Shimane Islas Oki

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Diciembre 2023.

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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Aoi Nobunaga

    Su interés por entrenar se esfumó en cuanto Murai mencionó la herbolaría. La idea de aprender de él le genero un intenso sentimiento de expectación.

    Escuchó inmóvil cómo mencionaba los venenos y sonrió abiertamente. Una sonrisa torcida e inquietante: también eran sus favoritos.

    La inesperada caricia hizo que se tensara súbitamente. Aun no se acostumbraba al contacto físico con nadie que no fuera Ryoshi pero apretó los dientes y trató de que no se filtrara su incomodidad, especialmente cuando se refirió a ella como suya.

    Sus pupilas se dilataron por la sorpresa y un leve sonrojo tiñó sus mejillas. Nunca se había sentido parte de nada y ahora, al parecer, formaba parte, no de uno, sino de dos grupos.
    Tembló ligeramente pero asintió con energía.

    Entonces no hay tiempo que perder.— Respondió con emoción contenida.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Yuzuki Minami
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    Fukuro ululó al reconocer su nombre, ante lo que solté el aire por la nariz y asentí de forma apenas perceptible al escuchar a Yume decir que tal vez Matahachi supiera de Kumo, aunque fue un poco gracioso que todo el mundo mencionara a Matahachi, empezando por Shino hasta Akihito y Rei, ¿al pobre no le irían a gastar el nombre? Y eso que no sabía el resto del embrollo.

    Ella regañó a Fukuro, que pareció entender y no pretendió volar, la dejé inmovilizar su ala y solo cuando me pareció que había terminado estiré la mano muy despacio, apenas para rozar con cuidado las plumas del búho, también esperaba que recordara cómo habíamos tratado a su compañero, sin hostilidad. Tamura le soltó a Konan que Kumo iba a odiarlo por lo que Genzai le había hecho a Fukuro, luego Yume apuntó que se preocuparía al ver a Genzai en vez de a su búho y Aki dijo que Kumo había intentado matarlos, que más bien Genzai había hecho bien en no matar a Fukuro.

    Suspiré, seguí acariciando las plumas de Fukuro apenas con un dedo y pensé un rato.

    —Díganle que estamos cuidado a Fukuro, al menos para que no se enfade... tanto, supongo —sugerí en voz baja, sintiéndome un poco rara de estar metiéndome en los asuntos de estas personas.

    Las risas de Hayato, Hajime y Hiro llamaron mi atención, los busqué con la vista, solo para verlos jugar con las figuras de papel que habían hecho y por un instante, uno solo, anhelé poder traer a Takano, Takeda y el resto de nuestra familia aquí para olvidarnos de todo. Olvidar Kioto, Fujimi y a Gendo, pero no podía. No cuando Kuroki había cortado la mano con que cuidaba mi familia, había matado al padre de Ko, roto el corazón de Rengo y mucho menos cuando habría preferido abrirme el vientre como mi padre antes de quedar en manos de Gendo en Kioto, como habría podido pasar. No cuando habían desmembrado al pequeño Kinsuke.

    La voz de Murai me hizo separar la vista de los niños, también alejé la mano de Fukuro y la burla en su voz me hizo sonreír con cierta resignación. Iba a responder algo cuando sentí la mano de Yume en el hombro, me dijo de lo más seria que no lo envenenara ni siquiera con ricina, que lo quería mucho, y mi sonrisa se parchó de algo de ternura y comprensión.

    —No lo haré, no te preocupes. —Desvié la vista a Konan cuando dijo que sería bueno tener más personas a quiénes pedirles venenos, luego vi a Aki hablarle a Yume—. Cuando termine con Murai también podría cuidar de Fukuro, si Konan tiene que hacer más cosas.

    Fue una simple oferta, la dejé suspendida en el aire y me despedí del grupo para acercarme a la serpiente. Me sentí incómoda, puede que fuese a sentirme así toda la vida, tan larga o corta como fuese a ser, pero le había dicho a Shino que le prestaría mi fuerza para velar por ellos como velaba por los míos y eso era una promesa de mujer a mujer. Además, este hombre era por quien estaba hoy fuera de Kioto.

    —Murai-sensei —lo llamé, burlona también—. ¿O debería seguir llamándote abuelo? ¿Qué vamos a aprender hoy?
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Seikanji Yamagawa

    Observó curioso el intercambio entre Kojiro y Riku, maestro y alumno. Cuando hicieron referencia al surco en la tierra él también desvió los ojos hacia la misma, sintiendo el escalofrío en su espina dorsal al pensar qué hubiera sucedido si ese golpe le golpeaba de lleno. Aún y así se sintió orgulloso de que Riku encendiera su espíritu hasta esas últimas consecuencias. Era una forma de saber que no lo tomó a la ligera, como bien había recalcado minutos previos a la ejecución de la escuela. Y aunque su alumno lo sobrepasaba en altura, y probablemente también en edad, la presencia de Kojiro era tan dominante que uno podía sentir que le pertenecía, en cierta forma.

    —Noishi-sensei. —dijo asombrado, ya que no le había escuchado ni adivinado la presencia. Era la sombra misma, la que se escudaba tras la máscara de Hannya en el pasado. Sonrió con vergüenza y afirmó a sus palabras, percatándose del panorama en el que se encontraban. —Pero no es necesario demostrarlo aquí. No es una lucha de egos. El yo debe desaparecer en el camino del bushido. —miró en dirección a Kojiro y luego volvió a dirigirse a Noishi. —Como también las sombras mismas deben esperar a la noche para actuar.

    Dio un par de pasos e hizo una reverencia ante Noishi. Aún con la frente gacha, murmuró:

    —Tendremos que buscar al señor Tsubaki para entrenar, ¿no le parece?

    Quería evitar un enfrentamiento innecesario. Riku y Seikanji habían medido su espíritu en un combate amistoso, no era necesaria sangre derramada en la arena.
     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku


    Ese es tu poder; uno que yo te seguiré ayudando a perfeccionar

    "Me seguiré esforzando". Trate de sonar decidido en aceptar sus palabras, y el no recriminarme a mí mismo, pero el impacto del cabezazo me estaba aquitando esa posibilidad. Sonando bastante difuso y mareado. "Maestro y Alumno, me ayudarás a superarme y perfeccionarme, y te apoyaré de la misma manera".

    Fue entonces cuando Noishi decidio aparecer, entablando rápidas palabras con Seikaiji. Mostrándome que podría tener una relación cercana.

    Sintiendo rápidamente por dónde podría escalar la situación, de un sacudon me fui incorporando y aclarando las ideas. "Estamos entre aliados, en eso, es importante conocer la capacidades del otro". A pesar de eso, no quise entrometerme en el deseo de Kojiro de comprobar las capacidades de otro Maestro y perfeccionarse a si mismo. pero prefiriendo que no exageran en ello. "Cómo ambos entrenamos hasta este resultado, miendonos uno al otro, también pueden hacerlo. Claro, mientras no sea con intención de hacerse heridas graves".

    Tosi en un puño, buscando llamar su atención antes de que empleara su táctica de escape. "Lo siento, pero antes de todo, venimos aquí con un objetivo a parte de entrenar". De manera no muy desimulara, le señalé la pila de Jabalíes que habiamos dejado de nuestra cacería.

    Podrá haberme ganado, pero no voy a dejar que se excuse de lo que ambos empezamos.
     
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    Bruno TDF

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    Togashi
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    El ánimo de Rengo le resultaba estridente, aunque no molesto. De alguna manera, sus gestos tan confianzudos exigían una constante atención, la suficiente como para que el cansancio de su cuerpo y los densos pensamientos perdieran terreno sobre sus sentidos, evitando así que se ahogara en sus tormentos. Seguía viéndose en una situación delicada, afectado como estaba por la traición de Kuroki, su asesinato hacia el padre de Kohaku, por la desgracia que hizo caer sobre Yuzuki… y por la muerte de su amigo Benkei, más dolorosa de lo que habría esperado. La alegría de Rengo le había venido bien para equilibrarlo por dentro, aunque fuese en una medida muy mínima.

    Lo siguió escuchando, concentrándose en sus reacciones. Quedaba claro que se llevaba bien con Kohaku, y que al hablarse estaban aludiendo a una conversación del pasado. Rengo pareció ilusionado por el apunte sobre el cambio de color en su ropa; Togashi terminó sonriéndose, tranquilo, ante la humorística metáfora de la hoja en blanco, y pensó en cuánto parecía haber cambiado desde Shizuoka. No lo conocía en profundidad, pero sí le pareció que, como le pasó a él desde que dejó la vida de vagabundo en Tsu; parecía más grande, como si hubiera ganado músculo. Luego apuntó al bronceado de Kohaku, quien reaccionó con una sonrisa suave, que vino acompañada por un chillido de Chiasa al recibir la caricia de Rengo.

    Ese cuadro le otorgó un segundo de paz, que le hubiera gustado contemplar en todas partes. Sin fuego. Sin guerra.

    Pero los rastros del llanto estaban ahí, en sus ojos.

    Y el pesar oscurecía los suyos, como una forja que luchaba por no apagarse.

    Tras un momento de meditaciòn por su pregunta, el joven Harima dijo que había perdido mucha sangre, lo cual daba sentido al comentario de que el pigmento de su piel se desvanecía. ¿En qué condiciones había pasado? Entonces Rengo añadió, sin un atisbo de dudas, que la isla era un sitio más idóneo que Kamakura; mencionó una serie de factores de esa ciudad que llevaron a Togashi asentir levemente, sin que se diera cuenta. Habían pasado cosas terribles y extrañas cuando Kamakura estaba bajo el mando de Kato, y no fue precisamente diferente en la segunda visita, teniendo a Jiin como el regente. Cuando Rengo mencionó a Kaito y el demonio carmesí, su asentimiento fue algo más pronunciado.

    No podía olvidar ese encuentro. Jamás lo haría.

    Acto seguido, Rengo tomó sus manos sin previo aviso, haciéndolo abrir los ojos. Lo mismo le había pasado con Kyuzo, quien había inspeccionado su cuerpo antes de venderle armas. Se sentía extraño, pero al final se dejó hacer porque notó, en la mirada de Rengo, que se trataba de algo importante.

    Necesitaba que un herrero lo acompañara. A la cima de la montaña.

