Mie Shima

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Julio 2023.

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    Gigi Blanche

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    Soreku amplió la información sobre la gema, aunque todo me seguía resultando muy extraño y novedoso; supuse que Misato sacaría mayor rédito de la conversación. Permanecí en silencio, intentando absorber la mayor cantidad de detalles. Aoyama, por su parte, mencionó que la joya había emitido un brillo particular en manos de Kenzaburo. Esto... era bastante confuso.

    —Fusatada Satou está muerto —mencioné cuando el hombre fue nombrado, y al evocar aquel recuerdo bajé la mirada—. Me lo mencionó Kuroki aquí, en Shima.

    No había entrado en detalles y yo tampoco se los había pedido. Había una conexión entre los Fusatada e Inari, estaba incluso el yokai que mi padre había matado, pero...

    —¿Qué conexión podría haber entre los Fusatada y los Ocho Perros? —inquirí, alternando la mirada entre Misato y Soreku.
     
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    [Hotaru; Soreku; Reijiro; Misato; Kohaku]
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    Los ojos recaían en Soreku; quien parecía estar absorto en la gema sin brillo. No sabía que contestar.

    —Inuzuka mencionó que conocía los nombres de los perros vigentes ¿No es cierto? —preguntó Hotaru hacia Soreku.

    Kohaku pudo recordarlo; Inuzuka lo mencionó cuando volvió sin ojos, ella conocía el nombre de todos esos perros porque se lo pidió a Amanozako como un deseo; y tuvo que dar su vista a cambio de ello.

    "Porque pedí que me diera el nombre de los ocho perros de las montañas; los sirvientes de los Dioses, aquellos a quienes nos han obligado a seguir órdenes a cambio de dones únicos..."

    Soreku afirmó —No hay ni un Fusatada y Amanozako no le dio el nombre de Matahachi entre ellos; pero no por ello significa que no puede existir una conexión, pues hay tres perros que aun no son nombrados. —dijo mirando la joya de la promesa vigente, la gema sin brillo.

    Misato sabía que no sólo abría la posibilidad de que la gema vigente, la que no tenía brillo; podía pertenecer a uno de estos tres nombramientos pendientes por los kamis; tal vez Kenzaburo era un posible candidato que perdió esa posibilidad al morir en la guerra. También le hacía entender de que la gema negra, la que representaba la promesa rota; representaba a uno de esos perros sin nombramiento.

    —¿Podrías decirnos quienes son?— preguntó Hotaru a lo que Soreku afirmó, iniciando un listado:

    1. Inugami; el perro espíritu que representa la gema de la benevolencia; sabemos de su misión gracias a que conocemos a Hashimoto, el perro de Enma. Su misión es llevar al Jigoku al asesino del Emperador.
    2. Inuzuka; el perro de la meseta que representa la gema de la cortesía; sirviendo a Ama no Uzume. Su deber es proteger al bendecido por Ebisu.
    3. Inusaka; el perro de la ladera que representa la gema del honor; con la misión de proteger el Norte; al escuchar a Amatsu-Mikaboshi; ese es mi hijo, Ukita.
    4. Inukawa; el perro de río que representa la gema de la piedad. Destinado a defender a todos los refugiados, guiarlos al Norte, dónde Inusaka los protegerá. Una orden de Namazu.
    5. Inumura; el perro deforme que representa la lealtad; enviado por Inari... este es un espacio vacío; podría representar esa promesa rota o promesa vigente.
    6. Inukai; el perro alimentado que representa la sabiduría, enviado por Amanozako... este es un espacio vacío; podría representar esa promesa rota o promesa vigente.
    7. Inusenshi; el perro guerrero. Enviado por Hachiman. Este es un espacio vacío; podría representar esa promesa rota, o promesa vigente
    8. Inushiro; el perro blanco. Enviado por Shinatobe. Este está bajo el nombre de alguien conocido como Hachi Tachibana.
    Esos dato resonaron en Misato y Kohaku.

    El perro es considerado como el enemigo natural del zorro. Tal vez era la razón de los famosos "Inu" y "Kitsune" como protectores del Emperador. Uno balanceaba al otro, lo mantenía a raya... pero sin perros, los zorros tenían autonomía de actuar como quisieran. Y sin zorros, los perros perderían su estado de alerta, volviéndose holgazanes.

    Hotaru contempló la estatua de zorro —¿Será que también existe una orden de "Kitsunes" como lo hay de "Inu"?— Soreku clavó la mirada en Hotaru— Si a los "Inu" les otorgan habilidades, tal vez también a los "Kitsune"

     
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    "Fusatada Satou está muerto"

    Aquellas palabras provocaron un hundimiento en mi corazón, prácticamente era el único familiar conocido que aún le quedaba a Kuroki. Aún podía recordar cuando pudo encontrarlo junto a los Tao en Nagoya, no queria ni pensar lo que debía estar sintiendo el pobre Kuroki en esos momentos. Deseaba preguntar más a Kohaku por como pudo haber muerto pero podía ver qué Ishikawa tampoco sabía los detalles.

    Solo pude bajar la mirada en señal de duelo pues el además del padre de uno de nuestros integrantes en el clan también fue un gran amigo del clan Tao.

    La conversación continuó, llevandonos a un listado de los ocho perros de las montañas, había toda una historia mística tras esos nombres, se trataban de personas con una habilidad destacable.

    Incluso Ukita ya figuraba en esa lista.

    Pero más preguntas surgieron cuando en un momento el joven sugirió la posibilidad de una orden de Kitsunes dotados de habilidades gracias a los dioses. Aquello era territorio desconocido para mi.
     
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    Era a grandes rasgos la primera vez que oía hablar de este tema con cierta profundidad, motivo por el cual me estaba esforzando por procesar la información a la velocidad necesaria. Soreku nos brindó muchos nombres, dioses y misiones. Estaba Ukita, la propia Inuzuka, estaba también Hashimoto y un tal Inushiro, quien se encontraba bajo el nombre de Hachi Tachibana. Alcé la vista de repente y la clavé en Soreku.

    —Estos nombres... ¿Garantiza que sean personas con vida?

    ¿Podría ser la confirmación que necesitaba para saber que Hachi, el hijo de Seiji, aún vivía?
     
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    Soreku miró a Hotaru con incertidumbre; no necesitaba hablar para demostrar que no sabía nada acerca de los kitsune. Hotaru le sonrió y afirmó, dejándole claro que no se preocupara, aun así, había abierto una nueva perspectiva que podrían investigar o al menos saber que existían muchas probabilidades que aun no eran exploradas.

    Era información que completaba algo de lo que sabían sobre aquellas promesas o gemas. Pero se desconocía aun varias cosas, y una de esas incógnitas fue verbalizada por Kohaku mientras Soreku pudo enfocar sus pensamientos nuevamente. El hombre era un ser de montaña, lleno de supersticiones y rituales; tenía conocimientos únicos que le hacían entender varias cosas que tal vez algunas personas de ciudad no creerían o no estarían dispuestos a analizar.

    —Están con vida — afirmó Soreku.

    —Es por eso que Seiji jamás a encontrado a Hachi en la montaña... — reafirmó Hotaru —...sobrevivió. Ese niño tan pequeño... —miró a Kohaku — Tal vez Shinatobe lo acogió, le dio una segunda oportunidad, una misión.

    Soreku suspiró, algo abrumado por no poder ayudarlos más.
     
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    Están con vida, dijo Soreku. Hachi estaba con vida y... bajé la vista brevemente, escuchando la voz de Hotaru, y sentí removerse en mi pecho una mezcla de alivio e incertidumbre. ¿Había sobrevivido? ¿Cómo? Recordé súbitamente los sucesos en el monte Tateyama, el hogar de los dioses, el espíritu de Seiji y el extraño hombre que apareció y se esfumó en las llanuras nevadas. Alcé la mirada a Hotaru cuando noté que se dirigía a mí y asentí, aún serio, intentando poner las piezas en orden.

