Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Ginko Harutomo

    —Yo... te lo agradezco, papá— le dijo con un lagrimón piantado en su único ojo. Volver a hablar de su madre, incluso a escuchar su nombre, después de tanto tiempo lo conmovía y aliviaba. Pero más lo aliviaba la comedia, que cual mecanismo de defensa lo había dejado recalculando acerca de un detalle; tal vez había heredado las habilidades de observación de su padre o tal vez era por tanto opio, pero el detalle del veneno de las plantas lo hizo retroceder en la historia.

    —¿Indigestar al ejército?— se preguntó secándose la congestión de la emoción previa —Espera, la conquistaste curándole una diarrea, eso es... anticlimático sacudió un poco la cabeza para recuperarse del shock de emociones encontradas —En fin, a lo que voy es a que gracias por enseñarme a curar y cocinarle a los demás y por esto de los detallesle dijo riéndose, mientras se aproximaba a darle un abrazo —Te quiero

    Si papá no quería agregar más cosas, Ginko se despide y regresa a la sala donde están Togashi y los demás. Que igual pasaba a saludar, pero de paso pintó recuerdo y abrazo emotivo xd
     
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    Togashi
    Castillo (Salón de audiencias)

    El acero de Asahi brilló en las manos de Jiin. Era una katana de calidad excepcional, lo pensaba desde antes de adquirir conocimientos de herrería. El filo no parecía haberse desgastado por las batallas en las que debió ser utilizado y, por sobre todas las cosas, esa espada parecía ser imbatible frente al enemigo más implacable: el paso del tiempo. Había sido forjada por Kato Harima a pedido de Hana, la madre de Takeda, cuando éste era apenas un niño. Asahi, que por entonces fue una katana sin nombre, terminó siendo abandonada en el tronco de un árbol tras la gran tragedia en la que exterminaron a la familia de su señor… hasta que Fuji la hizo renacer y Takeda se la legó, como muestra de confianza y fe.

    Denotó la nostalgia en la mirada de Jiin, sus ojos reflejándose en el acero de su padre, opacándose por el peso de los recuerdos. Tal y como Togashi sospechaba, a los hijos de Kato no les fue permitido visitar la herrería en el pasado, lo que indicaba que también era receloso con su faceta de herrero. Cuando Jiin mencionó la prisión de madera (su material conflictivo) asintió ligeramente, pues a él también lo tomaron prisionero durante el ascenso por el Monte Genji; lo breve de su encierro no le impidió experimentar lo desagradable de la experiencia, por lo que no se atrevía a concebir cuándo duro debió ser para Jiin pasar tanto tiempo allí… y de niño.

    También, reconoció vagamente algunas frases de lo que recitó. En esa misma subida por el Monte Genji, se había encontrado con mensajes que aludían sobre todo a los demonios carmesí, un tema que lo mantuvo intrigado desde entonces. Sin embargo…. Lo de Jiin no parecía aludir a un grupo, sino a un individuo. Tal vez… A un guerrero, concebido según las concepciones de Kato.

    ¿Pero por qué hablar de un demonio? ¿Cuál era el punto?

    Jiin continuó hablando. No estuvo preparado para lo que le fue revelado a continuación: Kuroki y Satou desafiaron a Kato en la vieja herrería, una batalla que al parecer culminó con la muerte del señor Fusatada. Parpadeó con una ligera confusión, el ceño fruncido. Su gesto se torció apenas, pero expresó amargura por la noticia... Recordaba bien a Satou, pues le había recriminado por detener a Kuroki cuando éste intentó golpear a Hideyoshi. Fue uno de los varios momentos tensos que debió sobrellevar en su anterior estancia en Kamakura, y en el fondo siempre quiso conversar con ese hombre para aclarar el asunto y, de ser necesario, disculparse por meterse en algo que le correspondía a él como padre.

    Un asunto que quedaría pendiente por la eternidad…

    Quiso preguntar por Kuroki, saber si estaba bien… El cómo estaba sobrellevando su pérdida. Además, también sentía que se debían una conversación; como aliados, como guerreros y, sobre todo, como personas.

    “No podré disculparme con tu padre”. pensó para sus adentros “Al menos, guardaré la esperanza de cruzar pronto nuestros caminos y empezar a entendernos mejor.”

    Pero si no llegó a mostrar su preocupación por Kuroki, fue por lo que el hijo de Jiin dijo de repente: mencionó al demonio carmesí. Togashi se quedó mirándolo con intriga. Tampoco le pasó desapercibida la preocupación con la que Jiin preguntó al pequeño si lo había visto, lo que le provocó una inquietante sensación… Yoro, en su tierna inocencia, explicó que sabía del tema por un tío suyo, que asumió era Rengo; además, enumeró los lugares en los que ese supuesto demonio carmesí se manifestaba. Para completar el cuadro, Kojiro reveló una leyenda que conocía por parte de Kaori. Una historia de fantasmas, que involucraba a Kaito Harima y su hermano.