    Togashi la había visto la elevación desde el barco, y hacia allí volvió a mirar mientras Rengo terminaba de hablar. Aunque… frunció el ceño, confundido, por la mención de los onis y los shikigami; expresión que inmediatamente se desvaneció en suspiro que escapó de sus pulmones. Su percepción del mundo había cambiado desde la batalla en la vieja herrería en Kamakura. Aceptar la existencia de los desconocido sería un largo proceso. Pero a pesar de las criaturas sobrenaturales, Rengo insistió que prefería la isla; Togashi se preguntó cuánto había sufrido Rengo en Kamakura.

    ¿Qué desdichas eran más terribles que un oni?

    En ese momento, advirtió que Kohaku había retrocedido algunos pasos. El herrero se giró hacia él, interrogándolo con la mirada. Su repentina partida lo dejó igualmente confundido, aunque supuso que junto a su amabilidad también había, quizá, un poco de timidez. ¿O había más?

    Trata de descansar en cuanto puedas —le pidió junto a una leve sonrisa, recordando los ojos enrojecidos. Tras eso, se giró hacia Rengo y mantuvo la serenidad de su expresión—. Puedes contar conmigo, Rengo; te acompañaré a esa cima. Aunque me pregunto algo… —se llevó una mano al mentón, pensativo— En una montaña, ¿cómo podré ayudarte con mi herrería?
     
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    Amelie

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    [Rei; Akihito]

    Miró el pañuelo y negó, usando la manga de su kimono; fue un movimiento rápido y con fuerza; cómo si hubiese limpiado sudor en lugar de lágrimas.

    Sonrió ante las palabras de su hijo —Crecí como soldado, si esto se hacía en el entrenamiento en Kioto terminabas barriendo caca de caballo; quiero decir —Rei se acomodó en la arena — No me es fácil olvidar ciertos traumas; así como te sucede a ti con los golpes —Rei había notado los movimientos de Akihito en el barco, y por supuesto entendía las razones — El tiempo las irá quitando, quiero creer. O tal vez no, a veces esas cosas se arraigan mucho en uno. Lo lamento —se disculpó —Tal vez nunca pierdas ese miedo a ser golpeado; pero me gustaría que puedas ser capaz de mirar a los ojos a quién te lastima para evitarlo.

    "Puedes ser héroe y no morir"

    Las palabras que acompañaron aquella oración lo obligaron a sentarse; pues él creía que la muerte por heroísmo le daría una especie de redención a su pasado; pero las palabras de Akihito sobre cómo ese muerte le causaría pesar, lo obligaron a pensar en aquel estado de ebriedad; tal vez era cobarde querer redimirse de esa manera, escapando de sus responsabilidades. Aun tenía hijos y debía ver por ellos.

    Luego escuchó lo sucedido en la otra isla —Nunca conocí a la tal Keiko; pero sabía que era la esposa de Kuyo, uno de los hombres de Gendo. Y si se quedaron con Kyuzo no creo que estén en esa isla para esconderse del mundo...

    Rei miró a Akihito y le pidió ser prudente, que no se dejara matar —Deja que te entrene, no como antes. Esta vez tendré la paciencia que mereces. Sé que no hice un buen trabajo la vez pasada porque sigues siendo muy...— se dio un golpe en la cabeza para obligarse a callar — Perdón, sigo siendo un imbécil; pero confía que no busco hacerte daño, no busco usarte como medalla cuando seas fuerte. Sólo quiero darte la fuerza para que puedas levantarte siempre, que no necesites de este imbécil —dijo llevándose la mano al pecho — Ni a ningún otro.





    [Murai; Aoi; Yuzuki]
    [Midori; Kushina; Oshin; Mako]
    [Dozan; Ryoshi]
    [Aki; Yume; Konan; Tamura]
    [Hajime; Hayato; Hiro]


    Yume afirmó a la sugerencia de Yuzuki sobre Fukuro —Aun así va a enojarse, al principio se va a preocupar pero ya después entenderá. Es muy protector con los animales, mucho más que con las personas.

    —¿Mucho más? —preguntó Tamura en burla —Yo podría llegar cubierto de sangre pero con Fukuro en los brazos y sólo le va a importar Fukuro. Es muy protector con los animales, hasta ahí. Las personas no somos su prioridad.

    Tanto Yume como Tamura rieron. Después Yuzuki se ofreció a cuidar de Fukuro y Konan le agradeció con una ligera reverencia. Se notaba que Konan era alguien cordial.

    Cuando Yuzuki se reunió con Aoi y Murai, este sonrió ante las palabras de Yuzuki — Este abuelo les enseñará a crear venenos y a explicarles como usarlos. Los venenos se usan, no se coleccionan —mencionó con seriedad — Al ser herborista la gente va a asumir que estarán forrados de frascos con sus recetas; pero no debe ser así. Los venenos o anti-venenos no deben estar en sus inventarios por demasiado tiempo, eso es un mero consejo. Los frascos deben ser repartidos entre los suyos, si en la guerra eres el único cargándolos quiero verlas corriendo a todos lados para repartirlos —soltó un risa— Pero con los venenos... no todos pueden ser manipulados por principiantes en la herbolaria, incluso darle a cualquier persona un veneno sin conocer sus habilidades o capacidades puede ser peligroso. Imaginen que entregan un veneno letal a alguien que jamás han visto como combate, esta persona muere y el enemigo obtendrá el veneno y será usado en su contra.

    Murai tocó los ingredientes con sus manos para diferenciarlos; las llevó hacia una de las cajas de madera y acomodó los ingredientes.

    —Ya conoces el cianuro; la ricina; el arsénico; la batracotoxina y la estricnina. Son los venenos de manual, los que todo herborista debe conocer para ser llamado así. No por ello son venenos menos letales, sólo que son comunes. Cualquier herborista sabrá tratarlos con su anti-veneno; es lo mínimo que se debe de conocer ya para fabricarlos y venderlos —Murai tomó la semilla de un durazno y la levantó frente a ustedes.

    ¿Acaso iba a explicarles todo? ¿Incluso lo que ya sabían?

    —El cianuro...

    Si, así iba a ser.

    —Usaremos el cianuro para envenenar el agua de nuestros enemigos — Aquella información era nueva; ya conocían los venenos, pero no habían tenido un maestro que les explicara la manera de utilizarlos en la guerra — Puede que este veneno no mate al instante; pero su sabor se diluye perfectamente pasando desapercibido. Un ejército con baja defensa puede separarnos de una derrota.

    Murai era herborista de guerra; un asesino. Ambas lo sabían. Aquel hombre no sólo tenía el conocimiento, sino que rebosaba de la experiencia.

    Murai tomó la semilla de la planta de ricino —La ricina es mi veneno común favorito. Suelo usarlo revolviéndolo en el furikake para el arroz — sonrió con malicia —Cinco días comiendo esto como si fuera un condimento puede causar la parálisis de todo un ejército si es bien repartido. No se necesita mucho; y nadie nota el sabor entre el condimento molido. El veneno debe ser también el arte de la sutileza y la paciencia; obligarlo a tomar pierde ese factor de sorpresa, y es contrarrestado con facilidad si no lo ocultas. Es por eso que los venenos son tan perfectos para los shinobis.

    Siguió con los minerales basálticos —Este no es sencillo de ocultar —inició — A pesar de que sea molido como el té, su sabor se delata con facilidad — aquel hombre disfrutaba aquella practica, y enseñarla. Pero algo en aquel momento lo hizo detenerse, un recuerdo seguramente, uno amargo.

    Kodoku.

    —Pero hay un sabor con la misma acidez; y es perfecto para ocultarlo allí. El remedio para la fatiga —dijo con seriedad — Imagínense infiltrar a alguien que se haga pasar por un médico y que este venda el remedio para la fatiga a un ejército que se ha movido ya por varios días, todos querrán comprarlo. Y estarán comprando nuestro arsénico. Lo beberán gustosos y no entenderán porque la fatiga ha incrementado.

    Diabólico.

    En la caja no había ranas; pero Murai usó sus manos para imitar el brinco de las ranas; fue algo ligeramente adorable siendo que era un hombre que estaba hablando de cómo envenenar ejércitos —Fácil, esa saben como usarla; pueden embarrar la toxina en cualquier sable y este causará el daño. Pero se evapora rápido. Y esto es a lo que me refiero conque los venenos sutiles pueden ser mucho más letales si se usan adecuadamente.

    Tomó la nuez vómica —Este veneno considero que es más para incomodar; pues sus síntomas serán el vómito y eso dará enseguida a un médico o un herborista el remedio perfecto. Pero ayuda en asuntos internos, yo lo usé muchas veces en Kioto para retrasar audiencias.

    Dejo la nuez en la mesa y recogió todos esos ingredientes barriéndolos con su mano derecha para llevarlos a la izquierda — Con esta explicación que tal vez crean innecesaria, quiero recordarles que los venenos funcionan mejor a mayor escala y siempre que se tenga un plan para implementarlos. ¿Alguna pregunta hasta ahora? Porque iniciaré con la fabricación de los venenos más letales de manera inmediata.





    [Togashi; Kohaku; Rengo;]
    [Masaharu; Genichi; Haku; Reijiro]
    [Riku; Seikanji; Kojiro; Noishi]


    Noishi sonrió a Seikanji; a él no le importaba quién mirara, sabía que no podría ser imitada, aun así asintió; pues Seikanji tenía razón en el hecho de buscar a Tsubaki antes de enseñarle la técnica a quién sería su nuevo alumno, relegando al de mayor antigüedad —Gracias por bañarme de conciencia. Busquemos a Tsubaki.

    Kojiro bufó —Pero Riku también tiene razón —señaló los jabalíes con frustración pues no conocería una nueva técnica.

    Haku soltó una carcajada al oír al grupo —Vayan, nosotros nos encargamos —Dijo ante todos los presentes.

    —Masaharu; Genichi; Haku y yo podemos con esto y más — aseguró Reijiro quien no borraba su sonrisa ante su cacería. Era el cazador supremo de la montaña.

    —Entonces podemos buscar a Tsubaki con ustedes —aseguró Kojiro hacia Noishi y Seikanji. Kojiro y Riku tenían esa obsesión en común por conocer de técnicas y entrenar —Has dicho que me apoyarás... veo necesario pelear con este misterioso personaje —dijo en voz baja hacia Riku; cómo un niño. Al menos esto le había dado una motivación, algo para alejarse de sus pensamientos autodestructivos; a menos que esto lo pudiera llevar a más pensamientos autodestructivos.