    —Aoyama-san. —Miré a Misato—. ¿Me permitirías un momento para hablar con Yume? Me refiero a la médica que los asistió.

    Tamura había dicho que habían viajado juntos y que se preocupaban por ella, y a su vez, Rei había pretendido que le entregara el arco alegando haber sido amigo de Seiji. Me interesaba escuchar la opinión de Yume, incluso que nos acompañara si podía, para dirigirnos a la clínica a dialogar con el grupo de los cazadores Taira. Quizá supieran algo de Hachi, lo que fuese.
     
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    Soreku no podía brindar más información, los Kitsune era un tema desconocido para el en su totalidad. Tomé la gema y la estatuilla con la esperanza de poder saber más en algún otro lado. Había conseguido una buena lista de cazadores vinculados a kamis y unas cuantas preguntas sin repuestas

    —No hay problema, además quiero ver cómo está Ayame—respondí a Kohaku con tranquilidad. Esperaba ver sana y salva a mi compañera.

    Solo restaría interrogar al par de cazadores esperando que Rei no represente algún problema como la primera vez.

    jeje a veces creo que pasará todo el rol y no tendré lo que quiero :(
     
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    [Soreku; Reijiro]
    [Yin; Ayame; Yume; Hotaru; Kohaku; Misato]


    Se despidieron de Soreku y los dos fueron hacia dónde estaría Yume y Ayame, acompañados ahora también de Hotaru. Yin estaba allí, había asistido en lo necesario a Yume cargando a Ayame a un sitio más cómodo, alejado de los estragos de la entrada principal, retirándose a la habitación de Yume, fue allí dónde pudieron reunirse.

    —Está fuera de peligro— mencionó Yume quien ya se encontraba limpiando sus instrumentos.

    Ayame se encontraba recostada, dormitando. Yin estaba a su lado revisando si su temperatura subía a órdenes de Yume.

    —¿Tuvieron suerte? —Preguntó Yin a Misato.


     
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    Misato accedió a mi pedido, le dediqué una sonrisa en agradecimiento y, tras hacer lo mismo hacia Soreku, salimos en busca de Yume. Nos dirigimos a su habitación, donde se encontraba limpiando sus instrumentos y la amiga de Misato se encontraba fuera de peligro. Era un alivio.

    —Tamura me comentó de la relación que tienes con los hombres de la clínica —dije hacia Yume, acomodándome a su lado—. Uno de ellos, Rei, quiso que le entregara este arco, alegando que Seiji Tachibana había sido un amigo suyo. ¿Sabes algo de eso? —Tomé aire antes de seguir hablando—. Es muy probable que Hachi, el hijo de Seiji, esté vivo, y quizás ellos sepan algo, pero... temo que buscar hablar con ellos derive en hostilidades entre nuestros clanes. ¿Crees que podrías acompañarnos, Yume?
     
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    Al llegar a dónde Ayame era tratada pude darme cuenta con gran alivio que no estaba en peligro, gracias a los kamis y a la mujer que la atendió.

    —De verdad lo agradezco—vuelvo a agradecer aliviada pues si hubiera esperado más tiempo para más información, habría perdido a Ayame.

    Mientras Kohaku se comunica con Yume me acerco a Yin y doy la mala nueva en voz baja.

    —Yin debo decir que Satou el padre de Kuroki ha muerto—digo acongojada— Aún no sabemos cómo ocurrió pero es una triste realidad.

    Me sentía muy frustrada por no estar muy enterada de nueva información, sentía que debía orar para que no llegase el momento donde...el enemigo este un paso adelante de nosotros, solo por falta de buena información.
     
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    [Kawa; Byakko]
    [Soreku; Reijiro]
    [Yin; Ayame; Yume; Hotaru; Kohaku; Misato]


    Yin reaccionó con tristeza a las palabras de Misato — Toda información nos ayuda —dijo al notar las tribulaciones que Misato cargaba consigo, habían estado investigando por mucho tiempo, tenían información muy valiosa y aun así faltaban detalles.

    Kohaku se acercó a Yume mientras ella se sentaba para escucharlo; miró el arco y negó —No sé nada de la relación de Rei con Seiji; temo que sólo sé lo mismo que tú y Tamura. Sobre Hachi... —se escuchaba incrédula, no podía creer que ese niño de cuatro años sobreviviera en la montaña que podría matar fácilmente a un Tamura en su edad y condición actual — Tal vez si sea prudente hablar con ellos; déjame a mí las presentaciones. Conozco poco a Rei pero sé que Matahachi es un ser con el que se puede hablar tranquilamente.

    Yume se puso de pie nuevamente —Síganme.

    —No podemos dejar a Ayame sola —mencionó Yin, aludiendo a que él también planeaba en acompañarlos, no iba a dejar sola a Misato con ese... monstruo.

    Hotaru sonrió —Tranquilo, Kawa puede cuidar de ella.

    Yin miró a Misato, ese nombre. Kawa. La chica que acompañaba a Benkei y Kuroki la última vez.

    —¿Benkei no está con ella? —preguntó Yin, cargando a Ayame a dirección de Yume.

    —Lamento informarle que Benkei murió — dijo sin mayor detalle Yume, pero su semblante fue esquivo, pues aquella muerte le había impactado a narrativa de Tamura.

    Dejaron a Ayame con Soreku, quién la llevó a la habitación dónde descansaba Kawa, asegurándoles que estaría en buenas manos.




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    Clínica

    [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura]

    Entraron a la clínica; primero lo hizo Yume advirtiendo a las personas que estaban en el interior.

    Inagaki, un hombre alto que estaba a un lado de Matahachi sonrió al ver a Yume —Si vienen contigo, está bien.

    Rei, el hombre del parche bufó sentándose en el suelo resignado.

    —Bienvenidos —dijo Matahachi quien parecía haber estado peleando con Tamura quien lo miraba con los brazos cruzados.

    Misato notó que faltaba alguien, esa tercer y misteriosa voz que escuchó mientras se escabullía en la clínica. ¿Se habría ido?

     
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    Yume no contaba con información nueva, pero estaba dispuesta a acompañarnos y eso era todo lo que importaba. Le agradecí con una sonrisa y solté el aire, aliviado, buscando brevemente a Hotaru con la mirada; fue, si se quiere, una pregunta silenciosa sobre si también vendría o no.

    Ya en la clínica, fue Matahachi quien nos dio la bienvenida. Incliné la cabeza a modo de saludo y recorrí a los presentes con la vista.

    —¿Cómo te encuentras hoy? —le pregunté al muchacho, fue una cortesía, y entonces giré el rostro hacia Rei; mantuve el tono de voz sereno, pero de mi rostro se desdibujó la sonrisa—. Ayer me pediste este arco en nombre de la amistad que conservaste con Seiji Tachibana. ¿Sabes algo de su hijo, Hachi?
     
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    Luego de un rato por fin dimos con la clínica esperando una información más amplia de parte de los cazadores Taira, recordé la extraña conversación con aquella otra persona, no pude reconocer su voz. Ayame quedó en manos de una niña llamada Kawa, no tenía idea de quien podía ser, solo pude ver su silueta debido a la fiebre alta en el camino a Nara.

    Y al parecer uno de los que acompaña a Kuroki tambien murió junto a aquella chica llamada Shiori. ¿Dónde podría estar Kuroki ahora? Esperaba de corazón que nada malo haya ocurrido luego.

    Al momento de llegar a la clínica fuimos recibidos sin mayores percances, Kohaku volvía a tomar la palabra para obtener información de parte de Matahachi.

    —No se encuentra aquí —susurre al no escuchar la voz de hace un rato, tal vez ya se había marchado.
     
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    Clínica

    [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura]

    —Si Rei, dinos que sabes de los Tachibana— dijo Matahachi con un evidente sarcasmo, molesto porque Rei siempre hablaba de más, no era nada sutil.

    —No es culpa mía, tú ayer andabas confundiendo a este niño con tu padre simplemente porque trae su arco— dijo Rei con molestia; pero aparente calma.

    Inagaki se llevó ambas manos a la frente, obligando a empujar su cabello hacia atrás.

