes se han duplicado desde que me derrotaste años atrás en la Cueva Celeste. Tal vez a un terrible precio. Pero no tengo por qué compartírtelo.”

    -¿Pero qué haces aquí?-insistió Red-¿Por qué nos ayudas?

    -Nunca antes había visto un pokémon igual-dijo Green desde tierra firme mientras entrecerraba los ojos para poder distinguir la figura de Mewtwo, al mismo tiempo que acariciaba el lomo de Espeon, quien estaba muy feliz de verla-¿Qué especie podrá ser? ¿Y por qué pareciera estar hablando con Red?

    -Mewtwo-masculló Sabrina en un tono de voz inaudible, deshaciendo finalmente la barrera al ver que los rayos que los atacaban habían frenado su ataque-. ¿Qué es lo que quiere ese monstruo y por qué ha aparecido justo ahora? Desearía poder escuchar lo que dicen y piensan, pero está bloqueando mi acceso a sus mentes. Alakazam, dime por favor que has tenido éxito.

    El bípedo y mega-evolucionado pokémon psíquico pudo contestar meneando la cabeza antes de que un temblor sacudiese el suelo, haciendo que la atención de todos se dirigiese al cráter en el centro de Azafrán, donde una fuerte concentración de energía eléctrica estaba teniendo lugar.

    -Conque el primogénito bastardo de Mew ha decidido aparecer-espetó Zapdos mientras emergía lentamente del pozo, con los ojos fijos en su nueva presa-. Te haré lamentar el siquiera haber osado tocarme.

    Mewtwo se limitó a fruncir el ceño, mirando al pájaro eléctrico con desprecio y resentimiento. No podía sentir más que maldad emanando del alma de aquel cruel y egoísta dios.

    He vuelto para impedir que destruyas el mundo que me dio la vida. No eres merecedor del poder que te fue conferido. Lo malgastas en destrucción sin sentido, solo para traer el mundo a un inminente final.”

    -No debiste regresar-bramó el correcaminos mientras lanzaba un potente Rayo hacia su objetivo-. Y menos solo.

    Mewtwo esbozó una sonrisa desafiante que hizo que Red se estremeciese con tan solo verla.

    ¿Y quién te dijo que he venido solo?”

    Una veloz e imprevista ráfaga de viento repelió el movimiento de energía, haciendo que las chispas que lo conformaban se dirigiesen hacia un edificio lejano y deshabitado, que en consecuencia estalló en mil pedazos. Fue entonces cuando tanto Red como Charizard miraron hacia la derecha, descubriendo que a su lado había una joven de cabello rubio y ojos azules montando una extraña criatura de pelaje oscuro y vientre morado con una melena blanca y abundante cubriéndole el cuello, cuyas grandes alas y orejas le volvían una curiosa mezcla entre un murciélago y un dragón.

    -Tú debes ser Red-supuso en voz alta la recién llegada, sonriéndole al desconcertado ex-campeón-. He leído acerca de ti. Mi nombre es Serena, y Mewtwo y yo somos buenos amigos.

    El joven adulto de Pueblo Paleta abrió la boca para hablar, solo para cerrarla en cuanto vio cómo de la espalda de Serena emergió un pequeño y cornudo ser de cabello rosado y piel lavanda que procedió a dirigirse flotándose hacia el epicentro de la acción, encarando a Zapdos tanto con valor como con orgullo.

    -¡Muy buenas!-saludó al ave mientras sacaba el anillo en su cuerno izquierdo para lanzarlo al aire, permitiendo que se expandiese justo entre ambos, encarando a Zapdos y generando un gran portal que contenía una energía azul purpúrea, la cual fluía ininterrumpidamente en forma de espiral-¡Yo ser Hoopa! Hoopa no querer que usted acabe con todo. Y Hoopa haber recibido pedido por parte de un viejo amigo de venir hasta aquí y pararle. Viejo amigo de Hoopa estar listo para patearle el trasero.

    Y Zapdos no pudo evitar temblar en cuanto vio la colosal y oscura figura de ojos con escleróticas rojas, irises blancos y pupilas negras que comenzaba lentamente a salir del portal, caminando directamente hacia él.

    * * *

    -Comandante Shelly, señora-dijo el joven recluta a cargo del periscopio-. Hemos llegado a destino.

    -Gracias por el informe, soldado-contestó Shelly con un tono de voz frío, firme y autoritario, con sus manos apoyadas sobre sus caderas-. Comiencen el ascenso inmediatamente.

    El soldado de infantería tragó saliva e hizo un saludo militar para luego darse la vuelta y corrió a cumplir con su tarea, haciendo lo posible por evitar mostrar lo intimidado que se sentía ante su superior.

    Archie esbozó una sonrisa de satisfacción en cuanto el Submarino Explorador 1 se detuvo en la orilla y pudo desembarcar con el resto de sus tropas para estirar las piernas. Si bien el interior del buque era bastante espacioso y acogedor, le irritaba de sobremanera haber tenido que estar tanto tiempo sentado y sin moverse mucho en el asiento del capitán, monitoreando todo dentro de la sala de control.

    Al menos debo agradecerle a Maxie el haber expandido y mejorado el tamaño del submarino para poder llevar más hombres conmigo”, pensó para sí mientras flexionaba las piernas y conseguía que los músculos de las mismas se espabilasen, lo que le permitió recuperar la motricidad perdida, “Es una pena saber que no podré decírselo en persona.”

    Frente a él tenía finalmente a la legendaria Roca Ombligo. La antigua y solitaria isla estaba conformada por una gran porción de tierra infértil, y en el centro de la misma se alzaba imponente una enorme cueva cuya plateada piedra caliza parecía adquirir una coloración dorada cuando la luz del sol la tocaba con sus rayos.

    -Debo reconocer que tu jefe te dio las coordenadas correctas, K-dijo en voz alta sin esconder su complacencia, volteándose a ver a aquella computadora de alta tecnología que se desplazaba por tierra firme con unas patas similares a las de un Scolipede. En la pantalla de esta, una silueta humana en un cuarto oscuro observaba atentamente al líder Aqua-. No nos han defraudado.

    -Recuerda nuestro trato, Archie-retrucó K agresivamente. Su voz sonaba grave y distorsionada, evidentemente gracias a un sistema de alteración que impedía determinar si se trataba de un hombre o de una mujer-. Te hemos dado todo lo que necesitas para que tu Proyecto Poseidón se lleve a cabo, tanto el prisma como el U.M. y la localización de esta isla. Una vez lo hayas acatado tú y tus hombres podrán resguardarse de la inundación en la Isla Origen, donde les estaremos esperando para discutir la repartición de las tierras que queden en el nuevo orden mundial. Intenta hundirnos y ni siquiera el poder de ese pokémon podrá protegerte de la ira de nuestro jefe.

    -Sí, sí, sí, ya me lo has dicho medio millón de veces-contestó Archie dándole la espalda desinteresadamente, al mismo tiempo que realizaba un gesto grosero con la mano derecha para indicarle que cortase el rollo-. Ahora, ¿por qué no vuelves con tu superior a informarle que ya hemos llegado y me dejas en paz?

    K no dijo palabra alguna. La computadora que trasmitía su silueta desplegó desde la parte trasera un par de alas que recordaban a las de un Yanmega para luego abandonar el suelo y abandonar la isla volando a una velocidad vertiginosa, hasta perderse en el horizonte.

    -No deberías tomarte sus amenazas tan a la ligera-aconsejó Shelly muy preocupada-. Sabes bien que son gente peligrosa.

    -Por favor, Shelly-rió Archie, soltando una estruendosa carcajada-. ¿De veras crees que debería temerles? Con el poder del Prisma Azul y Kyogre bajo mi control, no habrá ser en la faz de la tierra que pueda detenerme, humano o pokémon.

    -Archie-suspiró ella abatida-. No pongo en duda tu plan, y sabes que te apoyaré hasta el final. ¿Pero realmente vale la pena hacer esto? ¿Acaso no hay otra manera?

    -Ya te he dicho que sí, y que no la hay-respondió su líder dejando de reír, con su expresión despreocupada y llena de orgullo cambiando drásticamente a una más seria, adoptando una mirada penetrante que le helaría la sangre a cualquiera-. Sabes lo que debe hacerse. Debemos crear un mundo mejor, y solo lo lograremos de esta forma. Y antes de que vuelvas a preguntármelo sí, sí ha valido el tener que dejar a Matt atrás. Él mismo conocía los riesgos, y su heroico sacrificio por lealtad será por siempre recordado. Ahora deja de cuestionarme y prepara a las tropas.

    Shelly no pudo evitar soltar un segundo suspiro, sintiéndose derrotada. Con gran pesar, adoptó un semblante serio y se giró hacia los hombres y mujeres bajo su cargo, que no eran precisamente pocos y que aguardaban expectantes sus órdenes.

    -¡Atención a todos!-comenzó tras inhalar y exhalar profundamente con la nariz, comenzando una potente perorata-¡Este día nuestro ansiado ideal, que por tanto tiempo hemos perseguido, finalmente será alcanzado! La humanidad ha abusado por mucho tiempo de la tierra y del mar, sobreexplotando sus recursos naturales en busca de sus deseos más banales y egoístas. Y es por eso que hoy, por fin al mundo entero le toca escuchar nuestra advertencia. Hoy, el mundo entero recibirá nuestro castigo. Somos el futuro tanto de los seres humanos como de los pokémon, y en nuestras manos recaerá la creación de un mundo nuevo y glorioso. ¡Salve el Equipo Aqua y salve nuestro todopoderoso líder Archie!

    -¡SALVE!-gritaron al unísono todos los reclutas, alzando con vigor sus puños como si no hubiese un mañana.

    Archie sonrió una vez más. Una vez Shelly dejó más de veinte soldados para que vigilasen el exterior de la isla e informasen sobre cualquier peligro, guió a su comandante y a las tropas restantes, que cargaban el equipo que necesitarían más adelante, por el interior de la lúgubre y desolada caverna, que parecía no albergar a ningún tipo de pokémon salvaje, ni siquiera a un mísero Zubat. Dominado por la adrenalina y motivado por su propia convicción, bajó con su grupo de expedición detrás de él por los onces niveles inferiores que le separaban de su objetivo, sin cansarse y sin siquiera titubear. Había esperado demasiado, y no veía la hora de concretar su plan final. No esperaría a nadie.

    Las pupilas en sus ojos marrón café se dilataron en cuanto terminó de bajar hasta el nivel más bajo y se detuvo con genuino júbilo ante lo que había venido a buscar. Aquella fascinante y colosal figura durmiente que le esperaba justo enfrente, situada en el centro de un pozo inundado de agua subterránea. La pérfida y orgullosa sonrisa en sus labios se ensanchó, producto del ansia que tenía por comenzar.

    -Saludos, Kyogre-anunció con soberbia-. Soy tu nuevo amo y señor. Y juntos purificaremos este mundo.

    Acto seguido se dio la vuelta para encarar tanto a Shelly como a sus hombres.

    -¡Preparen el Prisma Azul y el Unificador de Materia!-ordenó mientras se bajaba con su mano izquierda el cierre de su traje azul, blanco y cian, dejando al descubierto su bronceado y corpulento torso.

    -¡Ya oyeron al gran líder Archie!-imperó Shelly con la misma actitud-¡A trabajar!

    Y, sin decir ni pío, su escuadrón se puso manos a la obra, sin saber que menos de cuarenta minutos más tarde un fuerte temblor proveniente desde arriba sacudiría toda la cueva como solo el Terremoto de un Garchomp hubiese podido hacerlo.
     
    Última edición: 13 Julio 2023
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    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 5: Scherzo, Parte 3


    El rey del mar hará notar su presencia”

    Desde pequeña, más específicamente desde el día en el que su padre consideró que ya estaba lista para iniciarla en las artes del ninjutsu y del envenenamiento, Janine había presenciado cosas que solo alguien entrenado en el camino del ninja podría presenciar con sus propios ojos y experimentar en carne propia: la increíble cantidad de corrupción dentro de los departamentos de policía y varias empresas internacionales. Bandidos y asesinos robando, matando y operando desde las sombras. Fantasmas tomando posesión de los cuerpos de seres vivos en contra de su voluntad. La delgada línea que separaba el mundo terrenal del espiritual.

    Pero nada podría haberla preparado para lo que había acontecido aquel día ante sus ojos: Ciudad Fucsia, la bella y tan radiante ciudad en la que había crecido, se había convertido en una tierra desolada y gélida, desprovista de la vida y el color que alguna vez habían formado parte de su atractivo regional y turístico. Miles de personas, plantas y pokémon a su alrededor, entre los que podía ver decenas de buenos ciudadanos y amigos con los que había compartido tantos buenos momentos y recuerdos, habían quedado congeladas con expresiones de genuino horror en sus rostros, pegadas al suelo y muertas a causa de la repentina e ineludible hipotermia. Lo que bajo cualquier otra perspectiva hubiese sido visto como un hermoso jardín invernal repleto de figuras de hielo y congelado en el tiempo se sentía más como transitar por el cementerio más grande que la humanidad hubiese visto. Una tumba silenciosa y deshonrosa para una metrópolis completa con más de cien años de historia.

    Hombres. Mujeres. Niños. Ni siquiera la policía y sus pokémon entrenados habían permanecido en pie. Todos reducidos a nada más que tristes estatuas que nunca dejarían de gritar, envueltas por una nieve y un invierno eternos. Solo quedaban ella y sus pokémon, todos ellos en mal estado y a salvo en sus poké balls, con excepción de su más confiable compañera, su Venomoth. La pequeña e intrépida pokémon polilla se negaba a caer víctima de aquel frío mortal y dejar sola a su entrenadora, batiendo sus alas con ímpetu y con coraje.

    Y frente a ella se hallaba nadie más ni nadie menos que el único culpable de la realización de tan atroz, barbárico e imperdonable crimen.

    Sobrevolando la devastación y esperando con tranquilidad el siguiente movimiento de sus últimas oponentes, Articuno admiraba desde las alturas tanto su obra como su nueva apariencia: su alguna vez plumaje azul claro se había tornado lavanda, al igual que las garras de sus ahora oscuras patas, y tanto su larga cola como su pico y las tres plumas de la cresta en su cabeza, ahora dobladas hacia atrás, habían obtenido una coloración púrpura. Las plumas blancas en su cuello y pecho eran más negras que el carbón, y una prominente máscara facial similar a un antifaz cubría sus ojos, los cuales emitían un brillo tan cian y tan pálido como el de las nubes que ahora cubrían por completo su espacio aéreo.

    -¡Maldito monstruo!-alcanzó a vociferar Janine entre sollozos, cubriendo su boca con su alargada y rosada capa a modo de bufanda, haciendo lo imposible con tal de evitar seguir inhalando el letal aire gélido que amenazaba con destruir tanto sus fosas nasales como sus pulmones-¡¿Por qué lo hiciste?! No tenías motivos para hacer esto. ¡Los has matado a todos!

    La legendaria Ave del Hielo respondió en su propia lengua, soltando una serie de graznidos roncos y secos que, la joven líder de gimnasio intuyó, eran carcajadas. Solo eso le bastaba como evidencia de que la cruel deidad no estaba dispuesta a escucharla, y que con gusto la liquidaría a ella y a su equipo para terminar con el funesto trabajo que había comenzado. Y en el fondo sabía por qué: no eran rival para él. Estaban perdidas.

    -Venomoth-consiguió decir la muchacha entre jadeos a su pokémon. La enorme mariposa nocturna se volteó a ver a su ama y amiga, irresoluta-. En caso de que muera...ha sido un honor entrenar y luchar contigo.

    Venomoth asintió conmovida para luego darse la vuelta y encarar con sus últimas fuerzas a Articuno, quien aburrido levantó sus párpados para empezar a cargar una poderosa ráfaga de energía psíquica con su heladora mirada. Viendo que el fin se avecinaba, entrenadora y pokémon se prepararon física y mentalmente para aceptar con los brazos abiertos el frío e inmisericorde roce de la muerte.

    Pero el ataque jamás llegó a su destino.

    -¡BLASTOISE, PULSO UMBRÍO!

    De pronto, y sin previo aviso, tres poderosos y oscuros Pulsos Umbríos salieron a interceptar el movimiento, con dos de ellos produciendo un impresionante choque de poderes con el objetivo que culminó en una ensordecedora explosión. El tercero, que parecía ser más grande y grueso que los otros, siguió de largo hasta alcanzar a Articuno, causándole un considerable daño y forzándole a retroceder en el aire para iniciar adolorido el lento proceso de sanación.

    Con la boca abierta y viendo sorprendida que no habían perecido todavía, Janine se atrevió junto con Venomoth a mirar atrás, hallando para su asombro un rostro conocido: un joven de ojos y cabello marrón café encrespado, vestido con una gruesa campera térmica negra, pantalones grises impermeables y guantes y botas negras para la nieve, miraba a Articuno con enojo y odio, mostrándose impasible ante la caída de la nieve y del granizo. Detrás de él, un colosal Blastoise mega-evolucionado imitaba su lenguaje facial y corporal, con una pequeña piedra brillando en el mega-aro de su brazo izquierdo. Los tres cañones en los brazos y en el lomo del caparazón del bípedo y pesado quelonio seguían humeando a causa del ataque empleado segundos atrás.

    -Maldición-masculló el recién llegado entre dientes mientras miraba las tumbas que les rodeaban, evidentemente decepcionado de sí mismo-. Si tan solo Pidgeot y yo hubiésemos estado aquí unos minutos antes…

    -Tú…-murmuró ella tiritando del frío, con Venomoth posándose sobre su espalda y frotándose contra ella en pos de darle algo de su calor corporal-...eres el nieto de Oak, Blue. Él dijo que vendrías.”

    -Sí-retrucó él con un tono de voz apagado que denotaba un dejo de furia e impotencia, volviendo a clavar sus ojos en Articuno-, e hice unos amigos en el camino desde Verde hasta aquí.

    Janine abrió la boca nuevamente para preguntarle a qué se refería con esa última frase, solo para volver a cerrarla al alzar la cabeza y encontrarse con la respuesta a su duda: una resplandeciente y brillante luz amarillenta y rojiza hirió de muerte el gris y neblinoso paisaje, liberando tras de sí una potente ola de calor que hizo retroceder a Articuno por segunda vez, interrumpiendo su proceso de curación. Era como si el calor en las almas de todos los difuntos hubiese descargado su ira contra su asesino común, en busca de la justicia verdadera e impoluta.

    Y entonces lo vio: un majestuoso e imponente guiverno de un pelaje tan blanco como la nieve y ojos igual de azules que el mar, abriéndose paso a través de las nubes con sus dos magníficas alas y dispuesto a atacar a Articuno con todo lo que tenía. Montado sobre su lomo, un joven de cabello y ojos castaños profirió cuatro simples y más que entendibles palabras con convicción.

    -¡RESHIRAM, USA LLAMA AZUL!

    Reshiram no esperó a que se lo dijesen de nuevo, y tras echarse hacia atrás para reunir aire con las fauces abiertas, liberó con su aliento incendiario un fuego cuya coloración azulada era igual o más brillante que la de sus ojos, iluminando el cielo por segunda vez. El motor en su cola trabajó con mayor potencia que nunca, intensificando el calor de su devastador ataque.

    Viendo que ya no disponía del tiempo suficiente como para recuperarse y luego contraatacar, Articuno generó velozmente con su mente dos clones falsos de sí mismo, haciéndose a un lado y dejando que uno de ellos recibiese el daño por él y fuese desintegrado. Tras esquivar el movimiento por escasos centímetros, utilizó la energía psíquica almacenada en las plumas de sus alas para usar nuevamente su Mirada Heladora contra Reshiram, quien al ser distraído por el segundo clon no pudo alejarse lo suficiente y fue alcanzado, siendo congelado y cayendo inmediatamente en picada hacia abajo junto con Hilbert.

    -Nada ni nadie se interpone en mi camino y vive-crascitó el ave legendaria en su lengua, con una mezcla de furia y de malicia en su tono de voz-. Que tengan un feliz aterrizaje.

    -¡Reshiram, trata de liberarte!-exclamó Hilbert muy preocupado, mientras se aferraba al pelaje del dragón legendario lo mejor que podía-¡O la caída nos matará!

    El pokémon legendario respondió adolorido al joven mentalmente gracias al vínculo mental que Junior había creado entre ellos.

    No puedo. Mis alas no me responden. No puedo moverme.”

    -¡Claro que puedes!-insistió su entrenador y compañero, temiendo por la vida de ambos-¡Reúne todo el fuego que te quede y úsalo para impulsarte!

    Comprendiendo la idea del muchacho, Reshiram asintió con la cabeza. Con toda su fuerza de voluntad, el dragón defensor de la verdad redirigió toda la energía calórica en su cola hacia el resto de su cuerpo, lo que le permitió desentumecer los músculos tanto de sus alas como los de sus patas y liberarse del maleficio que Articuno le había lanzado mediante el aumento de su propia temperatura corporal, logrando remontar el vuelo a tiempo. Articuno, perplejo, terminó de sanar las quemaduras que los ataques de Blastoise y de Reshiram le habían infligido y se aprestó a combatir, haciendo desaparecer al clon que había sobrado, pues ya había quedado al descubierto y no había sentido en seguir utilizándolo.

    -¡Llama Fusión!-ordenó Hilbert, apuntando a Articuno con el dedo índice de su mano derecha.

    Sin perder impulso, Reshiram acató la orden generando con las llamas sobrantes en su cola una enorme bola de fuego para luego lanzarla en dirección hacia su adversario. Articuno respondió generando un escudo protector con su mente que, a pesar de que cumplió su función, no pudo contener la explosión que el ataque de su oponente causó al entrar en contacto y estalló en mil pedazos, mandándole a volar lejos y forzándole a batir sus alas con mayor esfuerzo para poder estabilizarse, instante que ni Hilbert ni Reshiram pensaban desperdiciar.

    -¡LLAMA AZUL!-vociferó el muchacho de Pueblo Arcilla, determinado a dar por finalizado el combate con todo lo que tenían.

    Reshiram volvió a aspirar oxígeno, y con las llamas del motor de su cola ardiendo con un fulgor azul brillante, volvió a soltar por la boca su ataque más poderoso, esta vez alcanzando con éxito a Articuno, quien no logró esquivar el movimiento de su contrincante y comenzó a graznar con cólera y con dolor al sentir cómo las llamas quemaban su nuevo plumaje, entrando en contacto con su sensible piel.

    -¡Ese chico nos lo ha suavizado, Blastoise!-afirmó Blue tanto enfurecido como envalentonado-¡Démosle con todo a ese desgraciado! ¡Usa Pulso Umbrío de nuevo!

    -¡Ayudemos al Blastoise, Venomoth!-agregó Janine con la misma energía que Blue, contagiada por su entusiasmo-¡Usa Danza Aleteo y luego Zumbido!”

    Blastoise gruñó y, apuntando a su objetivo, y disparó ipso facto, liberando tres Pulsos Umbríos que, a diferencia de los tres primeros que había lanzado anteriormente, se unieron en el aire para formar uno solo, mucho más enorme y poderoso. Venomoth, por otro lado, realizó enérgicamente en el aire movimientos cortos y precisos hacia todas las direcciones posibles, creando una danza improvisada mediante un veloz aleteo. Milisegundos más tarde, cuando su cuerpo se vio envuelto en un blancuzco y despampanante brillo, procedió a expulsar de su minúscula mandíbula una serie de ondas vibrantes de coloración rojiza que, junto con el Pulso Umbrío de Blastoise, impactaron en el vientre de Articuno, resultando en una explosión que forzó a los tres entrenadores a taparse los ojos para evitar perder la vista en el proceso. Y fue en ese preciso momento cuando Janine oyó una tercera voz. Una que, en contraste con las otras dos que ya había escuchado, era femenina.

    -¡TÓXICO, DARMANITAN!

    Se escuchó un fuerte y ronco chillido simiesco, seguido del disparo de un rayo de energía púrpura que dañó a Articuno gravemente, empujándolo hacia las nubes más lejanas y forzándole a elevarse hasta perderse de la vista de todos. En cuanto sus ojos se acostumbraron a la poca luz sobrante de la explosión que ya comenzaba a disiparse en el aire, la joven experta en pokémon venenosos pudo distinguir a su izquierda un titánico y musculoso pokémon cuadrúpedo de rostro anaranjado, dientes puntiagudos, cejas envueltas en llamas y pelaje rojizo, cuya posición cuadrúpeda era idéntica a la de un orangután. A su lado, una joven de cabello castaño recogido con una coleta y ojos azules igual de abrigada que Blue le acariciaba en la cabeza, como si estuviese felicitándolo por haber hecho un gran trabajo.

    -¡Huyó hacia arriba!-alcanzó a decir Hilbert todavía montado sobre Reshiram-¡Debe de estar herido!

    -¡Vayan tras él, Hilbert!-exclamó la chica-¡Nosotros trataremos de ayudar a estas personas!

    Hilbert y Reshiram asintieron con la cabeza, y en un parpadeo desaparecieron volando hacia arriba y a una velocidad sobrehumana, con el motor de la cola del segundo ardiendo a máxima potencia y dejando un notable rastro de humo y de calor detrás de ellos.

    -¿Quiénes son ustedes?-logró preguntar Janine estupefacta, mirando a la joven y a su pokémon de fuego sin poder salir del asombro.

    -Soy Hilda, y ese de allí arriba es mi novio, Hilbert-explicó la joven de Unova preocupada, dejando de acariciar a Darmanitan para estrechar manos con la líder de gimnasio “Vinimos tan pronto como pudimos. Con gusto te ayudaremos a sacar a esta gente de aquí.

    -¿Qué sentido tiene?-se lamentó Janine cabizbaja, habiendo perdido toda esperanza-Llegan demasiado tarde. Todas estas personas y pokémon han muerto. Y soy responsable por no haberlos puesto a salvo de la crioquinesis de Articuno. Toda la evacuación fue un fracaso.

    -Tal vez, pero no necesariamente-objetó Blue, acercándose para encontrarse con ellas al mismo tiempo que volvía a mirar el pavoroso cuadro de la calle. Blastoise le siguió detrás dando grandes pisadas y hundiéndose en la nieve, al tiempo que regresaba a su estado base-. Si nos apresuramos y usamos a nuestros pokémon quizás podamos salvar a algunos pocos. Hilda, tal vez las habilidades de tu Darmanitan podrían sernos de ayuda.

    -¡Tienes razón!-reconoció Hilda sorprendida, a la vez que se llevaba ambas manos al puente de la nariz para contener la respiración y evitar estornudar. El efecto producido por el calor del fuego y las llamas de Reshiram estaba empezando a replegarse, cediendo ante el viento y el frío invernales generados por la influencia de Articuno-¡Rápido Darmanitan, usa Día Soleado!

    Orgulloso de su fuerza, Darmanitan se paró sobre sus patas traseras e hizo crujir los huesos de los dedos de las delanteras. Acto seguido se concentró y, reuniendo y canalizando la poca energía solar que se hallaba a su alrededor en las palmas de sus manos, creó dos resplandecientes esferas de luz para luego alzarlas y dispararlas hacia el cielo en forma de rayos. Como consecuencia de aquella acción, las nubes se dispersaron, y los rayos del hasta entonces oculto sol se intensificaron, comenzando a derretir lentamente toda la nieve y hielo que sus rayos tocaban, convirtiéndolos en agua pura y líquida.

    -Eso nos servirá mucho-dijo el líder de gimnasio de Ciudad Verde mientras se quitaba su abrigo, sintiendo el notable cambio en la temperatura que le obligaba a deshacerse de él-. Ahora solo nos queda descongelar a cuantos podamos y comprobar su pulso para determinar quiénes siguen con vida y quiénes no.

    -Estupendo-dijo Janine con Venomoth zumbando en forma de aprobación, para luego señalar con el dedo índice de su mano derecha a un grupo de víctimas que se hallaba más atrás-. Comencemos por aquella zona.

    Un fuerte pero caluroso viento levantándose desde atrás hizo que Hilda mirase hacia atrás, comprobando que en efecto Hilbert había regresado, y estaba haciendo descender a Reshiram sobre la zona más repleta de verde que tuviesen cerca. El verle de vuelta tan pronto la alarmó de sobremanera.

    -Hemos perdido a Articuno-se lamentó su novio con gran pesar mientras corría apresuradamente hacia ella-. El cobarde se valió del granizo y de la nieve para dejarnos atrás y escapar antes de que terminásemos con él.

    -¡Entonces vayamos tras él ya mismo!-espetó ella indignada-¡No podemos dejar que…!

    -No-retrucó él adoptando un semblante serio-. Primero debemos ayudar a sacar a los sobrevivientes que queden de aquí. Si lo que Serena leyó en ese libro y lo que Reshiram nos ha dicho es cierto, ya no es nuestro deber ir tras él, sino que alguien más se encargará de ello.

    Reshiram volvió a valerse del vínculo mental con los jóvenes para que su voz resonase en sus mentes.

    Debemos apegarnos al plan. Estas personas nos necesitan. Luego veremos qué más podemos hacer.”

    Hilda abrió la boca para decir algo, solo para volver a cerrarla igual de rápido. Su chico y el guiverno estaban en lo correcto. Quedarse allí a rescatar y poner civiles a salvo sonaba más razonable que lanzarse a una persecución sin sentido en busca de un enemigo que, aunque herido, ahora se hallaba escondido y contaría con el factor sorpresa a la hora de atacar. Debía controlar su impulsividad si, al igual que los demás, quería realmente ayudar.

    -¡Oigan, niños profetas del fin del mundo!-llamó Blue mientras seguía ayudando a Janine a romper la prisión de hielo en la que se encontraba su primer superviviente-Este sujeto y su Meowth aún respiran. Traigan a sus pokémon de fuego y dennos una mano. Estos témpanos no van a derretirse solo con el sol.

    -Espero que Serena y los demás ya hayan llegado a los lugares acordados-pensó en voz alta la joven entrenadora mientras ella y su pokémon se echaban a correr en dirección hacia Janine y Blue-. ¡Vamos, Darmanitan!

    Al ver a su novia en movimiento, Hilbert se apresuró para seguirle el paso, pero se detuvo unos metros después para mirar preocupado hacia atrás: Reshiram se había quedado parado en el pastizal sobre el que había descendido, mirando hacia el cielo en dirección oeste, que era hacia donde Articuno había emprendido la huida.

    -¿Qué sucede, Reshiram?-preguntó el muchacho sorprendido, intentando mirar y hallar lo que imaginaba que el dragón había detectado.

    Reshiram no apartó la vista de las nubes, mas se dispuso a contestar telepáticamente y de forma sincera a la pregunta de su entrenador.

    Presiento que Zekrom está en problemas.”

    * * *

    -¡CÚBRANSE!-gritó Serena montada sobre Noivern y con Hoopa aferrándose a sus hombros, dándole instrucciones al primero mediante el tacto en la espalda para que se lanzase en picada hacia abajo, donde estarían seguros.

    -¡GREEN, AGÁCHATE!-agregó Red detrás de ellos, sujetándose fuertemente con ambos a los picos en los hombros de su mega-evolucionado Charizard, quien de la misma forma que Noivern ya estaba alcanzando una velocidad vertiginosa.

    Los dos dragones y sus respectivos pasajeros tocaron tierra firme bruscamente y a tiempo, justo antes de que Sabrina, Alakazam y Espeon acabasen de convertir su barrera en un campo de fuerza que protegería tanto el frente como la retaguardia de todos. Green siguió la advertencia de su hermano y se tiró al suelo cuanto antes, segundos antes de que una gran bola de fuego estallase en las alturas, sacudiendo tanto el cielo como la tierra en el proceso. El viento levantado por el punto de impacto produjo que innumerables autos, transportes públicos, semáforos, postes de luz, bocas de incendios y hasta cachos de calles saliesen volando por los aires. Edificios enteros se desmoronaron estruendosamente, con varios de sus cimientos saliendo disparados como proyectiles y haciéndose añicos contra la burbuja generada por el trío psíquico.

    -Amigo Zekrom ser muy fuerte-observó Hoopa mientras se hacía a un lado para que Serena pudiese quitarse de encima de Noivern y proceder a atenderlo-. Hoopa casi salir freído de tanta energía eléctrica alrededor.

    -Gracias al cielo-comentó Serena aliviada mientras terminaba de revisar la condición de Noivern, para luego rociarle con un pequeño aerosol de color dorado que había sacado de su bolso de mano-. Solo te has torcido un poco el ala. Este cura-todo te arreglará en un santiamén. Una vez estés mejor te daré un mango.

    Noivern dejó salir un gruñido lastimero pero tierno mientras cerraba los ojos y esbozaba una sonrisa repleta de complacencia. La promesa de poder comer nuevamente su fruta favorita tras haber salido vivo de un encuentro cercano con la muerte era la mejor recompensa que sentía podía recibir de parte de su siempre atenta dueña.

    -¡Charizard!-exclamó Green muy asustada y al mismo tiempo que Red, mientras se ponía de pie para ir a socorrer al pokémon inicial de su hermanastro, quien en contraste con Noivern había caído desmayado, regresando en el proceso a su estado normal. Al igual que el pokémon de Serena, el lagarto de fuego alado de Red presentaba diversos moretones y rasguños a lo largo de toda su escamosa piel, incluyendo dos notorios hematomas en su amarilla barriga, evidente vestigio de las patadas que Zapdos le había dado-¡Por favor, responde!

    -Puedo oírlo respirar entrecortado-observó Red, consternado con el estado de su pokémon-. Está muy débil, y mi enlace psíquico con él no funciona. ¡Ha recibido más daño del que pensé!

    -Apártate-pidió ella mientras sacaba de su bolso rosado una amor ball con extrema urgencia-. ¡Sal, Hiroko!

    La aspirante a líder de gimnasio lanzó la ball al aire, haciendo que se abriese en pleno vuelo y liberase con un haz de luz blanca y brillante su contenido: se trataba de una alegre, bípeda y voluminosa pokémon de pelaje rosado, panza blanca, orejas de conejo y ojos verde agua a la que Red identificó en el acto como una Wigglytuff.

    -¡Rápido Hiroko, usa Pulso Cura!-ordenó Green con prisa, señalando a Charizard con el dedo índice de su mano izquierda.

    Hiroko se puso manos a la obra, feliz de poder ser de utilidad. Uniendo las palmas de sus patas, juntó energía para generar una pequeña bola de aura rosada, soltándola y empujándola lenta y delicadamente hacia Charizard, quien al ser alcanzado por ella se vio rodeado por una energía de idéntica coloración. Como si fuese por obra de magia, los numerosos golpes en el cuerpo del dragón naranja comenzaron a sanar, hasta desaparecer.

    -Tomará unos cuantos minutos, pero se pondrá bien-aseguró Green a Red mientras se giraba para acariciar a su pokémon en la zona de atrás de las orejas, cosa que Hiroko le permitió gustosa-. Muchas gracias, chica. Eres la mejor.

    -Maldición-masculló Sabrina cayendo sentada y agotada mentalmente al suelo, con los generadores potenciadores de sus brazaletes brillando enloquecidamente-. Ya no puedo seguir de esta manera. Alakazam, tú serás la defensa principal a partir de ahora. Trataré de mantener activo tu estado más allá de la evolución para que no pierdas agarre. Espeon, concentra tu poder en el centro y refuerza la consistencia del escudo. No podemos dejar que las otras dos capas se debiliten a falta de una.

    El escuchar un “Sí” al unísono en su mente por parte de sus pokémon hizo que la líder de gimnasio pudiese suspirar y aflojar todos los músculos de su cuerpo. Muchos de sus colegas la habían criticado siempre por lo rigurosa e inflexible que solía ser con ellos durante las sesiones de entrenamiento, mas se sentía conforme con los resultados. Había logrado que todos en el barrio pudiesen evacuar a salvo, y todo gracias a que Espeon y Alakazam habían sido lo suficientemente fuertes como para ayudarla a sostener aquel muro ahora convertido en domo. Incluso ahora más que nunca su filosofía era jamás conformarse ni con la ineptitud ni con los resultados aceptables. Un pokémon psíquico o una persona que no se esforzaba por desbloquear todo su poder oculto no era digna de recibir sus enseñanzas.

    Red permaneció embobado, observando a Sabrina mientras se levantaba, giraba la cabeza para atrás y le miraba a los ojos. Vestida con sencillos pero profesionales zapatos tan magentas como sus ojos, pantalones tan blancos como los recién crecidos aguijones de un Beedrill joven y un top corto con tirantes del mismo color que sus zapatos que dejaba su ombligo al descubierto, lucía más bonita que lo que la recordaba. Su alguna vez largo cabello ahora solo le llegaba hasta los hombros, y tanto sus tensos brazos como sus pechos y su abdomen estaban en excelente condición física, al igual que sus fornidas piernas. Si él había crecido durante todo el tiempo que llevaban lejos el uno del otro hasta convertirse en un joven adulto y apuesto, ella ya era toda una mujer hecha y derecha, siendo tan o incluso más hermosa y atractiva que como el día en el que entró a su gimnasio para desafiarla. Los latidos de su corazón se aceleraron de manera notable.

    -Sabrina-alcanzó a murmurar, perdido en el trance en el que tan grandiosa belleza lo había atrapado mientras veía cómo ella caminaba hacia él con paso decidido-. T-te extrañé tan…

    Una fulminante y demoledora sensación de dolor se encargó de traerle de vuelta a la realidad, arrancándolo brusca y salvajemente de aquella preciosa fantasía. A modo de reflejo llevó su mano izquierda para tocar su mejilla, solo para descubrir que estaba tan roja como un Primeape enojado e igual de inflada que un globo, con la visible y palpable marca de una mano sobre ella. Un pequeño hilo de sangre brotaba de la zona izquierda de sus labios, tocando el suelo y formando pequeñas manchas rojas sobre el asfalto. Y frente a él, la mujer de su vida permanecía parada frente a él, con su mano izquierda levantada, sus labios expresando disgusto y sus ojos pareciendo dos rubíes ardiendo con nada más que rabia.

    -Once años-espetó Sabrina mientras su ya de por sí amenazante tono de voz iba subiendo, hasta tornarse completamente hostil-. Once años esperé a que cambiaras de parecer, implorándote que bajaras de esa condenada montaña. Suplicándote que no me dejaras sola. Llorando por ti día tras día, noche tras noche. Me ignoraste, haciéndome perder la esperanza y dejándome como la tonta que cuidaba de tu pokémon mientras seguía con mi vida. Ni siquiera viniste a verme en cuanto regresaste. Y ahora, cuando mi ciudad y media Kanto están al borde de la destrucción, tienes las BOLAS para venir aquí, esperando que te reciba con los brazos abiertos, ¡¿Y DICIÉNDOME QUE ME EXTRAÑASTE?!

    -¡Oye, déjalo en paz!-protestó indignada Green, tratando de alejar a su hermano de la líder de gimnasio antes de que esta terminase el trabajo que había comenzado-¡Ha pasado por mucho!

    -¡TÚ NO TE METAS!-retrucó la experta en pokémon psíquicos con una furia ciega, haciéndola a un lado para luego sujetar a un estupefacto Red de la chaqueta y con las lágrimas a punto de escapar de sus ojos-Dijiste que era la persona más importante para ti. Que nunca me abandonarías. Y te fuiste sin previo aviso, sin siquiera compartirme lo que sentías, sin siquiera despedirte en persona. ¡¿Por qué lo hiciste?! ¿Creíste que eventualmente te olvidaría? ¡¿Que te superaría así sin más?!

    Red no supo qué responder. El ex-campeón de Kanto bajó la cabeza, con sus ojos perdiéndose en el fuerte color rojo que su sangre en el suelo presentaba. El dolor que sentía en su mejilla fue sustituido por uno nuevo. Uno que empezó a oprimir su corazón, ahogándolo de angustia, de culpa y de remordimiento acumulados por años.

    Se produjo un incómodo y desagradable silencio por unos segundos en los que Green, Charizard y Espeon dirigieron su atención a ambos entrenadores, preocupados y expectantes a lo que sucedería a continuación. Serena, viendo que se hallaba en medio de una trifulca en la que no tenía ni voz ni voto, se preocupó por ayudar a Noivern a ponerse de pie antes de servirle su merecido mango, con un poco de asistencia por parte de Hoopa. El pokémon guiverno estaba como nuevo gracias a los efectos inmediatos del cura-todo.

    -Mira a nuestro alrededor-prosiguió finalmente Sabrina con el mismo tono de antes-: esta ciudad está siendo reducida a escombros, ¡y hasta ha muerto gente tanto aquí como en Fucsia! No hay tiempo para venir a hacerse el héroe, niño tonto. ¡Ahora mismo podrías estar asegurándote de que la gente en Pueblo Paleta o cercana a Ciudad Verde y Ciudad Celeste se mantuviese alejada de aquí y has desperdiciado tiempo valioso queriendo venir a rescatarme y recuperarme, cuando se supone que deberías saber de sobra que puedo cuidarme sola! ¡¿Qué harás cuando Zapdos haya acabado aquí y continúe así por el resto de la región junto con Articuno, hasta que no quede nada con vida?! ¡¿Acaso estás dispuesto a mandar a todo el mundo a la tumba?! ¡¿Por qué diablos has venido aquí?! ¡CONTÉSTAME!

    -Porque quiero salvar mi mundo-respondió Red, sin despegar los ojos del asfalto-. Tú eres mi mundo, Sabrina.

    Sabrina retrocedió unos cuantos pasos, genuinamente impactada por lo que acababa de escuchar. Amargas y gruesas lágrimas por fin abandonaron sus ojos para resbalarse por sus mejillas y abandonar su rostro.

    -Bastardo-dijo furiosa, cerrando los ojos y ambos puños mientras enseñaba los dientes-. Malnacido hijo de…

    -Eh, disculpen-interrumpió Serena, finalmente metiéndose en la conversación-. Soy nueva en todo esto y por ende no tengo derecho a hablar pero, ¿podríamos concentrarnos en, no sé, LA BATALLA? ¡¿Cómo vamos a detener a Zapdos?!

    -No podemos-contestó Red a regañadientes mientras veía cómo Charizard al fin se levantaba, totalmente sanado gracias al Pulso Cura de Hiroko-. Nuestros pokémon no son lo suficientemente fuertes, y si los mandamos de nuevo al campo podrían morir. Aunque no me guste la idea, todo depende ahora de Mewtwo y de ese pokémon dragón.

    El grupo alzó la vista hacia las nubes, donde el histórico duelo seguía teniendo lugar. Zekrom, agotado físicamente a causa del esfuerzo que había conllevado utilizar su potente y resplandeciente Ataque Fulgor, se hallaba incapaz de seguirle el ritmo a Zapdos, quien con su endemoniada velocidad y agilidad no solo recibía daño igual que como lo repartía, sino que además parecía aprovechar mejor la energía eléctrica de la tormenta que el dragón tao para recuperar salud y recargar energías. Mewtwo, por otra parte, asistía a Zekrom lo mejor que podía, utilizando su forma especial para impulsarse y poder volar con la misma rapidez que el ave del Rayo. Era como ver dos rayos tan veloces y tan fugaces que aparecían y desaparecían en cuestión de nanosegundos, con el ojo y el cerebro humanos teniendo que tomarse unos cuantos minutos para detectarlos y asimilarlos. Sus choques retumbaban como indómitos truenos en el ojo de la tormenta.

    -Tal vez lo mejor sea que escapemos mientras podamos-observó Green-. Algo me dice que si esos tres vuelven a chocar como hace unos segundos este campo de fuerza no nos protegerá.

    -Coincido-reconoció Sabrina-. Si nos quedamos aquí tarde o temprano nos volveremos daño colateral. Y además, la policía ya ha podido evacuar a todos. Debemos escapar a un sitio más seguro, y después de eso pensar mejor qué hacer.

    -¡No podemos irnos!-objetó Serena molesta-¡Mewtwo y Zekrom nos necesitan! Debe haber algo que podamos hacer que no requiera de nuestros pokémon. ¡Hoopa! ¿Tienes alguna idea? ¿No puedes aunque sea traer a alguien más?

    Hoopa se llevó la mano derecha a la barbilla para rascársela, pensativo. El pequeño y travieso geniecillo canalizó sus poderes mentales para hallar con ellos alguna voz lejana y familiar que estuviese dispuesta a darle una mano, cubriendo millas y leguas de viaje aéreo y submarino. Su rostro se iluminó de la alegría en cuanto halló una que llevaba mucho tiempo sin escuchar. Una que, desde lo más profundo de una lejana y lúgubre cueva, le decía que estaba dispuesta a hacer lo que pudiese, que se asegurase de tener a mano lo que necesitaba.

    -¡Ya tenerlo!-exclamó en voz alta eufórico-¡Amigo Zekrom necesitar más poder! ¡Hoopa tener la solución!

    El pokémon singular sacó de su cuerno derecho un pequeño aro, el cual expandió para abrir un portal del que sacó con su mano derecha algo antes de cerrarlo y regresarlo a su lugar. Se trataba de un pequeño objeto plateado, metálico y con forma de cono que, sobre una base triangular, tenía incrustado un diminuto rombo amarillo.

    -La Punta ADN…-dedujo la muchacha de Kalos impresionada, reconociendo el artefacto por haberlo visto dibujado en uno de los libros sobre mitos y leyendas de la región de Unova que llevaba consigo.

    -Deshagan el campo un segundo-sugirió entusiasmado-. Hoopa necesitar espacio para lo que tener que hacer.

    -¡Ni lo sueñes!-replicó Sabrina colérica-Este campo es lo único que evita que nos convirtamos en cadáveres ahumados!

    -¡Ser la única manera!-insistió Hoopa con convicción-¡Confiar en mí, mujer con cara de Rapidash y malhumorada!

    -¿Cómo me llamaste?-preguntó amenazante la líder de gimnasio entrecerrando los ojos y mirando al pokémon singular con desprecio.

    -¡No tenemos tiempo para esto!-retrucó Serena irritada-¡Hazle caso si quieres que Zekrom acabe con Zapdos y haya aunque sea una ciudad para reconstruir! ¡AHORA!

    Sabrina bufó enojada, llevándose los dedos de su mano derecha al puente de la nariz. Dos segundos más tarde, volvió a hablar.

    -Ya la oyeron-dijo mirando a Espeon y a Alakazam.

    Los dos pokémon psíquicos asintieron con la cabeza y retiraron el escudo para tomarse un descanso, con Alakazam regresando a su forma normal. Hoopa no perdió tiempo y se quito el gran y grueso anillo que tenía en la cintura para abrir un enorme portal enfrente suyo. Tanto Red y Green como sus pokémon abrieron la boca asombrados al sentir una serie de pisadas que se asemejaban a temblores, al mismo tiempo que unos colosales cuerpo y cabeza emergían del aro. Era un titánico, cornudo y espeluznante pokémon dragón bípedo de piel grisácea y azulada, con prominentes dientes aserrados y ojos amarillos carentes tanto de pupilas como de cualquier tipo de sentimiento. Su figura anoréxica y cadavérica le otorgaba la apariencia de un muerto viviente.

    Hagámoslo” gruñó el ente en la cabeza de Hoopa, con una voz neutra y apagada, despojada de todo atisbo de emoción.

    -¡Servirse, señor Kyurem!-respondió el geniecillo, empujando con su telequinesis la Punta ADN hacia el dragón legendario.

    Ante los ojos de todos, el objeto semi-cúbico produjo un extraño zumbido mientras se acercaba a su destino. Acto seguido se disolvió en el aire, transformándose en una serie de aros celestes brillantes que, girando sobre el mismo eje, fueron absorbidos por el cuerpo de Kyurem, quien se vio rodeado de una energía del mismo color mientras sus atrofiadas alas eran liberadas de su prisión de hielo, alargándose.

    Apuntando a su objetivo, el reptil de sangre fría disparó con ellas rayos de energía magenta que, viajando a la velocidad del sonido, alcanzaron a Zekrom, transformándole ante los ojos de Zapdos y de Mewtwo en un minúsculo orbe oscuro que descendió rápidamente, convirtiéndose en una cadena de aros rojos que se hundieron en la carne de Kyurem. Y mediante una repentina y deslumbrante explosión de electricidad que sacudió todo el terreno con violencia y que forzó a todos los presentes a apartarse, su aspecto comenzó a cambiar.

    Kyurem. ¿Qué has venido a hacer aquí? Creí que te mantendrías neutral en este asunto.”

    Nuestro amigo en común me ha persuadido para ayudarte. Ahora cierra la boca y prepárate para el segundo asalto.”

    Un potente y enceguecedor destello iluminó la zona y las cuadras más cercanas mientras las alas, brazos y cola de Kyurem mutaban, incrementando su tamaño y masa muscular notablemente. Las pupilas e irises de Zekrom se hicieron presentes en sus ojos, y cuatro largos tubos orgánicos de color cian brotaron de su espalda para conectarse de forma equitativa a los costados del motor de su cola, proveyéndole energía eléctrica extra que le sería de mucha utilidad.

    Finalmente listo para luchar, el renacido Kyurem oscuro rugió en su idioma un desafío a su adversario, impresionando a sus espectadores con su imponente apariencia. Relampagueantes y peligrosas descargas eléctricas brotaron de su cola, símbolo de su coraje y del embriagador poder que ahora recorría todo su cuerpo.

    ZAPDOS DEBE MORIR.”

    ESTAMOS DE ACUERDO.”

    Zapdos graznó iracundo, aceptando la proposición mientras el potenciado dragón producto de la fusión se elevaba en el aire, encarándole y poniéndose a la izquierda de Mewtwo.

    -Una vez acabe con los tres no serán ni átomos.

    Nunca hubiera creído posible que dos pokémon fuesen capaces de convertirse en un solo ser”, pensó para sí Mewtwo mientras pasaba de su forma especial a la de ataque físico, incrementando su musculatura en el proceso. Al igual que los demás, el felino psíquico había quedado anonadado con la magnífica metamorfosis que ambos dragones habían experimentado, “Puedo sentir su poder. Es casi incalculable. Me alivia saber que están de nuestro lado.”

    El repotenciado dúo guerrero se lanzó al ataque contra el ave del Rayo, forzando a Sabrina y a sus pokémon a crear un segundo campo de fuerza, y como resultado de su choque una segunda explosión se produjo, mucho más grande que la primera. La devastadora onda de choque hizo trizas las pocas ventanas de vidrio de los edificios que habían resistido la primera ola, y un campo de energía electro-magnética rodeó Azafrán entera en un abrir y cerrar de ojos. Nadie podría entrar. Y tampoco salir.

    -Zekrom y Kyurem haberse vuelto muy poderosos-observó Hoopa muy contento y a la vez triste mientras observaba junto a sus compañeros la tremenda pelea de la que sus ojos eran testigos-. Hoopa desearía poder ayudar también pero...Hoopa no podría controlarse a sí mismo si pelear con su verdadero poder.

    -No te aflijas, Hoopa-afirmó Serena mientras apoyaba su mano derecha sobre el hombro izquierdo del pokémon singular, buscando reconfortarlo-. Has ayudado más de lo que piensas.

    Mientras todos se encontraban presenciando la batalla de gigantes, Red se percató con extrañeza de que Sabrina estaba usando su pokégear, aparentemente teniendo una discusión seria con alguien cuya voz no pudo alcanzar a escuchar bien a causa del estruendo que producían los rayos de Kyurem Negro y de Zapdos y los ataques psíquicos de Mewtwo al entrar en contacto los unos con los otros.

    -Muy bien, ya llenamos a ese dragón con esteroides-aceptó Sabrina frustrada mientras terminaba de colgar la llamada-. Ahora nos vamos.

    -Espera, ¿qué?-exclamó la campeona de Kalos, mirando a la líder de gimnasio estupefacta-¡Pero estamos a punto de ganar!

    -He recibido una llamada por parte de Janine, la líder de gimnasio de Ciudad Fucsia-contestó fríamente la especialista en pokémon psíquicos-. Aparentemente Articuno ha abandonado Fucsia con dirección hacia el oeste, lo que significa que podría estar dirigiéndose hacia Ciudad Verde, Plateada o Azulona, incluso Pueblo Paleta. El presidente y el Alto Mando quieren que traslademos a todos los civiles hacia la Meseta Añil, y eso pienso hacer. Debemos irnos.

    -¡Pero debemos quedarnos a comprobar que Mewtwo y Zekrom conseguirán derrotar a Zapdos!-insistió Serena.

    -Quédate a comprobarlo tú misma si tu vida y la de tus pokémon significan tan poco para ti-respondió Sabrina, dándose la vuelta-. Si alguien más quiere quedarse es bienvenido a hacerlo. Pero yo no me quedaré aquí sin hacer nada, aguardando el morir en el fuego cruzado. Además, mis colegas y mi región cuentan conmigo.

    -Yo también iré-dijo Green decidida, regresando a Hiroko a su amor ball y guardándola en su bolso de mano para caminar hasta donde Sabrina se encontraba-. Si Articuno llega hasta Pueblo Paleta el profesor, Daisy y mamá morirán, y no podría vivir con eso.

    -Hoopa no moverse de aquí hasta que el pajarraco de mal agüero haber palmado-afirmó Hoopa con el ceño fruncido-. Hoopa no dejará a la señorita Serena y a sus amigos solos.

    -¡Por favor, no nos dejen!-suplicó la muchacha rubia, buscando comprensión en el rostro de alguno de ellos, tomando aleatoriamente a Red de y con ambas manos-Red, te lo suplico. Tú sí te quedarás, ¿verdad?

    Red permaneció callado, mirando tanto a Serena como a Green y a Sabrina por unos instantes. Luego, tras mucha reflexión, se dio la vuelta hacia atrás para observar a Charizard. Su viejo amigo con el que tantas experiencias, aventuras y penurias había vivido estaba devolviéndole la misma mirada de inseguridad, mas a la vez mantenía un lenguaje corporal que denotaba lealtad y determinación. Seguiría a su maestro e inseparable compañero a dondequiera que fuera, sin importar el final al que sus decisiones les condujesen.

    -Ya oíste a Green, Charizard-dijo finalmente el ex campeón de Kanto, dedicando una última mirada a la joven de Kalos con una mezcla de tristeza y empatía-. Lo lamento mucho, Serena. Pero sea o no el fin de todo como me has dicho, no abandonaré a mi familia. Green y yo necesitamos saber que se encuentran bien.”

    Y soltó a Serena para hacer retornar a Charizard a su poké ball, procediendo a tomar con su mano derecha de la izquierda a Sabrina, quien a su vez tomó la mano derecha de Green. La líder de gimnasio de Azafrán hizo que Espeon volviese a su cápsula contenedora con una simple orden mental mientras se aseguraba de que tanto Green como Red tomasen con sus manos libres las de Alakazam para formar un círculo.

    -Alakazam, utiliza Tele-transportación hasta la Meseta Añil-ordenó sin titubear-. Cierren los ojos y no rompan el círculo ni por un segundo. Ahora intenten visualizar los cuarteles generales de la Liga Pokémon…

    * * *

    -¡Zinnia! Psst. ¡ZINNIA!

    -Mmm, ¿q-qué pasa?

    -¡Despierta, dormilona, despierta!

    -Aster, ¿qué ocurre? El sol aún no ha salido.

    -Algo fantástico ha sucedido. He tenido una visión.

    -¿Una qué?

    -¡Una visión! De esas que suele tener el Oráculo antes de vaticinar cosas.

    -Estás bromeando.

    -¡No, en serio! Ya he descubierto por qué siento tanta afinidad hacia los Whismur, los Loudred y los Exploud. Cada vez que duermo con ellos cerca y tengo pesadillas o sueños extraños, ellos parecen tener los mismos sueños que yo. Es como si tuviesen la capacidad de captar inconscientemente la actividad de mis ondas cerebrales con sus orejas y tubos. ¿Puedes creerlo?

    -¡Pero creía que solo los pokémon psíquicos y fantasma tenían esa habilidad!

    -¡Yo también! Pero pude hablar con ellos y me compartieron su secreto.

    -Entonces, ¿qué clase de visión has tenido?

    -Lo vi a él, Zinnia. ¡Vi a Rayquaza! Y no de cualquier forma. ¡En su divino estado de Mega-Rayquaza!

    -¿Hablas en serio?

    -¡Sí! Y no estaba solo. Había alguien montado sobre él.

    -¿Quién?

    -No lo sé. Definitivamente era humano, pero no lucía como un entrenador, ni como alguien de nuestro clan. Llevaba una armadura y un casco color esmeralda, que le cubrían el cuerpo y el rostro. Y portaba una larga lanza en la mano izquierda.

    -¿Y cómo estás tan segura de que fue una visión?

    -El Oráculo dijo una vez que cuando tiene visiones al dormir despierta temblando e incapaz de controlarse. ¡Y cuando me desperté hasta los dedos de mis pies parecían tener vida propia! Se sintió demasiado real. Como si yo misma estuviese allí.

    -Espera un segundo. Entonces, si puedes hablar con los pokémon y también tienes visiones...¡Entonces el Primer Sacerdote, el Oráculo y la Gran Matriarca tenían razón! ¡Rayquaza oficialmente te ha escogido!

    -¿Tú crees?

    -¡Sí! ¿No lo ves? Es obvio que te ha compartido sus pensamientos como una señal. ¡Ese caballero de la visión debes de ser tú!

    -¡Oh, tienes razón! ¡entonces ya no puedo esperar a la ceremonia de mañana!

    -¡Yo tampoco!

    * * *

    Los constantes chapoteos de un banco cercano de Feebas y de Barboach abriéndose paso a través del océano con pura fuerza de voluntad e instinto de supervivencia hicieron que Zinnia dejase de estar sumergida en sus propios pensamientos para sacudir la cabeza hacia ambos lados, volviendo en sí. La cronista se hallaba montada en su Salamence, volando a la par del sereno y taciturno Claydol de Spenser y con un tranquilo viento de popa que auguraba y aseguraba un vuelo más que tranquilo y pacífico. Detrás de ellos, los elegidos, sus amigos, los líderes de gimnasio, el Alto Mando, el campeón y los miembros del Equipo Magma les seguían un poco rezagados, al mismo tiempo que conversaban entre ellos para hacer del viaje algo más ameno, antes de llegar a lo que sería una situación menos que feliz.

    -Todavía no termino de creerme que soy una elegida-oyó decir a May mientras conversaba con Dawn y con Latias-. Ahora me siento más nerviosa que nunca.

    -Yo todavía no me lo explico-decía Lucas-. Si de verdad Latios y Latias son los ancestros de Brendan y de May vueltos pokémon, ¿quiere decir que lo que Dawn contó sobre un mayordomo muerto convertido en un Gengar en la Vieja Mansión del Bosque Vetusto era cierto?

    -TE LO DIJE-protestaba Dawn, montada en Garchomp y genuinamente irritada con su amigo investigador.

    -Pues yo siempre te creí-afirmaba Barry muy risueño, subido a su Staraptor-. Digo, considerando todas las cosas absurdas y escalofriantes que siempre oí acerca de esa mansión no podría no hacerlo.”

    -Yo tampoco-vio decir a Lyra, quien se hallaba igual de sonriente que Barry.

    -Tengo un mal presentimiento sobre todo esto-reconoció Ethan en voz alta, subido a la espalda de Lugia.

    -No hay nada que disculpar, Glori-decía Hop encima de su Corviknight, en una conversación completamente ajena a la primera-. Yo sé que a veces puedo ser un tanto molesto, pero nunca lo hago adrede. De una u otra forma Marnie y tú siempre podrán contar conmigo para cualquier cosa.

    -Gracias, Hop-decía Gloria conmovida, sentada justo detrás de él-. Eres el mejor amigo que alguien como yo podría pedir, y no supe darme cuenta de ello hasta ahora.