    Rengo notó cómo Kohaku se alejó y sintió pesar. ¿Había sido osco? Se miró y olfateó discretamente, no olía mal según él. Miró a Togashi y entendió que había enfocado sus atenciones a él, a quién realmente no conocía a diferencia de Kohaku, alguien quién podía entenderlo en muchos aspectos. Suspiró frustrado al notar lo torpe que aun era, lo poco que pensaba las cosas antes de actuar. Por su premura por encontrar a Togashi, alejó a Kohaku y aquello debía remediarlo.

    Rengo le sonrió a Togashi — Es difícil de explicar; y lo es porque yo no soy herrero y no entiendo de eso; pero tendremos un largo camino que recorrer dónde podré explicarte. Sólo puedo adelantarte que se trata de shi, y pues obviamente Mara estará involucrado. —dijo mirando hacia la montaña y mostrándole una mueca de completa flojera; algo que delataba que el recorrido no sería sencillo. Suspiró resignado y negó para borrar esos malos pensamientos —No te preocupes no voy a ir a sacrificarte allá arriba o algo por el estilo; y gracias por aceptar sin siquiera saber que necesito. Dame unos segundos... —Rengo seguía sin pensar lo que decía antes de hacerlo. Eso era un hecho.

    Rengo se alejó de Togashi para volver a Kohaku quién ya ayudaba con los jabalíes —Dejé a shi allá arriba. No sé ni cuántos días ha estado allí —dijo llevando sus manos a la cintura y mostrando un rostro de preocupación; pero algo en esa mueca no mostraba la seriedad del asunto, incluso parecía más el rostro de alguien quién olvidó quitar la ropa que se secaba y ahora se encontraba bajo la lluvia —Perdón, viví tanto tiempo por cuenta propia que a veces olvido que debo de ser más cordial, no nos vemos desde —se rascó la nuca algo incómodo — Desde hace mucho. Así que —miró la montaña — Si quieres pasar una pésima noche pero en buena compañía puedes acompañarme.

    Aquellas palabras sonaron fatal para aquellos que las escucharon. Reijiro miró extraño a Rengo y este lo notó.

    —También va Togashi —señaló a Togashi al adulto responsable.

     
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    Sonrió a modo de disculpa y extendió ambas manos hacia Riku, gesticulando como un niño que pillaron en una travesura.

    —Juro que no te dejaría con este trabajo tan pesado a ti solo, lo juro. —se rascó la cabeza, apenado.

    Pero Haku apareció para mitigar la situación y Sei comenzó a reír, nervioso.
    Reiko se acercó a ellos cuando notó que se moverían de allí y el cuerpo del animal se dejó ver en toda su extensión; poderoso, con los músculos de las patas traseras bien definidos y el cuerpo largo como el de una pantera. Los ojos color añis observaban a Kojiro.

    Seikanji, aún dolorido, caminó con lentitud, afirmando a las palabras de Riku.

    —Tienes razón, Riku-san, será un buen espectáculo de ver el entrenamiento entre nuestros dos maestros. Está vez lo disfrutaré sentado en el suelo, como buen espectador.

    Sintió que la voluntad de Kojiro era equiparable al mar, rabioso y tranquilo. Pero el intercambio de miradas entre la Golondrina y Noishi fue como el impacto de una gran ola que se estrella contra un acantilado.
     
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    Ayeah

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    Observó de reojo a la otra alumna pero la ignoró cuando se unió a ellos pues toda su atención se centraba en Murai.

    No quería perderse ni un detalle de aquello por lo que guardó silencio y de cuidó de no interrumpir durante las explicaciones.
    Tomó notas mentales de algunos detalles pero en su mayor parte era información que ya conocía por lo que su pie comenzó a golpear rítmicamente el suelo con impaciencia.

    Asintió para sí tomando los consejos de Murai pero guardó silencio cuando las interrogó a cerca de sus preguntas. No tenía ninguna y tan sólo quería llegar a la información nueva cuanto antes.

    Ninguna pregunta. — Añadió después, consciente de que él no podía verla sacudir la cabeza. Esperaba que la otra mujer tampoco quisiera añadir nada.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Sonreí al escuchar los comentarios de Yume y Tamura sobre Kumo, la manera en que se preocupaba por los animales más que por cualquier persona, que no eran su prioridad, y recordé nuestra conversación, nuestros esfuerzos por hacer que nos acompañara. Él había dicho que confiaba en Fukuro a ojos cerrados y finalmente había desaparecido de la red, como Rengo había desaparecido frente a mí.

    Mi oferta de cuidar de Fukuro hizo que Konan agradeciera con una ligera reverencia, cordial, y me di por servida para reunirme con Murai y su otra alumna. Era una mujer que parecía mayor que yo, así que luego de la broma inicial hacia Murai procuré no tomarme demasiadas confianzas, aunque él siguió la tontería del abuelo y sonreí para mí misma. Seguía contrariada con esto, con su figura, su reconocimiento y todo lo demás, pero debía aprender, debía hacerlo para compensar mi falta.

    Presté atención, me pregunté si en verdad nos hablaría desde... desde el principio, vaya. Resultó que sí y pensé en que mi aprendizaje y uso de los venenos siempre había sido individual, como el de ciertos animales de los que se podían extraer las sustancias. La realización me hizo preguntarme entonces quién era la verdadera serpiente, fue extraño y mejor pateé el pensamiento lejos, para seguir escuchando.

    Agua, comida, se fingía dar medicinas y eran veneno. Los escenarios como los presentó Murai me helaron la sangre, recordé a Kumo diciendo que los venenos, así como las extremidades o miembros faltantes, eran pruebas de tortura y sentí que el brazo me punzaba, en un dolor fantasma. Éramos la prueba de la tortura y la replicábamos, porque necesitábamos sobrevivir.

    Verlo imitar el brinco de las ranas fue gracioso en el contexto, me acordé de los pergaminos de Rengo en Kamakura y me distraje de las cosas tan horribles que estaba oyendo, sobre envenenar ejércitos completos, ¿pero no era igual? ¿No había dirigido las tropas en Nagano?

    La mujer dijo que no tenía preguntas, estuve por menear la cabeza para secundarla, pero recordé que el hombre estaba ciego.

    —De momento yo tampoco —respondí entonces.
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
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    Le dediqué una sonrisa a Togashi al aconsejarme que descansara y murmuré un sonido afirmativo antes de retirarme para ayudar con los jabalíes. Estaba en eso cuando Rengo regresó junto a mí, afiancé el nudo en torno a las patas delanteras del animal y me erguí, mirándolo con cierta curiosidad. Desvié la vista en la dirección de la montaña y luego le eché un vistazo a su cintura, confirmando que, efectivamente, no portaba a shi. No me había dado cuenta hasta ahora, quizá siguiera algo aturdido en general. Rengo era difícil de leer, tendía a disfrazar sus emociones detrás de bromas livianas, así que no tuve forma de discernir aquel comentario sobre la espada.

    Su disculpa me hizo pensar que mi despedida había sido evidente cuando en realidad pretendía ocultarlo, y la idea me empujó algo de calor al rostro. Me invitó a acompañarlos y me esforcé mentalmente por obviar el bochorno.

    —No, descuida, estoy bastante cansado del viaje y de... hoy. —Me señalé la venda en la cabeza y reí con ligereza para después sonreírle suavemente—. Pero gracias, Rengo. Lo que sí... —Lo recorrí con el ceño fruncido, luego a Togashi y regresé a los ojos del muchacho—. ¿Irán así? ¿A pasar la noche? No tienen comida, ni abrigo...

    Allá arriba haría frío, ¿verdad? Les pedí que me esperaran un segundo y le avisé también a Reijiro que ahora volvía. Me apresuré por regresar al barco, donde armé una bolsa con algo de comida de las cajas y mantas. Pensé en prestarle mi piel de lobo, pero lo dudé por un par de razones y eventualmente descarté la idea. Anudé la tela desde sus extremos y me colgué la bolsa a la espalda. La cabeza empezaba a laterme de nuevo.

    —Aquí está, lamento la tardanza —avisé al llegar, ligeramente agitado—. Cuídense, ¿sí? Nos vemos mañana.

    Dioses, y ahora tocaban los jabalíes... Para cuando terminamos de transportarlos al barco me sentía genuinamente agotado, pero no confiaba en tener una noche de sueño reparadora aún así. Encontré mi piel de lobo, la sacudí pues Tamura la había guardado llena de arena, y me la eché encima de la ropa nueva. Le avisé a Reijiro que buscaría a Yume, tanto para que lo supiera como por si deseaba acompañarme, y alcancé el claro del bosque donde encontré armada una herbolaria improvisada. Allí estaban Yume, Tamura, y los demás miembros del clan Taira ante quienes no me había presentado. El detalle me cohibió un poco y avancé directamente hacia la chica, sentándome a su lado con pesadez. Observé, parecía estar tratando a un búho y sonreí, pues acababa de recordar una canción de mi infancia. Chiasa me imitó con curiosidad desde mi hombro.

    —Yume —la saludé y la llamé, sonriéndole también—. Veo que estuvieron ocupados, les quedó bien. Quería preguntarte... ¿tienes algo que ayude a las personas a dormir? —Me señalé la cabeza, al menos me serviría de excusa—. Me duele un poco y temo que no me deje descansar bien.

    Me acurruqué un poco dentro de la piel, relajando la espalda contra un tronco. Había estado mirando y mirando alrededor, pero llevaba desde hoy temprano sin verlo por ninguna parte.

    —¿Matahachi aún no ha regresado? —pregunté en un murmullo, y volví a observar al búho—. ¿Quién es este pequeñín?
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio
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    Contuvo una risa por la manera en la que decidió lidiar con aquel problema sentimental y, antes de guardar el pañuelo en su ropa de nuevo lo hizo girar sobre uno de sus dedos como si fuera un abanico para no sentir que lo había sacado para nada aunque hubiese sido así.

    "Limpiar caca de caballo por llorar..."

    Pensó algo distraído, en cierta manera se preguntaba si haber crecido con los soldados de Kioto hubiera sido un poco más amable que su padre. Le habría incomodado eso, sí, pero quizás lo hubiera preferido. Cuando lo escuchó mencionarlo, dejó ir sus pensamientos y sintió su rostro enrojecer por sus palabras.

