Tragedia Memento mori

Tema en 'Relatos' iniciado por The Condesce, 11 Julio 2024.

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    The Condesce

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    Escritora
    Título:
    Memento mori
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    501
    El 2 de noviembre de 2023, cerca de las dos de la madrugada, los perros de la colonia vecina entraron a mi callejón.

    Digo de la colonia vecina, porque me imagino que de allí vienen, ¿de dónde más si no? son el mismo grupo de perros que muy de vez en cuando se aparecen por aquí.

    Aquí los gatos son muy queridos y cuidados; reinan en vez de los perros. Pero bueno, esa noche estaban aquí. Y Moshopeshe tuvo la mala suerte de no ser tan listo ni tan ágil como los otros gatos que no andarían de pie a plena calle de asfalto durante la madrugada. Los Gatos usan los tejados. Y le diremos Moshopeshe porque era igualito a mi gatita, la Mishipeshu.

    Esa noche lo atraparon.

    Gael y yo salíamos corriendo al escuchar los gritos y los ladridos. Casi se me sale bl corazón por la boca cuando vi un gato blanco con negro en las fauces de un imbécil perro. Espantamos a los canes y Moshopeshe salió corriendo, escondiéndose en la camioneta. No podíamos alcanzarlo. No había sangre ni heridas abiertas, pero yo sabía que era el fin. No era la primera vez que lo veía. Porque los gatitos atacados por perros se mueren por dentro. Con sus huesitos rotos.

    Tratamos de extender los brazos para sacarlo pero no se pudo. No queríamos lastimarlo más. Entonces nomás le hablamos bonito y lo miramos a los ojitos mientras se les escapaba la vida. Y cuando fue claro que ya se había ido lo sacamos, jalándolo con fuerza y lo pusimos en una cajita.

    Agarramos las herramientas de mis caseros, subimos el callejón y empezamos a cavar junto a la cuesta.


    Y pues lo enterramos


    Esa fue una de Las últimas cosas que hicimos Gael y yo juntos que nos conectaron.




    Hoy, salí a la tienda a comprar las croquetas de la Misha y vi a un albañil colocando una banqueta de rocas y árboles como para decorar el costado de la calle. La tierra estaba removida. Y le pregunté. No pude evitarlo.

    — Disculpe, ¿no salió por aquí el cuerpo de un gatito? Lo que pasa es que lo enterramos por aquí.

    —Ah, sí. Ya salió. Lo eché ahí en los escombros.

    Y se me estrujó el corazón. Y me acordé de Gael. Pensé en ese gatito que queríamos darle un sepulcro digno, con sus huesitos aplastados entre los escombros de concreto y la tierra. Sentí tan pero tan feo.

    El señor se dio cuenta que me quedé mirando a los escombros y me miró como si estuviera loca. Me dijo:

    —¿Por qué? ¿Quiere los huesos?

    Se me hizo un nudo en la garganta. Quería decir que sí. Pero contesté:

    —No se preocupe —y seguí caminando hacía la tienda.

    De regreso sí pregunté. Ahí estaba entre la tierra el gatito. Aun pelito, aún un poco de pielecita en sus huesitos. Pero no olía mal, olía a la tierra mojada de lluvia.

    No pude evitar llevarme el pedazo de cráneo en la superficie.
     
    Última edición: 11 Julio 2024

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