    Zinnia no pudo evitar sonreír al escuchar todos y cada uno de los intercambios de palabras que sus oídos pudieron procesar. No le cabía duda alguna de que aquellos jóvenes eran muy unidos. Tenían amigos, pokémon fieles y un gran futuro por adelante. No como ella, que llevaba años de su vida huyendo de su propio pasado, que no dejaba de atormentarla, incluso cuando creía estar en paz consigo misma. No como ella, que llevaba años de su vida cargando con el puesto de aquella persona a la que amaba más que a cualquier otra persona o cosa sobre la faz de la tierra. No como ella, que estaba completamente sola.

    -Estabas pensando en Aster, ¿no es cierto?-preguntó Spenser, sacándola del trance. El anciano se encontraba meditando en posición de loto, sentado sobre la cabeza de su Claydol y sin mover ni un solo músculo, buscando sentir física y espiritualmente los latidos del cielo, del mar y de la tierra mientras se preguntaba preocupado lo que estarían haciendo sus amigos ases del Frente Batalla, a quienes no había logrado convencer de la peligrosa situación en la que se hallaban. Podrían haberse desatado mil y un tornados a su alrededor y su concentración no habría sido afectada ni un poco.

    -¿Cómo lo adivinaste?-preguntó ella, volteándose a verle perpleja.

    -Siempre te desconectas de todo lo que te rodea cuando lo haces, adoptando la misma expresión-intuyó el as del Palacio Batalla-. Yo también pienso en ella. En ocasiones. Era la jovencita más dulce, honesta, aplicada y noble que jamás conocí. Y siempre formaba un irrompible vínculo con cualquier pokémon que conocía, especialmente si era un Whismur.

    -Sí-admitió Zinnia, sonriendo y desviando la mirada mientras la imagen de Aster feliz y radiante llegaba a su mente-. Su amor por los Whismur era lo único que se acercaba a su conexión con los pokémon del tipo dragón.

    La miembro del Clan Meteoro alzó su mano izquierda para limpiar una pequeña lágrima en su ojo mientras la débil sonrisa en sus labios se desdibujaba.

    -Todo este tiempo no he dejado de pensar en el sueño del que me contó un día antes de…-comenzó para luego hacer una pausa a causa de la amargura que le producía completar dicha oración. Decidió expresarse de otro modo, cambiando de enfoque-...en aquel sueño premonitorio que tuvo la noche antes de la ceremonia de nombramiento. Decía haber visto a un guerrero cubierto por armadura esmeralda, montando a Rayquaza en su forma mega-evolucionada y con una gran lanza en sus manos. En ese entonces creí que la visión significaba que Aster sería aquel guerrero, y después de lo ocurrido tuve la certeza de que dicho guerrero podría llegar a hacerse presente cuando el meteorito se acercase a la tierra. Pero nada. ¿Acaso guardará después de todo este tiempo alguna relación con lo que acontecerá hoy? ¿Con el Ragnarok?

    Spenser rompió su concentración y tomó su báculo con su mano izquierda para incorporarse y acariciar sus barbas con la derecha, comenzando a reflexionar.

    -Es probable-reconoció al cabo de unos segundos-. El Oráculo casi nunca nos ha dado toda la información con sus visiones. A veces a dichos sueños se les escapan ciertos detalles, y tal vez ese guerrero esmeralda sea la pieza final del rompecabezas. Pero, de ser ese el caso, ¿quién podría ser?

    -¿Les molesta si me uno a la conversación?-preguntó de imprevisto y con respeto Brendan, apareciendo a la derecha de Zinnia y montado sobre Latios. Tanto ella como Spenser se giraron a verle sorprendidos, para luego contestarle con una sonrisa que denotaba confianza en el joven entrenador.

    -Siempre que quieras, muchacho-respondió jovialmente el anciano-. Ya nos conocemos tan bien que prácticamente eres un miembro honorario del Clan Meteoro.

    -¿En verdad podremos detener al Equipo Aqua?-inquirió el joven muy preocupado-¿Realmente somos May y yo elegidos?

    -Lo primero solo lo sabremos cuando lleguemos a la Roca Ombligo-confesó Zinnia con gran pesar-. El futuro y destino del mundo no están escritos en piedra. Pero sí. Ambos son elegidos. Y todo lo que nosotros, Latios y Latias hemos dicho sobre el linaje de May y sobre ti es verdad. Yo mejor que nadie puedo garantizártelo. Soy cronista, si hay algo en lo que me enfoco es en describir y documentar con precisión tanto lo que presencio como lo que he investigado.

    Los tres guardaron silencio por un instante para mirar hacia el horizonte, donde se hallaba su destino. La Roca Ombligo comenzaba a asomarse finalmente, como un punto blanco y plateado reluciente rodeado de un infinito e interminable mar.

    Sabiendo que pronto ya no tendrían más tiempo para hablar, Zinnia decidió romper el hielo cambiando de tópico a uno más ligero y alegre.

    -Spenser me contó hace un tiempo que tú y tus pokémon se han fortalecido mucho desde nuestro último combate años atrás en el Pilar Celeste, Brendan-comentó con aquella enigmática y despreocupada sonrisa con la que el joven elegido le recordaba.

    -Pues...sí, así es-admitió él sonrojado y rascándose la nuca con su mano derecha, pues no estaba muy acostumbrado a que le elogiasen por su destreza entrenando pokémon-. Supongo que el participar en los desafíos de la Mansión y del Frente Batalla nos obligaron a entrenar e ir más allá de nuestras fuerzas.

    -Debiste verlo luchando contra mí-añadió Spenser, rememorando el día en el que el joven Brendan ganó el privilegio de enfrentarle dos veces seguidas para poder ganar los símbolos de plata y de oro del Palacio Batalla-. Su Swampert tiene el privilegio de haber sido hasta ahora el primer y único oponente en acabar con mi Arcanine y mi Slaking mediante solo dos golpes.

    -Pues entonces me alegra saber que lo que he escuchado es cierto-contestó la cronista muy complacida con lo que se le estaba compartiendo-. Los míos y yo también lo hemos hecho durante nuestros viajes, ¿no es cierto, Salamence?

    Brendan se limitó a observar con fascinación al Salamence de Zinnia, quien contestó a la pregunta de su entrenadora gruñendo orgulloso, permitiéndose sonreír aunque fuese por un momento para luego concentrarse en seguir volando hacia adelante. A diferencia de otros ejemplares de su especie, el pokémon dragón de la cronista poseía escamas con un azul más oscuro de lo habitual, y sus alas, pese a ser rojas, también se inclinaban hacia una coloración más anaranjada, por no mencionar que a juzgar por sus descomunales proporciones superaba con creces en tamaño y en longitud tanto a su Salamence como al de Drake, del Alto Mando. Era, indudablemente, único en su clase. ¿Acaso todo eso era producto de haber sido criado por un miembro del Clan Meteoro y haber vivido por más tiempo que otros de su raza en su hábitat natural, que era en lo más profundo de la Cascada Meteoro? ¿O tal vez había seguido algún tipo de dieta especial que podría haber influido en el desarrollo de dichas características tan notables? Había aprendido tanto con May sobre los pokémon de Hoenn y la forma en la que todos ellos se adaptaban a su medioambiente que no le habría sorprendido si Zinnia le hubiese confesado en ese momento que era un resultado de ambos factores.

    -Extrañaba hablar contigo-reconoció en voz alta, dirigiéndose a Zinnia-. Porque...sabes, había algo de lo que quería que conversáramos. He estado pensando en algo que me preguntaste el día en el que nuestros caminos se cruzaron. Algo que en su momento no supe responder.

    -¿De verdad?-inquirió ella, repentinamente intrigada-¿Y cuál es ese algo?

    -Me preguntaste tras nuestro primer combate en la Cueva Granito qué ideales me movían a actuar como actúo-replicó lenta y cuidadosamente-. Que hasta qué punto creía en ellos. No sé si lo recuerdas o no.

    Zinnia abrió sus ojos como platos, patitiesa y patidifusa. En efecto recordaba más que bien el momento preciso en el que se lo dijo. El hecho de que el joven hubiese retenido eso de entre todas las cosas que ella le había dicho el día en el que destruyó el gran meteorito y capturó a Deoxys con la ayuda de Mega Rayquaza la asombraba de sobremanera.

    -Mi ideal siempre ha sido entrenar para volverme más fuerte, y para que mis padres estén orgullosos de mi desempeño como entrenador-continuó Brendan-. Nunca esperé llegar a ser campeón, y mucho menos un héroe o el elegido de una o más profecías. Y últimamente no estoy muy seguro de hasta qué punto sería capaz de seguir creyendo en mi ideal. Por eso...cuando ya hayamos lidiado con todo este asunto, si es que lo logramos, quisiera volver a luchar contigo, aunque sea por tercera y última vez. Siento que solo combatiendo con alguien tan hábil y tan poderosa como tú podré saber la respuesta a esa pregunta.

    Las palabras del joven originario de Johto provocaron que Zinnia se ruborizase levemente. Una parte de ella siempre había admirado a Brendan desde la vez en la que vio lo apto que era para domar a Rayquaza y se sintió feliz de trasmitirle su conocimiento sobre la historia de su clan y de su región para que el dragón legendario pudiese acceder a su olvidado y más poderoso movimiento, el Ascenso Draco; la otra, por otro lado, había desarrollado unos latentes celos hacia él. ¿Por qué Rayquaza le había elegido a él para salvar el planeta en lugar de a ella? ¿Qué de todo aquello en lo que no había reparado tendría que haber hecho para llamar su atención por sobre la del muchacho? Un nuevo duelo limpio y en condiciones con él podrían ayudarla a despejar sus dudas con mayor claridad. Con una sonrisa que irradiaba tanto alegría como respeto decidió contestar a la pregunta de su adolescente amigo.

    -Te doy mi palabra de que volveremos a enfrentarnos-afirmó con completa certeza-. Es una promesa.

    Los dos entrenadores intercambiaron un sincero apretón de manos antes de que un desconfiado y muy agitado Steven se les arrimase por la izquierda de Spenser, volando en su enorme y veloz Skarmory.

    -Ya estamos cerca de la Roca Ombligo-anunció el campeón de Hoenn-. Prepárense para lo peor.

    -Será mejor ir con cautela-reflexionó Wallace debajo de ellos, montado sobre Milotic-. No tenemos idea de lo que esos dementes son capaces.

    -Tengo mucho miedo-confesó May mientras que acercándose con Latias tomaba la mano derecha de Brendan con la izquierda. Su novio, en respuesta, se la apretó con fuerza pero a la vez con delicadeza-. Ojalá podamos poner fin a esto antes de que empiece.

    -Más nos vale-afirmó Drake encima de Scar, su intrépido Salamence-. De nosotros depende que Kyogre permanezca dormido para siempre.

    “Birch, Alison y Caroline me matarán si algo le pasa a nuestros hijos”, pensó Norman sobre el Tropius entregado a él por parte de Winona, tragando saliva.

    -Abuela, por favor danos a mis pokémon y a mí el temple necesario para poner de rodillas a nuestros adversarios-rezó Phoebe en voz baja y encima de su Drifblim, besando la poké ball en sus manos que contenía a su querido Sableye. La miembro del Alto Mando con maestría en el dominio de los pokémon fantasma estaba hecha un manojo de nervios pese a saber mantener la compostura y disimular frente a sus compañeros.

    La isla estaba todavía a unos cuantos centímetros de distancia, mas su superficie ya podía ser avistada y apreciada claramente desde el aire.

    -La mujer demente y el viejo decían la verdad-razonó en voz alta y con frialdad Maxie encima de su Crobat, ofendiendo a Zinnia y a Spenser con su comentario-. Hay muchos soldados del Equipo Aqua custodiando la entrada a la caverna.

    -Hemos llegado a contar entre veinte y treinta hombres y mujeres-afirmaron Tate y Liza al mismo tiempo. Los dos gemelos diestros en pokémon psíquicos habían hecho un rápido y breve análisis del enemigo usando sus mentes en conjunto-. La mayoría de ellos poseen pokémon acuáticos, siniestros y voladores, algunos más fuertes que otros. Afortunadamente todavía no nos han visto.

    -A juzgar por sus rostros diría que no son chicos malos, solo están siendo manipulados-observó Wattson subido a su Magnezone y llevándose la mano izquierda a la barbilla, fijándose con mucha atención en las expresiones faciales de temor y de incertidumbre en varios de los reclutas, muchos de ellos siendo hombres y mujeres jóvenes que evidentemente estaban en sus veintitantos, con uno o dos mayores en sus treintas-. Drake, sugiero intentar convencerlos mediante el diálogo para no recurrir tan pronto a la violencia.

    -Estoy de acuerdo-contestó el líder del Alto Mando asintiendo con la cabeza-. Sidney, Phoebe, Glacia, los tres vienen conmigo. Los demás, pónganse a cubierto y no dejen que los vean a menos que les demos la señal.

    -De esa forma podremos tomarlos por sorpresa-dedujo Roxanne-. Astuto.

    -¿Y cuál será esa señal?-indagó Brawly confundido, subido al Honchkrow que Winona le había prestado.

    -Si ellos y nosotros disparamos, ustedes también-retrucó Drake ajustándose su blanco gorro de capitán de barco mientras aplicaba leves palmadas sobre el cuello de Scar para indicarle que debía descender.

    -Y protejan a los niños hasta entonces-agregó Glacia.

    -Ese plan sí me gusta-contestó Flannery entusiasmada sobre el Pelipper de Winona, con una sonrisa socarrona formándosele en los labios.

    -Courtney, soldados-ordenó Maxie a su comandante y a sus tropas, quienes desde sus Wailmer y Swellow respondieron haciendo un saludo militar.

    -Todos síganme en silencio-dictó Winona sobre Altaria-. Ya he detectado el lugar perfecto para escondernos.

    Mientras los demás desembarcaban y aterrizaban a un costado de la isla para guardar a sus pokémon y proceder a ocultarse detrás de una formación de rocas cercana, Drake, Phoebe, Glacia y Sidney tocaron tierra firme con ayuda de Scar, Drifblim, Glalie y Mandibuzz respectivamente, a quienes hicieron retornar a sus receptáculos mientras caminaban en línea recta. Los cuatro magníficos avanzaron con paso decidido hacia adelante uno al lado del otro, dejando huellas en la suave y virgen arena.

    -¿Piensas que les haremos entrar en razón?-preguntó Sidney dubitativo, resistiendo el impulso de tomar de su bolsillo la poké ball en la que estaba su Shiftry.

    -No lo sé-admitió Drake sin dejar de mirar hacia adelante, analizando el escenario-. Pero probar no nos cuesta nada. Déjenme hablar a mí.

    No pasó mucho tiempo para que una de los reclutas del Equipo Aqua se percatase de su llegada y saliese a su encuentro.

    -¡Alto ahí!-solicitó la soldado en cuestión, alzando su mano izquierda en señal de alto frente al cuarteto. Se trataba de una mujer de cabello y ojos rojos, con pañoleta, chaqueta y pantalones azules, camisa musculosa negra y abdomen expuesto-Esta isla está actualmente bajo el control del Equipo Aqua. Soy Salacia, subcomandante del Gran Líder Archie. Identifíquense.

    -Somos el Alto Mando de Hoenn-contestó Drake sin el más mínimo dejo de pavor-. Estamos al tanto de lo que planean hacer aquí, y por eso hemos venido en persona a darles la oportunidad de desistir.

    -No tienen jurisdicción aquí-espetó altaneramente Salacia cruzada de brazos, con una sonrisa pérfida en el rostro-, y no nos obligarán a traicionar al Gran Líder Archie. Kyogre debe despertar para hacer realidad el sueño del Equipo Aqua: ¡Un mundo mejor y con más agua!

    -No vamos a repetir esta oferta-retrucó el viejo marinero entrenador de tipo dragón impertérrito-. Entréguense pacíficamente o habrán graves consecuencias.

    -Lo mismo digo-respondió la subcomandante chasqueando los dedos y dándole la señal a sus subordinados para sacar a sus Poochyena, Mightyena, Zubat y Golbat, al mismo tiempo que sacaba con su mano libre una poké ball de su cinturón y la abría para revelar a un inmenso e intimidante Walrein-. Sus pokémon, si son tan amables.

    -Supongo que podemos decirle adiós a la diplomacia-suspiró Phoebe mientras sacaba a su Sableye. El pequeño pokémon fantasma sonrió con júbilo, deseoso de comenzar a luchar.

    -No-objetó Glacia mientras volvía a exponer a Glalie, al mismo tiempo que Sidney mandaba al campo a su Absol y Drake a Scar-. Sólo a las negociaciones no-hostiles.

    -¡Walrein, Frío Polar!-imperó Salacia echándose para atrás. La descomunal morsa obedeció liberando una enorme onda de energía gélida, apuntando hacia sus ocho objetivos.

    -¡Glalie, contrarréstalo con Liofilización!-ordenó de inmediato Glacia.

    Glalie no vaciló. Abriendo la boca, soltó rápidamente una gigantesca bocanada de aire frío que bloqueó por completo el Frío Polar de Walrein, devolviéndoselo a su agresor, que no se vio muy afectado por la gruesa capa de hielo que cubrió su pelaje.

    -¡Scar, Colmillo Rayo!-vociferó Drake mientras su Salamence cargaba a sus dientes con energía eléctrica y arremetía contra el Walrein, hundiendo sus dientes en la carne del mismo. Paralizado y amedrentado, la morsa se desplomó en el suelo, siendo incapaz de moverse.

    -¡No se queden ahí parados y babeando como tarados!-espetó Salacia a sus esbirros mientras corría a socorrer a su pokémon-¡Acaben con ellos!

    Los reclutas espabilaron y se abalanzaron con sus pokémon sobre los miembros del Alto Mando, que mantuvieron la calma y se prepararon para enfrentar la estampida.

    -¡Absol, Golpe Aéreo!-solicitó Sidney, a lo que su Absol respondió brincando y aplicando un demoledor golpe con su pata delantera izquierda a un feroz Mightyena, protegiendo a su entrenador.

    -¡Sableye, Sorpresa!-anunció Phoebe, con su Sableye juntando ambas manos para crear una onda de choque deslumbrante que forzó a un segundo Mightyena a echarse para atrás, confundido.

    -¡Ya hemos esperado suficiente!-afirmó Ethan saliendo de su escondite e invocando con su poké ball a su pokémon inicial-¡Typhlosion, Lanzallamas!

    Typhlosion saltó a la acción de inmediato, liberando fuertes y poderosas llamas sobre los Zubat y Golbat de los soldados más cercanos, quienes se vieron forzados a retroceder para evitar sufrir quemaduras de segundo y tercer grado. El pokémon comadreja estaba listo para todo, con las brasas en sus hombros y lomo ardiendo salvaje y vigorosamente.

    -¡Celebi, usa Psíquico!-ordenó Lyra, con el pequeño pokémon singular liberando ondas cerebrales que aturdieron a otros Golbat que intentaron atacar a Ethan y a Typhlosion por detrás.

    -¡Grotle, Tumba Rocas!-imperó Lucas.

    -¡Empoleon, Rayo Hielo!-añadió Barry.

    -¡Toxtricity, Estruendo!-gritó Gloria.

    -¡Inteleon, Disparo Certero!-exclamó Hop.

    Los líderes de gimnasio, viendo la pasión que los jóvenes amigos de Brendan y de May estaban demostrando y que los soldados Aqua no hacían más que seguir llegando, saltaron al combate, soltando a sus pokémon para asistir a sus compañeros.

    -¡Démosles una buena descarga con Rayo, Magnezone!-ordenó Wattson, a lo que su Magnezone liberaba un potente ataque eléctrico con sus imanes sobre la colonia de Golbat más próxima a su posición.

    -¡Joya de Luz, Probopass!-pidió Roxanne, con su pokémon insignia soltando un ataque de energía blanca y salmón que alcanzó a los Golbat que no habían sido alcanzados por el segundo ataque.

    -¡Hariyama, Roca Afilada!-vociferó Brawly para que el pokémon luchador de sumo invocase al tocar el suelo rocas picudas y usarlas contra el Golbat que parecía ser el líder del ejército.

    -¡Slaking, Machada!-ayudó Norman, con su pokémon gorila dándole un golpe fulminante al Golbat líder, que había conseguido aguantar el daño producido por las rocas de Hariyama a duras penas.

    -¡Pulso Dragón!-alzó la voz Winona mientras su Altaria liberaba de su pico un rayo draconiano que pulverizó a tres Golbat al hacer contacto con sus cuerpos.

    -¡A la carga!-gritó Maxie mandando a sus soldados de élite para irrumpir en el campo de batalla, con Tate y Liza creando una barrera protectora para gran parte de sus pokémon con la asistencia de sus Solrock y Lunatone.

    -¡Bastardos del Equipo Magma!-masculló Salacia enfurecida mientras noqueaba con una llave a un recluta Magma que, con su Numel siendo derrotado por un recuperado Walrein de un solo golpe, había intentado entablar un combate cuerpo a cuerpo con ella-¡¿No pueden dejarnos tranquilos ni cuando estamos por llevar a cabo nuestro plan maestro?!

    -Analizando-susurró Courtney mientras caminaba lentamente hacia Salacia, mirándola de arriba a abajo y apoyando sus manos sobre sus propias caderas-. Análisis completo. Conclusión: oponente inadecuada.

    -Oh, conque te crees mejor que yo, ¿eh, rarita?-gruñó la subcomandante pelirroja al ver que la estaban retando-. Muy bien, veamos qué opinas cuando te deje helada. Walrein, hazme el favor y deshazte de esta con Frío Polar.

    Courtney no respondió de ninguna forma. Se limitó a dejar caer al suelo la poké ball en su cinturón, de la que surgió una enorme y pesada pokémon camello de pelaje negro, con tres anillos dorados dibujados en ambos costados de su cuerpo y dos grandes jorobas en su lomo que parecían volcanes inactivos.

    -Fisura-ordenó desinteresadamente a su Camerupt, quien feliz de la vida recibió sin inmutarse la onda gélida para luego golpear el suelo con ambas pezuñas delanteras, abriendo una grieta rebosante de energía tectónica que siguió de largo hasta estallar justo debajo de Salacia y de Walrein, mandándolos a volar por los aires para después hacerlos caer violentamente a tierra firme, quedando fuera de combate-. Análisis acertado. Resultados satisfactorios.

    -¡Garchomp, Terremoto!-espetó Dawn, con el escualo dragón rugiendo y golpeando fuertemente el suelo con sus patas, liberando como resultado ondas sísmicas que debilitaron a todos los Poochyena y Mightyena que les rodeaban.

    -Maxie no mentía-observó May-. El Equipo Aqua supera en número a los Magma. Son más de los que imaginaba.

    -Y si los enfrentamos hasta vencerlos a todos perderemos tiempo valioso-supuso Brendan-. Archie debió imaginar que una o más autoridades locales podrían venir a desbaratar su plan. Por eso trajo tantos soldados como pudo en ese submarino.

    -Debemos hallar la forma de entrar a esa cueva-puntualizó Steven, con su Metagross utilizando Puño Meteoro sobre todos los Golbat que intentaban atacarles detrás de las rocas-. Wallace, ¿tienes alguna idea?

    -Será mejor que nos separemos-sugirió el líder del Clan Arrecípolis-. Steven, tú, yo, Spenser y Flannery cubriremos la retaguardia de Zinnia, May y Brendan. Eso les dará tiempo para poder abrirse paso y llegar hasta Archie. ¿Dudas?

    -Yo también iré con ellos-añadió Maxie acomodando sus gafas con el dedo índice de su mano izquierda-. Necesitarán de mi maestría en combates pokémon. Además, Archie y yo tenemos asuntos pendientes.

    -Como sea-suspiró Zinnia, igual de molesta que Brendan y que May por tener que hacer equipo con aquel pedante y odioso hombre-. Pongámonos manos a la obra. Tenemos mucho que hacer y muy poco tiempo.

    Preparados, los ocho entrenadores salieron juntos de su escondite, con Wallace y Flannery preparando sus poké balls, listos para hacer frente a los reclutas del Equipo Aqua que llevaban un largo rato intentando tirar abajo la roca que estaban usando como trinchera.

    -¡Milotic, utiliza Ventisca!-ordenó Wallace, a lo que la pokémon sirena siguió exhalando por la boca un viento frío y huracanado que congeló sin piedad a varios Zubat y Golbat, convirtiéndolos en témpanos de hielo.

    -¡Metagross, Cabezazo Zen!-agregó Steven, con Metagross embistiendo con su cabeza a un Golbat que estuvo a punto de morder a su amo, habiendo concentrado una gran cantidad de energía psíquica en el cráneo con anterioridad.

    -¡Blaziken, Patada Ígnea!-vociferó Flannery, revelando que su Combusken había alcanzado finalmente su última etapa evolutiva, lo cual dibujó una sonrisa en los rostros de May y de Brendan. El pokémon gallo emergió de su ball en el aire, propinando una demoledora patada envuelta en llamas en la quijada al Mightyena que tenía delante suyo-¡Aprovechen ahora! ¡Corran!

    -¡No permitan que Kyogre se levante!-exclamó Spenser.

    El cuarteto, viendo que finalmente tenían el camino despejado, no perdió tiempo y corrió hasta la cueva, desapareciendo al atravesar la entrada. Mientras Flannery, Steven y Wallace luchaban codo con codo junto a sus pokémon, Spenser procedió a hacer crujir las vértebras de su cuello, sin asustarse ni un poco ante los muchos soldados Aqua que le encerraron formando un óvalo reducido. Con tranquilidad y con valor, tomó la poké ball que contenía a su más viejo amigo. Uno al que había conocido muchos siglos atrás, habiéndolo hallado muy malherido detrás de un portal con forma de anillo que conducía a otro mundo. Un amigo al que solo usaba en casos de extrema urgencia, y que era con mucha diferencia su más fiel compañero.

    -¡ADELANTE, SUICUNE!-gritó el viejo as del Palacio Batalla, aventando la poké ball con toda la fuerza en su brazo derecho.

    Y el perro legendario de melena azul marino y pelaje y cresta bígaras aterrizó de pie frente a sus enemigos, aullando con convicción y dispuesto a pelear hasta morir.

    * * *

    -Archie, ¿te encuentras bien?-preguntó Shelly muy preocupada mientras el fragor de la batalla de arriba seguía sacudiendo la cueva y el zumbido del unificador de materia se hacía cada vez más tenue. Sus hombres se estaban encargando de asegurarse de que el pesado y costoso artefacto terminase de apagarse bajo las debidas condiciones.

    -Más de lo que pudieses imaginar-carcajeó el líder Aqua mientras admiraba los numerosos tatuajes que el Prisma Azul, ahora fundido con su torso, había comenzado a dibujar en su cuerpo, irradiando una impresionante cantidad de energía a lo largo de todo su ser. Sus ojos emitían un brillo azul intenso que podría haber dejado ciego a cualquiera que se hubiese quedado observándolos por mucho tiempo-. Este poder...es increíble. Puedo escuchar el sonido del oleaje, la subida y bajada de la marea, el murmullo de los ríos, ¡los latidos de todos los pokémon marinos! ¡Me he convertido en un dios!

    -Si tú de entre todos los mortales eres un dios, entonces oficialmente hemos caído demasiado bajo como especie-comentó con un tono severo una voz detrás de ellos.

    Los soldados se dieron la vuelta tomando sus poké balls instintivamente, solo para volver a guardarlas intimidados en cuanto vieron a los recién llegados: Maxie, acompañado por Brendan, May y Zinnia, se abrió camino entre ellos con paso firme y decidido, preparado para encarar a su antiguo rival.

    -Maxie, viejo estirado-sonrió Archie mientras veía al líder Magma parándose a unos metros, justo enfrente de él-. Imaginé cuando me reportaron que Matt no había podido huir que no tardarías en aparecer con tu pastosa cara aquí. ¡Y veo que trajiste refuerzos! Bien, cuanto más público mejor. Llegan justo a tiempo para ver el inicio de un nuevo y mejor mundo.

    -¿Qué es lo que pretende lograr con esto?-preguntó Brendan, tomando lentamente de su mochila la poké ball en la que guardaba a Swampert.

    -¿Que qué pretendo lograr, mocoso?-preguntó desafiante el líder Aqua, estallando en carcajadas-¿No acabas de oírme? ¡Es más que evidente! La gente de Hoenn y de otras regiones lleva años sino décadas y siglos contaminando los mares, destruyendo ecosistemas y abusando de los pokémon tanto terrestres como marinos y alados. ¡El Equipo Aqua ya no tolerará eso! Por eso utilizaré el poder del prisma azul para despertar al pokémon legendario Kyogre y regresarlo a su estado de poder primigenio. Con su ayuda, el mundo tendrá una nueva oportunidad. Hundiremos la tierra vieja en lo más profundo del océano y proveeremos nuevos hábitats para los pokémon acuáticos, limpiando el planeta de los humanos viles y egoístas que no han hecho más que herir a la madre naturaleza. Y cuando llegue el momento de repoblar el nuevo mundo, ¡crearemos una utopía en una nueva isla virgen y pura!

    -Archie, Kyogre no traerá tu mundo ideal-objetó Zinnia duramente-. Solo te usará como su heraldo, y cuando ya no le seas de utilidad te desechará como a un papel usado. Y si él no te aniquila, la energía del prisma azul lo hará. Debes quitártelo antes de que destruya tu cuerpo y tu mente. Si lo haces ahora, en el mejor de los casos solo estarás una semana en cama.

    -Zinnia tiene razón, señor-aportó May con el mismo tono de voz-. Si de verdad quiere combatir por la descontaminación de los mares pelee por ello con campañas para apelar al sentido común de la gente, como yo llevo haciendo desde hace un tiempo con donaciones benéficas gracias al dinero que gano a diario como coordinadora. Y déjeme decirle de un ambientalista a otro que si de veras piensa que barrer los problemas bajo el tapete mediante el genocidio es una buena idea, entonces oficialmente se le han desalineado todos los Psyduck.

    -Es un aceptable precio a pagar por salvar al mundo-retrucó Archie encogiéndose de hombros y sonando muy seguro de sí mismo-. De todas formas ya es muy tarde. El unificador de materia que hemos construido ya ha pegado el prisma permanentemente a mis órganos vitales. Si quieren quitármelo, tendrán que matarme.

    -¡Imbécil!-espetó Maxie indignado por lo que estaba oyendo-. Matarás a infinidad de personas y de pokémon inocentes por jugar con un poder mayor a ti. ¿Es que acaso no aprendiste nada de mis errores con Groudon?

    -Como si tú fueras el indicado para decirme lo que debo o no debo hacer-replicó el líder Aqua a su rival-. Sí, Maxie. Sí aprendí de tus errores con Groudon. Pero también aprendí de los errores de la ASNH con ese pokémon extraterrestre. Vi el daño que la humanidad actual causó por intentar explotar a esa criatura, y fue cuando me di cuenta de que si esta no puede priorizar el beneficio de otros por sobre el propio, entonces es incorregible. Por eso debemos crear desde cero una nueva generación. Una que valore de verdad tanto a sus hermanos y hermanas como a todo lo que este bello planeta nos ha dado sin esperar nada a cambio.

    -¡No puedo permitirte que hagas esto!-gritó el pelirrojo líder dando otro paso al frente mientras apartaba a los demás, sacando de entre sus prendas una poké ball y tocando la piedra activadora incrustada en sus gafas-¡Preséntate a la batalla, Camerupt, y prepárate a mega-evolucionar!

    Camerupt salió de su receptáculo esférico, roncando determinado mientras la cameruptita anexada a su cuello emitía un brillo magenta que envolvió su cuerpo instantáneamente, transformando todo su cuerpo drásticamente en el proceso. Archie, sin inmutarse, lanzó otra poké ball, liberando a su Sharpedo y activando con la piedra activadora en su collar con forma de ancla la sharpedonita atada a la aleta dorsal de su pokémon, mega-evolucionándolo instantáneamente. El pokémon escualo con aspecto de torpedo se mantenía parado en tierra firme, equilibrando y distribuyendo correctamente su peso con la fuerza que imprimía sobre su aleta pélvica.

    -¡Acua Jet!-ordenó el líder Aqua sin que le temblase ni el pulso.

    -¡Usa Maldición!-imperó Maxie.

    Pero fue en vano. Cobrando impulso y desplazándose a la velocidad de un misil, Mega-Sharpedo embistió con toda la fuerza de su Acua Jet a Mega-Camerupt, quien no tuvo tiempo de elevar su defensa para resistir el golpe y cayó debilitado al suelo, destranformándose y volviendo a su estado base.

    -¡Camerupt!-exclamó Maxie, enormemente preocupado por el bienestar de su pokémon.

    -Es inútil tratar de detenerme-afirmó orgulloso Archie mientras veía cómo Brendan, May y Zinnia sacaban a Swampert, a Sceptile y a Salamence, dispuestos a hacerle frente a él y a su Mega Sharpedo-. Únanse a mí y les prometo que tendrán una posición privilegiada en mi nuevo mundo.

    -Ni lo sueñes-dijeron los dos jóvenes de Hoenn serios y al mismo tiempo. Sus pokémon iniciales gruñeron enfurecidos.

    -No va a suceder-añadió la cronista mientras su Salamence bufaba furibundo, abriendo sus grandes alas de par en par y soltando un rugido ensordecedor que infundió temor en los corazones de los reclutas.

    -Entonces lo siento mucho-contestó el líder Aqua, regresando a Sharpedo a su cápsula contenedora y dándose la vuelta para encarar a la durmiente estatua que era Kyogre-. Bien. Entonces ya podemos poner el Proyecto Poseidón en acción.

    -¡Archie, espera un segundo!-suplicó Shelly aterrada-¿Qué tal si lo que dicen es cierto? ¿Qué tal si el mundo que anhelas crear y el que Kyogre creará son dos lugares completamente distintos?

    Los reclutas Aqua presentes se miraron entre ellos, indecisos de lo que debían hacer y contra quién debían combatir. La convicción que los había conducido hasta aquel punto gracias al carisma y a la voluntad de hierro de su líder parecía haberles abandonado por completo.

    -Ya hemos llegado demasiado lejos, Shelly-replicó Archie poniendo su mano izquierda sobre su desnudo pecho-. No iré a la cárcel, y tampoco dejaré que este mundo siga sufriendo. ¡KYOGRE! ¡DESPIERTA DE TU LARGO LETARGO Y RECLAMA TU PODER PRIMIGENIO! ¡HAZ QUE EL MUNDO VUELVA A COMO ALGUNA VEZ FUE, Y A COMO DEBERÍA SER LEGÍTIMAMENTE!

    El prisma azul se activó mediante una simple orden mental, liberando un resplandeciente y enceguecedor brillo que iluminó el cuerpo de Archie y las aguas subterráneas que habían inundado el pozo delante suyo. Un rayo de energía amarillenta iluminó la pequeña fosa, comenzando a ejercer presión sobre la prisión de piedra de Kyogre, resquebrajándola hasta destruirla. Y May no pudo evitar sentir un escalofrío recorriendo su espina cuando los amarillos ojos con irises naranjas y pupilas rojizas de la titánica orca legendaria se abrieron, mirando directo a los de ella.

    Afuera, frente a los confundidos ojos tanto de aliados como de enemigos, una sobrenaturalmente enorme nube negra tapó el cielo por completo, seguido de una lluvia torrencial y aterradores relámpagos que helaron la sangre de todos.

    -No…-susurró Spenser mirando al cielo, dejando caer su báculo sobre la arena y temblando ante el espectral aullido de los vientos. Una vez más estaba frente a aquel apocalíptico escenario, ante aquel macabro y espeluznante espectáculo.

    -¡No!-gritó Steven, comprendiendo frustrado inmediatamente lo que aquel diluvio significaba-¡Miren lo que han permitido que su jefe haga! ¡Nos han condenado a todos!

    -No-respondió orgullosa Salacia con una cruel sonrisa-, no a todos. Solo a ustedes.

    -¡Los elegidos han fallado!-se lamentó Wallace.

    Brendan...May…”, pensaron Norman y Flannery con el corazón prácticamente en la boca.

    -¿Qué...qué está pasando?-preguntó Dawn, aferrada a Garchomp y sintiéndose de pronto diminuta.

    -El inicio, joven Dawn-dijo con gran pesar el viejo e inmortal as del Palacio Batalla-. El inicio del fin.

    Los demás, que justo habían terminado de atar y de someter a los últimos soldados Aqua, miraron aquel terrorífico diluvio paralizados por el pavor. Inconscientemente, Ethan y Lyra tomaron la mano del otro.

    Archie había triunfado. Kyogre había despertado. Y en algún lugar del firmamento, la Estrella Draco comenzó a brillar.

    * * *

    Oh, todavía estás vivo. Veo que no te ha matado.”

    Jirachi se atrevió a abrir los ojos con temor al escuchar aquella extraña y desconocida voz, viendo que la cegadora y mortal luz proveniente del exterior estaba siendo bloqueada por una figura humanoide de piel verde y armadura roja cuyos profundos y acuosos ojos le observaban con detenimiento y preocupación, al mismo tiempo que sostenía entre sus manos una pesada cantimplora que contenía un brillante líquido verde en su interior. El terror se apoderó de él en cuanto reconoció en aquel ser al monstruo proveniente del espacio exterior que, en su ausencia, había convertido la región de la que procedía en un infierno.

    ¡OH, NO! ¡ALÉJATE DE MÍ!”

    ¡Oye, oye, relájate! No te lastimaré. He venido a sanarte. Puedo arreglar el daño que Moltres te ha infligido. Solo no te muevas mientras te aplico esto que mis amigos me dieron para auxiliarte.”

    ...¿Deoxys?”

    No. Me temo que no. Deoxys era el nombre de mi padre. De mi padre biológico, al menos. Me llamo Junior. Y estoy aquí para cumplir con mi papel en el plan.”

    ¿Plan?”

    El plan que mis amigos y yo hemos ideado para salvar a la humanidad y a todos los pokémon. Y el que limpiará tanto el nombre de mi padre como el mío.”

    El pequeño pokémon singular psíquico no pudo evitar sonreír ante el esperanzador optimismo del extraterrestre.

    Es inútil. Moltres ya se ha marchado, y cuando él y los otros dos se reúnan será el final.”

    Junior meneó la cabeza en negación, sin perder su entusiasmo mientras destapaba la cantimplora para acercarla a los labios de Jirachi.

    Todavía estamos a tiempo. No he venido solo. Apenas te recuperes los cinco iremos por ellos. Ahora bebe esto. Estarás mejor en unos minutos.”

    Y al percatarse leyendo su mente de que el curioso ser decía la verdad, el genio procedió a beber el líquido curativo con confianza mientras veía cómo otras tres figuras, dos humanas y una alada, creaban un gran boquete en una pared cercana para poder entrar. Sus ojos se abrieron como platos en cuanto reconoció a la majestuosa y magnífica deidad de enorme envergadura que se paró frente a él.

    ¡Su majestad!”, exclamó con júbilo.
     
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    Woona

    Woona dragona lunar/hoenn girl

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    Pokémon: Ragnarok
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    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 6: Trío, Parte 1


    El señor de la tierra incendiará los cielos”

    No te preocupes, nadie nos ha seguido. Por ahora.”

    G-gracias. No sé cómo podré agradecérselo.”

    No tienes por qué. ¿Crees que podrás contenerlo por tu cuenta?”

    E-eso creo. Su gema está completa y permanentemente unida a la mía. Son prácticamente una sola. No podrá escapar.”

    No me refiero a eso. Te estoy preguntando si podrás evitar que tome posesión de tu cuerpo y de tu mente.”

    S-sí. Pero para ello necesitaré tener una vida serena y tranquila hasta que pueda irme. Aun no soy lo suficientemente mayor como para poder abandonar el planeta sin congelarme en el espacio. Cualquier disturbio o situación violenta podría alterarme lo suficiente como para que él pueda librarse.”

    En ese caso conozco un sitio al que puedes ir. Se llama la Isla Origen. Es un islote del archipiélago Sete, y está absolutamente despoblado. Allí estarás a salvo.”

    ¿No puede acompañarme hasta allí?”

    Me temo que no. La isla está muy lejos de aquí, y yo debo regresar a la mía para seguir cuidando el secreto que me fue confiado ahora que la paz ha retornado a Hoenn. Además, si mi padre me ve saliendo de la región te descubrirá.”

    ¿Pero no puede hacernos invisibles?”

    Sólo puedo hacerme invisible yo misma. No puedo ocultarnos a ambos. Y aun si fuese capaz de hacerlo es muy riesgoso. Mi padre no debe encontrarte antes de que hable con él y le convenza de no ir tras de ti.”

    E-está bien. Lo entiendo.”

    Entonces huye de aquí ahora mismo. Huye y no regreses.”

    M-muchísimas gracias, señorita Latias.”

    Que te vaya bien, Junior. Y viaja con cuidado.”

    * * *

    May tragó saliva y retrocedió unos cuantos pasos mientras intentaba no gritar, haciendo que Sceptile girase la cabeza hacia atrás para verla confundido. El ahora despierto y renacido Kyogre Primigenio tenía sus ojos fijos en ella, estando pendiente de sus movimientos.

    De piel azul oscura, marcas cian alrededor de todo el cuerpo, dibujos que se asemejaban a la letra A y un mentón y vientre claros y traslúcidos, la fabulosa bestia marina rebasaba los diez metros de altura. Los órganos dentro de él emitían un enceguecedor brillo amarillo a través de los óvalos transparentes situados en el centro de su cuerpo, en los costados de su cabeza y en las puntas de sus dos aletas pectorales, acentuando su presencia.

    Aquel radiante y desorbitante despliegue de poder produjo que Brendan reculase aproximadamente la misma cantidad de pasos que May, con Swampert haciendo lo mismo. El joven originario de Johto sintió que su cuerpo le iba traicionando mientras el miedo empezaba a dominarle, con su mente rememorando el mismo horror y pavor que sintió el día que estuvo junto a sus pokémon frente a frente contra el inmenso poder de Groudon Primigenio, en lo más profundo de la Cueva Ancestral.

    -¡KYOGRE!-peroró Archie en voz alta y con una desbordada pasión mientras se postraba ante la temible y monstruosamente enorme deidad-¡Yo, Archie, líder del Equipo Aqua, me presento y arrodillo ante ti como un humilde sirviente! ¡Al igual que tú, oh todopoderoso señor de los mares, deseo un mundo más limpio, con más agua! ¡Te ayudaré a conseguir tu tan ansiado y amado ideal como tu fiel vasallo! ¡Pero perdona a mí y a mis hombres para poder repoblar el mundo y crear así una nueva generación de humanos, libre del lastre de la sociedad contemporánea y de los errores de la humanidad! ¡Una que seguirá leal y eternamente tus enseñanzas y venerará ahora y siempre tu divino poder!

    Kyogre retiró sus ojos de May y miró a Archie con sumo interés. Su grave y ronca voz sonó con fuerza dentro de la mente del líder Aqua.

    Ayúdame a conseguir la energía natural y tu recompensa será enorme. Fállame y terminarás en lo más profundo de mi estómago.”

    -¡Lo prometo!-gritó el lunático poniéndose de pie y extendiendo sus brazos hacia su izquierda y derecha con ambas manos abiertas, ante su anonadado escuadrón-¡LO PROMETO!

    Entonces sé bienvenido, mi nuevo heraldo.”

    Un segundo y descomunal resplandor similar al primero fue irradiado por el cuerpo de Archie, cerrando el trato entre humano y pokémon. La voz de Kyogre volvió a resonar en la cabeza del portador del prisma azul.

    Sube y dirígeme.”

    Archie no perdió ni un solo segundo. De un solo salto, y valiéndose de su atlética constitución, alcanzó a asirse al lomo de Kyogre para luego pararse sobre este, triunfante. El pokémon legendario abrió sus fauces para enseñar sus afilados dientes y soltar un estruendoso y escalofriante rugido, envolviendo su cuerpo en un aura amarillenta e intensificando la caída de la lluvia. Como resultado, el terreno subterráneo de la Roca Ombligo empezó a temblar y a resquebrajarse, cediendo ante la presión del mar. Grandes peñascos y estalactitas se desprendieron del techo a causa del sismo.

    -¡Tenemos que salir de aquí!-exclamó Zinnia, subiendo al lomo de Salamence y espabilando tanto a Brendan como a May.

    -¡De inmediato!-remarcó Maxie mientras retiraba a su todavía desmayado Camerupt.

    Los dos enamorados no se lo pensaron dos veces. Sin vacilar regresaron a Swampert y a Sceptile a sus receptáculos para enviar en su lugar a Latios y a Latias, siguiendo a la cronista y abandonando la cueva velozmente, subidos a las espaldas de los dos dragones eón y siendo acompañados por Maxie encima de su inmenso Crobat. Shelly, por otro lado, brincó instintivamente para aferrarse a la cola de Kyogre, salvando su vida. El resto de los reclutas, incapaces de poder sacar a sus Carvanha a tiempo, cayeron gritando horrorizados cuando el suelo debajo de ellos se abrió, y terminaron siendo atravesados y empalados por las enormes rocas filosas que se encontraban debajo. Su muerte fue tanto dolorosa como inmediata.

    -¡NO!-gritó la comandante Aqua, viéndose incapaz de frenar el aciago destino de sus camaradas.

    -Déjalos-contestó Archie fríamente y con la vista hacia adelante-. Eso les pasa por no estar atentos. Y de todos modos nuestro nuevo orden mundial no tiene cabida para los débiles.

    Impulsándose y utilizando sus aletas como alas, Kyogre maniobró fácilmente a través del derrumbe que había iniciado hasta arremeter violentamente contra todos y cada uno de los pisos que le hacía falta sortear para escapar a la superficie, protegiendo tanto a Archie como a Shelly con su aura y atravesando granito sólido como si fuese papel maché. Todos los que se encontraban en ese momento en la isla quedaron tanto maravillados como aterrorizados cuando un fuerte y fulguroso rayo iluminó y anunció la liberación de la titánica orca de la caverna, la cual se desmoronó como una pila de naipes apenas Zinnia, Brendan, May y Maxie terminaron de evacuar por la salida principal para reunirse con los demás.

    -¡Santa ciencia!-alcanzó a exclamar Lucas.

    -Que me aspen si esa cosa no es el diablo en persona-susurró Wattson boquiabierto, atemorizado ante la ancestral y ominosa figura cetácea que les observaba desde el cielo.

    -¡LA LIBERACIÓN DE HOENN Y DEL PLANETA COMIENZA AHORA!-gritó eufórico y victorioso Archie mientras Shelly se soltaba y aterrizaba con éxito sobre una roca cercana-¡ADELANTE, KYOGRE PRIMIGENIO! ¡QUE NADA SE INTERPONGA EN NUESTRO CAMINO!

    -¡Ya conocen el plan!-ordenó Shelly mientras Salacia y algunos de los reclutas Aqua conseguían zafarse de sus ataduras para invocar a varios Golbat y Pelipper extra, para sorpresa de los líderes de gimnasio-¡Todos los que puedan vuelen hasta el punto de reunión! ¡No esperaremos a nadie!

    -¡Ya escucharon a la comandante Shelly y al Gran Líder Archie!-imperó la pelirroja subcomandante a sus no precisamente pocos subordinados libres-¡Vámonos de aquí AHORA!

    Y mientras los soldados despegaban subidos a sus pokémon voladores, con Shelly a la cabeza y montada sobre un Swellow prestado por uno de sus hombres, Archie y Kyogre abandonaron la isla en cuestión de segundos ante los ojos de todos los presentes, propulsados por el repentino soplido del viento de popa. La lluvia cayó con mayor potencia que nunca, amenazando con hundir la isla hasta hacerla desaparecer.

    -¡Canallas!-gritó Norman colérico, aventando su puño izquierdo mientras veía a los reclutas Aqua que se les habían escapado volando lejos de su posición, hasta perderse en el horizonte-¡Vuelvan aquí y peleen!

    -Ya nos preocuparemos por ellos más tarde-aseguró Wallace mientras apoyaba su mano derecha sobre el hombro izquierdo del líder de Ciudad Petalia, buscando tranquilizarlo-. De momento nuestra prioridad es detener a Kyogre.

    -¡¿CÓMO?!-objetó incrédulo el líder cuarentón, volteándose a ver al líder del Clan Arrecípolis desconcertado-¿Acaso no has visto lo veloz que es esa cosa? ¡No podremos alcanzarle!

    -En verdad lo sentimos, papá-se lamentó Brendan con gran pesar mientras bajaba de Latios y caminaba cabizbajo hacia su padre, esperando un castigo ejemplar por parte de este-. No pudimos parar a Archie a tiempo. Asumo toda la responsabilidad de lo ocurrido, aunque de poco sirva ahora.

    -No fue tu culpa, chico-afirmó Zinnia en un intento por reconfortar a su joven amigo, al mismo tiempo que subía la capucha de su capa para proteger su cabeza de la lluvia-. May y yo estuvimos allí. No había nada que hubieses podido hacer.

    -¡No es tiempo de jugar al juego de la culpa!-insistió May muy exaltada-¡Tenemos que pensar en una solución! ¡Debe haber una solución!

    -Estoy seguro de que debe haberla-afirmó Steven llevando su mano derecha a su mentón, tratando de pensar para hallar alguna posible salida-. Si las leyendas de Hoenn son ciertas, Kyogre ansía al igual que Groudon hacerse con la energía natural del planeta, por lo que irá al sitio más cercano donde esta se concentre. Y no hay sitio en la faz de la tierra con mayor concentración de energía natural que la Cueva Ancestral de Arrecípolis.

    -Y si Kyogre se hace con ella, tendrá el suficiente poder extra que necesita para terminar de hundir los continentes-dedujo Drake.

    -En efecto-replicó Wallace-. Pase lo que pase no podemos permitir que ni él ni Archie se hagan con ella.

    -¿Y cómo le detendremos?-se atrevió a preguntar Ethan-. Dudo mucho que nuestros pokémon legendarios puedan frenar a ese monstruo.

    -No me gusta sonar como un completo pesimista o cobarde-interrumpió Lucas-, pero en vista y considerando que Kyogre ha huido así de rápido y que a esta isla solo le quedan unos segundos más de vida, yo diría que debemos afrontar los hechos y rendirnos. Esta situación ya se nos ha salido completamente de las manos.

    -¡De ninguna manera!-vociferó Gloria, golpeando fuertemente al joven investigador en su brazo derecho con ambos puños-¡Dije que no dejaría que ningún lunático ahogase a quienes me importan y eso mismo pienso impedir! ¡Esto no cambia nada, así que no rompas el silencio si no es para mejorarlo, cobarde!

    -Tienes razón, lo siento-reconoció el muchacho de Pueblo Arena llevando su mano izquierda al brazo lastimado. La forma de golpear de la chica de Galar le recordaba demasiado a la de Maylene durante sus sesiones de entrenamiento.

    -¡Coincido con Glori!-agregó Hop con la misma actitud y un tono de voz igual de elevado. Inteleon gruñó detrás suyo-¿No hay alguna manera de que le mantengamos el ritmo?

    Pero la pregunta del asistente de laboratorio fue interrumpida por el sonido de una tos violenta y el sonido de alguien que caía al suelo, lo que forzó a todos a mirar atrás: Spenser yacía sobre la arena, convulsionando y escupiendo por la boca grandes cantidades de sangre. Los tatuajes en su cuerpo se habían esfumado.

    -¡Spenser!-exclamó Zinnia mientras corría a socorrerle, tomándole con sus manos del brazo derecho para ayudarle a incorporarse-¿Qué te ocurre? ¿Te encuentras bien?

    -El prisma azul-consiguió decir débilmente el as del Palacio Batalla mientras la cronista lograba acostarlo con ayuda de Lyra sobre el lomo de un igual de preocupado Suicune-. Kyogre retiró su efecto en mí en cuanto aceptó a Archie como su nuevo heraldo. Lo que significa que he perdido mi inmortalidad.

    -¡Oh, no!-gimió Barry muy asustado-¡Rápido, debemos ayudar al anciano! ¡Vayamos por ese prisma!

    -Agradezco tu preocupación, jovencito-contestó el viejo con una melancólica sonrisa, alzando su mano izquierda en señal de alto y con dificultad para indicarle al atropellado muchacho rubio que debía detenerse-, pero ya no hay nada que puedan hacer por mí. Soy peso muerto, y en unos minutos habré pasado a mejor vida. Al menos podré irme sabiendo que la joven May no ha sido expuesta al prisma.

    -¿Expuesta?-preguntó May perpleja y a la vez entristecida por el estado de Spenser-¿A qué se refiere?

    -Kyogre quería usarte como mi sucesora-explicó Spenser apesadumbrado, haciendo una pausa para volver a toser y cubriéndose la boca con su puño derecho-. Sabía que Brendan y tú eran los elegidos destinados a impedir que se despertase, y planea manipularte a través de la influencia del prisma azul una vez se haya deshecho de Archie. De esa forma tú y tu novio estarán divididos y no supondrán un problema para él, pues pelearán entre ustedes hasta matarse. Por eso ni Latias ni tú deben tocar el prisma.

    Está diciendo la verdad”, admitió Latias telepáticamente a todos.

    -Creía que los prismas eran casi imposibles de retirar-objetó Zinnia completamente perdida.

    -Es posible quitarlos si los pokémon legendarios conectados a ellos se hallan durmiendo-corrigió Wallace-, o si estos deciden utilizar su poder para despojar al heraldo de estos y así dejar de compartir su energía primigenia. Y aun así no se puede hacer sin que dejen algún tipo de daño permanente. Al menos eso es lo que tengo entendido.

    El as del Frente Batalla asintió con la cabeza ante la respuesta del especialista en pokémon acuáticos, viéndose incapaz de seguir hablando sin volver a toser.

    -¿Entonces qué haremos?-preguntó Dawn hiperventilándose y subiéndose a Garchomp, mientras veía cómo el Mar del Albor de Kyogre había provocado que el agua ya estuviese llegándoles a todos hasta la cintura. La joven campeona de Sinnoh estaba empezando a perder los estribos.

    -¡Líder Maxie, señor!-informó un soldado Magma acompañado de un Zangoose y de cabello oscuro que, a juzgar por su larga capucha y capa rojas, debía de ser un subcomandante de un rango inferior al de Courtney-Hemos recibido un mensaje desde nuestra base en Ciudad Calagua. Parece que es urgente.

    -¡Transmítanlo, Harland!-ordenó el geólogo pelirrojo con prisa para luego darse la vuelta, mientras su subcomandante y sus subordinados traían consigo su equipo “¡Yolanda, tú y tu pelotón asegúrense de utilizar las antenas de sus micro-transmisores para mantener una señal clara!

    -Enseguida, líder Maxie-retrucó con un saludo militar la mujer a la que Maxie se había dirigido. Al igual que Harland, aquella soldado también poseía cabello oscuro y una capucha y capa largas, con una falda negra en lugar de pantalones largos. Un enorme y temerario Mightyena le hacía compañía.

    La radio traída por Harland y sus tropas captó una frecuencia imprecisa y repleta de interferencia, la cual fue corregida en cuanto los hombres a cargo de Yolanda se encargaron de mejorarla con sus dispositivos, revelando una familiar y chillona voz masculina.

    -¡Líder Maxie, aquí comandante Tabitha! Las instalaciones de nuestra base están simple y llanamente inundadas. El nivel del mar ha subido brusca y exponencialmente, tomándonos por sorpresa. Hemos perdido muchos hombres, y también a nuestro prisionero.

    -¡Tabitha, aquí líder Maxie!-respondió alarmado Maxie, comprendiendo perfectamente lo que estaba sucediendo-¡Abandonen la base cuanto antes! Repito, ¡abandonen la base cuanto antes!

    La radio crepitó con fuerza mientras la voz de Tabitha sonaba cada vez más distante, como si el comandante Magma estuviese alejándose del micrófono y saliendo de la habitación en la que se encontraba transmitiendo.

    -Negativo, líder Maxie. Ya no tenemos tiempo para la evacuación. Los pocos Wailmer que nos quedaban ha sido arrastrados por la….rriente….ha sido un honor...ir a su lado...dante Courtney...le al líder Maxie lo que…

    -¡Tabitha, respondan!-exclamó el líder Magma consternado-¡TABITHA!

    Pero fue inútil. La señal se perdió por completo, y en su lugar una apenas audible melodía dominó por completo la frecuencia. Maxie la identificó al instante como aquella que sonaba por defecto cada vez que la señal de sus dispositivos se ponía en modo de espera. En este caso, una espera que sabía sería eterna.

    -¿Acaso…?-preguntó con temor Courtney, con sus ojos abriéndose de par en par y reflejando su miedo.

    -Sí-respondió abatido el geólogo, empujando nuevamente sus lentes hacia atrás y cerrando sus ojos-. Temo...que a partir de ahora somos todo lo que queda del Equipo Magma.

    Los reclutas Magma retrocedieron tanto incrédulos como estremecidos, comenzando a reflexionar en silencio sobre la interminable suma de compañeros y camaradas que acababan de perder. Amigos y camaradas con los que llevaban años trabajando. Todos ellos habiendo sido tragados en un instante por la subida de la marea.

    El resto guardó silencio, con Ethan, Brendan, Lucas, Lyra, Dawn, Drake y Wallace quitándose sus sombreros en señal de respeto, mientras que Phoebe comenzó a recitar en voz baja una vieja oración, rezando en honor de aquellas almas cuyas vidas habían sido arrebatadas tan súbita e injustamente. Su abuela le había enseñado que aquel religioso y secreto cántico ayudaba a las almas de aquellos cuyas vidas habían sido arrebatadas súbita y violentamente a encontrar el camino hacia el Monte Pírico.

    -No nos queda otra alternativa-anunció Zinnia con firmeza y con convicción ante unos asombrados May y Brendan-: hay que viajar hasta el Pilar Celeste para poder invocar a Rayquaza.

    -No llegaremos a tiempo-objetó Wallace-. El clima es demasiado inestable. Si no nos apresuramos a alcanzar y detener a Kyogre, incluso el Pilar Celeste terminará hundido.

    -Wallace está en lo correcto-comentó Winona, mirando desconfiada el espeluznante panorama en las alturas-. Estos cielos no son los indicados para volar con prisa y sin precaución. Usar a nuestros pokémon alados tan cerca de las nubes en medio de semejante tormenta sería suicidio.

    -Debe de haber algo con lo que podamos ganar tiempo-pensó en voz alta Brawly-. No lo sé, algún tipo de distracción que nos dé la ventaja sobre Kyogre y lo retrase lo suficiente como para que su diluvio sea ralentizado.

    La mención de la palabra “distracción” produjo que una brillante idea alumbrase la mente de Maxie, hasta iluminarla por completo.

    -¡Por supuesto!-declaró sin importarle quién le escuchase-¡Es tan evidente!

    El líder Magma esbozó una sonrisa mientras todos dirigían su mirada hacia él.

    -Debemos despertar a Groudon-concluyó mientras su mirada se desviaba, hasta que sus críticos ojos recayeron sobre Brendan, quien le devolvió la mirada estupefacto.

    -¡NI HABLAR!-vociferó iracundo el joven ex-campeón de Hoenn, reaccionando por fin-¡No liberaré a ese monstruo! ¡No después de lo difícil que fue capturarle para apaciguarlo!

    -¡Lo que él dijo!-agregó May furibunda, reforzando las palabras de su prometido y mejor amigo-¡Ya suficiente tenemos con un legendario loco destruyendo nuestro mundo! ¡No nos hace falta otro más!