    —Si serás imbécil, Rei... — dijo Matahachi masajeando sus párpados

    Rei se notaba confundido —Confirmaste con Tamura que estos... —dijo señalando a Kohaku; Yin y Misato — serían de confianza.

    Yume y Tamura soltaron un ligero grito de asombro y miraron a Matahachi. Hotaru comenzó a morderse la uña del dedo pulgar para ocultar la gran sonrisa que estaba mostrando.

    —¡Para confiar en ellos siendo que tienen el mismo enemigo que nosotros! ¡No para revelar el secreto que vengo guardado por demasiadas estaciones!— dijo golpeándose levemente los cachetes con desesperación.

    Rei se levantó enojado —DEBERÍAS SER MÁS MALDITAMENTE ESPECÍFICO.

    Matahachi se levantó también, llegaba a la altura del pecho de Rei, aun así le apuntó intimidantemente con su dedo índice —DEBERÍAS SER MENOS ESTÚPIDO.

    —¡TÚ ERES MÁS ESTÚPIDO! PORQUE YA SABES QUE YO SOY...


    —No muy brillante— completo Yin afirmando, pensando que la ausencia de palabras de Rei era porque buscaba una palabra que no fuera tan despectiva. Sonrió amable, pensando que había evitado que volvieran a decirse "estúpido"

    —¿Por qué no me dijiste a mi antes? —Le recriminó Tamura a Matahachi —¿Sabes cuántas veces subí a esa jodida montaña con Yoshio buscándote?

    —Le ibas a decir a Yoshio; Yoshio abandonaría Tateyama y eso le parecería raro a Saizo, luego buscaría a Yoshio y lo torturaría. Saizo daría contigo, con Yume y conmigo si eso pasa —respondió Matahachi con calma.

    —Yoshio jamás hablaría —interrumpió Yume —Primero se dejaría matar antes que dar nuestras ubicaciones.

    —¿Ves que si eres estúpido? —le dijo Rei a Matahachi burlonamente.

    —Ustedes no ven todo el contexto. Maldición... ya no importa... con la traición de Kuroki también Saizo se enterará en cualquier momento— dijo Matahachi volviéndose a sentar en la cama de la clínica —Si soy un estúpido...

    Matahachi miró a Kohaku —Estaba muy bien hace unos momentos antes de que Rei revelara mi identidad; pero era inevitable. Debía suceder— respondiendo al fin a la pregunta de Kohaku; después miró a Misato —Si buscas a mi informante, se ha ido. No es alguien que disfrute estar con las personas —dijo intentando calmarse y cambiar el tema.

    —Entonces... Hachi... —dijo Tamura haciendo que el semblante de Matahachi volviera a volverse hostil.

    —Honda, Tachibana y Shimotsuke reunidos nuevamente... —dijo Hotaru con una sonrisa cálida; haciendo que el enojo de los presentes se disipara —como amigos.

    Matahachi miró a Hotaru, completamente absorto en su rostro.

    —Quería... recuperar el arco de tu padre para ti — dijo Rei obligando a Matahachi a desviar su mirada nuevamente hacia Rei, esta vez con paciencia y serenidad.

    —Sabes mi historia, Rei. Yo fui quién dejó ese arco allí. Traerlo sería dar mi identidad por sentada ante el enemigo — repitió Matahachi a Rei — Pero lo agradezco, sé perfectamente cuales eran tus intenciones y lo aprecio.

    —Perdón —se disculpó Rei desviando la mirada —Pensé que yo podría guardarlo; con la misma escusa que he dicho del viejo carcaj. Pero ahora con tu identidad revelada, tal vez puedas considerarlo— dijo señalando el arco que traía Kohaku.

    Matahachi volvió a levantarse, se acercó a Rei —Entiendo, Rei — dijo abrazándolo con gran vergüenza, ni él ni Rei estaban acostumbrados a signos de afecto entre ellos.

    —Esto es incómodo — reclamó Rei.

    —Pensé que era lo correcto — respondió Matahachi soltándolo al instante.

    El silencio volvió. Pero en los rostros de los presentes había sonrisas; en todos menos en los de Rei y Matahachi quienes estaban completamente avergonzados.

     
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    Me tomó un tiempo extra darle crédito a lo que estaba escuchando. Tras la metida de pata de Rei clavé la mirada en Matahachi, absorto, y permanecí en ese espacio gris de sorpresa y asimilación mientras aquellos dos se peleaban. Ese... ¿ese era Hachi? ¿De verdad? ¿No sólo acababa de confirmar que estaba con vida, sino que lo había encontrado? ¿Así nada más? El asombro le dio paso a la alegría, una que no sentía desde Tateyama, desde el resurgimiento de Hotaru, y que logró incluso opacar la tristeza reciente. Puede que estas personas no me debieran nada ni yo a ellas, pero había visto la pena del señor Yoshio y al espíritu de Seiji, llamando a su hijo, incapaz de descansar. Sin embargo...

    Con la traición de Kuroki también Saizo se enterará en cualquier momento.

    La sonrisa que había querido iluminarme el rostro se desvaneció de repente, me desfiguró la expresión y busqué a Misato con la mirada, consternado. ¿La... traición de Kuroki? ¿Saizo Honda? ¿Eso significaba que...?

    Había mucho que deseaba preguntarle, pero aquellas palabras soltadas al aire en medio del caos se clavaron en mi pecho y di un paso hacia Matahachi, esforzándome por volver a neutralizar mi semblante. Por eso no aparecía, ¿verdad? Por eso Kawa seguía con nosotros, por eso no había rastro de él. El ejército Taira había aparecido en Shima.

    —¿A qué te refieres con la traición de Kuroki?

    Y él se había ido con ellos.
     
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    Al escuchar toda la conversación un error de Rei dio con una gran revelación, lo cual derivó en un momento grato...pero en mi caso eso me fue irrelevante cuando escuché ciertas palabras.

    con la traición de Kuroki también Saizo se enterará en cualquier momento

    ¿Realmente había dicho eso? Aquella declaración helo mi sangre por completo, quería creer que había escuchado mal y todo fuera un error. Pero la mirada de Kohaku, igual de consternada me devolvió a la realidad.

    —¿Kuroki? ¿Acabas de decir la traición de Kuroki?—repetí más o menos las palabras de Kohaku. De toda la información que podía encontrar esa era la que menos deseaba comprobar pues no quería creer que Kuro fuera capaz de irse con el ejercito del imperio.

    Cómo pude intenté mantener la compostura pero mi temor por el destino de Kuro crecía con el paso del tiempo. Quería que fuera un error.
     
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    [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura]

    Matahachi miró primero a Kohaku; luego a Misato —Yo... — debía acomodar bien sus palabras; pues su rabia podría descontrolar o amplificar algo que no debía de hacerse más complejo —Mi informante me ha avisado de la muerte de Shiori... pensé que Kuroki al perderla acabaría alejándose del resto de ustedes. Shiori... —pronunció con tristeza. Pues por largo tiempo intentó que nadie en el Imperio supiera que aun seguía con vida, todo se había perdido aquel día y no pudo hacer nada para remediarlo — Mi informante mencionó que partió de Shima con Gendo Mori y los suyos; se llevaron el cuerpo de Shiori, seguramente porque Gendo se inventó el perdonar sus crímenes — negó — Kuroki los siguió, no fue llevado a la fuerza.

    —Debiste haberlo matado cuando pudiste... en Yamato, Ibaraki e incluso Shimotsuke —le recriminó Rei — Pero no querías lastimar a Shiori. Al menos a uno de ustedes le importaba la chica.

    —Rei, por favor...— Matahachi le pidió mesura — Aun me duele, aun estoy confundido. No quiero pensar en ello en este momento, sólo espero que Shiori se fuera lo más tranquila posible.

    —Lo lamento. Pero sabes lo peligroso que era... siempre ha brincado al ataque a matar —
    mencionó Rei —Somos cazadores, sabemos distinguir una presa a un cazador. Ese niño lleva el espíritu de caza en su interior, debía morir.