    Se había dado cuenta.

    —Escojo creer que sí, desaparecerán con el tiempo, porque eventualmente no asociaré tus manos con algo malo...—Aclaró con cierta culpa, no quería que se sintiera mal ni sintiera que nunca iba a cambiar esa parte. En serio quería sentir que con el tiempo y nuevas interacciones su cabeza no gritaría peligro.

    —No es que no pueda ver a los ojos a quien me lastima, se que no puedo y no debo distraerme en peleas pero...es diferente contigo. —Respiró hondo un tanto incómodo y como Rei se acomodó un poco sobre la arena—Se que no me voy a defender si quieres golpearme, entonces prefiero no ver y prepararme, no sé, así es más fácil.

    Y si le daba miedo ser golpeado, pero en un combate no podía darse "el lujo" de solo esperar a recibir el golpe y aceptar todo lo que quisieran hacer con él.

    —Yo tampoco creo que vinieran a esconderse, así que supongo que será algo muy duro...—No conocía los demás nombres que le brindó su padre pero si tenía relación con Gendo pues... No debía ser nada bueno.

    "Deja que te entrene"

    Tragó saliva al sentir su garganta seca de repente por todos los recuerdos que inundaron su cabeza con suma violencia, todas las veces donde estaba hasta qué sus piernas temblaban frente a Rei, donde le decía que ya no podía más y donde inevitablemente terminaba golpeado y encerrado en su habitación.

    —...Si te sirve de consuelo, no creo que pudieras hacerme igual que tus hijos...—Sabía lo que Rei quería decir por mucho que se censurara, pero sí creía lo qué decía. Incluso si lo hubiera puesto a entrenar todos los días, dudaba que hubiera acabado como ellos.

    —Aquí entrenan sin saya... Y no me gustaría faltar el respeto a lo que acostumbran aquí...—Sabía lo que le había dicho Haku sobre sus razones, pero aplicarlo con su padre ya sería extremadamente difícil para él. De por si estaba seguro que iba a estar luchando encontra de cada recuerdo cuando eso iniciara como para sumar el dolor del filo y sentir su sangre.

    —Pero, ¿podemos entrenar con las sayas si no están viendo o si estamos lejos?...—También le habían dicho muchas veces que debía empezar a ser egoísta, así que estaba bien si pedía esas cosas, ¿no?
     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    Por unos momentos, parecía que la situación al menos pudo haber llegado a un punto de terminar y seguí con nuestra tarea, pero se me había escapado la idea de relevar la tarea... o que alguien se ofrecería para aquello.

    "Entonces, agradecemos que aceptarán hacerse cargo". Les agradeci, con algo de vergüenza, que nos quitarán este trabajo de nuestras manos.

    Has dicho que me apoyarás... Veo necesario pelear con este misterioso personaje

    Me volví con cierta duda, creyendo que probablemente estaría tomando utilizar mis palabras demaciado pronto. "Si, si así lo vez, te apoyaré para que ocurra". Le respondí en voz, siguiendo su propósito de guardar esto entre nosotros.


    "Noishi". Repetí, todavía manteniendo la voz baja, el nombre que Seikaiji había dicho momentos antes. "Hermano mayor de Takeda, maestro de Tsubaki, ha estado aprendiendo de Murai y quién llevo acabo la iniciativa de esta alianza con los Sugitas". No había mucho de agradable en mí voz al describirlo, casi monótono al contarle de manera breve lo que sabía de él, pero al menos no estaba siendo abiertamente insultante.

    El propósito era, entre todo, informarle de quién era este, a sus palabras, misterioso personaje.
     
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    Playa junto al río
    [Rei; Akihito]

    —¿Sin saya? Murai es un maldito enfermo — reclamó — Eso ya no es entrenamiento, es supervivencia. Quién lo diría, creí que Murai era más suave con sus prácticas —dijo mostrando que estaría su arma en su saya —Por supuesto entrenaremos con sayas, no quiero matarte.

    Rei se levantó y esperó a que Akihito hiciera lo mismo —Estamos en arena, es importante que consideres tus alrededores para definir tus movimientos. Es arena húmeda, no se va a levantar en partículas para dañar la vista de tu enemigo; pero puede ayudarte a sostener tu posición para que soportes un bloqueo. Empieza.

    Rei esperó el ataque de Akihito el cual bloqueó —Vaya... —dijo para después empujarlo con un golpe de su saya en el estómago, mostrando preocupación por el impacto pero no iba a disminuir su fuerza, sería un insulto entrenar así.

    —Tal vez entrenar sin sayas es algo bueno... tu fuerza ha incrementado, tu velocidad también— Rei lo miró pues notó que atacó con algo de incertidumbre, debía alentarlo a atacar con mayor ímpetu. Así que esperó al siguiente ataque, el cual no tardó en llegar con mucha más fuerza. Por ello lo esquivó y notó como el aire silbó ante el impacto de la katana de su hijo.

    —No sólo es la fuerza, ni la velocidad; has desarrollado confianza, es eso. — dijo con un suspiro al notar que a pesar de los golpes, Akihito seguía en pie — Me equivoqué con Yuzuki, creo que aguantas más de dos patadas —sonrió — Has crecido en muy poco tiempo Akihito, esta es tu nueva fuerza —volvió a colocar su katana en su obi — Aun tienes energía para continuar —negó para que relajara su postura, ya no tenía que pelear, había demostrado los suficiente — Tu defensa es excelente diría yo, tal vez seas de pasos delicados; pero tus músculos son fuertes —afirmó — Estoy muy orgulloso. ¡Mírate! ¡Estás de pie!

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    Nekita
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    Interior del bosque
    [Togashi; Kohaku; Rengo]
    [Masaharu; Genichi; Haku; Reijiro]
    [Riku; Seikanji; Kojiro; Noishi]


    Riku y Kojiro siguieron a Noishi y Seikanji; Kojiro asimiló todo lo que Riku le había dicho de Noishi y sintió que aquel hombre tenía demasiado peso en sus hombros; por lo tanto consideraba de antemano que sería alguien fuerte.

    Avanzaron hasta que Noishi los llevó hasta Tsubaki quien descansaba a orillas del río; parecía estar pensando con molestia. Levantó la vista para encontrarse con el grupo.

    —¿A quién buscan?— preguntó cortante Tsubaki.

    —A ti. Es momento; es momento de enseñarles mi técnica, a ti y Seikanji —aseguró Noishi.

    Tsubaki miró a Seikanji con desprecio, después volvió a mirar a Noishi —¿Por qué esperaste tanto conmigo? Pasé años bajo tu tutela y ni siquiera merecí saber tu nombre.

    —Es difícil alcanzar el momento en que el fruto está maduro mientras todavía pende de la rama. Si se actúa con premura, no estará más que medio maduro, y si se es demasiado lento, acabará pudriéndose en el suelo. Es necesario elegir el momento preciso. Este es el momento, Tsubaki. De ambos.

    Tsubaki se levantó y miró a Seikanji, a pesar de haber sido atendido por Riku en su enfrentamiento; aun se veía cansado. Aun así se acercó a él —Tú y yo, pelearemos con él —dijo mirando a Noishi, y después lo señaló —Si pierde contra dos shinobis sin escuela, no me interesará conocerla —Las palabras de Tsubaki demostraban odio.

    Kojiro sostuvo el hombro de Riku —El alumno pone a prueba al maestro —negó — La ira lo llevará a su derrota y al deshonor de su maestro— dejó atrás a Riku y se colocó frente a Tsubaki y Seikanji —Quieres medir la escuela de Noishi, deja que se enfrente a otro fundador de su propia escuela, a un igual. Y con ello deja de insultar a quién fue tu maestro con esta ofensa.




    Rengo escuchó a Kohaku decir que estaba muy cansado; aun así tuvo consiencia para decirles que no iban preparados para subir la montaña. Para Rengo sólo se necesitaban los pies; pero Kohaku tenía razón, no tenía por qué malpasarse allá arriba. En espcial si existían los medios para no hacerlo.

    Rengo y Togashi esperaron mientras Haku; Reijiro, Genichi y Masaharu comenzaban el movimiento de los jabalíes.

    Rengo recibió la bolsa preparada por Kohaku y lo abrazó —Muchas gracias, aun con tu cansancio no dejas de pensar en nosotros —se separó —Ahora ve a descansar, por favor. Hasta mañana — culminó para después dirigirse hacia Togashi — Estamos listos, ven sígueme.

    Kohaku siguió a Genichi con el último jabalí que llevaron al barco para después buscar a Yume.

    Bruno TDF continúa en cima de la montaña
    Monpoke
    Gigi Blanchecontinúa en bosque/herbolaria.
    rapuma tú decides si unirte a Tsubaki o a Kojiro en su decisión.

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    Bosque/Herbolaria
    [Midori; Kushina; Oshin]
    [Dozan; Ryoshi]
    [Aki; Yume; Konan; Tamura]
    [Hajime; Hayato; Hiro]

    Queda algo así:
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    Kohaku notó la herbolaria; pequeña. Arriba de ella había una construcción a medio terminar dónde descansaban Ryoshi y Dozan. Un poco más alejadas se encontraban un grupo de mujeres preparando seda.

    Kohaku se acercó al grupo de Yume —Tengo remedio para el insomnio y la fatiga; normalmente recomiendo tomarlos juntos si ya quieres ir a dormir —dijo para después revisar el vendaje, estaba bien hecho —¿Pero qué sucedió?

    —Luego nos contará — dijo Tamura bajando del techo —Debe ir a dormir —dijo notando la piel de lobo —La encontraste, me da gusto —Tamura no se notaba tan cansado como por la mañana, seguro que también había tomado algo recetado por Yume.

    Yume buscó entre sus cosas y le entregó a Kohaku dos frascos — Matahachi... pensamos que volvería pronto porque este pequeñín —dijo señalando a Fukuro para responder la pregunta de Kohaku — Se llama Fukuro, y trajo una misiva para Matahachi. Genzai, el búho de Konan —Yume señaló a Konan, quién seguía en el tejado —lastimó a Fukuro pensando que era un ave enemiga —señaló a Aki — ella es Aki, también es médica, ella me ayudó junto con Yuzuki a curarlo.

    Aki hizo una leve reverencia —No soy tan buena como Yume pero puedes recurrir a mí si necesitas algo y Yume está ocupada —dijo con genuina cortesía —Debes ser Kohaku —dijo con seguridad.