    -Me permito recordarte, jovencito, que le capturaste con la master ball que se encontraba en mi oficina-puntualizó el geólogo con un cierto dejo de superioridad y de orgullo en el severo tono de su voz-. Groudon sigue siendo de mi propiedad, al igual que esa ball que hurtaste de mi guarida.

    -Un pokémon no es propiedad más que del entrenador o de la persona que lo captura, Maxie-refutó Roxanne alzando el dedo índice de su mano derecha en señal de objeción.

    -En el caso de Groudon, tanto el joven Brendan como Steven y yo acordamos que mantenerle encerrado en aquella ball era lo mejor para Hoenn y para el mundo entero en aquel entonces-añadió Wallace-. No había forma de ponerlo a dormir de nuevo, y tampoco podíamos dejarlo en libertad tras lo ocurrido en la Cueva Ancestral.

    -El punto es que Groudon es nuestra única esperanza en estos momentos-objetó Maxie-. Si lo despertamos…

    “¿Para qué, para que usted y su equipo lo controlen?” interrumpió Brendan irritado “Ya intentaron hacerlo eso una vez con su famoso proyecto AZOTH, y de no ser por mí hubiésemos muerto derretidos por el sol.”

    -Bueno, tenemos la master ball para tranquilizarlo y…-intentó contraargumentar el geólogo, solo para ser detenido una vez más.

    -¡Oh claro, porque Groudon es TAN dócil y manso que seguirá órdenes y regresará a la master ball si así lo queremos!-retrucó el joven originario de Ciudad Olivo con palpable sarcasmo-¡Usted no tiene idea de lo que ese pokémon es capaz de hacer! La única razón por la cual la master ball funcionó en él en la Caverna Abisal fue porque conté con la ayuda del prisma azul, del Traje Magma y de Latios para someterlo, y porque todavía no había recuperado todo su poder cuando yo le enfrenté.

    -Por favor, niño-insistió el líder Magma de manera obstinada-. Usa la cabeza. Groudon es el único capaz de pararle los pies a Kyogre si es que en verdad eso es lo que queremos. No estaría sugiriendo despertarle si no tuviese un plan en mente. He aprendido de errores pasados, ¡incluso me he reformado y he buscado junto con mi organización lo mejor para Hoenn!, y sin embargo continúas viéndome y tratándome como si fuese alguna clase de orador botarate. No sé qué tengas en contra mío, pero te sugiero que lo superes y termines de ubicarte en la situación que nos hallamos.

    -¡NOS MATARÁ A TODOS!” espetó Brendan entre lágrimas-¡IGUAL QUE COMO MATÓ A CAMMY!

    Se produjo un silencio abrumador en el cual nadie supo qué decir para romper el hielo. Un trueno rugió en la lejanía mientras la lluvia arreciaba y el agua continuaba subiendo sin prisa pero sin pausa.

    -¿Cammy?-se atrevió a preguntar May desconcertada y girando la cabeza para mirar a Brendan, en busca de una respuesta. Era la primera vez en toda su vida que escuchaba aquel nombre.

    -Fue cinco años atrás-explicó su prometido con ambos puños cerrados y el rostro ensombrecido-. Estaba en pleno viaje, buscando obtener las medallas de gimnasio que me faltaban para participar en la Liga Pokémon. Steven acababa de regalarme mi detector Devon para hallar pokémon invisibles. Con él pude capturar a una pequeña Kecleon huérfana, que se encariñó demasiado conmigo. La pobre había perdido a su madre por culpa de un Linoone, y era muy joven y muy débil para combatir, por lo que decidí detener momentáneamente mi viaje para llevarla de regreso a Villa Raíz con mi madre, sabiendo que ella la adoraría y que la cuidaría bien en mi ausencia.

    Se quedó callado brevemente para controlar sus emociones y tragar saliva. Cuando se sintió capaz de impedir a su cuerpo el abalanzarse sobre Maxie para ahorcarlo, prosiguió su relato.

    -Mamá la llamó Cammy. Era muy risueña, y me veía como si fuese su padre. Sabiendo que estaría a gusto en casa, reanudé mi aventura, prometiéndole que nos volveríamos a ver en cuanto ganase el campeonato y que no permitiría que nada malo le ocurriese. Y cuando finalmente volví a mi hogar tras haberme coronado campeón, descubrí que había muerto. El médico nos dijo que el sol abrasador de Groudon había sido demasiado fuerte como para que sus escamas pudiesen ayudarle a regular su temperatura corporal. El cambio brusco de temperatura la mató, y todo fue gracias al brillante líder Maxie y su preciado Equipo Magma, con su estupenda idea de expandir la masa terrestre para beneficio de todos.

    Ethan llevó inconscientemente su mano izquierda a su boca con el fin de taparla, imaginándose el puñal en el corazón que Brendan debió de haber sentido aquel día, enterándose de que aquella pokémon bebé a la que había llevado a su hogar había fallecido sin él a su lado. Por fin habían desentrañado el secreto del origen del odio de su amigo hacia Maxie.

    -Entonces…-dijo May acongojada mientras su mente ataba los cabos sueltos y oía a Dawn sollozar no muy lejos de su posición-...te enteraste la misma noche en la que tuvimos nuestro combate especial. Nunca me hablaste de ella…

    -Tu novio sabía lo mucho que amabas los pokémon y lo mortificada que estarías si te lo decía-intercedió Norman, acercándose para abrazar y consolar a su hijo-. Fue por eso y por lo ocupado que me hallaba con el gimnasio que se nos ocurrió darles a ambos los boletos para el espectáculo de la lluvia de meteoritos Litleo en Algaria. Era la oportunidad perfecta para que Brendan distrajese su mente y pasase un buen rato contigo mientras yo trabajaba y Caroline se encargaba de hacer los arreglos para un funeral privado en el Monte Pírico. Tuvimos un poco de ayuda por parte de Phoebe, del Alto Mando.

    Drake, Sidney y Glacia se voltearon sorprendidos para ver a Phoebe, quien no tuvo problema en devolverles la mirada.

    -Es cierto-afirmó ella muy apenada-. Tratamos de que fuese lo más discreto y respetuoso posible, sin atraer ojos curiosos. Era lo mínimo que la pobrecilla se merecía.

    -Sé muy bien lo que es perder a un pokémon tras haberle hecho una promesa-dijo Dawn, buscando reconfortar a Brendan-. Pasé por lo mismo con Leafeon después de haberle jurado que estaríamos juntos por siempre cuando me volví campeona. En verdad lo siento.

    -Y lo que tu amiga ha dicho va también por mi cuenta-agregó una sufrida Zinnia-. También perdí a mi Whismur durante mis viajes a causa de un virus que había pillado mientras trataba de entrenarla para que se fortaleciese. Jamás se recuperó a pesar de todo lo que intenté, y un día ya no volvió a abrir los ojos. Así que comprendo perfectamente tu dolor.

    -Yo...no tenía idea-aceptó Maxie, conmovido y sintiéndose culpable al mismo tiempo-. Lo lamento mucho, chico. De haberlo sabido…

    -Ahórrese las disculpas para quedar bien-replicó Brendan mientras se separaba de su padre y secaba sus lágrimas-. Como sea. Prometí por sobre la tumba de Cammy que nunca jamás sacaría a Groudon de aquella ball, y menos dejaré que alguien como usted intente usarlo. Prefiero morir ahogado.

    -Aunque me cueste reconocerlo, la idea de Maxie no es mala en teoría-elucubró Steven-. Con Groudon interceptando a Kyogre podríamos ganar algo de tiempo bloqueando este diluvio con el poder del sol, y dejar que ambos se agotasen luchando el uno contra el otro, lo que nos ayudaría a dominar al ganador una vez todo estuviese dicho y hecho.

    -Eso si para cuando se agoten, aún quede un planeta que salvar-señaló Wallace-. Desgraciadamente tengo que estar de acuerdo. Es la única opción a nuestro alcance ahora mismo.

    -Entonces supongo que efectivamente es inevitable-asumió Zinnia para luego darse la vuelta y mirar a su joven amigo a los ojos-. Brendan, sabemos por lo que estás pasando, pero Maxie ha dado en la tecla. Debemos despertar a Groudon cuanto antes si queremos tener el camino libre para arreglar todo este lío. Dinos dónde lo tienes.

    El joven de Ciudad Olivo volvió a cerrar ambos puños, cabizbajo y frustrado. Sabía en el fondo que la cronista tenía razón, y no se le ocurría ningún argumento convincente que pudiese poner en tela de juicio su afirmación.

    -Muy bien-reconoció a regañadientes-, está encerrado en mi PC. Tan solo debo ir al Centro Pokémon más cercano para poder acceder a él y sacarle. Pero aun con eso y con el prisma rojo del Monte Pírico no podremos hacer mucho. Con este clima, Groudon estará en total desventaja contra Kyogre.

    -Es cierto-analizó Wattson-. En ese caso tendríamos que valernos de algún tipo de energía natural alterna. Algo que incremente aunque sea levemente las posibilidades de Groudon de entrar en duelo y hacerle frente a su oponente.

    -Pues se supone que estamos hablando del señor de la tierra y del magma-comentó Lyra-. ¿No poseen aquí en Hoenn algún tipo de volcán o sitio con gran concentración de lava?

    -¡Ya lo tengo!-gritó Flannery chasqueando los dedos de su mano izquierda-¡El Monte Cenizo! Las leyendas cuentan que Groudon usó antaño la lava volcánica solidificada del mismo para extender los continentes, y que le sirvió como puesto de batalla durante los dos grandes enfrentamientos que tuvo históricamente con Kyogre. Mi abuelo solía contarme esa historia todas las noches, cuando no me había salido ni mi primer diente.

    -Y con el poder de la regresión primigenia incluido, Groudon podría en teoría abusar de la lava de ese volcán todo lo que se le antoje-teorizó Roxanne.

    -Entonces deberemos dividirnos-anunció Drake, tomando control de la situación-. Flannery deberá guiar a Brendan, a May y a Zinnia hasta el Monte Cenizo para que Groudon pueda ser liberado. Tate, Liza, ustedes encárguense de teletransportar a todos estos bribones del Equipo Aqua afuera de aquí. Los demás síganme, tenemos a un pokémon legendario que frenar.

    -Mi clan y el Endrino ya deben de estar evacuando todas las ciudades posibles en Hoenn, Johto y Kanto para salvar a la mayor cantidad de gente-dijo Zinnia a Steven y a Wallace mientras veía cómo Brendan y May chocaban puños con Norman y con sus amigos para despedirse de ellos-. O al menos ese era el plan que nos dijeron a Wallace, a Spenser y a mí. Si la cosa se pone fea sacaré a los niños de allí antes de que Groudon pueda ponerles las garras encima.

    Papá…”, pensó para sí Steven con temor, imaginándose cómo el agua alcanzaría a cubrir tanto Ciudad Férrica como al edificio entero de la compañía de su padre si la misión no tenía éxito.

    -El gran maestro Juan y los miembros de mi clan harán lo mismo en Arrecípolis-afirmó Wallace asintiendo con la cabeza mientras él y Steven seguían a Drake-. Trataremos de contener a Kyogre todo el tiempo que sea posible. ¡Buena suerte!

    -Cuídate mucho, testaruda-pidió Roxanne a Flannery con un dejo de nerviosismo en el tono de su voz.

    -Relájate, estirada, volveré en una pieza-contestó la pelirroja con una sonrisa socarrona, aliviando el temor de la líder de Ciudad Férrica mientras hacía retornar a Blaziken a su receptáculo.

    -Courtney-llamó Maxie a su comandante-. Acompañaré a la mujer y a los niños hasta el volcán. Sé que es un poco precipitado pero, en vista y considerando todo lo ocurrido, tiempos como este requieren de medidas desesperadas. Por eso te dejo a cargo de todo nuestro escuadrón para que dirijas el ataque a Kyogre. Estoy dejando el futuro del Equipo Magma en tus manos, ¿me he expresado con claridad?

    -Absolutamente, líder Maxie, señor-sonrió complacida la fría mujer de cabello y ojos lila mientras hacía un saludo militar y luego indicaba mediante un gesto de su mano a los soldados que la siguiesen-. No le defraudaré.

    -Yo también iré-pudo pronunciar Spenser mientras Suicune le empujaba con el hocico, con el fin de ayudarle a ponerse de pie y a pisar firmemente el inundado suelo con su báculo y con ambos pies.

    -¡Tú no puedes venir, estás en una terrible condición!-se rehusó Zinnia-. Será mejor que le pidamos a esos chicos psíquicos de Algaria que te lleven al hospital.

    -Ya estoy muerto-replicó el as del Palacio Batalla a la vez que acariciaba con su mano derecha el pelaje del angustiado perro legendario para luego regresarlo a su ball-. Y no habrá ni hospital ni medicina que prevenga eso. Además, no seré de ayuda en la batalla. Debo ver esto.

    -Oigan, esperen un segundo-señaló Flannery pensativa-. No soy alérgica a un poco de calor volcánico, pero cuando liberemos a Groudon la temperatura del Monte Cenizo será mayor a la de por lo menos quince hornos juntos. ¿Cómo haremos para no morir rostizados estando en el centro de semejante suceso?

    -Es una buena pregunta-observó Maxie aproximándose al resto del grupo, el cual no se hallaba para nada entusiasmado de que les acompañase-. Afortunadamente tengo la solución aquí mismo.

    El geólogo pelirrojo procedió a hurgar con la mano en el bolsillo izquierdo de sus pantalones para sacar de ellos seis pequeños óvalos planos y metálicos con un centro anaranjado y bordes gris plateado, que a juzgar por su aspecto parecían ser el núcleo de algo más grande “Probablemente el joven Brendan esté familiarizado con esto. Son una versión portátil y retráctil de uno de nuestros mayores inventos, el Traje Magma, diseñado para soportar cualquier impacto de calor o presión atmosférica. Colóquenselos cerca de la zona del pecho y los dispositivos harán el resto.”

    Sus compañeros de expedición tomaron un disco cada uno y procedieron a seguir las indicaciones dadas, desconfiados. Los óvalos emitieron un leve zumbido al detectar la presencia de tela y de tejido, produciendo automáticamente desde sus costados un traje rojo con casco, visor, guantes, botas y tubos de aire incluidos que se ajustó maquinalmente a la estatura y cintura de todos ellos.

    -Tabitha se hallaba trabajando en estos prototipos de bolsillo poco antes del desastre del Proyecto IFVA-explicó el líder Magma mientras Zinnia, Spenser, May y Flannery observaban fascinados sus nuevos uniformes, al mismo tiempo que se lamentaba para sus adentros el reciente deceso de su número dos-. Poseen exactamente las mismas características que un Traje Magma ordinario, reciclando el aire exhalado y con el añadido de unas ranuras en el brazo izquierdo que les permitirán trasportar sus piedras activadoras de mega-piedras sin necesidad de una pulsera, aro o tobillera.

    -¿Y realmente sirven?-inquirió May, teniendo serias dudas sobre la capacidad de aquellos trajes para mantenerlos a salvo.

    -Si en serio son igual de resistentes que el que yo usé en la Caverna Abisal, entonces sí-conjeturó Brendan.

    -Puedo confirmarlo-afirmó Zinnia, dirigiéndose a May-. Tu chico lo utilizó también para montar a Rayquaza, destruir el meteorito y combatir contra Deoxys en plena mesósfera, y no vi que tuviera algún inconveniente.

    -Sí, se ven muy bonitos-dijo Flannery con cierto sarcasmo, notando irritada cómo el traje le marcaba demasiado el trasero-. Pero, ¿exactamente cómo llegaremos hasta el Monte Pírico para retirar el prisma rojo? Winona tiene razón con que es muy peligroso viajar por aire.

    -En teoría podría llevarnos a todos en Wailord, pero estos mares lucen demasiado agitados-comentó May, contemplando los torbellinos que empezaban a dar acto de presencia en el horizonte, que era hacia donde se dirigían Steven, Ethan y el resto de sus compañeros-. Tardaríamos demasiado en llegar.

    -Latios, Latias-preguntó Brendan mientras con su mano derecha tomaba la ultra ball en su mochila-, ¿creen poder tele-transportarnos hasta el Monte Pírico?

    El dúo eón contestó que sí al unísono telepáticamente a todos los allí presentes. Latios se encargó de dar una explicación más detallada.

    Asegúrense de cerrar los ojos y de estar tomados de las manos mientras forman un círculo. Será más fácil para nosotros si hacen todo eso mientras se hacen una imagen mental de a dónde quieren ir.”

    -Entonces hagámoslo-respondió el joven elegido mientras guardaba su ultra ball y tomaba a May de la mano izquierda-. No podemos perder ni un solo segundo. Próxima parada: el Monte Pírico.

    -Luego el Centro Pokémon de Pueblo Lavacalda-agregó su novia tomando la mano de Zinnia, quien a su vez se aferró a la de Spenser.

    -Y finalmente el Monte Cenizo-concluyó Maxie aceptando la mano de Flannery.

    -Allá vamos, supongo-suspiró Flannery, tomando la mano libre de Brendan.

    Y desde sus cápsulas contenedoras, los dragones legendarios hermanos iluminaron sus ojos con un aura blancuzca y radiante. Segundos después, y al igual que como lo habían hecho Tate y Liza minutos antes, el sexteto desapareció en una luz blanca enceguecedora, abandonando la playa como si nunca hubiesen estado allí.

    La Roca Ombligo terminó por ceder al avance del mar, pasando a ser menos que el vestigio de una prisión en una era más pacífica mientras se hundía y convertía en una parte más del relieve submarino.


    * * *

    -¡LAS FOTOS, LAS FOTOS!-gritaba desesperada Caroline, corriendo de un lado al otro con un grueso y pesado álbum de recuerdos y un peluche de Azurill en sus manos-¡No puedo perder las fotos!

    -¡Carol, ya no nos queda tiempo!-gimió Alison, finalmente soltando el balde que en vano llevaba un largo rato utilizando para quitar el agua que seguía filtrándose a través de la madera en el suelo, acumulándose y amenazando con sumergir la casa entera y con ellas dentro-¡Tenemos que escapar antes de que muramos ahogados!

    -¡Ya está!-aseguró su vecina mientras regresaba con ella con mucha prisa, habiendo añadido un recuerdo enmarcado a su improvisada selección de objetos valiosos-¡Rápido, salgamos de aquí!

    Las dos mujeres huyeron despavoridas, subiendo las escaleras hacia el piso de arriba con intención de resguardarse en el cuarto de Brendan. Allí arriba, parado justo en el centro del rellano, Birch se encontraba esperándolas sumamente alarmado, paralizado por el miedo.

    -¡Cuando quieras, cariño!-exclamó su esposa con una mezcla de sarcasmo y de impaciencia, aguardando a que su marido hiciese algo.

    -¡Oh, cierto!-respondió el respetado científico de Villa Raíz saliendo del trance, tomando del bolsillo derecho de su bata de laboratorio una lujo ball para arrojarla hacia adelante con toda su fuerza-Espero que tu hijo me perdone por lo que estoy a punto de hacerle a su habitación, Caroline. ¡Sal Salamence, y utiliza Carga Dragón ya mismo!

    Emergiendo de su contenedor esférico y emitiendo el rugido de los más jóvenes y entusiastas ejemplares de su raza, el Salamence de Brendan no dudó ni un instante: reunió energía para envolver su cuerpo en un aura azul brillante con leves destellos purpúreos y cargó de forma desmedida contra el muro que tenía delante, generando una ensordecedora explosión que abrió un boquete lo suficientemente grande como para que pudiese salir volando por él si así lo deseaba.

    -¡No se detengan, suban, suban, SUBAN!-gritó Birch mientras se cercioraba de que tanto Alison como Caroline pudiesen subirse al lomo del pokémon dragón lo más pronto posible. Acto seguido se colocó con urgencia justo detrás del cuello del mismo para darle unas palmadas e indicarle que ya estaban bien sujetos, con su esposa rodeando su cintura para evitar caerse-¡SÁCANOS DE AQUÍ, SALAMENCE!

    Mientras la descomunal salamandra alada gruñía por segunda vez y abandonaba el suelo batiendo sus poderosas alas, Caroline observó horrorizada cómo el techo de aquel que había sido tanto su hogar como el de su esposo y el de su retoño desde el día en el que se habían mudado desde Ciudad Olivo a Hoenn era consumido por la inundación, al igual que el laboratorio y la casa de Birch, Alison y May. El apacible y pintoresco pueblo de Villa Raíz había caído rendido ante una lluvia torrencial salida de la nada y sin rival en menos de cinco minutos, con hasta las árboles cediendo ante la furia de la tormenta y con los pokémon salvajes alados como Taillow, Wingull y sus formas evolucionadas tratando de ayudar a sus amigos terrestres en las rutas colindantes.

    -Gracias al cielo que pude sacar esto-pensó angustiada mientras contemplaba y abrazaba con nostalgia el marco que había salvado, el cual contenía una fotografía de todos ellos junto con May, Brendan y sus pokémon, tomada unos días antes de que la primera partiese hacia Sinnoh para probar suerte en los súper concursos de Ciudad Corazón-. No podía dejar que nada malo le pasara a esta foto.

    -¡Profesor!-llamó desde la derecha de Salamence un joven de cabello y ojos oscuros, vestido con lentes para leer, una bata blanca, sandalias verdes y pantalones color caqui mientras se sujetaba a las patas de un Swellow que tanto Birch como Alison identificaron inmediatamente como el de May-¡Logré almacenar toda la data del computador en mi memoria USB! ¡Toda la investigación y nuestros hallazgos están bien resguardados!

    -¡Bendito seas, Erman!-suspiró aliviado y casi llorando el investigador al escuchar la noticia-¿Qué hay de los pokémon?

    -¡Todos a salvo en su bolso, tal y como usted lo quería!-consiguió contestar Erman, enseñando las poké balls guardadas en el bolso marrón que llevaba en su hombro izquierdo y luchando contra el fuerte soplido del viento para que su voz fuese escuchada-¡Swellow me ayudó a salir a tiempo, como podrá ver!

    Swellow trisó determinado, orgulloso de poder trasportar sin mucha dificultad al joven ayudante de laboratorio. El pokémon golondrina había fortalecido mucho los dedos de su garras desde la vez en la que había tratado de ayudar a Brendan a subir al S. S. Marea.

    -¿Qué haremos ahora?-preguntó Alison atemorizada por la pavorosa caída de la lluvia-¡No tenemos a dónde ir!

    -No lo sé-reconoció Birch, sintiéndose decepcionado de sí mismo al no poder hallar la respuesta a la pregunta que su mujer había hecho y que rondaba en la mente de todos ellos-, pero de momento debemos comunicarnos con Norman y con nuestros hijos para saber que están bien. Luego veremos dónde refugiarnos.

    Su proposición fue ignorada a causa de una vibración en el bolsillo derecho de su pantalón. Su poké-multinavegador estaba zumbando más fuerte que una Vespiquen segregando feromonas para atraer a los Combee macho.

    -¿Hola?-preguntó preocupado tras tomar el dispositivo con su mano para atender la llamada entrante-¿Quién es?

    -Hola, ¿profesor Birch?-preguntó una voz femenina que, por el tono que estaba empleando, sonaba desasosegada y agitada-Si de verdad es usted, me alegra saber que di con el número correcto en la guía telefónica. Me llamo Lanette.

    -¡¿Lanette, la encargada del sistema de almacenamiento de pokémon?!-inquirió el profesor sorprendido-¡He oído hablar de usted, señorita, pero nunca me imaginé que llegaría el día en que hablase con usted en persona! Lamento sonar descortés, pero me temo que mi familia y yo estamos en medio de una evacuación forzosa. ¡Villa Raíz ha quedado sencilla y llanamente sumergida bajo el agua!

    -Me da gusto escuchar que están bien como no tiene idea, profesor-replicó Lanette exaltada-. Estamos comunicándonos con usted desde nuestro refugio secreto porque tenemos información que puede serles de utilidad. Le dejaré hablar con mi hermana, quien le pondrá al corriente mejor que yo.

    -Encantada, profesor-dijo una voz similar a la de Lanette, pero más seria y tranquila-. Soy Brigette, la hermana mayor de Lanette, y junto a ella mantengo en orden el sistema de almacenamiento de pokémon a nivel regional. Me temo que lo que les ha pasado en Villa Raíz no ha sido un caso aislado. Toda Hoenn ha caído víctima de este diluvio, y de acuerdo con lo que nos han avisado los miembros del Instituto Meteorológico parece que se está extendiendo por todo el mundo.

    -¡¿Por todo el mundo?!-exclamó Birch asombrado y abriendo sus ojos de par en par, con su mente tratando en vano de buscar una explicación lógica a las palabras de Brigette-¡¿Pero cómo puede ser eso posible?! ¡¿Acaso esta tormenta está...viva?!

    -Tenemos motivos para creer que es algo peor-explicó Brigette con gran pesar-. En base a nuestros contactos en Kanto, parece que el punto de origen del fenómeno fue dentro del Archipiélago Sete, en una pequeña isla conocida por los locales como la Roca Ombligo. Los botes y navíos cercanos a la zona afirman haber visto una criatura gigantesca que, a juzgar por la descripción que dieron, coincide con la antigua leyenda de Kyogre.

    -¡¿Kyogre?!-gritó el científico tanto incrédulo como aterrado-¡¿Me está diciendo que estamos lidiando con el pokémon legendario que creó la hidrósfera desde Hoenn?!

    -Eso parece indicar la información reunida-admitió la mujer-. Los medios no tardarán mucho en informar lo que está ocurriendo, y sugerirán buscar asilo en los cuarteles generales de la Liga Pokémon en Ciudad Colosalia. Les recomendamos dirigirse hacia allí lo más rápido que puedan.

    -¿Y qué pasará con ustedes?-preguntó Alison, sumándose a la conversación. Al igual que Caroline y que Erman, la esposa de Birch había escuchado toda la conversación, afinando su oído y poniendo toda su atención.

    -Nosotras estaremos bien-aseguró Lanette-. Estamos en una habitación del pánico que solemos usar en situaciones como esta, con todas las provisiones que necesitamos. Por desgracia solo hay espacio para dos personas, así que de momento llegar a los cuarteles de la liga es su mejor opción. Trataremos de mantener la conexión con ustedes el mayor tiempo que podamos. No dejen que nada les impida alcanzar Colosalia.

    -Recibido-respondió Birch con calma-. Eso haremos. Les avisaremos en cuanto estemos a salvo si es posible.

    -Cuídense mucho, profesor-replicó Brigette antes de colgar-. Cambio y fuera.

    -¿Pero y qué hay de Norman y de los niños?-indagó Alison mientras veía asombrada cómo debajo de ellos la recientemente formada corriente marítima había traído consigo cardúmenes de Octillery y de Mantine, pokémon que habían visto en su viaje a la región de Unova hacía un año-¡Tenemos que cerciorarnos de que se encuentran bien!

    -Aunque deteste la idea, eso tendrá que esperar-reconoció su marido con los ojos clavados en el horizonte y guardando su poké-multinavegador-. Por ahora nuestra prioridad es encontrar un lugar seguro donde el viento no interfiera con la señal, y solo entonces podremos contactarnos con ellos. Además, Norman y los niños son más que capaces de cuidarse por sí solos. Con sus pokémon de su lado estarán bien, y se reunirán con nosotros muy pronto. Estoy seguro de ello.

    -Oh, Brendan-susurró mortificada Caroline observando el Azurill de peluche que había sido el muñeco favorito de su hijo desde sus primeros meses afuera de la panza-. Dondequiera que te encuentres, por favor dime que tú y tu padre siguen con vida.

    -¡A Ciudad Colosalia, Salamence!-ordenó apresurado Birch.

    -¡Sigue a Salamence, Swellow!-solicitó Erman con urgencia.

    Envalentonados por la convicción en las palabras de sus amos, dragón y golondrina gruñeron desafiantes al ventoso y tormentoso cielo para luego virar raudamente en dirección suroeste, mientras trasportaban a los familiares y amigos de sus queridos y por el momento ausentes entrenadores, perseverantes ante el desfavorable y traicionero clima que se cernía sobre ellos, augurando un más que siniestro final para todo ser vivo que no poseyera ni alas ni branquias.

    * * *

    -¡Y mediante esta bellísima escalera real de color me corono vencedor con mucho regocijo!-anunció triunfante el hombre de cabello y ojos color violeta e indumentaria estrafalaria mientras colocaba sus cartas sobre la mesa con una sonrisa repleta de soberbia, revelando una A, una K, una Q, una J y un diez de corazones-¡Mejor suerte para la próxima, chicos!

    Tres de sus cuatro compañeros de mesa soltaron quejidos y gruñidos cargados de enfado y de frustración mientras el altanero e irritante hombre se apoderaba de todas las pilas de fichas que le correspondían, arrastrándolas hacia él con ambos brazos. La redonda y verde mesa de madera emitió un leve crujido a causa de la reubicación del peso distribuido sobre ella mientras la escasa luz de la bombilla de la lámpara que colgaba del techo parpadeaba, zumbando al ritmo del siseo de la Seviper de la quinta miembro del grupo.

    -¡Que me partan mil y un rayos, Tucker!-espetó furioso el ebrio hombre de cabello castaño claro y ojos grises que estaba sentado enfrentado a él, golpeando fuertemente la mesa con el tarro repleto de cerveza que sostenía del mango con su mano derecha-¡¿Cómo demonios haces para tener semejante racha ganadora?!¡Esta vez has hecho trampa!

    -No lo ha hecho-aseveró con tranquilidad la mujer de cabello negro y mechones pelirrojos que hacían juego con sus ojos sentada a la izquierda de Tucker, con su Seviper mirando detenidamente a este último. La pokémon víbora llevaba observando al hombre desde que la partida de póquer había empezado, recostada sobre los hombros de su dueña y moviendo expectante su cola con forma de cuchilla-. Doy fe de ello.

    -Lucy, ma chérie, es la primera cosa positiva y más dulce que has dicho sobre moi-comentó Tucker sarcásticamente, emulando con vanidad un falso y estereotipado acento kalense-. ¿Afirmas que no hago trampa porque en el fondo sientes algo hacia mí?

    -No-contestó Lucy mientras acariciaba la cabeza de Seviper con su mano derecha, para luego contraatacar con un dejo de malicia en el tono de su voz-. Porque si estuvieses haciendo trampa el pulso de la mano te delataría cuando sostuvieses los naipes. Eso y te pondrías el doble de detestable.

    -También disfruto de vuestra compañía, belle dame-retrucó el as de la Cúpula Batalla, manteniéndose en personaje e intentando ocultar el golpe bajo que el comentario final de su compañera había sido para su ego-. Aun así, los despojos al final del día son para el vencedor, y no hay por qué ser malos perdedores.

    -Sigo pensando que has metido mano en la baraja-insistió indignado el hombre de antes mientras limpiaba de forma torpe y poco sutil la espuma en su boca con su puño izquierdo-. Es la última vez que te permitimos mezclar las cartas del mazo.

    -Empiezo a agradecer el haberme retirado en la primera ronda-admitió con franqueza la joven rubia de ojos azules y de veintitantos que se encontraba situada justo a la derecha del hombre, cruzándose de brazos-. Si hubiese seguido apostando no me habrías dejado ni un mísero poké-dólar en la billetera, aprovechándote de mí como has estado haciéndolo con la borrachera de Noland. Eres un verdadero cretino, ¿lo sabías?

    -Menuda boquita la que tienes, Greta-comentó Tucker mientras se deleitaba con hacer enojar a la muchacha-. Dime, ¿alguna vez te han confundido con un hombre por ella?

    -No lo sé, ¿qué me dicen tú y tu novio?-replicó Greta con una perceptible carga de agresividad.

    -¡Damas, caballeros!-vociferó decepcionado el hombre ubicado entre Greta y Tucker-¡No toleraré esta clase de comportamiento durante lo que reste de la partida! O dejan de comportarse como niños y mantienen los modales o esta será la última vez que juguemos juntos.

    -Discúlpame, Brandon-suspiró Greta echándose para atrás y apoyando la espalda sobre el respaldo de su silla. La as del Dojo Batalla se halló a sí misma profundamente avergonzada de su conducta-. Tienes mucha razón.

    -¿Alguien más de los que sigue en el juego piensa salirse?-inquirió Brandon a la vez que veía levemente apenado la mala mano que le había tocado, la cual consistía de varias cartas pertenecientes a un palo distinto.

    -Pues yo seguiré encantado-afirmó Tucker muy seguro de sí mismo-. Será un placer demostrarles nuevamente por qué me llaman el As de las Cartas.

    -¡Cierra la boca Tucker, esta vez te haré quebrar!-contestó rabioso Noland mientras colocaba su apuesta sobre la mesa y volvía a beber del tarro-¡También seguiré en el juego!

    Brandon no pudo evitar mirar a Noland a los ojos muy afligido, para luego intercambiar una mirada cómplice con Greta. Desde el día en el que fue vencido y humillado dos veces por aquel chico de la región de Johto que por aquel entonces se había vuelto el campeón de la liga pokémon de Hoenn, su compañero encargado de la Fábrica Batalla había caído en una fuerte depresión, recurriendo demasiado seguido a la bebida para ahogar su dolor y perdiendo con mayor frecuencia ante los retadores novatos que mensualmente lograban llegar hasta él. Greta y él habían hecho todo lo posible en su momento con tal de que dejara el alcohol, pero su dolor había resultado ser mayor a lo que habían pensado que era en un principio. Si seguía así muy pronto Scott se vería forzado a quitarle su puesto como as del Frente y a buscar a alguien mejor capacitado, y una vez que eso ocurriese ya no habría nada que pudiesen hacer ni por él ni por su familia.

    Y esa no era la peor parte. Como si de un efecto dominó se tratara, el estado de ánimo de Noland había sido el inicio de una serie de desafortunados eventos. El ataque e invasión a toda la región de Hoenn por parte de aquel extraño pokémon de otro planeta había causado que el número anual de entrenadores que visitaban el Frente Batalla bajase drásticamente, y para añadir sal a la herida el Resort Batalla seguía recibiendo más turistas que ellos, lo cual produjo que Scott se viese obligado a despedir a varios de sus empleados y a disminuir salarios con tal de abaratar costos, y lo poco que él y los demás ganaban como ases apenas les alcanzaba para destinarlo a sus familias, con Anabel siendo la única que no tenía problema con ello debido a su otro trabajo, aquel del cual solo él y Lucy sabían. Habría deseado que su colega de la Torre Batalla hubiese estado allí con ellos aquella tarde, ya que era la única capaz de lograr que Tucker mantuviese la boca cerrada.

    -No veo por qué no continuar-dijo con calma Lucy mientras acariciaba delicadamente con su mano derecha el escamoso lomo verde oscuro de Seviper.

    -Lucy, sé amable entonces y se tú quien reparta las cartas-pidió el as de la Pirámide Batalla amablemente, saliendo del trance tras haber oído la voz de la mujer-, así evitaremos más discusiones al respecto.

    La experta de la Sierpe Batalla asintió con la cabeza mientras aplicaba suaves palmadas a Seviper, quien captó la solicitud detrás de aquel sutil gesto. Moviéndose con gracia y con cuidado de no tirar ni las fichas ni la pequeña y apagada radio rectangular colocada en el centro de la mesa, la ofidio se deslizó sobre el redondo tablero para ir recolectando entre sus fauces las cartas tanto de los demás jugadores como las que ya habían sido descartadas, dando una vuelta contraria a las agujas del reloj hasta regresar con su dueña para entregárselas en persona.

    -¡No había tenido un día tan alegre y lleno de suerte desde aquel en el que salí del armario!-carcajeó Tucker mientras Lucy repartía los naipes y le entregaba los que les correspondían. Su sonrisa se hizo más grande en cuanto sus ojos vieron la mano que le había tocado-¡Y mira si no es esta una mano legendaria!

    Legendaria. Así había descrito Spenser a la apocalíptica lucha que, según él, ocurriría dentro de poco entre dos pokémon ancestrales llamados Groudon y Kyogre, y que solo podría ser detenida por ellos y por dos supuestos elegidos. Aunque Greta, Lucy, Tucker y Noland se le habían reído en la cara, Brandon había grabado bien en su memoria el rostro y el tono de voz desesperados del anciano, al igual que el cómo tres de sus cuatro pokémon, Regirock, Regice y Registeel, se habían rehusado a ayudar mediante un enlace telepático con el Claydol de Spenser.

    El veterano explorador no creía en presagios sobre el fin de la humanidad, pero lo cierto era que en el fondo hubiera dado todo lo que tenía con tal de que fuese cierto para embarcarse en una aventura como las que solía emprender cuando era mucho más joven, cuando no tenía que estar liderando la Pirámide Batalla y esperando a que un entrenador verdaderamente poderoso se presentase a retarle a un duelo. Además seguía sintiendo un profundo respeto por el viejo as del Palacio Batalla, especialmente desde que había sido gracias a él que había encontrado, combatido y capturado a sus tres colosales y raros compañeros de roca, hielo y acero cuando ambos se hallaban vagando por uno de aquellos misteriosos islotes a los que los locales solían llamar las Islas Espejismo. Aquel hombre tenía una conexión con la madre naturaleza y por extensión con los pokémon digna de reconocimiento.

    Extrañaba el llamado a la aventura. Y ni siquiera sabía que este estaba a segundos de llegar hasta él.

    El rotundo y estruendoso sonido de la puerta del cuarto abriéndose para luego golpear salvajemente la pared le sacó de sus pensamientos, forzándole a darse la vuelta instintivamente y encontrarse para su sorpresa con una de las tres personas sobre las que llevaba un largo tiempo cavilando.

    -¡¿QUÉ DIABLOS ESTÁN HACIENDO?!-gritó la mujer de cabello y ojos lila y esmoquin oscuro con corbata negra que había irrumpido con un tono autoritario, manteniéndose plantada sobre el rellano de la puerta.

    -Ay, no puede ser-rezongó Noland, con su semi-consciente mente sabiendo que no había tiempo para esconder el tarro y fingir sobriedad.

    -¡¿Anabel?!-preguntó Greta perpleja y restregándose los ojos con ambas manos para cerciorarse de que estaba viendo y escuchando a quien creía-¡Creímos que no regresarías hasta finales de mes! ¿Por qué traes puesto ese uniforme?

    -Contesten primero mi pregunta, Greta. ¿Por qué no atendieron mis llamadas? ¿Y quién de ustedes le dio acceso a Noland a la taberna?-retrucó Anabel caminando en línea recta y con paso decidido, hasta apoyar ambas manos sobre la mesa y proceder a examinar velozmente con los ojos lo que había sobre la misma. Luego giró la cabeza hacia la derecha para mirar al primer sospechoso-¡Brandon, teníamos un acuerdo!

    -No tuve nada que ver con ello-afirmó el as de la Pirámide Batalla-. Noland se las arregló para hacer una copia de la llave. Tratamos de quitársela, pero no hallamos la manera.

    -Me da igual-replicó ella irritada mientras se llevaba momentáneamente su enguantada mano derecha a la cara, reprimiendo la ira asesina que se había apoderado de ella-. ¡¿Quieren decirme de una buena vez qué rayos ha pasado aquí?! Vine volando preocupada y a toda velocidad sobre mi pokémon en cuanto vi que ninguno de sus poké-multinavegadores contestaba, ¡¿y me los encuentro jugando al póker y bebiendo cerveza bien fresquitos mientras el mundo se va al demonio?!

    -Anabel, mon amour, te aseguro que no teníamos idea de que…-empezó Tucker en vano, solo para ser cortado al instante.

    -¡CIERRA LA BOCA, TUCKER!-bramó Anabel hastiada, sin ganas aquel día de soportar la extravagante y muchas veces cansina personalidad del as de la Cúpula Batalla-¡Y que alguien encienda esa radio de una maldita vez! A ver si con eso salen de la roca bajo la que llevan viviendo las últimas horas.

    -Enseguida-dijo Lucy soltando sus cartas y levantándose de su silla para estirarse y mover con urgencia la perilla de encendido de la radio hacia arriba, usando su mano derecha. La estación de la emisora que había sido dejada antes de que el dispositivo fuese apagado para que todos pudiesen concentrarse en el juego trasmitía una voz profunda y claramente masculina que hablaba con un tono apagado y mortalmente serio.

    -Soy Lance, ex-campeón de Kanto y miembro del Clan Endrino, de la región de Johto. Envío este comunicado a todas las emisoras de radio y de televisión del planeta, a nombre mío, de mi clan, del Clan Arrecípolis y del Clan Meteoro. El pokémon legendario Kyogre ha sido despertado de su eterno letargo, y hundirá el mundo entero con su interminable diluvio. Los mejores entrenadores de Hoenn están haciendo todo lo posible por tratar de detenerlo, y existen muy pocas posibilidades de que lo logren. Solicitamos la cooperación de todas las autoridades regionales para hacer evacuar y trasladar a cuantos civiles sea posible a los siguientes refugios: la Meseta Añil; Ciudad Colosalia; Los cuarteles generales de las ligas pokémon de las regiones de Sinnoh, Unova y Kalos; y Ciudad Puntera, en la región de Galar. Recomendamos también a todos los entrenadores que cuenten con por lo menos un pokémon alado o marino dirigirse hasta cualquiera de los sitios anteriormente mencionados. La supervivencia de nuestra especie y de nuestros amigos, los pokémon, depende de nosotros. Que la suerte los acompañe a todos.

    Un sobrecogedor silencio invadió la habitación mientras un escalofrío recorría el cuello y la columna de cinco de los seis ases, hasta que el sonido producido por Noland escupiendo el alcohol en sus labios se encargó de romperlo. El cansado y apenas presente cerebro del as de la Fábrica Batalla por fin había terminado de comprender la importancia en el significado de aquel mensaje.

    -¡Kyogre!-exclamó Brandon con sus ojos abriéndose como platos, recordando al pokémon cetáceo por las historias que había escuchado durante algunos de sus viajes con Spenser.

    -¡Spenser decía la verdad!-agregó Greta, igual de sorprendida que su compañero.

    -Entonces…-empezó a procesar asombrada y en voz alta Lucy, con Seviper en su regazo-...¡¿También fue cierto lo que dijo sobre que tenía más de tres mil años?!

    -Creí que ya sabían eso-observó el as de la Pirámide Batalla perplejo, al mismo tiempo que para dentro comenzaba a sentirse como un completo zopenco. Sabía que nunca debió haber dudado de las palabras de su viejo y sabio amigo, pues estaba más que al tanto de la historia que este le había contado sobre el origen de su inmortalidad y de sus tatuajes.

    -¿Dónde está Spenser?-preguntó Anabel fríamente, sin que se le desordenase ni un pelo.

    -¡No lo sabemos!-aseguró Tucker-Nos dijo el otro día que se iría a salvar el mundo con un tal Clan Meteoro si no le dábamos una mano. No hablaba más que del Ragnarok, de la guerra entre Kyogre y Groudon y de unos elegidos que invocarían a Rayquaza. ¡Pensamos que se había vuelto loco!

    -¿Y dejaron que se fuera así como así?-inquirió ella llevándose los dedos de la mano derecha al puente de la nariz, frustrada-¡¿SIN AVISARME?!

    -¡¿Qué más podíamos hacer?!-se excusó ofendido el as de la Cúpula Batalla-¡Huyó montado en su Suicune antes de que pudiésemos siquiera sacar a nuestros pokémon! Y tú estabas de vacaciones en Alola con el buen mozo de tu amigo. ¡No queríamos arruinar tu mes de relajación ni el de Scott mientras cuidábamos el Frente Batalla!

    La as de la Torre Batalla dejó salir un suspiro de derrota mientras recordaba la mentira que había dicho con tal de proteger su segundo trabajo secreto gracias a las palabras de Tucker. De pronto se sentía con la espalda contra la pared.

    -Será mejor que les digas la verdad-aconsejó Brandon siendo apoyado por Lucy, quien bajó y subió su cabeza levemente en señal de aprobación.

    -Les mentí-admitió Anabel agotada-. No estaba de vacaciones, sino en una misión. Verán, trabajo como agente encubierto de la Policía Internacional cuando no ejerzo como as de la Torre, aunque Lucy y Brandon ya lo saben. Necesitaba que Scott y el resto de ustedes creyesen que iba a tomarme el mes libre mientras el Frente Batalla estaba cerrado para poder moverme con más libertad. Pero no pensé que volvería con ustedes en semejantes condiciones.

    -¡¿Policía Internacional?!-repitió involuntariamente Greta, completamente desorientada-¿Estás diciendo que ese traje que llevas no es solo para una fiesta de etiqueta?

    -¿Desde cuándo vienes trabajando para esos zoquetes?-indagó Noland con sus pocas neuronas activas entrando en funcionamiento.

    -Desde hace años, antes de conocerlos a ustedes-contestó la agente-. Es una larga historia que tendrá que esperar para otro día. En fin, el mensaje que acaban de escuchar comenzó a ser emitido de forma ininterrumpida hace no más de treinta minutos. La Policía Internacional ha empezado a enviar agentes a distintas partes del mundo para ayudar con el traslado de familias y de entrenadores desde entonces, y me han asignado la tarea de formar un equipo de emergencia para dirigirme con él a Hoenn y ayudar a apaciguar, o en el peor de los casos exterminar, a Kyogre. Por eso he venido hasta aquí a buscarles.

    -¿Y qué hay de nuestros conocidos y familiares?-preguntó Tucker muy alarmado-¡Debo cerciorarme primero de que Trent se encuentre a salvo de semejante lluvia!

    -Ya nos hemos adelantado reuniendo a sus seres queridos por ustedes-explicó Anabel manteniendo la calma-. No se preocupen, están todos protegidos en nuestras instalaciones, donde el agua no llegará hasta ellos. Volverán a verlos una vez la crisis se haya acabado. Ahora mismo nuestra meta es llegar al epicentro de la tormenta y subyugar al pokémon legendario sin miramientos. ¿Están conmigo o no?

    -¡Por supuesto que sí!-vociferó Brandon con vigor, levantándose de su silla a la velocidad de un rayo-¡Es nuestra obligación moral ayudar, y ayudar es lo que haremos!

    -¡Cuenta conmigo, hermana!-proclamó Tucker llevándose con elegancia y parsimoniosa gracia la mano izquierda al corazón-¡Mi querida Charififí y yo pondremos a ese tal Kyogre de rodillas en menos de lo que canta un Blaziken!

    -¡Y conmigo!-agregó Greta con la misma energía que sus compañeros-¡Spenser estará allí, y debemos luchar a su lado para que vea lo mucho que sentimos el no haberle creído!

    -¡Lo que ella ha dicho!-afirmó Lucy, con Seviper gruñendo lista para combatir.

    -Pues vayan ustedes a salvar el mundo-dijo Noland mientras llenaba nuevamente su tarro con el contenido de la última botella de cerveza que le quedaba-. Yo me quedo aquí.

    -No estarás hablando en serio-dijo el as de la Pirámide Batalla estupefacto.

    -Hablo muy en serio-retrucó melancólicamente el gastado y avergonzado entrenador a la vez que mojaba sus labios con el embriagante y delicioso líquido-. Mírenme, he perdido mi orgullo y mi pasión por compartir mis conocimientos con entrenadores primerizos, y no estoy en condiciones para combatir. Mis pokémon y yo seremos una carga. Estarán bien sin mí.

    Greta, Lucy y Tucker se miraron entre los tres, intentando pensar sin éxito en algo que pudiesen decir para ayudar a su amigo. Anabel, por el contrario, se enfocó en hacerle un sutil y apenas perceptible gesto con la mirada a Brandon. La as de la Torre Batalla conocía al explorador lo suficiente como para saber que él era el mejor de los cinco a la hora de levantarle la moral a los demás.

    -Noland, escucha-expresó el as de la Pirámide Batalla con un suspiro que denotaba derrota, apoyando su mano izquierda sobre el hombro derecho de su colega-. No puedo decirte que superes el cómo te sientes ahora mismo, sé muy bien que no. Pero ahora hay cosas más importantes en juego. Piénsalo bien. ¿A quién le importa si no eres el entrenador más sabio o poderoso que haya existido? Allí afuera hay gente y pokémon que cuentan con nosotros, incluyendo a quienes más queremos. A quienes más quieres. Puedes ser más que un entrenador, o que un as. Puedes ser un héroe. Por todos. Por tu hija.

    Noland no dijo nada. Sin siquiera balbucear vio a Brandon a los ojos por unos segundos, con una mirada que evocaba tristeza y desesperanza para luego girarse a observar con detenimiento las centenares de burbujas que todavía ascendían hacia la espesa capa de espuma que brotaba y desbordaba de su tarro. El deseable e hipnótico néctar que consumía a diario parecía estar pateando la puerta a la única parte de su cerebro que en aquel momento seguía lúcida, esperando a que le diese asilo.

    Papi, prometiste que lo dejarías.”

    Sus párpados bajaron y subieron lenta e involuntariamente mientras su mano izquierda cobraba vida y dejaba el tarro en la mesa, al tiempo que sus pies le obligaban a levantar su músculo de sentar de la silla. Las poké ball en los bolsillos de su larga bata de manga corta se estremecieron con anticipación en cuanto su entrecejo se arrugó.

    Y en el centro de su roja, vieja y polvorienta gorra de ferrocarrilero, su piedra activadora empezó a despedir un tenue pero persistente brillo.

    * * *

    -¡Siguiente!-repitió la agotada enfermera de cabello rosado por centésima vez aquel fatídico y tormentoso día, dispuesta a atender al próximo entrenador en la fila, que era un muchacho de cabello esponjado en compañía de un Golduck.

    Con su equipo pokémon completamente curado y resguardado dentro de sus poké balls, Red caminó lenta y calladamente en diagonal y en sentido opuesto al mostrador, hasta llegar a unas mesa y sillas apartadas del resto en donde Green, el profesor Oak, su madre y Daisy, la hermana mayor de Blue, le estaban esperando. El centro pokémon de la Meseta Añil estaba atestado de entrenadores y de familias por igual, con muchos de ellos queriendo sanar a sus respectivos pokémon y subirse al búnker lo más pronto posible. Los líderes de gimnasio y los miembros del Alto Mando se encargaban con ayuda de sus pokémon de que los pasajeros que ya estaban preparados para abordar subiesen en fila india, de forma ordenada y sin empujarse los unos a los otros. Los que todavía no habían sido llamados, como era el caso de él y de su familia, solo podían quedarse sentados esperando, hablando y viendo las noticias en los televisores instalados en las paredes. Noticias que no hacían más que infundir el temor y la desesperanza en el corazón de todos los espectadores y oyentes.

    -Jamás pensé que las Aves Legendarias serían capaces de semejante barbarie-comentó Daisy mientras mecía y acariciaba la cabeza de un muy preocupado y llorón Togepi. El pokémon bebé con aspecto de huevo estaba inconsolable a causa de los estruendosos rugidos de los truenos a la distancia-¿Por qué han hecho esto después de haber permanecido tanto tiempo en paz con el hombre y con otros pokémon? ¡No tiene sentido!

    -Yo también sigo haciéndome la misma pregunta-dijo Oak apoyando su mano izquierda sobre el hombro derecho de su nieta, al mismo tiempo que miraba tanto a Red como a Green-. Pero si lo que esa chica de Kalos les dijo a ustedes dos es verdad, temo que podríamos encontrarnos ante el fin no solo del mundo, sino también de toda posible convivencia pacífica entre humanos y pokémon.

    -¿Cuánto tiempo más tardará en volver Blue?-preguntó Green muy nerviosa. La joven aspirante a líder de gimnasio estaba terminando de alimentar con un tazón de bayas Payapa al último pokémon de su equipo que necesitaba cuidados, que era Isamu, su Hitmonchan-Ya han pasado más de veinte minutos desde el último viaje que hizo hasta aquí con Pidgeot trayendo sobrevivientes.

    -Dependerá de cuanta más gente viva encuentren él y Janine-supuso la señora Tajiri-. Solo espero que puedan evacuar a todos a tiempo. Al menos no están solos. Esos chicos de Unova y los representantes del Clan Endrino parecían ser muy amables.

    -Debería estar allí afuera ayudando a Blue-reflexionó Red en voz alta, con un tono de voz apagado-. La gente está muriendo en todas partes mientras yo estoy aquí sentado, esperando nuestro turno.

    -No-retrucó su madre con un tono seco y cortante-. Te quedarás aquí hasta que Blue esté de regreso para que todos podamos subir al búnker. Te permití ir junto con Green hasta Azafrán y casi te pierdo allí. Además, ya oíste lo que dijo la líder de Ciudad Celeste: te necesitan aquí a ti y a todos los entrenadores más fuertes de Kanto para que la gente se sienta segura.

    -Tu madre tiene razón, muchacho-admitió Samuel apesadumbrado-, sin mencionar que tu Charizard no podrá soportar un clima lluvioso tan impredecible como este, y las aguas serán muy traicioneras, por lo que tu Blastoise y tu Lapras tendrán muchos problemas con ellas. Blue puede encargarse de esto con la ayuda que ya ha recibido.

    Los cinco permanecieron en silencio unos segundos, con Green, Daisy y Oak dirigiendo su atención hacia la pantalla del televisor ubicada en la pared de la izquierda, que al igual que los demás televisores del centro pokémon estaban trasmitiendo el canal de televisión de la Galar Broadcasting Corporation. Allí, según los videos y los reportes que los atrevidos reporteros de Galar estaban transmitiendo al estudio, los líderes de gimnasio y miembros del Alto Mando de la región de Hoenn parecían estar combatiendo contra el pokémon legendario Kyogre, contando con el apoyo de los héroes de Galar, de varios pokémon marinos y de jóvenes todavía sin identificar, además del de varios soldados uniformados subidos en pokémon acuáticos que, de acuerdo con la información del momento, pertenecían a una infame organización ambientalista llamada el Equipo Magma. Las imágenes que las cámaras estaban captando en vivo y en directo sobre el titánico cetáceo y su feroz lucha sin cuartel contra aquellos humanos y pokémon que intentaban poner fin a su diluvio eran tan impactantes y estremecedoras que podían herir la sensibilidad de cualquiera.

    Red y su madre, por otra parte, se mantuvieron la mirada por un instante, el primero con el rostro ensombrecido y repleto de vergüenza; la segunda, con unos ojos tanto indignados como inquisitivos.

    -¿Cuándo pensabas decirme lo que había entre esa mujer y tú?-preguntó eventualmente ella de manera tajante, rompiendo el silencio como las guadañas de un Scyther partiendo un árbol en dos con un suave silbido.

    -Mamá, yo…-comenzó él, pero su progenitora le interrumpió en el acto.

    -Sabías lo que pensaría-continuó la señora Tajiri con una mezcla de espanto y de frustración-. Red, Sabrina es hija de Gwyddyon el Místico, uno de los hechiceros y generales más crueles y despiadados que hubo en el ejército durante la Gran Guerra de Kanto. Sacrificó a cientos de hombres, mujeres y niños inocentes para hacerse con la victoria, sin importarle cuántas vidas humanas o de pokémon tuviese que poner en juego. Y ella no salió muy diferente a él. Las historias sobre la forma en la que maltrata a sus estudiantes y a sus pokémon son todas escalofriantes. No puedes confiar en ella.

    -Reconozco que hice mal al no decírtelo antes de desaparecer-aceptó Red cabizbajo-, pero no la conoces como yo. En el fondo es honesta, dulce y gentil. Y si siquiera hay una chance de que el mundo siga existiendo mañana, quiero pasar el resto de mi vida con ella.

    La señora Tajiri cerró los ojos y soltó un suspiro abatida mientras se llevaba ambas manos a la cara, pues aquella situación la superaba por completo. Red no podía discernir si su madre estaba decepcionada de él o si solo estaba llorando en voz muy baja.

    -¿Hablas en serio?-preguntó consternada por fin, mientras retiraba las dos manos para dejar al descubierto su boca y así poder hablar con claridad.

    -Por supuesto que sí-replicó su hijo sereno y con convicción-. Si estuviese mintiendo y pensase que no vale la pena no habría ido volando hasta Azafrán para ver si estaba bien. La he lastimado tanto como te lastimé a ti, a Green, al profesor y a los demás, y es por eso que debo empezar por disculparme con ella si es que quiero recuperarla.

    Hizo una breve pausa a causa del nudo que sentía en su garganta. Luego prosiguió ante los ojos y oídos de unas más que atentas Green y Daisy. Oak miró al joven que le había ayudado a hacer su sueño de una pokédex completa realidad con genuina tristeza, imaginándose a dónde conduciría el resto de sus palabras.

    -Supongo...supongo que la verdadera razón por la que huí hasta el Monte Plateado no fue solo por no poder detenerme con los combates, o por el temor a lo que podría hacerte a ti o a alguien más. También...también creí ingenuamente que era la solución perfecta para que no tuvieses que verme así. Todos en Kanto me admiraban, me veían como el entrenador pokémon más poderoso de todos, un ejemplo a seguir. Y no quería defraudar a nadie viéndome frágil al revelar mis problemas, mucho menos a ti. Quería que siguieras sintiéndote orgullosa.

    Lágrimas gruesas y amargas empezaron a correr por las mejillas de la cansada ama de casa mientras se levantaba instintivamente de su asiento para abrazar a su hijo y estrujarlo como si el mundo fuese a arrancárselo como el viento a las hojas de un árbol. El joven devolvió el abrazo con la misma energía.

    -Yo...siempre he estado orgullosa-dijo entre sollozos-. Desde el momento en que te vi nacer. Mucho antes de que siquiera iniciases tu viaje y comenzase a escuchar las maravillas que los medios y todo el mundo decían de ti estuve orgullosa. Eres el mejor regalo que me dio el cielo, y la única cosa en toda mi vida de la que no me arrepiento. Nunca podría dejar de sentirme honrada de ser tu madre. Y tienes razón. No la conozco ni la he visto como tú has llegado a hacerlo. Por lo que si en verdad la amas...y si en verdad ella a su vez te hace feliz...entonces ve con ella e intenta enmendar tu error. Nunca es demasiado tarde.

    Red se apartó de su madre para ver que tanto ella como las chicas tenían la misma sonrisa aprobatoria, mientras que Oak asentía levemente con la cabeza. Solo eso necesitó para que su rostro se iluminase levemente y se diese la vuelta envalentonado para dirigirse hacia su nuevo destino.

    Mi hermano se está convirtiendo en hombre…”, pensó Green mientras le veía alejarse, tanto entusiasmada como aterrada.

    No le costó mucho abrirse paso a través de la casi interminable marea de gente y de pokémon para localizar a Sabrina. La líder de tipo psíquico se hallaba en compañía de Erika, aparentemente discutiendo acerca de un asunto que, por lo que sus miradas dejaban entrever, parecía ser de extremada delicadeza. La experta en pokémon del tipo planta pasó de presentar el ceño fruncido a una afectuosa sonrisa en los labios en cuanto Red se aproximó, y con una respetuosa reverencia que evocaba la gracia de una geisha se retiró en silencio mediante pasos secos y veloces, dejando a su compañera a solas con el alguna vez invicto campeón de Kanto.

    -Hola-alcanzó a pronunciar, alzando inconscientemente su mano izquierda en un vano intento por saludarla. Sus dientes mordieron su lengua involuntariamente.

    Como ya esperaba que lo hiciese, ella no le contestó más que dándole la espalda y cruzándose de brazos. Cuando estaban atentos, el vínculo mental que compartían desde hacía tantos años les ayudaba a captar las emociones del otro antes de que estas se manifestasen física y gestualmente.

    Una más que familiar y ensordecedora voz femenina resonó en su mente mientras sentía como si los ojos de Sabrina se hubiesen tele-transportado para clavársele en la nuca. Una voz fría e iracunda, que sonaba tanto furiosa como herida.

    -¿A qué has venido ahora?