    La inquietud volvió a lamer su nuca.

    El arma de esa leyenda… ¿se supone que ha sido forjada en la vieja herrería? —indagó, mirando tanto a Jiin como a Kojiro— ¿Es posible que sea... la katana conocida como Shi?
     
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    [​IMG]

    Habitación médica
    [Ginko; Sasaki]


    Sasaki recibió el abrazo sorpresivo y lo correspondió —Tal vez no sea lo historia de amor más digna de ser narrada; pero para mi siempre será la mejor —Apretó más el abrazo para después separarse, acomodar nuevamente la ropa de Ginko —Naciste tú; nuestro orgullo. Nosotros también te queremos, siempre lo haremos —Para esos detalles, siempre se refería a él y Hinoka en presente.

    Sin más que decir, se despidieron brevemente, Ginko volvió a dónde se encontraba Togashi.




    Castillo/Salón de audiencias
    [Yoro; Kotono; Jiin; Togashi; Kojiro; Hinata; Ginko]

    Jiin observó Togashi, desúés miró a Kotono —Espera aquí con Yoro; iré con Togashi a investigar.

    Hinata jaló a Ginko quién también acababa de llegar de visitar a su padre —Nosotros también vamos.

    —Si en esa herrería nació shi... —
    habló Kojiro con calma— ... Será interesante conocerla




    Puente
    [Kojiro; Togashi; Jiin; Hinata; Ginko]

    Jiin fue guiando la pequeña expedición hacia el puente en reconstrucción; por las calles podían ver cómo hacían leves reverencias; no había gran formalidad en ellas pero mostraban su respeto por el señor de Kanagawa. No tuvieron problema alguno en bajar por la ladera pedregosa hasta llegar al río debajo del puente.

    [​IMG]

    [​IMG]

    Allí estaba la vieja herrería; aun se mantenía en buena condición, seguramente a mano de Kato Harima. Incluso las flores seguían vivas.​

    Al entrar pudieron notar el orden con el que trabajaba Kato; materiales acomodados de acuerdo al uso; acero, carbón y hierro. También había bloques de madera y ramas ya preparados para su tallado. Estaban rodeados de hojarasca y carbón el cual evitaba que la humedad les afectara. Había piedras para lijar de distintos gramajes y una conexión con bambú que hacía el flujo del río constante en el exterior de la forja, seguramente para el procesos de lijado dónde montaría las piedras.

    La forja en sí estaba limpia; fuera de las manchas usuales por uso. No emanaba nada de calor, no había rastros de que haya sido utilizada recientemente.

    —No parece tener nada fuera de lo normal —indicó Hinata entrelazando sus manos frente a ella para evitar tocar algo; como un pequeño niño en casa ajena.

    —Mi padre tiene una tendencia de esconder todo lo que hace; en el dojo por ejemplo, en las vigas de madera guarda los rollos que les da a quienes llegan al grado maestro —No era extraño que Jiin supiera de eso; él ya había llegado a grado maestro en la escuela de su padre. Sabían que no se debía a su habilidad detectivesca.

    Kojiro perdió el interés de inmediato y se asomó nuevamente a la salida —No entiendo a Kato como herrero; pero si conozco su filo... y me parece extraño que no use armas propias en combate.

    —Tal vez sabe que no es tan buen herrero — dijo Hinata con una pizca de maldad.

    Jiin sonrió —Togashi sabrá decirnos eso con Asahi —avanzó por la herrería buscando algo en específico; Jiin posiblemente tenía una teoría de aquel sitio.

    —¿Tu padre dónde duerme? Tal vez aquí sea su habitación secreta—preguntó Hinata —Sé que en el castillo no duerme, ni lo había pisado desde la salida de los Minamoto de Kanagawa. Sólo volvió a pisarlo cuando Takeda puso un pie en Kamakura.

    —Siempre descansa en el dojo—sugirió Jiin — Jamás lo he visto dormir... —su voz cambió con algo de pesar. Conocía tan poco de su padre; pero sabía perfectamente que no era por su falta de interés.

    Jiin siguió explorando, mirando cada rincón.

    El guerrero perfecto, se crea en soledad

    —Trabajar aquí ha de ser una pesadilla —
    dijo Hinata — Si te cortas un dedo llegas ya muy tarde a la clínica. Seguro puedes perder demasiada sangre subiendo de nuevo.

    ¿Cómo crear a un demonio? Las distracciones mundanas arruinan al guerrero; estas deben desaparecer.

    —Aquí no tendría interrupciones; reduciría el margen de error por distracción —
    respondió Kojiro removiendo algunos utensilios.

    Jiin abrió una de las puertas corredizas al exterior, junto a dónde se encontraba Kojiro; allí pudo mirar hacia arriba. En las montañas había una larga escalinata; igual a la que había del puente hacia el descenso a esa herrería. Tanto la escalinata del puente como la de la montaña confluían allí, junto al río. Jiin siguió el recorrido visual de la escalinata en las montañas, subía con la vista hasta ver aquel viejo santuario. El santuario dónde había entrenado Rengo.