    —Lo sé... pero Shiori confió en él; yo confié en él dándole mi nombre y sé que jamás lo mencionó con ustedes gracia a mi informante. Pero no sé si también lo guarde con su nuevo señor... Gendo —
    Matahachi hablaba con precaución —No debí bajar mi guardia —sonrió — Es por eso que yo debo prevenirlos. Salgan de Shima... no tardarán en venir por mi. Ahora que le di a Gendo una excusa para matarme por defender Koga y demostrar que yo fui quien salvó a algunos de los Yamagawa en Uji. Hainu, también es un desertor al que buscarán tarde o temprano. Sólo he cometido errores que me llevan a mi muerte.

     
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    Gigi Blanche

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    Hasta este momento no me había cuestionado nunca la importancia de Shiori, su pasado, o sus razones para acompañar a Kuroki. El día de su muerte tampoco fui capaz de procesarlo, pero ahora comenzaba a verlo con claridad. El dolor que lo había asolado, su necesidad de brindarle un entierro digno. ¿Perdonar sus crímenes? ¿Quién había sido esa chica, exactamente? ¿Y cómo se relacionaba a los Taira?

    Había muchas piezas inconexas, pero algo quedaba claro: Kuroki se había ido junto a Gendo Mori de Shima, el mismo que, aparentemente, le estaba dando caza a este grupo de personas. El mismo que estaba matando a los shijin, que pretendía vender a Yume. Matahachi habló y habló de muchas cosas, cosas que no entendí, que no supe dimensionar y, por ende, con las cuales no me involucré. Habló de errores, pero también de defender, de salvar, y pensé que no había forma de que fuera verdad. Esos jamás serían errores.

    Los recuerdos recientes se arremolinaron en mi mente, mi última discusión con Kuroki, las palabras que le había dedicado. Le había dicho que no merecía servir a Takeda y quizá llevara razón en vista de lo sucedido, pero... ¿no lo había empujado, también? ¿No había derribado la última roca que permanecía en equilibrio?

    No supe qué decir. No de eso, al menos. Tomé mucho aire, lo solté lentamente y murmuré un vago "entiendo". Este muchacho parecía haberse preocupado mucho por Shiori, merecía honestidad.

    —Shiori murió a manos de Taiki Ishikawa, el Onmyoji del Emperador. Mi padre. —Busqué sus ojos, conservando un tono de voz serio y respetuoso—. Había atraído a Kuroki hasta aquí porque necesitaba un poder propio de los Fusatada y acabaron peleando. Shiori murió en esa pelea, junto a mi padre y otro hombre más, Benkei.

    Me esforcé por que ninguna emoción se filtrara en el relato, aunque fue inevitable que la voz me temblara ligeramente al tener que llegar a la última parte. Con movimientos suaves me quité el arco de la espalda, lo observé en mis manos y avancé hacia Matahachi. Se lo extendí.

    —Perdóname por haber alborotado la tumba de tu padre, llevé este arco conmigo y lo hice restaurar con la esperanza de devolvérselo a su legítimo dueño algún día. Entiendo que no quieras portarlo, que es muy riesgoso, pero es tuyo y sólo tú decidirás su destino.

    Podía mantenerlo conmigo, si así él lo deseaba, o podía dárselo a Rei, o a quien quisiera. Aguardé un par de segundos para seguir hablando, estando cerca suyo repasé sus facciones y logré sonreír con ligereza.

    —Te estuve buscando, Hachi —murmuré, fue una suerte de confesión y la idea me estiró la sonrisa con una mezcla de alivio y melancolía—. El señor Yoshio nos contó la historia en Tateyama y... vi a tu padre, también. Su espíritu, en lo alto de la montaña. Fue gracias a él que encontré este arco, por eso... creo que te pertenece. —Fruncí apenas el ceño—. Espero no ser entrometido, pero... ¿cómo lo lograste? ¿Cómo fue que sobreviviste?
     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Escuché cada palabra del cazador intentando mantener la compostura y asimilar cada detalle en su relató, Shiori parecía ser un eslabón más en el pasado de Matahachi, algo desconocido claramente.

    La pareja de cazadores ya tuvieron un encuentro con Kuro hace mucho uno donde tuvieron una fuerte confrontación, pero que no llego a mayores por Shiori quien estimaba a Kuroki. Mientras atendía cada palabra cerré los ojos para asimilar la realidad de tener a otro traidor en nuestro clan. Y si algo sabía era el destino que otros traidores habían tenido...Natsu y Kobayashi, ambos con destinos violentos y fatales.

    Matahachi de nuevo se refirió a su rol como defensor de Koga, por un momento iba a señalar la ironía de como Shinobi que intentaron incendiar Shingu y seguramente Iga sufrirían a manos del asesino de fuego, pero mejor me dedique al silencio y escuchar parte de la búsqueda de Kohaku.

    ¿Conocería Takeda las andanzas de Kuroki? De ser así no creí que estuviera del todo bien.
     
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    Amelie

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    [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura]

    A Matahachi aun le afectaba la muerte de Shiori, ella también había sido parte de su historia —Buscaré a la familia de Shiori; les diré lo sucedido. Merecen saberlo... —dijo con pesar para después escuchar que habían restaurado el arco; se sintió avergonzado, recordando que Rei le había recordado que llamó "papá" a Kohaku —Conocí brevemente a tu padre; Taiki. Él fue quien aprobó mi ascenso a cazador Imperial; no hablé demasiado con él, era un hombre muy formal y protegía demasiado al Emperador. Nunca me dejó estar cerca de él en nuestras audiencias, hacía un gran trabajo protegiéndole.

    "Te estuve buscando, Hachi"

    Hace mucho tiempo que no escuchaba que lo llamaran así —¿Viste a mi padre?

    —Oh, ha de ser como Hoshi y Rengo —
    intervino Rei — Creo que deberías ir a Tateyama y buscar a Seiji; me da pesar pensar que sigue allí, buscándote. Una razón más para ganarle a Gendo.

    —Y ver también a Yoshio —remarcó Matahachi mirando a Yume y Hotaru, los cuales afirmaron. Después volvió la vista a Kohaku, y tomó el arco —Ha llegado en el mejor de los tiempos, con este arco podré tomar la vida de Saizo Honda de una vez por todas — lo sujetó y observó intentando que sus ojos no se llenaran de lágrimas; pero le fue imposible — Dime cuánto te debo; no sólo de la reparación... —regresó a mirar a Kohaku — Por todo lo que has hecho en Tateyama por mí... un fantasma —limpió sus lágrimas.

    —Tateyama... —inició Matahachi su historia. Haciendo que Tamura se acomodara como cuando Yoshio contaba historias. Estaba emocionado, Matahachi era su amigo y no conocía nada de él.

    —Maravilloso, otra historia de cómo alguien quiere matar a mi padre — dijo Tamura con una tranquilidad que desconcertó a Yin quien miraba a Misato. Ambos desconocían demasiado de ese grupo; en cambio, Kohaku se notaba mas tranquilo con los datos.

    Edad: 20

    Historia:

    Hijo de Seiji Tachibana y Kumiko. Seiji y Kumiko fueron shinobis antes de convertirse en yamabushis (guerreros de las montañas, muy criticados por la sociedad japonesa). Seiji creador de la escuela de shoninki en el área de sabotaje. y Kumiko fue discípula de la escuela de Nin en el área de conspiración de parte de los Fujibashi, creadora de las finas agujas para veneno. Ambos se separaron de las escuelas shinobi cuando se desató la pelea interna, ya que ambos pertenecían a escuelas distintas y no consideraban separarse uno del otro.

    De esta unión nació Hachi, hijo de los dos yamabushi en el monte Tateyama; su vida allí fue calmada. Era un niño bendecido con una gran salud y fortuna, todos lo atribuían al nombre que se le había otorgado, pues el número ocho (Hachi), era considerado como un número sagrado, y vivían en una montaña sagrada.

