Kenneth se sumó a mi estupidez sin dudar un instante, fingió una preocupación de muerte y cuando habló sonó de lo más compungido, oh pobre criatura, ¿quién tendría el corazón para rechazarlo viendo esto? En todo caso, también apuntó que Sasha no podría hacernos algo así, que era una buena chica y tuve que tragarme una risa. —Of course she is —secundé sin dificultad. Sasha se había comido nuestro teatro en primera fila, pero cuando finalizamos los diálogos alternó la vista entre ambos y habló de la cita triple, arracándome una risa floja. Se levantó, se deslizó entre mi cuerpo y el pupitre, lo que terminó de espabilarme si es que hacía falta y sonreí cuando encontró mis ojos. Ya al otro lado puso suspenso, fue como el de Kenny, y me quedé esperando. Lo que dijo finalmente me hizo suspirar, apesumbrado, y giré el cuerpo para apoyar la cadera en su pupitre. —Quizás podamos dividir los créditos —dije de lo más serio—. I mean, I asked him out, boy said yes and then things happened. ¿Qué sería de una cita sin nuestra adorada Sash? No era exactamente el orden de las cosas, yo le había dicho a Kenneth que me debía un baile también, él dijo lo de la cita y nadie lo negó, para variar. En sí aquí nadie negaba nada, vaya.
Sasha se acopló a nuestra tontería conjunta sin mayor dificultad, detalle que a mí logró sacarme una sonrisilla orgullosa en mitad de todo el teatro. Me pareció que mi comentario final quiso hacerla reír, aunque al final supo estar al altura y me dedicó una sonrisa suave que me dejó bastante satisfecho. La tan esperada respuesta de la muchacha se hizo de esperar, tal y como debía ser, y al final no pude evitar dejar escapar una carcajada ligera ante su propuesta del final. —¿Peleando a tus pretendientes, Sashe? Voy a cambiar mi opinión de ti, maybe you're not such a good girl anymore... —murmuré, echándome encima un tono de decepción bastante exagerado; todo mientras me cruzaba de brazos y negaba un par de veces con la cabeza, también. Todo seguía siendo una broma, claro, aunque... Giré la cabeza en dirección a Maze, mirándolo con atención mientras él daba su propia respuesta, y a pesar de que fui asintiendo con la cabeza a medida que él hablaba, como si estuviera de acuerdo con su razonamiento, mi expresión no tardó nada en adoptar un gesto más travieso una vez terminó con su exposición. Podía haber sido un buen colega, pero... >>Aun así... fui yo quien pasó a buscar a nuestro amigo el pelirrojo a su clase, y también fui yo quien pidió que viniéramos a recogerte, así que siento que debería llevarme el mérito de todo el asunto —sentencié en dirección a la chica, bastante solemne, y solo distraje mi atención un segundo para mirar a Maze con una sonrisilla que pretendía transmitirle que lo sentía, pero que era lo que había. ...en la guerra y en el amor todo valía, ¿o no~? Contenido oculto ups, im sorry, he's a WHORE
Contenido oculto voy a tomarme el atrevimiento de musicalizar la triple date con esta joyita Maze fue el primero en reaccionar a la estupidez que había dejado caer. Su suspiro fue denso y me supo a teatro, lo acompañó relajando el cuerpo e incluso antes de que abriera la boca imaginé que se pondría a decir sandeces, de esas que le perdonaba por ser un niño bonito. Lo escuché, aguardé a que cerrara su argumento, y solté una risa nasal de nada. —You're beating around the bush, love —destaqué, divertida. Ya desde el primer "podríamos dividir los créditos" deduje que la idea había sido de Kenneth y la criatura recurrió a lo que encontró, poor thing. La verdadera pregunta pasó a ser, entonces, si su contraparte aceptaría el trato o lo dejaría con las manos vacías. Deslicé la mirada a él, con la sonrisita pegada al rostro, y no me molesté en disimular lo entretenida que me tenía el asunto. Quizá llevara razón y en el fondo no fuese tan buena, pero eh, eso yo ya lo sabía. Verlo o no era responsabilidad de ellos. Alcé las cejas, fingiendo una sorpresa moderada al oír la gran revelación en boca de Kenneth. Quizás el estupor más genuino vino de la mano de haber atestiguado su decisión, ya que había creído que cedería. Mi sonrisa se ensanchó, desenredé los brazos y consumí la escasa distancia que me separaba de él, apoyándome con una mano en la mesa para inclinarme sobre su oído. —Stabbing your poor pal in the back? That's greedy, dear —susurré, para que sólo él me oyera, y al retroceder le dejé un beso en la mejilla. Tras eso me agaché, recogí mi almuerzo y me enganché al brazo de Maze con la vista puesta en Kenneth. —¿Adónde vamos, entonces? —le pregunté a ambos en tono liviano, como si toda la estupidez de recién no hubiese pasado—. Hace lindo día, ¿quieren ir a la piscina?