    —Tenía una salida... — dijo Jiin al aire.

    Destruye lo que más ama; puede que caiga en el abismo del olvido o renazca como demonio.

    —¿Por qué no saliste por allí entonces? Rengo...

    Y cuando adquiere la mirada de un demonio, será capaz de derrotar al otro; así su sangre trasciende, el legado sigue

    Jiin entendió todo en ese momento; suspiró mientras escuchaba unos pasos... —El último paso a su libertad... el demonio carmesí. ¿Debías derrotarlo así como lo hizo nuestro padre?

    —¡Hey!— gritó Hinata sacando de su ensimismamiento al resto —miren las flores...—dijo señalando las flores del exterior.

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    Togashi
    Puente (Vieja herrería)

    ¿Qué era lo que debía encontrar en la vieja herrería? Hasta ese momento, estuvo evitando darse algunas ideas que echasen luz a la pregunta, bajo el pensamiento de que estas limitarían su visión al momento de investigar la pista proporcionada por Kato. Las teorías iban desde la existencia de un arma escondida, hasta información relacionada con materiales poco comunes. Se relacionaban con objetos más bien concretos. Pero, con el transcurrir de aquella conversación, Togashi empezó a replantearse la verdadera naturaleza de su misión. La mención del demonio carmesí y la leyenda del pacto… parecían indicar que volvería a enfrentar algo que lo obligaría a ampliar su mente y sus sentidos, a desapegarse de que lo ya conocido. No sería la primera vez que le ocurría algo así en Kamakura, porque no podía olvidar la pesadilla recurrente que sufrió en su última estancia, ni el trance provocado por la caja de música.

    Como si allí sobreviviera el fantasma de una maldición.

    Sus preguntas no recibieron respuesta. Jiin tan sólo se quedó mirándolo cuando planteó la posibilidad de que Shi hubiese sido forjada en la herrería que quería investigar y, luego de unas indicaciones, los guio hasta el mencionado lugar. Antes de retirarse del castillo, Togashi se despidió de que Kotono y Yoro con un leve movimiento de cabeza, más bien informal. Su expresión se había tornado muy seria.

    Y el atardecer vaticinaba el pronto descenso de la noche.

    En las calles siguió notando las señales de una reciente reconstrucción, pero ésta reparó con más detenimiento en la actitud de los habitantes de Kamakura, quienes siguieron mostrándose mucho menos distantes. Era un hecho que la ciudad había pasado por un gran cambio, mas Togashi se preguntó cuánta tranquilidad podía existir en verdad, si es que era verdad que existía un demonio carmesí. No sabía si creía en ese tipo de historias o no, porque no era un tema de su interés (y eso que había pasado un tiempo en Tsu). Sin embargo, había llegado a ver la katana Shi, por lo que no tenía razones de peso para apartarse de la veracidad de esa leyenda.

    En la herrería se limitó a observar, como una muestra de respeto hacia alguien que compartía su ofició. El orden meticuloso del lugar, hablaba con contundencia sobre el carácter de quien allí trabajaba. Incluso las flores del exterior parecían firmes y fuertes; Togashi las había mirado al entrar y, así como con los mensajes sobre los demonios carmesí, le resultaron vagamente familiares; seguramente las había visto en el Monte Genji.

    Permaneció cerca de Jiin, de modo que se enfocaron en observar las mismas cosas mientras, si bien no participó de las conversaciones y sólo asintió con la cabeza como para confirmar que Asahi, su katana, era un arma de buena calidad. El intercambio entre sus compañeros le sirvió para hacerse cuestionamientos sobre los que no se había detenido: ¿Por qué Kato no usaba sus propias armas? ¿Dónde se encontraban éstas, en manos de quiénes habían quedado? ¿De verdad nadie lo había visto descansar? ¿Podía existir alguien tan aparentemente… desprovisto de humanidad?


    Tenía una salida...


    Togashi se volteó de pronto. Miró a Jiin, que aún mantenía su atención sobre el santuario de las montañas que estaban mirando juntos, y le dio la sensación de que había vuelto a abstraerse. Aguardó.


    ¿Por qué no saliste por allí entonces?
    Rengo


    Rengo, otra vez. Sabía quién era, pero nunca había hablado con él hasta donde recordaba. El dato más relevante que tenía sobre esta persona era que… portó a Shi durante la batalla de Shizuoka.


    El último paso a su libertad... el demonio carmesí.


    Rengo. Demonio carmesí. Shi... Un pacto con un demonio…

    Jiin, ¿de qué…?

    Se interrumpió abruptamente, alarmado por el grito de Hinata. Siguió la dirección de su dedo, que señalaba las flores.
     
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    Luego de disculparse con su padre por dejarle impregnado su olor característico al abrazarlo, se despidió y volvió con el resto, quienes ya se iban para la herrería y Hinata lo apuró para que se uniera a la excursión.