    La fuerza de voluntad que a veces olvidaba que tenía le permitió reunir el coraje del que su ser tan urgentemente requería. Cerró los ojos a la vez que levantaba su pie derecho para pisar con firmeza el suelo e imponerse, haciendo notar su presencia y dejando en claro que no estaba dispuesto a retroceder. El tiempo pareció congelarse, y todas las voces, gritos y sonidos guturales que inundaban el aire fueron acalladas. Era como si solo él y ella estuviesen dentro de aquellas enormes instalaciones.

    -No necesitas que te lo conteste.

    Alzó los párpados para encontrarse a sí mismo en su cuerpo de once años, despojado de su ropa y flotando en un inmenso vacío blanco. Delante suyo, divisó un emergente, desigual y descuidado camino de piedra y concreto que levitaba en el aire y que se extendía hasta incluso más allá del horizonte, rebasando los límites de toda imaginación y comprensión mortal. Atrás no había nada salvo la roja y blanca puerta por la que asumía había entrado, por lo que solo había una dirección posible para tomar impulso y volar.

    Los dedos de sus descalzos pies acariciaron el granito sólido para sentir su textura mientras aterrizaba con suavidad. Acto seguido cada roca que componía el precario y ruinoso sendero se estremeció, y un muro de roca del tamaño de un rascacielos brotó dándole la cara por arte de magia, como si hubiese aguardado el momento perfecto para dar acto de presencia.

    -Aquí no eres bienvenido. Así que no des ni un paso más.

    Intentó canalizar su fuerza en su puño izquierdo para desmoronar aquel obstáculo, solo para sentir el crujir de todos los huesos de su mano al chocar contra la inamovible construcción. La resentida voz volvió a hablar, esta vez con un eco que parecía indicar que provenía de todas la vías posibles.

    -¿Ya has olvidado que fui yo quien te enseñó a crear barreras?

    -No. Pero derribaré las que sea necesarias con tal de hablar contigo.


    -No la tirarás abajo ni en un millón de años.

    Volvió a dar un segundo golpe, esta vez fracturando su puño derecho en el proceso. Gritó colérico y en llanto mientras caía de rodillas al suelo y continuaba descargando su frustración sobre la impenetrable muralla, hasta que ambas manos quedaron tanto inutilizadas como bañadas en la sangre que emanaba de sus abiertos y destrozados nudillos.

    -¡MALDICIÓN, SABRINA! ¡DÉJAME PASAR!

    -Tú no me dejaste pasar en once años a pesar de mis súplicas. ¿Qué te hace pensar que te concederé el permiso que no me diste en su momento? Gánatelo. Convénceme de que eres digno de él.


    Red tragó saliva mientras se ponía de pie, soportando el atroz dolor en sus muñecas. Sus dientes chirriaron mientras sus ojos miraban con un enojo asesino a la titánicamente alta pared que seguía negándole el paso.

    -Si lo que deseas es castigarme y humillarme por mis errores, sabes que solo hay una forma de hacerlo.

    La respuesta de su amada no tardó en llegar.

    -Tienes razón.

    Se oyó un agudo y estruendoso chasquido, y en un simple pestañeo se halló portando su viejo uniforme de entrenador y con sus manos completamente sanadas. La infranqueable albarrada había sido removida como una mancha por un trapo. En su lugar se encontraba Sabrina, quien con ambas manos apoyadas sobre sus caderas hacía gala de un largo vestido rojo y negro, puños amarillentos, polainas oscuras, guantes blancos y botas amarillas que Red reconoció en el acto. Su cabello ahora lucía igual de largo que hacía tantos años atrás.

    La líder de gimnasio de Azafrán materializó en el aire una poké ball que despedía un intenso brillo verdusco. Sus penetrantes y airados ojos magenta expulsaron tanto chispas como lágrimas.

    -Uno contra uno-dijo cortante y lacónicamente-. Ganas, te escucho; pierdes, te marchas.

    La ball que había hecho aparecer se abrió para liberar un haz de luz enceguecedor, y Alakazam, con sus cucharas de plata en mano, aterrizó delicadamente con ayuda de su poder psíquico, sujetándose firmemente al suelo con las garras de sus enormes y potentes patas para luego adaptar una pose de batalla con un semblante serio. La alakazamita en la cuchara de su mano izquierda emitió un brillo tenue, pero más que perceptible.

    Red dio un paso hacia adelante impertérrito, sin mostrar signo o señal alguna de haber sido ni sorprendido ni amedrentado. Tomó la cápsula contenedora de su bolso derecho sin el más mínimo temblor en el pulso de su mano, arrojándola hacia adelante para luego re-capturarla con confianza en el aire una vez esta liberó su contenido y cayó. Charizard emergió rugiendo corajudo mientras generaba un pequeño sismo con sus patas, resquebrajando la rocosa superficie sobre la que su peso se estaba apoyando. La flama de su cola ardía con una impresionante viveza, producto de todos los formidables oponentes que el lagarto ígneo y su maestro habían combatido y derrotado juntos para curtirse como entrenador y pokémon.

    El viento aulló como un Arcanine ejerciendo el derecho al dominio de su propio y conquistado territorio mientras ambos encendían las piedras activadoras en su brazalete y en su cinturón respectivamente. Acto seguido dos fuertes resplandores color magenta provenientes de la charizardita y de la alakazamita envolvieron el campo, permitiendo a ambos pokémon despertar el dormido poder en sus genes guerreros, heredados de sus antepasados oriundos de Kalos.

    Los dos adultos jóvenes se dedicaron el uno al otro la misma mirada inquisitiva y depredadora, esperando a ver quién de los dos se atrevería a dar el primer movimiento y así poder pensar rápidamente en la manera apropiada para responder a él. Finalmente, e impacientándose, Red escogió abrir con un estándar y predecible ataque.

    -¡Lanzallamas!

    Sabrina mantuvo la compostura mientras el Charizard de su ex-novio abría sus fauces para hacer uso de su incandescente aliento incendiario. Sin parpadear y sin mover ni un músculo, procedió a dar una simple y llana orden a su pokémon.

    -Sustituto.

    Alakazam cerró los ojos y se puso en posición de loto. Valiéndose de su mente afilada y de su endiablada velocidad, fabricó un clon espejismo de sí mismo para que recibiese el ataque por él mientras aparecía justo detrás de Charizard. El impostor se evaporó en el aire apenas las llamas le atravesaron.

    -Puño Trueno.

    -¡Garra Umbría!


    Canalizando energía eléctrica en ambos puños, Alakazam se dispuso a atacar a su rival. Charizard, quien estaba familiarizado con la agilidad y rapidez del pokémon fénec debido a los dos previos combates que había tenido con él años atrás, pudo reaccionar a tiempo dándose la vuelta e iluminando sus garras con un aura fantasmagórica para interceptar los puños de su adversario. Ambos contendientes empezaron a forcejear en un choque de rayos y energía espiritual, estando más que igualados en fuerza física.

    -¡Pero creí que los Alakazam solo se especializaban en ataques de energía! ¿Por qué le has ordenado que utilice un movimiento físico?

    -Ingenuo. Alakazam adquiere al mega-evolucionar la habilidad Rastro, lo que le ha permitido copiar la habilidad Garra Dura de Charizard. Golpeará tan fuerte como él. Y solo estamos empezando. ¡Doble Filo!

    Apartándose momentáneamente para esquivar el peligroso movimiento de su oponente, Alakazam rodeó su cuerpo de una energía cuya coloración fluctuaba entre verde agua y amarillo brillante y se dispuso a embestir con toda su masa corporal a Charizard, quien no tuvo tiempo para esquivarle, pese a que pudo deducir instintivamente la dirección de la que le vendría el ataque. Sabrina no tardó en dar la siguiente orden para completar su ya mentalmente diseñada estrategia.

    -Puño Drenaje.

    Alakazam se repuso lo más pronto que pudo de su ataque para envolver su puño derecho con un aura verde brillante y golpear a Charizard en el tórax, procediendo a apropiarse de su salud para curar el daño de retroceso que había sufrido por haber ejecutado su ataque anterior. El dragón ígneo rugió a causa del dolor, rogando que su entrenador ya hubiese decidido qué movimiento ordenarle a continuación.

    -Si quieren jugar con fuego, se quemarán. ¡Charizard, Envite Ígneo!

    Resistiendo la continua pérdida de energía que estaba sufriendo y sin perder ni un segundo, Charizard tomó a Alakazam de los hombros con sus garras para impedir que huyera. Luego desplegó sus alas para alzar vuelo y, con la altura requerida alcanzada tras haber encendido su cuerpo con un fuego igual de azul y ardiente que las llamas que ocasionalmente huían de los costados de sus fauces, se tiró en picada con su adversario, dispuesto a embestirlo y a hacerlo chocar contra el empedrado.

    -¡Tele-transportación!

    Pero el fuerte agarre de Charizard evitó que Alakazam pudiese zafarse y acatar la orden de su entrenadora. El dragón y su objetivo colisionaron justo en el centro de la improvisada arena, incendiando y haciendo volar millones de piedras y de guijarros con un estruendo sin igual. Al disiparse el humo, ambos pokémon se incorporaron heridos y magullados, mirándose fijamente el uno al otro mientras aguardaban instrucciones de parte de sus amos.

    Red se dio el privilegio de esbozar una pequeña sonrisa apenas notó que Alakazam estaba sufriendo quemaduras como secuela del Envite Ígneo de Charizard. Sabrina, levemente irritada, utilizó su imaginación para reconstruir el boquete que el pokémon de Red y el suyo habían creado en el campo, haciendo desaparecer el daño causado en un abrir y cerrar de ojos.

    -Te fallé, y sé que no hay excusa para lo que te hice. Pero sufrí la soledad que me produjo tu ausencia tanto como tú sufriste la mía. Déjame arreglarlo. Dame una oportunidad. ¡Colmillo Ígneo!

    Charizard no vaciló. Encendiendo sus colmillos con un candente fulgor e impulsándose hacia adelante con sus alas, se abalanzó sobre Alakazam con el fin de hincar sus dientes en la piel del pokémon psíquico.

    -¡IDIOTA! ¡¿Qué sabes sobre soledad?! ¡PSICO-CORTE!

    Alakazam no se movió ni un centímetro. Invocó a sus cucharas y, haciendo uso de la energía psíquica almacenada en ellas, soltó cinco ráfagas de energía púrpura y con forma de hoz que frenaron a Charizard en el aire, interrumpiendo su ataque y haciéndole caer bruscamente al suelo por los profundos cortes que le produjeron alrededor del cuerpo.

    -¡Te exiliaste en esa montaña, pero todavía tenías a tu madre y a los amigos y conocidos de los que creciste rodeado! ¡Onda Trueno!

    -¡Dragoaliento!

    Levantando ambas manos con esfuerzo dado el ardor de las quemaduras, Alakazam liberó una lluvia de deslumbrantes rayos azulados. Charizard, reaccionando acorde, se valió de su aliento para soltar una potente ráfaga morada de energía que chocó contra los rayos, anulándolos y protegiendo a su usuario de la parálisis en el proceso.

    -Yo nunca tuve a nadie excepto Abra. Mi padre se pudrió en prisión por sus crímenes de guerra, y mi madre me desconoció dejándome a mi suerte. Siempre he estado sola. ¡Campo Psíquico!

    Alakazam no perdió tiempo, y con sus ojos adquiriendo un brillo cian tirando a verde abrió sus manos lo mejor que pudo mientras se concentraba. Utilizando la abundante cantidad de energía psíquica y neuronal que le rodeaba por encontrarse dentro de un mundo ilusorio, incrementó su poder considerablemente frente a un indefenso Charizard, con sus cucharas sirviéndole como antenas receptoras. Como resultado, las cucharas empezaron a vibrar y su espesa barba se agitó salvajemente a la vez que sus patas abandonaban el suelo. El terreno que conformaba el campo de batalla se tornó extraño, siendo cubierto por una mística y rosada niebla.

    Perdiendo los estribos y reconociendo que estaba cerca de perder, vio para su horror que los ojos de Sabrina habían adoptado una coloración idéntica a la de Alakazam. Su cabello ondeaba como si tuviera vida propia, con las puntas agitándose de la misma forma que el látigo de un domador de circo.

    -Me dijiste que siempre estaríamos juntos. Que jamás me dejarías. Y fue todo una mentira.

    La joven líder de Azafrán volvió a expulsar lágrimas por sus ojos, al tiempo que sus puños se cerraban para contener la rabia que la dominaba. De no haber sido por los guantes que cubrían sus manos en aquel momento, sus uñas se habrían hundido en la piel de su palma, haciéndola sangrar.

    -Jugaste con mis sentimientos para tu propia diversión. Y vas a pagar por ello. ¡Vasta Fuerza!

    Ya estando preparado para ejecutar la orden que sabía que su entrenadora daría, Alakazam apuntó con denuedo y con ambas manos hacia el suelo, el cual se iluminó para despertar una acuciante cantidad de energía psíquica y espiritual la cual sin duda sería el golpe que terminaría por darles la victoria.

    Pero Red no estaba dispuesto a rendirse. Y podía sentir que, pese a lo mucho que sus fuerzas habían menguado, Charizard tampoco.

    -¡Te equivocas! ¡Y voy a probártelo! ¡VASTO IMPACTO!

    Envalentonado al oír el arrojo en las palabras de su entrenador, Charizard se puso de pie y soltó un resonante rugido de guerra. Con un simple batir de sus alas, abandonó velozmente el suelo mientras su cola entera era envuelta e iluminada por un aura púrpura. Y en menos de una fracción de segundo, con una rapidez solo comparable al surgimiento del pensamiento de una mente afilada, asestó un coletazo devastador sobre la cabeza de Alakazam, al mismo tiempo que la trampa de su rival se cerraba sobre él. El impacto producto de la ejecución de ambos movimientos fue tal que generó una explosión con un ratio mucho mayor al de la anterior.

    Red y Sabrina se quedaron en silencio y de brazos cruzados, esperando imperturbables a que el humo y la niebla se asentasen. Pasaron unos segundos, y mientras los efectos del campo psíquico de Alakazam terminaban de desaparecer, ante sus ojos fue revelado lo que ya esperaban encontrarse: tanto Charizard como Alakazam yacían sobre el suelo, adoloridos y despojados de sus formas mega-evolucionadas. El amargo sabor de compartir una derrota que ambos pokémon sentían en la boca inmediatamente fue trasmitido a sus propios entrenadores.

    -¿Podemos hablar ahora?-preguntó él secamente, mientras entraba al campo de batalla para ayudar al pokémon dragón a pararse.

    -Tienes un minuto-respondió ella haciendo lo mismo con su pokémon, a la vez que le sostenía la mirada.

    -Reconozco que obré mal-empezó Red cabizbajo-, pero te pido que comprendas que jamás tomé la decisión con intención de lastimarte, mucho menos con la de jugar con tus sentimientos.

    -Y sin embargo lo hiciste-retrucó Sabrina-. Sabías cómo soy. Lo que sentía...y lo que todavía siento por ti. Sabías lo mucho que me afectaría. Y ni siquiera cuando te rogué de rodillas me escuchaste. ¿Por qué debería esforzarme por comprenderte? ¿Qué o quién me dice que en verdad lo lamentas, que no es un simple y burdo intento por hacerme sentir lástima por ti?

    -No busco darte lástima-contestó el muchacho con sus dientes chirriando-, y conoces la respuesta a tus preguntas. Tan solo vuelve a leer mi mente, y sabrás que lo digo de verdad.

    Ella abrió la boca para hablar, cerrándola tan pronto como la había abierto al detectar que no había ni una sola pizca de actuación ni en sus pensamientos ni en su corazón. Él aprovechó para dar un paso al frente, aprovechando el gesto que le había hecho Charizard para indicarle que podía mantenerse en pie solo.

    -Sabrina-continuó por fin-, ¿no te das cuenta? Somos iguales. Nuestras mentes están conectadas de tal forma que por más lejos que estemos el uno del otro nuestros caminos y pensamientos siempre se entrelazarán. Juntos podemos ser más de lo que somos ahora. Contigo a mi lado...siento que puedo ser mejor.

    La líder de Azafrán dejó ir con delicadeza a Alakazam para reunirse con él en el centro del campo. El ex campeón de Kanto tomó sus manos gentilmente, uniendo sus dedos con los de ella y produciendo una pequeña chispa producto de la estática que hizo que Sabrina se estremeciese, ruborizándose inconscientemente.

    -No digo que no tienes razón al detestarme por cómo me porté contigo-prosiguió Red mirándola a los ojos con genuino arrepentimiento-. Rompí mi promesa, y sé que no alcanza con decir que lo siento después de tantos años. Pero he cambiado. Y no quiero que el error que cometí y el daño que te hice destruyan lo que teníamos. Lo que todavía tenemos.

    Los ojos de Sabrina se humedecieron, volviendo a expulsar lágrimas cargadas de aflicción. A pesar de que no le había quitado los ojos de encima a su amada, Red pudo percibir cómo el camino de piedra se había esfumado. Ahora se encontraban flotando juntos a la deriva, con su aspecto y vestimenta del presente. Charizard y Alakazam, habiéndose percatado también de aquel cambio, comenzaron a usar respectivamente sus alas y poderes psíquicos para evitar caer y perderse en el interminable y desconocido limbo.

    -Probemos otra vez-agregó el joven, tomando del bolsillo izquierdo del pantalón de ella una poké ball que luego salió al aire. Espeon salió de ella, mirándolos a ambos tanto radiante como serena-. Déjame amarte, como tú aún me amas a mí. Eres mi mundo. Y sin ti...nunca podré volver a amar a nadie. No así.

    Sabrina tragó saliva y se achicó, sintiéndose impotente mientras Red y ella retrocedían unos centímetros para poder separar sus manos. Su rostro se ensombreció mientras acariciaba con cariño a Espeon por detrás de su oreja derecha. De pronto, tras un segundo que pareció tanto eterno como inextinguible, habló. Esta vez con un tono de voz desprovisto de cualquier dejo previo de ira y de resquemor.

    -Red...probemos de nuevo.

    * * *

    -¡No tan rápido, Día Oscuro! ¡El gran héroe de Galar ha venido a detenerte!

    -¡No, yo soy la heroína de Galar!

    -¡Pero la leyenda dice que fue un hombre y no una mujer! ¡Por eso yo debo ser el héroe!

    -¡Pero yo fui la que hizo la espada con papel maché!

    -¡Y yo fui el que le pidió a mi mamá la tapa de la olla para tener el escudo! ¡El metal le gana al papel maché!

    -¡No se vale, eres un tramposo! ¡Mami, Hop no me deja ayudarlo a derrotar al Día Oscuro!

    -Niños, por favor, no se peleen. No importa lo que diga la leyenda, ambos pueden ser héroes. ¿Cómo podrán detener al malvado Día Oscuro si no trabajan juntos?

    -Tiene razón, Glori. Tú toma la espada y yo usaré el escudo. ¡Venzamos juntos al Día Oscuro!

    -¡SÍ! ¡TOMA DÍA OSCURO, SIENTE EL TAJO SUPREMO DE LA ESPADA DEL PODER!

    -¡Y RETROCEDE ANTE EL EMBATE SUPREMO DEL ESCUDO MÍSTICO!

    -¡EL DÍA OSCURO HA SIDO EVITADO! ¡POR GLORIA, LA VICTORIOSA!

    -¡Y POR HOP, EL LEAL! ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA! Tu mamá tenía razón, Glori. ¡Los dos podíamos ser héroes!

    -¡SÍ! Aunque…

    -¿Aunque qué?

    -No lo sé...ahora que lo pienso, no me veo como una heroína. Después de todo, solo los entrenadores pokémon se convierten en héroes.

    -¡No seas ridícula! No necesitas ser entrenadora para ser una heroína. ¡Mira al héroe de Galar! ¡Enfrentó al Día Oscuro con solo su espada y su escudo!

    -Sí, pero...cuando crezcamos tendremos que volvernos entrenadores. Y yo solo quiero ser cocinera.

    -Vamos, ser entrenador no es tan malo como lo pintan.

    -Para ti es fácil decirlo. A ti sí te gusta, y no tienes que preocuparte por estar a la altura de las expectativas de mamá.

    -Bueno, mi hermano es el campeón imbatible desde hace un tiempo, así que supongo que también tengo expectativas que alcanzar, ¿no te parece?

    -Sí...tienes razón. Lo siento.

    -Oye, no te aflijas. Sé que tienes miedo, yo también. Pero te prometo que pase lo que pase nada ni nadie nos separará. ¡Cuando quieras darte cuenta, te habrás vuelto la mejor cocinera en Galar y yo el entrenador más poderoso! ¡Seremos imparables!

    -Ji, ji, ji. Tal vez.

    -Tal vez no. ¡Da fe de que así será, y se volverá realidad!

    -Ji, ji, ji. Gracias, Hop. Ahora me siento un poco más...valiente.

    -Nunca me lo agradezcas, Glori. Eres mi mejor amiga, y entre amigos nos ayudamos.


    * * *

    La repentina serie de lamidas sobre su mejilla derecha y un punzante dolor que sentía en su pierna derecha la trajeron de vuelta a la realidad, sacándola del más preciado recuerdo de su ya lejana niñez. Sintiéndose débil y sin saber por qué, se atrevió a abrir los ojos, descubriendo que por alguna razón aquella sencilla acción le resultaba más dificultosa de lo habitual.

    Lo primero que vio fue una grande y perruna cabeza que la miraba de arriba a abajo con unos profundos ojos amarillos, obstruyendo y acaparando por completo su campo de visión a la vez que la protegía de la lluvia: Zacian, habiendo sido revertido a su estado de guerrero avezado y perdido en el proceso tanto su dorada armadura como la parte superior de su oreja izquierda, la miraba visiblemente apesadumbrado, preocupado por su bienestar.

    Instintivamente alzó su mano izquierda para acariciar la cabeza del lobo legendario, buscando tranquilizarle mientras procuraba no tocar el profundo corte que este exhibía en su frente. Acto seguido intentó incorporarse, solo para volver a sentir aquel infernal dolor en su pierna. Aterrada, tanteó la misma mientras conseguía sentarse sobre la incómoda superficie, solo para descubrir que el origen de su sufrimiento era el trozo de una pequeña roca filosa que se había incrustado en su rodilla.

    Decidió forcejear con ambas manos hasta conseguir retirarla exitosamente, con su potente grito siendo tapado por la caída de un estruendoso trueno, que fue acompañado de un relámpago que iluminó el nublado y lluvioso cielo por un milisegundo. La punta no había alcanzado el hueso, lo que significaba que volvería a caminar. Mas el dolor seguía siendo atroz.

    -¡¿Zacian, dónde estamos?!-preguntó rompiendo en llanto.

    Pese a la terrible aflicción que sentía en aquel momento y a la poca luz que había, giró la cabeza a ambos lados entre sollozos en un intento por ubicarse, y lo logró. Estaban en medio de una formación de rocas enormes y picudas, rodeada y atravesada por una serie de rápidos que eliminaban cualquier posibilidad de salir nadando de allí con vida. Las corrientes sin duda la harían darse un golpe fatal en la nuca con alguna saliente, o terminar empalada en el pico de una de esas siniestras piedras.

    ¿Cómo era que habían llegado hasta allí? Su memoria estaba borrosa. Lo último de lo que se acordaba era haber encabezado la caza de aquel monstruoso pokémon cetáceo junto a sus nuevos amigos y aquellos otros entrenadores experimentados y hombres uniformados. Hop y ella habían encabezado el ataque inicial con ayuda de Zacian y de Zamazenta, coordinando ataques simultáneos tanto desde frente como desde atrás mientras saltaban de una roca a la otra, en ocasiones hasta utilizando la cabeza de algún Gyarados, Lapras o Wailmer salvaje para poder impulsarse cuando las rocas estaban demasiado lejos para saltar. Estaban poniendo en suficientes aprietos al objetivo con los numerosos moretones y cortes que habían producido sobre su piel cuando…

    -¡HOP!

    Ahora lo recordaba claramente. Archie se había cansado de sus juegos, y había ordenado a Kyogre usar su temible Pulso Primigenio sobre ella y Zacian. Hop y Zamazenta habían salido a su rescate, interponiéndose entre ellos y los cinco rayos de energía azulada con el fin de bloquear aquel potente ataque con el escudo del lobo guerrero. Pero el choque había resultado en una explosión devastadora que había mandado a volar a ambos dúos en diferentes direcciones, hasta que un fuerte golpe en la cabeza la dejó inconsciente. Y ahora estaban allí varados, sin ningún modo de escapar.

    -¡ZACIAN!-gritó desaforada mientras se aferraba al pelaje de su pokémon para subirse a su lomo, soportando el intenso dolor en su rodilla lo mejor que podía-¡Tú llevas más tiempo despierto que yo! ¿Dónde está Hop? ¡Dime que lo has visto, por favor!

    Zacian no modificó en absoluto aquella expresión triste y abatida, y sin pestañear se limitó levemente a estirar hacia adelante y bajar el hocico, como si estuviese señalando algo. Su demacrado, lastimado y rígido rostro parecía el de un soldado que acababa de ver a su mayor camarada volar en mil pedazos a causa de una granada enemiga.

    La joven campeona miró hacia donde el lobo le indicaba, y al hacerlo vio algo que le destrozó el corazón, forzándola a tapar su boca con ambas manos para ahogar un grito: Hop yacía más adelante en una roca cercana, todavía vivo y atravesado por el grueso y filoso remate de la misma. El pico le había perforado el corazón tanto como le había hecho colapsar el pulmón izquierdo, obligándole a escupir sangre a mansalva y de manera ininterrumpida, mientras se retorcía en plena agonía. Bajo sus pies, Zamazenta se encontraba desplomado boca abajo, con su armadura hecha pedazos y un fuerte hilo de sangre descendiendo desde su frente. Las poké balls del muchacho, a excepción de la que contenía a Inteleon, habían terminado destruidas y arrastradas por los rápidos como producto del impacto.

    -No…-consiguió murmurar Gloria, solo para luego soltar un estridente grito que ni la furia del diluvio ni el rompimiento del oleaje fueron esta vez capaces de silenciar-¡NOOO!

    -¿G-glori?-alcanzó a preguntar Hop en la forma de un gorjeo, entreabriendo los párpados justo para ver a su amiga llegando hasta él con la asistencia de Zacian, quien con su energía restante cubrió la distancia entre una roca y la roca de un solo brinco-¿E-estás ahí?

    -Oh, cielo santísimo-sollozó ella mientras bajaba de su pokémon para extender sus manos hacia su mejor amigo, solo para detenerse en medio de plena acción al darse cuenta de que ni siquiera podría abrazarle sin terminar de la misma forma que él-. Hop, no...No, por favor, no…

    -Ja...ja...-logró reír él con una pequeña espuma roja empezando a formarse en su boca, mientras respiraba de manera entrecortada “Supongo...que tuve mala suerte. Leon y mis padres...van a matarme. Pero...te salvé. Así que...estoy feliz.

    -¡NO, NO, RESISTE!-espetó ella agitada y en negación, con las lágrimas acumulándose en sus bellos ojos color miel-¡Te sacaré de aquí! ¡Alertaremos a los demás y luego, y luego, Y LUEGO…!

    -Shhh...-la tranquilizó él con gentileza, limpiando lentamente las lágrimas en sus mejillas con su mano derecha. Ella la trajo para sí con ambas manos, sujetándola como si no hubiese un mañana-Glori...está bien. Está…

    Y fue entonces cuando Gloria pasó de sentir calidez a frialdad en su piel. La palma de su mejor amigo se escurrió de entre las suyas, cayendo sin vida. Hop, al igual que la raquítica luz de esperanza que aquel gesto final suyo le había regalado, había dejado de ser. La parca, junto con aquel condenado y mortal pico, se lo había arrebatado. Y nunca jamás le volvería a ver en aquella vida.

    -No...NO-gimió, volviendo una vez más a llorar a lágrima viva-. Hop, no me dejes, no...NO, NOOO…

    La muchacha de Galar cayó de rodillas, y aferrándose en vano al ya congelado brazo de su vecino y amigo de la infancia, profirió un desgarrador alarido, como si le hubiesen arrancado la vida de un simple tirón. Zacian, al ver que Zamazenta no respondía tras múltiples intentos de reanimarlo mediante suaves golpes con su hocico, levantó la cabeza hacia el turbulento cielo, y mirando al mismo soltó un prolongado y lastimero aullido, llorando la pérdida de su hermano caído mientras sus sensibles orejas captaban el fuerte batir de dos descomunales alas plateadas acercándose a su posición.

    * * *

    Parece que uno de los héroes ha caído”, observó Palkia con gran pesar, observando la deprimente escena desde su dimensión, “Pobre muchacho. Al menos ahora está un lugar mejor.”

    Nunca debimos haber hecho esta apuesta”, vociferó Giratina iracundo, contemplando lo mismo que su hermana desde uno de los agujeros de gusano del Mundo Distorsión, “Voy a salir a ayudar. Kyogre no debe llegar a Arrecípolis.”

    Es muy tarde para eso”, objetó Dialga con un tono de voz neutro y carente de emoción, “La apuesta la has propuesto tú, y todos la aceptamos. Además no es nuestro deber inmiscuirnos en los asuntos de los mortales. No podemos violar las leyes que hemos impuesto desde que nos alejamos de ellos.”

    No te detuvo a ti de permitir que esos dos niños viajasen en el tiempo para detener a un mafioso”, retrucó su fantasmagórico y lúgubre pariente.

    Tenía que hacerse”, se excusó el dragón representante del Tiempo, “Implicaba impedir la subyugación de toda una región. Y fue por Celebi que lo permití, no por ellos.”

    Eres un hipócrita”, insistió indignado el guardián de la anti-materia.

    ¡YA BASTA, CABALLEROS!”, espetó colérica Palkia desgarrando momentáneamente la tela espacio-tiempo que conectaba las cuatro dimensiones con un simple Corte Vacío, daño que Dialga reparó a los pocos segundos concentrando su poder en aquella zona para hacer retroceder el tiempo “Nadie hará nada imprudente, y de nada nos sirve pelear. Las reglas de la apuesta se mantienen como están.”

    Es encomiable ver a Kyurem habiendo decidido cambiar de parecer, aunque sea para proteger a Zekrom”, señaló Mesprit, buscando cambiar el tema para que los tres dragones se tranquilizasen, “Me pregunto si Mew también hará lo mismo.”

    Lo dudo”, opinó Azelf, viendo cómo Landorus, Zygarde y Xerneas empleaban su influencia del verde y de la naturaleza para ayudar al Equipo Plasma, a los líderes de gimnasio y al Clan Endrino a proteger y rescatar a cuantas vidas inocentes pudiesen del diluvio, con Victini utilizando su don místico con el fin de aumentar las posibilidades de éxito de ambos, “Ese sinvergüenza lleva años viviendo en esa isla remota. No se toma nada en serio a menos que le afecte directamente a él. Nunca comprenderé por qué el Creador le tiene en tan alta estima.”

    Porque de no haber sido por él la mitad de la vida en la tierra jamás hubiese existido” retrucó calmo Uxie “Mew podrá ser orgulloso y a veces perezoso, pero ve toda vida en el planeta como sagrada. Tan solo esperen y verán.”

    Bueno, sea cual sea la decisión que vaya a tomar más le vale tomarla pronto”, contestó el guardián de la voluntad mientras contemplaba lo que acontecía tanto en Johto como en Unova, donde Raikou, Suicune, Entei, Cobalion, Terrakion, Virizion, Keldeo y Meloetta guiaban y lideraban a los pokémon terrestres de los bosques y cuevas en pos de llevarles hasta terrenos más elevados. Otros legendarios menores, como Manaphy, formaban y encabezaban equipos de ataque junto con varios pokémon marinos para formar barricadas que frenasen por unos minutos a Archie y a Kyogre, dándoles a los líderes de gimnasio, a los niños, a Steven y al Alto Mando de Hoenn un breve respiro para que Lyra ordenase a Celebi usar su Campana Cura y sanar con su poder a todos sus pokémon, renovando sus fuerzas y restaurando su salud para un segundo asalto, “Porque si no lo hace pronto...dudo que quede vida alguna en tierra firme que pueda proteger cuando el Ragnarok llegue a su fin.”

    Cyrus volvió a sonreír mientras escuchaba la conversación entre un estresado Giratina y sus deidades aliadas. Ya no tenía dudas de que Archie se acercaría involuntariamente a crear el mundo que tanto anhelaba.

    * * *

    Por fin había llegado. Por fin estaba en su elemento.

    Con sus heridas completamente cicatrizadas y pletórico de energía, Articuno dibujó una desagradable y vil mueca similar a una sonrisa en su pico mientras sus ojos empezaban a divisar el Monte Plateado. Después de haber probado con los ciudadanos de Ciudad Fucsia el gran incremento de poder que había adquirido mediante su metamorfosis, el momento para el que se había preparado desde el día de su concepción estaba justo frente a él.

    Batiendo lenta y casi imperceptiblemente sus magníficas alas, el Ave del Hielo continuó volando en línea recta hacia su destino, bajando sus barreras psíquicas de defensa para recibir con gusto la gentil y refrescante caricia de la nieve y de los vientos gélidos del norte sobre su nuevo plumaje. Una vez estuvo a tan solo menos de un centímetro de la montaña, ascendió hasta la cima, sobre la que se posó para después extender ambas alas y generar con su crioquinesis un torbellino a su alrededor, con el propósito de asegurarse de que ni nada ni nadie le molestaría.

    Su mente y su vista recorrieron de cabo a rabo la inmensidad de Kanto y de Johto mientras su cuerpo ejercía la presión necesaria sobre los huracanados vientos, consiguiendo que el vórtice intensificase su movimiento, girando cada vez más rápido sobre su propio eje. Pronto aquel descomunal vendaval sería lo suficientemente grande como para cubrir el planeta entero en un invierno permanente y eterno.

    Buscaba dos presencias ajenas pero a la vez similares a la suya, una de ellas alejándose cada vez más de su actual posición. Hasta que finalmente logró identificarlas y crear un vínculo psíquico con ellas.

    Zapdos. Moltres. Repórtense. ¿En dónde se encuentran?”

    La respuesta del Ave del Rayo llegó casi al instante, a la velocidad de un relámpago.

    Me hallo en Ciudad Fucsia. Kyurem, Mewtwo y una humana estúpida están intentando interferir con mi tormenta eléctrica. Pero no me queda mucho para deshacerme de ellos.”

    ¿Mewtwo sigue con vida? Creí que se había exiliado en Kalos para morir.”

    Antes de que su irascible e igual de vanidoso hermano respondiese a su pregunta, la voz de Moltres resonó en las cabezas de ambos.

    Estoy en camino al Monte Cenizo. Groudon está a pocos minutos de despertar. Puedo sentirlo en mis venas.”

    Articuno expresó su disgusto ante la afirmación de su otro hermano con un graznido que contenía un genuino enfado.

    ¡Ese no fue nuestro acuerdo! Quedamos en que me esperarías aquí en el Monte Plateado antes de partir.”

    Moltres contestó con un graznido parecido al de Articuno, pero que denotaba fastidio.

    Hubo un cambio de planes. Jirachi intentó detenerme, por lo que tuve que irme más temprano.”

    ¿Y te aseguraste de que muriese?”

    Hice algo mejor. Le dejé a merced de los efectos de mi Furia Candente. No abandonará el monte jamás.”

    Bien. Entonces todo marcha según lo previsto. Zapdos, extiende tus rayos lo más rápido que puedas, más allá de Fucsia o de Kanto. Moltres, que nada retrase tu llegada al Monte Cenizo. Yo me concentraré en preparar mi tormenta con toda la nieve, granizo y escarcha que este monte tenga para darme. Y recuerden, Groudon y Kyogre harán su parte. Nosotros también debemos hacer la nuestra.”

    Sus hermanos contestaron con un simple y afirmativo “sí” al unísono para acto seguido silenciarse y concentrarse en sus respectivos pero a la vez conectados objetivos. Apenas había terminado de hablar con ellos cuando escuchó un par de voces, una masculina y la otra femenina, provenientes de afuera de su remolino, gritando dos fuertes y claras órdenes.

    -¡PULSO UMBRÍO!

    -¡HIPERRAYO!

    Surgiendo de entre la densa niebla que se había acumulado alrededor a causa de la caída de la nieve, dos rayos de energía, uno compuesto por múltiples círculos color púrpura y el otro de una coloración rojiza anaranjada, hicieron contacto directo con el tornado, rompiendo su concentración y forzándole a detenerlo momentáneamente. Iracundo, el pájaro legendario hizo a un lado la bruma con un simple y veloz aleteo, descubriendo que sus atacantes no eran más que dos simples jóvenes pelirrojos, con la chica siendo unos metros más alta que el muchacho. Les acompañaban una Purugly enorme y regordeta y un Gengar igual de grande con la sonrisa sardónica característica de su raza, sin duda quienes habían ejecutado los movimientos.

    Su voz expresó su furia dentro las cabezas de sus nuevos adversarios.

    ¡¿De dónde diantres han salido ustedes?!”

    -El quiénes somos o de dónde venimos no es de tu incumbencia-espetó Silver con coraje y con soberbia, manteniéndole la mirada a Articuno sin ningún inconveniente-. Lo único que necesitas saber es que no permitiremos que congeles nuestro mundo.

    El Ave del Hielo dejó salir una estridente y diabólica risotada, hallando hilarante el cómo había pasado de enfrentar a un grupo de adolescentes a otro completamente distinto.

    Mocosos enclenques. Ustedes y sus insignificantes pokémon jamás podrán detenerme.”

    -Nosotros no-contestó Mars con una sonrisa socarrona mientras alzaba su brazo derecho para apuntar al cielo con su dedo índice-. Pero él sí.

    Y mientras dos titánicas y refulgentes alas de plumaje escarlata, verde y blanco barrían todo el frío y la nieve que le daban su reputación al Monte Plateado con una poderosa onda de calor y de vaho, una profunda, serena y apenada voz infundió temor en el glacial corazón del ave psíquica.

    -Me siento decepcionado, Articuno. Muy decepcionado.

    * * *

    -¡Ya no te queda nada, chiquita!-vitoreaba Flannery con mucho entusiasmo, en un claro intento por trasmitirle energías a su pokémon-¡Ánimos!

    Trasportando a su dueña y a sus compañeros de viaje sobre su espalda, Heatran escalaba sin prisa pero sin pausa el desfiladero que unía la ruta 112 con el Monte Cenizo. La pokémon legendaria, cuadrúpeda y volcánica de otra dimensión trepaba con sus fuertes y afiladas garras la escarpada superficie con confianza y con extraordinaria facilidad, sin resbalarse con las rocas mojadas a causa del diluvio.

    -¿Acaso esta criatura no puede avanzar más rápido?-protestó Maxie mientras miraba a través de sus gafas y del casco de su traje el tenebroso aspecto del cielo, poniéndose nervioso-¡He visto grupos de Torkoal cubriendo mayor distancia en segundos!

    -Es esto o una hora de clase sobre cómo usar una Bici Carreras en una pendiente mientras nos ahogamos aquí abajo-retrucó mordazmente la pelirroja-. Usted escoge, come-libros.

    Mientras escuchaba a Brendan y a May uniéndose a la líder de Lavacalda para alentar a Heatran, Zinnia desvió su mirada hacia el saco que sostenía en su mano derecha con suma preocupación. Dentro de este, el prisma rojo esplendía de forma llamativa al moverse dentro de la misma como producto de las vibraciones que las pisadas de la pokémon producían, especialmente al golpearse con la Master Ball, con la que compartía medio de transporte. Era como si aquel cuerpo geométrico cristalino pudiese sentir la proximidad de Groudon a causa del vínculo energético que compartía con él.

    Su memoria todavía retenía la expresión de horror en los mortificados rostros de la pareja guardiana del Monte Pírico al escuchar la explicación de su plan. Al oír que Groudon debía regresar si querían aumentar las posibilidades de vencer a Kyogre.

    Si Groudon y Kyogre vuelven a luchar, quizás esta vez el mundo ya no sea capaz de resistir su inacabable duelo. Tengan mucho cuidado. El destino de todos está en sus manos.”

    Su angustiado y herido corazón deseaba nunca haber tenido que llegar hasta aquel punto. Que hubiesen podido impedir el despertar de Kyogre antes de que fuese demasiado tarde. Debió haberle ordenado a Salamence que quemase vivo a Archie con tal de poner fin a toda esa locura, y ni siquiera habrían terminado en este escenario. Pero no era una asesina. Al menos eso quería creer.

    No. Aun si hubiese hecho eso nada hubiese cambiado. Su Mega Sharpedo probablemente hubiese tomado el ataque por él, y todo habría concluido con el mismo resultado. A estas alturas, el Ragnarok parecía tan inexorable como el destino. Y si en verdad no había otra alternativa, entonces lo daría todo por cumplir con su misión. De ella dependía guiar a los elegidos. De ella dependía volver a invocar a Rayquaza para salvar al mundo.

    De ella dependía que la muerte de Aster y su forzoso nombramiento como nueva cronista del Clan Meteoro para tomar su lugar no hubiesen sido en vano.

    El sentir a Heatran deteniéndose abruptamente le indicó que era hora de descender y de ayudar a un cada vez más anoréxico y cadavérico Spenser a bajar del lomo de la pokémon: habían llegado a la cima del Monte Cenizo. A pesar de la implacable y despiadada lluvia que estaba azotando al planeta entero, la lava del volcán no se había extinguido; por el contrario, parecía recalcitrante, más vigorosa y burbujeante que nunca, como si el monte completo estuviese aguardando ilusionado el ineludible retorno de su antiguo creador y morador.

    -¿Y ahora qué hacemos?-preguntó Flannery levemente tranquila. Aunque reconocía que lo que estaban a punto de hacer no era nada fácil, la pelirroja estaba aliviada por haber visto y saber que toda la gente de Lavacalda, incluyendo su abuelo, había sido evacuada y reubicada en Ciudad Colosalia por parte de varios miembros del Clan Meteoro.

    -Uno de nosotros debe utilizar el prisma para despertar y controlar a Groudon-explicó Maxie mientras que, a juzgar por las expresiones faciales de todos, ninguno de sus acompañantes estaba dispuesto a hacerlo-. Aunque es un sacrificio que probablemente me cueste la mente y la vida, me ofrezco como voluntario.

    -En su imaginación-se negó Brendan, interponiéndose entre él y Zinnia-. Nos apuñalará por la espalda cuando menos lo esperemos.

    -¡Sí, no confiamos en usted!-le reprochó May, sumándose a la protesta iniciada por su prometido y señalando acusatoriamente a Maxie con el dedo índice de su mano derecha-No pudo controlar a Groudon antes, ni sabe cómo hacerlo. Sin mencionar que Archie le machacó en un santiamén.

    -¡Pero qué osadía!-exclamó indignado y frustrado el geólogo pelirrojo ante la actitud de la joven pareja-¡He sido un valioso miembro de este equipo desde que todo esto inició! Y soy el único capacitado aquí para llevar a cabo tan ardua y difícil tarea. Los pokémon terrestres y de fuego son mi especialidad. ¡Groudon no es un caso distinto!

    -¿Quieren por favor dejar de discutir y enfocarse en lo importante?-pidió Zinnia irritada-Sea como sea, uno de nosotros debe hacerlo. Hasta que hayamos tomado control de la situación nos conviene más tener a Groudon como aliado que como enemigo, y solo escuchará con un heraldo humano.

    -Pero quien lo haga podría terminar...bueno, como Archie-conjeturó pensativa Flannery, llevándose la mano izquierda al mentón.

    -Sus apreciaciones no son de mi interés-se excusó Maxie fastidiado-. Debo ser yo quien lo haga. Viví una buena vida, y al ser el mayor aquí me corresponde morir para que los jóvenes vivan. Además, es el único modo de enmendar los errores que cometí y el daño que causé en el pasado.

    -Tienen razón, Maxie-consiguió decir Spenser, sujeto a su báculo y con la parta prácticamente golpeándole la puerta a su hasta entonces inmortal alma-. No puedes controlar el prisma rojo. Te destruirá tanto por dentro como por fuera. No tienes experiencia.

    En un sorpresivo acto que parecía imposible dada su condición, y habiendo reunido la poca energía que le quedaba en su mano izquierda, el moribundo as del Palacio Batalla logró arrebatarle a Zinnia el saco junto con el prisma y la ball. La cronista quedó completamente anonadada.

    -Yo sí-agregó finalmente.

    -¡¿QUÉ?!-consiguió exclamar ella, finalmente reaccionando-¡No puedes usarlo! Podría matarte.

    -No más de lo que ya me están matando las causas naturales-refutó el anciano antes de toser incluso más sangre que antes. Luego prosiguió-. Sé que no te importa lo que me pase. O al menos eso fue lo que me dijiste hace unas horas. Pero Maxie todavía tiene una organización que dirigir, así como Flannery responsabilidades con su gimnasio. Y tú y los elegidos aún deben completar su propósito. Por eso debo ser yo. Les daré todo el tiempo que pueda conseguir.

    El anciano hizo una segunda pausa para entregarle en la mano seis poké balls de forma lenta y casi ceremoniosa, con su brazo crujiendo a causa del acelerado deterioro de sus huesos, los cuales estaban a pocos segundos de convertirse en polvo.

    -Y si no sobrevivo, cuida a mis pokémon, especialmente a Suicune. Dile a Brandon y a Anabel...que lo siento-concluyó con gran pesar.

    La cronista abrió ambos ojos como platos mientras Spenser intentaba dedicarle una sonrisa con sus labios, que se hallaban en pleno proceso de descomposición, luciendo como dos tiras de carne picada. Finalmente, después de tantos años, vislumbraba finalmente al hombre frágil y arrepentido que se encontraba detrás de lo que ella siempre había visto como un traidor imperdonable. Ya había pasado demasiados siglos sufriendo, así como también ella demasiados años odiándole de manera irracional. Conteniéndose lo mejor que pudo para no dejarle sin su ya visible caja torácica, le abrazó con lágrimas en los ojos, frente a sus conmovidos compañeros. Él se lo correspondió con una suave pero a la vez afectuosa palmada que decía más que mil palabras.

    -Lo que sea que te haya dicho ha quedado en el pasado-le contestó con una sonrisa repleta tanto de abatimiento como de arrepentimiento una vez se separaron-. En verdad cambiaste. Y yo...yo no supe entenderte. Hasta ahora.

    -Vayan al Pilar Celeste-respondió Spenser haciendo un gesto con la cabeza para convencerlos de que debían partir-. Invoquen a Rayquaza. ¡Vayan!

    Y mientras Zinnia y el resto subían a Latios, a Latias, a Salamence y al Crobat de Maxie para abandonar el monte, el viejo as se deshizo de su traje protector para acto seguido arrojar la más que caliente master ball al cráter y tomar el prisma rojo con ambas manos, quedando a merced del diluvio.

    Detectando los rastros de los efectos del prisma azul en el sistema de su nuevo portador, el poliedro místico emitió un fulgor incandescente y, actuando como si de un caso de negativo con positivo y positivo con negativo se tratase, comenzó a trabajar sobre el cuerpo del anciano, restaurando sus huesos y órganos para salvarle de su inevitable muerte.

    El receptáculo esférico se abrió en plena caída, volcando su contenido sobre la lava antes de caer a la misma y derretirse. El volcán erupcionó con vigor mientras el prisma protegía a Spenser con un escudo mágico de cristal que desapareció tan pronto como estuvo a salvo de sufrir alguna quemadura severa. Y Groudon emergió del hoyo, emitiendo un atronador rugido mientras la energía primigenia almacenada en el poliedro empezaba a fluir una vez más dentro de él.

    Desde las alturas, con las nubes y lluvia de tormenta siendo apartadas en un pestañeo como una persona pasando el trapo sobre el sucio parabrisas de su auto, el cielo empezó a arder.
     
  7. Threadmarks: Capítulo 7: Trío, Parte 2
     
    Woona

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    Pokémon: Ragnarok
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    Acción/Épica
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    9
     
    Palabras:
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    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 7: Trío, Parte 2


    Al borde del caos, los resultados imprevistos surgen”

    -¿Quién me ha liberado de mi esferoidal prisión?

    -¡He sido yo, Groudon! ¡Soy yo, Spenser, último sobreviviente de la Gente del Mar, traidor al Clan Meteoro y as del Palacio Batalla, quien te ha devuelto tu ansiada libertad!

    -¡¿Por qué el heraldo de Kyogre osa invocarme con el recipiente de la fuerza de todo mi poder?!

    -Kyogre se ha desecho de mí como si fuese menos que materia, y ahora planea hundir con su nuevo mensajero la tierra que por tantos milenios has luchado por expandir. El Ragnarok ha dado comienzo.

    -Me doy cuenta de ello, raquítico mortal, y ya lidiaré con él a su debido tiempo. No obstante todavía exijo una explicación al por qué de tu accionar. ¿Por qué me has soltado? Resuelve mi interrogante, o ni el prisma te protegerá de lo que soy capaz de hacerte.

    -Nada me queda salvo la venganza. Y el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Me entrego a tu influencia, oh todopoderoso señor de la tierra.

    -Si eso es lo que deseas, que así sea. Mas grábate mis palabras: si intentas engañarme o me defraudas...pasarás a ser menos que una partícula de arena en una playa.

    -No te decepcionaré. Lo juro.

    * * *

    Todos se habían ido. Todos menos él.

    Parado y plantado firmemente de espalda a las puertas de entrada a la Cueva Ancestral, Juan miraba intranquilo y con el ceño fruncido el tormentoso y relampagueante escenario que reinaba sobre el cielo de Arrecípolis. La mística ciudad que según su lema dormía en los brazos de la historia se encontraba completamente desierta gracias a que los miembros del Clan Arrecípolis se las habían apañado para sacar a toda la gente de allí y trasladarla a Ciudad Colosalia, dejando atrás un silencioso y completamente vacío cráter de meteorito. Sin embargo alguien tenía que quedarse allí para resguardar el ingreso a la caverna con tal de impedir que Kyogre se hiciese con la energía natural en su interior, y como el viejo guardián no sería rival para la ira de la deidad, la tarea recaía en él y en sus pokémon de agua.

    Mientras sostenía en su mano derecha y con cuidado la poké ball que en su interior albergaba a su Kingdra, cruzó lenta y seguramente el antiguo y endeble puente de madera, el cual llevaba años rogando por una nueva y más fresca capa de pintura blanca. Acto seguido se detuvo y se dispuso a admirar en silencio el enorme y precioso árbol que, además de ser el orgullo de la ciudad, había sido plantado por un hombre alto proveniente de Kalos miles de años atrás. Al menos esa era la historia que Wallace le había contado no hacía mucho.

    Aquel bello y majestuoso árbol de impresionantes proporciones tenía sus verdes hojas cubiertas por incontables azafranes azules y amarillos que llenaban sus ramas tanto de color como de vida. Bajo su tronco, escondida entre varias amapolas rojas y azules, una peculiar y solitaria flor roja y negra de seis pétalos, tres grandes y tres pequeños, poseía un estigma oscuro y cónico que en muy raras ocasiones despedía un brillo magenta minúsculo, pero intenso. Una reliquia de una región distante, de una era incluso más lejana.

    El experimentado líder de gimnasio y coordinador siguió contemplando pensativo la magnificencia de la hermosa planta por unos cuantos segundos más, hasta que decidió resguardarse bajo su tronco para protegerse de la lluvia. Aunque en el fondo no era como si importase. Muy pronto el agua del lago, que se elevaba a pasos agigantados, terminaría por cubrir tanto al árbol como al resto de la ciudad, inundando el cráter hasta hundirlo.

    Resignado, sacó de uno de los bolsillos de su abrigo su poké-multinavegador para escuchar por el VideoNav las últimas noticias de la Galar Broadcasting Corporation, aquel canal que siempre disfrutaba ver en sus muy contados descansos para enterarse de lo que acontecía en el resto del mundo en tiempo real. Le ayudaría a distraerse hasta que llegase el momento de tener el duelo que sabía perfectamente sería su último vals.

    La profunda voz y el preocupado rostro de su periodista preferido, el veterano Ken Shīrudo, dieron acto de presencia.

    -Ahora pasamos a Ciudad Puntera con nuestra reportera estrella, Rebecca Routledge. ¿Rebecca?

    El programa comenzó a trasmitir en vivo y en directo la imagen de una consternada joven de aproximadamente veinte años, piel caucásica y cabello y ojos azules que sostenía un micrófono profesional con su mano derecha. Un angustiado pero adorable Piplup se encontraba posado sobre su hombro izquierdo. Y a la derecha de ambos, un hombre alto de cabello púrpura, ojos amarillos y piel morena miraba a la cámara con un rostro que expresaba disgusto y rigor.

    Juan había oído hablar maravillas sobre Rebecca Routledge. Habiéndose salteado algunos años y graduándose con honores en dos carreras en simultáneo con tan solo dieciocho años de edad, la ambiciosa e incansable joven originaria de la región de Sinnoh trabajaba tanto como reportera de la GBC como como asistente de laboratorio del profesor Rowan en Pueblo Arena. Y si bien no era ninguna eminencia ni en el mundo de las noticias ni en el del estudio de los pokémon, los logros que había conseguido siendo tan joven no estaban para nada desprovistos de mérito. Algunas escuelas e instituciones ya la consideraban un modelo a seguir paras las niñas y muchachas de su edad.

    -Hola, Ken. Estamos aquí en el estadio de Ciudad Puntera, que ahora sirve de refugio para casi cien millones de personas y pokémon. Han instalado una gran cúpula de vidrio acústico en el techo para resistir por el momento la imparable lluvia. Y ahora nos encontramos entrevistando al ex-campeón y actual presidente de la Liga Pokémon de Galar, Leon. Díganos, señor presidente, ¿qué tiene que decir frente a toda esta situación?

    Leon habló con un tono de voz apagado y sereno, pero que dejaba entrever lo preocupado que estaba por todo lo que estaba aconteciendo.

    -Quedé igual de sorprendido que mis compañeros en cuanto se emitió el mensaje del famoso Lance. Tuvimos mucha suerte de rescatar a toda esta gente de morir ahogada, y francamente no sabemos por cuánto tiempo podremos aguantar aquí dentro. El vidrio no resistirá para siempre, y con tantas personas y pokémon aquí dentro tarde o temprano se nos acabará el oxígeno. Así que solo nos queda rogar por que la U.E.R. piense rápido en una solución.

    -Usted fue hasta hace unos pocos años el campeón de Galar, hasta que fue vencido por la actual portadora del título, la joven Gloria Odachi, lo que le llevó a tomar el puesto del actualmente preso presidente Rose. ¿Qué puede contarnos al respecto para nuestros televidentes en casa?

    -Según lo que se nos ha informado, ella y mi hermano se encuentran allí afuera, asistiendo en la batalla contra Kyogre. Hablo tanto por su familia como por la mía cuando digo que esperamos que la suerte esté de su lado, y que regresen sanos y salvos.

    -Muchas gracias por su tiempo, señor presidente. También tenemos aquí a otra invitada especial. La ídolo de todos los aspirantes a coordinadores o expertos en concursos pokémon en la región de Hoenn: Lisia, de Arrecípolis.

    El líder de gimnasio esbozó inconscientemente una sonrisa al ver cómo la sobrina de su antiguo aprendiz y su Altaria eran enfocados por la cámara. Había hablado una hora antes con ella acerca de todo lo que estaba pasando, diciéndole que Wallace estaba bien y aconsejándole que se concentrase en hallar cobijo en Galar lo antes posible. Solo podía imaginarse la angustia que debía de estar cargando consigo desde que escuchó las noticias de parte suya.

    -Lisia, sabemos de buena fuente que durante cinco años has sido la maestra y representante de May Birch, otra de las coordinadoras pokémon más famosas de tu región. Tenemos entendido que el día de hoy estaban apoyando un recital de Shady Poison en Pueblo Crampón con motivo de apoyar la preservación de la vida marina en su región cuando ella se retiró abruptamente tras firmar unos cuantos autógrafos. Múltiples testigos aseguran haberla visto con la campeona de Galar, con su amigo y con una muchacha desconocida antes de desaparecer. ¿Hubo algún motivo en particular?

    -Hola, Rebecca. May tuvo que abandonar Galar temprano por un asunto urgente y muy delicado. Pero no tienen por qué alarmarse, ya me he puesto en contacto con ella y me dijo que se encuentra segura por el momento, y que en cuanto pueda se reunirá con su familia. Su próxima gira comenzará en cuanto la situación mejore.

    Era mentira, por supuesto. Juan, al igual que Wallace y la hermana de éste, conocía lo suficiente a Lisia como para saber que cuando decía algo que no era cierto comenzaba a formar rulos en su cabello con el dedo índice. Pero no podía ni tenía razones para enfadarse con ella. Después de todo había sido él mismo quien le pidió que dijese eso con tal de tranquilizar tanto a sus familiares como a los de Brendan, quienes estaba seguro estarían viendo la trasmisión al no poder comunicarse con sus hijos.

    -¿Y qué puede decirnos sobre los héroes de Galar? ¿No iban también con ella? ¿Acaso se separaron antes o después de que todo esto iniciara? ¿Y qué hay de la otra mujer? ¿Sabes quién es?

    -Lo siento, pero no puedo ni hacer ni dar comentarios acerca de eso. Pero sí quiero dedicarle un saludo a mi tío Wallace, que sé que está allí en Hoenn luchando por nosotros. Mi madre y yo le extrañamos, y deseamos que vuelva en una pieza. Y a todos mis fans y seguidores alrededor del mundo, por favor vayan con mucho cuidado. ¡La deslumbrante Lisia y Ali están con ustedes en espíritu!

    -Y ahí lo tienes, Ken. La conmoción y el terror que el diluvio universal han despertado se están viviendo de la peor manera aquí en el estadio de Ciudad Puntera, y a juzgar por las impactantes declaraciones del presidente Leon es solo cuestión de horas o quizás de solo minutos para que la lluvia y el agua se abran paso. Los mantendremos al corriente apenas algo más suceda.

    -Muchas gracias Rebecca, y que la providencia los acompañe. Ahora regresamos directo a la acción en Hoenn, donde parece que ahora los ases del Frente Batalla han aparecido con sus pokémon para unirse a la contienda del siglo.

    Apenas había terminado de apagar la función VideoNav cuando se percató de que, para su extrañeza, había demasiado silencio. Los rayos y truenos habían cesado y la intensidad de la lluvia había aminorado dramáticamente, con las ahora raquíticas gotas de agua restantes evaporándose apenas entraban en contacto con la tierra y el suelo.

    ¿Qué está sucediendo?”, pensó para sí mismo mientras procedía a abrirse todos los botones de su abrigo urgentemente, puesto que notaba que su temperatura corporal estaba subiendo drásticamente, “¿Acaso han detenido a Kyogre? ¿Y por qué de pronto siento tanto calor?”

    La fuerte y repentina luz de un sol que parecía veraniego iluminó tanto el pasto como las numerosas casas y tramos de escaleras que conformaban Arrecípolis, haciendo que el gran árbol proyectase una enorme sombra sobre el suelo, y la alguna vez cálida pero refrescante agua del lago retrocedió para después empezar a burbujear con vigor, como si la hubiesen metido dentro de una tetera, encima de una hornalla encendida. Juan no necesitaba ni acercarse a ella para deducir que estaba al rojo vivo, y mucho menos tocarla. Su equipo pokémon moriría hervido en cuestión de segundos si se atrevía a sacarlo para que pudiese nadar en ella.