    Seiji, su padre; lo llevaba de cacería con él, enseñándole a una muy corta edad a ser paciente; Hachi siempre fue silencioso y observador, y comenzaba a idolatrar a su padre y su gran habilidad con el arco.

    Cuando Hachi tenía tan sólo cuatro inviernos, su padre ya le enseñaba a crear flechas y sostener un arco, a pesar que por su tamaño le era imposible utilizarlo. Seiji siempre cargaba un carcaj muy especial; le había contado que era un carcaj tallado por Kyuzo, uno de los más grandes herreros de Japón, el carcaj no era nada fuera de lo normal; pero era un regalo que Kyuzo le había dado a Seiji cuando estos separaron sus caminos, así como su actual arco. Kyuzo era él único que sabía que Seiji había emigrado a las montañas por una vida más austera en compañía de su esposa. Ambos guardaban ese secreto para no ser buscados por el Imperio.

    Los yamabushi tenían un orden jerárquico. Eran tres líderes: Seiji Tachibana; Shimotsuke Ohara y Saizo Honda. Shimotsuke abandonó Tateyama pues mencionó que tenía una misión de los Dioses. Saizo abandonó la montaña sin decir nada y muchos creyeron que había muerto; dejando a Seiji como el único líder de los yamabushi. Los cuales tenían como función, cuidar la montaña; evitar que alguien se acercara a sus perímetros; pues se decía que si alguien llegaba a la cima, Amanozako; desataría su furia con una temible avalancha hacia la pequeña ciudad. Es por ello, que los tres líderes habían ofrecido desde antes del nacimiento de Hachi, sus ojos derechos como sacrificio.

    Hachi; o el pequeño Hachi como muchos lo conocían en aquella montaña, era bastante querido por la comunidad de guerreros de las montañas, creían que sería un digno heredero al legado de su padre; pero todo se derrumbó al regreso de uno de los tres líderes de los yamabushi: Saizo Honda.

    Saizo era conocido de los yamabushi, confiaban en él; por lo que Kumiko no esperaba que este dañara a su hijo. Saizo tomó del brazo al pequeño Hachi (4) y al instante dislocó su brazo derecho; su chirrido de dolor alertó a los presentes pero fue tarde. Saizo había arrojado a Hachi por uno de los acantilados de la nevada montaña hacia su muerte.

    "Tu padre ha dado la vida por ti"

    Mencionó una voz femenina en su cabeza mientras reía. Hachi había abierto sus ojos para descubrir a su padre abrazándolo, Seiji había envuelto a Matahachi en su cuerpo para cubrirlo de la muerte misma.

    "Gritó mi nombre: Amanozako. Y yo respondí"

    La voz no sonaba amable, sonaba incluso burlona.

    "Ahora estás solo, han traicionado a tu familia y tu brazo derecho ha quedado inutilizado. Si los enemigos de tu padre te encuentran, seguramente terminarán el trabajo; pero yo puedo ayudarte, si me entregas tu ojo, te concederé un capricho; un deseo. Yo curaré tu brazo derecho. Sube a la cima; yo te protegeré en el ascenso"

    Hachi se levantó con trabajo, mirando hacia arriba. El ascenso sería difícil, aunque Amanozako lo protegiera. Después miró hacia su padre, lloró hincado hasta que sus piernas se entumecieron por el frío, sus pestañas se congelaron; pero el dolor de su brazo desaparecía por el entumecimiento. Decidido, tomó el carcaj de su padre de entre sus cosas, su arco lo dejó atrás, no sin antes clavarlo en el suelo, así a pesar de que la nieve lo cubriera; podría encontrar su sitio de descanso eterno gracias al arco.

    Hachi intentó subir a la cima; pero se perdió, llegando a otro lado de la montaña en dos días; sus piernas estaban cansadas, su brazo cada vez se inflamaba más.

    Al llegar encontró un sitio de aguas termales. En las aguas termales había monos de nieve y una mujer de un cabello rojo intenso. Miró a su alrededor; no era la cima de la montaña; pero aquel sitio estaba en la cima de una vieja ciudad, y detrás de todo eso se veía un templo iluminarse al fondo; cómo si aquel sitio flotara en el aire.

    —Estoy aquí— mencionó Hachi con voz trémula.

    La mujer se alertó al verlo, después sonrió —No te escuché al llegar... tus pasos son silenciosos...me impresiona que llegaras al sitio correcto, la gran mayoría suben toda la montaña, ignoran este sitio; pero tu instinto, sea bueno o malo, te ha traído aquí. Tienes suerte.

    Hachi afirmó con poca energía, para después colapsar.

    Al abrir los ojos se encontraba en lo que él creía un templo. La mujer estaba a su lado atendiéndolo. Le extendió un tazón con arroz y pescado tibio, Hachi lo tomó y comenzó a comer vorazmente. Después la mujer le extendió una jarra de sake. El niño no sabía que era pero tenía tanta sed que lo bebió aprisa. La mujer reía.

    —¿Entonces, me entregarás tu ojo para que cure tu brazo?— La voz de la mujer, ella era Amanozako.

    Hachi negó —Te entregaré mi ojo para que me devuelvas a mi padre.

    La mujer comenzó a reírse y negó —Si tu padre regresa, tu mueres. Ese fue el intercambio que hice con él, protegerte. Lo he hecho, si pides que vuelva, tu mueres.

    Hachi sabía que si pedía de nuevo el regreso de su padre; Seiji no podría vivir sabiendo que Hachi había dado la vida por él.

    —Mi mamá...¿Está...

    Amanozako negó —Ella está bien por ahora; pero no podrás verla.

    Aquellas palabras tranquilizaron un poco a Hachi quien se quedó en silencio, pues no le importaba nada mas en ese momento. No quería hacer pactos egoístas.

    —¿Entonces que vas a querer a cambio de tu ojo?

    —Lo necesito, no puedo dártelo.

    —Entonces puedes irte; baja la montaña. Pero te advierto, yo ya no estaré más en Tateyama; haré otra visita.

    —Quiero ser un cazador, cómo lo era mi padre.

    —Puedes ser mejor, si me das tu ojo; tu brazo sanará. Tu padre era un gran cazador con un solo ojo. Los arqueros no necesitan ambos...

    —Derrotaré a Saizo con el brazo que él mismo dañó, así lo humillaré antes de matarlo—
    la voz de Hachi era decidida a pesar de su escasa edad.

    Amanozako sonrió — Eres un cazador orgulloso; puedo verlo. Puedo hacer otro trato contigo — mencionó acercándose al niño y de un movimiento enderezó su brazo dislocado, haciendo que el niño gritara de dolor — No sólo serás un cazador, serás mi matagi, un cazador que posee mi bendición. Pero con esta bendición debes prometerme algo.

    —Me quieres engañar—
    Recriminó Hachi —Tu bendición es lo mismo que darte mi ojo a cambio de algo que deseo.

    Amanozako negó — Una cosa es conceder un deseo; es algo que tú buscas. Darte mi bendición es darte algo que yo deseo darte.

    —Pero las dos son a cambio de algo

    —Así es; pero si tomas el deseo, yo te arrebataré algo tuyo, en este caso tu ojo. Si decides intentar obtener mi bendición, te daré dones únicos; y tú tendrás que prometer que cumplirás lo que yo te ordene.

    —¡Me vas a pedir que te de mi ojo!

    Amanozako suspiró con desesperación —Eres demasiado listo y desconfiado, tu padre te entrenó bien. Pero puedo asegurarte que no te pediré que me prometas darme tu ojo.

    Hachi la miró confundido. Después levantó su brazo derecho; le dolía inmensamente; pero podía moverlo.

    —No sanaré a totalidad tu brazo, ya está dañado para el resto de tu vida; aunque alguien lo sane por ti, siempre tendrás secuelas del punzante dolor, uno que te recordará a tu agresor, al culpable de la muerte de tu padre. Pero puedo ofrecerte mi bendición, con ella sé que podrás tomar venganza ante el asesino de tu padre. Claro... si logras superar mi prueba— dijo señalando a la distancia — ¿Puedes ver el furin?