    En el camino a la vieja herrería, marchó con tranquilidad detrás de todos, fumando un poco. Ya había estado ahí con Sora hacía un tiempo, pero con la guía de Jiin les había sido mucho más fácil llegar esta vez.

    Una vez adentro, observó sin apagar su pipa y le pidió a Hinata que no tocara nada, a ver si ahora rompía algo importante. Él también había encontrado una espada de Kato una vez y aunque era de madera para entrenar, igual era más poderosa que las demás. Sin embargo, ya se le había roto, por lo que no le pareció importante mencionarlo ahora.

    Luego siguieron avanzando por el sitio y a medida que lo hacían, las palabas de Jiin se iban volviendo más crípticas. Ginko trató de deducir su significado, pero con tanto opio no lo tenía fácil. Finalmente, su compañera Asakura los alertó de un movimiento extraño entre las flores y lo sacó de su ensimismamiento, poniéndolo alerta.
     
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    Vieja herrería
    [Kojiro; Togashi; Jiin; Hinata; Ginko]

    Fue Togashi quien pudo distinguir un brillo particular en las flores, avanzó hasta ellas, recorrió el campo sin pisarlas, cauteloso. Jiin caminó a su lado sin contestar la pregunta que quedó a media oración.

    [​IMG]

    Entre las flores había un mango oculto del mismo color; el sable estaba clavado hasta el fondo y se notaba que no tenía saya; al levantarla, Togashi notó el filo descuidado; aun así, sintió algo distinto en aquella arma, tal vez debía revivirla; cómo Fuji lo hizo con Asahi. Una segunda oportunidad.

    Jiin estaba intrigado.

    —Parece que en Kamakura dejan tiradas las armas en todos lados ¿No? — dijo Hinata a los presentes —Por lo que me contó Rei, también Yuzuki y Misato encontraron algo parecido, ¿No es cierto?

    —La de Yuzuki sé que perteneció a mi tía Aoi; pero la que Misato posee no sé su historia — aclaró Jiin mientras todos volvían a la herrería para ver a Togashi restaurar aquella arma.

    Tomó un tiempo; pero Togashi logró limpiarla por completo; la había desarmado y dejo expuesto el metal.



    "Hana"

    —Entonces esta es la katana que perteneció a Hana...— aseguró Jiin — Las armas hechas por Masamune iniciaron con Sogo— aseguró — Después fueron las que mi padre poseía antes de que se perdieran para siempre en combate.

    —Entonces... la de Aoi y Hana... — iniciaba Hinata mientras observaba el filo.

    [​IMG]

    Togashi vio una imagen fugaz en su mente; un recuerdo que no era suyo.

     
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    Togashi
    Puente (Vieja herrería)

    Vio la tsuka de una katana entre las flores, que se alzaba entre estas como un sólido tallo. No la había notado cuando arribaron a la vieja herrería, pues su color rojo hacía que se mimetizara con facilidad entre los pétalos sangrientos, y porque su atención se había depositado con mayor ahínco en el edificio que bordeaban. Togashi observó el objeto con calma, pero no despojado de desconcierto e intriga. Se aproximó a la empuñadura carmesí con cuidado de no dañar las flores y, con la misma delicadeza, con el respeto que últimamente mostraba hacia las armas, desenterró su acero. Y como era de esperarse, el filo se hallaba dañado por el tiempo y las condiciones en que lo habían ocultado.

    Sintió algo diferente al tomarla en su mano, que no se podía explicar con palabras.

    ¿Será esto lo que Kato pretendió que hallara? —preguntó, más para sí mismo, mientras observaba el sable de cerca— Creo que lo mejor será revivirla.

    Sa valió de la metáfora que una vez le escuchó decir a Takeda, cuando se refirió al trabajo que Fuji realizó sobre Asahi. Con una solemne inclinación de cabeza, Togashi pidió a los presentes que lo acompañaran al interior de la vieja herrería, donde dispuso de materiales propios y ajenos para tratar la katana encontrada. Los elementos de trabajo que no le pertenecían, es decir, los de Kato, los trató con sumo respeto. En el proceso de limpieza y afilado del sable, Togashi desarmó la katana para dejar expuesto el nakago, aquella parte del metal que quedaba oculta en el interior de la empuñadura. El “alma” de la katana, donde los herreros dejaban su firma.

    Mayor fue su extrañeza cuando, sobre el metal, encontró el sello de "Hana".

    Togashi escuchó lo que los demás comentaron frente a este hallazgo. No los miró, sin embargo, sino que sus ojos permanecieron sobre el sello. Se estaba haciendo una pregunta en concreto…

    ¿Por qué no deja su firma? —dijo, otra vez para sí mismo; estaba concentrado.