A ver, era ingenuo de mi parte pensar que Kenny me dejara llevarme los créditos de toda la cosa así nada más, pero uno no perdía nada por intentarlo. Sobre todo porque de la nada éramos los pretendientes peleando por la atención de la dama y toda la cosa, era mejor intentar rascar créditos compartidos que no llevarme nada, ¿cierto? ¿cierto? —Maybe —resolví al comentario de Sasha, pero aún así no cambié mi gran argumento. La respuesta final de Kenneth, en todo caso, me hizo llevarme la mano libre al pecho en un gesto de lo más dramático. Eché la cabeza un poco hacia atrás y todo, tuve que luchar muy duramente contra la risa que todo quiso causarme, pero lo logré y seguí con el que debía ser mi drama del siglo. —Podrías haberme apuñalado un riñón y me dolía menos. ¡Y yo invitándote a salir! —Balanceé el peso del cuerpo, todavía en personaje—. Es que no puede ser. Ya cuando cerré la queja del siglo solté la risa, no pude contenerla, y enderecé el cuerpo así que cuando Sasha se incorporó luego de recoger el almuerzo yo ya había regresado a la calma usual. La recibí sin problema cuando se enganchó a mi brazo y miré a Kenny desde mi posición con una sonrisa divertida. —A mí me gustaría ir a la piscina, no sé qué opines tú luego de haberme traicionado de esa manera. Contenido oculto keeping you around es UN TEMÓN im blessed
En el cuerpo me había quedado rebotando un rastro de molestia que, sabía, no estaba enteramente relacionado al asunto de recién. Lo sabía, sí, pero el conocimiento no me ayudaba con la tarea de repararlo; ¿qué lo hacía, en verdad? Haberme encadenado al Paraja no, la existencia de Frank tampoco, el incidente del baño aún menos, y así podía seguir hasta el error de los móviles. Hasta los trazos de tinta que aún veía en el espejo bajo determinada luz, con el cansancio suficiente. Quizá la cifra no, pero el bautismo seguía allí. Las manchas, los estigmas, brotaban como moretones y quién habría imaginado lo fácil que era replicarlos sólo con el filo de una uña. La piel era muy sensible en el abdomen, sobre las costillas. Barrí el asunto bajo la alfombra, como era lo usual, y subí con una prisa moderada que no procesé a consciencia. La máquina se detuvo tras alcanzar el tercer piso y advertir, por algún motivo, la escena fugaz frente a mí. Una chica se había frenado de repente a mitad del espacio, frente a la escalerilla de la azotea, y su expresión me resultó entre desconcertada y ansiosa. Tenía la vista clavada en dicha dirección y, al avanzar, sólo noté que la puerta se cerraba. No me concernía, por supuesto, pero en parte me vino bien para distraerme de mí misma. Me acerqué a la muchacha lentamente para que primero notara mi presencia. —Perdona, ¿te sientes bien? —murmuré. Sus ojos viajaron a los míos, parpadeó y pareció cambiar sus engranajes de dirección. Soltó el aire con cierta pesadez y asintió, cerrando los ojos un instante; instante que me permitió notar la fuerza con que sostenía su maletín. —Sí, estoy bien —respondió, concediéndome una pequeña sonrisa, y su tono sonó cordial—. Agradezco tu preocupación, de todos modos... —Pierce —concedí al adivinar sus intenciones y señalé mi aula—, voy a la 3-1. —Pierce-san —repitió ella, asintiendo ligeramente, y retrocedió un paso—. Iré a mi clase, entonces, gracias otra vez. No me dio tiempo a detenerla ni hacerle alguna pregunta. Giró sobre sus talones y seguí el movimiento de su coleta, muy larga, muy lacia y albina. Lo que fuera que le había ocurrido tenía pinta de haberla alterado, así hubiese intentado disimularlo, y cerró el intercambio con la prisa suficiente para evidenciarlo. Ni siquiera me había dado su nombre, vaya. Solté el aire por la nariz, un poco extenuada, y entré a la 3-1. Mejor desconectaba el cerebro y me enfocaba en las clases, aunque antes de eso... Me senté, dejé el bolso a un lado y saqué el móvil. Aproveché los minutos que quedaban y le grabé un audio a Arata. —Hola, cielo, ¿cómo estás? Quería avisarte que hablé con Rowan y me mostró el progreso de su trabajo. Está bastante bien, tiene talento el muchacho; y tú, por extensión, buen ojo. —Solté una risa breve—. Sólo era eso, que la mini reunión de negocios se dio de casualidad y si ibas a saberlo, quería que fuera por mí. ¡Mira si luego te me enfadas o algo! Suspendí un silencio corto y finalmente agregué: —Suerte en las clases, baby. Estamos al habla~ Contenido oculto Zireael juro que es el último mensaje que Sasha le deja a tus personajes JAJAJA *ahora sí c evapora*