    Hachi enfocó su vista; y debajo de un arco tori; había un furin colgado.

    Hazlo sonar con una flecha disparada de ese arco y te otorgaré mi bendición— mencionó entregándole un arco a su tamaño. No era nada especial, era madera simple; de hecho, parecía que se destruiría en el segundo que se disparara una flecha con el —Ya tienes las flechas— dijo señalando el carcaj que pertenecía a su padre y que Hachi había tomado.

    Hachi afirmó y tomó el arco. El dolor lo mareaba pero aun podía usar su energía para aquel disparo —¿Y si fallo?

    Amanozako rio —Tomaré ambos ojos, y con ellos; tu vida. Te irás sin un deseo, sin una bendición. Desaparecerás.

    Hachi dudó, bajando el arco —¡Sabía que buscabas engañarme!

    —No te estoy engañando; te estoy diciendo la verdad antes de que aceptes

    —¿Por qué tu bendición tendría que también tener una promesa a cambio? No me parece justo.

    —No te daré nada a cambio de nada; eso es absurdo. Los Dioses no hacemos nada sin saber que obtendremos algo a cambio. Si le diéramos bendiciones a cada persona que conocemos sin darles un límite ¿Crees que el mundo sería justo? —
    Amanozako preguntó pero sin esperar la respuesta del niño —Las bendiciones no deberían simplemente darse así porque sí. Debe tener un peso; uno que te haga detenerte de hacer lo que tu quieras con tu bendición, uno que te mantenga en línea. Un Dios siempre debe saber como contener a su creación; o el mundo caería en caos.

    —Es ponerme una correa


    —Lo estás entendiendo, si. Ponerte una correa para que no corras libre. Ser mi humilde sirviente, como un perro.

    —No me gusta como suena eso

    —A nadie. Pero es por eso que debes tomar la decisión. Tu venganza debe ser más fuerte que tus miedos. Si no lo es, jamás derrotarás a Saizo —
    Amanozako usó los sentimientos de Hachi en su contra, atacando su odio y orgullo; llenándolo de la energía necesaria para levantar el arco como su padre le había enseñado, usó su brazo izquierdo para levantar el arco; con sumo dolor usó el derecho para alcanzar una flecha de su carcaj y después tensar el arco; el dolor lo obligaba a gritar, temblaba tanto que posicionar la flecha fue una tarea ardua que sólo provocaba las risas de Amanozako.

    Hachi logró estabilizar el arco; miró el furin y disparó. Pero la flecha no tocó el ornamento, rozó por debajo. Hachi tragó grueso.

    "Tin"

    Se escuchó ligeramente. El aire de la flecha había sido suficiente para hacerlo sonar.

    Hachi sonrió mientras Amanozako guardaba silencio, mirando el adorno con odio; después volvió su mirada al niño; pero era una mirada calma.

    —Has hecho que el furin suene; pero no la tocaste

    —¡Jamás dijiste que debía tocarlo! —reclamó Hachi

    —No te quitaré ninguno de tus ojos; pero no serás mi bendecido; fuera. Niño tramposo.

    Hachi volvió a la nieve sin siquiera posibilidad a réplica; el templo desapareció. Amanozako le perdonó la vista; pero no le otorgó ninguna bendición.

    —Jamás debes hacer un trato con Amanozako— una nueva voz se escuchó en Hachi

    —¿Quién eres?— preguntó Hachi

    —Shinatobe, el Dios del viento— respondió la voz —Fui yo quien hizo sonar el furin, salvando tu vista y tu vida.

    Hachi buscó al cuerpo que acompañaba aquella voz; pero sólo vio el blanco de la nieve —Gracias— respondió ante la voz

    —No serás el matagi de Amanozako; pero puedes aprender de mi... te enseñaré la técnica del viento; una técnica que puede resultar mortal. Pero no te curaré, de hecho; cada vez que utilices mi técnica sufrirás gran dolor. ¿Estarías dispuesto a aceptarla?

    Hachi afirmó, ni siquiera lo pensó. Estaba desesperado, necesitaba ser fuerte rápidamente.

    —El octavo perro, Inushiro— dijo la voz

    Hachi lo entendió; había rechazado y escapado de Amanozako gracias a Shinatobe; quién lo quería para él, arrebatándoselo a su rival. Había sido manipulado por los Dioses y se había convertido en su sirviente.

    —Hoy renaces como Matahachi; Mata, significa volver a intentar; Hachi, ocho. Tienes ocho oportunidades para dar a tu objetivo.

    —Saizo...

    —Tu objetivo también es el mío; ese hombre porta un poder peligroso y debe ser eliminado. Cuando estés a punto de disparar tu octavo intento; yo estaré allí. Si fallas, jamás podrás volver a sostener un arco. Si aciertas...


    La voz se esfumó.

    —¿Y si acierto? Malditos Dioses y sus palabras...

    La voz no respondió; pero el arco que le prestó Amanozako se quebró, y una joya se iluminó en su interior.

    Inushiro= el perro blanco o perro de las nieves.
    CAZAR A SAIZO HONDA

    • No necesitará tirar dados de cacería, siempre obtendrá su presa.
    • Tiene silencio absolto, no puede ser sorprendido por ataques sorpresa.
    • Sabe crear flechas personalizadas
    • Obtiene la técnica de silbido de Hoori por uso limitado a 8 oportunidades

    —Baja la montaña; busca a Inugami, es conocido como Hashimoto en Kioto; el también tiene una misión que cumplir con uno de los míos, sabrá cuidarte— fue lo último que Shinatobe dijo; dejándolo en la cima nevada del monte Tateyama. Solo, con sólo una piedra en mano, el carcaj de su padre le había sido arrebatado, ya no estaba con él. Y con esa simple ausencia, Hachi lloró en la montaña helada, lloró mientras descendía, lloró en silencio para no ser encontrado.

    Matahaci se dirigió a Kioto, no podía entrar a la ciudad sin una invitación debido a su estatus como ciudad imperial. Así que acampó en las afueras, consiguió un arco de un comerciante de armas a cambio de unas monedas que había robado; con ello se dedicó a cazar y con ello conseguir alimento. No sólo para él, sino también para las personas que como él, acampaban fuera de Kioto. Eran campamentos de mendigos y algunos ladrones, por lo que no eran bien vistos; cada semana tenían que esconderse de un séquito del clan Mori, los cuales salían a amenazarlos, y a cobrarles impuestos si es que querían permanecer allí.

    Cuando Matahachi cumplió cinco primaveras, sucedió la aniquilación del clan Minamoto.

    Así pasó Matahachi seis primaveras (10); lo conocían muy bien como el mejor cazador, y gracias a él, varias personas podían permitirse comer diariamente. Hachi jamás reveló su apellido (Tachibana) ni su otro nombre otorgado por Shinatobe (Inushiro) se hacía llamar Matahachi Tanobu. Y fue con este nombre que conoció a Shiori.

    Shiori y sus padres vivieron fuera de Kioto desde que Shiori tenía seis primaveras, conociendo a Matahachi cuando este tenía diez. Se volvieron amigos porque Shiori pensaba que Matahachi era de su edad; pero la razón por la que Matahachi se veía joven era porque no comía demasiado; Shiori sabía que Matahachi era buen cazador; pero todo lo hacía lento, incluso comer; por ello se llenaba con muy poco alimento.

    Matahachi le comentó a Shiori que buscaba entrar a Kioto desde que era un niño y que jamás lo había logrado, Shiori le comentó que ella había vivido seis primaveras en Kioto antes de que sus padres decidieran alejarse de allí; pero ella tenía mucha curiosidad y deseaba ser una guerrera; no dedicarse a simple herbolaria como sus padres.

    Matahachi ya se había hecho de renombre con sus habilidades de cacería y por suerte no pasaron desapercibidas; pues le llegó una misiva para ser reclutado para el clan Taira. Él se emocionó al instante, a pesar de que para él no era común mostrarse feliz; corrió con Shiori para avisarle. Ella le mencionó que quería acompañarlo, y decidieron ir juntos a Kioto; cuando Shiori le dijo la noticia a sus padres estos decidieron huir hacia la prefectura de Tottori.