    Asahi seguía en su cinturón, acompañando a la katana que le compró a Kyuzo. Togashi sacó a Asahi de su saya, la depositó sobre la mesa de trabajo y también la desarmó, dejando expuesto su nakago. Allí se leía con claridad el sello de “Masamune”. Togashi observó con detenimiento ambos sables, necesitó pocos segundos para confirmar que ambos fueron forjados por el mismo hombre.

    Togashi volvió a mirar a los demás, reparando sobre todo en Jiin.

    Asahi fue creada por Kato a pedido de Hana, tras la desaparición de Masamune —contó, sereno—. Era una espada originalmente destinada a Takeda. Hana colocó el sello de Masamune para engañar a Sogo Minamoto —no quiso ahondar más en esa historia porque no le correspondía, y porque el punto de su explicación se enfocaba en otra cuestión—. Y este sable tiene el sello de Hana, aún tratándose de una forja de Kato. Me llama la atención que no firme sus espadas…

    Mientras hablaba, posó una mano sobre el sable que llevaba el sello de “Hana”. Lo que sucedió a continuación… no supo a qué atribuirlo. Como si hubiera desatado una especie de reacción, en su mente apareció una imagen muy clara. Un recuerdo. Pero no era suyo. Togashi apartó un poco la mano, como si sobre ella hubiese caído un relámpago y se quedó mirando al frente, sumamente desconcertado. La imagen se había esfumado con la misma rapidez que se dibujó, pero quedó grabada en sus retinas.

    Acabo de ver… a una mujer llorando, con una katana entre sus manos. Cabello castaño, abrazada por un hombre de… mechones blancos.


    “Todos ven a Kato como ese ser sin emociones, y en muchos aspectos así es; pero jamás con Hana.
    Por Hana pudo haber atacado Kioto si ella se lo pedía.”


    Las palabras de Yamamoto reverberaron en su memoria, como si el contacto con el sable también las hubiera activado. Dejó escapar una exhalación profunda, con la que pretendió calmar la ligera alarma que le provocó la aparición de un recuerdo ajeno… Estaba seguro de que tenía que ver con la katana de Hana.

    Hana… —repitió su nombre—. Kato la apreciaba mucho, ¿no es así? —preguntó, mirando a Jiin; estaba seguro de que las personas de aquel recuerdo... eran ellos— ¿Hay algo que puedas decirme sobre ella?

    Si esta katana era lo que Kato le dijo que encontrara, si tenía que ver con Hana Harima… Togashi necesitaba conocerla a través de los demás. Para saber a qué se estaba enfrentado… O con qué iba a enfrentar a sus enemigos.
     
    Última edición: 5 Mayo 2024 a las 2:03 PM
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    Ginko Harutomo

    Sus capacidades de observación no eran muy buenas con un solo ojo y menos para encontrar un objeto rojo en un campo de flores carmesí, pero por suerte, Togashi gozaba de una buena vista y encontró una vieja espada.

    Tuerto y todo, Ginko ya había visto muchas espadas legendarias, pero como las armas de acero estaban lejos de ser su predilección, no le entusiasmaba especialmente. En su experiencia, las armas afiladas habían resultado ser un peligro muy grande y una ayuda apenas suficiente, por lo que su balanza moral tendía a evitarlas; las de madera eran más livianas.

    Luego el herrero se puso a trabajar y al hacer contacto con la espada, afirmó haber tenido la visión de un recuerdo ajeno. Ginko frunció en seño un momento, recordando a la espada maldita, pero al final se tranquilizó al comprender que se trataba de un caso inofensivo. Sin embargo, le creyó sin más, pues lo paranormal ya se estaba volviendo habitual en su vida.

    Según lo comentado, se trataba de Hana Harima.

    —Últimamente me está tocando atestiguar la existencia de un costado sensible en Kato, pero yo jamás lo he visto
    — le comentó a Hinata, con una mano en el rostro para dirigirse sólo a ella y no interrumpir la pregunta del herrero —Igual elijo creer...
     
    Última edición: 5 Mayo 2024 a las 2:50 PM
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    [Kojiro; Togashi; Jiin; Hinata; Ginko]


    —Hana...—Inició Jiin para después escuchar las palabras de Ginko y sonreír ligeramente —También me gustaría creerlo... — Jiin volvió a mirar a Togashi — Se poco de Hana; ella se fue de Kamakura cuando yo era un bebé; pero regresó en un par de ocasiones y una fue en el nacimiento de mi hermano, Rengo.

    Nuevamente se escucharon pasos los cuales obligaron a los presentes a voltear.

    Por un momento, no creyeron lo que miraban, una silueta se remarcó.

    [​IMG]

    Era un hombre carmesí... un hombre envuelto en el rojo de sus enemigos.

    Este se quedó de pie frene a ustedes mientras observaba en el interior de la herrería, observando las manos de Togashi, el resurgimiento de aquel sable que se creía muerto.

    —Hana... Kato...— su voz trémula, la voz de alguien en agonía.

    Sus mentes comenzaron a nublarse de una manera extraña, no sentían mareo pero algo en sus mentes era difuso...