    La puerta de la herbolaria estaba abierta, pudo notar en su interior a Yuzuki con la mujer que se encontraba junto a Ryoshi; Umineko. Estaban recibiendo clases con Murai y Mako.

    Se escucharon un pasos volver de entre las plantas; era Matahachi; quien llevaba su antiguas prendas perfectamente limpias y dobladas en sus manos. Tamura lo abordó al instante—¿Y bien, de que era esa misiva? —preguntó ansioso.

    Matahachi negó —Será el tema de mañana a primera hora; hoy ya lo único que necesito es dormir —levantó la vista y encontró la mirada de Kohaku —Gracias por la ropa; Reijiro pudo entregármela.

    —¿Cómo va el hombro?— preguntó Yume.

    —Mejor, gracias ¿Y Fukuro?— preguntó Matahachi.

    —Salió herido; pero se recuperará. Por eso creo que deberías responder a esa misiva lo más pronto posible; Kumo ha de estar muy preocupado por Fukuro —la voz de Yume se escuchó preocupada.

    —En verdad lo lamento; pero deberá esperar. Es información delicada, debe pensarse con mente fresca. Ninguno de nosotros la tenemos —concluyó Matahachi.


    Gigi Blanche

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    Interior/Herbolaria
    [Murai; Aoi; Yuzuki; Mako]


    Murai sonrió al escuchar un pie inquieto; se inclinó hacia adelante y suspiró —Cuando me arrebataron los ojos creí perder algo muy importante en el entrenamiento shinobi — Murai se estaba alejando del objetivo de enseñanza en cuanto a venenos —Ver los rostros de las personas era mi gran pasión; podía entender rápidamente sus emociones. Pero en la oscuridad encontré el verdadero Principio; ahora veo sin necesidad de ojos; no estoy limitado al sonido, el sonido amplificó mis sentidos y escucho impaciencia en una de mis herboristas.

    Murai tanteó la caja de madera, dando golpecitos en ella, notando que estaba vacía, la levantó y de allí sacó sus nuevos ingredientes los cuales estaban en frascos, pudieron reconocer ingredientes comunes como la nuez vómica. Murai bajó nuevamente la caja y acomodó los frascos frente a él, sin decir nada al respecto. Se tomó su tiempo. ¿Acaso les enseñaría a preparar los venenos de esos venenos tan comunes?

    —Esperaría desesperación de la señorita Minami —agregó Murai — Ella sólo es herborista y no una shinobi; pero de usted, Umineko... —Usó su mote impuesto por Ryoshi a pesar de conocer su nombre —Se que antes de ser shinobi sólo se desempeñó como asesina; pero la impaciencia la puede llevar a la muerte si busca en verdad el camino shinobi. Un shinobi no debe impacientarse en ninguna situación pues, de sucumbir ante tal error, no podrá hacer nada bien. De esta herida nacerán errores del corazón, que serán como un bosque de árboles espinosos —Le sonrió levemente a Aoi — Ya no eres sólo un arma, eres libre de tu propia consciencia, no dejes que usen tus reacciones primarias en tu contra—volvió a acomodar los frascos cómo si estuviera jugando, sonrió.

    Recordó el fallo en Iga; y su castigo al ser enviados a Ritto a entender de paciencia y análisis. Un entrenamiento interrumpido por el odioso Gendo.

    —Lo que se denomina Principio es lo permanente. Es la esencia inmutable —¿Ahora que demonios decía? —Asimilar el Conocimiento es ciertamente interesante; pero el Conocimiento se halla sometido a cambios incesantes. En cambio, el Principio fundamental no es cuantificable, y cuando se lo estudia atentamente, todo se aclara. Es más importante que el Conocimiento. Pero este saber puede, a su vez, perturbar la claridad — señaló sus frascos — Tal vez conozcan algunos ingredientes en estos frascos pero no conocen dónde se obtienen, y desconocen las preparaciones para convertirlos en veneno. ¿No es así? —tomó uno de los frascos y lo dejó caer frente a él; pero por la caja de madera no pudieron verlo quebrarse.

    ¿Acaso aquel hombre ya se estaba volviendo senil?

    Mako los miró con preocupación; pero no intervino, conocía aquella lección. Una que obvió una vez, a uno de sus alumnos.

    —El Principio es parecido a un sonido escuchado por el oído. Aunque haya un obstáculo en su camino, el sonido se propagará de forma inalterada hasta el oído. El Conocimiento es como un objeto visto por el ojo. Cuando hay una hoja de papel delante del ojo es imposible ver el objeto— recargó sus manos en la caja de madera —En consecuencia, es preciso comprender que el Principio conduce a la auténtica realización, mientras que el Conocimiento es una ilusión.

    —Amor... —intervino Mako al notar que temblaba ligeramente, era llanto contenido. Mako acarició su hombro y él negó

    —Perdón —dijo a los presentes que pudieron notar aquel momento —Esta lección la olvidé en mis años llenos de rabia; y por ello no enseñé esta lección a mi hijo Kodoku —Tragó saliva, su garganta estaba seca —Perdí un hijo por mi imprudencia como maestro, enseñándole del Conocimiento y olvidando el Principio —apretó sus puños — Cuando la impaciencia surge perturba la razón, el Conocimiento es lo primero que se confunde, después se confunde el Principio, con lo que resulta más difícil discernir la esencia de las cosas—pausó brevemente El Conocimiento es poder, pero un Conocimiento sin Principio llevará a la confusión, la confusión guía a la traición. — su mandíbula tembló ligeramente, así que se obligó a morder con fuerza por unos momentos.

    —No caigan en esa trampa... es muy difícil salir de ella. Y si se logra salir... —llevó su mano al pecho — no se sale completo.

    Señaló los frascos— Los que creamos muerte y tortura debemos entender que ese odio regresa, y no precisamente en nuestra carne, regresa tomando lo que más amamos si no somos prudentes —tomó uno de los frascos — Esto puede regresar a ustedes arrebatándoles a alguien a quien aman. ¿Están conscientes de ellos? ¿Aun así quieren continuar? Porque si es así... sólo les pido que apacigüen su corazón... un corazón sosegado y tranquilo nos hace capaces de descifrar con facilidad rincones, incluso desconocidos, del corazón de los hombres, y así acceder a sus intuiciones —suspiró y dejó sus manos en la caja de madera —También soportará lo que es difícilmente soportable y destruirá las dudas más clamorosas con la ayuda de pensamientos intensos y una mente vigorosa. Hay que aspirar a un corazón relajado y robusto.

    Zireael
    Ayeah

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    Cima de la montaña
    [Rengo; Togashi]


    Rengo guio a Togashi por la montaña; en el recorrido le habló de lo sucedido días atrás. Comenzó con su encuentro con Xiao, un hombre con una escuela de bloqueo de energía espiritual que por mera barrera de lenguaje terminó bloqueando la energía oscura que Rengo posee. Le explicó que encontraron ichijamas, muertos forzados a la vida por un ser de energía oscura; señaló dónde los terminaron enterrando y le contó después de su encuentro con el Oni en la cima de la montaña, al no tener energía espiritual estaban en desventaja; le habló del sacrificio de su abuelo Hoshi; explicándole que ese misterioso hombre era un Yokai, uno que nacía en un ciclo eterno en la familia Harima. Por fin llegó a explicarle cómo derrotó al primer Oni para después pelear hasta el amanecer con la segunda.

    —Se logró derrotarlos... a cambio de mucha de mi sangre — dijo Rengo llegando a la cima; dónde se veía el desastre que había dejado aquellos combates. Árboles destruídos, un terreno casi plano, charcos en las pisadas pesadas de días atrás. Al centro se encontraba un haori perfectamente posicionado; Rengo se hincó frente a este, lo quitó de su sitio con cuidado recogiendo todo la tela de alrededor y lo dobló con delicadeza. Lo que el haori ocultaba era a shi.

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    —Pero quién realmente derrotó a esos Oni fue Mara; el Dios que vive en shi. Él que mi abuelo Hoshi logró encerrar con su habilidad como herrero y yokai — mencionó mirando a shi —Pienso liberar a Mara; pero la verdad es que no sé muy bien el cómo—se sinceró con Togashi —Sé que es lo correcto; Mara fue encerrado con engaños y manipulaciones; mi mismo abuelo me lo confesó con completa humildad y arrepentimiento. Y sólo él sabía cómo liberarlo — Rengo tomó a shi entre sus manos —Ahora shi tiene mucha más de mi sangre que la de mi abuelo; puedo dominarla y Mara quiere ayudarme; pero yo le prometí liberarlo —sonrió —La manera sencilla es matándome, dándole cada gota de mi sangre; pero me rehusó a morir. Pero creo que hay otra forma... —miró a Togashi — Esta arma fue forjada de un material conocido como shirogami.

    De nuevo el shirogami.

    —Es un mineral que resulta irrompible por lo que entiendo; pero al igual que los cinco elementos, el metal rígido puede volver al líquido en la forja ¿No es cierto? — dijo tocando el mune de la katana, la parte del sable sin filo —Pero con shi no resulta ser tan sencillo como eso; mi abuelo lo intentó antes. También creó otra katana de acero con energía espiritual para intentar romper a shi sin éxito. Incluso no puede romperse con otra katana hecha de shirogami... aunque mi abuelo me dijo que nunca fue tan buen herrero como para crear una katana de shirogami de gran calidad sin usar energía espiritual. Así que se me ocurrió algo... mientras tu fundes el metal; yo debo... —miró una de sus manos mientras con la otra sostenía a shi— Entregar toda mi energía espiritual —volvió a mirar a Togashi — Todos ganan; tú como herrero obtienes ese material raro y Mara es libre. Bueno, si funciona claro. Sino pues me quedo sin energía y con una espada maldita—Rengo extendió a shi hacia Togashi — Puedes revisarla, le he pedido a Mara que no destruya tu mente.

    Togashi entendió con esto algo muy peligroso, Rengo y él podían crear juntos un arma como shi; así como lo habían hecho Kaito y Hoshi.
    Bruno TDF

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    Ayeah

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    Sintió las palabras de Murai como un regaño por lo que detuvo su golpeteo nervioso de inmediato, sonrojándose ante la pequeña puesta en evidencia. Inspiró hondo y guardó silencio asintiendo levemente tras cada pausa que hacía su maestro.