Mi relación con las figuras de poder y esas mierdas había sido siempre complicada, no sé qué desafiante lo llamaba el loquero, me daba igual, el punto era que yo solo estaba en los negocios de Rowan, Shimizu y Pierce por aproximación, no para recibir instrucciones que con solo lo del espacio laboral compartido eran obvias de por sí. Pierce podía ser amable, como Ro, pero eso no quitaba que me pusiera de los nervios con las instrucciones justo como él. Encima el imbécil me lanzó la pelota, bien consciente de que era yo el que había acabado liado con Manson, y me dieron ganas de darle una hostia aunque fuese el imbécil con cuerpo frágil. Igual la otra parecía bastante hasta el coño de, no sé, la vida y las estupideces que salían de la boca de la gente y en parte eso se entendía. Me cabreó, se me pasó rápido y luego solo me dediqué a prestar atención en clase. Cuando la campana sonó Rowan se materializó a mi lado apoyando las caderas en mi pupitre y me miró desde arriba. En sus ojos detecté una pregunta silenciosa, suspiré y me levanté despacio, invadiendo apenas su espacio. —No necesito recordatorios de cómo funcionar. El que nació en la puta calle fui yo, después de todo —murmuré antes de girar el cuerpo y comenzar a caminar. —Tú solo finge seguir instrucciones y yo seguiré fingiendo ser tan imbécil como de costumbre, es así como todos sobrevivimos, ¿no? —dijo a un volumen parecido—. Cuando se habla tanto no se dice nada en lo absoluto. —Di que eres una maldita cotorra si quieres, no hace falta justificarlo. Mientras caminábamos lo vi sacar el móvil, buscar el chat de la pelirroja y ponerse a escribir. Leí por encima algo del proyecto, así que lo dejé ser y me quedé esperándolo en el umbral de la puerta pues acabé rebasándolo. Una vez allí mandó los mensajes se guardó el teléfono, me alcanzó y salimos del aula. Contenido oculto Gigi Blanche que soy pendeja y narré con Tora cuando ocupaba seguir molestando a Sasha JAJAJA entonces solo para que quede registro (se me olvidó en la mañana jajas) de que Rowan le escribe a Sash Hello En la mañana olvidé hablarte del proyecto Si ya hablaste con el resto y necesitan a alguien, mamá está disponible Si eligieron a alguien antes no pasa nada, me acoplo, que sé que he estado ausente
De haber sabido que la adorable pelotita de nervios estaba preguntándose si había interrumpido algo entre Jez y yo, ahí sí que habría cedido a mi constante tentación de soltarle algún gestito cariñoso, con la suficiente sutileza para no avergonzarla (habría fallado, probablemente, más por mí que por ella). Ella no tenía nada que temer. Pues, aunque me habría hecho bien al corazón estar con ellas, mis planes para hoy ya fueron decididos desde el primer minuto de la mañana. Había amanecido full modo académico, con todas las energías puestas en hacer grandes avances para el proyecto; hablar con Eun-chan en los casilleros formó parte de mi plan, pero no era mi único objetivo para el presente día. El otro, si tenía suerte, lo hallaría en la 3-1. Un muchachote que llevaba tiempo sin ver… y que esperaba siguiera de una pieza. Me dirigí a su salón, tras despedir a las chicas en el aula de al lado. Al ingresar en el espacio, noté a Jackie de inmediato, gracias a su increíble estatura y complexión. Seguía pareciéndome sorprendente que existiera un chico de nuestra edad de semejantes dimensiones, y mira que había un número considerable de personitas altas en esta academia. Aunque bien pensado, todos eran altos frente a mi metro sesenta de estatura. En todo caso, una sonrisita iluminada asomó a mis labios al reparar en él. Y se iluminó más aún cuando mis ojitos azules también dieron con Mey, quien todavía no salió a disfrutar de su receso. Antes que nada, lo que hice fue acercarme hasta quedar frente a su pupitre; conecté con su mirada escarlata y, manteniendo la sonrisa, le acerqué mis manos sin decir una palabra, como ofreciéndoselas. Ella, como siempre, fluyó conmigo, las tomó con la suavidad de las suyas. La sonrisa me entrecerró los ojos un momento, tras el cual me incliné sobre sus manos y planté allí un besito muy suave. —Usted acaba de ser bendecida por Verito —le anuncié, con cariño en el tono de mi voz—. Para que tu día sea precioso, brillante, y mis energías te acompañen. Le expliqué rápidamente que estaba ahí para tratar asuntos del proyecto escolar, señalando con mi mirada el pupitre donde Jackie se encontraba. Con una palmadita sobre su hombro, me despedí de Mey y, ahora sí, me dirigí a donde el muchachote. Me planté frente a su pupitre, con el bento pendiendo de mis manos, y esperé a que notara mi presencia. Cuando lo hizo, vi sus ojos, y éstos me recordaron a los de Beatriz. Tenían colores diferentes, pero a estos dos les quedaban la mar de bien, eran bonitos. —Buenos días, Jackie, tanto tiempo —saludé con desenvoltura, dedicándole una gran sonrisa—. ¿Me puedes permitir un receso completo de tu tiempo? Iba a decir "un minuto", pero lo formulé de ese modo por hacer la gracia, que ya se me estaba resbalando la "confianzudez". Contenido oculto Reual Nathan Onyrian Hola, guapetón (?)