    Ahora con esa misiva a manos de Matahachi, la ciudad se abrió ante sus ojos.

    Llegaron al cuartel dónde fueron reclutados; pero no como guerreros, sino como aprendices.

    Juntos, comenzaron a entrenar a tutela del clan Taira. Fue allí donde Shiori descubrió que Matahachi tenía una vieja herida en su brazo derecho; pues Matahachi no aguantaba largos entrenamientos sin desmayarse por el dolor; pero era un excelente arquero, no necesitaba más de una flecha para dar en el blanco. Shiori lo confrontó por eso, y Matahachi le contó que le habían dislocado su brazo cuando era un niño, y que la herida no fue tratada a tiempo, por lo que le dejó secuelas; y también, Matahachi le confesó a Shiori que el buscaba a un hombre en Kioto, el cual era conocido como Inugami. Le mencionó que preguntaría por él. Y por eso, Matahachi volvió hasta después de dos noches; estaba completamente golpeado, pero al menos seguía vivo.

    Matahachi había preguntado por Inugami; e inmediatamente fue enviado al castillo, dónde fue amarrado e interrogado por Shino Taira (25)

    —Hashimoto es un traidor; escapó de Kioto cuando mi padre más lo necesitaba; debió haber peleado a su lado contra los Minamoto. Y ahora apareces tú, un niño. Y busca encontrar a el traidor más grande de mi clan.

    Matahachi comprendió al instante en el embrollo que se había metido, iba a morir si no hablaba con sabiduría.

    —Es... es el asesino de mi padre—mintió.

    Shino lo observó con compasión; pero antes de que pudiera decir algo.

    —Está mintiendo— dijo la voz de una niña, la cual observaba lejos; lentamente se fue acercando. Era la hermana menor de Shino, Tomoe (8) venía acompañada de un hombre, un guerrero.

    —¿Eso es cierto, Kozaemon?— preguntó Shino ante aquel hombre, que respondía al nombre de Kozaemon.

    El hombre se acercó a Matahachi y lo miró a los ojos —¿Por qué buscas a Inugami? Dime la verdad. Eres un niño, no sabes de política; te perdonaré la vida si tu respuesta es cierta.

    Matahachi mantuvo la mirada en Kozaemon —Busco matar a Saizo Honda, sé que ese hombre, Inugami; puede ayudarme.

    La sala se mantuvo en silencio unos momentos.

    —Este niño será mi pupilo.

    Shino lo miró encolerizada —Acabas de perder a Kenzaburo en el incidente kemuri nuno; estás apresurándote en aceptar un discípulo.

    —Mi señora; confíe en mi juicio. Juré protegerlas, no faltaré a mi palabra. Este niño ha destacado en su entrenamiento, y puedo ver el por qué.


    Shino se mantuvo en silencio, luego afirmó, confiando en Kozaemon.

    —¿De dónde vienes, niño?— preguntó Kozaemon.

    Matahachi dudó unos momentos; pero el dolor de su brazo derecho se estaba volviendo insoportable, pues las ataduras lo obligaban a permanecer en una posición dolorosa para su brazo herido. Así que dijo la verdad.

    —Tateyama, señor

    Esto hizo que Tomoe corriera a desatar las ataduras de los brazos y pies de Matahachi.

    —Eres el hijo de Seiji... cómo no pude verlo antes— mencionó Kozaemon.

    —Ustedes... mandaron a sus soldados a matar a mi padre— reclamó Matahachi.

    —No, Saizo Honda actuó a órdenes de Kyogi y Gendo Mori. Los Taira no tienen nada que ver con ese ataque y realmente con ninguno otro. Seiji era un hombre muy apreciado por uno de nuestros aliados, jamás le haríamos daño, ellos...

    —Tomoe, para—
    Interrumpio Kozaemon a Tomoe, para después acercarse a Matahachi.

    —Te entrenaré, aprenderás a cuidar a Tomoe a distancia, serás un guerrero clave para nuestra venganza; y de ese modo, tu saciarás la tuya.

    Desde ese momento, Matahachi entrenó junto con Kozaemon, volviéndose muy cercano a Tomoe, a quién siempre protegía en secreto. Lentamente esto hizo que Tomoe y Matahachi crearan un lazo especial.

    Shiori y Matahachi entrenaban todas las mañanas juntos, era un entrenamiento que Shiori notaba que a Matahachi no le parecía costar tanto trabajo como al inicio; y mientras todos los reclutas volvían en la tarde al cuartel a descansar, Matahachi iba a más entrenamiento. Muchos de los reclutas mencionaban que seguramente era para fortalecerlo, ya que parecía marearse con facilidad, esto hizo pensar a Shiori que estaba llevando a cabo un entrenamiento para fortalecer su brazo derecho. Cuando Shiori confrontó a Matahachi al respecto, el mencionó que así era; le dijo que un hombre llamado Kozaemon lo estaba entrenando, pero le tuvo que ocultar a Tomoe, aunque el deseaba contarle, pues quería compartir su felicidad con ella.

    Así pasaron los años; Matahachi tendría 20 primaveras y Shiori 16 cuando los mandaron a su primera misión. Serían parte de un ataque a una aldea, una que resguardaba a una familia pequeña de samurái llamados Fusatada. Al parecer, los miembros de esa familia comenzaban a ser un estorbo para una de las grandes cabezas cobijadas bajo el clan Taira: Kyogi.

    Matahachi comentó sus inseguridades a su maestro Kozaemon, el no quería matar a hombres y mujeres inocentes; pero este le mencionó que no podía desobedecer órdenes directas de un superior; él le rogó que lo sacaran de esa misión, tanto a él como a Shiori; pero este se negó.

    —Este camino no será sencillo Matahachi; tendrás que matar a gente inocente, tendrás que hacer cosas que irán en contra de tu código como guerrero; pero si tu deseas ascender y poder desatar no sólo tu venganza, sino la de los Taira; deberás bajar la frente y obedecer. Pero jamás olvidar.

    Matahachi negaba, no quería convertirse en un monstruo.

    —Kyogi es el enemigo, es parte de lo que ustedes buscan destruir— mencionó Matahachi hacia Kozaemon; quien lo golpeó directamente en el rostro.

    —Si no lo haces, alguien más en tu lugar lo hará. Y tú permanecerás siempre estancado, y toda tu lucha será insignificante. Perderás todo lo que has construido —Kozaemon siempre había sido un maestro estricto, jamás sentía compasión por Matahachi, aunque este se desmayara de dolor, lo obligaba a volverse a poner de pie.

    —Yo no voy a solucionarte la vida; no eres mi hijo, no te colgarás de lo que yo he hecho para ascender a dónde estoy— sujetó a Matahachi del cuello de su kimono y lo sacudió —Tu subirás con tus propios pies, todos te conocen como Matahachi; pero tu sabes que ese no es tu legado — lo soltó—¡Eres hijo de Seiji y Kumiko! Debes recordarselo a tu enemigo.

    De esa manera, Matahachi marchó junto con Shiori y los demás reclutas, se volverían oficialmente miembros del clan Taira, sólo si obtenían la sangre que se pedía.

    Al llegar allí, Shiori decidió su verdadero camino, protegiendo a Kuroki de aquella masacre; de ese modo perdió todo contacto con su viejo amigo Matahachi.

    Matahachi buscó incansablemente a Shiori después del ataque; y fue interrogado constantemente para que dijera que había sucedido con ella; pues no estaba entre los muertos. Él la defendió; dijo que había salido persiguiendo a uno de los aldeanos; que ella no había escapado, que ella jamás traicionaría al clan Taira. Por sus palabras, Shiori jamás fue buscada como traidora; pero las noticias llegaron hasta su tío; quién si la consideró una cobarde y traidora. Y ante Gendo, Matahachi era un cobarde; pues sabía que con su habilidad de arquería, podía haber derribado a cualquiera, y si lo que decía era cierto... significaba que optó por dejarlos escapar.