    La sonrisa de Murai la desconcertó pues nunca había sido reprendida con tal amabilidad, aunque mantuvo su rostro inexpresivo.

    No lo haré. — Respondió en voz baja.

    Se retomaron las explicaciones y, nuevamente, guardó silencio. Ésta vez tratando de controlar su impaciencia mientras ponía todos sus sentidos en comprender lo que Murai trataba de enseñarle.

    No era buena con los sentimientos (pero había mejorado un poco gracias a Ryoshi en ese aspecto) y aunque notó el cambio en el tono del invidente no comprendió el motivo hasta que él lo hubo explicado.

    Alargó la mano hacia él en un intento por reconfortarlo de algún modo pero no sabía cómo proceder y, tras un momento de duda mientras él terminaba de hablar dió un par de pasos inseguros e imitó el gesto que Murai había tenido con ella anteriormente.

    Dejó caer su mano sobre la cabeza del hombre y realizó una rápida caricia antes de retirarse velozmente. No sabía si aquello había sido o no apropiado pero era el máximo consuelo que se atrevía a ofrecer... Las palabras eran aun más difíciles.

    Estoy lista.— Añadió poco después, con voz firme aunque carente de emoción. No podía apartar la imagen de Ryoshi de su cabeza pero tenía claro que si algo le ocurría a él, sería también el final de su propia vida... Y eso no le asustaba.
     
    Última edición: 16 Agosto 2024
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Yuzuki Minami
    Herbolaria [Interior]

    Murai hizo referencia a su vista perdida diciendo que su gran pasión era ver los rostros de los demás y entender sus emociones, pero que en la oscuridad había entendido el, ¿verdadero Principio? Arrugué un poco los gestos, confundida, pero entonces apuntó a que oía impaciencia en una de sus herboristas y como no era yo, no dije nada. Lo vi tantear la caja, sacar nuevos ingredientes y reconocí los comunes. Si se ponía a enseñarnos a preparar los venenos de estos ingredientes no me sorprendería en realidad, pero retomó lo de la desesperación y dijo que era esperable de mí, porque solo era herborista, mientras que ella, a quien llamó Umineko, era shinobi.

    Lo que dijo después hizo las veces de llamado de atención, así que guardé silencio y distraje la mirada en los ingredientes de la caja mientras oía a Murai hablando de errores del corazón. Volvió al Principio y me pregunté si el sake de anoche lo habría vuelto loco, pero me guardé el comentario por la presencia de Umineko. Principio, esencia inmutable, Conocimiento, cambios incesantes; en realidad no entendí mucho más que eso y lo que traduje a una relación compleja entre ambos en su importancia y obstaculización.

    Tomó un frasco, lo dejó caer y no lo vimos romperse por la caja, pero volvimos al Principio como un sonido, llegaba al oído incluso si algo lo obstaculizaba, mientras el Conocimiento, como un elemento percibido por la vista, podía ocultarse con una hoja de papel. Solo el Principio nos llevaría a... Dioses, tendría que haberme traido el guaje de Akihito, me iba a doler la cabeza peor que antes. Mako intervino, fue cuando noté las reacciones de Murai y cuando la serpiente dijo que había olvidado darle esta lección a su hijo. Lo había perdido y, una vez más, la empatía tensó el resentimiento, haciéndolo retroceder. Pensé en Rengo y Hayato, pero la impaciencia me hizo pensar en Takeda y todo el asunto con Kuroki, puede que no entendiera ni una fracción de lo que estaba diciendo Murai, ¿pero no teníamos la razón perturbada? ¿No estábamos siguiendo el Conocimiento? ¿No había dejado a mi hermano atrás, sin haber podido recordarle el Principio?

    Respiré, procuré no hacer ruido, y la mención a la traición hizo que un chispazo de tristeza me cruzara las facciones y di gracias a que todo el mundo pareciera, en líneas generales, ocupado con Murai. No quería dejar ver tantas cosas frente a estas personas, pero aunque la traición me dolía de formas distintas que a Rengo y a Kohaku, por ejemplo, lo que me dolía, lo que me rompía el corazón, era la furia de Takeda y el dolor de Rengo.

    Creadores de muerte y tortura.

    El odio regresa.

    No en nuestra carne, toma lo que más amamos.


    Volví a pensar en mis niños, en el corazón roto de Rengo y su cuerpo atravesado por el filo de Kato, el fuego de Fujimi, el disparo al ojo de Hayato y el peso de la cabeza de su padre, pensé también en lo que habíamos sufrido en Kioto, en mi mano perdida y en la de Takeda manchada de mi sangre, en Takano, postrado en la herbolaria, con el pecho y el rostro cruzado por la herida del colmillo de este hombre. Incluso antes, en mi padre y los Minami, abriéndose el vientre ante Kato, en mis hermanas sin un padre y mi madre sin su esposo. Recordé la jaula de ramas en el bosque de Kamakura y a Kato paralizado frente a mí.

    ¿No había superado ya lo difícilmente soportable? Ojalá pudiera preguntarle a papá, volver a verlo como en Minami, creía que solo él entendería por qué estaba aquí, escuchando a la persona que casi había matado al hombre que amaba y por el que Takeda había tomado la vida de una niña, algo que ahora parecía haber sido inútil.

    Umineko, en un gesto algo dubitativo, dejó caer su mano sobre la cabeza de Murai y le dedicó una caricia rápida, no creía en realidad que a él le molestara, estaba demostrando ser... bastante sentimental, pero fue algo antinatural. Ella después dijo que estaba lista después de eso y yo di algunas vueltas sobre cómo proceder, por lo que acababa de compartir y lo que nos estaba preguntando.

    —Murai —lo llamé, en apariencia serena, y suavicé la voz antes de hablar—. Lamento que lo perdieras, a tu hijo. Gracias por la lección.

    ¿Qué haría si perdía a alguno?

    Como creadora de muerte que era.

    Pasé saliva, aparté el pensamiento y volví a lo que nos concernía. Por temor a seguir perdiendo habíamos aceptado esta alianza y por rencor existía Ankoku, la sombra del colmillo de Murai. La respuesta a su pregunta existía incluso antes de que fuese formulada y solo deseaba ser lo bastante prudente para evitar el peor de los desenlaces para mi familia, aspiraba poder protegerlos del destino que podía perseguirlos por mis acciones.

    —La decisión está tomada desde Nara —resolví entonces—. Los creadores de muerte solo pueden ser derrocados por otros de su misma especie. No todos pueden tomar una tarea así, ni siquiera deberían.

    No debía haber un mundo donde nosotros existiéramos.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    El abrazo de Rengo me pilló desprevenido, lo suficiente para ralentizar el corresponderle unos segundos, aunque, fiel a su naturaleza, rápidamente se separó y se marchó. Procesé la intención de sus palabras con los ojos puestos en su espalda, la cascada de cabello virgen, y sonreí, soltando el aire por la nariz. Quizá su aspecto hubiese cambiado, pero seguía siendo tan amable y atolondrado como antes y pensé que ese era el color que le quedaba bien. No tenía que ver con su ropa ni su pelo, era el color de su corazón. Blanco, no negro.

    Bajé la mirada a los jabalíes y ayudé a llevar uno de los últimos que quedaban. Aquel gesto tan simple había alcanzado para disolver parte de mis preocupaciones y no me pregunté por qué, aún no entendía lo suficiente para hacerlo.

    Al llegar junto a Yume, me ofreció dos tipos de remedios y estaba por responder su pregunta cuando Tamura apareció, interrumpiendo. Que me mandara a dormir me hizo sentir un niño pequeño y fruncí el ceño. Encima señaló la piel de lobo y me envolví dentro de ella con aún más ahínco.

    —Sólo me dio frío... ¡Y sí, la encontré llena de arena! —me quejé, y al regresar a Yume le sonreí y volví al tono de siempre—. Me resbalé hace un rato, había mucho lodo y una piedra asesina camuflada. —Me reí ligeramente—. Pero Riku y la Señora Shino me ayudaron con el vendaje, fueron muy amables.

    Agradecí los frasquitos en voz baja y miré al búho mientras me contaba de él, arrugando levemente el ceño. Chiasa brincó de mi hombro y se acercó al animal para olisquearlo mejor. Fukuro, se llamaba. Una pequeña sonrisa me surcó los labios ante la coincidencia.

    —Fukuro, creo que conozco una canción que habla de ti —susurré hacia el búho, risueño—. ¿Te gustaría escucharla?

    En ese momento de distracción Yume me presentó a otra muchacha. No había notado su presencia hasta ahora, el hecho me avergonzó y me puse en pie casi de un salto; mala idea, pues la cabeza volvió a punzarme. Correspondí su reverencia y le sonreí, desviando la mirada a Yume y Tamura al llamarme por mi nombre. Supuse que había sido alguno de ellos.

    —Es un gusto conocerte, Aki-san —murmuré, cordial, y me reí con algo de bochorno; tenía la cabeza vendada y estaba envuelto como un rollito de pescado...—. Disculpa mi aspecto, ha sido un día ajetreado. Agradezco tu oferta y la tendré en cuenta, en especial si sigo topando con piedras asesinas.

    La broma pretendió mitigar mi propia falta de presentación y solté los extremos de la piel, que quedó simplemente colgando de mis hombros. Los arbustos se agitaron a cierta distancia y desvié mi atención al notar que los demás lo hacían, dando con la figura de Matahachi. Llevaba puesta la ropa que había sacado del barco y al topar con sus ojos el corazón me golpeteó el pecho, pues me di cuenta que me lo había quedado mirando. Dioses, iba saltando de vergüenza en vergüenza...

    —No fue nada, me alivia que te quedara bien —reconocí, riendo apenas—. Tuve que elegirla muy a ojo.

    Atendí a la pregunta sobre su hombro y aproveché la breve conversación que mantuvieron para armarme de valor... o algo que se le pareciera. Me acerqué a Matahachi, le sonreí al detenerme a su lado y junté ambos frasquitos en una mano.

    —Gracias por las piedras, no tengo idea en qué momento juntaste tantas. ¿Otro de tus talentos ocultos? —bromeé, en voz baja, y hundí la mano libre en mi bolsillo—. Oí que quieres descansar. Descuida, no pretendo quitarte tiempo, sólo...