Estos días habían pasado sin demasiado importancia, como se iba volviendo costumbre en mi vida escolar en Japón. Todavía tenía los sucesos de aquella salida con Alethea en mi cabeza, a pesar de lo lejanos (¿o tal vez cercanos?) que parecían. La verdad, había tomado tanto lugar en mi cabeza, que no me había dejado espacio para pensar en ninguna otra cosa. Tenía la sensación en la nuca de que me olvidaba algo, pero suponía que no era muy importante, si no lograba recordarlo. A decir verdad, había escuchado mi nombre un par de veces por allí, pero como nadie se había acercado a hablarme directamente, no le di importancia. O al menos, hablarme de algo importante. Conversaba con mis compañeros de clases todos los días, en los recesos o incluso en clase, si esta estaba muy aburrida, pero no tocabamos ningún tema trascendental. Por eso, y porque en esos momentos existía por ósmosis, básicamente, me tomo unos segundos relacionar aquel cuerpo menudo y cara tan bonita que se me había parado al frente. El enchufe constante a 220 fue una pista bastante grande. — Ah, Vero, hola. ¿Cómo estás? Y sí, sin ningún problema. ¿Necesitas algo? ¿Quieres ir a algún otro lado?
Ah, era realmente bonito y satisfactorio cuando las personas se acordaban de una, sin importar el tiempo transcurrido o que se hubiese producido apenas un único encuentro. Jackie no tardó en reconocerme, quién sabe si por mi apariencia o por la frescura con la que lo trataba, como si fuéramos compinches de toda la vida. Eso, por sí solo, ya habría servido para elevar ánimos, pero bastó que pronunciara mi nombre para que mi sonrisa se tornara un poco más radiante. ¡Y bueno…! Creo que mis ademanes ya respondían a su pregunta de cómo me encontraba, ¿no? Entusiasmada y contenta, como siempre me pasaba cuando volvía a encontrarme con personitas que se habían ganado mi simpatía. Como este muchachote. Seguí escuchándolo, obvio, que podía mostrarme bastante rebosante de energía, pero no por eso me distraía. Le dediqué un asentimiento cuando me preguntó si necesitaba algo, pero luego me llevé un meñique a los labios, pensativa, para tomar en considerar posibles lugares a los que ir o si, en cambio, era más práctico permanecer en este salón. —Ok, vamos por partes —carraspeé un poquito para responder a cada una de sus preguntas—. Primero y principal: Estoy muy, muy bien, porque volvemos a vernos las caritas después de largas semanas —la sonrisa me cerró los ojos un instante, antes de que siguiera hablando:—. Y en efecto, necesitaba hablar contigo para organizarnos con el proyecto escolar, que nos tocó en el mismo grupo. ¡Pero…! Sólo es un motivo para invitarte a almorzar conmigo, ejem. >>Podemos quedarnos aquí si gustas, yo no tengo dramita. Y si no trajiste tu almuerzo, descuida —enseñé el bento en mis manos—, que te comparto del mío con gusto. Podría haber parecido que mi parloteo terminó en este punto, pero… nop. Me quedé mirando el rostro de Jackie con algo de detenimiento, el azul de mis ojos recorriendo cada centímetro de sus facciones. Hasta me incliné un poquito hacia él, sin ser invasiva. Siempre en actitud observadora, detallándolo. Hasta que, finalmente, asentí con un deje de aprobación. —Veo que no te hiciste heridas nuevas en mi ausencia, así me gusta.
La energía de la chica siempre me había imprsionado. La verdad, encontrar a alguien que pudiera superarme en cuanto tener una batería en el culo se tratase era algo bastante raro. Me hacía parecer como una persona calmada, tímida y callada a su lado. En especial teniendo en cuenta que la chica era pura sonrisa y alegría. Uno se podía preguntar como podía vivir con tanta felicidad dentro de un envase tan pequeño. Tal vez ese era el truco: tenía tanta que desborbada de manera involuntaria. La verdad, ni me hacía falta que me respondiera a la primera pregunta. Era obvio que estaba contenta. O entusiasmada. O ambas. O una mezcla de muchos sentimientos positivos. El desborde era tal que lo contagiaba a uno y te hacía sonreír de manera involuntaria. Sin embargo, la sonrisa se borró y se cambió a una expresión de pánico en cuanto la chica mencionó el proyecto escolar. Oh, mierda. ACH SCHEIßE. ¡El proyecto! ¡Por eso había escuchado mi nombre! Maldita sea, ¿cómo se me había pasado? ¿De qué era el proyecto? ¿Cuánto tiempo teníamos? ¿Acaso era para esta semana? ¿PARA HOY? Estaba extremadamente perdido. Era literalmente un manco en una convención de ambidiestros. — Espera, ¿proyecto? ¿Qué...? —la chica había seguido hablando durante unos momentos más, pero había quedado tan obnubilado con la noticia que no había podido prestarle absolutamente nada de atención. El silencio que siguió me dio a entender que la chica había terminado. Sin embargo, cuando levanté la mirada, la encontré... peligrosamente cerca. Y mirándome con intensidad, como si estuviera estudiando todas mis facciones. Por un ápice de segundo, pensé que lo del proyecto había sido una broma, y estaba esperando ver mi reacción final, pero parecía estar mirando con demasiada atención. Sentí como las mejillas se me sonrojaban levemente, y las orejas tomaban un poco de temperatura. Vaya, que debilidad tenía ante los ojos azules, ¿eh? — Ah, sí. Bueno, tampoco tuve muchas oportunidades para salir herida, la verdad. Tuve que devolver la ardilla a la Reserva, así que me salvé de un par de mordiscos. O bueno, no tengo heridas nuevas en el rostro... —carraspeé, cambiando de tema a uno mucho más urgente.— Volviendo al proyecto. Podemos quedarnos aquí, no hay problema. Tengo mi almuerzo también. No me molesta compartir contigo tampoco si quieres probar. >> Vas a tener que explicarme todo desde cero. ¿Qué es eso de un proyecto que tenemos que hacer?