    Nadie de los presentes tenía energía espiritual; por ello no supieron que en la puerta había un sello, uno que los protegía de aquella entidad.

    —¿Por qué no se acerca?— preguntó Jiin.

    —¿Ustedes no sienten que la vista les falla? — preguntó Hinata antes de desplomarse, seguida por el resto.

    —Es una bebé preciosa; tiene un poder único, cómo tu tío. Tal vez tú y ella sean un dúo igual de poderoso que nosotros dos.

    Kato la miró mientras la sostenía en sus manos —¿Tan fuertes cómo ustedes? ¿En serio?

    [​IMG]

    Aquel hombre miró a Kato; su mirada era dulce y conciliadora.

    [​IMG]

    —Tal vez incluso más fuertes— respondió Kaito —Hoshi cuidará de ella, la entrenará como espiritista al igual que él. Pero tu eres su hermano mayor; debes cuidarla, seguramente no sabrá usar una katana correctamente, así como tu tío.

    Ambos rieron.

    —¡Yo siempre cuidaré de ella! Así cómo tu cuidas a todos nosotros —dijo Kato para después abrazar a su padre; se notaba que lo quería y admiraba profundamente; Kato levantó la vista hacia su padre.

    —Tú vas a crear nuestras katanas, ¿Verdad?

    Kaito sacudió el cabello de su pequeño hijo —Planeo algo mejor para ustedes... ven te enseñaré a forjar...



    [​IMG]

    —Estoy cansada hermano; mi entrenamiento hoy fue muy duro. El tío Hoshi me está enseñando a hablar con entidades que me agotan mucho y...

    —Deja de quejarte, mira, tengo un regalo.


    Hana volteó al instante; vio a Kato con una katana en brazos. Ella sonrió al instante; bajó del árbol en el que estaba trepada y se colocó frente a su hermano.

    —¿Es para mí?— preguntó Hana—Por qué no la firmaste?

    —No puedo...yo...


    Hana comenzó a reírse y sonrió —Sólo has firmado la katana de Sora ¿Cierto? —volvió a reírse

    [​IMG]

    —¡No te burles!— dijo alejando el rostro para que ella no lo viera —Sólo a ella le pertenece mi nombre




    —¿Qué sucedió con mi tío Hoshi? — preguntó Kato hacia Kaito —Hana me ha dicho que se ve cada día más enfermo.

    —¡Cierra la maldita boca!

    [​IMG]

    El grito y la mirada de Kaito sobresaltaron a Kato. Jamás había visto a su padre de esa manera, era una persona calmada, alegre y siempre con una sonrisa en el rostro. No sólo Hoshi parecía enfermar, su padre se veía más delgado a comparación de su complexión musculosa. Kato dio un paso al frente, iba a interrogar a su padre sobre su salud y la de su tío; jamás sintió miedo hacia Kaito y por ello el preguntar no le parecía anormal.

    —Supe que Sogo te venció en un duelo, ¿Eso es cierto?— interrumpió Kaito la pregunta que Kato iba a formular.

    Kato afirmó.

    —Eres un inútil...

    Aquellas fueran las primeras palabras despectivas de su padre hacia él; Kaito había entrenado y educado a un niño seguro de sí mismo; por ello no dudó en enfrentarlo.

    —He practicado en herrería; he terminado por fin el sable de Hana, se emocionó tanto que hasta lloró al verlo.

    Kaito golpeó a Kato en el estómago, haciéndolo caer de rodillas. Después, frente a él cayó la saya de la katana de Hana.

    —Una pésima arma

    Kato estiró su mano hacia la saya.

    —¡¿Qué le has hecho?!

    —Ve a la herrería...







    Kato corrió a la herrería; temía lo peor, ver allí a Hana.

    —Dime que no has hecho esto...padre

    Kato logró descender la gran escalinata del puente hacia la herrería; avanzó a prisa y fuera de la herrería la encontró.

    [​IMG]

    Hana lloraba frente al cuerpo ensangrentado de su madre; Inaka Minamoto. Al ver a Kato trató de contenerse pero fue imposible.

    —Traté de defenderla; papá... él...— no pudo hablar más, Hana rompió en llanto.

    A su lado estaba clavado en el suelo el sable que él le había forjado a Hana; Kaito la había desarmado y así llegó hasta su madre.

    —Por qué.... padre...

    Kato se acercó a ambas; lentamente recogió el inerte cuerpo de su madre —La llevaré junto a nuestros abuelos — dijo Kato para después besar la frente de su madre.

    Hana lo acompañó, dejando atrás un charco de sangre dónde fragmentos de otra katana reposaban, empapados en el líquido carmesí.




    Mientras Kato y Hana velaban a su madre; escucharon unos pasos detrás de ellos .

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    —Destruye lo que más ama; puede que caiga en el abismo del olvido o renazca como demonio...— la voz de Kaito sonaba distinta, heló la sangre de los presentes.