    Cuando Matahachi volvió a Kioto; tanto él como el resto fueron recibidos con grandes elogios; buscó a su maestro pero este había salido a una misión importante. Buscó a Tomoe y ella lo recibió secretamente.

    Lo abrazó con fuerza; se miraron sin decir nada; los ojos de ambos se llenaron de lágrimas y por primera vez se besaron.




    El emperador comenzó a escuchar sobre Matahachi; y estaba muy complacido con su desempeño; por ello le encomendó una misión importante; dándole a un siervo: Rei Shishio; juntos debían sitiar Yamato, y extraer a su heredera: Hina. Sin causar revuelo o alboroto.

    Intentar entrar para conversar pero fueron expulsados; nadie del pueblo quería hablar con samurai. Sería una misión compleja.

    Rei era un hombre mucho más alto y longevo que él, portaba un parche en el ojo y su actitud era intimidante; por ello, seguir a un niño como su líder lo encolerizaba. A Matahachi le daba igual el ego de Rei, y por mucho tiempo viajaron en silencio. Hasta que un día mientras exploraban los ríos cerca de Yamato en Kanagawa; Rei decidió abrir su saco de objetos personales para darles mantenimiento mientras "perdían el tiempo" cómo el solía decir de las estrategias de Matahachi al explorar la periferia de la ciudad.

    Matahachi no pudo evitar observarlo; y fue allí donde por primera vez le dirigió la palabra a Rei.

    —Un carcaj muy bonito — dijo Matahachi a Rei al ver que tenía entre sus pertenencias el viejo carcaj de su padre.

    —¿Esto? —dijo sacudiéndole el polvo — Se lo robé a un imbécil.

    La sangre de Matahachi hirvió al instante pero se mantuvo sereno, aun así quería saber más, si iba a matar también a Rei debía saber perfectamente sus razones — No lo robaste de un cadáver, ¿Cierto? —sonrió burlonamente aunque en realidad quería gritarle.

    Rei negó —Era de mi viejo maestro; pelee con él y perdí... eso me arruinó la vida. En venganza, fui a su habitación y robé este carcaj que él consideraba un trofeo. Dijo que lo había encontrado en su misión de exploración en Tateyama.

    —¿Saizo Honda?— preguntó Matahachi.

    Rei afirmó —Por perder contra él me destituyeron del clan Mori. Me quitaron todos mis honores y me pusieron a tu servicio como una burla hacia mi —dijo molesto.

    —La mascota del nuevo favorito del Emperador — dijo Matahachi con calma, le tranquilizaba saber que Rei no había robado el carcaj de Tateyama, dónde él lo había perdido entre su encuentro con Amanozako y Shinatobe.

    Rei bufó ante las palabras de Matahachi —Podría matarte si quisiera. No me tientes.

    —De hecho, creo que por eso te han enviado conmigo. Para que pierdas los estribos y me mates —
    dijo hacia Rei —No por nada me han separado de mi maestro y lo han enviado con el clan Hojo; a Gendo le incomoda mi presencia desde que el Emperador pide mis consejos de caza.

    —Pues lo estás logrando; llevamos demasiadas estaciones observando ríos, lanzando piedras, creando zanjas, secando el lodo. Estoy harto de perder el tiempo contigo.


    Matahachi miró a Rei —Acompáñame.

    Matahachi guio a Rei a una cañada, entre las dos paredes de roca, había una gran muralla, su construcción era perfecta. Ambos la habían estado construyendo ya por un largo tiempo. Matahachi le indicó que subiera por un camino empiando rodeando una de las paredes de roca. Rei lo hizo y al llegar a la cima notó el propósito de todo el árduo proceso: estaban desviando el cause de un río.

    Matahachi señaló a la ciudad —Mira, Rei. Nota el follaje de los árboles al aproximarte a la ciudad... ya no son tan verdes como lo son los que están aquí.

    —¡Les estás cortando sus recursos!—
    gritó Rei impresionado.

    Matahachi afirmó —Y el lodo que secamos, las piedras que reacomodamos... todo eso es para guiar a los exploradores a una trampa.

    —Obligas a salir a los que no quieren salir


    Matahachi volvió a afirmar. Y miró a Rei —Esta es la diferencia de seguir al clan Taira a seguir a los Mori. La última vez, Gendo entró a esta ciudad con violencia matando a los líderes regentes; por lo que el pueblo ocultó a su mayor tesoro: Hina, la hija menor de los Kamino. Los Kamino siempre han sido una familia leal a los Yamato. La hija mayor, Hama estaba comprometida con el hijo de Haruki Yamato. Y Gendo la quería para él, la asesinó cuando ella se negó —negó.

    —Entonces... Los Mori matan rápido. Mientras que los Taira los torturan quitándoles el suministro de agua, que crueles.

    —¡No seas imbécil! Escucha toda mi historia primero.


    Rei lo miró con enojo —Espero me guste tu historia o te partiré el cuello.

    —Planeo rescatar a Hina, llevarla en mi custodia para convencer al Emperador de darle un asilo en una ciudad dónde estén protegidos. Al parecer en Kamakura no han respondido a sus peticiones. Yo creo que Saitama sería un gran sitio para ella; estaría a salvo de Gendo.


    —¿Cuánto tiempo nos tomará terminar la jodida muralla? —le preguntó Rei

    —Como otra estación si no bajamos el ritmo.

    Rei se quejó; pero en el tiempo que trabajaron juntos comenzaron a crear un lazo. Rei comenzó a contarle de su historia; el cómo le gustaba producir hijos que estuvieran al servicio del clan Mori, eso le ayudaba a él a subir peldaños de poder. Después le contó como peleó con su maestro, pues este le juró que le enseñaría como había obtenido su fuerza y lo engañó para pasarle su maldición. Su fuerza la había obtenido de un Oni, y la maldición lo estaba consumiendo por eso se la había heredado a Rei.

    Matahachi sonrió, entendía que Rei tenía el mismo odio por Saizo que él; así que decidió contarle su pasado...

    —¡Eras un Tachibana! Eso explica todo... me alegra saber que estoy sirviendo a un clan de casta alta y no a un niño recoge basura de las afueras de Kioto —dijo entre risas para después borrar su sonrisa — Contigo he entendido la maldad del clan Mori... y el cómo yo he actuado mal.

    —Puedo ayudarte a reubicar a tu esposa; así estará fuera de peligro del clan Mori —
    mencionó Matahachi.

    Rei comenzó a llorar, algo que Matahachi no esperó y no supo como reaccionar. Rei le extendió el viejo carcaj a Matahachi —Esto es tuyo; considéralo una promesa entre nosotros. Te lo doy, junto con mi lealtad.

    Matahachi tomó el carcaj y sonrió levemente —Entonces tráeme agua y caza la cena.

    Rei lo miró con odio mientras limpiaba sus lágrimas.

    —Era broma, gigante tonto — dijo Matahachi apretando el carcaj fuertemente entre sus manos — Vamos a cazar juntos...

    Rei tenía los ojos humedecidos. Inagaki lo observaba mientras se reía discretamente.

    —Tal vez contaste más de la cuenta —le reclamó Rei a Matahachi. Pues sólo podía haber contado su historia en Tateyama.

    —Era necesario que supieran que eres un llorón, Rei — dijo Matahachi con los ojos entumecidos —Y también es gracias a Rei que volví a encontrarme con mi madre, Kumiko. Ella también pudo escapar, ahora es una vendedora ambulante y ha encontrado un nuevo amor. Y conocí a mi abuelo —dijo con una gran sonrisa, demostrando la alegría que todo eso le había dado.

    —Dazai es medio raro —intervino Rei.

    —Es buen hombre, sólo que no me esperaba que tuviera conexión con los Fujiwara.

    Mientras tanto, Yin seguía pensando en algo de lo que había dicho Matahachi antes, así que se acercó a Misato y le susurró —El tal Hainu... ¿No es el que cazaba a los herreros?

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