    Le extendí la pulsera sobre mi palma, tal y como había hecho con Reijiro. ¿Era lo correcto? ¿Me correspondía? No tenía idea, sólo quería ser honesto. No podía meterme en su relación con la princesa ni preguntarle qué había ocurrido, por qué Tomoe había aparecido como apareció, pero al menos podía hacer esto.

    —La hice para ti —murmuré, deslizando la mirada desde mi mano a sus ojos—. El pacto ya está roto, pero ese no fue todo el motivo de haberte dado el collar. La confianza que depositaste en mí, en nosotros, para esta alianza fue inmensa, y en cierta forma quise regresarte el gesto. Es... un amuleto de protección, como lo era el collar. —Me rasqué ligeramente la mejilla—. Sólo es una costumbre del lugar donde crecí, claro.
     
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    Nekita

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    —Cuando me tocó experimentarlo por primera vez, Haku me explicó que era porque las palabras dulces o la compasión en un entrenamiento sólo hacen mentes suaves, y eso las hacía incapaces a reaccionar como es debido en un combate real...—Explicó mientras se levantaba de la arena, sacudiendo su ropa un poco para que estuviera limpia y se posicionó lo mejor que pudo en la arena para mínimo sentir que tendría la ventaja de moverse rápido.

    Respiraba profundo para mantenerse sereno pero aún así sus manos estaban completamente blancas de la fuerza con la que sostenía la katana, estaba haciendo un gran esfuerzo de estar parado frente a Rei, dispuesto a finalmente ser el que iniciaba el entrenamiento sin ser obligado, dispuesto a confiar en que su padre se detendría esta vez si las cosas salían mal.

    Su primer ataque reflejó toda la inseguridad que sentía en esos momentos, y recibir el golpe en su estómago lo hizo doblarse de manera instantánea, dudando si en serio deseaba todo eso, e incluso tuvo miedo de que los golpes continuarían hasta que llegara a la inconsciencia y tuvo que recordarse a si mismo las palabras de Rei.

    No buscaba hacerle daño. Estaría bien.

    —...Quizás me muevo más rápido por todo lo que he estado caminando en la isla.—Dijo entre jadeos, tratando de recuperar el aire al intercalar respiraciones profundas. Cuando sintió que estaba un poco mejor, atacó nuevamente con algo más de fuerza, pero tampoco tuvo tiempo de sentirse mal por ver que esquivaba su ataque nuevamente por el golpe que había conectado nuevamente en su cuerpo.

    Volvió a guardar la katana en su obi con algunas muecas de dolor, inhalando y exhalando de manera lenta para tratar de controlar ese sentimiento mientras trataba de procesar todo lo que le decía Rei, era tan extraño pero en cierta forma cálido escucharlo decirle todos esos cumplidos sobre un tema que su padre valoraba tanto y no sabía cómo reaccionar.

    —Que me quede así es algo nuevo...—Confesó sin querer, normalmente se recordaba bastante agotado por la pérdida de sangre y el cansancio, así que definitivamente era un gran cambio. Lentamente se acercó a Rei lo suficiente para pegar su frente en su pecho y soltar un largo suspiro, no se sentía con la convicción para abrazarlo pero eso le parecía similar. —Gracias por decir todas estas cosas y... querer cuidarme. Estoy de pie, aun relativamente bien y quien sabe, quizás a futuro aguante ¿cuatro patadas? —Eso último lo dijo un tanto inseguro de intentar hablar en los términos de Rei para que lo entendiera.

    Luego se separó y volvió a darle su espacio con una pequeña sonrisa.

    —Estamos construyendo un refugio...probablemente debamos expandirlo ahora que llegaron todos ustedes, ¿quieres que te lleve allí para que descanses? Se está haciendo algo tarde.
     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    Si pierde contra dos shinobis sin escuela, no me interesará conocerla

    Me fui colocando detrás de Kojiro, después de que esté se adelantó, entre Tsubaki y Seikaiji.

    "No estoy en desapego de probar las habilidades de otros en carne propia". Me dirijo a Tsubaki, con calma, tratando de no imponerme demaciado en su desición de desafiar a Noishi. "Pero creo es mejor que le dejes esto. No es en duda de tus habilidades, o las de Seikaiji, pero ¿Realmente te enfrentaras a él por estas razones?". No hice mucho movimiento físico de interponerme, solo le hable tratando de hacerlo cambiar de opinión.

    "Te abra escondido mucho hasta ahora, es lo que hacen". Negué un poco, no tanto en exasperacion, sino en pensamiento que no debería ser tarea sencilla sacarle información a un Shinobis. "Creo que lo que buscas es con el objetivo de tener algo a mano para acusarlo de que te ha fallado".

    Mire hacía adelante, entusiasmado y curioso por igual del combate que te podría librar. "Dices has esperado tanto por este momento. Es su enseñanza, algo que haz querido aprender, y no harás más que manchar aquello que buscas al obtenerlo de esta manera".
     
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    Amelie

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    Playa junto al río
    [Rei; Akihito]

    Sintió su frente en el pecho y dio dos golpecitos en su cabeza de "Bien hecho" —Si, cuatro patadas. Un buen avance —Al escucharlo de la boca de Akihito, sintió que tal vez debió haberle hecho caso a Yuzuki y no medir así la fuerza con un hijo. Sonaba fatal.

    —Vamos, creo que entrenar me hizo perder el alcohol en mi cuerpo, no me siento tan mareado como antes —No era el tiempo que había pasado, la noche se cernía.

    Ambos regresaron hacia la construcción.




    Bosque/Herbolaria
    [Midori; Kushina; Oshin]
    [Dozan; Ryoshi]
    [Aki; Yume; Konan; Tamura]
    [Hajime; Hayato; Hiro]
    [Rei; Akihito]


    Tamura recibió el reclamo de Kohaku y se apenó; él pensaba que la había guardado bien. Yume acarició la espalda de Tamura para apaciguarlo y al instante volvió a sonreír mientras Kohaku explicaba lo que había sucedido —Tiene rato ¿Cierto? Porque no debes dormir de inmediato después de un golpe de cabeza— dijo con preocupación; aunque le alivió saber que ya lo habían atendido.

    El búho reaccionó un poco asustado al principio; pero después se tranquilizó al notar que nadie allí buscaba herirlo.

    Aki le sonrió a Kohaku y afirmó.

    Matahachi extendió ligeramente sus brazos, demostrando que la ropa le había quedado bastante bien. Después se acercó a él tras la breve conversación con el resto; le agradeció por las piedras y él sonrió, iba a responderle sobre cómo las encontró pero sus pensamientos se esfumaron al ver la pulsera a manos de Kohaku.

    Yume se aguantó las ganas de soltar un chirrido.

    "La hice para ti"

    El cansancio de la mirada de Matahachi pareció disiparse al ver el brillo azulado en la mano de Kohaku, después lo miró y recibió las palabras con una leve sonrisa, nuevamente le regalaba aquella tranquilidad que necesitaba. Tomó la pulsera y la amarró a su muñeca con cuidado, si era una costumbre del lugar dónde creció, significaba que era un recuerdo importante, muy valioso — No me fue difícil confiar en ti, es de las pocas decisiones que no me hacen dudar—le sonrió y miró la pulsera en su muñeca — Gracias, será mi guía de ahora en adelante. Sé que será lo que mire antes de tensar el arco, calmará mi espíritu antes de soltar la flecha. Guiará mi corazón a la decisión correcta.

    Mesura; era una cualidad que aun necesitaba mejorar, si bien, podía tomar decisiones fuera de los escenarios de conflicto; sabía que era apresurado en su pensamiento en emergencia. Planeó meses el ataque en Yamato para que nadie resultara herido; pero la aparición de Shiori lo alteró, no pensó con calma.

    Matahachi no dejaba de mirar la pulsera, tal vez antes hubiera negado un regalo de esa índole; podía hacerlo sonar antes de cazar. Pero le recordó el furin que sonó sin que su flecha lo tocara, el sonido era un recordatorio, incluso en su técnica: el silbido. El sonido lo hacía plantar los pies en la tierra, concentrarse.

    —Es muy hermoso— dijo como un susurro para después desviar su vista a Kohaku y sonreír —Pero aun hay un pacto entre nosotros que no se ha roto — le recordó.

    Desde Shima no se había separado; así que aun estaba vigente y Matahachi lo recordaba muy bien. No porque fuera a perder una moneda por ello, sino porque no quería romper una promesa con Kohaku

    —Oye nosotros lo conocemos desde hace más tiempo y a él no deja de regalarle cosas — dijo en confidencia con Yume y ella le golpeó una costilla con el codo.

    Fue en ese instante que Rei y Akihito encontraron aquel sitio; buscando la construcción dónde Ryoshi y Dozan descansaban más arriba.




    Interior/Herbolaria
    [Murai; Aoi; Yuzuki; Mako]


    Sintió los pasos acercarse y por un instante pensó que era Mako, pero ella estaba detrás suyo, soportando las lágrimas para no interrumpir su línea de pensamiento. Los pasos eran muy distintos, fue hasta que sintió la ligera caricia cuando entendió que era Aoi, quién rápidamente volvía a su sitio; él tampoco esperaba aquella reacción, algo que lo obligó a sonreír ligeramente mientras se reponía en silencio; incapacitado de poder llorar.

    Escuchó a Aoi mencionar que estaba lista; esperó un poco a escuchar lo mismo de Yuzuki; pero lo que escuchó lo hizo apretar sus puños nuevamente; Yuzuki se compadeció de su situación, él había sido vulnerable delante de ella, era normal ahora que se podían considerar aliados. No era que las palabras le molestaran; pero estaba más acostumbrado al rechazo de parte de Yuzuki, incluso sentía que así debía ser por lo hecho a Takano y podía lidiar con ello. No supo responderle, aflojó sus manos y escuchó que ella también había decidido continuar con la lección.