    —Hana, corre...— Kato empujó a Hana pero ella se aferró a su brazo.

    El ataque fue tan rápido que no lo sintieron hasta momentos después; Hana y Kato sangraban de los brazos; un corte ligero, casi estético. Hana miró a Kato y él le indicó que se fuera; ella esta vez obedeció, corriendo para pedir ayuda.

    —Limpiaré tu sangre; arrancando de ella su mediocridad...— la voz de Kaito era severa.

    Kato se posicionó de manera defensiva; recibiendo el primer ataque con su katana la cual resistió y logró defenderlo. Kato lanzó su cuerpo hacia adelante, obligando a Kaito a retroceder rompiendo su defensa. Allí estaba, el pecho de Kaito descubierto, sólo bastaba un corte directo y todo se terminaría allí.

    Kato vio su katana, temblaba; sus manos eran las responsables.

    [​IMG]

    ¿Aun quedaba algo de su padre?

    Aquellos pensamientos evitaron que Kato atacara; haciendo que Kaito recuperara su postura de ataque.

    —Has perdido tu única oportunidad... haré que te arrepientas por ello.

    Kato cayó junto a la tumba de su madre mientras Kaito se alejaba lentamente sin ningún remordimiento. El ataque a Kato había sido mortal.

    —Padre... este no eres tú... y yo... maldita sea, voy a morir...

    —No, aun no...


    [​IMG]

    —Sora...

    Tú y toda tu familia están condenados....

    Una voz que no conocía retumbó en su mente mientras deliraba por la pérdida de sangre; después fue todo negro.




    —Espera, no te levantes aun, tus heridas...

    Kato hizo caso omiso a las palabras de Sora; se levantó y se preparó para ir a entrenar —No volverá a suceder Sora...

    —Debes descansar; las derrotas son parte de tu entrenamiento, recuperarte es necesario para superarte después.

    —Dudé Sora; pude haberlo detenido si mis manos no hubieran temblado...

    [​IMG]

    Observó sus manos, ahora firmes. ¿De que servían ahora?

    —Kato... es tu padre

    —Es un asesino; mi padre ha muerto... no sé quién es la persona a la que me enfrenté; y por mis emociones no hice lo que debía...


    [​IMG]

    —Sora... juro que voy a detenerlo. Y no descansaré hasta que deje de oírle...

    —¿Kato?¿De qué estás hablando? —
    Sora se notaba muy confundida.

    Eres muy débil... toda tu familia lo es, tu sangre ha cometido el error más grande al querer doblegarme... haré de sus vidas un infierno. Y empezaré por tu padre.

    [​IMG]

    —Veamos quién cae primero... demonio.

    Todos volvieron en sí; habían visto la misma visión sin saberlo. Algo lo detonó.

    Miraron nuevamente al exterior, aquel hombre carmesí seguía allí; katana desenvainada. No iba a moverse.

    —El demonio carmesí...— mencionó Jiin.

    ¿Qué podían hacer ellos si no tenían energía espiritual? Aun así lo veían, se había presentado ante ellos.
     
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    Ginko Harutomo

    —Aquí vamos de nuevo, otro encuentro con lo paranormal...— exclamó al ver el espectro carmesí, sin prestar mucha atención al mareo, pues a eso estaba acostumbrado. Sin embargo, la criatura no se acercaba.

    Acto seguido, su compañera de clan preguntó si les fallaba la vista, a lo que respondió con un "dah" dada su condición, pero enseguida se preocupó al verla caerse desplomada, aunque el suelo lo iba a sentir más que ella. Ginko atinó a socorrerla, pero enseguida cayó desmayado también, aunque él lo hizo como una plumita blanca y débil.

    En ese momento, comenzó a ser un contemplador de un ojo que observaba eventos de la vida de los Harima. Seguía sin excusar muchas cosas de Kato, pero esto la verdad que ayudaba a entenderlo un poco. Al verlo perder a su madre de forma violenta al igual que él, Ginko no pudo evitar sentir mucha empatía al respecto.

    —Creo que tuve una visión— comentó al despertar —Aunque pudo haber sido una alucinación, no lo puedo confirmar al cien porciento

    Aún seguía algo conmocionado y mientras se masajeaba un poco las cienes, notó que el espectro todavía estaba en la puerta, como si algo le impidiera entrar a la herrería. Igualmente, antes de realizar cualquier movimiento, esperó a la reacción de sus compañeros que eran todos guerreros mucho más experimentado que él.
     
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    Togashi
    Vieja herrería

    El comentario de Ginko pudo ser escuchado por Jiin y Togashi a pesar de su confidencia, cualquier sonido se imponía en el profundo silencio de aquel lugar. Logró sonsacar una pequeña sonrisa al herrero, haciendo además que calmara la inquietud que le había dejado la manifestación de aquel recuerdo que no le pertenecía. Togashi mismo había dicho delante de Kato que era un hombre sin alma, la mañana que sacó a un Takeda inconsciente de su dojo, por lo que le costaba imaginarlo más expresivo.