Por supuesto que había notado su carita mutando a una expresión de preocupación, como si la mención del proyecto hubiera hecho un click! en su mente. Eso no detuvo la brisa de mis palabras, seguí hablándole a sabiendas de que no tardaría en ponerlo al día respecto al tema, que con esa intención me había aparecido frente a su pupitre (y para que volviésemos a pasar un rato juntos, ¡eso sobre todo…!). Dado que el muchachote había bajado un poco la cabeza para procesar la información, me vi obligada a inclinarme hacia él cuando quise escanearle el rostro con el fin de detectar lastimaduras recientes. Por suerte no hallé ninguna, así que no tendría que llevármelo para la enfermería a hacerle un tratamiento de curitas y gasas. En su lugar, me encontré con un rubor tiñendo sus mejillas, lo pude notar debido a la cercanía. Me sonreí aún más, porque me pareció muy tierno que alguien tan grandote como él sintiera vergüencita. Y además tenía cierta debilidad por el rubor de la gente, me parecía una reacción muy pura y encantadora. Con un carraspeo de por medio me explicó que no tuvo oportunidades de salir herido, lo cual era un alivio para mí. En el campamento mostró una extraña tendencia a los accidentes, al punto de que me había hecho querer atenderlo a toda hora, porque mi naturaleza era cuidar a los demás. Por otro lado, recordé a la ardilla, le había visto cuando a Jackie le puse una curita frente a la fogata; que la devolviese a la Reserva era lo correcto, pero también una lástima porque parecía haberle tomado confianza a este chico. ¡En fin…! El punto es que Jackie estuvo de acuerdo con quedarnos en el aula y pidió que le explicara lo del proyecto. Antes que nada, me apropié de una silla cercana, vacía, con la que me senté enfrente suyo. En el centro del pupitre destapé mi bento, que contenía tres pequeños sándwiches de verdura y pan integral, super-frescos y sanos, Jackie podría disponer a gusto si deseaba probarlos. —El proyecto de este mes es una entrevista —dije, apoyando los codos en el pupitre y luego acunando las mejillas sobre las palmas de mis manos—. Se la tenemos que hacer a alguien externo a la academia, que trabaje en una profesión relacionada con alguna de las asignaturas que nos dan aquí. Puede ser familiar, amigo, conocido y así. Nos tendría que responder cinco preguntas, ¡y listo…! Proyecto completado. >>Y tranqui, eh, que estuve haciendo avances —añadí, alegre—. Tenemos una candidata a entrevista: mi sensei de karate kyokushin, quien además lidera un gimnasio donde enseñan muay thai. Se llama Anong —hice una pausa para darle tiempo a Jackie de procesar— Hablé con Zoldryck y Eun-bi, compañeritos nuestros del grupo, y están de acuerdo con que sea la entrevistada; la idea es hacer todo el lunes, tal vez en el Dojo. >>¿Qué opinas, Jackie? Y más importante: ¿Hay alguien a quien quieras proponer como potencial entrevistado?
Parecía que era imposible borrarle la sonrisa del rostro a esta chica. Cada movimiento o reacción mía solo parecía elevarle más la sonrisa. La chica arrimó una silla vacía, y sacó su almuerzo, que consistía en tres pequeños sánguches. Vaya, ¿y de verdad no tenía problema en convidarme? Me parecía que eso apenas iba a bastar para saciarle el apetito a ella. De hecho, yo seguramente consumía lo mismo que tres Veros. Y seguramente terminaba teniendo hambre después de una hora. Incluso si no hubiera traído mi almuerzo, no hubiera aceptado nada del suyo. Sentía que iba a terminar dándome más hambre. O me iba a terminar comiendo todo sin darme cuenta, y eso no era para nada justo. Mientras la chica explicaba de que se trataba el proyecto, yo hice lo propio con mi comida, y me dediqué a escucharla. Había apoyado los codos sobre la mesa, y estaba descansando la cabeza sobre las manos. Esa chica parecía más una especie de experimento social que una persona normal. Todo lo que hacía parecía estar dictado por cual sería el plan de acción que la haría ver más tierna en el momento. Dificultaba un poco las cosas hablar con ella, para ser sincero. Sin embargo, la presión que el proyecto escolar que me había perdido ponía sobre mi cabeza era suficiente para no poder concentrarme en otra cosa. — Ah, ¿solo una entrevista? Bueno, no parece tan complicado encima. Pensé que era algo más como, no sé, un reporte extenso o algún informe que teníamos que hacer, como fueron los dos proyectos anteriores. Y mejor si ya te has encargado de encontrar a quien entrevistar —comenté, con una pequeña sonrisa. ¿La chica hacía karate? No lo parecía, la verdad. Pero creo que lo había mencionado, anteriormente.— No conozco a Zoldryck y Eun-bi, la verdad, o seguramente, no relaciono sus rostros con sus nombres, pero si están de acuerdo, no le veo el problema. Me parece bien. No tengo idea de donde está el Dojo, eso sí, así que van a tener que buscarme antes para llevarme hasta allá, obviamente. Me dediqué a comer un poco de mi almuerzo, bastante más tranquilo al saber que estaba casi todo hecho. Algo me vino a la cabeza. — ¿Ya tienen pensadas las preguntas? ¿O todavía no? La verdad, tampoco sé si hay un tema específico para seguir. ¿Nos dieron una guía o algo? Oh, ¿y algo más de lo que querías conversar? No tengo nada que hacer ahora, más que comer, así que estoy libre.