    Temiéndose lo peor y teniendo la tremenda necesidad de despejarse las dudas, abandonó corriendo la protección que hasta aquel momento le había proporcionado el tronco del árbol para levantar la mirada hacia arriba, solo para segundos más tarde tener que taparse los ojos con ambas manos y así no terminar ciego. Alcanzó a ver cómo el sol se había transformado en una abrasadora e incandescente bola de fuego y de luz, dándole al cielo una coloración naranja amarillenta que podía ser fatal para aquel que se quedase viéndola por mucho tiempo.

    Y mientras se amparaba por segunda vez en la seguridad del anciano árbol, comprendió con horror que la segunda parte de la profecía de la que el viejo guardián le había contado unas horas antes se había hecho realidad.

    El distante rugido que oyó a continuación confirmó sus miedos. Groudon había despertado.

    * * *
    -¡AERODACTYL, ROCA AFILADA!-imperó valeroso Noland, señalando firmemente con el dedo índice de su mano derecha a su objetivo y con la piedra activadora de su mega-gorra emitiendo un fuerte fulgor en el ojo de la tormenta.

    Aerodactyl no perdió un segundo y, soltando un estentóreo rugido, se rodeó a sí mismo de dos anillos color azul brillante que, tras un deslumbrante destello, se convirtieron en pequeñas y filosas rocas, tan grises como su cuerpo. El mega-evolucionado y alado pokémon prehistórico procedió a liberarlas en la forma de una serie de veloces proyectiles que alcanzaron e hirieron a Kyogre, forzándole a retroceder antes de que pudiese siquiera bloquearlo con su agua-control.

    -¡GENGAR, BOLA SOMBRA!-vociferó entusiasmada Greta a la vez que su Mega-Gengar abría su enorme boca para crear y posteriormente escupir una oscura bola de energía púrpura del mismo tamaño que sus fauces, con la que golpeó con gran potencia y precisión a Kyogre por detrás. El pokémon legendario se vio incapaz de reaccionar acorde, habiendo sido atacado tanto por el frente como por la retaguardia simultáneamente.

    -¡TRUENO!-respondió furioso Archie, al mismo tiempo que se aferraba a ambas aletas de Kyogre para no caerse. Como resultado de su orden, el pokémon cetáceo invocó con su tormenta dos grandes y devastadores rayos que alcanzaron a Aerodactyl y a Gengar, quienes instintivamente protegieron a sus entrenadores mediante un débil movimiento de Protección que solo pudo absorber la mitad de la energía eléctrica, disminuyendo su potencia a duras penas.

    -¡No le demos la posibilidad de herir más a nuestros amigos, Charififí!-anunció orgulloso Tucker extendiendo su brazo derecho hacia adelante y abriendo sin temor la palma de su mano “¡Emplea tu Ciclón!”

    La mega-evolucionada Charizard sobre la que el as de la Cúpula Batalla iba montado se concentró y, con un simple aleteo, levantó un fuerte y veloz tornado generado a partir de los genes de sus ancestros dragones.

    -¡KYOGRE, ONDA VOLTIO!-respondió Archie, lo que produjo que Kyogre recurriese a un relampagueante rayo cian que deshizo fácilmente el ciclón y golpeó directamente a Charififí. La dragona de escamas negras y ojos rojos gruñó como producto del dolor mientras regresaba a su estado normal y empezaba a caer junto a su entrenador al mar.

    -¡Tucker!-exclamó sorprendida y a la vez furiosa Lucy mientras rescataba a su desmayado compañero y a su pokémon con la ayuda de su mega-evolucionada serpiente marina. La as de la Sierpe Batalla no perdió tiempo en responder a la baja sacando su as bajo la manga-¡Gyarados, utiliza Cascada!

    Gyarados rugió con viveza mientras sus ojos empezaban a adquirir un brillo azulado. Con premura, la ofidio de cresta negra y de grandes aletas amarillas con espinas azules en la espalda nadó vertiginosamente sobre la gran columna de agua que su agua-control le había permitido generar en la forma de una rampa, hasta propinarle un fuerte cabezazo a Kyogre en el torso. Pese a no ser muy eficaz, aquel golpe fue lo suficientemente fuerte como para mandar a volar a la ancestral orca unos cuantos metros hacia atrás. Greta y Noland, aprovechando la situación, ordenaron a Gengar y a Aerodactyl usar Energibola y Poder Pasado respectivamente.

    -Le hemos lanzado todo lo que tenemos y aún sigue como si nada-observó impotente y en voz alta Anabel, contemplando a una distancia segura la feroz batalla. Soportando los fuertes vientos huracanados y la torrencial lluvia que los rodeaba, la as de la Torre Batalla se encontraba junto con Brandon y el resto de los exhaustos entrenadores que habían combatido a Kyogre en un segundo asalto que había resultado infructuoso, en un pequeño e infértil islote que, contra todo pronóstico, había resistido el avance del impío y descontrolado océano. Con la excepción de su Mismagius, que había empleado al máximo sus poderes espirituales para crear una barrera verde en pos de proteger a todos del diluvio mientras Celebi sanaba a los heridos, todos los pokémon de la agente y del arqueólogo habían caído rendidos ante los fulminantes movimientos del ancestral rey de los mares-. ¿De dónde continúa sacando tanta energía?

    -Mientras Archie y el prisma azul se mantengan cerca de él, Kyogre nunca perderá sus fuerzas-retrucó Wallace fríamente mientras mimaba a base de caricias a una recién curada Milotic. Pese a que no lo demostraba, el líder del Clan Arrecípolis estaba igual o más asustado que Anabel, pues había visto cómo los pokémon marinos y Manaphy se estaban replegando a causa del claro desgaste de sus energías-. Y ahora que esos niños de Galar, el joven Ethan y Lugia han desaparecido, mucho me temo que no aguantaremos un tercer golpe.

    -Entonces estamos solos-afirmó Steven subiéndose a su ya alistado y nuevamente mega-evolucionado Metagross. El pokémon metálico de cuatro patas y apariencia arácnida emitió un rugido electrónico que sonaba similar a un motor, demostrando lo ansioso que estaba por tener una tercera ronda contra Kyogre-. Pase lo que nos pase ese monstruo no debe alcanzar ni Arrecípolis ni la Cueva Ancestral. Debemos seguir haciendo tiempo.

    -Pues no perdamos tiempo y vayamos hasta allá antes de que Noland y los demás caigan-señaló con determinación Drake, montando su Mega Salamence y preparándose para lo peor-. Tate, Liza, vean que el campo de esa Mismagius resista. No importa lo que nos ocurra, protejan a los niños. ¡Adelante, Scar!

    Los dos gemelos psíquicos contestaron inclinando su cabeza, torso y espalda hacia adelante, en señal de respeto.

    -Cuando estés listo, Glalie-ordenó Glacia mientras se aferraba a los cuernos de su enorme y esférico pokémon de hielo, el cual con su nuevo aspecto no dejaba de liberar una pequeña pero densa ventisca por su ahora desencajado maxilar inferior-. ¡De regreso a la contienda!

    Anabel y Wallace vieron al trío elevarse en el aire con ayuda de sus pokémon y dirigirse con envidiable rapidez hacia el epicentro de la acción, seguidos a los pocos segundos por Phoebe y Sidney. A diferencia de Drake y de Glacia, los dos miembros restantes del Alto Mando se desplazaban surfeando a través de las despiadadas olas, montados sobre el enorme rubí del Mega Sableye de la experta en pokémon fantasma y con el Mega Absol de su compañero adorador de los pokémon siniestros utilizando el movimiento Viento Cortante con su cuerno en pos de generar un pequeño viento de popa que les ayudase a aumentar la velocidad.

    Esto desafía toda lógica”, caviló para sí Brandon al mismo tiempo que se giraba a ver cómo Courtney, Harland y Yolanda, con la asistencia de Celebi y de los líderes de gimnasio, continuaban atendiendo incansablemente a los muchos heridos pokémon y tropas del Equipo Magma. El segundo asedio a Kyogre había concluido con la mitad de su escuadrón siendo diezmado por encarar la furia de los funestos ataques del leviatán, “Un pokémon más antiguo que caminar de pie, que el origen del hombre. Su poder es inconmensurable. Ha desequilibrado la naturaleza y el mundo entero en un simple abrir y cerrar de ojos. ¿Cómo podemos tener siquiera una chance contra un ser así?”

    Mientras el aventurero, la policía y el ex-líder de gimnasio se hallaban inmersos en sus propios pensamientos, Norman se hallaba sentado sobre una pequeña roca, rodeado de los amigos de su hijo y esperando el turno de Slaking para ser atendido. El cuarentón líder de Ciudad Petalia no despegaba la vista del pavoroso cuadro presente en el horizonte, donde el aliento de dragón de Scar, las ondas psíquicas de Metagross y el rayo congelante de Glalie ya habían comenzado a retumbar, levantando y agitando la ya indómita marea en ascenso. Pese al terrible y apocalíptico panorama que parecía indicar que muy pronto conocerían su ineludible perdición, el único pensamiento que pasaba por su mente era lo imposible que le resultaría descansar en paz sin saber que su hijo, su esposa y la familia de Birch estaban a salvo.

    -Brendan, May…-musitó involuntaria e inconscientemente-...por favor no se rindan, chicos. Ustedes pueden.

    -No se aflija, señor-dijo Dawn en un intento por hacerle sentir mejor. La joven campeona de Sinnoh se hallaba sentada sobre la arena y justo a su izquierda, revisando a su recientemente repuesto Garchomp. El pokémon tiburón de tierra, que había peleado en ambos duelos con innegable arrojo, ahora permanecía boca abajo y dormitando a causa del cansancio, mas al mismo tiempo manteniéndose alerta en caso de que tuviese que sacar a su entrenadora de allí-. Conozco a May, y sé que tanto ella como Brendan son muy capaces, especialmente cuando están juntos. De seguro ya están así de cerca de despertar a...bueno, a como se llame.

    -Groudon-pronunció Lucas para el enojo de Dawn y valiéndose de su prodigiosa memoria. Al igual que su amiga, el joven investigador estaba en plena inspección de uno de sus propios pokémon, más concretamente su Grotle. El pokémon tortuga toro miraba en la misma dirección que Norman, observando la lucha entre Kyogre y los entrenadores más fuertes de Hoenn con el ceño fruncido.

    -No dejo de pensar en Ethan-sollozó angustiada Lyra, a la vez que le indicaba a Celebi que el Slaking de Norman debía ser el siguiente en recibir tratamiento-. Ya ha pasado mucho tiempo desde que él y Lugia se alejaron de la batalla para buscar a Gloria y a Hop. ¿En dónde podrá estar?

    -Tranquilízate-recomendó el joven de Sinnoh mientras intentaba disfrazar el hecho de que estaba muerto del miedo-. Tiene al Guardián de los Mares a su lado. No le pasará nada. Son Hop y Gloria quienes me preocupan.

    -Oigan, chicos-habló finalmente Barry, dirigiéndose dubitativo a Dawn y a Lucas. El muchacho rubio llevaba un largo rato callado, con su barbilla apoyada sobre su puño izquierdo-. Hablando de no dejar de pensar en cosas...Hay algo que lleva horas en mi mente, y es el hallazgo que Candice y Maylene nos mostraron que hicieron en Puntaneva antes de que todo esto ocurriese.

    -¿Hallazgo?-preguntó Dawn alzando su ceja derecha extrañada, solo para luego continuar una vez hizo memoria-Oh, te refieres a Regigigas, ¿no es cierto?

    Su amigo asintió levemente con la cabeza.

    -Todavía no he olvidado las teorías que el profesor Rowan y Cynthia hicieron con respecto a él y a las ruinas en Hoenn-elaboró-. Sobre que Regigigas espera a que los otros Regis le despierten. ¿Creen que eso pueda suceder ahora que todo el mundo está a punto de ser tragado por el agua?

    -Puede ser-reconoció Lucas, levemente sorprendido ante la duda que su siempre agitado y no muy brillante amigo acababa de presentar-, aunque el profesor también dijo que podía haber algún indicio que hayamos malinterpretado o pasado por alto. Puede que mi traducción de la inscripción grabada en piedra cerca de Regigigas sí fuese algo burda. Quizás sea a la inversa.

    -No te sigo-admitió Barry meneando la cabeza.

    -Que quizás Regigigas no está esperando a que los Regis le despierten-retrucó el joven investigador-. Quizás Regigigas se despertará cuando él lo vea necesario, y a los otros Regis con él. Después de todo él vendría a ser algo así como su padre o creador según los mitos. A menos que mi conocimiento en mitología sea más limitado y escaso de lo que pensaba.

    -Regigigas creó al hombre tal y como lo conocemos-retrucó Wallace, metiéndose en la conversación para sorpresa de los tres jóvenes y con Milotic ubicándose justo detrás de él-. Las leyendas del Clan Arrecípolis y del Clan Meteoro dicen que el haber inventado a una criatura tan diferente a todos los demás pokémon le costó el enojo del Ser Original, a quien había desafiado utilizando arcilla, hielo y magma para crear vida sin autorización previa. Debido a ello, creó posteriormente con esos mismos elementos a Regirock, Regice y Registeel no solo para instruir al hombre en el uso apropiado de dichos elementos, sino también para protegerlos. Sus acciones llevaron a un breve levantamiento que culminó con el Ser Original perdonando a Regigigas y dejando a los seres humanos para que coexistiesen con los pokémon.

    El poder de los gigantes derrotados se encuentra en esta tabla”, pensó para sí Dawn, rememorando el extraño texto de la helada tabla que ella e Infernape habían hallado años atrás mientras atravesaban la helada y nevada ruta 217, cuando se hallaban camino a Ciudad Puntaneva para conseguir su séptima medalla de gimnasio.

    -Y después los pueblos que se formaron en Sinnoh migraron a otras regiones incluyendo Hoenn, ¿verdad?-inquirió Lucas.

    -Correcto-contestó el líder del Clan Arrecípolis-. Regirock, Regice y Registeel ayudaron a los pueblos que llegaron a lo que actualmente es el archipiélago de Hoenn a construir y a darle forma a su sociedad, pero los humanos terminaron encerrándolos en cámaras separadas porque temían tanto su poder como el de Regigigas. Sin embargo, se dice que Regigigas podrá despertar junto a sus hijos cuando el mundo esté perdido y ni las fuerzas combinadas de humanos y pokémon sean suficientes si se rompe el sello de la Cámara Sellada. Sello que los jóvenes Brendan y May rompieron hace años.

    -Pero Regirock, Regice y Registeel nos ayudaron sin la intervención de Regigigas cuando Deoxys invadió Hoenn-objetó Norman, por fin girándose y acercándose al resto. El padre de Brendan había estado hasta aquel punto escuchando la conversación desde el principio, sin decir nada.

    -No debemos descartar la posibilidad de que Regigigas se haya comunicado con ellos para hacerles saber que debían ayudar a sofrenar la invasión- refutó el ex-campeón y ex-líder de gimnasio-. Probablemente imaginó que él mismo no era necesario, y se limitó a asistirnos despertando a los demás Regis.

    Se produjo un silencio sobrecogedor en el que los seis permanecieron callados, digiriendo lo que Wallace acababa de decir y tratando de hallar una explicación mejor al por qué los Regis no habían dado todavía acto de presencia. De pronto, tras unos minutos que parecieron eternos, Lyra habló.

    -¿No sienten de pronto mucho calor?-preguntó la muchacha de Johto mientras empezaba a sudar por la frente y por el cuello, con Celebi buscando en vano la forma de ayudarla.

    Y vaya que lo sentían. El ruido de la lluvia al caer y los rugidos de los truenos, así como también las lejanas explosiones producidas por el combate entre Kyogre, el Alto Mando, Steven y los ases, habían sido sustituidos por un silencio tanto sepulcral como escalofriante. El agua estaba empezando a ceder, y desde las alturas, con un cielo completamente despejado, el sol ardía con una intensidad peligrosa, amenazando con perforar la capa de ozono.

    -Oh, no-consiguió decir Wallace antes de que escuchasen un atronador y espeluznante rugido.

    Todos los temporales residentes del islote, humanos y pokémon por igual, giraron la cabeza hacia atrás. Mientras Steven y el resto de su improvisada brigada regresaban a una vertiginosa velocidad sobre sus pokémon para reunirse con ellos, el mar hervía y burbujeaba de una forma antinatural.

    -¡¿PERO QUÉ RAYOS ES ESA COSA?!-vociferó impactado Brawly, apuntando al horizonte con el dedo índice de su mano izquierda. A lo lejos, un bípedo, voluminoso y masivo ser de aspecto reptiliano y de placas rojas segmentadas había salido al encuentro de Kyogre. Sus enormes patas de tres garras formaban con cada pisada un gigantesco río de lava que a su vez generaba grandes columnas de vapor de agua.

    -¡Debe ser Groudon!-exclamó Roxanne muy asustada-Pero, ¿a quién lleva en la cabeza?

    -Oh, por…-empezó Anabel estupefacta mientras veía atentamente con sus binoculares a la persona que se encontraba parada sobre la frente de Groudon-¡Es Spenser!

    Y en efecto lo era. Abrumado por el poder del prisma rojo que sostenía en su mano derecha, el anciano as del Palacio Batalla presentaba numerosas venas y arterias hinchadas a lo largo de su cuerpo que se alineaban en forma de tatuajes para formar la letra Ω. Aquella sátira de tatuajes en sus brazos, al igual que sus ojos, desprendía un fulgor escarlata que brillaba tan fuerte como el del ancestral poliedro.

    -Y pensar que mis huesos se quejaban de la lluvia-comentó en voz baja Wattson hallándose incapaz de soportar la repentina y letal ola de calor. Su preocupado y jadeante Manectric le ayudaba a mantenerse en pie.

    -Si en verdad es Groudon, entonces los chicos tuvieron éxito-supuso Winona anonadada-. Pero entonces, ¿dónde están ellos? ¿Dónde están Flannery y el insufrible de Maxie?

    La mención de su jefe hizo que una desesperada Courtney corriese instintivamente hacia la punta del islote para poder apreciar mejor el aspecto del recién despertado Groudon, abandonando momentáneamente a Harland, a Yolanda y al resto de su equipo. El temor a el haber perdido al hombre que en secreto amaba oprimía su corazón más que los mortíferos rayos de sol del pokémon legendario.

    -Algo no anda bien-dijo en voz muy alta Brandon utilizando los prismáticos que Anabel le había prestado-. Spenser no parece estar en control de Groudon. Es...como si su mente estuviese en piloto automático.

    -¿Eso qué significa?-preguntó Greta desconcertada.

    -Que tenemos asientos en primera fila para el fin de todo-contestó con gran pesar el arqueólogo. No necesitaba ser un genio para saber que, tanto con Kyogre como con Groudon en su contra, ni la fuerza combinada de todos sus pokémon podría frenar la muerte del planeta entero-, y que ya podemos ir rezando nuestras plegarias.

    La observación del as de la Pirámide Batalla era todo menos errada. Spenser estaba bajo el completo control de Groudon. Su mente no había podido resistir por mucho tiempo la salvaje y agresiva energía del prisma rojo. Y su cuerpo ya no le pertenecía. De una u otra forma debía hacer lo imposible por suprimir sus propios pensamientos y evitar que el creador de la tierra se diese cuenta de que sólo estaba siendo usado para ganar tiempo, hasta que Rayquaza fuese invocado.

    Kyogre soltó una fuerte risotada en la forma de un rugido en cuanto Groudon se detuvo justo frente a él. Luego procedió a hablar.

    -¿Usar a mi anterior heraldo contra mí, Groudon? Qué patético. Ni él ni tú con tu ridícula estrella anularán mi agua-control.

    El monstruoso cetáceo soltó un gruñido, llamando a las dispersas nubes con el fin de reunir la suficiente lluvia sobre él y así mantener su cuerpo fresco e hidratado, lo que le permitiría atacar a su eterno enemigo con sus ataques de agua sin que estos se evaporasen bajo el brillo del apocalíptico sol.

    El fuerte batir de dos poderosas y negras alas causó que la inmensa orca alzase la vista hacia arriba: ante los ojos de todos, un fénix siniestro de plumaje negro como la noche y llamas escarlata llegó a la escena para posarse graznando y de forma ominosa sobre los hombros de Groudon.

    Moltres”, pronunció la mente de Wallace mientras la sangre del líder del Clan Arrecípolis se helaba completamente.

    Groudon esperó a que Moltres le hiciese un gesto con la cabeza para hacerle saber que estaba preparado. Una vez se cercioró de ello, se dispuso a responder a la afirmación de Kyogre.

    -Ni siquiera tu mar del albor te protegerá de mí, mi viejo adversario. El portador de mi prisma vale mucho más que el tuyo. Fue un error por tu parte deshacerte de él. Este combate no durará mucho. Y para cuando te hayas querido dar cuenta de lo que ha pasado...ya estarás muerto.

    Y con dos fuertes y ensordecedores rugidos, los amos del océano y de los continentes lanzaron sus ataques más poderosos el uno contra el otro, produciendo que tanto la tierra y las rocas como la marea se estremeciesen violentamente.

    La batalla con mayúsculas había dado inicio.



    * * *


    -¡Padre hipócrita y falto de corazón!-crascitó Articuno colérico mientras lanzaba una devastadora ventisca con solo levantar y bajar sus alas velozmente-En tu momentáneo odio hacia los humanos me engendraste sin alma y sin amor, ¡¿y ahora osas quitarme la vida que me diste solo por defenderlos?!

    -Tú no eres mi hijo-espetó impertérrito Ho-Oh, creando una onda ígnea que estalló al entrar en contacto con la nevasca de Articuno. Los dos ataques elementales se cancelaron mutuamente, haciendo retroceder a ambos contrincantes-. Has acabado con incontables vidas inocentes, tanto humanas como de pokémon. Tu aborrecible acción es imperdonable, y merece un castigo ejemplar.

    -Fuiste tú quien me creó para castigarlos-retrucó el Ave del Hielo al mismo tiempo que sus ojos soltaban una gran ráfaga de energía psíquica que el fenghuang evitó elevándose velozmente hacia arriba-. Eres tan responsable de sus muertes como yo. ¿Por qué de pronto quieres pretender que sientes algo por estas alimañas?

    -Porque mi deber sagrado siempre fue velar por ellos-contestó secamente el rey fénix, extendiendo sus alas para crear con energía eólica una barrera de coloración cian que, potenciada por el calor de sus llamas, le protegería temporalmente de sufrir cualquier tipo de congelamiento-. Te fallé, pero ahora te daré una nueva y única oportunidad. Desiste de este atroz crimen contra la naturaleza y tu castigo será mucho menos severo.

    -No me detendré ahora para que puedas limpiar tu consciencia-respondió Articuno furibundo, notando cómo sus congelantes rayos oculares no conseguían penetrar el campo de fuerza de su adversario-. La guerra de climas del Ragnarok debe poner fin al reinado de la humanidad, y mi propósito es contribuir a que dicha guerra se lleve a cabo. Para eso fue que nos diste la vida a mí y a mis hermanos. No cederé solo porque de pronto tienes sentimientos encontrados.

    -Entonces no me dejas elección-replicó Ho-Oh antes de abrir su pico y expulsar por su garganta un incandescente ataque de Lanzallamas.

    -Lo mismo digo-afirmó su primogénito contestando con un bello pero mortal rayo de hielo.

    Con las dos colosales e inmensamente poderosas aves legendarias trabadas en duelo, Silver y Mars presenciaban boquiabiertos y atemorizados el intenso combate desde el interior del Monte Plateado. El dúo de hermanos pelirrojos no podía salir del asombro de haber visto cómo, aún con el retorno de la tormenta de nieve de Articuno, el majestuoso fenghuang se las apañaba para seguir dando pelea dentro de un clima tan adverso. Sus llamas y su convicción ardían con la misma viveza que mil soles, iluminando más de una vez el nublado y nevado cielo que nunca dejaba de rodear a la alta y siempre silenciosa montaña.

    -¡Debemos hacer algo para ayudar a Ho-Oh!-gritó Mars por encima del fragor del combate-¡Dios o no no podrá seguir peleando por siempre en esas condiciones!

    -Lo que debemos hacer es hacer lo que Ho-Oh nos dijo y quedarnos aquí hasta que nos dé nuevas órdenes-retrucó Silver secamente-. Ya hicimos nuestra parte al frenar el tornado y retrasar un poco la tormenta.

    -¡Me importa un comino!-espetó la pelirroja enojada, sosteniendo en su mano derecha la poké ball que contenía a su Bronzong-¡¿Desde cuándo sigues órdenes, hermanito?!

    -¿Y tú desde cuándo las desobedeces, hermana mayor?-respondió él mordazmente y cruzado de brazos-No durarás ni dos segundos allí afuera ahora que Articuno recuperó el control. Morirás de hipotermia o algo peor.

    -¿Quién dijo que soy yo la que irá afuera?-preguntó ella de forma irónica, con una sonrisa socarrona y lanzando la ball al aire de manera impetuosa-¡SAL, BRONZONG!

    El flotante pokémon psíquico con apariencia de dōtaku emergió de su receptáculo esférico, emitiendo un agudo y reverberante sonido que recordaba al toque de una campana de bronce.

    -¡Bronzong, escúchame!-imperó su dueña determinada en pos de cerciorarse de que su voz se oía fuerte y clara-Quiero que te acerques a Articuno sin que te vea. ¡Avísame una vez estés justo detrás de él!

    Bronzong captó el sentimiento de urgencia de Mars y voló hacia el exterior a través del enorme boquete que Ho-Oh había creado en la pared del monte hacía casi una hora. Resistiendo lo mejor que podía la tempestad de nieve con su metálico cuerpo y usando su percepción extrasensorial para poder guiarse a través de la densa niebla, el pokémon campana buscó rápida pero tranquilamente la actividad psíquica que Articuno desprendía, manteniendo baja la suya con el objetivo de que el ave legendaria no le viera llegar. Ho-Oh, habiéndole avistado y deduciendo sus intenciones, se concentró en empujar a Articuno hacia la cima del monte con su aliento incendiario, arrinconándolo de tal forma que no tuviese otra opción que seguir valiéndose de su rayo de hielo como única protección.

    En cuanto estuvo en posición, el pokémon dōtaku envió una señal mental en la forma de un tintineo a su entrenadora, quien esbozó una sonrisa con orgullo al captar la señal.

    -¡Utiliza Avalancha!-vociferó con premura.

    Bronzong soltó un sonido reminiscente del tañido de la campana de un templo mientras sus rojos e inexpresivos ojos se iluminaban. Las ondas psíquicas liberadas desde sus irises color azul verdoso produjeron un ensordecedor desprendimiento de rocas que inició desde el pico de la montaña. Y Articuno, quien se había percatado muy tarde de su presencia, sintió las aplastantes pedradas sobre su lomo.

    -¡Malditos chiquillos!-graznó el Ave del Hielo dándose la vuelta para atacar a Bronzong con todo lo que tenía.

    Ho-Oh no perdió tiempo, y con las llamas que salían de su pico atrapó a Articuno en un rusiente y ardiente tornado de fuego con el cual empezó a asfixiarlo, prohibiéndole atacar a Bronzong con sus ataques helados.

    “Sin oxígeno ni hidrógeno no hay ni agua ni hielo”, dedujo Silver en voz baja, sobresaltado.

    -Eso no le detendrá por mucho-señaló Mars viendo cómo Articuno redirigía la energía psíquica producto de su potencial cerebral hacia sus ojos, dispuesto a disolver el tornado cuanto antes-. ¡Bronzong, frénalo con Foco Resplandor!

    El pokémon dōtaku acató la orden apuntando hacia el tornado, apuntando con la parte inferior de su cuerpo como si fuese un cañón. Tras acopiar rápidamente la energía requerida, disparó desde su interior un refulgente rayo plateado de luz que atravesó el torbellino, haciendo contacto directo con el cuerpo de Articuno y rompiendo su concentración como producto del repentino y punzante dolor. Y mientras Mars contemplaba alegre el hecho de que el ataque hubiese dado en el blanco, Silver se limitó a sacar discretamente una de sus poké balls para dejarla caer al suelo.

    Sacando provecho del tiempo que Mars y Bronzong le habían conseguido, Ho-Oh procedió a cerrar sus ojos y a sumergirse en una profunda meditación con el fin de concentrarse para lo que sabía sería su ataque definitivo. El cuerpo del fenghuang se vio envuelto en una resplandeciente luz arcoíris que normalizó su pulso y serenó su agitada mente, permitiéndole hacer caso omiso al granizo que lastimaba sus alas y alcanzar el estado de paz mental que tanto ansiaba y que para él era crucial.

    Sólo tendría una chance. Sólo habría un disparo.

    -No te esconderás detrás de los esclavos de estos niños-sentenció Articuno colérico, terminando de deshacer el tornado y mandando a volar a Bronzong con un simple pero potente abrir y cerrar de alas. La cruel y genocida deidad estaba lista para usar su mirada heladora sobre un vulnerable Ho-Oh-. Es hora de que veas cómo es realmente una muerte helada.

    -¡GARRA UMBRÍA, AHORA!-gritó Silver inesperadamente y con convicción.

    Sneasel, que hasta aquel entonces había estado trepando hasta la cima desde que Silver le había ordenado salir afuera en silencio, se abalanzó ágilmente sobre Articuno para aterrizar justo sobre su cabeza. Habiendo sorprendido a su blanco y con sus zarpas irradiando un aura fantasmagórica, el pokémon comadreja clavó y hundió sin reparo sus afiladas garras en los ojos del Ave del Hielo hasta arrancárselos, haciéndole gritar de la aflicción y dejándolo completamente ciego. Las bajas temperaturas produjeron que la lluvia de sangre escarlata que brotó de las mutiladas cuencas de su contrincante pasó a ser de pequeños carámbanos en apenas unos segundos.

    -¡Regresa, Sneasel!-imperó su entrenador activando el modo de retorno de su ball, lo que convirtió a Sneasel en un raquítico rayo de energía roja para hacerlo retornar a su receptáculo.

    -¡LOS ASESINARÉ!-voceó Articuno rabioso, lanzando rayos de hielo al azar y en diferentes direcciones. El dolor le impedía pensar con la claridad suficiente para rastrear telepáticamente la ubicación de los jóvenes pelirrojos, quienes ya habían corrido a refugiarse en lo más profundo de la montaña.

    Ho-Oh supo en ese momento que ya no podía esperar más. Abrió sus ojos de par en par y, apuntando a Articuno, lanzó desde su pecho, vientre y alas una incandescente bola de fuego compuesta por llamas doradas, naranjas y rojas. Y su rival apenas pudo alcanzar a gemir del dolor cuando sintió que tanto su plumaje como sus músculos y órganos eran derretidos y calcinados por un calor que solo podía ser comparable al de la superficie de una estrella.

    Una ensordecedora explosión sacudió el Monte Plateado de arriba a abajo, remeciendo y perturbando a todo ser vivo en más de un kilómetro a la redonda. Y tras la remisión del ataque y de la tormenta, cuando el silencio y la nieve retornaron, lo único que quedó del Ave del Hielo fue un esqueleto humeante con una irreal y escalofriante expresión de horror grabada en su cráneo, acentuada por la deformación en sus cuencas.

    Ho-Oh no pudo soportar contemplar aquella escena. Con su semblante ensombrecido y derramando una lágrima, descendió con elegancia sobre el inerte y chamuscado cadáver para darle un discreto y apropiado funeral. Procuró liberar una pequeña llama de su pico para proceder a incinerarlo, y las cenizas que se elevaron en el aire terminaron pegándose a su plumaje escarlata.

    -¡HO-OH!-exclamó Silver mientras él, Mars y todos los curiosos pokémon que habitaban el monte bajaban a congregarse alrededor de él y de la hoguera-¿Estás bien?

    El fenghuang le contestó mediante el vínculo telepático que Lugia había creado entre ellos tiempo atrás. Su voz sonaba rota y apagada, como si toda la alegría y felicidad del mundo se hubiesen desvanecido.

    -No, joven Silver. Mi hijo está muerto.


    * * *

    Zapdos profirió un desgarrador alarido al sentir la súbita jaqueca que se apoderó de su mente. La muerte de Articuno había causado que el enlace psíquico que compartía con él y con Moltres se rompiese en mil pedazos. Pese a que físicamente no presentaba ningún daño, el Ave del Rayo sentía como si una parte de él hubiese dejado de ser.

    -Debo extender la tormenta-alcanzó a graznar, reponiéndose lo mejor que podía del punzante y atroz dolor-. Casi todos mis enemigos han caído. Tengo que apresurarme a terminar el trabajo.

    La deidad de Kanto estaba todo menos equivocada: toda Ciudad Azafrán había quedado desierta y sin vida, y no faltaba mucho para que la tormenta eléctrica terminase por devorar lo poco que quedaba de ella. Sólo un desgastado y exhausto Kyurem se interponía ahora en su camino. El fusionado y ancestral dragón estaba tan cansado que ya ni siquiera los rayos que había absorbido de las nubes cercanas le permitían mantenerse a la par con Zapdos, y sólo era cuestión de tiempo para que cayese rendido.

    Mewtwo, por otra parte, la había pasado peor. El psíquico y antropomórfico pokémon felino estaba tumbado en el suelo, con su cuerpo cubierto de diversos moretones y hematomas que le causaban dolor al más mínimo movimiento. Serena y Hoopa, que se habían tomado la molestia de arrastrarlo hasta un pequeño callejón para ponerlo a resguardo de la lucha sin cuartel que tenía lugar sobre los edificios del centro, cuidaban de él consternados y en silencio.

    Ya no tengo más medicina”, pensó Serena, sollozando mientras aguantaba el peso de la cabeza de Mewtwo sobre su regazo. El pulso en la muñeca derecha del gato artificial disminuía conforme avanzaban los segundos, “Lo siento. En verdad traté de protegerte. Tratamos de protegerte.”

    Mewtwo sintió que debía decir algo. Se sentía culpable por todo lo que la muchacha de Kalos había intentado tanto para ayudarlo como para que se repusiera. Todos sus pokémon habían quedado en un estado tan crítico como el suyo por defenderle de las demoledoras patadas de Zapdos. Sólo Lucario había tenido la fortuna de no haber sido mandado a combatir, mas sabía que si su dueña le hubiese invocado habría terminado en un estado parecido o incluso peor.

    Serena...”

    -No te disculpes-suplicó ella entre lágrimas, abrazando desesperada su cabeza y cuello con ambas manos-. Estás así por mi culpa. Debí haber sido más fuerte. Viajé contigo por el mundo con tal de fortalecerme, ¡y mira qué maestra pokémon resulté ser! Ni siquiera puedo salvar de la muerte a quienes me importan. ¡Y ahora vamos a morir por ello!

    El felino soltó un inaudible suspiro, resignado. No necesitaba leer sus pensamientos para detectar que, aun después de todo lo que habían compartido, la joven duquesa continuaba auto-castigándose por el fallecimiento de su amigo. El darse cuenta de ello sólo reforzó su deseo de tranquilizarla.

    No puedes sentirte responsable por esto. Ni por lo de Calem. Debes dejarlo ir. Aunque no sea el más indicado para decírtelo.”

    Serena notó que su labio inferior temblaba al mismo ritmo que las lágrimas deslizándose por sus mejillas. Por más capaz que fuese de reconocer la verdad en las palabras de Mewtwo, su sentimiento de culpa no dejaba de hacerle pensar en lo diferentes que hubiesen sido las cosas si Calem hubiese vivido y ahora estuviese peleando a su lado. Si hubiese podido convencer a Red de quedarse a luchar con ella, con Mewtwo y con Kyurem.

    -Poder sacarnos a los tres de aquí con uno de mis anillos, pero Ragnarok alcanzarnos igual-se lamentó Hoopa entristecido-. Y no tener nadie más a quien invocar. Hoopa suponer que única opción ser morir aquí.

    -Está bien, Hoopa-aseguró la muchacha, acariciando gentilmente la cabeza del pequeño genio flotante. Recordaba vívidamente y con cariño el día que Hoopa llegó a su vida y se unió a su viaje tras haberlo conocido en lo más profundo de una desértica zona localizada al sur de Kalos, donde le encontraron vigilando una extraña vasija que se negaba a soltar-Al menos moriremos unidos. Estamos juntos.

    El minúsculo pokémon singular la miró a los ojos sorprendido, esbozando una débil pero enternecedora sonrisa. Había pasado tantos siglos solo y siendo despreciado por sus acciones de antaño que el ser reconocido por aquella joven humana le hacía sentirse valorado. Al contrario que otros, Serena había sabido ver lo arrepentido que estaba. Sus ansias de rectificar sus errores pasados con tal de que la humanidad olvidase los estragos que había causado muchos siglos atrás, antes de que alguien sellase gran parte de su poder en aquella vasija para que dejase de hacer maldades. Su único arrepentimiento era que moriría sin haber podido terminar de hallar y de recolectar aquellos anillos suyos que llevaban eras desperdigados por distintas partes del planeta, vestigios de su verdadero y abrumador poder.

    Las cavilaciones de los tres cesaron con la caída cercana de un colosal frente a ellos, seguida de un cuerpo un fuerte sismo que les remeció violentamente: Kyurem finalmente había sido derrotado. La ominosa y relampagueante figura de Zapdos podía vislumbrarse entre la gran polvareda, posado sobre el lomo del descomunal dragón legendario. Sus amarillos y brillantes ojos observaban al trío con palpable aversión.

    -Un esfuerzo valiente, pero al final improductivo-dijo el Ave del Rayo con engreimiento, a la vez que sus musculosas patas y su pico afilado acopiaban toda la energía acumulada, preparándose para propinar una serie de patadas y picotazos que sabía serían la perdición de sus enemigos-. Nunca debieron haberme hecho perder el tiempo. Ahora pagarán por ello con sus vidas.

    Serena abrazó a Mewtwo y a Hoopa, aferrándose a ellos como si no hubiese un mañana. Si iba a morir, lo haría con aquellos que más importaban para ella. Su único remordimiento era saber que no podría disculparse ante su madre, Tieruno, Trevor y Shauna por no haber podido volver a casa. Por no haber impedido que el mundo llegara a su fin. Mas todavía albergaba la esperanza de que, de alguna manera, Junior, Hilbert y Hilda pudiesen tener éxito en donde ellos habían fallado.

    Zapdos no pudo evitar sonreír al ver con satisfacción el temor y la desesperación en los rostros de sus próximas víctimas. Se agazapó para brincar y dar el golpe de gracia, embriagado con la sensación que de poder que la tormenta y la electricidad que su cuerpo chisporroteaba le daban. Un trueno retumbó en la lejanía, firmando su sentencia de muerte.

    -¡ANILLO ÍGNEO!

    Pero justo cuando se encontraba en pleno salto, la imprevista aparición de un obstáculo interceptó y frenó su ataque: múltiples explosiones y llamas emergieron del concreto para envolverlo en una abrasadora explosión y mandarle a volar por los aires, alejándole de sus objetivos.

    Serena quedó atónita al escuchar otras dos voces que gritaban con el mismo coraje que la primera.

    -¡PSICOCARGA!

    -¡HIDROCAÑÓN!

    Un deslumbrante rayo de energía purpúrea y tres veloces orbes de agua golpearon a Zapdos en el vientre, empujándolo todavía más lejos de Serena y de los demás. La vanidosa e irascible ave legendaria había recibido tanto daño por el ataque anterior que no tuvo tiempo para reponerse y responder acorde.

    Una cuarta voz ordenó el siguiente movimiento con ímpetu.

    -¡PLANTA FEROZ!

    Se produjo un nuevo temblor que resquebrajó todavía más el suelo. De pronto, numerosas y gigantescas raíces espinosas brotaron de entre el asfalto, y mediante un ataque coordinado apresaron a Zapdos, apretándole como una boa constrictor y causándole un dolor indescriptible con las afiladas puntas de sus púas.

    Por fin siendo capaz de reaccionar, Serena giró todavía boquiabierta la cabeza hacia la izquierda. La felicidad que la embargó al ver a los recién llegados le devolvió la fe: Red, Sabrina, Green y Blue se encontraban plantados firmemente y con un semblante mortalmente serio, acompañados de sus mega-evolucionados Charizard, Alakazam, Venusaur y Blastoise respectivamente. El octeto estaba listo para todo.

    -Volvieron-musitó sin poder salir del asombro.

    -Teníamos que-dijo Blue con una sonrisa encantadora y con aires de galán, extendiendo su mano derecha a Serena para ayudarla a incorporarse-. Había que detener a ese pájaro de mal agüero. Y a propósito dulzura, me llamo Blue.

    -Serena-consiguió decir avergonzada la chica de Kalos, dándole su mano izquierda para levantarse mientras miraba apenada la precaria condición de Mewtwo y de Kyurem-. Les debemos una, pero necesitamos atención médica aquí.

    -De eso nos encargamos nosotras-dijo Green, corriendo con prisa hacia el gato antropomórfico con la amor ball de Hiroko en su mano izquierda.

    Zapdos, incapaz de liberarse, contempló fastidiado a los pokémon de sus captores, que le mantenían desafiantes la mirada. Le costaba trabajo creer que hubiese caído prisionero de seres tan inferiores a él. Tenía que soltarse de aquellas condenadas raíces lo más pronto posible si quería que su tormenta siguiera creciendo.

    Un estentóreo y agudo rugido le forzó a alzar la vista hacia el cielo: transportando sobre su lomo a dos jóvenes de cabello castaño, un gigantesco y magnífico guiverno de pelaje blanco y ojos azules descendió sobre la cornisa de un edificio de la esquina de enfrente que seguía en pie, aferrándose a ésta con las garras de sus patas y dedicándole una mirada fulminante. A su lado, la silueta de una joven ninja y su Venomoth dieron acto de presencia, acompañadas de una gran cortina de humo.

    -Se acabó-le dijo Reshiram con recelo y de manera cortante.

    -¡Hilda, Hilbert! ¡Señor Reshiram!-exclamó Hoopa muy contento y en voz alta, dirigiéndose a aquellas caras conocidas-¡Hoopa estar muy feliz de verlos!

    -Estúpidos-graznó Zapdos mientras las más negras y espesas nubes se arremolinaban justo encima de él-. ¿Es que no lo entienden? ¡Esta ciudad está condenada! ¡Y ustedes también lo estarán pronto, junto con el resto de la Tierra! ¡No ganan nada con retrasarme! ¡Es inútil resistirse!

    -Cierra la boca, maldito-retrucó Sabrina furibunda. La líder de gimnasio de Azafrán había conseguido leer la mente del Ave del Rayo, comprendiendo lo que ésta decía en su idioma-. No irás a ningún lado.

    -Todos en esta región te temíamos antes a ti y a tus hermanos-agregó Janine mientras ella y Venomoth usaban una segunda bomba de humo para desaparecer y posteriormente reaparecer con destreza en tierra firme, a la derecha de Sabrina. Las habilidades psíquicas de Alakazam habían creado un vínculo mental temporal que le permitía a ella y a los demás comprender a la perfección las palabras de Zapdos-. Les respetábamos y venerábamos, y ustedes nos lo pagaron destruyendo nuestros hogares, aterrorizando y lastimando a nuestras familias. Pero ahora que la marea ha retrocedido, nos toca hacerles pagar. Y pagarán caro por todas las personas inocentes que asesinaron.

    -¿Tan deseosos están de morir?-preguntó la cruel Ave del Rayo mientras su cuerpo almacenaba y cargaba energía como una batería-Entonces cumpliré su deseo. ¡ME LOS LLEVARÉ CONMIGO!

    Antes de que cualquiera de los allí presentes pudiese reaccionar, un inmenso y enceguecedor trueno cayó desde los nubarrones que cubrían el cielo, incendiando las raíces invocadas por Venusaur mientras Zapdos comenzaba a abrirse paso a través de ellas, habiéndose librado de sus ataduras. El cuerpo del pokémon con apariencia de correcaminos emitía toda clase de brillantes y escalofriantes chispas y chasquidos.

    Red se mantuvo impertérrito. Se limitó a alzar su mano derecha para señalar a Zapdos con el dedo índice, listo para dar su siguiente orden a su pokémon. Los otros se le unieron sin vacilar.

    -¡CHARIZARD, LLAMARADA!

    -¡HIDROPULSO!

    -¡PSICORRAYO!

    -¡VENUSAUR, RAYO SOLAR! ¡HIROKO, BRILLO MÁGICO!

    -¡BOMBA DE LODO!

    -¡LLAMA AZUL!

    Los siete movimientos fueron lanzados casi al mismo tiempo y hacia la misma dirección, con unos pocos segundos de diferencia. Mewtwo y Kyurem, habiendo sido sanados por las habilidades feéricas curativas de Hiroko, aportaron con una fuerte Onda Mental y un Rayo Gélido disparados de sus manos respectivamente.

    Serena y Hilda no se quedaron de brazos cruzados. La primera, con su esperanza reavivada, envió a Lucario para luego encender la piedra en su aro con el que solía despertar la siguiente evolución de su pokémon; la segunda, a su elegante y siempre confiable Lilligant. El mega-evolucionado chacal y la flor de lirio antropomórfica adoptaron una postura ofensiva en el acto, aguardando con ansia las instrucciones de sus entrenadoras. Instrucciones que no se hicieron esperar.

    -¡PSÍQUICO!

    -¡LLUEVEHOJAS!

    Viéndose acorralado y sin tiempo de esquivar tantos ataques, Zapdos pensó lo más rápido que pudo y generó con la energía que le sobraba un campo eléctrico que le sirviese para protegerse. Se produjo un retumbante choque de energías sin igual, en el que ni la barrera ni los movimientos de sus atacantes daban el brazo a torcer. La región de Kanto nunca antes había experimentado una trifulca parecida.

    -¡IDIOTAS!-espetó el Ave del Rayo vanidoso-¡La electricidad es mi elemento, y toda esta ciudad está tomada por mi tormenta! ¡Nunca podrán acabar conmigo! ¡¿Qué les hace pensar que tienen siquiera una maldita oportunidad?!

    Pero su arrogante monólogo fue detenido por un sorpresivo y doloroso ataque en la retaguardia: Hoopa, utilizando sus poderes psíquicos, había abierto una pequeña brecha en el hiperespacio para situarse justo detrás de él y liberar de su ser un potente rayo magenta y púrpura que le causó un daño considerable, rompiendo su concentración y dejándolo vulnerable.

    -¡Hoopa ser oportunidad!-dijo el pequeño genio con una sonrisa socarrona, utilizando velozmente el hoyo antes para regresar por donde había venido. Éste último se cerró y desapareció apenas se metió en él y reapareció en el otro lado.

    La distracción de Hoopa causó que el campo eléctrico cediese. Como resultado, el Hidropulso de Blastoise alcanzó y empapó a Zapdos, poniendo su propia energía eléctrica en su contra. El Ave del Rayo soltó un graznido de intensa agonía mientras los rayos conducidos por el agua alcanzaban su sistema nervioso, provocándole un dolor que no podía ser puesto ni en gritos ni en maldiciones.

    Intentó correrse desesperado, sólo para descubrir que el hielo de Kyurem había pegado sus patas al suelo, impidiéndole la huida. Sintió las hojas del ciclón de Lilligant clavándose en sus patas y pecho como dagas, al mismo tiempo que las llamas azules de Charizard y de Reshiram y el ataque de Venusaur devoraban su plumaje con vigor, hasta llegar a su carne y darle quemaduras de tercer grado. Su piel erosionó al ser tocada por el venenoso lodo de Venomoth y la energía feérica de Hiroko, y los ataques psíquicos de Alakazam, de Mewtwo y de Lucario profanaron su indefensa mente sin contemplaciones.

    Su cuerpo entero sufrió una sobrecarga como ninguna otra, y a modo de defensa involuntario su masa muscular comenzó a expandirse drástica y violentamente hasta inflarlo como a un globo, convirtiéndole en una bomba de tiempo viviente.

    -¡CÚBRANSE TODOS!-alcanzó a gritar Hilbert-¡VA A…!

    Se escuchó un súbito chasquido y Zapdos estalló en mil pedazos, sacando de su interior una explosión sin igual. Actuando más rápido que el pensamiento, Mewtwo, Alakazam y Hoopa crearon entre los tres una barrera psíquica de coloración verdusca enorme para proteger a los demás de la onda expansiva. No obstante, la susodicha explosión resultó ser más potente e insistente y de lo calculado, y empezó a hacer fuerza en contra. La muralla comenzó a resquebrajarse, y si no lograban resistir todos terminarían reducidos a menos que materia.

    -¡Es demasiado fuerte! ¡No sé cuánto más podré aguantar!

    -¡Hoopa no cederá! ¡Hoopa no se rendirá!

    -¡Concéntrense! ¡No podemos dejar que el campo se deshaga!

    Y justo cuando todo parecía perdido, ocurrió un milagro: de pronto, la pared adquirió una coloración azul brillante y reforzó su sustancia tapando las grietas, como si una fuerza misteriosa invisible y muy poderosa estuviese asistiendo al trío de pokémon psíquicos, dándoles la fuerza y la resistencia que necesitaban para contrarrestar la gran bola de luz y de muerte.

    A pesar de la blanca y enceguecedora luz que constituía la explosión, Mewtwo pudo distinguir una peculiar y sorprendente visión: una pequeña y flotante figura de apariencia felina y pelaje rosado se hallaba levitando justo enfrente de él, fortificando el escudo con el aura azulada que envolvía su cuerpo. El ser desconocido pareció percatarse de que estaba siendo observado, y se volteó a mirarle para sonreírle con unos profundos y enigmáticos ojos azules.

    ¿Mew…?”

    Parpadeó involuntariamente, y cuando lo hizo descubrió que todo había terminado: el campo de protección había soportado el choque, y todos habían salido ilesos. Y antes de que siquiera pudiese decir algo, oyó en su cabeza una voz que nunca antes había escuchado.

    Todavía no.”

    Para sorpresa de nadie, cuando el humo se aclaró, no había rastro alguno de Zapdos: la explosión se había asegurado de que no quedase nada de él para enterrar, dejando tras de sí un cráter del tamaño del edificio de Silph. Y de todos modos no era como si aquel cruel dios fuese merecedor de un entierro ante sus ojos después de todo el sufrimiento que había causado. Había tenido, al menos desde su perspectiva, un final a su altura.

    -¡Estamos vivos!-exclamó Serena eufórica mientras abrazaba a Hilbert, a Hilda y a Hoopa con lágrimas, producto de la alegría y de la emoción que la embargaban-¡VIVOS!

    -N-no puedo creerlo-titubeó Green estupefacta, perdiendo el equilibrio. Afortunadamente, Venusaur la interceptó con sus cepas extensibles para evitar que se diese un golpe severo al caer-. ¿En serio ganamos?

    -¡Que me pellizquen si es un sueño!-exclamó Blue sin poder salir de su asombro y mirando el festejo de los tres jóvenes extranjeros-¡Hemos detenido a ese sinvergüenza! Al final la historia de esos chicos sobre el fin del mundo y la chance de evitarlo no era tan bizarra como pensaba. Pero sigo sin entender este clima tan cambiante. Primero Ciudad Fucsia se cubre de nieve y mata a millones de personas, luego el diluvio mundial que Lance y el Clan Endrino anunciaron, ¡y ahora la inundación ha parado! ¡Apocalipsis o no no tiene ningún sentido! ¿Acaso ya han vencido a ese pokémon marino?

    -Algo me dice que está por ponerse peor-afirmó Janine, señalando hacia el cielo con el dedo índice de su mano derecha-. ¡Miren!

    Todos levantaron la vista hacia arriba. En las alturas, las nubes de tormenta de Zapdos se habían evaporado completamente, cediéndole su lugar a un sol abrasador. La espeluznante e intensa bola de fuego parecía estar más cerca de la Tierra que de costumbre, cerniéndose sobre un cielo naranja amarillento desprovisto tanto de nubes como de viento. No se escuchaba pasar ni la más leve brisa.

    Groudon”, dedujeron mental y simultáneamente Kyurem y Zekrom, bufando furiosos a través de su ahora compartido cuerpo.

    -Nunca había sentido tanto calor en toda mi vida-reconoció Red, notando las incontables gotas de sudor que ya estaban descendiendo de su frente y resbalándose por su cuello-. ¡¿Qué está pasando?!

    “No lo sé” admitió Sabrina transpirada y con el ceño fruncido “Pero empiezo a extrañar el diluvio.”

    * * *

    -Z...Zinnia…

    -¡Aster! ¡ASTER! ¡Oh cielo misericordioso, estás viva! ¡Resiste, ya mismo te quitaré esto! ¡Bagon, por favor ayúdame con este pilar!

    -¿Ray-rayquaza está bien?

    -Está a salvo. Acabó con esos malditos. ¡Están muertos! Y, y...¡Oh Aster, por amor a todo lo sagrado, lo siento tanto! ¡Lamento tanto haber huido! Falté a mi palabra. Dejé que el miedo me invadiese. No te defendí y ahora estás herida por mi culpa.

    -N-no es tu culpa...S-supongo q-que no...que no e-era el guerrero de mi v-visión...E-el Oráculo se e-equivocó al e-escogerme...

    -¡Aster, por favor no sigas esforzándote en hablar! Estás perdiendo mucha sangre. ¡Sólo sostén mi mano y quédate conmigo!”

    -Ja...ja...yo, guerrera...E-es...p-preciosa, ¿no? La E-estrella Draco...S-su luz me e-encandila…P-podría perderme en su brillo para siempre…

    -Aster...¿A-aster? ¡Aster! ¡No, cielo santo, NO! ¡REACCIONA, REACCIONA!

    -Zinnia, es inútil. Ha muerto.

    -¡NO ABUELA, NO ESTÁ MUERTA! ¡NO PUEDE ESTARLO, NO!

    -Ya no hay nada que puedas hacer, mi niña. Ven conmigo.

    -¡NO, NO, NOOOOOO! ¡TÓMAME A MÍ! ¡ASTER!


    * * *

    -Oye amiga, ¿te sientes bien?

    Zinnia pestañeó dos veces involuntariamente, saliendo del trance y finalmente notando sonrojada la mano de cinco dedos que se movía frente a ella de un lado al otro. Flannery, acompañada de Brendan y de May, le miraba desasosegada. Maxie, por otro lado, se hallaba detrás de ellos, empujando sus gafas hacia atrás para poder observarla con mayor detenimiento.

    -Eh...¿Eh?-consiguió decir por fin para luego sacudir la cabeza raudamente.

    -Que si te sientes bien-replicó May muy confundida.

    -Oh sí, perdónenme-contestó ella avergonzada-. Solamente estaba...recordando algo.

    -¿Estás segura?-inquirió Brendan preocupado-Desde que aterrizamos te quedaste ahí parada por casi cinco minutos.

    -¡S-segura, segura!-aseguró nerviosa la cronista, abriéndose paso entre ellos y buscando cambiar cuanto antes de tema-En fin, sigamos avanzando.

    -Es precisamente por eso que hemos estado tratando de espabilarte-protestó Maxie irritado y sudoroso. El pelirrojo líder Magma estaba a punto de quitarse toda la ropa a causa del calor que sentía-. Ya no podemos seguir avanzando. El camino está bloqueado.

    La puerta de entrada a la cueva que conectaba la ruta 131 con el Pilar Celeste estaba bloqueada por una gran formación de granito sólido que impedía totalmente el acceso. Sobre la misma había sido grabado un críptico texto compuesto por extraños ideogramas cuyo significado escapaba a la comprensión de casi todos los presentes.

    -No se asemeja a ningún lenguaje antiguo del que tenga constancia-dijo el geólogo llevándose la mano derecha a la barbilla-. Sugiero hacer estallar las piedras para retirarlas del camino. Un Hiperrayo de mi Camerupt debería bastar.

    -¡JA, JA, JA, JA, JA!-vociferó Zinnia desternillándose de la risa, sin ocultar lo irrisoria que encontraba la sugerencia de Maxie-No servirá de nada. El sello está protegido con un viejo encantamiento. Sólo se abrirá leyendo las palabras en la lengua correcta.

    -Empiezo a recordar ese sello-comentó Brendan intrigado-. Wallace lo quitó por mí cuando tuve que entrar al Pilar Celeste para ir tras de ti.

    -Pero qué buena memoria-contestó la cronista, mirando al joven originario de Johto impresionada y contenta. Luego giró la cabeza nuevamente hacia adelante para volver a mirar el sello y adoptar un semblante serio-. Sólo los miembros del Clan Meteoro o del Clan Arrecípolis lo pueden deshacer. Aquellos que entren deben reactivarlo apenas hayan salido del Pilar Celeste, como bien dicta nuestra tradición.

    -Y tú al ser del Clan Meteoro sabes cómo retirarlo sin problema, ¿no?-dedujo Flannery intrigada.

    -Pues claro-retrucó Zinnia suspirando-. Sería un crimen contra todo lo que se me enseñó si no lo supiese.

    -¡Pues entonces retíralo ya mismo!-exigió Maxie al borde de perder la paciencia-Quizás no te has dado cuenta, pero según mi termómetro la temperatura pronto estará muy por encima de los cuarenta grados. ¡Groudon nos matará a todos de hipertermia si no nos apresuramos!

    Está ocurriendo igual que la otra vez”, pensó May aterrada, rememorando lo ocurrido años atrás e imaginándose con horror el indescriptible infierno viviente que Groudon desataría pronto sobre el planeta entero. Morir tragado y ahogado por la repentina subida de la marea era fatal, pero morir deshidratado, con la piel seca, el cuerpo ardiendo y delirando durante los últimos segundos de vida de uno era infinitamente peor, por no decir sádico.

    Zinnia decidió hacer caso a la imploración de Maxie, asintiendo con la cabeza. Agotada, retiró con su mano izquierda algunas de las gotas de transpiración que se habían acumulado en su frente y procedió a aclarar su seca garganta con la poca saliva que le quedaba. Finalmente, concentrada y con un tono impropio de ella, recitó en voz alta las sagradas palabras escritas por sus antepasados, en el idioma que sólo ella era capaz de entender.

    “Bienaventurados sean los devotos hijos y seguidores de la gran serpiente que abran esta puerta, porque de ellos será por siempre el reino de los cielos.”

    Se oyó y se sintió un fuerte temblor, seguido del sonido de algo que se quebraba al ser levantado y partido a la mitad. Acto seguido, para sorpresa de los otros, la dura y gruesa formación de roca grisácea se hizo un lado hacia la izquierda para revelar la entrada, produciendo un ensordecedor ruido y como si de una puerta corrediza se tratase. Segundos después se detuvo con un golpe seco y metálico.

    Los cinco viajeros no se lo pensaron dos veces. Con toda la prisa del mundo atravesaron corriendo la pequeña caverna hasta alcanzar la salida, que los dejó justo frente a la entrada del Pilar Celeste. En cualquier otro escenario se habrían detenido a admirar con detenimiento la magnificencia de la ancestral y divina torre de ladrillo de barro, así como también su gigantesca puerta rectangular. No obstante, en ese momento lo único que querían era resguardarse de aquel impiadoso sol asesino y cancerígeno.

    -¡SOMBRA!-vociferó Brendan aliviado y con júbilo en cuanto ingresaron, quitándose su gorro de la suerte para que su cabello respirara e inhalando y exhalando profundamente-¡POR FIN SOMBRA!

    -Bah, qué delicado-musitó Flannery incrédula y de brazos cruzados. La líder de gimnasio de Pueblo Lavacalda llevaba años exponiéndose al calor del Monte Cenizo durante su entrenamiento con sus pokémon de fuego, lo que la había ayudado a mantenerse más fresca que el resto a pesar de la presencia de los inclementes y cuasi-mortales rayos de sol.