    Jiin apenas pudo decir mucho sobre Hana Harima, se había marchado de Kamakura durante sus primeros momentos de vida. Su explicación fue más bien breve. Togashi dedicó aquellos segundos para volver a armar a Asahi y la katana de Hana, con movimientos rápidos y precisos. Cuando el nombre de Rengo volvió a surgir en la conversación, Togashi alzó la cabeza en dirección a Jiin, entre curioso e intrigado. “Rengo, otra vez”, pensó. Estuvo a punto de preguntar por él, pero…

    Sus palabras quedaron interrumpidas por una inesperada aparición. Fue el primero en notarla, la figura que se había postrado frente a la entrada de la vieja herrería.

    Un hombre completamente rojo.

    Sintió los vellos de su nuca erizándose. Su instinto se activó, disparando todas las advertencias posibles frente a la katana que aquel sujeto empuñaba. Togashi se giró con lentitud, alerta, con Asahi y “Hana” en sus manos… a la vez que algunas preguntas volvían a surcar su mente. No se llevaba bien con lo paranormal, como Ginko lo definió en su exclamación, por lo que necesitó algunos segundos para reparar en ciertos detalles.

    Por empezar, no sabía cuánto tiempo llevaba en la puerta, mientras le daban la espalda, pero aquella… ¿persona…?, ¿entidad…?, no los había atacado. Tampoco se acercaba, como dijo Jiin. Había mencionado los nombres de Kato y Hana con una voz agónica, que parecía provenir de un plano desconocido.

    Y sobre todo, observaba una de las manos de Togashi.

    Su visión comenzó a nublarse de pronto. Lo agobió algo similar a la desorientación, como si su mente comenzara a inundarse de vapor fantasmal. Lo último que escuchó fue el comentario de Hinata, y Togashi apenas alcanzó a dejar sus katanas sobre la mesa de trabajo, antes de desplomarse.


    Las visiones prosiguieron y volvió a sentirlas de cerca, como si fuera un testigo. Togashi presenció cada instante, lejano y cercano al mismo tiempo, sin poder hacer nada frente al derrumbe de la vida de Kato Harima. Por primera vez lo vio sonriendo, con su pequeña hermana en brazos y oyendo las palabras de Kaito, un hombre que en el pasado tuvo un gran corazón. También presenció el día que Kato regaló a Hana su espada, la enorme alegría que provocó en aquella joven… Al verlos así, Togashi recordó a Kanade y en la relación que mantuvieron en el pasado, tan amena como la de los Harima…

    Entre los recuerdos surgió otro nombre: Hoshi, el hermano de Kaito. Involucrado en el pacto con un demonio.

    Las consecuencias de este pacto también se manifestaron, crudas y dolorosas. La locura de Kaito, el asesinato de la madre de Hana y Kato. El Águila no pudo detenerlo debido al amor que sentía por su padre, por recuerdo que conservaba de su sonrisa, y en este punto comprendió por qué renegaba de los sentimientos en favor de la eficiencia.
    El por qué abrazaba el vacío.

    Y hubo algo más: una voz.



    Cuando recobró los sentidos, advirtió que el extraño sujeto continuaba postrado en el mismo lugar. Dio por hecho que no se movería, y se preguntó qué deberían hacer a continuación. Porque si una cosa le quedó en claro, fue que aquello no era plenamente humano, escapaba de los parámetros que conocía. Y además… había aparecido en el momento que revivió la katana enterrada, y pronunció los nombres de Hana y Kato…

    He visto otros recuerdos… —confirmó hacia Ginko, mirándolo mientras se incorporaba con cautela— Kato, Hana, Sora… —entonces, sus ojos volvieron a posarse en el hombre rojo— Y a Kaito Harima.

    “El demonio carmesí”, pronunció Jiin. Togashi asintió, tragando saliva, sin quitarle los ojos encima a la entidad. Seguía sin entender por qué no se les acercaba, pues no contaba con las habilidades para reparar en que estaban protegidos por un sello. Sin embargo… decidió utilizar esa distancia a su favor.

    Pero, de momento, no para luchar.

    Tomó a Asahi de la mesa de trabajo, y la envainó en su saya. Por su parte, mantuvo a “Hana” en su mano y se postró, con más firmeza, ante el demonio carmesí. No mostró una actitud hostil ni confrontativa a pesar de la sensación de peligro... aunque sí se valió de una postura que le permitiera defenderse, en caso de un ataque inesperado.

    Quizá su intención no surtiera efecto alguno, pero Togashi hacía tiempo que había aprendido a no dudar.

    ¿Qué quieres? —pronunció— ¿Por qué te presentas ante nosotros? —hizo una pausa, pensativo— ¿Fuiste tú... el que nos mostró esos recuerdos?

     
    Última edición: 6 Mayo 2024 a las 8:01 PM
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