Finalizada mi explicación, me dediqué a escuchar sus impresiones. El pobre Jackie se había preocupado mucho apenas le mencioné lo del proyecto, no costaba mucho adivinar alguna de las cositas que debían estar pasándole por la cabeza, porque era muy expresivo. Su transparencia me parecía una bonita cualidad, se sentía como estar ante un libro abierto… De esos que eran bien grandotes, ejem. ¡El punto es que…! Cuando le expliqué el panorama que teníamos por delante, noté que su tensión parecía descomprimirse y me di por servida al respecto, pues me alegraba saber que pude ser su pequeña heroína en este asunto. Jackie me dijo que estaba de acuerdo con la entrevistada, me dedicó una sonrisa que, otra vez, amplió la mía; dijo que no conocía a nuestros compañeritos, dato que tuve cuenta y mencionó que no conocía el dojo de la academia, que tendríamos que buscarlo. —Descuida, apenas empiece el receso del lunes, voy a ser lo primero que veas en la puerta y te presentaré al resto de nuestra pandilla —bromeé, dejando ir una risa liviana—. Y sí, es una suerte que el proyecto no sea uno de esos informes escritos, me dan mucha perecita. Lo de la entrevista me parece más genial, tengo unas ganitas de hacerla que ni te cuento. Este proyecto era fantástico para un alma sociable como la mía, con lo mucho que disfrutaba de hablar con las personas. Me dio la motivación hablarle a Zoldryc, conocer a Eun-chan y próximamente a la misteriosa Jean Bernard. Gracias al proyecto también estaba aquí, almorzando con Jackie, a quien se echó de menos. Mientras él dio cuenta de su almuerzo, estiré una mano hacia mi bento, de donde saqué un sándwich junto a una servilleta, y comí con cuidado de no dejarle migajas en el pupitre. Puse carita pensativa cuando me preguntó por, justamente, las preguntas de la entrevista; y obvio escuché el resto. —Lo cierto es que no se me ocurrió planificar las preguntas —admití, aunque se me notó más bien despreocupada cuando miré a Jackie—. Supongo que podrías imaginar qué preguntas de karate me harías a mí, ya que lo practico, pero luego hacérselas a ella, suena a método efectivo. Pero tranqui, seguro hago algo al respecto también. >>Y sobre el proyecto creo que no hay nada más por decir —afirmé—. Así que podemos hablar de otras cositas, ahora que estamos más relax. Por ejemplo, tu habilidad con la guitarra. ¿Hace mucho que tocas? ¿Quién te enseñó? Con estas preguntitas, la charla siguió otros derroteros y tuvimos un almuerzo muy agradable que me dejó de lo más contenta. Contenido oculto ¡Cierre con Vero! Gracias por hacerte un lugarcito para rolear esto, Tomi. Fue un gustazo volver a verlo al Jack, y en la academia *Pacha meme*
Bueno, bueno, la de vueltas que daba la vida a veces. No había estado entre mis planes pasar el receso del día anterior con Joey, por ejemplo, pero por supuesto que me lo acabé pasando super bien durante ese rato gracias a él. Tampoco había anticipado que tuviera que buscar a Kou durante el receso del día siguiente, pero... bueno, digamos que no me quejaba en absoluto por ello. La pobrecita de Thi, eso sí, había acabado enfermándose de verdad con todo el asunto de sus padres y me había mandado un mensaje para que fuera a recoger los apuntes de Kou, quien me había insistido que los necesitaba de vuelta antes del fin de semana. Así que ahí estaba, entrando al aula de la 3-1 como si fuera mi propia clase, y ni siquiera necesité pararme en la entrara para buscar el pupitre de Kou, pues lo tenía perfectamente ubicado y, además, estaba convencida de que lo encontraría ahí sentado sin problema. Exactamente así fue como pasó, por lo que alcancé su pupitre con una sonrisa plantada en los labios y dejé sus apuntes sobre la mesa, con un atisbo de orgullo colándose en mi semblante. —¡Kouchii! Te dije que no debías preocuparte de nada y, como siempre, ¡tenía razón! Ahí tienes tus apuntes, como te prometí~. Thi dice que muchas gracias y que se disculpa por las molestias, por cierto. Tras acabar de decirle aquello, empecé a girar la cabeza en varias direcciones, buscando algún pupitre cercano que pudiera tomar prestado para acoplarlo al del muchacho. ¿Por qué? Pues porque acababa de autoinvitarme a su receso, claro. Sin embargo, en mi proceso de búsqueda, hubo algo que llamó mi atención; al principio no le hice mucho caso, pero después de un segundo extra, las neuronas se me iluminaron y extendí el brazo, señalando al chico albino del club con un dedo acusador. >>¡El arruina-citas! —solté, claramente indignada, y al instante giré el rostro para mirar a Kou con el ceño fruncido—. ¡Kouchii! ¿Desde cuándo está el arruina-citas contigo en clase? ¿Y por qué no me habías dicho nada? Sin embargo, no le di ninguna clase de espacio al chico para contestarme, pues apenas solté aquellas preguntas (o acusaciones, más bien), me fui directa al pupitre del acusado principal, cruzándome de brazos. >>¿Qué haces aquí? Espero que no planees arruinarme más citas, ¡porque me voy a enfadar de verdad, al final! Pero, por supuesto, acabé la queja con los mofletes inflados, lo que seguramente le quitaba toda clase de peso a mi supuesta amenaza. Contenido oculto Gigi Blanche heyoooo, aquí viene el drama uwu7 como diría aespa: i bring all the dramamamama