    Mientras su prometido y la pelirroja conversaban con Maxie sobre cómo debían ascender, May se quedó embobada contemplando el interior del Pilar Celeste. Si bien ya era la segunda vez que visitaba la mítica torre, la muchacha nunca antes había podido ver el interior de la misma: con varias grietas y agujeros en las baldosas del suelo, y contando con varias series de escaleras de piedra que conducían hasta la cumbre, la oscurecida y celestial edificación era el hogar de varios pokémon pequeños y tímidos, muchos de ellos capaces de volar, de trepar o de levitar. En la pared de más al fondo se alzaba glorioso e imponente un enorme mural que, habiendo sido pintado hacía miles y miles de años, contaba la historia tanto del Clan Meteoro como también de la perpetua lucha entre Groudon y Kyogre, al igual que la de la primera vez que Rayquaza mega-evolucionó.

    El sonido de algo pesado cayendo al suelo la trajo de nuevo a la realidad: para su asombro, Zinnia acababa de quitarse su larga y harapienta capa, quedándose únicamente en su top negro ajustado con dos lunas crecientes rojas en el pecho para poder soportar mejor el calor. La expuesta y transpirada espalda de la cronista exhibía numerosas y muy diversas cicatrices, la mayoría con la forma de mordidas, moretones y rasguños.

    -No te asustes-le contestó ella de pronto, sin siquiera darse la vuelta-. Todo el mundo se fija en ellas cuando no llevo la capa puesta. No cobro ni muerdo por ello.

    -Vaya-suspiró la chica de Hoenn mientras se le acercaba para entablar diálogo-, ¿cómo fue que te las hiciste?

    -Son las consecuencias de criar a un Bagon salvaje desde que sale del huevo-replicó Zinnia con una sonrisa que no reflejaba más que orgullo-. Muchos se rinden al intentarlo por lo testarudos que son, pero cuando al fin te entienden son el mejor compañero pokémon que hay.

    -Brendan tiene una cicatriz parecida desde el tórax hasta el final de la cintura-comentó May azorada, rememorando la primera vez que vio aquella marca en el cuerpo de su enamorado “Me dijo que se la hizo su Salamence cuando se la noté.

    -Me lo imagino-respondió Zinnia soltando una risita-. Tu novio quedó fascinado al ver a mi Salamence mega-evolucionar cuando combatimos por segunda vez. Como le vi con ganas de entrenar uno, le solicité a la Gran Matriarca del Clan Meteoro que viera de entregarle un huevo de Bagon a mi nombre. Como me encontraba viajando fuera de Hoenn, no podía dárselo en persona. Escuché que le fue casi imposible entrenarlo, pero que Drake del Alto Mando le dio una mano.

    -Eso me dijo también a mí-afirmó la coordinadora, asintiendo con la cabeza-. Los pokémon dragón siempre me han dado repelús por su tamaño y por su temperamento. Quizás por ello recién ahora les he empezado a perder un poco el miedo gracias a Latias.

    -Nadie te culparía-rio nuevamente la cronista-. Muchos de ellos son obstinados y competitivos desde que nacen, y por ende depende de su entrenador aplacar sus peores instintos. En nuestro caso, cuando un miembro del Clan Meteoro alcanza los trece, se le lleva a lo más profundo de la Cascada Meteoro para escoger al pokémon dragón que será su eterno compañero. Una se queda sentada y bien quieta frente a ellos, sin hacer ni un solo ruido, hasta que uno de ellos te elija. Usualmente se terminan pareciendo mucho a su amo en cuanto a personalidad.

    -¿Y cómo te das cuenta de cuál te eligió?-inquirió May intrigada. El concepto de un entrenador siendo escogido por su pokémon inicial era un concepto del que rara vez se oía, puesto que casi siempre solía ser a la inversa.

    -Cuando intente asesinarte-retrucó Zinnia con increíble naturalidad.

    El rostro de la castaña empalideció como si hubiese visto al fantasma de un degollado. La cronista, percatándose de ello, se echó a llorar de la risa mientras se aferraba con ambas manos a la barriga.

    -Tranquila, es broma-aseguró risueña mientras apoyaba su mano derecha sobre su hombro izquierdo-. Generalmente te enteras cuando se acerca a ti y te olfatea. En el peor de los casos, sólo te da un simple mordisco.

    May suspiró repuesta del susto. A pesar de tener una ligera sospecha, no había nada en la voz y rostro desenfadados de Zinnia que indicasen que estaba mintiendo. Una vez vio que la cronista había logrado calmarse, aprovechó para cambiar de tema.

    -Tengo un problema, y quería hablar contigo en privado sobre ello-admitió con pusilanimidad.

    -¿En serio?-preguntó la domadora de dragones interesada, para luego temerse lo peor-¡Oh, espera! Si es por la piedra activadora que te robé hace unos años quiero que sepas que…

    -No, no es eso-negó la coordinadora sonrojada-. Ya te disculpé por eso cuando supe más acerca de ti. En realidad es otra cosa.

    -¿De qué se trata?-indagó Zinnia perpleja.

    -Cuando utilizo mi mega-pulsera con la sceptilita de Sceptile, siempre consigo que éste se convierta en Mega-Sceptile-explicó May cabizbaja-. Pero cuando intento usarla en Latias, nunca jamás reacciona. Lo he intentado todo para que nos sincronicemos, y nada parece funcionar. Y sin embargo a Brendan y Latios no tienen el mismo problema que nosotras. Pensé que una experta en pokémon dragón podría ayudarme a ver qué estoy haciendo mal. O qué de lo que hago bien con Sceptile debería hacer con Latias.

    La cronista se llevó la mano izquierda al mentón, apoyando la derecha sobre su cadera y procediendo a cavilar con tal de hallar la respuesta. Estudió a la coordinadora de arriba a abajo, hasta que sintió que había dado en la tecla.

    -Creo que es bastante obvio-declaró por fin-. Tienes miedo.

    -¿M-miedo?-preguntó May, sintiéndose como si la hubiesen pillado haciendo una travesura-¿A qué?

    -A volar-retrucó Zinnia al instante-. Lo noté mientras veníamos volando hasta aquí. Siempre que te subes al lomo de Latias vuelas muy bajo, y te mareas al mirar hacia abajo por más que estés a unos centímetros de la tierra o del agua. Porque te sientes insegura. Latias debe de percibir esa inseguridad en tu estado de ánimo, y por ello la mega-piedra en su cuerpo rechaza el proceso de mega-evolución. Sólo cuando conquistes tu miedo de verdad será distinto.

    La voz de Latias resonó en las mentes de ambas. La dragona eón había estado escuchando toda la conversación.

    Puede que sea eso.”

    -Es cierto-reconoció la coordinadora, impactada por la revelación. Luego sonrió agradecida-. No lo había visto de esa manera. Creí que había superado mi miedo cuando Brendan me trajo hasta aquí con Salamence, pero sigue allí escondido, sólo que no me había dado cuenta. Gracias, Zinnia. Nos has ayudado mucho. Me gustaría que pudiésemos seguir conociéndonos mejor. ¡Me caes muy bien!

    -El sentimiento es mutuo, May-afirmó la cronista contenta, devolviéndole la mirada con una sonrisa de oreja a oreja-. Y no te preocupes. Si salimos de ésta, ¡continuaré con gusto esta charla!

    Pero las sonrisas en los rostros de las dos chicas duraron poco. Un temerario temblor sacudió de pronto el Pilar Celeste sin compasión, causando que varios Golbat, Swablu y Claydol salvajes huyesen volando por la entrada principal. Los Sableye que merodeaban la torre se hicieron invisibles a modo de defensa, mientras que los Ariados y Mawile, temerosos a morir calcinados afuera, se conformaron con esconderse tras las rocas y piedras que tuviesen al alcance.

    -Lamentamos importunarlas interrumpiendo su conversación-dijo Maxie mientras se reunía con ellas, acompañado de Brendan y de Flannery-, pero necesitamos propuestas para subir hasta arriba. Con los terremotos y maremotos que Groudon y Kyogre están causando, subir las escaleras queda descartada como opción.

    -Y nuestros pokémon voladores todavía necesitan descanso-agregó Brendan, estando consciente del repentino golpe de calor momentáneo que los Latis, Salamence y Crobat habían sufrido, lo que les había forzado a guardarlos en sus balls para que pudiesen reposar.

    -Y dudo que las paredes resistan las pisadas y el peso de Heatran con tantos temblores-añadió Flannery mientras miraba los ladrillos de la edificación que ya habían caído al suelo a causa del último terremoto.

    -Podríamos pedirle a la Gardevoir de Brendan o al Claydol de Spenser que usasen sus poderes psíquicos para elevarnos-reflexionó May-, pero no creo que puedan con todos a la vez. Tendríamos que hacer más de un viaje, y nos tomaría el doble de tiempo.

    -Lo mismo pasaría con mi Noivern y con mi Altaria-concluyó Zinnia, pensando en los otros dos dragones voladores que formaban parte de su equipo de cinco-. Entonces, ¿qué podemos hacer?

    Y fue entonces cuando dos voces que no les sonaban para nada familiares hicieron eco en sus cabezas, tomando a los cinco por sorpresa.

    Déjenlo en nuestras manos.”

    * * *

    -¡Sólo unos centímetros más! ¡Vamos perezosa, que ya casi estás allí! ¡Ya habrá tiempo de flojear!

    Desde los nueve años, Maylene siempre se entrenaba al máximo, llevando a su cuerpo más allá de sus límites. Soportaba cualquier dolor con tal de saber que, cuando llegase la hora del descanso, celebraría su esfuerzo recompensándose a sí misma con una ducha, una botella de agua mineral y un buen tazón de ramen o de onigiri.

    Pero esta vez no corría descalza y sin descanso por la infame y nevada ruta 217 para su enésima prueba de resistencia al frío, ni por diversión. Corría con tenacidad por todo lo que era preciado para ella en el mundo, ignorando los gritos de súplica de sus músculos y diciéndose una y otra vez mentalmente que no podía frenar. Que detenerse significaba la muerte.

    Gritó con genuina alegría al ver a su amiga apenas alcanzó Ciudad Puntaneva. La silenciosa, invernal y ahora deshabitada urbe padecía los terribles efectos de la súbita ola de calor que se había propagado por toda Sinnoh, derritiendo la nieve que cubría tanto su puerto como los tejados de sus viviendas y las copas de sus robustos árboles.

    -¡¿Maylene?!-preguntó Candice estupefacta al verla llegar. La líder de Puntaneva no esperaba ninguna visita en aquel terrible y tenso momento-¡¿Por qué has venido aquí?!

    -¡Te busqué por todas partes!-sollozó la joven líder de Rocavelo mientras pegaba un brinco para abalanzarse sobre ella y posteriormente abrazarla-Creí que habías evacuado junto con todos los demás cuando papá y yo llegamos al refugio en los cuarteles de la liga, ¡pero no te encontré! Así que vine a pie hasta aquí para rescatarte.

    -¿Hiciste eso por mí?-preguntó su amiga asombrada. Si bien sabía lo determinada y resistente que la especialista en pokémon de tipo lucha podía llegar a ser cuando se ponía una meta, la imagen de ella cruzando la Calle Victoria, atravesando medio océano y finalmente aguantando como una campeona el cruel clima de las rutas de nieves eternas que conducían hasta Puntaneva hasta entonces había sido para ella simple y llanamente inconcebible.

    -No podía dejarte morir aquí-retrucó jadeando Maylene, por fin dándole algo de espacio-, a pesar de que Gardenia, Rowan y Cynthia me dijesen que era suicidio.

    -No debiste hacerlo-dijo Candice emocionada y afligida a la vez-. Quiero morir aquí.

    -¿Pero por qué?-preguntó su compañera descorazonada-¡Podrías estar a salvo con todos nosotros allí! ¡No tenías por qué quedarte atrás!

    -No podía dejar mi ciudad-se excusó ella mortificada-. Así que me encerré junto con mis pokémon en el Centro Pokémon para no morir ahogada. Cuando la inundación pasó salí a ver qué pasaba, y me encontré con este calor desquiciante. Y de todas formas alguien debía quedarse atrás. Si Puntaneva muere con el resto del mundo, yo también lo haré con ella. Lo siento Maylene, pero no abandonaré el sitio en el que me crié. Significa mucho para mí. Lo único que lamento es haberte hecho venir hasta aquí en vano.

    La líder de Rocavelo miró a su vieja amiga con lágrimas en los ojos. Imaginando el dolor por el que debía estar pasando, la tomó sorpresivamente de su mano derecha con la izquierda para reconfortarla.

    -Y si tú mueres, yo lo haré contigo-afirmó con un semblante serio.

    -¿D-de veras?-preguntó Candice conmovida por sus palabras.

    La joven de pelo y ojos rosados se limitó a asentir con la cabeza, sin quitarle los ojos de encima o modificar la expresión en su rostro.

    Permanecieron calladas unos segundos, esperando su inevitable final y contemplando cómo algunos árboles cercanos habían empezado a prenderse fuego como consecuencia del calor excesivo. La temperatura continuaba en ascenso, y muy pronto ambas sucumbirían ante la deshidratación y la falta de oxígeno.

    -Me pregunto cómo estará Lucas-se preguntó agotada Maylene, al mismo tiempo que le llegaba a la mente la imagen de su padre muriendo de tristeza una vez se enterase de su horrible destino-. No recibí noticias de él. Al menos pronto me reuniré con él en…

    Un inigualable temblor, seguido de un inefable estruendo, las sacudió sin previo aviso, interrumpiendo su cavilación. Y de pronto el calor ya no parecía afectarlas tanto.

    -¡Ese temblor fue al norte de aquí!-exclamó Candice, girando la cabeza hacia la dirección a la que se refería-Lo que significa que…

    La respuesta llegó a la mente de ambas al mismo tiempo, haciendo que gritaran la misma respuesta mientras se miraban a los ojos la una a la otra.

    -¡EL TEMPLO!

    Sin pensarlo mucho corrieron con premura hacia el norte. Y al llegar, lo que ya se imaginaban se hizo realidad ante sus maravillados y mortales ojos.

    La historia de Sinnoh cobraba vida ante ellas. El rey de Puntaneva había regresado.

    Y en lo más recóndito del archipiélago de Hoenn, tres cámaras se abrieron.

    * * *

    Un cuerpo de roca. Un cuerpo de hielo. Un cuerpo de acero.

    Cuando reúnas a los tres pokémon, el rey aparecerá.

    Esta cueva ha sido nuestro hogar. Lo que somos se lo debemos a los pokémon.

    Pero los encerramos para siempre. Tuvimos miedo.

    Quienes poseen valor y esperanza abren las puertas hacia unos pokémon eternos.
     
  8. Threadmarks: Capítulo 8: Trío, Parte 3
     
    Woona

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    Pokémon: Ragnarok
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    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 8: Trío, Parte 3


    Los nobles guardianes protegerán el mundo que aman”

    Miles y miles de años atrás, el archipiélago que conformaba la región de Hoenn rebosaba de una poderosa e intensa energía natural. Groudon, el primigenio señor de la tierra y de los continentes, y Kyogre, el primigenio señor del mar y de las lluvias, lucharon incesantemente el uno contra el otro con tal de hacerse con aquella energía, desatando incontables terremotos y maremotos que sacudieron el planeta por días y noches enteras, destruyendo innumerables ciudades y acabando incalculables cantidades de vidas inocentes con constantes volcanes e inundaciones. El caos y el desorden eran generales.

    Los humanos no hallaban la forma de apaciguar a las dos egoístas y codiciosas divinidades. Lo único que podían hacer era sobrevivir a como diera lugar hasta que alguien pusiese orden, o hasta que uno de los dos saliese vencedor.

    Un día, en el medio de aquel inacabable conflicto, y proviniendo de lo más profundo y recóndito del espacio exterior, una lluvia de meteoritos sin igual arreció contra el planeta entero. Y uno de aquellos meteoritos impactó contra una gran cascada que hasta aquel entonces era la morada y refugio de un clan sin nombre, cuya conexión y vínculos con los pokémon del tipo dragón era excepcional.

    El enorme y deslumbrante meteoroide irradiaba una despampanante luz cuyo brillo se asemejaba al de los colores del arcoíris, y parecía albergar vida. Atraído por aquel peculiar resplandor, un ser serpentiforme esmeralda bajó desde los insondables cielos, y con un poder para el que ningún otro ser ancestral era rival, anuló los dañinos efectos del sol y de la lluvia mediante un simple rugido, sometiendo a Groudon y a Kyogre para poner fin a su temible contienda.

    Aquel mítico y celestial pokémon que había rescatado a la humanidad de un final inminente pasó a ser conocido como Rayquaza. Y el clan que vivía en la cascada, agradecido por sus acciones, pasó a rendirle culto, reconociéndole como salvador de Hoenn y como rey de los dragones que habitaban su región. Aquella tribu adoptaría el nombre de el Clan Meteoro, en honor al meteoro que había invocado a Rayquaza y por consiguiente salvado sus vidas.

    Mil años después de aquel suceso, un segundo meteorito, mucho más grande que el anterior, alcanzó la superficie del planeta, penetrando el océano y dejando un cráter descomunal. El punto de impacto terminaría convirtiéndose en el hogar de una segunda tribu llamada el Clan Arrecípolis. No obstante, el impacto también fracturó la superficie terrestre, haciendo que de aquella fisura brotase toda la indómita energía de la naturaleza.

    Groudon y Kyogre, que hasta aquel entonces habían permanecido dormidos, percibieron aquel brote y despertaron de su forzado letargo para pelear por él. Y la tierra volvió a ser víctima de una serie de calamidades climáticas y terrestres.

    La gente de Hoenn recordó entonces a Rayquaza, el pokémon legendario de piel y aura verdes que antaño había sofrenado a los dos empedernidos titanes, por lo que decidió congregarse alrededor del meteorito en el centro de Arrecípolis, que estaba emitiendo un brillo parecido al del que había caído el milenio anterior, adquiriendo el aspecto de una ingente piedra activadora.

    Rayquaza, hechizado nuevamente por aquel brillo, descendió de las alturas, y descubrió que esta vez ni Groudon ni Kyogre parecían afectados por su presencia. Los señores de la tierra y del mar, con sus fuerzas renovadas, unieron sus fuerzas para combatir contra el rey dragón, poniéndolo contra las cuerdas.

    Fue entonces cuando dos atrevidos y jóvenes hermanos, un muchacho y una muchacha, captaron con sus poderes psíquicos la ansiedad de Rayquaza, y llegaron a la conclusión de que éste necesitaría de la energía del meteorito de Arrecípolis para poder hacer frente a los poderes combinados del dúo primigenio.

    Juntando sus talentos, el hermano mayor usó su amplio conocimiento en las artes arcanas para extraer parte de la energía de la naturaleza y mezclarla con la del meteorito, produciendo un poder que no se parecía en nada a todo lo visto antes; la hermana menor, por su parte, buscó los materiales requeridos para ayudar al mayor a fabricar un arma que contuviese el recién descubierto poder. Aquella pura y abismalmente poderosa energía fue llamada la Fuerza Dragón.

    Al haber quedado expuestos a esta energía, la Fuerza Dragón activó los genes primitivos de los dos hermanos, aquellos que reforzaban sus vínculos con los pokémon dragones. La reacción se manifestó en sus cuerpos, transformándoles en dos seres de luz que pudieron con sus potenciadas ondas cerebrales y con sus plegarias estimular la durmiente energía de la gran roca.

    La gente oró junto a ellos, elevando con su rezo el brillo del meteorito. E inmediatamente, Rayquaza se vio envuelto en aquella luz deslumbrante. Como resultado, el protector de los cielos reapareció con un nuevo e imponente aspecto, y con su vigor incrementado.

    Cubriendo el cielo con unos largos y dorados bigotes, Rayquaza se interpuso por segunda vez entre Groudon y Kyogre. Su aura esmeralda creció exponencialmente, y un viento más fuerte que cualquier otro sobre la faz de la tierra sopló en los alrededores.

    La luz y el viento zarandearon con fuerza a los dos titanes, despojándoles de su apariencia primitiva. Con gran parte de su poder arrebatada, se sumieron en un segundo y profundo sueño, esta vez con la humanidad separándoles el uno del otro: Groudon fue aprisionado dentro de una caverna submarina en Hoenn construida por el hombre; Kyogre, en lo más profundo de una solitaria isla, dentro de una cueva creada por Ho-Oh y Lugia, el dúo de aves divinas; y por Regirock, Regice y Registeel, los gólems legendarios.

    Viendo que el mundo estaba a salvo, los tres dragones se fueron volando hasta territorio desconocido, con uno desapareciendo en el firmamento y los otros dos perdiéndose en el horizonte. Y la tierra gozó de otro milenio de paz.




    Junior, por favor ayúdame”, suplicó telepáticamente Jirachi, intentando hacer caso omiso al caliente rayo de sol que quemaba su espalda desde arriba, “Esta humana es demasiado pesada.”

    Eso intento”, afirmó a duras penas su compañero psíquico, haciendo un último esfuerzo junto con el pequeño genio por hacer levitar a Flannery hasta el final de la última serie de escaleras. La líder de gimnasio de Pueblo Lavacalda era menos liviana de lo que habían calculado.

    -¡Oigan, todavía puedo escucharlos en mi cabeza!-exclamó la pelirroja enojada y con su cara totalmente roja. Los dos pokémon singulares habían olvidado acallar y volver privada su conversación mental-¡No soy gorda!

    “Un poco más”, consiguió decir Jirachi viendo que su última pasajera estaba casi en el piso de arriba. Una vez comprobó que ésta ya podía poner los pies sobre el suelo, la soltó y suspiró al unísono con Junior. El esfuerzo combinado de ambos había rendido sus frutos.

    Encontrándose nuevamente al aire libre, Flannery fue recibida por una luz enceguecedora que la forzó a taparse los ojos con su mano izquierda para bloquear los rayos del inmisericorde y traicionero sol de Groudon, lo que le permitió distinguir frente a ella unos quince escalones de ladrillo que conducían hacia la azotea, donde estaba segura que los demás la estarían esperando. Sin perder un segundo, y soportando el sofocante calor que la rodeaba, se dispuso a subir lo más rápido que pudo, procurando no tropezarse en el proceso. Jirachi y Junior, que ya no tenían a nadie más a quien subir, la siguieron levitando.

    -Así que éste es el famoso Altar Draco del que tanto he leído-oyó decir a Maxie mientras alcanzaba la cumbre. El geólogo contemplaba fascinado la triangular plataforma que, si se tenía en cuenta el rectangular modo de acceso a la terraza, formaba una gran flecha que apuntaba hacia el norte-. Según mis estimaciones, debemos estar a...¡Casi ciento sesenta y cuatro metros de altura!

    -Y por eso debemos apresurarnos, o acabaremos con el peor y más extremo de los bronceados-retrucó jadeante Zinnia, intentando no pensar ni en el sol abrasador ni en el fuerte brillo que la Estrella Draco emitía desde las alturas, augurando la extinción de la vida en la tierra. La agotada cronista se giró hacia Brendan y a May, quienes se hallaban igual de exhaustos que ella-. Rayquaza sólo podrá ser invocado con la presencia de los elegidos, pero requeriremos del brillo sincronizado de por lo menos cinco piedras activadoras para poder llamar su atención.

    -Igual que antes-concluyó Brendan tras hacer memoria. A pesar del insoportable calor que sentía sobre su nuca, el joven originario de Ciudad Olivo recordaba perfectamente el ritual que Zinnia había llevado a cabo aquella vez para atraer al pokémon legendario-. Y supongo que te hacen falta otras cuatro como en la primera ocasión, ¿no es cierto?

    La cronista asintió con la cabeza, al mismo tiempo que tragaba saliva y se aferraba a la cornisa con ambas manos para no terminar desmayada en el suelo. Tenía que mantenerse lúcida y en pie a como diese lugar, sin importar las ganas que tuviese de caer rendida.

    -Sé que la vez anterior tomé sus piedras activadoras por la fuerza y sin permiso-dijo dirigiéndose tanto a May como a Maxie-, pero necesitaré que…

    -No tienes por qué pedírmela-la interrumpió May, decidida. La joven coordinadora procedió a retirar con esfuerzo la piedra en su mega-pulsera para luego entregársela en la mano-. El mundo está en riesgo, y si ésta es la única manera no te cuestionaré. Es más, será un honor.

    -Como sea-agregó Maxie refunfuñando y dándole también la suya. El líder Magma seguía sin poder borrar de su mente el recuerdo de la aplastante y humillante derrota que Zinnia le había hecho pasar en su propia oficina con sus poderosos pokémon dragón-. Haz lo que debas hacer con ella y después me la devuelves sin un solo rasguño. A mí equipo y a mí nos costó mucho conseguirla en su momento.

    -Aquí tienes la mía-añadió Brendan, dándole la suya apenas Maxie se retiró para permitirle pasar-. Y lo que May ha dicho va también por mi cuenta.

    -Gracias a los tres-respondió Zinnia con una cálida sonrisa, para luego colocar las tres piedras en el centro del altar-. Aunque todavía nos hace falta una quinta.

    -Tal vez yo pueda ayudar con eso-afirmó orgullosa Flannery, sacando la última piedra que necesitaban de un anillo plateado que llevaba en el dedo frontal de su mano izquierda. La revelación causó asombro en el resto del grupo.

    -Flannery, ¿desde cuándo tienes una piedra activadora?-se atrevió a preguntar Brendan anonadado. Al igual que el resto, era la primera vez que veía a la líder de gimnasio de Pueblo Lavacalda portar semejante objeto.

    -Bueno, no desde hace mucho-rio la pelirroja llevándose la mano derecha al cuello, al mismo tiempo que le entregaba su piedra a Zinnia con la izquierda-. La conseguí hace un mes, cuando fui con Roxie de vacaciones a la región de Kalos por unos días. Me la entregó un señor en Ciudad Yantra que decía saberlo todo sobre la mega-evolución. Tristemente todavía no he conseguido una blazikenita para poder probarla con Blaziken, así que de momento no me ha servido de mucho. Para ser sincera, tenía pensado contárselos una vez me hiciese con la blazikenita, ¡pero supongo que mientras tanto al menos será útil para esto!

    “Estaba destinada a acompañarnos”, pensó para sí Zinnia mientras colocaba la piedra de Flannery junto a las otras tres. El hecho de que la entrenadora de pokémon de fuego les hubiese ayudado a invocar a Groudon escalando el Monte Cenizo y que a la vez tuviese en su poder una de las piedras que eran indispensables para la invocación de Rayquaza le hacía pensar que su participación no podía ser pura coincidencia. Que la providencia así lo había querido.

    La cronista se dio la vuelta una vez más, esta vez para mirar tanto a Junior como a Jirachi. El virus alienígena y el pokémon cumplidor de deseos se encontraban flotando a la derecha de Maxie, esperando expectantes a que continuara.

    -Por cierto, gracias a ambos-dijo con una sonrisa sincera-. De no ser por ustedes no habríamos podido subir hasta aquí.

    Brendan, May y Flannery giraron la cabeza para emular su gesto, dedicándoles a ambos pokémon singulares una sonrisa acompañada de un asentimiento con la cabeza. Maxie, por otra parte, se limitó a contemplar a Junior con inocultable curiosidad. El hecho de que el primogénito de Deoxys no sólo siguiese vivo después de tanto tiempo, sino que también le hubiese reconocido y ayudado a subir sin haberle guardado ninguna clase de resentimiento por lo ocurrido años atrás le extrañaba de sobremanera. Y el que ni él ni Jirachi les hubiesen compartido de dónde venían o quiénes les habían enviado no hacía más que plagar su mente de más preguntas.

    “No fue nada”, replicó Junior telepáticamente. A pesar de que no se notaba en sus rasgos faciales, el usualmente inexpresivo pokémon extraterrestre estaba ruborizado por haber visto que sus acciones habían sido reconocidas, “Teníamos que hacerlo. Sabemos lo que buscan hacer, y por eso estamos de su lado.”

    Lo mismo digo”, afirmó Jirachi. La voz del pequeño genio denotaba genuina modestia, “Pero, eh...sólo dennos las gracias salvándonos, ¿quieren? No creo que duremos mucho más tiempo estando bajo esta clase de sol.”

    -Pueden felicitar por ello al señor debemos liberar a Groudon aquí presente-dijo Brendan en voz baja, mirando a Maxie de reojo y con desdén. El joven entrenador seguía sin poder perdonar al geólogo pelirrojo pese a que todos habían estado de acuerdo con su sugerencia.

    Zinnia resolvió seguir el sabio consejo de Jirachi. Sintiendo que estaba siendo cocinada al espiedo por la alta y abrumadora temperatura, la cronista del Clan Meteoro se puso manos a la obra: empezó por arrodillarse justo enfrente de las piedras reunidas, manteniendo una distancia prudente al mismo tiempo. Acto seguido juntó ambas manos, y cerrando los párpados oró en voz alta con las palabras mágicas que conocía de memoria. Las mismas que había usado la primera vez que había escalado hasta el altar, acompañadas de aquel impropio tono que había usado para abrir la entrada al Pilar Celeste.

    -Oh gran joya venerada, que en vuestro puro y radiante seno albergáis la luz del conocimiento, la esencia misma de los ancestros, os imploro que acojáis mi alma que en sacrificio voluntario ofrezco.

    La piedra activadora que portaba en su mega-tobillera emitió un brillo esmeralda tan intenso como aquella vez. Inconscientemente tomó las otras cuatro piedras con sus dos manos, haciendo que éstas se encendiesen y fuesen bañadas también en aquella refulgente luz.

    -Haced realidad nuestras plegarias. ¡Escuchad nuestro ruego! ¡Cumplid nuestros deseos!

    Las baldosas del altar comenzaron a temblar, como si una fuerza desconocida, ajena a los sismos que Groudon y Kyogre provocaban, estuviese reaccionando a las súplicas de la concentrada y meditabunda cronista. Jirachi y Junior, con la poca energía que les quedaba, canalizaron sus poderes psíquicos para evitar que Brendan, May, Maxie y Flannery cayesen de la cima a causa de los temblores.

    -¡YO TE INVOCO, RAYQUAZA!

    El brillo de las cinco piedras creció hasta alcanzar el tamaño de las atizadas llamas de una gran pira de fuego, respondiendo al vehemente ruego. Acto seguido adoptó la forma de un enorme rayo esmeralda que salió disparado hacia el casi interminable cielo, hasta alcanzar la mesósfera. En respuesta a ello, un estremecedor rugido retumbó dentro de lo más profundo de la misma, sacudiéndola con violencia.

    Y entonces él apareció.

    Guiándose por la energía del intenso haz de luz irradiado por las piedras, un gigantesco, largo y para algunos familiar pokémon alado de escamas verdes, cuyo aspecto físico parecía la cruza entre una serpiente y un misil, volaba en picado hacia la torre. En el último segundo, y con impecable maestría, frenó en el aire y estando a pocos centímetros de tocar el suelo del altar, ubicándose justo enfrente de ellos. Y con el aura verde que su cuerpo desprendía, liberó una suave pero notable brisa que alejó el inaguantable calor del sol de la azotea, cubriendo y rodeando a todos los presentes de una refrescante y aliviadora sensación.

    Zinnia, Brendan y May se permitieron sonreír a sí mismos sin darse cuenta: no era otro que Rayquaza, quien había escuchado su llamada de auxilio y había arribado en un santiamén. El señor de los dragones estaba por tercera vez en sus vidas frente a ellos, observándoles con interés y con curiosidad.

    Mientras Junior se escondía atemorizado detrás de Jirachi y adoptando su forma defensiva, Latios y Latias procedieron a salir de sus respectivas balls para revolotear alrededor de Rayquaza, felices por poder reunirse con su padre y señor. Salamence, por otra parte, emergió de su cápsula contenedora para materializarse justo a la derecha de su dueña y postrarse humildemente ante la deidad, cerrando sus ojos cabizbajo y extendiendo sus grandes alas en señal de respeto. Sus compañeros de equipo se le unieron a los pocos segundos.

    -¡¿Éste es Rayquaza?!-pensó Flannery mientras retrocedía y tragaba saliva. La mera presencia del pokémon legendario la intimidaba de sobremanera-Es mucho más grande de lo que me esperaba.

    Maxie ajustó sus lentes estupefacto. A pesar de haberse preparado previa y mentalmente para lo que sabía que atestiguaría, la repentina aparición de Rayquaza le había dejado boquiabierto. A diferencia de Groudon o de Kyogre, el gran ofidio esmeralda infundía admiración en lugar de temor.

    -¡Rayquaza!-imploró Zinnia aún arrodillada, maravillada ante la magnificencia de la ancestral deidad-¡Yo, Zinnia, cronista del Clan Meteoro, he seguido las instrucciones que nos dejaste a través del Oráculo al pie de la letra! ¡He traído a los elegidos ante ti, al igual que a tus hijos! ¡Por eso te pido humildemente que nos ayudes a detener una vez más la contienda entre Groudon y Kyogre! ¡Desatraílla tu verdadero poder y pon punto final a esta catástrofe! ¡Detén el Ragnarok!

    Rayquaza, que hasta aquel momento se había quedado observando a Junior y oyendo tanto lo que Zinnia como lo que el dúo eón le decían en sus respectivas lenguas, dirigió su total atención hacia la cronista y, con la fría y característica mirada de los reptiles, asintió levemente con la cabeza. Sus pequeños y dorados ojos de oscuras pupilas despidieron un apenas perceptible brillo dentro de sus negras escleróticas, al mismo tiempo que los dibujos de anillos en su cabeza y en el resto de su cuerpo se iluminaban, resplandeciendo con un fulgor amarillento.

    Captando la señal de su creador y sabiendo exactamente lo que debían hacer a continuación, Latios y Latias se colocaron a la izquierda y derecha de Rayquaza respectivamente, procediendo a concentrarse. Con sus ojos iluminándose con una radiante luz blanca, el poder mental de los dos dragones psíquicos conectó las ondas cerebrales de los humanos con las de la gran y mítica serpiente, cerrando la brecha que separaba sus lenguas.

    Brendan conocía a la perfección la voz de Rayquaza. Ya la había escuchado una vez en su cabeza, cuando le había ayudado a alcanzar el estado de la mega-evolución con el poder de su piedra activadora y del meteorito que Maxie le había entregado tras haberle frustrado los planes que tenía para él y el Monte Cenizo: era una voz grave y ronca, con un tono siempre solemne e impasible; no obstante, también dejaba entrever un cierto dejo de benevolencia, como si de un padre recto pero amable se tratase.

    “Que el guerrero esmeralda dé un paso al frente.”

    -¿Guerrero esmeralda?-se preguntó May perpleja, sin comprender absolutamente nada. Miró a Brendan, a Maxie y a Flannery, quienes a juzgar por sus expresiones estaban igual de confundidos y perdidos que ella.

    Zinnia quedó patitiesa y patidifusa al escuchar aquellas palabras. El sueño premonitorio de Aster sobre un caballero en armadura esmeralda había resultado ser una realidad después de tantos años, y Rayquaza parecía haber estado esperando todo ese tiempo un escenario exactamente igual. Sin tener idea alguna sobre la identidad del aludido guerrero, su cabeza, ojos y labios se dirigieron al que para ella era el más lógico candidato.

    -Brendan, Rayquaza y tú ya formaron un vínculo antes para detener el meteorito-dijo lacónicamente y extendiendo sus manos hacia Brendan para que retirase su piedra-. Eres el único de los aquí presentes que ha podido despertar su poder. Creo que debes de ser ese guerrero. Toma tu piedra activadora y ve con él.

    El joven de Ciudad Olivo empalideció y parpadeó incrédulo dos veces. Ya había aceptado el hecho tanto por parte de Zinnia como por la de Latios que tanto él como May eran elegidos, pero hasta aquel punto no se le había dicho nada sobre un supuesto guerrero esmeralda. Aquel término o título sonaba demasiado críptico y misterioso para que su mente pudiese comprender su significado. A pesar de ello, decidió hacerle caso a la cronista y tomar su piedra activadora para volver a colocarla en su mega-pulsera. Pero en cuanto avanzó con valor hacia Rayquaza, éste le indicó que se apartara con un lento y gentil meneo de su cabeza.

    La voz del dragón legendario volvió a retumbar en las mentes de todos, reiterando su anterior petición con el mismo tono de antes.

    “Que el guerrero esmeralda dé un paso al frente.”

    La acción del mítico pokémon dejó a Zinnia todavía más confundida que antes. Si Brendan no era el guerrero del sueño de Aster y que Rayquaza buscaba, entonces ya no se le ocurría a nadie que conociese o de quien tuviese registro que pudiese desempeñar semejante papel. Y si todavía no habían hallado a ese alguien, quizás el mundo ya tenía los días contados.

    -Si el muchacho no es a quien quiere, entonces probablemente se refiera a mí-sugirió Maxie orgulloso, llevándose la mano izquierda al pecho y con desbordante vanidad-. ¡Rayquaza, con gusto acepto humildemente el puesto de guerrero esmeralda que has escogido para mí! ¡Prometo guiarte en esta peligrosa batalla y usar sabiamente tu poder para otorgarnos la victoria!

    El geólogo pelirrojo tomó su piedra activadora y se dirigió hacia Rayquaza con completa seguridad de que era el indicado. Pero al igual que como había hecho con Brendan, el pokémon legendario le rechazó; en su caso, empujándole hacia atrás con un leve golpe de su hocico. Acto seguido dijo las mismas palabras por tercera vez.

    “Que el guerrero esmeralda dé un paso al frente.”

    Zinnia se achicó. Brendan y Maxie eran los únicos hombres en el grupo, y si el guerrero esmeralda no era uno de ellos, oficialmente se habían quedado sin forma alguna de contestar a la demanda de Rayquaza.

    -Tal vez el guerrero esmeralda no sea un hombre, sino una mujer-caviló May en voz alta para luego levantar la vista hacia el dragón-. ¿Estoy en lo correcto, Rayquaza?

    Rayquaza asintió de nuevo con la cabeza, dibujando una sonrisa en el rostro de May. Sin embargo, la esperanza en el corazón de la coordinadora no duró mucho, pues apenas se había movido hacia adelante cuando la serpiente alada la alejó delicadamente con su larga cola, haciéndola retroceder y repitiendo la misma petición por cuarta vez.

    “Que el guerrero esmeralda dé un paso al frente.”

    La deprecación de Rayquaza provocó que Zinnia se viese a sí misma invadida por el miedo. Se estaban quedando sin opciones, y pese a que el bucle de aire del protector de la capa de ozono les mantenía frescos, podía sentir cómo el tiempo se estaba acabando para el planeta. Temblorosa, y al igual que el resto, giró la cabeza para ver a Flannery.

    -Podré tener espíritu de guerrera cuando me lo propongo, pero el verde esmeralda no combina conmigo-contestó la líder de Lavacalda nerviosa, en un fútil intento por hacer un chiste con tal de alivianar la tensión que se estaba viviendo.

    Y fue en ese preciso instante en el que Zinnia comprendió que sólo quedaba una posible respuesta. La primera en la que había pensado, y la que más rápido había descartado. Pero no podía ser. No existía manera alguna de que fuera la correcta.

    “Que el guerrero esmeralda dé un paso al frente.”

    Con todo y a la vez sin nada que perder, palpó gentilmente el largo cuello de Salamence y, respirando profundamente, encaró a Rayquaza colocando nuevamente su piedra activadora en su mega-tobillera. Y al ver que el pokémon legendario no daba indicio alguno de querer que se apartase, perdió el aliento.

    -¡¿Qué?!-preguntó alarmada en voz alta, dando tres pasos hacia atrás-¡Esto es imposible! ¡No puedo ser la guerrera esmeralda! ¡Mi misión era traer a los elegidos ante ti! ¡Tiene que haber alguna equivocación!

    Rayquaza negó con la cabeza, sin alterar en lo más mínimo la expresión de su rostro.

    -Sigo sin entender nada-admitió Brendan en voz alta. El joven de Ciudad Olivo estaba oficialmente confundido-. ¿Qué es todo esto del Guerrero o Guerrera Esmeralda? Zinnia, cuando nos hablaste acerca de la profecía del Oráculo no nos mencionaste nada de eso.

    -¡P-porque no formaba parte de ella!-titubeó la cronista, sin poder ocultar su desconcierto-M-mi amiga Aster tuvo hace muchos años un sueño premonitorio sobre un guerrero montando a Rayquaza en una armadura esmeralda. ¡Creíamos que podía haber sido de un futuro que no había llegado a cumplirse! Pero ahora…

    -¿Tu amiga es el Oráculo del Clan Meteoro-inquirió May, todavía más desorientada que Brendan, quien por lo menos recordaba el nombre de Aster.

    -¡N-no!-negó Zinnia avergonzada-S-se suponía que sería la siguiente cronista de nuestro clan. Pero l-luego la perdimos y...y-yo tuve que tomar su lugar.

    -Esto es más complicado que mi relación con mi abuelo-caviló Flannery mareada y de brazos cruzados, sintiendo que toda la situación escapaba por completo a su entendimiento.

    -Estamos perdiendo tiempo valioso-afirmó Maxie irritado, viendo preocupado cómo a lo lejos Groudon y Kyogre seguían trabados en el intenso combate que decidiría quién de los dos se quedaría con la energía natural de Arrecípolis. Luego se giró a ver a Zinnia para apuntarle con el dedo índice de su mano izquierda-.¡Escucha, mujer demente! ¡Podré no entender del todo lo que dices o lo que está ocurriendo aquí, pero te ordeno que vayas con ese pokémon de inmediato! ¡Porque si no lo haces, me encargaré personalmente y a mi manera de que nos obedezca!

    -¡Pero es que no lo entienden!-vaciló ella nerviosa, rodeada de sus curiosos pokémon dragones que la observaban vacilantes-¡Debe de ser Brendan! ¡Él fue quien formó un vínculo con Rayquaza! ¡No hay manera en la que yo pueda ser…!

    Un ensordecedor rugido proveniente de atrás acalló a la cronista, seguido de la voz de Rayquaza retumbando en su mente.

    “No me des la espalda. Avanza.”

    Zinnia tragó saliva y volvió a mirar a Rayquaza a los ojos. El pokémon ancestral seguía aguardando a que fuera hacia él, y parecía estar comenzando a impacientarse. Resignada y paralizada por el miedo, permitió que Tyrantrum y Salamence la empujasen hacia adelante con el hocico, mientras que Altaria, Noivern y Goodra se limitaron a contemplar la escena expectantes.

    “Si alguien tiene que servir como la llave a Rayquaza, ésa debes de ser tú.”

    Las palabras de Spenser resonaron en su memoria mientras veía cómo los dibujos en el cuerpo de Rayquaza se empeñaban en brillar con mayor fuerza. Recordaba vívidamente el cómo el Oráculo se había referido a ella como “llave” cuando vaticinó el Ragnarok. Se había negado a pensar que todo estaba escrito, que podía invocar a Rayquaza sin la ayuda de los elegidos, sin tener que esperar a que Kyogre despertara o a que los eventos se pusiesen en marcha. Que podría cortar el problema de raíz y luego poner fin a su propio sufrimiento. Pero sólo se había mentido a sí misma.

    “Zinnia del Clan Meteoro. Has cometido grandes pecados contra tu gente y contra el mundo.”

    El aire alrededor suyo aumentó su densidad. Su corazón latió con celeridad mientras se preparaba mentalmente para ser juzgada.

    “Asumiste la posición de Aster como cronista sin el completo consentimiento de tu clan. Ayudaste a ese hombre a despertar a Groudon en un intento por invocarme, poniendo en peligro y causando la muerte de varias personas y pokémon, incluyendo la Kecleon de ese muchacho. Y arriesgaste el destino de esta región y de tu gente por intentar formar un vínculo conmigo para detener el meteorito.”

    Centenares de lágrimas aparecieron en sus ojos. Involuntariamente dobló sus rodillas y llevó ambas manos a su rostro, intentando en vano secar sus lagrimales.

    “Tenía que hacerlo. Hoenn corría peligro según la profecía. Tenía que parar ese meteorito contigo por Aster, Rayquaza. ¡Quería pararlo contigo!”

    “Y por ello casi causaste la completa extinción de la tierra dos veces. ¿Comprendes la gravedad de tus actos? ¿Lo que pudiste haber provocado?”

    El dolor que ya había comenzado a oprimir su pecho creció todavía más. Sollozando, alzó su vista hacia Rayquaza, implorando misericordia.

    -No hay día que pase sin que me arrepienta de lo que hice. He intentado por años ocultarlo bajo mi sentido del humor, mostrándome optimista y afectuosa con todos para que nadie se preocupe por mí. Pero ya no puedo seguir así. En verdad lo lamento.

    “Sé que lo lamentas. Llevas mucho tiempo intentando alejarte de todo, vagando por la vida sin rumbo fijo y en busca de un final que sientes que jamás llegará. Pero no he venido a juzgarte, y tampoco a castigarte. Sino a decirte...que te perdono.”

    Zinnia miró de reojo a Brendan, quien junto con May y los demás observaba estupefacto la escena, preguntándose de qué estarían hablando ella y Rayquaza. El solo hecho de que sus ojos se posasen sobre el joven elegido produjo que los celos que llevaba unos cuantos años reprimiendo floreciesen tan rápido como las flores de un almendro anunciando la llegada de la primavera.

    -¿Por qué lo elegiste a él para despertar tu poder? ¿Por qué no quisiste formar un lazo conmigo? ¿Fue el meteorito que él llevaba? ¿Mi ofrenda y el sacrificio que estaba dispuesta a hacer fueron insuficientes para ti?

    La voz de Rayquaza adoptó un tono más apagado, casi melancólico.

    “Elegí al muchacho porque no estabas lista. Porque querías detener el meteorito para morir. Y porque aún no habías sido purgada de tus faltas.”

    Los ojos de la cronista se agrandaron al comprender el significado detrás de las palabras del dragón. Su labio inferior tembló tras el enrojecimiento de sus mejillas.

    “El errar por el mundo con arrepentimiento, el experimentar la pérdida otra vez con tu pequeña Whismur, el regresar después de tanto tiempo a este altar exigiendo una audiencia conmigo sin importarte lo que te pasara, el anteponer tu obligación a tu deseo de reunirte con Aster en la otra vida...esa fue tu penitencia.”

    La voz de Latios se unió a la conversación telepática con un tono austero, tomando a Zinnia completamente desprevenida.

    “Así como tú vigilaste a Brendan y a May desde lejos, nosotros también te vigilamos a ti. Vimos con el poder de nuestra mente los lugares que visitaste. Las personas a las que conociste y que ayudaste desinteresadamente. Las experiencias de las que tomaste notas. El dolor que sentiste al perder a tu pokémon. Todo el bien que hiciste hasta que tu clan te llamó para que volvieras. Para que el Oráculo te advirtiese sobre lo que vendría.”

    La domadora de dragones abrió la boca con el fin de hacer todas y cada una de las preguntas que ahora revoloteaban alrededor de su atestada mente, sólo para ser detenida por una dulce voz femenina: era Latias, quien había decidido completar la oración de su hermano.

    “Sabemos que has madurado. Sabemos que estás preparada.”

    Rayquaza cerró los ojos y asintió. El dúo eón había plasmado oralmente sus pensamientos a la perfección.

    “No eres la única que se ha castigado por lo que le ocurrió a tu amiga. Yo también la tenía en gran estima, y desearía haber podido protegerla para que ella pudiese haber creado un lazo conmigo. Pero soy casi tan viejo como este mundo, y con la sabiduría de cientos de millones de años he aprendido a perdonarme a mí mismo. Así como también he sabido perdonar a otros, o aceptar que los hijos no deberían ser reprendidos por los pecados de sus padres.”

    Los ojos de la serpiente alada miraron por un segundo a Junior. El virus alienígena sintió como si un gran peso en lo más profundo del núcleo de su alma hubiese sido levantado al terminar de oír aquellas alentadoras palabras.

    “Si de verdad deseas salvar al mundo, honrar aquello por lo que Aster y otros pelearon, pelean y seguirán peleando, debes dejar ir tu pasado. Sólo así podrás convertirte en la guerrera esmeralda, en la llave que conducirá a los elegidos a la salvación del planeta. ¿Estás dispuesta a ello?”

    Zinnia secó sus lágrimas lo mejor que pudo y se limitó a ver a Rayquaza a los ojos, esta vez con fuerza y con resolución. No necesitaba pensar su contestación dos veces. La respuesta escapó de sus labios con firmeza y con decisión.

    -Sí, lo estoy.

    “Entonces tu última prueba te aguarda. Perdóname por lo que estoy a punto de hacer.”

    -¿Hacer? No lo entiendo. ¿Qué estás a punto de…?

    Pero las palabras de Zinnia murieron en su boca cuando percibió una nueva y punzante sensación entre su pecho y su cintura. Jadeando ante la súbita necesidad de jadear en busca de aire, dirigió su mirada hacia abajo para descubrir lo impensable: Rayquaza había atravesado su estómago mediante un fugaz y limpio movimiento con el extremo final de su cola, aplastando tanto su hígado como también sus intestinos en el proceso.

    La parte racional de su cerebro y los acelerados latidos de su corazón retumbando en sus tímpanos le decían que debía estar muerta, o que por lo menos pronto lo estaría a causa de la hemorragia que el ataque del pokémon legendario le había provocado. Y sin embargo, a pesar de ello, se sentía en paz. Como si la agonía que la había atormentado por tanto tiempo finalmente se hubiera desvanecido para nunca jamás regresar.

    Sintió una fuerza color verde lima y cálida ingresando en su torrente sanguíneo mientras sus ropas comenzaban a disolverse, con la piedra activadora de su mega-tobillera brillando con viveza. Y lo último que vio antes de que su mente dejase de procesar los impulsos eléctricos repletos de información que estaba recibiendo fue cómo el aspecto de Rayquaza empezaba a cambiar.

    La energía que los cuerpos de la cronista y del dragón alado expulsaban se manifestó en la forma de una enceguecedora aura de luz esmeralda que cubrió la cima del Pilar Celeste en su totalidad. Con Junior y Jirachi enfocándose en cubrir a Flannery y a Maxie, Brendan retrocedió cegado involuntariamente. El joven originario de Ciudad Olivo tropezó con un pequeño guijarro que le hizo perder el equilibrio y precipitarse hacia una segura perdición.

    -¡AUXILIO!-profirió horrorizado.

    Latios, sintiendo que su descendiente y entrenador estaba en problemas, voló en picada lo más rápido que pudo hacia él con el fin de interceptarlo, pero justo cuando estaba por atraparle con sus patas perdió el conocimiento a causa del agotamiento mental. Al haberse alejado del bucle de aire de Rayquaza, había caído nuevamente víctima de los perjudiciales rayos del sol de Groudon.

    -¡BRENDAN!-alcanzó a gritar May mientras en un impulso se tiraba para salvar a su prometido y subida al lomo de Latias, quien estaba igual de desesperada que ella por salvar a su hermano-¡TOMA MI MANO!

    Entrenadora y dragona unieron mente y sentimientos para llegar a sus objetivos. Y cuando ambos jóvenes unieron dedos y palmas, la luz proveniente del Altar Draco llegó hasta ellos, engulléndolos de inmediato.

    El tiempo se congeló. El espacio se deformó. Y por un segundo que pareció infinito, no hubo diferencia alguna entre materia y alma.




    “Así que...mañana a la noche te vas, ¿no es cierto?”

    “Eso me temo. Mamá y papá me ayudaron a terminar de empacar. Y Lisia ya ha sacado los boletos para el S. S. Marea. Me ha prometido que viajaremos con clase en el mejor camarote disponible.”

    “No tienes idea de lo mucho que voy a extrañarte.”

    “Yo también te extrañaré mucho. Pero tranquilízate, te escribiré aunque sea una carta al día.”

    “...son extraños, ¿no crees? Los Tropius. Nunca había visto tantos de ellos en el cielo.”

    “Oh sí, vaya que lo son. Dicen que los ejemplares más grandes dentro de la especie crecen cuanta más luz solar absorben sus alas.”

    “Y siempre parecen volar sin ninguna preocupación. Como si supiesen que nada puede pararles.”

    “Desearía ser como ellos. Poder volar montada en Swellow para hacer presentaciones más llamativas, sin aterrarme con lo que podría llegar a pasarme si me caigo. Pero supongo que siempre seré una miedosa que no podrá cumplir su sueño.”

    “Mamá me dijo una vez que los sueños son como los pokémon voladores. Que si creemos lo suficiente en ellos nos salvan. Nos elevan. Nos transforman.”

    “¿Y qué piensas tú sobre eso?”

    “Que puede que tenga razón. Que si creemos y nos concentramos en lo que queremos, cualquier sueño que tengamos se cumplirá.”

    “Entonces tomémonos de las manos y juremos solemnemente que para cuando volvamos a vernos el otro habrá cumplido su sueño. Será como una forma de desearnos buena suerte.”

    “¿Crees que algo así funcione?”

    “Pues probar no nos cuesta nada, ja, ja.”

    “...Es cierto. Bueno, juro solemnemente que mi amiga será la mejor coordinadora en Sinnoh como ya lo es en Hoenn, sin temor a volar.”

    “¡Y yo juro solemnemente que mi mejor amigo será...cualquiera que sea el rango de entrenador que esté por encima de campeón!”

    “May…”

    “¿Sí, Brendan?”

    “Prométeme que no importa a dónde vayamos, estaremos el uno al lado del otro.”

    “Siempre.”





    -Gloria, es inútil-insistió apenado Ethan, tironeando suavemente del brazo de la muchacha de Galar para que se pusiese de pie. El chico de Pueblo Primavera ya no sabía qué más hacer para consolarla. Todo lo que quería era volver con Lyra, cerciorarse de que estuviera bien-. Sé por lo que estás pasando, pero…

    -No tienes ninguna idea de por lo que estoy pasando-musitó Gloria secamente, abrazando con más fuerza el frío e inerte cuerpo de Hop. El rostro de la joven campeona estaba completamente pálido y ensombrecido, despojado de cualquier atisbo de emoción-. Fue una mala idea acompañar a May e ir tras ese pokémon legendario. Ahora mi mejor amigo se ha ido, y todo porque no supe bloquear un ataque yo misma. Tenía razón: sólo llegué a donde estoy por pura suerte. Y ahora alguien más ha pagado el precio por mi ineptitud. Por no tener la misma suerte que yo.

    -¡No puedes arrepentirte ahora!-protestó él indignado, al mismo tiempo que se protegía del fuerte calor del sol bajo la protectora ala izquierda de Lugia-¿Qué pasó con lo de no dejar que todos muramos ahogados? ¿Con el discurso que usaste para motivarnos?

    -Eso fue antes de que Hop muriera por mi culpa-sollozó ella mientras sentía la suave caricia del hocico de Zacian en su mejilla derecha-. Lo comprenderías si supieras lo que se siente. Ya nada importa para mí. Y si tenemos que morir, que así sea.”

    -Es cierto que no lo comprendo-objetó el entrenador estrella de Johto “Pero sí comprendo esto: auto-compadecerse no resuelve nada. ¿Quieres que Hop no haya muerto en vano? ¡Levántate y sigue peleando por tu vida conmigo! ¡Con los demás! Es lo que él hubiese querido. Ya habrá tiempo de llorar cuando estemos todos a salvo de que nos mate o el agua o el sol.”

    Su discusión cesó cuando una inesperada y momentánea serie de temblores sacudió la roca en la que se encontraban, forzándoles a aferrarse a la superficie de la misma para evitar caer a los rápidos. Era como si algo-o alguien-pesado estuviese remeciendo el mar y la tierra con tan sólo andar.

    -¡Oh, rayos!-gritó sobresaltado Ethan mientras giraba la cabeza para ver cómo a varios metros de distancia Groudon y Moltres hacían retroceder a Kyogre con un ataque conjunto de Llamarada, generando una explosión que podía escucharse a más de un kilómetro de distancia-¡Los terremotos de esos dos arrasarán con todo!

    Pero su afirmación fue corregida cuando la voz de Lugia resonó tanto en su mente como en la de Gloria.

    “No fueron ellos, sino él.”

    Zacian comenzó a aullar con la vista clavada en el oeste. Y fue al ver en la dirección a la que éste apuntaba con la cabeza que lo detectaron: abriéndose paso a través de las tumultuosas y turbulentas aguas, un gigantesco ser bípedo de piel blanca y cabeza amarilla avanzaba impertérrito por el ancho e hirviente mar, zarandeando el lecho oceánico y cubriendo grandes distancias con sus atronadoras pisadas. Cuidando su retaguardia y sus costados, tres seres similares pero de menor tamaño le seguían lealmente: el primero con una piel formada a partir de rocas, piedras y guijarros; el segundo, con un cuerpo conformado por varias formas angulares, picudas y cónicas que parecían cristales relucientes; y el tercero, con rostro, torso y brazos oscuros, junto con una gruesa armadura de metal levantado que protegía tanto sus hombros como el resto de su esférico físico.

    -¿De dónde provienen esas criaturas?-inquirió el joven de Johto cada vez más desorientado, presenciando la increíble escena. Había algo en los fríos y mecánicos movimientos de aquellos titánicos seres con ojos en forma de puntos geométricamente alineados que le producía calosfríos-¿Son...pokémon?

    Lugia no perdió tiempo y contestó su pregunta.

    “Son Regirock, Regice y Registeel, los gólems protectores de Hoenn. Ellos nos ayudaron a Ho-Oh y a mí a construir la prisión que era la Roca Ombligo. Aquel que les lidera es…”

    -Regigigas, señor de los Regis-completó titubeante y desconsolada Gloria, aún aferrándose a Hop como si no hubiese un mañana-. T-tenemos una leyenda acerca de él en Galar. S-se dice que fue él quien forjó la espada y el escudo que permitieron a Zacian y a Zamazenta poner fin al Día Oscuro de Eternatus. La gente de las Nieves de la Corona le llama El Titán Herrero.

    Deteniéndose abruptamente e indicándole con un gesto a sus creaciones que debían hacer lo mismo que él, Regigigas profirió un estruendoso y electrónico pitido que no tardó en degenerarse, terminando en un grito ronco y ahogado. Acto seguido alzó lentamente su gran mano izquierda, y con uno de sus tres largos y gruesos dedos humanoides apuntó hacia Kyogre, Groudon y Moltres, quienes ya parecían haberse percatado de su llegada.

    Regirock, Regice y Registeel comprendieron la orden, y siempre fieles a su maestro la acataron ipso facto. Mientras el primero envolvía todo su cuerpo en una extraña y brillante aura rosada, los otros dos se pusieron a la ofensiva, liberando de sus ojos dos fuertes hiperrayos que impactaron de lleno contra Groudon. Éste, habiendo recibido unos míseros raspones, dejó por unos segundos de pelear con Kyogre y, emitiendo un reverberante rugido, se dio la vuelta para levantar desde el centro de la tierra una hilera de filosas rocas cubiertas con incandescente lava, apuntando su ataque hacia Registeel. Momento que Kyogre aprovechó para crear tres grandes anillos de agua a partir de las gotas de lluvia que seguían mojando su cuerpo, con el fin de sanar el daño recibido durante el combate al mismo tiempo que se rehidrataba.

    Viendo llegar el inminente ataque, Regice protegió a Registeel de la ira de Groudon, interceptando el movimiento con un campo de coloración cian que a duras penas detuvo el avance de las rocas. Registeel, agradecido, usó el tiempo que Regice le había conseguido para juntar ambas manos, logrando mediante la meditación que su grisácea armadura adquiriese un aura tan plateada y tan reluciente como un escudo ovalado recién pulido. Y Regirock, por otro lado, disparó desde su ser una lluvia controlada de piedras y rocas filosas contra Moltres, quien pretendía atacar a sus hermanos por detrás.