    —Las siguientes recetas, los cinco venenos de combate pues todos activan sus toxinas al contacto con la piel o la sangre — Buscó entre su ropa y extrajo un nuevo frasco —La toxina de la avispa de mar —dijo mientras Mako les daba un frasco igual al de Murai; en el interior pudieron ver una especie de moco traslucido. A su vez les extendió un mortero de porcelana con un pistilo y telas con alcohol para la limpieza profunda; perfecto para iniciar a mezclar —Se trata de una de las medusas más letales y dolorosas que se conocen. La razón de ser tan agresiva es que la medusa no puede pelear con sus frágiles tentáculos. Por eso, el veneno que segrega acaba tan rápido con sus depredadores: va directamente al corazón y al sistema nervioso. No es un veneno asesino; pero paralizará a su oponente lo suficiente para causarle gran daño físico mientras está en ese estado. O inlcuso pueden usar ese estado de parálisis para huir si es necesario —abrió el frasco y derramó su contenido en el mortero; mezclándolo con fuerza — Es uno de los venenos más sencillos de preparar por la consistencia; se adhiere a muchas superficies y no se evapora. Pero por eso mismo se debe de tener mucho cuidado al prepararlo; dejar residuos podría causarle parálisis a uno de los nuestros por error —guardó el contenido en el frasco nuevamente, procedió a hacer una limpieza exhaustiva antes de proseguir.

    Mientras tanto; Mako supervisaba cómo ellas creaban el veneno con éxito.

    —Bufotoxina —suspiró tras revelar el nombre de la siguiente receta mientras sacaba un material envuelto en papel; lo desdobló con cuidado y expuso el hongo rojo —Puede ser suministrada por dosis; la primera dosis no es mortal, causa cansancio y fiebre; la segunda irá causando mayores efectos como el mareo; la tercera reduce los latidos del corazón causando cansancio extremo; la cuarta inmovilizará por completo el cuerpo de alguien por un día entero— Murai se detuvo y se mantuvo en silencio unos momentos —La quinta dosis matará al instante.

    Comenzó a cortar el hongo rojo y exprimió con fuerza en el mortero con ayuda del pistilo. Liberando una sustancia blancuzca . Cuando el hongo se volvió una sustancia pastosa y blanca; la guardó en el frasco para que ellas hicieran lo mismo. Repitió después su riguroso proceso de limpieza al terminar.

    Murai afirmó para sacar un frasco con un papel cubriendo la boquilla y sujetado con un listón —Letalidad —inició para sacar de una caja una serpiente; pero no había nada que temer, estaba muerta. Murai con aquel cadáver interpretó el cómo obligar a la serpiente a sacar su veneno en el frasco; explicó que ese tipo de serpientes no eran sencillas de conseguir, sólo pescadores expertos podrían ayudarlas a obtener aquel veneno, explicó que estas serpientes se comían a los peces globo, así de letales eran —¿Recuerdas al hombre que Kenzaburo mató en Tsu? Bueno... ese era mi pescador experto; por fortuna traía un papel con la ubicación de estos frascos —dijo extendiendo dos frascos a Mako la cual los llevó a las manos de Aoi y Yuzuki respectivamente —Y eso es lo que me quedó de él. Este si es un veneno que deben cuidar, gracias a Seikanji aun tenemos estos dos frascos que logró sacar de Koga.

    Murai en esta ocasión sacó una araña; era pequeña y se mantenía viva en un frasco con un papel en su boquilla que estaba lleno de agujeros. Explicó que este veneno era difícil de obtener porque la araña daba poco en una mordida; así que debían ser pacientes para obtener toda la dosis —Es de aplicación cutánea; un simple roce de este veneno y comienza a surtir efecto casi de manera inmediata; cusando grandes dolores musculares; principalmente un agotamiento y la falta de aire en los pulmones. Básicamente causa una fatiga intensa; una que no es curada con remedios, sólo con el anti-veneno correspondiente.

    Murai mostró el poco líquido obtenido en un frasco; para este en específico usaba un frasco muy pequeño para no tener que extraer con dificultad el veneno del vidrio; eso era equivalente a una dosis y para obtener eso esperaron demasiado. Mako les había pasado los frascos con las arañas y entendieron la dificultad de extraer aquel veneno; fue una prueba a su paciencia.

    Al terminar; volvió el riguroso proceso de limpieza antes de proseguir. Ya era de noche.

    —La tetrodotoxina —pronunció con pesadez —es una neurotoxina mortal que actúa en el sistema respiratorio. Hay antídoto; pero es difícil de conseguir. Aun así, es un veneno mortal. Mi vieja katana fue forjada por Hoshi; él me ayudó a crearla. Tenía varios propósitos y uno es el uso de la tetrodotoxina. El filo de un arma hace más sencillo administrarlo, y más con aquel canal para que el líquido se reparta —Le estaba costando explicarse; buscaba dar un preámbulo a una verdad que Yuzuki ya conocía por Kumo — Si este vuelve a entrar en el sistema respiratorio por segunda vez, no podrá ser tratado a tiempo. O si se suministra el veneno como una doble dosis. Es una muerte instantánea— Sacó un pez globo; mostró la técnica para cortarlo y así liberar el veneno.

    —La primera dosis es una tortura; pero al concentrado de dos dosis lo llamé el sueño eterno—agregó —Una muerte sin dolor. Es con este concentrado con el cual despedí a Kaji en Otsu —dijo hacia Aoi.

    —... le había prometido a Hiro, mi hermano, tener esta fórmula antes de que muriera por la batracotoxina. No lo logré, mi hermano murió en agonía —suspiró —Mi odio en aquel momento me hizo olvidar la promesa que le hice de jamás lastimar a Takeda; lastimé a los suyos y por ende a él.

    Guardó el líquido en un frasco nuevamente. Repitió después su riguroso proceso de limpieza al terminar.

    —Yo ahora lamento haber lastimado a Takano, en verdad —se sinceró con Yuzuki —Soy un asesino, eso es lo que mejor hago, y era bueno en ello. En aquel momento ustedes eran mis enemigos y yo de ustedes, en aquel momento no lamentaba lo que había hecho, lo único que lamentaba es que me hubieran capturado; si moría en Kamakura mi familia no podía culparlos, aun así lo hubieran hecho y los hubiera mandado a morir en mi nombre. La suerte nos ha dejado escribir sobre el daño, iniciar de nuevo —negó —Me es molesto ahora verlos como aliados, y no porque no quiera tenerlos aquí. Me es molesto porque es algo que yo hubiera deseado tener mucho antes...

    Mako se recargó en Murai para abrazarlo; ya no pudo contenerse más y ella lloró.

    —Si no hubiera peleado con Obata... nosotros...

    —No; La pelea entre Iga y Koga usó nuestro amor en nuestra contra —inició Mako — Fue culpa de Keiko y su obsesión insana por ti; ella fue la primera traición. La que rompió todo. He perdido a mi padre y madre... pero tú y yo somos Iga y Koga; y eso nadie pudo separar —le dio un beso en la frente; jamás lo había visto tan, frágil —Anda, continúa con la lección; deja de ahogarte en el pasado —Mako miró a Aoi y Yuzuki — El futuro es prometedor.


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    Interior del bosque
    [Togashi; Kohaku; Rengo]
    [Masaharu; Genichi; Haku; Reijiro]
    [Riku; Seikanji; Kojiro; Noishi]


    Riku intentó dialogar con Tsubaki pero este negó al instante jalando a Seikanji para iniciar el ataque; pero Kojiro se interpuso entre Seikanji, Tsubaki y Noishi.

    —No sólo ignoras el consejo de mi alumno, cada palabra que dijo con un espíritu firme y centrado—mencionó molesto —También osas poner tus reglas por encima de las de aquel a quién consideras un maestro —Kojiro no desenvainó a Haiku, pero sacó la saya del obi, dispuesto a golpear a Tsubaki; pues Seikanji no parecía querer atacar a Noishi.

    —Yo no dejaré que le faltes al respeto a un maestro de escuela; tampoco dejaré que insultes al hermano mayor de tú Señor —dijo usando la información que Riku le había dado anteriormente —Si crees que mereces su escuela... discúlpate. O tendré que obligarte a hacerlo.

    Noishi se acercó y tomó el hombro de Kojiro —No es necesario; aunque agradezco profundamente tus palabras.

    Tsubaki miró a Noishi e hizo una leve reverencia —No, Riku y Kojiro tienen razón. Yo he estado actuando por mis impulsos. Y no quiero obligarte a enseñarme una escuela si crees que no estoy listo; así como tampoco estaba preparado para conocer tu verdadero nombre —lo miró — Hubiera sido impulsivo, si. Hubiera dado tu nombre a Ogen porque yo confiaba en ella sin saber que ella no era de confiar desde un inicio —se inclinó — Lo siento, maestro.

    Noishi sonrió —También debo disculpas; pero quiero que entiendas que jamás desconfié de ti. Fue por eso que te he dado la misión más importante, el cuidar a mi hermano.

    —Y fallé; en mi cuidado perdió su brazo, yo...

    —Tú estás listo para conocer mi escuela —
    Interrumpió Noishi — Porque mi escuela habla de los cambios; de como moverse cuando las cosas no salen como uno espera. Senpenbanka.

    "mil transformaciones, diez mil cambios"

    Noishi se acercó a un árbol y arrancó una rama lo bastante larga para ser un bastón de la altura de una naginata. Algo que llamó la atención de Kojiro.

    —Esta es una técnica para ustedes, shinobis — dijo hacia Seikanji y Tsubaki —Todo está sometido a cambios y transformaciones incesantes. El objetivo y deber de un shinobi es mezclarse, adaptarse a su medio, sobrevivir con lo que se tiene. El corazón humano no tiene nada de misterioso. Está dotado de los cinco elementos: madera; fuego; tierra; metal y agua. Estos se liberan en un corto instante, con la fuerza del corazón se pueden activar los elementos. Uno debe estar en constante cambio —miró a Seikanji — Lamento haber roto tu naginata... pude haber sobrevivido sin siquiera desplegar un arma. Pero compensaré mi descuido mostrando mi técnica. Cualquiera de ustedes... atáqueme.

     
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    Fujiwara no Riku

    Diriji una mirada discimulada a Kojiro, esperando me diera alguna señal sobre como debería tomar la solicitud de Noishi, al cruzarse nuestras miradas de inmediato entendí cual sería el proseguir que me encarga.

    Asentí y empecé dando un paso al frente, medio trastabillando al andar. Lentamente fui liberando nuevamente a Hinode con su yasa, prestando toda la atención posible a la postura de Noishi, a su arma o a él mismo.

    Tenía raros pensamientos sobre lo que podría seguir y, si bien ahora no estaba más que ofreciéndome como un conejo de prueba, aún así trate de meter tanto enfoque en este momento como me era posible.

    No era momento de más fallos, incluyo si era una simple prueba de habilidades.

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