Había apilado unos cuantos papeles y los estaba acomodando contra el pupitre cuando mi nombre, o más bien, el ya característico apodo de Riamu se alzó sobre el murmullo general de la clase. Supuse que se trataba de los apuntes que me había pedido ayer, encontré sus ojos y le sonreí, aceptándolos de regreso. Justo me quedaba, así que los fusioné con la pila de papeles. —No fue nada. Había tenido mis dudas de que cumplieran con mis requisitos, la verdad, pero Riamu había insistido bastante y bueno, me dio algo de pena; además, que me perdonara, confiaba más en su amiga que en ella. Tampoco era tan... no era de vida o muerte tener los apuntes durante el fin de semana, sólo prefería poder acceder a ellos en caso de necesitarlos. Tener las cosas bajo control, ¿no? Como siempre. Noté sus movimientos de soslayo y estuve por abrir la boca cuando Riamu volvió a alzar la voz, pero esta vez en otra dirección. ¿El arruina-citas? Giré la cabeza, confundido, y comprendí el asunto al deparar en el chico Hattori. Yuta estaba acomodando unas cosas en su maletín, sobre su regazo, y casi dio un respingo al saberse acusado de... ¿de qué, exactamente? Su expresión mutó de la sorpresa a la diversión al instante, así ambos gestos fueran en extremo sutiles, y recibí la atención de Riamu de regreso. Pensé que le echaría la bronca encima al otro, la verdad. Igual no me dejó tiempo para responder nada, ni siquiera para intentar defenderme. Se le fue encima a Hattori y yo suspiré con ligereza, desbloqueando el móvil. No me interesaba mucho el teatro de turno y tenía cosas que hacer. Su voz, sin embargo, me siguió alcanzando con claridad y, tras comprobar los mensajes, volví a mirarlos. A Yuta no se le había movido un pelo, pestañeó casi con inocencia y no se movió de los ojos de Riamu. Su aspecto superficial no difería del muñeco de torta japonés que se había presentado en el club hace un tiempo, pero ahora poseía la información suficiente para saber que era pura mierda. Pensé en el teatro nō, el dramatismo y las máscaras. Aún con la misma pieza inanimada sobre el rostro, los actores sabían expresar diferentes emociones gracias a su postura e iluminación. A la amenaza de Riamu le siguió un silencio de... tres segundos, el cual imaginé que quizá llegaría a incomodarle. Hattori sonrió, una de sus comisuras apenas se curvó. —¿Te importaría explicarte? —pidió, tranquilo.
El chico se quedó en completo silencio durante unos cuantos segundos, manteniendo su mirada encima de la mía en todo momento, y yo no tuve ningún problema en hacer lo mismo, esperando (no) muy pacientemente a que se dignase a hablar. ¡Yo también podía jugar a ese juego sin problema, eh! La cuestión fue que cuando al fin se dignó a abrir la boca... la mía se abrió en un gesto de completa perplejidad, haciéndome alternar la mirada entre él y Kou un par de veces. —Tú... tú... —murmuré, volviendo a centrar mi atención en el albino, y mi ceño se frunció con todavía más fuerza cuando me dejé caer en la silla que tenía al lado—. ¡No te hagas el tonto! ¡Sabes a lo que me refiero! —recriminé, levantando la mano para volver a señalarlo con dedo acusado, y justo después me eché hacia delante en su pupitre, pretendiendo intimidarlo con mi cercanía—. Kouchii y yo estábamos pasándolo muy bien en nuestra cita hasta que decidiste plantarte en el club para molestar y tuvimos que interrumpir nuestra cena por ti. ¡Me quedé sin sushi por tu culpa! Y... y... me toma mucho tiempo prepararme para nuestras citas, ¿sabes? ¡No es justo que nos molesten! Al principio había intentando estar bien seria con el asunto, pero a medida que iba hablando, mi gesto fue convirtiéndose cada vez más, hasta acabar con un puchero en condiciones al pronunciar la queja final. Me erguí, de todos modos, creyendo que seguía siendo absolutamente intimidante (como si lo hubiera sido en algún momento de aquella escena, vaya), y di un golpecito sobre el pupitre con la palma abierto, levantando la barbilla con algo de orgullo. >>¡Exijo una disculpa! Contenido oculto
Las disrupciones de la vida, fueran buenas o malas, tenían que ser de mis mierdas favoritas. Había un flujo diferente, vibrante, casi extático en los cambios abruptos de la marea, el estallido de los rayos, la onda expansiva de las explosiones. Empezar el receso con una niña acusándome de ciertos crímenes no era algo que pudiera haber predicho, pero lo recibí de buena gana. Notar que Shinomiya estaba involucrado y, recién entonces, recordar su pelito rosa de la madriguera de los lobos, volvió la disrupción aún más divertida. Me mantuve en sus ojos, esperando a ver si su convicción flaqueaba, y al no percibir rastro de ello me hice el loco, fingiendo haber olvidado el incidente. Mi sonrisa, inocente, se estiró y delató mis intenciones cuando, otra vez, me estropeó los planes. Se acercó a mí, la recibí en mi espacio sin mover un dedo y repasé sus facciones brevemente, entornando la mirada. ¿Kouchii? ¿El Kou Shinomiya que yo mismo conocía, el castaño estiradito de allá? ¿Kouchii? Por favor. Ya lo había notado antes, pero esperé al momento oportuno para deslizar la mirada a su derecha y regresar a sus ojos, con evidente intención. Shinomiya se había esfumado, era tan frío. —A ver. Ya no podemos confirmar tu versión sobre la primera declaración, pero con la segunda y la tercera aún puedo ayudarte. ¿Tienes fotos de esa noche? Las tienes, ¿verdad? —insistí, sin modificar mi tono, y volví a imprimirle a mi gesto una chispa de inocencia—. Necesito saber si debo disculparme o no, es muy importante.