    Con sus retoños combatiendo contra los temibles señores del mar y de los continentes, Regigigas viró en dirección contraria al conflicto, y en menos de siete zancadas llegó hasta donde se encontraban Ethan, Gloria, Lugia y Zacian, ignorando el tirón de los rápidos y haciendo añicos las rocas picudas en su camino con su descomunal y titánica fuerza, como si estuviesen hechas de vidrio. Su inmensa sombra otorgó al cuarteto un improvisado pero eficiente refugio del sol asesino.

    -¿Qué...qué es lo que quiere?-preguntó Gloria azorada e incrédula sujetando todavía el lacerado cuerpo de Hop, sin importarle lo mal que oliera. Las altas temperaturas provocadas por el ardiente sol de Groudon habían acelerado a pasos agigantados el proceso de putrefacción. El cadáver del pobre muchacho estaba a punto de prenderse fuego.

    Regigigas no le contestó. Sin pedir permiso, tomó del suelo la rota y oxidada espada de Zacian, quien habiéndole reconocido se había agachado para hacerle una reverencia. Acto seguido produjo con ella un corte en uno de sus dedos, del cual para sorpresa de los jóvenes brotaron unas pequeñas gotas de lava ardiente. Y mientras esto ocurría, comenzó a recitar en su lengua unas palabras que, para aquellos que no las entendieran, sonaban como el destartalado timbre de un portero.

    -Sangre del herrero para la llama de la vida.

    Con la lava esparciéndose encima de la espada en la palma de su mano derecha, Regigigas hurgó con su mano izquierda el arbusto cubierto de musgo que se había formado encima de su hombro derecho. De éste sacó numerosos trozos de acero que parecían ser del mismo grosor que la hoja del arma, a la vez que emitía unos pitidos que sonaban casi iguales a los de una máquina de fax.

    -Hierro y carbono extraídos de la tabla del Creador, tomados sin permiso.

    El rey de Sinnoh no perdió ni un segundo, y sumergió los fragmentos en el río de lava que ya se había formado sobre su resistente palma. Después de eso, juntó ambas manos y empezó a ejercer presión sobre los mismos y sobre la espada.

    -¡Y fuerza feérica y de los dragones, obsequio de la Señora del Verde y del Señor de los Cielos!

    Regigigas profirió un fragoroso grito idéntico al arranque del motor de un tractor, y como resultado sus siete ojos se iluminaron, al igual que las gemas incrustadas a los costados de su torso. Estrujó con todas sus fuerzas mientras un cegador brillo magenta y púrpura amenazaba con escapar de su agarre. Sus potentes manos y su indómita fuerza contuvieron la ensordecedora explosión que se produjo segundos después. Y cuando el humo se disipó, separó y abrió ampliamente sus palmas, revelando a los presentes el contenido de las mismas.

    Gloria sintió que su espíritu se elevaba al verse bañada en la poderosa luz que las manos del señor de los Regis emitían. No era para nada una luz ordinaria. Era intensa, pero no enceguecedora. Deslumbrante, pero halagüeña.

    Era esperanza. Y era lo único que ella y Zacian necesitaban ver en aquella oscura hora.




    Moltres estaba exhausto. Con los rocosos ataques de Regirock bloqueándole el paso, no tenía forma alguna de acercarse ni a Regice ni a Registeel para brindar apoyo aéreo a Groudon. Por mucho que el sol del señor de la tierra y de los continentes energizase sus ataques de fuego, no podría quedarse usando su ataque de Lanzallamas para derretir aquellas afiladas rocas por siempre. Tarde o temprano una piedra perdida se clavaría o en sus alas o en una zona mucho más vulnerable.

    El Ave del Fuego ya había sentido las muertes de Articuno y de Zapdos en su mente. Quienquiera que hubiese acabado con las vidas de sus hermanos e intentado sabotear la llegada del Ragnarok lo pagaría con creces una vez todo estuviese dicho y hecho. La sangre en sus venas hervía tanto como las llamas en su cabeza y en sus alas a causa de la cólera que lo dominaba, sirviéndole de combustible.

    Empezaba a frustrarse con la reiterada intromisión de Regirock: aquella energía rosada parecía haber fortalecido tanto la dureza del cuerpo del gólem de roca como también el grosor y el filo de sus proyectiles. Lo único que parecía tener como ventaja contra él era su velocidad nata al volar, pero aún con eso su oponente parecía saber exactamente por cuál flanco atacaría y contestar acorde en tiempo y forma.

    Tenía que deshacerse de esos inmundos Regis a como diera lugar. Sin Articuno matando con su tormenta de nieve toda la vida terrestre y sin Zapdos alimentando con sus rayos de tormenta el diluvio de Kyogre, tendría mucho trabajo por delante apenas Groudon eliminase a Kyogre. Juntos expandirían la masa terrestre y harían que la humanidad y el mundo entero ardiesen por haber osado rechazar su poder. Por haber osado rechazar todo lo que Groudon les había dado.

    Decidió abrir sus alas de par en par para invocar un remolino que mandase a volar a Regirock por los aires, despejando su camino. Pero justo cuando estaba por hacerlo, un cuerpo desconocido se puso enfrente suyo a una velocidad que no existía ni en ese ni en ningún otro plano de la existencia. Lo único que llegó a ver antes de cerrar involuntariamente los ojos fue un gran aro dorado y una fuerte luz de energía azul purpúrea tragándolo entero.

    Cuando volvió a abrirlos descubrió que el fragor de la batalla había cesado, y que ya no sentía la caricia con la que los rayos de sol llenaban sus llamas y su plumaje de vitalidad. Algo andaba terriblemente mal.

    -¿Pero qué ca…?

    Dondequiera que estuviese era seguro que ya no se encontraba en el archipiélago de Hoenn: allí no había ni cielo, ni mar ni tierra. Ni humanos. Ni pokémon. Sólo un continuo e interminable túnel donde la energía azul purpúrea fluía hacia adelante sin complejos ni ataduras. Era como si hubiese terminado varado en el mismísimo fin del universo.

    Decidió dejar descansar sus alas y aterrizar en donde fuera que se pudiese, sólo para descubrir que su cuerpo flotaba en contra de la lógica y de la razón. La fuerza de gravedad parecía no aplicar en esos lares. Y el tiempo brillaba por su ausencia.

    “Bienvenido.”

    Aquella familiar voz le hizo darse la vuelta. Su sorpresa fue velozmente reemplazada por una furia indescriptible.

    -¡TÚ! ¡¿Cómo escapaste?! ¡Mi Furia Candente debió haberte dejado inmovilizado para siempre!

    Jirachi frunció el ceño y adoptó una pose ofensiva.

    “Recibí ayuda.”

    -¡¿Qué es esto?! ¡¿A dónde nos has traído?!

    “Le pedí a un viejo y lejano amigo el favor de que nos metiera a ambos aquí. Estamos en el espacio entre las distintas dimensiones que conforman nuestro y otros universos. Un vacío en el que permaneceremos hasta que uno de los dos muera.”

    -¡JA! Pobre tonto cobarde. Si de verdad querías que te matara, pudiste haber dejado que lo hiciera en el campo de batalla.

    El pequeño pokémon genio se mantuvo impasible ante la provocación del fénix oscuro. De forma disimulada, cerró sus ojos y comenzó a meditar, buscando relajarse para que su mente entrase en un estado de paz y de quietud.

    “No hago esto por ti, ni por mí. Aunque me derrotes de nuevo, no saldrás de aquí. Y no estorbarás a los elegidos.”

    Moltres soltó un graznido que contenía odio puro y palpable.

    -¡MISERABLE! ¡¿Crees que con esto me detendrás?! Una vez te destruya hallaré la salida. Y Groudon y yo aplastaremos a sus salvadores. ¡Ni nada ni nadie más postergará el Ragnarok!

    Pero su enojo mutó en miedo en cuanto vio que Jirachi no le guardaba ningún temor. El pokémon singular seguía meditando en posición de loto, incrementando cada vez más su ataque y defensa mientras hacía caso omiso a sus amenazas.

    -¡MUCHO MENOS UN GENIO DE PACOTILLA!

    Furioso, Moltres arremetió contra Jirachi a toda velocidad, envolviendo su cuerpo en un aura blanca y anaranjada con tal de aumentar la potencia del inminente impacto. Jirachi, concentrado, esquivó el ataque con relativa facilidad para aparecer justo por detrás de su oponente, causando que éste frenase su ataque y girase la cabeza incrédulo.

    -¡Es imposible! ¡¿CÓMO PUEDE SER QUE SEAS TAN RÁPIDO?!

    Jirachi procedió a contestar calmadamente su pregunta mientras cerraba los ojos para volver a meditar y aumentar su fuerza y resistencia.

    “Este lugar rebosa de energía cósmica. Emula las condiciones del núcleo del cometa dentro del que nací. Y combinado con mi Paz Mental, me permite estar a mi máximo potencial.”

    Moltres sintió un nudo en la garganta. Dejándose llevar por sus emociones, soltó un fuerte alarido que se manifestó físicamente en unas veloces ondas de aura siniestra. Pero Jirachi volvió a evadir sus movimientos, y mientras lo hacía envolvió su cuerpo con sus alas para emitir un brillo blancuzco muy peculiar.

    “Masa...Cósmica...Protección...”

    Creó un campo de energía color verde claro para escudarse de la potente Onda Ígnea que Moltres liberó de su cuerpo. Y cuando el ataque se esfumó, desenvolvió su cuerpo para abrir el ojo en su barriga y acumular energía. Su oponente perdió la cabeza al ver al pequeño genio esplender con vigor.

    -¡Muy bien, tú lo has pedido! ¡FURIA CAN…!

    Pero el ataque no pudo terminar de ejecutarse. El Deseo Oculto de Jirachi salió disparado desde su tercer ojo, en la forma de un enorme y enceguecedor rayo de luz. Y Moltres sintió cómo una fuerza cósmica y salvaje aplastaba todos los huesos de su torso contra su corazón, causándole una hemorragia.

    “¿Qué habías dicho sobre que estaba equivocado con que mi Deseo Oculto te detendría?”

    El Ave del Fuego perdió el aliento. Todo su cuerpo estaba destrozado por dentro, y por más que usase sus habilidades curativas de fénix con un pequeño movimiento de Respiro tardaría demasiado tiempo en reparar el daño recibido. Tiempo del que no disponía, ni del que dispondría.

    “Ojalá me hubieses hecho caso cuando te advertí en el Monte Plateado que parases. Pero te daré una segunda y última oportunidad. Ríndete y prometo que te ayudaré a sanar.”

    Moltres no podía salir de su estado de shock. Viendo cómo Jirachi empezaba a reunir en sus manos energía de la luna que había juntado por milenios dentro de su cometa, lo único en lo que podía pensar era en cómo todo terminaría pronto. Sus hermanos habían perecido, y con él muerto Groudon quedaría sin apoyo contra los elegidos. Humanos y pokémon tendrían la chance de luchar y de sobrevivir. No obstante, si tenía que hacerlo, moriría aferrado a su ideal antes que vivir de rodillas, obedeciendo los designios de aquel maldito genio y de su padre. Con su último aliento, maldijo a sus dos enemigos en un graznido cargado tanto de cólera como de profundo sufrimiento.

    -¡PÚDRETE!

    Jirachi sintió el anhelo de su enemigo por darle fin a todo. Terminó de cargar su ataque y lanzó hacia adelante un enorme y resplandeciente orbe de coloración rosada.

    “Fuerza Lunar.”

    La energía feérica del orbe se abrió paso a través del plumaje y de la carne de Moltres, derritiendo huesos y órganos como el más corrosivo de los ácidos. Y mientras su corazón era alcanzado, Moltres no pudo evitar sentir un cosquilleo. Le dio la bienvenida a la muerte como a una amiga que con su suave pero mortal toque le brindó un segundo de paz ajeno a su deber, al papel para el que se había preparado toda su vida. Ajeno al amor que hubiese deseado haber recibido de su padre.

    Dejó que la energía de aquel lugar le tomase en sus manos para hacerse cargo de él. Su mente se alivió al ser consumida por el recinto, aguardando que en la otra vida, de haberla, tuviese una existencia más pacífica y provechosa. Una despojada de todo el dolor que había sufrido y que había causado.

    Apenado por la muerte de su adversario, Jirachi se desplomó en el aire mental y físicamente agotado. No pasó mucho tiempo para que oyese una voz conocida en su cabeza.

    “¡Amigo Jirachi! ¡Hoopa haber sentido muerte! ¿Estar bien?”

    “Sí, Hoopa. La victoria es mía. Pero estoy drenado. Ahora todo depende de Junior y de los elegidos.”

    Una segunda voz dio acto de presencia en su cerebro mientras relajaba los músculos de su cuerpo.

    “Gracias por haberle dado a mi hijo una muerte rápida.”

    Jirachi esbozó una débil sonrisa que reflejaba remordimiento y tristeza mezcladas con alivio. Pese a oír perfectamente la gratitud de Ho-Oh, la energía en aquel espacio lo estaba comenzando a adormilar. De pronto tenía ganas de tomar una siesta para luego regresar con el Maestro Treta. Sabía que aquel buen señor sólo calmaría su agitado corazón al verle volver.

    “Su deseo fue mi orden, su majestad.”




    “Señor Mewtwo. Creo que por fin he podido perfeccionar mi Psicoataque.”

    “Excelente. Una vez más. Pero primero dime qué es lo que te aqueja.”

    “¿A-algo que me aqueja?”

    “Siento conflicto en ti. Algo que quieres ocultar para no preocupar a nadie. ¿Es tu padre?”

    “No. No sólo es él. Es que desde que tuve que huir de esos humanos que llegaron a la Isla Origen, temo que siempre seré cazado y perseguido. Que tarde o temprano mi miedo se convertirá en odio, y entonces no seré diferente de mi padre.”

    “Ya eres diferente a tu padre, Junior. Eres humilde y puro de corazón. Buscas ayudar a otros. Son esas diferencias las que importan, no las similitudes. Y tampoco los lazos sanguíneos.”

    “Pero sigue ahí, señor Mewtwo. Susurrándome tanto cuando estoy despierto como en mis sueños, diciéndome que lo deje libre, que le deje tomar el control de mi cuerpo para liberar todo mi poder. Para destruir a los humanos que me...que nos hicieron esto. ¿Está mal sentir a veces que tiene razón?”

    “Sí...y no. También solía desear la destrucción de la humanidad, por lo que le hicieron a alguien que significaba mucho para mí. Me crearon sin poder elegir, con el fin de convertirme en su esclavo, en su arma favorita. Pero luego comencé a explorar el mundo, y al ver lo mucho que los pokémon necesitaban de esta comprendí que no se podía emitir juicio a toda una raza por las acciones de aquellos integrantes que jugaban a creerse dueños del mundo y de los demás.”

    “¿Pero entonces qué hago? ¿Seguir huyendo?”

    “Soportarlo, Junior. Hallar la fuerza en tu interior para dejar el pasado atrás, y así poder estar en paz contigo mismo. Es lo que tú, yo y Serena debemos hacer. Es el único modo de aspirar a ser mejores que lo que somos ahora, dentro de un mundo tan dividido.”

    “¿Mejores que lo que somos ahora? ¿Como...héroes?”

    “Aquellos que hacen lo correcto por otros, sólo porque es lo correcto y sin esperar una recompensa, son los verdaderos héroes. Con sus acciones, el mundo se transforma. Y todos terminan recordando en los años por venir con cariño y con admiración a aquel que con su sacrificio, siendo la mejor versión de sí mismo, transformó el mundo.”

    “¿Y cree que yo podré hacer eso algún día, señor Mewtwo? ¿Hacer que otros me recuerden así?”

    “Dalo todo y ocurrirá, Junior. Es lo que un héroe haría.”





    Regirock y Registeel usaron Protección simultáneamente, pero fue en vano. La gran ola invocada por Kyogre los arrastró unos cuantos metros hacia atrás y dejándoles expuestos, momento del cual Groudon se valió para crear una fuerte explosión repleta de fuego y de humo que alcanzó y atrapó a ambos colosos, dañándoles severamente.

    Con sus hermanos resintiéndose gravemente por las quemaduras producidas a causa de la Humareda que el señor de la tierra había levantado, Regirock comprendió que debía ganar tiempo tanto para que sus hermanos sanasen como para que su padre terminase de cumplir con su tarea. Envolviéndose nuevamente en una segunda capa de energía rosada para maximizar su ataque y su defensa, arremetió contra Groudon con la intención de embestirle con toda su fuerza. Un aura blanca y amarilla se formó alrededor de todo su cuerpo, producto de la energía eólica y cinética que se reunió dentro y cerca de él.

    Pero no consiguió llegar a destino. Siendo y pensando más rápido, Kyogre protegió a Groudon soltando de entre sus enormes mandíbulas un enorme chorro de agua hirviendo que interceptó el Gigaimpacto de Regirock, deteniéndolo e hiriendo de gravedad a su usuario. Y al igual que sus hermanos, el gólem de roca sintió cómo su piel ardía como las llamas del averno, forzándole a recuperar sus energías.

    -Ya no serán un problema-afirmó el longevo y poderoso cetáceo-. Supongo que su creador es demasiado cobarde como para enfrentarnos en persona. Mejor así. Ahora terminemos de zanjar nuestro…”

    Pero al darse la vuelta notó que Groudon no le prestaba atención. El señor de los continentes miraba para otro lado con temor y estremeciéndose, como si estuviese presenciando un evento aterrador capaz de hacerle temblar como ningún otro. Y al dirigir la mirada hacia el mismo sentido que él le comprendió: no muy lejos de allí, el Altar Draco y la cima del Pilar Celeste irradiaban una refulgente luz esmeralda, que no tardó mucho en adquirir los colores del arcoíris. Una luz que ambos conocían más que bien.

    -¡No, NO!-gritó encolerizado y atemorizado al mismo tiempo, para luego liberar de su boca una enorme Hidrobomba-¡Hay que destruir ese altar AHORA!

    “Me mentiste”, dijo telepáticamente Groudon a Spenser, finalmente reaccionando y disparando de su boca un potente Rayo Solar. El señor de la tierra por fin había podido acceder a los pensamientos del as del Palacio Batalla, sólo para descubrir que había sido engañado y manipulado, “Luego ajustaré cuentas contigo.”

    La luz que dominaba la torre se intensificó, bloqueando y anulando por completo los dos ataques lanzados a distancia. Acto seguido ascendió hasta las alturas, hasta explotar y dispersarse en pequeñas y numerosas chispas, como si de un fuego de artificio se tratase.

    Y entonces los vieron: surcando el lluvioso y a la vez soleado cielo en dirección hacia ellos, dos dragones de plumaje púrpura y blanco trasportaban a sus respectivos entrenadores sobre sus lomos, volando más rápido que cualquier avión jet habido y por haber. Detrás de ellos, un pokémon antropoide de piel verde agua y armadura escarlata les seguía con la misma rapidez, llevando con sus poder telequinético a dos personas más.

    -Latias…-consiguió decir May entre lágrimas de pura felicidad-...¡Lo hiciste! ¡Lograste ir más allá!

    -No, May-respondió Latias mentalmente y con una sonrisa-. Ambas lo hicimos.

    Pero nada atemorizó más a Groudon y a Kyogre que lo que acompañaba a los Latis y a Junior: dedicándoles una mirada capaz de inyectar miedo hasta en la sangre del más frío de los seres, Rayquaza se acercaba con un nuevo tamaño y aspecto que fue revelado con la caída de un rayo de tormenta, listo para combatirles.

    Habiendo mudado de piel y alargándose con la energía del meteorito en su interior, la gran serpiente protectora de Hoenn exhibía ahora en su frente el amarillo dibujo de una flecha descendente que remitía al símbolo Δ . Sus ojos se habían vuelto rojos como el fuego, siendo rodeados por unas largas marcas negras que recordaban a una shichishitō. Los dos cuernos superiores en su cabeza se habían alargado y torcido hasta formar una improvisada letra V, y de la misma manera que los inferiores portaban finos, extensos y brillantes zarcillos. Así como sus labios y sus dientes se habían tornado igual de dorados que la línea que recorría y unía sus cuernos con forma de V, su barbilla y la zona de su cuello en la que se encontraba su garganta se habían vuelto tan negros como la tinta. Y las marcas de anillos amarillos a los costados de su torso y de su cola habían sido sustituidos por ocho pares de orbes anaranjados.

    -Groudon, Kyogre-dijo en su lengua mientras se detenía en el aire para encararlos. El dúo eón y el virus extraterrestre hicieron lo mismo-. No pienso repetirme: el Ragnarok no puede suceder. Desistan o atacaremos.

    Los amos de la tierra y del océano permanecieron sin contestar unos segundos. Luego rugieron desafiantes y en señal de rebelión.

    -Sabía que aparecerías tarde o temprano-respondió Kyogre en la forma de un reverberante gruñido-. Debí haber hundido ese pilar mientras podía.

    -Debo felicitar a tus adoradores, Rayquaza-espetó Groudon de manera sarcástica y peyorativa, al mismo tiempo que utilizaba su conexión con el prisma rojo para causarle un dolor inmensurable a Spenser “Taparon su plan para invocarte demasiado bien. Tendría que haber adivinado que este miserable montón de estiércol trabajaba con los elegidos.”

    A pesar de la gran altura y distancia que los separaban de los tiránicos pokémon legendarios, Brendan pudo percatarse con pavor del terrorífico estado de Spenser y de Archie: el milenario sabio y el visionario líder Aqua parecían dos anoréxicos y momificados cadáveres, con sus escleróticas despojadas de sus irises y con ojeras tan grandes que cualquiera podría haber afirmado eran bolsas de basura. Era como ver a dos tatuadas momias andantes que esperaban ser liberadas de su suplicio.

    -¡Oh, no!-pensó para sí-¡¿Pero qué les ocurre?! ¡¿Por qué se ven así ahora?!

    -Deben de ser los prismas-le dijo Zinnia montada sobre Rayquaza, a través del vínculo mental creado por Junior y los Latis. La cronista del Clan Meteoro, armadura puesta y lanza en mano, también había notado lo mismo que él -. Sus usuarios están usando tanta energía que requieren de la adrenalina de sus heraldos como una batería alterna.

    -Diantres-reflexionó Maxie mientras se llevaba la mano izquierda a la garganta, contemplando el demacrado y escalofriante rostro de Archie-. Si el prisma rojo y Groudon me hubiesen considerado digno en su momento, ¡habría terminado igual o incluso peor!

    -Un destino peor que la muerte-pensó angustiada Flannery.

    -No dejaremos que sigan perjudicando al planeta-pronunció Latios en su lengua, en respuesta a Groudon-. Su lucha sin sentido por la energía natural ha durado demasiado.

    -Y hoy llega a su fin, lo quieran o no-concluyó Latias con el mismo tono, gruñendo.

    Rayquaza levantó la cabeza y soltó un rugido estridente como ningún otro. El eco producido por este resonó unos cuantos segundos en el aire, sin que nada en él cambiase; pero cuando cesó, los bigotes en sus cuernos inferiores se iluminaron, alterando bruscamente el clima: los nubarrones de Kyogre cubrieron por completo el sol de Groudon, deteniendo al mismo tiempo su incesante lluvia. Acto seguido, y sin indicio previo, una multitud de intensas corrientes de aire se alzaron de entre todas las direcciones imaginables, acompañados de un deslumbrante brillo esmeralda. El archipiélago y el mundo entero se vieron sacudidos por una fuerza para nada pacífica, pero también benigna.

    -¡Jamás había sentido un viento como este!-exclamó Steven, aferrándose a la pata izquierda de Metagross para no salir volando y estamparse contra la barrera de protección de Mismagius. De la misma manera que los demás, el campeón de Hoenn había presenciado con admiración tanto la llegada de los Regis como la de los héroes desde el islote-¡¿Qué es lo que ha hecho?!

    -Es la mítica habilidad de Mega-Rayquaza-retrucó solemnemente Wallace, sujeto a Milotic y con su capa siendo agitada por la fiereza del vendaval-: La Ráfaga Delta.

    -Tus vientos no nos impresionan-afirmó Kyogre, sin quitarle a Rayquaza los ojos de encima-. Todos estos años que pasamos dormidos fortalecimos nuestras pieles con ayuda de la presión del magma y de las aguas subterráneas. Y con la energía vital de nuestros heraldos potenciando los prismas, no podrás quitarnos nuestro poder por más que cambies el clima.

    -Y tampoco evitarán lo inevitable-añadió Groudon sin un ápice de pavor-. Destruiremos este mundo, y al final uno de nosotros se quedará con la reserva de energía natural de Arrecípolis.

    Y sin dudas ni miramientos, los dos eviternos rivales atacaron simultáneamente a sus tres principales amenazas con unos enormes rayos disparados desde sus mandíbulas, uno gélido y el otro eléctrico. Mientras se preocupaban por esquivar aquellas congelantes y electrizantes partículas de luz, Latios, Latias y Rayquaza hicieron uso del lazo telepático para dirigirse a sus respectivos jinetes, repitiendo entre los tres la misma solitaria pero clara palabra.

    “Guíame.”

    Brendan, May y Zinnia cerraron los ojos y se concentraron. Al abrirlos, sus corazones y los de sus dragones latieron al mismo rápido y controlado ritmo, hasta alcanzar una sincronía perfecta. Resueltos y con audacia, respondieron al ataque inicial ordenando al unísono el mismo movimiento.

    -¡Pulso Dragón!

    Dejando a Junior utilizar su poder de tele-transportación para quitar a Maxie y a Flannery del fuego cruzado, el trío de dragones liberó de sus bocas tres grandes y luminosos rayos magenta que alcanzaron a Groudon y a Kyogre, forzando al primero a retroceder unos cuantos metros y golpeando al otro severamente en el vientre. Sin esperar a que pudiesen reponerse, se prepararon para lanzar un segundo ataque coordinado a la orden de sus entrenadores.

    -¡Ráfaga de escamas!

    Rayquaza, Latias y Latios se tomaron un segundo para aspirar aire por la boca. Acto seguido expulsaron de sus cuerpos tres ráfagas de escamas que, al combinarse, se convirtieron en una improvisada pero veloz lluvia de flechas verdes y púrpuras que iluminó el cielo por un instante, mientras caían en picada sobre sus objetivos.

    Al ver venir el inminente ataque, Kyogre se puso a cubierto sumergiéndose inmediatamente bajo el agua, dándole así tiempo a sus anillos de agua para sanar el daño que el Pulso Dragón de Latios había producido en su vientre. Groudon, sin tener por donde correr, tuvo que recibir el ataque de lleno antes de que siquiera tuviese la chance de protegerse.

    Sin salir del agónico trance en el que se hallaban y siendo presionados por la influencia de los prismas, Archie y Spenser alzaron sus manos para ordenarle telepáticamente a Kyogre y a Groudon sus próximos movimientos: emergiendo sin previo aviso de entre las agitadas aguas como una criatura de pesadilla, la orca asesina sopló para formar con su aliento una fuerte corriente helada destinada a congelar a sus tres adversarios; el dinosaurio, por el otro lado, decidió cerrar los ojos para sumirse en un sueño profundo que le ayudó a recuperar salud. Después, mediante un acto de sonambulismo, hizo brillar la energía primigenia y el magma que corrían por su torrente sanguíneo, logrando como resultado que sus dientes y garras se alargasen y que adquiriesen un mayor filo.

    Junior pensó rápido, e interponiéndose pasó a su forma defensiva para generar velozmente desde su gema una barrera psíquica purpúrea con la que bloqueó exitosamente la Ventisca de Kyogre, protegiendo tanto a Rayquaza como a los Latis. La exposición a la explosión de energía en el Altar Draco parecía haber mejorado no sólo sus reflejos, sino que también para su sorpresa el poco control que tenía sobre su moldeable morfología. Ni en el corto tiempo que había entrenado bajo la tutela de Mewtwo había conseguido un poder y una resistencia semejantes.

    La voz de su padre finalmente se había callado. Por fin era capaz de soltar y de usar todo su potencial.

    -¡Tenemos que separar a Spenser del prisma rojo!-exclamó Zinnia, viendo una espléndida oportunidad en el forzado descanso de Groudon-¡Así le debilitaremos incluso más!

    -¡Los cubriremos! ¡Latios, Cometa Draco!-gritó Brendan con ímpetu, mientras estiraba su mano izquierda hacia May.

    -¡Latias, Refuerzo!-vociferó May tomando la mano de Brendan, al mismo tiempo que Latias extendía su garra derecha a Latios.

    "¡Protección!", emitió Junior creando una segunda barrera que protegió a Latios y a Latias de un inminente Rayo de Hielo de Kyogre.

    Sintiendo el efecto de las ondas de energía que recibía por parte de su hermana menor, Latios miró al cielo y, tomando aire, soltó por la boca una pequeña pero refulgente esfera de energía púrpura que, al alcanzar una altura considerable, explotó para liberar una radiante lluvia de meteoros del mismo color la cual, apenas cayó sobre el mar, bombardeó a Kyogre con una serie de múltiples e ineludibles explosiones que le hicieron volar por los aires. El océano de Hoenn se había convertido en un campo minado.

    Los prolongados estruendos provocados por el Cometa Draco de Latios causaron que Groudon despertase en aquel preciso momento, preparado para volver a atacar.

    -¡Filo del Abismo!

    Con sus heridas curadas y sus energías renovadas, el titánico pokémon reptil invocó rugiendo una nueva y rápida hilera ascendente de rocas filosas bañadas en lava, dispuesto a atravesar y a empalar a los elegidos.

    -¡Velocidad Extrema!-imperó valerosa Zinnia.

    Rayquaza no esperó a que se lo dijesen dos veces: envolviendo su cuerpo en una capa de energía verde lima y volando a una velocidad demencial, se abrió paso con asombrosa maestría a través de las afiladas piedras, esquivando todas y cada una de ellas en zigzag y sin perder impulso. No se detuvo hasta alcanzar a Groudon, embistiéndolo y empujándolo unos cuantos metros para atrás con una fuerza arrolladora.

    -No me vencerás con eso-espetó el señor de la tierra, sujetando la cabeza de su contrincante con sus garras en un intento por sacárselo de encima-. Tu lamentable acometida no es rival para mi piel y mi coraza.

    -No era conmigo con quien tenías que estar atento-retrucó desafiante el protector de los cielos, ejerciendo todavía más presión sobre el torso y la barriga de Groudon.

    Aprovechando el forcejeo en el que ambos legendarios se hallaban trabados, Zinnia abandonó el lomo de Rayquaza para ponerse a correr por su largo cuello, hasta encontrarse en posición. Esperó a que Groudon se viese en la necesidad de inclinar la cabeza para dirigir su completa atención hacia Rayquaza, y cuando estuvo absolutamente segura de que era la distancia indicada, dio un gran salto para aterrizar sobre la roja cresta y frente del pokémon ancestral.

    -¡SPENSER!-gritó mientras corría a sacudir los hombros del hombre al que había venido a socorrer, deseando que no fuese demasiado tarde-¡Soy yo, Zinnia! ¡Si puedes escucharme, pelea! ¡Aún puedes librarte del prisma!

    Pero Spenser la hizo a un lado, golpeando fuertemente sus dos manos con la punta de su báculo y obligándola a retroceder. La agresiva energía del prisma había tomado completa posesión del viejo as del Palacio Batalla.

    -Má...ta...me-alcanzó a murmurar el milenario anciano, tomando control de sus labios mientras sus brazos blandían su báculo de un lado al otro y en forma amenazadora, con la clara intención de dañar a Zinnia-...El...prisma….me...gobierna…”

    -¡¿M-matarte?!-tartamudeó la cronista azorada, dando un paso más hacia atrás. La respuesta por parte de Spenser había causado que todo el coraje con el que se había lanzado a combatir se esfumase en un parpadeo-...Yo...n-no puedo…

    Un repentino temblor bajo sus pies le hizo perder el equilibrio momentáneamente, recordándole dónde se encontraba parada. Tarde o temprano Groudon se desharía de Rayquaza, y cuando aquello ocurriese ella sería la próxima en salir disparada.

    -Debes...hacerlo-suplicó él mientras su cuerpo continuaba a la ofensiva y sin responderle, amenazando con hacerla bajar de Groudon-...La...lanza..esmeralda...atraviésame...”

    Zinnia sintió de pronto que algo se escurría rápidamente por sus mejillas. No necesitaba quitarse el yelmo y tantear su rostro para saber que estaba expulsando lágrimas, clara señal física de que su cerebro ya había procesado intelectual y emocionalmente la magnitud de lo que Spenser le estaba solicitando. Titubeante, se halló a sí misma con muchas cosas que quería decir, pero que a la vez presentía ninguna sería una respuesta capaz de encapsular todo lo que pasaba por su mente en aquellos angustiosos segundos.

    Había pasado toda su vida detestando a Spenser por lo que sabía le había hecho a su clan, por lo que había hecho en un ingenuo intento por controlar tanto la energía natural de la tierra como también el resto del mundo. Y ahora, que hacía menos de una hora que por fin le había comprendido y aceptado después de tanto tiempo, se encontraba con el deber de acabar con su vida. Su corazón deseaba que hubiese podido haber dejado a un lado sus diferencias con él antes de su sacrificio en el Monte Cenizo, haber tenido la oportunidad de mejorar su relación justo después de haberse reconciliado. Que sobreviviría si tan sólo le retiraba el prisma de otra manera.

    Pero la parte racional de su cerebro le insistía con que tendría que vivir con su error. Que él le había perdonado absolutamente todo, y que sabría entender. Que sólo había un modo de poner punto final a su cruel e inhumano martirio.

    -Hazlo…-rogó el viejo as del Palacio Batalla mientras el poco dominio que tenía sobre sus labios y su lengua se iba debilitando más y más conforme seguían avanzando los segundos.

    Sintió cómo las poké balls que Spenser le había confiado se estremecían dentro de su armadura, pidiéndole que cumpliese con la última voluntad de su dueño. Y repleta de remordimientos, hundió por completo su enorme y brillante lanza en el tórax del último miembro de la Gente del Mar, hasta que sólo la empuñadura quedó afuera. Como resultado, una masiva cantidad de sangre bañó toda su arma. Huesos que ya estaban en proceso de volverse polvo produjeron un crujido horroroso.

    Oyó el prisma rojo resquebrajándose en el interior, a la par que notaba la luz abandonar los ojos de un aliviado Spenser que parecía dar las gracias al cielo por que su larga, amarga y tortuosa vida inmortal hubiese llegado a su fin. Pero debía estar segura. Estaba convencida de que así lo hubiese querido él.

    Haciendo caso omiso a las lágrimas que sus ojos continuaban expulsando y a la angustia que estrujaba sin clemencia su corazón, sacó mortificada a Salamence de su cápsula contenedora. La piedra activadora de su mega-tobillera brilló con intensidad, en sincronía con el desgarrador tornado de emociones que se había formado en lo profundo de su ser. Y mientras su apenado y dubitativo pokémon dragón comenzaba a cambiar de apariencia por el brillo magenta que la salamencita incrustada en su collar había empezado a emitir, cerró los ojos para pronunciar entre dientes una simple orden compuesta por dos apenas audibles palabras.

    -Acua Cola.




    -¡AAAAAAARGH!

    Groudon emitió un ensordecedor rugido cargado de dolor y de rabia en cuanto percibió una punzante e indescriptible sensación de dolor invadiendo su mente. Era como si dos enormes y estruendosos bongos se hubiesen alojado en su cerebro para ser golpeados con la mayor potencia posible.

    -¡No, NOOOOOO!

    Furioso y herido, levantó la vista hacia el cielo y vio a la humana de armadura verde esmeralda siguiendo encima de su mega-evolucionado Salamence a un Rayquaza que se había dado a la fuga. No requería prestarle atención al sonido provocado por el impacto del seccionado cuerpo de Spenser al caer al agua para percatarse de que estaba solo. Ahora no sólo Moltres, sino también su heraldo se había ido.

    -¡El prisma! ¡EL PRISMA…!

    Intentó cargar furibundo un Pulso Dragón para derribar a sus alados enemigos, sólo para descubrir que la jaqueca le impedía concentrarse. Después de innumerables siglos, su lazo con el prisma rojo, la fuente de todo su poder, había sido fracturado sin posibilidad de reparación. Y sin embargo, a pesar de ello, la cantidad de energía de la que su cuerpo rebosaba no había decrecido. Su apariencia primaria no había desaparecido.

    -No...esto no...puede ser...

    Se retorció de dolor mientras la migraña empeoraba, al mismo tiempo que las rojas y gruesas placas que cubrían su piel se oscurecían. Y supo que, no muy lejos de donde se encontraba, Kyogre estaba padeciendo la misma inesperada y tortuosa metamorfosis.




    "¿Qué les sucede?", preguntó mentalmente May, viendo cómo las escamas del agonizante Kyogre se tornaban tan negras como las de Groudon, casi sintiendo pena por él, "¡Ni siquiera atacamos todavía el prisma azul!"

    “Los primas azul y rojo”, supuso Latias, comenzando a formular una teoría en su cabeza, “Ambos fueron creados para mitigar la energía del otro, en caso de que Groudon o que Kyogre se volviese loco por el poder. Su enlace hace que lo que le ocurra a uno afecte simultáneamente al otro. La punta de la lanza esmeralda debe de haber dañado severamente el prisma rojo. Y si es así…”

    “...la energía primigenia que contiene se ha contaminado”, dedujo Latios muy preocupado, adivinando correctamente lo que su hermana iba a decir, “Y en el proceso ha infectado a la que el prisma azul alberga. Groudon y Kyogre han sufrido una grave alteración en su conexión con la tierra y con el mar. Es como si se hubiesen vuelto...”

    -Una corrupción de los elementos-reflexionó Brendan perturbado. El joven de Ciudad Olivo ya estaba imaginando un mundo envuelto en llamas con tan sólo ver al nuevo y oscuro Groudon-¡Tenemos que parar ya mismo a esas...esas...monstruosidades!

    "Entonces terminemos con ellos", retrucó Junior, cargando desde su gema una enorme esfera de energía multicolor para posteriormente lanzarla hacia Kyogre.

    Pero en un sorprendente giro del destino, la orca asesina no sólo evadió el entrante Psicoataque de su oponente, sino que también respondió con una potente Hidrobomba de aura purpúrea que mandó a Junior a volar muy lejos, apenas dándole tiempo para pasar a su forma defensiva y así resistir la fuerte agua a presión.

    -¡JUNIOR!-exclamó Brendan muy preocupado. A pesar del poco tiempo que llevaba conociendo al retoño de Deoxys, el vínculo mental que llevaban un largo rato compartiendo entre todos le había hecho ganar bastante simpatía por el pequeño virus espacial. Al fin y al cabo, era el completo opuesto a su violento y vil progenitor.

    -¡Latias, usa Viento Afín!-pidió May agitada mientras su dragona y Latios esquivaban lo mejor que podían una repentina lluvia de rayos azules de energía disparados por Kyogre. La joven coordinadora de Villa Raíz había quedado genuinamente asustada por la nueva y temible demostración de poder que el ancestral pokémon marino acababa de realizar.

    -¡Latios, protege a Latias con Dragoaliento!-añadió Brendan, por fin reaccionando y girando la cabeza hacia adelante para enfocarse en la batalla.

    Con su hermano bloqueando un potente Rayo de Hielo mediante su fuerte y enérgico aliento, Latias aprovechó e iluminó sus ojos con un aura blancuzca. Utilizando sus poderes psíquicos, la dragona eón redirigió parte de las turbulencias eólicas que Rayquaza había invocado, generando una suerte de viento de popa improvisado que les permitiría adquirir mayor velocidad a la hora de impulsarse por el aire.

    Brendan y May decidieron cerrar sus ojos para poder concentrarse, dejando que sólo sus oídos les guiaran. Latios y Latias hicieron lo mismo, y al hacerlo fortalecieron el vínculo telepático que les unía, alcanzando un estado de meditación mucho más elevado.

    La energía de la mega-evolución y de la fuerza dragón fluyó por sus venas, advirtiéndoles del peligro que se acercaba hacia ellos a la velocidad de la más rápida y certera de las flechas. Instintivamente y sin mover ni un milímetro sus párpados, volaron en picada para esquivar a tiempo una segunda lluvia de Pulsos Primigenios para después recuperar altitud con una impecable destreza, segundos antes de tocar el agua.

    El dúo de pokémon legendarios con aspecto de avión jet realizó una vuelta carnero en el aire, continuando sus acciones evasivas en pos de evitar los veloces movimientos de energía acuática y congelante de su oponente mientras intentaban hallar el ángulo ideal para contraatacar. Sus mentes y las de sus respectivos entrenadores actuaban como una colmena, guiándose con una coordinación instintiva que superaba los reflejos y capacidades cognitivas de cualquier otro ser vivo. Era como ver dos ráfagas púrpuras que desde el cielo, y con el apoyo de un viento favorable, trazaban líneas que iban en todas las direcciones imaginables, pero siempre juntas en una orientación paralela.

    -Paz Mental-ordenaron ambos jóvenes al unísono para que la defensa y la ofensiva de sus dragones se fuesen potenciando.

    Continuaron unos cuantos minutos alabeando en dirección opuesta y manteniendo la vista fija en Kyogre, quien colérico no paraba de lanzarles todo lo que tenía mientras emitía rugidos que sonaban similares a la caída de truenos. Finalmente, cuando sintieron que sus jinetes estaban listos, bajaron a toda potencia hacia él, adoptando una posición de derribo.

    -¡Bola Neblina!-ordenó May con determinación.

    -¡Resplandor!-imperó Brendan al mismo tiempo que May.

    Latias y Latios obedecieron ipso facto, liberando respectivamente una luminosa esfera de energía eólica y un resplandeciente rayo rosado que alcanzaron a Kyogre simultáneamente, dañándole gravemente y envolviéndole en una niebla tan espesa que consiguieron reducir su campo de visión de forma considerable. La victoria parecía estar más cerca con la nueva ventaja táctica que habían ganado.

    Kyogre no pudo evitar amilanarse. Con el humo levantado a causa de la Bola Neblina de Latias se encontraba completamente a merced de los elegidos, sin manera alguna de poder saber de dónde le vendrían sus ataques. Y con la ahora poluta energía del prisma azul alterando tanto su mente como su cuerpo, le costaba cada vez más pensar con claridad. Podía sentir cómo su razón y su intelecto le abandonaban lentamente, escapándosele por las aletas. Sólo era cuestión de tiempo para que terminase convirtiéndose en una parodia de sí mismo, al igual que Archie, cuya mente ya parecía hallarse en el más allá, ajena e ignorante a todo lo que estaba aconteciendo.

    Su desesperación crecía a la par con su ambición por conseguir la energía natural de Arrecípolis. Y de pronto, como un Mightyena abalanzándose sobre un viejo y moribundo Tauros, ellos surgieron de la nada.




    “¡No seas ingenuo, Archie! ¡Ansiar un mundo con más agua es el equivalente a pedir un planeta sin oxígeno!”

    “¿Y tu idea es mejor, Maxie? ¡Piénsalo fríamente! Lo que nuestro mundo necesita no es más tierra, y mucho menos progreso, ¡sino regresar a como las cosas eran antes! A su estado prístino, antes de ser perturbado por la intervención de nuestros ancestros. Si queremos que el planeta entero no termine sucumbiendo a todo lo que le estamos y que le seguiremos haciendo de aquí a dentro de unos años, la esperanza de un mejor futuro depende de que hallemos a Kyogre, ¡no a Groudon!”

    “¡Eso es completa y llanamente absurdo! Lo que propones es llenar nuestro cuerpo celeste con puro oxidano y dejar que el océano lo devore todo. Personas, pokémon, ¡todo lo que hemos conseguido en más de trescientos mil años de evolución! ¡Despertar a Groudon para que expanda la masa terrestre proporcionará más hogares, reforzará la conexión entre los diferentes continentes y creará nuevas rutas de comercio! ¡Nuevas ofertas y oportunidades de empleo! ¡Y quizás hasta nuevas reservas para especies de pokémon que ya de por sí se encuentran en peligro de extinción!”

    “¡Oh por supuesto, porque claramente es imperativo que broten más volcanes liberadores de gases tóxicos! ¡Que hayan más ecosistemas y especies marinas amenazadas por la tala de árboles, la polución de ríos y estanques y el cada vez peor calentamiento global! Por favor Maxie, sé razonable. No estoy hablando de ahogar a todos, sólo de enmendar el daño causado en donde sea requerido. La energía de la naturaleza es más pura que cualquier otra cosa de las que nos rodean en este mundo. Debemos coexistir con ella y dejarla como era antes. Explotarla para algo tan insulso como nuestro desarrollo comercial y tecnológico es adulterarla, ¡exprimirla como a un limón hasta dejarlo seco y marchito!”

    “¿Coexistir con ella? Qué ideal tan propio de un niño que jamás creció. Esa coexistencia es lo que ha enlentecido nuestro progreso por más de un milenio, provocando desigualdad social, geográfica y cultural en dondequiera que veamos. La naturaleza, como los pokémon, fue creada para servir y acomodarse a nuestras necesidades. ¡Buscas exactamente lo mismo que yo, despertar a un pokémon ancestral para modificar el orden natural! ¿Acaso no es eso bajo tu propia definición explotar la energía de la naturaleza? ¡¿Adulterarla?!”

    “¡NO BUSCO ADULTERARLA, SINO SALVARLA! ¡Si no estás de nuestro lado, entonces estás en contra nuestra! ¡Te degradaré para quitarte el control de esta organización, y luego obligaré a tu contacto a que me dé la ubicación de Kyogre, junto con los métodos para dominarle!”

    “¡YO FUNDÉ ESTA ORGANIZACIÓN, ARCHIE! Todo esto existe gracias a mí. ¡Y no pienso traicionar la confianza de esa mujer forzándola a cooperar sólo porque de pronto quieres ir en contra de los principios por los cuales este equipo fue forjado! ¡Si tienes algún problema con ello, eres libre de abandonar las instalaciones hoy mismo! Te dejaré ir en paz a ti y a tus seguidores por respeto a nuestra amistad pasada, ¡pero si lo que buscas es despertar a Kyogre lo harás solo! Y si intentas interponerte en nuestros esfuerzos por localizar a Groudon, ¡ten por seguro que te aplastaré como a un Wurmple!”

    “Oh, puedes apostar a que me interpondré, estirado. Pero al final no seré yo el que termine aplastado.”





    Archie exhaló un angustioso e inaudible gemido a través de sus cuerdas vocales. Junto con sus ojos eran los únicos músculos y órganos de los que todavía podía jactarse de que le obedecían.

    Je. Jactarse. Como si hubiese algo de lo que jactarse. Jactarse de que absolutamente todo su cuerpo, incluyendo músculos, tendones y huesos, pertenecían por completo a la voluntad de Kyogre. Jactarse de que el corrompido prisma azul exigía cada vez más de su adrenalina. Adrenalina que ya no tenía, y que nunca jamás recuperaría. Al igual que su voluntad.

    Su corazón había dejado de latir hacía un largo rato. Sólo la poluta energía del poliedro alimentaba ahora sus venas, impidiéndole morir. Y sin embargo ya no sentía que estuviese allí, montado sobre el pokémon legendario al que había jurado lealtad y combatiendo contra aquellos que osaban interponerse entre ellos y su objetivo. Todo lo que lo rodeaba lo percibía irreal y deformado. Como si su vida se le escapase más y más con cada segundo que intentaba formar un pensamiento en su mente.

    Toda su vida había ansiado reparar el mundo, purificarlo erradicando todo mal que la humanidad había echado sobre él con sus ruines acciones. Pero, se preguntaba él, ¿qué precio había pagado para llevar a cabo su fin? ¿Y por qué esos entrometidos muchachos y pokémon no comprendían lo que buscaba lograr?

    Buscó gritar cuando el neblinoso ataque de aquella pokémon dragona inundó por completo su campo de visión, sólo para descubrir que su laringe y su tráquea habían emitido su último sonido. Había quedado mudo, y por más que se esforzase ningún dios en ese o en cualquier otro mundo le escucharía.

    Estando al borde del colapso y a punto de romper en llanto, utilizó su enlace telepático con su maestro para suplicarle socorro. Aunque en cualquier otra circunstancia se hubiese mantenido orgulloso e impertérrito, era la única alternativa que le quedaba.

    “¡KYOGRE! ¡AUXILIO! ¡¿QUÉ DEBO HACER AHORA?!”

    Kyogre no le respondió. En su lugar pronunció un gruñido que formaba una frase vaga e inconexa para sí mismo, ignorándolo por completo.

    “La muchacha...tengo que conseguir...a la muchacha…”

    Y fue en ese preciso momento en el que lo comprendió: Kyogre no le había escogido; por el contrario, le había utilizado para llegar hasta alguien más. No le importaba en lo absoluto lo que le ocurriese a él, a su preciado Equipo Aqua o a los pokémon. Era sólo una cuestión de poder, de control. Hasta donde a él respectaba, su “heraldo” no era más que un cerebro con un banco de información sobre combates. Un trasto inservible del cual se desharía por uno mucho más útil una vez consiguiese su tan esperado reemplazo.

    Su plan de robar el prisma azul y el submarino no había servido para nada. El sacrificio de Matt no había servido para nada. Su trato con K no había servido para nada. El mundo ideal que tantas veces había imaginado en sus sueños jamás se haría realidad. Después de que Kyogre y Groudon lo destruyesen todo, no quedaría nada para preservar. Nada para reconstruir. Y todo había sido gracias a él.

    Eligió con su mente rememorar un tiempo más alegre y menos desastroso en comparación. Uno en el que un viejo amigo suyo y él habían pasado de ser aliados a rivales por una discusión ideológica banal. Una en la que ninguno de los dos estaba en lo correcto, y que ninguno de los dos lo sabía.

    “Maxie...¿Por qué...no te escuché?...¿Por qué...no aprendí de ti?”

    Un suceso inesperado le trajo de nuevo al mundo de los vivos: frente a él, un extraño y a la vez familiar pokémon de apariencia canina había emergido de entre la niebla, cargando a una muchacha de cabello castaño. La furia y el odio reflejados en sus profundos ojos amarillos brillaban con la misma intensidad que la dorada hoja de la espada que sus mandíbulas sostenían por el mango.

    Sintió un breve tirón, como si algo se hubiese desprendido de él. Y cuando su vista se dividió, lo entendió: el pokémon había blandido su espada para partirlo en dos, con un corte impecable que había empezado desde el hueso frontal para finalizar en la entrepierna.

    La energía del prisma azul abandonó su sistema en un susurro. Y mientras sus neuronas hacían sinapsis por última vez, sintió frío. El frío roce de una hoja tan antigua como el mar, abriéndole y enseñándole la entrada al helado valle de la muerte.

    “El mar lo es todo, y al mar regreso” concluyó mientras sus dos mitades se hundían en la inmensa y tenebrosa oscuridad del abismo. El más profundo pozo del hades le estaba aguardando.




    -¡ZACIAN, TAJO SUPREMO!-imperó Gloria con bravura, sin temor ante la posibilidad de quedarse afónica.

    Zacian aulló enfurecido mientras la hoja de la espada suprema silbaba suavemente, seccionando en dos a su objetivo y rompiendo la espesa niebla levantada por el movimiento de Latias. La sensación de satisfacción que sintió al ver el cuerpo de uno de los asesinos de su hermano partido al medio aplacó su fuerte deseo de retribución casi al instante. El renovado filo de la legendaria arma había impartido justicia sin contemplación ni miramiento alguno frente a sus propios ojos.

    Habiendo perdido la cada vez más frágil conexión con su heraldo y el prisma, Kyogre se retorció de dolor mientras Gloria y Zacian caían para sumergirse en el ahora calmo y tibio mar. Rabioso, intentó congelar las aguas que le rodeaban para frenar y despedazar a sus atacantes, pero antes de que siquiera pudiese usar su aliento gélido un potente rayo amarillo hecho a partir de energía eólica le golpeó por la retaguardia, causando una potente explosión.

    Le reconoció apenas se volteó preso de la ira, atravesando el denso humo: un pokémon pájaro de gran envergadura y con rasgos de dragón que llevaba milenios sin ver. Uno de los muchos responsables de la construcción de su secreta y recientemente destruida prisión, y aquel que había osado llamarse señor y guardián de los mares durante su larga ausencia.

    -¡No permitamos que tenga tiempo de responder, Lugia!-espetó Ethan aferrándose al lomo de su compañero y con su completa atención dirigida hacia Kyogre-¡Usa Golpe Aéreo!

    Lugia no tardó en acatar la orden: aprovechando el favorable viento que la ráfaga delta de Rayquaza le ofrecía para adquirir la velocidad que necesitaba, el pokémon legendario envolvió su cuerpo en una fuerte luz blanca y embistió a Kyogre con una fuerza demoledora, causándole un gran daño y haciéndole retroceder unos cuantos metros. Pero la orca asesina no estaba dispuesta a dejarse vencer tan fácilmente.

    -¡FRÍO POLAR!

    Estando más furibundo que herido, Kyogre liberó de su cuerpo una titánica corriente de aire gélido que congeló todo a su alrededor y que alcanzó tanto a Lugia y a Ethan como a Zacian y a Gloria, dejando a ambos pokémon legendarios y a sus respectivos entrenadores completamente inmovilizados. Los Regis, que todavía se encontraban en plena recuperación y protegiendo a un agotado y debilitado Regigigas, resistieron la onda expansiva generando en conjunto y con sus manos alzadas un campo de fuerza verde claro.

    -¡Oh no, Ethan!-gritó Brendan consternado, temiendo el helado y aciago destino que su amigo y la chica de Galar no tardarían en experimentar-¡Tenemos que ayudarlos! ¡Vamos, Latios!

    -¡Brendan, espera!-exclamó May tomándole del brazo izquierdo con su mano derecha-¡No podremos ayudarlos si no…!

    Pero la joven coordinadora se detuvo al detectar un repentino y agudo dolor en su cabeza que la forzó a llevar ambas manos a sus temporales, gritando como si estuviese padeciendo una aneurisma cerebral. Una presencia desconocida y hostil trataba de internarse en lo más profundo de su cerebro, sin reparar en los daños permanentes que pudiese llegar a ocasionarle.

    Oyó a su novio gritar en vano y muy preocupado su nombre, al mismo tiempo que Latias emitía un gemido que sonaba idéntico a un sollozo humano. La dragona eón parecía estar experimentando el mismo sufrimiento que ella, moviendo espasmódicamente la cabeza de un lado al otro en un futil intento por expulsar de ambas con su poder psíquico a la inesperada amenaza.

    Aquella presencia era innegablemente poderosa, rivalizando con la fuerza dragón y con la energía de la mega-evolución que hasta aquel momento habían protegido su cuerpo. Elegida o no, su joven mente mortal jamás había experimentado una energía tan potente y destructiva. Tan antigua. Tan primigenia.

    “Kyogre quería usarte como mi sucesora. Sabía que Brendan y tú eran los elegidos destinados a impedir que se despertase, y planea manipularte a través de la influencia del prisma azul una vez se haya deshecho de Archie. De esa forma tú y tu novio estarán divididos y no supondrán un problema para él, pues pelearán entre ustedes hasta matarse. Por eso ni Latias ni tú deben tocar el prisma.”

    El recuerdo de la críptica y desconcertante advertencia de Spenser manifestándose y fluyendo en su memoria le hizo comprender con claridad y con horror lo que estaba sucediendo: usando hasta la última pizca de energía tomada del prisma azul y del cuerpo de Archie, Kyogre buscaba penetrar su mente como un parásito aferrándose desesperadamente a la vida mediante el huésped más cercano.

    “MATA AL MUCHACHO. SÉ MI FARAUTE.”

    May cerró ambos ojos y puños en un intento por resistirse. La presión que Kyogre estaba ejerciendo sobre su mente y sobre su cuerpo no parecían ceder. Y si ese era el caso, ella tampoco estaba dispuesta a ceder.

    “No.”

    Mantuvo el espíritu en alto y la mente lo más tranquila posible, intentando no dejarse amedrentar por la respuesta de Kyogre, que llegó en la forma de un atronador y escalofriante rugido. Uno que quedaría eternamente grabado en su memoria.

    “OBEDÉCEME, HIJA DEL MAR.”

    La energía de la fuerza dragón y de la mega-evolución rodearon a su ser y a su proyección espiritual como un manto protector que alejó a Kyogre de ella, haciéndole retroceder unos cuantos metros.

    “No. No te permitiré que me uses para hacerle daño.”

    “¡¿OSAS IGNORAR MI VOLUNTAD?!”

    Plantándose firmemente, miró sin temor al aterrador y descomunal pokémon a los ojos, al mismo tiempo que la imagen de Latias se proyectaba justo a su izquierda. La dragona eón por fin había podido construir una barrera mental igual de fuerte que la suya para ayudarla a encarar al despótico señor de los mares.

    Con sus ojos cian adquiriendo un brillo incandescente, May continuó plantando cara a la encarnación primigenia del océano sin pestañear. Sintió y oyó millones de rostros y de voces que en coro se unían a ella y a Latias para asistirla y expulsar a Kyogre de ella. Rostros y voces que nunca jamás había visto o escuchado antes, pero que a la vez creía haber conocido en otra vida. Todos ellos eran uno con ella.

    “Nunca me uniré a ti. No me atemorizas.”

    La respuesta de la bestia no se hizo esperar.

    “PUES MORIRÁS CON MÁS VALENTÍA Y HONOR QUE OTROS.”

    Y mientras sus cinco sentidos abandonaban el plano mental para hacerla retornar al mundo físico, inmediatamente percibió frío. Un frío cruel y despiadado que había entumecido hasta el más resistente de sus músculos, cerrando los vasos sanguíneos de su piel y disminuyendo su temperatura corporal a niveles peligrosos que nunca en su vida había experimentado. Ni siquiera el clima de la región de Sinnoh había sido así de inmisericorde con ella durante todos los años que había pasado afuera de Hoenn, lejos de su familia.

    “May...”

    Su corazón latía cada vez más lentamente, amenazando con detenerse para siempre. La lejana y débil voz de Brendan y los gruñidos de Latios parecían estar desvaneciéndose igual de rápido que su audición y que sus signos vitales. Lo único que su tacto registraba era la mano derecha de su novio y mejor amigo sosteniendo firmemente su mano izquierda. Su lengua se había tornado más azul y más fría que una paleta. Y sus ojos sólo alcanzaban a ver a una petrificada y horrorizada Latias con la mirada perdida en algún punto incierto de la superficie.

    Quedándose dormida, entendió lo que había ocurrido en su ausencia: al igual que a Ethan y a Gloria, Kyogre les había brindado a los cuatro la muerte dulce. Ante los ojos de su enemigo, se lo merecían.




    “¡BRENDAN! ¡MAY!”

    Junior abrió los ojos de par en par, siendo despertado por aquella femenina y desesperada voz. Una voz que se hallaba a varios kilómetros de distancia y que, desde la altura en la que se encontraba, habría sido imposible de escuchar para cualquier ser vivo. Cualquier ser vivo menos él.

    Habiendo recobrado el conocimiento, trató de tantear la superficie del sitio en el que se hallaba, sólo para encontrarse con que tal superficie no existía: estaba completamente solo, flotando en un vacío oscuro y aparentemente infinito. Debajo suyo, los vientos huracanados y las explosiones producto de la contienda entre Groudon, Kyogre y Rayquaza lucían pequeñas e insignificantes sobre el largo y ancho mar, como si de una batalla entre termitas se tratase. Pequeñas erupciones de manchas que ensuciaban momentáneamente un hermoso y cautivante paisaje azul.