Estaba poniendo todas mis energías en mantener la seriedad que aquel intercambio requería, y estaba completamente convencida de estar haciendo un buen trabajo al respecto. Me quedé metida en el papel de ofendida en todo momento, incluso cuando noté su mirada paseando por mis facciones al haberme acercado en su dirección, y no fue hasta que cometí el estúpido error de seguir su mirada que mi acto se desmoronó por completo. No había pretendido que Kou se interesara por mi escena, ni siquiera que interviniera de alguna manera, pero debía admitir que tampoco había esperado que desapareciera sin decirme nada. Como si no quisiera verme. El descubrimiento me puso algo triste, a decir verdad; tanto así que me costó un poco recordar que seguía teniendo al culpable de todo delante de mí, pidiendo no sé qué fotos de aquella noche para saber si se disculpaba o no. Giré de nuevo la cabeza en su dirección, pestañeando un par de veces mientras terminaba de procesar por completo lo que me había dicho, y al terminar de hacerlo, noté como algo de sangre me subía a las mejillas. ¿Por qué iba a tener fotos de aquella noche? La realidad era que no tenía ninguna foto con Kou en general... —¡N-no necesito ninguna foto para demostrar nada! ¡Tú estabas ahí y me viste! ¡P-pídeme perdón o me voy a tener que enfadar de verdad!
Tras deslizar la mirada, la niña me imitó y yo moví los ojos a ella, detallando segundo a segundo cómo el berrinche de turno se le caía a pedazos al ver que su Kouchii se había ido. ¿Eso que oí era un corazón rompiéndose? Me mantuve en silencio, entretenido. ¿Nunca le habían leído cuentos para dormir? ¿No sabía de lo peligrosos y embusteros que eran los lobos hambrientos del bosque? ¿Qué podía salir bien de relacionarse con ellos? Quizá Shinomiya hubiese logrado aplastar a la Hiena y quizá Shinsuke confiara en él, pero yo lo sabía bien. Se necesitaba un monstruo para matar a otro. Me mantuve en el teatro de hacerle caso a sus acusaciones, las mejillas se le ruborizaron y mi sonrisa se ensanchó, encantado con la postal. Qué bonita y qué... pesada. ¿Tenía cinco años, acaso? ¿No le daba vergüenza montarse semejante escena? —Yo creo que sí —insistí, aún así, e imposté un suspiro profundo—. Ya te dije, necesito las fotos. Clavé la mirada en ella y, por un instante, entrecerré los párpados. —¿O mejor me enfado yo?
Ya me había dado cuenta hacía rato que todo aquello era una completa causa perdida, pero la realidad era que nunca me había caracterizado por ser una persona que tomara las mejores decisiones. Seguí insistiendo con lo de la disculpa, aunque mi confianza inicial ya había perdido casi toda su fuerza, y al final, cuando él también insistió en que necesitaba las fotos, dejé salir un suspiro que prácticamente me desinfló el cuerpo. —Pues no tengo —admití en voz baja, encogiéndome de hombros—. Apenas nos habíamos sentado a comer cuando Eguchii nos llamó, ¿cuándo iba a hacernos alguna foto? Y antes habíamos estado en el teatro, así que era imposible —expliqué, frunciendo apenas el ceño en el proceso, solo que en aquella ocasión fue en un gesto pensativo al intentar recordar lo que habíamos hecho esa noche. No había gran motivo para que le soltara toda aquella información salvo el hecho de que... ¿qué sentido tenía seguir con el berrinche? Kou se había ido y este chico parecía casi más cabezón que yo; sabía admitir una derrota cuando llegaba, ¿eh? Repasé de nuevo el aula con la mirada, quién sabe con qué motivo, y al volver a fijar mi vista en él, dejé caer la cabeza hacia un lado, apoyando la mejilla sobre mi mano cerrada al acabar el movimiento. >>No sé. ¿Das mucho miedo enfadado? Porque entonces mejor no...