    La memoria en el núcleo de su gema le recordó lo que había sucedido: la presión del agua de Kyogre le había mandado muy alto y muy lejos, dejándole desmayado al alcanzar la mesósfera. La cantidad de tiempo que llevaba levitando inconsciente le era incierta, mas de algo tenía absoluta certeza: allí arriba, la vista era tanto atemorizante como fabulosa.

    Incontables veces había intentado en el pasado huir de la tierra, con su cuerpo viéndose limitado tanto por la baja temperatura como por la influencia de su padre al alcanzar los límites de la capa de ozono. Y ahora, con el poder oculto que la luz del Pilar Celeste había despertado dentro de él, finalmente se sentía perfectamente capaz de hacerlo. Podía por fin escapar y explorar el interminable universo, descubrir de dónde provenía y si habían otros como él y su progenitor. Ser libre tanto de ataduras como de la posible amenaza de aquellos humanos que habían llegado hasta la Isla Origen para intentar someterlo. Aquellos humanos que le habían forzado a emigrar a tierras más lejanas, donde terminaría conociendo al señor Mewtwo y a su compañera humana.

    Pero no podía irse. No abandonando a los elegidos. No sin proteger aquel mundo en el que había nacido y que había aprendido a amar pese a los peligros y adversidades que éste le había puesto enfrente. Un héroe no escaparía, y mucho menos abandonando a sus compañeros. Abandonando su promesa y su destino.

    “¡AAAAAH!”

    La inconfundible voz de Zinnia fue detectada nuevamente por sus receptores de audio, haciéndole comprender a modo de recordatorio que ésta todavía corría grave peligro. Con una repentina sensación de urgencia, pasó a su forma aerodinámica y voló rápidamente en sentido descendente, llegando justo a tiempo para encontrarse con lo que ya se temía: de la misma forma que May y que Brendan, la cronista del Clan Meteoro y Rayquaza habían caído abatidos ante las filosas rocas de Groudon y los rayos congelantes de Kyogre, y estaban hundiéndose en el denso ponto.

    Había llegado demasiado tarde. Pero todavía podía hacer algo. Tenía que hacer algo.

    Adoptando rápidamente su forma ofensiva, cargó con ambas manos una esfera de intensa luz verde y la lanzó inmediatamente hacia Kyogre, causándole un daño considerable. Acto seguido adoptó una pose defensiva para bloquear con un campo de protección verde claro un entrante ataque de Lanzallamas por parte de Groudon, y una vez el humo de la explosión se disipó contraatacó con una segunda aunque más débil esfera que, al igual que la anterior, consiguió dar en el blanco.

    Tenía que vengar y dar tiempo a los elegidos, especialmente a la señorita Latias. La dragona eón le había protegido y ayudado cuando nadie más lo había hecho, y ahora que con ayuda de ella Rayquaza había decidido concederle su perdón estaba todavía más en deuda con ella. Y pensaba saldar aquella deuda por el profundo respeto que sentía hacia ella. Hacia todos los que le habían enseñado a ser fuerte.

    Sin esperar a que sus oponentes tuviesen la posibilidad de reponerse ante su acometida inicial, pasó a su forma veloz y generó con su mente varios clones ilusorios para confundir a sus objetivos. Con sus duplicados sirviendo como señuelos y cubriéndole la espalda ante interminables ataques que provinieron de ambas direcciones, logró acercarse a Groudon y aplicarle una serie de fuertes y raudos golpes, envolviendo sus ahora puntiagudos tentáculos en un aura púrpura y muy brillante.

    Apartándose de su primer y ahora envenenado rival, repitió la misma estrategia con un escurridizo Kyogre, esta vez viéndose forzado a soportar un fuerte chorro de agua caliente para poder alcanzarle. Parecía que tenía una chance de ganar.

    Pero su sexto sentido le decía desde su subconsciente que era inútil, que sólo estaba haciendo tiempo. A pesar de que su ponzoñoso contraataque había sido notablemente efectivo, ahora estaba quemado y la última de sus copias kamikaze acababa de ser borrada por el Filo del Abismo de Groudon. La energía en su interior y sus reflejos menguaban, y el ardor provocado por el Escaldar de Kyogre le estaba cansando. Si las quemaduras que habían atravesado su armadura y comenzado a hacer bullir su sensible piel no le mataban, Groudon y Kyogre no tardarían mucho en hacerlo.

    Y fue en ese momento que Junior lo comprendió: no podía derrotar a dos bestias tan poderosas e irascibles. No era rival para sus oponentes, y muchos menos si dichos oponentes habían involucionado en dos fieras que, alterados por la ahora poluta energía que corría por sus venas, se habían entregado a sus instintos primitivos más básicos y homicidas.

    Había perdido mucho antes de ser concebido. Mucho antes de ser pensado.

    Reconociendo que su fin se aproximaba, trató en vano de generar un segundo campo psíquico en su forma defensiva para repeler un ataque simultáneo de Hiperrayos sincronizado entre los dos pokémon legendarios. Y cuando, como ya suponía que pasaría, los enceguecedores y mortales rayos de los señores de la tierra y del mar hicieron trizas su barrera para perforar su casi indestructible coraza, aceptó la derrota con valor.

    Pensó en la señorita Latias y en los elegidos. Serena, Mewtwo, Hoopa, Aurorus, los amos Hilbert y Hilda. Todos aquellos que habían sido buenos y cordiales con él desde sus inicios. Todos aquellos que le habían aceptado por cómo lucía y que le habían enseñado a fortalecerse, viendo más allá de su tenebroso aspecto. Más allá del aspecto de un Deoxys.

    Varias dudas llegaron a su mente en sus últimos segundos mientras la gema en su interior cedía ante la brutalidad del daño que se le estaba infligiendo: ¿Por qué no había salido igual a su padre? ¿Había alguien más allí afuera igual a él, o era sólo el único en su clase? Y por sobre todas las cosas, ¿por qué la energía de la fuerza dragón y de la mega-evolución se parecían tanto a la que él y su padre habían heredado del meteorito que les había traído a la tierra? ¿Acaso también estaba destinado a nacer en aquel pequeño y remoto mundo para eventualmente detener una amenaza mayor? ¿Para ayudar a los elegidos de la profecía de la que Serena tanto le había contado?

    Cerró los ojos en paz cuando su núcleo y su cerebro terminaron por explotar. Y mientras su forma física empezaba a disolverse en el aire, una sola palabra hizo eco en su memoria. Una que dibujó una sonrisa en su mente.

    “Héroe…”




    “Mis pokémon están pletóricos de energía...tengo todos los objetos...y…”

    “¡Hola!”

    “¿Eh? ¿Quién...¿Quién eres tú?”

    “¡Oh! Disculpa, no quise asustarte. Soy tu nuevo vecino.”

    “Ah...claro…eres Brendan, y te acabas de mudar.”

    “Eh, sí. Acabamos de llegar. Tu mamá está convencida de que podríamos congeniar.”

    “Mmm...Yo me llamo May. ¡Encantada!”

    “Es un placer, May. Me dicen que te gusta mucho hacer nuevos amigos, y en serio necesito uno. ¡No conozco a nadie aquí!”

    “Yo...sueño con hacerme amiga de miles de pokémon de todo el mundo. Mi padre, el profesor Birch, me ha hablado de ti.”

    “Oh, así que por eso sabes mi nombre. Debí suponerlo. Tengo entendido que mi papá y el tuyo se conocen.”

    “He pensado que podríamos hacernos amigos…Qué tontería, ¿no? Si acabo de conocerte, Brendan…”

    “Supongo...tampoco te forzaré si no quieres…”

    “¡Oh, rayos! ¡Se me había olvidado! ¡Tenía que ir a ayudar a mi padre a atrapar pokémon salvajes! ¡Nos vemos luego, Brendan!”

    “...Esa chica es un poco rara, pero me cae bien, ¡y además es muy bonita! Tal vez sí podríamos hacernos amigos. Como sea. Debo seguirla para conocer al profesor Birch. Mamá me dijo que me presentase ante nuestros vecinos, y eso pienso hacer.”





    “zinnia…”

    Zinnia levantó ambos párpados súbitamente, tanto horrorizada como destrozada. El lazo mental creado por Jirachi le había hecho sentir la muerte de Junior, invadiéndola con una tristeza y un dolor que no podía poner en palabras. Pese a haber llegado a conocer por poco tiempo al pequeño virus alienígena, su sacrificio la había dejado sin palabras, rompiéndole el corazón. Aquel ser tan inocente y solitario había dado su vida con tal de proteger el planeta. Con tal de salvar a todos.

    Al abrir ambos ojos, lo primero con lo que se encontró fue nada más que puras formas amorfas y una oscuridad profunda que nunca antes había experimentado. Al principio creyó asustada que se había quedado ciega, pero cuando su vista de aclaró se dio cuenta de que se hallaba bajo el agua, hundiéndose tan silenciosamente como un viejo galeón abandonado en lo más recóndito del océano.

    No podía moverse, ni detectaba ninguna sensación a lo largo de su cuerpo. Sus huesos estaban completamente rotos, evidente producto tanto de las afiladas piedras de Groudon como de la fuerte caída que había sufrido al caer al agua. El mero hecho de que su cuello estuviese sin ningún rasguño gracias a su armadura era un milagro merecedor de alabar al Ser Original.

    Pero había algo más. Aquello que había adaptado su visión y su audición a la poca luz que provenía de arriba y al murmullo del mar también estaba reparando su espalda y devolviéndole la movilidad de sus brazos y piernas, como si nunca hubiese sufrido daño alguno.

    “Zinnia…”

    La fuerza dragón. El fenómeno de la mega-evolución. Una con la capacidad de crear y de transformar, la otra con la habilidad de distorsionar y de destruir. Energías que eran distintas y que a la vez se atraían la una a la otra, pues la primera había engendrado a la segunda. Ambas trabajaban incansablemente y en simultáneo, sanando para su asombro todas y cada una de sus fracturas como si no hubiese un mañana, al mismo tiempo que la protegían de la enorme presión del agua.

    Toda su vida se había tomado la labor de investigar dichas energías, y cuando logró descifrar en aquellas pinturas de la Cueva Granito que Latios y Latias habían sido artífices de su nacimiento mediante la manipulación de la energía natural, había llegado a la conclusión de que ambas eran extensiones de ésta. Y ahora tenía la prueba justo frente a ella.

    Un banco de Gorebyss y de Huntail pasó nadando justo a su lado, haciendo que instintivamente girase la cabeza hacia la izquierda para ver a Brendan y a May: atrapados junto con los Latis en la prisión y ancla de hielo que Kyogre había diseñado para ellos, los dos jóvenes elegidos mantenían una conversación telepática entre ellos, compartiéndose recuerdos. Recuerdos de bellos momentos que habían compartido juntos en tiempos más felices, despojados del miedo a la muerte que sentían en aquel instante.

    “En serio perdimos, ¿no?”

    “Eso creo.”

    “Lo siento. Lo arruiné. Ahora vamos a morir, y nuestra familia y los demás lo harán también por nuestro fracaso.”

    “No. Yo lo arruiné. Debí haberte defendido mejor.”

    “Brendan, tengo tanto miedo...tanto frío…”

    “Al menos nos tenemos el uno al otro.”

    “Sí. Así es.”


    Finalmente entendía completamente por qué la profecía los había designado como los futuros salvadores de la tierra: el lazo entre ellos, que había comenzado como una amistad en la niñez hasta florecer en un bello e inquebrantable amor, era tan fuerte y tan firme como las corrientes de los mares de Hoenn. Algo que ella había perdido, y que nunca jamás volvería a sentir hacia otra persona.

    “Zinnia…”

    La desconocida e insistente voz de antes se oía cada vez más fuerte, produciendo un angustiante e inaguantable eco en su cerebro. ¿De quién era? ¿Y dónde la había escuchado antes? Sonaba extremadamente familiar, pero no la oía desde...desde…

    “Aquí.”

    El corazón le dio un vuelco: a pocos metros de distancia, una minúscula pero brillante luz rosada dio acto de presencia, perforando el corazón de las tinieblas. Cuando su vista se adaptó, pudo detectar una peculiar y singular visión: era un diminuto pokémon de piel azul con brazos más largos que su cuerpo y patas gruesas cortas. Las dos extensas antenas encima de su cabeza eran las que generaban aquel hermoso y cautivante resplandor. Le acompañaba un enorme cardumen de Relicanth, peces tan antiguos como la tierra misma.

    La aparición de aquel curioso y singular ser la obligó a valerse de su memoria para identificarlo, remontándose a una de las primeras leyendas que había investigado cuando reemplazó a Aster como la nueva cronista del Clan Meteoro.

    Manaphy. Era Manaphy, el pokémon legendario príncipe del mar. Los mitos de la Gente del Mar decían que poseía el increíble poder no sólo de comunicarse con las almas de los seres queridos que ya habían partido hacia el más allá, sino también de poder transmitir a los mortales lo que estos decían o sentían.

    “Zinnia, estoy muy triste por lo que has estado pensando.”

    Zinnia parpadeó involuntariamente, sintiendo cómo un familiar dolor oprimía su corazón. Manaphy estaba hablándole, no en su idioma, sino con la voz de antes. La voz que al fin había reconocido, pero que lamentaba haber olvidado luego de tantos años.

    “Aster...”

    Las lágrimas en su rostro no se hicieron esperar, flotando hasta disolverse para formar parte de la inmensidad del mar. Un fuerte e indómito torbellino de emociones arreció en lo más hondo de su alma.

    “No fue tu culpa lo que me ocurrió. Estabas asustada, y si no lo hubieses estado también te habrían matado conmigo.”

    “Pero sí fue mi culpa. Juré que nunca dejaría que algo malo te pasara. Y cuando más me necesitabas, no fui valiente.”

    “Zinnia, una sólo tiene que ser valiente cuando se debe serlo. Como yo lo fui.”


    Su desconsuelo se acrecentó ante aquellas palabras. Una fuerte explosión, seguida de un potente sismo que sacudió todo a su alrededor, le indicó que Groudon y que Kyogre habían reanudado su interminable y devastadora contienda en la superficie.

    “¿Por qué...por qué te fuiste? No fue justo. Hice cosas terribles por ti. Para volver a verte.”

    “Nunca me fui. Mira más abajo.”


    Zinnia se atrevió a dirigir la mirada hacia donde Aster le indicaba, y debajo suyo vio el largo e impresionante cuerpo de Rayquaza. Despojado de su mega-evolución y habiendo retornado a su forma base, el dragón legendario la miraba fijamente, sin emitir sonido alguno. Sus ojos y los dibujos de anillos en todo su cuerpo producían un fulgor amarillento que lentamente iba adquiriendo una tonalidad rosada.

    La intrusiva imagen de una lejana y a la vez conocida estrella en el firmamento entró a su mente. Y entonces, azorada, pudo completar la pieza faltante del rompecabezas.

    “Yo vivo en ti.”

    “Y yo.”

    “Yo también.”


    Las voces de los cronistas del pasado se unieron a la de Aster, acompañadas por el tierno y melancólico gruñido de una pequeña Whismur. Ahora todo le quedaba claro.

    Rayquaza. Aster. La Estrella Draco. La energía natural. Ella. Los cinco eran un solo ser.

    “Estamos contigo.”

    May, Brendan y los Latis resonaron entre aquella multitud de voces, alentándola a continuar. Y fue entonces que una última voz se hizo presente en su mente.

    “No hemos terminado. Y tú tampoco.”

    La penetrante mirada de Rayquaza se clavó en lo más profundo de su alma, deshaciendo el torbellino emocional que tanto la afligía. Y con la suya, las de otros tres seres que jamás había visto antes se manifestaron.

    “La Vida.”

    “La Muerte.”

    “La Madre Naturaleza. Todos somos uno contigo.”


    Las poké balls de Salamence, Altaria, Noivern, Tyrantrum y Goodra vibraron con vigor en su armadura, al igual que las de los pokémon de Spenser. Determinada, tomó la lanza esmeralda por el mango mientras la piedra activadora en su mega-tobillera emitía nuevamente un potente brillo magenta.

    “Quédense conmigo.”

    Oyó a Manaphy y a los Relicanth comenzando un precioso y reverberante cántico, con sus ondas sonoras resquebrajando el gigantesco iceberg en el que Brendan y May todavía se hallaban cautivos. Y con la luz de su piedra creciendo hasta alcanzar el tamaño de una estrella enana, vio emocionada cómo la morfología de Rayquaza se transformaba una vez más.




    Groudon rugió presa del éxtasis. La contaminada energía del prisma rojo que residía en su interior estaba mutando nuevamente. Con los vientos de Rayquaza habiéndose desvanecido, su conexión con la tierra y con los continentes había vuelto con más fuerza que nunca, al igual que su control sobre los rayos del sol.

    Ya no necesitaba de un prisma o de un insignificante heraldo humano para hacer lo que se propusiera, para retener su máximo poder. Tenía a Kyogre contra las cuerdas, frenando el cierre de sus dientes sobre su cabeza con las filosas garras de sus manos. Sólo necesitaba la cooperación del centro de la tierra y pronto vería a su viejo y tan odiado enemigo atravesado por su Filo del Abismo.

    Kyogre sabía que estaba en un predicamento. Había tenido que abandonar el mar para poder abalanzarse sobre Groudon, pero el riesgo que había decidido tomar había rendido sus frutos. Sólo necesitaba disparar su Pulso Primigenio antes que Groudon hiciese su movimiento, y éste se derretiría ante su mortal y ancestral agua a presión. La lluvia estaba con él, y con Groudon y Rayquaza finalmente muertos nada le impediría obtener la energía natural de Arrecípolis. Sería el intocable dios del nuevo mundo.

    Los dos eviternos rivales, sintiendo cómo la victoria estaba tan cerca después de incontables lunas, se prepararon para cargar sus respectivos y últimos movimientos. Y cuando estaban listos para despedazarse el uno al otro de una vez por todas, las nubes y el sol se tornaron por segunda vez en su contra. Para horror de ambos, fuertes y fieras ráfagas de viento los cubrieron por completo.

    No. No podía ser posible. Él no podía seguir con vida.

    Una intensa luz esmeralda con destellos purpúreos cubrió por completo el océano. Emergiendo de entre las profundidades a una gran velocidad, Rayquaza, Latios y Latias ascendieron hasta lo más alto del cielo, alcanzando los límites de la tropósfera y bañados en aquella pura e imperturbable luz.

    Groudon tragó saliva. Rayquaza jamás había exhibido un poder igual. La energía natural de Arrecípolis y de todo el planeta ahora sólo le respondía a él. Las almas de los difuntos del Monte Pírico, junto con varios pokémon fantasma provenientes tanto de éste como del Pilar Celeste, estaban de su lado. La Estrella Draco brillaba como nunca lo había hecho en mil años, brindándole toda su energía.

    Rehusándose a aceptar la derrota, lanzó de entre sus fauces una incandescente llamarada hacia sus adversarios; Kyogre, igual de desesperado que él, le imitó redirigiendo su Pulso Primigenio en la misma dirección.

    Y mientras lo hacían, oyeron desde las alturas a los elegidos y a la guerrera esmeralda dictaminando su sentencia.

    -¡ASCENSO DRACO!

    Lanzándose en picada a una velocidad incalculable, Rayquaza y los Latis dejaron que la energía natural les cubriese por completo, adoptando la apariencia de una gran flecha que luego pasó a ser la cabeza de un dragón rugiendo que en plena caída devoró con sus mandíbulas ambos ataques de energía sin esfuerzo alguno. Acto seguido, y sin contemplación alguna, impactaron directamente contra sus objetivos.

    Kyogre y Groudon se retorcieron de dolor mientras la energía natural de la que tanto habían ansiado adueñarse anulaba por completo todo su poder, drenándolos hasta dejarlos secos. Y cuando sus cuerpos empezaron a quedarse rígidos y a adoptar una apariencia rocosa, sólo pudieron formar una expresión de horror con sus rostros. La última cosa que pasó por sus mentes fue una inmensa ira mezclada con impotencia.

    Los vientos huracanados amainaron, cesando por completo. Los apocalípticos nubarrones se retiraron, dándole espacio a un sol mucho más tranquilo y apacible. Y humanos y pokémon volvieron a ver juntos otro feliz amanecer.

    Zinnia, May y Brendan se permitieron sonreír agotados y abatidos al escuchar los aplausos y hurras que llegaban a sus oídos, proviniendo de un islote cercano, mas el asfixiante y deprimente sentimiento de pérdida no abandonó sus tristes corazones.

    La tierra había sido salvada. Pero, ¿a qué precio?
     
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    Woona

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    POKÉMON RAGNAROK

    Capítulo 9: Rondó


    La vida siempre debe de abrirse camino”

    En un inicio, sólo había caos y confusión. A dondequiera que uno mirara, la oscuridad y sombras imprecisas reinaban.

    En el centro de todo aquel desorden, en contra de todo pronóstico, un huevo apareció. Y al escapar de aquel vórtice de locura, del intrépido huevo surgió el Ser Original.

    Sintiéndose solo, el Ser Original creó mediante sus mil brazos dos seres, un varón y una mujer. Con los latidos del varón, el tiempo avanzó; con la respiración de la mujer, el espacio y las dimensiones se expandieron. Y en el medio de esa conjunción, se dio forma a la materia.

    Con sus dos hijos explorando el cosmos, el Ser Original dirigió su atención hacia un pequeño y vacío cuerpo celeste. Y a él envió un tercer ser, al que llamó El Hijo.

    Y con El Hijo, la vida en aquel cuerpo celeste floreció.

    Pero los retoños del Hijo no eran felices. No podían pensar. No podían sentir. No podían moverse.

    La oscuridad emanada por ese vacío y descontento creó al Oscuro. Sintiendo celos, y buscando poder y destrucción, el Oscuro trató de destronar al Ser Original, quien con una lluvia de granizo le desterró a un mundo distinto. Uno en el que no existía distinción entre el cielo y la tierra.

    Dispuesto a ayudar al Hijo, el Ser Original engendró a otros tres seres. Y aquellos tres seres dieron a luz al espíritu.

    Viendo que lo que había creado era muy bueno, el Ser Original se sumergió en un sueño eterno.




    Padre…”

    Parado en medio de la inmensidad del sitio en donde todo había comenzado, Arceus abrió sus ojos de par en par. Pese a que su milenario descanso era necesario para recobrar las fuerzas que había perdido, siempre tenía un momento para escuchar a sus hijos. Especialmente si ese hijo era su predilecto.

    Su arco dorado se iluminó, emitiendo una luz dorada y celestial que se extendía más allá de los confines del universo.

    Dime, hijo mío. ¿Qué es lo que necesitas?”

    Se abrió un enorme agujero de gusano en pleno vacío, y Giratina ingresó lentamente a la morada de su padre a través de él. Modificando su peso, altura y morfología con tal de adaptarse a la gravedad de aquel lugar, el guardián de la anti-materia pisó con delicadeza el celestial y místico suelo con sus nuevos tres pares de patas para después aproximarse a Arceus y agachar tanto su cabeza como sus alas a modo de reverencia. Después de ello, habló.

    El Ragnarok ha terminado. Los humanos han salido victoriosos.”

    Arceus asintió con la cabeza.

    Lo sé. Recuerda que yo lo veo todo, incluso dormido.”

    Dialga y Palkia han aceptado el resultado. Pero yo necesito algo más. Deseo saber tu opinión.”

    El Ser Original meneó la cabeza en negación.

    No hallarás una respuesta que te complazca más allá de la que ya sé que esperas. Siempre me mantendré neutral ante cualquier suceso que ocurra en el universo, a menos que éste se halle a punto de desaparecer. Si el azar quiso que los humanos triunfasen, entonces que así sea.”

    ¿No puedes deshacer todo lo que ha ocurrido? Muchas vidas se han perdido sin sentido para llegar a esta conclusión. ¿No sería mejor librar a humanos y pokémon de tanta muerte y de tanto dolor?”

    Arceus volvió a menear la cabeza antes de dar su respuesta.

    No. Si lo hago no habrán aprendido nada. Y todavía no están preparados para recibir la vida eterna. Los sacrificios que han hecho en el camino les fortalecerán. Les volverán mejores.”

    Padre e hijo se mantuvieron la mirada por unos cuantos segundos, envueltos por un silencio incómodo. Sólo se oía el cósmico y enigmático susurro de las innumerables galaxias y constelaciones que les rodeaban. Finalmente, Arceus rompió su mutismo hablando una vez más.

    Ahora que la humanidad ha probado ser digna de coexistir con el resto de la creación, tú y tus hermanos deben de ayudar más que nunca.”

    Giratina parpadeó perplejo. Había aguardado una contestación diferente.

    ¿Lo dices en serio?”

    Tenías razón. Hemos pasado mucho tiempo aislados de los humanos, y su reciente esfuerzo por evitar la destrucción inminente de la tierra ha demostrado tu punto. De ahora en adelante deberemos brindarles todo el apoyo posible, siempre que sea necesario.”

    ¿Y qué harás tú?”

    Todavía me queda otro milenio de descanso. Pero eso no significa que ustedes no estén listos. Encárgate de liderarlos.”

    Giratina asintió con la cabeza, complacido con lo que acababa de oír. Lenta y pesadamente se dio la vuelta para, con sus profundos ojos adquiriendo un brillo escarlata, invocar un segundo portal. Pero justo cuando estaba a punto de regresar a su forma original, se giró a ver a Arceus con la misma mirada de antes.

    ¿Por qué soy realmente tu favorito? Desde que nací no te he traído más que problemas. Intenté destruirte, y te forcé a exiliarme.”

    Su padre meneó la cabeza por tercera vez.

    Te desterré no por lo que hiciste, sino porque supe que tenías un papel que desempeñar, al igual que los demás. Porque me hiciste ver que todavía tenía mucho que aprender con respecto a cómo dar vida. En el pasado cometí el error de castigar a Regigigas por querer crear sin mi permiso a los hombres, de quienes al principio temí por su naturaleza destructiva. Naturaleza que me recordaba mucho a la tuya. Pero todo aquello que destruye también puede desarrollar la capacidad de crear. Tal vez a veces se necesita un poco de caos para que la vida prospere. Y a fin de cuentas, ¿no fue el caos mismo lo que dio pie a que tú, yo y tus hermanos naciésemos?”

    El amo del Mundo Distorsión se detuvo a pensar por unos instantes las palabras de su progenitor. Y antes de que pudiese poner en palabras lo que pensaba al respecto, su progenitor le interrumpió.

    Tu deseo por enmendar lo que hiciste en el pasado pese a que ya fuiste perdonado, al igual que tu indomable y perseverante espíritu. Eso, junto con tu devoción pese a nuestras diferencias, es lo que te hace mi favorito.”

    Giratina bajó el cuello y la cabeza halagado, aceptando el cumplido. Después de ello se retiró levitando en silencio, cerrando el agujero detrás suyo apenas acabó de atravesarlo. Y Arceus, orgulloso una vez más de lo que se había originado a partir de él, prosiguió con su largo descanso.

    La Sala del Origen volvió a oscurecerse apenas el brillo de su arco se apagó, retornando a una paz y quietud imperturbables.




    Gloria inhaló y exhaló hondo antes de subir las tres escaleras que tenía delante. Necesitaba juntar todo el aire que sus pulmones pudiesen almacenar y liberar para lo que tenía que decir.

    Con valor y con tristeza subió lentamente los escalones procurando no pisar el largo vestido negro que llevaba puesto, ignorando los llantos que llegaban a sus oídos desde más adelante y las lágrimas que descendían por sus mejillas. Debía ser fuerte por todos y por ella misma.

    Al alcanzar el podio y dirigir su atención a las sillas de la primera fila, los primeros rostros que vio fueron los de su madre, Marnie, Piers, Sonia, Bede, Leon e Inteleon, junto con los de los demás líderes de gimnasio. Los asientos de más atrás eran ocupados por May, sus amigos y muchos otros entrenadores expertos originarios de distintas regiones acompañados de sus pokémon. Todos ellos aguardaban apesadumbrados y expectantes lo que iba a decir.

    Tragando saliva disimuladamente, tocó suavemente la rejilla del micrófono con el dedo índice de su mano izquierda para comprobar que funcionaba. Acto seguido cerró los ojos y comenzó a expresar en voz alta lo que su corazón sentía en aquel segundo.

    -Cuatro años. Esa edad tenía cuando Hop y yo nos conocimos. Siempre me llamó Glori porque tenía problemas pronunciando la A. Incluso cuando superó eso, siguió llamándose así por afecto.

    -Hop quería ser el entrenador más fuerte que existiera, algo que sin duda heredó de su hermano mayor. A pesar de luego optar por dedicarse a ser profesor pokémon, siguió practicando para intentar alcanzarme y vencerme.

    -Cuando salí del armario sincerándome conmigo misma, hubo un período de tiempo durante el cual fui muy grosera con él. Me irritaba verlo tan feliz cuando yo me sentía infeliz por los éxitos que, creía yo, había ganado por pura suerte y no por verdadero talento. Porque todo el mundo esperaba grandes cosas de mí, cuando lo único que quería era dedicarme a mi verdadera especialidad, que no eran los combates, sino lo culinario. Afortunadamente, la maravillosa persona de la que me enamoré me hizo ver el error en mi accionar y me ayudó a disculparme con él.

    Marnie esbozó una sonrisa débil emocionada, restregando sus ojos con ambas manos con el fin de secar sus lágrimas. Morpeko, que se encontraba sentada en su regazo, frotó su mejilla izquierda contra su cintura en un intento por animarla.

    -Hop era más que un amigo para mí. Era mi hermano. Un hermano que trataba de hacerme sonreír hasta en los días más lluviosos, cuando todo era gris y sombrío. Uno que siempre priorizaba los problemas de los demás antes que los suyos, y que nunca dejaba de estar dispuesto a ayudar. Gracias a él logré salvar Galar del poder de Eternatus y de los planes del ex-presidente Rose. En sus propias palabras, juntos éramos imparables.

    La joven campeona de Galar hizo una pausa para llevarse ambas manos a la cara apenas la imagen del despedazado cuerpo de Hop se desplegó en su memoria, sollozando en silencio. Cuando sintió que podía continuar, reunió coraje y volvió a hablar.

    -Y por eso lo perdí para siempre. Murió priorizando su vida antes que la mía. Él y más de seiscientas millones de personas y pokémon nos fueron arrebatados dos semanas atrás, perdiendo súbitamente sus vidas a causa de las acciones del Equipo Aqua. A causa de los pokémon legendarios Kyogre y Groudon. Y en un día tan lluvioso como este, sin él, me siento más sola y triste que nunca.

    Hizo un segundo intervalo para mirar fijamente a todos sus oyentes, tanto conocidos como desconocidos. Su cejo se arrugó, no con enojo u odio, sino con determinación.

    -Humanos y pokémon siempre hemos tratado de apoyarnos los unos a los otros, y a pesar de ello en muchas ocasiones nos hemos hallado también enemistados, o hasta en guerra. Pero la tragedia que hoy nos une nos recuerda que la historia puede volver a repetirse, y que al final, pese a las diferencias que nos encontremos entre nosotros por fuera, por dentro somos iguales. Separados somos débiles, pero juntos podemos aspirar a ser mucho más. Cualquier rencor o enojo que tengamos con el otro no importa. Porque es importante aprender a valorar la presencia del otro antes de perderla.

    Respiró profundo y aprovechó la que sería su última pausa para recobrar el aliento. Luego miró por segunda vez al público y concluyó su discurso.

    -Nuestra vida en este mundo nunca dura lo suficiente. Sin importar lo que nos espere al final del túnel, lo cierto es que una vez que morimos, ya no estamos más aquí. Ya no existimos. Por ello debemos siempre valorar y no rechazar a la gente extraordinaria, aquella que nos anima y que nos invita a ser más alegres, más optimistas, más fuertes. Porque si confiamos en nosotros mismos, podemos cambiar el mundo siendo extraordinarios. Podemos ser héroes.

    Cerró los ojos con gran pesar mientras los acomodadores y sus Corviknight hacían caer el gran manto rojo frente al monumento a los caídos en el Ragnarok, revelando la gigantesca estatua hecha en conmemoración a Hop y a Zamazenta. Y mientras bajaba del podio para reunirse con su familia y amigos, sintió que su corazón se hundía como un raquítico y enclenque iceberg en las profundidades del oscuro abismo oceánico.

    Aquella noche, los aullidos de Zacian no la dejaron dormir.




    ¡Señor Drake, señor Drake! ¡Somos Gabby y Ty, del programa En busca de Entrenadores! ¿Qué puede decirnos acerca de los rumores de que han iniciado la búsqueda de los miembros restantes del Equipo Aqua?¿Cree que se entregarán o que seguirán huyendo?”

    Como líder del Alto Mando, he sido testigo de todo tipo de acciones deleznables. Pero ninguna tan deleznable como la que el Equipo Aqua llevó a cabo. Tanto nosotros como el campeón Steven Stone agradecemos a los jóvenes Brendan y May por su valeroso heroismo, así como a los clanes Endrino, Meteoro y Arrecípolis por su incondicional apoyo durante la mayor catástrofe climatológica que este siglo ha presenciado. Y como compensación, tenemos pensado cazar a todos y cada uno de los bastardos Aqua que se nos escaparon, hasta que estén todos tras las rejas.”

    ¿Y no teme que alguno de ellos intente atentar contra su vida?”

    Si quieren venir, son bienvenidos. Este viejo lobo de mar y sus pokémon del tipo dragón les presentarán batalla encantados.”




    Shelly miró melancólica y descorazonada la bella vista que podía apreciar a través de la ventana: los cálidos rayos del sol y el resoplido del oleaje cercano a la Isla Origen eran la única luz y el único sonido que alumbraban la oscura y tenebrosa oficina en la que se encontraban ella y su Grimer.

    -¿Y bien, señorita?-preguntó mordazmente y desde su escritorio la desconocida figura cuyo rostro era tapado por las sinuosas sombras que poblaban el cuarto-¿Cuál es su respuesta?

    -La respuesta es no, K-contestó firmemente y furibunda la ex-comandante Aqua, con su lodoso pokémon imitándola-. La votación fue unánime: sin Archie, el Equipo Aqua ya no tiene razón de ser. Y no te serviremos ni a ti ni a tu jefe sólo porque ya no tenemos un líder. A partir de ahora volveremos a ser personas normales, pero continuando con su ideal bajo los ojos de la ley. Es lo que él hubiese querido si todo fallaba.

    Oyó a K exhalando por la nariz con evidente decepción, al igual que un fuerte resoplido que claramente no era suyo. Como ya se lo imaginaba, esa no era la respuesta que ni ella ni el pokémon que le hacía compañía querían oír.

    -Es una gran pena verla afuera a usted y a sus compañeros-afirmó con un dejo de malicia oculto en el tono de su voz mientras la luz que traspasaba la ventana se reflejaba levemente en sus profundos ojos azul oscuro-. Pero bueno, un trato es un trato. Ya son libres de irse. El dinero les será entregado a la salida, junto con las huellas dactilares y pasaportes falsos que tanto solicitaron. Ha sido un placer hacer negocios con ustedes.

    Evitando no romper en llanto, Shelly abandonó junto a Grimer el escalofriante cuarto lo más pronto posible, cerrando la puerta detrás suyo sin mucha sutileza. K, por otro lado, se limitó a suspirar enfadada mientras prestaba atención a un continuo y mecánico ruido detrás de ella.

    -Bueno, señor, oficialmente el Proyecto Poseidón fue una total pérdida de tiempo-dijo en voz alta mientras se levantaba de la silla, como si estuviese hablando con alguien. Su pokémon emitió por lo bajo un apenas audible berrido-. Sabía que estaba destinado a fracasar.

    La pared detrás suyo terminó de hacerse a un lado, y una figura alta y masculina salió del pasadizo secreto. Sus pasos eran firmes y decididos, y sus ojos hacían gala de una mirada fría y calculadora.

    -Siempre estuvo destinado a fracasar-respondió el desconocido con suma tranquilidad, sentándose despacio en el asiento que K había ocupado previamente-. Sólo era una tapadera, y ellos nunca se terminaron de dar cuenta. Gracias a los microbots que metimos como polizones en el submarino, ya tenemos todo lo que necesitamos para volver a concentrarnos en nuestro verdadero objetivo.

    El hombre colocó despreocupado pero con fineza una serie de fotografías a color sobre la rectangular mesa de madera. En todas ellas se podían ver paisajes, ciudades y monumentos pertenecientes a diferentes partes del globo, desde Kanto hasta Galar. El único nexo que las unía era la presencia de un borroso pokémon antropomórfico con piel grisácea y apariencia felina.

    -Hiciste un muy buen trabajo manipulando a ese imbécil de Archie-dijo sacando de su bolsillo un puro y colocándoselo en la boca “Has aprendido muy bien mis trucos...Kris.

    Se oyó un chasquido que resonó en toda la habitación, seguido de la aparición de una pequeña llama procedente de la punta de un fósforo. Con una sonrisa cruel dibujada en sus labios, Kris se acercó a su superior con el fin de encender su cigarro. Su Donphan rodó suavemente sobre el suelo hasta estar nuevamente a su lado.

    -Me halaga, señor-contestó la joven con un leve rubor en sus mejillas-. Aunque todavía me faltan aprender muchos de sus trucos.

    -Ten por seguro que los aprenderás todos-afirmó él con un dejo de orgullo-. Y cuando lo hayas hecho, estarás lista para tomar mi lugar.

    El hombre sonrió apenas sintió cómo Kris encendía el puro en sus labios, iluminando por unos segundos tanto las facciones de su cara como el pokémon que se encontraba posado sobre su hombro derecho.

    -¡O mi nombre no es Giovanni, líder del Equipo Rocket!-finalizó orgulloso y petulante.

    -¡ACK, GIOVANNI!-repitió en voz alta el Murkrow abriendo sus alas de par en par.




    -¿Estás seguro de que quieres volver allí?-preguntó Serena confundida, mirando hacia adelante muy preocupada. Frente a ella, la enorme y lúgubre entrada a la Cueva Celeste no hacía más que producirle escalofríos-Podrías seguir viajando con nosotros.

    Debo volver allí”, respondió Mewtwo decidido. A diferencia de la muchacha, el gato psíquico contemplaba la oscuridad dentro de la gran grieta impertérrito, despojado de cualquier atisbo de duda o de temor, “Ahora que todo ha terminado, he de regresar con mis verdaderos amigos. Han sufrido mi ausencia por muchos años.”

    -Pero ya no eres buscado por nadie-insistió ella desconcertada, tratando de convencerle de que reconsiderase su decisión-. La gente en Azafrán y en toda Kanto sabe lo que hiciste. Ya no tienes que seguir huyendo.

    No me interesa si saben lo que hice”, le contestó él cerrando los ojos y moviendo la cabeza para los costados, “Me alcanza con saber que lo sabes. Además...hay algo que debo hacer solo. Algo en lo que ya no puedes ayudarme.”

    -¿Por qué no?-inquirió Serena entristecida, tomándole con ambas manos del brazo izquierdo y encontrándose incapaz de dejarle ir.

    Porque es mi responsabilidad” contestó apesadumbrado “Y porque es personal.”

    Serena suspiró cabizbaja. Después de todo lo que Mewtwo y ella habían compartido juntos, el pokémon artificial seguía ocultándole secretos. Pero su sexto sentido le decía que era más prudente darle su espacio.

    -Está bien-dijo después de unos segundos, finalmente soltándole-Pero prométeme que si alguna vez me necesitas, me avisarás.

    El gato psíquico esbozó una pequeña sonrisa y asintió con la cabeza. Acto seguido aceptó los saludos de todos los pokémon de su amiga y se apartó. Pero justo cuando estaba internándose en lo más profundo de la cueva, oyó que le llamaban por su nombre.

    -Mewtwo-oyó decir a Serena-. En serio lamento lo que le pasó a Junior. Sé que te culpas por ello, pero...no es realmente tu culpa.

    La voz del singular pokémon resonó una última vez en su mente. Sonaba apagada, pero a la vez feliz.

    Lo sé. Buen viaje, Serena. Espero volver a verte algún día.”

    La campeona de Kalos tragó saliva y cerró ambos puños, intentando soportar el dolor que le causaba separarse de su amigo. Buscando distraerse, sacó y desenrolló el arrugado periódico que llevaba unos cuantos días dentro de su bolso. El impactante titular impreso en la primera plana le seguía sorprendiendo.

    TITANES RECONSTRUYEN CIUDADES-EQUIPO MAGMA, ABOGANDO POR UN MUNDO MEJOR”

    Le costaba creer todo lo que había ocurrido la última semana: tras el inspirador funeral en Ciudad Puntera, todos y cada uno de sus amigos tomaron caminos distintos. Hilbert y Hilda habían regresado junto con Reshiram, Kyurem y Zekrom a Unova, donde no le cabía duda sus familias les estarían esperando. Red, por otra parte, se alejó del ojo público, no sin antes prometerle que mantendría su número de teléfono. Y ahora Mewtwo había decidido resguardarse en la Cueva Celeste.

    Shauna. Tieruno. Trevor. Korrina. Su madre. Todos le habían pedido que regresara a casa. Pero no podía hacerlo. No todavía. Aún tenía una meta sin cumplir, y no descansaría hasta volverla realidad. Por ella y por Calem.

    “No preocuparse, señorita Serena”, afirmó muy contento Hoopa. Estando dentro de su vasija, el pequeño pokémon genio todavía seguía cansado por haber tenido que hallar y retirar los múltiples anillos con portales ínter-dimensionales que había dejado sueltos por el planeta muchos siglos atrás, “¡Hoopa seguir aquí a su lado!”

    -Lo sé Hoopa, lo sé-le contestó ella agradecida, acariciando la vasija como señal de afecto. Luego sintió cómo su viejo y confiable equipo pokémon le dedicaba un abrazo grupal con tal de reconfortarla.

    -Entonces, ¿ya nos vamos?-preguntó una voz masculina a unos cuantos metros de distancia, rompiendo el silencio.

    Serena soltó una pequeña risita mientras guardaba a todos sus pokémon dentro de sus ball, a excepción de Noivern. Acto seguido se dio la vuelta para hablar con su interlocutor.

    -Tranquilo, vaquero-contestó ella con una sonrisa pícara y acercándose al muchacho de marrón café que la esperaba impaciente-, ya he terminado aquí.

    -Me alegra saberlo-contestó Blue aceptando el beso en la mejilla que la muchacha rubia le dio en la mejilla izquierda. El joven líder de gimnasio se hallaba acompañado por su enorme e imponente Pidgeot-. Descuida, ya lo volverás a ver. En fin, ¡próxima parada, Sinnoh!

    “Supongo que nos vamos de paseo” contestó ella subiéndose al lomo de su pokémon dragón, mientras su novio hacía lo mismo con Pidgeot. Luego exclamó llena de júbilo “¡A Ciudad Pirita, Noivern!”

    Noivern y Pidgeot gruñeron alegres, y en un milisegundo abandonaron tierra firme para emprender vuelo, perdiéndose junto con sus entrenadores en el despejado e hipnótico cielo azul de Kanto.




    ¡Muy buenas a todos, damas y caballeros! ¡Bienvenidos a otra edición de Historias Sorprendentes! Esta semana viajamos a la humilde Ciudad Cerezo, en la región de Johto. Allí nos encontramos con la historia de Silver y Mars. Dos hermanos separados que se encontraron después de haber vivido muchos años separados, ¡sin siquiera conocerse! Dinos Silver, ¿qué nos puedes decir acerca de tu padre, Giovanni? Sabemos de buena fuente que en su día él fue el líder de la organización criminal conocida como el Equipo Rocket.”

    Mi padre y yo no nos hablamos desde hace años, cuando fue derrotado por dos entrenadores dentro de su gimnasio en Ciudad Verde. Nunca le volví a ver después de eso, y así lo prefiero. Se preocupó más por su negocio que por criarnos como se debía, y por eso siempre he tratado de mantenerme lo más lejos posible de él. Y si está viendo esto, espero que le quede claro este mensaje: aléjate de nuestras vidas.”

    ¿Qué hay de ti, Mars? Cuéntanos un poco acerca de ti. Según los registros de la policía de Sinnoh, formaste en el pasado parte del famoso Equipo Galaxia. ¿Es cierto eso?”

    Me temo que sí. Cuando era muy pequeña, mi madre se volvió a casar. Mi padrastro Michael fue médico militar en el ejército de Unova, y murió cuando apenas tenía siete años. A los doce abandoné la casa de mi madre y viajé a la región de Sinnoh, donde me uní a una pandilla de motoqueros. Eventualmente conocí a Cyrus, líder del Equipo Galaxia, quien me reclutó y me puso como una de sus comandantes. Trabajé para él por unos cuantos años robando pokémon a varios entrenadores, hasta que desapareció mientras llevábamos a cabo un operativo en la Columna Lanza.”

    ¿Cómo te sientes en retrospectiva con las decisiones que tomaste?”

    Todo lo que hice estuvo muy mal. Y no espero que la gente de la región de Sinnoh olvide mis crímenes de la noche a la mañana. Pero sí creo que podré empezar a saldar mi deuda con la sociedad buscando empleo aquí con mi hermano.”

    ¿Qué tal es la convivencia? ¿Cómo se llevan los dos?”

    Solemos discutir bastante, pero nuestros pokémon nos ayudan a tranquilizarnos. Con el tiempo hemos aprendido a aceptar los límites del otro, y conforme ha pasado el tiempo nos hemos ido ganando la simpatía de los vecinos. La vida aquí es perfecta. El agua es ideal para darse un chapuzón en verano, y la mejor parte es despertar a la mañana con la fragancia de las flores llegándonos por las ventanas.”

    Sólo nos queda una última pregunta: ¿Cómo se sienten al haber salvado a la gente de Kanto del pokémon legendario Articuno? Dicen las malas lenguas que tuvieron ayuda de Ho-Oh, el pokémon legendario protector de Ciudad Iris.”

    Más bien nosotros lo ayudamos a él. No sabemos dónde se encuentra actualmente, pero esperamos que esté bien. De no ser por él, Silver y yo jamás hubiésemos sabido que éramos hermanos. Y mamá...si estás escuchando ahora mismo, perdóname por haber huido. Por favor, vuelve con nosotros. Te estamos esperando.”

    Muchas gracias por su tiempo, chicos, y les deseamos mucha suerte para el futuro. ¡Y ustedes, queridos oyentes, manténganse en sintonía, porque apenas regresemos de los cortes comerciales les tenemos más jugosos e interesantes relatos! Maylene de Ciudad Rocavelo: ¿Soltera o de novia?; Maximillian Yamada y Courtney Moore: Romance en la oficina; Pokémon legendarios entre nosotros: el best-seller del año escrito por el profesor Rowan; ¡Y reformas en Unova: el reinado de la reina Rosa! ¡Todo esto y más en Historias Sorprendentes!”




    May apagó el televisor aburrida y se recostó bostezando en el sofá. La última gira la había dejado exhausta, y cada músculo de su cuerpo estaba adolorido por haber realizado tantas coreografías en un solo mes.

    Aferrándose a su preciado peluche de Jigglypuff, vio cómo Raichu perseguía enojado a Ditto, quien como de costumbre le imitaba haciéndose pasar por él. Latias y Wailord dormitaban dentro de sus respectivos receptáculos, mientras que Glalie y Magcargo lo hacían en el suelo, justo debajo de una pequeña y modesta mesita de luz. En ella, junto a varios trofeos y listones de concursos ganados, se hallaban colocadas tres fotos enmarcadas: en la primera, sonreía junto a Dawn, Lucas y Barry frente a la entrada al auditorio para súper concursos en Ciudad Corazón; en la segunda, posaba alegre junto a Gloria, Roxie y Piers, junto con el resto de la banda de Shady Poison; y finalmente, en la tercera, se hallaba saliendo con su vestido de novia y con Brendan de la catedral. Detrás de ambos, Wally, Flannery, Lisia y sus padres los seguían con sonrisas de oreja a oreja.

    Y en cuanto le propuse matrimonio, ¡no paró de besarme!”, dijo la voz que se escuchaba desde su poké-multinavegador, “¡Desde entonces no dejo de dar gracias a que Lugia me protegió de morir congelado con sus escamas! Es increíble que haya tenido que estar dos veces al borde de la muerte para volver a estar con ella.”

    -Aaaww, eso es tan tierno, Ethan-contestó su amiga muy conmovida, contemplando el póster en la pared que rezaba La Hora del Maestro Treta y Jirachi-. Es una pena que no haya podido estar ahí. Pero nada me alegra más que saber que han vuelto a estar juntos.

    “¿Y cómo fue la luna de miel?”, indagó el joven campeón de Johto con genuina curiosidad, “Sé que ya han pasado unos cuantos meses desde que volvieron a Sinnoh, pero no nos compartiste nada.”

    -Oh, maravillosa-rio la coordinadora chillando de la alegría, con sus mejillas tornándose más rojas que un tomate-. Nos la pasamos todas las mañanas en la playa de Ciudad Arenisca. ¿Sabías que por las noches se pueden ver bancos de Luvdisc con escamas doradas danzando a la luz de la luna? ¡Y él me pescó uno! ¡Fue tan romántico…!

    Oyó a Ethan reírse y suspirar por unos cuantos segundos. Su amigo sonaba tanto maravillado como contento por ella. Fue en ese momento que sintió a alguien respirándole en el cuello: Sceptile se había acostado detrás de ella para abrazarla y darle pequeños mordiscos cariñosos en la cabeza. El pokémon geco estaba feliz de que su entrenadora fuese feliz.

    “May, dile de mi parte a Brendan que nunca podré agradecerle del todo por sus consejos”, expresó Ethan, recordando la charla que él y Brendan habían tenido en la ruta 40, “Si no fuera por él, Lyra y yo hubiésemos terminado hace tiempo. Es un excelente amigo.”

    -No te preocupes-contestó May soltando una risita-. Se lo haré saber apenas esté de vuelta.

    -¿No está contigo?-preguntó su amigo confundido-¿A dónde ha ido?

    -A visitar a una amiga-replicó May muy contenta, volviendo a mirar con nostalgia la foto del día de su boda-. No tardará mucho.




    Zinnia hizo crujir su cuello aliviada tras poder colocarse su vieja y roída capa. Su armadura esmeralda se encontraba en el suelo del altar, separada en un rincón.

    -Ah, por fin aire fresco-dijo recibiendo gustosa la suave brisa que pasó por su rostro con gentileza-. Estaba empezando a sofocarme en ese armatoste.

    -Estarás bien aquí, ¿verdad?-preguntó la Gran Matriarca apartando por fin su mirada de Rayquaza. El enorme pokémon legendario se hallaba con los ojos clavados en el firmamento, observando la Estrella Draco sin emitir ni un solo sonido-Prométeme por lo menos que nos visitarás aunque sea una vez a la semana. Wallace y Clair también esperan que pases a saludarlos algún día.

    -Ya encontraré el momento para hacerme alguna escapada-rio la cronista exhibiendo una sonrisa socarrona-. Sólo me hará falta un poco de imaginación.

    -Tus padres estarían tan orgullosos de ti-dijo la anciana emocionada mientras acariciaba la mejilla derecha de Zinnia con su rugosa mano izquierda, dejando escapar una pequeña lágrima-. Mi pequeña niña. Pensar que después de todo el dolor que has soportado...

    -Lo sé, abuela-la reconfortó Zinnia, abrazándola con amabilidad. Luego se separó de ella-. Y tenías razón con lo que me dijiste cuando me fui. Sólo al enterrar el pasado puede haber un nuevo comienzo.

    Volvieron a abrazarse una vez más, y cuando llegó el momento, la Gran Matriarca abandonó la cima de la torre montada en su Flygon de brillantes escamas color verde limón, deseándole mucha suerte a su nieta desde las alturas antes de perderse en el horizonte.

    Habiéndose quedado completamente sola, y con Rayquaza todavía mirando las apenas visibles estrellas en el cielo, Zinnia se limitó a observar detenidamente el objeto que llevaba en su mano derecha: los fusionados fragmentos de lo que alguna vez fueron el prisma azul y el prisma rojo, incrustados en la punta del báculo que había pasado meses enteros buscando en el fondo del mar, emitían un singular y místico brillo morado. Regigigas había realizado un trabajo magnífico con aquel nuevo poliedro.

    -Spenser…

    La voz del viejo as del Palacio Batalla sonó en su cabeza en cuanto sus ojos se posaron en el núcleo de la gema. Sonaba agotada y rasposa, pero en paz.

    “Lo hiciste muy bien.”

    Zinnia respiró hondo y se atrevió a formular la pregunta que tenía pensado hacerle.

    “¿Cómo se siente?”

    “Es como quedarse dormido. Y vivir por siempre en el más hermoso de los sueños.”

    “Te extraño.”

    “Nunca tendrás que. A donde vayas, todos nosotros estaremos contigo. Recuérdalo.”


    Zinnia sonrió emocionada mientras sentía la presencia de Spenser desvaneciéndose en el aire. Sus ojos miraron en la dirección que su abuela había tomado: allí, a unos cuantos kilómetros de distancia, los petrificados y colosales cadáveres de Groudon y Kyogre continuaban rugiendo adoloridos y coléricos, enseñando inútilmente tanto dientes como garras ante las bandadas de Wingull y de Pelipper que se hallaban posadas picoteándoles. No muy lejos de allí, un enorme Deoxys de piedra se alzaba imponente sobre las otras dos estatuas, como si estuviese vigilándolas.

    Recordaba haber sentido la desesperación de los dos pokémon legendarios al ver que sus ataques no eran lo suficientemente fuertes contra el Ascenso Draco de Rayquaza. No le cabía duda alguna de que, embriagados por la adrenalina que la poluta energía primigenia les ofrecía, no se percataron de que el veneno de la Puya Nociva de Junior había debilitado tanto sus cuerpos como la potencia de sus ataques. Su victoria se la debían toda a él.

    En cierta forma le parecía irónico. Dos egoístas y codiciosas deidades que, en su vanal búsqueda por convertirse en seres omnipotentes y extraordinarios antes que el otro, habían terminado su longeva existencia como dos tristes figuras la mar de débiles y ordinarias, pegadas la una a la otra. No se podía imaginar algo que quisiesen menos.

    Cansada de sentir pena por aquellos que no la merecían, sacó el viejo reloj de bolsillo que Aster le había regalado tantos años atrás, y al ver la hora se sorprendió de lo temprano que era. Allí, en la cima del Pilar Celeste, el tiempo parecía andar más lento que un Torkoal bebé aprendiendo a caminar.

    Una sonrisa se dibujó en sus labios al escuchar el rompimiento del viento y el sonido de dos pies haciendo contacto con el suelo detrás de ella. Sólo podía tratarse de una persona.

    -Gracias, Runo-oyó decir a Brendan. Al darse la vuelta, vio que éste estaba hablando con Latios. El dragón eón, asintiendo con la cabeza, remontó nuevamente el vuelo y pasó a quedarse cerca de Rayquaza, quien esbozó una mueca similar a una sonrisa al verle.

    -Así que ya te ha confiado su verdadero nombre-observó ella estrechando manos con su amigo para darle la bienvenida-. Te tardaste en pasar. ¿Mucho trabajo, señor As del Palacio Batalla?

    -Algo así-rio el joven de Ciudad Olivo-. Noland quería invitarme a tomar unas copas, pero tuve que hacerle ver que todavía soy demasiado joven para estar bebiendo. Además...necesitaba buscar a alguien más antes de venir.

    Brendan dejó caer su lujo ball al suelo. Salamence emergió de ella rugiendo, exhibiendo orgulloso sus enormes alas rojas.

    -Sí que lo has cuidado-contestó Zinnia muy satisfecha mientras su amigo hacía retornar a Salamence a su ball-. Sólo un Salamence bien entrenado puede soltar un rugido así de fuerte.

    -¿A que te he impresionado?-bromeó él llevándose la mano izquierda a la barbilla.

    -No está mal-retrucó ella con un tono burlón-, aunque el rugido del mío te dejaría sordo.

    Se produjo un silencio en el que sólo se oyeron los lejanos aullidos del viento y los graznidos de una bandada de Wingull que pasó volando cerca de allí. En ese breve lapso de tiempo, la sonrisa en el rostro de Zinnia desapareció por completo, siendo sustituida por una expresión de abatimiento y arrepentimiento.

    -Tengo que disculparme contigo-se sinceró en voz alta, hallándose incapaz de mantenerle la mirada-. El Equipo Magma jamás podría haber descubierto la localización de Groudon sin mi ayuda. Fue mi culpa que tu Kecleon...que Cammy muriese. Supongo que el universo me castigó acorde quitándome a mi Whismur.

    -Tal vez-supuso Brendan-, pero fueron ellos los que llevaron a cabo el plan, no tú. Es por eso que es con Maxie con quien estoy enojado. Quizás algún día pueda aprender a perdonarle. Pero por ahora, después de todo lo que ha pasado...necesito descansar y pensar en otra cosa.

    -Lo comprendo-respondió ella con una sonrisa melancólica. Luego adoptó una más optimista-. ¿Y cómo está May?

    -Bien, conforme con que la última gira no la dejase hecha trizas-rio su amigo. Ella, contagiada, se le unió.

    Después de unos segundos de carcajearse, el rostro de la domadora de dragones adoptó un semblante un poco más serio.

    -¿Todavía sigues pensando en lo que te dije?-preguntó por fin sin ocultar su curiosidad-¿En la pregunta que te hice en la Cueva Granito?

    -¿Lo de que hasta qué punto creo en mis ideales?-completó Brendan-Sí. Y es parte del motivo por el que he venido. La otra parte...bueno, imagino que ya la recuerdas.

    -Por supuesto que la recuerdo-contestó ella arrodillándose con una sonrisa socarrona y exhibiendo todos sus dientes, adoptando un lenguaje corporal mucho más primitivo-. Y con gusto te daré lo que te prometí. ¡BRENDAN DE CIUDAD OLIVO! ¡YO, ZINNIA, CRONISTA DEL CLAN METEORO, TE DESAFÍO A UNA BATALLA POKÉMON!

    Brendan le devolvió la sonrisa. Ajustando su gorra de la suerte, se alejó de ella y lanzó una poké ball al aire.

    -¡Swampert, yo te elijo!-gritó eufórico mientras Swampert surgía de su receptáculo. El pokémon ajolote gruñó contento y sin miedo, listo para combatir.

    -¡Vamos, Salamence!-vociferó con vigor Zinnia, lanzando su poké ball con premura y con coraje. Su pokémon dragón emergió velozmente de su cápsula contenedora soltando un potente rugido para amedrentar a Swampert, quien no se inmutó en lo más mínimo.

    -¡MÁS ALLÁ DE LA EVOLUCIÓN!-gritaron ambos entrenadores al unísono tocando sus piedras activadoras-¡ALLÁ VAMOS!

    Dos mega-piedras brillaron con fuerza, transformando a los pokémon que las portaban. Y unos segundos después, con Rayquaza y con Latios como testigos, la cima del Pilar Celeste presenció el retumbante e histórico duelo entre dos viejos amigos.




    Diario de la cronista Zinnia. 30 de julio.

    La última vez que escribí en estas páginas, redacté la que creí sería mi última entrada. Cómo me alegro de que no lo haya sido.

    Desde niña he estado siempre volviendo mi mirada al cielo. Cuando mi corazón se encontraba desbordado por la angustia, cuando la soledad y la tristeza embargaban toda mi alma...entonces miraba a lo alto para retener las lágrimas que nublaban mis ojos.

    Y ahora, después de tantas cosas vividas, finalmente puedo mirar las estrellas y decir...que soy feliz.
     
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    Que tensión en un solo cap. No hay nada que me ponga más tenso que sentirme en un tribunal o una audiencia y aquí hubieron dos wow
     
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